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Momento Previo A La Procesión
Momento Previo A La Procesión
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Luego, el Celebrante se dirige al pueblo con estas u otras palabras parecidas:
Celebremos con júbilo este gran acontecimiento que es como la antesala que nos
lleva a la Gran Semana Santa, donde meditaremos los misterios de nuestra fe que
nos dieron la salvación, Participemos activamente, con la celebración del sacrificio
del Señor, oigamos con fe la palabra de Dios, para que nuestra comunidad,
renacida en la misma fuente bautismal y alimentada en la misma mesa, crezca
para formar un templo espiritual y, reunida junto al mismo altar, aumente su amor
cristiano.
Terminada la monición, el celebrante dice la oración de la Santa Cruz
Después de la Oración colecta: El Celebrante invita a bendecir y a alabar a Dios:
Gloria a ti, Señor, que perdonas las culpas y sanas todas las enfermedades.
R/. Eterna es tu misericordia.
Gloria a ti, Señor, misericordioso y piadoso, Lento a la cólera y grande en el
amor.
R/ Eterna es tu misericordia.
Gloria a ti, Señor, Padre indulgente con tus hijos.
R/. Eterna es tu misericordia
Bendito seas, oh Padre: solo tú has hecho grandes maravillas.
R/. Tu amor es para siempre.
Bendito seas, Hijo unigénito: nos has liberado de nuestros pecados con tu
sangre.
R/. Tu amor es para siempre.
Bendito seas, Espíritu Santo, consolador del alma, dulcísimo consuelo
Luego el celebrante se dirige al pueblo una breve exhortación con estas palabras u
otras similares.
Todos oran un momento en silencio. Luego el Celebrante, con las manos juntas,
prosigue:
Señor Dios todopoderoso, fuente y origen de la vida, bendice esta agua y haz que
nosotros tus fieles, asperjados por esta fuente de purificación, obtengamos el
perdón de nuestros pecados, la defensa de las insidias del Maligno y el don de tu
protección. Por tu misericordia danos, Señor, un manantial de agua viva que brote
para la vida eterna, para que, libres de todo peligro, podamos ir a ti con corazón
puro. Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén
El Celebrante toma el aspersorio y se asperje a sí mismo, a los, ministros y al
pueblo, Entre tanto se recitan las siguientes antífonas, u otro canto apropiado.
Al regresar a la puerta el celebrante dice:
Dios todopoderoso que purificas del pecado, y por esta celebración de la Eucaristía
nos haces dignos de participar en la mesa de tu Reino por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
Incensación
Después toma el incensario e inciensa la Imagen de Jesús, junto con una comisión
de mayordomos y encargados de la capilla
A continuación, se forma la procesión para ingresar al templo, en ese momento se
vuelven a tocar las campanas de la Iglesia e inicia la Misa de manera acostumbrada
ENTREGA DE LA IMAGEN
Una vez que acabo la Homilía, se hace entrega de la Sagrada Imagen
Después de la entrega el Párroco asperja con agua al consejo. Después dice las
siguientes palabras a la comunidad que recibe la sagrada Imagen
En verdad, queridos hermanos, tenemos motivos para alegrarnos, ya que vamos a
bendecir a Dios, con ocasión de esta nueva imagen de nuestro Señor Jesucristo,
destinada a la pública veneración. Esta sagrada imagen ha de recordarnos en
primer lugar que Cristo es imagen visible de Dios invisible: el Hijo eterno de Dios,
que bajó al seno de la Virgen, es el signo y sacramento de Dios Padre. Él, en efecto,
dijo: «Quien me ha visto a mí ha visto al Padre.» Al venerar, pues, esta imagen,
levantemos los ojos hacia Cristo, que con el Padre y el Espíritu Santo reina para
siempre.
Preces
Invoquemos a Dios Padre, que nos ha dado por salvador y redentor a su Verbo, por
quien todo fue creado y en quien todo se mantiene, y digámosle:
R. Haz que seamos imagen de tu Hijo.
Padre, cuyo Hijo es Sabiduría infinita y Verdad suprema, haz que, conociéndolo
cada vez más profundamente, deseemos también unirnos a él más intensamente.
R.
Padre, que inundaste de gozo a la tierra, al enviar a tu Hijo, alegra nuestro corazón
con la continua presencia de Cristo. R.
Padre, que ungiste a Cristo como sacerdote, rey y profeta, haz que él nos encuentre
como sacrificio agradable a tus ojos, servidores fieles, discípulos atentos, ti. R.
Padre, que quisiste que Cristo fuera para nosotros un maestro manso y humilde
de corazón, haz que con docilidad aprendamos de él la mansedumbre y la bondad.
R.
Padre, que por la sangre de la cruz de Cristo reconciliaste contigo todos los seres,
haz que trabajemos por la concordia y la paz. R.
Miradme, ¡oh mi amado y buen Jesús!, postrado ante vuestra Santísima presencia;
os ruego con el mayor fervor y compasión de que soy capaz imprimáis en mi corazón
vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad. Verdadero dolor de mis pecados,
propósito firmísimo de jamás ofenderos. Mientras que yo, con todo el amor de que
soy capaz voy considerando vuestras cinco llagas, comenzando por aquello que dijo
de Vos, oh buen Jesús, el santo profeta David: ¡«Han taladrado mis manos y mis
pies y se pueden contar todos mis huesos.»
Ritos de conclusión