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Entre El Estado y La Guerrilla - Identidad y Ciudadanía en El Movimiento de Los Campesinos Coca:eros Del Putumayo
Entre El Estado y La Guerrilla - Identidad y Ciudadanía en El Movimiento de Los Campesinos Coca:eros Del Putumayo
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Entre el estado y la guerrilla:
identidad y ciudadanía en el movimiento
de los campesinos coca/eros del Putumayo
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
María Clemencia Ramírez
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COLCIENCIAS
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
© I NSTITUTO CoLOMBIANO DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA -lcANH-
Calle 12 n° 2-41
Bogotá - Colombia
Teléfonos
s6r 98 9Ó 1 s6r 95 00
Correo electrónico
icanhbook@hotmail.com
1_,.1 \j -r~¿(:¡7
PRIMERA EDICIÓN
Bogotá, octubre de 2001
ISBN
958-97054-o-s
F OTOGRAFÍA DE LA CARÁTULA
Jorge Pargo, archivo de El Tiempo
FoTOGRAFíAS DE LA COF-<TRACARÁTULA
Manuel Saldarriaga, León Darío Peláez,
Orlando Resrrepo, Juan Herrera
Archivo de El Tiempo
COORDINACIÓN EDITORIAl
Juan Andrés Va/derrama
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN
Ángela Vargas Ramírez
I MPRESIÓN
Servigraphic Lrda.
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A los campesinos del Putumayo, con la esperanza
de contribuir o que sus voces sean escuchados
y sus propuestos tenidos en cuento.
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ÍNDICE
Agradecimientos ............................................................................................................................................................. 15
Introducción ........................................................................................................................................................................ 19
CAPÍTULO l..
LA POLÍTICA· DEL TIEMPO Y DEL ESPACIO EN EL DEPARTAMENTO
DEL PUTUMAYO Y LA BAJA BOTA CAUCANA
CAPÍTUL<>Z
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LDENTIOAO Y CfliOAOA 'IIA EN l' L PtJn MAYO • María Clemencia Ramíre:.
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPfT~ J LO S
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CAPÍTULO 6
CAPÍTUL<> 7
ESTRATEGIAS DEL MOVIMIENTO CíVICO DESPUÉS DE LA FIRMA DEL ACUERDO
PARA MANTENER SU REPRESENTATIVIDAD SOCIAL Y POLÍTICA
El grupo base frente a las autoridades y las entidades oficiales .............. 2.37
La internacionalización del Movimiento Cívico
y de la problemática de los campesinos cocaleros ................................... 2.44
El Movimiento Cívico: entre la autonomía y la dependencia
de las Farc o del gobierno .. ... .. ... .... . ..................... .... ...... ......... 2.47
En busca de representación polílica:
las elecciones y el Movimiento Cívico ...
CAPÍTULO 8
LAS PARADOJAS DE LA ECONOMÍA OE LA COCA: OXGANlZACIONES COMUNITARIAS
Y PARTICIPAC!ÓN CIUDADANA EN MEDIO OE LA VlOLENCIA POLÍTICA
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IDENTIDAD Y CIUDADANfA EN EL P U11JMAYO • María Clemencia Ramíre::.
12. 1
CAPÍTULO .2
MOVIMIENTOS SOCIALES, POLÍTICA DE LA CTUD ADM~t\
Y l.A FORMACIÓN LOCAL DEL ESTADO
EPÍLOGO
BIBLIOGRAFÍA
MAPAS
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Mapa u. Marchas cocaleras del Putumayo y Cauca: procedencia
de los participantes y áreas de concentración................................ 146
Mapa 12. Área de estudio: presencia armada
y conflictos armados, r998-r999 ............................................................... 2.68
CuADRos
GRÁFICOS
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AGRADECilVIIENTOS
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E
F'\TF t/U\11.\/!1 -;¡. t:O.\'CIW/'\.\ El WI!F\'/J/Z.\/1 SO/J/11· LA Slrt ·\(/().\: 1:'\ Ql'/· W F\T/'1-..\T/lA \
ws campesinos del Putumayo, y la discusión académico permanente con cuatro
profesores que conformaron el comité de tesis de doctorado en el departamento
de antropología de la Universidad de Harvard: David Maybury-Lewis. Sal/y Folk
Moore. ]eon ]ackson y Begoña Aretxoga.
Quiero agradecer, en primer lug01; o los campesinos y dirigentes del movimiento
cocolero del Putumoyo, quienes por medio de su próctico social J' de su interlocución
me inspiraron y contribuyeron o que este trabajo pudiera realizarse.
A David Maybury-LeJVis, por el apoyo que me brindó desde que entré al doctora-
do, y por su permanente confianza en mis capacidades y trayectoria como antropóloga
en Colombia. Su perspectiva latinoamericana pennitió que el trabajo no se limitara
al coso colombiano e insertarlo en el contexto latinoamericanista, poro entender
así, con mós claridad. el problema estudiado, o la luz de otros situaciones similares
pero o la vez muy diferentes.
t\ fean ]ackson le debo lo decisión de presentarme o Jo Universidad de Hanrord;
en ella he encontrado opo_vo académico, editorial y personal. Su interés y conoci-
mientos sobre Colombia me dieron la oportunidad de recibir sus comentarios sobre
diferentes liD bajos finales relacionados con el país. No encuentro palabras paro agra-
decer su paciencia y dedicación; odemós. su empuje poro la finalización de este libro
fue definilil'o.
A Sal/y Folk Moore, de quien aprendí sobre antropología político y legal: ello me
abrió un panorama muy enriquecedor para el trabajo en Colombia, y a través de
sus cursos el alcance de Jo antropología se amplió hacia Jo comprensión de lo con-
formación del estado-noción: las comunidades locales, objeto de onólisis antropológico,
se transformaron en casos que permitían ahondar _v profundizar discusiones mós
amplios y supralocales; y el1•ínculo entre lo local y lo nacional empezó o tener sentí-
do. lo que espero se refleje en este libro. A Sal/y le agradezco también su interés en mi
desarrollo académico y personal. sus consejos y su ejemplo como mujer profesional.
A Begoña Aretxogo por su dirección académico. Sus cursos cambiaron por com-
pleto el rumbo de mi proyecto de investigación: a través de ellos pude reflexionar
sobre mis experiencias de campo en Colombia y sobre el papel de lo antropología en
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l
l o~"' ttOAD v l"IUOAIJANIA l'N H P utl'MAYU • Man·a Clemencia Rumíre:
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AGRADrCIMIEI'ITOS 1
17
A Marta Herrera, con quien me une una amistad de muchos años que se ha
traducido en el apoyo mutuo en nuestro trabajo y. por consiguiente, en nuestros doc-
tomdos; ella elaboró los mapas que ilustran este libro. A Moría Lucía Sotoma_v01;
con quien viajé por primera vez a la bota coucona y luego al valle de Síbundoy. Su
amistad de muchos años es invaluable.
Quiero agradecer. además, a todas las personas que de uno u otro formo estuvie-
ron l'inculadas a este trabajo: a Luz Piedad Caicedo, por la clasificación de la docu-
mentación de prensa: a Magdalena Arongo, por su ayudo con lo búsqueda de
fotografías y ITideos del mo~Timiento: a Mónica Ruán y Margarita Sandino. por el tra-
bajo en la cfasfficación de información; y a Patricia Morales, por su ayuda con la
transcripción de entrevistas. A César Rozo. con quien viajé a Puerto Asís y Mocoa al
iniciar el trabajo de campo y me colaboró en la búsqueda inicial de información en
estos municipios.
A Henry Salgado y a Elsy Castillo, con los que tuve oportunidad de recoger e
intercambiar información, pues como miembros del equipo de investigación de/Insti-
tuto Colombiano de Antropología y de Colciencias trabajaron sobre los mismos even-
tos en Guaviare y Caquetó, respectivamente.
A Ca/cultura y al Ministerio de Cultura, que me permitieron adelantar los estudios
de posgrado a través ele sendos comisiones de estudios. A los miembros del Instituto
Colombiano de Antropología e Historia. que siempre han Cl'eído en mi trobajo y desde
sus diferentes posiciones me acompañaron en esta jornada, desde sus inicios hasta el
final; durante la comisión de estudios estuvieron listos a apoyarme y cuando estuve
enferma hicieron todo lo posible por ayudar o mi recuperación.
Este trabajo no hubiera podido realizarse sin el apoyo financiero de las siguientes
entidades: en Estados Unidos. The Wenner-Gren Foundation for Anthropologicol
Research, the United Stotes Institute of Peace. The Me/Jan Foundalion, 1'he Coro Du
Bois Choritable Trust J' The Edmund f. Curley Scholorship. En Colombia. el Instituto
Colombiano para el Fomento de la Ciencia y lo Tecnología -Ca/ciencias- y el Instituto
Colombiano de Antropología e Historio.
Quiero mencionar también a los amigos que me ayudaron de una u otro manero
durante lo estadía en Cambridge: a Pia Ma_vbury-Lewis pur estar pendiente de mi
bienestar J' el de mi familia; o Richard y Pilar Brunnet, mi familia en Na tick, siempre
dispuestos a colaborar en lo que necesitara; a Linda Ordogh por los cuidados que me
dispensó; o Brel Gustofson, Ben Penglase y Kathleen Callagher por su amistad duran-
le estos siete años; y a todos los compañeros del dep01tomento de antropología de la
Universidad de Hal'vord, que me dieron voces de aliento y me impulsaron a terminar
el trabajo. cuando insistían en que ya estaba por terminar.
Por último. agradezco o Juan Andrés Va/derrama quien editó la tesis de doctomdo
y la convil'lió en libro. Él contribuyó a aclarar algunos pasajes del texto y a discutir
algunos de los conceptos aquí presentados, movido por su interés en el objeto de
estudio y por lograr la claridad paro los lectores.
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INTRODUCCIÓN
E
STOS TESTIMONIOS SINTI:.'Tl<!.t\N, DLSDt:; L·\ PERSPECTIV'\ DI:. LOS C.AI\IPESINOS, POR QUE SL
expandió el cultivo de coca en la región amazórúca de Colombia, e introducen
su posición ambivalente entre el estado y la guerrilla, referentes centrales para
comprender su situación y, por tanto, ejes del análisis que se presenta en este libro.
Se trata de la convivencia cotidiana de actores diversos con intereses diferen-
tes, opuestos y en conflicto que, sin embargo, convergen en una región; en conse-
c uencia, es difícil determinar Jos límites de acción de los unos en relación con los
otros. Sobresalen entonces las alianzas estratégicas, las negociaciones, las manifes-
taciones de resistencia y, más aún, el desvanecimiento de las fronteras que separan
un grupo del otro, lo cual lleva a que los adjetivos usados con frec ue ncia para
caracterizar dichas relaciones sean ambivalentes y ambiguas. El cultivo d e coca ha
puesto de manifiesto en el ámbito nacional e internacional problemas estructurales
de la región amazónica colombiana, que buscan develarse en el presente libro por
medio del análisis del siguiente evento.
EL EVENTO
ACT DE 1986 ESTADOS
EL I DE MARZO OE I99Ó Y DE ACUERDO CON EL / Nii:'RNATIONAL N AHCOTICS
Unidos decertific6 al gobierno colombiano por cuanto sus esfuerzos contra el
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IDENTIDAD Y ClUDADANIA FN El. PUTUMAYO + Mar{a Cfemencia Ranure:
2.0
'
narcotráfico (cultivos ilícitos y comercio) no alcanzaban los parámetros determina-
dos por ese país. Esta declaratoria implicaba la suspensión de la ayuda antidrogas,
la supresión de las preferencias arancelarias a las exportaciones del país, el veto dB
Estados Unidos a las solicitudes de Colombia ante el s istema financiero multilateral.
así como la suspensión del sistema de garantías a las inversiones de Estados Uni-
dos en Colombia (De Rementeria, r99(í: 58). Como respuesta a este hecho el gobierno
del presidente Ernesto Samper (1994-1998) incrementó las fumigaciones aéreas de las
plantaciones de coca en la región amazónica, así como el control de la venta de
cemento y gasolina, insumas necesarios para el procesamiento de la pasta de coca.
Durante julio, agosto y septiembre de 1996 cerca de doscientos mil ca mpesinos.
incluidos colonos, mujeres. niños y población indígena, marcharon desd!'! sus
predios rurales hacia los pueblos más cercanos y hacia las capitales departamenta-
les, para manifestarse en contra deJa aplicación y el cumplimiento de las leyes que
combaten los c ultivos ilícitos, su principal fu ente de subsistencia.
El presente trabajo se centra en el análisis de este evento, el paro de los campe-
sinos cocaleros de los departamentos de Pulumayo. Caquetá y Guaviare, y de la
baja bota ca uca na, como 'un evento de diagnóstico 1, de problemas estructurales de
la amazonia colombiana. La paradoja que subyace a este evento es que los campe-
s inos coca/eros sólo han recibido atención del estado central a raíz de la expa nsión
de la economía de la coca en esta región del país. En este libro se analiza cómo
viven y experimentan los campesino coco/eros esta paradoja, campesinos que han
sido estigmatizados como auxiliares de la guerrilla y delincuentes que actúan fuera
de la ley, pero que, a la vez, demandan reconocimiento político y parlici pación
ciudadana, proponiendo un plan alternativo de sustitución que no ha recibido la
a tención necesaria por parle del estado.
COMO EJE C!;~TRAL 11EL UBRO SOSTENGO QUE llA EMERGIDO Y ESTA 1~ l'l{QCESO OE CONPIGIJRACIOJ\'
un movimiento social de pequeños campesinos cocalero.<; que se evidencia A partir
d e 1994, como respuesta a las acciones del estado sobre la región amazónica en el
marco de la guerra contra las drogas¡ Este movimient o social comparte las carac te-
rísticas que define Archila (1995: 1..54) para los movimientos socia les: "acciones so-
ciales colectivas. más o menos permanentes. orie ntadas a enfren tar injusticias.
desigualdades o exclusiones, es decir, que denotan conflicto y que tienden a ser
propositivas. Todo ello en contextos históricos dete rminados". El rechazo de su
exclusión y su interés en proponer soluciones a su situación están en la base del
movimiento coca/ero.
Moore (r9/l7: 730) señala quo "la clase de evento que debe privilegiarse es aquel que revela tanto
competencias, co nlTadicciones y co nfli ctos que es té n sucediendo. romo los esfuerzos para
prevenirlos. supri01irlos o reprimirlos".
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1NTRODUCC10N 1
1.1
1. Los nuevos movimientos sociales se definen principalmente por su propuesta do mirar nuevas
formas de estructuración de la acción colectiva a partir do movimientos sociales con tr.mporáneos
talos como el movimiento ambiental, gay o feminista. que no se estructuran alrededor del
conOicto de clase. tal como se definieron los movimientos sociales a partir do la revolución
industrial en Europa. Esta sería entonces su priml!ra y más sobresaliente característica: que su
base social trasciende la lucha de clases. Entro otras características señaladas están el que
muestran pluralismo de ideas y valores. tienden hacia orientaciones pragmáticas y bus~.:an
reformas institucionales que amp lían a sus miembros su participación en la toma de decisiones.
Además. y es ta ca racterística es central para el presen te caso, implican la emergencia de nueva~
identidades y. por consiguien te. se asocian con un conjunto de creencias, sfmholos. valores y
sign ificados relacionados co n sentimie ntos de pertenencia a un grupo diferenciado. Las
orga ni zaciones de los nuevos movimientos sociales tienden a ser segmentadas. difusas y
descen trali zadas. Su organización y proliferación está n relacionadas con la falta de credibilidad
en los canales de participació n instituidos. por lo que buscan formas alternativas de participación y
de tom a de decisiones relacionadas con asuntos de interés colectivo (Laraña, Joh nston y Gusfield.
1994). Aun cuand o puede afirmarse que los pequeños campesinos de la amazonia tienen
reivindicaciones como clase s ubordinada, esta condición no es la que bace que el movimiento
social se defina como tal,lo cual se mostrará a lo largo del libro. Para una amplia discusión sobre
los nuevos movimientos sociales y sus especificidades en Latinoamérica, véanse Escobar (1QQ2a.
199:1). Escobar y Álvarez (HJC)l.) y Álva rez, Escobar y Dagnino (1998).
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María C!eme11cia Rumt're:.
1.2. I IDENTIOAD Y CIUOAI}ANÍA EN EL P uTUMAYO +
acción colectiva, Se trata también de una identidad colecti,·a que moviliza y articu-
la posiciones subjetivas, buscando una hegemonía política e ideológica regional
Quiero subrayar la importancia que tiene en la configuración del movimiento so-
cial asumir esta identidad como pequeños campesinos cultivadores de coca, pues
la discusión abierta de su condición de cultivadores de coca es la que permite
negociar con los representantes del estado pero, sobre todo, proponer alternativas
para la región, que más allá de erradicar la coca buscan lograr que se les reconozca
como actores sociales e interlocutores válidos para discutir las políticas y los pro-
gramas que se dirigen a la misma.
En este orden de ideas, se analizará cómo se resignifican nociones de ciudada-
nía, representación política y participación. La exclusión que sienten los habitantes
de la región amazónica ha significado para ellos la negación de su ciudadanía y
reclamarla es un acto político con significado cultural e identilario, de reconoci-
miento de pertenencia a una región que buscan sea incluida al estado-nación.
En cuanto a la tempora lidad, su genealogía puede extenderse a los paros cívi-
cos re<t lizaclos por los habitantes de la región desde la década de r<]8o, y que han
tendido a la constitución de un movimjento social como respuesta a su abandono
y marginam iento por parte del estado. A esa siluación se le imputa la propagación
deJ cultivo de coca, ele manera que este pone en evidencia esta situación estructu-
ral de la amazonia en el conte>-.io nacional. Cultivar coca fue el hecho que le permi-
tió a los habitantes de la amazonia occidental destacar la problemática económica y
social de la región amazónica de la cual el gobierno había hecho caso omiso o había
menospreciado hasta el momento en que se desaló el movimiento.
EL TR,\IIAIO IJE CAMPO St:: LLEVO A C:AOO DURANTE 199/3 \ 1-:L PRIMER SEMESTRE llE 1()<)9, Y SE tU. \1 1/.0
intensivamente en los municipios de Puerto Asís. departamento de Putumayo. v
Piamonte baja bota caucana (véase el mapa 2). Sin embargo. también recorrí otros
municipios del Putumayo con el fin de establecer comparaciones denlro del depar-
tamento.
A partir de 1997 Puerto Asís se convirtió en lugar de residencia de los paramili-
tares: desde allí empezaron a incursionar a otros lugares buscando combatir a las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -Farc-, que no sólo ejercen domi-
nio territorial sino autoridad sobre la población del Pulumayo, Caquetá, Guaviare,
la baja bola caucana y Mela, tal como se evidenció durante el movimiento cocolero
de r99(i (véase el capítulo..¡.). Durante mi trabajo ele campo los paramilitares y las
Farc llevaban un estricto control de los no residentes que entraban y salían de
Puerto Asís para establecer el motivo por el que estaban en la región y confirmar o
descartar su trabajo como informantes de uno u otro grupo. dentro de una guerra
de inteligencia que se instauró desde r997, con la llegada de los paramilitares a la
zona (véase el capítulo 8).
En Puerto Asís logré que mucha gente del pueblo me concediera entrnvislas.
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INTRODUCCIÓN 1
23
s in sentirse frente a una espía o a una posible enemiga que podía usar en su contra
l a información que me ofrecía; por el contrario, la gente (funcionarios, Líderes,
comerciantes y habitantes del pueblo en general) mostró interés en el trabajo que
realizaba. Para ellos la historia de sus luchas debía escribirse y sus interpretacio-
nes del problema del cultivo de la coca difundirse. Aprendí ciertos códigos de
seguridad que se manejan en el pueblo: evitar el paso por ciertos lugares para no
ser identificada como informante de uno u otro bando, oo hablar más de lo necesa-
rio con personas que sólo eran conocidas y se acercaban a saludar, entre otros. Por
recomendación de la gente, por ejemplo, no visité la cárcel, en donde había campe-
sinos productores o recolectores de coca y choferes que habían sido apresados
transportando pasta de coca o productos para su procesamiento. Según ellos, por
esto podían asociarme con los narcotraficantes. También por seguridad
meaconsejaron que debería entrar y salir de Puerto Asís y no permanecer todo el
tiempo en esta zona, porque podía levantar sospechas. Debía comportarme de acuer-
do con la imagen que se maneja en la zona de los investigadores, personas que
llegan, trabajan unos meses y se van. Para no permanecer Lodo el tiempo en Puerto
Asís extendí el trabajo de campo al municipio de Piamonte.
La baja bota caucaoa presenta una situación privilegiada para el estudio de la
marginalidad de la región amazónica, definida en relación con la administración
del departamento del Cauca y el estado central. Por otra parle, comparte todas las
características sociales, culturales, políticas y económicas de la amazonia occiden-
tal, incluidas la intensificación del cultivo de coca durante las ultimas dos décadas
y la presencia dominante de la guerrilla. Por estas razones el trabajo en esa región
me sirvió para entender los sentimientos que generan el abandono y desconoci-
miento en sus habitantes, su manera de asumir la exclusión y la búsqueda de
inclusión en el estado-nación colombiano.
Por tanto, aunque este libro se centra en el caso del movimiento social de los
cocaleros en el Putumayo. en él se utiliza el trabajo en la baja bota caucana para
contrastar, ampliar y profundizar el análisis del movimiento social en el Putumayo.
por cuanto este tuvo lugar también en esta región. Además, la creación del munici-
pio de Piamonte en la baja bola, en 19<)6, me permilió observar el comportamiento
de las Farc en este proceso, por cuanto se trataba de la entrada de la administración
oficial a una región en donde ejercían por completo gobierno y autoridad; han
estado en la región por varias décadas y sus habitantes están acostumbrados a
tratar todo el tiempo con el comandante del frente, de manera que en las conversa-
ciones cotidianas se habla de ellas desprevenidamente. Por otra parle, los jefes de
las juntas de acción comunal y los miembros de la comunidad acuden periódica-
mente a reuniones convocadas por las Farc para tratar asuntos diversos, reuniones
que después se comentan abiertamente entre la gente, lo cual me ayudó a entender
el papel de este grupo en dichas regiones, desde la perspectiva de sus habitantes.
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l DENT1DAO y l'IIIIIAD-\NII\ 1:.'< 11 PllrtiMAYO • Marw Clemencta Ranure¡_
LA ETNOt;R\FIA QUF I'RJ::SI:.-:>ITO ES 1.1\ DEL MOVI!\11ENTO DE LOS C.AMPES1NOS C.:OC\IFROS EN 1:1
Pmumayo. con referencias a la baja bota caucana. Centré mi trabajo en los líderes
del Movimiento Cívico por el Desarrollo Integral del Putumayo que dirigieron di-
cho movimiento y a quienes entrevisté; también tuve acceso a sus discursos du-
rante las diferentes fases del proceso, lo que me permitió transcribirlos y analizarlos
a lo largo de este libro. Los lídP-res de ese Movimiento son los actores centrales de
esta etnografía: ellos estuvieron interesados en que se escribiera la historia del
movimiento y me prestaron toda la colaboración necesaria. Además, el objetivo de
mi trabajo en la región de esta manera redundó en mi seguridad.
En su análisis del Movimiento lndígena Pan-Maya en Guatemala Warreo (1<}98)
señala que todavía está por escribirse una historia social de Jos inte lectuales públi-
cos en Latinoamérica, África y otras regiones poscoloniales. Considero que los lfde-
res del Movimiento Cívico son intelectuales campesinos [peasant intellectuals) en el
sentido que le da Feierman (1990) al término. Se trata de los cam pesinos que organi-
zan movimientos políticos para mejorar sus condiciones ele vida y alcanzar justicia
social de acuerdo con su definic ión de esta; es decir que crean un nuevo discurso
político. Feierman analiza este discurso político que emerge y que transmiten los
campesinos para el caso de la comunidad de Shambaai en Tanzaoia. Por medio del
estudio de la posición social de estos intelectuales campesinos como direclivos de
organizaciones o educadores. busca entender la relación que se establece entre la
cultura local y la cultura dominante o el poder nacional. Los intelectuales campesi-
no~ . situados entre el discurso público y el poder dominante, median entre la crea
ción activa de un lenguaje político y una continuidAd de larga duración, así f omu
entre la sociedad local y la sociedad global. Tal como lo señald Warren (rQ98: 25) "lo:.
intelectuales locales pueden carecer do credenc iales formales, pero son reconoc icio~
como productores de conocimiento confiable e intérpretes de lA realidad social''. La~
com unidades reconocen a los líderes como tales y. por consiguiente, tienen P-11 cuen-
ta y respetan su interpretación de la realidad y las soluciones que proponen; ade-
más , eUos desempeñan un papel central como mediadores entre la:. comunidadP.s
locales. el gobierno nacional y los organismos internacionales.
En los siguientes capilulos se examinan estas interpretaciones y los argumentos
que se esgrimieron durante la mesa de negoc iación; de este modo, espero contribuir
a la historia social de los intelocluales públicos ele la que habla Warren. Mi principal
objetivo es darlo voz a estos actores subalternos para acercarnos desde sus perspec-
tivas y experiencias a l o que significa paro e llos el cultivo de coca y el conflicto
armado. Para lograrlo, uno de Jos objetivos centrales del presente libro es entender
cómo moldean sus discursos y cuáles son sus argumentos. Por tanto, be querido
que las voces de los habita11tes del Putumayo y la baja bota caucana formen parte
central de este trabajo. por lo que transcribo las intervenciones de los líderes campe-
sinos en la mesa de negociación, las entrevistas que realicé y las declaraciones que
hacían a la prensa y otros medios de comunicación.
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INTRODUCCIÓN 1
25
Los líderes de este movimiento son también colonos; algunos llegaron hace vein-
te años de otras region.es del país; otros han vivido en la zona por más tiempo pero
se definen corno líderes naturales. Un líder sindical agrario nacional explica qué
significa ser líder natural:
Se le llama /Jder naturol al que empieza allá [se refiere al campo), se queda a.Uá y es un líder
de base. Todos hemos estado en ese proceso. sólo que cuando entendernos que la organi-
zación debe cualificarse y ligarse a otro tipo de objetivos, políticos y económicos de carácter
nacional, entonces ya no nos consideran tao naturales. Pero a mí me parece que uno sigue
siendo lfder notwul porque es un campesino; no se hizo líder en la academia, por decir algo,
aunque algunos tienen la posíbilidad de mejorar sus niveles académicos. Sin embargo, uno
sigue siendo un líder nalurol, porque no se hizo líder en las aulas, se hace Hder, va
escalando peldaños, unos más rápido, otros más lento, otros con más suerte, otros con
menos, pero es así (entrevista a líder sindical de Fensuagro, Bogotá.19!)8).
Bourdieu ha seitalado que el capital cultural debe llamarse "ro pita/ infarmacional- para conferir
a esta noción u na completa generalidad- y que existe bajo tres formas: en los estados incorporado.
objetivado e institucionalizado" [Bordieu y Wacquant, 1995: 82).lncorporado, como disposiciones
culturales interiorizadas por el individuo por medio de la socialización: objetivado, significando
objetos tales como libros que requieren habilidades culturales especializadas para su uso;
institucionalizado se refiere a las credenciales del sistema educativo (Swartz. 1997: 76). "El capital
social es la suma de los recursos. actuales o potenciales, correspondientes a un individuo o
grupo, en virtud de que éstos poseen una red duradera de relaciones. conocimiento y
reconocimiento mutuos más o menos institucionalizados. esto cs. la suma de los capitales y
poderes que semejante red permite movilizar'' (Bourdieu y Wacquant. IQ9'i: 82.).
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+ María Clemenc111 Rmmre~
l
2.6 -
l DF..NnDAD Y CIUDADANIA EN E'.L PUTUMAYO
--
POR ULTLI-10, ES NECESARIO EXPLICI\K Qlfl:: ANTl·:S DE CON\ ElrT'IflSE E:-.ll.lllllO t-:STE l'RALit\10 SE I'IU'.SEJ\·
TO como tesis de doctorado a l departamento de antropología social ele la Universi-
dad de Harvard, en enero de 2001, lo que debe tenerse en cuenta para entender por
qué algunos capítu los, como el primero y el segundo, tratan muy por encima as-
pectos que en Colombia han sido objeto de extensos análisis. A los lecto res extran-
jeros debía presentárseles una visión somera de la historia de violencia del país.
de la aparición y consolidación del cultivo de coca y sus diferencias con otros
países andinos. entre otros asuntos, con el fin de lograr una mejor comprensión
del problema abordado. Tal vez para los investigadores colombianos dichos aspec-
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OORODUCCIÓN 1
27
tos pudieran haberse obviado, pero para un público colombiano más amplio, al
que también busco llegar, esta visión general cumple un papel importante para la
comprensión de la situación de los campesinos cultivadores de coca en el Amazo-
nas colombiano.
Con el fin de hacer más accesible el trabajo a los lectores de habla española, las
citas de autores extranjeros han sido traducidas por mí; por tanto, asumo los errores
que puedan encontrarse. En cuanto a las entrevistas, cuando lo consideré necesario
por razones de seguridad omití el nombre del entrevistado o lo cambié. En otros
casos el nombre real del entrevistado sí figura, por considerar que no lo ponía en
peligro o porque este apareció en los medios de comunicación que cubrieron las
marchas.
En c uanto a la temporalidad, vale la pena aclarar que el libro reporta la situa-
ción del cultivo de coca y de las organizaciones sociales que emergieron entre r996
y 1999. En algunos momentos hago referencia a 2000, cuando se considera necesa-
rio aclarar, pero los datos recogidos entre r998 y 1999 son predominantes. En el
epílogo, escrito en octubre de 200r, busco hacer un seguimiento a los procesos que
vi emerger durante esos años.
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CAPÍTULO 1
~ FSTE (.,\PITilLO Se PReSENTA EL ESCENARIO EN I'L QIIE EI\IERí;JÓ EL 1\IOVIMIENTO SOCIAL DI:.
E los coca/eros así como las características adscritas por el estado central y por
sus habitantes a la región donde se realizó la investigación. Para ello, se hace
un recuento de la procedencia de los colonos y de su tiempo de vinculación al
Putumayo y a la baja bota caucana 1 (véase mapa r) con el fin de mostrar que el
proceso de colonización ha respondido a diversas coyunturas económicas, políti-
cas y socioculturales que han definido la historia de esta región a lo largo de un
siglo, así como la percepción y formación del estado en esta región amazónica.
Es importante señalar que así como hay grupos que se han asentado definitivamen-
te en ciertos lugares y reclaman su arraigo a la región amazónica, también hay otros
que han mantenido como forma de vida el ser colouizadores, sin que ello implique
un desarraigo si no que, por el contrario, es marcador importante de su ide ntidad.
Donde el movimiento de población es permanente se han establecido mecanismos
que permiten la articulación de recién llegados a la organización social, política y
económica de la región. Aun cuando el cultivo de coca agudiza los procesos
migratorios así como la aparición de sectores de población que migran a la zona solo
a recolectar y son definitivamente itinerantes, desde una perspectiva de larga dura-
ción la región amazónica ha s ido construida como un espacio de recepción de po-
blación desplazada del inte rior del país. Este es un rasgo que no puede dejarse de
reconocer como eje definitorio de la polílica ejercida hacia la amazonia colombiana
por parte del estado central así como del sentim iento de abandono que impera en el
discurso de los habitantes de esta región cuando hablan del estado.
La región sur del departamento del Cauca, que se conoce como la bota caucana. comprende un
área de 4.479 km' . Hasta 1!)96, esta área correspondía a la jurisdicción del municipio de Santa
Rosa, cuyo centro urbano estaba localizado en la parte alta de la bota. Desde el pueblo de Santa
Rosa, localizado en la región andina, hasta la baja bota caucana. en la región amazónica, se
gas tan aproximadamente doce horas a pie o en mula. a través de un territorio quebrado formado
por la cuenca del río Caquctá. Debido al aislamiento de los pobladores de la baja bota caucana con
respecto a dicha cabecera municipal, sus habitantes han recibido servicios de educación y salud
de los departamentos del Putumayo y Caquetá.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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CAPITllLO 1 • Po/frica del tiempo y el espacio en el Purumayo 1
31
Agnew (1997= 2.8) propone un concepto de lugar que no sólo comprende los
marcos formales e informales dentro de los cuales se desarrollan las interacciones
sociales cotidianas -localidad- y el área geográfica que incluye la localidad, com-
prendiendo procesos económicos y políticos que tienen lugar en un marco regio-
nal. nacional y global -ubicación- sino también un sentido de lugar, que toma en
cuenta la percepción subjetiva que se deriva de vivir en un lugar particular. Este
concepto de lugar enfatiza el sentimiento, lo subjetivo que incide en la percepción
de la vida social. Es decir, insiste en que un lugar particular al diferenciarse de otro,
llega a convertirse en un objeto de identidad para el sujeto que lo habita, y aún más,
puede llegar a moldear las relaciones sociales e interacciones de la localidad. Estas
percepciones subjetivas de identidad asociadas a ciertos lugares determinan prácti-
cas sociales y políticas que imprimen un sello determinado a los lugares que se
diferencian dentro del Putumayo, tal como se señala en este capítulo y se verá a lo
largo del libro.
2. El área total del territorio colombiano es de u,S.j88 km ' , de los cuales la región amazónica
,_¡barca .p.j. .J7J km', representa ?7% del territorio y ¡o% del total del área amazónica de Sudamérica. •
E>tá conformada por los siguientes departamentos: Caquctá, con 88.C)Iís km' ; Putumayo. con :w..BBs
km ' ; Guaviare, con 5~.460 km'; Amazonas. con rog.66s km'; Vaupés. con 'i·P35 km' ; Guaínía, con
7--2J!l km' ; y el suroccidcnte del Mela. con ro.r2.) km [vilase el mapa 1).
r.:, el rPnso di' r<)Q;, el departamento de Caquctá reportó u na población tnlal de JU ..J.l14 habitantes:
Putumayo de 2.04.309 y Guaviare de 57.884.
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+ María Clemencia Ramíre=
32 I !DENTIDA D Y CIUDADANÍA EN El. P UTUMAYO
MAPA2
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CAPfTliLO 1 • Pol(/jca del tiempo y el espacio en el Pwumayo
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1 33
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María Clemencia Ramrre:.
34 I IDENTIOAD Y CIUOAOANIA EN EL PUTUMAYO •
6 Para una historia detallada de la explotación del oro en el Putumayo desde el siglo dietiséis
hasta mediados del diecinueve, véase Domínguez y Gómez (1001).
7 En dichas regiones. los latifundistas -predominantemente ganaderos- establecieron relaciones
palrón-client~ con los campesinos que vivían o trabajaban en sus tierras. convirtiéndose no sólo
en patrones sino en el vinculo de estos campesinos con los partido~ tradicionales.
S Bushoell (1991) anota cómo los partidos tradicionales mantienen. desde el siglo diecinueve. y en
forma permanente, una lucha electoral que contribuyó al origen de Lo Violencia. puesto qur
perder una elección no se acep taba pacíllcamente y más aún, la violencia se usaba antes de las
elecciones para impedir la votación. Carlos Mario Perea (199(5) ha llamado la atención sobre las
emociones. el "odio ancestral" y el "sentimiento bárbaro". como Pxplicacíón de la permanenr '''
de la violencia partidista.
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CAPITULO 1 • Política del tiempo y el espacio en el Putumayo 1
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María Clemencia Ramíre::.
36 I { OENTIDAD Y CIUDADAN IA EN EL P UTUMAYO •
MAPA4
ÁREA GEOGRÁFICA DE l./\ VTO!.ENClA, 1949-1953
Fuente: Germán Guzmán Campos et. al . La Vio/encta en Colombia, 9a. Ed .. Bogoltl. Canos Valenc1a Edtlores
1980, Mapa No. 6, p. 97.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CAPITULO 1 • Política de/tiempo y el espac1o en el Pwumavo 1
37
9 En 1930se· fundó el Partido Comunista y se inició la organización de una fuerza radical en centros
urbanos y en áreas rurales, en contra del orden establecido.
10 El acuerdo que dio origen al [.)-ente Nacional fue firmado en r9SB por Alberto Lleras Camorgo y
lAurea no Cómez, quienes determinaron que los dos partidos se turnarían la pre&idencia durante
d.eciséis años en forma alterna o.;ada cuatro años. con el fin de terminar coa La Violencia.
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iDENTIDAD Y t'IUDADANIA Fl'< Fl PtiTUMAYO • María ClemellCifl Rum1rc
como crónicamente suplantado. y por lo tanto como un poder con casi inexistentes
solidaridades nacionales". Esta caracterización adquiere mucha importancia para
entender la violencia política en la región amazónica hoy en d1a.
Por otra parle, a partir de la década de 1950 se inició la explotación maderera en
el Putumayo, la cual tuvo un auge significativo a finales de la década de rC)(lo,
manteniéndose aún como un renglón de importancia económica para la región. En
la década de 1960 hubo otra bonanza: el comercio de pieles. que impulsó a indígP.-
nas y colonos a la cacP.ría indiscriminada; en este caso. los centros ele comercializa-
ción fueron Puerto Asís y Puerto Leguízamo (Carpos. IQ<)I: ~5) • 11
11 Silva (.2.001: ~14-537) mueslra que en el Putumuyn, bacía 1934 -despuós de la guerra c.onlra el P.!ru
se inic ió el comercio de pieles de ;mimales salvajes tales romo "el r.ai!llán negro, In habillil, el
manao y ol cerillo: en mf'nor esca la, las de ligro. tigrillo, lobón. nutrin y mnnao ( ... )comercio que
se prolongo por cuarenta años en todos los ca ños de los ríos Putumayn y Caquetó con sus
afluentes". incenlivado por permmos y brasileños. Por otra partP, "al final de los 40 se inició el
tráfico de animales vivos. charapas. morrocoyos. loros. pajaritos, miws. culebras. especialmente
boas y olros tanlos" (Silva. 2001: 537). Para la épor.a de /J(J \'iolencin. tos colonos que llegaron al
Putumayo iniciaron la explotación del cedro. madera que hoy Pn dia sigue siendo la m:is
importante desde el punto de visla comercial en el río Pulunta yo (\'on 1-lildcbmnd . .!001: snl.
Para el caso del Guaviare. Molano (1Q87: )6) señala que hasla finales de la décnrla de 11)70 sólo lns
pieles y el pescado tenían mercado y constituían tos renglones comerciales.
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CAPITlLO 1 • Política del tiempo y el e$pac:io en el Putumayo
1 39
L\ CONSTRUCCIÓN DE UN TERRITORIO
VACÍO Y RECEPTOR DE POBLACIÓN
P ULI1h OI::CIRSL QUE EL GOBIER.'\10 CENTRAL SF REPRI:.SENTÚ A ESTA R.ECIÓN COMO UN 17;'11/ll'/tJ/111 l
haldío, negando la existencia de grupos indígenas y adscribiéndole la función de
región receptora de población desplazada. Comaroff y Comaroff (r988) hao demos-
trado cómo la representación de territorios desolados corresponde a la idea de que
se encuentran vacíos de huellas humanas. hecho que los europeos asociaban con
C"ultura; de esta forma, la colonización era legitimada. Como lo señala Taussig (1<)8¡:
72) para el caso del Putumayo. ''es la visión colonial de la selva la que provee los
medios para representar y tratar de dar sentido a la situación colonial". En el caso
del Putumayo. el horror conslruido de la selva, el salvajismo y canibalismo y su
imaginería occidental implícita hicieron que durante el boom del caucho los coloni-
zadores construyeran también un espacio de muerte. terror y crueldad. En el análi-
sis de Taussig son evidentes la ausencia o la débil presencia del estado en la región
amazónica durante ese periodo así como su marginalidad. Es así como para permitir
y justificar la violencia se acuerdan derechos y reglas por fuera de las leyes estala-
les. Hoy, los habitantes del Putumayo se remiten a ese periodo histórico para expli-
car el porqué de la barbarie que. según sus dirigentes, caracteriza a la violencia en
el Putumayo (Plan de Desarrollo para el Putumayo, 1998-2000).
La región amazónica era vista como una solución a la presión por la tierra en
otros lugares del país y como una zona de amortiguación para la seguridad nacional
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l DENTIOAD Y CICDADANÍA EN lil PUTUMAYO~~CI Clemencia Ramírc-:_
40 l
y la preservación de la soberanía en el sur del país. La colonización de la amazonia
occidental es un caso de expansión dinámica de la frontera, en la cual el estado
busca nuevas áreas productivas y reproduce sus instituciones y estructuras de
clase (Moran, r988). En el caso colombiano, la cultura política nacional hegemónica
también se reproduce: rivalidad partidista, exclusión de partidos alternos, depen-
dencia de las autoridades locales y de los patrones y de la metrópoli central, y
corrupción administrativa. Vale la pena señalar que así como hay expansión de la
frontera, también tienen lugar contracciones de la misma, de manera que, como lo
señala Whitten (r985: 47), la frontera presenta "su propia autonomía sim ultánea.
resistencia, aquiescencia, cambio y persistencia".
En cuanto a la procedencia de los habitantes del Putumayo, en una encuesta
conducida por el Incora en 1991 entre campesinos se recogieron los siguientes datos:
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DEPARTAMENTO POkCI:.iVI't\IF
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Nariño 54.5
Cauca 14,6
Putumayo 3,1
Valle del Cauca
Tolima
Caquctá :1,.¡
Cundinamarca 1,4
Meta 1,6
Huila 0.8
Otros 4.9
CUADK02.
Pf':m000 DE VlNCUI.ACIÓN DE I.OS COI.ONOS A LA RECIÓN
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CAPITULO 1 • Política del tiempo y el espacio en el Putwnayo 1
-- -- 41
De las cifras que presenta esta muestra deben resaltarse tres aspectos: en primer
lugar, la predominancia de colonización nariñense en el Putumayo. lo cual va a
incidir en los procesos organizalivos ele la población y en su percepción del esta-
do. Se trata de campesinos minifundistas que buscan hacerse a un pedazo de tierra
propio y mantienen, por tanto, su condición de pequeños cultivadores. En segundo
1ugar. aunque el porcentaje mayor de llegada a la región se presenta durante el boom
de la coca (37,6%), debe señalarse que durante el periodo de La Violencia otro alto
porcentaje llegó a la zona, el cual, sumado al de la población que llega como produc-
to de la explotación petrolera, representa 42.,4% de la muestra.
En tercer lugar, como resultado de este proceso de colonización, tres generacio-
nes de campesinos han venido habitando el departamento del Putumayo. Los pri-
meros colonos criaron a sus hijos en la región amazónica y vivían allí cuando llegó
la COl:a. Es importante destacar que la gente se desplazó en diferentes periodos de
tiempo y que la coca no ha sido la única razón, o la principaL para explicar la
migración a la región amazónica. como lo muestran los porcentajes de la encuesta
del Incora.
LA BAJA IIOTt\ CAlJCANt\ Y EL PUTlJI\IAYO COMI'i\RTIEI<ON SU ADI\IINISTRACIÓN POK PARTE Dt~ Lt\
misión capuchina por medio de la prefectura católica del Caquelá. Como en el Pul u-
mayo, los misioneros emprendieron la construcción de trochas entre las que sobre-
sale la c¡ue de Oelén de los Andaquíes, en el Caquetá, comluce a Puerto Limón. en el
Putumaj o. Esta trocha. terminada en 1919. acortó el camino entre Florencia -capital
del Caquetá- y Mocoa - capital del Putumayo- al atravesar la bajo boto del Cauca
(véase el mapa 3). Como resultado, en 1933 siete familias. provenientes del Huila,
fundaron el caserío de Nápoles, a las márgenes del camino (Ramírez M.. 1991: 35-36).
Otras familias huilenses, que llegaron a través del río Caquclá, se establecieron en
otros lugares cercanos a las quebratlas de Tambor y Congor (véanse los mapas 3 y s) .
.\ su vez. Puerto Limón. donde el oro de aluvión se convirtió en renglón Je
explotación económica. atrajo población a la región de la baja bota caucana: es así
como en 1940 llegaron colonos provenientes de Nariño, Caucu y Putumayo. quienes
se a~entaron en la quebrada Nabueno en busca de oro de aluvión. y en el río Tambor
(véase el mapa)).
AJ iniciarse la década de 1950, una nueva ola de colonización tuvo lugar, resu ltado
de I..J Violencia. de pobladores iniciales que se trasladaron hacia el interior de la bota,
de familiares de estos que llegaron, y de colonos que se habían asentado por un tiempo
en el Putumayo y llegaron a colortizar después la baja bola caucana. En esa década
nariñenses, huileuses y uno que otro caucano fundaron los asentamientos de La Vega,
Piarr.onte. Miraflor y Campoalegre (véas~ el mapa 5). A fines de rg;B colonos venidos de
Putumayo y Nariño fundaron la vereda Samaritana (Ramirez, 1991: 44). Es así como la
pru'lt alta de la baja bota caucana fue colonizaJa predominantemente por nariñenses.
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P•a.monte. departamento del Cauca muniCIPIO de P1amo·ntc. marzo de 1999, d•agramas del SEM ICAN mapa del muntCtptO dü Ptt~monto ••t.tualtzado en iJbnl de 1999. dtvtstOn
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CAPITuLO 1 • Pof(tica del tiempo y t'l espac10 en el Purumayo
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1 43
huilenses y putumayenses. Puerto Limón fue centro comercial hasta que Puerto
Guzmán. fundado eo 1975, se convirtió e n el polo come rc ial de esta zona.
En cuanto a la parte baja de la baja bota cauca na , la coloni zación provino, sobre
todo. del Caquetá; se realizó hacia finales de la década ele 1960 y durante los años
1970 y r9bo y tuvo como vía de acceso los ríos Caquetá y Fragua. Entre las veredas
fundadas por colonos provenientes del Caquetá están El Remanso (1973) . Villa Lazada
(1977) y El Triunfo (1978). Otras más recientes son Fragua Viejo (1Q8o), Bajo Congor
(1982.) y Yapurá (1g88) (véase el mapa e;). Curillo, polo comercial de esta región, locali-
zado en el Caquetá. fue fundado en 1\)Ó'i. Respecto a la colonización de la parte baja
de la baja bola caucana, Roberto Ramírez (r971: 82) señala:
en 1977 se calculaba que e l 6o% de los colonos ubicados en la cuenca del Fragua
Grande (lindero oriental de la baja bota caucana ) han s ido previamente colo nos e n
otras zo nas del Caquetá, después de 1982 se ha venido dmdo una tendencia genera-
lizada e n e l Caquetá de migraciones in Ira regionales (en buena parte ligadas a l c ulti-
vo de coca). situación que ha tenido directa incidencia tJn la ocupación más reciente
de la baja bola caucana. Sin e mbargo. es tos procesos se ven afec tados por la suce-
sión de conJlictos armados y el desesllmulo de la colo ni zación en razon de l m e nor
apoyo ri el lncora.
Se trata de lo que podemos llamar culoni zación secumlnrio pues la poblac ión
colona del Caquetá fue la que. como tal. con tinuó e l proceso coloni zador hac ia la
baja bola caucana, buscando nuevas tierras y la expan sión del c ulti vo de coca. La
coca apareció en la baja bota caucana durante la primera bonanza (1978-1982.) y se
generalizó cuando se inic ió la segunda (HJ8..¡.-I987) . debido a la existenc ia de baldíos
y al aislam ie nto geográ fico. que facilita e l cultivo. En general, se lata de exte ns iones
pequeñas. y mientras en la parte a lta no se abandonan los cultivos tradicionales.
e n la baja se ti ende al monocultivo de coca. como e n el caso del Bajo Congor.
Debido a la loca lización geográ fi ca intermed ia en tre e l Caquet<i y el Pulumayo.
desde T9'i) los habitan tes de la baja bola caucana buscaron anexarse al Pulumayo o
al Caq uetá: a partir de rg8o empeL:ó la lu cha por la c reación del municipio: en rg87
se fundó el Comité pro-municipio, y en r99(i se logró la creación de l municipio de
Piamonte, e n e l marco del movimiento coca/ero de rlicho año 11 • Hoy en día. la
mitad de la pob lación de Píamente ti ene relaciones comerciales con Mocoa.
Villagarzón y Puerto Guzmán e n el departamento de Putumayo. y la olra mitad con
Curillo, La Novia y Zabalcla e n e l Caquetá.
Como resu lt ado, los hab itantes de la baja bota caucana están en constante mo-
vimiento hacia los departumenlos de Pulumayo y Caquetá. pero regresan después
de días. sema nas o años de haberse a lejado de ella. Durante las conve rsaciones que
12 Este municipio tiene una extensión aproximada de 2.016.4 km ' . una población de 8.58~ hauitantes.
de los cuales 1.165 son indigenas pertenecientes a lit etnia inga do hab la quechua. Existen siete
corregimieu tos y sesenta y cuatro veredas. Toda el área es rural (Municipio de Pi.amonte. Plan rle
Desarrollo Municipal. 1999-:tooo) (vóase el mapa >1
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
[OEJifllDAD Y CIUDADANIA EN EL PtJTUMAYO • Mnría Clemencia Ramírl!:.
44 1
A la mayoría uno le escucha: iah!, es que yo soy del Valle, yo soy del Caquetá. vo soy del
Tolima, yo estoy aquí por si las moscas, por unos días. Como estamos de paso, no nos
apropiamos de esto que nos está dando la alimentación y venimos con el (;U e oto tle que
vamos a estarnos uno o dos uños. Mentiras, que aqtú nos volvemos viejos y nos vamos
a morir y todavia estamos de paso. Entonces, propongo que se realice una campañn de
concientízación en la que nos apropiemos de esto tierra: esta tierra es nueslru: po1 el
hecho de estar viviendo, de estar sulJsisliendo de el la es nuestra. Atlemas, tengamos en
cuenta que esto es la llercncia, es la tierra es la herencia que le vamos a dejar a uuestws
hijos (intervención de una líder de la baja bota caucano en un taller en Yapurá. 11)98).
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CAPÍTULO 1 • Política del tiempo y el espaciO en el Putwnayo 1
45
Si el Estado se hubiera preocupado por subsidiar el sallo del colono hacia el régimen
empresarial. abaratando e l costo del dinero y proscribiendo la concentración de lierras,
mientras mejoraba los servicios, controlaba los precios y abría vías de comunicación el
sino de la colonización habría cambiado. F\!ro no lo h.iw y quizás no lo podía hacer puesto
que los colonos no tenían injerencia política en el Estado y los representantes políticos
de aquellos eran personeros de intereses contrarios y aún antagónicos a los suyos (Molano,
1C)88: 32).
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
+ María Clemencia Ramíre-;_
46 I IDENTIDAD Y CIUDADAN1A EN EL PLTUMAYO
Aquí no necesitamos sino la ayuda del gobierno. Yo le digo al señor gobierno que ésta es
Colombia! que nos reconozcan, que nos hagan unos préstamos. pero no con ese cara palo
de la Caja Agraria que sólo presta si uno tiene 2ocabezas de ganado( ... ). PedimosqUI! el
señor gobierno miro por aquí y vea que la gente quiere trabajar y que nos liene que tene1
P.U cuenta, que ésta es también Colombia. Uno trabajar con las meras uñas es cosa muy
dura (testimonio en Raigambre, 1991: 42· Énfasis mía).
LEFEBVRE (1991: 281-282) HJ\ LLAMADO l.t\ ATENCION SOBRE LA NECES10.-\ D llE 1\lliV\H \L ESTAllO
desde una perspectiva espacial. como un espacio en donde se centra liza el poder y
desde el que se proclama la sobora1úa de una nación sobre un territorio determina-
do. Pero, sobre todo, señala cómo cada estado introduce su propia manera de
dividir el espacio, de clasificar discursos sobre este y sobre .cosas y personas en él.
Distingue, primero, el espacio global, es decir, el do la soberanía que se imagina sin
diferencias internas; segundo, el espacio fragmentado. el que localiza ospecifil.idades,
lugares o localidades, tanto para controlarlos como para hacerlos negociables: ) ,
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CAPITULO 1 • Po/frica del tiempo y el espacio en el Purumayo 1
47
ten:::ero. un espacio jerárquico que establece rangos entre ellos, desde el más bajo
hasta el más aristocrático o elitista. Esta perspectiva espacial del estado es muy
i m¡portante para entender la forma como se ha abordado y definido este espacio
amazónico y cómo responden sus habitantes a esta definición. Refiriéndose a los
paí.ses andinos, Slater (1998: 387) ha señalado cómo, "en los últimos quince a veinte
años se ha presentado una serie de movilizaciones, protestas y movimientos que
surgen local y regionalmente, que han cuestionado la existente territorialidad del
estado ( ... ) y en la Lucha contra el centralismo, han emergido nuevas formas de
espacialidad subjeliva y de identidad".
De esta manera, durante el gobierno de Belisario Betancur (!!}82-Ig&í) se inició e]
pro·ceso de descentralización política, fiscal y administrativa en Colombia, con el
fin de modernizar y democratizar el estado, en respuesta a la expansión de la protes-
ta popular y de la violencia política, que en esa década desbordó la capacirlad de
control por parte del mismo. Con la ley 12 de 1986, se reglamentó la reforma munici-
pal que buscaba ampliar los espacios de participación ciudadana y fortalecer las
inst ituciones del poder local , y "tutelar la participación ampliada'' (Gaitán, r988:
63)'"". En el marco de esta reforma se instauró la elección popular de alcaldes y se
transfirieron recursos a las administraciones municipales. los cuales no pasaban por
la gobernación del departamento, lo que redunda en el empoderamiento de las admi-
nistraciones locales y regionales. Sin embargo, como lo señala Gaitán (r988: 63):
14 En su análisis soiJre la reforma municipal, Moreno (r()88: ~S) insiste en que ésta "fue sólo el producto
de un análisis simplista y mistificador que tachaba al acentuado centralismo como causante de los
problemas nacionales", en tre ellos los paros cívicos y la insurgencia armada. Además, muestra
' cómo antes que propender a la autonomfa regional y municipal. la reforma buscaba la modernización
del estado. y enfatiza cómo aunque se descentralizaron funciones y responsabil ídades. el gobierno
central mantuvo mecanismos de control. Concluye señalando que, "la gestión de los alcaldes
electos es quizás la única medida realmente descentralista''. En el análisis del movimiento coco/ero
esta tensión entro centralismo y descentralización va a hacerse evidente.
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IDENTIDAD Y ClliDAUAI\IA hN EL PUTUMAYO + María Clemencia Ramíre:
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CAPtTULO 1 • PoUrica delriempo y el espacio en el Ptllliii/O)'O
1 49
A la vez que el centro del país se contrapone a esta región marginal amazónica
como una unidad homogénea, "la otra Colombia", o, en palabras de las Farc, "la
Nueva Colombia", atravesada por intereses transnacionales que giran alrededor
del narcotráfico, es importante entender la complejidad espacial dentro de la ama-
zonia occidental y del departamento del Putumayo. Un mismo evento. como fue-
ron las marchas cocaleros de 1996, sucede, se desarrolla y finaliza de manera distinta
en el Putumayo, el Caquetá y el Guaviare, de acuerdo con los diferentes procesos
orgartizalivos anteriores y las contracUcciones internas entre lugares con identida-
des políticas contrapuestas, entre otras causas 15•
Por su parte, y como se ha señalado, la baja bola caucana, debido a su situación
geográfica, puede considerarse el estereotipo de una frontera marginal en Colombia
y específicamente en la región amazónica. A pesar de esta condición, sus habitan-
tes han luchado por hacerse visibles como habitantes de la baja bota caucana, y
por medio ele la lucha por la creación del municipio de Píamente durante el movi-
miento cocolero de 1996 demostraron su búsqueda de reconocimiento como parte
del estado-nación colombiano. Un aspecto central en estos territorios marginales es
la búsqueda de su redefinición, tal como lo señala Pile (1997: 30J:
Los territorios no necesariamente son espacios do exclusión en los que la gente de-
finida como marginal o por fuera de los valores dominantes es denigrada, rechazada
y persegu ida (Siblev, r995). Por e l contrario. la resistenda de la gente puede
reterritorializar el espacio de varias maneras con miras a transformar sus significa-
dos, debilitar el uso del territorio como una fuente natural de poder y permitir que
este se convierta en un espacio de ciudadanía. democracia y libertad dentro de cier-
tos límites. Los territorios implican ubicación. frontera y movimiento y. por lanlo.
en la medida en que la gente busque formas alternativas de vida y de conexión con
el mundo se sobrepondrán, serán discontinuos y cambiantes.
r~ Ll investigación Ican-Colciencias. que se llevó a cabo en tre 1998 y HJ99 bajo mi dirección. abarcó
también a los departamentos del Caquotá y Guaviare. En los Lres casos se inv!lsligaron las
n:ovilizaciones colectivas que han tenido lugar desde los al'los 1970 hasta rggó. para entender la
articulación de las marchas a los procesos organizalivos específicos. Con ello se buscó. "desmontar
l;; reificación de la amazonia occidental como una unidad homogénea donde sus habitantes con
sus demandas, necesidades y construcción de identidades locales y regionales. quedan
subsumidos por la dinámica que ha tomado el conOicto armado y la implementación dn la
pJiitica internacional de lucha contra las drogas" (Informe a Colcicncias, 1999: 4).
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IDENTIDAD Y CIUDADA 'IIA EN FL PUT\.,\,1¡\YO • Mana Clemencia Ranure~
16 En septiembre de r<)Qil y como propuesta para dar tnntinuidad al Mandato Ciudadano por la Paz se
hizo la dcdaralorio de los territorios de paz: "Entenrlcmos por territorio de paz el ,•spado en tll
que se afinca una 'Comunidad de Paz' y f)Ue busca construir o reconstruir el tejido social. establecer
relaciones de cooperación y convivencia y ret.upcrar el sentido común de la sa,· ra lidad de la
vida" (Declaratorio de territorios de paz. rl)98: b.JJ.p:~o.lnodn.o.rg..co). Durante la semana
por la paz que tuvo lugar entre el 6 y el 13 de septiembre de 1!)98, mientras realizaba el trabajo dt:
campo, la directora del programa de Re inserción de la presidencia en Mocoa viajó desde Puerto
Loguizamo a Puerto Ospina en una caravana de paz. proponiendo que todo el Putumayo luPra
declarado territorio de paz. La ley de ordenamiento territorial (marzo de l\197) prnpw.. n cnmn
tales sólo a los municipios de Vitlagarzón y Mocon.
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CAPITULO 1 • Polftica de/tiempo v el espacio en el Purwna1•o 1
SI
o tros. porque tie ne la certeza de que nada le va a pasar" (carta al presidente Samper.
marzo de 1998). Duranle ese Foro se insistía en "que se ha pasado de un estado de
vio lencia a un estado de barbarie, acompañado en algunos casos de indiferencia
ciudadana" (mesa de trabajo de derechos humanos y resolución de conflic tos. febre-
ro 1998). Es evidente la evocació n de las visiones que llenen algunos funcionarios
oficiales sobre la historia de la región, las que inciden en la forma e n que se explican
esos hechos violentos: se reWca la condic ió n bárbara ele la región amazónica, donde
impera la Ley de lo selva, y la incivilidad es la norma. En este caso puede observarse
cómo los funcionarios loca les son a mbiguos en la forma de analiza r el problema de
agudización de la violencia, pues aun cuando hablan de luchar en contra de la
impunidad. también legiliman la violencia impe rante. En fin, se ratifica la visión de
una región marginal y vacía o habitada por bárbaros en un estado natural17 , la cual
debe recolonizarse y civilizarse.
Parlo enton ces de que espacios y lugares se encuentran jerárquicamente
interconectados, antes que naturalmente desconectados y las diferencias y las trans-
formaciones son el resullado de es ta interconexión.· Es así como se habla del a llo
Putumayo en relación y en contraposición con el bajo Putumayo. en cuanto a su
his to ria y a la predominancia o no de la violencia. Más aun, se contraponen como la
regió n civilizada y la región bárbara o salva je (véase e l mapa 2).
En el a lto Putumayo están los municipios de Santiago, Colón , San Prancisco y
S ibundoy, localizados en e l valle de Sibundoy, donde la principal actividad econó-
mica es la ganadería y la venta y procesamiento de leche. Históricamente, se ha
caracterizado por haber sido centro de residencia de los misioneros capuchinos,
uno de c uyos legados es la existencia de colegios de primaria y secunda ria que
hacen de él uno de los lugares con mayor nivel educativo del departamento y. por
tan lo, espacio civilizado. Los habitantes del valle de Sibundoy se considera n ajenos
a la violencia que caracteriza al bajo Putumayo. tanto por no vivir en un territorio en
donde se asien tan los guerrilleros, aunquH sí transitan. como por no cultivar coca.lo
cua l se cumple también para Mocoa. capital administrativa.
En el medio Putumayo se loca lizan Mocea. Villagarzón y Orito. municipios que
se definen tambié n como lugares diferenciados en c uanto a su historia y representa-
ción de aquellos que se identifican como coca /eros, vio lentos y. por qué no. bárba-
ros. Mocea, fundada en 1780, fue también cen tro misionero desdo donde los
franciscanos iniciaron sus incursiones a la selva amazónica. y su historia permile
a sus habitantes trazar su ascendencia a los tiempos de la colonia y. así. conside-
rarse nativos del departamento, en con traposición a los habitantes del bajo Putu-
mayo. quienes son representados como migranles si n arraigo. ViUagarzón y Orilo
17 Esta situación se asemeja a la que Bourque y Warren (1989: 2S) analizan con respecto a la violencia en
el Perú durante tos años r!)Bo: ellas señalan cómo. "la s ituación peruana en las zonas de emergencia
se caracterizaba por la 'guerra contra todos· donde la guerrilla, el ejército y los campesinos podían ser
sinónimos", al punto que la situación "daba la impresión de queJa sociedad civil se estaba deterinranrlo
hacia el estado natural de Hobbcs lun estado de guerra!". Cabe señalar que en el anátisb que hace
llobbes, los sujetos emplean la razón paro crear la soLierlarl civil.
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Marfa Clemencia Ramírez
52 l
l Or..NTIDAD) CIUDAOANfA EN EL PUTUMAYO •
18 Después de la firma de los acuerdos de 1!)96, en este municipio. en et Predio Putumayo. la Red dr
Solidaridad llevó a cabo el proyecto piloto de erradicación voluntaria de coca con cincuenta .1'
una familias enlTe colonos e indfgeoas (vease el capilulo 8). En septiembre de 1!}98 había togradn
erradicar 186,5 hectáreas de coca (Red de Solidaridad-IJCA, r!)98).
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CAPÍTULO 2
1~\ COMPt\R¡\(:ION DE u,
E
S rE (.t\I'ITULO SE L'ltlCIA CON LliGISL\CION QUL IU.l.I.AME.VI",'\ 1..:\ I.EG.\11-
dad o ilegalidad del cu ltivo de coca en Bolivia, Perú y Colombia, los tres países
andinos que durante las dos últimas décadas se han turnado la predominancia
de dicho cultivo o su procesamiento, y que tradicionalmente se han relacionado con
aquel de diferentes maneras. En segundo lugar se analiza cómo ha incidido la políti-
ca antidrogas de Estados Unidos en el aumento o disminución del cultivo de coca en
Bolivia, Perú y Colombia. y en la amazonia occidental, especialmente en los departa-
mentos de Caquetá, Guaviare y Putumayo. Se muestra cómo la intensificación de las
fumigaciones aéreas desde 1994 no se ha traducido en la erradicación exitosa sino
que, por el contrario, el cultivo de coca ha aumentado en superficie total, disminuyen-
do en unos países o departamentos, mientras que aumenta en otros.
En tercer lugar se presenta una breve historia de la llegada de las Farc a la región
de la amazonia occidental. a raíz de la violencia que tuvo lugar en el interior del país
entre I9.JÓ y r966. su llegada a Putumayo en r\)84, y su consolidación como autoridad
en una región marginal y excluida del orden centra l. Las Farc regulan el mercado de
la coca en la zona y, por ello, las fuerzas militares se refieren a ellas como el tercer
cartel de la droga. Sostengo entonces, que la guerra contra las drogas se ha converti-
do en una guerra contrainsurgente. Finalmente. se traza la historia del cultivo de
coca en la amazonia occidental desde la década de 1970 hasta su consolidación como
cultivo dominante en la de rg8o, la guerra que se desencadenó entre las Farc y los
narcotraficantes por el control de su cultivo y mercadeo, y se describen los procesos
de cultivo de la hoja de coca, su recolección, su procesamiento como pasta de coca,
su transformación en cocaína en los laboratorios y su mercadeo en las diferentes
etapas1 •
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l DE.,'TIDAD \ Cll D·\DA)oll•\ EN fl PL'TlMAYO • María Clemencia Ramíre:
LA LEc~JSI.t\LION SOBRF El. r.JII.TIVO UE COC.\ OF LOS TRES PllJNCIPALES !'\JSES I'ROOIH TORES IJ!o
Latinoamérica -Bolivia , Peru y Colombia- ha PRODUCIDO DIFERENTES RESIILTADOS E:'< t:L con-
texto de la guerra internacional contra las drogas. Uprimny (1995) señala que la
ilegalidad del cult ivo de coca no ha sido determinarla por cada país sino por un
consenso internacional en el cual Estados Unidos ha desempeñado un papel cen-
tral. Además, los países en los cuales se culUva la coca y se transforma en una
droga ilegal están interrelacionados como resultado de la economía de las drogas.
Así, las políticas represivas que se adoptan en un país para erradicar los culti,·os
de coca. generalmente afectan su producción o dislribución en otr o:
La guerra contm las drogas declarada por Estados Unidos asume que al erradicar
los culti vos de coca y disminuir la c.;anlidad de hojas disponibles. los precios de la
cocaína se elevan y, en consecuencia, el consumo disminuye. Sin embargo, durante
los años 1970 y a conuenzos de la década de 1980. cuando el precio de es a al ;:>or
mayor era elevado. el consumo aumentó y luego se estabilizó. En con traste cuando
los precios bajaron el consumo no sólo no subió sino que descendió levemente
(Uprimny, r995: 84-). Por tanto. la asunción genera lizada de que comba tir los cultí\'OS
de coca disminuye el consumo de cocaína es equivocada.
En Bolivia, Colombia y Perú lo coca se ha cultivado desde liempos prebispánic:os 1 ha
sido usadd no sólo para mambear sino como medicina. "Las hojas rle cora p111•rlPn sc>r
hervidas. molidas, tostadas. o ser usadas secas: pueden ser usadas solas o mezcladas :o u
otras sustancias: y pueden ser Lomadas como té o usadas como ungüento. soludón ¡;ara
bañu. o en masajes para curar docenas de enfermedades populares·· (Za11abria. 199r 38).
La coca ha sido reconocida por estus tres países como un cultivo tradicional incligm.a y.
en cuanto tal. como un culti vo legal. Sin embargo. a diferencia de Bolivia y Perú. donrlc
el té de coca se ha utilizado tradicionalmente y pueden encontrarse otros prorlu ;los
derivados. como ungüentos y soluciones para baño. en Colombia sólo la han u!'ado
ciertos grupos indígenas andinos -paeces y arhuacos. entre otros- y amazón.cos
-hui tolos y tukanos orientales- para mombe.ar y como planta medicinal. F:st..t dife·en-
cia explica. en parte. por qué la penalización de su cultivo es más fuerte en Culombin
que en Bolivia y Perú. donde tiene una historia como producto nacional y su declara-
ción como producto ilegal liene excepciones.
En Bolivia la planta do coca no sólo se percibe como uo recurso natural sino
como palrimonio cultural. Tradicionalmente. la región de Yungas, al norlc de La
Paz, era la principal produc tora, razón por la que en la actualidad es considerada
como un área legal de cultivo. La ley mo8 del 2.1 de ju lio de 1!)88, ley del régimen de
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CAPITULO 2 • Coca. guerrilla y guerra con1ra las d!:_o~as 1
55
la coca y sustancias conlroladas, clasifica las áreas de cultivo de coca en tres gru-
pos: 1) Las áreas tradicionaJes o lícitas: 2.) Las áreas de cultivo ilícito, de donde
debe erradicarse; y 3) El resto de áreas. designadas como de producción excedenta-
ria en transición, en las que se esperaba que el cu ltivo se redujera entre cinco mil
y ocho mil hectáreas anuales, por medio del desarrollo de programas de desarroJJo
alternativo. El Ministerio del Interior consideraba en doce mil hectáreas la exten-
sión de los cultivos legales.
En 1999. la extensión de cultivos de coca se calculaba en 2J.8oo hectáreas (Hoja
Informativa del Departamento de Estado de Estados Unidos). lo que implicaría que
aun cuando se ha reducido en comparación con el año anterior (sr mil hectáreas) en
Bolivia el cultivo excedentario se mantiene. Esto indica que la coca sigue siendo
rentable y presenta mayor facilidad en el manejo agrícola (Pereira. 1998). En el área
en la cual se espera la erradicación, la ley define la reducción del cultivo como un
proceso voluntario. En esta medida, los cultivadores pueden negociar la cantidad de
cul tivos sustituidos por olros productos agrícolas. El gobierno los indemniza y. si-
multáneamente, facilita programas de desarrollo socioeconómico a través del Plan
integral de desarrollo y sustitución - Pidys- (Oporto Castro, r989: 187?. En r988, el
Pidys invitó a varias asociaciones campesinas nacionales, regionales y locales a par-
ticipar en la formulación e implementación del Plan alternativo de desarrollo: "Por
primera vez, se proponía una participación activa (sic) con los campesinos produc-
tores de coca. además de autoridades provinciales, cantonales. c ívicas e institucio-
nes en general" (Pereira, 19<)8: 49) 3.
Los cultivadores bolivianos de coca están organizados en fuertes redes de sin-
dicatos campesinos que han trabajado como asociaciones cívicas para el desarrollo
y "dieron al Chapare [w1 área de selva lropical y sublropical al este do los Andes.
que fue la zona de producción de coca más importante durante el buum ele los años
198ol una organización social totalmente diferente a sus equivalentes pemanos y
colombianos" (Reid. r989: 162.). El gobierno reconoce a estos sindicatos y desde que
se promulgó la ley han organizado protestas. han negociado con el gobierno boli-
viano maneras de adelantar programas de erradicación voluntaria de cultivos de
coca y su participación en el Pidys ha sido exitosa (Oporto Castro. r9/lo: 186). En
suma, el gobierno boliviano no sólo permite que exista una pequeña cantidad de
cultivos de coca sino que establece una clara distinción entre la coca en su estado
natural y la cocaína roe! Olmo, 1989: 2.<)8). /\sí mismo, se ha opuesto a la fumigación
El 2.ó dr julio de r989 so promulgó el decreto supremo 22.170. que rleCino al Pydis como el marco
institucional por medio del cual el gobierno nacional ejecuta programas y proyectos de desarrollo
regional y de sustitución. tendientes a reducir la producción exccdcntaria de cultivos de coca
(Pcreira. rC)98: 48).
El decreto lll./0. promulgado el1.6 de julio de 1<}88. definió el Plan integral de desarrollo y sustitución
- Pidys. como el marco institucional dentro del cual el gobierno nacional aplicaría programas y
proyectos de desarrollo para reducir la producción excedentaria de coco. En el decreto se reconocía
"la necesidad de que los productores de coca pa.rticiparan'' por medio de Conarlol -Comisión
1\acional de Desarrollo Alternativo-, Coredal-Comité Regional de Desarrollo Alternativo-, y ColodaJ
~omilés Locales de Desarrollo Alternativo- (Pereira, r998: 48).
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lDENTIDAD Y Cll:DADANIA EN E.L PUTUMAYO + María Clemencia Ramíre::.
.¡ Para r91)8 se calculó en sr mil el número de hectáreas cultivadas; pam 199Q estas habian disminuido
a 18.700 (Hoja Informativa del Departamento de Estado de Estados Unidos).
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CAPITULO 2 • Coca, guerrilla y guerra co11tra las drogas 1
57
Entre 1983 y r989, Sendero Luminoso asesinó a treinta y un miembros de los cuerpos
oficiales que trabajaban en la erradicación en Huallaga. Esta situación obligó a sus-
pender las acciones militares de erracUcación, para evitar que los cultivadores de
coca fueran in11uenciados por la guerrilla en su contra. Por otra parte. entre 1990 y 1991
hubo una expansión masiva de las patrullas (Starn, 1995: 567); esa política fue acerta-
da. pues. finalmente, la guerrilla fue expulsada con la aprobación del campesinado.
Cuando Alberto Fujimori se posesionó como presidente. el 28 de julio de 1990.
inició una reforma neoliberal de la economía; en un primer momento, estos ajustes
no favorecieron la producción de cu ltivos alternativos como arroz y maíz, lo cual
trajo como resultado el colapso de estos cullivos. al dejar de ser rentables o compe-
titivos; esto tuvo como consecuencia el aumento del cultivo de coca (Rumrrill, r998:
84-85). Al mismo tiempo. en Colombia este se intensificó, por lo que en 1994 su precio
en Perú disminuyó; así, empezó a dibujarse un nuevo mapa del cu llivo, que analiza-
remos más adelante.
A través de la ley 30 del 24 de enero de 1986 -conocida como el estatuto de estupe-
facientes-. el congreso de Coloml>ia creó el Consejo Nacional de Estupefacientes -
CNE-. el cual, entre otras, regula las zonas en donde se cu ltivan plantas que luego
serán procesadas para obtener clrogas5. Desde 1987. el CNE ha promulgado decretos
punitivos para controlar el procesamiento de hojas de coca. Este cuerpo legal anli-
narcóticos no forma parle del código penal y conforma el estatuto de estupefacien-
tes. un estatuto penal especial que es "esencialmente represivo" (De Roux, 1!)89:
32.ot'. La ley 30 contiene dos articulas referentes a la producción de coca en pobla-
ciones indígenas y de colonos. El artículo 7° le permite a los indígenas cultivarla
para su propio consumo de acuerdo con sus patrones culturales. y establece que el
gobierno nacional debe promover programas de sustitución de cultivos en áreas en
las que indígenas y colonos hayan comenzado a cultivarla con propósitos comer-
t iales. antes de que se promulgara la ley. No con tiene legislación especial respecto
nl cultivo o a la comercialización legal de la coca; en cambio. el procedimiento
estándar es la fumigación indiscriminada de las plantaciones. A pesar de que los
territorios indígenas no deberían ser blanco de las acciones para la erradicación de
coca, también pueden ser fumigados.
De otra parle. en r994 se instaló una oficina para las connmidades indígenas
dentro del Plan Nacional de Sustitución -Plante-. llamada Plante indígena, que ha
De acuerdo con el aruculo 90 de dicha ley. "El Consejo Nacional de Estupefacientes estará integrado
por: a) el ministro o vicemini~tro de justicia que lo presióc; b) el ministro o viceminislro de Salud:
e) e l ministro o viccministro de Educación Nacional: d) el ministro o vicomiuistro de Agricultura:
e) el procurador general de la Nación o el procurador delegado para la policía judicial: 1) el jefe del
Departamento Administrativo de Seguridad (01\S) o el jefe de la división de policía judicial del
mismo; g) el director general de In Policía Nacional o el director de policía judiciol e investigación
(Dijin): h) el director general de aduanas o su delegado: i) el jefe del Departamento Adminislralivo
de la Aeronáutica Civil o su delegado".
lí De Roux (1989) enfatiza en que el estatuto tic estupefacientes no tiene en cuenta la variación en
las conductas hacia las drogas. por lo que trota di' la mismA manera a cualquier individuo que
tenga alguna relación con ellas.
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+ María Cleme11Cia Ranure:.
sB l l OENTIDAD Y CIUDADANIA EN f:C PtllliMAYO
actuado como mediadora entre el CNE y los indígenas. para impedir lo fumigación
de sus resguardos o terrilorios tradicionales.
En el caso de los colonos, los pequeños productores de coc;¡ -porcelas hasta
tres hectáreas- ban peleado contra la fumigación y han buscado programas de
sustitución para abandonar su siembra. A pesar de que a Jos pequeños producto-
res se les han ofrecido planes de sustitución, las exigencias de la guerra internacio-
nal contra las drogas. que se ha intensificado en los últimos años. han borrado rl
límite entre pequeños y grandes productores. definidos los úllimos como aquellos
que poseen más de diez hectáreas del cultivo.
En conclusión, el curso de la guerra contra las drogas en Bolivia y Perú, en
donde las poblaciones indígenas tienen una fuerte presencia nacional. es distinto
al que ha tenido en Colombia, en donde las comunidades indígenas son menos
numerosas -2.% de la población-, mucho más marginales, y donde la coca no tiene
un fuerte significado cultural como patrimonio nacional. Como veremos en la si-
guiente sección, Bolivia y Perú han tenido más éxito que Colombia en sus progra-
mas de erradicación y sustitución. En Colombia, la presencia de grupos guerrilleros
que regulan la producción y comercialización de la coca ha llevado a la estigmaliza-
ción y criminalización indiscriminadas de cua lquier aspecto de su cult ivo y proce-
samiento. Sin embargo, la internacionalización de los cultivos ha llevado a la
intervención extensiva de Estados Unidos en los tres países. a tal puntu que su
autonomía para tratar el cultivo, procesamiento y comercialización de productos
de la coca se haya visto comprometida y deslegitimada:
EL CULTIVO IJE COCA CON PROPÚSITOS CO~IERCIALES COMENZÚ EN L.A REGlÓN ORIEJ\.'Tt\L DI>'- P!\IS
alrededor de 1975, promovido por comerciantes de esmeraldas, que desde antes de
que terminara el boom de la marihuana7 • ya habían establecido lazos con el negocio
7 Tal como lo documenta Tboumi (199ó)la marihuana empezó a cultivarse en Colombia a finales de
la década de H)óo, en respuesta a la declinación de la producción en México, resullado de un
programa de erradicación implementado allí y. por tanto, a la necesidad que tenían los traficantes
de hallar nuevas fuentes para surtir el mercado de Estados Unidos. El cultivo se inició en la Sierra
Nevada de Santa Maria y a mediados de la década de 1970 el boom de la marihuana era evidcnle,
habiéndose extendido su cultivo a otras partes, como los llanos orientales. En 1978. ol presidente
julio César1Urbay inició una ca mpafia de erradicación manual y aérea por medio de la fwnigación
con paraquat. Aunada a esta política, apareció una nueva variedad de marihuana cultivada en •
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CAPITULO 2 • Coca. guerrilla y guerra contra las drogas 1
59
Estados Unidos, lo cual hizo que su bonanza declinara. Sin embargo. su producción se recuperó
entre 1(}82.y 1984. A raíz del asesinato del ministro de )uslicia Rodrigo Lora Bonilla. el30 de abri l de
1()84, como respuesta ele los narcotraficantes a su persecución. el presidente Belisario Betancur
inició otra campaoa de fumigación. que aunque disminuyó no eliminó el cultivo de marihuana,
que volvió a recuperarse entre 1')86 y 1987. Sólo en 1989 disminuyó radicalmente el área cultivada,
sin que necesariamente se deba a las sucesivas campañas de erradicación sino a su falta de
rentabilidad y calidad frente a la producida en Estados Unidos.
8 El Consejo Nacional de Estupefacientes diforeucia tres grupos: grandes cullivadores de coca -
más de diez hectáreas-, medianos cultivadores -de tres a diez hectáreas- y pequeños cultivadores
- menos efe tres heclárcas-.
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María Clemencia Rwmre:.
60 l lDENTIDAD Y C IUDAOANIA EN EL PtrTUMAYCJ •
r¡ Es importante señalar que la información que prl!senta el Dcpart<~meuLo de Estarlo dll Estados
Unidos sobre el área cultivada en Colombia muestra un total de roJ.8oo hcctáreal> en re~)~ v df'
ru.~ en JI)(X¡, lo que significa que el problema del aumento de l.UIIivos de c;oc.;a bt- hil 1 l';lido
reconociendo y aceptando oficialmente. De esta manera, puede observarse que ~1 nwnejo dt: lü~
cifras currespondc a intereses poloticos.
ro La lnlernnlional Norcoli•:.~ .t\ct, promulgacia por el Congreso de Estado$ Unidos en J()'le•. mdge que
el presiciente ccrUfiquP si los paises que producen ilegalmente o son países de lránsilu dt! drogas
coopera n efectivamente con los osfuer-1.os an linarcólít;os de Estados Unidos. Los quu no lu hacen
enfren tan sanciones drásticas. que incluyen el retiro c.l tJ ayuda estadounid e n~e -<.on la excepción
de ayuda antinarcóticos o humanitaria-, la oposición a préstamos para el desarrollo ufrec•do~ por
bancos multilate rales, la sus pensión de las garan t1as para la inversión de dinero de duciac.Ja nos
estadounidenses en ese país y posibles sa nciones comerciales como la interrupción de tratam ientos
preferenciales <1 bienes importados de un país clcscerlificado (De Rementen a. 11)Cl(í: y\).
11 Como parte de In polflir.a del gobierno de Estados Unidos de guerra conlra las droga~. Colombia
es el país sudam eri ca no que mayor ayuda antinarcóticos recibe, "incluyendo 100 soldarlos
estacionados princi palmente e n rada res que monitorea n actividades sospechosas de tráfko de
droga" (Priest, 11\lashington Post, 2.8 de marzo de r()98). La ayuda total otorgada a Colombia.
incluyendo ayuda militar, fue de US$95 millones en 1997 y el doble en 1<)98 (Sc herno, The New
York Times, 1° de abril de 1gg8). En 1999, aumentó a US$!l.8g millones, "sobre todo en la forma dr
armas, helicópteros, aviones de vigilancia que aumen taron drásticamente el poder armamentístico
de la policía colombiana" (Schemo, The New York 1i'mes. iliciemi.Jre 1()98). EstAdos Uni dos
también ha donado a Colombia aviones. ha entrenado pilotos expertos en furnigar.:ióu y manlieuc
un número conside rable de agentes de laD EA eo el país.
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CAPITULO 2 • Coca, guerrilla y guerra contra las drogas 1
ÓI
CUADR03
ÁREA S~"l\\ffiRADA DE COCA EN LA AMAZONlA OCCIDENTAL COLOMBiANA,
1994-1999 (EN HECTÁREAS)
Aún más, podemos concluir con Vargas (r999: 9) que el objetivo de los mili-
tares es, simplemente. atacar a la guerrilla, sin ningún compromiso o creencia
real en la efectividad de la erradicación de la coca. Los militares sostienen que
los movimientos guerrilleros están reemplazando a los carleles 12· de Cali y
Medellín. razón que les permite llamarlos narcoguerrillas, es decir criminales
que han perdido su ideología revoluc ionaria y política y perseguirlos como
1.2 El concepto de carteles es otro que ha hecho carrera, a pesar de que, en realidad, los grupos de
traficantes no lo son. Según Thoumi (r9<)6): "Debido a los esfuerzos por parte de varios empresarios
de las DPSI [drogas psicoactivasl por colaborar en la realización de estas funciones [se refiere a
las alianzas para el transporte y contrabando de cocaína¡, se afirma que han formado un cartel,
y es común decir que las organizaciones de exportadores de cocatna están cartelizadas. Sin
embargo, el significado de la palabra cartel no es siempre claro en estas referencias. Por ejemplo.
la prensa y las fuentes oficiales en Colombia y los Estados Un idos continuamente hacen referencia
a los carteles de Medellín, Cali y otras ciudades, lo cual es bastante confuso, por lo menos para
un economista, puesto, que esto implica la presencia de dos o más carteles en el mismo mercado.
lo cual refuta la existencia de un cartel. No hay duda de que es polfticamente ütil para muchos
grupos referirse a las organizaciones exportadoras de cocaína como carteles. adjetivo que conjura
recuerdos desagradables de la OPEP y de una explotación cruda del mercado, y que transmite la
imagen de una conspiración en contra de los consum idores. Independientemente de la utilidad
y las implicaciones políticas derivadas de referirse a una organización como cartel, cuando se
estudia la estructura de la industria de la cocaína es importante determinar si realmente
corresponde a la de un cartel, puesto que el impacto de muchas de las políticas hacia la industria
depende de si realmente lo es". Como resultado, la aplicación de medidas como la extradición
abarcaría también a la cúpula guerrillera lo cual afianzaría un escenario de conflicto internacional
cr el interior del pais.
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I DENTIDAD Y CJllDAD,\NIA EN FL Ptrn rMA'O • María Clemencia Ramlre¡_
62. 1
q Las siguientes palabras del mayor Villamarin. dt!l ejército. dau una clara idea de este punto de
vista: "La alianza narcotráfico-guerrilla surge en la década dr lo~ setenta como respuesta a
necesidades reciprocas, cuando se sinl ioron acorralados ante la presión de la F\1erza Pública \' la
subversión descubrió en el narr.otráfico una fuente representativa de ingresos. a l acordar con las
mafias cuidarl!!S án~as cultivadas.laboralorios de pror.esamienlo. vías de acceso y proporciomu-les
seguridad desviando las operaciones militares. mediante ardides propios de tu g\H:rra irrcgulnr,
labor que era remunerada por los narcotraficantes r.on dinero. nrmas y apoyo log!slicu, pero QIH'
como era de esperarse, indujo a Tirofijo y los demás cabecillas del secretariado a ponsnrPn conslituir
un cartel propio que les produciría jugosos ingresos monetarios. El maridaje nai<:o-subersivo. varió
en dimensión mas oo en concepción, porque lds f'diC organizaron otro cartel de narcotrafic¡¡ntes.
amparados en la doble moral leninista "el fLn justifica los medios" {Villarnarín, tQtjí: 2.1-.u).
14 Como puede observarse en el mapa 6, en el Putumayo se encuentran presenlcs la policía
antinarcóticos y los grupos de contrainsurgencia del ejército.
15 El Acto de Eliminación de la Droga del Hemisferio Occidental es un proyecto de ley que pretende
dar ayuda a países. principalmente latinoamericanos, para quH disminuyan ostensiblemente rl
flujo de narcóticos a Estados Unidos.
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MA.PA6
D EPARTAMENTO DEL P UTUMAYO: PRESENCIA DE LAS FUERZAS ARMADAS, 1997
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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LOENTIOAD Y CIVDADANIA hN EL PUTLIMAYO • María Clemencia Ramtre;.
Fujimori previó que las acciones conlra los campesinos cocaleros llevaríéln a afianzar
una base social de apoyo a la guerrilla terrorista del Perú. lo que generó un manejo
LnternacionaJ de presentación del problema, con el fin de propiciar las condiciones
políticas para lograr una separación temporal de las medidas contra los cultivos de coca.
En efecto. con esa diferenciación. FUjimori logró Lncorporar a los campesinos a su estra-
tegia antisubversiva por medio de los s istemas de rondas campesinas manteniendo una
relativa permisividad frente a los cultivos ilegales.
11í En marzo de 199/l. al analizar la ayuda 1le Estados Unidos a los mi litares y la policía naoonal
colombiana. que se había triplicado de USS2.8.5 millones en 1995 a cerca de USSIOO millones rn
cm. el \1bshingtan Post concluía que. "los esfuerzos para ayudar a las fuer.tas armadas colombianas
renejan cambios en las actitudes r!e Estados Unidos antr la gravedad de la amenaza fliiC
representan para el gobierno los rebeldes financiados por ol narr.otTáfico" (Priest. Da na. 1\kJshi:rl{ttm
Post, 28 de marzo de 1~) .
17 Los grupos paramilitares o autodefensas han sido pagados. principalmente, por narcotraficantes
y latifundistas para combatir a los grupos guerrilleros y mantener ciertas áreas lihres de las
vacunas de la guerrilla. Es tos grupos armados también son promovidos por el estado y los militares
v. en esa modida, han sido r:onsiderados por académicos (Medina y Téllez. 1994). ONC y !Jdercs
populares como un mecanismo para el ejercicio del terrorismo estatal. Cooperativas par;¡ la
vigilancia y seguridad privada -conocidas como Convivir- fueron reglamentadas por e l decreto
j)(í de 1994. durante la presidencia de Ernesto Samper, de la siguiente manera: "servicios espociales
tle vigilancifl v seguridad privada que funcionan en áreas de riesgo, para devolver la lranqu.lidad
y para volverse aliados del orden público" (Equipo de AlternaiÍI'O. marzo-abril 1997: 9). A :ravés
de estas cooperativas, se compró legalmente armamento y desde su creación el paramililarismo
se ha intensificado y e..xtendído a través del país. Desde 1997, ha existido una conlroversia sobre
su rol en la promoción de la violencia en lugar de la paz. En abri l de 1997. se hablaba ·Je <;07
cooperativas (Equipo de Alternativa, marzo-abril1997: 8) y a finales de l mismo año se esperaba
que existieran 1 •.100. Sin embargo. el ministro del Interior aceptó no tener un número p1eciso.
Mientras la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada tenía un registro de 414
cooperati vas constituidas, una Confederación Nacional tenía un reporte de setec.entas
asociaciones (Varela, Cambio 16, 18 de agosto de 1997). En julio de 1997, un grupo de ciudadanos...
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
_ g_ue_r_rilla v guerra contra las dro~as
C_A_P_lT_u_Lo_2_•__C_o_c_a_,=.
aquellos que han llamado auxiliares de la guerrilla o auxiliares civiles de las activi-
dades guerrilleras. Los militares han permitido y promovido las actividades parami-
litares. las que han sido denunciadas por comunidades campesinas desplazadas o
víctimas de masacres, las cuales también han denunciado la decisión voluntaria de
los militares de ignorar los hechos delictivos de los paramilitares 1~. Los medios de
comunicación han destacado cómo las confTontaciones entre los paramilitares y los
guerrilleros están directamente relacionadas con el control sobre el cultivo y tráfico
de coca en las regiones productoras del país19• En estas áreas, la guerrilla regula el
cultivo y la distribución de coca por medio de la recolección de impuestos. razón
por la cual puede afirmarse que la conCronlación entre esta y los paramilitares tiene
intereses económicos y geopolíticos: para un grupo armado y para el otro, el dinero
de la coca representa la posibilidad de mantener una fuerza militar y un control
político sobre estos territorios (Semana, 904, 30 de agosto de r999). Además, la pobla-
ción civil aJlí no sólo se encuentra entTe dos fuegos sino que se vuelve un cbivo
expiatorio: se ve forzada a tomar partido, por las presiones de los guerrilleros, los
paramilitares y, además, de los militares.
El c itado mayor Villamarín (r%)6: 15) describe de la siguiente manera lo que llama
el nuevo cartel de las Farc:
La infraestructura del cartel cie las Farc, tiene todos los e lemr.nlos ele organización y
con trol propios de las bandas de mafiosos que inundan el mundo civilizado con el
trárico ilíc ito de la cocaína. con e l agravante de 11ue amedrentan t;ampesinos, los
expropian de sus "fundos" y los obligan o trabajar en el negocio del ·'oro blanco" a la
vez que los vinculan a las acciones terroristas enrolándolos a las "mi licias bolivaria-
nas .. y al partido comunista clancleslino.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
iDENTIDAD Y CIUDAOANIA éN EL PUTUMAYO + Morfa Clemencia Ram(re:.
Como puede verse, los campesinos que cullivan coca se describen como con-
trolados y aterrorizados por las Farc, y dispuestos a participar en actividades terro-
ristas ordenadas por estas. así como a unirse a las filas del partido comunista. Esta
afirmación considera que los civiles participan en la organización de las Farc y. por
este motivo, se vuelven objetivo de la llamada guerra contra las drogas. As1. la
línea que diferencia entre combatir a narcotraficantes y a rebeldes se bona. y la
sociedad civil pasa a desempeñar, al mismo tiempo, un rol pasivo y uno activo en
la guerra. Mientras se desarrollaba el debate sobre las cooperativas para la seguri-
dad privada Convivir. un artículo de opinión se titulaba: ''Sin colaboración. se
debi litan los militares. ¿con la guerrilla o con las Convivir?" (Serrano. El Tiempo,
20 de juJio de 1997: 13A). En este artículo se muestran las diferentes maneras en que
los habitantes de áreas controladas por la guerrilla colaboran con esta, establecien-
do como principales actividades las de inteligencia, como otorgar información so-
bre posiciones y movimientos de Los militares y sobre los enemigos entre la
población. El autor concluye que "este es el apoyo que no tienen las fuerzas de
seguridad de la sociedad civil'' y continúa explicando que Las pérdidas más serias
que ha sufTido el ejército en enfrentamientos con la guerrilla20 se deben a "la falta
de inteligencia militar" o de "información necesaria y precisa". Con este argumen-
to. el autor del artículo buscaba legitimar la existencia de las Convivir:
El ejército sostenía que para controlar a las Convivir, estas cooperativa::. de segu-
ridad debían depen<ier, directamente, de las brigadas militares. Este argumento im-
plicaba la alianza entre las fuerzas de seguridad privada y los militams ("!l.-tolano, W
Espectador, I7 de julio de 1997: ~A). /\demás, los analistas del ejército concluían c¡uc
1o Desde IQ!,ti, los ataques de las Farc a algunas bases militares y a sus grupos móviles antigur.nilla hru1
aumentado en magnitud y han mostrado su poder militar y la debilidad de ejército nacional. El6 de abril
de JI#> fueron asesinados treinta soldados y heridos quin <..O en Puerres (Nari1'io) donde estaban protegiendo
instalaciones petroleras (Semano,il2.}, 9de mart.o de rg>S). En Putwnayo, elr3 de agosto de r91XJ. quinientos
hombres atacaron la base militar do Las Delicias. con un saldo de treinta y u o rrúlitares muertos. diecisiete
heridos y sesenta retenidos por la guerrilla (Semana, 82.4, r6 de febrero de r9)3). El2o de diciembre de IWJ,
las Farc se tomaron la base militar de Patascoy (Nariiio), donde se encontraban las redes de comunicación
para el sur del país, dejando como saldo diez soldados muertos y dieciocho retenidos (Semana, 819. u de
enero de 19)8). Entre el1 y~ de marzo de 19)8, en El Billar (Caquetá), se sostuvo una confrontación de tres
días entre las Farc y la brigada móvil No.l.f, con un resu ltado do ochenta militares muertos, cuarenta y
tres detenidos y treinta heridos. Esta última confrontación ha sido considerada la peor catástrofe del
ejército nacional (Semana. 832, 20 de abril de 1!)98. El Espectador. 7 de marzo de 19)8). Los policías y
saldados retenidos por las Pare sun1an 249 (Semana, 8)2.. 31 de agosto de 1!)98). Quinientos gue1Tilleros de
las Farc han sido encarcelados y 2.16 están acusados de rebelión (Semana, 86.¡, 23 de noviembre de 1~). El
intercambio de prisioneros es uno de los principales puntos que debe resolverse parn que puedan continuar
las negociaciones de paz con las Farc.
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CAPfTULO 2 • Coca. guerrilla y guerra cm!!_rtl las drogas
LA PRESENCIA DE LJ\S FAJ<C EN u\ REGIÓN NviAY..ÚNlCA SE RI:.MONTA A LA EPOCA DE f..A V!O/.J:..,\ ;C/11
(véase el capítulo 1). Duranle los años 1940, cuando los conservadores estaban en el
poder, persiguieron a familias liberales. que cansadas de huir de sus hogares comenza-
ron a formar cuadrillas de grupos annados para defenderse. En 1949. el Partido Comu-
nista organizó grupos armados de autodefensa en la región del Tolima conformados
por campesinos que se convirtieron en guerrillas móviles conocidas como columnas
de marcha, con el fin de defenderse de la persecución de los conservadores11 • Como
su nombre lo indica, estas columnas de marcha comenzaron a marchar, en algunas
ocasiones dmante meses, no sólo para escapar de sus perseguidores sino para unirse
a otros grupos armados. Cuando los grupos de autodefensa überales y comunistas se
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i DENTIDAD Y CIUOADANIA EN f'l PIJT\JMAYO + María Clemencia Ramfn•:
68
'
unieron, crearon el Comando Unificado del Sur del Tolima. Sin embargo, como
resultado del conflicto político e ideológico, ocurrió una ruptura y a finales de 1951
se declaró una guerra interna entre liberales y comunistas. En agosto de 1952. el
Partido Comunista convocó a la primera conferencia nacional guerrillera c uyo prin-
cipal propósito era unificar el movimiento de la guerrilla en Colombia. Estos gru-
pos armados nacieron para convertirse en un movimiento guerrillero de autodefensa
(González, 1992: 45).
Las columnas de marcha reaparecieron como resultado de la persecución mili-
tar de la dictadura del general Gustavo Rojas Pinillau. Una vez depuesto el gobier·
no militar, estas restablecieron grupos campesinos de aulodefensa, ubicados en
seis lugares principalmente: Marquetalia, Riochiquito, alto Sumapaz-Ouda, Ariari.
Guayabera y El Pato (véase el mapa 7). Este proceso de colonización ha sido llama-
do colonización armada~3 ; estos colonizadores armados eran campesinos expulsa-
dos de sus tierras de origen y. debido a su afiliación al Partido Comunista, habían
sido excluidos por La elite política de los partidos tradicionales y perseguidos por
los militares. En síntesis, se vieron forzados a armarse para defender sus vidas y
sus familias. En I<JS8, cuando se instauró el Frente Nacional, los comandantes de
los grupos campesinos de autodefensa le enviaron una carla al presidente Alberto
Lleras Camargo (1958-rg62.) en la cual pedían la paz y una amnistía, de acuerdo con
la política del Frente Nacional, que buscaba la integración de estos grupos armados
a la sociedad. Estos grupos esperaban restablecer las comunidades agrarias que
habían sido destruidas:
Así. las "columnas de marcha" dan paso a las zonas de autodefensa con hase r-n un
amplio y bien configurado movimiento agrario que ejercía la dirección polllic;>~ y mili-
lar, administraba justicia, parcelaba y mantenía el control int!lroo d¡¡ los asen tamien-
tos (González, 1992: 63).
.u. El gobierno militar de Gustavo Rojas Pinilla (1953·1~) fue impulsHdo -y apoyado el" un principio-
por las elites de los partidos políticos tradicionales y depuesto de acuerdo con su decisión de
es tablecer el Frente Nacional.
23 En su arliculo, "i,La guerrilla rural en Colombia: una vía para la ~:olonización armada'1", William
Ramirez Tobón sostiene que las Farc, más que un grupo armado revolucionario unido al Partido
Comunista, era un grupo armado de campesinos colonizadores, que habían sido expulsados de
sus territorios. En sus palabras: "Las Farc. no obstante su esquema organizativo de tru~yor capacidad
ofensiva y movilidad o la mayor cobertura de sus frentes, pese a las innovaciones revolucionarias
co n que se adjeti ven muchos de sus planteamientos públicos o a su relación con el Parlido
Comunista. no son más que la avan?.ada colonizadora de un campesinado para el que su proyecto
de base es la resistencia a los estrujamientos expropiadores del gran capital y el os tablecimienlo de
un estalulo democrático sobre la cuestión agraria" [Ramírez Tobón. 1981: ~04).
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CAPITt 1.0 2 • Coca, guerrilla y guerra co111ra las drogas 1
69
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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
María Clemencia Ram(re~
70 I IDENTII.lAD y C"ILDADA'I:IA EN hl P!!Tl iMAYO •
.2 ~ La operación Marquclalia fue aprobada por el parlamento el27 de mayo de rQ64 y fue firmada por
el presidente Guillermo León Valencia. La elite emprendió una operación militar contra las
rlenominadas repúblicas independientes comunistas. El objetivo de los militares era atacar las
zonas donde vivían los grupos campesinos do aulodefensa y acabar con ellos. En el marco de la
guerra fría. el gobierno de Estados Unidos apoyó esta operación militar. Esta agresión se convirtió
en 1'1 mito funclacional de las J•:1rc.
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CAPÍTULO 2 • Coca, guerrilla y guerra comra las drogas 1
71
... la personalidad del movimiento campesino aquí tratado no puede reducirse a la ideología
ui a los intereses poütícos del Partido Comunista, como lo quieren quienes provocadora mente
le asignan el simple rango de brazo armado de esta organización. (... )El esquema guerrillero
elaborado en las áreas de influencia de las Farc se inscribe más como un novedoso diseño
de colonización armada, que como un planteamiento político de sustitución del estado y
mucho menos aún de demolición del capitalismo.
Este análisis ayuda a entender de qué manera los grupos armados campesinos
ejercen en la actualidad su autoridad en las zonas marginales a las que huyeron. A
pesar de que este modo de entender a las Farc ha sido criticado (Fajardo. 1998; Piza-
rra, Leongómez, 1999) y de que después de treinta y cinco años sus intereses son
otros, este movimiento guerrillero ha adquirido credibilidad dentro de la población
rw-al como resultado de su inserción en la vida cotidiana de los campesinos. Ade-
más, y como ya hemos visto, las políticas del gobierno central. que por lo general
excluyen estas áreas marginales. permitieron que las Farc se consolidaran en ellas.
Parece como si las elites tradicionales no se sintieran amenazadas por una posible
loma del estado por parte de las Farc. Además, la represión se ha convertido en la
manera en que el estado enfrenta los problemas socioeconómicos y políticos que
surgen en los territorios controlados por este grupo guerrillero, lo cual se ha conver-
tido en una estructura de larga duración de promoción de la violencia.
Según la versión que tienen sus miembros, la historia de las F'arc considera a la
operación Marquetalia como un evento diagnóstico, como la smtesis del comporta-
miento político tle las elites liberales y conservadoras. Manuel Marulanda \félez
(Tirofijo). comandante de las Farc, fue una de las víctimas de Marquolalia:
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Lot:.NTIDAD Y en r>ADANIA eN El Pt•TUMAI'U • María Clemencia Ramíre:
está pasando son: el alto mando militar, el parlamento. el presidente Guillermo Leon
Valencia; porque estaban enseñoreados con los éxitos en la lucha contra el"bandoleris·
m o". Porque confundir a ex t:ombat ientes con bandoleros era carecer de toda responsa·
bilidad ,v análisis de las verdaderas realidades que estábamos viviendo en la región:
cuando combatientes y habitantes de todas las regiones nos confundíamos unos y otros
en la lucha por lograr que el gobierno nos facilitara toda c lase de créditos y ayudas para
mejorar las condiciones de vida de toda la comunidad. Coo los dineros invertidos en la
gue rra contra lo~; 48 hombrf!s e n Marquetalia. el gobierno pudo haber mejorado las
condiciones de vida de los habitantes de la región y rehabilitar las poblaciones (Manuel
t\larulanda Vélez. el iscurso conmemora! ivo de los 30 años de las Farc. 1994).
En este recuento se tratan varios puntos: se reitera que los habitantes de Mar-
queta) ia querían trabajar y vivir en paz, situación que no pudo alcanzarse al ser
calificados como bandoleros y, en esa medida, atacados violentamente; se resiente
el rechazo rotundo del gobierno a escucharlos. Los campesinos de Marquetalia se
volvieron invisibles para el estado, una entidad a la que demandaban la satisfac-
ción de sus necesidades, al cual veían como proveedor de bienes, así como el
único organismo que hubiera podido incluirlos en el orden nacional. En cambio.
se promovió la violencia estatal, y la violencia generali zada que desde ese momen-
to existe es vis la como el resultado de las actitudes de la elite y de los militares.
De esta manera, cua lquier ex1Jiicación de la vio lencia polilica en la región ama-
zónica debe induir estructuras históricas de larga duración. que contienen cons-
trucciones y prácticas cullurales cuyos significados sólo pueden entenderse
examinando las maneras en que los habitantes locales interpretan la historia.
La gente que compraba la coca llegaba con remesas y ropa y oos hoctan el cambio por coca.
Muchos veces bajaban comida adecuada, buena y barata (testimonio en Raigambre. 1~1: 4J).
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CAPITULO 2 • Coca. guerrilla y guerra comra las drogas 1
73
Verá. yo trabajé en dos fincas en la época de la coca, en una nos pagaban con plomo
y en la otra con bazuco (sic). El que llegaba. era de esclavo( ... ). Cuando eso a San
Miguel llegaban diario como veinte o treinta hombres y mujeres. Venían de todas
partes; paisas. negros. indígenas, pero más que todo eran de Nariño. Allí siempre había
Lipos desconocidos ofreciendo trabajo y Uegaba vusté y les preguntaba "Wene trabajo?",
"Sí pa' ochenta trabajadores" listo vamos y los montaban en diez, quince o veinte canoas
y de allí yo nadie se podía bajar, se tenía que ir como me fui yo a la finca del Azul
(testimonio de un colono en Raigambre, 1991: 39).
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I DENTIDAD Y CIUDADANIA EN El PLJTU~1A,'O • Morfa Clemencia Ram(re:;
tenían el derecho de imponer sus propias leyes, cuando algún trabajador quería
renunciar y pedía su pago corría el riesgo de ser asesinado:
No ve que uno le decía "me voy. necesito mi pago" "venga'' le contestaba "levanten la mano
los que quieren la paga" y los llevaba aJ cru1o, les hacía parar en un filo aliado del río. sacaba
la metra; los mataba y caían agua abajo porque el cementerio era el río San Miguel. Morían
todos; niños grandes, y pequeños. mujeres y hombres( ...). Por eso me salí volando de allá.
Nos volamos a media noche con cinco compañeros. íbamos en pantaloneta y llegamos
hasta un punto que se llama Teteyé... allá nos dieron trabajo (testimonio ele un colono en
Raigambre, t<)C}I: J()).
En la s iguiente finca donde este mismo colono trabajó. a los trabajadores les
pagaban con basuco:
Allá nunca recibimos un peso, la paga era en vicio y si alguno cobraba lo mataba y si
se vo la ba le mandaba tres pistoleros pa' rematarlo. El tipo tenía doce hectáreas nos
mantenía de esclavos. nos enviciaba pa' que le siguiéramos pidiendo (testimonio de
un colono en Raigambre, It)9I: .J.O).
Crear la dependencia de la droga era otra manera de obtener más provecho de los
trabajadores y revela la percepción de los habitantes de la región amazónica como
personas marginales de las cua les podía abusarse. En 1984. el frente 32 de las Farc
llegó al Putumayo~ 5 : inicialmente, la relación entre los narcotraficantes y estas era
de colaboración. Considerando el poder militar que poseían. los narcotraficantes
se vieron obligados a pedir permiso para continuar con sus actividades. Las Farc
establecieron las s iguientes cond iciones, que al principio fueron aceptadas·
La primera, el mouopolio de las armas por parte de los alzados, la segunda, e l pago de
impuestos -como cualquier chagrero-. y la tercera, la prohibición del pago en basuct a los
raspadores. Llevaba ello a un reconocimiento pleno de su autoridad local. Para los capas la
lransaccion era conveniente, habida cuenta de la extensión territorial que dominab1tnlas
guerrillas (Mola no. r9<'\b: ~5).
25 Hasta r<J84, el frente 27 había hecho incursiones esporádicas en Puerto Guzmán y Santa Lucía -
jurisdicción de Mocoa, capital del Putumayo-. El frente 321lcg6 para quedarse: hoy en día es el principal
frente de las Farcen Putumayo, junto con elr3y el .¡S. El32 cubre el área dlll ríoCaquetá, PuertoGu7.mán.
Santa Lucia, Puerto Limón, el alto río Puturnayo, el río Vides, La ltormiga. La Dorada y e11igrc (Valle del
Guom ués); el frente .¡S cubre el área del río Guamués, el río Thteyé, La Hormiga, La Dorada, Orito.
Churyaco, San Miguel y El Placer: el13 cubre Mocoa. Villagru-tón. el sur del departamento del Cauca -
bota caucana: municipalidades dePiamonte y Santa Rosa- y parte del piedemonte del departamento de
Caquetá. Los frentes del Putumayo y los que están situados en los departamentos de Huila, Caquetá.
Guaviarc, Meta y Nariño consliluyen el bloque sur, uno de los brazos armados más fuertes de las farc.
romo resultado de las ganancias que recibe de los impuestos a la coca (gro moje). En 1995. se consideraba
que las Farc tenían 6~ frenles. un idos en siete bloques territoriales (este. sur. del Magdalena medio.
noroeste. <.'Cntral, norte y occiden tal) (Echandía, 19!}8: 17) (véase e l mapa 8).
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MAPA8
DISTRJBUCIÓN DE LOS FRENTF.S DE LAS F ARC EN EL ÁREA DE ESTUDIO. 1999
Convenciones
® Ca¡>1al Oepanamenlal
f•..J
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
l.Jmote lnlemaoonal
Las Farc ganawn el apoyo de los habitantes del area al prohibir el pago con
basuco. Dos miembros de dicho grupo controlaron hasta 11)87 la llegada y salida de
aviones de El Azul y protegieron a los narcotraficantes. que pagaban con un impues-
to -gramaje- o con una cuota mensual (Comisión Andina de juristas. 1993: 69). Sin
embargo, en el Putumayo. así como en otras parles de la región amazónica. este
acuerdo entre guerrilla y narcotraficantes no duró mucho (1~: 36). A finales de 11)87,
estos asesinaron algunos hombres de las Farc que los protegían con lo cual se decla-
ró la guerra. Como retaliación. en 1988 las Farc, en alianza con olro grupo guerrillero
del área, el Ejércilo Popular de Liberación (EPL) 21', atacaron la bas(J paramiJitar de El
Azul. Sin embargo. los paramilitares armados, provenientes del Magdalena medio.
donde eran conocidos como "Los Combos"17, repelieron el ataque.
Además, los paramilitares atacaron a los líderes comunitarios del Putumayo.
quienes eran considerados las extensiones cívicas y políticas de las Farc, tal como
pasaba en otras partes del país. Así. un grupo paramilitar liderado por Rodrígue¿
Gacha. conocido como "Los Maselos", comen¿ó a perseguir a los comunistas. alre-
dedor de El Azul, en Puerto Asís, Valle del Guamués y Orilo. No sólo fueron asesina-
dos líderes de la Unión Patriótica (UPf\ el partido político de las Farc, sino también
los del Frente Popular, el partido político del EPL, y los del Movimiento Cívico del
Putumayo, también considerados de izquierda. así como lodos aquellos señalados
como colaboradores de la guerrilla! 9. Los habitantes de esos centros urbanos re-
cuerdan con terror a esos asesinos, vestidos de Givil y en motocicletas:
l ll En 1983. el Ejército Popular Jo Liberdción creó el frente ''Aidernar Londoño" y durante lo~
siguientes ocho arios ejecutó nccionP.s militares on el área de Puturnayo donde habra pozos de
petróleo produdivo~ -Orito y Valle del Guamués-. A finales de J9QO, el EPL cesó aclividarles \ ,
firmó una tregua con el prrsidrntl" Cesar Gaviria (H11)0·199.J 1 En JQ<lr.las Farc ocuparon el o~rea uc
Orito y del Valle dul Guamuu~ quP el EPL habia abandonado como resu ltfldo de su desmo\·ihzdción
(Comisión de Superación de la Violencia, 11)!12: rOl).
~~ El Azul se wnvirtió en una base paramilitar. como puede ínferirse de las acUvidadcs del grupo "Los
Combos··: "El grupo denominado "Los Combos" ejerció jurisdicción sobre una gran parte delterritorin.
no solaml'ntr mediante palrullajes en las zona rural os sino también con el poderecooómko v pohtico
r¡ue Udf]uirioron los narcotraficantes en las cabecPras municipales.( ... ) La mayoría de lo~ intcgranrns
do "Los Combos" eran miembro~ do grupos paramilitares instalados en el Putumayo " ratz tle lus
golpes antinarcótico~ inlligitlns por ruer1.as del Estado coolra el cartel de Medelhn eo Purrto Triunfo
y Dorada l. en el 1\lagdalena nwdio. La~ operaciones desarrolladas por la polida anlinarcñlicos un el
Magdalena medio hicieron que Rodngucz Gacho eligiera como escenario para sus activirlades dn
protección personal. de entrenamiento de sicarios y de procesamiento y almacenamiento dP cocaina.
al Putumayo" [Comisión Andim• de Juristas, I99J: 29).
~8 Para un análisis de la conformación y comportamien to electoral de la Unión Patriótica. tanto
nacional como tlepartamental. véase el capítulo J.
11¡ La persecución d~J "Los Masctos" contra la Unión P.dtriólicn. el 1-ronto Popular y el Movimiento
Cívico tuvo tres causas: "La primera respondía a la camparía de extermin ro que contra la oposición
politi<.a. especialmente la UP. se adelantaba en todo e l país por grupos paramilitares que contab11n
con e l apoyo de las f\terzas Armadas y financiación de narcotraficantes. La segunda. de carácter
local, era el señalamiento contra esos sectores sociales de ser el brazo civil de la guerrilla (la LJP
de las Farc. el f'rente Popular de l EPLy el Movimiento Cívico de ambos grupos) y de recibir dinero
producto del secuestro. En 1988 varios narcotraficantes fueron secuestrados en Pur.rto Asís
entre e llos uno apodado Galileo quien después fue un gran colaborador en la campar'ía de ,.
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CAP[TULO 2 • Coca, guerrilla y guerra contra las drogal 1
77
El auge de la coca empezó en 1978. Había motos por todas partes y no se respetaba a
los ancianos. El auge de la coca duró hasta 1982.. Hasta 1983 no había violencia. Yo
atendía a mucho accidentado de motos. La olra bonanza fue enlre 1984 y r<)88. En 1987
llega ron "Los Masetos" y se quedaron por aquí hasta que los sacaron. en 1991. Era la
mano negra que venía a hacer limpieza de viciosos, aquel los que no pagaban deudas.
y guerrilleros. o mejor, los milicianos informantes de la guerrilla que estaban en los
pueblos. Aquel que andaba con poncho y bolas lo mataban. No se pudo volver a usar
eso. En esa época mataron a mucho joven entre catorce y dieciséis años y pocos
adultos. Nosolros sabíamos dislioguirlos. Hoy en día corre peligro más gente (entre-
vista en Puerto Asís, rgg8).
Cuando los frentes 13, 2.6 y 32 de las Farc atacaron y se tomaron El Azul en 1990,
mataron a sesenta y siete paramilitares, "a tal punto que las gentes de la ribera del
río San Miguel, cercano a los hechos. cuentan que Los cadáveres bajaban por mon-
tones" (Com isión Andina de Juristas, rm: 70). Al leer los archivos de los asesina-
tos, los investigadores de la Comisión Andina de Juristas encontraron testimonios
explícitos que vinculaban a "Los Masetos" con la policía nacional y notaron que
no sólo la p olicía sino "Los Masetos" eran considerados la ley, como afirmó un
policía que sirvió de tesligo (Comisión Andina de Juristas, 1993: 71). En 1991, des-
pués del ataque de las Farc, la presión popular expu lsó temporalmente a "Los
Masetos"; en enero del Valle de Guamués, en febrero de Orito y en marzo de Puerto
Asís. Los habitantes acusal'On formalmente a los miembros de las fuerzas de segu-
ridad que cometieron violaciones de los derechos humanos y colaboraron con los
grupos paramilitares (Comisión Andina de juristas. I9CJ3: 32). Los pobladores de
Puerto Asís recuerdan esta acción de los civiles como uno de los actos más heroi-
cos que hayan realizado:
71" extem1inio de la UP. Y la tercera. también de carácter local, era la oposición polltica que estas tres
corrientes ofrecían a las ad ministraciooes locales. a las que acusaban de peculados. iDcapacidad
administrativa y compHcidad con los grupos paramilitares, lo que provocaba el señalamiento de
comandantes del Ejército y de la poli da pero también de autoridades civiles que se constilufan
en un estímulo a los sicarios de los grupos paramilitares" (Comisión Andina de juristas, 1993:
70). En el capflulo 3 se profundiza en el análisis de los movimientos políticos alternativos en el
Putumayo y de su persecución.
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l ot.NIIUAO \ C'IUDADA~1A LN El PUTl'MAYO Rwmre~
78 l • Marfa Clemencia
La época más dura de Puerto Asís y de todo el Putumayo fue entre 19/l9 y 1991. En 1991
hubo otro hecho: el paramilitarismo se tomó tanta confianza en la región y asesinó a
un drogadicto, que era el drogadicto del pueblo. el que ayudaba a levantar las male-
tas en la terminal, que pedía alguna que otra moneda y era un personaje popular; en
ese caso hube una protesta: la gente dijo no más, se mo,·ió el pueblo. Los paramili-
ta res cometieron otro error y fue que a raíz de e~o la Iglesia se pronunció: la Iglesia
cumplía de todas maneras un papel importante para tratar de Lontrolar el problema
social: sin embargo. a los parami litares les pareció fácil asesinar al sobrino de un
sacerdote para callar al cura y la gente -aunque los muertos no eran de su pueblo. de
todas maneras Puerto Asís se convirtió en uno de los pueblos más violentos del país
y ese oombre la gente no lo quería seguir cargando- cuando asesiuaron al sobrino de
este sacP-rdote, se levantó. Definitivamente dijo no más, empezó a identificar las casas en
donde habitaban Jos paramilitares, quiénes los patrocinaban y más o menos unas treinta
mil personas se levantaron y en una acción s imultánea quemó las c..:asas de los
paramilitares. se identificó que el alcalde está palror.inando a los paramilitares. quemaron
la casa del alcalde, no encontraron al alcalde, pero murió su señora. Entonces las Farc
atacaron simultáneamente los campamentos de los paramili tares, que trataron de camu-
flarse en el pueblo y cuando llegaron al pueblo se encontraron con la gucrri lla allá v la
policía y el ejército defendieron a veintiún parami litares . .Ellos mismos los llevaron al
aeropuerto a tomar el avión, un descaro todo lo que se dio. En PSe momento compro/)(1-
mos lo coordinución que hubío entre las O(;ciones de fa fuerzo públicn y los de los
poromililures. Yen 1991. sin fugara cludus.fue e/ pueblo quien SQ(;Ó a lo11 paromilitares del
Pul u moyo y a/Jí fa proles/a ora cwllro policías con nombre propio, la policía se acuarteló
porque la s ituación era bastante c;omplicada. Sí lograron destruir el c..:uartel del DAS,
quedó totalmente destruido. Y a partir de U)Qr empezo otra historia. a partir de esu
revuelta que hubo en la región: ese día asesinaron como a seis paramilitares, poblac..:ión
civil también, Lomo a vr.intiudw campesinos en pleno pueblo (entrevista al dir-ector dro
la OZIP en Mocoa, 1999. Énfasis mio).
Las Farc apoyaron una vez más el deseo que tenían las comunidades de expulsar
a los paramilitares de su territorio. Desde que comenzó la colonización de la región
amazónica, las relaciones entre los colonos y los latifundistas y comerciantes eran
arbitrarias. situación que conUnuaron los narcotraficantes. Esto era evidente en el
sistema de endeude, el cual permitió que los comerciantes obtuvieran muchas ga-
nancias de la población amazónica: productos necesarios como el azúcar, el café y
la sal eran dados como avance a los colonos; a cambio. los comercian tes recibían. a
u o precio bajo, los productos cu ltivados por los colonos. Además. en sus tiendas los
productos eran exageradamente caros. En este contexto, Jos habitantes de estas áreas
aceptaron a los grupos guerrill er os, quienes les garantizaron la tierra, los préstamos.
los mercados y los servicios socia les con los que el estado nunca había cumplido.
además de protección frente a los paramilitares y las fuerzas de seguridad. Más
aún, las Pare continuaron demostrando su poder y autoridad local al mantener el
orden público en el Putumayo y en otras parles de la amazonia, por medio de leyes
que contemplaban estrictas sanciones. Un colono dice a l respecto:
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CAPITULO 2 • Coca, guerrilla y guerra contra las drogas
Después de "Los Masetos"llegó esta nueva ley que es ahora la R:Jrc. con ellos se arregló
todo esto. todo. todo. Se acabó el bazuquero (sic), el pistolero, el maseto, los que robaban
gallinas. Usted ahora puede ser (sic) en el campo o donde sea r¡ue nadie se lleva nada.
Ellos llevan luchando un año completo. Se acomodaron Lodos aquí y por eso hemos
estado muy contentos, ellos son unos manes completos (testimonio en Raigambre, 1991:
40. Énfasis mío).
Este testimonio muestra cómo estas personas aprecian sentirse seguras. Se ha-
bla de los miembros de las Farc como "manes completos", mientras que al estado
se le asignan características femeninas, débiles.
Primero. el hecho de que el Putumayo es una región remota de selva h(tmeda tropi-
cal. Su ubicación en la frontera facilita el procesamiento de la coca en cocaína y su
exportación fuera del país. En abril de 199(1, un periódico local decía:
La zona del Valle del Guamués. sur del departamento del Putumayo y norte del
Ecuador. empieza a tener su propio comercio ante la presencia de los "narcos," es el
puente para sacar unos !)00 kilos semanales de cocaína a mercados de Estados Uni-
dos y Europa para los que se invierten cerca de roo millones de pesos -en transporte.
sobornos,lransporte de lanchas embarques. mulas y adquisición de bienes-, muchos de
los cuales ingresan directamente en la economía regional del Putumayo. Caquetá y la
República del Ecuador (Lo Noción, u de abril de r99(í: ro).
30 En agosto de 1989. la guerra rontra e l narcotrárico declarada por el presidente Virgi lio Barco a raíz
del asesinato de Galán produjo un alza en los precios de la cocaína al por mayor en Estados
Unidos, en conjunción con una drástica caída del precio de la hoja v de la pasta de coca en Perú.
La represión del gobierno colombiano desestabilizó algunas organizaciones que importaban coca
de F\:!rú. lo que trajo como resultado el exceso de la oferta de hoja de coca en la región, acompañado
de la d isminucióo relativa de la oferta en el mercado estadounidense (Uprimny. tQI}j: 8o). Además,
esta guerra declarada: "provocó. con un retardo de un año, un aumento del 40% del precio al por
mayor, mientras que el precio a l consumidor final se mantenía estable. En cambio la pureza del
produ~:to disminuyó al so ó 6o%" (Uprimny. 1995: 82).
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lot:!lfnDAD' <.IUIJADANIA l.'lllL PtlTUMAYO • María Clemencw Rwmre::.
8o 1
Pero iqué pasó? Lo que sembramos por aquí. lo que llamamos pancoger no vale
nada, el lanchero nos roba; no paga lo justo al campesino que se ha matado. ha
sudado, ha puesto su vida en peligro: que un palo lo mate, que una culebra lo muer-
da. que a sufrir enfermedades. Todo esto pa'llegar un lipo de esos y no pagar Jo que
es justo y necesario a uno. Aquf en esto tierra. estamos a punto de desaparecer. (... )
En cambio, la coca sí t·o/ío más . con eso se hacia mejor mercado. se vestia mejor y
se compra/Jo mejordruga (... )(testimonio en Raigambre, 1988:41. Énfa:;is mío).
31 En 1<}98, los Fa re c:obraban entre $20 mil y $-}O mil (entre US$10 y $2.0) por cada hectárea de coca.
por cosecha-.})a6o días-, clependiendo de la cantidad de hectáreas poseídas por el campesino.
Por encimn de cinco hectáreas cobraban por kilo de hoja de coca recogido o por kilo de pasta de
coca producida. Por ejemplo, por vei ntidós hectáreas. el impuesto era de tres kilos de pasla de
coca por cosecha (entrevista en Cuembí, 1!)98).
11 En el capítulo .} se analiza. utilizando ejemplos referentes a la organización del movimiento
cocalero. el papel de l11s Farc como autoridad que disciplina a la población bajo su control.
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CAPfTULO 2 • Coca, guerrilla y guerra contra las drogr:::_ 1
8I
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
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CUADR04
CULTIVO DE COCA EN EL DEPARTAMENTO DE PUTUMAYO, I999
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
IDENTIDAD Y ClllDADANIA EN E.L PUTUMAYO • María Clemencia Ramíre:
84 1
37 Alomfa et al. (r997: 104) anotan para el c.:aso del medio Putumayo que: "Aproximadamente 6o%
de la mano de obra ocupada en cultivo do coca son menores de 2.5 af1os de edad. Los productores
y trabajadores en el cultivo de coca son de bajo nivel de escolaridad. aproximadamente un 2.0%
han terminado su educación básica primaria; un ro% ha cursado parte o han terminado el
bachillerato y el 70% restante no han alcanzado el quinto grado de educación básica primaria".
38 Para un estudio detallado de la vida diaria de los jóvenes rospochines de áreas de cultivo de coca
y amapola. véase Ferro et al. (1999).
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CAPITULO 2 • Coca, guerrilla y guerra contra las drogas
las
reposar durante dos o tres horas. Las hojas de coca se cuelan en una tela y la
gasolina drenada se mezcla con agua y ácido sulfúrico -diez litros de agua y so ce
de ácido- basta que la gasolina y el agua se separan. Una vez el agua se ha separado
ele la gasolina, puede tratarse de una ele las dos siguientes maneras: se bate con
permanganato de potasio -o,s ó un gramo para cada centímetro cúbico de ácido-
durante dos o tres minutos y luego se cuela en otro pedazo de tela; o se le echa
hidróxido de sodio sin colarlos. Para cortar la mezcla se agrega soda o amoniaco y
un líquido transparente se separa de la masa coagu lada. La mezcla se cuela de
nuevo con otra tela y se cocina basta que el agua se evapora, quedando sólo un
líquido aceitoso. Luego se seca aJ sol. Mientras se está cocinando se le quita cual-
quier mugre que tenga. El siguiente relato, de una mujer que trabaja en el procesa-
miento de coca, compara la fase de su cocinada con la preparación de queso:
Una arroba de hoja de coca produce entre quince y veinte gramos de pasta de
coca19• Cada hectárea recogida produce aproximadamente cinco kilos de pasta. En r998.
un kilo de pasta de coca valía $1.200.000. Después de deducir el costo de los fertilizan-
les, herbicidas, insecticidas, fungicidas, mano de ol>ra y quimlcos para el procesa-
miento, la ganancia que obtenía el campesino, por hectárea recogida, era de $jJ7.US
(Sabogal. rQ98). Por un plante de tres hectáreas. que es el promedio en el área, una
familia recibía cada dos meses. $950 mil, lo que significa sólo $475 mil mensuales. A
precios de T9<)8. esto era casi el doble del salario minimo mensual en Colombia 4 0 . En
suma. los campesinos logran un sostoninueoto básico. al igual que los raspachines. La
producción y procesamiento de coca es w1a actividad económica continua que provee
nn ambiente económico confiable para el productor (Sabogal. 19<)8: 35).
l!J "En Puerto Asís, Valle del Gua mués y San Miguel se está procesando por año cerca de fi .8o8.800
arrobas de hoja en 5.000 pequeños laborutorios y son también o;.ooo pequeñas fuentes de agua
contaminadas. esto debido a que vacion junto con la hoja macerada todos los precursores que en
su fabricación industrial utilizan" (Alomia el. aJ.. 1997: 72.).
40 "Los campesinos que explotan a baja escala la coca dcmuestnu1 que realizan granrles inversiones
por hectárea en su cultivo y proce~amiento (... ).Así mismo destinan cuantías de capital importantes
si se considera la totalidad de los procesos agrícolas y de transformación primaria de la núsma
hectárea. Con referencia a ello se producen gastos que van de S2.1.7 millones hasta S6tq rrúllones en
un tiempo de cinco años[ ... ). Durante uo año, el sostenimienlo y procesnmienlo de lma hectárea
Lonlleva consumir en promedio un jornal diario" (Sabogal, 1998: JS)
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+ María Clemencia Ramírez.
86 l lDENTIDAD Y CIUDADANIA EN El PUTUMAYO
Entre 1979 y 1984, durante el primer boom de la coca, la ganancia que se obtenía
era mayor. El boom ya pasó y como hemos visto. los precios se han estabilizado,
con allibajos, dependiendo de los narcotraficantes y de la severidad de los esfuer-
zos del gobierno para erradicar los cultivos. La tendencia general es clara: cada año
los campesinos reciben menos. Es notable que aún después de las marchas de los
coca/eros de julio y agosto de 1996 el precio del gramo de coca no haya cambiado
(véase el cuadro 5). Sin embargo. comparada con otras alternativas, la coca todavía
es un producto rentable.
La mayoría de los intermediarios son del Putumayo: debido a sus raíces familiares.
sus actividades no se condenan; de hecho, los troquelas son respetados. Ellos velan
por sus comunidades. apoyan campañas políticas y aseguran que los elegidos lleven a
cabo los proyectos que prometieron. Algunos han sido elegidos para ocupar cargos
políticos en el consejo municipal. Los habitantes locales no sólo los aceptan sino
que les otorgan más legitimidad que a los políticos tradicionales. como es evidente
en el siguiente testimonio de un líder político ele Puerto Asís:
Ellos por lo menos no iban con el deseo de robar al estado ni rle aprovechar los recur-
sos del municipio para favores personales, pues tenían tle todo. Eli(IS ele v!lrdod que-
rían a l pueblo y vieron la posibilidad de hacer nlgo desde el consejo (teslimonio en
Sánchez. 19!)/l: 441.
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CAPfTULO 2 • Coca, guerrilla y guerra contra las drogas 1
87
Debido a que el sector comercial depende del dinero de la coca, los comerciantes
de las áreas urbanas también han establecido buenas relaciones con los troquelas, y
pagan impuestos mensuales a la guerrilla.
CUADROS
PRECIO PAGADO AL PRODUGrOR POR UN GRAMO DE COCA PRODUCIDO
(EN DÓLARES)
H1ente: Sabogal, El negocio del cultivo de coca a escala de producción campesina. Plante, r!)98.
lABORATORIOS LOCALES
Los laboratorios para la producción de la cocaína también son dirigidos por habitan-
tes locales, pagados por narcotraficantes, a los que se refieren como patrones. En
1997, Alomía (1997) encontró que para establecer un laboratorio de coca los comer-
ciantes locales debían pagar a las Farc un millón de pesos. Las Farc no cuidan el
establecimiento, sólo controlan el mercado, como dice un ex troquelo: "La guerrilla
sólo cobra el impuesto; nos cobra $40 mil por cada panela y una pancla es un kilo
de cristal de coca" (entrevista, Puerto Asís. 199/l). El laboratorio está organizado de
la siguiente manera:
Para trabajar acá, uno organiza su combo (combo también puede llamarse cocina o chongo).
Un combo tiene cinco partes: un bailadero, un recicladero, una sala de hornos microondas,
una cocina para comer y cambuches para dormir, que casi no se utilizan porque a veces ni se
duerme porque uno tiene que estar pendiente de lo que pueda pasar. Por ejemplo, en cual-
quier momento uno tiene que salir corriendo porque viene el ejército. En el baHadero están
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lDENTIDAD Y CIL DADANIA E.N E.L PuTUMAYO • María Clemencia Ramfre:.
los paleros, los prensadores que hacen las panelas, hay un filtrador que se encarga de ver que
todos los líquidos estén bien limpios, puros y controla las medidas de los liquidas. Hay un
almacenista de bodega. hay un retocador que es el que se encarga de que queden bien
mmpactas las panelas. En el recicladero. donde se procesa el líquido para reutilizar. se trabaja
día y noche y trabajan dos personas. Además, hay Wl plan tero, que está encargado de toda la
energía y conexiones. seis o más vigilantes y una cocinera.
Los laboro torios pueden ser móviles o fijos. Fijos por tres o cuatro meses; después de ese
tiempo se les tiene que cambiar de sitio porque ya mucha gente lo conoce y es mejor estar
seguro. Los trabajadores de los combos son: el dueño o el patrón, el administrador general
-este no hace nada: sólo da órdenes y ve que todo esté funcionando bien-, el químico-
traen químkos de universidades, de Medellín o Cali-, los paleros-son de seis a siete y son
los que disuelven la mercancía-, el hornero, el templador-este acaba de secar. después del
microondas-, los prensadores, el encintadar-este coloca una marca en cada pan e la con
una cinta y una lelTa asignada según el palTón-. Así, cuando se la llevan para Estados
Unidos o Europa allá saben de quién es (entrevista a un ex /.roque/o en Puerto Asís.1()98).
Para procesar entre veinte y cincuenta kilos de cocaína. en quince días de traba-
jo, se necesitan de veinte a treinta personas. Ocasionalmente en un laboratorio se
procesan hasta ochocientos kilos de cocaína. Debido a que los laboratorios están
ubicados selva adeniTo, sus empleados trabajan sin parar durante veinte días. vol-
viendo a casa sólo cuando se termina el trabajo~'.
Como se dice en el siguiente testimonio, los laboratorios deben trasladarse conti-
nuamente, para prevenir que la policía antinarcóticos los descubra. Es un trabajo
muy peligroso, en el que se arriesga la propia vida, como explica el ex troquelo. Sin
embargo, es un trabajo bien pago comparado con los demás ofrecidos en la región:
Una vez. estábamos trabajando como con ochocientos kilos y teníamos una cocina
grande; había una estación de comunicación, manejada por un mon experto tm eso.
retirado del ejército y con unos equipos lo ultimo. Él interceptaba todas las comunica-
ciones del ejército; de pronto nos avisó que se estaban acercando adonde estábamos y
torio el mundo a correr. a recoger las cosas que tenían más valor como los equipos de
comunicación, la planta de energía que es una máquina grande y pesada y los microondas
y la mercancía. Después de que ya casi te ruamos todo se informó que la patrulla se hab1a
desviado. Nuevan1ente a armar todo y a seguii trabajando; allá casi no se puede ni dormir;
u
esa vez llevábamos como cuatro fas sin dormir y a ratos nos dejaban dormir como dos
horas. pero eso uno no puede ui quitarse las botas. porque Liene que estar listo para salir
corriendo en cualquier momento, porque las patrullas del ejército siempre están pasando
por los caños o por el aire y en cualquier momento caen. A la noche siguiente, todos
estábamos cansados, sin dormir, y el administrador nos dice: "Muchachos, vamos que
llegó el bote". Era el bote cargado de remesa y todos los líquidos que nos falLaban; entonces
todos. a media noche, corra por esa trocha a cargar; uo se salva sLno el hornero y eso porque
está acalorado y puede enfem1arse; de reslo lodos con su bullo al hombro y después sigue
el traba jo hasta que se acabe. Esa vez nos faltaba la úllima tanda y nada que le daba pw1to;
seguro que ese químico, ya cansado, se equivocó en algo y salió ligada -mala o chic/osa- y
nada que salfa: sólo nos faltaban como cuatro boras para terminar y para arreglarla se
demoró un día más. hasta que eso no se a rreglara no podíamos acabar porque se perdía
.p Un químico experlo gana S1o mil, el administrador. S4 mil por kilo procesado. El hornero y el
reciclador S2. mil y el resto de los empleados mil pesos por ki lo procesado.
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CAPITULO 2 • Coca, guerrilla y guerra contra las drogas 1
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harto, hasta que por fin se arregló. Esa vez estuvimos como quince o veinte días. Ya me salí
de eso y estoy trabajando en una empresa, porque esto está muy peligroso y uno con la
familia no puede exponerse tanto. Pero mire, es que es d ifíci l, a uno sin estudio en una
empresa no le pagan sino trescientos cincuenta mil en un mes y hay que aguantar una
cantidad de cosas; en cambio, uno va y trabaja duro quince días y por mal que le vaya, si va
como raso, se gana de quinientos mil pesos para arriba, si va como adnúnistrador de un
millón y medio para arriba. Entonces, ¿no cree que sirve? (entrevista a un ex troquelo en
Puerto Asís, 1!)98).
Para concluir, y como señala Thoumi, es importante subrayar que en este merca-
do, determinado por la ilegalidad de la coca -ilegalidad que implica riesgos que au-
mentan el valor del producto final-, los campesinos obtienen una parte muy pequeña
del precio final de venta, debido a que su trabajo corre un riesgo menor al de su
comercialización:
Los campesinos productores reciben una parte muy pequeña del precio fina l de
venta, puesto que su riesgo no es particularmente alto, mientras que la mayor parle
del aumento en el precio ocurre en el mercado y en la distribución en los Estados
Unidos y otros países consumidores desarrollados, donde los riesgos son más altos
(Thoumi, 15)96: 136).
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CAPÍTULO 3
L \I{GLI~IE:\TO CENTR.\L DE ESTE CAPITULO ES QUE 1:.1. M0\'11\IlEI\!TO COC.-\IJ::/!0 QUE TUVO LlJ(,,\R El\:
En este caso. la eslrolegia se entiende como la capacidad de maniobra de los individuos y tiende
a estructuras y situaciones definidas. corno por ejemplo e l abandono del estado. Es decir, me
refiero a estrategia en el sentido en que Bourdieu (1977) define este concepto en su teoría de la
práctica: él remplaza la regla por estrategia para introducir la variable tiempo en su análisis de la
práclica. Para Bourdieu el comportamiento social no debe explicarse en términos de un código
dado :-conciente o inconcientc- o como una representación estática, sino como un logro continuo
de acciones con campo para estrategias en concordancia con la maestría práctica del individuo
sobre diversas situaciones. De esta manera. Bourdieu esta en contra de la noción de reglas y del
comportamiento gobernado por estas. según el cual el comportamiento social se concibe como
conformándose a las normas y determinado por la obediencia a las reglas.
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IDENTIDAD Y C"IUDADANIA EN EL PUTUMAYU • Maria Clemencia Ramtre:.
94 !
perfila una sociedad incivilizada1 en la amazonia, que requiere ser civilizada para
que se convierta en una verdadera sociedad civil. Este viene a ser el discurso subya-
cente que tiene el estado central para abordar las manifestaciones populares o. en
palabras de los militares, la alteración del orden público en la zona. Bajo esta pers-
pectiva, pacificar la vida cotidiana de estos desfavorecidos colonos dominados por
la guerrilla, por medio de la represión, es decir, del ejercicio de la violencia estatal.
se torna en un acto legitimo (véase el capílulo 4).
Sin embargo, en el mundo entero están surgiendo en la actualidad manifesta-
ciones y denuncias de la sociedad civil en contra de la arbitrariedad de esla violen-
cia estatal, fenómeno que Keane (r998: 134-) denomina una política civilizadora. Como
se verá más adelante, este tipo de denuncias se han venido constituyendo en ejes
reivindicativos de los movimientos sociales que tienen lugar en esas regiones
periféricas a partir de la década de 1990. Ya en la década de 1980, en la base de datos
de luchas campesinas e indígenas y éxodos (r980-1997) del Centro de Investigación
de Educación Popular -Cinep-, están registrados varios paros cívicos y marchas
campesinas, que dan lugar a la emergencia de movimientos sociales y políticos (véa-
se el cuadro 6)
De los paros cívicos recopilados en el cuadro 1 es importante resaltar los que
incidieron en la emergencia del Movimiento Cívico Regional del Pulumayo y contri-
buyeron al aprendizaje de los líderes. Elr de junio de H)8o tuvo Lugar en Puerto Asís
un paro cívico en contra del gobierno nacional en demanda de servicios públicos,
vías y salud; el 8 de octubre de r98r se presentó una movilización de los municipios
de Sibundoy, Colón y Santiago -allo Putumayo-, en la cual se exigían servicios pú-
blicos al gobierno ciepartamental. El 3 de octubre de 1982 se realizó un paro cívico
regional que comprometió a todo el departamento y duró veinte días: este paro es
recordado en la región por cuanto marcharon todos los sectores sociales, la Iglesia,
los educadores, el comercio, los estudiantes y la población en general, así como los
trabajadores de Ecopetrol por medio del sindicato de la Unión Sindical Obrera
-uso-. por reivindicaciones como la carretera de Mocoa-Pitalito. servicios de sa-
lud -hospitales-, servicios públicos -como la electrificación de los municipios-,
crédilos. vivienda y. en general. mejores condiciones de vida. Se logró que el
lnslituto Colombiano de Energía Eléctrica -Icel-conccdiera dos plantas eléctricas y
se inició el proyecto de interconexión hidroeléctrica del Putumayo (entrevista a un
líder político local en Mocoa, 1999). Durante eso paro empezó a hacerse evidente el
liderazgo del Movimiento Cívico.
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CuAORo6
furuMAYO : PAROS CÍVICOS, PAROS CÍVICOS CON PARTICIPACIÓN CAMPESINA, AMENAZAS DE PARO,
MOVIT..lZACIONES CAMPESINAS Y CÍVlCAS, TOMAS CfviCAS Y PETITORIOS, JUNIO DE I98o A ENERO DE I99(5
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Ftx::HA AroóN Mlf.\I!C!PIOS Ú'llOAD EN CONTRA MOTIVOS PARTICIPANI"ES
r-junio, r<)8d Paro cívico con Puerto Asís Gobierno nacional Servicios públicos, vías, salud Campesinos ª'
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participación campesina
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03-0Cl., 1<)82. Paro cívico con Gobierno departamental Servicios públicos y sociales, Campesinos ;:,
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02-sept., 1993 2
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- Mocoa
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19-enero. 1994 - • Paro cívico Puerto Gobierno municipal Agua, energía Concejales,
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18-nov., 19943 Movilización campesina Puerto Asís Gobierno nacional Ambientales, glifosato Campesinos
y habitantes
19-dic., 19943 Paro cívico con Puerto Asís Gobierno nacional, Ambientales, glifosato, Campesinos
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participación campesina (El Tigre, Ecopetrol desarrollo regional, y habitantes ..,
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4-enero, I99Ó1 Amenaza Gobierno nacional Incumplimiento acuerdos, "'
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IDFNTlDAD Y CILIDAnANIA EN El PUTliMAYO + Muria Clemencia Rwmre:
A nivel políticofm Puerto Asís lomo fuerza el grupo de oposic..;ión Unión Patriótica fVP).
que había surgido como expresión organiza ti va legal de militante:, del Partido Comunista.
combatientes desmovilizados de las Fa re y activistas rle otros grupos o partidos de iz-
quierda. En Orito y Valle del Gua mués (ésle último aún no era municipio). acluaba como
grupo de oposición el frente Popular (organización de acción legal ¡;ercana políticamente
al gmpo guerrillero Ejército Popular rle Liberación -EPL-. Y a nÍI-el deparlamentol Pro muy
impo1tante el trabajo realizado por el Mot•imiento Cívico. cuma ente ¡1/urulisto y
suprnparlirlisto que lucha por una adecuada prestación rle sCJvirios publicas J' por el
desarrollo vial ele la región (l!n 1r;86se realizo en el Putumayo un pam CÍt1iro intenchmcial
exigiendo t•iasyeleclrificación. Enfasis mío).
Este Movimiento Cívico. que se gestó como resu ltado de los diversos paros cívi-
cos. es el que va a agrupar a partidos de izquierda. enlidades cívicas y sociales y
personas progresistas de los partidos tracliLionales. convirtiéndose en una alternati-
va política de Lipo regional. Cabe insistir en que. además de la búsqueda de repre-
sentación política. los paros cívicos, recurrentes durante las últimas dos décadas,
son los espacios donde se van formando los líderes que le darán forma al Movimien-
to Cívico del Putumayo, que moviliza a la población de la región alrededor de la
exigencia por servicios públicos desde la década de 198o. lo que se traduce en la
búsqueda de la inclusión de esta región marginada al estado-nación.
En las elecciones ele 1986, este movimiento obtuvo una alta representación, un poco menos de
¡%de la votación total (Santana, 1!)88: ~8). En 11)86, "la UP alcanzó un total de 312.~94 votos -4.5%
del total registrado para corporaciones públicas- . que le permíl ieron elegir tres senadores. nueve
representantes. hacer presencia en rso consejos municipales y consolidarse como una fuerza
decisiva en los antiguos Territorios Nacionales" (Gaitán. IQ9l: 1~21.
4 El Putumayo era una intendencia hasta que fue elevado a departamento por la mnstilurión de J<}C)I.
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CAPillJLO 3 ~ 1110\'llntellfos ci1•tcos a tnOI'ÍIIllelltos sociales y polt'11cos
Como resultado de la ¡zuerro sucia en contra de La Unión Patriótica. en 1986, después de un aúu .,.
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+ Marta Clemencia Ram~re:;
roo I I DENTIDAD Y ClliDADANIA EN 1:.1 PliTLIMAYO
La Unión Patriótica llegó a Puerto Ospina en r988 y estuvo allí basta 1991, año en que
todavía podíamos representarnos como Unión Patriótica; pero a raíz de los asesina-
tos, los crímenes. pues nos tocó cambiar, no de ideas pero sí de nombre, porque las
ideas siguen siendo las mismas. Y eso nos llevó a participar como Convergencia
Popular en Puerto Leguízamo y llegar a1 concejo municipal (entrevista a ex alcalde
de Puerto Leguízamo, 1<)1)9).
El Movinúento Cívico se conformó para participar eD polllica luego del paro de r982 -paro
en el cual nuestra organización sólo tenía fines cívicos- . Después, el movimiento se
organizó y parUcipó en política; incluso, en rC)Iló ese movin1iento cívico logró varios escaños
aJ concejo municipal, y wlo en el consejo intendencial. Yo Lideré aquí IMocoal una lista ¡Jara
el concejo; elegimos a dos concejales y alcancé a ser presidente del concejo municipal ele acá
por el Movimiento Cívico. 0€'.spués del paro lo gente dijo, 'Hombre, aquí se lucha por las cosas
pero cuando llegan las elecciones siempre aparecen los mismos para tomarse las decisiones y
las instancias del poder, enton0€'.s participemos'. El Movinúento Civico empezó a crecer desde
esa época, pero vimos que ta l vez solos no íbamos a crecer mucho; entonces para las
elecciones de 19118 surgió tma convergencia y logramos un representante a la cámara por esa
Convergencia Popular Liberal. A algunos líderes de la Unión Patriótica, que estaban en el
Movimiento Cívico, no les gustó la convergencia por haber un sec.Lnr Uberal allí y ellos se
,. ele constituido e5tP movimiento polftico, va habian sido asesinados trescienlos militantes. "Para
fines de 1!)86, las víctimas incluían un sonador, un mpresentante, un diputarlo y veinte concejalas.
En octubre de 19-~7 fue asesinado su primer candidato prcsiclcncial. Jaime r~anlo Leal. Los asesinatos
prosiguieron y en marzo de 19")0. se produjo el brutal atentado contra su segundo candidato.
Bernardo Jaramillo Ossa. Con este asesinato llegaron a 1.0~~ víctimas de la "guerra sucia" declarada
contra esta organización" (Gaitán. 1992: 132). Esta guerm sucia se dirigió tambión contra dirigentes
comunales y campesinos vinculados ni movimiento.
6 En una entrevista realizada por Marta llarneck.er a Bernardo Jaramillo en 11)8/l, cuando asumió la
dirección de la Unión Patriótica, este se refiere u un amp lio Movimiento Cívico e-xistente en Colombia:
''En Colombia se han becho grandes paros dirigidos por el movimiento cívico. Es el movimiento
más complejo en el país( ... ) Es un movimiento que se ha organizado en torno a las reivindicaciones
de lipo económico, de tipo social, pero que ha ido adqniriendo una dimensión tal que ya se ha
estructurado como movimiento nacional. Existe también la Coordinadora Nacional de Movimientos
Cívicos y Comunales. Lo que ayuda a este movimiento es la existencia de las junlas de acción
comunal" (Harnecker, 1989: 2.J). Teniendo en cuenta la presencia de la UP en la región durante esos
años, el Movimiento Cívico que emergía puede estar influenciado ideológicamente por esta. como
estrategia de movilización; sin embargo, según los resultados electorotes. la Union Patriótica no
tenia fuerza electoral en el Putumayo. Queda la pregunta dt- qué tan autónomo era este movimiento
con respecto al Partido Comunista y a la Unión Patriótica.
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CAPffiiLO 3 • De movimientos cívicos a movimiemos sociales y políticos 1
lOI
Aún más, candidatos a las alcaldías y a los concejos pasaban de ser liberales o
conservadores a representar a estos nuevos partidos y después volvían a participar
como candidatos de los partidos tradicionales. Tal es el caso de Alirio Romo, quien en
las elecciones de octubre de 1997, fue candidato liberal a la asamblea departamentaF.
Por otra parte, bajo la dirigencia política ue la Unión Patriótica y del fkdrtido
Comunista, en 1990 se creó otro movimiento político local de ascendencia campesi-
na, como forma de resistencia frente ala guerra sucio desatada en contra de la Unión
Patriótica:
7 Alirio Romo fue asesinado el6 de septiembre de 1997 en la sede del directorio político del partido
liberaJ, por un grupo de bombres armados. Según el banco de da tos de derechos humanos y violencia
política del Cinep. "Aunque se piensa que el autor puede ser la guerrilla. una fuente militar dijo
que en el Putumayo se está desatando una 'guerra sucia' entre los propios candidatos, quienes
usando el nombre de la guerrilla se están amenazando entre sí como medio de intimidación y
estrategia política" (Cinep y Justicia y ~dz. Noche y Niebla, 5, 1997).
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Marín Clemencia Ramíre;.
I02 I IDENTIDAO y C'IUDADANfA EN E.L PlfTlfMAYO •
Es así como en las elecciones del 30 de junio de I9<JÓ, fue elegido alcalde de Orilo
Luis Alfredo Urbano. representante del Movimiento Cívico, en reemplazo de Wilson
Antonio Robles, del partido conservador, quien estaba inhabilitado para ejercer el
cargo. En las elecciones de octubre de r994, en Puerto Guzmán fue elegido como
alcalde ]airo de Jesús Casanova, representante del Movimiento de Unidad Campe-
sina y Popular. movimiento que también eligió un diputado, oriundo de Puerto
Guzmán. a la asamblea departamental; por su parte, Miguel Ángel Rubio resultó
elegido por el Movimiento Nueva Colombia en Puerto Leguízamo. Es evidente
cómo, frente a las prácticas políticas de tos partidos traJicionales tales como la
exclusión de otros partidos, el clientelismo y la maquinaria política, los lídnres
locales conlraponen una cultura política de resistencia, que a la \'CZ responde y es
moldeada por estas prácticas dominantes y se convierte en un discurso
contrahegernónico que, como tal, es perseguido y censurado por las elites. Esta
política de resistencia es evidente cuando el entrevistado concluye:
Creo que el Pulumayo tiene UJ1a dinámica nueva; es espe1 anzador el hecho de que los
movimientos cfvicos. el Movimiento U11idad Campesina. o los movimientos nuevos que
han surgido, si no han podido continuar hacia el futlU'o. se hayan tenido que mudar pero
siguen, conUn(wn (enlre\rista a un ex alcalde de Puerto Leg¡.úzamo, r9Q9).
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,
CAPITtJLO 3 • De movimiemos dvicos a mol'rmientos sociales y políticos 1
J03
8 Para c¡¡racterizar la forma en que emergen las cu lturas ele resistencia )ames Scott iutrodure el
concepto eJe IP.xtos escondidos (hidclen tronscripts) n discursos que tienen lugar fuero cln la mirada
de los dominadores. Para P.ste autor se establece una relación clialécl ica entm estos textos o
discursos escondidos -gestos, prácticas y formas de hablar- y el trxto pt'1blico. La práctica de la
dominación es la que crea este texto escondido. Ambos son espacios de poder y de definición de
intereses. En palabras de Scott (1992.: 62.), "si la dominación es muy severa, seguramente produce
un texto escondido de uno riqueza correspondiente. El texto escondido de los grupos subordinados
reacciona con tra el texto públíco al dar cuerpo a una subcultura y al oponer su propia forma de
dominación social contra lo de la elite". En este texto escondido se guardan las aseveraciones
que si se expresaran abiertamente, serían peligrosas. Para Scott (J<lQ:l.: 77), e.xistPn Jambién textos
esconclidos que se generan entre los grupos dominantes.
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I DENTIDAD Y C'IUDADANIA EN EL PUTUMAYO + Marta Clemencia Ramírt:'t.
104 !
En el Putumayo, estos movimientos cívicos se han constituido en prácticas sociales.
en formas organizativas que van delineando diferentes espacios polílicos, así: en el
área de Puerto Guzmán surgió el Frente de Unidad Campesina, que después Sfl
denominó Movimiento de Unidad Campesina y Popular -se le suprimió el "Frente".
por cuanto se asociaba a frente gueirillero-, movimiento que aglulina a diferentes
sectores políticos, con influencia de las Farc, con participación de liberales y con-
servadores -Jos alcaldes de filiación conservadora tomaron la bandera del Movi-
miento-. En segundo lugar, en el área de Orito, Valle del Guamués (La Hormiga) y
San Migue l (La Dorada) estaba el Movimiento Cívico Regional del Putumayo; en
tercer lugar, Puerto Asís (con un alcalde liberal), cuyos líderes campesinos se aso-
cian a la zona de Puerto Leguízamo (parlido Nueva Colombia); y, en cuarto luga1',
Mocoa como centro de dominio de los partidos políticos tradicionales. Se trata.
entonces. de diferentes posiciones subjetivas que se articulan de manera contin-
gente para construir una hegemonía polflica e ideológica regional. dentro de la
ambigüedad y el antagonismo que han caracterizado la práctica social y política en
el Putumayo: se es liberal, conservador o independiente, según la coyuntura o las
demandas del momento, de manera que un mismo sujeto puede asumir posicio-
nes políticas diferentes en cada nueva elección.
En esta medida es que puede hablarse de la emergencia de nuevos movimientos
socia les en la región de la amazonia occiden tal. movimientos cívit.:os que abren
diversos espacios políticos. generan pluralidad de demandas9 y cuestionan a los
partidos políticos tradicionales, buscando, sin embargo. ser reconocidos y articularse
por medio de la consolidación de movimientos políticos, al discurso hegemónico
del estado central10• Este propósito no se ha logrado, pero se ha consliluido en un
objetivo central de los diferentes movimientos cívicos y políticos que emergieron
durante esa década. En su artículo sobre tendencias de los movimientos sociales,
Archila (IQ95: 2}6-.277) reconoce que aun cuando los movimientos cívicos muestran
una dinámica "típica de una movilización policlasisla de recursos, sus actores cues-
tionan formas de orientación de la sociedad e incluso participan eo poülica. por lo
menos en términos locales". Además, señala como algo parodigmálico que los
CJ Pedro Santa na (1992.: 47-48) llama la atención sobre cómo: "En Colonrbia los movimientos sociales
hao logrado reivindicar y poner en la agenda nacional y aún en los programas de los partidos
aspectos como la descentralización municipal, que fue una reivindicación de los movimientos
cívicos, o la autonomía regional y la participación de las regiones rn las regalías por la explotación
de los recursos naturales: también han reclamado la vigencia de una democracia participaüva y
una moralización de la actividad pública y del manejo de los recursos estatales: han reclamado el
respeto a los derechos humanos y han reivindicado a la ecología. a la mujer, han planteado las
reivindicaciones de indígenas y negros, se han ocupado de las provincias, etc. Pero en su conjun to.
los movimientos no han logrado convertirse en bas(' sólida de nuevos movimientos políticos".
10 Mauricio Archi la (rm: 275) sostiene al respecto que. "sin desr.onocer el potencial de nuevos
caudidatos y sus posibi lidades de renovación política( ... ) no creemos que se pueda hablar de un
progresivo crecinúeoto del poder electoral de los movimieutos r.avicos". Sin embargo. reconoce
el potencial de los movimientos cívicos que oo siempre se traduce eo votnntes. puesto que se
buscan otras fomlas de participación en otros espacios p(ablicos en los que pueden ejercer presión
- juntas de empresas públicas, cabiJdos, juntas administradoras locales, etcétcro-.
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CAPITULO 3 • De movimientos CÍI'icos a movimientos sociales y políticos 1
ros
movimientos cívicos son "la expresión más dinámica de la acción colec tiva en el
país. tanto que atrae e incorpora a otros movimientos, incluidos los típicos de
cl ase, recomponiendo id entidades". El caso de los movimientos cív icos del
Pulumayo ilustra estos procesos de acción colectiva y permile ahondar en cómo se
convie rten en movimientos sociales y polílicos, así como en el análisis de dicha
recomposición de identidades (véase el capíLulo 4).
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IDENTIDAD Y CIUDADANfA EN EL PuTUMN>O • Maria Cleme11cia Ramtre::.
las enfermedades que causa el glifosato -como las hepáticas-, y los daños a los
ecosistemas. los campesinos solicilaban que al fumigar se diferenciaran los culti-
vos menores de tres hectáreas de las grandes plantaciones comerciales. por cuanto
las fumigaciones arrasan prácticamente con toda clase de cultivos (Lo Noc:ión. IS de
diciembre de 1994: u). En respuesta a estas demandas contra la fumigación con
glifosato, el 18 de noviembre de 1994 tuvo lugar un paro cívico en Puerto Asís.
Según lo anunciaba un diario local:
lo que se busca con esta protesta pacífica es crear los espacios y mecanismos para que
baya una solución concertada. dialogada. va que ni la represión ni el uso de venenos
químicos de manera indiscriminada, son la solución para el problema de los cultivos de
coca( ... ). El Estado colombiano solamente se acuerda de ellos (los campesinos) para
fumigarlos, para reprimirlos. nunca para tratar de ayudarles a buscar un mejor nivel de
vida" (Diario del Sur. r¡ de noviembre de 11)9-t: IOA)
El gobierno ceutral hizo caso omiso de estos propósitos y respondió tal como se
le acusa de hacerlo cada vez que se acerca a la región, al declarar "que los paros
cívicos realizados en los últimos días en Miraflores y Puerto Asís, fueron preparados
conjuntamente por narcotraficantes y guerrilleros", por tratarse de "organizaciones
interesadat. en evitar r¡ue sea atacado uno de los frentes más importantes dentro del
tráfico internacional de estupefacientes". Por otra parte, el director de la policía na-
cional "negó que se pretenda sustituir el glifosato por otra sustancia pru·a erradicar
los cultivos ilícitos. agregó que las operaciones de destrucción de osos plantíos no se
suspenderán", y anunció que ··en el mes de enero se intensificarán las operaciones
de destrucción con glifosato de los cultivos de coca en los departamentos de Guavia-
re y Putumayo (El Tiempo, 22 de noviembre de 1994: rA-3A). Se insistía en la guerra
en contra del narcotráfico y la guerrilla, sin detenerse a considerar a lus campesinos,
quienes insistian en aclarar que protestaban no para que se les permitiera seguú·
cultivando coca sino para ''impedir que con el pretexto de Id erradicación de estos
cultivos ilícitos se quiera cometer un verdadero atentado contra la integridad física
de los seres humanos que viven en el área", refiriéndose a la posiuilidad de que no
sólo se fumigara con glifosato sino con vclpar, un herbicida altamente tóxico para el
ser humano (Diario del Sur, 1.2. do noviembre de 1994: roA).
Aún cuando las fumigaciones no se realizaron en el Putumayu (JJiurio del Sur.
2.4 de noviembre de 1994: 12A) la política de erradicación forzosa sin sustitución
continuó. El 2.0 de diciembre de 1994 se inició un paro cíviw que comprometió a
Puerto Asís. Orito. San Miguel y Valle del Guamués y movilizó a más de cinco mil
campesinos (Peñaranda. 19<)6: 2.7). que esta vez protestaban por las fumigaciones y
demandaban la puesta en marcha del Programa Nacional de Desarrollo Alternativo
y de la Red de Solidaridad 1\ vías, electrificación, educación, salud e inversión de
las regaifas del petróleo en obras priorizadas por los municipios y, sobre todo.
11 Enlre los programas de la Red de Solidaridad, caracterizados por su asislendalismo, :.e encuentran:
programas de empleo y de vivienda urbanos y rurales: los de vivienda, en asorio ron ellnslilulo '
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CAPiTULO 3 • De movimientos cívicos a movimientos sociales y políticos 1
!07
Los dirigentes del paro exigían la presencia de una comisión del gobierno central
en La Hormiga, para lo cual conced ieron un plazo de cuarenta y ocho horas. El 5 de
enero dicha comisión no se había hecho presente. el paro continuaba y se informaba
sobre el "Ataque campesino a la planta de Ecopetrol en el Putumayo". artículo en el
cual se describía cómo se le prendió fuego a la planta. el bloqueo de las carreteras, la
suspensión de recorridos por las carreteras de acceso a Mocoa desde el centro del país
por temor a que se afectaran los vehículos, el déficit fiscal del departamento y el paro
de maestros; en fin, el caos. El articulo concluye con un acápite sobre "Violencia y
narcotráfico" que dice:
Los caminos que hace más de veinte años abrieron los extranjero¡, en este territorio
¡Jara buscar peLJ·óleo están t.ubiertos por la maleza. Las comunidades de pequeños
poblados que esperaban ser rescatados del olvido con esas trochas continúan espa-
rando su redendón. El abandono ha resultado tan familiar o Los habitantes del Putuma-
yo. que viven convencidos que son una "gran reserva nacionaJ". Llegar y salir de la región
re-:ulta difícil. Muchos desislen de esta irlea cuando piensan en los derrumbes que tapan
' Nacional de Vivienda de Interés Social y Reforma Urbana -lnurbe- y la Caja Agraria: el programa
revivir para ancianos necesitados escogidos en cada municipio y a quienes se les dalla una a)"llda
mensual de $70.000: el subsidio escolar o ayuda a niños pobres de mujeres solteras: los bonos
alimentarios o bono urbano. que apoyaban a hogares de bienestar familiar y el bono rural para
niños en edad preescolar que no estaban eo bienestar familiar.
12. Thl como lo muestra u o Ulular del Diario úel Sur de Pasto. que dice: "Puerto Asís. La fumigación
no porlrá erradicar la injustici<~" (.:!.1 de noviembre de IQ94: 10A).
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+ María Clemencia Ramírer..
ro8 l loENTIDt\0 Y ('JUDADANIA EN EL PUTllMAYO
casi lodos los días la carretera. A veces se aJlernan con los paros cívicos y entonces, son
los propios campesinos quienes salen a atajar los carros para exigir alguna reivindicación.
Los únicos que se mueven de un lado para otro sin mayores complicaciones son los
guerrilleros y los narcotraficantes. Sin la infraestructura vialnecesaria.la colindancia
con los dos países es un factor que no ha sido sino aprovechado por maleantes para
evadir e o ocasiones y de acuerdo a sus conveniencias. la acción de la justicia.( ... ) Toda su
riqueza. la belleza de sus valles y montañas y el potencial en su subsuelo está por
descubrir. Pero el Putwuayo es considerado un territorio de miseria, violencia y narcotráfico
(El Tiempo, 5 de enero de 1995: 8A).
terrorismo sigue siendo dominante. ¿Están condenados sus habitantes a vivir bajo la
sombra de este estereotipo? La prensa insiste en volver sobre él. ¿Cómo lograr la
redefinicióo del mismo'? i.Cómo hacerse visibles como una sociedad civil que busca
construir su espacio de representación política en medio de fuerzas en conflicto?
Peñaranda (1996: .17) concluye al respecto de este movimiento:
13 El 5 de enero, fuerzas especiales del ejército trasladadas desde la base mi litar de Tolemaida,
ubicada en Melgar (Tolima), incursionaron violentamente en la batería de Churuyaco de E:copetrol.
ubicada en el municipio de Grito y ocasionaron la muerte del menor de seis años Juan Carlos
Góme.:. quien murió a causa de los gases lacrimógenos disparados por los militaros para desalojar
a los manifestantes. En la mismll acción resultaron heridos varios campesinos (Boletín
Informativo justicia y Paz. 1995).
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CAPITULO 3 • De movimientos cívtcos a movimientos sociales)' políticos 1
!09
Se confirma de nuevo la respuesta represiva del estado. legitimada por las ac-
ciones violentas que se suceden en la zona y. sobre todo, por la presencia guerrille-
ra. a La cual. se le acusa de realizar el paro y conlra la que se lanza la ofensiva.
atacando a la población civil sin distinción alguna. La loma de la cárcel de Mocoa,
un hecho aislado que ocurrió en el contexto del paro cívico, llevó a que las fuerzas
armadas reafirmaran su tesis de que los campesinos estaban aliados con la insur-
gencia y justificó la movilización a la zona de lropas entrenadas en la lucha contra-
insurgente y el consecuente tratamiento represivo al paro cívico. Enlretanto. para
mandar la comisión de representantes a negociar el pliego de peticiones, el gobier-
no nacional exigía el retorno a la normalidad. Sin embargo, la presencia militar
impedia lograr la normalidad exigida, tal como se deduce de las noticias. El 8 de
enero se desplazó la comisión gubernamental al municipio de La Hormiga, en
donde sesionó durante cuatro días con la comisión del paro para concluir, el u de
enero de I995 en un acta de acuerdo, "que permitió el pleno retorno a la normali-
dad'' (Ríos, 1997: .19). La llegada de la comisión negociadora fue la que permitió
evitar más enfrentamientos. José Noé Ríos, quien presidió dicha comisión, comen-
taba antes de viajar a la zona:
El paro del Putumayo fue un con nieto difícill ... J. Los noticieros del sábado en la noche
mostraron una situación absolutamente crítica e o la región y era posible deducir que el
ambiente se habla deteriorado nuevamente. Llamé al ministro -Horado Serpa, ministro
del Interior- y comentamos la información de última hora. ¿Qué bacemos? Viajamos
maflana o no. Le dije al ministro: me parece que es conveniente no aplazar más este viaje.
Si no llegamos mañana, la situación se puede poner peor. Hay que evitar la posibilidad de
que haya muertos. El ministro me dijo: "Pero es que la condición para autorizar el viaje
es que baya normalidad". Y reflexionó: "Claro 4ue inmediatamente llegue usted gana-
mos esa normalidad". "En cinco minutos lo llamo". Al cabo de cinco minutos me llamó
y me autorizó a viajar. Cuando llegamos a La Hormiga tuvimos conocimiento de que
fuerzas oscuros le babían becho saber al alcalde del municipio que si a las dos de la tarde
no había llegado la comisión debería abandonar la zona. Igualmente nos infonnaron que
por inteligencin habían detectado acciones terroristas. a;enos o los dirigentes del paro,
pura el mismo día. Nuestra llegada distensionó de manera inmedinta la situación. Creo
que fuimos capaces y oportunos (Énfasis mío).
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no l lLJtSTIDAD Y CIUDADANIA E"' EL PUTLIMAYU + María C/eme/IC'Íll Ram(rl'';.
y tener acceso a mercados regionales con mayor rapidez ha sido una demanda
fundamental y permanente de los pobladores de la region- . En educación se acor-
dó elaborar los planes municipales de educación, ampliar la cobertura y mejorar la
caUdad en los municipios comprometidos en el paro. así wmo los servicios de
salud. Se aseguró el pago de las regalías por parte de Ecopetrol, su participación en
programas de desarrollo comunitario y su concurso en el mantenimiento de la
carretera San Miguel-La Hormiga-Yarumo.
Además de estos puntos, en esta negociación fue central el debate alrededor de
las fumigaciones y los programas de desarrollo alternativo: so acordó quP. la erradi-
cación de cultivos ilícitos se haría de conformidad con las políticas de la resolución
ooor del n de febrero de 1994. expedida por el Consejo Nacional de Estupefacientes,
según la cual:
q En enero de 1997, el Ministerio del rvledio Ambiente aprobó la viabilidad ambiental para que e l
Instituto Nacional de Vías - In vías- realizara el estudio de impactu ambiental de esta vía Orito-
Monopamba (El Tiempo, rs de enero de 1997: 6A).
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CAriTULO 3 • De mo1•tmientos dvic~ovimientos sociales y polftic.!!!.. 1
IIl
Quedaba implícito, entonces, que los cultivos de menos de tres hectáreas, consi-
derados de subsistencia, no serían objeto de fumigación. Aunque el gobierno lo acep-
tó, no pudo mantener este compromiso en el marco de la guerra contra las drogas y
debido a la deslegilimación en que estaba por haber recibido dineros de los narcotra-
ficantes para su campaña presidencial. En la región se recuerda cómo, en su discur-
so de posesión. el presidente Samper afirmó que al terminar su gobierno no habría
ni una sola mata de coca en el territorio nacional. Es así como en ese momento se
tmcontraba en ejecución la operación resplandor impuesta por el gobierno de Esta-
dos Unidos a Colombia, para erradicar los cultivos Vícitos por medio de la fumiga-
ción con sustancias químicas, política que recae sobre los cultivadores y no sobre
las grandes redes de comercialización (lisa, Cinep y revista Colombia Informo. Ac-
tualidad Colombiano, I994-r995). El gobierno de Ernesto Sampcr debía mostrarle a
Estados Unidos su compromiso en la lucha contra el narcotráfico y, por tanto. no
podía permitirse excepciones en cuanto a áreas fumigadas o al tamaño de los culti-
vos. Es así como r995 se considera e l año en el cual se obtuvieron los mejores resul-
tados en cuanto a la fumigación de cultivos ilícitos en Colombia, puesto que se
registraron un total de 30.512. hectáreas rociadas (Dirección Nacional de Estupefa-
cientes. 1997}. De acuerdo con un líder agrario nacional:
Como primer año de gobierno. 1995 fue en el que el gobierno se dedicó. de manera
indiscriminada. a fumigar y a tratar de cumplir por la vía de la represión más que por la vía
de la concertación o de la sustitución de cultivos ilícitos. Entonces. a la gente no le quedó
olra a lternativa y se movilizó; porque al ejército, que antes no habla participado en
labores de erradicación masivas. sí esporádicas pero no tan masivas, le dieron esta tarea
también. Ya no se trataba solamente de buscar a la guerrilla, sino que por donde pasaba
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lm:.NTlDAD V CtUDADANt,, F.N El. PtrruMAVo~aría Clemencia Ram1re:.
112 1
arrancaba cultivos, quemaba ranchos y de todo y violaba los derechos humanos. Eso fue
lo que hizo que la gente empezara a ver qué hacía, porque si aquí se acaba la coca en la
práctica se acaba la vida (entrevista a un líder agrario nacional,t9QS),
Este programa se limita a zonas de economía campesina donde. con base en la par-
ticipación comunitaria, se formularán y ejecutarán proyectos para crear oportunida-
des lícitas de generación de ingresos. elevar la calidad de vida, conservar el medio
ambiente y fomentar los valores éticos y culturales para la convivencia pacífica con
el fin de reducir las sustancias psicolrópicas. Así. el concepto de Desarrollo Alterna-
tivo orienta una política integral que fomenta el retorno de los valores éticos y cultu-
rales del ciudadano, incrementa la presencia institucional del Estado y crea fuentes
alternativas de ingresos (documento Conpes 27~-J. 1994).
Este documento establecía una diferencia entre los cultivos de subsistencia, rea-
lizados por los campesinos, indígenas y colonos como parte de sus sistemas de
producción y como medio de subsistencia, con extensiones inferiores a tres hectá-
reas y los cultivos comerciales, financiados por los narcotraficantes y organizados
empresarialmente. Las acciones a desarrollar se planteaban "sin perjuicio de las
acciones de erradicación previstas en la resolución ooor dclH de febrero de I994· del
Consejo Nacional de Estupefacientes", y comprendían: participación y organización
comunitaria. forta lecimiento institucional. dotación de infraestructura productiva,
comercial vial y de transporte, fomento productivo, crédito e incentivos. desarrollo
social, protección, manejo y aprovechamiento sostenible de los recursos naturales y
comunicación socia l con el fin de cambiar la actitud Je la población frente a la
problemática de la droga. Como puede concluirse, los objetivos así planteados coin-
cidían con aquellos por los cuales luchaba la gente en la región.
Por otra parle, tanto en la resolución del Consejo Nacional de Estupefacientes
como en el documento Conpcs se rlistinguía entre los cultivos de subsistencia y los
otros. proponiéndose un tratamiento diferente. lo cual era fundamental para la po-
blación campesina. Se pone en evidencia cómo los términos en que estaba concebi-
da la política del Plan de Desarrollo Alternativo hacían que la gente en la región la
respaldara, pero en el momento de aplicarla esta se encontraba sujeta a olros intere-
ses y momentos coyunturales que desvirtuaban su propósito.
Finalmente, el acta de acuerdo contemplaba un punto sobre diálogos de paz, en
el cual se buscaba que el gobicroo iniciara negociaciones con la guerrilla pero. sobre
todo, se insistía en que "la paz se debe lograr a través de cambios concretos en los
aspectos sociales, políticos y con la participación de la sociedad civil ( ... j la guerri-
lla sobra cuando el Gobierno llegue con inversión social. las armas se conviertan
en herramientas ele trabajo y la paz se traduzca en bienestar y desarrollo". Además,
se hacía un llamado al gobierno para que comprendiera "la difícil situación del
campesino frente a los requerimientos de información por parle de las Fuerzas
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CAPITULO 3 • De movimiemos cívicos a movimientos sociales y políticos
EL ACTA DE ACUERDO DEL II DE ENERO DE 1995 CONTENÍA UNA C!.J\USULA f'UNDi\MENTi\L Pi\Ri\
entender cómo se preparó el siguiente movimiento cocalero, que tuvo lugar en
agosto de 1996. Se trata de la creación de una comisión de seguimiento de los
acuerdos, integrada por cuatro representantes de la comunidad con sus respecti-
vos suplentes, y cuatro representantes del gobierno nacional, la cual debía reunir-
se en Orito en la segunda quincena del siguiente mes de febrero. A esta comisión
se integraron, de hecho, el gobernador del departamento y los alcaldes de los
municipios de San Miguel (La Dorada). Orito y Valle del Guamués (La Hormiga).
Como resultado de este paro, surgieron líderes cívicos que continuaron traba-
jando en la comisión de seguimiento, y el Movimiento Cívico Regional del Pulumayo
tendió a ampliarse. al iniciar trabajos con líderes campesinos y ctvicos de Puerto
Asís y Puerto Leguízamo y con el Movimiento de Unidad Campesina de Puerto
Guzmán. Al tiempo que se trabajaba en el seguimiento de los acuerdos de La
Hormiga, se unían fuerzas para luchar conlra la fumigación que continuaba siendo
una amenaza.
Por olra parte, en febrero de 1995 empezó a funcionar el Plan Nacional de Desa-
rrollo Alternativo -Plante-. inicialmente centrado en los municipios y veredas
"que siembren o no cultivos ilícitos como parte de un sistema de producción y
medio de subsistencia. Por lo tanto, se excluyen los cultivadores comerciales de
ilícitos" (Diario del Sur. 3 de septiembre de 199(): gA). Para iniciar actividades se
consideraron prioritarios los departamentos de Putumayo. Cuaviare, Caquetá, Huila,
Tolima, Meta, Cauca, Nariño y sur de Bolívar. El Plante nació inscrito en la política
de lucha integral contra la producción y tráfico de narcóticos, de manera que se
orientaba a la erradicación como condición fundamental para iniciar los programas
alterna ti vos.
Como gerente del Plante se nombró a Héctor Moreno Reyes. quien a lo largo ele
su administración abanderó la penalización del pequelio cultivador de coca, pues
sostenía que "no son lícitos los cultivos ilícitos no importa su tamaño". considera·
baque aunque "se arguye la pobreza, ese no es el referente fundamental que explique
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IOFNTIDAD Y \II ' DAD•\NIA EN El P1 TI •MAYO • María Clemencia Ram{rer.
Rompemos d diálogo por unanimidad. desde luego por la actitud e incoherencia por
e l manejo del programa Plnnle (sic) y particularmente por Ud. como Gerente del men-
cionado plnn alterna ti vo ( ... ).Consideramos que mientras el gobierno no modifique las
estrategias dPI Plante. el programa seguirá siando w1 fracaso. Además, porque no escucha
las verdaderas i.nquieluues, para buscar un verdadero ac.;erc-.amiento entre el campesino y el
Plante y no su mal bu rnor del dia (sic): dejando inconformidad del Acta de Acuerdo del n
de enero clP I99'i, el Jocumento Con pes 2714.la Resolución No. or del Consejo Nacional de
Estupefacientes y desde ese punto de vista la presentación por parte del gobierno del
estudio de imp<lclo ambienta l para realizar la fumigación en la región (eruta a Héctor
Moreno 1\eyes. u de marzo de I(j()(i).
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C.<\PIHJLO 3 • De movimiel!tos cfvicos a movtmiell/OS sociales y po/(ticos 1
Jl)
los créditos solicitados a la Caja Agraria, debido a las múltiples exigencias que se
le hacían a los campesinos. Y. en segundo término se refiere a unas declaraciones
de Moreno Reyes aparecidas en un artículo publicado en El Tiempo el <; de enero.
titulado "Denuncian oscuros intereses en paro de Putumayo'', el cual se refería a la
gestación de un nuevo paro en el Putumayo como respuesta a las políticas estatales
de erradicación: ''Según el director del Plante, Héctor Moreno Reyes, 'los peque-
ños productores rurales harían el paro presionados por oscuros intereses de la
guerrilla y del narcotráfico"'; se añadía que los representantes de la comisión de
vceduna y seguimiento "no son reales voceros de los campesinos ya que ·no son
campesinos': uno de ellos es abogado y el otro profesor". Por otra parte, aparecía
Luis Alfredo Urbano, declarando que "el paro estaba listo y sólo faltaba lo hora
cero"; Moreno Reyes concluía que, "es inaudito que se desprecie una suma tan
gigan tesca como son los $45 mil millones de pesos que se están invirtiendo en
beneficio de los pequeños productores ruraJes" [El Tiempo. 5 de enero de rgg6: 8A 1.
En sus declaraciones. Moreno Reyes deslegilima a los líderes del Movimiento
Cívico Regional por no ser campesinos en es(mcio. Estos intelectuales campesinos
(Feierman. 1990), un abogado y un profesor, no pueden ser reconocidos como media-
dores entre los campesinos y los funcionarios oficiales del nivel central. porque por
una parte, se salen del estereotipo que se tiene del colono - campesinos pobres. sin
educación- y, por otra. porque evidencian que aunque se hable de mucho dinero, a
los pequeños cultivadores no se les está desembolsando y, aún más, a estos se les
señala como influenciados por la guerri lla y el narcotráfico. colocándolos en peligro
frente al ejército.
En una carta que le dirigieron al presidente Ernesto Samper los dirigentes del
Movimiento Cívico Regional del Putumayo el2c; de diciembre de 1995, le informaban
que este Movimiento "se encuentra organizando y preparando el segundo paro v por
supuesto con solidaridad también con otros departamentos", y agregaban que "a la
situación presentada asimismo se han vinculado al segundo paro, el comité depar-
tamental del Putumayo, el departamento de Nariño, representado por el municipio
de Puerrcs, pueslo que por allí saldría la carretera Orito-Monopamba, en conjunto
con la asociación de los trece municipios de la provincia de Obando". En cuanto a
las causales de este segundo paro se mencionan: la inconformidad frente al incum-
plimiento del acta de acuerdo firmada el 11 de enero de T99S en el Putumayo; la
fumigación en el departamento y el respeto a la soberanía del pueblo; los
allanamientos a campesinos; y el alentado contra el medio ambiente amazónico
pulmón del mundo. Además, el rechazo a la política del Plante por no presentar
soluciones a los campesinos de acuerdo con el documento Conpes y la resolut.ión
oom del Consejo Naciona l de Estupefacientes: y las amenazas de muerte a los líde-
res del Movimiento. Posteriormente, dos líderes del paro, )osé Portilla y Colombia
Rodríguez. fueron asesinados, el 17 de enero y el 27 de febrero de IC)<)6.
La insatisfacción con el Programa de Desarrollo AJternalivo continuó, y el 4 de
abril de r9Q6 el programa debió ser paralizado por orden de la presidencia, porque
cerca de setenta millones de pesos no llegaron a su destino, pues los funcionarios
r.statales los adjudicaron a sectores distintos del rmal y de los pequeños cultivadores
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w ~María Clemencia Ramtra.
JJÓ l l UI:.NTIDAO Y t'IL'OAOANIA bN Pttn' MAYU
Por su parte el personero del municipio de San Miguel, Carlos Virgilio Castro,
dijo que un segundo paro regional traería pérdidas irreparables para comerciantes,
transportadores, turistas y para la explotación del petróleo, porque las ins talaciones
de las baterías y pozos de perforación queda n en la mira de las organizaciones del
paro. aunque se tenga muy buena custodia de la fuerza pública. La situación de
orden público sería más grave aún, si se tiene en cuenta que la acción sería aprove-
chada por los grupos guerrilleros que tienen asen tamiento en la zona.
Virgilio Cas tro hizo un llam ado al etado para que dé pronta solución a los
problemas principalmente al acuerdo firmado entre estado, departamento y organi-
zadores del paro cívico (Lo Nación . .23 de abril de r9<)(i: 9).
De esta noticia lot:al deben resaltarse varios aspectos. En primer Jugar, la reiteración por
parle de los c.;ampesinos de su negativa a la rumigación y la propuesta de una sustitución
grarlual. previos programas alternativos: segundo. la asor.iación de juntas de acción co-
munal, aparece manilestanrlo que no dejará fumigar ni una hectárea. Estas cumplieron
un papel fundamental en la organización del paro que se inició tres meses después. como
se analizara en el siguiente capítu lo. En el Ministerio del Interior había inscritas 624
juntas de acción comunal del Putumayo, con 14-.693 afiliados (Ministerio del Interior,
ICJ99). A estas habría que sumarle las que estaban en proceso de constitución y que no se
habían inscrito ante el Ministerio. A través dc los directivos rle dichas juntas se estable-
cieron las redes i niormales necesarias para desarrollar el paro interdepartamental. Eo
tercer lugar, sobresale el abandono del estado como causante de la expansión de los
cultivos de coca en la zona. En cuarto lugar. se insislía en que las políticas de erradica-
ción. antes que la sustitución gradua l. iban en contra vía de los pequellos cultivadores.
Quinto, el procurador del Valle del Gua mués, como funcionario público, anteponía las
consecuencias que podía lraer el paro y hacía un llamado al gobierno central para que
pusiera pronto remedio a la situación, mostrando que los funcionarios del nivel central
na escuchaban su diagnóstico del problema como representante del gobierno local.
Desde la perspectiva de la gente. las causas del segundo paro eran el abandono estatal v la
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CAPITULO 3 • De movimientos cívicos a movimientos sociales y polfticos
falta de inclusión de sus demandas en las políticas que se ejecutaban en la región. Los
campesinos coca/eros sienten que sólo por medio de un paro lograrán ser escuchados por
el gobierno central y podrán demandar polfticamente el reconocimiento de su situación.
Por otra parte, puede verse claramente la fragmentación del estado: el procura-
dor regional reconocía al campesino como agente del paro y veía a los guerrilleros
como grupos asentados en la zona que "aprovecharán" la situación, mientras que
Moreno Reyes sostenía que el paro era presionado por guerrilleros y narcotrafican-
tes. Los funcionarios locales desvían los dineros que se le destinan a la región; ellos
responden a una cultura política clientelista y corrupta, de manera que adjudican
los préstamos a personas que no están directamente vincu ladas con el cultivo de
coca, por lo que el balance de cobertura entregado por el Plante no i.ncidia en forma
definitiva en la sustitución. Así, mientras el Plante informaba por mecüo de Lo Na-
ción (2 de febrero de I99(Í: 10} que a 31 de diciembre de T99S la Caja Agraria había
desembolsado "366 millones de pesos en créditos de pequeños productores vincu la-
dos a la producción agroindustrial asf tengan o no cultivos ilícitos", y que "en los 26
primeros días del mes de enero del año en curso, llegaron soo millones de pesos más
para incentivar cultivos legales y otras áreas de fuente de trabajo para 1.762 campesi-
nos, inscritos en el Plante a través de la Umata'', el 28 de junio del mismo año La
Noción tituló un artículo. ''Lo del Plante ... en veremos: campesinos indican que
ha sido nulo el apoyo". Los campesinos se quejaban de la lromilología y papelería
exigida por la Caja Agraria y uno de ellos concluía: ''parece que al Estado poco o
nada le interesa el departamento del Pulumayo y la pobreza y necesidades aumen-
tan cada día más" (La Nación, 28 de junio de 1996: CJ).
Los préstamos que se realizaron llegaron a los sectores de la población que
podían cumplir con los papeles exigidos por la Caja Agraria, uno Je los cuales era
la escritura de propiedad del predio. Muchos campesinos no tenían legalizada su
posesión, además de no encontrar fiadores con propiedad titulada. Por otra parle,
los créditos individuales que llenaron los requisitos fueron recibidos, en la mayo-
ría de los casos, por personas que no estaban directamente vinculadas con el cul-
tivo de coca. Es así como en noviembre de 19<}8 en Puerto Asís se comentaba que los
préstamos se habían quedado e o las áreas urbanas. desli na dos a la compra de
laJ<is. Según un ftmcionario del Plante de Puerto Asís, el fracaso de los créditos
concedidos por la Caja Agraria se debió "a la falta de concertación con la comuni-
dad". Dicho funcionario sostenía que:
Desde el principio el Plante debió haber hecho las cosas bien, es decir no debió otorgar los
créditos a cunlqujer persona sino canalizarlos por medio de los consejos municipales de
desarrollo rural-cMDR- o de las asociaciones de campesiJ1os. Es decir c¡ue primero debió
obUgar a los campesinos a organizarse, a asociarse y a presentar un proyecto productivo
para prestarle la plata. Por ejemplo, que la comunidad de la vereda La Comuna dos,
hubiera dicho: Hemos decidido asociarnos y vamos a sembrar tantas hectáreas de
chontaduro: entonces el Plante les da veinte o treinta millones de pesos, eso hubiera sido
bueno. porque no hubiera habido un responsable sino una asociación. O que el CMDR
aprobara los proyectos o que se le prestam a la gente que se sobe que son cwnpesúws quP
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María Clemencia Romíre::.
rrsl LDFNTIDAD Y Cll'DADANIA EN EL PliTUMAYO •
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CAPITULO 3 • De movimientos cívicos a movimientos sociales y políticos
- -- --
EN LAS ELECCIONES DE OCTUBRE DE 1994 RESULTÓ ELEGrDO AL CONSEJO MUNIC!Pt\L DE ÜRITO UNO DE
los lideres del paro cívico de diciembre de 1994 a enero de 1995: posteriormente, en
junio de I9<JÓ, fue elegido alcalde de Orito. Como alcalde electo manifestó: "la admi-
nistración estará basada en las exigencias al Gobierno Nacional del cumplimiento
de los acuerdos pactados en el pasado paro cívico (I994-1995). Argumentó que en eso
radica la acción que adelantará para sacar adelante a un municipio como Orito el
que ha servido para que olras personas saquen beneficios propios y no hagan verda-
deras obras para la comunidad" (La Nación, 3 ele julio de 1996: 9). En este texto insis-
tía en su compromiso con la gente y hacía explícita su diferencia con los políticos
que sacan provecho individual del cargo.
Otro rasgo que lo caracterizaba era su falta de preparación académica: la entre-
vista que le hizo un periodista se titula "Del campo a la alcaldía: un campesino que
sin quererlo llegó a ser el alcalde de Orito", y en ella el enlrevistado manifestó: "Yo
no quería ser Alcalde porque no he tenido estudio, no tuve la oportunidad de estar
en una academia para aprender administración municipal" (enlrevista al _alc:alcle de
Orito, en Así es, 1998).
Antes que por su preparación intelectual su elección se hizo sobre la base de su
trabajo por la región. Bourdieu (r994: 173-174) ha insistido en que los profesionales
son los que detentan el monopolio de la representación política. por cuanto tienen
el capital cultural y el tiempo libre para ello, y aflrma que el campo ele la política es.
por tanto, uno de Jos menos abiertos para otros sectores. En este marco. el partido
político se define como una organización permanente que tiene que producir la
representación de la continuidad de la clase dominante. Este movimiento cívico.
convertido en movimiento político, cuestiona la continuidad partidista y el requisi-
to previo del capita l cultural, entendido como la educación formal adquirida para
llegar a la dirigencia política; pero cuestiona, sobre todo, la representación política
de los partidos u·adicionales. Estos líderes cívicos se convierten en representantes
políticos porque poseen lo que Bourdieu ha denominado capital político.
Sin embargo. este capital político que se tiene dentro de la región no se logra por
fuera de ella, por falta del capital cultural que se requiere para competir con los
profesionales que manejan el mundo de la producción de herramientas políticas y
legislativas (véase el capítulo 7). Al respecto, cuando se le preguntó por la posición
de los partidos tradicionales frente a su gestión de gobierno el alcalde de Orito
comentaba:
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u.o l l DF.NTIDAD Y ('IL;DADANIA EN EL PUTUMAYO • María Cleme11cw Ramíre<.
El decir es que nosotros no hemos hecho nada porque no contamos con el respaldo de
los políticos. Pero siendo sincero yo le digo a Usted y a todos, que nosotros sí hemos
avanzado mucho al realizar obras en muchas veredas y eso es bueno para mí y para el
t-lovimiento Cívico de Orilo (... ).La verdad sea dicha v si esto sirve para que otros
aprendan. es el resultado de la disciplina que el Movimiento Cívico de Orito ha logrado
infundir en sus seguidores. Como resultado de las promesas y los incumplimientos
hemos aprendido que es la comunidad a la que le corresponde ayudar en la realización y
supervisión de las obras, también se necesita que quien maneje los recursos los haga ·
rendir y no se los robe. Esto también nos comprueba una vez más q ue no se necesita
tener padrinos políticos para realizar buenas obras [entrevista aJ alcalde de Orilo. enAsi
es, 1()98).
Cuando ncaban a la oposición política, la única que puede hacer trente es la oposición
am1ada: y en el pa1s acabaron la oposición política. Los tres mil quinientos asesinados de
la Unión Patriótit-a significaron la muerte del interlocutor polftico con el que podíao
debatirse ideas. Cuando en el país se termina con la posibilidad de debatir las ideas, de
exponer las ideas políticas, entonces se llega a la vía militar( ... ). Lo que pasa es que el
estado tampoco puede mirar la película desde una sola parte: desde él se dice, que la
guerrilla con las armas no deja que las campañas se hagan libremente, pero el estado, con
sus armas, tampnc;o deja que la exrresión popular se formule con libertad, porque de
todas maneras. así se quiera negar, la relación que bay entre pamnúlitares y ejército es
lógica a todas luces. !nrlependienlemente de la posición política que uno tenga, se perdbe
que eso es así. porque o si no, ¿de qué mnnera pueden vivir tan tranquilos los unos al pie
de los ol ros? [entrevista a un ex alcalde de Puerto Leguízamo, r999).
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CAPITULO 3 • De movimiewos cívicos a movimientos sociales y políticos 1
121
los que ganen sean "siempre unas personas que tienen poder económico y políti-
co" 1enlrev ista a un líder político local en Mocoa, rC)98)1'.
P'ara el alcalde elegido en Puerto Asis en 1997, por el partido Alianza Popular
con aval de l Partido Liberal, el veto que impuso la guerrilla a esas elecciones fue
posi ttivo, ya que no tuvo que adquirir compromisos políticos con la clase política
tradicion al:
El proceso electoral d e octubre d e 1997 nos ayud ó mucho, sobre lodo en el bajo
Pulumayo, porque por presión de la s ubversión los volantes fueron mínimos. En el
caso de Puerto Asís, hubo doscientos siete votos; yo salí e legido con c iento tres; en
La Hormiga solamente hubo siete votos; en San Miguel no Uegaron a c incuenta: y e n
Puerto Caicedo hubo doscientos votos. Eso nos ayudó, porque no tenemos ningún
compromiso político con la clase política tradicional ni con ningún grupo de pre·
sión (entrevis ta al alcalde de Puerto Asís, 1999).
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María Clemencia Ramíre:
Jll I I DENTlDAD \ CIUIJADANIA EN Fl P1 1Tl 1MAYO •
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Siempre he m o~ contad u con pt~rsona~ que quieren empañar la i!llagen de la admin islra-
ción lse refiere a la alcaldíal actuando con doble moral, lanzando juicios pa ra haced e creer
a lé! guerri Ita e¡ u e somos corruptos y colaboradores rle los para mil ilarcs y por otro !arlo
hacerle creer al ejército y a l gobierno que somos guerrilleros o sus colaboradores y nada
de Pso es cierto. 1\osolros tenemos nuestro propio pensamiento y sabemos muy bien
c¡ur. e l camhio lo hacemos con un verdadero espíritu cristiano y nada más. Esa es la
actitud demente dP. quienes son incapaces dr:> realizar una poUtica de ideas que por igual
henofir.ien al municipio .va todos sus habitantes. Teniendo e¡ u e rcr.urrir hábilmente a
desacreditar con chismns y astuda a u na~ personas honorables y a toda una ad núnistra-
dóu respaldada pm w1 movimiento consciente y responsab le como el que hemos forma-
rlo en Orilo (entn~vista a l alr.<J loe de Orito. en A~í es. HJC.IR).
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CAPITULO 3 • De movimie111os cívicos a movimiento~ sociales y políticos
--- -
circuito colidiano del chisme y el rumor y se convierte en una práctica social, una
práctica de la vida diaria. El ex alcalde de Puerto Leguízamo comenta al respecto:
16 Para financiarse. las Farc exigen dineros a los alcaldes, de );:¡ mismn manera en que imponen
impuestos ;1 los habitantes de la región. Esto se traduce en que obligan a los alcaldes a incurrir
en malos manejos do fondos oficiales. En general. los alcnldes se ban manifestado nbicrtamcnle
en ~;onlra de este procedimiento, tanto en la prensa como ante los comandantes de los frentes.
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+ Morfa Clemencia Ramtre::.
124 l lDENTIDAD Y CILDADANIA EN EL PUTIJMAYO
Puerto Asís señalaban que "a Alcibiades le armaron un montaje y le echaron enci-
ma a la guerrilla". Entrar en el ámbito del rumor se torna en una forma de resisten-
cia cotidiana frente al conflicto. A su vez, las Farc castigaron al alcalde por haber
utilizado la plata antes de entregarla 17• divulgando ante el país la entrega del dinero
y su compromiso con ellos, por Jo cual de inmediato fue declarado objetivo militar
por los paramilitares. Por otra parte. se hizo evidente el recaudo que hace la guerri-
lla de dineros del estado para su sostenimiento y la presión a la que están sujetos
los alcaldes. El 30 de enero de 1998. Enciso, quien acababa de entregar su cargo. fue
asesinado en Cali de tres disparos en la cabeza. por un sicario que se movilizaba en
moto. muerte que los paramilitares se atribuyeron públicamente.
El 19 de mayo de 1997, la revista Semana publicó un artículo titulado "Los alcaldes
de la guerrilla". en el que reprodujo un documento de inteligencia militar que seña-
laba que 138 alcaldes estaban vinculados directamente con la subversión, entre ellos
los de Puerto Guzmán, Orito, Puerto Asís, Puerto Caicedo y Puerto Leguízamo. Ade-
más, se decía que otros 461. alcaldes "se encuentran bajo influencia de los terroris-
tas" y que "muchos alcaldes asisten a reuniones clandestinas; que se prestan para
colaborar en las pretensiones políticas de Jos guerrilleros; que tramitan documentos
en forma irregular para favorecerlos; que los ocultan de las autoridades y que des-
vían parte de los presupuestos para inflar las arcas de los delincuentes" (Semana. rg
de mayo de 1997= 28}. Esta no era la primera vez que se hacía dicha acusación. Des-
pués del paro cívico de 19<)6, el ejército acusó a los alcaldes rlnl bajo Pulumayo de
subversivos y narcotraficantes (El Tiempo. 6 de agosto de r9<)6: 8A). Los alca ldes se
han presentado varias veces ante la Fiscalía, exigiendo investigación imparcial y
poniendo en evidencia cómo se encuentran Entre Jo espada J' lo pared. Al tiempo
que supervisa a los alcaldes para evitar la corrupción administrativa, la guerrilla les
exige que le entreguen roo/o del presupuesto municipal como forma do vacuna; aJ
hacerles esta exigencia. los alca ldes se ven obligados a caer en el delito de peculado
y el municipio deja de percibir dineros para obras públicas. Manuel Monllondo
Vélez, máximo jefe de las f:oarc. aclara que el impuesto no se cobra a los recursos
municipales sino a las ganancias de los contratistas. porqun "muchos de estos son
los que han financiado la guerra y si tienen plata para armar autodefensas tan1bién
dP.ben tener para financiar la paz" (Cambio. ~~ de mayo de r<)q(J: 72). De esta manera
se evidencia la ambigüedad de las Farc ante las alcaldías y la política de descentra-
lización del gobierno. En un documento de debate, las Forc plantean que:
17 S11gún Lo Nación, el alcalde de Puerto Asís, Alcibiades Enciso. habin sido llamado por las Farc
para dialogar y. a la vez, para exigirle la entrega de rinr.o millones d11 pesos para el sostenimiento
de la organización, dinero que Enciso envió con un r.nnr.ejal y que sólo llegó a la guerrilla dos
meses después. Un vocero de las Farc indicó que la plata se destinó a comprar cocaína para ser
trabajada durante esos dos meses y i1 ellas sólo les P.ntrogaron cuillro mi!Jones setecientos mil
pesos. Fue entonces cuando la guerrilla aprovechó la visita del alcalde a una población rural y
obligó a un camarógrafo a filmar el momento en que le devolvían el dinero. Al camarógrafo se le
exigió que enviara el video a un noticiero de televisión. En enero de I()<JÓ este se pasó en un
noticiero nacionaJ, comproructiendo al alcalde de Puerto Asís en la devolución de dicha suma
por parte del frente 48 de las Farc, dinero que aparecía como entregado a este frente por la
adminis tración municipal (La Nación. 28 de enero de r()<)l\: 9).
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CAPITVLO 3 • De mo1•imientos cí1•icos a movimientos sociales y políticos 1
I25
Sin embargo, impedir las elecciones y que el alcalde lleve a cabo su labor entor-
pece -e impide- el ejercicio de la participación por medio de la elección de personal
idóneo. que no puede actuar sin sentirse amenazado. En mayo de 1999, los alcaldes,
representados por la Federación Colombiana de Alcaldes, se reunieron en La Ma-
chaca con Manuel Marulanda Vélez para manifestarle cómo se encontraban expues-
tos a ser acusados por uno u otro bando de ser guerrilleros o paramilitares. y
manifestaron su posición neutral ante el conflicto. Marulando les contestó que "los
alcaldes no pueden estar al margen porque el paramüilarismo es un problema de
Estado( ... ). Entonces los alcaldes no pueden ser neutrales ante los asesinatos y las
masacres, éstos deben denunciar y perseguir a esos grupos (Cambio, 3r de mayo de
1999: 72). Los alcaldes que no se reconocen como parle de los partidos hegemónicos
tampoco se sienten comprometidos con el gobierno o identificados como parte del
mismo: antes que todo, se sienten comprometidos con los ciudadanos que los el igie-
ron. tal como lo señaló en esa oportunidad el alcalde de San Vicente del Caguán:
Lo bueno de esa gente y vale la pena destacarlo, es que primero averiguan y no se dejan
convencer de lodos los chismes que les llegan. Entendieron muy bien que hemos
trabajado honestamente. pero que también contamos con una oposición que le hace
mucho daño al municipio y no permiten su avance. Ahora que oos soltaron ya están
corriendo los chismes que fue uo auto secuestro para unos y que fuimos para recibir
adiestramiento guerrillero según otros. Yo estoy seguro que si la gente empleara el
tiempo que gasta en inventar chismes en cosas útiles, éste Municipio teodr!a más
negocios y habría más trabajos para la gente aUlDentando el desarrollo regional (enlrevis-
ta al alcalde de Orito. en Así es, rC}.)BJ.
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[OENTIDAD ' CIU()AOANfA FN 11 Pt l TVMAYO • Munu Clemenciu Ramíre;_
gestionar más ante el estado, proyectos de grao envergadura que favorezcan el desarrollo
regiunaJ. en el aspecto económico y social( ... ). Según el alcalde de San r!·ancisco, la
nueva asociación de municipios es con el único objelivo de desarrollar programas para el
territorio, anteriormente olvidados por los mandatarios de turno. Los burgomaestres de
la!i tres zonas (al lo, medio y bajo Putumayo), unirán información y elaborarán proyectos
que beneficien al mismo tiempo a un número considerable de habitantes de \'arios
municipios (Lo Nodón. :n de marzo de 1996: 10).
La Asociación nació porque había provectos regionales que debían ser presentados
por alguien. y a lo& que debia hacérselas seguimiento y gestión (entrevista a un ex
akaltle de Puerto Leguízamo, 11)()9).
Esta primera Asociación no logró funcionar, pues se puso en evidencia que los
procesos políticos del alto, medio y bajo Pulumayo son diferentes. Es así como en abril
de JO<)B, después de la experiencia de las marchas coco/eras y del Proyecto Integral de
Desarrollo que no se realizó (véase el capítulo 7). Sfl retomó la idea de la asociación de
municipios, bajo el liderazgo de los alcaldes del bajo Putumayo -Puerto Leguizamo,
Valle del Guamués, Caicedo, Puerto Guzmán- y con la participacióu del alcalde de
Villa Garzón, del medio Pulumayo. Aun cuando se invitó a participar a los del alto
Putumayo -Santiago, Sibundoy. Colón y San Francisco- no lo hicieron. Cuando hablé
con el director de La asociación me explicó que estos municipios no participaban,
"porque culluralmente son diferentes" (entrevista a un ex alcalde de Puerto Leguízamo.
1999). Esta afirmación evidencia la diferenciación que se ha establecido históricamente
entre alto y bajo Putumayo, que se mencionó en el primer capítulo.
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c... rfTVI.o ~ De movimiento.\ CÍI'icos a movi11!!_entos socwles y políticos 1
I27
Mocoa se representa como una ciudad limpia no contagiada por el culti vo ilíci-
to de la coca. Vuelve a hacerse alusión a la existencia de culturas regionales distin-
tas. Para los alcaldes del bajo Putumayo asociarse significaba articular un discurso
contra hegemónico que debe negociar, a su vez, su articulación al discurso hege-
mónico nacional por medio ele su negociación directa con lós organismos estatales
tales como el Plante, sin mediación de los politiqueras de turno. Es as1 como se
generan enfrentamientos con el gobernador y los representantes a la cámara y al
'~ La definición de Pi le (1997: 28) es la siguiente: "La politka de la uuicación[en un lugar) comprende
no sólo un sentido de localización en el mundo -obtenido de lo experiencia de la historia. de la
geografía, la cultura, el ser y la imaginación- mapeaúo a través de las interconexiones, a la vez
espaciales y temporales entre las personas, sino también de la definición polílica de los lugares
en los que van a librarse las luchas. En este sentido la ubicación liene que ver más con la
constitución activa de los escenarios en los que las lu~,;has políticas se desarrollan y las identidad~s
por medio dA las cuales las personas llegan a adoptar posiciones políticas. r¡ue con la latiturl y
longitud de las experiencias de circunscripción, marginamicnto y exclusión".
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lm:.NTIDAO Y CIL'DAOANIA EN EL PLrrUMAYO • Morfa Clemencia Ramfre:.
senado que ven cómo la Asociación se sale de su conlrol político; a su vez, esta no
los reconoce como sus representantes en la región o ante el poder central. La Asocia-
ción de Alcaldes se presenta como interlocutora directa con el gobierno cenLral. de
manera que se cuestiona al gobernador no sólo en cuanto a su capacidad de gestión
sino también en relación con su compromiso político con la región. Aún más. se le
considera como el Otro, aquel con respecto al cual definen una identidad política
diferente. Se busca entonces abrir un espacio que permita legalizar e institucionalizar
administraciones públicas señaladas como representantes de la ilegalidad por parle
del estado central. En el periódico El Tiempo del 6 de agosto de 1_996, cuando el
movimiento cocalero estaba negociando con el gobierno central. se lefa el siguiente
titular: "No somos subversivos ni narcotraficantes. Alcaldes" y se informaba:
El alcalde de Puerto Asís, Alcibíades Enciso, a la salida de la reunión con el Fiscal afirmó:
''Vinimos a decirle al fiscal Valdivieso que no somos subversivos nl narcotraficantes y a
solicitarle que los funcionarios de la Fiscalía sean imparciales al momento de recibir los
informes de los generales y coroneles del Ejército y la Policía que se encuentran en el
Putumayo. La petición la hacemos porque no es cierto que pertenezcamos a la guerrilla.
Nosotros estamos entre la espada y La pared"( ... ) el alcalde de Puerto Leguízamo. al
referirse a las afirmaciones del Fiscal General sobre la urgencia en que debe constituirse
para el Gobierno la recuperación del orden público en la zona de conniclo dijo: "No
vinimos a polemizar ni a calificar o descalificar las declaraciones de Valdivieso. Nueslra
posición simplemente es venir a informar sobre la situación del Putumayo y conseguir
unos acuerdos que nos permitan solucionar la actual crisis, independientemente de la
certeza que tenemos de que la coca es criminalizada" (El Tiempo, 6 de agosto de 1996: 8A).
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CAPÍTULO 4
E
'>! ESTE C\f'ITtTI.O SE MUESTRAN LOS FACTORES Ql lE INCIIHERON EN IJ\ IKRUPCION DE l A'> !vlt\R-
c bas cocaleras como tales, es decir, en la movilización desde las veredas hasta
los centros urbanos, y las redes que permitieron la organización de este movi-
miento social'. Parto de Melucci (I99J: 248) según el cual "la acción colectiva con-
temporánea asume la forma de redes sumergidas en la vida cotidiana". Á.lvarez
(1997: 89-go), enriquece la idea de Melucci y la lleva más allá del análisis centrado en
el movimiento social en sí mismo y propone el concepto de tejidos de comunica-
ción e intemcción interpersonales e interorganizativos que mantienen a lo largo del
tiempo, de manera formal o informal, los líderes, asesores y articuladores de los
movimientos sociales.
En el caso del Putumayo, la presencia de las Farc en la vida cotidiana de la
región es un punto central de la discusión, en cuanto a su papel en la organización
y desenvolvimiento del movimiento cocalero. Para en tender los tejidos que permi-
tieron la estructuración del movimiento y el poder de negociación de los poblado-
res de la región frente al autoritarismo de las Farc. analizaré detenidamente la
relación que se estableció entre estas, los jefes de las juntas de acción comunal y
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lDE'ITIDAD Y C'IL DADANIA tN ti. Pl 'TUMAYO • Moría Clemencia Ramíre-::.
J30 1
los líderes del Movimiento Cívico por el Desarrollo Integral del Putumayo. Así
mismo, resaltaré la articulación de las organizaciones indígenas de la región al
Movimiento Cívico y la asesoría que le prestaron algunos funcionarios oficiales
locales a los líderes del Movimiento.
Sostengo que la "'política del reconocimiento" (Taylor. 1995) es uno de los ejes
centrales del movimiento. lo cual significa que los colonos cocaleros~ del Putumayo
y, más aún, de la amazonia occidental, cuestionan el señalamiento y la estigmatiza-
ción1 que se hace de ellos como personas al margen de la ley. migrantes que buscan
fortuna fácil -antes que personas en busca de mejorar su nivel de vida, como eUos lo
expresan-, faltos de identidad, sin ningún arraigo en la región amazónica y siempre
con el interés individual de beneficiarse para regresar a su lugar de origen.
Como se ha mostrado, la percepción que tiene el centro de la frontera amazónica
-la periferia- está mediada por dichos marcadores idenlitarios, lo cual es patente
p,n el tratamiento represivo que se le ha dado a estas movilizaciones cívicas, que
aun cuando no son manifestaciones violentas. desde la década de 1980 han sido
señaladas recurrentemente como "promovidas por la guerrilla" lo cual, en la prác-
tica. se traduce en la negación de cualquier capacidad de maniobra a los habitantes
de la región, quienes con sus demandas y necesidades y la construcción de iden-
tidades colectivas loca les y regionales quedan subsurrúdos por la dinámica que ha
tomado el connicto armado. y recientemente, por la puesta en marcha de la política
internacional de lucha contra las drogas o contra la insurgencia.
Al respecto de la identidad como coco/eros adoptada por los campesinos .. c ultivadores de hoja de
coca .. en el Pul u mayo es importnnle ac:lamr lo siguiente: en primer lugar. a las diversas maneras
a las cua les se refieren cuando mencionan su cond ición de coco/eros. ya que en c iertos momentos
so identifican como colonos v cocc!leros. A lo largo del libro es claro que anles que coca/eros se
identifican como C(lmpesinos o colonos. puesto que la coca es vista por ellos sólo como un
cultivo más e• insisten en qur son pequef'los campesinos o colonos cu ltivadores de hoja de coca
y como tal se difercndan de .. la mafiA del narcolráfico ... lo <;ua l es evidente a lo largo del libro en
las diversas inll!rvcnciones do los lídoms del movimiento. Por otra parte. hAy variaciones de
identidad sogún la zona. En e l caso de la baja bota caucana y Puerto Guzmán. dontle la
colon ización ha sido secunda riil. prowniPntt> del Caquctá, la identidad como colonos se mantiene
con mayor rnfasis, mientras qnn on wnas de colonización nariñense. co mo es el caso del Valle
del Guamulis. se hob l<t más de cam pesi nos. Lo que es c laro es que son pequeños colonos o
.. campesinos cultivadores de hoja de coca·• y. por tanto. una vez se inicia la fumigación rle los
cultivos rle coca y empiezan las actividades en contr;J de la fumigación por parte de los
campesinos, se acrpta el que son cultivadores de coca y se empiezan a idcntiricar como coca/eros.
implicando con el lo no sólo la aceptación de ser cultivador sino también asumiendo esta identidad
adscrita por el gobierno co n el fin de c.:ontestarla, m¡¡nifestondo su desac uerdo con las polfticas
de cri minaliznció n del cultivador de coca por parte del estado. Aquí cabe reiterar que en Colombia
el cultivo de coca no ha tenido la importanc ia nacional que ha tenido en Bolivia y Perú (véase el
ca pítulo 1.). y el surgimiento de esta identidad colectiva como coca/eros no sólo es reciente si no
que ha res pondido a la política antidrogas caracterizada por la represión indiscriminada.
En su análisis del término estigma. que define como .. un atributo que es profundamente
desacreditaote". Goffman (1963: 3) señala cómo adquiere significado como tal en determinada
situa ción en relac ión con el otro. Es decir, "un atributo que estigmatiza un tipo ele poseedor
puedo sor lo normal para otro y. por tanto. no es en sí mismo una cosa que acredita o desacredita
(... )se requiere un lenguaje de relaciones, no de atributos ...
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CAP!TtrLO 4 • La política del reconocimiemo y el movimiento cocalero 1
131
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LDF.NTIDAD Y CIUDADANÍA EN El PuTliMAYO + Marfa Clemencia Ramíre::.
132. 1
Es indispensable también una políUca de la influencia que busque alterar e l universo del
discurso poütico para introducir nuevas interpretaciones que surjan tan lo de las necesidades
reales como de las nuevas identidades y nuevas normas. Sólo con esta combinación de
esfuerzos puede restringirse y conlrolarse la colonización administrativa y económica de la
sociedad civil, que tiende a congelar las relaciones sociales de dominación y crear nuevas
dependencias. Finalmente, es también central para este proyecto avanzar en la democratiza-
ción de las instituciones pol!tlcas y económicas (políUca de la refonna). Sin este esfuerzo.
cualquier logro dentro de la sociedad civil sería, de hecho, tenue (Cohen y Arato, rsw: )26).
4 Respecto a los sectores victímizados por la guerra sucia. Uprimny y Vargas (1989: u8-ug) señalan:
"desde el punto de vista de la extracción social. la guerra sucia ha tendido a golpear sobre todo
al campesinado y en segundo término a la clase trabajadora urbana. Desde el punto de vista de
la actividad pública se ha concentrado en los líderes populares. sindicalistas, activistas políticos
y educadores, aun cuando también afecta a los sectores intelectuales y a los mismos funcionarios
oficiales (... j en la actualidad la guerra sucia no sólo ha aumentado en intensidad sino que se ha
urbanizado de forma creciente".
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CA PI f'liLo 4 • La polftica del reconocimiento y el movimiento cocalero 1
133
Para un análisis de la crisis de hegemonía del gobierno durante la década de 1!)1lo. véanse Uprimny
y Vargas (rg&J: 143), quienes establecen corno hipótesis que "la guerra sucia es una de las expresiones
de las dificultades del régimen politico colombiano a inicios de los ochenta: estas derivan de una
doble crisis do hegemonía, on el sentido que Poulantzas da a estos términos: crisis de hegemonía
del bloque tradicional en el poder cou respecto a las clases subordinadas por el agotamiento relativo
de los mecanismos tradicionales de dominación; crisis de la hegemonía dentro del mismo bloque
en el poder por la presencia de los empresarios de la droga. una poderosa nueva fracción dominan le
que no logra tener la expresión política y so<.:ial que corresponde a su poder económico y militar".
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IDENTIDAD Y UUDAOANIA !:.." 1;1 Pu fliMAYO • María Cleme11cia Ramírez
n 01' acuerdo con la resolución 0001 delq rle mayo df' 1(}9(1: "Artículo~". Las personas naturales. las
personas jurídicas v los establecimientos de comercio que vendan. consuman o almacenen
gasolind o cemento gris en los departamentos a que se refiere esta resolución en cantidades
superiores a 210 galones y (ioo kilos. deberán llevar una relación o registro diario de dichas
transacciones o actividades.
El transportarlor debe solicitar al provePdor y portar copiR d!'l registro.
Artículo;". La re lación o registro de que trata el artic:u lo anterior se hará para cada transacción o
actividad y drhcrá contener la siguiente informadón:
L Ft>cha v lugar en que ~e realiza la respectiva transacción.
2.. Identificación completa y dirección del domicilio. tanto del distribuidor o vendedor. como del
comprndor o consumiuor y de l nlma~,;onador.
~ Clase y cantidnd de ga:.olina o comento gris objeto do la trnnsacción o actividad .
.¡ Dt,st inacióu o usos especificas.
<, . Municipio o Corregimiento en que se consumirán las sustancias o productos adquiridos.
11 . Firma de quienes intervengan en la transacción o actividad.
Artículo 4". La Fuerza Públic:a. esto cs. las Fuerzas Militares y Policía Nacional por intermedio de las
brigadas. batallones y comandos con jurisdkción en los departamentos mencionados en la presente
resolución. ejercerá un wnlrol permanente sobre las adividades de venta. distribución, consumo,
transporte y almacenamien to de l cemento gris y la gasoliuo, con el propósito de evitar el desvío o
ulilizac.:ión de los mismos para fmes de procesamiento de estupefacientes o sustancias psicolrópicas''.
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C<\PITUI o4 • La política del reconocimientO y el movimiemo cocale~ 1
135
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Mar{a Clemencia Ramírez.
116 l lDENTIOAO Y CIUDAOANIA EN EL PUTUMAYO •
el Plan Cóndor apunta a la destrucción del negocio de la droga, empezando por los
cultivos, los laboratorios, la incautación de precursores y la interdicción del comer-
cio( ... ) en el desarrollo de este plan, en lo corrido de este año, hasta el mes de junio.
hemos incrementado en tres veces las drogas incautadas. en dos veces los cultivos
destruidos) 25 veces los precursores retenidos. En total, una operación cuyo costo
significa pérdidas para el narcou-áfico cercanas a Jos US$400 millones (La Nación. 10
de julio de rC)96: 17).
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CAPITULO 4 • La política del reconocimiento y el movimiento cocalero 1
137
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+ Marro Clemencia Ramírc-;
138 l lotNTIOAO Y CIUDADANÍA EN EL PUTUMAYO
9 Mientras que el Caquetá y el Guaviare eran objeto de intensa fumigación. en el Putumayo las
fumigaciones se iniciaron dos años después de las marchas, en junio de 1998, en el municipio de
Puerto Guzmán, a lo largo del río Caquelá (véase el mapa 10).
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MAPAIO
P liTUMAYO-CAQU ETÁ: ÁREAS PU 1V1IGADAS , I998-I999
Convenciones
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O CaPttal Departamental (}
.,>
(•.J Limite Internacional
e
::::¡-
....
('.j Limote Departamental o
~
y las zonas de orden público ''para proteger a la gente que es prisionera de la mafia.
Son esclavos movidos como recuas por los terroristas de las Farc" (declaraciones
del general Bedoya, en PadiJia, Cambio t6, r64. 5 de agosto de 19<)6: r8-2o). De esta
manera, los campesinos son desprovistos de cua lquier iniciativa propia e incluso
se les compara con animales.
Varios autores (Leach, 1972; Sibley, 1995) han señalado cómo deshumanizar por
medio de la adscripción de atributos animales a los olros es una manera de darle
legitimidad a su explotación y exclusión de una sociedad que se considera civi1iza-
da. En este caso. a partir de estos marcadores de identidad impuestos a los cocaleros
como grupo soda l. se representan como dominados y. más aún, secuestrados por las
Farc, por lo que se afirma que "aceptan huir del acoso de las Farc con la ayuda del
Ejército"; en consecuencia, las fuerzas armadas forzaron el desplazamiento de la
gente del Guaviare hacia Villavicencio y evacuaron a ciento quince personas. Según
el general Bedoya, este desplazamiento. sumado a la destrucción de cultivos y labo-
ratorios, buscaba "dejar sin trabajo cerca de 100.000 coqueros de Guaviare. Caquetá
y Putumayo". por lo que "cuando se les acabe el trabajo, tendrán que irse como
llegaron porque, para citar el caso del Guaviare, ni el2o/o de los habitantes nació allí.
Nosotros estamos ayudando a trasladarlos" (declaraciones del general Bedoya, en
Padilla. Cambio .rtí, 164. 'i de agosto de 19<}6: r8-2.o).
Es tal su desconocimiento de la zona y la invisibilidad que le asigna a los anti-
guos pobladores de esta región, que el general Bedoya llega a afirmar que "hay sitios
donde sembrar algo distinto a la coca es imposible. Así ocurre en el sur del Guavia-
re. Allí lo que hay que hacer es tratar de salvar esa selva que la narcoguerrilla está
acabando con los químicos de la coca" (declaraciones del general Bedoya, en Padma,
Cambio .r6, 164, 5 de agosto de 1<)<)6: rB-2.0). Se dntepone así la recuperación de la selva
amazónica -de acuerdo con un discurso hegemónico de preservación tlel medio
ambiente- a la atención de los campesinos y recolectores de coca que buscan develar
con su movimiento un problema social regional. en respuesta al problema judicial
de ilegalidad que domina el discurso del centro. y exigen que se les escuche y se les
reconozca como pobladores con arraigo en la región y no como narcotraficantes y
subversivos. La limpieza de la region -de cultivos y laboratorios y de migrantes y
cwentureros al margen de lu ley- así como la incorporación de esta región de frontera
al estado-nación. aún más. a la legalidad, es Jo que legitima la operación militar. Los
militares son representados como los salvadores que van a retomar el control de un
área "luego de décadas de abandono oficial", y a "impedir que la guerrilla se ganara
seis millones de dólares m€Jnsuales por el procesamiento de diez toneladas de cocaí-
na'' (Varela, Cambio r6. 249. 2.8 de marzo de 19<)8: .2.1).
En fin. se trata del avance espacial de los militares desde el centro del país hacia
la fmntera periférica; en este caso. los militares se presentan como conquistadores de
una región a la cual se va a poner orden y. podría decirse, por extensión. a civilizar.
Se reconstituye así el periodo histórico de la conquista, cuando los conquistadores
españoles representaban a la regjón amazónica como habitada por salvajes -ahora
por migrantes y delincuentes comandados por grupos guerrilleros-. En ambos casos
se trata de grupos indomables que hay que con trolar. dominar y normalizai. Los
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CAPITULO 4 • La polítíca del reconocímíento y el mo1•ímíento cocalero 1
141
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Muría Clemenciu Ramfrez
I42. l lDEN1lDAD) CIUDADANIA EN EL P llTUMAYO •
Qué hacemos con ochenta ruil personas que están decididas a irse para Florencia. Esta
gente dice que si vamos a Florencia llegaremos hasta Bogotá. Por comida no tenemos
problemas porque llevamos comida en nuestra tu la. Ya nos acostumbramos a comer
yuca amarga, plátano y a aguantar sol y agua. Esto es espiritual, es una cosa que nace
dentro del corazón del campesino. Sabemos que vivimos de la coca, obviamente, pero
también queremos erradicarla. Necesitamos una solución rápida. La gente está deses-
perada, yo también estoy desesperado; soy vocero de ellos y con qué les salgo ahord si
hay heridos. Dónde recae la conciencia. porque f'stamos hablando de derechos huma-
nos que salgamos esta gente para donde queremos ir, allá a Florencia, si no nos resuel-
ven el problema nos vamos a Bogotá (dirigente de la marcha en Santuario (Caquelá).
noticiero AM·PM).
Marchar hacia los centros urbanos, aunque hubiera que cam inar varios días y,
sobre lodo, ll egar a la capita l del departamento era uno de los objetivos centrales
do estos movimientos sociales. por cuanto es alli en donde se encuentran los
funcionarios y políticos con poder decisorio. En palabras de un campesino:
Nosotros queremos llegar a Florencia para sentarnos allá y que un seiior del alto gobierno.
o el presidente de la república se manifieste y de verdad nos apruebe lo que nosotros
estamos exigiendo. Que nos digan es que se van y ya le damos los créditos. Que el lncora
y la Caja Agraria se van a medir y le van a dar los créditos a los campesinos. Esa es la
necesidad. Porque nos han mentido mucho y siempre que nos mienten hacen campaJias,
dicen que los llevamos, y después nos meten una represión militar como la que tenemos
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CAPITULO 4 • La política del reconocimiento y el movimiemo cocalero 1
143
Estarnos esperando una comisión del gobierno local para concretar algunas cosas y espera-
rnos respuestas del gobierno nacional, o si no seguiremos hasta Florencia o la capital de la
república. La protesta es para plantearle al minislro del Interior, al ministro de Defensa y al
comandante de la policía antinarcóticos, que ellos no pueden acabar con la coca porque ese
es el único medio de subsistencia que tenemos y no nos brindan alternativas. Nosotros
únicamente vamos a marchar, no vamos a cerrar vias. ni provocaremos ningún desorden,
pero si el gobierno nacional no nos oye nos tocará protestar de otra manera, necesitamos
que ellos vengan para que negociemos, para que o os saquen adelante estas solicitudes (Lo
Nación. f' de agosto de r99(5: ro).
En estas declaraciones se reiteraba que la marcha era pacífica, que se buscaba nego-
ciar con el gobierno centraJ y se hacía explícito el hecho de ser campesinos que se ven
obligados a cultivar coca como forma de sustento diario, por tratarse de un producto
rentable y adaptado a las condkiones ambientaJes de la amazonia. De este modo se
cuestionaban las políticas y los programas económicos y sociaJes desarrollados por el
estado en esa región durante varias décadas. Por medio de estas protestas, los cultivado-
res le exigen aJ estado colombiano que asuma la responsabilidad que le corresponde por
la precaria situación socioeconómica en que viven, la cual es el resultado de años de
permanencia en la zona en busca de mejorar su nivel de vida, sin lograrlo, a pesar de las
estrategias estataJes en la región. Además, los campesinos no se manifestaban como
defensores a ultranza del cultivo de coca, pero no veían otra aJternativa.
A estas contra-interpretaciones. que retan la versión oficial de los eventos, las
fuerzas militares respondieron con actos represivos; en consecuencia, los campesi-
nos fueron atacados, considerándolos subversivos, violentos y narcotraficantes:
Los intereses de las masas. que se vienen moviendo forzadas por las Farc, obstaculi-
zan. atracan vehículos y por eso nosotros tenemos que actuar como en el caso de
Suntuario para defender los derechos de los ciudadanos de bien. Infortunadamente,
a Uí están de por medio los derechos de unas personas que por pobres que sean están
dedicadas a una actividad ilícita como es el oarcolráfico. Pero lo grave no son estas
personas sino las que los manipulan, que están detrás de intereses superiores, de
sumas superiores de dinero. como son los carteles de las Farc, de Cali y olros (decla-
raciones del general Néstor Ramírez al noticiero AM·PM).
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loe: III>AD Y C"IL'DADANfA María Clemencia Ramíre:;
144 l EN LL P UTUMAY<> •
r r En palabras de Mary Douglas (r<¡66: !'i·40): "El mugre o la suciedad nunca es u o evento único,
aislado. Donde hay mugre o suciedad bay u n ststema. Un producto derivado de tma ordenacion
sistrmálica, una clasificat.:ión de la materia. en la medida que ordenar implica rechazar elementos
inapropiados. Esta idea de mugre o suciedad nos lleva directamente al campo del simbolismo y
promete una conex.íón con sistemas simbólicos de pureza más obvios(... ). En siotesis. nuestro
romportam iento con respecto 11 la contaminación es la reacción que condena cua lquier objeto o
idea que de algun11 manera confunda o contradiga clasificaciones mantenidas( ... ) Definido de esta
manera. el muRre aparece co mo un a categoría residual. rechaznda de nuestro esquema nom1al de
r.lasificación (... )si el mugre es un asunto f11era df' lugar. lo dc•bemos abordar por medio del orden.
Suciedad o mugre es aquello que no debe incluirse si un patrón ha de mantenerse".
r 1 Al respecto, en la introducción a l li bro Ethnic Croups ond /Joundaries. Barth (1969) insisti ó en
que las fronteras cte los grupos étnicos - tan importantes de definir y mantener por c uatrto se
reconocían co rno estables y continuas a pesar de los contac.:tos iuterétnicos- dejan de se r claras
y se tornan ambiguas: pueden c.:o nstituirse en ciertos casos v desaparecer en otros: so n Ou idas
y múltiples.
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CAPin Lo 4 • Lu política del reconocinuento y el movimiento coca! ero
En Mocoa se conformó el conúté pro-paro para recibir a la gente que venía desde
Puerto Limón. Puerto Guzmán v del Caquelá. El ejército estaba concentrado en
Villagarzón para no dejar pasar. pero el comité de conciliación ayudó a dejar que
pasar-dii. Alguna gente de Mocoa se volvió mediadora entre el gobierno y los marchistas;
con el alcalde. el defensor dt>l Pueblo v el personero se logró conciliar para que no
hubiera más enfrentamientos (entrevista a un profesor en Mocoa, 1C}98).
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CAPin 1.0 4 • La política del reconocimiento y el movimiemo cocalero 1
147
MARCHAS COCALERAS
2.5 DE JULIO AL I9 DE AGOSTO DE I9SJÓ
SITIOS DE CONCENTRACIÓN
PUTUMAYO
Mo coa !3-000
El Tigre J.OOO
Villagarzón 6.000
El Cedral 1.000
Total 6s.ooo
BOTA CAUCANA
SITIOS DE PROCEDI::NCIA
PUTIIMAYO
•
• De El Porvenir, Bajo Congor y el Diamante y Piamonte a Miraflor.
Y también a Miraflor de Nápoles, Campoalegre, Guayuyaco, Puerto
l Bello y El Remanso
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IDF.NTIDAD Y CIUDADM-IIA EN EL PUTUMAYO • Marta Clemencia Ramfre:.
Una manifestación pacífica, una <doma>• sin armas. de la ciudad. Esa posición no era
real, esto cambió de claro a castaño oscuro( ... ). Desde ayer no puede nadie transitar por
las cal les de Mocoa en ningún tipo de vehículo, ni siquiera de tracción animal( ... ) Mocoa
hasta ayer jardín de paz y tranquilidad. vive una situación de crisis. Las gentes del común
de una ciudad pacífica por excelencia. muy conservadora, muy arraigada a sus tradicio-
nes y costumbres, está estresada y atemorizada (La Nación, 11 de agosto de 19!)6: 9).
Mocoa es descrita como una ciudad idílica, en donde el arraigo a las tradiciones
y a las costumbres explica por qué no se ha dejado contaminar de foráneos cultiva-
dores de coca. En su "Crónica de lo absurdo", como titula su artículo, el poblador de
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CAPfTliLO 4 • La política del reconocimiento y el movimiento cocalero 1
149
Mocoa enfatiza sobre "el verdadero y real nombre de Mocoa es San Miguel de Ágreda
de Mocoa, su fundación data de más de cuatrocientos años por los españoles, pero
como población fija, con anhelos de salir adelante, tiene menos de una centuria" (Lo
Nución, 11 de agosto de rgcjí: 9). Mientras se representa a los pobladores de Mocoa
como tradicionales, conservadores, pacíficos y con arraigo en su región, según lo
demuestra su historia de cuatrocientos años. los campesinos o colonos cocoleros, se
representan como violentos. auxiliares de la guerrilla, sin arraigo y, por tanto. sin
identidad.
Esta es la representación que domina en la revista C01nbio I6(Varela, r998) cuando
se afirma: ''El Caquetá está habitado por colonos sin identidad cultural, y es víctima
del olvido estatal. Ambos ingredientes son un caldo de cultivo perfecto para la violen-
cia". Al afirmar que no tienen identidad cultural se está de acuerdo con la imagen que
considera a los colonos gente desarraigada de su sitio de origen y, por consiguiente, de
su cultura, olvidando que elJos. frente a un medio dHerente, han construido nuevas
formas culturales y, en consecuencia, nuevas identidades locales. Al sostener que no
existe estado en esta zona se desconoce la presencia institucional en la región y se
ratifica la visión de una región marginal y vacía, la cual debe re-colon izarse y civiJizar-
se, llevándole culturo y presencia estatal, traducida esta última en un estado represi-
vo, materializado en las fuerzas militares que antes que evitar promueven los
enfrentumientos y los consecuentes hechos violentos.
Es así cómo, mediante la evocación de eventos históricos se legitiman actos de vio-
lencia. Puede afirmarse entonces que la violencia política debe explicarse a la luz de la
historia que subyace, como un conjunto de prácticas y formas culturales cuyos signifi-
cados sólo pueden descifrarse entendiendo la memoria histórica y las relaciones socia-
les de la colectividad dentro de la cual emerge. toma forma y tiene efectos. Coronil y
Skurskj (JCJCJI} subrayan la significación histórica espet:Ü':ica de la violencia en Venezuela.
coincidiendo con Fcldrnan (1991: 2), quien -en su trabajo sobre las formaciones de la
violencia en el norte de Irlanda- , afirma que "la construcción cultural de un sujeto
político está ligada a la construcción cultural de la historia". Por su parle, Aretxaga (1993:
2..2..3) sostiene que "el conflicto político en el norte de Irlanda es moldeado por, e interpre-
tado por medio de modelos culturales enraizados hondamente en la historia de la rela-
ción colonial anglo-irlandés". Las visiones que se tienen sobre la historia o las
evocaciones de la memoria histórica colectiva inciden en la forma en que se enfrentan.
explican o generan hechos violentos.
La construcción de la marginalidad de la región amazóllica ha sido un proceso
de larga duración, que tuvo su origen durante la colonia y explica y legitima las
pohticas que se adoptan desde el gobierno central para esta región. La relación que
se establece entre el centro del país y esta región marginal es un eje de anáJ isis
desde la perspectiva de la representación que de una región se hace de la otra: la
exclusión y estigmatización del otro -en este caso de los habitantes de la región
amazónica-. y la percepción o asunción de esta exclusión y estigmatización por
parte de los mismos, refleja una relación de espejo que no puede perderse de vista,
y se torna recurrente en los discursos que unos y otros conslrnyen sobre la región
así como en el desarrollo del movimiento de los coco/eros.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
lOEN III)AI) y C'lllDADAN IA F'l EL PliTUMA' o • María Clemencia Rumíre;:.
algunas veces. no grupo emerge como tal por11ue otro lo excluye y le ponfl a una
c:ategona de personas etiqueta. un nombre y. poco a poco. aquellos rotulados se ideo-
t ifican como miembros de este grupo sobre la base de su opresión compartida (Young,
1<)'.)0: 41í).
q Es as1 corno en una de las circ:ulares emitidas por el comité de paro durante el movimiento coca/ero,
~e rechazaba la posición asumida por el gobierno nacional en cuanto a la imposibilidad de negociar
lo relacionado con los cultivos de coca. Dicen: "Que nos respeten como seres humanos. Exigimos
gen le inteligente para negociar, y no astut os mandatatios. mandaderos del Gobierno central" (1::/
Tiempo. 6 de agos to de 11}96: 10A. tnfosis mio). Por otra parte. e l presidente del concejo municipal
de Puerto As1s. Álvaro Benavides, manifestaba: "Si no nos hacen <.:aso todas las aclividades
seguirán paralizadas. la voz de 8o mil habitantes, en lodo el municipio y sus áreas rurales es lo
''OZ de /lo mil colombianos" (El Tiempo, 2.9 de julio de rl)96: 6A. Énfasis mío).
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C ·\PITI Lo 4 • w política del reconocimicmo y el movimiento cocalero 1
ISI
Wcndy Brovvn (199> 73-7-J) Lleva esla reflexión más lejos e insiste en que:
Esta es una de las zonas más apartadas del país, estamos olvidados. Lo único que se
ve por aquí es aislamiento y abandono por parte del gobierno. Al estado no le con-
viene que sUijan poblaciones en la amazonia. El atraso se equipara a pertenecer a la
amazonia (testimonio de 1m campesino en Piamonte, r9<)8).
Las reflexiones anteriores son fundamentales para entender cómo las identida-
des colectivas en la amazonia occidental están siendo moldeadas por los senlimien-
tos de exclusión y abandono por parte del estado central y la clase política
hegemónica: en consecuencia, las identidades políticas que emergen lo hacen
culpabilizaHdo y respondiendo a este estado central ausente, que cuando se hace
presente durante los paros ctvicos es represivo y reitera la condición de marginalidad
de sus haiJilanles, tal como se hizo evidente durante el movimiento de los campesi-
nos cocolerus y los movimientos cívicos que lo precedieron.
En r.ste contexto de desconocimiento o reconocimiento distorsionado de los ha-
bitantes del Putumayo, Caquetá y Guaviare por parle del estado central. la principal
demanda de los coro/eros era la de ser reconocidos como habitantes de la región.
interesados en su desarrollo. Por tanto. exigían que se les oyera y tuviera en cuenta
cuando se trataran los problemas de su región. tales como la erradicación de la coca.
En palabras de los campesinos de la vereda Villanueva en la jurisdicción de
Mayoyoque {Pulumayo):
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lDENTIDAIJ Y CII IIJADANIA EN EL P UTUMAYU + Marfa Clemencia Ramírez
la cruda verdad que el Gobierno con lodo acabó (carta dirigida a la Defensoría del
Pueblo, 2.6 de julio de r9<)8. Transcripción ortográfica original (Énfasis mio).
Las comunidades se di.rigieron por escrito y buscaron entrevistarse con el nivel central,
pidieron que la presidencia, la Red de Solidaridad y los Ministerios del Interior. Agricultura
y Medio Ambiente los escucbaran, sin encontrar eco o respuesta posiUva a estas inquietu·
des. En consecuencia, ante la falta de diálogo. de entendimiento o de receptividad en
relación con la problemática de la comuwdad, esta se vio obligada a organizarse en los
distintos municipios para afrontar el problema por medio de otra estrategia que apuntaba,
q Grupo base so denominó a los representantes de los ca mpesinos para lo negociación. Se eligió
un representante por municipio.
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CAPITULO 4 • La política del reconocimiento y el movimiento coca!ero
COMO SE IIA ANALIZADO, DES PUES DEL PARO CIVICO QUE TUVO LUGAR ENTRE EL 2.0 DE DICfEMBRE DE
IY94 y el s de enero de 1995 y que comprendió a Jos municipios de Orito, San Miguel
(La Dorada) y Valle del Guamués (La Hormiga), se conformó el Movimiento Cívico
Regional del Putumayo, el cual después de año y medio de existencia se amplió y
cubrió otros municipios del bajo Putumayo como Puerto Asís, Puerto Leguízamo y
Puerto Guzmán. Dentro de ese marco se iniciaron los preparativos del segundo paro
cívico, que comprometería a todo el medio y bajo Putumayo, en contra de la fumiga-
ción que seguía anunciando el gobierno, y del incumplimiento de los acuerdos fir-
mados en La Hormiga en enero de 1995.
Refiriéndose al paro cívico de 1994-1995, un líder de la Organización Zonal Indíge-
na del Putumayo comentaba que en ese momento el movimiento campesino no esta-
ba unificado y. por tanto, participaron solan1ente unos municipios: "Se hablaba de
la protesta de Orito y de La Hormiga". Continua explicando cómo, después del paro,
··nosotros quisimos entrar a dialogar con la comisión de negociación para fortalecer
la negociación de los campesinos, mas no para quitarles los logros, pero la gente
parece que no lo entendió así". Señala cómo, "ese año y medio del que estoy hablan-
do fue una lucha, todo un proceso, para ver cómo unificar ese movimiento" (entre-
vista a un líder indígena, marzo de 1999).
Este Movimiento Cívico Regional tampoco está exento de la ambigüedad que ha
t:aracterizado la práctica social y política en el Putumayo. Por tanto, el movimiento
de los cocaleros de 1996 debe enmarcaTse en la tensión entre mantener o no la auto-
nomía política con respecto a los partidos tradicionales y a Jos grupos armados que
actúan en la región. Durante ese movimiento se hizo evidente no sólo el problema
estructural de la región amazónica occidental en cuanto al conflicto y la violencia
asociados al cu ltivo de coca y al narcotráfico, sino también la fuerte articulación
entre los campesinos y la guerrilla.
La ambigüedad de esta alianza es clara en las palabras de un campesino cuan-
do afirma que, "a las marchas salimos vo luntariamente obligados", con lo cual
quiere decir que la guerrilla oo sólo apoyó el movimiento sino que lo promovió de
manera autoritaria. Rangel (1998: 6) ha señalado que una diferencia radical en tre la
guerrilla de hoy con respecto a la de la década de 1960 es, "el uso sistemático y
permanente de un arma inédita contra la población civ il: el terror masivo". Sin
embargo. sostener que el movimiento cocalero fue resultado sólo del miedo y el
terrorismo que ejerció la guerrilla sobre la población campesina es desconocer
los procesos organizativos de los habitantes de la región a los cua les me he refe-
rido y no sólo legitimaría la visión del nivel central cuando afirmaba en la pren-
sa, que la guerrilla era la culpable del paro en Putumayo, sino que negaría la
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I DF.l\nDAD \' CILIDADANIA EN EL P UTIJMAYO • María Clemencia Ramíre:
En este orden de ideas, las Farc promueven las demandas hechas por los cam-
pesinos al estado por servicios y obras de infraestructura así como sus exigencias
de participación en la planeación y ejecución de proyectos productivos para la
región. Por tanto, puede afirmarse que, consecuentes con esta política, no buscan
sustituir el estado como proveedor de servicios y bienestar.
A través tlel apoyo logístico al movimiento coco/ero, las FaTc no sólo ayudaron
a los dirigentes del Movimiento Cívico a II Hgar fortalecidos a la mesa de negocia-
ción para formular sus demandas al estado, sino que se presentan como defenso-
ras de los intereses ele los campesinos. En palabras tlel comandante Joaquín, del
bloque sur, "las Farc respaldan a la población civil en su exigencia contra los
corruptos. Porque nosotros no tenemos nada distinto que defender que los intere-
ses de la población". AJ referirse a la loma de la base militar Las Delicias en el
Putumayo y a la retención de sesenta soldados, el 3I de agosto de 1C)<)(í, declaraba
que "nuesll'a acción fue un acto de solidaridad conll'a el trato inhumano, represivo
y policiaco que se estaba dando a los campesinos en el sur del país por el único
delito de exigir que el estado cumpla sus dehercs" (t\nncol. marzo de 1()()8: 3).
Sin embargo. 110 debe perderse de vista que la relación que establece la guerrilla
con los campesinos es amb iva lente, por cuanto a la vez que dicen impulsar la parti-
cipación son autoritarios en sus relaciones con la población. Se trata de un doble
discurso de las Farc: reivindicándose como defensores de Jos intereses de los cam-
pesinos legitiman sus acciones militares y s u au toritarismo. lo cual fue evidente en
el desenlace de este movimien to.
En s u búsqueda por lograr un movimiento cfv ico departamental que compro-
metiera a los trece municipios del Putumayo el Movimiento Cívico Regional inició
la identificación de líderes comunitarios tales como jefes de las juntas de acción
comunal, miembros del magisterio, del sector salud, etcétera: es decir. el liderazgo
no sólo comprende a los campesinos sino también a los grupos indígenas así como
a líderes de otros sectores:
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CAPIH'L(I .t • La política del reconocimie11to y el movimie11to cocalero
1 rss
Regresaron al Putumayo [de~>pués del Seminario internacional de cultivos ilicitos real iza-
do el q y IS de junio de ¡qq;J v se pusieron de acuerdo en preparar el paro. Por un lado. se
inició la discusión dol problema de la organización y por el otro la de la parte operativa. En
O rito el problema era de orden táctico y en Puerto Guzmán y Puerto Asís de carácter
organizativo v político: qué característica social y poütica debía asumir este movinúento.
Después se decidió hacer una reunión con todos los dirigentes del Putumayo: del alto,
medio y bajo. En esa reunión se creó el Movimiento Cívico por el Desarrollo integral del
Putumayo y se rompió con el Movimiento Cívico (el de Orito, Valle del Gua mués y La
Hormiga) y el de Unidad Campesina (de Puerto GuzmánJ. Empezó la organización por
veredas. se escogieron dirigentes de cada una y desde el punto de vista económico todos
debian aportar. Orito. Valle del Gaumués y San Miguel tenían más experiencia (entrevista
a un asesor del grupo base'\ 191)9}.
Una vez conformado el Movimiento Cívico por el Desarrollo Integral del Putu-
mayo, se eligieron los líderes que debían iniciar el trabajo de base para organizar el
movimiento contra la fumigación, al que se habían comprometido en Bogotá. El
Movimiento se planteaba la "lucha unificada", lo que significaba articular diferen-
tes movimientos departamentales de lodo tipo -étnicos, políticos y sociales- bajo
el discurso hegemónico regional sobre el abandono del estado, el marginamiento y
estigmatización de sus habitantes y los consiguientes problemas estructurales so-
cioeconómicos que estos comparten. Por otra parte, esta lucha unificada implicaba
también estab lecer relaciones con el Caquetá, el Guaviare y el Meta. departamentos
donde también se cultiva la coca:
1~ El líder indígena de la OZII' me e.\plicahn que a través de los talleres "la gente empozó a tomar
conciencia de (]UC si no enfrentábamos el problema entre todos no iba a ser posible adelantar una
negociación un poco mús scrin". En cuanto a la negociación en ese momenlo. comenta que "no
habíamos identificado una propuesta CJUC nos convenciera. porque sabíamos que el problema de
los cultivos ilícitos traspasaba las fronteras mismas del país, no era un problema del Putumayo".
De esta manera, al pensar en <..ómo debería ser esa propuesta consideraban que "debía sm· de
avanzada, que involucrara no solo al departamento del Putumayo sino al del Caquetá, e l sur de
Bolívar y el Guaviarc. pero es que tenemos otro problema igual en el Perú y en Bolivia. Entonces
decíamus: 'Para fJue ese problema grande tenga ceo es nccesariu bacer una gran movilízación"'
(entrevista a un lrdar ind1gena. director de la OZLP zip durante las marchas. 1999).
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
IDENTIDAD Y CIUDADANIA EN EL PUTUMAYU • Morfa Clemencia Ramíre::.
rs6 1
Inicialmente lo cuadramos por medio de las inspecciones de policía: esa fue la prime-
ra parte: que la inspección de policía convocara a las veredas. En esa reurtión de veredas sólo
se hablaba con los presidentes de los grupos de acción comunal; luego se capacitaba a esa
gente en talleres de tres a cuatro días. en los que se trataba toda La problemática que se venía
encima. Se dictaban los talleres y nosotros recibíamos los informes de la gente. Entre las
cosas más importantes que encontramos era que esta no respondía a las preguntas de los
campesinos sino que. más bien. traía cuestionarios (entrevista a un lider indigena. director
de la OZlP durante las marchas, I()C})).
16 En la baja bota caucana el paro fue organizado por el Movimiento Pacífico del Cauca. Jo mismo que
el que se realizó en 1994 en co ntra de Argossy. compañia petrolera que trabaja aUí. y cuyo pliego de
peticiones se retomó eo 1990, al igual que eo el caso del Putumayo. El paro se inició el4 de agosto y
duró un mes y diez días. La negociación se realizó en Popayán a donde viajaron los líderes fmanciados
por la gobernación del Ca uca. Los líderes del Movimiento Cfvico de.l Putumayo trabaja.ron en conjunto
con el Movimiento Pacífico del Cauca, tanto en el paro de 1994 como en el de rW(>.
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CAPiTULO 4 • La política del reconocimienlo y el movinuenlo cocalero 1
!57
Eran autoHnanciados. Nosotros hicimos una primera colecta; como el problema eron los
cultivos ilícitos pues la solución la íbamos a financiar con los mismos culUvos ilícitos:
tocaba así, y por hectárea se colocó una cuota para fina nciar. Pero dijimos. ya se hizo la
socialización de lo que podría ser la propuesta operativa, y luego la otra propuesta.la
política que íbamos a plantear en la mesa. La gente estuvo de acuerdo en salir a las calles;
lógico que considerábamos que no todo el mundo podía salir, que había gente que debía
quedarse en casa. mínimo una persona por finca. Además, se necesitaba otro equipo de
personas en las fi_r¡cas para recolectar alimentos. leña y carne, lo necesario para sostener
un paro. Porque nosotros lo declaramos un paro por término indefinido, mientras no
hubiera negociación no nos levantábamos del paro: le decíamos a la gente que iba a ser
muy duro, porque la respuesta del estado a la periferia nacional siempre ha sido que a una
propuesta política le dan respuesta militar y que no nos extrañáramos de que eso iba a ser
así, que se iban a desconocer los derechos humanos desde el principio hasta el final
lentrevista a l director de la Ozip durante las marchas. 1999. Énfasis mio).
Vale la pena resaltar cómo se preveía que la respuesta del estado a sus deman-
das iba a ser represiva, por lo que se preparó a la gente para la situación de violen-
cia a la que podía verse expuesta al participar en el movimiento. Es así como en el
centro del Movimiento estuvo la demanda de respeto a los derechos humanos.
Las Farc son las r¡ue los han capacitado y han hecho avanzar la organización. La
guerrilla promueve la asociación de juntas de acción comunal y que la gente se
17 Desde que se iniciaron las conwrsacioncs de paz con el gobierno de Andrés Pastrana. el 6 de enero de
IW},las Farc han presentado una propuesta pard desarrollar un plan piloto de erradicación y sustitución
de cultivos en el mtmicipio de Cartagena del Chairá, Caquetá, "sobre la base de crear condiciones
necesarias para el desarrollo de cultivos alternativos que garanticen la vida de los campesinos.
condiciones que pasan por el desarrollo de la infraestructura vial. Sistemas de mercadeo con subsidios
a la producción y al mercado. Está en la mesa como tema a tratar pero no depende de las Farc-~P ni de
los campesinos y hasta ahora no hay ninguna respuesta. Le preguntamos si lo conocen los congresistas
estadounidenses" (carta de las Farc al congreso de Estados Unidos. marzo de 2000).
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IDENTIDAD Y CJUOADANIA EN El PuTU~!J\YO • MorÍ!! Clemencia Rmmre::.
158 1
La guerrilla hace respetar la junta y le abre paso al inspector de policía para que
pueda actuar. pues en ciertos lugares es la que lo autoriza a cumplir su papel. A
fines de 1998 se discutía si se dejaba trabajar a los inspectores de policía recién
nombrados en los corregimientos del municipio de Piamonte, y las Farc estaban
promoviendo la creación de Jos comilés de conciliación dentro de las juntas para
cumplir con sus funciones, tales como recaudo de impuestos, degüello. levanta-
miento de cuerpos, etcétera. A comienzos de 1999, los inspectores de policía de los
corregimientos de la b"ia bola caucana debieron renunciar por orden de estas,
quedando solamente el del municipio de Piamonlc. En palabras de uno de ellos,
"porque la guerrilla no quería presencia del estado". Esta le explicó a los inspecto-
res salientes que se entraría a considerar si en un futuro se volvían a nombrar, pero
pagados por las juntas de acción comunal.
En este evento sobresaJe que las Farc suprimieran el cargo por no querer la
presencia del estado, aun cuando los inspectores eran supervisados directamente
por ellos. Sin embargo, sienta el precedente de que es la guerrilla la que ejerce la
disciplina y el orden, es decir, la función de autoridad del estado, mientras que la
función de proveer servicios a la comunidad se le deja al mismo y las Farc fiscali-
zan su cumplimiento.
Es evidente que las acciones promovidas o apoyadas por las Farc no significan,
necesariamente, anular la capacidad que tienen los sujetos gobernados de reaccio-
nar, de actuar como sujetos colectivos o individuales. La gente en La región negocia
con las Farc, lo que responde a la representación que se tiene de la guerrilla, pues
aun cuando esta ejerce funciones de autoridad en cuanto a mantener el orden y la
disciplina se refiere, no se comporta ni es reconocida por Los habitantes de la
amazonia como un estado dentro del estado, como se ha pretendido mostrar, sino
''como un gobierno dentro del gobierno" tal como definió Manuel Marulanda Vélez
el accionar de las Farc (entrevista en Semana, 87.1, 18 de enero de 1999: .u). Aún
más, su poder es, a la vez, aceptado y resistido por la población, que además
conlinúa demandando la presencia del estado en la zona.
Al respecto, un asesor del Ministerio del Interior me comentó que. desde la
perspectiva del gobierno, las Farc ejercen "contml de autoridad", mientras que los
alcaldes ejercen autoridad mas no control; así mismo, sostiene que a pesar de que
el estado está presente por medio de las insliluciones oficiales - la Fiscalía, etcéte-
ra-. se habla de que no hay presencia del estado porque "no Lodos obedecen a una
sola línea, todo se mediatiza y se negocia con otros autores de poder que están
presentes allá". Agrega, además. que el problema al cual se enfrenta el gobierno
central es el de "garantizar que está consolidando soberanía'', y concluye diciendo
que. "más que construcción de estado, lo que hay que hacer en esas regiones es
construcción de soberanía, y sobre la construcción de soberanía después se construye
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CAPilt l.<J 4 • La J!~l!!!_ca del reconocimiento y el mol'lmtento cocalero
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IDENTIDAD v ClliDAOANfA EN EL PliTliMAYO • Marra Clemencia Ramirez
r6o 1
marchas; las Farc habían determinado que parte de las veredas saldrían hacia el
Caquelá y parte al Pulumayo: sin embargo. la gente de aJguoas veredas se opuso a
salir de su zona, pues en su agenda estaba presionar la creación del municipio de
Piamonle y veían esta como su grao oportunidad:
Nosotros nunca hemos tenido una asesoría de la guerrilla,lo que hemos hecho ha sido
por convicción propia de los líderes. Como le contaba, en el paro ellos, la guerrilla, estuvo
en contra de nosotros, porque querían que saliéramos al Putumayo, al Caquetá y noso-
tros no salimos y por eso no estuvieron de acuerdo con nosotros. Porque dijimos que
teniamos que luchar en el Cauca. No. no hubo ningún enfrentamiento sino que nos
quitaron el apoyo, no nos apoyaron. Como no ha habido diálogos así, simplemente nos
mandaron decir que no nos apoyaban y que veríamos qué hacíamos. Porque ellos creían
que nosotros éramos un grupo débil. La guerrilla y el gobierno creyeron que como era
una zona muy aislada íbamos a fracasar en el paro. Y fue de los mejores paros que ha
habido. porque tuvo repercusión nacional por la forma pacifica, por la calidad de los
negociadores y por los logros qt•e se obtuvieron en la negociación.
Uno se queja más fuerte cuando es más fuerte el dolor; si el dolor no es fuerte uno no se
queja casi nada, pero si el dolor es fuerte más bien sí puede haber diálogo. Eso fue lo que
nos pasó a nosotros, porque como sentíamos la 11ecesidad, esta nos empujaba a solucio-
nar los problemas (entrevista a un miembro de la comisión negociadora del paro cívico de
la baja bota caucana, rC)98).
Para dirigir las marchas la guerrilla nombró a unas personas y la sociedad civil
nombró a otras, de manera que se opusieron a sus mandatos (refiriéndose a los
mandatos de las Fru·c] (entrevista a la representante de las mujeres en el grupo base,
febrero de 1999).
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CA PITilLO 4 • La política del reconocimiento y elnw1•imiento cocalero 1
TÓI
Durante mi lrabajo de campo, las Farc le exigían a todos los habitantes de las
veredas de la baja bola caucana, ya fueran productores o recolectores de coca. estar
afiliados a las juntas de acción comunal para conlrolar a la gente que entraba y salía
del área con el fin de evitar la infiltración de paramilitares. Para afiliarse a las juntas
de acción comunal a los campesinos se les exigía la cédula de ciudadanía; no podían
afiliarse haciendo uso de olro documento o sólo dando nombres de pila, de manera
que a los que estuvieran indocumentados se les dio plazo hasta noviembre de r998
para que se registraran y sacaran sus documentos de identidad. Esta es otra política de
las Farc que muestra cómo utiliza los requisitos exigidos por el estado a su favor, sin
pretender instaurar una forma alterna de identificación. Por otra parle, a las juntas de
acción comunal se les exigía responder por sus afiliados. Así mismo, los patrones
debían responder por los raspochines bajo su mando y debían entregar un listado con
su número de identificación a la junta. Los que vivieran desde hacia menos de un año
en el lugar y no cumplieran con los requisitos anteriores ni tuvieran lierras para traba-
jar. debían irse. En ese momento. las f<arc no permitían la enlrada de más gente a la
región, debido a las amenazas de los paramilitares, sosteniendo que no dejarían que la
baja bota caucana se Lransformara en un campo de guerra contra el campesinado iguaJ
que Puerto Asís o el Valle del Guamués. Además, se controlaba la gente que salía de
las veredas al pueblo. para evitar que quienes estuvieran asociados con grupos contra-
rios brindaran información que perjudicara a los campesinos o a la guerrilla.
Por olra parle. en caso de que alguien quisiera vender un terreno ten fa que consul-
tar y pedirle permiso a la guerrilla, que otorgaba o no el permiso según lo que se
supiera del comprador. Dicen los campesinos que ·'ellos !refiriéndose a los guerriDe-
ros] saben quién es quién, mientras que nosolros no sabemos quienes son"; los habi-
tantes no se conocen todos enlre s1 pues es una zona de alto movimiento de población.
Los campesinos apoyan esta regulación de entrada y salida de la gente pues la posibi-
lidad de que enlren paramilitares a la zona los aterroriza.
Finalmente, por medio de la inscripción en las juntas de acción comunal se logra
tener un censo real de población, elc.ual se ha planteado por parte de las Farc como
condición indispensable para iniciar c.ualquier proyecto de sustitución que se lleve
a cabo en la región.
El poder de las Farc, difuso y no institucionalizado. ha logrado infundir en la
población microprácticas disciplinarias (Foucault, 199r), que han sido asumidas y
forman parte de la vida colidiana. relaciones de poder enraizadas en la sociedad
que. además. le adjudican a las Farc una capacidad de vigilancia permanente. lo
cual no significa que no se sigan acatando también formas institucionales y discipli-
narias del estado. Entre las normas establecidas por la guerrilla, y que se obedecen,
se encuentran las siguientes: control del tráfico por el río -en Puerto Amor, sobre el
río Caquetá, observé un letrero que decía: "El Frente 32 y 49 prohiben navegar de 6 p.m.
a 6 a.m. Multa $500.000, Farc-EP"-; control sobre establecimientos públicos los cuaJes
sólo pueden abrir hasta determinada hora de la noche y en donde no se permite la
enlrada a menores de edad: prohibición de la entrada a billares a menores de quince
años. la multa es de $2.o.ooo: no se puede beber aJcohol entre semana ni transitar calles
después de las 10 de la noche; está prohibido abrir discotecas entre semana; estas sólo
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I DENTIDAD Y CIUDADANIA EN EL PUTl1•1WU • Morfa Clemencia Ram(re;;
IÓ2
'
se abren de viernes a domingo y el lunes no se permite continuar de fiesta; a quienes
estén tomando los obligan a arreglar caminos o a barrer, como forma de castigo. por lo
que el alcalde de Piamonte debió barrer el pueblo, para dar ejemplo.
En este contexto de disciplinamiento y reconocida autoridad por parte de los
habitantes de la zona, las Farc establecieron las reglas para la organización de las
marchas de r9()6. Por cada hectárea de coca debían pagarse cincuenta mil pesos al
comité de finanzas de cada junta de acción comunal y con esos dineros se constitu-
yó el fondo para el comité de marcha. Las Farc determinaron la cuantía de la cuota y
la forma de recolección. El presidente de finanzas de cada vereda entregaba al jefe
vereclal el elato exacto del dinero recolectado. la modalidad del recaudo y lo que
hubiera aportado cada persona, teniendo en cuenta sus capacidades económicas.
pues en algunos casos se recogió por familia un monto no relacionado con las hectá-
reas de coca:
Tocabo colaborar con las juntas, sacaban una parle, colaboraban, y por decir. se les
daba de a diez mi l pesos por familia en cada comun idad. Así se recogió bastante y se
compraba, por ejemplo, un animal. Como fue aumentando la gente y hubo mucha
hambre, entonces a lo último los que tenían tantas cabezos de ganado tenfan que
colaborar; varia gente colaboró con eso, les tocó. por las buenas o por las malas (entre-
vista a una campesina que participó en las marchas. Piamonte, 1!)98).
Cuando se iniciaron las marchas algunas juntas tenían seiscientos mil u ocho-
cientos mil pesos, con lo que se financiaron los primeros días de la marcha. Del total
recaudado, .2.0% debía enviarse a la comisión organizadora central, integrada por
nueve líderes de cada municipio. Una campesina e.>:p lica cómo era la comisión or-
gan izadora central: "Como una junta comunal, con presidente, con tesorero, con
fiscal para que estuviera fiscalizando, con secretario, e l que escribía" (entrevista a
una campesina que participó en las marchas, Piamonte, rC)98). Además, en cada vere-
da se designaba un presidente, responsable directo de la organización vereda], el
cua l la representaba en un segundo comilé de coordinación, que se constituyó con
los diferentes jefes vereda les y se convirtió en el vehículo de comunicación enlre la
comisión organizadora centra l y las veredas. Se conformaron también comités
vcredales. encargados de organizar a las comunidades s igu iendo los lineamientos
de la organización ccnlra l. tales como los comi tés de vigi lancia, finanzas, Lra!lspor-
le, salud y de alimentac ión o comodato. Una vez se inició e l desplazamiento, y de
acuerdo con Jos comités que organizaron se determinó que un grupo de tres perso-
nas se quedaría a cargo de la vereda, dando de comer a los animales, cu idando las
casas y enviando alimentos para los que se desplazaban a la marcha. La guerrilla
dio las ordenes para la salida (entrevista a una campesin a que participó e n las
marchas, Piamonle, 1999).
Así, por ejemplo, en el Bajo Congor, una vereda de Piamonteen la baja bota cattcana. el
inspector se quedó en su vereda encargado de cuidar los animales y las cosas de valor, que
se guardaron en la escuela. Por cada vereda se quedaban ocho, diez o dóce personas. En
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CAPITULO 4 • La política del reconocimie11to y el movimiento coca!ero 1
J6?
este caso. el inspector comenta que los doce se reunian a comer juntos. Los que perma-
necían en las veredas eran los encargados de recoger productos para llevarles a los
march islas.
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lDENTTDAD Y CJUD,\DANIA EN EL PuTUMAYU • María Clemencta Ramirez
Bajo Congor estuvo aquí. Pablo Maya vino del Diamante. Los raspachínes vinieron
pagado el jornal por los patrones; algunos eran remplazados (entrevista a un líder
de la marcha en la baja bola caucana, r998).
Las Farc se reservaron la responsabilidad de la organización general de la mar-
cha y el cumplimiento de cada una de las tareas, y prohibieron la producción de
coca y la actividad comercial durante el desarrollo de la misma. Al respecto. un
comerciante de Puerto Asís dice que, ''el paro estuvo muy bien organizado", pues se
turnaron las droguerías que abrían por dos horas martes y jueves, también se reguló
la venta de comestibles y se supervisaba el precio de venta.
Sobre el papel de los guerrilleros en la organización de las marchas, una campe-
sina de la baja bota caucana agrega:
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CAPin;LO 4 • La política del reconocimiento y el movimiento coca!ero 1
r6s
y suministra medios que permiten que el paro pueda desarrollarse durante meses.
como fue el caso de las marchas cocaleras.
En consecuencia, con la organización descrita, el 2.8 de julio de r996, una vez
iniciado e l paro el Movimiento Cívico por el Desarrollo Integral del Pulumayo por
medio de un comunicado informó a la población del Putumayo:
Para los habitantes ele la ciudad es difícil aceptar la imposición de estas nor-
mas, mientras que para los campesinos constituía algo indispensable para el buen
desarrollo de la movilización. Es así como en el diario local Lo Nación se lee:
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I DENTIDAD Y Cll1DADA-.:IA Eo' U PUTUMAYO + María Clemencia Ramfre;;
166 !
Los campesinos que se encuentran en Mocoa, lienen «dominio>> sobre toda la ciudad,
ellos son los que deciden qué establecimientos deben abrirse. qué alimentos deben
aportar y las sanciones que se les impone a aquellas personas que no les colaboran en las
manifeslaciones (Lo .Voción 10 de agosto de 1c)96: <J).
Por otro lado, uno de los negociadores del gobierno central resalta la organiza-
ción de los campesinos en los centros urbanos. Refiriéndose al Putumayo. esta
persona me dijo que "el nivel de organización de la gente rural, de los campesinos
es muy grande" y agregó:
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La negociación (I): construcción de la identidad
y afirmación de la ciudadanía
E
SH CAPJll 11.0 SL C:LNTRA E:>J EL ·\N.\t.ISJS DE J.,\ NEC.OGL\C:JON E:-.ITRL LOS LIIJLRLS fWL 1'.10\'11\11·
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+ Morfa Clemencia Randret
r68 I- - - - -
IDEI'OTIDAD Y CIPDADANfA EN El PliTUMAH)
UNA VEZ SE INICIARON LAS MARCHAS. EL GOBERNADOR Y LOS ALCALDES DEL PUTUMAY() "EXIGEN
con urgencia una comisión del alto Gobierno" (El Tiempo. 30 de julio de 1996: 3A).
Las autoridades locales apoyaban la manifestación, taJ como se deduce de otro
lilular de prensa que dice: "Alcalde de Puerto Asís y Gobernador de Putumayo
justifican la marcha por el abandono tradicional del Estado a la región"; a conti-
nuación se explica que el gobernador del Putumayo, Jorge Fuerbringer y el alcalde
de Puerto Asís:
No podemos ser la cenicienta del paseo, pues siempre al Pulumayo lo miran muy
inferior a los otro~ depurlamentos y ahí radican los múltiples problemas que tenemos
(... ).Aún es mirado como territorio de la 'Nueva Colombia' lo que hace que sus apor-
tes presupuesta les sean mínimos. mientras que las necesidades aumentan considera-
blemente( ... ) el problema del Putumayo no es de vías carreleables, ni de terminar wt
aula escolar. ni mucho menos construir pequeños jardines escolares o provectar una
planta de palmito de chontaduro de la que se tiene apenas una mínima información
que no conduce a llilda ( ... )el verdadero problema del Putumayo se sol11ciona desa-
rrollando grandes obras y alternativas que han sido presentadas al gobierno nacional,
tal como electrificación, agua potable y atención a necesidades básicas insatisfechas
con un criterio macro para toda la región (/..a Nación, 1° de agosto de r996: 9).
Cuando el gobernador decía que el Putumayo era visto como parte de la nue1'a
Colombia se refería al señalamiento que se le hacía como territorio de las Farc, pues
este grupo habla de construir una nueva Colombia, lo que se ha in terpretado como
la posib le segregación de parte del territorio de Colombia, el cual incluir ía a la ama-
zonia occidental, región marginal-y marginada-, donde las Farc ejercen autoridad y
dominio territorial. Cabe resaltar que eJ gobernador también demandaba del estado
central obras y servicios.
Esta declaración fue hecha después de esperar la llegada de una comisión de l
gobierno que finalmente no se trasladó al Putumayo el 30 de julio, cuando los
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CAPITULO S • La negociación ( 1): identidad y ciudadanía 1
169
los manifestantes son buenas personas. Vienen por voluntad propia( ... ). Qué bueno
sería que la gente viniera y viera a los campesinos que soo los del problema. Puede
haber otras fuerzas, pero el problema es real( ...) la coca genera un problema social que no
puede tratarse como delincuencia; es parte de la economía de esta gente, porque con los
productos del agro se mueren de bambre. En eL fondo, en medio de la pobreza, la coca es
la única esperanza c¡ue encontraron( ... ) la fumigación asusta mucho a los campesinos.
porque saben que con eso viene la destrucción de sus cultivos ilícitos y más pobreza para
la región (El Espectador. 4 de agosto de I!)I)Ó: 13A).
Para mayores detalles sobre la confrontación. véase Teófilo Yásquez, "Violación a los derechos
humanos durante f'l paro campesino en el departamento del Putumayo''. Noche .V niebla. 1. julio-
septiembre de r<)4)(i. Cinep y Justici<~ y Paz.
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María Clemencia Ramtre:;
170 l loENTIDAD Y CIUDADA.NIA EN EL PUTUMAYO •
Lo que se manejaba como una hipótesis se hizo evidente ayer con la muerte de dos
personas y de 2.6 heridas, lras un cruce de disparos que se prolongó cerca de una
hora, entre los supuestos campesinos desarmados del Putumayo y los miembros de
la FUerza Pública. Las calles centrales de Puerto Asís se convirtieron anoche en un
verdadero campo de batalla entre guerrilleros de las Farc y miembros de la Policía
Militar. Ante la resistencia de los uniformados para evitar que la masa de manifes·
tantes incursionara en la pista del aeropuerto, guerrilleros camuOados en la protP.sta
abrieron fuego conlra los militares, escudados por la presencia de los civiles, insti-
gados a cometer actos terroristas (El Espectador, 3 de agosto de 1996: 7A. Énfasis mio].
La fuerza pública consideraba que se estaba enfrentando con las Farc y no con
"supuestos campesinos desarmados"; es decir, a los manifestantes se les despojaba de
su capacidad de maniobra y autonomía frente a la guerrilla. En pocas palabras. se trata
de la profecía aulocumplida. Por otra parte. esa mañana el ejército trasladó hacia Pas-
to, en un avión de la FAC. "a decenas de madres y niños campesinos que participaban
en el paro" (El Tiempo. 3 de agosto de 199(5: lA). siguiendo con su política de ayudarle a
la gente a evacuar la zona, lo cual fue calificado "por los organizadores del paro como
una forma de atacar el movimiento campesino'' (El Espectador 3 de agosto de r9<)6: rA).
Hubo también enfrentamientos entre autoridades civües y militares, porque las
fuerzas armadas reclamaban que los gobernadores y alcaldes "les impidieron durante
una semana ejercer el control del área y levantar la manifestación". por lo que el
general Mario Galán. comandante de la tercera división del ejército. le envió una carta
al alcaJde de Puerto Asís. "quejándose de la falta de colaboración del ejecutivo". Se-
gún el periodista: "la actitud pasiva de los mandatarios fue catalogada como un inten-
to por obtener beneficios políticos frente a la población y recursos del nivel central''
(E/ Espectador. 1 de agosto do rQQ6: 7A). Es evidente que mientras las fuerzas militares
querían terminar lo más pronto posible con la toma de Puerto Asís. los alcaldes y el
gobernador encontraban validas las causas de la manifestación y buscaban ayudar
para que se estableciera una mesa de negociación con el gobierno central. Así, por
ejemplo, cuando empezó la toma de Puerto Asís su alcalde los asesoró y puso a dispo-
sición de los campesinos las instalaciones tle la alcaldía para qu e presentaran sus
demandas al gouierno, habiendo aclarado antes su posición no militarista:
Ese es el objetivo, que vengan a negociar. Hay una organiznción y ustedes rleben estable-
cer una comisión para hablar con el alto gobierno. Yo considero la situación diferente a
como la ven el ejército y la poücía. porque veo la cosa desde otro punto de vista. A mf me
interesa decirle al gobierno que esto está mal, y lo hago como autoridad civll porque soy
el más interesado en que esto se resuelva ligero y no quiero que se resuelva por la fuerza.
No soy am.igo de la militarización del municipio. porque nos lrac consecuencias. Esto lo
podemos arreglar a las buenas, mediante el diálogo. Pero ante todo. con disciplina por
parte de todos. Estoy convencido que todo va a seguir en paz [video realizado por un
periodisla de la alcaldía de Puerto Asís. I<JSÓ).
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C.. \PITL 1 o 5 • La negociación}_!_{ íde~1tidnd y ciudadanía 1
171
En una carta que le escribieron al ministro del Interior el 3 de agosto, los alcal-
des ele Puerto Asís. Puerto Caicedo. Valle del Guamués (La Hormiga), Grito y Puer-
to Leguizamo analizan la situación. explican cómo la gente busca otros mecanismos
para presionar "la visita de una comisión negociadora del alto gobierno", y señalan
que "la fuerza pública por su parle. repele los intentos de los manifestantes, con
saldos lamentables de muertos y heridos". En consecuencia, solicitan "enviar ur-
gentemente a la zona una comisión negociadora de alto nivel. con miras a normali-
zar la situación y a evitar mayores desgracias"; además piden ''no criminalizar el
intento que hacemos los alcaldes de ayudar a encontrar alternalivas legales de acer-
camiento entre el gobierno central y las comunidades. Muy por el contrario, tratar
de coordinar con todas las autoridades ~.;ivíles de la región la solución pacífica al
problema·· (carta enviada al ministro del [nterior. el 3 de agosto de 1996).
En contraposición a esta posición de diálogo y solución pacífica. desde los pri-
meros días del paro el ejército nacional le había solicitado al gobernador que "se
lomen las medidas legales pertinentes a nn de poder adelantar las acciones y tareas
con la fuerza pública, y devolver la normalidad y tranquilidad a los pulumayeoses",
por considerar f!Ue la movilización campesina era una forma de presión al gobierno,
que iba en contra de los artículos de la constitución que permiten manifestaciones
públicas y pacíficas. Para el ejercito, "las exigencias no han sido presentadas en
forma oficial". Además. señalaba que "en los diferentes sitios de concentración los
manifestantes han confirmado su presencia bajo intimidación urmada siendo obli-
gados a permanecer en estos sitios en contra de su voluntad", lo que para e l ejército
iba en contra de artículo l..J. de la constitución. que permite la circulación libre de
todos los ciudadanos. Así mismo, los voceros de las fuerzas militares consideraban
que "las peticiones de los campesinos implicaban reformar la ley de estupefacientes
v se encuentran violando los derechos humanos al restringirse el transporte terres-
tre y aérno" l1..arla !m viada al gobernador del Putumayo el 1.9 de julio de IC)Q6). En fin,
la mO\ ilización se percibía como ··una estrategia cívica de la narcosubversión" para
ha1..er rlt'sislir Al fV"Jhir.rno rle lrt fumignrión "tratando de mostrar este flagelo. no
como un problem<l delincuencia! sino social". La policía nacional interpretaba el
apoyo brindado por el sector comorcial v Jos narcotraficantes como la defensa ele
sus intereses. "por ser los primeros perjudicados si se fumiga". Por otra parle, pre-
veía la intención de los manifestantes de incomunicar al departamento del Putuma-
yo. la loma guerrillera de Mocoa "con el fin de desestabilizar el gobierno nacional",
el ataque a la estación ele policía de San Miguel, acciones terroristas contra la infra-
estructura petrolera y contra el transporte público y retenes en las vias que comuni-
can a los municipios de Valle del Guamués (La Hormiga). San Miguel (La Dorada),
Grito y Puerto Asís (carta ele la poi ida nacional al gobernador jorge Fuerbringer
13ermeo, sobre la situación del paro cívico, 1.8 de julio de 199()}.
Tal como se mostró en el capítulo anterior. Mocoa es considerada como un ~.;en
tro ajeno al conOicto de la coca, la capital del departamento que hay que defender
de la esperada toma guerrillera 1 . En consecuencia, el comandante de la policía del
.l Cabt:' record;u qtU' los mArc:;h istas llegaron il Mocoa en forma pacifica el6 de agosto. desde Puerto
Guzmán y lil uajn bota uwcana. llevando consigo una bandera de Colombia.
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+ Morfa Clemencia Rwm'rc:
I72 l
l DENTIDAD Y CIVDADANIA EN 1'1. PUTliMAYO
Algunas personas que no pertenecían al grupo base !los representantes elegidos por
las comunidade~ para negociar] sino líderes que surgían de los mismos campesinos,
que eran un poco de aclivistas más beligerantes. tuvieron la intención de, por ejem-
plo, tomarse la gobernación, lo qutl hubiera dP"<;encadenado una calaslrofe, porque
el ejército y la policía estaban ahí muy prestas y se dacia que habría muchos muer-
los. Afortunadamente, la Iglesia y algunas personas se comunicaron permanente-
mente con P.sos ltderes beligerantes, llamándoles al orrlen y haciéndoles ver el ries-
go que se corría si SP. cometían actos de fuerza , violentos. Lo que oo pasó en Puerto
Asís; allí st se desbordó la emoli\'idad de los manifestantes y hubo muertos. se que-
maron algunas ambulancias y se invadió el aeropuerto, actos que dejaron mucho
que lamentar, heridos y muertos (entrevista al diret.tor del hospital durante las mar-
chas. fehrero ue J99l)) .
Como resu ltado de los enfrentamientos que se desataron en Puerto Asís, consis-
tentes con su imagen de lugar violento. el gobierno nacional demandó a los líderes
del Movimiento Cívico seguridad para los funcionarios que se desplazaran al Putu-
mayo. Debido a las instalaciones de la Empresa Colombiana de Petróleos. Orito, era
el ú nico lugar donde e l ejército podía ga rantizar la seguridad de la comisión. Por
otra parte, el Movimiento Cívico se había tomado las instalaciones del club d e
Ecopetrol, silio donde se realizaron las negociaciones.
Cuando empezó la negociación el único sitio que se había lomado era Orito. El paro co-
menzó en Puerto Asís. y allí se armaron los cambuches aliado de la pista del aP.ropuerto y
en el centro, en el parque. Curu1do el problema del asalto al aeropuerto el ejército arreme-
tió en contra de los cambuches y los volvió fisica mierda. Entonces, Puerto Asís dejó de ser
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C.<\PI rttLO 5 • LA negociación ( 1): identidad y ciudada11ía 1
I73
el centro de la toma; allí hubo una especie de empate: en una zona estaban los campesinos y la
otra otilad de Puerto Asís la controlaba el ejército.
El único sitio ciel Putumayo que estaba literalmente lomado y era estratégico, por la
presencia de Eropetrol y la refinerfa, era Orito (... ).Ahora bien, negociar en Mocoa era
imposible. primero porque allí no estaban en paro. Segundo. porque de baber un paro
en Mocoa. pues allá no mandan a nadie. En cambio, en Orilo están las baterías de
petróleo, y todos los días volaban el oleoducto, por lo que había que estar presentes;
durante el paro la guerrilla le metía segueta lados los días, y después candela, porque
tengo entendido r¡ue es una 1-ersión ecológica de la voladltra. Según me decían. hace
menos dailo (entrevista al delegado del presidente, 1999).
Mientras que Mocoa se presenta de nuevo como la capital ajena al conflicto, aún
más, como un lugar en donde no es importante que el gobierno central haga presen-
cia, aun cuando haya una concentración de manifestantes, en el bajo putumayo con-
fluyen la presencia de pozos petroleros, el cultivo de coca y la presencia guerrillera.
En consecuencia, el gobierno nacional consideró que debía iniciarse la negociación
en defensa de los intereses de las compañías petroleras. Los habitantes del Pulumayo
y la baja bota caucana me comentaban reiterativamenle que si no fuera por la existen-
cia de petróleo en la zona el gobierno central no "voltearía a mirarlos". Mientras que el
ejército ejercía funciones de vigilancia alrededor de las instalaciones de la compañía
petrolera. sitio en donde, además. la comisión del gobierno se sentía segura, los mani-
festantes y la guerrilla ejercían presión alrededor del oleoducto. mecüante amenazas y
alentados en contra del mismo3.
Por otra parte, este factor económico ha incidido en que en esa época las
fumigaciones no se llevaran a cabo en el Putumayo con la intensidad con que se
iniciaron en el Guaviare y el Caquetá. Cabe señalar, además, que en ese momento el
alcalde de Orito, Luis Alfredo Urbano, era un miembro del Movimiento Cívico Regio-
nal del Putumayo (véase el capítulo ~). Como alcalde y miembro del Movimiento que
lideraba el paro, él fue un apoyo fundamental para los negociadores campesinos.
La concentración continuaba también en el Valle del Guamués {La Hormiga). en
donde el general Mario Hugo Galán, comandante de la tercera división del ejército
con sede en Cali, señalaba que "la situación os muy tensa, porque allí se encuentra
la balería más grande de Ecopetrol que está situada en el centro de la población'' (El
La siguiente es una de las noticias que se da sobre las acciones ejercidas sobre los pozos petroleros:
"Los cocalcros se apoderaron de tro~ pozos "pequeños" aquí y en La Hormiga. scgím informó
Ecopetrol. Entre tanto. desconocidos atentaron tres veces contra un ramal del oleoducto
Trasandino r¡ue transporta cn1do desde Lago Agrio (Ecuador) hasta Colón fPutumayo). con destino
a 1\.Jmaco, nn el Pacífico. desde donde es redf'~~pachado a Ecuador. Los informes ind ican. además.
que miembros de las lilrc rompieron con sierras metálicas la línea central de bombeo. La ruptura
de lil tubería provocó un derrame de petróleo. el cual luego fue incendiado por los guerrilleros.
dijo Ecopetrol. Con la loma de los tres pozos, los obreros no pudieron ingresar y hubo necesidad
de paralizar h1 producción. que se uaj6 en 1.200 barriles diarios. Normalmente. la producción en
la zona es de q .8oo barriles. Los ataques contra el oleoducto y los pozos petroleros comenzaron
el domingo. en medio de la protesta de los cocaleros. Hasta ayer se habían derramado s.ooo
barriles de crutlo e interrumpido eliJombeo de so.ooo más de petróleo ecuatoriano" (E/ Tiempo.
ro de agosto de r(}()O: lB).
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Marra Clemencia Ramíre::.
174 l ii)ENI mAL>\' CIUI)AL>ANI,\ F.N El PuruMAYO •
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CAPITtiLO 5 • La negociación J.!): identidad y ciudadcmra 1
175
Se recalcaba en el hecho de que la ley convirtiera en ilícito un cultivo que era, "el
único producto rentable" en zonas de colonización, adonde han llegado los campesi-
nos como resultado de la violencia política de los años 1950, lo cual indicaba, implíci-
tamente. que en la zona ese cultivo no se consideraba ilícito. Se señalaba que el
problema e ra tratado como delincuencia! y que "procediendo con medidas de fuerza
y represión para resolverlo se profundiza el conflicto". Por otra parte, se consideraba
que la fumigación, como política del estado para combatir los cultivos ilícitos. "eslá
obligando a los campesinos a llevar el problema de un lugar a olro, sin darle una
solución de fondo"; más aún, los campesinos consideraban y sentían la fumigación
como una forma de ejercicio de la violencia. En consecuencia, planteaban el principio
constitucional de la concertación y participación para contribuir a la solución del
problema:
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lot:NTIOAD Y CILIDADANIA EN LL PtiTUMAYO • María Clemencia Ramíre::.
I7Ó 1
Serpa Uribe, que no estaba «dispuesto a soportar más esta ro...»" "«Hay tanta tensión
que en cualquier momento puede ocurrir algo muy grave», le dijo Fuerbringer a Serpa"
(El Tiempo, 3 de agosto de r9<)6: 1A). El gobernador reiteraba que los problemas de orden
público obedecían a la negativa del alto gobierno de enviar una comjsión a negociar. En
consecuencia, el gobernador y nueve alcaldes del Putumayo viajaron a Bogotá a realizar
una reuruón extraordinaria para tratar la situación con el ministro dellnterior, que en
ese momento ejercía funciones presidenciales (El Espectador, 4 de agosto de rc,xj): IA).
Después de la reuruón, jairo Casanova, alcalde de Puerto Guzmán, sostuvo ante
el noliciero AM-PM que: "la narcoguerrilla como ustedes la qwereo denominar o la
están denominando está presente en toda la vida social de este país". Con esta decla-
ración, el alcalde situaba el problema del Putumayo en un contexto nacional y a la
guerrilla como un actor social y político, con el que conviven cotidianamente los
habitantes de la región de la amazonia occidental.
Por su parte, e l alcalde de Puerto Leguízamo, Miguel Ángel Rubio, sostenía que:
''Este no es un problema que tenga una salida militar sino política; por tanto, debe
negociarse con los organizadores para que se encuentre la solución". El de La Hor-
miga, Felipe Guzmán, decía que: ''Se dice que el narcotráfico y la subversión en el
departamento están motivando estas alteraciones del orden público; sin embargo,
nosotros como alcaldes no tenemos certeza al respecto". El alcalde de Puerto Asís.
Alcibíades Enciso. afirmaba: ·~ paro lo inJiltró mucho fue la gran necesidad que
tiene el campesino del Putumayo". Los alcaldes no veían soluciones a corto plazo e
insistían en que era fundamental negociar (declaraciones al noticiero AM-PM, HJ<)Ó).
Frente al estado central, los alcaldes se aliaban a las poblaciones que representaban
y analizan el problema a partir de lo local y de su experiencia en la zona. Se vislum-
bra cómo no se sentían comprometidos con el estado central, Lo cual se evidenciará
en el desarrollo de la mesa de negociación (véase el capítulo 6). Sin embargo, los
dirigentes del Movimiento Cívico se manifestaron en contra del viaje de los alcaldes
a Bogotá. por cuanto "ellos no habían sido autorizados para viajar a Bogotá para
hablar con el Gobierno en representación de los cultivadores, advirtieron" (El Tiem-
po. 7 de agosto de 1C)Cj)). Lograr la mesa de negociación con el gobierno central era
fundamental para los líderes del Movimiento Cívico, y que los alcaldes se desplaza-
ran a Bogotá era visto como una posibilidad de no lograrla. Uno de Jos objetivos
centrales del Movimiento era el reconocimiento de los cultivadores de coca como
aquellos con quienes debía buscarse la solución del problema.
Después de la reunión en Bogotá se logró que una comisión se desplazara a Orito
para conversar. no para negociar, con los dirigentes del paro, pues el mjnistro del inte-
rior seguía sosteniendo que no habría comisión ni negociaciones con los manifestantes
del Guaviare y el Putumayo. ya que. "No se ha podido establecer una agenda para
discutir los aspectos sociales" (declaraciones del ministro del Lnterior al noticiero
AM-PM). "'El Gobierno dejó claro que aspectos corno la reforma agraria, los proble-
mas de salud o electrificación. o la protección de los derechos humanos, son asun-
tos viables de diálogo. pero de ninguna manera se negociará en aspectos de
despenalización de los denominados cultivos ilícitos" (El Espectador, 3 de agosto de
199(): 7A). Es paradójico que el ministro dijera que no se había establecido una agenda
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e \1'111 1 o 5 • Lo negociación ( 1 ): idewidad y ciudadanía 1
I77
para discutir los aspectos sociales. cuando los campesinos insistían en el recono-
cimi ento social del problema, es clet:ir, en su carácter social como culti vadores de
coca, lo que era requisito fundamental para negociar las obras puntuales. Por otro
lado. el presidente Samper aseguraba que ''comparte en muchos aspectos las razo-
nes sociales que han llevado a los campesinos a expresar su insatisfacción" (El Es-
pectadoT. ~de agosto de r!)96: 8A). Lo social se vuelve e ntonces un concepto ambiguo
que se utiliza según la circunstancia.
Cabe seña lar que mientras los campesinos del Putumayo exigían negociar, los
indígenas del Ca u ca se Lomaron y bloquearon el paso por la carretera Panamericana.
Para sentar un precedente, el ministro del Interior viajó a negociar personalmente
con las comunidades indígenas, "por cuanto no había ningún punto relacionado
con los cultivos ilícitos". Con sus representantes se logró establecer una mesa de
concertación de derechos humanos entre el estado y los pueblos indígenas, con
veeduna internacional. y una comisión para tratar la explotación de los recursos y
el medio ambiente en sus territorios. De esta manera, el ministTo del Interior estaba
reconociendo a las comunidades indígenas. cuyo pliego de peticiones estaba dentro
de la le_, .. mientras desconocía a los campesinos cocaleros por estar fuera de la ley,
por lo que su pliego de peticiones no podía negociarse.
EL 5 DE t\GOSTO. U\ DELECACION DEL GOUII·:RNO CEN1R-\L VIAJO AL PUTUMAYO CON t.A OIW~N D~ NO
negociar un solo punto relacionado con la erradicación o fumigadón de cultivos
ilícitos y de llegar a acuerdos sobre servicios y obras de infraestructura, que tuvie-
ran respnldo presupuesta!. Por su parte. los dirigentes del Movimiento Cívico del
Putumayo reunidos con los líderes de las juntas de acción comunal en los diferentes
pueblos rloncle estaban concentrados, eligieron veinte representantes a la mesa de
negociación y viajaron a Orito pura iniciar negociaciones, el 6 de agosto de rCJ9(i,
después de once días de paro.
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lnENTIOAD Y cuJDADANIA EN EL PmuMAYO • Morfa Clemencia Ramfre:.
EL 8 DE AGOSTO, DESPUES DE UN ÁLGIDO DEBATE, LOS DIRIGENTES DEL MOVIMIENTO OOCIDIERON SUS-
pender la mesa de negociación debido a que "las partes no se pusieron de acuerdo en
el primero y más importante punto de la agenda, relativo a los cultivos ilícitos. Los
campesinos piden un reconocimiento social del problema y el Gobierno no puede
abordarlo así porque es contra la ley'' (El Tiempo. 8 de agosto de 1996). Este debate sacó
a la luz las diferentes interpretaciones que tenían los participantes en la mesa de
negociación acerca del problema de los culti vos ilícitos y se centró en la redacción de
las primeras páginas del acuerdo en las que se buscaba conte.xtualizar y conceptualizar
el porqué del problema del cultivo de coca en el Putumayo. Como se verá a continua-
ción, desde cada una de las perspecUvas se contrapusieron varios puntos.
Para entender por qué la coca es el cultivo predominante en la región los líderes del
Movimiento Cívico iniciaron la negociación poniendo en consideración de la mesa la
historia de las zonas de colonización. Empezaron su planteamiento haciendo referen-
cia a la colonización en la amazonia, resultado del con flicto interno del país durante
el periodo de la violencia política, así como de la continua expulsión de los camp esi-
nos de la zona andina por falta de tierra, entre las principales causas. Señalaron la
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C"PIT l ' LO 5 + La ne~ociaci6n ( f ): tdenlidadJ' Cilldadan(a 1
I79
falta de políticas acordes a la región amazónica y, aún más, el abandono por parte del
estado. Plantearon una identidad regional dentro del estado-nación colombiano, mol-
deada por el conflicto y la consecuente recepción de población desplazada por la
violencia y. por consiguiente. su definición como región marginal con respecto al
centro del país. En consecuencia. propusieron iniciar el acuerdo diciendo:
Con base en estas consideraciones los representantes del gobierno central recha-
zaron el presupuesto inicial de los campesinos y propusieron como párrafo inicial
del acuerdo:
Según este punto de vista, el poder del dinero de los narcotraficantes era lo que
promovía el cultivo de coca. en contraposición a una historia de conformación de la
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IDENTIDAD' liLIDAt>AI\IA E."- LL Pun MA) o + M uría Clemenciu Rwníre::.
r8o 1
Aun cuando es cierto que hay gran movilidad de población en estas zonas de la
amazonia y permanentemente se establecen nuevas veredas. cuya demanda inicial es
la escuela y el puesto de salud, también lo es la carencia de obras de infraestructura
mayores como carreteras, electrificación. etcétera, que podrían haberse realizado con
la inversión pública, y no se han hecho. Al respecto, uno de los líderes del Movimien-
to aclara que aunque comparte "que el Pulumayo ha sido abandonado por parte del
gobierno central, nosotros no podemos ser ajenos a las iniciativas que han llegado al
Putumayo; también debemos demostrar que el gobierno departamental ha manejado
los recursos. Por eso se han rer.íbido muchos millones y una cantidad de millonadas y
nunca se ha hecho nada" (intervención de un líder en la reunión de evaluación del
paro cívico. 25 de septiembre de r<)96}. En el departamento del Putumayo la corrupción
ha sido un factor estructural en cuanto aJ manejo de recursos del estado, lo que se ha
traducido en que las obras o los proyectos productivos no se realicen, por el robo del
dinero o su cambio de deslinación. Aun cuando este factor incide en la percepción
del abandono del estado, lo paradójico es que se supone. entonces, que el narcotráfico
es el primero en oponerse a la presencia del estado, como ya se había mencionado, a
lo que el representante del gobierno suma a las Farc:
Considero que en el fondo lo que las Farc estaban defendiendo era el stotu quo, porque
para ellas es muy cómodo que las cosas sigan como están: mientras nadie llegue allá
pueden cobrar su gran1aje, no tienen competencia ni del estado ni de otros liderazgos.
En esa perspectiva, las Pare son partidarias de que las cosas no cambien, que los
pueblitos sigan aislados. que es lo que les permite moverse como se mueven, ejercer
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CAPíTll o 5 • La negociación ( 1): identidad y cutdadama 1
r8r
elumtrol sobre el cultivo de coca y cobrar su gramaje, todo lo cual los hace muy fuertes
(entrcvistn al delegado del presidente, ICJC)I.I).
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I DENTIDAD ' CIUDAQ,\NIA EN EL PUTUMAYU + María Clemencia Rmn{re~
r\1 hacer esta aclaración se debate la identidad que les ha sido adscrita. un este-
reotipo opresor que los torna invisibles para ser consultados sobre su situación. Tal
como lo expresaba un campesino:
Si seguimos cultivando la coca entonces cómo nos van a decir que tenemos que
someternos ante la opinión pública nacional e internacional a decir que los campe-
sinos que cultivamos coca. por los problemas que ustedes mismos hao reconocido.
seamos narcotraficantes o seamos narc:oguerrilleros como no~ presentan a todo el
m unJo. El derecho a la honra que wmu campesinos tenemos. infringienJo una ley.
e~ lu que estamos reclamando: que se nos reconozca, no es otra cosa, ese es el mismo
derecho tambión. ¿Es que tenemos que aguantarnos que ante la opinión pública nos
presenten como delincuentes (JOr el hecho de sembrar coca para mantener a nuestra
familia? ¿y eso no está también en contravía de la misma constitución'! (interven-
' ión de un vocero de las comunidades durante la mesa de negociación, Orilu, r9Q(\).
Para los campesinos ser reconocidos como actores sociales implica hacerse visi-
bles frente al estarlo. como agentes con voz y voto para definir políticas para la región
y autónomos con respecto a la guerrilla y los narcotraficantes. Estamos frente a la
demanda de una polític:a participaliva con justicia social, tal como la concibe Iris
Young (HJ95: 1.1.1):
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CAPin L(} 5 • La ne~ociación ( 1 ): id~1tidad y ciudadanía 1
183
En un pais como Colombia hay ciertas leyes que debemos cumplir, entiéndannos eso.
Lo hemos reiterado en diferentes oportunidades por boca de diversos funcionarios;
cuando al ministro del Interior se le presentaron los alcances de las comisiones fue
muy daro en decir que la política de Colombia frente a los problemas de las drogas,
frente altnífico de los estupefat.ientes no se iba a negociar. Uno de esos elementos de la
política. específicamente la ley ¡o, dice que el que cultive coca está incurriendo en w1 delito;
eso es lo que nos impide la gradualidad, porque aqui hay puntos que podemos discutir, por
ejemplo. que el pequeño cultivador es tm interlocutor válido en la busqueda de las so lucio·
nes integrales, len qué forma? Hace un momento el doctor Díaz les decía que eso ero
totalmente uceptable, no como un actor social sino como un interlocutor ''61ido. porque el
reconucimiento de un cJctor soríolno SI" puPde hacer con base en PI herho de que ese oct01
socio/ estó cometiendo un delito (intervención del funcionario del Plante durante las mesa¡,
de negociación. Énfasis mio).
Los campesinos sosten1an que ser considerados sólo un interlocutor válido para
poner en marcha programas era despojarlos de su capacidad de maniobra, de su par-
ticipacion en la definición de esos programas con voz y voto, de su reconocimiento
como grupo sodal. Era seguir siendo receptores de los programas y políticas para la
sustitución de coca. hechos desdo arriba sin consultarlos, política que ha marcado el
fraca~o clt~ los provP.rtos prorlur.tivos implementados en la región amazónica.
l\osotros reconocemos que la comisión del gobierno no puede camiJiar la ley y sabe-
mos que el problema de los cultivos ilícitos es un problema eminentemente judicial.
eso lo reconocemos. Pero tambien reconocemos y entendemos que es un problema
de orden suda!. esas dos verdades no pueden desconocerse en esta mesa. Por eso
pedimos que se diga aca que es un problema de carácter judicial. social y económi-
co. l\le parece que no hay voluntad y por eso es que estamos proponiendo la suspen-
sión de la mesa de negociación (inlervención de un vocero de las comunidades
durante la mesa de negociación).
La diferencia conceptual que estableció el gobierno, entre actor social e inte rlo-
cutor vóliclo. so centró entonces en el carácter ilícito del cultivo de coca, por lo que
no podían ser considerados actores sociales sino sólo interlocutores para discutir
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loEN IIDAD y t'IU>AO,\NIA EN 1 1 Pu IIIMAYO • María Clemencia Rmnín•:
desde el sábado una comisión de liscaJes sio rostro via jó a Puerto Asts, a lin de
determinar si existe merito para abrir investigación formal contra Guillermo Sánchez
!líder uel Movimiento Cívico]. quien obró como instigador durante la revuelta del
viernes, quien podría estar incurso en Jos delitos de sedic ión, asonada y terrorismo.
Simultáneamente, un grupo de alcaldes del bajo Putumayo, se entrevistó con el
fiscal con e l fin de solicitarle que se abstenga de vincularlos a cualquier investiga-
ción penal (J::/ E.~pectador. 6 de agosto de 19<}6: 7A).
En la región existía el temor a ser inc ulpados y penalizados por cultivar coca. Sin
embargo. un campesino comentaba que "el Estado podrá declararlos delincuentes,
pero como no puede meterlos a todos en la cárcel tendrá que aceptar de hecho que
no lo son" (Molano, Alfredo en El Espectador, 15 de agosto de 199<}: 48). Por otra parle.
para Juan Carlos Palou. funcionario de la Red de Solidaridad durante el movi-
miento coco/ero de 1996 y posteriormente director del Plante, ·'los campesinos
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C.\PITl 1.0 5 • LA negociación ( 1 ): identidad y ciudadun{a 1
r8s
coca/eros demostraron ser una fuerza social muy importante, capaz de poner en
jaque, no diría solamente a l gobierno sino aJ estado. Y el estado por medio del
gobierno pudo mantener una política m11y controvertida pero la mantuvo" (entre-
vista 15 de sept iembre de r998).
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LOEN r!DAO y Cllll)AOA '1111\ EN FL PI •TllMAYO • María Clemencia Ramirf!:
inicial del acla de acuerdo del Movimiento Cívico. Cortesía de Teófilo Vásquez. r99(5).
En palabras de un vocero de las comunidades durante la mesa de negociación:
iPor qué no es posible comprender que la sustitución deba ser gradual de acuerdo con
Jos planes del gobierno'? Porque cómo nos vienen a decir a nosotros que si nos prestan
tantos millones -dos o tres millones para sembrar caucho- los campesinos tenemos
que acabar con los culUvos de coca y esperar siete años a que el caucho produzca.
Entonces, ¿el gobierno nos va a prestar para mantenernos durante esos siete años? No;
nosotros consideramos que la suslitución debe ser gradual en el sentido de que cuan-
do empiecen a fructificar las alternativas que se nos presenten, estas se conviertan
también en el elemento válido para que otros campesinos erradiquen sus cultivos: en
ese sentido estamos hablando de sustitución gradual. Si la alternativa que se le pre-
senta al campesino es un crédito para comprar maíz, por ejemplo, y el gobierno dadas
las circunstancias nos garanliza la compra -porque ese es otro problema- entonces se
abren nuevas posibilidades de mercado y el maíz lo tenemos afuera a los ocho meses.
Si el estado cumple entonces al1ora sí nosotros vamos a cumplir. porque nos estáJJ
cumpliendo: y ustedes pueden estar seguros de que en la misma forma en que noso-
tros somos voceros de las comunidades para defender esta tesis que acabamos de
mencionar, así mismo seremos también voceros del compromiso. no del gobierno.
sino del que hemos adquirido aquí para irnos nuevamente a donde la gente a decirle
que cumplamos porque nos están cumpliendo (intervención dP un vocero de lasco-
munidades durante la mesa de negociación.]
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C-\PITIIU) 5 ~ llf!FJ.ociaci6n ( 1 ): identidad y ciudadanfa 1
187
La ley nos impide la graduatidad, lodo el que tenga coca eo este país la está in fTin-
giendo y el cultivo de coca debe erradicarse totalmente v de manera inmediata( ... ). Como
funcionarios públicos no podemos romper el ordenamiento jurídico de la nación. no
podemos transar sobre la ley ni modificarla en este momento. Eso es lo que queremos
plantearle a ustedes: por favor entiendan, nosotros no podemos decirles a ustedes que sí.
La ley nos impide establecer ese compromiso, la ley es una y tiene que cumplirse, si hay
que cambiarla este no es el escenario para hacerlo; lo decía el viceminislro hace un
momento. es una ley que se tramita en el congrt!so de la re pública y nosotros represen-
tamos r~ l ejecutivo. n la rama ejecutiva riel poder publico, quu adminblra y ejecuta las
acdoncs del estado colombiano (intervención del funcionario del Plante duronte la mesa
de negodar.ion. H.K}(ll.
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IDENTIDAD Y CILIDAIJANIA EN 1:.1 PUTUMAYO + Marfa ClemeiiCitJ Ramíre:
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La economía de la coca era demonizado, "no trae ningún beneficio a la región".
Se insistía en su carácter de economía extractiva, a pesar de que llevaba veinte años
brindándole la subsistencia a los campesinos; y aunque se r econocía que los pro-
gramas de sustitución propuestos por el gobierno presentaban problemas, se par-
lía también de que no todos los cultivadores te nían voluntad completa de sustitución.
Al comienzo de las negociaciones la posición d el gobierno era tan radica l en
cuanto a la erradicación que se desconocía el acuerdo al que se había llegado e n e l
paro anterior -de diciembre de 1994 a enero de r995-: allí se había acordado no fumigar
cultivos de coca menores de tres hectáreas. Aún más. este acuerdo era considerado UD
e rro r por el delegado del presidente Samper quien me comentó que "entra en contra-
dicción con e l principio de estado de que hay que acabar con la coca". Refiriéndose a
d icho acuerdo en relación con la negociación en Orito afirmaba:
Por su parte. para los campesinos cultivar coca para sostener a la familia no los hac ía
delincuentes. En una intervención en la plaza central de Puerto Asís durante las mar-
c has un líder dol Movimiento Cívico decía: "Con esta marcha pacífi ca quere mos de-
cirle aJ gobierno que el colono cultivador no es narcotraficante ni es subversivo: es UD
colono cultivador. Pero que esta solución lo reconozca como actor social y por tanto
todas las polilicas de iJicitos. No es un crimen cultivar coca aquí en el Putumayo. Y
otra cosa es lo legítimo para nosotros. Para nosotros es legítimo sembrar coca" (líder
campesino en video grabado en Puerto Asís. 11) de agosto de 1996). En otras palabras.
se está afirmando que no hay o tra alternativa y. por tanto, es un cultivo Lícito. Así lo
contaba un colono de la región a un periodista:
Gamboa, o pila (del Huila) de 56 años, recuerda haber llegado al bajo Putumayo hace 2.4
años. "Llegué con unos pocos reales: ahora tengo mujer, hijos y una tierrita para traba-
jar•·, dice. "Por eso soy muy agradecido de esta región". Con barba de patriarca bíblico
y mirada que irúunde respeto, Gamboa no se inmuta al decir que es cocalero. "Pero. si no
es as1. ¿de qué vamos a vivir?", reflexiona. "La agricultura es de subsis tencia y la tierra es
buena: pero si c.ontinuamos sembrando yuca y maíz, quedamos en la ruina''. Recuerda que
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loi'..NTIDAD v nuoADANIA t:..N H PuTUMAYO • María Clemencia Ramíre::.
antes los campesinos recogian yuca. plátano o maíz, y esperanzados viajaban "río arriba.
tres días en busca de un comprador: cansados. tirábamos la carga al río. pedíamos fiado
un kilo de sal para llevar a la casa y dinero prestado para la gasolina, y regresábamos ..."
Cansados de esto, deciclieron dedicarse al cultivo de la coca. «No podíamos dejarnos morir
de hambre". explica David. hermano de Gamboa. "Es lamentable que en últimas nos
tocara dedicarnos a esta clase de cultivos, pero la verdad es que nadie nos entiende..." (El
Tiempo, r0 de agosto de r99(5: 48).
La gran cantidad de gente que está en la cuestión de la coca es porque no ve otra sal ida
al problema social del desempleo; hay gente que está en lo de la coca sin su voluntad.
de la misma manera que hay gente que se mete o los partidos tradicionale.~ sin su
voluntad porque si no se meten no tienen puestos, no tienen créditos. También son
ilícitos porque están comerciando con la conciencia de lo gente, el conLmbando es un
ilícito. la base del problema es el desempleo, es el problema social .1' de ahí que discu-
tiéramos la importancia de entender e¡ ue se trataba de solución de un plan de emergen-
cia y por eso es que hemos llegado a un documento y yo pienso que hagamos las
discusiones en el marco del documento que se ha firmado, de lo contTario no liene
sentido (intervención de un vocero campesino durante la discusión sobre la formula-
ción del plan de sustitución <.le cultivos, mesa de negociación, Orito 11)96. f:njasis mio).
Los colonos sostienen que se han visto obligados a cultivar coca por la inexistencia
de otras alternativas legales de producción, resultado de la historia de violencia polí-
tica, abandono del estado y de las políticas erradas para las regiones de colonización,
antes que de la promoción de los cuJLivos por parte del narcotráfico y la guerrilla. Por
consiguiente. para eUos la coca es otro cultivo más. una fuente de empleo y como el
clientelismo político o el contrabando permite asegurar un empleo. Por tanto, en el
contexto del Putumayo, donde las oportunidades de empleo son mínimas. su culti-
vo es legítimo mientras el gobierno no presente una alternativa rentable. nuevas
políticas agrarias que protejan a los campesinos. que aseguren la consolidación
de otra economía como el subsidio de transporte o el fondo rotatorio para asegu-
rar la compra de los cultivos transitorios. Por esas razones insisten en ser recono-
cidos como actores socia les y así llegar a acuerdos dirigidos a los pequeños
productores de coca. Los representantes de los campesinos en la mesa de negocia-
ción interpretaban la negativa del gobierno de reconocerlos como actores sociales y
de acordar la erradicación gradual. como la confirmación de su señalamiento como
narcotraficantes y guerri lleros. lo que implica persecución y la violación de sus
derechos. En palabras de un líder del Movimiento Cívico:
Uno no entiende por qué el discurso de esta mañana del doctor Uribe y el señor
viceministro; acepto que interpreté mal, pero no creo c¡ue lodos los que estamos acá
en la comisión hayamos interpretemos mal. Y es que nosotros nos levantarnos en la
comis ión y pensamos que el acuerdo lo redactábamos en cinco minutos. Porque el
doctor Uribe fue muy claro en decir que el gobierno enliende muy bien la diferencia entre
el pequeño colono productor. el narcotraficante y el guerrillero. Y vuelvo y repito, si no
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C \Pr! ULO 5 • Úl negociación ( J ); identidad)' ciutfadanfa 1
191
se da este u·atamicnto hay una violación del protocolo 2. [del derecho internacional
humanitario] ( ...).Se insiste en insP.rlaren el primer punto el problema del narcotráfico,
pero es que nosotras hemos sido muy claros: aquí estamos hablando del pequeño pro-
ductor: nosotros no e.~lamos hablando del gran productor ni del narcotraficante. Si hay
necesidad de decir que el pequeña productor tiene de tres hectóreas para abajo. pues
digámoslo, pero es que la comisión del gobierno insiste en que hoy que manejar los dos
cuentos unidos y nosotro.<; hemos sido claros en decir que hay que desligar el problema
del pequeño productor del narcotraficante y del conflicto bélico en Colombia. Entonces.
si na se acepta el penulUmo punto. el gobiemo nacional está diciendo que Jos cincuenta
mil colonos que se han mol'ilizodo son guerrilleros y son narcotraficantes, así lo entiendo
yo (intervención de u o líder del Movimiento Cívico durante la negociación. Énfasis mío).
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LD<~TIOAU ' UUOAOANI \ EN EL P U1l1MNYO + Maríu Clemencw Rumtre:.
Acudir a instancias estatales centrales o con mayor jerarquía era una manera de
hacerse oír y de lograr acciones concretas. Se pensaba que aquellos con mayor poder
podían tomar decisiones frente a ellos sin tener que hacer consultas y que lodo podía
cambiar de un momento a otro, mágicamente, con una orden. Esta demanda se enmarca
dentro del sjstemo político clíentelísto, que se caracteriza por el uso de recursos oficia-
les para establecer relaciones polilicas de clientela (Leal, r994: 37). En las regiones se
espera que aquellos políticos que logran llegar al senado o a la cámara agradezcan a
quienes les ayudaron a llegar a su puesto político con un empleo o servicios. Se define
así una figura política como aquella capaz de dar empleo, becas o proveer servicios a
las regiones en respuesta a su elección. En consecuencia. está en manos de los
detentadores del poder político decidir si se comprometen o no a proveer servicios. La
mesa de negociación se volvió. en sf misma. una forma de parlicipar colectivamente en
la loma de decisiones y, por tanto, era necesario que participaran Los funcionarios o
políticos con poder paru lomar decisiones de inmediato. El ministro del Interior no
podia viajar a negociar con los cultivadores de coca. pues el gobierno estaba siendo
vigilado y puesto a prueba por sus víncuJos con los narcotraficantes. El asesor del
Ministerio del lnterior señala que "eso era darlP. cualquier estatus más del que ya se le
estaba dando allá", lo cual"desde el punto de vis ta político era costosísimo", pues ''los
errores polilicos de Serpa [se había manifestado contra la polilica de Estados Unidos]
eran Los problemas del gobierno, no del ministro. Todo tenia que pensarse dos y tres
veces. Además, si hubiera ido hubiera sido importante en el último momento, en el
momento de la firma y la gente lo solicitó y nosotros se lo planteamos y él lo pensó"
(entrevista a Jaime Navarro. 28 de julio de 1999).
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CAPfTULO 5 • La negociació11 ( 1): identidad y ciudadanía 1
- - I93
Los dirigentes del movimiento respondieron aclarando que "no se está exigiendo que
se negocie la ley sino reclamando un pronunciamiento de carácter social, y este no puede
partir de la fumigación de los cullivos de coca" (El Tiempo 7 de agosto de rgcfi: roA).
Es así como desde la perspectiva gubernamental el problema jurídico relativo a
la ilegalidad del cultivo de coca impidió negociar la no fumigación de los cultivos y
la gradualidad en la erradicación de la coca. En la intervención del representante
del gobierno sobresale cómo buscaba volcar la discusión hacia La firma de necesida-
des básicas y de infraestructura y descartaba replantear el problema estructural de
la economía amazónica y. más allá, el problema del sector agrario en el país.
?ara los dirigentes del movimiento lo que ha generado los cultivos ilícitos es el
descuido en que ha tenido el gobierno al sector agropecuario, así como la apertura
económica~ que afecta directamente al campesino. Al respecto, Thoumi (1995) señala
cómo la política agraria nacional que se venido implementando desde 1990 en res-
puesta a la liberalización de la economía ha llevado al desarrollo de un capitalismo
salvaje5, lo cual confirma este análisis.
-+ El neoliberalismo toma el camino del crecimiento elevado e instaura la apertu1·a económica sin
hacer cambios institucionales para proveer seguridad social y oportunidades económicas para
los desposeídos. El resultado es la concentración de riqueza y poder así como la desigualdad de
mercado.
Thoumi (Hl9'): ros) enfatiza sobre que "para que el sistema sea socialmente justo, la eficiencia
capitalista debe complementarse con la percepción de justicia social. El vmculo entre
autoritarismo. tradiciones paterna listas. elevados ingreso~ y concentración de riqueza. requiere ,.
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loENTIDAD v CIUDADANfA EN EL PuTUMAYO • María Clemencia Ramíre::.
194 1
....- reformas tendientes a desarrollar un 'capitalismo democrático', esto es, respetado por los
ciudadanos, con un sentido de justicia en la forma como la polftica económica es formulada e
implementada y en la cual todo ciudadano tenga algo en juego".
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La negociación (2): fragmentación del estado y poderes ocultos
STE C \Pnl 1LO .\\;\LIZA. }.!INPCIOS ·\ME~TE, <.tiMO Si. REINICIA RO:-! L \S Nl:r.OCI.ACIONES DES-
E pués de haber sido suspendidas por un día, con énfasis en el papel diferen-
ciado que tuvieron los funcionarios oficiales nacionales y locales paTa llegar
a la firma del acuerdo inicial, en el que se le dio una salida negociada a los puntos
de debate analizados en el capítulo anterior. Frente a las presiones políticas nacio-
nales e internacionales los funcionarios oficiales respondían de manera diferente y
hubo conflictos entre los miembros de la comisión del gobierno central y entre
ellos y los fun cionarios regionales y locales; aún más, entre el gobernador y los
funcionarios locales. Estas divisiones fueron las que le permitieron a los líderes
del Movimiento Cívico alcanzar unos acuerdos favorables , al establecer alianzas
con algunos fun cionarios oficiales.
La mesa de negociación puso en evidencia la fragmentación del estado y permite
explorar la perspectiva que presenta Abrams (1988) de el estado como un pro_vecto
ideológico propuesto para legitimar la sujeción. Según este autor. el estado es ilusorio,
un milo, y como tal es reivindicado para dominar, mostrando a las instituciones como
cobesionadas, intencionadas, en busca del interés común y la moralidad. sin dar una
visión real de sus relaciones internas y externas, de la división dentro de lo político.
para Abrams un campo de debate. ''Sólo cuando la asociación se rompe [la idea del
estado, del ejército. de las prisiones o de los impuestos como instrumentos que legi ti-
man] emergen los poderes escondidos. Y c uando lo hacen no se trata de poderes del
estado sino de ejércitos de liberación o de represión, gobi~rnos extranjeros, movi-
mientos guerrilleros. juntas, partidos, clases" (Abrams, 1988: 77).
Esta percepción del estado, este paradigma teórico que lo desmitifica y lo trae a
lo loca l como un proceso en formación examina instituciones políticas concretas y
su desarticulación, así como los poderes ocu ltos que se convierten en objeto de
estudio, es central en el análisis de los poderes en juego durante la negociación
entre los líderes del movimiento cocalero y Los representantes del gobierno central ,
regional y local, como se anal izará en las siguientes páginas.
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IDENTIDAD Y CtUDADANfA EN FL PUTUMAYO + Morfa Clemencia Ramíre::.
En ese momento. Eduardo Diaz [delegado del presidente] y los miembros del gobier-
no pensaban que los campesinos que estaban allí estaban muy desgastados, que por
cansancio la gente iba a irse. Pero la verdad es que un dfa antes de los acuerdos los
líderes estaban unidos. sobre todo por las acusaciones reileradas y la actitud poco
consecuente de llegar a unos acuerdos y reconocer la problemática. solucionarla y
comprometerse con la solución de los diferentes problemas de la región. Entonces,
Emiro [coordinador del comité del pal'O] manifestó que se rompían las cosas y que
quedaban ahí y Eduardo Oíaz dijo: "Pues la verdad es que entonces que se rompan
porque más bien esto se va acabar es por sustracción de materia, agotamiento". A lo
cual Emiro le respondió: "Eso no es as!, si quiere ver cómo los campesinos apoyan
este proceso y cómo va a seguir este paro se lo vamos a demostrar". Nadie creía; sin
embargo. al día siguiente aparecieron en Orito más de cien vehículos llenos de gente
de La Dorada, La Hormiga y San Miguel; era impresionante, y tanto le impresionó a
EduHrdo Díaz que de pronto se llegó a algunos acuerdos (entrevista a un funcionario
oficial en Mocoa, 1999).
Los derechos humanos fueron un aspecto sobre el cual el gobierno aceptó negociar
desde un principio, a pesar de ser un asunto manejado de manera muy ambivalente,
pues por una parte la Fiscalía inició investigaciones a los líderes y por olra se hablaba
de defender Ja vida. Así mismo, las fuerzas militares insistían en la ilegalidad del
movimiento y de esta manera justificaban las medidas represivas que lesionaron a los
campesinos. El que se propusiera tratar a los derechos humanos como el primer punto
en la agenda fue señalado por la prensa como el tema que "salvó los diálogos" (El
Espectador. ro de agosto de 1996).
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S:AP~l_LO 6 • La negociación (2): fragmentación y poderes oculros 1
197
Me quedé allá con un funcionario del Ministerio de Salud. porque habia hablado
con Serpa y él me dijo: "Échese la última carta". Y empezamos a negociar de nuevo
y nos acercamos, pero ya curu1do la orden que habíru1 dado era la de regresarse.
Entonces nosotros nos quedamos allá casi a título personal e, increíblemente, la
cosa empezó a cuajar y después llegó más gente !otros funcionarios oficia les). El
acuerdo tuvo dos etapas: en la primera se logró un documento muy pequeño, sobre
la construcción de un plan de desarrollo por el Putumayo sin coca; y después hubo
la reunión con todos los funcionarios para concretar aspectos puntuales. Luego de
ese convenio sobre los aspectos puntuales se levantó el paro. pero antes se elaboró
un documento muy sencillo que recogía ese principio de que llegamos a un acuerdo
para construir conjuntamente un Putumayo sin coca, grosso modo. Entonces, aun-
que se mantenía la movilización, ya entramos a lo que iba ser el acuerdo (entrevista
al delegado del presidente, 1999).
Convenir un Putumayo sin coca se convirtió en el eje alrededor del cual se logró
el acuerdo. Este era el objetivo del gobierno y de los campesinos. aun cuando la
manera de llegar al mismo fue diferente. El Movimiento Cívico proponía un Plan de
desarrollo integral de emergencia para definir los pasos a seguir para sustituir la
coca, de manera que el documento alrededor del que se logró el acuerdo se titula
"Por un Pulumayo sin coca y sustentado en una economía solidaria. Plan de desa-
rrollo integral de emergencia".
Un funcionario local. asesor del Movimiento Cívico. explica cómo se llegó a la
idea de elaborar un plan de desarrollo integral:
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IDENTIDAD v C'IUDADANIA E:.N EL Pt~VMAYO • Marfa Clemencia Ram(re:.
El discurso que vo tnnta en la mesa era ese: lo que estamos haciendo aquí va en
contra del narcotráfico, por eso el plan de desarrollo era por un Putumayo sin coca.
Por la discusión de esto fue que llegamos a lo del plan de desarrollo, pero el princi-
pio básico nuestm era sin co<.:a. Ahora, ¿cómo sin coca? Eso es un camal/o( .. ) Cuan-
do todos nos pusimo!> de acuerdo en que no iba a haber coca en el Putumayo y,
digamos. que todos sa limos con una vi<Joria, entonces empezó a estructurarse el
plan de desarroUo del putumayo sin coca y, obviamente, iba más allá de la mera
erradicación manual (entrevista al delegado del presidente, 191J9).
AMBIVALENCIA Y DIVISIÓN
DE I.OS FUNCIONARIOS OEL F.STADO
AUN Ct IANDU I.US 1.101-:RES llEI. MOVIMIENTO CíVICO INS ISl'IAN EN NEGOCIAR DIRECTt\M~:N'rE CON I'L
ministro del Interior aceptaron la comisión enviada por el gobierno, !al como lo resal-
la un funciunario dt! la Red de Solidaridad:
Ahí empezó lo curioso y una de las diferencias con otras negociaciones en las cua les
he estado, es que por lo general cuando uno ll ega a estos conflictos a nombre del
gobierno la comunidad lo primero que hace es desconocerlo, decir, nos mandaron a
unos fundonarios de medio pelo, queremos al ministro o al presidente. Eso es
normal, es nntural, porque dentro de LLn estado tradicionalmente centralista la pre-
sencia del fttncionario con poder es esencial ( ... ). Eso es producto de la gestión de lo
públíco pasada: antes eran el parlamentario y el político los que tomaban las decisio-
nes; ahora es, por lo menos, el gerente (entrevis ta a Arturo Os pina, funcionario de la
Red de Solidaridad. 1999).
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CAPfn LO 6 • La negociación (2): fragmemación y poderes ocultos 1
I99
La dis tribución en la mesa mostraba los sectores que participaron: de un lado, y eso
era muy claro. en la pnrte larga de la mesa estaba sentada la representación de los
campesinos, en todas sus variables y sus variedades. Y del otro lado estalla la repre-
sentación del estado: pero los funcionarios del departamento a veces se sentaban de
este lado y a veces del otro. Y en los laterales se sentaban los alcaldes. El gobernador
estuvo dieciocho días, porque como no tenw palado departamental 4ue adminis-
Lrar. pues est11h11 tomarlo, r~tuvo tocio rl tiempo. Pero Jo Cltrioso era eso: que cuando
había que reivindicar las cosas esenciales en las cuales todo el mundo estaba de
acuerdo se sentaban de un lado, pero a la hora de asumir responsabilidades se iban
para el otro; flOr esta umbigüedad hubo choques y discusiones con el gob~rnador y,
eu general, con tocio su pquipo, con sus secretarios. Se Lrataba de ver que la respon-
sabilidad ero común. no podía ser sólo de la nación, del nivel central. E incluso los
funcionarios locales. los alcaldes nunca se sentaron del lado de la nación; ellos se
sentaron a los lados. Pero lo curioso del departamento era que a veces se sentaba al
lado de la comunidad y a veces aliado del estado central (entrevista a Arturo Ospina,
funcionario de la Ked durm1le las marcbas. 1999).
Un dín tuve que decirle al gobernador: "í.Usted de qué lado de la mesa está?", y él se puso
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l DEN11DAD Y CIUDADANIA I:.N EL PUTU~IAYO Marta Clemenciu Ramirez
1.00 l •
bravísimo. y dijo: "Le voy a decir a Serpa". Entonces el gobernador me dijo: "¿Por qué lo
dice?". Le digo: "Es que sus funcionarios están del otro lado de la mesa y usted se sienta
con nosotros a plantear w1os acuerdos de cómo vamos a manejar la negociación y llega w1o
a la mesa y resulta que ya Lodos ellos saben cómo hemos planeado la negociación. En ton·
ces. ¿en qué lado de la mesa está'!".
La amb ivalencia de los funcionarios locales y regionales con respecto a los nacio-
naJcs es evidente. Identificarse como funcionario del estado y, por consiguiente, apo-
yar al gobierno centra l; o hacerlo con la problemática social económ ica y política de
la región y, en consecuencia, apoyru· a los campesinos cocoleros o a los dirigentes del
Movimiento Cívico son las dos caras de la moneda, las dos posiciones que podían
asumirse. En esta ambivaJencia en cuanto a toma de posiciones los funcionarios del
nivel central eran percibidos como extraños, en el sentido que le da Bauman (1990) al
término en el contexto de su anáJisis de modernidad y ambivalencia: "un extraño no
es ni un amigo ni un enemigo; porque puede ser ambos". Los funcionarios del gobier-
no nacional. con poder de decisión, son ajenos a la reaJidad que se vive en la zona, no
viven cotidianamente los problemas que los funcionarios locales viven y, dependien-
do de sus posiciones, afectan positiva o negativamente a la región.
Un func ionario local relata cómo interpretó la pregunta que le hizo el asesor del
ministro del Interior aJ gobernador respecto a de qué lado de la mesa estaba. Para este
funcionario, la pregunta se refería no sólo al gobernador sino a ellos como funciona-
rios ofici<lics de la región o entidad regional, pues ellos asesoraban a los campesinos:
A medida que avanzaba el proceso ruimos notando que Jos campesinos acordaban
una cosa } cuando aparecía la gente del ministerio decían otra. Entonces les hacía-
mos ver que lo acordado era esto y que apru·ecían con otras cosas. Los que venían del
Ministerio delln lerior incluso estaba Navarro. que me parece que era asesor de Serpa.
comen7..aron a decirle al gobernador, "Ojo con esos asesores deparlan1en tales, ¿qué cami-
setas es que Uenen esos asesores, es la camiseta del gobierno o la del grupo base. de las
marchas?". Entonces nos llamaron camiseto.s: yo era el director del hospital y con los
demás representantes de olras instituciones, ni más faltaba que no fuéramos a defender
la región, ni más faltaba que siendo asesores de los campesinos los fuéramos a asesorar
mal y a dejar que los engañaran. Es decir, la idea era que oosotros nos pusiéramos dnl lado
del gobierno para ayudarles a negociar lo más barato posible. Nosotros también somoc;
putumaycnsr:s. o nosotro.s también nos duele la región también sen limos las necesido·
des. La mentalidad del gobierno era negociar cualquier cosa. como por e ngañar a la gente.
no se notaba el ánimo desprevenido de decir. sí hombre, es que del Putumayo el país saca
petróleo hace muchos años, es una reserva y que esta región es una parle estratégica
nacional. mundial y aq uí hay que lratar de establecer un cuento distinto de producción
al 4ue hay. Esa rJctilvd magnánimo nunca se 1'io: se trotaba de negociar al menos y al
enJ:!wio. No hubo un enfrentamiento abierto pero sí se sentía que algunos funcionarios
del nivel cenlralnos veían a los asesores departamentales, del grupo base, como unas
personas muy ligadas al grupo base. Realmente nosotros trotábamos de defenclora lo
población (entrevista a Marino, director del hospital, JQ99. Énfasis mío).
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CAPI rL LU 6 • La negociación ( 2): fragmentación y poderes oculto:; 1
201
grupo base este funcionario considera que su deber era develar este comportamien-
to. porque str misión era la defensa de la población de la región. Su compromiso
no era con el estado sino con la gente del común con quien compartía cotidianamente
las mismas necesidades. 1\.ún más, su comportamiento frente al estado central se
legitima, por cuanto él es también putumayense, a él le duele su región. Se percibe
así la emerwmcia de una identidad regional que se define alrededor de la vida
cotidiana de violencia y conOicto que comparten quienes viven en la zona, frente a
los extraños, aquellos que llegan y se van. Estamos ante la emergencia de una
identidad construida por medio ele confrontaciones y debates sociales (Fox, 1985) y,
al mismo tiempo, ante la emergencia ele nuevos espacios de articulación cascos
urbanos, veredas. barrios y regiones dentro del departamento, en el sentido en el
que lo define Escobar (1992]. Es así como según el funcionario de la Red de Solida-
ridad durante la negociación:
Los roles de los funcionarios municipales y departamentales eran muy claros; ade·
más. eso ha sido tradicional en e l Putumayo. más aun por la diferencia que hay entre
r-locoa y Villa Garzón, como representación de la ortodoxia tradicional de la clase
política que ha manejado el departamento con la gente de l sur, de Puerto Asís y Orito.
que no son afectos a ese manejo que se ba hecho desde Moc:oa (entrevista al funciona·
rin df' la Red tl~ Solidaridad durante la negociación, rm).
Es importante retomar este punto, pues como se mostró en el capitulo tercero los
alcaldes municipales del bajo Putumayo no ltabajan en conjunto con el gobernador
del departamento. de tal manera que durante la mesa de negociación e llos aparecen
desligados de él. Los funcionarios departamentales y municipales se presentan como
asesores del 1\lovimienln Cívico y, por consiguiente. es tán a su lado en la mesa. El
gobernador es la pieza suelta. que rlependiendo de la decisión a lomar se sien la a un
lado u otro de la mesa. tal como se ha señalado.
Lus alcalrles tampoco se identificaban con el gobierno central y consideran que
con la descentralización. tal como se anotó. se les transfirieron los problemas y no
las soluciones y r¡ue las decisiones de inversión importantes siguen tomándose en
planeaciñn nacional. De allí la necesidad de llamar a la negociación a funcionarios
con mayor nivel de decisión en cuanto a los dineros se refiere. Este aspecto lo expli-
ca claramente el asesor del ministro del Interior:
Los alcaldr.s dc1.Jan r¡ue habían sido elegidos por el pueblo. por lo cual consideraban
que deuínn responder a sus comtlnidades, que no reciben nada. Así mismo, decían
que los recursos propios y los que les corresponden por transferencias no les a lcan-
<~:an, sabiendo r¡ue hay una fuerte suma de recursos distribuidos por el nivel central,
wmu son los de t:ofinanciación y los de destinación específica. Pero las prioridades
de la cofinanciación. todo eso lo define planeación nacional o se defioe en e l con-
greso de la república mecliante negociaciones. Entonces los alcaldes no se sentían
obligados a ser solidarios con el nivel central, porque ni los nombra ni dependen de
el. pero sí les dice. este año ustedes tienen pru·a inversión obligatoria esto. Y al año
siguiente les quila para e lectrificar.il'in. no pueden invertir en e lectrificación, o en
\ i\·icnda sw1 una cant1dad de reglas de juego que maneja el nivel central( ... ). Es una
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+ María Clemencia Ram/re-:;
202 l loENTII)AD Y CILTJADANfA EN EL Pt mlMAYO
La relación ambi,•alenle que se establece fue otra de las razones para que los
a lcaldes no se sintieran comprometidos con los funcionarios del estado central: ele-
penden de ellos pero, a la vez, se sienten maltratados por e llos. Por otra parle, en
estos nuevos departamentos y municipios no existe el recaudo organizado y penna-
ncnte de impuestos que les permita recibir dineros propios, precisamente por las
características que ha lenido esta región como región marginal frente al estado cen-
lral. El asesor del ministro del In terior lo confirma:
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CAPr;L'LO 6 • Lt1 negociación (2): fragmentación y poderes ocultos 1
203
Por otra parle fueron evidentes también las contradicciones entre las instituciones
estatales relacionadas directamente con el cultivo ele coca y los programas y políticas
oficia les sobre sustitución de cultivos. como son la Red de Solidaridad y el Plante.
1 Los rancios de cofinant.íadón son los siguientes: Desarrollo Rural lntcgratlo ORI , Fondo rlc
Inversión Social FIS. Fondo de Cofimmciacióo para la Infraestructura Urbana FlU v Finandera
de Desarrollo Territorial - Findeter-.
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IDENTIDAD Y CIUDADANfA EN EL PUTLIMAYO + María Clemencia Ramfre:.
2.04 1
Lo que logré fue que me respetaran y respetarlos a ellos. lo que no fue nada fácil.
pues pasó por gritos y vainas y paradas: yo me paré más de una vez y ellos también.
pero ahí nos fuimos haciendo pasito y terminamos respetándonos y como amigos
( .. .) la Red empezó a ganar credibilidad dentro de las comunidades y respeto de
parte de los propios dirigentes, porque la verdad es que al final la relación entre los
dirigentes y la Red fue muy fluida. tanto que cuando a ellos los amenazaban y todas esas
cosas, la única que salía a protegerlos era la Red (entrevista al delegado del presidente a
la mesa de negociación, 1999).
Por su parle, el entonces gerente del Plante en ningún momento dejó de señalar
a los cultivadores de coca como rehenes de la guerrilla y el narcotráfico tal como se
analizó en el capítulo .¡. y llegó basta el punto de afirmar que "si nuestra propuesta
fracasa [el Plante) dudo mucho de que la comunidad internacional siga apoyando el
desarrollo alternativo como estrategia social. no represiva ni interdicliva, para enfren-
tar el desafío de la producción de plantas ilícitas en el mundo". El periódico que lo
entrevistó señala que: ''En ese sentido, le da espacio a la salida que sugieren muchos
países como alternativa al problema de estos cultivos: Apostarles predominantemente
a la interdicción y a la represión" (El Espectador. 4 de agosto de r\)96: rJA).
De la cita anterior puede deducirse la división que hemos venido señalando entre
los funcionarios oficiales frente al problema del cultivo de coca. La conceptualización
que hizo el gerente del Plante del problema del campesino cocalero fue uno de los
factores que incidió en que comenzara la movilización y, después, en el rompimiento
de los diálogos durante la negociación. como lo manifiesta el asesor del ministro del
[nterior en la mesa de negociación, cuando afirma que: 'Nlí hubo contradicción con la
visión que tenía el Plante. Lo que se reventó en las negociaciones fue el Plante, no
servía para nada, quedó evidenciado que tal como estaba funcionando estaba mandado
a recoger" (entrevista al asesor del ministro dellnterior. julio de I99CJ).
Un funcionario de la Red de Solidaridad comenta lo siguiente en relación con
estas divergencias:
En ese momento había una gran discusión sobre lo que era el desarrollo alternativo;
os más, había una gran contradicción entre la Red y el Plante, porque uno suponía
que este estaba más conectado al desarrollo rural que a la interdicción y resulta que
no: en su momento el director sostenía y además sigue convencido de eso. que el Plante
debería ser complementario a la erradicación torzosa (... ) la principal discusión era si
debía haber gradualidad o no (entrevista a un funcionario de la Red de Solidaridad. l99'J).
La discusión que en ese momento tuvieron las instituciones del estado en relación
con la gradualidad de la erradicación se hizo presente en la mesa de negociación,
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CAPITIIltl6 • Lo negoctuci6n (2): fragmellfarión y poderes ocultos 1
- - 205
Las insULudoncs tienen que rlejar de criminalizar a los cultivadores, porque para los
cullivadores es muy delicado. No sólo corren el riesgo de lo que va a pasar sino que
lomar lo rlecísión de erradicar los cull ivos tiene implicaciones tlelicadisimas: la gue-
rrilla no va a ver eso con buenos ojos: los narcos no van a hacer eso de buena gana.
De hecho, las comunidades están pignoradas a los intermediarios de esa cadena de
suministros¡¡¡ debe: le deben el motor, la gasolina y los sumin istros: y eso tienen
que pagarlo porque la mayor parle de los cultivos son al debe. ¿Cómo romper esa
obligación que tiene el cultivador para con quien le facilitó la semilla, la comida, la
gasolina. los fJUfmicos,la ropo, el dinero'! Conseguimos los recursos para la erradicación
manual contratada. se hicieron algunos esfuerzos. pero, iel grueso de esos recltrsos en
qué terminó? En programas de generación de empleo en la zona, no necesariamente
alrededor rielo err¡¡cJicación de coca. Por P.jemplo. ahí se ilwirtió muchisima pi ala, si vas
a Pw~r to As1s encontrarás que está toda pavimenlada. y toda esa pavimentación se hizo
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IOI:NTIDAD Y C"'llO,\DANIA El\ H Pl'Tl'MAYO • María Clemencia Ramíre::.
El Plante estaba completamenle fuera de foco, sin propuestas para trabajar con la
gente( ...). Para que actuara Héctor Moreno insistía en que tenía que darse como condi-
ción la erradicación; entonces su papel era ser el moral i:t.1dor campesino par·a que la gente
abandonara las actividades ilícitas y se dedicara a actividades licitas y después sí apoyar
las actividades lícitas (entrevista a Jaime Navarro, 1999).
Dentro del gobierno central hubo una fuerte división en cuanto a la percepción
del problema de los coco/eros. De una parte estaban el fiscal general de la nación,
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C.wiTUI.o 6 • La negociación (2): fragmelllaclón )'poderes ocultos 1
- - 207
el director del Plante y el comandante de las fuerzas armadas, sector del gobierno
que identificaba a los campesinos cullivadores de coca como narcotraficantes y.
por consiguiente, delincuentes. La prPsión que ejercfa el fiscal general de la nación
al minislro del Interior y. consiguif:nte, a sus representantes en la negociación
obedecía a esta representación en el contexto de un gobierno que estaba siendo,
además, juzgado en ese momento por sus vínculos con el narcotráfico, descertíficodo
por parle de Estados Unidos en enero de r9<)6 y presionado por la posibilidad de
ser descerlifícado también en 1997. tal como sucedió. En palabras del representante
del presidente Samper en la mesa de negociación:
Cuando estábamos a punto de rirmar el acuerdo que debió haberse tlrmado dos días
antes como había hecho carrera la tesis de Moreno director del Plante y de Bedoya
comandante general de las fuerzas militares, de que estábamos suscribiendo conve-
nios con delincuentes. Valdh•icso fiscal general de la nación y Salamanca -vicefiscal-
se atravesaron. Valdivieso estaba en Washington y yo en el Putumayo. En la primera
etapa de la negociación. el texto tenía que consultarlo con Serpa ministro del Interior.
pero usted no va a creer lo que le voy a decir: a Serpa, para no meternos en un lío, le
tocaba consultarlo con Valdivieso. porque en la Fiscalía había hecho carrera la tesis que
nosotros estábamos negociando con narcotraficantes. Antes de suscribirlo, la versión
final del texto del acuerdo suscrito en el Putumayo no sólo tuvo la aprobación de Serpa
sino que fue consullado con el seriar Valdivieso en Washington y con Salamanca en
Bogotá. y Valdivieso no le pasaba al teléfono a Serpa. Y así estuvimos por lo menos un día
y medio, porque en el momento en que nosotros firmásemos algo sabíamos que sin el
visto bueno de Valdivieso inmediatam!'nle nos abría una investigación por hacer con ve·
nios y acuerdos con delincuentes (entrevista al delegado del presidente durante las
marchas. 1999).
Eu ese momento había una disr.usión, pnrrpre evidentemente ese es un problema so-
cial ,. por medio dr• la comunicación telefónica con Serpa este nos decía: "iMucho
ojo!, no dPjen que pase nada que se pumzca a tratamiento, a erradicación gradual,
nada que aparezca el término gradual ni nada que aparezca el reconocimiento social
pero con la adaración rlc que no lo digan pero manéjenlo que ése es el problema".
Serpa era ronsciente de que era un problema social y que la solución era gradual
(entrevista a Jaime Navarro, 28 de julio de 1999).
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I DENllOAD \ CIUDADANIA EN EL PltnJMAYO • Maria Clemencia Ram(re:
2.08 1
legitimar estar sentados negociando con ellos. Por eso se insistía en que con la
negociación el gobierno estaba demoslrando su interés en el pequeño cultivador, a
quien diferenciaba del gran narcotraficante.
Además de estas presiones reales, también había diversas percepciones acerca do
las presiones que los diferentes actores suponían estaban detrás de quienes se encon-
lraban presentes en la mesa de negociación
Es así como los funcionarios del gobierno percibían que los líderes del Movi-
miento Cívico estaban presionados por las Farc en cuanto a qué podían negociar:
Lo que señalaba era que, en este caso, había una alta representación del estado, que
nunca se puso en dudn. Más bien fue al revés: nos ¡Jarecía que la representació11 de
la comunidad no era tan clara. porr¡ue no eran sólo los campesinos, es decir. SI eran
campesinos pero no estaban representando ahí de verdad como normalmente lo hacen
los movimientos espontáneos o tradicionales de las organizaciones campesinas de base
sino que ellos estaban representando otros intereses. Si nosotros la emborrábamos
podíamos perder el puesto o ser objeto de una i.Jwestigadón administrativa; pero ellos se
estabru1 jugando la vida, porque detrás había presiones muy grandes de grupos armados,
tanto de la guerrilla como de los narcos. Entonces a nosotros nunca nos invalidaron
como ha sido tradiciona l, porque los que estaban invalidados eran ellos, que nunca
podían lomar una decisión. cualquier palabra tenían que consultarla, superroquete con-
sultarla porque estaba jugánrlose su vida (entrevista a Arturo Ospina, 1999).
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CAPtTlltn 6 • LA nef?nciacióll (2 ): fragmenwción y poderes ocultos 1
209
inicial insistía en que "es necesario construir un Putumayo próspero y sin coca. Es
demostrarlo al mundo que a pesar de las dificultades saldremos adelante, pues esto
que empieza hoy en Orilo es la primera vez que se logra en el mundo". Por su parte,
un dirigente del Movimiento Cívico declaró que "los cultivadores de coca del Pulu-
mayo tienen la intención voluntaria de entrar en un proceso de sustitución de culti-
vos ilícitos y que los acuerdos no son sólo de estricto cumplimiento para nosotros
sino también para el Gobierno Nacional" (El Tiempo, u de agosto de 1996: 15A).
Además, el gerente de la Red de Solidaridad. en ese momento delegado del pre-
sidente a la mesa de negociación, dice que estar seguro de que las Farc nunca vieron
con buenos ojos el acuerdo que se firmó, de manera que, implícitamente, le reconoce
poder de decisión a los líderes del Movimiento Cívico. SeñaJa además que las Farc:
Nunca han dicho estar de acuerdo LOn los cultivos de coca, han dicho que quieren
que desaparezcan, pero en un periodo de tiempo razonable, para probar qué puede
sembrarse en el área, que sus tituya y genere unos ingresos, nunca han manifestado
su interés en sustiluir la coca. No ha sido claro en qué ti empo se haría. de manera
que eo la práctica se está de acuerdo con continuar con la coca y, por tan to, no
apoyarwn la idea ceolral de un Putwnayo sin coca (entrevista al delegado del presi-
dente a la mesa de negociadón. l!)C)(Jj.
Es necesario resall<~r que la propuesta de las Farc. de sustituir los cullivos de coca
en un Liempo razonable, una vez se pruebe que en la zona pueden sembrarse culti-
vos alternos rentables. coincide con la solicitud de los campesinos, así como con la
lucha de los campesinos contra la fumigación'. Para el gobierno gradualidad es sinó-
nimo de no erradicación. Ambas son demandas que los campesinos hacen a partir
de su experiencia, sin que las hagan sólo o sobre todo por la presión de las Farc,
pues de todas maneras para ellos son aspectos centrales de su problemática.
Tal como -;e dijo en la nota ro del capitulo 4. la propuesta tle sustitución de coca por parte de las
Hm. ~e hizo manifiestH de~dc la iruc:iarión de las negocinciones ti e paz con el gobierno, en enero
de !<)()(J. En mayo df' 1000 st· expusir·ron las condiciones para la sustitución gradual voluntaria.
en el marrx1 de lu r:onvoultoria a treinta reprn:.entantes de ta Unión Europea a la zona de despeje
en el Caguón: JI Concr-rtar con las comunidades campesinas; 1.) Plazo máximo de diez años para
la ~ustitut:ión tut.nl: ¡¡Un año muerto fl partir del cual los Farc pmhíben iuiciar nuevos cu lti vos
de coca; 4) Censo vcrr.dal. o;¡ Se propone la siguiente clasificación: pequeño productor entre
media y tres het.tareas; mediano productor entre tres y seis hectóreas: gran productor entre seis
y d icz her:tárr>~:~s; empresarios, t>ntre dic:t. y veintid neo hectáreas; li) Productores narcotraficantes,
entre \'Cintkinr· o v nen hectáreas; 71 Los pequrños y medianos productores deben sustituir 10%
de su area cultivada por ario. Et resto dro los grupos productores deben erradicar totalmente en
un pcriodu máximo de dos a cinco años. Los per¡ueños y medianos cultivadores tendrían diez
años para sustituir totalmente. Para el 1ielegado del presidente en la negociación el término de
diez años es imposible de aceptar por cuanto esto significa que "rlepeodiondo del resultado de
la5 g1anjas expnrimentales se traza el plan piloto y mienlras tanto coca venteada, eso na se lo
mama nadie. ni los gringas. ni lo comunidod inlemocional, ni el país" (entrevista al delegado del
presidente durante la negociación, 19991· La presión que ejerce el gobierno de Estados Unidos para
erradicar rlrf1nitivnmcnte la cor.a. ademl\s rlc la asimilación que se hace de la guerrilla como un
cartel rnás. har.Pn imposible la consideración oc esta propuesta que responde a los intereses de los
campesinos. Lal como se puede deducir de l,t mesa de negociación annlizada.
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lm: NTIDAIJ Y CIL 0 .\0,\N(A F.N EL Pun. MAYU + Maria Clemencw Ramíre:.
2.!0 1
Sin embargo. el asesor del ministro insiste en que las Farc trataron de aplazar la
firma del acuerdo en el Putumayo:
~dra que no se resolviera antes de que se solucionara lo del Caquetá v parle rle In
presión que ejercimos durante la negociación tenía que ver con ese aspecto. Le decía-
mos a los negociadores. ¿ustedes qué es lo que van a aplazar? ¿La discusión del mane-
jo de los cultivos ilícitos? Pues, redactemos algo aJ respecto. Y se redactó un texlo
basta11le amplio, bastante difuso. que no nos comprometiera con el fiscal Valdivieso
quien estaba pendiente de cada paso y de cada decisión. No alcanzábamos a redactar
una propuesta de borrador en Orito cuando el fisca l ya estaba refiriéndose pública-
mente a las concesiones o no concesiones del gobierno eu la negociación. Tocio el
mundo estaba pendiente de todo, torio el mundo le hacía inteligencia a todo el mun-
do. las rarc. el gobierno (entrevista al asesor del ministro del Interior, Popayán, 1999).
Es posible establecer que de parle de un sector del gobierno surgió otra agenda
representado por la Red de Solidaridad y por otros funcionarios oficiales con trayec-
toria de trabajo en la región, que estaban sentados a la mesa de negociación . Este
sector buscaba llegar a un acuerdo a pesar de las amenazas de ser investigados por
negociar con narcotraficantes. Por una parle, existía el interés de firmar el acuerdo
para no ahondar el desprestigio del gobierno, pero por otra se buscaba lograr un
vínculo estrecho con los campesinos para neutralizar el apoyo de la guerrilla. Por
estas ra:tones. este sector apoyó la idea del Movimiento Cívico de firmar, como acuerdo
inicial, la elaboración de un plan de desarrollo integral de emergeHcia que se llamó
"Por un Putumayo sin coca y sustentado en una economía solidaria", insistiendo en
que se agregara sin coca para no entrar en conflicto con el otro sector del gobierno.
En torno a es¡¡ uspe< lo de un Putumoyo sin cuco, cada quien se hizo su propia repre-
sentación. Para nosotros era una cosa integra l, de lograr la alianza enlre los campesi-
nos ~n lo polítko. La estrategia nuestra era lograr una alianza entre los campesinos del
Putumayo y las autoridades. por lo menos las nacionales. a las que nosotros represen-
tábamos. Y teníamos mucho interés ele aliarnos con ellos. de mostrar que era posible
construir un Putumayn distinto por medio de una alianza entre los campesinos y el
gobierno( ... ). Para la guerrilla esa alianza es funesta. pero nosotros buscábamos eso.
ganarnos a los campesinos. La guerrilla busca mantener el control militar del área, su
influencia (entrevista al delegado del presidente en la mesa de negociadón, tQQC)).
P.cU·a el gobierno el control militar del área por parle de las Farc, así como su poco
interés real en sustituir la coca, pues aunque la guerril la diga que '' la coca debe
desaparecer no está de acuerdo en cómo··. significa que esta quiere que los cultivos
continúen para derivar de ellos ingresos económicos. Lo anterior confirmaría que se
trata de una norcoguerrillo y, por tanto, debe ser objeto tle la guerra contra las drogas
declarada por Estados Unidos y ejecutada por las fuerzas militares de Colombia.
Es así como una vez firmado el acuerdo. el general Bedoya man ifestó que se
había firmado a espaldas del ejército y se mostró en contra de que se hubiera
negociado con gente al margen de la ley y afirmó que lo principa l era seguir fumi-
gando (Duzán. en El Espectador. 28 de agosto de r996: ;A). Para los cultivadores de
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CAPITULO 6 • ú1negociación (2): fragmentación y poderes ocultos 1
2.IJ
coca, la fumigación es otra forma de ejercer violencia contra ellos. Una pancarta en
las marchas tlec1a, "FUmigación igual a: desempleo, violencia. migración, miseria,
etc. Samper nos declaró la guerra. !\o más atropellos. No a la fumigación, sí a la
paz. Apoyemos el paro". Un graffiti pintado sobre un toro vivo decía: "Si fumigan.
me muero" (véase la fotografía). Otra pancarta: "NO al maltrato por parte de las
Fuerzas Armadas y el Ejército de Colombia". Por su parte, un campesino de Puerto
Guzmán que participaba con su mujer y seis hijos declaraba que "están dispuestos
a todo. porque si nos fumigan, nos acaban a todos" (El Tiempo. 2.0 de agosto de
1996: 48). Una periodista comentaba que "mientras el general Bedoya busca penali-
zar a los campesinos cocoleros. el acuerdo del Pulumayo les reconoce su vocería y
su condición de víctimas dentro del con flicto que les está pudiendo a nuestras
Fuerzas Armadas" (Duzán, en El Espectador, 1.8 de agosto de r<)96: 3A).
Los cultivadores tle coca, que son vistos como victimas, quedan atrapados en esta
guerra contra las drogas, y aun cuando se les reconocía su vocería. y su independencia
como grupo social diferenciado de la guerrilla y de los narcotraficantes, no lograban a
cabalidad dicho reconocimiento. tanto por las razones ya explicadas en cuanto a la
posición del gobierno como por la desconfianza que tienen los campesino del
estado. Así mismo, por la responsabilidad que estos le imponían a aquel: en cada
paso que deba darse en cuanto a la sustitución de la coca quieren que el gobierno los
acompañe y el estado tiene que brindarles soluciones reales que se prueben con
éxito en la zona.
En este contexto, para los líderes del Movimiento Cívico y para los funcionarios
del gobierno la redacción del acuerdo inicial fue muy importante para darle una
salida negociada al conflic to regional sin ahondar en otros co nflictos alternos guber-
namen tales. nacionales, regionales e internacionales.
En el caso del Putumayo no se da eso, aquí el campesino se ayuda uno enlre el olro, mas
no con recursos del narcotráfico. Aquí el campesino le cede una hectárea, dos hectáreas al
que llególlemdodel berroco, y como si fuero poco. le regala la semilla y si no se la regala se
la fia hasta que la produzca. Yo pienso que es interesante que suprimamos ese término
(intrrvenr:ion en la mesa de negodación de un líder del Movimiento Cívico. Orito. 1()!ji).
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+ María C/emellCIG Ramíre::.
212 I I OENTIOo\0 Y CIUDADANIA EN El P\fTUMAYO
Podríamos considerar lo del plan, pero hay UD problema de carácter jurídico. y es que
existe un plan de desarrollo en el Putumayo que tiene fuerza legal, elaborado por la
asamblea departamental, que es la que está facultada para desarrollar planes de desa-
rrollo. EDlonces teníamos que busc01·le la combu al palo y esa fue la razón por la que
retiramos el concepto de plan integral de desarrollo. Podemos buscar una fórmula.
pero no debemos generar confusión entre el plan que existe, del que tenemos copia
y que está aprobado por la asamblea departamental. Es decir. el punto es cómo no
generar la confusión porque el departamento tenga dos planes. tendríamos que ana-
lizar eso (intervención del delegado del presidente durante la mesa de negociación,
Orito, 1996).
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CWITI LO 6 • La negociación (2): fragmemación y poderes ocultos 1
~I3
Por otra parte. los líderes del Movimiento propusieron introducir a las autoridades
civiles y a la cooperación internacional como colaboradores para lograr la sus titución
y erradicación voluntaria de los pequeños cultivos ilícitos, además del esfuerzo con-
junto de colonos. campesinos e indígenas. Y aclaraban:
De civiles. ¿por qué? Decíamos ayer que no estamos interesados en salir de esta
mesa a comprometernos en una política de guerra sino en salir comprometidos con
una política de paz, una política civil, por eso le colocamos: autoridades civiles. Y la
cooperación internacional. ¿por qué? Porque este plan especial, este plan de emer·
gencia necesita recursos y en los recursos que requiere, hablemos claro, puede que·
darse corto el estado y podemos echar mano del apoyo internacional porque el pro·
blema es de ese tamaño (intervención de un vocero campesino en la mesa de nego-
ciación, Orito, 1996).
El objetivo era lograr que el estado se comprometiera con una política de paz
para la región, así como con una política civi l, es decir, con el apoyo y la relación
directa de las autoridades civiles y los representantes del estado en la localidad con
los campesinos. Se trataba de evitar la intermediación del ejército, representante del
estado represor que promovía la guerra en sus d iferentes formas , tales como la fumi-
gación. la penalización del cultivador, la penalización de los insumes necesarios
para la transformación de la hoja en pasta de coca, la preservación de las zonas de
orden publico, y la asociación como auxiliares de la guerrilla y narcotraficantes. El
objetivo del movimiento campesino era hacer un alto a la guerra declarada contra
ellos. De esta propuesta sólo se incluyó la cooperación internacional. El tercer pá·
rrafo quedó redactado como sigue:
Los ltderes campesinos aclararon que en este p lan no debía repetirse la experien-
cia del plHn de desarrollo alternativo de las Naciones Unidas, que trabajó con el
concepto de áreas de coca a las cua les iba dirigirlo el pla n alternativo. A continua-
c ión. un mirmbm de La comisión negociadora que representaba a los campesinos
preguntó:
¿Y qu<' pn~aba? Es una injusticia que nn las áreas en donde hay campesinos que se han
mantenido dentro de lu ley. a pesar del abandono del estado, hoy nuevamente continúen
abandonados por este. Es como si quienes Lrabajan en lo ilícito así obtienen la respuesta del
gobierno. Nosotros pensamos que no podemos crear enfrentamientos denlro de los cam·
pesinos por atención a unos y abandono a otros. Más hien deben verse las particularidades
del territorio para que los planes no i11corporen acciones que destruyan las potencialidades
que en el orden ambiental acá se exponen (intervención de un técnico agrícola de la región
en la negociAción del acuerdo. Orito, 1996).
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+ María Clemencia Ramlre:
214 I IUENTIL)AD Y lll'UAOANIA EN FL Pl'Tli\IAYO
De esta manera, para definir el tipo de proyectos y programas que podían diri-
girse en cada c.:aso se propuso definir áreas de protección o de producción ambien-
tal y áreas de sustitución o de producción agropecuaria y agroforestal. Las de
protección son las que deben conservarse porque cumplen funciones ambientales
necesarias para los olros ecosistemas de producción. Considerando que allí tam-
bién hay gente asentada, los proyectos dirigidos a ellos serán diferentes a Jos de
aquellos situados en olras áreas. Se identificaban así diferentes ecosistemas y su
vocación productiva. El cuarto párrafo quedó redactado de la siguiente manera:
Poro asegurar el éxito de este plan de sustítución y erradicación voluntaria de los pe-
queños t.:ultívos ilícitos y la consolidación de la economía campesina. es necesario
definir claramente, las áreas de producción agropecua1·ia y agroforestal y áreas de
producción ambiental. tiempos. recursos. procedimientos. controles.'' mecanismos de
seguimiento. Esta ¡•o/untad conjunta tiene la finalidad de evitar factores que permitan
la permanencia. reproducción y ampliación de dicha economía ilícita.
Para los líderes del Movimiento que participaron en la mesa de negociación lo-
grar la rerlacción de estos párrafos, o por lo menos de un acuerdo inicial. les permi-
tió pensar en el levantamiento del paro. Esta acta se firmó el n de agosto de 1996 y de
allí en adelante se lrabajó en las comisiones que definieron los puntos del acuerdo
referentes a las obras a ejecutar. A continuación dice el acta:
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CAPITl l.{) 6 • Laneguciución fl._):fragmenración y poderes oculros 1
215
derretos requPridos para In pronto y oportuna ejecución de los programas J' proyectos
de(ini(/os.
Este último párrafo también fue objeto de intenso debate, y un miembro del
Movimiento Cívico insistió en que quedara, reflejando la necesidad de comprome-
ter al gobierno nacional, lo que reitera lo analizado en cuanto al uso que se hace de
los derechos constitucionales para evitar abusos y obligar a cumplir lo acordado.
U na vez se firmó es le acuerdo inicial el ministro del Interior, declaró: "que en los
acuerdos suscritos el domingo en Orilo con los cultivadores de coca del Pulumayo
no se negoció la fumigación de los cultivos ilícitos", y agregaba que: "El gobierno
asume con toda responsabilidad el propósito innegociable de erradicar los cultivos
ilícitos en el país con el fin de lograr su objetivo fundamental de que seamos una
nación sin coca" (El Tiempo. I3 de agosto de 1996: 3A).
Por su parle, uno de los participantes en la mesa de negociación en representa-
ción de los campesinos seña laba que, "para evitar la funligación y cualquier otro
método de erradicación forzosa de los cultivos ilícitos, acordamos con el gobierno
un plan voluntario de sustitución de los mismos" (El Tiempo, 13 de agosto de r99(}:
3A). Los campesinos concebían el plan de desarrollo integral de emergencia como
un plan para lograr la sustitución gradual de los cultivos de coca y el establecimien-
to de una economía alternativa. Este plan formaría parte del plan integral de emer-
gencia para ni desarrollo del Putumayo.
Las dos perspectivas de los resultados del acuerdo inicial son opuestas: mienlras
el gobierno sostenía que no se negoció la erradicación, para los campesinos se logró
un plan voluntario de mradicación frente a la erradicación forzosa por medio de la
fumigacion. lo cual implicaba reconocer al pequeño campesmo como productor.
Ambos decían haber logrado la ,·icloria, aunque cada lectura era diferente. A pesar
de este acuerdo inicial el paro no se levantó hasta que las mesas de trabajo sectoria-
les LlU IJngill Ull ü dt Ut!IIIUS LOJl<.;l'(!lUS.
LAS CCJI\tlSIONLS I'OK St.C:TORES ')[¡SIO;>JARON OI::SDE J::L JI HASTA EL 19 DE /\COSTO. SOBRE ESTA
segunrla etapa de negociación, un funcionario local que participó como asesor del
Movimiento Cívico comenta:
Los miembros det ~rupo base [se refiere a los trece representantes de los municipios del
Putumayu. uno por municipio] conscientes de sus debilidades desde el punto de vista
del conocimiento de la problemática institucional y del desarrollo del departamento. le
sugirier-on¡:¡] gobierno central que para negociar u o aspecto tao delicado corno ése. que
entrañaba prácticamente transformar el modelo económico imperante por otro modelo de
desarrollo sosten iblc, era necesario que este asistiera a las mesas de negociación con todas
las personas que tuvieran poder de decisión es dislintas áreas, en distintos campos y que
ellos, entonces. iban a solicitar a las instituciones municipales y departamentales y a las
enl idadc:. descentrnlizadas que los asesoraran desde e l punto de vista téc11ico paro llegar a
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IDENTIUt\U' < ILDADA"I.\ t'l LL PL'Tll~lAYO + María Clemencia Ramfl·ez
216 I
algunos acuerdos. En consecuencia, el gobierno asistió a esas mesas con representación de
los ministerios claves, Salud. Educación y Agricultura, así como del In vías. Caminos
Vecinales. el lcel. el instituto Colombiano de Bienestar Familiar y el In urbe. instituciones
que tienen que ver con el desarrollo social y económico; f1.1e una re¡.¡resentación bastante
grande, cien personas con poder de decisión. Y del departamento fuimos invitados como
asesores unos profesionales que trabajamos en la gobernación o en las entidades descen-
tralizadas. Pero la parte técnica y la toma de decisiones en la negociac ión seguían siendo
exclusiva del grupo base frente al gobierno central (entrevista a un funcionario público en
Mocoa, 1999).
Es necesario resaltar que los líderes del Movimiento Cívico decidieron asesorarse
de los funcionarios oficiales locales frente al compromiso adquirido de elaborar un
plan de desarrollo integral de emergencia para el Putumayo, concientes de la comple-
jidad del mismo y de la responsabilidad adquirida frente a los campesinos cocaleros.
Del gobierno cen tral viajaron a participar en esta segunda etapa de la negocia-
ción, en la que se llegó a los acuerdos por sectores, funcionarios de las diferentes
instituciones nacionales. El 13 de agosto viajó a Orito '·una nueva comisión integrada
por miembros de los ministerios del Interior, Agricultura y Salud: del Plante, Jncora
y de la Red de Solidaridad" (El Tiempo, q de agosto de r996: 8B). Ese mismo día, en el
centro de un campamento en Orilo fueron accionadas dos granadas de fragmenta-
ción, lo que buscaba obstaculi:t:ar la continuación de las negociaciones. Sin embar-
go. el coordinarlor del paro dedaró que la negociación continuaría y se mantendría
el acuerdo inicial, pero solicitó al gobierno investigar el alentado contra la pobla-
ción civil (El Tiempo, 14 de agosto de 1996: SB). Con esta declaración se bacía explíci-
to el interés que tenían los campesinos de llegar a un acuerdo con el gobierno y su
desinterés en el conflicto.
Las siguientes fueron las comisiones que se instalaron:
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CAPirll o 6 • U1 negociación ( 2): fragmentaci_!!l y P?_deres ocultos 1
2.I7
comunidacl. las ONG, los gremios económicos y a la sociedad civil para controlar y
nwnitorc~r los ¡.¡untos pactados
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IDENTIDAD Y Cll' DADANfA EN EL PUTUMAYO • Marfa Clemencia Rnmfre::.
CUADR07
ACUERDOS SEGúN LAS COMIS IONES
CO~flSIÓN PRfMERt\, PARI\ I.J\ CONSOLIDACIÓN OE LOS PROGRAMAS DE OESARROU.O ALTI:.""RNAffi'O, DESARRo-
ELECTRIFICACIÓN
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CAPITULO 6 • La negociación (2): fragmentación y poderes ocultos 1
219
Continuación: ruadro 7
-;-j)iseño y construcción carretera Picttdo-Puerto Os pina (gobernación, Caminos
Vecinales, Corpoamazonia).
• Pavimentación segundo carril vía Puerto Leguízamo-La Tagua (Caminos Vecinales).
• Financiación de los planes de manejo ambiental de las carreteras antes mencionadas
(Caminos Vecinales).
• Fortalec imiento del departamento con maquinar ia y recursos para construcción y
mantenimiento de vías con la creación de bancos de maquinaria (Caminos Vecinales).
• Protección de cuencas hidrográficas (Fondo Amazónico, Fondo Ambiental de la Ama-
zonia y Fondo Ambiental de Regalías).
• Ampliación. adecuación y puesta en funcionamiento de aeropuertos.
• Cumplimiento de ley de frontera respecto al precio de combustibles, igualar precios
de gasolina y sus derivados a los de Bogotá (Ministerio de Minas y Energía).
• Transporte fluvial (construcción de muelles, bodegas dragado y limpieza de vías).
-------------------------
COMISJON TERCERA, SALUD , St\Nü\MIENTO BASICO Y SEGURIDAD SOCIAL
• Formulación del plan de salud indígena a cinco años. talleres capacitación ley 100,
determinadón del POS y el PA8 (FIS. Minsalud. Ivlinisterio del Interior, Oasalud Putu-
mayo).
• Ejrcu ción del plan (Departamento Administrativo de Salud y régimen subsidiado).
• Subsidio del phll1 (Fondo de Solidaridad} Garantía, departamento Putumayo, ingre-
sos corrientes).
• Asistenc.:ia tecnica (Ministerio dr. Snlud . FIS).
Continúa
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lOI:N IIDAD' ClllDADANIA leN El PLTLIMAYO + María Clemencia Ramfre:.
1.2.0 1
Contirwución: cuadro 7
• Presentar, sustentar. analizar y definir criterios pertinentes para modificar la ley 6o,
permitiendo mayores recursos para entes territoriales (Ministerios de Salud, Educa-
ción, Desarrollo, Hacienda y planeación nacional).
S .\:-.ll.\ll.lll:.NTO t\..\IBJF.NTAL
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CAPITU .o 6 • La negociación (2 ): fragmentación y poderes ocultos 1
- -- 22I
Continuación: cuadro 7
• Fortalecimiento institucional y dotación del Instituto Tecnológico del Putumayo
(FIS).
• Programa de estímulos para ampliar la oferta educativa de la educación básica.
• Pago de veinte docentes para cada uno de los municipios en conflicto: Puerto
Leguízamo, Puerto Asís, San MigueL Valle del Guamués (La Hormiga), Orito, Puerto
Caicedo. Puerto Guzmán, Villagarzón y Mocoa (Ministerio de Educación, coordinación
de educación municipal-alcaldías).
Vt\1FNOA U RBt\NA
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loENliDAD Y CIUDADANfA EN EL PliTliMAYO • María Clemencia Ramíre:.
222. 1
Continuación: cuadro 7
V MENDA RURAL
• Para el sector rural, I997·
• Para comunidades indígenas, I997·
• Para el sector rural, r!)98.
• Para comunidades indígenas, 1998.
• Creación departamento de vivienda Caja Agraria (gobierno}.
COMISIÓN SEXTA, ORDENAMIENTO TERRITORJAL
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C\PITlLO 6 • La negociac1ÓII (2): fragmemación y poderes ocultos 1
1.23
Continuación: cuadro 7
COMIS!ON OCTA\'A, SEGU I\.IIENTO y CONTROL SOCIAL
CoNTROL socr."L
• Los miembros de com isión negociadora del gobierno y del comité del paro del Putu-
mayo se com prometen a convocar a la com unidad. ONG. gremios económicos y a la
sociedad civil para controlar y monitorear los puntos pactados.
• Dichas evaluac iones se reali:tarán por medio de reuniones periódicas convocadas
~licamen te (gobernador del departamento~caldes, Ministerio del Interior}.
En Puerto Asís siempre ha habido violencia. se ha calmado por époc11s. Lo peor ho sido el
paro coco!Pm. porque mí familia vive aquí en el cenlro, y las carpas de los campesinos se
armaron en todo el centro y la puerta do mi casa era parto del dom1itorio de los campesinos.
Para salir de la casa tenía que decir: permiso. permiso. Cuentnn mis papás y mis hermanos
que por todos esos campesinos ahí lirados la casa se llenaba de humo. porque afuera
prendían sus fogatas para cocinar; lodo estaba cerrado, no había comida. fue horrible, esa
pesadilla duró un mes. Y el trauma que causaron en la economía del municipio, hace ya
dos años y no nos hemos recuperado. eso es lo que todos los comerciantes dicen.
después tic ese paro nndic ba podido recuperarse económicamente. Mi familia quebró, mi
familia tiene varios negocios. tiene una boutique, una floristería, una miscelánea y
ninguno se ha recuperado. ni las demás gentes que tienen negocios. todo el mundo
quebró. Ese paro fue lo peor que le ha pasado a este departamento (entrevista a un
funcionario en Puerto Asís. rQ98).
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!1>1 ~TIDAD Y e u ' D·\Ot\NIA 1.:-1 H PtrrtrMAYO • Mu ría Clemencia Ramíre:
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C.wiTl LO 6 • Lanegoriació11 (2): f ragmentación y poderes ocultos 1
22.5
4 El 8 de agosto. en Orito tropas de la policía militar y naciona l buscaron desalojar con gases
lacrimógenos n los manifestantes de algunas carpas. El I) de agosto estallaron dos artefactos
explosi\'OS en uno de los retenes y carpas de los campesinos manifestantes, resultando
muertos dos campesinos y heridos treinta y dos (Noche y Nieblo y Justicia y Paz, r. julio-
septiembre de~ ul()(>).
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I DENTIDAD Y CIUDADANIA EN El. PUTUMAYO • María Clemencia Ram(rez.
22.6 1
El Plan Sur'. encargado de hacerle seguimiento a los acuerdos derivados de las marchas
campesinas, ha concluido con que el cumplimiento de estos es relativamente alto:
estamos hablando de casi Bs% de las obligaciones adquiridas, y kuál es la interpretación
distinta? Es hora de empezar a reconocer que en las negociaciones de las marchas cam-
pesinas lo que se negoció no era lo estratégico, no era lo necesario para enfrentar el
problema de estas regiones cocaleros amazónicas. Lo que se negoció fue casi la repetición
de muchas obligaciones y proyectos que ya estaban adquiridos, que ya tenían presu-
puesto disponible. Lo que no se negoció fue lo esencial, una política integral nacional con
expresión regional para combatir los cultivos ilícitos en forma tal que estas econonúas
pudieran sustituir su base económica hacia una actividad legal( ... ) Lo cierto es, lo digo
porque estuve presente e n la negociación del Caquetá, que en ese momento ni los
campesinos ru el gobierno nacional tuvieron la suficiente autonomía, el margen de
maniobra suficiente para darle una reorientación radical a la política de lucha contra los
cultivos ilícitos t ...) Lo que se demandaba era innegociable y lo que el gobierno estaba
dispuesto a conceder no era tanto (intervención en la mesa redonda plenaria del congreso
ambiental. rQ98).
Desde el punto de vista del cumplimiento de los acuerdos, la parte fácil de estos se
cumplió, que era todo lo que tenía que ver con la inversión pública, la interconexión
eléctrica, las vías. Eso se cumplió en un alto porcentaje, la parle sustan ti va, cons-
truir coleclivamente una rula para el Putumayo de cara a una economía n o sustenta-
da en los cullivos ilícitos, en esa no se avanzó un centímetro (entrevista al delegado
del presidente en la mesa de negociación, 1999).
Para los funcionarios oficiales es claro que el problema estructural del cultivo
masivo de coca en la región no se solucionó y cada cual tiene su versión de porqué
pasó eso: por la falta de libertad política para asumir un reto; porque construir una
economía sustentable sin coca es un proceso que requiere tiempo y no se supo
El Plan Sur fue creado por el gobierno del presidente S amper después de la firma de los acuerdos
de r9!J(í. como un ente de gestión, de apoyo y de evaluación del desarrollo y cumplimiento de los
compromisos adquiridos. Era el organismo interlocutor entre el presidente de la república y los
diferentes institutos y ministerios del gobierno nacional comprometidos en los acuerdos. También
prestaba apoyo a los líderes en la gestión ante esas entidades oficiales "para las necesidades que
a nosotros se nos presentaran" (entrevista on Bogotá, 1999). El gobierno lo definió como "la línea
directa entre las comunidades del Putumayo y el presidente de la república" (La Noción, 14 de
mayo de r997: u.).
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C \PITU.O 6 + La negQCÍaCÍÓII (2): fragmentación_\ podere~ OCIIflf!!_ 1
22.7
hacerlo: por no saber qué se negociaba, puesto que en el Putumayo en ese momen-
to no se fumigaba, de manera que los líderes manipularon la mesa.
En contraste, desde que se iniciaron las negociaciones la posición de los cam-
pesinos era discutir a fondo e l problema histórico de conformación social y econó-
mica de la región, para buscar soluciones radicales al asunto, aquello que no se
hizo como lo reconoce el entonces director del Plante. El 16 de mayo de 1998, un
líder del Movimiento Cívico insislía que no estaba de acuerdo con que el Plan Sur
siguiera considerando que la medida del cumplimiento de los acuerdos fuera la
cantidad de obras de infraestructura realizadas (loma de la Defensoría del Pueblo
de Bogotá, 16 ele mayo de 1998).
Es así como puede afirmaTse que la negociación con e l gobierno central no sólo
significaba firmar un acuerdo. sino que puede considerarse como un indicador de
cómo las relaciones políticas e ntre e l estado y los habitantes de esta región se esta-
ban redefiniendo, pues aun cuando se partió de principios irreconciliables se logró
el reconocimiento de la realidad de ese país marginal y se empezó a hablar abierta-
mente de lo ilícito.
Después de la movilización de los campesinos coco/eros se inició la reorientación
del programa de sustitución de cullivos ilícitos Plante, que de ser un programa que
penalizaba v persegu•a al pequeño cullivador de coca dejó de criminaHzarlo y habla de
sustitución gradual sin previa erradicación total de la coca. En palabras del gerente del
Plante que reemplazó a Héctor Moreno Reyes, una ve~ se levantaron las marchas:
Lo Lierto es que ese modelo !la definición del programa Plante como un comple-
mento a la P.rradicación forzosa]. no pudo funcionar porque el campesino no puede
nllgociar. dialogar con un estado que lo acaba de golpear en lo fundamental para su
propia vida. que es el medio de subsistenda. E'n esa medida. en e/ ti/timo tiempo se
prm/u¡o unu refnrmulac ión del progmmu Plante; se trata de que el programa tenga
una orieutac ión menos r.oar.tiva, Pnfatizando sobre su responsabilidad principal,
d11r cuPnta dr.l problema social. campesino. indígena y colono que se genera alrede-
dor del niltJ\·u ilidto. Nos desligamos totalmente ciel problema o!'l culth·acior em-
prese~rial al que li'll \'CZ habrá que seguir tratando de manera represiva. En lo que a
los campesino5 sr rPfiere. el Plante tiene que abordar una actitud proactiva. persua-
siva dll diálogo y cie negociación (i.ntervención del direC"tor del Plante en PI congreso
ambiental, uJ()8. Én.fo.<;is mío).
Vale la pena resaltar como un logro del movimiento coco/ero el que los ftmciona-
rios oficiales de la Red y el Plante reconozcan en este momento el problema campe-
sino y promuevan una política no persecutoria frente al problema del cultivo de
coca. Es así como el director del Plante insiste en que:
Es necesario que Colombia enfatice en que el problema social que se produce en lomo a los
cultivos ilícitos es interno, y que el gobierno colombiano tiene que dar cuenta de la
existencia de r.asi quinientos mil campesinos que e~tán vinculados a los cultivos i.licitos y
que sólo a1Jru1donarán esa actividad en la medida en que haya algún lipo de oportunidad
prO\'ista por el estado. por el sector privado o por la sociedad en general y también como
cooperación internacional para que abandonen, con el menor costo posible en términos
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IDENTIDAD Y CIUDADANfA tN EL PUTUMAYO • María Clemencia Ramírez
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CAPÍTULO 7
VJ'I.ti 1.1 IS 1 1J!'\LJCl~.\RJOS ( H'll 1.\l.ES E!'\C:AI{(.,\.IlO~ DE w\S, N~·:COCI:\CJONJ:S J'N EL Ptn:U~J \YO
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lu~..,.TIIJAO Y tllJOAOANIA 1:\"- eL PUTLMAYO
l
• Marta Clemencia Ramfre-::.
2j0
Para tem1 inar quisiera decir que es importante analizar las ostra 1egias que deben seguirse
pard evilarque logros de la comunirlad en estos procesos fracasen o no tengan c.onlinui-
rlad. pues es posible que la responsabilidad quede en persouas que por tlisl in tos intereses
o no lf~s 1•an a dar fluidez, rapidez a las r.osas. o pueden frustrarse simplP y llanamente por
intereses muv parlicu lares y, quizás, ~guístas ( ... ).El acercamiento es lu que permite
mejorar algunos pror.esos, aportarles y el aprendizaje horizontal, es decir. la comunica-
cion horizontóll es importante (intervención de LU1Jícler eo Puerto Cal cedo, J!)!,Kl) .
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CAPfll 1.0 7 • Eslrategias del Movimiento Cívico después del acuercf!!
Otro hcc.ho que debe rcsaltarse es que si hay una gran dinámica; me alegra ver que
cuando a la gente se le cita a una reunión a Caicedo va, así el gobierno no cumpla, y si se
cita a otra partp, está pendiente. Me preocupa la indiferenc ia del gobierno, la falta de
vol untad para prestarle atención a un proceso tan importante como es negociar la paz. el
desarrollo con las instancias democrátkas y participativas. Eso no hay que dejarlo caer.
encuentro eco en las palabras de Emiro de que hay que darle respuesta a la gente, hay que
man!Emerla activa por otros mecanismos de comunicación, de respuesta. de capacita-
ción, de información e involucrarla en los procesos de planeación participaliva de desa-
rrollo rlel proyecto [intervención de un líder en Puerto Caicedo,J99(i).
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(DENTIDAD Y CIUDADANIA tN ~-L PUTUMAYO
232 I • Marfa Clemencia Ramfre::.
reflexiones son pertinentes para entender la importancia que tenía para los líderes
del Movimiento Cívico continuar con las reuniones de seguimiento a los acuerdos
firmados en Orito, con la presencia de funcionarios públicos del nivel central.
La primera reunión de seguimiento a los acuerdos tuvo lugar un mes después,
el 17 de octubre de ISJ9Ó, con la participación del gobernador del departamento, los
nueve alcaldes del bajo y medio Putumayo, los secretarios departamentales, el co-
mité central del paro cívico, funcionarios oficiales locales -por ejemplo de
Corpoamazonia y del Corpes de la amazonia- y de veinticuatro representantes de
entidades oficiales nacionales presididos por el gerente de la Red de Solidaridad y
el asesor del ministro del Interior, quienes estuvieron encargados de la negociación
en Orito. En esta reunión se oficializó el grupo base, el cual quedó conformado de la
siguiente manera:
Por la región:
• Un representante del Corpes de la amazonia.
• Uno de Corpoamazonia.
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C'AI'ITl'IO 7 • E~lralegias del Movimienlo Civico después del acuerdo
+ El H.mdo DRl.
• El lncora.
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Marta Clemencia Ramíre~
2.34 I IDENTIDAD' CllJPADANIA EN El PUTUMAYO •
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CAPITl'W 7 • Estrategtas del Movimiento Civtco después del acuerdo 1
2.35
"En J,, primeru di,Lusiun quP ~e tiene 1-.obre ta errHdicndón vo luntaria, se <.:alcula que el crédito
estara dirtgido i.l un" 1whluc..i6n de 40.000 fumitias de pequeños \' medianos propietarios.
vinculados o no con cutth os ilícitos en el departamento del Putumayo. Se propone una tasn de
intrrés del 1~0.,, <tnllill ron un periodo muerto de dos ;uios panl c..apital e intereses y deberá cubrir
el co~to total del proycLlo de inversión el cual estará sujt!tO a la planifica<.:ión de lo finca. Pnra
asegurar dinnros para el crédito. se propone la t.:onsti lucióo de un Fondo de Emergencia
Agropecuaria de canicter t..ansitorio por un periodo de seis aoos, que se constituirá con recursos
del presupuesto nat..iunal _v otras fuentes existentes por ttn valor que sea suficiente y necesario
para nn.mcinr las lineas de crédito subsidiado, seguro de cosecha. compra al contado de la
prudun;ión con pn_><.io~ de .. u...t••ntodón, e implementación de un sistema de subsidio de transporte
consistente en la definición de dos estrotegias. que tien en que ver. una. con el pago del cos to
total (n¡¡tc) de transporte de los productos drsde el siliu de producción hasta los sitios de mercadeo
mayorista de Nnriño. Caur:a y Huila; y la otra con ... (sin definir). Además. el crédito deberá
tener un componente de asistencia tecnica otorgada por los organismos institucionales del sector
agropecuario del ni\'el municipal. regional. nar.ional e internacional. que oo afecte tJl valor del
mis m u. Tnmbicn sr' pruponP propender por (sic} el P.stablecimienlo de UnidadP.sAgrícolos &miliares
[U1\F} rle aruflrrlu con la ley JóO de 109-1, teniendo en cuenta lns caracterislicas del territorio
Ama?.ónico. tillO UIIF 110 inferior a 10 hectóreo.~" (docu menlo de primera discusión Comisión 1.
:\r:uC'rrlo dr Oriln. ~~de agosto rll' ll}l)(l. h'nf(lst.~ mio).
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fot NTIDAD Y CIL'DADANIA ~~~~ t1 Pl'TL<~IAYO • María Clemencia Ramfrez
1 !In func..ionario olic..ial, a&P-Mll del t\tovinlienlo Cavico, me señaló como una de las razones de la
oposición del gol¡prnadm L!i que Ra111iro \,risales, diputado a lo asamulca departamental por el
nwvimienlo l Iniciad Cilmpusina -reptescnlante a l grupo base por Puerto Cuzrnán v miembro
del Movimiento Cívico- . se estaba <..onvirtiendo en ;rmenaz¡¡ política para los pnrlidos
tradic..ion<Jies, por c..uanlo se temí<t el ,w;mc..e de eslc movimiento Uoill<td Ca1npesind (cnlredsta
a funcionario de LJasalud. IQI~J). Como se ilnalizará luego. el argumcnln de los celos polílicu~o
rumo causa dl' connic lo enlrr licil'rcs y ;ruloriclades es n•currPntP
¡.;1 programa dr crrarlicadünmilnual propuesto por la Hr.d dr Solid<~ridad rnnsistín en la modAJitlnrl
rlr pago de jornales par¡¡ sustituir los culli\·os de coca. rlr.pendicndo del nümero rle twt-11\rcas
quP el campPSino tu\'lera en coca. Se partió de u o mínimo de una heclárcm \'un máximo de lrcs.
Pnr una hectórea SP le pagah:w 37,<; jornales. a razón de $1o.ooo cada uno, lo cual daba un total de
$p<. mil por he!.l:írea crr-c~rlicad.1. Al camprsino que rrruclicara dos hectáreas se le pag:1han sr.tPnln
\ cinco jornales. es dec..ir S7'iO mil val que erradicara tres 112 jornale~. equivnll'ntes a Sl.flo.ooo.
1lna vez se iniriara la erradicación de la coca. dehío ponerse en contacto con el técnico de la
l lmata para entrar en el programa de erradic.ación. El técnico haría uoa visits y se inic..iarru el
proceso de udquisicion del crédito. Se entraría así a la fase denominada .. de aprcstamiento", que
comprrndería el periodo de tiempo enlre la erradicación v la aprobación del crédito para iniciar
un proyecto produc:tivo, culcu lado en do$ meses, teniendo el campesino derecho a un subsidio
ele S¡<;o.ooo para sostenerse mientras se procesara el crédito o se preparara la 1ierra para seguir
produciendo. t\ quien tuvicril lres hectáreas se le entregarían sr.R7s.ooo. Para los campesinos, la
erogación tlel crl'ditn para iniriar la sustitur.ión a los dos meses era un tiempo demasiado largo.
sumado a que consideraban que con S7<;0 mil no se sostrnin una familia durante dos mese~. a
razón de Si75 mil mensuales. Por otra parte. la experiencia con los préstamos de la Caja Agraria
hacía pensar que podía lomar más tiempo. por el papeleo o por la falta de personal para atender
todas las solicitudes. /\demás. se rer¡urría y11 fuora ele til u lo de propiedad, escritura o carta de
c:ompravcnta. documentos que muchas veces los campesinos no tenían.
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C\F'Ill •l o7 • Estrategia:. del Mm•imiento Ch•iro después del acuerdo
Tenemos dos alternali\·as: r¡ue vengan unos genios y nos hagan el plan y no lo pongan
a <.:onsideración y que nosotros lo avalemos o que todos participemos en la elaboración
del plan del ser.tor agropecuario ( ... ). Por experiencia me parece que lo iJnportante es que
el proceso metodológico no sea dirigido si no que permita la participación de todos los
sel.lores involucrados que tengan voluntad de cambio para una región como la del
Putumayo [... ).Se requiere de una información muy real, muy cercana las condiciones
y a las r.aracteríslicas del departamento, que la pueden tener Corpoamazonia, la Secretaría
de Agri<.:ulturc~, las Urpa. eiiCA o Corpoica. que son las entidades del departamento. Con
ellos evaluanamos y han amos una radiografia del sector agropecuaJio del departamento
del Putumayo (intervendón de un líder en Puerto Caicedo, 2~ de sepliembre de f()C)Ó).
UNA VEZ SE ACOIWÓ TRABAJAR CON EL SOPORTE FINANCIERO DEL GOBIERNO, LOS DIHIGENTES DEl.
Movimiento Cívico se fortalecieron como grupo, lo que los llevó a tener conO.ictos
con otros grupos de poder en la región. tales como la guerri lla y los parlidos políti-
cos tradicionales. Al referirse a la firma del Acuerdo y a las reuniones para hacerle
seguimiento al cumplimiento rle lo acordado, el delegado del presidente a la mesa
de negociacíon, que había reconocido cierta independencia de los líderes del Movi-
miento Cívico con respecto a la guerri ll a comenta:
Sin durlfl, un la merlida qun umpt•Z,JIIIUS a reunirnos en Puerto Asís y hubo las reunio-
nes y d grupo de trabajo, Jos líderes tuvieron un conflicto con la guerrilla y eso fue
muv claro. Pero no sólo r.on la guerrilla sino con las autoridades departamentales y
muuicipales. porque ellos. en alguna medida, se estabon erigienrlo en los jefes del
Putumayo (.. ). Le quitaban espacio al Partido Liberal, al Conservador. a los alcaldes, a la
guerrilla, a todos, con ni respaldo de un sector del gobierno que les estaba dando lo que
pidieran. no tanto asi pero SI generosamente (entredsta al gerente de la Red de Solidaridad.
delegado del presidente a la mesa de negociac.;ión, 199Q).
El apoyo del gobierno le dio la oportunidad a los lfderes del Movimiento Ctvico de
proponer el plan integral de emergencia y de lograr empoderamiento (empowermenl)
frente a los partidos politicos. a la guerrilla y a las autoridades oficiales regionales. Es
así como, en la práctica. al iniciar el trabajo el grupo base quedó constituido por los
trece líderes municipales. el representante de las organizaciones indígenas y la re-
presentante de las mujeres quienes se diferencian como grupo base sector comuni-
dad. asesorados por un sociólogo contratado por la Red de Solidaridad. El asesor
territorial para el Putumayo do la Red de Solidaridad comenta sobre la relación enlTe
el gobierno y la comunidad:
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[DENTIDAD Y CIUDADANiA EN EL PUTL' MAYO • María Cleme11cia Ramírez
Se veía la actitud democrálica del gerente de la Red de Solidaridad frente al director del
Plante: el grupo base lo vio también y por eso f1.1e que se fortaleció y legitimó: se plantea-
ba, ustedes nos ayudan que nosotros les ayudamos. Se sentía que e l grupo era fuerte y
uno sentía que ten fa aliados. con gente seria. Cuando el grupo base se planteó trabajar
había quince personas y uno sentía que lo estaban tomando en serio. Por eso decían: en
este momento nuestros aliados son la gerencia del Plan Sur y la Red, el los son nuestros
aliados en el gobierno nacional (entrevista a un asesor territorial de la Red de Solidaridad
en el Putumayo, 1999).
Al comparar con el Caquetá el asesor territorial señala que allí "la Red no hizo lo
que yo hice con el grupo base, que era que pagaba cada mes y estaba al tanto de lo
que hacían ellos". En el Caquetá la Red de Solidaridad contrató el seguimiento a los
acuerdos con la Universidad de la Amazonia, de manera que esta se encargaba de
intennediar entre la Red y el grupo de dirigentes. Se reitera una vez más que en el
Putumayo el Movimiento Cívico tenía un liderazgo claro. que buscaba darle continui-
dad al movimiento por medio de su trabajo como grupo base sector comunidad. Sin
embargo, esta dominancia del Movimiento Cívico hizo también que en la escogencia
de los representantes municipales tendiera a excluirse a quienes no estuvieran
alinderados con el movimiento. La representante de las mujeres. elegida en Villa Gar-
zón por cien líderes de base que escogieron entre trece que representaban a cada
municipio, comenta que aunque "el Movimiento Cívico era el representante de las
marchas. no lo era del comité base. Sin embargo, de los once municipios que partici-
paron nueve eran del Movimiento Cívico y dos de otras tendencias''. Habla de que
sólo participaron once municipios, pues Colón y San Francisco, que forman parle del
alto Putumayo, se retiraron, de manera que sólo Santiago y Sibundoy continuaron en
el grupo. Esto se explica si recordamos que el alto Putumayo no es zona coca/ero, y
como se ha mostrado en capítulos anteriores (1, 2 y 3), dentro del departamento el alto
Putumayo se considera territorio diferenciado con respecto al bajo. Sin embargo, los
líderes del Movimiento Cívico y Jos funcionarios de la Red consideraban que el plan
de emergencia era departamental y, por consiguiente, requería la participación de
todos los municipios, así no fueran coco/eros. Esto confii·ma lo antes anotado en rela-
ción con que con la elaboración del plan se buscaba ir más allá de proponer. solamen-
te, alternativas para la sustitución del cultivo de coca.
Los líderes del Movimiento Cívico no lograron concretar la participación de los
funcionarios y entidades locales y regionales en el grupo base. Al preguntarles por
qué. cada entrevistado dio una respuesta diferente. Según el funcionario de la Red:
Los funcionarios locales no mostraron interés de trabajar con ellos. Nunca sentí com-
promiso de su pmte; es más. sentí mucha burocracia. mucho amrure; creo que como gobier-
no nacional estuvimos muy solos. a pesar de que hubo un acuerdo. la Red ponía una plata
. y Corpoamazonia [enlidad regional]ttna sede, Lmos computadores y los teléfonos: se empe-
zó a hablar mucho de logística y no funcionaba (entrevista al asesor territorial de la Red de
Solidaridad para el Putumayo. J!XX)).
Según los funcionarios loca les y regionales el grupo base no los convocó, aun
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CAPin 1 o 7 • E,\trutegrus del Movimiento Cívico después del acuerdo 1
239
cuando ellos estaban dispuestos a trabajar con este, pues "el movimiento social
generó temor en las instituciones y todos los funcionarios estábamos prestos a
cumplir y asistir a las citaciones'' (entrevista a un funcionario de Corpoamazonia,
1999}. Este funcionario insiste en que el grupo base sector comunidad buscó traba-
jar solo, sin arlicu lar el plan de emergencia a los planes de desarrollo nacional,
departamental y municipal. Señala además que:
El grupo base estaba conformado por los líderes natos, pero fallaban personas que
conocierRn metodología. expflriencias claras para formu lar el plan de desarrollo de cada
municipio. Asumieron un compromiso muy grande para el que no estaban capacitados.
El asesor con el que contaron tenía experiencia en programas sociales y no en planifica-
ción. No tuvieron metodología de trabajo que les diera un resuJtado final. Se invitó a los
funcionarios de la alcaldía, fueron a Bogotá, se llevaron los datos pero no se hizo e l
trabajo. La sumatoria de necesidades no da un plan (entrevista a un funcionario de
Corpoamazooia, I<)Q<J).
.¡ Warren [19<Jo'i: 179) dice: "Yo plantearía un concepto de capital cultural que identifique las maneras
en que formaciones culturales especificas quP hacen parte de contextos más genero les dan formas
distintivas .. t capital cultural que consideran ro levante: que reconozca la circulación y distribución
de recursos culturales inmatnrialcs y no cuantificables como un aspecto adicional que deben
tener en cuenta los movimientos socialos; y que atraiga nuestra atención hada las formas
cambian les de la prorlucr.ión r.apitalista que otorgan importancia y poder altransnacionalismo y
a ciertos medios de comunicación. en estos momentos de intensificación transnacional v del
nu;o global rle conocimiento. información y personas". .
En la baja bota caucana al iniciarse la administradón del municipio de Piamontc los campesinos
se opusieron a que en la alcaldía se contrataran personas ajenas a la comunidad. por considerar
c¡ue esta había sido su lucha y a ellos les correspondía asumir estas funciones. Sin embargo. por
no estnr capacitados para planeación o trabajos técnicos, las Farc intervinieron para que se
Juloriznra a profesionales foráneos a asumir cargos en la alcaldía. Además, durante lo primera
JdmiuistraC'ión hubo malos manejos de fondos por falta de conocimientos y malas asesorías, tal
.omo se anillizó en el ca~n de la alcaldía dr Orito en el Putumayo (véase el capítulo 3).
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IOEI'TIDAD Y uuo,\OA:-IA FN H P t'Tl'MAWl • Muna Clemencia Ramrre;;.
Sin embargo, ¿por 4ué falló eso? ¿Por qu~ abortó ese plan? Por celos pollticos. El
gobernador de enlon<..es era un tipo celoso y egoísta, con un enfoque muy politiquero
y a medida que fue pasando el tiempo dijo: 'No, por qué debe haber LU1 plan de
emergencia. yo tengo un plan de desarrollo departamental. que el plan de desarrollo
sea el que yo he hecho, que la plata me la giren por ahí y los proyectos que están allá
son casi los mismos míos y que no sé que', Entouces wmenzó ;¡restarle importancia
y a quitarlo apoyo a osa propuesta y. obviamen te, quP. un plan de desarrollo de emer-
gencia debía tener un gran apoyo técnico de las personas r¡ue han estado allí repre-
sentado a los dislinlos sectores (entrevista al direc tor del hospital de Mocoa durante
las marchas, H)<)Q).
Por nlro Indo. la plata r¡uc asigno el gobiPrno para los consultores era muv poca, un
millón doscientos mil pesos mensuales, salario integral, pero qué consultor de calidad so
dedica al plan por ese sueldo. Entonces los del grupo base no encontraron los consultores
técnicos para la culminación del rlan y fue lo que ellos hicieron en varios talleres entre ellos
mismos. El Plan Sur y el gobierno muy tácticamente les asignaron la responsabilidad a los
miembros del grupo base y tampoco apoyaron en la parto técnica para que el plan se
formulara, para desgastarlos y no comprometerse. Finalmente. se llevó sólo como una
formu lación del marco teórico. In parle con textual, pero de ahí en adelante no progresó
(entrevista al director del hospital de Mocoa dLlfante las marchas. 1900).
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C\I'ITL'LII7 • Estrale.c:ias del Movimientn Cívicn después del acuerdo 1
24T
La política riel poder local y regional desdibujó e impidió lograr una propuesta .
1
lécnir.a ,. vinblc de un plan departamental integral de emergencia. Es así como el
asesor territorial de la Red de Solidaridad para el Putumayo señala que antes de
plantear activiclatles o programas concretos, el principal objetivo de los líderes del
Movimiento Cívico era "fortalecer el grupo y quisieron iniciar el trabajo
conceptualizando, haciendo un trabajo muy de la fi losofía de la amazonia que
fuera alternativo'', lo cual respondía al planteamiento sostenido por ellos durante
la negociación. en cuanto ;¡ la necesidad de ana lizar el problema estructural de la
amazonia dentro ele la nación. Esto respondía también al desenJace que tuvo la
iniciativa de los campesinos del Guaviare, quienes propusieron al gobierno nacio-
nal la realización de una mesa nacional de concertación en octubre de 1996 en
Bogotá. Esta mesa buscaba contar con la presencia de la Iglesia por medio de la
Conferencia Episcopal. de estudiantes universilarios, ONG y sindicatos como la
USO, la CUT. Fensuagro y Sintrain. con el fin de discutir la problemática social,
política y económica de las regiones con cultivos ilícitos. Algunos congresistas
aceptaron la iniciativa .v en el congreso se realizó una sesion. tal como lo narra el
representante de los grupos indígenas en el grupo base, quien estuvo en Bogotá
comisionado por el Movimiento Cívico del Putumayo:
En la sesión que hubo en el congreso. sf' trató el problema, participaron Jos delegados
de las regiones, hablo el ministro del Interior. habló un poco de gente alll v la última
palabra la quena tomare! minlslro de Defensa. Entonces, Carlos Alonso Lucio [miembro
de la cámara de representantes¡ le dijo: "Pero antes de que hable el ministro lienen
que hablar los dos repre~oentantes a la cámara del Putumayo". Oesaforl11nadarnente.
teníamos la desventaja de que los dos represen tan tes a la cámara por el departamento
del Putumavo,jose Ma~·a Urbano y julio Mora Costa, no estaban de acuerdo, uno era
liberal y et otro conservador. Y no estaban de acuerdo por celos políticos, porque en
una 1110\ ilizaciém con esas dimensiones surgieron otras figuras que en un momento
dado podrían sur dt;finilivas pam lanzarse a la política. como por ejemplo los dirigen-
tes del ~luvimiento Cí\ ico. que estaban muv arriba, y se veían romo una tercera
fuerza, fu ora dP. los dM partidos tradic:tOnales. lo cual representaba un riesgo mll)
alto para ciJ(ls. Su disrurso no fue conlundente. al contrario fue muy temeroso.
inclusojuliu Mora, en mrdio de la confusion. alcanzó a decir: 'Si el Movimiento
Cívico r¡uierf' mi cred!>nc:ial se la entrego', Jo cual no estabn dnnlro de lo que se
trataba. Terminaron ellos~ el ministro de Defensa subía las gradas para tomar e l
rnit.rófono. cu,¡ndo sP- arlelanló Cnrlos Alonso Lucio y dijo: 'Nosotros ya conocP.mos
la t.armln del ministro dt· Oefrnlia. as• que por hoy terminamos las sesiones'. Y el
ministro se querló ahi. en la mitad de las gradas. De todas maneras lodo eso Licue su
manejo polílico. cada cual quena darsr su panlallozo (entrevista a un Jider indígena.
director dr la O~ip durnnlo las marcha~>. JC)<)(J).
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loENIIDAn ' CIL DALl~ ,,., 1:"' u PL•I UM ~YO • Mana Clemencia Ramirez
2.42. 1
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C w1 n 1 o 7 • Estrategias del Movimiento Cívico de~put!!_ del acuerdo
6 Retomo a Marshall (11)(1': 78·79) en su clásico trabajo Class, Cílizenship and Social de,·elopment, en
el que propone dividir el Lonceplo dP cinclodania en tres elementos: cívico. político y social: "El .r
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l ot "TIDAt>' tllll•\1>•\'IIA t·.N Fl PL'Tl' MI\\O • Muría Cleme11ciu Ramírez
EL MOVIMIENTO CI\ JC( 1 NO SOW HIISl;,\J3A t\RTICI II..AR SU LUCI u\ REGIONAL Y Nt\CIONALM.LNTE, SINO
que u·ataba de sacar de Colombia el problema que tiene el Putumayo, lo que se convir-
tió en prioritario para demandar el respeto a su dignidad como personas, como cam-
pesinos y. más aún. el derecho a la vida. Es así como el representante de las
organizaciones indigenas y el asesor del grupo base sector comunidad viajaron a Was-
hington, invitados al tercer Foro amazónico en el cual presentaron el Acuerno firmado
en Orito. Para iniciar la presentación dijeron: ·'Nosotros. los cultivadores de coca en el
Putumayo somos alrededor de doscientas mil personas", pues su interés era hacer
visii.Jles a los pequeños cultivadores. insistiendo tanto en el problema social que
hai.J1a detrás del cult..ivo como en su diferenciación de los narcotraficantes.
Kearncy (r(.)96: 133) seüala cómo el discurso de La reforma agraria, tan importante
en el discurso campesino de la década de I970. ha sido eclipsado por asuntos más
amp li os, referentes a derechos humanos y calidad de vida. Más aún, sei'iala:
Por parte de los poscampesinos subalternos existe t!l desplaz.amiento de actividades políti-
cas hacia otros arenas poli! icas. así como la promulgación de las mismas no como política
r l.Omponeula civil comprende los dorechos necesarios para lograr la libertad individual del sujeto.
h• libertad lingü1stica. de pensamiento y religiosa, el derecho a poseer propiedad y a acordar contratos
válidos. así como el derecho a la justicia (... ). Por el componente político entiendo el derecho a
participar en el ejercicio del poder político como miembro de un cuerpo investido con autoridad
política u como un elector de los miembros de tal cuerpo ( ... ). Por el componente social entiendo
lodo el rango desde el derecho a un bienestar económico mínimo y a la seguridad hasta 1'1 derecho
a compartir cabalmente el patrLmonio social y a vivir la vida de un ser t:ivi lizado de acuerdo con a
los estándares dominantes en la sociedad. Las instituciones más claramente relacionadas con este
r:onceptu de ciudadanía son el sistema educativo y los servicios sociales".
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C ·\PITt: LO 7 + Estrategias del Movimielllo Cí1•ico después del amerdo
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María Clemencia Ramfrez
246 I LL>I:.N11DAO Y l'IL'LlAD-\NIA EN I'L Pul UMAYO •
El reenmurcar los aspectos produclivos dentro del espacio de los derechos humanos tiene
impücat.iones profundas y similares con respecto a la conceptualiY..ación tradicional de los
asuntos agrario y campesino. Normalmente, la relacion entre el estado y sus ciudadanos se
concibe y promulga como un asunto interno, pero cuando las agencias internacionales de
deret.hos humanos consideran l<1 autoridad del estado como abusiva.l<1 relación entre este
y los ciudadanos se transnacional iza ( ... ) en esta LransoacionaJización la definición social
de persona se expande de ser un sujeto de la nación X a ser un ciudadano g lobaJ.
En rclaLión con el medio ambiente, en la negociación hubo u.oa s ituación que no se trató
mucho ni fue muy clara. Todo el mundo habla del pulmón del mundo pero nadie dice
cómo va a ayudar a conservar ese pulmón. Creo que es con la participación y la coopera-
ción internacional para la conservación del ecosistema de la amazonia y e n e l departa-
mento del Puturnayo, pP.ro concertada con la comunidad por medio de sus organizacio-
nes (intervención de un líder en PuertoCaicedo, rC)CJ6).
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e""" l ·l.n 7 • Estrategias del Mol'imiemo Cívico despué.\ del acuerd!!_ 1
247
EL 1\SESOR I'EHHI'f()I<J.\1 llF 1 \ RED 01 SOI.IIJARID/\1) I'A I{J\ EL PU'I UIYIJWO SENJ\1.:\ Uiii.ÍU El C: L(I{[·:NTE
de la Red upoyó al grupo base en cua nto a s us decisiones sobre el trabajo. no inter-
vino ni le e'\ igi ó a c~ste cumplir con determinadas metas y cuando se terminó el
tiempo estipulado en el contrato el documento que se entregó como resultado. re-
dac tado por él . no refl ejó el trabajo que realizó el grupo con las comunidades. Se
confirma entonces que para la Red de Solidaridad. como programa de la pres iden cia
de la repúulic:a lo mas 11nportante no e ra el contenido del plan integral de emcrgen-
c:ia sino sen tar d p rcccdentP tle haber negociado con el movimiento coc:olero "un
Putumavo "in coca", haber tenido un grupo de líderes trabajando de acuerdo con
estC' principio y ast. logrM legitimidad e n momentos en que el preside nte de la
república estaba tamba leando por acusársele de habe r recibido dineros del narco-
tráfir.o para su campaña. Es evidente que el gobierno nacional no estaba apoyando
un re planteamien to cstrurtural del problema socia l, económico y políti co en el Pu-
tumayo sin o que PStaba com prometido con la erradicación de la coca sólo para lo-
grar la certificación por parle de Estados Unidos. l.al como he venido sosteniendo.
Por su parle, los miembros del grupo base sector comunidad propusieron seguir
trabajando s in rem uneración mensual, pero solicitaron el pago de los viáticos y el
transporte uc cada uno de sus miembros para las actividades programadas o a las
c uales se les invitara y en las que se considerara importante su participación. Ade-
más, pedían o la Red que s iguiera contratando al asesor hasta el final de la formu-
lación del plan integral de emergencia y tener acceso a una oficina y a una secretaria.
insistían e n CJUe "no ba existido un decidido apoyo de carácter técnico especializa-
do que permita una formulación acertada del Plan"; en que los lemas a discutir no
se habían agotado - tales como el problema indígena, la educación superior del
departamento. la problemática del petróleo, el problema de la biodiversidad y el
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LDF..NTIDAD Y CIUOAr>ANIA EN El. PuTUMAYO • María Clemencia Ramíre:.
2.48 1 - - - ---
7 t\si. por eJemplo. en la disc.:u&ión de la ¡;omisión primera se acordó que era necesario que el
gobierno fortaledcra las unidades munkipales de asistenda técnica agropecuaria - Umata- . que
dependen dire¡;tamente de la alcaldía, no manejan presupuesto v son una especie de secretaría de
tlesarrullo agropec.:uario municipal. Se pedía su fortalecimiento por medio de las alcaldías, pues
le'~ prududos alternativos requieren asesorio técnica. Se ponía mmo ejemplo el caso de l caucho:
los míl pesos que pagaba Corpoamazonia al campesino por tírbol sembrado se iban eo pagar a u o
ingeniero que les hiciera el pl¡,n de manejo. El director regional del Plante en Puerto Asls,
entrevistado el .l<; de mayo de 1<)96, informaba que el Plllllte había aportado para apoyo económico
institucional y de infraestructura por meclio de las Umata que evalúan dónde deben invertirse los
dineros y los beneficiados para proceder a aplicar a los créditos de la Caja Agraria. Se informa
también del apoyo datlo a las Umata en personal. cinco tecnólogos y tres profesionales. siete
motos. nueve computadores. uno por cada Umata exceptuando a Mocoa y Puerto Leguízamo, seis
motores fuera de borda de alta capacidad para municipios localizados a la orilla ele los ríos. como
Puerto Guzmán. Caicedo y San Miguel (/..(1 Nación. 1.5 de mayo de 19QO: q).
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CA1'1TI 1o 7 • Estrate~ias del Movimiemo Cívico después del acuerdo 1
2.49
Lu~ mov1 m ientos sociales pueden ¡Jerder de vista, rápidamente. su "autonomía" como
resultado de su involucramiento en las maquinaciones de la política regional o
municipal ( ... ) es le in\ olucramieoto político seguramente acelerará su
"institucionalización" pero las prácticas políticas y las salidas políticas de las insti-
tuciones del estado están cambiando también. Al vincu larse con la política munici-
pal los mod m ienlos socia les urbanos han logrado algún éxito en presionar a l estado
para que cumr>la sus obligaciones normal ivas y legales de garantizar seguridad indi-
\'idual. proteger la propiedad de los pobres del fraude y la violencia y reforzar sus
propias reglas, regulaciones y controles de precios.
Sobre este compromiso del estado con el grupo base, el gerenle de la Red de Solida-
rielad anota que "se preseutaron conflictos con las Farc, que les decían: i.qué es lo que
ustedes Bstán haciendo·? Porque I)Stoy seguro de que las Farc nunca vieron con buenos
ojos ese acuerdo'', refiriéndose a trabajar contratados por la Red de Solidaridad.
Los Hm. para nada quf'rían tener al gobierno ahí. Y eu medio de ese sandwich estaba
d 1\lu\·imicnto C1vico, que veJa posibilidades en lo que le ofrcda el gobierno. veía por
lo rnenos l<1 sinceridad Pn lo que IP olrccía un sedu1· del gobierno, por deür lo menos.
que \'Pltl c¡ue se const,guía el clin~.:ro. los mcursos. que íbamos allá. que estábamos con
ellos, nos la jugamo:s con ello~. Y df' otro lado, de otro sector del gobierno, que ellos
distingut;HI muv dardmente. las relaciones con el Plante. con Moreno frente a las
n•léJLit•JH!s wu la l{ed t•ran totalmente distintas. Creo que en medio de ese sandwich
fm• que el tdo\ in11ento Cívico perdi(J vigencia. Por mantcnor un pie en cada lado
pert.lió la oportunidad rlr. provedarse. Eso no signific:aba que Le111an que enfTentar a la
guerrilla: nosotros nunca les pndimos que se declararan contra la guerrilla. ow1ca Sf' nos
ocurri11 una cosA dr esa ndturdlP:t.a (entrevista al gerente de la Red de Solidaridad y delegado
drl presidente .Imante la m!'sa de negodat..ión en Orito, r<J99).
8 En octubre de I9Q7 se reportó ¡;omo un avance de los acuerdos firmados el19 de agosto de 1!)9/í, el
.tpovo ~¡;<:Jnumir.;o a los quince líderes y representantes del grupo base sector comunidad, enlre
el l'i dt• novicml;rc dt' rl)<)(í y el I'i de mayo rle 1997. para lo cual se ejecutaron $72 millones
pro\·rninnteo; dt> la Red ele Solidariciad (Avances a los compromisos <Jtlqulridos en el departamento
del Putumavo. l·~ rlt• octubre de 11)97. Puerto Asís. Putumayo).
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IDENTIIJAO v tll•DADAN IA E.N lL Pt,¡ U~MYO • María Clemencw Rumíre;.
En esta explicación sobresale. una vez más (véase el captlulo 3). e l papel que
desde la perspecliva de los habitantes de la región cu mplen el rumor y cl chisme
en las accio nes que desarrolla la guerrilla. Según la descripción, e n la vida cotidia-
na de los pobladores del Putumayo la guerrill a pasa a ser un actor social más que
se deja envolver en las inlrigas políticas de la región; fueron los en em igos políticos
tradicionales, e n este caso ·'libe rales recalcitra ntes", quienes hicieron llegar infor-
mación a las Farc para que secueslTaran a este fun cionario público. candidato a la
gobernación como resultado de su papel de asesor del Movimie nto Cívico durante
la mesa de negociación. El r8 de febrero de 1997 el periódico local Lo Noción reportaba
la noticia y a los quince días del secuestro, el 28 de febrero, el De partamen!o Admi-
nislralivo de Salud del Pulumayo convocó a ·'la solidaridad de los putumayenses y
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C-\1'1111 o7 • Es1ru1egias del Movimiento Cívico desf!!!_éS del acuerdo 1
2.5I
ciudadanía de la capital para extgJr en una marcha pacífica al Bloque Sur de las
Farc. la liberación del director de esta unidad salubrisla"; además. a con tinuación
se resalta que se trata de un "destacado profesional putumayense" (Lo Noción, 28
de febreru de r<J<J7: r2). El secuestro duró catorce meses, hasta abril de 1998, cuando
fue liberado. una vez habían pasado las elecciones.
En cuanto al líder central del Movimiento Cívico, que en ese momento trabajaba
con el grupo base, quedó selialado por sus enemigos políticos como receptor de dine-
ros del director de Dasalud y. a la vez. del estado, por medio de la Red de Solidaridad,
vendjendo el Movimiento y, más aún. apoyando la entrada de los paramilitares. De
esta manera. sus enemigos políticos lo neutralizaron para que no intercediera por
Galarza ante la guerrilla, partiendo de que este había apoyado a los líderes del
Movimiento durante las marchas y estaba en condiciones de hacerlo, pero más
aún, advirliémlole que no debía presentarse a elecciones para el congreso.
En ::.íntesis. el plan de desarro llo integral de emergencia quedó en medio de
estos conflictos de poder político, sin lograr que se elaborara de acuerdo con las
expectativas. Parecería que el interés de la guerrilla , coincidente con el del estado
en la práctica. es mantener al Putum ayo como una zona marginal, obstaculizando
la vo luntad de la gente de sustituir la coca, o más aún. de logra r un plan de
desarrollo a lternativo, lo cual esl<:í sirviendo para legitimar las acciones que se
definen en el marco de la guerra conlra las drogas.
Por su parle, el estado tampoco se comprometió con los dirigentes para la ejecu-
ción de un programa amplio de sustitución de cultivos. objetivo central del plan de
desarrollo integral:
La ,·oluutad dPl gobJCrnu 110 se vio; pero despuP.s lo voluntad de lu guerrilla para
negociar un nuevo modelo rlc rlcsarrollo tampoco. El plan era muy ambicioso, era
muy l.nJenu. ~>1' trataban asper.lus de fondo. Además hubo tiempo, más de una semana
trabajMulu dt<t \ ¡t wt.e~ uudte, ¡uaalazandn los tema:. a profundidad. con plantea·
mientus muy buenos. Pero no hubo voluntad para retomar esas cosns y después la
confusión. lo falta de claridad de la guerrilla que tampoco tuvo claridad fren te a l pro-
ceso (E>ntrPvista a un funcionarit1 local. a~esnr del grupo basP., 1()98).
En la entrevista que le realicé a l asesor del minis tro del Interior este afumaba
que el acuerdo firmado en el Putumayo, ··si tiene norte, sí tiene gu ia", y considera-
ba una "lástima que el grupo base no hubiera desarrollado la oportunidad que tu vo
en las manos", recayendo en los lideres del Movimiento Cívico la responsabilidad
ele no haber logrado sus demandas. Además señalaba:
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l oENTmAD v nuoAUANIA E:-< El PLTUMAYO • María Clemencia Ranurez
252. 1
todas partes. Entonces. ¿a quién están atendiendo ·~. ú1 los dPI pueblo? (entrevista al
asesor del ministro del Interior, 1999).
A través del plan integral de emergencia sr. habría podido lograr que los progra-
mas respondieran a las necesidades de los habitantes de la región y, de esta manera,
podría haberse neutralizado la actividad de la guerrilla. Sin embargo, anota que:"En
el Putumayo ellos lograron cosas importantes: en salud se amplió lo de los carné, en
educación se lograron maestros y mejorar la infraestructura educativa, vías, electri-
ficación, se consiguieron unas plantas para algunos pueblos". En cuanto al fracaso
de la formulación del plan integral de emergencia por parle del grupo base, conside-
ra que "se cerraron fue en cuanto encontraron la opción de tener una _plataforma
política, porque ellos querían constituirse como movimiento político para el Putu-
mayo" (entrevista al asesor del Ministerio del Interior, 1999).
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Estrategias de( Mm•imiento CÍI•ico después de( acuerdo
Pero más a llá también podía uno mirar si la guerrilla tenia algún interés político,
una salida polílica al conniclo o no. La verdad es que después se da el proceso
electoral y Luis Emiro. que había estado al frente de las marchas y del proceso, tenía
prácticamente una solicitud ele los campesinos y de toda la gente de abajo paia que
parlicipaia en las rlecciones y se postulaia para la Cámaia. En todo el clepaitamen-
lo, no sol!unenle en el área rural sino en la parte urbana ven todo lado, se daba por
hed1o que si Emiro :.e postulaba a la cámara era arrollador. La sorpresa fue que no se
postuló porque las Farc no lo permitieron. Es una gran contradicción (entrevista al
rlircctor del hospital rle Mocoa durante las marchas. 1999).
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Marta Clemenciu Ramtre<.
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C\Pin:w 7 • Estrategia~ del Movimiento Cívico después del acuerd!!_ 1
255
Pero en fin, de tanto ir, venir, discutir, dialogar y exigir hubo elecciones de acuerdo con
lideres y reuniones. de reconocer la importancia r¡ue tenía ya de ser municipio
IPiamonteJ y la desventaja que tenía también al no haber elecciones populares; enton-
ces ellos [las Farcl aceptaron eso y dejaron que hubiera elecciones ( ...).Entonces frente
a la administración con este alcalde ha habido unos cambios, porque éste si está de
acuerdo con la ley reglamentaria y va muy de la mano con el concejo (entrevista a u o
concejal en Piamonte, 1999).
Quiero enfatizar en que las respuestas que se dieron a la orden impartida por
las Farc fueron cüversas. lo cual muestra que frente a su autoritarismo los habitan-
Les de la región responden según su situación concreta, poniendo en evidencia las
estrategias por medio de las que han logrado espacios para maniobrar'l. Se insiste
también en la importancia de trabajar bajo los mandatos de la ley.
Por su parle. el gobierno decidió llevar a cabo las elecciones lo cual generó
conflictos al gerente de lé! Red de Solidaridad con los líderes del Movimiento
Cívico, por considerar que se plegaban a las Farc:
Después tuve muchos conflictos con ellos. por ejemplo lo de las elecciones. Cuando
decidieron no participar en las elecciones yo estaba convencido de que Luis Erniro
se iba para la cámara y tenía con qué hacerlo. pero en ese momento. cuando estaban
~;erca las elecciones ellos tenían conflictos muy grandes con las 1-arc. con los alcal-
des y con los dirigentes políticos tradicionales del área. porque se habían erigido.
como tú bien lo señalas, en una posibilidad independ iente con mucha fuerza en la
región. Desafortunadamente ellos. en mi opinión, se le pegaron a las Farc (entrevista
al delegado del presidente a la mesa de negociación en Orito y gerente de la Red de
Solidaridad, r999).
F.so fue un pulso tenaz. Los hderes del Movimiento andaban desaparecidos pero te-
naan la consigna de no participar en las elecciones. Nosotros nos habiamos reunido
antes y nos pusimos de presente; ellos me dijeron no. nosotros no estamos con las
elecciones. Ellos redactaron un documento que firmó el alcalde de Puerto Asís. lograron
quP. las administraciones municipales y los sectores de la connmidad emitieran un docu-
mento para que no hubiera elecciones en el Putumayo, lo f1rn1aron los alcaldes de Orito, La
Hormiga. Puerto Asís y Mocoa. Y a mí me colocan la papa caliente ele ir allá y asegurru· que
hubiera elecciones. Ellos decí11n que no podía haber elecciones porque hahía una amenaza
de la guerrilla, ellos nunca se fueron por el lado de que las elecciones son ilegítimas, nunca,
no cayeron en el discurso de los setenta, que ante las amenazas de la guerrilla había que
preservar el in t er~s de la comunidad. preservar la vida de la gente. porque había de por
medio una amenaza, era más o menos lo que ellos decían, y a eso se les wlieron un poco
de alcaldes. Y yo me voy a Puerto Asís y a Mocoo como delegado pre elecciones, me agarro
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loE~nll>\D Y CILDADANIA tN H Purt~tAYO + María Clemencia Ramíre~
por esa radio y me agarro en público con el alcalde de Puerto Asís por radio (entrevista al
delegado del presidente en la mesa de negociación en Orito, r9Q9).
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CAPÍTULO S
E
S Th <. \ I'ITL 'I.O si\ 1'- 11 r \ e n \ N I!() \l. \ Le ·\ l.lll u1 1. \.IIINICIPil l lll·.l V \1 11- nLL Ct JJ\ Mt ES
(La Hormign) y al personero municipal de Puerto Asís, por cuanto se trata de
dos de los municipios con mayor presencia de cultivos de coca en el Putumayo
y. coincidentemcnte. más violentos en cuanto a muertes por homicidio reportadas•.
AJ mismo tiempo. se reconocen como municipios cuya población muestra organización
El Departamento t\dministrativo de Salud del Putumayo -Dasalud- seria la que entre las causas
de la mortalidad en el departamento sobresale el homicidio. que aportó 46% del total de las
causas responsables dC' la mortalidad en 1995 y más de la mitad (51%) en 1!)96. En cuanto a los
municipios más violento:;. sobresalen Puerto Asís, que regis tró 616 muertes violentas. el Va lle del
Guamués (La Hormiga) quP para el mismo periodo (1991-199(5) sumó 473 homicidios y San Miguel
(La Dorada) que entre 1995 y 19<)6 registró 140 muertes violen tas. El 6o% de las muertes violentas
ocurridas en el Putumayo sucedió en esos tres municipios (Dasalud, r9<)6). Cabe anotar que en la
inform<'lcióu presentada en Noche y Niebla (de donde se tomaron todos los gráficos que se
presentan en este capítulo) Puerto Asís también tiene e l mayor número de muertes registradas.
mientras San 1\liguel presenta un mayor porcentaje que La Hormiga (véanse los gráficos 1 y 1).
Lo anterior se debe a las fuentes utilizadas: en el primer caso locales y en e l segundo nacionales.
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IOF.NTIDAD Y Cll'DAOANI•\ El'- LL Pun MAYO • Maria Clemencta Rwnrn•:.
l Según el censo de población de 1993. Puerto Asís tenia JS.oro habilantes y el Valle del Guamués
¡5.919 -esta cifra comprende la poulación de La Hormiga y de San Miguel (La Dorada). pues este
último se constituyó como muuicipio en r91)6-. F.l departamento del Putumayo tcoja un tota l de
1.04.309 habitantes (Daoe. rcm). En 19Q6 se calcu.laba que el departamento tenia 22'1-QÓ7 habitantes
(Gaviria, BooiJla y Arenas. rQ96).
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C\PfTUI.O 8 • Paradojas de la economía de la coca
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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
María Clemencw Ramíre:.
1.60 I IDErfiiD•\D' nuoAD'\I'OIA 11\ 1.:1 PlTliMAYO •
MrCiintock (l<m.: .ll1-.U..II iluslra romo, desdr- 1<)1'11 y romo rosultarlo de la visita a Colombia de un
equipo ospccial de guorraostadounidr.nse. se recomienda ejncutar actividarlos terroristas. de sabolaje
\ paramilil.m~~ c:onlra los comunistas. Se propone así reclutar población civil. campesinos fJllt' "se
s uponro umoren las activirh-trle~ rle los guerrilleros". r;stas reromendaciones se arloptaron en
Colombia en ul Plan Lazo. t.ontra la insurgencia. qur continuo hasta IIJ(í). McC:Iintock sostiene:
"Los pro¡;:rama~ quo siRJJieroo combinaron guerr:~ de guerrillas v contTaguerrilla e involucraron
r ontmterrori~1no y conlmorganización ... La rloctrina contra insurgente dP Colombia hoy en día
tlilic>rf' pnw dro .tfJtlfllla d" los Estado~ Unirlos Pn los óQ" , Señala ademá~ fJUe el rcgJ¡¡mento de
romhalt' rlt• c:nntragttPrrillas del r•ifirdlo colombiano de rtp<¡ ~e basaba en manuales de r.ampo de
Estado~ llnidn~ \' en articulos de tres tf'óricos fnmr.ese~ n~pncialistas en guerra revolucionaria
qun prnmutwf'n el c untraterror y la conlraorgauización. La década de JQl>O puedelra?.arse como
la rlr la implrmcntación de la guerra no·convcnrional y la contraorganización, lo c uAl requería
dr• JuNzas irrnguJ,,res dvilcs bajo el comando y control de las fucr7.AS militares regulares.
Mr C:linlot.k clucumenlA históricamente las diferencias que sr establecen rlentro de> la dnclrina
mllilar entre paramilitares y fuerzas irregulares. unidades de autodcfensa y grupos c-iviles de
defens¡¡, (!nlre otros. Lo que debe rcsa ltarse es el principio de involucrar a la población dvi1
organizadA rn contrH de la insurgencia que se supone gana apoyo de lu poblat:ión locaJ por
medio del te1 ror y In intimidación. Se mantiene lo lúctica del con nielo dr hoja intensi.datl, que se
C:H<~cterizil por asesinatos. terror. emboscadas y asaltos y. ocasiun;Jimente, operaciones
wnvoncionales. Es decir. fJUr. se reproduce la forma en que se define la <~cluación de la guerrilla
en el marco de revolución y contrarrevolución que caracteriza este conniclo de baja intensidad
(McCiinlo~.;k, I<JIJ2: .¡.u). Lo fJUe se observa en el Pulumavo es e l señalamiento r¡ue se hacerle la
población local como auxílíorde la guerrilla: y los grupos paramilit¡¡rcs o aulodcfens¡¡s. aunque
promueven la pdrticipación de lo poblat.ión local. vionon organizarlos de fuera. manteniéndose
el apoyo de las fuerzas militares a dicha táctica.
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Paradojas de la economía de la ~:~ 1
261
la larga historia dP. colonización ele la arnazonia y, por tanto, se deja por fuera a
sectores ele la población que se encontraban allí antes de la llegada de la coca. Como
se ha insistido. existen tres generaciones que han residido en el Putumayo: la prime-
ra, de migrantcs con hijos nacidos fuera del departamento pero criados en la zona; la
segunda, de hijos de estos colonos antiguos y, por tanto, nacidos en el área, quienes
sienten pertenecer a la misma y se encuentran trabajando por su regjón, como se
mostrará más adelante: y la tercera de nietos de los primeros migrantes. Los líderes
del Movimiento Cívico retoman la historia de la colonización con el fin de redefinir
a los habitantes del Putumayo como ciudadanos pulumayenses (véase el capítulo 9).
Vivimos Ulta s ilmu.iófl Ul' pubmza qut• JW!> litmc agobiados; no sabemos qué camino
coger y ese es uno de los principales motivos por los que el campesino. el joven o la
jovencitd r.oge n los malos caminos. Porque llegan los grupos paramilitares. la guerri-
lla o el ejórf'ito y a cualquier grupo de esos Sll mezcla. Y, ¿quién es el rnil itar? ¿Quién
es P.l guerrillero'? ¿Quiüu es el paramilitar'! Es el hermano del guerrillero. o del mili-
tar. o el primo n el sobrino. Y debido a quP. a la pobreza que vi\'imos. porque no
tenernos t,amino rara roger, no sabemos qué hacer y a cualquier parle nos toca que
meternos pam subsistir. Entonces. esto es uno de los aspectos que nos agobia y que
nos tienP dentro dpJ r.o nlliclo armado (intervención de un campesino de la vereda
Mnndur. l"ltwrto l;uzmán. en el roro sobre paz y convivencia en Puerto Asís, I<J97I·
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
lr>F:.NTIOAI>' <WDADANIA ""' 1:1 Ptrn'M·\\O • María Clemencia Ramírez
Aquí los nüio::. salen a ver los cadáveres y así se acoslumbron. Están preparados para oír
hablar de la muerte y para ver muertos y no se Lraumati:taJl como en los sitios donde
::.ucede por primera vez. r.o mo vi en la lelevisión cuando mostraron imágenes de la loma
de Milú por la guerrilla (conversación con mujer en Puerto Así::., rc)()8).
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C\Pin 'LO 8 • Paradojas de la t'COIIOmfa de la coca
reunidn) supuso que miraban un muerto. Sin embargo. cuando nos acercamos resul-
tó que In gente estaba oyendo a unos actores de televisión que habían ido de visita.
En d casco urbano de Puerto Asís varios lugares tienen historia de muertes: el
Billar la 2.), donde fue asesinado un domingo. a plena luz del día, un estudiante de
dieciséis años, hijo del propietario: ca lles donde han caído jóvenes. testigos de otros
asesinatos, por haber pasado por allí y haber presenciado el hecho; el lugar donde se
reúnen los paramilitares: la esquina donde apareció muerto un muchacho de sólo
doce años. etcétera.
Cuando llegan a la adolescencia, las familias llegadas a la zona en las décadas de
r950 y 1960 buscan sacar a sus hijos a estudiar fuera de Puerto Asís con el fin de evitar
que entren en ese círculo de violencia. Dice una señora: "Sacar a mi hijo a estudiar
a Popayán es una forma de salvarle La vida, pues si se quedara terminaría tomando
partido. envuelto en la cadena ele retaliaciones" (conversación en Puerto Asís. 1998).
Se refiere a la cadena de venganzas personaJes que tienen lugar entre Jos mismos
habitantes del pueblo. pero bajo e l emblema del paramilitarismo, de la guerrilla o
del narwtráfico. Este es también el caso de un funcionario oficia l de la Umata.
oriundo ele Puerto Asís, cuando cuenta la historia de su vida en el pueblo:
l\li papá es poisa y mi mamá es upiln. Yo naden Puerto Asís en r')70. F.ra muy bonito,
no habta problemas, me acuerdo que yo jugaba mucho ahí fuera de mi CIIMI con
carritos) no había muertos. no hobíu nodo. era una zono muy tranquila, además de
t¡ur• ero muy oll'idada. o pesar de que todavía es vlvidoda, no había survicias rúbli-
cm;, no lwbio nada pero habín la flOZ que e:; lo mós importante. Cuando tenía unos
ducl! añus. o sea en JC)o~l o en It¡i)3 llegó la r:oca y empezó la violencia) los problemAs
.\ llegó la ~uerrilla. Y a raíz de los hechos de violencia y de la descomposición de la
sociedad lo~ jóvenes dt> esa época se estaban volviendo o guerrilleros o sicarios o
rwrcotralicantes. l:.mpecé a sentir las influencias, me daban ganas de metermt~ a
lrt~c¡uetf'llr. det.imos aquí lo que es narcotráfico. o como a cogrr arruas, como hacer-
me !!1 mnlo, andar con los malos, con gente que venía del interior del país, sicarios.
y.J nrnn Jmiw'~ dt• unn, unu empezaba u familiarizarse con ellos. a andar w11 un
arma. Entonc.es mi mamá y mi pa¡Já vieron eso y dijeron: "No, no parlemos permitir
quP nuPstro hijo :.r clegl'nere. se dafU:~ n r::aiga en estas cosas". Y entonces me manda-
ron .o es tudiar a Cali, gracias a Dios, porque no se si todavía estaría aquí. porque 8o ó
QO"'<• cil! mis nmigus, rle los ni1ios que jugaban conmigo. han muerto. Es que la des-
composición r¡ue ha habido nqw ha si<.lo lenaz y todo el mundo se volvla narcotraJi-
c.mtc> o paramilllar o sir:ario. Todos los que hemos salido estamos graduado!>, fuimos
Id primera generación de profesionales de esta tierra, porque esta ticrm es m u\' nue-
va (rmtrevist;t a un funcionario de la lJmata en Puerto Asís, 1<)98. Énfasis mw).
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
LDFNTIOAD Y CIUDADANÍA El'< F.L PUTIIMAYO • María Clemencia Ramíre::.
264 1 --
F'arc con la participación de sus habitantes, del grupo paramilitar de Gilberto Ro-
dríguez Gacha, conocido como Los Mosetos, lo cual se menciona reiteradamente
como una muestra del poder que puede tener e l pueblo organizado. Al traer al
presente ese evento se hace un llamado a la necesidad de organizarse para enfren-
tar el terror y el miedo que causa la actual presencia paramilitar. La madre de un
adolescente hace clara la diferenciación que se establece entre guerrilla y paramilitares
en la zona, cuando comenta:
Acá los jóvenes pueden salir por la noche a pasear y no pasa nada. Cuando desaparece
w1 muchacho de esta edad, lo primero que se piensa es que se lo llevó la guerrLUa. Hay
un hijo desaparecido en el barrio y eso es lo que se teme. Si es la guerrilla. pronto se
recibe una carla notificando que el hijo está bien y así se sale de la duda. Son los
paramilitares los que vienen a matar sin ninguna razón (conversación con una mujer
en Puerto Asís, r9S)Il).
Mi familia \rioo de lejos y se quedó aquí porque le gustó esta tierra y aqtlí crecimos
nosotros. Mi papá, por ejemplo, se pienso morir aquí, mi mamá dudo mucho que
quiera salir de aquí, ella quiere pero por la violencia. Ella dice: ''A m1 me gustaría
salir corriendo con mis hijitos". Pero aquí liene todo, los negocios. la finca, los ami-
gos y llegar a una ciudad, en donde hay violencia, no igual a la de aquí pero la vida
está muy dura en las ciudades. Lo que queremos es que se arregle esto, que haya paz
y se pueda trai.Jajar porque en esta zona tenemos la mayor riqueza del mundo. eso s1
lo sabemos nosotros (entrevista a un funcionario de la Umata en Puerto Asís. rC}98).
Una mujer que llegó al Putumayo a trabajar con la Texas Petroleum Compan.)' en
la década de rgóo y que vive en Puerto Asís, reitera esta percepción cuando comenta:
"A pesar del miedo que se vive yo prefiero los pueblos pequeños, vive uno más
tranquilo. En Bogotá se teme al ladrón y hay que coger hasta lres buses" (conversa-
ción con una mujer en Puerto Asís, .r\)98).
Se mencionan otros tipos de violencia que hay en las ciudades grandes, don-
de la gen te no se conoce; el medio urbano se percibe aún más violento. compara-
do con la violencia política cotidiana en Puerto Asís. en donde se tienen unos
códigos para enfrentarla pero, sobre todo, donde se ocupa un lugar diferenc iado
en la comunidad. Abandonar el pueblo es abandonar todo un proyecto de vida
construido allí.
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CAPIIl 10 8 • Paradojas de la economía de la coca
DI:.SPUE:, DE (.!lJI-. TU\'0 LUt,AR EL MOVIIIUENTO CUCtUE/10 LOS GRUPOS PARAJI,iJLITARES IJ\Il'ENSIFICARON
su presencia en el Putumayo. por cuanto se puso en escena el poder de las Farc en
la región como resultado del apoyo logís lico que prestaron a los campesinos (véase
el capítulo 4-).
Es así como en el documento que reunió las conclusiones de la tercera cumbre
nacional del Movimiento de Autodefensas de Colombia, realizada en noviembre de
!{)<)(}. se planteó la necesidad de reconquistar con urgencia zonas que la guerrilla les
había arrebatado. entre las cua les figuraba el Putumayo, sobre el cual se hizo la
sigui ente precisión: "Otra prioridad la conforma el departamento d el Putumayo. Es
urgente desplazar hombres y recursos para esta misión. Es allí donde la subversión
ha logrado crear un gobierno paral elo altamente peligroso para la nación" (Semana,
824 1 16 rle febrr.ro de ICJ98: JO). En un comunicado de las Autodefensas de Urabá y
Córdoba fechado en abril de HJ<J7 en el municipio de Carepa (Antioquia) y que se le
hizo llegar a los concejos de Puerto Asís y Orito se anuncia:
i\1 hacer una e\'aluación sobre la situac ión de orden público en el Putumayo, el
Comando Central rle nuestra organización ha d e te rminad o que los fa c tores
descnc:adenantes de la violen cia se originan e n los grupos gu e nilleros que operon
en la región. los cuales cuentan con el apoyo logísti co de a lgun os alcaldes y funcio-
nario~ públicos Q\11' utiliza n parte de Los presupuestos o ficial es a la fina nciació n d e
IJ subversión (sic).
Ante esta situac..ión se ha pensado seriamen te e n h acer prese ncia e n e l Putumayo,
inicialmente en los lugares de m11yor conOicto como Puerto As1s. cuyo alcalde es el
prindpal inspirador Je la acc ión guerrillera y en donde vienen s iendo asesinados
¡.>ersonas (.sif') alilws a nuestra organizaLión y se proyecta 1!1 asesinato de otros.
En cwcs•·c cu•ncia . h~::nw-; dednrado comu ohjetiv os militares a los alcaldes de Puerto
t\sis) Orito por Pslar íntimamente emparentados con la gu errilla. así como a lo1:.
r:anrlirlaln~ fJIII' st• prP~rntrn o Jos próximu~ elm:c..iones con e l apoyo de los guerrill e-
ros. y¡¡ que unu politicu dP Las Fnrc.; ¡.>ara el inmediato futuro es capturar alcaldías y
c..nncejos (.su) rlf' lns 1egiones dondP tiPnen derto dominio.
No sP inr urriní Pn IIJ~ errores del pasado. clr co n ver tir e n objetivos militares a p erso-
nas rJUe no tcnian un evident e compromiso con la s ubversión . Ahora. nuestra mi -
sión Ps hact!r una limpieza solel.liva (Senwnu, /:!2.¡. 16 de febrero de 1<)98: 30).
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
I DENTIDAD Y CIUDADAN IA EN EL P UTUMAYO + María Clemencia Ramírez
GRÁFIC03
PUTUMAYO: NÚMERO DE VÍCffMAS SEGÚN SEMESTRES Y AGENru VIOLADOR
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GRÁ!·1C04
Pt n1.!MAYO: PORCENTAJE DE VÍCTIMAS SEGÚN AGrNn: VIOLADOR
Paramihtarc'
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CAPfTULO 8 • Paradojas de la econom(a de la coca 1
267
GRÁFICOS
PlTrlJI'viAYO: VÍCTTJv1AS OE ALGUNA CLASE DE VTOLACTÓN
Golpes Sccuc;,tro
1nterrogatorio
Tortura' l% 0% 1%
Herida' 2 o/c
r\tcntado 8% Retención
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Dc,aparición
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GRÁFICO 6
P UTUMAYO: VLCTIMAS OE VIOLACIÓN POR PERIODOS Y TIPO
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CAPITULO 8 • Paradojas de /u economía de la!:.!!.!:!:!_ 1
2.ÓC)
Es nsi como m1 la prensa nacional so acusaba a uno de los lídr:reb del movimiento coco/ero de 19Q(l
Pn el Putumnyo. de r:x guerrillero. Dice ollitular...Guerrillero habria firmado actHmlo cocalero", y
a continuación se informa que "a juzgar por la denuncia penal y un testimonio nn poder de lA
Fiscalía Regional. por lo menos un hombre al que se le sindica se ser ex cai.Jcza del fr¡~nte 45 de las
Farc y iiCtuatmentc miembro del frente ll de l Putumayo. aparece como coortlinatlo r y segundo
firmante del acuerdo al que llegaron el tlomiogo pasado representantes del Gobierno Nacional y
de los cultivadores de hoja de coca''. Sr siguen sus nctivitlades pollticas y se te acuso de ser ex
militante del Partido Comunista y de la Unión Patriótica (UP) (E/ Tiempo. 15 de agosto de IIJ')I'l: t¡A).
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
IDENTIDAD Y CJ!IDAOANIA tt'. El. P uTUMAYO • Marfa Clemencia Ramíre::.
Quiero hacer una denuncia, tal vez hasta muy grave: el ejército contra la población
civil o r.ontra nosotros. campesinos que vivimos en e l monte. lodos aba nd onados
del gobierno y de toda clase de gente. Pasado el paro se desplazó un capitán del
ejército, que aquí estaba como la PM, para los lados de la Carmela, yendo hacia el
Tetcyé. H1eroo por casas, yo oo sé quién chismeaba, quién hablaba y llegaban a las
r:asas a las cuatro o cinco de la mañana: "Que abra la puerta guerrillero, abre la
puerta, dónde está lu guerrilla. dónde están las armas. dónde está tal cosa". Sacaban
a la gen te a golpea rl a, a pisarla, a es tropearla con los cañones de fusil. En realidad
coronel nosotros somos campesinos. no conocflmos armas. si ar:aso un machete o
una escopeta de esas para conseguir cacería, pero nosotros no conocemos fusiles
(intervención de un t:ampcsino de la vereda en el foro sobre paz y conv ivencia rea-
lizado en mayo de 1997).
(l En febrero de 1<)()8 se informó que el padre Harolcl Lópe:t. tuvo que salir de Puerto Asís por "los
rumun!S dr que está consignado en una lista que contiene los nombres ele 250 personas a las que
buscan los paramilitares" (El Tiempo. r¡ de fehrero de r!)98: 10A).
7 Como se anotó. el alcalde de Puerto Asís durante el periodo 1994-1997 fue asesinado en Cali el JO
de enero de t!)91!. t.uando acababa de entregar su cargo, muerte que los paramilitares se atribuyeron
públicamente.
/! En San Vicente del Caguán, Caquctá, un vocero de los campesinos coco/ero¡; fue asesinado cls de
enero de H)ll7. Desde noviembre de I!)!JÓ participaba en la mesa departamental de seguimienl.o a los
acuerdos firmados el u de septiembre de I9QÓ con el gobierno nacional (t:/ Tiempo. 10 de enero de
TC)I)7). El 7 de marto de IC)I)7 fue asesinado el secretario general de la Federación Sindical Unitaria
Agropecuaria (Fensuagro) v militante del Partido Comunista. quien había participado en la
organización de la movilización coca/P.ro iniciada en rl Guaviare el 16 de ju lío de 1996: en el momento
de su muerte se encontraba participando en las mesas regionales para evaluación del cumplimiento
do los acuerdos firmados con el gobierno nacional nn el Pulumayo y Caquotá (E/ 1íempo. fi de
marzo de 1997: 9A).
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
CAPITt iLO 8 • Paradojas de la economía de la coca 1
------ - 2}1
Entre el4 y el 7 de enero de r9')8, durante el carnaval de blancos y negros, entraron treinta
y ocho buses de Rápido Ochoa y Rápido Magdalena, con paramilitares. En lista hay
alrededor de doscientas cuarenta personas. Entre finales de enero y fines de marzo de
r9<)8 hubo ciento ochenta muertes por para militarismo (entrevista e o Mocoa. r<)98) 9.
Entre abril y agosto de r998 en la droguería bajaron las ventas, que se reactivaron en
agosto. septiembre y octubre. A la gente del campo le daba miedo salir, pues los parami-
litares hacen retenes con lista en mano y al que conocen lo bajan y lo matan. Esto es
resultado de lnbor de inteligencia. Corno mspachines, o guerrilleros, a mu¡;hus los ha.n
matado. Antes eran pocos, ahora son muchos. Matan a vendedores de basuco. a vicio-
sos, ladrones y auxiliadores de la guerrilla. A una amiga que vendía verdura, y parece que
también basuco. la an1enazaron y aparedó muerta en el camino con un aviso que de<.ia:
Por desobediente. No se sabe en qué pueda estar metida la gente; es muy fácil quedar
señalado (conversación en Puerto Asís, 1t,)Cji).
e¡ So' ha vuelto reiterativa esta narrativa de entrada de paramilitares durante los <.arnavales. Lo
mismo se dice del caroaval de 1999: "Entraron treinta buses de los grandes con paramilitares,
cada uno con cuarenta hombres. alrededor de 1.200 hombres que llegaron ¡¡ Puerto Caicedo"
(t nnversación en Puerto Asís, febrero de IC)CJ9).
10 En octubre de 2000, el comandante general de la1. Autodefensas Unidas de Colombia (AUG) en el
Putumayo le dijo a Semana "¿Qué somos bárbaros? Eso es un concepto que no entro a discutir.
Para m1 lo importante es que todos los muertos son miembros o auxiliadores de las guerrillas"
(SP.mono, 10 de octubre de 2000).
11 Durante el periodo de la violencia en Guatemala (1978-r98s), caracterizado por la confrontación
entre militares y guerrilla. también se elauoraban esas listas con ayuda de las patrullas de
aulodefcnsa civi l organizadas por los militares con participación de la población local y cuya
función era reportar los movimientos de la población al comisionado militar. Estar en la lista
significaba que se podía ser victima de asesinato o de secuestro. Los que experimentaban mayor
temor v miedo eran los lideres de organizaciones loc.:ales (Warren. 199~: 35).
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Muría Clemencw Ramíre::.
2}1. l l DJ:::i'TII)AD v CILIOAOIINlA EN H PuTUMAYO •
Los paramüitares realizaban sus retenes a lo largo de la vía que de Mocoa lleva a
Puerto Asís. portando la mencionada lista. buscando con nombre propio a las vícti-
mas, a las cuales les disparaban o las retenían. Uno de los retenes de los cua les más se
hablaba durante mi trabajo de campo era el que existía entre Puerto Asís y el aeropuer-
to en febrero de r()98, por cuanto el aeropuerto queda prácticamente en el sector
urbano de Puerto Asís y al lado del aeropuerto funciona una base militar. Indistinta-
mente se le teme al ejército y a los paramilitares. Esto hizo que los pobladores tle
Puerto Asís no volvieran a salir del casco urbano y que los campesinos no salieran
de sus veredas. Ante las masacres el miedo a terroriza y obliga a callar para pasar
desapercibido. No estar compromelido con nada ni con nadie se ha interiorizado
en los habitantes de Puerto Asís, del Valle del Guamués y San Miguel. La incerti-
dumbre se apodera de la gente y el rumor sobre lo que va a suceder o está suce-
diendo se convierte en la única certeza que se tiene de la realidad que se v ive o se
vivirá. En palabras de un candidato a la alcaldía, en Puerto Asís "El rumor mala. el
rumor hace ciencia, el rumor conslruye hechos"a. Lo que importa son los cuentos,
las historias que se tejen alrededor de los hechos. Así, por ejemplo, la dueña de
un almacén cuen ta el susto que pasó cuando una señora vino a decir que le habían
disparado a su esposo. Ella fue al hospital y a la margue y no encontró nada; era
sólo un rumor. Lloraba contando el cuento y agregaba que ahora no podía dejar de
pensar en que su esposo no se rlemorara, verlo permanentemente. Sueña que le
disparan y le dice a su esposo que tranquilo (conversaciones en Puerto Asís, 199/l).
La muerte es como un fantasma que se pasea por Puerto Asís. Todos pueden ser
asesinados .
En el Valle del Guamués (La Hormiga) y San Miguel (La Dorada) a finales de
noviemb¡¡e de HJ97 hubo por lo menos lreinta y nueve personas muertas, a las cuales
se sumaron veinte más el r" de enero y el rs de febrero, así como once denuncias de
desaparecidos (El I::spectador, 15 de febrero de r9<)8).
La inlensificación de las muertes seleclivas (véase el gráfico 7) en enero de 1998 fue
denunciada por el recién posesionado alcalde. durante un viaje a Bogotá; señaló que
durante ese mes en Puerto Asís por lo menos cuarenta y ocho personas hab1an
muerto a manos de grupos paramilitares y se refirió. además, a una lista compuesta
por doscientos cincuenta personas, supuestamente auxiliadores de la guerrilla, que
había sido divulgada por los paramilitares. y que iban a ser asesinadas. Agregaba
t ambión que, "los testigos de las masacres selectivas han sido asesinados
sistemáticamente y las denuncias hechas ante los organismos del estado, que pudie-
ron evitar su muerte, no fueron atendidas" (El Espectador. r3 de febrero de 1998: 7A).
u Los rumores cumplen un papel central en la vida cotidiana del pueblo; así. por ejemplo el1.r; de
febrero de 1999 se empezó a rumorar que se h&bían llevado n los paramilitares de Puerto A:;is en un
avión Hércules que se había vi~otu llegar a la base militar. Se calculaban cuatrocientos paramilitares.
"Se s iente tranquilidad es como quitarse el miedo de eucima". dice una habitante. quien decidió
abrir su almacén hasta larde. El día siguiente siguieron escurhándose rumores: que los paramilitares
no se fuPron sino que fueron relevados por otros. Otros rumoraban que se habían escondido a
esperar a la guerrilla que no sale del monte para c-ogerlos. Do un día a otm so pasó de una sensación
de aliv io a otra do pP.Iigro inminente.
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CAPITULO 8 • Paradojas de la economía de la coca 1
273
GRÁF1C07
PoRCENTAJE DE víCTIMAs EN EL PuruMAYo SEGúN SEivlliSTRES
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q Se trata del grupo paramilitar denominndo Autodefensas del Sur, proveniente de Urabá que hizo
su aparición en el Putumayo en enero de 1998 (Cinep y Justicia y Paz, Noche y Niebla. 7 y 8. junio,
J()<)S: 19).
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lo~.NTIDAD v C1lD\DAN 1A EN H PUTUMAYO • Marfa Clemencia Ram(re::.
GRÁFICOS
PuTUMAYO: NÚMERO DE VÍCTIMAS SEGÚN SI~(ESTRES Y MOVTL
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a Sin 1M1orm3co6n 2 52.\ 22::!
Sen\e'ltt-.
r4 Las masacres han sido definidas como la "liquidación física, simultánea a cuasi simultánea, de más
de cuatro personas en estado de indefensión" (Gonzálcz, .1000: 3).
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CAPITLLO 8 • Paradojas de la economía de la coca 1
275
GRÁFICO 9
POHC:I~NTi\fE DE vicriMAS EN EL PUTUMAYO SEGÚN MOVIL
Reclmamien1o
forzado
Reacción conlra l 'k Exlorsión
Controlar vio lación O'K
pan ic1pación Olf'c
polí1 ica Yíclima en lomas
917c o vícl ima indirecla
Control territorial
o cnfrenlamiento
Fk
En el consejo de seguridad que tuvo lugar en Puerto Asís mientras estaba reali-
zando el trabajo de campo, el 2.3 de febrero de 1999, un año después de este debate,
el nuevo comandante del ejército aclaró que los paramilitares no estaban "bien
nombrados" - por ser asociados así a los militares-, que se trataba de autodefensas,
e insistió en que él no tenia noticias de que en Puerto Asís las hubiera. Hacía caso
omiso de la masacro que tuvo lugar en El Tigre el 9 de enero de I999 y que dejó
veintiocho muerlos rm P.SflPrtnrlor, lT rle enero de rm: rA). El18 de mayo se infor-
mó que seguían las muertes en La Hormiga. donde el fin de semana del rs de mayo
se registraron quince muertos y aunque el secretario de gobierno consideraba como
una posibilidad que los autores fueran paramilitares, "el teniente Barbosa no des-
carló que los homicidios se hubieran dado como fruto de los enfrentamientos
entre narcotraficantes y raspachines", insistiendo así en la violencia asociada a la
coca. El 7, 8 y 9 de noviembre de 1999, las Autodefensas Unidas de Colombia entraron
al Valle del Guamués (La Hormiga) y mataron a doce personas en la localidad de El
Placer. En San Miguel (La Dorada) reunieron a la gente en el parque, permanecieron
cuatro horas y anunciaron que habían llegado a matar a los miembros de la guerri-
lla y a sus auxiliadores y asesinaron a seis hombres que sacaron de la multitud;
luego siguieron a las veredas de Las Brisas. El Empalme y El Vergel. zona rural de
La Hormiga, en donde mataron a otras siete personas. De regreso a La Hormiga
asesinaron a otras cuatro personas, para un total de veintidós muertos en solo tres
días (E/ Tiempo. 9 de noviembre de 1999: 8A). La entrada a esta área en busca de
control territorial so hizo aterrorizando a la población .
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lt)I:.NTIDAD Y CILDADANIA EN I:.L PLITUMAYO + María Clemencia Ramfre:.
Lechner (1992.) ha señalado cómo los estados autoritarios utilizan el miedo para
despolitizar a los ciudadanos s in necesidad de utilizar la represión. Como los
ciudadanos se sienten sin ningún poder frente al peligro que enfrentan. ven como
su única alternativa buscar refugio en su espac io privado, esperando encontrar
seguridad en su intimidad. Esta ha sido una de las primeras actitudes lomadas por
los habitantes de Puerto Asís, quienes se encierran en sus casas a partir de las
cinco de la tarde; toda la actividad comercial se suspende y el centro del pueblo
aparece abandonado. Por su parte, los campesinos no salen de sus veredas. Lechner
afirma que. "la fe en soluciones mágicas reemplaza la participación política en la
medida que el senli mie nlo de falta de poder se refuerza" (Lecbner, 1991: 31). En los
habitantes surge un fuerte deseo de orden por el peligro del caos que se ve venir.
De esta manera, "la violencia es atribuida no a la dictadura sino al caos, el enemigo
que se infiltra y subvierte el orden establecido", y la gente adhiere a la dictadma
que aparece como salvadora frente al peJigro y al caos.
En el caso de Colombia, aun cuando no se ha establecido una dictadura militar,
Human Rigbts Walch (2.000) ha denunciado que los paramilitares están actuando
con el apoyo de las fuerzas militares y en el Putumayo desde 19<)8 se ha venido
denunciando reiteradamente la estrecha relación entre los paramilitares y e l ejérci-
to, como "una política nacional de terrorismo de estado" linlervencióu de un l!cler
del Movimiento Cívico en la toma de la Defensoría del Pueulo en Bogotá). No
puede perderse de vista que el terrorismo de estado debe ser contemplado corno
··una parte intrínseca a las prác ticas contemporáneas del poder'', tal como ha sido
seña lado por Arelxaga (2.000: 64). Los pobladores del Pulumayo afirman que de
noche los miembros del ejército se visten de civi les y se convierten en paramilita-
res, pues durante las masacres en los pueblos los han reconocido. A su vez. Carlos
Castaño, entonces jefe ele las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC}, afirmaba
que los campesinos "existen un día como guerrilla y al otro día son campesinos"
(entrevista en televisión. marzo de 1.000}. lo r¡ue hace evidente la falta de diferen-
ciación entre Ja guerrilla y los campesinos. por tra tarse de identidades intercambia-
bles. Sostenía. además . que la guerrilla se disfraza de civi l, que el pueblo la acompaña
por temor e intimidación y que si la guerrilla no involucrara al pueblo ellos tampo-
co lo harían, legitimando así sus acciones en contra de la población civil.
De este modo se torna difusa la frontera entre los grupos armados y la pobla-
ción civi l, una de las características centrales de la vio lencia política en el Putuma-
yo. Por otra parle, entre los paramilitares se ban identificado también miembros de
la comunidad que seña lan a los supuestos auxiliares de la guerrilla, lo que confir-
ma el involucramienlo de la sociedad civil en el conflicto". Para los habitantes del
Putumayo por medio de las acciones paramilitares se materializa ese estado terro-
rista que se denuncia y se teme y que se asocia directamente a las fuerzas militares.
t'i En la masacre de veintiocho campesinos en la vereda El Tigre del municipio de La Hormiga, el9
de enero de HJ9Q, llevada a cabo por un grupo de param ilitares (El Espcctado1; 11 de enero de H)QC):
tA), participaron como delatores encapuchados, personas que pertenecían a lo comunidad.
según comentó un hombre que estaba subido en un árbol y las reconoció.
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CAPITUI o8 • Paradojos de la economía de la coco 1
277
Sin embargo. el miedo que vive la población del Putumayo frente a las acciones
paramilitares no hn lraído como consecuencia la despolilizacióo 1(' de los habitantes
o su apoyo a lns paramilitares o militares en contra de las actividades subversivas
de la guerrilla. Tampoco se ha traducido en un apoyo incondicional a la guerrilla 17•
Las Farc han manifestado abiertamente a los campesinos que no pueden defender-
los de los paramilitares y que ellos tienen que entender que la guerra cobra vidas y,
por tanto. deben pagar el precio. Que la guerrilla no los proteja de los ataques de
los paramilitares ha hecho que los habitantes del Putumayo busquen organizarse
para defender su vida. en forma autónoma de la guerrilla y de los paramilitares 18•
Puede alirmarse que en la amazoni.a occidental el conflicto armado está forzan-
do a la sociedad civil a organizarse y a volverse visible como tal por medio de
movimientos cívicos que tienden a convertirse en movimientos políticos; la iden-
tidad adscrita como delincuentes -narcotraficantes o guerrilleros- no sólo ha sido
rechazada sino que ha motivado la emergencia de un movimiento socia l que busca
definir su identidad colectiva como actores sociales. independientes del narcotrá-
fico y la guerrilla, como se ha venido demostrando. En este sentido se cu mpliría lo
que han seña lad o varios autores (Cohen y Arato, 1994; Dagnino , r998; Jelin y
Hershberg, r<J96) en cuanto a que es bajo regímenes autoritarios que el problema de
la democratización se define en términos de la reconstrucción de la sociedad civil,
para defenderse del terrorismo de estado. Como se señaló, en el Putumayo el esta-
do terrorista se asimila a las fuerzas militares que promueven el paramililarismo,
de manera que el estado no es percibido como un ente homogéneo sino como un
estado fragmentado. tanto a nivel central -en cuanto a las contradicciones que se
presentan entre el poder militar y el civil- como en la relación que se establece
entre las eoliclades oficiales centralus y sus representantes loca les.
Como habitantes de la region los alcaldes tampoco consideran que el estado o
parte del mismo los respalde, ya que antes que funcionarios oficiales se consideran
víctimas de las pulllÍtJ!. dul estado u.mlral hacia su región. así como del señalamiento
111\\'arren (.!000: U<J) dice• que un objPtivo etnográfico es demostrar cómo la diuámica que se
c:.tablecc Potro la politizoc:ión ~ la despolilización en estos espacio~ sociales está cul turalment..,
enraizada. por lo que situ<Jciones violentas semejantes desembocan en reacciones diferentes por
P'trtP dE' lo~ sujetos a rilas.
17 En el casu dt· Guatemala. Schirmcr (11)()8: :¡r.¡) ba llamado la atención sobre cómo las at.;Ciones
llii.JrOSÍ\ as rlP los militares contra la pobladón de lndígenas y ladinos. entre 1972 y r!)82.. llevó a los
Lampesinos a movilizarse y ,1 rt>clutarse en las filas de la guerrilla para defenderse de los militares:
y afirma que "la represión lJrutal e indiscriminada del ejérci to c reó, sin proponerselo. más resistencia
qut> la que dc:;truyó".
¡fi En el caso de Guatemala, el que la guerrilla no protegiera a los campesinos de los ataques del
ejercito sr ,·oh•ió contra ella e hizo que estos se aliara n a aquel. participando eu las patrullas de
autodefensa civil. En pa labras de un campesino: "los guerrilleros sólo provocan el ejército y
uespués sr 'on. Nosotros somos los que sufrimos las consecuencias" (en Stoll, II)<Jl: 94). Stoll
enfatiza que lu~ lndígena~ ixil P.staban presionados por la gueorilla y por los militares. lo cual él
llama "violPnLia dual".
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1DENTIDAIJ Y Cll 'DAUANIA r-.: Fl PLJTUMAYO • María Clemencw Ramm•:.
lll Al referirse a las instituciones del gobieroo se refiere a la "burocracia inoperante" en cuanto a
lograr el desurrollo de la regióu u. mejor, su incurporación ul orden central. queja que reiteran los
campesinos. tal cumu se expresa en cstr rjemplo de una t.omuniddd ~.:ampesino de Puerto Guzmán:
..... mientras los c.:ampesinos saborean su mi~eria, muchas millonadas se han dilapidado en una
hurot.rcu:ia incapaz de dar soluciones. Hablando de la incapacidad se da el curioso c.;aso de un
l•ic.:hu denominado "rícudu negro" el cual está haciendo su agosto en las plataneras de las riberas
del río Caquetá, desde luego con el conocimiento de los funcionarios del romo, quienes. una vaz
mtís wmprueban su nulidad para contrarrestar este problema" (carta dirigida al presidente César
r.avi rin. 8 de novit~mbre rle rcm). ,
20 Oirigiénrlose al fiscal secciona!, los comerciantes de Puerto Asís manifiestan que: "liemos sic.lo
viclimm. de aLciones terroristas por parte ele un grupo de paramilitares que se identifican como
Autoc.lef•!nsa~ c.le Colombia. Estos grupos han llegado a nuestros negocios exigiendo grande~
rantidac.los rlo dinero entre cinco y diez millones de pesos y fijándonos una cuota mensual de
)OO mil pP.sos a cada establecimiento. llegando a recaudar la suma de so millones de pesos. En
rlf'.sarrollo de c<stas actividades do extorsión. chantaje y boleteo quienes nos hemos opuesto a
pagar estas sumas de dinero nos obligan a cerrar nuestros negocios" (E/ '1/empo, 6 de septiembre
rle rQ()I!: nA(. Estn situación coutinuaba en julio de r99Q. cuando los parami litares citaron a los
c.umercianles a una reunión para decirles que no iban a matar más, pero que como estaban para
nlidar al puf'blo iban a pedir una sola cuota que tenían que pagar y que ellos orreglurfon R quien
r¡uisiero aprovecharse y no pagar (conversación en Puerto Asís, JQ99).
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CAI'fllll o8 • Paradojas de la eco11omía de la coca
EN 1-\ RI::C..;!ON SE SAUF QUé: COLONOS ANTIGUOS QUE POSEEN TIERRAS CULTIVAN COCA, t\DEMAS DE
otros produc tos, e invierten s us ganancias en mejorar su vivienda y en diversifica1·
la producción por medio del establecimiento de otros renglones como la ganadería.
Estos colonos utilizan la mano de obra familiar para cosechar la coca y procesarla y
no contratan mano de obra foránea. En contraste otros. generalmente los pobladores
recientes a traídos por la coca . se dedican exclusivamente a su cultivo en más de tres
hectáreas y requieren contratar trabajaclores para la cosecha. Un documento de la
Red de Solidaridad. encargada de los programas de erradicación voluntaria y susti-
tución de coca dice a l respecto: ··cabe destacar la población colana de arraigo regio-
nal que por su si tuación geográfica y social muestra algunas potencialidades de
reactivación de econom ías lícitas a nivel de finca pero con tendencia individual. La
población joven muestra resistencia hacia la vinc ulación en propuestas sociales o
produc.:tivas, la solución de s us problemas e n forma individual es una de sus princi-
pales características" (Rerl de Solidaridad Social rnstituto Interamericano de Coope-
ración para la Agricultura, r998) .
Se reitera la necesidad de diferenciar entre dos generaciones -los viejos y los
jóve nes- v entru las formas de producción - individual o comunitaria-. A estas dos
es necesario añadir una tercera generación inte rmedia. nacida en el Putumayo: hijos
de los colonos a ni iguos que quieren trabajar por su región y manifiestan arraigo a la
misma. como se ~el'1aló al iniciar este capítulo. De ntro de esta generación pueden
diferenciarse campesinos _v profesionales, que después de haberse ed ucado por fu e-
t'a mgrHI>é!tl a la zuna. LsiJ generación es más consciente que los vie jos colonos de
la especificidad de la región amazónica y propone proyectos produc tivos adapta-
dos ol medio ambiente amazón ico. para s ustituir el c ullivo de la coca por medio de
la c reación de empresas cooperativas. De acuerdo con un profesional de la zona:
"Si queremos insertarnos en la economía del país tenemos que hacerlo con caJi-
clad. Un campesino pequeñito no puede hacerlo, la única mane ra es asociándose
por medio ele la organización coop erativa. Esa cooperativa es la que logra hacer la
agroindustria" (in tervención e n la mesa de negociación, Orito. T9<XW'.
En la zona se r>ncue ntran ejemplos de organizaciones comunitarias que ponen
en entredicho el individualismo que, se dice insistentemente, promueve el cultivo
de la coco. Además. los fun cionarios d e la Red de Solidaridad Social señalan
cómo. a pesar de la violencia y de los altos índices de cultivo de coca presentes en
21 La org¡mizacion por medio de cooperativas coincide con la propuesta del Plante: "Que el estado
pueda invPrlir rm unas empresas que creamos, que organizamos, para que esa empresa le dé los
~cn'irio~ lec nnlcigkns v de ar.ompañamiento necesarios a este campesino para que produzca en las Jo
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I DEJ'.' TIDAD Y C' IVDADANIA EN EL PUTUMAYO + María Cleme11cia Rumíre;;
los municipios de Puerto Asís. Valle del Guamués (La Hormiga) y San Miguel (La
Dorada), es impresionante la agilidad de los proyectos que impulsa esta institu-
ción: "En La Hormiga, Puerto Asís y San Miguel, sus habitantes trabajan hombro a
hombro con los funcionarios oficiales local es para mejorar su nivel ele vida", fue el
comentario de una funcionaria de la Red entrevistada. Según el coordinador regio-
nal del Putumayo:
Otra funcionaria agregaba que en el Valle del Guamués no sólo había un alto
nivel organizalivo y económico sino que los campesinos eran ingeniosos y creativos.
Allí había una asociación de productores de yuca (Asoyuca), como ejemplo de posi-
bilidades de procesos autosostenibles. Otros proyectos de la Red, como los progra-
mas de empleo transitorio y de empleo urbano y rural, tuvieron alta recepción en
Puerto Asís y en el Valle del Guamués. Uno de estos programas de empleo transito-
rio. consistente en la pavimentación de las calles de los cascos urbanos, contó con
el aporte del cemento ¡.¡or parte de la comunidad, y aunque el municipio debía dar
dineros, a veces la comunidad contribuia más que este. Esto en épocas de bonanza
del negocio de la coca, pues con la recesión. tal como la que se vivió en 19<}8, la
comunidad no pod(a asum ir los compromisos adquiridos el año anterior. por lo
que solicitaba recursos de la alcaldía. En la zona urbana de Puerto Asís y en el Valle
del Guamués se incentivó la creación de microempresas, y aunque se reconocía que
1 cnndiciones que el mercado esté exigiendo. Entonces. en esta empresa intermediaria tienen que
estar el estado. el sector privado y la comunidad. Ese tipo de cosas no se hacen en uno o dos años.
eso no es lo mismo que reunirse con el alcalde e identificar la lista de mercado de necesidades del
pueblo" [entrevista a un funcionario del Plante. 1999).
2.1. Es importante señalar cómo entre abril y julio de 1997la Red recibió solicitudes de campesinos
do los municipios de Puerto Asis, San Miguel y Valle del Guamués para acogerse al programa de
erradicación:
1. La Asociación de Productores Agropecuarios del Valle del Guamués-San Miguel (Asopravg). '»
interesados para la erradicación de 68.3 hectáreas de coca. Con esto asociación se había formulado
un proyecto para construir una planta de concentrado y materias primas, el cual se reformuló ¡Jor
uno nuevo consistente en el establecimiento y sostenimiento de roo hectáreas de chontaduro para
producción de palmito.
2. u. productores eu el municipio de Puerto Asís del corregimiento de Santa A11a se asociaron
para erradicar 19.~ hectáreas y establecer fincas integrales con sistemas agrícolas y pecuarios (Red
de Solidaridad-liGA. 1998).
Aunque estos proyectos son pequeños y poco representativos en cuanto a potencialidad de hectáreas
erradicadas. es importante seoalarlos porque muestran el deseo de la gente de buscar alternativAs
a la coca. además de interés en asocíarse para generar empresas productivas.
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CAPiilLO 8 • Paradojas de la econom(a de la coca
Por qué menciono 114uí al analfabetismo: porque si nos ponemos a mirar en el cam-
po. creo que /lo0 o ele los campesinos somos analfabetos y tal vez hasta más. No en-
tendemos las ley~s del gobierno, ni lo que tenemos que hacer; salimos a un foro de
estos y nos da miedo hablar, nos da miedo ex-presarnos ante un delegado del gobier-
no. A veces ante nosotros mismos como campesinos. y si vamos a una jun ta de
a<.;dón comunal también nos da miedo hablar entre los mismos compañeros, porque
no tenemos la capacitación suficiente para hablar en público, o para expresar nues-
trns sentimientos o para quejarnns ante una oficina de derechos htm1anos o aJgo así.
Por eso digo que este es uno de los puntos principales que nos llene en este conflit:lo
arm<~do. porque no tenemos capacilación ni apoyo del gobierno para que nos den
talleres o, al menos, e apacitación para nosotros los campesinos. Por eso estamos en
lo que estamos. porque estamos en el abandono total del gobierno nacional (inter-
vención de un líder comunitario en el foro de mayo de 1997).
l.os c-ampesinos P.stáu vi11icudo a la llrnata a decir: "Por favor. va van a la vereda. querr.·
m os (jl.'IJ..!.!Stedes nos visiten y Vl'llll qup es lo que nosotros tenemos y lo que podemos
produ<..ir ahora" .\hum quieren salirdP.)a coca. porque no es rentable y porque no les trae
sino pruhlcmas. Considero que el problema es de fondo: si el estado muestra con obras
que quitJre ayudar a los campesinos que t.;Ultivan coca. tengo la certeza de r¡ue ellos van
a responder muy biun. pcm¡ue los principales quejas o necesidades que tiene o tos campe-
sinos en el Putt11navo, en Puerto Asís, son dos v1as de comunicación v créditos. "Htl vez
crédito .111tcs (jii!:J vws v sPrvicios púl;licos. salud. educación. Eso es lo que más pelean
ellos. Usted va a cunlr¡uier vereda y le pregunta al presidente de la junta de at:ción
comunal. ¿cual es su principal pmblema?, y él responde: "Las vías, la salud,la educa-
ción"(eotrevista al director de la U mata de Puerto Asís, rg<)8) .
.!l En su monitoreo del Plante el \.entro fnterdisciplinario de Estudios Regionales -Cider- se cuestiona
-como una de sus principales conclusiones r¡ue la exp3nsion de los cultivos ilícitos puede
rxplicarse pnr los alto~ ingresos pnra las poblaciones marginadas. Se afirma que "las explicaciones
desbordan las soluciones limitadas a generar ingresos altos para los campesinos" (Cider. 1()9<1: lJ).
Por tanto, tn ron~et;ucion de dinero filcil también quedaría en entredicho.
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IDENTID·\D Y crUDAO\J\IA EN 1 L P VTUMAVO • Marw Clemencia Ramíre::.
Pienso que esta es una nueva conqubta del departamento del Putumayo y tenemos que
defenderla porque aparentemente e l acta de acuerdo no tiene cosas muy precisas. Pero lo
que si está claro es que si somos capaces de actuar inteligentemente, y en el caso del
Putumayo se llega a presP.ntar una mediana fuerza frente a la sustitución rle cul ti vos
ihcitos. nosotros tenemo¡, la otru Utra de la moneda, ¡¡ara mostrar que oquí hay coca
porque el gobierno no le cumplen In gente {reunión de seguimiento del paro civico, 25 de
septiembre de H)Q<>).
Esos cousejos de desarrollo rural luncionan desde r<)()r ó r992 y con ellos se está volvien-
do a lo mismo del Plan Nacional de Rehabilitación - PN!h Yo ~.;reo que lo del PNR fue una
buena enserianza para la gente. Rec..uerrlo que en esa epoca se reunian el estado, la
comunidad .v las instituciones \'inculadas a la región v ~~nt.re Lodos decidían qué Ara lo
que la gente más necesitaba, las necl!sidades mas sentidas, y au nque fueran obras muy
pequeñ::~s. que valier::~n muy poco, para la gen le eran muy importantes. Esa escuela se
hizo, se utilizaron esos espacios. que en ese tiempo se Uamaba11 consejos municipales tle
rehabilitación. Ahorn veo algo muy similar con el Plante, se están manejando los conse-
jos municipales de desarrollo rura l. Un() de los lineam ientos del Plante es que todo lo que
se vaya a hacer debe tener el visto bueno del consejo municipal de desarrollo rural. Ha
sido un t.rabajo s imilar, primero con infraestructma; en esa época tm.lo se dedicaba a la
infraestructura: la escuela, la carretera, el puesto de salud, la casa comunal, profesores
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C\PlTli.O 8 • Paradojas de la economía de la coca
-- -- ---
pagados por eii-'1'\R.l~n rw¡ el Plante trabajó con esa modalidad. obras de inf'raeslruCLW'a.
Pero a partir de H!l)/1 ~"mpezaron lns proyectos productivos (entrevista al director del
Plante en Puerto ¡\sis, 11)()8).
El reconocimiP.nto quP hace e l funcionario del Plante de los CMOR como espa-
cios para definir e identificar proyectos para ser gestionados por el programa res-
ponde también al replanteamiento de su política interdictiva hacia el pequeño
productor, antes anotada. En la e,·aluación hecha por el Cider de la Universidad
de los Andes la arlicularión del Plante con los CtviDR se señala como un acierto, por
<.uanto se fortalece la instilucionalidad municipal y se apoya la participación que
su promueve. Sin embargo, se le encuentran dificultades, entre ellas la falta de
representación de todos los sectores de la comunidad, pues asisten quienes están
cerca al municipio. También se cons idera que uno de los problemas que está pre-
sente en los CMOR es la central ización de las políticas para la región, que va en
conlravía con la descentralización administrativa (Cider. 1999: .¡.8-49).
Un funcionario del Insliluto Colombiano de Bienestar Familiar durante quince
años. nacido en Puerto Lcguízamo y criado en Villa Garzón, es un firme convencido
del trabajo con los CMDR y seflala que uno de los problemas entre las instituciones
del estado y la comuoidacl se relaciona con la credibilidad mutua:
Este funcionario piPns<J t¡Ul' por medio de los CMOR puede lograrse esa integra-
ción y, más aún, la coordinación interinstitucional e inlerveredal. de manera que las
instituciones no tepilan t:u. t. tollf!S, maximicen sus recursos de personal y las veredas
más organizadas no sólo smm f!jemplo sino que alrededor de ellas se organicen otras:
Lo que estamos hadcncln Bs organizar ala comunidad para que se apropie de las cosas.
porque les ponPmos el cjPrnplo riP las instituciorw.s: en la mediua en que las comunida-
des se organicen sfl lar ilita eltwbajo de estas. porque en cllnssiempre hay recortes o falta
personal. Y si la comunidad no se organiza entonces no hacemos nado, ¿qué se puede
hacer? Ese es otro trabajo que hacemos con la comu nidad, qué le digo a e llos, hago
preguntas dirPctas, digo: "Si usted lucra empleado de una institución, viene a esta
c:omu rtidad y la encuentra dr•~;pP!otado, i.qué puede hacer?. ¿qué haría?". Porque general-
mente es la institución; uosolros estamos hablando de que el problema es de organiza-
CIÓn comunitaria. el qur tiene la necesidad Uene que dar el primer paso. estamos hablando
de impulsar. de organi/.ora la t:o rnuniclad para que dé ese primer paso, aprovechando los
espacio!> dP los C:M nr< (entre\ is la en PtrPrto Asrs. lf19CJ).
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JntNTII)AO v ClllllAOANIA tN El PuTUMAYO • María Clenwncta Ramlrl.!;;;
284 1
Los campesinos SI han dado muestra de r¡ue quieren integrarse más a los procesos del
municipio: incluso últimamente nos están invitando a las veredas junto con institucio-
nes como Corpoamazonia. el tCA. Corpoica y el Plante. En los dos últimos mesr.s nos han
citado como a cuatro reuniones; en una inspección o corregimiento se reunen cuatro o
cinco veredas y nos mandan un oficio: Los invitamos a tal vereda tal día. Al Plante. a la
U mata, a Corpoica y a varias instituciones. El 22, 23. 24 y 25 tenemos una reunión con
eiiCA, ellncora, el Plante, Corpoamazonia y la U mala, cuatro o cinco veredas tal vez se
van a reunir en el corregimiento de Piñuña Blanco que es el más lejos por el río. ya queda
en límites con el municipio de Puerto Leguízamo. Ellos quieren que vayamos y veamos
qué problemas tienen, cómo pueden sa lir de los problemas, que las instituciones los
conozcan, los tengan en cuenta [entrevista al director de la U mata en Puerto Asís. 1998).
Otro punto: el abandono total de l gobierno. Somos parte de regiones totalmente abando-
nadns por el gobierno nar.ionaJ. en muchas parlf'-'> creen que no hav gente. Por ejemplo.
hace tillOS días decían r¡ue en la zona del Mandur (municipio de Puerto Guzman) no
había gente. Uno presentaba un proyecto de la comunidad y decían, esto para qué, a
donde queda esa región. No sabían a dónde quedaba esa región, ni que allá habitaba gentfl,
porque no conoum la zona ni los problemas que tenemos. porque eslnmos en lm
abandono total del gobierno nacional y eso nos tiene en este confli<..to.
Por eso in vilo a las personas que llevan estos mensajes a que sea o bien francos con el
gobierno r.uando presenten nuestras propuestas de campesinos. iPor qué nos tienen en
el abandono tola) si somos colombianos también? Que no nos tengan aparte. que noso-
tros también somos hijos de nuestJ·a lierra colombiana. Que esto quede muy claro y que
el gobierno nos apoye, r¡ue nos brinde capacitación, que organice estos foros, porque así
en realidad se conocen muchas cosas que están tapadas y aquí salen al aire. Qué bonito
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Cwlnll o 8 • Paradojas de la econom(a de la coca 1
2.85
es capacitarno:.. e~ta es unn capacitación que nos están dando aquí. porque estamos
compartiendo y nos e~tamns dando de cuenta de muchas vainas que no son verídkas y
quf' no deben pasar (intcr\'cnción rlc un líder comunitario en el foro de mayo de r997).
El discurso sobre P.] abandono del estado y la pobreza y, por consigu ie nte,
sobre los cultivos ilícitos sigue siendo dominante en la región, así como la conse-
cuente demanda de capacitación y de apoyo para llevar a cabo proyectos tendien-
tes a la satisfacción de las necesidades básicas. Es decir, frente al reto que enfrentan
las organizaciones locales de for talecerse y de participar con voz y voto para definir
políticas en relación con los problemas que los afectan. se busca el apoyo del estado
por medio de las instituciones presentes en la región y de sus funcionarios. Tal
como lo ha señalado Pécaut (r994: 6):
los campesinos tienen sus propias formas de organización y no esperan mucho del
Estado. Sin embargo. a pesar de eso. al mismo tiempo -y como parte de una forma
tle sociabi lidad campesina- esos mismos campesinos están aten tos a ver si e l Estado
hace a lgo. Esta ambivalencia prevalece en muchos sectores con relación al Estado:
la desconfianza sigur presente. pero siempre acompañada al mismo tíempo de una
solicitud de mayor prcseo<:ia de l Estado.
Para el caso de Pulumayo puede agregarse que estamos frente a una segunda
paradoja. que se refieren la percepción diversa que se tiene del estado en la locali-
dad: por una parte se ve como un estado represor o terrorista que se presenta en la
zona para acallar las demandas de los coca/eros en relación con su situación social y
económica y los consicleru dPiincuentes. y que, además, apoya las acciones del para-
militarismo en contra de la subversión, lo cual aumenta la violencia en la regi ón .
Por otra parte, es un estado que puede proveer servicios e instancias de participa-
ción ciudadana, representado l1ll la zona por funcionarios oficiales que se sienten
comprometidos con !>U tegiÓIJ y w rt Id gt!tlle del Putumayo. con quienes los cocale-
ros trabajan con miras a proponer alternativas y así mejorar su nivel de l'ida. En la
zona se dPmanda la presr>ncia de ese estado ¡wrticipolivo y proveedor de servicios
para ejecutar propuestas allnrnalivns comun itarias, hechas en medio de la violen-
cia como una forma de luchar contra la ostigmatización como personas violentas
que octúcm fuera dP. lo lcJ'·
Los LAMPESII':U!> Ul( \Ll-:r/11'; \ L 1\ Vl::Z Qt 'L BUSCAN Qllh I~L ESTADO SOLUCIONE S\...S
problemas lo acusan Je incentivar la violencia por medio de sus políticas.
2.4 Pongo entre comillas el término .~L¡cit•dud cil·i/ por cuanto su definicioo debe replantearse en este
contexto de morginalidad y conflicto armado, c;on respecto a lo supuesta autonomía y oposición
que debe tener frente al estado, como condición para su fortalecimiento o existencia como tal. Esta .,
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IDENTIDAD\ CIUDADANIA EN fl P\ITUMAYO + Mar(a Clemencia Ram(rez
Nosotros los campesinos tenemos puestas las esperanzas en el gobierno entrante. Seño-
res de Corpoamazonia, de la Salud, de Educ.:ación, U mata, lncora, Defensoría del Pueblo
y Agricullura nosotros los campesinos les pedimos que nos ayuden que se detengan un
poco a rnirar al campesino que nos liendan la mano ¡.¡arque de veras uecesitamos de su
ayuda. Delegación de educación, en este momento tenemos en la vereda Villa Nueva más
de 10 niños entm losó y n años y dolorosamente podemos verlos Lr·abajando porque no
tenemos un profesor especialisado para darles la educación. Que solución nos pueden
dar delegación de salud. Somos personas muy alejadas de Puerlo Guzmán que por favor
nos instalen un puesto ele salud cercano porque somos personas de bajos recursos. no
tenemos la comodidad para desplazar a nuestros enfermos a parte tan alejada. Son
muchas las personas que a menudo saJen enfermas porque vivimos en una sona muy
montañosa. lnco1·a les damos gracias por preocuparse o p01 estos terrenos que los tenían
tan olvidados. El deren riela mayoría de nosotros es ascr adjudicar nuRstras tierras y
tenemos confianza que ustedes nos van ayudar en esto. Defensoría del pueblo, oosol ros
queremos que nos digan o que nos cspliquen de que manera van a defender al puehlo. en
este caso al campesino. teniendo P.n cuenta la ruina CJllf'! nos dejó el Gobierno cun las
fumigaciones. AgricuiiLtra, necesitamos de verdad de su ayuda, que nos den la manera de
cultivar comida, que nos deula facilidad para transportarla por vía terrestre y vio nuvial.
que nos garantisen que si sacamos a vender nuestros productos nos los van a t:omprar
a un precio favorable que nos queden ganas de seguir cultivando Señores de
Corpoamazonia nosotros los campecinos nos tiene el Gobierno sorprendidos por la
manera que cstan dañando nuestros suPios. nuestra vegetación que tamvien es vuestra
para que r.omcrciales en tele,risión en radio pidiendo cuidar la n;~turaleza si ustedes
mismos la es tan destruyendo l:On la fumigación porque eso. esto que a echo el Gobierno.
Señores de U mata nececitamos que por favor nos fasiliten creditos ron muy bajo
intere~. intereses que los campesinos podamos comprometernos a pagar y no quedar
mal porque como ustedes ya loan visto ahora si necesitamos de creditos por la ayuda
que puednn tJ¡¡rnos les quedamos eternamente agradet.idos y una vez mas. Gracias
,. diferenciación es rlifusa en el t:aso del Putumayo. Lo que se vislumbra como una alternativa para
el fortalecimiento de la societlau vi vil en zonas de conflido es la c:ontinuidad entre el estado y esta
fln la qur se estaulczr.an relaciones de cooperación. Mas aun. me interesa cómo se define esta
.~ur.iedad cú•il v cümo perciben su rnlaCÍón e,;on el estado los habitantes del Putumayo y.
especificamenle, los campesinos f'ow/eros. F.n ni r.apitnlo 9 reflexiono más sobra los concr>.ptos
estado y ~ociedud cilril.
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C,\1'111 to 8 • Paradojas de la economia de la con1
Es así como los habitantes del Putumayo, además de exigir a las entidades el
r.umplimiento ele su:. funcione:.. como lo expresan los campesinos de esta vereda.
han buscado también apovarse en las entidades del estado creadas para promocio-
nar la participación comunitaria. tomo la personería municipal, o en inslituciones
oficiales como la Red de Solidaridad y el Plan de Desarrollo Allernalivo -Plante-
regidas por el principio de participación de las comunidades en la elaboración y
ejecución de sus proyectos.,. La Red de Solidaridad tiene como uno ele sus prin-
cipales objetivos la ejel'ución de programas "dirigidos al mejoramiento de la cali-
dad de vida de los grupos cln población más pobre y vulnerable" (Red de Solidaridad
r<)<)8: 17). Por su parte, el Plante busca. a partir de la erradicación ele los cu ltivos
ilícitos, ofrecer a los pequeños productores una altern ativa económica legal. Como
se ha señalado. el Plante nactó inserto en la política anlidrogas del gobierno del
presidente Sampcr y. por tanto. en un principio no definió sus programas para la
región en forma autonoma sino sujetos a la criminalización y persecución de Jos
cultivadores. Sin embargo. a partir de las movilizaciones de los campesinos debió
establecer que. "su responsabilidad principal es dar cuenta del problema social
campesino. ind1gena y colono que se genera alrededor del cultivo ilícito" (inter-
vención del dit·eclor d~l Plante en el congreso ambiental, Villa de Leyva, r9<)8). Para
lograr este objetivo se plantea:
Que su primera tan·a e:s irlnnlifiLilrala puiJiacion objetivo. definida como aquellas comunida-
de:. dP. campesinos colonos •· ímhgenas c1aya historio. /.Juyect01io y úndición demuestran que
han innmido ~::n los ulllivos ilícitos como< nnsecuencia de la crisis agrícola que ha afectado
a Colombia o por cau&a dl·unu implacable mcioualidad económica. Que una vez idenWk:adas
dicha~ cornuniuade~. t:!> rwt esario construir con ellas la voluntad clara de abandono de
dicho~> cultivo;.} lil U'tMdón de alternativas productivas lícitas. Que la reciprocidad estado-
wmunirlad es condición inolndiblr> 'r nr•Ct''>nria para la intervención y continuidad en la
atención por p;ule del Plsmtn (inlcrvc~cit'ln rn Villa de Leiva. rw.ll. Énfasis mío).
2~ En un documento quP pres•'ntd ol prngrallla de l¡¡ Red de Solidaridad se estab lece. "La
parlicipnción democratica se wloco en la I.Jase de toda la metodología. porque la Red parte de
reconorer e l valor de lo~ distintos sP.ctorcs sociales en la construcción conjunta del progreso, y
toma en cuenta a la pohlari•)n más pnhre y \Uinerable. como grupos limitados y afectados por
carcnr.ial> materia los o rhs• riminarionrs sociales. pero reconociéndole su capacidad para cooperar
v aportar la solucion <t los prohlcrnas del desarrollo y de la convivencia social" (Red de Solidaridad
Snrifll t•¡tJX: rll·HJ).
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
Maria Clemencia Ra/Ture:;
cont1icto armado. que no quiere lomar partido por ninguno de los grupos enfren-
tados. Así como se hacía referencia a los derechos constitucionales que han sido
pisoteados~n. se insistía en usar los espacios abiertos por la constitución de 1991
para el ejercicio de la democracia participativa. De este modo se busca mostrar su
interés por mantenerse fuera del conflicto armado:
Si el gobierno está dispuesto a abrirle espacio a las comunidades para que aporten a la
solución del problema [se refiere al cultivo de la coca), ipor qué no es posible instaurar
una mesa nacional y por qué tanto miedo a discutir el problema? Si como dice la le.no
sembrar coca es ilícito, así mismo la conslit ución nacional dice que cuando los gober-
nantes van a lomar una decisión que in volucra directa o indirectamente a la pobladón,
ésta debe ser consultada. Entonces. ¿por qué eso no se reconoce? Lo que nosotros
planteamos es un derecho constitucional que tenemos y que es la ley máxima de la
república. Lo que estamos planteando aquí no es que se infrinja la ley. ni que se cambie.
sino que se reconozca un problema que ante los ojos dl~ cualquier persona razonable,
civilizada. como se ha pla11teado. es tnmhién reconocer que es un problema de carácter
eminentemente social (intervendon de un líder campesino en la mesa de negociación en
Orito. ICJ<.JÓ).
Es así como frente al dominio territorial y a la autoridad que ejercen las Farc en
la región. por una parte: a la presencia parami litar y a sus acciones con tra los
llamados auxiliares de la guerrillu, por olra: y a la represión que e jercen sobre los
cultivadores de coca las fuerzas militares y el ejército en la zona. los pobladores de
la región demandan ser tenidos en cuenta por las entidades del gobierno encarga-
das de dictar políticas para la región, previo reconocimiento del problema social y
sus necesidades. A través de la participación de los habitantes de la región, los
afectados por los programas o politicas que se desarrollen en la zona tendrían voz
y voto para definir los proyectos. Aún más, se hizo un llamado a la razón y a la
civilización, para que se entienda el problema y se negocie sin hacer uso de la
violencia. debatiendo así la identidad adscrita a los cocaleros como vio lentos.
El personero municipal de Puerto Asís, oriundo del Caquetá e hijo de coloniza-
dores, tuvo un papel muy importante en cuanto a promover y vincularse con las
organizaciones de los campesinos y habitantes de la región. En sus palabras:
A pe~ar oe que la violencia aumenta cada dta mas, que busca generar terror. miedo e o la
gente, ella quiere participar, está La osada, quiere ver w1a dirige ocia política distinta.
20 En el foro que tuvo lugar en Puerto Asís en moyo de JCJ97. los campesinos t;unbión rlenunt.iaron
la violución de varios artículos de la wnslitucióntaJes como el segundo. que dice que el estado
debe "facilitar la participación de toclol; en la~ clecisioiJCs que los alectan y en la vida ~coo6mica,
política, administralívaycultural de la Nación; defender la independencia nacional. maoteucr la
integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo": así como
"velar por la vida. honra, bienes. creencias y drmás derechos y libertades de todas las personas
residentes en Colombia"; el undécimo. que establece que el derecho a la vida es inviolable; y el
2S. que señala que toda persona tiene derecho a un trabajo en condiciones dignas y justas. Se
hizo un llamado a los representantes del gobiemo civil y de las fuerza::. militares para que
respetaran aquellos principios constit ur:ionales.
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CAPfTI LO 8 • Paradojas de la economía de la coca
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1.7 El15 de febrero de HJ'~ se halló Ltna fosa común con siete cadáveres en la localidad de La flormiga.
lo que aunado a las dcnum:ias de los habitantes de Puerto Asís. según la prensa "llevaron ayer a In
Fiscalía v Procuraduría a obtener las primeras evidencias del exlemúnio selectivo denu nriado por
el elca!dP de Puerto t\sis" (El Esper.lador, IS de febrero de 1()98: 8A). El 10 de abril de 1<JQ8 se
descubrió otra fosa, con siete cadáveres, cerca de la población de La Dorada, cabecera rn unicipol
rlc San litigue! (El E.~pt•tl(ldor. ~de junio de I<JQ.~: uA).
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
lOENIIOAO Y CIL•OADA"il-\ EN F.L P\ ITL•M.wu • María Clemencia Ramíre;:.
y del temor producido por las armas, es condición elemental para que la soledad
de cada uno no se acorrale más entre presagios bajo la soledad ele todos" (carta
dirigida al ministro del Interior, 14 de noviembre ele 1997). El 2.0 y 21 de febrero de
r<)98 se realizó el Foro por la paz, con asistencia de funcionarios de la Oficina del
Alto Comisionado para la Paz, del Ministerio del Interior, de la Red de Solidari-
dad, del Plan Sur, de la Defensoría del Pueblo y del gobernador y el alcalde de
Puerto Asís con el fin de:
conducir a que los actores del conflicto armado asuman su responsa bU ida ude respetar
Los derechos humanos y el derecho internacional humanitario y como consecuencia
dejar de atacar a la población ajena al conflicto. Así mismo, se espera que las autoridades
asuman la responsabilidad de proteger a todos los habitantes del departamento (declara-
ción final , Foro por la paz, 1!)98).
Primero que Lodo quiero decirle a los compaiicros que nos hemos desplazado de diversos
lugares df'l Putumayo que durante la estadía aqu1 en la ciudad de Bogotá hemos escrito
una página muy irnportmtlc para la historia. Tres días que si bien es cierto están lrnlando
de mostrar el inmenso sacrificio que hemos hecho al dejar en la región a nuestras
lamilias y nuestrns trabajos, también están sentando ante el país y el mundo un prece·
dente colectivo. Hace mucho liempo el departamento del Putumoyo ha venido de m mor
en rumor por el asesinato de la masacre pa1·amilitar: nosotros, como una forma de no
querer el regreso del terror como se ve venir. decidimos desplazarnos has la aquí (discurso
al finalizar la toma de lo sede de la Defensoría del Pueblo. Oogotá, mayo de rQ98).
Se confirma entonces que las manifestaciones son en contra del terror desatado
por los paramilitares, en defensa del derecho a la vida, que se convirtió en una de
las demandas centrales de los habitantes de esta zona del Putumayo: "Si no hay
vida, ¿para qué trabajar el campo? Si no hay vida, ¿para qué dinero?". Gritaban los
manifestantes que se tomaron las instalaciones del Ministerio del Interior, la
Defensoría del Pueblo, la sede del programa Plante. la Red de Solidaridad y el
Episcopado. Como representantes de los campe~ inos se conformó el Com ité de
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CAPITULO 8 • Paradojas de la economía de la coca 1
291
Por eso es nec:esario f!Ue nos apoyemos sin un día de tregua, sin uno de descanso;
empecemos a organizar a las comunidades para defendernos de la forma en que
quieren imponerse sobre nosotros. Para defender la vida de nuestros hijos y la de
nuestras familias y, sobre lodo. para defender el terruño que es el que nos está dando
el pan para sostenernos. Y eso sólo es posible si la comunidad está bien organizada,
si cada uno de los pulumayenses, como un solo hombre, empieza a ejercer vigilan-
cia palmo a palmo para detectar a los asesinos( ... ). Creemos que la gente tiene también
el legítimo derecho de defenderse si los organismos del estado no cumplen con esa
función constitucional (intervención de un líder durante la toma de la sede de la Defensoría
del Pueblo, Bogota, mayo de rl)98).
La necesidad lo hncfl a uno organizarse. Cuando uno ve morir a cuatro arrugas sin razón,
se organiza, porque el próximo puedo ser yo. Eso no le sirve a la nación, muertes sin
sentido (conversación con un campesino durante la toma de la sede de la Defensoría del
Pueblo, Bogotá. I()Oq).
28 La Comisión Anoina de lurislas (199r Jf) señala cómo, a fines de 1990, en el Putumayo se inició la
reorganización del movimienlo popular y se impulsaron grupos de derechos humanos así como
manifestaciones ciudadanas por el derecho a la vida. En 1990 se estableció. por medio de la ley 3
v por a<.;ucrdo dictado por el Concejo municipal, el primer com ité de derechos humanos en
Puerto Asís, del cual fue coordinador u no de los lfderes amenazados que participó on la loma rln
la Defensoría. Oíecisicle inslitucionns forman parle del comité.
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+ Marfa Clemencia Ramire;:.
.292 ! IDENTIDAD Y CIUDADANIA EN EL PuTUMAYO
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CAPITULO 8 • Paradojas de la economía de la coca 1
293
individuos para una misión de rescate. Se calcula que 70% de la ayuda es militar,
menos de 30% se destinará a inversión pública de acuerdo a lo propuesto por el Plan
Colombia y sólo 12.2. millones -menos de roo/o- se destinarán a la promoción de los
derechos humanos y la justicia en la región (New York Times, 30 de junio de 2.000) ...,
La confrontación armada, incentivada ahora por la guerra antidrogas, impide
una vez más que el Movimiento Cívico y la sociedad civil en el Putumayo puedan -r
llevar a cabo sus propuestas para una solución pacífica con planes y programas
concretos, tanto del cultivo de coca como del conflicto armado, por med io del ejer-
cicio de la democracia participativa.
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CAPÍTULO 9
E
\ N \1.1 /'.0 0 1' Ql ll. M -\Nl::R;\ El. !\10\'1\IIENI'l) sCJU \l DE
cocaleros surgió como respuesta a las políticas del estado, buscando hacer vi-
s ible el problema social y econ ómico de los pequeños cullivadores de coca e n
el Amazonas y de mandar su reconocimie nto como actores sociales. Varios autores
(l'bweraker. T99Q, 1995; Jelin. r987; Cardoso. 1992.; Davis, 1989) que han reflexionado
comparativamente sobre movimientos sociales en Latinoamérica han señalado que
es tos no pueden escapar por comple to del estado, pues se trata de la luc ha de
sectores que este ha excl uido social , económ ica y políticame nte por participar e
innuir la admin istración pública. Dryzek (r996) anota. además, que el estado es el
que promociona estos movimie ntos sociales, al ser ''pasiva o activamente exclu-
yente"'.
Esta Afirmación debe examinarse en el caso de la forma de actuar del estado en
regiones pertenecientes a la amazonia, zonas de frontera que se definen como ex-
cluidas del orden central por este y por sus pobladores, quienes asumen su condi-
ción marginal. de "abandono del estado" v de "región olvidada".
l.omo se ha anotado, desdo la década de 198o en Colombia h a habido una guerra
sucia. dirigida contra líderes populares y c uyo fin ha sido evitar que nuevas fu e r-
zas alternativas participen en el espacio político. Do esta manera, puede afirmarse
que el estado ha s ido activa y pasivamente excluyente, al mantener la condición do
marginalidad de la región amazónica dura nte un largo pe riodo. Los movimientos
sociales responden a esta exclusió n y demandan la inclusión por medio de la
concertación con ins tancias gubernamentales. que prestan algunos servicios bási-
cos. tal como lo ca rac teriza Fowc ra ker (r995: 31} para los movimientos sociales en
Latinoamérica:
1. Orvzek (19\)Ó: 482.) diferencia en tre dos tip os de exclus1ón del estado: "La excl us ión activa implica
un estado que ataca y socava las condiciones para la asocia ción pública de la sociedad c ivil. La
exclusión pasiva implica uno q ue, simplemen te. deja sola a la sociedad c ivil". Alin más . sostie ne
que "en el patrón de re presentación del estado. un grado de e xclu s ión es deseable si la sociedad
~..h· i 1 y la democracia han de florecer" ( rC)<)6: 481). El mundo a ngl oamericano del 1ibe ra lisrno
autoritario es un ejemplo de una forma de estado excluyente.
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LDENTIDAD Y CIUDADANTA EN EL P uTUMAYO + María Clemencia Ramfrez
De esta manera, la presencia abrumadora del estado en las economías políticas de Amé-
rica latina ha creado un contexto cultural y polílico específico para la actividad del
movimiento social. Es muy diferente del contexto que sustenta la mayor parte de la
teoría de movimientos sociales. La teoría ve a los movLmientos sociales como si ocuparan
y expandieran una "esfera pública" dentro de la sociedad civil (Habermas, I<)8Q}. ( 1En
América latina este espacio público ha faltado o es mucho más restringido. con el estado
como el baluarte de la exclusión social y económica. Por tanto, los movin1ientos sociales
han buscado, principalmente, soluciones locales e inmediatas a problemas concretos {)
también concentran estas demandas en el estado como proveedor de servicios públicos
y garante de las condiciones de consumo colectivo.
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CAI'IniLO 9 • Movimientos sociales, política de la c1udadania y estado 1
297
El éxito de los movimientos sociales de la sociedad civil no debe medirse en términos del
logro de ciertos objetivos fundam entales [en nuestro caso los acuerdos f1rmados[ o de la
perpetuación del movimjeuto [el movimiento de los cocaleros[. sino de la democratiza-
ción de valores, normas e instituciones, afianzadas en últimas en una cultura política.
Tal desarrollo no puede volver permanente en una organización o movimiento dado,
pero puede asegurar como un componente básico de sociedades civiles en proceso de
democratización la modalidad de movimiento (Énfasis mío).
MELUCCI (199J:2.58) AFIRlvlA QUE ''LA DEMOCRACIA EN SOCIEDADES COJ>.fPLEJAS REQUIERJ:: CONDICIO-
nes que permitan a los individuos y a Los grupos sociales afirmarse y ser reconoci-
dos por lo que son o por Lo que quiere n ser. Es decir, requiere condiciones para el
reconocimie nto de procesos significativos de reconocimie nto individual y colec ti-
vo". Como se ha a nalizado, para el movimiento de los coco/eros fue fundamental
que ellos fueran reconocidos como un grupo social diferenciado; en ese sentido,
luchaban por abrir espacios democráticos en una regió n donde los ac tores armados
dominan y s ilencian a la población.
Sin embargo, es importante discutir en qué términos se plantea esta autonomía
como grupo. discusión que se inició en el capítulo 8 y se retoma e n este. Es evidente
4ue en el caso del Putumayo utilizar los espacios de participación ciudadana abier-
tos por el estado se volvió central en la luch a por mantener La a utonomía como
movimientos socia les o políticos. Refiriéndose a los movimientos sociales en
Latinoamérica, Foweraker (r995: 79) ha insistido en que:
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IDENTIDAD Y CIUDADAI'.IA EN EL PUTUMAYO + Maria Clemencia Rumíre:
1 Laclau y Mouffe (1985: 1.p) sostienen: "muchos de los ~.:oncoptos del análisis clásico - "centro".
"poder", "autonomia". etcétera- pueden sor reintroducidos si se redefine su cstatus: todos ellos
son lógicos sociales contingentes que. como tales. adquieren su significado en contextos precisos
coyunturales y de rclot.iunes. donde siempre serán limitados por otros - frccucntemen le lógicas
contradictorias-: pero ninguno de ellos tiene validez absoluta. en el sentido de definir un espacio
o momento estructural que no pLteda ser subvertido o su vez".
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CAPIII ' LO 9 • Mol'lllllf!lltas socia/e~. polí1icu de la ciududanta y estado
-- -
L\ NOCIÓN OE CrUOADANÍA
Y EL "DERECHO A TENER DERECHOS''
1\ 1'\ I<IIR IJI:. !AS RJ.::VWXIClNES Al\JTERIORES SE J IJ\CE UN LL\MADO IMPLJCITU \ J.::NF(X;¡\R 1:.1, \N¡\LJSIS L:'>l
el surgimiento ele nuevas formas de acción colectiva que ponen en evidencia nue\'OS
procesos de significación, Jos cuales aunque moldeados por discursos hegemónicos
buscan contestarlos, rcdefinirlos. articularse a e llos o abandonarlos. En el caso de
los mo,•imientos sociales urbanos en el Brasil. Dagnino (r998) busca entender cómo
por medio de sus luc has democratizacloras han contribuido a darle un nuevo signifi-
cado a las relaciones entre cultura y política. Arguye que esta concepción alterna ele
democracia se lleva a cabo por medio de la redcfinición de la noción de ciudadanía
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María Clemerrcta Ranure:
300 I IDF.NTIDAI> Y CIUDADANIA EN El P lJTUMAYO •
Sólo fuimos conscientes de la existencia del derecho o tenerdereclws-y esto quiere decir
vivir eo un marco en el que uno es juzgado de acuerdo con acciones y opiJiiones- y del
derecho a pemmecera alguna dase de comwlidad organizada cuando de pronto emergieron
millones de personas que habían perdido y no podían recuperar esos derechos como
resultado de la nueva situación política global( ... ). Antes de el.to.lo que nosotros debemos
considerar hoy corno un "derecho humano" se habta pensado como tlna cara<:terístic.;a de
la condición humana que ningún tirano podía haber quitado (Enfasis mío).
Arendt señala cómo los derechos dejan de ser una condición dada y empiezan
a demandarse; además, enfatiza sobre la importancia del derecho que tiene todo
ser humano a pertenecer a una comunidad política, porque allí es en donde los
derechos se materializan. Los ciudadanos son los que lienen que defender sus
derechos, pero sobre todo el de no ser excl uidos de los que le son otorgados por su
comunidad y. más que nuda. rle su ciudadanía. Es importante recordar que la
Para Oagnino (1C)OI!: )0-<;2) esta nueva ciuc}(l(/umo 1iene los siguientes caraLteristicas: en primer
lug;1r. implica la invención y la creación tle nuevos derechos. que emnrgen de luchas y prácticas
concretas: en segundo lugar. IR nueva ciudildanía requiero de la conformación rlc sujetos sodales
act ivos o ngentes pollticos que definan lo que consideran sus derechos y luchan por su
reconocimiento. En este sentido. la nueva ciudadanía es una estrategia de aqueUos que se consideran
lrdtados como no-ciudadanos. de los excluidos. paro asegurar su dudadania desde abo¡o. En tercer
lugar. se lucha por el derecho a participar en lo definición del sistema, de aquello a lo cual se
quiere pertenecer; es decir, y¡¡ no se plantea la demanda de indusión sino la invención de una
nueva sociedad. En cuarto lugar, se trata de un proyecto para lograr una nueva ~ociabil idad en la
que se reconozca al otro como poseedor de derechos legítimos. En quinto lugar. esta nueva
ciudadanía no :,e limita a su relación con el estado o entre este y el individuo sino que debe
establecerse dentro de la sociedad civil. Para la sociedad esto implica aprender a vivir bajo diferentes
reglas de juego con estos ciudadanos emergentes que se rehusan a mantener los lugares social y
culturalmente definidos para ellos por el auloritarismo sacia/ que caracteriza al Brasil. el cual
establece una organización desigual y jerárquica de las relaciones sociales dentro de la que se
definen categorías de personas a quienes se les ddscriben ciertos Jugo res dentro de la sociedad. Es
decir. se trata del cuestionamienlo de un ordcn<~miento social predeterminado. En este punto.
para Oagnioo es evidente el radicalismo de la ciudadanía como política de la cultura.
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CAPITLILO 9 • MOI'IInÍCIIIOS SOCiales, polftica de la Cilldadanfa y estado 1
iOI
~ La política inlerdicliva, tanto rle fumi11ación como de persecución, se está dirigiendo bacia las
grandes plantaciones. laboratorios de procesamiento y narcotraficantes: por su parle. con tos
pequerios campesinos se han empezado a concertar programas de suslitución a partir de la
erradicación voluntaria de la coca. El 2 de diciembre de 2000 se firmó en Puerlo Asís el primer
pacto rlfl erradicación manual de cultivos ilrcitos entre representantes del gobierno nacional y
local y ó95 familias campesinas dueñas de r.sBo hectáreas. de coca, de la vereda Santa Ana, cercana
a Puerto Asís. en el marco del Plan Colombia. Los campesinos se comprometieron a acabar con la
coca al cabo de un ario "a cambio de justicia social v quo no nos fumiguen los gringo~" (Cambio, u
rle diciembre de .1000: 28-2.9).
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IDENTIDAD Y CIUD.\DANIA EN EL PliTU~>MYO • María Clemencia Ramíre:.
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(... )los movimientos sociales proveen a los excluidos polítka y socialmente de espacios
públicos críticos y alternativos en los que ellos pueden re/construir identidades
cultura lmente estigmatizadas y. aún más, vilipendiadas y reclamar su derecho a
tener derechos no sólo de servicios sociales sino de dignidad humana, d iferencia
cultural y equidad social.
¿o es que nosotros no tenemos cédula do ciuciadanía así como la tienen ellos? [se
refiere a la clase dirigootel. La diferencia es que ellos son ladrones y nosotros somos
humildes. Esa es la gran rliferencia, pero somos colombianos, y somos los que trabaja-
mos. ¿o es que necesita uno salir del pais para saber que el departamento del Putuma-
yo esta ¡¡portando tanta riqueza y que no tiene un solo metro de carretera pavimentada? ¿Q
es que nuestros impuestos no valen? Son para que se inviertan también aquí en la
AJ evaluar el papel de la clase obrera en la construu:ión de una sodcdad democrátka. Pedro Santana
(199:3: 149) concluye que es necesario que los trabajadores y sus organiz01ciones entiendan la nueva
dinámica de los movimientos sociales, para lo que del.Jen dejar de verse sólo como trabajadores y
considerarse ciudadanos. Añade que este cambio implicaría una nueva forma de relacionarse con
los demás sectores subordinados. Santana apunta a estas nuevas idcnliclades de las cuales hemos
venido hablando, las que parecen no ser tan C\ridenles en los movimientos sociales de la clase obrera,
como sí lo son para otros sectores como el movimiento que se analiza en este libro.
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C.o\Pin LO 9 • M01•imientos sociales. polttica de la ciudadanía y estado
población. Y por eso, porque son los dirigentes que están allá en el poder los que han
saqueado y robado al pueblo estamos planteando la necesidad de aplazar las elecciones, en
las que nos sentemos no solamente la guerrilla sino también los campesinos y los trabaja-
dmes para hablar de resolver los problemas que hoy tenemos. Y verán que si esos proble-
ma' se resuelven nadie ve la necesidad de tener que pelear, porque nadie le está pisoteando
sus derechos (intervención de un líder del Movimiento Cívico en el parque centraJ del
municipio de Puerto Asís, 27 de septiembre de 1997).
EN U C A'i(l IJEI. t-.!OVIMIENTO llE LOS Ct\!l.tP~;SINOS CVCIILeiWS OE:M;\NDt\R Y i::IE:Rl.ER SUS DE:RI::CHOS
Liucladanos o, aún más. construir su ciudadanía, se convierte eo una reivindica-
ción flllldamcnlal paro responder ol ataque al que se ven sometidos por el estado
central. r¡uc los señala o idenlifica como narcotraficantes o guerrilleros y. como
tales, Ftdsrribirles un lugar al margen de la sociedad legal. En palabras de un líder
r.amrcsino de Puerto Asís:
Cuando se decide qué hacer para lograr la erradicación de los cultivos de coca el
gobH~rno no nos tiene en cuenta, aun cuando somos los que la cultivamos. Es como
si lu('ramos invisibles para quienes toman las decisiones en el gobierno: nos tratan
con10 si fuérnmos personas con quienes no quieren tratar. como delincuentes. Noso-
tros estamos demandando participación en la toma dP. decisiones, porque nuestras
vidas SI' afectan con estas. Nosotros también tenemos propuestas qué hacer, tam-
bi•in somos ciudadanos colombianos (entrevista en Puerto Asís, l9Q!J).
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Im:.I\'TIDAD Y CIUDi\DANIA EN EL P uTUMAYO • María Cleme11cia Ramíre¡_
304 1
en tal caso nos ponemos la camiseta de putumayenses sin ningún tipo de preferencias
políticas, sin sectarismo. Solo con el derecho de ciudadanos y con la condición moral,
solidaria y comprendiendo que es la población la mayor perjudicada. Solicitarnos del go-
bierno nacionaJ tener una mano amiga para superar la problemálica que vivimos. De lo
contrario este sería más temprano que larde un caldo de cullivo para que se cometan
hechos Uícilos y de orden público, los cuaJes traerían consecuencias profundamente nega-
tivas y lamentables (ponencia central del Movimiento Civico en el foro regionai "Paz y
derechos hmnanos", Puerto Asís, 7 de mayo de r997. Énfasis mío).
ó Al buscar una definición útil de ciudadanía Tilly (rQ<)6: 8) la restringe "a un cierto tipo de
vfncu lo: una serie continua de transaccione~ entre personas y agentes de un determinado
estado en la que cada uno tiene derechos y ol!ligaciones que se pueden h<~ccr cumplir sólo en
virtud de (1) la membrecía de la persona, que es una categoría excluyente, los nativos m<~s los
naturalizados: (2)la relación del Actor con el estado antes que cua lquier otra autoridad quP el
agente disfrute".
7 Al referirse a la "política de la ciudadanía contemporánea'', Hall y Held (198<>: r76-177) ¡;onsirleran
que debe tenerse en cuenta el papel de los movimientos sociales en la expansión de la dem11nda
de derechos y cuestiones de pertenencia. y llaman la atención sobre el complejo juego r¡uc se
establece entre identidad e identificación en la sociedad moderna. así como sobre las formas
diferenciadas en que la gente participa en la vida social. Sin embargo. anotan que la iden de
ciudadanía tiende a absorber las diferencias bajo el estatus común de ciudadano y. por tanto.
reconocen "la tensión iiTeconciliable entre esta igualdad y universalidad delestatus de ciudadano
y la variedad de necesidades parLiGttlares y especificas de diversos sitios y prácticas que constituyen
el moderno sujeto político". Young (1995) está de acuerdo con este planteamiento y señala.
además, que la idea de una ciudadaníil universal es represiva J.lOr cuanto niega las diferencias de
grupo. e introduce el concepto de "ciudadanía diferenciada", refiriéndose a la incorporación de
grupos sociales diferenciados con representación como tales con la comunidad polrtica cuvos
derechos se definen en relación a la pertenencia a determinado grupo.
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CAI'ITlt.O 9 • Mnvimiemos sociales, política de la ciudadanía y estado
Atacar "el estado" y a " la burocracia" -frecuente mente reificada como ol sistema- es
unalt1clica de la vida social, n o una estrategia analíti ca. No reconocer esto eq uivale a
esrmdulizarel esencia lismo. En e l campo de la etnografía esto nos llevaria a ignorar la
multipli<..idad de pecados encubi ertos por Jos estereolipos monolílicos de "la burocra-
ciu" y "el estad o'' (Herzfeld, 1992.: .¡5).
Para los camp esinos el estado colo mbiano era el responsable de la propagación
de los ('U ith·os ilíc itos y, por tanto , consideraban que lo mínimo que debía hacer era
darles limnpo para consolidar una economía alterna, por lo que insistían e n nego-
ciar la gradualidad en la erradir:arión rle la coca. Al es tado se le cobra su incapaci-
dad histórica de proveer servicios a la población y este reclamo, que pesa en la
memoria social. se ll evó a la mesa de negociación dentro de una co ncepción de un
estado bPnelaclor frente al cual se ha tendido a mantener una actitud pasiva , en
espera d1! reci bir servicios. Asilo expresaban las pancartas: "Somos un pueblo pací-
rico en Pspera de soluciones", y "La necesidad de servicios públicos nos hace estar
en este paro".
Fs RefiriPndosc a la justicia social Young (1995) discute cómo los movimient os sociales le han ronferido
un significado cma ocipatorio a l reconot.imiento de la diferencia. reemplAzando su viejo significado
cxcluvr>nte. También señala t:ó mo la igualdad social, ob jetivo de es tos movimientos sociales debe
ser r~r onceptua lizada: cómo lograr que derechos y polfticas específi cos para ciertos grUJ.lOS no
entren en contradicción con derechos cívicos y políticos generales de participación e inclusión
de torlos en la vida pública y en los procesos democráti cos. Más aún. cómo evitilr que el
reconocimiento de derechos especiales a ciertos grupos no resulte en reestigmatizacíón y justifique
nueva~ exclusiones de estos grupos oprimidos. Para Young, lograr representación como grupo
r's lo que puede protegerlos de que esto suceda, pues al organizarse públicamente logran voz para
presrn1<1r su in terpretadón del significado y de las razones para solicitar políticas diferenciadas
r.omn grupo v. de esta manera. estas políticas pueden actuar más a favor que en contra de ellos.
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LDFNTIDAD' CltiDADANIA tN flL Pt•TLIMAYO • Marta Clemencia Ramíre:.
EL EJERCICIO OE LA CIUDADANÍA:
ENTRE EL ESTADO Y LA SOCIEDAD CIVIL
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CAPITULO 9 • Movimrentos ~ocia/es. po/{rica de la ciudadama y estado
que "ningún estado puede sobrevivir por mucho tiempo si se desprende totalmen-
te de la sociedad civil. No puede sobrevivir a su propia maquinaria coercitiva; está
perdido, literalmente sin su potenda'· . Así mismo, señala cómo la sociedad civil
requiere capacidad política y, en este sentido, el estado se convierte en un agente
indispensable, aun cuando las organizaciones de la sociedad civil resistan los im-
pulsos organizalivos de los burócratas de este o, aún más, desafíen su poder, sobre
todo cuando estas organizaciones reciben recursos de fuera. Para redistribuir recur-
sos y para subsidiar actividades asociativas se requiere del poder politice del esta-
do. Walzer (1995: 169) concluye insistiendo en que ·'sólo un estado democrático puede
crear una sociedad civil democrática y sólo una sociedad civil democrática puede
sostener un estado democrático". Llama la atención, además, sobre cómo la socie-
dad civil puede generar relaciones de poder desiguales que el estado puede desafiar
y regular. Su propuesta es la necesidad de crear nuevas formas de acción de este
frente al proyecto de aquella; esta se concreta cuando afirma que se debe, "llamar al
estado al rescate de la sociedad civil" (Walzer, 1991: 125).
Como se ha mostrado, este llamado se convLrtió en una demanda central en el
contexto del conflicto armado entre la guerrilla. los paramilitares y el ejército en el
Putumayo. Allí se están construyendo nuevas formas de ciudadanía colectiva que
ponen en evidencia la emergencia de una sociedad civil local que se define en opo-
sición a los actores armados -ya no al estado-, y busca articularse a los espacios de
par ticipación democrática para fortalecerse y, en algunos casos, lograr
represcntatividad política. Es en este sentido que hablo de la emergencia de la socie-
dad civil no homogénea, por cuanto on la zona se trata también de la definición de
grupos sociales diferenciados entre sí. pero que experimentan la misma violencia
aunque se interprete de diferentes maneras y. por tanto. buscan reeslablecer el sen-
tido de comunidnd moro/, en cuanto a compartir y establecer relaciones y organiza-
ciones como tal. En el Pulumayo la sociedad civil ha surgido para responder a la
esl tgmatización de la que han sido objeto sus habitantes. como personas violentas
c¡uc: actúan fuera de la ley por cultivar coca y que se encuentran en un territorio
rlu11de coinciden la presencia de la guerrilla y el narcotráfico. Como respuesta se
d1•ma ndan derechos tan imperativos moralmente como el derecho a la vida y a la
dignidad como seres humanos. Entre el estado y la sociedad civil emergente media
PI t•jercicio de la ciudadanía•.
\1 rrspecto es importante hacer referencia a Lechner (1991) quien al analizar lo que Pi llama el
"deficit de modernidad" de America latina señala cómo se avanza en el ajuste do estructurns
económicas y no se reforma al orden social. dando lugar a nuevas formas ele exclusión, por lo
que emer~e la demanda de "comunidad" vinculada a la reivindicación de la civilidad. "El
significado que adquiere aste término apunta. más que a una posición a lo militar, a una
reivindicación d e la ciudadanía'', o mejor, de la comunidad do ciudadanos. por cuanto lo que ~e
define es lo colectivo, la com unidad (Lechner, 1993: 66-?s). Para Lechner, el populisroo es el
sustituto de la comunidad. porque la gente adhiere a un líder por encontrarse desamparada y
desconcertada. Además señala que se requiere una nueva concepc ión de democracia no sólo en
paisP.s que han pasado por régimenes autoritarios. Esta renexión apunta precisamente al caso
que he venido analizando y es a la visibilización o conformación de esta comunidad de ciudadanos
a lo que apuntaJJ los habitantes del Putumayo.
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Morfa Clemencia Ramírez
308 l lDENTIDAD \ CIUDAD1\NIA EN EL PuTUMAYO •
PAHA C:NRIQUt.::CER I J\ DISCUSIÓN SOBRJ:; ESTADO Y SOCIEDAD CIVIL ES IMPORTANTE TENER EN CUENTA
A teóricos como Milchell (r99r) y Abrams (1988). quienes al cuestionar la definición
de este como un aparato, una entidad homogénea, autónoma y d iferenciada de
aquella insisten en que esta línea divisoria se desdjbuja en la práctica. Milchell
(1991: 78) propone que:
En vez de buscar una defin ición que marque la fTontera necesitamos examinar en
detalle los procesos políticos por medio de los que se produce la incierta pero sin
embargo poderosa distinción entre estado y sociedad. La distinción no debe consi-
derarse como una frontera entre dos entidades discretas sino como una línea dibu-
jada internamente dentro de la red de mecanismos institucionales por medio de los
cuales se mantiene el orden social y político.
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CAPIT\JLO 9 • Movimientos sociales. política de la ciudada111a y estado 1
309
dad y la microfísica del poder, en la que se instaura un esquema que va más allá de
la represión y la dominación externas al sujeto, es decir, de la dominación del estado
sobre sus sujetos. Para Foucault (1994: 214) la subyugación debe entenderse como
cuna constitución de los sujetos". El poder debe analizarse como algo que circula, de
manera que los individuos son vistos como los vehículos del poder, es decir, el
individuo es visto como efecto de este y, al mismo tiempo, es un elemento de su
articulación. Tal como lo explica Aretxaga (2000: 52.): "en la medida en que las rela-
ciones de poder se interiorizan por medio de técnicas disciplinarias, van tomando
la apariencia de estructuras externas, de un estado autónomo donde las relaciones
de poder pueden ser localizadas". En este contexto puede entenderse la propuesta
que hace Mitchell (1991: 94): "el estado debe analizarse como un efecto estructural. Es
decir, debe examinarse no como una estructura actual sino como un efecto metafísico
poderoso de prácticas que hacen que tales estructuras parece que existen".
Gupta (1995) ba señalado también que el estado se hace visible por medio de
prácticas localizadas y hace un llamado al análisis de las prácticas cotidianas de las
burocracias locales así como a la construcción discursiva del estado en la cultura
pública' 0 • En el caso de los funcion arios locales del Putumayo, ellos son los que
hacen visible al estado en la localidad y es a ellos a quienes los campesinos piden
ayuda. protección y solución a sus problemas". Como se ana lizó en el capítulo 8,
estos funcionarios locales son los que promueven la utilización de espacios de par-
ticipación ciudadana como los CMDR, las cooperativas y empresas agrícolas como
formas de organización comunitaria entre los campesinos. Ellos mismos son los que
llevan a la práctica los d iscursos del estado sobre participación. concertación, com-
bate a la pobreza, desarrollo sustentable y adecuación institucional a las necesidades
de la región. políticas que soportan la política agraria integral del gobierno nacional.
El asesor del ministro del Interior comentaba lo siguiente al respecto:
La participación está en pañales; tenemos una de las legislaciones más avanzadas pero
uno de los más bajos niveles de participación para que se entienda más el papel de los
campesinos frente al estado. Lo otro es decirle a este: cumpla el contrato que se supone
que es la constitución. Pero para que lo cumpla yo también tengo que moverme, que
construir. No es sólo que yo lo presiono y usted me da. Hay que ver que el estado somos
todos. no sólo las instituciones (entrevista a Jaime Navarro, 2.8 de julio de 1999).
Los funcionarios públicos insisten otra vez sobre la necesidad de que las comu-
10 Gupta (1995) entiende la cultura pública como un terreno en el que recursos variantes de capital
c ultural. tales como ideologías regionales y nacionales. medios de comunicación y nujos
transnacionales de información compilen por la hegemonía. La cultura pública, como la define
Appaduraí (1988). se caracteriza por ser una zona de debate cultural en la que se encuentran.
cuesUooan y enfrentan diferentes formas y dominios de la cultura: cultura comercial, de masas.
nacionaJ y culturas locales.
11 Gupta (199s: 376) señala que las localidades son el "(... ) lugar donde la mayoría de la gente en
países rura les y agrfcolas como lo día entra en contacto con 'el es lado' y es aJii donde muchas de
las imágenes sobre el estado se forjan".
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l DEi'11D·\D \' LIUOAOANIA EN El PUTlfMA\0 • Marfa Clemenna Ramíre~
12 Se trata de l análisis del sistema de estado (slote-s.vslem), que Abrams (1!)81!: 82.) define como: "f... )
un nexo palpable entre la práctica y la estructura institucional centrado en ol gobierno y más o
menos exlcnsivo, uoiricado y domimu1te en cada sociedad( ... ). El estado Sl:l cristaliza como una
estrU(.:lLtrdcióo dentro de la práctü.:a política''.
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CAPITULO 9 • Movimiewos sociales, po/frica de la ciudadanía y estado 1
3IT
A pesar de la casi inevitable tendencia de hablar del estado como un el, el donúnio que
nosotros llamamos el estado no es una cosa. un sistema o un sujeto, sino un significa-
tivo terreno sin límites de poderes y técnicas, un ensamblaje de discursos, reglas y
prácticas que cohabitan en una limitada tensión conflictiva, frecuentemente en una
relación cootrádictoria entre sí.
Por otra parle, el discurso de un estado ausente, que permea a todos los
r¡ En esta misma linea. para Abrams (11)88: 77): "El estado es, en lodos los sentidos del término. un
triunfo del ocultamiento. Éste oculta la historia real v las relaciones de sujeción detrás de una
máscara legitimadora; logra negar la existencia de conexiones y conlli<..tos que si fueran
rr.cuoocidos serian incompatibles cor1 la autonomía e integración prcgooathts por el estarlo".
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lnP.NliDAD' CIUDADANIA El'< H PUTUMAYU • Mana Clemencia Ramírez
l+ RefiriÁndnso a las comunidades campesinas del Amazonas brasilero. 1\ugent (IQQ}: xxi) sostiene·
"A lo largo ue su historia colonial y moderna, las sociedades campesinas que han permanecido a
resar de la posición relativa de la amozonia dentro de la economía global. generalmente han sido
\'istas como Lransitorias y comúnmente, definitivamente patológicas. En general. a tales sociedades
que han ern~rgirlo en los intersticios del aparato c.;olonial no se les ba concedido un esta11rs completo
como formas sociales integrales. Son lJntodas como contingentes. incompletos. fusiones azarosas
del detritus do las sor.iedades aborígenes con los remanentes de los experimentos comerciales
europeos. Son definidas en términos de lo que no son (abongenes. nocionales} antes que en término~>
positivos" !énfasis m1u). Los campesinos colonos de la amazonia colombiono comparten esto
re¡.~reseutación. pero en vez de ser vistos como población mestiza residual son representados como
pobladores sin arraigo. migr<~ntes permanentes que siempre están en busca de hacer fortuna para
regresar a~~~ región y, en ese sentido. son también tratados como contingentes e im.:ompletos.
I~ Durante su intervención en la mesa de negociación un funcionario del Plante decía: "Volvamos
sobre el tiempo: los cullivos ilícitos en el Putumayo uo han propiciado su desarrollo; por el contrario.
han propiciado tremenda división y descomposición social. la delincuencia, los malos elementos.
los molos ciudadanos colombianos están medrando aquí en el Putumayo alrededor de eso econom ra
fAlsa 9uc es la coca (intervención del funcionario del Plante en la mesa de negociación en Orito,
u)Q(í. Enfasis mío).
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CAPÍTULO 9 • Movimientos sociales, polftico de la ciudadanía y estado 1
3I3
dejan de identificarse como tales y pasan a ser parle de la sociedad civil, borrándose
la línea divisoria estado-sociedad civi l. En una entrevista sostenida con el ex alcal-
de de Puerto Asís, al referirse a las masacres que tuvieron lugar a principios de
1CJQ8, denunciadas por él ante el gobierno central, comentaba:
El molar del movimiento de los cocaleros es ese estado ausente al que se culpa
de la situación, pero a la vez se desea y se demanda que se haga presente. Este
movimiento social no se puede ver sólo como "característica clave de una sociedad
civil vital moderna", en el sentido en que lo plantean Cohen y Aralo (r995: 19). por
cuanto la sociedad civi l del Putumayo oo puede concebirse autónoma y diferencia-
da del estado, de los partidos políticos tradicionales o de los grupos armados en la
zona. Es evidente que en esa región la distinción entre sociedad civil, estado y
guP.rrilla y partidos políticos se vuelve difusa y compleja.
Gupta (1995) ha insistido en que la división estado-sociedad civil debe replantearse
según contextos culturales e históricos particulares, por cuanto responde al análi-
sis de la experiencia histórica europea que. como tal, no debe naturalizarse y apli-
carse universalmente. Por otra parle, considera que para el caso de la lnrlia, en
donde realizó su trabajo, el conctlpto unificado de sociedad civil no es necesario
para dar cuen ta de todos los grupos sociales que conforman la sociedad y, aún
m{i~. que la gente no hace uso de este concepto. En el caso del Puturnayo la línea
divisoria entre estado y sociedad civil es difusa en diferentes momentos. pero en
r·ontraposición con el caso analizado por Gupta. allí la gente se refiere a la sociedarl
r·ivil o a la población c ivil cuando quieren rliferenciarse de los grupos armados y
hacerse visible como actores sociales y habitantes de la región ajenos al confl icto,
como se vio en el ca pítulo anterior. Es así como el plan de desarrollo para el
Putumayo. 1<}98-.1000, elaborado por la gobernación. establecía como objetivo prio-
ritario la defensa de la democracia -que se reconoce con limitaciones-, la cual debe
ser llevada a cabo por parle de la sociedad civil, la nación y la comunidad interna-
cional. defensa que se traduce en la defensa de la vida. Se trata de un recurso
discursivo, lo que no implica que se cumplan los presupuestos que han estableci-
do los politólogos para la existencia de una sociedad civil fortalecida y diferencia-
da del estado que lleve a la consolidación de un régimen democrático participativo'6 .
11• En su articulo, "?.lra repensar las relaciones estado. sociedad civil y régimen político. una mirada
conceptual" Bejarano (1992: b+) sostiene que para consolhlar un régimen democrático es necesaria r
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Marta Clemencia Ramírez
314 I I OhNTIDAD Y C' IUIJ.\0,\NIA hN H PtiTliMAYo •
Aretxaga (2000: ~3) sef1ala que para entender el poder del estado como una
máscara 17"cteben investigarse las ficciones políticas que vivimos y el poder de su
magia como lo haría Michael Taussig" (1997, HJ<J2). Si partimos de que el estado vive
en y por medio ele sus sujetos, y de que la idea de este como una entidad es una
construccion de los sujetos, es importante privilegiar el estudio de aquellos dis-
cursos, creencias y prácticas sociales que lo concretan y le confieren poder. Es así
como Abrams (1988: 82) llama la atención en relación con la existencia de "una idea
de estado proyectada, proveida y en la que se cree de forma diversa. en distintas
sociedades en momentos diferentes. /\demás, sus modos. efectos y variaciones
son susceptibles de ser investigados".
En el discurso de Jos habitantes del Pulumayo el estado se convierte en un fetiche
por cuanto se le adjudica el poder mágico-protector cuando se piensa que si intervie-
ne y ejerce sus funciones paternales puede cambiar el curso de la región y el futuro
de sus habitantes. sus hijos. En su análisis sobre el estado a partir de una perspec-
tiva de género. Wendy Brown (roos: r70) sostiene que "ser 'protegido' por el mismo
poder cuya violación uno teme perpetúa la misma modalidad de dependencia y
carencia de poder". Esta ambivalencia se hace presente en el Putumayo: se le teme al
estado pero a la vez se busca su protección. Aun cuando la dependencia y la falta de
poder podría ser el resultado de esta relación se ha señalado cómo por medio de la
participación ciudadana promocionada por el estado y la idea de la concertnción con
las comunidades que está en ni centro del discurso del gouierno nacional, la relación
de dependencia se replantea hacia lo que los líderes en el Putumayo señalan como
aspecto central del movimiento: "cómo construir un nuevo estado" (entrevista a un
líder en Puerto Asís. 1999). Esta afirmación Líene más sentido aún si tenemos en
cuenta la presencia de la guerrilla en la región, que como se ha anaJizado incide en lu
percepción que se tiene del esl<Jclo en ctwnlo puede cumplir sus funciones, interve-
nir como fiscalizador o proponer la creación de espacios alternos a los reconocidas
formalmente por este para "construir el poder desde abajo'' (Farc. comunicado 11)98b).
Range l (H,ICJ8; 3.f) ha señalado cómo las Farc "se han centrado en copar el poder
local" para compensar "su debilidad en su capaddad de convocatoria política na-
cional''. El discurso hegemonico que se articula en la región está ligado necesaria-
mente a la concepción que tienen las Farc sobre el estado y e) poder local y no solo
al terrorismo que ejerce sobre la población civil o por la coacción, como lo h<J
señalado Rangel (19<)8). He insistido en las prácticas disciplinarias'8 que han impuesto
r "la oxistancia simultanea de una sociednd fuerte v un estatlu fuerte, enfrontados o! uno al otro.
cm una reludón car<~cterizada por la Jensión pern{anente, pero lambien por el mutuo control. la
nogociación y el acomorlamicnto". Ni la rliferenciadón ni el enfrentamiento entre cstndo y
sor.iodatl civil se cumplen en el caso del Putumayo, donde los límites entre el uno v la otra en vP.z
de afirmarse u fortalecerse tiPndl!ll a volverse difusos.
17 Se refiere a la propuesta do Abrnrns (1<)81)) de estudiar el estado como una máscara antes que
t:omu un objeto. una estrucluro u un aparato. Una máscara que esconde reladoncs de poder al
legitimarlas, ocultas bajo la idea del interés público.
¡.~ En su análisis histórico ele las técni cas de gobierno o gOI'cmmenllllill•. Foucault (1991: roo-ro2) '
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CAPITIILO 9 • Movimienros socwles. política de la ciudadanía y eswdo 1
315
las Farc en la región durante aüos, por su papel como gobierno o autoridad. lo que
ha incidido en la constitución de los s ujetos en el Putumayo quienes al interiorizar
estas prácticas le asignan poder al estado y a la guerrilla. En la zona se hace uso de
los dos gob iernos para reso lver asuntos jurídicos, s in que necesariamente un po-
der sup lante al otro. La tensión entre la guerrilla y el estado y entre los habitantes
del Putumayo con cada uno de estos gobiernos, hace aún más compleja la defini-
ción de fronteras entre la sociedad civil y el estado.
Por otra parte, aunque rou caull enfatiza sobre la generalización de la disciplina
v el poder hasta tal punto que los sujetos aparecen condenados a su sujeción, sin
que exista oposición política o ideológica a estas formas disciplinarias, es ev idente
que por medio del movimiento de los coco/eros se buscaba contestar y re plantear
esta sujeción , tanto por parle del estado como de la guerrilla. La capacidad de
maniobra de los sujetos es la que he querido reca lcar por medio de la etnografía
del movimiento. Tal como lo señala Abrams (1988). el poder del es tado no es sólo
~xtorno y objetivo sino que es interno y subjetivo y trabaja por medio de la gente
que so juzga . Los líderes del movimiento d ecidieron acogerse al poder y autoridad
de la guerrilla y tuvieron que rechazar la cons tituc ión de un partido político alter-
nativo. El poder de las Farc dominó frent e al poder del estado para apoyar a los
dirigentes del movimiento y. como resultado. se sigue culpando a esa entidad
llamada estado rle su situación, de estar atrapados en tre dos fuegos y de no haber
logrudo el plan de desarrollo integral para el Putumayo.
Los retos a los que se enfrentan los ciudadanos del Putumayo son cómo Lograr la
construcción de ese nuevo estado en la localidad. en el cual puedan ejercer la ciuda-
danía y donde la participación, antes que el paternalismo, sea lo que los defina, y
tllá~> aun. s u inclusión al estado-nación en medio del con fl icto armado. Pero, sobre
todo, t.ómo lograr que se escuche su "'conocimiento subyugado"", (Fo ucault , r<.><J3:
; ~eri.tla. como nunc:a ,mies la disr.ip lina fue tan valorada comn c:uando so tnrnri importantE' para
rnanejar una población. Se• trata di' la "'emerf~encia de la pobladón como un datum. c:omo un
, ampo de intervención y como un objetivo rln l.ts tecnic:ilS guuernamentalcs··. Enfatiza on cómo
~e pierden las <lspiradoncs individuales y prima el inlorés de ta poblac:ión c:omu tal. l~n este
, ontcxto. ta población representa el fin del gobierno: "'la población es ol sujeto dro las necP.sidades.
las aspiraciom1s. poro tambien es el objeto en manos del gobierno, consc..icnte, lis o vis ct
gubic·rno. de lo que quiero pero ignon1111e df! qué ~e lo eslá haciendo··.
J() Foucau ll (1994: 101) define los conocimient os subyugados como '"el conjunto de conocimicrrlos
que han sido dcsc:alificados como inadl~cuados para llevar a cabo su misión o insufidontcmente
l"lahor<tdos: conocimientos simplislas o iugcnuos (nuil·e) locali zados en el nivel más bajo de la
jerarquía. debajo del nivel de cognición o de cierrtificidacl"". Para Foucautt estos cunoci rni cntos
suby ugados co nstituyen e l saber popular que no es equiparable al sentido comú n ; se tratn ele un
co nocimiento parlicular. locaJ o regional. diferenciado. cuya fuerza radica en la oposición tan
fuerte que recibe por parte de lodo lo que lo rodea. e insiste e n que es por medio de la rc-a parid ón
rlc estos conocim ientos descalificados que surge una posición crítica. Desde una perspectiva
¡,rudita o intelectual. los conocimientos subyugados "'son esos bloques de conocimiento histórico
que es taban presentes pero ocu ltos dentro del cuerpo de la teoría funcionalista y s istemati zada
\ que una posición intelectua l critica - que obviamente surge de la academia- ba sido capaz de
n"·clar"
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
IDENTIDAD Y CIUDADANIA EN EL P UTUMAYO + María Clemencia Ramírez
3JÓ 1
203), aquel que han construido por medio de su experiencia de vida en el Amazonas,
que re-aparece insurrecto, opuesto a los efectos del poder de un discurso centrali-
zado y ligado a las instituciones y que trató de emerger en el fallido proyecto del
plan de desarrollo integral de emergencia, que buscaba proponer alternativas al
cultivo de coca a partir de su experiencia y conocimiento de la región amazónica.
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EPÍLOGO
E
N EL SECUND.O SEMESTRE DE 19991 EN WASHINGTON SE REFORMULÓ EL PLAN COLOMBIA
inicial, propuesto en diciembre de r998 por el gobierno del presidente Andrés
Pastrana'. En la versión definitiva este no se centró, como estaba previsto
inicialmente, en la promoción del desarrollo de capita l social y humano por medio
de proyectos productivos, de infraestructura y de sostenjbilidad ambiental sino en
el rompieoto por la vía militar de la alianza entre narcotraficantes y subversivos
que, según el plan. buscan desestabilizar el estado y atentar contra la seguridad
conlinental. En consecuencia, los proyectos de inversión socia l pasaron a segundo
plano, por cuanto para que estos se realicen se considera necesario fortalecer al
estado y a las instituciones gubernamentales, es decir, la lucha contra la insurgen-
cia (Obscrva toio para la Paz, 2.000).
Por su parte. Estados Unidos define el plan Colombia como un Plan para la paz,
lo prosperidad y el fortalecimiento del Estado, "con un costo estimado de US$7-SsBJ
millones. de los cuales US$3.52-5.2.2. deben provenir de 'ayuda internacional ' y el resto
ha de ser provisto por el gobierno colombiano" (Estrada, 2001: 29).
Do acuerdo con esta política, el Putumayo pasó a convertirse en el epicentro d el
plan Colombia durante los dos primeros años, por te ner 54% del área c ultivada en
Colombia (sesenta mil hectáreas) ; el núme ro de pequeños produc tores (de una a
cinco hectáreas) se calcula en treinta mil y la población flotante en cincuenta mil
personas (Anuc Putumayo, agosto 2001).
En diciembre do 191)8 el gobierno del presidente Pastrana presentó en Puerto Wilches la primera
ve1sión del plan Colombia, "como una política de inversiones para el desarrollo social. la
desactivació n de la violencia y la conslrucción de la paz" (Observatorio para la Paz. 2000: 167). Se
aclaraba c¡ue el tratamiento de los culti vos ser!a diferencial segú n el origen. la extensión y
propósitos de los mismos, y por tanto los planes de in ve rsión social se dirigirían sobre todo a los
pequel'ios cultivadores. El 22. de octubre de 1!)98. en la presentación del plan Colombia. ol
presidente señalaba que "m uchos estudios muestran la coincidencia de mapas de narcocuJtivo
y guarrilla y de allí surge la presunción del inextinguible compromiso de la guerrilla con el
narcotráfico, lo cual no está demostrado. Puede afi rmarse que dicha coincidencia obedece a la
inaccesibilidad de las zonas. a la coexistencia de una forma de autoridad subversiva que convive
con la narcoproducción sin ser un carte l y a la corrupción pública y privada c¡ue favorece esa
coi ncidencia" (d iscurso de Andrés Paslrana. 2.2 de octubre de 1998). Desde su posesión. el
presidente insistió en que no debía ca lificarse a las Farc d e narcoguerrilla y aún más. en ese
mismo discurso señalaba que coincidía con la insurgencia en la necesidad de construir una
agenda compartida de apoyo internacional al proceso de paz. Es así como en enero de 1999, y a
partir de esas cons ideracion es. se iniciaron las negociaciones de paz con ese grupo guerrillero.
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IDENílDAO Y C'IL<OADANIA 1:.. u Pu11 MWO • Manú Clemencia Ramírl':
Cuando llegamos a la alcaldía lo primero que descubrimos fue el famoso plan Colombia
que estaba haciendo bulla en el país y de manera especial en Eslados Unidos. Conocimos
muy de cerca las lres versiones del mismo y comenzamos a ver qué podía hacerse;
empezamos a trabajar f~uertemeute con el diJ'Cctor de Corpoamazonia y el Consejo Muni-
cipal de Desarrollo Rural-cMDR-. que también actuaba mucho en ese momento. Vimos
la oportunidad de pasar un proyeclo al gobierno nacional y a las embajadas. de manera
especial a la de Estados Unidos, mostrándoles la posibilidad de que, además de la fu mi-
gación, existía otro camino que era la erradicacióD manual.
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EPh OGO 1
319
Cuando volví a Puerto Asis a finales de abril de .2.0011 la percepción del CMDR
como r.spacio de organización para la priorización de inversiones municipaJes y de
interlocnc:ión con el estado fue constante. En ese espacio se propuso "no a la
fumigación, sí a la erradicación manual y gradual", que se traduce en la propuesta
de los pactos sociales de erradicación manual. Así cuenta el alcalde este proceso:
Otr., propuesta que surgió del CMDR tiene que ver con las zonas de reserva cam-
pesina (ZRC). l·:n el capítulo XIII de la ley 160 de 1994 estas se establecieron "como
figurLJ destinada a fomentar y estabilizar las econonúas campesinas de los colonos.
as1 conw a evitar la concentración de la propiedad territorial" (Fajardo, .1.000: 64).
Comn talns. la ley dispone la!> áreas de colonización y los lugares Jonde predominen
IO!i balrlios. Eslu cupítulo du lü lev fue reglamentado en octubre de 1996 por medio del
JC'crcto T777, después del paro ror.olero. en el marco de los compromisos que adqui-
rió el gobierno nacional cou los c.ampesinos. Hasta esa fecha no se tenía mayor
Llanrlad sobre los contenidos y alcances de las ZRC. Las organizaciones campesinas
lueron las que se apropiaron de nsla figura y empezaron a darle forma y contenido.
En Pi 1\•turnayo. en el r:ontexto de las marchas de 1996 se propuso una zona de
reserva campesina localizada en el Alto San Juan. El Salado de los Loros, jurisdic-
ción df' los municipios de Vil lagarzón y Orilo, que no tuvo viabilidad por los
enfrentamientos entre los campesinos colonos y los indígenas. Como respuesta a
un comunicado del Incora que convocaba a una audiencia pública el 5 de diciem-
hre de I<J<J7 "a los colonos y campesinos interesados en la consUtucióo de la ZRC"
dando cumplimiento al artículo 8° del acuerdo 024 del 25 de noviembre de 1!)96, de
la junta directiva del lncora, los inga respondieron con una denuncia pública en
la cu.li rP< Jamaban El Salado de los Loros como un territorio ancestral y denuncia-
ban ctl lncora por lesionar el derecho a la autonomía y supervivencia de los pue-
blos inclígenas y por enfrentarlos con "los hermanos colonos" (denuncia pública
de la OZJJ'. 1 de diciembre de 1997).
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u Maria Clemenciu Ramire-;
320 I I OENTlPAP '\' ClUPADANIA EN Pt'T\ IMAYU •
Por otra parte, el Bloque San Juan es también una zona de explotación petrole-
ra, de manera que en ese entonces Ecopetrol estaba en un proceso de consulta
previa con los pueblos inga y awa de Villagarzón, de la zona de influencia del
bloque exploratorio San Juan Norte, lo que incidía en la decisión de constituir una
reserva campesina, por cuanto se debía replantear su delimitación para no incluir
el área de exclusión establecida por la ley en zonas de pozos petroleros.
En consecuencia, en 1998 surgió la idea de proponer una ZRC en el municipio de
Puerto Asís, específicamente en el centro-sur del municipio; esta abarcaba las ins-
pecciones del Bajo Cuembí y de Comandante, con doce mil y mil hectáreas, res-
pectivamente. El diagnóstico para proponer la constitución de la ZRC se trabajó
durante 1999 en el marco del Consejo Municipal de Desarrollo Rural, que en ese
momento se babia consolidado como un espacio privilegiado de concertación en-
tre líderes campesinos, autoridades municipales y funcionarios oficiales. Se había
establecido un cuerpo directivo de treinta y seis delegados campesinos cuyo com-
promiso era trabajar en las veredas, inspecciones y corregimientos haciendo diag-
nósticos participa Uvos para priorizar necesidades. y doce coordinadores cuya función
era buscar acuerdos entre las instituciones oficiales presentes en la región. Conta-
ba entonces con la participac ión de curu·enta y ocho líderes que trabajaban directa-
mente como miembros del CMDR y 148 de manera indirecta. como presidentes de
juntas de acción comuna l2 •
Los líderes campesinos recogieron la información vereda! de población. las
propuestas de proyectos productivos y los demás requerimienlos para la propues-
ta de la ZRC, la cual fue aprobada por el Tncora mediante la resolución o69 del r8 ele
diciembre de 2000. Vale la pena seña lar, como lo hace Fajardo (2000: 77), que uno
de los componentes estratégicos de la ZRC es ''el reconocimiento y fortalecimiento
de las organizaciones campesinas como gestoras de las zonas", uno de los princi-
pios que se hizo evidente en la emergencia y consolidación de la propuesta de la
ZRC en Puerto Asís. El CMDR cobró un papel fundamental como espacio permanen-
te de trabajo para líderes campesinos y entidades oficiales. independiente de los
vaivenes políticos, como lo demostró durante la crisis política por la que atravesó
el municipio a finales de 1999 y principios de 2000, a raíz del encarcelamiento del
alcalde Néstor Hernández Iglesias, crisis que duró aproximadamente cuatro meses,
durante los cuales hubo tres alcaldes, hasta la elección definitiva del actual.
Las tare se declararon en contra del CMDR por su poder de convocatoria, pues
consideraban que estaba trabajando muy estrechamente con la alcaldía municipal;
a la Anuc la señ<tlan como una asociación oficialista totalmente cooptada por el
estado, pero, sobre todo, acusan a los lideres dol CJ'viDR de estar trabajando para Los
paramilitares. Esta acusación debe ser contextua lizada: en julio de 2000 la avanza-
da paramilitar continuaba teniendo como estrategia tomarse los cascos urbanos de los
municipios cocaleros. Puerto Asís había sido el primero, en r998, y había continuado
2 El municipio de Puerto As1s r.~tá r.onformado por 148 veredas or¡:;ani?.ndas en r.inco cormgimientos
y siete inspecciones.
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EPilOGO 1
32.1
con Orito, Valle del Guamués (La Hormiga) y San Miguel (La Dorada). En abril de
2001 ya se habían tomado a Puerto Caicedo y Villagarzón y para octubre de 2001
se estaba esperando su llegada a Puerto Guzmán. En abril de 2oor, cuando \'isité
Puerto Asís, se decía que al llegar a Puerto Caicedo los paramilitares no habían
entrado masacrando sino que, con lista en mano, llamaban a los presuntos vin-
culados con la guerrila, uno por uno, y según el nivel de relación, que ellos
determinaban, podían quedarse con ciertas condiciones o debian irse. Durante
mi visita era claro que la guerrilla mantenía el control de las áreas rurales, mien-
tras que los paramilitares se habían posesionado de los cascos urbanos. El hecho
de que el CMOR se reuniera en el casco urbano se asociaba con el paramilitarismo.
Por otra parle, vuelve a comprobarse que las Farc no permiten la autonomía de
las organizaciones campesinas que toman fuerza y que, por consiguiente, compi-
ten con su autoridad.
Por su parte, los paramilitares a comienzos de 2000 habían matado a uno de los
hrleres campesinos que había venido participando en el proceso de consolidación
del Cf'.U)R y posteriormente a dos presidentes de juntas de acción comunal. Empie-
za a hacerse evidente la división territorial entre el espacio rural, asociado con la
guerrilla, y el urbano. con los paramilitares, quedando la población civil entre dos
fuegos v. sobre todo, sin posibilidad de desplazarse de un lugar a otro, de manera
que el resultado ha sido la inmovilidad del movimiento campesino. Según una
lídt:r campesina "ya no se puede ser vocero, no hay libertad para redamaT dere-
chos" (t•ntrevisla en Puerto Asís, abril de 2om). El dirigente de la Anuc comenta al
respectl):
'liulo e l mLLndo incluidos los presidentes de las juntas empezaron a decir, "Nosotros no
,·olvemo~ más nl pueblo. nos eslán acabando". Enlonces e l CMDR empezó a sufrir un
rews, pero nosotros seguimos haciendo cumplir la cueslión social, con el alcalde insis-
ltalllos. Los coordinadora~ debimos seguir a las inslilucioncs, que no tienen quién les
~~xiju. lodo PI mundo dice, "Ya no van a las veredas, nuestros presidentes no hacen
peltt innes". Empezó la crisis del CMDR y nosotros seguimos tercos hasta julio de 2000.
Lllando la gtllJrrilla mató a Uvaldo. El problema es que el paramililarismo había matado a
lns prf'sitfenles. la guctTiUa había dicho c¡ue éramos infiltrados del paramilitarismo. los
ulrtJs que érnmos colaboradores de la guerrilla v después la guerrilla dijo que éramos
LOlitlmradores dP. los param ililares. Entonces, con la muerte de Uval do todo se paralizó y
l:lX[ll'dimm; un comunicado en t>l que deciamos que a parlir del momento quedabau
susrendirlas todas las actividades del r.rvmR. No se siguió trabajando y al10ra buscamos
reagmparnos (entrevista a un líder de Anuc Pulumayo. abril de 2.001).
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
lOF..'-'TIIJAD v t'ILIDAI>A'-IA EN El PL•Tt:M ·\Y U • María Clemencia Ranure;.
que duró hasta mediados de diciembre de 1000. Este paro armado prolongado afectó
a la población civil y generó un fuerte rechazo a las Farc, puesto que no respondía a
necesidades sentidas por la población, en contraposición a la coyuntura de T<)QÓ
cuando estas y los campesinos coincidieron en rechazar la fumigación. La gente
decía que se había sentido utilizada para fines miJitares por parte de las Farc y e l
rechazo fue tal que estas tuvieron que levantar el paro por presión de los habitantes.
antes que por haber logrado que el gobierno cumpliera con sus demandas.
A pesar del paro armado y del enfrentamiento de las Farc con los líderes del
CMDR, el 2 de diciembre de 2000 en el corregimiento de Santana se firmó el primer
Pacto social de erradicación voluntaria y desarrollo alternativo. Además, el 29 de
octubre se llevaron a cabo las elecciones, en las que fue elegido diputado a la asam-
blea departamental el líder de la Anuc, en reconocimiento de su trabajo en el
CMOR. De nuevo es evidente la búsqueda de representación política como una
forma de lograr la continuidad de las organizaciones o movimientos sociales, tal
como lo narra el líder de la Anuc:
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Eru.oc.o 1
321
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
loFNTIDAO Y cn •DAOANI>\ FN H PUTUMAYO • Marta Clemencia Ramíre::.
Me parece que si dos personas están dispuestas a negociar deben oírse y no debe haber
imposiciones. Con el gobierno no se puede concertar. Nosotros no queremos engañar al
gobierno nacional, queremos que lo que se pacte sea una cosa seria y para lograrla
tenemos que tener mucho más tiempo para la sustitución de los cult ivos. Nosotros
siempre dijimos que por un Putumayo sin coca, por una economía sosteniule [se refiere
aJ acuerdo de Orilo de r99(í]. ¿AJguien de ustedes, de los veintinueve mil que han venido
que estuvieron en Mocoa [en el marco del paro cívico de r99(5l. ha recibido algo de lo que
se pactó en el paro?
(Voces) No.
Yo quiero que el gobierno entienda: nosotros respetemos las instituciones del gobierno
pero no queremos que la imposición de los norteamericanos te ngamos que sufrirla
nosotros en carne propia y que a toda hora nosotros, que somos los dueii.os de Colombia
porque bemos nacido en esta patria, tengamos derecho a opinar sobre nuestros proble-
mas (intervención de un líder campesino en Puerto Guzmán, junio de 2.001).
Tal corno se hizo durante el paro de r996, eo esta ocasión se demanda lamiJién
una negociación real en la que se tengan en cuenta las propuestas del otro, pues el
estado continúa planteando que la gradualidad de la erradicación es innegociable.
Los campesinos sienten que no se les escucha, que el gobierno se niega a cumplir
con los acuerdos firmados en 19<)6, aun cuéUlclo pueda mostrar algunas obras de
infraestructura y servicios realizadas, que sin embargo no responden a un verda-
dero plan de desarrollo departamental y regional alternativo. Es decir. se espera el
compromiso verdadero del estado con la comunidad y, más aún, la voluntad polí-
tica para buscar soluciones estructurales al problema de los cultivos ilícitos con d
concurso de los campesinos c ultivadores de coca.
Vale la pena recordar que desde 1994 los campesinos cocaleros han sido claros
en que no buscan negociar la ley de estupefacientes sino que reclaman del estado
un pronunciamiento de carácter social, lo cua l para ellos significa un alto a la
política de fumigación. La negociación de la fumigación y la erradicación forzosa
fueron centrales en la mesa de negociación de 19<)6 y siguen siéndolo basta el pre-
sente. Después de la firma del acuerdo de Orito los üderes del movimiento d ecla-
raron que con el gobierno se había acordado un plan voluntario de sustitución de
c ultivos para evitar la fwnigación y cualquier método de erradicación forzosa de
los cultivos ilícitos, mientras que este decía que no había negociado la fumigación
de los cultivos ilícitos, por cuanto ese punto era innegociable, si se tenía e n cuenta
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
que el objetivo fundamental era convertir al país en "una nación sin coca" (E/
Tiempo. n de agosto de rc;xj6: ~A].
Esta divergencia fundamental entre los campesinos cocaleros y el estado se
mantienP. de acuerdo con la política impulsada por Estados Unidos de erradicar
forzosa e inmediatamente los cullivos ilícitos. En consecuencia, en junio de 2001,
cuando se había logrado detener la fumigación en el Putumayo durante seis meses,
como resultado de la firma de los pactos, Washington manifestó su preocupación,
,. una noticia publicada en St. Pelersburg (Florida}. cuyos derechos fueron cedidos
a El Especlodor decía: ··un plan de US$1.)00 millones para ayudar en la lucha de la
guerra antidrogas en Colombia ha trope~ado con un gran obstáculo en las últimas
semanas. pues e l presidente Andrés Pastrana se h a negado a permitir más
fumigaciones con herbicidas en el corazón de la producción de coca en el país, en
el sur, según funcionarios de Estados Unidos y Colombia ( ... ) Paslrana está bajo
enorme presión para parar la fumigación". A continuación un investigador y ase-
sor del gobierno en lemas de laCIA y la política en Colombia anota que: "el cambio
de actitud de Pastrana llegó como una gran sorpresa y alarmó a muchos en Was-
hington" (El Espectador. 4 de junio de 2001: 6A). En seguida se hace referencia a la
discusión que se estaba desarrollando en Colombia acerca de la ineficacia de las
fumigadones para disminuir la extensión de cultivos ilegales, tal como lo había
den une iado la revista Cambio en mayo de 2001 en un artículo titulado ''El gran
fracaso··. que señalaba: "Las fotografías de satélite conlratadas por Colombia y por
la 0~1 t indican que a pesar de la fumigación de 6o.ooo hectáreas, los cultivos de
coca r.n~cieron un 6o% (...)el área de esos cultivos pasó de 103.000 a finales de 1999
a más de r62.000 hectáreas [de estas 6o.ooo hectáreas corresponden al Putumayo]".
El artú u lo es enfático al conel uir que estas cifras "eviden cian un rol u ndo fracaso
de la n•presión antitlrogas basada en fumigación por aspersión que plantea serios
tnlerruganles sobre el futuro de la estrategia y el propio Plan Colombia" (Cnmbio,
.}ll. q. dP Olii}'IJ r(p, 2001: IR).
Por -;u parlP., los senadores Rafael Orduz y Juan Manuel Ospina han debatido
r!slél pnlíticr~ de fumigación y en la plenaria del senado el 14 de agosto de 200!,
Ordu% '>l'nalabtt que "parece ser que el remedio aplicado es peor que la enferme-
dar±. puP.s existe evidencia de que arecla la salud humana. causa daños ambienta-
les } dusplazamiento. Son estas las razones por las cuales algunos nos oponemos
a lé!s lwnigaciones como remedio" (intervención del senador Rafael Orduz Medina
en la -;p..;irin plenaria del 14 de agosto de 1.00T).
El gobierno está en medio de la presión nacional (para detener la fumigación y
promcl\ m mayor inversión socinl] y la de Estados Unidos (para continuar con la
lumig¡¡rión]. Gonzalo de Francisco, consejero presidencial para la convivencia y
seguridact ciudadana, encargado de ejecutar los recursos del plan Colombia en el
Pul u rnavo. respondía así a las acusaciones de que se está obstaculizando el desa-
rrollo riel plan Colombia: "en ningún caso existe una intención del gobierno de
parar la fumigación", aseguraba que el cese temporal de la fumigación en el Putumayo
se dcb1<1 a la época de lluvias y añadía que el gobierno está interesado en dar un
liem('n para que el desarrollo allernalivo y los programas sociales se afiancen antes
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LDFNTIDAD Y Cll 'DADAN'IA EN EL P UTUMAYO • María Clemencia Ramíre::.
32.6 1
El congreso de Estados Unidos comenzó a pedir que le expusieran cuál era la estrategia de
los pactos, por lo que fuimos a Washington a explicarles. Alglulas ONG vinieron y
pidieron que les ex-plicaran también y hace veinte dias llegaron dieciocho asesores de los
senadores estadounidenses a ver cómo iban los pactos. Entonces estos hao adquirido su
propio escenario. Al principio en la AID veían lo de los pactos como Wla cosa del gobierno,
pero cuanrio vieron que eso cogió tanto impulso, preguntaron: "¿Cuánta plata necesi-
tan?" Con Naciones U ni das hemos logrado demostrar que 83% de la coca del país está en
lotes menores de tres hectáreas, lo que cambiaría radicalmente la polilica, por lo que la
fumigación sería muy poca. Ahora tenemos otro argumento mas contundente. y es que
el narcotráfico ya no invierte en cultivos (entrevista a un funcionario del Plante. 2.1 de
septiembre de 2001).
Vale la pena destacar cómo el gobierno nacional ha tenido que buscar estrate-
gias pal'a impedir la fumigación, :;iendo una de ell as trabajar con senadores en
Estados Unidos que no están convencidos de la inversión que se ha hecho en
fumigación por aspersión de cultivos ilícitos. Tal como lo ha planteado el senador
Orduz, así como en el gobierno nacional no hay una posición monolítica en el
senado de Estados Unidos también hay divergencias que se han venido aprove-
chando para incidir en el cambio de una política represiva hacia una socia l que
reconoce a los pequeños cultivadores y los diferencia de los narcotraficantes cuyos
cultivos serían controlados por vía represiva. Además, debe tenerse en cuenta que
la Unión Europea ha manifestado su interés en financiar programas de desarrollo
alternativo como política en contra del narcotráfico y en o1 marco del plan Colom-
bia. El 30 de abril de 2001 durante la tercera reunión del Grupo de Apoyo a Colom-
bia, que se realizó en Bruselas con la participación de la Unión Europea. el s istema
de Naciones Unidas y otros países. la Unión Europea se comprometió con J3'i
millones de euros (US$294 millones) para adelantar otras alternativas que "repre-
senten un modelo de desarrollo sustancial que les permita incrementar sus condi-
ciones de vida" (El Espectador, r do mayo de 2001: 2A).
Por su parte, los gobernadores de la Alianza Sur, representantes Jc seis depar-
tamentos (Caquetá. Cauca, Huila. Nariño. Putumayo y Tolima) y lodos elegidos el
29 de octubre de 2000 por movimientos polílicos independientes, han señalado
que el problema no es solamente detener la fumigación s ino lograr una propuesta
de desarrollo alternativo regionaL Su lema, consignado en el Proyecto Sur que
llevaron a Estados Unidos en marzo de 2001 y presentaron en abril de 2001 en
nueve países de Europa es: "No fumigación y más dinero para inversión social" (El
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BPILcx;o 1
327
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
IOhNTJL)AI> Y t'IUOAOAI\IA EN El PuTUMAYU + María Clemencia Ramíre::.
La comunidad indígena pacz dnl n:sguardo de Calderas, en Ti errad entro, está produciendo derivados
rle la hoja dt' coca tales como nl té dr coca, una inlusión r:omún en Bolivia v Peru. v adelanta un¡o
caen palla dr. divulgación de sus propiedades como planta medicinal. Este .intento. es un ejemplo
rlr• cómo Sfl ha vonidn resignificando el cultivo de coca. puP.s no sólo se apropian e implementa11
usos rlados a esta en otros paises de la región andina. sino que se asume y define una identidad
colrctiva como productores de la hoja de coca y se rechaza su criminalización. ·Miembrol> del
resguarclo comprometiclos con esta empresa se han dirigiclo al Consejo Naciona l de
Estupt!fac:ientes a través de un derecho ele petición para obtener la autorización para la
c:;omcrcializaci6n v producción de las aromáticas (Cambio, 432. r de octubre de 2001: 44).
4 En llolivia los productores ele hoja de coca están orgauizados an sindicatos cou una alta tradición
de lucha. tal como se hizo C'vidente durante las continuas movilizaciones que se llevaron a cabo
desde comienzos de 2000 en la región de Yungas. en las que se bloquearon las principales
carreteras pa ra protestar en contra de los planes del gobierno para destruir sus cultivos de coca.
Aun cu!l nd o se permiten treinta mil hectáreas de cultivos de coca consideradas legales, el
gobierno lloliviano estimaba que en 2000 había cinco mil hectáreas de cultivos ilegales, que el
entonces presidente Hugo Banzer había propuesto acabar en un año. Al mismo tiempo, lol>
campesinos del Chapare han demandado autorización para que cada una de las treinta y nueve
mil familias que allí habitan puedan ser autorizadas a cultivar t.6oo metros cuadrados de coca ,.
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EPILOGO 1
32.9
• En soJpliambw de 1000. después d e otra movilización \' bloqucu de l;t carretera Scln ta Cruz-
Cudt<tloamba. lo::. I'Ocoleros bolivianos accplHron la propu~sta del gobirrnu de invertir Ho millones
dt: tlol<~res en proyectos ,Jitcrnativos, pero inistían en que "los quechua¡, y aymaras no podemos
mc11tir al pueblo ni a la comunidad internat:ional. pue:, no habra ·coca cero' como quit~re el
Gnl•i•'rno" tdedaración de Evo 1\lorales. dirigente coro/ero en El País Digitollnltmwcionol. 5 de
1111, cmbn· rle 2000). Ast mismo. en el Perú en octuhre de 1.000 los c:Ot~ftleros del Alto lluallaga
!aluq uennm el pueltlo de Tingo Mctna v algunos pueblos adyacentes. demand<mdo una respuesta
'""llrcnh• a la susttlut.ion de cultivos ilic ilos, pues considcmban que después de quince illios de
pttl\·po·tos ;¡Jternalivos no se habían obtenido resultados. Por lauto. exigían el estudio de suelos
y l.a '\llht.tdón real de las posibilidades del clcsarrullo alternativo en elluluro (/.a Hepuhlico. 1 de
n11,. <'tHbrc· de ~0001. Bolivia también lleva diedséis años ejecutando el progr..tnHJ tic erradica' ili11
,¡,.o tcoJ. \' los l.<Hnpr•suw~ rnns1rlercm qur no ha b~~no~ficiatlo sino a limitados gru¡.Jos de campesinos
luo•r t de los sindic<ttos (H/ P111s DipJtnlln/f'rnaciunul, 11. de dkiembrc de 1000).
5 "El :J flu\'O de Estados Unidos a las no:c10nes antidrugas en los Andes tiene el propósito di' reducir
la prPducdon iliril.¡ de roca un 20~.... para fines de 2001 (año basl:!: HJ9<J), v un 40% para fines de
!O'J . Esto inc luyc~ una rflduccion olr.J ¡o"'il en la produc.;c.ión colombiana de coca y la eliminación
dt: t 1 produrdón ilegal de enea r.n llolívia para finr.~ du 2002" (Hoja informaliva: Política de
E;t.JdCJ~ Unidos res ¡'ledo a la mgión Andina. 17 de mayu de 1.000). En esta Hoja informativa se
so·11 •.t.1 que en los ultimus cinco M1os el o ullivo de coca en Perú y Bolivia ha sido reducido cerc;a
de~ 7"'~u. lo que no ha rrpresentado en rifra::. globa les la disminución de la oferto de coca debido
i1 1.1 unscnwntr. rxpansitín del rultivo un Colombia. Aunque se SCJiala la disminución de 20oo
do• I.J prociUI.:cion mundital entrP I<I<JS y 10)1)(), para .1000 ·'la producción gent>ral en todo el mundo
st• tuantuvn c~tadísl icamcnle establo". Por otra parle se insiste en que "el putcncial de la producción
JI,. 1 coca1na wlnmhíana ha aumentado más de 150% desde 1!)1)5". P;¡ra Estados Unidos. este
aum..,nlo en la produr.ción Pn Colnm!Jin eshi tlireclamcnle vinculado "con el ambiente a l margen
de 1., lcv promovido por una fuertP presencia y participación de las lilrc y los paramilitares en el
coml"fcio de drog¡p;". Siguiendo estos lineamientos, e l documento de la Iniciativa Regional
Andina agrega que ·para impedir que los l.r'clficantes se reubiquen simplemente en otras parles.
e~ IWtiJSario rclorzar nuestros esluerzos antidrogas en los países andinos. Por esta razón. en la
asignadón del Pl¡¡n Colombia en el año fiscal2oor se sepdraron 18 millones de dólares para otros
paiM''- rle la región" (Hola inlornu1tivn: Pohlica de Estados Unidos respec.lo a la mgión Andina. 17
do· lrlotl O de 1.0001
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I DENTIDAD Y CIUDADANlA F.N EL P L'TUMAYO • María Clemencia Ramfre-::.
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Entre julio.\ ago lo de 19D6, los campesinos cultiHrdores el<- coca ele los
depart amentos de Putuma.\o. Cuaviarr .' Caquc tá -qtH' con fcwrnan la \mazonia
occidC'nta l rolomhiana-. se• mohili zaron pMa protestar· contra la política antidroga
del estado colombiano·' de los Estados l nidos..' rei\ indicar sus dr rccho · como
ciudadanos habitantcs dc ést<~ región.
Este libro ntuestra la tra.' ectoria organi za ti\ a dr los campcsiuos colonos
que participaron etr las marchas de protesta en cl Putuma.' o .' sus ltrchas pot·
construir un 1110\ imirnlo social quc con eltirrnpo itttc·nta transf(>J'Inarse cn
político. Esta rxprrirncia dr lu cha <' co nstru.\r cn mc'dio dr la rs ti gmatización a
que los sujeta las políticas del ~:stado ·' los nrcdi os de comu ni cación,·' la' iolencia
que cjrrcrn los actores armados en su contra. \ sí mismo. <'1 estudio con tiene un
análisis nm cel oso.' crítico tanto el e la manera como di\(•rsos actores. nacionales y
rcgionaiC's sr rr laci01tan con los ca mpesinos comleros rn su intC'n to por acallado .
como d<' las rs trategias adoptadas por ~stos f'rrnt<' a aqu ~ llos.
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