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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Entre el estado y la guerrilla:
identidad y ciudadanía en el movimiento
de los campesinos coca/eros del Putumayo

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
María Clemencia Ramírez

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COLCIENCIAS

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
© I NSTITUTO CoLOMBIANO DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA -lcANH-

Entre el estado y la guerrilla: identidad y ciudadanía


en el movimiento de los campesinos coca/eros del Putumayo

Calle 12 n° 2-41
Bogotá - Colombia
Teléfonos
s6r 98 9Ó 1 s6r 95 00
Correo electrónico
icanhbook@hotmail.com

©MARÍA CLEMENCIA R AMÍREZ

1_,.1 \j -r~¿(:¡7
PRIMERA EDICIÓN
Bogotá, octubre de 2001

ISBN
958-97054-o-s

F OTOGRAFÍA DE LA CARÁTULA
Jorge Pargo, archivo de El Tiempo

FoTOGRAFíAS DE LA COF-<TRACARÁTULA
Manuel Saldarriaga, León Darío Peláez,
Orlando Resrrepo, Juan Herrera
Archivo de El Tiempo

COORDINACIÓN EDITORIAl
Juan Andrés Va/derrama

DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN
Ángela Vargas Ramírez

I MPRESIÓN
Servigraphic Lrda.

Esta publicación ha sido realizada con la colaboración financiera de Colciencias,


entidad cuyo objetivo es impulsar el desarrollo científico y tecnológico de Colombia.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
A los campesinos del Putumayo, con la esperanza
de contribuir o que sus voces sean escuchados
y sus propuestos tenidos en cuento.

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ÍNDICE

Agradecimientos ............................................................................................................................................................. 15
Introducción ........................................................................................................................................................................ 19

CAPÍTULO l..
LA POLÍTICA· DEL TIEMPO Y DEL ESPACIO EN EL DEPARTAMENTO
DEL PUTUMAYO Y LA BAJA BOTA CAUCANA

La política del tiempo y del espacio: desplazamiento


y colonización de la amazonia colombiana ............................ .... .......................... 31
La construcción de un territorio vacío y receptor de población .................... 39
Periodos de migración y procedencia
de los colonos de la baja bota caucana ... ·................................... .............................. 41
Colonización y estado en la región amazónica ........................ ...................................... 44
La política del lugar: identidad, estigmatización
y contra propuestas ..... . ... ................. . .... ....... .. ... . . .... ........ .............................................. ... ... 46

CAPÍTUL<>Z

COCA, GUERRILLA Y GUERRJ\ CONTRA LAS DROGAS EN EL P UTUMAYO

La legislación relativa al cultivo de coca


en Colombia, Perú y Bolivia ...... . ............ ...... .......................................................................... 54
Políticas referentes al cultivo de la coca y a la legitimación
de la contrainsurgencia y el paramilitarismo ............................................................. 58
Llegada y consolidación de las Farc en la región amazónica .......................... 67
Llegada de la coca al Putumayo y lucha por su control
entre la guerrilla y los paramilitares ....................................................................................... 72.
Cultivo y procesamiento de la coca en el Putumayo .................................................... 79

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LDENTIOAO Y CfliOAOA 'IIA EN l' L PtJn MAYO • María Clemencia Ramíre:.

CAPÍTULO 3

LOS MOVTMfENTOS CÍVICOS Y SU TRANSFORMACIÓN


EN tvJOVIMIENTOS SOCIALES Y POLIT!COS EN EL P UTUi\lt\YO

Los movimientos cívicos que antecedieron


el movimiento social de los cocaleros de 1996 91
Los movimientos cívicos y su conversión
en movimientos políticos .... 99
El Movimiento Cívico de diciembre de 1994 a enero de 1995 JOt;
El Movimiento Cívico Regional y la organización
de las marchas cocaleras ...
El Movimiento Cívico Regional del Putumayo
y su articulación con los alcaldes .. .. .. . . ........ . 119
La Asociación de Mun ic ipios del Putumayo .............. . 116

CAPÍTULO 4

LA POLÍTICA DEL RECONOCIMIENTO Y EL MOVIMIENTO COCI\LEHO :


ESTIGMAT!ZACIÓN Y EMERGENCIA DE IDENTIDADES COLECTIVAS POL!TIZt\OAS

Hora cero e inicio de la movili zación


de los campesinos cocaleros IH
Las fuerzas mililares y la operación conquisto 1\7
Los centros urbanos /jmpios frente al
campo sucio y contaminante
La politica del reconocimiento y la emergencia de
identidades colectivas politizadas 1)0
"Salimos voluntariamente obligados'':
las Farc y el Movimiento Cívico Regional

CAPfT~ J LO S

LA 1\'EGOCLACIÓN (1): CONSTRUCCIÓN DE IDENTLOAD


Y AFIRJ'vl.J\CIÓN DE LA CIUDADJ\J'\;l¡\

Negociar con el alto gobierno, objetivo central del movimiento ró8


Conformación de la mesa de negociación ... ... 177
Discusión inicial y suspensión de la mesa de negociación ... .... ..... . .. 178

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CAPÍTULO 6

LA NEGOCIACIÓN ( 2): FRAGMENTACIÓN DEL ~Y PODERES OCULTOS

El Plan de desarrollo integral de emergencia ....................................................................... r96


Ambivalencia y división de los funcionarios del estado ................................... 198
La guerra contra las Farc o narcoguerrilla
durante la negociación ................................................................................................................. 2.06
La redacción del acuerdo inicial ......... ..... ...... .. ........ .. ............................................................... 2.n
El acuerdo final y la terminación de la movilización ............................................... 2.15
Los logros del Movimiento cocalero .. ........................................................................... 2.2.3

CAPÍTUL<> 7
ESTRATEGIAS DEL MOVIMIENTO CíVICO DESPUÉS DE LA FIRMA DEL ACUERDO
PARA MANTENER SU REPRESENTATIVIDAD SOCIAL Y POLÍTICA

El grupo base frente a las autoridades y las entidades oficiales .............. 2.37
La internacionalización del Movimiento Cívico
y de la problemática de los campesinos cocaleros ................................... 2.44
El Movimiento Cívico: entre la autonomía y la dependencia
de las Farc o del gobierno .. ... .. ... .... . ..................... .... ...... ......... 2.47
En busca de representación polílica:
las elecciones y el Movimiento Cívico ...

CAPÍTULO 8
LAS PARADOJAS DE LA ECONOMÍA OE LA COCA: OXGANlZACIONES COMUNITARIAS
Y PARTICIPAC!ÓN CIUDADANA EN MEDIO OE LA VlOLENCIA POLÍTICA

Violencia cotidiana en Puerto Asís .... 2.6r


El terror: ¿una forma de someter el poder emergente? .................................... 2.65
Organizaciones comunitarias, instituciones oficiales
y participación ciudadana en el Putumayo . ..... ... . ............................... 2.79
La construcción de la "sociedad civil"
en medio de la violencia ............... . ............................................................................................. 2.85

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IDENTIDAD Y CIUDADANfA EN EL P U11JMAYO • María Clemencia Ramíre::.
12. 1

CAPÍTULO .2
MOVIMIENTOS SOCIALES, POLÍTICA DE LA CTUD ADM~t\
Y l.A FORMACIÓN LOCAL DEL ESTADO

El movimiento de los cocaleros y la apertura


de espacios democráticos ............................................................. . 297
La noción de ciudadanía y el "derecho a tener derechos" 2.99
Participación ciudadana para demandar la especificidad
y el reconocimiento .......................................................................... ..
El ejercicio de la ciudadanía: entre el estado y la sociedad civil
La formación del estado en la localidad ..............................

EPÍLOGO

BIBLIOGRAFÍA

ÍNDICE DE MAPAS, CUADROS Y GRÁFICOS

MAPAS

Mapa 1. Área de estudio. Putumayo y baja bota caucana 10


Mapa 2 Amazonia occidental colombiana '3 2.
Mapa 3- Putumayo y baja bota caucana:
vías de penetración , 1900-1946 ... 35
Mapa 4· Área geográfica de la Violencia, 1949-1953 3Ó
Mapa 5· Municipio de Piamonte (Cauca) 42
Mapa 6. Departamento del Putumayo:
presencia de las fuerzas armadas, 1997 63
Mapa 7· Las repúblicas independientes en Colombia, 1955-r965 69
Mapa 8. Distribución de los frentes de las Farc
en el área de estudio, 1999 ............................... 75
Mapa 9· Departamento del Putumayo: hectáreas cultivadas
en coca, marzo-abril de 1999 ......................... 82
Mapa 10. Putumayo-Caquetá: áreas fumigadas, 1998-1999 139

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Mapa u. Marchas cocaleras del Putumayo y Cauca: procedencia
de los participantes y áreas de concentración................................ 146
Mapa 12. Área de estudio: presencia armada
y conflictos armados, r998-r999 ............................................................... 2.68

CuADRos

Cuadro I. Procedencia de los colonos por departamento................................ 40


Cuadro 2. Periodo de vinculación de los colonos a la región................... 40
Cuadro 3· Área sembrada de coca en la amazonia
occidental colombiana, 1994-1999 (en hectáreas)................................. 6r
Cuadro 4· Cultivo de coca en el departamento del Putumayo, 1999....... 83
Cuadro 5· Precio pagado al productor por un gramo
de coca producido (en dólares) ............................................................................ 87
Cuadro 6. Putumayo: paros cívicos con participación campesina,
amenazas de paro, movilizaciones campesinas y cívicas
y petitorios, junio de 1980 a enero de r996 ............................................... 95
Cuadro 7. Acuerdos según las comisiones............................................................... 2.18

GRÁFICOS

Gráfico I. Putumayo: víctimas según semestres y municipios............... 259


Gráfico 2.. Putumayo: porcentaje de víctimas según municipio. ...... 2.59
Gráfico 3· Putumayo: número de víctimas según semestres
y agente violador ..... ......... ... .. ... ..................... . ...... . 2.66
Gráfico 4. Putumayo: porcentaje de víctimas
según agente violador ..... ................. 2.66
Gráfico 5· Pulumayo: víctimas de alguna clase de violación.................. 2.67
Gráfico 6. Pulumayo: víctimas de violación por periodos y tipo .. 2.67
Gráfico 7. Porcentaje de víctimas en el Putumayo
según semestres ....................................................................................................................... 2.73
Gráfico 8. Putumayo: número de víctimas
según semestres y móvil . ..................................................................... 2.74
Gráfico 9. Porcentaje de víctimas en el Putumayo según móvil ............. 2.75

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AGRADECilVIIENTOS

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F'\TF t/U\11.\/!1 -;¡. t:O.\'CIW/'\.\ El WI!F\'/J/Z.\/1 SO/J/11· LA Slrt ·\(/().\: 1:'\ Ql'/· W F\T/'1-..\T/lA \
ws campesinos del Putumayo, y la discusión académico permanente con cuatro
profesores que conformaron el comité de tesis de doctorado en el departamento
de antropología de la Universidad de Harvard: David Maybury-Lewis. Sal/y Folk
Moore. ]eon ]ackson y Begoña Aretxoga.
Quiero agradecer, en primer lug01; o los campesinos y dirigentes del movimiento
cocolero del Putumoyo, quienes por medio de su próctico social J' de su interlocución
me inspiraron y contribuyeron o que este trabajo pudiera realizarse.
A David Maybury-LeJVis, por el apoyo que me brindó desde que entré al doctora-
do, y por su permanente confianza en mis capacidades y trayectoria como antropóloga
en Colombia. Su perspectiva latinoamericana pennitió que el trabajo no se limitara
al coso colombiano e insertarlo en el contexto latinoamericanista, poro entender
así, con mós claridad. el problema estudiado, o la luz de otros situaciones similares
pero o la vez muy diferentes.
t\ fean ]ackson le debo lo decisión de presentarme o Jo Universidad de Hanrord;
en ella he encontrado opo_vo académico, editorial y personal. Su interés y conoci-
mientos sobre Colombia me dieron la oportunidad de recibir sus comentarios sobre
diferentes liD bajos finales relacionados con el país. No encuentro palabras paro agra-
decer su paciencia y dedicación; odemós. su empuje poro la finalización de este libro
fue definilil'o.
A Sal/y Folk Moore, de quien aprendí sobre antropología político y legal: ello me
abrió un panorama muy enriquecedor para el trabajo en Colombia, y a través de
sus cursos el alcance de Jo antropología se amplió hacia Jo comprensión de lo con-
formación del estado-noción: las comunidades locales, objeto de onólisis antropológico,
se transformaron en casos que permitían ahondar _v profundizar discusiones mós
amplios y supralocales; y el1•ínculo entre lo local y lo nacional empezó o tener sentí-
do. lo que espero se refleje en este libro. A Sal/y le agradezco también su interés en mi
desarrollo académico y personal. sus consejos y su ejemplo como mujer profesional.
A Begoña Aretxogo por su dirección académico. Sus cursos cambiaron por com-
pleto el rumbo de mi proyecto de investigación: a través de ellos pude reflexionar
sobre mis experiencias de campo en Colombia y sobre el papel de lo antropología en

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l
l o~"' ttOAD v l"IUOAIJANIA l'N H P utl'MAYU • Man·a Clemencia Rumíre:
r6

el análisis e interpretación de situaciones de conflicto y l'iolencio. Las discusion,,s


que soslm'imos durante todas los foses deltrobajo de campo fueron nw_1 enriquecP-
doros. esclorecedoras J' definitivos para la conceptualizoción fino/ de este trabajo.
Nunca me cansaré de decir que Begoña ha sido lo fuente de inspiración de este
proyecto. Desde que volví de campo lo primera l'ez. mi proyecto de investigación sP
fue delineando o través de la discusión del material con ella, y a medido que escribia
la disertación recibí magníficas sugerencias.
A Margot N. Gil/, decana administrativa de la facultad de postgmdo de a1tes _1
ciencias, quien me apoyó económica)' moralmente paro terminar la di.'ieJtoción. r¡ue
en un momento dado l'i obstaculizada debido a problemas de salud. M argot antepuso
mi salud y bienestar a cualquier consideración económico y de LlllO manera mu_1
especial me impulsó o tomar las decisiones correctas. Gracias a ello pude contar con
el tiempo necesario para terminar este libro sin presiones económicas.
A las personas que me alojaron en sus cosas durante el trabajo de campo, quienes
estuvieron prontas a responder a mis pregunto.<; y a dirigirme en la investigocion. A
Gaby Lorena Heyes, auxiliar en campo, sin quien no hubiera podido moverme como
lo hice en una zona en conflicto. Su fomilio me recibió siempre con los puertas ubier-
tas _1' me hizo sentir parte de ello. A ellos mis agradecimientos.
A todos lo f uncionarios oficio/es que dedicaron pwte de su tiempo o contestur mis
preguntas y o rej1exionor conmigo sobre los sucesos que tu1rieron lugar en julio y o¡Jostu
de 19!)6. A Noncy Sánchez le agradezco que me focilitom los grabaciones que realizó
durante lo meso de ncgocioción en Grito y durante los reuniones posteriores a la firmo
de los acuerdos. Así mismo, o 1Mftlo Vásquez por haberme proporcionado los bonndv-
res del Acto de acuerdo de Grito; esto.<; materiales se convirtieron en el eje etnográfico
dP.ltrabnjo. A Eduardo Díoz y Jaime Navarro por su confinnzn y por haber compurliclo
conmigo, sin reservas. sus impresiones personales y oficio/es del movimiento.
A Santiago .1' Ano ¡\1/onuelo. mis hijos. que me ucompoñurun desde que empPLé
el doctorado, les debo el apoyo incondicional u lo lnrgo de estos siete oños; eJ/ns
asumieron este trabajo de grado como uno empresa suyo _1' estul'ieron siempre li~tos
o oyudurme y u llamarme fu otención cuando veían quu desfallecía; pero. ~ubre
todo, me dic:ron el cariño necesario paro continuar adelante, enfrentando conmigo
cualquier contratiempo. A mi madre y o mis hermanos. por ayudarnos en todo lo
que estuvo a su alcance durante el tiempo que duró el doctorado.
A Lucía Va/k. mi compañero en el mismo. con quien /uve lo oportunidad de
vil'ir el año y medio que tomó lo escrituro de este libro, lo cual significó compartir
alegrías. frustraciones. éxitos, miedos. depresiones J' todos los sentimientos que ge-
nera el enfrentar, día o dio. lo esai/um de un libro. Pero sobre lodo, por la amistad
que creció durante estos siete años.
A Andy Klott. mi amigo del olmo. mi compañero durante el último año. con quien
tuve lo op01tunidad de discutir algunos planteamientos, pues conoció a fondo el trabajo:
sus preguntas pem1itieron oclwnr el texto _v hacerlo más legible. Su cariño. su interés por
el conflicto en Colombia JI la admiración por mi trabo jo hicieron más {ácilln finalización
del mismo.

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AGRADrCIMIEI'ITOS 1
17

A Marta Herrera, con quien me une una amistad de muchos años que se ha
traducido en el apoyo mutuo en nuestro trabajo y. por consiguiente, en nuestros doc-
tomdos; ella elaboró los mapas que ilustran este libro. A Moría Lucía Sotoma_v01;
con quien viajé por primera vez a la bota coucona y luego al valle de Síbundoy. Su
amistad de muchos años es invaluable.
Quiero agradecer. además, a todas las personas que de uno u otro formo estuvie-
ron l'inculadas a este trabajo: a Luz Piedad Caicedo, por la clasificación de la docu-
mentación de prensa: a Magdalena Arongo, por su ayudo con lo búsqueda de
fotografías y ITideos del mo~Timiento: a Mónica Ruán y Margarita Sandino. por el tra-
bajo en la cfasfficación de información; y a Patricia Morales, por su ayuda con la
transcripción de entrevistas. A César Rozo. con quien viajé a Puerto Asís y Mocoa al
iniciar el trabajo de campo y me colaboró en la búsqueda inicial de información en
estos municipios.
A Henry Salgado y a Elsy Castillo, con los que tuve oportunidad de recoger e
intercambiar información, pues como miembros del equipo de investigación de/Insti-
tuto Colombiano de Antropología y de Colciencias trabajaron sobre los mismos even-
tos en Guaviare y Caquetó, respectivamente.
A Ca/cultura y al Ministerio de Cultura, que me permitieron adelantar los estudios
de posgrado a través ele sendos comisiones de estudios. A los miembros del Instituto
Colombiano de Antropología e Historia. que siempre han Cl'eído en mi trobajo y desde
sus diferentes posiciones me acompañaron en esta jornada, desde sus inicios hasta el
final; durante la comisión de estudios estuvieron listos a apoyarme y cuando estuve
enferma hicieron todo lo posible por ayudar o mi recuperación.
Este trabajo no hubiera podido realizarse sin el apoyo financiero de las siguientes
entidades: en Estados Unidos. The Wenner-Gren Foundation for Anthropologicol
Research, the United Stotes Institute of Peace. The Me/Jan Foundalion, 1'he Coro Du
Bois Choritable Trust J' The Edmund f. Curley Scholorship. En Colombia. el Instituto
Colombiano para el Fomento de la Ciencia y lo Tecnología -Ca/ciencias- y el Instituto
Colombiano de Antropología e Historio.
Quiero mencionar también a los amigos que me ayudaron de una u otro manero
durante lo estadía en Cambridge: a Pia Ma_vbury-Lewis pur estar pendiente de mi
bienestar J' el de mi familia; o Richard y Pilar Brunnet, mi familia en Na tick, siempre
dispuestos a colaborar en lo que necesitara; a Linda Ordogh por los cuidados que me
dispensó; o Brel Gustofson, Ben Penglase y Kathleen Callagher por su amistad duran-
le estos siete años; y a todos los compañeros del dep01tomento de antropología de la
Universidad de Hal'vord, que me dieron voces de aliento y me impulsaron a terminar
el trabajo. cuando insistían en que ya estaba por terminar.
Por último. agradezco o Juan Andrés Va/derrama quien editó la tesis de doctomdo
y la convil'lió en libro. Él contribuyó a aclarar algunos pasajes del texto y a discutir
algunos de los conceptos aquí presentados, movido por su interés en el objeto de
estudio y por lograr la claridad paro los lectores.

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INTRODUCCIÓN

Queremos que Colombia y el mundo sepan, de una vez


que nosotros no cultivamos coca por gusto, sino porque
nos obligan a ello, y no es la guerrilla la que nos obliga, es
el propio gobierno: no hay alternativas.
(Apuntes de un poro campesino, 1999).
Después del paro coco/ero de 1996 fuimos conscientes de
que no se sembraba comida. Ahora estamos cultivando
plátano y yuca, pero obligados por la guerrilla. Por causa de
la coca los campesinos preferimos comprar la comida,
para sembrar sólo coca.
(Uder campesino en Yopurá, I998} .

E
STOS TESTIMONIOS SINTI:.'Tl<!.t\N, DLSDt:; L·\ PERSPECTIV'\ DI:. LOS C.AI\IPESINOS, POR QUE SL
expandió el cultivo de coca en la región amazórúca de Colombia, e introducen
su posición ambivalente entre el estado y la guerrilla, referentes centrales para
comprender su situación y, por tanto, ejes del análisis que se presenta en este libro.
Se trata de la convivencia cotidiana de actores diversos con intereses diferen-
tes, opuestos y en conflicto que, sin embargo, convergen en una región; en conse-
c uencia, es difícil determinar Jos límites de acción de los unos en relación con los
otros. Sobresalen entonces las alianzas estratégicas, las negociaciones, las manifes-
taciones de resistencia y, más aún, el desvanecimiento de las fronteras que separan
un grupo del otro, lo cual lleva a que los adjetivos usados con frec ue ncia para
caracterizar dichas relaciones sean ambivalentes y ambiguas. El cultivo d e coca ha
puesto de manifiesto en el ámbito nacional e internacional problemas estructurales
de la región amazónica colombiana, que buscan develarse en el presente libro por
medio del análisis del siguiente evento.

EL EVENTO
ACT DE 1986 ESTADOS
EL I DE MARZO OE I99Ó Y DE ACUERDO CON EL / Nii:'RNATIONAL N AHCOTICS
Unidos decertific6 al gobierno colombiano por cuanto sus esfuerzos contra el

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
IDENTIDAD Y ClUDADANIA FN El. PUTUMAYO + Mar{a Cfemencia Ranure:
2.0

'
narcotráfico (cultivos ilícitos y comercio) no alcanzaban los parámetros determina-
dos por ese país. Esta declaratoria implicaba la suspensión de la ayuda antidrogas,
la supresión de las preferencias arancelarias a las exportaciones del país, el veto dB
Estados Unidos a las solicitudes de Colombia ante el s istema financiero multilateral.
así como la suspensión del sistema de garantías a las inversiones de Estados Uni-
dos en Colombia (De Rementeria, r99(í: 58). Como respuesta a este hecho el gobierno
del presidente Ernesto Samper (1994-1998) incrementó las fumigaciones aéreas de las
plantaciones de coca en la región amazónica, así como el control de la venta de
cemento y gasolina, insumas necesarios para el procesamiento de la pasta de coca.
Durante julio, agosto y septiembre de 1996 cerca de doscientos mil ca mpesinos.
incluidos colonos, mujeres. niños y población indígena, marcharon desd!'! sus
predios rurales hacia los pueblos más cercanos y hacia las capitales departamenta-
les, para manifestarse en contra deJa aplicación y el cumplimiento de las leyes que
combaten los c ultivos ilícitos, su principal fu ente de subsistencia.
El presente trabajo se centra en el análisis de este evento, el paro de los campe-
sinos cocaleros de los departamentos de Pulumayo. Caquetá y Guaviare, y de la
baja bota ca uca na, como 'un evento de diagnóstico 1, de problemas estructurales de
la amazonia colombiana. La paradoja que subyace a este evento es que los campe-
s inos coca/eros sólo han recibido atención del estado central a raíz de la expa nsión
de la economía de la coca en esta región del país. En este libro se analiza cómo
viven y experimentan los campesino coco/eros esta paradoja, campesinos que han
sido estigmatizados como auxiliares de la guerrilla y delincuentes que actúan fuera
de la ley, pero que, a la vez, demandan reconocimiento político y parlici pación
ciudadana, proponiendo un plan alternativo de sustitución que no ha recibido la
a tención necesaria por parle del estado.

EL MOVTMTENTO COCALERO, UN CASO DE


RECOMPOSICIÓN DE IDENTIDADES COLECTIVAS

COMO EJE C!;~TRAL 11EL UBRO SOSTENGO QUE llA EMERGIDO Y ESTA 1~ l'l{QCESO OE CONPIGIJRACIOJ\'
un movimiento social de pequeños campesinos cocalero.<; que se evidencia A partir
d e 1994, como respuesta a las acciones del estado sobre la región amazónica en el
marco de la guerra contra las drogas¡ Este movimient o social comparte las carac te-
rísticas que define Archila (1995: 1..54) para los movimientos socia les: "acciones so-
ciales colectivas. más o menos permanentes. orie ntadas a enfren tar injusticias.
desigualdades o exclusiones, es decir, que denotan conflicto y que tienden a ser
propositivas. Todo ello en contextos históricos dete rminados". El rechazo de su
exclusión y su interés en proponer soluciones a su situación están en la base del
movimiento coca/ero.

Moore (r9/l7: 730) señala quo "la clase de evento que debe privilegiarse es aquel que revela tanto
competencias, co nlTadicciones y co nfli ctos que es té n sucediendo. romo los esfuerzos para
prevenirlos. supri01irlos o reprimirlos".

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1NTRODUCC10N 1
1.1

En este caso, el objeto de análisis pone en evidencia cómo el estado a partir de


la represen tación de la amazonia occideotaJ como una región habitada por gente
desarraigada, dedicada a actividades ilegaJes. ya sea por relacionarse con las Farc o
con el narcotráfico. por medio de la aplicación de políticas de represión acordes
con esta percepción, incide en la emergencia de un movimiento sociaJ que asume
s u identidad colectiva como cultivadores de coca o cocaleros. buscando resignificar
este rótulo que no sólo los estigmatiza y los criminaliza sino que los invisibiliza.
Se pone en escena aquello que ]osepb y Nugent (1994) insisten en que debe
retomarse para analizar el estado desde una perspectiva sociocultural y política des-
de la localidad, lo que implica una mirada relacional entre éste y las clases popula-
res. Como el objetivo central del movimiento social era hacerse visible como grupo
social autónomo (rente a la guerrilla y a los narcotraficantes y, sobre todo, lograr su
reconocimiento como ciudadanos pulumayenses, se trataba de un movimiento que
no puede entenderse como La] sin entrar en interlocución o en contestación con las
políticas del estado para la región amazónica, así como de la política internaciona l
de lucha contra la droga.
Pero, además, este movimiento social se inscribe dentro de los "nuevos movi-
mientos sociales"\ tal como han sido llamadas aquellas nuevas formas de acción
colectiva que como señala Escobar (1992) ponen en evidencia luchas sobre significa-
dos. Uno de los ejes del movimiento cocalero y de la negociación va a ser la
discusión sobre el significado de actor social. en un contexto de ilegalidad. El caso
del movimiento cocalero ilustra la emergencia y configuración de identidades co-
lectivas pero, sobre lodo, muestra el contexto relacional sin el que no puede enten-
d erse la asunción, por parle de un grupo social s ubalterno, de una identidad
adscrita por un grupo hegemónico, que se asume para ser conlestada de manera
que se hace evidente el proceso de recomposición de identidades a partir de la

1. Los nuevos movimientos sociales se definen principalmente por su propuesta do mirar nuevas
formas de estructuración de la acción colectiva a partir do movimientos sociales con tr.mporáneos
talos como el movimiento ambiental, gay o feminista. que no se estructuran alrededor del
conOicto de clase. tal como se definieron los movimientos sociales a partir do la revolución
industrial en Europa. Esta sería entonces su priml!ra y más sobresaliente característica: que su
base social trasciende la lucha de clases. Entro otras características señaladas están el que
muestran pluralismo de ideas y valores. tienden hacia orientaciones pragmáticas y bus~.:an
reformas institucionales que amp lían a sus miembros su participación en la toma de decisiones.
Además. y es ta ca racterística es central para el presen te caso, implican la emergencia de nueva~
identidades y. por consiguien te. se asocian con un conjunto de creencias, sfmholos. valores y
sign ificados relacionados co n sentimie ntos de pertenencia a un grupo diferenciado. Las
orga ni zaciones de los nuevos movimientos sociales tienden a ser segmentadas. difusas y
descen trali zadas. Su organización y proliferación está n relacionadas con la falta de credibilidad
en los canales de participació n instituidos. por lo que buscan formas alternativas de participación y
de tom a de decisiones relacionadas con asuntos de interés colectivo (Laraña, Joh nston y Gusfield.
1994). Aun cuand o puede afirmarse que los pequeños campesinos de la amazonia tienen
reivindicaciones como clase s ubordinada, esta condición no es la que bace que el movimiento
social se defina como tal,lo cual se mostrará a lo largo del libro. Para una amplia discusión sobre
los nuevos movimientos sociales y sus especificidades en Latinoamérica, véanse Escobar (1QQ2a.
199:1). Escobar y Álvarez (HJC)l.) y Álva rez, Escobar y Dagnino (1998).

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María C!eme11cia Rumt're:.
1.2. I IDENTIOAD Y CIUOAI}ANÍA EN EL P uTUMAYO +

acción colectiva, Se trata también de una identidad colecti,·a que moviliza y articu-
la posiciones subjetivas, buscando una hegemonía política e ideológica regional
Quiero subrayar la importancia que tiene en la configuración del movimiento so-
cial asumir esta identidad como pequeños campesinos cultivadores de coca, pues
la discusión abierta de su condición de cultivadores de coca es la que permite
negociar con los representantes del estado pero, sobre todo, proponer alternativas
para la región, que más allá de erradicar la coca buscan lograr que se les reconozca
como actores sociales e interlocutores válidos para discutir las políticas y los pro-
gramas que se dirigen a la misma.
En este orden de ideas, se analizará cómo se resignifican nociones de ciudada-
nía, representación política y participación. La exclusión que sienten los habitantes
de la región amazónica ha significado para ellos la negación de su ciudadanía y
reclamarla es un acto político con significado cultural e identilario, de reconoci-
miento de pertenencia a una región que buscan sea incluida al estado-nación.
En cuanto a la tempora lidad, su genealogía puede extenderse a los paros cívi-
cos re<t lizaclos por los habitantes de la región desde la década de r<]8o, y que han
tendido a la constitución de un movimjento social como respuesta a su abandono
y marginam iento por parte del estado. A esa siluación se le imputa la propagación
deJ cultivo de coca, ele manera que este pone en evidencia esta situación estructu-
ral de la amazonia en el conte>-.io nacional. Cultivar coca fue el hecho que le permi-
tió a los habitantes de la amazonia occidental destacar la problemática económica y
social de la región amazónica de la cual el gobierno había hecho caso omiso o había
menospreciado hasta el momento en que se desaló el movimiento.

EL TRABArO DE CAM PO EN UN TERRITORIO EN CONFLICT O

EL TR,\IIAIO IJE CAMPO St:: LLEVO A C:AOO DURANTE 199/3 \ 1-:L PRIMER SEMESTRE llE 1()<)9, Y SE tU. \1 1/.0
intensivamente en los municipios de Puerto Asís. departamento de Putumayo. v
Piamonte baja bota caucana (véase el mapa 2). Sin embargo. también recorrí otros
municipios del Putumayo con el fin de establecer comparaciones denlro del depar-
tamento.
A partir de 1997 Puerto Asís se convirtió en lugar de residencia de los paramili-
tares: desde allí empezaron a incursionar a otros lugares buscando combatir a las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -Farc-, que no sólo ejercen domi-
nio territorial sino autoridad sobre la población del Pulumayo, Caquetá, Guaviare,
la baja bola caucana y Mela, tal como se evidenció durante el movimiento cocolero
de r99(i (véase el capítulo..¡.). Durante mi trabajo ele campo los paramilitares y las
Farc llevaban un estricto control de los no residentes que entraban y salían de
Puerto Asís para establecer el motivo por el que estaban en la región y confirmar o
descartar su trabajo como informantes de uno u otro grupo. dentro de una guerra
de inteligencia que se instauró desde r997, con la llegada de los paramilitares a la
zona (véase el capítulo 8).
En Puerto Asís logré que mucha gente del pueblo me concediera entrnvislas.

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INTRODUCCIÓN 1
23

s in sentirse frente a una espía o a una posible enemiga que podía usar en su contra
l a información que me ofrecía; por el contrario, la gente (funcionarios, Líderes,
comerciantes y habitantes del pueblo en general) mostró interés en el trabajo que
realizaba. Para ellos la historia de sus luchas debía escribirse y sus interpretacio-
nes del problema del cultivo de la coca difundirse. Aprendí ciertos códigos de
seguridad que se manejan en el pueblo: evitar el paso por ciertos lugares para no
ser identificada como informante de uno u otro bando, oo hablar más de lo necesa-
rio con personas que sólo eran conocidas y se acercaban a saludar, entre otros. Por
recomendación de la gente, por ejemplo, no visité la cárcel, en donde había campe-
sinos productores o recolectores de coca y choferes que habían sido apresados
transportando pasta de coca o productos para su procesamiento. Según ellos, por
esto podían asociarme con los narcotraficantes. También por seguridad
meaconsejaron que debería entrar y salir de Puerto Asís y no permanecer todo el
tiempo en esta zona, porque podía levantar sospechas. Debía comportarme de acuer-
do con la imagen que se maneja en la zona de los investigadores, personas que
llegan, trabajan unos meses y se van. Para no permanecer Lodo el tiempo en Puerto
Asís extendí el trabajo de campo al municipio de Piamonte.
La baja bota caucaoa presenta una situación privilegiada para el estudio de la
marginalidad de la región amazónica, definida en relación con la administración
del departamento del Cauca y el estado central. Por otra parle, comparte todas las
características sociales, culturales, políticas y económicas de la amazonia occiden-
tal, incluidas la intensificación del cultivo de coca durante las ultimas dos décadas
y la presencia dominante de la guerrilla. Por estas razones el trabajo en esa región
me sirvió para entender los sentimientos que generan el abandono y desconoci-
miento en sus habitantes, su manera de asumir la exclusión y la búsqueda de
inclusión en el estado-nación colombiano.
Por tanto, aunque este libro se centra en el caso del movimiento social de los
cocaleros en el Putumayo. en él se utiliza el trabajo en la baja bota caucana para
contrastar, ampliar y profundizar el análisis del movimiento social en el Putumayo.
por cuanto este tuvo lugar también en esta región. Además, la creación del munici-
pio de Piamonte en la baja bola, en 19<)6, me permilió observar el comportamiento
de las Farc en este proceso, por cuanto se trataba de la entrada de la administración
oficial a una región en donde ejercían por completo gobierno y autoridad; han
estado en la región por varias décadas y sus habitantes están acostumbrados a
tratar todo el tiempo con el comandante del frente, de manera que en las conversa-
ciones cotidianas se habla de ellas desprevenidamente. Por otra parle, los jefes de
las juntas de acción comunal y los miembros de la comunidad acuden periódica-
mente a reuniones convocadas por las Farc para tratar asuntos diversos, reuniones
que después se comentan abiertamente entre la gente, lo cual me ayudó a entender
el papel de este grupo en dichas regiones, desde la perspectiva de sus habitantes.

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l DENT1DAO y l'IIIIIAD-\NII\ 1:.'< 11 PllrtiMAYO • Marw Clemencta Ranure¡_

LOS LiDERES NATURALES, ACTORES CENTRALES


DEI. MOVIMIENTO COCALERO

LA ETNOt;R\FIA QUF I'RJ::SI:.-:>ITO ES 1.1\ DEL MOVI!\11ENTO DE LOS C.AMPES1NOS C.:OC\IFROS EN 1:1
Pmumayo. con referencias a la baja bota caucana. Centré mi trabajo en los líderes
del Movimiento Cívico por el Desarrollo Integral del Putumayo que dirigieron di-
cho movimiento y a quienes entrevisté; también tuve acceso a sus discursos du-
rante las diferentes fases del proceso, lo que me permitió transcribirlos y analizarlos
a lo largo de este libro. Los lídP-res de ese Movimiento son los actores centrales de
esta etnografía: ellos estuvieron interesados en que se escribiera la historia del
movimiento y me prestaron toda la colaboración necesaria. Además, el objetivo de
mi trabajo en la región de esta manera redundó en mi seguridad.
En su análisis del Movimiento lndígena Pan-Maya en Guatemala Warreo (1<}98)
señala que todavía está por escribirse una historia social de Jos inte lectuales públi-
cos en Latinoamérica, África y otras regiones poscoloniales. Considero que los lfde-
res del Movimiento Cívico son intelectuales campesinos [peasant intellectuals) en el
sentido que le da Feierman (1990) al término. Se trata de los cam pesinos que organi-
zan movimientos políticos para mejorar sus condiciones ele vida y alcanzar justicia
social de acuerdo con su definic ión de esta; es decir que crean un nuevo discurso
político. Feierman analiza este discurso político que emerge y que transmiten los
campesinos para el caso de la comunidad de Shambaai en Tanzaoia. Por medio del
estudio de la posición social de estos intelectuales campesinos como direclivos de
organizaciones o educadores. busca entender la relación que se establece entre la
cultura local y la cultura dominante o el poder nacional. Los intelectuales campesi-
no~ . situados entre el discurso público y el poder dominante, median entre la crea
ción activa de un lenguaje político y una continuidAd de larga duración, así f omu
entre la sociedad local y la sociedad global. Tal como lo señald Warren (rQ98: 25) "lo:.
intelectuales locales pueden carecer do credenc iales formales, pero son reconoc icio~
como productores de conocimiento confiable e intérpretes de lA realidad social''. La~
com unidades reconocen a los líderes como tales y. por consiguiente, tienen P-11 cuen-
ta y respetan su interpretación de la realidad y las soluciones que proponen; ade-
más , eUos desempeñan un papel central como mediadores entre la:. comunidadP.s
locales. el gobierno nacional y los organismos internacionales.
En los siguientes capilulos se examinan estas interpretaciones y los argumentos
que se esgrimieron durante la mesa de negoc iación; de este modo, espero contribuir
a la historia social de los intelocluales públicos ele la que habla Warren. Mi principal
objetivo es darlo voz a estos actores subalternos para acercarnos desde sus perspec-
tivas y experiencias a l o que significa paro e llos el cultivo de coca y el conflicto
armado. Para lograrlo, uno de Jos objetivos centrales del presente libro es entender
cómo moldean sus discursos y cuáles son sus argumentos. Por tanto, be querido
que las voces de los habita11tes del Putumayo y la baja bota caucana formen parte
central de este trabajo. por lo que transcribo las intervenciones de los líderes campe-
sinos en la mesa de negociación, las entrevistas que realicé y las declaraciones que
hacían a la prensa y otros medios de comunicación.

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INTRODUCCIÓN 1
25

Los líderes de este movimiento son también colonos; algunos llegaron hace vein-
te años de otras region.es del país; otros han vivido en la zona por más tiempo pero
se definen corno líderes naturales. Un líder sindical agrario nacional explica qué
significa ser líder natural:

Se le llama /Jder naturol al que empieza allá [se refiere al campo), se queda a.Uá y es un líder
de base. Todos hemos estado en ese proceso. sólo que cuando entendernos que la organi-
zación debe cualificarse y ligarse a otro tipo de objetivos, políticos y económicos de carácter
nacional, entonces ya no nos consideran tao naturales. Pero a mí me parece que uno sigue
siendo lfder notwul porque es un campesino; no se hizo líder en la academia, por decir algo,
aunque algunos tienen la posíbilidad de mejorar sus niveles académicos. Sin embargo, uno
sigue siendo un líder nalurol, porque no se hizo líder en las aulas, se hace Hder, va
escalando peldaños, unos más rápido, otros más lento, otros con más suerte, otros con
menos, pero es así (entrevista a líder sindical de Fensuagro, Bogotá.19!)8).

En esta definición de líder natural es definitivo ser campesino; es decir, es


necesario ser un miembro de la comunidad interesado en promover su bienestar.
A medida que se recibe educación y se sale del nivel local se tiene acceso a un
capital cultural y social' que permite articular las luchas locales a las nacionales;
parece entonces que se deja de ser líder natural. pero como se expresa claramente
para estos líderes es importante seguir siendo reconocidos como campesLnos, pues
su ascendencia es la que les da la legitimidad como representantes de estas comu-
nidades. En este caso, esta definición de líder natural puede equipararse al con-
cepto de intelectual campesino al que se refiere Feierman.
Algunos de estos campesinos se convirtieron en líderes después de participar
e n espacios abiertos por el gobierno central en los regiones en el marco del Plan
Nacional de Rehabilitación - PNR-, creado en r982. durante la presidencia de Belisario
Betancur (1982.-rg86). "en respuesta a la agudización de los conflictos sociales y el
surgimiento de nuevas manifestaciones de violencia". Su objetivo era "crear las
condiciones mínimas de infraestructura económica y social. la mayor vinculación
e integración de aquellos sectores de la población que tradicionalmente habían
estado excluidos del proceso de desarrollo económico, político y social del país"
(Plan Naciona l de Rehabilitación. T9Q4). Desde 1982., los municipios de la amazonia
occidental y la baja bota caucana quedaron incluidos como municipios PNR. En
todos se establecieron consejos de rehabilitación, concebidos como asambleas

Bourdieu ha seitalado que el capital cultural debe llamarse "ro pita/ infarmacional- para conferir
a esta noción u na completa generalidad- y que existe bajo tres formas: en los estados incorporado.
objetivado e institucionalizado" [Bordieu y Wacquant, 1995: 82).lncorporado, como disposiciones
culturales interiorizadas por el individuo por medio de la socialización: objetivado, significando
objetos tales como libros que requieren habilidades culturales especializadas para su uso;
institucionalizado se refiere a las credenciales del sistema educativo (Swartz. 1997: 76). "El capital
social es la suma de los recursos. actuales o potenciales, correspondientes a un individuo o
grupo, en virtud de que éstos poseen una red duradera de relaciones. conocimiento y
reconocimiento mutuos más o menos institucionalizados. esto cs. la suma de los capitales y
poderes que semejante red permite movilizar'' (Bourdieu y Wacquant. IQ9'i: 82.).

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+ María Clemenc111 Rmmre~
l
2.6 -
l DF..NnDAD Y CIUDADANIA EN E'.L PUTUMAYO
--

populares que deliberaban en e l municipio; <tllí se sentaban funciuuarios oficiales


con representantes de la comunidad para "la canalización de las demandas dr. la
comunidad y asegurar el adecuado manejo de los recursos asignados por el Plan
para el desarrollo de una actividad política más democrática y para la promoción
de un liderazgo político" (Plan Nacional de Rehabilitación, 1994). En estos consejos
de rehabilitación los líderes y representantes de las comunidades aprendieron a
negociar con el gobierno, a conocer y ejercer la política parlicipaliva; además, el
PNR dictó cursos de capacitación de líderes, que se recuerdan en la región como
uno de los grandes logros del Plan, porque por medio de sus líderes las comuni-
dades pudjeron plantear al gobierno sus proyectos y necesidades.
Estos líderes se definen como tales en cuanto a su capacidad para gestionar con
e l estado las necesidades de la comunidad. roweraker (1995) ha setialado que gran
parle de la práctica política de los líderes ele los movimientos sociales un
Latinoamérica se dirige a desarrollar una efectiva capacidad de gestión o "habilidad
para lograr que las cosas se hagan o que las demandas se cumplan". Estos cspa~.:ios
de negociación y de promoción de la participación social organizada se incorporan
a la c ultura política de estas regiones y la negociación con el estado se convierte en
el eje centra l del movimiento social que emerge en contra de la fumigación de la
coca, pero sobre lodo, para presionar al estado para que cumpla con sus obligacio-
nes constitucionales.
Por medio del trabajo con los líderes y participantes en este movimiento coco/pm
logré en primer lugar. trazar la historia del Movimiento Cívico por el Desarrollo
Integral del Putumayo. que lo lideró. En segundo término, seguir la emergenda de
las marchas de H)<JÓ y las redes que se hicieron evidentes en la región de la arnazo-
nia occiden tal para que estas tuvieran lugar, as1 como el papel de las Farc en l.r
organización del movimiento. En tercer lugar. analizar la mesa de negociación que
se estableció enlre estos líderes y los representantes del estado nacional, regional }
local y. por consiguiente, sus demandas al estado de reconocimiento como a clnrr.,
sociales y, más aún. como ciudadanos putumayenses. En cuarto lugar. examinar la
percepción y formación del estado en la localidad. así corno las divisiones qm~ sn
presentan dentro de él. central y regionalmente.

ALGUNAS ACLARACIONES ACERCA DE ESTE LlllRO

POR ULTLI-10, ES NECESARIO EXPLICI\K Qlfl:: ANTl·:S DE CON\ ElrT'IflSE E:-.ll.lllllO t-:STE l'RALit\10 SE I'IU'.SEJ\·
TO como tesis de doctorado a l departamento de antropología social ele la Universi-
dad de Harvard, en enero de 2001, lo que debe tenerse en cuenta para entender por
qué algunos capítu los, como el primero y el segundo, tratan muy por encima as-
pectos que en Colombia han sido objeto de extensos análisis. A los lecto res extran-
jeros debía presentárseles una visión somera de la historia de violencia del país.
de la aparición y consolidación del cultivo de coca y sus diferencias con otros
países andinos. entre otros asuntos, con el fin de lograr una mejor comprensión
del problema abordado. Tal vez para los investigadores colombianos dichos aspec-

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OORODUCCIÓN 1
27

tos pudieran haberse obviado, pero para un público colombiano más amplio, al
que también busco llegar, esta visión general cumple un papel importante para la
comprensión de la situación de los campesinos cultivadores de coca en el Amazo-
nas colombiano.
Con el fin de hacer más accesible el trabajo a los lectores de habla española, las
citas de autores extranjeros han sido traducidas por mí; por tanto, asumo los errores
que puedan encontrarse. En cuanto a las entrevistas, cuando lo consideré necesario
por razones de seguridad omití el nombre del entrevistado o lo cambié. En otros
casos el nombre real del entrevistado sí figura, por considerar que no lo ponía en
peligro o porque este apareció en los medios de comunicación que cubrieron las
marchas.
En c uanto a la temporalidad, vale la pena aclarar que el libro reporta la situa-
ción del cultivo de coca y de las organizaciones sociales que emergieron entre r996
y 1999. En algunos momentos hago referencia a 2000, cuando se considera necesa-
rio aclarar, pero los datos recogidos entre r998 y 1999 son predominantes. En el
epílogo, escrito en octubre de 200r, busco hacer un seguimiento a los procesos que
vi emerger durante esos años.

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CAPÍTULO 1

La política del tiempo y del espacio en el


departamento del Putumayo y la baja bota caucana

~ FSTE (.,\PITilLO Se PReSENTA EL ESCENARIO EN I'L QIIE EI\IERí;JÓ EL 1\IOVIMIENTO SOCIAL DI:.

E los coca/eros así como las características adscritas por el estado central y por
sus habitantes a la región donde se realizó la investigación. Para ello, se hace
un recuento de la procedencia de los colonos y de su tiempo de vinculación al
Putumayo y a la baja bota caucana 1 (véase mapa r) con el fin de mostrar que el
proceso de colonización ha respondido a diversas coyunturas económicas, políti-
cas y socioculturales que han definido la historia de esta región a lo largo de un
siglo, así como la percepción y formación del estado en esta región amazónica.
Es importante señalar que así como hay grupos que se han asentado definitivamen-
te en ciertos lugares y reclaman su arraigo a la región amazónica, también hay otros
que han mantenido como forma de vida el ser colouizadores, sin que ello implique
un desarraigo si no que, por el contrario, es marcador importante de su ide ntidad.
Donde el movimiento de población es permanente se han establecido mecanismos
que permiten la articulación de recién llegados a la organización social, política y
económica de la región. Aun cuando el cultivo de coca agudiza los procesos
migratorios así como la aparición de sectores de población que migran a la zona solo
a recolectar y son definitivamente itinerantes, desde una perspectiva de larga dura-
ción la región amazónica ha s ido construida como un espacio de recepción de po-
blación desplazada del inte rior del país. Este es un rasgo que no puede dejarse de
reconocer como eje definitorio de la polílica ejercida hacia la amazonia colombiana
por parte del estado central así como del sentim iento de abandono que impera en el
discurso de los habitantes de esta región cuando hablan del estado.

La región sur del departamento del Cauca, que se conoce como la bota caucana. comprende un
área de 4.479 km' . Hasta 1!)96, esta área correspondía a la jurisdicción del municipio de Santa
Rosa, cuyo centro urbano estaba localizado en la parte alta de la bota. Desde el pueblo de Santa
Rosa, localizado en la región andina, hasta la baja bota caucana. en la región amazónica, se
gas tan aproximadamente doce horas a pie o en mula. a través de un territorio quebrado formado
por la cuenca del río Caquctá. Debido al aislamiento de los pobladores de la baja bota caucana con
respecto a dicha cabecera municipal, sus habitantes han recibido servicios de educación y salud
de los departamentos del Putumayo y Caquetá.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CAPITllLO 1 • Po/frica del tiempo y el espacio en el Purumayo 1
31

Agnew (1997= 2.8) propone un concepto de lugar que no sólo comprende los
marcos formales e informales dentro de los cuales se desarrollan las interacciones
sociales cotidianas -localidad- y el área geográfica que incluye la localidad, com-
prendiendo procesos económicos y políticos que tienen lugar en un marco regio-
nal. nacional y global -ubicación- sino también un sentido de lugar, que toma en
cuenta la percepción subjetiva que se deriva de vivir en un lugar particular. Este
concepto de lugar enfatiza el sentimiento, lo subjetivo que incide en la percepción
de la vida social. Es decir, insiste en que un lugar particular al diferenciarse de otro,
llega a convertirse en un objeto de identidad para el sujeto que lo habita, y aún más,
puede llegar a moldear las relaciones sociales e interacciones de la localidad. Estas
percepciones subjetivas de identidad asociadas a ciertos lugares determinan prácti-
cas sociales y políticas que imprimen un sello determinado a los lugares que se
diferencian dentro del Putumayo, tal como se señala en este capítulo y se verá a lo
largo del libro.

LA POLÍTICA DEL TIEMPO Y DEL ESPACIO: DESPLAZAMIENTO Y


COLONIZACIÓN DE LA AMAZONIA COLOMBIANA

1\ CON11NUACION SE TRAZA UNA SOMERA HISTORIA DE LA COLONIZACIÓN DE LA AMAZONIA, COI\10


1\tARcode referencia para entender la conformación, en el tiempo y en el espacio,
del escenario donde tuvo lugar el movimiento de los coco/eros, eje central de este
libro.
La amazonia colombiana 2 ha sido colonizada desde finales del siglo diecinueve y
a lo largo de lodo el veinte, principalmente por parle de población proveniente de la
región andina, como respuesta a las convulsiones sociales. económicas y políticas
sucedidas en el centro del país. Por consiguiente, dicha colonización debe analizar-
se como un proceso que se ha desarrollado a lo largo de un amplio periodo de tiem-
po, guiado por el ánimo de incorporar las zonas de fTonlera dentro de la esfera
económica del estado central, pará resolver los problemas estructurales de tenencia
de tierra y de violencia que suceden en el centro del pais.
La amazonia occidental. que comprende los departamentos de Putumayo, Ca-
quetá, Guaviare y el suroccidente del Meta, ha recibido la mayoría de esta pobla-
ción. Como resultado, en la actualidad tiene hoy una gran población de colonos.
siendo culturalmente dominantes. De la población amazónica, 86,3% está concentra-
da en esta área. con una densidad de 2.,5 habitantes por kilómetro cuadrado3. En
contraste. la amazonia oriental, que comprende los departamentos de Amazonas,

2. El área total del territorio colombiano es de u,S.j88 km ' , de los cuales la región amazónica
,_¡barca .p.j. .J7J km', representa ?7% del territorio y ¡o% del total del área amazónica de Sudamérica. •
E>tá conformada por los siguientes departamentos: Caquctá, con 88.C)Iís km' ; Putumayo. con :w..BBs
km ' ; Guaviare, con 5~.460 km'; Amazonas. con rog.66s km'; Vaupés. con 'i·P35 km' ; Guaínía, con
7--2J!l km' ; y el suroccidcnte del Mela. con ro.r2.) km [vilase el mapa 1).
r.:, el rPnso di' r<)Q;, el departamento de Caquctá reportó u na población tnlal de JU ..J.l14 habitantes:
Putumayo de 2.04.309 y Guaviare de 57.884.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
+ María Clemencia Ramíre=
32 I !DENTIDA D Y CIUDADANÍA EN El. P UTUMAYO

MAPA2
AMAzoNIA OCCIDENTAL COWMB!ANA

AlliJOQU•a • ·/ )
' ""'/ ''-./' Boyaca • Casanare ___ / _..)
Chocó
/'Scakla~
• ·
\
,.-' lCI.Wldonamarca,
(./ /
\ .Rosarolda / L . { V•chada )
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1
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CAPfTliLO 1 • Pol(/jca del tiempo y el espacio en el Pwumayo
-- --- -- -
1 33

Va upés y Guainía, se caracteriza por su baja densidad demográfica. la predominancia


de la población indígena y una alta concentración de colonos en sus -pequeñas-
ciudades. Su densidad es de O,I habitantes por kilómetro cuadrado4 • Para efectos
de este libro, resullado del trabajo de investigación que se centró en la amazonia
occcidental, es importante señalar que el cultivo de coca y la insurgencia tienen
pn:!sencia en la región desde hace varios años.

PE:RJOOOS DE MlGRACIÓN Y PROCEDENCIA


DE LOS COWNOS DEL PUI1Jl\11AYO

EN EL PLTI'UMAYO ES POSIIJLE DIFERI::NCIAR CINCO PERJODOS DE COLONI:l.ACIÓN, L.IGADOS EN SLI MAYORL'\


a las fiebres y ciclos extractivos y a los esfuerzos del estado para articul ar la región
al pafs por medio de sus agentes institucionales o ele la acción de la iglesia. Dichos
periodos son los siguientes:
El primero estuvo comprendido entre f900 y rf)46: durante este periodo, dos gran-
des. expediciones trajeron colonizadores al Amazonas: la primera que buscaba la ex-
tracción de quina (r89o), y la segunda para extraer caucho (1903-1930). El impacto de la
explotación del caucho fue decisivo en la recomposición territorial y étnica de la re-
gión, sobre lodo para los pueblos indígenas. La cauchería en sí no generó procesos
consolidados de colonización, pero inició la ampliación de la fl'on tera agropecuaria.
Desde mediados del siglo dieciocho hasta las primeras dos décadas del veinte, los
mis ioneros fueron quienes iniciaron el proceso de colonización de la región amazóni-
ca. Sin embargo. las rebeliones indígenas no les permitieron instalarse permanente-
mente en la amazonia, obligándolos a entrar y salir hasta 1887. año en el cual se firmó
el Concordato que estableció un acuerdo entre el gobierno colombiano y el Vaticano
para establecer misiones en los llamados territorios de frontera rle la región amazónica.
En consecuencia, en 1904 se creó la prefectura apostólica del Caquetá .YPutumayo, y el
capuchino fray Fidel de Montclar fue designado al frente de ella. La misión capuchina
se asentó en el valle de Sibundoy -alto Putumayo-, desde donde inició la evangeliza-
ción de los grupos indígenas y la vigilancia de los territorios a su cargo.
Bajo del gobierno de Rafael Reyes, en 1906, los capuchinos iniciaron la cons-
trucción de carreteras en el Putumayo, las que se terminaron a raíz del connicto
colombo-peruano de 1930. Con el fin de transportar por esa ruta los equipos indis-
pensables para la contienda bélica, el gobierno destacó una avanzada para adelan-
tar la obra vial que conducía de Pasto a Mocoa y ll egaba al río Putumayo. por el
camino recién inaugurado a Puerto Asís'. Para ello se reforzaron los tramos Mocoa-

~ En el censo de 199~ se contabilizaronJ7-764 habitantes en el departamenlo de Amazonas, 1/\.13~ en


el de Vaupés y 13.491 en el de Guainía.
El ¡de mayo de 191.1, v por encargo del gobierno colombiano, la misión ~;apuchina funuó la
t:olonio de Puerto Asís con el fin de vigilar y defender la soberanía naciona l sobre el río Pul u mayo.
y promover su colonización (Misión Capuchina, 1913). En 19.2.4, Puerto t\sis se convirtió en base
mililar.

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María Clemencia Ramrre:.
34 I IDENTIOAD Y CIUOAOANIA EN EL PUTUMAYO •

Villa Garzón-Puerto Umbría-San Pedro-Puerto Asís. Otra carretera se construyó en


el bajo Putumayo, entre La Tagua. puerto sobre el río Caquetá y el antiguo Caucayá
(véase el mapa 3). A raíz de la construcción de estas vías, empezaron a generarse
frentes de colonización localizados en los alrededores de Mocoa y en la zona de
Villa Garzón-Puerto Umbría, ruta por donde se Lrazó la carretera. Los alrededores
de Mocoa fueron ocupados rápidamente, hasta que el valle fue copado en su tota-
lidad (Brucher, r9()8: 153).
A comienzos del siglo veinte hubo una pequeña, aunque no menos importante
migración de nariñenses al valle del Guamués y es así como en r92.2 llegaron los
primeros colonos. desde Nariño. por el río Guamués y fundaron San Antonio dPl
Guamués. La otra vía usada para llegar al Putumayo salía de Puerres a Monopamba
hasta La Hormiga, por el camino que utilizaban los misioneros desde Pasto, por la
cordillera (véase el mapa 3). Este frente de colonización se basó, principalmente, en
la extracción del oro. y contribuyó a crear en la zona una tradición minera de alu-
vión a escala familiar, lo cual hizo que la región se conociera con el nombre dP
Orilo. En este caso se trató de una corta bonanza, que duró hasta mediados del
siglo vcinte 6 (véase Ariza el al., r998: 37-,S).
Durante ese periodo se presentó la disolución de resguardos en Nariño, como
resultado del decreto-ley de 1940. que ordenó la repartición enlre los indígenas de
los lotes individuales antes explotados comunalmente, lo que no sólo favoreció la
concentración de tierras en manos de los terratenientes sino que obligó a la rnigra-
ción de indígenas hacia las selvas del Putumayo.
El segundo periodo está comprendido entre r9.¡óy J!)Ó2: se caracteriza fundftn1en-
talmenle por la colonización producto de la violencia política, resultado de l;l con-
frontación entre los partidos liberal y conservador, lA cual tuvo lugar, sobre todo. en
zonas de los departamentos de Tolima-Huila, Valle del Cauca, Cundinamarca-Boyacá,
Antioquia-viejo Caldas, los dos Sanlanderes y los Llanos orientales (véase el nutpa
4) y provocó una migración masiva fuera de estas regiones. incrementándose as1 la
presión de esta población sobre las tierras bajas de la amazonia.
A través do la relación palrón-cliente7 en las zonas rurales las elites políticas
liberales y conservadoras propiciaron una violenta confrontación partidistas. La
violencia partidista surgió como resultado de las luchas entre liberales y conserva-
dores. Entre 1930 y I946, periodo durante el cual el partido liberal detentó el poder,

6 Para una historia detallada de la explotación del oro en el Putumayo desde el siglo dietiséis
hasta mediados del diecinueve, véase Domínguez y Gómez (1001).
7 En dichas regiones. los latifundistas -predominantemente ganaderos- establecieron relaciones
palrón-client~ con los campesinos que vivían o trabajaban en sus tierras. convirtiéndose no sólo
en patrones sino en el vinculo de estos campesinos con los partido~ tradicionales.
S Bushoell (1991) anota cómo los partidos tradicionales mantienen. desde el siglo diecinueve. y en
forma permanente, una lucha electoral que contribuyó al origen de Lo Violencia. puesto qur
perder una elección no se acep taba pacíllcamente y más aún, la violencia se usaba antes de las
elecciones para impedir la votación. Carlos Mario Perea (199(5) ha llamado la atención sobre las
emociones. el "odio ancestral" y el "sentimiento bárbaro". como Pxplicacíón de la permanenr '''
de la violencia partidista.

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CAPITULO 1 • Política del tiempo y el espacio en el Putumayo 1
35

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María Clemencia Ramíre::.
36 I { OENTIDAD Y CIUDADAN IA EN EL P UTUMAYO •

MAPA4
ÁREA GEOGRÁFICA DE l./\ VTO!.ENClA, 1949-1953

Fuente: Germán Guzmán Campos et. al . La Vio/encta en Colombia, 9a. Ed .. Bogoltl. Canos Valenc1a Edtlores
1980, Mapa No. 6, p. 97.

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CAPITULO 1 • Política de/tiempo y el espac1o en el Pwumavo 1
37

Jos liberales persiguieron a los conservadores; en las elecciones de 1946 y debido a


la división de los liberales, ganó el candidato conservador, Mariano Ospioa Pérez
(t9-t6-J9)0). quien no sólo persiguió a los liberales sino que continuó con la repre-
sión de los movimientos sociales, iniciada durante la hegemonía libera iY; como
resullado. la violencia se intensificó. El 9 de abril de 1948 fue asesinado Jorge Eliécer
Gaitán, quien encabezaba tm movimiento radical liberal; la muerte de este carismático
líder popular causó brotes de violencia populares, que amenazaron a liberales y
conservadores. En 1950, el parlido conservador mantuvo la presidencia, con Laureano
Gómez. como resullado del retiro del candidato liberal de las elecciones, en res-
puesta a la intensificación de los actos violentos de los conservadores contra los
liberales. Laureano Gómez reclutó a campesinos conservadores. conocidos como
chulavilas, quienes se conslituyewn en una fuerza armada, la policía del partido.
Gamonales locales conservadores o patrones políticos se aliaron a los chulavilas
para perseguir liberales. En algunos departamentos estos asesinos se conocieron
como pó¡aros y se trasladaban de un lugar a otro matando liberales. Los campesinos
liberales se vieron obligados a abandonar sus propiedades y a buscar otro lugar para
vivir, muchas veces viéndose expulsados de nuevo, por la continuación de la perse-
cución. En las áreas rurales se ejecutaban masacres, lo cua i diseminaba el terror; en
respuesta. la resistencia civil se tomó en resistencia armada y los campesinos libe-
rales también fueron armados por los gamonales liberales para combatir a los clwlavilos.
Varios autores (Molano, 1<)88; Caballero, 1994: uJ han comparado a los paramilitares
con los pájaros, por estar ambos protegidos por las autoridades oficiales.
Lo violencia política en Colombia se ba convertido en un fenómeno de larga
duración y en un marcador de la identidad nacional, puesto que ha continuado
hasta el presente. Pécaut (1991: u.o-u.J) afirma que "la violencia es la otra caro do la
moneda de la democracia colombiana" y considera que ni el partido liberal ni el
conservador tratan do convert ir el poder en aquello que instaura unidad, una repre-
sentación simbólica del orden social sino que, por el contrario, permiten la ruptura
y. por consigu iente. la emergencia do la violencia polílica. Estas identidades libera-
les y conservadoras, que se heredan. se h¡m constituido en elementos estructurales
para la continuidad de la violencia política durante los siglos diecinueve y veinte.
Primero, como resultado de su enfrentamiento durante Ln Violencia y. segundo. a
partir de su unión en contra de la participación política de cualquier partido políti-
co alternatjvo. durante el Frente Nacional'0 , y hasta el presente. De este modo.
atLOque el pacto del Frente Nacional duró hasta 1974, la exclusión política de los
partidos alternalivos a los tradicionales ha continuado por medio de la persecu-
ción violenta de sus líderes políticos (véase el capítulo J). Sánchez (1991: 24) dice
cómo "frente al trípode lglesia-hacienda-partidos, el estado colombiano aparecía

9 En 1930se· fundó el Partido Comunista y se inició la organización de una fuerza radical en centros
urbanos y en áreas rurales, en contra del orden establecido.
10 El acuerdo que dio origen al [.)-ente Nacional fue firmado en r9SB por Alberto Lleras Camorgo y
lAurea no Cómez, quienes determinaron que los dos partidos se turnarían la pre&idencia durante
d.eciséis años en forma alterna o.;ada cuatro años. con el fin de terminar coa La Violencia.

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iDENTIDAD Y t'IUDADANIA Fl'< Fl PtiTUMAYO • María ClemellCifl Rum1rc

como crónicamente suplantado. y por lo tanto como un poder con casi inexistentes
solidaridades nacionales". Esta caracterización adquiere mucha importancia para
entender la violencia política en la región amazónica hoy en d1a.
Por otra parle, a partir de la década de 1950 se inició la explotación maderera en
el Putumayo, la cual tuvo un auge significativo a finales de la década de rC)(lo,
manteniéndose aún como un renglón de importancia económica para la región. En
la década de 1960 hubo otra bonanza: el comercio de pieles. que impulsó a indígP.-
nas y colonos a la cacP.ría indiscriminada; en este caso. los centros ele comercializa-
ción fueron Puerto Asís y Puerto Leguízamo (Carpos. IQ<)I: ~5) • 11

En el tercer periodo, comprendi'do entre Jo6J y IlJ7tí. tu vo lugar la llamada ftphre


petrolero. A partir de r963. la Texas Petroleum Company descubrió zonas petroleras
en Orito. La Hormiga, Acaé y San Miguel, en ei valle del Guamués. La Texas abrió
inicialmente una trocha de veinticinco kilómetros hasta el río Orito, y en un periocln
de tres años perforó quince pozos y constmyó un oleoducto de ;ro kilómetros hasta
Tumaco. con capacidad para cincuenta mil barriles diarios. Las actividades de la
compañía petrolera crearon expectativas de empleo en la población, aunque no se
empleó a más de mil personas; es decir, la inmigración se debió más a factores de
atracción indirecta (Corsetti, et al .. 19/37: 145) que contribuyeron a fortalecer los asen-
tamientos de Puerto Asís y del Valle del Guamués. Cuando empezó la explotación
del petróleo, Orito fue el eje de la colonización; a llí se construyó una pequeña rr.fi-
nería y la sede administrativa de la compañía petrolera. Alrededor de los C<llllpa-
mentos provisionales construidos por la Texas cada diez kilómetros se instaloron
cantinas, prostíbulos, graneros y pequeñas viviendas de subconlralislas de obra:
después, las empresas se marchaban pero quedaba el pozo uuierlo. Poco a poc<J
estos asentamientos se convirtieron en los centros urbanos de La Hormiga. La Dora-
da y San Miguel; Puerto Asís se volvió en el polo de atracción más importante.
desplazando a Mocoa, la capital intendencial en ese momento. En I<JÓ4, el gobierno,
por medio del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria lncora-, inició progm-
mas de desarrollo en el Pulumayo. tales como el pro_vcctn Putumayo 1 de coloniza-
ción dirigida.
En e l cuarto periodo. comprendido entre H).77 y rr;87, sn inició e l c..ullivo dr c.oca,
que se expandió rápidamente, presentándose el primm buvm en r')8r. el Lual SP
mantuvo hasta 1C)87. En 1987, y como resultado ric rcpresinn en el Magdalena nw-

11 Silva (.2.001: ~14-537) mueslra que en el Putumuyn, bacía 1934 -despuós de la guerra c.onlra el P.!ru
se inic ió el comercio de pieles de ;mimales salvajes tales romo "el r.ai!llán negro, In habillil, el
manao y ol cerillo: en mf'nor esca la, las de ligro. tigrillo, lobón. nutrin y mnnao ( ... )comercio que
se prolongo por cuarenta años en todos los ca ños de los ríos Putumayn y Caquetó con sus
afluentes". incenlivado por permmos y brasileños. Por otra partP, "al final de los 40 se inició el
tráfico de animales vivos. charapas. morrocoyos. loros. pajaritos, miws. culebras. especialmente
boas y olros tanlos" (Silva. 2001: 537). Para la épor.a de /J(J \'iolencin. tos colonos que llegaron al
Putumayo iniciaron la explotación del cedro. madera que hoy Pn dia sigue siendo la m:is
importante desde el punto de visla comercial en el río Pulunta yo (\'on 1-lildcbmnd . .!001: snl.
Para el caso del Guaviare. Molano (1Q87: )6) señala que hasla finales de la décnrla de 11)70 sólo lns
pieles y el pescado tenían mercado y constituían tos renglones comerciales.

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CAPITlLO 1 • Política del tiempo y el e$pac:io en el Putumayo
1 39

dio, llegó a la región Gonzalo Rodríguez Gacha: en consecuencia, la región de El


Azul. situada sobre el río San Miguel, dos horas aguas abajo de la pobl ación del
mismo nombre, se convirtió en la zona de mayor producción de coca en la inten-
dencia del Putumayo durante la década de 1980. Pronto llegó a ser el epicentro de
actividades paramilitares que generaron una situación de violencia sin anteceden-
les en la región. En 1991, la población de Puerto Asís, en asocio con las Farc, expul-
só a los paramilitares (véase el capítulo 1.).
Por último, el quinto periodo comprende desde If}88 hasta el presente: entre 1988
v T990 el precio de la coca disminuyó, se intensificó la lucha contra el narcotráfico y
en agosto de 1989 fue asesinado el candidato presidencial Luis Carlos Galán. En 1990,
debido a las plagas, desapareció la variedad de coca inicial. conocida como caucano
y se inició el cultivo de Tingo María, variedad del Perú -que produce seis cosechas
anuales- y de la variedad boliviano -que produce ocho cosechas al año-. Cada cose-
cha se da entre cuarenta y cinco y sesenta días, aumentándose y estabilizándose así
la producción. Hasta 1994 a la región llegó un considerable número de personas.
provenientes de los departamentos de Huila, Cauca, Valle del Cauca y Nariño, así
como de la zona cafetera y del Ecuador. Desde entonces, la migración de población
alraida por las oportunidades de la economía de la coca continúa, aunque de una
manera menos intensa; igualmente, la explotación petrolera se incrementó. lo cual
contribuyó a que el número de migranles al Putumayo aumentara.

L\ CONSTRUCCIÓN DE UN TERRITORIO
VACÍO Y RECEPTOR DE POBLACIÓN

P ULI1h OI::CIRSL QUE EL GOBIER.'\10 CENTRAL SF REPRI:.SENTÚ A ESTA R.ECIÓN COMO UN 17;'11/ll'/tJ/111 l
haldío, negando la existencia de grupos indígenas y adscribiéndole la función de
región receptora de población desplazada. Comaroff y Comaroff (r988) hao demos-
trado cómo la representación de territorios desolados corresponde a la idea de que
se encuentran vacíos de huellas humanas. hecho que los europeos asociaban con
C"ultura; de esta forma, la colonización era legitimada. Como lo señala Taussig (1<)8¡:
72) para el caso del Putumayo. ''es la visión colonial de la selva la que provee los
medios para representar y tratar de dar sentido a la situación colonial". En el caso
del Putumayo. el horror conslruido de la selva, el salvajismo y canibalismo y su
imaginería occidental implícita hicieron que durante el boom del caucho los coloni-
zadores construyeran también un espacio de muerte. terror y crueldad. En el análi-
sis de Taussig son evidentes la ausencia o la débil presencia del estado en la región
amazónica durante ese periodo así como su marginalidad. Es así como para permitir
y justificar la violencia se acuerdan derechos y reglas por fuera de las leyes estala-
les. Hoy, los habitantes del Putumayo se remiten a ese periodo histórico para expli-
car el porqué de la barbarie que. según sus dirigentes, caracteriza a la violencia en
el Putumayo (Plan de Desarrollo para el Putumayo, 1998-2000).
La región amazónica era vista como una solución a la presión por la tierra en
otros lugares del país y como una zona de amortiguación para la seguridad nacional

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l DENTIOAD Y CICDADANÍA EN lil PUTUMAYO~~CI Clemencia Ramírc-:_
40 l
y la preservación de la soberanía en el sur del país. La colonización de la amazonia
occidental es un caso de expansión dinámica de la frontera, en la cual el estado
busca nuevas áreas productivas y reproduce sus instituciones y estructuras de
clase (Moran, r988). En el caso colombiano, la cultura política nacional hegemónica
también se reproduce: rivalidad partidista, exclusión de partidos alternos, depen-
dencia de las autoridades locales y de los patrones y de la metrópoli central, y
corrupción administrativa. Vale la pena señalar que así como hay expansión de la
frontera, también tienen lugar contracciones de la misma, de manera que, como lo
señala Whitten (r985: 47), la frontera presenta "su propia autonomía sim ultánea.
resistencia, aquiescencia, cambio y persistencia".
En cuanto a la procedencia de los habitantes del Putumayo, en una encuesta
conducida por el Incora en 1991 entre campesinos se recogieron los siguientes datos:

CuADROI

PROC!IDENCIA DE LOS COLONOS, POR DEPARTAivfENTO

DEPARTAMENTO POkCI:.iVI't\IF
----
Nariño 54.5
Cauca 14,6
Putumayo 3,1
Valle del Cauca
Tolima
Caquctá :1,.¡
Cundinamarca 1,4
Meta 1,6
Huila 0.8
Otros 4.9

CUADK02.
Pf':m000 DE VlNCUI.ACIÓN DE I.OS COI.ONOS A LA RECIÓN

AÑOS Pot« :EN'!An·:


I930·I94Ó o.Bo
I947-I9Ó7 .23,1
I9Ó8-1977 19,1
1978-r986 37.6
Ig87-1993 19,:1
---
Fuente: Atlas cultural de la amazonia colombiana: lo construcción del territorio en el siglo XX.
Ministerio de Cultura-Instituto Colombiano de Antropología-Corpcs Orinoquía-Corpes
Amazonia. Bogotá 2.000.

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CAPITULO 1 • Política del tiempo y el espacio en el Putwnayo 1
-- -- 41

De las cifras que presenta esta muestra deben resaltarse tres aspectos: en primer
lugar, la predominancia de colonización nariñense en el Putumayo. lo cual va a
incidir en los procesos organizalivos ele la población y en su percepción del esta-
do. Se trata de campesinos minifundistas que buscan hacerse a un pedazo de tierra
propio y mantienen, por tanto, su condición de pequeños cultivadores. En segundo
1ugar. aunque el porcentaje mayor de llegada a la región se presenta durante el boom
de la coca (37,6%), debe señalarse que durante el periodo de La Violencia otro alto
porcentaje llegó a la zona, el cual, sumado al de la población que llega como produc-
to de la explotación petrolera, representa 42.,4% de la muestra.
En tercer lugar, como resultado de este proceso de colonización, tres generacio-
nes de campesinos han venido habitando el departamento del Putumayo. Los pri-
meros colonos criaron a sus hijos en la región amazónica y vivían allí cuando llegó
la COl:a. Es importante destacar que la gente se desplazó en diferentes periodos de
tiempo y que la coca no ha sido la única razón, o la principaL para explicar la
migración a la región amazónica. como lo muestran los porcentajes de la encuesta
del Incora.

PERIODOS DE MIGRACIÓN Y PROCEDENCIA


DE LOS COI~ONOS DE LA BAJA BOTA CAlJCANA

LA BAJA IIOTt\ CAlJCANt\ Y EL PUTlJI\IAYO COMI'i\RTIEI<ON SU ADI\IINISTRACIÓN POK PARTE Dt~ Lt\
misión capuchina por medio de la prefectura católica del Caquelá. Como en el Pul u-
mayo, los misioneros emprendieron la construcción de trochas entre las que sobre-
sale la c¡ue de Oelén de los Andaquíes, en el Caquetá, comluce a Puerto Limón. en el
Putumaj o. Esta trocha. terminada en 1919. acortó el camino entre Florencia -capital
del Caquetá- y Mocoa - capital del Putumayo- al atravesar la bajo boto del Cauca
(véase el mapa 3). Como resultado, en 1933 siete familias. provenientes del Huila,
fundaron el caserío de Nápoles, a las márgenes del camino (Ramírez M.. 1991: 35-36).
Otras familias huilenses, que llegaron a través del río Caquclá, se establecieron en
otros lugares cercanos a las quebratlas de Tambor y Congor (véanse los mapas 3 y s) .
.\ su vez. Puerto Limón. donde el oro de aluvión se convirtió en renglón Je
explotación económica. atrajo población a la región de la baja bota caucana: es así
como en 1940 llegaron colonos provenientes de Nariño, Caucu y Putumayo. quienes
se a~entaron en la quebrada Nabueno en busca de oro de aluvión. y en el río Tambor
(véase el mapa)).
AJ iniciarse la década de 1950, una nueva ola de colonización tuvo lugar, resu ltado
de I..J Violencia. de pobladores iniciales que se trasladaron hacia el interior de la bota,
de familiares de estos que llegaron, y de colonos que se habían asentado por un tiempo
en el Putumayo y llegaron a colortizar después la baja bola caucana. En esa década
nariñenses, huileuses y uno que otro caucano fundaron los asentamientos de La Vega,
Piarr.onte. Miraflor y Campoalegre (véas~ el mapa 5). A fines de rg;B colonos venidos de
Putumayo y Nariño fundaron la vereda Samaritana (Ramirez, 1991: 44). Es así como la
pru'lt alta de la baja bota caucana fue colonizaJa predominantemente por nariñenses.

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Fuentes lnderena mapa de '"Oehrruta:etón de la reseNa foresta• de la arr.azon•a en la bota caucana mun•cro•o de Santa Rosa Oep.artamemo del Cauca", mar.co <Se 1994 mapa a mano alzada det muntCIPIO de
P•a.monte. departamento del Cauca muniCIPIO de P1amo·ntc. marzo de 1999, d•agramas del SEM ICAN mapa del muntCtptO dü Ptt~monto ••t.tualtzado en iJbnl de 1999. dtvtstOn
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CAPITuLO 1 • Pof(tica del tiempo y t'l espac10 en el Purumayo
------
1 43

huilenses y putumayenses. Puerto Limón fue centro comercial hasta que Puerto
Guzmán. fundado eo 1975, se convirtió e n el polo come rc ial de esta zona.
En cuanto a la parte baja de la baja bota cauca na , la coloni zación provino, sobre
todo. del Caquetá; se realizó hacia finales de la década ele 1960 y durante los años
1970 y r9bo y tuvo como vía de acceso los ríos Caquetá y Fragua. Entre las veredas
fundadas por colonos provenientes del Caquetá están El Remanso (1973) . Villa Lazada
(1977) y El Triunfo (1978). Otras más recientes son Fragua Viejo (1Q8o), Bajo Congor
(1982.) y Yapurá (1g88) (véase el mapa e;). Curillo, polo comercial de esta región, locali-
zado en el Caquetá. fue fundado en 1\)Ó'i. Respecto a la colonización de la parte baja
de la baja bola caucana, Roberto Ramírez (r971: 82) señala:

en 1977 se calculaba que e l 6o% de los colonos ubicados en la cuenca del Fragua
Grande (lindero oriental de la baja bota caucana ) han s ido previamente colo nos e n
otras zo nas del Caquetá, después de 1982 se ha venido dmdo una tendencia genera-
lizada e n e l Caquetá de migraciones in Ira regionales (en buena parte ligadas a l c ulti-
vo de coca). situación que ha tenido directa incidencia tJn la ocupación más reciente
de la baja bola caucana. Sin e mbargo. es tos procesos se ven afec tados por la suce-
sión de conJlictos armados y el desesllmulo de la colo ni zación en razon de l m e nor
apoyo ri el lncora.

Se trata de lo que podemos llamar culoni zación secumlnrio pues la poblac ión
colona del Caquetá fue la que. como tal. con tinuó e l proceso coloni zador hac ia la
baja bola caucana, buscando nuevas tierras y la expan sión del c ulti vo de coca. La
coca apareció en la baja bota caucana durante la primera bonanza (1978-1982.) y se
generalizó cuando se inic ió la segunda (HJ8..¡.-I987) . debido a la existenc ia de baldíos
y al aislam ie nto geográ fico. que facilita e l cultivo. En general, se lata de exte ns iones
pequeñas. y mientras en la parte a lta no se abandonan los cultivos tradicionales.
e n la baja se ti ende al monocultivo de coca. como e n el caso del Bajo Congor.
Debido a la loca lización geográ fi ca intermed ia en tre e l Caquet<i y el Pulumayo.
desde T9'i) los habitan tes de la baja bola caucana buscaron anexarse al Pulumayo o
al Caq uetá: a partir de rg8o empeL:ó la lu cha por la c reación del municipio: en rg87
se fundó el Comité pro-municipio, y en r99(i se logró la creación de l municipio de
Piamonte, e n e l marco del movimiento coca/ero de rlicho año 11 • Hoy en día. la
mitad de la pob lación de Píamente ti ene relaciones comerciales con Mocoa.
Villagarzón y Puerto Guzmán e n el departamento de Putumayo. y la olra mitad con
Curillo, La Novia y Zabalcla e n e l Caquetá.
Como resu lt ado, los hab itantes de la baja bota caucana están en constante mo-
vimiento hacia los departumenlos de Pulumayo y Caquetá. pero regresan después
de días. sema nas o años de haberse a lejado de ella. Durante las conve rsaciones que

12 Este municipio tiene una extensión aproximada de 2.016.4 km ' . una población de 8.58~ hauitantes.
de los cuales 1.165 son indigenas pertenecientes a lit etnia inga do hab la quechua. Existen siete
corregimieu tos y sesenta y cuatro veredas. Toda el área es rural (Municipio de Pi.amonte. Plan rle
Desarrollo Municipal. 1999-:tooo) (vóase el mapa >1

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[OEJifllDAD Y CIUDADANIA EN EL PtJTUMAYO • Mnría Clemencia Ramírl!:.
44 1

sostuve con diferentes habitantes de la baja bola caucana. mencionaban en forma


reiterada el tiempo que cada cual había permanecido fuera de la zona. pero a la
vez, insistian en su retorno, muchas veces mencionando a la baja bolu c.:aucana
como su lugar de referencia, desde donde salen a otros lugares pero a donde per·
tenecen y, por tanto, regresan. Manlienen sus casas y dan la bienvenida a nuevos
colonos que llegan buscando mejorar su nivel de vida. Ser foráneo no es un pro-
blema; los extraños son incorporados rápidamente a la vida cotidiana. Es así como
observé jefes de juntas de acción comunal que sólo llevaban dos años en la región.
y al preguntarle a la gente sobre su aceptación como miembros de la comunidad
siempre decía que "Quien llegue es bienvenido", y si, además. muestra ganas de
trabajar por el mejoramiento de las condiciones de vida de la región ele inmediato
entra a formar parle de la junta de acción comunal. Estar en tránsito o de paso se ha
convertido en un marcador de identidad en la zona, tal como lo muestra el testimo-
nio de una líder en una reunión de la comunidad de Yapurá:

A la mayoría uno le escucha: iah!, es que yo soy del Valle, yo soy del Caquetá. vo soy del
Tolima, yo estoy aquí por si las moscas, por unos días. Como estamos de paso, no nos
apropiamos de esto que nos está dando la alimentación y venimos con el (;U e oto tle que
vamos a estarnos uno o dos uños. Mentiras, que aqtú nos volvemos viejos y nos vamos
a morir y todavia estamos de paso. Entonces, propongo que se realice una campañn de
concientízación en la que nos apropiemos de esto tierra: esta tierra es nueslru: po1 el
hecho de estar viviendo, de estar sulJsisliendo de el la es nuestra. Atlemas, tengamos en
cuenta que esto es la llercncia, es la tierra es la herencia que le vamos a dejar a uuestws
hijos (intervención de una líder de la baja bota caucano en un taller en Yapurá. 11)98).

AJ igual que el Putumayo y como se evidencia en el testimonio. lu baja bota


caucana ha sido región de colonización y sus habitantes han construido su identi-
dad como personas venidas de fuera pero, a la vez, al asentarse en la zona ~e van
apropiando del lugar sin hacerlo explicito. Intercs(ldo en IR Pxpr.rinncia de d iáspnras
y narrativas de africanos desplazados, Hall (1990) considera que las historia~ de
migración y colonización se caracterizan por una relación dialógica entre PI pasado
-continuidad- y el presente -discontinuidad y ruptura-. En el caso de la baja !.Jota
caucana, el pasado y el presente se caracterizan por disconlinuidade:> y rupturas,
por tratarse de población desplazada por segunda vez, la cual. por tanto, no se defi-
ne explícitamente como nativa de un lugar específico, pues su condición de colnna
hace que donde se asiente busque vivir manteniendo vínculos con los lugares en
donde ha vivido.

C OLONI ZACIÓN Y ESTADO EN LA REGIÓN AMAZÓNICA

COMO REGLA GENERAL, EL ESTADO Ltt.UTA SU PRESEN(.[¡\ EN LA REGlÓ~'. AL ESTi\BI.ECII\IIENT J DE


servicios básicos para los colonos local izados cerca de los centros urbanos. El
resto de la región carece de servicios básicos adecuados tales como vías, acueducto,
alcantarillado y electricidad, así como de salud y educación. Los programas de de-
sarrollo impulsados por el estado han beneficiado, sobre lodo. a los terratenientes.

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CAPÍTULO 1 • Política del tiempo y el espaciO en el Putwnayo 1
45

quienes han consolidado grandes extensiones de lierra y actuado como agentes


para la integración o expulsión de los colonos11 . Por otra parle, muchos colonos se
han visto obligados a vender sus mejoras, como resultado de las deudas bancarias
que van de la mano de dichos programas de desarrollo. Los colonos experimentan
la pérdida de sus tierras como algo injusto, que no se castiga, es decir, como un
acto de violencia institucionalizada (Molano, r988: TQ9-UO). Este resenlimiento fren-
te a las consecuencias de las políticas del estado ha legitimado a la guerrilla, que
defiende los intereses de los colonos.

Si el Estado se hubiera preocupado por subsidiar el sallo del colono hacia el régimen
empresarial. abaratando e l costo del dinero y proscribiendo la concentración de lierras,
mientras mejoraba los servicios, controlaba los precios y abría vías de comunicación el
sino de la colonización habría cambiado. F\!ro no lo h.iw y quizás no lo podía hacer puesto
que los colonos no tenían injerencia política en el Estado y los representantes políticos
de aquellos eran personeros de intereses contrarios y aún antagónicos a los suyos (Molano,
1C)88: 32).

Por consiguiente, ese estado, que ha fallado en proveer de servicios básicos a


los colonos, es percibido como el principal responsable de la expansión del culti-
vo de coca en estas áreas. Un colono del Putumayo argumenta:

[D]Onde el gobierno se hubiera planteado en forma adecuada, varonil y estricta la coca


hacía mucho tiempo que la hubiémmos acabado los campesúws (.. .)Nosotros mismos la
habríamos acabado. Lo que pasa es que el gobierno tiene que ver mucho en esto, porque
siendo gobierno debía meterse a la selva.llamru· a la gente y decirle "no es este el cultivo que
van a llevar señores, van a poner es un cultivo digno, vamos a erradicar esto para siempre".
Pero no. Los funcionarios del gobierno no vienen por aquí. Los funcionarios que vienen a
la región se ubican en las cabeceras de los municipios. ellos no salen de allá (testimonio en
Hoigambre. I9QI: 41. Énfasis mío).

En este testimonio no sólo se culpa al estado de la expansión del cultivo de coca.


sino que se le representa como débil, femenino, carente de caracteríslicas varoniles.
tales como autoridad. En la región, la gente siente emocionalmente la ausencia del
estado y critica a los funcionarios oficiales. a quienes señala como pegados a sus
escritorios. El estado se convierte así en un milo. en "una expresión de la emoción
( ... ) una emoción convertida en imagen" (Cassirer, 1946: 43), algo que existe lejos de
ellos, al que se le adscriben ciertas obligaciones que nunca se cumplen. por lo cual
los habitantes de la región se resienten. La gente que vive en la amazonia es invisible
para el estado y, poco a poco. los colonos interiorizan esta invisibilidad. El resultado
es la reconfiguración de la construcción histórica del territorio baldw:

11 Para un análisis de los programas de desarrollo implementados por ol gobierno y de la


consolidación del latifundio, véase el trabajo de Robin Marsh (1983). Development stmtegies in
rural Colombia. The case uf Caquet6.

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+ María Clemencia Ramíre-;_
46 I IDENTIDAD Y CIUDADAN1A EN EL PLTUMAYO

Aquí no necesitamos sino la ayuda del gobierno. Yo le digo al señor gobierno que ésta es
Colombia! que nos reconozcan, que nos hagan unos préstamos. pero no con ese cara palo
de la Caja Agraria que sólo presta si uno tiene 2ocabezas de ganado( ... ). PedimosqUI! el
señor gobierno miro por aquí y vea que la gente quiere trabajar y que nos liene que tene1
P.U cuenta, que ésta es también Colombia. Uno trabajar con las meras uñas es cosa muy
dura (testimonio en Raigambre, 1991: 42· Énfasis mía).

Estas percepciones locales sobre el gobierno y el estado serán el eje de análisis


del presente trabajo, pues comparto con Joseph y Nugent (1994). su énfasis sobre la
importancia de analizar la formación del estado locaL es decir, de "retomar el análi-
sis del estado a partir de la localidad, garantizando así no dejar por fuera a la gente" .
Este es un aspecto central. de manera que ellos asumen que la cultura popular y el
estado sólo pueden entenderse en términos relacionales. El estudio de los procesos
cotidianos por medio de los cuales este compromete a las clases populares y' ice-
versa se convierle en un objeto central de análisis: para estos autores. su proceso ck
formación es cultural y político. En stLma, "'el estado' vive por medio de sus suje-
tos" (Sayer, 1994: 377).
En esto orden de ideas. Roseberry (1994: 360) retoma el concepto de hegemonía
de Gramsci para entender la lucha entre grupos dominadores y subalternos y seña-
la: "las formas en que los subordinados utilizan las palabras, las imagenes, los
símbolos, las formas, las organizaciones, las instituciones y los movimientos para
hablar de, entender, confrontar, acomodarse a, o resistir su dominacion están mol-
deadas por los mismos procesos de dominación". Los grupos sociales crean uue-
vas organizaciones dentro del marco social y político preexistente en el qnt: artuan.
el cual se encuentra definido por la dominacióu. Aún más, en lugar de ~>er visto
como una institución que planea e implementa proyectos. el estado debe s1·r f'lltPu-
dido como un proyecto ideológico (Sayer, 1994: 371). En su trabajo sobre la fonna-
cióo del estado on el Perú, Nugent (19CJ4: H6) arguye que ostc y la comunidétd deben
concebirse como ioterdependientes, y que se necesitan estudws que mtrt•n cnmo
cada uno ayuda a "crear, construir y permitir o no el otro, de acuerdo con intereses
materiales y políticos específicos y concepciones culturales que son contingentes
en el tiempo y el espacio".

LA POÚTICA DEL LUGAR: I DENTIDAD,


ESTl GMATIZAC lÓN Y CON'fRAPROPUESTAS

LEFEBVRE (1991: 281-282) HJ\ LLAMADO l.t\ ATENCION SOBRE LA NECES10.-\ D llE 1\lliV\H \L ESTAllO
desde una perspectiva espacial. como un espacio en donde se centra liza el poder y
desde el que se proclama la sobora1úa de una nación sobre un territorio determina-
do. Pero, sobre todo, señala cómo cada estado introduce su propia manera de
dividir el espacio, de clasificar discursos sobre este y sobre .cosas y personas en él.
Distingue, primero, el espacio global, es decir, el do la soberanía que se imagina sin
diferencias internas; segundo, el espacio fragmentado. el que localiza ospecifil.idades,
lugares o localidades, tanto para controlarlos como para hacerlos negociables: ) ,

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CAPITULO 1 • Po/frica del tiempo y el espacio en el Purumayo 1
47

ten:::ero. un espacio jerárquico que establece rangos entre ellos, desde el más bajo
hasta el más aristocrático o elitista. Esta perspectiva espacial del estado es muy
i m¡portante para entender la forma como se ha abordado y definido este espacio
amazónico y cómo responden sus habitantes a esta definición. Refiriéndose a los
paí.ses andinos, Slater (1998: 387) ha señalado cómo, "en los últimos quince a veinte
años se ha presentado una serie de movilizaciones, protestas y movimientos que
surgen local y regionalmente, que han cuestionado la existente territorialidad del
estado ( ... ) y en la Lucha contra el centralismo, han emergido nuevas formas de
espacialidad subjeliva y de identidad".
De esta manera, durante el gobierno de Belisario Betancur (!!}82-Ig&í) se inició e]
pro·ceso de descentralización política, fiscal y administrativa en Colombia, con el
fin de modernizar y democratizar el estado, en respuesta a la expansión de la protes-
ta popular y de la violencia política, que en esa década desbordó la capacirlad de
control por parte del mismo. Con la ley 12 de 1986, se reglamentó la reforma munici-
pal que buscaba ampliar los espacios de participación ciudadana y fortalecer las
inst ituciones del poder local , y "tutelar la participación ampliada'' (Gaitán, r988:
63)'"". En el marco de esta reforma se instauró la elección popular de alcaldes y se
transfirieron recursos a las administraciones municipales. los cuales no pasaban por
la gobernación del departamento, lo que redunda en el empoderamiento de las admi-
nistraciones locales y regionales. Sin embargo, como lo señala Gaitán (r988: 63):

en el origen y la naturaleza de la reforma, radica uno de los grandes desafíos de la


institución del alcalde popular: la apropiación efectiva por parte de las comunida-
des locales de un instrumento que, a pesar de encerrar un gran potencial democrá-
tico, puede convertirse en un mecanismo descentralizador de conflictos y en un
cana l de expresión susceptible de ser utilizado para coop tar o desarlic.;ular los movi-
mientos sociales y polilicos de las municipalidades.

En la práctica, se reconoce la urgencia de construir una concepción diferente de


estado, una que no se base en la represión y la dominación hegemónica (Fajardo,
1996). En este contexto político, la relación entre el estado y los actores regionales y
locales se convierte en un campo privilegiado de estudio. Como lo anola Roseberry
(1994: 359-6o). ··cramsci llama la atención sobre la diferenciación espacial, el desa-
rrollo desigual y asimétrico de los poderes sociales y los espacios regionales". Esta
consideración es central para nuestro entendimiento de la región amazónica, un espa-
cio que históricamente ha sido construido como marginal y vacío, para ser conquistado

14 En su análisis soiJre la reforma municipal, Moreno (r()88: ~S) insiste en que ésta "fue sólo el producto
de un análisis simplista y mistificador que tachaba al acentuado centralismo como causante de los
problemas nacionales", en tre ellos los paros cívicos y la insurgencia armada. Además, muestra
' cómo antes que propender a la autonomfa regional y municipal. la reforma buscaba la modernización
del estado. y enfatiza cómo aunque se descentralizaron funciones y responsabil ídades. el gobierno
central mantuvo mecanismos de control. Concluye señalando que, "la gestión de los alcaldes
electos es quizás la única medida realmente descentralista''. En el análisis del movimiento coco/ero
esta tensión entro centralismo y descentralización va a hacerse evidente.

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IDENTIDAD Y ClliDAUAI\IA hN EL PUTUMAYO + María Clemencia Ramíre:

y civilizado. Tal como se mostrará e n este lrabajo, dicha percepción ha detcrnina-


do prácticas sociales y polílicas.
Herbst (r99.¡.) señala cómo los grupos marginales, "son oprimidos por unJ po-
blación central que mantiP.ne representaciones estereotipadas y peligrosas a·: erca
de ellos". A partir de la construcción histórica del territorio amazónico por parle
de las elites dominantes, como un espacio marginal y l'ar.ío, receptor de población
los colonos han sido definidos como población contingente, es decir, mignntes
que entran y salen del Amazonas dependiendo de las actividades exlractivas que
se desarrollen coyunturalmente -caucho, pieles, oro. coca-. Esta conslru~ción
implica el presupuesto de la falta de identidad y cultura de esta población migrante.
puesto que no es nativa de la región amazónica y su único interés es extraer rique-
za. El cultivo de coca, aun cuando puede enmarcarse inicialmente como uno más
de aquellos cu ltivos de carácter extractivo -economías de ciclo corto- propios de la
amazonia, presenta características que hacen que esta clasificación deba replantearse
(véase el capítulo 2.).
Para la e lite dominante la coincidencia de coca. narcotráfico y guerrilla lleva
implícito como presupuesto indiscutible la generación de violencia y de acciones
ilegales. lo cual legitima y prevé la implementación de medidas represivas por parle
del estado. Estamos frente a prácticas que moldean la formación de identidarles v de
lugares, en este caso, mediadas por la violencia. La estigmatización que har.e el
centro de esta región marginal y periférica ha generado la emergencia de protrstas)
manifestaciones de resistencia por parte de ta población. seña lada como delinr.uPn-
te por dedicarse a los cultivos ilícitos y. además, como auxiliar de la guerrilla. El
movimiento social de los campesinos coco/eros es un evento que permite ahoucl<u
en la discusión de estos aspectos.
Las loca lidades del Putumayo en donde emergió el movimiento snci.ll de los
coco/eros han sido construidas histórica y culturalmente no sólo por su¡; hHbilaJttcs
sino por las percepciones que se tienen de ellas central, regional y localnwnle, me-
diadas por relaciones jerárquicas de poder localizadas espacialmente. Estas cons-
trucciones socioculturales sobre la región no son fijas ni están dadas du antemano
sino que cambian en el tiempo, aun cuando presentan continuidades estructurales.
Por tanto, para entender cómo se le adscriben a los espacios identidades. convirtién-
dolos en lugares con significados, debe tenerse en cuenta la historia de la ··oloniza-
ción de estas regiones amazónicas. Cómo se construyen estos espacios ) lugares,
cómo se imaginan. se refuerzan y se contraponen son algunas de las preguntas que
buscan responderse en el presente libro. En esos lugares y fuera rle ellos hay
enfrentamientos y luchas de poder entre diversos actores, que busc:a11 la definición
o la negociación de identidades. Tal como lo scJ1alan Gupta y Fcrguson (1<)97: 13):

Por consiguiente, identidad y alteridad se producno simultáneamente en la formacióu de


localidad y comunidad. Comunidad no significa sólo el reconocimiento de una similari-
dad cultural o de una contigüidad social, sino una identidad categórica que se rumlamen-
ta en varias formas de exclusión y de couslrucción del olto ( ... ): los sujetos co lectivo~ e
individuales se forman por medio de procesos de exclusion y de construcción del otro.

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CAPtTULO 1 • PoUrica delriempo y el espacio en el Ptllliii/O)'O
1 49

De la misma manera, con respecto a la localidad. no está en discusión la localización de


un sujeto en cierto lugar, sino también que este lugar particular se establezca aparte de y
en oposición a otros.

A la vez que el centro del país se contrapone a esta región marginal amazónica
como una unidad homogénea, "la otra Colombia", o, en palabras de las Farc, "la
Nueva Colombia", atravesada por intereses transnacionales que giran alrededor
del narcotráfico, es importante entender la complejidad espacial dentro de la ama-
zonia occidental y del departamento del Putumayo. Un mismo evento. como fue-
ron las marchas cocaleros de 1996, sucede, se desarrolla y finaliza de manera distinta
en el Putumayo, el Caquetá y el Guaviare, de acuerdo con los diferentes procesos
orgartizalivos anteriores y las contracUcciones internas entre lugares con identida-
des políticas contrapuestas, entre otras causas 15•
Por su parte, y como se ha señalado, la baja bola caucana, debido a su situación
geográfica, puede considerarse el estereotipo de una frontera marginal en Colombia
y específicamente en la región amazónica. A pesar de esta condición, sus habitan-
tes han luchado por hacerse visibles como habitantes de la baja bota caucana, y
por medio ele la lucha por la creación del municipio de Píamente durante el movi-
miento cocolero de 1996 demostraron su búsqueda de reconocimiento como parte
del estado-nación colombiano. Un aspecto central en estos territorios marginales es
la búsqueda de su redefinición, tal como lo señala Pile (1997: 30J:

Los territorios no necesariamente son espacios do exclusión en los que la gente de-
finida como marginal o por fuera de los valores dominantes es denigrada, rechazada
y persegu ida (Siblev, r995). Por e l contrario. la resistenda de la gente puede
reterritorializar el espacio de varias maneras con miras a transformar sus significa-
dos, debilitar el uso del territorio como una fuente natural de poder y permitir que
este se convierta en un espacio de ciudadanía. democracia y libertad dentro de cier-
tos límites. Los territorios implican ubicación. frontera y movimiento y. por lanlo.
en la medida en que la gente busque formas alternativas de vida y de conexión con
el mundo se sobrepondrán, serán discontinuos y cambiantes.

En el departamento del Pulumayo existen lugares que se oponen políticamente


entre sí, como es el caso de Mocoa, centro de la política bipartidista tradicional, con
respecto a Puerto Asís, donde han emergido movimientos políticos alternativos.
Durante la década de 1990. el monopolio político de Mocea le fue disputado como

r~ Ll investigación Ican-Colciencias. que se llevó a cabo en tre 1998 y HJ99 bajo mi dirección. abarcó
también a los departamentos del Caquotá y Guaviare. En los Lres casos se inv!lsligaron las
n:ovilizaciones colectivas que han tenido lugar desde los al'los 1970 hasta rggó. para entender la
articulación de las marchas a los procesos organizalivos específicos. Con ello se buscó. "desmontar
l;; reificación de la amazonia occidental como una unidad homogénea donde sus habitantes con
sus demandas, necesidades y construcción de identidades locales y regionales. quedan
subsumidos por la dinámica que ha tomado el conOicto armado y la implementación dn la
pJiitica internacional de lucha contra las drogas" (Informe a Colcicncias, 1999: 4).

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IDENTIDAD Y CIUDADA 'IIA EN FL PUT\.,\,1¡\YO • Mana Clemencia Ranure~

resultado de la mencionada descentralización política, fiscal y adminislrtlt iva y el


consiguiente fortalecimiento de otros municipios. Esta contraposición regional st>
refleja también en la competencia entre Mocoa y Puerto Asís. la primera como cJpital
administrativa y centro de la gobernación del departamento, y la otra como cJpital
comercial de la economía de la coca en el bajo Putumayo. Otras localidades se han
aliado por medio de sus alcaldes, como forma de resistencia fTente a la esligmaliza-
ción de que son objeto por la predominancia del cultivo de coca. Es el caso de Puerto
Asís, Orito, Puerto Guzmán, Valle del Guamués (La Hormiga) y San Miguel (La Dora-
da): aliados contestan el señalamiento que les hacen el estado central y el regional
como lugares violentos, y buscan transformar este significado y convertir estos luga-
res en tm espacio de ciudadanía, democracia y libertad - los llamados territorios de
paz-16 • Es así como en mayo de 1998 se creó la Asociación de Municipios del Bajo
Putumayo. como respuesta a la agudización del conflicto en la zona y al reconoci-
miento de su diferencia con el alto Putumayo; este hecho pone en evidencia el en-
frentamiento que existía entre los alcaldes de esa zona y la gobernación del
departamento (véase el capítulo 3).
El Plan de Desarrollo para el Putumayo 19S)8-2ooo propuesto por la gobernación.
considera que en el departamento predominaba la economía de la coca -con la con-
secuente lucha por el control del territorio-, la débil presencia del estado y. por
consiguiente, la existencia de una violencia generalizada. En él se afirmaba que esta
violencia "no es un escenario coyuntural. es un proceso que está en evol.Jr.ión" y.
aún más, es producto de la "barbarie" -característica atribuida a la amaw1 .ia desJe
una perspectiva histórica ele larga duración-, barbarie que se Lraduce. ~ egun los
funcionarios del gobierno, en una "sociedad no viable, sin derechos humanos, sin
respeto a la vida, sin tolerancia"; por trullo. concluía que, "es inviable la democra-
cia", la que se caracteriza como un "sistema patrimonio de los pueblos [occidenta-
les] del mundo". La economía Je la coca se analizaba como "una estrategia for:alizada"
propia de los frentes de colonización, donde no hav ley. lo rual imrlinlh<~ rl'tP. rinr-
tos lugares dentro del departamento del Putumayo se consideraran lnírhwo.<; -bajo
Putumayo- mientras que otros no -alto Ptllumayo-.
En febrero de 1!)98, después de un Foro por la Paz realizado en Put•rto Asís, el
defensor del pueblo del Putumayo, cuya sede es Mocoa. le escribió 1111.1 carta al
presidente Sampcr. donde dice: "Se trata de poner fin a la 'Ley do la selva'. según la
cual cualquiera puede violar el derecho a la vida y a la integridad personal de los

16 En septiembre de r<)Qil y como propuesta para dar tnntinuidad al Mandato Ciudadano por la Paz se
hizo la dcdaralorio de los territorios de paz: "Entenrlcmos por territorio de paz el ,•spado en tll
que se afinca una 'Comunidad de Paz' y f)Ue busca construir o reconstruir el tejido social. establecer
relaciones de cooperación y convivencia y ret.upcrar el sentido común de la sa,· ra lidad de la
vida" (Declaratorio de territorios de paz. rl)98: b.JJ.p:~o.lnodn.o.rg..co). Durante la semana
por la paz que tuvo lugar entre el 6 y el 13 de septiembre de 1!)98, mientras realizaba el trabajo dt:
campo, la directora del programa de Re inserción de la presidencia en Mocoa viajó desde Puerto
Loguizamo a Puerto Ospina en una caravana de paz. proponiendo que todo el Putumayo luPra
declarado territorio de paz. La ley de ordenamiento territorial (marzo de l\197) prnpw.. n cnmn
tales sólo a los municipios de Vitlagarzón y Mocon.

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CAPITULO 1 • Polftica de/tiempo v el espacio en el Purwna1•o 1
SI

o tros. porque tie ne la certeza de que nada le va a pasar" (carta al presidente Samper.
marzo de 1998). Duranle ese Foro se insistía en "que se ha pasado de un estado de
vio lencia a un estado de barbarie, acompañado en algunos casos de indiferencia
ciudadana" (mesa de trabajo de derechos humanos y resolución de conflic tos. febre-
ro 1998). Es evidente la evocació n de las visiones que llenen algunos funcionarios
oficiales sobre la historia de la región, las que inciden en la forma e n que se explican
esos hechos violentos: se reWca la condic ió n bárbara ele la región amazónica, donde
impera la Ley de lo selva, y la incivilidad es la norma. En este caso puede observarse
cómo los funcionarios loca les son a mbiguos en la forma de analiza r el problema de
agudización de la violencia, pues aun cuando hablan de luchar en contra de la
impunidad. también legiliman la violencia impe rante. En fin, se ratifica la visión de
una región marginal y vacía o habitada por bárbaros en un estado natural17 , la cual
debe recolonizarse y civilizarse.
Parlo enton ces de que espacios y lugares se encuentran jerárquicamente
interconectados, antes que naturalmente desconectados y las diferencias y las trans-
formaciones son el resullado de es ta interconexión.· Es así como se habla del a llo
Putumayo en relación y en contraposición con el bajo Putumayo. en cuanto a su
his to ria y a la predominancia o no de la violencia. Más aun, se contraponen como la
regió n civilizada y la región bárbara o salva je (véase e l mapa 2).
En el a lto Putumayo están los municipios de Santiago, Colón , San Prancisco y
S ibundoy, localizados en e l valle de Sibundoy, donde la principal actividad econó-
mica es la ganadería y la venta y procesamiento de leche. Históricamente, se ha
caracterizado por haber sido centro de residencia de los misioneros capuchinos,
uno de c uyos legados es la existencia de colegios de primaria y secunda ria que
hacen de él uno de los lugares con mayor nivel educativo del departamento y. por
tan lo, espacio civilizado. Los habitantes del valle de Sibundoy se considera n ajenos
a la violencia que caracteriza al bajo Putumayo. tanto por no vivir en un territorio en
donde se asien tan los guerrilleros, aunquH sí transitan. como por no cultivar coca.lo
cua l se cumple también para Mocoa. capital administrativa.
En el medio Putumayo se loca lizan Mocea. Villagarzón y Orito. municipios que
se definen tambié n como lugares diferenciados en c uanto a su historia y representa-
ción de aquellos que se identifican como coca /eros, vio lentos y. por qué no. bárba-
ros. Mocea, fundada en 1780, fue también cen tro misionero desdo donde los
franciscanos iniciaron sus incursiones a la selva amazónica. y su historia permile
a sus habitantes trazar su ascendencia a los tiempos de la colonia y. así. conside-
rarse nativos del departamento, en con traposición a los habitantes del bajo Putu-
mayo. quienes son representados como migranles si n arraigo. ViUagarzón y Orilo

17 Esta situación se asemeja a la que Bourque y Warren (1989: 2S) analizan con respecto a la violencia en
el Perú durante tos años r!)Bo: ellas señalan cómo. "la s ituación peruana en las zonas de emergencia
se caracterizaba por la 'guerra contra todos· donde la guerrilla, el ejército y los campesinos podían ser
sinónimos", al punto que la situación "daba la impresión de queJa sociedad civil se estaba deterinranrlo
hacia el estado natural de Hobbcs lun estado de guerra!". Cabe señalar que en el anátisb que hace
llobbes, los sujetos emplean la razón paro crear la soLierlarl civil.

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Marfa Clemencia Ramírez
52 l
l Or..NTIDAD) CIUDAOANfA EN EL PUTUMAYO •

tienen cultivos de coca, pero históricamente Villagarzón comparte con Mocoa su


historia colonial: Orito, centro petrolero y sede administrativa de la Compañía
Colombiana de Petróleos -Ecopetrol-, es definida como ciudad petrolera antes que
cocalera y es así cómo, en el imaginario regional, son municipios considerados no
violentos o civilizados, esta vez por su historia colonial y por la presencia de
profesionales y técnicos en petróleo.
Por su parle, los municipios del Valle deJ Guamués (La Hormiga), Puerto Asís.
Orito, Puerto Caicedo, San Miguel (La Dorada) y Puerto Guzmán, localizados en el
bajo Putumayo, son definidos como coco/eros y sede de los frentes 48 y 32. de las
Farc. Dentro de ellos. Puerto Asís, el VaJie del Guamués (La Hormiga) y San Miguel
(La Dorada), son los que han sido estigmatizados como violentos por la predominancia
de la economía de la coca. Esta esügmatización no coincide con el número de hectá-
reas en coca que se cultivan, ya que a principios de 2000, Orito tenía un total de
hectáreas -diez mil- superior a Puerto Asís -cinco mil-. Sin embargo, estando en
Orito, lista para viajar a Puerto Asís, toda la gente me advertía sobre la violencia en
la zona y cómo debería cuidarme. Cuando les hablaba de ir al Valle del Guamués las
advertencias eran aún mayores, pues esta zona es considerada la más violenta, don-
de predomjna la barbarie. Históricamente. fue el sitio a donde llegaron los primeros
narcotraficantes en la década de 1(}&); allí tuvieron su base de operaciones y fue el
lugar donde se conformó el primer grupo de justicia privada que adelantó acciones
en la zona. Aun cuando el índice de cultivos de coca es superior al de otros
municipios -veinte mil hectáreas incluidas las de San Miguel-, sobre este lugar se
han tejido historias de violencia ligadas a la economía de la coca que no sólo pesan
en la memoria social de Jos habitantes del departamento y moldean la identidad de
los pobladores, sino que esconden la violencia política que se ha intensificado en
la zona desde 19<)13, como se analizará en el capítulo 8.
Por último, dP.nlro de los municipios del bajo Putumayo vale la pena diferen-
ciar a Puerto Leguízamo, donde se encuentra una base militar y una población
indígena numerosa en un contexto cultural amazónico en el que las relaciones
inturgrupales son más distensionadas, con características propias de la arnazonia
oriental. Los otros municipios del bajo Putumayo asocian la base militar con la
entrada ele los paramilitares a la zona. El cullivo de coca tampoco es predominante.
por cuanto la cercanía de la base militar no ha permitido su consolidacióo18 .
Analizar los enfrentamientos y las interrelaciones y discontinuidades que se
presentan en el manejo del territorio del Putumayo es importante, por cuanto ex-
plican por qué se intensifica la violencia, emergen o no ciertos movimientos socia-
les en unos lugares y no en otros y se logra o no rcpresentatividad política local,
regional y nacional en medio de la violencia (Routledge, r99r xv).

18 Después de la firma de los acuerdos de 1!)96, en este municipio. en et Predio Putumayo. la Red dr
Solidaridad llevó a cabo el proyecto piloto de erradicación voluntaria de coca con cincuenta .1'
una familias enlTe colonos e indfgeoas (vease el capilulo 8). En septiembre de 1!}98 había togradn
erradicar 186,5 hectáreas de coca (Red de Solidaridad-IJCA, r!)98).

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CAPÍTULO 2

Coca, guerrilla y guerra contra las drogas en el Putumayo

1~\ COMPt\R¡\(:ION DE u,

E
S rE (.t\I'ITULO SE L'ltlCIA CON LliGISL\CION QUL IU.l.I.AME.VI",'\ 1..:\ I.EG.\11-
dad o ilegalidad del cu ltivo de coca en Bolivia, Perú y Colombia, los tres países
andinos que durante las dos últimas décadas se han turnado la predominancia
de dicho cultivo o su procesamiento, y que tradicionalmente se han relacionado con
aquel de diferentes maneras. En segundo lugar se analiza cómo ha incidido la políti-
ca antidrogas de Estados Unidos en el aumento o disminución del cultivo de coca en
Bolivia, Perú y Colombia. y en la amazonia occidental, especialmente en los departa-
mentos de Caquetá, Guaviare y Putumayo. Se muestra cómo la intensificación de las
fumigaciones aéreas desde 1994 no se ha traducido en la erradicación exitosa sino
que, por el contrario, el cultivo de coca ha aumentado en superficie total, disminuyen-
do en unos países o departamentos, mientras que aumenta en otros.
En tercer lugar se presenta una breve historia de la llegada de las Farc a la región
de la amazonia occidental. a raíz de la violencia que tuvo lugar en el interior del país
entre I9.JÓ y r966. su llegada a Putumayo en r\)84, y su consolidación como autoridad
en una región marginal y excluida del orden centra l. Las Farc regulan el mercado de
la coca en la zona y, por ello, las fuerzas militares se refieren a ellas como el tercer
cartel de la droga. Sostengo entonces, que la guerra contra las drogas se ha converti-
do en una guerra contrainsurgente. Finalmente. se traza la historia del cultivo de
coca en la amazonia occidental desde la década de 1970 hasta su consolidación como
cultivo dominante en la de rg8o, la guerra que se desencadenó entre las Farc y los
narcotraficantes por el control de su cultivo y mercadeo, y se describen los procesos
de cultivo de la hoja de coca, su recolección, su procesamiento como pasta de coca,
su transformación en cocaína en los laboratorios y su mercadeo en las diferentes
etapas1 •

Es importante aclarar que cuando se habla de narcotráfico -y de narcotraficantes- se hace alusión a


una sola etapa del negocio, a la del trófico. Sin embargo, dada la generalización de este término.
en este libro se utiliza sin que ello implique olvidar las connotaciones políticas que tiene. Lo
mismo puede decirse de los llamados laboratorios, que es muchos casos apenas son unos
combuches en los cuales se reaUza alguna parte del proceso.

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l DE.,'TIDAD \ Cll D·\DA)oll•\ EN fl PL'TlMAYO • María Clemencia Ramíre:

LA LEGISLACIÓN RELATIVA AL CUCflVO DE COCA


EN CüLOMBlA, PERÚ y BOLIVIA

LA LEc~JSI.t\LION SOBRF El. r.JII.TIVO UE COC.\ OF LOS TRES PllJNCIPALES !'\JSES I'ROOIH TORES IJ!o
Latinoamérica -Bolivia , Peru y Colombia- ha PRODUCIDO DIFERENTES RESIILTADOS E:'< t:L con-
texto de la guerra internacional contra las drogas. Uprimny (1995) señala que la
ilegalidad del cult ivo de coca no ha sido determinarla por cada país sino por un
consenso internacional en el cual Estados Unidos ha desempeñado un papel cen-
tral. Además, los países en los cuales se culUva la coca y se transforma en una
droga ilegal están interrelacionados como resultado de la economía de las drogas.
Así, las políticas represivas que se adoptan en un país para erradicar los culti,·os
de coca. generalmente afectan su producción o dislribución en otr o:

Una represión efica~ en una región simplemente despla~a la producción y el Lrálico


a otra zona. siempre y cuando la demanda se mantenga dinámir.a, puesto que las
técnicas de producción son relativamente simples y las posibilidades geográficas ele
producción demasia<.lo extensas (Uprimny. 1~: 81).

La guerra contm las drogas declarada por Estados Unidos asume que al erradicar
los culti vos de coca y disminuir la c.;anlidad de hojas disponibles. los precios de la
cocaína se elevan y, en consecuencia, el consumo disminuye. Sin embargo, durante
los años 1970 y a conuenzos de la década de 1980. cuando el precio de es a al ;:>or
mayor era elevado. el consumo aumentó y luego se estabilizó. En con traste cuando
los precios bajaron el consumo no sólo no subió sino que descendió levemente
(Uprimny, r995: 84-). Por tanto. la asunción genera lizada de que comba tir los cultí\'OS
de coca disminuye el consumo de cocaína es equivocada.
En Bolivia, Colombia y Perú lo coca se ha cultivado desde liempos prebispánic:os 1 ha
sido usadd no sólo para mambear sino como medicina. "Las hojas rle cora p111•rlPn sc>r
hervidas. molidas, tostadas. o ser usadas secas: pueden ser usadas solas o mezcladas :o u
otras sustancias: y pueden ser Lomadas como té o usadas como ungüento. soludón ¡;ara
bañu. o en masajes para curar docenas de enfermedades populares·· (Za11abria. 199r 38).
La coca ha sido reconocida por estus tres países como un cultivo tradicional incligm.a y.
en cuanto tal. como un culti vo legal. Sin embargo. a diferencia de Bolivia y Perú. donrlc
el té de coca se ha utilizado tradicionalmente y pueden encontrarse otros prorlu ;los
derivados. como ungüentos y soluciones para baño. en Colombia sólo la han u!'ado
ciertos grupos indígenas andinos -paeces y arhuacos. entre otros- y amazón.cos
-hui tolos y tukanos orientales- para mombe.ar y como planta medicinal. F:st..t dife·en-
cia explica. en parte. por qué la penalización de su cultivo es más fuerte en Culombin
que en Bolivia y Perú. donde tiene una historia como producto nacional y su declara-
ción como producto ilegal liene excepciones.
En Bolivia la planta do coca no sólo se percibe como uo recurso natural sino
como palrimonio cultural. Tradicionalmente. la región de Yungas, al norlc de La
Paz, era la principal produc tora, razón por la que en la actualidad es considerada
como un área legal de cultivo. La ley mo8 del 2.1 de ju lio de 1!)88, ley del régimen de

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CAPITULO 2 • Coca. guerrilla y guerra con1ra las d!:_o~as 1
55

la coca y sustancias conlroladas, clasifica las áreas de cultivo de coca en tres gru-
pos: 1) Las áreas tradicionaJes o lícitas: 2.) Las áreas de cultivo ilícito, de donde
debe erradicarse; y 3) El resto de áreas. designadas como de producción excedenta-
ria en transición, en las que se esperaba que el cu ltivo se redujera entre cinco mil
y ocho mil hectáreas anuales, por medio del desarrollo de programas de desarroJJo
alternativo. El Ministerio del Interior consideraba en doce mil hectáreas la exten-
sión de los cultivos legales.
En 1999. la extensión de cultivos de coca se calculaba en 2J.8oo hectáreas (Hoja
Informativa del Departamento de Estado de Estados Unidos). lo que implicaría que
aun cuando se ha reducido en comparación con el año anterior (sr mil hectáreas) en
Bolivia el cultivo excedentario se mantiene. Esto indica que la coca sigue siendo
rentable y presenta mayor facilidad en el manejo agrícola (Pereira. 1998). En el área
en la cual se espera la erradicación, la ley define la reducción del cultivo como un
proceso voluntario. En esta medida, los cultivadores pueden negociar la cantidad de
cul tivos sustituidos por olros productos agrícolas. El gobierno los indemniza y. si-
multáneamente, facilita programas de desarrollo socioeconómico a través del Plan
integral de desarrollo y sustitución - Pidys- (Oporto Castro, r989: 187?. En r988, el
Pidys invitó a varias asociaciones campesinas nacionales, regionales y locales a par-
ticipar en la formulación e implementación del Plan alternativo de desarrollo: "Por
primera vez, se proponía una participación activa (sic) con los campesinos produc-
tores de coca. además de autoridades provinciales, cantonales. c ívicas e institucio-
nes en general" (Pereira, 19<)8: 49) 3.
Los cultivadores bolivianos de coca están organizados en fuertes redes de sin-
dicatos campesinos que han trabajado como asociaciones cívicas para el desarrollo
y "dieron al Chapare [w1 área de selva lropical y sublropical al este do los Andes.
que fue la zona de producción de coca más importante durante el buum ele los años
198ol una organización social totalmente diferente a sus equivalentes pemanos y
colombianos" (Reid. r989: 162.). El gobierno reconoce a estos sindicatos y desde que
se promulgó la ley han organizado protestas. han negociado con el gobierno boli-
viano maneras de adelantar programas de erradicación voluntaria de cultivos de
coca y su participación en el Pidys ha sido exitosa (Oporto Castro. r9/lo: 186). En
suma, el gobierno boliviano no sólo permite que exista una pequeña cantidad de
cultivos de coca sino que establece una clara distinción entre la coca en su estado
natural y la cocaína roe! Olmo, 1989: 2.<)8). /\sí mismo, se ha opuesto a la fumigación

El 2.ó dr julio de r989 so promulgó el decreto supremo 22.170. que rleCino al Pydis como el marco
institucional por medio del cual el gobierno nacional ejecuta programas y proyectos de desarrollo
regional y de sustitución. tendientes a reducir la producción exccdcntaria de cultivos de coca
(Pcreira. rC)98: 48).
El decreto lll./0. promulgado el1.6 de julio de 1<}88. definió el Plan integral de desarrollo y sustitución
- Pidys. como el marco institucional dentro del cual el gobierno nacional aplicaría programas y
proyectos de desarrollo para reducir la producción excedentaria de coco. En el decreto se reconocía
"la necesidad de que los productores de coca pa.rticiparan'' por medio de Conarlol -Comisión
1\acional de Desarrollo Alternativo-, Coredal-Comité Regional de Desarrollo Alternativo-, y ColodaJ
~omilés Locales de Desarrollo Alternativo- (Pereira, r998: 48).

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lDENTIDAD Y Cll:DADANIA EN E.L PUTUMAYO + María Clemencia Ramíre::.

con herbicidas tóxicos, promoviendo en su lugar la sustitución voluntaria, logrando


erradicar con esta estrategia miles de hectáreas de cultivos de coca, principalmente
en el Chapare desde r984-1985 (Zanabria, 1993). Sin embargo, en un balance hecho
después de nueve años de funcionamiento del Pydis, Pereira (r998) insiste en que no
se han tomado en cuenta las propuestas campesinas, lo que bubiera permitido lograr
una solución real. Además, enfatiza en que la falta de participación campesina es lo
que ha ocasionado la mayoría de los problemas en el Chapare.
Hacia el occidente de Perú, en cambio, en los años I9tJO esta se erradicaba con
herbicidas tóxicos (Zanabria. 1993: 238). En la región amazónica colombiana, la fumiga-
ción de plantaciones de coca con glifosato, un herbicida tóxico, comenzó en l9tJ4 (Var-
gas, r999: 1.1.2). Es claro entonces que en los debates políticos bolivianos la coca tiene
un eslatus diferente, debido a que es principalmente un cultivo indígena, mientras
que en Colombia, debido a su asociación con el narcotráfico, está lejos de ser consi-
derada patrimonio nacional.
En Perú y Colombia sucede algo parecido. La ley 2r de febrero de 1978, Ley de
represión del tráfico illcito de drogas, condena la tradición indígena de mambear
hojas de coca y prohíbe su cultivo. La ley ordena, además, la expropiación de parce-
Las de coca para ser utilizadas en la reforma agraria. El estado peruano tiene el
monopolio de su producción, por medio de la Compañía NacionaJ de Coca -Enaco-
que autoriza su cullivo y comercialización coo fines medicinales e industria les (De
Rementería, r<>89: 366-367). La Enaco es la única compañía que puede exportar hoja
de coca (Del Olmo, 1989: 298), y el Ministerio de Salud está a cargo de regular su uso
medicinal o científico (Del Olmo, 1989: 291)' 298). Estas excepciones dentro de la
política de erradicación, tanto en Bolivia como en Perú, reconocen formalmente los
usos tradicionales de la coca y su importancia económica y cultural nacional.
En rg86. en e l a lto Huallaga, en Perú. habla t<JS mil hectáreas sembradas~. Duran-
le los años r98o, Perú era considerado la capital mundial de la coca, ya que produ-
cía 65% de la cocaína consumida en Estados Unidos. Durante ese periodo, la Enaco
no pudo comprar ni un kilo de coca cultivado en Huallaga, debido a que el grupo
guerrillero SP.ndero Luminoso había lomado control ele) área (Rumnill. 1998: &t). v
organizado a los campes inos para resistir a la policía anlina rcóticos y a la DEA -
Drug Enforcemenl Administralion- de Estados Unidos. En otros lugares, como el
bajo Huallaga y las selvas del va lle de Apurímac -al oriente del departamento rle
Ayacucho-. el dinero derivado del cullivo de coca se usó para financiar las rondas
campesinas que combatieron a Sendero Luminoso: estas patrullas, compuestas
por campesin os, cucoleros y representantes de los narcotraficantes, y promovidas
por los militares en los inicios de los años r98o, vencieron fi_nalme nte a dicho
gru po en los años 1990 (Soberón, r99r 40). Starn (r995: 560) anota que nadie imagina-
ba que estas patrullas pudieran transformarse en un movimiento masivo caracteri-
zado por una amplia participación popular y una grao autonomía respecto al estado .

.¡ Para r91)8 se calculó en sr mil el número de hectáreas cultivadas; pam 199Q estas habian disminuido
a 18.700 (Hoja Informativa del Departamento de Estado de Estados Unidos).

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CAPITULO 2 • Coca, guerrilla y guerra co11tra las drogas 1
57

Entre 1983 y r989, Sendero Luminoso asesinó a treinta y un miembros de los cuerpos
oficiales que trabajaban en la erradicación en Huallaga. Esta situación obligó a sus-
pender las acciones militares de erracUcación, para evitar que los cultivadores de
coca fueran in11uenciados por la guerrilla en su contra. Por otra parte. entre 1990 y 1991
hubo una expansión masiva de las patrullas (Starn, 1995: 567); esa política fue acerta-
da. pues. finalmente, la guerrilla fue expulsada con la aprobación del campesinado.
Cuando Alberto Fujimori se posesionó como presidente. el 28 de julio de 1990.
inició una reforma neoliberal de la economía; en un primer momento, estos ajustes
no favorecieron la producción de cu ltivos alternativos como arroz y maíz, lo cual
trajo como resultado el colapso de estos cullivos. al dejar de ser rentables o compe-
titivos; esto tuvo como consecuencia el aumento del cultivo de coca (Rumrrill, r998:
84-85). Al mismo tiempo. en Colombia este se intensificó, por lo que en 1994 su precio
en Perú disminuyó; así, empezó a dibujarse un nuevo mapa del cu llivo, que analiza-
remos más adelante.
A través de la ley 30 del 24 de enero de 1986 -conocida como el estatuto de estupe-
facientes-. el congreso de Coloml>ia creó el Consejo Nacional de Estupefacientes -
CNE-. el cual, entre otras, regula las zonas en donde se cu ltivan plantas que luego
serán procesadas para obtener clrogas5. Desde 1987. el CNE ha promulgado decretos
punitivos para controlar el procesamiento de hojas de coca. Este cuerpo legal anli-
narcóticos no forma parle del código penal y conforma el estatuto de estupefacien-
tes. un estatuto penal especial que es "esencialmente represivo" (De Roux, 1!)89:
32.ot'. La ley 30 contiene dos articulas referentes a la producción de coca en pobla-
ciones indígenas y de colonos. El artículo 7° le permite a los indígenas cultivarla
para su propio consumo de acuerdo con sus patrones culturales. y establece que el
gobierno nacional debe promover programas de sustitución de cultivos en áreas en
las que indígenas y colonos hayan comenzado a cultivarla con propósitos comer-
t iales. antes de que se promulgara la ley. No con tiene legislación especial respecto
nl cultivo o a la comercialización legal de la coca; en cambio. el procedimiento
estándar es la fumigación indiscriminada de las plantaciones. A pesar de que los
territorios indígenas no deberían ser blanco de las acciones para la erradicación de
coca, también pueden ser fumigados.
De otra parle. en r994 se instaló una oficina para las connmidades indígenas
dentro del Plan Nacional de Sustitución -Plante-. llamada Plante indígena, que ha

De acuerdo con el aruculo 90 de dicha ley. "El Consejo Nacional de Estupefacientes estará integrado
por: a) el ministro o vicemini~tro de justicia que lo presióc; b) el ministro o viceminislro de Salud:
e) e l ministro o viccministro de Educación Nacional: d) el ministro o vicomiuistro de Agricultura:
e) el procurador general de la Nación o el procurador delegado para la policía judicial: 1) el jefe del
Departamento Administrativo de Seguridad (01\S) o el jefe de la división de policía judicial del
mismo; g) el director general de In Policía Nacional o el director de policía judiciol e investigación
(Dijin): h) el director general de aduanas o su delegado: i) el jefe del Departamento Adminislralivo
de la Aeronáutica Civil o su delegado".
lí De Roux (1989) enfatiza en que el estatuto tic estupefacientes no tiene en cuenta la variación en
las conductas hacia las drogas. por lo que trota di' la mismA manera a cualquier individuo que
tenga alguna relación con ellas.

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+ María Cleme11Cia Ranure:.
sB l l OENTIDAD Y CIUDADANIA EN f:C PtllliMAYO

actuado como mediadora entre el CNE y los indígenas. para impedir lo fumigación
de sus resguardos o terrilorios tradicionales.
En el caso de los colonos, los pequeños productores de coc;¡ -porcelas hasta
tres hectáreas- ban peleado contra la fumigación y han buscado programas de
sustitución para abandonar su siembra. A pesar de que a Jos pequeños producto-
res se les han ofrecido planes de sustitución, las exigencias de la guerra internacio-
nal contra las drogas. que se ha intensificado en los últimos años. han borrado rl
límite entre pequeños y grandes productores. definidos los úllimos como aquellos
que poseen más de diez hectáreas del cultivo.
En conclusión, el curso de la guerra contra las drogas en Bolivia y Perú, en
donde las poblaciones indígenas tienen una fuerte presencia nacional. es distinto
al que ha tenido en Colombia, en donde las comunidades indígenas son menos
numerosas -2.% de la población-, mucho más marginales, y donde la coca no tiene
un fuerte significado cultural como patrimonio nacional. Como veremos en la si-
guiente sección, Bolivia y Perú han tenido más éxito que Colombia en sus progra-
mas de erradicación y sustitución. En Colombia, la presencia de grupos guerrilleros
que regulan la producción y comercialización de la coca ha llevado a la estigmaliza-
ción y criminalización indiscriminadas de cua lquier aspecto de su cult ivo y proce-
samiento. Sin embargo, la internacionalización de los cultivos ha llevado a la
intervención extensiva de Estados Unidos en los tres países. a tal puntu que su
autonomía para tratar el cultivo, procesamiento y comercialización de productos
de la coca se haya visto comprometida y deslegitimada:

La deslegitimación está asociada al grado de dependencia social en la fase de pro-


ducción de la economía de las drogas ilegales, calculada en .po.ooo persona~> 1m e l
Perú, JOO.ooo en Colombia y más de 70.000 familias en el caso de Uolivi:J aun<Jd<t a
las medidas de fuerza que se loman contra los pequeños cultivadores e indíge nas
del área andina (Vargas, r9<)(i: 58).

POLÍTICAS REFERENTES AL CULTIVO DE LA COCA


Y A LA LEGITIMAC IÓN OE LA CONTRAJNSURGENC IA
Y EL PARAMILJTARISMO

EL CULTIVO IJE COCA CON PROPÚSITOS CO~IERCIALES COMENZÚ EN L.A REGlÓN ORIEJ\.'Tt\L DI>'- P!\IS
alrededor de 1975, promovido por comerciantes de esmeraldas, que desde antes de
que terminara el boom de la marihuana7 • ya habían establecido lazos con el negocio

7 Tal como lo documenta Tboumi (199ó)la marihuana empezó a cultivarse en Colombia a finales de
la década de H)óo, en respuesta a la declinación de la producción en México, resullado de un
programa de erradicación implementado allí y. por tanto, a la necesidad que tenían los traficantes
de hallar nuevas fuentes para surtir el mercado de Estados Unidos. El cultivo se inició en la Sierra
Nevada de Santa Maria y a mediados de la década de 1970 el boom de la marihuana era evidcnle,
habiéndose extendido su cultivo a otras partes, como los llanos orientales. En 1978. ol presidente
julio César1Urbay inició una ca mpafia de erradicación manual y aérea por medio de la fwnigación
con paraquat. Aunada a esta política, apareció una nueva variedad de marihuana cultivada en •

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CAPITULO 2 • Coca. guerrilla y guerra contra las drogas 1
59

de la coca, que en ese entonces apenas empezaba en Perú y Bolivia. De su experien-


cia con la marihuana los comerciantes de esmeraldas conocían los canales de co-
mercialización para la cocafna. [uicialmente, el centro ele producción estaba en
Iquilos (Perú). desde donde la pasta de coca se exportaba a los llanos orientales
colombianos. donde se transformaba en cocaína. La coca era cultivada por los
peruanos. transformada en cocaina por los colombianos y comercializada por los
estadounidenses. Al final de los años 1970. los narcotraficantes colombianos deci-
dieron cultivar su propia coca (Ramirez C., 1998: 14-15}, ya que su cultivo podía
adaptarse fácilmente a las selvas húmedas. donde los indígenas la conocían y
cultivaban desde liempos prehispánicos. Los cultivos comerciales se extendie-
ron desde la región del Vaupés hacia el occidente. siguiendo la vertiente del río
Vaupés hasta llegar a Miraflores en el departamento del Guaviare; los cultivos
familiares y comerciales se expandieron por todas las zonas de colonización de la
vertiente amazónica, Meta. Caquelá, Putumayo y en algunas zonas de economía
campesina del Cauca y Nariño (Alomía el al., 1997: 7). En 1980, por primera vez se
cultivó coca con fines comercia les en Calamar, departamento de Guaviare, así
como en el departamento de Putumayo. La cantidad de coca cu ltivada en cada
departamento variaba de acuerdo con el tipo de tenencia de la tierra de sus habi-
tantes, resultado de los dislintos procesos de colonización que tuvieron lugar en
la región amazónica durante el siglo veinte11• En Putumayo, por ejemplo. ha pre-
dominado el cultivo de coca en pequeñas parcelas, mientras que en Caque tá y
Guaviare se encuen tra un número considerable de parcelas medianas y grandes .
. Las plantaciones industriales -hasta de trescientas hectáreas-, dirigidas por
narcotraficantes, se establecieron en el departamento de Guaviare en los años 1990.
En diciembre de 1994, el coronel Leonardo Gallego. jefe de la policía antinarcóticos,
afirmó: "el Guaviare es un mur de coca" (Semana, 659. 20 de diciembre de 1994: 1.3) y
reporto 1.6.300 hectareas sembradas hacia el occidente de Miraflores, que represen-
lallau dos terceras partes del total de plantaciones de coca de todo el país y 13% de la
producción mundial. Según la policía anlinarcóticos, en Colombia había un tola! de
43 mil hectáreas cultivadas. de las cuales 11-700 estaban en Caquetá y cinco mjJ en
Putumayo. F:n r99<), Guaviare aumentó su área cultivada a 38.6oo hectáreas, Caquetá a
1.1.600 y Pulumayo a siete mil. El total del área cultivada en el país aumentó a fí7.200
(Consejo Nacional de Estupefacientes, 1997).
Un artícu lo de la revista Semana afirmaba: "a pesar de que se ha logrado un

Estados Unidos, lo cual hizo que su bonanza declinara. Sin embargo. su producción se recuperó
entre 1(}82.y 1984. A raíz del asesinato del ministro de )uslicia Rodrigo Lora Bonilla. el30 de abri l de
1()84, como respuesta ele los narcotraficantes a su persecución. el presidente Belisario Betancur
inició otra campaoa de fumigación. que aunque disminuyó no eliminó el cultivo de marihuana,
que volvió a recuperarse entre 1')86 y 1987. Sólo en 1989 disminuyó radicalmente el área cultivada,
sin que necesariamente se deba a las sucesivas campañas de erradicación sino a su falta de
rentabilidad y calidad frente a la producida en Estados Unidos.
8 El Consejo Nacional de Estupefacientes diforeucia tres grupos: grandes cullivadores de coca -
más de diez hectáreas-, medianos cultivadores -de tres a diez hectáreas- y pequeños cultivadores
- menos efe tres heclárcas-.

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María Clemencia Rwmre:.
60 l lDENTIDAD Y C IUDAOANIA EN EL PtrTUMAYCJ •

récord en la erradicación de cultivos ilícitos en Colombia, las áreas cultivadas conti-


núan aumentando'' (Semana. 82.1. 26 de enero de 1998: 34). En ese mismo artículo. el
coronel Gallego decía que en I997 se habían fumigado 4S mil hectáreas. y manirestaba
que. ·'ningún otro pais involucrado en la lucha antinarcóticos podía mostrarle aJ mun-
do unas cantidades tan convincentes". AJ mismo tiempo, el gobierno de Estados Uni-
dos ammció que durante ese año los cultivos de coca en Colombia habían aumentado
6.920 hectáreas (Semana, 82.1, 2.6 de enero de r998) . Mientras la policía anlinarcólicos
centró sus actividades de fumigación en eL Caquetá y Guaviare, los cultivos se intensi-
ficaron en otros lugares de la región amazónica, como el Putumayo, y también en otras
zonas del país. como el departamento de Bolívar-Serrania de San Lucas, con tres mil
hectáreas-, la costa atlántica, el departamento de Norte de Santander -La Gabarra. cm1
cinco mil hectáreas- y el noreste del país (Semana, 82.1, 2.6 de enero de r998: 35}.
En 1999. en el Putumayo había 33.600 hectáreas sembradas con coca y en Caquctá
2.3.500,mientras que e n Guaviare el área había disminuido a 2.)00. El tota l nacional
continuó aumentando, y ese año se esti mó en 72..350 hectáreas (El Espectador, r2. d1~
septiembre de 1999)9. Colombia se había convertido en "el productor más grande de
cocaína en el mundo" (Jobnson, Miami f-lerald. 15 de marzo de r999). Como resulta-
do, el gobierno estadounidense descertific610 a Colombia dos años seguidos -J9C)Ó
y 1997-. argumentando que los esfuerzos para combatir la producción y tráfico
ilegal de droga no eran s ufi cie ntem ente vigorosos. De 1gt)8 a 1999. el c ult1vo de ¡;oca
e n Colombia aumentó 1.8%, ll ega ndo a representar 53% de la producción mundial
(El Espectador. 9 de febrero de 1999) (véase el cuadro 1).
Es evidente que el programa de erradicac ión de cultivos ilícitos. implementado
d esde 1994 por el gobierno colombian o y finan ciado por el de Esta do Un idos'

r¡ Es importante señalar que la información que prl!senta el Dcpart<~meuLo de Estarlo dll Estados
Unidos sobre el área cultivada en Colombia muestra un total de roJ.8oo hcctáreal> en re~)~ v df'
ru.~ en JI)(X¡, lo que significa que el problema del aumento de l.UIIivos de c;oc.;a bt- hil 1 l';lido
reconociendo y aceptando oficialmente. De esta manera, puede observarse que ~1 nwnejo dt: lü~
cifras currespondc a intereses poloticos.
ro La lnlernnlional Norcoli•:.~ .t\ct, promulgacia por el Congreso de Estado$ Unidos en J()'le•. mdge que
el presiciente ccrUfiquP si los paises que producen ilegalmente o son países de lránsilu dt! drogas
coopera n efectivamente con los osfuer-1.os an linarcólít;os de Estados Unidos. Los quu no lu hacen
enfren tan sanciones drásticas. que incluyen el retiro c.l tJ ayuda estadounid e n~e -<.on la excepción
de ayuda antinarcóticos o humanitaria-, la oposición a préstamos para el desarrollo ufrec•do~ por
bancos multilate rales, la sus pensión de las garan t1as para la inversión de dinero de duciac.Ja nos
estadounidenses en ese país y posibles sa nciones comerciales como la interrupción de tratam ientos
preferenciales <1 bienes importados de un país clcscerlificado (De Rementen a. 11)Cl(í: y\).
11 Como parte de In polflir.a del gobierno de Estados Unidos de guerra conlra las droga~. Colombia
es el país sudam eri ca no que mayor ayuda antinarcóticos recibe, "incluyendo 100 soldarlos
estacionados princi palmente e n rada res que monitorea n actividades sospechosas de tráfko de
droga" (Priest, 11\lashington Post, 2.8 de marzo de r()98). La ayuda total otorgada a Colombia.
incluyendo ayuda militar, fue de US$95 millones en 1997 y el doble en 1<)98 (Sc herno, The New
York Times, 1° de abril de 1gg8). En 1999, aumentó a US$!l.8g millones, "sobre todo en la forma dr
armas, helicópteros, aviones de vigilancia que aumen taron drásticamente el poder armamentístico
de la policía colombiana" (Schemo, The New York 1i'mes. iliciemi.Jre 1()98). EstAdos Uni dos
también ha donado a Colombia aviones. ha entrenado pilotos expertos en furnigar.:ióu y manlieuc
un número conside rable de agentes de laD EA eo el país.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CAPITULO 2 • Coca, guerrilla y guerra contra las drogas 1
ÓI

-enfocado en la fumigación aérea con herbicidas-. ba fallado. En lugar de acabar


con el cultivo de coca, esta política ha acelerado la deforestación de selva tropical,
para abrir campos de cultivo, causando graves daños ambientales. Además, como
ha anotado Vargas (1999), haber centrado la política de la guerra contra las drogas en
los campesinos cultivadores de coca ha aumentado el control territorial y el nivel
de legitimidad de la guerrilla.

CUADR03
ÁREA S~"l\\ffiRADA DE COCA EN LA AMAZONlA OCCIDENTAL COLOMBiANA,
1994-1999 (EN HECTÁREAS)

DEPARTAMFNI'O 1994 r99() 1999


Putumayo ).000 7·000 33-ÓOO
Cuaviare 26.300 J8.6oo 2.500
Caquelá I1.700 ll.ÓOO 23.500
Sub total 43.000 67.200 59.600
Total Colombia 45·000 67.200 72.530
-- --
/:Uenlo: Consejo Nacional de Estupefacientes.

Aún más, podemos concluir con Vargas (r999: 9) que el objetivo de los mili-
tares es, simplemente. atacar a la guerrilla, sin ningún compromiso o creencia
real en la efectividad de la erradicación de la coca. Los militares sostienen que
los movimientos guerrilleros están reemplazando a los carleles 12· de Cali y
Medellín. razón que les permite llamarlos narcoguerrillas, es decir criminales
que han perdido su ideología revoluc ionaria y política y perseguirlos como

1.2 El concepto de carteles es otro que ha hecho carrera, a pesar de que, en realidad, los grupos de
traficantes no lo son. Según Thoumi (r9<)6): "Debido a los esfuerzos por parte de varios empresarios
de las DPSI [drogas psicoactivasl por colaborar en la realización de estas funciones [se refiere a
las alianzas para el transporte y contrabando de cocaína¡, se afirma que han formado un cartel,
y es común decir que las organizaciones de exportadores de cocatna están cartelizadas. Sin
embargo, el significado de la palabra cartel no es siempre claro en estas referencias. Por ejemplo.
la prensa y las fuentes oficiales en Colombia y los Estados Un idos continuamente hacen referencia
a los carteles de Medellín, Cali y otras ciudades, lo cual es bastante confuso, por lo menos para
un economista, puesto, que esto implica la presencia de dos o más carteles en el mismo mercado.
lo cual refuta la existencia de un cartel. No hay duda de que es polfticamente ütil para muchos
grupos referirse a las organizaciones exportadoras de cocaína como carteles. adjetivo que conjura
recuerdos desagradables de la OPEP y de una explotación cruda del mercado, y que transmite la
imagen de una conspiración en contra de los consum idores. Independientemente de la utilidad
y las implicaciones políticas derivadas de referirse a una organización como cartel, cuando se
estudia la estructura de la industria de la cocaína es importante determinar si realmente
corresponde a la de un cartel, puesto que el impacto de muchas de las políticas hacia la industria
depende de si realmente lo es". Como resultado, la aplicación de medidas como la extradición
abarcaría también a la cúpula guerrillera lo cual afianzaría un escenario de conflicto internacional
cr el interior del pais.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
I DENTIDAD Y CJllDAD,\NIA EN FL Ptrn rMA'O • María Clemencia Ramlre¡_
62. 1

criminales narcotraficantes¡¡. En el esfuerzo por mantener su posición. la política


estadounidense de guerra contra las drogas se ha convertido, en la práctica. en una
''guerra contrainsurgente" 14 . Las consecuencias políticas de esta s ituación han sido
claramente anunciadas por Vargas (1996: 69-70):
El carácter cootrainsurgente de esta guerra se vuelve más evidente si se mira de
nuevo la producción de coca en Perú y Bolivia. En 1994, Perú tenía el área más
extensa cultivada, ro8.6oo hectáreas. mientras que Colomb ia y Bolivia reportaron
44.700 y 48.roo respectivamente. En 199(), el área cultivada en Perú había disminuido
a 94-400 hectáreas, la colombiana había aumentado a 67.200 y la boliviana se mante-
nía en 48.100 hectáreas. En I%)8. las hectáreas cultivadas en Perú continuaron dismi-
nuyendo, a 51 mil. al igual que las bolivianas. que llegaron a 38 mil, mientras que en
Colombia se sembraron roq6o (Cambio. 2<)6, 15 de febrero de I99<J). En otras palabras,
en dos años Colombia pasó del tercer al primer lugar como país cultivador de coca.
En abril de 1998, Rand Beers, director de la Bureou of lnternotionol Norcotics anJ
Low Enforcement Affairs, afirmó que "el éxito en la reducción drástica de cultivos de
coca en Perú y Bolivia obstaculizó los envíos a Colombia. y la convirtió de una
nación que principalmente procesaba y transportaba cocaína a ser el principal pro-
ductor de boja de coca" (Schemo, The Nerv York Times. I 0 de abril de 1998). Mientras
que en Perú y Bolivia la financiación estadounidense de programas de sustitución d e
cultivos, en conjunción con políticas de erradicación, ha producido relaUvamente
buenos resultados, en Colombia el control guerriJlero de las áreas de coca de la
región amazónica ha terminado por amenazar la continuidad de la ayuda es.tauouni-
dense. Funcionarios de Estados Unidos decían "que la ayuda financiera para el
desarrollo alternativo en Colombia sólo iría a áreas donde el gobierno ejerce wntrol"
(Schemo, 7'/w New York Times, 14 de agosto de 1<)98). Si comparamos la ayuda dada a
Perú bajo e l Acto de Eliminación de la Droga de 19981'. con la ele Colombia, "d !:SO% de
la ayuda a l Perú (US$150 millones) está enfocada a promover programas de desarrollo
alternalivo. En contraste. sólo el 7% (USS15 millones) de la ayuda a Colon1uia ~e
destina a programas de desarrollo alternativo. En balance. la ayuda t:olombiana.

q Las siguientes palabras del mayor Villamarin. dt!l ejército. dau una clara idea de este punto de
vista: "La alianza narcotráfico-guerrilla surge en la década dr lo~ setenta como respuesta a
necesidades reciprocas, cuando se sinl ioron acorralados ante la presión de la F\1erza Pública \' la
subversión descubrió en el narr.otráfico una fuente representativa de ingresos. a l acordar con las
mafias cuidarl!!S án~as cultivadas.laboralorios de pror.esamienlo. vías de acceso y proporciomu-les
seguridad desviando las operaciones militares. mediante ardides propios de tu g\H:rra irrcgulnr,
labor que era remunerada por los narcotraficantes r.on dinero. nrmas y apoyo log!slicu, pero QIH'
como era de esperarse, indujo a Tirofijo y los demás cabecillas del secretariado a ponsnrPn conslituir
un cartel propio que les produciría jugosos ingresos monetarios. El maridaje nai<:o-subersivo. varió
en dimensión mas oo en concepción, porque lds f'diC organizaron otro cartel de narcotrafic¡¡ntes.
amparados en la doble moral leninista "el fLn justifica los medios" {Villarnarín, tQtjí: 2.1-.u).
14 Como puede observarse en el mapa 6, en el Putumayo se encuentran presenlcs la policía
antinarcóticos y los grupos de contrainsurgencia del ejército.
15 El Acto de Eliminación de la Droga del Hemisferio Occidental es un proyecto de ley que pretende
dar ayuda a países. principalmente latinoamericanos, para quH disminuyan ostensiblemente rl
flujo de narcóticos a Estados Unidos.

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MA.PA6
D EPARTAMENTO DEL P UTUMAYO: PRESENCIA DE LAS FUERZAS ARMADAS, 1997
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

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LOENTIOAD Y CIVDADANIA hN EL PUTLIMAYO • María Clemencia Ramtre;.

aproximadamente US$1.00 millones. se otorga en la forma de helicópteros y otros


equipos militares" (Grammenos. Red de apoyo a Colombia. 8 ele septiembre do tQQ8).
Como lo ha anotado Vargas (1996: 56) y en contraposición con el gobierno colombiano.

Fujimori previó que las acciones conlra los campesinos cocaleros llevaríéln a afianzar
una base social de apoyo a la guerrilla terrorista del Perú. lo que generó un manejo
LnternacionaJ de presentación del problema, con el fin de propiciar las condiciones
políticas para lograr una separación temporal de las medidas contra los cultivos de coca.
En efecto. con esa diferenciación. FUjimori logró Lncorporar a los campesinos a su estra-
tegia antisubversiva por medio de los s istemas de rondas campesinas manteniendo una
relativa permisividad frente a los cultivos ilegales.

En Colombia, a pesar de que la lucha en contra del cultivo de coca y el tráfico de


cocaína continúa siendo la principal política antinarcóticos del gobierno. apoyada .v
promovida por el de Estados Unidos, en la práctica opera una política conlrainsur-
gente legitimada por la asimilación que se hace de los grupos revolucionarios gue-
rrilleros con el narcotráfico'6 . Como informó el Dalias Morning News en marzo de
1<)98, "Los funcionarios de la administración Clinton reconocen tener dificultades al
intentar reconciliar su política actual de no atacar a la insurgencia con su deseo de
11evar a cabo una guerra internacional agresiva contra las drogas, que les cuesta
US$215 millones anuales" (Robberson. Dallos Moming News, 18 de marzo de 1C)91)).
La caracterización hecha por los militares de los grupos guerrilleros como narco-
traficantes -narco-guerri llas-, en lugar de grupos armados con motivaciones políti-
cas. no sólo legitima la violencia y el terrorismo estatales sioo que, además, promueve
la intensificación riel paramilitarismo 17 cuyos blancos son los grupos guerrilleros ~,

11í En marzo de 199/l. al analizar la ayuda 1le Estados Unidos a los mi litares y la policía naoonal
colombiana. que se había triplicado de USS2.8.5 millones en 1995 a cerca de USSIOO millones rn
cm. el \1bshingtan Post concluía que. "los esfuerzos para ayudar a las fuer.tas armadas colombianas
renejan cambios en las actitudes r!e Estados Unidos antr la gravedad de la amenaza fliiC
representan para el gobierno los rebeldes financiados por ol narr.otTáfico" (Priest. Da na. 1\kJshi:rl{ttm
Post, 28 de marzo de 1~) .
17 Los grupos paramilitares o autodefensas han sido pagados. principalmente, por narcotraficantes
y latifundistas para combatir a los grupos guerrilleros y mantener ciertas áreas lihres de las
vacunas de la guerrilla. Es tos grupos armados también son promovidos por el estado y los militares
v. en esa modida, han sido r:onsiderados por académicos (Medina y Téllez. 1994). ONC y !Jdercs
populares como un mecanismo para el ejercicio del terrorismo estatal. Cooperativas par;¡ la
vigilancia y seguridad privada -conocidas como Convivir- fueron reglamentadas por e l decreto
j)(í de 1994. durante la presidencia de Ernesto Samper, de la siguiente manera: "servicios espociales
tle vigilancifl v seguridad privada que funcionan en áreas de riesgo, para devolver la lranqu.lidad
y para volverse aliados del orden público" (Equipo de AlternaiÍI'O. marzo-abril 1997: 9). A :ravés
de estas cooperativas, se compró legalmente armamento y desde su creación el paramililarismo
se ha intensificado y e..xtendído a través del país. Desde 1997, ha existido una conlroversia sobre
su rol en la promoción de la violencia en lugar de la paz. En abri l de 1997. se hablaba ·Je <;07
cooperativas (Equipo de Alternativa, marzo-abril1997: 8) y a finales de l mismo año se esperaba
que existieran 1 •.100. Sin embargo. el ministro del Interior aceptó no tener un número p1eciso.
Mientras la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada tenía un registro de 414
cooperati vas constituidas, una Confederación Nacional tenía un reporte de setec.entas
asociaciones (Varela, Cambio 16, 18 de agosto de 1997). En julio de 1997, un grupo de ciudadanos...

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
_ g_ue_r_rilla v guerra contra las dro~as
C_A_P_lT_u_Lo_2_•__C_o_c_a_,=.

aquellos que han llamado auxiliares de la guerrilla o auxiliares civiles de las activi-
dades guerrilleras. Los militares han permitido y promovido las actividades parami-
litares. las que han sido denunciadas por comunidades campesinas desplazadas o
víctimas de masacres, las cuales también han denunciado la decisión voluntaria de
los militares de ignorar los hechos delictivos de los paramilitares 1~. Los medios de
comunicación han destacado cómo las confTontaciones entre los paramilitares y los
guerrilleros están directamente relacionadas con el control sobre el cultivo y tráfico
de coca en las regiones productoras del país19• En estas áreas, la guerrilla regula el
cultivo y la distribución de coca por medio de la recolección de impuestos. razón
por la cual puede afirmarse que la conCronlación entre esta y los paramilitares tiene
intereses económicos y geopolíticos: para un grupo armado y para el otro, el dinero
de la coca representa la posibilidad de mantener una fuerza militar y un control
político sobre estos territorios (Semana, 904, 30 de agosto de r999). Además, la pobla-
ción civil aJlí no sólo se encuentra entTe dos fuegos sino que se vuelve un cbivo
expiatorio: se ve forzada a tomar partido, por las presiones de los guerrilleros, los
paramilitares y, además, de los militares.
El c itado mayor Villamarín (r%)6: 15) describe de la siguiente manera lo que llama
el nuevo cartel de las Farc:

La infraestructura del cartel cie las Farc, tiene todos los e lemr.nlos ele organización y
con trol propios de las bandas de mafiosos que inundan el mundo civilizado con el
trárico ilíc ito de la cocaína. con e l agravante de 11ue amedrentan t;ampesinos, los
expropian de sus "fundos" y los obligan o trabajar en el negocio del ·'oro blanco" a la
vez que los vinculan a las acciones terroristas enrolándolos a las "mi licias bolivaria-
nas .. y al partido comunista clancleslino.

,. constituido por defensores de los derechos humanos, abogados. representantes indígenas y


miembros de la Comisión de Paz y Justicia. llevaron el caso de las Comri¡•ira la Corte Constitucional
con el arglUncnto de que iban en contra de la constitución ele 1991 - pues sólo oficio les del estado
están autorizados para C'drgar armas-, asf como del Código ele Derechos HtmllliWS Internacionales,
e intensificaban el desplazamiento forzado (E/ Tiempo, 14 de julio de 1997. 6A). El 7 rlr noviembre
de IC1)7. la Corte Consliludonol aceptó la existencia legal tle los Comril'ir ya que consideraba que de
acuerdo con la couslitución de 1991 la sociedad civil tiene derecho a formar orgauizaciones pard su
defensa colectivn y permanente. Thmbién ordenó que ..armas de uso restringido" que hubiesen
sido vendidas a civiles lerúan que ser devueltas en 48 horas (El Tiempo. u de noviembre de 1997).
r8 Algunos militares han sido investigados y declarados culpables de promover, en lugar de actuar en
contra del paramilitarismo. Uno de estos casos fue el de la masacre de Mapiripán (Guaviare) que
tuvo lugar en julio de 1997, en la cual paramilitare:s mataron a siete campesinos y desaparecieron
cuarenta y uno. Dos años rnás larde, el comandante de la séptima brigada. situada en Villavicencio.
fue arrestado por no prevenir la masacre a pesar de saber que iba a su<..eder. La Fiscalía decidió
arrestarlo "por haber ejecutado actos tendientes a asegurar un resultado, es decir. la masacre" (Semana,
12. de julio de riJ99). En mayo de 19!)8, la brigada 10. una unidad de inteligencia del ejército nacional.
fue desmantelada después de haberse descubierto que estaba involucrada en el asesinato de dos
activistas de derecbos humanos y en amenazas a más de una docena de líderes sindicales y activistas
de paz y derechos humanos (E/ Espectador, u y u de mayo de r9')8).
rQ Es el caso de Bolívar (Serranía de San Lucas). Norte de Santander (La Gabarra] y Putumayo
(Sf:mana. 904. )O de agosto de 1999). áreas a las que se desplazó e l cultivo de coca en respuesta a
la fumigación aérea en Caquetá y Guaviam.

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iDENTIDAD Y CIUDAOANIA éN EL PUTUMAYO + Morfa Clemencia Ram(re:.

Como puede verse, los campesinos que cullivan coca se describen como con-
trolados y aterrorizados por las Farc, y dispuestos a participar en actividades terro-
ristas ordenadas por estas. así como a unirse a las filas del partido comunista. Esta
afirmación considera que los civiles participan en la organización de las Farc y. por
este motivo, se vuelven objetivo de la llamada guerra contra las drogas. As1. la
línea que diferencia entre combatir a narcotraficantes y a rebeldes se bona. y la
sociedad civil pasa a desempeñar, al mismo tiempo, un rol pasivo y uno activo en
la guerra. Mientras se desarrollaba el debate sobre las cooperativas para la seguri-
dad privada Convivir. un artículo de opinión se titulaba: ''Sin colaboración. se
debi litan los militares. ¿con la guerrilla o con las Convivir?" (Serrano. El Tiempo,
20 de juJio de 1997: 13A). En este artículo se muestran las diferentes maneras en que
los habitantes de áreas controladas por la guerrilla colaboran con esta, establecien-
do como principales actividades las de inteligencia, como otorgar información so-
bre posiciones y movimientos de Los militares y sobre los enemigos entre la
población. El autor concluye que "este es el apoyo que no tienen las fuerzas de
seguridad de la sociedad civil'' y continúa explicando que Las pérdidas más serias
que ha sufTido el ejército en enfrentamientos con la guerrilla20 se deben a "la falta
de inteligencia militar" o de "información necesaria y precisa". Con este argumen-
to. el autor del artículo buscaba legitimar la existencia de las Convivir:

Y es precisamente nlli donde las Convivir juegan un papel(sic) de capital importan-


cia. r\mción que puede llevar a invertir la tendencia en la relación de fuerzas que se
está dando. Estas cooperativas las entiendo como la base o la retaguardia aliado de
la cua l operarán con éxito las fuerzas militares del Estado (Serrano. El Tiempo. ;z.o de
julio de 1997: 13A).

El ejército sostenía que para controlar a las Convivir, estas cooperativa::. de segu-
ridad debían depen<ier, directamente, de las brigadas militares. Este argumento im-
plicaba la alianza entre las fuerzas de seguridad privada y los militams ("!l.-tolano, W
Espectador, I7 de julio de 1997: ~A). /\demás, los analistas del ejército concluían c¡uc

1o Desde IQ!,ti, los ataques de las Farc a algunas bases militares y a sus grupos móviles antigur.nilla hru1
aumentado en magnitud y han mostrado su poder militar y la debilidad de ejército nacional. El6 de abril
de JI#> fueron asesinados treinta soldados y heridos quin <..O en Puerres (Nari1'io) donde estaban protegiendo
instalaciones petroleras (Semano,il2.}, 9de mart.o de rg>S). En Putwnayo, elr3 de agosto de r91XJ. quinientos
hombres atacaron la base militar do Las Delicias. con un saldo de treinta y u o rrúlitares muertos. diecisiete
heridos y sesenta retenidos por la guerrilla (Semana, 82.4, r6 de febrero de r9)3). El2o de diciembre de IWJ,
las Farc se tomaron la base militar de Patascoy (Nariiio), donde se encontraban las redes de comunicación
para el sur del país, dejando como saldo diez soldados muertos y dieciocho retenidos (Semana, 819. u de
enero de 19)8). Entre el1 y~ de marzo de 19)8, en El Billar (Caquetá), se sostuvo una confrontación de tres
días entre las Farc y la brigada móvil No.l.f, con un resu ltado do ochenta militares muertos, cuarenta y
tres detenidos y treinta heridos. Esta última confrontación ha sido considerada la peor catástrofe del
ejército nacional (Semana. 832, 20 de abril de 1!)98. El Espectador. 7 de marzo de 19)8). Los policías y
saldados retenidos por las Pare sun1an 249 (Semana, 8)2.. 31 de agosto de 1!)98). Quinientos gue1Tilleros de
las Farc han sido encarcelados y 2.16 están acusados de rebelión (Semana, 86.¡, 23 de noviembre de 1~). El
intercambio de prisioneros es uno de los principales puntos que debe resolverse parn que puedan continuar
las negociaciones de paz con las Farc.

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CAPfTULO 2 • Coca. guerrilla y guerra cm!!_rtl las drogas

la principal causa de inhabilidad para defender la base militar de Las Delicias


{Putumayo) cuando fue tomada por las Farc fue la falta de informantes y de redes
de inteligencia en estas áreas de colonización. donde tiene lugar la mayor parte de
las confrontaciones conlra la guerrilla. Como consecuencia, aconsejaban fortalecer
una contraintellgencia, independiente de la inteligencia militar:

Gran parte de la infraestructura burocrática de esta actividad de inteligencia. ubica-


da en brigadas. estados mayores, batallones y ciudades, imperiosamente tiene que
ser desplazada a las zonas donde realmente se requiere de su aclividarl a favor de las
operaciones militares y para evitar este tipo de desastres (Semana, 82.4. 16 de febrero
de 1998: so).

Es claro que las confrontaciones entre la guerrilla y los militares no se conciben


como algo separado de las actividades de civiles en las zonas controladas por la
guerrilla. La intensificación de la guerra en contra de la insurgencia requiere que los
habitantes tomen partido: además, en la guerra la población civil ha resultado blan-
co de diversas acciones violentas. Las suposiciones sobre la posibilidad de que los
pobladores sean auxiliares de la guerrilla se derivan de la manera en que interac-
túan los civiles y las Farc. En resumen, en la política de erradicación de los cultivos
de coca, la guerrilla, los militares y los paramilitares son las fuerzas que determinan
la vida diaria de los habitantes de la región amazónica. Campesinos. indígenas y
migrantes que llegan en busca de posibilidades de trabajo tienen que enfrentar y
participar en esla situación conOicliva, así como resistir y negociar con los promoto-
res de violencia. ¿Cómo se han configurado históricamente estos lugares violentos?

LLEGADA Y CONSO LIDACIÓN OE LAS F ARC


EN LA REGIÓN AMAZÓNICA

LA PRESENCIA DE LJ\S FAJ<C EN u\ REGIÓN NviAY..ÚNlCA SE RI:.MONTA A LA EPOCA DE f..A V!O/.J:..,\ ;C/11
(véase el capítulo 1). Duranle los años 1940, cuando los conservadores estaban en el
poder, persiguieron a familias liberales. que cansadas de huir de sus hogares comenza-
ron a formar cuadrillas de grupos annados para defenderse. En 1949. el Partido Comu-
nista organizó grupos armados de autodefensa en la región del Tolima conformados
por campesinos que se convirtieron en guerrillas móviles conocidas como columnas
de marcha, con el fin de defenderse de la persecución de los conservadores11 • Como
su nombre lo indica, estas columnas de marcha comenzaron a marchar, en algunas
ocasiones dmante meses, no sólo para escapar de sus perseguidores sino para unirse
a otros grupos armados. Cuando los grupos de autodefensa überales y comunistas se

.11 La conversión de grupos campesinos de autodefeosa eo guerrillas móviles se ha vuelto Clclica


desde 1946. como afirma Pizarra Leoogómez (1989: 7): "Eo efecto. a partir de IQ46. Colombia ha
vivido inmersa en el ciclo recurrente de violencia/amnistía/rehabilitación/violencia. ciclo que
ba coincidido en sus grandes ltneas con las modalidades que ha asumido la accion armada
inspirada por el Partido Comunista: autodcfensa/guerrilla/autodcfensa/ guerrilla".

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i DENTIDAD Y CIUOADANIA EN f'l PIJT\JMAYO + María Clemencia Ramfn•:
68

'
unieron, crearon el Comando Unificado del Sur del Tolima. Sin embargo, como
resultado del conflicto político e ideológico, ocurrió una ruptura y a finales de 1951
se declaró una guerra interna entre liberales y comunistas. En agosto de 1952. el
Partido Comunista convocó a la primera conferencia nacional guerrillera c uyo prin-
cipal propósito era unificar el movimiento de la guerrilla en Colombia. Estos gru-
pos armados nacieron para convertirse en un movimiento guerrillero de autodefensa
(González, 1992: 45).
Las columnas de marcha reaparecieron como resultado de la persecución mili-
tar de la dictadura del general Gustavo Rojas Pinillau. Una vez depuesto el gobier·
no militar, estas restablecieron grupos campesinos de aulodefensa, ubicados en
seis lugares principalmente: Marquetalia, Riochiquito, alto Sumapaz-Ouda, Ariari.
Guayabera y El Pato (véase el mapa 7). Este proceso de colonización ha sido llama-
do colonización armada~3 ; estos colonizadores armados eran campesinos expulsa-
dos de sus tierras de origen y. debido a su afiliación al Partido Comunista, habían
sido excluidos por La elite política de los partidos tradicionales y perseguidos por
los militares. En síntesis, se vieron forzados a armarse para defender sus vidas y
sus familias. En I<JS8, cuando se instauró el Frente Nacional, los comandantes de
los grupos campesinos de autodefensa le enviaron una carla al presidente Alberto
Lleras Camargo (1958-rg62.) en la cual pedían la paz y una amnistía, de acuerdo con
la política del Frente Nacional, que buscaba la integración de estos grupos armados
a la sociedad. Estos grupos esperaban restablecer las comunidades agrarias que
habían sido destruidas:

Así. las "columnas de marcha" dan paso a las zonas de autodefensa con hase r-n un
amplio y bien configurado movimiento agrario que ejercía la dirección polllic;>~ y mili-
lar, administraba justicia, parcelaba y mantenía el control int!lroo d¡¡ los asen tamien-
tos (González, 1992: 63).

Entre 1958 y 1gó2, en lo que el parlamentario conservador Álva.ro Gómez Hurtado


llamó las repúblicas independientes, los nuevos colonizadores se organizaron en co·
munidades para djstribuir parcelas de tierra individuales que les permitieran lraba·
jar y vivir en paz. Sin embargo, su plan falló. Primero, porque el gobierno comenzó
a considerarlas una amenaza comunista; y segundo, porque mientras esto sucedía, el

.u. El gobierno militar de Gustavo Rojas Pinilla (1953·1~) fue impulsHdo -y apoyado el" un principio-
por las elites de los partidos políticos tradicionales y depuesto de acuerdo con su decisión de
es tablecer el Frente Nacional.
23 En su arliculo, "i,La guerrilla rural en Colombia: una vía para la ~:olonización armada'1", William
Ramirez Tobón sostiene que las Farc, más que un grupo armado revolucionario unido al Partido
Comunista, era un grupo armado de campesinos colonizadores, que habían sido expulsados de
sus territorios. En sus palabras: "Las Farc. no obstante su esquema organizativo de tru~yor capacidad
ofensiva y movilidad o la mayor cobertura de sus frentes, pese a las innovaciones revolucionarias
co n que se adjeti ven muchos de sus planteamientos públicos o a su relación con el Parlido
Comunista. no son más que la avan?.ada colonizadora de un campesinado para el que su proyecto
de base es la resistencia a los estrujamientos expropiadores del gran capital y el os tablecimienlo de
un estalulo democrático sobre la cuestión agraria" [Ramírez Tobón. 1981: ~04).

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CAPITt 1.0 2 • Coca, guerrilla y guerra co111ra las drogas 1
69

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María Clemencia Ram(re~
70 I IDENTII.lAD y C"ILDADA'I:IA EN hl P!!Tl iMAYO •

Parlido Comunista, inDuenciado por la revolución cubana, inició la política de "com-


binación de todas las formas de lucha", lo cual quería decir que para oponerse al
gobierno se pernúlían las acciones ilegales -actividades guerrilleras- y las legales -
participación en elecciones- (González. I<J92.; Pizarra Leongómez. r992). Los lugares
donde se ubicaron estas organizaciones de autoclefensa y comunidades rurales inde-
pendientes. se transformaron gradualmente en áreas de refugio que otorgaban apoyo
a la guerriUa conlra las políticas oligárquicas del Frente Nacional. Además, los pro-
gramas gubernamentales de rehabilitación, concebidos inicialmente para integrar a
estos grupos armados de campesinos a la sociedad, terminaron centrándose en el
control político y militar de estas zonas, dando vía libre a la represión y a la violen-
cia: aparecieron grupos armados que actuaban como bandidos y la expulsión de
colonizadores por los latifundistas se convirtió en la regla.
La guerra se convirtió en ol escenario en el que se desarrolla ha la vida cotidiana
en estas regiones. En lugar de faci litar la incorporación do estos territorios al estado-
nación, el gobierno central definió estas áreas como peligrosas repúblicas indepen-
dientes comunistas. continuando el proceso de marginamiento. A pesar de que el
!:-rente Nacional abrió un espacio democrático para los dos partidos tradicionales.
r.erró cualquier posibilidad de participación de otras expresiones políticas. Así, se
apoyó en el estado de sitio y las fuerzas armadas para mantener el orden público
dentro del país (Pizarra Lcongómcz, 1992.: 159). y desarrolló mecanismos de represión
y terror muy sofisticados (Chcrnick y Jiménez. Igt)O: 11.).
AJ revisar esta historia, en loi> documentos es evidente que los líderes conmnis-
tas siempre manifestaron su deseo de participar como partido en el gobir~mo. Sin
emuargo. este interés manif'iesto no fue apoyado y mucho menos reconocido por
este. Al contrario, entre 19{h y r965 el gobierno declaró la guerra a estas mpúblit os
independientes. En mayo de tQÓ4. se inició la operación Marquetalia 24 y la wgión
fue lomada por los militares; como consecuencia. se sostuvo la primera L.onferen-
cia guerrillera del !rente del sur. En 1965. despues de eslé:l wuferencia } de las
movilizacione<> de Riochiquilo y El Pato, se crearon las Farc. Los grupos de
aulodefensa se volvieron nuevamente guerrillas móviles que intentaban c-onstituir
un ejército revolucionario (González, 1992: 67). Los frentes guerrilleros con10nzaron
a moverse a diferentes regiones del país, r.onvirtiendo un movimiento socia l regio-
nal con objetivos políticos en uno revoluciona rio armado. Sin embargo, es impor-
tante tener en cuenta que los miembros de las Farr. eran r.ampesinos, y que como
tales se presentaban R sí mismos y eran percihidos por las poblaciones rurales de
lai> áreas en que rea lizaban sus actividades revolucionarias. Refiriéndose a la colo-
nización armada, Ramírez Tobón (19/h: 205), arguye:

.2 ~ La operación Marquclalia fue aprobada por el parlamento el27 de mayo de rQ64 y fue firmada por
el presidente Guillermo León Valencia. La elite emprendió una operación militar contra las
rlenominadas repúblicas independientes comunistas. El objetivo de los militares era atacar las
zonas donde vivían los grupos campesinos do aulodefensa y acabar con ellos. En el marco de la
guerra fría. el gobierno de Estados Unidos apoyó esta operación militar. Esta agresión se convirtió
en 1'1 mito funclacional de las J•:1rc.

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CAPÍTULO 2 • Coca, guerrilla y guerra comra las drogas 1
71

... la personalidad del movimiento campesino aquí tratado no puede reducirse a la ideología
ui a los intereses poütícos del Partido Comunista, como lo quieren quienes provocadora mente
le asignan el simple rango de brazo armado de esta organización. (... )El esquema guerrillero
elaborado en las áreas de influencia de las Farc se inscribe más como un novedoso diseño
de colonización armada, que como un planteamiento político de sustitución del estado y
mucho menos aún de demolición del capitalismo.

Este análisis ayuda a entender de qué manera los grupos armados campesinos
ejercen en la actualidad su autoridad en las zonas marginales a las que huyeron. A
pesar de que este modo de entender a las Farc ha sido criticado (Fajardo. 1998; Piza-
rra, Leongómez, 1999) y de que después de treinta y cinco años sus intereses son
otros, este movimiento guerrillero ha adquirido credibilidad dentro de la población
rw-al como resultado de su inserción en la vida cotidiana de los campesinos. Ade-
más, y como ya hemos visto, las políticas del gobierno central. que por lo general
excluyen estas áreas marginales. permitieron que las Farc se consolidaran en ellas.
Parece como si las elites tradicionales no se sintieran amenazadas por una posible
loma del estado por parte de las Farc. Además, la represión se ha convertido en la
manera en que el estado enfrenta los problemas socioeconómicos y políticos que
surgen en los territorios controlados por este grupo guerrillero, lo cual se ha conver-
tido en una estructura de larga duración de promoción de la violencia.
Según la versión que tienen sus miembros, la historia de las F'arc considera a la
operación Marquetalia como un evento diagnóstico, como la smtesis del comporta-
miento político tle las elites liberales y conservadoras. Manuel Marulanda \félez
(Tirofijo). comandante de las Farc, fue una de las víctimas de Marquolalia:

Los marquetalianos estábamos dedicados a crear nuestro patrimonio, para bien de


nuestras familias y abastecer la población de los ¡.Jueblos más cercanos como Caila-
n ia, Planadas y Neiva. Pero la poi ilica desarrollada por el Prente Nacional ( ... ) y con
el beneplácito de algunos parlamentarios, entre los que figLtraba Álvaro Cómez Hur-
tado, quien fue promotor de los grandes debates <..ontra las llamadas "republicas
independientes", que no existían y que sólo servían para justifiLar In agresión y
darnos el calificativo de bandoleros a los habitantes de la región.
Cuando nosotros fujmos informados por varias fuentes, muy serias. sobre la inminente
operación militar de la región, nos dirigimos a todo el pueblo colombinno, a t rcwés de lns
representantes en el parlamento. al gobierno nacional, a los gobernadores. a la lglesin, a
las organizaciones sindicales, a los movunieotos cívicos, a los intelcclttales franceses. a
la Cruz Roja Internacional. en fin, a todas las personalidades democráticas y progrt>.sistas.
Mejor dicho, golpeamos en todas las puertas para que nos escucharan y así impedir la
guerra que a nadie le convenía, más aún. cuando apenas acabábamos de terminar una
larga lucha part idista etapa de /a Violencia de 1946 a 1953. con un crecido n(tmero de
muertos y con grandes pérdidas para la economía nacional. La única que i o tentó visitar-
nos, atendiendo el llamado. paru comprobar que éramos lrabajac..lort!S, fue la Iglesia, pero
los al los mandos se lo uupidieron. Y fue así como todos los esfuer¿os por evilllr la guerra
fueron inútiles.
Los campesinos de varias regiones también se movilizaron pidiendo una salida disti ola a
la confrontación. Con todo ello el gobierno resolvió declarar la guerr<t oficialmente.
Nosotros queríamos evitar esta confrontación. para bien de todo el pueblo colombiano.
pero no tuvimo1. la fuerza necesaria para evitarla. Hoy, los únicos responsables de lo que

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Lot:.NTIDAD Y en r>ADANIA eN El Pt•TUMAI'U • María Clemencia Ramíre:

está pasando son: el alto mando militar, el parlamento. el presidente Guillermo Leon
Valencia; porque estaban enseñoreados con los éxitos en la lucha contra el"bandoleris·
m o". Porque confundir a ex t:ombat ientes con bandoleros era carecer de toda responsa·
bilidad ,v análisis de las verdaderas realidades que estábamos viviendo en la región:
cuando combatientes y habitantes de todas las regiones nos confundíamos unos y otros
en la lucha por lograr que el gobierno nos facilitara toda c lase de créditos y ayudas para
mejorar las condiciones de vida de toda la comunidad. Coo los dineros invertidos en la
gue rra contra lo~; 48 hombrf!s e n Marquetalia. el gobierno pudo haber mejorado las
condiciones de vida de los habitantes de la región y rehabilitar las poblaciones (Manuel
t\larulanda Vélez. el iscurso conmemora! ivo de los 30 años de las Farc. 1994).

En este recuento se tratan varios puntos: se reitera que los habitantes de Mar-
queta) ia querían trabajar y vivir en paz, situación que no pudo alcanzarse al ser
calificados como bandoleros y, en esa medida, atacados violentamente; se resiente
el rechazo rotundo del gobierno a escucharlos. Los campesinos de Marquetalia se
volvieron invisibles para el estado, una entidad a la que demandaban la satisfac-
ción de sus necesidades, al cual veían como proveedor de bienes, así como el
único organismo que hubiera podido incluirlos en el orden nacional. En cambio.
se promovió la violencia estatal, y la violencia generali zada que desde ese momen-
to existe es vis la como el resultado de las actitudes de la elite y de los militares.
De esta manera, cua lquier ex1Jiicación de la vio lencia polilica en la región ama-
zónica debe induir estructuras históricas de larga duración. que contienen cons-
trucciones y prácticas cullurales cuyos significados sólo pueden entenderse
examinando las maneras en que los habitantes locales interpretan la historia.

LLEGADA DE lA COCA AL PUTUMAYO Y LUCHA POR


SU CONTROL ENTRE LA GUERRILLA Y LOS PARAMILITARES

1978. L A PRIMEIV\ Vi\KHmt\D, .¡1-:MIIKAOi\


El Cl'I.TI\'() DE COCA L::-.. El P lJTUMAYO C:llMENZO t::N
r~oRCJ\ m. los ríos Caq11etá, Sao Miguel. Guamués y Putumayo. fue la ca ucana. Du·
rantP los c inco años siguientes. la producción se incrementó; en ese periodo. las
parcelas de coca se encontraban rm zonas de selva profunda bien protegidas. en
cs pec..ial en las áreas del Putumayo e n donde no existían programas de (;oloniza·
<.. ión estatal. F.sos territorios eran parle de La reserva forestal de la amazonia y. en
cuanto tales, no podían pertenecer legalmente a los colonos, quienes como resulta·
do no podían ser beneficiarios de préstamos bancarios (Ramírez R., r99/{: <)8). En
consecuenc ia, estos se endeudaron con los narcotrancanlcs. que les sumiuislraban
las semi llas para sembrar y los químicos para transformar las hojas en pasta de
coca. Los narcotraficantes también compraban e l producto final, usualmente a cambio
de bienes r,omo comida y ropa:

La gente que compraba la coca llegaba con remesas y ropa y oos hoctan el cambio por coca.
Muchos veces bajaban comida adecuada, buena y barata (testimonio en Raigambre. 1~1: 4J).

Durante la década de rg8o, la producción de coca se vio muy afectada por la

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CAPITULO 2 • Coca. guerrilla y guerra comra las drogas 1
73

represión gubernamental, y en 1\)82 comenzó un periodo de depresión, que duró


dos años. El JO de abril de r984, como resultado de la persecución que desató en
contra de los narcotraficantes. el ministro de Justic ia, Rodrigo Lara Bonilla, fue
asesinado; en consecuencia, el precio de la coca se estabilizó (Salgado, r995: 41).
Como lo señala Uprimny (1995: 83), cuando la represión del gobierno aumenta el
único resultado es la disntinución temporal de la oferta. debido a la destrucción de
algunas redes comerciales o al control de ciertas áreas de producción de la coca.
Las condiciones del mercado ayudan a aumentarla en otros territorios, neutrali-
zando rápidamente el efecto de la represión estatal. En esa época fue cuando se
promu lgó la ley 30 de r986, que crimina liza al ca mpesino cultivador de coca:

Pero lo que sí hace el gobierno es coger un poco de muchachos y meterlos en la


cárcel, al nuestro lo tienen por allá, nos lo metieron y quedamos los dos viejos aquí,
cruzados. De eso vivíamos: él veía por nosotros ya viejos. Un día él se fue a la Caja
Agraria para ver si le hacían un prestamilo y le dijeron que no le podían prestar
porque no había plata. Entonces se vino y le dijo al papá que él iba a hacer una
cogida de coca pero desgraciadamente cogiendo esas cuatro hojas de coca lo cogen
allá y mire. ahí lo tienen, ya va pa' tres meses. Y era apenas un cuartico de hect<irea.
El muchacho quería trabajar, había asistido a un curso del Plan Nacional de Rehabi-
litación (testimonio en Raigambre. 1991: .J3).

En 1987. como resultado de la persecución emprendida por la policía antinarcó-


licos en el Magdalena medio en contra del cartel de Medellín, el narcotraficante
Gonzalo Rodríguez Gacha. uno de los jefes de ese grupo, escogió al Putumayo para
continuar su próspero negocio; en esa ocasión incluyó, además, el entrenamiento
de paramilitares en la zona (Comisión Andina de juristas, f99J: 29). El área extensa
de cultivo de cor:a que implantó, conocida como El Azul, estaba localizada cerca de
la frontera con Ecuador; a llí también construyó laboratorios que producían una to-
nelada de cocaína por semana y dos pistas de aterrizaje para recibir pasta de coca
riel Peru. Los traficantes colombianos eran los encargados de transformar la pasta de
coca en cocaína. Los trabajadores, desempleados e inmigrantes de todo el país, fue-
roo conlratados en La Hormiga. La Dorada y San Miguel (Ramírez R., r9<)8: 99). El
siguiente testimonio es de un colono c¡ue lrabajó en -El Azul:

Verá. yo trabajé en dos fincas en la época de la coca, en una nos pagaban con plomo
y en la otra con bazuco (sic). El que llegaba. era de esclavo( ... ). Cuando eso a San
Miguel llegaban diario como veinte o treinta hombres y mujeres. Venían de todas
partes; paisas. negros. indígenas, pero más que todo eran de Nariño. Allí siempre había
Lipos desconocidos ofreciendo trabajo y Uegaba vusté y les preguntaba "Wene trabajo?",
"Sí pa' ochenta trabajadores" listo vamos y los montaban en diez, quince o veinte canoas
y de allí yo nadie se podía bajar, se tenía que ir como me fui yo a la finca del Azul
(testimonio de un colono en Raigambre, 1991: 39).

Una vez en la plantación de coca, los trabajadores eran obligados a trabajar,


puesto que como resultado de la ilegalidad de la coca y de la percepción de la
región amazónica como un área al margen del poder estatal, donde los narcotraficantes

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I DENTIDAD Y CIUDADANIA EN El PLJTU~1A,'O • Morfa Clemencia Ram(re:;

tenían el derecho de imponer sus propias leyes, cuando algún trabajador quería
renunciar y pedía su pago corría el riesgo de ser asesinado:

No ve que uno le decía "me voy. necesito mi pago" "venga'' le contestaba "levanten la mano
los que quieren la paga" y los llevaba aJ cru1o, les hacía parar en un filo aliado del río. sacaba
la metra; los mataba y caían agua abajo porque el cementerio era el río San Miguel. Morían
todos; niños grandes, y pequeños. mujeres y hombres( ...). Por eso me salí volando de allá.
Nos volamos a media noche con cinco compañeros. íbamos en pantaloneta y llegamos
hasta un punto que se llama Teteyé... allá nos dieron trabajo (testimonio ele un colono en
Raigambre, t<)C}I: J()).

En la s iguiente finca donde este mismo colono trabajó. a los trabajadores les
pagaban con basuco:

Allá nunca recibimos un peso, la paga era en vicio y si alguno cobraba lo mataba y si
se vo la ba le mandaba tres pistoleros pa' rematarlo. El tipo tenía doce hectáreas nos
mantenía de esclavos. nos enviciaba pa' que le siguiéramos pidiendo (testimonio de
un colono en Raigambre, It)9I: .J.O).

Crear la dependencia de la droga era otra manera de obtener más provecho de los
trabajadores y revela la percepción de los habitantes de la región amazónica como
personas marginales de las cua les podía abusarse. En 1984. el frente 32 de las Farc
llegó al Putumayo~ 5 : inicialmente, la relación entre los narcotraficantes y estas era
de colaboración. Considerando el poder militar que poseían. los narcotraficantes
se vieron obligados a pedir permiso para continuar con sus actividades. Las Farc
establecieron las s iguientes cond iciones, que al principio fueron aceptadas·

La primera, el mouopolio de las armas por parte de los alzados, la segunda, e l pago de
impuestos -como cualquier chagrero-. y la tercera, la prohibición del pago en basuct a los
raspadores. Llevaba ello a un reconocimiento pleno de su autoridad local. Para los capas la
lransaccion era conveniente, habida cuenta de la extensión territorial que dominab1tnlas
guerrillas (Mola no. r9<'\b: ~5).

25 Hasta r<J84, el frente 27 había hecho incursiones esporádicas en Puerto Guzmán y Santa Lucía -
jurisdicción de Mocoa, capital del Putumayo-. El frente 321lcg6 para quedarse: hoy en día es el principal
frente de las Farcen Putumayo, junto con elr3y el .¡S. El32 cubre el área dlll ríoCaquetá, PuertoGu7.mán.
Santa Lucia, Puerto Limón, el alto río Puturnayo, el río Vides, La ltormiga. La Dorada y e11igrc (Valle del
Guom ués); el frente .¡S cubre el área del río Guamués, el río Thteyé, La Hormiga, La Dorada, Orito.
Churyaco, San Miguel y El Placer: el13 cubre Mocoa. Villagru-tón. el sur del departamento del Cauca -
bota caucana: municipalidades dePiamonte y Santa Rosa- y parte del piedemonte del departamento de
Caquetá. Los frentes del Putumayo y los que están situados en los departamentos de Huila, Caquetá.
Guaviarc, Meta y Nariño consliluyen el bloque sur, uno de los brazos armados más fuertes de las farc.
romo resultado de las ganancias que recibe de los impuestos a la coca (gro moje). En 1995. se consideraba
que las Farc tenían 6~ frenles. un idos en siete bloques territoriales (este. sur. del Magdalena medio.
noroeste. <.'Cntral, norte y occiden tal) (Echandía, 19!}8: 17) (véase e l mapa 8).

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MAPA8
DISTRJBUCIÓN DE LOS FRENTF.S DE LAS F ARC EN EL ÁREA DE ESTUDIO. 1999

Convenciones

® Ca¡>1al Oepanamenlal

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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

l.Jmote lnlemaoonal

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® Frente FARC No. 2

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IDENTIDAD Y CIUDADANIA EN 1:1 PUTUMAYO + María Clemencia Ramíre:_

Las Farc ganawn el apoyo de los habitantes del area al prohibir el pago con
basuco. Dos miembros de dicho grupo controlaron hasta 11)87 la llegada y salida de
aviones de El Azul y protegieron a los narcotraficantes. que pagaban con un impues-
to -gramaje- o con una cuota mensual (Comisión Andina de juristas. 1993: 69). Sin
embargo, en el Putumayo. así como en otras parles de la región amazónica. este
acuerdo entre guerrilla y narcotraficantes no duró mucho (1~: 36). A finales de 11)87,
estos asesinaron algunos hombres de las Farc que los protegían con lo cual se decla-
ró la guerra. Como retaliación. en 1988 las Farc, en alianza con olro grupo guerrillero
del área, el Ejércilo Popular de Liberación (EPL) 21', atacaron la bas(J paramiJitar de El
Azul. Sin embargo. los paramilitares armados, provenientes del Magdalena medio.
donde eran conocidos como "Los Combos"17, repelieron el ataque.
Además, los paramilitares atacaron a los líderes comunitarios del Putumayo.
quienes eran considerados las extensiones cívicas y políticas de las Farc, tal como
pasaba en otras partes del país. Así. un grupo paramilitar liderado por Rodrígue¿
Gacha. conocido como "Los Maselos", comen¿ó a perseguir a los comunistas. alre-
dedor de El Azul, en Puerto Asís, Valle del Guamués y Orilo. No sólo fueron asesina-
dos líderes de la Unión Patriótica (UPf\ el partido político de las Farc, sino también
los del Frente Popular, el partido político del EPL, y los del Movimiento Cívico del
Putumayo, también considerados de izquierda. así como lodos aquellos señalados
como colaboradores de la guerrilla! 9. Los habitantes de esos centros urbanos re-
cuerdan con terror a esos asesinos, vestidos de Givil y en motocicletas:

l ll En 1983. el Ejército Popular Jo Liberdción creó el frente ''Aidernar Londoño" y durante lo~
siguientes ocho arios ejecutó nccionP.s militares on el área de Puturnayo donde habra pozos de
petróleo produdivo~ -Orito y Valle del Guamués-. A finales de J9QO, el EPL cesó aclividarles \ ,
firmó una tregua con el prrsidrntl" Cesar Gaviria (H11)0·199.J 1 En JQ<lr.las Farc ocuparon el o~rea uc
Orito y del Valle dul Guamuu~ quP el EPL habia abandonado como resu ltfldo de su desmo\·ihzdción
(Comisión de Superación de la Violencia, 11)!12: rOl).
~~ El Azul se wnvirtió en una base paramilitar. como puede ínferirse de las acUvidadcs del grupo "Los
Combos··: "El grupo denominado "Los Combos" ejerció jurisdicción sobre una gran parte delterritorin.
no solaml'ntr mediante palrullajes en las zona rural os sino también con el poderecooómko v pohtico
r¡ue Udf]uirioron los narcotraficantes en las cabecPras municipales.( ... ) La mayoría de lo~ intcgranrns
do "Los Combos" eran miembro~ do grupos paramilitares instalados en el Putumayo " ratz tle lus
golpes antinarcótico~ inlligitlns por ruer1.as del Estado coolra el cartel de Medelhn eo Purrto Triunfo
y Dorada l. en el 1\lagdalena nwdio. La~ operaciones desarrolladas por la polida anlinarcñlicos un el
Magdalena medio hicieron que Rodngucz Gacho eligiera como escenario para sus activirlades dn
protección personal. de entrenamiento de sicarios y de procesamiento y almacenamiento dP cocaina.
al Putumayo" [Comisión Andim• de Juristas, I99J: 29).
~8 Para un análisis de la conformación y comportamien to electoral de la Unión Patriótica. tanto
nacional como tlepartamental. véase el capítulo J.
11¡ La persecución d~J "Los Masctos" contra la Unión P.dtriólicn. el 1-ronto Popular y el Movimiento
Cívico tuvo tres causas: "La primera respondía a la camparía de extermin ro que contra la oposición
politi<.a. especialmente la UP. se adelantaba en todo e l país por grupos paramilitares que contab11n
con e l apoyo de las f\terzas Armadas y financiación de narcotraficantes. La segunda. de carácter
local, era el señalamiento contra esos sectores sociales de ser el brazo civil de la guerrilla (la LJP
de las Farc. el f'rente Popular de l EPLy el Movimiento Cívico de ambos grupos) y de recibir dinero
producto del secuestro. En 1988 varios narcotraficantes fueron secuestrados en Pur.rto Asís
entre e llos uno apodado Galileo quien después fue un gran colaborador en la campar'ía de ,.

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CAP[TULO 2 • Coca, guerrilla y guerra contra las drogal 1
77

El auge de la coca empezó en 1978. Había motos por todas partes y no se respetaba a
los ancianos. El auge de la coca duró hasta 1982.. Hasta 1983 no había violencia. Yo
atendía a mucho accidentado de motos. La olra bonanza fue enlre 1984 y r<)88. En 1987
llega ron "Los Masetos" y se quedaron por aquí hasta que los sacaron. en 1991. Era la
mano negra que venía a hacer limpieza de viciosos, aquel los que no pagaban deudas.
y guerrilleros. o mejor, los milicianos informantes de la guerrilla que estaban en los
pueblos. Aquel que andaba con poncho y bolas lo mataban. No se pudo volver a usar
eso. En esa época mataron a mucho joven entre catorce y dieciséis años y pocos
adultos. Nosolros sabíamos dislioguirlos. Hoy en día corre peligro más gente (entre-
vista en Puerto Asís, rgg8).

Cuando los frentes 13, 2.6 y 32 de las Farc atacaron y se tomaron El Azul en 1990,
mataron a sesenta y siete paramilitares, "a tal punto que las gentes de la ribera del
río San Miguel, cercano a los hechos. cuentan que Los cadáveres bajaban por mon-
tones" (Com isión Andina de Juristas, rm: 70). Al leer los archivos de los asesina-
tos, los investigadores de la Comisión Andina de Juristas encontraron testimonios
explícitos que vinculaban a "Los Masetos" con la policía nacional y notaron que
no sólo la p olicía sino "Los Masetos" eran considerados la ley, como afirmó un
policía que sirvió de tesligo (Comisión Andina de Juristas, 1993: 71). En 1991, des-
pués del ataque de las Farc, la presión popular expu lsó temporalmente a "Los
Masetos"; en enero del Valle de Guamués, en febrero de Orito y en marzo de Puerto
Asís. Los habitantes acusal'On formalmente a los miembros de las fuerzas de segu-
ridad que cometieron violaciones de los derechos humanos y colaboraron con los
grupos paramilitares (Comisión Andina de juristas. I9CJ3: 32). Los pobladores de
Puerto Asís recuerdan esta acción de los civiles como uno de los actos más heroi-
cos que hayan realizado:

"Los Masetos" sobrevivientes. se refugiaron en el casco urbano y allí debido a sus


acciones desquiciadas fueron sacados por la población civil en un acto heroico y sin
precedentes en el país. Al pueblo se le rebosó la copa al sufrir la muerte de un querido
poblador, Wl carnicero, su compañera valerosamente denunció el hecho públicamente y
con el apoyo de los párrocos. el pueblo se convocó en la iglesia de San Francisco de Asís.
Era Semana Santa. la iglesia estaba repleta. de allí mandaron llamar a las au toridades
militares y de policía. Al principio con gran temor, pero luego con el valor que da la unión,
las víclimas de la guerra sucia denunciaron públicamente los asesinatos indiscrimínados
de los ''Masetos" y el apoyo y anuencia de la policía. Armados con escopetas y machetes,
los pobladores le dieron 24 horas de plazo a la policía para sacar a los "Masctos" de la
ciudad; ello bajo la amenaza de una guerra civil abierta y total. A las pocas horas y
escollados por la policía fueron trnsladados los paramilitares hasta el aeropuerto (Corpos.
IQ91: 61).

71" extem1inio de la UP. Y la tercera. también de carácter local, era la oposición polltica que estas tres
corrientes ofrecían a las ad ministraciooes locales. a las que acusaban de peculados. iDcapacidad
administrativa y compHcidad con los grupos paramilitares, lo que provocaba el señalamiento de
comandantes del Ejército y de la poli da pero también de autoridades civiles que se constilufan
en un estímulo a los sicarios de los grupos paramilitares" (Comisión Andina de juristas, 1993:
70). En el capflulo 3 se profundiza en el análisis de los movimientos políticos alternativos en el
Putumayo y de su persecución.

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l ot.NIIUAO \ C'IUDADA~1A LN El PUTl'MAYO Rwmre~
78 l • Marfa Clemencia

Este evento se convirtió en un símbolo polílico de empoderamiento de la gente


de Puerto Asís. como anota un líder indígena de la Organización Zonal Indígena
del Putumayo -OZIP- cuando describe el evento:

La época más dura de Puerto Asís y de todo el Putumayo fue entre 19/l9 y 1991. En 1991
hubo otro hecho: el paramilitarismo se tomó tanta confianza en la región y asesinó a
un drogadicto, que era el drogadicto del pueblo. el que ayudaba a levantar las male-
tas en la terminal, que pedía alguna que otra moneda y era un personaje popular; en
ese caso hube una protesta: la gente dijo no más, se mo,·ió el pueblo. Los paramili-
ta res cometieron otro error y fue que a raíz de e~o la Iglesia se pronunció: la Iglesia
cumplía de todas maneras un papel importante para tratar de Lontrolar el problema
social: sin embargo. a los parami litares les pareció fácil asesinar al sobrino de un
sacerdote para callar al cura y la gente -aunque los muertos no eran de su pueblo. de
todas maneras Puerto Asís se convirtió en uno de los pueblos más violentos del país
y ese oombre la gente no lo quería seguir cargando- cuando asesiuaron al sobrino de
este sacP-rdote, se levantó. Definitivamente dijo no más, empezó a identificar las casas en
donde habitaban Jos paramilitares, quiénes los patrocinaban y más o menos unas treinta
mil personas se levantaron y en una acción s imultánea quemó las c..:asas de los
paramilitares. se identificó que el alcalde está palror.inando a los paramilitares. quemaron
la casa del alcalde, no encontraron al alcalde, pero murió su señora. Entonces las Farc
atacaron simultáneamente los campamentos de los paramili tares, que trataron de camu-
flarse en el pueblo y cuando llegaron al pueblo se encontraron con la gucrri lla allá v la
policía y el ejército defendieron a veintiún parami litares . .Ellos mismos los llevaron al
aeropuerto a tomar el avión, un descaro todo lo que se dio. En PSe momento compro/)(1-
mos lo coordinución que hubío entre las O(;ciones de fa fuerzo públicn y los de los
poromililures. Yen 1991. sin fugara cludus.fue e/ pueblo quien SQ(;Ó a lo11 paromilitares del
Pul u moyo y a/Jí fa proles/a ora cwllro policías con nombre propio, la policía se acuarteló
porque la s ituación era bastante c;omplicada. Sí lograron destruir el c..:uartel del DAS,
quedó totalmente destruido. Y a partir de U)Qr empezo otra historia. a partir de esu
revuelta que hubo en la región: ese día asesinaron como a seis paramilitares, poblac..:ión
civil también, Lomo a vr.intiudw campesinos en pleno pueblo (entrevista al dir-ector dro
la OZIP en Mocoa, 1999. Énfasis mio).

Las Farc apoyaron una vez más el deseo que tenían las comunidades de expulsar
a los paramilitares de su territorio. Desde que comenzó la colonización de la región
amazónica, las relaciones entre los colonos y los latifundistas y comerciantes eran
arbitrarias. situación que conUnuaron los narcotraficantes. Esto era evidente en el
sistema de endeude, el cual permitió que los comerciantes obtuvieran muchas ga-
nancias de la población amazónica: productos necesarios como el azúcar, el café y
la sal eran dados como avance a los colonos; a cambio. los comercian tes recibían. a
u o precio bajo, los productos cu ltivados por los colonos. Además. en sus tiendas los
productos eran exageradamente caros. En este contexto, Jos habitantes de estas áreas
aceptaron a los grupos guerrill er os, quienes les garantizaron la tierra, los préstamos.
los mercados y los servicios socia les con los que el estado nunca había cumplido.
además de protección frente a los paramilitares y las fuerzas de seguridad. Más
aún, las Pare continuaron demostrando su poder y autoridad local al mantener el
orden público en el Putumayo y en otras parles de la amazonia, por medio de leyes
que contemplaban estrictas sanciones. Un colono dice a l respecto:

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CAPITULO 2 • Coca, guerrilla y guerra contra las drogas

Después de "Los Masetos"llegó esta nueva ley que es ahora la R:Jrc. con ellos se arregló
todo esto. todo. todo. Se acabó el bazuquero (sic), el pistolero, el maseto, los que robaban
gallinas. Usted ahora puede ser (sic) en el campo o donde sea r¡ue nadie se lleva nada.
Ellos llevan luchando un año completo. Se acomodaron Lodos aquí y por eso hemos
estado muy contentos, ellos son unos manes completos (testimonio en Raigambre, 1991:
40. Énfasis mío).

Este testimonio muestra cómo estas personas aprecian sentirse seguras. Se ha-
bla de los miembros de las Farc como "manes completos", mientras que al estado
se le asignan características femeninas, débiles.

CULTIVO Y P ROCESAMIENT O DE LA COCA EN EL P UTUMAYO

ENTRE 1988 Y I99Q, Y C0!\10 RESULTADO DE LA INTENSIFICACIÓN DE lA REPRESIÓN GUBEIU,JM!ENTAL A LOS


narcotraficantes y de la expansión de plagas que dañaban rápidamente las plantas de
coca los precios de esta bajaron de nuevo. En agosto de 1989 fue asesinado Luis Carlos
GaJán, candidato presidencial cuya campaña polílica enfalizaba en la lucha contra el
narcotráfico. Su muerte produjo una gran depresión económica en el PutumayolO.
Como resu ltado de la infestación de los cultivos, a finales de 1990 la producción
de la variedad caucana desapareció. Hasta 1990. el cultivo necesitaba de pocos
agroquímicos; sin embargo, los monocultivos empezaron a requerirlos cada vez más.
Entre 1992. y 1993, y como resultado de su alta resistencia a las pestes. fueron introdu-
cidas las variedades boliviana y peruana (Tingo María), el cultivo se reactivó y au-
mentaron considerablemente los niveles de producción del departamento (Aiomía,
el a l. HJ97= 18). Varios factores permitieron que esto sucediera:

Primero. el hecho de que el Putumayo es una región remota de selva h(tmeda tropi-
cal. Su ubicación en la frontera facilita el procesamiento de la coca en cocaína y su
exportación fuera del país. En abril de 199(1, un periódico local decía:
La zona del Valle del Guamués. sur del departamento del Putumayo y norte del
Ecuador. empieza a tener su propio comercio ante la presencia de los "narcos," es el
puente para sacar unos !)00 kilos semanales de cocaína a mercados de Estados Uni-
dos y Europa para los que se invierten cerca de roo millones de pesos -en transporte.
sobornos,lransporte de lanchas embarques. mulas y adquisición de bienes-, muchos de
los cuales ingresan directamente en la economía regional del Putumayo. Caquetá y la
República del Ecuador (Lo Noción, u de abril de r99(í: ro).

30 En agosto de 1989. la guerra rontra e l narcotrárico declarada por el presidente Virgi lio Barco a raíz
del asesinato de Galán produjo un alza en los precios de la cocaína al por mayor en Estados
Unidos, en conjunción con una drástica caída del precio de la hoja v de la pasta de coca en Perú.
La represión del gobierno colombiano desestabilizó algunas organizaciones que importaban coca
de F\:!rú. lo que trajo como resultado el exceso de la oferta de hoja de coca en la región, acompañado
de la d isminucióo relativa de la oferta en el mercado estadounidense (Uprimny. tQI}j: 8o). Además,
esta guerra declarada: "provocó. con un retardo de un año, un aumento del 40% del precio al por
mayor, mientras que el precio a l consumidor final se mantenía estable. En cambio la pureza del
produ~:to disminuyó al so ó 6o%" (Uprimny. 1995: 82).

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lot:!lfnDAD' <.IUIJADANIA l.'lllL PtlTUMAYO • María Clemencw Rwmre::.
8o 1

En esta área de frontera aún es posible enc:ontrar mansiones de narcotrafican-


tes, a pesar de que sus dueños residen de manera intermitente. En 1997 se usaban
para hacer transacciones económicas con Perú y Ecuador (La Noción, 6 de abril
de I99T 9).
Segundo, el hecho de que las Farc regulen el cultivo, el procesamiento y la
comercialización de la droga por medio del impuesto del granwjeF y además sean
una autoridad reconocida que impone normas y leyes y ejerce justicia32 • lo que
resulta en la legitimación de esta actividad económica.
Tercero, que el cullivo de coca se convirtiera en una actividad económica renta-
ble, fácil de comercializar y, sobre todo, muy bien adaptado a la selva tropical. Cuando
los colonos comparaban el cultivo de coca con otros. invariablemente concluían
que la coca era más rentable: de hecho, sembrar otros productos sólo favorecía a
personas deshonestas de clase media:

Pero iqué pasó? Lo que sembramos por aquí. lo que llamamos pancoger no vale
nada, el lanchero nos roba; no paga lo justo al campesino que se ha matado. ha
sudado, ha puesto su vida en peligro: que un palo lo mate, que una culebra lo muer-
da. que a sufrir enfermedades. Todo esto pa'llegar un lipo de esos y no pagar Jo que
es justo y necesario a uno. Aquf en esto tierra. estamos a punto de desaparecer. (... )
En cambio, la coca sí t·o/ío más . con eso se hacia mejor mercado. se vestia mejor y
se compra/Jo mejordruga (... )(testimonio en Raigambre, 1988:41. Énfa:;is mío).

Además de que la coca se paga en efectivo y de inmediato. los comerciantes la


compran en los lugares de producción. lo cual le permite a los campesinos desen-
tenderse de tener que transportar sus productos a mercados distantes. Aun cuan-
do es necesario transportarla. la pasta de coca es mucho más fácil de Uevar que el
arroz, los plátanos, el maíz o la yuca. La producción de coca permite, enlences.
una mayor estabilidad económica y la posibilidad de ser competi ti vos por primera
vez en el mercado agrícola.
Durante Jos últimos veinte años, el cultivo de coca ha sido dominante en la
región amazónica colombiana : a diferencia de otras ac:tividades económicas orien-
tadas hacia la extracción y exportación que se han llevado a cabo en la región.
como la extracción de quina, caucho y la minería, la inve rsión de part e de las
ganancias de la coca mejoró considerab lemente la calidad de vida de los colonos.
Por este motivo. no podemos seguir considerando este cu ltivo como una economía
de ciclo corto. Estoy de acuerdo con el punto de vista de Tovar (1993). quien consi-
dera que la coca se ha convertido en una fuente alternativa de capital para una

31 En 1<}98, los Fa re c:obraban entre $20 mil y $-}O mil (entre US$10 y $2.0) por cada hectárea de coca.
por cosecha-.})a6o días-, clependiendo de la cantidad de hectáreas poseídas por el campesino.
Por encimn de cinco hectáreas cobraban por kilo de hoja de coca recogido o por kilo de pasta de
coca producida. Por ejemplo, por vei ntidós hectáreas. el impuesto era de tres kilos de pasla de
coca por cosecha (entrevista en Cuembí, 1!)98).
11 En el capítulo .} se analiza. utilizando ejemplos referentes a la organización del movimiento
cocalero. el papel de l11s Farc como autoridad que disciplina a la población bajo su control.

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CAPfTULO 2 • Coca, guerrilla y guerra contra las drogr:::_ 1
8I

comunidad marginal que busca superar su condición marginal y la exclusión de la


que ha sido víclima por parte de las clases dominantes tradicionales: "Una econo-
mía de retaguardia capaz de evitar el hundimiento de esta frontera entre el simple
autoabastecimiento y el autoconsumo·· (Tovar. I.99J: 2.7). Como anota Ferro (1999}, una
generación en tera ha crecido en la región amazónica sabiendo sólo cómo cultivar
coca. Además. este cultivo ofrece trabajo para no productores en el momento de la
cosecha -rospochines-, en su transporte, procesamiento y comercialización.
Según el Plante, en 1.999 ocho de trece municipalidades de Putumayo cultivaban
y procesaban coca (véase el cuadio 4). lo que significa que 78,5% de la población del
departamento estaba involucrada en su cultivo y comerciali zación (Gaviria, Bonilla
y Arenas. 1.997);1. Puerto Asís, Orito, Valle del Guamués (La Hormiga} y San Miguel
tLa Dorada) eran los principales productores,· usualmente en parcelas de tres a
cinco hectáreas 34 (véase el mapa 9) .
La variedad de coca peruana -Tingo María- produce seis cosechas anuales y es
un cullivo permanente; por su parte, la boliviana puede alcanzar ocho cosechas
anuales, pero es más susceptible a las pestes35• De la variedad peruana más común se
plantan de veinte a treinta matorrales por hectárea: se plantan dos a tres vástagos en
cada punto, y el punto se encuentra a una distancia de o,8 por o,8 metros y I por r
del siguiente. Como las hojas de coca son atacadas por gusanos y hongos. los cam-
pesinos deben aplicar dos veces a cada cosecha, inseclicidas y funguicidas, junto
con fertilizantes; durante los periodos de fuertes lluvias deben hacerse tres aplica-
ciones. Debido a que no tienen muy clara la diferencia, en algunas ocasiones piensan
que están aplicando fertilizantes cuando en realidad están regando con insecticidas
y fungicidas. Además, deben rociar herbicidas dos veces a cada cosecha. La fumiga-
ción, la fertilización y la cosecha deben realizarse a tiempo o la coca puede perderse.
Cuidar ttn cultivo de coca es muy exigente, los campesinos dicen "el cu ltivo de la
coca es esclavizanle porque no se puede descuidar ni un minulo''10•

33 "La población involuc:rada directa o indirectamente en el cultivo. procesamiento y comercio de


In coc:a alcanza un Bo% de la poblac:ión rural y apro.ximadamonte un 70% de la población urbana.
desarrollándose así una vor.ación en el procluclor. procesador y lrabajacior coc:Hlero" (Aiomia el
al. 1997: r04}.
~4 "En r99(i, de las H.&~4 hectáreas con coca existentes en Puerto Asís, :L733 (21%} están en manos c..le
los grandes cultivadores, con un promerlio de ri! hectáreas por finca, 4.rs (35%) en manos de
medianos procluclores. con un promedio de 7 hectáreas por finca y las 4.992. (42%) restantes
están en manos de pequeños cultivadores con un promec..lio de 1.3 hectáreas por finca. Para el
Valle del Cuamués y San Miguel se encontró que de las n.m. he~láreas existentes, 2..000 (r8%)
están en manos de grandes cultivadores, con un promedio de r6 nectáreas por finca: H~ (;o%)
están en manos de media.nos productores, con un promedio de s.6 hectáreas por finca y las 5.778
restantes (52.%) están en manos de pequeños productores, con un promedio de 2.61:\ectáreas por
finca" (Aiomía et al., 1997: 52.).
35 En contraste, el maíz sólo produce dos o tres cosechas anuales.
3ó "Si el campesino está al frente de la producción de lres hectáreas de coca, en promedio dedica 20
días continuos exclusivamente a la faena de recolectar, procesar, controlar malezas y plagas y a
fertili7.ar, cada vez que hay rosecha de hojas. Si produce coca peruana y duJce esta fase del trabajo
se repite durante 6 y 7 veces al año y si es amarga lo hace en nueve ocasiones" (Sabogal, 19')8: ;<¡).

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CAPITULO 2 • Coca, guerrilla y guerra contra las drogas 1
83

CUADR04
CULTIVO DE COCA EN EL DEPARTAMENTO DE PUTUMAYO, I999

MUNICIPIOS HECTÁREt\S Fumn::


PuERTO Asís 14.33Ó Plante, 1999
Valle del Guamués (La Hormiga) 13-440 Plante, 1999
O rilo 10.070 Plante, 1999
San Miguel (La Dorada) 9·203 Plante, 1999
Puerto Guzmán Ó.OJS JASO Gaviria, 1997 DNE, 1999
Puerto Caicedo 4.200 Plante, 1999
Villa Garzón 3.078 400 Gaviria, 1997 ONE,r999
SuBTOT\1. 00.342 S3-I29
PUERTO LEGUÍZAMO* Plante, 1999
Piñuña Negro 3.200
Puerto Ospina 2.000 Plante, 1999
El Refugio y Puntales 30 Plante, 1999
Parque nacional La Paya 8o Plante. 1999
Predio Putumayo so Plante, 1999
Mecaya 2.000 Plante, 1999
Sen celia 1.000 Plante 1999
SuoTOTt\1. Puerto Leguízamo 8.36o
TOTAL 68.702 61.489
----- ----------
La información de Puerto Leguízamo está especificada para cada localidad.
Noto: La información de los municipios de Villa Garzón y Puerto Guzmán no se obtuvo de la
misma fuente. A pesar de que las cantidades son diferentes en las dos fuentes usadas - un
reporte del gobierno y otro del Consejo Nacional de Estupefacientes- consideró que el
reporte local es una fuente más fiel que muestra cómo en el departamento de Putumayo el
cultivo de coca está aumentando.

EL RECOU:ClüR DE COCA: EL RASPACHÍN

Dependiendo de su variedad, la coca se cosecha cada cuarenta y cinco o sesenta


días. Cuando el matorral se deshoja por tercera o cuarta vez, la hoja se arrancada
cuidadosamente para proteger la planta. Después del primer año de producción de
esta, para que produzca la cosecha más rápido, las hojas de coca se raspan. A esta
actividad se le conoce localmente como ordeñar las ramas. Para este trabajo se
requieren muchas manos, razón por la cual se contratan raspachines -hombres,
mujeres y niños- adicionales.

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IDENTIDAD Y ClllDADANIA EN E.L PUTUMAYO • María Clemencia Ramíre:
84 1

Durante las negociaciones que sucedieron al movimiento de los campesinos


coca/eros, fue posible observar las cüferencias existentes entre los rospochines -
campesinos inmigrantes, que tratan de dejar atrás la pobreza en que vivían en sus
regiones originarias- y los trabajadores estacionales con experiencia en la recolec-
ción de café y algodón, entre otros, adquirida en otras regiones. A pesar de estas
diferencias, tanto los unos como los otros esperan poderse quedar en la región.
Olro lipa es el migrante que espera hacer fortuna y volver a su sitio de origen.
Convertirse en un raspochín puede tomar ocho meses; debido a que es un
tTabajo pesado, los rospachines son principalmente jóvenes. Han surgido grupos
especializados que se mueven permanentemente de un plante a otro. conformados
sobre lodo por jóvenes sin educación y oportunidades en sus lugares de origen;
hijos de campesinos sin tierra o habitantes de ciudades desempleados1' .
Además, jóvenes adolescentes que viven en regiones de cultivo de coca prefie-
ren ganar dinero recogiendo coca que quedarse estudiando en casa de sus padres.
Por esta razón, el retiro de los colegios ha sido un gran problema entre los jóvenes de
doce a quince años, o aún más jóvenes. Un padre de dos adolescentes que se habían
ido de la casa a recoger coca, tuvo que pedir a miembros de las Farc que le ayudaran
a traerlos de vuella. Otros jóvenes sólo recogen coca en vacaciones; otros, un poco
mayores, usan el dinero para volver al colegio, pues aün se cree que la educación es
importante para ser alguien en la 1ridaV1.
Un principiante en la recolección de hojas de coca puede recoger de veinticinco
a cincuenta libras, o de una a dos arrobas, lo que no es suficiente para el diario vivir.
En un buen corte, un rospochín experimentado puede recoger basta diez arrobas
diarias. Su pago representa ro% del precio de la arroba el día de la recolección. En
1998. una arroba de hojas de coca valía $t2..000. Por una arroba de hojas de coca
recogidas al rospachín le pagaban $2.500. En r998, un buen trabajador podía ganar
$25.000 diarios (entrevistas). La hoja puede venderse sin procesamiento a un com-
prador que la recoge en una carretera cerca de la plantación.

LABORATORIOS CASEROS OE PROCESAMlli"NTT OE LAS HOJAS OE COCA

Los campesinos transforman la hoja de coca en pasta en pequeños laboratorios de


techo de leja. sostenidos por palos de madera, ubicados cerca de sus casas. La hoja
de coca se procesa de la siguiente manera: se muele una arroba usando una guadaña
mecánica. Luego se añade un kilo de cemento gris y agua y se deja descansar duran le
doce horas. Esta mezcla se echa en un tanque con cinco galones de gasolina y se deja

37 Alomfa et al. (r997: 104) anotan para el c.:aso del medio Putumayo que: "Aproximadamente 6o%
de la mano de obra ocupada en cultivo do coca son menores de 2.5 af1os de edad. Los productores
y trabajadores en el cultivo de coca son de bajo nivel de escolaridad. aproximadamente un 2.0%
han terminado su educación básica primaria; un ro% ha cursado parte o han terminado el
bachillerato y el 70% restante no han alcanzado el quinto grado de educación básica primaria".
38 Para un estudio detallado de la vida diaria de los jóvenes rospochines de áreas de cultivo de coca
y amapola. véase Ferro et al. (1999).

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CAPITULO 2 • Coca, guerrilla y guerra contra las drogas
las

reposar durante dos o tres horas. Las hojas de coca se cuelan en una tela y la
gasolina drenada se mezcla con agua y ácido sulfúrico -diez litros de agua y so ce
de ácido- basta que la gasolina y el agua se separan. Una vez el agua se ha separado
ele la gasolina, puede tratarse de una ele las dos siguientes maneras: se bate con
permanganato de potasio -o,s ó un gramo para cada centímetro cúbico de ácido-
durante dos o tres minutos y luego se cuela en otro pedazo de tela; o se le echa
hidróxido de sodio sin colarlos. Para cortar la mezcla se agrega soda o amoniaco y
un líquido transparente se separa de la masa coagu lada. La mezcla se cuela de
nuevo con otra tela y se cocina basta que el agua se evapora, quedando sólo un
líquido aceitoso. Luego se seca aJ sol. Mientras se está cocinando se le quita cual-
quier mugre que tenga. El siguiente relato, de una mujer que trabaja en el procesa-
miento de coca, compara la fase de su cocinada con la preparación de queso:

El cultivador la cultiva y la procesa con químicos. con cemento y gasoliua. Primero se


revuelve la hoja picada con guadaña y se mezcla con cemento y agua hasta que alcance a
humedecer. Por una arroLla de coca un kilo y medio de cemento. se revuelve y se le echa
la gasolina y se deja entre tres y doce horas. Después se escurre la boja en una costalilla.
se le echa un litro de agua con dos cucharadas de ácido sulfúrico a la gasolina que queda
después de escurrir la hoja. Luego se bate por unos minu tos y se separa el agua de la
gasolina y se sigue trabajando con el agua. Se corta con soda o amoniaco. luego se pone
a flitar. E.~o esromosar.arqueso: si saJe con mucha agua hay que fritarla, sacarle la mugre
y el agua, se pone a escurrir en un platón y se la saca (ent.wvista a una cullivadora de hoja
de coca en Puerto Asis, zona del bajo Cuembi, vereda La Española, 1998).

Una arroba de hoja de coca produce entre quince y veinte gramos de pasta de
coca19• Cada hectárea recogida produce aproximadamente cinco kilos de pasta. En r998.
un kilo de pasta de coca valía $1.200.000. Después de deducir el costo de los fertilizan-
les, herbicidas, insecticidas, fungicidas, mano de ol>ra y quimlcos para el procesa-
miento, la ganancia que obtenía el campesino, por hectárea recogida, era de $jJ7.US
(Sabogal. rQ98). Por un plante de tres hectáreas. que es el promedio en el área, una
familia recibía cada dos meses. $950 mil, lo que significa sólo $475 mil mensuales. A
precios de T9<)8. esto era casi el doble del salario minimo mensual en Colombia 4 0 . En
suma. los campesinos logran un sostoninueoto básico. al igual que los raspachines. La
producción y procesamiento de coca es w1a actividad económica continua que provee
nn ambiente económico confiable para el productor (Sabogal. 19<)8: 35).

l!J "En Puerto Asís, Valle del Gua mués y San Miguel se está procesando por año cerca de fi .8o8.800
arrobas de hoja en 5.000 pequeños laborutorios y son también o;.ooo pequeñas fuentes de agua
contaminadas. esto debido a que vacion junto con la hoja macerada todos los precursores que en
su fabricación industrial utilizan" (Alomia el. aJ.. 1997: 72.).
40 "Los campesinos que explotan a baja escala la coca dcmuestnu1 que realizan granrles inversiones
por hectárea en su cultivo y proce~amiento (... ).Así mismo destinan cuantías de capital importantes
si se considera la totalidad de los procesos agrícolas y de transformación primaria de la núsma
hectárea. Con referencia a ello se producen gastos que van de S2.1.7 millones hasta S6tq rrúllones en
un tiempo de cinco años[ ... ). Durante uo año, el sostenimienlo y procesnmienlo de lma hectárea
Lonlleva consumir en promedio un jornal diario" (Sabogal, 1998: JS)

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
+ María Clemencia Ramírez.
86 l lDENTIDAD Y CIUDADANIA EN El PUTUMAYO

Entre 1979 y 1984, durante el primer boom de la coca, la ganancia que se obtenía
era mayor. El boom ya pasó y como hemos visto. los precios se han estabilizado,
con allibajos, dependiendo de los narcotraficantes y de la severidad de los esfuer-
zos del gobierno para erradicar los cultivos. La tendencia general es clara: cada año
los campesinos reciben menos. Es notable que aún después de las marchas de los
coca/eros de julio y agosto de 1996 el precio del gramo de coca no haya cambiado
(véase el cuadro 5). Sin embargo. comparada con otras alternativas, la coca todavía
es un producto rentable.

l:.L COMERCIANTE DE COCA: EL TRAQUETO

El traqueto es el representante del narcotraficante -ubicado en Bogotá. Cali o Me-


dellín- en las localidades donde se cultiva y produce coca.

La plata la da el patrón. Uno viaja a Cali o a Medellín y allá lo conectan con el


patrón; habla con él y si le cae bien y le inspira confianza. o sí lo han recomendado
entonces habla con él y acuerda cómo va a trabajar. Entonces él llama al contador y
le dice que le entregue tanta plata a uno. Él ni siquiera se unta, porc¡ue Lieoe oficinas
apartP. y todo lo hace por teléfono (entrevista a un ex troque/u en Puerto Asís. rQ98).

La mayoría de los intermediarios son del Putumayo: debido a sus raíces familiares.
sus actividades no se condenan; de hecho, los troquelas son respetados. Ellos velan
por sus comunidades. apoyan campañas políticas y aseguran que los elegidos lleven a
cabo los proyectos que prometieron. Algunos han sido elegidos para ocupar cargos
políticos en el consejo municipal. Los habitantes locales no sólo los aceptan sino
que les otorgan más legitimidad que a los políticos tradicionales. como es evidente
en el siguiente testimonio de un líder político ele Puerto Asís:

Ellos por lo menos no iban con el deseo de robar al estado ni rle aprovechar los recur-
sos del municipio para favores personales, pues tenían tle todo. Eli(IS ele v!lrdod que-
rían a l pueblo y vieron la posibilidad de hacer nlgo desde el consejo (teslimonio en
Sánchez. 19!)/l: 441.

Gracias a la ayuda de troquelas, se construyó un centro Pducativo regional. De


acuerdo con Sánchez (rQ98: 4S) la gente también recuerda cómo, para aprobar un
acuerdo en el consejo de la ciudad, a veces usaban medios ilegales. Por ejemplo,
secueslraban durante una hora a un miembro del consejo que estaba en contra del
acuerdo, mientras la votación tenía lugar.
Los troquelas llegan a la región con una gran cantidad de efecüvo de los narcotrafi-
cantes -cien millones de pesos o más- y compran la pasta de coca de productores
campesinos en las localidades que Las Farc han denominado centros comerciales. El
comprador paga a las Farc un impuesto. En 1998, por cada kilo ele pasta de coca se
cobraba un impuesto ele $2.0 mil al comprador y uno de $50 mil al vendedor (entrevis-
tas, Puerto Asís).

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CAPfTULO 2 • Coca, guerrilla y guerra contra las drogas 1
87

Debido a que el sector comercial depende del dinero de la coca, los comerciantes
de las áreas urbanas también han establecido buenas relaciones con los troquelas, y
pagan impuestos mensuales a la guerrilla.

CUADROS
PRECIO PAGADO AL PRODUGrOR POR UN GRAMO DE COCA PRODUCIDO
(EN DÓLARES)

AÑO PREciO AAo PRECIO AAo PRECio


1979 28,20 Ig88 2.,67 Jun. 1994 1,14
rg81 2.0,19 1989 2.,09 Jul. 1994 0,73
Ig82. 17,16 1990 1.59 Jun. 1994 O,SXJ
Jg83 13,95 En. 1991 r,s7 Dic. 1994 o,SX)
Mar.1g84 II,76 1992 1,32 Jun. 1995 1,03
Jun. rg84 1,71 Jun. 1993 0,7 Dic. 1995 J,o6
Dic. 1g84 0,71 Nov. 1993 0,8 Jun. 1996 0.75
Dic. 1985 0,71 Dic. 1993 Dic.1996 o.ss
Mar. 1g86 T,ll En. I994 1,04 Jun.1997 0,8'3
Jun. 1g86 4,!6 Feb. 1994 1,19 Dic. 1997 0,73
Agto. rg86 2.,SI Mar. 1994 I,OS Jun. r998 0,73
Dic. r9&J 3.69 Abr. 1994 0,9!) Agto. 1998 0,83
Mayo 1994
- -1987- - - -- 3.3

H1ente: Sabogal, El negocio del cultivo de coca a escala de producción campesina. Plante, r!)98.

lABORATORIOS LOCALES

Los laboratorios para la producción de la cocaína también son dirigidos por habitan-
tes locales, pagados por narcotraficantes, a los que se refieren como patrones. En
1997, Alomía (1997) encontró que para establecer un laboratorio de coca los comer-
ciantes locales debían pagar a las Farc un millón de pesos. Las Farc no cuidan el
establecimiento, sólo controlan el mercado, como dice un ex troquelo: "La guerrilla
sólo cobra el impuesto; nos cobra $40 mil por cada panela y una pancla es un kilo
de cristal de coca" (entrevista, Puerto Asís. 199/l). El laboratorio está organizado de
la siguiente manera:

Para trabajar acá, uno organiza su combo (combo también puede llamarse cocina o chongo).
Un combo tiene cinco partes: un bailadero, un recicladero, una sala de hornos microondas,
una cocina para comer y cambuches para dormir, que casi no se utilizan porque a veces ni se
duerme porque uno tiene que estar pendiente de lo que pueda pasar. Por ejemplo, en cual-
quier momento uno tiene que salir corriendo porque viene el ejército. En el baHadero están

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lDENTIDAD Y CIL DADANIA E.N E.L PuTUMAYO • María Clemencia Ramfre:.

los paleros, los prensadores que hacen las panelas, hay un filtrador que se encarga de ver que
todos los líquidos estén bien limpios, puros y controla las medidas de los liquidas. Hay un
almacenista de bodega. hay un retocador que es el que se encarga de que queden bien
mmpactas las panelas. En el recicladero. donde se procesa el líquido para reutilizar. se trabaja
día y noche y trabajan dos personas. Además, hay Wl plan tero, que está encargado de toda la
energía y conexiones. seis o más vigilantes y una cocinera.
Los laboro torios pueden ser móviles o fijos. Fijos por tres o cuatro meses; después de ese
tiempo se les tiene que cambiar de sitio porque ya mucha gente lo conoce y es mejor estar
seguro. Los trabajadores de los combos son: el dueño o el patrón, el administrador general
-este no hace nada: sólo da órdenes y ve que todo esté funcionando bien-, el químico-
traen químkos de universidades, de Medellín o Cali-, los paleros-son de seis a siete y son
los que disuelven la mercancía-, el hornero, el templador-este acaba de secar. después del
microondas-, los prensadores, el encintadar-este coloca una marca en cada pan e la con
una cinta y una lelTa asignada según el palTón-. Así, cuando se la llevan para Estados
Unidos o Europa allá saben de quién es (entrevista a un ex /.roque/o en Puerto Asís.1()98).

Para procesar entre veinte y cincuenta kilos de cocaína. en quince días de traba-
jo, se necesitan de veinte a treinta personas. Ocasionalmente en un laboratorio se
procesan hasta ochocientos kilos de cocaína. Debido a que los laboratorios están
ubicados selva adeniTo, sus empleados trabajan sin parar durante veinte días. vol-
viendo a casa sólo cuando se termina el trabajo~'.
Como se dice en el siguiente testimonio, los laboratorios deben trasladarse conti-
nuamente, para prevenir que la policía antinarcóticos los descubra. Es un trabajo
muy peligroso, en el que se arriesga la propia vida, como explica el ex troquelo. Sin
embargo, es un trabajo bien pago comparado con los demás ofrecidos en la región:

Una vez. estábamos trabajando como con ochocientos kilos y teníamos una cocina
grande; había una estación de comunicación, manejada por un mon experto tm eso.
retirado del ejército y con unos equipos lo ultimo. Él interceptaba todas las comunica-
ciones del ejército; de pronto nos avisó que se estaban acercando adonde estábamos y
torio el mundo a correr. a recoger las cosas que tenían más valor como los equipos de
comunicación, la planta de energía que es una máquina grande y pesada y los microondas
y la mercancía. Después de que ya casi te ruamos todo se informó que la patrulla se hab1a
desviado. Nuevan1ente a armar todo y a seguii trabajando; allá casi no se puede ni dormir;
u
esa vez llevábamos como cuatro fas sin dormir y a ratos nos dejaban dormir como dos
horas. pero eso uno no puede ui quitarse las botas. porque Liene que estar listo para salir
corriendo en cualquier momento, porque las patrullas del ejército siempre están pasando
por los caños o por el aire y en cualquier momento caen. A la noche siguiente, todos
estábamos cansados, sin dormir, y el administrador nos dice: "Muchachos, vamos que
llegó el bote". Era el bote cargado de remesa y todos los líquidos que nos falLaban; entonces
todos. a media noche, corra por esa trocha a cargar; uo se salva sLno el hornero y eso porque
está acalorado y puede enfem1arse; de reslo lodos con su bullo al hombro y después sigue
el traba jo hasta que se acabe. Esa vez nos faltaba la úllima tanda y nada que le daba pw1to;
seguro que ese químico, ya cansado, se equivocó en algo y salió ligada -mala o chic/osa- y
nada que salfa: sólo nos faltaban como cuatro boras para terminar y para arreglarla se
demoró un día más. hasta que eso no se a rreglara no podíamos acabar porque se perdía

.p Un químico experlo gana S1o mil, el administrador. S4 mil por kilo procesado. El hornero y el
reciclador S2. mil y el resto de los empleados mil pesos por ki lo procesado.

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CAPITULO 2 • Coca, guerrilla y guerra contra las drogas 1
89

harto, hasta que por fin se arregló. Esa vez estuvimos como quince o veinte días. Ya me salí
de eso y estoy trabajando en una empresa, porque esto está muy peligroso y uno con la
familia no puede exponerse tanto. Pero mire, es que es d ifíci l, a uno sin estudio en una
empresa no le pagan sino trescientos cincuenta mil en un mes y hay que aguantar una
cantidad de cosas; en cambio, uno va y trabaja duro quince días y por mal que le vaya, si va
como raso, se gana de quinientos mil pesos para arriba, si va como adnúnistrador de un
millón y medio para arriba. Entonces, ¿no cree que sirve? (entrevista a un ex troquelo en
Puerto Asís, 1!)98).

Para concluir, y como señala Thoumi, es importante subrayar que en este merca-
do, determinado por la ilegalidad de la coca -ilegalidad que implica riesgos que au-
mentan el valor del producto final-, los campesinos obtienen una parte muy pequeña
del precio final de venta, debido a que su trabajo corre un riesgo menor al de su
comercialización:

Los campesinos productores reciben una parte muy pequeña del precio fina l de
venta, puesto que su riesgo no es particularmente alto, mientras que la mayor parle
del aumento en el precio ocurre en el mercado y en la distribución en los Estados
Unidos y otros países consumidores desarrollados, donde los riesgos son más altos
(Thoumi, 15)96: 136).

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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CAPÍTULO 3

Los movimientos cívicos y su transformación


en movimientos sociales y políticos en el Putumayo

L \I{GLI~IE:\TO CENTR.\L DE ESTE CAPITULO ES QUE 1:.1. M0\'11\IlEI\!TO COC.-\IJ::/!0 QUE TUVO LlJ(,,\R El\:

E el Purumayo en 1996 no puede comprenderse si se analiza desligado de otros movi-


mientos cívicos anteriores, los cuales, desde una perspectiva de larga duración,
han sido manifestaciones coyunturales de un movimiento social y centrado alrede-
dor de una demanda central: que el estado-nación colombiano reconozca su ciuda-
danía y sus derechos como ciudadanos y como habitantes de la región durante
décadas, si no como oriundos de la región amazónica. Se ilustrará cómo, en prin-
cipio. estos movimientos cívicos fueron reiterativos en reivindicar necesidades
básicas como infraestructura física, vías, servicios públicos, salud, vivienda y edu-
cación. El capítulo muestra también que la realización de estos paros cívicos, se-
guidos por la instalación de mesas de negociación, no puede leerse sólo como la
demanda que formulan los habitantes de la región de mejores condiciones de vida;
al realizar un paro cívico demandan, además, la atención del estado local -gober-
nadores y alcaldes-, y central - presidente y ministros- y reiteran y recuerdan a la
clase dirigente local y nacional, la condición histórica que ha tenido el Putumayo
de población y espacio marginal. abandonado, donde el desarrollo no llega desde
el centro ya sea por la falta de voluntad política del nivel central, por su represen-
tación como una r~ión vacía. receptora de población migrante y desplazada del
interior del país, ~ la corrupqQ]l administrativa local o por la aplicación ele
programas que desconrJk.n
,r ""f"'
la realidad de la amazonia. entre otras causas.
Estamos frente al movimientos sociales cuya estrategia1 son los paros cívicos,

En este caso. la eslrolegia se entiende como la capacidad de maniobra de los individuos y tiende
a estructuras y situaciones definidas. corno por ejemplo e l abandono del estado. Es decir, me
refiero a estrategia en el sentido en que Bourdieu (1977) define este concepto en su teoría de la
práctica: él remplaza la regla por estrategia para introducir la variable tiempo en su análisis de la
práclica. Para Bourdieu el comportamiento social no debe explicarse en términos de un código
dado :-conciente o inconcientc- o como una representación estática, sino como un logro continuo
de acciones con campo para estrategias en concordancia con la maestría práctica del individuo
sobre diversas situaciones. De esta manera. Bourdieu esta en contra de la noción de reglas y del
comportamiento gobernado por estas. según el cual el comportamiento social se concibe como
conformándose a las normas y determinado por la obediencia a las reglas.

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IDENTIDAD Y C"IUDADANIA EN EL PUTUMAYU • Maria Clemencia Ramtre:.
94 !
perfila una sociedad incivilizada1 en la amazonia, que requiere ser civilizada para
que se convierta en una verdadera sociedad civil. Este viene a ser el discurso subya-
cente que tiene el estado central para abordar las manifestaciones populares o. en
palabras de los militares, la alteración del orden público en la zona. Bajo esta pers-
pectiva, pacificar la vida cotidiana de estos desfavorecidos colonos dominados por
la guerrilla, por medio de la represión, es decir, del ejercicio de la violencia estatal.
se torna en un acto legitimo (véase el capílulo 4).
Sin embargo, en el mundo entero están surgiendo en la actualidad manifesta-
ciones y denuncias de la sociedad civil en contra de la arbitrariedad de esla violen-
cia estatal, fenómeno que Keane (r998: 134-) denomina una política civilizadora. Como
se verá más adelante, este tipo de denuncias se han venido constituyendo en ejes
reivindicativos de los movimientos sociales que tienen lugar en esas regiones
periféricas a partir de la década de 1990. Ya en la década de 1980, en la base de datos
de luchas campesinas e indígenas y éxodos (r980-1997) del Centro de Investigación
de Educación Popular -Cinep-, están registrados varios paros cívicos y marchas
campesinas, que dan lugar a la emergencia de movimientos sociales y políticos (véa-
se el cuadro 6)
De los paros cívicos recopilados en el cuadro 1 es importante resaltar los que
incidieron en la emergencia del Movimiento Cívico Regional del Pulumayo y contri-
buyeron al aprendizaje de los líderes. Elr de junio de H)8o tuvo Lugar en Puerto Asís
un paro cívico en contra del gobierno nacional en demanda de servicios públicos,
vías y salud; el 8 de octubre de r98r se presentó una movilización de los municipios
de Sibundoy, Colón y Santiago -allo Putumayo-, en la cual se exigían servicios pú-
blicos al gobierno ciepartamental. El 3 de octubre de 1982 se realizó un paro cívico
regional que comprometió a todo el departamento y duró veinte días: este paro es
recordado en la región por cuanto marcharon todos los sectores sociales, la Iglesia,
los educadores, el comercio, los estudiantes y la población en general, así como los
trabajadores de Ecopetrol por medio del sindicato de la Unión Sindical Obrera
-uso-. por reivindicaciones como la carretera de Mocoa-Pitalito. servicios de sa-
lud -hospitales-, servicios públicos -como la electrificación de los municipios-,
crédilos. vivienda y. en general. mejores condiciones de vida. Se logró que el
lnslituto Colombiano de Energía Eléctrica -Icel-conccdiera dos plantas eléctricas y
se inició el proyecto de interconexión hidroeléctrica del Putumayo (entrevista a un
líder político local en Mocoa, 1999). Durante eso paro empezó a hacerse evidente el
liderazgo del Movimiento Cívico.

2. En el siglo dieciocho. cuando se empezó a hablar de la moderna sociedad civil. el fantasma de la


incivilidad o de la violencia era su peor enemigo. El proceso civilizatorio implicaba transformar
el wmportarniento incivi lizado en civilizado, proc.;eso que estaba en manos de los dctentadores
rlel poder, pues eran los carentes de poder quienes reproducían la violencia a su interior (Keane.
!!}98: IJ7).

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CuAORo6

furuMAYO : PAROS CÍVICOS, PAROS CÍVICOS CON PARTICIPACIÓN CAMPESINA, AMENAZAS DE PARO,
MOVIT..lZACIONES CAMPESINAS Y CÍVlCAS, TOMAS CfviCAS Y PETITORIOS, JUNIO DE I98o A ENERO DE I99(5
(")
>
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

"O
Ftx::HA AroóN Mlf.\I!C!PIOS Ú'llOAD EN CONTRA MOTIVOS PARTICIPANI"ES
r-junio, r<)8d Paro cívico con Puerto Asís Gobierno nacional Servicios públicos, vías, salud Campesinos ª'
,..
o
...,
participación campesina

o8-oct., r<)8r' Movilización campesina Sibundoy, Gobierno departamental Servicios públicos Campesinos e:;,
Colón, "'
:S
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Santiago "'§•
1 ¡:;;·
03-0Cl., 1<)82. Paro cívico con Gobierno departamental Servicios públicos y sociales, Campesinos ;:,

participación campesina vías, crédito, vivienda


o
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2.8-mayo, IC)83' Petitorio Puerto Asís Gobierno municipal Derechos humanos, Campesinos ¡:;·
e
presencia paramilitar "'t:>
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2.1-enero, r<)84í Movilización campesina Puerto Asís Gobierno departamental Crédito, comercialización, Campesinos 3
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vías, servicios públicos, "'
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educación ::.
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1-ago., r<)84' Petitorio Puerto Asís Gobierno nacional Comercialización, tierra, vías, Campesinos "'"'
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servicios públicos y sociales ¡:;·


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1-mayo, r<)86' Petitorio Gobierno nacional Vías, servicios sociales Campesinos '<
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MOTI\'OS PAR'IlCIPA.VIbS
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25-enero, 19911 Movilización cívica Mocoa Asesinato de siete personas. Habitantes o
-<
acusadas por el ejército de ;?
o
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

pertenecer a las Farc >


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26-sept.. 1gcjí' - Petitorio- Resguardo Gobiernonacional Derechos de etnias
-~-
Campesinos
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>
indígenas ,z
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huitoto "O
e:
8
1 -ago., 1993
¡ -
Toma cívica Orilo
-- Gobierno municipal Agua, alcantarillado
- Habitantes
~
;::l
:;::

02-sept., 1993 2
- Movilización cívica
- Mocoa
-- Gobierno municipal Energía
--- Cívicos y
- >
o-<

- - --- ~~
habitantes
-

...~
2
19-enero. 1994 - • Paro cívico Puerto Gobierno municipal Agua, energía Concejales,
Leguízamo maestros. cívicos y i:i'
habitantes ~
19942 -
-- - - 3
!2-febr., Toma cívica Puerto Gobierno departamenta Contra destitución alcalde "'~
Leguízamo

~

r8-abril, 1994 2 Paro-cívico Puerto Gobierno mtn1icipal Contra gestión administrativa, ~Concejales.
- t:)
::;
~
,,
Legutzamo servicios públicos maestros y
habitantes
--- -·---
Continúa
Continuación
FocHA Aceró....: MUN!CIPIOS ENTIDAD EN CONTRA MO'IlVOS pARTICIPAXTES
18-nov., 19943 Movilización campesina Puerto Asís Gobierno nacional Ambientales, glifosato Campesinos
y habitantes
19-dic., 19943 Paro cívico con Puerto Asís Gobierno nacional, Ambientales, glifosato, Campesinos
()
participación campesina (El Tigre, Ecopetrol desarrollo regional, y habitantes ..,
)>
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

::¡
La Dorada). vías, por la paz, e
r
o
...,
Orito, regalías, diálogos
La Hormiga regionales •
l::::l
(San Miguel), ~
~
:::
Puerto o
"'
Leguízamo ~::::
20-nov., 19952 Paro cívico La Hormiga Gobierno nacional Incumplimiento acuerdos Habitantes e
"'<">
del paro cívico de 1994 ~
;:;·
o
4-enero, I99Ó1 Amenaza Gobierno nacional Incumplimiento acuerdos, "'
!:)

paro campesino glifosato, desarrollo regional Campesinos ~


o
"'
§.

Nota: las bases de datos del Cinep diferencian entre paros cívicos con participación campesina y paros cívicos realizados en localidades urbanas. Las series ::
de tiempo de las bases son distintas. por lo que no se cuenta con información sobre paros cívicos para el periodo r98<>-1989. e
"'
fuentes: 1. Cinep. Banco de datos de acciones campesinas e indígenas. "'o<">
2. Cinep. Banco de datos luchas cívicas. i5
¡:¡;-
J. Banco de datos de acciones campesinas e indígenas y banco de datos luchas cívicas. "'
'<
'1:::1
~
g~
e
--"'
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"'
IDFNTlDAD Y CILIDAnANIA EN El PUTliMAYO + Muria Clemencia Rwmre:

El ll de enero de 1984. en el municipio de Puerto Asís hubo u11a 1110\'ilización en


contra del gobierno departamental y se reiteraron las demandas de credHo. comercializa-
ción, vías. servicios públicos y educación. El 11 de agosto de 1Q84 se presentó un
pliego petilorio en el cual se retomaron los puntos del paro CÍ\ ico anterior. Ese año
el frente 32. de las Farc irrumpió en el Pulumayo para quedarse (Comisión de Supe-
ración de la Violencia, 1~)3: 102.). El 18 de mayo de 1984 se suscribieron Jos Acuer-
dos de Uribe entre las Farc y el gobierno de Belisario Betancur (1982-1986). consistentes
en cese al fuego, tregua y paz, lo cual llevó a la creación. en marzo de 1985, de un
nuevo movimiento polílico. la Unión Patriótica. Esta fue creada por las Farc en
unión con otros partidos y movimientos democráticos y de izquierda, buscando
una "apertura democrática que garantizara el libre ejercicio de la oposición'·, para "la
participación popular en las gestiones del Estado" (Farc-EP 30 años de lucha. r99&) 1.
El 2.1 de mayo de r986 se realizó un paro intendencia].¡ liderado por el menciona-
do Movimiento Cívico. en el que se exigían servicios sociales y vías. t\1 hacerle un
seguimiento a este Movimiento Cívico, es evidente que se lrata de un movimiento
social que se había venido gestando como resultado de los anteriores paros cívicos,
y al cual se refiere la Comisión Andina de Juristas (1993: 27) al analizar lo~ movimien-
tos políticos existentes en la zona en 1{)86:

A nivel políticofm Puerto Asís lomo fuerza el grupo de oposic..;ión Unión Patriótica fVP).
que había surgido como expresión organiza ti va legal de militante:, del Partido Comunista.
combatientes desmovilizados de las Fa re y activistas rle otros grupos o partidos de iz-
quierda. En Orito y Valle del Gua mués (ésle último aún no era municipio). acluaba como
grupo de oposición el frente Popular (organización de acción legal ¡;ercana políticamente
al gmpo guerrillero Ejército Popular rle Liberación -EPL-. Y a nÍI-el deparlamentol Pro muy
impo1tante el trabajo realizado por el Mot•imiento Cívico. cuma ente ¡1/urulisto y
suprnparlirlisto que lucha por una adecuada prestación rle sCJvirios publicas J' por el
desarrollo vial ele la región (l!n 1r;86se realizo en el Putumayo un pam CÍt1iro intenchmcial
exigiendo t•iasyeleclrificación. Enfasis mío).

Este Movimiento Cívico. que se gestó como resu ltado de los diversos paros cívi-
cos. es el que va a agrupar a partidos de izquierda. enlidades cívicas y sociales y
personas progresistas de los partidos tracliLionales. convirtiéndose en una alternati-
va política de Lipo regional. Cabe insistir en que. además de la búsqueda de repre-
sentación política. los paros cívicos, recurrentes durante las últimas dos décadas,
son los espacios donde se van formando los líderes que le darán forma al Movimien-
to Cívico del Putumayo, que moviliza a la población de la región alrededor de la
exigencia por servicios públicos desde la década de 198o. lo que se traduce en la
búsqueda de la inclusión de esta región marginada al estado-nación.

En las elecciones ele 1986, este movimiento obtuvo una alta representación, un poco menos de
¡%de la votación total (Santana, 1!)88: ~8). En 11)86, "la UP alcanzó un total de 312.~94 votos -4.5%
del total registrado para corporaciones públicas- . que le permíl ieron elegir tres senadores. nueve
representantes. hacer presencia en rso consejos municipales y consolidarse como una fuerza
decisiva en los antiguos Territorios Nacionales" (Gaitán. IQ9l: 1~21.
4 El Putumayo era una intendencia hasta que fue elevado a departamento por la mnstilurión de J<}C)I.

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CAPillJLO 3 ~ 1110\'llntellfos ci1•tcos a tnOI'ÍIIllelltos sociales y polt'11cos

Los MOVIMIENTOS CÍVlCOS Y SU CONVERSIÓN


EN MOVIMIF.NTOS POLÍTICOS

EN 1 \ PRIMERA ELECCIÓN POPULAR DE ALCALDES, EN 1988, RESULTARON ELEGIDOS DOS ALCALDeS DE


partidos alternos, inscritos como "Otros": Alirio Romo Guevara en Puerto Asís, por
el Movimiento de Integración Popular, y Servio Tulio Garzón en Orito, por la Alian-
za Popular Progresista. Estos dos alcaldes representaban fuerzas políticas alternas
que surgieron como resultado de los movimientos cívicos anotados. Varios autores
(Santana, 1988; Gaitán, 1992.), han señalado la importancia de estos movimientos cívi-
cos, que llegaron a tener representación política durante las elecciones, pues se
tornaron en fuerzas democráticas alternas que coinciden con zonas periféricas del
país donde desde principios de la década de 1970 ha habido permanentes moviliza-
ciones, las que han ampliando la competencia parUdista y las reglas de juego. "Esta
doble coincidencia podría significar una importante proyección en el tiempo y en el
espacio de organizaciones cívicas y comunitarias hacia la participación política y
electoral'" (Gaitán. 1992.: 128). En palabras de Bernardo )aramillo. dirigente de la Unión
Patriótica -asesinado en 1990-:

Yo considero que la elección popular de alcaldes ha sido la más importante conquista


democrática del pueblo, porque tiene que ver con este estilo de nueva democracia que
estamos planteando( ... ) la descentralización ha llevado a que la gente haga un vínculo
inmediato entrP el problema más elemental que está viviendo y los problemas nacionales
(Harnecker. 1989: &J-90).

En el caso del Putumayo, es necesario mirar detenidamente cómo se pasó de un


movimiento cívico hacia uno poLítico y electoral. Como se verá, la tradición bipartidista
en La zona, sumada a la presencia guerrillera, incidieron en la conformación de proce-
sos políticos ambiguos, con avances y retrocesos en cuanto a la autonomia que se
logra con respecto a los partidos políticos tradicionales y a la guerrilla. Esta ultima,
dependiendo de su posición frente a Las elecciones -que varía con frecuencia- , va a
obstaculizar o a promover estos procesos de proyección política.
En el marco de la democracia parlicipaUva, los habitantes del Putumayo recurren a
la búsqueda de un espacio de representación política local, autónomo, y articulado o no
-según la coyuntura- a otras fuerzas regionales y nacionales que impiden o fortalecen
estos espacios públicos. Por tanto, es necesario analizar detenidamente las formas loca-
les de hacer política, el discurso, las luchas. el conflicto interno y las coaliciones regio-
nales o nacionales así como las acciones y posiciones de los llamados lideres naturales
o líderes políticos que pueden cons iderarse intelectuales locales (Mallen, r995: 32.:¡) o
intelectuales campesinos (Feierman, 1990), como se discutió en la lntroducción.
En r987, se desató en lodo el país una guerra sucia en contra de los miembros ele
la Unión Patriótica\ persecución que en el Putumayo también se dirigió en contra

Como resultado de la ¡zuerro sucia en contra de La Unión Patriótica. en 1986, después de un aúu .,.

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+ Marta Clemencia Ram~re:;
roo I I DENTIDAD Y ClliDADANIA EN 1:.1 PliTLIMAYO

de miembros del Movimiento Cívico y líderes comunales. a quienes se asociaba


con fuerzas de izquierda por sus propuestas alternas a aquellas de los partidos
tradicionales 6. El 17 de marzo de 1987 fue asesinado el dirigente cÍ\rico Horacio
Realpe Mavisoy (Comisión Andina de Juristas, 1993: ~7). Un ex alcalde comentó
sobre lo que s ignificó para los líderes de la Unión Patriótica en el Putumayo esta
persecución:

La Unión Patriótica llegó a Puerto Ospina en r988 y estuvo allí basta 1991, año en que
todavía podíamos representarnos como Unión Patriótica; pero a raíz de los asesina-
tos, los crímenes. pues nos tocó cambiar, no de ideas pero sí de nombre, porque las
ideas siguen siendo las mismas. Y eso nos llevó a participar como Convergencia
Popular en Puerto Leguízamo y llegar a1 concejo municipal (entrevista a ex alcalde
de Puerto Leguízamo, 1<)1)9).

Un líder político de la región hace el siguiente recuento respecto de este Movi-


miento Cívico y su conversión en movimiento político:

El Movinúento Cívico se conformó para participar eD polllica luego del paro de r982 -paro
en el cual nuestra organización sólo tenía fines cívicos- . Después, el movimiento se
organizó y parUcipó en política; incluso, en rC)Iló ese movin1iento cívico logró varios escaños
aJ concejo municipal, y wlo en el consejo intendencial. Yo Lideré aquí IMocoal una lista ¡Jara
el concejo; elegimos a dos concejales y alcancé a ser presidente del concejo municipal ele acá
por el Movimiento Cívico. 0€'.spués del paro lo gente dijo, 'Hombre, aquí se lucha por las cosas
pero cuando llegan las elecciones siempre aparecen los mismos para tomarse las decisiones y
las instancias del poder, enton0€'.s participemos'. El Movinúento Civico empezó a crecer desde
esa época, pero vimos que ta l vez solos no íbamos a crecer mucho; entonces para las
elecciones de 19118 surgió tma convergencia y logramos un representante a la cámara por esa
Convergencia Popular Liberal. A algunos líderes de la Unión Patriótica, que estaban en el
Movimiento Cívico, no les gustó la convergencia por haber un sec.Lnr Uberal allí y ellos se

,. ele constituido e5tP movimiento polftico, va habian sido asesinados trescienlos militantes. "Para
fines de 1!)86, las víctimas incluían un sonador, un mpresentante, un diputarlo y veinte concejalas.
En octubre de 19-~7 fue asesinado su primer candidato prcsiclcncial. Jaime r~anlo Leal. Los asesinatos
prosiguieron y en marzo de 19")0. se produjo el brutal atentado contra su segundo candidato.
Bernardo Jaramillo Ossa. Con este asesinato llegaron a 1.0~~ víctimas de la "guerra sucia" declarada
contra esta organización" (Gaitán. 1992: 132). Esta guerm sucia se dirigió tambión contra dirigentes
comunales y campesinos vinculados ni movimiento.
6 En una entrevista realizada por Marta llarneck.er a Bernardo Jaramillo en 11)8/l, cuando asumió la
dirección de la Unión Patriótica, este se refiere u un amp lio Movimiento Cívico e-xistente en Colombia:
''En Colombia se han becho grandes paros dirigidos por el movimiento cívico. Es el movimiento
más complejo en el país( ... ) Es un movimiento que se ha organizado en torno a las reivindicaciones
de lipo económico, de tipo social, pero que ha ido adqniriendo una dimensión tal que ya se ha
estructurado como movimiento nacional. Existe también la Coordinadora Nacional de Movimientos
Cívicos y Comunales. Lo que ayuda a este movimiento es la existencia de las junlas de acción
comunal" (Harnecker, 1989: 2.J). Teniendo en cuenta la presencia de la UP en la región durante esos
años, el Movimiento Cívico que emergía puede estar influenciado ideológicamente por esta. como
estrategia de movilización; sin embargo, según los resultados electorotes. la Union Patriótica no
tenia fuerza electoral en el Putumayo. Queda la pregunta dt- qué tan autónomo era este movimiento
con respecto al Partido Comunista y a la Unión Patriótica.

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CAPffiiLO 3 • De movimientos cívicos a movimiemos sociales y políticos 1
lOI

abrieron. no entraron a la convergencia y en 1990 formaron el movimiento político


Unidad Campesina. Elios siguieron trabajando la parte política como Unidad Campesina
y lograron varias alcaldías y miembros al concejo. Muchos de esos miembros lideraron
ese proceso [se refiere a los movimientos cívicos en contra de las fumigaciones que se
iniciaron a finales de 1994 y culminaron con las marchas de 1!)96[ (entrevista a un líder
político local en Mocoa. rl)98).

La lucha por constituir partidos poUticos alternativos a los partidos tradiciona-


les es evidente, pero también se constata que con el fin de participar en las eleccio-
nes, en el marco de la primera elección popular de alcaldes de r988, se establecieron
coaliciones con dichos partidos, lo cual transformó el Movimiento Cívico en cuanto
a su carácter representativo local. Un líder cívico describe el movimiento como:

Un movimiento liderado por profesores y líderes campesinos. Al proyectarse como


movimiento político se hicieron coaliciones con los partidos liberal y conservador. lo
cual llevó a su desaparición. Se combinó y se desprestigió el movimiento. cuando en
un principio era independiente. Perdió su identidad, resultaron elegidos a la asam-
blea departamentaJ y no hicieron nada. Tenía mayor fuerza en Mocoa. Quedan líderes en La
Hormiga, Orito y Puerto Asís (entrevista a un líder cívico en Mocoa,1999).

Aún más, candidatos a las alcaldías y a los concejos pasaban de ser liberales o
conservadores a representar a estos nuevos partidos y después volvían a participar
como candidatos de los partidos tradicionales. Tal es el caso de Alirio Romo, quien en
las elecciones de octubre de 1997, fue candidato liberal a la asamblea departamentaF.
Por otra parte, bajo la dirigencia política ue la Unión Patriótica y del fkdrtido
Comunista, en 1990 se creó otro movimiento político local de ascendencia campesi-
na, como forma de resistencia frente ala guerra sucio desatada en contra de la Unión
Patriótica:

Desafortunadamente, el clima de violencia que vive el país es el mismo que vive el


Putumayo y eso no ha permitido consolidar un movirujento. Inicialmente lo hicimos
como Unión Patriótica en el departamento. con dos conc:ejales en Puerto Leguízamo, a
quienes sostuvimos hasta IC)CJI. En 1992.la situación volvió a estar tan asfixiante en cuanto
a la represión que era necesruio cambiar. Por ejemplo, en Puerto Asís no podíamos pnrticipar
como Unión Patriótica. entonces en esa parte de arribo [incluido Puerto Guzmán] se
part icipnba como Movimiento de Unidad Campesina. Tal como nosotros lo pensamos, el
Movimiento Cívico fse refiere al Movimiento Cívico que lideró las marchas de 199/í[ es
nuevo. porque antes también habían surgido movimientos cívicos, pero la propuesta
nuestra fue de finales de 1994 y principios de 199). Y la primera alcaldía que logramos fue la
de O rito como Movimiento Cívico, que era de la misma ideología que tenía el de Puerto

7 Alirio Romo fue asesinado el6 de septiembre de 1997 en la sede del directorio político del partido
liberaJ, por un grupo de bombres armados. Según el banco de da tos de derechos humanos y violencia
política del Cinep. "Aunque se piensa que el autor puede ser la guerrilla. una fuente militar dijo
que en el Putumayo se está desatando una 'guerra sucia' entre los propios candidatos, quienes
usando el nombre de la guerrilla se están amenazando entre sí como medio de intimidación y
estrategia política" (Cinep y Justicia y ~dz. Noche y Niebla, 5, 1997).

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Marín Clemencia Ramíre;.
I02 I IDENTIDAO y C'IUDADANfA EN E.L PlfTlfMAYO •

Guzmán, como Movimiento de Unidad Campesina y el de Puerto Leguizamo como


Movimiento Nueva Colombia. Situación que no es njena poro los políticos lrodicíonoles,
ellos conocen que a pesar de que el nombre es diferente las ideas son las misma~. por eso
ha habido dificttltad !entrevista a un ex alcalde de Puerto Leguizamo, rWQ. É'nfasis mio).

Es así como en las elecciones del 30 de junio de I9<JÓ, fue elegido alcalde de Orilo
Luis Alfredo Urbano. representante del Movimiento Cívico, en reemplazo de Wilson
Antonio Robles, del partido conservador, quien estaba inhabilitado para ejercer el
cargo. En las elecciones de octubre de r994, en Puerto Guzmán fue elegido como
alcalde ]airo de Jesús Casanova, representante del Movimiento de Unidad Campe-
sina y Popular. movimiento que también eligió un diputado, oriundo de Puerto
Guzmán. a la asamblea departamental; por su parte, Miguel Ángel Rubio resultó
elegido por el Movimiento Nueva Colombia en Puerto Leguízamo. Es evidente
cómo, frente a las prácticas políticas de tos partidos traJicionales tales como la
exclusión de otros partidos, el clientelismo y la maquinaria política, los lídnres
locales conlraponen una cultura política de resistencia, que a la \'CZ responde y es
moldeada por estas prácticas dominantes y se convierte en un discurso
contrahegernónico que, como tal, es perseguido y censurado por las elites. Esta
política de resistencia es evidente cuando el entrevistado concluye:

Creo que el Pulumayo tiene UJ1a dinámica nueva; es espe1 anzador el hecho de que los
movimientos cfvicos. el Movimiento U11idad Campesina. o los movimientos nuevos que
han surgido, si no han podido continuar hacia el futlU'o. se hayan tenido que mudar pero
siguen, conUn(wn (enlre\rista a un ex alcalde de Puerto Leg¡.úzamo, r9Q9).

Por su parte. y para participar en las elecciones de concejales en I!)(J..J., en Mor.oa


se constituyó el pArtido polílico Bloque Comunilario Putumayense. Una de las
I.Janderas de este movimiento fui! Id hidroelódrica dnl Putumayo. Se dirigió al pre-
sidente Emes1o Samper con un comunicado titulado, "Putumavo: 431 años de os-
curidarl", en el r.ual sostenían que, "desde que llegaron los españoles este
departamento ha permanecido en completa oscuridad. Sólo en Ig82, el presidente
Bclisario Belancur aprobó la iniciación del proyecto, logro obtenido por el pueblo
a través de un paro" llil Tiempo, .22. de diciembre de I9<J..J.: 7A) . Una vez resu ltó
elP.gido un concejal. con 1.2.00 votos, el movimiento político perdió fuerza. y en
HJIJ7 cuando se presentó para la asamblea departamental no salió elegido. Este pue-
de definirse como un movimiento político coyuntural, que después terminó ha-
ciendo coaliciones con los partidos tradicionales. que se impusieron (entrevista a
un líder cívico en Mocoa, H)9<J). Mocoa se ba caracterizado como un municipio en
donde predominan los partidos tradicionales y con ellos, la politiquería a la cual
se refieren los líderes como un mal endémico que corrompe cualquier intento de
conformar un partido independiente.
En sus reflexiones sobre representación política, Bourd.ieu (1994: 171)' r8g) def~ne el
campo político como un campo de luchas, cuyo objetivo es cambiar la relación de
fuerzas; este campo lo definen las relaciones que se establecen entre los representados,

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,
CAPITtJLO 3 • De movimiemos dvicos a mol'rmientos sociales y políticos 1
J03

distanciados de los instrumentos de producción política, y quienes los represen-


tan. por medio de la relación que estos últimos establezcan con sus organizacio-
nes. De esta manera, Bourdieu llama la atención sobre cómo los representantes
políticos no dudan en ampliar su base y atraer clientela de otros partidos, lo cual
puede traer como resultado el fortalecimiento del partido en detrimento de su
originalidad, es decir. del abandono de sus posiciones distintivas y originales,
realmente represen tativas de las bases.
En el Putumayo. esta tensión entre mantener o incluso crear un partido político
autónomo e independiente de los partidos tradicionales, que represente los intere-
ses de los pobladores de la región, y la tendencia a establecer coaliciones con el fin
de ampliar el número de votantes en el momento de las elecciones, se convierte en
una práctica política estructura l. Las lealtades heredadas hacia los partidos tradicio-
nales, sumadas a las prácticas clientelistas que han dominado la cultura política en
la zona, aquello que se conoce como el ejercicio de la politiquería, forman parte de
una disposición estructural a la cual siempre se regresa. Este condicionamiento se
refuerza por medio de la persecución de la que son objeto los líderes políticos que se
definen como representantes políticos de una alternativa más representativa y, por
consiguiente, asociada de inmediato por las elites dominantes con el Partido Comu-
nista y con las Farc, Sostener en el tiempo un partido alternativo. un discurso
conlrahegemónico. se ha convertido en uno forma de resistencia local frente al esta-
uo. Se construye así un texto escondidox. un discurso político que tiene lugar fuera
del alcance de la elite polflica tradicional dominante, cuyo significauo está adscrito
al sentimiento de exclusión. marginalidad y persecución. Warren (r993) ll ama la aten-
ción sobre cómo en medio ele la violencia, y en respuesta a ella. se construyen nue-
vas redes de significados. Tal es el caso de la búsqueda de la redefinición del
ejercicio de la política en medio de la violencia. En Colombia, el campo político de
lucha entre diferentes fuerzas ideológicas se desdibuja al ser excluidos, violenta-
mente. los partidos que representen otros intereses diferentes a los del slatu quo.
Los movimientos cívicos que buscan convertirse en organizaciones políticas,
representativas de los intereses de los pobladores de la región, ponen en eviden-
cia, además, que "lo político deja de ser un nivel de lo social y se convierte en una
dimensión que está presente en mayor o menor medida en toda la práctica social.
Lo político es una de las posibles formas de existencia ele lo socia l'' (Laclau, r987: s).

8 Para c¡¡racterizar la forma en que emergen las cu lturas ele resistencia )ames Scott iutrodure el
concepto eJe IP.xtos escondidos (hidclen tronscripts) n discursos que tienen lugar fuero cln la mirada
de los dominadores. Para P.ste autor se establece una relación clialécl ica entm estos textos o
discursos escondidos -gestos, prácticas y formas de hablar- y el trxto pt'1blico. La práctica de la
dominación es la que crea este texto escondido. Ambos son espacios de poder y de definición de
intereses. En palabras de Scott (1992.: 62.), "si la dominación es muy severa, seguramente produce
un texto escondido de uno riqueza correspondiente. El texto escondido de los grupos subordinados
reacciona con tra el texto públíco al dar cuerpo a una subcultura y al oponer su propia forma de
dominación social contra lo de la elite". En este texto escondido se guardan las aseveraciones
que si se expresaran abiertamente, serían peligrosas. Para Scott (J<lQ:l.: 77), e.xistPn Jambién textos
esconclidos que se generan entre los grupos dominantes.

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I DENTIDAD Y C'IUDADANIA EN EL PUTUMAYO + Marta Clemencia Ramírt:'t.
104 !
En el Putumayo, estos movimientos cívicos se han constituido en prácticas sociales.
en formas organizativas que van delineando diferentes espacios polílicos, así: en el
área de Puerto Guzmán surgió el Frente de Unidad Campesina, que después Sfl
denominó Movimiento de Unidad Campesina y Popular -se le suprimió el "Frente".
por cuanto se asociaba a frente gueirillero-, movimiento que aglulina a diferentes
sectores políticos, con influencia de las Farc, con participación de liberales y con-
servadores -Jos alcaldes de filiación conservadora tomaron la bandera del Movi-
miento-. En segundo lugar, en el área de Orito, Valle del Guamués (La Hormiga) y
San Migue l (La Dorada) estaba el Movimiento Cívico Regional del Putumayo; en
tercer lugar, Puerto Asís (con un alcalde liberal), cuyos líderes campesinos se aso-
cian a la zona de Puerto Leguízamo (parlido Nueva Colombia); y, en cuarto luga1',
Mocoa como centro de dominio de los partidos políticos tradicionales. Se trata.
entonces. de diferentes posiciones subjetivas que se articulan de manera contin-
gente para construir una hegemonía polflica e ideológica regional. dentro de la
ambigüedad y el antagonismo que han caracterizado la práctica social y política en
el Putumayo: se es liberal, conservador o independiente, según la coyuntura o las
demandas del momento, de manera que un mismo sujeto puede asumir posicio-
nes políticas diferentes en cada nueva elección.
En esta medida es que puede hablarse de la emergencia de nuevos movimientos
socia les en la región de la amazonia occiden tal. movimientos cívit.:os que abren
diversos espacios políticos. generan pluralidad de demandas9 y cuestionan a los
partidos políticos tradicionales, buscando, sin embargo. ser reconocidos y articularse
por medio de la consolidación de movimientos políticos, al discurso hegemónico
del estado central10• Este propósito no se ha logrado, pero se ha consliluido en un
objetivo central de los diferentes movimientos cívicos y políticos que emergieron
durante esa década. En su artículo sobre tendencias de los movimientos sociales,
Archila (IQ95: 2}6-.277) reconoce que aun cuando los movimientos cívicos muestran
una dinámica "típica de una movilización policlasisla de recursos, sus actores cues-
tionan formas de orientación de la sociedad e incluso participan eo poülica. por lo
menos en términos locales". Además, señala como algo parodigmálico que los

CJ Pedro Santa na (1992.: 47-48) llama la atención sobre cómo: "En Colonrbia los movimientos sociales
hao logrado reivindicar y poner en la agenda nacional y aún en los programas de los partidos
aspectos como la descentralización municipal, que fue una reivindicación de los movimientos
cívicos, o la autonomía regional y la participación de las regiones rn las regalías por la explotación
de los recursos naturales: también han reclamado la vigencia de una democracia participaüva y
una moralización de la actividad pública y del manejo de los recursos estatales: han reclamado el
respeto a los derechos humanos y han reivindicado a la ecología. a la mujer, han planteado las
reivindicaciones de indígenas y negros, se han ocupado de las provincias, etc. Pero en su conjun to.
los movimientos no han logrado convertirse en bas(' sólida de nuevos movimientos políticos".
10 Mauricio Archi la (rm: 275) sostiene al respecto que. "sin desr.onocer el potencial de nuevos
caudidatos y sus posibi lidades de renovación política( ... ) no creemos que se pueda hablar de un
progresivo crecinúeoto del poder electoral de los movimieutos r.avicos". Sin embargo. reconoce
el potencial de los movimientos cívicos que oo siempre se traduce eo votnntes. puesto que se
buscan otras fomlas de participación en otros espacios p(ablicos en los que pueden ejercer presión
- juntas de empresas públicas, cabiJdos, juntas administradoras locales, etcétcro-.

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CAPITULO 3 • De movimientos CÍI'icos a movimientos sociales y políticos 1
ros

movimientos cívicos son "la expresión más dinámica de la acción colec tiva en el
país. tanto que atrae e incorpora a otros movimientos, incluidos los típicos de
cl ase, recomponiendo id entidades". El caso de los movimientos cív icos del
Pulumayo ilustra estos procesos de acción colectiva y permile ahondar en cómo se
convie rten en movimientos sociales y polílicos, así como en el análisis de dicha
recomposición de identidades (véase el capíLulo 4).

EL MOVlMTENTO CÍVICO DE DICIEMBRE


DE 1994 A ENERO DE 1995

A PARTIR DE 1990. EN LA AMAZONIA OCCIDENTAL SE REG ISTRÓ UN fNCREML'NTO SIGNIFICATIVO DE


los c ultivos de coca y con ellos se iniciaron las fumiga ciones para controlarlos, e n
el marco de la política de guerra contra las drogas, impulsada y financiada por
Estados Unidos. En e nero de 1991, el Consejo Nacional de Estupefacientes autorizó
el uso del glifosato. previo permiso del Ministerio de Salud. En 1994, se intensifica-
ron las fumigaciones y en noviembre de ese año estaba en plena ejecu ción la ope-
ración comején, dirigida p or la policía nacional con el fin de erradicar los cultivos
ilícitos por medio de fumigaciones aéreas.
Los campesinos de Pulumayo y Guaviare habían venido denunciando que el
herbicida no só lo afectaba los cultivos ilícitos sino a Lodos los demás. as í como a l a
población loca lizada en las zonas de operación. Es así como en un periódico locaJ
podía leerse, como noticia de primera página, "Llueve glifosato"; se informaba que
se inte nsificaba "la guerra con glifosa to". pues "el gobierno anunció que p ersistirá
en la erradicación de los cultivos ilícitos". Ante la protesta inicial de los campesi-
n os del Guaviare y Putumayo, el comandan te de la policía manifestó que, "estas
campañas contra el herbicida sólo favorecen a los narcotraficantes" (La Noción, 2..2
de noviembre de 1994: I y 15). Es decir, se hacía caso omiso a las protestas de los
habitantes de la región. La discusión alrededor de las fumigaciones continuó y el
único control que proponía el Ministerio del Medio Ambiente, era "el estableci-
miento de veedurías ambientales en todas las regiones del país afectadas con narco-
cu llivos para controlar que la aplicación del herbicida se haga de acuerdo con los
¡.¡arámelros técnicos y las condicion es ambienta les que se han definido para la
realización de estas actividades" (Lo Noción, 30 de noviembre de 1994: rs): además,
se anunciaban programas de desarrollo alternativo.
El u de octubre de 1994. el Consejo de Polltica Económica y Social -Conpns-
aprobó el Programa Nacional de Desarrollo Alternativo que, "busca com ple me ntar
las campañas do e rradicación forzosa, mediante inversiones de carácter social para
prevenir, frenar y eliminar la producción de cultivos ilíci tos" (documento Conpes
2734. 1994). Este programa se proponía iniciar labores en 1995, de manera que se ante-
ponia la erradicación a la sustitución gradual de los cul tivos. El Programa Nacional
de Desarrollo Alternalivo -Plante- nació a la zaga de la política de erradicación
forzosa. Las protestas cons tantes de los campesinos del Guaviare. Putumayo y
Caquelá referentes a la fumigación no fueron tenidas en cuenta. Además de denunciar

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IDENTIDAD Y CIUDADANfA EN EL PuTUMN>O • Maria Cleme11cia Ramtre::.

las enfermedades que causa el glifosato -como las hepáticas-, y los daños a los
ecosistemas. los campesinos solicilaban que al fumigar se diferenciaran los culti-
vos menores de tres hectáreas de las grandes plantaciones comerciales. por cuanto
las fumigaciones arrasan prácticamente con toda clase de cultivos (Lo Noc:ión. IS de
diciembre de 1994: u). En respuesta a estas demandas contra la fumigación con
glifosato, el 18 de noviembre de 1994 tuvo lugar un paro cívico en Puerto Asís.
Según lo anunciaba un diario local:

lo que se busca con esta protesta pacífica es crear los espacios y mecanismos para que
baya una solución concertada. dialogada. va que ni la represión ni el uso de venenos
químicos de manera indiscriminada, son la solución para el problema de los cultivos de
coca( ... ). El Estado colombiano solamente se acuerda de ellos (los campesinos) para
fumigarlos, para reprimirlos. nunca para tratar de ayudarles a buscar un mejor nivel de
vida" (Diario del Sur. r¡ de noviembre de 11)9-t: IOA)

El gobierno ceutral hizo caso omiso de estos propósitos y respondió tal como se
le acusa de hacerlo cada vez que se acerca a la región, al declarar "que los paros
cívicos realizados en los últimos días en Miraflores y Puerto Asís, fueron preparados
conjuntamente por narcotraficantes y guerrilleros", por tratarse de "organizaciones
interesadat. en evitar r¡ue sea atacado uno de los frentes más importantes dentro del
tráfico internacional de estupefacientes". Por otra parte, el director de la policía na-
cional "negó que se pretenda sustituir el glifosato por otra sustancia pru·a erradicar
los cultivos ilícitos. agregó que las operaciones de destrucción de osos plantíos no se
suspenderán", y anunció que ··en el mes de enero se intensificarán las operaciones
de destrucción con glifosato de los cultivos de coca en los departamentos de Guavia-
re y Putumayo (El Tiempo, 22 de noviembre de 1994: rA-3A). Se insistía en la guerra
en contra del narcotráfico y la guerrilla, sin detenerse a considerar a lus campesinos,
quienes insistian en aclarar que protestaban no para que se les permitiera seguú·
cultivando coca sino para ''impedir que con el pretexto de Id erradicación de estos
cultivos ilícitos se quiera cometer un verdadero atentado contra la integridad física
de los seres humanos que viven en el área", refiriéndose a la posiuilidad de que no
sólo se fumigara con glifosato sino con vclpar, un herbicida altamente tóxico para el
ser humano (Diario del Sur, 1.2. do noviembre de 1994: roA).
Aún cuando las fumigaciones no se realizaron en el Putumayu (JJiurio del Sur.
2.4 de noviembre de 1994: 12A) la política de erradicación forzosa sin sustitución
continuó. El 2.0 de diciembre de 1994 se inició un paro cíviw que comprometió a
Puerto Asís. Orito. San Miguel y Valle del Guamués y movilizó a más de cinco mil
campesinos (Peñaranda. 19<)6: 2.7). que esta vez protestaban por las fumigaciones y
demandaban la puesta en marcha del Programa Nacional de Desarrollo Alternativo
y de la Red de Solidaridad 1\ vías, electrificación, educación, salud e inversión de
las regaifas del petróleo en obras priorizadas por los municipios y, sobre todo.

11 Enlre los programas de la Red de Solidaridad, caracterizados por su asislendalismo, :.e encuentran:
programas de empleo y de vivienda urbanos y rurales: los de vivienda, en asorio ron ellnslilulo '

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CAPiTULO 3 • De movimientos cívicos a movimientos sociales y políticos 1
!07

cxtgtan tntctar un proceso de paz con la participación de la sociedad civil. Su


objetivo central era entonces, poner en evidencia que "el problema de Jos cultivos
ilícitos es social", y que "solamente en la medida en que existan alcantarillados,
escuelas, agua potable, luz, buenos caminos, una comercialización agrícola renta-
ble y que los productos agrícolas sean productivos, la gente dejará de ser mano de
obra de los cultivos ilícitos" (Diario del Sur. I7 de noviembre de r994: IOA).
El 3 de enero de 1995 el paro continuaba y era noticia nacional. Sin embargo. en
contraposición con la prensa local. que insistía en el problema social delrás del
cultivo generalizado de la coca en el Pulumayo y en el deseo de diálogo y de paz de
los marchistas' 2 , un titular del periódico El Tiempo decía: "Guerrilla , culpable de
paro en Pulumayo". A continuación explicaba que, "los labriegos" respondían a la
presión de la "narcoguerrilla", según informes de los organismos de seguridad. Se
insistía en los actos contra el orden público:

igualmente Las carreteras se encuentran taponadas por manifestantes que protestan


por la injusticia social como el Gobierno Nacional trata a esa sección del país( ... )
siete baterías fueron tomadas por los habitantes de los municipios de Orito. Valle
de l Guamués. Puerto Asís y San Miguel. que protestan por el atraso social y ecooó-
mrco del bajo Pulumayo. situación que se ve agravada con la fumigación con glifosa-
to o lol:. cu ltivos de coco (El Tiempo,~ do enero de t<J9S: z:tA).

Los dirigentes del paro exigían la presencia de una comisión del gobierno central
en La Hormiga, para lo cual conced ieron un plazo de cuarenta y ocho horas. El 5 de
enero dicha comisión no se había hecho presente. el paro continuaba y se informaba
sobre el "Ataque campesino a la planta de Ecopetrol en el Putumayo". artículo en el
cual se describía cómo se le prendió fuego a la planta. el bloqueo de las carreteras, la
suspensión de recorridos por las carreteras de acceso a Mocoa desde el centro del país
por temor a que se afectaran los vehículos, el déficit fiscal del departamento y el paro
de maestros; en fin, el caos. El articulo concluye con un acápite sobre "Violencia y
narcotráfico" que dice:

Los caminos que hace más de veinte años abrieron los extranjero¡, en este territorio
¡Jara buscar peLJ·óleo están t.ubiertos por la maleza. Las comunidades de pequeños
poblados que esperaban ser rescatados del olvido con esas trochas continúan espa-
rando su redendón. El abandono ha resultado tan familiar o Los habitantes del Putuma-
yo. que viven convencidos que son una "gran reserva nacionaJ". Llegar y salir de la región
re-:ulta difícil. Muchos desislen de esta irlea cuando piensan en los derrumbes que tapan

' Nacional de Vivienda de Interés Social y Reforma Urbana -lnurbe- y la Caja Agraria: el programa
revivir para ancianos necesitados escogidos en cada municipio y a quienes se les dalla una a)"llda
mensual de $70.000: el subsidio escolar o ayuda a niños pobres de mujeres solteras: los bonos
alimentarios o bono urbano. que apoyaban a hogares de bienestar familiar y el bono rural para
niños en edad preescolar que no estaban eo bienestar familiar.
12. Thl como lo muestra u o Ulular del Diario úel Sur de Pasto. que dice: "Puerto Asís. La fumigación
no porlrá erradicar la injustici<~" (.:!.1 de noviembre de IQ94: 10A).

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+ María Clemencia Ramírer..
ro8 l loENTIDt\0 Y ('JUDADANIA EN EL PUTllMAYO

casi lodos los días la carretera. A veces se aJlernan con los paros cívicos y entonces, son
los propios campesinos quienes salen a atajar los carros para exigir alguna reivindicación.
Los únicos que se mueven de un lado para otro sin mayores complicaciones son los
guerrilleros y los narcotraficantes. Sin la infraestructura vialnecesaria.la colindancia
con los dos países es un factor que no ha sido sino aprovechado por maleantes para
evadir e o ocasiones y de acuerdo a sus conveniencias. la acción de la justicia.( ... ) Toda su
riqueza. la belleza de sus valles y montañas y el potencial en su subsuelo está por
descubrir. Pero el Putwuayo es considerado un territorio de miseria, violencia y narcotráfico
(El Tiempo, 5 de enero de 1995: 8A).

El abandono, la miseria. la violencia y el narcotráfico se convierten en los males


endémicos del Pulumayo, de manera que la prensa sigue nutriendo la imagen de
una región esencialmente incivilizada, donde el narcotráfico y la guerrilla encuen-
tran terreno abonado para sus actividades por fuera de la ley, del orden y de la
civilidad . La gente es presentada como si estuviera acostumbrada al abandono. en
una región aislada física y simbólicamente, donde los paros cívicos sólo represen-
tan el ahondamiento de una s ituación de aislamiento. que aumenta aun más ya que
"los propios campesinos" obstaculizan la entrada a la zona. De esta manera, se
pierde de vista a la gente que sigue pidiendo al gobierno central que se haga pre-
sente, que quiere dialogar, concertar sobre sus necesidades, en fin, intervenir en
asuntos sobre los cuales se decide sin consultarle.
En otro artículo se comenta que el 6 de enero, día tle la fiesta de negros y blancos.
e l Putumayo madrugó en medio de un paro cívico y se informa que cuando doscien-
tos cincuenta hombres del ejército se acercaban en helicópteros a la planta Churuyaco
do Ecopelrol, "los manifestantes sacaron sus pañuelos blancos. cantaron el himno
nacional y alguno de ellos lanzó una bomba molotov. Las Llamas y el mi(1do de que
explotara el tanque provocaron la estampida de miles de manifestantes" (W Tiempo,
8 de enero de 1995: ~8) !. La respuesta pacifica al ataque era imposible y el discurso del
1

terrorismo sigue siendo dominante. ¿Están condenados sus habitantes a vivir bajo la
sombra de este estereotipo? La prensa insiste en volver sobre él. ¿Cómo lograr la
redefinicióo del mismo'? i.Cómo hacerse visibles como una sociedad civil que busca
construir su espacio de representación política en medio de fuerzas en conflicto?
Peñaranda (1996: .17) concluye al respecto de este movimiento:

El carácter cívico y reivindicalivo del movimiento terminó siendo suplantado por la


militarización del conflicto. luego de f)Ue el gobierno enviara un cootingcnte de mil
soldados que d!!salojaron a los manifestantes de las instalaciones pP.troleras y luego de
que la gt~errilla derribara un helicóptero de runtigación y asaltara la cárcel de Mocoa dejando
en libertad a varios campesinos detenidos en las operaciones de desalojo.

13 El 5 de enero, fuerzas especiales del ejército trasladadas desde la base mi litar de Tolemaida,
ubicada en Melgar (Tolima), incursionaron violentamente en la batería de Churuyaco de E:copetrol.
ubicada en el municipio de Grito y ocasionaron la muerte del menor de seis años Juan Carlos
Góme.:. quien murió a causa de los gases lacrimógenos disparados por los militaros para desalojar
a los manifestantes. En la mismll acción resultaron heridos varios campesinos (Boletín
Informativo justicia y Paz. 1995).

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CAPITULO 3 • De movimientos cívtcos a movimientos sociales)' políticos 1
!09

Se confirma de nuevo la respuesta represiva del estado. legitimada por las ac-
ciones violentas que se suceden en la zona y. sobre todo, por la presencia guerrille-
ra. a La cual. se le acusa de realizar el paro y conlra la que se lanza la ofensiva.
atacando a la población civil sin distinción alguna. La loma de la cárcel de Mocoa,
un hecho aislado que ocurrió en el contexto del paro cívico, llevó a que las fuerzas
armadas reafirmaran su tesis de que los campesinos estaban aliados con la insur-
gencia y justificó la movilización a la zona de lropas entrenadas en la lucha contra-
insurgente y el consecuente tratamiento represivo al paro cívico. Enlretanto. para
mandar la comisión de representantes a negociar el pliego de peticiones, el gobier-
no nacional exigía el retorno a la normalidad. Sin embargo, la presencia militar
impedia lograr la normalidad exigida, tal como se deduce de las noticias. El 8 de
enero se desplazó la comisión gubernamental al municipio de La Hormiga, en
donde sesionó durante cuatro días con la comisión del paro para concluir, el u de
enero de I995 en un acta de acuerdo, "que permitió el pleno retorno a la normali-
dad'' (Ríos, 1997: .19). La llegada de la comisión negociadora fue la que permitió
evitar más enfrentamientos. José Noé Ríos, quien presidió dicha comisión, comen-
taba antes de viajar a la zona:

El paro del Putumayo fue un con nieto difícill ... J. Los noticieros del sábado en la noche
mostraron una situación absolutamente crítica e o la región y era posible deducir que el
ambiente se habla deteriorado nuevamente. Llamé al ministro -Horado Serpa, ministro
del Interior- y comentamos la información de última hora. ¿Qué bacemos? Viajamos
maflana o no. Le dije al ministro: me parece que es conveniente no aplazar más este viaje.
Si no llegamos mañana, la situación se puede poner peor. Hay que evitar la posibilidad de
que haya muertos. El ministro me dijo: "Pero es que la condición para autorizar el viaje
es que baya normalidad". Y reflexionó: "Claro 4ue inmediatamente llegue usted gana-
mos esa normalidad". "En cinco minutos lo llamo". Al cabo de cinco minutos me llamó
y me autorizó a viajar. Cuando llegamos a La Hormiga tuvimos conocimiento de que
fuerzas oscuros le babían becho saber al alcalde del municipio que si a las dos de la tarde
no había llegado la comisión debería abandonar la zona. Igualmente nos infonnaron que
por inteligencin habían detectado acciones terroristas. a;enos o los dirigentes del paro,
pura el mismo día. Nuestra llegada distensionó de manera inmedinta la situación. Creo
que fuimos capaces y oportunos (Énfasis mío).

Sigue presentándose la imagen del terrorismo, de las fuerzas oscuras, aquellas


causantes del malestar, de la incivilidad, y la· comisión negociadora aparece como la
salvadora del inminente colapso gubernamental: llega la civilidad a la zona y se
evita el levantamiento generalizado.
Rios diferencia el paro cívico de otras negociaciones. pues aun cuando parle de
que es "normalmente inducido y frecuentemente tiene penelración de fuerzas insur-
gentes y radicales (... )cuenta con el apoyo de la comunidad organizada( ... ) tiene
apoyo popular'' (Rios, 1997: 81). Esta comunidad organizada es la que se pierde de
vista cuando se insiste en aquellas fuerzas ajenas a los habitantes y cuando se res-
ponde con La represión militar. El ministro Horacio Serpa insistía en que "los movi-
mientos campesinos hacen parte de un plan de desestabilización de la guerrilla" (El
Tiempo. 8 de enero de 1995: 3B) y exhortaba a los ciudadanos a que "no se dejen

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no l lLJtSTIDAD Y CIUDADANIA E"' EL PUTLIMAYU + María C/eme/IC'Íll Ram(rl'';.

manipular ni sacar de lo cívico y no le cedan espacio a los narcotraficantes ni a los


subversivos (El Tiempo, rr de enero de TQQS: 68)". La guerrilla y el narcotráfico
parecen dominando la escena. lo cual no permite que el movimiento cívico se
valide como tal. En palabras de uno de los líderes del movimiento:

Actualmente el habitante del Pulumayo es vislo por el gobierno como un subversivo y


esto nos distancia, permile que los partidos lradicionales nos desprestigien y qúieran
sacar provecho. Eso me preocupa mucho, porque nueslro propósito no es dest.ruir sino
constnúr una nueva sociedad, como lo concibe un verdadero cristiano que desea cons-
lruir el reino de Dios aquí en la tierra( ... ). Tal vez por entender la reaüdad nos han tildado
de subversivos por no defender intereses partid islas y personalistas. Cuando lo único
que nuestro Movimiento Cívico de Orito busca es un mejor bienestar para quienes
vivLmos en la región (entrevista al alcalde de Orito. en Así m;, 1()98).

El mismo alcalde de Orito comentaba que el movimiento estaba organizado por


medio de un coord inador en cada vereda. a los cuales se sumaba "un grupo de
apoyo para respaldar los programas propuestos por todos y luego ser explicados a la
comunidad para que se sumaran a los deseos de las mayorías'' (entrevista al alcalde
de Orito, en Así es, rgg8).
El acta de acuerdo que se firmó buscaba el compromiso del gobierno con la
ejecución de las obras de iniraestructura exigidas en paros anteriores. tales como la
interconexión eléctrica Pasto-Mocoa y la distribución del servicio de energía él los
municipios de La Hormiga, Orito y San Miguel. Se concertó un estudio sobre la
viabilidad ambiental de la carretera Orilo-Monopamba. con el fin de acceder a Pasto
en sólo seis horas ~ -la necesidad de carreteras para comercializar otros productos
1

y tener acceso a mercados regionales con mayor rapidez ha sido una demanda
fundamental y permanente de los pobladores de la region- . En educación se acor-
dó elaborar los planes municipales de educación, ampliar la cobertura y mejorar la
caUdad en los municipios comprometidos en el paro. así wmo los servicios de
salud. Se aseguró el pago de las regalías por parte de Ecopetrol, su participación en
programas de desarrollo comunitario y su concurso en el mantenimiento de la
carretera San Miguel-La Hormiga-Yarumo.
Además de estos puntos, en esta negociación fue central el debate alrededor de
las fumigaciones y los programas de desarrollo alternativo: so acordó quP. la erradi-
cación de cultivos ilícitos se haría de conformidad con las políticas de la resolución
ooor del n de febrero de 1994. expedida por el Consejo Nacional de Estupefacientes,
según la cual:

1. Se determinará con precisión la ubicación, extensión. medio circundante, caracte-


rísticas, riesgos potenciales, aprovechamiento y existencia de cultivos tradicionales

q En enero de 1997, el Ministerio del rvledio Ambiente aprobó la viabilidad ambiental para que e l
Instituto Nacional de Vías - In vías- realizara el estudio de impactu ambiental de esta vía Orito-
Monopamba (El Tiempo, rs de enero de 1997: 6A).

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CAriTULO 3 • De mo1•tmientos dvic~ovimientos sociales y polftic.!!!.. 1
IIl

y su localización. Esta fase de reconocimiento se llevará a cabo en coordinación


con funcionarios del Ministerio del Medio Ambiente, el ICA, el lnderena y el
Ministerio de Salud.
1.. Cuando se trate de extensiones amplias de terreno que excedan las dos (1)
bectáreas y el cultivo ilícito sea único, lomando en cuenta consideraciones
topográficas y la cercanía de asentamientos humanos se procederá a aspersión
aérea controlada del agente químico glifosato. Este método de erradicación será
experimental y estará sujeto a moniloreo y evaluación permanente.
~. La erradicación de los cultivos ilícitos será responsabilidad de la Policía Nacio-
naJ a través de la Dirección Anlinarcóticos.
4. Para asegurar la correcta ejecución de las operaciones de destrucción de los
cultivos ilícitos, la acción estará coordinada con las autoridades militares, admi-
nistrativas y judiciales de la respectiva jurisdicción y con la presencia perma-
nente de un delegado del Ministerio Público, Procuraduría Provincial y de la
Fiscalía General de la Nación. Los denominados cultivos ilícitos de subsisten-
cia aislados, de que trata el numeral 2. de la mencionada Resolución, continua-
rán siendo objeto de erradicación a través de sistemas manuales y mecánicos
(resolución oooi del u de febrero de 1994).

Quedaba implícito, entonces, que los cultivos de menos de tres hectáreas, consi-
derados de subsistencia, no serían objeto de fumigación. Aunque el gobierno lo acep-
tó, no pudo mantener este compromiso en el marco de la guerra contra las drogas y
debido a la deslegilimación en que estaba por haber recibido dineros de los narcotra-
ficantes para su campaña presidencial. En la región se recuerda cómo, en su discur-
so de posesión. el presidente Samper afirmó que al terminar su gobierno no habría
ni una sola mata de coca en el territorio nacional. Es así como en ese momento se
tmcontraba en ejecución la operación resplandor impuesta por el gobierno de Esta-
dos Unidos a Colombia, para erradicar los cultivos Vícitos por medio de la fumiga-
ción con sustancias químicas, política que recae sobre los cultivadores y no sobre
las grandes redes de comercialización (lisa, Cinep y revista Colombia Informo. Ac-
tualidad Colombiano, I994-r995). El gobierno de Ernesto Sampcr debía mostrarle a
Estados Unidos su compromiso en la lucha contra el narcotráfico y, por tanto. no
podía permitirse excepciones en cuanto a áreas fumigadas o al tamaño de los culti-
vos. Es así como r995 se considera e l año en el cual se obtuvieron los mejores resul-
tados en cuanto a la fumigación de cultivos ilícitos en Colombia, puesto que se
registraron un total de 30.512. hectáreas rociadas (Dirección Nacional de Estupefa-
cientes. 1997}. De acuerdo con un líder agrario nacional:

Como primer año de gobierno. 1995 fue en el que el gobierno se dedicó. de manera
indiscriminada. a fumigar y a tratar de cumplir por la vía de la represión más que por la vía
de la concertación o de la sustitución de cultivos ilícitos. Entonces. a la gente no le quedó
olra a lternativa y se movilizó; porque al ejército, que antes no habla participado en
labores de erradicación masivas. sí esporádicas pero no tan masivas, le dieron esta tarea
también. Ya no se trataba solamente de buscar a la guerrilla, sino que por donde pasaba

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lm:.NTlDAD V CtUDADANt,, F.N El. PtrruMAVo~aría Clemencia Ram1re:.
112 1

arrancaba cultivos, quemaba ranchos y de todo y violaba los derechos humanos. Eso fue
lo que hizo que la gente empezara a ver qué hacía, porque si aquí se acaba la coca en la
práctica se acaba la vida (entrevista a un líder agrario nacional,t9QS),

En cuanto al Plan de Desarrollo Alternativo, los firmantes se acogieron a lo esta-


blecido en el Documento Conpes 2734 de octubre de r994 en cual se establecía que:

Este programa se limita a zonas de economía campesina donde. con base en la par-
ticipación comunitaria, se formularán y ejecutarán proyectos para crear oportunida-
des lícitas de generación de ingresos. elevar la calidad de vida, conservar el medio
ambiente y fomentar los valores éticos y culturales para la convivencia pacífica con
el fin de reducir las sustancias psicolrópicas. Así. el concepto de Desarrollo Alterna-
tivo orienta una política integral que fomenta el retorno de los valores éticos y cultu-
rales del ciudadano, incrementa la presencia institucional del Estado y crea fuentes
alternativas de ingresos (documento Conpes 27~-J. 1994).

Este documento establecía una diferencia entre los cultivos de subsistencia, rea-
lizados por los campesinos, indígenas y colonos como parte de sus sistemas de
producción y como medio de subsistencia, con extensiones inferiores a tres hectá-
reas y los cultivos comerciales, financiados por los narcotraficantes y organizados
empresarialmente. Las acciones a desarrollar se planteaban "sin perjuicio de las
acciones de erradicación previstas en la resolución ooor dclH de febrero de I994· del
Consejo Nacional de Estupefacientes", y comprendían: participación y organización
comunitaria. forta lecimiento institucional. dotación de infraestructura productiva,
comercial vial y de transporte, fomento productivo, crédito e incentivos. desarrollo
social, protección, manejo y aprovechamiento sostenible de los recursos naturales y
comunicación socia l con el fin de cambiar la actitud Je la población frente a la
problemática de la droga. Como puede concluirse, los objetivos así planteados coin-
cidían con aquellos por los cuales luchaba la gente en la región.
Por otra parle, tanto en la resolución del Consejo Nacional de Estupefacientes
como en el documento Conpcs se rlistinguía entre los cultivos de subsistencia y los
otros. proponiéndose un tratamiento diferente. lo cual era fundamental para la po-
blación campesina. Se pone en evidencia cómo los términos en que estaba concebi-
da la política del Plan de Desarrollo Alternativo hacían que la gente en la región la
respaldara, pero en el momento de aplicarla esta se encontraba sujeta a olros intere-
ses y momentos coyunturales que desvirtuaban su propósito.
Finalmente, el acta de acuerdo contemplaba un punto sobre diálogos de paz, en
el cual se buscaba que el gobicroo iniciara negociaciones con la guerrilla pero. sobre
todo, se insistía en que "la paz se debe lograr a través de cambios concretos en los
aspectos sociales, políticos y con la participación de la sociedad civil ( ... j la guerri-
lla sobra cuando el Gobierno llegue con inversión social. las armas se conviertan
en herramientas ele trabajo y la paz se traduzca en bienestar y desarrollo". Además,
se hacía un llamado al gobierno para que comprendiera "la difícil situación del
campesino frente a los requerimientos de información por parle de las Fuerzas

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CAPITULO 3 • De movimiemos cívicos a movimientos sociales y políticos

Armadas y la subversión", y la necesidad de "acabar con los grupos paramilitares"


(Acta de acuerdo, 1995).
En consecuencia, se solicitaba que los gobiernos nacional. departamental y mu-
nicipal "no tomarán represalias contra los dirigentes y participantes en el movi-
miento cívico" (Acta de acuerdo, 1995). En cuanto a los diálogos de paz, el ministro
del in terior, Horacio Serpa, respondió que la negociación con la insurgencia no se
haría local ni regionalmente, sino a nivel nacional. El problema de la negociación se
centralizaba, sin reconocer la urgencia de detener el conflicto armado en la región,
lugar en donde las Farc tienen una mayor presencia, o sin tener en cuenta a la:.
autoridades locales para la negociación.

EL MOVlMIENTO CÍVICO R EGIONAL


Y LA ORGANIZACIÓN DE LAS MARCHAS COCALERAS

EL ACTA DE ACUERDO DEL II DE ENERO DE 1995 CONTENÍA UNA C!.J\USULA f'UNDi\MENTi\L Pi\Ri\
entender cómo se preparó el siguiente movimiento cocalero, que tuvo lugar en
agosto de 1996. Se trata de la creación de una comisión de seguimiento de los
acuerdos, integrada por cuatro representantes de la comunidad con sus respecti-
vos suplentes, y cuatro representantes del gobierno nacional, la cual debía reunir-
se en Orito en la segunda quincena del siguiente mes de febrero. A esta comisión
se integraron, de hecho, el gobernador del departamento y los alcaldes de los
municipios de San Miguel (La Dorada). Orito y Valle del Guamués (La Hormiga).
Como resultado de este paro, surgieron líderes cívicos que continuaron traba-
jando en la comisión de seguimiento, y el Movimiento Cívico Regional del Pulumayo
tendió a ampliarse. al iniciar trabajos con líderes campesinos y ctvicos de Puerto
Asís y Puerto Leguízamo y con el Movimiento de Unidad Campesina de Puerto
Guzmán. Al tiempo que se trabajaba en el seguimiento de los acuerdos de La
Hormiga, se unían fuerzas para luchar conlra la fumigación que continuaba siendo
una amenaza.
Por olra parte, en febrero de 1995 empezó a funcionar el Plan Nacional de Desa-
rrollo Alternativo -Plante-. inicialmente centrado en los municipios y veredas
"que siembren o no cultivos ilícitos como parte de un sistema de producción y
medio de subsistencia. Por lo tanto, se excluyen los cultivadores comerciales de
ilícitos" (Diario del Sur. 3 de septiembre de 199(): gA). Para iniciar actividades se
consideraron prioritarios los departamentos de Putumayo. Cuaviare, Caquetá, Huila,
Tolima, Meta, Cauca, Nariño y sur de Bolívar. El Plante nació inscrito en la política
de lucha integral contra la producción y tráfico de narcóticos, de manera que se
orientaba a la erradicación como condición fundamental para iniciar los programas
alterna ti vos.
Como gerente del Plante se nombró a Héctor Moreno Reyes. quien a lo largo ele
su administración abanderó la penalización del pequelio cultivador de coca, pues
sostenía que "no son lícitos los cultivos ilícitos no importa su tamaño". considera·
baque aunque "se arguye la pobreza, ese no es el referente fundamental que explique

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IOFNTIDAD Y \II ' DAD•\NIA EN El P1 TI •MAYO • María Clemencia Ram{rer.

el porqué se dedican los campesinos al cultivo'', y añadía que se estaría argumen-


tando y aceptando que "el fin -sa lir de pobre- justifica los medios - llevar a cabo
una actividad ilícita-". En fin, Moreno Reyes opinaba que "el narcotráfico es un
problema de codicia, que también loca al campesino". Aunque sostenía que no se
penalizaba La producción sino la comercialización y el procesamiento de la coca,
aseguraba que ""en la política colombiana de desarrollo alternativo no existe el
concepto de gradualidad para la erradicación de los cultivos ilícitos", lo cual signi-
fica que "sólo es posible acceder a los beneficios del Plante, una vez el campesino,
el indígena o el colono han abandonado su participación en la siembra de culti-
vos". Agregaba, finalmente, que se sataniza el glifosato pero no a los que procesan
la coca (conferencia en la Universidad de los Andes, abril de 1997).
Al año de labores del Plante en el Putumayo se desató una aguda controversia
entre los miembros del Movimiento Cívico Regional del Putumayo y su gerente, la
cual llevó a que el diálogo enlre la comisión de seguimiento y la vceduría del paro
cívico del Putumayo y d Plante se rompiera. tal como consta en carta dirigida a
Héctor Moreno Reyes el u de marzo de 1<)<)6:

Rompemos d diálogo por unanimidad. desde luego por la actitud e incoherencia por
e l manejo del programa Plnnle (sic) y particularmente por Ud. como Gerente del men-
cionado plnn alterna ti vo ( ... ).Consideramos que mientras el gobierno no modifique las
estrategias dPI Plante. el programa seguirá siando w1 fracaso. Además, porque no escucha
las verdaderas i.nquieluues, para buscar un verdadero ac.;erc-.amiento entre el campesino y el
Plante y no su mal bu rnor del dia (sic): dejando inconformidad del Acta de Acuerdo del n
de enero clP I99'i, el Jocumento Con pes 2714.la Resolución No. or del Consejo Nacional de
Estupefacientes y desde ese punto de vista la presentación por parte del gobierno del
estudio de imp<lclo ambienta l para realizar la fumigación en la región (eruta a Héctor
Moreno 1\eyes. u de marzo de I(j()(i).

Hubo varios he(..hos que llevaron al comité de seguimiento de los acuerdos a


tomar esta decisión: en primer lugar. en la reunión realizada en Mocoa el 10 de enero
de 1996 con representantes de los ministerios del Interior. Educación y Salud . del
Duparlamento Nadonal de Planeacióo. del Instituto Nacional de Vías y del lcel.
durante la cual se hizo un balance de las obras ejecutadas en el departamento del
Putumayo al año del paro cívico. se insistió como punto central en la optimización
del programa Plante y se solicitó: "una mayor claridad con respecto a sus beneHcios.
condiciones y monto total económico para cada campesino o colono que decida
dejar a un lado los cultivos ilícitos". Además, se informó "que la Caja Agraria no
brinda garantías económicas a los campesinos ( ... ) porque a nivel central no les
autoriza una ayuda económica a un aceptable porcentaje y w1as mínimas cond icio-
nes", y se solicitó "que en cada oficina de la Caja Agraria se delegue un funcionario
única y exclusivamente para atender solicitudes y dar información del programa
Plante'' (La Nación, 25 y 31 de enero de 1996: ro) . Por otra parle, se insistió en no
arch ivar lo acordado con respecto a obras de infraestructura para la región.
El comité de seguimiento y veeduría se dirigió al gerente del Plante el 2.8 de
febrero de 1996 manifestándole, en primer lugar, que no se habían desembolsado

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C.<\PIHJLO 3 • De movimiel!tos cfvicos a movtmiell/OS sociales y po/(ticos 1
Jl)

los créditos solicitados a la Caja Agraria, debido a las múltiples exigencias que se
le hacían a los campesinos. Y. en segundo término se refiere a unas declaraciones
de Moreno Reyes aparecidas en un artículo publicado en El Tiempo el <; de enero.
titulado "Denuncian oscuros intereses en paro de Putumayo'', el cual se refería a la
gestación de un nuevo paro en el Putumayo como respuesta a las políticas estatales
de erradicación: ''Según el director del Plante, Héctor Moreno Reyes, 'los peque-
ños productores rurales harían el paro presionados por oscuros intereses de la
guerrilla y del narcotráfico"'; se añadía que los representantes de la comisión de
vceduna y seguimiento "no son reales voceros de los campesinos ya que ·no son
campesinos': uno de ellos es abogado y el otro profesor". Por otra parte, aparecía
Luis Alfredo Urbano, declarando que "el paro estaba listo y sólo faltaba lo hora
cero"; Moreno Reyes concluía que, "es inaudito que se desprecie una suma tan
gigan tesca como son los $45 mil millones de pesos que se están invirtiendo en
beneficio de los pequeños productores ruraJes" [El Tiempo. 5 de enero de rgg6: 8A 1.
En sus declaraciones. Moreno Reyes deslegilima a los líderes del Movimiento
Cívico Regional por no ser campesinos en es(mcio. Estos intelectuales campesinos
(Feierman. 1990), un abogado y un profesor, no pueden ser reconocidos como media-
dores entre los campesinos y los funcionarios oficiales del nivel central. porque por
una parte, se salen del estereotipo que se tiene del colono - campesinos pobres. sin
educación- y, por otra. porque evidencian que aunque se hable de mucho dinero, a
los pequeños cultivadores no se les está desembolsando y, aún más, a estos se les
señala como influenciados por la guerri lla y el narcotráfico. colocándolos en peligro
frente al ejército.
En una carta que le dirigieron al presidente Ernesto Samper los dirigentes del
Movimiento Cívico Regional del Putumayo el2c; de diciembre de 1995, le informaban
que este Movimiento "se encuentra organizando y preparando el segundo paro v por
supuesto con solidaridad también con otros departamentos", y agregaban que "a la
situación presentada asimismo se han vinculado al segundo paro, el comité depar-
tamental del Putumayo, el departamento de Nariño, representado por el municipio
de Puerrcs, pueslo que por allí saldría la carretera Orito-Monopamba, en conjunto
con la asociación de los trece municipios de la provincia de Obando". En cuanto a
las causales de este segundo paro se mencionan: la inconformidad frente al incum-
plimiento del acta de acuerdo firmada el 11 de enero de T99S en el Putumayo; la
fumigación en el departamento y el respeto a la soberanía del pueblo; los
allanamientos a campesinos; y el alentado contra el medio ambiente amazónico
pulmón del mundo. Además, el rechazo a la política del Plante por no presentar
soluciones a los campesinos de acuerdo con el documento Conpes y la resolut.ión
oom del Consejo Naciona l de Estupefacientes: y las amenazas de muerte a los líde-
res del Movimiento. Posteriormente, dos líderes del paro, )osé Portilla y Colombia
Rodríguez. fueron asesinados, el 17 de enero y el 27 de febrero de IC)<)6.
La insatisfacción con el Programa de Desarrollo AJternalivo continuó, y el 4 de
abril de r9Q6 el programa debió ser paralizado por orden de la presidencia, porque
cerca de setenta millones de pesos no llegaron a su destino, pues los funcionarios
r.statales los adjudicaron a sectores distintos del rmal y de los pequeños cultivadores

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w ~María Clemencia Ramtra.
JJÓ l l UI:.NTIDAO Y t'IL'OAOANIA bN Pttn' MAYU

de coca (La Nación, 4 de abril de rggó: ro). Al mismo tiempo, el ~o de marzo. en el


noticiero TV Ho_v se anunció que el departamento del Pulumayo sería fumigado con
glifosato. En el periódico local La Nación, el corresponsal en el Putumayo informa-
ba lo siguiente:

rndignados y en estado de alerta para realizar un paro regional. se mostraron los


habitantes y colonos del municipio de San Miguel ( ...)ante la noticia la Asociación
de Juntas de Acción Comunal precisó que no dejarán fumigar una sol;¡ hectárea y
que estarán dispuestos a conformar un paro regional en el Valle del Gua mués pero
que esta vez traería mayores pérdidas para el Estado y la comunidad en general. Los
cu ltivadores de la hoja de coca del sur del departamento precisaron que prefieren
hablar de suslitución gradual y no de erradicación como propone el gobierno nacio-
nal( .. .). '/\quí nunca venían los duros de la presidencia, esto siempre ha sido abandona-
do. No habían (sic) cal les ni mucho menos carreteras, fue por eso que nos tocó cultivar
la coca y ahí estamos, unos ya murieron porque hicieron malos negocios, pero esto es
simplemente un reflejo del abandono estatal" indicó a T..a Nación un colono que lleva 38
años en la región, 20 de los cuales han cult ivado marihuana y coca en las selvas del
Putumayo.

Por su parte el personero del municipio de San Miguel, Carlos Virgilio Castro,
dijo que un segundo paro regional traería pérdidas irreparables para comerciantes,
transportadores, turistas y para la explotación del petróleo, porque las ins talaciones
de las baterías y pozos de perforación queda n en la mira de las organizaciones del
paro. aunque se tenga muy buena custodia de la fuerza pública. La situación de
orden público sería más grave aún, si se tiene en cuenta que la acción sería aprove-
chada por los grupos guerrilleros que tienen asen tamiento en la zona.
Virgilio Cas tro hizo un llam ado al etado para que dé pronta solución a los
problemas principalmente al acuerdo firmado entre estado, departamento y organi-
zadores del paro cívico (Lo Nación . .23 de abril de r9<)(i: 9).

De esta noticia lot:al deben resaltarse varios aspectos. En primer Jugar, la reiteración por
parle de los c.;ampesinos de su negativa a la rumigación y la propuesta de una sustitución
grarlual. previos programas alternativos: segundo. la asor.iación de juntas de acción co-
munal, aparece manilestanrlo que no dejará fumigar ni una hectárea. Estas cumplieron
un papel fundamental en la organización del paro que se inició tres meses después. como
se analizara en el siguiente capítu lo. En el Ministerio del Interior había inscritas 624
juntas de acción comunal del Putumayo, con 14-.693 afiliados (Ministerio del Interior,
ICJ99). A estas habría que sumarle las que estaban en proceso de constitución y que no se
habían inscrito ante el Ministerio. A través dc los directivos rle dichas juntas se estable-
cieron las redes i niormales necesarias para desarrollar el paro interdepartamental. Eo
tercer lugar, sobresale el abandono del estado como causante de la expansión de los
cultivos de coca en la zona. En cuarto lugar. se insislía en que las políticas de erradica-
ción. antes que la sustitución gradua l. iban en contra vía de los pequellos cultivadores.
Quinto, el procurador del Valle del Gua mués, como funcionario público, anteponía las
consecuencias que podía lraer el paro y hacía un llamado al gobierno central para que
pusiera pronto remedio a la situación, mostrando que los funcionarios del nivel central
na escuchaban su diagnóstico del problema como representante del gobierno local.
Desde la perspectiva de la gente. las causas del segundo paro eran el abandono estatal v la

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CAPITULO 3 • De movimientos cívicos a movimientos sociales y polfticos

falta de inclusión de sus demandas en las políticas que se ejecutaban en la región. Los
campesinos coca/eros sienten que sólo por medio de un paro lograrán ser escuchados por
el gobierno central y podrán demandar polfticamente el reconocimiento de su situación.

Por otra parte, puede verse claramente la fragmentación del estado: el procura-
dor regional reconocía al campesino como agente del paro y veía a los guerrilleros
como grupos asentados en la zona que "aprovecharán" la situación, mientras que
Moreno Reyes sostenía que el paro era presionado por guerrilleros y narcotrafican-
tes. Los funcionarios locales desvían los dineros que se le destinan a la región; ellos
responden a una cultura política clientelista y corrupta, de manera que adjudican
los préstamos a personas que no están directamente vincu ladas con el cultivo de
coca, por lo que el balance de cobertura entregado por el Plante no i.ncidia en forma
definitiva en la sustitución. Así, mientras el Plante informaba por mecüo de Lo Na-
ción (2 de febrero de I99(Í: 10} que a 31 de diciembre de T99S la Caja Agraria había
desembolsado "366 millones de pesos en créditos de pequeños productores vincu la-
dos a la producción agroindustrial asf tengan o no cultivos ilícitos", y que "en los 26
primeros días del mes de enero del año en curso, llegaron soo millones de pesos más
para incentivar cultivos legales y otras áreas de fuente de trabajo para 1.762 campesi-
nos, inscritos en el Plante a través de la Umata'', el 28 de junio del mismo año La
Noción tituló un artículo. ''Lo del Plante ... en veremos: campesinos indican que
ha sido nulo el apoyo". Los campesinos se quejaban de la lromilología y papelería
exigida por la Caja Agraria y uno de ellos concluía: ''parece que al Estado poco o
nada le interesa el departamento del Pulumayo y la pobreza y necesidades aumen-
tan cada día más" (La Nación, 28 de junio de 1996: CJ).
Los préstamos que se realizaron llegaron a los sectores de la población que
podían cumplir con los papeles exigidos por la Caja Agraria, uno Je los cuales era
la escritura de propiedad del predio. Muchos campesinos no tenían legalizada su
posesión, además de no encontrar fiadores con propiedad titulada. Por otra parle,
los créditos individuales que llenaron los requisitos fueron recibidos, en la mayo-
ría de los casos, por personas que no estaban directamente vinculadas con el cul-
tivo de coca. Es así como en noviembre de 19<}8 en Puerto Asís se comentaba que los
préstamos se habían quedado e o las áreas urbanas. desli na dos a la compra de
laJ<is. Según un ftmcionario del Plante de Puerto Asís, el fracaso de los créditos
concedidos por la Caja Agraria se debió "a la falta de concertación con la comuni-
dad". Dicho funcionario sostenía que:

Desde el principio el Plante debió haber hecho las cosas bien, es decir no debió otorgar los
créditos a cunlqujer persona sino canalizarlos por medio de los consejos municipales de
desarrollo rural-cMDR- o de las asociaciones de campesiJ1os. Es decir c¡ue primero debió
obUgar a los campesinos a organizarse, a asociarse y a presentar un proyecto productivo
para prestarle la plata. Por ejemplo, que la comunidad de la vereda La Comuna dos,
hubiera dicho: Hemos decidido asociarnos y vamos a sembrar tantas hectáreas de
chontaduro: entonces el Plante les da veinte o treinta millones de pesos, eso hubiera sido
bueno. porque no hubiera habido un responsable sino una asociación. O que el CMDR
aprobara los proyectos o que se le prestam a la gente que se sobe que son cwnpesúws quP

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María Clemencia Romíre::.
rrsl LDFNTIDAD Y Cll'DADANIA EN EL PliTUMAYO •

mantienen el proceso de p01ticipación ciudadana y comunitaria, que están en los pmce·


sos de concerlarión. De haber sido así, las cosas no hubieran salido como están ahorita
(entrevista a un funcionario del Plante. Puerto Asís, 1~. Énfasis mío).

En esta entrevista es palpable la idea generalizada, o mejor a(m, la política guber-


namental que privilegia las asociaciones para conceder créditos: así mismo, se resalta
que los créditos deberían darse a aquellas personas reconocidas como campesinos.
Aun cuando estos tradicionalmente han trabajado sus fincas en forma individual
(véase el capílulo 8). trabajar asociados, en empresas agrícolas, es una nueva eslrate-
gia impulsada por el estado que ha empezado a ser apropiada por ellos, en búsqueda
de alternativas a la coca. Sin embargo, lo que nos interesa constatar es que los crédi-
tos de la Caja Agraria no se le concedieron a los "verdaderos campesinos" y. podría-
mos deducir, a los coco/eros. Por otra parte, el funcionario del Plante agrega:

t\ la gente le faltó información, porque a muchas personas -()ue incluso no eran


campesinos y recibieron créditos-. se les dijo: "Vea, esta plata es del gobierno. usted
haga el préstamo que esa plata no hay que pagarla". Muchas personas todavía pi en·
san que esa plata oo hay que pagarla y que la cosa quedó así. A veces están
emproblemadas porque tienen cobros jurídicos y cerradas las puertas de los crédi-
tos (entrevisto a un funcionario del Plante, Puerto Asís, 1<)1)8).

La forma en que los funcionarios públicos locales y los habitantes de la región se


apropian de los recursos del estado está mediada por percepciones y prácticas coti-
dianas. tal como se desprende ele la cila anterior (véase el capítulo 9). El sentimiento
generalizado que Liene la gente, de abandono del estado, la lleva a buscar aprOI'e-
chor cualquier dinero que llegue a la zona, pues se siente con el derecho adquirido
de usar el mismo a su antojo, en retaliación con ese estado ausente y, más que eso,
que hace caso omiso de sus demandas. La presencia estatal por medio de los funcio-
narios oficiales tiene sus prácticas clientelistas. de hacerle el li:!vor al amigo y de
usar muchas veces el dinero del estado para beneficio personal. pues son pocos los
controles que se hacen. La corrupción, aceptada como práctica del estado en la
región, sumada a la actitud de la gente frente a un estado al que hay que aprovechar.
da como resultado la desviación de los recursos y la redefinición de la política cen-
tral en la localidad. Esta tensión entre los funcionarios del nivel centra l y los locales
es palpable cuando Moreno Reyes declaraba que una de las causas por las que el
Plante no tenía éxito en la zona era, además de la presencia guerrillera y del narco-
tráfico. que por definición se oponen a las acciones del estado. que ;.algunos funcio-
narios del Gobierno, pese a los esfuerzos del presidente de la República, tratan de
sacarlo el cuerpo a la iniciativa" (El Espectador. ~ ele agosto de 1996: 6A).
Por su parte, el est.ado central penaliza es tos comportamientos deteniendo la
erogación de recursos del Plante, y ante la amenaza de paro decide hacer presencia
como un es tado represivo como se ha podido ver.

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CAPITULO 3 • De movimientos cívicos a movimientos sociales y políticos
- -- --

EL MOVIMIENTO CíVICO REGIONAL DEL PUTUMAYO


Y SU ARTICULACIÓN CON LOS ALCALDES

EN LAS ELECCIONES DE OCTUBRE DE 1994 RESULTÓ ELEGrDO AL CONSEJO MUNIC!Pt\L DE ÜRITO UNO DE
los lideres del paro cívico de diciembre de 1994 a enero de 1995: posteriormente, en
junio de I9<JÓ, fue elegido alcalde de Orito. Como alcalde electo manifestó: "la admi-
nistración estará basada en las exigencias al Gobierno Nacional del cumplimiento
de los acuerdos pactados en el pasado paro cívico (I994-1995). Argumentó que en eso
radica la acción que adelantará para sacar adelante a un municipio como Orito el
que ha servido para que olras personas saquen beneficios propios y no hagan verda-
deras obras para la comunidad" (La Nación, 3 ele julio de 1996: 9). En este texto insis-
tía en su compromiso con la gente y hacía explícita su diferencia con los políticos
que sacan provecho individual del cargo.
Otro rasgo que lo caracterizaba era su falta de preparación académica: la entre-
vista que le hizo un periodista se titula "Del campo a la alcaldía: un campesino que
sin quererlo llegó a ser el alcalde de Orito", y en ella el enlrevistado manifestó: "Yo
no quería ser Alcalde porque no he tenido estudio, no tuve la oportunidad de estar
en una academia para aprender administración municipal" (enlrevista al _alc:alcle de
Orito, en Así es, 1998).
Antes que por su preparación intelectual su elección se hizo sobre la base de su
trabajo por la región. Bourdieu (r994: 173-174) ha insistido en que los profesionales
son los que detentan el monopolio de la representación política. por cuanto tienen
el capital cultural y el tiempo libre para ello, y aflrma que el campo ele la política es.
por tanto, uno de Jos menos abiertos para otros sectores. En este marco. el partido
político se define como una organización permanente que tiene que producir la
representación de la continuidad de la clase dominante. Este movimiento cívico.
convertido en movimiento político, cuestiona la continuidad partidista y el requisi-
to previo del capita l cultural, entendido como la educación formal adquirida para
llegar a la dirigencia política; pero cuestiona, sobre todo, la representación política
de los partidos u·adicionales. Estos líderes cívicos se convierten en representantes
políticos porque poseen lo que Bourdieu ha denominado capital político.

El capital político es una forma de capital simbólico, cuyo crédito se funda en la


credibilidad. en la fe o en el reconocimiento, o más precisamente en las innumera-
bles operaciones de acreditación por medio de las cuales los agentes confieren a una
persona (o a un objelo) los mismos poderes que le reconocen a él (o a lisie) [Bourdicu.
IQ94: 191).

Sin embargo. este capital político que se tiene dentro de la región no se logra por
fuera de ella, por falta del capital cultural que se requiere para competir con los
profesionales que manejan el mundo de la producción de herramientas políticas y
legislativas (véase el capítulo 7). Al respecto, cuando se le preguntó por la posición
de los partidos tradicionales frente a su gestión de gobierno el alcalde de Orito
comentaba:

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u.o l l DF.NTIDAD Y ('IL;DADANIA EN EL PUTUMAYO • María Cleme11cw Ramíre<.

El decir es que nosotros no hemos hecho nada porque no contamos con el respaldo de
los políticos. Pero siendo sincero yo le digo a Usted y a todos, que nosotros sí hemos
avanzado mucho al realizar obras en muchas veredas y eso es bueno para mí y para el
t-lovimiento Cívico de Orilo (... ).La verdad sea dicha v si esto sirve para que otros
aprendan. es el resultado de la disciplina que el Movimiento Cívico de Orito ha logrado
infundir en sus seguidores. Como resultado de las promesas y los incumplimientos
hemos aprendido que es la comunidad a la que le corresponde ayudar en la realización y
supervisión de las obras, también se necesita que quien maneje los recursos los haga ·
rendir y no se los robe. Esto también nos comprueba una vez más q ue no se necesita
tener padrinos políticos para realizar buenas obras [entrevista aJ alcalde de Orilo. enAsi
es, 1()98).

Al posicionarse como Movimiento Cívico Regional del Putumayo frente a los


partidos tradicionales, se i.nsiste en que pueden realizarse obras sin contar con el
apoyo de un partido polílico que tenga representación nacional y, por consiguiente,
c lientelas bien cimentadas. El respaldo de un partido político consolidado
nacionalmente, o para efectos de la gente en la localidad, la falta de una maquinaria
polílica o de un padrinazgo político era algo por lo cual se cuestionaba la eficacia del
alca lde. ¿Es factible romper con las tradicionales prácticas clientelistas'? Este fue el
relo r¡ue encontraron el alcalde y el Movimiento Cívico. Es por ello que él se vio en
la necesidad de demostrar y hal:er entender a la comunidad que era con su colabora-
ción que podían lograrse las obras, no gradas al padrinazgo político. La emergencia
de un discurso político alternativo es muy difícil cuando la tradición histórica ha
sido reprimir estos discursos, ya sea por medio de la represión o de la práctica del
cUentelismo político. Un ex alcalde opina lo siguiente sobre la represión a los movi-
mientos políticos <.le izquierda:

Cuando ncaban a la oposición política, la única que puede hacer trente es la oposición
am1ada: y en el pa1s acabaron la oposición política. Los tres mil quinientos asesinados de
la Unión Patriótit-a significaron la muerte del interlocutor polftico con el que podíao
debatirse ideas. Cuando en el país se termina con la posibilidad de debatir las ideas, de
exponer las ideas políticas, entonces se llega a la vía militar( ... ). Lo que pasa es que el
estado tampoco puede mirar la película desde una sola parte: desde él se dice, que la
guerrilla con las armas no deja que las campañas se hagan libremente, pero el estado, con
sus armas, tampnc;o deja que la exrresión popular se formule con libertad, porque de
todas maneras. así se quiera negar, la relación que bay entre pamnúlitares y ejército es
lógica a todas luces. !nrlependienlemente de la posición política que uno tenga, se perdbe
que eso es así. porque o si no, ¿de qué mnnera pueden vivir tan tranquilos los unos al pie
de los ol ros? [entrevista a un ex alcalde de Puerto Leguízamo, r999).

Es interesante contrastar esta perspectiva con la de otro líder político, quien se


refiere a l clien telismo político como estruch1 ra central en la región y que, sin ser la
intención. es fomentado por la guerrilla cuando rechaza las elecciones. Este líder
señala que como resultado de la tradición clientelista . "aquí la gente vota por el que
le puede ofmcer algo", do manera que es bastante difícil que otras propuestas
políticas sean aceptadas lo cual, su mado a quo "la gente que puede tener otra
tendencia no vota porque en ciertas zonas la guerrilla no deja que vote", hace que

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CAPITULO 3 • De movimiewos cívicos a movimientos sociales y políticos 1
121

los que ganen sean "siempre unas personas que tienen poder económico y políti-
co" 1enlrev ista a un líder político local en Mocoa, rC)98)1'.

P'ara el alcalde elegido en Puerto Asis en 1997, por el partido Alianza Popular
con aval de l Partido Liberal, el veto que impuso la guerrilla a esas elecciones fue
posi ttivo, ya que no tuvo que adquirir compromisos políticos con la clase política
tradicion al:

El proceso electoral d e octubre d e 1997 nos ayud ó mucho, sobre lodo en el bajo
Pulumayo, porque por presión de la s ubversión los volantes fueron mínimos. En el
caso de Puerto Asís, hubo doscientos siete votos; yo salí e legido con c iento tres; en
La Hormiga solamente hubo siete votos; en San Miguel no Uegaron a c incuenta: y e n
Puerto Caicedo hubo doscientos votos. Eso nos ayudó, porque no tenemos ningún
compromiso político con la clase política tradicional ni con ningún grupo de pre·
sión (entrevis ta al alcalde de Puerto Asís, 1999).

La guerrilla se introduce aquí como otro factor que incide en la consolidación o


no de otras alternativas políticas. Esta ha antepuesto su objetivo eslratégico-militar
a cualquier opción política, de manera que aun cua ndo su discurso marxista habla
de apoyar la lucha de las clases oprimidas, en la práctica no apoya alternativas
políticas que surjan de la población. Es posible percibir diferentes posiciones fren-
te al velo de la guerrilla, lo cual tiene consecuencias diversas, según las estrategias
que siga n los sujetos en cada localidad, como se profundizará en el capítulo 7· Por
otra parte, se delinean distintas posiciones frente a la gu errilla, de acuerdo con la
experiencia cotidiana que se tenga con esta. Para la gente de Mocoa. por ejemplo,
las Farc no forman parle de su vida cotidiana _y política, en contraste con e l bajo
Putumayo.
De otro lado, aun cuando se buscaba consolidar al Movimiento Cívico Regional
del Putumayo mediante su reconocimiento local, la falta de preparación académica
llevó al alcalde a recurrir a un político liberal como asesor, quien había participado

1) En su aná li sis sobre los movimientos sociales v la consolidación de la democracia en el Brasil,


Cardoso (1992) llama la atención sobre la fotn;a como en la política local se hace evidente el
establecimiento de alianzas o la utilización de contactos polílicos con el fin de ejercer influencia
sobre la burocracia estatal para lograr sus demandas como movimiento social. al mismo tiempo
que se adopta una posición ideológica que reafirma la autonomía de los sectores populares tanto
de los partidos polfticos como del estado. Son a lianzas estratégicas para lograr éxito como
movimiento popular. Concluye preguntándose: "En la medida en que las asociaciones popularos
se esfu erzan por mantener una identidad c imentada en una ideología fuertemente participativa.
los movimientos pueden darse el lujo de tomar parle en un juego a l que se refieren en forma
despectiva c.omo "clientelista'', porque sabeo cómo resbtirlo. ¿Este es un indicador del poder
irresistible del clientelismo o se trata de un ejemplo de la hipocresía del discurso democrático de
los movimie ntos populares?". Pienso que es importante considerar estas reflexiones, partiendo
de que estos movimientos cívicos tienen como base el discurso de ejercer la participación
democrática y, por e llo, se definen no contra del clientelismo polftico. Cabe preguntarse. cntooc.:es
i,hasta qué punto se logra utilizar esta estructura y resistirla?

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María Clemencia Ramíre:
Jll I I DENTlDAD \ CIUIJADANIA EN Fl P1 1Tl 1MAYO •
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en la comisión de seguimiento a los acuerdos firmados en enero de 1995. Este asesor


hizo uso de las prácticas políticas corruptas inmersas en el quehacer político co-
lombiano, se aprovechó de la confianza del alcald e, le fa lsificó la firma y le robó
unos dineros del Instituto Colombiano de Energía Eléctrica -Icel- destinados a
comprar unas plantas eléctricas . Esta historia se repitió en la baja bota caucana -
municipio de Piamonte-, donde los alcaldes han sido líderes de la zona sin prepa-
ración académica y los asesores l os han hecho caer en malos manejos
administrativos, de los cuales no son conscientes hasta que son perseguidos por
ello. La preparación académica es deseada y la carencia de la misma se señala
constantemente como la causa de dichos malos manejos administrativos. La capo-
citación en el manejo del lenguaje administrativo referente al nuevo régimen muni-
cipal se solicita permanentemente. El alcalde de Orito. entrevistado por un periódico
local. se describe a sí mismo como "un campesino y víctima de la falta de oportu-
nidades para estudiar" y. por esta razón. afirma que su gobierno lo enfocó hacia la
educación. y "no escatimé esfuerzos para que a los profesores no les fa llara su pago
cumplido y los niños del municipio puedan tener las oportunidades que yo no
tuve'' (entrevista al alcalde de Orito, en Asi es. 1998].
La guerrilla sa ociona los mal os manejos administrativos y la corrupción ad mi-
nistrativa. El alcalde de Orito fue retenido por las Farc durante veintidós días. junto
con su secretario de gobierno. "Una vez allá retenidos, nos dijeron que teníamos
muchas cosas que respondnr sobre despi lfarros y pérdidas de dinero. Yo dije que
respondería porque necesitaba aclararlo todo". Para el alcalde. fueron sus enemigos
políticos los que hicieron que fuera retenido:

Siempre he m o~ contad u con pt~rsona~ que quieren empañar la i!llagen de la admin islra-
ción lse refiere a la alcaldíal actuando con doble moral, lanzando juicios pa ra haced e creer
a lé! guerri Ita e¡ u e somos corruptos y colaboradores rle los para mil ilarcs y por otro !arlo
hacerle creer al ejército y a l gobierno que somos guerrilleros o sus colaboradores y nada
de Pso es cierto. 1\osolros tenemos nuestro propio pensamiento y sabemos muy bien
c¡ur. e l camhio lo hacemos con un verdadero espíritu cristiano y nada más. Esa es la
actitud demente dP. quienes son incapaces dr:> realizar una poUtica de ideas que por igual
henofir.ien al municipio .va todos sus habitantes. Teniendo e¡ u e rcr.urrir hábilmente a
desacreditar con chismns y astuda a u na~ personas honorables y a toda una ad núnistra-
dóu respaldada pm w1 movimiento consciente y responsab le como el que hemos forma-
rlo en Orilo (entn~vista a l alr.<J loe de Orito. en A~í es. HJC.IR).

Ser señalado como auxi liar de la guerrill a o de los paramilitares se transforma en


una herramienta que puede utilizarse en cootra de cua lquier persona, pues es evi-
dente el uso que hacen estos grupos armados de los habitantes de la región como
informantes, con el fin de mantener el control de l área. Aún más. es común que
miembros de la comunidad busquen a la guerrilla para informarle sobre problemas
cotidianos en los cuales se considera que esta debe intervenir. Es por eso que se
habla de c hismes y de astucia. ya sea porque se le va con cuentos a la gue rrilla o al
ejército. o porque se es astu to y se utiliza esta guerra de información para perjudicar
a enemigos personales. El conflicto macro entre paramilitares y guerrilla en tra así al

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CAPITULO 3 • De movimie111os cívicos a movimiento~ sociales y políticos
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circuito colidiano del chisme y el rumor y se convierte en una práctica social, una
práctica de la vida diaria. El ex alcalde de Puerto Leguízamo comenta al respecto:

Considero que el problema del Putumayo no es tan lo de la guerrilla o de los param.ilitares.


sino de la oposición polílica que lrata de sacar al otro cueste lo que cueste. ¿Qué pasa?
Cuando el contendiente político no es capaz de derrocar al otro por medio del debate,
porque afortunadamente en el caso del VaUe del Guamués y en el mío hicimos un buen
trabajo, entonces uno de los mecanismos utilizados para hacer daño es por medio de la
Conlraloría [se refiere a las investigaciones hechas corJ frecuencia a los alcaldes por malos
manejos de dinero] que son politiqueros, o de la Procuraduría, órganos que se prestan
pat'd perseguir ala gente. Si ese mecarüsmo no funciona, tratan de vincularlo a uno con
uno de los sectores en conflicto. Puedo decir eso por experiencia: a nú me sindicaron de
ser guerrillero y entonces t-uve problemas con los paramilitares y al alcalde del Valle del
Guamués lo sindicaron de paramilitar y entonces tuvo problemas con la guerrilla y hasta
donde yo sé y conozco, en los dos casos eso era falso (entrevista a un ax- alcalde de Puerto
Leguízamo 1999).

Se reitera entonces cómo en la localidad se generan nuevas prácticas en rela-


ción con el conflicto armado, que entran a mediar las relaciones sociales y políti-
cas: conOictos personales se dirimen haciendo uso de los organismos de vigilancia
de la administración pública y de los grupos armados que, a la vez, dependen de
la información que reciben de los habitantes de la zona. En este sentido. un caso
interesante de analizar es el del alcalde de Puerto Asís, Alcibiades Enciso, a quien
hombres del frente 48 de las rarc esperaron en el corregimiento de Teteyé, a orillas
del río San Miguel, para devolverle 4,7 millones de pesos que él les había enviado
y que según ellos "no habíamos solicitado'' (El Tiempo, 8 de febrero de r996: 9B) 16 : a
continuación, a la Fiscalía le fue entregado un video de este encuentro y otro a los
medios de comunicación. En unas declaraciones que hizo el alcalde al respecto. lo
primero que señalaba era que: "este es un montaje de la oposición que ha desalado
una campaii.a en mi contra, haciendo que se polaricen las gentes: unas a mi favor y
otras en contra de la administración. lo cual es supremamente grave" (El Tiempo, 8
de febrero do r9Q6: 98). La guerrilla pasa a ser un instrumento del cual hacen uso
terceros con el ánimo de desprestigiar al alcalde frente a la población.
El alcalde de Puerto Asís advertía, además. que "la división de opiniones
alrededor de su gestión ha generado una situación bastante grave no sólo por el
hecho de que se está atacando al alcalde, si no porque se está amenazando con
alterar Hl orden público" (El Tiempo 8 de febrero de 1996: 98). La intervención de
la guerrilla no fue la causa de la alteración del orden público; la que amenazaba
con alterar el orden era la división de la población, causada por rumores infun-
dados de la oposición política. Al referirse a este evento. algunos habitantes de

16 Para financiarse. las Farc exigen dineros a los alcaldes, de );:¡ mismn manera en que imponen
impuestos ;1 los habitantes de la región. Esto se traduce en que obligan a los alcaldes a incurrir
en malos manejos do fondos oficiales. En general. los alcnldes se ban manifestado nbicrtamcnle
en ~;onlra de este procedimiento, tanto en la prensa como ante los comandantes de los frentes.

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+ Morfa Clemencia Ramtre::.
124 l lDENTIDAD Y CILDADANIA EN EL PUTIJMAYO

Puerto Asís señalaban que "a Alcibiades le armaron un montaje y le echaron enci-
ma a la guerrilla". Entrar en el ámbito del rumor se torna en una forma de resisten-
cia cotidiana frente al conflicto. A su vez, las Farc castigaron al alcalde por haber
utilizado la plata antes de entregarla 17• divulgando ante el país la entrega del dinero
y su compromiso con ellos, por Jo cual de inmediato fue declarado objetivo militar
por los paramilitares. Por otra parte. se hizo evidente el recaudo que hace la guerri-
lla de dineros del estado para su sostenimiento y la presión a la que están sujetos
los alcaldes. El 30 de enero de 1998. Enciso, quien acababa de entregar su cargo. fue
asesinado en Cali de tres disparos en la cabeza. por un sicario que se movilizaba en
moto. muerte que los paramilitares se atribuyeron públicamente.
El 19 de mayo de 1997, la revista Semana publicó un artículo titulado "Los alcaldes
de la guerrilla". en el que reprodujo un documento de inteligencia militar que seña-
laba que 138 alcaldes estaban vinculados directamente con la subversión, entre ellos
los de Puerto Guzmán, Orito, Puerto Asís, Puerto Caicedo y Puerto Leguízamo. Ade-
más, se decía que otros 461. alcaldes "se encuentran bajo influencia de los terroris-
tas" y que "muchos alcaldes asisten a reuniones clandestinas; que se prestan para
colaborar en las pretensiones políticas de Jos guerrilleros; que tramitan documentos
en forma irregular para favorecerlos; que los ocultan de las autoridades y que des-
vían parte de los presupuestos para inflar las arcas de los delincuentes" (Semana. rg
de mayo de 1997= 28}. Esta no era la primera vez que se hacía dicha acusación. Des-
pués del paro cívico de 19<)6, el ejército acusó a los alcaldes rlnl bajo Pulumayo de
subversivos y narcotraficantes (El Tiempo. 6 de agosto de r9<)6: 8A). Los alca ldes se
han presentado varias veces ante la Fiscalía, exigiendo investigación imparcial y
poniendo en evidencia cómo se encuentran Entre Jo espada J' lo pared. Al tiempo
que supervisa a los alcaldes para evitar la corrupción administrativa, la guerrilla les
exige que le entreguen roo/o del presupuesto municipal como forma do vacuna; aJ
hacerles esta exigencia. los alca ldes se ven obligados a caer en el delito de peculado
y el municipio deja de percibir dineros para obras públicas. Manuel Monllondo
Vélez, máximo jefe de las f:oarc. aclara que el impuesto no se cobra a los recursos
municipales sino a las ganancias de los contratistas. porqun "muchos de estos son
los que han financiado la guerra y si tienen plata para armar autodefensas tan1bién
dP.ben tener para financiar la paz" (Cambio. ~~ de mayo de r<)q(J: 72). De esta manera
se evidencia la ambigüedad de las Farc ante las alcaldías y la política de descentra-
lización del gobierno. En un documento de debate, las Forc plantean que:

17 S11gún Lo Nación, el alcalde de Puerto Asís, Alcibiades Enciso. habin sido llamado por las Farc
para dialogar y. a la vez, para exigirle la entrega de rinr.o millones d11 pesos para el sostenimiento
de la organización, dinero que Enciso envió con un r.nnr.ejal y que sólo llegó a la guerrilla dos
meses después. Un vocero de las Farc indicó que la plata se destinó a comprar cocaína para ser
trabajada durante esos dos meses y i1 ellas sólo les P.ntrogaron cuillro mi!Jones setecientos mil
pesos. Fue entonces cuando la guerrilla aprovechó la visita del alcalde a una población rural y
obligó a un camarógrafo a filmar el momento en que le devolvían el dinero. Al camarógrafo se le
exigió que enviara el video a un noticiero de televisión. En enero de I()<JÓ este se pasó en un
noticiero nacionaJ, comproructiendo al alcalde de Puerto Asís en la devolución de dicha suma
por parte del frente 48 de las Farc, dinero que aparecía como entregado a este frente por la
adminis tración municipal (La Nación. 28 de enero de r()<)l\: 9).

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CAPITVLO 3 • De mo1•imientos cí1•icos a movimientos sociales y políticos 1
I25

es precisamente cambiando el sentido de esta administración locaJ como se podrá desmon-


tar, de abajo hacia arriba, esta gigantesca maquinaria del clientelismo y la corrupción
cubierta en la impm1jdad (... )el poder local es el ejercicio de la libertad positiva, que la
nueva constitución de 1991 consagra como la participación (... ). En otras palabras. que los
ciudadanos participen, ejerciendo el poder. en la búsqueda del interés generaJ, en el ideal del
bien común, en el manejo de la ciudad, barrio, pueblo, vereda o corregimiento ( ... ).El poder
local debe estar acompañado de mecanismos adecuados de elección del personal idóneo y
honrado para dirigir la administración en defensa del bien común (Farc-EP. r9C)Sa).

Sin embargo, impedir las elecciones y que el alcalde lleve a cabo su labor entor-
pece -e impide- el ejercicio de la participación por medio de la elección de personal
idóneo. que no puede actuar sin sentirse amenazado. En mayo de 1999, los alcaldes,
representados por la Federación Colombiana de Alcaldes, se reunieron en La Ma-
chaca con Manuel Marulanda Vélez para manifestarle cómo se encontraban expues-
tos a ser acusados por uno u otro bando de ser guerrilleros o paramilitares. y
manifestaron su posición neutral ante el conflicto. Marulando les contestó que "los
alcaldes no pueden estar al margen porque el paramüilarismo es un problema de
Estado( ... ). Entonces los alcaldes no pueden ser neutrales ante los asesinatos y las
masacres, éstos deben denunciar y perseguir a esos grupos (Cambio, 3r de mayo de
1999: 72). Los alcaldes que no se reconocen como parle de los partidos hegemónicos
tampoco se sienten comprometidos con el gobierno o identificados como parte del
mismo: antes que todo, se sienten comprometidos con los ciudadanos que los el igie-
ron. tal como lo señaló en esa oportunidad el alcalde de San Vicente del Caguán:

En esto proceso está en juego la gobcmabilidau, el rcconodmiento, la representación, la


ciudadanía. Cuando un alcalde es amenazado no sólo se afecta como persona sino que se
pone en juego la gobernabilidad, la autonomía de un pueblo que lo eligió. que le dio el
poder y lo autorizó legít imnmeute para regir su destino (Cambio, p de mayo de 1999: 73).

Como se ha señalado, la elección popular de alcaldes permite que al poder local


accedan personas del pueblo que representan una cultW'a popular que se define como
excluida por el estado central. de manera que no se sienten idcntiñcaclas con sus
políticas. Aunque hasta cierto punto pueden tener alguna identidad con esta concep-
ción, la guerrilla manda mensajes ambivalentes, pues así como puede considerarlas
representantes del pueblo también puede señalarlas como representantes del poder
central. Después de su retención, el alcalde de Orito comentaba sobre la guerrilla:

Lo bueno de esa gente y vale la pena destacarlo, es que primero averiguan y no se dejan
convencer de lodos los chismes que les llegan. Entendieron muy bien que hemos
trabajado honestamente. pero que también contamos con una oposición que le hace
mucho daño al municipio y no permiten su avance. Ahora que oos soltaron ya están
corriendo los chismes que fue uo auto secuestro para unos y que fuimos para recibir
adiestramiento guerrillero según otros. Yo estoy seguro que si la gente empleara el
tiempo que gasta en inventar chismes en cosas útiles, éste Municipio teodr!a más
negocios y habría más trabajos para la gente aUlDentando el desarrollo regional (enlrevis-
ta al alcalde de Orito. en Así es, rC}.)BJ.

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[OENTIDAD ' CIU()AOANfA FN 11 Pt l TVMAYO • Munu Clemenciu Ramíre;_

Como lo sintetiza el ex alcalde de Puerto Leguízamo, en el Putumayo los alcal-


des tienen un problema muy grave. que es ser considerados enemigos del ejército.
de La guenilla y de los paramilitares.

LA AsociAcióN DE MuNICIPIOS DEL PuTUMAYO


Al\'TE LA SITU¡\CIÓN DESCIUT¡\ Y CON 1\!llv\S J\ LOGRAR REPRESE~T\CIÓN POLiTICA EN EL AMBITO
central, el 1.0 de marzo de 1996 los alcaldes del periodo 1994-1998, conformaron la
Asociación de Municipios del Putumayo. la cual nació con la participación inicial
de los trece alcaldes municipales con el fin de

gestionar más ante el estado, proyectos de grao envergadura que favorezcan el desarrollo
regiunaJ. en el aspecto económico y social( ... ). Según el alcalde de San r!·ancisco, la
nueva asociación de municipios es con el único objelivo de desarrollar programas para el
territorio, anteriormente olvidados por los mandatarios de turno. Los burgomaestres de
la!i tres zonas (al lo, medio y bajo Putumayo), unirán información y elaborarán proyectos
que beneficien al mismo tiempo a un número considerable de habitantes de \'arios
municipios (Lo Nodón. :n de marzo de 1996: 10).

Estos alcaldes no se consideraban a sí mismos mandatarios de turno, pues se


definen como no contagiados por las prácticas políticas de los anteriores mandata-
rios que sólo buscaban su beneficio propio y no el de la región. Esta posición es un
reOejo ele la elección popular de alcaldes de I99Ó, elección que imp licó el respaldo
de la gente do la región. Por otra parle, insistían en "gestionar proyectos aole el
estado", lo cual significa establecer una línea directa con las instituciones oficiales
en el nivel central, evitando la mediación de los funcionarios locales. En palabras
del alcalde de Puerto Leguizamo:

La Asociación nació porque había provectos regionales que debían ser presentados
por alguien. y a lo& que debia hacérselas seguimiento y gestión (entrevista a un ex
akaltle de Puerto Leguízamo, 11)()9).

Esta primera Asociación no logró funcionar, pues se puso en evidencia que los
procesos políticos del alto, medio y bajo Pulumayo son diferentes. Es así como en abril
de JO<)B, después de la experiencia de las marchas coco/eras y del Proyecto Integral de
Desarrollo que no se realizó (véase el capítulo 7). Sfl retomó la idea de la asociación de
municipios, bajo el liderazgo de los alcaldes del bajo Putumayo -Puerto Leguizamo,
Valle del Guamués, Caicedo, Puerto Guzmán- y con la participacióu del alcalde de
Villa Garzón, del medio Pulumayo. Aun cuando se invitó a participar a los del alto
Putumayo -Santiago, Sibundoy. Colón y San Francisco- no lo hicieron. Cuando hablé
con el director de La asociación me explicó que estos municipios no participaban,
"porque culluralmente son diferentes" (entrevista a un ex alcalde de Puerto Leguízamo.
1999). Esta afirmación evidencia la diferenciación que se ha establecido históricamente
entre alto y bajo Putumayo, que se mencionó en el primer capítulo.

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c... rfTVI.o ~ De movimiento.\ CÍI'icos a movi11!!_entos socwles y políticos 1
I27

En el proceso de construcción de una identidad regional , en el Putwnayo se


conforma una identidad cultural diferenciada y emerge también una política ele la
identidad asociada a espacios o lugares específicos, aquello que File (I<J97l denomina
la políüco de la ubicación [en tul lugar] o politics oflocalion 16• Así mismo, se estable-
cen ambigüedades dentro de esta política de la ubicación [en un lugar]. como es el
caso de los municipios pertenecientes al medio Putumayo, Mocoa y Villa Garzón.
Mientras Villa Garzón se identifica con el bajo Putumayo, Mocoa Jo hace con el
alto, pero como capital del departamento y sede de la gobernación se identifica a
los dirigentes políticos con la tradición política del centro del país. Es así como el
alcalde de Mocoa, que inicialmente participó en la Asociación, debió retirarse de la
misma pues s u práctica fue calificada de politiquera, por cuanto sólo buscaba
intereses personales y no correspondía con las políticas trazadas por la Asocia-
ción. Por olra parte, los líderes del Movimiento Cívico de Mocoa no han participa-
do en el Movimiento Cívico Regional, por cuanto no se identifican con su lucha
central. Es así como la Asociación de Municipios quedó finalmente conformada
por ocho municipios: Puerto Leguízamo, Puerto Asís, Puerto Caicedo, Villa Gar-
zón, Puerto Guzmán, Valle del Guamués. Orito y San Miguel, los cuaJes se identi-
fican en su proyecto político y en cuanto a su identidad cultural, tal como lo bao
señalado. El cultivo de la coca atraviesa a todos es tos municip ios. convirtiéndose
en un marcador de identidad luodamental tanto a su interior como fTente al alto
Putumayo y a la región central del país, lo cual no se cumple para el caso de Mocoa
y el alto Putumayo. En palabras de un periodista e historiador local de Mocoa:

En Mocoa los funcionarios no se obren al ¡.~roblema de la coca e indirectamente se ba


beneficiado esta ciudad. Mocoa no puede sentirse limpia. Es una hipocresía de nues-
tra ciudad. Su historia lo hace un pueblo chapado a la antigua pero sólo en apariencia.
En el fondo. son üuertinos y se alimenta todo uso. E..'<iste. siH embargo, un choque con la
l ultura de Puerto Asís (entrevista aun perindisla e historiador local en Mocoa, 19Q8).

Mocoa se representa como una ciudad limpia no contagiada por el culti vo ilíci-
to de la coca. Vuelve a hacerse alusión a la existencia de culturas regionales distin-
tas. Para los alcaldes del bajo Putumayo asociarse significaba articular un discurso
contra hegemónico que debe negociar, a su vez, su articulación al discurso hege-
mónico nacional por medio ele su negociación directa con lós organismos estatales
tales como el Plante, sin mediación de los politiqueras de turno. Es as1 como se
generan enfrentamientos con el gobernador y los representantes a la cámara y al

'~ La definición de Pi le (1997: 28) es la siguiente: "La politka de la uuicación[en un lugar) comprende
no sólo un sentido de localización en el mundo -obtenido de lo experiencia de la historia. de la
geografía, la cultura, el ser y la imaginación- mapeaúo a través de las interconexiones, a la vez
espaciales y temporales entre las personas, sino también de la definición polílica de los lugares
en los que van a librarse las luchas. En este sentido la ubicación liene que ver más con la
constitución activa de los escenarios en los que las lu~,;has políticas se desarrollan y las identidad~s
por medio dA las cuales las personas llegan a adoptar posiciones políticas. r¡ue con la latiturl y
longitud de las experiencias de circunscripción, marginamicnto y exclusión".

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lm:.NTIDAO Y CIL'DAOANIA EN EL PLrrUMAYO • Morfa Clemencia Ramfre:.

senado que ven cómo la Asociación se sale de su conlrol político; a su vez, esta no
los reconoce como sus representantes en la región o ante el poder central. La Asocia-
ción de Alcaldes se presenta como interlocutora directa con el gobierno cenLral. de
manera que se cuestiona al gobernador no sólo en cuanto a su capacidad de gestión
sino también en relación con su compromiso político con la región. Aún más. se le
considera como el Otro, aquel con respecto al cual definen una identidad política
diferente. Se busca entonces abrir un espacio que permita legalizar e institucionalizar
administraciones públicas señaladas como representantes de la ilegalidad por parle
del estado central. En el periódico El Tiempo del 6 de agosto de 1_996, cuando el
movimiento cocalero estaba negociando con el gobierno central. se lefa el siguiente
titular: "No somos subversivos ni narcotraficantes. Alcaldes" y se informaba:

El alcalde de Puerto Asís, Alcibíades Enciso, a la salida de la reunión con el Fiscal afirmó:
''Vinimos a decirle al fiscal Valdivieso que no somos subversivos nl narcotraficantes y a
solicitarle que los funcionarios de la Fiscalía sean imparciales al momento de recibir los
informes de los generales y coroneles del Ejército y la Policía que se encuentran en el
Putumayo. La petición la hacemos porque no es cierto que pertenezcamos a la guerrilla.
Nosotros estamos entre la espada y La pared"( ... ) el alcalde de Puerto Leguízamo. al
referirse a las afirmaciones del Fiscal General sobre la urgencia en que debe constituirse
para el Gobierno la recuperación del orden público en la zona de conniclo dijo: "No
vinimos a polemizar ni a calificar o descalificar las declaraciones de Valdivieso. Nueslra
posición simplemente es venir a informar sobre la situación del Putumayo y conseguir
unos acuerdos que nos permitan solucionar la actual crisis, independientemente de la
certeza que tenemos de que la coca es criminalizada" (El Tiempo, 6 de agosto de 1996: 8A).

Se palpa el ejercicio de una polílica de la identidad por parle de este movimien-


to cívico, cuando se responde a marcadores identitarios impuestos con los cuales
ellos no se identifican. Se manifiestan urgidos de recuperar el orden público, [Ten-
le al desorden y la alteración al orden ptíblico que para el estado se torna en
definitorio de una zona donde la ilegalidad, la delincuencia y la subversión son
sus características centrales. Una representación de la región del bajo Putumayo
que los alcaldes buscan redefinir.
Por otra parte. frente a una descentralización que ha sido tildada como perversa
por cuanto se descentralizan las responsabilidades mas no Jos recursos buscando
que "la gente tenga como interlocutor y como referencia de poder al alcalde y a los
Consejos" (enlrevista a un líder agrario nacional, 1998). los alcaldes buscan com-
prometer a los funcionarios del nivel central en La búsqueda de la so lución de un
conOicto regional que se produce con participación de fuerzas ajenas a la región.
La imposibilidad de tener continuidad visible como movimiento social en la
región no evita que se sigan buscando formas alternas de institucionaJidad de estas
nuevas ideas políticas. La presencia permanente de los alcaldes en Bogotá se vuel-
ve, simbólicamente, una forma de ser reconocidos. Es así como la Asociación tiene
una sede en la capital del país, para hacerse visibles como ciudadanos que buscan
de sus derechos como tales y, más aún. como funcionarios públicos elegidos po-
pularmente.

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CAPÍTULO 4

La politica del reconocimiento y el movimiento cocalero: estigmatización


y emergencia de identidades colectivas politizadas

E
'>! ESTE C\f'ITtTI.O SE MUESTRAN LOS FACTORES Ql lE INCIIHERON EN IJ\ IKRUPCION DE l A'> !vlt\R-
c bas cocaleras como tales, es decir, en la movilización desde las veredas hasta
los centros urbanos, y las redes que permitieron la organización de este movi-
miento social'. Parto de Melucci (I99J: 248) según el cual "la acción colectiva con-
temporánea asume la forma de redes sumergidas en la vida cotidiana". Á.lvarez
(1997: 89-go), enriquece la idea de Melucci y la lleva más allá del análisis centrado en
el movimiento social en sí mismo y propone el concepto de tejidos de comunica-
ción e intemcción interpersonales e interorganizativos que mantienen a lo largo del
tiempo, de manera formal o informal, los líderes, asesores y articuladores de los
movimientos sociales.
En el caso del Putumayo, la presencia de las Farc en la vida cotidiana de la
región es un punto central de la discusión, en cuanto a su papel en la organización
y desenvolvimiento del movimiento cocalero. Para en tender los tejidos que permi-
tieron la estructuración del movimiento y el poder de negociación de los poblado-
res de la región frente al autoritarismo de las Farc. analizaré detenidamente la
relación que se estableció entre estas, los jefes de las juntas de acción comunal y

No me propongo hacer un análisis desde la teoría de movilización de recursos, ampliamente


trabajada por McAdam, McArthy y Zald (1996), en la que se enfatiza el análisis del uso que hace
la organización de los movimientos sociales de los recursos -estn1cturas organi:>:ativas existentes,
ya sea formales o informales, así como auxiliares externos- y de las oportunidades políticas.
Aun cuaorlo muestro las redes organizativas que se aprovecharon para conformar el movimiento
coca/ero, el énfasis del trabajo está en la emergencia de las identidades colectivas que movilizan
a la población en busca de su reconocimiento como actores sociales.
Sin embargo, vale la pena retomar el señalamiento hecho por Foweraker (1995) para los movimientos
sociales latinoamericanos, en cuanto a que la importancia central del estado como proveedor de
recursos escasos significa que estos deben desarrollar una aproximación estratégica hacia aquel.
Por esta razón, Foweraker sugiere que la teoría de la movilización de recursos puede ser útil en el
análisis de la trayectoria política de estos movimientos. En el caso del movimiento coca/ero. las
relaciones que se establecen entre actores externos a este, y que contribuyen a su éxito, como son
las Farc y los campesinos. no están diferenciadas de manera tan clara, por cuanto se manejan
ambh·alencias y ambigú edades que vuelven difusas estas fronteras, como se verá en este capítulo.

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lDE'ITIDAD Y C'IL DADANIA tN ti. Pl 'TUMAYO • Moría Clemencia Ramíre-::.
J30 1

los líderes del Movimiento Cívico por el Desarrollo Integral del Putumayo. Así
mismo, resaltaré la articulación de las organizaciones indígenas de la región al
Movimiento Cívico y la asesoría que le prestaron algunos funcionarios oficiales
locales a los líderes del Movimiento.
Sostengo que la "'política del reconocimiento" (Taylor. 1995) es uno de los ejes
centrales del movimiento. lo cual significa que los colonos cocaleros~ del Putumayo
y, más aún, de la amazonia occidental, cuestionan el señalamiento y la estigmatiza-
ción1 que se hace de ellos como personas al margen de la ley. migrantes que buscan
fortuna fácil -antes que personas en busca de mejorar su nivel de vida, como eUos lo
expresan-, faltos de identidad, sin ningún arraigo en la región amazónica y siempre
con el interés individual de beneficiarse para regresar a su lugar de origen.
Como se ha mostrado, la percepción que tiene el centro de la frontera amazónica
-la periferia- está mediada por dichos marcadores idenlitarios, lo cual es patente
p,n el tratamiento represivo que se le ha dado a estas movilizaciones cívicas, que
aun cuando no son manifestaciones violentas. desde la década de 1980 han sido
señaladas recurrentemente como "promovidas por la guerrilla" lo cual, en la prác-
tica. se traduce en la negación de cualquier capacidad de maniobra a los habitantes
de la región, quienes con sus demandas y necesidades y la construcción de iden-
tidades colectivas loca les y regionales quedan subsurrúdos por la dinámica que ha
tomado el connicto armado. y recientemente, por la puesta en marcha de la política
internacional de lucha contra las drogas o contra la insurgencia.

Al respecto de la identidad como coco/eros adoptada por los campesinos .. c ultivadores de hoja de
coca .. en el Pul u mayo es importnnle ac:lamr lo siguiente: en primer lugar. a las diversas maneras
a las cua les se refieren cuando mencionan su cond ición de coco/eros. ya que en c iertos momentos
so identifican como colonos v cocc!leros. A lo largo del libro es claro que anles que coca/eros se
identifican como C(lmpesinos o colonos. puesto que la coca es vista por ellos sólo como un
cultivo más e• insisten en qur son pequef'los campesinos o colonos cu ltivadores de hoja de coca
y como tal se difercndan de .. la mafiA del narcolráfico ... lo <;ua l es evidente a lo largo del libro en
las diversas inll!rvcnciones do los lídoms del movimiento. Por otra parte. hAy variaciones de
identidad sogún la zona. En e l caso de la baja bota caucana y Puerto Guzmán. dontle la
colon ización ha sido secunda riil. prowniPntt> del Caquctá, la identidad como colonos se mantiene
con mayor rnfasis, mientras qnn on wnas de colonización nariñense. co mo es el caso del Valle
del Guamulis. se hob l<t más de cam pesi nos. Lo que es c laro es que son pequeños colonos o
.. campesinos cultivadores de hoja de coca·• y. por tanto. una vez se inicia la fumigación rle los
cultivos rle coca y empiezan las actividades en contr;J de la fumigación por parte de los
campesinos, se acrpta el que son cultivadores de coca y se empiezan a idcntiricar como coca/eros.
implicando con el lo no sólo la aceptación de ser cultivador sino también asumiendo esta identidad
adscrita por el gobierno co n el fin de c.:ontestarla, m¡¡nifestondo su desac uerdo con las polfticas
de cri minaliznció n del cultivador de coca por parte del estado. Aquí cabe reiterar que en Colombia
el cultivo de coca no ha tenido la importanc ia nacional que ha tenido en Bolivia y Perú (véase el
ca pítulo 1.). y el surgimiento de esta identidad colectiva como coca/eros no sólo es reciente si no
que ha res pondido a la política antidrogas caracterizada por la represión indiscriminada.
En su análisis del término estigma. que define como .. un atributo que es profundamente
desacreditaote". Goffman (1963: 3) señala cómo adquiere significado como tal en determinada
situa ción en relac ión con el otro. Es decir, "un atributo que estigmatiza un tipo ele poseedor
puedo sor lo normal para otro y. por tanto. no es en sí mismo una cosa que acredita o desacredita
(... )se requiere un lenguaje de relaciones, no de atributos ...

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CAP!TtrLO 4 • La política del reconocimiemo y el movimiento cocalero 1
131

Para entender la construcción de la identidad colectiva que emergió durante el


movimiento coca/ero de 1996 parlo de dos presupuestos fundamentales: en primer
lugar, y como anota Melucci tr988: 2.42), la acción colectiva es vista como un producto
social, un conjunto de relaciones sociales. un proceso que se construye y se negocia:

La identidad colectiva es una definición interactiva y compartida, p~oducida por va-


rios individuos y que tiene que ver con las orientaciones de la acción y del campo de
oportunidades y linútaciones en el que esta tiene lugar: interactivo y compartido significa
que su definición debe entenderse como un proceso, en la medida en que la identidad
colectiva se construye y negocia por medio de la activación peáódica de las relaciones
entre dichos individuos.

Como se mostrará en este capítulo, la identidad colectiva que se construye a lo


largo del movimiento cocalero no sólo se negocia entre los participantes sino que
responde a la identidad que se les asigna por parte del estado de derecho, como
personas fuera de la ley y, más aún, como malos ciudadanos a quienes como grupo
se les niega la ciudadanía. La identidad colectiva que se demanda está estrechamen-
te ligada a la construcción de una nueva ciudadanía. la de ciudadano putumayense.
En segundo lugar, parto de la afirmación de Laclau y Mouffe (n)8s) según la cual
la identidad colectiva se construye por medio de la articulación de significados; es
decir, que en la construcción de la idenlidad colectiva como colonos o campesinos
cocaleros el significado que la sociedad les adscribe tiene un rol primordial. Este
significado se articula, además, con otros que manejan los diferentes grupos que
habitan la región, los cuaJes pueden estar vinculados o no, de manera diferencial,
con el cultivo. la recolección, el procesamiento y la comercialización de la coca.
Vale la pena reiterar lo dicho por Roseberry (1994: 36) en cuanto a que las poblaciones
subordinadas utilizan formas, imágenes símbolos u organizaciones hegemónicas para
confrontar, entender, acomodarse o resistir su dominación. La identidad colectiva no
está dada, se construye y, muchas veces, está moldeada por los mismos procesos de
dominación. Se trata también de poner en evidencia el derecho a esr.oger si se quiere
pertenecer o dejar de pe1ienecer a cierta categoría identitaria, ya sea para contribuir a c;u
definición o para producir nuevos significados. Como se mostrará, la articulación de
significados también se da espacialmente, es decir. por medio de los significados adscri-
tos a las veredas y a las cabeceras municipales dentro de las regiones reconocidas y
diferenciadas dentro del departamento -por ejemplo, alto. y bajo Pulumayo-.
Como se analizó en el capítulo anterior, durante las últimas dos décadas lo::.
movimientos sociales del Putumayo tendieron a convertirse en movimientos políti-
cos autónomos de los partidos tradicionales. Su búsqueda por lograr la inclusión y
representación en el sistema político nacional -caracterizado por la exclusión siste-
mática de los partidos políticos de oposición- ha sido una situación estructural y, en
este sentido, podría hablarse del ejercicio de una político de la inclusión. "que busca
que las instituciones políticas reconozcan a los nuevos actores políticos como miem-
bros de la sociedad política y, así, éslos ¡Juedan beneficiar a quienHs representan"'
(Cohen y Arato, 1994: 526).

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LDF.NTIDAD Y CIUDADANÍA EN El PuTliMAYO + Marfa Clemencia Ramíre::.
132. 1

Sin embargo, es evidente que la búsqueda de inclusión política ha sido impedi-


da sistemáticamente por la violencia institucional o estatal instaurada en Colom-
bia. que se dirige contra cualquier partido político de oposición. Tal como lo han
anotado Uprimny y Vargas (1989: n6), la guerra sucia "parece ser entonces un meca-
nismo de oposición a la política de paz, a la legalización de la actividad guerrillera
y a la apertura de espacios políticos para nuevas fuerzas" 4 . En este contexto, lograr
representatividad política dentro del sistema político institucional es fundamental
para esos movimientos, surgidos en el seno de una sociedad civil estigmatizada por
la presencia guerrillera en la zona y que. por consiguiente. es permanentemente
atacada, amenazada y deslegitimada.
Cohen y Arato (1994) han insistido en que la influencia de la sociedad civil
sobre la sociedad política es una dimensión central de la democracia; para ellos, la
sociedad civil se torna así no sólo en terreno para la acción colectiva contemporá-
nea sino en objetivo de los movimientos sociales, por cuanto se busca democrati-
zar las relaciones sociales dentro de la sociedad civil. En el caso del Putumayo,
esta no puede verse como consolidada y autónoma del estado, por cuanto en un
contexto de marginalidad y conflicto aparece subsumida y dependiente. Sin em-
bargo, los movimientos sociales contribuyen a hacerla visible frente a los actores
armados (véanse Los capítulo 8 y g).
Además de una política de la inclusión, Cohen y Arato (1994) consideran que
los nuevos movimientos sociales buscan también influir sobre el discurso político
hegemónico y, más aún, sobre las instituciones, e introducen la política de lo
influencio y la político de la reformo, como otros aspectos fundamentales para
tener en cuenta en el análisis de los objetivos o Logros de los nuevos movimientos
sociales:

Es indispensable también una políUca de la influencia que busque alterar e l universo del
discurso poütico para introducir nuevas interpretaciones que surjan tan lo de las necesidades
reales como de las nuevas identidades y nuevas normas. Sólo con esta combinación de
esfuerzos puede restringirse y conlrolarse la colonización administrativa y económica de la
sociedad civil, que tiende a congelar las relaciones sociales de dominación y crear nuevas
dependencias. Finalmente, es también central para este proyecto avanzar en la democratiza-
ción de las instituciones pol!tlcas y económicas (políUca de la refonna). Sin este esfuerzo.
cualquier logro dentro de la sociedad civil sería, de hecho, tenue (Cohen y Arato, rsw: )26).

Si partimos de la imposibilidad estructural de acceder a la inclusión en el sistema


político nacional -a pesar de que algunos movimientos lo han logrado localmente en

4 Respecto a los sectores victímizados por la guerra sucia. Uprimny y Vargas (1989: u8-ug) señalan:
"desde el punto de vista de la extracción social. la guerra sucia ha tendido a golpear sobre todo
al campesinado y en segundo término a la clase trabajadora urbana. Desde el punto de vista de
la actividad pública se ha concentrado en los líderes populares. sindicalistas, activistas políticos
y educadores, aun cuando también afecta a los sectores intelectuales y a los mismos funcionarios
oficiales (... j en la actualidad la guerra sucia no sólo ha aumentado en intensidad sino que se ha
urbanizado de forma creciente".

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CA PI f'liLo 4 • La polftica del reconocimiento y el movimiento cocalero 1
133

momentos coyunturales- la pregunta sobre la político de lo influencio de estos movi-


mientos sociales sobre el campo de lo político y, más aún, su incidencia en la reforma
de las instituciones del estado as1 como en sus políticas hacia la región, es el eje para
analizar el movimiento de los cocaleros de 19!}6. Además, nos introduce en el análisis de
la relación que se establece entre el estado y la sociedad civil en las áreas de conflicto.
Este análisis cobra más importancia si tenemos en cuenta la crisis de hegemo-
nía por la cual atraviesa el régimen político colombiano5, desde la década de 1980 la
cual se bizo más evidente durante el gobierno de Ernesto Samper -1994-r998- a
partir de las acusaciones sobre la financiación de su campaña con dineros prove-
nientes del narcotráfico. La intensificación de las fumigaciones y de la penaliza-
ción de los cultivadores de coca por parte del gobierno colombiano. era una forma
de ubicarse frente a Estados Unidos como persecutor del narcotráfico; sin embar-
go, al mismo tiempo se generó un gran movimiento social coca/ero que develó, en
la práctica. la falla de polílicas estatales para complementar la fumigación con pla-
nes allernativos de producción para los pequeños campesinos coca/eros, lo cual
deslegitimó al estado frente a los habitantes del Putumayo, haciendo que el movi-
miento cocolero ganara más adeptos, que cuestionaban al estado.
Al mismo tiempo, y esa es la paradoja, dichos movimientos no planteaban una
lucha frontal contra el estado sino que, por el contrario, demandaba su presencia
efectiva en la zona. El apoyo del estado fue el único camino que los representantes
de la sociedad civil encontraron como alternativa democrática-participativa frente a
la guerra contra las drogas declarada por Estados Unidos y las fuerzas armadas.

HORA CERO E INICIO OE LA MOVlLIZACJÓN


OE LOS CAMPES! NOS COCALEROS

r¡ [)f. NOVTEMBRE og 1995, APROBADO EL 11. DE MAYO OL 199)


COMO RESLn;rADO 11FL Ol·:nurro IC)')fi [)El,
por el Consejo Nacional de Estupefacientes. y que en el articulo r" adopta el documen-
to llamado "Compromiso de Colombia frente al problema mundial de la droga''. el
gobierno del presidente Samper tomó medidas para adelantar una nueva guerra fron-
tal en contra de las drogas, que inmediatamente se hicieron sentir en la amazonia y
produjeron malestar entre sus habitantes, quienes desde diciembre de 1995, anuucia-
ron la iniciación de otro paro cívico por considerar que el gobierno no estaba cum-
pliendo con los acuerdos firmados en el marco del paro cívico que tuvo lugar entre
el1.o de diciembre de 1994 y el TI de enero de 1995. Es así como, el ~ de enero de r99f¡.

Para un análisis de la crisis de hegemonía del gobierno durante la década de 1!)1lo. véanse Uprimny
y Vargas (rg&J: 143), quienes establecen corno hipótesis que "la guerra sucia es una de las expresiones
de las dificultades del régimen politico colombiano a inicios de los ochenta: estas derivan de una
doble crisis do hegemonía, on el sentido que Poulantzas da a estos términos: crisis de hegemonía
del bloque tradicional en el poder cou respecto a las clases subordinadas por el agotamiento relativo
de los mecanismos tradicionales de dominación; crisis de la hegemonía dentro del mismo bloque
en el poder por la presencia de los empresarios de la droga. una poderosa nueva fracción dominan le
que no logra tener la expresión política y so<.:ial que corresponde a su poder económico y militar".

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IDENTIDAD Y UUDAOANIA !:.." 1;1 Pu fliMAYO • María Cleme11cia Ramírez

en un titular de El Tiempo se anunciaba: "Se gesta otro paro en Putumayo": se


informaba que "la hora cero para reaJizar e l paro del Putumayo es lo único que
esperan Jos campesinos": y se bacía referencia a la carla enviada al presidente
Samper. el 26 de diciembre de 1995, en la cual Jos campesinos rechazaban el Plan
Naciona l de Desa rrollo AJternativo -Plante- por considerar que no representaba
solución para los campesino y le decían que "se encuentran organizando y prepa-
rando e l segundo paro y por supuesto, en solidaridad también con otros departa-
mentos" (E/ Tiempo, + de enero de 19<)6 de r9<)6: rA.).
A la insatisfacción con el Plante, que no lograba e l cubrimien to esperado por el
campesinado. se sumaron las siguientes medidas Lomadas por e l gobierno, las cua-
les fueron fundamentales para que comenzara el paro, con la participación de los
campesinos:
En primer lugar. el 13 de mayo de r9<)6. el Consejo Nacional de Estupefacientes. que
desde 1987 reglamentaba la fabricación. distribución, transporte y uso de precursores
qutmicos para el procesamiento de la coca, -acetona, clorofom10, é ter etílico. ácido
clorhídrico. tolueno, anhídrido acét..ico, urea. ACPM y kerosene- según la resolución
ooor de r9Q6, dispuso el control del cemento gris y la gasolina por parte del ejército y la
policía en los departamentos de Guaviare, Caquelá. Putumayo, Vaupés. Vichada y
Meta. por considerarlos e lementos indispensables para e l procesamiento de base de
coca. El gobierno exigió registrar cualquier venta de cemento gris que excediera la
cantitlacl ele seiscientos kilos y de uo galones en el caso de la gasolina. Para introdu-
cir esos productos al Pulumayo. e l conductor debía mostrar las facturas y la copia
del registro 6 . Además. en junio de r9<)6, días antes que empezara la movilización, los
municipios de Puerto Asís, Valle del Guamués (La Hormiga), Sao Miguel (La Dorada).

n 01' acuerdo con la resolución 0001 delq rle mayo df' 1(}9(1: "Artículo~". Las personas naturales. las
personas jurídicas v los establecimientos de comercio que vendan. consuman o almacenen
gasolind o cemento gris en los departamentos a que se refiere esta resolución en cantidades
superiores a 210 galones y (ioo kilos. deberán llevar una relación o registro diario de dichas
transacciones o actividades.
El transportarlor debe solicitar al provePdor y portar copiR d!'l registro.
Artículo;". La re lación o registro de que trata el artic:u lo anterior se hará para cada transacción o
actividad y drhcrá contener la siguiente informadón:
L Ft>cha v lugar en que ~e realiza la respectiva transacción.
2.. Identificación completa y dirección del domicilio. tanto del distribuidor o vendedor. como del
comprndor o consumiuor y de l nlma~,;onador.
~ Clase y cantidnd de ga:.olina o comento gris objeto do la trnnsacción o actividad .
.¡ Dt,st inacióu o usos especificas.
<, . Municipio o Corregimiento en que se consumirán las sustancias o productos adquiridos.
11 . Firma de quienes intervengan en la transacción o actividad.
Artículo 4". La Fuerza Públic:a. esto cs. las Fuerzas Militares y Policía Nacional por intermedio de las
brigadas. batallones y comandos con jurisdkción en los departamentos mencionados en la presente
resolución. ejercerá un wnlrol permanente sobre las adividades de venta. distribución, consumo,
transporte y almacenamien to de l cemento gris y la gasoliuo, con el propósito de evitar el desvío o
ulilizac.:ión de los mismos para fmes de procesamiento de estupefacientes o sustancias psicolrópicas''.

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C<\PITUI o4 • La política del reconocimientO y el movimiemo cocale~ 1
135

Orito y Puerto Caicedo se encontraban bajo supervisión estricta de la policía y el


ejército, lo cual tenía indispuesta a la población.
En le: amazonia occidental se sintieron inmediatamente las consecuencias de
estas medidas: en primer lugar, el sector de la construcción y los municipios se
vieron afectados, porque las administraciones municipales no podían recolectar los
dineros provenientes de la sobrelasa a la gasolina, uno de los principales renglones
para su financiación; en segundo término, los precios de la gasolina y el cemento se
duplicaron y casi se triplicaron. A través del gobernador, los alcaldes demandaron
al gobierno central que se hiciera una excepción con respecto a las ventas de cemen-
to, con el argumento de que las obras oficiales estaban paralizadas, pues no había
cemento para continuar con la construcción de escuelas, centros de salud, etcétera
(Lo Nación, 12 de octubre de 1996). Aun así, los pequeños cultivadores de coca fueron
los más afectados. porque en contraste con los grandes narcotraficantes no podían
sobornar a las autoridades para obtener los dos principales insumas para la produc-
ción de la pasta de coca. Las dificultades económicas causadas por esta reglamenta-
ción estuvieron en el centro del comienzo del movimiento de los cocaleros7 .
En segundo lugar, y por solicitud del comandante de la cuarta división del ejér-
cito -un brigadier general- el 13 de mayo de 1996 se expidió el decreto 0871 por el cual
se estableció como zona especial de orden público8 el área geográfica de la jurisdic-
ción du todos los municipios de los departamentos de Guaviare, Vaupés, Mela Vichada
y Caquctá. En el decreto se sostiene que "las organizaciones criminales y terroristas
han concentrado sus aparatos de fuerza en orden a desestabilizar la seguridad y
convivencia ciudadanas" (decreto 0871 del 13 de mayo de 1996). Aun cuando la

La resolución 0004 clt!l 10 de septiembre de Ifj/Ó agregó a lo:. productos contemplados en la


rcsoludón 0001 otros qu•J se encontraron en laboratorios de coca dan desUno:., tales como amoníaco.
urea ACPM y kerosene. En mayo de It:j)7, el tlefensor del Pueblo del Putumayo pidió al Con¡;cjo
Nactoual de Estupefacitmtes anular esta resolución. por considerar que la infraestructura del
departamento estaba seriamente afectada, casi a punto de la parálisis. As1 mismo, los lrabajadorcs
de la construcción se sindicalizaron para rlemanrlar sus derechos (La Noción. 27 de mayo de 1997).
En octubre de JCfJ7, se dictó la resolución 0C10'3 para modificar la 0001 y la 000-J. tomar en cnnsideracióo
el aumento del precio e incrementar las cantidades permitidas de estos productos. A pesar de estos
Cllmbios, eo agosto de 1999 la venia do cemento en la región volvió a restringirse: sólo podía
venderse sin restncciones medio saco de cemento. Para ventas al por mayor se permitían seiscientos
\..ílos, do manera que el descontento de la población por estas medidas continuó.
11 El decreto 07TJ delr8 de abril de 1990 estableció la figma de zonas de orden público. con lundamenlo
en la declaración del estado de conmoción interior en todo el territorio nacional. Tales zonas se
definían a solicitud del comandante militar de la correspond iente unidad operativa mayor o sus
rquiva lcntc tm cuanto a municipios se refiere: cuando la solicitud involucrara un área gt)ográfica
quo comprnudiera dos o más departamentos la delimitación será hecha por el presidente. Se
definen como: ':Aquellas áreas geográficas en las que coo e l fin de restablecer la seguridad y la
convivP-ncia ciudadana afectadas por las acciones de las organizaciones criminales y terroristas.
sea necesaria la aplicación de una o más de las medidas excepcionales de que tratan Jos siguientes
artículos. sin perjuicio de la aplicación de las demás medidas que se hayan dictado con base en
la conmoción interior y que se encuentren vigentes. Reslríngese el derecho de circulación y
residencia( ... ). La restricción consiste en la limitación o prohibición del ejercicio de tal derecho,
mediante medida como toque de queda, retenes militares, indicativos especiales para la
movílizución, salvoconductos, inscripción en la alcaldía. comunicación an ticipada a ésta de
desplazamiento fuera de la cabecera municipal" (decreto 07TJ del r8 de abril de t\J9Ó).

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Mar{a Clemencia Ramírez.
116 l lDENTIOAO Y CIUDAOANIA EN EL PUTUMAYO •

jurisdicción de esta división no abarcaba al Putumayo, la gente de la zona todavía


sostiene que su territorio también había sido declarado zona de orden público.
Al compartir los mismos problemas con los otros departamentos delimitados,
por su contigüidad se establece una relación metonímica y se considera, con toda
seguridad, que están sujetos a la misma disposición. A todos los que les pregun-
té si el Putumayo había sido declarado zona de orden público me contestaron
que sí, pues estuvieron sujetos a vigilancia por parte de las fuerzas militares. En
el Caquetá, los concejales empezaron a promover un no a las zonas de orden
público y un sí a las zonas especiales de inversión social, ratificando de esta
manera que frente a un estado represivo la gente de la región se moviliza y plan-
lea sus necesidades (Lo Noción, 10 de junio de 1996: 10).
En tercer lugar, la ejecución de dos operaciones militares, el plan cóndor y la
operación conquista, cuyo balance y resultados fueron presentados por el presiden-
te Samper en julio de I5)<)Ó:

el Plan Cóndor apunta a la destrucción del negocio de la droga, empezando por los
cultivos, los laboratorios, la incautación de precursores y la interdicción del comer-
cio( ... ) en el desarrollo de este plan, en lo corrido de este año, hasta el mes de junio.
hemos incrementado en tres veces las drogas incautadas. en dos veces los cultivos
destruidos) 25 veces los precursores retenidos. En total, una operación cuyo costo
significa pérdidas para el narcou-áfico cercanas a Jos US$400 millones (La Nación. 10
de julio de rC)96: 17).

En cuanto a la operación conquista. el presidente Samper señalaba:

La Operación Conquista es la más importante operación antinarcólicos realizada en


el mundo. Busca la destrucción de más de 27 mil hectáreas de coca que representan
e l 70 por ciento del total sembrado en Colombia y aproximadamente el15 por ciento
del total sembrado en el mundo.
Por primera vez se suman todas las FUerzas Militares y de Policía para desarrollar una
oper-dción antinarcólicos en un área del departamento del Guaviare, en el cual se encuentra
ubicado cerca del6o por ciento de las plantaciones ilícitas sembradas en Colombia. En la
Operación están comprometidos cerca de 3-000 efectivos del Ejército, la Armada, la 1'\Je.-m
Aérea y la Policía. Nuestra meta r.s iniciar una serie de operaciones ma.~ivas de limpie?.a de
norcolráJ1co en zonas localizadas estratégicamente.
Esta operación, como ahora veremos, combina elementos vitales como la inteligencia,
las comunicaciones y la capacidad de respuesta rápida. Simultáneamente con las opera-
ciones Cóndor y Conquista hemos venido avanzando en la consolidación del Programa
Plante (La Nación, ro de julio de tC)9Ó: J?).

Para terminar. el presidente Samper aclaraba que, "anualmente estamos gastan-


do casi mil millones de dólares en esta lucha de los cuales recibimos menos de un 15
por ciento en ayuda internacional. En materia de lucha contra el narcotráfico sólo
obedecemos a la presión de nuestras propias convicciones", y terminaba diciendo a
los campesinos. "contamos con ustedes para seguir adelante. Bienvenidos aJ Cón-
dor y la Conquista" (Lo Nación, IO de julio de 1996: 17).

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CAPITULO 4 • La política del reconocimiento y el movimiento cocalero 1
137

En estos textos es evidente cómo el presidente desconoce las quejas presenta-


das por los campesinos durante año y medio, no sólo en cuanto al Plante sino a la
fumigación , y cómo insiste en que la lucha antinarcóticos se realiza en forma autó-
nom a. sin presiones de Estados Unidos, punto que van a debatir los líderes del
mov •miento durante las marchas, por tratarse de un aspecto central para entender
el porqué de la política de fumigación adelantada por el gobierno.
El comienzo de la operación conquista en el Guaviare determinó la hora cero
para el inicio de las marchas cocoleros. el 16 de julio de 1996, pocos días después de
este discurso presidencial. Los campesinos se movilizaron en contra de la declara-
toria de zona especial de orden público, de los consecuentes abusos del ejército y
de la s fumigaciones que se realizaron de manera intensa en ese departamento. Los
líderes campesinos de los departamentos con cultivos ilícitos, quienes se encontra-
ron e n Bogotá durante la realización de un seminario internacional sobre cultivos
ihcitos a mediados de 1995. acordaron alü realizar manifestaciones conjuntas cuando
se iniciaran las fumigaciones en cualquiera de los tres departamentos. En conse-
cuencia, para apoyar al Guaviare, el 25 y 26 de jttlio se iniciaron las marchas en el
Putumayo hacia Jos cascos urbanos de Orito, San Miguel (La Dorada), VaJle del Gua-
mués (La Hormiga) y Puerto Asís. Casi de inmediato, el 29 de julio, comenzaron en
el departamento del Caquetá, donde la policía antinarcóticos empezó a fumigar, el
22 de julio, en Remolinos del Caguán (Lo Noción, 2.7 de julio de 1996: n). El coman-
dante de la policía en el Caquetá "anunció que las operaciones en la zona de Remo-
lino del Caguán en esta primera etapa se extenderán a lo largo de 20 días ,
dependiendo del buen tiempo para las operaciones aéreas, a la vez que no se
descartó la posibilidad de fumigar otros sectores del departamento" (La Noción, 2.4
de julio de 1996: 10). Ante la inminencia de que las fumigaciones continuaran. los
campesinos de esta y otras regiones no tuvieron aJternativa dislinta a iniciar la
marcha hacia Florencia.
Cuando empezó el movimiento, el director del Plante declaró que las causantes
de la movilización eran fuerzas ajenas a los campesinos:

la situació n que se ha creado en Guaviare, Putumayo y Caquetá no es consecuencia


directa de la forma como se adelanta el programa. En lo fundamental es una reac·
cióu previsible de las fuerzas y de los intereses que se ven afectados y amenazados por las
acciones que adelanta el Gobierno en estas regiones( ... ) en estos 1ugares para la guerrilla
y el narcotráfico los campesinos son sus rehenes y no tienen más remedio que obedecer-
les( ... ) de no mediar esta circunstancia los labriegos seguirían apuntándole al Plante( ... )
el principal inconveniente para que este programa de s us titución de cu ltivos ilícitos
tenga éxito radica en que se liene la idea de que el narcotráfico es invencible (El Especta-
dor, l de agosto de r99(i: 6A).

LAs FUERZAS MIUU\RES Y lA OPERACIÓN CONQUISTA

EN CUANrO A LA MANIFESTACIÓN EN 1.':1. PUTUMAYO, IJ\S AUTORJOAOES DE POLICIA "SE DEClARAN


extrañadas por los argumentos que utilizan los manifestantes". ya que hasta el mo-
mento el gobierno no había definido la realización de las fumigaciones. Por esta

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+ Marro Clemencia Ramírc-;
138 l lotNTIOAO Y CIUDADANÍA EN EL PUTUMAYO

razón. la policía sostenía que el movimiento era auspiciado por la narcoguerriJJa


(El Tiempo, .2.8 de julio de r996: 15A)9. Por otra parte, y en contraste con Guaviare y
Caquetá, el departamento del Putumayo tampoco babia sido declarado zona espe-
cial de orden público, aunque los Líderes del movimiento esperaban que esto se
hiciera en cualquier momento y hacían todo Jo posible para evitarlo, además de
apoyar a los otros departamentos en sus declaraciones en contra de esa medida.
Como lo hicieran durante el paro anterior, las fuerzas militares y el gobierno
central sostuvieron la idea de que el paro era promovido por la guerrilla, lo que
legitimaba el uso de la fuerza para reprimir el movimiento así como las acciones
violentas que resultaran en contra del mismo. El 7 de agosto de r998, el ex general
Harold Bedoya Pizarra, en ese momento ex comandante de las fuerzas militares.
acusó al gobierno de no haber respaldado "grandes operaciones contra las Farc como
la denominada Conquista"; a continuación seña laba: "Tenemos esta nueva tragedia
por el mal gobierno, por la falta de voluntad de tomar las decisiones poüticas de
liquidar el problema del narcotráfico" (El Espectador, 7 de agosto de 1998: sAJ. En
esta afirmación es evidente que para el general Bedoya. encargado de dirigir las
acciones militares en la zona en el momento de las marchas, el narcotráfico y las
Farc son homologables y así, desde su perspectiva, la operación conquista se diri-
gía prioritariamente contra la insurgencia o narcoguerrilla , como la llaman los mi-
litares. Dentro de esta lógica es que pueden comprenderse sus declaraciones una
vez comenzaran las marchas en el Guaviare: "Vamos a recuperar este territorio que
está inundado de cultivos ilícitos. El gobierno y las fuerzas armadas van a combatir
este flagelo. Esta es una guerra, que la vamos a ganar, estamos empezándola , nos
vamos a demorar un rato pero la vamos a ganar, completamente" (declaraciones en
el noticiero AM-PM. 7 de julio de 19<}6).
Conquistar el territorio de la amazouía se convierte en la narrativa que domina.
dirige y legitima las acciones de las fuerzas militares. Además, a los campesinos coco-
/eros se les impone una identidad como grupo social y se representan como "masas
mafiosas patrocinadas por el cartel de las Farc" (declaraciones del general Bedoya, en
Padilla. Cambio 16, 164. S de agosto de 1996: 18): ele esta manera. a este evento. un movi-
miento campesino, se le cambia su configuración, al ser tildados los campesinos cor:a-
leros de delincuentes, dedicados a actividades ilicitas, por tanto marginales económica.
política y socialmente con respecto a la región central de país.
En el mismo orden de ideas, el general Bedoya enfatiza en que los cultivadores son
innúgrantes venidos de todas parles del país a quienes los mafiosos les prestan plata
para sembrar. recoger y procesar la coca; de lo anterior concluye que una vez les
empiezan a cobrar ··esta gente llegada de todas partes del país no tiene cómo respon-
der y queda atrapada, secuestrada por las Farc que la obliga a promover paros como
los que estamos viendo"; y sostiene que deben mantenerse las medidas represivas

9 Mientras que el Caquetá y el Guaviare eran objeto de intensa fumigación. en el Putumayo las
fumigaciones se iniciaron dos años después de las marchas, en junio de 1998, en el municipio de
Puerto Guzmán, a lo largo del río Caquelá (véase el mapa 10).

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MAPAIO
P liTUMAYO-CAQU ETÁ: ÁREAS PU 1V1IGADAS , I998-I999

Convenciones
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O CaPttal Departamental (}
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_ a_ ría Clemencia Ramirez
140 l l OENTIOAO Y CIUDAOANIA EN El PUTUMAYO

y las zonas de orden público ''para proteger a la gente que es prisionera de la mafia.
Son esclavos movidos como recuas por los terroristas de las Farc" (declaraciones
del general Bedoya, en PadiJia, Cambio t6, r64. 5 de agosto de 19<)6: r8-2o). De esta
manera, los campesinos son desprovistos de cua lquier iniciativa propia e incluso
se les compara con animales.
Varios autores (Leach, 1972; Sibley, 1995) han señalado cómo deshumanizar por
medio de la adscripción de atributos animales a los olros es una manera de darle
legitimidad a su explotación y exclusión de una sociedad que se considera civi1iza-
da. En este caso. a partir de estos marcadores de identidad impuestos a los cocaleros
como grupo soda l. se representan como dominados y. más aún, secuestrados por las
Farc, por lo que se afirma que "aceptan huir del acoso de las Farc con la ayuda del
Ejército"; en consecuencia, las fuerzas armadas forzaron el desplazamiento de la
gente del Guaviare hacia Villavicencio y evacuaron a ciento quince personas. Según
el general Bedoya, este desplazamiento. sumado a la destrucción de cultivos y labo-
ratorios, buscaba "dejar sin trabajo cerca de 100.000 coqueros de Guaviare. Caquetá
y Putumayo". por lo que "cuando se les acabe el trabajo, tendrán que irse como
llegaron porque, para citar el caso del Guaviare, ni el2o/o de los habitantes nació allí.
Nosotros estamos ayudando a trasladarlos" (declaraciones del general Bedoya, en
Padilla. Cambio .rtí, 164. 'i de agosto de 19<}6: r8-2.o).
Es tal su desconocimiento de la zona y la invisibilidad que le asigna a los anti-
guos pobladores de esta región, que el general Bedoya llega a afirmar que "hay sitios
donde sembrar algo distinto a la coca es imposible. Así ocurre en el sur del Guavia-
re. Allí lo que hay que hacer es tratar de salvar esa selva que la narcoguerrilla está
acabando con los químicos de la coca" (declaraciones del general Bedoya, en Padma,
Cambio .r6, 164, 5 de agosto de 1<)<)6: rB-2.0). Se dntepone así la recuperación de la selva
amazónica -de acuerdo con un discurso hegemónico de preservación tlel medio
ambiente- a la atención de los campesinos y recolectores de coca que buscan develar
con su movimiento un problema social regional. en respuesta al problema judicial
de ilegalidad que domina el discurso del centro. y exigen que se les escuche y se les
reconozca como pobladores con arraigo en la región y no como narcotraficantes y
subversivos. La limpieza de la region -de cultivos y laboratorios y de migrantes y
cwentureros al margen de lu ley- así como la incorporación de esta región de frontera
al estado-nación. aún más. a la legalidad, es Jo que legitima la operación militar. Los
militares son representados como los salvadores que van a retomar el control de un
área "luego de décadas de abandono oficial", y a "impedir que la guerrilla se ganara
seis millones de dólares m€Jnsuales por el procesamiento de diez toneladas de cocaí-
na'' (Varela, Cambio r6. 249. 2.8 de marzo de 19<)8: .2.1).
En fin. se trata del avance espacial de los militares desde el centro del país hacia
la fmntera periférica; en este caso. los militares se presentan como conquistadores de
una región a la cual se va a poner orden y. podría decirse, por extensión. a civilizar.
Se reconstituye así el periodo histórico de la conquista, cuando los conquistadores
españoles representaban a la regjón amazónica como habitada por salvajes -ahora
por migrantes y delincuentes comandados por grupos guerrilleros-. En ambos casos
se trata de grupos indomables que hay que con trolar. dominar y normalizai. Los

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CAPITULO 4 • La polítíca del reconocímíento y el mo1•ímíento cocalero 1
141

marchistas campesinos representan la amenaza de la barbarie que emerge de las


fronteras marginales. incivilizadas. y se dirigen a tomarse los centros civilizados.
Esta percepción es evidente cuando alrededor de diez mil campesinos que busca-
ban llegar al centro urbano de Florencia son detenidos en Santuario (Caquetá)
durante más de quince días y se les impide atravesar el puente para ll egar a la
capital del departamento'0 • En las declaraciones que dio a la prensa explicando por
qué no dejaba pasar a los marchistas el general Néslor Ranúrez decía:

Yo estoy cumpliendo con el deber constitucional. Estoy protegiendo los bienes de


los ciudadanos de Florencia, de la gente de bien( ... ). No estoy obstaculizando, no estoy
sellando vías, estoy colocando unas limitaciones para los violen tos para que no tengan
un fácil acceso para violar los derechos de los demás (declaraciones al oolicieroAM-PM).

Por su pa rte. un ca mpesino entrevistado en ese mismo lugar -el puente de


entrada a Florencia- manifiestaba:

Nosotros no venimos a causar desórdenes. Nuestro propósito. el de lodos los mar-


chantes. es reclamar nuestros derechos, reclamar algo nuestro. Nosotros no venimos
a reclamar que no se fumigue: de pronto esa es la interpretación que le ha dado
mucha gente. pero no es así. La mayoría, quizá todo e l mundo está de acuerdo en
que se acabe la coca, digámoslo. No es eso lo que estan10s reclamando, que no se
acabe la coca, sino que haya garantías. que hayA formas de trabajar. tanto en el
campo como los personas que estónlrabajando en el pueblo. personas, todos nece.~í­
tamos nuestros derechos. Entonces estamos reclamando es nuestros derechos (entre-
vista en el noticiero AM·Pllf. Énfasís mío).

En este testimonio se insiste en que los campesinos están demandando sus


derechos como campesinos, pero aún más, como personas; para explicar eso el
entrevistado se refiere a los habitantes de los centros urbanos como a personas a

ro El periodico Le Naríón presenta la noticia de la llegada a Santuario de la siguiente manera:


"Cinco mil campesinos en Santuario. De un díA para otro la inspección de Santuario, a orillas de
la carretera que comunica a Florencia con Montañita vio alterada su tranquilidad y la tradicional
soledad. con lo presencia de miles de campesinos provenientes de los más diversos lugares del
Caquetá. Armaron cambuches de guadua y plástico a la orilla de la carretera, en los pastizales, en
las canchas de fútbol y eo el parque, esperando que el gobierno les de una sola respuesta •Que
no habrá lumigac.:ión". Desde el pasado martes e o la m allana empezaron a llegar primero del AJto
Orteguaza. labriegos procedentes de Sao Antonio. ele Getucbá, de Milán, Greoario e incluso de
varias veredas de Solano. Ayer llegaron de la Unión Ptmeya. de Solita. <ic Maticurú y se espera ha
a los del Caguán, Puerto Rico e incluso ele Curillo y Va lparalso. En tan solo dos d(as de marcha.
la conr:ontración de labriegos ha alcanzado más de cinco mil personas y según los propios líderes
de la marcha. se os pera que para hoy se duplique la cifra. Familias enteras de can1pcsinos se han
desplazado desde sus fincas y parcelas. llegando por el río Orteguaza y el río San Pedro, hasta
Santuario. Otros lo han hecho por vi a terrestTe, e incluso cientos de campesinos se desplazaban
ayer a pie desde diversos puntos para llegar al sitio de reunión (Le Nación. r de agosto de r996: ro).
El 2 de agosto. Le Noción reportaba que "por lo menos diez mil campesinos provenientes del
Bajo y Medio Caguán. se sumaron a las protestas que se adelantan en el Cauca y Putumayo por
la fumigación de los cultivos ilícitos. Los labriegos permanecen concentrados en la inspección
de Santuario, a pocos kilómetros de Florencia (Le Noción. 2. de agosto de 1996: r).

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Muría Clemenciu Ramfrez
I42. l lDEN1lDAD) CIUDADANIA EN EL P llTUMAYO •

quienes sí se les otorgan y respetan sus derechos. Se contrapone así el campo a la


ciudad y se reitera la condición incivilizada del uno frente a la civilidad del otro.

Los CENTROS URBANOS LJMPI OS


FRENTE AL CAMPO SUCI O Y CONTAMINANTE

AL PREGUNTÁRSELE AL COMANDANTE DEL DEPARTAMENTO DE POLICÍA POR LA SlTUACIÚN EN EL DEPAR-


tamento del Caquetá en relación con las movilizaciones campesinas, declaraba:

Hablemos de Florencia: le manifestamos que en este momento la capital se encuentra


controlada. Lo importante es que la capital se encuentre bajo control, y los otros sectores.
pues también controlados. Lo que queremos nosotros es que no se vayan a presentar
hechos lamentables o choques entre los manifestantes y la fuerza pública (La Nación, 9
de agosto de r996: 10).

Para el comandante de la policía salvaguardar la capital de Jos marchistas garantiza-


ba el mantenimiento del orden público. Por su parte, para los campesinos los centros
urbanos representan el lugar en donde pueden demandar sus derechos, lo cual se
asimila a lograr la negociación con representantes del gobierno central, tal como Jo hace
ex-plícílo otro dirigente de la marcha dirigiéndose a un monseñor que llegó a Santuario
a oír a los campesinos y se ofrecía corno mediador entre ellos y el gobierno:

Qué hacemos con ochenta ruil personas que están decididas a irse para Florencia. Esta
gente dice que si vamos a Florencia llegaremos hasta Bogotá. Por comida no tenemos
problemas porque llevamos comida en nuestra tu la. Ya nos acostumbramos a comer
yuca amarga, plátano y a aguantar sol y agua. Esto es espiritual, es una cosa que nace
dentro del corazón del campesino. Sabemos que vivimos de la coca, obviamente, pero
también queremos erradicarla. Necesitamos una solución rápida. La gente está deses-
perada, yo también estoy desesperado; soy vocero de ellos y con qué les salgo ahord si
hay heridos. Dónde recae la conciencia. porque f'stamos hablando de derechos huma-
nos que salgamos esta gente para donde queremos ir, allá a Florencia, si no nos resuel-
ven el problema nos vamos a Bogotá (dirigente de la marcha en Santuario (Caquelá).
noticiero AM·PM).

Marchar hacia los centros urbanos, aunque hubiera que cam inar varios días y,
sobre lodo, ll egar a la capita l del departamento era uno de los objetivos centrales
do estos movimientos sociales. por cuanto es alli en donde se encuentran los
funcionarios y políticos con poder decisorio. En palabras de un campesino:

Nosotros queremos llegar a Florencia para sentarnos allá y que un seiior del alto gobierno.
o el presidente de la república se manifieste y de verdad nos apruebe lo que nosotros
estamos exigiendo. Que nos digan es que se van y ya le damos los créditos. Que el lncora
y la Caja Agraria se van a medir y le van a dar los créditos a los campesinos. Esa es la
necesidad. Porque nos han mentido mucho y siempre que nos mienten hacen campaJias,
dicen que los llevamos, y después nos meten una represión militar como la que tenemos

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CAPITULO 4 • La política del reconocimiento y el movimiemo cocalero 1
143

en el bajo Caguán. Nosotros no podemos lrabajar, porque no se puede ni dormir (declara-


ciones de un campesino al nolicieroAM-PM durante las marchas, 11)96).

Otro campesino manifestaba:

Estarnos esperando una comisión del gobierno local para concretar algunas cosas y espera-
rnos respuestas del gobierno nacional, o si no seguiremos hasta Florencia o la capital de la
república. La protesta es para plantearle al minislro del Interior, al ministro de Defensa y al
comandante de la policía antinarcóticos, que ellos no pueden acabar con la coca porque ese
es el único medio de subsistencia que tenemos y no nos brindan alternativas. Nosotros
únicamente vamos a marchar, no vamos a cerrar vias. ni provocaremos ningún desorden,
pero si el gobierno nacional no nos oye nos tocará protestar de otra manera, necesitamos
que ellos vengan para que negociemos, para que o os saquen adelante estas solicitudes (Lo
Nación. f' de agosto de r99(5: ro).

En estas declaraciones se reiteraba que la marcha era pacífica, que se buscaba nego-
ciar con el gobierno centraJ y se hacía explícito el hecho de ser campesinos que se ven
obligados a cultivar coca como forma de sustento diario, por tratarse de un producto
rentable y adaptado a las condkiones ambientaJes de la amazonia. De este modo se
cuestionaban las políticas y los programas económicos y sociaJes desarrollados por el
estado en esa región durante varias décadas. Por medio de estas protestas, los cultivado-
res le exigen aJ estado colombiano que asuma la responsabilidad que le corresponde por
la precaria situación socioeconómica en que viven, la cual es el resultado de años de
permanencia en la zona en busca de mejorar su nivel de vida, sin lograrlo, a pesar de las
estrategias estataJes en la región. Además, los campesinos no se manifestaban como
defensores a ultranza del cultivo de coca, pero no veían otra aJternativa.
A estas contra-interpretaciones. que retan la versión oficial de los eventos, las
fuerzas militares respondieron con actos represivos; en consecuencia, los campesi-
nos fueron atacados, considerándolos subversivos, violentos y narcotraficantes:

Los intereses de las masas. que se vienen moviendo forzadas por las Farc, obstaculi-
zan. atracan vehículos y por eso nosotros tenemos que actuar como en el caso de
Suntuario para defender los derechos de los ciudadanos de bien. Infortunadamente,
a Uí están de por medio los derechos de unas personas que por pobres que sean están
dedicadas a una actividad ilícita como es el oarcolráfico. Pero lo grave no son estas
personas sino las que los manipulan, que están detrás de intereses superiores, de
sumas superiores de dinero. como son los carteles de las Farc, de Cali y olros (decla-
raciones del general Néstor Ramírez al noticiero AM·PM).

En esta declaración sobresale cómo, mediante la penalización de los campesi-


nos. porque desarrollan una actividad ilícita, el cultivo de coca, se legitima la
violación de sus derechos lo cual Jos convierte en parle del narcotráfico, al servicio
de los carteles, incluido el llamado "cartel de las Farc", de cuya existencia como tal
no se brindan pruebas. Aun cuando se reconoce que pueden ser manipulados,
ellos deben pagar por estar vinculados al cu!Livo de coca.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
loe: III>AD Y C"IL'DADANfA María Clemencia Ramíre:;
144 l EN LL P UTUMAY<> •

Por su parte. e n el Putumayo el general Mario Galán Rodríguez afirmaba que


''es indudabl e que el paro del Putumayo lo lideran los frentes 32. y 48 de las Farc,
qu ie nes han obligado a los ca mpesinos a sa lir para protestar con tra el gobierno''; a
continu ación sostenía que "los campesinos no saben por qué están e n estas pro-
testas y lo aterrador es que han sido obligados a sa lir de sus fin cas para re unirse en
los tres municipios"; para terminar señalando que "aquí no hay otro interés más
que el d e la narco-guerrilla por razones puramente económicas·· (Lo Noción, 2 de
agosto de 1996: 9).
Entrevistado sobre la detención ele los marchistas en el pue nte, un habitante de
Florencia decía: "Estoy de acuerdo con que entren. porque ellos también son seres
humanos y merecen la vida, para ver si llega mos a un acuerdo, porque e n la forma
como se está manipulando a los campesinos no se puede. debe ser de forma solida-
ria" (entrevista a un poblador de Florencia por el noticiero AM-PM}. Como se con si-
dera que los marchistas están fuera de lugar, entonces se les trata como mugre, es
decir se les rechaza sobre la base de cierto esquema de clasificación. e n el sentido en
que explica Mary Douglas (1966) 11 • Si acceden a los centros urbanos. s imbólicamen-
te pueden contaminarlos y polucionarlos. Se les niega así su condición de seres
humanos y, más aún, su ca pacidad de maniobra como actores sociales y se busca
mantenerlos en las márgenes de las ciudades, reiterando el estereotipo que se ha
construido de estos colonos coca/eros.
Sibley (r995: 15) anota cómo el miedo precede a la construcción de un objeto malo:
"el estereotipo negativo -simplificado, distorsionado y a cierta distancia- perpetúa el
miedo. Este estereotipo puede percibirse como rea l, una presencia maligna de la cual
la gente quiere distanciarse". Si el patrón quiere mantenerse, aquello contaminado,
sucio, debe lenerse fuera de lugar. no debe incluirse: se impone así un orden simbóli-
co (Oouglas, r966) 1.2. Mientras las fuerzas armadas imponían este estereotipo maligno
sobre los marchistas y querían excluirlos del orden establecido por ser delinc uentes,
una pobladora de Florencia declaraba: "la policía los eslá matando: esos desalmados
que llegan les disparan porque los ven desarmados y los están malaodo uno a uno.
Que los dejen entrar" (entrevista a una mujer e n Florencia por el noticiero 1\.¡\if-PM).

r r En palabras de Mary Douglas (r<¡66: !'i·40): "El mugre o la suciedad nunca es u o evento único,
aislado. Donde hay mugre o suciedad bay u n ststema. Un producto derivado de tma ordenacion
sistrmálica, una clasificat.:ión de la materia. en la medida que ordenar implica rechazar elementos
inapropiados. Esta idea de mugre o suciedad nos lleva directamente al campo del simbolismo y
promete una conex.íón con sistemas simbólicos de pureza más obvios(... ). En siotesis. nuestro
romportam iento con respecto 11 la contaminación es la reacción que condena cua lquier objeto o
idea que de algun11 manera confunda o contradiga clasificaciones mantenidas( ... ) Definido de esta
manera. el muRre aparece co mo un a categoría residual. rechaznda de nuestro esquema nom1al de
r.lasificación (... )si el mugre es un asunto f11era df' lugar. lo dc•bemos abordar por medio del orden.
Suciedad o mugre es aquello que no debe incluirse si un patrón ha de mantenerse".
r 1 Al respecto, en la introducción a l li bro Ethnic Croups ond /Joundaries. Barth (1969) insisti ó en
que las fronteras cte los grupos étnicos - tan importantes de definir y mantener por c uatrto se
reconocían co rno estables y continuas a pesar de los contac.:tos iuterétnicos- dejan de se r claras
y se tornan ambiguas: pueden c.:o nstituirse en ciertos casos v desaparecer en otros: so n Ou idas
y múltiples.

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CAPin Lo 4 • Lu política del reconocinuento y el movimiento coca! ero

Los pobladores de Florencia apoyaban a los campesinos y se identificaban con sus


demandas.
Los marchistas de Puerto Guzmán y la baja bota caucana -municipio de Piamonte-
llegaron a M'ocoa desde el 7 de agosto de J99Ó (véase el mapa u). El alcalde anunció
que habían llegado ocho mil campesinos a la capital del departamento. Aun cuando
al principio hubo enfrentamientos con la policía. que no los quería dejar entrar, un
grupo de habitantes de Mocoa intercedió para que los campesinos pudieran ingre-
sar. En palabras de un periodista local:

Los marchistas llegaron a Mocoa el 7 de agosto y estuvieron quince días. Al princi-


pio. el pueblo formó un comité en contra del paro pero se logró mediar y este y la
idea de ir en contra del paro desaparecieron. Se tenía miedo de los marchistas; sin
embargo. se convenció a los habitantes de que el paro iba a beneficiar a la gente de
los pueblos. A través de la Emisora del Putumayo se entrevistó a los líderes y a las
autoridades. La emisora queria mostrar el lado humano. para evitar el pánico y los
enfrentamientos en el pueblo de Mocoa. Pronto la gente del pueblo acudió a prestar
servicios a los marchistas. Sin embargo. a los de la emisora los señalaron como pro-
motores del paro (entrevista a un periodista en Mocoa, octubre de 1998).

En este testimonio se reitera el miedo que le producía a la gente Je Mocoa la


llegada de esas hordas de coco/eros. Sin embargo. la emisora radial del pueblo logró
interceder por los campesinos. Otro habitante exp lica:

En Mocoa se conformó el conúté pro-paro para recibir a la gente que venía desde
Puerto Limón. Puerto Guzmán v del Caquelá. El ejército estaba concentrado en
Villagarzón para no dejar pasar. pero el comité de conciliación ayudó a dejar que
pasar-dii. Alguna gente de Mocoa se volvió mediadora entre el gobierno y los marchistas;
con el alcalde. el defensor dt>l Pueblo v el personero se logró conciliar para que no
hubiera más enfrentamientos (entrevista a un profesor en Mocoa, 1C}98).

Es importante resaltar cómo las autoridades y los funcionarios estatales locales


intercedieron por los campesinos coculeros frente al ejército. Sin embargo. no toda
la población sentía simpatía por el movimiento de estos. tal como lo demuestra la
siguiente crónica de un periodista, habitante de Mocoa. titulada "Cocaleros mandan
en Mocoa". en la que informa:

MUes de cultivadores de coca se tomaron el edificio de la Alcaldía y otras ocbo depen-


dencias gubernamentales y afianzaron su poder sobre la población que oc:upan desde
hace doce días. En la ciudad no hay Ejército y la Policía está acuartelada. La pollla-
cion, cuyas autoridades civiles no están, permanece a órdenes de los líderes de los
campesinos. en actitud que nuevamente fue calificada como un secuestro general de
la población. Los campesinos adoptaron duras medidas de control sobre la población.
hasta el [)unto de que decidieron los horarios del comercio, la parálisis del transporte
y restricciones a la libertad del movi.rrtienlo de las personas. Las medidas del Comité Central
del Paro son de obligatorio cumplimiento. garantizado por brigadas armadas con garrotes y
cuchillos que recorren las calles en actitud agresiva (Mongo, en El Tiempo, 16 de agosto de
r9Qií: 108).

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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CAPin 1.0 4 • La política del reconocimiento y el movimiemo cocalero 1
147

MARCHAS COCALERAS
2.5 DE JULIO AL I9 DE AGOSTO DE I9SJÓ
SITIOS DE CONCENTRACIÓN

PUTUMAYO

Mo coa !3-000

Puerto Asís IS.OOO


La Hormiga 10.000
Orito !1.000

Puerto Guzmán s.ooo


Puerto Caicedo 3-000

El Tigre J.OOO
Villagarzón 6.000

El Cedral 1.000

Total 6s.ooo
BOTA CAUCANA

Mira flor 4-500

SITIOS DE PROCEDI::NCIA

PUTIIMAYO

• De Puerto Limón y Puerto Guzmán a Mocoa


• De Puerto Limón y Puerto Guzmán a Víllagarzón y de Vil lagarzón a
Mocoa
• En La Hormiga se concent raron del Valle del Guamués (La Dorada) y
San Miguel y de allí se tras ladaron a Orito
• De Puerto Caicedo y Orito a Puerto Asís y después regresaron a Orito
• De Puerto Vega a Puerto Asís
• Por el río Putumayo sub ieron de Puerto Ospina y Piñuña Negro a
Puerto Asís
BAJA BOTA CAUC:ANA

• De Yapurá, Bajo Congor y Fragua Viejo salieron a Curillo, San José


del Fragua y Albania en el Caquelá.
• De Yapurá, La Consolata y Palmito salieron a Mocoa y Villagarzón


• De El Porvenir, Bajo Congor y el Diamante y Piamonte a Miraflor.
Y también a Miraflor de Nápoles, Campoalegre, Guayuyaco, Puerto

l Bello y El Remanso

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IDF.NTIDAD Y CIUDADM-IIA EN EL PUTUMAYO • Marta Clemencia Ramfre:.

En esta crónica se enfatiza sobre la agresividad de los campesinos. en su aclitud


amenazante y en el secuestro de la ciudad. antes que en las demandas hechas por
estos o en la organización que estableció el movimiento en la ciudad, considerando
La cantidad de personas que debían mantenerse en orden. Para el periodista se trata-
ba de la pérdida de libertad.
Por su parle, y en la misma dirección, el coronel Orlando Díaz, comandante de
la policía declaraba a los periodistas de un noticiero nacional: "La población está
atemorizada porque en Mocoa no se cultiva coca. Se puede hablar de tm secuestro
masivo de más de veintitrés mil personas, secuestradas por Los campesinos y la
guerri lla en el municipio de Mocoa" (declaraciones al noticiero AM-PM).
Un dirigente de la Organización Zonal Indígena del Putumayo -Ozip- co-
mentaba lo difícil que había s ido la organización de la movilización en Mocoa, pues:

Estaba en manos del gobernador del departamento reconocer o no la legalidad del


paro. Las dimensiones del problema eran impredecibles y él no podía dudar sobre
una cosa tan delicada. ya que a Mocoa se la habían tomado once mil campesinos de
Puerto Guzmán. y es uno de los pueblos más insensibles del Putumayo. porque por
una parte. no tiene coca y su economía depende de las instituciones. [Por olTa parte]
Puerto Asís no la va con Mocoa. eso es tradición, es una cosa rara, pero todo el
mundo está en contra de la capital, que allá está la gente que se roba las vainas. Sin
embargo, Mocoa creo que entendió, en últimas a¡.JOyó. El coronel de la policía decía
por la radio: basta quP. una sola persona de Mocoa me solicite desalojar a los campe-
sinos de este pueblo y los desalojo. No era tan cierto; él tenía sesenta policías y había
once mil campesinos enfurecidos (entrevista a u o líder indígena. director de la Ozip
durante las marchas, r<)99).

Es evidente la idea de que la capital departamental al no estar contaminada por el


cultivo de coca está purificada y limpia, en contraposición con municipios como Puerto
Asís y Puerto Guzmán. Mocoa se define posilivamente en relación con Puerto Asís.
capital del bajo Putumayo, estigmatizada como la capital de la violencia y los cultivos
ilícitos. Siendo ajena a los cultivos ilícitos, no se ha contaminado tampoco de la vio-
lem:ia y la guerril la a estos asociada. Por otra parle, se reafirma el estereotipo negativo
de los colonos coca/eros: han secuestrado a la población de Mocoa aliados con la
guerri lla y la consecuen cia es el desorden. Tal como lo percibía un poblador local:

Una manifestación pacífica, una <doma>• sin armas. de la ciudad. Esa posición no era
real, esto cambió de claro a castaño oscuro( ... ). Desde ayer no puede nadie transitar por
las cal les de Mocoa en ningún tipo de vehículo, ni siquiera de tracción animal( ... ) Mocoa
hasta ayer jardín de paz y tranquilidad. vive una situación de crisis. Las gentes del común
de una ciudad pacífica por excelencia. muy conservadora, muy arraigada a sus tradicio-
nes y costumbres, está estresada y atemorizada (La Nación, 11 de agosto de 19!)6: 9).

Mocoa es descrita como una ciudad idílica, en donde el arraigo a las tradiciones
y a las costumbres explica por qué no se ha dejado contaminar de foráneos cultiva-
dores de coca. En su "Crónica de lo absurdo", como titula su artículo, el poblador de

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CAPfTliLO 4 • La política del reconocimiento y el movimiento cocalero 1
149

Mocoa enfatiza sobre "el verdadero y real nombre de Mocoa es San Miguel de Ágreda
de Mocoa, su fundación data de más de cuatrocientos años por los españoles, pero
como población fija, con anhelos de salir adelante, tiene menos de una centuria" (Lo
Nución, 11 de agosto de rgcjí: 9). Mientras se representa a los pobladores de Mocoa
como tradicionales, conservadores, pacíficos y con arraigo en su región, según lo
demuestra su historia de cuatrocientos años. los campesinos o colonos cocoleros, se
representan como violentos. auxiliares de la guerrilla, sin arraigo y, por tanto. sin
identidad.
Esta es la representación que domina en la revista C01nbio I6(Varela, r998) cuando
se afirma: ''El Caquetá está habitado por colonos sin identidad cultural, y es víctima
del olvido estatal. Ambos ingredientes son un caldo de cultivo perfecto para la violen-
cia". Al afirmar que no tienen identidad cultural se está de acuerdo con la imagen que
considera a los colonos gente desarraigada de su sitio de origen y, por consiguiente, de
su cultura, olvidando que elJos. frente a un medio dHerente, han construido nuevas
formas culturales y, en consecuencia, nuevas identidades locales. Al sostener que no
existe estado en esta zona se desconoce la presencia institucional en la región y se
ratifica la visión de una región marginal y vacía, la cual debe re-colon izarse y civiJizar-
se, llevándole culturo y presencia estatal, traducida esta última en un estado represi-
vo, materializado en las fuerzas militares que antes que evitar promueven los
enfrentumientos y los consecuentes hechos violentos.
Es así cómo, mediante la evocación de eventos históricos se legitiman actos de vio-
lencia. Puede afirmarse entonces que la violencia política debe explicarse a la luz de la
historia que subyace, como un conjunto de prácticas y formas culturales cuyos signifi-
cados sólo pueden descifrarse entendiendo la memoria histórica y las relaciones socia-
les de la colectividad dentro de la cual emerge. toma forma y tiene efectos. Coronil y
Skurskj (JCJCJI} subrayan la significación histórica espet:Ü':ica de la violencia en Venezuela.
coincidiendo con Fcldrnan (1991: 2), quien -en su trabajo sobre las formaciones de la
violencia en el norte de Irlanda- , afirma que "la construcción cultural de un sujeto
político está ligada a la construcción cultural de la historia". Por su parle, Aretxaga (1993:
2..2..3) sostiene que "el conflicto político en el norte de Irlanda es moldeado por, e interpre-
tado por medio de modelos culturales enraizados hondamente en la historia de la rela-
ción colonial anglo-irlandés". Las visiones que se tienen sobre la historia o las
evocaciones de la memoria histórica colectiva inciden en la forma en que se enfrentan.
explican o generan hechos violentos.
La construcción de la marginalidad de la región amazóllica ha sido un proceso
de larga duración, que tuvo su origen durante la colonia y explica y legitima las
pohticas que se adoptan desde el gobierno central para esta región. La relación que
se establece entre el centro del país y esta región marginal es un eje de anáJ isis
desde la perspectiva de la representación que de una región se hace de la otra: la
exclusión y estigmatización del otro -en este caso de los habitantes de la región
amazónica-. y la percepción o asunción de esta exclusión y estigmatización por
parte de los mismos, refleja una relación de espejo que no puede perderse de vista,
y se torna recurrente en los discursos que unos y otros conslrnyen sobre la región
así como en el desarrollo del movimiento de los coco/eros.

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lOEN III)AI) y C'lllDADAN IA F'l EL PliTUMA' o • María Clemencia Rumíre;:.

LA POÚTICA DEL RECONOCIM1ENTO Y 1A EMERGENCIA


DE lDENTIDADFS COLECI1VAS POU'I1.ZADAS

EN EL MOVIMIENTO SOCIAl. DE UJS CO!.ALEROS SE PONE EN EVIDENCIA LA POLITICA DF/.. RECONOCI-


miento, la cual se define en relación con la construcción de identidades. de acuerdo
a como la entiende Taylor (1995: 249):

Nueslra identidad está parcialmente moldeada por el reconocimiento o la ausencia


de este y muchas veces por el reconocimiento distorsionado (misrecognition) por
parte de olros. En esta medida, una persona o un grupo de personas pueden sufrir
daño y deformación si las personas o la sociedad a su alrededor les devuelven una
imagen degradante. reducida o despreciativa de sí mismos. Tanto el no reconocimiento
como el reconocimiento distorsionado puede infligir dat10 y convertirse en una manera
de opresión al confinar a alguien en11nn forma de ser falsa. deformnda y reducida.

Taylor enfatiza no sólo sobre que la identidad de un grupo se define en relación


con o en conlra de los significativos olros -en el caso de los habitantes de la amazo-
nia sus significativos otros son los representantes del estado central- sino también
sobre que el reconocimiento, así como el desconocimiento y el reconocimiento
rlistorsionaclos forjan iclcnticlacles. Al respecto, Young (1990: 44) enfatiza en que los ·
grupos son expresión de relaciones socia les y. por consiguiente, un grupo social
existe sólo en relación con otro';. La identificación de un grupo socia l emerge en su
interacción con otros, cuando sus miembros experimentan diferencias como grupo
a su interior, en sus formas de vida y de asociación, aun cuando se reconozcan
como pertenecientes a la misma sociedad. Los significados que los definen como
grupo se reconocen como propios, ya sea porque han sido impuestos sobre ellos,
forjados por ellos o ambos.
Como se verá a continuación, la idea de Young soiJre la imposicióu de signirica-
dos a un grupo por parle de otro, es fundamental en el análisis de las identidades
colectivas que emergen en el movimiento social de los cocederos. En su análisis
sobre el concepto de grupo social Young insiste en que:

algunas veces. no grupo emerge como tal por11ue otro lo excluye y le ponfl a una
c:ategona de personas etiqueta. un nombre y. poco a poco. aquellos rotulados se ideo-
t ifican como miembros de este grupo sobre la base de su opresión compartida (Young,
1<)'.)0: 41í).

q Es as1 corno en una de las circ:ulares emitidas por el comité de paro durante el movimiento coca/ero,
~e rechazaba la posición asumida por el gobierno nacional en cuanto a la imposibilidad de negociar
lo relacionado con los cultivos de coca. Dicen: "Que nos respeten como seres humanos. Exigimos
gen le inteligente para negociar, y no astut os mandatatios. mandaderos del Gobierno central" (1::/
Tiempo. 6 de agos to de 11}96: 10A. tnfosis mio). Por otra parte. e l presidente del concejo municipal
de Puerto As1s. Álvaro Benavides, manifestaba: "Si no nos hacen <.:aso todas las aclividades
seguirán paralizadas. la voz de 8o mil habitantes, en lodo el municipio y sus áreas rurales es lo
''OZ de /lo mil colombianos" (El Tiempo, 2.9 de julio de rl)96: 6A. Énfasis mío).

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C ·\PITI Lo 4 • w política del reconocimicmo y el movimiento cocalero 1
ISI

Wcndy Brovvn (199> 73-7-J) Lleva esla reflexión más lejos e insiste en que:

P.n su emorgencia como una protesta en contra del marginamiento o la subordinación, la


identidad politi:wda adhiere a su propia e."Xclusión, tanto porque tiene como premisa esta
exclusión para su misma exi:;tencia como identidad, como porque la formación de la
identidad en el lugar de la exclusión aumenta o "altera la dirección del sufrimiento" que
conlleva la subordinación o marginamiento, encontrando a quíén culpar por ésta.

Más aún, dice que al tratarse de identidades estructuradas por el resentimiento,


este alimenta la sujeción hasta el punto que una identidad politizada que se presen-
ta como una autoafirmación puede predicar y requerir el rechazo sostenido por
parte del otro para existir como tal, aun cuando con las protestas aquellos grupos
marginados busquen la liberación del sufrimiento al que se han visto expuestos. En
el caso de la amazonia, esta auloafirmación parte del abandono del estado:

Esta es una de las zonas más apartadas del país, estamos olvidados. Lo único que se
ve por aquí es aislamiento y abandono por parte del gobierno. Al estado no le con-
viene que sUijan poblaciones en la amazonia. El atraso se equipara a pertenecer a la
amazonia (testimonio de 1m campesino en Piamonte, r9<)8).

Las reflexiones anteriores son fundamentales para entender cómo las identida-
des colectivas en la amazonia occidental están siendo moldeadas por los senlimien-
tos de exclusión y abandono por parte del estado central y la clase política
hegemónica: en consecuencia, las identidades políticas que emergen lo hacen
culpabilizaHdo y respondiendo a este estado central ausente, que cuando se hace
presente durante los paros ctvicos es represivo y reitera la condición de marginalidad
de sus haiJilanles, tal como se hizo evidente durante el movimiento de los campesi-
nos cocolerus y los movimientos cívicos que lo precedieron.
En r.ste contexto de desconocimiento o reconocimiento distorsionado de los ha-
bitantes del Putumayo, Caquetá y Guaviare por parle del estado central. la principal
demanda de los coro/eros era la de ser reconocidos como habitantes de la región.
interesados en su desarrollo. Por tanto. exigían que se les oyera y tuviera en cuenta
cuando se trataran los problemas de su región. tales como la erradicación de la coca.
En palabras de los campesinos de la vereda Villanueva en la jurisdicción de
Mayoyoque {Pulumayo):

Señores de Corpuamazonia. defensoría del pueblo, agricultura. como vamos a so-


brevivir los campesinos si el gobierno todo nos fumiga; con los cullivos ilícitos,
lamvién nos fumiga los lícitos. Practicamente nos encontramos padeciendo de ham-
bre. Nuestros pastos han sido fu migados junto con el plátano. la yuca, el maíz, el arroz.
Nosotros los rampesinos lo que queremos es aserie entender al gobierno que como
ustedes tam1'1en somos humanos que Lam,,ien somos colombianos que como ustedes
tamvif'nlenemos hijos. La pequeña difenmcia que ay entre sus hijos y Jos nuestros es que
de sus hijos nunca e~cucharán decir tengo hambre como nosotros escuchamos a me-
nudo de los nuestros despues de la fumigación y los único que podemos responder

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lDENTIDAIJ Y CII IIJADANIA EN EL P UTUMAYU + Marfa Clemencia Ramírez

la cruda verdad que el Gobierno con lodo acabó (carta dirigida a la Defensoría del
Pueblo, 2.6 de julio de r9<)8. Transcripción ortográfica original (Énfasis mio).

Esta percepción de denigración, negación e invisibilidad atraviesa el discurso


cultural y político que se tiene sobre la regiónl.f. Ser señalado como colono coco/ero
se convierte en una categoría excluyente, que genera resentimiento por cuanto a los
campesinos se les adscribe una identidad negativa como gente al margen de la ley y.
como tal, no se les otorga un lugar dentro de la sociedad legal; peor aún, cuando se
les reconoce un lugar se les rotula o categoriza corno owciliores de lo guerrilla y,
como tales, son objeto de violencia sistemática. Por otra parte, el señalamiento por
parte del gobierno centra] de la región del Putumayo y de la baja bota caucana como
zona rojo es algo que para los líderes de la región se convierte en causa de la ausen-
cia del estado. porque los funcionarios públicos o los políticos, nacionales y regio-
nales, tienen miedo de ir a la zona, por su violencia. Un líder de la baja bota caucana
decía al respecto: "Por ser zona roja de conflicto, los políticos tradicionales no se
asoman"; y otro agregaba: "Y el hecho de que esté marcada como zona roja no es la
primera ni la única y nosotros por eso no nos sentimos acomplejados, nos sentirnos
orgullosos de vivir en esta zona". Un asesor del ministro del Interior señalaba al
respecto: "Lo que pasa es que esto sigue siendo zona de guerra, para las fuerzas
armadas, para la guerrilla y para el paramililarismo". La estigmatización que se hace
de los habitantes como violentos y el miedo que esto causa es otra representación a
la que los campesinos debían responder.
Puede afirmarse entonces que la violencia del estado, aunada a la c reciente ex-
clusión, estigmatización y marginamiento a que la que han sido sometidos Jos habi-
tantes de 1<1 amazonia occidental por décadas. y a la importancia global que ha
adq uirido el cultivo de la coca en el marco de la guerra contra las drogas, crearon un
movimiento social que demanda la presencia del estado y alternativas económicas
al cullivo de la coca concertadas con las comunidades. La paradoja es, entonces.
que la expansión de los cullivos de coca y la presión ejercida por el gobierno de
Estados Unidos para otorgar la certificación, obligaron al gobierno colombiano a
negociar con los campesinos cocoleros.
Esta afirmación es evidente cuando un líder del Putumayo explica cómo surgió
la necesidad de movilizarse, y pone de manifiesto el desconocimiento del cuaJ fue-
ron objeto por parle del estado central antes de las marchas:

Las comunidades se di.rigieron por escrito y buscaron entrevistarse con el nivel central,
pidieron que la presidencia, la Red de Solidaridad y los Ministerios del Interior. Agricultura
y Medio Ambiente los escucbaran, sin encontrar eco o respuesta posiUva a estas inquietu·
des. En consecuencia, ante la falta de diálogo. de entendimiento o de receptividad en
relación con la problemática de la comuwdad, esta se vio obligada a organizarse en los
distintos municipios para afrontar el problema por medio de otra estrategia que apuntaba,

q Grupo base so denominó a los representantes de los ca mpesinos para lo negociación. Se eligió
un representante por municipio.

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CAPITULO 4 • La política del reconocimiento y el movimiento coca!ero

fundamentalmente. a movilizarse. a expresarse por distintos medios lentrevista a un


líder político en Mocoa, 1<)()9).

"SALIMOS VOLUNTARIAMENTE OBLIGADOS":


LAS F ARe v EL MoVIMIENTO CÍVIco REGIONAL

COMO SE IIA ANALIZADO, DES PUES DEL PARO CIVICO QUE TUVO LUGAR ENTRE EL 2.0 DE DICfEMBRE DE
IY94 y el s de enero de 1995 y que comprendió a Jos municipios de Orito, San Miguel
(La Dorada) y Valle del Guamués (La Hormiga), se conformó el Movimiento Cívico
Regional del Putumayo, el cual después de año y medio de existencia se amplió y
cubrió otros municipios del bajo Putumayo como Puerto Asís, Puerto Leguízamo y
Puerto Guzmán. Dentro de ese marco se iniciaron los preparativos del segundo paro
cívico, que comprometería a todo el medio y bajo Putumayo, en contra de la fumiga-
ción que seguía anunciando el gobierno, y del incumplimiento de los acuerdos fir-
mados en La Hormiga en enero de 1995.
Refiriéndose al paro cívico de 1994-1995, un líder de la Organización Zonal Indíge-
na del Putumayo comentaba que en ese momento el movimiento campesino no esta-
ba unificado y. por tanto, participaron solan1ente unos municipios: "Se hablaba de
la protesta de Orito y de La Hormiga". Continua explicando cómo, después del paro,
··nosotros quisimos entrar a dialogar con la comisión de negociación para fortalecer
la negociación de los campesinos, mas no para quitarles los logros, pero la gente
parece que no lo entendió así". Señala cómo, "ese año y medio del que estoy hablan-
do fue una lucha, todo un proceso, para ver cómo unificar ese movimiento" (entre-
vista a un líder indígena, marzo de 1999).
Este Movimiento Cívico Regional tampoco está exento de la ambigüedad que ha
t:aracterizado la práctica social y política en el Putumayo. Por tanto, el movimiento
de los cocaleros de 1996 debe enmarcaTse en la tensión entre mantener o no la auto-
nomía política con respecto a los partidos tradicionales y a Jos grupos armados que
actúan en la región. Durante ese movimiento se hizo evidente no sólo el problema
estructural de la región amazónica occidental en cuanto al conflicto y la violencia
asociados al cu ltivo de coca y al narcotráfico, sino también la fuerte articulación
entre los campesinos y la guerrilla.
La ambigüedad de esta alianza es clara en las palabras de un campesino cuan-
do afirma que, "a las marchas salimos vo luntariamente obligados", con lo cual
quiere decir que la guerrilla oo sólo apoyó el movimiento sino que lo promovió de
manera autoritaria. Rangel (1998: 6) ha señalado que una diferencia radical en tre la
guerrilla de hoy con respecto a la de la década de 1960 es, "el uso sistemático y
permanente de un arma inédita contra la población civ il: el terror masivo". Sin
embargo. sostener que el movimiento cocalero fue resultado sólo del miedo y el
terrorismo que ejerció la guerrilla sobre la población campesina es desconocer
los procesos organizativos de los habitantes de la región a los cua les me he refe-
rido y no sólo legitimaría la visión del nivel central cuando afirmaba en la pren-
sa, que la guerrilla era la culpable del paro en Putumayo, sino que negaría la

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I DF.l\nDAD \' CILIDADANIA EN EL P UTIJMAYO • María Clemencia Ramíre:

capacidad de maniobra que tienen los campesinos y pobladores en cuanto a su


interés en participar en la discusión de las polilicas v los planes de desarrollo para
su región durante la mesa de negociación.
Por otra parte. es importante resaltar que de acuerdo con sus lineamientos po-
líticos, las Farc han promovido el ejercicio de la descentralización y la participa-
ción ciudadana en la región amazónica:

La gestión local en manos del pueblo es una forma alternati va de participación de la


sociedad civil para posibilitar la denuncia contra e l clienlelismo y la corrupción reinante y
avanzar en la solución de sus problemas y necesidades más sentidas. Por esta núsma razón
los ciudadanos tienen obligación política de ejercerla, para ser real mente 1ibres ... el poder
local deberá contribuir a la estabilización y la adaptación de las localidades buscando
construir una identidad colectiva dentro de la cliversidad propia de cada sitio y una prepa-
ración para asumir los cambios sociales, buscando siempre el beneficio común, base de
toda legitimidad republicana (Farc, Resistencia, rgc:j!a)

En este orden de ideas, las Farc promueven las demandas hechas por los cam-
pesinos al estado por servicios y obras de infraestructura así como sus exigencias
de participación en la planeación y ejecución de proyectos productivos para la
región. Por tanto, puede afirmarse que, consecuentes con esta política, no buscan
sustituir el estado como proveedor de servicios y bienestar.
A través tlel apoyo logístico al movimiento coco/ero, las FaTc no sólo ayudaron
a los dirigentes del Movimiento Cívico a II Hgar fortalecidos a la mesa de negocia-
ción para formular sus demandas al estado, sino que se presentan como defenso-
ras de los intereses ele los campesinos. En palabras tlel comandante Joaquín, del
bloque sur, "las Farc respaldan a la población civil en su exigencia contra los
corruptos. Porque nosotros no tenemos nada distinto que defender que los intere-
ses de la población". AJ referirse a la loma de la base militar Las Delicias en el
Putumayo y a la retención de sesenta soldados, el 3I de agosto de 1C)<)(í, declaraba
que "nuesll'a acción fue un acto de solidaridad conll'a el trato inhumano, represivo
y policiaco que se estaba dando a los campesinos en el sur del país por el único
delito de exigir que el estado cumpla sus dehercs" (t\nncol. marzo de 1()()8: 3).
Sin embargo. 110 debe perderse de vista que la relación que establece la guerrilla
con los campesinos es amb iva lente, por cuanto a la vez que dicen impulsar la parti-
cipación son autoritarios en sus relaciones con la población. Se trata de un doble
discurso de las Farc: reivindicándose como defensores de Jos intereses de los cam-
pesinos legitiman sus acciones militares y s u au toritarismo. lo cual fue evidente en
el desenlace de este movimien to.
En s u búsqueda por lograr un movimiento cfv ico departamental que compro-
metiera a los trece municipios del Putumayo el Movimiento Cívico Regional inició
la identificación de líderes comunitarios tales como jefes de las juntas de acción
comunal, miembros del magisterio, del sector salud, etcétera: es decir. el liderazgo
no sólo comprende a los campesinos sino también a los grupos indígenas así como
a líderes de otros sectores:

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CAPIH'L(I .t • La política del reconocimie11to y el movimie11to cocalero
1 rss

Regresaron al Putumayo [de~>pués del Seminario internacional de cultivos ilicitos real iza-
do el q y IS de junio de ¡qq;J v se pusieron de acuerdo en preparar el paro. Por un lado. se
inició la discusión dol problema de la organización y por el otro la de la parte operativa. En
O rito el problema era de orden táctico y en Puerto Guzmán y Puerto Asís de carácter
organizativo v político: qué característica social y poütica debía asumir este movinúento.
Después se decidió hacer una reunión con todos los dirigentes del Putumayo: del alto,
medio y bajo. En esa reunión se creó el Movimiento Cívico por el Desarrollo integral del
Putumayo y se rompió con el Movimiento Cívico (el de Orito, Valle del Gua mués y La
Hormiga) y el de Unidad Campesina (de Puerto GuzmánJ. Empezó la organización por
veredas. se escogieron dirigentes de cada una y desde el punto de vista económico todos
debian aportar. Orito. Valle del Gaumués y San Miguel tenían más experiencia (entrevista
a un asesor del grupo base'\ 191)9}.

Una vez conformado el Movimiento Cívico por el Desarrollo Integral del Putu-
mayo, se eligieron los líderes que debían iniciar el trabajo de base para organizar el
movimiento contra la fumigación, al que se habían comprometido en Bogotá. El
Movimiento se planteaba la "lucha unificada", lo que significaba articular diferen-
tes movimientos departamentales de lodo tipo -étnicos, políticos y sociales- bajo
el discurso hegemónico regional sobre el abandono del estado, el marginamiento y
estigmatización de sus habitantes y los consiguientes problemas estructurales so-
cioeconómicos que estos comparten. Por otra parte, esta lucha unificada implicaba
también estab lecer relaciones con el Caquetá, el Guaviare y el Meta. departamentos
donde también se cultiva la coca:

Hablábamos de una movilización nacional para que desde la cámara de represen-


tantes se convocara a tratar este asunto como un problema social del país. En año _v
medio logramos prepararnos; escribimos un documento bastante nmbicioso y éra-
mos conscientes rle que eso era una ulopía: decíamos, necesitamos movilizar mlni-
mo un millón tle campesinos en Colombia para hacerle entender al estado que éste
no es un problema delincuencia!. es un problema social (Pntrevista a uo líder ind•-
gena, director tle la Ozip durante las mnrchas, 19()9).

Dada la magnitud del problema, esta movilización nacional buscaba también


plantear la necesidad de la reforma agraria. Además, empezó a pensarse en la
conformación de una mesa nacional de concertación para analizar las políticas del
estado con rcspPcto a la suslilución de cultivos ilfcitos, buscando que la discusión
del asunto fuera más allá del ámbito regional. Estos proyectos tenían un alcance

1~ El líder indígena de la OZII' me e.\plicahn que a través de los talleres "la gente empozó a tomar
conciencia de (]UC si no enfrentábamos el problema entre todos no iba a ser posible adelantar una
negociación un poco mús scrin". En cuanto a la negociación en ese momenlo. comenta que "no
habíamos identificado una propuesta CJUC nos convenciera. porque sabíamos que el problema de
los cultivos ilícitos traspasaba las fronteras mismas del país, no era un problema del Putumayo".
De esta manera, al pensar en <..ómo debería ser esa propuesta consideraban que "debía sm· de
avanzada, que involucrara no solo al departamento del Putumayo sino al del Caquetá, e l sur de
Bolívar y el Guaviarc. pero es que tenemos otro problema igual en el Perú y en Bolivia. Entonces
decíamus: 'Para fJue ese problema grande tenga ceo es nccesariu bacer una gran movilízación"'
(entrevista a un lrdar ind1gena. director de la OZLP zip durante las marchas. 1999).

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IDENTIDAD Y CIUDADANIA EN EL PUTUMAYU • Morfa Clemencia Ramíre::.
rs6 1

nacional; localmente. la organización de la población campesina quedó en manos de


los líderes del Movimiento Cívico y de las juntas de acción comunal:

Inicialmente lo cuadramos por medio de las inspecciones de policía: esa fue la prime-
ra parte: que la inspección de policía convocara a las veredas. En esa reurtión de veredas sólo
se hablaba con los presidentes de los grupos de acción comunal; luego se capacitaba a esa
gente en talleres de tres a cuatro días. en los que se trataba toda La problemática que se venía
encima. Se dictaban los talleres y nosotros recibíamos los informes de la gente. Entre las
cosas más importantes que encontramos era que esta no respondía a las preguntas de los
campesinos sino que. más bien. traía cuestionarios (entrevista a un lider indigena. director
de la OZlP durante las marchas, I()C})).

En esos talleres se inició la concientización sobre la inminencia de la fumiga-


ción como política central del gobierno en esos momentos, y se explicaba la impor-
tancia de la unificación del Movimiento Chrico ya no regional s ino departamental ,
buscando integrar a los municipios que no se identificaban como coqueros -tales
como los del alto Putumayo: Sibundoy. Santiago, San Francisco y Colón-. Aún
más, se explicaba el contexto nacional e internacionaJ aJ que respondían los culti-
vos ilícitos'6 .
Los líderes buscaban que los habitantes de las veredas participaran de manera
voluntaria y con conocimiento de causa en la movilización. Además de los talleres,
se hicieron foros sobre cu ltivos ilícitos y fumigación. La preocupación por lograr
que la comun idad participara en todos los momentos de la movilización y después
de ella en la evaluación de la marcha y del seguimiento de los acuerdos. es constan-
te. Los líderes trataban de no reproducir las prácticas de la c ultura política domi-
nante frente a la cuaJ se definen diferentes; en sus palabras: "que no nos convirtamos
en una cabeza sin cuerpo" (intervención de un líder durante el balance que se hizo
del paro cívico, 24 de septiembre de r99(í).
El15. 16 y r7 de agosto de 1995 se desarrolló el primer seminario departamentaJ sobre
cultivos ilícitos, y el 18 se le entregó al presidente de la república. en Puerto Asís, un
documento que reiteraba lo dicho P.n otro que se había entregado con anteriOridad, en
febrero de ese mismo año, como resultado de una reunión que tuvo lugar en el
Archivo Nacional en Bogotá en la cual participaron el gobernador, los alcaldes. clipu-
tados. concejales. la Iglesia y las comunidades organizadas del Putumayo. Dicho
documento contenía una propuesta básica para discutir el problema de los cultivos
ilicilos y lograr un acuerdo sobre este con las comunidades. Así mismo, en Puerto
Guzmán se realizó un foro loca l para discutir con la gente el problema. además de
los talle res veredales. En cuan to a la financiación de los talleres:

16 En la baja bota caucana el paro fue organizado por el Movimiento Pacífico del Cauca. Jo mismo que
el que se realizó en 1994 en co ntra de Argossy. compañia petrolera que trabaja aUí. y cuyo pliego de
peticiones se retomó eo 1990, al igual que eo el caso del Putumayo. El paro se inició el4 de agosto y
duró un mes y diez días. La negociación se realizó en Popayán a donde viajaron los líderes fmanciados
por la gobernación del Ca uca. Los líderes del Movimiento Cfvico de.l Putumayo trabaja.ron en conjunto
con el Movimiento Pacífico del Cauca, tanto en el paro de 1994 como en el de rW(>.

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CAPiTULO 4 • La política del reconocimienlo y el movinuenlo cocalero 1
!57

Eran autoHnanciados. Nosotros hicimos una primera colecta; como el problema eron los
cultivos ilícitos pues la solución la íbamos a financiar con los mismos culUvos ilícitos:
tocaba así, y por hectárea se colocó una cuota para fina nciar. Pero dijimos. ya se hizo la
socialización de lo que podría ser la propuesta operativa, y luego la otra propuesta.la
política que íbamos a plantear en la mesa. La gente estuvo de acuerdo en salir a las calles;
lógico que considerábamos que no todo el mundo podía salir, que había gente que debía
quedarse en casa. mínimo una persona por finca. Además, se necesitaba otro equipo de
personas en las fi_r¡cas para recolectar alimentos. leña y carne, lo necesario para sostener
un paro. Porque nosotros lo declaramos un paro por término indefinido, mientras no
hubiera negociación no nos levantábamos del paro: le decíamos a la gente que iba a ser
muy duro, porque la respuesta del estado a la periferia nacional siempre ha sido que a una
propuesta política le dan respuesta militar y que no nos extrañáramos de que eso iba a ser
así, que se iban a desconocer los derechos humanos desde el principio hasta el final
lentrevista a l director de la Ozip durante las marchas. 1999. Énfasis mio).

Vale la pena resaltar cómo se preveía que la respuesta del estado a sus deman-
das iba a ser represiva, por lo que se preparó a la gente para la situación de violen-
cia a la que podía verse expuesta al participar en el movimiento. Es así como en el
centro del Movimiento estuvo la demanda de respeto a los derechos humanos.

1AS JUNTAS DE ACCIÓN COI\ruNAL: RED PARA ORGANIZAR LAS MARCHAS

Aunque se reconoce el papel que cumplieron las Farc en la concepción organizaüva


de las marchas -en sus preparativos y en su ejecución- "las juntas de acción
comunal fueron las que responsabilizaron de lo que debía hacerse en cada vere-
da" (testimonio de un campesino en Puerto Asís, 1999). Es importante señalar que
las juntas de acción comunal se han constituido en la red que facilita las relacio-
nes sociales y poHlicas de los habitantes de la amazonia en las veredas, la inspec-
ción de policía y el municipio. A través de sus jefes se establecen los lazos para
trabaj<u en las veredas. tanto por parte de los funcionarios oficiales en la zona y
de las Farc. así como de los representantes de partidos políticos: por su interme-
dio los líderes del Movimiento Cívico por el Desarrollo Integral del Pulumayo,
del Movimiento Pacífico del Cauca -para el caso de la baja bota caucana17- y de
las Farc, organizaron las marchas.
Según uo jefe de acción comuna l en Piamonte:

Las Farc son las r¡ue los han capacitado y han hecho avanzar la organización. La
guerrilla promueve la asociación de juntas de acción comunal y que la gente se

17 Desde que se iniciaron las conwrsacioncs de paz con el gobierno de Andrés Pastrana. el 6 de enero de
IW},las Farc han presentado una propuesta pard desarrollar un plan piloto de erradicación y sustitución
de cultivos en el mtmicipio de Cartagena del Chairá, Caquetá, "sobre la base de crear condiciones
necesarias para el desarrollo de cultivos alternativos que garanticen la vida de los campesinos.
condiciones que pasan por el desarrollo de la infraestructura vial. Sistemas de mercadeo con subsidios
a la producción y al mercado. Está en la mesa como tema a tratar pero no depende de las Farc-~P ni de
los campesinos y hasta ahora no hay ninguna respuesta. Le preguntamos si lo conocen los congresistas
estadounidenses" (carta de las Farc al congreso de Estados Unidos. marzo de 2000).

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IDENTIDAD Y CJUOADANIA EN El PuTU~!J\YO • MorÍ!! Clemencia Rmmre::.
158 1

organice; ella pone orden en la región y se acata. Ya la comunidad es conciente de la


necesidad de organizarse y da información cuando se hacen censos. Antes no querían
colaborar y me trataban de chismoso (testimonio del jefe de la junta de acción comunal
de la Consolata, en Piamontc, IQ<)/3) .

La guerrilla hace respetar la junta y le abre paso al inspector de policía para que
pueda actuar. pues en ciertos lugares es la que lo autoriza a cumplir su papel. A
fines de 1998 se discutía si se dejaba trabajar a los inspectores de policía recién
nombrados en los corregimientos del municipio de Piamonte, y las Farc estaban
promoviendo la creación de Jos comilés de conciliación dentro de las juntas para
cumplir con sus funciones, tales como recaudo de impuestos, degüello. levanta-
miento de cuerpos, etcétera. A comienzos de 1999, los inspectores de policía de los
corregimientos de la b"ia bola caucana debieron renunciar por orden de estas,
quedando solamente el del municipio de Piamonlc. En palabras de uno de ellos,
"porque la guerrilla no quería presencia del estado". Esta le explicó a los inspecto-
res salientes que se entraría a considerar si en un futuro se volvían a nombrar, pero
pagados por las juntas de acción comunal.
En este evento sobresaJe que las Farc suprimieran el cargo por no querer la
presencia del estado, aun cuando los inspectores eran supervisados directamente
por ellos. Sin embargo, sienta el precedente de que es la guerrilla la que ejerce la
disciplina y el orden, es decir, la función de autoridad del estado, mientras que la
función de proveer servicios a la comunidad se le deja al mismo y las Farc fiscali-
zan su cumplimiento.
Es evidente que las acciones promovidas o apoyadas por las Farc no significan,
necesariamente, anular la capacidad que tienen los sujetos gobernados de reaccio-
nar, de actuar como sujetos colectivos o individuales. La gente en La región negocia
con las Farc, lo que responde a la representación que se tiene de la guerrilla, pues
aun cuando esta ejerce funciones de autoridad en cuanto a mantener el orden y la
disciplina se refiere, no se comporta ni es reconocida por Los habitantes de la
amazonia como un estado dentro del estado, como se ha pretendido mostrar, sino
''como un gobierno dentro del gobierno" tal como definió Manuel Marulanda Vélez
el accionar de las Farc (entrevista en Semana, 87.1, 18 de enero de 1999: .u). Aún
más, su poder es, a la vez, aceptado y resistido por la población, que además
conlinúa demandando la presencia del estado en la zona.
Al respecto, un asesor del Ministerio del Interior me comentó que. desde la
perspectiva del gobierno, las Farc ejercen "contml de autoridad", mientras que los
alcaldes ejercen autoridad mas no control; así mismo, sostiene que a pesar de que
el estado está presente por medio de las insliluciones oficiales - la Fiscalía, etcéte-
ra-. se habla de que no hay presencia del estado porque "no Lodos obedecen a una
sola línea, todo se mediatiza y se negocia con otros autores de poder que están
presentes allá". Agrega, además. que el problema al cual se enfrenta el gobierno
central es el de "garantizar que está consolidando soberanía'', y concluye diciendo
que. "más que construcción de estado, lo que hay que hacer en esas regiones es
construcción de soberanía, y sobre la construcción de soberanía después se construye

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CAPilt l.<J 4 • La J!~l!!!_ca del reconocimiento y el mol'lmtento cocalero

estado" (entrevista a un asesor del ministro del Interior. 28 de julio de 1999}. El


asesor del ministro está tocando un punto muy importante en cuanto a la perspec-
tiva espacial que define al estado como un estado soberano que ejerce control sobre
un territorio determinado (Lefebvre. 1991). Se reitera entonces que para el gobierno
sigue siendo prioritaria la perspectiva que se tiene de la incorporación de la amazonia
solo por medio del ejercicio de la soberanía tanto en las fronteras externas -en
relación con otros países- como en las internas -los territorios controlados por las
Farc-. Es así como durante una entrevista, el director del Plante me sostuvo que
antes que medir resultados de los proyectos adelantados en la zona se buscaba que
el gobierno hiciera presencia en esas fronteras lejanas. Este "control de autoridad"
de las Farc estuvo presente en la percepción que tuvieron los funcionarios públi-
cos de la comisión negociadora que representaba a los campesinos cocaleros, tal
como se analizará en el capítulo 6.
Los habitantes de la región están acostumbrados a acudir a la guerrilla para
urreglar cualquier problema y los campesinos comentan que cuando los guerrille-
ros no están presentes en la zona "se arma el desorden", de manera que consideran
que "es mejor que estén". En consecuencia, los habitantes perciben a las Farc como
un ente con autoridad y poder que ordena e impone disciplina. Es así como, por
ejemplo, luego de un disparo que se le hizo a un agrónomo. funcionario de la
Umata del municipio de Piamonte. la comunidad se reunió y lo primero que hizo
fue escribirle una carta a las Farc. pues consideraba que ·'basta que las Farc no
venga con todos sus fierros y los castigue la violencia no va a pasar". Así mismo,
se comenta que en la parte baja de la baja bota caucana la guerrilla desarmó a la
gente "pero a Miraflor y Piamonte no han venido a poner orden". Por su parte, los
guerrilleros le insisten a los campesinos en que no lienen que buscarlos para c ual-
quier problema pues ellos no tienen tiempo de estar resolviendo situaciones que
pueden ser solucionadas por los campesinos. Luego de una reunión con todos los
jefes de las juntas y líderes -que tuvo lugar mientras realizaba mi trabajo de campo
y de la cual oí muchos comentarios-, los campesinos me dijeron que los guerrille-
ros les habían llamado la atención sobre los chismes con los cuales acuden a la
guerrilla. y se quejaron do hacerles perder el tiempo dirimiendo problemas que a la
larga son croados por los chismes que van y vienen.
En consecuencia. las Farc han buscado disminuir su intervención en los COJJ-
flictos cotidianos entre los pobladores del Putumayo y baja bota caucana. Es así
como en la junta de acción comunal de cada vereda funciona un comité concilia-
dor para la resolución de conflictos. En caso ele que el conflicto no se resuelva
fácilmente o sea intervemdal, el comité de una vereda debe hablar con el de la otra.
Si no es suficiente, se cita a la junta en pleno; si tampoco se resuelve, se cita a otra
junta; si no se arregla. a las juntas cercanas y. por último. si el conflicto no se
resuelve se espera que los campesinos acudan a la guerrilla.
Las juntas de acción comunal han establecido espacios para la negociación con
el estado y con los líderes y representantes de partidos políticos, pero sobre todo
con las Farc. En muchas oportunidades. se discuten y negocian las órdenes imparti-
das por las Farc. Tal es el caso en la baja bota caucana en el momento de salir a las

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IDENTIDAD v ClliDAOANfA EN EL PliTliMAYO • Marra Clemencia Ramirez
r6o 1

marchas; las Farc habían determinado que parte de las veredas saldrían hacia el
Caquelá y parte al Pulumayo: sin embargo. la gente de aJguoas veredas se opuso a
salir de su zona, pues en su agenda estaba presionar la creación del municipio de
Piamonle y veían esta como su grao oportunidad:

Nosotros nunca hemos tenido una asesoría de la guerrilla,lo que hemos hecho ha sido
por convicción propia de los líderes. Como le contaba, en el paro ellos, la guerrilla, estuvo
en contra de nosotros, porque querían que saliéramos al Putumayo, al Caquetá y noso-
tros no salimos y por eso no estuvieron de acuerdo con nosotros. Porque dijimos que
teniamos que luchar en el Cauca. No. no hubo ningún enfrentamiento sino que nos
quitaron el apoyo, no nos apoyaron. Como no ha habido diálogos así, simplemente nos
mandaron decir que no nos apoyaban y que veríamos qué hacíamos. Porque ellos creían
que nosotros éramos un grupo débil. La guerrilla y el gobierno creyeron que como era
una zona muy aislada íbamos a fracasar en el paro. Y fue de los mejores paros que ha
habido. porque tuvo repercusión nacional por la forma pacifica, por la calidad de los
negociadores y por los logros qt•e se obtuvieron en la negociación.
Uno se queja más fuerte cuando es más fuerte el dolor; si el dolor no es fuerte uno no se
queja casi nada, pero si el dolor es fuerte más bien sí puede haber diálogo. Eso fue lo que
nos pasó a nosotros, porque como sentíamos la 11ecesidad, esta nos empujaba a solucio-
nar los problemas (entrevista a un miembro de la comisión negociadora del paro cívico de
la baja bota caucana, rC)98).

En este testimonio son evidentes los espacios de negociación que ha abierto la


gente con la guerrilla, a partir de sus propias necesidades y luchas anteriores. La
creación de un municipio en la baja bola caucana había sido propuesta por la
comunidad desde la década de r98o, y esta reivindicación, que se había constituido
en el eje de movimientos cívicos anteriores, en esta oportunidad se retomó como
propia de la zona. Sin embargo, aunque algunas veredas de la baja bota caucana no
salieron al Caquetá y al Putumayo otras sí lo hicieron, de manera que la tensión y
ambivalencia de la relación con las Farc se mantuvieron, aunque se diga que no se
recibe "asesoría" de la guerrilla. Es importante señalar cómo se percibe de la misma
manera al gobierno y a la guerrilla, que decían que el paro no tendría éxito por
tratarse de una "zona demasiado aislada". Se reitera la asunción de su condición de
marginalidad, definida así no sólo por el estado sino por la guerrilla que también
consideraba que sólo uniéndose al Caquelá y al Putumayo podrían tener fuerza. A
ambas instancias se les demostró lo contrario, al afirmarse como movimiento autóno-
mo y, sobre lodo, al lograr la creación del municipio de Piamonte. Finalmente, se
resalta su comportamiento pacífico y que los logros que se consiguieron repercutie-
ron en todo el país.
Con respecto al Pulumayo. la representante de las mujeres en el grupo base
señala también la relativa autonomía de la sociedad civil con respecto a las Farc:

Para dirigir las marchas la guerrilla nombró a unas personas y la sociedad civil
nombró a otras, de manera que se opusieron a sus mandatos (refiriéndose a los
mandatos de las Fru·c] (entrevista a la representante de las mujeres en el grupo base,
febrero de 1999).

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CA PITilLO 4 • La política del reconocimiento y elnw1•imiento cocalero 1
TÓI

Durante mi lrabajo de campo, las Farc le exigían a todos los habitantes de las
veredas de la baja bola caucana, ya fueran productores o recolectores de coca. estar
afiliados a las juntas de acción comunal para conlrolar a la gente que entraba y salía
del área con el fin de evitar la infiltración de paramilitares. Para afiliarse a las juntas
de acción comunal a los campesinos se les exigía la cédula de ciudadanía; no podían
afiliarse haciendo uso de olro documento o sólo dando nombres de pila, de manera
que a los que estuvieran indocumentados se les dio plazo hasta noviembre de r998
para que se registraran y sacaran sus documentos de identidad. Esta es otra política de
las Farc que muestra cómo utiliza los requisitos exigidos por el estado a su favor, sin
pretender instaurar una forma alterna de identificación. Por otra parle, a las juntas de
acción comunal se les exigía responder por sus afiliados. Así mismo, los patrones
debían responder por los raspochines bajo su mando y debían entregar un listado con
su número de identificación a la junta. Los que vivieran desde hacia menos de un año
en el lugar y no cumplieran con los requisitos anteriores ni tuvieran lierras para traba-
jar. debían irse. En ese momento. las f<arc no permitían la enlrada de más gente a la
región, debido a las amenazas de los paramilitares, sosteniendo que no dejarían que la
baja bota caucana se Lransformara en un campo de guerra contra el campesinado iguaJ
que Puerto Asís o el Valle del Guamués. Además, se controlaba la gente que salía de
las veredas al pueblo. para evitar que quienes estuvieran asociados con grupos contra-
rios brindaran información que perjudicara a los campesinos o a la guerrilla.
Por olra parle. en caso de que alguien quisiera vender un terreno ten fa que consul-
tar y pedirle permiso a la guerrilla, que otorgaba o no el permiso según lo que se
supiera del comprador. Dicen los campesinos que ·'ellos !refiriéndose a los guerriDe-
ros] saben quién es quién, mientras que nosolros no sabemos quienes son"; los habi-
tantes no se conocen todos enlre s1 pues es una zona de alto movimiento de población.
Los campesinos apoyan esta regulación de entrada y salida de la gente pues la posibi-
lidad de que enlren paramilitares a la zona los aterroriza.
Finalmente, por medio de la inscripción en las juntas de acción comunal se logra
tener un censo real de población, elc.ual se ha planteado por parte de las Farc como
condición indispensable para iniciar c.ualquier proyecto de sustitución que se lleve
a cabo en la región.
El poder de las Farc, difuso y no institucionalizado. ha logrado infundir en la
población microprácticas disciplinarias (Foucault, 199r), que han sido asumidas y
forman parte de la vida colidiana. relaciones de poder enraizadas en la sociedad
que. además. le adjudican a las Farc una capacidad de vigilancia permanente. lo
cual no significa que no se sigan acatando también formas institucionales y discipli-
narias del estado. Entre las normas establecidas por la guerrilla, y que se obedecen,
se encuentran las siguientes: control del tráfico por el río -en Puerto Amor, sobre el
río Caquetá, observé un letrero que decía: "El Frente 32 y 49 prohiben navegar de 6 p.m.
a 6 a.m. Multa $500.000, Farc-EP"-; control sobre establecimientos públicos los cuaJes
sólo pueden abrir hasta determinada hora de la noche y en donde no se permite la
enlrada a menores de edad: prohibición de la entrada a billares a menores de quince
años. la multa es de $2.o.ooo: no se puede beber aJcohol entre semana ni transitar calles
después de las 10 de la noche; está prohibido abrir discotecas entre semana; estas sólo

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I DENTIDAD Y CIUDADANIA EN EL PUTl1•1WU • Morfa Clemencia Ram(re;;
IÓ2

'
se abren de viernes a domingo y el lunes no se permite continuar de fiesta; a quienes
estén tomando los obligan a arreglar caminos o a barrer, como forma de castigo. por lo
que el alcalde de Piamonte debió barrer el pueblo, para dar ejemplo.
En este contexto de disciplinamiento y reconocida autoridad por parte de los
habitantes de la zona, las Farc establecieron las reglas para la organización de las
marchas de r9()6. Por cada hectárea de coca debían pagarse cincuenta mil pesos al
comité de finanzas de cada junta de acción comunal y con esos dineros se constitu-
yó el fondo para el comité de marcha. Las Farc determinaron la cuantía de la cuota y
la forma de recolección. El presidente de finanzas de cada vereda entregaba al jefe
vereclal el elato exacto del dinero recolectado. la modalidad del recaudo y lo que
hubiera aportado cada persona, teniendo en cuenta sus capacidades económicas.
pues en algunos casos se recogió por familia un monto no relacionado con las hectá-
reas de coca:

Tocabo colaborar con las juntas, sacaban una parle, colaboraban, y por decir. se les
daba de a diez mi l pesos por familia en cada comun idad. Así se recogió bastante y se
compraba, por ejemplo, un animal. Como fue aumentando la gente y hubo mucha
hambre, entonces a lo último los que tenían tantas cabezos de ganado tenfan que
colaborar; varia gente colaboró con eso, les tocó. por las buenas o por las malas (entre-
vista a una campesina que participó en las marchas. Piamonte, 1!)98).

Cuando se iniciaron las marchas algunas juntas tenían seiscientos mil u ocho-
cientos mil pesos, con lo que se financiaron los primeros días de la marcha. Del total
recaudado, .2.0% debía enviarse a la comisión organizadora central, integrada por
nueve líderes de cada municipio. Una campesina e.>:p lica cómo era la comisión or-
gan izadora central: "Como una junta comunal, con presidente, con tesorero, con
fiscal para que estuviera fiscalizando, con secretario, e l que escribía" (entrevista a
una campesina que participó en las marchas, Piamonte, rC)98). Además, en cada vere-
da se designaba un presidente, responsable directo de la organización vereda], el
cua l la representaba en un segundo comilé de coordinación, que se constituyó con
los diferentes jefes vereda les y se convirtió en el vehículo de comunicación enlre la
comisión organizadora centra l y las veredas. Se conformaron también comités
vcredales. encargados de organizar a las comunidades s igu iendo los lineamientos
de la organización ccnlra l. tales como los comi tés de vigi lancia, finanzas, Lra!lspor-
le, salud y de alimentac ión o comodato. Una vez se inició e l desplazamiento, y de
acuerdo con Jos comités que organizaron se determinó que un grupo de tres perso-
nas se quedaría a cargo de la vereda, dando de comer a los animales, cu idando las
casas y enviando alimentos para los que se desplazaban a la marcha. La guerrilla
dio las ordenes para la salida (entrevista a una campesin a que participó e n las
marchas, Piamonle, 1999).

Así, por ejemplo, en el Bajo Congor, una vereda de Piamonteen la baja bota cattcana. el
inspector se quedó en su vereda encargado de cuidar los animales y las cosas de valor, que
se guardaron en la escuela. Por cada vereda se quedaban ocho, diez o dóce personas. En

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CAPITULO 4 • La política del reconocimie11to y el movimiento coca!ero 1
J6?

este caso. el inspector comenta que los doce se reunian a comer juntos. Los que perma-
necían en las veredas eran los encargados de recoger productos para llevarles a los
march islas.

Un campesino de la vereda la Consolata en la baja bota caucana comenta su


experiencia:

Cuando las marchas. estuvimos discutiendo si participábamos y después de muchas


deliberaciones salimos con nuestras familias. De Yapurá, la Consolata y el Palmito,
saJimos ciento setenta personas que fuimos a Mocoa y Villa Garzón. De la Consolata
nos mandaban remesa y en el Putumayo también recibíamos remesa. Yo estuve tJ·aba-
jando en el com ité de comodato. contaba la gente a mi cargo y recogía la remesa. Nos
fue tan bien que trajimos remesa de vuelta. Nos mandaban ganado oreado, miel, arroz,
plátano, etcétera. El apoyo era totaJ. A la gente que estuvo en el Caquetá no le fue tan
bien. pues hubo muertes. desorden, brunbre y confrontaciones {lestlmonlo del jefe de
una junta de acción comunal de la Consolata, baja botfl caucana, 1()98).

En ese testimonio se insiste en cómo discutieron si participaban o no y cuando


decidieron Jo hicieron con convicción. La movilización de la gente se coordinó por
medio de los comités de transporte, los cuales supervisaron que todos los motores
fuera de borda y los botes aptos para transportar personas en las diferentes veredas
quedaran a disposición de la comunidad, previo un censo de personas y embarca-
ciones, así como de un inventario de combustible en cada vereda.
En cuanto al comité de alimentación, cada persona llevaba sus propios utensi-
lios, tales como platos. cuchillos, cucharas y elementos necesarios; por su parle. los
jefes veredales debían aportar las estufas. las remesas y las provisiones: "De cada
vereJa nos mandaban que lleváramos Jos víveres y a lo último también debimos
colaborar con animales; cada junta tenía que llevar carne" (entrevista a una campe-
sina que participó en las marchas, Piamonte. 1999). Un campesino de Puerto Asís me
dijo que las personas que tuvieran diez reses debfan dar una como contribución,
dos si tenían veinte y cinco reses si se rehusaban a participar (testimonio de un
campesino. Puerto Asís, 1!)98). Por su parte. un campesino de la baja bota caucana
comenta: ..El ejército estaba conviviendo con los man:histas y se les daba carne. Se
mataron ochenta y cinco reses y hubo comida suficiente gracias a la colaboración de
la guerrilla" (entrevista a campesino en la baja bota caucana. 191)8).
Cada vereda se encargó de que cada comité llevara consigo un botiquín con las
drogas y medicamentos necesarios, que mediante listado fueron suministrados
por la comisión central.
En cuanto a la vigilancia, cada junta designó algunas personas para cuidar los
cascos urbanos y no se permitió integrar la marcha a quienes intentaran sabotear la
misma. Así mismo, se designó un comité de aseo por vereda.
Los grandes cultivadores de coca también apoyaron la marcha y se hicieron cargo
de que sus trabajadores se hicieran presentes, tal como lo relata un líder de la baja
bota caucana: "Los coqueros de la baja bota dieron mucho apoyo. Don Régulo del

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lDENTTDAD Y CJUD,\DANIA EN EL PuTUMAYU • María Clemencta Ramirez

Bajo Congor estuvo aquí. Pablo Maya vino del Diamante. Los raspachínes vinieron
pagado el jornal por los patrones; algunos eran remplazados (entrevista a un líder
de la marcha en la baja bola caucana, r998).
Las Farc se reservaron la responsabilidad de la organización general de la mar-
cha y el cumplimiento de cada una de las tareas, y prohibieron la producción de
coca y la actividad comercial durante el desarrollo de la misma. Al respecto. un
comerciante de Puerto Asís dice que, ''el paro estuvo muy bien organizado", pues se
turnaron las droguerías que abrían por dos horas martes y jueves, también se reguló
la venta de comestibles y se supervisaba el precio de venta.
Sobre el papel de los guerrilleros en la organización de las marchas, una campe-
sina de la baja bota caucana agrega:

Oigamos coordinadores no directamente, pero sí colaboraban. Fueron los que empe-


zaron a conformar los comités, de ver quién repartía la remesa, también se pidió ayu-
da a PoJJayán, de allá mandaron bienestarioa para los niños, se organizó quién hacia la
colada para los niJ1os. todos los días se les daba la colada. Si no hubieran estado ellos
de pronto no hubiera habido el orden que hubo siempre, porque usted sabe que a
veces. cuando hay las cosas, el uno quiere más, el ot.ro menos y había problemas, y a
pesar que así a veces hubo tromperos. A los tres días, cuando la gente ya estaba con su
ranchito. entonces llegaron ellos y colocaron en orden cómo íbamos a construir los
ranchitos (entrevista a una campesina que participó en las marchas, 1999).

Una mujer, indígena inga de la vereda La Floresta, al contarme sus impresio-


nes del paro en el sitio de concentración de la baja bota caucana, al frente de su
casa, recordaba la llegada de los primeros marchistas con la bandera colombiana
y la presencia de un hombre "que era el que mandaba, flaco, feíto y las mujeres
comentaban: todos esos hombres dejarse mandar de uno solo. Él quería vernos a
todos trabajando, haciendo pozos sépticos, trayendo leña, sirviendo, cocinando,
no ver a nadie de vago•·. Comentaba también que casi tuvo que salir a Morelia en
el Caquetá por orden de las Farc, "castigados porque no trabajábamos y hacíamos
caso", pero "que le rogamos por los hijos pequeños y at fin no nos mandaron. A
algunas niñas que se acercaron a hablar con los militares las sacaron del paro,
castigadas".
La persona que dirigió el paro en la zona de la baja bota caucana, idenliñcado
como miembro de las Farc, es recordada como la que estableció orden en cuanto a la
guardia, la hora de acostarse, la repartición de raciones por veredas, el número de
animales a sacrificar, las órdenes a los conductores, la salud y la consecución de
neveras para las vacunas. Dice un campesino: "Nosotros como campesinos pedia-
mos y él ni podía pedir". Los campesinos no sólo aceptaron la autoridad sino que
buscaron quién les ayudara a organizarse. El hecho de decir que lodos los hombres
le hacían caso a una sola persona confirma esta aceptación.
Es así como la guerrilla con sus actividades cotidianas en estas regiones de
frontera se convierte en un actor social a medida que se inserta, apoya y aumenta el
poder que despliegan Jos campesinos durante estos paros cívicos, por cuanto organiza

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CAPin;LO 4 • La política del reconocimiento y el movimiento coca!ero 1
r6s

y suministra medios que permiten que el paro pueda desarrollarse durante meses.
como fue el caso de las marchas cocaleras.
En consecuencia, con la organización descrita, el 2.8 de julio de r996, una vez
iniciado e l paro el Movimiento Cívico por el Desarrollo Integral del Pulumayo por
medio de un comunicado informó a la población del Putumayo:

Que después de analizar detenidamente la situación organizativa del Paro Cívico es


pertinente y necesario emitir las siguientes orientaciones para el mejo r desarrollo de
nuestra justa lucha:
A los propietarios de los graneros se les permitirá los días viernes recibir el s wtido.
Las ventas se realizarán los días sábados y domingos desde las 6:00a.m. hasta las 2.:00
p.m. El resto de la semana paro total.
Du ran te los días lunes a sábado funcionarán dos droguerías de turno las 2.4 horas y
los días domingos pueden prestar servicio todas las droguerías.
Juguerías ambulantes prestarán el servicio de 6:ooa. m. a 2.:00 p.m. toda la semana.
Las ventas de gas tendrán venta 1ibre, pero en ningún momento pueden estar auto-
rizados para alzar los precios. Cualquier anomalía será sancionada con el cierre
dertnili vo.
Las cantinas, fuen tes de soda y billares quedan en paro total. De la misma forma
todos los establecimientos públicos.
Los restaurantes prestarán sus servicios durante los días sábados y domingos de ó:oo
n.m. a 2:00 p.m.
Las bombas de gasolina también pueden prestar el servicio normalmente.
Los almacenes prestarán el serv icio durante los días sábados y domingos de 6:00
a.m. a 2.:00 p.m.
).as panaderíus estarán abiertas los días sábados y domingos de 6:00a.m. a 2.:00 p.m.
Los carniceros pueden prestar el servicio los días sábados y domingos.
El juzgado y los fiscalías funcionarán normalmente.
Los talleres rlc mecánica y lAs vulrani:wdoras prestarán el servicio normalmente.
A partir de la expedición del presente boletín solamente podrán transitar Jos vehí-
culos y motocicletas autorizarlas por el movimiento.
Las oficinas de la Caja Agraria permanecerán cerradas.
Las oficinas d(• Telecom funcionarán normalmente, siempre y cuando presten el
servicio en las actividades del paro cívico.
Se concederán permisos a los camiones remeseros, a los carrotanques transportadores
de combustible y a personas con problemas de salud, con certificación del médico.
Los relevos de personal serán únicamente los días lunes, miércoles y viernes de 8:00
a.m. a ro a.m.
Se recomienda a las diferentes comunidades traer las provisiones necesarias (plátanos.
yucas, lefla, etc.).

Para los habitantes ele la ciudad es difícil aceptar la imposición de estas nor-
mas, mientras que para los campesinos constituía algo indispensable para el buen
desarrollo de la movilización. Es así como en el diario local Lo Nación se lee:

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I DENTIDAD Y Cll1DADA-.:IA Eo' U PUTUMAYO + María Clemencia Ramfre;;
166 !
Los campesinos que se encuentran en Mocoa, lienen «dominio>> sobre toda la ciudad,
ellos son los que deciden qué establecimientos deben abrirse. qué alimentos deben
aportar y las sanciones que se les impone a aquellas personas que no les colaboran en las
manifeslaciones (Lo .Voción 10 de agosto de 1c)96: <J).

Por otro lado, uno de los negociadores del gobierno central resalta la organiza-
ción de los campesinos en los centros urbanos. Refiriéndose al Putumayo. esta
persona me dijo que "el nivel de organización de la gente rural, de los campesinos
es muy grande" y agregó:

La forma en que se movilizaron, desarrollaron los cambuches en Orito, y se tomaron


a Puerto Asís y Mocoa da cuenta de un nivel de organización muy grande y de una
organización de tipo militar. Por ejemplo, era sorprendente ver cómo tenían perfec-
tamente asignadas las calles, el diseño de las cocinas a manera de barricadas, era
una coci na y detrás de la cocina el comedor. Sin lugar a dudas, en mi opinión eso es
innuencia de la organización militar de las Farc, no tengo la menor duda de eso
(entrevista a l gerenle de la Red de Solidaridad, 1999) .

Cabe destacar cómo se resalta la organización de los campesinos y se habla de


"influencia ele las Farc" antes que sostener que es obra solamente de la organización
militar de las Farc, lo cual quiere decir que a los campesinos se le reconoce capacidad
de maniobra. Podemos concluir que aunque las Farc se reservaron la responsabilidad
ele la organización general de la marcha, los campesinos, por medio de los líderes del
movimiento, llevaron propuestas concretas a la mesa de negociación y estos, a su vez,
defendieron los intereses ele la población a la cual representaban, tal como se analiza-
rá en los siguientes capítulos.

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La negociación (I): construcción de la identidad
y afirmación de la ciudadanía

E
SH CAPJll 11.0 SL C:LNTRA E:>J EL ·\N.\t.ISJS DE J.,\ NEC.OGL\C:JON E:-.ITRL LOS LIIJLRLS fWL 1'.10\'11\11·

ento, los funcionarios locales y el alto gobierno, proceso en el que se hicieron


evidentes las posiciones encontradas del gobierno local y los representantes de
la Iglesia con respecto a las fuerzas armadas en la zona, así como entre los fun ciona-
rios loca les y los del nivel central en el momento de acordar el inicio de la negocia-
ción. Estos desacuerdos se en contraban atravesados por la idea hegemónica de que
la ley y la constitución son innegociables. asunto que va a ser recurrente durante la
mesa de negociación y determinará los puntos centrales de discusión y, sobre todo,
la suspensión de la mesa de negociación.
En el capítulo anterior se mostró cómo las fuerzas militares y algunos periodis-
tas deslegilimaban el movimiento cocolero por tratarse de actores fuero de lo leJ'. A
pes,tr de ello, sobresale la insistencia de los campesinos coco/eros en dialogar con
los representantes del gobierno centraJ y, más aún, usar las herramientas dadas por
la constitución de 1991 en el contexto de la democracia participa ti va, lo que se exami-
nará en este capítulo. La instalación de mesas de negociación entro representantes
del estado, de los niveles centrales, regional y local. y los 1íderes del movimiento,
como un medio para participar colectivamente en la toma de decisiones, fue un
catalizador que visibiliza al movimiento de los coca/eros como uno social y político.
En los capítulos anteriores se ha visto cómo los pobladores de esta región ama-
zónica no sólo demandaban de las mesas de negociación el mejoramiento de sus
condiciones de vida - lo que se confirma en el análisis detallado de la mesa de
negociación que se llevó a cabo en el Putumayo. que se presenta en este capítulo-;
también sobresale cómo la mesa de negociación se convirtió en un espacio para
confrontar identidades y demandar del estado el reconocimiento de la historia de
violencia y desplazamiento de los pobladores del Putumayo, de su abandono por
parte de la clase dirigente y, sobre Lodo, del problema social y económico que hay
detrás del cultivo de la coca. En consecuencia, lograr que el gobierno nacional
aceptara negociar era el objetivo central del movimiento.

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+ Morfa Clemencia Randret
r68 I- - - - -
IDEI'OTIDAD Y CIPDADANfA EN El PliTUMAH)

NEGOCIAR CON EL ALTO GOBIERNO,


OBJETIVO CENTRAL DEL MOVIMIENT O

UNA VEZ SE INICIARON LAS MARCHAS. EL GOBERNADOR Y LOS ALCALDES DEL PUTUMAY() "EXIGEN
con urgencia una comisión del alto Gobierno" (El Tiempo. 30 de julio de 1996: 3A).
Las autoridades locales apoyaban la manifestación, taJ como se deduce de otro
lilular de prensa que dice: "Alcalde de Puerto Asís y Gobernador de Putumayo
justifican la marcha por el abandono tradicional del Estado a la región"; a conti-
nuación se explica que el gobernador del Putumayo, Jorge Fuerbringer y el alcalde
de Puerto Asís:

interpretan la manifestación en cierto modo justificada por las difíciles condiciones


en que u·adicionalmente el Gobierno mantuvo durante años a esta región, antes que
se iniciara el proceso de descentralización, cuando "nos entregaron una cantidad de
responsabilidades, pero no nos dieron las herramientas para ejecutarlas" comentó
F\.terbringer (El Especladol', 2. de agosto de 1C)96:6A).

El gobernador enfatizaba en que hasta cuando empezó el proceso de descentrali-


zación. en la década de 198o, el estado central había tenido abandonada la región
amazónica: así mismo, sostenía que aun cuando la descentralización había repre-
sentado un cambio para las autoridades locales también era un problema por cuanto
las responsabilidades también se descentralizaban. En otra declaración, Fuerbringer
señalaba como al Pulumayo se le trataba como una región marginal:

No podemos ser la cenicienta del paseo, pues siempre al Pulumayo lo miran muy
inferior a los otro~ depurlamentos y ahí radican los múltiples problemas que tenemos
(... ).Aún es mirado como territorio de la 'Nueva Colombia' lo que hace que sus apor-
tes presupuesta les sean mínimos. mientras que las necesidades aumentan considera-
blemente( ... ) el problema del Putumayo no es de vías carreleables, ni de terminar wt
aula escolar. ni mucho menos construir pequeños jardines escolares o provectar una
planta de palmito de chontaduro de la que se tiene apenas una mínima información
que no conduce a llilda ( ... )el verdadero problema del Putumayo se sol11ciona desa-
rrollando grandes obras y alternativas que han sido presentadas al gobierno nacional,
tal como electrificación, agua potable y atención a necesidades básicas insatisfechas
con un criterio macro para toda la región (/..a Nación, 1° de agosto de r996: 9).

Cuando el gobernador decía que el Putumayo era visto como parte de la nue1'a
Colombia se refería al señalamiento que se le hacía como territorio de las Farc, pues
este grupo habla de construir una nueva Colombia, lo que se ha in terpretado como
la posib le segregación de parte del territorio de Colombia, el cual incluir ía a la ama-
zonia occidental, región marginal-y marginada-, donde las Farc ejercen autoridad y
dominio territorial. Cabe resaltar que eJ gobernador también demandaba del estado
central obras y servicios.
Esta declaración fue hecha después de esperar la llegada de una comisión de l
gobierno que finalmente no se trasladó al Putumayo el 30 de julio, cuando los

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CAPITULO S • La negociación ( 1): identidad y ciudadanía 1
169

coca/eros la estaban esperando para iniciar las negociaciones. En u.na entrevista, un


párroco de Puerto Asís sostuvo que la ausencia del presidente Samper era un mal
ejemplo que alentaba la desconfianza campesina en el gobierno, que sólo se hace
presente "en aquellas ocasiones en la que la gente protesta". Aun más, aseguraba:

los manifestantes son buenas personas. Vienen por voluntad propia( ... ). Qué bueno
sería que la gente viniera y viera a los campesinos que soo los del problema. Puede
haber otras fuerzas, pero el problema es real( ...) la coca genera un problema social que no
puede tratarse como delincuencia; es parte de la economía de esta gente, porque con los
productos del agro se mueren de bambre. En eL fondo, en medio de la pobreza, la coca es
la única esperanza c¡ue encontraron( ... ) la fumigación asusta mucho a los campesinos.
porque saben que con eso viene la destrucción de sus cultivos ilícitos y más pobreza para
la región (El Espectador. 4 de agosto de I!)I)Ó: 13A).

En contraposición a la Iglesia, para el comandante de la policía del Putumayo,


"los campesinos no querían el paro, pero fueron obligados", y "no se explica de
dónde salieron las 30.000 personas, que ocupan varios pueblos. Dice que desde ene-
ro del año pasado. los frentes 32. y 48 de las Farc se encargaron de organizar el paro"
(El Tiempo, 8 de agosto de r99{i: 8B). Otro vocero de las fuerzas armadas en Puerto
Asís sostenía que "lo que piden [los campesinos] es muy difícil porque bablan de
que no fumiguen cultivos ilícitos, lo cual significa legalizar esta actividad" (El Tiem-
po, 30 de julio de 1996: 3A). Estas dos perspectivas, expresadas por dos actores de la
región, van a estar en el centro de la mesa de negociación entre campes inos y dele-
gados del gobierno nacional.
El 2.8 de julio, dos días después ele iniciado el paro, hubo una confrontación entre
miembros de la policía nacional-al mando del comandante de la fuerza disponible de
la policía metropolitana de Cali- y los manifestantes, cuando esta se propuso desalo-
jados de la zona céntrica de Puerto Asís. donde habían instalado sus carpas. La policía
lanzó gases lat.dmogeuos y eu repetidas ocasiones disparó contra la multitud con el
fin de hacerla retroceder, con un saldo de dos campesinos heridos. uno muerto y un
teniente coronel herido con arma cortante. La represión al movimiento campesino se
vio ralificada dos días después, en las declaraciones hechas por un miembro de la
fuerza pública al iniciarse el Paro Cívico en Puerto Asís: "la fuerza pública eslá decidi-
da a no dejar avanzar la manifestación" (E/ Espectador, JO de julio de r99(i). En conse-
cuencia, el1. do agosto la policía militar lanzó gases lacrimógenos a los campesinos
para impedirles que se lomaran la cabecera de la pista del aeropuerto, hecho que dejó
como resu ltado dos campesinos muertos, la desaparición forzada de otro y treinta y
dos heridos' .
AJ referirse a éste enfrentamiento. el comandante de las fuerzas militares, general
Harold Bedoya, "reiteró que hay que hacer un esfuerzo muy grande debido a que la

Para mayores detalles sobre la confrontación. véase Teófilo Yásquez, "Violación a los derechos
humanos durante f'l paro campesino en el departamento del Putumayo''. Noche .V niebla. 1. julio-
septiembre de r<)4)(i. Cinep y Justici<~ y Paz.

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María Clemencia Ramtre:;
170 l loENTIDAD Y CIUDADA.NIA EN EL PUTUMAYO •

población es presionada por las Farc y lo que pretenden es mantener la zozobra y


dispararle a alguien para acbacárselo a la fuerza pública". Es así como en la prensa
se informaba:

Lo que se manejaba como una hipótesis se hizo evidente ayer con la muerte de dos
personas y de 2.6 heridas, lras un cruce de disparos que se prolongó cerca de una
hora, entre los supuestos campesinos desarmados del Putumayo y los miembros de
la FUerza Pública. Las calles centrales de Puerto Asís se convirtieron anoche en un
verdadero campo de batalla entre guerrilleros de las Farc y miembros de la Policía
Militar. Ante la resistencia de los uniformados para evitar que la masa de manifes·
tantes incursionara en la pista del aeropuerto, guerrilleros camuOados en la protP.sta
abrieron fuego conlra los militares, escudados por la presencia de los civiles, insti-
gados a cometer actos terroristas (El Espectador, 3 de agosto de 1996: 7A. Énfasis mio].

La fuerza pública consideraba que se estaba enfrentando con las Farc y no con
"supuestos campesinos desarmados"; es decir, a los manifestantes se les despojaba de
su capacidad de maniobra y autonomía frente a la guerrilla. En pocas palabras. se trata
de la profecía aulocumplida. Por otra parte. esa mañana el ejército trasladó hacia Pas-
to, en un avión de la FAC. "a decenas de madres y niños campesinos que participaban
en el paro" (El Tiempo. 3 de agosto de 199(5: lA). siguiendo con su política de ayudarle a
la gente a evacuar la zona, lo cual fue calificado "por los organizadores del paro como
una forma de atacar el movimiento campesino'' (El Espectador 3 de agosto de r9<)6: rA).
Hubo también enfrentamientos entre autoridades civües y militares, porque las
fuerzas armadas reclamaban que los gobernadores y alcaldes "les impidieron durante
una semana ejercer el control del área y levantar la manifestación". por lo que el
general Mario Galán. comandante de la tercera división del ejército. le envió una carta
al alcaJde de Puerto Asís. "quejándose de la falta de colaboración del ejecutivo". Se-
gún el periodista: "la actitud pasiva de los mandatarios fue catalogada como un inten-
to por obtener beneficios políticos frente a la población y recursos del nivel central''
(E/ Espectador. 1 de agosto do rQQ6: 7A). Es evidente que mientras las fuerzas militares
querían terminar lo más pronto posible con la toma de Puerto Asís. los alcaldes y el
gobernador encontraban validas las causas de la manifestación y buscaban ayudar
para que se estableciera una mesa de negociación con el gobierno central. Así, por
ejemplo, cuando empezó la toma de Puerto Asís su alcalde los asesoró y puso a dispo-
sición de los campesinos las instalaciones tle la alcaldía para qu e presentaran sus
demandas al gouierno, habiendo aclarado antes su posición no militarista:

Ese es el objetivo, que vengan a negociar. Hay una organiznción y ustedes rleben estable-
cer una comisión para hablar con el alto gobierno. Yo considero la situación diferente a
como la ven el ejército y la poücía. porque veo la cosa desde otro punto de vista. A mf me
interesa decirle al gobierno que esto está mal, y lo hago como autoridad civll porque soy
el más interesado en que esto se resuelva ligero y no quiero que se resuelva por la fuerza.
No soy am.igo de la militarización del municipio. porque nos lrac consecuencias. Esto lo
podemos arreglar a las buenas, mediante el diálogo. Pero ante todo. con disciplina por
parte de todos. Estoy convencido que todo va a seguir en paz [video realizado por un
periodisla de la alcaldía de Puerto Asís. I<JSÓ).

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C.. \PITL 1 o 5 • La negociación}_!_{ íde~1tidnd y ciudadanía 1
171

En una carta que le escribieron al ministro del Interior el 3 de agosto, los alcal-
des ele Puerto Asís. Puerto Caicedo. Valle del Guamués (La Hormiga), Grito y Puer-
to Leguizamo analizan la situación. explican cómo la gente busca otros mecanismos
para presionar "la visita de una comisión negociadora del alto gobierno", y señalan
que "la fuerza pública por su parle. repele los intentos de los manifestantes, con
saldos lamentables de muertos y heridos". En consecuencia, solicitan "enviar ur-
gentemente a la zona una comisión negociadora de alto nivel. con miras a normali-
zar la situación y a evitar mayores desgracias"; además piden ''no criminalizar el
intento que hacemos los alcaldes de ayudar a encontrar alternalivas legales de acer-
camiento entre el gobierno central y las comunidades. Muy por el contrario, tratar
de coordinar con todas las autoridades ~.;ivíles de la región la solución pacífica al
problema·· (carta enviada al ministro del [nterior. el 3 de agosto de 1996).
En contraposición a esta posición de diálogo y solución pacífica. desde los pri-
meros días del paro el ejército nacional le había solicitado al gobernador que "se
lomen las medidas legales pertinentes a nn de poder adelantar las acciones y tareas
con la fuerza pública, y devolver la normalidad y tranquilidad a los pulumayeoses",
por considerar f!Ue la movilización campesina era una forma de presión al gobierno,
que iba en contra de los artículos de la constitución que permiten manifestaciones
públicas y pacíficas. Para el ejercito, "las exigencias no han sido presentadas en
forma oficial". Además. señalaba que "en los diferentes sitios de concentración los
manifestantes han confirmado su presencia bajo intimidación urmada siendo obli-
gados a permanecer en estos sitios en contra de su voluntad", lo que para e l ejército
iba en contra de artículo l..J. de la constitución. que permite la circulación libre de
todos los ciudadanos. Así mismo, los voceros de las fuerzas militares consideraban
que "las peticiones de los campesinos implicaban reformar la ley de estupefacientes
v se encuentran violando los derechos humanos al restringirse el transporte terres-
tre y aérno" l1..arla !m viada al gobernador del Putumayo el 1.9 de julio de IC)Q6). En fin,
la mO\ ilización se percibía como ··una estrategia cívica de la narcosubversión" para
ha1..er rlt'sislir Al fV"Jhir.rno rle lrt fumignrión "tratando de mostrar este flagelo. no
como un problem<l delincuencia! sino social". La policía nacional interpretaba el
apoyo brindado por el sector comorcial v Jos narcotraficantes como la defensa ele
sus intereses. "por ser los primeros perjudicados si se fumiga". Por otra parle, pre-
veía la intención de los manifestantes de incomunicar al departamento del Putuma-
yo. la loma guerrillera de Mocoa "con el fin de desestabilizar el gobierno nacional",
el ataque a la estación ele policía de San Miguel, acciones terroristas contra la infra-
estructura petrolera y contra el transporte público y retenes en las vias que comuni-
can a los municipios de Valle del Guamués (La Hormiga). San Miguel (La Dorada),
Grito y Puerto Asís (carta ele la poi ida nacional al gobernador jorge Fuerbringer
13ermeo, sobre la situación del paro cívico, 1.8 de julio de 199()}.
Tal como se mostró en el capítulo anterior. Mocoa es considerada como un ~.;en­
tro ajeno al conOicto de la coca, la capital del departamento que hay que defender
de la esperada toma guerrillera 1 . En consecuencia, el comandante de la policía del

.l Cabt:' record;u qtU' los mArc:;h istas llegaron il Mocoa en forma pacifica el6 de agosto. desde Puerto
Guzmán y lil uajn bota uwcana. llevando consigo una bandera de Colombia.

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+ Morfa Clemencia Rwm'rc:
I72 l
l DENTIDAD Y CIVDADANIA EN 1'1. PUTliMAYO

Putumayo le solicitó al gobernador que interviniera ante el comando específico del


Putumayo (CEP) para lograr presencia militar en la zona rural del municipio de Mocoa
·'para seguridad de sus habitantes de una posible incursión subversiva" (carla de la
policía del Putumayo al gobernador, 28 de julio de 199(í). En contraposición. cuando se
refería al municipio del Valle del Guamués (La Hormiga). a Puerto Asís, Orito. y San
Miguel (La Dorada) la policía sólo mencionaba el desplazamiento de guerrilleros a
apoyar el paro campesino, lo cual quería decir que los campesinos de la zona estaban
de acuerdo o acataban sus órdenes (carla sobre ':Apreciación situación paro cívico'',
enviada al gobernador por la policía del Putumayo, 18 de julio de 19<]6).
Los habitantes de Mocoa censuraron los enfrentamientos iniciales entre el ejér-
cito y la población civil; y reiteraron la imagen de Puerto Asís como un municipio
violento, donde la guerrilla mandaba. La representante de las mujeres en el grupo
base -oriunda de Puerto Guzmán- me comentaba que durante la concentración, la
guerrilla daba órdenes en Puerto Así tales como "tomarse la gobernación, pedir pla-
ta a fulanos a nombre de ellos, enfrentar a los policías como si fueran milicianos".
Comparando con Mocoa, comentaba que en Puerto Asís "obedecieron y se tomaron
el aeropuerto. mientras aquí no".
El entonces director del hospital de Mocoa decía que una vez llegaron allí los
manifestantes hubo síntomas ele actos violentos, y relata:

Algunas personas que no pertenecían al grupo base !los representantes elegidos por
las comunidade~ para negociar] sino líderes que surgían de los mismos campesinos,
que eran un poco de aclivistas más beligerantes. tuvieron la intención de, por ejem-
plo, tomarse la gobernación, lo qutl hubiera dP"<;encadenado una calaslrofe, porque
el ejército y la policía estaban ahí muy prestas y se dacia que habría muchos muer-
los. Afortunadamente, la Iglesia y algunas personas se comunicaron permanente-
mente con P.sos ltderes beligerantes, llamándoles al orrlen y haciéndoles ver el ries-
go que se corría si SP. cometían actos de fuerza , violentos. Lo que oo pasó en Puerto
Asís; allí st se desbordó la emoli\'idad de los manifestantes y hubo muertos. se que-
maron algunas ambulancias y se invadió el aeropuerto, actos que dejaron mucho
que lamentar, heridos y muertos (entrevista al diret.tor del hospital durante las mar-
chas. fehrero ue J99l)) .

Como resu ltado de los enfrentamientos que se desataron en Puerto Asís, consis-
tentes con su imagen de lugar violento. el gobierno nacional demandó a los líderes
del Movimiento Cívico seguridad para los funcionarios que se desplazaran al Putu-
mayo. Debido a las instalaciones de la Empresa Colombiana de Petróleos. Orito, era
el ú nico lugar donde e l ejército podía ga rantizar la seguridad de la comisión. Por
otra parte, el Movimiento Cívico se había tomado las instalaciones del club d e
Ecopetrol, silio donde se realizaron las negociaciones.

Cuando empezó la negociación el único sitio que se había lomado era Orito. El paro co-
menzó en Puerto Asís. y allí se armaron los cambuches aliado de la pista del aP.ropuerto y
en el centro, en el parque. Curu1do el problema del asalto al aeropuerto el ejército arreme-
tió en contra de los cambuches y los volvió fisica mierda. Entonces, Puerto Asís dejó de ser

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C.<\PI rttLO 5 • LA negociación ( 1): identidad y ciudada11ía 1
I73

el centro de la toma; allí hubo una especie de empate: en una zona estaban los campesinos y la
otra otilad de Puerto Asís la controlaba el ejército.
El único sitio ciel Putumayo que estaba literalmente lomado y era estratégico, por la
presencia de Eropetrol y la refinerfa, era Orito (... ).Ahora bien, negociar en Mocoa era
imposible. primero porque allí no estaban en paro. Segundo. porque de baber un paro
en Mocoa. pues allá no mandan a nadie. En cambio, en Orilo están las baterías de
petróleo, y todos los días volaban el oleoducto, por lo que había que estar presentes;
durante el paro la guerrilla le metía segueta lados los días, y después candela, porque
tengo entendido r¡ue es una 1-ersión ecológica de la voladltra. Según me decían. hace
menos dailo (entrevista al delegado del presidente, 1999).

Mientras que Mocoa se presenta de nuevo como la capital ajena al conflicto, aún
más, como un lugar en donde no es importante que el gobierno central haga presen-
cia, aun cuando haya una concentración de manifestantes, en el bajo putumayo con-
fluyen la presencia de pozos petroleros, el cultivo de coca y la presencia guerrillera.
En consecuencia, el gobierno nacional consideró que debía iniciarse la negociación
en defensa de los intereses de las compañías petroleras. Los habitantes del Pulumayo
y la baja bota caucana me comentaban reiterativamenle que si no fuera por la existen-
cia de petróleo en la zona el gobierno central no "voltearía a mirarlos". Mientras que el
ejército ejercía funciones de vigilancia alrededor de las instalaciones de la compañía
petrolera. sitio en donde, además. la comisión del gobierno se sentía segura, los mani-
festantes y la guerrilla ejercían presión alrededor del oleoducto. mecüante amenazas y
alentados en contra del mismo3.
Por otra parte, este factor económico ha incidido en que en esa época las
fumigaciones no se llevaran a cabo en el Putumayo con la intensidad con que se
iniciaron en el Guaviare y el Caquetá. Cabe señalar, además, que en ese momento el
alcalde de Orito, Luis Alfredo Urbano, era un miembro del Movimiento Cívico Regio-
nal del Putumayo (véase el capítulo ~). Como alcalde y miembro del Movimiento que
lideraba el paro, él fue un apoyo fundamental para los negociadores campesinos.
La concentración continuaba también en el Valle del Guamués {La Hormiga). en
donde el general Mario Hugo Galán, comandante de la tercera división del ejército
con sede en Cali, señalaba que "la situación os muy tensa, porque allí se encuentra
la balería más grande de Ecopetrol que está situada en el centro de la población'' (El

La siguiente es una de las noticias que se da sobre las acciones ejercidas sobre los pozos petroleros:
"Los cocalcros se apoderaron de tro~ pozos "pequeños" aquí y en La Hormiga. scgím informó
Ecopetrol. Entre tanto. desconocidos atentaron tres veces contra un ramal del oleoducto
Trasandino r¡ue transporta cn1do desde Lago Agrio (Ecuador) hasta Colón fPutumayo). con destino
a 1\.Jmaco, nn el Pacífico. desde donde es redf'~~pachado a Ecuador. Los informes ind ican. además.
que miembros de las lilrc rompieron con sierras metálicas la línea central de bombeo. La ruptura
de lil tubería provocó un derrame de petróleo. el cual luego fue incendiado por los guerrilleros.
dijo Ecopetrol. Con la loma de los tres pozos, los obreros no pudieron ingresar y hubo necesidad
de paralizar h1 producción. que se uaj6 en 1.200 barriles diarios. Normalmente. la producción en
la zona es de q .8oo barriles. Los ataques contra el oleoducto y los pozos petroleros comenzaron
el domingo. en medio de la protesta de los cocaleros. Hasta ayer se habían derramado s.ooo
barriles de crutlo e interrumpido eliJombeo de so.ooo más de petróleo ecuatoriano" (E/ Tiempo.
ro de agosto de r(}()O: lB).

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Marra Clemencia Ramíre::.
174 l ii)ENI mAL>\' CIUI)AL>ANI,\ F.N El PuruMAYO •

Tiempo, 7 de agosto de r()<)6: mA). En ese momento. en Puerto Caicedo, El Tigre y


Puerto Guzmán también estaban concentrados los cam pesinos. que después se
desplazaron a Orito y Mocoa (véase el mapa n).
Por su parle, en Orito se paralizaron las baterías de bombeo de petróleo de la
estac ión Ecopetrol, noticia que un periódico nacional presentó como "una opción
de los manifestantes de es ta zona del país. que cumplen hoy su quinto día de co n-
centración". Se aclaraba. además, que ala decisión fue analizada por los dirigentes
de la protesta en vista de que ningún indicio de diálogo llega por parle del Gobierno
naciona l", y se concluía seña lando que "la toma de las instalaciones de Ecopetrol en
Orito dejaría fuera de servicio el oleoducto transandino por el que pasan diariamen-
te unos 40.000 barriles de crudo. que llegan al puerto de Tumaco, de donde los
buques cisterna lo transportan al exterior" (El Espectado1; I 0 de agosto de 1<}96: SA).
Por esta razón, el ejército y la policía reforzaron la defP.nsa de las instalaciones
de Ecopelrol, con personal traído de afuera. Es así como Orito. a la vez era un sitio
estratégico para los manifestantes. se convirtió también en el lugar mejor custodia-
do en el bajo Putumayo, y fue all í en donde se desarrolló la mesa de negociación, tal
como se anotó.
Siete días después de iniciado el paro se calculaba en treinta y dos mil el número
de manifestantes desplazados a Orilo, Valle del Guamués (La Hormiga) y Puerto
Asís y se anunciaba que fami li as enteras seguían llegando a los puertos (véase el
mapa n). El gobernador declaraba que las treinta y dos mil personas estaban dis-
puestas a permanecer el tiempo necesario hasta que hwran escuchadas por el go-
bierno nacional y se solucionaran sus necesidades. Por consigu ien te, los
funcionarios regionales y locales seguían considerando la presencia de una comi-
sión del gobierno centra l como la solución para el paro. Aunque el gobernador, el
alcalde de Puerto Asís y el comandante de la policía del Putumayo se reunieron
con los líderes campesinos y representantes de ochenta juntas de acción comunal
de Puerto Asís (Lo Nocwn. r0 de agosto de IC)QÓ: 9). estas reuniones sólo llevaron a
exigir la prosencia del gobierno central para iniciar la negociación.
A pesar de la situación, el gubierno central se mostraba reticente de iniciar la
negociación. por cuanto consideraba innogodables algunos de los puntos centrales
presentados por los camj.)osinos cocnlero.o;.
El 4 de agosto, el Movimiento Cívico por el IJcsarrollo Integral dol Putumayo hizo
llegar al ministro del Interior un documento titulado "Realidad y alternat ivas al proble-
ma social de cultivos ilícitos". r.omo respuesta a su exigencia de un pliego de peticiones
con el fin rle que la comisión negociadora pudiera desplazarse el lunes 5 de agosto de
rQC)O al municipio de Orito. En ose documento injcial sobresalen cuatro presupuestos
que van a tornarsr. fundamentales en la negociación r¡ue tuvo lugar posteriormente. Se
parte de que '·el problema de la presencia de cultivos calificados por la ley como ilícitos"
tiene como causa "el fenómeno de la crisis económica, social y agropecuaria, producida
por las políticas estatales que riñen abiertamente con los principios conslitucionales.
quo se relacionan con el desarrollo de las regiones de colonización campesina'' (docu-
mento "Real idad y alternalivas", 4 de agoslo de 1996).

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CAPITtiLO 5 • La negociación J.!): identidad y ciudadcmra 1
175

Se recalcaba en el hecho de que la ley convirtiera en ilícito un cultivo que era, "el
único producto rentable" en zonas de colonización, adonde han llegado los campesi-
nos como resultado de la violencia política de los años 1950, lo cual indicaba, implíci-
tamente. que en la zona ese cultivo no se consideraba ilícito. Se señalaba que el
problema e ra tratado como delincuencia! y que "procediendo con medidas de fuerza
y represión para resolverlo se profundiza el conflicto". Por otra parte, se consideraba
que la fumigación, como política del estado para combatir los cultivos ilícitos. "eslá
obligando a los campesinos a llevar el problema de un lugar a olro, sin darle una
solución de fondo"; más aún, los campesinos consideraban y sentían la fumigación
como una forma de ejercicio de la violencia. En consecuencia, planteaban el principio
constitucional de la concertación y participación para contribuir a la solución del
problema:

Los campesinos del Putumayo estamos dispuestos a contribuir positivamente en la


búsqueda de soluciones viables v r.o ncertadas. que de una vez por todas resuelvan
la problemática del pequeño agricultor. destacado en los siguientes puntos:
Reconocimiento social a la problemática de cultivos ilícitos y en consenso con las
comunidades. definir políticas integrales de sustitución.
Definición de una pohtica soberana en el tratamiento del problema de los t;ultivos
ilícitos.
Considerar las localidades con problemas ele cu ltivos ilícitos. como zonas especia-
les de inversión sor.ial.
Establecer en forma Liara y precisa. la diferencia entre campesino culUvador de
coca. el narcotráfico y la guerrilla (documento "Realidad y alternativas",.¡. de agosto
de 1!J9(í).

Luego se presentaba el pliego de peticiones. que incluía política agraria integral.


electrificación, vtas. salud. educación. vivienda, derechos humanos, telecomunica-
ciones y ordenamiento territorial. Vale la pena resaltar que se exigían garantías para
la defensa de los derechos humanos y se empezó a hablar de la necesidad de una
veeduria internacional e n la región. que avalara los acuerdos que se firmaran (El
Especludor, 1. ele agosto de r9o6: 6A] . Como se verá a continuación, estos puntos
estuvieron en rl centro de la negociación que se llevó a cabo con representantes del
gobierno centntl.
Ante estas solicitudes. el ministro del Interior manifestó que "no viajará a nego-
ciar con los manifestantes por considerar que por lo menos 6 de los puntos solicita-
dos por ellos están en contra de la ley y la constitución" (E/ Espectador. 2 de agosto
de r99(): 6A): y después de un consejo extraordinario de seguridad declaró que. "el
Ejecutivo está dispuesto a buscarlo solución a los conflictos del Putumayo pero no
sobre la base do transgredir la ley o negociarla" (El b'spectador. 3 de agosto de r996:
7A). Mientras se formulaban estas declaraciones, en Puerto Asís sucedían los en-
frentamientos descritos e ntre la fuerza pública y los manifestantes.
Es así como la prensa informaba que los disturbios que se habían presentado en
Puerto Asís, surgie ron ·'sólo unas pocas horas después de que el desesperado gober-
nador Fucrbringer dijo gráficamente por teléfono al ministro del Interior, Horacio

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lot:NTIOAD Y CILIDADANIA EN LL PtiTUMAYO • María Clemencia Ramíre::.
I7Ó 1

Serpa Uribe, que no estaba «dispuesto a soportar más esta ro...»" "«Hay tanta tensión
que en cualquier momento puede ocurrir algo muy grave», le dijo Fuerbringer a Serpa"
(El Tiempo, 3 de agosto de r9<)6: 1A). El gobernador reiteraba que los problemas de orden
público obedecían a la negativa del alto gobierno de enviar una comjsión a negociar. En
consecuencia, el gobernador y nueve alcaldes del Putumayo viajaron a Bogotá a realizar
una reuruón extraordinaria para tratar la situación con el ministro dellnterior, que en
ese momento ejercía funciones presidenciales (El Espectador, 4 de agosto de rc,xj): IA).
Después de la reuruón, jairo Casanova, alcalde de Puerto Guzmán, sostuvo ante
el noliciero AM-PM que: "la narcoguerrilla como ustedes la qwereo denominar o la
están denominando está presente en toda la vida social de este país". Con esta decla-
ración, el alcalde situaba el problema del Putumayo en un contexto nacional y a la
guerrilla como un actor social y político, con el que conviven cotidianamente los
habitantes de la región de la amazonia occidental.
Por su parte, e l alcalde de Puerto Leguízamo, Miguel Ángel Rubio, sostenía que:
''Este no es un problema que tenga una salida militar sino política; por tanto, debe
negociarse con los organizadores para que se encuentre la solución". El de La Hor-
miga, Felipe Guzmán, decía que: ''Se dice que el narcotráfico y la subversión en el
departamento están motivando estas alteraciones del orden público; sin embargo,
nosotros como alcaldes no tenemos certeza al respecto". El alcalde de Puerto Asís.
Alcibíades Enciso. afirmaba: ·~ paro lo inJiltró mucho fue la gran necesidad que
tiene el campesino del Putumayo". Los alcaldes no veían soluciones a corto plazo e
insistían en que era fundamental negociar (declaraciones al noticiero AM-PM, HJ<)Ó).
Frente al estado central, los alcaldes se aliaban a las poblaciones que representaban
y analizan el problema a partir de lo local y de su experiencia en la zona. Se vislum-
bra cómo no se sentían comprometidos con el estado central, Lo cual se evidenciará
en el desarrollo de la mesa de negociación (véase el capítulo 6). Sin embargo, los
dirigentes del Movimiento Cívico se manifestaron en contra del viaje de los alcaldes
a Bogotá. por cuanto "ellos no habían sido autorizados para viajar a Bogotá para
hablar con el Gobierno en representación de los cultivadores, advirtieron" (El Tiem-
po. 7 de agosto de 1C)Cj)). Lograr la mesa de negociación con el gobierno central era
fundamental para los líderes del Movimiento Cívico, y que los alcaldes se desplaza-
ran a Bogotá era visto como una posibilidad de no lograrla. Uno de Jos objetivos
centrales del Movimiento era el reconocimiento de los cultivadores de coca como
aquellos con quienes debía buscarse la solución del problema.
Después de la reunión en Bogotá se logró que una comisión se desplazara a Orito
para conversar. no para negociar, con los dirigentes del paro, pues el mjnistro del inte-
rior seguía sosteniendo que no habría comisión ni negociaciones con los manifestantes
del Guaviare y el Putumayo. ya que. "No se ha podido establecer una agenda para
discutir los aspectos sociales" (declaraciones del ministro del Lnterior al noticiero
AM-PM). "'El Gobierno dejó claro que aspectos corno la reforma agraria, los proble-
mas de salud o electrificación. o la protección de los derechos humanos, son asun-
tos viables de diálogo. pero de ninguna manera se negociará en aspectos de
despenalización de los denominados cultivos ilícitos" (El Espectador, 3 de agosto de
199(): 7A). Es paradójico que el ministro dijera que no se había establecido una agenda

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e \1'111 1 o 5 • Lo negociación ( 1 ): idewidad y ciudadanía 1

I77

para discutir los aspectos sociales. cuando los campesinos insistían en el recono-
cimi ento social del problema, es clet:ir, en su carácter social como culti vadores de
coca, lo que era requisito fundamental para negociar las obras puntuales. Por otro
lado. el presidente Samper aseguraba que ''comparte en muchos aspectos las razo-
nes sociales que han llevado a los campesinos a expresar su insatisfacción" (El Es-
pectadoT. ~de agosto de r!)96: 8A). Lo social se vuelve e ntonces un concepto ambiguo
que se utiliza según la circunstancia.
Cabe seña lar que mientras los campesinos del Putumayo exigían negociar, los
indígenas del Ca u ca se Lomaron y bloquearon el paso por la carretera Panamericana.
Para sentar un precedente, el ministro del Interior viajó a negociar personalmente
con las comunidades indígenas, "por cuanto no había ningún punto relacionado
con los cultivos ilícitos". Con sus representantes se logró establecer una mesa de
concertación de derechos humanos entre el estado y los pueblos indígenas, con
veeduna internacional. y una comisión para tratar la explotación de los recursos y
el medio ambiente en sus territorios. De esta manera, el ministTo del Interior estaba
reconociendo a las comunidades indígenas. cuyo pliego de peticiones estaba dentro
de la le_, .. mientras desconocía a los campesinos cocaleros por estar fuera de la ley,
por lo que su pliego de peticiones no podía negociarse.

CONFORMACIÓN DE LA MESA DE NEGOCIACIÓN

EL 5 DE t\GOSTO. U\ DELECACION DEL GOUII·:RNO CEN1R-\L VIAJO AL PUTUMAYO CON t.A OIW~N D~ NO
negociar un solo punto relacionado con la erradicación o fumigadón de cultivos
ilícitos y de llegar a acuerdos sobre servicios y obras de infraestructura, que tuvie-
ran respnldo presupuesta!. Por su parte. los dirigentes del Movimiento Cívico del
Putumayo reunidos con los líderes de las juntas de acción comunal en los diferentes
pueblos rloncle estaban concentrados, eligieron veinte representantes a la mesa de
negociación y viajaron a Orito pura iniciar negociaciones, el 6 de agosto de rCJ9(i,
después de once días de paro.

El grupo para la negociación en Orito fue seleccionado por el Movimiento Cívico


por el Desarrollo Integral del Putumayo. De Puerto Guzmán eran seiscientas perso-
nas, que aliadas con los habitantes de Puerto Limón y Santa Lucia sumaron cuatro
mil y exigieron tener un representante elegido por ellos. No dejaron arrancar el
carro desde ~locoa y amenazaron con rle\'oh·erse si no lo llevaban, llamaron al alcal-
de para pedirle permiso y así se hizo (teslimonio de la representante de las mujeres
en el grupo base. 1999).

Como puede deducirse de este testimonio, los campesinos participantes en las


marchas ejercieron presión para participar en la mesa de negociación, aunque el
liderazgo lo mantuvo el Movimiento Cívico. Se buscó que cada municipio tuviera un
representante así como representantes de grupos campesinos organizados y líderes
del Movimiento Cívico. A medida que transcurría la mesa de negociación estos re-
presentantes por municipio conformarían la semilla del llamado grupo base.

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lnENTIOAD Y cuJDADANIA EN EL PmuMAYO • Morfa Clemencia Ramfre:.

La comisión nacional enviada por el gobierno central estaba conformada por:


Eduardo Díaz Uribe, director nacional de la Red de Solidaridad Social. quien lideró
la delegación; Jaime Navarro, asesor del Nlinisterio del Interior. con poder de deci-
sión; Rafael Echeverry, vicemin istro de Agricultura: César García. del programa Plante;
Gustavo Restrepo, del Incora; Juan José Arango. director de desarrollo del Nliniste-
rio de Agricultura y Desarrollo Rural; áscar). Reyes, de Caminos Vecinales; Yolanda
Pinto de Tapias, del Instituto Nacional de Vías; Luis A. Tovar, del Ministerio de
Educación Nacional: Mauro Sanlamaría, del Ministerio de Salud; Marcos Barreta
García, del Ministerio del Medio Ambiente; Fernando Salgado, del Ministerio de
Salud; Gustavo Adolfo Cabrera, asesor de la presidencia de la república; Luis
Edmundo Maya, director de Corpoaroazonia; Luis A. García, director nacional del
Icel; Manuel Peña Suárez, jefe de planeación del Ice!; María Carol ina Samper, perio-
dista de Ecopetrol: y Gelver González. de Ecopetrol.
A esta lista se le sumaron los s iete alcaldes del medio y bajo Putumayo (Orilo.
Villagarzón, Puerto Caicedo, Puerto Guzmán, Puerto Asís, Puerto Leguízamo y La
Hormiga}, al igual que el primer mandatario secciona!, Jorge I<uerbringer Bermeo (La
Nación, 8 de agosto de 1996: 9}.
Además de los representantes campesinos y del gobierno central, regional y lo-
cal. los 1íderes del Movimiento Cívico pidieron asesoría a funcionarios oficiales del
departamento. quienes también participaron en la mesa de negociación.

DISCUS IÓN IN IC IAL Y SUSPENS IÓN DE LA MESA DE NEGOCIACIÓN

EL 8 DE AGOSTO, DESPUES DE UN ÁLGIDO DEBATE, LOS DIRIGENTES DEL MOVIMIENTO OOCIDIERON SUS-
pender la mesa de negociación debido a que "las partes no se pusieron de acuerdo en
el primero y más importante punto de la agenda, relativo a los cultivos ilícitos. Los
campesinos piden un reconocimiento social del problema y el Gobierno no puede
abordarlo así porque es contra la ley'' (El Tiempo. 8 de agosto de 1996). Este debate sacó
a la luz las diferentes interpretaciones que tenían los participantes en la mesa de
negociación acerca del problema de los culti vos ilícitos y se centró en la redacción de
las primeras páginas del acuerdo en las que se buscaba conte.xtualizar y conceptualizar
el porqué del problema del cultivo de coca en el Putumayo. Como se verá a continua-
ción, desde cada una de las perspecUvas se contrapusieron varios puntos.

AUSENCIA O ABANDONO DEL ESTADO, COLONIZACIÓN ,


NARCOTRÁFICO Y GUERRLLLA

Para entender por qué la coca es el cultivo predominante en la región los líderes del
Movimiento Cívico iniciaron la negociación poniendo en consideración de la mesa la
historia de las zonas de colonización. Empezaron su planteamiento haciendo referen-
cia a la colonización en la amazonia, resultado del con flicto interno del país durante
el periodo de la violencia política, así como de la continua expulsión de los camp esi-
nos de la zona andina por falta de tierra, entre las principales causas. Señalaron la

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C"PIT l ' LO 5 + La ne~ociaci6n ( f ): tdenlidadJ' Cilldadan(a 1
I79

falta de políticas acordes a la región amazónica y, aún más, el abandono por parte del
estado. Plantearon una identidad regional dentro del estado-nación colombiano, mol-
deada por el conflicto y la consecuente recepción de población desplazada por la
violencia y. por consiguiente. su definición como región marginal con respecto al
centro del país. En consecuencia. propusieron iniciar el acuerdo diciendo:

El estado y el gobierno entiende que la existencia de los pequeños cultivadores de


coca es un problema de carácter judicial con graves implicaciones sociales y econó-
micas motivado por factores históricos y sociales estructurales (borrador de la pro-
puesta inicial del Movimiento Cívico para el acta de acuerdo. Cortesía de Teófilo
Vásquez. 19QÓ).

Frente a este supuesto inicial, el representante del gobierno central recapitula la


discusión que se desarrolló:

Al principio hubo una discusión en la que no nos íbamos a poner de acuerdo: si la


presencia de los cultivos ilícitos y de la fumigación era producto del abandono del
estado. que era la tesis de ellos: o la tesis que nosotros sosteníamos. que era muy pareci-
da pero a la inversa, y era que el narcotráfico se desarrolló allí porque esa es una zona en
donde la presencia de este es precaria. Ahora bien. para nosotros esa no era la justifica-
ción de lo que ellos sosteman. que aqUl estamos dedicados a esto porque el estado no ha
venido ni ha dado oportunidades. La tesis que les esbozábamos era contraria: por lo que
no hay estado es que los narcotraficantes y las redes del comercio de coca financian el
desarrollo de este tipo de econonúa: en consecuencia, cualquier cosa que desarrolle la
econorma y que implique otras actividades. la presencia más fuerte del estado. pues no
le conviene ni al narcotráfico ni al que saca ventaja del mismo, porque van a trasladarse
a otras zonas en donde pueden hacer su trabajo con toda tranquilidad, sin que nadie los
moleste. Sobre la base de osas Jos tesis. ustedes dicen. no nos vamos a poner acuerdo en
qué fue primero. el huevo o la gallina; esa era la discusión. Entonces ellos echan un
disctr.rso. no sin razón. sobre el problema agrario del país. la falla de reforma agral'ia. la
gentr> qne sr I'P nhligart1111 r.olonizor nurvas zonas. elcétera. etcétera. Dijimos: de acuer-
do. eso nadir lo rlisrute. pero lo que estamos discutiendo aquí no es eso. es acerca de
una economía consl ruida alrededor del tráfico de drogas. de los cultivos ilícitos. no si las
plataneras están bien o mal. sino si se erradica o no la coca (entrevista al delegado del
presidentr> a lo mesa de negociación, 1<)9!)).

Con base en estas consideraciones los representantes del gobierno central recha-
zaron el presupuesto inicial de los campesinos y propusieron como párrafo inicial
del acuerdo:

El establecimiento en el Putumayo de una economía regiona l basada en la produc-


ción de ilícitos es producto entre otros de la existencia de grandes redes dedicadas
al tráfico de drogas que con sus gigantescos recursos estimulan su producción (bo-
rrador de la propuesta inicial presentada por el gobierno. Cortesía de Teófilo Vásquez).

Según este punto de vista, el poder del dinero de los narcotraficantes era lo que
promovía el cultivo de coca. en contraposición a una historia de conformación de la

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IDENTIDAD' liLIDAt>AI\IA E."- LL Pun MA) o + M uría Clemenciu Rwníre::.
r8o 1

amazonia como lugar receptor de población desplazada, que carecía de políticas


apropiadas para estas regiones de colonización por parle del gobierno y el estado. El
documento propuesto por el gobierno continúa señalando que esto "ha traído como
consecuencia grandes migraciones hacia centros urbanos, zonas rurales y la apertu-
ra de nuevas áreas de colonización, que combinado con la precaria presencia del
estado y la falla de políticas adecuadas de desarrollo imposibilita la planjficación y
oportuna atención a la creciente demanda de servicios e infraestructura social, au-
mentando los niveles de pobreza. de descomposición social y violencia" (borrador
de la propuesta inicial presentada por el gobierno. Cortesía de Teófilo Vásquez}. De
esta manera la poca presencia estatal se relali\riza, al condicionarla a la activa colo-
nización de la amazonia como resultado del cultivo de coca; en palabras del delega-
do del presidente:

L<.1 inversión publica era relativamente peque1ia y aJ1ora también lo es en términos de


la pobladon que bay. que desborda cualquier posibilidad de presencia estatal, con
una actividad de mlonización supremamente acUva. Es decir, la posibilidad de llegar
a todas partes es imposible, más aún porque se trata de una comunidad inestable. en
la que hay una gran movilidad de la gente, que sale y entra por miles de motivos. Y la
verdad es que tú llegas a una zona y al día siguiente tienes otro polo de desarrollo más
abajo y hay demanda:. de escuelas, de salud. es como un hervidero humano (entrevis-
ta al delegado del presidente, 1999).

Aun cuando es cierto que hay gran movilidad de población en estas zonas de la
amazonia y permanentemente se establecen nuevas veredas. cuya demanda inicial es
la escuela y el puesto de salud, también lo es la carencia de obras de infraestructura
mayores como carreteras, electrificación. etcétera, que podrían haberse realizado con
la inversión pública, y no se han hecho. Al respecto, uno de los líderes del Movimien-
to aclara que aunque comparte "que el Pulumayo ha sido abandonado por parte del
gobierno central, nosotros no podemos ser ajenos a las iniciativas que han llegado al
Putumayo; también debemos demostrar que el gobierno departamental ha manejado
los recursos. Por eso se han rer.íbido muchos millones y una cantidad de millonadas y
nunca se ha hecho nada" (intervención de un líder en la reunión de evaluación del
paro cívico. 25 de septiembre de r<)96}. En el departamento del Putumayo la corrupción
ha sido un factor estructural en cuanto aJ manejo de recursos del estado, lo que se ha
traducido en que las obras o los proyectos productivos no se realicen, por el robo del
dinero o su cambio de deslinación. Aun cuando este factor incide en la percepción
del abandono del estado, lo paradójico es que se supone. entonces, que el narcotráfico
es el primero en oponerse a la presencia del estado, como ya se había mencionado, a
lo que el representante del gobierno suma a las Farc:

Considero que en el fondo lo que las Farc estaban defendiendo era el stotu quo, porque
para ellas es muy cómodo que las cosas sigan como están: mientras nadie llegue allá
pueden cobrar su gran1aje, no tienen competencia ni del estado ni de otros liderazgos.
En esa perspectiva, las Pare son partidarias de que las cosas no cambien, que los
pueblitos sigan aislados. que es lo que les permite moverse como se mueven, ejercer

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CAPíTll o 5 • La negociación ( 1): identidad y cutdadama 1
r8r

elumtrol sobre el cultivo de coca y cobrar su gramaje, todo lo cual los hace muy fuertes
(entrcvistn al delegado del presidente, ICJC)I.I).

Según este funcionario, la falta de presencia es la tal en la región amazónica bene-


ficiaba o era utilizada por fuerzas en contra de la ley, como son el narcotráfico y la
guerrilla. Sin embargo, vale la pena insislir en que las Farc tienen la idea de un
estado que provee, dentro de una perspectiva paternalista, y que, por consiguien-
te, al estar al servicio del pueblo tiene que darle cuentas de sus actos. De esta
manera. ellas apoyan y promocionan que la gente demande servicios y, más aún,
presencia estatal. Es así como en los municipios ejercen control a la administra-
ción pública: el alcalde debe responder por su plan de gobierno, realizar obras y
proporcionar informes que muestren que los dineros se invierten en obras para la
comunidad. que no hay despilfarros y malos manejos. en fin, que se at ienden las
necesidades de las comunidades. Por esta razón las Farc apoyan los paros cívicos,
para exigir al estado que cumpla con sus funciones. Por consiguien te, no es tan
claro que estén en contra de la inversión y presencia de este en la región amazónica.
Por otro lado, si ose es el caso, se esperaría que el gobierno se planteara la resolu-
ción de este problema estructural de la escasa presencia estatal, como forma de com-
batir el poder alcan:tado por la guerrilla y el narcotráfico en la región. Por el contrario.
al cam pesino se le penaliza como persona que al cultivar coca eslá en con tru de la
ley: asociándolo metonímicamente al narcotráfico y la guerri lla se vuelven sus alia-
dos y se reduce la situación a un problema de carácter judicial antes que social y
económico. Los campesinos, por el contrario, insislían en que la región debía decla-
rarse "en estado de emergencia económica) social" para hacer viables las propuestus
que se hicieron con el fin de "defin ir políticas y proyectos en la búsqueda de la
solución de una economw deseable y posible en esta región" (intervención de un
lfder en la mesa de negociación, r99{í}. Se reiteraba en otras palabras la solicitud de
declarar estas regiones roca/eros como "zonas especiales de inversión social", tal
como se exigw en el Caquetá, lo que significaba realizar proyectos estructurales para
transformar la situación a fondo, y la posibilidad de incidir en las políticas estatales
dirigidas hacia la región así como en las propuestas alternativas.

DEMANDA DE RECONOCIMJENTO COMO ACT'ORES SOC.IALES


Y NO SÓLO COMO INTERLOCIITORES VÁLIDOS

De aquí se desprende el segundo punto do discusión conceptual en la negociación


entre los campesinos coca/eros y el gobierno central. Como los campesinos habían
manifestado su interés por contribuir "en la búsqueda de soluciones viab les y con-
certadas", según lo manifestaban en el documento anterior a la negociación enviado
al Ministerio del Interior. planteaban, en consecuencia. que "el campesino cultiva-
dor de coca que se someta al proceso de sustitución, debe ser un ociar social y un
ínlerloculor válido para la búsqueda de (dichas) soluciones y no un su jeto completa-
mente distante. porque nosotros consideramos que como parte del problema somos
lamui én parte de la búsqueda de soluciones" (intervención de un líder campesino

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I DENTIDAD ' CIUDAQ,\NIA EN EL PUTUMAYU + María Clemencia Rmn{re~

en la mesa de negociación, agosto. 199(5). En consecuencia. en la propuesta de acuerdo


que presentaron Jos representantes de los campesinos coco/eros aclaraban:

Corresponde al gobierno nacional. departamental, local y a la comunidad organizada,


tomar decisiones conjuntas que aseguren procesos integrales de desarrollo regiona l
como complemento a la erradicación en un plan de suslitución de cultivos. En tal
sen lid o el pequeño cu ltivador involucrado en procesos de erradicación voluntaria y
sustitución es un actor social e interlocutor válido en la búsqueda de soluciones
integrales. Por lo anterior su problemática merece por parte del estado y el Gobierno un
tratamiento diferenciado respecto al que se le da al narcotráfico y a la insurgencia"
(borrador de la propuesta inicial del acta de acuerdo del Movimiento Cívico. Cortesía de
Teófilo Vásquez, 1!)96).

r\1 hacer esta aclaración se debate la identidad que les ha sido adscrita. un este-
reotipo opresor que los torna invisibles para ser consultados sobre su situación. Tal
como lo expresaba un campesino:

Si seguimos cultivando la coca entonces cómo nos van a decir que tenemos que
someternos ante la opinión pública nacional e internacional a decir que los campe-
sinos que cultivamos coca. por los problemas que ustedes mismos hao reconocido.
seamos narcotraficantes o seamos narc:oguerrilleros como no~ presentan a todo el
m unJo. El derecho a la honra que wmu campesinos tenemos. infringienJo una ley.
e~ lu que estamos reclamando: que se nos reconozca, no es otra cosa, ese es el mismo
derecho tambión. ¿Es que tenemos que aguantarnos que ante la opinión pública nos
presenten como delincuentes (JOr el hecho de sembrar coca para mantener a nuestra
familia? ¿y eso no está también en contravía de la misma constitución'! (interven-
' ión de un vocero de las comunidades durante la mesa de negociación, Orilu, r9Q(\).

Para los campesinos ser reconocidos como actores sociales implica hacerse visi-
bles frente al estarlo. como agentes con voz y voto para definir políticas para la región
y autónomos con respecto a la guerrilla y los narcotraficantes. Estamos frente a la
demanda de una polític:a participaliva con justicia social, tal como la concibe Iris
Young (HJ95: 1.1.1):

1In espacio publico democrático debe proveer mecanismos para el reconocimiento


y la representación efectivas de las distintas voces y perspectivas de los grupos que
lo constituyen y están oprimidos o en desventaja. Para que esta representación grupal
pueda lle\ arse a cabo es necesario que existan mccnnismos institucionales y recur-
sos publicos que apoyen: 1) La auto-organización de los miembros del grupo de
manera que puedan lograr el empoderamiento colectivo y la comprensión reflexiva
de su experiencia culectiva y de sus intereses en el contexto de la sociedad: 2) El
análisis y la generacion grupal de propuestas de política en contextos institucionali-
zados que obliguen a los encargados de Lomar decisiones a demostrar que sus de-
liberaciones han tenido en cuenta las perspectivas grupales; l) El veto grupal a políticas
P.specíficas que lo afecten directamente, como por ejemplo las referen tes a los dere-
chos reproductivos de las mujeres. o la política de tenencia de la tierra para las
reservas indígenas.

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CAPin L(} 5 • La ne~ociación ( 1 ): id~1tidad y ciudadanía 1
183

Puede afirmarse. en la práctica. que los campesinos cocaleros estaban constru-


yendo estos mecanismos de representación de grupo diferenciado por medio de su
demanda de ser reconocidos como actores socia les, tal como ellos lo definen. Es así
como una pancarta explicita. ··campesino ignorante'? Mamola. Berracos es lo que
somos!". insistiendo en sus capacidades para aportar a la discusión a partir de su
experiencia en la región, la que debe considerarse como un conocimiento válido
para contribuir en la planeación de soluciones.
Por su parte, los representantes del gobierno anteponían el problema judic ial al
problema social y económico de la región:

En un pais como Colombia hay ciertas leyes que debemos cumplir, entiéndannos eso.
Lo hemos reiterado en diferentes oportunidades por boca de diversos funcionarios;
cuando al ministro del Interior se le presentaron los alcances de las comisiones fue
muy daro en decir que la política de Colombia frente a los problemas de las drogas,
frente altnífico de los estupefat.ientes no se iba a negociar. Uno de esos elementos de la
política. específicamente la ley ¡o, dice que el que cultive coca está incurriendo en w1 delito;
eso es lo que nos impide la gradualidad, porque aqui hay puntos que podemos discutir, por
ejemplo. que el pequeño cultivador es tm interlocutor válido en la busqueda de las so lucio·
nes integrales, len qué forma? Hace un momento el doctor Díaz les decía que eso ero
totalmente uceptable, no como un actor social sino como un interlocutor ''61ido. porque el
reconucimiento de un cJctor soríolno SI" puPde hacer con base en PI herho de que ese oct01
socio/ estó cometiendo un delito (intervención del funcionario del Plante durante las mesa¡,
de negociación. Énfasis mio).

Los campesinos sosten1an que ser considerados sólo un interlocutor válido para
poner en marcha programas era despojarlos de su capacidad de maniobra, de su par-
ticipacion en la definición de esos programas con voz y voto, de su reconocimiento
como grupo sodal. Era seguir siendo receptores de los programas y políticas para la
sustitución de coca. hechos desdo arriba sin consultarlos, política que ha marcado el
fraca~o clt~ los provP.rtos prorlur.tivos implementados en la región amazónica.

Como re~ultado, los campesinos acusaban a la comisión del gobierno de mezqui-


na, por no tener verdader¡¡ \o! untad rle negociación al no reconocer el problema so-
cial de los cultivos ilícitos como prioritario frente al judicial que penaliza e l cultivo:

l\osotros reconocemos que la comisión del gobierno no puede camiJiar la ley y sabe-
mos que el problema de los cultivos ilícitos es un problema eminentemente judicial.
eso lo reconocemos. Pero tambien reconocemos y entendemos que es un problema
de orden suda!. esas dos verdades no pueden desconocerse en esta mesa. Por eso
pedimos que se diga aca que es un problema de carácter judicial. social y económi-
co. l\le parece que no hay voluntad y por eso es que estamos proponiendo la suspen-
sión de la mesa de negociación (inlervención de un vocero de las comunidades
durante la mesa de negociación).

La diferencia conceptual que estableció el gobierno, entre actor social e inte rlo-
cutor vóliclo. so centró entonces en el carácter ilícito del cultivo de coca, por lo que
no podían ser considerados actores sociales sino sólo interlocutores para discutir

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loEN IIDAD y t'IU>AO,\NIA EN 1 1 Pu IIIMAYO • María Clemencia Rmnín•:

el problema. Sin embargo, en la entrevista que le realicé al delegado del presidente


durante la negociación, al comentarle que no veía voluntad política por parte del
gobierno para sustituir la coca por medio de un gran proyecto de producción alter-
nativa, él insistió en que para que esa voluntad política existiera "se necesita partir
de la base de que los campesinos no son criminales ni guerrilleros. Ese es el punto
de partida. Que son un interlocutor válido: si partes de la base de que son delin-
cuentes. que son guerrilleros, lo que hay que echarles es avionetas( ... ) en medio de
la negociación nos mandaban las avionetas de fumigación a sobrevolar el área, un
país de locos (ent.revista al delegado del presidente, 1999).
Aunque parece que hablar de interlocutor válido implica reconocer a los campe-
sinos cocaleros como grupo diferenciado de Jos guerrilleros y Jos narcot.raficantes,
este reconocimiento está sujeto a otros intereses poüticos globales que insistian en
la erradicación sin negociación. Se trataba de la presión de Estados Unidos así como
de las fuerzas armadas y del fiscal general de la nación, quienes sostenían que se
estaba negociando con delincuentes. En este sentido, la prensa informaba que, "al
tiempo que el Gobierno reiteró que no negociará su política contra los c ultivos ilíci-
tos, el Fiscal confirmó que investiga a los instigadores y promotores de la protesta en
el Putumayo, por sus conexiones con el delito (E/ Espectador, 3 de agosto de Ig<J6: IA).
AJ día siguiente. el mismo periódico informaba que "el fiscal Alfonso Valdivieso
Sarmiento insistió en la necesidad de investigar a fondo las razones que insligan la
protesta", y a continuación informaba que, "se mantiene la expectaliva por el retor-
no aJ país del director del Plante, Héctor Moreno Reyes, para que se definan las
melas aseguir en materia de erradicación definitiva de c ultivos ilícitos'' (El Especta-
dor, 4 de agosto de r<)Qó: u.A).
El fiscal. el director del Plante y las fuerzas militares se constituyeron en una
fuerza unida en cuanto a la penalización del campesino cocaleru se refiere. lo que
cum plió un papel fundamental en la mesa de negociación, como se analizará en el
próximo capítulo. Dentro de esta perspectiva delictiva, lres días más tarde se infor-
maba que:

desde el sábado una comisión de liscaJes sio rostro via jó a Puerto Asts, a lin de
determinar si existe merito para abrir investigación formal contra Guillermo Sánchez
!líder uel Movimiento Cívico]. quien obró como instigador durante la revuelta del
viernes, quien podría estar incurso en Jos delitos de sedic ión, asonada y terrorismo.
Simultáneamente, un grupo de alcaldes del bajo Putumayo, se entrevistó con el
fiscal con e l fin de solicitarle que se abstenga de vincularlos a cualquier investiga-
ción penal (J::/ E.~pectador. 6 de agosto de 19<}6: 7A).

En la región existía el temor a ser inc ulpados y penalizados por cultivar coca. Sin
embargo. un campesino comentaba que "el Estado podrá declararlos delincuentes,
pero como no puede meterlos a todos en la cárcel tendrá que aceptar de hecho que
no lo son" (Molano, Alfredo en El Espectador, 15 de agosto de 199<}: 48). Por otra parle.
para Juan Carlos Palou. funcionario de la Red de Solidaridad durante el movi-
miento coco/ero de 1996 y posteriormente director del Plante, ·'los campesinos

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C.\PITl 1.0 5 • LA negociación ( 1 ): identidad y ciudadun{a 1
r8s

coca/eros demostraron ser una fuerza social muy importante, capaz de poner en
jaque, no diría solamente a l gobierno sino aJ estado. Y el estado por medio del
gobierno pudo mantener una política m11y controvertida pero la mantuvo" (entre-
vista 15 de sept iembre de r998).

LA ERRADICACIÓN TOTAL O GRADUAL: ENTRE EL RECONOCIMlliNTO


COMO P EQUEÑO CULTIVADOR Y ACTOR SOCIAL Y LA ESl'IGMATIZACIÓN

Como condición para demandar su reconocimiento como actores sociales e interlocutores


válidos los campesinos coca/eros antepusieron su voluntad de erradicar la coca, tal
como lo expresaba un vocero de las comunidades cuando llegaron a pensar en suspen-
der la mesa de negociación. por no lograr este reconocimiento por parte del gobierno:
"Mire, el punto que habla del actor social quiere decir que el campesino cultivador
involucrado en el proceso de erradicación voluntaria sea considerado como un actor
sociaJ e interlowtor 1·álido en la búsqueda de soluciones". E insistía:

Hemos dicho que estamos dispuestos a someternos a un proceso voluntario de sus-


titución de cult ivos sin que nadie nos lleve de las narices, y s i hemos manifestado la
intención de sust ituir voluntariamente nuestros c ultivos. i.por 4ue no pode mos ser
mler/oculores para acortar la solución del proceso'? ¿Por qué no es posible si nosotros no
estamos defendiendo aquí eln81·cot.ráfico? (intcrven<..ión de un vocero de las comunida-
des durante la mesa de negociadnn).

Como se deduce de la discusión, desconocer a los campesinos como actores


sociales e insistir en el problema junrlico del cultivo de coca llevaba implícita la
cliscusión tlc la erradicación total o grudual de los cu lti vos de coca. Para el gobierno
es "imperioso sustituir y erradicar total y definitivamente lus economías y cultivos
illcitos y es tablecer planes y e jecutar proyectos, programas y acciones integrales,
para el desarrollo drmónico de un Putumayo sin coca, sustentado en un modelo de
economía solidaria. rentable y sostenible" (borrador de la propuesta iniciaJ p resen-
tada por e l gobierno. Cort esía ele Teófi lo Vásquez). La comisión gubernamental
sostenía que la erradicación grt~dua l no podía negociarse, que <iebía ser total y
definitiva. y que era cond ició n sine qua non para acceder a cualquier proyecto
a lt ernativo. Por su parte. los campesinos reconoctan que "es imperioso lega l, so-
cial. ambiental v económicamente la erradicación lotaJ de las economías y cultivos
ilícitos y sentar las bases para el desarrollo de un Putumayo sin coca s ustentado en
un modelo de economía so lid aria rentab le y sosten ible por medio de programas
integrales de sustitución" (borrador de la propuc~ta inicial del acta de acuerdo del
Movimiento Cívico. Cortesía ele Teófilo Vásquez. 1996). Para ellos. este acuerdo n o
estaba en contravía de la erradicación gradual de los cu ltivos de coca, e ins is tían
en que "con base en la errad icación voluntaria es decisión del gobierno brindar
a l pequeño cultivador o pciones productivas lícitas rentables y ambientalmente via-
bles para campesinos colonos e indígenas que p ermitan superar las condiciones
que dieron lugar al establecimiento de dichos cultivos" (borrador de la propuesta

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LOEN r!DAO y Cllll)AOA '1111\ EN FL PI •TllMAYO • María Clemencia Ramirf!:

inicial del acla de acuerdo del Movimiento Cívico. Cortesía de Teófilo Vásquez. r99(5).
En palabras de un vocero de las comunidades durante la mesa de negociación:

iPor qué no es posible comprender que la sustitución deba ser gradual de acuerdo con
Jos planes del gobierno'? Porque cómo nos vienen a decir a nosotros que si nos prestan
tantos millones -dos o tres millones para sembrar caucho- los campesinos tenemos
que acabar con los culUvos de coca y esperar siete años a que el caucho produzca.
Entonces, ¿el gobierno nos va a prestar para mantenernos durante esos siete años? No;
nosotros consideramos que la suslitución debe ser gradual en el sentido de que cuan-
do empiecen a fructificar las alternativas que se nos presenten, estas se conviertan
también en el elemento válido para que otros campesinos erradiquen sus cultivos: en
ese sentido estamos hablando de sustitución gradual. Si la alternativa que se le pre-
senta al campesino es un crédito para comprar maíz, por ejemplo, y el gobierno dadas
las circunstancias nos garanliza la compra -porque ese es otro problema- entonces se
abren nuevas posibilidades de mercado y el maíz lo tenemos afuera a los ocho meses.
Si el estado cumple entonces al1ora sí nosotros vamos a cumplir. porque nos estáJJ
cumpliendo: y ustedes pueden estar seguros de que en la misma forma en que noso-
tros somos voceros de las comunidades para defender esta tesis que acabamos de
mencionar, así mismo seremos también voceros del compromiso. no del gobierno.
sino del que hemos adquirido aquí para irnos nuevamente a donde la gente a decirle
que cumplamos porque nos están cumpliendo (intervención dP un vocero de lasco-
munidades durante la mesa de negociación.]

Para los t:umpesinos sustituir gradualmente significaba que el estado no les


negru·a del lodo el sustento que recibían de la coca al exigirles la erradicación total
e inmediata, así como tener tiempo para ver los resultados de li:l economía alterna-
tiva. En otras palabras, para ver si el estado cumplín y. en esa medida. comprome-
terse o no con la participación en los proyectos. En sus historias. moldeadas por la
violencia y el consecuente desplazamiento forzado, luchar por la sobrevivencia se
ha vuelto reiterativo. así como la queja de que el gobierno no les escucha ni cumple
con Jo que promete.
Es así como durante la negociación se hacíi:l referencia a un pliego de peticiones
anterior. que contenía propuestas para lograr la sustitución. centrada en la creación del
fondo rotatorio para la compra al contado de los cultivos t.radicionales. Esta propuesta,
insistían los líderes. "está en el primer punto del pliego de peticiones que se presentó
hace más de un año en Bogotá''. Señalaban. así mismo, que .. por el silencio del gobierno
la gente tuvo que hacerse escuchar del modo que ven ustedes, que es este paro. Por eso
la comunidad no es responsable del mismo, el responsable de que el paro exista y de
que haya masacres es el silencio del gobierno·· (intervención en la discusión sobre sus-
titución de cultivos ilícitos dw-ante la mesa de negociación. Orilo, r()(jiJ.
En esta negociación se buscaba comprometer al estado con dineros para crear
un fondo rotatorio para la comp ra de cultivos. aJ con lado. eu un proceso ele transi-
toriedad para luego pasar a los proyectos sostenibles. Los voceros de los campesi-
nos aclaraban que, ·'el problema es que si no le ponemos cuidado a eso [al fondo
rotatorio) es porque no hay la voluntad de susliluir la coca: por eso les ped imos a
ustedes que nos ayuden a encontrar caminos ciertos de sustitución y que no nos
comprometamos diciéndonos mentiras y creyendo en ellas" (intervención de un

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C-\PITIIU) 5 ~ llf!FJ.ociaci6n ( 1 ): identidad y ciudadanfa 1
187

técnico agrícola en la discusión sobre sustitución de cultivos ilícitos, Orito, 1996).


Para lograr la sus titución no es suficiente que el cultivador manifieste su interés de
hacerlo. pues es compromiso también del gobierno; la voluntad de sustitución debe
venir de parte de l estado para hacerse viable. Un líder del Movimiento Cívico insis-
tía en que "estamos de acuerdo con la sustitución de estos cultivos pero a través de
compromisos serios) que tengan cabal cumplimiento, porque de no ser así estaría-
mos tarde o temprano. trasladando el problema a otro lugar" (El Tiempo, 7 de agosto
de IC)9Ó: roA). Se esperaba que el gobierno se comprometiera de lleno con el proceso
de s uslilución. que debía ser gradual, tal como lo planteaba un representante de los
campesinos.
rrente a esta demanda. el representante del Plante decía:

La ley nos impide la graduatidad, lodo el que tenga coca eo este país la está in fTin-
giendo y el cultivo de coca debe erradicarse totalmente v de manera inmediata( ... ). Como
funcionarios públicos no podemos romper el ordenamiento jurídico de la nación. no
podemos transar sobre la ley ni modificarla en este momento. Eso es lo que queremos
plantearle a ustedes: por favor entiendan, nosotros no podemos decirles a ustedes que sí.
La ley nos impide establecer ese compromiso, la ley es una y tiene que cumplirse, si hay
que cambiarla este no es el escenario para hacerlo; lo decía el viceminislro hace un
momento. es una ley que se tramita en el congrt!so de la re pública y nosotros represen-
tamos r~ l ejecutivo. n la rama ejecutiva riel poder publico, quu adminblra y ejecuta las
acdoncs del estado colombiano (intervención del funcionario del Plante duronte la mesa
de negodar.ion. H.K}(ll.

En declaraciones al noticiero AAI-PM el delegado del presidente sostenía que "los


voceros del movimiento insisten en que la erradicación debe ser gradual sin defini-
c ión en el tiempo ni el espacio, lo quP. significaría simpl e y llanamente la prolifera-
ción de los cu ltivos iltcitos en pequeñas explotaciones" .
A esta alirnun;ión respondía Luis Emiro Mosquera. dirigente del Movimiento
Cívico por el Desarrollo Integral rlel Pulumayo: "Nosotros con cebimos la sustitución
gradual desde nl punto de vistü que a los campesinos so les otorguen los créditos. se
tomen otras medidas de carácter integral y que mantengan s us cultivos hasta ta nto
estas alternativas generen recursos".
Es evidente que mientras para el estado el narcotráfico como fenómeno que expli-
ca el problema era prioritario. para los campesinos se trataba de lograr su subsisten-
cia. Como n-!spuesta a P.Sle debate el gobierno, aunque planteaba como condición sine
qua non la crrarlic..ación total de la coca y no negociaba la erradicación gradual. esta-
blecía una diferencia entre la política de erradicación voluntaria para el pequei'lo cul-
ti va dor y la de errndicación forzosa mediante la fumigación para las grandes
plantaciones. En palabras del delegado del presidente:

El hecho de que estemos aq uí sentados parle de esa consideración: uno es el proble-


ma del campesino culti vador. que requiere de un tratamiento diferente al de la gran
planlación; para nosotros eso es claro, por eso dislinguimos entre la erradicación forzosa
} la errildicat.ión voluntaria y procesos de sustitución por cu llivos.

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IDENTIDAD Y CILIDAIJANIA EN 1:.1 PUTUMAYO + Marfa ClemeiiCitJ Ramíre:

A continuación, el delegado del presidente insistía en que no podía perderse de


vista la economía del narcotráfico a la que responden los cultivos de coca. y aclaraba:

Se trata de erradicar una econonúa que se ha venido sustentando nacional y regionalmente


a lrededor del tráfico y producción de U!citos, que Liene ramificación y presencia aquí.
Eso no quiere decir que el campesino cultivador de una o dos hectáreas sea narcotrafi-
cante; no. el gobierno Uene eso perfectamente claro; el gobierno no cree ni ha creído ni
creerá nunca que el problema del campesino cultivador es e l problema de la mafia del
narcotráfico. Eso lo tiene muy claro, por eso hay tUl Plante para los campesinos y por eso
hay una política de carácter judicial v represiva para los narcotrafiomtes. Eso debe
quedar claro (intervención del delegado del presidente en la mesa de negociación. I\JCti).

Aun cuando la comisión negociadora del gobierno central no estaba acusando


directamente a los campesinos cultivadores de coca de narcotraficantes, tampoco
les ofrecía la posibilidad de sustituirla en forma gradual, y en ese sentido era que no
los estaba reconociendo como actores sociales.
En consecuencia. los delegados de los can1pesinos exigían que del documento
se excluyera la diferenciación de los procedimientos de erradicación entre forzosos
y voluntarios, y proponían que se dijera que "se implementará un programa de
sustitución gradual de cullivos ilícitos paralela y simulláneamente a la formula-
ción de un plan de desarrollo a mediano plazo, que sustituya las economias basa-
das en dichos cultivos por economías basadas en cultivos licitas productivos y
rentables ( ... ) para dicho fin se conformará una mesa nacional de concertación''
(borrador de la propuesta inicial del acta de acuerdo del Movimiento Civico. Cor-
tesía de Teófilo Vásquez, 1996). Con la instalación de una mesa nacional de
concertación se buscaba continuar con lo iniciado en la mesa de negociación du-
rante las marchas, única forma que tenían los campesinos de garantizar su partici-
pación en la toma de decisiones que los afectaban como cultivadores de coca. Se
insistía en la necesidad de llegar a acuerdos concertados, es decir. con la participa-
ción de los campesinos.
El fantasma de los intereses del narcotráfico detrás de los intereses del campe-
sino persistía en las consideraciones que hacían los representantes del gobierno.
aunado a la imposibilidad de negociar la fumigación, ante lo cua l los campesinos
no lograban el diálogo directo de sus problemas sin esta mediación:

Debemos trabajar entonces para establet.er mecanismos que diferencien claramente


los intereses de quienes están dispuestos a sustituir P.l cu.llivo por la vía voluntaria
de quienes en el discurso de la no erradicación lo que están encubriéndo es su interés por
permanecer en las economías ilícitas, que dicho sea de paso, nada le han reportado ni al
Guaviare. ni a l Putumayo ni a l Caquetá, s ino la migración creciente de personas( ... ).
Tampoco nos ponemos decir mentiras: es probable que algunas personas sean prósperas
sobre la base de la economía coca/ero. pero la región jamás va a serlo con la base en esta.
entre otras razones porque eso es una economía extractiva que no permite ahorro inter-
no: en Lérmiuos generales el que logra aJgím dinero no lo deja aquí sino que lo saca
(entrevista al delegado del presidente, 1999)

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La economía de la coca era demonizado, "no trae ningún beneficio a la región".
Se insistía en su carácter de economía extractiva, a pesar de que llevaba veinte años
brindándole la subsistencia a los campesinos; y aunque se r econocía que los pro-
gramas de sustitución propuestos por el gobierno presentaban problemas, se par-
lía también de que no todos los cultivadores te nían voluntad completa de sustitución.
Al comienzo de las negociaciones la posición d el gobierno era tan radica l en
cuanto a la erradicación que se desconocía el acuerdo al que se había llegado e n e l
paro anterior -de diciembre de 1994 a enero de r995-: allí se había acordado no fumigar
cultivos de coca menores de tres hectáreas. Aún más. este acuerdo era considerado UD
e rro r por el delegado del presidente Samper quien me comentó que "entra en contra-
dicción con e l principio de estado de que hay que acabar con la coca". Refiriéndose a
d icho acuerdo en relación con la negociación en Orito afirmaba:

t\ la gen te se le envió un mensaje equivocado: tranquilos. no los vamos a fumigar. s í


pueden tener unos cultivos y otros no, porque unos son comerciales y los otros no.
Ambos son comerciales. olra r.osa es que el campesino subsista de uno. Eso produjo
que r.uando empezaron los paros en el Guaviare. a raíz de la ofensiva de fumigación
en el Guaviare, uno de los reclamos de la gente era el compromiso del acuerdo
anterior. de 1995, en el cual se acordó que no se iban a fumigar culti vos de menos de
tres hectáreas. Nosotros nos sentamos en la mesa sobre la base de la que la e rrad ica-
c ión de la coca no era negot:irJIJie, o diferencia de lo que había s uced ido dos años
antes ( ... t. Entonces entramos allá al Putumayo dando reversa. eso explica, entre otras,
por qué José Noé Ríos no fue a la negociación del Putumayo: porque era poner de
presente lo que hablan acordado con él, lo cual hubiera s ignificado empantanamos en
una discusión que no tenía sen tido (entrevista al delegado del presidente. rC)CJ9).

LA FRONTERA DIFUSA ENTRE LO LÍCITO Y LO ILÍC ITO


PARA LOS CAMPESINOS COCALI:.'ROS

Por su parte. para los campesinos cultivar coca para sostener a la familia no los hac ía
delincuentes. En una intervención en la plaza central de Puerto Asís durante las mar-
c has un líder dol Movimiento Cívico decía: "Con esta marcha pacífi ca quere mos de-
cirle aJ gobierno que el colono cultivador no es narcotraficante ni es subversivo: es UD
colono cultivador. Pero que esta solución lo reconozca como actor social y por tanto
todas las polilicas de iJicitos. No es un crimen cultivar coca aquí en el Putumayo. Y
otra cosa es lo legítimo para nosotros. Para nosotros es legítimo sembrar coca" (líder
campesino en video grabado en Puerto Asís. 11) de agosto de 1996). En otras palabras.
se está afirmando que no hay o tra alternativa y. por tanto, es un cultivo Lícito. Así lo
contaba un colono de la región a un periodista:

Gamboa, o pila (del Huila) de 56 años, recuerda haber llegado al bajo Putumayo hace 2.4
años. "Llegué con unos pocos reales: ahora tengo mujer, hijos y una tierrita para traba-
jar•·, dice. "Por eso soy muy agradecido de esta región". Con barba de patriarca bíblico
y mirada que irúunde respeto, Gamboa no se inmuta al decir que es cocalero. "Pero. si no
es as1. ¿de qué vamos a vivir?", reflexiona. "La agricultura es de subsis tencia y la tierra es
buena: pero si c.ontinuamos sembrando yuca y maíz, quedamos en la ruina''. Recuerda que

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loi'..NTIDAD v nuoADANIA t:..N H PuTUMAYO • María Clemencia Ramíre::.

antes los campesinos recogian yuca. plátano o maíz, y esperanzados viajaban "río arriba.
tres días en busca de un comprador: cansados. tirábamos la carga al río. pedíamos fiado
un kilo de sal para llevar a la casa y dinero prestado para la gasolina, y regresábamos ..."
Cansados de esto, deciclieron dedicarse al cultivo de la coca. «No podíamos dejarnos morir
de hambre". explica David. hermano de Gamboa. "Es lamentable que en últimas nos
tocara dedicarnos a esta clase de cultivos, pero la verdad es que nadie nos entiende..." (El
Tiempo, r0 de agosto de r99(5: 48).

Con respecto a la relalivización de lo ilícito del cultivo de coca, es inleresanle la


siguiente reflexión de otro líder durante la mesa de negociación:

La gran cantidad de gente que está en la cuestión de la coca es porque no ve otra sal ida
al problema social del desempleo; hay gente que está en lo de la coca sin su voluntad.
de la misma manera que hay gente que se mete o los partidos tradicionale.~ sin su
voluntad porque si no se meten no tienen puestos, no tienen créditos. También son
ilícitos porque están comerciando con la conciencia de lo gente, el conLmbando es un
ilícito. la base del problema es el desempleo, es el problema social .1' de ahí que discu-
tiéramos la importancia de entender e¡ ue se trataba de solución de un plan de emergen-
cia y por eso es que hemos llegado a un documento y yo pienso que hagamos las
discusiones en el marco del documento que se ha firmado, de lo contTario no liene
sentido (intervención de un vocero campesino durante la discusión sobre la formula-
ción del plan de sustitución <.le cultivos, mesa de negociación, Orito 11)96. f:njasis mio).

Los colonos sostienen que se han visto obligados a cultivar coca por la inexistencia
de otras alternativas legales de producción, resultado de la historia de violencia polí-
tica, abandono del estado y de las políticas erradas para las regiones de colonización,
antes que de la promoción de los cuJLivos por parte del narcotráfico y la guerrilla. Por
consiguiente. para eUos la coca es otro cultivo más. una fuente de empleo y como el
clientelismo político o el contrabando permite asegurar un empleo. Por tanto, en el
contexto del Putumayo, donde las oportunidades de empleo son mínimas. su culti-
vo es legítimo mientras el gobierno no presente una alternativa rentable. nuevas
políticas agrarias que protejan a los campesinos. que aseguren la consolidación
de otra economía como el subsidio de transporte o el fondo rotatorio para asegu-
rar la compra de los cultivos transitorios. Por esas razones insisten en ser recono-
cidos como actores socia les y así llegar a acuerdos dirigidos a los pequeños
productores de coca. Los representantes de los campesinos en la mesa de negocia-
ción interpretaban la negativa del gobierno de reconocerlos como actores sociales y
de acordar la erradicación gradual. como la confirmación de su señalamiento como
narcotraficantes y guerri lleros. lo que implica persecución y la violación de sus
derechos. En palabras de un líder del Movimiento Cívico:

Uno no entiende por qué el discurso de esta mañana del doctor Uribe y el señor
viceministro; acepto que interpreté mal, pero no creo c¡ue lodos los que estamos acá
en la comisión hayamos interpretemos mal. Y es que nosotros nos levantarnos en la
comis ión y pensamos que el acuerdo lo redactábamos en cinco minutos. Porque el
doctor Uribe fue muy claro en decir que el gobierno enliende muy bien la diferencia entre
el pequeño colono productor. el narcotraficante y el guerrillero. Y vuelvo y repito, si no

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C \Pr! ULO 5 • Úl negociación ( J ); identidad)' ciutfadanfa 1
191

se da este u·atamicnto hay una violación del protocolo 2. [del derecho internacional
humanitario] ( ...).Se insiste en insP.rlaren el primer punto el problema del narcotráfico,
pero es que nosotras hemos sido muy claros: aquí estamos hablando del pequeño pro-
ductor: nosotros no e.~lamos hablando del gran productor ni del narcotraficante. Si hay
necesidad de decir que el pequeña productor tiene de tres hectóreas para abajo. pues
digámoslo, pero es que la comisión del gobierno insiste en que hoy que manejar los dos
cuentos unidos y nosotro.<; hemos sido claros en decir que hay que desligar el problema
del pequeño productor del narcotraficante y del conflicto bélico en Colombia. Entonces.
si na se acepta el penulUmo punto. el gobiemo nacional está diciendo que Jos cincuenta
mil colonos que se han mol'ilizodo son guerrilleros y son narcotraficantes, así lo entiendo
yo (intervención de u o líder del Movimiento Cívico durante la negociación. Énfasis mío).

Frente a la imposibilidad de ser reconocidos como actores sociales desligados


del narcotráfico y la guerrilla. es decir, como campesinos colonos cultivadores de
coca. los campesinos suspendieron la mesa de negociación durante un día.

RE\CCtONt-:S FRENTE A LA SUSPENSIÓN DE LA MESA DE NEGOCIACIÓN

Frente a la inminente suspensión de la mesa de negociación los funcionarios del


gobierno reiteraron las implicaciones penales y jurídicas del cultivo de coca, como
cuestión prioritaria frente al prol>lema social al que se referían con insistencia los
campesinos; además, aceptaron la suspensión del diálogo, "para que ustedes re-
flexionen. Nosotros. obviamente, nos reuniremos a tratar sobre este problema. de-
jando una puerta abierta para seguir discutiendo". A continuación desviaron la
discusión. al terminar señalando que "a la gente del Pul u mayo le interesan las
soluciones. las vías. la electrificación. las escuelas, la salud, la educación, el crédi-
to, los c.analcs de comercialización, la infraestructura del Putumayo y a eso vini-
mos" (intervención del representante del Plante durante la mesa de negociación en
Orito. J(J()6).
La comisión del gobierno insistía en l']Ue no iba a dar su brazo a torcer y al
orientar la discusrón hacia la firma de necesidades básicas y de infraestructura, los
funcionarios públicos incentivaban la negociación de servicios o lista de mercado,
en vez de tratar el prul>lema conceptual sobre la condición diferencial del pequer'lo
campesino cu ltivador en el marco glob~l de la guerra contra las drogas. Sin embar-
go. es paradójico que en este marco el funcionario del Plante "trajera a colación,
como anécdota", que "hay muchas personas que en algunos sectores de cultivos
ilícitos en Colombia nos dicen: no quiero crédito, denme la vía que yo me defiendo
solito" (intervención del funcionario del Plante en la mesa de negociación, 1996). El
campesino que dijo eso estaba señalando un problema estructural en la región
amazónica, la fa lta de vías para sacar los productos, lo que es prioritario frente a la
recepción de créditos para productos alternativos. El funcionario del Plante inter-
pretaba dicha afirmación como el deseo de acabar con la coca "porque volvamos
sobre el tiempo, los cultivos ilícitos en el Putumayo no han propiciado su desarro-
llo; por el contrario, han propiciado una tremenda división y descomposición
social" (intervención del funcionario del Plante en la mesa de negociación. r99(í).

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LD<~TIOAU ' UUOAOANI \ EN EL P U1l1MNYO + Maríu Clemencw Rumtre:.

En esta interpretación de lo que decía el campesino al funcionario público es


clara la visión de la coca como una actividad económica negativa para la gente; se
parle de que ellos la quieren sustituir con o sin ayuda del estado, perdiéndose de
vista que. como se ha venido señalando, los campesinos hacían un llamado a la
búsqueda de soluciones definitivas al problema; antes que créditos aislados. lo que
exigían era un programa agrario integral para la consolidación de una economía
alternativa. Es importante señalar cómo ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo
sobre los principios sobre los que debería iniciarse la negociación, referidos a la
pohtica del gobierno sobre el tratamiento del c ullivador de coca. así como respecto a
problemas estructurales de la amazonia, los dirigentes no sólo decidieron suspcuder
temporalmente la mesa de negociación s ino que solicita ron la presencia del ministro
del lnlerior, pues consideraban que la comisión del gobierno no tenía autoridad para
lomar decisiones al respecto. Además, pedian que con él vinieran:

Los representantes con autonomía de los diversos fondos de cofinanciación y un delegado


con autonomía del Ministerio de Hacienda. Nosotros seguimos comprometidos enmante-
ner un movimiento de carácter pacífico, tal como se está planteando. siempre y cuando no
existan provocaciones por parte de organismos del estado. Así mismo, pedimos la presen-
cia de un delegado de planeación nacional. porque entendemos que la comisión que hay en
e l momento An el lugar no liP.ne poder de definición frente a los puntos que estamos
planteando v fnmle a los puntos divergentes (intervención de un vocero de las comunida-
des en Orito. rc)96).

Acudir a instancias estatales centrales o con mayor jerarquía era una manera de
hacerse oír y de lograr acciones concretas. Se pensaba que aquellos con mayor poder
podían tomar decisiones frente a ellos sin tener que hacer consultas y que lodo podía
cambiar de un momento a otro, mágicamente, con una orden. Esta demanda se enmarca
dentro del sjstemo político clíentelísto, que se caracteriza por el uso de recursos oficia-
les para establecer relaciones polilicas de clientela (Leal, r994: 37). En las regiones se
espera que aquellos políticos que logran llegar al senado o a la cámara agradezcan a
quienes les ayudaron a llegar a su puesto político con un empleo o servicios. Se define
así una figura política como aquella capaz de dar empleo, becas o proveer servicios a
las regiones en respuesta a su elección. En consecuencia. está en manos de los
detentadores del poder político decidir si se comprometen o no a proveer servicios. La
mesa de negociación se volvió. en sf misma. una forma de parlicipar colectivamente en
la loma de decisiones y, por tanto, era necesario que participaran Los funcionarios o
políticos con poder paru lomar decisiones de inmediato. El ministro del Interior no
podia viajar a negociar con los cultivadores de coca. pues el gobierno estaba siendo
vigilado y puesto a prueba por sus víncuJos con los narcotraficantes. El asesor del
Ministerio del lnterior señala que "eso era darlP. cualquier estatus más del que ya se le
estaba dando allá", lo cual"desde el punto de vis ta político era costosísimo", pues ''los
errores polilicos de Serpa [se había manifestado contra la polilica de Estados Unidos]
eran Los problemas del gobierno, no del ministro. Todo tenia que pensarse dos y tres
veces. Además, si hubiera ido hubiera sido importante en el último momento, en el
momento de la firma y la gente lo solicitó y nosotros se lo planteamos y él lo pensó"
(entrevista a Jaime Navarro. 28 de julio de 1999).

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CAPfTULO 5 • La negociació11 ( 1): identidad y ciudadanía 1
- - I93

Frente la demanda de la presencia del ministro del Interior en la mesa de


negociación, el viceministro de Agricultura reiteró la representatividad de la co-
misión del goiJierno:

Hemos hecho el esfi.1erzo de movemos en el espacio que tiene el gobierno nacional


( . .. ) la legitimidad de la comisión del gobierno la define él mismo. Establecer que el
~rovimiento Cívico no va a discutir sino con el minjstro del Interior sería como si
nosotros desconociéramos la comisión negociadora de ustedes. si dijéramos que no
estamos dispuestos a negociar con ustedes sino con otros representantes.

A continuación se refirió a los puntos no negociables, como la Ley de estupefa-


cientes, pero sobre todo desdibujó la posición del Movimiento Cívico:

El movimiento insisto en que no le interesan la política agraria integral. la electrifi-


cación. las vías. la salud. la educación, las viviendas, los derechos humanos, las
telecomunicaciones ni el ordenamiento territorial. sino que parle del hecho de que
se tiene que cambiar la legislación colombiana sobre el manejo de estupefacientes.
Esta comisión lamenta la posición y entiende que lo que está pidiendo este movi-
miento y sus organizadores es un proceso de reforma legislnliva que le corresponde
al congreso de la república (intervención del viceminlslro de Agricultura en la mesa
de nHgodación en Orito, r99(í).

Los dirigentes del movimiento respondieron aclarando que "no se está exigiendo que
se negocie la ley sino reclamando un pronunciamiento de carácter social, y este no puede
partir de la fumigación de los cullivos de coca" (El Tiempo 7 de agosto de rgcfi: roA).
Es así como desde la perspectiva gubernamental el problema jurídico relativo a
la ilegalidad del cultivo de coca impidió negociar la no fumigación de los cultivos y
la gradualidad en la erradicación de la coca. En la intervención del representante
del gobierno sobresale cómo buscaba volcar la discusión hacia La firma de necesida-
des básicas y de infraestructura y descartaba replantear el problema estructural de
la economía amazónica y. más allá, el problema del sector agrario en el país.
?ara los dirigentes del movimiento lo que ha generado los cultivos ilícitos es el
descuido en que ha tenido el gobierno al sector agropecuario, así como la apertura
económica~ que afecta directamente al campesino. Al respecto, Thoumi (1995) señala
cómo la política agraria nacional que se venido implementando desde 1990 en res-
puesta a la liberalización de la economía ha llevado al desarrollo de un capitalismo
salvaje5, lo cual confirma este análisis.

-+ El neoliberalismo toma el camino del crecimiento elevado e instaura la apertu1·a económica sin
hacer cambios institucionales para proveer seguridad social y oportunidades económicas para
los desposeídos. El resultado es la concentración de riqueza y poder así como la desigualdad de
mercado.
Thoumi (Hl9'): ros) enfatiza sobre que "para que el sistema sea socialmente justo, la eficiencia
capitalista debe complementarse con la percepción de justicia social. El vmculo entre
autoritarismo. tradiciones paterna listas. elevados ingreso~ y concentración de riqueza. requiere ,.

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loENTIDAD v CIUDADANfA EN EL PuTUMAYO • María Clemencia Ramíre::.
194 1

Los líderes del Movimiento Cívico estaban planteando soluciones estructurales


antes que la negociación de un listado de necesidades de servicios. en la que
querían centrar los funcionarios públicos la mesa de negociación. Ante la imposi-
bilidad de llegar a un acuerdo sobre la redacción inicial del texto de la negociación,
un representante de los campesinos hizo "un llamado a que nos escuchemos real-
mente, porque de nada sirve que nosotros expongamos las cosas y ustedes expon-
gan las políticas del gobierno y al final quedemos en las mismas. Tiene que haber
algo que sea producto del intercambio" (intervención de un vocero campesino en
la mesa de negociación, Orito, 199()). El problema centra l era cómo ser oídos y llegar
a un acuerdo conjunto que tuviera en cuenta el punto de vista de los coco/eros.
Para los campesinos el problema no era solamente erradicar o no la coca, como
sostenía la comisión del gobierno; el problema que ellos pusieron sobre la mesa era
su historia de violencia, persecución, represión y carencia de alternativas, en fin, la
reivindicación frente al estado de su marginamiento y exclusión.

....- reformas tendientes a desarrollar un 'capitalismo democrático', esto es, respetado por los
ciudadanos, con un sentido de justicia en la forma como la polftica económica es formulada e
implementada y en la cual todo ciudadano tenga algo en juego".

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La negociación (2): fragmentación del estado y poderes ocultos

STE C \Pnl 1LO .\\;\LIZA. }.!INPCIOS ·\ME~TE, <.tiMO Si. REINICIA RO:-! L \S Nl:r.OCI.ACIONES DES-

E pués de haber sido suspendidas por un día, con énfasis en el papel diferen-
ciado que tuvieron los funcionarios oficiales nacionales y locales paTa llegar
a la firma del acuerdo inicial, en el que se le dio una salida negociada a los puntos
de debate analizados en el capítulo anterior. Frente a las presiones políticas nacio-
nales e internacionales los funcionarios oficiales respondían de manera diferente y
hubo conflictos entre los miembros de la comisión del gobierno central y entre
ellos y los fun cionarios regionales y locales; aún más, entre el gobernador y los
funcionarios locales. Estas divisiones fueron las que le permitieron a los líderes
del Movimiento Cívico alcanzar unos acuerdos favorables , al establecer alianzas
con algunos fun cionarios oficiales.
La mesa de negociación puso en evidencia la fragmentación del estado y permite
explorar la perspectiva que presenta Abrams (1988) de el estado como un pro_vecto
ideológico propuesto para legitimar la sujeción. Según este autor. el estado es ilusorio,
un milo, y como tal es reivindicado para dominar, mostrando a las instituciones como
cobesionadas, intencionadas, en busca del interés común y la moralidad. sin dar una
visión real de sus relaciones internas y externas, de la división dentro de lo político.
para Abrams un campo de debate. ''Sólo cuando la asociación se rompe [la idea del
estado, del ejército. de las prisiones o de los impuestos como instrumentos que legi ti-
man] emergen los poderes escondidos. Y c uando lo hacen no se trata de poderes del
estado sino de ejércitos de liberación o de represión, gobi~rnos extranjeros, movi-
mientos guerrilleros. juntas, partidos, clases" (Abrams, 1988: 77).
Esta percepción del estado, este paradigma teórico que lo desmitifica y lo trae a
lo loca l como un proceso en formación examina instituciones políticas concretas y
su desarticulación, así como los poderes ocu ltos que se convierten en objeto de
estudio, es central en el análisis de los poderes en juego durante la negociación
entre los líderes del movimiento cocalero y Los representantes del gobierno central ,
regional y local, como se anal izará en las siguientes páginas.

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IDENTIDAD Y CtUDADANfA EN FL PUTUMAYO + Morfa Clemencia Ramíre::.

EL PLAN DE DESARROLLO INTEGRAL DE EMERGENCIA


LA MESA DE NEGOCIACIÓN SE LEVANTÓ EL 9 DE AGOSTO, DESPUÉS DE TRES DÍAS DE NEGOCIACIONES
con los funcionarios del nivel central antes listados.
Uno de los funcionarios oficiales locales relata su percepción del rompimiento
de Ja negociación:

En ese momento. Eduardo Diaz [delegado del presidente] y los miembros del gobier-
no pensaban que los campesinos que estaban allí estaban muy desgastados, que por
cansancio la gente iba a irse. Pero la verdad es que un dfa antes de los acuerdos los
líderes estaban unidos. sobre todo por las acusaciones reileradas y la actitud poco
consecuente de llegar a unos acuerdos y reconocer la problemática. solucionarla y
comprometerse con la solución de los diferentes problemas de la región. Entonces,
Emiro [coordinador del comité del pal'O] manifestó que se rompían las cosas y que
quedaban ahí y Eduardo Oíaz dijo: "Pues la verdad es que entonces que se rompan
porque más bien esto se va acabar es por sustracción de materia, agotamiento". A lo
cual Emiro le respondió: "Eso no es as!, si quiere ver cómo los campesinos apoyan
este proceso y cómo va a seguir este paro se lo vamos a demostrar". Nadie creía; sin
embargo. al día siguiente aparecieron en Orito más de cien vehículos llenos de gente
de La Dorada, La Hormiga y San Miguel; era impresionante, y tanto le impresionó a
EduHrdo Díaz que de pronto se llegó a algunos acuerdos (entrevista a un funcionario
oficial en Mocoa, 1999).

Para este funcionario la presión de los marcbistas que se trasladaron a Grito,


provenientes de La Hormiga y Puerto Asís, fue lo que llevó al Gobierno a reanudar la
negociación. Al suspenderse la mesa de negociación el ministro del Interior decidió
que se quedaran tres representantes: el asesor del Ministerio del interior, el director
nacional de la Red de Solidaridad y el representante del Ministerio de Salud. Por su
parte, los líderes del Movimiento Cívico por el Desarrollo Integral del Putumayo
propusieron:

un cambio en la agenda de negociación. para analizar primero la siluación de los


derechos humanos, y el orden público de la zooa, a raíz de las movilizaciones cam-
pesinas. Como tercer punto se discutirá sobre los cultivos ilícitos, tema que ocasio-
nó la ruptura rle negor.iaciones, ya que el gobierno considera que la erradicación de
cocales no es negociable, y los campesinos la consideran una realidad social (El
Tiempo. 10 de agosto de 191}6: 3B).

Los derechos humanos fueron un aspecto sobre el cual el gobierno aceptó negociar
desde un principio, a pesar de ser un asunto manejado de manera muy ambivalente,
pues por una parte la Fiscalía inició investigaciones a los líderes y por olra se hablaba
de defender Ja vida. Así mismo, las fuerzas militares insistían en la ilegalidad del
movimiento y de esta manera justificaban las medidas represivas que lesionaron a los
campesinos. El que se propusiera tratar a los derechos humanos como el primer punto
en la agenda fue señalado por la prensa como el tema que "salvó los diálogos" (El
Espectador. ro de agosto de 1996).

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S:AP~l_LO 6 • La negociación (2): fragmentación y poderes oculros 1
197

Con los tres funcionarios mencionados se reinició la negociación, partiendo de


este nuevo orden propuesto, pero sobre lodo de los desacuerdos centra les hasta
aquí señalados. Se trataba de llegar a un acuerdo conceptual acerca del problema de
los cultivos ilícitos, tal como lo describe el delegado del presidente:

Me quedé allá con un funcionario del Ministerio de Salud. porque habia hablado
con Serpa y él me dijo: "Échese la última carta". Y empezamos a negociar de nuevo
y nos acercamos, pero ya curu1do la orden que habíru1 dado era la de regresarse.
Entonces nosotros nos quedamos allá casi a título personal e, increíblemente, la
cosa empezó a cuajar y después llegó más gente !otros funcionarios oficia les). El
acuerdo tuvo dos etapas: en la primera se logró un documento muy pequeño, sobre
la construcción de un plan de desarrollo por el Putumayo sin coca; y después hubo
la reunión con todos los funcionarios para concretar aspectos puntuales. Luego de
ese convenio sobre los aspectos puntuales se levantó el paro. pero antes se elaboró
un documento muy sencillo que recogía ese principio de que llegamos a un acuerdo
para construir conjuntamente un Putumayo sin coca, grosso modo. Entonces, aun-
que se mantenía la movilización, ya entramos a lo que iba ser el acuerdo (entrevista
al delegado del presidente, 1999).

Convenir un Putumayo sin coca se convirtió en el eje alrededor del cual se logró
el acuerdo. Este era el objetivo del gobierno y de los campesinos. aun cuando la
manera de llegar al mismo fue diferente. El Movimiento Cívico proponía un Plan de
desarrollo integral de emergencia para definir los pasos a seguir para sustituir la
coca, de manera que el documento alrededor del que se logró el acuerdo se titula
"Por un Pulumayo sin coca y sustentado en una economía solidaria. Plan de desa-
rrollo integral de emergencia".
Un funcionario local. asesor del Movimiento Cívico. explica cómo se llegó a la
idea de elaborar un plan de desarrollo integral:

Le propuse¡¡ ¡.;rniro qup se negociara la elaboración de un plan de desarrollo inte-


gral. lo cual fue aceptado fácilmente por las dos partes: el Movimiento Cívico y el
Estado cP.ntral. El gobierno depurtamcntaJ tuvo celos de que se hiciera otro plan de
desarrollo, pues ellos ya habían elaborado uno. Por su parte. los campesinos propo-
nían que 110 fuera el departamento el que lo ejecutarn (entrevista a un funcionario
de Dasalud, asesor del Movimiento Cívico. 1999).

Para el gobernador Fuerbringer "la mayoría de las peticiones de los campesinos


están consignadas en el "Plan de sensibilización para el desarrollo del Pulumayo""
(El Tiempo. 13 ele agosto de 1C)96: 3A). Sin embargo, para Jos dirigentes del Movimiento
conceptualizar este plan con la participación de las comunidades era una manera
de cumplirle a la gente y de la participación comunitaria.
Por su parle. el representante del Ministerio del Interior en la negociación co-
menta lo siguiente con respecto al establecimiento de un plan de desarrollo integral
de emergencia como punto de acuerdo:

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IDENTIDAD v C'IUDADANIA E:.N EL Pt~VMAYO • Marfa Clemencia Ram(re:.

Surgió de la discusión; los 1íderes del movimiento trataban de comprometer al gobierno


para que la erradicación fuera gradual o. tal como se había acordado en el paro de Grito en
1994. cuando se logró que los Cinqueros de menos de dos hectáreas de coca no fueran
tocados por los procesos de erradicación. porque era un problema social. Se quería volver
a revivir eso, para sobre esa base tener legitimidad institucional política para seguir
existiendo y no discutir más el lema y dejarlo de ese tamaño. Pero en esa época eso tenía
unas connotaciones políticas, porque llevaba a la discusión entre el fiscal general de la
nación y el gobierno, y especialmente porque. además. si reconoces que hay un problema
social. que hay una cantidad de tipos pobres y echados del resto del mundo, de todos los
sectores del país que tuvieron que irse allá a sembrar una o dos hectáreas de coca. ¿y? ¿y
eso no es coca? Sí, es coca. ¿Qué pasó? ¿Por qué se tuvieron que ir los campesinos para
allá a sembrar coca? Entonces había una cantidad de preguntas sin resolverse. En este
punto del con11icto la discusión ya no soportaba eso, e!Jos presionaban por nada. ¿uste-
des qué quieren? Entonces de ahí se inventaron el Plan de desarrollo integral del putumayo.
Por un Putumayo sin coca fue la parte que agregó el gobierno, Eduardo Díaz, de la Red de
Solidaridad (eDtrevista al asesor del Ministerio del [nterior, julio 1999).

En el acuerdo no se especificó un lTatamienlo diferenciado para el pequeño


cultivador ni se hizo un reconocimiento histórico del problema, pero la negocia-
ción se reinició alrededor del acuerdo de un Putumayo sin coca. Para lograrlo se
propuso elaborar un plan de desarrollo integral:

El discurso que vo tnnta en la mesa era ese: lo que estamos haciendo aquí va en
contra del narcotráfico, por eso el plan de desarrollo era por un Putumayo sin coca.
Por la discusión de esto fue que llegamos a lo del plan de desarrollo, pero el princi-
pio básico nuestm era sin co<.:a. Ahora, ¿cómo sin coca? Eso es un camal/o( .. ) Cuan-
do todos nos pusimo!> de acuerdo en que no iba a haber coca en el Putumayo y,
digamos. que todos sa limos con una vi<Joria, entonces empezó a estructurarse el
plan de desarroUo del putumayo sin coca y, obviamente, iba más allá de la mera
erradicación manual (entrevista al delegado del presidente, 191J9).

AMBIVALENCIA Y DIVISIÓN
DE I.OS FUNCIONARIOS OEL F.STADO

AUN Ct IANDU I.US 1.101-:RES llEI. MOVIMIENTO CíVICO INS ISl'IAN EN NEGOCIAR DIRECTt\M~:N'rE CON I'L
ministro del Interior aceptaron la comisión enviada por el gobierno, !al como lo resal-
la un funciunario dt! la Red de Solidaridad:

Ahí empezó lo curioso y una de las diferencias con otras negociaciones en las cua les
he estado, es que por lo general cuando uno ll ega a estos conflictos a nombre del
gobierno la comunidad lo primero que hace es desconocerlo, decir, nos mandaron a
unos fundonarios de medio pelo, queremos al ministro o al presidente. Eso es
normal, es nntural, porque dentro de LLn estado tradicionalmente centralista la pre-
sencia del fttncionario con poder es esencial ( ... ). Eso es producto de la gestión de lo
públíco pasada: antes eran el parlamentario y el político los que tomaban las decisio-
nes; ahora es, por lo menos, el gerente (entrevis ta a Arturo Os pina, funcionario de la
Red de Solidaridad. 1999).

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CAPfn LO 6 • La negociación (2): fragmemación y poderes ocultos 1
I99

Esta perspectiva, ligada al clientelismo político que ha caracterizado la cultura


política del país, es la forma que tienen los campesinos de la región amazónica de
percibir el estado. Es la figura política, en este caso la del ministro del Interior. la
que se vislumbra como la posible solución, tal como se anotó. Este funcionario pú-
blico parte de la base de que el clienlelisrno político está siendo transformado, e
insiste en que esta ero una forma de gestión pública y en que ahora los que toman
las decisiones son los gerentes de los institutos o programas presidenciales, de acuerdo
con una planificación y programación. Lo que no logra explicarse es por qué son
bien recibidos como representantes del gobierno central; y es importante señalar
esto, pues muestra cómo los líderes y alcaldes locales están empezando a cambiar la
mentalidad clientelista. Cabe recordar (véase el capítulo 3) que los alcaldes del bajo
Putumayo crearon la Asociación de Municipios del Putumayo, que tiene una oficina
en Bogotá donde tramitan proyectos con las entidades oficiales competentes, direc-
tamente, sin necesidad de acudir al político y su clientela. Aunque en ciertos mo-
mentos se acude a los congresistas, como una estrategia para lograr sus objetivos 1,
se diferencia de manera clara entre el favor político y aquello que se logra directa-
mente con las entidades oficiales por medio de la elaboración de proyectos que son
sometidos a varias evaluaciones.
Como lo señala un funcionario de la Red de Solidaridad las divisiones internas
de los funcionarios locales. regionales y locales del estado se hicieron evidentes
desde el momento en que se sentaron a la mesa de negociación:

La dis tribución en la mesa mostraba los sectores que participaron: de un lado, y eso
era muy claro. en la pnrte larga de la mesa estaba sentada la representación de los
campesinos, en todas sus variables y sus variedades. Y del otro lado estalla la repre-
sentación del estado: pero los funcionarios del departamento a veces se sentaban de
este lado y a veces del otro. Y en los laterales se sentaban los alcaldes. El gobernador
estuvo dieciocho días, porque como no tenw palado departamental 4ue adminis-
Lrar. pues est11h11 tomarlo, r~tuvo tocio rl tiempo. Pero Jo Cltrioso era eso: que cuando
había que reivindicar las cosas esenciales en las cuales todo el mundo estaba de
acuerdo se sentaban de un lado, pero a la hora de asumir responsabilidades se iban
para el otro; flOr esta umbigüedad hubo choques y discusiones con el gob~rnador y,
eu general, con tocio su pquipo, con sus secretarios. Se Lrataba de ver que la respon-
sabilidad ero común. no podía ser sólo de la nación, del nivel central. E incluso los
funcionarios locales. los alcaldes nunca se sentaron del lado de la nación; ellos se
sentaron a los lados. Pero lo curioso del departamento era que a veces se sentaba al
lado de la comunidad y a veces aliado del estado central (entrevista a Arturo Ospina,
funcionario de la Ked durm1le las marcbas. 1999).

El asesor del Ministerio del Interior comenta al respecto:

Un dín tuve que decirle al gobernador: "í.Usted de qué lado de la mesa está?", y él se puso

En el caso concreto de la Asociación de J\lunicipios se cumple lo que anota Cardoso (1992.) eo


cuanto se hace uso c.Je los representantes de los partidos tradicionales sin que esto signifique
que deban comprnmetPrse electoralmcntt· con ellos.

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l DEN11DAD Y CIUDADANIA I:.N EL PUTU~IAYO Marta Clemenciu Ramirez
1.00 l •

bravísimo. y dijo: "Le voy a decir a Serpa". Entonces el gobernador me dijo: "¿Por qué lo
dice?". Le digo: "Es que sus funcionarios están del otro lado de la mesa y usted se sienta
con nosotros a plantear w1os acuerdos de cómo vamos a manejar la negociación y llega w1o
a la mesa y resulta que ya Lodos ellos saben cómo hemos planeado la negociación. En ton·
ces. ¿en qué lado de la mesa está'!".

La amb ivalencia de los funcionarios locales y regionales con respecto a los nacio-
naJcs es evidente. Identificarse como funcionario del estado y, por consiguiente, apo-
yar al gobierno centra l; o hacerlo con la problemática social económ ica y política de
la región y, en consecuencia, apoyru· a los campesinos cocoleros o a los dirigentes del
Movimiento Cívico son las dos caras de la moneda, las dos posiciones que podían
asumirse. En esta ambivaJencia en cuanto a toma de posiciones los funcionarios del
nivel central eran percibidos como extraños, en el sentido que le da Bauman (1990) al
término en el contexto de su anáJisis de modernidad y ambivalencia: "un extraño no
es ni un amigo ni un enemigo; porque puede ser ambos". Los funcionarios del gobier-
no nacional. con poder de decisión, son ajenos a la reaJidad que se vive en la zona, no
viven cotidianamente los problemas que los funcionarios locales viven y, dependien-
do de sus posiciones, afectan positiva o negativamente a la región.
Un func ionario local relata cómo interpretó la pregunta que le hizo el asesor del
ministro del Interior aJ gobernador respecto a de qué lado de la mesa estaba. Para este
funcionario, la pregunta se refería no sólo al gobernador sino a ellos como funciona-
rios ofici<lics de la región o entidad regional, pues ellos asesoraban a los campesinos:

A medida que avanzaba el proceso ruimos notando que Jos campesinos acordaban
una cosa } cuando aparecía la gente del ministerio decían otra. Entonces les hacía-
mos ver que lo acordado era esto y que apru·ecían con otras cosas. Los que venían del
Ministerio delln lerior incluso estaba Navarro. que me parece que era asesor de Serpa.
comen7..aron a decirle al gobernador, "Ojo con esos asesores deparlan1en tales, ¿qué cami-
setas es que Uenen esos asesores, es la camiseta del gobierno o la del grupo base. de las
marchas?". Entonces nos llamaron camiseto.s: yo era el director del hospital y con los
demás representantes de olras instituciones, ni más faltaba que no fuéramos a defender
la región, ni más faltaba que siendo asesores de los campesinos los fuéramos a asesorar
mal y a dejar que los engañaran. Es decir, la idea era que oosotros nos pusiéramos dnl lado
del gobierno para ayudarles a negociar lo más barato posible. Nosotros también somoc;
putumaycnsr:s. o nosotro.s también nos duele la región también sen limos las necesido·
des. La mentalidad del gobierno era negociar cualquier cosa. como por e ngañar a la gente.
no se notaba el ánimo desprevenido de decir. sí hombre, es que del Putumayo el país saca
petróleo hace muchos años, es una reserva y que esta región es una parle estratégica
nacional. mundial y aq uí hay que lratar de establecer un cuento distinto de producción
al 4ue hay. Esa rJctilvd magnánimo nunca se 1'io: se trotaba de negociar al menos y al
enJ:!wio. No hubo un enfrentamiento abierto pero sí se sentía que algunos funcionarios
del nivel cenlralnos veían a los asesores departamentales, del grupo base, como unas
personas muy ligadas al grupo base. Realmente nosotros trotábamos de defenclora lo
población (entrevista a Marino, director del hospital, JQ99. Énfasis mío).

En este testimonio es importante señalar la insistencia en que el gobierno no que-


ría negociar en forma magnónimo, con voluntad política sino que, por el contrario,
trataba ele engañar a la gente y de negociar lo menos posible. Como asesor del

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CAPI rL LU 6 • La negociación ( 2): fragmentación y poderes oculto:; 1
201

grupo base este funcionario considera que su deber era develar este comportamien-
to. porque str misión era la defensa de la población de la región. Su compromiso
no era con el estado sino con la gente del común con quien compartía cotidianamente
las mismas necesidades. 1\.ún más, su comportamiento frente al estado central se
legitima, por cuanto él es también putumayense, a él le duele su región. Se percibe
así la emerwmcia de una identidad regional que se define alrededor de la vida
cotidiana de violencia y conOicto que comparten quienes viven en la zona, frente a
los extraños, aquellos que llegan y se van. Estamos ante la emergencia de una
identidad construida por medio ele confrontaciones y debates sociales (Fox, 1985) y,
al mismo tiempo, ante la emergencia ele nuevos espacios de articulación cascos
urbanos, veredas. barrios y regiones dentro del departamento, en el sentido en el
que lo define Escobar (1992]. Es así como según el funcionario de la Red de Solida-
ridad durante la negociación:

Los roles de los funcionarios municipales y departamentales eran muy claros; ade·
más. eso ha sido tradicional en e l Putumayo. más aun por la diferencia que hay entre
r-locoa y Villa Garzón, como representación de la ortodoxia tradicional de la clase
política que ha manejado el departamento con la gente de l sur, de Puerto Asís y Orito.
que no son afectos a ese manejo que se ba hecho desde Moc:oa (entrevista al funciona·
rin df' la Red tl~ Solidaridad durante la negociación, rm).

Es importante retomar este punto, pues como se mostró en el capitulo tercero los
alcaldes municipales del bajo Putumayo no ltabajan en conjunto con el gobernador
del departamento. de tal manera que durante la mesa de negociación e llos aparecen
desligados de él. Los funcionarios departamentales y municipales se presentan como
asesores del 1\lovimienln Cívico y, por consiguiente. es tán a su lado en la mesa. El
gobernador es la pieza suelta. que rlependiendo de la decisión a lomar se sien la a un
lado u otro de la mesa. tal como se ha señalado.
Lus alcalrles tampoco se identificaban con el gobierno central y consideran que
con la descentralización. tal como se anotó. se les transfirieron los problemas y no
las soluciones y r¡ue las decisiones de inversión importantes siguen tomándose en
planeaciñn nacional. De allí la necesidad de llamar a la negociación a funcionarios
con mayor nivel de decisión en cuanto a los dineros se refiere. Este aspecto lo expli-
ca claramente el asesor del ministro del Interior:

Los alcaldr.s dc1.Jan r¡ue habían sido elegidos por el pueblo. por lo cual consideraban
que deuínn responder a sus comtlnidades, que no reciben nada. Así mismo, decían
que los recursos propios y los que les corresponden por transferencias no les a lcan-
<~:an, sabiendo r¡ue hay una fuerte suma de recursos distribuidos por el nivel central,
wmu son los de t:ofinanciación y los de destinación específica. Pero las prioridades
de la cofinanciación. todo eso lo define planeación nacional o se defioe en e l con-
greso de la república mecliante negociaciones. Entonces los alcaldes no se sentían
obligados a ser solidarios con el nivel central, porque ni los nombra ni dependen de
el. pero sí les dice. este año ustedes tienen pru·a inversión obligatoria esto. Y al año
siguiente les quila para e lectrificar.il'in. no pueden invertir en e lectrificación, o en
\ i\·icnda sw1 una cant1dad de reglas de juego que maneja el nivel central( ... ). Es una

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+ María Clemencia Ram/re-:;
202 l loENTII)AD Y CILTJADANfA EN EL Pt mlMAYO

descentralización dependiente, en la cual la planeación se hace en el centro, la decisión de


las prioridades de emergencia se toma allí mismo y Jos competencias se les tmnsfieren a Jos
entes territoriales. Entonces se reciben unos recursos obligatorios, por constitu ción. y de
ahí para allá todo se define en Bogotá, donde se maneja Jo nwyor p01te del presupuesto.1' la
orientación del gasto y el nivel local ejecuto y e;ecuto mal además. con grandes dificultarles,
con insuficiencia. Es decir, en realidad no tiene ninguno autonomía (entrevista al asesor
del ministro del lnterior dw·ante la negociación, 28 de jtdio de 1999. É11[asis mío).

En este sentido, el movimiento de los cocaleros nos da la oportunidad de exa-


minar <da re lación dialéctica entre manifestac iones de protesta social regionalmente
inscritas y la apa rente conver sión del estado central a la necesidad de la
regionalización [o descentralización]». tal como lo señala Slater (rg8g: 202.) para el
caso del Perú. Esta "descentralizac ión dependiente" a la que se refería el asesor del
ministro del Interior. hace que los funcionarios locales también demanden del esta-
do servicios y dineros suficientes para ejecutar obras en sus municipios. El asesor
del Ministerio del Interior complementa al r especto:

Desde Rudolf Hommes, con la ley bo de 1993. de transferencias y competencias. la


descentralización fue muy parcial. porque se trans firieron recursos y competencias
para los servicios sociales. para la educación y para la salud. se crearon las U ma ta para
la asistencia Lé<.;nica. sauiendo de a ntemano que los recursos que se transfel'ian eran
insuficientes para las necesidades. sobre todo menores a las que manejnhan los minis-
terios de Salud y de Educación. Tanto es as1 que todavía queda una gran cantidad de
maestros nacionales y de recursos que dependen del Ministerio de Salud en cuanto a
costos laborales y hubo que inventar el Fondo de ruversión Social FIS para tramferir a
cuentagotas las r:ompetencias a los municipios. el acceso a recursos para infraestructura.
tnnlo educativa como en sa lud. De manua que In descentralización ha sen·ído para
fo¡talecer en algún ¡;enlido el papel de la!> alculdías pero es muy ¡wrciul; es dccil: las
definiciones generalns de planeación Sf' loman en plc111eoción naciono/(cntn>vista al asesor
del ministro del Interior durante la mesa de negociadóo, .2.8 de julio de I!J'JCJ. Énfw;i¡; mío).

La relación ambi,•alenle que se establece fue otra de las razones para que los
a lcaldes no se sintieran comprometidos con los funcionarios del estado central: ele-
penden de ellos pero, a la vez, se sienten maltratados por e llos. Por otra parle, en
estos nuevos departamentos y municipios no existe el recaudo organizado y penna-
ncnte de impuestos que les permita recibir dineros propios, precisamente por las
características que ha lenido esta región como región marginal frente al estado cen-
lral. El asesor del ministro del In terior lo confirma:

El impuesto predial no existe, industria y comercio, ir¡ué es eso'? En Pucl'lo Asís de


pronto, pero en el resto del departamento no hay nada. Entonces viven de las trans-
ferencias y del nivel central. que tiene la mano y tres dedos de la otra comprometi-
das allá (entrevista al asesor del minjstro del Inte rior dura11le la mesa de negocia-
ción, 28 de julio de 1999).

Como su nombre lo indica. los fondos de cofinanciación exigen que el munici-


pio partic ipe con 15 ó 20% del total de la obra a ejecutar, de manera que dependen

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CAPr;L'LO 6 • Lt1 negociación (2): fragmentación y poderes ocultos 1
203

también de recursos propios, difíciles de generar. En una reunión de alcaldes del


Putumayo organizada en septiembre de 1997, estos manifestaban que hubieran po-
dido desarrollar mayor cantidad de obras de infraestructura "si no exislieran los
déficit económicos de la administración municipal heredada del mandato inme-
diatamente anterior" (Lo Nación. 16 de septiembre de 1997= 13). Por esta dependencia
de las transferencias del nivel central los alcaldes apoyaban la exigencia que hacían
los campesinos de negociar con los funcionarios del alto gobierno, quienes tienen
el poder de decisión sobre los fondos nacionales.
Por otra parte el 14. de febrero de 1997. cuando el gobierno anunció la consoli-
dación de los fondos de cofinanciación1 en uno solo, el gobernador del Putumayo
se mostró preocupado porque para él este hecho podía traducirse en ·'menores
recursos del estado y mayores contratiempos para la ejecución de los fondos".
Así mismo. señalaba que en la evaluación que se hizo de la mesa de negociación
se concluyó que el gobierno avaló los proyectos anexados a estos fondos y pro-
gramas "que ya venían siendo ejecutados y en otros ya prácticamente se inicia-
ban" (ta Nación, 14 de febrero de 1997: 12.). /\un c uando había mayores expectalivas
en relación con la financiación de lo que en la práctica se logró, vale la pena
anotar que los alcaldes coincidieron en que los proyectos presentados a estos
fondos de cofinanciación recibieron apoyo efectivo y declararon que: "se convir-
tieron en el mayor respaldo que hiciera el alto gobierno para darle solución a las
comunidades apartadas y que han sido abandonadas durante gobiernos anterio-
res; con los cuatro fondos de cofinanciación. se han desarrollado obras sociales"
(La Nación. 16 de septiembre de 1997: q).
Puede concluirse que a pesar de las quejas en relación con la descentralización,
los alcaldes reconocenan la presencii.l del estado en cuanto a la realización de obras
de infraestructura. i.ll punto qufl decían que se había llegado a comunidades abando-
nadas por otros gobiernos. En cierta medida, los alcaldes estaban defendiendo su
labor adminislrativfl, pero tnmbióu se observa Ja ambiva lencia que hay en la región
en cuanto a la presencia o ausencia del estado. En la práctica, todas las insliluciones
oficiales se encuentran desarrollanJo programas allí y se reconoce la inversión del
estado, pero domina la narrativa que reitera el abandono y olvido de la región por
parte del estado, como ya se señaló.

ENFRENTAMIENTO ENTRE LOS REPRESENTANTES DEL ESTADO


RELACIONADOS CON LA SUSTITUCIÓN DE CULTIVOS

Por otra parle fueron evidentes también las contradicciones entre las instituciones
estatales relacionadas directamente con el cultivo ele coca y los programas y políticas
oficia les sobre sustitución de cultivos. como son la Red de Solidaridad y el Plante.

1 Los rancios de cofinant.íadón son los siguientes: Desarrollo Rural lntcgratlo ORI , Fondo rlc
Inversión Social FIS. Fondo de Cofimmciacióo para la Infraestructura Urbana FlU v Finandera
de Desarrollo Territorial - Findeter-.

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IDENTIDAD Y CIUDADANfA EN EL PUTLIMAYO + María Clemencia Ramfre:.
2.04 1

programas que dependen directamente de la presidencia de la república. El gerente


de la Red de Solidaridad en ese momento delegado del presidente a la mesa ele
negociación cumplió un papel central para establecer el diálogo con los líderes del
Movimiento, por cuanto tenía claro que ellos requerían del apoyo del gobierno por
encontrarse en una zona de conflicto armado. Él comentaba al respecto:

Lo que logré fue que me respetaran y respetarlos a ellos. lo que no fue nada fácil.
pues pasó por gritos y vainas y paradas: yo me paré más de una vez y ellos también.
pero ahí nos fuimos haciendo pasito y terminamos respetándonos y como amigos
( .. .) la Red empezó a ganar credibilidad dentro de las comunidades y respeto de
parte de los propios dirigentes, porque la verdad es que al final la relación entre los
dirigentes y la Red fue muy fluida. tanto que cuando a ellos los amenazaban y todas esas
cosas, la única que salía a protegerlos era la Red (entrevista al delegado del presidente a
la mesa de negociación, 1999).

Por su parle, el entonces gerente del Plante en ningún momento dejó de señalar
a los cultivadores de coca como rehenes de la guerrilla y el narcotráfico tal como se
analizó en el capítulo .¡. y llegó basta el punto de afirmar que "si nuestra propuesta
fracasa [el Plante) dudo mucho de que la comunidad internacional siga apoyando el
desarrollo alternativo como estrategia social. no represiva ni interdicliva, para enfren-
tar el desafío de la producción de plantas ilícitas en el mundo". El periódico que lo
entrevistó señala que: ''En ese sentido, le da espacio a la salida que sugieren muchos
países como alternativa al problema de estos cultivos: Apostarles predominantemente
a la interdicción y a la represión" (El Espectador. 4 de agosto de r\)96: rJA).
De la cita anterior puede deducirse la división que hemos venido señalando entre
los funcionarios oficiales frente al problema del cultivo de coca. La conceptualización
que hizo el gerente del Plante del problema del campesino cocalero fue uno de los
factores que incidió en que comenzara la movilización y, después, en el rompimiento
de los diálogos durante la negociación. como lo manifiesta el asesor del ministro del
[nterior en la mesa de negociación, cuando afirma que: 'Nlí hubo contradicción con la
visión que tenía el Plante. Lo que se reventó en las negociaciones fue el Plante, no
servía para nada, quedó evidenciado que tal como estaba funcionando estaba mandado
a recoger" (entrevista al asesor del ministro dellnterior. julio de I99CJ).
Un funcionario de la Red de Solidaridad comenta lo siguiente en relación con
estas divergencias:

En ese momento había una gran discusión sobre lo que era el desarrollo alternativo;
os más, había una gran contradicción entre la Red y el Plante, porque uno suponía
que este estaba más conectado al desarrollo rural que a la interdicción y resulta que
no: en su momento el director sostenía y además sigue convencido de eso. que el Plante
debería ser complementario a la erradicación torzosa (... ) la principal discusión era si
debía haber gradualidad o no (entrevista a un funcionario de la Red de Solidaridad. l99'J).

La discusión que en ese momento tuvieron las instituciones del estado en relación
con la gradualidad de la erradicación se hizo presente en la mesa de negociación,

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CAPITIIltl6 • Lo negoctuci6n (2): fragmellfarión y poderes ocultos 1
- - 205

cuando los representantes de la Red de Solidaridad propusieron la erradicación


manual contratada como una alternativa fren te a la fumigación. Esta propuesta
hizo anorar las contradicciones en tre la Red y el Plante, como lo narra el delegado
del presidente a la mesa de negociación:

Entonces aparecieron las propuestas de la erradicación manual contratada, las cuales


nos sabotearon. Nosotros l u vimos un problema muy delicado con el director del Plan-
le. Héctor Moreno. para quien la solución era tierra arrasada. Y nosotros haciendo
vueltas y consiguiendo plata. Conseguimos la plata, no toda. ( ... ).Se consiguió lo pactado
e incluso quedó en cabeza de la Red: eso de entrada nos generó un con11iclo con el Plante,
porque se supone que estábamos sustituyendo su labor( ... ). fuera de eso, los créditos que
este otorgaba eran créditos diseñados para la sabana de Bogotá, por decir lo menos,
prediseñados en la actividad agrícola, ganadera. que no consultaban con la realidad amazónica
y de las <.:amurúdades y que partían de la crinúnalización del ctllUvador, quien está inmerso
en el cultivo de cocn y. en consecuencia. no podía ser objeto de un crédito. pues primero
tenía que demostrar que había tmaclicado la coca para acceder a los créditos del Plante. Esa
filosofía estaba en contra vía con los prQbrrnmas nuestros; nosotros proponíamos erradica-
c.ión manual. que era pagar por Lumbar la coca; al campesino se le pagaban $400 mil por
hectárea, y asegurar un ingreso alrededor de cualquier actividad de tipo productivo. así
fuc:,e la limpieza del lote o lo que fuera, mientras sembraba otras cosas. En verdad no
habíamos calculado cuántas hectáreas. porque eso puede costar todo un infierno. nosotros
fu quP queríamo.<; era arrancar y mostrar que ero posible. En unos si líos hubo éxito, no
propiamente en la región. hubo algunas experiencias en La Hormiga, otras en Puerto
Leguizamo. es decir. la propuesta tuvo demanda, pero siempre encontrábamos dificultades
operal ivas grandes. Primero, porquP. para la gente no era claro qué pasaba después de la
errndicación y ahí era dontle se suponía que tenía que entrar el Plante, pero este ponía
cualquier cantidad de trabas. Los programas de erradicación manual encontraron ,
primero. el ohstáculo del rlirector del Plante. de Héclor Moreno, para serte franco, del
gemmtl Bedoya. ( .. . ).Digamos que nosotros fuimos una sola golondrina y eso requería de
una acción integral (entrevista al gerente de la Red de Solidaridad, delegado del presidente
a la mesa de negociación. 1999. Énfasis mm).

Es decir. no hubo voluntad institucional ni política para apoyar la erradicación


manual y gradual de los cultivos de coca. Esto implicaba que los campesinos debían
tomar unr~ rlecisión que podía traerles problemas en la región, como lo sugiere el
gerente de la Red de Solidaridad en ese momento:

Las insULudoncs tienen que rlejar de criminalizar a los cultivadores, porque para los
cullivadores es muy delicado. No sólo corren el riesgo de lo que va a pasar sino que
lomar lo rlecísión de erradicar los cull ivos tiene implicaciones tlelicadisimas: la gue-
rrilla no va a ver eso con buenos ojos: los narcos no van a hacer eso de buena gana.
De hecho, las comunidades están pignoradas a los intermediarios de esa cadena de
suministros¡¡¡ debe: le deben el motor, la gasolina y los sumin istros: y eso tienen
que pagarlo porque la mayor parle de los cultivos son al debe. ¿Cómo romper esa
obligación que tiene el cultivador para con quien le facilitó la semilla, la comida, la
gasolina. los fJUfmicos,la ropo, el dinero'! Conseguimos los recursos para la erradicación
manual contratada. se hicieron algunos esfuerzos. pero, iel grueso de esos recltrsos en
qué terminó? En programas de generación de empleo en la zona, no necesariamente
alrededor rielo err¡¡cJicación de coca. Por P.jemplo. ahí se ilwirtió muchisima pi ala, si vas
a Pw~r to As1s encontrarás que está toda pavimenlada. y toda esa pavimentación se hizo

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IOI:NTIDAD Y C"'llO,\DANIA El\ H Pl'Tl'MAYO • María Clemencia Ramíre::.

en época de cosecha. En vísta de que no arrancaban los procesos de erradicación manual.


entonces hicimos w1a ofensiva en Puerto Asís y en esas comunidades para detener en el
casco urbano a la mano de obm que iba a iJ a raspar, alrededor tle la pavimentación. que
se hizo manualmente (entrevista al gerente de la Red de Solidaridad. delegarlo del presi-
dente a la mesa de negociación. 1999).

En este análisis sobresale cómo era necesario un programa inlerinstitucional


amplio que comprometiera los recursos de varias instituciones estatales para lograr
el apoyo que los campesinos necesitaban para erradicar voluntariamente y, a la vez.
iniciar programas de sustitución. Mientras que la Red de Solidaridad quería "mos-
trar que era posible" la erradicación voluntaria, el Plante como programa de sustitu-
ción de cultivos ilícitos estaba inserto en el contexto de las políticas antidrogas, lo
cual hizo que sus objetivos e indicadores de evaluación los definiera la guerra con-
tra las drogas. Este contexto le impedía que definiera en forma autónoma programas
de desarrollo social con énfasis en desarrollo rural integral, que era precisamente lo
que se requería para apoyar la política de erradicación manual voluntaria propuesta
por la Red de Solidaridad.
El asesor del ministro del Interior insiste:

El Plante estaba completamenle fuera de foco, sin propuestas para trabajar con la
gente( ...). Para que actuara Héctor Moreno insistía en que tenía que darse como condi-
ción la erradicación; entonces su papel era ser el moral i:t.1dor campesino par·a que la gente
abandonara las actividades ilícitas y se dedicara a actividades licitas y después sí apoyar
las actividades lícitas (entrevista a Jaime Navarro, 1999).

LA GUERRA CONTRA LAS F ARC O NARCOGUERR TLLA


DURANTE LA NEGOClACIÓN

LA FAI:fA OE AUTONOMIA DE I.OS CAIIII'ESINUS Y DE LOS Rl:.I'RJ.::SL::NTANTES OI::L l;OBIEHNO NACIONAL


durante la mesa de negociación muestra el juego de poderes ocultos que presionaba
tras el escenario, a partir de su preconcepción sobre el problema de los cultivos ilíci-
tos y a favor de sus intereses en cuanto a qué debía acordarse. Además, el ministro del
Interior estaba inhabilitado políticamente para negociar con los cultivadores de coca,
porque el gobierno había sido acusado de haber recibido dineros del narcotráfico para
financiar su campaña presidencial:

El presidente Samper debía tener cuidado. porque en esos momentos la situación


política era delicada. había amago de golpe y ese era un asunto muy delicado: los
cultivos ilícitos y cualquier acuerdo con los cultivadores podían tener una lectura
uefasta para el presidente y para el país, ya que podía decirse que habíamos ido a
negociar con los narcotraficantes (entrevísta al dlllegado del presidente, r999).

Dentro del gobierno central hubo una fuerte división en cuanto a la percepción
del problema de los coco/eros. De una parte estaban el fiscal general de la nación,

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C.wiTUI.o 6 • La negociación (2): fragmelllaclón )'poderes ocultos 1
- - 207

el director del Plante y el comandante de las fuerzas armadas, sector del gobierno
que identificaba a los campesinos cullivadores de coca como narcotraficantes y.
por consiguiente, delincuentes. La prPsión que ejercfa el fiscal general de la nación
al minislro del Interior y. consiguif:nte, a sus representantes en la negociación
obedecía a esta representación en el contexto de un gobierno que estaba siendo,
además, juzgado en ese momento por sus vínculos con el narcotráfico, descertíficodo
por parle de Estados Unidos en enero de r9<)6 y presionado por la posibilidad de
ser descerlifícado también en 1997. tal como sucedió. En palabras del representante
del presidente Samper en la mesa de negociación:

Cuando estábamos a punto de rirmar el acuerdo que debió haberse tlrmado dos días
antes como había hecho carrera la tesis de Moreno director del Plante y de Bedoya
comandante general de las fuerzas militares, de que estábamos suscribiendo conve-
nios con delincuentes. Valdh•icso fiscal general de la nación y Salamanca -vicefiscal-
se atravesaron. Valdivieso estaba en Washington y yo en el Putumayo. En la primera
etapa de la negociación. el texto tenía que consultarlo con Serpa ministro del Interior.
pero usted no va a creer lo que le voy a decir: a Serpa, para no meternos en un lío, le
tocaba consultarlo con Valdivieso. porque en la Fiscalía había hecho carrera la tesis que
nosotros estábamos negociando con narcotraficantes. Antes de suscribirlo, la versión
final del texto del acuerdo suscrito en el Putumayo no sólo tuvo la aprobación de Serpa
sino que fue consullado con el seriar Valdivieso en Washington y con Salamanca en
Bogotá. y Valdivieso no le pasaba al teléfono a Serpa. Y así estuvimos por lo menos un día
y medio, porque en el momento en que nosotros firmásemos algo sabíamos que sin el
visto bueno de Valdivieso inmediatam!'nle nos abría una investigación por hacer con ve·
nios y acuerdos con delincuentes (entrevista al delegado del presidente durante las
marchas. 1999).

El asesor del Ministerio del interior complementa lo anterior:

Eu ese momento había una disr.usión, pnrrpre evidentemente ese es un problema so-
cial ,. por medio dr• la comunicación telefónica con Serpa este nos decía: "iMucho
ojo!, no dPjen que pase nada que se pumzca a tratamiento, a erradicación gradual,
nada que aparezca el término gradual ni nada que aparezca el reconocimiento social
pero con la adaración rlc que no lo digan pero manéjenlo que ése es el problema".
Serpa era ronsciente de que era un problema social y que la solución era gradual
(entrevista a Jaime Navarro, 28 de julio de 1999).

Según esta afirmación, el ministro del Interior y el presidente de la república


aceptaban que el problema era social y la solución gradual, pero por el contexto
político en el que se encontraban no podían a mantener esta posición abiertamente.
El delegado del presidente sostiene que "el presidente Samper siempre nos respal-
do", refiriéndose a los funcionarios que negociaban en el Putumayo para llegar a un
acuerdo, a pesar de las amenazas de ser investigados por negociar con narcotrafi-
cantes. La ambigüedad que había dentro del gobierno nacional es evidente, en
cuanto a reconocer a los campesinos sólo como interlocutores y no como actores
sociales, definiéndose interlocutor con una connotación delincuencia!. Sin embar-
go, reconocer a los campesinos cocoleros como interlocutores era una manera de

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I DENllOAD \ CIUDADANIA EN EL PltnJMAYO • Maria Clemencia Ram(re:
2.08 1

legitimar estar sentados negociando con ellos. Por eso se insistía en que con la
negociación el gobierno estaba demoslrando su interés en el pequeño cultivador, a
quien diferenciaba del gran narcotraficante.
Además de estas presiones reales, también había diversas percepciones acerca do
las presiones que los diferentes actores suponían estaban detrás de quienes se encon-
lraban presentes en la mesa de negociación
Es así como los funcionarios del gobierno percibían que los líderes del Movi-
miento Cívico estaban presionados por las Farc en cuanto a qué podían negociar:

Ellos hablaban a nombre de un movimiento cívico y el Movimiento Civico existe,


pero todos sabemos que detrás del Movimiento Cívico había mucha presión de los
actores armados que hay en esa región. Desde el punto de vista del estado veíamos
e¡ ue esa representación estaba muy coartada y no era espontánea y por eso los que se
cuidaron mucho de qué escribir. en qué comprometerse v qué firmar fueron ellos.
más que la gente del estado, que si estábamos. que sí representábamos una gran
volunl~ld política para tratar de resolver el problema (entrevista a un funcionario de
la Red de Solidaridad, 1999).

Mientras es le funcionario habla de la gron voluntad política del estado, descono-


ciendo las presiones a las cuales estaban sujetos los representantes t.lel gobierno
central, tal como se mostró, veía a los líderes del Movimiento Cívico supervisados y
limitados en su capacidad decisoria por cuanto debían rendirle cuentas a las Farc.
Esta consideración le impide percibir que los lideres estaban luchando por ser con-
siderados como tales. os decir, como representantes del campesinado, sin ser tildados
de guerrilleros y narcotraficantes. Así lo describe el asesor del ministro del Interior:

Lo que señalaba era que, en este caso, había una alta representación del estado, que
nunca se puso en dudn. Más bien fue al revés: nos ¡Jarecía que la representació11 de
la comunidad no era tan clara. porr¡ue no eran sólo los campesinos, es decir. SI eran
campesinos pero no estaban representando ahí de verdad como normalmente lo hacen
los movimientos espontáneos o tradicionales de las organizaciones campesinas de base
sino que ellos estaban representando otros intereses. Si nosotros la emborrábamos
podíamos perder el puesto o ser objeto de una i.Jwestigadón administrativa; pero ellos se
estabru1 jugando la vida, porque detrás había presiones muy grandes de grupos armados,
tanto de la guerrilla como de los narcos. Entonces a nosotros nunca nos invalidaron
como ha sido tradiciona l, porque los que estaban invalidados eran ellos, que nunca
podían lomar una decisión. cualquier palabra tenían que consultarla, superroquete con-
sultarla porque estaba jugánrlose su vida (entrevista a Arturo Ospina, 1999).

Cabe preguntarse entonces si se aceptaba la comisión del gobierno por órdenes


de las Farc o de los narcos o, aJ contrario, porque los líderes consideraban esta
negociación una manera de lograr su autonomía por medio del apoyo real de ciertos
funcionarios del estado como es el caso del gerente de la Red de Solidaridad. En este
sentido, el gerente de la Red declaró a la prensa nacional que: "la alianza entre
autoridades, campesinos y líderes cívicos para transformar una economía construi-
da alrededor de los cultivos ilicitos no tiene precedentes", y al referirse al acuerdo

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CAPtTlltn 6 • LA nef?nciacióll (2 ): fragmenwción y poderes ocultos 1
209

inicial insistía en que "es necesario construir un Putumayo próspero y sin coca. Es
demostrarlo al mundo que a pesar de las dificultades saldremos adelante, pues esto
que empieza hoy en Orilo es la primera vez que se logra en el mundo". Por su parte,
un dirigente del Movimiento Cívico declaró que "los cultivadores de coca del Pulu-
mayo tienen la intención voluntaria de entrar en un proceso de sustitución de culti-
vos ilícitos y que los acuerdos no son sólo de estricto cumplimiento para nosotros
sino también para el Gobierno Nacional" (El Tiempo, u de agosto de 1996: 15A).
Además, el gerente de la Red de Solidaridad. en ese momento delegado del pre-
sidente a la mesa de negociación, dice que estar seguro de que las Farc nunca vieron
con buenos ojos el acuerdo que se firmó, de manera que, implícitamente, le reconoce
poder de decisión a los líderes del Movimiento Cívico. SeñaJa además que las Farc:

Nunca han dicho estar de acuerdo LOn los cultivos de coca, han dicho que quieren
que desaparezcan, pero en un periodo de tiempo razonable, para probar qué puede
sembrarse en el área, que sus tituya y genere unos ingresos, nunca han manifestado
su interés en sustiluir la coca. No ha sido claro en qué ti empo se haría. de manera
que eo la práctica se está de acuerdo con continuar con la coca y, por tan to, no
apoyarwn la idea ceolral de un Putwnayo sin coca (entrevista al delegado del presi-
dente a la mesa de negociadón. l!)C)(Jj.

Es necesario resall<~r que la propuesta de las Farc. de sustituir los cullivos de coca
en un Liempo razonable, una vez se pruebe que en la zona pueden sembrarse culti-
vos alternos rentables. coincide con la solicitud de los campesinos, así como con la
lucha de los campesinos contra la fumigación'. Para el gobierno gradualidad es sinó-
nimo de no erradicación. Ambas son demandas que los campesinos hacen a partir
de su experiencia, sin que las hagan sólo o sobre todo por la presión de las Farc,
pues de todas maneras para ellos son aspectos centrales de su problemática.

Tal como -;e dijo en la nota ro del capitulo 4. la propuesta tle sustitución de coca por parte de las
Hm. ~e hizo manifiestH de~dc la iruc:iarión de las negocinciones ti e paz con el gobierno, en enero
de !<)()(J. En mayo df' 1000 st· expusir·ron las condiciones para la sustitución gradual voluntaria.
en el marrx1 de lu r:onvoultoria a treinta reprn:.entantes de ta Unión Europea a la zona de despeje
en el Caguón: JI Concr-rtar con las comunidades campesinas; 1.) Plazo máximo de diez años para
la ~ustitut:ión tut.nl: ¡¡Un año muerto fl partir del cual los Farc pmhíben iuiciar nuevos cu lti vos
de coca; 4) Censo vcrr.dal. o;¡ Se propone la siguiente clasificación: pequeño productor entre
media y tres het.tareas; mediano productor entre tres y seis hectóreas: gran productor entre seis
y d icz her:tárr>~:~s; empresarios, t>ntre dic:t. y veintid neo hectáreas; li) Productores narcotraficantes,
entre \'Cintkinr· o v nen hectáreas; 71 Los pequrños y medianos productores deben sustituir 10%
de su area cultivada por ario. Et resto dro los grupos productores deben erradicar totalmente en
un pcriodu máximo de dos a cinco años. Los per¡ueños y medianos cultivadores tendrían diez
años para sustituir totalmente. Para el 1ielegado del presidente en la negociación el término de
diez años es imposible de aceptar por cuanto esto significa que "rlepeodiondo del resultado de
la5 g1anjas expnrimentales se traza el plan piloto y mienlras tanto coca venteada, eso na se lo
mama nadie. ni los gringas. ni lo comunidod inlemocional, ni el país" (entrevista al delegado del
presidente durante la negociación, 19991· La presión que ejerce el gobierno de Estados Unidos para
erradicar rlrf1nitivnmcnte la cor.a. ademl\s rlc la asimilación que se hace de la guerrilla como un
cartel rnás. har.Pn imposible la consideración oc esta propuesta que responde a los intereses de los
campesinos. Lal como se puede deducir de l,t mesa de negociación annlizada.

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lm: NTIDAIJ Y CIL 0 .\0,\N(A F.N EL Pun. MAYU + Maria Clemencw Ramíre:.
2.!0 1

Sin embargo. el asesor del ministro insiste en que las Farc trataron de aplazar la
firma del acuerdo en el Putumayo:

~dra que no se resolviera antes de que se solucionara lo del Caquetá v parle rle In
presión que ejercimos durante la negociación tenía que ver con ese aspecto. Le decía-
mos a los negociadores. ¿ustedes qué es lo que van a aplazar? ¿La discusión del mane-
jo de los cultivos ilícitos? Pues, redactemos algo aJ respecto. Y se redactó un texlo
basta11le amplio, bastante difuso. que no nos comprometiera con el fiscal Valdivieso
quien estaba pendiente de cada paso y de cada decisión. No alcanzábamos a redactar
una propuesta de borrador en Orito cuando el fisca l ya estaba refiriéndose pública-
mente a las concesiones o no concesiones del gobierno eu la negociación. Tocio el
mundo estaba pendiente de todo, torio el mundo le hacía inteligencia a todo el mun-
do. las rarc. el gobierno (entrevista al asesor del ministro del Interior, Popayán, 1999).

Es posible establecer que de parle de un sector del gobierno surgió otra agenda
representado por la Red de Solidaridad y por otros funcionarios oficiales con trayec-
toria de trabajo en la región, que estaban sentados a la mesa de negociación . Este
sector buscaba llegar a un acuerdo a pesar de las amenazas de ser investigados por
negociar con narcotraficantes. Por una parle, existía el interés de firmar el acuerdo
para no ahondar el desprestigio del gobierno, pero por otra se buscaba lograr un
vínculo estrecho con los campesinos para neutralizar el apoyo de la guerrilla. Por
estas ra:tones. este sector apoyó la idea del Movimiento Cívico de firmar, como acuerdo
inicial, la elaboración de un plan de desarrollo integral de emergeHcia que se llamó
"Por un Putumayo sin coca y sustentado en una economía solidaria", insistiendo en
que se agregara sin coca para no entrar en conflicto con el otro sector del gobierno.

En torno a es¡¡ uspe< lo de un Putumoyo sin cuco, cada quien se hizo su propia repre-
sentación. Para nosotros era una cosa integra l, de lograr la alianza enlre los campesi-
nos ~n lo polítko. La estrategia nuestra era lograr una alianza entre los campesinos del
Putumayo y las autoridades. por lo menos las nacionales. a las que nosotros represen-
tábamos. Y teníamos mucho interés ele aliarnos con ellos. de mostrar que era posible
construir un Putumayn distinto por medio de una alianza entre los campesinos y el
gobierno( ... ). Para la guerrilla esa alianza es funesta. pero nosotros buscábamos eso.
ganarnos a los campesinos. La guerrilla busca mantener el control militar del área, su
influencia (entrevista al delegado del presidente en la mesa de negociadón, tQQC)).

P.cU·a el gobierno el control militar del área por parle de las Farc, así como su poco
interés real en sustituir la coca, pues aunque la guerril la diga que '' la coca debe
desaparecer no está de acuerdo en cómo··. significa que esta quiere que los cultivos
continúen para derivar de ellos ingresos económicos. Lo anterior confirmaría que se
trata de una norcoguerrillo y, por tanto, debe ser objeto tle la guerra contra las drogas
declarada por Estados Unidos y ejecutada por las fuerzas militares de Colombia.
Es así como una vez firmado el acuerdo. el general Bedoya man ifestó que se
había firmado a espaldas del ejército y se mostró en contra de que se hubiera
negociado con gente al margen de la ley y afirmó que lo principa l era seguir fumi-
gando (Duzán. en El Espectador. 28 de agosto de r996: ;A). Para los cultivadores de

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CAPITULO 6 • ú1negociación (2): fragmentación y poderes ocultos 1
2.IJ

coca, la fumigación es otra forma de ejercer violencia contra ellos. Una pancarta en
las marchas tlec1a, "FUmigación igual a: desempleo, violencia. migración, miseria,
etc. Samper nos declaró la guerra. !\o más atropellos. No a la fumigación, sí a la
paz. Apoyemos el paro". Un graffiti pintado sobre un toro vivo decía: "Si fumigan.
me muero" (véase la fotografía). Otra pancarta: "NO al maltrato por parte de las
Fuerzas Armadas y el Ejército de Colombia". Por su parte, un campesino de Puerto
Guzmán que participaba con su mujer y seis hijos declaraba que "están dispuestos
a todo. porque si nos fumigan, nos acaban a todos" (El Tiempo. 2.0 de agosto de
1996: 48). Una periodista comentaba que "mientras el general Bedoya busca penali-
zar a los campesinos cocoleros. el acuerdo del Pulumayo les reconoce su vocería y
su condición de víctimas dentro del con flicto que les está pudiendo a nuestras
Fuerzas Armadas" (Duzán, en El Espectador, 1.8 de agosto de r<)96: 3A).
Los cultivadores tle coca, que son vistos como victimas, quedan atrapados en esta
guerra contra las drogas, y aun cuando se les reconocía su vocería. y su independencia
como grupo social diferenciado de la guerrilla y de los narcotraficantes, no lograban a
cabalidad dicho reconocimiento. tanto por las razones ya explicadas en cuanto a la
posición del gobierno como por la desconfianza que tienen los campesino del
estado. Así mismo, por la responsabilidad que estos le imponían a aquel: en cada
paso que deba darse en cuanto a la sustitución de la coca quieren que el gobierno los
acompañe y el estado tiene que brindarles soluciones reales que se prueben con
éxito en la zona.
En este contexto, para los líderes del Movimiento Cívico y para los funcionarios
del gobierno la redacción del acuerdo inicial fue muy importante para darle una
salida negociada al conflic to regional sin ahondar en otros co nflictos alternos guber-
namen tales. nacionales, regionales e internacionales.

LA REO/\C.CIÓN OEJ. ACUERnO IN I CIAL

A CON'flNU\CIÚN MOSTKARÉ LOMO SI:. U.EG!I \ LA FUHMUI.ACION CONCEPTUAL Dbl. PROUI.EMA, ES


decir, de qué manera se lugró el documento inicial que solucionó las discrepancias
princi palcs que dieron lugar al levantamiento de la mesa de negociación. Primero
presento la discusión final tle cada punto y. en ilólicas. la redacción definitiva de
cada párrafo de este acuerdo.
Para definir el contenido de l prime r párrafo los representantes de los campesi-
nos lograron omitir "la existenc ia de grandes redes dedicadas al tráfico de droga que
con sus gigantescos rec ursos estimulan y financian su producción". por cuanto ar-
gumentaron que:

En el caso del Putumayo no se da eso, aquí el campesino se ayuda uno enlre el olro, mas
no con recursos del narcotráfico. Aquí el campesino le cede una hectárea, dos hectáreas al
que llególlemdodel berroco, y como si fuero poco. le regala la semilla y si no se la regala se
la fia hasta que la produzca. Yo pienso que es interesante que suprimamos ese término
(intrrvenr:ion en la mesa de negodación de un líder del Movimiento Cívico. Orito. 1()!ji).

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+ María C/emellCIG Ramíre::.
212 I I OENTIOo\0 Y CIUDADANIA EN El P\fTUMAYO

Aun cuando se insistía en incluir la responsabilidad del estado, por su preca-


ria presencia en la región, se decidió no responsabilizar ni al narcotráfico ni al
estado como causantes de los cultivos ilícitos. Finalmente. el primer párrafo quedó
redactado así:

El establecimiento en el Putumoyo de una economfa regional basada principalmente


en la producción de cultivos ilícitos. ha traído como consecuencia grondf's migracio-
nes hacia centros urbanos y zonas rurales y lo apertura de mosil'as áreas de coloni-
zación aumentando la descomposición social y lo violencia.

En el borrador de acuerdo del Movimiento Cívico este plan de desarrollo se pre-


sentó como un plan de desarrollo a mediano plazo para sustituir las economías
basadas en cul tivos ilícitos por unas basadas en cultivos lícitos. productivos y renta-
bles. Al respecto, la comisión del gobierno central planteó que:

Podríamos considerar lo del plan, pero hay UD problema de carácter jurídico. y es que
existe un plan de desarrollo en el Putumayo que tiene fuerza legal, elaborado por la
asamblea departamental, que es la que está facultada para desarrollar planes de desa-
rrollo. EDlonces teníamos que busc01·le la combu al palo y esa fue la razón por la que
retiramos el concepto de plan integral de desarrollo. Podemos buscar una fórmula.
pero no debemos generar confusión entre el plan que existe, del que tenemos copia
y que está aprobado por la asamblea departamental. Es decir. el punto es cómo no
generar la confusión porque el departamento tenga dos planes. tendríamos que ana-
lizar eso (intervención del delegado del presidente durante la mesa de negociación,
Orito, 1996).

Ante esta consideración y con el objeto de no confundirlo con el plan de desa-


rrollo departamental, los miembros de la com isión negociadora del paro campesi-
no propusieron llamarlo plan de desarrollo integral de emergencia. "Un plan
departamental de emergencia con programas y acciones integrales urgentes para el
desarrollo armónico de un Putumayo sin coca, sustentado en un modelo de econo-
mía solidaria, rentable y que asigne los recursos adicionales necesarios. y expida
los actos administrativos" (propuesta de la comisión negociadora del paro campe-
sino en la mesa de negociación en Orito. agosto de 15)96).
La comisión negociadora del gobierno aclaró que a este no podía pedirsele la
asignación de recursos adicionales. porque no puede expedir leyes, sino actos ad-
ministrativos como contratos. resoluciones, decretos que no son normas, las cuales
son de carácter legal. El segundo párrafo quedó finalmente así:

En consecuencia es legal. social, ambiental y económicamente imperioso enudicary susti-


tuir total y definitilramente. las economías y cultivos ilícitos y establecer las bases y ejecutar
un plan departamental de desarrollo integral de emergencia a través de proyectos, progra-
mas y acciones integrales. paro el desarrollo annónico de un Putumayo sin coca. sustenta-
do en un modelo de economía solidaria. rentable y sostenible.

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CWITI LO 6 • La negociación (2): fragmemación y poderes ocultos 1
~I3

Por otra parte. los líderes del Movimiento propusieron introducir a las autoridades
civiles y a la cooperación internacional como colaboradores para lograr la sus titución
y erradicación voluntaria de los pequeños cultivos ilícitos, además del esfuerzo con-
junto de colonos. campesinos e indígenas. Y aclaraban:

De civiles. ¿por qué? Decíamos ayer que no estamos interesados en salir de esta
mesa a comprometernos en una política de guerra sino en salir comprometidos con
una política de paz, una política civil, por eso le colocamos: autoridades civiles. Y la
cooperación internacional. ¿por qué? Porque este plan especial, este plan de emer·
gencia necesita recursos y en los recursos que requiere, hablemos claro, puede que·
darse corto el estado y podemos echar mano del apoyo internacional porque el pro·
blema es de ese tamaño (intervención de un vocero campesino en la mesa de nego-
ciación, Orito, 1996).

El objetivo era lograr que el estado se comprometiera con una política de paz
para la región, así como con una política civi l, es decir, con el apoyo y la relación
directa de las autoridades civiles y los representantes del estado en la localidad con
los campesinos. Se trataba de evitar la intermediación del ejército, representante del
estado represor que promovía la guerra en sus d iferentes formas , tales como la fumi-
gación. la penalización del cultivador, la penalización de los insumes necesarios
para la transformación de la hoja en pasta de coca, la preservación de las zonas de
orden publico, y la asociación como auxiliares de la guerrilla y narcotraficantes. El
objetivo del movimiento campesino era hacer un alto a la guerra declarada contra
ellos. De esta propuesta sólo se incluyó la cooperación internacional. El tercer pá·
rrafo quedó redactado como sigue:

La su~;tilllción 1 erradicación l'oluntcmu du /o~; pequt>lros cultivo~; ilidtvs es l'ioble o


partir de 1111 e~;júerzo run;unlo de campesinos, colono.<;, indígenas. el gvbiema y lo
1 avperof'ión internacit~nul

Los ltderes campesinos aclararon que en este p lan no debía repetirse la experien-
cia del plHn de desarrollo alternativo de las Naciones Unidas, que trabajó con el
concepto de áreas de coca a las cua les iba dirigirlo el pla n alternativo. A continua-
c ión. un mirmbm de La comisión negociadora que representaba a los campesinos
preguntó:

¿Y qu<' pn~aba? Es una injusticia que nn las áreas en donde hay campesinos que se han
mantenido dentro de lu ley. a pesar del abandono del estado, hoy nuevamente continúen
abandonados por este. Es como si quienes Lrabajan en lo ilícito así obtienen la respuesta del
gobierno. Nosotros pensamos que no podemos crear enfrentamientos denlro de los cam·
pesinos por atención a unos y abandono a otros. Más hien deben verse las particularidades
del territorio para que los planes no i11corporen acciones que destruyan las potencialidades
que en el orden ambiental acá se exponen (intervención de un técnico agrícola de la región
en la negociAción del acuerdo. Orito, 1996).

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
+ María Clemencia Ramlre:
214 I IUENTIL)AD Y lll'UAOANIA EN FL Pl'Tli\IAYO

De esta manera, para definir el tipo de proyectos y programas que podían diri-
girse en cada c.:aso se propuso definir áreas de protección o de producción ambien-
tal y áreas de sustitución o de producción agropecuaria y agroforestal. Las de
protección son las que deben conservarse porque cumplen funciones ambientales
necesarias para los olros ecosistemas de producción. Considerando que allí tam-
bién hay gente asentada, los proyectos dirigidos a ellos serán diferentes a Jos de
aquellos situados en olras áreas. Se identificaban así diferentes ecosistemas y su
vocación productiva. El cuarto párrafo quedó redactado de la siguiente manera:

Poro asegurar el éxito de este plan de sustítución y erradicación voluntaria de los pe-
queños t.:ultívos ilícitos y la consolidación de la economía campesina. es necesario
definir claramente, las áreas de producción agropecua1·ia y agroforestal y áreas de
producción ambiental. tiempos. recursos. procedimientos. controles.'' mecanismos de
seguimiento. Esta ¡•o/untad conjunta tiene la finalidad de evitar factores que permitan
la permanencia. reproducción y ampliación de dicha economía ilícita.

En cuanto al punto referente al reconocimiento como actores sociales, una de las


causas centrales del rompimiento de la negociación, aun cuando no quedó tal carác-
ter. se incluyó que eran interlocutores válidos no sólo en la puesta en marcha de
soluciones integrales sino en su definición. lográndose así participación decisoria.
El quinto párrafo quedó así:

En tal senlidu. el pequelio cultivador involuc.rado en proc~sos de su~>lilución y erradi-


cación t•olunturia, total y dejinili1•a, por c:uflivos lícitos es un interlocutor 1•6lido y
net:esario poro la definición y ¡we.~to en mordw de solurionP.s integrales.

Para los líderes del Movimiento que participaron en la mesa de negociación lo-
grar la rerlacción de estos párrafos, o por lo menos de un acuerdo inicial. les permi-
tió pensar en el levantamiento del paro. Esta acta se firmó el n de agosto de 1996 y de
allí en adelante se lrabajó en las comisiones que definieron los puntos del acuerdo
referentes a las obras a ejecutar. A continuación dice el acta:

Bn d marco de Jos unterioras principios y acuerdos. suscritos en la riudad de Orito,


Putumayo. e/11de agosto de 1oo6. se procedió o crear las comisiones de trabajo que
osumieran la torea de definir los desarrollos puntuales del PI..AN /JI: v~:.wmurw I/1.71!CAIAI
CJI:: ~·\lhllC.t.\r ú\, cuyus bases están definidas en el presente acuerdo. En estas comisio-
nes sr~ lomaron decisiones r:oncertadas entre la comunidad y el gobierno paro asegu-
rar su formulación. ejP.czJción y seguimiento.
De conformidud con/o pactado elnde o¡.¡osto de rggó. los comisiones de trabajo fueron
intcgrodos porfum..ionorios del gobierna nacional y representantes de lus comunidades.
Los pro-acuerdos logrados en/as comisiones sectoriales de trabajo fueron ajustados y
ratificados en reunión plenaria.
Poro el cabal cumplimiento de lo decidido en las comisiones de un bajo .1' de conformidad
con/os sentencias ele la honorable Corte Constitucional, según lo cual/os compmmisos
adquiridos con las comunidades son de obligatorio cumplimiento. el gobierno nacional
st) r:ompromete a asegurar los recursos necesarios y expedir los actas adminisu·alivos r

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CAPITl l.{) 6 • Laneguciución fl._):fragmenración y poderes oculros 1

215

derretos requPridos para In pronto y oportuna ejecución de los programas J' proyectos
de(ini(/os.

Este último párrafo también fue objeto de intenso debate, y un miembro del
Movimiento Cívico insistió en que quedara, reflejando la necesidad de comprome-
ter al gobierno nacional, lo que reitera lo analizado en cuanto al uso que se hace de
los derechos constitucionales para evitar abusos y obligar a cumplir lo acordado.
U na vez se firmó es le acuerdo inicial el ministro del Interior, declaró: "que en los
acuerdos suscritos el domingo en Orilo con los cultivadores de coca del Pulumayo
no se negoció la fumigación de los cultivos ilícitos", y agregaba que: "El gobierno
asume con toda responsabilidad el propósito innegociable de erradicar los cultivos
ilícitos en el país con el fin de lograr su objetivo fundamental de que seamos una
nación sin coca" (El Tiempo. I3 de agosto de 1996: 3A).
Por su parle, uno de los participantes en la mesa de negociación en representa-
ción de los campesinos seña laba que, "para evitar la funligación y cualquier otro
método de erradicación forzosa de los cultivos ilícitos, acordamos con el gobierno
un plan voluntario de sustitución de los mismos" (El Tiempo, 13 de agosto de r99(}:
3A). Los campesinos concebían el plan de desarrollo integral de emergencia como
un plan para lograr la sustitución gradual de los cultivos de coca y el establecimien-
to de una economía alternativa. Este plan formaría parte del plan integral de emer-
gencia para ni desarrollo del Putumayo.
Las dos perspectivas de los resultados del acuerdo inicial son opuestas: mienlras
el gobierno sostenía que no se negoció la erradicación, para los campesinos se logró
un plan voluntario de mradicación frente a la erradicación forzosa por medio de la
fumigacion. lo cual implicaba reconocer al pequeño campesmo como productor.
Ambos decían haber logrado la ,·icloria, aunque cada lectura era diferente. A pesar
de este acuerdo inicial el paro no se levantó hasta que las mesas de trabajo sectoria-
les LlU IJngill Ull ü dt Ut!IIIUS LOJl<.;l'(!lUS.

EL ACUERDO FINAL Y l .1\ TERMINACIÓN DE LA MOVILIZACIÓN

LAS CCJI\tlSIONLS I'OK St.C:TORES ')[¡SIO;>JARON OI::SDE J::L JI HASTA EL 19 DE /\COSTO. SOBRE ESTA
segunrla etapa de negociación, un funcionario local que participó como asesor del
Movimiento Cívico comenta:

Los miembros det ~rupo base [se refiere a los trece representantes de los municipios del
Putumayu. uno por municipio] conscientes de sus debilidades desde el punto de vista
del conocimiento de la problemática institucional y del desarrollo del departamento. le
sugirier-on¡:¡] gobierno central que para negociar u o aspecto tao delicado corno ése. que
entrañaba prácticamente transformar el modelo económico imperante por otro modelo de
desarrollo sosten iblc, era necesario que este asistiera a las mesas de negociación con todas
las personas que tuvieran poder de decisión es dislintas áreas, en distintos campos y que
ellos, entonces. iban a solicitar a las instituciones municipales y departamentales y a las
enl idadc:. descentrnlizadas que los asesoraran desde e l punto de vista téc11ico paro llegar a

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IDENTIUt\U' < ILDADA"I.\ t'l LL PL'Tll~lAYO + María Clemencia Ramfl·ez
216 I
algunos acuerdos. En consecuencia, el gobierno asistió a esas mesas con representación de
los ministerios claves, Salud. Educación y Agricultura, así como del In vías. Caminos
Vecinales. el lcel. el instituto Colombiano de Bienestar Familiar y el In urbe. instituciones
que tienen que ver con el desarrollo social y económico; f1.1e una re¡.¡resentación bastante
grande, cien personas con poder de decisión. Y del departamento fuimos invitados como
asesores unos profesionales que trabajamos en la gobernación o en las entidades descen-
tralizadas. Pero la parte técnica y la toma de decisiones en la negociac ión seguían siendo
exclusiva del grupo base frente al gobierno central (entrevista a un funcionario público en
Mocoa, 1999).

Es necesario resaltar que los líderes del Movimiento Cívico decidieron asesorarse
de los funcionarios oficiales locales frente al compromiso adquirido de elaborar un
plan de desarrollo integral de emergencia para el Putumayo, concientes de la comple-
jidad del mismo y de la responsabilidad adquirida frente a los campesinos cocaleros.
Del gobierno cen tral viajaron a participar en esta segunda etapa de la negocia-
ción, en la que se llegó a los acuerdos por sectores, funcionarios de las diferentes
instituciones nacionales. El 13 de agosto viajó a Orito '·una nueva comisión integrada
por miembros de los ministerios del Interior, Agricultura y Salud: del Plante, Jncora
y de la Red de Solidaridad" (El Tiempo, q de agosto de r996: 8B). Ese mismo día, en el
centro de un campamento en Orilo fueron accionadas dos granadas de fragmenta-
ción, lo que buscaba obstaculi:t:ar la continuación de las negociaciones. Sin embar-
go. el coordinarlor del paro dedaró que la negociación continuaría y se mantendría
el acuerdo inicial, pero solicitó al gobierno investigar el alentado contra la pobla-
ción civil (El Tiempo, 14 de agosto de 1996: SB). Con esta declaración se bacía explíci-
to el interés que tenían los campesinos de llegar a un acuerdo con el gobierno y su
desinterés en el conflicto.
Las siguientes fueron las comisiones que se instalaron:

• Primera. Para la consolidación de Jos programas de desarrollo alternativo. desa-


rrollo agropecuario o agroindustriaJ y la política de desarrollo rural en el Putu-
mayo. En esta comisión se trató el probl ema de la sustitución ele cultivos ilícitos
y cómo lograr una transición hacia una economía basada en cultivos lícitos.
• Segunda. Elec trificación e infraestructura vial.
• Tercera. Salud, saneamiento básico y seguridad social.
• Cuarta. Educación, recreación. deporte y cultura.
• Quinta. Vivienda.
• Sexta. Ordenamiento territorial.
• Séptima. Derechos humanos.

Finalmente, se estableció una comisión de seguimiento y control social, según


la cua l los miembros de la comisión negociadora del gobierno y el comité del paro
del Putumayo se comprometieron a cumplir los puntos ac01·clados y a rendir cuen-
tas de su gestión, públicamente; así mismo, se comprometieron a convocar a la

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CAPirll o 6 • U1 negociación ( 2): fragmentaci_!!l y P?_deres ocultos 1
2.I7

comunidacl. las ONG, los gremios económicos y a la sociedad civil para controlar y
nwnitorc~r los ¡.¡untos pactados

El reprcstmtante del presidente Samper en la negociación del Caquetá aclara


que los lineamientos del gobierno fueron dos: no negociar la política de fumiga-
ción y llegar a acuerdos que tuvieran un respaldo presupuesta!. De allí que los
funcionarios oficiales insistieran en que se acordara la realización de obras que las
diferentes entidades estatales, c.on sus presupuestos adjudicados. pudieran llevar
a cabo.

Porque en ese momento se criticaba al gobierno, pues negociaba alegremente. De


manera que la pauta fundamental fue la de que sólo se podían adquirir compromi-
sos r¡uc tuvieran respaldo presupuesta!. Eran dos criterios que limitaban sustancial-
mente la capacidad ele maniobras de las comisiones de negociación (entrevista a
Juan Carlos P.dlou. septiembre de 1\)98).

Los compromisos que se listan a continuación se negociaron con la perspectiva de


recursos ya asignados o que podían asignarse. El representante de la Red de Solidari-
dad señala que la movilización campesina sirvió para que: "El presupuesto de 1997 se
orientará ele otra manen.t. Es decir, las marchas sirvieron para que el presupuesto se
foc.;alizara en vez de que se asignara de acuerdo con la tradicional geslión del parla-
mentario y del político en las instituciones estata les" (entrevista a un funcionario ele
la Red de Solidaridad. r999). Se señala cómo influyeron las marchas en la destinación
ele los dineros del estado. que qumlaroo por fuera del dominio del político y su clien-
tela. Estamos frente al ejercicio de la pobtico de la influencio por parte del Movimien-
to Cí\ ico en cuanto se incidió para que los dineros se comprometieran ele otra forma.
El paro en el Putumayo duró veintir.inco días. se levantó el19 ele agosto de Jyc>b, una
vez SP f'irmaron lo:s siguiente:; acuerdos sectoriales. Por su paTio en el Caquetá el paro
se prolongó hast<J el 12 dr SPpl irrnhre.
En el cuadro 7 se prt~senta la síntesis de los acuerdos que se firmaron en cada
comisión. En c!slos sobresale lu comisión de derechos humanos, que preveía las
amenazas a las que podrían J nstar sujetos los participantes en el movimiento.
por lo que sr. sol iciló a la ConsP.jcría Presidencial para los Derechos Humanos
estal.Jlecer una línea abierta para los dirigentes y participantes del paro. Se pidió
también verificar los hechos ocurridos durante el movimiento y que hubieran
implicado la violacion de los derechos humanos. Se solicitó. además. no sancio-
na¡ a los trabajadores que no se hubieran presentado a trabajar durante esos días
y se lamentaron las voladuras de los oleoductos "porque no corresponden al
carácter cívico de la movilización ni a sus orientaciones" (acta de acuerdo entre la
comisión negociadora del gobierno nacional y la comisión negociadora del paro
cívico. 19 de agosto de 199ó).

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IDENTIDAD Y Cll' DADANfA EN EL PUTUMAYO • Marfa Clemencia Rnmfre::.

CUADR07
ACUERDOS SEGúN LAS COMIS IONES

CO~flSIÓN PRfMERt\, PARI\ I.J\ CONSOLIDACIÓN OE LOS PROGRAMAS DE OESARROU.O ALTI:.""RNAffi'O, DESARRo-

LLO AGROPECUARIO U AGRO!NOUSTRii\1. Y LA POÚTICA m: DESARROLLO RURAL EN EL PUTUMAYO


• Fortalecimiento financiero y operativo regional (entidades adscritas al Ministerio de
Agricultura y Desarrollo Rural, programa Plante, programas de generación de empleo
de la Red de Solidaridad).
COMISIÓI'. SEGUNDA. ELECTRJFICACIÓN E INFRAESTRUCTURA VIAL

ELECTRIFICACIÓN

• Electrificación contrato con el Ice!:


• Electrificación localidad municipio Puerto Guzmán.
• Cambio de subestación de Puerto Guzmán.
• Diseüo de línea de interconexión (hasta la inspección de José María. pasando por el
Bombón. Puerto Rosario, El Cedro. Las Perlas, La Esmeralda y Puerto Pradera).
• Suministro de planta para Puerto Guzmán.
• Acuerdo de estudios para interconectar Arizona desde la subestación e l Cedml.
• Construcción de hidroeléctrica hoya del alto Caquetá.
• Compromisos de estudios de pre factibilidad por parte del gobierno nacional.
• Construcción de la hidroeléctrica sobre el río Mocoa.
• Se planteó iniciar estudios sobre la viabilidad del suministro de gas domiciliario.
• Ellcel se comprometió a dotar de plantas a las inspecciones y veredas y a aumentar la
inversión en el municipio de Puerto Leguízamo.
fNflt,\"STRUCTliRA VIAL

• Pavimentación carretera Mocoa-Pitalito.


• Puente internacional San Miguel-Villagarzón-Mocoa.
• Ampliación y mantenimiento de la carretera Pasto-Mocoa (Invías).
• Construcción carretera Orito-Monopamba (Caminos Vecinales).
• Construcción carretera Las Perlas-José María Mayoyoque (Caminos Vecinales).
• Construcción carretera Santa Lucía-Buena Esperanza-Arizona (Cam inos Vecinales).
• Construcción carretera Puerto Vega-Puente Tntcmacional.
• Construcción puente sobre el río Caquetá sector Guayuyaco y terminación vía que comu-
nica al Putumayo con Florencia (Caminos Vecinales, lnvías).
• Construcción carretera Orito-Villagarzón (Caminos Vecinales. Corpoamazonia debía
hacer el estltdio de impacto ambiental y su plan de manejo ambiental).
• Construcción variante Mocoa-San l'rancisco (lnvías. Ministerio del Medio Ambiente).
• Construcción carretera Bordines-El Tigre.
Continúa

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CAPITULO 6 • La negociación (2): fragmentación y poderes ocultos 1
219

Continuación: ruadro 7
-;-j)iseño y construcción carretera Picttdo-Puerto Os pina (gobernación, Caminos
Vecinales, Corpoamazonia).
• Pavimentación segundo carril vía Puerto Leguízamo-La Tagua (Caminos Vecinales).
• Financiación de los planes de manejo ambiental de las carreteras antes mencionadas
(Caminos Vecinales).
• Fortalec imiento del departamento con maquinar ia y recursos para construcción y
mantenimiento de vías con la creación de bancos de maquinaria (Caminos Vecinales).
• Protección de cuencas hidrográficas (Fondo Amazónico, Fondo Ambiental de la Ama-
zonia y Fondo Ambiental de Regalías).
• Ampliación. adecuación y puesta en funcionamiento de aeropuertos.
• Cumplimiento de ley de frontera respecto al precio de combustibles, igualar precios
de gasolina y sus derivados a los de Bogotá (Ministerio de Minas y Energía).
• Transporte fluvial (construcción de muelles, bodegas dragado y limpieza de vías).
-------------------------
COMISJON TERCERA, SALUD , St\Nü\MIENTO BASICO Y SEGURIDAD SOCIAL

PRE,\CUERDOS: LOS RECURSOS PARA EJECUTAR EL PLAN rNTEGRAL DE EMERGENC:l/1


1f[,f.!J,\N SER DJFF;Rf:Nn:S e\ LOS PRESUPUESTOS YA !\SIGNADOS POR LA LEY.

SALl 11) 1:\'lll(;~:l\ \

• Formulación del plan de salud indígena a cinco años. talleres capacitación ley 100,
determinadón del POS y el PA8 (FIS. Minsalud. Ivlinisterio del Interior, Oasalud Putu-
mayo).
• Ejrcu ción del plan (Departamento Administrativo de Salud y régimen subsidiado).
• Subsidio del phll1 (Fondo de Solidaridad} Garantía, departamento Putumayo, ingre-
sos corrientes).
• Asistenc.:ia tecnica (Ministerio dr. Snlud . FIS).

• Promoción plnn de capacitación y asistencia técnica, ley difusión de bomberos.


• Apoyo y copncitación de comités locales de emergencia (Dirección Nacional de Preven-
ción y Atencion dt! Desastres, cnlid;:~dcs nacionales sistema nacional de emergencias).
• Financiación comités locales de emergencia (Oficina de Prevención y Atención de
Desastres. Dasalud, hospitales y mecanismos de socorro}.
INI'RAESTRI rr n IRA I!OSPITALJ\RIA

• Dotación de hospitales de segundo nivel de Puerto Asís y Mocoa (MinsaJud, FIS).


• Dotación de hospital de Orilo, La Hormiga y centro de salud La Dorada (Minsalud. FIS).
• Recursos complementarios dotación hospitales (gobernación Putumayo}.
• OolaLión ele hospitales de primer nivel de Puerto Leguízamo, Puerto Ca icedo,
Villagarzón, Puerto Guzmán y centro de salud de Puerto Ospina (Minsalud, FIS).

Continúa

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lOI:N IIDAD' ClllDADANIA leN El PLTLIMAYO + María Clemencia Ramfre:.
1.2.0 1

Contirwución: cuadro 7

• Asesoría técnica en salud (Minsalud).


• Realización de talleres para diseñar e implementar programas PAB regionales.
• Compromiso de afiliar 68.678 personas al régimen subsidiado en 1996, cien mil en 1997.
115 mil en 19<)8 por medio de Departamento Administrativo de Salud o del Fondo de
Solidaridad y Garanlía.
REFORMA O!i LA LEY ÓO

• Presentar, sustentar. analizar y definir criterios pertinentes para modificar la ley 6o,
permitiendo mayores recursos para entes territoriales (Ministerios de Salud, Educa-
ción, Desarrollo, Hacienda y planeación nacional).
S .\:-.ll.\ll.lll:.NTO t\..\IBJF.NTAL

• Aprobación de financiación de proyectos de saneamiento básico presentados para


la vige11cia 1996 (Ministerio de Minas y Energía).
• Construcción de acueductos Planadas-Puerto Asís-Putumayo.
• Construcción de acueductos Teteyé-Puerto Asís-Putumayo.
• Conslrucc.ión de acueductos Puerto lJmbría-Vi llagarzón.
• Construcción dP acueductos Mfl)'Oyoque-Pucrto Guzman.
• Estudios y diseño para el suministro agua potable y disposición sanitaria de excretas
Puerto Limón-l\locoa (DRI, departamento. municipio).
• Estudios y diseño pura el suministro agua potable y disposición sanitaria de excret¡¡s
Yurayac.:o-Puerto Leguizamo (DRI. departamento, municipio).
• Estudios v diseilo pura el alc.:antarillado sanitario Puerto Leguiznmo-Puerto Ospina
(DRI, departamento. municipio).
• Estudios~ diseiw para el alcantarillado sanitario Mayoyoque-Puerto Guzmán (DHI,
departamento. municipio).
• Estudios y disci'lo para el alcantarillado sanitario Puerto Rosario-Puerto Gu¿m.ín (DRI.
dcpartamrnto. municipio).
• Estudios y diseilo para e l suministro de agua potable \' disposir.ión de excretas en
comunidades indígenas C:ondagua-Mocoa (DRI, depnrlamento, municipio).
• Estudios y diseño para suministro de aguR potable y disposición de excretas en comun i-
dades indígenas Cecilia Cacha-Puerto LegUizamo (DRI. departamento, municipio).
COMISI(JN CUA!lli\, EDIJC:t\C:IÓN, RJ::CRF.AC:I(JN, IJEPORTE Y Ctn:ll.IRA

• Asistencia técnica ) fimmciera para estudios de factibilidad, aporte de recursos para


construcción. dotación. planta de personal y puesta en funcionamiento de la universidad
Valle del Guamués, Orito y San Miguel.
;---E¡ Putumayo será a tendido dentro del plan de universalización en los municipios de
Puerto Leguízamo, Puerto 1\ sís. San l\.liguel. Valle del Guamués (La Hormiga). Orilo.
Puerto Caicedo. Puerto Guzmán. Villagarzón y Mocoa.
- - - - - - --
Continúa

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CAPITU .o 6 • La negociación (2 ): fragmentación y poderes ocultos 1
- -- 22I

Continuación: cuadro 7
• Fortalecimiento institucional y dotación del Instituto Tecnológico del Putumayo
(FIS).
• Programa de estímulos para ampliar la oferta educativa de la educación básica.
• Pago de veinte docentes para cada uno de los municipios en conflicto: Puerto
Leguízamo, Puerto Asís, San MigueL Valle del Guamués (La Hormiga), Orito, Puerto
Caicedo. Puerto Guzmán, Villagarzón y Mocoa (Ministerio de Educación, coordinación
de educación municipal-alcaldías).

Jl \ L'iTUD Y LUCHA CONTRA LA DROGADICCIÓN

• Planes de desarrollo para la educación y salud (FIS).


• Asesoría y capacitación sobre drogadicción y educación sexual (MEN).
• Seminarios, talleres, programas de promoción y prevención en salud, enfermedades
y plan ele atención básica -PAB- (Minsalud).
• Gestión para cubrir necesidades de las comunidades incluidas indígenas. grupos vul-
nerables y negriludes (FIS).
• Dotación, mantenimiento de los centros educativos (MEN).
• Creación de proyectos de cofinanciación para uso de la población usufructuaria del
subsiclio de vivienda ele Inurbe-REO (FIS).
E I'SOl·JlUt:ACIÓN
- - --
• Profesionalización y asistencia técnica de r..¡.o indígenas vinculados a normales y uni-
versidades (FIS. MF.N).
• Consecución de los currículos de las once etnias {FIS. MF:N).
• 1histencia técnica y apoyo logístico en la formulación del plan en etnoeducación
(FIS, MEN).

• Orsarrollo de talleres, formulación de proyectos para definir las necesidades de la


of¡•rta educativa en los municipios.
Cl lLTl l fv\, MANIFESTACIONES 1\RTISTILAS Y ARTESANALES

• Formulación y ejecución de proyectos en dotación. capacitación e infraestructura.


• 1\sistencia técnica del sector educación con su correspondiente mooitoreo. acompaña-
miento. seguimiento e interlocución (FIS).

COMISIÓN QlllNTA, \ ' 1\'IF:-.:OA


---
• Los dineros que se adicionan dentro del plan de emergencia sobre programas de vi-
vienda urbana y rural para Puerto Leguízamo, Puerto Asís, Orito. Valle del Guamués,
San Miguel, Puerto Caicedo, Puerto Guzmán, Villagarzón y Mocoa.

Vt\1FNOA U RBt\NA

• Compromiso creación oficina regional lo urbe (gobierno).


• Prioridad a personas del plan de desarrollo integral.
Continua

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loENliDAD Y CIUDADANfA EN EL PliTliMAYO • María Clemencia Ramíre:.
222. 1

Continuación: cuadro 7
V MENDA RURAL
• Para el sector rural, I997·
• Para comunidades indígenas, I997·
• Para el sector rural, r!)98.
• Para comunidades indígenas, 1998.
• Creación departamento de vivienda Caja Agraria (gobierno}.
COMISIÓN SEXTA, ORDENAMIENTO TERRITORJAL

• Conformación de una comisión integrada por el gobierno nacional, el gobierno depar-


tamental y el Movimiento Cívico para analizar y tomar decisiones en torno a la formu-
\ación y ejecución de un propuesta de ordenamiento territorial.
• Se decide celebrar la primera reunión de la comisión el u de septiembre de 19<)6, en
Mocoa.
• Destinar recursos necesarios para la formulación y ejecución del plan ele ordena-
miento territorial del Putumayo (gobierno central).
• Se contará con líderes, técnicos y profesionales vinculados con el desarrollo de la
región y validados por la comunidad para la conformación de los equipos técnicos
para el POT.
COMISIÓN SÉPTIMA, DEI<ECHOS HUMANOS

• Convenio colombo-ecuatoriano para la seguridad de la frontera.


• Búsqueda de información sobre el convenio (Consejería Presidencial para los Dere-
chos Humanos}.
• Atención a víctimas de la violencia.
• Financiación del desplazamiento de dirigentes por razones de seguridad.
• Establecimiento de una línea abierta para dirigentes y participantes del paro con el
fin hacer gestiones respecto a sus derechos humanos.
VERIFICACIÓN

• Verificación de los hechos ocurridos durante el movimiento en relación con la viola-


ción de derechos humanos (la Consejería. comité del paro).
• Caso colombianos de Montepa, Putumayo. detenidos en el Ecuador.
• Compromiso del seguimiento a l proceso judicial a seis colombianos detenidos por el
gobierno ecuatoriano en Montepa. Putumayo.
• Garantías una vez se efectúe la desmovilización.
• No se generarán sanciones disciplinarias, económicas, jurídicas contra los trabajadores y
funcionarios públicos que no se hayan presentado a trabajar.
Continúo

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C\PITlLO 6 • La negociac1ÓII (2): fragmemación y poderes ocultos 1
1.23

Continuación: cuadro 7
COMIS!ON OCTA\'A, SEGU I\.IIENTO y CONTROL SOCIAL

St:G Ull\ OIXIO


-------------------------
• Los miembros de comis ión negociadora del gobierno y del comité del paro del putumayo
se comprometen a cumplir los puntos acordados y a rendir cuentas públicarnente de
sugestión.

CoNTROL socr."L
• Los miembros de com isión negociadora del gobierno y del comité del paro del Putu-
mayo se com prometen a convocar a la com unidad. ONG. gremios económicos y a la
sociedad civil para controlar y monitorear los puntos pactados.
• Dichas evaluac iones se reali:tarán por medio de reuniones periódicas convocadas
~licamen te (gobernador del departamento~caldes, Ministerio del Interior}.

Los LOGROS DEL MOVIMIENTO COCALERO


Una vez conocida la decisión de los acuerdos en Orito. su alcalde mwlicipal Luis Alfredo
Urbano omilió el decreto número 0025 del2o de agosto de r9Q6 en donde se decreta dicha
fecha como día civico. En adelante en tonces se celebrará el2o de agosto por la comnemorable
acción dP levantar un paro que arrojó pérdidas multimillonarias al departamento. Orito
anualmente festejará el día de acuerdos del Estado y cocaleros. después de 25 días de
penurias (l..l1 Nación, 2.1 de agosto de 19<)6: o).

En esta nota sobresale cómo el p eriod ista, representante de la población de los


cascos urbanos. se queja d e las pérdidas económicas que dejó el paro, enfatizando
en el as pecto negati vo que según él tuvo para dic ha población, lo cual se expone con
claridad en este testimonio de un habitante de Puerto Asís:

En Puerto Asís siempre ha habido violencia. se ha calmado por époc11s. Lo peor ho sido el
paro coco!Pm. porque mí familia vive aquí en el cenlro, y las carpas de los campesinos se
armaron en todo el centro y la puerta do mi casa era parto del dom1itorio de los campesinos.
Para salir de la casa tenía que decir: permiso. permiso. Cuentnn mis papás y mis hermanos
que por todos esos campesinos ahí lirados la casa se llenaba de humo. porque afuera
prendían sus fogatas para cocinar; lodo estaba cerrado, no había comida. fue horrible, esa
pesadilla duró un mes. Y el trauma que causaron en la economía del municipio, hace ya
dos años y no nos hemos recuperado. eso es lo que todos los comerciantes dicen.
después tic ese paro nndic ba podido recuperarse económicamente. Mi familia quebró, mi
familia tiene varios negocios. tiene una boutique, una floristería, una miscelánea y
ninguno se ha recuperado. ni las demás gentes que tienen negocios. todo el mundo
quebró. Ese paro fue lo peor que le ha pasado a este departamento (entrevista a un
funcionario en Puerto Asís. rQ98).

Frente a esta percepción negativa de algunos habitantes de Puerto Asís, puede


entenderse la importancia simbólica que para el Movimiento Cívico por el Desarrollo
Integral del Pulumayo representó la firma de los acuerdos. La declaración del día

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!1>1 ~TIDAD Y e u ' D·\Ot\NIA 1.:-1 H PtrrtrMAYO • Mu ría Clemencia Ramíre:

cívico convierte la movilización en un referente histórico. apropiado culturulmente


como símbolo político en cuanto al poder del movimiento para negociar _v ser
reconocido como interlocutor válido frente al estado. A los campesinos coco/eros
haberse sacrificado durante casi un mes, darse cuenta de su capacidad organiza ti va
y. más aún. de que unidos pueden ejercer presión para demandar sus derechos
ciudadanos, les confirió poder e identidad colectiva frente a los otros, en res-
puesta a su representación como delincuentes. De esta manera. en una conversa-
ción con el alcalde indígena inga tlel municipio de Piamonte. en la baja bola
caucana. este se refiere a la movilización coco/era como un marcador de identi-
dad para los colonos de la región cuando dice: ·'Antes de las marchas, los colo-
nos no tenían identidad pero ahora sí. aunque con respecto al territorio no hay
una historia antigua como la nuestra [se refiriere a las comunidades indígenas].
No se va a sacrificar sesenta días a la gente para nada. Como alcalde tengo que
pronunciarme respecto a los acuerdos logrados en r996" (conversación con el
alcalde de Piamonte, 1 ele mar:c:o de IQ<)C)). Cabo anotar que aun cuando las comu-
nidades inchgenas del bajo Putumayo participaron en la movilización. esta se
percibe como una gran movilización de los campesinos colonos del área. En
mayo de r9C)8. cuando una comisión de líderes y jefes ele juntas de acción comu-
nal se tomó la Defensoría del Pueblo en Bogotá (véase capítulo 8), los campesinos
se referían insistentemente a las marchas cocalerus con gran orgullo, por su par-
ticipación y su resistencia durante un mes bien organizados. Uno ele ell os decla-
ró "no importa que fumiguen: estamos preparados para enfrentarnos a lo que
sea. pues ya lo demostramos" (conversación con un líder de junta de acción
comunal en Bogotá, mayo dn 1998).
Para los líderes del Movimiento Cívico por el Desarrollo Integral del Putumayo
el acunrdo inicial fue el mayor logro del movimiento. pues se acordó el plan de
desarrollo integral de emergencia, en cuya definición los campesinos participaron.
Se insistió en que la sustitudón y erradicac:ión voluntaria requería un e-;fuerzo
conjunto de campesinos. colonos. indígenas. el gobierno y la cooperación inlerna-
cionaJ. De esta manera. en la práctica se logró que se diferenciara al pequeño culti-
vador y se considerara "como interlocutor válido para la definición y puesta en
marcha de soluciones integrales": es decir. se les reconoció el voto para decidir
sobre políticas y proyectos para la región.
En todas las conversaciones que sostuve subre el movimiento cocolero se reite-
raba el logro de las dos primeras páginas del acuerdo. Sin embargo. aunque este
objetivo de negociación era muy claro para los líderes del Movimiento. no lo era
tanto para todos los campesinos, quienes estaban P.xigiendo la no fumigación y
también servicios. tal como lo expresan las siguientes pancartas: "Aquí 30 años
explotando petróleo y el pueblo sin carreteras. electrificación. acueductos. alcanta-
rillado. colegios. créditos y hospitales". Otra decía: "Exigimos cumplimiento a lo
pactado: sa lud . educación, vías de comunicación".
El 1c¡ de agosto ele 1996. cuando se estaban desarrollando las mesas de trabajo por
sectores. La Noción informaba:

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C.wiTl LO 6 • Lanegoriació11 (2): f ragmentación y poderes ocultos 1
22.5

Veintidós días y continúan las marchas de campesinos


t\ tan has par.íficas se llevaron a cabo ayer en Grito. Puerto Asís, La Hormiga y Mocoa por
parle dr.los campesinos que completan ya 2.1 días de parálisis total. Repudiaron los
hechos violentos de las últimas 48 horas4 y solicitaron a la comisión negociadora llegar lo
más rápido a acuerdos que los favorezcan.
En La Hormiga la marcha pacífica comenzó en el cementerio central hasta la Balería Oro
ubicada al sur de la ciudad, en ese trayecto, más de 10 mil campesinos desfilaron con
pancartas y banderas blancas, en Grito marcharon unos seis mil labriegos con plegables
y hojas volan tes. solicitando mayor colaboración de la ciudadania para continuar con el
paro. En Puerto Asís y Mocoa, desfilaron unos siete mil y tres mil labriegos respec tiva-
mente. En ambas poblaciones quedó claro que los campesinos solicitan mayor presencia
estatal con programas para el agro, apoyo económico, técnico y capacitación eo las
modalidades agroindustrial v pequeñas empresas.

FUe así como al inicio de la movilización. después de veintidós días de paro y


a la expectaliva de la firma de los acuerdos sectoriales, se marchaba por los cascos
urbanos portando banderas blancas y la bandera colomb ian a. que simbolizaban el
carácter pacífico del paro y la condición de ciudadanos colombianos, que busca-
ban soluciones concretas a su situación. Todos los campesinos insistían en de-
mandar obras de infraestructura y servicios. por considerar que esa era la solución
estructural a un problema histórico, dentro de una perspectiva paterna lista del
estado. Es así como una participante en las marchas manifiesta: "La primera pági-
na del acuerdo fue clave para el Movimiento Cívico y la sociedad civiL eso fue lo
que quedó claro del acuerdo firmado. E1 resto del acuerdo era para responder a los
manifestantes: carreteras, puentes, luz, etcétera" (conversación con la representan-
te de las mujmes en el grupo base. Igt)<)).
Por otra parte. dicho acuerdo inicial comprometía a los gobiernos nacional.
departamental y municipal en la promoción de "procesos parlicipativos y comuni-
tarios·· para reforzar la gestión local y forta lecer la capacidad institucional, para
apoyar y as1 benelic1ar la planificación regional y sectorial y el desarrollo de los
proyectos y programas acordados.
En síntesis. en el acuerdo inicial se enfatizaba sobre la participación de los
representantes de los campesinos en la definición del plan de desarrollo; así mis-
mo, esta se retomó en las consideraciones fina les del acuerdo. Sin embargo. el
cumplimiento o no por parte del estado de las obras puntuales fue lo que dominó
el seguimiento que el gobierno y los campesinos hicieron de los acuerdos.
En una intervención en el congreso ambiental en julio de 1998. el director del
Plante sostenía que:

4 El 8 de agosto. en Orito tropas de la policía militar y naciona l buscaron desalojar con gases
lacrimógenos n los manifestantes de algunas carpas. El I) de agosto estallaron dos artefactos
explosi\'OS en uno de los retenes y carpas de los campesinos manifestantes, resultando
muertos dos campesinos y heridos treinta y dos (Noche y Nieblo y Justicia y Paz, r. julio-
septiembre de~ ul()(>).

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I DENTIDAD Y CIUDADANIA EN El. PUTUMAYO • María Clemencia Ram(rez.
22.6 1

El Plan Sur'. encargado de hacerle seguimiento a los acuerdos derivados de las marchas
campesinas, ha concluido con que el cumplimiento de estos es relativamente alto:
estamos hablando de casi Bs% de las obligaciones adquiridas, y kuál es la interpretación
distinta? Es hora de empezar a reconocer que en las negociaciones de las marchas cam-
pesinas lo que se negoció no era lo estratégico, no era lo necesario para enfrentar el
problema de estas regiones cocaleros amazónicas. Lo que se negoció fue casi la repetición
de muchas obligaciones y proyectos que ya estaban adquiridos, que ya tenían presu-
puesto disponible. Lo que no se negoció fue lo esencial, una política integral nacional con
expresión regional para combatir los cultivos ilícitos en forma tal que estas econonúas
pudieran sustituir su base económica hacia una actividad legal( ... ) Lo cierto es, lo digo
porque estuve presente e n la negociación del Caquetá, que en ese momento ni los
campesinos ru el gobierno nacional tuvieron la suficiente autonomía, el margen de
maniobra suficiente para darle una reorientación radical a la política de lucha contra los
cultivos ilícitos t ...) Lo que se demandaba era innegociable y lo que el gobierno estaba
dispuesto a conceder no era tanto (intervención en la mesa redonda plenaria del congreso
ambiental. rQ98).

Por su parle, el delegado del presiden le en la mesa de negociación del Pulumayo


también señala que:

Desde el punto de vista del cumplimiento de los acuerdos, la parte fácil de estos se
cumplió, que era todo lo que tenía que ver con la inversión pública, la interconexión
eléctrica, las vías. Eso se cumplió en un alto porcentaje, la parle sustan ti va, cons-
truir coleclivamente una rula para el Putumayo de cara a una economía n o sustenta-
da en los cullivos ilícitos, en esa no se avanzó un centímetro (entrevista al delegado
del presidente en la mesa de negociación, 1999).

El representante de la Red de Solidaridad en la mesa de negociación asegura:

Si vamos a ver el acta del Putumayo en lo relacionado con la ir1fraestructura, el estado


ha cumplido 95% (... )y se sigue haciendo creer que no cumplió, sf cumplió, pero qué,
uo resolvimos el problema. Esa es la tragedia: todos los que estuvimos ahf, siempre, o
por lo menos yo pensaba siempre, pero qué es lo que estamos negociando acá (entre-
vista al representante de la Red de Solidaridad durante la mesa de negociación. 1999).

Para los funcionarios oficiales es claro que el problema estructural del cultivo
masivo de coca en la región no se solucionó y cada cual tiene su versión de porqué
pasó eso: por la falta de libertad política para asumir un reto; porque construir una
economía sustentable sin coca es un proceso que requiere tiempo y no se supo

El Plan Sur fue creado por el gobierno del presidente S amper después de la firma de los acuerdos
de r9!J(í. como un ente de gestión, de apoyo y de evaluación del desarrollo y cumplimiento de los
compromisos adquiridos. Era el organismo interlocutor entre el presidente de la república y los
diferentes institutos y ministerios del gobierno nacional comprometidos en los acuerdos. También
prestaba apoyo a los líderes en la gestión ante esas entidades oficiales "para las necesidades que
a nosotros se nos presentaran" (entrevista on Bogotá, 1999). El gobierno lo definió como "la línea
directa entre las comunidades del Putumayo y el presidente de la república" (La Noción, 14 de
mayo de r997: u.).

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C \PITU.O 6 + La negQCÍaCÍÓII (2): fragmentación_\ podere~ OCIIflf!!_ 1
22.7

hacerlo: por no saber qué se negociaba, puesto que en el Putumayo en ese momen-
to no se fumigaba, de manera que los líderes manipularon la mesa.
En contraste, desde que se iniciaron las negociaciones la posición de los cam-
pesinos era discutir a fondo e l problema histórico de conformación social y econó-
mica de la región, para buscar soluciones radicales al asunto, aquello que no se
hizo como lo reconoce el entonces director del Plante. El 16 de mayo de 1998, un
líder del Movimiento Cívico insislía que no estaba de acuerdo con que el Plan Sur
siguiera considerando que la medida del cumplimiento de los acuerdos fuera la
cantidad de obras de infraestructura realizadas (loma de la Defensoría del Pueblo
de Bogotá, 16 ele mayo de 1998).
Es así como puede afirmaTse que la negociación con e l gobierno central no sólo
significaba firmar un acuerdo. sino que puede considerarse como un indicador de
cómo las relaciones políticas e ntre e l estado y los habitantes de esta región se esta-
ban redefiniendo, pues aun cuando se partió de principios irreconciliables se logró
el reconocimiento de la realidad de ese país marginal y se empezó a hablar abierta-
mente de lo ilícito.
Después de la movilización de los campesinos coco/eros se inició la reorientación
del programa de sustitución de cullivos ilícitos Plante, que de ser un programa que
penalizaba v persegu•a al pequeño cullivador de coca dejó de criminaHzarlo y habla de
sustitución gradual sin previa erradicación total de la coca. En palabras del gerente del
Plante que reemplazó a Héctor Moreno Reyes, una ve~ se levantaron las marchas:

Lo Lierto es que ese modelo !la definición del programa Plante como un comple-
mento a la P.rradicación forzosa]. no pudo funcionar porque el campesino no puede
nllgociar. dialogar con un estado que lo acaba de golpear en lo fundamental para su
propia vida. que es el medio de subsistenda. E'n esa medida. en e/ ti/timo tiempo se
prm/u¡o unu refnrmulac ión del progmmu Plante; se trata de que el programa tenga
una orieutac ión menos r.oar.tiva, Pnfatizando sobre su responsabilidad principal,
d11r cuPnta dr.l problema social. campesino. indígena y colono que se genera alrede-
dor del niltJ\·u ilidto. Nos desligamos totalmente ciel problema o!'l culth·acior em-
prese~rial al que li'll \'CZ habrá que seguir tratando de manera represiva. En lo que a
los campesino5 sr rPfiere. el Plante tiene que abordar una actitud proactiva. persua-
siva dll diálogo y cie negociación (i.ntervención del direC"tor del Plante en PI congreso
ambiental, uJ()8. Én.fo.<;is mío).

Vale la pena resaltar como un logro del movimiento coco/ero el que los ftmciona-
rios oficiales de la Red y el Plante reconozcan en este momento el problema campe-
sino y promuevan una política no persecutoria frente al problema del cultivo de
coca. Es así como el director del Plante insiste en que:

Es necesario que Colombia enfatice en que el problema social que se produce en lomo a los
cultivos ilícitos es interno, y que el gobierno colombiano tiene que dar cuenta de la
existencia de r.asi quinientos mil campesinos que e~tán vinculados a los cultivos i.licitos y
que sólo a1Jru1donarán esa actividad en la medida en que haya algún lipo de oportunidad
prO\'ista por el estado. por el sector privado o por la sociedad en general y también como
cooperación internacional para que abandonen, con el menor costo posible en términos

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IDENTIDAD Y CIUDADANfA tN EL PUTUMAYO • María Clemencia Ramírez

humanos, de derechos humanos y de derechos fundamentales, esa actividad de los


cultivos ilícitos. De manero que uno porte de lo propuesta estó orientada en ese sentido,
que Colombia reivindique el problema social (intervención del director del Plante en el
congreso ambiental, julio de 1998. Énfasis mío).

Llamar la atención acerca de que es un problema social que le compele al país,


que requiere de cooperación internacional y de defensa de los derechos fundamen-
tales es resultado también del movimiento coca/ero que empezó a tratar el problema
de esta manera.
En conclusión, es evidente cómo el movimiento coca/ero ejerció la llamada polí-
tica de la reforma. En palabras del asesor del ministro del Interior, refiriéndose como
punto de partida al movimiento de los campesinos cocaleros, ".. . de ahí para allá sí
puede decirse que las movilizaciones sirvieron para repensar el Plante" (entrevista
al asesor del ministro del Interior, julio de 1999).

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CAPÍTULO 7

Es1rategias del Movimiento Cívico después de La firma del acuerdo para


mantener su representatividad social y política

Siempre me sorprendió lo arriesgado que son las


gentes de allá, que deben luchar y negociar en un terreno
muy complejo, en donde están presentes el narcotráfico y
la guerrilla, y, además, luchan por reivindicaciones
soc iales y deben hacerlo también en contra de la represión
de la que es objeto el movimiento
(Entre1risla al asesor del ministro del Interior
durante la mesa de negociación, rm).

VJ'I.ti 1.1 IS 1 1J!'\LJCl~.\RJOS ( H'll 1.\l.ES E!'\C:AI{(.,\.IlO~ DE w\S, N~·:COCI:\CJONJ:S J'N EL Ptn:U~J \YO

E ex1ste consenso en reconocer al Mov1m1ento Ctv1co como representatiVO de


Jos campesinos coca/eros; al comparar la mesa de negociación en Orito con la
del Caquetá. donde diferentes grupos lideraron la negociación, el asesor del minis-
tro del Interior afirma que: "En el Putumayo siempre teníamos l os mismos
interl ocutores .v encontrábamos a la misma gente" . Además, reconocen "la tradi-
ción cívica y de lucha desde hace muc ho tiempo" en el Putumayo (entrevista a un
funcionario de la Red durante las negociaciones, r999). Para los líderes el eje de la
discusión después de la firma de los acuerdos fue cómo continuar con el Movi-
miento: "Se trata de cuidar la unidad del movimiento, para sacar al Putumayo del
problema en el que se encuentra, porque si e l movimiento se rompe, nos podemos
ir despidiendo, jamás va haber una movilización y un respaldo igual por parte de
la gente y r.sta jamás va a confiar de nuevo en nosotros" (intervenció n de un líder
del Movimiento Cívico durante una reunión en Puerto Caicedo. 25 de septiembre
de r99(5).
Una vez se acordó la formu lación de un plan de desarrollo integral de emergen-
c ia para el departamento, se estableció formalmente un contrato entre el gobierno y
los líderes del Movimiento Cívico con el fin de llevar a cabo dicho plan; se enfatizaba
en que el apoyo del gobierno nacional, regional y local permitiría que el movimien-
to perdurara después de la movilización. La comisión primera de la mesa d e n ego-
ciación. encargada de "la consolidación de los programas de desarrollo a lternativo.

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lu~..,.TIIJAO Y tllJOAOANIA 1:\"- eL PUTLMAYO
l
• Marta Clemencia Ramfre-::.
2j0

desarrollo agropecuario y agroindustriaJ y la política de desarroUo rural en el Putuma-


yo", inslrumentalizó este objetivo por medio del compromiso de que, a más tardar,
veinte días después de la firma del acuerdo se conformaría "un grupo base de
líderes comunitarios, técnicos. profesionales y funcionarios comprometidos con el
desarrollo regional y reconocidos por las comunidades. Su finalidad es adelantar
las tareas de identificación de problemas y soluciones al desarrollo y proyección
futura del Plan". Además. se comprometió al gobierno nacional. regional y local en
su financiación y apoyo logístico para aseglll'ar ''el funcionamiento y estabilidad
del grupo base" (Acta de acuerdo entre la comisión negociadora del gobierno na-
cional y la comisión negociadora del paro cívico del departamento del Putumayo.
l!J de agosto de 1999: 39). Se insistía también en vincular a las comunidades campe-
sinas al proceso. por medio de la elección de líderes reconocidos por estas para
integrar el grupo base. Para los líderes del Movimiento Cívico mantener su
representalividad social frente a los campesinos. por medio de la incorporación al
grupo base de líderes reconocidos por la población. era uno de Los principales
criterios para definir su conformación:

Para tem1 inar quisiera decir que es importante analizar las ostra 1egias que deben seguirse
pard evilarque logros de la comunirlad en estos procesos fracasen o no tengan c.onlinui-
rlad. pues es posible que la responsabilidad quede en persouas que por tlisl in tos intereses
o no lf~s 1•an a dar fluidez, rapidez a las r.osas. o pueden frustrarse simplP y llanamente por
intereses muv parlicu lares y, quizás, ~guístas ( ... ).El acercamiento es lu que permite
mejorar algunos pror.esos, aportarles y el aprendizaje horizontal, es decir. la comunica-
cion horizontóll es importante (intervención de LU1Jícler eo Puerto Cal cedo, J!)!,Kl) .

En la reunión propuesta en Puerto Caicedo, el !7 de septiembre de r!)<)(i, para


hacer el seguimiento inicial a los acuerdos firmados y definir las eslrategias para la
formulación del plan departamental de desarrollo integral de emergencia, se cle-
bíru1 escoger, oficializar los integrantes del grupo base. Dicha reunión no se realizó
por cuanto aun cuando las autoridades locales -alcaldes y conceja les- y regionales
-gobernador y diputados a la asamblea departamental- sí asistieron, los represen-
tantes del gobierno nacional central no se hicieron presentes. Frente a la ausencia
del olio gobierno se redactó un comunicado en el cua l se sienta una "enérgica
protesta al gobierno nacional y se decreta un es tado dP alerta social, lamentando
que se desaprovechara los espacios (sic) de concertación y dialogo. teniéndose que
recurrir a Jas medidas de presión y movilización, para poder ser oídos en la bús-
queda de alternativas para la solución de la grave problemática socia l que a traviesa
el deparlamenlo" (Comunicado del pueblo putumayense al gobierno nacional y a
la opinión pública. 17 de septiembre de 19<)6). Se insistía entonces en que el paro
cívico que movilizó a más de sesenta mil campesinos se levantó para trabajar en los
acuerdos suscritos con el gobierno. y se notificaba. además. que representantes de
las organizaciones comunitarias y líderes de más de quinientas comunidades del
departamento del Pulumayo se hallaban presentes esperando concertar con el go-
bierno nacional:

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CAPfll 1.0 7 • Eslrategias del Movimiento Cívico después del acuercf!!

Otro hcc.ho que debe rcsaltarse es que si hay una gran dinámica; me alegra ver que
cuando a la gente se le cita a una reunión a Caicedo va, así el gobierno no cumpla, y si se
cita a otra partp, está pendiente. Me preocupa la indiferenc ia del gobierno, la falta de
vol untad para prestarle atención a un proceso tan importante como es negociar la paz. el
desarrollo con las instancias democrátkas y participativas. Eso no hay que dejarlo caer.
encuentro eco en las palabras de Emiro de que hay que darle respuesta a la gente, hay que
man!Emerla activa por otros mecanismos de comunicación, de respuesta. de capacita-
ción, de información e involucrarla en los procesos de planeación participaliva de desa-
rrollo rlel proyecto [intervención de un líder en Puerto Caicedo,J99(i).

Se conlinúa insistiendo en la necesidad de contar con el apoyo del gobierno


nacional para lograr su constitución como grupo social diferenciado y activo en la
definición de proyectos y políticas para la región, en el marco de la democracia
participativa. tal como lo expresa olro líder: "Es ponerle al gobierno en bandeja de
plata la oportunidad para que apoye la democracia part icipativa. para que vuelque
la constitución nn la democracia. Desafortunadamente, al no encontrar eco se des-
encadenan las presiones. movilizaciones y demás" (intervención de un líder en Puerto
Caicedo, rC)961. t\demás, se señala que ·'sin la comprensión de los acuerdos por parte
de la comunidad se corre el riesgo de que es los se caigan", pues se parle de que la
defensa del ,\cta está en manos de las comunidades que lucharon por lograr estas
reivindicaciones.
Varios investigadores (F'oweraker. IQCJS; Scoll, 11.)91; Cardoso. 1992; Jelin, r987; Davis,
1<)89) han señalado cómo en el contexto latinoamericano la fortaleza de los movi-
mientos sociales muchas veces está dada por su éxito en la negociación con el esta-
do. Lts instiluciones cen trales del estado no sólo ofrecen oportunidades para
negociar sino mcursos materiales quB, en este caso, son los que permiten a esle
movimit'nto dvirn cont inuar con su labor como tal. a1 recibir el apoyo finan ciero
para constituir el grupo !Jase. Foweraker (1995: 63) señala que, en este contexto. la
autonomía <h! los movimientos sociales no significa necesariamente autonomía
pol1tica sino autonomía como precondición necesaria para la negociación. Esta
anotación es nvidente en el caso del Movimiento Cívico por el Desarrollo Integral
del Putumayo, que para negociar con el gobierno debe definirse como autónomo de
los partirlos políticos tradicionales (véase el capítulo 3) y de la guerrilla y del narco-
tráfico (\éanse lo!> capítulo.¡. v <;).
Una vez firmuclos los acuerdos podría pensarse que el resultado es la coopta-
ción del mo,~ imiento por parle del estado. lo que es un análisis simplista, por
cuanto se pierurm de vista las "ori entaciones cslratégicas institucionales" que es-
tÁn en el centro del movimiento, es decir, el objetivo de lograr la parlicipacion del
estado ins tituciona l y político en la Loma de decisiones. Al respecto, Foweraker
(1995: 61) insiste en que "se ha prestado poca atención a la identidad que se constru-
ye por medio de la interacción con el estado, lo cual ha impedido (!nalizar con
detenimiento la estrategia del movimiento social". En la mayoría de estos movi-
mientos sociales la negociación permanente se convierte entonces en una activi-
dad a largo plazo. v ast, "una vez la negociación se vuelve rutinaria, el estado se ve
menos como un enemigo de Jos movimientos sociales" (Foweraker, 1995: l01J. Estas

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(DENTIDAD Y CIUDADANIA tN ~-L PUTUMAYO
232 I • Marfa Clemencia Ramfre::.

reflexiones son pertinentes para entender la importancia que tenía para los líderes
del Movimiento Cívico continuar con las reuniones de seguimiento a los acuerdos
firmados en Orito, con la presencia de funcionarios públicos del nivel central.
La primera reunión de seguimiento a los acuerdos tuvo lugar un mes después,
el 17 de octubre de ISJ9Ó, con la participación del gobernador del departamento, los
nueve alcaldes del bajo y medio Putumayo, los secretarios departamentales, el co-
mité central del paro cívico, funcionarios oficiales locales -por ejemplo de
Corpoamazonia y del Corpes de la amazonia- y de veinticuatro representantes de
entidades oficiales nacionales presididos por el gerente de la Red de Solidaridad y
el asesor del ministro del Interior, quienes estuvieron encargados de la negociación
en Orito. En esta reunión se oficializó el grupo base, el cual quedó conformado de la
siguiente manera:

• Trece líderes comunitarios. uno por cada municipio.


• Un representante de las organizaciones indígenas.
• Una representante de la mujer putumayense.
• Uno de las negritudes.
• Uno de los comerciantes, avalado por la Cámara de Comercio.
• Tres profesionales asesores de la comunidarl .

En representación del departamento participaron:


• El gobernador o su delegado.
• Trece alcaldes municipales.
• La Secretaría Departamental de Planeación.
• El Departamento Administrativo de Salud.
• La Secretaría de Desarrollo y Fomento Agropecuario.
• La Secretaría de Educación.

Por la región:
• Un representante del Corpes de la amazonia.
• Uno de Corpoamazonia.

Y en representación del gobierno:


• La gerencia del Plan Sur.
• La Red de Solidaridad.
• El Plan de Desarrollo Alternativo -Plante-
• El Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.
• La Caja Agraria.

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C'AI'ITl'IO 7 • E~lralegias del Movimienlo Civico después del acuerdo

+ El H.mdo DRl.
• El lncora.

Se planteó también la posibilidad de contar con asesores nacionales o interna-


cionales para las áreas financiera, agropecuaria y social. En la práctica, el grupo
base quedó conformado por los trece líderes municipales. La representante de las
mujeres y el de las organizaciones indígenas, financiados laboral y logíslicamente
con recursos del gobierno nacional, por un periodo de seis meses comprendidos
entre el 15 ele noviembre de r9<)6 y el 15 de mayo de 1997. Además de este grupo de
miembros de la comunidad se contrató a un profesional como asesor de esta que-
dando pendientes los otros dos asesores que se estipularon como miembros del
grupo base.
En esa reunión se conformaron tres comisiones de trabajo: la primera para
evaluar los resultados alcanzados hasta esa fecha en sa lud, educación. electrifica-
ción. vivienda, medio ambiente y ordenamiento territorial; la segu nda para elabo-
rar la propuesta del plan de desarrollo integral de emergencia "Por un Putumayo
sin coca y sustentado en una economía solidaria", para presentarla al gobierno
nacional. que debía financiar su diseño. Y la tercera comisión para definir Los
compromisos que no quedaron explícitos en el Acta de acuerdo, como en trans-
porte fluvial, amon6utica, comercio, desarrollo microempresarial. generación eJe
empleo. comunicaciones y atención y prevención de desastres.
A continuación se examinará la segunda comisión. en la cua l el Movimiento
Ctvic...o presP-ntó la propuesta para la elaboración del plan de desarrollo integral de
emergonci<~. el cual. para ellos. "podrá generar el proceso que permita cambiar de
una ccon01111a de cultivos ilícitos a una economía solidaria, rentable y sustentable,
que lurtalnz<a las instancias de 01-ganización y participación comunitaria en la bús-
queda de una convivencia pacífica". Para su formu lación contaban con el grupo
base. v se propuso utilizar una metodología participativa. buscando trabajar "con
las cun1UJ1idades y los actores sociales del departamento'' pero, sobre todo, en
palabras du un líder:

Como una forma de llevarle a la comunidad una metodología nueva en cuanto a la


orgauizar.ión y la participación en las decisiones que desde las d iversas esferas del
estado se toman. Insisto. el proulemn de los acuerdos no es s implemente de los acuer-
dos, es el problema de cómo im.icle la comunidad en las decisiones que se loman. de
U11110 parl ic1 pa y de cómo nosotros somos capaces de f"rear una nuevn cultura frente al
problema genrral que vivimos. Y cuando hablo de un problema general hago referencia a
que el despilfarro de los recursos del erario público aqw uo es sólo responsabilidad de los
gobernantes sino también de la r:omunidad ( ... ).Debemos cambiar la mentalidad de la
gente, mostrándole que el problema se resuelve cuando los recursos se dirigen a una
inversión de orden social, que resuelve un problema colectivo mas no individual( ... ). Es
un problema colectivo y por eso digo, con todo respeto, en contra de muchos que creen que
no es un problema cultural. para mí es un problema cultural de fondo (iJ1tervencióo de un
hdcr r.n Puerto Caicedo, rQ9(i).

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Marta Clemencia Ramíre~
2.34 I IDENTIDAD' CllJPADANIA EN El PUTUMAYO •

Vale la pena subrayar cómo la participación comunitaria se conceptual iza como


la utilización de un cambio de menlolidad. refiriéndose al problema de la solución
comunitaria de los problemas frente a la solución individuaL uno de los aspectos
centrales de la economía coco/ero por cuanto se parte del presupuesto de que esta
promueve el individualismo y la violencia. Este aspecto se tratará en profundidad
en el siguiente capítulo.
Se establecía, además, que el plan de desarrollo integral de emergencia "se funda-
mentará en la formulación y ejecución de un plan de desarrollo agropecuario concer-
tado, una propuesta de ordenamiento territorial. un nuevo censo de población, un
programa de educación y capacitacíón para la formación del nuevo ciudadano
putumayense y la implementación de programas y proyectos sectoriales en electrifi-
cación, infraestructura vial. sa lud. saneamiento básico y seguridad social. sanea-
miento ambiental, educación. cu ltura. recreación, deportes y vivienda" (relatoría de
la comisión segunda, octubre de 19'}6. Énfasis mío). Como puede observarse, la con-
cepción que se tenía del plan integral de emergencia era muy ambiciosa. con unas
metas difíciles de concretar, como en el caso de lograr "una economía solidaria. renta-
ble y sustentable" para la región amazónica. labor que no es clara aun para los exper-
tos en este ecosistema. Los miembros del grupo base sabían que no tenían los
conocimientos necesarios para llegar a esta formu lación, por lo cual insistían en con-
tratar asesores. Propmúan además del sociólogo, a un economista con experiencia en
planes de desarrollo y a otro experto en el problema agrario. Se propusieron nombres
de analistas o conocidos expertos en ld amazonia, que no aceptaron la propuesta (en-
trevista a un asesor del grupo base. 1999). Pero lo que debe resaltarse es que no se sabe
cuál debe ser el perfil de esos asesores en cuanto al conocimiento técnico se refiere.
Sin embargo, es necesario destacar que el plru1 simbolizaba el primer paso para la
inclusión de esta población a la nación, su reconocimiento como ciudadanos activos
con voz y voto, por lo que se hablabd del "nuevo ciudadano putumayense".
Se lrataba entonces de una coyuntura que permilia vislumbrar a los habitantes
de la zona la posibilidad de cambiar las relaciones establecidas entre esta región
periférica y el centro del país y su posible inclusión dentro de la nación como
ciudadanos putumayenses. clejaudo en consecuencia de ser pobladores margina-
les históricamente y estigmatizados ahora por su aclividad ilegal. En palabras de
un funcionario oficial local, se trataba de un momento histórico; el cullivo de coca,
como problema global, estaba permitiendo a esta población moverse hacia el cen-
tro. participar en la definición de políticas y proyectos y, en ese sentido, acabar
con esta diferencia entre el )'á del centro y el Otro de la periferia, tal como lo
postula Kearney (1<.>96: 67) en su libro sobre la reconceptualización del campesino.
Dicho autor señala cómo con la influencia de la transnacional ización y de la
globalización las distinciones entre centros y periferias se están diluyendo. Aún
más. enfatiza e n que emergen, proliferan y se diversifican tipos sociales, de manera
que identidades unitarias y homogéneas definidas ya sea por los académicos, tal
como la de campesino. o por el estado-nación, tal como la de ciudadano, dejan ele
ser tan claras y reducidas. Es así como en la categoría campesino cocalero no sólo
se considera a los pequeños cultivadores de coca sino también a los recolectores y

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CAPITl'W 7 • Estrategtas del Movimiento Civtco después del acuerdo 1
2.35

para lodos se proponen alternativas de trabajo. Así mismo, se especifica su eslatus


como ciudadanos putumo)'enses (véase el capítulo 9).
En este sen tido, es importante señalar cómo en la propuesta inicial que hicie-
ron los campesinos para la erradicación voluntaria ele la coca. realizada durante la
mesa de negociación en agosto de I9<JÓ, se preveían seguros, subsidios, compra ase-
gurada de la cosecha, en fin, cobertura desde la producción hasta la comercialización
de los productos con los cuales se sustituyera la coca, es decir, una política agraria
integral. que incluía, además, planteamientos sobre reforma agraria'. Todas estas pro-
puestas se formulaban en el marco de Jos parámetros que definiría el plan de desa-
rrollo integral de emergencia y cubrirían no sólo a productores de coca sino a los
cullivadores. Se tenía en cuenta también a los trabajadores asalariados vinculados a
la recolección de la hoja de coca, para quienes se proponía implementar un plan de
emergencia de generación de empleo rural o urbano, por medio del programa de la
Rc<i de Solidaridad. durante seis meses. También se sugería dar prioridad al estable-
cimiento de emprHsus de economía solidaria o microempresas. En cuanto a los pro-
yectos de producción sostenible, se concebían como "la puesta en marcha de empresas
cooperativas de productores agroforestales y agrosilvopastoriles apoyadas con recur-
sos provenientes del presupuesto nacional y la cooperación internacional". Se acla-
raba que "los proyectos producüvos con cultivos colonizadores para la sustitución
volu ntaria de coca se ejecutarán a partir de la implementación de una estrategia de
contingP.ncia con base en la declaratoria de emergencia económica y social en el
departamento del Putumayo". La cleclaratoria de emergencia les permitiría inscribir
los proyectos en el banco nacional de proyectos de l Departamento Nacional de
P lannación sin ser someliuos a los trámites y vigencias ordinarias (documento de
la prinwra discusión. comisión primera. 14 de agosto de 1996).
E11 esa reunión, el gobernador del departamento se manifestó en contra de la elabo-
racióu de este JJiém integral de emergencia. pues consideral>a que se desconocían la

"En J,, primeru di,Lusiun quP ~e tiene 1-.obre ta errHdicndón vo luntaria, se <.:alcula que el crédito
estara dirtgido i.l un" 1whluc..i6n de 40.000 fumitias de pequeños \' medianos propietarios.
vinculados o no con cutth os ilícitos en el departamento del Putumayo. Se propone una tasn de
intrrés del 1~0.,, <tnllill ron un periodo muerto de dos ;uios panl c..apital e intereses y deberá cubrir
el co~to total del proycLlo de inversión el cual estará sujt!tO a la planifica<.:ión de lo finca. Pnra
asegurar dinnros para el crédito. se propone la t.:onsti lucióo de un Fondo de Emergencia
Agropecuaria de canicter t..ansitorio por un periodo de seis aoos, que se constituirá con recursos
del presupuesto nat..iunal _v otras fuentes existentes por ttn valor que sea suficiente y necesario
para nn.mcinr las lineas de crédito subsidiado, seguro de cosecha. compra al contado de la
prudun;ión con pn_><.io~ de .. u...t••ntodón, e implementación de un sistema de subsidio de transporte
consistente en la definición de dos estrotegias. que tien en que ver. una. con el pago del cos to
total (n¡¡tc) de transporte de los productos drsde el siliu de producción hasta los sitios de mercadeo
mayorista de Nnriño. Caur:a y Huila; y la otra con ... (sin definir). Además. el crédito deberá
tener un componente de asistencia tecnica otorgada por los organismos institucionales del sector
agropecuario del ni\'el municipal. regional. nar.ional e internacional. que oo afecte tJl valor del
mis m u. Tnmbicn sr' pruponP propender por (sic} el P.stablecimienlo de UnidadP.sAgrícolos &miliares
[U1\F} rle aruflrrlu con la ley JóO de 109-1, teniendo en cuenta lns caracterislicas del territorio
Ama?.ónico. tillO UIIF 110 inferior a 10 hectóreo.~" (docu menlo de primera discusión Comisión 1.
:\r:uC'rrlo dr Oriln. ~~de agosto rll' ll}l)(l. h'nf(lst.~ mio).

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fot NTIDAD Y CIL'DADANIA ~~~~ t1 Pl'TL<~IAYO • María Clemencia Ramfrez

inslitucionalídad vigente en los municipios. la gobernación y las instituciones con


autoridades legltimamenle constituidas y el plan de desarrollo departamental ela-
borado por la gobernación:.. Los funcionarios oficiales del nivel central no espera-
ban encontrar es la contradicción, como lo señaló el geren le del Planle en la entrevista
que le hice, enfatizando en que el plan departamental de la gobernación había sido
elaborado en Mocoa, sin responder a las necesidades de la zona coca/ero del de-
parlamento. La propuesta del gobierno central se centró en la erradicación de cul-
tivos, aspecto que los lideres del Movimiento Cívico aclararon debía tratarse dentro
de la formulación del plan y no antes de este, insistiendo en que este sería un
aspecto central del plan, pero no el único objetivo.
Es necesario recalcar que así como el gobierno insistía prioritariamente en la erradi-
cación de la coca, para ofrecer créditos destinados a otros cultivos;. los campesinos lo
hacían en relación con la necesidad de replantear la economía local y regional. tal como
lo expresa uno de los líderes: "Hay que pensar en unas medidas que permitan comen-
zar a Gonstruir lUla economía alternaliva. pues si el Plante se reduce a una política de
crédito es porque no se ha entendido en qué consiste el problema; el crédito es sola-
mente un elemento, una sola herramienta de lo que sería necesario para comenzar a
constmir esa economia altemaliva" (intervención de un representante de los campesi-
nos cocaleros en la mesa de negociación). En este con texto. para los líderes del Movi-
miento Cívico el plan integral de emergencia era un logro del movimiento social , que a
su vez responde y so defino en relación wn la intervención del estado en la región,
siendo uno do sus objetivos influir en las políticas del gobierno hacia la misma. !-'rente

1 !In func..ionario olic..ial, a&P-Mll del t\tovinlienlo Cavico, me señaló como una de las razones de la
oposición del gol¡prnadm L!i que Ra111iro \,risales, diputado a lo asamulca departamental por el
nwvimienlo l Iniciad Cilmpusina -reptescnlante a l grupo base por Puerto Cuzrnán v miembro
del Movimiento Cívico- . se estaba <..onvirtiendo en ;rmenaz¡¡ política para los pnrlidos
tradic..ion<Jies, por c..uanlo se temí<t el ,w;mc..e de eslc movimiento Uoill<td Ca1npesind (cnlredsta
a funcionario de LJasalud. IQI~J). Como se ilnalizará luego. el argumcnln de los celos polílicu~o
rumo causa dl' connic lo enlrr licil'rcs y ;ruloriclades es n•currPntP
¡.;1 programa dr crrarlicadünmilnual propuesto por la Hr.d dr Solid<~ridad rnnsistín en la modAJitlnrl
rlr pago de jornales par¡¡ sustituir los culli\·os de coca. rlr.pendicndo del nümero rle twt-11\rcas
quP el campPSino tu\'lera en coca. Se partió de u o mínimo de una heclárcm \'un máximo de lrcs.
Pnr una hectórea SP le pagah:w 37,<; jornales. a razón de $1o.ooo cada uno, lo cual daba un total de
$p<. mil por he!.l:írea crr-c~rlicad.1. Al camprsino que rrruclicara dos hectáreas se le pag:1han sr.tPnln
\ cinco jornales. es dec..ir S7'iO mil val que erradicara tres 112 jornale~. equivnll'ntes a Sl.flo.ooo.
1lna vez se iniriara la erradicación de la coca. dehío ponerse en contacto con el técnico de la
l lmata para entrar en el programa de erradic.ación. El técnico haría uoa visits y se inic..iarru el
proceso de udquisicion del crédito. Se entraría así a la fase denominada .. de aprcstamiento", que
comprrndería el periodo de tiempo enlre la erradicación v la aprobación del crédito para iniciar
un proyecto produc:tivo, culcu lado en do$ meses, teniendo el campesino derecho a un subsidio
ele S¡<;o.ooo para sostenerse mientras se procesara el crédito o se preparara la 1ierra para seguir
produciendo. t\ quien tuvicril lres hectáreas se le entregarían sr.R7s.ooo. Para los campesinos, la
erogación tlel crl'ditn para iniriar la sustitur.ión a los dos meses era un tiempo demasiado largo.
sumado a que consideraban que con S7<;0 mil no se sostrnin una familia durante dos mese~. a
razón de Si75 mil mensuales. Por otra parte. la experiencia con los préstamos de la Caja Agraria
hacía pensar que podía lomar más tiempo. por el papeleo o por la falta de personal para atender
todas las solicitudes. /\demás. se rer¡urría y11 fuora ele til u lo de propiedad, escritura o carta de
c:ompravcnta. documentos que muchas veces los campesinos no tenían.

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C\F'Ill •l o7 • Estrategia:. del Mm•imiento Ch•iro después del acuerdo

al aspecto eminentemente técn ico, de lograr la formulación de un plan integral para el


departamento y propuestas rle proyectos económicos de substitución rentables para la
región, con la ayuda de asesores especializados, el discurso de la representación social
de los ltderes y ele la participación de la comunidad en su ejecución seguía siendo
prioritario. En la reunión de Puerto Caicedo uno de Jos líderes decía:

Tenemos dos alternali\·as: r¡ue vengan unos genios y nos hagan el plan y no lo pongan
a <.:onsideración y que nosotros lo avalemos o que todos participemos en la elaboración
del plan del ser.tor agropecuario ( ... ). Por experiencia me parece que lo iJnportante es que
el proceso metodológico no sea dirigido si no que permita la participación de todos los
sel.lores involucrados que tengan voluntad de cambio para una región como la del
Putumayo [... ).Se requiere de una información muy real, muy cercana las condiciones
y a las r.aracteríslicas del departamento, que la pueden tener Corpoamazonia, la Secretaría
de Agri<.:ulturc~, las Urpa. eiiCA o Corpoica. que son las entidades del departamento. Con
ellos evaluanamos y han amos una radiografia del sector agropecuaJio del departamento
del Putumayo (intervendón de un líder en Puerto Caicedo, 2~ de sepliembre de f()C)Ó).

EL GRUPO BASE FRENTE A LAS AUTORIDADES


Y LAS ENTlOADES OFICIALF$

UNA VEZ SE ACOIWÓ TRABAJAR CON EL SOPORTE FINANCIERO DEL GOBIERNO, LOS DIHIGENTES DEl.
Movimiento Cívico se fortalecieron como grupo, lo que los llevó a tener conO.ictos
con otros grupos de poder en la región. tales como la guerri lla y los parlidos políti-
cos tradicionales. Al referirse a la firma del Acuerdo y a las reuniones para hacerle
seguimiento al cumplimiento rle lo acordado, el delegado del presidente a la mesa
de negociacíon, que había reconocido cierta independencia de los líderes del Movi-
miento Cívico con respecto a la guerri ll a comenta:

Sin durlfl, un la merlida qun umpt•Z,JIIIUS a reunirnos en Puerto Asís y hubo las reunio-
nes y d grupo de trabajo, Jos líderes tuvieron un conflicto con la guerrilla y eso fue
muv claro. Pero no sólo r.on la guerrilla sino con las autoridades departamentales y
muuicipales. porque ellos. en alguna medida, se estabon erigienrlo en los jefes del
Putumayo (.. ). Le quitaban espacio al Partido Liberal, al Conservador. a los alcaldes, a la
guerrilla, a todos, con ni respaldo de un sector del gobierno que les estaba dando lo que
pidieran. no tanto asi pero SI generosamente (entredsta al gerente de la Red de Solidaridad.
delegado del presidente a la mesa de negociac.;ión, 199Q).

El apoyo del gobierno le dio la oportunidad a los lfderes del Movimiento Ctvico de
proponer el plan integral de emergencia y de lograr empoderamiento (empowermenl)
frente a los partidos politicos. a la guerrilla y a las autoridades oficiales regionales. Es
así como, en la práctica. al iniciar el trabajo el grupo base quedó constituido por los
trece líderes municipales. el representante de las organizaciones indígenas y la re-
presentante de las mujeres quienes se diferencian como grupo base sector comuni-
dad. asesorados por un sociólogo contratado por la Red de Solidaridad. El asesor
territorial para el Putumayo do la Red de Solidaridad comenta sobre la relación enlTe
el gobierno y la comunidad:

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[DENTIDAD Y CIUDADANiA EN EL PUTL' MAYO • María Cleme11cia Ramírez

Se veía la actitud democrálica del gerente de la Red de Solidaridad frente al director del
Plante: el grupo base lo vio también y por eso f1.1e que se fortaleció y legitimó: se plantea-
ba, ustedes nos ayudan que nosotros les ayudamos. Se sentía que e l grupo era fuerte y
uno sentía que ten fa aliados. con gente seria. Cuando el grupo base se planteó trabajar
había quince personas y uno sentía que lo estaban tomando en serio. Por eso decían: en
este momento nuestros aliados son la gerencia del Plan Sur y la Red, el los son nuestros
aliados en el gobierno nacional (entrevista a un asesor territorial de la Red de Solidaridad
en el Putumayo, 1999).

Al comparar con el Caquetá el asesor territorial señala que allí "la Red no hizo lo
que yo hice con el grupo base, que era que pagaba cada mes y estaba al tanto de lo
que hacían ellos". En el Caquetá la Red de Solidaridad contrató el seguimiento a los
acuerdos con la Universidad de la Amazonia, de manera que esta se encargaba de
intennediar entre la Red y el grupo de dirigentes. Se reitera una vez más que en el
Putumayo el Movimiento Cívico tenía un liderazgo claro. que buscaba darle continui-
dad al movimiento por medio de su trabajo como grupo base sector comunidad. Sin
embargo, esta dominancia del Movimiento Cívico hizo también que en la escogencia
de los representantes municipales tendiera a excluirse a quienes no estuvieran
alinderados con el movimiento. La representante de las mujeres. elegida en Villa Gar-
zón por cien líderes de base que escogieron entre trece que representaban a cada
municipio, comenta que aunque "el Movimiento Cívico era el representante de las
marchas. no lo era del comité base. Sin embargo, de los once municipios que partici-
paron nueve eran del Movimiento Cívico y dos de otras tendencias''. Habla de que
sólo participaron once municipios, pues Colón y San Francisco, que forman parle del
alto Putumayo, se retiraron, de manera que sólo Santiago y Sibundoy continuaron en
el grupo. Esto se explica si recordamos que el alto Putumayo no es zona coca/ero, y
como se ha mostrado en capítulos anteriores (1, 2 y 3), dentro del departamento el alto
Putumayo se considera territorio diferenciado con respecto al bajo. Sin embargo, los
líderes del Movimiento Cívico y Jos funcionarios de la Red consideraban que el plan
de emergencia era departamental y, por consiguiente, requería la participación de
todos los municipios, así no fueran coco/eros. Esto confii·ma lo antes anotado en rela-
ción con que con la elaboración del plan se buscaba ir más allá de proponer. solamen-
te, alternativas para la sustitución del cultivo de coca.
Los líderes del Movimiento Cívico no lograron concretar la participación de los
funcionarios y entidades locales y regionales en el grupo base. Al preguntarles por
qué. cada entrevistado dio una respuesta diferente. Según el funcionario de la Red:

Los funcionarios locales no mostraron interés de trabajar con ellos. Nunca sentí com-
promiso de su pmte; es más. sentí mucha burocracia. mucho amrure; creo que como gobier-
no nacional estuvimos muy solos. a pesar de que hubo un acuerdo. la Red ponía una plata
. y Corpoamazonia [enlidad regional]ttna sede, Lmos computadores y los teléfonos: se empe-
zó a hablar mucho de logística y no funcionaba (entrevista al asesor territorial de la Red de
Solidaridad para el Putumayo. J!XX)).

Según los funcionarios loca les y regionales el grupo base no los convocó, aun

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CAPin 1 o 7 • E,\trutegrus del Movimiento Cívico después del acuerdo 1
239

cuando ellos estaban dispuestos a trabajar con este, pues "el movimiento social
generó temor en las instituciones y todos los funcionarios estábamos prestos a
cumplir y asistir a las citaciones'' (entrevista a un funcionario de Corpoamazonia,
1999}. Este funcionario insiste en que el grupo base sector comunidad buscó traba-
jar solo, sin arlicu lar el plan de emergencia a los planes de desarrollo nacional,
departamental y municipal. Señala además que:

El grupo base estaba conformado por los líderes natos, pero fallaban personas que
conocierRn metodología. expflriencias claras para formu lar el plan de desarrollo de cada
municipio. Asumieron un compromiso muy grande para el que no estaban capacitados.
El asesor con el que contaron tenía experiencia en programas sociales y no en planifica-
ción. No tuvieron metodología de trabajo que les diera un resuJtado final. Se invitó a los
funcionarios de la alcaldía, fueron a Bogotá, se llevaron los datos pero no se hizo e l
trabajo. La sumatoria de necesidades no da un plan (entrevista a un funcionario de
Corpoamazooia, I<)Q<J).

Aquí sobresale el cuestionamiento hecho por este funcionario de la prepara-


ción que tenían los líderes para formular el plan in tegral de emergencia. Vale la
pena preguntarse cuál era su conocimiento, sus redes dentro y fuera ele la región,
aún más, fuera del país, en fin, el capital cultural que poseían estos líderes para
ll evar a cabo este objetivo, en el sentido que Warren (1<)98: 179) lo conceptúa en el
contexto del movimiento socia l Pan-Maya en Guatemala 4 • Los líderes siempre bus-
caron asesorarse. poro Lescogían cómo y con quién trabajar. más allá de tratarse de
simpatizantes del Movimiento? ¿o se apropiaron de la exclusión histórica que
ellos señalaban como problema estructural de estas regiones y reprodujeron esta
situación al no inc;orporar a los técnicos locales en el trabajo del grupo base? Capa-
citar a gente de la regían para no tener que traer a personas ajenas al lugar para
manejar asuntos relacionados con la administración pública es otra tendencia pre-
dominante en In zonu'. Teniendo e11 <..uentc.~ c.¡ue el nivel educativo en la región no
es muy aJtu, la búsqueda de su incremento es una manera de lograr su inclusión
en el sistema dominante. Es así como en uno de tos acuerdos firmados después de

.¡ Warren [19<Jo'i: 179) dice: "Yo plantearía un concepto de capital cultural que identifique las maneras
en que formaciones culturales especificas quP hacen parte de contextos más genero les dan formas
distintivas .. t capital cultural que consideran ro levante: que reconozca la circulación y distribución
de recursos culturales inmatnrialcs y no cuantificables como un aspecto adicional que deben
tener en cuenta los movimientos socialos; y que atraiga nuestra atención hada las formas
cambian les de la prorlucr.ión r.apitalista que otorgan importancia y poder altransnacionalismo y
a ciertos medios de comunicación. en estos momentos de intensificación transnacional v del
nu;o global rle conocimiento. información y personas". .
En la baja bota caucana al iniciarse la administradón del municipio de Piamontc los campesinos
se opusieron a que en la alcaldía se contrataran personas ajenas a la comunidad. por considerar
c¡ue esta había sido su lucha y a ellos les correspondía asumir estas funciones. Sin embargo. por
no estnr capacitados para planeación o trabajos técnicos, las Farc intervinieron para que se
Juloriznra a profesionales foráneos a asumir cargos en la alcaldía. Además, durante lo primera
JdmiuistraC'ión hubo malos manejos de fondos por falta de conocimientos y malas asesorías, tal
.omo se anillizó en el ca~n de la alcaldía dr Orito en el Putumayo (véase el capítulo 3).

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IOEI'TIDAD Y uuo,\OA:-IA FN H P t'Tl'MAWl • Muna Clemencia Ramrre;;.

las marchas se propuso la creación de la Universidad Valle del Guamués. Orilo v


San Miguel. Tal como se mostró. no tener educación secundaria o universitaria ha
sido un obstáculo para lograr un cabal manejo de un cargo público.
Uno de los miembros del grupo base me señaló que. "sólo se quería trabajar con
el gobierno nacional. no con el departamental. porque el gobernador era considera-
do un politiquero y se buscaban contactos internacionales'' (entrevista a un miem-
bro del grupo base sector comunidad, 1999). La representante de las mujeres en el
grupo base me comentó que al principio el gobernador y los alcaldes utilizaron a su
favor. como protagonismo, la participación en el grupo base pero que luego los deja-
ron solos.
El gobernador no sólo no participaba cuando el grupo base lo convocaba sino
que continuó oponiéndose al plan de emergencia:

Sin embargo, ¿por 4ué falló eso? ¿Por qu~ abortó ese plan? Por celos pollticos. El
gobernador de enlon<..es era un tipo celoso y egoísta, con un enfoque muy politiquero
y a medida que fue pasando el tiempo dijo: 'No, por qué debe haber LU1 plan de
emergencia. yo tengo un plan de desarrollo departamental. que el plan de desarrollo
sea el que yo he hecho, que la plata me la giren por ahí y los proyectos que están allá
son casi los mismos míos y que no sé que', Entouces wmenzó ;¡restarle importancia
y a quitarlo apoyo a osa propuesta y. obviamen te, quP. un plan de desarrollo de emer-
gencia debía tener un gran apoyo técnico de las personas r¡ue han estado allí repre-
sentado a los dislinlos sectores (entrevista al direc tor del hospital de Mocoa durante
las marchas, H)<)Q).

Por su parle, los aJcaldes, que en principio defendieron a l Movimiento Cívico,


no colaboraron porque consideraban que como autoridades locales eran los que
debían liderar esos procesos y no unos líderes comunitarios. El gerente de la Red de
Solidaridad consideraba que el grupo base había fallado "por no ser capaz ele convo-
car a las autoridades y nosotros [como gobierno] también fallamos. Entonces, se
convirtió en un ejercicio de quince tipos a los que nosotros ayudábamos a financiar"
(entrevista al gerente de la Red de Solidaridad. 1999). Es así corno a pesar de que se
realizaron varios talleres regionales con las comunidades y se consu ltó con especia-
listas en el área en un viaje que se hizo a Bogotá, no se logró contratar a los otros dos
asesores técnicos ni se articuló su trabajo con los funcionarios oficia les locales y
regionales y no se formuló el plan como tal:

Por nlro Indo. la plata r¡uc asigno el gobiPrno para los consultores era muv poca, un
millón doscientos mil pesos mensuales, salario integral, pero qué consultor de calidad so
dedica al plan por ese sueldo. Entonces los del grupo base no encontraron los consultores
técnicos para la culminación del rlan y fue lo que ellos hicieron en varios talleres entre ellos
mismos. El Plan Sur y el gobierno muy tácticamente les asignaron la responsabilidad a los
miembros del grupo base y tampoco apoyaron en la parto técnica para que el plan se
formulara, para desgastarlos y no comprometerse. Finalmente. se llevó sólo como una
formu lación del marco teórico. In parle con textual, pero de ahí en adelante no progresó
(entrevista al director del hospital de Mocoa dLlfante las marchas. 1900).

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C\I'ITL'LII7 • Estrale.c:ias del Movimientn Cívicn después del acuerdo 1
24T

La política riel poder local y regional desdibujó e impidió lograr una propuesta .
1
lécnir.a ,. vinblc de un plan departamental integral de emergencia. Es así como el
asesor territorial de la Red de Solidaridad para el Putumayo señala que antes de
plantear activiclatles o programas concretos, el principal objetivo de los líderes del
Movimiento Cívico era "fortalecer el grupo y quisieron iniciar el trabajo
conceptualizando, haciendo un trabajo muy de la fi losofía de la amazonia que
fuera alternativo'', lo cual respondía al planteamiento sostenido por ellos durante
la negociación. en cuanto ;¡ la necesidad de ana lizar el problema estructural de la
amazonia dentro ele la nación. Esto respondía también al desenJace que tuvo la
iniciativa de los campesinos del Guaviare, quienes propusieron al gobierno nacio-
nal la realización de una mesa nacional de concertación en octubre de 1996 en
Bogotá. Esta mesa buscaba contar con la presencia de la Iglesia por medio de la
Conferencia Episcopal. de estudiantes universilarios, ONG y sindicatos como la
USO, la CUT. Fensuagro y Sintrain. con el fin de discutir la problemática social,
política y económica de las regiones con cultivos ilícitos. Algunos congresistas
aceptaron la iniciativa .v en el congreso se realizó una sesion. tal como lo narra el
representante de los grupos indígenas en el grupo base, quien estuvo en Bogotá
comisionado por el Movimiento Cívico del Putumayo:

En la sesión que hubo en el congreso. sf' trató el problema, participaron Jos delegados
de las regiones, hablo el ministro del Interior. habló un poco de gente alll v la última
palabra la quena tomare! minlslro de Defensa. Entonces, Carlos Alonso Lucio [miembro
de la cámara de representantes¡ le dijo: "Pero antes de que hable el ministro lienen
que hablar los dos repre~oentantes a la cámara del Putumayo". Oesaforl11nadarnente.
teníamos la desventaja de que los dos represen tan tes a la cámara por el departamento
del Putumavo,jose Ma~·a Urbano y julio Mora Costa, no estaban de acuerdo, uno era
liberal y et otro conservador. Y no estaban de acuerdo por celos políticos, porque en
una 1110\ ilizaciém con esas dimensiones surgieron otras figuras que en un momento
dado podrían sur dt;finilivas pam lanzarse a la política. como por ejemplo los dirigen-
tes del ~luvimiento Cí\ ico. que estaban muv arriba, y se veían romo una tercera
fuerza, fu ora dP. los dM partidos tradic:tOnales. lo cual representaba un riesgo mll)
alto para ciJ(ls. Su disrurso no fue conlundente. al contrario fue muy temeroso.
inclusojuliu Mora, en mrdio de la confusion. alcanzó a decir: 'Si el Movimiento
Cívico r¡uierf' mi cred!>nc:ial se la entrego', Jo cual no estabn dnnlro de lo que se
trataba. Terminaron ellos~ el ministro de Defensa subía las gradas para tomar e l
rnit.rófono. cu,¡ndo sP- arlelanló Cnrlos Alonso Lucio y dijo: 'Nosotros ya conocP.mos
la t.armln del ministro dt· Oefrnlia. as• que por hoy terminamos las sesiones'. Y el
ministro se querló ahi. en la mitad de las gradas. De todas maneras lodo eso Licue su
manejo polílico. cada cual quena darsr su panlallozo (entrevista a un Jider indígena.
director dr la O~ip durnnlo las marcha~>. JC)<)(J).

Fina lmente, la mesa nadonal de concertación no se instaló por cuanto la discu-


sión sobre un asunto con tantas repercusiones políticas en ese momento. como era
el problemA de los cultivos ilícitos, empezó a manipularse políticamente, tal como
lo señala el líder indígena. Una investigadora que participó en su organización
comenta lo siguiente al respecto:

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loENIIDAn ' CIL DALl~ ,,., 1:"' u PL•I UM ~YO • Mana Clemencia Ramirez
2.42. 1

La promesa de realizar el lanzamiento de la Meso Nacional de Concertación coo los


conúeiYJS en el salclo Elíptico del Capitolio Nacional. bajo el auspicio cliente! isla desani-
mó a la Iglesia y a las ONG (jllienes (sic) se negaron a participar. La instrumenlalización
de la política clientelisla de algw1os de los líderes por parle de políticos de Bogotá. que
vieron en medio de este alboroto su cuarto de hora de figuración política, es una realidad
que nos vemos obligados a registrar. El acuerdo entre las regiones se rompió y un día
antes de la realización del evento inaugural. los senadores y representantes que lo venían
auspiciando lo cancelaron argumentando que el ilustre aula donde se hallaba destinado
a real izarse estaba ocupada para el di a siguiente (Usecbe, arlicuJo inédilo, 1999).

Esta investigadora recalca, además, que el tratamiento diferenciado que dio el


gobierno nacional a los líderes de las diferentes regiones "hizo del objetivo de
concertación y participación de las comunidades en la política nacional. una meta
cada vez más lejana. que terminó disolviéndose con la desbandada de Jos lideres por
temor a perder su vid<J tras numerosas amenazas" (Useche, artículo inédito, 1999). En
el caso del Putumayo r.l fracaso de la mesa nacional hizo que e l p lan de desarrollo
departamental ele emergencia insistiera en su p lanteamiento inicial de conceplualizar
el problema de los cultivos ilícitos como un problema no sólo del Putumayo sino de
otros departamentos. además de carácter nacional e internacional.
Por otra parte. en febrero de 1997 los paramil itares iniciaron su entrada al Putu-
mayo como resultado del poder desplegado por las Farc durante las marchas y lo~
líderes dnl Movimiento Cívico empezaron a ser amenazados (véase el c:apítulo si-
guiente}, lo que alteró la continuidad del trabajo para la rormulación del p lan in te-
gral de emergencia. Es así como e l 7 mayo de 1997, y como respuesta a esta situación,
Rl Movimiento Cívico convocó a un roro regional en Puerto Asís sobre "Paz y dere-
chos humanos" y al iniciar su ponencia central <!clara:

¡,iguiP.ndo rl orden metodológico defmido por consenso en la convocatoria. el Movimiento


Cívi<.:o por el Desarrollo Integral del Putumayo hará su planteamiento con lo fe puesta en
<fUe dialogar no será motivo para hacer acusaciones cavernarias contra quienes tienen la
valenlla de levantar la voz. ni segar la vida de quienes plantean su opinión propia sobre el
problema de la violencia, así <.:amo las propuestas que se puedan hacer para salir de este
doloroso htbPrinto (ponencia c:entral del Mo\'imitmlo Cívic:o por el Orsarrollo Integral del
f'ulumnyc ). 7 dl! mayo de 11)(17}.

Cabe resaltar aquí cómo al demandar el derecho a expresarse están demandando


11n derecho cívico básico y hacen alusión. implícitamente. a la guerra sucia de la cual
han sido Vlclimas los líderes de movimientos alternos. En esta ponencia central los
líderes del Movimiento hicieron el recuento de todas las aclividades realizadas antes
de las marchas, durante ellas y posteriormente de su trabajo como grupo base pero,
sobre todo. presentaron su análisis del problema de los cultivos ilíci tos en la amazo-
nia, como resultado de problemas estructurales nacionales e internacion ales q ue
deben tenerse en cuenta para lograr su su stitución y la paz. Entre dichos problemas
cabe destacar cuatro centrales: I} La democracia restringido, entendida por los líderes
del Movimiento Cívico como aquella en la que "el pensamiento político e ideológico
diferente sustentado por las clases dominantes es calificado como peligroso y por lo

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C w1 n 1 o 7 • Estrategias del Movimiento Cívico de~put!!_ del acuerdo

tanto quienes se atreven a divulgarlo se convierten en enemigos a combali.r, inclusive


con el aniquilamiento fisico". 1.1 "La concentración de las mejores tierras en pocas
manos dedicadas a latifundios extensivos e improductivos", lo cual explica la expul-
sión de los campesinos y su llegada como colonos a la amazonia en busca de 1ierra.
3) ··La ventaja de las minorías sobre las mavorías", lo cual se traduce en que "a estas
últimas no se les consulte en la toma de decisiones fundamentales". 4) "La aplica-
dón de medidas económicas, políticas y sociales por recomendaciones de gobiernos
foráneos". Durante las marchas y la negociación el Movimiento Cfvico por el Desa-
rrollo Integral del Pulumayo sostuvo que .. el gobierno del Presidente Samper le debe
dar una solución soberana aJ problema de los campesinos e indígenas cultivadores
de coca v que la participación internacional en este asunto se limite a la adopción de
medidas para controlar el consumo" (El Tiempo, 7 de agosto de r99(í: roA).
En la ponencia central se concl uye enfáticamente que. "Un proceso conducente
a conseJ{uir la Poz tf:Jt¡uiere profundos cambios económicos, sociales. políticos y de
la aplicación prór.lica de las libertades ciudadanas, donde el respeto por lo dignidad
humano sea fundamento primordial (ponencia central del Movimiento Cívico por el
Desarrollo Integral del Putumayo. 7 de mayo de 1997}. Empieza entonces a cambiarse
el discurso económico y social sobre la problemática del cultivo de coca y su susti-
tución gradual. por el discurso políl ico centrado en la paz, la justicia social y los
derechos cívicos, base de la rlemocracia.
Al analizar e l movimiento zapatista de Chiapas (México), Harvoy (IC)<JB) sigue el
planteamiento de Fo\·veraker (1990) y sostiene que lo quo define la novedad de los
movimientos sociales o populares en Latinoamérica son sus prácticas políticas, su
lucha por lograr una ciudadanía efectiva por medio de la demanda de que se les
respeten sus derechos, pero sobr e lodo su dignidad, como parle central del discurso
sobre la dumocracia:

Las hu ha~ por~~~~ d•'rPchos funron nlimenladas pm una afirmación de la dignidad


moral. nacida de la iocligm•ción moral anle el fraude constante. la imposición y la co-
rruJJción (.. ,¡ La consln•cr·ion histórica y cultural del discurso democrático incluye una
podurosa idcmlidad r.olerliva para hacer respf'lar y defender la dignidad de "la gen le" -no
como iudividuo~ ah;lados- frente al poder. Lu novedad de los movimientos populares
consislu en su habilidncl para <~rlicular cnlendimienlos locales y culluralmcmlo específi-
cos ele tiudad,uúa y dnmocrac ia con luchas más amplias de r..arácter regional y nacionul ( ... ).
Especialmente en áreas mrales, la violación de derechos civiles y políticos básicos rcct1erda
constantemente que la autonomía para asociarse es algo que debe ser ganado en lugar de
asumido (Harvev. 1()()8: 2.5-16. énfasis míu).

El Movimiento Cívico al insistir en los puntos señalados como problemas estruc-


turales de las zonas de colonización de la amazonia comparte con otros movimientos
populares latinoamericanos la lucha por sus derechos sociales, políticos y. ade-
más, cívicos6 , su reconocimiento como ciudadanos putumayenses, su dignidad

6 Retomo a Marshall (11)(1': 78·79) en su clásico trabajo Class, Cílizenship and Social de,·elopment, en
el que propone dividir el Lonceplo dP cinclodania en tres elementos: cívico. político y social: "El .r

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l ot "TIDAt>' tllll•\1>•\'IIA t·.N Fl PL'Tl' MI\\O • Muría Cleme11ciu Ramírez

como seres humanos, la democratización como un proceso en construcción y la


justicia socia l. Holston y Caldeira (r998: 276) anotan para el caso del Brasil. que "ni
los derechos civiles ni el acceso a la justicia ni tampoco procesos legales se han
convertido en asuntos de gran interés para las principa les fuerzas de democratiza-
ción en los nuevos movimientos sociales, sindicatos o universidades". En contra-
posición. el Movimiento Cívico manifiesta interés no sólo en la defensa de la Ubcrlad
de expresión sino en la lucha contra la impunidad y es así como en la firma de los
Acuerdos se demandaba que se "envíen funcionarios para hacer gestiones sobre
casos concretos [se refieren a amenazas, presos, desaparecidos o asesinatos] con
las autoridades civi les, militares y judiciales. En estos casos se extenderá invita-
ción a la Defensoría del Pueblo y al procurador para que acompañen esta activi-
dad" (Acta de acuerdo, Orito, r99(í). Se referían al caso concreto de ciudadanos
detenidos en el Ecuador. para quienes se exige que la Consejería Presidencial para
los Derechos Humanos s iga el proceso judicial.

LA JNTERNACIONAUZACióN DEL M oVIMIENTo Civlco


Y OE I.J\ PROBLEMÁTICA DE LOS CAMPESINOS COCALEROS

EL MOVIMIENTO CI\ JC( 1 NO SOW HIISl;,\J3A t\RTICI II..AR SU LUCI u\ REGIONAL Y Nt\CIONALM.LNTE, SINO
que u·ataba de sacar de Colombia el problema que tiene el Putumayo, lo que se convir-
tió en prioritario para demandar el respeto a su dignidad como personas, como cam-
pesinos y. más aún. el derecho a la vida. Es así como el representante de las
organizaciones indigenas y el asesor del grupo base sector comunidad viajaron a Was-
hington, invitados al tercer Foro amazónico en el cual presentaron el Acuerno firmado
en Orito. Para iniciar la presentación dijeron: ·'Nosotros. los cultivadores de coca en el
Putumayo somos alrededor de doscientas mil personas", pues su interés era hacer
visii.Jles a los pequeños cultivadores. insistiendo tanto en el problema social que
hai.J1a detrás del cult..ivo como en su diferenciación de los narcotraficantes.
Kearncy (r(.)96: 133) seüala cómo el discurso de La reforma agraria, tan importante
en el discurso campesino de la década de I970. ha sido eclipsado por asuntos más
amp li os, referentes a derechos humanos y calidad de vida. Más aún, sei'iala:

Por parte de los poscampesinos subalternos existe t!l desplaz.amiento de actividades políti-
cas hacia otros arenas poli! icas. así como la promulgación de las mismas no como política

r l.Omponeula civil comprende los dorechos necesarios para lograr la libertad individual del sujeto.
h• libertad lingü1stica. de pensamiento y religiosa, el derecho a poseer propiedad y a acordar contratos
válidos. así como el derecho a la justicia (... ). Por el componente político entiendo el derecho a
participar en el ejercicio del poder político como miembro de un cuerpo investido con autoridad
política u como un elector de los miembros de tal cuerpo ( ... ). Por el componente social entiendo
lodo el rango desde el derecho a un bienestar económico mínimo y a la seguridad hasta 1'1 derecho
a compartir cabalmente el patrLmonio social y a vivir la vida de un ser t:ivi lizado de acuerdo con a
los estándares dominantes en la sociedad. Las instituciones más claramente relacionadas con este
r:onceptu de ciudadanía son el sistema educativo y los servicios sociales".

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C ·\PITt: LO 7 + Estrategias del Movimielllo Cí1•ico después del amerdo

de partido si11o como nuevos movimientos sociales, que frecuentemente desplazan el


trabajo polítiro rlel espacio rlel estado-nación hacia contextos internacionales dentro de los
cuales las organizariones no gubernamentales están <..umpliendo roles cada vez más
protagónicos.

Aunque la reforma agraria todavía es fundamental dentro de las reivindicacio-


nes del Movimiento Cívico, estas nuevas tendencias, enmarcadas dentro de las acti-
vidades de los nuevos movimientos sociales, también es tán en el centro del
movimiento de los cocederos. Para el asesor del grupo base sector comun idad, ··se
buscaba el reconocimiento internacional del Movimiento". A partir de su proyec-
ción internacional, pero sobre todo de las denuncias que se hicieron sobre violacio-
nes de los derechos humanos, el 4 de diciembre de 1997 viajó al Putumayo la
Comisión fnleramericana de Derechos Humanos de la OEA, con la cual se reunie-
ron las autoridades municipales de Puerto Asís, los miembros del Comité de Dere-
chos Humanos -conformatlo por diecisie te instituciones- y el representante del
Movimiento Cívit:o por Puerto Asís. En esa reunión el personero delegado para los
derechos humanos de Puerto Asís solicitó a la Comisión Interamericana ··que se
hace necesario en el Putumayo el establecimiento de una veeduria internacional
más rermanente, ya que existe violación de los derechos internaciona les humani-
tarios" (Acta de la reunión con la Comis ión fnle ramericana de Derechos Humanos
en Puerto Asís, H)()?). Por su parte, un líder munkipal sostenía que "el colono está
queda ndo como potencial insurgente y esto implica que la violación del derecho
humanitario se va a intensificar más". Para ejemplificar esto enumeró casos de
abusos cometidos por el Pjército en contra de campes inos acusados ele guerrilleros
e insistió en que ··no son t:uestiones aisladas sino que son políticas de las fuerzas
militares": y denun<.iaha "CJlW hace 1111 mes o dos meses en este mismo recinto un
mayor aJ::.t rito el la brigada 1.4 con sede tm el Putumayo en una reunión citada por
él manifestó claramente que las normas del derecho humanitario no regían para el
conflicto armado interno columhiano y que a pesa r de que el señor coronel se
d iscuJpó luego por In 111tervención del mayor, aduce que de todas formas no ve
mejoría en el tratamiento que hay que darles a las normas del derecho humanita-
rio" (Acta dr la reunión ron la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en
Puerto Asís. J()(J7).
La representante de la Asociación Naciona l de Usuarios Campesinos - Anuc-
manifes ló que los campesinos era n los más afectados en el conflicto armado entre
fuerzas militares v grupos insurgentes y d ijo "que los campesinos tienen una
posición neutral entre las tuerzas mili tares y Jos grupos insurgentes y que los
campesinos lo único que quieren es c ultivar sus tierras" (Acta de la reunión con
la Comisión lnte ramericana de Derechos Humanos en Puerto Asís, IQ97). En estas
declaraciones P.S evidenle que tratándose de una zona en confl ic to para los cam-
pesinos es prioritaria la defensa de los derechos humanos, sobre todo porque no
se les consitlera neulrales frenle a los actores armados, empezando por las fuer-
zas militares. que son la presencia del es tado represor en la zona. Se cumple
entonces lo yuP. scñalu Kearney (HJ96: r84):

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María Clemencia Ramfrez
246 I LL>I:.N11DAO Y l'IL'LlAD-\NIA EN I'L Pul UMAYO •

El reenmurcar los aspectos produclivos dentro del espacio de los derechos humanos tiene
impücat.iones profundas y similares con respecto a la conceptualiY..ación tradicional de los
asuntos agrario y campesino. Normalmente, la relacion entre el estado y sus ciudadanos se
concibe y promulga como un asunto interno, pero cuando las agencias internacionales de
deret.hos humanos consideran l<1 autoridad del estado como abusiva.l<1 relación entre este
y los ciudadanos se transnacional iza ( ... ) en esta LransoacionaJización la definición social
de persona se expande de ser un sujeto de la nación X a ser un ciudadano g lobaJ.

En consecuencia, la denuncia de la violación de los derechos humanos por


parle de las fuerzas militares y los paramilitares fue lo que hizo que los campesinos
coca/eros adquirieran su condición de ciudadanos del mundo.
Además de la defensa de los derechos humanos. en varias ocasiones se hace
presente la defensa y conservación del ecosistema amazónico. En la discusión que
se realizó en la primera comisión durante la negociación en Grito uno de los líde-
res del movimiento. al sostener la necesidad de declarar en emergencia económica
y social al departamento y ejecutar un pacto comunitario que permitiera iniciar la
construcción de una economía alternativa, una economía de un Putumayo o de un
Amazonas sin coca, concluía que "si nos ponemos en ese camino, entonces sí le
estamos colaborando al presidente para que recupere la visa y, además, estamos
colaborándole para que no se la suspendan en el mundo porque s i deslruye los
bosques que le quedan al planeta, en todo el planeta tendrán que no recibirlo, decla-
rarlo persona no gralu en lodo ni plani-lla y eso no nos conviene" (intervención de un
representante ele los campesinos coca/eros en la mesa de negociación). Aquí vale la
pena señalar cómo el discurso de la conservación del medio ambiente por parte del
campesinado se vuelve también un arma para influir sobre la decisión del gobierno
de firmar el Acuerdo. Es así como en el Foro amazón ico en Washiugton los represen-
tantes del movimiento presentaron el interés de los campesinos en conservar el
ecosistema amazónico, señalando que por eso se planteaba el ob jetivo de establecer
unn "economía solidaria, rentable y sustentable'' como marco centra l para la formu-
ladón del plan departamental de emergencia.
Otra característica del discurso del campesinado en el contexto de la globaüzación
es que la tierra deja de verse sólo como un valor económico y empie:Ga a cooside-
rarsP. r.omo parte de un ecosistema por lo que adquiere un valor más amplio (Kearney,
r9Q6: 18.~). Esta demanda se bizo presente en el Putumayo, pues los campesinos
sostenían tener un papel centra l como habitantes ele la amazonia en la recupera-
ción y mantenimiento tic este ecosistema, patrimonio de la humanidad, para lo
cual sol icilahan trabajar con organismos internacionales:

En rclaLión con el medio ambiente, en la negociación hubo u.oa s ituación que no se trató
mucho ni fue muy clara. Todo el mundo habla del pulmón del mundo pero nadie dice
cómo va a ayudar a conservar ese pulmón. Creo que es con la participación y la coopera-
ción internacional para la conservación del ecosistema de la amazonia y e n e l departa-
mento del Puturnayo, pP.ro concertada con la comunidad por medio de sus organizacio-
nes (intervención de un líder en PuertoCaicedo, rC)CJ6).

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e""" l ·l.n 7 • Estrategias del Mol'imiemo Cívico despué.\ del acuerd!!_ 1
247

El reconocimiento ele este interés global en la conservación del ecosistema


amazónico no ha restado import(Jncia al discurso sobre la reforma agraria, que
sigue siendo lundamental para los ca mpesinos de la región, como condición para
lograr la consolidación dP una economía alternativa a la coca. La colonización de la
amazonia ha len ido como e je central la búsqueda de tierras por parte de campesi-
nos desposeídos de ella en el interior del país. Al respecto. el antropólogo Del
Cairo Silva (1998: 65] anota en su trabajo sobre los colonos del Guaviare, y puede
afirmarse que eso se cumple para toda la amazonia, que al hablar de fundarse, están
refiriéndose a la fundac.;ión, que para este autor se trata de "el evento esencial de la
ide ntidad del colono como tal, ya que sólo hasta que marca su territorio y empieza la
labor de establecimiento de su chagra semantiza sobre su espacio las características
de su tradición". Se trata de la tradición campesina ligada a la posesión de tierra y, en
este sentido. la reforma agraria sigue estando en el centro pe las demandas al estado
por parle de este sector de la poblar.ión.

EL MOVIMIENTO CíVICO: ENTIU: LA AUTONOMÍA


Y LA DEPENDENCIA DF. LAS F ARC O DEL GOBIERNO

EL 1\SESOR I'EHHI'f()I<J.\1 llF 1 \ RED 01 SOI.IIJARID/\1) I'A I{J\ EL PU'I UIYIJWO SENJ\1.:\ Uiii.ÍU El C: L(I{[·:NTE
de la Red upoyó al grupo base en cua nto a s us decisiones sobre el trabajo. no inter-
vino ni le e'\ igi ó a c~ste cumplir con determinadas metas y cuando se terminó el
tiempo estipulado en el contrato el documento que se entregó como resultado. re-
dac tado por él . no refl ejó el trabajo que realizó el grupo con las comunidades. Se
confirma entonces que para la Red de Solidaridad. como programa de la pres iden cia
de la repúulic:a lo mas 11nportante no e ra el contenido del plan integral de emcrgen-
c:ia sino sen tar d p rcccdentP tle haber negociado con el movimiento coc:olero "un
Putumavo "in coca", haber tenido un grupo de líderes trabajando de acuerdo con
estC' principio y ast. logrM legitimidad e n momentos en que el preside nte de la
república estaba tamba leando por acusársele de habe r recibido dineros del narco-
tráfir.o para su campaña. Es evidente que el gobierno nacional no estaba apoyando
un re planteamien to cstrurtural del problema socia l, económico y políti co en el Pu-
tumayo sin o que PStaba com prometido con la erradicación de la coca sólo para lo-
grar la certificación por parle de Estados Unidos. l.al como he venido sosteniendo.
Por su parle, los miembros del grupo base sector comunidad propusieron seguir
trabajando s in rem uneración mensual, pero solicitaron el pago de los viáticos y el
transporte uc cada uno de sus miembros para las actividades programadas o a las
c uales se les invitara y en las que se considerara importante su participación. Ade-
más, pedían o la Red que s iguiera contratando al asesor hasta el final de la formu-
lación del plan integral de emergencia y tener acceso a una oficina y a una secretaria.
insistían e n CJUe "no ba existido un decidido apoyo de carácter técnico especializa-
do que permita una formulación acertada del Plan"; en que los lemas a discutir no
se habían agotado - tales como el problema indígena, la educación superior del
departamento. la problemática del petróleo, el problema de la biodiversidad y el

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LDF..NTIDAD Y CIUOAr>ANIA EN El. PuTUMAYO • María Clemencia Ramíre:.
2.48 1 - - - ---

medio ambiente. entre otros-; y en la falta de discusión con el gobierno nacional.


departamental y municipal sobre ·'el proceso de formulación del plan, su conteni-
do, sus programas, etcétera. así como en la necesidad de que el estado difunda y
discuta el proceso con las comunidades" (grupo base sector comun idad , Propues-
ta de continuación presentada a la comisión de seguimiento a acuerdos de Orito,
Mocoa, 2.7 de junio de I997).
Vale la pena señalar cómo al considerar que faltaba la difusión del proceso de
elaboración del plan integral de emergencia por parte del estado, se estaba
responsabilizando a este también del éxito o fracaso del diseño del mismo. En conse-
cuencia, se solicitaba mayor compromiso del gobierno nacional y departamental por
medio ele las acciones de la Caja Agraria, el Incora, el Fondo DRJ, el Ministerio de
Agricultura y el Plante, como entidades del sector nacional, y del Corpes de la Amazo-
nia en el nivel departamental, considerando que la Red de Solidaridad y Corpoamazonia
habían estado cumpliendo con su parte (grupo base sector comunidad, propuesta de
continuación presentada a la comisión de seguimiento a acuerdos de O rito, Mocoa, ::q
de junio de 1997).
El trabajo con las instituciones del estado presentes en la zona se consideraba
prioritario para fortalecerse como grupo que sí podía responder a las necesidades de
los cocolems a quienes representaban. Es así como en la primera comisión del acuerdo
de Orito el gobierno pactó con el Movimiento Cívico el fortalecimiento iuslilucional
y patrimonial de las sedes regionales de las mencionadas instituciones, lo cual se ha
señalado como "un compromiso redundante al cumplimiento de los propios debe-
res adquiridos" [Useche, artículo inédito, ICJ99). Sin embargo, considero que cieja de
ser redundante cuando se contextualiza como uoa respuesta a la demanda hecha
por los lídems del Movimiento, de que el estado aumentara su cobertura y sus accio-
nes. de manera que la firmo de este acuerdo simboliza comprometerlo, Jo que se
considera un logro del movimiento7 . Para el caso de los movimientos sociales lali-
noamericanos. F'oweraker (tQ<JS: 76) señala cómo "una gran parte de su práctica polí-
tica se dedica a lograr unA rapacidad de gestión efectiva", entendida como "una
habilidad para lograr sus objetivos o para conseguir lo demandado" (Fowerakcr y
Craig. t9QO). En el caso del Movimiento Cívico. aun cuando insistía en comprometer

7 t\si. por eJemplo. en la disc.:u&ión de la ¡;omisión primera se acordó que era necesario que el
gobierno fortaledcra las unidades munkipales de asistenda técnica agropecuaria - Umata- . que
dependen dire¡;tamente de la alcaldía, no manejan presupuesto v son una especie de secretaría de
tlesarrullo agropec.:uario municipal. Se pedía su fortalecimiento por medio de las alcaldías, pues
le'~ prududos alternativos requieren asesorio técnica. Se ponía mmo ejemplo el caso de l caucho:
los míl pesos que pagaba Corpoamazonia al campesino por tírbol sembrado se iban eo pagar a u o
ingeniero que les hiciera el pl¡,n de manejo. El director regional del Plante en Puerto Asls,
entrevistado el .l<; de mayo de 1<)96, informaba que el Plllllte había aportado para apoyo económico
institucional y de infraestructura por meclio de las Umata que evalúan dónde deben invertirse los
dineros y los beneficiados para proceder a aplicar a los créditos de la Caja Agraria. Se informa
también del apoyo datlo a las Umata en personal. cinco tecnólogos y tres profesionales. siete
motos. nueve computadores. uno por cada Umata exceptuando a Mocoa y Puerto Leguízamo, seis
motores fuera de borda de alta capacidad para municipios localizados a la orilla ele los ríos. como
Puerto Guzmán. Caicedo y San Miguel (/..(1 Nación. 1.5 de mayo de 19QO: q).

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CA1'1TI 1o 7 • Estrate~ias del Movimiemo Cívico después del acuerdo 1
2.49

a las institucionrs estatales, desde la füma del acuerdo en Orilo su capacidad de


gestión S(' perdió al no lograr convocar para el trabajo con el grupo base a los repre-
sentantes de dichas cntirlades y, en este sentido, el se iba debilitando. Mantener su
autonomía con respecto a las instituciones no le permitía avanzar en sus programas
como tal. Es importante el análisis hecho por Foweraker (1995: 77) sobre los movi-
mientos socia les y su trabajo con las instituciones del estado como estrategia para
su fortalecimiento:

Lu~ mov1 m ientos sociales pueden ¡Jerder de vista, rápidamente. su "autonomía" como
resultado de su involucramiento en las maquinaciones de la política regional o
municipal ( ... ) es le in\ olucramieoto político seguramente acelerará su
"institucionalización" pero las prácticas políticas y las salidas políticas de las insti-
tuciones del estado están cambiando también. Al vincu larse con la política munici-
pal los mod m ienlos socia les urbanos han logrado algún éxito en presionar a l estado
para que cumr>la sus obligaciones normal ivas y legales de garantizar seguridad indi-
\'idual. proteger la propiedad de los pobres del fraude y la violencia y reforzar sus
propias reglas, regulaciones y controles de precios.

Sobre este compromiso del estado con el grupo base, el gerenle de la Red de Solida-
rielad anota que "se preseutaron conflictos con las Farc, que les decían: i.qué es lo que
ustedes Bstán haciendo·? Porque I)Stoy seguro de que las Farc nunca vieron con buenos
ojos ese acuerdo'', refiriéndose a trabajar contratados por la Red de Solidaridad.

Los Hm. para nada quf'rían tener al gobierno ahí. Y eu medio de ese sandwich estaba
d 1\lu\·imicnto C1vico, que veJa posibilidades en lo que le ofrcda el gobierno. veía por
lo rnenos l<1 sinceridad Pn lo que IP olrccía un sedu1· del gobierno, por deür lo menos.
que \'Pltl c¡ue se const,guía el clin~.:ro. los mcursos. que íbamos allá. que estábamos con
ellos, nos la jugamo:s con ello~. Y df' otro lado, de otro sector del gobierno, que ellos
distingut;HI muv dardmente. las relaciones con el Plante. con Moreno frente a las
n•léJLit•JH!s wu la l{ed t•ran totalmente distintas. Creo que en medio de ese sandwich
fm• que el tdo\ in11ento Cívico perdi(J vigencia. Por mantcnor un pie en cada lado
pert.lió la oportunidad rlr. provedarse. Eso no signific:aba que Le111an que enfTentar a la
guerrilla: nosotros nunca les pndimos que se declararan contra la guerrilla. ow1ca Sf' nos
ocurri11 una cosA dr esa ndturdlP:t.a (entrevista al gerente de la Red de Solidaridad y delegado
drl presidente .Imante la m!'sa de negodat..ión en Orito, r<J99).

Las Farc nn apoyaron la consolidación del Movimiento Cívico como movimien-


to social \' pnlílko. 1\lá!> aün. no impulsaron la elaboración del plan integral ele
emergencia. contradiciendo su política de apoyar la participación de los habitantes
de la región en la geslión locol. llegando a calificar a los líde res campesinos como
vendidos por recibir salario de la Red de Solidaridad para elaborar el plans. La

8 En octubre de I9Q7 se reportó ¡;omo un avance de los acuerdos firmados el19 de agosto de 1!)9/í, el
.tpovo ~¡;<:Jnumir.;o a los quince líderes y representantes del grupo base sector comunidad, enlre
el l'i dt• novicml;rc dt' rl)<)(í y el I'i de mayo rle 1997. para lo cual se ejecutaron $72 millones
pro\·rninnteo; dt> la Red ele Solidariciad (Avances a los compromisos <Jtlqulridos en el departamento
del Putumavo. l·~ rlt• octubre de 11)97. Puerto Asís. Putumayo).

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IDENTIIJAO v tll•DADAN IA E.N lL Pt,¡ U~MYO • María Clemencw Rumíre;.

actitud ambivalente de las Farc es eviden te de nuevo: aunque impulsó y ayudó a


la organi zació n de la movilización no permilia que el Movimiento Cívico se sa lie-
ra de su control. El s igu iente caso ejem plifica claramente la ambigüedad de sus
acciones, así como e l uso que hace n los habitantes de la región del conflic to
armado en la reso lución de problemas pe rsonales:

Se avecinaba una época e lechJral; el doctor Galarza [funcionario ofidal de Dasalud en


Mocoa l. que hab1a asesorado al grupo base en salud, empezó a sonar como posible
candidato a la gobernación y la posición de apoyo que habíamos tenido frente a la
movilización hizo que los campesinos tuvieran moyor confi anza en nosotros. Emiro
[líder del Movimiento Cívico por el Desarrollo Tntegra l del PutumayoJ fue muy amplio
en reconocer el apoyo que habíamos prestado en las mesas de trabajo. Es decir que e l
doctor Galarza te nía muy l.Juena imagen. Tenia enemigos aquí de la clase política
libe ral más recalcitrante y entonces a él le fTaguaron e l secuestro con las mismas Farc,
acusándolo de f!Ue era un gran terrateniente. que se había upotlerado de unos dineros
de la 9 Millonaria. cuando la junta directiva de la 9 Millonaria eran los gobernadores.
Paro aq uí manip ularon la informació n y lo hicieron secuestrar, porque aparecía wmo
un firme candidato para lo gobernación y así empeuroo a debilitru· al grupo base
también. En consecuencia, a la guerrilla le rlijeron f]Ue si Emiro intervenía a favor de
Galarza era porque este también le había dado plata a él, que a los del grupo bnse a
va ri os les había dado de a cien millones de pesos. En tonces comenzaron a
desprestigiarnos ante la gen le. ¿rtuien lema esa capacidad'{ Algunos in!orma11tus de lu
guerrilla aquí, con d frente 11 de las Farc, que es un frente de muy bajo perfil político.
En lodo caso. a F:miro lo acusaron de tener fincas en ell\fagdalena medio. en e l Cauca.
Caquctá y Putumayo. Por su parte. a Emiro le aconwdaban más de 2.&Jo millones de
pesos y que, además. era e l q ue estaba apoyando a los parami litares para que vinieran.
fuera de eso. involucraron a los del grupo base. diciendo que ya tenían acuerdos
políticos con Golorzn y que. obviamente, les había dado plata, pero que ademas el
grupo hase se hal.Jía vendido al gohierno porque había rPcibido no sé cuántos millones
du pesos. El gobierno había asignado una pinta paru los asesores\ para los ta lleres y
les daba a ellos una bonificación para el desplazam iento: es decir, si los encuentros
eran en Puerlu Asís o los del grupo ba~e les pagaban por el alojamiento. la a limenta-
ción y PI transporte. esto para lrecP- personas pues siempre suma, aparecen ó 100 'o
millones dl:l peso~. Pero se deda t¡w· se l'l'tuliervn por tonta plata al gobiernu _,.que
w•mlicron u/ m01•imiento .'' /ombién los desprestigiaron antP lo guerrilla r.on fines de
CJlll' tdlos no inlerr:PdiPron por la libPrnrión de Calorzo. Entonces ahortó lo del Plan por
esas cosas, por intrigas externas de tipo polilico (enlrP-vista al director del hospital de
Mocoa duranto las marchas. ICJ<')C). En/ilsis mio).

En esta explicación sobresale. una vez más (véase el captlulo 3). e l papel que
desde la perspecliva de los habitantes de la región cu mplen el rumor y cl chisme
en las accio nes que desarrolla la guerrilla. Según la descripción, e n la vida cotidia-
na de los pobladores del Putumayo la guerrill a pasa a ser un actor social más que
se deja envolver en las inlrigas políticas de la región; fueron los en em igos políticos
tradicionales, e n este caso ·'libe rales recalcitra ntes", quienes hicieron llegar infor-
mación a las Farc para que secueslTaran a este fun cionario público. candidato a la
gobernación como resultado de su papel de asesor del Movimie nto Cívico durante
la mesa de negociación. El r8 de febrero de 1997 el periódico local Lo Noción reportaba
la noticia y a los quince días del secuestro, el 28 de febrero, el De partamen!o Admi-
nislralivo de Salud del Pulumayo convocó a ·'la solidaridad de los putumayenses y

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C-\1'1111 o7 • Es1ru1egias del Movimiento Cívico desf!!!_éS del acuerdo 1
2.5I

ciudadanía de la capital para extgJr en una marcha pacífica al Bloque Sur de las
Farc. la liberación del director de esta unidad salubrisla"; además. a con tinuación
se resalta que se trata de un "destacado profesional putumayense" (Lo Noción, 28
de febreru de r<J<J7: r2). El secuestro duró catorce meses, hasta abril de 1998, cuando
fue liberado. una vez habían pasado las elecciones.
En cuanto al líder central del Movimiento Cívico, que en ese momento trabajaba
con el grupo base, quedó selialado por sus enemigos políticos como receptor de dine-
ros del director de Dasalud y. a la vez. del estado, por medio de la Red de Solidaridad,
vendjendo el Movimiento y, más aún. apoyando la entrada de los paramilitares. De
esta manera. sus enemigos políticos lo neutralizaron para que no intercediera por
Galarza ante la guerrilla, partiendo de que este había apoyado a los líderes del
Movimiento durante las marchas y estaba en condiciones de hacerlo, pero más
aún, advirliémlole que no debía presentarse a elecciones para el congreso.
En ::.íntesis. el plan de desarro llo integral de emergencia quedó en medio de
estos conflictos de poder político, sin lograr que se elaborara de acuerdo con las
expectativas. Parecería que el interés de la guerrilla , coincidente con el del estado
en la práctica. es mantener al Putum ayo como una zona marginal, obstaculizando
la vo luntad de la gente de sustituir la coca, o más aún. de logra r un plan de
desarrollo a lternativo, lo cual esl<:í sirviendo para legitimar las acciones que se
definen en el marco de la guerra conlra las drogas.
Por su parle, el estado tampoco se comprometió con los dirigentes para la ejecu-
ción de un programa amplio de sustitución de cultivos. objetivo central del plan de
desarrollo integral:

La ,·oluutad dPl gobJCrnu 110 se vio; pero despuP.s lo voluntad de lu guerrilla para
negociar un nuevo modelo rlc rlcsarrollo tampoco. El plan era muy ambicioso, era
muy l.nJenu. ~>1' trataban asper.lus de fondo. Además hubo tiempo, más de una semana
trabajMulu dt<t \ ¡t wt.e~ uudte, ¡uaalazandn los tema:. a profundidad. con plantea·
mientus muy buenos. Pero no hubo voluntad para retomar esas cosns y después la
confusión. lo falta de claridad de la guerrilla que tampoco tuvo claridad fren te a l pro-
ceso (E>ntrPvista a un funcionarit1 local. a~esnr del grupo basP., 1()98).

En la entrevista que le realicé a l asesor del minis tro del Interior este afumaba
que el acuerdo firmado en el Putumayo, ··si tiene norte, sí tiene gu ia", y considera-
ba una "lástima que el grupo base no hubiera desarrollado la oportunidad que tu vo
en las manos", recayendo en los lideres del Movimiento Cívico la responsabilidad
ele no haber logrado sus demandas. Además señalaba:

Ese momen to politico mpresentaba la posibilidad de jugar en medio de la


desinstitucionalización y la presP.ncia guerrillera. Es decir, en cuanto dicen que las ins ti-
tuciones allá en el Amazonas no son instituciones. pues no hay políticas serias. Allá
quién, ¿la salud'? Están las instituciones pero los programas que e jecutan no responden
a lo realidad de la zono. La saJud, por ejemplo: es imposible que tenga uno de los índices
más bajos de wberlura en el régimen subsidiado de salud. teniendo los índices de
marginalidad ~orial más ollos en los raspnrhínes y enloda esa población que está por

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l oENTmAD v nuoAUANIA E:-< El PLTUMAYO • María Clemencia Ranurez
252. 1

todas partes. Entonces. ¿a quién están atendiendo ·~. ú1 los dPI pueblo? (entrevista al
asesor del ministro del Interior, 1999).

A través del plan integral de emergencia sr. habría podido lograr que los progra-
mas respondieran a las necesidades de los habitantes de la región y, de esta manera,
podría haberse neutralizado la actividad de la guerrilla. Sin embargo, anota que:"En
el Putumayo ellos lograron cosas importantes: en salud se amplió lo de los carné, en
educación se lograron maestros y mejorar la infraestructura educativa, vías, electri-
ficación, se consiguieron unas plantas para algunos pueblos". En cuanto al fracaso
de la formulación del plan integral de emergencia por parle del grupo base, conside-
ra que "se cerraron fue en cuanto encontraron la opción de tener una _plataforma
política, porque ellos querían constituirse como movimiento político para el Putu-
mayo" (entrevista al asesor del Ministerio del Interior, 1999).

EN BUSCA DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA:


LAS ELECCIONES Y EL MOVIMIENTO CÍVICO

Y les planteamos en la discusión: 'No vayan hacrr de la propuesta de desarrollo un


programa de gobierno. un programa político ele<-toral '. Porque :.e acercaban las elec-
ciones y sabíamos que iban para a llá y parec.;e que eso lue lo que hic ieron. la J.llala-
forma política y no un plan rle desarrollo !entrevista al asesor drlminislro del Inte-
rior durante las marchas. agosto de HJQ9).

Como se ha señalado, después de levantado el paro CIVICO los líderes del


Movimiento Cívico habían ganado mm:ha fuerza entre los habitantes de la re-
gión, y frente a los partidos político:; tradidonales se convirtieron en una amena-
za de constituirse en movimiento político con potencialidad para lograr
representación política nacional. Es decir. empezó a hablnrse del Movimiento
Cívico como representante de los habitantes del Putumayo v. por consiguiente.
sus líderes planteaban su conversión en movimiento político. teniendo en cuen-
ta que en octubre de r997 se realizaban elecciones para gobernación, alcaldías.
concejos, senado y cámara.
Fals Borda (H)C)O: 67-68) ha señalado cómo "la deslrgitimar.ion dt> los partidos y
de los gobiernos por su to lerancia de los abusos. ha creado un vacío de poder", y
como "los movimientos sociales en su evolución r.xpansiva. han ven ido llenando
este vacío local y regional (... ) a l plantear propuestas alternativas de sociedad y de
conlTato social ( ... )se trata de realizar una busqucda creadora de formas allernali-
vas de organización y acción política". Para Fals Borda se trata entonces de la
redefinición de lo político y de la creación de otra cultura política. Para Bejarano
(r998: 23) se trata no sólo de la crisis de la política sino de la crisis de las identida-
des que requieren otros punlos de referencia: es decir, se trata de la construcción
de nuevas identidades políticas y sociales: al referirse a los movimientos sociales
sostiene además que "es evidente que la representación social no es sustituto de una
adecuada representación política y queda por lo tanto sin resolver, la tensión entre

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Estrategias de( Mm•imiento CÍI•ico después de( acuerdo

los partidos y los movimientos y organizaciones", y se pregunta si los partidos


poltticos serán sustituidos por los movimientos sociales. El Movimiento Cívico
l>uscaba alternativas políticas frente a la "democracia restringida", como ellos la
llaman, y se enfrentaba al dilema de pasar de la representación social a la represen-
tac-ión polífica. Además. en esta zona de connicto, las Farc como actor con gran
poder local intervienen, prohibiendo la participación como candidatos en las elec-
ciones y haciendo un llamado a la abstención electoral. lo cual fue recibido en la
región de forma diversa, según los actores:

Pero más a llá también podía uno mirar si la guerrilla tenia algún interés político,
una salida polílica al conniclo o no. La verdad es que después se da el proceso
electoral y Luis Emiro. que había estado al frente de las marchas y del proceso, tenía
prácticamente una solicitud ele los campesinos y de toda la gente de abajo paia que
parlicipaia en las rlecciones y se postulaia para la Cámaia. En todo el clepaitamen-
lo, no sol!unenle en el área rural sino en la parte urbana ven todo lado, se daba por
hed1o que si Emiro :.e postulaba a la cámara era arrollador. La sorpresa fue que no se
postuló porque las Farc no lo permitieron. Es una gran contradicción (entrevista al
rlircctor del hospital rle Mocoa durante las marchas. 1999).

El 1tí de septiembre de 1997 un periódico regional informaba en un Ulular ·'Renun-


cian )Ití cand idntos de un total de 3'i4 inscritos", como resultado de la carla enviada
por las Farc en la cual exigtan el retiro inmediato de las candidaturas (Lo Noción, r8
de septiembre de r997: r~). El r0 de octubre de 1997, se leía: "las amenazas del Bloque
Sur de las Farc se extendieron en las últimas 2.4 horas hacia todos los ciudadanos de
los municipios del Medio y Bajo Putumayo que participarán en las próximas elec-
ciones como jurados de vol ación" (Lo Noción, r0 de octubre de 1997: 13). El 3 de octu-
bre el mismo periódico en un artículo titulado "En Putumayo, 14 poblaciones
cercadas por las !~re" informaba que el proceso electoral era incierto eu los lugares
en donde la presencia guerrillera era permanente '"y las fuerzas militares no asegu-
ran estar presentes por el momento". Se informaba también que era competencia
del gobernador la evaluación del orden público y la decisión de aplazar las eleccio-
nes (/.,o Nnrión. J de octubre de r997: IJ).
Además de la orden de las Farc. como se anotó, los dirigentes del Movimiento
Cívico fueron amenazados y, finalmente, no participaron en las elecciones por
considerar que sus vidas corrían peligro y se retiraron para trabajar desde la clan-
destinidad. o mejor, en el marco de lo que se podría llamar la cultura política de la
marginalidad. Es así como antes de las elecciones de octubre de UJ97 el Movimiento
Cívico se dirigió a los campesinos del Putumayo para explicarles la causa de su
retiro como cantlidalos a las elecciones, en un acto que se realizó en el parque
central de Puerto Asís y en el cual participaron Lodos los candidatos del bajo
Pulumayo, quienes insistieron en la falta de garantías de seguridad para su partici-
pación en las elecciones y en el aplazamjenlo del proceso electoral. En su interven-
ción se insistía en el problema de la paz, la violencia y la democracia, dejando a un
lado el problema de los cultivos ilícitos:

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Marta Clemenciu Ramtre<.

Cuando nosotros hablamos del problema de la paz puede babermuchas interpretaciones y lo


mismo ocurre cuando se habla del problema de la violencia. Nosot.ros como organización
política, organi~ción que ha sido de las marchas campesinas que hubo en iLulio y agosto del
año pasado JC)()'Í .tenemos LUla interpretación del problema de la guerra y de la paz. Opinión
que queremos compartir con ustedes. El problema de la paz en Colombia debe incluir el
análisis y la superación de los problemas que generan el conlliclo. Y eso tiene su asiento en
el problema de la democracia. Ycuando hablo de la democracia no estoy hablando del derecho
a votar. sino de la democracia económica. social y politica. Ahora Lodo el mundo habla de paz,
pero a uno le da por pensar que la mayoria de las personas, inclusive las que hoy están al
mando del estado poco o nuda entienden de la paz. Cómo puede hablarse de paz eo LUla región
o en un país como este con 1u1as desigualdades tan grandes como las que tenemos. Claro. y
ahí los encontramos a todos. en la cúspide del estado hablando de la paz. Pero lo que no
recuerdan es que el problema de la violencia es producto de la irresponsabilidad histórica que
han tenido los gobernantes( ... ) y ahora nos vienen a decir que el problema de la guerra es la
existencia de la guerrilla cuando es lodo lo contrario, e u esle país hay guerrilla es porque hay
injusticia y represión contra el pueblo desarmado (intervención de un líder del Movimiento
Cívico en el parque del mLLnicipio de Puerto Asís, 27 dtl septiembre de 1\m) .

En este discurso se insislía e n que democracia no s ign ifica votar sino demandar
jusUcia social a las clases dirigentes, a quienes se responsabiliza históricamente por
la violencia política que vive el país. En ese momonto. los líderes del Movimiento
Cívico se alejaban de las ins tituciones del gobierno con las que estaban trabajando y
tomaban una posición radical e n con tra del "terrorismo de es tado". En el llamado a
la abstención electoral. las Farc también se referían a la historia de s u persecución
pohtica por parle del estado, mencionaban el ataque a Marquetalia e insis tían en
que "nada ha cambiado en Colombia que no sea para e mpeorar la s ituación". Soste-
nían además que las elecciones "de ser una conquista democrática pasaron a ser una
tramposa manera de las clases dominantes para perpetuar su dominio", y no sólo
hi cieron un llam arlo a la abstención electoral s ino CJUC convocaron "u la creación de
los Cabildos Popu lares realmente democráticos y participalivos para la con struc-
ción rea l de l poder desde aba jo" (Fa rc, comunicado. 6 ele junio ele r9981J). La historia
se trae al presente para legitimar sus acciones conlra las elecciones. pero sobre todo
con lra la población civil -por ejemplo. jurados de votación-, deslegilimar la demo-
cracia parl icipativu que impulsa el estado y para proponer otra forma de cons truir la
democracia. El doble discurso ele las 1-'arc es recurrente: se presentan como los
verdaderos defensores de la democracia parlicipaliva, a l a vez que ejercen activida-
des autoritarias en co nlra de la poulacióo. En consecuencia, los h abitantes del
Pulumayo recibieron esta orden de manera diversa.
Mientras el alcalde ele Puerto Asís apoyaba nl aplazamiento de las elecciones Jos
del a lto Putumayo no com partían esa decisión e indi caron "que las elecciones son
la única manera de demostrarle a los violentos que la población civil no comparte
las ideologías bélicas y que están cansados de la ola de terrorismo psicológico que
se viene presentando en todo el departamento del Putumayo, el c ual ha aumentado
e n los últimos meses" (La Nación. 2.5 de octubre de 1997: 13). En el caso de la baja
bola caucana. donde los dos primeros alcaldes del municipio de Piamonte fueron
nombrados por decreto. la comunidad exigió a la guerrilla la autorización de las
elecciones en octubre de 1997. tal como lo explica un conceja l:

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
C\Pin:w 7 • Estrategia~ del Movimiento Cívico después del acuerd!!_ 1
255

Pero en fin, de tanto ir, venir, discutir, dialogar y exigir hubo elecciones de acuerdo con
lideres y reuniones. de reconocer la importancia r¡ue tenía ya de ser municipio
IPiamonteJ y la desventaja que tenía también al no haber elecciones populares; enton-
ces ellos [las Farcl aceptaron eso y dejaron que hubiera elecciones ( ...).Entonces frente
a la administración con este alcalde ha habido unos cambios, porque éste si está de
acuerdo con la ley reglamentaria y va muy de la mano con el concejo (entrevista a u o
concejal en Piamonte, 1999).

Quiero enfatizar en que las respuestas que se dieron a la orden impartida por
las Farc fueron cüversas. lo cual muestra que frente a su autoritarismo los habitan-
Les de la región responden según su situación concreta, poniendo en evidencia las
estrategias por medio de las que han logrado espacios para maniobrar'l. Se insiste
también en la importancia de trabajar bajo los mandatos de la ley.
Por su parle. el gobierno decidió llevar a cabo las elecciones lo cual generó
conflictos al gerente de lé! Red de Solidaridad con los líderes del Movimiento
Cívico, por considerar que se plegaban a las Farc:

Después tuve muchos conflictos con ellos. por ejemplo lo de las elecciones. Cuando
decidieron no participar en las elecciones yo estaba convencido de que Luis Erniro
se iba para la cámara y tenía con qué hacerlo. pero en ese momento. cuando estaban
~;erca las elecciones ellos tenían conflictos muy grandes con las 1-arc. con los alcal-
des y con los dirigentes políticos tradicionales del área. porque se habían erigido.
como tú bien lo señalas, en una posibilidad independ iente con mucha fuerza en la
región. Desafortunadamente ellos. en mi opinión, se le pegaron a las Farc (entrevista
al delegado del presidente a la mesa de negociación en Orito y gerente de la Red de
Solidaridad, r999).

Podría concluirse entonces que durante las elecciones se intensificó la lucha


entre el gobierno y las Farc por el control del Movimiento Cívico, como lo comenta
el gerr·ntr ele la Red:

F.so fue un pulso tenaz. Los hderes del Movimiento andaban desaparecidos pero te-
naan la consigna de no participar en las elecciones. Nosotros nos habiamos reunido
antes y nos pusimos de presente; ellos me dijeron no. nosotros no estamos con las
elecciones. Ellos redactaron un documento que firmó el alcalde de Puerto Asís. lograron
quP. las administraciones municipales y los sectores de la connmidad emitieran un docu-
mento para que no hubiera elecciones en el Putumayo, lo f1rn1aron los alcaldes de Orito, La
Hormiga. Puerto Asís y Mocoa. Y a mí me colocan la papa caliente ele ir allá y asegurru· que
hubiera elecciones. Ellos decí11n que no podía haber elecciones porque hahía una amenaza
de la guerrilla, ellos nunca se fueron por el lado de que las elecciones son ilegítimas, nunca,
no cayeron en el discurso de los setenta, que ante las amenazas de la guerrilla había que
preservar el in t er~s de la comunidad. preservar la vida de la gente. porque había de por
medio una amenaza, era más o menos lo que ellos decían, y a eso se les wlieron un poco
de alcaldes. Y yo me voy a Puerto Asís y a Mocoo como delegado pre elecciones, me agarro

o Sr trata de la cnpacidad de maniobra de los individuos frente a estructuras rlefioidas. en esle


c..asn frente al autoritarismo de las Farc.

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loE~nll>\D Y CILDADANIA tN H Purt~tAYO + María Clemencia Ramíre~

por esa radio y me agarro en público con el alcalde de Puerto Asís por radio (entrevista al
delegado del presidente en la mesa de negociación en Orito, r9Q9).

En cuanto a la no participación en las elecciones del Movimiento Cívico. la


memoria histórica de persecución a partidos alternativos se revive y justifica su
retiro. Es así como en la intervención hecha por uno de los líderes en el parque de
Puerto Asís hizo un recuento histórico de la violencia política, de la guerra sucio
desatada contra dirigentes de partidos políticos alternos como el MRL, el PC y la UP
e insistió en la desigualdad social y en el abandono de la región por parle del
estado. Prima entonces el estado represor frente al proveedor de servicios, en un
momento en que las amenazas a su vida por parte del paramilitarismo rondaban en
el ambiente. Las elecciones finalmente se realizaron con una votación muy baja.
Así, por ejemplo, el alcalde de Puerto Asís resultó elegido con sólo treinta votos.
Como resultado. me contó un concejal: '·La guerrilla convocó a la comunidad a
una reunión a la cual asistieron alrededor de doscientas personas; allí dijeron que
esa elección no era valida y que ellos (los guerrilleros) tenían candidato. Sin em-
bargo, no pasó nada. El alca lde siguió en la mira" (entrevista a un concejal de
Puerto Asís, r998). Esto significa que sus actividades siguieron fiscalizadas, tal como
se ha explicado (véase el capítulo 3). pero se le dejó gobernar.
El dilema de los habitantes del Putumayo sigue siendo cómo sostener una re-
presentación como grupo social y político diferenciado y, más aún, cómo lograr la
apropiación de los espacios democráticos propiciados por el estado y el compro-
miso del mismo, en una región donde diversos actores armados cumplen un papel
preponderante y el gobierno no ha mostrado vol untad política para apoyar las
iniciativas de los campesinos y así abordar de manera estructural el problema ele la
amazonia y del cultivo de coca.

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CAPÍTULO S

Las paradojas de la economía de la coca: organizaciones comunitarias


y participación ciudadana en medio de la violencia política

Cuando la coca está a buen precio los campesinos aportan


para pagar maestros. para combustible de la volqueta, para
la construcción de la carretera y cuando los precios bajan,
todos van a parar a la alcaldía para que los ayude" (comen-
tario del alcalde del Valle del Guamués (La Hormiga)
(En El Tiempo. 25dc ¡unio de It)l}). IB}

Me parece que e l estado colombiano tiene


una percepción muy equivocada de esta gente: piensa que
la mayoría de los habitantes son cultivadores de hoja de
coca porque no se han vinculado a actividades oficiales.
Pero aquí. en el terreno, se sabe que hay grandes valores
morales y que las personas están muy preocupadas por
cambiar el rumbo de esta zona.
(Entrevista al personero municipal de Puerto Asís, I()f}8).

E
S Th <. \ I'ITL 'I.O si\ 1'- 11 r \ e n \ N I!() \l. \ Le ·\ l.lll u1 1. \.IIINICIPil l lll·.l V \1 11- nLL Ct JJ\ Mt ES
(La Hormign) y al personero municipal de Puerto Asís, por cuanto se trata de
dos de los municipios con mayor presencia de cultivos de coca en el Putumayo
y. coincidentemcnte. más violentos en cuanto a muertes por homicidio reportadas•.
AJ mismo tiempo. se reconocen como municipios cuya población muestra organización

El Departamento t\dministrativo de Salud del Putumayo -Dasalud- seria la que entre las causas
de la mortalidad en el departamento sobresale el homicidio. que aportó 46% del total de las
causas responsables dC' la mortalidad en 1995 y más de la mitad (51%) en 1!)96. En cuanto a los
municipios más violento:;. sobresalen Puerto Asís, que regis tró 616 muertes violentas. el Va lle del
Guamués (La Hormiga) quP para el mismo periodo (1991-199(5) sumó 473 homicidios y San Miguel
(La Dorada) que entre 1995 y 19<)6 registró 140 muertes violen tas. El 6o% de las muertes violentas
ocurridas en el Putumayo sucedió en esos tres municipios (Dasalud, r9<)6). Cabe anotar que en la
inform<'lcióu presentada en Noche y Niebla (de donde se tomaron todos los gráficos que se
presentan en este capítulo) Puerto Asís también tiene e l mayor número de muertes registradas.
mientras San 1\liguel presenta un mayor porcentaje que La Hormiga (véanse los gráficos 1 y 1).
Lo anterior se debe a las fuentes utilizadas: en el primer caso locales y en e l segundo nacionales.

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IOF.NTIDAD Y Cll'DAOANI•\ El'- LL Pun MAYO • Maria Clemencta Rwnrn•:.

y liderazgo comunitario, lo que consliluye una de las grandes paradojas de esta


región, la cual debe mirarse detenidamente.
En este capítulo sostengo que la relación causal que se ha establecido entre el
cultivo de coca y la generación de violencia desdibuja u oculta los procesos
organizativos de los habitantes de estas regiones cocaleros. que buscan la promo-
ción de la organización comun itaria antes que la individualización y las acciones
fuera de la ley de que tanto se habla. Tal como se ha dicho, para los pequeños
campesinos la coca sólo es un medio para lograr su sobrevivencia, para mejorar su
nivel de 1rida, y puede afirmarse que es el único medio que le permite al colono
acceder a servicios básicos. En el capítulo 5 se mostró que a los campesinos la coca
les da sustento y empleo, y que ellos insisten en e l prob lema social como causa l del
cultivo de coca, relativizando así el problema de su ilegalidad. Más aún, cuando se
enfatiza en que la alta presencia de cultivos ele coca coincide también con altos
índices de muertes violentas, se minimiza, si no se oculta, la violencia política. que
se acentuó en la región después de l movimiento coca/ero.
En r998, la lasa de mortalidad genera l para el Putu_mayo -262 por roo mH habitan-
tes- sobrepasaba la nacional -ochenta por roo mi l habitantes- y Puerto Asís era el
municipio con la tasa de mortal idad general-66r.r por 100 mi l habitantes- más a lta
del departamento, seguido por el Valle del Guamués (La Hormiga) con 413,3 por 100
mil habitantes1 (Dasalud, 1998).
En su mayoría, los altos índices de muertes violentas en los municipios pro-
ductores de coca del Putumayo se han explicado por la presencia de esta econo-
mía. y entre las causas de los asesinatos se señalan los ajustes dP. cuP.nlas. la muerte
a informantes o sapos por parle de combos o grupos privados de protección de
narcotraficantes. así como la delincuencia común organizada en bandas. Esta ex-
plicación responde a la relación causal que se ha construido alrededor de la vio-
lencia generada por la presencia de la coca y. más aún. del narcotráfico. Es así
como el plan de clesarrollo para el Putumayo. r<)Q8-2000. propuesto por la goberna-
c ión y denominado "Plan pi loto territorial de convivencia". al reconocer los a ltos
índices de violencia y la existencia de un conniclo social. establece como explica-
c ión del mismo, '·la persistencia de un mode lo de desarrol lo extractivista e
inequitativo. la deslcgHimación del Estado. el predominio de la intolerancia en las
relaciones cotidianas. la inequidacl (sic) social y la confrontación armada por el
control del territorio" (gobernación departamento del Putumayo, 1996: 12.). En este
diagnóstico se pierde de vista que la población civil de la región se involucra con
los grupos armados. como uno de los principales elementos para entender los
altos índ ices de violencia y las alternativas que propone la población al mismo. La
economía de la coca se ve como la causa de "la degradación de Los valores sociales",

l Según el censo de población de 1993. Puerto Asís tenia JS.oro habilantes y el Valle del Guamués
¡5.919 -esta cifra comprende la poulación de La Hormiga y de San Miguel (La Dorada). pues este
último se constituyó como muuicipio en r91)6-. F.l departamento del Putumayo tcoja un tota l de
1.04.309 habitantes (Daoe. rcm). En 19Q6 se calcu.laba que el departamento tenia 22'1-QÓ7 habitantes
(Gaviria, BooiJla y Arenas. rQ96).

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C\PfTUI.O 8 • Paradojas de la economía de la coca

GHAnco 1

P UTUMAYO: VÍCTIMAS SEGÚN SEMESTHES Y MUNIC IPIOS

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PUTUMAYO: PORCENTAJE f)E VÍCTIMAS SEGÚN MUNICIPIO

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Moco a
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María Clemencw Ramíre:.
1.60 I IDErfiiD•\D' nuoAD'\I'OIA 11\ 1.:1 PlTliMAYO •

y como la promotora de "la resolución violenta de conflictos cotidianos" y "Los


elevados índices de mortalidad por homicidios" (gobernación del departamento del
Putumayo r9C)6: 16). Aun cuando se reconoce a la confrontación armada por el control
delterrilorio, se dibuja una población totalmente pasiva frente al mismo, presunción
que también debe ser cuidadosamente examinada como se hará en este capítulo.
Vale la pena señalar para el caso del Putumayo, como lo hace Uprimo y (199')) para el
caso de Colombia en general, que la agudización de la violencia durante los últimos
años no liene asociación unívoca con el narcotráJico. Para Uprimny (1995: C)éi), "el pro-
blema f1.mdamental de los derechos blunanos en Colombia en los últimos años está
mucho más Ligado con La llamada "guerra sucia", es decir, con la acción de los grupos
paramilitares y los "escuadrones de la muerte""; insiste. además, en que los grupos
paramilitares han actuado con la aquiescencia de las fuerzas militares. Estas afirmacio-
nes se cumplen en el caso del Putumayo. donde a los habitantes se les representa no
sólo como delincuentes o narcotraficantes por el cultivo ilícito de la coca sino también
como aux.i/iams de lo guerrilla, por lo que son ol.Jjeto cie violencia estatal por parte de
las fuerzas militw·es y de los grupos paramilitares'. tal como se ha señalado.
és ya un lugar común suponer que el ~,;ullivo, procesamiento y comercio de la
coca genenm violencia, promueven el individualismo, la búsqueda de dinero fácil-
narcomentalidad- y la pérdida de valores, etcétera. Desde esla perspectiva se hace
una lcclu!'a homog<meizanto ele los efectos de la economía de la coca en los poblado-
res de las regiones productorus, quienes no sólo son descritos como buscadores de
fortuna, gente sin arraigo. sino taml.Jién como personas violentas que actúan fuera
de la ley e imponen sus propias reglas de juego. De esta manera, no se toma en cuenta

MrCiintock (l<m.: .ll1-.U..II iluslra romo, desdr- 1<)1'11 y romo rosultarlo de la visita a Colombia de un
equipo ospccial de guorraostadounidr.nse. se recomienda ejncutar actividarlos terroristas. de sabolaje
\ paramilil.m~~ c:onlra los comunistas. Se propone así reclutar población civil. campesinos fJllt' "se
s uponro umoren las activirh-trle~ rle los guerrilleros". r;stas reromendaciones se arloptaron en
Colombia en ul Plan Lazo. t.ontra la insurgencia. qur continuo hasta IIJ(í). McC:Iintock sostiene:
"Los pro¡;:rama~ quo siRJJieroo combinaron guerr:~ de guerrillas v contTaguerrilla e involucraron
r ontmterrori~1no y conlmorganización ... La rloctrina contra insurgente dP Colombia hoy en día
tlilic>rf' pnw dro .tfJtlfllla d" los Estado~ Unirlos Pn los óQ" , Señala ademá~ fJUe el rcgJ¡¡mento de
romhalt' rlt• c:nntragttPrrillas del r•ifirdlo colombiano de rtp<¡ ~e basaba en manuales de r.ampo de
Estado~ llnidn~ \' en articulos de tres tf'óricos fnmr.ese~ n~pncialistas en guerra revolucionaria
qun prnmutwf'n el c untraterror y la conlraorgauización. La década de JQl>O puedelra?.arse como
la rlr la implrmcntación de la guerra no·convcnrional y la contraorganización, lo c uAl requería
dr• JuNzas irrnguJ,,res dvilcs bajo el comando y control de las fucr7.AS militares regulares.
Mr C:linlot.k clucumenlA históricamente las diferencias que sr establecen rlentro de> la dnclrina
mllilar entre paramilitares y fuerzas irregulares. unidades de autodcfensa y grupos c-iviles de
defens¡¡, (!nlre otros. Lo que debe rcsa ltarse es el principio de involucrar a la población dvi1
organizadA rn contrH de la insurgencia que se supone gana apoyo de lu poblat:ión locaJ por
medio del te1 ror y In intimidación. Se mantiene lo lúctica del con nielo dr hoja intensi.datl, que se
C:H<~cterizil por asesinatos. terror. emboscadas y asaltos y. ocasiun;Jimente, operaciones
wnvoncionales. Es decir. fJUr. se reproduce la forma en que se define la <~cluación de la guerrilla
en el marco de revolución y contrarrevolución que caracteriza este conniclo de baja intensidad
(McCiinlo~.;k, I<JIJ2: .¡.u). Lo fJUe se observa en el Pulumavo es e l señalamiento r¡ue se hacerle la
población local como auxílíorde la guerrilla: y los grupos paramilit¡¡rcs o aulodcfens¡¡s. aunque
promueven la pdrticipación de lo poblat.ión local. vionon organizarlos de fuera. manteniéndose
el apoyo de las fuerzas militares a dicha táctica.

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Paradojas de la economía de la ~:~ 1
261

la larga historia dP. colonización ele la arnazonia y, por tanto, se deja por fuera a
sectores ele la población que se encontraban allí antes de la llegada de la coca. Como
se ha insistido. existen tres generaciones que han residido en el Putumayo: la prime-
ra, de migrantcs con hijos nacidos fuera del departamento pero criados en la zona; la
segunda, de hijos de estos colonos antiguos y, por tanto, nacidos en el área, quienes
sienten pertenecer a la misma y se encuentran trabajando por su regjón, como se
mostrará más adelante: y la tercera de nietos de los primeros migrantes. Los líderes
del Movimiento Cívico retoman la historia de la colonización con el fin de redefinir
a los habitantes del Putumayo como ciudadanos pulumayenses (véase el capítulo 9).

VIOLENCIA COTIDLANA EN PUERTO Asís


DEL TOT1\L DE 1.-\S MliERTES \'IOLENT:\5 REGISTRADAS EN EL DEPARTAMENTO DEL PUTIJM¡WO, 71,5o/o
ocurrió en cabeceras municipales. y 20,8% en la zona rural dispersa. En cuanto a
sexo y edades. 8<)% afectó a l sexo masculino. siendo el grupo de jóvenes entre rs y 2.4
altos el más afectado por homicidio. con 30.6% de las muertes, seguido por el grupo
de 2.5 a H años, con 27.7% (Dasalud. 1<)<)8). La alta concentración de muertes en los
cascos urbanos y el alto índice de mortalidad de los jóvenes coincide con la presen-
cia del narcotráfico y de grupos paramilitares en las cabeceras municipales, que han
cooptado a jóvenes para labores de inteligencia. es decir para que les reporten sobre
las actividades de los milirianos o jóvfmes de la comunidad. que como civiles den-
tro de la población que vive en las cabeceras municipales también realizan labores
de inteligencia para la guenilla. Las razones que llevan a los jóvenes a pertenecer a
uno u otro bando se relacionan con motivos personaJes -para vengar la muerte de
un hermano o porque un familiar los convence-, y con la posibilidad de trabajar
pan1 resolver la pobreza y el desempleo que se vive en la región:

Vivimos Ulta s ilmu.iófl Ul' pubmza qut• JW!> litmc agobiados; no sabemos qué camino
coger y ese es uno de los principales motivos por los que el campesino. el joven o la
jovencitd r.oge n los malos caminos. Porque llegan los grupos paramilitares. la guerri-
lla o el ejórf'ito y a cualquier grupo de esos Sll mezcla. Y, ¿quién es el rnil itar? ¿Quién
es P.l guerrillero'? ¿Quiüu es el paramilitar'! Es el hermano del guerrillero. o del mili-
tar. o el primo n el sobrino. Y debido a quP. a la pobreza que vi\'imos. porque no
tenernos t,amino rara roger, no sabemos qué hacer y a cualquier parle nos toca que
meternos pam subsistir. Entonces. esto es uno de los aspectos que nos agobia y que
nos tienP dentro dpJ r.o nlliclo armado (intervención de un campesino de la vereda
Mnndur. l"ltwrto l;uzmán. en el roro sobre paz y convivencia en Puerto Asís, I<J97I·

De este modo. dentro de la población juvenil de Puerto Asís se vive un recelo


permanente. nadie puedo confiar en el otro, así haya sido su compañero de curso,
porque nadie sabe en qué está metida esa persona. Una de las primeras reglas que se
aprenden en Puerto Asís os aNo hablar con cualqu iera, porque no se sabe quién puede
ser": así como estor collado y no mirar, como la forma de enfrentar esta situación de
violencia cotidiana.

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lr>F:.NTIOAI>' <WDADANIA ""' 1:1 Ptrn'M·\\O • María Clemencia Ramírez

Es importante resallar también que muchos de estos jóvenes pertenecen a fami-


lias que han llegado a vivir al Putuma_vo a raíz del c ultivo de la coca y. hasta cierto
punto. los habitantes que llevan más de veinte años en el Putumayo y se consideran
putumayenscs los consideran foráneos y los diferencian como grupo, por pertene-
cer a la mas reciente ola migratoria. Esta diferenciación se hace aun cuando los
antiguos habitantes también participen de la economía de la coca, lo cual se refleja
claramente cuando a la casa donde me estaba quedando en Puerto Asís viene de
visita un trabajador del servicio de malaria durante más de veinticinco años. quien
vive en Mocoa y pregunta, después de haber visto la telenovela de las ocho con sus
amigos, "Bueno, ahora sí haulemos: ¿a qué pe rsona conocida han matado última-
mente?". El dueño de casa, otro empleado del servicio de malaria durante veinti-
séis años, nacido en Puerto Leguízamo, responde: "A nadie conocido", refiriéndose
a gente del pueblo con más de veinte aüos de residencia, y a continuación cuenta
cómo mataron a un muchacho en el parque. explica de quién era hijo pero aclara
que no es conocido y agrega: "Ese muchacho debía estar metido en algo y parece
que habló más de la cuenta··.
Ser sopo. hablar o meterse a donde no lo han llamado, puede ser causa de
muerte y así se acepta. Siempre se inc ulpa al muerto, y si no es posible, por
lratarse de alguien que no estubu metido en nado por ser conocido. se dice que lo
confundieron con olro. Antes de acercarse a mirar el cadáver, que generalmente
permanece en la ca lle largo ralo sin ser recogido. se quiere saber quién es e l muer-
lo. La dueña ele la funeraria, conocida como /,¡() Chulo. está atenta a los muertos y
los recoge para prepararlos para el funeral. Alrededor de ella se tejen numerosos
cuentos sobre su gusto por los muertos y se dice que sabe con anterioridad quién
va a morir, abre c uerpos que aun no han muerto y es la primera en llegar al silio.
Cuando la Fiscalta hace el levantamientos de los cadáveres se realiza un acta y
se llama a ucdarar a tres o cua tro familiares, pero no se hace una verdadera inves-
tigación. de manera que la impunidad frente a los asesinatos es la regla.
En Puerto Asís hay una generación que ha crecido c ultivando y cosechando
cocd, y convivie nd o con la muerte, tal como se observa en este testimonio:

Aquí los nüio::. salen a ver los cadáveres y así se acoslumbron. Están preparados para oír
hablar de la muerte y para ver muertos y no se Lraumati:taJl como en los sitios donde
::.ucede por primera vez. r.o mo vi en la lelevisión cuando mostraron imágenes de la loma
de Milú por la guerrilla (conversación con mujer en Puerto Así::., rc)()8).

Es pu es normal oír que un adolescente le diga a olro, tal como lo escuché en


una ca fetería , "Oígamc quién fue para darle su pepazo'', en otras palabras, para
matarlo. Es común oír balaceras y hablar de ellas como de un evento más que tiene
lugar durante el día: "Hace quince minutos hubo balacera por acá". Cuando en la
ca lle hay gente reunida se parte de que están mirando muertos. tal como lo muestra
este ejemplo: yendo un día por la calle, el celador de la alcaldía pasó corriendo
cerca de nosotras y nos dijo: "Vengan y vean a quién mataron", pues veía gente

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C\Pin 'LO 8 • Paradojas de la t'COIIOmfa de la coca

reunidn) supuso que miraban un muerto. Sin embargo. cuando nos acercamos resul-
tó que In gente estaba oyendo a unos actores de televisión que habían ido de visita.
En d casco urbano de Puerto Asís varios lugares tienen historia de muertes: el
Billar la 2.), donde fue asesinado un domingo. a plena luz del día, un estudiante de
dieciséis años, hijo del propietario: ca lles donde han caído jóvenes. testigos de otros
asesinatos, por haber pasado por allí y haber presenciado el hecho; el lugar donde se
reúnen los paramilitares: la esquina donde apareció muerto un muchacho de sólo
doce años. etcétera.
Cuando llegan a la adolescencia, las familias llegadas a la zona en las décadas de
r950 y 1960 buscan sacar a sus hijos a estudiar fuera de Puerto Asís con el fin de evitar
que entren en ese círculo de violencia. Dice una señora: "Sacar a mi hijo a estudiar
a Popayán es una forma de salvarle La vida, pues si se quedara terminaría tomando
partido. envuelto en la cadena ele retaliaciones" (conversación en Puerto Asís. 1998).
Se refiere a la cadena de venganzas personaJes que tienen lugar entre Jos mismos
habitantes del pueblo. pero bajo e l emblema del paramilitarismo, de la guerrilla o
del narwtráfico. Este es también el caso de un funcionario oficia l de la Umata.
oriundo ele Puerto Asís, cuando cuenta la historia de su vida en el pueblo:

l\li papá es poisa y mi mamá es upiln. Yo naden Puerto Asís en r')70. F.ra muy bonito,
no habta problemas, me acuerdo que yo jugaba mucho ahí fuera de mi CIIMI con
carritos) no había muertos. no hobíu nodo. era una zono muy tranquila, además de
t¡ur• ero muy oll'idada. o pesar de que todavía es vlvidoda, no había survicias rúbli-
cm;, no lwbio nada pero habín la flOZ que e:; lo mós importante. Cuando tenía unos
ducl! añus. o sea en JC)o~l o en It¡i)3 llegó la r:oca y empezó la violencia) los problemAs
.\ llegó la ~uerrilla. Y a raíz de los hechos de violencia y de la descomposición de la
sociedad lo~ jóvenes dt> esa época se estaban volviendo o guerrilleros o sicarios o
rwrcotralicantes. l:.mpecé a sentir las influencias, me daban ganas de metermt~ a
lrt~c¡uetf'llr. det.imos aquí lo que es narcotráfico. o como a cogrr arruas, como hacer-
me !!1 mnlo, andar con los malos, con gente que venía del interior del país, sicarios.
y.J nrnn Jmiw'~ dt• unn, unu empezaba u familiarizarse con ellos. a andar w11 un
arma. Entonc.es mi mamá y mi pa¡Já vieron eso y dijeron: "No, no parlemos permitir
quP nuPstro hijo :.r clegl'nere. se dafU:~ n r::aiga en estas cosas". Y entonces me manda-
ron .o es tudiar a Cali, gracias a Dios, porque no se si todavía estaría aquí. porque 8o ó
QO"'<• cil! mis nmigus, rle los ni1ios que jugaban conmigo. han muerto. Es que la des-
composición r¡ue ha habido nqw ha si<.lo lenaz y todo el mundo se volvla narcotraJi-
c.mtc> o paramilllar o sir:ario. Todos los que hemos salido estamos graduado!>, fuimos
Id primera generación de profesionales de esta tierra, porque esta ticrm es m u\' nue-
va (rmtrevist;t a un funcionario de la lJmata en Puerto Asís, 1<)98. Énfasis mw).

Vale la penu señalar que los narcotraficantes, paramilitares. sicarios se asocian


con la causa de la descomposición social, y aunque se menciona también la llegaua
ue la guerrilla a la zona, en 1984, se la considera aparte de los grupos anteriores. Es to
se explica si se tiene en cuenta la historia de la llegada de los primeros narcotrafi-
cantes a la región: con ellos se produjeron las primeras matanzas selectivas y frente
a estos la guerrilla respondió a favor de los campesinos, como se analizó en el capí-
tulo 1.. Vale la pena recalcar cómo cm la memoria colect iva de Puerto Asís la pobla-
ción rec uerda como un marcador temporal la expulsión en I99T. por parte de las

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LDFNTIOAD Y CIUDADANÍA El'< F.L PUTIIMAYO • María Clemencia Ramíre::.
264 1 --

F'arc con la participación de sus habitantes, del grupo paramilitar de Gilberto Ro-
dríguez Gacha, conocido como Los Mosetos, lo cual se menciona reiteradamente
como una muestra del poder que puede tener e l pueblo organizado. Al traer al
presente ese evento se hace un llamado a la necesidad de organizarse para enfren-
tar el terror y el miedo que causa la actual presencia paramilitar. La madre de un
adolescente hace clara la diferenciación que se establece entre guerrilla y paramilitares
en la zona, cuando comenta:

Acá los jóvenes pueden salir por la noche a pasear y no pasa nada. Cuando desaparece
w1 muchacho de esta edad, lo primero que se piensa es que se lo llevó la guerrLUa. Hay
un hijo desaparecido en el barrio y eso es lo que se teme. Si es la guerrilla. pronto se
recibe una carla notificando que el hijo está bien y así se sale de la duda. Son los
paramilitares los que vienen a matar sin ninguna razón (conversación con una mujer
en Puerto Asís, r9S)Il).

Es importante insistir en que los diferentes periodos de migración han marcado


sectores de la población, que se relacionan con la región de diversa manera, tanto
con respecto al cultivo de coca como en cuanto a Las diferentes respuestas a la vio-
lencia generada por el narcotráfico, la guerrilla. el paramilitarismo y el ejército. Aun
cuando mucha gente ha salido de la zona como resultado de la agudización del
conflicto armado, hay una generación que no quiere dejar el silio donde ha hecho su
vida y ha luchado por mantener en paz su pueblo:

Mi familia \rioo de lejos y se quedó aquí porque le gustó esta tierra y aqtlí crecimos
nosotros. Mi papá, por ejemplo, se pienso morir aquí, mi mamá dudo mucho que
quiera salir de aquí, ella quiere pero por la violencia. Ella dice: ''A m1 me gustaría
salir corriendo con mis hijitos". Pero aquí liene todo, los negocios. la finca, los ami-
gos y llegar a una ciudad, en donde hay violencia, no igual a la de aquí pero la vida
está muy dura en las ciudades. Lo que queremos es que se arregle esto, que haya paz
y se pueda trai.Jajar porque en esta zona tenemos la mayor riqueza del mundo. eso s1
lo sabemos nosotros (entrevista a un funcionario de la Umata en Puerto Asís. rC}98).

Una mujer que llegó al Putumayo a trabajar con la Texas Petroleum Compan.)' en
la década de rgóo y que vive en Puerto Asís, reitera esta percepción cuando comenta:
"A pesar del miedo que se vive yo prefiero los pueblos pequeños, vive uno más
tranquilo. En Bogotá se teme al ladrón y hay que coger hasta lres buses" (conversa-
ción con una mujer en Puerto Asís, .r\)98).
Se mencionan otros tipos de violencia que hay en las ciudades grandes, don-
de la gen te no se conoce; el medio urbano se percibe aún más violento. compara-
do con la violencia política cotidiana en Puerto Asís. en donde se tienen unos
códigos para enfrentarla pero, sobre todo, donde se ocupa un lugar diferenc iado
en la comunidad. Abandonar el pueblo es abandonar todo un proyecto de vida
construido allí.

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CAPIIl 10 8 • Paradojas de la economía de la coca

EL TERROR: ¿UNA FORMA OE SOMETER F.L PODER EMERGENTE?

DI:.SPUE:, DE (.!lJI-. TU\'0 LUt,AR EL MOVIIIUENTO CUCtUE/10 LOS GRUPOS PARAJI,iJLITARES IJ\Il'ENSIFICARON
su presencia en el Putumayo. por cuanto se puso en escena el poder de las Farc en
la región como resultado del apoyo logís lico que prestaron a los campesinos (véase
el capítulo 4-).
Es así como en el documento que reunió las conclusiones de la tercera cumbre
nacional del Movimiento de Autodefensas de Colombia, realizada en noviembre de
!{)<)(}. se planteó la necesidad de reconquistar con urgencia zonas que la guerrilla les
había arrebatado. entre las cua les figuraba el Putumayo, sobre el cual se hizo la
sigui ente precisión: "Otra prioridad la conforma el departamento d el Putumayo. Es
urgente desplazar hombres y recursos para esta misión. Es allí donde la subversión
ha logrado crear un gobierno paral elo altamente peligroso para la nación" (Semana,
824 1 16 rle febrr.ro de ICJ98: JO). En un comunicado de las Autodefensas de Urabá y
Córdoba fechado en abril de HJ<J7 en el municipio de Carepa (Antioquia) y que se le
hizo llegar a los concejos de Puerto Asís y Orito se anuncia:

i\1 hacer una e\'aluación sobre la situac ión de orden público en el Putumayo, el
Comando Central rle nuestra organización ha d e te rminad o que los fa c tores
descnc:adenantes de la violen cia se originan e n los grupos gu e nilleros que operon
en la región. los cuales cuentan con el apoyo logísti co de a lgun os alcaldes y funcio-
nario~ públicos Q\11' utiliza n parte de Los presupuestos o ficial es a la fina nciació n d e
IJ subversión (sic).
Ante esta situac..ión se ha pensado seriamen te e n h acer prese ncia e n e l Putumayo,
inicialmente en los lugares de m11yor conOicto como Puerto As1s. cuyo alcalde es el
prindpal inspirador Je la acc ión guerrillera y en donde vienen s iendo asesinados
¡.>ersonas (.sif') alilws a nuestra organizaLión y se proyecta 1!1 asesinato de otros.
En cwcs•·c cu•ncia . h~::nw-; dednrado comu ohjetiv os militares a los alcaldes de Puerto
t\sis) Orito por Pslar íntimamente emparentados con la gu errilla. así como a lo1:.
r:anrlirlaln~ fJIII' st• prP~rntrn o Jos próximu~ elm:c..iones con e l apoyo de los guerrill e-
ros. y¡¡ que unu politicu dP Las Fnrc.; ¡.>ara el inmediato futuro es capturar alcaldías y
c..nncejos (.su) rlf' lns 1egiones dondP tiPnen derto dominio.
No sP inr urriní Pn IIJ~ errores del pasado. clr co n ver tir e n objetivos militares a p erso-
nas rJUe no tcnian un evident e compromiso con la s ubversión . Ahora. nuestra mi -
sión Ps hact!r una limpieza solel.liva (Senwnu, /:!2.¡. 16 de febrero de 1<)98: 30).

La en trdd<~ de los paramilitares a la región y la agudización de la violencia políti-


ca es evidente a parlir del anál isis de la información sobre violación de los derechos
hum<~nos en el Putunwyo. desde el segun do semestre de I<J9Ó hasta finalizar r<)98
(véanse los gráficos ) y f).¡. Durante ese periodo. Br% ele las víctimas registradas

.¡ La informución r:urrespondc n las publicaciones realizadas por el Cinep (Centro de Investigaciones


y Educación Popular) v Just id u y P.dZ: Noche J' Niebla. Panorama de derechos humanos y violencia ·
pulit1w en Co/ombiu, números 1 a 10. correspo ndi entes a lo información entre julio de 1996 y
diciembre de H)C)S. Esta informoción c;uonlilotiva se procesó e n el marco del proyet..to ele
inve~ligaLión finan1 iarl" por Colcicncic~~ y el Instituto Colombiano de Antropología e Historia.

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
I DENTIDAD Y CIUDADAN IA EN EL P UTUMAYO + María Clemencia Ramírez

resultaron de acciones de los paramilitares, 7% de las fuerzas militares, 6% de las


Farc y 6% de desconocidos. Si se mira el tipo ele violación a la que se ven sometidas
las víctimas, se encuentra que 67% fueron amenazadas, rs% asesinadas, 8% heridas,
3% desaparecidas, 3% heridas o muertas por causa de explosiones, 2.% torturadas,
r% secuestradas y olro r% interrogadas. Es evidente cómo la población civil está
inmersa dentro de las confrontaciones entre la guerrilla, los paramilitares y el ejérci-
to, lo cual se traduce en hostigamiento permanente, siendo la amenaza de muerte la
mayor violación presente en el departamento, amenazas que se reciben por parte de
los tres grupos armados (véanse el mapa 12. y los gráficos 5 y 6) .

GRÁFIC03
PUTUMAYO: NÚMERO DE VÍCffMAS SEGÚN SEMESTRES Y AGENru VIOLADOR

1\00

500
~
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• P:uamtlit.&rct.. (1 o 517 250


D De-.corl()Ctdo-. .l ñ 6 15

GRÁ!·1C04
Pt n1.!MAYO: PORCENTAJE DE VÍCTIMAS SEGÚN AGrNn: VIOLADOR

Fr.AA del C\tado


7"<

Paramihtarc'
81<:<

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CAPfTULO 8 • Paradojas de la econom(a de la coca 1
267

GRÁFICOS
PlTrlJI'viAYO: VÍCTTJv1AS OE ALGUNA CLASE DE VTOLACTÓN

Golpes Sccuc;,tro
1nterrogatorio
Tortura' l% 0% 1%
Herida' 2 o/c
r\tcntado 8% Retención
O'< 0%
Dc,aparición
3q
Ao.,e,inato
15'1

E-.cudo Amen atada.,


W< 67o/c
b\ piO\Ít>Oé\ Ho;,tigadas
Per..eguida'
)"( 0%
()<)(
Controlada' en
A t aquc' aéreo'
dc'planrnicnto
0%
Oo/c

GRÁFICO 6
P UTUMAYO: VLCTIMAS OE VIOLACIÓN POR PERIODOS Y TIPO

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50 km
CAPITULO 8 • Paradojas de /u economía de la!:.!!.!:!:!_ 1
2.ÓC)

Sobre esta s ituación P.S reveladora la historia de la esposa de un habitante. Ella


nació en el Caquetá; el papá los trajo a trabajar a la baja bota caucana a una finca y se
quedaron. Tiene dos hermanas cerca y otra vive en el Caquetá. Un hermano vive en
Bogotá porque la guerrilla mató a l papá y a olro hermano, "Cuando la guerrilla no
investigaba antes de ajusticiar. porque ahora es distinto". En retaliación, el hermano
que vive en Bogotá mató a dos guerrilleros. por lo cual tuvo que salir y no pudo
volver. Con la incursión de los paramilitares aJ sur del país, él vio la oportunidad de
vengarse, se urtió a los paramilitares y regresó al Putumayo con ellos, llevándolos de
visita a donde la familia de su hermana. cuando incursionaron por ese lado en 1<}98.
Como resultado. la familia quedó señalada, en un territorio dominado por las Farc;
debió desplazarse a Mocoa por las amenazas, teniendo que abandonar una finca
donde habían trabajado por más de quince años. Se cumple así lo que señala Warren
(1991: :;S) en su análisis sobre las representaciones de la violencia en un pueblo maya
durante la década de rQ8o: al depender la guerrilla y el ejército de contactos locales
para información. parle de la violencia y de la inseguridad experimentada por los
pobladores es de autoría locaL Así, la gente del pueblo se convierte en parte integral
de la violencia nacional. Además, tienden a resolver sus conflictos personaJes de-
nunciando a sus vecinos ante cualquiera de los dos lados en conflicto, lo cual se
convierte en una sentencia de muerte. Esto se cumple para el caso del Putumayo. en
donde las cadenas do relaliaciones se han convertido en una de las principales
causas do la violencia genera lizada.
El 15 de febrero de 1997líderes del Movimiento Cívico por el Desanollo Integral del
Putumayo, reunidos en Bogotá con el presidente Samper, el director general de la Red
ele Solidaridad Social. el gerente del Programa Plan Sur de la presidencia, los goberna-
dores del Caquetá y Puturnayo, el ministro del Interior, así como representantes del
Movimiento Cima del Cauca y del Caquetá. en el marco del seguimie nto a los acuer-
dos firmados como resultado de dicho movimiento, denunciaron una vez más la in-
minPncia rle lu presencia paramilitar en el Putumayo. De allí salió aprobada la
convocatoria ele un Foro que se realizó en Puerto Asís los días 7. 8 y 9 de mayo de 1997.
organizado pur el Ministerio del Interior y el Movimiento Cívico del Putumayo.
En ese foro el Movimiento Cívico presentó denuncias referentes a la
radicalización de las posiciones de los actores a rmados -paramilitares, guerrilla y
ejército-, indicando que en esta guerra se involucra a la población civil. Se denun-
rió también cómo m iembros del Movimiento Cívico habían sido amenazados por
los paramilitares , acusados do ser guerri lleros, como es ol caso de los líderes del
movimiento coco/ero'. un _sacerdote que se manifestó a favor de los campesinos

Es nsi como m1 la prensa nacional so acusaba a uno de los lídr:reb del movimiento coco/ero de 19Q(l
Pn el Putumnyo. de r:x guerrillero. Dice ollitular...Guerrillero habria firmado actHmlo cocalero", y
a continuación se informa que "a juzgar por la denuncia penal y un testimonio nn poder de lA
Fiscalía Regional. por lo menos un hombre al que se le sindica se ser ex cai.Jcza del fr¡~nte 45 de las
Farc y iiCtuatmentc miembro del frente ll de l Putumayo. aparece como coortlinatlo r y segundo
firmante del acuerdo al que llegaron el tlomiogo pasado representantes del Gobierno Nacional y
de los cultivadores de hoja de coca''. Sr siguen sus nctivitlades pollticas y se te acuso de ser ex
militante del Partido Comunista y de la Unión Patriótica (UP) (E/ Tiempo. 15 de agosto de IIJ')I'l: t¡A).

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
IDENTIDAD Y CJ!IDAOANIA tt'. El. P uTUMAYO • Marfa Clemencia Ramíre::.

durante el movimiento6 , y los alcaldes de Puerto Asís, Puerto Guzmán y Orito~.


Algunos dirigentes del movimiento coca/ero fueron asesinadosH y en entrevista al
comandante del bloque sur de las Pare. este afirmó que el asalto a Las Delicias -el
31 de agosto de 1<)96-, fue "una respuesta a la agresión de la fuerza pública contra los
campesinos del sur del país"; a continuación sostenía que "después de las nego-
ciaciones más de 40 dirigentes campesinos han sido asesinados" (Anncol, r()98: 3).
Por su parte, en dicho Foro, los campesinos denunciaron el hostigamiento por
parte del ejército. al ser identificados como auxiliares de la guerrilla:

Quiero hacer una denuncia, tal vez hasta muy grave: el ejército contra la población
civil o r.ontra nosotros. campesinos que vivimos en e l monte. lodos aba nd onados
del gobierno y de toda clase de gente. Pasado el paro se desplazó un capitán del
ejército, que aquí estaba como la PM, para los lados de la Carmela, yendo hacia el
Tetcyé. H1eroo por casas, yo oo sé quién chismeaba, quién hablaba y llegaban a las
r:asas a las cuatro o cinco de la mañana: "Que abra la puerta guerrillero, abre la
puerta, dónde está lu guerrilla. dónde están las armas. dónde está tal cosa". Sacaban
a la gen te a golpea rl a, a pisarla, a es tropearla con los cañones de fusil. En realidad
coronel nosotros somos campesinos. no conocflmos armas. si ar:aso un machete o
una escopeta de esas para conseguir cacería, pero nosotros no conocemos fusiles
(intervención de un t:ampcsino de la vereda en el foro sobre paz y conv ivencia rea-
lizado en mayo de 1997).

Como resultado de estas denuncias y demandas de la comunidad por el alropell o


de que e ran objeto por parle de miembros del estado, especialmente de la fuerza
pública, se c reó el cargo de personero delegado en derechos humanos para el Putu-
mayo, con sede e Puerto Asís y el 29 de mayo de TQ<J7 se posesionó e l personero
municipal.
Esto no impidió que a mediados de noviembre de r997 en los muros de Puerto
Asís y del Valle del Guamués se leyera: "Muerte a los auxil iadores de la guerri lla.
Por la limpieza social, Atentamen te. Los Paracos" (El Tiempo, 15 de febrero de r9Q8:
8/\). Para anunciar su entrada a la región y aterrori.:ar a sus habitantes. los paramilitares

(l En febrero de 1<)()8 se informó que el padre Harolcl Lópe:t. tuvo que salir de Puerto Asís por "los
rumun!S dr que está consignado en una lista que contiene los nombres ele 250 personas a las que
buscan los paramilitares" (El Tiempo. r¡ de fehrero de r!)98: 10A).
7 Como se anotó. el alcalde de Puerto Asís durante el periodo 1994-1997 fue asesinado en Cali el JO
de enero de t!)91!. t.uando acababa de entregar su cargo, muerte que los paramilitares se atribuyeron
públicamente.
/! En San Vicente del Caguán, Caquctá, un vocero de los campesinos coco/ero¡; fue asesinado cls de
enero de H)ll7. Desde noviembre de I!)!JÓ participaba en la mesa departamental de seguimienl.o a los
acuerdos firmados el u de septiembre de I9QÓ con el gobierno nacional (t:/ Tiempo. 10 de enero de
TC)I)7). El 7 de marto de IC)I)7 fue asesinado el secretario general de la Federación Sindical Unitaria
Agropecuaria (Fensuagro) v militante del Partido Comunista. quien había participado en la
organización de la movilización coca/P.ro iniciada en rl Guaviare el 16 de ju lío de 1996: en el momento
de su muerte se encontraba participando en las mesas regionales para evaluación del cumplimiento
do los acuerdos firmados con el gobierno nacional nn el Pulumayo y Caquotá (E/ 1íempo. fi de
marzo de 1997: 9A).

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CAPITt iLO 8 • Paradojas de la economía de la coca 1
------ - 2}1

suelen escribir letreros en las cabeceras municipales, anunciando la llegada de la


muerte. En Zabaleta (CaqueláJ, los letreros decían: "Preparen 90 ataúdes". A partir
de la labor de inteligencia realizada previamente, haciendo uso de gente de la región,
los paiamilitares elaboran listas de personas serialadas como auxiliadores de La gue-
rrilla y basta con eslai en la lista paia ser asesinado. En el Pulumayo, Las muertes
selectivas aumentaron en enero de 1998, cuando se hizo evidente para la población la
entrada de los paramilitares a La región, durante los carnavales de blancos y negros
que lienen lugar el 6 de enero, tal como lo relata un periodista de la región:

Entre el4 y el 7 de enero de r9')8, durante el carnaval de blancos y negros, entraron treinta
y ocho buses de Rápido Ochoa y Rápido Magdalena, con paramilitares. En lista hay
alrededor de doscientas cuarenta personas. Entre finales de enero y fines de marzo de
r9<)8 hubo ciento ochenta muertes por para militarismo (entrevista e o Mocoa. r<)98) 9.

En la población se siente miedo, si no terror, de los paramilitares, quienes


vienen con lista en mano a matar a lodo aquel que sea señalado como auxiliar de la
gucrrilla' 0 ; y en una zona donde las Farc han estado presentes desde la década de
1C)8o, cualquiera puede ser señalado como auxiliar de la guerrillalJ. Se dice también
que se puede estar en la lista por tener familiares vinculados al narcotráfico, lo cual
no sólo amplía el espectro de posibilidades de estar en ella sino que confirma que
cualquiera puede ser objelivo paramilitar, puesto que la economía de la coca lleva
y<~ más de veinte años dominando en la región, tal como se ve en este testimonio:

Entre abril y agosto de r998 en la droguería bajaron las ventas, que se reactivaron en
agosto. septiembre y octubre. A la gente del campo le daba miedo salir, pues los parami-
litares hacen retenes con lista en mano y al que conocen lo bajan y lo matan. Esto es
resultado de lnbor de inteligencia. Corno mspachines, o guerrilleros, a mu¡;hus los ha.n
matado. Antes eran pocos, ahora son muchos. Matan a vendedores de basuco. a vicio-
sos, ladrones y auxiliadores de la guerrilla. A una amiga que vendía verdura, y parece que
también basuco. la an1enazaron y aparedó muerta en el camino con un aviso que de<.ia:
Por desobediente. No se sabe en qué pueda estar metida la gente; es muy fácil quedar
señalado (conversación en Puerto Asís, 1t,)Cji).

e¡ So' ha vuelto reiterativa esta narrativa de entrada de paramilitares durante los <.arnavales. Lo
mismo se dice del caroaval de 1999: "Entraron treinta buses de los grandes con paramilitares,
cada uno con cuarenta hombres. alrededor de 1.200 hombres que llegaron ¡¡ Puerto Caicedo"
(t nnversación en Puerto Asís, febrero de IC)CJ9).
10 En octubre de 2000, el comandante general de la1. Autodefensas Unidas de Colombia (AUG) en el
Putumayo le dijo a Semana "¿Qué somos bárbaros? Eso es un concepto que no entro a discutir.
Para m1 lo importante es que todos los muertos son miembros o auxiliadores de las guerrillas"
(SP.mono, 10 de octubre de 2000).
11 Durante el periodo de la violencia en Guatemala (1978-r98s), caracterizado por la confrontación
entre militares y guerrilla. también se elauoraban esas listas con ayuda de las patrullas de
aulodefcnsa civi l organizadas por los militares con participación de la población local y cuya
función era reportar los movimientos de la población al comisionado militar. Estar en la lista
significaba que se podía ser victima de asesinato o de secuestro. Los que experimentaban mayor
temor v miedo eran los lideres de organizaciones loc.:ales (Warren. 199~: 35).

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Muría Clemencw Ramíre::.
2}1. l l DJ:::i'TII)AD v CILIOAOIINlA EN H PuTUMAYO •

Los paramüitares realizaban sus retenes a lo largo de la vía que de Mocoa lleva a
Puerto Asís. portando la mencionada lista. buscando con nombre propio a las vícti-
mas, a las cuales les disparaban o las retenían. Uno de los retenes de los cua les más se
hablaba durante mi trabajo de campo era el que existía entre Puerto Asís y el aeropuer-
to en febrero de r()98, por cuanto el aeropuerto queda prácticamente en el sector
urbano de Puerto Asís y al lado del aeropuerto funciona una base militar. Indistinta-
mente se le teme al ejército y a los paramilitares. Esto hizo que los pobladores tle
Puerto Asís no volvieran a salir del casco urbano y que los campesinos no salieran
de sus veredas. Ante las masacres el miedo a terroriza y obliga a callar para pasar
desapercibido. No estar compromelido con nada ni con nadie se ha interiorizado
en los habitantes de Puerto Asís, del Valle del Guamués y San Miguel. La incerti-
dumbre se apodera de la gente y el rumor sobre lo que va a suceder o está suce-
diendo se convierte en la única certeza que se tiene de la realidad que se v ive o se
vivirá. En palabras de un candidato a la alcaldía, en Puerto Asís "El rumor mala. el
rumor hace ciencia, el rumor conslruye hechos"a. Lo que importa son los cuentos,
las historias que se tejen alrededor de los hechos. Así, por ejemplo, la dueña de
un almacén cuen ta el susto que pasó cuando una señora vino a decir que le habían
disparado a su esposo. Ella fue al hospital y a la margue y no encontró nada; era
sólo un rumor. Lloraba contando el cuento y agregaba que ahora no podía dejar de
pensar en que su esposo no se rlemorara, verlo permanentemente. Sueña que le
disparan y le dice a su esposo que tranquilo (conversaciones en Puerto Asís, 199/l).
La muerte es como un fantasma que se pasea por Puerto Asís. Todos pueden ser
asesinados .
En el Valle del Guamués (La Hormiga) y San Miguel (La Dorada) a finales de
noviemb¡¡e de HJ97 hubo por lo menos lreinta y nueve personas muertas, a las cuales
se sumaron veinte más el r" de enero y el rs de febrero, así como once denuncias de
desaparecidos (El I::spectador, 15 de febrero de r9<)8).
La inlensificación de las muertes seleclivas (véase el gráfico 7) en enero de 1998 fue
denunciada por el recién posesionado alcalde. durante un viaje a Bogotá; señaló que
durante ese mes en Puerto Asís por lo menos cuarenta y ocho personas hab1an
muerto a manos de grupos paramilitares y se refirió. además, a una lista compuesta
por doscientos cincuenta personas, supuestamente auxiliadores de la guerrilla, que
había sido divulgada por los paramilitares. y que iban a ser asesinadas. Agregaba
t ambión que, "los testigos de las masacres selectivas han sido asesinados
sistemáticamente y las denuncias hechas ante los organismos del estado, que pudie-
ron evitar su muerte, no fueron atendidas" (El Espectador. r3 de febrero de 1998: 7A).

u Los rumores cumplen un papel central en la vida cotidiana del pueblo; así. por ejemplo el1.r; de
febrero de 1999 se empezó a rumorar que se h&bían llevado n los paramilitares de Puerto A:;is en un
avión Hércules que se había vi~otu llegar a la base militar. Se calculaban cuatrocientos paramilitares.
"Se s iente tranquilidad es como quitarse el miedo de eucima". dice una habitante. quien decidió
abrir su almacén hasta larde. El día siguiente siguieron escurhándose rumores: que los paramilitares
no se fuPron sino que fueron relevados por otros. Otros rumoraban que se habían escondido a
esperar a la guerrilla que no sale del monte para c-ogerlos. Do un día a otm so pasó de una sensación
de aliv io a otra do pP.Iigro inminente.

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CAPITULO 8 • Paradojas de la economía de la coca 1
273

GRÁF1C07
PoRCENTAJE DE víCTIMAs EN EL PuruMAYo SEGúN SEivlliSTRES

98 /~
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Frente a esas declaraciones, un comandante de brigada declaró a la prensa nacio-


nal que. "los crúnenes corresponden a hechos perpetrados por la guerrilla, que planeó
a su vez atribuirlos a los paramilitares y de paso ''salpicar aJ Ejército"" (El Espectod01;
12. de febrero de 19'}8: 8A). Al día siguiente, dijo que no había sucedido ninguna ma-
sacre en P.l Pulumayo y que sólo se registraron veintjtrés muertos por armas de fuego,
lo cual se consideraba normal para la región, tal como se deduce del comunicado de
prensa del Ministerio de Defensa cuando anuncia "que ya se desplazó una comisión
de la FiscaJía hacia Puerto Asís para establecer la veracidad de los hechos demmciados
por el alcalde y poro clasificar los homicidios y distinguirlos con los que ocun·en con el
diario r/PI'f'nir PJJ PI nren" (RI Espertndor, lJ de febrero de r9')8: 7A. Énfasis mío). Frente
a esas afirmaciones. el alcalde de Puerto Asís aclaró que "lo que dice el Gobierno en
voz del ministro de Defensa donde habla de ··muertes nonnales", esas no son muertes
normales. son muertes violentas que son un "pan cotidiano'' en Puerto Asís pero eso
no puede ser normal en tma sociedad como la nuestra" (El Tiempo, rs de febrero de
r9')8: 8A). Además, denunció la presencia de un grupo paramilitar, "emisario de Carlos
Castaño"n (El Espectador, 13 de febrero de 19')8: 7A). La naturalización de la muerte en
esta región se ha convertido en uno de los presupuestos contra el cual debe luchar la
población civil y del que se benefician los paramilitares. En la información que se
procesó relacionada con víctimas según móvil, es indicativo de esta situación que 79%
de las muertes no presenta información sobre las causas (véanse los gráficos 8 y 9).

q Se trata del grupo paramilitar denominndo Autodefensas del Sur, proveniente de Urabá que hizo
su aparición en el Putumayo en enero de 1998 (Cinep y Justicia y Paz, Noche y Niebla. 7 y 8. junio,
J()<)S: 19).

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lo~.NTIDAD v C1lD\DAN 1A EN H PUTUMAYO • Marfa Clemencia Ram(re::.

GRÁFICOS
PuTUMAYO: NÚMERO DE VÍCTIMAS SEGÚN SI~(ESTRES Y MOVTL

600

500

e 400
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'" 200 ~
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• A...ocJada con dctor armado


() .1
93/2

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97/2

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-- - 9H /1

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• 9M

36
12

+
• Control tc'rruonJ.I o c:nfren1am1cniO O o o 9 24
. COrHIOI:tr par1K1pac1Ón pohtaC3 78 o o
. E,wr,lón O o () o
~
1)

• Rencctón coru rJ 'u.ll.&t.:uln o () C)


~

• Rcdulamlento fortJdo O o o 12 o
. VfCIIInJCOIOmol\0\,<.:lnn:liOdlft;CIJ CJ o 14 o
a Sin 1M1orm3co6n 2 52.\ 22::!
Sen\e'ltt-.

A pesar de las denuncias, el general Néstor Ramírez, comandante de la nr divi-


sión del ejército, seguía sosteniendo en la prensa que "no tengo evidencias de que
sean paramilitares ni de que sean muertos del mismo día" (El Tiempo, 15 de febrero
de 1998: 8A). Con esta declaración se negaba la posibilidad de considerar como
masacrcs14 las muertes denunciadas, de manera que seguía promocionándose la
idea de que se trataba de ajustes de cuentas por asunto del narcotráfico, algo co-
mún entre bandidos o delincuentes. Las fuerzas mi litares han tenido la fttnción de
mantener la representación de las zonas de producción de coca como zonas de
delincuencia, ya sea por presencia de la guerrilla o del narcotráfico, ambos consi-
derados actores fuera de la ley, sin que se reconozcan otros. De esta manera se
legitiman las acciones violentas que se realizan en contra de los habitantes de la
región, sin distingo alguno.

r4 Las masacres han sido definidas como la "liquidación física, simultánea a cuasi simultánea, de más
de cuatro personas en estado de indefensión" (Gonzálcz, .1000: 3).

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CAPITLLO 8 • Paradojas de la economía de la coca 1
275

GRÁFICO 9
POHC:I~NTi\fE DE vicriMAS EN EL PUTUMAYO SEGÚN MOVIL

Reclmamien1o
forzado
Reacción conlra l 'k Exlorsión
Controlar vio lación O'K
pan ic1pación Olf'c
polí1 ica Yíclima en lomas
917c o vícl ima indirecla

Control territorial
o cnfrenlamiento
Fk

Asociada con ac1or


armado
6f1. Sin información
79"f

En el consejo de seguridad que tuvo lugar en Puerto Asís mientras estaba reali-
zando el trabajo de campo, el 2.3 de febrero de 1999, un año después de este debate,
el nuevo comandante del ejército aclaró que los paramilitares no estaban "bien
nombrados" - por ser asociados así a los militares-, que se trataba de autodefensas,
e insistió en que él no tenia noticias de que en Puerto Asís las hubiera. Hacía caso
omiso de la masacro que tuvo lugar en El Tigre el 9 de enero de I999 y que dejó
veintiocho muerlos rm P.SflPrtnrlor, lT rle enero de rm: rA). El18 de mayo se infor-
mó que seguían las muertes en La Hormiga. donde el fin de semana del rs de mayo
se registraron quince muertos y aunque el secretario de gobierno consideraba como
una posibilidad que los autores fueran paramilitares, "el teniente Barbosa no des-
carló que los homicidios se hubieran dado como fruto de los enfrentamientos
entre narcotraficantes y raspachines", insistiendo así en la violencia asociada a la
coca. El 7, 8 y 9 de noviembre de 1999, las Autodefensas Unidas de Colombia entraron
al Valle del Guamués (La Hormiga) y mataron a doce personas en la localidad de El
Placer. En San Miguel (La Dorada) reunieron a la gente en el parque, permanecieron
cuatro horas y anunciaron que habían llegado a matar a los miembros de la guerri-
lla y a sus auxiliadores y asesinaron a seis hombres que sacaron de la multitud;
luego siguieron a las veredas de Las Brisas. El Empalme y El Vergel. zona rural de
La Hormiga, en donde mataron a otras siete personas. De regreso a La Hormiga
asesinaron a otras cuatro personas, para un total de veintidós muertos en solo tres
días (E/ Tiempo. 9 de noviembre de 1999: 8A). La entrada a esta área en busca de
control territorial so hizo aterrorizando a la población .

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lt)I:.NTIDAD Y CILDADANIA EN I:.L PLITUMAYO + María Clemencia Ramfre:.

Lechner (1992.) ha señalado cómo los estados autoritarios utilizan el miedo para
despolitizar a los ciudadanos s in necesidad de utilizar la represión. Como los
ciudadanos se sienten sin ningún poder frente al peligro que enfrentan. ven como
su única alternativa buscar refugio en su espac io privado, esperando encontrar
seguridad en su intimidad. Esta ha sido una de las primeras actitudes lomadas por
los habitantes de Puerto Asís, quienes se encierran en sus casas a partir de las
cinco de la tarde; toda la actividad comercial se suspende y el centro del pueblo
aparece abandonado. Por su parte, los campesinos no salen de sus veredas. Lechner
afirma que. "la fe en soluciones mágicas reemplaza la participación política en la
medida que el senli mie nlo de falta de poder se refuerza" (Lecbner, 1991: 31). En los
habitantes surge un fuerte deseo de orden por el peligro del caos que se ve venir.
De esta manera, "la violencia es atribuida no a la dictadura sino al caos, el enemigo
que se infiltra y subvierte el orden establecido", y la gente adhiere a la dictadma
que aparece como salvadora frente al peJigro y al caos.
En el caso de Colombia, aun cuando no se ha establecido una dictadura militar,
Human Rigbts Walch (2.000) ha denunciado que los paramilitares están actuando
con el apoyo de las fuerzas militares y en el Putumayo desde 19<)8 se ha venido
denunciando reiteradamente la estrecha relación entre los paramilitares y e l ejérci-
to, como "una política nacional de terrorismo de estado" linlervencióu de un l!cler
del Movimiento Cívico en la toma de la Defensoría del Pueulo en Bogotá). No
puede perderse de vista que el terrorismo de estado debe ser contemplado corno
··una parte intrínseca a las prác ticas contemporáneas del poder'', tal como ha sido
seña lado por Arelxaga (2.000: 64). Los pobladores del Pulumayo afirman que de
noche los miembros del ejército se visten de civi les y se convierten en paramilita-
res, pues durante las masacres en los pueblos los han reconocido. A su vez. Carlos
Castaño, entonces jefe ele las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC}, afirmaba
que los campesinos "existen un día como guerrilla y al otro día son campesinos"
(entrevista en televisión. marzo de 1.000}. lo r¡ue hace evidente la falta de diferen-
ciación entre Ja guerrilla y los campesinos. por tra tarse de identidades intercambia-
bles. Sostenía. además . que la guerrilla se disfraza de civi l, que el pueblo la acompaña
por temor e intimidación y que si la guerrilla no involucrara al pueblo ellos tampo-
co lo harían, legitimando así sus acciones en contra de la población civil.
De este modo se torna difusa la frontera entre los grupos armados y la pobla-
ción civi l, una de las características centrales de la vio lencia política en el Putuma-
yo. Por otra parle, entre los paramilitares se ban identificado también miembros de
la comunidad que seña lan a los supuestos auxiliares de la guerrilla, lo que confir-
ma el involucramienlo de la sociedad civil en el conflicto". Para los habitantes del
Putumayo por medio de las acciones paramilitares se materializa ese estado terro-
rista que se denuncia y se teme y que se asocia directamente a las fuerzas militares.

t'i En la masacre de veintiocho campesinos en la vereda El Tigre del municipio de La Hormiga, el9
de enero de HJ9Q, llevada a cabo por un grupo de param ilitares (El Espcctado1; 11 de enero de H)QC):
tA), participaron como delatores encapuchados, personas que pertenecían a lo comunidad.
según comentó un hombre que estaba subido en un árbol y las reconoció.

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CAPITUI o8 • Paradojos de la economía de la coco 1
277

Sin embargo. el miedo que vive la población del Putumayo frente a las acciones
paramilitares no hn lraído como consecuencia la despolilizacióo 1(' de los habitantes
o su apoyo a lns paramilitares o militares en contra de las actividades subversivas
de la guerrilla. Tampoco se ha traducido en un apoyo incondicional a la guerrilla 17•
Las Farc han manifestado abiertamente a los campesinos que no pueden defender-
los de los paramilitares y que ellos tienen que entender que la guerra cobra vidas y,
por tanto. deben pagar el precio. Que la guerrilla no los proteja de los ataques de
los paramilitares ha hecho que los habitantes del Putumayo busquen organizarse
para defender su vida. en forma autónoma de la guerrilla y de los paramilitares 18•
Puede alirmarse que en la amazoni.a occidental el conflicto armado está forzan-
do a la sociedad civil a organizarse y a volverse visible como tal por medio de
movimientos cívicos que tienden a convertirse en movimientos políticos; la iden-
tidad adscrita como delincuentes -narcotraficantes o guerrilleros- no sólo ha sido
rechazada sino que ha motivado la emergencia de un movimiento socia l que busca
definir su identidad colectiva como actores sociales. independientes del narcotrá-
fico y la guerrilla, como se ha venido demostrando. En este sentido se cu mpliría lo
que han seña lad o varios autores (Cohen y Arato, 1994; Dagnino , r998; Jelin y
Hershberg, r<J96) en cuanto a que es bajo regímenes autoritarios que el problema de
la democratización se define en términos de la reconstrucción de la sociedad civil,
para defenderse del terrorismo de estado. Como se señaló, en el Putumayo el esta-
do terrorista se asimila a las fuerzas militares que promueven el paramililarismo,
de manera que el estado no es percibido como un ente homogéneo sino como un
estado fragmentado. tanto a nivel central -en cuanto a las contradicciones que se
presentan entre el poder militar y el civil- como en la relación que se establece
entre las eoliclades oficiales centralus y sus representantes loca les.
Como habitantes de la region los alcaldes tampoco consideran que el estado o
parte del mismo los respalde, ya que antes que funcionarios oficiales se consideran
víctimas de las pulllÍtJ!. dul estado u.mlral hacia su región. así como del señalamiento

111\\'arren (.!000: U<J) dice• que un objPtivo etnográfico es demostrar cómo la diuámica que se
c:.tablecc Potro la politizoc:ión ~ la despolilización en estos espacio~ sociales está cul turalment..,
enraizada. por lo que situ<Jciones violentas semejantes desembocan en reacciones diferentes por
P'trtP dE' lo~ sujetos a rilas.
17 En el casu dt· Guatemala. Schirmcr (11)()8: :¡r.¡) ba llamado la atención sobre cómo las at.;Ciones
llii.JrOSÍ\ as rlP los militares contra la pobladón de lndígenas y ladinos. entre 1972 y r!)82.. llevó a los
Lampesinos a movilizarse y ,1 rt>clutarse en las filas de la guerrilla para defenderse de los militares:
y afirma que "la represión lJrutal e indiscriminada del ejérci to c reó, sin proponerselo. más resistencia
qut> la que dc:;truyó".
¡fi En el caso de Guatemala, el que la guerrilla no protegiera a los campesinos de los ataques del
ejercito sr ,·oh•ió contra ella e hizo que estos se aliara n a aquel. participando eu las patrullas de
autodefensa civil. En pa labras de un campesino: "los guerrilleros sólo provocan el ejército y
uespués sr 'on. Nosotros somos los que sufrimos las consecuencias" (en Stoll, II)<Jl: 94). Stoll
enfatiza que lu~ lndígena~ ixil P.staban presionados por la gueorilla y por los militares. lo cual él
llama "violPnLia dual".

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1DENTIDAIJ Y Cll 'DAUANIA r-.: Fl PLJTUMAYO • María Clemencw Ramm•:.

como colaboradores de uno u otro de los grupos armados en conflicto. En una


entrevista al alcalde de Puerto Asís sobre la situación del Putumayo sobresalen dos
hechos que merecen ser analizados: en primer lugar, a pesar de su investidura
como alcalde, manifiesta su desconfianza con respecto a las ''instancias del gobier-
no". pues "la experiencia nos ha mostrado que son inoperantes" 1Q.
Por alTa parte. señala que "lo que parece no haber tenido presente el mismo
Gobierno es que algún día la sociedad civil se iba a pronunciar y hoy lo estamos
haciendo", de manera que se identifica como miembro de la sociedad civil antes que
como representante del estado, y agrega: "es el mismo estado a través de sus Fuerzas
Militares. el que sale a desmenür las denuncias que no quiso escuchar y solucionar"
(El Espectador, 13 de febrero de 1()98: 7A. Énfasis mio). Se confirma entonces que se
identifica el estado con las fuerzas militares, en cuanto al sector estatal con el que se
esta en conflicto en la región, pues se sostiene que la entrada de los paramilitares se
ha hecho con el respaldo de estas. Vale la pena recordar que los alcaldes han sido
tildados por ellas de auxiliares de guerrilla, ta l como se analizó en el tercer capítu-
lo. Los alcaldes han lerlido que manifestarse ante la Fiscalía, exigir investigaciones
imparciales y poner así en evidencia que se encuentran Entre lo espado J' Jo pared,
en este conflicto armado, tal como le sucede a todos los habitantes del Putumayo 10 •
Finalmente. el alcalde agregaba "parece que los muertos valen más en unos
lugares quB en otros" (El t:spectodor I3 de febmro de r9<)8: 7A). refiriéndose a que en
la región se percibe que para el gobierno nacional el Putumayo no representa nada
para sus intereses económicos y políticos. conslituyéndose así en un territorio mar-
ginal abandonado que no cumple un papel en cuanto al desarrollo del país y, por
tanto, no importa a quiP.n se mate. Como respuesta a esta presunción el alcalde de
Puerto Asis hablaba de la orgunización de la sociedad civil. como algo que no espe-
raba el gobierno central y, menos aún. las fuerzas militares, que quieren mantener

lll Al referirse a las instituciones del gobieroo se refiere a la "burocracia inoperante" en cuanto a
lograr el desurrollo de la regióu u. mejor, su incurporación ul orden central. queja que reiteran los
campesinos. tal cumu se expresa en cstr rjemplo de una t.omuniddd ~.:ampesino de Puerto Guzmán:
..... mientras los c.:ampesinos saborean su mi~eria, muchas millonadas se han dilapidado en una
hurot.rcu:ia incapaz de dar soluciones. Hablando de la incapacidad se da el curioso c.;aso de un
l•ic.:hu denominado "rícudu negro" el cual está haciendo su agosto en las plataneras de las riberas
del río Caquetá, desde luego con el conocimiento de los funcionarios del romo, quienes. una vaz
mtís wmprueban su nulidad para contrarrestar este problema" (carta dirigida al presidente César
r.avi rin. 8 de novit~mbre rle rcm). ,
20 Oirigiénrlose al fiscal secciona!, los comerciantes de Puerto Asís manifiestan que: "liemos sic.lo
viclimm. de aLciones terroristas por parte ele un grupo de paramilitares que se identifican como
Autoc.lef•!nsa~ c.le Colombia. Estos grupos han llegado a nuestros negocios exigiendo grande~
rantidac.los rlo dinero entre cinco y diez millones de pesos y fijándonos una cuota mensual de
)OO mil pP.sos a cada establecimiento. llegando a recaudar la suma de so millones de pesos. En
rlf'.sarrollo de c<stas actividades do extorsión. chantaje y boleteo quienes nos hemos opuesto a
pagar estas sumas de dinero nos obligan a cerrar nuestros negocios" (E/ '1/empo, 6 de septiembre
rle rQ()I!: nA(. Estn situación coutinuaba en julio de r99Q. cuando los parami litares citaron a los
c.umercianles a una reunión para decirles que no iban a matar más, pero que como estaban para
nlidar al puf'blo iban a pedir una sola cuota que tenían que pagar y que ellos orreglurfon R quien
r¡uisiero aprovecharse y no pagar (conversación en Puerto Asís, JQ99).

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CAI'fllll o8 • Paradojas de la eco11omía de la coca

estigmatizados y aterrorizados a s us pobladores, e invisibles como sociedad civil


organizada o c:omo actores sociales.

ÜRGANI ZACIÓNES COMUNITARIAS, INSTITUCIONES OFICIALES


Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN EL PUTUMAYO

EN 1-\ RI::C..;!ON SE SAUF QUé: COLONOS ANTIGUOS QUE POSEEN TIERRAS CULTIVAN COCA, t\DEMAS DE
otros produc tos, e invierten s us ganancias en mejorar su vivienda y en diversifica1·
la producción por medio del establecimiento de otros renglones como la ganadería.
Estos colonos utilizan la mano de obra familiar para cosechar la coca y procesarla y
no contratan mano de obra foránea. En contraste otros. generalmente los pobladores
recientes a traídos por la coca . se dedican exclusivamente a su cultivo en más de tres
hectáreas y requieren contratar trabajaclores para la cosecha. Un documento de la
Red de Solidaridad. encargada de los programas de erradicación voluntaria y susti-
tución de coca dice a l respecto: ··cabe destacar la población colana de arraigo regio-
nal que por su si tuación geográfica y social muestra algunas potencialidades de
reactivación de econom ías lícitas a nivel de finca pero con tendencia individual. La
población joven muestra resistencia hacia la vinc ulación en propuestas sociales o
produc.:tivas, la solución de s us problemas e n forma individual es una de sus princi-
pales características" (Rerl de Solidaridad Social rnstituto Interamericano de Coope-
ración para la Agricultura, r998) .
Se reitera la necesidad de diferenciar entre dos generaciones -los viejos y los
jóve nes- v entru las formas de producción - individual o comunitaria-. A estas dos
es necesario añadir una tercera generación inte rmedia. nacida en el Putumayo: hijos
de los colonos a ni iguos que quieren trabajar por su región y manifiestan arraigo a la
misma. como se ~el'1aló al iniciar este capítulo. De ntro de esta generación pueden
diferenciarse campesinos _v profesionales, que después de haberse ed ucado por fu e-
t'a mgrHI>é!tl a la zuna. LsiJ generación es más consciente que los vie jos colonos de
la especificidad de la región amazónica y propone proyectos produc tivos adapta-
dos ol medio ambiente amazón ico. para s ustituir el c ullivo de la coca por medio de
la c reación de empresas cooperativas. De acuerdo con un profesional de la zona:
"Si queremos insertarnos en la economía del país tenemos que hacerlo con caJi-
clad. Un campesino pequeñito no puede hacerlo, la única mane ra es asociándose
por medio ele la organización coop erativa. Esa cooperativa es la que logra hacer la
agroindustria" (in tervención e n la mesa de negociación, Orito. T9<XW'.
En la zona se r>ncue ntran ejemplos de organizaciones comunitarias que ponen
en entredicho el individualismo que, se dice insistentemente, promueve el cultivo
de la coco. Además. los fun cionarios d e la Red de Solidaridad Social señalan
cómo. a pesar de la violencia y de los altos índices de cultivo de coca presentes en

21 La org¡mizacion por medio de cooperativas coincide con la propuesta del Plante: "Que el estado
pueda invPrlir rm unas empresas que creamos, que organizamos, para que esa empresa le dé los
~cn'irio~ lec nnlcigkns v de ar.ompañamiento necesarios a este campesino para que produzca en las Jo

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I DEJ'.' TIDAD Y C' IVDADANIA EN EL PUTUMAYO + María Cleme11cia Rumíre;;

los municipios de Puerto Asís. Valle del Guamués (La Hormiga) y San Miguel (La
Dorada), es impresionante la agilidad de los proyectos que impulsa esta institu-
ción: "En La Hormiga, Puerto Asís y San Miguel, sus habitantes trabajan hombro a
hombro con los funcionarios oficiales local es para mejorar su nivel ele vida", fue el
comentario de una funcionaria de la Red entrevistada. Según el coordinador regio-
nal del Putumayo:

Al Llega ALa Honniga se ve lm emporio espantoso [refiriéndose al crecimiento urbano del


municipio como resultado de la bonanza de la coca) y una gran descomposición. Sin
embargo, alli es donde hay más proyectos. donde aprobamos más proyectos económicos
y de empleo. Allá se realizó la mayor canUdad de proyectos de envergadura alrededor de
la erradicación manual de culUvos. Y era paradójico, pues erradicaban y aliado tenian
todo lo que uno quisierau (entrevista al asesor territorial del Putumayo por la Red de
Solidaridad, rm).

Otra funcionaria agregaba que en el Valle del Guamués no sólo había un alto
nivel organizalivo y económico sino que los campesinos eran ingeniosos y creativos.
Allí había una asociación de productores de yuca (Asoyuca), como ejemplo de posi-
bilidades de procesos autosostenibles. Otros proyectos de la Red, como los progra-
mas de empleo transitorio y de empleo urbano y rural, tuvieron alta recepción en
Puerto Asís y en el Valle del Guamués. Uno de estos programas de empleo transito-
rio. consistente en la pavimentación de las calles de los cascos urbanos, contó con
el aporte del cemento ¡.¡or parte de la comunidad, y aunque el municipio debía dar
dineros, a veces la comunidad contribuia más que este. Esto en épocas de bonanza
del negocio de la coca, pues con la recesión. tal como la que se vivió en 19<}8, la
comunidad no pod(a asum ir los compromisos adquiridos el año anterior. por lo
que solicitaba recursos de la alcaldía. En la zona urbana de Puerto Asís y en el Valle
del Guamués se incentivó la creación de microempresas, y aunque se reconocía que

1 cnndiciones que el mercado esté exigiendo. Entonces. en esta empresa intermediaria tienen que
estar el estado. el sector privado y la comunidad. Ese tipo de cosas no se hacen en uno o dos años.
eso no es lo mismo que reunirse con el alcalde e identificar la lista de mercado de necesidades del
pueblo" [entrevista a un funcionario del Plante. 1999).
2.1. Es importante señalar cómo entre abril y julio de 1997la Red recibió solicitudes de campesinos
do los municipios de Puerto Asis, San Miguel y Valle del Guamués para acogerse al programa de
erradicación:
1. La Asociación de Productores Agropecuarios del Valle del Guamués-San Miguel (Asopravg). '»
interesados para la erradicación de 68.3 hectáreas de coca. Con esto asociación se había formulado
un proyecto para construir una planta de concentrado y materias primas, el cual se reformuló ¡Jor
uno nuevo consistente en el establecimiento y sostenimiento de roo hectáreas de chontaduro para
producción de palmito.
2. u. productores eu el municipio de Puerto Asís del corregimiento de Santa A11a se asociaron
para erradicar 19.~ hectáreas y establecer fincas integrales con sistemas agrícolas y pecuarios (Red
de Solidaridad-liGA. 1998).
Aunque estos proyectos son pequeños y poco representativos en cuanto a potencialidad de hectáreas
erradicadas. es importante seoalarlos porque muestran el deseo de la gente de buscar alternativAs
a la coca. además de interés en asocíarse para generar empresas productivas.

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CAPiilLO 8 • Paradojas de la econom(a de la coca

en la zona rural estos programas de empleo no funcionaban, porque la coca genera


más dinero rlPI que se les pouía ofrecer como empleados rurales. se observa "mu-
cha intención de la gente de asociarse, pero falla capacitación para la organización''
(entrevista a una funt.ionaria de la Red ele Soliclariclad en Mocoa, 1998).
La demanda de capacitación es uno de los puntos que se reitera y se percibe
como un obstáculo para organizarse:

Por qué menciono 114uí al analfabetismo: porque si nos ponemos a mirar en el cam-
po. creo que /lo0 o ele los campesinos somos analfabetos y tal vez hasta más. No en-
tendemos las ley~s del gobierno, ni lo que tenemos que hacer; salimos a un foro de
estos y nos da miedo hablar, nos da miedo ex-presarnos ante un delegado del gobier-
no. A veces ante nosotros mismos como campesinos. y si vamos a una jun ta de
a<.;dón comunal también nos da miedo hablar entre los mismos compañeros, porque
no tenemos la capacitación suficiente para hablar en público, o para expresar nues-
trns sentimientos o para quejarnns ante una oficina de derechos htm1anos o aJgo así.
Por eso digo que este es uno de los puntos principales que nos llene en este conflit:lo
arm<~do. porque no tenemos capacilación ni apoyo del gobierno para que nos den
talleres o, al menos, e apacitación para nosotros los campesinos. Por eso estamos en
lo que estamos. porque estamos en el abandono total del gobierno nacional (inter-
vención de un líder comunitario en el foro de mayo de 1997).

Es i mportanle subrayar que la capacitación se busca para organizarse


comunilariamente y para participar en espacios públ icos, ya sea para discutir con
funcionarios del estado sus necesidades o denunciar la violación a sus derechos.
A finales de !<)<}8 se evidenció la baja rentabilidad que tenía la producción de
coca para el cultivador. lo cual se ha venido agudizando como resultado de la fumi-
gación de los udli\OS v la aparición ele plagas resistentes a los insecticidas o
fungit:idas. dP manet·a que en la región se escucha decir, "Es que la coca ya no está
dando. ya no estti dojando" 2 ;. En consecuencia, los campesinos buscan que el
estado IP.s uJÚ~lLd IH1!!5l a uta~ agl'Ícul as allet o a ti vos:

l.os c-ampesinos P.stáu vi11icudo a la llrnata a decir: "Por favor. va van a la vereda. querr.·
m os (jl.'IJ..!.!Stedes nos visiten y Vl'llll qup es lo que nosotros tenemos y lo que podemos
produ<..ir ahora" .\hum quieren salirdP.)a coca. porque no es rentable y porque no les trae
sino pruhlcmas. Considero que el problema es de fondo: si el estado muestra con obras
que quitJre ayudar a los campesinos que t.;Ultivan coca. tengo la certeza de r¡ue ellos van
a responder muy biun. pcm¡ue los principales quejas o necesidades que tiene o tos campe-
sinos en el Putt11navo, en Puerto Asís, son dos v1as de comunicación v créditos. "Htl vez
crédito .111tcs (jii!:J vws v sPrvicios púl;licos. salud. educación. Eso es lo que más pelean
ellos. Usted va a cunlr¡uier vereda y le pregunta al presidente de la junta de at:ción
comunal. ¿cual es su principal pmblema?, y él responde: "Las vías, la salud,la educa-
ción"(eotrevista al director de la U mata de Puerto Asís, rg<)8) .

.!l En su monitoreo del Plante el \.entro fnterdisciplinario de Estudios Regionales -Cider- se cuestiona
-como una de sus principales conclusiones r¡ue la exp3nsion de los cultivos ilícitos puede
rxplicarse pnr los alto~ ingresos pnra las poblaciones marginadas. Se afirma que "las explicaciones
desbordan las soluciones limitadas a generar ingresos altos para los campesinos" (Cider. 1()9<1: lJ).
Por tanto, tn ron~et;ucion de dinero filcil también quedaría en entredicho.

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IDENTID·\D Y crUDAO\J\IA EN 1 L P VTUMAVO • Marw Clemencia Ramíre::.

No es sólo por la baja de rentabilidad de la coca por lo que los campesinos


piden ayuda al estado para iniciar procesos productivos alternos; también es por
e l interés que tienen de inciclir en las instancias que ha abierto el estado para
participar como ciudadanos y proponer proyectos alternativos así como políticas
referentes a l cultivo de la coca, pues siguen sosteniendo que este es responsabili-
dad del estado. por lo que le ex igen su compromiso en el proceso de sustitución .
En lll ualance que se hizo del paro coco/ero e l 25 de septiembre de I<J9Ó esto fue
palpable al referirse un ltder a los acuerdos firmados:

Pienso que esta es una nueva conqubta del departamento del Putumayo y tenemos que
defenderla porque aparentemente e l acta de acuerdo no tiene cosas muy precisas. Pero lo
que si está claro es que si somos capaces de actuar inteligentemente, y en el caso del
Putumayo se llega a presP.ntar una mediana fuerza frente a la sustitución rle cul ti vos
ihcitos. nosotros tenemo¡, la otru Utra de la moneda, ¡¡ara mostrar que oquí hay coca
porque el gobierno no le cumplen In gente {reunión de seguimiento del paro civico, 25 de
septiembre de H)Q<>).

En e l Putumayo los consejos municipales de desarrollo rural -cMDR-, se han


convertido en espacios para el trabajo entre las inslitucioncs oficiales y los campesi-
nos: allí se disuñan programas para el municipio, acorrles con los intereses de la
población urbana y campesina. Estos consejos fueron creados por la ley rm de rw;,
como "instancias rlc participación para la concertación entre las comunidades rura-
les locales, las autoridades municipales y los representantes de las e ntidades públi-
cas de carácter departamental y nacional con presencia en el municipio. o que adelanten
programas y proyectos municipales <m materia de desarrollo rural" (Asociación Na-
cional de Usuarios Campesinos de Colombia-Anuc. r<)98: n). Mediante ellos los alcal-
des tienen la misión de diseñur en forma parlicipativa, con l..ts organizaLiones
campesinas y los pobladores rurales los planes de desarrollo rural del municipio.
El CMDR clt• Puerto Asís S<' ha convPrtido en <!1 espacio privilegiado por las
instituciones estatales loca les para conu•rtar programas con las \'eredas, en forma
coordinada inlcr-iustitu<.;ionalmenlc. En 1997. el Plante inició la formulación de
planes operativos municipales -POM- para planificar acciones y priorizar .~ concer-
tar actividé'locs en los municipios, apoyánoose para e llo en los CMIJR:

Esos cousejos de desarrollo rural luncionan desde r<)()r ó r992 y con ellos se está volvien-
do a lo mismo del Plan Nacional de Rehabilitación - PN!h Yo ~.;reo que lo del PNR fue una
buena enserianza para la gente. Rec..uerrlo que en esa epoca se reunian el estado, la
comunidad .v las instituciones \'inculadas a la región v ~~nt.re Lodos decidían qué Ara lo
que la gente más necesitaba, las necl!sidades mas sentidas, y au nque fueran obras muy
pequeñ::~s. que valier::~n muy poco, para la gen le eran muy importantes. Esa escuela se
hizo, se utilizaron esos espacios. que en ese tiempo se Uamaba11 consejos municipales tle
rehabilitación. Ahorn veo algo muy similar con el Plante, se están manejando los conse-
jos municipales de desarrollo rura l. Un() de los lineam ientos del Plante es que todo lo que
se vaya a hacer debe tener el visto bueno del consejo municipal de desarrollo rural. Ha
sido un t.rabajo s imilar, primero con infraestructma; en esa época tm.lo se dedicaba a la
infraestructura: la escuela, la carretera, el puesto de salud, la casa comunal, profesores

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C\PlTli.O 8 • Paradojas de la economía de la coca
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pagados por eii-'1'\R.l~n rw¡ el Plante trabajó con esa modalidad. obras de inf'raeslruCLW'a.
Pero a partir de H!l)/1 ~"mpezaron lns proyectos productivos (entrevista al director del
Plante en Puerto ¡\sis, 11)()8).

El reconocimiP.nto quP hace e l funcionario del Plante de los CMOR como espa-
cios para definir e identificar proyectos para ser gestionados por el programa res-
ponde también al replanteamiento de su política interdictiva hacia el pequeño
productor, antes anotada. En la e,·aluación hecha por el Cider de la Universidad
de los Andes la arlicularión del Plante con los CtviDR se señala como un acierto, por
<.uanto se fortalece la instilucionalidad municipal y se apoya la participación que
su promueve. Sin embargo, se le encuentran dificultades, entre ellas la falta de
representación de todos los sectores de la comunidad, pues asisten quienes están
cerca al municipio. También se cons idera que uno de los problemas que está pre-
sente en los CMOR es la central ización de las políticas para la región, que va en
conlravía con la descentralización administrativa (Cider. 1999: .¡.8-49).
Un funcionario del Insliluto Colombiano de Bienestar Familiar durante quince
años. nacido en Puerto Lcguízamo y criado en Villa Garzón, es un firme convencido
del trabajo con los CMDR y seflala que uno de los problemas entre las instituciones
del estado y la comuoidacl se relaciona con la credibilidad mutua:

GeneraJ111ente. el estarlo v las instituciones se han preocupado por estar cntenando


cemento, haciendo plunta:s.) se han olvidauo de la gente. Lo principal lo han dejado
por fuera. Tan es asr que la comunidad no confía en las instituciones y. de igual
manera, las instituciorws uo t onfían en esta, por lo cual falta que los unos y los olros
se integren (entrevista 1·n Puerto Asís. !OC)()).

Este funcionario piPns<J t¡Ul' por medio de los CMOR puede lograrse esa integra-
ción y, más aún, la coordinación interinstitucional e inlerveredal. de manera que las
instituciones no tepilan t:u. t. tollf!S, maximicen sus recursos de personal y las veredas
más organizadas no sólo smm f!jemplo sino que alrededor de ellas se organicen otras:

Lo que estamos hadcncln Bs organizar ala comunidad para que se apropie de las cosas.
porque les ponPmos el cjPrnplo riP las instituciorw.s: en la mediua en que las comunida-
des se organicen sfl lar ilita eltwbajo de estas. porque en cllnssiempre hay recortes o falta
personal. Y si la comunidad no se organiza entonces no hacemos nado, ¿qué se puede
hacer? Ese es otro trabajo que hacemos con la comu nidad, qué le digo a e llos, hago
preguntas dirPctas, digo: "Si usted lucra empleado de una institución, viene a esta
c:omu rtidad y la encuentra dr•~;pP!otado, i.qué puede hacer?. ¿qué haría?". Porque general-
mente es la institución; uosolros estamos hablando de que el problema es de organiza-
CIÓn comunitaria. el qur tiene la necesidad Uene que dar el primer paso. estamos hablando
de impulsar. de organi/.ora la t:o rnuniclad para que dé ese primer paso, aprovechando los
espacio!> dP los C:M nr< (entre\ is la en PtrPrto Asrs. lf19CJ).

En Puerto Asís se está incentivando el trabajo interinstitucional y para tal efecto


en septiembre de H)C)b se constituyó e l Comité Interinstilucional de Desarrollo
Agropecuario - Cidap- de Puerto As1s, con el fin de maximizar recursos:

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JntNTII)AO v ClllllAOANIA tN El PuTUMAYO • María Clenwncta Ramlrl.!;;;
284 1

Los campesinos SI han dado muestra de r¡ue quieren integrarse más a los procesos del
municipio: incluso últimamente nos están invitando a las veredas junto con institucio-
nes como Corpoamazonia. el tCA. Corpoica y el Plante. En los dos últimos mesr.s nos han
citado como a cuatro reuniones; en una inspección o corregimiento se reunen cuatro o
cinco veredas y nos mandan un oficio: Los invitamos a tal vereda tal día. Al Plante. a la
U mata, a Corpoica y a varias instituciones. El 22, 23. 24 y 25 tenemos una reunión con
eiiCA, ellncora, el Plante, Corpoamazonia y la U mala, cuatro o cinco veredas tal vez se
van a reunir en el corregimiento de Piñuña Blanco que es el más lejos por el río. ya queda
en límites con el municipio de Puerto Leguízamo. Ellos quieren que vayamos y veamos
qué problemas tienen, cómo pueden sa lir de los problemas, que las instituciones los
conozcan, los tengan en cuenta [entrevista al director de la U mata en Puerto Asís. 1998).

Según un funcionario de la oficina de planeación del Plante (r5)98) la polílica de


este parte de la pregunta por el papel del desarrollo alternativo en los procesos de
desarrollo regional local, así como por su función en los procesos ele ordenamien-
to territorial y de atención a los efectos ambientales, en la perspectiva de construir
regiones. l'fente a la perspectiva regional de reconocer la diversidad y de vincu lar-
se con otros programas, proyectos o instancias de planificación regional, surgió
una dificultad: e l nivel cenlra l no descentraliza ni delega la toma de decisiones en
los funcionarios locales del Plante en la región. El Cider (r999: 38) llama la atención
sobre la necesidad de que el Plante decida, "si es tá dispuesto a delegar parte de su
autoridad en los organos regionales y en qué medida". Los funcionarios locales se
quejaban de la falta de delegación de autoridad: "Lo peor es el látigo que se recibe
de Bogotá (en e l caso del Plante)", dice e l director del banco de proyectos de la
alcaldía; "En e l Plante nos atienden por teléfono, pero cuando vamos a Bogotá. no.
En cambio, cuando los funcionarios del nivel central vienen a Puerto Asís los
atendemos todo e l tiempo. Vienen uno orlos días, miran y se van, pero al final son
los que deciden. sin tenernos en cuenta·· (entrevista en febrero de T9<)()).
La negación que hace e l gobierno central de los esfuerzos locales responde, ade-
más, a la percepción que tienen los funcionarios sobre esas regiones cnmo margina-
les. carentes de organizaciones empresariales consolidadas y. por consiguiente,
incélpaces de llevar adelante proyectos productivos de manera satisfactoria. Esta per-
cepción es parte integral de la fom1a como los habitantes se definen frente a l estado
central. tal como expresaba un campesino durante e l foro realizado en mayo de 199T

Otro punto: el abandono total de l gobierno. Somos parte de regiones totalmente abando-
nadns por el gobierno nar.ionaJ. en muchas parlf'-'> creen que no hav gente. Por ejemplo.
hace tillOS días decían r¡ue en la zona del Mandur (municipio de Puerto Guzman) no
había gente. Uno presentaba un proyecto de la comunidad y decían, esto para qué, a
donde queda esa región. No sabían a dónde quedaba esa región, ni que allá habitaba gentfl,
porque no conoum la zona ni los problemas que tenemos. porque eslnmos en lm
abandono total del gobierno nacional y eso nos tiene en este confli<..to.
Por eso in vilo a las personas que llevan estos mensajes a que sea o bien francos con el
gobierno r.uando presenten nuestras propuestas de campesinos. iPor qué nos tienen en
el abandono tola) si somos colombianos también? Que no nos tengan aparte. que noso-
tros también somos hijos de nuestJ·a lierra colombiana. Que esto quede muy claro y que
el gobierno nos apoye, r¡ue nos brinde capacitación, que organice estos foros, porque así
en realidad se conocen muchas cosas que están tapadas y aquí salen al aire. Qué bonito

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Cwlnll o 8 • Paradojas de la econom(a de la coca 1
2.85

es capacitarno:.. e~ta es unn capacitación que nos están dando aquí. porque estamos
compartiendo y nos e~tamns dando de cuenta de muchas vainas que no son verídkas y
quf' no deben pasar (intcr\'cnción rlc un líder comunitario en el foro de mayo de r997).

El discurso sobre P.] abandono del estado y la pobreza y, por consigu ie nte,
sobre los cultivos ilícitos sigue siendo dominante en la región, así como la conse-
cuente demanda de capacitación y de apoyo para llevar a cabo proyectos tendien-
tes a la satisfacción de las necesidades básicas. Es decir, frente al reto que enfrentan
las organizaciones locales de for talecerse y de participar con voz y voto para definir
políticas en relación con los problemas que los afectan. se busca el apoyo del estado
por medio de las instituciones presentes en la región y de sus funcionarios. Tal
como lo ha señalado Pécaut (r994: 6):

los campesinos tienen sus propias formas de organización y no esperan mucho del
Estado. Sin embargo. a pesar de eso. al mismo tiempo -y como parte de una forma
tle sociabi lidad campesina- esos mismos campesinos están aten tos a ver si e l Estado
hace a lgo. Esta ambivalencia prevalece en muchos sectores con relación al Estado:
la desconfianza sigur presente. pero siempre acompañada al mismo tíempo de una
solicitud de mayor prcseo<:ia de l Estado.

Para el caso de Pulumayo puede agregarse que estamos frente a una segunda
paradoja. que se refieren la percepción diversa que se tiene del estado en la locali-
dad: por una parte se ve como un estado represor o terrorista que se presenta en la
zona para acallar las demandas de los coca/eros en relación con su situación social y
económica y los consicleru dPiincuentes. y que, además, apoya las acciones del para-
militarismo en contra de la subversión, lo cual aumenta la violencia en la regi ón .
Por otra parte, es un estado que puede proveer servicios e instancias de participa-
ción ciudadana, representado l1ll la zona por funcionarios oficiales que se sienten
comprometidos con !>U tegiÓIJ y w rt Id gt!tlle del Putumayo. con quienes los cocale-
ros trabajan con miras a proponer alternativas y así mejorar su nivel de l'ida. En la
zona se dPmanda la presr>ncia de ese estado ¡wrticipolivo y proveedor de servicios
para ejecutar propuestas allnrnalivns comun itarias, hechas en medio de la violen-
cia como una forma de luchar contra la ostigmatización como personas violentas
que octúcm fuera dP. lo lcJ'·

LA CONSTRUCCIÓN DE LA "SOCIEDAD CIVIL" 24


E N MEDIO DE LA VIOLENCIA

Los LAMPESII':U!> Ul( \Ll-:r/11'; \ L 1\ Vl::Z Qt 'L BUSCAN Qllh I~L ESTADO SOLUCIONE S\...S
problemas lo acusan Je incentivar la violencia por medio de sus políticas.

2.4 Pongo entre comillas el término .~L¡cit•dud cil·i/ por cuanto su definicioo debe replantearse en este
contexto de morginalidad y conflicto armado, c;on respecto a lo supuesta autonomía y oposición
que debe tener frente al estado, como condición para su fortalecimiento o existencia como tal. Esta .,

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IDENTIDAD\ CIUDADANIA EN fl P\ITUMAYO + Mar(a Clemencia Ram(rez

En palabras de los campesinos de la vereda VUlanueva, jurisdicción de Mayoyoque


(Putumayo):

Los campesinos no pedimos qne no tumiguen. lo que nosotros queremos es que el


gobierno entienda nuestras necesidades, que por favor, antes de combatir o en otras
palabras erradicar cultivos ilícitos nos den primero alternativas de trabajo a nuestra
r.omunidad. Se pregunta en que quiere converlirel gobierno nuestro país con la fumiga-
ción. Lo único que el Gobierno esta consiguiendo es que aumente el hambre y la violen-
cia porque lodos podemos entender que si ay hambre hay desesperación y un pats
desesperado por el hambre desde luego que traerá violencia (carta dirigida a la Defensoría
del Pueblo, 1.6 rle julio de 11)98. Transcripción ortográfica original).

Se rechaza el estado represor que se hace presente en la zona para defender el


orden legal. y se demanda la prescncü-1 de uno que provea servicios. aunque se
presentan quejas sobre su falta de cobertura y burocralización:

Nosotros los campesinos tenemos puestas las esperanzas en el gobierno entrante. Seño-
res de Corpoamazonia, de la Salud, de Educ.:ación, U mata, lncora, Defensoría del Pueblo
y Agricullura nosotros los campesinos les pedimos que nos ayuden que se detengan un
poco a rnirar al campesino que nos liendan la mano ¡.¡arque de veras uecesitamos de su
ayuda. Delegación de educación, en este momento tenemos en la vereda Villa Nueva más
de 10 niños entm losó y n años y dolorosamente podemos verlos Lr·abajando porque no
tenemos un profesor especialisado para darles la educación. Que solución nos pueden
dar delegación de salud. Somos personas muy alejadas de Puerlo Guzmán que por favor
nos instalen un puesto ele salud cercano porque somos personas de bajos recursos. no
tenemos la comodidad para desplazar a nuestros enfermos a parte tan alejada. Son
muchas las personas que a menudo saJen enfermas porque vivimos en una sona muy
montañosa. lnco1·a les damos gracias por preocuparse o p01 estos terrenos que los tenían
tan olvidados. El deren riela mayoría de nosotros es ascr adjudicar nuRstras tierras y
tenemos confianza que ustedes nos van ayudar en esto. Defensoría del pueblo, oosol ros
queremos que nos digan o que nos cspliquen de que manera van a defender al puehlo. en
este caso al campesino. teniendo P.n cuenta la ruina CJllf'! nos dejó el Gobierno cun las
fumigaciones. AgricuiiLtra, necesitamos de verdad de su ayuda, que nos den la manera de
cultivar comida, que nos deula facilidad para transportarla por vía terrestre y vio nuvial.
que nos garantisen que si sacamos a vender nuestros productos nos los van a t:omprar
a un precio favorable que nos queden ganas de seguir cultivando Señores de
Corpoamazonia nosotros los campecinos nos tiene el Gobierno sorprendidos por la
manera que cstan dañando nuestros suPios. nuestra vegetación que tamvien es vuestra
para que r.omcrciales en tele,risión en radio pidiendo cuidar la n;~turaleza si ustedes
mismos la es tan destruyendo l:On la fumigación porque eso. esto que a echo el Gobierno.
Señores de U mata nececitamos que por favor nos fasiliten creditos ron muy bajo
intere~. intereses que los campesinos podamos comprometernos a pagar y no quedar
mal porque como ustedes ya loan visto ahora si necesitamos de creditos por la ayuda
que puednn tJ¡¡rnos les quedamos eternamente agradet.idos y una vez mas. Gracias

,. diferenciación es rlifusa en el t:aso del Putumayo. Lo que se vislumbra como una alternativa para
el fortalecimiento de la societlau vi vil en zonas de conflido es la c:ontinuidad entre el estado y esta
fln la qur se estaulczr.an relaciones de cooperación. Mas aun. me interesa cómo se define esta
.~ur.iedad cú•il v cümo perciben su rnlaCÍón e,;on el estado los habitantes del Putumayo y.
especificamenle, los campesinos f'ow/eros. F.n ni r.apitnlo 9 reflexiono más sobra los concr>.ptos
estado y ~ociedud cilril.

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C,\1'111 to 8 • Paradojas de la economia de la con1

por tenernos en 1 ur.nt¡¡, \'t~rctla Viilanucva Directiva en especial (Carla dirigida a la


Defensoría riel Pl.tr>IJICJ.1ti el•· julio dr> H')IJo\, Transcripción ortográfica original).

Es así como los habitantes del Putumayo, además de exigir a las entidades el
r.umplimiento ele su:. funcione:.. como lo expresan los campesinos de esta vereda.
han buscado también apovarse en las entidades del estado creadas para promocio-
nar la participación comunitaria. tomo la personería municipal, o en inslituciones
oficiales como la Red de Solidaridad y el Plan de Desarrollo Allernalivo -Plante-
regidas por el principio de participación de las comunidades en la elaboración y
ejecución de sus proyectos.,. La Red de Solidaridad tiene como uno ele sus prin-
cipales objetivos la ejel'ución de programas "dirigidos al mejoramiento de la cali-
dad de vida de los grupos cln población más pobre y vulnerable" (Red de Solidaridad
r<)<)8: 17). Por su parte, el Plante busca. a partir de la erradicación ele los cu ltivos
ilícitos, ofrecer a los pequeños productores una altern ativa económica legal. Como
se ha señalado. el Plante nactó inserto en la política anlidrogas del gobierno del
presidente Sampcr y. por tanto. en un principio no definió sus programas para la
región en forma autonoma sino sujetos a la criminalización y persecución de Jos
cultivadores. Sin embargo. a partir de las movilizaciones de los campesinos debió
establecer que. "su responsabilidad principal es dar cuenta del problema social
campesino. ind1gena y colono que se genera alrededor del cultivo ilícito" (inter-
vención del dit·eclor d~l Plante en el congreso ambiental, Villa de Leyva, r9<)8). Para
lograr este objetivo se plantea:

Que su primera tan·a e:s irlnnlifiLilrala puiJiacion objetivo. definida como aquellas comunida-
de:. dP. campesinos colonos •· ímhgenas c1aya historio. /.Juyect01io y úndición demuestran que
han innmido ~::n los ulllivos ilícitos como< nnsecuencia de la crisis agrícola que ha afectado
a Colombia o por cau&a dl·unu implacable mcioualidad económica. Que una vez idenWk:adas
dicha~ cornuniuade~. t:!> rwt esario construir con ellas la voluntad clara de abandono de
dicho~> cultivo;.} lil U'tMdón de alternativas productivas lícitas. Que la reciprocidad estado-
wmunirlad es condición inolndiblr> 'r nr•Ct''>nria para la intervención y continuidad en la
atención por p;ule del Plsmtn (inlcrvc~cit'ln rn Villa de Leiva. rw.ll. Énfasis mío).

Restablecer la relación estado-comunidad era fundamental para los organismos


gubernamentales y para los h;abítantes del Putumayo. quienes buscaban hacerse
visibles y fortalecerse como sot.:iedud r:ivil. Esto en el caso de una región en conflic-
to significa ser reconocidos como comunidades afectadas por las políticas sociales
y económicas nacionales pPrn, sobrr lodo, por la violencia política. A través de su
definición como socir?dnd civil st: enfatiza en que es una población afectada por el

2~ En un documento quP pres•'ntd ol prngrallla de l¡¡ Red de Solidaridad se estab lece. "La
parlicipnción democratica se wloco en la I.Jase de toda la metodología. porque la Red parte de
reconorer e l valor de lo~ distintos sP.ctorcs sociales en la construcción conjunta del progreso, y
toma en cuenta a la pohlari•)n más pnhre y \Uinerable. como grupos limitados y afectados por
carcnr.ial> materia los o rhs• riminarionrs sociales. pero reconociéndole su capacidad para cooperar
v aportar la solucion <t los prohlcrnas del desarrollo y de la convivencia social" (Red de Solidaridad
Snrifll t•¡tJX: rll·HJ).

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Maria Clemencia Ra/Ture:;

cont1icto armado. que no quiere lomar partido por ninguno de los grupos enfren-
tados. Así como se hacía referencia a los derechos constitucionales que han sido
pisoteados~n. se insistía en usar los espacios abiertos por la constitución de 1991
para el ejercicio de la democracia participativa. De este modo se busca mostrar su
interés por mantenerse fuera del conflicto armado:

Si el gobierno está dispuesto a abrirle espacio a las comunidades para que aporten a la
solución del problema [se refiere al cultivo de la coca), ipor qué no es posible instaurar
una mesa nacional y por qué tanto miedo a discutir el problema? Si como dice la le.no
sembrar coca es ilícito, así mismo la conslit ución nacional dice que cuando los gober-
nantes van a lomar una decisión que in volucra directa o indirectamente a la pobladón,
ésta debe ser consultada. Entonces. ¿por qué eso no se reconoce? Lo que nosotros
planteamos es un derecho constitucional que tenemos y que es la ley máxima de la
república. Lo que estamos planteando aquí no es que se infrinja la ley. ni que se cambie.
sino que se reconozca un problema que ante los ojos dl~ cualquier persona razonable,
civilizada. como se ha pla11teado. es tnmhién reconocer que es un problema de carácter
eminentemente social (intervendon de un líder campesino en la mesa de negociación en
Orito. ICJ<.JÓ).

Es así como frente al dominio territorial y a la autoridad que ejercen las Farc en
la región. por una parte: a la presencia parami litar y a sus acciones con tra los
llamados auxiliares de la guerrillu, por olra: y a la represión que e jercen sobre los
cultivadores de coca las fuerzas militares y el ejército en la zona. los pobladores de
la región demandan ser tenidos en cuenta por las entidades del gobierno encarga-
das de dictar políticas para la región, previo reconocimiento del problema social y
sus necesidades. A través de la participación de los habitantes de la región, los
afectados por los programas o politicas que se desarrollen en la zona tendrían voz
y voto para definir los proyectos. Aún más, se hizo un llamado a la razón y a la
civilización, para que se entienda el problema y se negocie sin hacer uso de la
violencia. debatiendo así la identidad adscrita a los cocaleros como vio lentos.
El personero municipal de Puerto Asís, oriundo del Caquetá e hijo de coloniza-
dores, tuvo un papel muy importante en cuanto a promover y vincularse con las
organizaciones de los campesinos y habitantes de la región. En sus palabras:

A pe~ar oe que la violencia aumenta cada dta mas, que busca generar terror. miedo e o la
gente, ella quiere participar, está La osada, quiere ver w1a dirige ocia política distinta.

20 En el foro que tuvo lugar en Puerto Asís en moyo de JCJ97. los campesinos t;unbión rlenunt.iaron
la violución de varios artículos de la wnslitucióntaJes como el segundo. que dice que el estado
debe "facilitar la participación de toclol; en la~ clecisioiJCs que los alectan y en la vida ~coo6mica,
política, administralívaycultural de la Nación; defender la independencia nacional. maoteucr la
integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo": así como
"velar por la vida. honra, bienes. creencias y drmás derechos y libertades de todas las personas
residentes en Colombia"; el undécimo. que establece que el derecho a la vida es inviolable; y el
2S. que señala que toda persona tiene derecho a un trabajo en condiciones dignas y justas. Se
hizo un llamado a los representantes del gobiemo civil y de las fuerza::. militares para que
respetaran aquellos principios constit ur:ionales.

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CAPfTI LO 8 • Paradojas de la economía de la coca
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percibir que la ad mimstración es transparente, que beneficia a la gente, que se construya


el alcantarillado, que se instalen los servicios publicos domiciliarios. Soy muy optimista
sobre el futuro riel país v, sobre todo, el de estas regiones: creo que venimos siendo ya
como maduros para PI conOicto. como decía Estanislao Zulela. pues un pueblo maduro
para el conOictoes u u pueblo maduro para lapa:.::. La gente ha entendido que la paz no es
solamente el s ilencia miento del fusil sino que es el aporte hecho por cada uno como
ciudadano, es la responsabilidad social que debe asumirse en comunidad. Por esa vía se
han abierto muchos espacios. hay charlas. se discuten los temas: cualquier problema
que se presenta se discute. la gente va no tiende a satanizarse tanto en la discusión de los
problemas sino que ha aprendido a ver que una cosa es el problema y otra son las
personas con las cuales debemos tener un cierto respeto para ponernos de acuerdo y
zanjar las diferencias v buscar soluciones a los problemas que surgen (entrevista al
personero muJticipal de Puerto Asís, 1()08).

El personero es crítico frente a la esligmatización que han hecho de la amazonia


el gobierno nacional y las fuerzas armadas: ''El conflicto social y ecológico lo han
manejado por medio de recetas militares, creyendo que el problema del sur del país
se resuelve con brigadas moviles. batallones o bases militares, cuando está en juego
la resolución de un gran con tlicto social". Y señala cómo, "uno entra a conocer más
a la región y a la gente. a hablar con cada uno de los presidentes de las juntas de
acción comunal, incluso a enterarse de los problemas que tienen los barrios. la gen-
Le y empieza a llegar a la gen te y a entender más el problema que se vive aquí
(entrevista al personero municipal de Puerto Asís. r998).
La gente que se encuentra entre dos fuegos es a la que se fefierc reiteradamente
el personero municipal , la que busca hacerse visible como sociedad civil en diferen-
tes eventos que merecen mencionarse, para seguir a lo largo del tiempo la emerg¡m-
cia de la organización de los pobladores de la región en respuesta al conflicto
armado y a la estigmatizac:ión a la cual se ha visto sometida.
El I3 de febrero de 19()7 los habitantes de Puerto Asís salieron a las calles con
unfl pancarta que rirl'ia : ''El Puoblo de Puerto Asís rechaza la incredulidad del
Gobierno Nacional'', insislinndo en que las muertes relacionadas con la entrada
de los paramilitares no oran normale.<F. Oesde agosto de 1997 el Concejo municipal
y la Oficina del 1\lto Comisionado para la Paz iniciaron la organización de un cabildo
abierto por la paz. El 2.9 de novicmbm de ese año el presidente del Concejo muni-
cipal de Puerto Asís, el secretario de gobierno municipal y el personero delegado
para los derechos humanos convocaron a lo que llamaron "un ejercicio ciudada-
no", y solicitaron hacer llegar las propuestas sobre la guerra y la paz por cuanto "la
sociedad civil de Puerto Asís, como del resto del país ha resuelto rebelarse contra la
violencia''; afirmaban que ··sacudirse de la indiferencia y de la inercia, de la iosolarirlad

1.7 El15 de febrero de HJ'~ se halló Ltna fosa común con siete cadáveres en la localidad de La flormiga.
lo que aunado a las dcnum:ias de los habitantes de Puerto Asís. según la prensa "llevaron ayer a In
Fiscalía v Procuraduría a obtener las primeras evidencias del exlemúnio selectivo denu nriado por
el elca!dP de Puerto t\sis" (El Esper.lador, IS de febrero de 1()98: 8A). El 10 de abril de 1<JQ8 se
descubrió otra fosa, con siete cadáveres, cerca de la población de La Dorada, cabecera rn unicipol
rlc San litigue! (El E.~pt•tl(ldor. ~de junio de I<JQ.~: uA).

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lOENIIOAO Y CIL•OADA"il-\ EN F.L P\ ITL•M.wu • María Clemencia Ramíre;:.

y del temor producido por las armas, es condición elemental para que la soledad
de cada uno no se acorrale más entre presagios bajo la soledad ele todos" (carta
dirigida al ministro del Interior, 14 de noviembre ele 1997). El 2.0 y 21 de febrero de
r<)98 se realizó el Foro por la paz, con asistencia de funcionarios de la Oficina del
Alto Comisionado para la Paz, del Ministerio del Interior, de la Red de Solidari-
dad, del Plan Sur, de la Defensoría del Pueblo y del gobernador y el alcalde de
Puerto Asís con el fin de:

conducir a que los actores del conflicto armado asuman su responsa bU ida ude respetar
Los derechos humanos y el derecho internacional humanitario y como consecuencia
dejar de atacar a la población ajena al conflicto. Así mismo, se espera que las autoridades
asuman la responsabilidad de proteger a todos los habitantes del departamento (declara-
ción final , Foro por la paz, 1!)98).

Como resultado del Foro se le solicitó al presidente de la república la creación


de una comisión encargada de investigar los homicidios y combatir así la impuoi-
datl de los hechos denunciados. El 6 de abril de r998 en Puerto Asís se realizó de
nuevo una marcha por la paz y se izaron pañuelos blancos para pedir la conviven-
cia pacífica. El plan de desarrollo departamental propuesto se titulaba, en conse-
cuencia, "Plan territorial de convivencia".
Sin embargo, el evento que evidencia la emergencia de una sociedad civil que
busca hacerse visible ante el país es el desplazamiento a Bogotá. el1.8 de mayo de
r998. de quinientos líderes de juntas de acción comunal de las diferentes veredas de
los municipios de Puerto Asís, San Miguel. Valle del Guamués, Puerto Caicedo y
Ori to. para exigir la protección a sus vidas y denunciar las muertes anunciadas por
los paramilitares. así como su entrada a la región a principios del año con el apoyo
de las fuerzas militares. En palabras de un dirigente:

Primero que Lodo quiero decirle a los compaiicros que nos hemos desplazado de diversos
lugares df'l Putumayo que durante la estadía aqu1 en la ciudad de Bogotá hemos escrito
una página muy irnportmtlc para la historia. Tres días que si bien es cierto están lrnlando
de mostrar el inmenso sacrificio que hemos hecho al dejar en la región a nuestras
lamilias y nuestrns trabajos, también están sentando ante el país y el mundo un prece·
dente colectivo. Hace mucho liempo el departamento del Putumoyo ha venido de m mor
en rumor por el asesinato de la masacre pa1·amilitar: nosotros, como una forma de no
querer el regreso del terror como se ve venir. decidimos desplazarnos has la aquí (discurso
al finalizar la toma de lo sede de la Defensoría del Pueblo. Oogotá, mayo de rQ98).

Se confirma entonces que las manifestaciones son en contra del terror desatado
por los paramilitares, en defensa del derecho a la vida, que se convirtió en una de
las demandas centrales de los habitantes de esta zona del Putumayo: "Si no hay
vida, ¿para qué trabajar el campo? Si no hay vida, ¿para qué dinero?". Gritaban los
manifestantes que se tomaron las instalaciones del Ministerio del Interior, la
Defensoría del Pueblo, la sede del programa Plante. la Red de Solidaridad y el
Episcopado. Como representantes de los campe~ inos se conformó el Com ité de

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CAPITULO 8 • Paradojas de la economía de la coca 1
291

Pulumayenses por la Vida, que se reunió con el presidente Samper el 4 de junio de


1C}9S, para reiterarle las denuncias hechas en el marco de los foros realizados en
Puerto Asís. Uno de los líderes planteaba:

Por eso es nec:esario f!Ue nos apoyemos sin un día de tregua, sin uno de descanso;
empecemos a organizar a las comunidades para defendernos de la forma en que
quieren imponerse sobre nosotros. Para defender la vida de nuestros hijos y la de
nuestras familias y, sobre lodo. para defender el terruño que es el que nos está dando
el pan para sostenernos. Y eso sólo es posible si la comunidad está bien organizada,
si cada uno de los pulumayenses, como un solo hombre, empieza a ejercer vigilan-
cia palmo a palmo para detectar a los asesinos( ... ). Creemos que la gente tiene también
el legítimo derecho de defenderse si los organismos del estado no cumplen con esa
función constitucional (intervención de un líder durante la toma de la sede de la Defensoría
del Pueblo, Bogota, mayo de rl)98).

El respeto a los derechos humanos y al derecho a la vida son aspectos centrales


de los movimientos c.ívicos que se gestaron durante la década de 1990 en el Putuma-
yo211. Es así como en las pancartas del movimiento de los cocaleros se leía: "Exigi-
mos solución a los problemas de los campesinos del Putumayo. Queremos la paz.
No a la incremenlación de la violencia, no a la violación de los derechos de los
colombianos (corregimiento Piñuña Negro)". "Porqué malas la vida? Dios nos la
dio. Qué haces para respetarla'? Déjanos vivir".
Paradójicamente. las amenazas contra la vida fueron las que impulsaron a la
gente a organizarse. Lal como lo señalaba un campesino:

La necesidad lo hncfl a uno organizarse. Cuando uno ve morir a cuatro arrugas sin razón,
se organiza, porque el próximo puedo ser yo. Eso no le sirve a la nación, muertes sin
sentido (conversación con un campesino durante la toma de la sede de la Defensoría del
Pueblo, Bogotá. I()Oq).

Otro campesino decía:


Somos nosolros los qu~ lenemos que defender la ''ida. Vamos a luchar para que en el
Pul u mayo hAya una paz verdadera. Nosotros tenemos que acl uar defendiendo nuestra
propia vida. No qucremo~ que en el Putumayo se repita lo de otras regiones del país. Por
eso hemos venido aquí a Bogotá. Usted sabe que uno cuando trabaja organizada mente
alcanza lo que más quiere, si está desorganizado es difícil. Ya nosotros miramos en la
constitución unos artículos. unos derechos fundamentales. sabemos que los han viola-
do, nos han pisoteado (conversac:ión con un campesino durante la toma de la sede de la
Defensoría del Puehlo, Bogotá. rC)98).

28 La Comisión Anoina de lurislas (199r Jf) señala cómo, a fines de 1990, en el Putumayo se inició la
reorganización del movimienlo popular y se impulsaron grupos de derechos humanos así como
manifestaciones ciudadanas por el derecho a la vida. En 1990 se estableció. por medio de la ley 3
v por a<.;ucrdo dictado por el Concejo municipal, el primer com ité de derechos humanos en
Puerto Asís, del cual fue coordinador u no de los lfderes amenazados que participó on la loma rln
la Defensoría. Oíecisicle inslitucionns forman parle del comité.

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+ Marfa Clemencia Ramire;:.
.292 ! IDENTIDAD Y CIUDADANIA EN EL PuTUMAYO

Frente a ··Ja desorganización, falta de solidaridad, poca participación en asuntos


comunitarios y la interiorización de patrones de comunicación e interacción humana
violentos" (entrevista a asesor de la gobernación, 1998}, adscrilos a los campesinos
coco/eros, ellos estaban demostrando su capacidad de organización y solidaridad
para enfrentar la amenaza a su vida y propender a la paz en el Putumayo.
Como resultado de la toma de la sede de la Defensoría del Pueblo en Bogotá, se
suscribió un acta entre el presidente Samper y los representantes del Comité de
Putumayenses por la Vida, en la cual el presidente se comprometió a conformar e
impulsar dos comisiones: una de seguimiento y evaluación de los hechos denuncia-
dos por el Comité y otra "por la defensa de la vida, integrada por amplios sectores de
la sociedad civil del departamento, por instancias estatales y gubernamentales en
los niveles nacional, departamental y local, por la Iglesia y por organizaciones de
derechos humanos, a fin de desarrollar acciones encaminadas a defender la vigen-
cia de la vida e integridad personal de los habitantes de este departamento" (acta de
la reunión celebrada en el Palacio de Nariño, junio de r998). Se insistía también en
que el proceso fuera acompañado y supervisado por un organismo internacional.
La firma de un Acta que comprometía al gobierno nacional a investigar los
hechos y a defender la vida de los habitantes del Putumayo muestra cómo por
medio del apoyo del gobierno civil se buscaba enfrentar los ataques del paramilita-
rismo y las fuerzas militares.
Es necesario recalcar que la agudización de la violencia políUca en la zona a
partir de 1997 obligó a los líderes del Movimiento Cívico a centrar su discurso en la
defensa de la vida y en la demanda del cumplimiento del derecho internacional
humanitario por parte de Jos actores armados, lo cual impidió que se concretaran
las propuestas alternativas al cultivo de la coca, uno de los objetivos centrales del
Movimiento en sus inicios y, posteriormente. en la definición del plan integral de
emergencia.
Esto trajo como consecuencia que de buscar apoyo financiero y técnico de orga-
nismos internacionales idóneos para lograr el plan integral de emergencia, se pasa-
ra a buscar el apoyo de organismos internacionales para la defensa de los derechos
humanos.
Por otra parte. el discurso de Estados Unidos. de la guerra antidrogas, se ha
centrado en la necesidad de combatir a la insurgencia como condición prioritaria
para pensar en proyectos alternativos a la sustitución de cultivos. Es así como el 29
de junio de 2000 el senado de Estados Unidos aprobó mil trescientos millones de
dólares para la Lucha contra las drogas en Colombia. Este dinero incluye entrena-
miento militar y la compra de dieciocho helicópteros Black.hawk y cuarenta y dos
Huey IT. para el transporte de los batallones de las fuerzas militares y de la policía
nacional colombianas al Putumayo y el Caquetá, departamentos donde se concentra-
rá, durante los dos primeros años, la lucha contra el narcotráfico y la insurgencia. El
tiempo que durará involucrado Estados Unidos en la lucha contra las drogas en
Colombia se calcula en cinco años. Se limita a quinientos el persona l militar esta-
dounidense que apoyará la misión colombiana, a menos que se necesiten más

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CAPITULO 8 • Paradojas de la economía de la coca 1
293

individuos para una misión de rescate. Se calcula que 70% de la ayuda es militar,
menos de 30% se destinará a inversión pública de acuerdo a lo propuesto por el Plan
Colombia y sólo 12.2. millones -menos de roo/o- se destinarán a la promoción de los
derechos humanos y la justicia en la región (New York Times, 30 de junio de 2.000) ...,
La confrontación armada, incentivada ahora por la guerra antidrogas, impide
una vez más que el Movimiento Cívico y la sociedad civil en el Putumayo puedan -r
llevar a cabo sus propuestas para una solución pacífica con planes y programas
concretos, tanto del cultivo de coca como del conflicto armado, por med io del ejer-
cicio de la democracia participativa.

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CAPÍTULO 9

Movimientos sociales, política de la ciudadanía y formación local del estado

'\; LOS C \I'ITl ii.OS \~TFRIORLS S I

E
\ N \1.1 /'.0 0 1' Ql ll. M -\Nl::R;\ El. !\10\'1\IIENI'l) sCJU \l DE
cocaleros surgió como respuesta a las políticas del estado, buscando hacer vi-
s ible el problema social y econ ómico de los pequeños cullivadores de coca e n
el Amazonas y de mandar su reconocimie nto como actores sociales. Varios autores
(l'bweraker. T99Q, 1995; Jelin. r987; Cardoso. 1992.; Davis, 1989) que han reflexionado
comparativamente sobre movimientos sociales en Latinoamérica han señalado que
es tos no pueden escapar por comple to del estado, pues se trata de la luc ha de
sectores que este ha excl uido social , económ ica y políticame nte por participar e
innuir la admin istración pública. Dryzek (r996) anota. además, que el estado es el
que promociona estos movimie ntos sociales, al ser ''pasiva o activamente exclu-
yente"'.
Esta Afirmación debe examinarse en el caso de la forma de actuar del estado en
regiones pertenecientes a la amazonia, zonas de frontera que se definen como ex-
cluidas del orden central por este y por sus pobladores, quienes asumen su condi-
ción marginal. de "abandono del estado" v de "región olvidada".
l.omo se ha anotado, desdo la década de 198o en Colombia h a habido una guerra
sucia. dirigida contra líderes populares y c uyo fin ha sido evitar que nuevas fu e r-
zas alternativas participen en el espacio político. Do esta manera, puede afirmarse
que el estado ha s ido activa y pasivamente excluyente, al mantener la condición do
marginalidad de la región amazónica dura nte un largo pe riodo. Los movimientos
sociales responden a esta exclusió n y demandan la inclusión por medio de la
concertación con ins tancias gubernamentales. que prestan algunos servicios bási-
cos. tal como lo ca rac teriza Fowc ra ker (r995: 31} para los movimientos sociales en
Latinoamérica:

1. Orvzek (19\)Ó: 482.) diferencia en tre dos tip os de exclus1ón del estado: "La excl us ión activa implica
un estado que ataca y socava las condiciones para la asocia ción pública de la sociedad c ivil. La
exclusión pasiva implica uno q ue, simplemen te. deja sola a la sociedad c ivil". Alin más . sostie ne
que "en el patrón de re presentación del estado. un grado de e xclu s ión es deseable si la sociedad
~..h· i 1 y la democracia han de florecer" ( rC)<)6: 481). El mundo a ngl oamericano del 1ibe ra lisrno
autoritario es un ejemplo de una forma de estado excluyente.

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LDENTIDAD Y CIUDADANTA EN EL P uTUMAYO + María Clemencia Ramfrez

De esta manera, la presencia abrumadora del estado en las economías políticas de Amé-
rica latina ha creado un contexto cultural y polílico específico para la actividad del
movimiento social. Es muy diferente del contexto que sustenta la mayor parte de la
teoría de movimientos sociales. La teoría ve a los movLmientos sociales como si ocuparan
y expandieran una "esfera pública" dentro de la sociedad civil (Habermas, I<)8Q}. ( 1En
América latina este espacio público ha faltado o es mucho más restringido. con el estado
como el baluarte de la exclusión social y económica. Por tanto, los movin1ientos sociales
han buscado, principalmente, soluciones locales e inmediatas a problemas concretos {)
también concentran estas demandas en el estado como proveedor de servicios públicos
y garante de las condiciones de consumo colectivo.

En este capítulo se analiza el signiJicado que adquiere el estado proveedor de


servicios en el contexto de una región marginal en la que sus habitantes han resentido
su ausencia históricamente. lo cual hace que demandar su presencia y el cumplimien-
to de deberes esté en el centro de los movimientos sociales.(Por otra parte, también se
reflexiona sobre la relación entre el estado y la sociedad civil en una región en donde
no sólo se carece de una esfera pública dentro de la sociedad civil sino de una autóno-
ma del estado, como resultado del sentimiento de abandono histórico que tienen los
habitantes de la región y del conflicto armado que se vive. Se analizará también el
papel que cumple en este contexto la afirmación de su ciudadanía como colombianos
y putumayenses. A.ún más, es necesario exanünar cómo se percibe y se conciue el
estado en la región, ese estado fragmentado que se concreta en las prácticas públicas
de sus funcionarios nacionales, regionales y locales.
La tensión entre estado y sociedad que había en el centro del Movimiento Cívico
se resolvió por medio de la mesa de negociación entre los líderes del movimiento
social y los representantes del estado. Se maniJiesta una nueva estructura de poder, al
rechazar La representación que este tenia de los campesinos cocaleros y presentar
ellos su propia forma de representarse: habitantes con arraigo en la región, ciudada-
nos putumayenses con quienes deben concertarse políticas y programas. En la nego-
ciación, respaldada por el paro cívico, Los líderes del movimiento confrontaron el
poder del estado y obligaron a sus represen tantes a oírlos y a lomar en cuenta las
diferentes perspeclivas y así lograr la concertación de unos acuerdos. En palabras
de Melucci (1993: 1.50): "la acción colectiva hace posible la negociación y el estableci-
miento de acuerdos que, aunque transitorios. sirven como condición de una demo-
cracia política capaz de proteger a la comunidad de los riesgos crecientes del ejercicio
del poder o de la violencia". En el Putumayo, exigir mesas de negociación y la firma
de acuerdos se ha convertido en una manera de demandar los derechos ciudadanos.
socia les, cívicos y políticos, así como del reconocimiento como movimientos socia-
les y políticos. En última instancia, en una forma que tienen los habitantes de de-
mandar su inclusión dentro de la democracia participaliva promovida por el estado.
a la que no hao podido acceder; más aún, de plantear nuevas formas democráticas y
de ejercicio de la ciudadanía.
Estamos ante la creación de sujetos políticos (Fowera.ker, 1990) que no sólo se opo-
nen a las políticas del estado sino que exigen participar en la definición de las mismas.
Entonces, puede concluirse señalando como Jo hacen Cohen y Arato (1994: 562.):

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CAI'IniLO 9 • Movimientos sociales, política de la c1udadania y estado 1
297

El éxito de los movimientos sociales de la sociedad civil no debe medirse en términos del
logro de ciertos objetivos fundam entales [en nuestro caso los acuerdos f1rmados[ o de la
perpetuación del movimjeuto [el movimiento de los cocaleros[. sino de la democratiza-
ción de valores, normas e instituciones, afianzadas en últimas en una cultura política.
Tal desarrollo no puede volver permanente en una organización o movimiento dado,
pero puede asegurar como un componente básico de sociedades civiles en proceso de
democratización la modalidad de movimiento (Énfasis mío).

EL MOVlMIENTO DE LOS COCALEROS


Y LA APERTURA DE ESPACIOS DEMOCRÁTICOS

MELUCCI (199J:2.58) AFIRlvlA QUE ''LA DEMOCRACIA EN SOCIEDADES COJ>.fPLEJAS REQUIERJ:: CONDICIO-
nes que permitan a los individuos y a Los grupos sociales afirmarse y ser reconoci-
dos por lo que son o por Lo que quiere n ser. Es decir, requiere condiciones para el
reconocimie nto de procesos significativos de reconocimie nto individual y colec ti-
vo". Como se ha a nalizado, para el movimiento de los coco/eros fue fundamental
que ellos fueran reconocidos como un grupo social diferenciado; en ese sentido,
luchaban por abrir espacios democráticos en una regió n donde los ac tores armados
dominan y s ilencian a la población.
Sin embargo, es importante discutir en qué términos se plantea esta autonomía
como grupo. discusión que se inició en el capítulo 8 y se retoma e n este. Es evidente
4ue en el caso del Putumayo utilizar los espacios de participación ciudadana abier-
tos por el estado se volvió central en la luch a por mantener La a utonomía como
movimientos socia les o políticos. Refiriéndose a los movimientos sociales en
Latinoamérica, Foweraker (r995: 79) ha insistido en que:

Los movimientos sociales conlemporánt!OS liendcn a insistir en su autonomía, pero


su práctica es más compleja y cootradktoria de lo que se sugiere( ... ). Al presionar por
¡JalliLipadón más directa y al buscar maneras de influir en la administración públi-
ca los movimientos sociales pueden empezar a situar nuevos aspectos en la agenda
política y a redefinir los "límites de la política institucional".

Es importante recalcar que ni e n el caso del movimiento social de los coco/eros


ni en el de mov imie ntos anteriores a este la autonomía se concebía como cerrada e
independiente del estado; además, tampoco lo es d e fuerzas como la guerrilla y los
partidos políticos tradicionales, con Jos que se establecen alianzas ya sea durante el
movimiento -con la guerrilla- para lograr una amplia movilización, o después -con
los partidos políticos- para discutir el problema en el ámbito nacional -a l propon er
la mesa de concertación nacional- .
Laclau y Mouffe (r98s: 140) han c uestionado el concepto de autonomía y han seña-
lado cómo, "l a autonomía lejos de ser incom patible con la hegemonía es una forma de
construcción hegemónica'·, y explican: "si la identidad de los sujetos o las fuerzas
sociales que se tornan autónomas se constituyera de una sola vez y ·para siempre el
problema sólo se plantearía e n té rminos de autonomía. Pero s i las ide ntidades que

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IDENTIDAD Y CIUDADAI'.IA EN EL PUTUMAYO + Maria Clemencia Rumíre:

asumen los sujetos como colectividad dependen de ciertas condiciones sociales y


políticas la autonomía de los movimientos sólo puede entenderse en términos de su
articulación a una lucha hegemónica mayor". Concluyen diciendo que "la pregunta
sobre una hegemonía que amenazaría la autonomía de ciertos movimientos es. por
tanto. un problema mal planteado ( ) si la identidad de cada movimiento oo puede
adquirirse de una sola vez y para siempre, entonces no puede ser indiferente a lo que
tiene lugar fuera del mismo" (Laclau y Mouffe. 1<)85: 14r).
La identidad social no se adquiere totalmente, en el sentido de que sea acabada,
sino que está abierta a cambios, de manera que se enfatiza en que la línea entre lo
interno y lo externo es difusa, lo mismo que aquella entre lo contingente y lo necesa-
rio. De manera que esta apertura de lo social hace que la hegemonía, definida como
"un tipo de relación política'', sea resultado de la articulación de diversos elementos
en un momento dado. De esta manera, el movimiento de los coca/eros busca
articularse al discurso hegemónico estatal sobre democracia y participación ciuda-
dana, como una forma de empoderamiento. Melucci (1<)88: 332) ha señalado que "los
eventos en los que los individuos actúan de manera colectiva combinan diferentes
orientaciones, incluyen actores múltiples e implican un sistema de oportunidades
y limitaciones que moldean su relación". Para los líderes del Movimiento Cívico
plantear su lucha en el marco de la democracia parlicipativa fue una oportunidad
de la que se apropiaron: política que estaba en el centro de las acciones de lus
instituciones del estado. Sin embargo. estaban limitados por el conf1ícto nrmadu
en la región.
Si replanteamos el concepto de autonomía en el sentido en que Laclau y Mouffe
lo sugicreu2 , podemos entender cómo esta autonomía debe entenderse articulada y
en oposición al estado hegemónico v a otros grupos dominantes en la región, tul
como las Farc. Por 1)tra parte. no puede perderse de vista que el movimiento coca/ero
emergió como tal para respondnr a la estigmatización a la cual estaban sujetos por
parte del estAdo. por cultivar coca. A partir del análisis del movimiento de las Ma-
dres de Plaza de Mayo en Argentina, Calderón (1992: .20) afirma que ''los movimien-
tos sociales derivan su poder no tanto de su oposición al estado como del hecho quB
este se ha opuesto a ellos sistemáticamente". En ol caso de los coca/eros esta oposi-
dón se materializa en la fumigación indiscriminada de los cultivos de coca, quo
implícitamente está desconociendo las necesidades primarias de los habitantes de la
región fumigada y sus demandas reiteradas de una solución alterna.
Se acepta que el ejercicio de la ciudadanía -que se ha perdido- ha sido redefinido
por los movimientos sociales que han incidido en la expansión de la ciudadanía
democrática (Walzer. r989: 218). Siguiendo este supuesto, otra característica de los

1 Laclau y Mouffe (1985: 1.p) sostienen: "muchos de los ~.:oncoptos del análisis clásico - "centro".
"poder", "autonomia". etcétera- pueden sor reintroducidos si se redefine su cstatus: todos ellos
son lógicos sociales contingentes que. como tales. adquieren su significado en contextos precisos
coyunturales y de rclot.iunes. donde siempre serán limitados por otros - frccucntemen le lógicas
contradictorias-: pero ninguno de ellos tiene validez absoluta. en el sentido de definir un espacio
o momento estructural que no pLteda ser subvertido o su vez".

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CAPIII ' LO 9 • Mol'lllllf!lltas socia/e~. polí1icu de la ciududanta y estado
-- -

movimientos sociales latinoamericanos es su lucha por la ciudadanla efectiva, que


implica. en primer lugar, la redefinición de la cultura polílica, pues al demandar e
insistir en Jos derechos básicos implícitamente se está combatiendo el clientelismo
polltico, por cuanto se inicia la demanda directa y activa al estado, sin mediación
alguna (F'owerarker, 1990, 1994). En segundo lugar, y de acuerdo con Álvarez, Dagnino
y Escobar (1998: 2.) que han señalado que los movimientos sociales "han luchado por
resignificar las diversas nociones de ciudadanía, representación política y partici-
pación v, en consecuencia, la democracia en sí misma", se trata de la emergencia de
una concepción alternativa de ciudadanía. Es decir, ya no sólo se hace referencia a
democratizar el régimen político sino la sociedad, lo que se refiere a las prácticas
culturales que responden a relaciones sociales de exclusión e iniquidad.
En el caso del Putumayo es importante examina r s i estos nuevos movimientos
sociales, que se centran en su reconocimiento como ciudadanos con cierlos dere-
chos. buscan no sólo la inclusión sino la construcción de una sociedad civil plural.
con formas democráticas nuevas. Melucci (IQCJJ: 2.58). sostiene que "una de las condi-
ciones necesarias de la democracia son los espacios públicos indepenrl ientes de~ las
instituciones del gobierno, del sistema de partidos y de las estructuras del estado''.
Este supuesto es más complejo para movimientos sociales que emergen en una re-
gión con presencia ele actores armados. Cabe preguntarse qué es lo que los hace
clesisl ir ele conl in uar como un movimiento independiente. ¿Es el autoritarismo de la
guerrilla en la zona lo que hace que estos lirleres dejen de presentarse como un
movimiento cívico autónomo de Jos actores armados? O. por el contrario, ¿es la
presión que reciben de los partidos lradicionalcs, que ven afectada su hogemonía en
la región? ¿Q son las amenazas contra su vida'?
Eu la aclualidad esle Movimienlo Cívico no se menciona como una organización
polllica. lo que no significa que sus líderes nu sigan trabajando a la sombra para lograr
nl derecho do expresarse en forma autónoma. Una de las razones de ser de los movi-
nliPnlw; sociales y políticos en esta región es democratizar la vida cotidiana, en un
r.onlexto estructural de exclusión por parte de Jos partidos políticos tradicionales y
dP.l estado, donde han aparecido como respuesta poderes autoritarios alternos como
la guerrilla y. recientemente, los paramilitares.

L\ NOCIÓN OE CrUOADANÍA
Y EL "DERECHO A TENER DERECHOS''

1\ 1'\ I<IIR IJI:. !AS RJ.::VWXIClNES Al\JTERIORES SE J IJ\CE UN LL\MADO IMPLJCITU \ J.::NF(X;¡\R 1:.1, \N¡\LJSIS L:'>l
el surgimiento ele nuevas formas de acción colectiva que ponen en evidencia nue\'OS
procesos de significación, Jos cuales aunque moldeados por discursos hegemónicos
buscan contestarlos, rcdefinirlos. articularse a e llos o abandonarlos. En el caso de
los mo,•imientos sociales urbanos en el Brasil. Dagnino (r998) busca entender cómo
por medio de sus luc has democratizacloras han contribuido a darle un nuevo signifi-
cado a las relaciones entre cultura y política. Arguye que esta concepción alterna ele
democracia se lleva a cabo por medio de la redcfinición de la noción de ciudadanía

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María Clemerrcta Ranure:
300 I IDF.NTIDAI> Y CIUDADANIA EN El P lJTUMAYO •

y de su referente central. la noción de derechos ciudadanos. Lo que demandan


estos nuevos movimientos sociales es la transformación radicaJ de la inslitucionaJidad
política, es decir. la redefinición del significado y los límites de Jo político. En sínte-
sis, Dagnino (1998: 50) sostiene que "la redefinición de la noción de ciudadanía. tal
como la formulan los movimientos sociales. expresa no sólo una estrategia política
sino una política de la cultura". Para la definición de esta nueva ciudadanía, Oagnino
parle del replanteamiento de la noción de derechos a partir de la concepción del
derecho a tener derechosl.
F'ue Hannab Arendt {1949: 30) quien acuñó este concepto. en un artículo titulado
''Los derechos del hombre", en el que ref1exionaba sobre lo que significó para el
concepto de derechos humanos la aparición, en la posguerra europea (I945-1950). de
miles de refugiados pero, sobre todo. de gente sin estado (stateless people) o despla-
zada. Señala:

Sólo fuimos conscientes de la existencia del derecho o tenerdereclws-y esto quiere decir
vivir eo un marco en el que uno es juzgado de acuerdo con acciones y opiJiiones- y del
derecho a pemmecera alguna dase de comwlidad organizada cuando de pronto emergieron
millones de personas que habían perdido y no podían recuperar esos derechos como
resultado de la nueva situación política global( ... ). Antes de el.to.lo que nosotros debemos
considerar hoy corno un "derecho humano" se habta pensado como tlna cara<:terístic.;a de
la condición humana que ningún tirano podía haber quitado (Enfasis mío).

Arendt señala cómo los derechos dejan de ser una condición dada y empiezan
a demandarse; además, enfatiza sobre la importancia del derecho que tiene todo
ser humano a pertenecer a una comunidad política, porque allí es en donde los
derechos se materializan. Los ciudadanos son los que lienen que defender sus
derechos, pero sobre todo el de no ser excl uidos de los que le son otorgados por su
comunidad y. más que nuda. rle su ciudadanía. Es importante recordar que la

Para Oagnino (1C)OI!: )0-<;2) esta nueva ciuc}(l(/umo 1iene los siguientes caraLteristicas: en primer
lug;1r. implica la invención y la creación tle nuevos derechos. que emnrgen de luchas y prácticas
concretas: en segundo lugar. IR nueva ciudildanía requiero de la conformación rlc sujetos sodales
act ivos o ngentes pollticos que definan lo que consideran sus derechos y luchan por su
reconocimiento. En este sentido. la nueva ciudadanía es una estrategia de aqueUos que se consideran
lrdtados como no-ciudadanos. de los excluidos. paro asegurar su dudadania desde abo¡o. En tercer
lugar. se lucha por el derecho a participar en lo definición del sistema, de aquello a lo cual se
quiere pertenecer; es decir, y¡¡ no se plantea la demanda de indusión sino la invención de una
nueva sociedad. En cuarto lugar, se trata de un proyecto para lograr una nueva ~ociabil idad en la
que se reconozca al otro como poseedor de derechos legítimos. En quinto lugar. esta nueva
ciudadanía no :,e limita a su relación con el estado o entre este y el individuo sino que debe
establecerse dentro de la sociedad civil. Para la sociedad esto implica aprender a vivir bajo diferentes
reglas de juego con estos ciudadanos emergentes que se rehusan a mantener los lugares social y
culturalmente definidos para ellos por el auloritarismo sacia/ que caracteriza al Brasil. el cual
establece una organización desigual y jerárquica de las relaciones sociales dentro de la que se
definen categorías de personas a quienes se les ddscriben ciertos Jugo res dentro de la sociedad. Es
decir. se trata del cuestionamienlo de un ordcn<~miento social predeterminado. En este punto.
para Oagnioo es evidente el radicalismo de la ciudadanía como política de la cultura.

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CAPITLILO 9 • MOI'IInÍCIIIOS SOCiales, polftica de la Cilldadanfa y estado 1
iOI

democracia brasilera ha sido definida como una ''democracia sin ciudadanía"


(Pinheiro, 1996: 17) en el sentido en que se basa en la exclusión, como en otros
países latinoamericanos. En este contexto de exclusión, la definición de una "nue-
va ciudadanía" se vuelve un acto cultural y político. Respecto de la exclusión, los
movimientos sociales y la ciudadania Foweraker (1995: II1-U4) concluye:

Para apreciar la relación entre movimientos sociales y democracia en Latinoamérica


contemporánea la pregunta sobre la exclusión es crflica ().En efecto, en el presente
contexto de democracia parcial la mejor definición de movimiento social es la de
una organización popular que pueda hacer demandas que tengan un impacto per-
ceptible en la extensión y ejercicio de los derechos ciudadanos.

En el caso del Putumayo el senlim.iento de exclusión define a esta región y en


este contexto se lucha, también, por el derecho o tener derechos. Holston y Appadurai
(J9<)8: 197) han señalado que en el contexto de las democracias emergentes del mundo
en desarrollo ··eL derecho se concibe como un aspecto de la forma de relacionarse
socialmente antes que como una propiedad natural de los individuos". Se eniatiza
entonces en que el concepto de derecho se convierte en un reclamo que se hace a la
sociedad para suplir las necesidades básicas y los intereses de sus miembros, antes
de considerarlo como algo que algunos poseen y otros no. Estos autores señalan,
además, cómo los movimientos socia les que se centran en el reclamo de sus dere-
c.:hos como ciudadanos ampllan el concepto de ciudadanía a nuevas áreas de la vida
económica, social y cu ltural. y crean nuevas fuentes de derechos ciudadanos. Como
resultado pueden producir o influir en cambios de principios constiluciooales o en
regímenes legales necesarios para reglamentar estos nuevos derechos. En el caso del
movimiento de los coco/eros, vale la pena resallar que aunque no se replanteó la ley
de estupefacientes, sí se logró que el gobierno diferenciara entre pequeños cultiva-
dores de coca -hasta tres hectáreas- y grandes productores, lo que se ha b·aducido
en el cambio de algunas políticas dirigidas hacia los pequeños productores4 •
Se ha insistido en que el movimiento coca/ero de r99(i se centró en que el estado
central reconociera el cu lti vo de coca como un problema socia l y económico antes
que como uno punitivo de carácter juridico-legal. como se venía haciendo, para
lograr de este modo un tratamiento no represivo del problema y el reconocimiento
como grupo sociaJ con poder de decisión. Sin embargo, no puede perderse de vista
que los acuerdos que se firmaron y a los que se les hizo seguimiento durante aJgunos

~ La política inlerdicliva, tanto rle fumi11ación como de persecución, se está dirigiendo bacia las
grandes plantaciones. laboratorios de procesamiento y narcotraficantes: por su parle. con tos
pequerios campesinos se han empezado a concertar programas de suslitución a partir de la
erradicación voluntaria de la coca. El 2 de diciembre de 2000 se firmó en Puerlo Asís el primer
pacto rlfl erradicación manual de cultivos ilrcitos entre representantes del gobierno nacional y
local y ó95 familias campesinas dueñas de r.sBo hectáreas. de coca, de la vereda Santa Ana, cercana
a Puerto Asís. en el marco del Plan Colombia. Los campesinos se comprometieron a acabar con la
coca al cabo de un ario "a cambio de justicia social v quo no nos fumiguen los gringo~" (Cambio, u
rle diciembre de .1000: 28-2.9).

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IDENTIDAD Y CIUD.\DANIA EN EL PliTU~>MYO • María Clemencia Ramíre:.
---

meses se centraron también alrededor de una lista de necesidades básicas en elec-


trificación. infraestructura vial, salud, saneamiento básico y seguridad social, edu-
cación, vivienda, recreación, deporte y cultura, como se seña ló en el capítulo 6.
Se ha establecido como lugar común que la lucha por servicios públicos e infra-
estructura no configura un movimiento sociaJ, y se habla de listas de mercado que no
llevan a ninguna solución concreta, se quedan en el papel y no se cumplen, pero
desmovilizan a los movimientos cívicos y los llevan a su desaparición. Esta mirada
de corto alcance no permite entender qué se busca además del reconocimiento por
parte del gobierno de estas necesidades básicas insatisfechas. Tanto Álvarez (r997)
como Dagni_oo (1998) llaman la atención en cuanto a que detrás de las peticiones de
los sectores excluidos de infraestructura y servicios públicos se está demandando
también el derecho a tener derecbos. En palabras de Álvarez (1997: 109):

(... )los movimientos sociales proveen a los excluidos polítka y socialmente de espacios
públicos críticos y alternativos en los que ellos pueden re/construir identidades
cultura lmente estigmatizadas y. aún más, vilipendiadas y reclamar su derecho a
tener derechos no sólo de servicios sociales sino de dignidad humana, d iferencia
cultural y equidad social.

De esta manera, los habitantes de la amazonia reclaman al estado central que no


los considere ciudadanos. y esta percepción está presente en el discurso cultural y
político regional, convirtiéndose en una metanarraliva (master norralive) que define
el discurso contrahegemónico que se articula regionalmente, centrado en la deman-
da del derecho a tener derechos como campesi nos y ciudadanos colombianos5. En
una pancarta en Puerto Asís se leía: "Vereda Alto Piñuña Blanco, se une con fuerza
y dignidad para exigirle al gobierno que respete y reconozca los derechos de los
campesinos". En otra se expresa claramente: "Nosotros también somos colombia-
nos. Porqué tanto abandono? Necesitamos un mejor futuro para nuestros hijos. Me-
recemos ser escuchados". Al referirse a la falta de inversión en el departamento un
líder del movimiento decía:

¿o es que nosotros no tenemos cédula do ciuciadanía así como la tienen ellos? [se
refiere a la clase dirigootel. La diferencia es que ellos son ladrones y nosotros somos
humildes. Esa es la gran rliferencia, pero somos colombianos, y somos los que trabaja-
mos. ¿o es que necesita uno salir del pais para saber que el departamento del Putuma-
yo esta ¡¡portando tanta riqueza y que no tiene un solo metro de carretera pavimentada? ¿Q
es que nuestros impuestos no valen? Son para que se inviertan también aquí en la

AJ evaluar el papel de la clase obrera en la construu:ión de una sodcdad democrátka. Pedro Santana
(199:3: 149) concluye que es necesario que los trabajadores y sus organiz01ciones entiendan la nueva
dinámica de los movimientos sociales, para lo que del.Jen dejar de verse sólo como trabajadores y
considerarse ciudadanos. Añade que este cambio implicaría una nueva forma de relacionarse con
los demás sectores subordinados. Santana apunta a estas nuevas idcnliclades de las cuales hemos
venido hablando, las que parecen no ser tan C\ridenles en los movimientos sociales de la clase obrera,
como sí lo son para otros sectores como el movimiento que se analiza en este libro.

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C.o\Pin LO 9 • M01•imientos sociales. polttica de la ciudadanía y estado

población. Y por eso, porque son los dirigentes que están allá en el poder los que han
saqueado y robado al pueblo estamos planteando la necesidad de aplazar las elecciones, en
las que nos sentemos no solamente la guerrilla sino también los campesinos y los trabaja-
dmes para hablar de resolver los problemas que hoy tenemos. Y verán que si esos proble-
ma' se resuelven nadie ve la necesidad de tener que pelear, porque nadie le está pisoteando
sus derechos (intervención de un líder del Movimiento Cívico en el parque centraJ del
municipio de Puerto Asís, 27 de septiembre de 1997).

En este discurso es evidente que la referencia a ser o no ciudadanos colombia-


nos devela las relaciones de poder que están en juego. La ciudadanía que se recla-
ma se vuelve entonces una forma de identidad política en el sentido en que Mouffe
(TQ<J2: ~31) la concibe: "no como un estatus lega l sino como una forma de identifica-
ción. un tipo de identidad política: algo para ser construido, no empíricamente
dado" y. sobre todo, que se conslruye en medio de la diversidad y el conflicto. Van
Gunsteren (1978: 10) ha señalado que la ciudadanía debe ser vista como "un área de
lucha ) protesta". y afirma que "las ambigüedades de la ciudadanía son particular-
mHnte indicativas de las contiendas por quién tendrá qué clase de autoridad para
definir problemas comunes y cómo deben ser abordados". Es así como se reclama
que en la discusión de los problemas nacionales los campesinos y los trabajadores
sean tenidos en cuenta como sectores de la población diferenciados, no represen-
taJos por la guerril la. Al afirmar el derecho político a participar se está afirmando
su ciudadanía (Foweraker. 1995).

PARTlCIPACIÓN CIUDADANA PARA DEMANDAR


LA ESPECJt'ICIDAO Y EL RECONOCIMIENTO

EN U C A'i(l IJEI. t-.!OVIMIENTO llE LOS Ct\!l.tP~;SINOS CVCIILeiWS OE:M;\NDt\R Y i::IE:Rl.ER SUS DE:RI::CHOS
Liucladanos o, aún más. construir su ciudadanía, se convierte eo una reivindica-
ción flllldamcnlal paro responder ol ataque al que se ven sometidos por el estado
central. r¡uc los señala o idenlifica como narcotraficantes o guerrilleros y. como
tales, Ftdsrribirles un lugar al margen de la sociedad legal. En palabras de un líder
r.amrcsino de Puerto Asís:

Cuando se decide qué hacer para lograr la erradicación de los cultivos de coca el
gobH~rno no nos tiene en cuenta, aun cuando somos los que la cultivamos. Es como
si lu('ramos invisibles para quienes toman las decisiones en el gobierno: nos tratan
con10 si fuérnmos personas con quienes no quieren tratar. como delincuentes. Noso-
tros estamos demandando participación en la toma dP. decisiones, porque nuestras
vidas SI' afectan con estas. Nosotros también tenemos propuestas qué hacer, tam-
bi•in somos ciudadanos colombianos (entrevista en Puerto Asís, l9Q!J).

En consecuencia, el Movimiento Cívico por el Desarrollo Integral del Putumayo


hizo un llamado a la colaboración del gobierno nacional para solucionar los proble-
mas del Pulumayo y afirmaba:

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Im:.I\'TIDAD Y CIUDi\DANIA EN EL P uTUMAYO • María Cleme11cia Ramíre¡_
304 1

en tal caso nos ponemos la camiseta de putumayenses sin ningún tipo de preferencias
políticas, sin sectarismo. Solo con el derecho de ciudadanos y con la condición moral,
solidaria y comprendiendo que es la población la mayor perjudicada. Solicitarnos del go-
bierno nacionaJ tener una mano amiga para superar la problemálica que vivimos. De lo
contrario este sería más temprano que larde un caldo de cullivo para que se cometan
hechos Uícilos y de orden público, los cuaJes traerían consecuencias profundamente nega-
tivas y lamentables (ponencia central del Movimiento Civico en el foro regionai "Paz y
derechos hmnanos", Puerto Asís, 7 de mayo de r997. Énfasis mío).

Ponerse la camiseta de ciudadanos putumayenses es identificarse, según el caso,


con su lugar de nacimiento o de residencia actual pero, sobre todo, reestablecer el
contrato o su relación con el estado6 . Tal como lo señala Tilly (r99(í). la relación con
el estado es definitoria de ciudadanía, y puede ser débil o fuerte seglin las transac-
ciones que se realicen entre este y la gente bajo su jurisdicción.
Al anteponer ciudadanos a putumayenses se está construyendo un tipo de
ciudadanía en cuanto a la definición de una membrecía, de un sentido de perte-
nencia donde no existía o, por lo menos. donde no se había reconocido y
explicitado. Implícitamente se insiste en que pertenecen a la región, en contrapo-
sición a lo que se dice de ellos al tildarlos de migrantes sin arraigo en busca de
dinero fócil. Al demandar esa pertenencia se ejerce la "polílica de la ciudada-
nía"7. Pero, sobre todo, se busca lograr representación frente al estado como gru-
po diferenciado con voz para definir con este políticas que redunden en su
bienestar como habitantes del Putumayo, para lo que se propone el ejercicio de la
participación ciudadana reglamentada por la constitución, como se anotó en el
capítulo anterior. A través del ejercicio de la participación ciudadana se busca
debatir lo ilegal de su situación: y como ci udadanos pulumayenses actuar dentro
de la ley, aún más llevándola a la práctica, lo que se constituye en una forma de

ó Al buscar una definición útil de ciudadanía Tilly (rQ<)6: 8) la restringe "a un cierto tipo de
vfncu lo: una serie continua de transaccione~ entre personas y agentes de un determinado
estado en la que cada uno tiene derechos y ol!ligaciones que se pueden h<~ccr cumplir sólo en
virtud de (1) la membrecía de la persona, que es una categoría excluyente, los nativos m<~s los
naturalizados: (2)la relación del Actor con el estado antes que cua lquier otra autoridad quP el
agente disfrute".
7 Al referirse a la "política de la ciudadanía contemporánea'', Hall y Held (198<>: r76-177) ¡;onsirleran
que debe tenerse en cuenta el papel de los movimientos sociales en la expansión de la dem11nda
de derechos y cuestiones de pertenencia. y llaman la atención sobre el complejo juego r¡uc se
establece entre identidad e identificación en la sociedad moderna. así como sobre las formas
diferenciadas en que la gente participa en la vida social. Sin embargo. anotan que la iden de
ciudadanía tiende a absorber las diferencias bajo el estatus común de ciudadano y. por tanto.
reconocen "la tensión iiTeconciliable entre esta igualdad y universalidad delestatus de ciudadano
y la variedad de necesidades parLiGttlares y especificas de diversos sitios y prácticas que constituyen
el moderno sujeto político". Young (1995) está de acuerdo con este planteamiento y señala.
además, que la idea de una ciudadaníil universal es represiva J.lOr cuanto niega las diferencias de
grupo. e introduce el concepto de "ciudadanía diferenciada", refiriéndose a la incorporación de
grupos sociales diferenciados con representación como tales con la comunidad polrtica cuvos
derechos se definen en relación a la pertenencia a determinado grupo.

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CAI'ITlt.O 9 • Mnvimiemos sociales, política de la ciudadanía y estado

empoderamien lo, porque se busca lograr e l reconocinliento y la participación como


grupo socia l diferenciado con voz y voto para defender sus derechos como peque-
ños campesinos cullivadores de coca8 .
Se está luchando por el derecho a participar en la definkión de políticas y de un
plan específico para la amazonia y lograr así su inclusión en el estado-nación. Tal
como lo anotan Hall y Held (HJ8<): r8o) se requiere de la intervención del estado para
asegttrar una concepción apropiada de la ciudadanía, y los dirigentes del Movimiento
Cívico buscan lograr esa intervención hasta el punto que amenazan al estado al matli-
festar que s i no les extiende la mano, "se cometerán hechos iJícilos y de orden públi-
co". Durante la mesa de negociación se insistió en que el gobierno era el que debía
garantizar las alternativas productivas rentables frente a la coca. Aun cuando se habló
de participación en la loma de decisiones y diseño de programas y proyectos, se insis-
tió en la responsabilidad que tenía el gobierno e n el éxito o el fracaso de los proyectos
que se adelantaran, tanto durante la negociación como en el seguimiento de los acuer-
dos. Es así como se responsabilizaba al gobierno del paro, tal como lo expresaba una
pancarta: "El paro es una causa que el gobierno nos obliga a hacer". En este caso es
muy p ertinente lo que anota Herzfeld al analizar el caso de Grecia:

Atacar "el estado" y a " la burocracia" -frecuente mente reificada como ol sistema- es
unalt1clica de la vida social, n o una estrategia analíti ca. No reconocer esto eq uivale a
esrmdulizarel esencia lismo. En e l campo de la etnografía esto nos llevaria a ignorar la
multipli<..idad de pecados encubi ertos por Jos estereolipos monolílicos de "la burocra-
ciu" y "el estad o'' (Herzfeld, 1992.: .¡5).

Para los camp esinos el estado colo mbiano era el responsable de la propagación
de los ('U ith·os ilíc itos y, por tanto , consideraban que lo mínimo que debía hacer era
darles limnpo para consolidar una economía alterna, por lo que insistían e n nego-
ciar la gradualidad en la erradir:arión rle la coca. Al es tado se le cobra su incapaci-
dad histórica de proveer servicios a la población y este reclamo, que pesa en la
memoria social. se ll evó a la mesa de negociación dentro de una co ncepción de un
estado bPnelaclor frente al cual se ha tendido a mantener una actitud pasiva , en
espera d1! reci bir servicios. Asilo expresaban las pancartas: "Somos un pueblo pací-
rico en Pspera de soluciones", y "La necesidad de servicios públicos nos hace estar
en este paro".

Fs RefiriPndosc a la justicia social Young (1995) discute cómo los movimient os sociales le han ronferido
un significado cma ocipatorio a l reconot.imiento de la diferencia. reemplAzando su viejo significado
cxcluvr>nte. También señala t:ó mo la igualdad social, ob jetivo de es tos movimientos sociales debe
ser r~r onceptua lizada: cómo lograr que derechos y polfticas específi cos para ciertos grUJ.lOS no
entren en contradicción con derechos cívicos y políticos generales de participación e inclusión
de torlos en la vida pública y en los procesos democráti cos. Más aún. cómo evitilr que el
reconocimiento de derechos especiales a ciertos grupos no resulte en reestigmatizacíón y justifique
nueva~ exclusiones de estos grupos oprimidos. Para Young, lograr representación como grupo
r's lo que puede protegerlos de que esto suceda, pues al organizarse públicamente logran voz para
presrn1<1r su in terpretadón del significado y de las razones para solicitar políticas diferenciadas
r.omn grupo v. de esta manera. estas políticas pueden actuar más a favor que en contra de ellos.

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LDFNTIDAD' CltiDADANIA tN flL Pt•TLIMAYO • Marta Clemencia Ramíre:.

Reafirmarse como ciudadanos putumayenses significaba comprometer al estado


con sus reivindicaciones. Consideraban entonces que para lograr la sustitución no
era suficiente que el cultivador manifestara su interés por hacerlo, pues era com-
promiso también del gobierno: para hacerse viable. la voluntad de sustitución
debe venir de parte del estado. Aun cuando se tiende a seguir esperando que este
resuelva los problemas por medio del estímulo de la participación ciudadana se
inició el paso de tma actitud pasiva hacia una activa. al ser sujetos que pueden
incidir en la definición de políticas y proyectos. Es decir, se inició el proceso de
redefinícíón de la percepción del estado como paternalista hacia la de uno en el
que puede parliciparse y, tal vez, ayudar a reconceptualizar.
Por otra parte, la ciudadanía supone lograr protección frente al ejercicio arbitra-
rio del poder del estado, tal como ha sucedido con la deslegilimación que hacen las
fuerzas militares del movimiento coco/ero y de anteriores movimientos cívicos en el
Putumayo, y con la persecución de que han sido objeto líderes de diferentes movi-
mientos. Eo un contexto de conJlicto armado en el cual el ejército, los paramilitares
y la guerrilla dominan el escenario. construir una forma de ciudadanía se torna en
una forma de resistencia.
Tilly (1996) ha insistido en que la ciudadanía y las identidades públicas deben
verse como relaciones sociales que se encuentran abiertas de manera incesante a
interpretaciones y negociaciones. En este sentido, es importante entender el signifi-
cado de "ciudadano putumayense" en el contexto actual de la guerra contra las dro-
gas y la insurgencia: ser reconocidos como ciudadanos es lograr visibilidad como
grupo diferenciado, no ser identificados como auxiliares de la guerrilla o narcotrafi-
cantes y fortalecerse con el apoyo del estado.

EL EJERCICIO OE LA CIUDADANÍA:
ENTRE EL ESTADO Y LA SOCIEDAD CIVIL

LA IJICOTmiiA ESTJ\t)O-SOC!EIJAD CJVU. E!>I'A EN EL CENTRO DE U\ DISCUSIÓN QUE SE HA Pl.AJ'i1l::ADO


alrededor de la definición del concepto sociedad civil. TaJ como lo señala Nielsen (1995:
42), para muchos políticos teóricos la sociedad civi l se refiere a proyectos económicos
y sociales, sean estos prácticas, códigos, organizaciones o instituciones. siempre y
cuando se definan aparte del estado y de la esfera privada de la familia. Cohen (r995: 37)
define a la sociedad civil como "la esfera de interacción social distinta de la economía
y del estado, compuesta sobre todo de asociaciones -incluyendo a la familia- y espa-
cios públicos". Otros (Bejerano, 1992; Lechner, 1996; Bonamusa, 1997; Keane, r!)98), insis-
ten no sólo en su independencia del estado sino en su concreción en organizaciones
al margen de los partidos políticos. Como condición para el fortalecimiento de la
sociedad civil. en todas estas acepciones se supone su autonomía del estado. Se vin-
cula la sociedad civil al liberalismo individual y, de esta manera, se define en oposi-
ción al estado, se reifica como un agente colectivo homogéneo que combate a un
estado demoníaco (Hann , 1996).
Esta oposición ha estado sujeta a discusión cuando Walzer (1995: r68-r69) afirma

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CAPITULO 9 • Movimrentos ~ocia/es. po/{rica de la ciudadama y estado

que "ningún estado puede sobrevivir por mucho tiempo si se desprende totalmen-
te de la sociedad civil. No puede sobrevivir a su propia maquinaria coercitiva; está
perdido, literalmente sin su potenda'· . Así mismo, señala cómo la sociedad civil
requiere capacidad política y, en este sentido, el estado se convierte en un agente
indispensable, aun cuando las organizaciones de la sociedad civil resistan los im-
pulsos organizalivos de los burócratas de este o, aún más, desafíen su poder, sobre
todo cuando estas organizaciones reciben recursos de fuera. Para redistribuir recur-
sos y para subsidiar actividades asociativas se requiere del poder politice del esta-
do. Walzer (1995: 169) concluye insistiendo en que ·'sólo un estado democrático puede
crear una sociedad civil democrática y sólo una sociedad civil democrática puede
sostener un estado democrático". Llama la atención, además, sobre cómo la socie-
dad civil puede generar relaciones de poder desiguales que el estado puede desafiar
y regular. Su propuesta es la necesidad de crear nuevas formas de acción de este
frente al proyecto de aquella; esta se concreta cuando afirma que se debe, "llamar al
estado al rescate de la sociedad civil" (Walzer, 1991: 125).
Como se ha mostrado, este llamado se convLrtió en una demanda central en el
contexto del conflicto armado entre la guerrilla. los paramilitares y el ejército en el
Putumayo. Allí se están construyendo nuevas formas de ciudadanía colectiva que
ponen en evidencia la emergencia de una sociedad civil local que se define en opo-
sición a los actores armados -ya no al estado-, y busca articularse a los espacios de
par ticipación democrática para fortalecerse y, en algunos casos, lograr
represcntatividad política. Es en este sentido que hablo de la emergencia de la socie-
dad civil no homogénea, por cuanto on la zona se trata también de la definición de
grupos sociales diferenciados entre sí. pero que experimentan la misma violencia
aunque se interprete de diferentes maneras y. por tanto. buscan reeslablecer el sen-
tido de comunidnd moro/, en cuanto a compartir y establecer relaciones y organiza-
ciones como tal. En el Pulumayo la sociedad civil ha surgido para responder a la
esl tgmatización de la que han sido objeto sus habitantes. como personas violentas
c¡uc: actúan fuera de la ley por cultivar coca y que se encuentran en un territorio
rlu11de coinciden la presencia de la guerrilla y el narcotráfico. Como respuesta se
d1•ma ndan derechos tan imperativos moralmente como el derecho a la vida y a la
dignidad como seres humanos. Entre el estado y la sociedad civil emergente media
PI t•jercicio de la ciudadanía•.

\1 rrspecto es importante hacer referencia a Lechner (1991) quien al analizar lo que Pi llama el
"deficit de modernidad" de America latina señala cómo se avanza en el ajuste do estructurns
económicas y no se reforma al orden social. dando lugar a nuevas formas ele exclusión, por lo
que emer~e la demanda de "comunidad" vinculada a la reivindicación de la civilidad. "El
significado que adquiere aste término apunta. más que a una posición a lo militar, a una
reivindicación d e la ciudadanía'', o mejor, de la comunidad do ciudadanos. por cuanto lo que ~e
define es lo colectivo, la com unidad (Lechner, 1993: 66-?s). Para Lechner, el populisroo es el
sustituto de la comunidad. porque la gente adhiere a un líder por encontrarse desamparada y
desconcertada. Además señala que se requiere una nueva concepc ión de democracia no sólo en
paisP.s que han pasado por régimenes autoritarios. Esta renexión apunta precisamente al caso
que he venido analizando y es a la visibilización o conformación de esta comunidad de ciudadanos
a lo que apuntaJJ los habitantes del Putumayo.

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Morfa Clemencia Ramírez
308 l lDENTIDAD \ CIUDAD1\NIA EN EL PuTUMAYO •

Jelin (1996) ha llamado la atención acerca de cómo en América latina la relación


que establecen los sectores sociales subordinados con el estado se expresa por lo
general en términos de clientelismo o paternalismo antes que de ciudadanía. dere-
chos y obligaciones: se espera que este provea servicios. Se ha tendido así a la
naturalización de su situación subordinada. Sin embargo, reconoce también cómo
la resistencia y la oposición a la dominación se han acentuado y, así mismo. la
conciencia de los derechos sociales, de manera que se lucha por ellos. Esta última
situación es la que caracteri za a los habitantes de las zonas coqueras del Putumayo
en este momento. Se trata del tránsito de una actitud pasiva, como resultado de
una relaci.ón paternalista con el estado, hacia una activa. participativa, que deman-
da ya no sólo derechos sociales -educación , salud, vías, créditos y proyectos para
la sustilución del cultivo de la coca- sino políticos y cívicos.
Stavenhagen (1996) enfatiza sobre cómo el ejercicio de los derechos sociales re-
quiere de un estado activo que provea los recursos y servicios necesarios, o de lo
contrario estos derechos se ven reducidos. En el caso del Putumayo no sólo se
demanda un estado que provea servicios sino también el apoyo de este en la apertu-
ra y desarrollo de espacios de participación para la defmición de políticas y progra-
mas para la región.
Por otra parte, los campesinos cocaleros han demostrado cómo son capaces de
organ izarse para obtener estos servicios, aporta ndo económicamente a los proyec-
tos que lleva el estado a la región, lo que puede verse corno el inicio del estab leci-
miento de otra relación con este la cual, a su vez, ha sido promocionada por los
funcionarios locales que esperan participación y organización de las comunidades.
En este contexto cobra importancia el llamado que hace Hann (r996: 9) respecto a
que, "la presunción de un antagonismo primordial entre el estado y la sociedad es
fúti l. Si estos conceptos sirven para algo, la tarea es investigar sus interacciones
complejas y con tinuas".

LA FORMACIÓN DEL ESTADO EN LA LOCALIDAD

PAHA C:NRIQUt.::CER I J\ DISCUSIÓN SOBRJ:; ESTADO Y SOCIEDAD CIVIL ES IMPORTANTE TENER EN CUENTA
A teóricos como Milchell (r99r) y Abrams (1988). quienes al cuestionar la definición
de este como un aparato, una entidad homogénea, autónoma y d iferenciada de
aquella insisten en que esta línea divisoria se desdjbuja en la práctica. Milchell
(1991: 78) propone que:

En vez de buscar una defin ición que marque la fTontera necesitamos examinar en
detalle los procesos políticos por medio de los que se produce la incierta pero sin
embargo poderosa distinción entre estado y sociedad. La distinción no debe consi-
derarse como una frontera entre dos entidades discretas sino como una línea dibu-
jada internamente dentro de la red de mecanismos institucionales por medio de los
cuales se mantiene el orden social y político.

Mitchell sigue a Foucault y su teoría de la organización disciplinaria de la sacie-

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CAPIT\JLO 9 • Movimientos sociales. política de la ciudada111a y estado 1
309

dad y la microfísica del poder, en la que se instaura un esquema que va más allá de
la represión y la dominación externas al sujeto, es decir, de la dominación del estado
sobre sus sujetos. Para Foucault (1994: 214) la subyugación debe entenderse como
cuna constitución de los sujetos". El poder debe analizarse como algo que circula, de
manera que los individuos son vistos como los vehículos del poder, es decir, el
individuo es visto como efecto de este y, al mismo tiempo, es un elemento de su
articulación. Tal como lo explica Aretxaga (2000: 52.): "en la medida en que las rela-
ciones de poder se interiorizan por medio de técnicas disciplinarias, van tomando
la apariencia de estructuras externas, de un estado autónomo donde las relaciones
de poder pueden ser localizadas". En este contexto puede entenderse la propuesta
que hace Mitchell (1991: 94): "el estado debe analizarse como un efecto estructural. Es
decir, debe examinarse no como una estructura actual sino como un efecto metafísico
poderoso de prácticas que hacen que tales estructuras parece que existen".
Gupta (1995) ba señalado también que el estado se hace visible por medio de
prácticas localizadas y hace un llamado al análisis de las prácticas cotidianas de las
burocracias locales así como a la construcción discursiva del estado en la cultura
pública' 0 • En el caso de los funcion arios locales del Putumayo, ellos son los que
hacen visible al estado en la localidad y es a ellos a quienes los campesinos piden
ayuda. protección y solución a sus problemas". Como se ana lizó en el capítulo 8,
estos funcionarios locales son los que promueven la utilización de espacios de par-
ticipación ciudadana como los CMDR, las cooperativas y empresas agrícolas como
formas de organización comunitaria entre los campesinos. Ellos mismos son los que
llevan a la práctica los d iscursos del estado sobre participación. concertación, com-
bate a la pobreza, desarrollo sustentable y adecuación institucional a las necesidades
de la región. políticas que soportan la política agraria integral del gobierno nacional.
El asesor del ministro del Interior comentaba lo siguiente al respecto:

La participación está en pañales; tenemos una de las legislaciones más avanzadas pero
uno de los más bajos niveles de participación para que se entienda más el papel de los
campesinos frente al estado. Lo otro es decirle a este: cumpla el contrato que se supone
que es la constitución. Pero para que lo cumpla yo también tengo que moverme, que
construir. No es sólo que yo lo presiono y usted me da. Hay que ver que el estado somos
todos. no sólo las instituciones (entrevista a Jaime Navarro, 2.8 de julio de 1999).

Los funcionarios públicos insisten otra vez sobre la necesidad de que las comu-

10 Gupta (1995) entiende la cultura pública como un terreno en el que recursos variantes de capital
c ultural. tales como ideologías regionales y nacionales. medios de comunicación y nujos
transnacionales de información compilen por la hegemonía. La cultura pública, como la define
Appaduraí (1988). se caracteriza por ser una zona de debate cultural en la que se encuentran.
cuesUooan y enfrentan diferentes formas y dominios de la cultura: cultura comercial, de masas.
nacionaJ y culturas locales.
11 Gupta (199s: 376) señala que las localidades son el "(... ) lugar donde la mayoría de la gente en
países rura les y agrfcolas como lo día entra en contacto con 'el es lado' y es aJii donde muchas de
las imágenes sobre el estado se forjan".

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l DEi'11D·\D \' LIUOAOANIA EN El PUTlfMA\0 • Marfa Clemenna Ramíre~

nidades campesinas se organicen en forma empresarial y logren, de este modo,


maximizar recursos y trabajar más en los programas estatales que se desarrollan en
la región. Sin embargo, para los campesinos el estado les debe no sólo servicios
sino respeto como personas. Este fue el mensaje de la Asociación Nacional de
Usuarios Campesinos -Anuc- en su pronunciamiento sobre las marchas:

Un enérgico pronunciamiento sobre el fracaso de la polílica agraria hizo durante las


últimas horas la Asociación Nacional de Usuarios CampE>sinos-Anuc-, para justificar
las marchas campesinas del sur del pafs. La Anuc considera que desde mediados de la
década del sesenta ( ) se han sucedido migraciones internas en busca de tierra para
trabajar. Como consecuencia de ello, la frontera agrícola ha ido extendiéndose gracias
al machete y al hacha de campesinos que con inmensos sacrificios abandonaron los
Uamados municipios, en busca de las llamadas zonas de colonización para construir
un rancho y sembrar yuca y plátano. Poro el estado, esas miles de familias marginadas
sin sen•icios públicos, vias de comunicación, centros de salud _1' ele educación no exis-
liPron, señala la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos en su pronunciamien-
to oficial (Lo Nación, 11 de agosto de 1996: 11. Énfasis mío ).

En la región predominan, al mismo tiempo, el discurso sobre la participación de


la ciudadanía en la construcción de proyectos y programas -tanlo por parte de los
funcionarios públicos como de los campesinos- y el del abandono del estado que se
pri\ ilegia para exigir, sin bacer nada a cambio y culparlo de la situación. Esta ten-
sión entre trabajar con los funcionarios públicos locales o, simp lemente, exigirles y
esperar la satisfacción de las necesidades está en el centro de la relación entre esto::.
y la comunidad. Estos d iscursos contradictorios van a mediar las expecta tivas y
percepciones que tienen los habitantes del Putwnayo del estado y las estrategia::.
que se adelantan para lograr su reconocimiento, como se analizará más adelante.
Por otra parle, si nos detenemos a mirar las prácticas que dan vida al estado en
el Pu l u mayo puede entenderse cómo se construye. desde la perspectiva de los
habitantes de la región, en su imaginario, este estado paradójico: por una parte,
uno amenazante y, por otra, uno que no provee, paternalista, que no ejecuta sus
deberes como padre. Es, a la vez. un estarlo al que se !eme pero que se desea. En la
r.u ltura política de la zona esle se divide. se separa en dos para poderlo manejar.
como algo bueno y malo a la vez.
El imaginario que se tiene del estado en la región responde también a las prác-
ticas políticas de los funcionarios oficialesu. las que se hicieron evidentes en la
mesa de negociación (capítulo 6); allí, esas práclicas se caracterizaron por su ten-
sion permanente -por ejemplo, entre el fiscal general de la nación y el delegado del
presidente-; la contradicción entre instituciones del gobierno -entre el gerente del
Plante y el de la Red de Solidaridad-; el cambio de posiciones, según la coyuntura

12 Se trata de l análisis del sistema de estado (slote-s.vslem), que Abrams (1!)81!: 82.) define como: "f... )
un nexo palpable entre la práctica y la estructura institucional centrado en ol gobierno y más o
menos exlcnsivo, uoiricado y domimu1te en cada sociedad( ... ). El estado Sl:l cristaliza como una
estrU(.:lLtrdcióo dentro de la práctü.:a política''.

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CAPITULO 9 • Movimiewos sociales, po/frica de la ciudadanía y estado 1
3IT

en que se encontraran, como en el caso de los alcaldes: unas veces en contra y


otras a favor del gobernador y en contra de los líderes del Movimiento Cívico. Wendy
13rown (1995: 174) sostiene que:

A pesar de la casi inevitable tendencia de hablar del estado como un el, el donúnio que
nosotros llamamos el estado no es una cosa. un sistema o un sujeto, sino un significa-
tivo terreno sin límites de poderes y técnicas, un ensamblaje de discursos, reglas y
prácticas que cohabitan en una limitada tensión conflictiva, frecuentemente en una
relación cootrádictoria entre sí.

El estado presenta entonces diferentes dimensiones, diferentes caras. como re-


sultado de estos poderes, discursos y prácticas que cohabitan bajo la idea de una
entidad. el estadd3• En síntesis, las contradicciones, ambivalencias, ambigüedades
v paradojas anotadas para las prácticas de los funcionarios públicos y para la
representación del estado que se hacen los habitantes del Pulumayo son parte
constituliva de su formación en la región, así como ele la forma de sujeción o
resistencia ele los habitantes al mismo. Al respecto, Sayer (r994: 389) ha recalcado
que "la cualidad polisémica, ambigua y contradictoria de estas formas putativas
del estado, al mismo tiempo que oprimen también empoderan. No se trata de este
o el otro sino de ambos".
Como se ha venido sosteniendo, son precisamente estas prácticas contradicto-
rias del estado las que hacen emerger el movimiento de los cocalems. Tal como lo
~:>eúala Gupta (r995: 394): ··aprovechar las fisuras y rupturas, las contradicciones en las
políticas, programas, inslituciones y discursos de 'el estado', permite a la gente crear
posiuilidades tanto para la acción política como para el aclivismo''. Fue por medio
de la demanda de la participación ciudadana, un derecho cívico dictado por la
tonstitución, que los dirigentes del movimiento de los cocaleros lograron empode-
ramientu para contestar la politica de fumigación del gobierno, en contra vía con ese
pri ncqJio, y lograr su reconocimiento como "interlocutor válido y necesario para la
definición y puesta en marcha de soluciones integrales··. La participación es el prin-
cipio básico en la constitución de 1991. como lo analiza Velásquez (r99r: 6sJ:

La participación no es solamente w1a práctica deseable dentro del comportamiento


político de los colombianos sino un fin esencial del estado. Ello significa que este
último está en la obligación de facilitarla y promoverla en las distintas esferas de la
virla ciudadana. Esto es válido no solamente para el estado central sino para los d isl in-
tns niveles de su organización territorial( ... ). Está obligado a fomentar la participación de
la ciudadanía en las decisiones esenciales que afectan su futuro.

Por otra parle, el discurso de un estado ausente, que permea a todos los

r¡ En esta misma linea. para Abrams (11)88: 77): "El estado es, en lodos los sentidos del término. un
triunfo del ocultamiento. Éste oculta la historia real v las relaciones de sujeción detrás de una
máscara legitimadora; logra negar la existencia de conexiones y conlli<..tos que si fueran
rr.cuoocidos serian incompatibles cor1 la autonomía e integración prcgooathts por el estarlo".

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lnP.NliDAD' CIUDADANIA El'< H PUTUMAYU • Mana Clemencia Ramírez

estamentos de la región, ha sido interiorizado por los habitantes del Putumayo


como el sentimiento de abru1dono por parte de ese estado que no cumple con su
papel de padre proveedor de bienestar y, aún más, los niega y los excluye del ámbito
central donde habita el alto gobierno y se decide el futuro de su región. Al interiorizar
este discurso como un desafecto se vuelve constituUvo de la identidad de los suje-
tos y. más aún, de su sujeción. En este contexto de exclusión y reconocintiento
distorsionado de los habitantes de la región amazónica por parle del estado -migran tes.
sin arraigo en busca de dinero fácil-, se establece una relación de espejo en la cual
loma lugar una identificación en los términos de Lacan (1977), lo que se traduce en
la asunción de esta exclusión por parte de los habitantes de la amazonia, con la
consecuente transformación que tiene lugar en el sujeto cuando asume esta imagen
de abandono. desconocimiento y, aún más. de invisibilidad frente al estado.
Se entra así al campo de lo subjetivo, en el que se vuelve evidente que "la verda-
dera comunidad es la que yo siento, la experiencia subjetiva" (Gianni, 1997: 134).
Frente a la imposibilidad de lograr su verdadera realización como individuos surge
el antagonismo, que puede tornarse violento, contra los ob·os, aquellos que impi-
den realizarse totalmente. Esta relación de antagonismo "emerge no de totalidades
completas sino de la imposibilidad de su constitución como tales" (Laclau y Mouffe.
1985: I.2'i) 14. He sostenido que las identidades colectivas politizadas emergen y dan
vida al movimiento social, como respuesta a ese estado que cuando se hace presen-
te en la zona en vez de ejercer su paternidad, recompensando a quienes sufren por
su ausencia, los representa como delincuentes, los reprende con violencia y reitera
a los habitantes del Putumayo su condición de marginaUclad. El campesino colono
no puede constituirse como un ciudadano con derechos debido a que el estado no
lo deja ser. no lo reconoce como actor social y lo mantiene en la marginalidad como
ciudadano de quinta categoría o como un mal ciudadand5• Todos los pobladores
de la region comparten este sentimiento de abandono. incluidos los representantes
del estado en la localidad, como son los alcaldes y los funcionarios oCiciales que

l+ RefiriÁndnso a las comunidades campesinas del Amazonas brasilero. 1\ugent (IQQ}: xxi) sostiene·
"A lo largo ue su historia colonial y moderna, las sociedades campesinas que han permanecido a
resar de la posición relativa de la amozonia dentro de la economía global. generalmente han sido
\'istas como Lransitorias y comúnmente, definitivamente patológicas. En general. a tales sociedades
que han ern~rgirlo en los intersticios del aparato c.;olonial no se les ba concedido un esta11rs completo
como formas sociales integrales. Son lJntodas como contingentes. incompletos. fusiones azarosas
del detritus do las sor.iedades aborígenes con los remanentes de los experimentos comerciales
europeos. Son definidas en términos de lo que no son (abongenes. nocionales} antes que en término~>
positivos" !énfasis m1u). Los campesinos colonos de la amazonia colombiono comparten esto
re¡.~reseutación. pero en vez de ser vistos como población mestiza residual son representados como
pobladores sin arraigo. migr<~ntes permanentes que siempre están en busca de hacer fortuna para
regresar a~~~ región y, en ese sentido. son también tratados como contingentes e im.:ompletos.
I~ Durante su intervención en la mesa de negociación un funcionario del Plante decía: "Volvamos
sobre el tiempo: los cullivos ilícitos en el Putumayo uo han propiciado su desarrollo; por el contrario.
han propiciado tremenda división y descomposición social. la delincuencia, los malos elementos.
los molos ciudadanos colombianos están medrando aquí en el Putumayo alrededor de eso econom ra
fAlsa 9uc es la coca (intervención del funcionario del Plante en la mesa de negociación en Orito,
u)Q(í. Enfasis mío).

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CAPÍTULO 9 • Movimientos sociales, polftico de la ciudadanía y estado 1
3I3

dejan de identificarse como tales y pasan a ser parle de la sociedad civil, borrándose
la línea divisoria estado-sociedad civi l. En una entrevista sostenida con el ex alcal-
de de Puerto Asís, al referirse a las masacres que tuvieron lugar a principios de
1CJQ8, denunciadas por él ante el gobierno central, comentaba:

Desafortunadamente, el gobierno nacional no se ha comprometido absolutamente en


nada con el Putumayo para que podamos salir de esta ola de violencia que estamos
viviendo. Hay que tomar una decisión LmjlateraJ. Pero estoy seguro de que esto podemos
trabajarlo coo el gobernador y con las fuerzas militares del departamento, porque es
imposible quP. estemos recibiendo el trato de ciudadanos de cuarta o quinta categoría,
como si no fuéramos colombianos. Nos sentimos abandonados y vemos cómo la desidia
del gobierno nacional nos pone en medio de una guerra que no es nuestra (declaraciones
al noticiero 1\M-PM en febrero de r998).

El molar del movimiento de los cocaleros es ese estado ausente al que se culpa
de la situación, pero a la vez se desea y se demanda que se haga presente. Este
movimiento social no se puede ver sólo como "característica clave de una sociedad
civil vital moderna", en el sentido en que lo plantean Cohen y Aralo (r995: 19). por
cuanto la sociedad civi l del Putumayo oo puede concebirse autónoma y diferencia-
da del estado, de los partidos políticos tradicionales o de los grupos armados en la
zona. Es evidente que en esa región la distinción entre sociedad civil, estado y
guP.rrilla y partidos políticos se vuelve difusa y compleja.
Gupta (1995) ha insistido en que la división estado-sociedad civil debe replantearse
según contextos culturales e históricos particulares, por cuanto responde al análi-
sis de la experiencia histórica europea que. como tal, no debe naturalizarse y apli-
carse universalmente. Por otra parle, considera que para el caso de la lnrlia, en
donde realizó su trabajo, el conctlpto unificado de sociedad civil no es necesario
para dar cuen ta de todos los grupos sociales que conforman la sociedad y, aún
m{i~. que la gente no hace uso de este concepto. En el caso del Puturnayo la línea
divisoria entre estado y sociedad civil es difusa en diferentes momentos. pero en
r·ontraposición con el caso analizado por Gupta. allí la gente se refiere a la sociedarl
r·ivil o a la población c ivil cuando quieren rliferenciarse de los grupos armados y
hacerse visible como actores sociales y habitantes de la región ajenos al confl icto,
como se vio en el ca pítulo anterior. Es así como el plan de desarrollo para el
Putumayo. 1<}98-.1000, elaborado por la gobernación. establecía como objetivo prio-
ritario la defensa de la democracia -que se reconoce con limitaciones-, la cual debe
ser llevada a cabo por parle de la sociedad civil, la nación y la comunidad interna-
cional. defensa que se traduce en la defensa de la vida. Se trata de un recurso
discursivo, lo que no implica que se cumplan los presupuestos que han estableci-
do los politólogos para la existencia de una sociedad civil fortalecida y diferencia-
da del estado que lleve a la consolidación de un régimen democrático participativo'6 .

11• En su articulo, "?.lra repensar las relaciones estado. sociedad civil y régimen político. una mirada
conceptual" Bejarano (1992: b+) sostiene que para consolhlar un régimen democrático es necesaria r

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Marta Clemencia Ramírez
314 I I OhNTIDAD Y C' IUIJ.\0,\NIA hN H PtiTliMAYo •

Aretxaga (2000: ~3) sef1ala que para entender el poder del estado como una
máscara 17"cteben investigarse las ficciones políticas que vivimos y el poder de su
magia como lo haría Michael Taussig" (1997, HJ<J2). Si partimos de que el estado vive
en y por medio ele sus sujetos, y de que la idea de este como una entidad es una
construccion de los sujetos, es importante privilegiar el estudio de aquellos dis-
cursos, creencias y prácticas sociales que lo concretan y le confieren poder. Es así
como Abrams (1988: 82) llama la atención en relación con la existencia de "una idea
de estado proyectada, proveida y en la que se cree de forma diversa. en distintas
sociedades en momentos diferentes. /\demás, sus modos. efectos y variaciones
son susceptibles de ser investigados".
En el discurso de Jos habitantes del Pulumayo el estado se convierte en un fetiche
por cuanto se le adjudica el poder mágico-protector cuando se piensa que si intervie-
ne y ejerce sus funciones paternales puede cambiar el curso de la región y el futuro
de sus habitantes. sus hijos. En su análisis sobre el estado a partir de una perspec-
tiva de género. Wendy Brown (roos: r70) sostiene que "ser 'protegido' por el mismo
poder cuya violación uno teme perpetúa la misma modalidad de dependencia y
carencia de poder". Esta ambivalencia se hace presente en el Putumayo: se le teme al
estado pero a la vez se busca su protección. Aun cuando la dependencia y la falta de
poder podría ser el resultado de esta relación se ha señalado cómo por medio de la
participación ciudadana promocionada por el estado y la idea de la concertnción con
las comunidades que está en ni centro del discurso del gouierno nacional, la relación
de dependencia se replantea hacia lo que los líderes en el Putumayo señalan como
aspecto central del movimiento: "cómo construir un nuevo estado" (entrevista a un
líder en Puerto Asís. 1999). Esta afirmación Líene más sentido aún si tenemos en
cuenta la presencia de la guerrilla en la región, que como se ha anaJizado incide en lu
percepción que se tiene del esl<Jclo en ctwnlo puede cumplir sus funciones, interve-
nir como fiscalizador o proponer la creación de espacios alternos a los reconocidas
formalmente por este para "construir el poder desde abajo'' (Farc. comunicado 11)98b).
Range l (H,ICJ8; 3.f) ha señalado cómo las Farc "se han centrado en copar el poder
local" para compensar "su debilidad en su capaddad de convocatoria política na-
cional''. El discurso hegemonico que se articula en la región está ligado necesaria-
mente a la concepción que tienen las Farc sobre el estado y e) poder local y no solo
al terrorismo que ejerce sobre la población civil o por la coacción, como lo h<J
señalado Rangel (19<)8). He insistido en las prácticas disciplinarias'8 que han impuesto

r "la oxistancia simultanea de una sociednd fuerte v un estatlu fuerte, enfrontados o! uno al otro.
cm una reludón car<~cterizada por la Jensión pern{anente, pero lambien por el mutuo control. la
nogociación y el acomorlamicnto". Ni la rliferenciadón ni el enfrentamiento entre cstndo y
sor.iodatl civil se cumplen en el caso del Putumayo, donde los límites entre el uno v la otra en vP.z
de afirmarse u fortalecerse tiPndl!ll a volverse difusos.
17 Se refiere a la propuesta do Abrnrns (1<)81)) de estudiar el estado como una máscara antes que
t:omu un objeto. una estrucluro u un aparato. Una máscara que esconde reladoncs de poder al
legitimarlas, ocultas bajo la idea del interés público.
¡.~ En su análisis histórico ele las técni cas de gobierno o gOI'cmmenllllill•. Foucault (1991: roo-ro2) '

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CAPITIILO 9 • Movimienros socwles. política de la ciudadanía y eswdo 1
315

las Farc en la región durante aüos, por su papel como gobierno o autoridad. lo que
ha incidido en la constitución de los s ujetos en el Putumayo quienes al interiorizar
estas prácticas le asignan poder al estado y a la guerrilla. En la zona se hace uso de
los dos gob iernos para reso lver asuntos jurídicos, s in que necesariamente un po-
der sup lante al otro. La tensión entre la guerrilla y el estado y entre los habitantes
del Putumayo con cada uno de estos gobiernos, hace aún más compleja la defini-
ción de fronteras entre la sociedad civil y el estado.
Por otra parte, aunque rou caull enfatiza sobre la generalización de la disciplina
v el poder hasta tal punto que los sujetos aparecen condenados a su sujeción, sin
que exista oposición política o ideológica a estas formas disciplinarias, es ev idente
que por medio del movimiento de los coco/eros se buscaba contestar y re plantear
esta sujeción , tanto por parle del estado como de la guerrilla. La capacidad de
maniobra de los sujetos es la que he querido reca lcar por medio de la etnografía
del movimiento. Tal como lo señala Abrams (1988). el poder del es tado no es sólo
~xtorno y objetivo sino que es interno y subjetivo y trabaja por medio de la gente
que so juzga . Los líderes del movimiento d ecidieron acogerse al poder y autoridad
de la guerrilla y tuvieron que rechazar la cons tituc ión de un partido político alter-
nativo. El poder de las Farc dominó frent e al poder del estado para apoyar a los
dirigentes del movimiento y. como resultado. se sigue culpando a esa entidad
llamada estado rle su situación, de estar atrapados en tre dos fuegos y de no haber
logrudo el plan de desarrollo integral para el Putumayo.
Los retos a los que se enfrentan los ciudadanos del Putumayo son cómo Lograr la
construcción de ese nuevo estado en la localidad. en el cual puedan ejercer la ciuda-
danía y donde la participación, antes que el paternalismo, sea lo que los defina, y
tllá~> aun. s u inclusión al estado-nación en medio del con fl icto armado. Pero, sobre
todo, t.ómo lograr que se escuche su "'conocimiento subyugado"", (Fo ucault , r<.><J3:

; ~eri.tla. como nunc:a ,mies la disr.ip lina fue tan valorada comn c:uando so tnrnri importantE' para
rnanejar una población. Se• trata di' la "'emerf~encia de la pobladón como un datum. c:omo un
, ampo de intervención y como un objetivo rln l.ts tecnic:ilS guuernamentalcs··. Enfatiza on cómo
~e pierden las <lspiradoncs individuales y prima el inlorés de ta poblac:ión c:omu tal. l~n este
, ontcxto. ta población representa el fin del gobierno: "'la población es ol sujeto dro las necP.sidades.
las aspiraciom1s. poro tambien es el objeto en manos del gobierno, consc..icnte, lis o vis ct
gubic·rno. de lo que quiero pero ignon1111e df! qué ~e lo eslá haciendo··.
J() Foucau ll (1994: 101) define los conocimient os subyugados como '"el conjunto de conocimicrrlos
que han sido dcsc:alificados como inadl~cuados para llevar a cabo su misión o insufidontcmente
l"lahor<tdos: conocimientos simplislas o iugcnuos (nuil·e) locali zados en el nivel más bajo de la
jerarquía. debajo del nivel de cognición o de cierrtificidacl"". Para Foucautt estos cunoci rni cntos
suby ugados co nstituyen e l saber popular que no es equiparable al sentido comú n ; se tratn ele un
co nocimiento parlicular. locaJ o regional. diferenciado. cuya fuerza radica en la oposición tan
fuerte que recibe por parte de lodo lo que lo rodea. e insiste e n que es por medio de la rc-a parid ón
rlc estos conocim ientos descalificados que surge una posición crítica. Desde una perspectiva
¡,rudita o intelectual. los conocimientos subyugados "'son esos bloques de conocimiento histórico
que es taban presentes pero ocu ltos dentro del cuerpo de la teoría funcionalista y s istemati zada
\ que una posición intelectua l critica - que obviamente surge de la academia- ba sido capaz de
n"·clar"

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IDENTIDAD Y CIUDADANIA EN EL P UTUMAYO + María Clemencia Ramírez
3JÓ 1

203), aquel que han construido por medio de su experiencia de vida en el Amazonas,
que re-aparece insurrecto, opuesto a los efectos del poder de un discurso centrali-
zado y ligado a las instituciones y que trató de emerger en el fallido proyecto del
plan de desarrollo integral de emergencia, que buscaba proponer alternativas al
cultivo de coca a partir de su experiencia y conocimiento de la región amazónica.

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EPÍLOGO

E
N EL SECUND.O SEMESTRE DE 19991 EN WASHINGTON SE REFORMULÓ EL PLAN COLOMBIA
inicial, propuesto en diciembre de r998 por el gobierno del presidente Andrés
Pastrana'. En la versión definitiva este no se centró, como estaba previsto
inicialmente, en la promoción del desarrollo de capita l social y humano por medio
de proyectos productivos, de infraestructura y de sostenjbilidad ambiental sino en
el rompieoto por la vía militar de la alianza entre narcotraficantes y subversivos
que, según el plan. buscan desestabilizar el estado y atentar contra la seguridad
conlinental. En consecuencia, los proyectos de inversión socia l pasaron a segundo
plano, por cuanto para que estos se realicen se considera necesario fortalecer al
estado y a las instituciones gubernamentales, es decir, la lucha contra la insurgen-
cia (Obscrva toio para la Paz, 2.000).
Por su parte. Estados Unidos define el plan Colombia como un Plan para la paz,
lo prosperidad y el fortalecimiento del Estado, "con un costo estimado de US$7-SsBJ
millones. de los cuales US$3.52-5.2.2. deben provenir de 'ayuda internacional ' y el resto
ha de ser provisto por el gobierno colombiano" (Estrada, 2001: 29).
Do acuerdo con esta política, el Putumayo pasó a convertirse en el epicentro d el
plan Colombia durante los dos primeros años, por te ner 54% del área c ultivada en
Colombia (sesenta mil hectáreas) ; el núme ro de pequeños produc tores (de una a
cinco hectáreas) se calcula en treinta mil y la población flotante en cincuenta mil
personas (Anuc Putumayo, agosto 2001).

En diciembre do 191)8 el gobierno del presidente Pastrana presentó en Puerto Wilches la primera
ve1sión del plan Colombia, "como una política de inversiones para el desarrollo social. la
desactivació n de la violencia y la conslrucción de la paz" (Observatorio para la Paz. 2000: 167). Se
aclaraba c¡ue el tratamiento de los culti vos ser!a diferencial segú n el origen. la extensión y
propósitos de los mismos, y por tanto los planes de in ve rsión social se dirigirían sobre todo a los
pequel'ios cultivadores. El 22. de octubre de 1!)98. en la presentación del plan Colombia. ol
presidente señalaba que "m uchos estudios muestran la coincidencia de mapas de narcocuJtivo
y guarrilla y de allí surge la presunción del inextinguible compromiso de la guerrilla con el
narcotráfico, lo cual no está demostrado. Puede afi rmarse que dicha coincidencia obedece a la
inaccesibilidad de las zonas. a la coexistencia de una forma de autoridad subversiva que convive
con la narcoproducción sin ser un carte l y a la corrupción pública y privada c¡ue favorece esa
coi ncidencia" (d iscurso de Andrés Paslrana. 2.2 de octubre de 1998). Desde su posesión. el
presidente insistió en que no debía ca lificarse a las Farc d e narcoguerrilla y aún más. en ese
mismo discurso señalaba que coincidía con la insurgencia en la necesidad de construir una
agenda compartida de apoyo internacional al proceso de paz. Es así como en enero de 1999, y a
partir de esas cons ideracion es. se iniciaron las negociaciones de paz con ese grupo guerrillero.

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IDENílDAO Y C'IL<OADANIA 1:.. u Pu11 MWO • Manú Clemencia Ramírl':

Abora bien, ¿cómo se recibe el plan Colombia en el Putumayo? El alcalde de


Puerto Asís, Manuel Alzate. quien se posesionó el 26 de enero de 2.000 opina lo
siguiente:

Cuando llegamos a la alcaldía lo primero que descubrimos fue el famoso plan Colombia
que estaba haciendo bulla en el país y de manera especial en Eslados Unidos. Conocimos
muy de cerca las lres versiones del mismo y comenzamos a ver qué podía hacerse;
empezamos a trabajar f~uertemeute con el diJ'Cctor de Corpoamazonia y el Consejo Muni-
cipal de Desarrollo Rural-cMDR-. que también actuaba mucho en ese momento. Vimos
la oportunidad de pasar un proyeclo al gobierno nacional y a las embajadas. de manera
especial a la de Estados Unidos, mostrándoles la posibilidad de que, además de la fu mi-
gación, existía otro camino que era la erradicacióD manual.

Vale la pena señalar el papel fundamental que cumple el ClvlDR en la emergencia


de la propuesta de erradicación manual como allernativa a la política de fumiga-
ción promovida por Estados Unidos. que se concretó en la realización de pactos
sociales para la erradicación manual. La dirigencia de la Anuc Putumayo fue la que
impulsó el CMDR de Puerto Asís, consecuente con la polllica de esta asociación de
crearlos y fortalecerlos en el país, tal como se planteó en el X Congreso nacional
campesino realizado en julio de 199/3. En dicho congreso el tema cenlral fue difun-
dir los lineamientos sobre los Consejos Municipales de Desarrollo Rural. La Anuc
explica así el contexto en el que se crearon los CMOR y su importancia como polí-
tica para ser incentivada:

Como respuesta a la falta de espa<..ios de participación y concerlación de las organizacio-


nes campesinas y pobladores rurales en el proceso de p laneamienlo. diseño. ejecución y
control de los programas y proyectos municipales de desarrollo rural. la Anut: y las demás
organizaciones campesinas, logral'on que e o la ley general de desarrollo agropecuario y
pesquero se crearan, con carácter obligatorio, para todos los municipios del país, los
Coru;ejos Municipales de Desarrollo Rural (Asociación Nadonal de Usuarios Campesinos
de Colombia-Anur.. 1991!: 10).

La Anuc nu participó en la organización del movimiento coca/ero. y en el mo-


mento de la negociación los líderes del Movimiento Cívico no dejaron participar a
su representante en el Putumayo. Sin embargo, debido a la persecución en contra
de los dirigentes del movimiento cocalero durante 1997 y 1998. que como se mostró
llevó a la desaparición de sus líderes del escenario político y social. la Anuc ha
venido llenando este vacío de liderazgo en Puerto Asís, por varias razones: en
primer lugar, los funcionarios oficiales locales estaban impulsando los Cl\fOR como
una forma de coordinar actividades y lograr mayores niveles de snguridad al salir
a las veredas. En segundo término, para los campesinos coco/eros había quedado
claro que una de sus luchas cenlraJes era su descriminalización y. por consiguien-
te. trabajar en el marco de espacios legales como los CMDR les permitió continuar
con su lucha para se.r reconocidos como actores sociales e interlocutores válidos
frente al estado.

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EPh OGO 1
319

Cuando volví a Puerto Asis a finales de abril de .2.0011 la percepción del CMDR
como r.spacio de organización para la priorización de inversiones municipaJes y de
interlocnc:ión con el estado fue constante. En ese espacio se propuso "no a la
fumigación, sí a la erradicación manual y gradual", que se traduce en la propuesta
de los pactos sociales de erradicación manual. Así cuenta el alcalde este proceso:

El Cl\fDR me entregó un do<..umento en el que cerca de diez veredas se compromelian a


erradicar la coca siempre y cuando no fueran fumigadas. Ese proceso comenzamos a
Jusionarlo y a programarlo. tu vimos reuniones con varios embajadores, me llamaron dos
\en·~ de la embajada de Estados Unidos y de la ArO y discutimos el proyecto con los
ministros del t-.1eilio Ambiente y del Interior y con el mismo señor presidente. Por
intermedio de otros conductos se le hizo conocer y el 25 de julio de 2000, cuando
Gon7..alo de Frandsco, una funcionaria del Plante y veintirés funcionarios del alto gobier-
nu vinieron a Puerto Asís para hablar sobre las implicaciones del plan Colombia les
presentamos un documento en el que se decía que queríamos Ltn Putumayo sin coca, no
a la fumigación v sí a la erradiración manual. Gonzalo de Francisco nos dijo que osa
r!Pcisión no la podía tornar él pero que la iba a consultar y que en quince días nos daba la
respuesta: y efectivamente, el CJ de agosto del año pasado me llamó y me dijo que tenía
uua respuesta: el presidente aceptaba la erradicación manual siempre y cuando la gente
m.tnifostara por medio del acta de intención que estaba dispuesta a erradicar la coca.
Entonces empezó el programa de erradicación manual y ya estamos completando un
año de este proceso. En Puerto t\sís se firmó el acta de intención de las 148 veredas y
hasta hoy no han sido fumigadas y esperamos que no lo sean (entrevista a Manuel
·\l,:ule, juliode2oor).

Otr., propuesta que surgió del CMDR tiene que ver con las zonas de reserva cam-
pesina (ZRC). l·:n el capítulo XIII de la ley 160 de 1994 estas se establecieron "como
figurLJ destinada a fomentar y estabilizar las econonúas campesinas de los colonos.
as1 conw a evitar la concentración de la propiedad territorial" (Fajardo, .1.000: 64).
Comn talns. la ley dispone la!> áreas de colonización y los lugares Jonde predominen
IO!i balrlios. Eslu cupítulo du lü lev fue reglamentado en octubre de 1996 por medio del
JC'crcto T777, después del paro ror.olero. en el marco de los compromisos que adqui-
rió el gobierno nacional cou los c.ampesinos. Hasta esa fecha no se tenía mayor
Llanrlad sobre los contenidos y alcances de las ZRC. Las organizaciones campesinas
lueron las que se apropiaron de nsla figura y empezaron a darle forma y contenido.
En Pi 1\•turnayo. en el r:ontexto de las marchas de 1996 se propuso una zona de
reserva campesina localizada en el Alto San Juan. El Salado de los Loros, jurisdic-
ción df' los municipios de Vil lagarzón y Orilo, que no tuvo viabilidad por los
enfrentamientos entre los campesinos colonos y los indígenas. Como respuesta a
un comunicado del Incora que convocaba a una audiencia pública el 5 de diciem-
hre de I<J<J7 "a los colonos y campesinos interesados en la consUtucióo de la ZRC"
dando cumplimiento al artículo 8° del acuerdo 024 del 25 de noviembre de 1!)96, de
la junta directiva del lncora, los inga respondieron con una denuncia pública en
la cu.li rP< Jamaban El Salado de los Loros como un territorio ancestral y denuncia-
ban ctl lncora por lesionar el derecho a la autonomía y supervivencia de los pue-
blos inclígenas y por enfrentarlos con "los hermanos colonos" (denuncia pública
de la OZJJ'. 1 de diciembre de 1997).

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u Maria Clemenciu Ramire-;
320 I I OENTlPAP '\' ClUPADANIA EN Pt'T\ IMAYU •

Por otra parte, el Bloque San Juan es también una zona de explotación petrole-
ra, de manera que en ese entonces Ecopetrol estaba en un proceso de consulta
previa con los pueblos inga y awa de Villagarzón, de la zona de influencia del
bloque exploratorio San Juan Norte, lo que incidía en la decisión de constituir una
reserva campesina, por cuanto se debía replantear su delimitación para no incluir
el área de exclusión establecida por la ley en zonas de pozos petroleros.
En consecuencia, en 1998 surgió la idea de proponer una ZRC en el municipio de
Puerto Asís, específicamente en el centro-sur del municipio; esta abarcaba las ins-
pecciones del Bajo Cuembí y de Comandante, con doce mil y mil hectáreas, res-
pectivamente. El diagnóstico para proponer la constitución de la ZRC se trabajó
durante 1999 en el marco del Consejo Municipal de Desarrollo Rural, que en ese
momento se babia consolidado como un espacio privilegiado de concertación en-
tre líderes campesinos, autoridades municipales y funcionarios oficiales. Se había
establecido un cuerpo directivo de treinta y seis delegados campesinos cuyo com-
promiso era trabajar en las veredas, inspecciones y corregimientos haciendo diag-
nósticos participa Uvos para priorizar necesidades. y doce coordinadores cuya función
era buscar acuerdos entre las instituciones oficiales presentes en la región. Conta-
ba entonces con la participac ión de curu·enta y ocho líderes que trabajaban directa-
mente como miembros del CMDR y 148 de manera indirecta. como presidentes de
juntas de acción comuna l2 •
Los líderes campesinos recogieron la información vereda! de población. las
propuestas de proyectos productivos y los demás requerimienlos para la propues-
ta de la ZRC, la cual fue aprobada por el Tncora mediante la resolución o69 del r8 ele
diciembre de 2000. Vale la pena seña lar, como lo hace Fajardo (2000: 77), que uno
de los componentes estratégicos de la ZRC es ''el reconocimiento y fortalecimiento
de las organizaciones campesinas como gestoras de las zonas", uno de los princi-
pios que se hizo evidente en la emergencia y consolidación de la propuesta de la
ZRC en Puerto Asís. El CMDR cobró un papel fundamental como espacio permanen-
te de trabajo para líderes campesinos y entidades oficiales. independiente de los
vaivenes políticos, como lo demostró durante la crisis política por la que atravesó
el municipio a finales de 1999 y principios de 2000, a raíz del encarcelamiento del
alcalde Néstor Hernández Iglesias, crisis que duró aproximadamente cuatro meses,
durante los cuales hubo tres alcaldes, hasta la elección definitiva del actual.
Las tare se declararon en contra del CMDR por su poder de convocatoria, pues
consideraban que estaba trabajando muy estrechamente con la alcaldía municipal;
a la Anuc la señ<tlan como una asociación oficialista totalmente cooptada por el
estado, pero, sobre todo, acusan a los lideres dol CJ'viDR de estar trabajando para Los
paramilitares. Esta acusación debe ser contextua lizada: en julio de 2000 la avanza-
da paramilitar continuaba teniendo como estrategia tomarse los cascos urbanos de los
municipios cocaleros. Puerto Asís había sido el primero, en r998, y había continuado

2 El municipio de Puerto As1s r.~tá r.onformado por 148 veredas or¡:;ani?.ndas en r.inco cormgimientos
y siete inspecciones.

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EPilOGO 1
32.1

con Orito, Valle del Guamués (La Hormiga) y San Miguel (La Dorada). En abril de
2001 ya se habían tomado a Puerto Caicedo y Villagarzón y para octubre de 2001
se estaba esperando su llegada a Puerto Guzmán. En abril de 2oor, cuando \'isité
Puerto Asís, se decía que al llegar a Puerto Caicedo los paramilitares no habían
entrado masacrando sino que, con lista en mano, llamaban a los presuntos vin-
culados con la guerrila, uno por uno, y según el nivel de relación, que ellos
determinaban, podían quedarse con ciertas condiciones o debian irse. Durante
mi visita era claro que la guerrilla mantenía el control de las áreas rurales, mien-
tras que los paramilitares se habían posesionado de los cascos urbanos. El hecho
de que el CMOR se reuniera en el casco urbano se asociaba con el paramilitarismo.
Por otra parle, vuelve a comprobarse que las Farc no permiten la autonomía de
las organizaciones campesinas que toman fuerza y que, por consiguiente, compi-
ten con su autoridad.
Por su parte, los paramilitares a comienzos de 2000 habían matado a uno de los
hrleres campesinos que había venido participando en el proceso de consolidación
del Cf'.U)R y posteriormente a dos presidentes de juntas de acción comunal. Empie-
za a hacerse evidente la división territorial entre el espacio rural, asociado con la
guerrilla, y el urbano. con los paramilitares, quedando la población civil entre dos
fuegos v. sobre todo, sin posibilidad de desplazarse de un lugar a otro, de manera
que el resultado ha sido la inmovilidad del movimiento campesino. Según una
lídt:r campesina "ya no se puede ser vocero, no hay libertad para redamaT dere-
chos" (t•ntrevisla en Puerto Asís, abril de 2om). El dirigente de la Anuc comenta al
respectl):

'liulo e l mLLndo incluidos los presidentes de las juntas empezaron a decir, "Nosotros no
,·olvemo~ más nl pueblo. nos eslán acabando". Enlonces e l CMDR empezó a sufrir un
rews, pero nosotros seguimos haciendo cumplir la cueslión social, con el alcalde insis-
ltalllos. Los coordinadora~ debimos seguir a las inslilucioncs, que no tienen quién les
~~xiju. lodo PI mundo dice, "Ya no van a las veredas, nuestros presidentes no hacen
peltt innes". Empezó la crisis del CMDR y nosotros seguimos tercos hasta julio de 2000.
Lllando la gtllJrrilla mató a Uvaldo. El problema es que el paramililarismo había matado a
lns prf'sitfenles. la guctTiUa había dicho c¡ue éramos infiltrados del paramilitarismo. los
ulrtJs que érnmos colaboradores de la guerrilla v después la guerrilla dijo que éramos
LOlitlmradores dP. los param ililares. Entonces, con la muerte de Uval do todo se paralizó y
l:lX[ll'dimm; un comunicado en t>l que deciamos que a parlir del momento quedabau
susrendirlas todas las actividades del r.rvmR. No se siguió trabajando y al10ra buscamos
reagmparnos (entrevista a un líder de Anuc Pulumayo. abril de 2.001).

El 2...¡ de sept iembre de 2000. frente a la continua avanzada paramilitarista y a


un mes ele elecciones para alcaldes, gobernadores. concejales y dipulados, las Farc
declararon un paro armado en el Putumayo, en medio de la agudización de
enfrentamientos entre los paramilitares y la guerrilla por el control territorial. La
principal demanda al estado era "fortalecernos ante el plan Colombia y por ahora.
hacer cumpl ir la exigencia innegociable de que el gobierno les ponga coto a los
grupos paramilitares que han sembrado el terror aquí en el sur" (Semana, 961.,
octubre riP 1.000: só). Esta última era la condición principal para levantar el paro.

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lOF..'-'TIIJAD v t'ILIDAI>A'-IA EN El PL•Tt:M ·\Y U • María Clemencia Ranure;.

que duró hasta mediados de diciembre de 1000. Este paro armado prolongado afectó
a la población civil y generó un fuerte rechazo a las Farc, puesto que no respondía a
necesidades sentidas por la población, en contraposición a la coyuntura de T<)QÓ
cuando estas y los campesinos coincidieron en rechazar la fumigación. La gente
decía que se había sentido utilizada para fines miJitares por parte de las Farc y e l
rechazo fue tal que estas tuvieron que levantar el paro por presión de los habitantes.
antes que por haber logrado que el gobierno cumpliera con sus demandas.
A pesar del paro armado y del enfrentamiento de las Farc con los líderes del
CMDR, el 2 de diciembre de 2000 en el corregimiento de Santana se firmó el primer
Pacto social de erradicación voluntaria y desarrollo alternativo. Además, el 29 de
octubre se llevaron a cabo las elecciones, en las que fue elegido diputado a la asam-
blea departamental el líder de la Anuc, en reconocimiento de su trabajo en el
CMOR. De nuevo es evidente la búsqueda de representación política como una
forma de lograr la continuidad de las organizaciones o movimientos sociales, tal
como lo narra el líder de la Anuc:

de manera clandestina [se refiere a la prohibición de las f-arc de ir a elecciones! decidimos


parlicipar en el proceso del29 de octubre y que el CMDR. así fuera con todos los proble-
mas. se arriesgara, porque ya estaba funcionando. Presentamos dos listas y resultó
elegido el primero de una. Para la asamblea sacamos doscientos votos míos, se sacaron w1
poco más de trescientos, o sea que el proceso sigu~ vivo. Entonces como ya sa limos
dijimos que era hora de reagruparnos nuevamente. ya no como Cll.fDR sino como orga-
nización campesina. Vamos a cambiarle el nombre, pero los líderes van a seguir siendo
los mismos. Desde la asnmblea el trabajo es más aterrizado, porque vamos a poder. y
desde el consejo estamos gnnerando participación y como hay un representante vamos
apoyar el proceso en Puerto Asís. Esa es más o menos la historia del CMDR (entrevista a
un líder tle la Anuc Putumayo. abril de 2.001).

Es evidente de nuevo la estrategia del camaleón, es decir, el cambio de nombre


como estrategia para continuar con e l movimiento campesino, tal como se anal izó
en el capítulo 3- Ante la deseslructuración del CMOR y el inconformismo que les
manifestaron los líderes campesinos a las Farc. por cuanto se sienten traicionados
al no ser apoyados en sus procesos organizativos, estas propusieron crear una
asociación de juntas de acción comuna l que copiara la organización del CMDR,
pero bajo su control, teniendo como cenlro las inspecciones y corregimientos de
Teteyé, Bocanas del Cuembí. Comandante, Piñuña Blanco, Puerto Vega. Alto
Cuembi, Villa Victoria y la Carmelita. agrupando alrededor de setenta veredas. Por
otra parle, las Farc también se declararon en contra de los pactos de e rradicación
manual y de la zona de reserva campesina de Bocanas del Cuembí y Comandan te.
Aunque alcanzaron a detener durante algún tiempo los procesos organizalivos, los
campesinos no aceptaron esos mandatos y empezaron a n egociar con la guerrilla.
Los pactos siguieron firmándose y en abril de 1.oor, en medio de ese contexto, se
reactivó la ZRC, como una alterna uva a largo plazo frente a la susütución de cultivos de
coca en la región, por cuanto existe una organización campesina dispuesta a desarro-
llar sistemas de producción y alternativas económicas a mediano y largo plazo.

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Eru.oc.o 1
321

Después de firmar el pacto de Santana, el alcalde de Puerto Asís reunió a los


otros éllcaldes recién elegidos para proponerles la promoción de pactos en sus
rcspr.ctivos municipios, como una alternaliva frente a la inminente fumigación.
Sin embargo, la presión de Estados Unidos para fumigar era tal que al no actuar
rápido los alcaldes, por la contraorden de las Farc, entre el u de diciembre de
~ooo y el u de enero de 1.001 se realizaron fumigaciones indiscriminadas que
afectaron cultivos de coca y proyectos productivos y alimentos de pancoger en los
municipios del Valle del Guamués (La Hormiga), San Miguel (La Dorada) y Orilo.
En oclubre de 1000 la presidencia de la república calculaba que en el Putumayo
el número de personas desplazadas por la acción del plan Colombia iría a ser de
209.77c¡, discriminadas así: 11.047 indígenas, rs8.731 colonos y 40 mil raspachines
(Cami.Jio, 381,9 de octubre: 36). Cabe señalar que en 2001 los habitantes del Putumayo
se calculan en 31.3.<;49. Según estos cálculos, el desplazamiento de población. antes
que una previsión. se convierte en una polilica del gobierno, puesto que se asume
quP solo permanecerían en la región TI3.770 habitantes, cifra que representa ~4.3%
de la población censada en 1993 (204-309). Sin embargo, el desplazamiento esperado
no se presentó: para el año 1.000 se reportan 5·497 personas desplazadas del Putumayo
al Ecuador y 4.217 hacia el interior del país, y basta agosto de 20or se calculaba que
habidn salido más de mil personas por la intensificación del conflicto, especial-
rll!mte nn los municipios de Puerto Caicedo y Villagarzón (Anuc Putumayo, agosto
dn ~OOJ). El total de 10.714 personas desplazadas no sólo responde a la puesta en
marcha del plan Colombia sino también al conflicto armado, tal como sucedió con
los enfrentamientos entre paramilitares y guerrilla en octubre de 1.0001 cuando se
reportaron cinco mil campesinos desplazados buscando "huirle al fuego cruzado,
a las 111o1sacres indiscriminadas y al cerco de hambre de las lierras que alguna VP.Z
culliva1on" (Semono, 964-: 30). Esto muestra el arraigo de Los campesinos a la región
y su dPseo de buscar una alternativa de vida en La misma, de manera que no están
sujetos a los \'aivenes del cultivo de coca, como los representa el estado cen tral :
migran&es en busca de dinero fácil.
Con.o se anotó, frente a la política amenazante de fumigación los campesinos
dt:Lidit:ron acoget'se (aún en contra de las Farc) a los pactos sociales <ie enadica-
' ión voluntaria por medio de los cuales se comprometen a erradicar los c ullivos rle
'oca •m un año contado a partir del primer desembolso de los primeros recursos
por pdrtc del estado. consistentes en dos millones de pesos para seguridad
alimentaria. representados en snmovientes, insumos. herramientas, etcétera. Aun
cuanclo lo~ pactos surgieron de la gente en la región, el gobierno nacional replanteó
la propucstu, d e acuerdo con la urgencia de la erradicación que forma parle de la
política internacional de guerra contra las drogas.
Tal con1o lo habían hecho durante las mesas de negociación de 199{1, los campe-
sinos proponían que la erradicación fuera gradual, durante un lapso entre dos y
cinco años. con un valor mayor para seguridad alimentaria, que debería ser entre-
gado en P.fcctivo y no en especie, pues ellos consideraban que podían decidir en
qué invertirlos y, sobre todo, proponían la creación de un fondo rotatorio o algún
mecanismo que l~s asegurara la compra de los cultivos alternativos. Sin embargo,

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loFNTIDAO Y cn •DAOANI>\ FN H PUTUMAYO • Marta Clemencia Ramíre::.

el gobierno insistía en entregar la seguridad alimentaria en especie, para evitar que


el dinero se destinara para otros fines.
Por su parte. los representantes del gobierno encargados de firmar los pactos
insisten en que los términos de estos son innegociables y señalan, además, que al
hablar de pactos está implícito que son acuerdos a los que se ha Llegado previa-
mente y, por tanto, en ningún momento pueden negociarse. Además, si los campe-
sinos no firman los amenazan con la fumigación, política promovida por Estados
Unidos. Durante su intervención en el momento de la firma del pacto en Puerto
Guzmán un líder campesino decía:

Me parece que si dos personas están dispuestas a negociar deben oírse y no debe haber
imposiciones. Con el gobierno no se puede concertar. Nosotros no queremos engañar al
gobierno nacional, queremos que lo que se pacte sea una cosa seria y para lograrla
tenemos que tener mucho más tiempo para la sustitución de los cult ivos. Nosotros
siempre dijimos que por un Putumayo sin coca, por una economía sosteniule [se refiere
aJ acuerdo de Orilo de r99(í]. ¿AJguien de ustedes, de los veintinueve mil que han venido
que estuvieron en Mocoa [en el marco del paro cívico de r99(5l. ha recibido algo de lo que
se pactó en el paro?
(Voces) No.
Yo quiero que el gobierno entienda: nosotros respetemos las instituciones del gobierno
pero no queremos que la imposición de los norteamericanos te ngamos que sufrirla
nosotros en carne propia y que a toda hora nosotros, que somos los dueii.os de Colombia
porque bemos nacido en esta patria, tengamos derecho a opinar sobre nuestros proble-
mas (intervención de un líder campesino en Puerto Guzmán, junio de 2.001).

Tal corno se hizo durante el paro de r996, eo esta ocasión se demanda lamiJién
una negociación real en la que se tengan en cuenta las propuestas del otro, pues el
estado continúa planteando que la gradualidad de la erradicación es innegociable.
Los campesinos sienten que no se les escucha, que el gobierno se niega a cumplir
con los acuerdos firmados en 19<)6, aun cuéUlclo pueda mostrar algunas obras de
infraestructura y servicios realizadas, que sin embargo no responden a un verda-
dero plan de desarrollo departamental y regional alternativo. Es decir. se espera el
compromiso verdadero del estado con la comunidad y, más aún, la voluntad polí-
tica para buscar soluciones estructurales al problema de los cultivos ilícitos con d
concurso de los campesinos c ultivadores de coca.
Vale la pena recordar que desde 1994 los campesinos cocaleros han sido claros
en que no buscan negociar la ley de estupefacientes sino que reclaman del estado
un pronunciamiento de carácter social, lo cua l para ellos significa un alto a la
política de fumigación. La negociación de la fumigación y la erradicación forzosa
fueron centrales en la mesa de negociación de 19<)6 y siguen siéndolo basta el pre-
sente. Después de la firma del acuerdo de Orito los üderes del movimiento d ecla-
raron que con el gobierno se había acordado un plan voluntario de sustitución de
c ultivos para evitar la fwnigación y cualquier método de erradicación forzosa de
los cultivos ilícitos, mientras que este decía que no había negociado la fumigación
de los cultivos ilícitos, por cuanto ese punto era innegociable, si se tenía e n cuenta

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que el objetivo fundamental era convertir al país en "una nación sin coca" (E/
Tiempo. n de agosto de rc;xj6: ~A].
Esta divergencia fundamental entre los campesinos cocaleros y el estado se
mantienP. de acuerdo con la política impulsada por Estados Unidos de erradicar
forzosa e inmediatamente los cullivos ilícitos. En consecuencia, en junio de 2001,
cuando se había logrado detener la fumigación en el Putumayo durante seis meses,
como resultado de la firma de los pactos, Washington manifestó su preocupación,
,. una noticia publicada en St. Pelersburg (Florida}. cuyos derechos fueron cedidos
a El Especlodor decía: ··un plan de US$1.)00 millones para ayudar en la lucha de la
guerra antidrogas en Colombia ha trope~ado con un gran obstáculo en las últimas
semanas. pues e l presidente Andrés Pastrana se h a negado a permitir más
fumigaciones con herbicidas en el corazón de la producción de coca en el país, en
el sur, según funcionarios de Estados Unidos y Colombia ( ... ) Paslrana está bajo
enorme presión para parar la fumigación". A continuación un investigador y ase-
sor del gobierno en lemas de laCIA y la política en Colombia anota que: "el cambio
de actitud de Pastrana llegó como una gran sorpresa y alarmó a muchos en Was-
hington" (El Espectador. 4 de junio de 2001: 6A). En seguida se hace referencia a la
discusión que se estaba desarrollando en Colombia acerca de la ineficacia de las
fumigadones para disminuir la extensión de cultivos ilegales, tal como lo había
den une iado la revista Cambio en mayo de 2001 en un artículo titulado ''El gran
fracaso··. que señalaba: "Las fotografías de satélite conlratadas por Colombia y por
la 0~1 t indican que a pesar de la fumigación de 6o.ooo hectáreas, los cultivos de
coca r.n~cieron un 6o% (...)el área de esos cultivos pasó de 103.000 a finales de 1999
a más de r62.000 hectáreas [de estas 6o.ooo hectáreas corresponden al Putumayo]".
El artú u lo es enfático al conel uir que estas cifras "eviden cian un rol u ndo fracaso
de la n•presión antitlrogas basada en fumigación por aspersión que plantea serios
tnlerruganles sobre el futuro de la estrategia y el propio Plan Colombia" (Cnmbio,
.}ll. q. dP Olii}'IJ r(p, 2001: IR).

Por -;u parlP., los senadores Rafael Orduz y Juan Manuel Ospina han debatido
r!slél pnlíticr~ de fumigación y en la plenaria del senado el 14 de agosto de 200!,
Ordu% '>l'nalabtt que "parece ser que el remedio aplicado es peor que la enferme-
dar±. puP.s existe evidencia de que arecla la salud humana. causa daños ambienta-
les } dusplazamiento. Son estas las razones por las cuales algunos nos oponemos
a lé!s lwnigaciones como remedio" (intervención del senador Rafael Orduz Medina
en la -;p..;irin plenaria del 14 de agosto de 1.00T).
El gobierno está en medio de la presión nacional (para detener la fumigación y
promcl\ m mayor inversión socinl] y la de Estados Unidos (para continuar con la
lumig¡¡rión]. Gonzalo de Francisco, consejero presidencial para la convivencia y
seguridact ciudadana, encargado de ejecutar los recursos del plan Colombia en el
Pul u rnavo. respondía así a las acusaciones de que se está obstaculizando el desa-
rrollo riel plan Colombia: "en ningún caso existe una intención del gobierno de
parar la fumigación", aseguraba que el cese temporal de la fumigación en el Putumayo
se dcb1<1 a la época de lluvias y añadía que el gobierno está interesado en dar un
liem('n para que el desarrollo allernalivo y los programas sociales se afiancen antes

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LDFNTIDAD Y Cll 'DADAN'IA EN EL P UTUMAYO • María Clemencia Ramíre::.
32.6 1

de reiniciar la erradicación forzosa. Por otra parle, señala cómo la fumigación en


los departamentos de Tolima, Santander, sur de Bolivar y Guaviare continúa (El
Espectador, 4 do junio do 2001: 6A). Aun cuando hablaba de darle tiempo a los
programas de desarrollo alternlivo, De Francisco no hizo referencia a Los pactos
que se habían firmado en el Putumayo. En entrevista realizada el 2r de septiembre
de .2001 a un funcionario del Plante encargado de los pactos, este señalaba que en
Washington debieron "dar la pelea" para que se aceptaran los pactos de erradica-
ción manual como política alterna a la fumigación y señalaba:

El congreso de Estados Unidos comenzó a pedir que le expusieran cuál era la estrategia de
los pactos, por lo que fuimos a Washington a explicarles. Alglulas ONG vinieron y
pidieron que les ex-plicaran también y hace veinte dias llegaron dieciocho asesores de los
senadores estadounidenses a ver cómo iban los pactos. Entonces estos hao adquirido su
propio escenario. Al principio en la AID veían lo de los pactos como Wla cosa del gobierno,
pero cuanrio vieron que eso cogió tanto impulso, preguntaron: "¿Cuánta plata necesi-
tan?" Con Naciones U ni das hemos logrado demostrar que 83% de la coca del país está en
lotes menores de tres hectáreas, lo que cambiaría radicalmente la polilica, por lo que la
fumigación sería muy poca. Ahora tenemos otro argumento mas contundente. y es que
el narcotráfico ya no invierte en cultivos (entrevista a un funcionario del Plante. 2.1 de
septiembre de 2001).

Vale la pena destacar cómo el gobierno nacional ha tenido que buscar estrate-
gias pal'a impedir la fumigación, :;iendo una de ell as trabajar con senadores en
Estados Unidos que no están convencidos de la inversión que se ha hecho en
fumigación por aspersión de cultivos ilícitos. Tal como lo ha planteado el senador
Orduz, así como en el gobierno nacional no hay una posición monolítica en el
senado de Estados Unidos también hay divergencias que se han venido aprove-
chando para incidir en el cambio de una política represiva hacia una socia l que
reconoce a los pequeños cultivadores y los diferencia de los narcotraficantes cuyos
cultivos serían controlados por vía represiva. Además, debe tenerse en cuenta que
la Unión Europea ha manifestado su interés en financiar programas de desarrollo
alternativo como política en contra del narcotráfico y en o1 marco del plan Colom-
bia. El 30 de abril de 2001 durante la tercera reunión del Grupo de Apoyo a Colom-
bia, que se realizó en Bruselas con la participación de la Unión Europea. el s istema
de Naciones Unidas y otros países. la Unión Europea se comprometió con J3'i
millones de euros (US$294 millones) para adelantar otras alternativas que "repre-
senten un modelo de desarrollo sustancial que les permita incrementar sus condi-
ciones de vida" (El Espectador, r do mayo de 2001: 2A).
Por su parte, los gobernadores de la Alianza Sur, representantes Jc seis depar-
tamentos (Caquetá. Cauca, Huila. Nariño. Putumayo y Tolima) y lodos elegidos el
29 de octubre de 2000 por movimientos polílicos independientes, han señalado
que el problema no es solamente detener la fumigación s ino lograr una propuesta
de desarrollo alternativo regionaL Su lema, consignado en el Proyecto Sur que
llevaron a Estados Unidos en marzo de 2001 y presentaron en abril de 2001 en
nueve países de Europa es: "No fumigación y más dinero para inversión social" (El

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BPILcx;o 1
327

E~pectnúor, 15 d1~ abril de 2.001: 7A). En el conversatorio convocado por el Cinep en


ago~to dt• 2001 para discutir la Iniciativa Regional Andina, la Estrategia Antinarcóticos
y los 1\.tovimientos Cocaleros del Área Andina, el gobernador de Nariño insistió en
la necesidad de la reforma agraria como solución estructural al problema del peque-
ilo campesino que culliva coca o amapola. Los gobernadores insisten en que este
Proyecto del Sur es un plan de paz que debe ser consultado con las comunidades,
descarta la fumigación de cultivos ilícitos y propone la erradicación manual apoyada
con programas de desarrollo alternativo. Señalan, además, que el plan Colombia
nunca fue consultado con las autoridades locales y departamentales ni con la gente
dircLl,mwntc afectada. por lo qur. lo consideran "un plan que nació muerto".
Esta posición unificada 1nuestra claramente la división que se presenta en el
gobierno pero, sobre todo, cómo se desconoce la realidad regional. Es una forma
de demandar la descentralización y la participación de las regiones en la definición
de polilicas nacionales, lo cual concuerda con la discusión central en la mesa de
negociación de agosto de r<)96. El 8 de julio de 2.001, El Espectador informaba del
anunLio hecho por los gobernadores del sur sobre su intención de declarar su
independencia el19 de julio y crear una república regional. la "República del Sur".
Se trata de una propuesta de ordenamiento territorial consecuente con los princi-
pios consignados en la constitución y que no ban sido reglamentados. El artículo
¡o(J dt' PStél autoriza la creación do regiones adminislralivas y de planeación (RAP),
que par<l Fals Borda (2001: 64) "os un paso importante hacia la gobernabilidad
perdicln por los departamentos actuales". Los gobernadores decían: ·•queremos
que el pa!S se ordene con base en repúblicas regionales. las cuales tendrían un
mismo r.jercito y una misma l.Jandcra. Tendrían eso sí, una autonomía administra-
th·a. ¡u esupuestal y política como existe en España" (El Espectador: 8 ele julio de
1.001: b.\). Se busca enton ces ahondar en la descentralización y después de diez
aúu~ rle haber sido elevados a la calegoria de departamentos se empieza a ejercer su
condici,)n dP. torma art iva ' e l discurso de que "no estábamos preparados para ser
clt•p<JrtanHmtos", qur responde a la percepción pasiva y pateroalista del estado, se
tr.m:-.lornta en la demanda de su autonomía y en la búsqueda cln mayor
golwnwbilidad y protagonismo en la definición del futuro de su región.
En jlllio de 10011 de los treinta y cuatro pactos sociales que debían firmarse nn
el Putmnavo se hahmn firmado treinta y uno. en contraposición a la propuesta que
hi:~.o PI Mm imiento Cívico de elaborar un plan departamental de desarrollo inte-
gral de cmergent.ia. Aun cuando los pactos han detenido la funúgación, también
h,m contribuido a desestructurar el movimiento regional de los C<~mpesinos
( uc nleru.'i, puos al centrarse en las localidades y en soluciones parciales y a corto
plazo se ha perdido de vista la dimensión integral y departamental. Aunque en los
puctm, se contempla la elaboración durante este año de proyectos productivos a
mediano y largo plazo, la enlrega de los recursos de seguridad alimentaria ha copa-
do casi todo este ai1o de trabajo. El funcionario del Plante en Puerto Asís dice que
fue un error político enfatizar tanto sobre los recursos de seguridad alimentaria.
pues los proyectos productivos han quedado subsumjdos a estos, auo cuando
figur•m Pn todos los pactos socia les como prioritarios.

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IOhNTJL)AI> Y t'IUOAOAI\IA EN El PuTUMAYU + María Clemencia Ramíre::.

Por otra parte, los proyectos de in(raestructura no se han contemplado en los


pactos, pero el gobierno insiste en que estos están siendo financiados paralela-
mente. Mientras que el Movimiento Cívico planteó la participación de los campe-
sinos en todos los momentos de la negociación y de la elabora ción del plan
departamental de emergencia, ahora se imponen los términos sin contemplar una
posible negociación. Aunado al escalamiento del conflicto armado, el poder de
negociación de las organizaciones campesinas ha disminuido notablemente en com-
paración a la que mostró el Movimiento Cfvico en r996.
Es importante resaltar cómo desde J99Ó se buscó una movilización nacional.
planteada por los líderes del Movimiento Cívico como LLDa ·'lucha unificada" que
buscaba articular diferentes movimientos de tipo étnico, político y social bajo el
discurso hegemónico regional sobre el abandono del estado. el marginamiento y
estigmatización de sus habitantes y los consiguientes problemas estructurales
socioeconómicos que estos comparten. Se planteó también unirse con otros depar-
tamentos para discutir la necesidad de la reforma agraria y de planes departamen-
tales y municipales para lograr la solución integral y regional a los cultivos ilícilos
antes que focalizada en las localidades y en proyectos ajsJados. También se inició
la búsqueda de contactos con productores de coca en otros países y en junio de IC}<)S
se desarrolló el primer taller internacional sobre cu ltivos ilícitos en el que partici-
paron culti vadores de Bolivia y Perú así como del Guaviare, Putumayo, Huila,
Caquetá, Vichada, Cauca y de la Sierra Nevada de Santa Marta. Posteriormente. en
agosto de r996 se realizó un segundo taller internacional sobre cultivos ilícitos para
reflexionar sobre el problema en el contexto del movimiento cocalero que se hizo
visible en tg<JÓ. Hoy el movimiento coco/ero de la amazonia occidental está retomando
estas experiencias previas y busca vincularse con los movimientos campesinos e
indígenas que centrados en la descriminalización de los productores de la boja de
coca y en el respeto a sus usos cu lturales ancestrales. se han levantado en otras
regiones del paísl y en otros países 4 • Es así como la asunción de su identidad

La comunidad indígena pacz dnl n:sguardo de Calderas, en Ti errad entro, está produciendo derivados
rle la hoja dt' coca tales como nl té dr coca, una inlusión r:omún en Bolivia v Peru. v adelanta un¡o
caen palla dr. divulgación de sus propiedades como planta medicinal. Este .intento. es un ejemplo
rlr• cómo Sfl ha vonidn resignificando el cultivo de coca. puP.s no sólo se apropian e implementa11
usos rlados a esta en otros paises de la región andina. sino que se asume y define una identidad
colrctiva como productores de la hoja de coca y se rechaza su criminalización. ·Miembrol> del
resguarclo comprometiclos con esta empresa se han dirigiclo al Consejo Naciona l de
Estupt!fac:ientes a través de un derecho ele petición para obtener la autorización para la
c:;omcrcializaci6n v producción de las aromáticas (Cambio, 432. r de octubre de 2001: 44).
4 En llolivia los productores ele hoja de coca están orgauizados an sindicatos cou una alta tradición
de lucha. tal como se hizo C'vidente durante las continuas movilizaciones que se llevaron a cabo
desde comienzos de 2000 en la región de Yungas. en las que se bloquearon las principales
carreteras pa ra protestar en contra de los planes del gobierno para destruir sus cultivos de coca.
Aun cu!l nd o se permiten treinta mil hectáreas de cultivos de coca consideradas legales, el
gobierno lloliviano estimaba que en 2000 había cinco mil hectáreas de cultivos ilegales, que el
entonces presidente Hugo Banzer había propuesto acabar en un año. Al mismo tiempo, lol>
campesinos del Chapare han demandado autorización para que cada una de las treinta y nueve
mil familias que allí habitan puedan ser autorizadas a cultivar t.6oo metros cuadrados de coca ,.

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EPILOGO 1
32.9

colectiva como cocaleros ha repercutido en el proceso de resurgimiento del movi-


miento. llevándolos a actuar en contextos lransnacionales, como se mostrará a
, ontinuación.
El ¡(1 de mayo de .2.001 se presentó la Iniciativa Regional Andina (IRA) por parte
del gobierno del presidente George W. Bush. en la que se propone la cooperación
regional contra el tráfico de drogas, por cuanto "los paises andinos continúan
produciendo virtualmente toda la cocaína del mundo, y una creciente ca ntidad de
heroína. lo que representa una amenaza directa a nuestra salud pública y nuestra
seguridad nacional" (Hoja Informativa. Política de Estacios Unidos Respecto a la
Región t\ndina. 17 ele mayo de 2001)~. En el documento se insiste en que los países
de la wgión andina (Bolivia. Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) comparten
ciertas características, como instituciones democráticas débiles, cormpción e ines-
tabilidad política, lo que contribuye a la consolidación del narcotráfico, el cual, a
su vez. distorsiona la economía y desalienta Las inversiones legales. Se parte de
que ningún pmblema puede ser tratado por separado y, más aún. que se debe
íilaLar il toda la región andina, y se propone la asignación de 880 millones de
dólares Hn fondos del año fiscal 2001. para esta iniciativa.

• En soJpliambw de 1000. después d e otra movilización \' bloqucu de l;t carretera Scln ta Cruz-
Cudt<tloamba. lo::. I'Ocoleros bolivianos accplHron la propu~sta del gobirrnu de invertir Ho millones
dt: tlol<~res en proyectos ,Jitcrnativos, pero inistían en que "los quechua¡, y aymaras no podemos
mc11tir al pueblo ni a la comunidad internat:ional. pue:, no habra ·coca cero' como quit~re el
Gnl•i•'rno" tdedaración de Evo 1\lorales. dirigente coro/ero en El País Digitollnltmwcionol. 5 de
1111, cmbn· rle 2000). Ast mismo. en el Perú en octuhre de 1.000 los c:Ot~ftleros del Alto lluallaga
!aluq uennm el pueltlo de Tingo Mctna v algunos pueblos adyacentes. demand<mdo una respuesta
'""llrcnh• a la susttlut.ion de cultivos ilic ilos, pues considcmban que después de quince illios de
pttl\·po·tos ;¡Jternalivos no se habían obtenido resultados. Por lauto. exigían el estudio de suelos
y l.a '\llht.tdón real de las posibilidades del clcsarrullo alternativo en elluluro (/.a Hepuhlico. 1 de
n11,. <'tHbrc· de ~0001. Bolivia también lleva diedséis años ejecutando el progr..tnHJ tic erradica' ili11
,¡,.o tcoJ. \' los l.<Hnpr•suw~ rnns1rlercm qur no ha b~~no~ficiatlo sino a limitados gru¡.Jos de campesinos
luo•r t de los sindic<ttos (H/ P111s DipJtnlln/f'rnaciunul, 11. de dkiembrc de 1000).
5 "El :J flu\'O de Estados Unidos a las no:c10nes antidrugas en los Andes tiene el propósito di' reducir
la prPducdon iliril.¡ de roca un 20~.... para fines de 2001 (año basl:!: HJ9<J), v un 40% para fines de
!O'J . Esto inc luyc~ una rflduccion olr.J ¡o"'il en la produc.;c.ión colombiana de coca y la eliminación
dt: t 1 produrdón ilegal de enea r.n llolívia para finr.~ du 2002" (Hoja informaliva: Política de
E;t.JdCJ~ Unidos res ¡'ledo a la mgión Andina. 17 de mayu de 1.000). En esta Hoja informativa se
so·11 •.t.1 que en los ultimus cinco M1os el o ullivo de coca en Perú y Bolivia ha sido reducido cerc;a
de~ 7"'~u. lo que no ha rrpresentado en rifra::. globa les la disminución de la oferto de coca debido
i1 1.1 unscnwntr. rxpansitín del rultivo un Colombia. Aunque se SCJiala la disminución de 20oo
do• I.J prociUI.:cion mundital entrP I<I<JS y 10)1)(), para .1000 ·'la producción gent>ral en todo el mundo
st• tuantuvn c~tadísl icamcnle establo". Por otra parle se insiste en que "el putcncial de la producción
JI,. 1 coca1na wlnmhíana ha aumentado más de 150% desde 1!)1)5". P;¡ra Estados Unidos. este
aum..,nlo en la produr.ción Pn Colnm!Jin eshi tlireclamcnle vinculado "con el ambiente a l margen
de 1., lcv promovido por una fuertP presencia y participación de las lilrc y los paramilitares en el
coml"fcio de drog¡p;". Siguiendo estos lineamientos, e l documento de la Iniciativa Regional
Andina agrega que ·para impedir que los l.r'clficantes se reubiquen simplemente en otras parles.
e~ IWtiJSario rclorzar nuestros esluerzos antidrogas en los países andinos. Por esta razón. en la
asignadón del Pl¡¡n Colombia en el año fiscal2oor se sepdraron 18 millones de dólares para otros
paiM''- rle la región" (Hola inlornu1tivn: Pohlica de Estados Unidos respec.lo a la mgión Andina. 17
do· lrlotl O de 1.0001

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
I DENTIDAD Y CIUDADANlA F.N EL P L'TUMAYO • María Clemencia Ramfre-::.

Frente a esta Iniciativa Regional Andina los campesinos colombianos plantean


con mayor ahínco trascender las fronteras del país y buscan unirse con sus pares
de Perú, Bolivia, en contra de las políticas represivas frente a los cultivos de coca.
Hoy por hoy para los cultivadores de boja de coca de la región andina es claro que
atacar los pequeños cultivadores no va a garantizar que se acabe con el narcotráfico.
Evo Morales, el dirigente boliviano sostiene: "Ni acabando con la coca va a acabar
el narcotráfico. No se puede satanizar a la planta de coca. Hay que satanizar a los
que se aprovechan de ella" (El País Digitollnternocionol, s de noviembre de 2.000).
Los líderes del movimiento cocolero de la amazonia occidental que han sobrevivi-
do a la guerra sucio, plantean retomar el movimiento después de "haberse escon-
dido debajo de la cama por miedo durante estos años". Ahora que se discute
regional y globalmente el asunto de los cultivos de coca, se proponen conformar
un amplio movimiento de la región andina, ya definitivamente autoidentificados
como campesinos cultivadores de coca. Se vuelve a poner en evidencia y se amplía
a contextos transnacionales la paradoja central que subyace al movimiento coca/ero:
su condición de campesinos cocoleros es la que les permite lograr la atención del
gobierno central y, además, entrar en conversaciones con otros movimientos cam-
pesinos de la región andina y fortalecer así el movimiento campesino.

Bogotá, octubre de 2001

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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L!-1 0101:.'1 22 DI; mr:IEMBRI-.' VF H)f)J. Por la cual se crea el Ministerio del Medio Ambiente.

Dn ·nrn1 0717 DEL 18 01:. ABRll or: r99(5. Presidencia de la Repúbli ca. Bogotá.
DEC 'HfTO o871 DliL r¡ oH MAYO DE 199(5. Presidencia de la República. Bogotá.
RH~·OLL'CIO.\i (){)() tJH ¡:¡.;on~:.no DF
r$)8;7. Ministerio de Justicia. r8 de febrero.
RES•W ¡·cro.v 007 DH 1992.Consejo Nacional de Estupefacientes. r" de diciembre.
HHS•OLL'CIÓN 0001 IJI;: 1994. Consejo Nacional de Estupefacientes. 11 de febrero.
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Don 'lENTO CoNPES .27)4-DNP-UDA-UJS-Ministerio de Justicia y del Derecho-Ministe-


do de Agricultura y Desarrollo Rural-Plan Nacional de Rehabilitación-Directo-
rio Nacional de Estupefacientes-Consejería Presidencial para la Polftica Social.
u. de octubre de 1994. Bogotá.

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Entre julio.\ ago lo de 19D6, los campesinos cultiHrdores el<- coca ele los
depart amentos de Putuma.\o. Cuaviarr .' Caquc tá -qtH' con fcwrnan la \mazonia
occidC'nta l rolomhiana-. se• mohili zaron pMa protestar· contra la política antidroga
del estado colombiano·' de los Estados l nidos..' rei\ indicar sus dr rccho · como
ciudadanos habitantcs dc ést<~ región.

Este libro ntuestra la tra.' ectoria organi za ti\ a dr los campcsiuos colonos
que participaron etr las marchas de protesta en cl Putuma.' o .' sus ltrchas pot·
construir un 1110\ imirnlo social quc con eltirrnpo itttc·nta transf(>J'Inarse cn
político. Esta rxprrirncia dr lu cha <' co nstru.\r cn mc'dio dr la rs ti gmatización a
que los sujeta las políticas del ~:stado ·' los nrcdi os de comu ni cación,·' la' iolencia
que cjrrcrn los actores armados en su contra. \ sí mismo. <'1 estudio con tiene un
análisis nm cel oso.' crítico tanto el e la manera como di\(•rsos actores. nacionales y
rcgionaiC's sr rr laci01tan con los ca mpesinos comleros rn su intC'n to por acallado .
como d<' las rs trategias adoptadas por ~stos f'rrnt<' a aqu ~ llos.

La de criprión ·' el análi. is delmo,·irnien to de los camprs ino coca/eros del


Putumayo .\ de la baja bota raucana e hizo c011 hase rn f'ltrabajo de campo dr la
aulora.la rr' isión dr los documr ntos !'rulo clr la nrgociación, inf(H·mación dr
pre11 a·' t<'l e, isió11 sobre es to r'entos, entre' islas a funci onarios p{rbliros}
campe inos que partiripal'on rn el proceso.·' una amplia imestigación
bibliográfi ca.

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