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INSTITUTO DE HERMANAS DE LA SAGRADA FAMILIA DE URGELL 1

RETIRO MAYO
VIVIR A CORAZÓN ABIERTO
“El Espíritu Santo
dilata nuestro corazón,
nos invita a abrirlo y a ser
dóciles a sus inspiraciones”

INTRODUCCIÓN

No fue solo aquel día lejano en que un grupo de discípulos asustados se sintieron fuertes, unos hombres
sencillos se supieron sabios y hablaron con palabras de Dios. Es hoy, en ti y en mí. No es paloma ni llama
ardiente, y tal vez no nos lanza al medio de la multitud a dar gritos. Y, sin embargo, el Espíritu de Dios sigue
lloviendo sobre nosotros, envolviéndonos en silencio, seduciéndonos sin trampa, susurrándonos palabras de
amor infinito y enseñándonos a mirar el mundo y la vida con ojos nuevos.

ME PONGO EN LA PRESENCIA DE DIOS REZANDO ESTA ORACIÓN O REFLEXIONANDO SOBRE EL


TEXTO PROPUESTO

Podéis pensar que esto no os ha pasado, que nunca hemos sido capaces de arder, ni siquiera de dar una
pequeña luz. Pero no es verdad…. ¡Hay mucho bien en torno! Y mucho bien en nosotros mismos. Y quizás
ahora, cuando es tan fácil desanimarse, es más necesario si cabe detectarlo, en nosotros y en otros. Son
todos esos dones del espíritu, esa semilla que Dios va poniendo en nosotros…

¿Alguna vez habéis sido capaces de perdonar, más allá de motivos, razones o medidas? En ese perdón está
el espíritu de misericordia, que nos sana y nos devuelve a la concordia
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¿Alguna vez habéis amado u os habéis sentido amados mucho más de lo que mereceríais, tal y como sois,
sintiendo que quien os quiere os quiere de verdad, sin negociación ni exigencia… y eso os ha dado seguridad,
certidumbre y esperanza? Ese es el espíritu de Amor que se nos ha prometido.

¿Alguna vez te conmueves por las cosas que ocurren, y entonces algo dentro te dice que no puede ser, y
sientes el impulso de hacer algo, de dedicar tu tiempo, tus capacidades y energías, a intentar sanar alguna
herida, tender algún puente, abrazar alguna soledad? Es el espíritu de compasión que llevamos grabada en
la entraña.

¿Alguna vez os habéis negado a enzarzaros en espirales de violencia, de crítica mordaz, de ruido que solo
destruye, optando, en cambio, por el silencio, la palabra de reconciliación o la paz? He ahí el espíritu de la
paz con la que el Señor nos envía.

¿Alguna vez habéis descubierto, en un momento de lucidez, que muchas de las cosas que perseguimos en la
vida son en realidad mentiras, y con ese descubrimiento ha venido la paz, la alegría profunda, el sentido? Lo
llamamos espíritu de sabiduría

¿Alguna vez habéis llorado, pensando que no había salida, y sin embargo la ha habido (a veces en forma de
palabra, de canción, de gesto o de alguien que ha tirado de vosotros)? Espíritu de esperanza

¿alguna vez, pese a las dudas y lo incierto, pese a la rutina y la grisura, pese a su silencio, o vuestra resistencia,
os habéis atrevido a decir: “Creo”? Porque en esa apertura, arriesgada, valiente, audaz, a Dios. Que es al
tiempo pregunta, respuesta, silencio y palabra… ahí está el espíritu de fe.

Todo eso era y es el espíritu de Dios, fuego que nos sigue encendiendo, para incendiar el mundo…1

CAMINO DE ORACIÓN PARA ESTE DÍA DE RETIRO

✓ ELEGIR LO QUE MÁS GLORIA DE DIOS SEA: MT. 4, 18-22

Existen muchos caminos buenos para transitar, pero alguno en particular es el que realmente encaja con
nosotros, es el que extrae nuestra mejor versión y nos permite sentirnos dándonos más. Queremos saber
cuál es ese norte que nos atrae y orienta y elegir ese lugar que nos trae salvación y mayor plenitud. En
definitiva, buscaremos conocer el llamado de Dios, queremos orientarnos hacia allí, porque es ahí donde
encontraremos felicidad verdadera.

• ¿Qué camino estás invitado a transitar de ahora en adelante?, ¿a dónde te conduce el Espíritu de
Dios?, ¿de qué manera puedes llegar a ser pescador de hombres?
• No solo consideres el “a qué” y “a dónde” te llama Dios, sino también el “cómo” te envía, es decir,
con qué estilo, de qué manera, con qué actitud…
• Recuerda en qué momento de tu vida te has sentido más consolado por el Señor. Esas
consolaciones: ¿señalan alguna dirección a tu vida?, ¿marcan algún rumbo?, ¿cuál? (recuerda que
la consolación es el estado espiritual que confirma internamente la voluntad de Dios).
• ¿Deberías abandonar algo que no sea bueno llevarte en el seguimiento de Jesús (alguna herida,
un peso, rutinas, prejuicios, alguna idea negativa, un agobio innecesario, algún apego)?

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José María Rodríguez Olaizola. SJ
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✓ NO SER SORDO A SU LLAMADO: MT. 9, 9 -13

Muchas veces creemos que no estamos aptos para responder el llamado de Jesús, pensamos que somos
indignos, que ya estamos mayores y que es demasiado tarde, que no tenemos cualidades suficientes o
talentos para realizarlo, etc.
Esos pensamientos negativos (propios del tentador) nos ensordecen, nos confunden y no nos dejan
abrirnos a las nuevas invitaciones del Espíritu. Queremos ahora escuchar solamente su voz, sintonizarla,
orientarnos hacia ella, seguirla, ella es nuestra única brújula para encontrar la verdadera salvación.

Pregúntate por la misión que Dios tiene para esta etapa de tu vida.
Escoge una frase, un slogan, que muestre cómo el Espíritu viene marcando o indicando tu rumbo, así,
puedes mejor seguirlo.
Formula un resumen acotado, sobre el llamado que Dios tiene para tí, y que puedas recordarlo
fácilmente. Escríbelo.

✓ LA PAZ ESTÉ CON USTEDES: JN. 20, 19-23

Fray Timothy Radcliffe, antiguo Maestro General de la Orden de Predicadores, comentaba hace algún
tiempo el texto bíblico que nos propone la liturgia del domingo de Pentecostés. En su libro, El oso y la
monja (Salamanca, San Esteban, 2000, 89-92), llamaba la atención sobre el abismo que existe entre la paz
que buscamos nosotros, y la paz que el Señor nos regala. Cuando los once discípulos estaban encerrados
en una casa por miedo a los que habían matado al Profeta de Galilea, el Resucitado vino hasta ellos y les
dijo: “¡La paz sea con ustedes!” y ellos “se alegraron de ver al Señor”. Pero la paz que les traía los iba a sacar
de la paz del encierro y la soledad… En seguida les dijo: “Como el Padre me envió, también yo los envío”. El
Resucitado los desinstala, los saca de su escondite, de su búsqueda egoísta de seguridad. La paz que el
Señor nos trae, no siempre se parece a la nuestra…

Casi siempre buscamos la paz encerrándonos en nosotros mismos y evitando todos los riesgos de la
construcción colectiva de nuestras comunidades y de nuestra sociedad. En esto nos parecemos a los
discípulos. Tenemos miedo a ser heridos y salir lastimados… Hay que reconocer que este miedo no es puro
invento. Efectivamente, tenemos experiencia de haber sido heridos muchas veces en nuestras relaciones
con los demás y procuramos evitar el dolor y el sufrimiento que produce este choque. Pero también
sabemos que cuando nos encerramos y nos aislamos de los demás y del mundo, gozamos apenas de una
paz a medias; es una paz frágil que en cualquier momento se desvanece en nuestras manos.

Nos encerramos en una paz frágil porque tenemos miedo al cambio, miedo a los demás, miedo a ser sacados
de nuestro nido. El miedo nos paraliza, nos bloquea, nos confunde. Hemos desarrollado una serie de
tácticas para cerrar nuestras vidas a ese Dios que quiere sacarnos de nuestro encierro. Echamos llave,
literalmente, a nuestros conventos, a nuestras casas, a nuestra habitación, de modo que nadie pueda
acercarse a perturbar nuestras vidas con sus insistencias, con sus invitaciones, con sus interpelaciones.
Podemos encerrarnos también en el exceso de trabajo… Paradójicamente, llegamos incluso a utilizar la
oración para mantener a Dios fuera. Podemos dedicar horas y horas a la oración, recitando palabras y
repitiendo frases, sin ofrecer a Dios un momento de silencio porque cabe la posibilidad de que nos diga
algo que altere nuestra aparente paz y nuestra tranquilidad acomodada.

Pero el Señor se las arregla para irrumpir en nuestro interior con el soplo de su Espíritu y, aun teniendo las
puertas cerradas, como los discípulos en el cenáculo, viene a inquietarnos y a salvarnos de nuestra aparente
paz. Esa es la Buena nueva de hoy. Que el Señor no se cansa de entrar en nuestras vidas para ofrecernos
SU paz. Una paz que nos abre a los demás con el riesgo de ser heridos. Las heridas de las manos y el costado
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es lo primero que les enseña el Resucitado a los discípulos cuando les anuncia su paz… Se trata, entonces,
de una paz conflictiva, ‘agónica’, como diría don Miguel de Unamuno… Es una paz que abre desde fuera
nuestros sepulcros para que no sigamos viviendo como muertos, sino para que vivamos una vida plena y
auténtica, es decir, llena de preguntas y de problemas, pero iluminada por Dios que es el que nos ofrece la
auténtica vida en abundancia.2

PIDO LA GRACIA PARA ESTE DÍA DE RETIRO

Pido la gracia de abrir el corazón


y dejarme conducir por el Espíritu Santo
como lo hizo madre Ana María Janer.

COMPARTIMOS EN COMUNIDAD

✓ Iniciamos el encuentro pidiendo el Don del Espíritu Santo, para la Familia Janeriana, para la Iglesia,
para el mundo… CANCIÓN:
https://www.youtube.com/watch?v=HJ622tR3QnY&pp=ygU074O8CWh0dHBzOi8veW91dHUuYmUv
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✓ Compartimos lo más significativo de este día de retiro. Alguna gracia, luz o regalo recibido de parte
del Señor.
A Ana María le tocó vivir momentos realmente
complejos, duros y dolorosos del convulsionado
siglo XIX: epidemias, problemas políticos y
económicos, disturbios, guerras y todo tipo de
conflictos.

Los hospitales de la zona se convirtieron en


epicentro de todo este sufrimiento. Ana María y
las hermanas sirvieron siempre a todas las
personas sin distinción.
Hasta que llegaron las persecuciones a los
religiosos y religiosas: se les echaba de sus
casas y se les prohibía vivir en comunidad.

En estos momentos las hermanas se


propusieron mantenerse unidas en su vocación
de servicio, aunque estuviesen separadas.
Siempre hay dificultades, pero Dios nos da el
valor que necesitamos. La fuerza de sentirnos
un solo corazón, unidos en el amor, nos hace
más fuertes para mantenernos firmes.

Sentirnos unos parte de otros, ser luz y


alumbrar en la oscuridad.
¡Ven Espíritu Santo!

2
Reflexión por P. Hermann Rodríguez Osorio, SJ
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Ana María deja en nuestras manos el don del


Espíritu que ha recibido, nos regala el carisma como
signo auténtico de amor a Dios.

Un carisma abierto, inclusivo y valiente, que nos


mueve para salir al encuentro de las personas, a
mirar a los ojos y a vivir desde el corazón.

Un carisma que abraza, sostiene y empuja.

Ana María, hoy somos nosotros, eres tú

Por eso queremos ser como ella para nuestros


hermanos:

• Lámpara encendida que trae la presencia


de Dios en medio de nosotros.

• Brújula viviente orientada hacia Dios y


hacia las personas más necesitadas.

• Creyentes fuertes, humildes y llenos de


misericordia.

• Discípulos de fe ardiente, firme esperanza


y caridad atenta.

• Corazones capaces de comprometerse con


quienes sufren.

• Creadores comprometidos con el cuidado


de la casa común y de la humanidad.

• Personas que abrazan y acogen a todos sin


distinción

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