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Manual de historia dominicana (1)_091cafd08e6a3dc77adc7415226813ea
Manual de historia dominicana (1)_091cafd08e6a3dc77adc7415226813ea
MANUAL DE TRABAJO
NOMRE:
MATRICULA:
SECCION:
Historia política y social de la Republica Dominicana 1844-2019.
3. Tercera República,
• Inicio de la tercera República.
• Aspectos del desarrollo cultural dominicano -1900-1930.
• La era de Trujillo
• Aspectos Económicos.
4. Cuarta Republica
Independencia Nacional.
Haitianos y dominicanos
Grupos Separatistas Domicanos:
o Pro- español
o Pro -ingles
o Pro- francés
o Trinitarios
Sociedad Trinitaria:
Organización: Secreta, Liberal y Revolucionaria.
Líder: Juan Pablo Duarte
Lema: Dios, Patria y Libertad.
Objetivos: terminar con el predominio haitiano, independencia pura,
nacionalidad dominicana.
Independencia:
o Proclamada el 27 de febrero de 1844.
o Origino el Estado dominicano.
o Provoco la salida de los haitianos.
o Origino el primer gobierno: Junta Central
Gubernativa.
CARACTERÍSTICAS DE LA PRIMERA REPUBLICA 1844-1861.
Pedro Santana.
Proclamada la independencia Nacional en 1844, fue nombrado general en jefe
del ejército libertador. Al imponerse los liberales a los conservadores en la Junta
Central, tomó la capital, disolvió la Junta y arrestó a los “Padres de la Patria”
(Duarte, Sánchez y Mella).
Duarte fue desterrado del país, el 10 de septiembre. Ya libre de los trinitarios,
Santana supervisó la redacción de la primera Constitución dominicana,
preparada en San Cristóbal, y finalmente se hizo elegir Presidente de la
República, siendo juramentado como el primer Presidente Constitucional
Dominicano, el 13 de noviembre de 1844, posición que ocupó hasta el 4 de
agosto de 1848.
El artículo 210 de la promulgada Carta Magna sirvió para que Santana
cometiera en el futuro toda clase de crímenes, excesos y tropelías, puesto que
daba al Presidente de la República facultades para tomar cuantas medidas
creyera oportunas, sin quedar sujeto por ello a responsabilidad alguna, con lo
cual se anularon los principios proclamados se creó, por ende, una grosera
dictadura.
La presencia militar del General Santana vuelve a sentirse en la Batalla de "Las
Carreras", escenifica el 21 de abril de 1849.
En ese mismo año, tras las presiones que ejerció al Gobierno de Jiménez y que
le hicieron capitular a su cargo, Santana ocupa la Presidencia de la República
una vez más. Este período estuvo comprendido entre el día 30 de mayo hasta el
23 de septiembre del 1849.
El 18 de julio de 1849 el Congreso Nacional otorgó el título de "Libertador
De La Patria" al Presidente Santana, por su victoria obtenida en la Batalla de
Las Carreras.
Invasión haitiana
La reacción haitiana no se hizo esperar ante el temor por su propia seguridad.
El 9 de marzo de 1849 se produjo la invasión del emperador haitiano Faustino
Soulouque, quien con un ejército de 15 000 hombres cruzó la frontera,
acompañado de los más importantes jefes militares de ese país. Lograron
apoderarse de todos los pueblos fronterizos y llegaron a San Juan de la Maguana
el 20 de marzo donde instalaron su cuartel general. Las guerrillas dominicanas,
poco pudieron hacer para detenerlos. Jiménez dejó el poder en manos del
consejo de secretarios de Estado, y se dirigió personalmente a la región Sur para
encabezar la campaña militar contra los invasores haitianos. También se dio la
orden para que los buques de guerra dominicanos comandados por el general
Juan Bautista Cambiazo llegaran hasta las aguas del vecino país con el objetivo
de causar daños al enemigo.
Al ser derrotado el Ejército dominicano en San Juan de la Maguana, Azua y El
Número, el cuerpo legislativo llamó el 2 de abril al general Pedro Santana para
que tomase el mando supremo de la lucha, y fue quien con un ejército de unos
seis mil combatientes dominicanos logró la derrota de los haitianos en la batalla
de Las Carreras, en Azua que duró tres días, del 19 al 21 de abril, y con esto
puso fin a las aspiraciones del vecino país, quien en su retirada fue quemando y
destruyendo todas las poblaciones que encontraba a su paso.
Guerra civil
Jimenes trató de descartar a Santana del control del Ejército, acusándolo de
traidor a la patria y le ordenó la entrega del mando del Ejército del Sur al general
Antonio Duvergé, pero Santana no reconoció su autoridad, recibiendo el apoyo
de los generales Merced Marcano, Juan Esteban Aybar, Ramón Mella y
Bernardino Pérez. Santana conminó a sus fuerzas a no deponer las armas hasta
no dejar establecido un Gobierno que respetase la Constitución y las leyes, lo
que significó declararse en rebeldía contra Jimenes, quien respondió
destituyéndolo, pero el Congreso lo desautorizó y apoyó la marcha de Santana
hacia la capital con el fin de derrocarlo.
El 17 de mayo, la ciudad de Santo Domingo fue declarada en estado de sitio.
Los dos bandos se enfrentaron en una corta pero violenta guerra civil en cuyo
transcurso fue incendiado el poblado de San Carlos, fundado por emigrantes
canarios en el siglo XVII. Los cónsules de Francia, Inglaterra y Estados Unidos
mediaron en el conflicto y Jiménes capituló el día 29 ante el general Pedro
Santana en el campamento de Güibia, renunciando como Presidente de la
República.
Muerte
Jimenes abandonó República dominicana al día siguiente de su capitulación y
se exilió en Haití. Abandonado por sus antiguos compañeros de armas, falleció
el 22 de diciembre de 1854 en Puerto Príncipe, a los 45 años de edad.
GOBIERNO DE BUENAVENTURA BÁEZ
Pedro Santana había asumido la dirección de la Junta Central Gubernativa el 13
de julio de 1844 y el 14 de noviembre se convirtió en presidente de la Primera
República. Cuatro años más tarde, Manuel Jiménez tomó el relevo del poder
pero Santana se lo arrebató nuevamente y, tras la negativa de Santiago Espaillat
de aceptar el cargo presidencial, dio paso a la primera administración de
Buenaventura Báez el 24 de septiembre de 1849. Durante su mandato, que se
prolongó hasta febrero de 1853, Báez retomó sus iniciales posiciones
proteccionistas y buscó en las potencias europeas el apoyo necesario para
detener los propósitos invasores del gobierno haitiano. Finalizado el periodo
presidencial previsto en la Constitución, Pedro Santana consiguió la victoria
electoral y asumió el poder hasta que, tras su renuncia en 1856, fue sustituido
por el vicepresidente Regla Mota.
Buenaventura Báez inició su segunda aventura presidencial el 8 de octubre de
1856 con la puesta en marcha de una serie de medidas económicas que, lejos de
paliar la crisis del país, agravó la situación de los comerciantes dominicanos y
provocó la llamada revolución del 7 de julio de 1857. Los rebeldes
constituyeron un gobierno provisional capitaneado por José Desiderio Valverde
y Báez tuvo que abandonar la presidencia y el país el 12 de junio de 1858.
Volvió a situarse en primera línea política durante el cuatrienio de la anexión
española (1861-1865), periodo en el que ejerció como Mariscal de Campo
Español.
Tras la guerra de independencia y la restauración de la República se sucedieron
efímeros gobiernos, y el 8 de diciembre de 1865 Báez volvió a alcanzar la
presidencia. Esta vez su mandato sólo pudo prolongarse durante cinco meses
porque los líderes independentistas, capitaneados por Pimentel y Luperón, se
unieron para arrebatar el poder al hombre que, después de defender la ocupación
española, lucía la banda presidencial de la autónoma República Dominicana.
Pero los eternos enemigos políticos de Báez sólo pudieron disfrutar durante dos
años de su ausencia en el Palacio Nacional. Su cuarto mandato presidencial se
inauguró el 2 de mayo de 1868 tras derrocar al gobierno de José María Cabral.
Báez regresó con un nuevo impulso anexionista, dirigido esta vez hacia los
Estados Unidos, aunque su proyecto finalmente fracasó por las fuertes presiones
del movimiento dominicano independentista y la oposición del Senado
estadounidense. La Revolución Unionista de noviembre de 1973 provocó la
caída del presidente y la formación en Puerto Plata de un gobierno provisional.
Sin alternativas, Buenaventura Báez presentó su renuncia el 2 de enero de 1874.
A partir de este momento se inaugura en el país un largo periodo de inestabilidad
política en el que se sucedieron efímeros gobiernos. Y Báez, el político más
tenaz de la República Dominicana, ocupó una vez más el sillón presidencial
entre diciembre de 1876 y marzo de 1878. Murió exiliado en Puerto Rico en
1884.
Desde febrero de 1844 hasta marzo de 1861 se sucedieron 23 gobiernos entre
los que predominaron los de Pedro Santana y Buenaventura Báez. En dicho
período las características principales de la economía dominicana eran:
predominio de la pequeña y mediana producción mercantil simple de bienes
agrícolas y de la industria ligera; la concentración de las exportaciones en unos
pocos productos agrícolas (tabaco, café y cacao); dependencia de los ingresos
tributarios de una muy limitada base, casi exclusivamente de los impuestos a
las importaciones y exportaciones.
Se vivía una economía de guerra por las constantes amenazas e intentos de
invasión por parte del ejército haitiano. Esto significaba que el gobierno,
además del presupuesto normal para necesidades civiles y de obras públicas,
debía incurrir en un importante gasto militar para mantener el ejército y cubrir
sus requerimientos de recursos. Esta última circunstancia generaba una
demanda adicional sobre la oferta de alimentos agrícolas y las importaciones,
que al no poder ser satisfecha en el corto plazo por lo limitada de la producción
y las exportaciones, producía una tendencia a una elevación de los precios de
mercado, por un lado, y a una depreciación de la moneda local con relación a la
moneda fuerte (peso fuerte).
Como las exportaciones eran independientes de la demanda interna (o en el peor
de los casos, tenían una relación inversa), y los ingresos corrientes del gobierno
dependían casi en su totalidad de los impuestos al comercio exterior, las
finanzas públicas arrojaban un déficit presupuestal crónico. De ahí que el
gobierno debía recurrir constantemente al endeudamiento.
El endeudamiento público se manejaba operativamente a través de dos
mecanismos: primero, la emisión de obligaciones, vales o pagarés con
comerciantes e importadores, en otras palabras, instrumentos de deuda; y
segundo, la emisión de papel moneda por parte del Tesoro Nacional. En ese
contexto institucional, la política fiscal y la política monetaria estaban unidas
en la Hacienda Pública.
Los gobiernos que se sucedían acostumbraban a realizar nuevas emisiones de
papel moneda modificando el tipo de cambio (respecto al peso fuerte o al
contenido en oro o plata de la moneda) e introduciendo más altas
denominaciones de los nuevos billetes emitidos, con relación a los billetes en
circulación emitidos por gobiernos anteriores. Luego, se procedía a retirar los
billetes en circulación por los nuevos billetes, pero con una tasa de conversión
oficial depreciada o apreciada, según la conveniencia política. Si la tasa de
conversión oficial estaba apreciada cumplía la función de aumentar los
impuestos y de impago de parte de la deuda pública: si el Estado cogió prestado
a 4 y paga a 2, dejó de pagar 2; si exportó a 2 y exige luego que le paguen
impuestos a 4, duplicó los impuestos. Eso equivalía a cambiar el valor nominal
de la deuda, lo cual generaba desconfianza entre contribuyentes y acreedores
del gobierno.
Por tanto, no era raro que coexistieran en circulación al mismo tiempo varios
billetes con diferentes tipos de cambio nominal. No nos referimos a que existían
cambios múltiples, sino que además de éstos también existían monedas
múltiples. Esta circunstancia dificultaba la función de unidad de cuenta del
dinero, tan importante en el funcionamiento de contratos de deuda y crédito, y
en la determinación de los precios de mercado.
Si un gobierno no acepta el instrumento monetario que él mismo ha emitido
para hacer pagos al gobierno al valor nominal convenido, entonces el valor de
esos instrumentos monetarios bajará a sus valores como mercancías. En el caso
del papel moneda este valor real es cero. Por otro lado, sin una unidad de cuenta
claramente establecida por una autoridad central, los instrumentos de deuda no
pueden convertirse en instrumentos monetarios. Los créditos y deudas no
pueden ser registrados en una unidad de cuenta generalizada sino solo como
deuda especifica.
Entonces, no fueron ni la supuesta excesiva emisión de papel moneda ni la
recurrencia al endeudamiento público per se, las principales causas de la
desventura de la Primera República, como afirmara M. A. Peña Batlle (1926).
Sin estas medidas hubiésemos vuelto a caer bajo la dominación haitiana. Fue el
mal manejo del sistema monetario por parte de los gobiernos la causa eficiente.
LA ANEXIÓN Y LA RESTAURACIÓN
CONCEPTOS Y ANTECEDENTES
Anexión es el acto de unir o agregar una cosa a otra con dependencia de ella.
La anexión es resultado de la debilidad ideológica que representa Santana, el
proceso de la anexión a España fue largo, ya que se acompañó de proyectos y
gestiones como las que encabezaron Buenaventura Báez en 1846, Mella y
Felipe Alfau en 1853, para 1860 la anexión a España comienza a germinar a
raíz de una larga exposición que hiciera Pedro Santana a la Reina Isabel II en la
misma fundamenta su solicitud.
El 18 de marzo de 1861, fue arriada en toda la República la bandera tricolor
símbolo del pueblo dominicano, en su lugar fue enarbolada la española. Volvía
la nación a ser tutelada por el trono peninsular, esta vez dirigido por Doña Isabel
II. La soberanía era entregada voluntariamente, sin derramamiento de sangre,
por el Presidente de la República, General Pedro Santana Familia, quien fue
honrado por la Corona de España con pomposos títulos, como el de Gobernador
Civil, Capitán General de la Colonia, Senador del reino, Teniente General de
Los Reales Ejércitos y Marqués de las Carreras. Santana había nacido en el
Poblado de Hincha en el año de 1801, poseía un hato en la ciudad del Seibo
llamado Hacienda el Prado, se había destacado como General y Patriota durante
la guerra en contra de Haití y, era considerado como héroe nacional, por haber
derrotado al ejército haitiano en las Batallas de Azua y las Carreras. A la sazón
ejercía la presidencia de la República por tercera vez. A sus 60 años el Hatero
del Seibo carecía de la energía mostrada en el pasado. Tratando de perpetrarse
en el poder, envió a Felipe Alfau en calidad de ministro en misión especial a
España, con el fin de gestionar la anexión a la madre patria. Argumentó querer
librar al país de la amenaza haitiana, así como de las incontables escaramuzas
políticas que diezmaban su población. Los dominicanos en su gran mayoría
estaban en contra de la Anexión. Sin embargo, Santana presentó la solicitud al
Gobierno de España simulando que todo el pueblo simpatizaba con esa medida.
Las gestiones llevadas a cabo ante la corona, encontraron terreno fértil, pero no
contaban con el apoyo del pueblo, el cual no había sido consultado. Por lo que
prontamente se iniciaron las protestas en todo el territorio dominicano.
Restauración de la soberanía
Monumento a la Batalla de Moca por la soberanía dominicana
La salida de las tropas españolas se inició el 10 de julio de 1865. La nación
volvía a ser libre y soberana de toda potencia extranjera, como planteara su
ilustre fundador. Germinaba de nuevo la semilla de la libertad y el honor. Los
miles de patriotas que habían caído no lo habían hecho en vano. Pues las últimas
palabras pronunciadas por Matías Ramón Mella Castillo en su lecho de muerte,
palpitaban en el corazón de cada Quisqueyano. "Aún hay patria". "Viva la
República Dominicana".
Cap. II
EL SURGIMIENTO DE LA SEGUNDA REPÚBLICA.
HECHOS Y CARACTERES.
Rafael Trujillo era un dictador cruel quien perseguía y torturaba a sus opositores
junto con los militares. El dictador mantuvo el control del cuerpo de oficiales a
través del miedo. Se dice que Trujillo usaba varios métodos brutales de tortura,
entre otros la silla eléctrica y sanguijuelas (en finés iilimato). También se dice
que tiraba los cuerpos de sus opositores en el mar para que desaparecieran
fácilmente. Durante su dictadura, Trujillo era responsable de la muerte de más
de 50.000 personas.
La agropecuaria
Como lo agropecuario era la base de la economía dominicana, el gobierno trazó
un plan de fomento agrícola que incluyó la creación del servicio de
investigaciones en la rama, y un sistema de colonización agraria a base de
colonos nativos e inmigrantes que procedían en su mayoría de Europa.
Se promovió un programa de colonización agrícola que hizo dedicar al cultivo
decenas de miles de tareas que anteriormente se encontraban abandonadas. La
producción agrícola aumentó en todos los renglones, y el país se volvió
autosuficiente en arroz, maíz, frijoles y demás víveres. A finales de los
cincuenta, el azúcar, café, cacao y tabaco representaban el 90% de las
exportaciones dominicanas.
La industrialización
Para los últimos años de la década del 40, y durante la década del 1950, los
establecimientos industriales no solo se triplicaron en comparación con otros
períodos, sino que cubrieron renglones variados: alimentos, bebidas, cigarros,
textiles, impresos, muebles, calzados ,máquinas, vidrio, corcho, productos
minerales, artículos eléctricos, construcción y reparación de materiales de
transportes, etc. la mayoría de estas industrias operaban ya como compañías
privadas (cuyos gerentes o propietarios representaban casi siempre los intereses
de los Trujillo) o bien compañías del estatales.
El azúcar
Trujillo decidió tener el control de los ingenios y creó la ley de defensa del
azúcar que le permitía adquirir la mayoría de las centrales azucareros, lo cual
logró a base de fuertes impuestos y de una inmensa campaña de presión. Los
ingenios comprados por Trujillo fueron el Santa Fe, de la South Porto Rico
Sugar, Azucarera Haina, Azucarera Nacional y Azucarera Yaqué.
medidas económicas políticas de Trujillo
• En el 1941 se fundó el Banco de Reservas: El primer banco de capital
nacional creado por el gobierno fue el Banco de Reservas, establecido mediante
la compra de las sucursales del National City Bank. El Banco de Reservas
comenzó sus operaciones con un millón de pesos con un carácter comercial y
depositario de los fondos oficiales.
• En el 1945 se creó el Banco Agrícola: cuya función era
principalmente efectuar créditos a corto plazo destinados al fomento de
la agricultura, la ganadería y las industrias, y de manera especial a favor
de personas de modesta capacidad económica.
• En el 1947 se creó el Banco Central de la República Dominicana:
cuya función era la emisión del peso oro dominicano, moneda nacional
que sustituiría al dólar norteamericano, moneda de circulación nacional
en los años anteriores.
POLÍTICA ECONÓMICA
La depresión de 1929 trajo como consecuencia una tendencia hacia la
monopolización. En el caso de la República Dominicana, cuya economía se
caracterizaba por ser esencialmente agro-exportadora, este proceso se produjo
paralelamente a la formación y consolidación del aparato industrial. La
principal industria dominicana siguió siendo la azucarera, cuya producción,
como sabemos, estaba destinada al mercado exterior, alcanzando durante los
años de la dictadura un alto desarrollo (se calcula que representaba el 80% del
aparato productivo) Los demás productos agrícolas de exportación siguieron
siendo los mismos que se consolidaron en el siglo XIX durante la dictadura de
Lilis, estos son: tabaco, café y cacao.
Paralelamente se desarrolló una industria manufacturera cuya producción
estaba destinada al mercado interno (ocupaba el 20% restante) Esta industria
liviana estaba destinada al consumo domestico de alimentos, bebidas, calzados,
vestidos, muebles y papel. Existía también un cierto desarrollo de la industria
de materia prima como la de cemento, textiles, cuero, oro, madera y bauxita.
Muerto Trujillo, se inicia desde el 31 de mayo una feroz persecución contra los
implicados y conspiradores que ocasionaron la muerte de algunos de ellos y el
encarcelamiento de parientes y amigos.
Con la llegada de Ramfis se intensificó la búsqueda de los involucrados,
mientras las honras fúnebres concluían en la iglesia Nuestra Señora de los
Consuelos, de San Cristóbal. En esa ocasión y ante el féretro del dictador, el
doctor Joaquín Balaguer, que ostentaba la ficticia condición de presidente de la
República desde el 3 de agosto de 1960, leyó compungido el panegírico de
lugar, expresando con dolor: “Querido Jefe. Hasta luego. Tus hijos espirituales,
veteranos de las campañas que libraste durante treinta años para engrandecer a
la República y estabilizar el Estado, miraremos hacia tu sepulcro como un
símbolo enhiesto y no omitiremos medios para impedir que se extinga la llama
que tú encendiste en los altares de la República y en el alma de todos los
dominicanos”. El juramento del estadista, que luego gobernó la República por
más de veinte años, prevaleció como maldición convirtiéndose en retranca para
el avance de lo que sería la democracia dominicana.
Llama la atención la inmediata reacción popular contraria la dictadura: durante
los nueves días de recogimiento impuesto por la circunstancia y desaparición
de quien había gobernado con manos de hierro, todo era dolor y también llanto
fingido. Tres semanas después la expresión de alegría no se podía contener y el
miedo fue cediendo paso a las protestas públicas y al enfrentamiento contra la
estructura político-militar del régimen sin importar la represión indiscriminada,
los crímenes y la utilización de bandas paramilitares que asediaban en la calles
y barrios a los opositores. En sentido general, la población, que en principios
fue impactada por el hecho de sangre que puso fin a la vida de Trujillo, empezó
muy pronto a expresar su deseo de cambios.
Bajo la presión internacional y la llegada al país de la Comisión de la
Organización de Estados Americanos (OEA), el 7 de junio, se iniciaron las
negociaciones para presionar que se fuera abriendo la brecha hacia la
democracia. La presencia de los comisionados fue aprovechada por los
contrarios a la dictadura para organizar las primeras protestas públicas a favor
del final del gobierno de Trujillo. En el puente Duarte, cuando la multitud
esperaba el paso de la comitiva, los calieses y los “paleros de Balá” reprimieron
la manifestación con el saldo de heridos y la muerte del doctor Víctor Estrella
Liz; pero la represión no logró detener los reclamos de libertad, por el contrario
se fueron convirtiendo en verdaderas pobladas populares incontrolables para los
organismos de seguridad del gobierno.
La Comisión Interamericana de los Derechos Humanos de la OEA visitó el país
en varias ocasiones con el fin de negociar con el gobierno de Ramfis y el doctor
Joaquín Balaguer las reformas democráticas, que tenían como trasfondo el
levantamiento de las sanciones económicas impuestas al país desde la reunión
de Cancilleres en Costa Rica, en 1960. Estuvo en Santo Domingo del 12 al 28
de septiembre y desde el 22 hasta el 28 de octubre de 1961. Las visitas
facilitaron las actividades antitrujillistas del Movimiento Revolucionario 14 de
Junio (1J4), Movimiento Popular Dominicano (MPD), la Unión Cívica
Nacional (UCN) y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD, para incitar a
las protestas a favor de la salida de los familiares de Trujillo y sus más cercanos
colaboradores. Los grupos de protestantes se polarizaron en torno a la Unión
Cívica Nacional y el Movimiento Catorce de Junio, considerados un peligro
para la permanencia en el poder del sector trujillista. Ramfis planificó ofertar al
Movimiento 14 de Junio la formación de un frente común contra los cívicos, y
al MPD adiestramiento militar y entrega de armas, pero esto quedó en el
interés del hijo de Trujillo, pues los acontecimientos desbordaron los planes de
los familiares del “Jefe” para quedarse en el poder.
El Movimiento 14 de Junio, que venía actuando de manera clandestina desde
enero de 1960, se organizó de manera pública a partir del 14 de julio de 1961
bajo el liderazgo de Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo), con el nombre de
Movimiento Revolucionario 14 de Junio, integrando a un sector importante de
la juventud dominicana.
El activismo de los opositores a la dictadura solo era posible por su decisión de
luchar contra los Trujillo y debido a la presión internacional, las sanciones de
la OEA, la crisis económica que se estaba viviendo provocada por el bloqueo
económico y a la insistencia de los Estados Unidos en propiciar el
establecimiento de un gobierno que evitara la profundización de la lucha; una
fórmula para impedir la instauración de un gobierno de características similares
a la Cuba revolucionaria. Washington era partidario de una salida negociada
entre los cívicos y trujillistas, que evitara la emergencia de sectores
radicalizados y revolucionarios. Como parte de la estrategia se recomendaba el
levantamiento de las sanciones diplomáticas y económicas y asignarle al país
una cuota azucarera de la que Cuba había sido despojada.
Estados Unidos no dio muestra de inmediato de querer romper con el hijo del
dictador debido a que los cívicos todavía no eran una clara opción de poder y
porque estaban preocupados con el auge popular del 1J4 y la inestabilidad
política que se estaba viviendo; pero las protestas callejeras y las huelgas
patrocinadas por la UCN, el Movimiento 14 de Junio, el MPD, y el PRD
hicieron fracasar el proyecto americano de un gobierno de consenso que
contemplara la vigencia de Ramfis y la participación de los cívicos en el
gobierno.
La estrategia de Trujillo hijo, como principal líder militar de la familia del
dictador, en la que Héctor y Arismendi Trujillo eran figuras importantes, fue
permitir una limitada apertura en la que Joaquín Balaguer apareciera como el
mandatario que estaba interesado en el establecimiento de la democracia,
mientras que otro sector trujillista sugería el rompimiento de las negociaciones
con los americanos y la OEA, imponiendo una salida de fuerza que permitiera
la continuidad de la tiranía. Pareció imponerse la salida preferida por Ramfis,
pero Norteamérica se alejó rápidamente de esta propuesta y se acogió a las
posiciones de los cívicos, debido a que la resistencia popular contra los
remanentes de la dictadura no permitía una salida que incluyera a los familiares
de Trujillo en el proceso de transición, cuyas fuerzas e influencia estaban
visiblemente deterioradas.
Ante la desintegración del poder de la familia Trujillo, Ramfis optó por
renunciar a la Jefatura del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas el
14 de noviembre; pero el día 15 algunos de sus familiares dieron signos de
intentar una salida militar a la crisis, cuando subrepticiamente regresaron del
exterior los hermanos Héctor y Arismendi Trujillo. La movilización popular,
las presiones diplomáticas y el levantamiento del General Rodríguez Echavarría
en la base aérea de Santiago, pusieron fin a la presencia de los Trujillo en
República Dominicana, que abandonaron el país al caer la tarde del sábado 18
de noviembre de 1961, después de haber asesinados en la Hacienda María, a los
complotados del 30 de mayo.
DEMOCRACIA FORMAL:
EL GOBIERNO DE ANTONIO GUZMÁN (1978-1982)
El proceso electoral de 1978 determinó el ascenso al poder del PRD, que,
después de una larga trayectoria como partido opositor al autoritarismo', se
convertía en partido de gobierno, en unas condiciones políticas y sociales
adversas a la realización en su primer mandato, de un proyecto democrático
sólido que promoviese, de una parte, la realización de reformas institucionales
que consolidaran el sistema democrático y, de otra, la promoción de cambios
sustanciales en el orden económico y social, dirigidos a alcanzar un nivel
importante de democratización sustantiva (economía redistributiva y justicia
social).
En primer lugar, el pacto o negociación entre un PRD elegido por segunda vez
vía mecanismos democráticos y un PR derrotado después de más de dos décadas
en el poder vía mecanismos fraudulentos y violentos, sostenido por la lealtad de
unas Fuerzas Armadas defensoras del estatus quo impuesto por el régimen
autoritario de Balaguer, fue el resultado de un hecho conocido como el «fallo
histórico», mediante el cual, después de celebradas las elecciones, la JCE
adjudicó al PR la mitad de los votos emitidos en cuatro provincias que hablan
sido ganadas por el PRD, lo que permitiría al PR controlar el Senado.
El «fallo histórico» se convirtió, de esta forma, en el mecanismo
«transaccional» que condicionaría la transición política hacia la democracia, a
la limitación constitucional que supondría el control del poder legislativo y del
judicial por el régimen anterior. El PRD fue fundado en La Habana (Cuba) en
1942 por un grupo de exiliados de la dictadura trujillista, entre los cuales se
encontraba Juan Bosch como primer partido opositor al trujillismo (1930-1961),
pasando a ser el principal oponente del balaguerismo (1966-1978).
Mediante el fallo histórico, el PR pasó a controlar el Senado con el 59,26% de
los escaños frente al 40,74% del PRD, lo que constitucionalmente le permitiría
controlar el poder judicial, así como designar los miembros del colegio electoral
(JCE). Artículo 23 de la Constitución de 1966.
En segundo lugar, la lucha interna librada en el PRD por las tendencias, si bien
introdujo un elemento innovador en el liderazgo dominicano de tradición
carismática autoritaria, constituyó posteriormente un elemento perjudicial para
la consolidación de la democracia: el control del poder del Estado por un partido
político dividido internamente en oposición y gobierno. Pues la lucha por el
control del partido, sostenida por las tendencias jorgeblanquista y guzmancista,
se tradujo en una lucha dentro de los poderes del Estado, que no solamente
obstaculizó la realización del principal proyecto de reforma constitucional
propuesto por el PRD en su programa de gobierno (la no reelección
presidencial), sino que impidió el alcance y conclusión de proyectos sociales
beneficiosos para la sociedad.
La imposibilidad del reparto del poder entre las dos tendencias promovió una
lucha constante por la apropiación futura del poder del Estado vía electoral, que
a su vez generó fuertes críticas y ataques del partido hacia el gobierno y del
gobierno hacia el partido, relegando a un segundo plano, y para el futuro, las
conquistas democráticas, sobre todo aquellas de carácter social y económico.
En tercer lugar, la sociedad, que había confiado sus esperanzas de cambio
político y social en el proyecto democrático del PRD, veía frustradas sus
demandas, al no ser éstas canalizadas vía representación estatal, de la cual había
carecido durante los doce años del autoritarismo balaguerista.
Esto así, porque las interpelaciones democráticas que habían caracterizado al
PRD en la oposición fueron sustituidas por prácticas clientelistas y paternalistas
que distanciaron la élite perredeísta de los sectores populares, cuya agregación
por el partido como sujetos de acción política había constituido la base esencial
de su proyecto democratizador de los años sesenta.
La política clientelista del presidente Guzmán, que le garantizó el cumplimiento
de sus «compromisos» con sectores burgueses y medios, permitiendo a los
primeros consolidar sus riquezas y aumentar sus medios productivos y sirviendo
a los segundos de mecanismo de movilidad social vertical en una economía
limitada, estuvo unida a una política económica «expansiva» dirigida a priorizar
la distribución del ingreso y el aumento del empleo, en ausencia de cambios
importantes en el proceso de acumulación'.
La generación de empleos y el aumento salarial, fueron realizados mediante el
endeudamiento público y las emisiones de dinero inorgánico, lo que expandió
el proceso inflacionario en desproporción con el poder adquisitivo de la mayoría
de la población.
Lo cual, unido a otros factores, tanto internos como externos, profundizó la
crisis económica heredada del fracaso del modelo desarrollista, que frente a la
incapacidad del Estado para resolverla y sus efectos negativos en los grandes
sectores populares, creó fuertes sentimientos de deslegitimación que pusieron
en peligro la estabilidad del régimen".
Las tensiones entre el régimen y la sociedad, así como las tensiones entre el
gobierno y el partido, sustentadas en la hipertrofia del Estado (como resultado
de una política redistributiva basada en la corrupción y el clientelismo) y en la
lucha de tendencias, determinaron la crisis del primer gobierno perredeísta, lo
que provocó actitudes de adhesión de un número importante de la población
electoral hacia los demás partidos: el
PR y el PLD.
El más beneficiado sería el PLD, por su proyecto de gobierno sustentado en la
honestidad como mejor mecanismo para afrontar la corrupción y la crisis
económica, ya que el PR se había quedado anquilosado en sus estructuras
partidarias, sin ofrecer proyecto alguno de democratización.
La pasión por el poder, entendida por las élites políticas que habían dirigido los
destinos del Estado dominicano en transición como un apetito afanoso, posesivo
y violento por el control del poder del Estado, en perjuicio de los derechos
civiles y políticos de las mayorías que habían determinado su ascenso,
debilitaba cada vez más la creencia en el sistema democrático. Mientras, en la
sociedad dominicana, la «miseria de la desmoralización» y la «desmoralización
de la miseria» promovían el desencanto.
Al PRD le falló la estrategia, tanto en su función como partido de gobierno,
como hacia el interior de la organización.
Por una parte, la reestructuración de formas autoritarias que han caracterizado
la tradición política dominicana generó un Ejecutivo hipertrofiado, en el que la
cada vez mayor autonomización del personal estatal produjo un poder
incontrolado en sus funciones, en tanto el Legislativo reducía su actividad a
legitimar las actuaciones del primero, y el Judicial, relegado a su tradicional
condición de «enajenado», sucumbía ante las decisiones de los otros dos.
De otra parte, el PRD, cuya tradición de partido democrático —unificador de
las masas en torno a las ideas de participación y justicia social— había anclado
en la memoria colectiva, resultado de su participación en la dirección de la lucha
democrática de clases en los años sesenta, y cuya estrategia de participación
como principal partido opositor al autoritarismo balaguerista lo había
convertido en el principal actor político de las transformaciones sociales que se
produjeron en los años setenta, hasta llevarlo a la dirección del Estado en
transición. Terminó siendo víctima de su propia lógica partidaria, de la que no
pudo salvarlo ni siquiera el liderazgo carismático de Peña Gómez, cuya
autoridad como líder principal del partido había entrado en crisis como parte de
un todo.
En las elecciones de 1986 hubo denuncia de fraude por parte del PRD, cuyo
candidato a la presidencia, Jacobo Majiuta, perdió frente a Balaguer por un
escaso margen de votos del 1,93%, lo cual puso de manifiesto una vez más la
debilidad de la JCE como órgano encargado de dirimir el proceso y las
deficiencias del sistema electoral, agravadas entonces por la introducción del
sistema de boleta única. Respetar las zonas francas y realizar reformas
tributarias; y un Peña Gómez que basó su interpelación en un mensaje moderado
y conciliador, asegurándose el respaldo internacional de los gobiernos de la
Internacional Socialista y el apoyo de los sectores jorgeblanquistas.
El cuarto candidato era Jacobo Majiuta, cuyo programa de gobierno lo había
identificado con el alto empresariado, pero cuya popularidad empezó a
disminuir como resultado de la adjudicación por la JCE del PRD a Peña Gómez.
Mientras las encuestas daban la victoria a Bosch, éste buscaba ganarse el apoyo
del empresariado y la obediencia de los militares en su «futuro» gobierno,
mediante el ofrecimiento de mejores sueldos para las Fuerzas Armadas y la
privatización de las empresas públicas deficitarias. Intentando por otra parte,
contar con el apoyo de la Iglesia, mediante declaraciones en las que negaba su
vinculación con el marxismo leninista.
Las denuncias de la preparación de un fraude electoral hecha antes de las
elecciones por el PLD y el PRD, frente al temor de la emisión de cédulas falsas
o la duplicación de las mismas para beneficiar al PRSC, enturbiaron las
elecciones.
La respuesta de la JCE fue la paralización de las actividades de la Dirección
General de Cédulas, a fin de evitar la solicitud y emisión de nuevas cédulas de
identidad fuera de los plazos establecidos.
En un principio se estimaba que el fraude oscilaría entre los cien y los doscientos
mil votos, mientras las encuestas indicaban, a unos días de las elecciones,
expectativas electorales de 900.000 votos para el PLD de Bosch, 700.000 para
el PRSC de Balaguer, 600.000 para el PRD de Peña Gómez y alrededor de los
150.000 para el PRI de Majiuta.
Las posibilidades de formar alianza se habían planteado entre Balaguer y
Majiuta y entre el último y Peña Gómez, pero las diferencias personales entre
los candidatos, sobre todo entre Majiuta y Peña Gómez, hizo fracasar las
coaliciones.
A las denuncias de fraude se sumaba la precaria situación económica de la JCE
y la amenaza de su presidente, Froilán lavares, de dimitir, frente a las
imposibilidades de utilizar los recursos necesarios para garantizar la
credibilidad del proceso electoral. Situación que fue resuelta mediante una
limitada subvención económica acordada por el gobierno.
Una vez terminadas las elecciones y ante la victoria electoral de Balaguer frente
a Bosch, éste último denunció la comisión de un «fraude colosal» en favor de
Balaguer.
El recuento de los votos por una comisión nacional y una internacional dirigida
por Cárter, quien legitimó el conteo, permitió la finalización del proceso
electoral y la aceptación de Bosch de su derrota por Balaguer con una diferencia
de alrededor de 18.000 votos, con lo cual se puso de manifiesto, una vez más,
la importancia del factor externo, Estados Unidos, en la «garantía del proceso
democrático dominicano».
La reelección de Balaguer como presidente de la República, legitimado por la
mayoría de escaños en el Senado del PRSC supone el control por el partido
oficialista del Poder Judicial y de la Junta Central Electoral (JCE) en los
próximos cuatro años (1990-1994), lo que podría dificultar las posibilidades de
reforma del sistema electoral, a fin de regenerar la confianza perdida por la
población hacia sus instituciones políticas formales, al tiempo que limitaría la
capacidad de canalización y procesamiento de las demandas sociales por el
Poder Legislativo.
Por otro lado, el actual proceso de crisis del liderazgo político, plantea la
necesidad de un consenso entre los líderes tradicionales que garantice la
estabilidad del sistema, así como la promoción y emergencia de nuevos líderes
en base a una mayor institucionalización del sistema de partidos vía la
redefinición de la dinámica organizativa interna, que les permita responder a los
desafíos del final de este «ciclo» histórico y avanzar hacia una nueva espiral
política.
Cap. IV
PRACTICA FINAL.
HACER UN ENSAYO SOBRE LA SITUACION SOCIO-POLITICA
ACTUAL DE LA REPUBLICA DOMINICANA, DESDE EL AÑO 2000-
2020.
BIBLIOGRAFIA.
LIBRO VISION GENERAL DE HISTORIA DOMINICANA- VALENTINA PEGUERO Y
DANILO DE LOS SANTOS.
LIBRO HISTORIA ECONOMICA Y FINANCIERA DE LA REPUBLICA DOMINICANA –
FRANKLIN F. FERMIN.
LIBRO, HISTORIA DOMINICANA – FRANK MOYA P.
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