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HISTORIA DOMINICANA

MANUAL DE TRABAJO

NOMRE:
MATRICULA:
SECCION:
Historia política y social de la Republica Dominicana 1844-2019.

Las Cuatro Repúblicas.

1. Primera Republica 1844-1861.


• Independencia nacional
• Gobiernos
• Sistema económico de La República Dominicana.
• La Anexión y la Restauración

2. Segunda República 1865- 1916.


• El surgimiento de la Segunda República.
• La dictadura de Lilis
• Desarrollo cultural dominicano
• Ocupación Militar de los EE. UU.

3. Tercera República,
• Inicio de la tercera República.
• Aspectos del desarrollo cultural dominicano -1900-1930.
• La era de Trujillo
• Aspectos Económicos.

4. Cuarta Republica
Independencia Nacional.

El 27 de febrero de 1844 surgió el Estado dominicano según el concepto


independizador inculcado por Juan Pablo Duarte y los Trinitarios, a la cabeza
de los cuales quedaron Francisco Del Rosario Sánchez, Ramon Matías mella,
Manuel Jiménez, Vicente Celestino Duarte y José Joaquín Puello. La
proclamación de independencia conto con una serie de pasos para asegurarla.
Uno de ellos fue el colocar patriotas armados en sitios estratégicos para poder
mantener la defensiva. De esta manera establecieron guardias en las puertas de
la Atarazana, en el puerto y en otros lugares. Un segundo paso fue el de obtener
la entrega de la plaza de Santo domingo que estaba bajo el mando provisional
del General Desgrotte. Refiere José Gabriel García que el 28 de febrero
autoridades haitianas y comisionados dominicanos llegaron a un acuerdo en el
que medio el cónsul francés de Santo Domingo, Juchereau de Saint Denis, en
el acuerdo se establecieron las siguientes medidas:
1. La garantía de la propiedad legalmente adquirida.
2. Respeto, protección y seguridad para las familias.
3. La salida honrosa de los funcionarios públicos.
4. Garantías para todos los ciudadanos.
5. La franqueza y la lealtad en la conducta de los partidos (Haitianos y
Dominicanos).
6. Fijación de un plazo de diez días para que pudieran ausentarse del país
los militares y ciudadanos que quieran hacerlo.
7. La entrega de las armas al cónsul francés, mientras se efectuaba el
embarque de los militares haitianos.
8. Entrega de fondos de la tesorería a la Junta Gubernativa.
9. La fijación del día 29 de febrero para la entrega de la plaza de Santo
Domingo.
Como lo estipulaba el acuerdo, las autoridades haitianas entregaron el mando a
la junta Central Gubernativa que se había formado como primer gobierno del
naciente Estado Dominicano. Dicha Junta tenía un carácter provisional y estaba
compuesta por siete miembros: Manuel María Valverde, Manuel Jiménez, Félix
Mercenario, Carlos Moreno Echavarría, José María Caminero, Francisco Javier
Abreu y Tomas Bobadilla, quien la presidia.

Sinopsis: Movimiento de Independencia.

Caída de Boyer fue obra de

Haitianos y dominicanos
Grupos Separatistas Domicanos:
o Pro- español
o Pro -ingles
o Pro- francés
o Trinitarios

Sociedad Trinitaria:
Organización: Secreta, Liberal y Revolucionaria.
Líder: Juan Pablo Duarte
Lema: Dios, Patria y Libertad.
Objetivos: terminar con el predominio haitiano, independencia pura,
nacionalidad dominicana.

Independencia:
o Proclamada el 27 de febrero de 1844.
o Origino el Estado dominicano.
o Provoco la salida de los haitianos.
o Origino el primer gobierno: Junta Central
Gubernativa.
CARACTERÍSTICAS DE LA PRIMERA REPUBLICA 1844-1861.

DEFINICIÓN Y CARACTERES DE LA PRIMERA REPÚBLICA.

Se denomina Primera República al periodo que abarca desde la proclamación


de independencia en 1844 hasta la pérdida de la soberanía nacional cuando se
produce la anexión a España en 1861.
La Republica nace según el concepto inspirador de duarte y al plan que elaboro
junto a sus seguidores, sin embargo, cuando el fundador de la dominicanidad se
vio obligado a tomar el exilio, en medio de las tensiones producidas la primera
Republica se vio marcada por algunas características como fueron:
1. el desplazamiento político de los Trinitarios, lo cual conllevo la
exclusión de las ideas liberales en que se apoyo la lucha de la
independencia.
2. El predominio político de los hateros o grandes propietarios,
quienes por medio de una serie de mecanismos se hicieron
dueños del poder, persiguiendo y expulsando a los libertadores
dominicanos.
3. El peligro de los haitianos, quienes inconformes con la ruptura
territorial que engendro la independencia trataron de recuperar
el predominio que tenían.
4. La pugna político- económica de las regiones, que plantea una
oposición entre el Norte y el Sur de la Republica.
5. La transformación de lideres regionales que por su posición
económica y prestigio social pueden ser definidos como
caciques. Dicha transformación provocó la aparición del
caudillismo.
6. La pugna caudillista entre Pedro Santana y Buenaventura Báez,
quienes dominaron el escenario político de la Primera
República.
7. La interferencia extranjera expresada principalmente a través
de los representantes de las grandes naciones europeas, quienes
buscaron establecer controles económicos y territoriales
mediante confabulaciones políticas.
8. La búsqueda de la anexión, como síntoma de la debilidad socio-
política, ideológica y del sectarismo y la rivalidad de quienes
desplazaron los conceptos de Nación, Estado y dominicanidad
concebidos por Juan Pablo Duarte.
Todos los puntos señalados caracterizan los 17 años que dura
la Primera República, los mismos comienzan a producirse a
partir del momento en que la Junta Central Gubernativa asume
el mando de la Nación.
GOBIERNOS.
TAREAS Y HECHOS DEL PRIMER GOBIERNO DOMINICANO

Pedro Santana.
Proclamada la independencia Nacional en 1844, fue nombrado general en jefe
del ejército libertador. Al imponerse los liberales a los conservadores en la Junta
Central, tomó la capital, disolvió la Junta y arrestó a los “Padres de la Patria”
(Duarte, Sánchez y Mella).
Duarte fue desterrado del país, el 10 de septiembre. Ya libre de los trinitarios,
Santana supervisó la redacción de la primera Constitución dominicana,
preparada en San Cristóbal, y finalmente se hizo elegir Presidente de la
República, siendo juramentado como el primer Presidente Constitucional
Dominicano, el 13 de noviembre de 1844, posición que ocupó hasta el 4 de
agosto de 1848.
El artículo 210 de la promulgada Carta Magna sirvió para que Santana
cometiera en el futuro toda clase de crímenes, excesos y tropelías, puesto que
daba al Presidente de la República facultades para tomar cuantas medidas
creyera oportunas, sin quedar sujeto por ello a responsabilidad alguna, con lo
cual se anularon los principios proclamados se creó, por ende, una grosera
dictadura.
La presencia militar del General Santana vuelve a sentirse en la Batalla de "Las
Carreras", escenifica el 21 de abril de 1849.
En ese mismo año, tras las presiones que ejerció al Gobierno de Jiménez y que
le hicieron capitular a su cargo, Santana ocupa la Presidencia de la República
una vez más. Este período estuvo comprendido entre el día 30 de mayo hasta el
23 de septiembre del 1849.
El 18 de julio de 1849 el Congreso Nacional otorgó el título de "Libertador
De La Patria" al Presidente Santana, por su victoria obtenida en la Batalla de
Las Carreras.

El 15 de febrero de 1853 Santana vuelve a ocupar la Presidencia de la


República, período que duró hasta que, por supuestos quebrantos de salud,
renunció al solio presidencial el 26 de mayo de 1856. Volviendo a ocupar tan
importante posición el 13 de junio de 1858.
Presidente de la República (1844-1861), llevó a cabo una política dictatorial y
tuvo que hacer frente a una nueva invasión haitiana (1855-1856). Con el fin de
preservar el país de otros ataques haitianos y como forma de perpetuarse en el
poder, proclamó la reincorporación de la República a la corona española (1861).
Nombrado capitán general del territorio, su poder quedó muy limitado, por lo
que renunció a sus cargos y se incorporó a la lucha restauradora (1863).
El General Pedro Santana se caracterizó por sus grandes dotes militares; por su
tendencia dictatorial; su afán anexionista y su pulcritud en el manejo de las
cosas públicas.

SANTANA: DEL MANDO PROVISIONAL A LA BÚSQUEDA


CONSTITUCIONAL.
El contragolpe de Estado que dio Pedro Santana puso de manifiesto la realidad
de la sociedad dominicana que surgió con la Primera República. Para los años
de la independencia, todo el poder social, económico y político descansaba en
los grandes propietarios y hateros. los hateros poseían riquezas, prestigio social
y a ellos se asociaba un campesinado dependiente que no se beneficio de la
reforma agraria realizada por Boyer.
Para el 13 de julio de 1844 ya era Santana dueño de la situación política. un
primer paso que efectuó fue el de reorganizar la Junta Central gubernativa,
restableciendo los miembros de la misma. La Junta determino el apresamiento
y la expulsión de un grupo de liberales. En consecuencia, fueron detenidos
Duarte, Sánchez, Mella, Pedro Pina, Juan Isidro Pérez y otros, quienes acusados
de “traidores e infieles a la patria” tuvieron que abandonar el país el 22 de agosto
de 1844. A seguidas, la Junta promulgo una ley electoral, mediante la cual se
convocaba a todos los ciudadanos a elegir el primer presidente constitucional.

GOBIERNO DE MANUEL JIMENEZ


Fue el segundo presidente constitucional de la República Dominicana, del 8 de
septiembre de 1848 al 29 de mayo de 1849.
Una de las primeras cosas que hizo Jiménez después de asumir la presidencia
fue dictar un decreto de indulto (26 de septiembre de 1848) a favor de los los
tres líderes de la independencia: Juan Pablo Duarte, Matías Ramón Mella y
Francisco del Rosario Sánchez. Al mismo tiempo decretó la abolición de los
cuerpos de infantería del Ejército.
Su situación política comenzó a deteriorarse con la culminación de las gestiones
de una misión diplomática dominicana en Europa para que Francia admitiera a
la nueva República en la comunidad internacional. París reconoció al país como
Estado libre e independiente mediante la firma provisional de un tratado de paz,
amistad, comercio, y navegación.

Invasión haitiana
La reacción haitiana no se hizo esperar ante el temor por su propia seguridad.
El 9 de marzo de 1849 se produjo la invasión del emperador haitiano Faustino
Soulouque, quien con un ejército de 15 000 hombres cruzó la frontera,
acompañado de los más importantes jefes militares de ese país. Lograron
apoderarse de todos los pueblos fronterizos y llegaron a San Juan de la Maguana
el 20 de marzo donde instalaron su cuartel general. Las guerrillas dominicanas,
poco pudieron hacer para detenerlos. Jiménez dejó el poder en manos del
consejo de secretarios de Estado, y se dirigió personalmente a la región Sur para
encabezar la campaña militar contra los invasores haitianos. También se dio la
orden para que los buques de guerra dominicanos comandados por el general
Juan Bautista Cambiazo llegaran hasta las aguas del vecino país con el objetivo
de causar daños al enemigo.
Al ser derrotado el Ejército dominicano en San Juan de la Maguana, Azua y El
Número, el cuerpo legislativo llamó el 2 de abril al general Pedro Santana para
que tomase el mando supremo de la lucha, y fue quien con un ejército de unos
seis mil combatientes dominicanos logró la derrota de los haitianos en la batalla
de Las Carreras, en Azua que duró tres días, del 19 al 21 de abril, y con esto
puso fin a las aspiraciones del vecino país, quien en su retirada fue quemando y
destruyendo todas las poblaciones que encontraba a su paso.

Guerra civil
Jimenes trató de descartar a Santana del control del Ejército, acusándolo de
traidor a la patria y le ordenó la entrega del mando del Ejército del Sur al general
Antonio Duvergé, pero Santana no reconoció su autoridad, recibiendo el apoyo
de los generales Merced Marcano, Juan Esteban Aybar, Ramón Mella y
Bernardino Pérez. Santana conminó a sus fuerzas a no deponer las armas hasta
no dejar establecido un Gobierno que respetase la Constitución y las leyes, lo
que significó declararse en rebeldía contra Jimenes, quien respondió
destituyéndolo, pero el Congreso lo desautorizó y apoyó la marcha de Santana
hacia la capital con el fin de derrocarlo.
El 17 de mayo, la ciudad de Santo Domingo fue declarada en estado de sitio.
Los dos bandos se enfrentaron en una corta pero violenta guerra civil en cuyo
transcurso fue incendiado el poblado de San Carlos, fundado por emigrantes
canarios en el siglo XVII. Los cónsules de Francia, Inglaterra y Estados Unidos
mediaron en el conflicto y Jiménes capituló el día 29 ante el general Pedro
Santana en el campamento de Güibia, renunciando como Presidente de la
República.
Muerte
Jimenes abandonó República dominicana al día siguiente de su capitulación y
se exilió en Haití. Abandonado por sus antiguos compañeros de armas, falleció
el 22 de diciembre de 1854 en Puerto Príncipe, a los 45 años de edad.
GOBIERNO DE BUENAVENTURA BÁEZ
Pedro Santana había asumido la dirección de la Junta Central Gubernativa el 13
de julio de 1844 y el 14 de noviembre se convirtió en presidente de la Primera
República. Cuatro años más tarde, Manuel Jiménez tomó el relevo del poder
pero Santana se lo arrebató nuevamente y, tras la negativa de Santiago Espaillat
de aceptar el cargo presidencial, dio paso a la primera administración de
Buenaventura Báez el 24 de septiembre de 1849. Durante su mandato, que se
prolongó hasta febrero de 1853, Báez retomó sus iniciales posiciones
proteccionistas y buscó en las potencias europeas el apoyo necesario para
detener los propósitos invasores del gobierno haitiano. Finalizado el periodo
presidencial previsto en la Constitución, Pedro Santana consiguió la victoria
electoral y asumió el poder hasta que, tras su renuncia en 1856, fue sustituido
por el vicepresidente Regla Mota.
Buenaventura Báez inició su segunda aventura presidencial el 8 de octubre de
1856 con la puesta en marcha de una serie de medidas económicas que, lejos de
paliar la crisis del país, agravó la situación de los comerciantes dominicanos y
provocó la llamada revolución del 7 de julio de 1857. Los rebeldes
constituyeron un gobierno provisional capitaneado por José Desiderio Valverde
y Báez tuvo que abandonar la presidencia y el país el 12 de junio de 1858.
Volvió a situarse en primera línea política durante el cuatrienio de la anexión
española (1861-1865), periodo en el que ejerció como Mariscal de Campo
Español.
Tras la guerra de independencia y la restauración de la República se sucedieron
efímeros gobiernos, y el 8 de diciembre de 1865 Báez volvió a alcanzar la
presidencia. Esta vez su mandato sólo pudo prolongarse durante cinco meses
porque los líderes independentistas, capitaneados por Pimentel y Luperón, se
unieron para arrebatar el poder al hombre que, después de defender la ocupación
española, lucía la banda presidencial de la autónoma República Dominicana.
Pero los eternos enemigos políticos de Báez sólo pudieron disfrutar durante dos
años de su ausencia en el Palacio Nacional. Su cuarto mandato presidencial se
inauguró el 2 de mayo de 1868 tras derrocar al gobierno de José María Cabral.
Báez regresó con un nuevo impulso anexionista, dirigido esta vez hacia los
Estados Unidos, aunque su proyecto finalmente fracasó por las fuertes presiones
del movimiento dominicano independentista y la oposición del Senado
estadounidense. La Revolución Unionista de noviembre de 1973 provocó la
caída del presidente y la formación en Puerto Plata de un gobierno provisional.
Sin alternativas, Buenaventura Báez presentó su renuncia el 2 de enero de 1874.
A partir de este momento se inaugura en el país un largo periodo de inestabilidad
política en el que se sucedieron efímeros gobiernos. Y Báez, el político más
tenaz de la República Dominicana, ocupó una vez más el sillón presidencial
entre diciembre de 1876 y marzo de 1878. Murió exiliado en Puerto Rico en
1884.
Desde febrero de 1844 hasta marzo de 1861 se sucedieron 23 gobiernos entre
los que predominaron los de Pedro Santana y Buenaventura Báez. En dicho
período las características principales de la economía dominicana eran:
predominio de la pequeña y mediana producción mercantil simple de bienes
agrícolas y de la industria ligera; la concentración de las exportaciones en unos
pocos productos agrícolas (tabaco, café y cacao); dependencia de los ingresos
tributarios de una muy limitada base, casi exclusivamente de los impuestos a
las importaciones y exportaciones.
Se vivía una economía de guerra por las constantes amenazas e intentos de
invasión por parte del ejército haitiano. Esto significaba que el gobierno,
además del presupuesto normal para necesidades civiles y de obras públicas,
debía incurrir en un importante gasto militar para mantener el ejército y cubrir
sus requerimientos de recursos. Esta última circunstancia generaba una
demanda adicional sobre la oferta de alimentos agrícolas y las importaciones,
que al no poder ser satisfecha en el corto plazo por lo limitada de la producción
y las exportaciones, producía una tendencia a una elevación de los precios de
mercado, por un lado, y a una depreciación de la moneda local con relación a la
moneda fuerte (peso fuerte).
Como las exportaciones eran independientes de la demanda interna (o en el peor
de los casos, tenían una relación inversa), y los ingresos corrientes del gobierno
dependían casi en su totalidad de los impuestos al comercio exterior, las
finanzas públicas arrojaban un déficit presupuestal crónico. De ahí que el
gobierno debía recurrir constantemente al endeudamiento.
El endeudamiento público se manejaba operativamente a través de dos
mecanismos: primero, la emisión de obligaciones, vales o pagarés con
comerciantes e importadores, en otras palabras, instrumentos de deuda; y
segundo, la emisión de papel moneda por parte del Tesoro Nacional. En ese
contexto institucional, la política fiscal y la política monetaria estaban unidas
en la Hacienda Pública.
Los gobiernos que se sucedían acostumbraban a realizar nuevas emisiones de
papel moneda modificando el tipo de cambio (respecto al peso fuerte o al
contenido en oro o plata de la moneda) e introduciendo más altas
denominaciones de los nuevos billetes emitidos, con relación a los billetes en
circulación emitidos por gobiernos anteriores. Luego, se procedía a retirar los
billetes en circulación por los nuevos billetes, pero con una tasa de conversión
oficial depreciada o apreciada, según la conveniencia política. Si la tasa de
conversión oficial estaba apreciada cumplía la función de aumentar los
impuestos y de impago de parte de la deuda pública: si el Estado cogió prestado
a 4 y paga a 2, dejó de pagar 2; si exportó a 2 y exige luego que le paguen
impuestos a 4, duplicó los impuestos. Eso equivalía a cambiar el valor nominal
de la deuda, lo cual generaba desconfianza entre contribuyentes y acreedores
del gobierno.
Por tanto, no era raro que coexistieran en circulación al mismo tiempo varios
billetes con diferentes tipos de cambio nominal. No nos referimos a que existían
cambios múltiples, sino que además de éstos también existían monedas
múltiples. Esta circunstancia dificultaba la función de unidad de cuenta del
dinero, tan importante en el funcionamiento de contratos de deuda y crédito, y
en la determinación de los precios de mercado.
Si un gobierno no acepta el instrumento monetario que él mismo ha emitido
para hacer pagos al gobierno al valor nominal convenido, entonces el valor de
esos instrumentos monetarios bajará a sus valores como mercancías. En el caso
del papel moneda este valor real es cero. Por otro lado, sin una unidad de cuenta
claramente establecida por una autoridad central, los instrumentos de deuda no
pueden convertirse en instrumentos monetarios. Los créditos y deudas no
pueden ser registrados en una unidad de cuenta generalizada sino solo como
deuda especifica.
Entonces, no fueron ni la supuesta excesiva emisión de papel moneda ni la
recurrencia al endeudamiento público per se, las principales causas de la
desventura de la Primera República, como afirmara M. A. Peña Batlle (1926).
Sin estas medidas hubiésemos vuelto a caer bajo la dominación haitiana. Fue el
mal manejo del sistema monetario por parte de los gobiernos la causa eficiente.

SINOPSIS DE LA PRIMERA REPUBLICA

CARACTERES: GOBIERNOS: HECHOS:


Pugna Se redacta la 1ra
caudillista junta Central Constitución
Interferencia Gubernativa Organización del
extranjera ejercito
Anexionismo Ataques haitianos
o Pedro Santana Golpe y
proteccionismo contragolpe de
Imperio de la Estado.
fuerza sobre la
ley
PRINCIPALES ENFRENTAMIENTOS GANADOS POR LOS
DOMINICANOS CONTRA LOS HAITIANOS
BATALLAS FECHA LUGAR SOMINICANOS
QUE
SOBRESALIERON
19 de marzo 19-3-1844 Azua Antonio Duverge
Pedro santana
Felipe Alfau
30 de marzo 30-3-1844 Santiago José M. Imbert
Archille Michell
Fernando Valerio
Francisco Caba
Bartolo Mejida
Estrelleta 19-9-1845 Elías Piña José J. Puello
Valentín alcántara
Bernardino Pérez
Beller 27-10-1845 Dajabón Antonio Salcedo
Eugenio Pelletier
José M. López
José M. Imbert
El Numero 17-4-1849 Bani Antonio Duverge
Las Carreras 21-4-1849 Bani Pedro Santana
Santome 22-12-1855 San Juan José M. Cabral
Cambronal 22-12-1855 Neiba Francisco Sosa
Sabana Larga 24-10-1856 Dajabón Juan Suero
Juan Rodríguez

LA ANEXIÓN Y LA RESTAURACIÓN
CONCEPTOS Y ANTECEDENTES
Anexión es el acto de unir o agregar una cosa a otra con dependencia de ella.
La anexión es resultado de la debilidad ideológica que representa Santana, el
proceso de la anexión a España fue largo, ya que se acompañó de proyectos y
gestiones como las que encabezaron Buenaventura Báez en 1846, Mella y
Felipe Alfau en 1853, para 1860 la anexión a España comienza a germinar a
raíz de una larga exposición que hiciera Pedro Santana a la Reina Isabel II en la
misma fundamenta su solicitud.
El 18 de marzo de 1861, fue arriada en toda la República la bandera tricolor
símbolo del pueblo dominicano, en su lugar fue enarbolada la española. Volvía
la nación a ser tutelada por el trono peninsular, esta vez dirigido por Doña Isabel
II. La soberanía era entregada voluntariamente, sin derramamiento de sangre,
por el Presidente de la República, General Pedro Santana Familia, quien fue
honrado por la Corona de España con pomposos títulos, como el de Gobernador
Civil, Capitán General de la Colonia, Senador del reino, Teniente General de
Los Reales Ejércitos y Marqués de las Carreras. Santana había nacido en el
Poblado de Hincha en el año de 1801, poseía un hato en la ciudad del Seibo
llamado Hacienda el Prado, se había destacado como General y Patriota durante
la guerra en contra de Haití y, era considerado como héroe nacional, por haber
derrotado al ejército haitiano en las Batallas de Azua y las Carreras. A la sazón
ejercía la presidencia de la República por tercera vez. A sus 60 años el Hatero
del Seibo carecía de la energía mostrada en el pasado. Tratando de perpetrarse
en el poder, envió a Felipe Alfau en calidad de ministro en misión especial a
España, con el fin de gestionar la anexión a la madre patria. Argumentó querer
librar al país de la amenaza haitiana, así como de las incontables escaramuzas
políticas que diezmaban su población. Los dominicanos en su gran mayoría
estaban en contra de la Anexión. Sin embargo, Santana presentó la solicitud al
Gobierno de España simulando que todo el pueblo simpatizaba con esa medida.
Las gestiones llevadas a cabo ante la corona, encontraron terreno fértil, pero no
contaban con el apoyo del pueblo, el cual no había sido consultado. Por lo que
prontamente se iniciaron las protestas en todo el territorio dominicano.

PROTESTAS DEL PUEBLO DOMINICANO


En la capital, el padre Fernando Arturo De Meriño, el general Eusebio
Manzueta y el prócer Matías Ramón Mella Castillo, fueron los primeros en
manifestarse contra la anexión. En Santiago, el pueblo tras ser invitado, no
acudió al cambio de bandera en la Fortaleza San Luis. En San Francisco se
impidió a tiros el izamiento del pabellón Español. La noche del 2 de mayo de
1861 el coronel José Contreras y Cayetano Germocén tomaron por asalto la
población de Moca, proclamando la restauración de la República. Siendo más
tarde sometidos y luego fusilados junto a otras 23 personas, por las tropas del
general Suero- la orden fue dada por el general Santana. El general Francisco
del Rosario Sánchez al momento de la anexión, se encontraba en el exilio y tan
pronto se enteró de la noticia viajó hacia Haití. Penetró a la República
Dominicana por su frontera sur, siendo vilmente traicionado por Santiago de
Óleo, quien luego de herirle en la loma Juan Cruz, le entregó a las tropas
anexionistas. En Santiago el 26 de febrero de 1863 estalló otro fallido intento
revolucionario. Esta nueva aventura revolucionaria estaba liderada por el poeta
Eugenio Perdomo. Los alzados fueron apresados y juzgados por una comisión
militar. Al llegar el decreto real de fecha 19 de mayo de 1861, en que la reina
aceptaba la anexión, la revolución era inminente. La sangre de los próceres que
había sido derramada y el trato desigual que existía entre españoles y
dominicanos incrementaron las tensiones a tal nivel, que el 11 de agosto de 1863
fue declarado el estado de sitio en todo el país y se pidieron tropas de refuerzo
a Cuba y Puerto Rico. El mismo Santana se vio precisado a renunciar como
Capitán General de la Colonia; pues carecía de poder real. En su lugar fue de
designado Felipe Rivero y Lemoine.
INICIO DE LA GUERRA DE RESTAURACIÓN
Gregorio Luperón, prócer de la soberanía dominicana
Los patriotas atacaron los pueblos de Sabaneta y Montecristi. El combate sé
inició el 6 de septiembre de 1863, la lucha fue cruenta y duró todo el día,
resultando el saldo favorable para los patriotas. Dueñas de la ciudad las tropas
restauradoras iniciaron el 7 de septiembre la toma de la fortaleza San Luis. En
la batalla de Santiago se consagraron los generales Gaspar Polanco – que por su
eficiencia y valor alcanzó el grado de Generalísimo - y el general Gregorio
Luperón- quien surgió como uno de los héroes más distinguidos de la guerra de
restauración, por la forma magistral que condujo sus tropas-. Al ver el general
Buceta que era imposible vencer a las huestes restauradoras, inició
negociaciones de paz con el general Luperón. Los patriotas requirieron que los
españoles marcharan hacia Puerto Plata luego de entregar las armas. Buceta
indignado contesto que: "Las tropas de su majestad, jamás han entregado las
armas que les han sido confiadas para defender su honor". La retirada de las
tropas de Santiago hacia Puerto Plata, costó a los españoles más de mil muertos
y 200 heridos, pues fueron hostigados por los restauradores durante todo el
trayecto. Ocho días después de la toma de Santiago, el 14 de septiembre; se
formó el Gobierno Restaurador presidido por José Antonio Espaillat y se
redactó el acta de independencia, donde se manifestaron los motivos de la lucha.

Restauración de la soberanía
Monumento a la Batalla de Moca por la soberanía dominicana
La salida de las tropas españolas se inició el 10 de julio de 1865. La nación
volvía a ser libre y soberana de toda potencia extranjera, como planteara su
ilustre fundador. Germinaba de nuevo la semilla de la libertad y el honor. Los
miles de patriotas que habían caído no lo habían hecho en vano. Pues las últimas
palabras pronunciadas por Matías Ramón Mella Castillo en su lecho de muerte,
palpitaban en el corazón de cada Quisqueyano. "Aún hay patria". "Viva la
República Dominicana".
Cap. II
EL SURGIMIENTO DE LA SEGUNDA REPÚBLICA.
HECHOS Y CARACTERES.

Con la desocupación de las tropas y de las autoridades españolas se inicia el


periodo de la Segunda República, cuya duración alcanza medio siglo: desde
1865 hasta 1916. Este periodo republicano se define a través de varios aspectos,
tales como la muerte de Pedro Santana y con ella la eliminación del poder de
los hateros. Dicha eliminación no significo que desapareciera el satanismo, sino
que los mismos perdieron el poder del que hicieron uso durante la Primera
República. Durante la Segunda República persiste la búsqueda anexionista y
proteccionista como un fenómeno sintomático de la no superación ideológica y
de la permanencia del orden socio-económico cultural, relacionadas a esa
búsqueda continúan las pretensiones imperialistas, presentes en este periodo a
través de los Estados Unidos.
En el momento en que los españoles abandonaron el territorio dominicano
gobernaba Pedro Antonio Pimentel, quien enfrentaba problemas debido a su
torpeza administrativa. Mientras este ejercía su gobierno desde Santiago, el
general José María Cabral ocupo militarmente la Capital, imponiendo el orden
tanto en la ciudad como en todo el Sur. Los disgustos que acarreaba Pimentel y
su negativa de ejercer el mando desde Santo Domingo de acuerdo a la elección
de la asamblea que lo eligió, fueron socavando con su gobierno. Un movimiento
gestado por el Sur y el Este desconoció a Pimentel y proclamo al General Cabral
“protector de la Republica”. Dicha proclamación encontró el apoyo d ellos
pueblos del Cibao, y de esa manera cayo el ultimo presidente restaurador que
apenas duro cuatro meses gobernando.
El gobierno del llamado Protector planteaba buenas perspectivas al ser escogido
nacionalmente, y porque conto con el apoyo político de líderes como Luperón,
Arturo De Meriño, José Gabriel García y otros. Asistido por un buen grupo de
funcionarios instruidos y liberales, se dedicó a la reorganización del Estado y a
sanear la quebrada vida económica y social del país. Uno de sus aciertos fue
convocar una Asamblea Constituyente el 25 de octubre de 1865, de donde
surgió una Constitución liberal que establecía entre sus muchas disposiciones:
a) El derecho al voto de todos los hombres mayores de 18 años, sin
limitación alguna.
b) El derecho de todos los dominicanos a elegir y ser elegibles.
c) La pérdida de la ciudadanía dominicana por residir en país extranjero;
por aceptar cargos, condecoraciones o pensiones de otros países: o por
servir contra la Republica.
d) El derecho de imprimir y publicar libremente las ideas.
e) La libertad para asociarse pacíficamente y sin armas.
f) El establecimiento del sufragio directo de los pueblos para los cargos
legislativos y ejecutivo.
g) La afirmación de que el Poder Ejecutivo “ no podía privar de su libertad
a ningún dominicano, ni imponerle pena alguna, ni impedir las
elecciones, ni disolver las cámaras, ni suspender sus sesiones.
El gobierno de Cabral fue de poca duración debido a su falta de firmeza
política frente a una revuelta que lo depuso con facilidad. A partir de este
momento la Segunda Republica entro en un proceso que puede dividirse en
tres etapas:
PRIMERA: Ciclo de colores: 1865-1882.
SEGUNDA: Dictadura de Lilis: 1882-1899.
TERCERA: Epilogo de la Segunda República: 1899-1916.

2. Los bandos de colores Bandos de colores.


Los bandos políticos aparecen tan pronto inicia la segunda Republica como
grupos parcializados en torno a un caudillo que propugna unas ideas acordes
con sus simpatizantes. Los orígenes de la aparición de los bandos se localizaban
en la pugna ocurrida durante la primera Republica entre el liberalismo y el
santanismo y después entre el santanismo y el baecismo como facciones
dominantes que buscaron excluirse mutuamente.
Con la restauración de la soberanía se plateo la vuelta de Báez, promovida por
sus partidarios; a la misma se opusieron los restauradores de ideas más
avanzadas, como también los santanista. fue de esta manera que se definieron
espontáneamente los bandos políticos. Los mismos no fueron partidos políticos
en el sentido estricto ya que no seguían principios, sino caudillos o caciques;
además no tenían plataformas ni locales, ni emblemas, ni registro de afiliados.
Se regían mediante sistemas personales por lo cual sus “conflictos no fueron
dirimidos en las urnas sino en la manigua, por las balas y no por los votos”.
Báez inauguro su tercera presidencia el 8 de marzo de 1865, en medio de una
situación adversa que comenzó con la abierta fustigación de Fernando Arturo
de Meriño y la renuncia de Luperón como gobernador de Santiago. Luperón
organizo una protesta que no encontró el apoyo de quienes debían seguirle y
por lo tanto tuvo que marcharse al exilio. Báez había permanecido fuera de la
Republica desde que fue derrotado por lo hechos de la Revolución del 57.
Llamado “ángel de la paz” por sus seguidores, inicio su tercera presidencia con
la característica mas constante de su política: el anexionismo. A ella se sumó la
derogación de la Constitución del 1865 para usar la de 1854 que atribuía poderes
dictatoriales al gobernante y restringía las libertades individuales, se esta
manera se caracterizo por el empleo de medidas represivas: persecuciones,
encarcelamientos y destierros contra sus contrincantes y enemigos principales.
Sustituyo el Congreso Nacional, que lo eligió bajo presión, por otro manejado
a su antojo y que presidia su hermano Valentín Ramírez Báez.
Frente a estas medidas surgieron brotes armados oposicionistas que cobraron
fuerzas con la presencia de Gregorio Luperón, a quien se sumaron José María
Cabral, Manuel Rodríguez objio y otros. Estos formaron un Triunvirato,
integrado por Luperón, Federico De Jesús García y Pedro Antonio Pimentel. El
Triunvirato tomo el control del Norte constituyendo un gobierno paralelo al de
Báez hasta que provoco su derrocamiento, que lo obligo a asilarse en el
consulado francés. Así se produjo la caída de la tercera presidencia de Báez que
solo duro unos seis meses.
El Triunvirato quedo en el poder confrontando diversos problemas causados por
disgustos de Pimentel con algunos compañeros de luchas, pero Luperón
centralizo la situación proponiendo colocar un presidente provisional hasta
celebrar elecciones. El general Cabral fue el hombre electo, y las elecciones del
20 de agosto de 1866 lo confirmaron en su posición. El proceso electoral se
caracterizo por se el primero que permitió que los hombres mayores de 18 años
votaran, también en que todos los votos fueron para el bando de los azules.
Cabral trato de reorganizar y dar soluciones en su administración poniendo en
vigencia la Constitución de 1865 y tratando de conseguir un empréstito con los
Estados Unidos, arrendando la Bahía de Samaná. En 1867 exploto en la frontera
el estallido del bando Rojo, bajo la dirección del hermano de Báez y la revuelta
origino un gobierno provisional baecista en Montecristi, que bajo forma de un
Triunvirato formaban Antonio Gómez, Ramon Luna y José Barrientos.

LOS SEIS AÑOS DE BÁEZ: SAMANÁ, ESTADOS UNIDOS Y


HARTMONT.
Báez había tomado posesión de la Presidencia de la República, el 2 de mayo de
1868 y de esa manera inició el período de su administración que se conoce como
el Gobierno de los 6 Años.
Había regresado de Curazao, donde se encontraba exiliado, el día 29 de Marzo
de 1868.
En el momento de su regreso, el Gobierno de la República Dominicana estaba
en manos de un triunvirato que inició su gestión el 15 de Febrero de 1868.
Lo integraban los generales José Hungría, Antonio Gómez y Ramón Luciano,
quienes establecieron un régimen de terror y persecuciones contra los políticos
y militares del Partido Azul, que habían apoyado al Gobierno del Presidente
José María Cabral, quien tuvo que renunciar el 31 de enero de 1868.
El Triunvirato se trazó como meta buscar en Curazao al ciudadano
Buenaventura Báez, para entregarle el Gobierno dominicano y por ello nombró
una comisión que se encargó de buscarlo y traerlo a la República Dominicana.
Retornó el 29 de Marzo de 1868. De inmediato sus partidarios organizaron unas
elecciones, y el 2 de Mayo fue juramentado Presidente de la República.
El Gobierno de los 6 Años de Buenaventura Báez fue un período de Gobierno
que se caracterizó por ser dictatorial, los asesinatos políticos y las
irregularidades en la administración de los fondos públicos, fueron de sus
estampas.
Este periodo gubernativo se convirtió en una inescrupulosa dictadura por la
alteración del mando presidencial, su Constitución fue la del 1854, que
establecía el llamado Senado Consultor e ilimitados poderes para el gobernante
que le permitieron perseguir, arrestar, reprimir y todo tipo de desmanes
incluyendo el fusilamiento. Pero lo que más define su dictadura fue la búsqueda
de dinero, de lo cual desprendieron tres asuntos: la venta de Samaná, la
búsqueda del anexionismo estadounidense y los empréstitos. El precio de
Samaná consistía en dos millones pagados la mitad en oro y la otra mitad en
armas y municiones. Frustrada la anexión con EEUU, Báez busco arrendar la
bahía de Samaná a una compañía privada. En 1872 firmo un contrato con los
representantes de “la compañía de la bahía de Samaná”, el arrendamiento
otorgaba la soberanía sobre el territorio, sus aguas, islas y cayos circundantes,
como el derecho de reventa del territorio a la mejor conveniencia de la
compañía. El estado dominicano recibiría a cambio 150,00 pesos oro anuales.
El acuerdo debía entrar en vigencia para el año 1873. Al mismo tiempo
concertaba un empréstito que se ha definido como la más colosal estafa de que
ha sido víctima el Estado dominicano”. Este empréstito se realizó a través de un
corredor de valores de Inglaterra llamado Edward Harmont y en 1869 se firmó
un contrato de préstamo por 420,00 libras esterlinas que con los intereses
acumulados en 25 años ascendería a 1,472.500 libras esterlinas. La garantía del
préstamo era las recaudaciones de las aduanas de los puertos de Santo |Domingo
y Puerto Plata, como también otros beneficios menores. Aunque la firma
Harmont se comprometió a pagar 50,000 libras el día que entrara en vigencia el
contrato, todavía en 1870 Báez solo había recibido 38095 libras esterlinas,
cuando para esa fecha todo el dinero debió haber sido entregado. Con los
pagarés en la mano Harmont emitió más adelante el estafador siguió haciendo
negociaciones internacionales lo cual daría al curso de más reclamaciones a la
Republica Dominicana. El Gobierno de los 6 años terminó en enero de 1874.
Buenaventura Báez fue el único político dominicano que en el siglo XIX ocupó
la Presidencia de la República Dominicana en cinco oportunidades.
Entre los años que transcurren entre 1874- 1882, es notorio el numero de
gobiernos que se suceden como resultado del partidarismo personalista que
rompió con el principio de la unión. Dichos gobiernos fueron los siguientes:
1. Gobierno de Ignacio María Gonzales. Después de haber sido presidente
provisional en Puerto Plata, y después de haber compartido el mando con
Manuel Cáceres en Santo Domingo, fue electo presidente Constitucional.
Abolió la medida que prevalecía desde los tiempos de Santana acerca de
la movilidad ciudadana (ya que para movilizarse en el país era necesario
tener pasaporte), y rescindió el contrato de arrendamiento de Samaná.
Permitió el regreso de los exiliados políticos, incluyendo a Luperón,
Cabral y otros. La búsqueda de créditos en el extranjero que despilfarraba
y una serie de medidas arbitrarias llevaron a que Luperón buscara
destituirlo. Con el apoyo de las sociedades, Gonzales fue denunciado y
llevado ante el Congreso para ser obligado a respetar las leyes. Este
intento resistirse, pero la alianza de los rojos y Azules le llevaron a
renunciar el 23 de febrero de 1876.

2. Gobierno del Consejo de Secretarios. Asumió funciones ejecutivas hasta


el 29 de abril. El 24 de marzo el Consejo de Secretarios convocó
elecciones y obtuvo la presidencia Ulises F. Espaillat, favorecido por
Luperón y con los votos de Azules, Rojos y Verdes.

3. Gobierno de Ulises f. Espaillat. Durante los mandatos de Báez sufre


persecución y cárcel y al término de la Guerra de los Seis Años, es puesto
en libertad y regresa a Santiago. Desarrolla una importante labor cívica
que aumenta el respeto y la admiración por su persona. Para 1876, Hostos
lo consideraba el hombre más digno del ejercicio del Poder que ha tenido
la República. Desde la ciudad capital se le reclama para que sea candidato
a la presidencia y el clamor se hace nacional. En marzo de 1876 acepta
la candidatura. El 15 de abril de ese año, la Cámara Legislativa lo
proclama Presidente electo por la cantidad de 24,000 votos. Se traslada
de Santiago a Santo Domingo, acompañado de impresionante comitiva
que recorre las comunidades de Moca, La Vega, San Francisco de
Macorís y Cotuí, llegando a la capital el 27 de abril a las 10 de la mañana
siendo objeto de un cálido recibimiento.
Su gabinete estuvo compuesto por Manuel de Jesús Peña y Reynoso
como Ministro de Interior y Policía; Manuel de Jesús Galván como
Ministro de Relaciones Exteriores; José Gabriel García como Ministro de
Justicia e Instrucción Pública; Mariano Cestero, en Hacienda y Comercio
y Gregorio Luperón como Ministro de Guerra y Marina. Este gabinete es
conocido como el "Gabinete de los Apóstoles" por ser considerado por
varios historiadores como el más excelso, completo y luminoso que ha
estructurado un gobernante en la historia de la República Dominicana2.
Su ejercicio del poder apenas duró cinco meses y cinco días. Desde el 29
de abril, al 5 de octubre de 1876.

4. Gobierno de la Junta Central Gubernativa. Formada por siete ciudadanos,


asumió la administración ejecutiva desde el 5 de octubre en que se
produjo la renuncia de Espaillat hasta el 11 de noviembre de 1876, en que
retorno Ignacio Ma. Gonzales para gobernar nuevamente.

5. Gobierno de Ignacio Ma. Gonzales. Por cuarta vez asumió el poder


durante un mes.
6. Junta Provisional de Gobierno. Presidida por Marcos Cabral, partidario
de la vuelta de Báez y quien con el General Manuel A. Cáceres hizo
renunciar a Gonzales.
7. Quinto y ultimo gobierno de Báez. Dicho gobierno paso del mando
provisional al mando constitucional, el cual tuvo que abandonar el poder
por la cantidad de sublevaciones en su contra presididas por Luperón.

8. Gobierno Central Provisional. Organizado por el General Cesáreo


Guillermo y compuesto por Caciques o lideres regionales; ejerció un
mandato que únicamente tendió a buscar un gobernante. Al respecto se
le ofreció a Gregorio Luperón la presidencia, pero este no la acepto. Se
recurrió entonces Gonzales, quien se juramento para el 6 de julio de 1878.

9. Gobierno de Ignacio Ma. González. Debía ejercer según las


recomendaciones dadas por Luperón, en el sentido de que fuera un
gobierno conciliatorio, pero se apoyo en el personalismo y enfrento una
sublevación de los Azules, comandados por Luperón.
10. Gobiernos simultáneos de Gonzales y Deetjen. Como resultado de la
sublevación Azul, Luperón formo en Puerto Plata un gobierno
provisional que encabezo Alfredo Deetjen, mientras González busco
resistir la sublevación que se propago rápidamente. Renuncio el 2 de
septiembre de 1878.

11. Gobierno de Jacinto de Castro. Presidente de Suprema Corte de Justicia,


De Castro fue llamado a ocupar el gobierno provisional, según lo
establecía la Constitución. A los 28 días de su administración presento
renuncia.
12. Gobierno del Consejo de Ministros. Asumió funciones del 30 de
septiembre de 1878 a 27 de febrero de 1879. Convoco al Congreso
Nacional para establecer reformas constitucionales entre las cuales se
establecieron: la pena de muerte y la ampliación de dos años al periodo
presidencial. El consejo de Ministros llevo la celebración de elecciones
para elegir presidente.

13. Gobierno de Cesáreo Guillermo. De origen Rojo, convertido en Azul, era


virtual presidente en el Consejo de Ministros, como gobernante electo
actuó con gran desacierto y de manera dictatorial. A juicio de Luperón,
quien al regresar de Europa organizo el derrocamiento.

14. Gobierno provisional de Luperón. Se instala en |Puerto Plata teniendo el


control de Santo Domingo través de su lugarteniente, Ulises Heureaux.
El gobierno se extendió el 7 de octubre de 1879 al 1ro de septiembre de
1880. El mismo constituye a la ascensión y triunfo del bando Azul.

15. Gobierno Constitucional del Padre Meriño. Perteneciente al cuadro Azul,


fue el primer dominicano que pudo cumplir un periodo presidencial que
abarco los años d e1880-1882, a la vez que instalo el unipartidismo Azul
hasta 18886. Siguió los principios de Paz, Orden y Progreso sustentados
por Espaillat.
ANTECEDENTES Y CAUSAS DE LA INTERVENCIÓN DEL 1916.
A los 72 años de haberse proclamado la Independencia concebida por |Duarte,
y a los 51 del triunfo de la Restauracion, se produce la gresion militar e
imperialista de los Estados Unidos a la soberanía dominicana. Dicha agresión
ocasiono la ocupación del territorio nacional, precedida por una serie de
manifestaciones intervencionistas. Agresión, intervención y ocupación tienen
numerosas causas externas e internas, además de varios antecedentes. Entre
estos últimos se cuentan:
A. La formulación de la Doctrina Monroe como fundamentación al
exclusivismo americano.
B. La política expansionista de los Estados unidos hacia el oeste.
C. La búsqueda de protección o anexión a los Estados Unidos por
parte de los principales gobernantes de la Primera República.
D. La propuesta de arrendamiento de Samaná hecha por José María
Cabral y mas tarde por Báez a los Estados Unidos que despertó el
interés por sus condiciones de puerto natural y estratégico.
E. El interés anexionista del presidente Grant durante el gobierno de
los 6 años de Báez.
F. Los empréstitos realizados por Báez, especialmente el Hartmont.
LA OCUPACIÓN Y SUPREMACÍA ESTADOUNIDENSE EN SANTO
DOMINGO.
Tres días después de que Desiderio Arias abandonara el país, un contingente del
Cuerpo de Marines de Estados Unidos desembarcó y en dos meses tomó el
control de la nación imponiendo en noviembre de 1916 un gobierno militar bajo
el mando del contraalmirante Harry Shepard Knapp.
Los marines impusieron el «orden» en la mayor parte de la república, con
excepción de la región oriental. A consecuencia de la ocupación, el presupuesto
del país se equilibró, disminuyó la deuda externa y se retomó el crecimiento
económico. La fuerza de ocupación propició la realización de importantes
proyectos de infraestructura como la creación de nuevas carreteras que unieron
todas las regiones del país por primera vez en la historia. También se creó la
Guardia Nacional, una organización militar profesional que sustituyó a las
fuerzas partidistas de carácter caudillista que habían librado una lucha
interminable por el poder.
La mayoría de los dominicanos, sin embargo, se resintió por la pérdida de su
soberanía a manos de los extranjeros. El país quedó en manos del Departamento
de Marina estadounidense. Un movimiento guerrillero conocido como los
"gavilleros" contó con el apoyo de la población en las provincias orientales de
El Seibo y San Pedro de Macorís. Estos insurgentes, sobre la base de su mejor
conocimiento del terreno local, lucharon contra la ocupación de Estados Unidos
desde 1917 hasta 1921. No obstante, las fuerzas estadounidenses mantuvieron
el orden durante este período de insurrección hasta que en 1921, los gavilleros
fueron definitivamente superados por la supremacía aérea de los ocupantes y
los métodos de contrainsurgencia y acoso constante aplicados por los militares
estadounidenses.
Retirada
Después de la Primera Guerra Mundial, la opinión pública en Estados Unidos
comenzó a manifestarse en contra de la ocupación. Wilson sopesó la
conveniencia de evacuar la isla, pero no llegó a tomar medida alguna.8Warren
G. Harding, quien sucedió a Wilson en marzo de 1921, había hecho campaña
contra las ocupaciones de Haití y la República Dominicana. Una de las primeras
medidas del nuevo presidente estadounidense fue nombrar un nuevo
gobernador, más favorable a la retirada militar de la república caribeña. Escogió
también un nuevo responsable de las aduanas dominicanas, pues pretendía
equilibrar las finanzas del país antes de concluir la ocupación.
En junio de 1921, representantes de Estados Unidos presentaron una propuesta
de retirada, conocida como el Plan Harding, que abogaba por la ratificación
dominicana de todos los actos del gobierno militar, la aprobación de un
préstamo estadounidense de $2,5 millones de dólares para obras públicas y otros
gastos, la aceptación de los oficiales de la policía creada por los estadounidenses
o Guardia Nacional y la celebración de elecciones bajo la supervisión de los
Estados Unidos. La policía dominicana quedaría durante un cierto periodo
sometida al mando de oficiales de los Estados Unidos. El gobernador
estadounidense pretendía formar un nuevo Gobierno al que ceder el poder
cuando sus fuerzas abandonasen el país mediante una serie de votaciones.
La reacción popular al plan fue abrumadoramente negativa. Se desataron una
serie de protestas que culminaron con una gran manifestación frente a la
residencia del gobernador. La prensa, los dirigentes políticos y la mayoría de la
población exigían una evacuación inmediata e incondicional. La permanencia
de una misión militar estadounidense y el control de la policía hizo que los
críticos tildasen el resultado del plan de protectorado encubierto. Los dirigentes
de los cuatro partidos políticos de la república se negaron rotundamente a
aceptar el plan y a participar en las elecciones previstas, en parte por la presión
popular, que no admitía concesiones. Los intentos del secretario de Estado
estadounidense Hughes para atraerse a los descontentos con ciertas concesiones
fracasaron y el gobernador Robinson anuló la convocatoria de elecciones a
asambleas regionales, primer paso de su fallido plan. El principal escollo en las
negociaciones por parte estadounidense era la negativa dominicana a aceptar el
pago de los préstamos que había contraído la administración ocupante, que era
fundamental para los estadounidenses. Para los dominicanos, toda presencia
militar estadounidense resultaba intolerable. Dado el estancamiento de las
negociaciones y la crisis económica, el gobierno militar se aprestó a continuar
la ocupación y a solicitar un nuevo empréstito en marzo de 1922.
Algunos líderes dominicanos, sin embargo, utilizaron el plan como base para
nuevas negociaciones que terminaron en un acuerdo entre el secretario de
Estado de Estados Unidos Charles Evans Hughes y el embajador dominicano
en Estados Unidos Francisco J. Peynado el 30 de junio de 1922. Este acuerdo
permitió la selección de un presidente provisional para gobernar hasta que las
elecciones pudieran ser organizadas. A cambio de ceder el poder y el control de
la policía al nuevo Gobierno dominicano, los representantes caribeños
aceptaban respetar las medidas aprobadas durante la ocupación. Bajo la
supervisión del emisario Sumner Welles, representante personal del presidente
Harding encargado de organizar la evacuación, Juan Bautista Vicini Burgos
asumió la presidencia provisional el 21 de octubre de 1922. Welles, que quedó
como principal representante estadounidense en la isla pese a carecer de cargo
oficial, logró que los partidos dominicanos aceptasen el acuerdo alcanzado por
Hughes en los Estados Unidos. Las negociaciones entre el gobierno militar y
los políticos dominicanos, en las que Welles tuvo que mediar, fueron
complicadas, en especial por el desacuerdo entre las dos partes sobre el control
de la policía, que Robinson deseaba mantener al menos durante unos seis meses
y los dominicanos deseaban recibir inmediatamente después de que se formase
el nuevo Gobierno. Welles tuvo que solicitar el respaldo personal del presidente
Harding para vencer la oposición de Robinson a las concesiones, que se basaba
fundamentalmente en motivos militares, mientras que los dominicanos daban
más importancia a los aspectos políticos de las cuestiones.
Tras las elecciones, el nuevo Gobierno provisional tomó posesión el 21 de
octubre. En las elecciones presidenciales del 15 de marzo de 1924, Horacio
Vásquez Lajara, un antiguo aliado y colaborador de los Estados Unidos, derrotó
a Peynado fácilmente. El Partido Alianza de Vásquez también obtuvo una
cómoda mayoría en ambas cámaras del Congreso. Con su ascenso al poder el
12 de julio, el control de la República regresó a manos dominicanas. La retirada
de las fuerzas estadounidenses comenzó en junio de ese año, y concluyó en
septiembre.
Cap. III
LA TERCERA REPUBLICA.

1. EL RETORNO DE HORACIO VASQUEZ.


Las elecciones de 1924 permitieron el retorno de horacio Vasquez, el caudillo
político mas predominante en los albores del siglo XX. Esto significaba la
recuperación del “ Horacismo” como tendencia política que se explica mediante
la fuerte adhesión que manifestaban diferentes sectores por el líder a quien se
veía con una devoción que a veces llegaba al fanatismo. Lo que refleja los años
de duración de su último mandato.
Características de Gobierno
➢ Respeto a las Libertades Públicas y Derechos Humanos.
➢ Aceleró el proceso de modernización en la sociedad dominicana.
➢ Obras de infraestructura
➢ Construcción del Acueducto de Santo Domingo.
➢ Se ampliaron las tres carreteras.
➢ Fundo la escuela Agrícola de Moca.
➢ Ordenó la construcción de los puentes sobre el río Yuna, Iguamo y Nizao.
Medidas negativas
➢ Gestionó nuevos préstamos.
➢ Fue elegido por 4 años y extendió su mandato a 6 años, violando la
institucionalidad.
➢ Autoriza la emisión de bonos por 10 millones de dólares.
➢ Creación de cargos públicos innecesarios.
Derrocamiento
La intención de querer quedarse en el poder, llevó a Horacio Vásquez a
modificar la Constitución en dos ocasiones, lo cual dio motivo para su
derrocamiento y abrieron las puertas para que el general del Ejército Rafael
Leónidas Trujillo Molina, asumiera la presidencia de la República e instaurar
un régimen dictatorial durante 31 años.
Estas dos constituciones fueron reformadas durante el gobierno de Vásquez
para complacer sus apetencias de poder. La del año 1927 fue para prolongar el
período presidencial de Vásquez a seis años, y la otra, la del 20 de junio de
1929, para suprimir la prohibición de la reelección presidencial inmediata, lo
que le facilitaba al viejo caudillo mocano su repostulación en las elecciones de
1930.
Para obtener primero la prolongación de su mandato, Vásquez convocó a una
asamblea revisora de la Constitución, la que se reunió después de haber
fracasado los propósitos de sus seguidores para que el Congreso se pronunciara
para extender el período de gobierno.
Indudablemente que estas dos reformas provocaron el famoso levantamiento
del 23 de febrero de 1930 encabezado por el líder de la oposición Rafael Estrella
Ureña, el cual permitió que Trujillo se postulara a la presidencia acompañado
por Estrella, quien un año después rompió con el dictador, saliendo del país para
exiliarse en Cuba.
LA ERA DE TRUJILLO
Es el largo periodo de 31 años que sigue al horacismo a partir de 1930. Se
caracteriza por el militarismo, el unipersonalismo y el despotismo de su máximo
caudillo y exponente Rafael Leónidas Trujillo Molina. Su aparición y ascenso
político se vincula a una serie de factores como fueron:
1. La ocupación estadounidense.
2. El ejercito policiaco que creo dicha ocupación.
3. El favoritismo horacista que permitió su ascenso militar.
4. El acaudillamiento que consiguió en las filas del ejército nacional.
5. Sus características personales.
6. Su vinculación con el movimiento cívico que, planteando la necesidad de
un hombre nuevo, produjo el derrocamiento del viejo político Horacio
Vásquez.
La relación de Trujillo con la ocupación estadounidense no solo tiene que
ver con la formación militar que recibe sino también con los vínculos que
establece con los altos oficiales de Guardia Nacional. Estos al parecer vieron
en Trujillo al “hombre nuevo” que necesitaba el país, y por tal razón lo
recomendaron.
El 3 de marzo de 1930, se produjo una coalición de partidos bajo la formula
“Trujillo Presidente; Estrella Ureña Vicepresidente”. El único partido que
no se sumo fue el del derrocado Partido Nacional Horacista, que se movilizo
y busco la postulación de Vicini Burgos. Pero al negarse este busco entonces
la alianza del partido progresista y lanzo la formula “ Velásquez, Presidente,
Ángel Morales Vicepresidente”. Al convocarse las elecciones para mayo de
1930, Rafael Leónidas Trujillo dirigió un manifiesto publico aceptando
definitivamente su postulación y señalando entre otras cosas: “no hay
peligro en seguirme, porque en ningún momento la investidura con que
pueda favorecerme el resultado de mayo servirá para tiranizar la
voluntad popular a la cual sirvo en este momento y a la que serviré
lealmente en el porvenir”. El 24 de mayo la Junta Central Electoral legalizo
el proceso declarando triunfadores a Trujillo y a Estrella Ureña. El 16 de
agosto se juramentaron ambos, constituyendo esa fecha el punto de partida
de la Era.
Tras la victoria electoral el 16 de agosto de 1930, hace hoy 87 años, Trujillo
asumió el control total del país. Su gobierno se caracterizó por el
anticomunismo, la represión violenta a toda la oposición dominicana y el
culto a su personalidad. Además, las libertades civiles apenas existieron y se
cometieron constantes violaciones de los Derechos Humanos durante sus 31
años de mandato.

LAS PRESIDENCIAS (1930-1938 Y 1942-1954), LA CULTO A LA


PERSONALIDAD Y LA MASACRE DE LOS HAITIANOS
Al llegar al cargo de presidente, Rafael Trujillo empezó su política represiva
con la prohibición de los otros partidos políticos y sembrando el terror a través
de los militares para atemorizar a sus opositores. Cada uno de los ciudadanos
mayores de edad eran obligados de pertenecer al Partido Dominicano si querían
desarrollar una vida normal y encontrar trabajo.
En el principio de su presidencia, hubo un huracán que destruyó la capital Santo
Domingo. El país era en mala condición, pero Trujillo creó una atmósfera de
esperanza en el pueblo cuando prometió hacer todo lo que podía para reconstruir
la capital. Con esa esperanza y su figura pública de un presidente anticomunista,
disfrutó de la aprobación del pueblo y empezó a construir un culto a la
personalidad.

En 1936 la capital Santo Domingo fue renombrada en honor de Trujillo quien


había salvado la ciudad después del huracán: el nuevo nombre era la Ciudad de
Trujillo. Además se dice que Trujillo hizo muchos honores a sí mismo, por
ejemplo levantaba numerosos monumentos en su honor alrededor del país y
cambiaba los nombres de calles con su propio nombre. También recibía
numerosas condecoraciones de las que él era el único destinatario. Como varios
otros dictadores, Trujillo se veía como un tipo de santo y por eso ordenó que
cada hogar tenía que colocar una foto del presidente al lado del imagen de Jesús.
Trujillo desarrolló una cantidad de monopolios estatales y privados que fueron
gobernados por sus familiares. Nombró su familia en varios cargos importantes:
su esposa controlaba las importaciones y exportaciones, sus hermanos
controlaban la radio y la televisión, la prostitución y las industrias
manufactureras. Trujillo mismo siguió siendo el jefe de las fuerzas armadas,
pero también se dice que nombró su hijo de diez años como general del Ejército.
En 1937 se pasó la conocida Masacre del Perejil donde Trujillo ordenó a
asesinar cada uno de los haitianos en la República Dominicana. Según una
fuente, Trujillo había oído una noticia que unos espías dominicanos habían sido
asesinados en Haití y enfurecido Trujillo ordenó a asesinar todos los haitianos
del país. Según otras fuentes, Trujillo impulsó una política de antihaitianismo
porque los haitianos eran la causa de la pérdida de empleos para los campesinos
dominicanos. Tampoco hay estimaciones exactos de los víctimas, pero se dice
que entre 1.000 y 20.000 de haitianos fueron asesinados en la Masacre del
Perejil.
Quizás a causa de la masacre de 1937, Trujillo tuvo que retirarse del puesto de
presidente. Eso no quiere decir que ya no era activo en la política, el contrario:
durante los 31 años, Trujillo gobernó el país o como presidente o en las sombras
a través de un títere. En 1938 Trujillo eligió Jacinto Bienvenido Peynado como
su “sucesor”, pero en realidad era Trujillo quien continuó ser el verdadero líder
de la república. En 1942 Trujillo regresó como presidente y gobernó
oficialmente hasta 1954 cuando eligió su hermano como “sucesor”. Otra vez, el
sucesor era solo un títere y Trujillo mantuvo el poder completo hasta su muerte
en 1961.

Rafael Trujillo era un dictador cruel quien perseguía y torturaba a sus opositores
junto con los militares. El dictador mantuvo el control del cuerpo de oficiales a
través del miedo. Se dice que Trujillo usaba varios métodos brutales de tortura,
entre otros la silla eléctrica y sanguijuelas (en finés iilimato). También se dice
que tiraba los cuerpos de sus opositores en el mar para que desaparecieran
fácilmente. Durante su dictadura, Trujillo era responsable de la muerte de más
de 50.000 personas.

Trujillo tenía los apodos “El Jefe” y “El Benefactor”


Durante la presidencia de Trujillo, otros países vecinos criticaban la política de
Trujillo y la dictadura. Después de la masacre de 1937, los terrores del dictador
eran aún más visibles al mundo exterior. Varios países exigieron que Trujillo
renunciara a su cargo y la República Dominicana fue aislado de los acuerdos y
de las organizaciones internacionales poco a poco en los años 50. Se sabe
también que durante las décadas, había varias conspiraciones entre los
dominicanos exiliados y los países vecinos. Hubo varios intentos de golpes de
estado, pero no lograron a llegar hasta la destitución del presidente antes del año
1961.
El 30 de mayo de 1961 una conspiración junto con el CIA de los Estados Unidos
consiguió atacar contra Trujillo y asesinarle. Según una fuente (el podcast de
Yle Puhe) Trujillo estaba viajando para ver su amante cuando los conspiradores
atacaron y Trujillo murió a las 29 balas tiradas hacia él. Inmediatamente, su hijo
Ramfis llegó al poder para unos meses antes de que los EE.UU. desterraron toda
la familia de Trujillo de la República Dominicana.
En la Era de Trujillo, las libertades civiles eran inexistentes y los derechos
humanos fueron violados constantemente. Varias fuentes describen la situación
del país como “un estado de pánico donde una muerte podía ser encubierta como
un accidente y donde cualquier persona sindicada como desafecta podía ser
encarcelada y torturada”. Sin embargo, si queremos buscar algo positivo de la
Era de Trujillo, las fuentes dicen que Trujillo fundó numerosas escuelas
prestando atención en la educación y en la alfabetización del pueblo. Entonces
Trujillo no empobreció su país de la misma manera que su colega vecino,
Francois Duvalier en Haití.

LA ECONOMÍA DEL GOBIERNO DE TRUJILLO


Cuando Trujillo asumió el poder, la situación económica era pésima en todos
sus aspectos. Por un lado las aduanas, las entidades bancadas y las empresas
importantes eran controladas por los inversionistas de Estados Unidos. Por otro
lado el Estado no contaba con reservas monetarias, a lo que se añadieron los
efectos económicos que produjeron el ciclón de San Zenón y la de económica
mundial de 1929. La situación dio lugar a que el gobierno promulgara una ley
de emergencia en 1933, a través de la cual procuró negociar en 1934 el reajuste
de la deuda externa.
La economía dominicana se caracterizaba por ser esencialmente agro-
exportadora, este proceso se produjo paralelamente a la formación y
consolidación del aparato industrial. La principal industria dominicana era
siendo la azucarera, cuya producción, estaba destinada al mercado exterior,
alcanzando durante los años de la dictadura un alto desarrollo (se calcula que
representaba el 8o9ó del aparato productivo). Los demás productos agrícolas de
exportación eran los mismos que se consolidaron en el siglo XIX durante la
dictadura de Lilis, estos son: café, tabaco y cacao.
También se desarrolló una industria manufacturera cuya producción estaba
destinada al mercado interno (ocupaba el 20% restante) Esta industria liviana
estaba destinada al consumo doméstico de alimentos, bebidas, calzados,
vestidos, muebles y papel. Existía también un cierto desarrollo de la industria
de materia prima como la de cemento, textiles, cuero, oro, madera y bauxita.
Trujillo manutuvo una política de monopolización de la industria, la banca y el
comercio, pero sin afectar ni competir con los intereses de las grandes
compañías de capital extranjero o nacional, que se habían convertido en aliados
del régimen.
Al final de la dictadura, se estima que la familia Trujillo ocupaba casi el 5096
de la población empleada y controlaba más del 8o9ó de la producción agrícola
e industrial del país.

La agropecuaria
Como lo agropecuario era la base de la economía dominicana, el gobierno trazó
un plan de fomento agrícola que incluyó la creación del servicio de
investigaciones en la rama, y un sistema de colonización agraria a base de
colonos nativos e inmigrantes que procedían en su mayoría de Europa.
Se promovió un programa de colonización agrícola que hizo dedicar al cultivo
decenas de miles de tareas que anteriormente se encontraban abandonadas. La
producción agrícola aumentó en todos los renglones, y el país se volvió
autosuficiente en arroz, maíz, frijoles y demás víveres. A finales de los
cincuenta, el azúcar, café, cacao y tabaco representaban el 90% de las
exportaciones dominicanas.

La industrialización
Para los últimos años de la década del 40, y durante la década del 1950, los
establecimientos industriales no solo se triplicaron en comparación con otros
períodos, sino que cubrieron renglones variados: alimentos, bebidas, cigarros,
textiles, impresos, muebles, calzados ,máquinas, vidrio, corcho, productos
minerales, artículos eléctricos, construcción y reparación de materiales de
transportes, etc. la mayoría de estas industrias operaban ya como compañías
privadas (cuyos gerentes o propietarios representaban casi siempre los intereses
de los Trujillo) o bien compañías del estatales.
El azúcar
Trujillo decidió tener el control de los ingenios y creó la ley de defensa del
azúcar que le permitía adquirir la mayoría de las centrales azucareros, lo cual
logró a base de fuertes impuestos y de una inmensa campaña de presión. Los
ingenios comprados por Trujillo fueron el Santa Fe, de la South Porto Rico
Sugar, Azucarera Haina, Azucarera Nacional y Azucarera Yaqué.
medidas económicas políticas de Trujillo
• En el 1941 se fundó el Banco de Reservas: El primer banco de capital
nacional creado por el gobierno fue el Banco de Reservas, establecido mediante
la compra de las sucursales del National City Bank. El Banco de Reservas
comenzó sus operaciones con un millón de pesos con un carácter comercial y
depositario de los fondos oficiales.
• En el 1945 se creó el Banco Agrícola: cuya función era
principalmente efectuar créditos a corto plazo destinados al fomento de
la agricultura, la ganadería y las industrias, y de manera especial a favor
de personas de modesta capacidad económica.
• En el 1947 se creó el Banco Central de la República Dominicana:
cuya función era la emisión del peso oro dominicano, moneda nacional
que sustituiría al dólar norteamericano, moneda de circulación nacional
en los años anteriores.

POLÍTICA ECONÓMICA
La depresión de 1929 trajo como consecuencia una tendencia hacia la
monopolización. En el caso de la República Dominicana, cuya economía se
caracterizaba por ser esencialmente agro-exportadora, este proceso se produjo
paralelamente a la formación y consolidación del aparato industrial. La
principal industria dominicana siguió siendo la azucarera, cuya producción,
como sabemos, estaba destinada al mercado exterior, alcanzando durante los
años de la dictadura un alto desarrollo (se calcula que representaba el 80% del
aparato productivo) Los demás productos agrícolas de exportación siguieron
siendo los mismos que se consolidaron en el siglo XIX durante la dictadura de
Lilis, estos son: tabaco, café y cacao.
Paralelamente se desarrolló una industria manufacturera cuya producción
estaba destinada al mercado interno (ocupaba el 20% restante) Esta industria
liviana estaba destinada al consumo domestico de alimentos, bebidas, calzados,
vestidos, muebles y papel. Existía también un cierto desarrollo de la industria
de materia prima como la de cemento, textiles, cuero, oro, madera y bauxita.

Este fenómeno económico tiene varias explicaciones:

a. Trujillo logró especializar la mano de obra en la industria a partir


de política migratoria campo-ciudad, los campesinos eran incorporados
al trabajo en las industrias, convirtiéndose en trabajadores asalariados.
b. Esta política migratoria no significa la desaparición de la
producción agropecuaria; al contrario, fue fortalecida por Trujillo
mediante el despojo de las tierras a los campesinos y las propiedades
agrarias, cuyos productos estaban destinados a la exportación.
c. El desarrollo del mercado interno se hizo incentivando el consumo
a través de las medidas represivas. Algunos ejemplos: Trujillo compró la
Fabrica Dominicana de Calzados (FADOC) y mediante la Ley 284 se
impuso el castigo severo a los transeúntes urbanos que estuvieran
descalzos. Adquirió también la Fábrica de Pintura (PIDOCA), para la
cual dispuso que las viviendas fuesen pintadas cada año. Se hizo dueño
de la Central Lechera, y poco tiempo después promulgó el Reglamento
330 "Sobre Calidad y Salubridad". La aplicación de este reglamento
supuso el cierre de 29 empresas lecheras, que no cumplían "con los
requisitos exigidos por el Reglamento".
Trujillo manutuvo una política de monopolización de la industria, la banca y el
comercio, pero sin afectar ni competir con los intereses de las grandes
compañías de capital extranjero o nacional, que se habían convertido en aliados
del régimen. Era, por ejemplo, el propietario de muchos ingenios, pero no
compitió en el mercado con la familia Vicini, promotores del dulce desde el
siglo XIX, ni la Gulf And Western. La Alcoa, empresa minera dedicada a la
extracción de bauxita, la Falcombridge Dominicana, firma multinacional
dedicada a la extracción de ferroniquel y la Rosario Mining Company, Para
explotar las minas de oro. Estas empresas lograron instalarse en el país durante
la dictadura y operar sin dificultad alguna.

Muerto Trujillo, se inicia desde el 31 de mayo una feroz persecución contra los
implicados y conspiradores que ocasionaron la muerte de algunos de ellos y el
encarcelamiento de parientes y amigos.
Con la llegada de Ramfis se intensificó la búsqueda de los involucrados,
mientras las honras fúnebres concluían en la iglesia Nuestra Señora de los
Consuelos, de San Cristóbal. En esa ocasión y ante el féretro del dictador, el
doctor Joaquín Balaguer, que ostentaba la ficticia condición de presidente de la
República desde el 3 de agosto de 1960, leyó compungido el panegírico de
lugar, expresando con dolor: “Querido Jefe. Hasta luego. Tus hijos espirituales,
veteranos de las campañas que libraste durante treinta años para engrandecer a
la República y estabilizar el Estado, miraremos hacia tu sepulcro como un
símbolo enhiesto y no omitiremos medios para impedir que se extinga la llama
que tú encendiste en los altares de la República y en el alma de todos los
dominicanos”. El juramento del estadista, que luego gobernó la República por
más de veinte años, prevaleció como maldición convirtiéndose en retranca para
el avance de lo que sería la democracia dominicana.
Llama la atención la inmediata reacción popular contraria la dictadura: durante
los nueves días de recogimiento impuesto por la circunstancia y desaparición
de quien había gobernado con manos de hierro, todo era dolor y también llanto
fingido. Tres semanas después la expresión de alegría no se podía contener y el
miedo fue cediendo paso a las protestas públicas y al enfrentamiento contra la
estructura político-militar del régimen sin importar la represión indiscriminada,
los crímenes y la utilización de bandas paramilitares que asediaban en la calles
y barrios a los opositores. En sentido general, la población, que en principios
fue impactada por el hecho de sangre que puso fin a la vida de Trujillo, empezó
muy pronto a expresar su deseo de cambios.
Bajo la presión internacional y la llegada al país de la Comisión de la
Organización de Estados Americanos (OEA), el 7 de junio, se iniciaron las
negociaciones para presionar que se fuera abriendo la brecha hacia la
democracia. La presencia de los comisionados fue aprovechada por los
contrarios a la dictadura para organizar las primeras protestas públicas a favor
del final del gobierno de Trujillo. En el puente Duarte, cuando la multitud
esperaba el paso de la comitiva, los calieses y los “paleros de Balá” reprimieron
la manifestación con el saldo de heridos y la muerte del doctor Víctor Estrella
Liz; pero la represión no logró detener los reclamos de libertad, por el contrario
se fueron convirtiendo en verdaderas pobladas populares incontrolables para los
organismos de seguridad del gobierno.
La Comisión Interamericana de los Derechos Humanos de la OEA visitó el país
en varias ocasiones con el fin de negociar con el gobierno de Ramfis y el doctor
Joaquín Balaguer las reformas democráticas, que tenían como trasfondo el
levantamiento de las sanciones económicas impuestas al país desde la reunión
de Cancilleres en Costa Rica, en 1960. Estuvo en Santo Domingo del 12 al 28
de septiembre y desde el 22 hasta el 28 de octubre de 1961. Las visitas
facilitaron las actividades antitrujillistas del Movimiento Revolucionario 14 de
Junio (1J4), Movimiento Popular Dominicano (MPD), la Unión Cívica
Nacional (UCN) y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD, para incitar a
las protestas a favor de la salida de los familiares de Trujillo y sus más cercanos
colaboradores. Los grupos de protestantes se polarizaron en torno a la Unión
Cívica Nacional y el Movimiento Catorce de Junio, considerados un peligro
para la permanencia en el poder del sector trujillista. Ramfis planificó ofertar al
Movimiento 14 de Junio la formación de un frente común contra los cívicos, y
al MPD adiestramiento militar y entrega de armas, pero esto quedó en el
interés del hijo de Trujillo, pues los acontecimientos desbordaron los planes de
los familiares del “Jefe” para quedarse en el poder.
El Movimiento 14 de Junio, que venía actuando de manera clandestina desde
enero de 1960, se organizó de manera pública a partir del 14 de julio de 1961
bajo el liderazgo de Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo), con el nombre de
Movimiento Revolucionario 14 de Junio, integrando a un sector importante de
la juventud dominicana.
El activismo de los opositores a la dictadura solo era posible por su decisión de
luchar contra los Trujillo y debido a la presión internacional, las sanciones de
la OEA, la crisis económica que se estaba viviendo provocada por el bloqueo
económico y a la insistencia de los Estados Unidos en propiciar el
establecimiento de un gobierno que evitara la profundización de la lucha; una
fórmula para impedir la instauración de un gobierno de características similares
a la Cuba revolucionaria. Washington era partidario de una salida negociada
entre los cívicos y trujillistas, que evitara la emergencia de sectores
radicalizados y revolucionarios. Como parte de la estrategia se recomendaba el
levantamiento de las sanciones diplomáticas y económicas y asignarle al país
una cuota azucarera de la que Cuba había sido despojada.

Estados Unidos no dio muestra de inmediato de querer romper con el hijo del
dictador debido a que los cívicos todavía no eran una clara opción de poder y
porque estaban preocupados con el auge popular del 1J4 y la inestabilidad
política que se estaba viviendo; pero las protestas callejeras y las huelgas
patrocinadas por la UCN, el Movimiento 14 de Junio, el MPD, y el PRD
hicieron fracasar el proyecto americano de un gobierno de consenso que
contemplara la vigencia de Ramfis y la participación de los cívicos en el
gobierno.
La estrategia de Trujillo hijo, como principal líder militar de la familia del
dictador, en la que Héctor y Arismendi Trujillo eran figuras importantes, fue
permitir una limitada apertura en la que Joaquín Balaguer apareciera como el
mandatario que estaba interesado en el establecimiento de la democracia,
mientras que otro sector trujillista sugería el rompimiento de las negociaciones
con los americanos y la OEA, imponiendo una salida de fuerza que permitiera
la continuidad de la tiranía. Pareció imponerse la salida preferida por Ramfis,
pero Norteamérica se alejó rápidamente de esta propuesta y se acogió a las
posiciones de los cívicos, debido a que la resistencia popular contra los
remanentes de la dictadura no permitía una salida que incluyera a los familiares
de Trujillo en el proceso de transición, cuyas fuerzas e influencia estaban
visiblemente deterioradas.
Ante la desintegración del poder de la familia Trujillo, Ramfis optó por
renunciar a la Jefatura del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas el
14 de noviembre; pero el día 15 algunos de sus familiares dieron signos de
intentar una salida militar a la crisis, cuando subrepticiamente regresaron del
exterior los hermanos Héctor y Arismendi Trujillo. La movilización popular,
las presiones diplomáticas y el levantamiento del General Rodríguez Echavarría
en la base aérea de Santiago, pusieron fin a la presencia de los Trujillo en
República Dominicana, que abandonaron el país al caer la tarde del sábado 18
de noviembre de 1961, después de haber asesinados en la Hacienda María, a los
complotados del 30 de mayo.

Lucha contra los remanentes de Trujillo:


La primera organización antitrujillista en formarse y actuar de manera pública
tras la muerte de Trujillo fue la UCN, pues antes, el 10 de enero de 1960, ya se
había formado el Movimiento Clandestino 14 de Junio en la clandestinidad. La
Unión Cívica Nacional surgió el 11 de junio de 1961 dirigida por el doctor
Viriato A. Fiallo, Severo Cabral, Emilio de los Santos, Luis Manuel Baquero,
Antinoe Fiallo y José Fernández Caminero. Integraba a muchos de los que
habían colaborado con el régimen, sectores de la clase alta que intentaban
alejarse de la opción Trujillista y núcleos radicalizados de estudiantes, obreros
y profesionales. Este movimiento patriótico se convirtió rápidamente en
representante de las aspiraciones conservadoras de sectores económicos
opuestos a Trujillo. Su programa, de contenido antitrujillista, tenía como
objetivo la sustitución de los remanentes de la dictadura en las diferentes
instancias del Estado.
Un año antes, el 4 de junio de 1960, había llegado a Santo Domingo el
Movimiento Popular Dominicano (MPD), encabezado por Máximo López
Molina y Andrés Ramos Peguero. Esta organización de izquierda
“antiimperialista” surgió en Cuba el 20 de febrero de 1956. Su llegada formó
parte de su interés en luchar contra el gobierno desde dentro, alejado de los
movimientos de exiliados y de las expediciones armadas, por lo que enarbolaron
la consigna de “lucha interna o Trujillo siempre”. Las facilidades para el regreso
de los emepedeistas formaron parte de la estrategia trujillista de la supuesta
“democratización del régimen” utilizando el “cuco” del comunismo. El MPD
instaló su local en la avenida Duarte, que para entonces se llamaba José Trujillo
Valdez, y dio inicio a su campaña de denuncia; pero muy pronto, tras la muerte
de Trujillo, pasó a ser brutalmente reprimida. La organización de izquierda tuvo
importante participación en las protestas que se produjeron en el período de la
transición democrática.
Uno de los actos más represivos del gobierno contra el MPD, sucedió el 7 de
julio de 1961. Ese día fue celebrada en el parque Colón, una manifestación
pública que concluyó con el incendio de Radio Caribe. Como era de esperarse,
la policía, los miembros del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) y los
“paleros” de José Antonio Jiménez (Balá) atacaron y destruyeron el local que
había abierto ese partido en la avenida Duarte próximo a la avenida Mella,
asesinando a miembros de esa organización. Los actos de violencia de la banda
paramilitar formada con simpatizantes del Partido Dominicano, obligaron a las
autoridades a encarcelar a los responsables de la violencia y llevarlos a los
tribunales; pero en el Palacio de Justicia la causa, que se quiso pasar el 11 de
julio, fue reenviada y Balá liberado sin fianzas.
Ramfis gobernando junto a Joaquín Balaguer:
El doctor Joaquín Balaguer, presidente títere que ocupó la presidencia de la
República desde agosto de 1960, comenzó a tener pleno poder tras la muerte de
Trujillo, pero compartiéndolo con el hijo del tirano. Acosado por las sanciones
de la OEA y los Estados Unidos, favoreció y aceptó el 2 de julio de 1961, la
renuncia de su gabinete. Entre los renunciantes se destacaban Rafael Paino
Pichardo, José Benjamín Uribe, Miguel Ángel Jiménez, Armando Gómez
Jiménez, Marcial Martínez, Eduardo Read Barreras, Francisco Augusto Lora y
J. Antonio Caro. Esta decisión fue apoyada por el Partido Dominicano (PD) en
su Convención Nacional Extraordinaria, abogando por la continuación del
proceso de “democratización”. El PD y el gobierno dieron garantías a los
opositores exiliados para que regresaran al país. El 5 de julio fue juramentado
un nuevo gabinete integrado por Pedro Justo Carrión en Finanzas, Hipólito
Herrera Billini en Interior y Policía, José Ángel Saviñón en Trabajo,
Temistocles Messina en Justicia, Armando Oscar Pacheco como secretario de
la Presidencia, Ambrosio Álvarez en Relaciones Exteriores, S. Salvador Ortiz
en Industria y Comercio, Emilio Rodríguez Demorizi, en Educación, y Manuel
S. Gautier en la Secretaría de Obras Publicas.
Dos días antes, el 3 de julio, el editorial del diario trujillista La Nación, trajo
como título “La Puerta está abierta”, anunciando que el doctor Balaguer y el
General Trujillo hijo daban garantías a la oposición radicada en el exterior
“para que vengan a trabajar en la República Dominicana contando con que su
acción política responderá a los sagrados intereses de la patria”. El 4 de julio el
Senado de la República aprobó suprimir el Servicio Militar Obligatorio, que
obligaba a todos los que se encontraran entre los 17 y 35 años de edad a cumplir
con este requisito cívico-militar durante 6 meses.
Acogiéndose a la ley del 17 de septiembre de 1960, promulgada el 31 de junio
de 1961 y que beneficia con indultos a prisioneros acusados de “crímenes y
delitos contra la seguridad del Estado”, fueron liberados el 4 de julio, 25 presos
políticos que estaban condenados por actividades contra el gobierno y
vinculados al Movimiento 14 de Junio, formado de manera encubierta en enero
de 1960. Entre los libertados se encontraban José A. Constanzo, Luis José
Germán Oliver, Miguel Lama Mitre, Federico Enrique Michel, Alfredo Parra
Beato y José R. González Rodríguez. El 8 de julio, la organización anunció su
constitución en partido y tres semanas después, el 27 de julio, salieron de la
cárcel Manuel (Manolo) Aurelio Tavárez Justo, Bienvenido Aquino Pimentel,
Ramón Isidro Imbert Rainieri, Raúl Cabrera Fernández, Julio Rafael, Gustavo
Adolfo y Hugo Adolfo Estévez Cabrera.

El PRD y la transición democrática:


El Partido Revolucionario Dominicano (PRD) se acogió a la apertura ofrecida
por Ramfis y el presidente Balaguer, pero antes de salir de Puerto Rico
responsabilizó a la OEA de lo que le pudiera pasar a sus dirigentes al ingresar
al país, por entender que esa organización internacional no había presionado lo
suficiente al gobierno dominicano. El 5 de julio llegó por primera vez al país el
PRD, que se había fundado en Cuba en 1939 bajo la dirección de Juan Bosch y
Juan Isidro Jimenes Grullón. La comisión perredeista, que como avanzada llegó
al país, fue encabezada por Ángel Miolán, Nicolás Silfa y Ramón Castillo.
Fueron recibidos en el aeropuerto de Punta Caucedo por familiares, y el
historiador Emilio Rodríguez Demorizi en representación del doctor Balaguer.
La Comisión tenía como misión organizar el regreso del principal líder de la
agrupación política. Fue portadora de una alocución del Profesor Juan Bosch en
la que se explicaban los méritos, los fines y los trabajos que iban a desarrollar
los comisionados del PRD en la República Dominicana. El 8 de octubre llegó
al país un grupo de izquierdistas encabezados por el Profesor Dato Pagan
Perdono, Americio Lora Camacho, y Corpito Pérez, quienes formaron el Partido
Nacionalista Revolucionario, al que de inmediato se adhirieron Rafael Kasse
Acta, Víctor Villegas y el doctor Astacio.
La primera manifestación pública del PRD fue celebrada al medio día del
viernes 7 de julio de 1961, frente al local abierto por ese partido en la calle El
Conde. Más de cuatro mil personas abarrotaron el área del parque Colón para
escuchar a una docena de oradores. Los manifestantes fueron vigilados por el
Servicio de Inteligencia Militar (SIM), policías y calieses. En la ocasión
participaron como oradores Julio de Peña Santos en representación del MPD y
Thelma Frías, Nicolás Silfa, Ramón Castillo y Ángel Miolán, por el PRD.
Terminada la manifestación, los participantes se dividieron en dos columnas,
una por la calle El Conde y la otra por la Isabel La Católica avanzando a
diferentes puntos de la ciudad.
Lanzando consignas contra la dictadura los manifestantes se dirigieron al
edificio de Radio Caribe ubicado al lado del local principal del Partido
Dominicano, próximo al obelisco. La emisora, dirigida por Salomón Sanz, se
destacó como instrumento de persecución ideológica y política, chantaje y
denuncias contra los opositores al régimen de Trujillo, tanto en el país como en
el extranjero. La multitud ingresó al edificio, sacaron muebles y equipos y los
incendiaron. La protesta fue dispersada por la Policía con un saldo de un muerto,
así como decenas de heridos y encarcelados. El fiscal del Distrito Teodoro
Tejeda Díaz acusó de “turbas” a los manifestantes y el doctor Balaguer
responsabilizó del hecho a comunistas y al Movimiento Popular Dominicano,
planteando la necesidad de “erradicar definitivamente esa agrupación”.
Después de la manifestación y en medio del revuelo que significó la quema de
Radio Caribe, la Comisión del PRD se reunió con el doctor Balaguer y se
desligó de la acción, mientras que Juan Bosch desde el exterior, desmintió la
participación del PRD en el incendio. La Comisión perredeista inició un
proceso de inscripción de miembros con miras a las elecciones que serían, de
acuerdo a lo tratado con el gobierno, convocadas para mayo de 1962 y se
enfrascó en un debate con el Partido Socialista Popular (PSP), cuyos líderes
todavía se encontraban en Cuba, acusándolos de extremistas.
En aquel mitin del viernes 7 de julio, el PRD planteó públicamente y por
primera vez su política de “Borrón y Cuenta Nueva”, informando en el
periódico La Nación de ese día, que nadie seria perseguido o destituido de ganar
las elecciones, aunque no mostrara simpatía con esa organización. La táctica del
profesor Bosch perseguía ganarse sectores industriales y comerciales trujillistas
dispuestos a integrarse a un proyecto de reformas sociales o a neutralizarlos.
Además, el PRD hacía esfuerzos para presentarse ante la población como una
opción diferente a los propósitos que representaba la Unión Cívica Nacional, la
cual perseguía sustituir totalmente la burocracia trujillista. En ese afán, el PRD
se reunió con el doctor Balaguer el 10 de julio y el 12 se reunió con Ramfis
quien le ratificó, en la Jefatura de la Base Aérea de San Isidro, las garantías de
mantener los militares alejados de la política y la seguridad de que los
miembros del PRD no serían molestados. En esa reunión, junto a los
perredeistas participaron en representación del gobierno Emilio Rodríguez
Demorizi, Gilberto Sánchez Rubirosa y Luis R. Mercado.

En respuesta a lo exitoso que había resultado el mitin del PRD, el Partido


Dominicano (PD), instrumento principal de la política trujillista dirigido por
Virgilio Álvarez Pina, convocó a una jornada de manifestaciones de esa
organización y el domingo 9 de julio celebró un masivo encuentro en el Parque
Colón. El enfrentamiento callejero entre trujillistas y opositores no cesaba y los
partidos seguían organizando asambleas públicas y reuniones. El día 29 de julio
la UCN reunió a miles de personas frente a la Puerta del Conde. El 7 de agosto
el pueblo ya comenzaba a percibir los signos de que la dictadura sin Trujillo se
desmoronaba, cuando salieron del país la viuda de Trujillo, María Martínez y
con ella su hijo el Capitán Leónidas Radhamés Trujillo y los hijos de Ramfis.
El 25 de octubre abandonaron el país Héctor (Negro) Trujillo y J. Arismendi
(Petán) Trujillo, aunque el 15 de noviembre estos reingresaron como parte de
un plan para tomar el control del país y mantener la dictadura.
Las protestas exigiendo el fin de la dictadura y la salida de los Trujillo
continuaron en medio de la represión militar y policial y una inusitada actividad
represiva del Servicio de Inteligencia Militar y los calieses. Nuevas jornadas en
la lucha por la democracia estremecerán la República Dominicana.
En los años setenta, las profundas transformaciones sociales experimentadas
por la sociedad dominicana durante la consolidación del brégimen autoritario
de Joaquín Balaguer, entraron en contradicción con el autoritarismo como
forma de dominación, frente a la incapacidad del régimen para procesar la
complejidad de los procesos que se estaban produciendo.
A su llegada al poder mediante las elecciones fraudulentas de 1966 ^ Balaguer
intenta afianzar su proyecto político autoritario en base a una actividad represiva
dirigida a destruir cualquier práctica encaminada a desplazarle del poder.
De ahí que la violencia y la represión, como mecanismos de desmovilización
social y política, constituyen los elementos fundamentales.
' La elección de Balaguer en 1966, fue el resultado de la legitimación de los
Estados Unidos a un proceso electoral caracterizado por la presión de los
militares contra la oposición, luego de la intervención norteamericana que puso
fin a la guerra civil de 1965, detonada por el golpe militar que frustró el gobierno
democrático de Juan Bosch a menos de un año de su elección.

Tanto del terror sistemático dirigido a desarticular cualquier mecanismo de


acción colectiva (incluida la «oposición legal») como de la imposición
reeleccionista de Balaguer mediante los fraudes electorales de 1970 y 1974.
La constitución en los años sesenta del Partido Reformista (PR), en tanto
mecanismo de contención de las pasiones políticas, promueve un
movimientismo en el que la participación pasiva de la sociedad como «mayoría
silenciosa», en una organización de masa ideológicamente monolítica,
subordinada a la voluntad del líder carismático, veda las prácticas democráticas,
tanto hacia el interior como hacia el exterior del partido.
Internamente, el sentimiento intenso de solidaridad que está por encima de las
diferencias internas y de la potencial diversidad de intereses, a la que se
sobrepone la lealtad como causa común: el partido es el líder, constituye la base
de la ideología monolítica del PR. Mientras, a nivel externo, la política de
adhesión colectiva al partido se desarrolla fundamentalmente en base a la
despolitización de las masas urbanas marginadas y de las masas campesinas, sin
más derecho a la participación que la emisión del voto cada cuatro años.
Así, mientras la creación de la Cruzada del Amor, organización de caridad que
vincula a los marginados con el PR y con el gobierno, constituye la forma de
agregación clientelar de las masas pobres urbanas al régimen; la movilización
desde arriba de las masas campesinas (tradicionalmente conservadoras)
mediante la creación del Movimiento Agrario Reformista (MAR), promueve la
desarticulación del campesinado, al tiempo que se crean expectativas en la
tenencia y propiedad de la tierra mediante la promulgación de las Leyes de
Reforma Agraria.
Por otro lado, la creación a finales de los años sesenta de la Comisión Nacional
de Desarrollo (CND), que integra a industriales, banqueros, hacendados,
burócratas y sobre todo al sector empresarial, sirve de mecanismo de
participación en el régimen de los sectores económicamente dominantes, cuyas
formulaciones relativas a proyectos de leyes, planes de desarrollo.o simples
medidas administrativas, sustentan los planes de «progreso» y de «desarrollo
económico» del proyecto autoritario de Balaguer.

De esta manera logra Balaguer el grado de solidez suficiente para alcanzar el


nivel de autonomía que le permite regirse en sus doce años por la lógica del
autoritarismo excluyente e incluyente: mediante la inversión del proceso de
movilización, desarticulando el movimiento popular y anulando la función
mediadora de los partidos políticos, y mediante la «reorganización» de un
Estado jerárquico y apolítico, con participación consultiva basada en la
representación corporativa.
Todo ello sustentado en unas Fuerzas Armadas leales a la figura de Balaguer y
a su capacidad de dirección y control del monopolio de la fuerza legal, que
mantiene mediante la rotación de la jerarquía militar como mecanismo de
equilibrio y de unificación, y vía la integración de los militares en la burocracia
estatal y sus beneficios clientelistas, con lo cual consolida su poder sobre éstos.
A nivel económico y social, el régimen de Balaguer aplica una política
antiobrera, que en nombre de una «paz laboral» que asegura las inversiones
extranjeras (norteamericanas) y las de la nueva burguesía industrial,
sobreexplota la fuerza de trabajo en condiciones infrahumanas, aplicando como
contrapartida una congelación salarial que perdura durante los primeros ocho
años del régimen (1966-1974).
De modo que al corporativismo verticalista de inclusión de la élite burguesa en
el proceso de decisiones del Estado, se une una política antisindical y antiobrera
exclúyente, dirigida a la promoción de un desarrollismo en el que el Estado no
interviene como árbitro entre las grandes empresas y los sindicatos, sino que el
propio Estado se convierte en un gran inversor en base a fuertes inyecciones de
capital público (préstamos y donaciones).
Y mientras la política autoritaria de masas de Balaguer y el Partido Reformista
(PR) se afianza, la principal fuerza opositora, el Partido Revolucionario
Dominicano (PRD), experimenta (a finales de los sesenta) un proceso de
radicalización ideológica sustentado en la tesis desarrollada por su máximo
líder, Juan Bosch, de la Dictadura con Respaldo Popular, mediante la cual niega
la validez del proceso electoral como mecanismo para llegar al poder y abjura
de la democracia representativa.

La tesis de Bosch, que pretende estructurar un nuevo modelo de organización


partidaria que pusiese en tela de juicio al régimen y que socavase su base de
apoyo mediante un impacto deslegitimador común que trascendiera a otras
organizaciones políticas, especialmente de izquierda, provoca la división del
PRD y la consolidación del liderazgo de José Francisco Peña Gómez mientras
Bosch organizaba su nuevo partido, el Partido de la Liberación Dominicana
(PLD).
Peña Gómez emergió como líder carismático en la década de 1960, dada la
autoridad política que había adquirido frente a las distintas facciones del PRD,
así como por su poder de aglutinamiento de las masas populares que empezó a
destacar durante el golpe militar de 1963 y los acontecimientos políticos que
siguieron hasta la insurrección civil de 1965.
La oposición antisistema del PRD cuenta, en un principio, con la adhesión del
Partido Comunista Dominicano (PCD) y del Movimiento Popular Dominicano
(MPD), izquierda y extrema izquierda, respectivamente, al tiempo que
determina la abstención de dichos partidos en las elecciones de 1970.
Pero el alto grado de estabilidad que caracteriza el primer período de gobierno
de Balaguer (1966-1970), resultado de la mecánica interna del régimen —
represión y modernización— y del importante nivel de legitimación sustentado
básicamente en el apoyo de las Fuerzas Armadas y del campesinado, entra en
crisis a mediados de los años setenta, siendo el resultado de varios factores.
En primer lugar, el uso excesivo de la violencia política por parte de las Fuerzas
Armadas, que radicalizaron la represión tras el desembarco guerrillero de
Francisco Caamaño Deñó (líder de la revolución constitucionalista de 1965) en
1973, unido a la violenta represión ejercida por la Juventud Reformista
Anticomunista (JRAD) o Banda Colora, organización paramilitar a la que
Balaguer llamaba los «incontrolables» y que se destinaba a asesinar y a torturar
a los dirigentes políticos de izquierda radical.
A todo esto, se sumaba la situación de ilegalidad en que se encontraban los
partidos de izquierda moderada, mientras en el PRD el rechazo de los sectores
tradicionales (vinculados a la burguesía) al proyecto de Bosch generaba un
proceso de relegitimación, fortalecido por la integración del PRD a la
Internacional Socialista.

De esta manera, mientras el régimen eliminaba la oposición política al PR de la


izquierda marxista, la relegitimación interna del PRD trascendía a las masas,
produciéndose una corriente de relegitimación recíproca que coadyuvaba a la
preponderancia del centro frente a la derecha, eliminando la tendencia
centrífuga que había caracterizado la política partidista dominicana durante la
oposición antisistema del PRD.
En segundo lugar, en la sociedad dominicana de los años setenta, se estaba
generando un proceso de mayor estructuración de la sociedad. Entiendo que la
posición asumida por el PRD sustentada sobre la tesis de la «Dictadura con
respaldo popular» de Bosch, era una oposición antisistema, porque pretendía
enfrentar al régimen de Balaguer con una falta de apoyo de determinados
partidos políticos (oposición por cuestiones concretas), al tiempo que mediante
una oposición por principio abjuraba el PRD de Bosch, de la democracia
representativa, creando un máximo de distancia ideológica entre el sistema y su
partido. Para fines teóricos de la oposición antisistema, véase Giovanni Sartori,
Partidos y Sistemas de Partidos I, Alianza Editorial, Madrid, 1987, págs. 168 y
ss.
Resultado de los cambios operados en la estructura demográfica y social,
producto del crecimiento económico y del proceso de modernización que el
propio régimen autoritario había promovido.
Pero ese proceso de estructuración no operaba como mecanismo generador de
relaciones de interdependencia entre las instituciones sociales y económicas, ya
que no existía la acción colectiva, ni como mediadora, ni como organizadora de
los intereses sectoriales.
Las transformaciones sociales no habían alcanzado al Estado, de manera que se
produjese un aumento de funciones nuevas que respondiesen a las demandas
sociales corporatizadas o promovidas por los partidos y que creasen una
interdependencia recíproca entre el Estado y la sociedad civil.
De ahí que la polarización política que inclinaba la balanza electoral hacia el
PR, resultado de la ausencia de consenso y de legitimidad (legalidad más
justificación moral) del régimen autoritario de Balaguer, que al manipular los
mecanismos electorales (vía la militarización de los procesos o el fraude
electoral) forzaba la abstención del PRD, había alcanzado su punto más álgido
en las elecciones de 1974.
Ciertamente, la reelección fraudulenta de Balaguer en 1974 provocó una
reacción de rechazo en sectores importantes de la población, que se puso de
manifiesto en la abstención del 44,5% de los electores frente al llamado hecho
por la oposición encabezada por el PRD, a lo que siguió la realización de
movimientos de protesta contra el continuismo y el reclamo de participación
política, en tanto expresiones de deslegitimación del régimen autoritario.
Estos factores determinaron la aplicación de medidas de apertura que
promovieron la desradicalización política del régimen en su último período
(1974-1978), favoreciendo la integración política de algunos partidos de
izquierda moderada, mediante el reconocimiento legal por la Junta Central
Electoral del PLD de Bosch, del PCD de Narciso Isa Conde y de la Unión
Patriótica (UPA), liderada por Frankiyn J. Franco. Mientras, a nivel sindical, la
Secretaría de Estado de Trabajo otorgaba personalidad jurídica a la Central
General de Trabajadores (CGT).
Pero, frente a los cambios, el modelo autoritario^ había perdido su capacidad
de procesamiento de las demandas de una sociedad en rápida transformación,
que presionaba por una mayor participación social y política. Lo que sí se estaba
produciendo y en gran escala, era la consolidación vía burocrática de la
corrupción como el «mejor» mecanismo para garantizar el sostenimiento de una
política clientelar, que no tenía miramientos ante el proyecto de enriquecimiento
de unos pocos frente al empobrecimiento de muchos.
Esto se explica porque durante los doce años de Balaguer, el Estado desarrollista
prevaleció sobre el Estado social, ya que la promoción del «crecimiento»
económico a toda costa estuvo privilegiada con respecto a la cuestión social.
De ahí que a finales de los años setenta, la quiebra del autoritarismo, tanto en
su expresión tradicional (clientelismo, prebendas, represión, liderazgo
personalista, desarrollismo estatista, etc.) como en su expresión renovadora
(constitución de una burguesía empresarial, expansión de la clase media,
civilidad del régimen, etc.), y el nacimiento de un régimen democrático capaz
de procesar las demandas sociales, se hacía impostergable.
Esto es así porque durante el tercer período de Balaguer (1974- 1978) la idea de
un cambio de régimen era la respuesta a una alteración sustantiva en el interior
y en el entorno del régimen autoritario, a la que éste era incapaz de adaptarse.

Se produjeron fuertes tensiones entre el Estado y la sociedad civil en lo relativo


al uso del poder, en las que los actores sociales presionaban desde abajo en
contra de la exclusión de los sectores populares de la participación política,
mientras los sectores burgueses y medios reclamaban una mayor participación
en las decisiones del Estado y los partidos políticos exigían un grado de
legalidad que permitiese su participación en el poder mediante mecanismos
competitivos.
Las luchas internas por el poder constituían el eje de acción de los partidos
políticos, motivadas por el debilitamiento del régimen autoritario y la
posibilidad de ascenso al control del Estado que permitiese, para algunos (la
élite del PR), la sustitución del líder y la permanencia del partido de gobierno
en el poder y, para otros (el PRD), el cambio político que aniquilara el
autoritarismo y diera paso a un régimen democrático.
De esta forma se iniciaban las condiciones formales para el proceso de
transición hacia la democracia, que tendría su punto de partida en las elecciones
de 1978, con lo cual se daba paso a la construcción de la democracia política.

PROCESO ELECTORAL DE 1978:


Durante la precampaña electoral de 1978, las luchas intrapartidarias generadas
por las aspiraciones políticas de las élites dirigentes colmaban el escenario
político del cambio hacia la democracia en las principales organizaciones
partidistas.
En el Partido Reformista (PR), la lucha intrapartidaria se inició cuando frente a
la designación (por Balaguer) de Fernando Álvarez Bogaert como candidato a
la vicepresidencia, sus pretensiones de ser el futuro sucesor de Balaguer
ocasionaron tensiones en las altas esferas del partido, las cuales fueron
dirimidas mediante su «renuncia», ante la negativa de Balaguer de ceder su
papel de arbitro y líder supremo y, en cuanto tal, único con capacidad y potestad
para decidir los candidatos a cargos electorales. El impasse fue resuelto
mediante la designación, por tercera vez consecutiva, de Carlos Rafael Coico
Morales como compañero de boleta de Balaguer, con lo cual frenaba el «líder»
las aspiraciones de sucesión de su delfín.

En el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), la lucha por el poder se


desarrolló entre grupos denominados «tendencias» que tuvieron su raíz en la IX
Convención de 1977, en la que se enfrentaron dos sectores importantes que se
procuraban el liderazgo político del partido: el sector tradicional, representado
por Antonio Guzmán, quien había sido candidato a la vicepresidencia por el
PRD en las elecciones de 1966 y candidato a presidente por el Acuerdo de
Santiago en 1974, y el sector moderno, representado por Salvador Jorge Blanco.
El triunfo de Guzmán y su elección como candidato a la presidencia frente a
Jorge Blanco, que fue designado por negociación intrapartidaria como
candidato a Senador por el Distrito Nacional, saldó la lucha entre las dos
tendencias, mientras mediante negociación entre Jacobo Majiuta (que había
quedado en tercer lugar en la primera vuelta) y Guzmán, Majiuta fue designado
compañero de boleta de Guzmán.
Estas disputas intrapartidarias tuvieron un efecto positivo en la población
votante, que benefició al PRD, ya que evidenciaban actitudes democráticas
hacia el interior del partido nunca antes vistas por el pueblo dominicano,
acostumbrado a los liderazgos personalistas y excluyentes que han marcado
históricamente el quehacer político del país.
Por otro lado, la sociedad se encontraba expectante frente a los posibles cambios
que podría generar el ascenso al poder del principal partido de la oposición, ya
que, por primera vez después de más de una década, la sociedad asistía a una
verdadera lucha por el poder político.
Así que mientras el PR permanecía anquilosado en una estructura partidaria de
servilismo y obediencia al liderazgo personalista y vertical de Balaguer, estático
frente a los cambios sociales e incapaz de procesar los conflictos generados por
dichos cambios, el PRD emergía, después de una larga trayectoria como partido
opositor a un régimen cerrado a la disidencia (primero Trujillo, después
Balaguer), como una oposición distinta, renovadora frente al PR.
Pero no obstante haber creado las condiciones institucionales para que se
produjese la reorganización de la oposición política y su participación vía
mecanismos electorales en la lucha por el poder estatal, Balaguer (confiado en
su liderazgo carismático) no planeaba perder las elecciones. Por lo que, ante la
inminente victoria del PRD sobre el PR, se realizaron en las altas esferas del
Estado una serie de acciones que intentaron frustrar el proceso electoral, a fin
de que Balaguer pudiera retener el poder por cuarta vez.
Las maniobras para frustrar la transición democrática tuvieron su punto de
partida en la suspensión del conteo de los votos por la Junta Central Electoral
(JCE) la madrugada del 17 de mayo de 1978, cuando tropas del Ejército
Nacional, por orden de la élite militar leal a Balaguer, intervinieron las oficinas
del máximo órgano electoral, forzando la suspensión del conteo de votos.
Al «madrugonazo» siguió la acción represiva de los militares contra los
funcionarios y empleados de la JCE con fines de alterar los resultados
electorales en favor del PRD.
Factores externos e internos impidieron la realización de un golpe militar que
impusiera a Balaguer al margen de la voluntad popular. De una parte, la presión
norteamericana y de la Internacional Socialista y, de otra, la movilización social
y las manifestaciones de sectores empresariales en señal de apoyo al gobierno
del presidente electo, Antonio Guzmán.
° Las últimas elecciones libres celebradas en la República Dominicana
después de la caída de la dictadura trujillista, fueron las de 1962 que llevaron al
poder al PRD por primera vez.
* El PRD ingresó a la Internacional Socialista en los años setenta, después de
la decisión provocada por la tesis de la «Dictadura con respaldo popular» de
Bosch, a la que se opuso la orientación electoralista de Peña Gómez.
En este contexto se iniciaba la transición controlada hacia la democracia, cuya
fragilidad estuvo en gran parte condicionada por la negociación entre las partes
en conflicto y por la acomodación en el nuevo régimen, de las fuerzas que
habían sido sustituidas.

DEMOCRACIA FORMAL:
EL GOBIERNO DE ANTONIO GUZMÁN (1978-1982)
El proceso electoral de 1978 determinó el ascenso al poder del PRD, que,
después de una larga trayectoria como partido opositor al autoritarismo', se
convertía en partido de gobierno, en unas condiciones políticas y sociales
adversas a la realización en su primer mandato, de un proyecto democrático
sólido que promoviese, de una parte, la realización de reformas institucionales
que consolidaran el sistema democrático y, de otra, la promoción de cambios
sustanciales en el orden económico y social, dirigidos a alcanzar un nivel
importante de democratización sustantiva (economía redistributiva y justicia
social).
En primer lugar, el pacto o negociación entre un PRD elegido por segunda vez
vía mecanismos democráticos y un PR derrotado después de más de dos décadas
en el poder vía mecanismos fraudulentos y violentos, sostenido por la lealtad de
unas Fuerzas Armadas defensoras del estatus quo impuesto por el régimen
autoritario de Balaguer, fue el resultado de un hecho conocido como el «fallo
histórico», mediante el cual, después de celebradas las elecciones, la JCE
adjudicó al PR la mitad de los votos emitidos en cuatro provincias que hablan
sido ganadas por el PRD, lo que permitiría al PR controlar el Senado.
El «fallo histórico» se convirtió, de esta forma, en el mecanismo
«transaccional» que condicionaría la transición política hacia la democracia, a
la limitación constitucional que supondría el control del poder legislativo y del
judicial por el régimen anterior. El PRD fue fundado en La Habana (Cuba) en
1942 por un grupo de exiliados de la dictadura trujillista, entre los cuales se
encontraba Juan Bosch como primer partido opositor al trujillismo (1930-1961),
pasando a ser el principal oponente del balaguerismo (1966-1978).
Mediante el fallo histórico, el PR pasó a controlar el Senado con el 59,26% de
los escaños frente al 40,74% del PRD, lo que constitucionalmente le permitiría
controlar el poder judicial, así como designar los miembros del colegio electoral
(JCE). Artículo 23 de la Constitución de 1966.
En segundo lugar, la lucha interna librada en el PRD por las tendencias, si bien
introdujo un elemento innovador en el liderazgo dominicano de tradición
carismática autoritaria, constituyó posteriormente un elemento perjudicial para
la consolidación de la democracia: el control del poder del Estado por un partido
político dividido internamente en oposición y gobierno. Pues la lucha por el
control del partido, sostenida por las tendencias jorgeblanquista y guzmancista,
se tradujo en una lucha dentro de los poderes del Estado, que no solamente
obstaculizó la realización del principal proyecto de reforma constitucional
propuesto por el PRD en su programa de gobierno (la no reelección
presidencial), sino que impidió el alcance y conclusión de proyectos sociales
beneficiosos para la sociedad.

La imposibilidad del reparto del poder entre las dos tendencias promovió una
lucha constante por la apropiación futura del poder del Estado vía electoral, que
a su vez generó fuertes críticas y ataques del partido hacia el gobierno y del
gobierno hacia el partido, relegando a un segundo plano, y para el futuro, las
conquistas democráticas, sobre todo aquellas de carácter social y económico.
En tercer lugar, la sociedad, que había confiado sus esperanzas de cambio
político y social en el proyecto democrático del PRD, veía frustradas sus
demandas, al no ser éstas canalizadas vía representación estatal, de la cual había
carecido durante los doce años del autoritarismo balaguerista.
Esto así, porque las interpelaciones democráticas que habían caracterizado al
PRD en la oposición fueron sustituidas por prácticas clientelistas y paternalistas
que distanciaron la élite perredeísta de los sectores populares, cuya agregación
por el partido como sujetos de acción política había constituido la base esencial
de su proyecto democratizador de los años sesenta.
La política clientelista del presidente Guzmán, que le garantizó el cumplimiento
de sus «compromisos» con sectores burgueses y medios, permitiendo a los
primeros consolidar sus riquezas y aumentar sus medios productivos y sirviendo
a los segundos de mecanismo de movilidad social vertical en una economía
limitada, estuvo unida a una política económica «expansiva» dirigida a priorizar
la distribución del ingreso y el aumento del empleo, en ausencia de cambios
importantes en el proceso de acumulación'.
La generación de empleos y el aumento salarial, fueron realizados mediante el
endeudamiento público y las emisiones de dinero inorgánico, lo que expandió
el proceso inflacionario en desproporción con el poder adquisitivo de la mayoría
de la población.
Lo cual, unido a otros factores, tanto internos como externos, profundizó la
crisis económica heredada del fracaso del modelo desarrollista, que frente a la
incapacidad del Estado para resolverla y sus efectos negativos en los grandes
sectores populares, creó fuertes sentimientos de deslegitimación que pusieron
en peligro la estabilidad del régimen".
Las tensiones entre el régimen y la sociedad, así como las tensiones entre el
gobierno y el partido, sustentadas en la hipertrofia del Estado (como resultado
de una política redistributiva basada en la corrupción y el clientelismo) y en la
lucha de tendencias, determinaron la crisis del primer gobierno perredeísta, lo
que provocó actitudes de adhesión de un número importante de la población
electoral hacia los demás partidos: el
PR y el PLD.
El más beneficiado sería el PLD, por su proyecto de gobierno sustentado en la
honestidad como mejor mecanismo para afrontar la corrupción y la crisis
económica, ya que el PR se había quedado anquilosado en sus estructuras
partidarias, sin ofrecer proyecto alguno de democratización.

CRISIS DE LAS INSTITUCIONES DEMOCRÁTICAS:

EL GOBIERNO DE SALVADOR JORGE BLANCO (1982-1986)


En 1982 se produce la vuelta del PRD al control y dirección del Estado, esta
vez mediante la victoria electoral del sector que tradicionalmente había
representado el ala izquierda del perredeísmo, Jorge Blanco en el Ejecutivo y
Peña Gómez en el liderazgo del partido y eh cuanto tal, al lado del presidente,
como parte importante de un proyecto de gobierno, en el que la «concentración
de todas las fuerzas nacionales» daría inicio a la implantación de un nuevo
período democrático que, además de garantizar el disfrute de las libertades
públicas (proyecto de gobierno del PRD en 1978), promovería la democracia
económica y social.
La participación del PRD en el control del poder estatal, la no reelección, el
desarrollo económico del país y el respeto a los derechos humanos. 'El alza de
los precios del petróleo, que generó aumentos importantes en los precios de la
gasolina, desencadenó una huelga del transporte público en agosto de 1979, a
la que siguieron otras en 1980 y en 1981.
Los cuatro puntos básicos del programa del «Gobierno de Concentración
Nacional», que, de cumplirse, resultaría en importantes avances en el desarrollo,
confirmación y asentamiento del sistema democrático, lo que implicaría el salto
definitivo hacia la racionalización y modernización de las relaciones entre el
Estado y la sociedad civil.

Mediante las reformas contenidas en el Proyecto de Ley de Revisión


Constitucional presentado por Jorge Blanco en su discurso de juramentación, se
interpelaba a la población sobre la continuación del proceso de transición
política, mediante la institucionalización de los mecanismos democráticos
(independencia del poder judicial, consagración constitucional de la no-
reelección, etc.). Mientras, la moralidad y la eficiencia constituían los elementos
discursivos de la política de democratización social y política, a fin de combatir
la corrupción y la crisis económica.
No obstante, y para el enorme pesar de la sociedad dominicana, que con su
participación electoral había otorgado los mecanismos de legitimación
necesarios para el ascenso del PRD al poder, el Proyecto de Ley de Revisión
Constitucional jamás llegó a aprobarse, aun cuando el partido contaba con la
mayoría absoluta en el Congreso (Cámara de Diputados y Senado), que fue
utilizado, por el contrario, como escenario de las tensiones entre las tendencias,
que ya habían convertido en tradición el traspaso de su lucha intrapartidaria por
el poder a los órganos del Estado.
De esta forma, la lógica de los intereses grupales intrapartido, se impuso a la
lógica de la racionalidad democrática, impidiendo al Congreso Nacional
realizar su función de contrapeso del Ejecutivo.
Muestra de lo anterior fue la crisis del Senado en 1984, producida por el
enfrentamiento entre grupos que se disputaban la presidencia del órgano
parlamentario, considerándose cada uno con potestad para constituir su propio
Senado.
Las funciones del Estado fueron descuidadas para encontrar una salida al
impasse mediante la búsqueda de explicaciones doctrinales de «juristas
notables», que dijesen públicamente a qué grupo o tendencia pertenecía la
presidencia del Senado. Por supuesto (y lamentablemente para la consolidación
institucional del sistema), cada sector tenía sus propios «notables», lo que
fortalecía cada vez más el uso de los mecanismos clientelares y personalistas
por parte de los representantes del Estado, para legitimar sus intereses.
La política económica y social basada en la moralidad y la austeridad se tradujo
en «eficiencia laboral» y «sacrificio del consumo», que implicaba, de una parte,
el aumento de la jornada ordinaria de trabajo y la otra, la aplicación de un
programa de «ajuste» dirigido a reducir el nivel de vida de la población a fin de
cumplir con los compromisos de la deuda externa. Para tales fines, el gobierno
redujo el salario real de los trabajadores públicos, prohibió algunas
importaciones y autorizó a los bancos a operar en el mercado de los dólares, a
lo que se sumó la aplicación de medidas de incentivo al sector privado dedicado
a las actividades especulativas.
En enero de 1983, el gobierno firmó un «acuerdo de facilidad ampliada» con el
FMI como vía para completar el programa de «ajustes» económicos iniciado en
su toma de posesión, a fin de «resolver» la crisis económica.
Las medidas aplicadas fueron: reducción del gasto público y el consumo
mediante la aplicación de impuestos indirectos, liberalización de los precios,
reducción de las importaciones, restricción de los créditos, congelación de los
salarios y traspaso al mercado paralelo de divisas dé los pagos de importaciones
de bienes y servicios, lo que provocó un aumento inmediato de los índices de
precios al consumidor y un aumentó en la tasa de cambio del dólar por el peso
dominicano.
Estas últimas medidas económicas detonaron la explosión popular
desorganizada de mayor trascendencia política y social que se había producido
en el país desde la guerra civil de 1965, las protestas populares de abril de 1984,
expresión de violencia contra los altos niveles de pobreza distributiva, que fue
saldada con centenares de muertos y miles de detenidos, resultado del uso
indiscriminado de la fuerza por parte de las autoridades militares y su
justificación por el gobierno.
Los efectos deslegitimadores de la política económica y de la violencia militar
contra las demandas sociales estuvieron acompañados de una agudización del
proceso de desmoralización en la dirección política del Estado iniciada por el
anterior gobierno.
A todo esto se añadía la pérdida del «mito fundacional» del PRD mediante un
proceso de desarticulación ideológica y organizativa, generado por su
participación en la actividad política, no en función del servicio a la sociedad,
sino en base a los beneficios que otorgan la clientela y el personalismo.

La pasión por el poder, entendida por las élites políticas que habían dirigido los
destinos del Estado dominicano en transición como un apetito afanoso, posesivo
y violento por el control del poder del Estado, en perjuicio de los derechos
civiles y políticos de las mayorías que habían determinado su ascenso,
debilitaba cada vez más la creencia en el sistema democrático. Mientras, en la
sociedad dominicana, la «miseria de la desmoralización» y la «desmoralización
de la miseria» promovían el desencanto.
Al PRD le falló la estrategia, tanto en su función como partido de gobierno,
como hacia el interior de la organización.
Por una parte, la reestructuración de formas autoritarias que han caracterizado
la tradición política dominicana generó un Ejecutivo hipertrofiado, en el que la
cada vez mayor autonomización del personal estatal produjo un poder
incontrolado en sus funciones, en tanto el Legislativo reducía su actividad a
legitimar las actuaciones del primero, y el Judicial, relegado a su tradicional
condición de «enajenado», sucumbía ante las decisiones de los otros dos.
De otra parte, el PRD, cuya tradición de partido democrático —unificador de
las masas en torno a las ideas de participación y justicia social— había anclado
en la memoria colectiva, resultado de su participación en la dirección de la lucha
democrática de clases en los años sesenta, y cuya estrategia de participación
como principal partido opositor al autoritarismo balaguerista lo había
convertido en el principal actor político de las transformaciones sociales que se
produjeron en los años setenta, hasta llevarlo a la dirección del Estado en
transición. Terminó siendo víctima de su propia lógica partidaria, de la que no
pudo salvarlo ni siquiera el liderazgo carismático de Peña Gómez, cuya
autoridad como líder principal del partido había entrado en crisis como parte de
un todo.

REELECCIÓN DE BALAGUER EN LAS ELECCIONES DE 1986:


¿DEBILITAMIENTO DE LA DEMOCRACIA POLÍTICA
O PROSPECTOS DE LA FUTURA CONSOLIDACIÓN?
El fracaso del PRD como partido en el gobierno y como gobierno del partido,
tanto por los graves errores cometidos en la política económica e institucional
de sus dos períodos de gobierno como por su desorganización interna la lucha
de tendencias, inclinó la balanza electoral hacia su más fuerte contendiente, el
PR, mientras el PLD se definía como la tercera fuerza política en términos
electorales.
El desencanto de la población como reacción ante la imposibilidad de haber
materializado las expectativas forjadas en la transición democrática y la
emergencia de una crisis del liderazgo político eran las características del
quehacer político dominicano a mediados de los años ochenta.
Se asistía a un comienzo de decadencia y envejecimiento de los líderes
tradicionales Balaguer y Bosch, frente a una regresión o retraimiento de los
líderes modernos (Peña Gómez, Jorge Blanco, Majiuta). Y en medio de esta
pérdida de liderazgo político no se vislumbraban nuevos actores.
A la ceguera física de Balaguer se unía la ceguedad que confiere la personalidad
carismática, que ha mantenido la anti institucionalidad del PR impidiéndole
desarrollar una estructura pluralista legitimada por identidades e intereses
diferentes a los del «líder carismático». Por lo que, no obstante haber adoptado
el PR la ideología social cristiana", su estructura interna seguía operando en
función de un movimientismo, en el cual la unidad e identidad de sus integrantes
existe única y exclusivamente en función de la presencia del sólido liderazgo
carismático de Balaguer, lo que le ha permitido mantener el apoyo constante de
sus electores tradicionales (mujeres y campesinos).
Del otro lado del espectro político se encontraba Bosch, quien, a pesar de su
avanzada edad'^ no estaba desgastado por el poder y desdé las elecciones de
1982 había empezado a reforzar su antiguo liderazgo político entre sectores
laborales.

No obstante, la estructuración del PLD como partido de cuadros con una


dirección totalmente centralizada e ideológicamente cohesionada en torno al
líder («el maestro») y su doctrina, impedía vislumbrar la emergencia de un
nuevo liderazgo político dentro del partido que diera continuidad a su
popularidad dentro de las masas, con cuyo apoyo se estaba consolidando su
trayectoria como partido mayoritario.
A todo esto, el PRD, que había entrado en su etapa más crítica desde que a
finales de los setenta iniciara la lucha de tendencias entre los diferentes sectores
que se disputaban el liderazgo del partido, se encontraba en un estado caótico
que promovía su total división, frente al debilitamiento del liderazgo de Peña
Gómez.
El detonante de la crisis lo constituyó el asalto a la Convención dé 1985 por la
tendencia jorgeblanquista que apoyaba la candidatura.
" La fusión del Partido Reformista (PR) con el minoritario Partido
Revolucionario Social Cristiano en 1984, permitió al PR formar parte de la
Internacional Demócrata Cristiana.
" Juan Bosch y Joaquín Balaguer son dos líderes octogenarios: el primero tiene
80 años y el segundo 83. Ambos han ejercido su liderazgo político desde la
dictadura trujillista, Balaguer como delfín de Trujillo y Bosch como dirigente
político en el exilio.
Peña Gómez a la presidencia del gobierno por el PRD, en contra de la tendencia
de Jacobo Majiuta, virtual ganador de las elecciones internas del partido antes
de la suspensión del conteo de los votos, como resultado del «concordazo» ".
Por otro lado, la izquierda, representada básicamente por el Partido Comunista
Dominicano (PCD) de Narciso Isa Conde, se encontraba dividida, por lo que no
obstante su participación en el sistema, estaba imposibilitada para impulsar
mecanismos propios de adhesión y organización de las masas.
Por lo que Balaguer, anciano y prácticamente ciego, pero astuto y habilidoso,
explotaba la experiencia de sus cincuenta años en la vida política que lo había
convertido en un gran conocedor de la mentalidad del pueblo dominicano, fruto
en gran parte de la cultura autoritaria que él, como actor principal, había
forjado— ofreciendo propuestas pragmáticas al desencanto que había
despertado en la población la política corrupta y clientelista del PRD.
A la desmoralización generada por la corrupción administrativa de los
perredeístas, Balaguer ofrecía una recuperación de los valores morales de la
sociedad dominicana. Para encarar la crisis económica que enfrentaba el Estado
con la presión de la deuda externa y con la crisis interna generada por las
políticas fondomonetaristas aplicadas por el gobierno de Jorge Blanco,
Balaguer proponía un relanzamiento de la economía mediante el ahorro interno,
la eficiencia administrativa y la recuperación de la soberanía nacional.
Propuesta esta última que estaba dirigida a restaurar el orden político que había
sido convulsionado por las luchas internas en el PRD, que habían promovido en
gran parte la crisis económica y política.
El triunfo electoral de Balaguer en las elecciones de 1986 fue la respuesta de la
mayoría al desencanto generado por el sueño democrático no realizado.
De ahí que el proyecto político del quinto gobierno balaguerista se
fundamentaría en tres puntos básicos: la confianza en la honestidad de " La
crisis producida por el «concordazo» fue resuelta mediante un acuerdo conocido
como el «Pacto la Unión», celebrado en 1986, en el que los arreglos personales
entre los líderes de las distintas tendencias se antepusieron a los mecanismos
democráticos de decisión, lo que terminó por quebrar la unidad del PRD hasta
su total desintegración.
Los servidores públicos, la defensa de un sistema libre de empresas sin
privilegios ni favoritismo y la conciliación política en una democracia
participativa, basada en el «orden» y la «libertad» como elementos constitutivos
de una política equilibrada de las instituciones del Estado, según la interpelación
hecha en su discurso de toma de poder.
Para el cumplimiento del primer objetivo y a fin de «devolver la confianza y la
honestidad perdidas», Balaguer inició un «proceso de rendición de cuentas»
contra los actos deshonestos cometidos por los funcionarios de la última
administración perredeísta, empezando por el expresidente Jorge Blanco, el ex-
ministro de Defensa y el más importante «asesor económico» del ex-presidente,
Leonel Almonte", contra quienes se realizó el «juicio del siglo». El cual se
convirtió en un fuerte mecanismo legitimador del proyecto político de Balaguer,
con el que no solamente logró la aceptación de las reglas de procedimiento de
su régimen por parte de sus tradicionales seguidores, sino también su
reconocimiento y apoyó entre sectores sociales que habían rechazado su política
de los doce años. El «juicio» y la «rendición de cuenta» supeditaron en gran
parte la legitimación del régimen por una mayoría importante de la población
(básicamente los sectores populares), a una manipulación de los procedimientos
democráticos, mediante instituciones de control capaces de formar opinión y
colocar su sello en la conciencia de una sociedad saturada por los actos de
corrupción de sus dirigentes políticos. Pues no hay que olvidar que la corrupción
fue determinante en la opción de una mayoría del electorado por la reinserción
del liderazgo personalista de Balaguer, quien como gran conocedor de la
mentalidad del pueblo dominicano y en un claro intento por consolidar su
régimen, explotado en su beneficio, factores como el bajo nivel educacional, la
prensa y sobre todo su carisma. Logrando con ello desviar la atención de la
sociedad de las debilidades de su gobierno.
Para cumplir con su segundo objetivo, «la defensa de un sistema de libre
empresa y el ahorro interno" como herramientas prioritarias del desarollo,
Balaguer intentó restablecer los fundamentos prácticos del «keynesianismo
dominicano», basado en el papel activo del Estado en la economía mediante un
programa de gastos públicos dirigido a la «expansión» y al «crecimiento», cuya
esencia radica en un enorme proyecto de construcción, por oposición a la
modificación estructural del aparato productivo.
" El Secretario General de las Fuerzas Armadas durante el gobierno de Salvador
Jorge Blanco (1982-1986) era el General Manuel Antonio Cuervo Gómez.
Mientras el «asesor económico» del presidente era Leonel Almonte, quien en
calidad de testaferro había ascendido de vendedor de enciclopedias (tocando
puertas) a propietario de un sinnúmero de bancos, periódicos, cadenas de radio
y televisión.
La construcción de obras en su mayoría suntuorias '^ estaba a su vez dirigida a
crear paliativos contra el desempleo, mientras las canastas populares (fundas de
alimentos) y los comedores económicos combatían contra lo que él llamó
«tiranía de la miseria». Mientras se agudizaba la depreciación monetaria del
peso dominicano que agudizaba la inflación y que concentraba el ingreso en
pocas manos: el sector importador y el sector especulativo.
Las expectativas económicas en 1989 eran de un considerable aumento
inflacionario en los años siguientes, como resultado de los excesivos gastos
públicos y de la actividad especulativa, lo que promovía una
cada vez mayor devaluación de la moneda, mientras la política de programas
recesivos ejecutados a instancias del FMI, desataban movilizaciones de protesta
en contra de la aplicación de nuevos programas de ajustes económicos.
El tercer objetivo, la conciliación política, para la cual Balaguer propuso una
«tregua» de dos años, traducía el intento de perpetuación de Balaguer en el
poder, mediante la identificación de su propia supervivencia política con la del
régimen. De ahí que la relación en el lenguaje político de dos términos
diametralmente opuestos, algo propio de la retórica discursiva de Balaguer, no
era sorprendente, si se tomaba en cuenta el momento político que estaba
viviendo el país al iniciarse el nuevo período de gobierno, sumado a una crisis
económica de resultados imprevisibles a la que Balaguer, en su «imposibilidad
de hacer milagros», parecía temer.
En este sentido, la relación hecha entre «tregua» y «conciliación», mediante el
cual pretendía Balaguer reducir cualquier tipo de reclamo que estuviese en
contra de su proyecto de «orden» y «libertad». El «orden» concebido como un
valor imprescindible y la «libertad» como algo accesorio, que además es
incompatible con el «progreso». De ahí que el «orden» es concebido como
ausencia de oposición («anarquía») a fin de mantener la estabilidad política.
En su quinto gobierno, Balaguer intentó borrar su imagen del pasado, de ese
pasado que lo identificaba con la represión, con la negación de los derechos
políticos, con la violencia en todas sus manifestaciones.
De ahí las medidas tomadas a fin de legitimarse políticamente entre sectores
populares urbanos, la juventud universitaria y la izquierda, con la obra más
suntuaria iniciada por Balaguer es la construcción en la capital dominicana,
Santo Domingo, de un monumento al «descubrimiento y evangelízación de
América», el faro a Colón, con el cual pretende Balaguer perpetuarse en la
memoria del pueblo dominicano. Fue el desafío hecho a los militares para que
recuperaran los restos de Caamaño, líder constitucionalista asesinado durante el
régimen balaguerísta de los doce años, al que declaró «héroe nacional por su
defensa de la soberanía frente a las tropas norteamericanas».
De esta manera intentaba Balaguer sobrevivir a los mitos, a fin de convertir sus
acciones personales en mitos y los mitos en hechos supeditados a la fragilidad
de la memoria, al reivindicar un importante anhelo de la población, que, en
eterno agradecimiento, le despojaría de toda responsabilidad sobre hechos
negativos del pasado, lo que terminaría por limpiar su imagen hasta perpetuarla.
¿Logró Balaguer en su quinto gobierno el consenso pasivo mediante el cual
interpeló a la población en torno a su objetivo de búsqueda de la «conciliación»?
Para reafirmar su imagen mesiánica entre sus tradicionales sectores de apoyo
(campesinos, mujeres, sectores urbanos marginados), Balaguer retornó al uso
de los mecanismos de adhesión del pasado: recorrido semanal e ininterrumpido
por todo el país para escuchar las quejas de la población, de los campesinos sin
tierra y las necesidades domésticas de las masas populares, para cuya solución
daba órdenes inmediatas a sus funcionarios, a quienes criticaba públicamente
por sus ineficiencias.
De esta forma, ordenaba el reparto de tierras, fustigaba a los terratenientes y
reconocía públicamente la complicidad de los militares con éstos últimos,
acusándoles de violar los derechos de los campesinos.
Con su política de arrastre, pretendía el líder carismático reducir las
mediaciones entre el Estado y la sociedad a prácticas políticas de relaciones
personales, en las que las decisiones y la participación estaban cada vez más
restringidas.
Su política personalista promovió un movimientismo en el que la relación
directa entre el Estado y la sociedad civil intentaba sobrepasar el marco
institucional del espacio político, que se encontraba debilitado debido a la
fragmentación de las formas convencionales de participación.
Todo ello, fruto de la crisis de liderazgo que había emergido a finales de los
años setenta y que se reforzó en los ochenta con la división del PRD, frente a la
continuidad de las prácticas políticas autoritarias del PR, lo que obstaculizaba
la actividad de los partidos políticos como mediadores de los intereses y
conflictos entre la sociedad y el Estado.
No obstante, la crisis de los partidos políticos promovió el surgimiento de
nuevas formas de participación que habían encontrado su máxima expresión en
las huelgas y protestas de 1984, originadas por la crisis económica y las medidas
fondomonetaristas del gobierno de Jorge Blanco, y que se reforzaron durante el
gobierno de Balaguer hasta constituirse en importantes mecanismos de
mediación política.

Ejemplo de ello fue el surgimiento del liderazgo popular de Virtudes Álvarez,


quien se constituyó en vocero de un movimiento popular denominado Consejo
de Unidad Popular, cuyas actividades reivindicativas por la implementación de
medidas económicas en beneficio de los sectores mayoritarios repercutieron de
manera importante en la sociedad.
La capacidad organizativa de este movimiento social llegó a trascender de tal
manera, por su efectividad en las convocatorias de huelgas y manifestaciones
populares, que a los sectores que originalmente lo integraban (desempleados,
trabajadores) se adhirieron capas medias y pequeño empresariado.
De esta manera, el Consejo de Unidad Popular pasaría a formar parte de un gran
frente de masas, la Conferencia de Organizaciones Populares.
Las principales reivindicaciones de dicho movimiento popular modificación de
la política económica, rebaja de los artículos de primera necesidad y reajuste
salarial llegaron a atraer de tal manera la participación popular, que el presidente
Balaguer, preocupado por las repercusiones sociales del mismo, intentó crear
un sentimiento de «solidaridad vertical» que vinculase a Virtudes Álvarez con
el presidente, en base al reconocimiento en la líder de una personalidad
carismática y de unos valores mesiánicos, a fin de provocar en ella sentimientos
afectivos que debilitasen los antagonismos entre la organización popular y el
gobierno, hasta producir la desarticulación del movimiento como mecanismo
mediador de conflictos.
Mientras, los empresarios, representantes en el Consejo Nacional de Hombres
de Empresa (CNHE), promovían mecanismos de concertación social con los
sindicatos, a fin de crear antagonismos entre éstos y el movimiento popular,
para dividirlo.
A todo esto, la crisis de los partidos políticos, cuya implosión más detonadora
fue la división del PRD, resultado de un proceso de crisis del liderazgo político
generado por el retorno al uso de formas autoritarias de organización interna, se
materializó formalmente antes de las elecciones de 1990 luego de un largo
período de intensas luchas entre las tendencias de Majiuta y de Peña Gómez,
cuando |a Junta Central Electoral adjudicó la presidencia del PRD a Peña
Gómez y Majiuta formó su propia organización, el Partido Revolucionario
Independiente (PRI)
La crisis interna del principal partido en la oposición puso de manifiesto la
indiferencia de sus líderes ante los problemas nacionales, de tal forma que,
durante el gobierno de Balaguer (1986-1990), el poder mediador de los partidos
políticos quedó subordinado a los nuevos movimientos sociales, que fueron los
únicos dispuestos a enfrentarse con la política económica del gobierno, mientras
los partidos esperaban básicamente a conquistar el apoyo popular en las
elecciones, a fin de revalidar las élites en el poder.
La política económica estatista y expansionista de Balaguer produjo, a finales
de los ochenta, fuertes tensiones entre el gobierno y los sectores empresariales
agrupados en el CNHE, las cuales desembocaron en la disminución del apoyo
de los empresarios al proyecto económico de Balaguer, cuyo saldo final fue el
descontento manifiesto de la clase empresarial por la inflexión de la postura
intervencionista del Estado.
A saber, desde finales de los años setenta, la clase empresarial dominicana había
empezado a considerar el intervencionismo estatal como un obstáculo a su
expansión.
Inspirada en la tendencia hacia el neoconservadurismo que había empezado a
producirse a mediados de la década en los países desarrollados, la intelligentsia
tecnocrática dominicana construyó su política de emancipación de los
mecanismos económicos del control estatal.
La formalización la hizo inicialmente el CNHE durante los gobiernos
perredeístas, en virtud de la cual se promovió la negociación entre el gobierno
de Jorge Blanco y el FMI del Acuerdo de Facilidad Ampliada, que facilitó la
ejecución de la política de liberalización de la economía mediante la expansión
de las actividades especulativas sobre las productivas.
Pero a pesar de las presiones ejercidas por el CNHE sobre el gobierno de
Balaguer, éstas no impidieron la ejecución de su proyecto expansionista
sustentado sobre la base de las inversiones públicas, política que ha resultado
tan dañina para el país como la promovida por los neoliberales criollos. Pues el
modelo económico y político neoliberal persigue a Jacobo Majiuta fue el
candidato a la presidencia por el PRD en las eleccclones de 1986, después de
resuelto el impasse producido por el asalto a la Convención de 1985 (el
«concordazo»). La salvaguarda de una esfera estatal más restringida e
instituciones políticas menos «sobrecargadas», vía la reconstitución de una
sociedad civil que ya no dependa de una regulación, control e intervención del
Estado.
El proyecto político y económico neoconservador se traduce, pues, en la
emancipación de la sociedad civil del Estado, cuya consolidación es impensable
en la República Dominicana, en donde la práctica económica ha estado
determinada desde finales de los años setenta por la promoción de las
actividades especulativas sobre las productivas. Lo que a promovido el
individualismo, la distribución injusta del ingreso vía el enriquecimiento de
unos pocos en perjuicio de la mayoría, así como la quiebra o cierre de algunos
sectores productivos ante las ventajas de las actividades especulativas, lo que
ha generado, a su vez, una situación de desempleo endémico.
En la República Dominicana, promover la liberalización de los fenómenos
económicos (salarios, precios, comercio exterior, tipos de interés, etc.)
supondría la plena libertad del empresariado, lo que generaría ganancias
ilimitadas a costa de la injusticia social.
Los principales problemas de la población dominicana son aquellos que no son
siquiera imaginables en los países del capitalismo avanzado donde tuvo su
nacimiento la teoría neoliberal como nuevo paradigma político y económico. A
saber, la escasez de energía eléctrica, la falta de agua potable, deficiencias en el
transporte, en los servicios públicos, en la salud y en la educación, frente a una
cada vez mayor espiral inflacionaria y solidez de las actividades especulativas.
Además de estos factores, que limitan la consolidación de la democracia en la
República Dominicana, hay que resaltar las debilidades del sistema electoral y
la necesidad imperiosa de su reforma, a fin de garantizar la institucionalidad del
sistema político.
Se precisa de manera urgente la creación de un sistema que no limite la voluntad
de los electores, que dé la oportunidad al elector de conocer cuáles son sus
representantes en el Congreso Nacional (Senado y Cámara de Diputados).
Es necesaria la elaboración de una reforma constitucional que limite las
extraordinarias funciones del Senado, ya que, además de las funciones
legislativas, tiene como atribuciones exclusivas, el nombramiento de los jueces
y de los miembros de la Cámara de Cuentas, razón por la cual el interés de los
partidos políticos en obtener la mayoría senatorial ha dado lugar a crisis
importantes en el actual proceso democrático.
Pues la vinculación del Senado con el Ejecutivo han convertido al Congreso
Nacional, no en un mecanismo de canalización y procesamiento de las
demandas de la sociedad, sino en una caja de resonancia del Ejecutivo.
Mientras, la designación y subordinación de los miembros de la JCE al
Ejecutivo ha dado lugar a irregularidades en el proceso electoral y a denuncias
de fraude, dado su gran potencial de politización".

LAS ELECCIONES DE 1990:


CRISIS DEL LIDERAZGO POLÍTICO
La precampaña electoral de mayo de 1990 estuvo contenida de un simbolismo
solamente comprensible en el contexto histórico de la cultura política
dominicana, donde el personalismo y la desconfianza en las instituciones
públicas, producto de actitudes corruptas, constituyen las bases sustentadoras
de la conquista del poder del Estado, que impide cualquier intento de creación
de un nuevo paradigma.
La convivencia en el proceso democrático de actitudes y sentimientos
autoritarios en los actores políticos, contra la identificación de la sociedad con
los mecanismos de institucionalización democrática, se puso de manifiesto, una
vez más, en el último proceso electoral, generando tensiones de efectos
altamente dañinos para la consolidación del sistema democrático.
La precampaña electoral se debatió entre un Balaguer ciego y octogenario que
insistía en «remachar su sitio en la historia», proponiendo «seguridad» ante el
«salto al vacío» que significaba (para él) el ascenso al poder de Bosch, y en la
continuación de su política de gastos públicos dirigida a las construcciones; un
Bosch igualmente octogenario, cuya condición mental planteaba serias dudas,
y que prometía mejores salarios, luchar contra la inflación y la crisis energética,
privatizar las empresas públicas deficitarias, racionalizar la administración
pública, fomentar el turismo.

En las elecciones de 1986 hubo denuncia de fraude por parte del PRD, cuyo
candidato a la presidencia, Jacobo Majiuta, perdió frente a Balaguer por un
escaso margen de votos del 1,93%, lo cual puso de manifiesto una vez más la
debilidad de la JCE como órgano encargado de dirimir el proceso y las
deficiencias del sistema electoral, agravadas entonces por la introducción del
sistema de boleta única. Respetar las zonas francas y realizar reformas
tributarias; y un Peña Gómez que basó su interpelación en un mensaje moderado
y conciliador, asegurándose el respaldo internacional de los gobiernos de la
Internacional Socialista y el apoyo de los sectores jorgeblanquistas.
El cuarto candidato era Jacobo Majiuta, cuyo programa de gobierno lo había
identificado con el alto empresariado, pero cuya popularidad empezó a
disminuir como resultado de la adjudicación por la JCE del PRD a Peña Gómez.
Mientras las encuestas daban la victoria a Bosch, éste buscaba ganarse el apoyo
del empresariado y la obediencia de los militares en su «futuro» gobierno,
mediante el ofrecimiento de mejores sueldos para las Fuerzas Armadas y la
privatización de las empresas públicas deficitarias. Intentando por otra parte,
contar con el apoyo de la Iglesia, mediante declaraciones en las que negaba su
vinculación con el marxismo leninista.
Las denuncias de la preparación de un fraude electoral hecha antes de las
elecciones por el PLD y el PRD, frente al temor de la emisión de cédulas falsas
o la duplicación de las mismas para beneficiar al PRSC, enturbiaron las
elecciones.
La respuesta de la JCE fue la paralización de las actividades de la Dirección
General de Cédulas, a fin de evitar la solicitud y emisión de nuevas cédulas de
identidad fuera de los plazos establecidos.
En un principio se estimaba que el fraude oscilaría entre los cien y los doscientos
mil votos, mientras las encuestas indicaban, a unos días de las elecciones,
expectativas electorales de 900.000 votos para el PLD de Bosch, 700.000 para
el PRSC de Balaguer, 600.000 para el PRD de Peña Gómez y alrededor de los
150.000 para el PRI de Majiuta.
Las posibilidades de formar alianza se habían planteado entre Balaguer y
Majiuta y entre el último y Peña Gómez, pero las diferencias personales entre
los candidatos, sobre todo entre Majiuta y Peña Gómez, hizo fracasar las
coaliciones.
A las denuncias de fraude se sumaba la precaria situación económica de la JCE
y la amenaza de su presidente, Froilán lavares, de dimitir, frente a las
imposibilidades de utilizar los recursos necesarios para garantizar la
credibilidad del proceso electoral. Situación que fue resuelta mediante una
limitada subvención económica acordada por el gobierno.
Una vez terminadas las elecciones y ante la victoria electoral de Balaguer frente
a Bosch, éste último denunció la comisión de un «fraude colosal» en favor de
Balaguer.
El recuento de los votos por una comisión nacional y una internacional dirigida
por Cárter, quien legitimó el conteo, permitió la finalización del proceso
electoral y la aceptación de Bosch de su derrota por Balaguer con una diferencia
de alrededor de 18.000 votos, con lo cual se puso de manifiesto, una vez más,
la importancia del factor externo, Estados Unidos, en la «garantía del proceso
democrático dominicano».
La reelección de Balaguer como presidente de la República, legitimado por la
mayoría de escaños en el Senado del PRSC supone el control por el partido
oficialista del Poder Judicial y de la Junta Central Electoral (JCE) en los
próximos cuatro años (1990-1994), lo que podría dificultar las posibilidades de
reforma del sistema electoral, a fin de regenerar la confianza perdida por la
población hacia sus instituciones políticas formales, al tiempo que limitaría la
capacidad de canalización y procesamiento de las demandas sociales por el
Poder Legislativo.
Por otro lado, el actual proceso de crisis del liderazgo político, plantea la
necesidad de un consenso entre los líderes tradicionales que garantice la
estabilidad del sistema, así como la promoción y emergencia de nuevos líderes
en base a una mayor institucionalización del sistema de partidos vía la
redefinición de la dinámica organizativa interna, que les permita responder a los
desafíos del final de este «ciclo» histórico y avanzar hacia una nueva espiral
política.

Cap. IV

PRACTICA FINAL.
HACER UN ENSAYO SOBRE LA SITUACION SOCIO-POLITICA
ACTUAL DE LA REPUBLICA DOMINICANA, DESDE EL AÑO 2000-
2020.
BIBLIOGRAFIA.
LIBRO VISION GENERAL DE HISTORIA DOMINICANA- VALENTINA PEGUERO Y
DANILO DE LOS SANTOS.
LIBRO HISTORIA ECONOMICA Y FINANCIERA DE LA REPUBLICA DOMINICANA –
FRANKLIN F. FERMIN.
LIBRO, HISTORIA DOMINICANA – FRANK MOYA P.
HTTP://E-SPACIO.UNED.ES/
ACADEMIA.COM

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