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Historia y principios

de la maquetación 01
1.1. Introducción: Los mecanismos de lectura

Antes de comenzar a meternos en materia, sentemos las bases de qué es lo que se


entiende por maquetación o diagramación, que no es más que el arte de dar forma a
un texto y/o componer una página conformada por distintos elementos visuales, bien
sean estos gráficos, fotografías, títulos destacados o espacios en blanco y el texto.
Digamos que, a grandes rasgos, es el modo de llenar el espacio en blanco de una página,
de ordenarlo, jerarquizarlo y equilibrarlo con una determinada intención, ya sea esta
comunicativa, estética, publicitaria o todas ellas a la vez. Todo con el fin de facilitar la
comunicación entre el autor y el lector o espectador, entre emisor y receptor. Entre
estos dos puntos se sitúan las figuras del diseñador y el maquetador, que actuarán como
agentes de transmisión de esta información, dando a su trabajo coherencia gráfica y
comunicativa, haciéndolo atractivo y legible.

La maquetación de materiales gráficos, tal como la entendemos hoy, no surge y se


establece como profesión hasta pasada la época de la industrialización y el desarrollo
de la imprenta. Muchos son los precedentes históricos que han ido engrosando y
poniendo las bases a unas técnicas que hacen más sencilla nuestra vida y que han
facilitado la difusión de la cultura y el saber humanos, así como la facilidad para difundir
y mercadear con productos y servicios.

A lo largo de la historia y los orígenes de la maquetación en particular y del diseño


editorial en general (del cual no se puede separar; siendo la primera la cara más técnica
del arte de diseñar libros e informaciones gráficas), encontraremos hitos y referencias
que debemos tener en cuenta. Algunas tendencias, elementos estilísticos y modos de
hacer antiguos siguen presentes en las maquetas de hoy en día gracias, en gran medida,
al peso de nuestra tradición y de nuestro entorno cultural, que ha ido conformando la
manera en la que percibimos los textos escritos y realizamos el acto de leer.

Constantemente, y gracias a un concienzudo proceso en el que aprendemos a reconocer


las letras a golpe de vista, abordamos el acto de la lectura como algo natural que
realizamos sin esfuerzo y de una forma casi inconsciente, con la misma naturalidad con
que percibimos otros aspectos de nuestra vida diaria, como el color, el sonido o el
movimiento.

Cada día nos abordan gran cantidad de mensajes escritos que percibimos a través de
nuestros mecanismos visuales y que pasan por un proceso automático de selección,
según el cual solo prestamos atención a aquellos que nos son de verdadera utilidad e
interés. En este acto de lectura automática no desplazamos nuestra mirada sobre la
línea de texto de carácter en carácter ni analizamos cada palabra escrita, si no que la
lectura la realizamos reconociendo grupos de palabras. Concentramos nuestra
atención en comprender el sentido de las ideas, no en reconocer letras o palabras.

Figura 1. Modos de lectura de una página, recorrido visual.


Fuente: https://www.ite.educacion.esformacionmateriales42cdm1_4recorrido_visual.html

La lectura pues, si nos atenemos al acto puramente mecánico, consiste en identificar


grupos de palabras a través de la forma de sus letras, y localizar una nueva línea con un
barrido de vista hacia la izquierda. El lector lee de tres a cinco palabras juntas e
identifica de tres a cuatro grupos de palabras por línea. Es importante recordar que, a
diferencia de otros alfabetos y sistemas de signos lingüísticos que lo hacen de derecha
a izquierda (como es el caso del árabe) o en columnas verticales (algunos sistemas
orientales), la lectura occidental se desarrolla de izquierda a derecha y de arriba hacia
abajo. La mayoría de los occidentales realizamos un recorrido visual a través de una
página de texto, en forma de Z o de C invertida, aunque bien es verdad que un buen
maquetador puede dar protagonismo en una maqueta bien planeada a partes del textos
que a priori no lo tendrían según es ley visual LTR (Left to Right).

Contenidos del tema:


 Definición de maquetación
 Los mecanismos de lectura. El modo de lectura occidental
 Hitos del desarrollo de la maquetación como disciplina
 Teoría de la Gestalt
 El nacimiento de la autoedición y los programas de autoedición más usados

1.2. Las primeras maquetaciones

El hombre en la Prehistoria, al pintar sobre los muros de las cuevas o decorar con
motivos esgrafiados los materiales y herramientas con los que convivía cada día, ya
estaba sentando las bases del proceso lector y planteando, sin ser consciente de ello,
unos códigos visuales (mediante el uso del color, la proporción, la jerarquización, la
escala o la armonía entre las diferentes elementos) que facilitaban la comprensión del
discurso de su mensaje y, con ello, su trasmisión. Esta es la premisa básica de la
maquetación como herramienta visual y vehículo vertebrador del mensaje.
Figura 2. Las pinturas de la cueva de Altamira podrían considerarse como uno de los primeros ejemplos de
composición visual. Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Cueva_de_Altamira

Los primeros códigos visuales se desarrollarían a lo largo del tiempo dando lugar a
ideogramas y sistemas jeroglíficos que, gracias a la esquematización, fonetización y
codificación de sus elementos, darían lugar al nacimiento de los primeros sistemas de
escritura impresos sobre piedra, cera, madera o barro cocido.

Figura 3. Ejemplo de escritura cuneiforme. Fuente: https://historiaeweb.com20150424escritura-cuneiforme

Algunas de las piezas más conocidas de lo que podríamos llamar protomaquetación si


tenemos en cuenta la consciente compartimentación del espacio son el Código de
Hammurabi, la Piedra Rosetta o el disco de Festos, además de los muchos ejemplos de
escritura jeroglífica egipcia escritos sobre piedra y rollos de papiro; este último pasa por
ser uno de los precedentes del papel, inventado en China en el año 105 de nuestra era.
El más conocido de estos textos jeroglíficos es El Libro de los Muertos y en ellos puede
apreciarse algo fundamental en la comunicación escrita, la jerarquización o peso visual
de unos elementos sobre otros. Esta característica también puede apreciarse en los
escasos códices mayas que nos han llegado. Todos ellos son ejemplos de textos
religiosos, comerciales y administrativos compuestos con una clara intención
comunicativa y, no menos importante, estética.

Figura 4. Piedra Rosetta.


Fuente: https://es.wikipedia.orgwikiPiedra_de_Rosetta#mediaArchivoRosetta_Stone_BW

Figura 5. Papiro de El Libro de los Muertos.


Fuente: https://www.ucm.esquidestliberlibro-de-los-muertos

La aparente anarquía formal del inicio se iría refinando poco a poco según las leyes de
la geometría y la proporcionalidad hasta dar lugar a las creaciones más sofisticadas y
elegantes del mundo clásico. Un claro ejemplo de equilibrio compositivo ligado al
desarrollo de la tipografía y de la maquetación es la inscripción tallada en la base de la
columna de Trajano (Roma), del año 114 d.C. En ella cada letra se adapta a las formas
básicas de cuadrado, triángulo y círculo, dando lugar a un diálogo de formas uniformes
en su conjunto visual.

Figura 6. Inscripción de la columna de Trajano.


Fuente: https://laciudadideal.wordpress.com/2016/11/23/la-columna-trajana/

1.3. La página medieval y los códices

Hasta bien entrada la Edad Media el grueso de la escritura medieval estará abocado a la
copia de textos clásicos y el deseo de preservar la cultura y a la difusión de la voz divina
por medio de la palabra escrita: Las Escrituras. La labor de los monjes copistas o
amanuenses y la de los encargados de “iluminar” o ilustrar las páginas con capitulares y
miniaturas virtuosas de vivos colores, se realizaba en los scriptoria o talleres de copistas
instalados en los monasterios que florecieron en esa época por toda Europa.
Figura 7. Ejemplo de página medieval.
Fuente: http://photospein.blogspot.com/2011/06/libro-de-los-juegos-o-libro-del-ajedrez.html.

En paralelo a este proceso y debido a la escasez de papiro, se comienza a utilizar un


nuevo material, el pergamino, dando lugar a un hasta entonces inédito soporte de
lectura, el códice, antecedente inmediato del libro resultante del plegado sucesivo sobre
sí mismo de un trozo de pergamino y que va a sustituir a los rollos y tablillas. Por citar
solo un par de ellos, cabría señalar el Libro de Kells, de finales del S. VIII, o el Códice del
Beato de Liébana.

Figura 8. Páginas del Códice de Manchester, uno de los ejemplares del Códice del Beato de Liébana.
Fuente: https://patrimonioediciones.comportfolio-itembeato-de-liebana-codice-de-manchester
La necesidad de aprovechar al máximo el material hace que la página medieval se
programe con meticulosidad, delimitándose con líneas y compás las dimensiones de los
márgenes y las áreas que van a contener los bloques de texto y las miniaturas. Se crea
así una tipología de página muy difundida durante siglos que responde a un
planteamiento uniforme de sus elementos: márgenes amplios, dobles columnas muy
delimitadas dibujando rectángulos y textos formando una mancha perfectamente
justificada y concentrada. En la mayoría de ocasiones la decoración queda restringida
al uso de las capitulares, ejemplo de ello es la Biblia de Hamburgo o Biblia Bertoldo, de
1255; famosa debido a las 89 iniciales miniadas que ilustran los tres volúmenes de los
que consta con las etapas de elaboración de un libro.

Figura 9. Biblia de Hamburgo.


Fuente: https://twitter.com/ParvaVox/status/1092812787603161088/photo/4

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