Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Libro 8 Unidad 2
Libro 8 Unidad 2
Unidad 2
El Guardián de la Fe
E D I C I Ó N P R E V I A A LA P U B L I C A C I Ó N
M A T E R I A L EN D E S A R R O L L O
VERS IÓN 1 . 1 . 4 . P P
11 de marzo de 2013
Instituto Ruhí
Copyright © 2009 por la Fundación Instituto Ruhí, Colombia
Todos los derechos reservados. Versión 1.1.4.PP Marzo 2013
Instituto Ruhí
Apartado Postal: 402032
Cali, Colombia
Tel: 57 2 828-2599
Email: instituto@ruhi.org
Sitio Web: www.ruhi.org
El Instituto Ruhí es una institución educativa que funciona bajo la dirección de la Asamblea
Espiritual Nacional de los bahá’ís de Colombia. Su propósito es desarrollar recursos humanos que
puedan dedicarse al progreso espiritual, social y cultural del pueblo colombiano. Por décadas, las
comunidades nacionales bahá’ís de todas partes han venido utilizando en forma creciente los
materiales del Instituto.
El método de desarrollo curricular que emplea el Instituto Ruhí difiere de manera significativa del
tradicional que sigue una secuencia de diseño, pruebas de campo y evaluación, llevado a cabo en
forma lineal. Más bien, el primer paso en la preparación de cualquier juego de materiales se da
cuando ya se dispone de una experiencia de base en torno a algún acto de servicio que haya
surgido como respuesta a las exigencias del desarrollo de una comunidad. Así, los materiales
surgen de esta experiencia y son una expresión de la misma. Por una parte, constituyen un
registro del aprendizaje que se genera al aplicar las enseñanzas de la Fe en un área específica de
servicio y, por otra, son un instrumento para la sistematización de dicho aprendizaje. En el
pequeño volumen Aprendizaje acerca del crecimiento: La historia del Instituto Ruhí y la
expansión a gran escala en Colombia, se describe dicho método en los siguientes términos:
Después de identificar una necesidad educativa, un pequeño grupo de personas que han
venido trabajando en el nivel de las bases consultando entre sí, desarrolla un conjunto de
ideas relacionadas con su quehacer educativo y las pone en práctica. Los resultados de esta
práctica son revisados, evaluados y sometidos a consulta; a la luz de esta consulta, se pone
en marcha un conjunto modificado de actividades educativas que son sujeto de reflexión,
dando lugar a nuevas modificaciones y revisiones. En ningún momento de este proceso de
desarrollo curricular la acción da espera a la preparación y evaluación final de los
materiales educativos. En cada etapa, las actividades educativas avanzan con los mejores
materiales disponibles, con la convicción de que sólo a través de la práctica y la reflexión,
efectuadas a la luz de la Revelación de Bahá’u’lláh, es que los currículos pueden
evolucionar y volverse más adecuados. Sin embargo, este no es un escenario en el que un
grupo pequeño de individuos decide desarrollar unos materiales para su propio uso,
considerando necesario en algún momento organizar su estructura y contenido en una
unidad, de forma que pueda ser utilizada con confianza por otras personas. La decisión de
emitir la versión definitiva de los materiales de un curso en particular se toma simplemente
cuando se ha visto que las modificaciones son ya insignificantes. Es importante señalar que
los diferentes aspectos de este proceso de consulta, acción y reflexión suceden
paralelamente, es decir, que no siguen una secuencia lineal, algo que sería peculiarmente
artificial.
A medida que ha aumentado el uso de los materiales del Instituto Ruhí, el proceso de
desarrollarlos ha incorporado cada vez más la experiencia en todo el mundo de aplicar las
enseñanzas a la vida de la humanidad. En la práctica, este método toma formas diferentes, según
la naturaleza del material que se esté desarrollando. Sin embargo, se pueden identificar por lo
general tres etapas en el proceso, que termina cuando la versión final es publicada.
1. Bosquejo inicial
En esta etapa, el curso o texto consta de los conceptos básicos y algunos pasajes de los escritos
bahá’ís que, tomados en su conjunto, se consideran útiles para lograr el objetivo educativo
propuesto. Por un tiempo, este primer bosquejo de ideas es utilizado por grupos pequeños de
individuos en las bases, como parte del esfuerzo por elaborar contenidos efectivos para los
cursos.
2. Versión alfa
A medida que la acción progresa, el material se va refinando y empieza a reflejar la
experiencia nueva que se está adquiriendo, al tiempo que se van incorporando las ideas que
surjan de ella. A menudo se agregan ciertos conceptos, se incluyen nuevos pasajes de los
escritos bahá’ís, o se introducen series de ejercicios sencillos que facilitan la comprensión de
un tema o que ayudan a desarrollar una destreza o actitud importante. A través de este
proceso, emerge un curso o texto consolidado que por lo general se conoce como la «versión
alfa».
Nos complace ofrecer a organizaciones e instituciones seleccionadas una de las unidades que ha
llegado a la etapa previa a la publicación. Es la segunda de tres unidades de un libro actualmente
en desarrollo que se titula La Alianza de Bahá’u’lláh. Se le anima a enviarnos cualquier
comentario que tenga con base en su experiencia al utilizar el contenido del curso.
Instituto Ruhí
Edición previa a la publicación — Versión 1.1.4.PP — No para la distribución
SECCIÓN 1
Imagínese que usted fuera un bahá’í en noviembre de 1921. ¿Qué pensamientos le
habrían pasado por la mente al recibir la noticia del fallecimiento de ‘Abdu’l-Bahá? El espíritu de
aquel Ser exaltado, a Quien había amado y apreciado, había emprendido su vuelo a su morada
eterna. Ya nunca podría esperar alcanzar Su presencia en este plano terrenal y escuchar con sus
propios oídos Sus palabras alentadoras. Su tristeza no tendría límites. Y un cúmulo de preguntas
acerca de la Fe y su futuro habrían colmado su mente. Sabría que la Casa Universal de Justicia,
vislumbrada por Bahá’u’lláh, no había sido establecida todavía, y se habría preguntado quién,
entonces, iría a guiar a la comunidad. Sin embargo, consciente del poder de la Alianza, su
corazón habría estado tranquilo. Después de la crisis vendría la victoria.
La mayor parte de la unidad ofrece una visión general —aunque insuficiente— del
ministerio de Shoghi Effendi. Varias de las secciones posteriores tratan el ministerio de los
Custodios, ese período entre el fallecimiento del Guardián y la elección de la Casa Universal de
Justicia. La unidad que sigue analizará algunos de los acontecimientos importantes que han
ocurrido en la Fe bajo la guía de la Casa Universal de Justicia y la naturaleza de la comunidad
bahá’í, tal como es en el presente.
A pesar de que esta unidad le permita apreciar muchos pasajes de los escritos del
Guardián y una variedad asombrosa de hechos históricos, no aspira más que a ofrecerle una
reseña superficial de su vida y sus logros extraordinarios. Para obtener un análisis detallado de su
ministerio, posiblemente desee leer, si todavía no lo ha hecho, el penetrante relato de Amatu’l-
Bahá Rúḥíyyih Khánum, La perla inapreciable. También puede aprender más acerca del breve
período comprendido entre el fallecimiento del Guardián y la elección de la Casa Universal de
Justicia en su libro The Ministry of the Custodians 1957–1963, en el que presenta, después de una
ilustrativa introducción, una colección de mensajes de las Manos de la Causa de Dios. Y, por
supuesto, ahondar en los numerosos volúmenes de escritos del Guardián que hay disponibles
ampliará su perspectiva histórica de la Fe y le ofrecerá una percepción valiosa de los temas de la
Alianza y el Orden Administrativo.
SECCIÓN 2
Cuando alrededor de 1905 ‘Abdu’l-Bahá escribió la primera sección de Su Testamento,
en la que designaba a Shoghi Effendi como Guardián de la Causa, este era un niño de siete u ocho
años de edad. La mayoría de la gente hubiera visto en él a un nieto serio y espiritual de ‘Abdu’l-
Bahá: cortés, inteligente y dinámico. Pero pocos hubieran tenido la percepción para detectar las
señales de grandeza que poseía. Lo que ‘Abdu’l-Bahá vio en este niño pequeño, sabemos, era una
«perla [...] maravillosa, única e inapreciable», el que algún día tomaría en sus hábiles manos las
riendas de la Causa de Dios y la guiaría durante sus más críticos años formativos.
Cuando ‘Abdu’l-Bahá falleció, Shoghi Effendi tenía poco más de veinte años. Había
pasado su niñez en Haifa bajo la mirada atenta de su Abuelo, donde recibió sus primeros años de
educación, que continuó después en Beirut. Prosiguió sus estudios en la Universidad de Oxford
de Inglaterra para poder servir a su Abuelo más satisfactoriamente como traductor. «Mi único
objetivo», escribió en ese momento, «es perfeccionar el idioma inglés, adquirir la aptitud literaria
para escribirlo y hablarlo bien, y traducir correcta y elocuentemente del persa y el árabe al
inglés».1
Se necesitaron varios días para preparar lo necesario para que Shoghi Effendi pudiera
viajar a Haifa. Salió para Egipto el 16 de diciembre y llegó a Haifa en tren el día 29. Le esperaba
un sobre dirigido a él por ‘Abdu’l-Bahá que contenía el Testamento. Shoghi Effendi no tenía
ningún conocimiento del contenido de ese importante documento, ni tampoco estaba consciente
de que se le nombraba a él Guardián de la Causa. Aparentemente, había pensado que, como nieto
mayor de ‘Abdu’l-Bahá, tal vez se le encargaría la tarea de convocar la elección de la Casa
Universal de Justicia.
La Hoja Más Sagrada envió dos cablegramas a Persia ese mismo día. «Se han efectuado
reuniones conmemorativas en todo el mundo», decía el primero. «El Señor de todos los mundos
ha revelado Sus instrucciones en Su Testamento. Se enviará copia. Informen a los creyentes». 3 El
otro afirmaba sencillamente: «Testamento enviado Shoghi Effendi Centro Causa». 4 A la
comunidad bahá’í norteamericana se envió el siguiente cablegrama el 16 de enero: «En el
Testamento Shoghi Effendi ha sido designado Guardián de la Causa y Cabeza de la Casa de
Justicia. Informen a los amigos americanos».5
SECCIÓN 3
Es imposible para nosotros comprender la profundidad de las reflexiones y emociones de
Shoghi Effendi durante aquellos días iniciales de la Guardianía. Ya de por sí apesadumbrado por
el fallecimiento repentino del Abuelo al que tanto amaba, ahora pesaba mucho sobre sus jóvenes
hombros la responsabilidad de dirigir el rumbo futuro de la Causa de Dios. Aunque solo sea para
tener una leve idea de lo que se agitaba en su corazón y mente en ese momento, leamos partes de
dos de sus primeras comunicaciones. El 21 de enero de 1922, escribió lo siguiente a los bahá’ís de
los Estados Unidos y Canadá:
«En esta hora temprana en que la aurora despunta sobre Tierra Santa, mientras el
pesar por la partida del querido Maestro aún lastra nuestros corazones, siento como
si mi alma, llena de esperanza, se volviera en su amante anhelo hacia esa gran
compañía de amados Suyos de allende los océanos, quienes ahora comparten con
nosotros las agonías de la separación».6
Dos días antes, había escrito una carta a la comunidad bahá’í de Persia, que transmitía
sentimientos igualmente conmovedores:
Ahora todos debemos volvernos hacia el poder creativo de Sus palabras y contar con
Sus confirmaciones ocultas. Recordemos las claras promesas que brotaron de Sus
labios sagrados y de Su bendita pluma. Con el mayor empeño, fervor, confianza,
sabiduría, atención, modestia, desprendimiento, magnanimidad y constancia
entremos en el campo del servicio. Resguardemos la fortaleza inexpugnable de la
Causa de Dios y avancemos y promovamos las enseñanzas que sostienen la vida».7
Su carta del 21 de enero a los creyentes norteamericanos continuaba con las siguientes
reflexiones:
«Bien que recuerdo cuando, hace más de dos años, el Amado Maestro, volviéndose
hacia un distinguido visitante que estaba sentado a Su vera en el jardín, rompió el
silencio y dijo: “En este plano Mi trabajo está ya hecho; es mi hora de pasar al otro
mundo”. ¿No escribió Él en más de una ocasión clara y enfáticamente: “Si supierais
lo que ha de venir después de Mí, a buen seguro rezaríais para que se apresurase mi
final?” En una Tabla enviada a Persia cuando la tormenta levantada hace años por
aquel Comité de Investigación se abatía fieramente a Su alrededor, cuando los días
de Su encarcelamiento eran más negros, revela Él lo siguiente: “Ahora en este
mundo del ser, la Mano del Poder Divino ha tendido los cimientos de esta Su Más
Alta Bondad y de este maravilloso Don. De forma gradual, cualquier cosa que esté
latente en lo más íntimo de este Ciclo Santo aparecerá y será manifestado, pues
ahora no es sino el comienzo de su crecer y el alba de la revelación de sus Signos.
Antes de que cierre este Siglo y esta Era, se hará claro y manifiesto cuán maravillosa
fue esa Primavera y cuán celestial el Don”.
Los pasajes anteriores, con sentimientos tan tiernos y, sin embargo, de una claridad tan
contundente, nos revelan algo acerca de los pensamientos que ocupaban la mente de Shoghi
Effendi en los primeros días de su ministerio. Hagamos una pausa aquí y pensemos acerca de
cómo empezó él a aliviar los corazones de los creyentes y a inspirarles una nueva confianza al
recordarles las repetidas promesas de ‘Abdu’l-Bahá de que no los abandonaría. Para reflexionar
acerca de la forma en que los pasajes centran la atención de los amigos en ‘Abdu’l-Bahá, el
Centro de la Alianza, llene los espacios que se dejan en cada frase:
1. Shoghi Effendi les dice a los creyentes que, aunque ‘Abdu’l-Bahá ya no estaba
físicamente entre ellos, sería más la refulgencia de Sus
, y más e que
antes Su , y .
3. Les tranquiliza citando el siguiente pasaje revelado por ‘Abdu’l-Bahá durante los días
más negros de Su encarcelamiento: «Ahora en este mundo del ser, la Mano del Poder
Divino ha tendido los de esta Su Más Alta y de
este maravilloso . De forma gradual, cualquier cosa que esté en lo
más íntimo de este aparecerá y será
, pues ahora no es sino el de su
y el de la revelación de sus . Antes de
que cierre este y esta , se hará y
4. Shoghi Effendi alienta a los creyentes a que recuerden que las oraciones reveladas por
‘Abdu’l-Bahá son
para cualquier trabajador de Su Causa, que Sus instrucciones han
un amplio y recto , y que
Su poder ahora doblemente eficaz de Su Gracia los ,
y en el trabajo que emprenden.
SECCIÓN 4
A pesar de la tristeza que abrumaba su corazón, Shoghi Effendi asumió sus
responsabilidades como Guardián con la energía y decisión que llegarían a caracterizar todo su
ministerio. Lo que más le preocupaba parecía ser el establecimiento de la Casa Universal de
Justicia. Hizo que esto fuera objeto de consulta con creyentes conocedores y antiguos, tanto de
Oriente como de Occidente, y llamó a algunos de ellos a Tierra Santa con este fin. Lo que está
claro es que muy pronto decidió que era necesario fortalecer los cimientos de la Causa a nivel
local y nacional, como preparación para la elección de la Casa Universal de Justicia. Como lo
veremos en algún detalle en la sección 7, sus primeras comunicaciones a los bahá’ís de Oriente y
Occidente no dejan ninguna duda en cuanto a la dirección que él quería que tomara la Fe.
Por este motivo, sin poder hacer otra cosa, he dejado por un tiempo los asuntos de la
Causa, tanto en casa como en ultramar, bajo la supervisión de la Sagrada Familia y
la jefatura de la Hoja Más Sagrada —que sea mi alma sacrificada por ella— hasta
que, por la gracia de Dios, al haber recuperado salud, fuerza, confianza en mí
mismo y energía espiritual, y al haber tomado en mis manos el trabajo de servir,
según mi propósito y deseo, en forma total y permanente, alcanzaré mi más elevada
esperanza espiritual y aspiración».9
PERSIA: «Es, por cierto, mi ferviente oración, que el Señor de las Huestes confiera
nuevas bendiciones a sus valientes soldados en esa tierra favorecida, con motivo de
mi reingreso al campo del Servicio».10
INDIA: «Que nuestra reunión en la gloriosa arena del servicio demuestre ser, en el
campo espiritual de ese país, el heraldo de triunfantes victorias».14
JAPÓN: «Refrescado y con renovada confianza ahora tiendo por sobre los lejanos
mares, hacia ustedes, mi mano de fraternal cooperación en la Causa de Bahá».15
TURQUÍA: «De regreso a estos sagrados lugares extiendo hacia ustedes mi mano de
camaradería y servicio en la Causa de Bahá’u’lláh».17
AUSTRALIA: «En Tierra Santa espero con cariño buenas nuevas de los amigos
australianos».21
SECCIÓN 5
El breve relato de las secciones anteriores señala el papel único que desempeñó la Hoja
Más Sagrada después del fallecimiento de ‘Abdu’l-Bahá. Ahora debemos hacer una pausa para
considerar la vida de quien Shoghi Effendi llamara «mi principal apoyo», «mi más afectuoso
confortador», «la alegría e inspiración de mi vida».
Bahíyyih Khánum era dos años menor que ‘Abdu’l-Bahá, su Hermano. Recibió de su
Padre el título de «la Hoja Más Sagrada», y dedicó su vida al servicio de Su Causa. Él reveló en
una Tabla dirigida a ella, «Verdaderamente, nos te hemos elevado al rango de una de las más
distinguidas entre las de tu sexo, y te hemos otorgado en Mi corte, una posición tal, que ninguna
otra mujer ha sobrepasado. Así te hemos preferido y te hemos elevado sobre el resto, como un
signo de gracia de Aquel Quien es el Señor del trono en lo alto y de la tierra abajo». 22
Tenía tan solo seis años cuando Bahá’u’lláh fue encarcelado en el Síyáh-Chál de
Teherán, con lo que la Hoja Más Sagrada se acostumbró al sufrimiento desde su temprana niñez.
Durante aquel tiempo turbulento, explica el Guardián, los bienes de la familia habían sido
confiscados y saqueados, y «en el lapso de un solo día», luego de haber sido «miembro
privilegiado de una de las más acaudaladas familias de Teherán», fue sumida en un estado de
pobreza. Acompañó a su Padre en Su serie de exilios, primero a Bagdad, luego a Constantinopla y
En estas tiernas palabras se siente el calor de los lazos que unían al Hermano con la
hermana. No es de extrañar entonces que la Hoja Más Sagrada se hubiera levantado, en el
momento del fallecimiento de ‘Abdu’l-Bahá, a ayudar a Su sucesor escogido, su joven sobrino
nieto, a tomar las riendas de la Causa en sus manos. Durante cerca de diez años, lo protegió y
apoyó hasta su fallecimiento el 15 de julio de 1932. Es natural para nosotros pensar en ella en
términos de su corazón bondadoso, su espíritu generoso y la simpatía incondicional que
demostraba de manera tan notable. Sin embargo, por medio de la guía que daba a los creyentes,
como se ve en el siguiente pasaje escrito a los amigos de Occidente durante un período en que el
Guardián estaba ausente de Tierra Santa, podemos percibir la fuerza del intelecto y la profundidad
de la fe que por igual demostraba tener.
Así era su consagración total a la Causa. Así era el espíritu de renuncia que le animaba.
Con qué belleza tan sencilla nos hacía conscientes de nuestra relación con la Alianza en el
anterior párrafo, aunque no la mencione explícitamente. Antes de pasar a la siguiente sección,
usted posiblemente desee tomarse unos minutos para reflexionar más sobre el pasaje anterior y
completar las oraciones siguientes:
2. Debemos meditar más, nos urge, acerca de la razón por la que aquellos benditos mártires,
tantos de ellos en la y
de su juventud la muerte con
.
5. Por qué, debemos preguntarnos, prefirió ‘Abdu’l-Bahá, que podría haber tenido una vida
y , encabezar una hacia los
de los corazones humanos y hacer un
directo tanto a como a en el sentido de que si no
nos con todas nuestras
y con todo nuestro estamos completamente .
6. La cruzada que llevó adelante ‘Abdu’l-Bahá, la Hoja Más Sagrada deja en claro, no fue
con espada de , sino con una de y .
La Hoja Más Sagrada estaba en su octogésimo sexto año de vida cuando falleció en 1932.
Durante décadas, la comunidad del Más Grande Nombre se había beneficiado de la influencia
vigorizante de su amor. La magnitud de su influencia en el curso de la historia bahá’í se hizo
especialmente notoria en la última década de su vida, que estuvo estrechamente asociada con el
trabajo del Guardián.
SECCIÓN 6
Las palabras finales del pasaje citado anteriormente nos brindan ciertas luces acerca de
los pensamientos de la Hoja Más Sagrada en torno a la protección de la Causa. En este mismo
sentido, debemos continuar y tratar de comprender mejor las cualidades que distinguieron la vida
de quien fuera una defensora tan incondicional de la Alianza de Bahá’u’lláh. Así la describió un
miembro del primer grupo de peregrinos de Occidente:
Otra creyente, que conoció a la Hoja Más Sagrada más tarde en su vida, hacía el siguiente
comentario:
«Ardía con una llama constante. Ante pruebas y peligros ni se impacientaba ni se detenía,
sino entraba en la vía peligrosa respirando tranquilamente. Su valentía provenía de la
comprensión de su fe y fue esa fe, esa comprensión, la que la llevó serenamente a través
de años de incesante labor y meticuloso servicio, y a través de tiempos de espera con
manos vacías y debiendo soportar irremediable dolor y pérdida».26
«De la Hoja Más Sagrada emanaba una refulgencia de belleza y amor celestial que nunca
he presenciado en ser humano alguno. Llegar a su presencia era apaciguar y exaltar el
alma. Era como un ave en la madrugada, la llegada de la primavera, una ciudad en un
horizonte lejano; el anochecer que nos maravilla y despierta las profundidades y no la
turbación del corazón. [...]»27
«La ascensión de ‘Abdu’l-Bahá, tan trágica por lo inesperado, fue un golpe terrible
para ella, de cuyos efectos nunca se recobró por completo. Para ella, Aquel a Quien
llamaba “Áqá”, había sido un refugio en tiempos de adversidad. Sobre Él había sido
¿Cuál de las bendiciones relataré, que en su infalible solicitud derramó sobre mí, en
las más críticas y agitadas horas de mi vida? Para mí, estando en tan imperiosa
necesidad de la gracia vitalizadora de Dios, ella fue el símbolo viviente de muchos de
los atributos que aprendí a admirar en ‘Abdu’l-Bahá. Ella era para mí, un
permanente recordatorio de Su personalidad inspiradora, de Su calmada
resignación, de Su munificencia y magnanimidad. Para mí, ella era una encarnación
de Su atractivo donaire, de Su amor y ternura que todo lo abrazaban.
Me llevaría un largo tiempo hacer siquiera una breve alusión a aquellos incidentes
de su vida, cada uno de los cuales la proclaman elocuentemente como una hija digna
de heredar esa inapreciable herencia legada a ella por Bahá’u’lláh. Una pureza de
vida que se reflejaba a sí misma incluso en los menores detalles de sus ocupaciones y
actividades cotidianas; una ternura de corazón que borraba cualquier distinción de
credo, clase y color; una resignación y serenidad que evocaba en la mente la calma y
heroica fortaleza del Báb; una inclinación natural hacia las flores y los niños, que
era tan característica de Bahá’u’lláh; una franca simplicidad de maneras; una
extrema sociabilidad que la hacía accesible a todos; una generosidad, un amor, a la
vez desinteresado y sin discriminaciones, que reflejaban tan claramente los atributos
del carácter de ‘Abdu’l-Bahá; una dulzura de temperamento; una jovialidad que
ninguna cantidad de dolor podía oscurecer; una justa y modesta disposición que
servía para realzar mil veces el prestigio de su exaltado rango; una naturaleza
clemente que de inmediato desarmaba al más inflexible enemigo, ellos ocupan un
lugar entre los sobresalientes atributos de una vida santa, que la historia reconocerá
haber sido dotada de una potencia celestial que pocos de los héroes del pasado han
poseído».28
«¡Queridísima Hoja Más Sagrada! A través de la niebla de lágrimas que llenan mis
ojos, puedo ver claramente, a medida que escribo estas líneas, tu noble figura ante
mí, y puedo reconocer la serenidad de tu bondadoso rostro. Todavía puedo
contemplar, a través de la sombra de la tumba que nos separa, tus azules ojos llenos
de amor, y puedo sentir en su serena intensidad, el inmenso amor que tuviste por la
Causa de tu Todopoderoso Padre, la devoción que te unía a los más humildes y
simples de sus seguidores, el caluroso afecto que abrigaste por mí en tu corazón. La
memoria de la belleza inefable de tu sonrisa continuará por siempre alegrándome y
confortándome en el espinoso sendero que estoy destinado a transitar. El recuerdo
del toque de tu mano me espoleará a continuar firmemente en tu camino. La dulce
En los pasajes anteriores hay ciertas cualidades que el Guardián emplea para describir a
la Hoja Más Sagrada, cualidades que son esenciales en todo defensor de la Alianza de
Bahá’u’lláh. Examine las siguientes, y escriba algunas palabras acerca de la manera en que cada
una podría ayudarnos a cualquiera de nosotros en nuestros esfuerzos por mantenernos firmes en la
Alianza.
1. Pureza de vida:
2. Ternura de corazón:
3. Resignación y serenidad:
SECCIÓN 7
Un análisis exhaustivo del trabajo del Guardián está muy por fuera del alcance de esta
unidad. Se requerirían varios volúmenes para resumir los logros de su ministerio. Lo único que
intentaremos hacer aquí es examinar algunos de los avances más significativos de la Fe entre
1921 y 1957, año en que falleció Shoghi Effendi. Dividiremos el ministerio en tres períodos, y
examinaremos cada uno, citando pasajes de la enorme cantidad de escritos que el Guardián le ha
dejado al mundo bahá’í. La división, aunque algo arbitraria, nos ayudará a abordar algunos temas
importantes de manera ordenada.
Una característica distintiva del primer período, de cerca de quince años, fue el desarrollo
sistemático de la institución de la asamblea espiritual. En 1921, el mundo bahá’í consistía en
varias decenas de centros dispersos por todo el mundo que funcionaban con cierto grado de
organización. Durante este periodo el Guardián empleó gran parte de su energía en la creación de
una comunidad bahá’í bien organizada y global, con instituciones locales y nacionales bien
establecidas. Ya dijimos que Shoghi Effendi le dio el impulso inicial a este proceso al poco
tiempo de asumir la Guardianía, incluso antes de partir a Suiza a pasar unos pocos meses de
contemplación tranquila. Sus primeras comunicaciones dejan bastante claras sus intenciones. A
continuación se transcribe el extracto de una carta fechada el 15 de febrero de 1922, dirigida a los
creyentes de Irán:
«La Antigua Belleza, exaltada sea Su gloria, dice: “La estructura de la estabilidad y
el orden mundial ha sido erigida sobre los dos pilares de la consulta y la compasión
y continuará siendo sostenida por ellos” y ‘Abdu’l-Bahá afirma en una de Sus
Tablas que “El propósito de la consulta es el de manifestar, sin lugar a dudas, que
los puntos de vista de varios individuos son preferibles al de uno solo, así como la
fuerza de varios hombres, desde luego, es mayor que la de un solo hombre. Por
consiguiente, la consulta es aceptable en la presencia del Todopoderoso, y ha sido
prescrita a los creyentes para que ellos puedan tratar los asuntos comunes y
personales, como así también los de naturaleza general y universal. Por ejemplo,
cuando un hombre tiene que llevar a cabo un proyecto, si consulta con algunos de
sus hermanos, aquello que sea convenido, seguramente será investigado y revelado a
sus ojos, y la verdad será descubierta. De igual manera, en un nivel más elevado, si
los habitantes de una aldea consultan unos con otros acerca de sus asuntos, la
solución correcta ciertamente les será revelada. Asimismo, los miembros de cada
profesión, así como en la industria, deberían consultar, y aquellos que pertenecen a
un negocio deben consultar sobre los asuntos relativos al comercio. En breve, la
consulta es deseable y aceptable en todas las cosas y sobre todos los aspectos”. La
organización del mundo bahá’í y la firme y oportuna organización y administración
de los asuntos de la Causa dependen de que las asambleas espirituales conversen y
consulten cuanto más puedan acerca de todos los asuntos de la Causa, ya
pertenezcan a los creyentes o a la totalidad de la comunidad, y tomar las decisiones
y determinaciones necesarias; que remitan las materias más importantes referentes
a todo el país de Irán, a la Asamblea Central de ese país, y que ese Centro
comunique inmediatamente a la Tierra Santa todo cuanto determine que requiere
consulta. Y cuando se forme la Casa Universal de Justicia, cuanto decida será de
Dios: estará bajo el cuidado, la protección y la guía infalible de la Belleza de
Abhá».30
En una carta similar fechada el 5 de marzo de 1922, enviada a los bahá’ís de los Estados
Unidos y Canadá, el Guardián subrayaba la importancia de que las asambleas espirituales
asumieran la responsabilidad de los asuntos de la Fe. Se refería específicamente a la «necesidad
vital de disponer de asambleas espirituales locales en cada localidad donde el número de
creyentes adultos sobrepase de nueve, y de disponer lo necesario para la elección indirecta de un
Cuerpo que represente adecuadamente los intereses de todos los amigos y las asambleas en todo
el continente americano».31 En la misma carta les recordaba que, con el tiempo, las asambleas
espirituales locales se convertirían en casas locales de justicia, y citaba el siguiente mandato de
Bahá’u’lláh en el Kitáb-i-Aqdas:
«El Señor ha ordenado que en cada ciudad se establezca una Casa de Justicia donde
se reúnan consejeros en el número de Bahá, mas si excedieren de este número no
habría inconveniente. Deberían verse entrando en la Corte de la presencia de Dios,
el Exaltado, el Altísimo, y contemplando a Quien es el Invisible. Les incumbe ser los
fiduciarios del Misericordioso entre los hombres y considerarse los custodios
designados por Dios para cuantos habitan en la tierra. Les compete consultar juntos
y prestar atención a los intereses de los siervos de Dios, por amor a Él, del mismo
modo que atienden a sus propios intereses, y escoger lo que es conveniente y
decoroso. Así os ha ordenado el Señor, vuestro Dios. Cuidado, no sea que desechéis
lo que está claramente revelado en Su Tabla. Temed a Dios, oh vosotros que
percibís».32
Actualmente hay asambleas espirituales en todo el mundo, tanto nacionales como locales,
y es muy probable que usted esté familiarizado con la forma en que operan. Nuestro propósito
aquí no es analizar las numerosas cuestiones de procedimiento relacionadas con el
funcionamiento y establecimiento de las asambleas; tampoco nos ocupan sus deberes y
obligaciones específicos. Buena parte de lo que el Guardián les decía a los amigos mientras iban
estableciendo gradualmente las asambleas bajo su guía, aclaraba él, sería considerado nuevamente
por la Casa Universal de Justicia, la suprema institución rectora de la Fe, y sería modificado
según lo creyera conveniente. En las próximas secciones, entonces, buscaremos obtener una
comprensión de esas verdades fundamentales en torno a la naturaleza y el carácter de la
administración bahá’í contenidas en la guía impartida por Shoghi Effendi al colocar los cimientos
de las asambleas espirituales en todo el mundo. Para esto, examinaremos cinco temas: la consulta
como principio fundamental que debe regir la toma colectiva de decisiones; la naturaleza de la
relación entre las asambleas espirituales y el individuo; la naturaleza de las relaciones entre las
instituciones del Orden Administrativo; la naturaleza de las elecciones bahá’ís, y la naturaleza del
servicio en una asamblea. Después analizaremos brevemente la naturaleza evolutiva de la
administración bahá’í. Esta discusión, que se llevará a cabo en la sección 14, colocará en un
contexto más amplio las ideas expuestas en secciones anteriores y dejará en claro cuán relevante
para la Alianza es un entendimiento de ciertos fundamentos de la administración bahá’í.
SECCIÓN 8
Comenzamos esta sección hablando de la naturaleza de la toma de decisiones en la
comunidad bahá’í. Como saben, un principio básico de la Fe es que los postulados de la consulta
deben regir la toma colectiva de decisiones. El proceso consultivo puede ser percibido como la
investigación sistemática de la realidad; cada participante contribuye con su parte a esta
exploración. Desde los primeros días de su ministerio, Shoghi Effendi se empeñó en asegurar que
los amigos comprendieran la importancia de la consulta, en particular las cualidades y actitudes
esenciales que deben poseer sus participantes, para poder lograr el resultado deseado. En su carta
del 5 de marzo de 1922 dirigida a los creyentes de Occidente mencionada en la sección anterior,
el Guardián citaba ampliamente los Escritos de ‘Abdu’l-Bahá sobre este tema, comenzando con el
siguiente pasaje:
«Al enumerar las obligaciones que incumben a los miembros de los consejos
consultivos, el Bienamado revela lo siguiente: —“La primera condición es la armonía
y el amor absolutos entre los miembros de la asamblea. Deben estar completamente
libres de distanciamiento y manifestar en sí mismos la Unidad de Dios, pues ellos son
las olas de un solo mar, las gotas de un solo río, las estrellas de un solo firmamento,
los rayos de un solo sol, los árboles de un solo huerto, las flores de un solo jardín. Si
no existieran la armonía de pensamiento y absoluta unidad, esa reunión sería
dispersada y esa asamblea sería reducida a nada. La segunda condición: deben, al
reunirse, volver el rostro al Reino de lo alto y solicitar la ayuda del Dominio de la
Gloria. Deben luego proceder a expresar sus opiniones con máxima devoción, cortesía,
dignidad, cuidado y moderación. En todas las materias deben tratar de encontrar la
verdad y no insistir en su propia opinión, ya que la obstinación y persistencia en el
propio parecer conducirá finalmente a la discordia y la disputa, y permanecerá oculta
la verdad. Los honorables miembros deben expresar sus propios pensamientos con
toda libertad, y de ningún modo es permisible que alguno reste importancia al
pensamiento de otro, es más, debe exponer la verdad con moderación, y si surgieren
diferencias de opinión, debe prevalecer la mayoría de los votos, y todos deben obedecer
a la mayoría y someterse a ella. Además, no se permite que alguno de los honorables
miembros objete o censure, ya sea en la reunión o fuera de ella, cualquier decisión a
que se haya llegado previamente, aun cuando tal decisión no sea correcta, pues tal
crítica impedirá que se ponga en vigor cualquier decisión. En breve, cualquier cosa
que se resuelva en armonía y con amor y pureza de intención dará como resultado la
luz; y si prevaleciera la más leve señal de alejamiento, el resultado será la peor de las
oscuridades. [...] Si ello se considera de esta manera, esa asamblea será de Dios; de lo
contrario conducirá al enfriamiento y al distanciamiento que proceden del Maligno.
Las consultas deben
La consulta será el tema de un curso posterior de esta serie, y no vamos a resumir un tema
de tanta profundidad aquí en unos pocos párrafos. Pero sí es importante para nuestra reflexión
actual el hecho de que Shoghi Effendi hubiera decidido en una fase tan temprana de su ministerio
llamar la atención sobre este principio vital tanto a los amigos de Occidente como de Oriente, tal
como vimos en el pasaje citado en la sección anterior, que fue tomado de su carta del 15 de
febrero de 1922 dirigida a los creyentes de Irán. Es más, al citar los pasajes anteriores de ‘Abdu’l-
Bahá, el Guardián no hacía énfasis en la técnica y método del proceso consultivo, sino en las
condiciones que deben cumplirse, las cuales parecen referirse a la condición interior de cada uno
de los que participan en él. Poco tiempo después de citar lo anterior, él mismo escribiría:
«Por cierto que siempre ha sido el deseo atesorado por nuestro Maestro, ‘Abdu’l-
Bahá, que los amigos lograran unanimidad en todas las cosas, en sus consejos, ya
sean locales o nacionales, mediante su candor, la honradez de sus propósitos, su
unidad de pensamiento y lo exhaustivo de sus discusiones. Si en algunos casos esto
no resultara posible, el veredicto de la mayoría debería prevalecer, decisión a la que
la minoría debe someterse bajo todas las circunstancias en forma espontánea, feliz y
permanente.
Nada que no sea el poder de Su guía y amor que todo lo abarca y todo lo penetra
puede hacer posible que este orden recién creado tome fuerza y florezca en medio de
las tormentas y tensiones de una época turbulenta y, en la plenitud del tiempo,
vindique su elevada pretensión a ser reconocido universalmente como el único
abrigo para una felicidad y paz perdurables».36
SECCIÓN 9
El segundo tema que consideraremos es la naturaleza de la relación entre una asamblea
espiritual y el creyente. Dilucidada tan elocuentemente por el Guardián, esta relación se
fundamenta en cualidades como el amor y la ternura, la confiabilidad y la justicia, el perdón y el
respeto mutuo, que permiten que los miembros de la comunidad apoyen y quieran a su asamblea,
a la vez que la asamblea se preocupa genuinamente por las personas a las que sirve. Las
comunicaciones de Shoghi Effendi a los bahá’ís del mundo están llenas de orientaciones sobre las
cualidades y actitudes, así como el modo de conducta que debe distinguirnos a todos, sea como
miembros de la comunidad o como miembros de una institución. Ya el 12 de marzo de 1923
escribía el siguiente pasaje, que describe la relación entre los creyentes y su asamblea:
Los deberes de aquellos a quienes los amigos han elegido libre y concienzudamente
como sus representantes no son menos vitales y obligatorios que los deberes de
aquellos quienes los eligieron. Su función no es dictar, sino consultar y no sólo entre
ellos mismos, sino en todo lo posible con los amigos a quienes representan. No deben
considerarse bajo otra luz que el de instrumentos elegidos para una presentación
más eficiente y digna de la Causa de Dios. Nunca deben llegar a suponer que son los
ornamentos centrales de la Causa, intrínsecamente superiores a otros en capacidad
o mérito y únicos promotores de sus enseñanzas y principios. Deben acercarse a su
tarea con extrema humildad y tratar de ganar, mente abierta, su alto sentido de
justicia y deber, franqueza, modestia, y total dedicación al bienestar e intereses de
los amigos, la Causa y la humanidad, no sólo la confianza, apoyo y respeto genuinos
de aquellos a quienes sirven, sino también su estimación y verdadero afecto. En todo
momento deben evitar el espíritu de exclusividad, la atmósfera de secreto y librarse
de una actitud dominante y abolir toda forma de prejuicio y pasión en sus
deliberaciones. Deben, dentro de los límites de sabia discreción, depositar su
confianza en los amigos, darles a conocer sus planes, compartir con ellos sus
problemas y angustias y buscar su opinión y consejo. Y cuando ven la necesidad de
tomar alguna decisión, después de consultas desapasionadas, solícitas y cordiales,
deben volverse a Dios en oración, emitir su voto con seriedad, convicción y valentía
y ceñirse a la voz de la mayoría, la que nuestro Maestro nos dice es la voz de la
verdad, que no debe ser nunca desafiada y que siempre debe cumplirse de todo
corazón. A esta voz los amigos deben responder con entusiasmo y considerarla el
único medio que puede asegurar la protección y adelanto de la Causa».39
Para sobrevivir y prosperar, cada individuo tiene que prestar atención a sus
propios intereses.
Hay que dominar para no ser dominado.
Si se le da la «mano» a alguien, este se le llevará el «brazo».
El «fuerte» es el que gana.
asamblea, la contemplamos con ojos amorosos y nos aseguramos de que nuestras propias
acciones respalden sus esfuerzos. Para concluir esta sección, posiblemente desee reflexionar sobre
el significado de la siguiente afirmación del Guardián:
«Depende de nosotros, cuya esperanza más atesorada es ver que la Causa llegue a la
prometida época de reconocimiento y conquistas universales, hacer todo lo que esté
en nuestro poder para consolidar las bases de estas asambleas, promoviendo al
mismo tiempo una comprensión más completa de su propósito y una cooperación
más armoniosa para su mantenimiento y éxito».40
SECCIÓN 10
El mismo espíritu de reciprocidad que caracteriza la relación entre los creyentes y su
asamblea anima las relaciones entre las instituciones y agencias del Orden Administrativo, tema
que abordamos a continuación en nuestro estudio. Aquí, también, la colaboración amorosa es el
principio operativo que enunciara una y otra vez el Guardián. En verdad, en su ministerio surgió
muy pronto la necesidad de abordar este tema como resultado de sus esfuerzos por aumentar el
número de asambleas espirituales nacionales en todo el mundo.
La formación de las asambleas espirituales nacionales tuvo ese efecto en el mundo bahá’í
porque, hasta ese momento, las asambleas espirituales locales habían disfrutado de cierto grado
de independencia en su funcionamiento. Shoghi Effendi trató esta nueva situación en varias
declaraciones acerca de la relación entre las asambleas locales y nacionales. Con todo lo
significativa que fuera la asamblea local —lo sigue siendo hoy día— él no estaba empeñado en
formar un sistema de instituciones dispersas en un país, cada una operando según su propia visión
de la Causa. Más bien, trataba de ligar las instituciones locales a la asamblea espiritual nacional,
que, por supuesto, estaría más tarde bajo la guía de la Casa Universal de Justicia. La relación
entre las dos que se esboza en sus escritos es que tanto a la asamblea nacional como a sus
asambleas locales las motivan los dictados del respeto genuino y la confianza mutua, el
reconocimiento de que están sirviendo los mismos propósitos, y el anhelo de ver la misma
confirmación divina descender sobre los esfuerzos de los amigos por promover la Causa.
Una de las preocupaciones de Shoghi Effendi en este sentido era asegurar que en cada
institución se depositara el grado apropiado de autoridad que permitiera lograr un equilibrio entre
lo que debía estar centralizado en las manos de la asamblea nacional y lo que debía quedar en
manos de las asambleas espirituales locales y sus comités. Este tema lo desarrolló aún más dentro
del contexto de la relación entre una asamblea espiritual nacional y sus comités. Refiriéndose a
los miembros de una asamblea nacional, afirmó:
«Dentro de los límites que les imponen las circunstancias actuales, ellos deberían
tratar de mantener un equilibrio en forma tal que los males del exceso de
centralización que obstruyen, confunden y a la larga desvalorizan los servicios
bahá’ís rendidos, sean evitados por una parte, mientras por otra sean
definitivamente anulados los peligros de la total descentralización con la
consiguiente pérdida de la autoridad gubernativa de manos de los representantes
nacionales de los creyentes».41
Hagamos una pausa aquí y pensemos en las implicaciones de algunas de las ideas que se
han discutido. Con cada cambio de cultura que experimenta la comunidad bahá’í, se realza el
propósito de la Fe, que consiste en efectuar una transformación profunda en la sociedad, y la
generalidad de los amigos son más capaces de ver cómo la luz de la Revelación de Bahá’u’lláh
está replanteando conceptos que son fundamentales para la vida de la humanidad. La autoridad es
uno de ellos. En la sociedad en general, hay un malentendido con respecto al concepto de
autoridad. Muy a menudo los que no la tienen se rebelan contra ella, mientras que los que poseen
autoridad les recuerdan constantemente a los demás su obligación de obedecer. En los escritos del
Guardián, especialmente los relacionados con el surgimiento de las asambleas espirituales
nacionales en todo el mundo, podemos percibir un conjunto completamente diferente de actitudes
hacia la autoridad, subyacente en las relaciones entre las instituciones de la Fe, así como entre los
individuos y las instituciones.
SECCIÓN 11
Para poder apreciar más cabalmente la clase de relación que Shoghi Effendi visualizaba
como característica de las instituciones y agencias del Orden Administrativo, piense acerca de la
cultura del conflicto que describimos en la primera unidad de este libro. Allí hablábamos del
espíritu de conflicto que, aun cuando no sea declarado, está presente en formas sutiles cuando
tanto individual como colectivamente las personas tratan de imponerse sobre los demás. Es un
supuesto ampliamente aceptado que tarde o temprano los intereses tendrán que chocar. En ese
contexto, vemos cómo los individuos y los grupos —en verdad, sociedades enteras— luchan unos
contra otros por alcanzar sus propios objetivos, y cómo la contienda, la competencia y la
confrontación han ido ganando aceptación en los sistemas sociales, políticos y económicos. Con
esto no se quiere negar que no haya muchos que aprovechen las numerosas oportunidades de
colaboración y cooperación sincera para lograr metas nobles, reconociendo que una amenaza
constante de conflicto influye en los hábitos de pensamiento y patrones de comportamiento y
define en cierta medida las estructuras y el funcionamiento de las instituciones de la sociedad.
Las instituciones que funcionan armoniosamente pueden liberar el poder que está
latente en los individuos, los grupos y la comunidad para trabajar en pro del bien
común.
Sin instituciones que funcionen en los diferentes niveles de la sociedad, cada una
con un grado de autoridad apropiado para su esfera de responsabilidad, es difícil
que el poder que está latente en los individuos, grupos y comunidad pueda
emplearse en la búsqueda del bien común.
Ningún esfuerzo que emprenda otro individuo o grupo merece ser finalmente
apoyado.
Los esfuerzos exitosos que emprendan otros representan, en última instancia, una
amenaza para el grado de influencia que ejerza una persona.
Los esfuerzos exitosos que unos emprendan llenan de alegría el corazón de los
otros.
SECCIÓN 12
Pasemos ahora al siguiente tema de nuestro estudio: la naturaleza de las elecciones
bahá’ís. Dada la importancia del tema, nuestra discusión será rica en detalles, apoyándose en
pasajes del Guardián, escritos por él mismo o en su nombre, y por la Casa Universal de Justicia.
Se le anima a que dedique el tiempo necesario para examinar las citas detenidamente y
reflexionar sobre las características del proceso electoral que distinguen tan marcadamente a la
administración bahá’í de los procesos políticos del mundo actual. Recuerde que no nos interesa la
mecánica de las elecciones bahá’ís, sino los principios que subyacen en su funcionamiento
expuestos por Shoghi Effendi mientras se esforzaba por establecer el Orden Administrativo.
La participación en el proceso electoral bahá’í es, desde luego, un deber que se impone a
cada creyente. Cada uno de nosotros cumple con este deber al participar cada año en la elección
de la asamblea espiritual local que sirve a nuestra comunidad y en la convención de unidad
electoral que se realiza en el área donde vivimos. Asimismo, un grupo pequeño de creyentes de
cada país, elegidos cada año como delegados, votan para elegir a la asamblea espiritual nacional
en la convención nacional. Además, en los países donde proceda, los miembros de las asambleas
espirituales locales de una región emiten sus votos para elegir a aquellos que servirán en el
consejo regional bahá’í. Comencemos nuestro estudio del proceso electoral con la lectura del
siguiente pasaje, que describe la actitud que Shoghi Effendi exhorta a los creyentes a adoptar
hacia el proceso de votación:
«El día de la elección los amigos deben participar de todo corazón en ella, en unidad
y amistad, volver sus corazones hacia Dios, desprendiéndose de todas las cosas salvo
de Él, buscando Su guía y suplicando Su ayuda y Su gracia».42
En cuanto a las cualificaciones para ser miembro de una asamblea, el Guardián alienta a
los amigos a que recuerden que:
«[...] incumbe a los delegados elegidos considerar, sin la más mínima huella de
pasión o prejuicio y sin tomar en cuenta ninguna consideración de carácter
material, solamente los nombres de aquellos quienes mejor combinen las cualidades
«Debe prestarse debida atención a su capacidad real y actuales logros, y sólo los más
competentes, sean hombres o mujeres, y sin considerar su condición social debieran
ser elegidos para el cargo de extrema responsabilidad que es ser miembro de la
asamblea bahá’í».44
«[...] no siento que concuerde con el espíritu de la Causa imponer alguna limitación
a la libertad de los creyentes para elegir a aquellos de cualquier raza, nacionalidad o
temperamento que mejor combinen los requisitos esenciales para pertenecer a las
instituciones administrativas. Deben hacer caso omiso de las personalidades y
concentrar su atención en las cualidades y requisitos de la función, sin prejuicio,
apasionamiento o parcialidad. La asamblea debe ser representativa de los elementos
más selectos, variados y capaces de cada comunidad bahá’í».45
«Se espera que en el futuro [...] habrá grandes cantidades de individuos que posean
los requisitos que los habilita para servir en las asambleas espirituales. De ellos, sólo
unos pocos podrán elegirse en un momento determinado. También se espera que,
mediante adiestramiento y experiencia con el proceso y espíritu de las elecciones
bahá’ís, los miembros del electorado habrán elevado la comprensión de su
responsabilidad de votar solamente por aquellos que cumplan los requisitos que el
Guardián ha reseñado. Entonces, verán que es su deber constante familiarizarse con
el carácter y capacidades de los que son activos en la comunidad, para que, cuando
llegue el momento de una elección, ya tengan alguna idea de las personas entre las
cuales deben elegir».47
Si bien se acepta que los creyentes analicen un poco las cualidades y los requisitos para
ser miembro, Shoghi Effendi les advierte que no deben hacer referencia a personalidades, es
decir, a individuos concretos:
Y explica que para que el creyente haga una selección sabia en el momento de la
elección, es necesario que participe plenamente en la vida de la comunidad bahá’í:
A la luz de esto, la práctica de postular candidatos para el servicio, nos dice el Guardián,
es ajena al espíritu de las elecciones bahá’ís:
«De este modo, la vida comunitaria impone el deber a cada creyente leal y fiel de
convertirse en un elector inteligente, bien informado y responsable y, también, le da
la oportunidad de elevarse a tal posición. Puesto que la práctica de postulación de
candidatos obstruye el desarrollo de estas cualidades en el creyente, y además
conduce a la corrupción y al partidismo, esto debe ser totalmente desechado en toda
elección bahá’í».50
El siguiente pasaje, escrito por la Casa de Justicia, pone de relieve un principio central
tanto para el proceso electoral como para el servicio en las instituciones administrativas:
«Ser electo para una asamblea, desde el punto de vista bahá’í, no es un derecho que
posee la gente, ni un honor al cual deben aspirar; es un deber y una responsabilidad
a la cual pueden ser llamados. El propósito es que los que son electos a una
asamblea deben ser los más meritorios para este servicio; esto no significa ni
significará que todos los dignos serán electos».52
Los ejercicios siguientes le ayudarán a analizar las ideas presentadas en los pasajes
anteriores. Esperamos que no se conforme con simplemente completar cada uno, sino que los
analice a fondo con los miembros de su grupo de estudio. En muchos casos encontrará que las
respuestas son obvias. Pero recuerde que el propósito de los ejercicios no es probar su
comprensión del proceso electoral bahá’í, sino ofrecerle una oportunidad para reflexionar sobre
su naturaleza y los principios que encierra.
a. ¿Es apropiado que los creyentes discutan los requisitos y las cualidades para ser
miembro de una institución que va a ser elegida?
b. Si los creyentes discuten entre sí los requisitos y las cualidades que debe reunir un
miembro, ¿es aceptable que mencionen los nombres de personas concretas que ellos
consideran que son aptas para este tipo de servicio?
c. Si los creyentes discuten los requisitos y las cualidades que debe reunir todo
miembro, ¿está bien aludir a personas que ellos consideran que serían aptas para este
tipo de servicio, sin mencionar ningún nombre en concreto?
f. Durante el intercambio de opiniones antes de una elección, ¿está bien que los
creyentes discutan las deficiencias que han percibido en el funcionamiento de una
asamblea?
g. ¿Está bien considerar que uno mismo es apto para servir en una asamblea?
h. Si alguien considera que es apto para servir en una asamblea, ¿está bien que llame la
atención de los otros acerca de sus cualificaciones y su experiencia, sin pedirles
abiertamente que voten por él?
j. Si alguien sabe algo acerca de un creyente que podría afectar su idoneidad para el
servicio en una asamblea, ¿tiene la responsabilidad de hacerlo saber a los demás
votantes?
k. ¿Está bien que los votantes conversen sobre las personas a quienes votaron después
de la elección?
n. Si alguien siente que no está suficientemente familiarizado con los demás miembros
de la comunidad, ¿debería acudir a la oración en el momento de la elección y hacer lo
mejor para escoger entre los nombres que le vienen a la mente?
2. A continuación encuentra algunos factores que se le podrían pasarle por su mente cuando
esté considerando las cualidades de las personas más aptas para servir en una asamblea.
Para cada uno de los factores, indique si usted lo considera «importante», «no muy
importante», «irrelevante», o «desfavorable». Márquelos con una «I», «NMI», «IRR» o
«D» según corresponda.
Evidentemente, hay muchos otros factores que pueden venirle a la mente al considerar las
cualidades de aquellos que cree aptos para servir en una asamblea. Posiblemente quiera pensar en
algunos otros y analizarlos con su grupo.
SECCIÓN 13
Ahora consideremos la naturaleza del servicio en una asamblea. Por breve que haya sido
el análisis de las características de las asambleas locales y nacionales realizado hasta aquí, revela
la profunda diferencia que existe entre servir en una asamblea y ser miembro de otros cuerpos
elegidos democráticamente que son comunes en la sociedad. Piense, por ejemplo, cómo funciona
un concejo municipal en la mayoría de los lugares. Por más digno que sea el motivo del servicio,
la persona deberá postularse para la elección y mostrarse a los ojos del público específicamente
con el fin de conseguir votos. Una vez elegido, se espera que promueva una agenda y presione a
favor de la ejecución de los programas prometidos durante la campaña, y que represente las
opiniones de la mayoría de los electores. El grado de éxito de ese funcionario en la prosecución
de estos programas determinará, al menos hasta cierto punto, si es reelegido o no para otro
período. Para lograr cualquier cosa, entonces, un miembro del concejo municipal deberá aferrarse
a sus puntos de vista, tomar partido, negociar, u objetar las decisiones con las que no esté de
acuerdo. Cualesquiera que sean los méritos de este sistema, contrasta fuertemente con la manera
en que funciona una asamblea.
Para reflexionar sobre el alcance de esta diferencia, le puede ser útil revisar los pasajes
citados en las secciones anteriores, comenzando con la sección 7. Con base en lo que ha estudiado
en esta unidad y a la luz del conocimiento que ha adquirido en el pasado, con toda seguridad se ha
formado una concepción de lo que implica servir en una asamblea madura. Los siguientes
ejercicios le ayudarán a considerar sus ideas al respecto:
No importa lo madura que pueda ser una asamblea, lo más probable es que tenga
dificultades de vez en cuando. Los siguientes ejercicios le ayudarán a pensar de qué manera sus
miembros afrontarían las siguientes dificultades:
1. Suponga que uno de los miembros de la asamblea tiende a dominar las consultas y trata
de asegurar que sus opiniones prevalezcan siempre. ¿Qué deberán hacer los demás?
Hablar entre ellos por fuera de las consultas con el fin de diseñar una estrategia
para doblegar al miembro dominante en la próxima reunión
Permitir que la posición del miembro dominante se imponga, tratando de este
modo de mantener la unidad
Abordar el tema de forma indirecta durante la reunión sugiriendo que se estudien
algunas citas de los Escritos sobre la naturaleza de la consulta bahá’í
Tratar el tema de forma directa, y analizarlo abiertamente en una reunión, de
manera franca y amorosa
2. Suponga que uno de los miembros está convencido de sus puntos de vista sobre un tema
en particular, aunque haya sido examinado minuciosamente durante la consulta y esté
claro que ninguno de los demás miembros los comparte. ¿Qué deberá hacer?
Aferrarse a sus opiniones y prolongar la consulta hasta que un número suficiente
de los otros miembros cedan
Aceptar la posibilidad de que sus puntos de vista puedan estar equivocados
Ceder con el fin de mantener la unidad, pero dejando en claro que sus objeciones
fundamentales persisten
Aceptar que la mayoría percibe la situación de una manera diferente a la de él o
ella y que la sabiduría de la decisión se hará evidente en el resultado de la
consulta
3. Suponga que a una asamblea no le es posible llegar a un consenso sobre el tema que se
está consultando, y que se toma la decisión mediante votación por mayoría. ¿Qué deben
hacer los miembros cuyas opiniones difieren de las de la mayoría?
Expresarles abiertamente a los miembros de la comunidad sus objeciones a la
decisión
Aceptar la decisión, pero no participar en su implementación
Participar en la implementación de la decisión con poco entusiasmo
Hacer todo lo posible para asegurar que la decisión se implemente totalmente,
confiando en que, de existir cualquier error, este se irá corrigiendo a medida que
se avance en el aprendizaje
4. Suponga que uno de los miembros no está enteramente convencido de alguna de las
decisiones tomadas por el cuerpo, y que más tarde, al implementar la decisión, esta
resulta no ser eficaz. ¿Qué debe hacer?
Aprovechar la situación para convencer a los demás de que tenía razón desde el
principio, y de este modo aumentar su influencia sobre los demás
Criticar a los otros miembros por su error de juicio y por el defectuoso proceso de
consulta que llevó a la decisión, sugiriendo que en el futuro deberán escucharle
SECCIÓN 14
Nuestras discusiones de las secciones anteriores tenían por objeto arrojar luz sobre la
naturaleza de la administración bahá’í, tal como fue desarrollada bajo la guía del Guardián. Hay
otro concepto fundamental que merece reflexión.
En una carta posterior, con fecha 21 de marzo de 1930, el Guardián hace la siguiente
afirmación, que es esencial para nuestro entendimiento de algunos aspectos fundamentales de la
Fe, incluyendo la administración bahá’í:
«Debe tenerse presente que los mecanismos de la Fe han sido diseñados de tal
manera que, conforme a las disposiciones establecidas por Bahá’u’lláh, puede
incorporárseles sin temor a equivocación cuanto fuere preciso incluir en ellos para
mantenerla a la vanguardia de todos los movimientos progresistas. De ello dan
testimonio las palabras de Bahá’u’lláh que se consignan en la Octava Hoja del
Este es, entonces, un concepto básico que debemos tener presente, no solo con respecto a
las instituciones desarrolladas durante los quince años iniciales del ministerio del Guardián, sino
también cuando estudiemos las que se establecieron en etapas posteriores: la administración
bahá’í es parte inseparable de la creencia bahá’í, y evolucionará bajo la guía de la Casa Universal
de Justicia de acuerdo con las exigencias de la época.
Para pensar en las implicaciones de los pasajes anteriores, decida si las siguientes
afirmaciones son verdaderas o falsas.
SECCIÓN 15
Aquí damos por concluida nuestra discusión sobre la institución de la asamblea espiritual.
Aunque su desarrollo puede considerarse el rasgo distintivo de los primeros quince años del
ministerio de Shoghi Effendi, debemos reconocer que fue solo una de las instituciones que
evolucionaron bajo su cuidado amoroso y metódico durante ese período. En esta y las próximas
secciones examinaremos brevemente otras cinco: el Fondo bahá’í, el Mashriqu’l-Adhkár, la
Fiesta de Diecinueve Días, el Ḥuqúqu’lláh, y la escuela de verano. Comencemos aquí con el
Fondo bahá’í.
Entre las instituciones que erigió el Guardián está la del Fondo bahá’í. «Como el
progreso y la extensión de las actividades espirituales dependen de los medios materiales y están
condicionados por ellos», explicaba, «es de perentoria necesidad que, inmediatamente después
del establecimiento de las asambleas espirituales locales así como nacionales, se establezca un
Fondo bahá’í, a ser puesto bajo el control exclusivo de la asamblea espiritual». «Es la
obligación sagrada de cada siervo concienzudo y fiel de Bahá’u’lláh que desea que su Causa
avance», escribió además, «contribuir libre y generosamente hacia el aumento de dicho Fondo».
«Siento la necesidad de recordarles», fueron sus palabras dirigidas a una asamblea espiritual
nacional, «del principio cardinal de que toda contribución al Fondo ha de ser de carácter puro y
estrictamente voluntario». Sin embargo, dejó en claro que «las apelaciones de carácter general y
de lenguaje moderado, conmovedor y hechas en tono digno son bien recibidas bajo todas las
circunstancias». Y acerca del creyente, escribió, «Debemos ser como la fuente o el manantial que
se vacía de modo incesante de todo lo que tiene y se vuelve a llenar continuamente de un
manantial invisible. Ofrecer continuamente para el bien de nuestros compañeros sin miedo a la
pobreza y confiados en la bondad infalible de la Fuente de toda riqueza y de toda bondad: éste es
el secreto de una vida correcta». «Cada bahá’í, no importa cuán pobre sea», fue su guía para los
amigos, «debe tener en cuenta la gravedad de su responsabilidad en este asunto, y debería
confiar en que su progreso espiritual como creyente en el Orden Mundial de Bahá’u’lláh
depende en sumo grado de la medida en que demuestre, con hechos, su disposición a apoyar
materialmente las divinas instituciones de Su Fe». En este sentido, el Guardián enfatizó en una
carta escrita en su nombre: «Es el espíritu, no el mero hecho de contribuir, lo que debiéramos
tomar siempre en cuenta al insistir en la necesidad de un apoyo universal y entusiasta a los
diversos fondos de la Causa».
Escriba a continuación algunas de las características mencionadas por Shoghi Effendi que
distinguen el acto de contribuir al Fondo:
SECCIÓN 16
La naturaleza y características del Mashriqu’l-Adhkár, una institución concebida por
Bahá’u’lláh y mencionada por Él en Su Libro Más Sagrado, nos fueron explicadas por Shoghi
Effendi en algunas de sus primeras comunicaciones. «Y de todas las instituciones que se hallan
ligadas a Su Santo Nombre», afirmó el Guardián, «ciertamente ninguna salvo la institución del
Mashriqu’l-Adhkár puede atender de la forma más adecuada a los principios esenciales del culto
y servicios bahá’ís, ambos tan vitales para la regeneración del mundo». «Ya que en verdad, a la
postre, la salvación de un mundo en apuros depende de cuán presente se tenga la eficacia de la
Revelación de Bahá’u’lláh», señaló, «reforzada, de un lado, por la comunión espiritual con Su
Espíritu, y de otro, por la aplicación inteligente y la fiel ejecución de los principios y leyes que Él
reveló».
Refiriéndose a la Casa de Adoración, el edificio central que abriría sus puertas a todos
para la oración, escribió: «Suya será la convicción de que un Padre amoroso y siempre vigilante,
Quien, en el pasado, y en varias etapas de la evolución de la humanidad, ha enviado por delante
a Profetas como Portadores de Su Mensaje y Manifestaciones de Su Luz para la humanidad, no
puede, en este período crítico de su civilización, apartar de Sus hijos la Guía que necesitan tan
acuciantemente en medio de la oscuridad que los anega, la cual ni la luz de la ciencia ni la del
intelecto humano o de la sabiduría pueden disipar». «Sin embargo, de esta afirmación general
no debería inferirse», advirtió a los amigos en este sentido, «que el interior del Edificio central
mismo haya de convertirse en un conglomerado de oficios religiosos conducidos según marquen
las pautas tradicionales que imperen en iglesias, mezquitas, sinagogas y otros lugares de culto».
«La oración», se explicó en una carta escrita a nombre del Guardián, «es esencialmente
comunicación entre el hombre y Dios, y como tal trasciende a toda forma ritual o de fórmula».
¿Cuáles son algunos de los aspectos esenciales que ha resaltado el Guardián en los
pasajes citados anteriormente?
Una idea que sin duda usted observó arriba es que la institución del Mashriqu’l-Adhkár
une dos aspectos esenciales e inseparables de la vida bahá’í: la adoración y el servicio. Ahora
piense en los esfuerzos que actualmente se realizan en el ámbito de la agrupación. ¿Puede decir
algunas palabras acerca de cómo la unión de estos dos aspectos se refleja en las actividades que
están en marcha, especialmente en el florecimiento de un espíritu devocional que halla su
expresión en reuniones de oración y en un proceso educativo que desarrolla la capacidad para el
servicio a la humanidad? ¿De qué manera ayudan tales esfuerzos en su localidad a poner los
cimientos para la realización de la visión de Shoghi Effendi de la institución del Mashriqu’l-
Adhkár?
SECCIÓN 17
Otra institución que se desarrolló bajo la guía del Guardián es la Fiesta de Diecinueve
Días. Con respecto a la naturaleza de la Fiesta, una carta escrita en su nombre señalaba lo
siguiente: «La Fiesta de Diecinueve Días es una institución de la Causa, establecida primero por
el Báb, luego ratificada por Bahá’u’lláh, y que ahora es una parte prominente del orden
administrativo de la Fe». «Si bien no es una ordenanza exigible», dejaba en claro otra carta
escrita en su nombre, «esta Fiesta ha sido considerada por Bahá’u’lláh como altamente
estimable y meritoria. En el Aqdas, Él ha puesto especial énfasis en su carácter espiritual y
devocional, como así también en su importancia social en la comunidad bahá’í como
instrumento para la creación de una más estrecha asociación y unidad entre los creyentes. El
significado administrativo de esta Fiesta ha sido declarado por el Guardián debido a la
necesidad cada vez más grande entre los amigos de un mejor adiestramiento en los principios y
métodos de la administración bahá’í». «De modo que las Fiestas de Diecinueve Días tienen un
significado triple», explicaba además la carta. «Es una reunión de importancia devocional, social
y administrativa. Cuando cada uno de estos tres aspectos se combinen, esta Fiesta podrá
producir los mejores y máximos resultados y seguramente lo hará. Los amigos, sin embargo,
deberían estar sobre aviso para no insistir demasiado sobre el significado de esta institución
creada por Bahá’u’lláh. Asimismo, deberían cuidar de no subestimar o menospreciar su
importancia».
En cuanto al creyente, Shoghi Effendi comentaba en una carta escrita en su nombre: «La
asistencia a las Fiestas de Diecinueve Días no es obligatoria, pero sí muy importante, por lo que
todo creyente debiera considerar que es su deber y privilegio estar presente en tales ocasiones».
Dentro de este contexto, se refería a la Fiesta como un «medio vital para mantener un contacto
estrecho y continuo entre los creyentes mismos, así como también entre ellos y el cuerpo de sus
representantes elegidos en la comunidad local». «Hay un momento especial en las Fiestas de
Diecinueve Días para que la comunidad pueda expresar sus puntos de vista y hacer sugerencias
a su asamblea», indicaba otra carta escrita en su nombre. «La asamblea y los creyentes deberían
esperar ansiosos este feliz momento de discusión». Sin embargo, advertía que «debe recordarse
que toda crítica y discusión de carácter negativo que pudiera resultar en una disminución de la
autoridad de la asamblea como cuerpo, debe evitarse estrictamente. Pues de lo contrario, el
orden de la Causa misma correrá peligro y prevalecerán confusión y discordia en la
comunidad». La guía que ofrece en este sentido es pertinente: «estemos en guardia —así nos lo
recuerda de continuo el Maestro desde Su Posición en lo alto— no sea que un exceso de desvelo
por lo que reviste importancia secundaria, y demasiadas preocupaciones por los detalles de
nuestros asuntos y actividades, nos hagan descuidar la más esencial, la más urgente de nuestras
obligaciones, a saber, enterrar nuestras cuitas y enseñar la Causa para llevar este Mensaje de
Salvación ampliamente por un mundo gravemente herido».
SECCIÓN 18
La institución del Ḥuqúqu’lláh fue ordenada por Bahá’u’lláh en Su Libro Más Sagrado, el
Kitáb-i-Aqdas, y siguió evolucionando durante los ministerios de ‘Abdu’l-Bahá y Shoghi Effendi.
A los amigos de Persia y de los países cercanos, donde la ley de Ḥuqúqu’lláh se había aplicado
desde los primeros días de la Fe, el Guardián explicaba a través de su secretario: «En lo
concerniente al Ḥuqúqu’lláh [...] éste se aplica a las mercancías, propiedad e ingresos de uno.
Tras descontar los gastos necesarios, todo lo que quede de beneficio, y que constituya un
incremento del capital, tal suma está sujeta al pago del Ḥuqúq. Cuando uno ya ha pagado el
Ḥuqúq por determinado monto, esa suma ya no está sujeta al Ḥuqúq, a menos que pase de una
persona a otra. La residencia y los enseres de la casa están exentos del Ḥuqúq. El Ḥuqúqu’lláh
se paga al Centro de la Causa». La siguiente guía al respecto fue enviada a los creyentes en
nombre de Shoghi Effendi: «El pago del Ḥuqúq constituye una obligación espiritual; los amigos
no deben sentirse obligados por las asambleas a pagarlo, pero debería animárseles a que
cumplan esta obligación espiritual impuesta a ellos en el Aqdas».
Durante Su vida, Bahá’u’lláh había nombrado a dos creyentes para que recibieran y
desembolsaran estos pagos: Jináb-i-Sháh-Muḥammad-i-Manshádí, que recibió el nombre de
Amínu’l-Bayán, y Ḥájí Abu’l-Ḥasan-i-Ardikání, llamado Ḥájí Amín. Cuando falleció Ḥájí Amín
en 1928, Shoghi Effendi designó a Ḥájí Ghulám-Riḍá, que recibió el nombre de Amín-i-Amín
(Fiduciario del Fiduciario), la persona a quien ‘Abdu’l-Bahá le había encomendado ayudar a Ḥájí
Amín, el Fiduciario. Sirvió como tal hasta su fallecimiento en 1939. Entonces el Guardián
designó al señor Valíyu’lláh Varqá como Fiduciario, y luego, en 1951, lo elevó al rango de Mano
de la Causa de Dios. Cuando falleció en 1955, Shoghi Effendi envió el siguiente mensaje al
mundo bahá’í: «Informen a las Manos y asambleas nacionales que el hijo de Varqa, ‘Alí-
Muḥammad, ha sido designado para suceder a su padre —quien ya se ha unido al concurso de lo
alto en el Reino de Abhá—, como Fiduciario del Ḥuqúq y ha sido elevado al rango de Mano de
la Causa».
SECCIÓN 19
Otro desarollo que debemos considerar aquí es el de la escuela de verano, una reunión
anual que normalmente dura varios días y que a menudo se repite en otras épocas del año. Los
esfuerzos del Guardián por promover la escuela de verano como medio para preparar a los amigos
para enseñar la Causa revisten especial importancia a la luz de la introducción del instituto de
capacitación en la comunidad bahá’í por la Casa Universal de Justicia en los años noventa.
«Deseo recalcar la necesidad de concentrarse en su próxima escuela de verano», explicaba el
Guardián en 1932, «sobre el estudio sistemático de la temprana historia y los principios de la Fe,
mediante charlas públicas y discusiones, formal e informalmente, sobre los varios aspectos de la
Causa. Éstos los considero preliminares esenciales para una futura campaña de enseñanza
intensiva en la que debe colaborar la generación nueva, si desea asegurar la expansión de la
Causa en ese territorio». Sin embargo, la preparación de maestros era solo una de las »funciones
que se le asignaron a la escuela de verano. A partir de afirmaciones como estas podemos
vislumbrar la contribución que puede hacer la escuela a la comunidad bahá’í: «El mundo está
indudablemente frente a una gran crisis, y las condiciones sociales, económicas y políticas se
están haciendo cada día más complejas», leemos en una carta. «Si los amigos desean tomar el
liderazgo en la reforma del mundo, deben comenzar por educarse a sí mismos y comprender
cuáles son realmente las dificultades y los problemas que preocupan a la mente del hombre. Es
en estas escuelas de verano donde se les debería proporcionar a los amigos esa preparación».
SECCIÓN 20
El análisis anterior del desarrollo de las asambleas espirituales y otras instituciones de la
Fe nos ofrece una visión de los logros extraordinarios del ministerio del Guardián, muchos de los
cuales sucedieron durante los primeros quince años bajo consideración. Al contemplar estos
logros, debemos recordar que había fuerzas, operando dentro y fuera de la comunidad bahá’í, que
trataban de socavar la autoridad de Shoghi Effendi en todo momento. Poco tiempo después de
que él asumiera sus responsabilidades como Guardián, comenzaron a aparecer señales de
agitación interna. Aparte de Mírzá Muḥammad-‘Alí y sus asociados, quienes no desperdiciaban
ninguna oportunidad para seguir con sus intrigas, hubo unos cuantos necios que se dejaron
consumir por sus propias ambiciones y se alzaron en contra del Guardián, desatendiendo la
advertencia contenida en el Testamento de ‘Abdu’l-Bahá:
Durante el ministerio del Guardián hubo varios casos de violación de la Alianza, pero
ninguno pudo impedir el progreso de la Fe de manera significativa. Sin embargo, su naturaleza
era insidiosa y representaron una carga constante para él. Sería de gran enseñanza para nosotros
analizar aquí las circunstancias de tres de los que se alzaron contra Shoghi Effendi y las
instituciones bahá’ís y, finalmente, contra la Fe misma. Antes de hacerlo, posiblemente usted
quiera repasar la sección 17 de la unidad anterior, en la que analizamos la forma como los que
violan la Alianza tratan de sembrar semillas de la disensión y la duda entre los amigos, y tener
presente los puntos pertinentes mientras estudia los tres casos. Usted verá que, dondequiera que
aparezcan, quienes se levantan contra el centro de la Causa siguen las mismas pautas de
comportamiento.
Mas ¡he aquí que ha trabajado en vano! Ajeno al hecho de que toda la pompa y los
poderes de la realeza, todos los esfuerzos concertados de los más poderosos
potentados del islam, todos los ingenios que los más crueles torturadores de una
raza cruel han empleado desde hace cerca de un siglo, se han demostrado incapaces,
todos y cada uno, de detener la marea de esta amada Fe o de sofocar su llama. En
efecto, si leemos correctamente la historia de esta Causa, no podemos dejar de
observar que el Oriente ya ha presenciado cómo algunos de sus hijos, de experiencia
más amplia, de categoría más elevada y de mayor influencia han apostatado de su
fe, encontrando, para absoluta consternación suya, que han perdido cualquier
talento que poseían, hasta replegarse velozmente en medio de las sombras del olvido,
sin que se sepa ya más de ellos».58
Ávárih vivió hasta una edad avanzada y murió en diciembre de 1953, después de haber
atestiguado las muchas victorias logradas por la Fe, incluyendo el exitoso lanzamiento de la
Cruzada de Diez Años.
SECCIÓN 21
Ahmad Sohrab adquirió cierta prominencia en Occidente durante el ministerio de
‘Abdu’l-Bahá. Se le había enviado a los Estados Unidos durante su juventud para actuar como
sirviente y cocinero en casa del erudito Mírzá Abu’l-Faḍl, a quien ‘Abdu’l-Bahá le había
encomendado la responsabilidad de profundizar a los creyentes y que, por entonces, estaba
anciano y frágil. Aunque el Maestro le había ordenado acompañar a Mírzá Abu’l-Faḍl cuando
éste último partió de los Estados Unidos en 1904, Ahmad Sohrab decidió permanecer en ese país.
Alcanzó un buen dominio del idioma inglés, y más adelante sirvió a ‘Abdu’l-Bahá como traductor
durante Sus viajes por Occidente y posteriormente como Su secretario en Tierra Santa. Al igual
que Ávárih, Ahmad Sohrab estaba a favor de convocar pronto la elección de la Casa Universal de
Justicia después del fallecimiento del Maestro e inconforme con la decisión de Shoghi Effendi de
fortalecer primero el funcionamiento de las asambleas espirituales locales y nacionales. Había
regresado a los Estados Unidos, donde era muy admirado por los creyentes occidentales, y
detestaba seguir cualquier guía impartida por la asamblea y exigía que le trataran con especial
deferencia. Con la ayuda de una mujer adinerada, estableció una organización conocida como la
Sociedad de la Nueva Historia, sin guía alguna de la asamblea nacional, moral o de otra clase,
dedicándose ávidamente a promover sus propias iniciativas y tratando de conseguir adeptos. En
respuesta a una carta dirigida a Shoghi Effendi sobre este tema, en agosto de 1930 su secretario
escribió en su nombre:
«Algunas personas de los Estados (Unidos) piensan que las referencias dadas a
Shoghi Effendi sobre la Sociedad de la Historia estaban equivocadas. La fuente de
toda nuestra información son los escritos de Ahmad y las publicaciones de ese
grupo. En todas sus cartas circulares insistía en el tema de la libertad y denunciaba
el papeleo que caracteriza a las organizaciones. La libertad, que Ahmad reitera
Ahmad Sohrab hizo un esfuerzo decidido por penetrar la comunidad bahá’í, pero solo
logró crear una agitación breve. Este es el consejo que dio Shoghi Effendi en 1934 a través de su
secretario a la Asamblea Espiritual Nacional de los Estados Unidos y Canadá durante el apogeo
de los esfuerzos de Ahmad Sohrab:
«En relación con las actividades de Ahmad Sohrab, Shoghi Effendi ya ha declarado
que tales ataques, por pérfidos que sean, no justifican que los amigos respondan ni
tomen ninguna acción directa contra ellos. La actitud de la Asamblea Espiritual
Nacional debiera ser ignorarlos totalmente. Pues si se hace hincapié indebido en
ataques a la Causa hechos por Ahmad y sus partidarios eso los hará sentir que
constituyen un verdadero desafío para la Causa y una amenaza para sus
instituciones. Si esos ataques continúan y adquieren importancia seria, el Guardián
sin duda orientará a la Asamblea Espiritual Nacional para que tome medidas
definitivas y decisivas».60
Refiriéndose a Ahmad Sohrab, una carta escrita en nombre de Shoghi Effendi en 1948
agregaba: «Después de haber dejado, por su propia iniciativa, la organización de la Fe y habiendo
rehusado reconciliarse con ella, comenzó a dirigir sus ataques a sus administradores: primero a la
Asamblea Espiritual Nacional de los Estados Unidos, luego a todo el Orden Administrativo y,
finalmente, al Guardián».61 Con el tiempo, Sohrab estableció contacto con los antiguos violadores
de la Alianza en Tierra Santa, pero esta asociación tampoco produjo resultado alguno. Murió en
diciembre de 1958, solo.
No hay duda de que el ataque de Ahmad Sohrab a la administración era poco más que un
pretexto. Imagine que usted fuera un creyente en los años después del fallecimiento de ‘Abdu’l-
Bahá. Usted tampoco habría estado acostumbrado a la administración de la Fe. ¿Cómo habría
analizado usted los comentarios siguientes, si alguien se los hubiera susurrado al oído? «Sabe, yo
me pregunto acerca de todo esto. Shoghi Effendi tiene poca experiencia. ¿No es extraño que no le
pida ayuda a creyentes como Ahmad Sohrab, que pasó tanto tiempo con ‘Abdu’l-Bahá y posee
una comprensión muy profunda de los Escritos? La verdad es que uno pensaría que Shoghi
Effendi recibiría de buen grado los consejos de Ahmad Sohrab. ¿Por qué, entonces, le dice a todo
el mundo que deben ignorar a Sohrab? El enfoque que está tomando el Guardián hacia la
administración no está resultando ser muy eficaz, y Sohrab tiene razón cuando dice que las
asambleas obstaculizan la iniciativa de los individuos. Tal vez el Guardián no tenga una imagen
clara de lo que está sucediendo fuera de Tierra Santa, ni toda la información que requiere para
tomar buenas decisiones».
SECCIÓN 22
La señora Ruth White era una antigua creyente de los Estados Unidos que visitó a
‘Abdu’l-Bahá en Tierra Santa en 1920. Años después del fallecimiento del Maestro cuestionó la
autenticidad de Su Testamento, oponiéndose violentamente al establecimiento de las instituciones
de la Fe, una medida que ella sentía no estaba de acuerdo con Sus deseos. Llegó al extremo de
escribirle al Director General de Correos de los Estados Unidos para que prohibiera que la
Asamblea Espiritual Nacional «hiciera uso de los servicios de correo de los Estados Unidos para
propagar la mentira de que Shoghi Effendi es el sucesor de ‘Abdu’l-Bahá y Guardián de la Causa
bahá’í». Lo mismo les escribió a las autoridades en Tierra Santa. No satisfecha con su propio
desafecto, trató activamente de persuadir a otros de sus puntos de vista y publicó un libro donde
exponía su posición. Alguien que se unió a ella en la denuncia con respecto al Testamento fue el
doctor Wilhelm Herrigel, un antiguo miembro de la comunidad bahá’í de Alemania. En respuesta
al creyente que le escribió en 1930 acerca de la situación, Shoghi Effendi afirmaba:
«Siento más lástima que preocupación frente a los empeños que lleva a cabo la
señora White. Estos empeños, por enérgicos y extensos que sean, están condenados a
la total extinción. Un tema tan grande e importante que ella saca a luz, que implica
el honor de la Causa, tarde o temprano ha de ser verificado y creo que entonces se
dará cuenta de su grave error.
Que el Testamento es auténtico está más allá de toda sombra de duda. Los más
poderosos y resueltos oponentes de la Fe en el Oriente, que han desafiado la base
misma del Mensaje de Bahá’u’lláh, que han atacado furiosamente los principios, las
enseñanzas e incluso el honor de Bahá’u’lláh y ‘Abdu’l-Bahá, ni siquiera han
insinuado la posibilidad de que el Testamento sea un documento falsificado. Han
atacado vehementemente sus disposiciones, pero nunca han cuestionado su
autenticidad».62
SECCIÓN 23
Cumpliendo con su responsabilidad como Guardián de la Causa, con frecuencia Shoghi
Effendi les recordaba a los amigos la manera como debían tratar los casos de agitación interna,
como los tres que se mencionaron, asegurándoles que esa agitación no podía sino fortalecer los
cimientos de la Fe. A continuación se presenta uno de tales pasajes. Léalo varias veces y luego
llene los espacios en las frases más adelante.
1. El resultado inevitable de los esfuerzos por socavar la Causa, nos dice Shoghi Effendi, es
2. Refiriéndose a tales esfuerzos, nos explica que las críticas desafiantes, inducidas o no por
la malevolencia, solo pueden servir para
y
.
4. Shoghi Effendi nos aconseja, entonces, que debemos no solo recibir gustosos cualquier
5. En lugar de socavar la Fe, el Guardián nos asegura, esos ataques, tanto internos como
externos, refuerzan y avivan
.
6. A pesar de que pretenden empañar el brillo de la Fe, esos ataques más bien proclaman a
todo el mundo el de sus preceptos, la
de su unidad, la de su posición
y el de su influencia.
SECCIÓN 24
Ahora continuemos con nuestra narración histórica. En 1937, los mecanismos
administrativos de la Fe se habían desarrollado lo suficiente como para permitir al Guardián
retomar aquella empresa que se había visto obligado a retrasar durante tanto tiempo: la ejecución
del Plan Divino. Refiriéndose al plan bosquejado por ‘Abdu’l-Bahá entre 1916 y 1917 para la
difusión de la Fe en todo el mundo, Shoghi Effendi explicaba: «Su inicio oficial y a vasta escala
se había suspendido durante casi veinte años, en tanto que los procesos de un Orden
administrativo que surgía lentamente creaban y perfeccionaban, bajo la guía infalible de la
Providencia, los organismos necesarios para su prosecución eficiente y sistemática».65
Así, los creyentes norteamericanos, destinatarios de las Tablas del Plan Divino y a
quienes muchas veces el Guardián aludió como sus «ejecutores principales», emprendieron en
1937 una empresa de siete años que tenía dos objetivos principales fijados por él: el
establecimiento de «al menos un centro en cada estado de la República americana y en cada
República del continente americano aún no alistada bajo el estandarte de Su Fe» y completar «la
ornamentación exterior del Templo». Al año siguiente la Asamblea Espiritual Nacional de India y
Birmania lanzó, por iniciativa propia, un plan de seis años para la expansión de su comunidad,
una decisión que recibió la «total aprobación del Guardián».
En 1951, luego de concluir sus planes anteriores, las Asambleas Espirituales Nacionales
de las Islas Británicas y de India, Pakistán y Birmania estaban listas para iniciar una empresa de
dos años de duración. Un año más tarde, la recién formada Asamblea Espiritual Nacional de
Centroamérica lanzó un plan de un año. La campaña africana, emprendida entre 1951 y 1953,
requirió que varias Asambleas Espirituales Nacionales —Gran Bretaña, Egipto, India, Persia y los
Estados Unidos— aunaran sus fuerzas en lo que llegó a ser su primer esfuerzo de cooperación.
En todos los casos, los objetivos de los planes fueron fijados o aprobados por el
Guardián. Es posible ver en estos objetivos, aunque solo sutilmente, la visión de crecimiento
sistemático de la Fe que estaba evolucionando en su mente. Al margen de esto, sin embargo, es
esencial reconocer la capacidad que se desarrollaba con el lanzamiento de cada nuevo plan. Una
carta escrita en nombre del Guardián a la Asamblea Espiritual Nacional de Australia y Nueva
Zelanda nos da a entender lo que él pensaba al respecto:
«Él tiene la firme convicción de que ha llegado el momento de que los creyentes de
Australia y Nueva Zelanda se alcen como un ejército en pie de conquista y se
aseguren el logro de sus metas en su Plan de Seis Años. Ellos constituyen ahora una
de los mayores cuerpos de creyentes del mundo, y están a la altura de comunidades
activas y bien establecidas como Canadá, Gran Bretaña e India. Ha pasado su
período de adolescencia en la Fe, son ahora adultos, y deben enfrentar los
Antes de continuar con nuestra exploración de los planes emprendidos entre 1937 y 1953,
le animamos a llenar la siguiente tabla, tomando nota de los ejemplos nombrados antes.
SECCIÓN 25
Conforme avanzaban los planes de las diferentes comunidades, Shoghi Effendi estaba
meticulosamente al tanto del progreso de cada uno y ofrecía orientaciones para su desarrollo
hacia el futuro. Muchas de las comunicaciones que enviara durante el período comprendido entre
1937 y 1953 estaban relacionadas con estos planes. El plan de cuarenta y cinco meses que
emprendió la Asamblea Espiritual Nacional de Irán en octubre de 1946, por ejemplo, incluía
objetivos ambiciosos a ser logrados dentro de su propio país así como en los tres países limítrofes.
Para cumplir con estos objetivos, se les dio a cada una de las provincias de Persia una tarea
específica. Solo a los bahá’ís de Teherán se les pidió que movilizaran a cincuenta familias como
pioneras, meta que fue superada cuando ciento sesenta familias se levantaron a servir como tales
entre 1946 y 1950. El Guardián cablegrafió a esta comunidad las siguientes palabras
conmovedoras en febrero de 1947:
«El campo es ciertamente tan inmenso, la época tan crítica, la causa tan grande, los
trabajadores tan pocos, el tiempo tan escaso, el privilegio tan inapreciable, que
ningún adherente de la Fe de Bahá’u’lláh que sea merecedor de Su nombre, puede
permitirse el lujo de un momento de vacilación».68
«No hay tiempo que perder. No queda lugar para la vacilación. Las multitudes están
hambrientas del Pan de Vida. El escenario está dispuesto. Se ha hecho la firme e
irrevocable Promesa. Se ha puesto en marcha el Plan de Dios mismo. Está tomando
mayor impulso cada día que pasa. Los poderes del cielo y de la tierra
misteriosamente ayudan en su ejecución. Tal oportunidad es irreemplazable. Que
quien dude se levante y por sí mismo verifique la verdad de estas aseveraciones.
Intentarlo, perseverar, es asegurar la victoria completa y final».70
«Les ruego, con todo mi corazón, que cierren filas, purifiquen sus corazones,
amplíen su visión, redoblen su determinación, renueven su dedicación a su gloriosa
tarea, avancen resueltamente por la vía que les ha trazado ‘Abdu’l-Bahá, echen
abajo las barreras que obstruyen su camino y sigan confiados, unidos y sin
concesiones, hasta que alcancen su meta, y sea llevada a un victorioso término la
primera etapa en la evolución de su tarea colectiva».71
«Por grandes y abrumadores que parezcan ahora estos sacrificios, al ser vistos en su
propia perspectiva, serán juzgados inapreciables y se volverán insignificantes al
compararse con los inestimables beneficios que debe acumular una comunidad que
ha logrado una victoria total y completa en un Plan de carácter tan memorable y tan
pleno de potencialidades jamás soñadas».72
«Además, cuán generosas serán las recompensas que Aquel que vigila desde arriba
la variable suerte del Plan y dirige su destino opte por conferir, ya sea en este
mundo o en el venidero —o bien en ambos—, a aquellos que, a la hora de mayor
necesidad del Plan, corran a socorrerlo, den las más insólitas muestras de valentía y
heroísmo, y decidan subordinar sus intereses personales a las necesidades
inmediatas y futura gloria de la comunidad a la que pertenecen».73
«El Concurso de lo alto observa sus acciones, y está dispuesto a bendecir y fortalecer
sus empeños. El propio Centro de la Alianza espera ansiosamente presenciar las
pruebas de su victoria, y sin duda intercederá por ellos ante el trono de Bahá’u’lláh
si se disponen resueltamente a dar rienda a sus corceles en la liza del servicio». 74
«El ejército invisible del Concurso de lo Alto está reunido, sus filas formadas,
dispuesto a enviar sus refuerzos para ayudar a la vanguardia de los cruzados de
Bahá’u’lláh en la hora de mayor necesidad [...]»75
1. Con base en estos pasajes, llene los espacios en las siguientes oraciones:
b. Ningún adherente de la Fe, dice Shoghi Effendi, que sea merecedor de Su nombre,
puede permitirse el lujo de un .
d. Por grandes y abrumadores que parezcan ahora estos sacrificios, al ser vistos
, serán juzgados
y se al compararse con los
inestimables que debe acumular una comunidad que ha
logrado una total y completa.
SECCIÓN 26
La pauta de crecimiento que estableció Shoghi Effendi a través de los planes lanzados
entre 1937 y 1953 era clara e inequívoca. Enfocada principalmente en la difusión geográfica de la
Fe, llamaba a los creyentes a levantarse, a ir a localidades específicas no abiertas a la Fe, a
establecerse como pioneros, a enseñar y, gradualmente, a reunir en cada localidad un grupo de
creyentes capaces de formar una asamblea espiritual local. Una carta enviada a la Asamblea
Espiritual Nacional de India dejaba en claro que, al igual que en el caso de la administración, él
había situado al mundo bahá’í en un proceso de aprendizaje relacionado con el crecimiento de la
comunidad.
Usted, por supuesto, está familiarizado, por su estudio del Libro 6, con el siguiente pasaje
escrito por Shoghi Effendi en 1938, en el contexto de la enseñanza en general, que se aplica
especialmente a quienes se levantan a servir como pioneros:
«Que él no se sienta satisfecho hasta que haya infundido en su hijo espiritual una
ansia tan profunda que lo impulse, a su turno, a levantarse independientemente y a
dedicar sus energías a la vivificación de otras almas y a la defensa de las leyes y
principios formulados por su Fe recién adoptada».78
Aunque esta unidad no esté relacionada con el acto mismo de levantarse a servir como
pionero, dado el papel significativo que desempeñan los pioneros internacionales y de frente
interno, aun hoy, en la apertura y fortalecimiento de nuevos centros de actividad, podría serle de
provecho dedicar unos minutos para pensar más acerca de este campo del servicio. En el pasado
usted ha pensado mucho en las cualidades que son esenciales para quienes se levantan a enseñar
la Causa. En cada esfuerzo por salir como pionero radica el reto más exigente, como explica el
Guardián, de nutrir las semillas de la Fe en una localidad, semillas que deben dar lugar a una
comunidad de seguidores ardientes de Bahá’u’lláh, ansiosos de aplicar Sus enseñanzas a su
realidad social. Piense en las condiciones espirituales que hacen posible que un pionero responda
a este desafío. ¿De qué manera podrían contribuir cualidades como la pureza, el desprendimiento,
y la abnegación al resultado de cualquier esfuerzo de esta índole? Examine las citas de esta
sección y la anterior, y trate de ver, junto con los demás miembros de su grupo de estudio, cuáles
eran las expectativas que, en este sentido, el Guardián albergaba en su corazón para cada pionero.
Escriba algunos de sus pensamientos en el espacio siguiente.
SECCIÓN 27
Un resultado inmediato de los planes que se desarrollaron entre 1937 y 1953 fue la
consolidación del Orden Administrativo tanto en el ámbito local como nacional. El número de
asambleas espirituales locales en todo el mundo crecía sustancialmente, y las asambleas
espirituales nacionales existentes, que aumentaron de nueve a doce, funcionaban con mayor
vigor. Mientras que, de esta forma, los planes ayudaban a fortalecer los cimientos de la Fe,
Shoghi Effendi, a finales del período, tomó algunas medidas de importancia para desarrollar más
la estructura del Orden Administrativo.
El Consejo Internacional Bahá’í era un cuerpo designado que operaba en Tierra Santa con
tres funciones: fomentar las relaciones con las autoridades estatales, ayudar con la construcción
del Santuario del Báb, y realizar negociaciones con las autoridades civiles en torno a ciertas
cuestiones administrativas bahá’ís. En marzo de 1952, catorce meses más tarde, Shoghi Effendi
anunció los nombres de los ocho creyentes a los que designó miembros de este cuerpo. En mayo
de 1955, el número subió a nueve con el nombramiento de un miembro adicional. Como veremos
más tarde, el Consejo pasó a ser un cuerpo elegido en Riḍván de 1961 durante la administración
de las Manos de la Causa de Dios, y cesaría de existir dos años más tarde con el establecimiento
de la Casa Universal de Justicia.
su anuncio de diciembre de 1951, Shoghi Effendi comenzó a dotar de mayor definición a las
funciones de las Manos de la Causa y su relación con las otras instituciones del Orden
Administrativo. En el anuncio, pedía a las nueve Manos que residían fuera de Tierra Santa que se
quedaran en sus puestos y que siguieran cumpliendo con sus deberes administrativos y de
enseñanza hasta que se les asignara funciones específicas, según las necesidades. Por otra parte,
les exhortó a que asistieran como sus representantes a las cuatro conferencias intercontinentales
venideras, que se celebrarían sucesivamente en África, Norteamérica, Europa, y Asia durante
1953.
Pasados solo dos meses, el 29 de febrero de 1952, Shoghi Effendi elevó a otros siete
creyentes al rango de Mano de la Causa, aumentando su número total a diecinueve. Continuaría el
desarrollo de esta institución del Orden Administrativo a lo largo del siguiente período, que
comenzó con la Cruzada de Diez Años en 1953 y terminó con su fallecimiento en 1957. Antes de
emprender nuestro estudio de este período, regresemos a la cuestión de la oposición y
examinemos más las fuerzas que se fueron acumulando contra la Causa durante el ministerio de
Guardián.
SECCIÓN 28
En esta sección y la próxima, reflexionaremos nuevamente sobre la dinámica de crisis y
victoria en la Fe. A hacerlo, debemos tener presente el pasaje citado en la sección 23 de esta
unidad, así como el siguiente escrito por el Guardián en una de sus primeras comunicaciones:
Para retomar el tema de la oposición, volvamos al comienzo del ministerio del Guardián.
Poco después de que Shoghi Effendi regresara a Tierra Santa y asumiera las responsabilidades de
la Guardianía, los violadores de la Alianza aprovecharon la ocasión para apoderarse de las llaves
del Santuario de Bahá’u’lláh, instigados por Mírzá Muḥammad-‘Alí, y exigieron que las
autoridades civiles los reconocieran como los custodios legales del Santuario. Las autoridades
incautaron las llaves mientras se investigaba el asunto. Finalmente, se las devolvieron a Shoghi
Effendi, una señal de reconocimiento de su autoridad como Cabeza de la Fe. Impávido ante sus
fracasos, el grupo decreciente de violadores de la Alianza que había causado tanta tristeza a
‘Abdu’l-Bahá siguió provocándole dificultades al Guardián. Sin embargo, todos sus esfuerzos
quedaron reducidos a la nada; Shoghi Effendi escribió lo siguiente después de la muerte de Mírzá
Muḥammad-‘Alí en diciembre de 1937:
Dios, por su parte, sigue adelante, sin que nada haya podido menoscabar su unidad,
manchar su propósito o subvertir su estabilidad. Una muerte así no ha de acogerse
con júbilo ni recriminación, más bien suscita la más honda compasión ante tan
trágica caída, sin parangón en la historia religiosa».82
SECCIÓN 29
Alrededor de un año antes de la ascensión de ‘Abdu’l-Bahá, y antes de que los violadores
de la Alianza hubieran arrebatado las llaves del Santuario de Bahá’u’lláh a su cuidador, los
enemigos de la Fe se apoderaron de otro Santuario bahá’í. La Casa habitada por Bahá’u’lláh
durante Su exilio en Bagdad, designado por Él como lugar de peregrinaje, había sido ocupada por
elementos fanáticos de la sociedad. A lo largo del ministerio de Shoghi Effendi se hicieron
repetidos esfuerzos por recuperar los derechos de propiedad de la Casa. En 1928, después de que
el caso se presentara ante varios tribunales de Irak, el Guardián alentó a la Asamblea Espiritual de
Bagdad a apelar a un organismo de la Liga de las Naciones, que en ese momento era la entidad
internacional de mayor envergadura que había sido creada. Esta falló a favor de la Asamblea,
pero las autoridades de Irak hicieron caso omiso, y la Casa nunca se devolvió a la Fe.
Refiriéndose al caso en Dios pasa, el Guardián escribió:
«Baste decir que, a pesar de estos interminables retrasos, protestas y evasivas [...] la
publicidad lograda por la Fe gracias a este memorable litigio, y la defensa de su
causa —la causa de la verdad y justicia— por parte del tribunal más elevado del
mundo, ha sido tal como para provocar el asombro de sus amigos y de llenar de
consternación a sus enemigos».84
La apropiación de la Casa de Bagdad fue solo una de las varias crisis externas contra las
que tuvo que luchar Shoghi Effendi mientras construía simultáneamente el Orden Administrativo
y guiaba el desenvolvimiento del Plan Divino. En Turkestán y el Cáucaso, las comunidades
bahá’ís quedaron sujetas a las restricciones impuestas por el recién formado Estado soviético. La
situación se deterioró en 1938, y más de quinientos creyentes fueron encarcelados de forma
injustificada. Finalmente, algunos de los miembros destacados de las comunidades fueron
exiliados a Siberia y otras regiones remotas, mientras que la mayoría de los miembros restantes
fueron deportados a Persia. El Mashriqu’l-Adhkár de Asjabad, el orgullo del mundo bahá’í, fue
confiscado por las autoridades y convertido en una galería de arte. En Alemania, se impusieron
severas restricciones a la comunidad bahá’í durante los años anteriores a la Segunda Guerra
Mundial. En esencia, toda la actividad organizada cesó, y las asambleas bahá’ís y sus comités
fueron disueltos.
A estas crisis se les sumaron brotes periódicos de violencia contra los bahá’ís de Irán. Las
mayorías de las veces, los ataques contra los creyentes eran instigados por el clero chiita, a veces
en concierto con las autoridades gubernamentales. Cuando una ola de persecución barrió el sur
del país en 1926, el Guardián hizo el siguiente llamado a las asambleas espirituales nacionales en
todo el mundo:
Este no es lugar para analizar las atrocidades cometidas contra los bahá’ís de Irán durante
ese período. Lo que es importante tener en cuenta aquí es que, con cada crisis inesperada que
afrontaba la Fe, Shoghi Effendi desarrollaba más la capacidad de la comunidad bahá’í para
defenderse y para proclamar al mundo el mensaje universal de Bahá’u’lláh. Los frutos de sus
labores son claramente visibles en los esfuerzos sistemáticos de las instituciones bahá’ís y de sus
agencias por aumentar la visibilidad de la Fe en la generalidad de la sociedad y contribuir al
discurso público sobre temas sociales importantes. Para apreciar el grado en que ha crecido esta
capacidad desde los días del Guardián, analice con los otros miembros de su grupo lo que saben
de los esfuerzos actuales en el mundo bahá’í —sea en su propia comunidad local, en la
agrupación donde viven, o en el escenario internacional— en cada una de las siguientes áreas:
Se le pide que en el siguiente espacio escriba algunas de las ideas que analizó con su grupo.
SECCIÓN 30
Retomemos nuestra narración histórica y analicemos los últimos años del ministerio del
Guardián, de 1953 a 1957. Ya sabe que la Cruzada de Diez Años fue lanzada en Ri ḍván de 1953
y que su ejecución marcó el período que estamos analizando. Para apreciar lo que significaba esta
campaña global para Shoghi Effendi, debemos situarla en un contexto histórico.
«Siento hora propicia para proclamar ante el mundo entero bahá’í el lanzamiento
previsto [...] Cruzada Espiritual, cargada destino, provocadora entusiasmo, decenio
duración, alcance mundial [...] participación concertada de todas asambleas
espirituales nacionales del mundo bahá’í encaminada a la extensión inmediata del
dominio espiritual de Bahá’u’lláh [...] a todos Estados Soberanos restantes,
dependencias principales integradas por principados, sultanatos, emiratos,
bajalatos, protectorados, territorios en fideicomiso y colonias reales esparcidas por
la superficie del planeta entero. Todo el conjunto de los valedores declarados de la
conquistadora Fe de Bahá’u’lláh son ahora emplazados a lograr en un solo decenio
gestas que eclipsen en su totalidad los logros que en el curso de los once decenios
precedentes iluminaron los anales del pioneraje bahá’í».86
SECCIÓN 31
La Cruzada de Diez Años llamaba a los creyentes e instituciones a centrar sus energías en
una gama de objetivos de gran alcance, incluyendo los siguientes: el establecimiento de la Fe en
ciento treinta y un países y territorios adicionales, la formación de cuarenta y cuatro nuevas
asambleas espirituales nacionales, la adquisición de personería jurídica de treinta y tres de éstas,
un vasto crecimiento en la literatura bahá’í, el establecimiento de seis editoriales bahá’ís
nacionales, la multiplicación del número de Ḥaẓíratu’l-Quds nacionales, la adquisición de
propiedades para la futura construcción de casas de adoración, y la construcción de dos de ellas.
Los planes suplementarios de las asambleas espirituales nacionales proponían el aumento a cinco
mil del número de asambleas espirituales locales en todo el mundo, trescientas cincuenta de las
cuales habían de adquirir personería jurídica.
Maestro de ‘Abdu’l-Bahá, sus aliados y asociados. Sus legiones son las tropas de
creyentes que están detrás de estas doce Asambleas Nacionales y que participan en
la tarea global que abarca los frentes americano, europeo, africano, asiático y
australiano. Su hoja de ruta la constituyen las Tablas inmortales que han brotado de
la Pluma misma del Centro de la Alianza. La armadura con que han sido investidos
sus impetuosas huestes son las buenas nuevas del propio Mensaje de Dios en este
Día, los principios en que se basa el Orden proclamado por Su Mensajero y las leyes
y disposiciones que gobiernan Su Dispensación. El grito de batalla que anima a sus
héroes y heroínas es Yá Bahá’u’l-Abhá, Yá ‘Alíyyu’l-A‘lá».87
Las imágenes empleadas por Shoghi Effendi en el pasaje anterior evocan sentimientos de
orden y disciplina y un sentido de heroísmo. Con sus alusiones militares, podemos ver el enfoque
tan sistemático que Shoghi Effendi esperaba que el mundo bahá’í adoptara en sus esfuerzos por
promover la Causa. Por supuesto, el propósito de la cruzada en la que la comunidad bahá’í se
había embarcado no era la adquisición de dominios terrenales. Se relacionaba con la promoción
de una civilización espiritual. Sobre la base del pasaje, complete las siguientes frases:
3. Su duración fue
14. La armadura con que han sido investidos sus impetuosas huestes fueron
Con estos pensamientos en mente, quizás desee memorizar la siguiente cita de los
Escritos de ‘Abdu’l-Bahá:
Siempre que las almas santas, haciendo uso de los poderes del cielo, procedan con
esas cualidades del espíritu a marchar al unísono, fila tras fila, cada una de esas
almas será igual que un millar, y las agitadas olas de ese ingente océano serán como
los batallones del Concurso de lo alto. Qué bendición ha de ser cuando lleguen a
juntarse todos, como otrora torrentes, ríos, arroyos, mansas corrientes y simples
gotas, que al reunirse en un solo lugar forman un enorme mar. Y hasta tal punto ha
de imperar la unidad, inherente a todos, que las tradiciones, las reglas, las
costumbres y distinciones de la ilusoria vida de estos pueblos serán borradas y se
desvanecerán como gotas aisladas, una vez que se encrespe, se agite y ondule el gran
mar de la unidad».88
SECCIÓN 32
Todas las generaciones futuras de bahá’ís recordarán con tierna admiración un aspecto
especial de la Cruzada de Diez Años. En un cablegrama fechado el 28 de mayo de 1953, Shoghi
Effendi anunciaba su decisión de designar «Caballeros de Bahá’u’lláh» a aquellos pioneros que
lograran establecer la Fe por primera vez en los países y territorios identificados en la Cruzada de
Diez Años. «Nuevamente, apelo a miembros de todas las comunidades», fueron sus palabras,
Tal vez sepa que Shoghi Effendi seguía el progreso del logro de este objetivo en un mapa
del mundo, que se reproduce en escala pequeña en la siguiente página. Su precisión y cuidado
evocan la imagen del Guardián, de pie y ante el mapa, estudiando sus detalles. Permite sentir la
carga de responsabilidad que pesaba sobre sus hombros, un día jóvenes, como Guardián de la
Causa. Permite sentir también el amor y la lealtad que animaba a los creyentes que abandonaron
sus tierras natales durante la Cruzada de Diez Años y se establecieron en los rincones más
alejados del mundo con el fin de alcanzar las metas que él les había fijado. Detrás de cada punto
del mapa está la historia de una de estas almas. Si conoce alguna de estas historias, posiblemente
quiera compartirlas hoy con los otros miembros de su grupo.
SECCIÓN 33
Además de los objetivos planteados por las asambleas espirituales nacionales, la Cruzada
de Diez Años incluía metas a ser logradas en Tierra Santa. Sin embargo, nuestro estudio del
desarrollo del Centro Mundial de la Fe no se limitará a este período de tiempo, sino que abarcará
todo el ministerio de Shoghi Effendi. Casi inmediatamente después de asumir sus
responsabilidades como Guardián, él comenzó a tomar medidas para desarrollar, ampliar, y
proteger las propiedades asociadas con las vidas de las Figuras Centrales de la Fe y la Familia
Sagrada. En esta sección analizaremos solo una pequeña fracción del trabajo emprendido por
Shoghi Effendi para desarrollar el Centro Mundial, abordando tres temas específicos: el
embellecimiento de Bahjí, la terminación del Sepulcro del Báb, y la construcción del Edificio de
los Archivos Internacionales. Aun estos solo pueden ser tratados aquí de manera muy breve. Por
supuesto que el Centro Mundial sigue evolucionando bajo la dirección de la Casa Universal de
Justicia; usted aprenderá acerca de su desarrollo continuo en los años venideros mediante la
lectura de los informes y mensajes que emanen de Tierra Santa.
Ya sabe que las llaves del Santuario de Bahá’u’lláh, una estructura modesta contigua a la
Mansión de Bahjí, fueron arrebatadas por los violadores de la Alianza poco tiempo después del
fallecimiento de ‘Abdu’l-Bahá, quienes se habían atrincherado en las casas que la rodeaban.
Desde el tiempo de la Ascensión de Bahá’u’lláh en 1892, Mírzá Muḥammad-‘Alí había ocupado
la Mansión misma, la casa donde la Manifestación había pasado los últimos años de Su existencia
terrenal. Con el tiempo, se había deteriorado al punto que Muḥammad-‘Alí y sus asociados
tuvieron que evacuarla en 1929. Durante los dos años siguientes, Shoghi Effendi restauró el
edificio, devolviéndole su belleza original, y lo llenó de reliquias preciosas asociadas con la vida
de Bahá’u’lláh y con objetos de interés histórico: literatura bahá’í en varios idiomas, fotografías
de pioneros, copias de los certificados de personería jurídica de asambleas y materiales similares.
Tan magnífica fue la restauración del edificio que las autoridades civiles lo designaron un lugar
de peregrinaje y museo histórico, protegiéndolo de cualquier demanda futura que hicieran los
violadores de la Alianza.
Aunque la Mansión estuviera protegida de esta manera, Shoghi Effendi pasó la mayor
parte de su ministerio tratando de adquirir otras parcelas de terreno alrededor del Santuario de
Bahá’u’lláh. En enero de 1923 tomó las primeras medidas para asegurar que la posesión del
Santuario mismo, el Lugar Más Sagrado de la tierra, estuviera establecida sobre una base legal
inquebrantable. Las autoridades le devolvieron las llaves del Santuario poco después, afirmando
su derecho a su custodia como Cabeza de la Fe. Sin embargo, no fue sino hasta 1952 cuando se
obtuvieron los terrenos, anhelados desde hacía mucho tiempo, que circundan a la Mansión y el
Santuario, equivalentes a más de 145.000 metros cuadrados; así Shoghi Effendi pudo ampliar,
bajo su mirada exigente, los grandiosos jardines que habían brotado de la tierra árida. Los
violadores de la Alianza siguieron ocupando una casa cerca del Santuario hasta 1957, cuando las
autoridades les ordenaron salir. La estructura fea fue demolida pocos meses después del
fallecimiento del Guardián y reemplazada con jardines. El Centro Espiritual Mundial de la Fe, la
Alquibla del pueblo de Bahá, quedaba así asegurado definitivamente.
contiguo. En 1928 Shoghi Effendi comenzó el trabajo de excavación para extraer la roca detrás
del monumento con el fin de abrirle sitio para la construcción de un armazón que lo preservara y
embelleciera. En el centenario de la declaración del Báb, el 23 de mayo de 1944, se reveló un
modelo del diseño de la superestructura: una arcada coronada de una cúpula dorada.
«Una muchedumbre cada vez mayor de visitantes de todos los lugares, que en
muchos días exceden del millar, se congregan a las puertas que conducen al
Santuario Interior de este majestuoso mausoleo, para rendir homenaje a la Reina
del Carmelo que está entronizada en la Montaña de Dios, coronada en oro brillante,
ataviada de blanco reluciente, ceñida de verde esmeralda, y que encanta a los ojos
desde el aire, el mar, la llanura y la montaña».90
A cientos de metros al oriente del Santuario, años antes el Guardián ya había erigido tres
pequeños monumentos de mármol, uno para marcar la última morada de la Hoja Más Sagrada, y
los otros dos, las tumbas de su Madre y de su Hermano. Los monumentos se embellecieron con
jardines, y se trazó un arco amplio y extenso por encima de éstos. Este arco serviría como el
sendero en torno al cual se construirían los futuros edificios administrativos de la Fe. La
construcción del primero de ellos llegó a ser una meta de la Cruzada de Diez Años.
Así, quien haya visitado el Centro Mundial de la Fe, habrá experimentado la sensación de
paz que envuelve el alma al recorrer sus jardines y contemplar el esplendor de sus edificios.
Quienes ingresan a sus terrenos a menudo perciben en la visión de belleza que creó Shoghi
Effendi un reflejo de la clase de mundo que estamos esforzándonos por construir, un reflejo de la
gloria que está destinada a cubrir la tierra.
SECCIÓN 34
El surgimiento del Centro Administrativo Mundial de la Fe estuvo estrechamente
vinculado a la consolidación del Orden Administrativo en todo el planeta. En un mensaje escrito
en 1951, Shoghi Effendi mismo dejó en claro que los planes que se desarrollaban en el Monte
Carmelo dependían de la construcción y perfección de «la maquinaria de las instituciones
nacionales y locales de un Orden naciente». Entre la evolución de las instituciones centrales de
ese Orden y el surgimiento de las estructuras físicas que las representan había una interacción
dinámica, una interacción que dirigía Shoghi Effendi con destreza consumada. En la grandeza de
los edificios que construyó, la norma de belleza que estableció, y el sentido de orden que dio al
entorno físico, alcanzamos a ver la extraordinaria brillantez con la que creó el Centro
Administrativo Mundial de la Fe.
La carta que sirvió de guía al Guardián fue la Tabla del Carmelo. La Tabla, que fue
revelada por Bahá’u’lláh mismo, proporcionó el impulso espiritual para el surgimiento y
establecimiento de las instituciones internacionales en Tierra Santa, prediciendo el
establecimiento, sobre la Sagrada Montaña de Dios, de la Sede de la Casa Universal de Justicia:
«Llama a Sión, oh Carmelo, y anuncia las alegres nuevas: ¡Aquel que estaba oculto
a los ojos mortales ha llegado! Su soberanía conquistadora se ha manifestado; Su
esplendor, que todo lo envuelve, se ha revelado. Cuidado, no sea que vaciles o te
detengas. Apresúrate a caminar alrededor de la Ciudad de Dios que ha descendido
del cielo, la Kaaba celestial alrededor de la cual han circulado en adoración los
escogidos de Dios, los puros de corazón y la compañía de los ángeles más excelsos.
Oh, cuánto anhelo anunciar a cada lugar de la superficie de la tierra y llevar a cada
una de sus ciudades las buenas nuevas de esta Revelación hacia la cual ha sido
atraído el corazón del Sinaí y en cuyo nombre la Zarza Ardiente proclama: “Los
reinos de la tierra y del cielo pertenecen a Dios, el Señor de Señores. En verdad, éste
es el Día ante cuyo anuncio tierra y mar se alborozan, Día para el cual han sido
puestas a recaudo aquellas cosas que Dios ha destinado que sean reveladas, merced
a una generosidad a la que no alcanza la comprensión de la mente o corazón
mortales. Dentro de poco Dios hará navegar Su Arca sobre ti y manifestará al
pueblo de Bahá, que ha sido mencionado en el Libro de los Nombres”».91
En el siguiente pasaje el Guardián se refiere a tres cartas divinamente reveladas, cada una
de las cuales puso en movimiento un proceso diferente: la primera, la Tabla del Carmelo, para el
desarrollo de las instituciones de la Fe en su Centro Mundial, y las otras dos, el Testamento de
‘Abdu’l-Bahá y las Tablas del Plan Divino, para la propagación de la Fe y el establecimiento de
su Orden Administrativo en todo el mundo.
Piense acerca de la manera en que las tres grandes cartas mencionadas en el pasaje
anterior afectan a la vida de cada uno de nosotros hoy en día. En todas partes los creyentes están
trabajando para promover el Plan Divino. En todas partes participan en el surgimiento del Orden
Administrativo, ya sea mediante el servicio directo en sus instituciones y agencias, o mediante el
apoyo a su desarrollo permanente. Y en todas partes los corazones de los creyentes están
enfocados en el Centro Mundial de su Fe. Todos nos volvemos diariamente hacia el Lugar Más
Sagrado de la tierra en oración, la manifestación física de nuestra condición interior, en que
nuestros corazones se vuelven hacia la Bendita Belleza. Al mismo tiempo, nos volvemos hacia la
Casa Universal de Justicia constantemente, anticipando su guía y dirección. ¿Qué efecto cree
usted que produce el que miles y miles de personas dirijan sus pensamientos y oraciones al
Centro Mundial administrativo y espiritual de la Fe?
SECCIÓN 35
En octubre de 1957, la cantidad de países y territorios abiertos a la Fe había aumentado
de ciento veintiocho, al inicio de la Cruzada, a más de doscientos cincuenta. De forma paralela a
esta expansión, se había hecho un esfuerzo decidido en los niveles local, nacional, continental e
internacional para ampliar y fortalecer los cimientos del Orden Administrativo. El número de
asambleas espirituales locales, por ejemplo, habían superado los mil. La cifra de asambleas
espirituales nacionales en operación a nivel mundial, que Shoghi Effendi recordaba repetidamente
a los amigos son los «pilares de la futura Casa Universal de Justicia», había subido a veintiséis.
Digno de destacar también en este sentido fue el ritmo al que el Guardián desarrolló la institución
de las Manos de la Causa de Dios.
febrero de 1952. En su mensaje del 8 de octubre de 1952, en el que anunciaba la Cruzada de Diez
Años, tomó otro paso significativo en el desarrollo de la institución:
En su mensaje de Riḍván de 1954 a los bahá’ís del mundo, Shoghi Effendi hacía
referencia al establecimiento de los cuerpos y explicaba que sus miembros «ayudarían y
aconsejarían» a las Manos en cada continente «en la prosecución efectiva del Plan de Diez
Años». Mantuvo el número de las Manos de la Causa en diecinueve hasta octubre de 1957,
cuando hizo otro conjunto de nombramientos un mes antes de su fallecimiento repentino,
llevando su total a veintisiete. Al mismo tiempo, creó un cuerpo auxiliar adicional en cada
continente para que se encargara de la función específica de vigilar la seguridad de la Fe. Así
comenzaron a funcionar en todos los continentes dos cuerpos auxiliares, uno para la propagación
de la Fe, otro para su protección. Como sabe, dos de estos cuerpos siguen funcionando en cada
continente actualmente. Antes de avanzar más con nuestro análisis, tal vez desee considerar las
preguntas que aparecen a continuación. Aunque quizás no sepa las respuestas a todas, usted sin
duda hallará esta información a medida que continúe aprendiendo sobre el Orden Administrativo
de la Fe.
f. ¿Puede una persona servir en una asamblea local o nacional mientras sea miembro de
uno de los cuerpos auxiliares?
g. ¿Puede una persona servir como delegada en la convención nacional mientras sea
miembro de uno de los cuerpos auxiliares?
h. ¿Puede una persona servir en una junta de instituto de capacitación mientras sea
miembro de uno de los cuerpos auxiliares?
Las comunicaciones escritas por el Guardián durante el período crítico entre 1951 y 1957
definen otra dimensión importante de la estructura y funciones de la institución. Les asignó al
cuerpo de las Manos que residían en Tierra Santa el deber de actuar como enlace entre él como
Cabeza de la Fe y las Manos Continentales; encomendó a las Manos de la Causa en todo el
mundo la responsabilidad de forjar lazos con las asambleas espirituales nacionales con el
propósito explícito de prestarles ayuda en el logro de los objetivos de la Cruzada de Diez Años;
les dio a las Manos de cada continente discreción para determinar la distribución de las áreas de
los miembros de los cuerpos auxiliares, así como los asuntos subsidiarios relacionados con el
desarrollo de sus actividades, y la manera de colaborar con las asambleas espirituales nacionales;
y estableció cinco Fondos bahá’ís continentales, para África, las Américas, Asia, Australasia, y
Europa, con el fin de facilitar el desempeño de las funciones asignadas a estos cuerpos.
SECCIÓN 36
En el rápido desenvolvimiento de la institución de las Manos de la Causa durante este
período, se hizo claramente visible el poder de la Alianza. Después de haber fortalecido la
capacidad de la institución mediante la definición de sus funciones relacionadas con la
propagación, Shoghi Effendi comenzó a hacer hincapié en sus deberes con respecto a la
protección de la Fe durante los que serían los últimos meses de su vida. Primero, un mensaje
enviado en junio de 1957, se centraba nítidamente en la responsabilidad de las Manos de la Causa
no solo en cuanto a la propagación de la Fe sino también su protección, pidiéndoles que actuaran
en consulta con las asambleas espirituales nacionales a fin de salvaguardar la comunidad bahá’í
contra cualquier peligro que pudiera encarar:
«Tan maravillosos progresos, en ámbitos tan diversos, logrados en tan breve plazo y
por un grupo tan reducido de almas heroicas, bien merecen ser señalados, en este
punto de la evolución de una Cruzada que ha de durar un decenio, con el anuncio de
un paso más en el desarrollo de una de las instituciones fundamentales ordenadas
por Bahá’u’lláh y confirmadas en el Testamento de ‘Abdu’l-Bahá, un paso que, en
realidad, tales progresos hacen necesario: la designación de un nuevo contingente de
Manos de la Causa de Dios, elevándose así a tres veces nueve el número total de los
Administradores Principales de la Mancomunidad Mundial embrionaria de
Bahá’u’lláh, que han sido investidos por la infalible Pluma del Centro de Su Alianza
con la doble función de velar por la seguridad y garantizar la propagación de la Fe
de Su Padre».95
Volviendo atrás, sabiendo que el Guardián iba a fallecer pocas semanas después de
escribir el mensaje anterior, podemos ver la acción de la Voluntad Divina en las medidas que él
tomara para levantar tan rápidamente, en el lapso de solo seis años, la institución de las Manos de
la Causa de Dios. La estableció sobre una base firme tanto en Tierra Santa como en los cinco
continentes, y aseguró que tuviera un lugar de honor y respeto a los ojos de los creyentes, que no
se limitaban geográficamente a unos pocos centros dispersos en todo el globo, sino que
constituían una comunidad cada vez más diversa que abrazaba el mundo. Más tarde analizaremos
el ministerio de los Custodios, el período entre 1957 y 1963, cuando mediante toda la fuerza del
autosacrificio y la abnegación y a través del poder de la ayuda divina, las Manos de la Causa de
Dios mantuvieron al mundo bahá’í en el camino establecido por el Guardián, llevando la Cruzada
de Diez Años a un término triunfal y supervisando la elección de la Casa Universal de Justicia.
Por ahora, piense en los peligros que hubieran amenazado a la comunidad bahá’í si la capacidad
de la institución de las Manos de la Causa para ejercer su doble función no hubiera sido
desarrollada tan continua y deliberadamente por Shoghi Effendi.
SECCIÓN 37
El mes de noviembre de 1957 fue un momento de congoja para el mundo bahá’í. En las
primeras horas del lunes, 4 de noviembre, durante su visita a Londres, Shoghi Effendi falleció
repentinamente. La Cruzada de Diez Años, bien avanzada hasta entonces, pronto alcanzaría su
punto medio, y los bahá’ís de todo el planeta se esforzaban con determinación para alcanzar las
metas que él había fijado. Ahora, sin previo aviso, se había ido.
Los mensajes de amor y lealtad dirigidos a las Manos de la Causa llovían desde todos los
rincones de la tierra, mientras que los bahá’ís, acongojados, comenzaban a llegar a Londres desde
el extranjero para asistir al funeral del Guardián el siguiente sábado. Estuvieron presentes unos
trescientos sesenta amigos, incluyendo Manos de la Causa de Dios y miembros de las asambleas
espirituales nacionales y cuerpos auxiliares. Después de una ceremonia sencilla en un cementerio
fuera de la ciudad, donde se había encontrado un sitio apropiado para enterrar los restos del
Guardián, los creyentes de Oriente y Occidente desfilaron solemnemente junto a su ataúd durante
más de dos horas. Se recitaron oraciones adicionales antes de bajar el ataúd a una cripta, sobre el
piso de la cual se había colocado una alfombra pequeña, traída desde el interior del Santuario de
Bahá’u’lláh en Bahjí.
Más tarde se erigió un monumento, que no era imponente pero sí majestuoso, en el lugar
en donde se encontraban los restos mortales del Guardián; una columna de mármol blanco,
coronada con un globo sobre el cual posaba un águila dorada con las alas extendidas. En la
columna se grabaron en inglés las siguientes palabras:
SECCIÓN 38
Con el fallecimiento del Guardián antes del establecimiento de la Casa Universal de
Justicia, la responsabilidad de los asuntos de la Fe recayó sobre la institución de las Manos de la
Causa de Dios, que sumaban veintisiete en ese momento. Designados por Shoghi Effendi como
los «Administradores Principales de la Mancomunidad Mundial embrionaria de Bahá’u’lláh» y
sus «oficiales de alto rango», a las Manos les correspondía la responsabilidad de llevar a cabo la
tarea doble y sagrada de salvaguardar la Fe y promover sus actividades de enseñanza. Habían
estado bajo su supervisión y guía constante desde los primeros nombramientos en 1951, y los
seguidores de Bahá’u’lláh en todo el mundo se dirigían naturalmente a ellas en momentos de
aflicción y angustia.
Había surgido una nueva situación para la cual no había disposiciones claras en el Texto
Sagrado. Si existía otra manera de nombrar un Guardián o no, dadas las circunstancias, solo podía
ser determinado por la Casa Universal de Justicia, de acuerdo con la afirmación inequívoca en el
Testamento de que: «Todos deben volverse hacia el Libro Más Sagrado, y todo lo que no esté
anotado expresamente allí debe ser referido a la Casa Universal de Justicia. Aquello que dicho
cuerpo apruebe, ya sea por unanimidad o por mayoría, es por cierto la Verdad y el Propósito de
Dios mismo».97 Por eso, las Manos de la Causa decidieron pedir al mundo bahá’í que dedicara sus
energías a la terminación exitosa de la Cruzada de Diez Años, cuando sería elegida la Casa
Universal de Justicia. Pasajes similares al que se presenta a continuación les dieron confianza en
que, al llegar a esta decisión, estarían actuando de conformidad con la esperanza expresa del
Guardián. Al dirigirse a los amigos persas en 1954, luego de la terminación del primer año de la
Cruzada de Diez Años, él había escrito estas palabras:
«¡Oh amados de Bahá! Este día es de ustedes y esta hora es ciertamente su hora. Lo
que es imperativo en este día y lo que como un imán atraerá las confirmaciones de
Dios es esto: que una gran cantidad de creyentes, tanto hombres y mujeres, jóvenes
y mayores, pobres y ricos, eruditos e iletrados, blancos y negros, se muevan por el
triunfo de Su exaltada Fe. Galvanizados por un espíritu de amor y valentía, deben
en su totalidad levantarse como una sola legión y, en los restantes nueve años,
esparcirse a lo largo y ancho de la superficie del planeta. “Con los pies del
desprendimiento”, como advierte la Antigua Belleza, deben ellos “seguir los pasos de
todos los que están en el cielo y en la tierra” y “extender la manga de la santidad
sobre todo lo que ha sido creado del agua y de la arcilla”. Con el corazón
desprendido, el espíritu libre de trabas, el alma encendida, resolución
inquebrantable y paso firme, deben tratar día y noche de ampliar el alcance de la
Causa de Dios, difundir sus suaves aromas, consolidar sus cimientos, propagar su
fama y multiplicar las filas de sus adherentes. Alzando la llamada de “¡Yá Bahá’u’l-
Abhá!” deben ir presurosos a los territorios vírgenes y a las localidades
recientemente abiertas, y poniendo toda su confianza en Dios, establecer centros
aislados que puedan asemejarse a “puntos”. Entonces deben, mediante sus esfuerzos
por enseñar y guiar a las gentes con hechos y palabras, transformar estos centros
aislados, en cuanto sea factible, en grupos que sean como “letras”. Entonces deben
desarrollar estos grupos hasta convertirse en asambleas espirituales locales, que son
como “palabras” completas, y tratar continuamente de aumentar el número de estas
asambleas en varios países de modo que se prepare gradualmente el medio para
convocar debidamente las convenciones nacionales, y así sean erigidas
sistemáticamente las asambleas espirituales nacionales, que son como los
“versículos” manifiestos, los pilares del Trono de la Justicia divina, y sobre estos
pilares pueda levantarse la cúpula del Edificio divino, la Casa Universal de Justicia,
que es como el “libro” lúcido, establecido en su sede designada en las laderas de la
Viña del Señor en Su sagrada Montaña, adornando las instituciones de Su Nuevo
Orden Mundial con la corona de la suprema distinción».98
SECCIÓN 39
Puede imaginarse la desolación total que sintieron las Manos de la Causa de Dios en el
momento del fallecimiento del Guardián. Sin embargo, a pesar de su propio dolor y tristeza,
tomaron las riendas de la Fe con decisión inamovible, y dirigieron el mundo bahá’í sin percances
por el período peligroso entre noviembre de 1957 y abril de 1963, sin desviarse siquiera el grosor
de un pelo del rumbo que había fijado Shoghi Effendi. El hecho de que demostraran heroísmo
singular en su total consagración a la Causa lo confirma el historial de sus logros.
Una de las preocupaciones inmediatas de las Manos de la Causa era la de salvaguardar las
propiedades en Tierra Santa y otros bienes de la Fe, preservar los logros que había alcanzado el
Guardián, y permitir la continuación del trabajo iniciado por él. En diciembre pudieron cumplir
con su plan de derribar la casa que habían ocupado los violadores de la Alianza en Bahjí, y a
partir de los primeros días de enero y durante ese año, cada una de las Manos asistió, tal como él
lo había especificado, a las cinco conferencias internacionales que había convocado para marcar
el punto medio de la Cruzada de Diez Años. Durante los cinco años siguientes, viajaron
incansablemente por todo el mundo para promover el Plan, asegurando que se cumplieran sus
ambiciosos objetivos. Durante el breve período de su administración, el número de localidades en
el mundo donde residían los bahá’ís subió de aproximadamente 4.100 a más de 11.000. El
número de asambleas espirituales nacionales creció de veintiséis a cincuenta y seis. Además,
pudieron llevar a un feliz término los planes de Shoghi Effendi para construir casas de adoración
en Kampala, Uganda; Sídney, Australia; y Fráncfort, Alemania. Durante el invierno de 1961, el
Edificio de los Archivos Internacionales, cuyo interior había sido terminado bajo su supervisión,
fue abierto a los peregrinos.
Durante este período, el cuerpo general de las Manos de la Causa de Dios se reunió en
seis cónclaves, los cuales se realizaron en la sala superior de la Mansión de Bahá’u’lláh en Bahjí.
Durante el primero de éstos, realizado del 18 al 25 de noviembre de 1957, eligieron a nueve de
sus propios miembros para servir en el Centro Mundial como Custodios legales.
Fue después de su tercer cónclave, en 1959, cuando las Manos de la Causa anunciaron
planes, tal como lo hiciera el Guardián, para que los miembros de las asambleas espirituales
nacionales en todo el mundo eligieran a nueve bahá’ís adultos en Riḍván de 1961 que sirvieran en
el Consejo Internacional Bahá’í en Tierra Santa. Como ya sabe, el Consejo Internacional fue
nombrado por primera vez en 1951 por Shoghi Effendi, y él había previsto su evolución hacia un
cuerpo elegido como un paso importante hacia la elección futura de la Casa Universal de Justicia.
Al emitir este anuncio, las Manos de la Causa pidieron que ellos no fueran considerados en la
elección del Consejo con el fin de quedar libres para la realización de los servicios que el
Guardián les había asignado. Mientras realizaban los preparativos para la elección de la Casa
Universal de Justicia, dos años más tarde en Riḍván de 1963, hicieron una petición similar. No se
debe subestimar el significado de tal petición. Dada la historia de la religión, nadie habría
esperado que después de ejercer el control total sobre los asuntos de la Fe, se abstendrían tan
voluntariamente de la tentación de mantener algún tipo de control. Con satisfacción y alegría, las
Manos de la Causa de Dios renunciaron a su autoridad temporal, y se pusieron completamente a
disposición de la Casa Universal de Justicia. Leeremos acerca de la elección de dicho cuerpo en la
próxima unidad; esta sección la terminamos con su tributo a las Manos de la Causa de Dios, que
fue escrito en 1965:
La Cruzada de Diez Años, aquella gran empresa concebida por el Guardián, había llevado
la Causa de Dios a su siguiente etapa de desarrollo. Había sido establecida la «unidad que corona
la estructura administrativa de la Fe», la Casa Universal de Justicia, sobre una base firme e
inexpugnable, tal como él la había visualizado en 1922 cuando, casi totalmente solo, se dedicó a
fortalecer la Fe a nivel tanto local como nacional.
SECCIÓN 40
Debemos hacer una pausa aquí para recordar que, mientras la Fe continuaba avanzando
con cada vez más fuerza, protegida por el escudo de la Alianza, hubo, de tiempo en tiempo,
quienes, consumidos por la ambición personal, trataban de crear confusión entre los creyentes, en
un intento por tomar las riendas de la Causa en sus manos. Uno de estos intentos tuvo lugar en el
período entre el fallecimiento del Guardián y la elección de la Casa Universal de Justicia. Más o
menos dos años después de la muerte de Shoghi Effendi, Charles Mason Remey, que era una de
las Manos de la Causa en ese momento, reclamó como propia la Guardianía. Conviene revisar la
suerte que le esperó a él y a todos los que le siguieron.
Mason Remey era una de las nueve Manos de la Causa que habían registrado el
departamento de Shoghi Effendi en Haifa en busca de su testamento o de algunas instrucciones
finales. Al igual que las otras Manos de la Causa, Remey había confirmado personalmente que
Shoghi Effendi no había designado a ningún sucesor, y firmó una declaración al respecto, que
había sido emitida en 1957. Había firmado también una segunda declaración en la que llamaba a
los amigos a unirse para darle fin a la Cruzada de Diez Años e indicaba que el cuerpo entero de
las Manos decidiría cuándo y cómo evolucionaría el Consejo Internacional Bahá’í, hasta llegar a
la elección de la Casa Universal de Justicia. Como una de las nueve Manos designadas para servir
en Tierra Santa, participó durante casi dos años en las consultas que guiaron el desarrollo de la
comunidad bahá’í.
Después, en abril de 1960, Remey, que en ese momento tenía 84 años de edad, emitió una
«Proclamación» declarando que él era el «segundo Guardián». Ignoró totalmente el hecho de que
Shoghi Effendi nunca hizo ninguna afirmación, fuera verbal o escrita, designándole como su
sucesor, algo que nunca hubiera hecho de todas maneras, dados los requerimientos explícitos del
Testamento de ‘Abdu’l-Bahá de que dicha posición debería ser ocupada con el hijo masculino
primogénito de Shoghi Effendi u otro descendiente masculino de Bahá’u’lláh, viviente y fiel, es
decir, otro «ghuṣn». También hizo caso omiso de la estipulación clara de que la selección de
Shoghi Effendi, de haberlo hecho durante su vida, hubiera necesitado la aprobación de nueve
Manos. Más bien, Remey argumentaba que su nombramiento en 1951 como presidente del
embrionario Consejo Internacional Bahá’í significaba que debería asumir automáticamente la
posición de cabeza de la Casa Universal de Justicia y que, por lo tanto, él era el «segundo
Guardián». Lo absurdo de su pretensión era claro. «[A]ntes del transcurso de mil años», fue la
exhortación de ‘Abdu’l-Bahá, «nadie tiene derecho a pronunciar una sola palabra, ni tan siquiera
Con el paso de los años los seguidores de Remey comenzaron a desintegrarse en grupos
rivales cada vez más pequeños. Dos de estos grupos surgieron en los Estados Unidos, ambos
asociados con el grupo de Nuevo México, que duró poco tiempo. Reginald King encabezó una
ramificación. Cuando Remey rompió su asociación con él, King transfirió su lealtad a
Marangella. Sin embargo, en algún momento abandonó a Marangella afirmando que Remey era
en realidad un «Regente» y que él había llegado a la «realización» que era el «Segundo Regente».
King tuvo una disputa prolongada con Leland Jensen, quien lideraba otro grupo exiguo
de seguidores de Remey en los Estados Unidos. Huyendo de una inundación desastrosa
pronosticada por Remey, que por supuesto nunca sucedió, Jensen se mudó a Montana en 1964.
Allí tuvo dificultades con la ley, y en 1969 fue declarado culpable de comportamiento «lujurioso
y lascivo». Afirmaba que, durante su pena en prisión, había tenido un visitante angelical que le
había dicho que él era una especie de profeta, y algunos reclusos le comenzaron a seguir. Después
de salir de prisión, viajó por los Estados Unidos tratando de reunir en un grupo organizado a los
seguidores de Remey que quedaban. En 1991 creó el grupo «Bahá’ís Bajo las Disposiciones de la
Alianza» y estableció otro «Segundo Consejo Internacional Bahá’í». En algún momento Jensen
hizo la afirmación absurda de que el hijo adoptivo de Remey en Italia, Giuseppe Pepe, era el
«cuarto Guardián». La relación de Pepe con la Fe no era clara, aunque en un momento escribió al
Centro Mundial para informar que no era bahá’í, y rehusó inmiscuirse en la lucha interna entre las
facciones de seguidores de Remey que habían surgido, o aceptar que él era el «cuarto Guardián».
En 2001, años después de la muerte tanto de Jensen como de Pepe, otro miembro del grupo de
Jensen aseveró que él había sido nombrado «Guardián» por Pepe.
Por supuesto que el propio Remey había muerto mucho antes, en 1974. Finalmente,
comenzó a atacar el trabajo de Shoghi Effendi, y declaró que sus esfuerzos por desarrollar la
administración bahá’í habían sido una equivocación y que él, Remey, iba a tener que comenzar de
nuevo. A continuación se transcribe el telegrama enviado por la Casa Universal de Justicia en
1974, informándole al mundo bahá’í de su muerte.
Los vestigios de los seguidores de Remey siguen tratando de sembrar semillas de duda en
las mentes de los creyentes, pero sus acciones han tenido un efecto insignificante en el progreso
de la Causa. Uno de los asociados de Harvey, Jacques Soghomonian, produjo a la larga un
documento en el que afirmaba que Harvey le había nombrado «cuarto Guardián». Ya ha
anunciado a su sucesor como «quinto Guardián», pero Marangella ha nombrado un sucesor que él
considera «cuarto Guardián». Usando varios medios para difundir sus ideas, incluyendo la
Internet, dan la impresión de que tienen un número significativo de seguidores. Sin embargo, fue
documentado en 2007 que los llamados «bahá’ís ortodoxos», por dar un ejemplo, tenían menos de
cincuenta miembros en los Estados Unidos.
«[...] la Casa Universal de Justicia nos da instrucciones para que digamos que se
escribirán libros contra la Fe con la intención de torcer sus enseñanzas, denigrar sus
logros, vilipendiar a sus Fundadores y jefes y destruir sus mismos cimientos. Los
amigos no debieran preocuparse innecesariamente cuando aparezcan esos libros y
desde luego que no habría que darles más importancia que la que tienen. No se ha
de intentar destruir o eliminar tales libros de las bibliotecas. Por otra parte no hay
ninguna necesidad de que los amigos los compren, y de hecho, el mejor plan es
ignorarlos por completo».102
«Su mensaje electrónico del 6 de julio de 2011 acerca de un artículo de Internet que
habla despectivamente del uso de los materiales del Instituto Ruhí en [...] fue
recibido en el Centro Mundial. Se valora la preocupación que tuvieron al traer a
nuestra atención este artículo. La Casa Universal de Justicia es consciente de una
cantidad de sitios web establecidos en Internet que suministran información
incorrecta y a menudo degradante sobre la Fe, y si bien sigue de cerca el tema, no ve
causa de indebida preocupación. La mejor acción para los amigos cuando
encuentran artículos de esta naturaleza es ignorarlos por completo».103
«Es útil tener presente que la Internet refleja el mundo que nos rodea, y que
hallamos en su infinidad de páginas las mismas fuerzas competitivas de integración
y desintegración que caracterizan el tumulto en que está atrapada la humanidad. Al
usar la red de Internet, los bahá’ís deben mantenerse apartados de las fuerzas
negativas que actúan dentro de ésta, valiéndose de su potencial para diseminar la
palabra de Dios e inspirar y edificar a otros [...]»104
SECCIÓN 41
Hemos dedicado la mayor parte de esta unidad al trabajo extraordinario que emprendió
Shoghi Effendi para el desarrollo del Orden Administrativo y el lanzamiento del mundo bahá’í a
las etapas sucesivas de la ejecución del Plan Divino. Sin embargo, por monumentales que hayan
sido sus logros en este sentido, sería equivocado limitar el alcance del ministerio de aquel ser
incomparable —el signo de Dios sobre la tierra, aquella perla maravillosa, única, e inapreciable—
a estos campos de trabajo. Después del fallecimiento de ‘Abdu’l-Bahá, Shoghi Effendi fue el
Intérprete de la Palabra de Dios, y dejó para la posteridad abundantísima guía en sus obras
escritas, inmensamente ricas y voluminosas, que solo serán apreciadas cabalmente con el
transcurrir de décadas y de siglos.
Tal como se indicó en la primera unidad, sería imposible explorar en este libro la gran
cantidad de interpretaciones de la Revelación de Bahá’u’lláh que nos han dejado ‘Abdu’l-Bahá y
el Guardián, pues esto implicaría un análisis de muchísimos aspectos de la creencia bahá’í. Para
el fin de este estudio, nos limitaremos a revisar algunas de las afirmaciones con las cuales el
Guardián aclara la posición de cada una de las Figuras Centrales de la Fe: Bahá’u’lláh, el Báb, y
‘Abdu’l-Bahá. Por supuesto, él era muy modesto como para hablar de sí mismo, de ahí que los
pasajes que nos proveen un entendimiento de su posición se ubican dentro de su descripción de la
institución de la Guardianía, la Casa Universal de Justicia, y el Orden Administrativo. Este ha
sido el enfoque de nuestro estudio de esta unidad y la anterior, y no requiere de mayor
explicación en este momento.
Algunos de los pasajes más poderosos del Guardián describen la posición de cada una de
las Figuras Centrales, las cuales se encuentran en su obra definitiva, «La Dispensación de
Bahá’u’lláh». Escrita en 1934, en forma de una carta a los creyentes de Occidente, expone en un
lenguaje contundente las verdades básicas que son la base de la Fe, acabando con ciertas ideas
erróneas que circulaban entre los amigos en aquel tiempo. Para comenzar, lea el pasaje inicial de
este documento extraordinario:
SECCIÓN 42
Ahora analicemos algunos pasajes específicos de «La Dispensación de Bahá’u’lláh» con
respecto a cada una de las Figuras Centrales de la Fe, comenzando por el que se presenta a
continuación. Mientras lee el pasaje, piense en la manera como Shoghi Effendi nos explica la
relación entre Dios y Su Manifestación, cuando describe la posición de Bahá’u’lláh:
2. Shoghi Effendi nos dice que si somos a los principios de nuestra Fe,
debemos hacer siempre una entre el templo
humano que se ha constituido en el de tan
Revelación, por una parte, y por otra ese
4. Colocando el concepto de la encarnación divina junto con otros como el panteísmo, que
se aferra a la creencia de que Dios está en todo, y el antropomorfismo que presenta a Dios
con la imagen de un ser humano, Shoghi Effendi procede a decir que tan
y teoría de la es tan
y de los
de la creencia bahá’í.
En el pasado hemos reflexionado acerca de lo que significa que Dios sea una Esencia
Incognoscible y en cómo podemos alcanzar nuestro propósito en la vida de conocerle y adorarle
al adquirir una comprensión cada vez mayor de Sus atributos a través de aquellos Seres santos y
santificados que reconocemos como Manifestaciones de Dios. ¿Qué tipo de posible malentendido
acerca de la naturaleza de Dios y Sus Manifestaciones rechaza Shoghi Effendi en el pasaje
anterior?
Con base en el pasaje previo y el que se cita en la sección precedente, así como en su
propio conocimiento de la Fe, escriba en sus propias palabras un párrafo o dos acerca de la
pregunta «¿Quién es Bahá’u’lláh?»
SECCIÓN 43
En el siguiente pasaje de «La Dispensación de Bahá’u’lláh», el Guardián analiza la doble
posición del Báb:
Antes de pensar en las implicaciones de este pasaje, llene los espacios de las frases a
continuación, que tienen el propósito de resaltar la secuencia de las ideas presentadas.
Por medio de su estudio del cuarto libro de esta secuencia, y de su contacto con otros
materiales sobre la historia de la Fe, usted se ha familiarizado lo suficiente con las condiciones en
las que Persia se encontraba cuando apareció el Báb: la perpetuación de leyes y tradiciones
anticuadas, el predominio de la ignorancia y la superstición, la corrupción de los líderes, y el
dominio del fanatismo. Se le pide, entonces, que escriba unas pocas palabras acerca de los efectos
de Su corta pero poderosa Dispensación en la vida de las personas.
SECCIÓN 44
Al estudiar la sección 15 de la unidad anterior, usted se familiarizó con los pasajes de «La
Dispensación de Bahá’u’lláh» que describen la posición de ‘Abdu’l-Bahá. Al principio, el
Guardián explica que si bien ‘Abdu’l-Bahá es una de las Figuras Centrales de nuestra Fe, junto al
Báb y a Bahá’u’lláh, no es una Manifestación de Dios. Sin embargo, deja en claro después que la
posición que ocupa ‘Abdu’l-Bahá es única en toda la historia religiosa, muy por encima de la de
cualquier ser humano ordinario. En este sentido, cita varios pasajes de los Escritos, incluyendo los
del propio ‘Abdu’l-Bahá, y luego afirma:
«De afirmaciones tan claras y formalmente expuestas, incompatibles como son con
cualquier aserción de arrogarse la posición de Profeta, no debiéramos de manera
alguna inferir que ‘Abdu’l-Bahá es meramente uno de los siervos de la Bendita
Belleza o, en el mejor de los casos, alguien cuya función está limitada a la de un
intérprete autorizado de las enseñanzas de Su Padre. Lejos de mí está abrigar
semejante idea o desear inculcar tales sentimientos. Considerarle bajo esa luz es una
manifiesta traición a la inapreciable herencia legada por Bahá’u’lláh a la
humanidad. La posición conferida a Él por la Pluma Suprema es inmensamente
exaltada por encima de las implicaciones de éstas, Sus propias afirmaciones escritas.
Tanto en el Kitáb-i-Aqdas, la de mayor peso y más sagrada de todas las obras de
Bahá’u’lláh, como en el Kitáb-i-‘Ahd, el Libro de Su Alianza, y en el Súriy-i-Ghuṣn
(la Tabla de la Rama), las referencias que hace la pluma de Bahá’u’lláh —
referencias que refuerzan grandemente las Tablas de Su Padre dirigidas a Él—,
invisten a ‘Abdu’l-Bahá con un poder y Le rodean de un halo que jamás podrá
apreciar adecuadamente la presente generación.
Él es y debe ser considerado por siempre, ante todo, como el Centro y Eje de la
Alianza de Bahá’u’lláh, incomparable, que todo lo abarca, como Su más exaltada
obra, el Espejo inmaculado de Su luz, el perfecto Ejemplo de Sus enseñanzas, el
infalible Intérprete de Su Palabra, la personificación de todos los ideales bahá’ís, la
encarnación de todas las virtudes bahá’ís, la Más Grande Rama brotada de la
Antigua Raíz, el Agente de la Ley de Dios, el Ser “alrededor de Quien giran todos
los nombres”, el Tronco principal de la Unicidad del Género Humano, la Enseña de
la Más Grande Paz, la Luna del Astro Central de esta santísima Dispensación:
nombres y títulos que están implícitos y hallan su más real, su más alta y hermosa
expresión en el mágico nombre de ‘Abdu’l-Bahá. Él es, por encima y más allá de
estos títulos, el “Misterio de Dios”, expresión con la que el mismo Bahá’u’lláh ha
optado por designarle, y que si bien no nos da motivo para asignarle la posición de
Profeta, indica cómo en la persona de ‘Abdu’l-Bahá se han unido y armonizado
completamente las incompatibles características de una naturaleza humana y de
una sabiduría y perfección sobrehumanas».108
Usted estudió ya este segundo párrafo en la unidad previa, pero puede encontrar
beneficioso revisar el contenido de los dos párrafos anteriores, completando las siguientes frases:
4. Shoghi Effendi explica que ‘Abdu’l-Bahá es y debe ser considerado por siempre,
, como
el y de la Alianza de Bahá’u’lláh, ,
, como Su más exaltada ;
el de Su luz;
el de Sus enseñanzas;
el de Su Palabra;
el de la Ley de Dios;
Con base en esta aclaración del Guardián y de su estudio de la cita en la unidad anterior,
escriba algunos de los pensamientos que llenan su corazón y su mente cuando reflexiona acerca
de la posición de ‘Abdu’l-Bahá como el «Misterio de Dios».
SECCIÓN 45
Aparte de proporcionar al mundo bahá’í muchos documentos que constituyen
interpretación autorizada, el Guardián dedicó considerable tiempo y energía a la traducción de los
Escritos de las Figuras Centrales de la Fe del persa y árabe al inglés. Las obras que tradujo, entre
otras, fueron Las Palabras Ocultas, El Kitáb-i-Íqán, Pasajes de los Escritos de Bahá’u’lláh,
Oraciones y meditaciones de Bahá’u’lláh, la Epístola al hijo del lobo, y el Testamento de
‘Abdu’l-Bahá. Por supuesto que debemos ser conscientes de que sus traducciones conllevan
cierto grado de interpretación. Y al igual que muchas de las cosas que hizo, las traducciones del
Guardián establecieron tanto los parámetros como las normas de la estética para todas las
traducciones futuras de los Escritos de la Fe.
SECCIÓN 46
Usted sabe que con el fallecimiento de Shoghi Effendi el grueso de las interpretaciones
autorizadas de la Fe llegó a su final. Sus voluminosos trabajos escritos, junto con las
innumerables Tablas reveladas por ‘Abdu’l-Bahá y las transcripciones autorizadas de Sus charlas,
serán una fuente de guía para la humanidad durante las generaciones venideras, y arrojarán luz
sobre el significado e implicaciones de la inmensa Revelación de Bahá’u’lláh. A menudo usted
tendrá la necesidad de apelar a los escritos del Guardián durante su vida de bahá’í, y le alentamos
a diseñar un plan personal para realizar un estudio sistemático de los volúmenes a su disposición,
si todavía no lo ha hecho.
La mayoría de los escritos de Shoghi Effendi son cartas y mensajes que dirigió a
individuos, instituciones y comunidades en inglés, persa y árabe. Actualmente, hay más de 11.000
artículos en inglés escritos por el Guardián, o en su nombre bajo sus instrucciones, en poder de la
Oficina de los Archivos del Centro Mundial Bahá’í, y más de 12.000 en persa y árabe. Además, la
Oficina posee 9.000 cablegramas, para un total de más de 32.000. Muchos de estos están
disponibles en obras publicadas.
Dada la naturaleza del mundo bahá’í de aquel tiempo, el Guardián mantenía abundante
correspondencia con la comunidad bahá’í de Norteamérica, que llevaba sobre sus hombros una
gran parte del trabajo administrativo y de enseñanza. Sus cartas generales a esta comunidad se
recopilaron en libros, de acuerdo a los períodos de tiempo, y se incluyeron subtítulos para facilitar
la referencia, según un patrón aprobado por el propio Guardián. Algunas de sus cartas eran
suficientemente largas para publicarlas en forma individual como libros. Actualmente seguimos
teniendo acceso a un gran porcentaje de sus escritos a través de estos volúmenes.
general; relaciona la historia del siglo XIX y principios del siglo XX con el surgimiento de la
Revelación de Bahá’u’lláh. Y finalmente, su crónica extraordinariamente poderosa de los
primeros cien años de la Causa, Dios pasa, fue publicada en 1944, la cual ofrece un relato del
drama espiritual que comenzó con el nacimiento de la Revelación bábí y que continúa
desplegándose en el mundo.
SECCIÓN 47
Al considerar la totalidad de las obras de Shoghi Effendi que se han publicado, nos llama
la atención la profundidad y amplitud de la guía que proporcionó al mundo bahá’í, guía que nos
describe lo que significa ser un bahá’í, cómo deben ser nuestras comunidades, y de qué manera
debemos percibir la sociedad en el seno de la cual están evolucionando las instituciones de la Fe.
El lenguaje mismo que empleamos para hablar de nosotros y pensar acerca de lo que estamos
haciendo, la clase de métodos e instrumentos que utilizamos para lograr nuestras metas, la forma
en que manejamos los desafíos y obstáculos, son solo unos pocos de los temas tratados en el
extenso cuerpo de sus obras escritas.
«Deseo añadir unas palabras de cariñoso aprecio por sus vigorosos, inteligentes y
dedicados esfuerzos en aras de la extensión y consolidación de nuestra amada Fe.
Que el Todopoderoso bendiga sus empeños, profundice su comprensión de los
puntos esenciales y requerimientos de nuestra amada Causa y les permita en estos
días difíciles y desafiantes promover sus intereses y consolidar sus instituciones».110
«Sus altamente meritorios esfuerzos en tan importante campo sin duda brindarán
riquísimos frutos en el futuro. Trate de consolidar el trabajo ya logrado y con el
máximo cuidado proceda a ampliar su alcance. La más alta norma de pureza y de
integridad debe ser mantenida por quienes se reúnen y en particular por los
miembros del grupo juvenil, quienes están destinados a desempeñar un papel tan
vital y decisivo en la futura orientación y extensión de nuestra amada Fe. Oraré por
usted y sus queridos colaboradores desde el fondo de mi corazón».112
«Me sentí profundamente conmovido y aliviado por los nobles sentimientos que
usted ha expresado. La pérdida que la Causa ha sufrido por el fallecimiento de tan
distinguida pionera como la señora Maxwell es muy, muy grande. La labor que
desempeñó es realmente histórica y un ejemplo para los demás. Ruego por que usted
sea bondadosamente ayudado a seguir sus pasos y lograr victorias tan grandes e
imperecederas como las que ella logró. Siempre le recordaré en mis oraciones.
Tenga la seguridad».115
«Qué admiración siento por el espíritu que le ha inspirado e impulsado a cruzar los
mares y establecerse en entornos tan difíciles e iniciar una fase tan gloriosa en el
desenvolvimiento de un Plan dado por Dios. La posteridad ensalzará sus logros
actuales y obtendrá inspiración de sus nobles actos y servicios. Usted está a menudo
en mis pensamientos y oraciones y el Amado Maestro, el Autor del Plan, está
ciertamente muy contento con usted. Persevere, sea feliz y esté agradecido por tan
incalculable privilegio».117
REFERENCIAS
1
De una carta fechada el 11 de junio, escrita por Shoghi Effendi, citada por Riaz Khadem, en Shoghi
Effendi in Oxford (Oxford: George Ronald, 1999), p. 61. (traducción de cortesía)
2
De un cablegrama fechado el 29 de noviembre de 1921 enviado por Bahíyyih Khánum, citada por
Rabbani, Rúḥíyyih en La Perla Inapreciable (Terrassa: Editorial Bahá’í de España, 2008), p. 46.
3
De un cablegrama fechado el 7 de enero de 1922 enviado por Bahíyyih Khánum, ibíd., p. 56.
4
De un cablegrama fechado el 7 de enero de 1922 enviado por Bahíyyih Khánum, ibíd., p. 56.
5
De un cablegrama fechado el 16 de enero de 1922 enviado por Bahíyyih Khánum, ibíd., p. 56.
6
De una carta fechada el 21 de enero de 1922 escrita por Shoghi Effendi a los bahá’ís de Canadá y los
Estados Unidos, citado por Taherzadeh, Adib en La Alianza de Bahá’u’lláh (Terrassa: Editorial Bahá’í de
España, 2007), p. 495.
7
De una carta no publicada fechada el 19 de enero de 1922 escrita por Shoghi Effendi a los creyentes de
Irán. (traducción de cortesía)
8
De una carta fechada el 21 de enero de 1922 escrita por Shoghi Effendi a los bahá’ís de Canadá y los
Estados Unidos, citado por Taherzadeh, Adib en La Alianza de Bahá’u’lláh, pp. 495-96.
9
De una carta fechada mayo de 1922 escrita por Shoghi Effendi, citado por Rabbani, Rúḥíyyih en La
Perla Inapreciable, p. 68.
10
De un cablegrama fechado el 16 de diciembre de 1922 enviado por Shoghi Effendi, citado por Rabbani,
Rúḥíyyih en ibíd., p. 76.
11
De un cablegrama fechado el 16 de diciembre de 1922 enviado por Shoghi Effendi, ibíd.
12
De un cablegrama fechado el 16 de diciembre de 1922 enviado por Shoghi Effendi, ibíd.
13
De un cablegrama fechado el 16 de diciembre de 1922 enviado por Shoghi Effendi, ibíd.
14
De un cablegrama fechado el 16 de diciembre de 1922 enviado por Shoghi Effendi, ibíd.
15
De un cablegrama fechado el 16 de diciembre de 1922 enviado por Shoghi Effendi, ibíd., pp. 76-77.
16
De un cablegrama fechado el 16 de diciembre de 1922 enviado por Shoghi Effendi, ibíd., p. 77.
17
De un cablegrama fechado el 16 de diciembre de 1922 enviado por Shoghi Effendi, ibíd.
18
De un cablegrama fechado el 16 de diciembre de 1922 enviado por Shoghi Effendi, ibíd.
19
De un cablegrama fechado el 18 de diciembre de 1922 enviado por Shoghi Effendi, ibíd.
20
De un cablegrama fechado el 19 de diciembre de 1922 enviado por Shoghi Effendi, ibíd.
21
De un cablegrama fechado el 19 de diciembre de 1922 enviado por Shoghi Effendi, ibíd.
22
Bahá’u’lláh, citado en Bahíyyih Khánum: La Hoja Más Sagrada (Buenos Aires: Editorial Bahá’í
Indolatinoamericana, 1984), p. 3.
23
‘Abdu’l-Bahá, citado en ibíd., pp. 10-11.
24
«Extractos de una carta de la Más Grande Hoja Sagrada dirigida a los bahá’ís de América del Norte,
1924», A Compendium of volumes of The Bahá’í World, an International Record I-XII 1925-1954
(Oxford: George Ronald, 1981), p. 33. (traducción de cortesía)
25
Ella Goodall Cooper «Bahíyyih Khánum—An Appreciation», Star of the West vol. 23 no. 7 (1932),
p. 202; citada por Janet Khan en Prophet’s Daughter: The Life and Legacy of Bahíyyih Khánum,
Outstanding Heroine of the Bahá’í Faith (Wilmette: Bahá’í Publishing Trust, 2005), p. 63. (traducción de
cortesía)
26
Marjory Morten, «Bahíyyih Khánum», A Compendium of volumes of The Bahá’í World, p. 39.
(traducción de cortesía)
27
«Excerpts from Diary of Mrs. Keith Ransom-Kehler», en ibíd., p. 40; citado por Janet Khan en
Prophet’s Daughter, p. 207. (traducción de cortesía)
28
Shoghi Effendi, citado en Bahíyyih Khánum: La Hoja Más Sagrada, pp. 37-39.
29
Ibíd., p. 40.
30
Traducción provisional no publicada al inglés de una carta fechada el 15 de febrero de 1922 escrita por
Shoghi Effendi a la Asamblea Espiritual Nacional de Persia; cita de ‘Abdu’l-Bahá citada en La Consulta:
Una Recopilación (Buenos Aires: Editorial Bahá’í Indolatinoamericana, 1986), p. 21. (traducción de
cortesía)
31
De una carta fechada el 5 de marzo de 1922 escrita por Shoghi Effendi, publicada en Bahá’í
Administration, p. 20. (traducción de cortesía)
32
Bahá’u’lláh, El Kitáb-i-Aqdas: El Libro Más Sagrado (Terrassa: Editorial Bahá’í de España, 1999),
no. 30, p. 32.
33
De una carta fechada el 5 de marzo de 1922 escrita por Shoghi Effendi, publicada en Bahá’í
Administration, p. 18. (traducción de cortesía)
34
Ibíd., pp. 20-21. (traducción de cortesía)
35
Ibíd., pp. 22-23. (traducción de cortesía)
36
De una carta fechada el 29 de enero de 1925 escrita por Shoghi Effendi, publicada en Principios de
Administración Bahá’í (Buenos Aires: Editorial Bahá’í Indolatinoamericana, 1978), p. 75.
37
De una carta fechada el 12 de marzo de 1923 escrita por Shoghi Effendi, ibíd., pp. 45-46.
38
De una carta fechada el 28 de octubre de 1935 escrita en nombre de Shoghi Effendi a un individuo,
publicada en Luces de Guía (Buenos Aires: Editorial Bahá’í Indolatinoamericana, 2000), p. 108.
39
De una carta fechada el 23 de febrero de 1924 escrita por Shoghi Effendi, publicada en Principios de
Administración Bahá’í, p. 50.
40
Ibíd., pp. 46-47.
41
De una carta fechada el 18 de octubre de 1927 escrita por Shoghi Effendi, publicada en ibíd, p. 93.
42
De una carta fechada el 30 de enero de 1923 escrita por Shoghi Effendi a los creyentes persas,
publicada en Luces de Guía, p. 14.
43
De una carta fechada el 3 de junio de 1925 escrita por Shoghi Effendi, publicada en Principios de
Administración Bahá’í, p. 76.
44
De una carta fechada el 27 de diciembre de 1923, escrita por Shoghi Effendi a la Asamblea Espiritual
Nacional de India y Birmania, publicada en Messages of Shoghi Effendi to the Indian Subcontinent 1923-
1957 (New Delhi: Bahá’í Publishing Trust, 1995), p. 10. (traducción de cortesía)
45
De una carta fechada el 11 de agosto de 1933 escrita por Shoghi Effendi a un creyente, publicada en
Luces de Guía, p. 12.
46
De una carta fechada el 25 de marzo de 2007 escrita por la Casa Universal de Justicia a los bahá’ís del
mundo.
47
De un memorándum fechado el 16 de noviembre de 1988 escrita por la Casa Universal de Justicia al
Centro Internacional de Enseñanza, publicado en La Santidad y Naturaleza de las Elecciones Bahá’ís
(Buenos Aires: Editorial Bahá’í Indolatinoamericana, 1990), pp. 19-20.
48
De una carta fechada el 14 de mayo de 1927 escrita en nombre de Shoghi Effendi a una Asamblea
Espiritual, ibíd., p. 13; citada por la Casa Universal de Justicia en su carta fechada el 25 de marzo de
2007 a los bahá’ís del mundo.
49
De una carta fechada el 4 de febrero de 1935 escrita por Shoghi Effendi a un creyente, publicada en
Luces de Guía, p. 12; citada por la Casa Universal de Justicia en su carta fechada el 25 de marzo de 2007
a los bahá’ís del mundo.
50
De una carta fechada el 4 de febrero de 1935 escrita por Shoghi Effendi a un creyente, publicada en
ibíd., p. 13.
51
De un memorándum fechado el 16 de noviembre de 1988 escrita por la Casa Universal de Justicia al
Centro Internacional de Enseñanza, publicado en La Santidad y Naturaleza de las Elecciones Bahá’ís,
pp. 29-30.
52
Ibíd., p. 19.
53
De una carta fechada el 21 de marzo de 1930 escrita por Shoghi Effendi, publicada en El Orden
Mundial de Bahá’u’lláh (Terrassa: Editorial Bahá’í de España).
54
De una carta fechada el 25 de octubre de 1925 escrita por Shoghi Effendi, publicada en Principios de
Administración Bahá’í, p. 1.
55
De una carta fechada el 21 de marzo de 1930 escrita por Shoghi Effendi, publicada en El Orden
Mundial de Bahá’u’lláh.
56
De una carta fechada el 12 de marzo de 1923 escrita por Shoghi Effendi, publicada en Principios de
Administración Bahá’í, p. 89.
57
Voluntad y Testamento de ‘Abdu’l-Bahá, (Buenos Aires: Editorial Bahá’í Indolatinoamericana, 1973),
p. 32.
58
De una fechada el 17 de octubre de 1927 escrita por Shoghi Effendi, citado por Taherzadeh, Adib en La
Alianza de Bahá’u’lláh, pp. 557-58.
59
De una carta fechada el 30 de agosto de 1930 escrita en nombre de Shoghi Effendi a un creyente,
publicada en Bahá’í News, no. 46, November 1930, p. 9. (traducción de cortesía)
60
De una carta fechada el 31 de marzo de 1934 escrita en nombre de Shoghi Effendi a la Asamblea
Espiritual Nacional de los Estados Unidos y Canadá, publicada en Bahá’í News, no. 83, May 1934, p. 1.
(traducción de cortesía)
61
De una carta fechada el 11 de mayo de 1948 escrita en nombre de Shoghi Effendi a la Asamblea
Espiritual Nacional de Alemania y Austria, publicada en The Light of Divine Guidance, vol. 1, pp. 135-
36. (traducción de cortesía)
62
De una carta no publicada fechada el 19 de marzo de 1930 escrita por Shoghi Effendi a un creyente.
(traducción de cortesía)
63
Ibíd. (traducción de cortesía).
64
De una carta fechada el 21 de marzo de 1930 escrita por Shoghi Effendi, publicada en El Orden
Mundial de Bahá’u’lláh.
65
De una carta fechada el 29 de marzo de 1945 escrita por Shoghi Effendi, publicada en Messages to
America: Selected Letters and Cablegrams Addressed to the Bahá’ís of North America, 1932–1946
(Wilmette: Bahá’í Publishing Committee, 1947), p. 78. (traducción de cortesía)
66
Shoghi Effendi, Letters from the Guardian to Australia and New Zealand 1923-1957 (Sydney: National
Spiritual Assembly of the Bahá’ís of Australia Incorporated, 1970), p. 97. (traducción de cortesía)
67
De un cablegrama fechado el 12 de febrero de 1947 enviado por Shoghi Effendi, publicado en A
Compendium of Volumes of The Bahá’í World, pp. 405-406. (traducción de cortesía)
68
Shoghi Effendi, El Advenimiento de la Justicia Divina (Buenos Aires: Editorial Bahá’í
Indolatinoamericana, 1974), p. 70.
69
De una carta fechada el 4 de junio de 1937 escrita por Shoghi Effendi a la Asamblea Espiritual
Nacional de los Estados Unidos y Canadá, publicada en Messages to America, pp. 9-10. (traducción de
cortesía)
70
De una carta fechada el 28 de enero de 1939 escrita por Shoghi Effendi a la Asamblea Espiritual
Nacional de los Estados Unidos y Canadá, ibíd., p. 17. (traducción de cortesía)
71
De una carta fechada el 30 de junio de 1949 escrita por Shoghi Effendi a la Asamblea Espiritual
Nacional de los Bahá’ís de Alemania, publicada en The Light of Divine Guidance, vol. 1, p. 156.
(traducción de cortesía)
72
Shoghi Effendi, The Unfolding Destiny of the British Bahá’í Community: The Messages from the
Guardian of the Bahá’í Faith of the Bahá’ís of the British Isles (London: Bahá’í Publishing Trust, 1981),
p. 233. (traducción de cortesía)
73
Ibíd. (traducción de cortesía)
74
De una carta fechada el 9 de abril de 1949 escrita por Shoghi Effendi a la Asamblea Espiritual Nacional
de India y Birmania, publicada en Messages of Shoghi Effendi to the Indian Subcontinent 1923-1957,
p. 300. (traducción de cortesía)
75
De una carta fechada el 23 de noviembre de 1951 escrita por Shoghi Effendi a la Asamblea Espiritual
Nacional de los Estados Unidos, publicada en Directrices del Guardián, (Terrassa: Editorial Bahá’í de
España, 1976) p. 63.
76
De una carta fechada el 17 de febrero de 1943 escrita por Shoghi Effendi a la Asamblea Espiritual
Nacional de India y Birmania, publicada en Messages of Shoghi Effendi to the Indian Subcontinent 1923-
1957, p. 178. (traducción de cortesía)
77
De una carta no publicada fechada el 30 de enero de 1948 escrita en nombre de Shoghi Effendi a un
creyente. (traducción de cortesía)
78
Shoghi Effendi, El Advenimiento de la Justicia Divina, p. 78.
79
De un cablegrama fechado el 9 de enero de 1951escrito por Shoghi Effendi a los bahá’ís del mundo,
publicado en Messages to the Bahá’í World 1950-1957 (Wilmette: Bahá’í Publishing Trust, 1971, 1999
printing), p. 7. (traducción de cortesía)
80
De un cablegrama fechado el 24 de diciembre de 1951 enviado por Shoghi Effendi, publicado en
Messages to the Bahá’í World 1950-1957, p. 20. (traducción de cortesía)
81
De una carta fechada el 23 de diciembre de 1922 escrita por Shoghi Effendi, publicada en Bahá’í
Administration, p. 27. (traducción de cortesía)
82
De un cablegrama fechado el 20 de diciembre de 1937 enviado por Shoghi Effendi a los bahá’ís de
Norteamérica, citado por Taherzadeh, Adib en La Alianza de Bahá’u’lláh, p. 582.
83
Voluntad y Testamento de ‘Abdu’l-Bahá, p. 7.
84
Shoghi Effendi, Dios Pasa (Terrassa: Editorial Bahá’í de España, 2008), p. 497.
85
De una carta fechada el 22 de abril de 1926 escrita por Shoghi Effendi a los bahá’ís de Occidente,
publicada en Bahá’í Administration, p. 105. (traducción de cortesía).
86
De un cablegrama fechado el 8 octubre 1952 enviado por Shoghi Effendi a los bahá’ís del mundo,
citado en El Siglo de la Luz, (Terrassa: Editorial de España, 2002), pp. 120-21.
87
De un cablegrama fechado el 4 de mayo de 1953 enviado por Shoghi Effendi a los bahá’ís del mundo,
ibíd., pp. 152-53. (traducción de cortesía)
88
Selección de los Escritos de ‘Abdu’l-Bahá (Terrassa: Editorial Bahá’í de España, 2009), no. 207,
pp. 342-43.
89
De un cablegrama fechado el 28 de mayo de 1953 enviado por Shoghi Effendi a los bahá’ís del mundo,
publicado en Messages to the Bahá’í World 1950-1957, p. 49. (traducción de cortesía)
90
De un cablegrama fechado el 7 de octubre de 1953 escrito por Shoghi Effendi a la Cuarta Conferencia
Internacional de Enseñanza en Nueva Delhi, ibíd., p. 169. (traducción de cortesía)
91
Pasajes de los Escritos de Bahá’u’lláh (Terrassa: Editorial Bahá’í de España, 2009), XI, pp. 25-26.
92
De una carta fechada abril de 1955 escrita por Shoghi Effendi a los bahá’ís del mundo, publicada en
Messages to the Bahá’í World 1950-1957, pp. 84-85. (traducción de cortesía)
93
De un cablegrama fechado el 8 de octubre de 1952 enviado por Shoghi Effendi a los bahá’ís del
mundo, ibíd., p. 169. (traducción de cortesía)
94
De un cablegrama fechado el 4 de junio de 1957 enviado por Shoghi Effendi a los bahá’ís del mundo,
citado por Taherzadeh, Adib en La Alianza de Bahá’u’lláh, pp. 622-23.
95
De un cablegrama fechado octubre de 1957 enviado por Shoghi Effendi a los bahá’ís del mundo, ibíd.,
pp. 623-24.
96
De un cablegrama fechado el 4 de noviembre de 1957 enviado por Rúḥíyyih Khánum, publicado en La
Perla Inapreciable, p. 525.
97
Voluntad y Testamento de ‘Abdu’l-Bahá, p. 24.
98
De un mensaje fechado Naw-Rúz de 1954 dirigido por Shoghi Effendi a los bahá’ís de Oriente.
(traducción de cortesía)
99
De una carta fechada el 9 de marzo de 1965 escrita por la Casa Universal de Justicia a la Asamblea
Espiritual Nacional de los Países Bajos, publicada en Messages from the Universal House of Justice,
1963–1986: The Third Epoch of the Formative Age (Wilmette: Bahá’í Publishing Trust, 1996), p. 51.
(traducción de cortesía)
100
‘Abdu’l-Bahá, citado por la Casa Universal de Justicia en su carta fechada el 9 de marzo de 1965,
citado por Taherzadeh, Adib en La Alianza de Bahá’u’lláh, p. 633.
101
De un cablegrama fechado el 5 de abril de 1974 enviado por la Casa Universal de Justicia a todas las
Asambleas Espirituales Nacionales, publicado en Messages from the Universal House of Justice, 1963–
1986, p. 271. (traducción de cortesía)
102
De una carta fechada el 30 de marzo de 1976 escrita en nombre de la Casa Universal de Justicia a una
Asamblea Espiritual Nacional. (traducción de cortesía)
103
De una carta fechada el 24 de julio de 2011 a un creyente firmada por el Departamento de Secretaría
de la Casa Universal de Justicia. (traducción de cortesía)
104
De una carta fechada el 9 de abril de 2008 escrita en nombre de la Casa Universal de Justicia a un
creyente. (traducción de cortesía)
105
Shoghi Effendi, El Orden Mundial de Bahá’u’lláh.
106
Ibíd.
107
Ibíd.
108
Ibíd.
109
De una carta sin publicar fechada el 19 de enero de 1931 dirigida en nombre de Shoghi Effendi a un
creyente. (traducción de cortesía)
110
Posdata manuscrita por Shoghi Effendi, añadida a una carta fechada el 11 de febrero de 1934 escrita
en su nombre a un creyente, publicada en The Light of Divine Guidance, vol. 1, p. 56. (traducción de
cortesía)
111
Posdata manuscrita por Shoghi Effendi, añadida a una carta fechada el 19 de febrero de 1934 escrita
en su nombre a un creyente, publicada en Messages of Shoghi Effendi to the Indian Subcontinent 1923-
1957, p. 110. (traducción de cortesía)
112
Posdata manuscrita por Shoghi Effendi, añadida a una carta no publicada fechada el 6 de septiembre
de 1934 escrita en su nombre a un creyente. (traducción de cortesía)
113
Posdata manuscrita por Shoghi Effendi, añadida a una carta no publicada fechada el 5 de noviembre
de 1935 escrita en su nombre a un creyente. (traducción de cortesía)
114
Posdata manuscrita por Shoghi Effendi, añadida a una carta no publicada fechada el 5 de julio de 1944
escrita en su nombre a un creyente. (traducción de cortesía)
115
Posdata manuscrita por Shoghi Effendi, añadida a una carta no publicada fechada el 26 de abril de
1940 escrita en su nombre a un creyente. (traducción de cortesía)
116
Posdata manuscrita por Shoghi Effendi, añadida a una carta no publicada fechada el 30 de noviembre
de 1940 escrita en su nombre a un creyente. (traducción de cortesía)
117
Posdata manuscrita por Shoghi Effendi, añadida a una carta no publicada fechada el 7 de abril de 1947
escrita en su nombre a un creyente. (traducción de cortesía)