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Conejito y la bicicleta mágica
Conejito y la bicicleta mágica
—Te voy a contar solo porque eres mi amigo —contestó el indefenso Topo.
El Topo le contó a Conejito Jero que antes de que se convirtiera en el
campeón de ciclismo, mientras entrenaba con papá Conejón para ser un
gran atleta, mamá Ramona cortó árboles, tomó pequeños maderos, limpió
las ramas de los árboles, cortó alambres, pegó con silicona, forró con telas
el sillín, clavó tornillos, abrió huecos con la broca, tomó medidas, hizo el
plano de la bicicleta justo al tamaño de Conejito, la pintó con lindos colores
y ¡zas!: ¡construyó la bicicleta mágica! Le tomó varias semanas hacerla.
Y continuó conversando:
—No comprendo por qué ustedes, allá arriba, no ven su magia. En mi mundo
de cuevas, tierra y madrigueras, nunca había visto los objetos
sorprendentes que existen en la superficie —contestó el pequeño Topo.
—¿Dónde la encontraste?
Mamá Ramona le contó que el día del torneo, vio cuando uno de los papás
organizadores del evento de ciclismo la había escondido entre las ramas de
un árbol muy alto.
—Esperé a que se terminara el torneo para recuperarla y entregártela
después de ajustarla, porque se estropeó un poco.
—¿Por qué no me la entregaste ahí mismo?
—Porque sabía que la bicicleta mágica no era mágica, que ganarías el
torneo en cualquier bicicleta; habías entrenado mucho.
—Entonces, ¿por qué se llama mágica?
—Conejito, si observas bien, todas las bicicletas son mágicas: son bellas y
se acoplan a la medida de cada uno, sin importar su tamaño y forma.
Todas te llevan a caminos hermosos y te ayudan a mantenerte feliz y
saludable.
—Creo que quien hizo tu bicicleta mágica pensó en el tamaño de conejitos
y animalitos como tú. Es una bicicleta hecha a tu medida, que te permitió
recobrar la confianza en ti. ¡Esa es su magia!
Conejito sintió el deseo de abrazarla; entonces, la envolvió con sus largas
orejas, como se abraza a un oso de peluche. Le dio besos en sus cachetes
de mota rosa, y se tumbaron al piso jugando a las cosquillas. Cada uno supo
perfectamente en dónde hacerle el cosquilleo al otro para hacerse reír.
Desde aquel día, Conejito practicaba ciclismo unos días en su bicicleta
pequeña y, otros, en la enorme bicicleta en la que se hizo campeón.
Mientras todo esto sucedía, mamá Ramona puso una bicicletería. Allí
fabricaba y vendía las bicicletas más originales, hechas a la medida de cada
conejo en Balú.