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El niño y la mariposa

El niño – Mariposa, vagarosa


rica en tinte y en donaire
¿Qué haces tú de rosa en rosa?
¿De qué vives en el aire?

La Mariposa –Yo, de flores


y de olores,
y de espumas de la fuente,
y del sol resplandeciente
que me viste de colores.

El niño – ¿Me regalas


tus dos alas?
¡Son tan lindas! ¡Te las pido!
deja que orne mi vestido
con la pompa de tus galas.

La Mariposa – Tú, niñito


tan bonito,
tú que tienes tanto traje,
¿Por qué quieres un ropaje
que me ha dado Dios bendito?

¿De qué alitas


Necesitas
si no vuelas cual yo vuelo?
¿Qué me resta bajo el cielo
si mi todo me lo quitas?

Días sin cuento


de contento
el Señor a ti me envía;
mas mi vida es un solo día,
no me lo hagas de tormento.

¿Te divierte
dar la muerte
a una pobre mariposa?
¡Ay¡ quizás sobre una rosa
Me hallarás muy pronto inerte.

Oyó el niño
con cariño
esta queja de amargura
y una gota de miel pura
le ofreció con dulce guiño.

Ella, ansiosa,
vuela y posa
en su palma sonrosada,
y allí mismo, ya saciada,
y de gozo temblorosa,
expiró la mariposa.
RAFAEL POMBO

ALAS DE SEDA
Persiguiendo el perfume de risueño retiro,
la fugaz mariposa por el monte revuela,
y en esos aires enciende sutilisima estela
con sus pétalos tenues de cambiante zafiro.

En la ronda versátil de su trémulo giro


esclarece las grutas como azul lentejuela;
y al flotar en la lumbre que en los ámbitos riela,
vibra el sol y en la brisa se difunde un suspiro.

Al rumor de las lianas y al vaivén de las quinas,


resplandece en la fronda de las altas colinas,
polvoreando de plata la florida arboleda;
y la gloriosa en el brillo de sus luces triunfales,
sobre el limpio remanso de sernos cristales
pasa, sin hacer sombra, con sus alas de seda.
Autor del poema: José Eustasio Rivera

EL DÍA DE TU SANTO

El día de tu santo
te hicieron regalos muy valiosos:
un perfume extranjero, una sortija,
un lapicero de oro, unos patines,
unos tenis Nike y una bicicleta.
Yo solamente te pude traer,
En una caja antigua de color rapé,
un montón de semillas de naranjo,
de pino, de cedro, de araucaria,
de bellísima, de caobo y de amarillo.
Esas semillas son pacientes
y esperan su lugar y su tiempo.
Yo no tenía dinero para comprarte algo lujoso.
Yo simplemente quise regalarte un bosque.

Jairo Aníbal Niño

NO BUSQUES MÁS TU CUADERNO DE GEOGRAFÍA

No busques mas tu cuaderno de geografía.


Yo lo saqué de tu morral.
No quisiste ir a matiné conmigo,
el domingo pasado.
Mis amigos me contaron
que estabas en compañía de Bermúdez,
el grandote que practica la lucha libre.
Me contaron que estabas muy linda,
y que te reias a cada rato.
No busques mas tu cuaderno de geografía.
Ahora que está lloviendo,
asómate a la ventana,
y verás pasar ochenta barquitos de papel.
No busques mas tu cuaderno de geografía.

Jairo Aníbal Niño


"El caballo" - Jairo Aníbal Niño *

"—¿Qué tienes en el bolsillo?


—Un caballo.
—No es posible, niña tonta.
—Tengo un caballo
que come hojas de menta
y bebe café.
—Embustera, tienes cero en conducta.
—Mi caballo canta
y toca el armonio
y baila boleros,
bundes y reggae.
—¿Se volvió loca?
—Mi caballo galopa
dentro del bolsillo
de mi delantal
y salta en el prado
que brilla en la punta
de mis zapatos de colegial.
—Eso es algo descabellado.
—Mi caballo es rojo,
azul o violeta,
es naranja, blanco o verde limón,
depende del paso del sol.
Posee unos ojos color de melón
y una cola larga que termina en flor.
—Tiene cero en dibujo.
—Mi caballo me ha dado mil alegrías,
ochenta nubes, un caracol,
un mapa, un barco, tres marineros,
dos mariposas y una ilusión.
—Tiene cero en aritmética.
—Que lástima y que pena
que usted no vea
el caballo que tengo
dentro de mi bolsillo.
Y la niña
sacó el caballo
del bolsillo de su delantal,
montó en él y se fue volando. "

Ilustración de Cuentos de Bitácora, editado por Prosperidad Social, Colombia


* Jairo Aníbal Niño, escritor, docente, dramaturgo colombiano, referente de la literatura infantil y juvenil (1941- 2010).
Los Potros

Atropellados por la Pampa suelta,

los raudos potros en febril disputa,

hacen silbar sobre la sorda ruta

los huracanes en su crin revuelta.

Atrás dejando la llanura envuelta

en Polvo, alargan la cerviz enjuta,


y a su carrera retumbante y bruta

cimbran los pindos y la palma esbelta.

Ya cuando cruzan el austral peñasco,

vibra un relincho por las altas rocas;

entonces paran el triunfante casco,

resoplan roncos, ante el sol violento,

y alzando en grupo las cabezas locas,

oyen llegar el retrasado viento.

Autor: José Eustacio Rivera

La Paloma Torcaz

Cantadora sencilla de una gran pesadumbre,


entre ocultos follajes, la paloma torcaz
acongoja las selvas con su blanda quejumbre,
picoteando arrayanes y pepitas de agraz.

Arrurruúu... Canta viendo la primera vislumbre;


y después, por las tardes, al reflejo fugaz,
en la copa del guáimaro que domina la cumbre
ve llenarse las lomas de silencio y de paz.

Entreabiertas las alas que la luz tornasola,


se entristece, la pobre, de encontrarse tan sola;
y esponjado el plumaje como leve capuz,

al impulso materno de sus tiernas entrañas,


amorosa se pone a arrullar las montañas...
Y se duermen los montes... Y se apaga la luz. Autor. José Eustacio Rivera

La Paloma Torcaz
Cantadora sencilla de una gran pesadumbre,
entre ocultos follajes, la paloma torcaz
acongoja las selvas con su blanda quejumbre,
picoteando arrayanes y pepitas de agraz.

Arrurruúu... Canta viendo la primera vislumbre;


y después, por las tardes, al reflejo fugaz,
en la copa del guáimaro que domina la cumbre
ve llenarse las lomas de silencio y de paz.

Entreabiertas las alas que la luz tornasola,


se entristece, la pobre, de encontrarse tan sola;
y esponjado el plumaje como leve capuz,

al impulso materno de sus tiernas entrañas,


amorosa se pone a arrullar las montañas...
Y se duermen los montes... Y se apaga la luz. Autor. José Eustacio Rivera

SEÑOR DEL SILENCIO

Señor del silencio,


Señor Dios de la hoja
que habla
cuando sopla el viento.

Señor Dios del árbol,


de la raíz,
del tronco,
del ave en la distancia
y su cielo.

Señor Dios,
ten compasión de mí,
salta sobre mi pecho,
desgarra mi garganta,
bebe mis sesos.

Señor Dios,
vacíame de mí
y lléname todo de ave,
de tierra,
de viento,
de cielo.

Que muerto de mí
crezca sobre mí el pasto.
Que muerto me quepa
en el alma
todo tu silencio.

AUTOR. Jader Rivera

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