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MOMENTO PREVIO A LA PROCESIÓN

El pueblo se reúne en la iglesia o en un sitio adecuado desde donde pueda dirigirse


la procesión hacia la iglesia donde se llevará la Sagrada imagen de Cristo. En el
mismo sitio se preparará la sagrada imagen que se llevará.

El celebrante, revestido con sus respectivas vestiduras litúrgicas, va al sitio donde


está reunido el pueblo. El celebrante dirigido al pueblo, dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
El pueblo responde:
Amén.
A continuación, saluda al pueblo.
La misericordia del Padre,
la paz de nuestro Señor Jesucristo
y la comunión del Espíritu Santo
estén con todos ustedes.

El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Luego, el Celebrante se dirige al pueblo con estas u otras palabras parecidas:

Queridos hermanos: después de habernos preparado con oraciones y plegarias


durante esta jornada pidiendo por nuestra comunidad parroquial de los Santos
Reyes. Teniendo como intención general las necesidades de nuestra comunidad
filial: Guadalupe la Patrona. Ahora Llenos de alegría, peregrinaremos junto con la
imagen de nuestro Señor Jesucristo, hacia la comunidad de La Patrona. Donde
permanecerá en la Capilla de Nuestra Señora de Guadalupe para consolar y acoger
a todos aquellos que buscan la misericordia y el consuelo de Dios.

Celebremos con júbilo este gran acontecimiento que es como la antesala que nos
lleva a la Gran Semana Santa, donde meditaremos los misterios de nuestra fe que
nos dieron la salvación, Participemos activamente, con la celebración del sacrificio
del Señor, oigamos con fe la palabra de Dios, para que nuestra comunidad,
renacida en la misma fuente bautismal y alimentada en la misma mesa, crezca
para formar un templo espiritual y, reunida junto al mismo altar, aumente su amor
cristiano.
Terminada la monición, el celebrante dice la oración de la Santa Cruz
Después de la Oración colecta: El Celebrante invita a bendecir y a alabar a Dios:
Gloria a ti, Señor, que perdonas las culpas y sanas todas las enfermedades.
R/. Eterna es tu misericordia.
Gloria a ti, Señor, misericordioso y piadoso, Lento a la cólera y grande en el
amor.
R/ Eterna es tu misericordia.
Gloria a ti, Señor, Padre indulgente con tus hijos.
R/. Eterna es tu misericordia
Bendito seas, oh Padre: solo tú has hecho grandes maravillas.
R/. Tu amor es para siempre.
Bendito seas, Hijo unigénito: nos has liberado de nuestros pecados con tu
sangre.
R/. Tu amor es para siempre.
Bendito seas, Espíritu Santo, consolador del alma, dulcísimo consuelo

Luego el celebrante se dirige al pueblo una breve exhortación con estas palabras u
otras similares.

Queridos hermanos y hermanas, con la mirada fija en Jesús y en su rostro


misericordioso, encaminémonos en el nombre de Cristo: Él es el camino que nos
guía
PROCESIÓN
El Celebrante pone el incienso en el incensario. Luego inicia la procesión hacia la
Iglesia en la que se celebrará la Misa. Precede el turiferario con el incensario
humeante, sigue la cruz procesional adornada festivamente, a sus lados, los
ministrantes con los cirios encendidos; luego el sacerdote, los demás ministros y
los fieles. Durante la procesión, se pueden cantar también las letanías de los santos
u otros cantos apropiados
Señor ten piedad de nosotros
-Cristo ten piedad de nosotros,
-Señor ten piedad de nosotros,
-Cristo óyenos
-Cristo escúchanos,
-Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros,
-Dios Hijo Redentor del mundo, ten piedad de nosotros,
-Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros,
-Trinidad santa un solo Dios, ten piedad de nosotros,
-Santa María,
-Santa Madre de Dios,
-Santa Virgen de las vírgenes,
-San Miguel,
-San Gabriel,
-San Rafael, Ruega por nosotros.
-Todos los santos ángeles y arcángeles,
-Todos los santos coros de los espíritus bienaventurados Rogad por nosotros.
-San Juan Bautista,
-San José, Ruega por nosotros.
-Todos los santos patriarcas y profetas, Rogad por nosotros.
-San Pedro,
-San Pablo,
-San Andrés,
-San Juan,
-Santo Tomás,
-Santiago,
-San Felipe,
-San Bartolomé,
-San Mateo,
-San Simón,
-San Tadeo,
-San Matías,
-San Bernabé,
-San Lucas,
-San Marcos, Ruega por nosotros.
-Todos los santos apóstoles y evangelistas,
-Todos los santos discípulos del Señor,
-Todos los santos inocentes,
-San Esteban,
-San Lorenzo,
-San Vicente,
-San Fabián y San Sebastián,
-San Juan y San Pablo,
-San Cosme y San Damián,
-Todos los santos mártires,
-San Silvestre,
-San Gregorio,
-San Ambrosio,
-San Agustín,
-San Jerónimo,
-San Martín,
-San Nicolás,
-Todos los santos obispos y confesores,
-Todos los santos doctores,
-San Antonio,
-San Benito,
-San Bernardo,
-Santo Domingo,
-San Francisco,
-San Rafael Guizar Valencia
-San Felipe Neri
-Todos los santos sacerdotes y levitas,
-Todos los santos monjes y ermitaños,
-Santa María Magdalena,
-Santa Agueda,
-Santa Lucía,
-Santa Inés,
-Santa Cecilia,
-Santa Clara de Asís
-Santa Catalina,
-Santa anta Anastasia,
-santa Teresa de Avila
-Santa Teresita del Niño Jesús

-Todas las santas vírgenes y viudas,


-Todos los santos y santas de Dios,.
-Muéstratenos propicio, Perdónanos, Señor.
-Muéstratenos propicio, Escúchanos, Señor.
-De todo mal,
-De todo pecado,
-De tu ira,
-De la muerte súbita e imprevista,
-De las asechanzas del demonio,
-De la cólera, del odio y de toda mala intención,
-Del espíritu de fornicación,
-Del rayo y de la tempestad,
-Del azote de los terremotos,
-De la peste, del hambre y de la guerra,
-De la muerte eterna,
-Por el misterio de tu santa encarnación,
-Por tu venida,
-Por tu natividad,
-Por tu bautismo y santo ayuno,
-Por tu cruz y tu pasión,
-Por tu muerte y sepultura,
-Por tu santa resurrección,
-Por tu admirable ascensión,
-Por la venida del Espíritu Santo, nuestro Consolador,
-En el día del juicio,
Líbranos, Señor.
Nosotros, pecadores, te rogamos
- que nos oigas,
- que nos perdones,
- que nos seas indulgente,
-que te dignes conducirnos a verdadera penitencia,
- que te dignes regir y gobernar tu santa Iglesia,
- que te dignes conservar en tu santa religión al Sumo Pontífice y a todos los
órdenes de la jerarquía eclesiástica,
- que te dignes abatir a los enemigos de la santa Iglesia,
- que te dignes conceder a los reyes y príncipes cristianos la paz y la verdadera
concordia,
- que te dignes conceder la paz y la unión a todo el pueblo cristiano,
- que te dignes devolver a la unidad de la Iglesia a los que viven en el error, y
traer a la luz del Evangelio a todos los infieles,
- que te dignes fortalecernos y conservarnos en tu santo servicio,
- que levantes nuestro espíritu al deseo de las cosas celestiales,
- que concedas a todos nuestros bienhechores la recompensa de los bienes
eternos,
- que libres nuestras almas, las de nuestros hermanos, parientes y bienhechores,
de la condenación eterna,
- que te dignes darnos y conservar las cosechas de la tierra,
- que te dignes conceder el descanso eterno a todos los fieles difuntos,
- que te dignes escucharnos, Hijo de Dios.
-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, Señor.
-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos, Señor.
-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de
nosotros.
-Cristo, óyenos,
-Cristo, escúchanos,
-Cristo, ten piedad de nosotros,
-Señor, ten piedad de nosotros, Se repite.
Concluir con un Padrenuestro.
Al llegar al templo

MEMORIA DEL BAUTISMO


Antes de ingresar al Templo se hace frente a él la Memoria del bautismo. Se lleva
delante del Celebrante un recipiente con el agua e invita a la oración con estas
palabras, u otras similares.
Queridos hermanos y hermanas, supliquemos al Señor para que bendiga esta agua
con la cual seremos asperjados en memoria de nuestro Bautismo. Esta agua es
invocación de misericordia y salvación en virtud de la resurrección de Jesucristo.

Todos oran un momento en silencio. Luego el Celebrante, con las manos juntas,
prosigue:

Señor Dios todopoderoso, fuente y origen de la vida, bendice esta agua y haz que
nosotros tus fieles, asperjados por esta fuente de purificación, obtengamos el
perdón de nuestros pecados, la defensa de las insidias del Maligno y el don de tu
protección. Por tu misericordia danos, Señor, un manantial de agua viva que brote
para la vida eterna, para que, libres de todo peligro, podamos ir a ti con corazón
puro. Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén
El Celebrante toma el aspersorio y se asperje a sí mismo, a los, ministros y al
pueblo, Entre tanto se recitan las siguientes antífonas, u otro canto apropiado.
Al regresar a la puerta el celebrante dice:

Dios todopoderoso que purificas del pecado, y por esta celebración de la Eucaristía
nos haces dignos de participar en la mesa de tu Reino por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
Incensación

Después toma el incensario e inciensa la Imagen de Jesús, junto con una comisión
de mayordomos y encargados de la capilla
A continuación, se forma la procesión para ingresar al templo, en ese momento se
vuelven a tocar las campanas de la Iglesia e inicia la Misa de manera acostumbrada
ENTREGA DE LA IMAGEN
Una vez que acabo la Homilía, se hace entrega de la Sagrada Imagen

Se acerca la encargada de la Capilla de san Francisco junto con el Párroco y le


entregan la Sagrada Imagen al consejo titular de la Capilla quienes se comprometen
a resguardar, cuidar y venerar con amor la Sagrada Imagen del Señor Jesús.

Después de la entrega el Párroco asperja con agua al consejo. Después dice las
siguientes palabras a la comunidad que recibe la sagrada Imagen
En verdad, queridos hermanos, tenemos motivos para alegrarnos, ya que vamos a
bendecir a Dios, con ocasión de esta nueva imagen de nuestro Señor Jesucristo,
destinada a la pública veneración. Esta sagrada imagen ha de recordarnos en
primer lugar que Cristo es imagen visible de Dios invisible: el Hijo eterno de Dios,
que bajó al seno de la Virgen, es el signo y sacramento de Dios Padre. Él, en efecto,
dijo: «Quien me ha visto a mí ha visto al Padre.» Al venerar, pues, esta imagen,
levantemos los ojos hacia Cristo, que con el Padre y el Espíritu Santo reina para
siempre.
Preces
Invoquemos a Dios Padre, que nos ha dado por salvador y redentor a su Verbo, por
quien todo fue creado y en quien todo se mantiene, y digámosle:
R. Haz que seamos imagen de tu Hijo.

Padre, cuyo Hijo es Sabiduría infinita y Verdad suprema, haz que, conociéndolo
cada vez más profundamente, deseemos también unirnos a él más intensamente.
R.
Padre, que inundaste de gozo a la tierra, al enviar a tu Hijo, alegra nuestro corazón
con la continua presencia de Cristo. R.
Padre, que ungiste a Cristo como sacerdote, rey y profeta, haz que él nos encuentre
como sacrificio agradable a tus ojos, servidores fieles, discípulos atentos, ti. R.
Padre, que quisiste que Cristo fuera para nosotros un maestro manso y humilde
de corazón, haz que con docilidad aprendamos de él la mansedumbre y la bondad.
R.

Padre, que por la sangre de la cruz de Cristo reconciliaste contigo todos los seres,
haz que trabajemos por la concordia y la paz. R.

Padre, que en el sublime designio de tu providencia quisiste que nuestro Salvador


fuera colgado de un madero, para que destruyera el poder de la muerte y del
infierno, haz que nos unamos a su muerte para tener parte en su resurrección. R.
Sigue la oración de bendición, como se indica más adelante.
Oremos, queridos hermanos, a Dios, Padre todopoderoso, para que, al recordar el
misterio de Cristo, alcancemos los beneficios de nuestra salvación.
Oración de bendición
El celebrante, con las manos extendidas, dice la oración de bendición:

Te bendecimos, Padre, amigo entrañable del género humano, porque enviaste al


mundo a tu Palabra, para que, encarnándose en la Virgen purísima, fuera nuestro
salvador y nuestro hermano primogénito, en todo igual a nosotros, menos en el
pecado. En Cristo nos diste el supremo modelo de santidad; la Iglesia lo venera en
su infancia y, cuando lo mira como débil niño en la cuna, lo adora como Dios
todopoderoso; cuando contempla su rostro, ve en él la expresión de tu bondad, y
cuando recibe de su boca las palabras de vida, se llena de tu sabiduría; al sondear
lo profundo del amor de su corazón, ella misma se abrasa en aquel fuego del
Espíritu que él derramó para hacernos renacer a una vida nueva; cuando lo mira
enrojecido por su sangre divina, venera esta sangre preciosa, con la que ella misma
ha quedado purificada; y, al exultar por la resurrección de Cristo, participa y
experimenta de antemano la gloria de su Esposo. A ti, pues, Señor, te pedimos
humildemente que tus hijos, al venerar esta imagen de Cristo, tengan los
sentimientos propios de Cristo Jesús y, ya que son imagen del hombre terreno,
sean un día también imagen del hombre celestial. Que tu Hijo sea para ellos, Padre,
el camino por el que vayan hacia ti; la verdad que ilumine sus corazones, la vida
de que se alimenten y vivan; que él sea para ellos la luz que disipe las tinieblas del
camino, la piedra en la que descansen al fatigarse, la puerta por la que sean
admitidos en la nueva Jerusalén. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén

Después asperja agua bendita sobre la Sagrada Imagen y la inciensa. Continua la


Misa como de ordinario.
Colocación de la Sagrada Imagen
Después de la Oración postcomunión se sube la Sagrada Imagen.

Antes de colocar al Cristo en su lugar de honor se acercan los mayordomos quienes


elevan una Oración e inciensan la Imagen. Una vez concluido el rito, el celebrante
dice las siguientes palabras
Queridos hermanos ha llegado el momento de colocar la imagen en su lugar de
honor, dispongámonos de corazón para presenciar este hermoso signo de
exaltación, recordando las palabras del Evangelio que nos dice “cuando yo sea
levantado atraeré a todos hacia mí”. que cada Vez que contemplemos su santa faz,
recordemos lo misericordioso que es Dios al enviarnos a su querido Hijo no a
condenarnos sino a darnos la vida eterna.
Mientras se coloca la Imagen se reza el credo
Una vez concluido el credo se entonan algunos cantos, en ese momento se tocan
las campanas del templo
o Una vez colocado el Cristo en su lugar se canta el Magníficat como un himno de
agradecimiento y concluye con la siguiente Oración
A JESÚS CRUCIFICADO

Miradme, ¡oh mi amado y buen Jesús!, postrado ante vuestra Santísima presencia;
os ruego con el mayor fervor y compasión de que soy capaz imprimáis en mi corazón
vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad. Verdadero dolor de mis pecados,
propósito firmísimo de jamás ofenderos. Mientras que yo, con todo el amor de que
soy capaz voy considerando vuestras cinco llagas, comenzando por aquello que dijo
de Vos, oh buen Jesús, el santo profeta David: ¡«Han taladrado mis manos y mis
pies y se pueden contar todos mis huesos.»

Ritos de conclusión

Luego el celebrante dice: Nuestro pensamiento se dirige ahora a la Madre de la


Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Tiempo Santo, para
que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios.
La asamblea invoca a María, Madre de misericordia, con el canto de la antífona
Salve, Regina
Rito de conclusión. Después de la bendición, el diácono despide a la asamblea. Si
lo considera oportuno, puede decir:
Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso. Pueden ir en paz.
El pueblo responde:
Demos gracias a Dios.

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