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Su hijo se va de marcha

Una escuela en Bilbao, barrio de Indautxu. Entramos en clase. El ambiente es de


examen: concentración, silencio. En la pizarra, un problema. [...] Bienvenidos a la escuela
de padres y madres Hirusta. Echemos un vistazo al problema. Se les plantea cada fin de
semana a miles de padres.
Su hijo se va de marcha. Usted le ha dicho que esté a las dos en casa. Después de
un tira y afloja, le ha concedido una hora más. Son las seis de la mañana y no ha vuelto.
Llama al móvil, pero lo tiene desconectado. Usted ya no puede dormir, angustiado por si
le ha pasado algo. Amanece cuando escucha la llave en la cerradura. Respira. Es hora de
poner los puntos sobre las íes. Pero su hijo le corta en seco. No tiene la cabeza para
sermones. Se mete en su cuarto, donde dormirá hasta la hora de comer. Y usted no tiene
más remedio que tragarse los puntos, las íes y la impotencia. ¿Qué hacer?
Rafael Cortés, el consejero familiar, anima a sus alumnos a poner en común las
respuestas. La mayoría reconoce que no ve solución. Imposible razonar con ellos. Las
buenas palabras les entran por una oreja y les salen por la otra, y las malas, como quien
oye llover... Los castigos tienen fecha de caducidad y ellos lo saben. Además, el padre o la
madre que castiga se siente culpable y termina perdonando antes de tiempo. A los
españoles nos puede el corazón: condenamos e indultamos con la misma facilidad. Y si
alguien se mantiene firme, se convierte en el malo de la película. Y en las parejas actuales
nadie quiere ese papel. Algún progenitor reivindica el guantazo. Pero lo hace con la boca
pequeña. [...]
Rafael Cortés les sugiere una solución de compromiso: «Pactemos con él.
Negociemos una hora. Si luego no cumple y llega tarde, sabrá que nos ha defraudado. Eso
es más efectivo que un castigo. Si imponemos nuestra voluntad de manera inflexible,
antes o después se rebelará.». [...] Ponerles la mano encima es perder el tiempo. Mejor
sentarse a dialogar y negociar. Sin olvidar que, aunque sus mensajes de móvil estén
afectados de faltas de ortografía, saben latín.
Carlos Manuel Sánchez XL Semanal

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