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3.-2 de 2-DISCIPLINA Y SANTIDAD DE LA IGLESIA (Estudio X Zona) 2 de 2
3.-2 de 2-DISCIPLINA Y SANTIDAD DE LA IGLESIA (Estudio X Zona) 2 de 2
- Oración para tomar con humildad estos estudios de una iglesia conforme al corazón de Dios
Mateo 18:15-20
LA NECESIDAD DE LA DISCIPLINA
En primer lugar, la disciplina no es una medida de castigo, sino una muestra de amor. Hebreos 12:6-8
dice: «Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Es para vuestra
corrección que sufrís; Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline?
La Palabra de Dios nos enseña que, si de verdad amamos, nuestro amor por el hermano hará que, al
verlo en pecado, tomemos las medidas de rigor para evitar que continúe en su práctica pecaminosa,
pues debemos ser conscientes de que si persiste pagará las consecuencias que serán cada vez mayores
y más graves. Ahora bien, cuando las iglesias ven a sus miembros como meras cabezas que contar,
como visitantes o como personas que pueden donar, entonces les importa poco el pecado de sus
miembros ni las consecuencias que deban pagar por su pecado.
Una iglesia de este tipo tal vez está más interesada en retener a sus miembros que en ministrar de
manera piadosa a las ovejas del Señor. Por otro lado, la disciplina, de acuerdo con el pasaje de Hebreos
12, no es solo un acto de amor, sino también una medida necesaria para lograr tener comunión con
Dios. Como dice el versículo 10: «Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero
Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad». Cuando el hijo de Dios peca
y no es disciplinado, el pecado lo aleja de Dios y permanece distanciado hasta tanto se le apliquen las
medidas correctivas que lo ayuden a reflexionar para poder volver a relacionarse con Dios en intimidad.
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Si no se lleva a cabo ese proceso, no puede participar de Su santidad. Uno de los propósitos principales
de la disciplina es la formación de un carácter santo en el discípulo. Por eso el autor de la Epístola a
los Hebreos agrega en 12:11: «Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de
tristeza; sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible
de justicia». Este pasaje nos enseña que, si la persona se deja disciplinar y se somete a lo dispuesto por
Dios, el resultado final será un carácter santo. Pero lo opuesto también es cierto: si la persona no se deja
disciplinar, si no se somete a la disciplina, el resultado final será un carácter cada vez más pecaminoso.
2. La privacidad de la reprensión
En segundo lugar, notemos la privacidad con la que comienza esta acción: «repréndelo a solas». En
este primer momento de la confrontación, no hay necesidad de que nadie más se entere de lo ocurrido
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porque el proceso de disciplina apenas se ha iniciado y es posible que el hermano se arrepienta con
esta primera acción; en tal caso el proceso no tiene que continuar. La reprensión a solas en el inicio del
proceso tiene el propósito de mantener en privado el pecado cometido resguardando la
confidencialidad del pecador. La reprensión no busca avergonzar al hermano, sino, por el contrario,
restaurarlo y, si lo logramos con un primer abordaje, habremos cumplido nuestra misión. De nuevo, si
pecó, «ve y repréndelo a solas». En este momento, no es necesario que el liderazgo de la iglesia
intervenga, salvo en algunas excepciones donde, dada la naturaleza del problema, quizá sea saludable
que el pastorado participe desde el principio.
3. El objetivo de la confrontación
En tercer lugar, notemos el objetivo de este proceso: la restauración del hermano que pecó contra Dios
y contra el resto del cuerpo de Cristo: «repréndelo a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano». El
propósito nunca es el castigo, sino la restauración del hermano. La razón de la disciplina en cualquiera
de sus etapas no es castigar al hermano para que pague por su pecado, porque eso no sería bíblico.
Cristo ya pagó por ese pecado. La disciplina nunca debe verse como un castigo para el otro. La disciplina
del Señor nunca es punitiva; no busca causar dolor. Aunque en ocasiones puede ser severa, su meta
siempre es la restauración del hermano que pecó.
6. La expulsión de la iglesia
Por último: «[Y] si también rehúsa escuchar a la iglesia, sea para ti como el gentil y el recaudador de
impuestos» (v. 17b). Si la persona no escucha a los hermanos que le hablaron en representación de la
iglesia, entonces la Palabra manda que se lo expulse y se lo considere como un incrédulo.
En sentido general, diremos que las razones para la disciplina están relacionadas con la amenaza o
vergüenza que pudieran representar para el nombre de Cristo, de Su Iglesia y de Su causa, o si
encierran una amenaza para la estabilidad del cuerpo de Cristo. Y ¿qué cosas amenazan la integridad
de la iglesia?
1. Acciones o palabras que tienden a dividir a la iglesia
2. Pecados que corrompen la moral o la pureza de la iglesia
3. La acusación falsa contra los líderes de la iglesia
4. Falsas doctrinas
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Reflexión final
La disciplina en la iglesia tiene como propósito corregir a sus miembros, de manera que se abandone
toda conducta errada y se retome la correcta. Recordemos siempre que la disciplina se imparte con la
intención de proteger a quien está en pecado para que no sufra mayores consecuencias, pero también
para resguardar a los demás hermanos porque, si el indisciplinado permanece en las filas de la iglesia,
esta se contamina y entonces Dios tendría que disciplinar a la iglesia en su conjunto. Mantener la
santidad de la iglesia es primordial. Así como con un poco de levadura se leuda toda la masa, de igual
manera el pecado que no es disciplinado se propaga, ya que los demás terminan copiando las mismas
conductas pecaminosas. Reivindicar el nombre y la santidad de Dios cuando se ha violado Su ley y
proteger la santidad de la iglesia, a la que Él llama «esposa», debe ser, siempre y en toda circunstancia,
lo primero y más importante no solo para todo pastor o líder cristiano, sino para todo aquel que diga
ser hijo de Dios. Por último, recordemos que debemos estar llenos de gracia y de verdad a la hora de
disciplinar a un hermano. Así vino Jesús a este mundo (Juan 1:14) y así salió de él. Disciplinar a una oveja
del Señor Jesucristo sin mostrar la misma compasión que el Señor mostró es una contradicción que
puede acarrear consecuencias para el liderazgo de la iglesia. En ese sentido, Pablo instruye así a los
hermanos en Galacia: «Hermanos, aun si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois
espirituales, restauradlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también
seas tentado. Llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. Porque si alguno se
cree que es algo, no siendo nada, se engaña a sí mismo» (Gál. 6:1-3). Debemos tener un espíritu manso
al restaurar al hermano, porque sabemos que nosotros mismos podemos caer y también porque así
cumplimos con llevar los unos las cargas de los otros.
- Alabanza
- Ofrendas
- Himno Lema 600 “Firmes y Adelante”
- Oración pidiendo a nuestro Señor JESUS un avivamiento espiritual en nuestras vidas, que la
Palabra de Dios sea agrandada en nuestras mentes y tengamos el temor Santo para
Reverenciar a nuestro Redentor.
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