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ISBN: 978-958-52198-6-1
Número de ejemplares: 1000
Impreso en Colombia
ATRIBUCIÓN-NOCOMERCIAL-COMPARTIRIGUAL (CC
BY-NC-SA 4.0)
Los contenidos de este libro pueden ser ajustados, re imaginados y ser
la base de nuevas obras, siempre y cuando se reconozca la investigación
realizada por Archivos del Búho y la autoría de sus miembros, no se
haga con fines comerciales y las nuevas creaciones estén bajo una licen-
cia con estos mismo términos.
TABLA DE
CONTENIDO
8 PRÓLOGO
12 INTRODUCCIÓN
22 CAPÍTULO 1.
De universidad blanca a universidad popular: luchas, resistencias y
solidaridad estudiantil
23 Sistema de Bienestar Universitario: de su fortalecimiento al inicio de
su ocaso.
34 La Nacho de los 50 a los 70, las disputas por la permanencia
estudiantil y las militancias universitarias
58 Cooperación Estudiantil: de servicio de Bienestar a organización
gremial y política de las colonias
78 CAPÍTULO 2.
Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia
79 Antecedentes: desdicha para el movimiento estudiantil
81 Caso Colectivo 82
84 Asesinato de Alberto Alava Montenegro
86 La transformación de las residencias estudiantiles
87 Recuperación de las residencias: la gran hazaña
90 La negociación y el desalojo de Fernando Sánchez Torres
92 La nueva vida en las residencias estudiantiles: cultura,
comunidad y organización política
100 Amnistía del 82
102 El fin del gran logro
110 CAPÍTULO 3.
Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la UN
111 El Gobierno de Betancur entre la guerra y la paz
119 Chucho León
125 Luis Armando Muñoz González
126 16 de mayo
144 De la Universidad a la cárcel: el camino de la tortura y la
criminalización
158 Los casos de William y Augusto
162 El papel de los medios
164 Cierre de la Universidad
166 Conclusiones
180 CAPÍTULO 4.
Y después de la tempestad, no vino la calma: la Universidad Nacional
de Colombia tras el cierre de mayo de 1984.
182 Sánchez Torres y el debate sobre lo ocurrido el 16 de mayo
186 La universidad entre el cierre de mayo y la salida de Sánchez Torres
188 Reformas Palacios
188 Apertura y cierre de la universidad. Reformas
institucionales
191 Préstamo beca
193 Normalidad impuesta: cierres preventivos
195 La falsa democracia y la burocratización de los escenarios
de participación
196 El movimiento estudiantil de la UN entre mayo de 1984 y 1988
197 El cierre: valoraciones sobre lo ocurrido
206 Organización y reconstrucción
211 Intentos de retoma de las residencias
212 Acciones violentas al interior del campus, 1985-1988
215 El giro de los DDHH, 1985-1988
217 Radicalización y conflicto armado
242 SIGLAS
244 ANEXOS
258 BIBLIOGRAFÍA
PRÓLOGO
Yo tuve un hermano,
no nos vimos nunca
pero no importaba.
[…]
Lo quise a mi modo,
le tomé su voz
libre como el agua […]
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Reventando silencios
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Prólogo
11
INTRODUCCIÓN
¿Usted no se sabe la anécdota del ejército cuando llegó como a las 3 o 4 de la mañana a
[las] residencias?:
Llegan y cogen a la gente, entonces le dicen a un, a un teniente de esos, «soldado súbame
a este sujeto al camión […]» y el muchacho le responde «un momentico señor militar, yo
no soy ningún sujeto, yo soy estudiante de Derecho, conozco la Constitución Nacional,
conozco mis derechos, y usted no me puede a mí tildar de sujeto, yo no soy un sujeto, soy
un ciudadano». A lo que el militar responde «Uy qué pena señor. Soldado súbame este
ciudadano y suélteme a esos sujetos».
A la entrada del camión los requisan y llega un estudiante de Ingeniería, iba con un libro
de hidráulica que decía «bombas» y abajito en letra chiquita decía «de agua», pues pa’
dentro, pa’l camión. Y otro iba con un libro que decía «desgaste de piezas», en pequeño,
y en grande decía «a 20.000 revoluciones por minuto», uy no, qué peligro pa’ dentro. Y
pasaba un man de Sociología con el libro «La sagrada familia», siga señor, siga señor, y
debajo decía en pequeño «Carlos Marx y Federico Engels».
E
l libro que tiene en sus manos es el resultado de un proceso colectivo de
Archivos del Búho. Este trabajo pretende aportar elementos para el es-
clarecimiento de lo ocurrido el 16 de mayo de 1984 al interior de la Ciudad
Universitaria de Bogotá y propiciar la circulación de las memorias, los de-
bates y las interpretaciones sobre las implicaciones de lo ocurrido en las trayectorias
personales de quienes vivieron los hechos, así como en las transformaciones de la
Universidad Nacional.
* El poema Pregunto de Efraín Ernesto, escrito en homenaje al estudiante Jesús Humberto León Patiño,
fue incluido en la primera edición de la Publicación 16 de mayo (P16m) como parte de los ejercicios
de conmemoración de la vida del líder estudiantil, asesinado en la ciudad de Cali a manos de la Fuerza
Pública, por quien se convocó el acto público al interior de la Universidad Nacional durante el miérco-
les 16 de mayo de 1984.
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Reventando silencios
La investigación que sustenta este libro inició en 2016 con la recolección de rela-
tos mediante el esfuerzo colectivo de Rebeldía Estudiantil Organizada y El Rebelde
Comunicación Libre, y finalizó en 2021 con la entrega pública, a nombre de Archi-
vos del Búho, de este documento como informe de memoria ante la Comisión para
el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No repetición, institución a la
que en junio de 2020 hicimos entrega de la base de datos Violaciones a los Dere-
chos Humanos Registradas por el Movimiento Estudiantil (1966-1999). En este
instrumento se puede identificar el conjunto de repertorios violentos utilizados con-
tra estudiantes de las diversas universidades del país, ejercidas principalmente por la
Fuerza Pública (69,4%); allí, el 51,7% de las victimizaciones registradas hacen refe-
rencia a casos de detención y tortura, el 24,2% a homicidios, el 8,75% a hechos de
desaparición forzada y el 15,4% restante recoge información sobre allanamientos,
amenazas, tortura, afectaciones físicas, entre otras.
Gráfica 1 – Violaciones a los ddhh registradas en los archivos del Movimiento Estudiantil
consultados por Archivos del Búho (1966 – 2001)
Esta labor se adelantó con la intención de aportar a la búsqueda de verdad sobre los
diferentes tipos de victimizaciones sufridas en el marco del conflicto armado por estu-
diantes, docentes y miembros de la comunidad universitaria de Bogotá y, a su vez,
nos permitió identificar rasgos de la sistematicidad en las violencias ejercidas durante
las últimas décadas contra el movimiento estudiantil y las universidades del país.
En el desarrollo de este trabajo, los integrantes de Archivos del Búho afrontamos
diversos procesos. La escritura, la recolección de relatos, la catalogación de archivo,
los talleres colectivos de memoria, los encuentros intergeneracionales, las búsque-
das en hemeroteca y la rigurosa labor de triangulación de información implicaron una
serie de cargas emotivas y de retos intelectuales que, en medio de diversos ritmos,
formas y tiempos, generaron dificultades que solamente pudieron solventarse con los
lazos afectivos y los compromisos que se reafirmaron en lo colectivo.
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Introducción
Los pasos que hemos dado hasta hoy han sido posibles gracias a las confianzas cons-
truidas con quienes nos compartieron sus voces y sus experiencias y nos permitieron
acercarnos y conocer de forma sensible sus historias. Cada relato, entrevista y taller
fueron oportunidades para pensarnos colectivamente esta investigación, por eso sus
alcances significan la consolidación de un proyecto común.
A lo largo de este proceso hemos logrado alcanzar diversos escenarios que han dado
visibilidad a nuestro trabajo y han aportado a la circulación de las memorias sobre el
16 de mayo. Esto no hubiera sido posible sin el compromiso de cada uno de los inte-
grantes de este proyecto. Nos queda una profunda admiración y agradecimiento para
quienes pusieron sus manos y aportaron su tiempo para hacer de esta apuesta una rea-
lidad y, con ello, aportar al esclarecimiento de los hechos de 1984 en un contexto de
discusión sobre las implicaciones del conflicto armado y las posibilidades de cons-
trucción de paz al interior de las universidades colombianas.
Para Archivos del Búho, este libro ha significado la posibilidad de profundizar en
un tema que tenía limitaciones, en parte por la falta de información y por los silen-
cios institucionales, como también por la renuencia o prevención de sus protagonistas
a la hora de conversar sobre lo ocurrido. El trabajo que realizamos permitió dar vida
y reconocimiento a las luchas, las memorias y las trayectorias de quienes hicieron
de la Universidad Nacional de Colombia su hogar durante las décadas de los setenta
y ochenta. Además, fue enriquecedor acercarnos a estos temas, tener la posibilidad
de conocer, de afianzar nuestro compromiso político, de despertar nuestra curiosidad
como estudiantes, egresados e investigadores y aportar con nuestro trabajo.
Es fundamental reconocer que en este libro no abordamos temas que no se hayan
tratado antes. Tal vez la principal riqueza de esta investigación es la articulación de
diferentes voces y registros en un mismo relato, de versiones sobre lo ocurrido que
habían estado fragmentadas, olvidadas o condenadas al silencio doloroso o temeroso,
por lo que ello se vuelve un aporte novedoso en los trabajos de memoria adelantados
sobre esta fecha y su contexto. En este caso, Archivos del Búho sirvió de espacio de
encuentro para compartir e intercambiar experiencias, superar el olvido, sanar a través
del recuerdo y, mediante un diálogo intergeneracional, aportar elementos para dar res-
puesta a las preguntas que por mucho tiempo han habitado en la un y así contribuir para
que las apropiaciones del pasado se hagan de forma crítica y permitan interpelar en el
presente a quienes forman parte de la comunidad universitaria.
Históricamente, el movimiento estudiantil ha hecho del pasado un motor para su
acción colectiva. Conmemoraciones violentas y reflexivas, marcas territoriales, con-
versatorios para recordar e intercambios generacionales han convertido al 16 de mayo
de 1984 en una fecha emblemática para la historia reciente de la Universidad Nacio-
nal. Aquí resalta la multiplicidad de manifestaciones políticas para recordar y la
gran diversidad de repertorios que han permitido que las memorias trasciendan en el
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Introducción
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Introducción
levantar el gran manto de los silencios que se ha tejido sobre la Ciudad Universitaria.
A ellas y ellos todo nuestro reconocimiento.
Agradecimientos
Este libro y este proyecto colectivo no hubiera sido posible sin el trabajo de todas
las personas que han pertenecido a Archivos del Búho en distintas etapas y han con-
tribuido a esta gran labor. Hacemos un reconocimiento especial a la negra, Juana
Alexandra Aponte Rincón y a los demás compañeros y compañeras que nos han
aportado con su experiencia. De igual manera, agradecemos y reconocemos a las
organizaciones y procesos con quienes hemos construido paso a paso en este camino,
a la Rebeldía Estudiantil Organizada, a El Rebelde Comunicación Libre, a la Cor-
poración de Estudios Sociales y Culturales de la Memoria (cesycme) y a Enjambre
Libros Colectivos; así como a cada una de las personas que desde su lugar han con-
tribuido con sus fotografías, sus archivos personales, sus relatos, sus historias y sus
experiencias en esta difícil labor de hacer memoria. Agradecemos también a las más
300 personas que pre-compraron el libro y a los profesores Jorge Wilson Gómez y
Mauricio Archila por las reflexiones permanentes.
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Mapa 1. La Ciudad Universitaria en 1984. Archivos del Búho, elaborado por Carolina
Gómez Pulido, abril de 2021.
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Introducción
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CAPÍTULO 1
De universidad blanca a universidad
popular: luchas, resistencias y
solidaridad estudiantil
Paula Andrea Dávila Castro Cristian Camilo Orjuela Saiz
Estudiante de Filosofía y Derecho de la un Antropólogo de la un
Paola Andrea Rodríguez Arévalo Diego Fajardo Cely
Estudiante de Estudios Literarios de la un Sociólogo y Magíster en Historia de la
un, Investigador del CESYCME y nieto
de campesinos boyacenses
G
racias a la ampliación de la cobertura que experimentó la educación supe-
rior en los años 60 en Colombia, la Universidad Nacional recibió cientos
de estudiantes de distintas regiones del país que, por su procedencia y
condiciones socioeconómicas, necesitaban de un Sistema de Bienestar
garantista que impidiera su deserción. La configuración y preservación de este siste-
ma caracterizaron en gran medida la manera en que estudiantes y administraciones se
relacionaron durante varias décadas, pues a un primer impulso garantista, enmarcado
en la Reforma Patiño, le siguió una disputa, por un lado, a favor de su desmonte y, por
otro, en pro de su conservación e, incluso, su ampliación.
El movimiento estudiantil que progresivamente se politizó, dado el contexto interna-
cional de triunfos revolucionarios y el surgimiento nacional de proyectos políticos de
izquierda legal y armada, terció siempre por su ampliación buscando una mayor cal-
idad y cobertura. Dinámicas organizativas como Cooperación Estudiantil, que inició
como un programa de Bienestar y terminó siendo una expresión política y gremial
de los estudiantes de bajos recursos y de región, fue quizás la mejor manifestación
de esta tensión política por las condiciones de bienestar estudiantil de la un entre las
décadas de los años 60 y los años 80.
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Reventando silencios
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Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
mantuvo hasta los años 60. Asimismo, desde los años 40, estos beneficios de salud
también cubrían al cuerpo docente, promoviendo la salud de toda la población uni-
versitaria.
El Bienestar para los estudiantes, en términos de costos, era establecido con la asig-
nación de la matrícula determinada de acuerdo con la declaración de la renta de los
padres o de los mismos estudiantes. Este proceso se llevó a cabo al menos desde
1962.7 Este sistema garantizaba que los costos se calcularan según la capacidad de
pago de la persona y contemplando la posibilidad de fraccionar los cobros, para ase-
gurar con ello una menor deserción estudiantil.
La cobertura de las residencias sería ampliada con la entrega de los bloques C1 y C2
del Centro Urbano Antonio Nariño, ubicado muy cerca de la Ciudad Universitaria,
dando mayor cabida a estudiantes de bajos recursos, principalmente provenientes de
otras regiones. Estos bloques son conocidos hoy como las Residencias 10 de Mayo.
La administración de las instalaciones fue asignada a la Corporación de Residencias
Universitarias (cru), organización independiente de la Universidad Nacional y encar-
gada de todas las instalaciones y del mantenimiento de los dos bloques.8 La entrega
de estas residencias es una consecuencia de la fuerza de la movilización estudiantil,
enmarcada en las protestas de 1957 en contra de la dictadura de Rojas Pinilla, las cua-
les contribuyeron en gran medida a su dimisión.9 Fruto de este papel, y por medio de
la Ley 45 de 1959, los estudiantes colombianos serían homenajeados con dichas resi-
dencias.
La llegada de los años 60 trajo al país un gran cambio que se materializó desde los
inicios de la década a través de una serie de reformas que afectaron principalmente
a la educación. Entre 1961 y 1970 se estableció en Colombia la Alianza para el Pro-
greso, un programa de ayuda económica política y social de Estados Unidos para
América Latina que, en términos de la docente Diana Rojas, constituyó:
Un programa de ayuda externa propuesto por Estados Unidos para América La-
tina con el fin de crear condiciones para el desarrollo y la estabilidad política en
el continente durante los años 60. Con este programa Estados Unidos inaugura
un tipo de intervención sistemática, a largo plazo y a escala regional, con miras
a orientar el cambio social en América Latina e impedir el avance del comunis-
mo en el marco de la guerra fría.10
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Reventando silencios
yecto no tuvo tanta acogida, pues demandaba varias reformas educativas de difícil
trámite para ese momento.
En este contexto de intención reformista nace la Ley Orgánica de la Universidad
Nacional (Ley 65 de 1963) decretada por el entonces presidente Guillermo León
Valencia (1962-1966). En la cual se dicta que: «La Universidad Nacional de Colom-
bia es un establecimiento público, de carácter docente, autónomo y descentralizado,
con personería jurídica, gobierno, patrimonio y rentas propias».11 Por lo que quedaría
exenta de cualquier clase de impuestos, tasas o contribuciones y debía someterse a la
revisión de la Contraloría General de la República.
Esta Ley, que sin duda era un avance para el desarrollo institucional, también pre-
tendía soterradamente la despolitización de la un, pues consideraba que esta «es ajena
a la política militante, pero como instituto de amplia y desinteresada investigación
científica, se ocupa de todos los temas relacionados con la vida social y política».
Sumado a ello, reconocía el carácter autónomo en su campo jurídico, económico y
de organización: gobierno, emisión de las normas y reglamentos académicos, docen-
tes y administrativos. Finalmente, establecía como fin de la universidad la creación
y conservación de la cultura, preparación de profesionales y técnicos que requiere el
desarrollo del país, libre investigación, la vinculación a la vida internacional y la con-
tribución a la discusión y solución de problemas nacionales, entre otros.
A estas reformas y cambios en la educación superior se les sumó la compleja
situación en la Universidad que comprometía al rector de ese momento, Hernando
Morales (1963-1964). Este recibía, por parte de los estudiantes, críticas constantes a
su administración y exigencias de renunciar inmediatamente, lo que terminaría suce-
diendo luego de la explosión de una bomba en la rectoría, situada en ese momento en
el estadio Alfonso López Pumarejo.
Con la llegada del nuevo rector, el médico José Félix Patiño, quien asume su cargo
en 1964, entra en marcha una de las apuestas administrativas de mayor impacto en
la Universidad: la Reforma Patiño. Con una carga social de ingobernabilidad sobre
el principal claustro universitario del país, como él mismo lo afirma,12 el nuevo
rector llegó con una misión clara: hacer una reforma en los estudios generales, la
metodología de la enseñanza y el papel de la investigación; controlar la deserción
estudiantil y el presupuesto; y hacer una reforma financiera para la administración
y para los docentes al proponer una reorganización administrativa. También plan-
teó como misión fundamental y pilares básicos de la institución la investigación, la
docencia y la extensión, a lo que sumó el desarrollo de grupos de estudio y plantea-
mientos en ciencia y tecnología.
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Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
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Reventando silencios
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Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
gran demanda de cupos que tenía la Universidad y el aumento significativo año tras
año de esta.
Por su parte, para el primer semestre de 1966, los cupos de las residencias univer-
sitarias, en su mayoría ubicados en las residencias Uriel Gutiérrez, eran de 895,23 de
los cuales 142 pertenecían a las Residencias Femeninas. La población universitaria al
inicio de la década registra tan solo un 15% de ingreso de mujeres a la universidad,
para este año la cifra aumentó a un 25%.24 Cabe resaltar que, aunque seguía siendo
un número bajo, hay un aumento importante dadas las condiciones de la época; la
seguridad y la ayuda para la manutención que ofrecían las Residencias Femeninas,
les otorgaba un espacio confiable a las mujeres de bajos recursos que eran admitidas.
Pero lo más relevante son las cifras que muestran el acceso de los estudiantes a los
servicios de Bienestar. La Cafetería Central, para 1966, entregó un total de 824.054
servicios, entre desayunos, almuerzos y cenas.25 En el deporte se observa el uso
tanto de instalaciones como de elementos por parte de los estudiantes: hubo 2.650
estudiantes beneficiados con la práctica de diversos deportes para 1966.26 Uno de los
servicios más importantes de la Universidad para la época fue el sistema de salud, el
cual atendería para el año de 1966 un total de 15.031 estudiantes por diversas causas,
en diferentes circunstancias.27 Este conjunto de servicios constituía una ayuda funda-
mental en la calidad de vida de los estudiantes, lo cual les permitió llevar una mejor
vida universitaria, restando presiones económicas y permitiéndoles concentrarse en la
educación que estaban recibiendo.
Una de las características que más resalta en 1966, año de la renuncia de Patiño,
es la diversificación geográfica de la comunidad estudiantil. De los 2.704 admitidos
en ese año, tan solo 686 eran originarios de la capital,28 un total de 2.018 estudiantes
provenían del resto del país, cifra que aumentaría en los años siguientes. La diver-
sidad también es notoria en lo referente a sus estudios secundarios: un 59,3% de
los estudiantes provienen de colegios privados mientras que un 40,7% son de cole-
gios públicos.29 La predilección por entrar a la Universidad no solo era de una élite
capitalina, las poblaciones rurales y sectores más populares eran incluso los que más
demandaban un cupo para su ingreso. Debido a esto, hubo un cambio en la forma en
la que los estudiantes se relacionaban con otros jóvenes y se resaltó el carácter plural
de las identidades y pensamientos dentro del centro educativo.
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Villegas, Miguel Bravo, Mario J. Pardo y Armando Zárate. Al comienzo, esta decisión
no fue aceptada por los estudiantes, quienes se opusieron al cercado, derribándolo
constantemente, aunque después también lo verían como una medida de protección
y aislamiento. Así lo recuerda Fidel Morales, un activista estudiantil de los años 80:
Ese fue el momento en el que se empezó a intentar poner la malla que, duran-
te el resto de ese año, podíamos llegar un lunes y había como unos 50 o 60
metros de malla, el murito y los palos por lo menos y al final de la semana ya lo
desmontábamos. Hasta que después de un cierre como de una semana o dos se-
manas volvimos y ya estaba completa.45
Este retroceso en el Sistema de Bienestar se reflejó en los números y los datos de los
estudiantes y se ve claramente al contrastar los dos semestres del año. Para el primer
semestre de 1976, había inscritos unos 34.303 jóvenes aspirantes para ingresar a la
Universidad, mientras que para el segundo semestre solo se inscribieron unos 10.260.
Para el primer semestre fueron admitidos 3.582, pero para el segundo semestre se
redujo a 2.787. Lo que muestra los datos es una disminución inmediata en el número
de aspirantes a la Universidad, posiblemente por la dificultad que generaba no tener
un lugar donde vivir.46.
1976 Primer semestre Segundo semestre
Inscritos 34.303 10.260
Admitidos 3.582 2.787
Tabla N.°3. - Relación inscritos y admitidos en 1976. Elaboración propia.
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Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
Para 1978, una de las situaciones más complicadas eran los cupos de los que dis-
ponía la Nacional y la demanda que se tenía por ellos. Por ejemplo, en una nota del
27 de enero del 78,50 El Espectador señala que más de la mitad de los estudiantes
recién salidos de la educación media aspiraban a entrar en la un, de los cuales el
22,60% pertenecían a zonas rurales del país, teniendo en cuenta que para la época
la población urbana ascendía al 60,83%, lo que refleja la necesidad de las pobla-
ciones más vulnerables de acceder a la educación superior, que no se correspondía
con la cifra real de cupos ofertados. Para los años 60, el porcentaje de admitidos con
respecto a los inscritos se mantenía sobre el 20%, pero para el segundo semestre del
año 1978, el total de admitidos no superaría el 13%.51
Esta falta de correspondencia entre aspirantes y cupos en la Universidad, que en
términos concretos cerraba la puerta a un sector importante de jóvenes pobres y rura-
les, era denunciada por movimientos estudiantiles que consideraban el deterioro del
Sistema de Bienestar como un importante impedimento en esa vía. En 1979, el Frente
Estudiantil Revolucionario- Sinpermiso (fer-sp) denunciaba lo siguiente:
Para 32.500 aspirantes sólo hay 3.500 cupos, el costo de inscripción es de 350
pesos y ya existen matrículas hasta de 9.000 pesos, las bibliotecas se han trans-
formado en museos de obras prehistóricas, no hay prácticas hospitalarias para
los estudiantes de medicina, para una población de 18.000 estudiantes sólo hay
100 cupos odontológicos; el servicio de cafetería es insuficiente y la comida de
mala calidad; las residencias masculinas definitivamente han quedado abando-
nadas.52
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Reventando silencios
También para 1978 se veía una clara disminución de los cupos en las residencias.
El informe de estadísticas y los libros de la Universidad, que para el momento sólo
registraban los cupos de las Residencias Femeninas y las de los casados, muestran
que para ese año en Bogotá sólo había un total de 515 cupos, un número muy bajo e
insuficiente para la cantidad de estudiantes que para ese momento llegaba a cerca de
17.000.53
Según el informe, en el 78 se reportan un total de 316.781 servicios en la cafetería
en la sede Bogotá,54 lo que representa una disminución del 62% con respecto a su fun-
cionamiento durante los años 60. Así, es evidente la precariedad de los servicios de
Bienestar para esta época. Con una sola excepción, que fue el sistema de salud, el cual
en ningún momento dejó de funcionar.
En menos de dos décadas, el Sistema de Bienestar pasó de ser un salvavidas para
los estudiantes, que dadas sus necesidades económicas dependían de estos servicios
para mantenerse en la institución, a un problema común. Con el paso de los años,
los recursos se volvieron insuficientes y de precaria calidad, lo que progresivamente
ejercía mayor presión sobre los estudiantes que necesitaban de servicios como la vivi-
enda, para lograr permanecer en la Universidad.
Las luchas que se dieron desde los años 30 a través de las reformas al bienestar
universitario y que pretendían garantizar la continuación y el sostenimiento de
los estudiantes con diferentes realidades socioeconómicas, no solo se vieron
materializadas mediante la institucionalidad, sino que también estuvieron respalda-
das por una continua actuación por parte del movimiento estudiantil, que, a través
de manifestaciones, movilizaciones y paros, fue expresada ante distintos acontec-
imientos que marcarían su accionar. Estos sucesos se enmarcarían en hechos como el
asesinato de estudiantes y militantes de organizaciones estudiantiles, la instauración y
la caída de la dictadura militar, el Frente Nacional y las movilizaciones a lo largo de
los 70, los cuales generarían un ambiente de represión y persecución del movimiento
estudiantil.
A lo largo de la historia del movimiento estudiantil, sus repertorios de acción y
luchas van a estar asociadas a las distintas disputas por el poder político nacional.
Serán enmarcadas inicialmente en las pugnas bipartidistas y posteriormente en el con-
flicto entre proyectos revolucionarios y apuestas para la preservación del orden social
y económico.
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Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
Para la segunda mitad del siglo xx, con la llegada del gobierno que presidió Laureano
Gómez, se acentuó la intolerancia política propiciada por la violencia entre liberales y
conservadores. La persecución, las amenazas y los asesinatos se convirtieron en una
realidad para aquellos que no encontraban un lugar dentro de los dos pensamientos
políticos predominantes. Por este hecho, algunos movimientos sociales directamente
afectados, entre estos el estudiantil, vieron una oportunidad de cambio con la toma del
poder por parte de Gustavo Rojas Pinilla en el año 1954, pero, pronto, los hechos des-
mentirían esa primera impresión y dichos movimientos terminarían sumándose a la
lucha de los partidos tradicionales por derrocar al dictador.55
Todo inicia el 8 de junio del mismo año de la posesión de Rojas Pinilla. Como
era costumbre, los estudiantes salían a las calles a conmemorar los hechos ocurri-
dos un día como ese, pero de 1929, cuando los abusos policiales en el marco de una
manifestación acabaron con la vida de Gonzalo Bravo Pérez, uno de los primeros
estudiantes asesinados por la Fuerza Pública en Colombia. En medio de las activi-
dades culturales propuestas para tal fin en la un, la comunidad universitaria se vio
sorprendida con una orden de desalojo. Los estudiantes, ante la indignación de no
poder realizar el ejercicio de memoria, cosa que era ya casi un ritual, se opusieron
férreamente ante dicha medida, por lo cual varios de ellos, entre los cuales estaba el
estudiante de medicina y filosofía Uriel Gutiérrez, decidieron bloquear el paso a la
Ciudad Blanca con un alambre de púas por la entrada de la calle 26. En el acto, un tiro
fulminante impactó en la cabeza de Uriel y ocasionó su muerte. Lo mataron con ape-
nas 24 años, convirtiéndose en el segundo estudiante de la un asesinado a manos de
la Fuerza Pública.
El 9 de junio, un día después de los fatídicos hechos, la rabia, la tristeza y la indig-
nación fueron los sentimientos que movilizaron a más de 3.000 estudiantes, tanto
de universidades públicas como privadas, que clamaban justicia por este asesinato.
Así, la jornada comenzó en la Ciudad Universitaria, donde inició la marcha hacia el
entonces palacio presidencial después de un sentido homenaje al estudiante caído. A
la altura de la carrera 7, entre la calle 13 y la 14, donde actualmente se sitúa el Edificio
Murillo Toro, tras haber sido retenidos y obligados a esperar que se les permitiera el
paso, las tropas del Batallón Colombia, que se estaban preparando para ir a la guerra
en Corea, dispararon a diestra y siniestra contra los estudiantes, en detrimento de sus
derechos y atentando contra su vida.56 Fueron 10 estudiantes más los que resultaron
asesinados por la Fuerza Pública, entre ellos: Álvaro Gutiérrez Góngora, Hugo León
Velásquez y Hernando Morales Sánchez, estudiantes de Medicina; José Carlos Gri-
sales y Elmo Gómez Lucinch, estudiantes de Economía; Hernando López Ospina,
estudiante de Veterinaria; Jaime Moore Ramírez, estudiante de Química; y Rafael
Chaves Matallana, estudiante de bachillerato del Colegio Virrey Solís.57
35
Reventando silencios
Hasta los sucesos del 8 y 9 de junio de 1954, el contacto de los estudiantes univer-
sitarios con la realidad política y social había estado mediada por el bipartidismo que
predominaba en ese momento en el país y que pretendía manejar la Universidad como
botín de guerra. La representación estudiantil había tratado de ser hegemonizada por
la oficialista Federación Universitaria Colombiana (fuc), constituida el 9 de abril de
1953, gracias a la iniciativa de sectores de la iglesia y el gobierno conservador de
Laureano Gómez.58 Sin embargo, es a partir del mismo día en que asesinan a Uriel
que nace otra organización estudiantil gracias a la instauración de un comité provi-
sional: la Federación de Estudiantes de Colombia (fec).59 Dicha organización surge
con el ánimo de «congregar a todos los sectores estudiantiles del país para la defensa
y representación de sus legítimos intereses y para luchar incansablemente por el pro-
greso y dignificación de las instituciones universitarias y culturales del país».60
Con el fin de acabar con la dictadura, se propuso un paro nacional en 1957 que contó
con la participación no solo del estudiantado, sino de muchos otros sectores sociales.
Así, para mayo de ese año se acrecentaron las tensiones con el gobierno de turno, lo
que dejó como saldo, entre el 4 y el 10 del mismo mes, la caída de Ernesto Aparicio
Concha y Pedro Julián Tamayo en Bogotá; Jorge Chica Restrepo y Guillermo Bedoya
Bedoya en Manizales; Hernán Mejía Correa y Alfonso Pérez Yepes en Medellín;
y José Ramón Caicedo, Antonio José́ Camacho, Víctor Ramírez y Reinaldo Esco-
bar en Cali.62 Finalmente, como resultado de la presión ejercida hacia el dictador, su
gobierno se vio obligado a entregar el poder a la Junta de Transición Militar.63
Como gesto de agradecimiento a la activa participación de los estudiantes en el
derrocamiento de la dictadura, la Junta de Transición Militar decidió entregar el
terreno para la posterior construcción de las Residencias 10 de Mayo, ubicadas en el
Centro Urbano Antonio Nariño.64 La siguiente es la consigna de la entrada, que aún
hoy en día puede apreciarse, y refleja el sentimiento hacia el movimiento estudiantil
por parte de los militares y los partidos tradicionales en esa época:
36
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
vida antes que someterse a la tiranía y para que sigan su ejemplo cuando quiera
que la libertad esté en peligro.
El periodo culmina con una serie de protestas contra algunas autoridades universi-
tarias heredadas de la dictadura y con la realización del Primer Congreso Nacional
Estudiantil en junio de 1957, en el que se enfrentaron tanto la fec como la fuc y dejó
como resultado la salida de esta última y la constitución de la Unión Nacional de
Estudiantes Colombianos (unec), que rechazó cualquier herencia de las organizacio-
nes anteriores. La unec se originó teniendo como principios: la libertad de enseñanza
y de investigaciones científicas, la autonomía universitaria, la oposición al milita-
rismo y la dictadura, además de la organización de actividades estudiantiles con la
abstención de fines políticos y religiosos.65
Coincidiendo con el inicio en 1958 del Frente Nacional, la unec dio un giro hacia la
izquierda revolucionaria. En su interior fueron ganando influencia expresiones políti-
cas como el Movimiento Revolucionario Liberal (mrl), escisión del Partido Liberal,
y la Juventud Comunista Colombiana (juco), que había sido fundada en 1951 bajo la
clandestinidad como consecuencia de la ilegalidad que por entonces tenía el Partido
Comunista Colombiano (pcc).66 La ruptura con el bipartidismo se convirtió así en
ruptura contra el sistema político en general, un giro que fue resistido por otros sec-
tores estudiantiles, sobre todo provenientes de la un, quienes a través del periódico
estudiantil Fuego —órgano del Consejo Superior Estudiantil (cse)— insistieron en la
primacía de los objetivos gremiales. De ahí en adelante, la unec entraría en una pro-
funda crisis, en parte debido a serios problemas de representatividad.67
A las disputas nacionales que ya influían en el movimiento estudiantil se sumaron
los conflictos internacionales que enfrentaban a proyectos armados revolucionarios
con gobiernos dictatoriales. Es así como, en la primera mitad de 1959, comienza a
surgir un entusiasmo provocado por la Revolución Cubana en contra de la dictadura
de Fulgencio Batista. Militantes de organizaciones como Antonio Larrota, impulsa-
ron mítines y protestas en apoyo a dicha causa. Fue este mismo dirigente de la unec
quien, posteriormente, en apoyo a las protestas en contra de alzas en el transporte,
junto a otros estudiantes, empleados y obreros de la ciudad, impulsarían la creación
del Movimiento Obrero Estudiantil Colombiano (moec) con el cual se afianzaría la
actividad política de inclinación revolucionaria en el sector estudiantil.
A partir de esta fecha inició un proceso de distanciamiento con el Frente Nacional,
que en un principio consideró como héroe al movimiento estudiantil por su papel en
la caída de la dictadura. Pero, debido a la articulación de este con paros cívicos a lo
largo de los años 60, los diferentes mandatos presidenciales de la época cambiaron
su percepción. Lo cierto es que la llegada de discursos marxistas y populares a los
centros universitarios no fue bien recibida por parte del Gobierno, estos generaron
37
Reventando silencios
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Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
La crisis económica y política se está haciendo sentir con todo el rigor sobre los
obreros y los campesinos. El estudiante, generalmente aislado de estos, puede
creer que basta una actitud revolucionaria superficial o puramente especulativa.
Esa misma falta de contacto puede hacer que el estudiante traicione su vocación
histórica; que, cuando el país le exige una entrega total, el estudiante continúe
con palabrería y buenas intenciones, nada más… Es necesario que la convicción
revolucionaria del estudiante lo lleve a un compromiso real, hasta las últimas
consecuencias.76
39
Reventando silencios
vez provocó discordias dentro de la organización, la cual venía fragmentándose por las
luchas internas entre las diferentes líneas discursivas.
A finales de este mismo año se produciría el golpe final para la fun. Durante la inau-
guración del Instituto Agropecuario Colombiano (ica), el presidente Lleras, junto a su
mayor beneficiario John Rockefeller, fueron abucheados y retenidos. Este suceso ter-
minaría en un rescate militar «con 76 estudiantes que fueron detenidos, 3 de los cuales
serían condenados en un consejo de guerra».78 Dicho enfrentamiento estaría envuelto
dentro de las protestas y manifestaciones dadas por la presencia de fundaciones extran-
jeras dentro de la un y las cuales respondían a una lucha antiimperialismo “yanqui”.
Por lo anterior y mediante los Decretos 2686, 2687 y 2688, los cuales dejaban
sin medios de comunicación, formación política y participación en los estamentos
estudiantiles a dicha organización, se produjo su desarticulación.79 Posteriormente,
las represiones continuarían y en junio de 1967 al menos 1.500 soldados ocuparon la
Ciudad Universitaria, junto a tanques y carros blindados, lo que generaría la detención
de 600 estudiantes y vacaciones adelantadas para ese semestre.80
A partir de ese año, y sin una cabeza principal que dirigiera el movimiento estudian-
til, surgirían propuestas organizativas locales tales como Testimonio, de la Facultad
de Derecho, y Mural del Pueblo, entre los estudiantes de Antropología,81 y otras más
amplias, como el Frente de Estudios Sociales (fes), todas de tendencias maoístas.
Posteriormente, activistas de algunas de estas organizaciones, junto a otras como la
juco, seguirían promoviendo la lucha contra el financiamiento “yanqui” y, de igual
forma, en 1969 harían parte importante de los paros y movilizaciones que provo-
caron el cierre de la Universidad en ese año. Dichos sucesos también desencadenaron
una serie de persecuciones a militantes de organizaciones políticas y estudiantiles,
como el caso de Rómulo Carvalho, responsable de la estructura urbana en Bogotá
del eln y un líder estudiantil dentro de la un, ejecutado extrajudicialmente por parte
del Ejército alegando un intento de fuga.82 Su sepelio fue acompañado por miles de
estudiantes, mientras el carro fúnebre era cubierto por una bandera de la organización
guerrillera, lo que evidencia el grado de politización estudiantil para la época.
Desde 1966 hasta 1970, la Universidad estuvo cerrada aproximadamente 200 días,
junto a otras universidades públicas como la Universidad Pedagógica Nacional, la
Pedagógica y Tecnológica de Colombia y las universidades de Caldas, Cauca y Cór-
doba. La cantidad de días que estuvo paralizada la Universidad varió por año de la
siguiente manera:83
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Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
De esta manera termina una década en la cual el movimiento estudiantil toma un rol
antagónico para el Gobierno, el cual lo enfrenta con represión armada, con todo el
aparato estatal para limitar el accionar de este y su influencia en el panorama social del
país.
Si la década de los años 60 significó el cambio del relacionamiento entre el movimiento
estudiantil y las élites políticas bipartidistas, los años 70 terminaron por profundizar
la politización y radicalización del estudiantado y, con ello, el reforzamiento del
encasillamiento como parte del enemigo interno a sus expresiones organizadas y de
movilización. De hecho, esta década concluiría con el movimiento estudiantil como uno
de los sectores más golpeados por la represión estatal desatada por el Estatuto de Segu-
ridad Nacional, erigido sobre las nociones de la Doctrina de Seguridad Nacional.
El fraude electoral, que llevó a la presidencia a Misael Pastrana en 1970, derrumbó
las esperanzas de millones de colombianos que veían en la Alianza Nacional Popular
(anapo), y en el general Rojas Pinilla, la posibilidad de alcanzar el poder y reafirmó
en muchos sectores de la izquierda la idea de un cierre político que no dejaba otra
alternativa que la vía armada para llegar a la Casa de Nariño. Estas valoraciones se
reforzaron con los sucesos de septiembre de 1973 en Chile, donde los militares y la
cia derrocaron al gobierno de Salvador Allende, que había llegado al palacio de La
Moneda a través de las urnas. La conjugación de estas valoraciones políticas marcó
a una generación que, a finales de la década, veía triunfar armas en mano a los san-
dinistas en Nicaragua, lo que sin duda afianzaba la posibilidad de una revolución
armada en Colombia.
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Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
Imagen 1. Enfrentamientos entre estudiantes y la fuerza pública con motivo del paro de
1971. (El Espectador)
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Reventando silencios
que salir del campus en una jaula de la Policía, pues su carro fue quemado por los
estudiantes.
La eterna discusión de la izquierda colombiana entre reforma y revolución tuvo su
capítulo en la Nacional de los años 70, a propósito del cogobierno, cuyas eleccio-
nes arrojaron finalmente como apabullantes ganadores a la jupa. Mientras que, en
los profesores, cada una de las dos listas obtuvo un puesto: los profesores y posterio-
res rectores de la Universidad, Víctor Manuel Moncayo y Fernando Sánchez Torres,
elegidos respectivamente por las listas de Los Claustros de profesores de inclinación
de izquierda y la lista de los independientes representaron al cuerpo docente ante el
csu.88
Por su parte, las directivas y la Fuerza Pública también desempeñaron un papel
importante en los vaivenes políticos del movimiento estudiantil. El 7 de abril de 1972,
las Fuerzas Militares y de Policía ingresaron violentamente a las Residencias Feme-
ninas ultrajando y torturando a las estudiantes, en lo que significó una fuerte tensión
entre directivas y uniformados, quienes exigían a la rectoría mayor firmeza en el con-
trol de los estudiantes,89 mientras el rector Jorge Arias de Greiff rechazó el actuar
oficial y presentó su renuncia como protesta ante los hechos. En esta tensión, también
terciaron los estudiantes quienes se enfrentaron días después a la Fuerza Pública en
un acto de auténtico desagravio por la violación a los derechos humanos presentados
en contra de sus compañeras. Carlos Raúl Gutiérrez, estudiante de la época presente
en los sucesos, lo rememora así:
Ese día sí estábamos muy berracos, había gente que llevaba mochilas llenas de
molotov para la marcha, nosotros no salimos a reclamar esa agresión sino a los
dos días, porque los que sabían armar molotov se pusieron a armarlas, las es-
condían en las alcantarillas de la Universidad toda la noche para sacarlas al día
siguiente. La gente se organizó y en el barrio que queda por detrás de la capilla
empezaron a provocar a la Policía y la Policía se fue pa’l barrio y le armaron un
círculo de gasolina a los policías, como a 20, y con una molotov les prendieron
candela y los levantaron a piedra ahí encerrados, les dieron muy duro, y así por
todas partes se fueron armando ese tipo de cosas, todo el mundo estaba en plan
de venganza, al final llegó la caballería por ese barrio detrás de la capilla, y es-
tos empezaban a hacerles frente para que entraran por ese prado hacia la Torre
Administrativa, que ahora es Enfermería. Había muchos árboles allí y eran
como las 6:30 y ya estaba oscuro, entonces todo el mundo pasaba corriendo ha-
cia la rectoría y los de la caballería venían en bloque a cascarles, pero de árbol a
árbol había amarrado alambre, entonces les daba el alambre y caían al piso, ya
lo tenían todo preparado, le fue muy mal esa vez a la Policía.90
Para noviembre del año 72, el nuevo rector, Luis Duque Gómez (1972-1974), cerró
parcialmente las residencias estudiantiles por ocho meses, debido a que ya eran con-
sideradas un foco de agitación violenta, luego del ataque en las residencias Camilo
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Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
Entramos al hospital como cualquiera, como todos los días íbamos, y ya dentro
nos organizamos, después llegó la marcha y nosotros declaramos desde adentro
que nos tomamos el hospital, la marcha llegó a apoyarnos y algunos de los de la
marcha venían a ayudarnos a dirigir el movimiento, entonces a esos los dejamos
45
Reventando silencios
Éramos como 300, eso lo supimos cuando salimos de la cana. Como al lado
quedaba el barrio Policarpa y nosotros teníamos que garantizar la comida, le
dábamos comida a los pacientes, pero esa comida estaba adentro, era el merca-
do del hospital, pero nosotros no comíamos del mercado del hospital, comíamos
nuestra comida que nos la mandaban de la cafetería central, los de Cooperación
Estudiantil,92 entonces la única forma de poder entrar y salir algunas personas
de los que estábamos en la toma, fue esa pantomima que se hizo de una fiesta
en una casa del barrio que duró tres días, entonces habían compañeros que en-
traban y salían por ahí.
46
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
Ahora lo miro así, había una crisis de organización estudiantil muy grave, no
había nada que nos cohesionara, estaba solamente Cooperación, la juco y otras.
Pero a nosotros no nos importaba eso, fuimos medio anarcos en ese sentido.
Digamos, una persona como yo no quería pertenecer a nada. No sé los demás
compañeros, pero éramos anarcos en ese aspecto, no nos dejábamos organizar,
éramos espontáneos, nos organizábamos por grupos de manera espontánea que
terminaron llamándose Combos, había Combos que se ponían nombre.101
47
Reventando silencios
Se armó un mitin ahí al pie de la estatua, yo recuerdo bien quién lo dirigió, era
un dirigente de los comandos Camilistas, él ya se murió entonces puedo decir
el nombre, se llamaba Napoleón, él fue el que dirigió eso. Le amarraron un lazo
y lo tumbaron y Napoleón dijo que a partir de ese día esa plaza no se llamaría
Santander sino Che Guevara.103
El segundo suceso tuvo lugar ese mismo mes de octubre, luego de que una comi-
sión institucional presentara ante el Consejo Académico una valoración del estado
de las residencias estudiantiles. Según esta, los principales problemas estaban rela-
cionados con habitantes que no eran adjudicatarios, atracos al interior y alrededores,
hacinamiento, tráfico de estupefacientes y «casos de homosexualismo».105 Tras estas
valoraciones y sin mediar autorización del rector Luis Eduardo Mesa, el ministro
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Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
Con la llegada del liberal Julio César Turbay Ayala a la presidencia de la Repú-
blica en agosto de 1978, tomó fuerza la legitimación estatal de la represión a los
estudiantes. Al interior de la Universidad ya hacía carrera una respuesta privilegia-
damente represiva a las expresiones de protesta estudiantil, que ahora contaba con
el respaldo del Gobierno, el cual dispuso, a través del Estatuto de Seguridad Nacio-
nal, un fuerte engranaje institucional y militar para perseguir violentamente y sin el
respeto de mínimas garantías a los derechos humanos a los sectores disidentes de las
políticas oficiales.
De hecho, el 30 de mayo, una protesta estudiantil en varias universidades del país
para rechazar reformas económicas y el alza del transporte público, terminó en la
Nacional con el asesinato, por un disparo de la Policía, del estudiante de segundo
semestre de Química y Farmacia Patricio Silva Rúales. Frente al edificio viejo de
Ingeniería cayó muerto el joven proveniente de Ipiales, Nariño, cuyo cuerpo fue
trasladado por sus compañeros a las instalaciones de la Universidad Libre, en pleno
centro de Bogotá, desde donde exigieron justicia por el asesinato y retuvieron al rec-
tor, César Ordoñez Quintero, en medio de una toma multitudinaria. El funeral de
49
Reventando silencios
Patricio Silva se dio tres días después en medio de una inmensa manifestación estu-
diantil.109
Los años del gobierno Turbay estuvieron marcados por la creciente politización
estudiantil y el alza de la violencia, tanto en el ejercicio de la protesta como en
el tratamiento oficial hacia esta. El fortalecimiento del M-19 como guerrilla
urbana a finales de los años 70 y principios de los años 80 se reflejaba inclu-
so entre los estudiantes, donde la militancia de esta organización fue creciendo
y simpatizando con acciones como la toma de la Embajada de la Repúbli-
ca Dominicana en febrero de 1980, a solo unas cuadras de la Universidad; al
interior de la Nacional también tomaban fuerza organizaciones como Empuje-
mos y el fer-Sinpermiso, que intentaban superar el cansancio ante el discurso
marxista-leninista y los ladrillos110 como medio de transmisión de estas ideas
que imperaba en el movimiento estudiantil. Las dos organizaciones fueron una
apuesta por superar un lenguaje que no conmovía más allá de las militancias
políticas y por ensanchar el movimiento estudiantil a partir de la innovación en
los lenguajes, las estéticas y las dinámicas organizativas como la estrategia de
los grupos de trabajo antes que la militancia orgánica.111
Por su parte, la represión contra los estudiantes alcanzó sus picos más altos con el
Estatuto de Seguridad. Estudiantes acusados de pertenecer al pla fueron capturados
entre el 14 y el 26 de octubre de 1978 y sometidos a torturas durante sus detenciones.
El director de Medicina Legal para la época, el doctor Odilio Méndez Sandoval, en su
informe Tortura y Tratos Crueles, concluyó que tras el reconocimiento médico-legal
de 34 estudiantes detenidos en el segundo semestre de 1978 en la Cárcel Nacio-
nal Modelo, Buen Pastor, Brigada de Instrucciones Militares (bim) y los Batallones
Baraya y Ayacucho, 18 tenían «lesiones externas visibles de violencia», lesiones que
en su mayoría fueron producidas por «elementos contundentes» y algunas con ins-
trumentos punzantes; dos estudiantes presentaban «trastornos psicológicos» y a una
estudiante le formuló la «impresión diagnóstica de aborto». El galeno también con-
cluyó que la cronología de las lesiones coincidía con el tiempo de detención.112
Por ejemplo, el estudiante de viii semestre de Medicina, José Omar Escobar Toro,
«presentó escoriación y edemas a nivel del dorso de nariz. Escoriación en dedo medio
mano derecha. Escoriación en quinto dedo mano izquierda. Lesiones producidas por
objeto contundente. Se solicita radiografía de huesos propios de nariz, para descartar
fractura»,113 evidenciando los tratos crueles, inhumanos y degradantes a los que fue-
ron sometidos los detenidos.
La mayoría de los detenidos fueron absueltos luego de ser juzgados en Consejos
Verbales de Guerra.114 Y, aunque sus torturas suscitaron la creación de una Comi-
sión Accidental sobre Presuntas Violaciones a los Derechos Humanos en el Congreso
de la República y el conocimiento del caso por parte de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos (cidh) y de Amnistía Internacional en sus visitas al país, los
50
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
Uno escondía el carné de la Universidad porque en las requisas, que eran todo el
tiempo, y los allanamientos también todo el tiempo, era tenaz ser estudiante de
la universidad, era casi un delito, entonces uno lo escondía para evitar ser agre-
dido, o injustamente detenido o desaparecido.116
Por esos años fue recurrente la intervención violenta de militares y policías con-
tra manifestaciones estudiantiles. Una jornada emblemática se dio el 4 de junio de
1981, cuando cientos de estudiantes ocuparon por cerca de doce horas la Plaza Che
en rechazo al anunciado cierre preventivo del campus por la conmemoración del 8 y
9 de junio; estudiantes y facultades que no solían sumarse a las movilizaciones, como
Odontología, ese día lo hicieron. Así lo recuerdan algunos estudiantes presentes aquel
día en la Plaza:
Se armaron ollas comunitarias con agua de panela, todos traían comida de sus
casas o recuperada del Carulla, las muchachas de residencias colaboraron con
cobijas y con toallas. Se organizaron, eran como dos líneas de vigilancia, era
alrededor de la Universidad, como bordeando todo el perímetro y había otro
más cerquita, que eran los encargados de avisarnos cuando entraran la Policía o
51
Reventando silencios
el Ejército, para que estuviéramos preparados. Como a las 3 y media, por mucho
4 de la mañana, nos empezaron a avisar que habían llegado, entonces llegaron,
nos avisaron y se avisó a las personas sobre sentarnos en la Plaza Che, en el
piso… se hizo un silencio que yo todavía recuerdo, en este momento yo estoy
reviviendo, es un silencio impresionante, cuando Gabriel Quiñones, uno de los
autores de la escultura Amérika, empezó a tocar una flauta dulce y era un soni-
do muy melancólico.117
Imagen 2. Toma de la Plaza Che, 1981. (Nicolás Rudas, La violencia y sus resistencias en
la Universidad Nacional de Colombia, 2019)
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Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
Eso fue bastante violento, uno era corriendo por donde pudiera, a mí me habían
prestado una cobija una muchacha de Boyacá de residencias y yo con la berra-
ca cobija corriendo porque yo era demasiado responsable y dije «no, yo tengo
que devolver esa puta cobija» y yo era corriendo y la gente se tropezaba con las
canecas que habíamos colocado con fuego entre la Biblioteca y el León para
controlar los gases.
Este, como muchos conflictos universitarios, eran resueltos sin mayor mediación.
Las directivas universitarias en varias ocasiones actuaban de manera tajante e incon-
sulta, mientras los estudiantes optaban por las acciones directas para presionar el
debate político-académico. El nombramiento en 1979 del decano de la Facultad de
Derecho, Evelio Daza, es un ejemplo claro de ello. Desde un comienzo, su nom-
bramiento fue rechazado por un sector amplio de los estudiantes, pues su nombre
no figuraba en el sexteto propuesto por los profesores a las directivas,119 a lo que se
sumó un actuar represivo y amedrentador hacia los líderes estudiantiles por medio los
“llamados verbales” de la Decanatura, la expulsión del profesor Raúl Carvajalino y
las denuncias de corrupción en su contra que adelantaba la Coordinadora de Derecho.
Un grupo de estudiantes de la Coordinadora, debido a la poca diligencia de las direc-
tivas ante quienes habían denunciado las irregularidades en septiembre de 1981, el 6
de octubre se tomaron la Decanatura y la llenaron de pintas y mierda de vaca. A lo
que siguió una efectiva investigación por parte del csu que concluyó con la expul-
sión de los estudiantes Hernando Perdomo, Adolfo Rueda, Sara Alieth Vanegas, Jorge
Poveda Zuñiga, Jaime Sierra Avella, Milton Galvis y Álvaro Carreño, estudiantes de
Derecho. y miembros de la Coordinadora, y al estudiante de Economía Germán Sar-
miento.
La respuesta se dio un mes después, cuando el 25 de noviembre un grupo de estu-
diantes, bajo el lema “Pensar es un delito, por eso nos asilamos”, se tomaron la
53
Reventando silencios
A cada uno nos dieron un rol para garantizar el ingreso al edificio, ubicado en
la calle 39 con carrera séptima, esa casona bonita que está todavía en la 39, más
todo el centro comercial que está detrás de la casona. Nos subimos al bus y el
bus hizo por la 13, por la séptima y por toda la séptima para el sur, paró el bus
en la séptima y ahí.
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Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
Se colocó una ambulancia adelante, iba el bus y el plan perfecto era porque
cómo hacer que 30 estudiantes que si entraban a la Universidad iban a ser iden-
tificados, entonces me gustó que alguien se inventó que con las cobijas que nos
tapábamos hiciéramos capuchas y en las capuchas pusiéramos «un». Las cobi-
jas unas servían como ruanas y otras como capuchas, pero hicimos bastantes,
éramos como 13.
Llegamos a la Plaza Che y ahí hicimos muchas capuchas y ruanas y cada estudi-
ante que entraba al bus les poníamos capuchas y ruanas. Por un lado, entraban
sin nada y por el otro salían con capucha y con ruana. Entonces del bus salían
como 80 personas, pero era que por una puerta entraban y salían por la otra dis-
frazados. Los que estábamos comprometidos con el tema teníamos que salir e
inmediatamente encontrarnos afuera, yo tenía sitio con otro compañero pastu-
so ahí en la Olímpica «listo, todo bien, nos vemos», y salimos para la casa cada
uno.122
Imagen 3. Estudiantes hacen la v de la victoria con sus dedos tras la toma de la Embajada
Francesa. (Revista Isítome. Febrero-abril de 1982) Fondo documental Archivos del Búho.
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Reventando silencios
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Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
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Reventando silencios
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Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
Uno tenía que en la Cafetería pedir tiquete, cuidar las colas, eran unos 3000,
4000 almuerzos que se vendían en el día, Cooperación Estudiantil nació porque
Bienestar Estudiantil le daba por atender 1 hora, 2 horas en el día, entonces se
hacían turnos. Por atender 1 hora o la hora y media, la Universidad le daba a uno
los tres golpes: el desayuno, el almuerzo y la comida.129
Los de Cooperación nos regalaban tiquetes a los que sabían que no teníamos ni
tres pesos para desayunar, ni seis pesos para almorzar, ni seis pesos para comer,
porque no había de dónde sacar para comer.131
59
Reventando silencios
Nosotros casi fuimos independientes, cuando nos dimos cuenta nosotros prác-
ticamente manejábamos todo lo que era las cafeterías y también se manejaba
y se cuidaba mucho la inversión en la Universidad como por ejemplo los mer-
cados, porque todo se iba a traer a Abastos, entonces encontrábamos muchos
robos de la parte administrativa de la Universidad, como ahorita está pasando
en la parte de los alimentos para los niños.134 En la cafetería la gente compraba
de segunda y metían por precio de primera y a precios extravagantes. Entonces
nos tocó hacer grupos para ir a Abastos y estar presentes en las compras y en la
fiscalización de estos mercados.135
60
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
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Reventando silencios
No era fácil acceder a ellos, primero porque eran unos cupos limitados, porque,
digamos, era suficiente un determinado número de personas y para acceder sí
había un filtro en donde se procuraba en lo posible que fuera gente afín, primero,
con carencias, que tuviera un perfil mínimo, y gente que tuviera un compromi-
so a nivel político, hablo en este caso una posición definida con una sensibilidad
social, una conciencia de su papel como estudiante más allá de las aulas.139
Las cafeterías eran tan chéveres. Uno podía ir allí, desayunar, almorzar… y
esa era la época de cafeterías, hacer una fila allá de una hora y a veces hasta
avalanchas, pero el ir a la cafetería era gozarla. Evidentemente desayunar era…
62
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
Cada sábado y cada domingo, tenían que ir 4 compañeros a visitar a los presos
políticos. Entonces se hacía el jueves de la solidaridad, que consistía en que se
colocaba a la entrada de las 2 cafeterías, tanto de la nueva como de la antigua,
unas bandejas y se colocaba: «solidaridad: jueves del preso», y la gente entra-
ba, compraba su tiquete y dejaba sus monedas, dejaba su peso ahí, esa plata se
recogía y en ese tiempo los grupos guerrilleros económicamente estaban mal,
no tenían plata, no tenía medios para enfrentar. Nosotros lo que hicimos fue re-
vivirles y darles plata a ellos para que se pudieran mover e impulsar. Esto ayudó
mucho a que estos grupos participaran y allí mismo entonces la gente iba y allí
se formaban.143
Los jueves era el «jueves de solidaridad» con los presos políticos, colocábamos
unas bandejas metálicas, de la misma con que el estudiante recibía su almuer-
zo, y acá colocábamos unos afiches recordando que era el jueves de solidaridad.
El estudiante pagaba los 6 pesos y arrojaba las monedas que quería apoyar en
solidaridad o los billetes. El viernes se colocaba en esta pared cuánto se re-
caudó, y el sábado íbamos a la cárcel Modelo, a la cárcel Picota o a la cárcel el
Buen Pastor a hacer la visita en solidaridad con los presos políticos, muchos de
ellos estudiantes, compañeros nuestros; el sábado era la visita masculina y el
domingo la visita femenina. Entonces en Cooperación Estudiantil, además del
trabajo logístico para que el restaurante funcionara, hacíamos el trabajo políti-
co en solidaridad con los presos políticos. Alrededor de la visita con los presos
políticos se generaban grupos de estudio, grupos de participación, grupos de in-
terés. Entonces este punto tan banal ahora y tan sin importancia, el ingreso a lo
que es hoy el comedor central, era el punto donde el estudiante estrato 0, 1 y
63
Reventando silencios
Colombia estaba llena de presos políticos de las guerrillas y era muy interesante
ver cómo el sábado y el domingo las compañeras y los compañeros hacían lis-
ta para ir a visitarlos a las cárceles. A veces usted decía «yo voy el sábado» y
«no, ya el sábado no hay cupo, pueden entrar 10 personas y ya están inscritos».
Entonces usted decía «bueno, entonces el otro sábado» y pues iban a la visita
oficial de los presos en la cárcel y llevaban la solidaridad que no se reducía al
dinero, sino también conseguíamos libros y otras cosas.
El auditorio León de Greiff fue el otro espacio que Cooperación utilizó para pro-
mover la solidaridad estudiantil con los presos políticos y para generar debate y
encuentro cultural entre estudiantes. Gracias a acuerdos con las directivas, la organi-
zación podía manejar el auditorio, un día a la semana, para desarrollar presentaciones
de artistas nacionales e internacionales de paso por Bogotá y que congeniaban con
el movimiento estudiantil y social de la época. Este espacio era conocido como
“lunes de la solidaridad”146, donde también se recurría a bonos de solidaridad, de
muy bajo costo, para que los estudiantes ingresaran a las presentaciones. A través de
este mecanismo, por el principal auditorio de la Nacional pasaron, entre finales de la
década de los años 70 y la primera mitad de la década de los años 80, artistas como
el Grupo Aymara, de Bolivia, algunos grupos de la Nueva Trova Cubana, los Gaite-
ros de San Jacinto, el Teatro la Candelaria y el cantante Jorge Velosa.147 Una de las
64
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
presentaciones del músico carranguero dejó la siguiente anécdota, recordada por uno
de los estudiantes de Cooperación:
Los cineforos también fueron otro espacio propiciado por Cooperación, como lo
evidencia el siguiente bono de solidaridad que invitaba a la película El rincón de las
vírgenes en el cinema El Bosque:
65
Reventando silencios
Jorge Patiño era el presidente de Cooperación Estudiantil. Para las épocas elec-
torales, Jorge Patiño muere en una explosión dentro de un vehículo en una
estación de gasolina en Villapinzón, camino a Chocontá. Al parecer en una ac-
ción que pretendía sabotear las estaciones satelitales de Chocontá que eran el
corazón de las comunicaciones del país en ese momento.152
Jorge Alberto Patiño, estudiante de Ingeniería, oriundo de Buga, Valle del Cauca y
militante del M-19, perdió la vida de manera instantánea junto a Luis Alfredo Lon-
doño, estudiante de Agronomía, cuando el carro en el que se transportaban explotó
en una estación de servicio en Villapinzón mientras lo tanqueaban. Henry Martí-
nez Pineda, quien resultó herido en el accidente, perdió la vida días después y Darío
Beltrán, estudiante de Ingeniería, resultó gravemente herido. Otros estudiantes de la
Universidad de Los Andes resultaron ilesos y fueron capturados horas después153.
Tras estos sucesos, los estudiantes agrupados en Cooperación renombraron la cafete-
ría central como Cafetería Jorge Patiño.
66
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
67
Reventando silencios
Imagen 8. Mural en la Cafetería Central Jorge Patiño, hoy salón de arquitectura. (El
Rebelde)
Ser presidente de Cooperación era visto por los activistas estudiantiles como un
gran mérito, un reconocimiento al trabajo cotidiano de liderazgo.155 Pero también era
una responsabilidad política y organizativa al interior del movimiento estudiantil, así
como una puja importante entre movimientos políticos y Colonias dentro de Coope-
ración. Durante la década de los años 70 y la primera mitad de los años 80, el M-19
sería el movimiento que mayor representación tendría con respecto a los presidentes
de Cooperación. Por su parte, las provincias sí estuvieron diversamente representa-
das: Felipe Fernández, quien precedió a Jorge Patiño en la presidencia, es oriundo
de Tolima y estudiaba Ingeniería Mecánica; Hugo Salamanca, quien lo sucedió, es
nacido en Duitama, Boyacá y estudió Ingeniería Química. Ricardo Díaz nacido en
Girardot, Cundinamarca y estudiante de Derecho reemplazó a este último, y Jesús
León Patiño “Chucho”, proveniente de Nariño y estudiante de Odontología lo sucedió,
68
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
mientras que a este lo hizo el estudiante de Medicina Abel Sepúlveda Ramos, oriundo
de Neiva, Huila.
La muerte de Jorge Patiño dejó “quemada”, como se dice en el argot del movimiento
estudiantil, a Cooperación Estudiantil y la puso en la mira de los organismos de segu-
ridad del Estado y también de las estructuras paraestatales. La situación llegó a tal
punto que Chucho León sería torturado y asesinado el 9 de mayo de 1984 en Cali,
cuando era presidente de esa colectividad. Igualmente, un mes antes de la reaper-
tura de la un tras el cierre de un año como consecuencia de los sucesos violentos del
16 de mayo, en marzo de 1985 fue asesinado Manuel Francisco Rincón quien, según
el portal Vidas Silenciadas, ocupaba el cargo de presidente de Cooperación en ese
momento.156 Su cuerpo fue encontrado en Bogotá en una casa abandonada del barrio
Las Cruces.157
A pesar de las muertes y la persecución de algunos de sus líderes, Cooperación Estu-
diantil contribuyó a una de las acciones más importantes del movimiento estudiantil
de la un a principios de la década de los años 80: la toma de las residencias estudianti-
les, edificaciones que llevaban años sin ser utilizadas. Así lo recuerda un expresidente
de Cooperación:
69
Reventando silencios
Notas al final
70
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
71
Reventando silencios
43. csu, «Resolución 1. Acta 1 del 18 de enero de 1977» (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 1977).
44. Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá, «Componente Patrimonial. Plano
General de la Ciudad Universitaria Arquitecto “Leopoldo Rother” 1939» (Bogotá: Universi-
dad Nacional de Colombia, 1939), 25.
45. Taller Colectivo de Memoria (2019).
46. Oficina de Planeación, Boletín de Estadística 1976 (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 1977).
47. Valores incluidos para el primer semestre de cada año.
48. Oficina de Planeación, Boletín de Estadística 1977 (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 1978), 6.
49. José Joaquín Benavides, entrevista de Archivos del Búho y Giacomo Piasini, 2020.
50. «La “U” preferida por Bachilleres». El Espectador, enero 27, 1978.
51. Oficina de Planeación, Boletín de Estadística 1978 (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 1979), 5.
52. Frente Estudiantil Revolucionario Sinpermiso (fer-sp), «Conclusiones Primer Semina-
rio Nacional» (1979), 4
53. Oficina de Planeación, Boletín 1978, 21.
54. Oficina de Planeación, Boletín 1978, 35.
55. Mauricio Archila, «El movimiento estudiantil en Colombia. Una mirada histórica»,
Revista del Observatorio Social de América Latina xiii, núm. 31 (mayo 2012): 72-103.
56. Archila, «El movimiento estudiantil», 77.
57. Miguel Ángel Beltrán, «La Federación de Estudiantes Colombianos (fec) y las luchas
universitarias bajo la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla», Cardinalis 10 (2018):
16-40.
58. Beltrán, «La Federación de Estudiantes Colombianos», 20-23.
59. Beltrán, «La Federación de Estudiantes Colombianos», 23-24.
60. Francisco Leal Buitrago, «La frustración política de una generación. La universidad
colombiana y la formación de un movimiento estudiantil 1958–1967», Desarrollo y sociedad
6 (julio 1981): 299-325.
61. Archila, «El movimiento estudiantil», 77-78.
62. Gómez-Agudelo, J., «Ambos venimos de morir: Susurros acechantes del estudiante
caído» (Tesis doctoral, Universidad de Manizales, 2019).
72
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
63. Mario Peña Aguilera, «Caída de Rojas Pinilla: 10 de mayo de 1957», Red Cultural del
Banco de la República, accedido noviembre 30, 2020, https://www.banrepcultural.org/biblio-
teca-virtual/credencial-historia/numero-117/caida-de-rojas-pinilla-10-de-mayo-de-1957.
64. Cabe resaltar que dicha construcción, hasta el día de hoy, continúa inconclusa. Fuente:
Sebastián Flórez, «Entre la Soledad y el Recuerdo. Las memorias del Movimiento Estudiantil
sobre el 16 de mayo de 1984 en la Universidad Nacional de Colombia (1984–1991)» (Tesis de
maestría inédita, Universidad de la Plata).
65. Leal Buitrago, «La frustración política de una generación», 305.
66. Jaime Caycedo, «Los estudiantes y las crisis políticas», Documentos políticos (1979): 90.
67. Nicolás Rudas, «La violencia y sus resistencias en la Universidad Nacional de Colombia.
Seis décadas de revolución y democracia en el campus» (Universidad Nacional de Colombia,
2019), 73, 84, 85, 102.
68. Gómez-Agudelo, J., «Ambos venimos de morir», 36.
69. Leal Buitrago, «La frustración política de una generación».
70. Darío Villamizar Herrera, Las guerrillas en Colombia. Una historia desde los orígenes
hasta los confines (Bogotá: Penguin Random House, 2017).
71. Sebastián Flórez, «Entre la Soledad y el Recuerdo. Las memorias del Movimiento Estu-
diantil sobre el 16 de mayo de 1984 en la Universidad Nacional de Colombia (1984–1991)»
(Tesis de Maestría inédita, Universidad de la Plata).
72. Nicolás Rudas, «La violencia y sus resistencias en la Universidad Nacional de Colom-
bia».
73. Juventud Patriótica.
74. Nicolás Rudas, «La violencia y sus resistencias en la Universidad Nacional de Colom-
bia», 108.
75. Nicolás Rudas, «La violencia y sus resistencias en la Universidad Nacional de Colom-
bia», 114.
76. Camilo Torres, «Mensaje a los estudiantes», Periódico Frente Unido núm. 9, octubre 21,
1965, recuperado de: http://www.archivochile.com/Homenajes/camilo/d/H_doc_de_CT-0033.
pdf
77. Nicolás Rudas, «La violencia y sus resistencias en la Universidad Nacional de Colom-
bia».
78. El Tiempo, 5 de marzo de 1967.
79. Patricia Lara, Siembra vientos y recogerás tempestades. La historia del M-19, sus prota-
gonistas y sus destinos (Bogotá: Planeta, 2002).
80. Leal Buitrago, «La frustración política de una generación».
73
Reventando silencios
81. García y Rodríguez, «Entrevista a Luis Guillermo Vasco Uribe». Luguiva, http://www.
luguiva.net/articulos/detalle.aspx?id=60.
82. García y Rodríguez, «Entrevista a Luis Guillermo Vasco Uribe». Luguiva, http://www.
luguiva.net/articulos/detalle.aspx?id=60.
83. Cuadro realizado con base en los datos de: Rudas, «La violencia y sus resistencias en la
Universidad Nacional de Colombia».
84. María Eugenia Vázquez Perdomo, Escrito para no morir: bitácora de una militancia
(Bogotá, Alcaldía Mayor de Bogotá, 2000), 72.
85. Lara, Siembra vientos y recogerás tempestades.
86. Vázquez Perdomo, Escrito para no morir.
87. El cogobierno estaba conformado de la siguiente manera: 1. El ministro de educación
nacional o el rector de la universidad, quien lo presidía. 2. Dos decanos de las facultades de
Bogotá, elegidos por los decanos y directores de departamentos de esta sede. 3. Dos decanos
de las sedes Medellín, Manizales y Palmira, elegidos por los decanos y directores de departa-
mentos de esas sedes. 4. Dos profesores de la universidad, elegidos por la totalidad del cuerpo
docente. 5. Dos estudiantes con matrícula o registro vigentes, elegidos por los estudiantes 6.
Un exalumno de la universidad con su respectivo suplente, designado por los anteriores miem-
bros del Consejo. (Diario Oficial, 16 de noviembre de 1971). Tomado de Rudas, «La violencia
y las resistencias en la Universidad Nacional de Colombia», 128.
88. Nicolás Rudas, «La violencia y sus resistencias en la Universidad Nacional de Colom-
bia».
89. El Tiempo, 13 de abril de 1972.
90. Carlos Raúl Gutiérrez, entrevista de Archivos del Búho, 2019.
91. Nicolás Rudas, «La violencia y sus resistencias en la Universidad Nacional de Colom-
bia», 139.
92. Sobre esta experiencia en particular se refiere el siguiente apartado, dada su riqueza
política y gremial.
93. Gutiérrez, entrevista, 2019.
94. «En La Hortúa los pacientes se mueren con paro o sin paro», Cromos, 4 al 10 de junio,
1975, 86-87.
95. Benavides, entrevista, 2020.
96. «La U al rojo vivo», Cromos, 11 al 17 de junio, 1975, 4-5.
97. «Normalidad en la U», El Bogotano, 23 de junio, 1975, 3.
98. Gerardo Bazante, Los sueños no se mortajan con la muerte (Bogotá: Punto de encuen-
tro, 2019), 73.
74
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
99. Estructura político-militar surgida al interior del epl y que luego se constituyó como una
organización independiente.
100. En homenaje al estudiante Patricio Silva asesinado por el Ejército al interior del cam-
pus de la Nacional en 1978.
101. Antonio Manrique, entrevista de Archivos del Búho, 2019.
102. Vázquez Perdomo, Escrito para no morir, 90.
103. Gutiérrez, entrevista, 2019.
104. El Tiempo, «17 de octubre de 1976»; Nicolás Rudas, «La violencia y sus resistencias en
la Universidad Nacional de Colombia».
105. Consejo Académico, 14 de octubre de 1976, citado en Rudas, «La violencia y sus resis-
tencias en la Universidad Nacional de Colombia». El resaltado es nuestro y permite evidenciar
la manera estigmatizante con que se valoraba la situación de las residencias.140.
106. El Tiempo, 17 de octubre, 1976.
107. Benavides, entrevista, 2020.
108. Benavides, entrevista, 2020.
109. Luis Higuera, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
110. Así se conocía en el lenguaje estudiantil a los comunicados políticos cargados de teoría
marxista de algunas organizaciones.
111. Exintegrante del Grupo de Trabajo Trinchera, Taller.
112. Odilio Méndez, «Tortura y tratos crueles» (Bogotá: Comité de Solidaridad con los
Presos Políticos, 1980).
113. Jorge Villegas, El Libro negro de la represión 1950-1980 (Bogotá: Fundación para la
investigación y la cultura, 1980), 228.
114. Durante la aplicación de los diferentes Estados de Sitio los militares adquirieron la
potestad de juzgar a civiles, conllevando graves violaciones al derecho a la defensa de los pro-
cesados. Durante esta década decenas de estudiantes de la Nacional fueron condenados por
este mecanismo de la Justicia Penal Militar, acusados de pertenecer a grupos insurgentes o por
su participación en jornadas de protesta.
115. Cifras tomadas de la base de datos de Violaciones de Derechos Humanos Registradas
por el Movimiento Estudiantil del proyecto Archivos del Búho.
116. Elizabeth Díaz, entrevista de Archivos del Búho, 2015; Jaime León, entrevista de Archi-
vos del Búho, 2020.
117. Taller Colectivo de Memoria (2019).
118. Taller Colectivo de Memoria (2019).
75
Reventando silencios
119. «Historia de unos hechos ocurridos en la Universidad Nacional», Isítome núm. 3 (abril
1982).
120. Padre de Carlos Holmes Trujillo, ministro de Defensa del gobierno de Iván Duque entre
2019 y 2021.
121. Taller de memoria, 10 de octubre del 2019.
122. Taller Colectivo de Memoria (2019).
123. Taller Colectivo de Memoria (2019).
124. csu, «Acuerdo 74. Acta 27 de 12 de Junio de 1968» (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 1968).
125. csu, «Acuerdo 74. Acta 27 de 12 de Junio de 1968», 74.
126. Dicho reglamento debía ser avalado por la División de Bienestar y ratificado en una
resolución del csu: Acuerdo 74 de 1968.
127. Salamanca, entrevista, 2016.
128. Higuera, entrevista, 2015.
129. Hugo Salamanca, entrevista de Archivos del Búho, 2017.
130. 2do Taller Colectivo de Memoria (2019).
131. Díaz, 2do Taller Colectivo de Memoria (2019).
132. Salamanca, entrevista, 2017.
133. csu, «Acuerdo 74. Acta 27 de 12 de Junio de 1968».
134. Se refiere a las irregularidades de corrupción asociadas al Programa de Alimentación
Escolar (pae) que brinda actualmente alimentación a los estudiantes de los colegios públicos
de todo el país.
135. Salamanca, entrevista, 2016.
136. Conversación personal con Luis Higuera (Líder de Cooperación Estudiantil), abril de
2020.
137. Gutiérrez, entrevista, 2019.
138. Higuera, entrevista, 2015.
139. Benavides, entrevista, 2020.
140. Salamanca, entrevista, 2017.
141. Guillermo Martínez, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
142. Higuera, entrevista, 2015.
143. Salamanca, entrevista, 2016.
144. Higuera, entrevista, 2015.
76
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular
77
CAPÍTULO 2
Las residencias universitarias:
símbolo de vida y resistencia
Adriana Yaneth Martínez Correales
Estudiante de Estudios Literarios y Física de la UN
E
n Colombia, 1982 fue uno de esos años llenos de altibajos para la
oposición política. Para empezar, este fue el año en que culminó el perio-
do de gobierno de Julio César Turbay Ayala, el cual se había caracterizado
por la represión y violencia ejercidas contra los sectores disidentes de la
política oficialista, a través del Estatuto de Seguridad Nacional, por el cual el sec-
tor estudiantil se vio altamente afectado. Esta situación dio un giro cuando Belisario
Betancur (1982-1986) llegó a la presidencia y, en contraste con el Gobierno prece-
dente, dirigió su mandato hacia un intento de negociación con las guerrillas del M-19,
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (farc) y el Ejército Popular de
Liberación (epl). Sin embargo, aunque el gobierno de Betancur implementó diver-
sas políticas para la consolidación de la paz, dicho intento falló más pronto de lo
esperado. Además, durante su mandato, un sector de la derecha —conformado, en-
tre otros actores, por miembros de la Fuerza Pública, grupos de autodefensa y grupos
paramilitares financiados por el narcotráfico— fortaleció sus acciones de persecución
contra las agrupaciones guerrilleras y la población civil, a quienes supuestamente
buscaban proteger. De este modo, ya más entrada la década, con el incremento de la
violencia política se rompió la posibilidad de un acuerdo de paz entre el Estado y los
movimientos insurgentes.
79
Reventando silencios
En ese contexto, el estudiantado también fue testigo y víctima de la gran ola de vio-
lencia que, desde años atrás, estaba azotando al país debido al fortalecimiento de las
organizaciones paramilitares que actuaban bajo el discurso de la autodefensa y la
contrainsurgencia, en el cual la universidad pública era percibida como foco de esa
oposición insurgente que debía mitigarse.
80
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia
Caso Colectivo 82
Para empezar a entrar con detalle en el panorama anterior hay que aclarar que Colec-
tivo 82 es el nombre dado al conjunto de desapariciones que ocurrieron entre el 4 de
marzo y el 15 de septiembre de 1982: Pedro Pablo Silva Bejarano y Orlando García
Villamizar (4 de marzo), Samuel Humberto San Juan Arévalo y Alfredo Rafael San
Juan Arévalo (8 de marzo), Edgar Helmut García y Rodolfo Espitia (18 de agosto),
Gustavo Campos Guevara (23 de agosto), Hernando Ospina Rincón (11 de septiem-
bre), Rafael Guillermo Prado Useche (12 de septiembre), Edilbrando Joya y Francisco
Antonio Medina (13 de septiembre), Bernardo Heli Acosta Rojas y Manuel Darío
Acosta Rojas (15 de septiembre). En total fueron 13 los desaparecidos, quienes tenían
entre 21 y 39 años. Ocho de ellos eran estudiantes de la Universidad Nacional de
Colombia y de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas Santander. Los días
en que ocurrieron las desapariciones, las 13 personas fueron intervenidas por agentes
del F-2 que actuaban bajo las órdenes del entonces comandante Nacín Yanine Díaz,
por lo que se presenta a esta entidad estatal como presunta responsable del crimen.
Para mediados de los años 70, la transformación de los escenarios en los cuales el
conflicto armado tenía lugar terminó por desencadenar la concreción de nuevas moda-
lidades represivas que incluyeron la tortura y la desaparición por parte de actores
estatales y paraestatales, con el fin de frenar la creciente «amenaza subversiva».7 Las
guerrillas que, como el M-19, optaron por llevar la confrontación armada al entorno
urbano, gracias al inconformismo político que se manifiesta en estallidos sociales
—como el Paro Nacional de 1977—, fueron blanco de una respuesta estatal secun-
dada por organizaciones paraestatales, financiadas parcialmente por los carteles de
narcotráfico, que también estaban siendo atacados por las insurgencias mediante el
secuestro de sus integrantes o familiares.
Esta respuesta estatal incluyó, para 1978, la implementación del Estatuto de Segu-
ridad de Turbay Ayala, el cual obligó a las Fuerzas Militares a detener cualquier
81
Reventando silencios
82
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia
En octubre de 1981, los menores -de muy pocos años- Zuleika, Yidit y Xioux
Álvarez fueron secuestrados en Bogotá. Estos eran hijos de un narcotrafican-
te que posteriormente sería condenado en Estado Unidos. Se rumoró que este
señor contrató gente para que se diera a la tarea de encontrar a sus hijos, lo cual
no lograron, pero sí dieron con la pista de los secuestradores. Al parecer era un
grupo de muchachos vinculados con uno de los movimientos «revolucionarios»;
entre ellos había estudiantes de la Universidad Nacional. Como después deduje
los jóvenes desaparecidos cayeron en manos de los «investigadores privados».
Nunca aparecieron. Alguna vez me dieron la versión de que habían sido monta-
dos en una avioneta y lanzados luego al vacío.10
Sin embargo, la información recopilada desde el momento del crimen hasta ahora
no permite entablar con certeza un vínculo entre los desaparecidos del Caso 82 y el
frup.11 Es cierto que en 1982 «había un fervor político dentro de la Universidad, esta-
ban casi todos los grupos políticos y militares […] estaba presente el epl, las farc,
Quintín Lame, M-19, elenos, entre otros. Había una fuerza social, se sentía y creía en
ella»,12 lo que generaba en los estudiantes un compromiso con la lucha social y polí-
tica. No obstante, aunque el secuestro de los niños Álvarez y su posterior retaliación
hacia el frup coinciden temporalmente con las desapariciones del colectivo, no es
posible afirmar que los 13 jóvenes fueran parte de esta u otra estructura armada, ni
83
Reventando silencios
que fuesen responsables del nefasto hecho. Por lo tanto, no es posible tampoco afir-
mar que este fuese el verdadero motivo de su desaparición.13
Los sucesos descritos anteriormente fueron solo la muestra de lo que sucedería pos-
teriormente en toda Colombia. Estas fueron las primeras desapariciones sistemáticas,
similares a las hechas por las dictaduras del Cono Sur, que anteceden y marcan el ini-
cio de los actos paramilitares y de represión estatal que más adelante golpearon al
país.
84
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia
Cuando secuestraron a Martha Nieves Ochoa, la hija del clan Ochoa, de los
narcos, ellos crearon el mas. Digamos que eso fue como los orígenes de los
paramilitares. A base de torturas ellos lograron confesiones e hicieron desapa-
riciones, torturas y asesinatos. Era como una cacería de brujas, cogían a más
personas y más personas y las iban matando, y se nombraron Muerte a Secues-
tradores (mas). Se cantaba esa arenga siempre, no por algo específico, siempre,
cualquier pedrea, marcha o cualquier concentración pues uno decía eso porque
era como que no les teníamos miedo, que no nos iban a asustar, no importaba
que nos siguieran matando no íbamos a parar. Por eso era «ni por el mas, ni por
el menos, ni por el putas retrocedemos».19
El mas fue una organización paramilitar creada y financiada por el clan Ochoa, reco-
nocidos narcotraficantes, a finales de 1981 en Medellín, tras el secuestro de Martha
Nieves Ochoa por parte del M-19. Esta organización cometía actos de secuestro, ase-
sinato y desapariciones, reclamando una justicia propia. De acuerdo con un informe
de la Procuraduría, esta estructura tenía dentro de sus integrantes a varios agentes del
Estado.20
Varias fueron las maneras que tuvieron los estudiantes para rendir un homenaje al
maestro tras su asesinato. Entre estas, destacan las publicaciones de revistas estu-
diantiles como Punto de partida e Isítome, que incluían desde poemas hasta artículos
completos en honor al docente:
¿Cuánto valor hace falta para asesinar a un profesor honrado? ¿Cuánto para
hacer desaparecer un estudiante? ¿Quién puede llamar por el nombre, sin aver-
gonzarse, al asesino de la dignidad humana? ¿Cómo recordar a Alberto Alava,
nuestro profesor, muerto de dos disparos por empeñarse en ser un hombre
libre?21
85
Reventando silencios
Ilustración 10. Nota dedicada a Alberto Alava, después de su asesinato, en el Boletín n.°24
del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos. (Fondo documental Archivos del Búho).
86
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia
87
Reventando silencios
Ese día nos dividimos en varios grupos de acción, cada grupo como responsable,
y en determinado momento, como no había WhatsApp, sino que había pólvora
de los pueblos, por eso digo que éramos de provincia. Cuando sonó la pólvora
por el lado del estadio, era la señal de que debíamos irnos cada responsable del
grupo con su grupo a tomarnos las residencias.30
Imagen 11. Recuperación de las residencias estudiantiles en la un, 1982. (El Espectador,
tomada de Más luces que sombras, Álvaro Perea Chacín, 2007)
88
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia
89
Reventando silencios
Una vez tomadas las residencias, debieron adecuar los edificios de la Unidad Camilo
Torres y Gorgona para recibir cerca de 2.000 estudiantes. Allí fue central el aporte de
los trabajadores de la Universidad, quienes contribuyeron encendiendo las calderas
para suministrar agua caliente a todos los baños, además de arreglar las tuberías des-
gastadas por el óxido.35
Con la llegada masiva de estudiantes que esperaban dejar de pagar un arriendo, de
estudiantes de otras universidades de Bogotá36 e incluso sus familias y personas aje-
nas a la institución, los edificios de Gorgona y la Unidad Camilo Torres no dieron
abasto para tan alta demanda. Debieron entonces, durante el segundo semestre de
1983, después de haber estabilizado la toma de Gorgona y de ubicar a sus residentes,
adelantar la ocupación de las residencias Antonio Nariño, que posteriormente fue-
ron renombradas por los estudiantes en conmemoración del profesor Alberto Alava y
que, a diferencia de las primeras, se encontraban al interior del campus universitario,
en el edificio 214, donde ahora funciona el Departamento de Lingüística, cerca de la
entrada de la Universidad por la calle 26.
Cabe añadir que, a pesar de que la administración de Sánchez Torres durante este
periodo ya estaba adelantando el trabajo de adjudicación de las residencias, varios
estudiantes se alojaron allí por la fuerza antes de lo establecido, por lo que esta misma
señaló que dichos actos constituían una «ocupación atropellada e inconsulta por parte
de algunos estudiantes».37 Sin embargo, en la misma acta reiteró que la respuesta a
estas acciones sería pacífica y paulatina.
90
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia
entonces residentes, que al intentar dialogar con los ocupantes recibía rechazos per-
manentes:
Logré que nos reuniéramos como 10 o 12, éramos como la mitad, casi que
fue uno por torre, yo no me acuerdo dónde era que nos reuníamos y me dicen
«qué es lo que necesita», y yo «no, mano, pues la vaina de legalización de las
residencias», entonces «cómo así, no, nosotros no estamos interesados en eso,
esto no es problema de nosotros».39
Aún con esos debates constantes, las negociaciones avanzaron hasta que finalmente,
por medio del Acuerdo 32 del csu del 11 de abril de 1984, casi 10 meses después de
iniciadas las negociaciones, se reglamentó un acuerdo sobre el funcionamiento de
las residencias universitarias. Allí se establecieron comités para su adjudicación y
manejo, integrado por representantes de los estudiantes alojados, distribuidos entre
mujeres, solteros y casados para cada una de las funciones administrativas y así poder
participar de la gestión de estas, como ya venían haciéndolo en el comedor universi-
tario por medio de la figura de Cooperación Estudiantil.
Estos acuerdos estabilizaron la permanencia de quienes ya llevaban casi dos años
residiendo en Gorgona, pero también implicó la toma de grandes decisiones, sobre
todo en cuanto a la logística de la formalización ante la Universidad, como lo descri-
ben quienes allí estaban. Fernando Sánchez Torres, en un comunicado emitido el 2
de abril de 1984,40 solicitó a los residentes un desalojo temporal de las instalaciones
para que la administración pudiera «reordenarlas» del 9 al 22 de abril, como parte del
acuerdo establecido para la legalización de estas. Sobre esto, Luis Higuera, uno de los
negociadores cuenta que:
91
Reventando silencios
92
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia
más grandes, que contaban con baño propio y un balcón, se asignaron a los casa-
dos, parejas de estudiantes que tenían hijos. Los pisos del Gorgona se dividieron por
Colonias o Combos, como les llamaron. El segundo y tercer piso para los vallunos, el
último para los anarcos. Allí, algunas de las habitaciones eran para uso individual y
otras, en su mayoría, colectivas.44
Imagen 12. Habitación de las Residencias Femeninas, década de los 80. (Archivo personal
de Elizabeth Díaz - Fondo documental de Archivos del Búho)
A partir de ese momento, las residencias se hicieron mixtas, ya que las Femeninas no
lograban dar abasto a la gran cantidad de personas que necesitaban vivienda. Incluso,
hubo mujeres que abandonaron su habitación para trasladarse a Gorgona, pues allí
podían convivir con su pareja, sus hijos y familia.
Las Residencias Femeninas quedaban en el edificio hoy llamado Manuel Ancízar.
Originalmente, vivían mujeres estudiantes en habitaciones acopladas para una o tres
personas, tenían salas comunes, como la de lavado, y su organización estaba regida
93
Reventando silencios
por las reglas impuestas por la Universidad. Así lo recuerda Pilar Bazurto, habitante
de las Residencias Femeninas:
94
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia
niños en el que se organizó un evento para disfrazar a cada niño y darles regalos, un
acto que fue muy significativo para ellos.49
Imagen 13. Niños en las residencias. (Fondo documental de Archivos del Búho)
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Reventando silencios
Esta lógica regional llegó incluso a salir de la Universidad a otros escenarios del país.
En varias oportunidades, cuando cerraban la Universidad, los estudiantes se seguían
reuniendo en sus regiones de la misma manera en que lo hacían por Colonias dentro
de la Universidad, con el ánimo de seguir impulsando la dinámica política y cultural.
Imagen 14. Mural realizado por los estudiantes de provincia en Duitama, 1984. (Archivo
personal de Hugo Salamanca - Fondo documental Archivos del Búho. )
También los Combos gestionaban grupos de estudio que les permitían a los estu-
diantes adelantar o complementar sus estudios e incluso aprender sobre cosas que
eran de interés común. Según un residente, en los pasillos se observaban carteles
96
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia
pegados con el aviso de «¿Tiene problemas con estadísticas? Vaya al salón doscien-
tos tal, de tal edificio», por lo que afirma que se sentía un ambiente muy acogedor.51
Tanto era el ambiente cultural, que los estudiantes no solo se apropiaron de las resi-
dencias, sino también de múltiples espacios aledaños a la Universidad como “el
castillo” por la entrada de la 26 o “el hueco” por la 45. Lugares donde, después de
clase, se reunían para hacer concursos de baile y luego salir juntos hacia las residen-
cias.52 Así lo recuerda Luis Higuera:
No teníamos plata con que emborracharnos, los del piso, los del ala nuestra no
teníamos pa’ nada, pero buscábamos la ocasión y la manera. Por ejemplo, la úl-
tima semana de diciembre, cada facultad hacía una fiesta de despedida y, una
vez íbamos un par de pendejitos pa’ residencias cuando dice «muchachos, ven-
gan» y fuimos hasta allá y una olla llena de cerveza, «si la quieren, llévesela»,
nos fuimos y qué problema para encontrar una olla grande, nos fuimos cada uno
con una olleta, una jarra, y todos así para que no se nos cayera la cerveza, ese
fue el día que hicimos una fiesta, pero allá se quedó la mayoría porque no tuvi-
mos cómo llevarla. No era tan frecuentes, pero se hacían cosas para vivir y no
estar muertos.53
Estos eventos, junto con los que realizaba la Universidad, hacían una agenda cultu-
ral completa para quienes vivían en residencias y tenían la oportunidad de disfrutar.
Todos los sábados, sin falta, sobre las tres y media de la tarde, estudiantes de Gorgona
y Femeninas se dirigían al auditorio León de Greiff para escuchar a la Orquesta Filar-
mónica de Bogotá, dirigida por el maestro búlgaro Dimitar Manolov.
A pesar de que los conciertos eran cada ocho días en Bogotá, es importante re-
cordarlo porque la música de cámara era algo a lo que la gente popular solamente
tenía acceso si era estudiante de la Universidad Nacional. Solo así teníamos la
posibilidad de acceder a esos conciertos del auditorio León de Greiff, de lo con-
trario ¿un estudiante de provincia cómo iba a pagar un concierto? Ir al Teatro
Colón para escuchar música de cámara era inaccesible.54
97
Reventando silencios
Los diferentes rasgos culturales, dados por la diversidad de los estudiantes, también
les permitió solventar problemas generados por la falta de recursos de la mayoría de
los que vivían en las residencias, pues, al venir la mayoría de zonas rurales, muchos
de ellos no tenían cómo costear una alimentación fuera de la que ofrecía la cafetería
central. Un ejemplo de esto es la siguiente anécdota que recuerda Hugo Guanumen:
Cuando estábamos viviendo en las residencias, la gente se dio cuenta que en las
noches la policía dejaba solo el lote y un día dijeron: ¡bueno, vamos para la fin-
ca, vamos a ordeñar las vacas! Los estudiantes se organizaron, se calzaron sus
botas pantaneras, sus ruanas, su sombrero y se fueron a ordeñar las vacas. Saca-
ron la leche y le repartieron a todo el mundo por un par de semanas. Por sentido
social y colectivo, primero se repartía a los casados que vivían con niños, luego
a los que tenían una cocineta en la misma pieza y hacían su desayuno y almuer-
zo y hasta quedaba para repartirse a otros bloques de residencias.
Como a los 20 días, cerraron por varios días la cafetería de la Universidad, en-
tonces los estudiantes de provincia no tenían dónde comer, y en esa situación,
por los pisos empezó a correr la propuesta de ir a la finca a buscar comida. Se
organizaron grupos de 3 o 4 estudiantes y primero fueron por una oveja y la
sacrificaron para utilizar la carne, cuando se acabó la carne de la oveja, se dieron
cuenta que una oveja era muy pequeñita para alimentar tantos estudiantes, en-
tonces hubo que acudir a una vaca.
La vaca se llevó a uno de los bloques del edificio Camilo Torres y tuvo que
subir hasta el último piso por todas las escaleras, viva, ella muy obediente, subió
hasta el quinto piso y allá se sacrificó, y con esa res se alimentó al estudiantado
tal vez por una semana. Ese día comenzaba el fin de semana, era puente y había
carne a la llanera pa’ todo el mundo. A raíz de eso, la gente se reunió a tocar, a
compartir y a hacer diferentes actos políticos. Después se supo que el ganado
estaba enfermo y lo tenían era en cuarentena.56
Con lo anterior se puede ver que en las residencias no solo se manifestaban actos de
protesta, sino también de solidaridad. Es por ello por lo que, con su recuperación, la
actividad y la movilización estudiantil aumentaron, siendo estas uno de sus mayores
puntos de gestación.57
El carácter político de la toma de las residencias, así como de todas las acciones a
título del movimiento estudiantil, caracterizaron a estos años en los que la Universi-
dad se llenó de vida. Un ejemplo de esa unión cultural y política fue la instalación de
cruces que se llevó a cabo en la llamada Playita, con el fin de simular un cementerio o
camposanto, en conmemoración de todos los desaparecidos.
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Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia
Imagen 15. Simulación del cementerio o camposanto que llevaron a cabo estudiantes de la
un en conmemoración de quienes habían sido asesinados o desaparecidos. (Fondo Archivos
del Búho. Archivo personal de Hugo Salamanca)
99
Reventando silencios
Amnistía del 82
Este proceso de amnistía inició, a nivel nacional, con los diálogos de paz que
emprendió el presidente Belisario Betancur con las guerrillas, de los cuales resultó la
firma del Acuerdo de la Uribe con el que se buscaba el cese al fuego bilateral. Estos
diálogos fueron apoyados por la aprobación de la Ley 35 del 20 noviembre de 1982,
la cual daba la amnistía a los presos políticos que eran miembros de alguna de las gue-
rrillas, confiriéndoles nuevamente su libertad. Esto también permitió, posteriormente,
la creación de partidos políticos como la Unión Patriótica (up), A Luchar y Alianza
Democrática M-19, como inicio de una apertura democrática.60
Fue a partir de ese momento que el presidente inició diálogos de paz, principal-
mente con el M-19 y las farc-ep. Pero estos fracasaron por la forma en que había sido
formulada la amnistía legalmente, ya que, aunque en un principio no exigía la desmo-
vilización obligatoria de los integrantes de los movimientos insurgentes, en el artículo
7 aumentaba la pena dada por el porte ilegal de armas. Esto último era visto como un
obstáculo por los grupos guerrilleros, pues se sentían presionados por el Estado; lo
veían como una herramienta de control y no de consolidación de paz. Esto, sumado
a la oposición en contra de la firma de los acuerdos de paz generada por los narcotra-
ficantes, paramilitares y las Fuerzas Armadas que consideraban inviable la decisión
del presidente, debido a la posible concesión de un lugar en las urnas para los grupos
insurgentes,61 ocasionó el cese de los diálogos y un retorno en 1985 al estado de gue-
rra anterior.62
La amnistía también llegó a verse reflejada en el ámbito académico. En el marco del
reintegro de los exmilitantes a la sociedad, el rector Fernando Sánchez Torres permi-
tió el reingreso y la entrada a la Ciudad Universitaria de estudiantes que pertenecieron
a estos movimientos, como apoyo al proceso social y al intento de paz y reparación
que fomentaba la amnistía.
Con el fin de generar las condiciones favorables para aplicar la amnistía políti-
ca a estudiantes y su vinculación a la Universidad, se definieron los criterios que
permiten estudiar solicitudes remitidas por quienes se han acogido a la Ley 35
de 1982. A 10 de junio de 1983 el Consejo Superior ha autorizado 17 reintegros
y 8 ingresos distribuidos en las diferentes Facultades de la Universidad. El cupo
total dispuesto por la Universidad para estos estudiantes corresponde al 5% del
total de cupos para todas las carreras, que equivale a 180 plazas.63
100
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia
Esa paz a la que invitó el rector de la Universidad no duró mucho tiempo, pues este
tropel vaticinó lo que pasaría poco tiempo después, el 16 de mayo de 1984; el 7 de
octubre fue el primer tropel en el que tanto la Fuerza Pública como algunos estudian-
tes utilizaron armas de fuego durante el enfrentamiento.
Bueno, pues yo estuve cerca y algo que me impresionó, por decirlo así, fue la
frialdad de la policía para disparar, para matar, porque realmente parecía que
solo buscaban eso, ver cómo caían compañeros heridos y seguían disparando,
luego los disparos de los compañeros… después uno se pregunta si valió la
pena, si existía justificación de parte y parte. A nivel de la policía no existía jus-
tificación para que disparara. A nivel de los estudiantes uno se cuestiona, o yo
me cuestioné, qué pasa, qué está pasando con nosotros.65
101
Reventando silencios
102
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia
Sin embargo, la situación empezaba a salirse de control. Según los relatos de estu-
diantes de la época,
Las dificultades internas con respecto al orden y la seguridad a las que se enfrentaban
los estudiantes propiciaban la persecución de líderes estudiantiles, como es el caso de
Chucho León, líder con mucha influencia en ese momento, o a quienes conformaban
Cooperación Estudiantil, organización que estaba bajo su liderazgo. Esto también
103
Reventando silencios
Las camas tenían un larguero que era una varilla metálica, y nos armamos
de varillas y salimos a ver esto que estaba lleno de policías y el comandan-
te del operativo estaba disparando con su revólver, pero digamos eran unos 15
policías, y creo que salimos por ahí unos 200 estudiantes, todos al tiempo, to-
dos con una varilla que nos defendía y nos botamos a repeler el ataque de la
policía. Esta portería no existía y esa reja tampoco, la policía corre hacía allá,
otros corren hacia allá, y entonces un policía se queda detrás de un poste de es-
tos, quedó como solo, entonces un compañero mío, que se llama Hugo, y yo,
nos venimos a capturar a ese policía porque en esos enfrentamientos la compen-
sación de fuerzas era muy equilibrada, aunque ellos tenían las armas, nosotros
éramos muchos más.76
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Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia
mática que se extendía por todo el territorio nacional: «La universidad pública hoy
también y de manera permanente ha sido escenario de diferentes condiciones delin-
cuenciales ajenas a la universidad».78
Por todos los inconvenientes internos de las residencias y el peligro que representa-
ban para el gobierno de turno como foco subversivo, era claro que su permanencia se
acercaba a su fin. Es por eso por lo que la excusa perfecta para dar fin a los problemas
que significaban las residencias —que eran el único escenario donde se había dado
un cogobierno estudiantil en la un— emerge cuando estalla uno de los sucesos más
oscuros en la historia del movimiento estudiantil: el 16 de mayo de 1984.
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Reventando silencios
Notas al final
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Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia
18. Guido Bonilla Pardo, Justicia para la justicia. Violencia contra jueces y abogados en
Colombia: 1979-1991 (Bogotá: Comisión Andina de Juristas Seccional Colombiana, 1992),
63.
19. Taller Colectivo de Memoria (2019).
20. Fernando Landazábal, «Esperamos que sea la última amnistía», El Tiempo, octubre 31,
1982.
21. «Editorial», Isítome 4 (noviembre 1982): 1.
22. Aunque en la resolución 185 del csu del 2 de noviembre de 1976, «Por el cual se sus-
pende el programa de residencias estudiantiles», no se expliciten razones para tomar dicha
decisión, la prensa registró señalamientos de las propias directivas de la Universidad tildán-
dole como tal.
23. Oficina de Planeación, Boletín de Estadística 1977 (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 1978), 21-25.
24. Oficina de Planeación, Boletín de Estadística 1977 (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 1978), 21-25.
25. Oficina de Planeación, Boletín 1982, 8-11; 38; 84.
26. Jairo Ramírez, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
27. Los Combos eran grupos que tenían las más diversas formas de organización dentro del
movimiento estudiantil, en las cuales integraban el deporte, la cultura y lo educativo con lo
político.
28. El nombre con el que se conocía a esta Colonia ponía de manifiesto uno de los temas
puestos en la agenda de debate del movimiento estudiantil, dejando ver algunos de sus inte-
reses políticos y culturales: «Los estudiantes de la Nacional, sobre todo de la universidad
pública, tienen mucha cercanía con el proceso, con el conflicto árabe, palestino e israelí más
concretamente y había evidentemente una posición muy clara a favor de la causa palestina,
entonces no sé por qué relacionaban lo del Líbano, Tolima, con Palestina, que son dos paí-
ses muy diferentes, pero los estudiantes los relacionaban así, si es de Líbano les sonaba como
árabe y palestino» (Ramírez, entrevista, 2015).
29. Manrique, entrevista, 2019.
30. Higuera, entrevista, 2015.
31. «Los die del patíbulo», Semana, abril 10, 1989, https://www.semana.com/nacion/arti-
culo/los-nueve-del-patibulo/11526-3.
32. Elizabeth Díaz, entrevista de Archivos del Búho, 2017.
33. Cuando logramos garantizar la estabilidad de las residencias durante el mes de septiem-
bre y octubre de este año, empezaron a aparecer estudiantes que dijeron: estos ya llevan dos
meses sin pagar arriendo, yo como que también me voy para allá.
107
Reventando silencios
34. Este apartado es un fragmento de una de las noticias del periódico De Frente que Fer-
nando Sánchez Torres incluye como parte de su libro y retroalimenta desde su perspectiva.
Fernando Sánchez Torres, «La verdad sobre las residencias», Testimonio de una gestión recto-
ral 1982-1984 (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1984).
35. Higuera, entrevista, 2015.
36. Así lo afirma Sánchez Torres en su texto «La verdad sobre las residencias»: «Como con-
secuencia de ello, y a manera de anécdota, refiero que el rector de una universidad pública de
Bogotá me solicitó, por escrito, que permitiera a 50 estudiantes de su institución continuar
usufructuando las residencias de la Universidad»
37. Fernando Sánchez Torres, «A la comunidad universitaria», mayo 2, 1983. En: Testimonio
de una gestión rectoral. 1982-1984. Por Fernando Sánchez Torres. Pp. 70-71.
38. Sánchez Torres, «La verdad sobre las residencias».
39. Manrique y Díaz, entrevista, 2019.
40. «Manifiesto a la comunidad universitaria», abril 2, 1984. En: Testimonio de una gestión
rectoral. 1982-1984. Por Fernando Sánchez Torres. Pp. 70-71.
41. Higuera, entrevista, 2015.
42. Higuera, entrevista, 2015.
43. Manrique y Díaz, entrevista, 2019.
44. Higuera, entrevista, 2015.
45. Pilar Bazurto, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
46. Bazurto, entrevista, 2015
47. Taller de Exactivistas Estudiantiles de la Universidad Nacional (Décadas 70, 80 y 90),
septiembre de 2017.
48. Díaz, entrevista, 2017.
49. Díaz, entrevista, 2019.
50. Díaz, entrevista, 2019.
51. Higuera, entrevista, 2015.
52. Manrique y Díaz, entrevista, 2019.
53. Higuera, entrevista, 2015.
54. Hugo Salamanca, entrevista de Archivos del Búho, 2017.
55. Bazurto, entrevista, 2015.
56. Hugo Guanumen, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
57. Segundo Taller Colectivo de Memoria (2019). Organizado por Archivos del Búho, 26 de
octubre de 2019.
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Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia
109
CAPÍTULO 3
Mayo de sol y lluvia: 1984 y los
hechos del 16 de mayo en la UN
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Reventando silencios
por el general Miguel Vega Uribe, salieron de los centros de reclusión 375 guerrilleros
de las farc-ep, Ejército de Liberación Nacional (eln), epl, el Comando Pedro León
Arboleda (pla),3 ado y M-19.4
Tanto los avances de la Comisión de Paz Asesora, como la reciente amnistía, sin
duda generaron importantes esperanzas en la posibilidad de la construcción de paz.
La periodista Laura Restrepo, parte de la Comisión, retrató el optimismo de su propia
experiencia de la siguiente manera:
112
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
Oscar William Calvo, por primera vez en el marco de las negociaciones, el desarro-
llo de una Asamblea Nacional Constituyente como alternativa de paz, proceso que
solo sería posible años después y que daría como resultado la Constitución de 1991. A
mediados de agosto de 1984, estos acercamientos derivaron en el inicio de una tregua
de las dos organizaciones guerrilleras y el Gobierno de Betancur.
En cuanto al eln, esta organización mantuvo una distancia crítica frente a la
negociación propuesta por el gobierno. A nivel interno, pasaba por un proceso de
reestructuración tras la crisis que vivió durante casi toda la década de los años 70,
tiempo durante el cual tuvo sus picos más importantes con la operación Anorí en
1973, la captura de la mayor parte de su estructura urbana en Bogotá en febrero de
1977 y el desmonte unilateral del Frente Central ordenado por uno de los comandan-
tes en 1978. Esta crisis, entre otras consecuencias, implicó que el eln tuviera una
frágil unidad para afrontar el momento político que atravesaba el país. Hecho que
quedó en evidencia con el secuestro en Bogotá de Jaime Betancur Cuartas, hermano
del presidente, en noviembre de 1983, por el sector “16 de marzo” de esta organiza-
ción, pese a que esta acción había sido desautorizada por la Dirección Nacional.8
A pesar de todos los esfuerzos que derivaron en los anteriores resultados, una serie
de hechos matizaron la verdadera voluntad de paz del Gobierno y la unidad de las ins-
tituciones del Estado para afrontar dicho camino. En primer lugar, pese al intento de
distinguirse del mandato de Julio César Turbay Ayala, Betancur mantuvo en espacios
de poder a figuras importantes de la represión del Estatuto de Seguridad. Vale la pena
señalar el caso del general Miguel Vega Uribe, comandante desde 1979 de la Brigada
de Institutos Militares (bim) de Bogotá, responsable de torturas y desapariciones for-
zadas practicadas por los oficiales bajo su mando. Este general, como muchos otros
responsables de graves violaciones a los Derechos Humanos, no sólo continuó en
funciones, sino que fue ascendido al Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y poste-
riormente fue Ministro de Defensa entre 1984 y 1986.9
Como resultado de la continuidad, tanto de los responsables como de las prácticas de
represión, los primeros meses de gobierno estuvieron empañados por graves hechos
de violencia en los que se ve comprometida la responsabilidad del Estado: «en dos
meses, desde el día en que asumió la presidencia y hasta el 8 de octubre de ese 1982,
ya se contabilizaban 75 asesinatos y 23 desapariciones con motivación política».10
Si bien la amnistía fue uno de los más importantes gestos de paz del Gobierno, según
un informe de Amnistía Internacional de 1988, una parte importante de los guerrille-
ros amnistiados fueron asesinados, desaparecidos o forzados al exilio.11 En el mismo
sentido, según información del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos
Humanos (cpdh), los asesinatos políticos perpetrados por fuerzas del Estado y gru-
pos paramilitares pasaron de 525 en 1982 y 594 en 1983, a 630 en 1985 y llegaron a
doblarse en 1986, alcanzando 1387 casos registrados.12
113
Reventando silencios
Esta violencia creciente fue auspiciada, entre otros factores, por la aparición en 1982
de grupos como Muerte a Secuestradores (mas), una organización paraestatal finan-
ciada por el narcotráfico, responsable de graves violaciones a los Derechos Humanos
en la que se probó la participación de miembros de las Fuerzas Armadas. En febrero
de 1983, el procurador Carlos Jiménez Gómez hizo pública una investigación en la
que se acusaba a «163 personas de pertenecer al mas, entre quienes estaban 59 mili-
tares activos y con mando».13 Pese a esto, el propio Betancur desautorizó la labor del
procurador y libró de responsabilidad a los militares asegurando que «las Fuerzas
Armadas no utilizan fuerzas paramilitares, ni las necesitan. Su disciplina castrense
está lejos de apelar a medios que no se ajusten a la Constitución de la que son los
mejores guardianes».14
Con el manto de impunidad que derivó de lo anterior, los acercamientos con las
insurgencias se vieron constantemente amenazados por la acción de organismos del
Estado y las nacientes estructuras paramilitares. Numerosos atentados y asesinatos se
dieron contra las organizaciones que sostenían acercamientos con el Gobierno, lo que
hizo que las treguas firmadas con las guerrillas se mantuvieran en todo momento en
altas tensiones y se caracterizaran por su permanente fragilidad.
En el caso del M-19, durante el inicio de la tregua en el mes de agosto de 1984, fue
asesinado el comandante Carlos Toledo Plata,15 quien había pasado a la acción legal
y abierta con motivo de las negociaciones. Este fue apenas el inicio de una serie de
asesinatos ocurridos entre la firma de la tregua y el fin del gobierno de Betancur,
que dejaron gravemente debilitado al M-19 y marcaron un obligado recambio en sus
liderazgos. Entre estos se cuentan los asesinatos de los comandantes Iván Marino
Ospina, en agosto de 1985, Álvaro Fayad, Israel Santamaría y Gustavo Arias Lon-
doño “Boris”,16 ocurridos en enfrentamientos durante 1986, además de la muerte,
tras la Toma del Palacio de Justicia en noviembre de 1985, de los dirigentes Andrés
Almarales, Luis Otero y Alfonso Jacquin.17 A todo lo anterior se suma el atentado per-
petrado contra Carlos Pizarro en el municipio de Florida (Valle del Cauca), cuando
este se dirigía a firmar los acuerdos de Corinto en agosto de 1984; el cerco de Yaru-
males desplegado por el Ejército contra el Frente Sur entre diciembre de 1984 y enero
de 1985; y el atentado dirigido contra el Estado Mayor de Milicias el 23 de mayo de
1985, en el que resultaron heridos: Antonio Navarro Wolff, María Eugenia Vázquez,
Alberto Caicedo, Carlos Alonso Lucio, Álvaro Alvarado y Eduardo Chávez.18 Este
último acontecimiento marcaría el final de la tregua con el M-19.
Por su parte, la tregua con el epl duró alrededor de un año y tres meses, siendo
vigente entre el 24 de agosto de 1984 y el 20 de noviembre de 1985. En medio de
las tensiones propias del momento y acciones militares de esta guerrilla en el Urabá,
fueron asesinados Oscar William Calvo y los dirigentes de la Juventud Revolucio-
naria Alejandro Arcila y Ángela Trujillo. Calvo era el principal dirigente del Partido
114
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
115
Reventando silencios
los periodos de mayor violencia en la un. A partir de una lista de elaboración propia,
identificamos 6 casos entre asesinatos y desapariciones de estudiantes cometidos en
los 21 meses que duró la gestión de Sánchez Torres. Estos hacen parte de los 18 casos
identificados durante el gobierno de Betancur entre agosto de 1982 y noviembre de
1985: en promedio, un caso cada dos meses.21
Al respecto de la situación de la un, Medófilo Medina planteó en un artículo publi-
cado en el periódico universitario De Frente:
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Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
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Reventando silencios
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Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
A inicios del mes de abril, el Rector Sánchez Torres instó a los estudiantes a desocu-
par las residencias voluntariamente antes del día 11, pretendiendo con esto avanzar
en la regularización de su situación, carnetizar a los residentes y desalojar a quienes
no fueran estudiantes activos. Para el rector, esta salida era la alternativa a la posibi-
lidad de un desalojo violento promovido por miembros de la Fuerza Pública, pues
según sus propias palabras «los altos mandos militares eran partidarios de tomar-
las a la fuerza, para lo cual tenían previsto un plan que no llevaría más de cinco
minutos».38 Por su parte, la discusión entre los estudiantes fue bastante álgida, pues
algunos sectores desconfiaban de las verdaderas intenciones del rector, mientras que
otros valoraban positivamente la oportunidad de regularizar su situación. Como parte
de la discusión, el 6 de abril un grupo de 25 estudiantes ocupó las instalaciones de la
Cruz Roja exigiendo garantías ante la petición de la administración universitaria.39 En
este contexto de dudas y tensiones, finalmente los residentes desalojaron voluntaria-
mente los edificios en el plazo propuesto por la rectoría. Algunos fueron alojados en
las instalaciones de la Cruz Roja, los casados en el Instituto Nacional de Educación
Media (inem) de Kennedy,40 mientras que otros marcharon con sus pertenencias hasta
el barrio Policarpa, donde permanecieron una semana.41
El desalojo fue un paso adelante de cara a una salida pacífica a la situación. El
mismo 11 de abril, que había sido puesto como fecha límite por la administración, fue
publicado el Acuerdo 32 de 1984, por medio del cual se definieron las características
de la regularización de las residencias y sus organismos de administración, supervi-
sión y control. En cumplimiento de lo acordado, una semana después los estudiantes
recibieron la llave y el carné que acreditaba oficialmente la asignación de las habi-
taciones. Después de 8 años del cierre de las residencias en 1976 y tras 19 meses de
ocupación, la un nuevamente garantizaría un lugar de vivienda para los estudiantes
que así lo requerían.
Pese a que lo anterior implicaba una importante posibilidad de atenuar los conflic-
tos dentro de la comunidad universitaria, la exacerbación de la violencia al interior
de la un y el contexto nacional conllevaron a que las medidas no se pudieran llevar a
cabo. Los asesinatos de Chucho León y Jesús Armando Muñoz son un trágico testi-
monio de ello.
Chucho León
Jesús Humberto León Patiño, Chucho, fue un joven pastuso estudiante de la un.
Hizo su bachillerato en el inem de la capital nariñense y, según recuerda su amigo
y vecino José Ignacio Benavides (Nacho), fue admitido en la Universidad Nacional
para cursar la carrera de Biología a mediados de 1977: «me comunica, debió ser vía
telefónica, de su viaje a Bogotá para iniciar sus estudios en la Nacional. Recuerdo y lo
119
Reventando silencios
tengo muy claro, debió ser a mediados del año 77, recogiendo a Chucho en la estación
de Expreso Bolivariano junto a la estación de la sabana en la Avenida Jiménez».42
Nacho era estudiante de últimos semestres de Medicina y vivía en los apartamentos
de casados del edificio Uriel Gutiérrez junto a su pareja e hijo. Allí hicieron un lugar a
Chucho, con quien convivieron entre los años 1977 y 1979, hasta que Nacho viajó al
sur del país a hacer su servicio social de internado médico.
Alrededor del año 1981, Chucho hizo el traspaso para la carrera de Odontología, en
la que alcanzó a estudiar 6 semestres. Es también a partir de este año que empezó a
vivir con su hermano Jaime, quien llegó a Bogotá desde Pasto en agosto para iniciar
sus estudios en la carrera de Medicina. Ambos se vincularon a Cooperación Estudian-
til y participaron en la recuperación de las residencias universitarias que inició en
septiembre de 1982. Cuando las habitaciones fueron llenándose, los hermanos León
ocuparon la número 316 en el tercer piso del ala sur del edificio Uriel Gutiérrez.
Allí se hicieron vecinos de Antonio Manrique (Toño) y Elizabeth Díaz; y, dentro de
Cooperación, compartieron activismo con personas como Hugo Salamanca y Luis
Higuera (Lucho).
Todos ellos recuerdan que Chucho era una persona solidaria y comprometida con las
luchas de los estudiantes. De su personalidad destacan la escucha atenta y el hablar
pausado. Cuidaba su presentación personal y los espacios que ocupaba: «era un tipo
muy serio, siempre andaba muy bien presentado»,43 recuerda Toño, a lo que suma
Lucho que «era amigo de los gabanes largos». Su amiga Elizabeth recuerda que, pese
a que «las habitaciones eran en vinisol oscuro, la habitación de ellos era iluminada,
aseada, siempre la enceraban, eran súper organizados».44 Nacho trae a la memoria
especialmente el cariño de vecinos que le expresaba su familia: «mi madre le tuvo
mucho afecto a Chucho por esa forma de expresar sus sentimientos, él era muy bon-
dadoso, una persona muy sociable, muy dada a relacionarse y a dejarse querer, por su
desinterés y su particular forma de ser».45
Chucho se destacó como activista universitario dentro de Cooperación Estudiantil y,
por su liderazgo, para 1984 se había convertido en el presidente de este proceso. Así,
pasó a la historia como la última persona que ocupó el cargo,46 pues con el cierre defi-
nitivo de las residencias y el comedor universitario tras los acontecimientos violentos
del 16 de mayo y las reformas administrativas que le siguieron, Cooperación Estu-
diantil dejó de existir.
120
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
Imagen 17. Chucho León en febrero de 1983. (Blog Memoria y Palabra, mayo 17, 2012)
121
Reventando silencios
Además de Cooperación, su hermano Jaime cuenta que ellos hacían parte de otros
procesos dentro de la Universidad: «muchas de las cosas que hacíamos no obede-
cían directamente a la actividad de Cooperación, sino más bien al trabajo de uno
en otras áreas o en otros sectores».47 Entre estas se destacan las luchas al interior
de la Facultad de Odontología, como lo muestra la periodista Ligia Riveros48 de la
revista Cromos, quien, cubriendo los acontecimientos del 16 de mayo, señaló que
Chucho «formó parte de la Coordinadora del Movimiento Estudiantil de su facultad
que denunció un millonario peculado».49 Además, colaboró con el sindicato de tra-
bajadores de la Universidad, especialmente con los trabajadores de la cafetería, para
los que realizaba comunicados y pancartas, razón por la cual algunos trabajadores y
compañeros de Cooperación le decían afectuosamente “panfleto”.50 Con relación a
su perspectiva política, Nacho recuerda que «su postura era una postura democrática,
alternativa, de avanzada, muy comprometida en lo social».51 Si bien algunas perso-
nas que lo conocieron no pueden señalar algún tipo de militancia particular, otras
personas entrevistadas en el marco de esta investigación afirman que Chucho habría
militado políticamente con el M-19.
A principios de mayo de 1984, Chucho viajó a la ciudad de Cali para realizar trámi-
tes de tipo gremial, según su hermano:
Contra Chucho nunca hubo amenazas, a raíz de todos los allanamientos que
existían en ese momento uno trataba de cambiar muchas rutinas en la vida
cotidiana, era como por no dar papaya, estaba uno muy vigilante de personas
extrañas o ajenas a la Universidad.52
122
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
123
Reventando silencios
Jaime León se encontraba en Bogotá cuando se enteró del viaje de Chucho a Cali:
En ese momento uno de mis hermanos que vive en Cali tenía una moto, Chucho
se la pide a mi hermano para hacer un trámite y ahí es cuando nunca volvió. En
ese tiempo se tenía como costumbre llamar a las clínicas y llamar a la Policía,
uno lo hacía frecuentemente, después de que no llega en las horas de la noche
se llamó a la Policía y se llamó a los hospitales y cero información, hasta el otro
día en la madrugada es que encuentran el cadáver. Me informan y ahí es cuando
ya me desplazo hasta Pasto para el entierro.61
Imagen 18. Comunicado de denuncia del crimen contra Chucho León e invitación a su
homenaje el 16 de mayo. (Fondo documental de Archivos del Búho)
124
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
Imagen 19. Luis Armando Muñoz González junto con su esposa e hijas el 5 de mayo de
1984. (Fabio Cárdenas, El Tiempo, mayo 16, 1984, 14)
125
Reventando silencios
16 de mayo
Imagen 20. Portería de la Ciudad Universitaria sobre la calle 26. (Archivo personal de
Elizabeth Díaz - Fondo Documental Archivos del Búho)
Imagen 21. Mural en homenaje a Chucho León. (Publicación 16 de mayo, julio 1, 1984, 2)
126
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
Desde muy temprano nos levantamos, fuimos a desayunar a [la] cafetería. Los
estudiantes estaban muy acongojados porque era de su grupo. En las mesas
había una rosa y una poesía en un vasito. Había mucha tristeza, ¿no? Y salimos
de ahí y se empezaron a hacer marchas al interior de la Universidad. Íbamos por
las facultades y la gente se iba sumando, se agitó toda la mañana.68
El inicio del acto político y cultural se había acordado para las 10 de la mañana.
A partir de este momento se empezaron a diferenciar las distintas posiciones de los
estudiantes al participar de la jornada. El punto de partida para comprenderlas es
asumir que ante un evento masivo de este tipo no todas las personas compartían las
mismas motivaciones, el mismo grado de compromiso, ni manejaban la misma infor-
mación respecto a lo que estaba pasando. Algunos estaban preparados para un tropel
de altas proporciones, mientras que otros se dirigían a clases y preparaban parciales.
Por ejemplo, a la hora del almuerzo, Claudia Rodríguez, estudiante de enfermería, se
encontraba con su grupo de amigos en la cafetería:
Ese día el ambiente estaba inquieto, decían que iba a haber pedrea, que iba a
haber fogata, que así decían cuando iban a coger algún bus o algo para que-
marlo. Estábamos en la fila y botaron del segundo piso de la cafetería unos
panfletos, unos papeles, yo me acuerdo que sí vi algo que decía «M-19» o
«eln», era un panfleto de las guerrillas y estaban haciendo un proyecto de
unificar una guerrilla latinoamericana, algo así. Había un chico que estaba en
mi grupo y él me estaba coqueteando, él me dijo «ay, oye, ¿tú sabes hacer un
avioncito?», y yo le dije «no, yo no sé hacer avioncitos», pues él muy querido
me enseñó a hacer el avioncito, cogió un panfleto, me enseñó y yo dije, bueno,
lo voy a guardar en mi agenda para poder después practicar. Así fue y dijimos
«no, esto está como maluco, nosotros tenemos exposición», salimos por la 53,
fuimos a la casa de una compañera. Yo en ese momento no sabía ni quién era
Chucho ni qué era el movimiento estudiantil ni nada de eso.69
127
Reventando silencios
Si bien la convocatoria llamó a un acto político y cultural, era habitual que gran
parte de los actos de denuncia en la Universidad durante esta época terminaran en
enfrentamientos con la Policía. Esto fue previsto por un sector de los estudiantes y,
como se verá más adelante, también por la Fuerza Pública. Pilar Bazurto plantea que
a raíz de la muerte de Chucho «se fue gestando la protesta, sabíamos que el 16 de
mayo iba a haber una pedrea, pero no sabíamos cuál era la magnitud de lo que esta-
ban preparando al otro lado».70
Tanto la Policía como miembros de algunas organizaciones armadas que hacían pre-
sencia en la Universidad se prepararon para una confrontación de gran intensidad. En
esta participaron miembros del M-19, el eln y el epl. Uno de ellos asegura que en el
desarrollo de la confrontación estaban «dispuestos en parejas de guerrilleros y mien-
tras uno [combatía], el otro lo [protegía]».71 Según el mismo relato, la intervención de
los grupos armados durante la jornada buscaba «evitar que [masacraran] a los estu-
diantes». Esta motivación se puso en juego con otras que se manifestaron con rabia y
violencia por la muerte de su compañero.
Por el lado de la Fuerza Pública, en los hechos de ese día la prensa72 registró la
presencia del escuadrón motorizado y la fuerza disponible de la Policía Nacional,
apoyadas por el Grupo de Operaciones Especiales de Seguridad (goes)73 y miembros
del Departamento del F-2 de la Dirección de Policía Judicial e Investigación (dijin).74
Estos últimos participaron en los operativos vestidos de civil. Venían desarrollando
tareas de inteligencia dentro de la Universidad, y particularmente en las residencias
universitarias, desde meses antes de los acontecimientos.75
Pese a que la jornada durante la mañana se desenvolvió en la Plaza Che de forma
pacífica, «en instantes en que los estudiantes llevaban a cabo su protesta, irrumpió en
la Plaza Che Guevara un grupo de encapuchados a bordo del bus de la empresa dis-
trital de transportes, con número de orden interno 1152 y distinguido con la matrícula
A0 68-50».76 Tras tomar el vehículo en la carrera 30 y llevarlo a la Plaza Che, los estu-
diantes encapuchados le prendieron fuego, según la P16m, como un acto de protesta
contra crímenes como el cometido contra Chucho León y en contra del programa de
Transporte Sin Subsidios (tss) que afectaba al transporte público de la ciudad.
128
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
Imagen 22. Bus quemado en la Plaza Che Guevara. (Lelio Pinzón, El Tiempo, mayo 17,
1984, 18A)
Imagen 23. Las llamas consumen un bus en la Plaza Che Guevara. (El Bogotano, mayo 17,
1984, 10)
129
Reventando silencios
Imagen 24. Policía en la entrada de la calle 26. (El Bogotano, mayo 17, 1984, 8 y 9)
Jairo, quien era estudiante de Filosofía en ese entonces, recuerda que los disparos
en ese momento no venían únicamente de los policías, vio a 3 jóvenes avanzar hacia
130
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
la reja y desde ahí disparar: «Yo creo que los policías ni se dieron cuenta, cuando ya
sintieron que estaban siendo atacados con armas, inclusive hubo unos que se les acer-
caron con miples,80 en un momento ya la cosa se puso tan caliente que un miple de
esos lo tiraron y alcanzó a elevar a los policías».81 Jairo precisa que no es posible decir
de qué lado comenzó el fuego, pero afirma que del interior de la Universidad hubo
respuesta.
En medio de este enfrentamiento apareció un personaje conocido por los estudiantes
de la época como “El español”. Jairo lo recuerda de esta forma:
Toño lo recuerda como «un tipo alto, grande y corpulento» que se metió en el enfren-
tamiento:
131
Reventando silencios
Imagen 25. «El español» herido en el abdomen por arma de fuego. (El Bogotano, mayo 17,
1984, 9)
Esta misma fotografía es recogida por estudiantes para la P16m que, además, recons-
truyó el suceso de esta forma:
132
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
Imagen 26. Momento en el que la policía motorizada entra a la Ciudad Universitaria. (El
Bogotano, mayo 17, 1984)
Después de este suceso, Toño se dirige a la entrada de la cafetería vieja desde donde
observa el momento en el que la jaula empezó a golpear la reja, «hasta que la tumbó
y se metió. Por los lados del carro, como los señores de la basura que se suben a los
lados, un man empezó a disparar». Detrás de esta ingresó el escuadrón de motoriza-
dos: «entra automáticamente disparando con revólveres y ametralladoras [...] en un
número aproximadamente de 10. Por la calle 45 entra otro grupo, impidiendo la salida
de estudiantes».86 La presencia de ametralladoras como una de las armas de ataque
del escuadrón motorizado también fue registrada por El Tiempo.87
Allí mismo, en la entrada de la cafetería vieja, se encontraba Elizabeth Díaz obser-
vando la pedrea:
Cuando la Policía entró, el fuego cruzado terminó rápidamente, pues las capacida-
des para la violencia de los estudiantes fueron ampliamente superadas: «por más que
uno tuviera un revólver, qué hacía uno con un revólver frente a eso»,89 la única salida
133
Reventando silencios
Cuando ellos entraron disparando eso fue una vaina bestial, fue cosa de segun-
dos. Yo me metí en las residencias Alberto Alava, subí como al cuarto o quinto
piso y en la primera puerta que encontré abierta, que pude abrir, me metí ahí con
algunos otros compañeros que no nos conocíamos.90
Los baños tenían unas ventanas largas, desde ahí nos subimos al sanitario, traté
de tomar las fotos mirando hacia residencias, “la flecha” no existía y los árbo-
les no estaban tan grandes entonces podíamos mirar todo, vi las motos subiendo
las escaleras y entrando al edificio de Sociología y a todo el mundo corriendo,
tratando de salir por todo lado, desde la ventana de ahí podíamos ver lo que es-
taba sucediendo.92
El miedo se extendió en segundos a todas las personas, no sólo a las que habían
estado presentes en la protesta, como el caso de Esperanza Martínez que para el
momento cursaba segundo semestre de Trabajo Social:
Toño corrió hasta la 53 y logró salir por allá. Por su parte, Luz Mila Rincón, estu-
diante de Nutrición, se encontraba en ese momento en la esquina de la Biblioteca
Central:
134
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
mente estaba bien. Él alcanzó a entrar, pero algunos no lo lograban, nos tocaba
entrarlos y cerrar las puertas.94
Imagen 27. Policía en los anexos de Medicina. (Publicación 16 de mayo, julio 1, 1984, 5)
Ese mismo ambiente se vivió en varias facultades. La gente trató de esconderse, pero
los policías y miembros de los grupos de seguridad también entraron a los edificios:
Yo alcanzo y entro al edificio que era una residencia estudiantil, vienen los mo-
torizados, no sé quiénes eran, pero venían pegando, pateando, disparando. Yo
me acuerdo que el portero nos cogió como a 3 o 4 personas y nos metió por allá
debajo de un escritorio y nos cerró. Creo que era el cuartico donde él tenía la
estufita, donde comía algo. Después yo siento y escucho que entra la Policía,
patea y se oyen gritos de «no me coja», «no me arrastre», empezaron a entrar a
todas esas piezas, abrían y cogían a todas las personas que estaban ahí y se las
llevaban. Me acuerdo de que el policía le pregunta al portero «¿ahí qué tiene?»,
él le dice «no, ahí no hay nadie, es mi cuarto» y estábamos nosotros, mejor di-
cho, nos salvamos de esa. Yo me salgo de ahí y a duras penas alcanzo a llegar
a la Facultad de Odontología y me meto. La cosa estaba cada vez peor, había
disparos, yo estaba en un cuarto de la Facultad en un segundo o un tercer piso,
donde yo miraba hacia el otro lado las Residencias Femeninas.95
El temor que sintieron los estudiantes mientras huían se acrecentaba en cada segundo,
como lo describe Esperanza: «Eso fue lo que yo sentí, miedo, miedo y el temor de
que me fueran a coger porque dijeran “es estudiante de la Universidad Nacional”».96
135
Reventando silencios
Además, según cuenta Elizabeth, «uno pensaba que lo iban a matar, era la inminen-
cia de la muerte».97
Los afectados no fueron sólo los estudiantes que se encontraban en el enfrenta-
miento en la entrada de la 26 o cerca de este. La P16m recogió algunos registros sobre
estudiantes heridos a bala, quienes, a diferencia de lo que le ocurrió a “el español”,
no fueron heridos durante el enfrentamiento sino cuando la Fuerza Pública entró a
la Universidad. Uno de los testimonios afirma que «un compañero de camisa verde
corre, un policía le dispara una, otra vez, no le da, vuelve a dispararle una y otra vez
como tirando al blanco, hasta que el compañero cae».98 En esta misma publicación,
otro testigo afirma que vio cómo a un estudiante,
lo agarraron a bolillazos y patadas por todas partes del cuerpo, luego de esto lo
cogieron por la parte trasera de la pretina del pantalón y lo levantaron sin que
el muchacho reaccionara, mientras tanto por la avenida venía un civil negro
que vestía chaqueta terracota y bluyin junto a otros uniformados y éste sacó un
revólver o pistola y se le acercó al muchacho que estaba caído en el césped y le
disparó.99
Imagen 28. Un grupo de estudiantes carga a un herido de bala. (El Bogotano, mayo 17,
1984, 3)
Uno de los estudiantes heridos por las balas de la Fuerza Pública fue Yesid Bazurto.
Ese día, Yesid se había encontrado con su hermana Pilar en la Universidad, ellos eran
136
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
de Neiva y Pilar era estudiante de Odontología desde hacía 3 años. Yesid tenía 20
años para la fecha y acababa de ser admitido en la carrera de Zootecnia. Ese día se
encontraba en la 26 cuando comenzó la protesta.
[Yesid] En ese fragor se calientan los ánimos y yo empecé a responder con pie-
dras. Cuando se viene la motorizada y yo arranco a correr, volteo a mirar y me
entra una bala a la altura del mentón, empiezo a sangrar muchísimo y a correr
hacia las Residencias Femeninas. Cuando me doy cuenta, me faltan las fuer-
zas, me alcanza la Policía y ya en el piso se acerca un agente, me coloca las
botas en el pecho, saca un revólver y me dispara. Yo siento un fogonazo a la
altura de mi pómulo derecho y allí se queda un plomo del disparo que él me
hace. Inmediatamente, como era tanta la sangre que tenía a la altura de la cara,
producto del otro disparo que me había ingresado a la altura del mentón, me
hago el muerto, el policía cree que estoy muerto, me dejan ahí tirado, yo es-
cucho disparos, siguen disparando, siguen arremetiendo contra el movimiento
estudiantil, contra los estudiantes.
[Pilar] Con mi hermano quedamos de encontrarnos en la entrada de la 26 en las
residencias estudiantiles. Yo llegué ahí, busqué a mi hermano, no lo veo y ya
viene la Policía detrás de uno. Después de que me escondo en la Facultad de
Odontología veo a alguien que lo tienen en el piso y le están pegando, lo iban
a matar, cogen y le dan con una cacha y le pegan en la mano, después coge el
revólver y le disparan en la cabeza. Yo no sé, en un momento me doy cuenta de
que es mi hermano y empiezo a gritar histérica: «¡mi hermano, mi hermano!».
A mí alguien me coge y me pega y ya de pasar de la histeria quedo quieta, yo
ya no sé qué hacer.
[Yesid] Siento que me cogen entre dos Policías y me tiran a un sitio donde cai-
go y hay como unos 10 estudiantes más, muertos. Cuando caigo se me sale una
queja y ellos se percatan de que yo continúo vivo y se vienen adonde estoy, me
empiezan a golpear con bolillos, con todo, y los policías que entran pasan por
encima mío, yo no reacciono, sigo haciéndome el muerto, por cosas del Eterno
sé que estoy vivo, que continúo vivo, que me faltan las fuerzas, pero que no me
podía desmayar porque tenía muchos sueños, muchas esperanzas que realizar
fundamentalmente para sacar a mi familia, a mis hermanos, a mi madre y a mi
padre de muchas necesidades que en ese momento teníamos, como cualquier es-
tudiante de provincia.
[Pilar] Pasa el tiempo y no nos dejaban salir de ahí de la Facultad porque era
muy peligroso, y a mí no me dejaban seguir viendo. Yo vi cuando le pegaron, yo
digo «mi hermano está muerto».
[Yesid] Pasa más o menos una hora y yo creo que caen ahí unos cuerpos más.
Cuando yo escucho que no hay nadie me paro y en ese momento observo
que hay un charco de sangre a mi alrededor, veo muchos cuerpos a mi lado
aparentemente muertos, yo soy el único que me paro y casi me desvanezco
porque había perdido mucha sangre. En ese momento viene un Renault 4, jamás
137
Reventando silencios
138
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
Imagen 29. Radiografía de Yesid, la marca blanca es un proyectil. (Cromos, mayo 22,
1984, 105)
Imagen 30. Yesid herido por los impactos de bala de la policía. (Cromos, mayo 22, 1984,
105)
139
Reventando silencios
La descripción de las heridas que sufrió Yesid, la copia de una de sus radiografías en
la que se ve la herida de bala en el pómulo y una fotografía suya en la cual se le ve la
herida en el brazo fueron recopilados por la periodista Ligia Riveros en una publica-
ción de la revista Cromos la semana posterior a los acontecimientos. La información
de esta fuente y el propio testimonio de Yesid y Pilar que reprodujimos anteriormente
dejan en evidencia que la intención de los policías que le dispararon, cuando ya se
encontraba en el piso herido, no fue otra que acabar con su vida. A él lo salvó el auto-
móvil que lo llevó hasta una clínica donde la Policía no pudo dar con él y en donde
habló con la periodista, a quien le afirmó que «otros estudiantes no tuvieron la misma
suerte».101 La misma revista Cromos presentó un caso similar al de Yesid sobre el cual
no ha sido posible encontrar más información:
Hacia las 3 de la tarde un profesor vio cuando dos estudiantes que corrían en me-
dio del pánico general para buscar un sitio donde protegerse, fueron perseguidos
por un piquete de uniformados y 3 civiles quienes disparaban a quemarropa.
Uno de ellos se detuvo con las manos en alto y fue aprehendido de inmediato y
golpeado brutalmente. Luego lo obligaron a cargar el cuerpo de su compañero
abaleado hacia la jaula, a punta de bolillo [...] Esto lo presenciaron unas 50 per-
sonas que se encontraban escondidas en el edificio de sociología.102
140
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
Esta violencia ejercida contra los estudiantes también la observó Claudia Rodríguez
con un grupo de estudiantes desde el quinto piso del edificio de la Facultad de Medi-
cina. Claudia había regresado a la Universidad antes de las dos de la tarde para ir
a clase, cuando entró al edificio no sabía lo que estaba pasando en la 26 ni la mag-
nitud de lo que ocurriría. Ella junto con sus compañeros, y por indicación de unos
profesores, se escondieron en el auditorio del quinto piso cuyo ventanal daba hacia
las Residencias Femeninas, el jardín de Freud, la Facultad de Ciencias Humanas y la
calle 26:
En ese mismo edificio, pero en el primer piso, continuaba escondida Luz Mila junto
con sus compañeros. Ella recuerda que veía cómo los policías «con las armas pasaban
mirando quien estaba en las ventanas. Veíamos las motos como llevaban a los com-
pañeros adelante y ellos atrás, empujándolos con las motos les pasaban por encima».
A Medicina llegó a refugiarse gente que estaba en Química y cerca de las residencias,
quienes le contaron que los policías «se metieron a residencias con motos y entraron
a reventar».104
Los destrozos causados por la Policía quedaron registrados en fotografías publi-
cadas por El Bogotano, El Tiempo y la revista Cromos. En estas publicaciones se
recogen testimonios sobre lo ocurrido en los espacios que quedaron marcados por
el paso de la Fuerza Pública: «en las paredes de los salones fueron encontrados plo-
mos y en un vidrio se observa el paso de un proyectil».105 Además de las facultades,
el periódico El Bogotano también relata que «los atemorizados estudiantes en su afán
por salir ilesos en la cruenta acción se refugiaron en las Residencias Femeninas y en
las Alberto Alava, hasta donde llegaron los representantes de la ley, causando destro-
zos en puertas, ventanas y baños».106 Cuando entraron a las residencias Alberto Alava,
hecho que se evidencia en la Imagen 33, «destruyeron todo el primer piso. Entraron,
según el estruendo que se oía, destruyendo todo, puertas, objetos, y sacando a bolilla-
zos a quienes encontraron a su paso en aquellas piezas».107
141
Reventando silencios
Imagen 32. Policías en las inmediaciones de las Residencias Femeninas. (Cromos, mayo
22, 1984, 106)
Las Residencias Femeninas tampoco se salvaron, allá «llegaron los disponibles, los
motorizados y los de civil amenazando con sus revólveres a los vigilantes y destru-
yendo todo».108 En la minuta de los celadores, Ángel Antonio Díaz, quien estaba esa
tarde trabajando en el edificio, dejó registrado lo siguiente:
A las 2:30 la fuerza pública destruyó los vidrios [...] Fuimos amenazados por la
patrulla motorizada porque nos negamos a abrir la puerta principal. La abrieron
con la violencia de las motos; seguidamente entraron un grupo de Policías de
civil con pistolas, nos ofendieron de palabra y nos amenazaron. Se repartieron
los pisos y sacaron a las residentes que encontraron y se las llevaron [...] esto
duró como una hora.109
142
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
Imagen 33. Habitación destruida. (El Tiempo, mayo 18, 1984, 3A)
Imagen 34. «La hija de uno de los estudiantes observa desde los ventanales destruidos por
la acción de los policías». (Cromos, mayo 22, 1984, 106)
143
Reventando silencios
La revista Cromos también describe que desde el día siguiente a los destrozos «Algu-
nos estudiantes, martillo en mano, comienzan la reconstrucción. Mientras tanto, en
las residencias femeninas, 5 mamás abrazan a sus hijos para pasarlos sin peligro por
el corredor con sus ventanales destrozados a punta de bolillo».111 Esa reconstrucción
inmediata se explica teniendo en cuenta que muchos estudiantes no tenían a donde ir,
en las residencias estaba todo lo que tenían en Bogotá, algunos incluso vivían allí con
sus familias e hijos. Además, también queda claro que estos destrozos en estos luga-
res no fueron un efecto colateral de los enfrentamientos de la 26, sino resultado de la
acción directa de la Policía.
Con el avance de los uniformados al interior de la Ciudad Universitaria, y su acción
sobre estudiantes y edificios, la Universidad quedó sola y desmantelada. Quienes no
fueron sacados a la fuerza se escondieron y fueron saliendo poco a poco, como agen-
tes de una misión secreta, en una odisea por la vida, en la que el premio mayor era
no ser visto entre los muros y los árboles que iban perdiendo su color al caer la tarde.
Hugo Salamanca recuerda que llegó por la tarde a la Universidad:
Yo llegué a la Nacional sabiendo que había pedrea y toda esa cosa, entramos
por la 50, abajo por donde queda el ica, eso estaba solo, llegamos con mi seño-
ra hasta la Plaza Che y habían quemado dos buses, nosotros dimos la vuelta y
pasando por Sociología, por Ciencias Humanas, nos llamó la gente, «ojo que es-
tán cogiendo a la gente y la están desapareciendo, vengan para acá», y nosotros
entramos y la gente estaba asustada, eso eran grupos de estudiantes que se orga-
nizaban para poder salir, tenían que salir en grupos de 6 o 7 personas y salir por
el lado de la iglesia a la 26, era la única que le daba la Policía a uno para salir.112
Así también lo cuenta Victoria Mesa, estudiante de Odontología que vivía en Resi-
dencias Femeninas:
Nosotros entramos, me acuerdo mucho, por el ica y eran como las 3:30 de la
tarde, estaba muy solo y nadie me dijo que no podía entrar. Yo venía para mi
habitación, para la residencia. Cuando pasamos por Ciencias Humanas nos
llamaron los celadores y nos dijeron que cómo se nos ocurría estar afuera,
que había habido una pedrea, que había mucha policía, que nos entráramos.
Entonces entramos a Ciencias Humanas y allí me enteré que había estado muy
duro, terrible. Vi varios estudiantes de Ciencias Humanas con la camiseta lle-
na de sangre, les pregunté que qué había pasado. Dijeron que había una pedrea
muy fuerte, que se había entrado la Policía.113
144
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
«En la Facultad de Medicina, el mismo rector pudo constatar las huellas ensangren-
tadas de un pie, que quedaron como mudos testigos del pánico vivido en los predios
universitarios durante la tarde del miércoles. Las huellas son verdaderamente patéti-
cas y reflejan el paso de un herido, por el pasillo, en un solo pie; antes de caer o ser
arrastrado».114 Justo en el edificio donde se encontraba Luz Mila, quien también lo
recuerda:
Estuvimos escondidos como 1 hora o 2 horas, pero nos parecía a nosotros que
había sido una eternidad. Cuando ya no escuchábamos disparos ni veíamos
Policías, salimos. Anteriormente en Medicina, por detrás, habían construido
unos salones. Ahí recibíamos clases las de Nutrición y algunas de terapias, y eso
no tenía comunicación por dentro con Medicina, se entraba por fuera, por de-
trás. Nos fuimos a los anexos… el charco de sangre era aterrador… sangre…
Bueno, era algo escalofriante.115
Imagen 35. Charco de sangre en las Residencias Alberto Alava. (Cromos, mayo 22, 1984,
105)
145
Reventando silencios
Como a las 5:30 de la tarde nos dejaron salir por el lado de la capilla para salir
a la 26 con 37. Salimos un grupo como de unas 20 personas, venían varios pro-
fesores, secretarias y varios estudiantes. Cuando salimos, ya cuando estábamos
fuera, de un momento a otro apareció un grupo como de tres señores; ya eran
señores, estaban vestidos de civil y a los estudiantes nos encañonaron. A mí me
colocaron un revólver en la cabeza, un compañero que iba conmigo apenas vio
eso salió corriendo y le dispararon. A mí me llevaron a la 26 con otro estudiante,
a él le dieron durísimo, me acuerdo tanto que llevaba la camiseta con sangre, y
cuando vi que me iban a subir a la jaula de la policía yo metí un grito durísimo,
le dije «por favor, no me lleve, no me lleve» y había un.... yo creo que era un
policía vestido de civil que gritaba «sí, sí, llévela, yo la vi que ella estaba echan-
do piedra, yo la vi» y me decía muchas groserías, de todo. Y había no sé quién
era, creo que era un teniente que me quitó el bolso, me tiró todo al piso, revisó
todos mis útiles y sacó mi carné, me lo entregó y le dijo al teniente «suéltela»
pero no le hizo caso, me subió a la jaula y cuando estaba dentro le gritó «le dije
que la soltara». Y pues yo no sé, un milagro de Dios me salvó o sino yo no sé
qué habría sido de mi vida. Ese día pasaron cosas muy horribles, eso fue lo que
me pasó a mí, pero adentro pasaron cosas terribles.116
Este es el relato de Victoria, quien se libró de ser retenida por la Fuerza Pública
ese día. Después de eso, se escondió en los alrededores de la Universidad hasta que,
pasadas las 11 de la noche, le fue permitido entrar escoltada por la Policía a sacar
sus pertenencias de su habitación en las Residencias Femeninas. Sin embargo, hubo
muchos estudiantes que no tuvieron la misma suerte, a quienes sacaron de la Univer-
sidad y se llevaron en las jaulas para judicializarlos.
Según un comunicado del comando del Departamento de Policía de Bogotá, fue-
ron 68 detenidos durante la jornada.117 Sobre este total, El Espectador118 y El Tiempo
publicaron los nombres de 16 de ellos en sus ediciones del 17 de mayo:
1. Oliverio Álvarez de la Hoz 9. Nubia Cecilia Montoya Morales
2. María Eugenia Bastidas Mora 10. Jacqueline Murcia Bonilla
3. Aura Rosa Burgos Bacca 11. José Alberto Mutis Rojas
4. William Alberto Carrillo Leal 12. Carlos Alberto Piedrahíta Angarita
5. Abraham Fernández Ávila 13. Mónica Prieto
6. María Teresa García Reyes 14. Carlos Rivera Bello
7. Jesús Augusto Gutiérrez Prada 15. Marco Darío Márquez
8. Fabio Alberto Ibáñez Ruiz 16. José Antonio Ariza
146
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
Imagen 36. Algunos de los detenidos en la Ciudad Universitaria. (El Espectador, mayo 17,
1984, 11A)
147
Reventando silencios
148
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
obstante, esta es la única fuente que lo menciona, no existe más información sobre él
en otros periódicos, en los comunicados de los estudiantes, ni en los testimonios.
De estos 79 detenidos123 en los acontecimientos del 16 de mayo hay 10 mujeres y 69
hombres. Y, aunque la prensa los presentó como estudiantes universitarios, dentro de
los detenidos se encontraban también trabajadores, estudiantes de colegio y profeso-
res124, además de personas sin ningún vínculo con la Universidad. Entre estos, es de
resaltar el caso de Felipe Pardo, profesor de lingüística detenido durante la jornada.
Estas detenciones ocurrieron en varias partes de la un: «Luego de llevarse a nues-
tros compañeros asesinados, empieza la persecución por toda la Universidad y es en
este momento cuando se producen las detenciones, mucho después de los hechos y
muy lejos del lugar donde se produjeron éstos».125 Lo que le pasó a Victoria ocurrió
en varias salidas del campus y fue visto por varios testigos. Unos de ellos son 10 tra-
bajadores del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, quienes relataron que entre las
2:30 y las 3:30 pm:
Los profesores que estaban fuera nos dijeron que nos teníamos que ir y la seño-
ra Marina de Ramírez nos dijo que le diéramos el carné porque era un peligro
andar con el carné, nosotros le entregamos el carné a ella y salimos, decían que
saliéramos rápido, en ese momento yo ya no vi Policía por ahí, pero sí la gente
de la Universidad, los vigilantes, nos decían que teníamos que desalojar. Cuan-
do llegamos a la puerta de la 53 había mucha Policía, había motorizados súper
armados, y nos pusieron a todos los que salimos contra la malla, en esa malla
que da al Icontec, nos revisaron y nos esculcaron las maletas, un policía cogió
mi agenda y la abrió y él sacó el avioncito, les mostró a los otros y dijo «esta
se queda». Un chico que se llamaba Mauricio, que era de ingeniería, él tenía un
botoncito negro como símbolo de luto por la muerte de Chucho y a él también lo
dejaron, a él y a mí nos dejaron aparte. A los otros les dijeron «váyanse» y ellos
149
Reventando silencios
«¿cómo así?, no la vayan a dejar que ella no ha hecho nada», y ellos «no, se que-
da acá» y me rodearon los policías y los otros se tuvieron que ir.127
Imagen 37. Detenida es conducida hacia una patrulla por agentes de la Policía. (Lelio
Pinzón, El Tiempo, 17 de mayo de 1984, 18A)
150
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
[…]cuatro individuos de civil, uno de ellos con sudadera azul, todos armados,
nos detuvieron, diciéndonos que los acompañáramos y que no opusiéramos re-
sistencia, de lo contrario disparaban. Mientras salíamos con ellos, golpeaban las
puertas amenazando con tumbarlas, en respuesta a lo cual las residentes salían y
eran detenidas en igual forma, reuniéndonos más de 10 residentes. En ese mo-
mento llegó otro hombre de civil con chaqueta gris, que también venía armado,
y en actitud agresiva amenazó diciendo: «si han matado, pues nosotros también
matamos.130
Esto último da cuenta de que la Policía trataba a las estudiantes que vivían en resi-
dencias como combatientes, eran consideradas por la inteligencia policial como
insurgentes en medio de una batalla violenta: «ya llegando al tercer piso… se nos
aparecieron unos tipos armados por la espalda, diciendo más o menos esto: “alto, el
que corra le disparamos”».131 Esto implicó una criminalización que se materializó en
medio de las amenazas y los allanamientos:
A una compañera de Duitama, pues a todos nos allanaron las habitaciones, pero
a ella apenas le abrieron la puerta le colocaron una capucha que decía eln, le
colocaron armas y bombas, y le tomaron foto como si ella hubiese tenido todo
eso ahí.132
Desde el comienzo, el objetivo fue incriminar; los policías iban preparados para
hacer montajes judiciales a las estudiantes. Así le ocurrió a María Teresa García, una
líder estudiantil que había sido la negociadora por parte de las mujeres residentes para
la regularización de las residencias firmada ese mismo año, en el mes de abril. Ella,
como lo aseguran dos de sus compañeras de residencias para la P16m «creyendo que
la situación se había normalizado, salió de nuestra habitación...en el momento de salir
no portaba nada en las manos e iba plenamente identificable SIN capucha»133; sin
embargo, fue retenida. Ella, junto con sus compañeras y los otros capturados, fueron
151
Reventando silencios
presentados con capuchas ante la prensa, capuchas que les pusieron amenazándolos
con pistolas.134 Esta acción de encapucharlos era necesaria para poderlos judiciali-
zar, ya que en ese momento estaba vigente el decreto 1041 de 1984 expedido bajo el
Estado de Sitio vigente y que dictaba:
152
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
De las compañeras nos consta que están muy golpeadas y torturadas, casi todas
tienen el rostro desfigurado, ellas se encuentran en otro pabellón de la Cárcel
Distrital.
Desde que nos introdujeron a los carros fuimos víctimas de patadas, bolillo,
escupidas, además de imputarnos de pertenecer a organizaciones guerrille-
ras; hasta se llegó a afirmar que muchos de nosotros teníamos vinculaciones
familiares con personas implicadas con la subversión; esto para comprometer-
nos públicamente y justificar nuestra permanencia en la cárcel.138
El camión nos llevó y paró en una estación de Policía que queda cerca de donde
ahora es la Contraloría, por la 26 llegando a la Universidad, bajando, en ese
entonces era el edificio de la Lotería de Bogotá, como a una cuadra hay una
estación de Policía. Había, a mí concepto, altos mandos de la Policía porque
tenían uniformes diferentes, tenían unas correas cafés que les cruzaban en x,
tenían un cinturón y tenían botas largas de caña alta cafés. A mí me bajaron ahí,
a los dos muchachos y a otras tres personas, y ahí me asusté mucho porque yo
veía un montón de Policías y uno de ellos tenía una manopla, una de esas que
son metálicas, se la puso en los dedos y él me miró a mí y levantó la mano como
para darme un puño, y el muchacho que venía detrás mío, Mauricio, dijo «no
le pegue», eso pegó un grito y yo cerré los ojos y dije «no, me pegó», yo sentí
cuando soplo la mano al lado mío y le pegó al muchacho y le rompió la cara. En
ese momento dijeron que no, que ahí no, que nos fuéramos, que nos llevaran a
todos para la Sexta, para la Estación 100, en ese momento fue cuando a mí más
me pegaron, me dieron una garrotera, me pegaron muchísimo con las culatas de
las armas que tienen, las largas que no sé cómo se llaman, y con los bolillos, me
153
Reventando silencios
[…]fuimos recibidos por una «calle de honor» de patadas, bolillo que venían de
parte de cientos de Policías que conformaban dicha calle. Se nos hizo acostar
desde las 4 de la tarde hasta las 9 p.m. todos con la boca abajo y las manos a la
espalda hasta cuando fuimos reseñados, allí se nos decía que nosotros por ser
una partida de guerrilleros se nos iba a torturar y también que nos iban a matar,
las mujeres fueron objeto de las más bajas depravaciones y se les amenazaba de
violación.141
Yo entro y veo a mucha gente, era un patio enorme lleno de personas boca aba-
jo, yo pensé que eran muertos, me asusté mucho y a nosotros 7, que éramos
los más peligrosos de ese camión, según ellos, nos dejaron aparte, cerca de una
oficina, no quedamos en el patio grande. En ese patio yo vi sangre, vi mucha
sangre, a gente acostada sobre sangre.142
154
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
Esta imagen del patio que describen, tanto el comunicado como el testimonio de
Claudia, fue divulgada por la P16m. Claudia permaneció aparte también acostada
boca abajo, aguantando los insultos y golpes de los agentes de la estación. Las demás
personas capturadas permanecieron en el patio hasta que varios de ellos fueron presen-
tados por la Policía a la prensa, «amenazándolos que si no lo hacían los mataban».143
[Claudia] Esa noche nos tomaron datos y después nos pasaron a un calabozo y
se referían a mí como que yo era una jefe de una célula guerrillera del M-19,
claro, yo llegué allá con todo. Dentro del grupo de 7 había una chica que era
de lenguas, que se llamaba Marta, y otras dos chicas, a nosotros nos separaron
hombres y mujeres, a las chicas nos llevaron a un calabozo muy pequeñito y
cuando entramos allá había una de las muchachas que estaba supremamente
golpeada, ella estaba con su cara casi que desfigurada, los ojos inflamados, tenía
golpes en todo lado de su cuerpo, se llamaba Deisy, sé que ella estudiaba Psi-
cología y ella nos contó que la cogieron en las Residencias Femeninas y por eso
estaba tan golpeada, ella estuvo muy mal esa noche, nunca la vio un médico,
tratamos de mantenerla entre las pocas que sabíamos.
Esa noche fue tenaz porque pensamos que quién sabe qué más nos iban a hacer,
nosotros pensábamos en violaciones, un montón de cosas porque obviamente
estábamos expuestas, afortunadamente no pasó nada, pero sí fue una cosa que
ellos decían y decían cosas y «les vamos a hacer…», estábamos muertas del
pánico. Escuchamos cómo a los muchachos los sacaban, los golpeaban, no-
sotros estábamos como atrás de un, no sé cómo ubicar, pero nosotros podíamos
ver hacia un patio grande, ahí sacaron los muchachos a la media noche, a unos
los hicieron masturbarse y nos decían a nosotras cosas, que teníamos que mirar-
los, bueno, una cantidad de cosas bárbaras y después cogían una manguera con
agua fría y les echaban a todos, los bañaron, era la madrugada. Escuchábamos
cómo los de la Fuerza Disponible les decían a los muchachos de la policía «todo
esto les pasa por los hijueputas de la Nacional» así les decían a los policías, «por
eso es que hay que acabar con todos esos hijueputas de la Nacional», decían a
cada rato los muchachos que, finalmente, también son víctimas.144
155
Reventando silencios
Imagen 39. Estudiantes en la Estación 100. (Fabio Cárdenas, El Tiempo, mayo 17, 1984, 1)
Al día siguiente, sobre las 9:30 de la mañana, los agentes realizaron el proceso de
“reconocimiento”:
[…]éramos pasados uno por uno por los oficiales que nos mostraban a los agen-
tes dizque para ver quién nos reconocía y de estos salían 3 o 4 agentes que nos
señalaban, a los cuales nunca habíamos visto y a quienes éramos entregados
como si fuéramos una presa para devorar. Inmediatamente éramos golpeados
brutalmente con cadenas, bolillos, patadas, puños, los agentes nos cacheteaban
y pellizcaban, todo esto, nos lo hicieron en la capilla de la Estación, «lugar sa-
grado», además se nos amenazaba la vida y que íbamos a ser llevados todos a
la Brigada Militar.145
156
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
Al día siguiente, los detenidos fueron llevados a una valoración médica de la que
salió el reporte que reprodujo la P16m. En los días siguientes, los detenidos fueron
llevados uno por uno a indagatoria y les dijeron que la orden era mantenerlos 15 días
allá. En esas dos semanas recibieron visita de sus padres y, desde afuera, sus fami-
liares y compañeros estuvieron pendientes de enviarles comida y los elementos que
necesitaban. Además, estuvieron afuera de la cárcel esperando por su salida desde el
157
Reventando silencios
158
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
Augusto también fue llevado a la Estación vi, donde fue interrogado mediante tortu-
ras y acusado de haber utilizado un arma de fuego que nunca apareció como prueba
en el proceso en su contra, porque no existió. Al igual que en el caso de William, la
casa de su familia también fue allanada. Las municiones antes arrojadas al inodoro
fueron utilizadas para inculpar a Augusto, por esto, cuando sobre las 9 de la noche los
presentaron a la prensa, los oficiales aseguraron que fueron capturados juntos.
159
Reventando silencios
Imagen 40. William sujetando un arma y Augusto sujetando municiones entre sus manos.
(El Espectador, mayo 17, 1984, 11A)
Imagen 41. William Carrillo y Augusto Gutiérrez. (El Tiempo, mayo 17, 1984, 18A)
160
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
Este temor acompañó a todos los detenidos, como lo manifiestan los que llegan a
la Cárcel Distrital, quienes en su segundo comunicado afirman: «desconocemos la
suerte de varios compañeros que fueron vistos heridos de bala en los predios de la
Universidad, pues con nosotros no se encuentra ningún herido de bala».163 Los testi-
gos de los acontecimientos, los familiares y quienes se dieron a la tarea de conseguir
información para denunciar lo ocurrido, compartieron esta preocupación sobre el
paradero de los heridos y detenidos y se prendieron alarmas sobre posibles desapari-
ciones forzadas. La información fragmentada que circuló implicó que los estudiantes
no pudieran saber a ciencia cierta quiénes habían sido llevados por la Fuerza Pública
utilizando mecanismos legales y quiénes no. Por esto, se registraron algunas denun-
cias sobre desaparecidos en la prensa y en la P16m.
161
Reventando silencios
Los medios de comunicación registraron los hechos desde diferentes puntos de vista.
Lo referenciado en algunos de ellos principalmente hizo eco de las declaraciones ofi-
ciales, mientras que otros interpelaron la versión de las autoridades y presentaron
información denunciada por los estudiantes y docentes.
En el primer caso, medios como El Tiempo y El Espectador replicaron las declara-
ciones del comandante del Departamento de Policía de Bogotá, el general José Luis
Vargas Villegas, quien «negó las versiones de varios testigos que aseguran haber
visto ingresar a los predios de la Ciudad Universitaria a varios grupos de la escua-
dra motorizada de la Policía».166 Él mismo interpeló la versión de los universitarios
en declaraciones dadas a la revista Cromos cuando señaló: «Estoy seguro que algu-
nos periodistas, si son serios, estarían encantados de poder tomar fotografías de los
policías destruyendo las residencias. Yo quiero ver los muertos. Quiero los nombres
de los desaparecidos».167 En la misma dirección, Rafael Santos Calderón, bajo el seu-
dónimo de Ayatollah, por medio de un artículo de opinión publicado en El Tiempo,
desestimó las denuncias al expresar que, «al preguntarles [a estudiantes y profesores]
dónde estaban los muertos, cuáles eran los nombres de los presuntos desaparecidos,
se quedaban mudos. Han pasado más de 72 horas […] y aún no aparece el primer
muerto».168
En algunos casos, los medios no solo hicieron eco de las declaraciones oficiales,
sino que cumplieron un papel determinante en la producción de un relato estigma-
tizador y criminalizante respecto a los capturados. Claudia, una de las detenidas
162
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
Ahí había unos periodistas sentados en una escalerita, como de A3 creo que se
llamaba el noticiero, y ellos estaban esperando y en la parte a mi izquierda había
un saloncito y ahí había unos muchachos chicos y chicas de pie, unos estaban
muy golpeados, había unos Policías como tomando datos y había Policías ar-
mando capuchas. Las armaban, yo lo vi, cogían pedazos de tela, no sé de dónde
sacaban, con banderas del eln y con cosedora las armaban y les abrían los hue-
cos para los ojos. En el documental pude ver que ustedes tienen el periódico,
eso me puso los pelos de punta porque yo vi esa imagen en ese momento, cuan-
do los chicos los pararon, hay unos que tienen unas capuchas así todas chuecas,
re mal hechas… fueron las que hicieron ellos. A los muchachos, a unos, los
quemaban con cigarrillo en el abdomen para que se dejara poner la munición
que tenía en la mano el muchacho de la foto. En esa foto hay un muchacho con
una munición y hay otro muchacho con un arma y a ellos los quemaban con un
cigarrillo en el abdomen para que tuvieran las manos así y se dejaran tomar la
foto. Eso fue algo que a mí me marcó, yo decía «no puede ser», los periodistas
esperando a que los policías armaran todo el cuadro para que ellos pudieran fil-
mar, para que ellos pudieran tomar las fotos, me pareció terrible.169
El caso de William y Augusto, referenciado por Claudia al recordar que fueron dis-
puestos para las fotografías de los periodistas con un arma y la munición en la mano,
es paradigmático en este sentido. Ambos son presentados a la prensa después de haber
sido sometidos a graves torturas y su historia se presenta como prueba de la acción
armada de los estudiantes, en algunos periódicos fueron presentados con capucha y en
otros sin capucha, lo cual además pone en evidencia la construcción intencionada de
la imagen que circuló (Imágenes 40 y 41).
El Bogotano fue posiblemente el medio que registró de manera más cercana los
acontecimientos violentos, las fotografías que acompañaron los reportajes presentan
las actividades que se llevaron a cabo al interior de la Universidad desde la mañana
y, posteriormente, la entrada de la Policía por la calle 26. Además, este periódico
presentó la lista de posibles personas desaparecidas, referenciada anteriormente, e
interpeló al general Vargas Villegas al señalar que, aunque «desmiente la versión de
muertos […] en esta edición les presentamos fotos exclusivas de uno de los encapu-
chados muertos». La foto a la que se hace referencia registra con seguridad el caso de
«el español», herido en el estómago al inicio de la confrontación, y es acompañada
de un pie de foto que plantea: «Este encapuchado, herido de bala en el estómago, fue
fotografiado cuando era llevado a un hospital desconocido. Murió poco después».170
En el mismo sentido, el titular que abrió la edición del viernes 18 de mayo señalaba:
«Urgente! La verdad sobre lo ocurrido el miércoles en la U. Nacional: Hay estudian-
163
Reventando silencios
Cierre de la Universidad
Imagen 42. Comunicado del csu. (El Tiempo, mayo 18, 1984, 3A)
164
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
no solo por los aspectos de carácter interno, sino que hay factores externos,
como el orden público del país, que inciden en la marcha de la Universidad. [...]
mientras no haya paz en el país no podrá haberla en la Universidad.174
165
Reventando silencios
Conclusiones
El 16 de mayo de 1984 puede entenderse como un momento crítico en medio de un
contexto particularmente lleno de contradicciones. Las posiciones opuestas sobre la
situación de la Universidad y el país se extremaron a tal punto que la tensión terminó
en ruptura. Sin duda, este es uno de los acontecimientos más violentos protagoni-
zados en un entorno universitario en la historia del conflicto armado en Colombia.
Posiblemente es solo comparable con la masacre del 21 de febrero de 1971 en la ciu-
dad de Cali.
La Universidad fue escenario de un enfrentamiento en el que participaron estudian-
tes armados y desarmados y agentes de la Fuerza Pública. La presencia de miembros
de la insurgencia en los enfrentamientos sin duda fue uno de los factores que elevó los
niveles de confrontación; en su intervención utilizaron armamento convencional y no
convencional (como los miples), generando graves afectaciones a 22 miembros de la
Fuerza Pública y poniendo en riesgo a docentes, trabajadores, transeúntes e incluso
los estudiantes que decidieron participar en la protesta.
Ahora, la acción de la Fuerza Pública claramente anticipó esta presencia. Dispuso
4 fuerzas (Disponible, goes, Escuadrón Motorizado y F2), de manera planificada y
con una cadena de mando compleja. Su disposición estuvo ligada al hostigamiento
que habían vivido los residentes desde septiembre de 1982, cuando inició la recu-
peración de residencias, y a la infiltración de agentes de inteligencia al interior de la
Universidad, previo a los acontecimientos violentos. En el desarrollo operativo, su
intervención en ningún momento buscó prevenir la acción violenta de quienes par-
ticiparon armados, ni contener y reducir su capacidad, sino abiertamente arrasar sin
consideración de quienes se encontraban al interior de la Ciudad Universitaria y sus
alrededores.
Esta acción fue indiscriminada y de carácter desproporcionado. La resistencia de
estudiantes desarmados y fuerzas guerrilleras, que eran claramente inferiores en
número de personas, entrenamiento y armamento, fueron rápidamente vencidas, pese
a lo cual el operativo dispuesto por la Fuerza Pública continuó deteniendo masiva-
mente y de forma arbitraria.
Mucho se ha debatido respecto al saldo de los acontecimientos. Desde la posición de
quienes niegan las afectaciones, las denuncias han sido acusadas de falta de pruebas
y en esa medida han sido minorizadas y desestimadas. No obstante, como el presente
capítulo ha dado cuenta, gran parte de la información que corrobora lo denunciado cir-
culó de manera pública en documentos producidos por los estudiantes y en la prensa.
Esta información, leída junto a otras fuentes y enriquecida con el testimonio de 12
personas, nos permite hacer un aporte (aún incompleto) al respecto de las afectacio-
nes ocasionadas durante la jornada del 16 de mayo de 1984 y hechos relacionados:t
166
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
• Las torturas y los tratos crueles a las que sometieron a las personas detenidas
fueron de distinto tipo. Por un lado, en el momento de la detención, el transporte
en vehículos oficiales y la llegada a la Sexta Estación de Policía, la generali-
dad fue que los detenidos fueran gravemente golpeados con puños y patadas y
mediante el uso de cadenas, bolillos, culatas y manoplas. Además, se registra-
ron quemaduras con cigarrillos encendidos y mojadas con mangueras durante
la madrugada. Por otro lado, las torturas dentro de la Sexta Estación de Policía
incluyeron violencia sexual y violencia basada en género: las mujeres fueron
constantemente amenazadas de violación; un grupo de estudiantes varones
fueron obligados a masturbarse, mientras que a las estudiantes mujeres se les
obligaba a presenciar este acto. Así mismo, como lo señala uno de los testimo-
nios, una estudiante padeció desnudez forzada y fue obligada a pasar la noche
sentada en un bloque de hielo.
• William Carrillo y Augusto Gutiérrez, quienes fueron condenados por porte ile-
gal de armas, fueron gravemente torturados hasta pasada la medianoche del 16
de mayo en la Sexta Estación. En el caso de William, la tortura incluyó el uso de
armas blancas con las que le perforaron un pulmón, comprometiendo su vida.
Por la gravedad de las heridas, fueron hospitalizados posteriormente.
167
Reventando silencios
propinó un policía a la altura del pómulo, tras haber caído herido por otro dis-
paro en el mentón, evidentemente tenía una intención de letalidad. Según su
testimonio, habría víctimas aún sin identificar producto de estos acontecimien-
tos: «veo muchos cuerpos a mi lado aparentemente muertos, yo soy el único que
me paro y casi me desvanezco porque había perdido mucha sangre».178
168
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
169
Reventando silencios
Notas al final
1. En 1984, y con motivo de la negociación, Autodefensa Obrera (ado) sufrió una fractura
entre el sector liderado por Carlos Efrén Agudelo junto con los hermanos Héctor y Adelaida
Abadía, quienes llegaron a un acuerdo de paz con el gobierno, y un sector que se mantuvo en
actividad hasta inicios de 1990. Para profundizar en este tema se recomienda revisar el tra-
bajo de Pulido, Reinoso y Garzón (2015): La rebelión del alicate. Un estudio de caso sobre la
organización Autodefensa Obrera.
2. Ley 35 de 1982 (Bogotá, Congreso de la República, 1982), artículo primero.
3. El Comando Pedro León Arboleda (pla) se constituyó inicialmente como Destacamento
Urbano del epl a mediados de los años 70. Sin embargo, poco tiempo después de su confor-
mación se escindió de dicha guerrilla y continuó existiendo de manera autónoma hasta la
segunda mitad de los años 80.
4. Darío Villamizar Herrera, Las guerrillas en Colombia: Una historia desde los orígenes
hasta los confines (Bogotá: Penguin Random House Grupo Editorial Colombia, 2017), 445.
5. Laura Restrepo, Historia de un entusiasmo, segunda edición (Bogotá: Norma, 1999), 11.
6. «M-19 declara otra vez la guerra!», El Bogotano, marzo 9, 1984, 13.
7. «epl y M-19 se unieron», El Bogotano, abril 9, 1984,5.
8. Carlos Medina Gallego, Ejército de Liberación Nacional (eln). Historia de las ideas polí-
ticas (1958-2018) (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia-Sede Bogotá Facultad de
Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, 2019).
9. Vega Uribe ha sido señalado de pertenecer, mientras estaba en su cargo de Comandante de
la bim, a la organización paramilitar Alianza Americana Anticomunista, conocida como Tri-
ple A, desde la cual ayudó a moldear «las formas represivas que llevaron a Colombia hacia el
terrorismo de Estado donde las criminales estructuras clandestinas y el paramilitarismo juga-
rían un papel importante» (Calvo Ospina, Colombia, laboratorio de embrujos, 2008, 137-138)
en el marco de una guerra contra la insurgencia armada. Uno de estos casos fue el de Olga
López Roldán sobre el cual, en junio de 1985, mientras Vega Uribe era Ministro de Defensa,
el Consejo de Estado falló a favor de López, condenando a la nación por las torturas que ella
sufrió durante su detención por la bim en enero de 1979, cuando fue acusada de participar en
el robo de armas al Cantón Norte perpetrado por la guerrilla del M-19. Esta fue la primera
vez que el Consejo de Estado falló sobre las acusaciones de torturas realizadas por el Estado
colombiano durante el gobierno de Turbay Ayala. Tras este fallo, la opinión pública, entre la
que resalta una crónica publicada por Ligia Riveros (ver nota 48), pidió la renuncia de Vega
Uribe a su cargo como ministro; sin embargo, esto no ocurrió, el General estuvo en el cargo
hasta el final del gobierno de Belisario Betancur y estuvo presente en noviembre de 1985 coor-
dinando, de mano del General Samudio Molina y otros comandantes del Ejército, la operación
militar en el Palacio de Justicia tras la toma por parte del M-19.
10. Hernando Calvo Ospina, Colombia, laboratorio de embrujos. Democracia y terrorismo
de Estado (Madrid: Foca, 2008), 144.
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46. Vale la pena señalar que, según información presentada por el proyecto Vidas Silenciadas,
Chucho pudo haber sido reemplazado como presidente por el estudiante Manuel Francisco
Rincón. Uno de los registros de dicho proyecto plantea lo siguiente: «El 6 de marzo de 1985
en Bogotá, D.E., en una vivienda abandonada del barrio Las Cruces, aparecen los cadáveres
del abogado LUIS ALFONSO LEAL VILLAMIZAR y del estudiante de sociología de la Uni-
versidad Nacional MANUEL FRANCISCO RINCÓN presidente de Cooperación Estudiantil.
Los cuerpos presentan señales de ráfagas de metralleta» (https://vidassilenciadas.org/victi-
mas/2557). Sin embargo, sobre este caso no ha podido encontrarse más información, incluso
preguntando a antiguos miembros de Cooperación Estudiantil. De hecho, Hugo Salamanca
señaló que era poco probable que hubiera un presidente después de Chucho León en tanto
Cooperación Estudiantil no se volvió a reunir tras los acontecimientos de mayo de 1984. No
obstante, consideramos importante destacar esta información para que pueda ser abordada en
futuras investigaciones.
47. Jaime León, entrevista de Archivos del Búho, junio de 2020.
48. Ligia Riveros fue una periodista que trabajó por casi una década en la revista Cromos.
Hizo reportajes sobre violaciones a los derechos humanos cometidas por el Estado durante el
Estatuto de Seguridad y cubrió importantes acontecimientos en el marco de los procesos de
paz a mediados de la década de los 80, entre otros trabajos. Por el alcance de su trabajo perio-
dístico, que le significó muchas amenazas, salió exiliada de Colombia en 1987 junto con su
familia.
49. Ligia Riveros, «A sangre y fuego contra la un», Cromos, mayo 22, 1984, 102.
50. León, entrevista, 2020.
51. Benavides, entrevista, 2020.
52. León, entrevista, 2020.
53. Héctor Rojas, en: Punto de Partida: Memorias de mayo 16 de 1984-Huella profunda en
la Universidad Nacional, 27-feb-2021. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=w-
qGocHsEMzE
54. «Denuncia a la opinión pública y a la comunidad universitaria en especial». Comunicado
de denuncia del crimen contra Chucho León e invitación a su homenaje el 16 de mayo. Archi-
vos del Búho.
55. Efraín León, hermano de Chucho.
56. Benavides, entrevista, 2020.
57. La Publicación 16 de mayo fue un esfuerzo colectivo por parte de los estudiantes por
recopilar y denunciar los hechos de ese día. Nos referiremos a ella como P16m para la edición
de julio de 1984 y como P16mII para la edición de septiembre de 1984.
58. «Acta forense del compañero Jesús Humberto León Patiño», Publicación 16 de mayo,
julio 1, 1984.
59. Benavides, entrevista, 2020.
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Reventando silencios
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Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
Dirección y pasa a ser la Dirección de Policía Judicial e Investigación (dijin), actual Dirección
de Investigación Criminal e interpol, bajo la que operó el F-2 hasta su clausura.
75. Al respecto, Elizabeth recuerda a «un tipo que vendía arepas en Gorgona, cuando uno
terminaba de subir las escaleras se hacía ahí, era un flaco de pelo un poquito largo, ese tipo
era un tira y ese día estaba entregando gente, de él me acuerdo perfectamente y de una mujer
joven que era un poquito gruesita, bonita, se maquillaba, usaba minifalda y estaban los dos
entregando gente por el lado de residencias» en Entrevista a Jaime León (Estudiante de la un
durante la década de los 80).
76. «Bala para todo el mundo!», 8.
77. Tanquetas utilizadas por la Policía en medio de las protestas.
78. El Castillo era uno de los bares más famosos entre los universitarios y las universitarias.
Se ubicaba en la cuadra inmediatamente contigua a la salida de la calle 26, hoy totalmente
demolida y convertida en plazoleta tras las obras de Transmilenio entre los años 2009 y 2010.
79. Manrique, entrevista, 2020.
80. Los miples son artefactos explosivos de fabricación artesanal, en las que se introducen
los reactivos al interior de un tubo.
81. Jairo, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
82. Esta bomba es el mismo miple al que se refiere Jairo.
83. Manrique, entrevista, 2019.
84. «Bala para todo el mundo!», 8.
85. «La verdad de una masacre», Publicación 16 de mayo, julio 1, 1984, 4.
86. «La verdad de una masacre», 5.
87. «En los disturbios, los más graves en la historia de la u.n., hubo intercambio de disparos
entre agitadores y Policías y al parecer una patrulla en moto de los servicios secretos entró a
los predios de la Universidad disparando con una ametralladora.» («Indefinidamente cierran la
un», El Tiempo, mayo 18, 1984)
88. Elizabeth Díaz, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
89. Yuber Pacheco, 2do Taller Colectivo de Memoria (2019), 26 de octubre de 2019.
90. Hugo Guanumen, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
91. Díaz, entrevista, 2015.
92. Díaz, entrevista, 2019.
93. Lola Esperanza Martínez, entrevista de Archivos el Búho, 2015.
94. Rincón, entrevista, 2015.
95. Bazurto, entrevista, 2015.
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Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
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Reventando silencios
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Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un
era comandante de las Fuerzas Militares y estaba como Ministro de Defensa encargado (ver
nota 8).
180. Estuvo en el cargo de Director de la Policía hasta agosto de 1986, ha sido investigado
por su implicación en las muertes y desapariciones durante y después de la toma del Palacio de
Justicia, especialmente por las acusaciones que recibió por parte de Yesid Reyes, quien lo res-
ponsabiliza por retirar parte de la seguridad de su padre Alfonso Reyes Echandía, presidente
de la Corte Suprema de Justicia, días antes de la toma, y por encubrir las verdaderas circuns-
tancias en las que su padre fue asesinado. También ha sido acusado de encubrir nexos entre
organizaciones narcotraficantes y miembros de la Policía Nacional.
181. Seguía en el cargo de comandante durante la toma del Palacio de Justicia y ha sido
investigado por las decisiones que dificultaron la investigación sobre los responsables de algu-
nas muertes, debido a su ejecución del levantamiento en el lugar del crimen y por inhumar los
cadáveres de los 26 muertos en el Palacio al día siguiente de la retoma. Su hijo Jorge Luis Var-
gas Valencia fue director de la dijin.
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CAPÍTULO 4
Y después de la tempestad, no
vino la calma: la Universidad
Nacional de Colombia tras el
cierre de mayo de 1984.
Rodrigo Torrejano Jiménez
Sociólogo de la UN e investigador de la CESYCME
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Reventando silencios
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Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
del Estado que determinaron que con ese día y en esa fecha se daría fin a lo que
nosotros llamábamos la toma y la recuperación de residencias universitarias.6
La idea relacionada con la poca responsabilidad del rector corresponde a dos fac-
tores. El primero hace referencia a la disposición de diálogo que Sánchez Torres
mantuvo a lo largo de su administración, dado que desde la recuperación de 1982
optó por mantener una política de diálogo que buscaba la reactivación de las residen-
cias universitarias y la puesta en marcha de mecanismos de corresponsabilidad para
el funcionamiento de estas. El segundo factor guarda relación con el rechazo mani-
fiesto, por parte de la rectoría, a las medidas de orden público al interior del campus.
Estos elementos, según estudiantes de la época, fueron el eje central de las razones
que motivaron la renuncia del rector, tal como se describe a continuación:
Yo creo que Fernando Sánchez Torres renuncia a la Universidad por eso, porque
él no quería que se cerraran las residencias, él creía en que se podía hacer un
proceso de reestructuración y que la Universidad podía tener espacios para los
estudiantes y él fue el que realmente le metió durísimo. Me imagino que en esas
discusiones que tuvieron que darse en el Consejo Superior él la perdió, pero él
fue un defensor previo. Las residencias se lograron sostener, porque el rector de
alguna manera dijo: «si ustedes se organizan, si ustedes ayudan a que ese estado
de bienestar funcione, cuentan conmigo». Y el hombre sí dijo: «yo prefiero irme
de la Universidad, prefiero renunciar a ser rector que ver la Universidad cerra-
da» y el hombre efectivamente fue el que renunció.7
183
Reventando silencios
pública debe ser el reflejo del país, en nada justifica un proceder que es una
franca contradicción política. Si lo que se busca es acelerar un cambio de las
costumbres sociales y políticas, no es precisamente a través de la inmolación de
la Universidad como va a lograrse.8
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Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
Para el rector, la resolución de los conflictos al interior del campus era posible a tra-
vés de la neutralidad de los estudiantes y de la superación de la polarización mediante
el posicionamiento de un punto medio entre «dos extremos». Esta idea reforzó el
imaginario de la rectoría de la un como una institución ajena a las dinámicas de con-
frontación que vivía el país y, además, insistía en ubicar el origen del problema en el
estudiantado y sus diversas posiciones políticas:
He llegado a creer que para nuestra Universidad sería muy útil, y para el país
también, que los que conforman el estamento estudiantil se colocaran en el
punto medio de estos dos extremos. De esa manera se evitarían los conflictos
violentos, se silenciarían las piedras, las bombas y las pistolas.12
185
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Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
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Reventando silencios
La Reforma Palacios
Lo primero que se hizo fue hacer un diagnóstico para ver en qué condiciones
se podía reabrir la Universidad, que yo encontré cerrada, para que se estabili-
zara y la Universidad funcionara como Universidad. La un era muy inestable,
en los 18 años antes de que yo me posesionara como rector, en agosto de 1984,
hubo 21 rectores en propiedad, y como 10 o 15 rectores encargados, algunos
encargados por más tiempo que rectores en propiedad. El diagnóstico es que
la Universidad estaba tomada por dentro, secuestrada por grupos que tenían su
poder en las residencias y en la cafetería central.24
188
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
Sin embargo, estos intentos organizativos no prosperaron, entre otras cosas, por
el cierre del campus y la ausencia de comunidad política. Ante este panorama, el
csu logró sacar adelante una serie de decisiones sin el contrapeso del movimiento
estudiantil.
Entre agosto de 1984 y abril de 1985, se aprobaron 17 acuerdos en el csu, por medio
de los cuales se crearon, reestructuraron o suprimieron departamentos y programas
curriculares tales como los de Lingüística, Filología y Zootecnia. Además, se rea-
lizaron reformas en programas de las facultades de Ciencias Económicas, Ciencias
Humanas, Ingeniería, Ciencias y Medicina. Las reformas se dieron buscando un enfo-
que investigativo en las diferentes áreas del conocimiento. Así lo determinó en su
momento la rectoría:
Este enfoque se introdujo dentro de las carreras, al mismo tiempo que se redujo el
número de materias y se estructuraron los currículos por ciclos, de manera que la Uni-
versidad pudiera utilizar con mayor eficiencia los recursos físicos, presupuestales y
docentes puestos a su disposición.
De acuerdo con algunas organizaciones estudiantiles, el problema de este enfoque
estaba relacionado con dos aspectos. Por un lado, como lo señala el Frente Estu-
diantil Revolucionario - Sinpermiso (fer-sp), «los contenidos de esta educación son
referidos a las necesidades inmediatas de la producción industrial, agrícola, minera
y energética; los campos humanísticos y sociales desaparecen».27 Por otro lado, el
enfoque se tradujo en la producción de «técnicos y no humanistas, ni teóricos, ni pro-
fesionales con conciencia social».28
La formación se enfocó en la investigación de los problemas inmediatos del país, de
modo que se presentaran soluciones coyunturales, carentes de crítica y que no reco-
nocían los contextos, actores y conflictos estructurales que se ubicaban detrás de esos
189
Reventando silencios
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Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
del Acuerdo 100, se modificó esta estructura, creando una instancia de bienestar
universitario denominada Comité de Asuntos de Bienestar de Sede,33 mediante el cual
se crearon puestos que no existían antes, como el cargo de Vicerrector de Bienestar.
A pesar del enfoque de la reforma de fortalecer la estructura orgánica de la Universi-
dad, incluyendo un área específica para Bienestar Universitario, esta se realizó sobre
una noción de bienestar diferente a la que existía antes del cierre. Esto se evidencia
con la modificación de los objetivos y facultades de bienestar universitario:
Préstamo-beca
La implementación de la nueva visión de la educación como servicio susceptible
de ser privatizado, se dio mediante la creación de los créditos educativos y présta-
mos, denominados beca, los cuales se crearon por medio del Acuerdo 100 del csu,
el cual resuelve que estos «reemplazan los sistemas de Cafeterías y Residencias uni-
versitarias en la Sede Bogotá».39 Esta estrategia se ofrecía a los y las estudiantes que
no contaban con los recursos suficientes para pagar la matrícula universitaria. Estas
acreencias podrían ser condonadas parcialmente según el rendimiento académico del
tomador.
Los préstamos beca se financiaban a través del Fondo Gonzalo Bravo Pérez, creado
por medio del Acuerdo 108 del csu, en diciembre de 1984, el cual estipulaba que los
191
Reventando silencios
Mucha gente se fue endeudando para pagar ese préstamo-beca durante al menos
5 años, hubo mucha gente que incluso llevaron a los estrados judiciales por co-
bro jurídico debido a que no pagaban en los tiempos dados.44
Esto ocurría, porque el préstamo-beca significó para algunos estudiantes una doble
carga. Como esta política reemplazó las ayudas que algunos tenían antes del cierre,
debían buscar la manera de mantenerse en la ciudad y cubrir los gastos económicos
192
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
Por medio del Acuerdo 108 también se determinó que los préstamos-becas reem-
plazaran los servicios de residencias universitarias y cafeterías estudiantiles.46 Con
las residencias desalojadas y la Universidad cerrada, se determinó la cancelación de
estos derechos, los cuales beneficiaban, principalmente, a estudiantes provenientes
de región que desarrollaban sus estudios en Bogotá. Esta decisión, sumada con los
hechos de violencia del 16 de mayo, podría explicar la disminución de inscritos y
admitidos a la Universidad entre los años 1984 y 1985, como se observa en el boletín
estadístico de la Universidad: pasando de 23.125 inscritos y 2.243 admitidos para el
primer semestre de 198447 a 1.902 inscritos y 306 admitidos para el primer semestre
de 1985, en la sede Bogotá.48 En lo que tiene relación con el número de matrículas, se
presentó una reducción del 8%: de 16.537 a 15.268. Estos datos evidencian una dis-
minución de la población estudiantil entre el cierre y la apertura del campus.
193
Reventando silencios
Yo convoqué, como rector, a los estudiantes por áreas, y les dije a los estudiantes,
si ustedes quieren tener Universidad tienen que entender que no va más esto, la
cafetería no va más, las residencias, y el ejército, incluso, no solo la policía,
puede entrar aquí si la situación de orden público se agrava.51
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Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
Otro ejemplo de esta situación sucedió en 1988, cuando por orden de la rectoría se
tomó la medida de permitir la presencia de la policía dentro del campus. En un comu-
nicado de la rectoría se informó que: «la Fuerza Pública custodiará las vías peatonales
y vehiculares de acceso a la Ciudad Universitaria de Bogotá y el perímetro de esta,
como respuesta a la necesidad que experimentamos todos de proseguir las labores
académicas».53 Este hecho ocurrió después de una confrontación al interior del cam-
pus, en la que participaron sectores que no lograron ser identificados, como se relatará
más adelante.
En la misma vía de la política de dar continuidad a las clases y mantener la nor-
malidad académica, se decidió, en 1986, la contratación de un servicio de vigilancia
privada para reducir costos al no realizar contratación directa con la Universidad.54
Inicialmente, este servicio funcionaría por locaciones alrededor del campus y, progre-
sivamente, iría ingresando a él. Para los estudiantes, este proceso contractual hacía
parte de una estrategia de control de la actividad política del movimiento estudiantil y
de la vida al interior de la un:
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Reventando silencios
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Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
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Reventando silencios
Realizar un debate público, de cara al país, que cuente con la participación del
cuerpo directivo de la institución, profesores, trabajadores y estudiantes, donde
se discuta la militarización de la Universidad, sus causas y efectos, proponemos
este tema para creer que ésta es la discusión real. En tal debate se hace necesario
que los medios de comunicación estén presentes cumpliendo ahora sí sus de-
beres de Información Objetiva, veraz e imparcial.66
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Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
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Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
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Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
pública debe ser una pieza deliberante y activa en la búsqueda de la paz».79 Esta posi-
ción representó un llamado directo a la apertura del campus como la posibilidad de
aportar a los intentos de salida política al conflicto, sobre la base del argumento que
asocia los conflictos de la educación con la crisis del país. Por último, Hoyos reco-
noció que el espíritu de ese foro recogía la necesidad de pensarse la Universidad de
forma propositiva y creativa.80
En 1984, el Foro en Defensa de la Educación Pública, caso Universidad Nacional, se
constituyó como el escenario más significativo del encuentro, discusión y proyección
de las acciones del movimiento estudiantil ante la situación de la un y el panorama
nacional. Profundización de la democracia, comienzo de escenarios de diálogo, cese
de la represión, amnistía para quienes habían sido capturados por ser estudiantes o
militantes de organizaciones estudiantiles y la apertura del campus, fueron las exi-
gencias globales de este espacio. Como conclusión, se posicionó la idea de que la
resolución de la crisis del sistema educativo dependía del cambio del régimen polí-
tico colombiano.
Aunque Sánchez Torres fue ponente del foro, su reflexión se limitó a describir los
orígenes del cierre de la un y señaló a sectores del movimiento estudiantil de ser
responsables de lo ocurrido. Sobre la crisis de la Universidad, la posibilidad de rea-
pertura o el reinicio de escenarios de diálogo, guardó silencio. Doce días después de
su intervención, el Ministerio de Educación designó a Marco Palacios como nuevo
rector. Las valoraciones, los debates y las conclusiones de este encuentro no fueron
atendidas.
En diciembre de 1984, estudiantes de las carreras de Medicina, Enfermería y Odon-
tología realizaron el foro Situación actual y perspectivas del Hospital de la Hortúa.
En abril de 1985, tras 11 meses, el campus sería reabierto, la apertura originó una
serie de publicaciones y reflexiones de las organizaciones estudiantiles. Una de las
más significativas fue la tercera edición de la P16m. Esta publicación, a modo de
inducción al campus, enumeró las transformaciones territoriales y arquitectónicas que
habían sufrido los edificios y predios de la un durante el cierre y, mediante el cues-
tionamiento a la “Carta Universitaria”,82 se presentaron los principales interrogantes
203
Reventando silencios
a las reformas iniciadas por la administración Palacios desde agosto del año anterior.
El Bienestar Universitario, participación política, transformación territorial de la Uni-
versidad y crisis del hospital de la Hortúa, fueron parte del temario de reflexión:
• Bienestar universitario: para la publicación, el discurso modernizador de Pala-
cios al hablar sobre el bienestar no respondía a las necesidades o reivindicaciones
del movimiento estudiantil. Por el contrario, representaba el posicionamiento de
una lógica privatizadora de los derechos de cafetería, vivienda y manutención.
Lógica que también estaba representada en la puesta en marcha de la política
de préstamos-beca. Según la publicación, «los más opcionados para benefi-
cios académicos, son los que no tienen problemas de inestabilidad económica,
alimenticia, ni de vivienda».83 Además, la medida privilegiaba las lógicas de
competencia y la privatización de los recursos de bienestar.
• Participación: en lo que respectaba a los escenarios de participación, se resal-
taba que, aunque en la “Carta Universitaria” se convocara a la activación de los
diálogos desde los distintos estamentos, la reforma de Palacios pretendía la ins-
titucionalización de los ejercicios de agitación del movimiento estudiantil.
• Reforma del campus: la adecuación de los espacios de residencias para conver-
tirlos en oficinas o unidades administrativas fue presentada por la publicación
como un «atentado» contra la Universidad.
• Crisis del Hospital de la Hortúa: en lo relacionado con la Hortúa, el cues-
tionamiento giró alrededor de dos temas. Uno, la crisis de financiación para el
funcionamiento de las unidades médicas. Y dos, la atención de las clases popu-
lares, así como el inminente cierre de las instalaciones de no ser atendidas las
necesidades financieras.84
La publicación se enfocó, por un lado, en la denuncia del modelo Palacios de Uni-
versidad y su administración, compuesta, según la P16m, por el 98% de las directivas
pasadas85 y, por otro, en la presentación de elementos de análisis para la acción polí-
tica. Además, la editorial presentaba este esfuerzo comunicativo como un vocero
permanente del estudiantado y sus distintas expresiones; sin embargo, el periódico no
se volvió a imprimir.
En su momento, la reapertura implicó procesos de desencuentro y fractura de la
comunidad estudiantil. De acuerdo con Antonio Manrique, estudiante de la época,
el regreso a la Universidad implicó un silencio permanente y una relevancia sig-
nificativa del discurso de excelencia académica, en contraposición a la opción del
compromiso político. Este es el ejemplo más significativo de las afectaciones colecti-
vas de lo ocurrido en la un, la magnitud de la violencia ejercida por la Fuerza Pública
204
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
Nada, nadie hablaba de eso, por lo menos en Geología no se dio eso que yo re-
cuerde, que en la Universidad que dijeran «vamos a reunirnos», nada. Aún más,
yo llegué con una actitud diferente, yo como estudiante, yo llegué más dedica-
do a mi carrera porque yo tenía un serio conflicto, yo no sabía qué iba a hacer
hasta que descubrí que mi carrera era ser profesor, entonces dije «tengo que ter-
minar geología porque igual cualquier maricada que estudie no me va a gustar,
pero tengo que terminar algo».86
205
Reventando silencios
Organización y reconstrucción
Tras el cierre del campus se iniciaron acciones de organización, movilización y agi-
tación. El pronunciamiento en el encuentro de emergencia de la Universidad Distrital,
el 18 de mayo, y la investigación, redacción y publicación de la P16m, en julio del
84, fueron el punto de partida para lo que vendría ese año: la toma a la embajada de
España y la convocatoria al Foro en Defensa de la Educación Pública, caso Universi-
dad Nacional.
El 14 de agosto de 1984, un grupo de estudiantes ocupó la sede de la embajada de
España bajo la consigna “estudiantes en exilio”. El centro de la acción fue la denuncia
de lo ocurrido en la Universidad, la exigencia de investigación sobre el accionar de la
Fuerza Pública, la suspensión de los consejos de guerra en el marco de la aplicación
de la Doctrina de Seguridad Nacional y las garantías para el movimiento estudiantil.
De igual manera, hizo alusión a los conflictos laborales del magisterio y a las caren-
cias en la prestación de los servicios públicos de los barrios populares de Bogotá.
206
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
servicios públicos. Estos elementos dan muestra de la vinculación que tenía el movi-
miento estudiantil con otras disputas políticas del panorama nacional.
De igual manera, se desarrollaron acciones de visibilización a nivel nacional. Según
el relato de Hugo Salamanca, algunos estudiantes que se encontraban participando
en el xix Congreso de la Asociación Colombiana de Ciencias Biológicas,89 llevado a
cabo en la ciudad de Bucaramanga, realizaron actos de agitación y denuncia sobre lo
ocurrido. Además, iniciaron una correría por varias universidades de la costa Caribe
con la misma intención.
Durante los primeros meses de cierre del campus, las acciones del movimiento estu-
diantil se centraron en la denuncia de lo ocurrido y en la visibilización del accionar
de la Fuerza Pública. Lo anterior en el marco de una coyuntura política nacional de
negociación entre el Estado y las insurgencias, con brotes de confrontación armada en
distintos lugares. En este contexto, es convocado el Seminario sobre la Violencia en
Colombia en junio de 1984 y el Foro en Defensa de la Educación Pública, caso Uni-
versidad Nacional, en agosto de ese mismo año.
Además de la visibilización sobre lo ocurrido, la organización, la construcción de
agendas comunes y la unidad fueron elementos centrales de este periodo y contrasta-
ron con la transformación de las dinámicas organizativas al interior de la un. Uno de
los casos más representativos fue el de Cooperación Estudiantil. De acuerdo con el
siguiente relato, el cierre de residencias, de cafeterías y el regreso de estudiantes pro-
venientes de las distintas regiones del país a sus lugares de origen implicó un proceso
de desarticulación y, aunque nominalmente Cooperación siguió existiendo, el espacio
de encuentro y acción colectiva que se había constituido como referente antes del 84,
se dispersó durante 1985.
207
Reventando silencios
Bienestar Estudiantil (ube) como parte del proceso de reagrupación de quienes habían
vivido en las residencias y, en general, de quienes se veían directamente afectados
por el desmonte del Bienestar Universitario en la un. A la par, también se presentó la
Coordinadora de Grupos de Trabajo,92 que, de acuerdo con el comunicado de presen-
tación, planteaba la constitución de escenarios de discusión más allá del bienestar y
desde una perspectiva más amplia. Las temáticas de trabajaron fueron:
Imagen 44. Cabildo Nacional Juvenil. (Periódico Indi-Gestión núm. 19, fondo documental
de Archivos del Búho)
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Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
209
Reventando silencios
[…]experiencia organizativa que era más una coordinación operativa entre las
organizaciones que ya estaban presentes en el sector, que una organización que
aportara en la construcción de organización gremial y amplia dentro del sector,
fortaleciendo y conformando proceso político dentro del mismo.105
El cue les permitió a los estudiantes asumir tareas políticas al interior del cam-
pus, manteniendo una conexión con la dinámica nacional y, en el caso de la un Sede
Bogotá, posibilitó la reconstrucción de escenarios para el encuentro, el debate y la
movilización, acciones que desde 1984 no eran posibles. Además, en septiembre de
1987 se realizó el Primer Plenario Nacional, en el que se compartieron los avances
de la organización del estudiantado y se proyectaron estrategias de articulación con el
movimiento político del país.
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Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
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Reventando silencios
En octubre de 1987, tuvo lugar la toma de las Residencias Alberto Alava para exigir
la reapertura de las Gorgona. La prensa registró el hecho como el intento de ocupa-
ción por parte de un grupo de encapuchados y de acuerdo con el periódico El Tiempo,
citado por Rudas,108 «tras unas breves negociaciones con el rector, con las actividades
académicas suspendidas, los ocupantes terminaron desalojando pacíficamente».109 En
esta ocasión, la administración Palacios presionó la salida de los ocupantes mediante
la figura del cierre preventivo del campus y el hostigamiento público con declara-
ciones que hacían referencia a los estudiantes como «fósiles, holgazanes, apaches,
bazuqueros o adolescentes atolondrados haciendo recreo»,110 el movimiento estudian-
til de la un valoró la acción como un fracaso.111
En 1988, se dio el cambio de la Torre Administrativa hacia el edificio Uriel Gutié-
rrez y la torre pasa a convertirse en la sede de Enfermería. Este proceso coincidió con
la profundización de la crisis de participación al interior de la Universidad. Para la
comunidad universitaria, la administración de Marco Palacios «hacía cambios al esta-
tuto de los trabajadores, sólo les comunicaba, no hubo nada de democracia en la toma
de sus decisiones».112
La ausencia de espacios de discusión en la Universidad, la postura política de
Palacios y su decisión irrestricta de no permitir alteraciones a la “normalidad aca-
démica”, desencadenó una serie de acciones por parte de grupos estudiantiles que
terminaron en protestas, militarización del campus y la radicalización de posiciones
al interior del movimiento estudiantil. Las residencias siguieron siendo una reivin-
dicación permanente, al punto que, en 1993, durante la administración de Antanas
Mockus, se presentó otro intento de retoma del edificio Alberto Alava. A través del
oficio n.°305 de ese año la rectoría ordenó el desalojo de los estudiantes que mante-
nían la ocupación.
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Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
universitarios como responsables del uso de prácticas violentas. En este contexto, uno
de los hechos más significativos del periodo ocurrió en mayo de 1988.
Para esta investigación no fue posible establecer si ocurrieron hechos violentos al
interior del campus entre 1985 y 1986. En 1987, según el balance de la rectoría, se
presentaron 20 acciones «tales como incendio de buses, fabricación y colocación de
bombas de dinamita dentro de los predios, atentados contra la vida y seguridad de los
miembros del claustro, “toma” de instalaciones académicas y destrucción vandálica
de bienes de la Universidad».113 Sobre este inventario se puede resaltar que para la
administración Palacios las movilizaciones pacíficas, como el intento de toma de resi-
dencias, y el uso de la violencia eran equiparables.
Aunque es innegable la ocurrencia de hechos violentos al interior de la Universidad
durante estos años, entre los que se encuentran la instalación de un petardo en el auto-
móvil del profesor de Psicología Aristóbulo Pérez114 y la quema del carro del decano
de Ingeniería,115 los estudiantes hicieron un llamado permanente a la administración
para que no equiparara las acciones violentas con los repertorios de acción colectiva
del movimiento estudiantil, como las movilizaciones, los mítines y las tomas. Aún en
estas condiciones, Palacios siguió dando tratamiento militar a toda expresión política
en el campus.
En este contexto, una carta anónima titulada “Digamos la verdad sobre la Univer-
sidad nacional y la crisis desde el año 1980” presenta el escenario de desbalances
políticos que se presentaban al interior de la un durante estos años y que tuvieron
impactos en las dinámicas sociales de la comunidad universitaria:
La distancia entre la administración Palacios y los estudiantes se hizo aún más visible
durante 1988. En mayo de ese año, un grupo no identificado convocó a una conme-
moración de lo ocurrido en 1984 y, aunque varias organizaciones estudiantiles, bajo
la denominación Alianza Estudiantil por la un, hicieron un llamado previo al rechazo
de estas acciones violentas, la rectoría terminó acusando al movimiento estudiantil
sobre el desenlace de los hechos. Según el comunicado, publicado el 16 de mayo de
1988 y firmado por el fer-sp, el Frente Popular, ¡A Luchar!, el pcc, la up y la juco,
213
Reventando silencios
214
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
Los hechos denunciados por las organizaciones estudiantiles e identificados por los
profesores como parte de una escalada de acciones violentas al interior de la Univer-
sidad, en medio de una estrategia de desprestigio y agresión contra el movimiento
estudiantil y el campus, terminaron por convertirse en un intento de enfrentamiento
armado entre un grupo no identificado y la Fuerza Pública.121 Según reposa en el
comunicado firmado por la Vicerrectoría de sede este fue el desenlace de la acción:
[…] lo que ocurrió fue una toma armada por parte de un grupo de individuos
cuyo número oscila entre 15 y 20, fuertemente armados, que, con gran arrogan-
cia y violencia desproporcionada, estuvieron en los predios de la Universidad
Nacional por más de media hora, entre la 1:15 y 1:45 p.m., haciendo salvas al
aire y destruyendo, ante la mirada atónita de los transeúntes, un bus que es-
tratégicamente ubicaron en el predio. Con ello esperaban un enfrentamiento
armado con la fuerza pública dentro del claustro, confiando que los estudiantes
curiosos sirvieran de carne de cañón en la tragedia. De acuerdo con el informe
de la Oficina de Vigilancia, se encontró «un artefacto explosivo armado dentro
de un tubo de PVC de una pulgada, con tapones de rosca laterales. Fue lleva-
do a los técnicos de explosivos y ellos determinaron que tenía una composición
de dinamita de 90% mezclada con nitroglicerina, en cantidad de más de una li-
bra y adicionada con unas cincuenta (50) esferas de acero. Aparentemente esta
bomba la prendieron con mecha lenta, pero ésta se salió y explotó por fuera, no
haciendo detonar el artefacto principal». Dicha bomba se arrojó a un vehículo
de la fuerza pública durante el enfrentamiento de ayer. El alarde, coordinación,
disciplina y experiencia armada del grupo de encapuchados indican, muy a las
claras, la necesidad que tiene el Alma Mater de protegerse o sea de proteger la
vida y la libertad de todos sus miembros y de defender el derecho a la enseñan-
za y a la investigación.122
Con este hecho, la Rectoría registró un total de 10 acciones violentas al interior del
campus durante 1988. Aun así, fue la acción de mayo la única que generó un cierre
preventivo de la Universidad y una reapertura en medio de la militarización. Ante lo
ocurrido, la administración mantuvo su posición política y continuó el direcciona-
miento de las acusaciones contra el movimiento estudiantil.
215
Reventando silencios
Luchamos por la vida: ese monstruo, grande, que pisa fuerte, está dejando un
hedor a miedo y muerte en nuestra patria; deambula por campos y ciudades,
donde crece el amor a la vida, la soberanía y el bienestar, donde el pueblo se or-
ganiza y lucha para crear una nueva patria. Amnistía Internacional lo confirma;
el gobierno y sus fuerzas armadas instrumentan la violación de los Derechos
Humanos en Colombia.124
216
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
acuerdo con Mauricio Romero, este proceso se sustentó en la confluencia de una serie
de procesos políticos:
217
Reventando silencios
50 47
45
40
35
30
25
20
15
10 7
5 5 4
5 1
0
1983 1984 1985 1986 1987 1988
2 1
0
1984 1985 1986 1987 1988
Gráfica 3. Violaciones a los Derechos Humanos registradas por el portal Vidas Silenciadas
(1984-1988). Elaboración propia, con información de victimizaciones contra personas
218
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
relacionadas con el sector educativo de la ciudad de Bogotá. Base de datos del portal Vidas
Silenciadas, información registrada entre mayo y junio de 2020.
Los repertorios de violencia con los mayores números en este registro son los homi-
cidios y las desapariciones forzadas. En la base de datos del portal Vidas Silenciadas se
menciona uno de los casos emblemáticos de la práctica de la desaparición en Colom-
bia. A saber, en 1987 en la localidad de Kennedy, en Bogotá, miembros de la Brigada
del Ejército Nacional, detuvieron y desaparecieron a Nydia Erika Bautista, quien se
retiró de la carrera de Sociología en la un tras el cierre de 1984 y había asumido su
trabajo político de forma más activa en la ciudad de Cali. En su paso por la Uni-
versidad, hizo parte del colectivo del periódico El Aquelarre y durante el 84 estuvo
vinculada con el sindicato del Instituto Nacional de Radio y Televisión (inravisión)131
En lo relacionado con el contexto nacional, Mauricio Romero plantea que
219
Reventando silencios
Uno de los casos que representa esta idea, es el asalto a la antigua Bolsa de Valo-
res de Bogotá en agosto de 1984. De acuerdo con la revista Semana, un comando del
grupo del Comando Pedro León Arboleda (pla), disidencia del epl, conformado por
«cinco hombres y una mujer, armados con pistolas, subieron hasta el 5° piso del anti-
guo edificio de la Bolsa, amordazaron a los empleados de la firma Martínez, Guerra
y Gutiérrez».135 En este operativo murió un estudiante de Geología de la Universidad
identificado como “el llanero”.
Ellos eran de la habitación al lado mío, con otro muchacho de Geología que era
del Huila, pero él estuvo con otro muchacho que sí era de Bogotá. Yo me enteré
de que lo habían matado porque fui por algo al centro y estaba en los periódicos
vespertinos; cuando yo veo una foto pequeñita y veo que era “el llanero”, me
acerco y veo que estaba la foto de él muerto.137
220
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
La Toma del Palacio de Justicia fue otro caso significativo para la ciudad, la Univer-
sidad y el movimiento estudiantil. Ocurrió entre los días 6 y 7 de noviembre de 1985
en el centro de Bogotá. En este hecho se encuentran varios elementos que permiten
entender el desarrollo de la confrontación armada durante la década de los 80. En pri-
mer lugar, el operativo realizado por el M-19 fue la manifestación bélica del fracaso
de las negociaciones de paz de Belisario Betancur. Además, la respuesta de la Fuerza
Pública, que seguía siendo desproporcionada y fuera de los límites del dih, fue la
demostración del colapso institucional y de la incapacidad del Gobierno por mante-
ner bajo su control los sectores de las Fuerzas Militares que reivindicaban una salida
militar a la guerra.
Aunque los efectos de esta acción han sido ampliamente estudiados en la bibliogra-
fía académica, sus impactos o relaciones con la un no se conocen. Solamente se ha
hecho hincapié en la vinculación de Luis Otero Cifuentes como estudiante de Antro-
pología y de Andrés Almarales, quien en algún momento de su vida realizó estudios
en la Facultad de Derecho de la Universidad.
A finales de 1985, inició uno de los episodios más dolorosos del conflicto armado
en Colombia. En las montañas del Cauca, específicamente en el corregimiento de
Tacueyo del municipio de Toribío, tuvo lugar la masacre de 125 personas a manos
de Fedro Rey “Javier Delgado”, y Hernando Pizarro Leóngomez, comandantes del
Frente Ricardo Franco,141 disidente de las farc-ep. Estos hechos ocurrieron entre fina-
les del 85 y enero del 86 y de acuerdo con los ejercicios de memoria realizados por
Archivos del Búho, allí fueron asesinados varios estudiantes de la un que tenían filia-
221
Reventando silencios
ción política con este grupo. Según el portal Rutas del Conflicto, la mayoría de las
víctimas eran jóvenes campesinos y universitarios:
Según las investigaciones judiciales, fueron asesinadas 125 personas, pero re-
portes de prensa de la época registraron 164 víctimas. La mayoría eran jóvenes
campesinos que habían ingresado recientemente a las filas de la columna Ri-
cardo Franco. Muchos también eran universitarios que fueron llamados por
“Delgado” hasta sus campamentos con el único propósito de ser asesinados.142
222
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma
223
Reventando silencios
Notas al final
1. «La Reforma de la Seguridad Social en Salud Colombia», Revista Salud Colombia, acce-
dido mayo 17, 2020, http://www.saludcolombia.com/actual/lareform.htm.
2. Publicado en el diario oficial 36615 del viernes 18 de mayo de 1984.
3. María Teresa Ramírez Giraldo y Juana Patricia Téllez Corredor, «La educación prima-
ria y secundaria en Colombia en el siglo xx» Revista del Banco de la República 79, núm. 940
(febrero 2006): 61, https://doi.org/10.32468/be.379.
4. Esquema de gobierno «inspirado en el modelo europeo que abre espacios al ejercicio de
la oposición, limitando, a su vez, el ejercicio del gobierno […] permite que los partidos ajenos
al gobierno puedan garantizar su independencia o contradecir al gobernante sin tenerse que
someter al rigor del llamado “desierto de la oposición”, que se caracteriza por ser de silencioso
aislamiento, penurias económicas y persecuciones oficiales», elmundo.com, «Del esquema
gobierno-oposición al Estatuto de la Oposición», 10 de julio de 2018, https://www.elmundo.
com/noticia/Del-esquema-gobierno-oposicion-al-Estatuto-de-la-Oposicion/373128.
5. «El 16 de mayo, fecha en la que la “Fuerza Pública” (goes, F-2, B-2, Policía) reprimiera
con ferocidad sin precedentes una protesta estudiantil, dejando como saldo un número inde-
terminado de muertos, heridos y detenidos, es el desenlace de una situación de crisis de la
política de diálogo y represión que se venía dando en la administración de Sánchez Torres en
consonancia con la política que al nivel nacional venia impulsando Betancur». fer-sp, «Curso
de inducción o programa de integración a la u.n», 1987, 5.
6. Luis Higuera, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
7. Hugo Guanumen, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
8. Fernando Sánchez Torres, «Palabras anunciadas al instalar en el auditorio “León de Greiff”
el seminario sobre la violencia en Colombia», en Testimonio de una gestión rectoral (1982-
1984) (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1984), 74.
9. Este foro hizo parte de las iniciativas de intelectuales, docentes y miembros de la comu-
nidad académica nacional a propósito del contexto de Paz que se vivía en el gobierno de
Betancur en julio de 1984.
10. Sánchez Torres, «Palabras anunciadas al instalar en el auditorio “León de Greiff” el semi-
nario sobre la violencia en Colombia», 84.
11. Fernando Sánchez Torres, «Palabras del rector en la instalación del foro sobre la Uni-
versidad Pública», en Testimonio de una gestión rectoral (1982-1984) (Bogotá: Universidad
Nacional de Colombia, 1984), 84.
12. Sánchez Torres, «Palabras del rector», 86.
13. Sánchez Torres, «Palabras anunciadas al instalar el seminario sobre la violencia en
Colombia», 75
224
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A MANERA DE
CONCLUSIÓN
L
a Universidad Nacional de Colombia, a lo largo de su historia, ha estado
enmarcada en las tensiones sociales, políticas y culturales del país. El proyecto
de Universidad que ha orientado su desarrollo ha sido el resultado de las per-
manentes disputas entre las apuestas de las directivas, los gobiernos nacionales y los
diferentes estamentos y sectores políticos al interior de la comunidad universitaria.
Las apuestas políticas de cada uno de esos actores han buscado construir una Univer-
sidad que se corresponda con su respectivo proyecto de país, lo cual ha conllevado el
desarrollo de una institución que ha tenido históricamente momentos más cercanos y
otros más distantes de su carácter social como la principal institución pública de edu-
cación superior de dimensión nacional de Colombia.
El proceso de fortalecimiento de las universidades públicas que se dio desde fina-
les de la década de los años 50 hasta finales de la siguiente década significó en la
Universidad Nacional una ampliación de la cobertura estudiantil, la reestructura-
ción académico-administrativa y la adecuación de la infraestructura del campus para
acoger a una importante cantidad de estudiantes provenientes de regiones distintas a
Bogotá. Gran parte de estos ajustes estarían contemplados en la Reforma Patiño, que
tuvo un destacado sustento en la consolidación de un Sistema de Bienestar Universi-
tario amplio y garante de los derechos de vivienda, alimentación y espacios culturales
de los estudiantes.
La llegada a la Universidad de estudiantes provenientes de barrios marginales de la
ciudad capital y de poblaciones distantes a Bogotá, conllevaron a la incorporación de
diversos sujetos a la comunidad universitaria. Campesinos, mujeres, indígenas, afro-
descendientes, hijos e hijas de trabajadores colombianos arribaron a la un con sus
propias identidades, necesidades y aspiraciones, forzando la transformación de una
universidad pensada para la élite nacional, en una universidad de carácter popular.
Sin embargo, este carácter no llegaría a consolidarse del todo, debido a dos circuns-
tancias fundamentales que influirían en la materialización de un sistema de bienestar
garantista y la aceptación de las corrientes políticas de sectores del estudiantado que
buscaban una transformación más profunda de la Universidad.
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234
A manera de conclusión
235
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236
A manera de conclusión
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LISTA DE TABLAS,
IMAGENES Y GRÁFICAS
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Lista de tablas, imagenes, gráficas y mapas
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Reventando silencios
240
Lista de tablas, imagenes, gráficas y mapas
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SIGLAS
242
Siglas
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ANEXOS
244
Anexos
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246
Anexos
ACUERDO 24 DE 1979
(Acta 9 de 6 de marzo)
«Por el cual se derogan los Acuerdos Números 74 de 1968 y 9 de 1978»
EL CONSEJO SUPERIOR UNIVERSITARIO
En uso de sus facultades legales,
ACUERDA:
ARTÍCULO 1. Derogar en todas sus partes los Acuerdos Números 74 de 1968, por el
cual se reorganiza el Servicio de Cooperación y el Número 9 de 1978, por el cual se modi-
fica el Acuerdo No. 74 de Junio 12 de 1968, sobre el Servicio de Cooperación Estudiantil.
ARTÍCULO 2. El manejo de la Cafetería la asumen las Directivas de la Universidad.
ARTÍCULO 3. Este Acuerdo rige a partir de la fecha, y deroga todas las disposiciones
que le sean contrarias.
COMUNÍQUESE Y CÚMPLASE
Dado en Bogotá D.C., a los 6 días del mes de marzo de 1979
RODRIGO LLOREDA CAICEDO
Presidente
GUILLERMO SICARD MONTEJO
Secretario
247
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Anexos
249
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250
Anexos
Puertas Bellapi-
23 Ernesto M
anes
24 Sánchez Claudia F
Silvio
25 Uchima Meneses M
Augusto
26 Urbano Ordoñez Marco Tulio M
27 Acevedo Gallo Gilberto M
28 Acosta José Antonio M
29 Alberto Cabrera Carlos M
Barrero Chapar-
30 Ommine M
ron
Hugo Humberto Bazante
Caldas (El Tiempo, 18 de
31 Bazante Caldas Hugo M mayo, 3A); Hugo Norberto
Vasante Caldas (Publicación
16 de mayo, 11)
32 Bernal Rodríguez Jonny M
Alvaro Mauricio Bravo Guz-
Álvaro Mau- mán (El Tiempo, 18 de mayo,
33 Bravo Guzmán M
ricio 3A); Mauricio Bravo (Publi-
cación 16 de mayo, 10-11)
Miguel
34 Burgos López M
Arturo
Samuel Bustamante V. (El
Tiempo, 18 de mayo, 3A).
35 Bustamante Samuel M Vistor Samuel Bustamante
Bacca (Publicación 16 de
mayo, 10)
Castañeda Hernán
36 M
Hernández Alonso
37 Corredor Castro Luis Alberto M
38 González Ávila Luis Carlos M
Héctor
39 González Osorio M
Hernán
40 Granada Montes José Daniel M
41 Hurtado Rojas Alberto M
251
Reventando silencios
Ángel
42 Jiménez M
Gabriel
Omar de
43 López Mejía M
Jesús
44 Lozada Barrios Juan Carlos M
45 Mahecha Ávila Pedro Julio M
Montaño Rodrí-
46 Luis Eduardo M
guez
Ricardo
47 Morales M
Muñetón
Harold
48 Mosquera Ortiz M
Fernando
49 Muñoz Arteaga Víctor Hugo M
50 Navas Olivares Oscar Alberto M
51 Nieto Rojas Pablo M
52 Ocampo Hoyos Luis Eduardo M
53 Oseas Covalesa Carlos M
Licímaco Ovalle Téllez (El
54 Ovalle Lisímaco M
Tiempo, 18 de mayo, 3A)
55 Paéz Velazco Oscar M
56 Pardo Pardo José Felipe M
Luis Fer-
57 Patiño Álvarez M
nando
58 Ramírez Santos Adán Alberto M
59 Reyes Muñoz Carlos Julio M
60 Rico Álvarez Jader Alberto M
61 Rivera Cuervo José M
Claudia Lisber Rodríguez (El
62 Rodríguez Claudia F
Tiempo, 18 de mayo, 3A)
63 Rodríguez Ospina Ricardo M
Germán
64 Rojas Romero M
Augusto
Carlos
65 Salazar M
Eduardo
66 Salgado Lora Luis Emiro M
252
Anexos
Tulio
67 Sanabria Solano M
Roberto
Jaime
68 Talero Tovar M
Humberto
Martha Tenorio (Publi-
69 Tenatia Alviro Marta F
cación 16 de mayo, 9)
Leonel
70 Torres Arias M
Roberto
71 Valdemar Angulo Roberto M
72 Vargas Hernández Carlos M
Benedicto Velasco
Sepúlveda (El Tiempo, 18
Velazco
73 Benedicto M de mayo, 3A); Benedicto
Sepúlveda
Velazco Sepulveda (Publi-
cación 16 de mayo, 11)
74 Villa Pablo José M
Villanueva Arturo
75 M
Garrido Ernesto
José Gabriel Rodríguez
León (El Tiempo, 18 de
76 Rodríguez León José Gabriel M mayo, 3A); José Gabriel León
Rodríguez (Publicación 16 de
mayo, 11)
Samuel Leo Linares (El
Tiempo, 18 de mayo, 3A);
77 Leo Linares Samuel M
Samuel León (El Bogotano,
18 de mayo, 3)
Jorge Eliécer Amaya Oñate
(El Tiempo, 18 de mayo, 3A);
78 Oñate Jorge Eliecer M
Jorge Eliecer Avella Oñate
(Publicación 16 de mayo, 11)
Jesús Abello L. (El Tiempo,
18 de mayo, 3A); Jesús
79 Abello López Jesús M
Emilsen Avella López (Publi-
cación 16 de mayo, 11)
José Armando Moreno Gar-
- SI SI M
cía/René Ramos Suárez
253
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Hernán
80 León Rodríguez M
William
81 Barragán Disney F
254
Anexos
Francisco
Javier Zam- Una bomba de fabri-
Gutiérrez Francisco
8 brano Gutiérrez cación casera le afectó el
Zambranov Javier
(El Tiempo, 17 de ojo izquierdo
mayo, 18A)
Carlos David
Igidio; Car- Herido con arma de
Carlos
9 Igidio los David (El fuego, internado en la
David
Bogotano, 17 de clínica de la Policía
mayo, 9)
Herido en el rostro por
Jorge
10 Jaramillo esquirlas de una bomba
Alfredo
casera
Herido por las esquirlas
11 Leal José Israel
de una bomba casera
Por sus heridas fue
12 Martínez Rodrigo internado en la clínica de
la Policía
Martínez Herido por las esquirlas
13 William
Rodríguez de una bomba casera
Dos heridas de bala
Ramírez en el abdomen y tórax,
14 Armando
Robayo internado en la clínica de
la policía
Por sus heridas fue
15 Rodríguez Martín internado en la clínica de
la Policía
Herida de bala, inter-
Segura Luis
16 nado en la clínica de la
Pedraza Enrique
policía
Herida de bala en el
cuello, internado en la
clínica de la Policía.
Víctor
17 Sierra Vargas Fallece a causa de estas
Julio
heridas el 3 de agosto
de ese mismo año (El
Espectador, 4 de agosto)
255
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256
Anexos
257
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BIBLIOGRAFÍA
Entrevistas
• Bazurto, Pilar (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista de
Archivos del Búho, 2015.
• Bazurto, Yesid (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista de
Archivos del Búho, noviembre 8, 2019.
• Benavides, José Ignacio (estudiante de la UN en la década de los 70). Entrevista
de Archivos del Búho y Giacomo Piasini, diciembre, 2020.
• Díaz, Elizabeth (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista de
Archivos del Búho, 2015.
• Díaz, Elizabeth (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista de
Archivos del Búho, 2017.
• Díaz, Elizabeth, Luis Higuera, Fidel Morales y Yuber Pacheco. Segundo Taller
Colectivo de Memoria (2019). Entrevista de Archivos del Búho, octubre 26,
2019.
• Díaz, Elizabeth, Jaime Félix, Luis Higuera, Patricia Jiménez, Fidel Antonio
Morales, Yuber Pacheco y María Teresa San Juan. Taller Colectivo de Memoria
(2019). Entrevista de Archivos del Búho, octubre 19, 2019.
• Félix, Jaime (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista de
Archivos del Búho, 2019.
• Guanumen, Hugo (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista
de Archivos del Búho, 2015.
• Gutiérrez, Carlos Raúl (estudiante de la UN durante la década de los 70).
Entrevista de Archivos del Búho, diciembre, 2019.
• Higuera, Luis (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista de
Archivos del Búho, 2015.
258
Bibliografía
259
Reventando silencios
260
Bibliografía
Prensa
Cromos
• Camándula. «Una semana caliente en Bogotá». Cromos, abril 3, 1984.
• «En la Hortúa los pacientes se mueren con paro o sin paro». Cromos, junio 4-10,
1975, 86-87.
• «La U al rojo vivo». Cromos, junio 11-17, 1975, 4-5.
• Riveros, Ligia. «A sangre y fuego contra la UN». Cromos, mayo 22, 1984.
De Frente:
• «Avanza el debate en la un». De Frente, abril 2, 1984.
• «Compleja situación interna de la Universidad». De Frente, marzo 15, 1984.
• De Frente, abril 2, 1984.
• «La universidad en cuestión. Un hecho…varias versiones». De Frente, octubre
20, 1983.
• «La Procuraduría entrega informe sobre las residencias». De Frente, mayo 23,
1984.
• Medina, Medófilo. «Un balance». De Frente, diciembre 1, 1983.
• Sánchez Torres, Fernando. «La verdad sobre las residencias». De Frente, 1983.
El Bogotano:
• «Bala para todo el mundo!». El Bogotano, mayo 17, 1984.
• «El M-19 armado en la Nacional». El Bogotano, abril 2, 1984.
• «El PLA rechaza las elecciones». El Bogotano, marzo 9, 1984.
• «Emboscada a Plomo. Policía en la UN». El Bogotano, mayo 17, 1984.
• «EPL y M-19 se unieron». El Bogotano, abril 9, 1984.
• «Estudiantes de la UN se tomaron la Cruz Roja». El Bogotano, abril 6, 1984.
• «Fue un 9 de abril “chiquito”!». El Bogotano, marzo 31, 1984.
• «Hemos sido derrotados por la violencia». El Bogotano, mayo 19, 1984.
261
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262
Bibliografía
263
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264
Bibliografía
Tesis
265
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Libros
Artículos
• Aguilera Peña, Mario, «Caída de Rojas Pinilla: 10 de mayo de 1957», Red Cul-
tural del Banco de la República, accedido noviembre 30, 2020, https://www.
banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-117/caida-de-
rojas-pinilla-10-de-mayo-de-1957.
• «Aproximación historiográfica a la Corporación de Residencias Universitarias».
Corporación Residencias Universitarias, https://www.cru.org.co/assets/historia_
cru.pdf.
266
Bibliografía
267
Reventando silencios
268
Bibliografía
269
ALIANZAS
Los libros colectivos son el producto de un trabajo en comunidad, son la suma de las
voluntades y esfuerzos de muchos que no quieren otra cosa más que materializar bue-
nas ideas. Además de nuestros coeditores, a este enjambre se sumó: