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TEXTOS FILOSOFÍA POLÍTICA

[Sócrates conversa con Adimanto sobre la justicia y cómo lograr un Estado ideal que
sea justo. Dice en un momento Sócrates:] 368e -[…]
Si admites que hay una justicia para el individuo, ¿no admites también otra justicia
para la ciudad entera? -Desde luego – dijo [Adimanto]. -¿Y no es acaso una ciudad más
grande que un individuo? -Más grande –contestó. 369a -Por consiguiente, la justicia
pudiera muy bien encontrarse allí en caracteres más grandes y más fáciles de discernir.
Entonces, si os parece bien, examinaremos primero cuál es la naturaleza de la justicia
en las ciudades, y después la estudiaremos en cada individuo, tratando de descubrir la
semejanza con la grande en los rasgos de la pequeña. -Me parece bien –dijo. […] 369b
XI. -A mi juicio –dije yo-, la ciudad tiene su origen en que cada uno de nosotros no se
basta a sí mismo y necesita de muchas otras cosas. ¿O a qué otra causa atribuyes tú el
origen de la ciudad? -A ninguna otra –contestó. -Tenemos, pues, que un hombre se une
a otro llevado por una necesidad, y otro llevado por otra necesidad diferente, y como
las necesidades son varias, su multiplicidad reúne a muchos hombres en un mismo
lugar, que se asocian para ayudarse entre sí, y a esta sociedad le damos el nombre de
ciudad, ¿no te parece?

Platón. República Libro II

“No puede ponerse en duda que el Estado está naturalmente sobre la familia y sobre
cada individuo, porque el todo es necesariamente superior a la parte, puesto que una
vez destruido el todo, ya no hay partes, no hay pies, no hay manos, a no ser que por
una pura analogía de palabras se diga una mano de piedra, porque la mano separada del
cuerpo no es ya una mano real... Lo que prueba claramente la necesidad natural del
Estado y su superioridad sobre el individuo es, que si no se admitiera, resultaría que
puede el individuo entonces bastarse a sí mismo aislado así del todo como del resto de
las partes; pero aquel que no puede vivir en sociedad y que en medio de su
independencia no tiene necesidades no puede ser nunca miembro del Estado; es un
bárbaro o un dios.”
Aristóteles, Política, Libro primero, Cap I.
“Estando, por tanto, un príncipe obligado a saber utilizar correctamente la bestia, debe elegir entre
ellas la zorra y el león, porque el león no se protege de las trampas ni la zorra de los lobos. Es
necesario, por tanto, ser zorra para conocer las trampas y león para amedrantar a los lobos. Los que
solamente hacen de león no saben lo que se llevan entre manos. No puede, por tanto, un señor
prudente -ni debe- guardar fidelidad a su palabra cuando tal fidelidad se vuelve en contra suya y han
desaparecido los motivos que determinaron su promesa.”
El príncipe, Maquiavelo.

“Pero, siendo mi propósito escribir algo útil para quien lo lea, me ha parecido más conveniente ir
directamente a la verdad real de la cosa que a la representación imaginaria de la misma. Muchos
se han imaginado repúblicas y principados que nadie ha visto jamás ni se ha sabido que existieran
realmente; porque hay tanta distancia de cómo se vive a cómo se debería vivir, que quien deja a un
lado lo que se hace por lo que se debería hacer, aprende antes su ruina que su preservación: porque
un hombre que quiera hacer en todos los puntos profesión de bueno, labrará necesariamente su ruina
entre tantos que no lo son. Por todo ello es necesario a un príncipe, si se quiere mantener, que
aprenda a poder ser no bueno y a usar o no usar de esta capacidad en función de la necesidad”

El príncipe, Maquiavelo.

“Con todo ello es manifiesto que durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común
que los atemorice a todos, se hallan en la condición o estado que se denomina guerra; una guerra tal
que es la de todos contra todos. Porque la guerra no consiste solamente en batallar, en el acto de
luchar, sino que se da durante el lapso de tiempo en que la voluntad de luchar se manifiesta de
modo suficiente. Por ello la noción del tiempo debe ser tenida en cuanta respecto a la naturaleza de
la guerra, como respecto a la naturaleza del clima. En efecto, así como la naturaleza del mal tiempo
no radica en uno o dos chubascos, sino en la propensión a llover durante varios días, así la
naturaleza de la guerra consiste no ya en la lucha actual, sino en la disposición manifiesta a ella
durante todo el tiempo en que no hay seguridad de lo contrario. Todo el tiempo restante es de paz.”

Leviatán, Thomas Hobbes.

“En esta guerra de todos contra todos, se da una consecuencia: que nada puede ser injusto. Las
nociones de derecho e ilegalidad, justicia e injusticia están fuera de lugar. Donde no hay poder
común, la ley no existe: donde no hay ley, no hay justicia. En la guerra, la fuerza y el fraude son las
dos virtudes cardinales. Justicia e injusticia no son facultades ni del cuerpo ni del espíritu. Si lo
fueran, podrían darse en un hombre que estuviera solo en el mundo, lo mismo que se dan sus
sensaciones y pasiones. Son, aquellas, cualidades que se refieren al hombre en sociedad, no en
estado solitario. Es natural también que en dicha condición no existan ni propiedad ni dominio, ni
distinción entre tuyo y mío; sólo pertenece a cada uno lo que puede tomar, y sólo en tanto que
puede conservarlo. Todo ello puede afirmarse de esa miserable condición en que el hombre se
encuentra por obra de la simple naturaleza, si bien tiene una cierta posibilidad de superar ese estado,
en parte por sus pasiones, en parte por su razón.”

Leviatán, Thomas Hobbes.


"El primer hombre que, habiendo cercado un terreno, se le ocurrió decir 'Esto es mío', y encontró
personas lo bastante simples como para hacerle caso, fue el verdadero fundador de la sociedad civil.
¡Cuántos crímenes, guerras, asesinatos, miserias y horrores no habría evitado al género humano
aquel que, arrancando las estacas o llenando el foso, hubiese gritado a sus semejantes: ¡Guardaos de
escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y que la tierra no es
de nadie!'"

Contrato Social, Rousseau.

Al ser los hombres, como ya se ha dicho, todos libres por naturaleza, iguales e independientes,
ninguno puede ser sacado de esa condición y puesto bajo el poder político de otro sin su propio
consentimiento. El único modo en que alguien se priva a sí mismo de su libertad natural y se somete
a las ataduras de la sociedad civil es mediante un acuerdo con otros hombres, según el cual todos se
unen formando una comunidad, a fin de convivir los unos con los otros de una manera confortable,
segura y pacífica, disfrutando sin riesgo de sus propiedades respectivas y mejor protegidos frente a
quienes no forman parte de dicha comunidad. Esto puede hacerlo cualquier grupo de hombres,
porque no daña la libertad de los demás, a quienes se deja, tal y como estaban, en estado de
naturaleza. Así, cuando un grupo de hombres ha consentido formar una comunidad o gobierno,
quedan con ello incorporados a un cuerpo político en el que la mayoría tienen el derecho de actuar y
decidir en nombre de todos”

Segundo tratado sobre el gobierno civil, J. Locke.

"Todos los hombres tienden naturalmente a la realización de lo que es bueno y tienen en sí mismos
una capacidad para esta realización cuando se les haya enseñado, pero la falta de enseñanza o de
hábito los corrompe; por esto son necesarias leyes para el Estado, y es la función del legislador el
hacer que los ciudadanos sean virtuosos y capaces de cumplir con su deber. Siendo esto lo principal,
la ley debe tener en cuenta las circunstancias de la vida humana y no buscar la perfección absoluta,
sino la perfección para el hombre tal como es capaz de alcanzarla. Porque los mejores hombres, en
tanto que son hombres, pueden cometer errores y ser superados por las pasiones, de la misma
manera que los peores hombres; y es por ello que la legislación debe tener en cuenta no sólo el
bienestar de los mejores ciudadanos, sino también el de aquellos que son mediocres o de poco
valor."

Política, Aristóteles

"Sólo cuando una ciudad en su conjunto esté dominada por la filosofía, serán inútiles los remedios
que han demostrado ser efectivos hasta ahora, los cuales hacen a los individuos buenos a pesar de
ellos mismos; este tipo de tratamiento será lo mismo que plantar un jardín en una tierra mala, que
no ha sido ni preparada ni sembrada ni regada adecuadamente, mientras que, si el suelo fuera
adecuado, todo lo demás sería innecesario. Esto se aplica tanto al individuo como a la ciudad, y la
sabiduría y la justicia son el fruto de un alma bien cultivada y bien gobernada, mientras que la
injusticia y la maldad son el resultado de una mala educación y una mala legislación."

República, Platón.

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