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Primera edición: mayo de 2021

ISBN: 978-958-52198-6-1
Número de ejemplares: 1000

Coordinación editorial: Enjambre Libros Colectivos


Compilación e investigación: Archivos del Búho - Corporación de Estu-
dios Sociales y Culturales de la Memoria (CESYCME)
Revisión y corrección de estilo: Daniela Acosta Celis y Andrea González
Williamson
Diseño e ilustración de portada: Sebastián Ruiz
Maquetación y diagramación: Sebastian Ruíz y Juan David Rivera

Impreso en Colombia

ATRIBUCIÓN-NOCOMERCIAL-COMPARTIRIGUAL (CC
BY-NC-SA 4.0)
Los contenidos de este libro pueden ser ajustados, re imaginados y ser
la base de nuevas obras, siempre y cuando se reconozca la investigación
realizada por Archivos del Búho y la autoría de sus miembros, no se
haga con fines comerciales y las nuevas creaciones estén bajo una licen-
cia con estos mismo términos.
TABLA DE
CONTENIDO

8 PRÓLOGO

12 INTRODUCCIÓN

22 CAPÍTULO 1.
De universidad blanca a universidad popular: luchas, resistencias y
solidaridad estudiantil
23 Sistema de Bienestar Universitario: de su fortalecimiento al inicio de
su ocaso.
34 La Nacho de los 50 a los 70, las disputas por la permanencia
estudiantil y las militancias universitarias
58 Cooperación Estudiantil: de servicio de Bienestar a organización
gremial y política de las colonias

78 CAPÍTULO 2.
Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia
79 Antecedentes: desdicha para el movimiento estudiantil
81 Caso Colectivo 82
84 Asesinato de Alberto Alava Montenegro
86 La transformación de las residencias estudiantiles
87 Recuperación de las residencias: la gran hazaña
90 La negociación y el desalojo de Fernando Sánchez Torres
92 La nueva vida en las residencias estudiantiles: cultura,
comunidad y organización política
100 Amnistía del 82
102 El fin del gran logro
110 CAPÍTULO 3.
Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la UN
111 El Gobierno de Betancur entre la guerra y la paz
119 Chucho León
125 Luis Armando Muñoz González
126 16 de mayo
144 De la Universidad a la cárcel: el camino de la tortura y la
criminalización
158 Los casos de William y Augusto
162 El papel de los medios
164 Cierre de la Universidad
166 Conclusiones

180 CAPÍTULO 4.
Y después de la tempestad, no vino la calma: la Universidad Nacional
de Colombia tras el cierre de mayo de 1984.
182 Sánchez Torres y el debate sobre lo ocurrido el 16 de mayo
186 La universidad entre el cierre de mayo y la salida de Sánchez Torres
188 Reformas Palacios
188 Apertura y cierre de la universidad. Reformas
institucionales
191 Préstamo beca
193 Normalidad impuesta: cierres preventivos
195 La falsa democracia y la burocratización de los escenarios
de participación
196 El movimiento estudiantil de la UN entre mayo de 1984 y 1988
197 El cierre: valoraciones sobre lo ocurrido
206 Organización y reconstrucción
211 Intentos de retoma de las residencias
212 Acciones violentas al interior del campus, 1985-1988
215 El giro de los DDHH, 1985-1988
217 Radicalización y conflicto armado

232 A MANERA DE CONCLUSIÓN

238 CUADRO DE TABLAS,


ILUSTRACIONES Y GRÁFICAS

242 SIGLAS

244 ANEXOS

258 BIBLIOGRAFÍA
PRÓLOGO
Yo tuve un hermano,
no nos vimos nunca
pero no importaba.
[…]
Lo quise a mi modo,
le tomé su voz
libre como el agua […]

Yo tuve un hermano, Julio Cortázar (1967)

Este libro es el resultado de extensos y diversos ejercicios de memoria. Las histo-


rias de la Universidad Nacional de Colombia (un) que se encuentran narradas aquí,
y que hoy salen a la luz, las contamos entregando una parte de nosotros, están lle-
nas de anécdotas personales, emociones y sentires. Ofrecimos nuestro testimonio con
la convicción de que con ello aportamos al reconocimiento de las múltiples viven-
cias del movimiento estudiantil en la ciudad de Bogotá, principalmente en la Ciudad
Universitaria.
En este proceso de hacer memoria participamos exactivistas, testigos de diferen-
tes acontecimientos, amigos y familiares de quienes vivieron las experiencias que se
encuentran aquí narradas. Este ejercicio se ha desarrollado por más de 4 años y ha sig-
nificado para nosotros revivir afectos y retomar alegrías. Nos reconocimos en el dolor
e indignación que nos despertaba recordar ciertos hechos y nos reencontramos en la
resistencia.
Algunos pasamos años y décadas enteras sin hablar sobre lo que vivimos. Gracias
al interés de las nuevas generaciones por entender lo que pasó en los años 70 y 80,
muchos de nosotros tuvimos la posibilidad de hablar de temas prohibidos, vetados y
que habían permanecido en silencio; algunas veces por la negación de las adminis-
traciones universitarias y las instituciones del Estado, otras porque el propio dolor de
evocar lo sucedido hizo que fuera difícil recordarlo y expresarlo. En todo caso no lo
hemos olvidado, no es posible hacerlo.
Sobre el caso central por el cual nos convocaron, los hechos del 16 de mayo de 1984
en la Universidad Nacional, compartimos nuestras experiencias de ese día y esos
años, motivados por el reconocimiento y dignificación que queremos que tengan las
víctimas: los presos, los heridos, los asesinados, los desaparecidos y todo aquel que
siendo estudiante, maestro o trabajador fue victimizado por el Estado. Este recono-

9
Reventando silencios

cimiento reivindica nuestras memorias y significa esperanza; en los años ochenta no


teníamos la posibilidad de dar a conocer lo que pasó, pero ahora la tenemos, podemos
hablar de lo sucedido frente a quienes lo han negado. Incluso logramos que nuestras
historias llegaran a la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia
y la No Repetición en una apuesta por denunciar y exigir que haya justicia, reparación
y un compromiso de no repetición, porque lo que ocurrió ese día en la Universidad
Nacional permanece en la impunidad.
Haber vivido ese 16 de mayo fue enfrentar una situación en la Universidad que era
el reflejo de lo que estaba pasando en el país. Los protagonistas eran personas a quie-
nes se quiso vilipendiar y marcar con el dolor. Sin embargo, eran personas llenas de
sueños y esperanzas; desde el campus hablaba una nación entera porque la un, cuya
historia es la misma historia de Colombia, era un pequeño país. Recordar lo que vivi-
mos nos llena de nostalgia y vienen a nuestra mente amigos y compañeros como
Chucho León. A partir del recuerdo tejemos discursos en los que reconocemos que
fuimos resistentes y ahora somos resilientes, y que historias como la de él, contadas
usualmente desde el dolor, el atropello y la muerte, han logrado transformarse en rela-
tos de vida, amistad, cariño y lucha. Hoy no nos sentimos tristes, ya hicimos catarsis,
y una generación nueva de jóvenes, con quienes compartimos luchas y alegrías, nos
interpretó y escribió este libro en el proceso.
En este texto se entrelazan más de tres generaciones de estudiantes. Varios nos
conocimos gracias a este proceso y hemos tejido redes de afectos, a algunos nos han
invitado compañeros y amigos de hace años y a otros nuestros hijos son quienes nos
han impulsado a participar de este diálogo intergeneracional. La investigación tam-
bién nos ha invitado a abrazarnos y celebrar estos encuentros entre generaciones que
hacen visibles las memorias y las reivindican. Hoy, cuando nos sentamos a mirar el
pasado luego de narrarlo, nos damos cuenta de que mientras hablábamos de lo que
sentimos y lo que recordamos, algo cambió: el pasado no es algo que está atrás, sino
que nos atraviesa y se encuentra frente a nosotros y nos permite transformar y trans-
formarnos.
El libro que tiene en sus manos no es sólo para estudiantes de la Universidad Nacio-
nal. Es un libro para Colombia y para el mundo entero, que busca contar una historia
para que diversas luchas se identifiquen en nuestra experiencia. Hoy, más de tres
décadas después, nos sentimos contentos de poder narrar esto para la historia del país
y para la historia del movimiento estudiantil. Reconocemos y agradecemos a las y
los jóvenes que sacaron el valor para hacer este trabajo, la valentía para contarle a las
generaciones de hoy y a las que vengan lo que sucedió y no caer en el olvido.
Al ver el resultado de este proceso, en el cual queda en evidencia cómo a los jóvenes
y a quienes hicimos oposición a un sistema injusto se nos ha silenciado, nos pregun-
tamos por qué se le teme y se asesina a la juventud. Frente a esto, nos hemos dado

10
Prólogo

cuenta de que es porque la juventud es la encarnación de la esperanza y la posibilidad


de transformación de un país injusto: nunca ha estado dispuesta a quedarse en silencio
y siempre que levanta su voz sale a relucir su espíritu humanista, libertario y poético.
Por todo esto, las memorias que está por leer tienen una gran importancia en el pre-
sente. En ellas se abordan temas desafortunadamente actuales; cuando se asesinan
jóvenes y estudiantes se asesinan sus sueños y sus pies que caminaban con certeza
hacia la construcción de un nuevo país, de un futuro más humano y para todos, en
el que nunca más se justifique ni normalice la pérdida de vidas. Las investigaciones
acerca del movimiento estudiantil llaman la atención sobre una continuidad que debe
ser rota, por eso reivindicamos los actos de memoria que son una expresión de rebel-
día frente a la violencia.
Bogotá, marzo de 2021.
Antonio Manrique, Carlos Raúl Gutiérrez, Elizabeth Díaz, Fidel Antonio
Morales, Giacomo Piasini, Hugo Salamanca, Jairo Ramírez, José Ignacio
Benavides, Luis Higuera, Patricia Jiménez y Victoria Mesa.

11
INTRODUCCIÓN
¿Usted no se sabe la anécdota del ejército cuando llegó como a las 3 o 4 de la mañana a
[las] residencias?:
Llegan y cogen a la gente, entonces le dicen a un, a un teniente de esos, «soldado súbame
a este sujeto al camión […]» y el muchacho le responde «un momentico señor militar, yo
no soy ningún sujeto, yo soy estudiante de Derecho, conozco la Constitución Nacional,
conozco mis derechos, y usted no me puede a mí tildar de sujeto, yo no soy un sujeto, soy
un ciudadano». A lo que el militar responde «Uy qué pena señor. Soldado súbame este
ciudadano y suélteme a esos sujetos».
A la entrada del camión los requisan y llega un estudiante de Ingeniería, iba con un libro
de hidráulica que decía «bombas» y abajito en letra chiquita decía «de agua», pues pa’
dentro, pa’l camión. Y otro iba con un libro que decía «desgaste de piezas», en pequeño,
y en grande decía «a 20.000 revoluciones por minuto», uy no, qué peligro pa’ dentro. Y
pasaba un man de Sociología con el libro «La sagrada familia», siga señor, siga señor, y
debajo decía en pequeño «Carlos Marx y Federico Engels».

Taller colectivo de memoria, Archivos del Búho (2017)

Qué nos pasa


que ni a nuestros muertos
sentimos
y todos los días morimos
en residencias de cárcel
en charlas difusas
y en entibiados tintos

Efraín Ernesto, «Pregunto» (1984)*

E
l libro que tiene en sus manos es el resultado de un proceso colectivo de
Archivos del Búho. Este trabajo pretende aportar elementos para el es-
clarecimiento de lo ocurrido el 16 de mayo de 1984 al interior de la Ciudad
Universitaria de Bogotá y propiciar la circulación de las memorias, los de-
bates y las interpretaciones sobre las implicaciones de lo ocurrido en las trayectorias
personales de quienes vivieron los hechos, así como en las transformaciones de la
Universidad Nacional.
* El poema Pregunto de Efraín Ernesto, escrito en homenaje al estudiante Jesús Humberto León Patiño,
fue incluido en la primera edición de la Publicación 16 de mayo (P16m) como parte de los ejercicios
de conmemoración de la vida del líder estudiantil, asesinado en la ciudad de Cali a manos de la Fuerza
Pública, por quien se convocó el acto público al interior de la Universidad Nacional durante el miérco-
les 16 de mayo de 1984.

13
Reventando silencios

La investigación que sustenta este libro inició en 2016 con la recolección de rela-
tos mediante el esfuerzo colectivo de Rebeldía Estudiantil Organizada y El Rebelde
Comunicación Libre, y finalizó en 2021 con la entrega pública, a nombre de Archi-
vos del Búho, de este documento como informe de memoria ante la Comisión para
el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No repetición, institución a la
que en junio de 2020 hicimos entrega de la base de datos Violaciones a los Dere-
chos Humanos Registradas por el Movimiento Estudiantil (1966-1999). En este
instrumento se puede identificar el conjunto de repertorios violentos utilizados con-
tra estudiantes de las diversas universidades del país, ejercidas principalmente por la
Fuerza Pública (69,4%); allí, el 51,7% de las victimizaciones registradas hacen refe-
rencia a casos de detención y tortura, el 24,2% a homicidios, el 8,75% a hechos de
desaparición forzada y el 15,4% restante recoge información sobre allanamientos,
amenazas, tortura, afectaciones físicas, entre otras.

Gráfica 1 – Violaciones a los ddhh registradas en los archivos del Movimiento Estudiantil
consultados por Archivos del Búho (1966 – 2001)

Esta labor se adelantó con la intención de aportar a la búsqueda de verdad sobre los
diferentes tipos de victimizaciones sufridas en el marco del conflicto armado por estu-
diantes, docentes y miembros de la comunidad universitaria de Bogotá y, a su vez,
nos permitió identificar rasgos de la sistematicidad en las violencias ejercidas durante
las últimas décadas contra el movimiento estudiantil y las universidades del país.
En el desarrollo de este trabajo, los integrantes de Archivos del Búho afrontamos
diversos procesos. La escritura, la recolección de relatos, la catalogación de archivo,
los talleres colectivos de memoria, los encuentros intergeneracionales, las búsque-
das en hemeroteca y la rigurosa labor de triangulación de información implicaron una
serie de cargas emotivas y de retos intelectuales que, en medio de diversos ritmos,
formas y tiempos, generaron dificultades que solamente pudieron solventarse con los
lazos afectivos y los compromisos que se reafirmaron en lo colectivo.

14
Introducción

Los pasos que hemos dado hasta hoy han sido posibles gracias a las confianzas cons-
truidas con quienes nos compartieron sus voces y sus experiencias y nos permitieron
acercarnos y conocer de forma sensible sus historias. Cada relato, entrevista y taller
fueron oportunidades para pensarnos colectivamente esta investigación, por eso sus
alcances significan la consolidación de un proyecto común.
A lo largo de este proceso hemos logrado alcanzar diversos escenarios que han dado
visibilidad a nuestro trabajo y han aportado a la circulación de las memorias sobre el
16 de mayo. Esto no hubiera sido posible sin el compromiso de cada uno de los inte-
grantes de este proyecto. Nos queda una profunda admiración y agradecimiento para
quienes pusieron sus manos y aportaron su tiempo para hacer de esta apuesta una rea-
lidad y, con ello, aportar al esclarecimiento de los hechos de 1984 en un contexto de
discusión sobre las implicaciones del conflicto armado y las posibilidades de cons-
trucción de paz al interior de las universidades colombianas.
Para Archivos del Búho, este libro ha significado la posibilidad de profundizar en
un tema que tenía limitaciones, en parte por la falta de información y por los silen-
cios institucionales, como también por la renuencia o prevención de sus protagonistas
a la hora de conversar sobre lo ocurrido. El trabajo que realizamos permitió dar vida
y reconocimiento a las luchas, las memorias y las trayectorias de quienes hicieron
de la Universidad Nacional de Colombia su hogar durante las décadas de los setenta
y ochenta. Además, fue enriquecedor acercarnos a estos temas, tener la posibilidad
de conocer, de afianzar nuestro compromiso político, de despertar nuestra curiosidad
como estudiantes, egresados e investigadores y aportar con nuestro trabajo.
Es fundamental reconocer que en este libro no abordamos temas que no se hayan
tratado antes. Tal vez la principal riqueza de esta investigación es la articulación de
diferentes voces y registros en un mismo relato, de versiones sobre lo ocurrido que
habían estado fragmentadas, olvidadas o condenadas al silencio doloroso o temeroso,
por lo que ello se vuelve un aporte novedoso en los trabajos de memoria adelantados
sobre esta fecha y su contexto. En este caso, Archivos del Búho sirvió de espacio de
encuentro para compartir e intercambiar experiencias, superar el olvido, sanar a través
del recuerdo y, mediante un diálogo intergeneracional, aportar elementos para dar res-
puesta a las preguntas que por mucho tiempo han habitado en la un y así contribuir para
que las apropiaciones del pasado se hagan de forma crítica y permitan interpelar en el
presente a quienes forman parte de la comunidad universitaria.
Históricamente, el movimiento estudiantil ha hecho del pasado un motor para su
acción colectiva. Conmemoraciones violentas y reflexivas, marcas territoriales, con-
versatorios para recordar e intercambios generacionales han convertido al 16 de mayo
de 1984 en una fecha emblemática para la historia reciente de la Universidad Nacio-
nal. Aquí resalta la multiplicidad de manifestaciones políticas para recordar y la
gran diversidad de repertorios que han permitido que las memorias trasciendan en el

15
Reventando silencios

tiempo, cada vez más diluidas, difuminándose de generación en generación en relatos


que se acercan más a la ficción que a una descripción de lo ocurrido y las distintas res-
ponsabilidades involucradas en los hechos.
Sin embargo, a pesar de que este día se ha convertido en objeto de trascendencia
conmemorativa, muchos de los interrogantes sobre los hechos ocurridos el 16 de
mayo de 1984 siguen sin resolverse. La ausencia de ejercicios de esclarecimiento, el
silencio institucional y la impunidad estatal han impedido que se conozca la magnitud
de la intervención de la Fuerza Pública, la participación de estudiantes con militan-
cias insurgentes en el desenlace de los acontecimientos, el contexto de persecución
contra el movimiento estudiantil y la relación entre el cierre del campus y la situa-
ción política del país en la década de los ochenta. En este escenario, la comprensión
de lo ocurrido que proponemos como Archivos del Búho parte de reconocer el 16 de
mayo como un punto de rupturas y exaltaciones en un continuum de violencia en las
universidades.
La recolección de relatos que sustentan este libro tiene como esencia la labor tera-
péutica de la memoria y del diálogo, así como las múltiples formas de interacción
entre las introspecciones individuales, las historias colectivas y los análisis que, desde
el presente, se realizan con la mirada hacia el pasado. Esta formulación metodológica
nos ha permitido reconocer la labor política de los y las exactivistas, sobrevivientes
y víctimas en su paso por la universidad, así como sus vinculaciones con las realida-
des del país, para comprender el carácter histórico de los hechos y su relación con el
contexto nacional.
Las múltiples voces incluidas en este libro, más de 15 relatos de hombres y mujeres
y decenas de personas que participaron de talleres y conversatorios, quienes tuvie-
ron relación con lo ocurrido, consolidan nuestra apuesta por visibilizar las diversas
experiencias de quienes recorrieron el campus de la Universidad en medio de luchas
y disputas políticas y que por su condición de estudiantes, líderes o militantes políti-
cos fueron víctimas de la represión y la persecución sistemática por parte del Estado
colombiano. Para comprender estas situaciones, realizamos recorridos territoria-
les, entrevistas individuales y colectivas, espacios de cartografía histórica, líneas del
tiempo y desarrollamos una extensa revisión de archivo en los acervos documenta-
les de Archivos del Búho, el archivo central e histórico de la Universidad Nacional, la
Hemeroteca Nacional Universitaria y la Biblioteca Nacional. En cuanto a las respon-
sabilidades de la Fuerza Pública en los hechos, cabe aclarar que en lo que corresponde
a la consecución de información institucional, todas las autoridades consultadas
mediante derechos de petición como la Procuraduría General de la Nación, la Fiscalía
General de la Nación, el Consejo Superior de la Judicatura, la Dirección de Inteli-
gencia Policial de la Policía Nacional, el Ministerio de Justicia y la Policía Nacional
respondieron con evasivas o silencios sobre lo ocurrido.

16
Introducción

Además de esto, pudimos identificar un silencio importante en la mayoría de los


ejercicios de memoria que se han desarrollado sobre este tema: los relatos respecto
a la acción colectiva violenta del movimiento estudiantil. Sin duda, el tropel, entre
otras manifestaciones de este tipo, desplegadas por algunos sectores del movimiento
universitario, constituye uno de los elementos más importantes para entender la
dimensión de lo ocurrido el 16 de mayo. Consideramos que la fuerza explicativa de
esta parte de la historia ha sido descartada comúnmente con el interés de no diluir la
responsabilidad de los miembros de la Fuerza Pública porque, aparentemente, hablar
de la acción violenta del estudiantado daría una especie de excusa a la acción des-
proporcionada e ilegal de los uniformados. Este también fue un tema importante de
discusión al interior del equipo, pues consideramos que poder contar esta parte de la
historia exigía ponerla en sus justas proporciones, incorporándola de manera integral
al relato, al tiempo que se discutieran las narrativas que, de manera intencional, con-
funden el todo con las partes: usar la crítica a la acción violenta para criminalizar el
conjunto de la acción colectiva estudiantil, buscando con ello restarle legitimidad.
Lejos de ello, consideramos que es necesario abordar críticamente esta dimensión
de los hechos en la tarea de hacer memoria, por un lado, por integrar su riqueza expli-
cativa y, por otro lado, por su profunda actualidad. Nuestro presente como país está
desafortunadamente marcado por hechos como el asesinato de más de 250 firmantes
de la paz entre 2016 y 2021, la masacre de 23 personas privadas de su libertad el 21
de marzo de 2020 en medio de una revuelta en la Cárcel Modelo y la masacre de 13
jóvenes de los sectores populares a manos de la policía en las protestas del 9 y 10 de
septiembre de 2020. Avanzar en la construcción de un país donde estos hechos no se
repitan, con paz, democracia, soberanía y plena garantía de derechos, empezando por
el derecho a la vida, exige desmontar también los discursos que justifican la muerte en
cualquiera de sus expresiones, entre estas, aquellos que justifican la muerte de quienes
protestan incluso cuando lo hacen de manera violenta. Todas las personas que trans-
greden la legalidad sean estas estudiantes, jóvenes de los barrios populares, reclusos,
excombatientes o combatientes de organizaciones armadas, etc., tienen derecho a ser
vencidas en un juicio justo a la medida de su falta, y en ningún caso ser condenadas a
muerte, desaparición forzada o tortura. El cumplimiento de esta premisa básica, con-
signada en nuestra propia constitución, es al final la posibilidad misma de vivir en
una sociedad con justicia y no bajo el yugo de la imposición violenta del que tiene las
armas. Es desde esta perspectiva que nos acercamos a una parte de los hechos de la
historia del movimiento estudiantil que han sido poco explorados.
Para alcanzar los objetivos de esta investigación, hemos optado por incorporar una
mirada de mediana duración con la certeza de que la comprensión de los hechos de
mayo de 1984 no se puede hacer de manera aislada a la comprensión de las diversas
interacciones entre el desarrollo político del movimiento estudiantil, las luchas por el
fortalecimiento del Bienestar Universitario, la historia del campus como espacio de

17
Reventando silencios

disputa y la preservación de dinámicas violentas desde y contra la comunidad univer-


sitaria, como manifestación de una confrontación por la construcción de un proyecto
de universidad en constante disputa. Todo esto entre inicios de la década de los 60
hasta la salida de Marco Palacios de la rectoría de la universidad en 1988.
En el primer capítulo, De universidad blanca a universidad popular: luchas, resis-
tencias y solidaridad estudiantil, se describen las transformaciones de la Universidad
Nacional, sede Bogotá, entre la década de los 50 y el inicio de la década de los 80.
Esta transformación se explica a través de tres ejes. El primero es la consolidación del
Sistema de Bienestar Universitario y las disputas que se libraron al interior de la Uni-
versidad por su consolidación. El segundo, las luchas y resistencias estudiantiles, su
organización, la relación con el contexto nacional y la radicalización de los medios
de acción. El tercero es la aparición y evolución de Cooperación Estudiantil como un
referente organizativo para el estudiantado de la un.
El segundo capítulo, Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia,
da cuenta de la vida cotidiana en la un y los impactos generados por los hechos vio-
lentos cometidos por parte de la Fuerza Pública y los nacientes grupos paramilitares
contra miembros de la comunidad universitaria, en lo que resalta el caso del Colectivo
82 y el asesinato del profesor Alberto Alava Montenegro. Igualmente, se exploran
elementos propios de la organización estudiantil y el proceso de recuperación del
espacio de las residencias de la universidad, cuya regularización es uno de los antece-
dentes directos de los hechos de mayo del 84.
El tercer capítulo, Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un,
ofrece un panorama amplio de lo que estaba ocurriendo en el país en 1984 y se rea-
liza una descripción detallada sobre los acontecimientos del 16 de mayo desde el
momento de inicio de la jornada de conmemoración en rechazo a la muerte de Chu-
cho León Patiño, posteriormente el ingreso de la Fuerza Pública y su actuar al interior
de la universidad, hasta la detención, tortura y judicialización de las personas deteni-
das. Todo esto enmarcado en un amplio repertorio de victimizaciones en contra de la
comunidad universitaria.
El último capítulo, Y después de la tempestad, no vino la calma: la Universidad
Nacional de Colombia tras el cierre de mayo de 1984, explora las principales trans-
formaciones de la Universidad posterior al cierre que ocasionaron los hechos del 84.
Las implicaciones administrativas, los impactos políticos en el movimiento estudian-
til, las violaciones a los derechos y las múltiples reflexiones generadas a partir de los
hechos hacen parte del análisis que conforman este capítulo.
Con la publicación de este libro buscamos alcanzar escenarios de compromiso insti-
tucional, político y social para que se dignifiquen las memorias de quienes vivieron
los hechos y que hoy, más de 30 años después de lo ocurrido, deciden contribuir a

18
Introducción

levantar el gran manto de los silencios que se ha tejido sobre la Ciudad Universitaria.
A ellas y ellos todo nuestro reconocimiento.

Agradecimientos

Este libro y este proyecto colectivo no hubiera sido posible sin el trabajo de todas
las personas que han pertenecido a Archivos del Búho en distintas etapas y han con-
tribuido a esta gran labor. Hacemos un reconocimiento especial a la negra, Juana
Alexandra Aponte Rincón y a los demás compañeros y compañeras que nos han
aportado con su experiencia. De igual manera, agradecemos y reconocemos a las
organizaciones y procesos con quienes hemos construido paso a paso en este camino,
a la Rebeldía Estudiantil Organizada, a El Rebelde Comunicación Libre, a la Cor-
poración de Estudios Sociales y Culturales de la Memoria (cesycme) y a Enjambre
Libros Colectivos; así como a cada una de las personas que desde su lugar han con-
tribuido con sus fotografías, sus archivos personales, sus relatos, sus historias y sus
experiencias en esta difícil labor de hacer memoria. Agradecemos también a las más
300 personas que pre-compraron el libro y a los profesores Jorge Wilson Gómez y
Mauricio Archila por las reflexiones permanentes.

A la memoria de Jesús Humberto León Patiño «Chucho».


A los y las estudiantes de todas las épocas.
A quienes han hecho de la vida algo mucho más que esto.
A nuestras familias.

Bogotá, marzo de 2021, Proyecto de investigación Archivos del Búho:


________________
Adriana Yaneth Martínez Correales, Anamaría Ropero Barbosa, Carolina
Gómez Pulido, Cristian Camilo Orjuela Saiz, Diego Mauricio Fajardo
Cely, Diana Paola Salamanca Mesa, Juana Alexandra Aponte Rincón,
Juan Sebastián Flórez Herrera, Laura Félix García, Nicolás Quinche
Bustamante, Paola Andrea Rodríguez Arévalo, Paula Andrea Dávila Castro
y Rodrigo Torrejano Jiménez.

19
Reventando silencios

Mapa 1. La Ciudad Universitaria en 1984. Archivos del Búho, elaborado por Carolina
Gómez Pulido, abril de 2021.

20
Introducción

21
CAPÍTULO 1
De universidad blanca a universidad
popular: luchas, resistencias y
solidaridad estudiantil
Paula Andrea Dávila Castro Cristian Camilo Orjuela Saiz
Estudiante de Filosofía y Derecho de la un Antropólogo de la un
Paola Andrea Rodríguez Arévalo Diego Fajardo Cely
Estudiante de Estudios Literarios de la un Sociólogo y Magíster en Historia de la
un, Investigador del CESYCME y nieto
de campesinos boyacenses
G
racias a la ampliación de la cobertura que experimentó la educación supe-
rior en los años 60 en Colombia, la Universidad Nacional recibió cientos
de estudiantes de distintas regiones del país que, por su procedencia y
condiciones socioeconómicas, necesitaban de un Sistema de Bienestar
garantista que impidiera su deserción. La configuración y preservación de este siste-
ma caracterizaron en gran medida la manera en que estudiantes y administraciones se
relacionaron durante varias décadas, pues a un primer impulso garantista, enmarcado
en la Reforma Patiño, le siguió una disputa, por un lado, a favor de su desmonte y, por
otro, en pro de su conservación e, incluso, su ampliación.
El movimiento estudiantil que progresivamente se politizó, dado el contexto interna-
cional de triunfos revolucionarios y el surgimiento nacional de proyectos políticos de
izquierda legal y armada, terció siempre por su ampliación buscando una mayor cal-
idad y cobertura. Dinámicas organizativas como Cooperación Estudiantil, que inició
como un programa de Bienestar y terminó siendo una expresión política y gremial
de los estudiantes de bajos recursos y de región, fue quizás la mejor manifestación
de esta tensión política por las condiciones de bienestar estudiantil de la un entre las
décadas de los años 60 y los años 80.

Sistema de Bienestar Universitario: de su fortalecimiento al


inicio de su ocaso

El Sistema de Bienestar Universitario de la un constituye una de las principales


bases sobre la cual estudiantes de bajos recursos han garantizado su permanencia en
la Universidad, a la vez que ha significado un acceso a la cultura, el deporte y la salud
para el conjunto del estudiantado. Sus orígenes están ligados al concepto de Ciudad

23
Reventando silencios

Universitaria, el cual responde al primer intento de modernización del campus que


inicia con la Ley 68 de 1935 y contemplaba en su Artículo 5° que:

Para el alojamiento, organización y buen funcionamiento de la Universidad,


el Gobierno procederá a comprar en Bogotá o en sus inmediaciones, lotes de
terreno adecuados para construir la ciudad universitaria, con los edificios, insta-
laciones y campos de deporte que por su capacidad y condiciones correspondan
a las exigencias de la Universidad.1

Sin embargo, el sistema se va a materializar con fuerza con el proyecto de Ciudad


Blanca en el Plan General, dirigido por el arquitecto Leopoldo Rother, en el año de
1939.2 Su proyecto tuvo como fin modernizar la Universidad a través de espacios
amplios y dirigidos a mejorar la calidad de la experiencia estudiantil.
La Ciudad Universitaria pretendió ser un proyecto modernizador que se fundamentaba
en la renovación estructural. Así lo afirma el profesor Fernando Viviescas: «una porción
del territorio nacional quedaba destinado exclusivamente para que en él se creara, desa-
rrollara y profundizara el conocimiento del pensamiento y la sensibilidad modernos».3
Desde ese momento, la concepción de un espacio propio, que tuviera las máximas con-
diciones para la educación de los jóvenes, se presentaba como una realidad.
Dentro del proyecto de la Ciudad Blanca de Rother fueron construidas las prime-
ras residencias universitarias que serían a su vez la materialización del Sistema de
Bienestar estudiantil en ese momento. Fueron tres las construcciones que inicialmente
garantizaron la vivienda estudiantil: el edificio Antonio Nariño, actualmente conocido
como el edificio 214; el Francisco de Paula Santander, actual edificio de Diseño Grá-
fico; y las Residencias Femeninas, ubicadas en el actual edificio Manuel Ancízar.
Estas tres residencias daban alojamiento aproximadamente a 500 estudiantes, casi
en su totalidad jóvenes de fuera de la capital, además de algunos profesores. Con el
Acuerdo 96 de 19404 se dictaron las disposiciones que tendrán las residencias desde
ese momento, las que pretendían garantizar unas condiciones dignas para los estu-
diantes, brindándoles alojamiento, servicio de lavandería y alimentación, esta última
por medio del comedor creado con las residencias en las que los estudiantes recibían
la comida a las horas estipuladas y debían «[p]resentarse al comedor, a las horas de
comida, decente, estética y pulcramente vestidos».5
Alrededor de los años 50, las residencias constituían el principal beneficio de
Bienestar, pero no era el único: existía también el Servicio Social Universitario
(Acuerdo 21 de 1939)6 que tenía como función «la defensa de la salud» de cada estu-
diante. Desde el comienzo de su establecimiento, el servicio era brindado a toda la
comunidad estudiantil y tenía un costo del 10% del valor de la matrícula, lo que se

24
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

mantuvo hasta los años 60. Asimismo, desde los años 40, estos beneficios de salud
también cubrían al cuerpo docente, promoviendo la salud de toda la población uni-
versitaria.
El Bienestar para los estudiantes, en términos de costos, era establecido con la asig-
nación de la matrícula determinada de acuerdo con la declaración de la renta de los
padres o de los mismos estudiantes. Este proceso se llevó a cabo al menos desde
1962.7 Este sistema garantizaba que los costos se calcularan según la capacidad de
pago de la persona y contemplando la posibilidad de fraccionar los cobros, para ase-
gurar con ello una menor deserción estudiantil.
La cobertura de las residencias sería ampliada con la entrega de los bloques C1 y C2
del Centro Urbano Antonio Nariño, ubicado muy cerca de la Ciudad Universitaria,
dando mayor cabida a estudiantes de bajos recursos, principalmente provenientes de
otras regiones. Estos bloques son conocidos hoy como las Residencias 10 de Mayo.
La administración de las instalaciones fue asignada a la Corporación de Residencias
Universitarias (cru), organización independiente de la Universidad Nacional y encar-
gada de todas las instalaciones y del mantenimiento de los dos bloques.8 La entrega
de estas residencias es una consecuencia de la fuerza de la movilización estudiantil,
enmarcada en las protestas de 1957 en contra de la dictadura de Rojas Pinilla, las cua-
les contribuyeron en gran medida a su dimisión.9 Fruto de este papel, y por medio de
la Ley 45 de 1959, los estudiantes colombianos serían homenajeados con dichas resi-
dencias.
La llegada de los años 60 trajo al país un gran cambio que se materializó desde los
inicios de la década a través de una serie de reformas que afectaron principalmente
a la educación. Entre 1961 y 1970 se estableció en Colombia la Alianza para el Pro-
greso, un programa de ayuda económica política y social de Estados Unidos para
América Latina que, en términos de la docente Diana Rojas, constituyó:

Un programa de ayuda externa propuesto por Estados Unidos para América La-
tina con el fin de crear condiciones para el desarrollo y la estabilidad política en
el continente durante los años 60. Con este programa Estados Unidos inaugura
un tipo de intervención sistemática, a largo plazo y a escala regional, con miras
a orientar el cambio social en América Latina e impedir el avance del comunis-
mo en el marco de la guerra fría.10

Representantes de la Alianza para el Progreso creían que el desarrollo de Amé-


rica Latina debía comenzar con una reforma en la educación superior. Sus emisarios
concebían la autonomía ligada a la privatización, ya que esta aseguraba la total inde-
pendencia frente al Estado, y proponían que el financiamiento de las universidades se
diera desde las empresas privadas, fundaciones y donaciones. Sin embargo, este pro-

25
Reventando silencios

yecto no tuvo tanta acogida, pues demandaba varias reformas educativas de difícil
trámite para ese momento.
En este contexto de intención reformista nace la Ley Orgánica de la Universidad
Nacional (Ley 65 de 1963) decretada por el entonces presidente Guillermo León
Valencia (1962-1966). En la cual se dicta que: «La Universidad Nacional de Colom-
bia es un establecimiento público, de carácter docente, autónomo y descentralizado,
con personería jurídica, gobierno, patrimonio y rentas propias».11 Por lo que quedaría
exenta de cualquier clase de impuestos, tasas o contribuciones y debía someterse a la
revisión de la Contraloría General de la República.
Esta Ley, que sin duda era un avance para el desarrollo institucional, también pre-
tendía soterradamente la despolitización de la un, pues consideraba que esta «es ajena
a la política militante, pero como instituto de amplia y desinteresada investigación
científica, se ocupa de todos los temas relacionados con la vida social y política».
Sumado a ello, reconocía el carácter autónomo en su campo jurídico, económico y
de organización: gobierno, emisión de las normas y reglamentos académicos, docen-
tes y administrativos. Finalmente, establecía como fin de la universidad la creación
y conservación de la cultura, preparación de profesionales y técnicos que requiere el
desarrollo del país, libre investigación, la vinculación a la vida internacional y la con-
tribución a la discusión y solución de problemas nacionales, entre otros.
A estas reformas y cambios en la educación superior se les sumó la compleja
situación en la Universidad que comprometía al rector de ese momento, Hernando
Morales (1963-1964). Este recibía, por parte de los estudiantes, críticas constantes a
su administración y exigencias de renunciar inmediatamente, lo que terminaría suce-
diendo luego de la explosión de una bomba en la rectoría, situada en ese momento en
el estadio Alfonso López Pumarejo.
Con la llegada del nuevo rector, el médico José Félix Patiño, quien asume su cargo
en 1964, entra en marcha una de las apuestas administrativas de mayor impacto en
la Universidad: la Reforma Patiño. Con una carga social de ingobernabilidad sobre
el principal claustro universitario del país, como él mismo lo afirma,12 el nuevo
rector llegó con una misión clara: hacer una reforma en los estudios generales, la
metodología de la enseñanza y el papel de la investigación; controlar la deserción
estudiantil y el presupuesto; y hacer una reforma financiera para la administración
y para los docentes al proponer una reorganización administrativa. También plan-
teó como misión fundamental y pilares básicos de la institución la investigación, la
docencia y la extensión, a lo que sumó el desarrollo de grupos de estudio y plantea-
mientos en ciencia y tecnología.

26
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

Podemos hacernos una idea de las intenciones formales de la Reforma con el


siguiente fragmento:

Uno no va a la universidad a cumplir un currículum para obtener un diploma y


ganarse la vida, uno va a la universidad a una vivencia, a vivir en un ambien-
te de inquietud intelectual, de creación del conocimiento, de discusión de ideas,
de reflexión.13

Para ese entonces, la Ciudad Universitaria era un campus completamente abierto,


en el que la población podía entrar y salir libremente. La infraestructura universi-
taria estaba muy deteriorada, andenes y zonas verdes estaban muy mal físicamente;
además, el Sistema de Bienestar era insuficiente para la demanda estudiantil y aun-
que se mantenían actividades culturales propias de los jóvenes, no existían recursos
suficientes para incentivar estos proyectos, ni para reforzar el Bienestar Universitario.
La Universidad pasaba por un muy mal momento y para Patiño era necesario un
cambio en la estructura y en el pensamiento de los jóvenes, en el estigma que tenía la
sociedad frente a la comunidad estudiantil. Esto lo afirma en sus palabras el propio
rector en la apertura de su cátedra:

El bienestar estudiantil era inexistente, las condiciones de vida, acompañadas


del ambiente de pugnacidad, eran deplorables, el constante conflicto y hostili-
dad reinaba; la planta profesoral se encontraba en crisis provocada por los malos
salarios, la desmotivación y la escasa investigación, no existían la Biblioteca
Central, ni museos, tampoco auditorios y cafeterías. El número de residencias
no satisfacía la demanda del alto número de estudiantes, no obstante, a pesar de
esta última cifra, la deserción estudiantil era igual o incluso mayor al 50%; la
comunicación entre las directivas y los estudiantes era inexistente.14

La Reforma Patiño inicialmente contempló un estudio de las 32 carreras que


pertenecían a las 27 facultades existentes. Este estudio reflejaba una deserción
estudiantil del 43,5%, lo que mostraba que casi la mitad de los estudiantes abandonaban
sus estudios por diferentes razones. Una de ellas era la dificultad económica y la
imposibilidad del cambio de carrera. Para solucionar estos problemas, el rector pro-
puso una «reestructuración académica para flexibilidad y versatilidad de los planes de
estudios».15 Además, decidió involucrarse con entornos que apoyaran el crecimiento
intelectual y la inversión en la infraestructura de la Universidad, teniendo como
misión construir edificaciones y espacios para el crecimiento cultural e intelectual y
para el bienestar universitario, esto en un ideal de modernización.
Para lo primero, el 25 de marzo de 1965, el Consejo Superior Universitario (csu)
expidió el Acuerdo 5916: «Por el cual se establece la División Académica de la Uni-
versidad Nacional y se fijan las funciones y organización general de las Unidades

27
Reventando silencios

Docentes». Este acuerdo reorganizó la estructura académico-administrativa de la


Universidad y le permitió a Patiño agrupar todas las carreras en 12 facultades perte-
necientes a las 4 sedes.17
En cuanto a la infraestructura, Patiño pone en marcha el Plan Cuatrienal en el que,
junto con la Oficina de Planeación, disponen el proyecto para el aprovechamiento de
espacios en pro del bienestar administrativo y estudiantil. Dentro de esta iniciativa se
encuentra la planeación de la Biblioteca Central, el Teatro Auditorio León de Greiff,
la Torre Administrativa (hoy la Torre de Enfermería), el edificio en el que actualmente
está la División de Registro y la construcción de la plaza cívica Francisco de Paula
Santander, la cual sería apropiada por la comunidad estudiantil renombrándola, pos-
teriormente, Plaza Che Guevara. Además, se construyen las cafeterías, se amplían
la residencias, la Escuela de Artes (que funcionaba en el Museo Santa Clara, ubi-
cado en el centro de la ciudad) se traslada al campus, se habilita el Conservatorio que
también entra a la Ciudad Universitaria, se restaura el estadio Alfonso López, se inau-
gura el Museo de Historia y la Concha Acústica, se terminan las residencias Uriel
Gutiérrez y en general se restauran accesos viales y espacios abiertos, buscando una
centralización física en la que se encuentre todo junto en el campus. Cabe mencionar
que muchos de estos proyectos se inauguran fuera de la administración de Patiño.18
Con la Reforma Patiño y el Plan Cuatrienal se dan cambios que promovieron la
estabilidad de mejoras en el Sistema de Bienestar.19 Se da paso a la construcción y
entrega de la Cafetería Central en 1963, la cual sería una de las bases fundamentales
para evitar la deserción estudiantil, dada su capacidad de brindar desayuno, almuerzo
y cena a precios muy bajos, abarcando una dimensión importante de la manutención.
Simultáneamente se presentan los últimos avances en las residencias Uriel Gutiérrez,
donde actualmente están algunas dependencias administrativas.20 A la cafetería y las
residencias se sumaba el sistema médico y odontológico que recibían los estudiantes,
junto a programas culturales y deportivos que constituían un incentivo importante
para la apropiación del campus y de la vida académica en general, logrando que más
estudiantes quisieran ingresar a la Universidad y buscando reducir la deserción por la
falta de recursos.
En los libros de estadísticas de la Universidad de los años 60 es posible observar
los avances en el Sistema de Bienestar Universitario, así como algunas característi-
cas de la comunidad estudiantil de la época. Para 1961, la cantidad de estudiantes
que aspiraban a un cupo en la Universidad ascendía a 4.150,21 de los cuales sólo
1.943 resultaron matriculados para ese año. Sin embargo, este número aumentaría
cada año de forma muy acelerada. Para 1966, por ejemplo, el número de inscritos
para el primer semestre llega a 7.967 y el número de estudiantes que son aceptados y
matriculados equivalen al 33% de los inscritos, 2.704 estudiantes. Lo que muestra la

28
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

gran demanda de cupos que tenía la Universidad y el aumento significativo año tras
año de esta.

Año22 1961 1966


Inscritos 4.150 7.967
Matriculados 1.943 2.704
Tabla N.°1. - Relación estudiantes inscritos y matriculados en 1961 y 1966. Elaboración propia.

Por su parte, para el primer semestre de 1966, los cupos de las residencias univer-
sitarias, en su mayoría ubicados en las residencias Uriel Gutiérrez, eran de 895,23 de
los cuales 142 pertenecían a las Residencias Femeninas. La población universitaria al
inicio de la década registra tan solo un 15% de ingreso de mujeres a la universidad,
para este año la cifra aumentó a un 25%.24 Cabe resaltar que, aunque seguía siendo
un número bajo, hay un aumento importante dadas las condiciones de la época; la
seguridad y la ayuda para la manutención que ofrecían las Residencias Femeninas,
les otorgaba un espacio confiable a las mujeres de bajos recursos que eran admitidas.
Pero lo más relevante son las cifras que muestran el acceso de los estudiantes a los
servicios de Bienestar. La Cafetería Central, para 1966, entregó un total de 824.054
servicios, entre desayunos, almuerzos y cenas.25 En el deporte se observa el uso
tanto de instalaciones como de elementos por parte de los estudiantes: hubo 2.650
estudiantes beneficiados con la práctica de diversos deportes para 1966.26 Uno de los
servicios más importantes de la Universidad para la época fue el sistema de salud, el
cual atendería para el año de 1966 un total de 15.031 estudiantes por diversas causas,
en diferentes circunstancias.27 Este conjunto de servicios constituía una ayuda funda-
mental en la calidad de vida de los estudiantes, lo cual les permitió llevar una mejor
vida universitaria, restando presiones económicas y permitiéndoles concentrarse en la
educación que estaban recibiendo.
Una de las características que más resalta en 1966, año de la renuncia de Patiño,
es la diversificación geográfica de la comunidad estudiantil. De los 2.704 admitidos
en ese año, tan solo 686 eran originarios de la capital,28 un total de 2.018 estudiantes
provenían del resto del país, cifra que aumentaría en los años siguientes. La diver-
sidad también es notoria en lo referente a sus estudios secundarios: un 59,3% de
los estudiantes provienen de colegios privados mientras que un 40,7% son de cole-
gios públicos.29 La predilección por entrar a la Universidad no solo era de una élite
capitalina, las poblaciones rurales y sectores más populares eran incluso los que más
demandaban un cupo para su ingreso. Debido a esto, hubo un cambio en la forma en
la que los estudiantes se relacionaban con otros jóvenes y se resaltó el carácter plural
de las identidades y pensamientos dentro del centro educativo.

29
Reventando silencios

La administración Patiño también modificó algunos estamentos de la un. Por ejem-


plo, pasó de tener 27 facultades en 1966 a terminar con 11 en 1969; los profesores de
planta pasaron de 259 a 1.100 para el año 1969; y la Universidad pasó de tener 7.211
estudiantes en 1961 a 11.186 para el año de 1966; aumentado en un 40% el ingreso
de estudiantes y reduciendo la deserción que oscilaba entre 40% y 50% hasta casi un
10%.30
Año 1961 1966 1969
Facultades - 27 11
Profesores de - 259 1.100
planta
Número de 7.211 11.186 11.513
estudiantes
Tabla N.°2. - Comparativo de estudiantes, docentes y facultades en la década de los 60.
Elaboración propia.

En 1966, por la llegada de Carlos Lleras Restrepo a la presidencia y previendo


un posible conflicto con su Gobierno dadas sus diferencias políticas, Patiño decide
entregar su dimisión para ser Director Ejecutivo de la Federación Panamericana de
Asociaciones de Facultades de Medicina.31 Después de su periodo, lo que queda claro
es que su reforma dio paso a la construcción de un Sistema de Bienestar Estudiantil
más cercano a las demandas de la comunidad estudiantil del momento.
Durante los años 60 e inicios de los 70, hubo un fortalecimiento casi continuo del
Sistema de Bienestar. Por medio del Acuerdo 51 de 196232 se adscriben a la Oficina
de Deportes de la Universidad funciones de Extensión Cultural. A partir de esa fecha,
la Oficina fue denominada Oficina de Extensión Cultural y Deportes. Con el Acuerdo
234 de 1965,33 se crea el servicio de higiene mental anexo al servicio médico social
estudiantil, que se sumaría a los casi 3.000 cupos de las residencias y los servicios de
la cafetería.
A finales de los 60, la Universidad hace la última inversión en las residencias uni-
versitarias: ratifica la adjudicación de la licitación 3 de 196934 para la construcción de
las residencias Camilo Torres, las cuales serían entregadas a comienzos de los años 70.
Estas residencias albergaban a estudiantes solteros de otras regiones del país y parejas
con hijos. Más adelante, estas residencias, junto con las Uriel Gutiérrez, serán conoci-
das como Gorgona, haciendo alusión a la prisión del mismo nombre, ubicada en la isla
del Pacífico, donde eran llevados los presos políticos durante los últimos años de la
década de los 70. Para el inicio de esta década, se hace entrega oficial de los tres edifi-
cios insignes de la Reforma Patiño: el Auditorio León de Greiff, la Biblioteca Central y
la Torre Administrativa. Además, se consolida la Plaza Santander y con la entrega ofi-

30
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

cial de los últimos edificios de las residencias, se refuerza el Sistema de Bienestar en la


Universidad.
El inicio de los años 70 para la Nacional se vio enmarcado por el aumento de los aspi-
rantes y la demanda de más servicios de Bienestar. Esto se reflejó de manera notable
en el número de inscritos, que para 1970 llegó a ser de 14.552, de los cuales tan solo
fueron admitidos un total de 3.033, lo que representa el 20,8% de los aspirantes, para
ese mismo año se registra un total de 10.238 estudiantes activos en la sede Bogotá.35 Era
visible una diversidad mucho mayor en el número de regiones de las que provenían las
personas que ingresaron a la Universidad: los lugares de origen de los estudiantes eran
cerca de 22 departamentos,36 siendo Boyacá y Cundinamarca las regiones con mayor
cantidad.37 El problema crucial de la un fue la poca capacidad de responder a semejante
demanda, teniendo en cuenta la cantidad de jóvenes de bajos recursos y regiones aparta-
das del centro geográfico del país que dependían de su ingreso a la universidad pública
y de estos servicios para acceder a la educación superior.
También para 1970, las residencias estudiantiles contaban con al menos 2.477 cupos,
de los cuales 295 eran cupos en las Residencias Femeninas.38 Esto se complementaba
con los otros servicios de Bienestar. En los deportes el número también subió: para
ese año un total de 3.520 estudiantes practicaban algún deporte39 y el número de ser-
vicios en la cafetería era de 986.644. Además, la cafetería de las residencias Uriel
Gutiérrez, abierta en estos años, tuvo un servicio de 71.582 entregas entre desayunos,
almuerzos y cenas.40 Lo que, a pesar de significar aumentos sostenidos en los pro-
gramas de Bienestar, no correspondía con las demandas sociales ya señaladas.
En contravía de esto, en 1972 se comenzaron a presentar los primeros signos del
desmonte de los servicios de Bienestar. Para ese año y después de que el campus de
la un fuera allanado por la Fuerza Pública y desalojaran las Residencias 10 de Mayo,
la Universidad tomaría la decisión de dejar cerradas las residencias durante tres años,
hasta 197541, a pesar del número de jóvenes que vivían allí, dejando claro que su
prioridad ya no sería el bienestar de los estudiantes, sino la protección de la infrae-
structura.
En el mismo sentido puede entenderse el desalojo de las residencias en 1976 a través
de la Resolución 185 del mismo año,42 con la cual la administración de Luis Eduardo
Mesa (1975-1976) decidió suspender indefinidamente, a partir de la fecha, el pro-
grama de residencias estudiantiles, dejando únicamente las Residencias Femeninas,
los cupos para casados en las 10 de Mayo y algunas en el Camilo Torres.43 Esto redujo
a un punto muy bajo la capacidad de albergar a los estudiantes que demandaban este
servicio.
En el 76, las directivas de la Universidad decidieron cercar el campus, «afirmando
el carácter privado del predio, facilitar la vigilancia y garantizar la seguridad de las
instalaciones».44 Este proyecto se llevó a cabo hasta 1977 por los ingenieros Danilo

31
Reventando silencios

Villegas, Miguel Bravo, Mario J. Pardo y Armando Zárate. Al comienzo, esta decisión
no fue aceptada por los estudiantes, quienes se opusieron al cercado, derribándolo
constantemente, aunque después también lo verían como una medida de protección
y aislamiento. Así lo recuerda Fidel Morales, un activista estudiantil de los años 80:

Ese fue el momento en el que se empezó a intentar poner la malla que, duran-
te el resto de ese año, podíamos llegar un lunes y había como unos 50 o 60
metros de malla, el murito y los palos por lo menos y al final de la semana ya lo
desmontábamos. Hasta que después de un cierre como de una semana o dos se-
manas volvimos y ya estaba completa.45

Este retroceso en el Sistema de Bienestar se reflejó en los números y los datos de los
estudiantes y se ve claramente al contrastar los dos semestres del año. Para el primer
semestre de 1976, había inscritos unos 34.303 jóvenes aspirantes para ingresar a la
Universidad, mientras que para el segundo semestre solo se inscribieron unos 10.260.
Para el primer semestre fueron admitidos 3.582, pero para el segundo semestre se
redujo a 2.787. Lo que muestra los datos es una disminución inmediata en el número
de aspirantes a la Universidad, posiblemente por la dificultad que generaba no tener
un lugar donde vivir.46.
1976 Primer semestre Segundo semestre
Inscritos 34.303 10.260
Admitidos 3.582 2.787
Tabla N.°3. - Relación inscritos y admitidos en 1976. Elaboración propia.

El cierre de las residencias ocasionó una disminución de los servicios de Bienestar


y puso a los estudiantes a pasar necesidades para poder continuar con sus estudios.
Muchos de ellos se vieron obligados a vivir hacinados en casas con otros compañeros
o, peor aún, se vieron obligados a abandonar sus estudios por falta de recursos para
subsistir. Así es como lo recuerda Hugo Salamanca, estudiante de la época:

Alrededor de la universidad se gestionaba la vivienda en el barrio El Recuerdo y


en el Cundinamarca, ahí era donde llegábamos y la gente que iba llegando nue-
va, los mismos paisanos y las mismas colonias iban llevándolos a las diferentes
piezas, porque en ese tiempo se tomaban era piezas para poder uno sobrevivir
allí.47

Lo anterior también se evidencia en las listas de admitidos del año siguiente al


cierre de las residencias: para el año 1966, el total de admitidos provenientes de
otras regiones diferentes a Bogotá ascendía a un 74%, pero después del cierre de
las residencias este número caería en picada, dando como resultado tan sólo un 43%
de admitidos originarios del resto del país. Esto significó una pérdida en la riqueza

32
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

de la diversidad cultural que habitaba la Universidad y un impacto importante en el


proyecto de un centro educativo que pretendía ser de carácter nacional.48
Estos retrocesos en el Sistema de Bienestar eran vistos de cerca por los estudiantes
que hacían uso de las residencias. Así lo recuerda José Benavides, habitante de las
residencias:

Igual las residencias ubicadas en la parte nueva de la Universidad, en el costado


occidental, las Residencias Uriel Gutiérrez y las Camilo Torres, también estaban
ocupadas, no tengo claro si todas al tiempo estuvieron abiertas, lo que sí es que
ya se veía una política destinada por parte del Gobierno a reducir los recursos
del Bienestar Universitario, siempre aduciendo que residencias y las cafeterías
de la Universidad representaban una carga muy importante y que dado el cli-
ma de agitación política y de movilización eran focos de perturbación, al menos
esas expresiones se escuchaban cuando nosotros llegamos a la Universidad… lo
que sí puedo asegurar es que paulatinamente las fueron cerrando, más diría yo
por falta de recursos, de mantenimiento, que otra cosa. Igual cosa sucedió con
las cafeterías que eran los dos aspectos centrales en donde se daba nuestra coti-
dianidad y nuestra relación como estudiantes.49

Para 1978, una de las situaciones más complicadas eran los cupos de los que dis-
ponía la Nacional y la demanda que se tenía por ellos. Por ejemplo, en una nota del
27 de enero del 78,50 El Espectador señala que más de la mitad de los estudiantes
recién salidos de la educación media aspiraban a entrar en la un, de los cuales el
22,60% pertenecían a zonas rurales del país, teniendo en cuenta que para la época
la población urbana ascendía al 60,83%, lo que refleja la necesidad de las pobla-
ciones más vulnerables de acceder a la educación superior, que no se correspondía
con la cifra real de cupos ofertados. Para los años 60, el porcentaje de admitidos con
respecto a los inscritos se mantenía sobre el 20%, pero para el segundo semestre del
año 1978, el total de admitidos no superaría el 13%.51
Esta falta de correspondencia entre aspirantes y cupos en la Universidad, que en
términos concretos cerraba la puerta a un sector importante de jóvenes pobres y rura-
les, era denunciada por movimientos estudiantiles que consideraban el deterioro del
Sistema de Bienestar como un importante impedimento en esa vía. En 1979, el Frente
Estudiantil Revolucionario- Sinpermiso (fer-sp) denunciaba lo siguiente:

Para 32.500 aspirantes sólo hay 3.500 cupos, el costo de inscripción es de 350
pesos y ya existen matrículas hasta de 9.000 pesos, las bibliotecas se han trans-
formado en museos de obras prehistóricas, no hay prácticas hospitalarias para
los estudiantes de medicina, para una población de 18.000 estudiantes sólo hay
100 cupos odontológicos; el servicio de cafetería es insuficiente y la comida de
mala calidad; las residencias masculinas definitivamente han quedado abando-
nadas.52

33
Reventando silencios

También para 1978 se veía una clara disminución de los cupos en las residencias.
El informe de estadísticas y los libros de la Universidad, que para el momento sólo
registraban los cupos de las Residencias Femeninas y las de los casados, muestran
que para ese año en Bogotá sólo había un total de 515 cupos, un número muy bajo e
insuficiente para la cantidad de estudiantes que para ese momento llegaba a cerca de
17.000.53
Según el informe, en el 78 se reportan un total de 316.781 servicios en la cafetería
en la sede Bogotá,54 lo que representa una disminución del 62% con respecto a su fun-
cionamiento durante los años 60. Así, es evidente la precariedad de los servicios de
Bienestar para esta época. Con una sola excepción, que fue el sistema de salud, el cual
en ningún momento dejó de funcionar.
En menos de dos décadas, el Sistema de Bienestar pasó de ser un salvavidas para
los estudiantes, que dadas sus necesidades económicas dependían de estos servicios
para mantenerse en la institución, a un problema común. Con el paso de los años,
los recursos se volvieron insuficientes y de precaria calidad, lo que progresivamente
ejercía mayor presión sobre los estudiantes que necesitaban de servicios como la vivi-
enda, para lograr permanecer en la Universidad.

La Nacho de los 50 a los 70, las disputas por la permanencia


estudiantil y las militancias universitarias

Las luchas que se dieron desde los años 30 a través de las reformas al bienestar
universitario y que pretendían garantizar la continuación y el sostenimiento de
los estudiantes con diferentes realidades socioeconómicas, no solo se vieron
materializadas mediante la institucionalidad, sino que también estuvieron respalda-
das por una continua actuación por parte del movimiento estudiantil, que, a través
de manifestaciones, movilizaciones y paros, fue expresada ante distintos acontec-
imientos que marcarían su accionar. Estos sucesos se enmarcarían en hechos como el
asesinato de estudiantes y militantes de organizaciones estudiantiles, la instauración y
la caída de la dictadura militar, el Frente Nacional y las movilizaciones a lo largo de
los 70, los cuales generarían un ambiente de represión y persecución del movimiento
estudiantil.
A lo largo de la historia del movimiento estudiantil, sus repertorios de acción y
luchas van a estar asociadas a las distintas disputas por el poder político nacional.
Serán enmarcadas inicialmente en las pugnas bipartidistas y posteriormente en el con-
flicto entre proyectos revolucionarios y apuestas para la preservación del orden social
y económico.

34
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

Para la segunda mitad del siglo xx, con la llegada del gobierno que presidió Laureano
Gómez, se acentuó la intolerancia política propiciada por la violencia entre liberales y
conservadores. La persecución, las amenazas y los asesinatos se convirtieron en una
realidad para aquellos que no encontraban un lugar dentro de los dos pensamientos
políticos predominantes. Por este hecho, algunos movimientos sociales directamente
afectados, entre estos el estudiantil, vieron una oportunidad de cambio con la toma del
poder por parte de Gustavo Rojas Pinilla en el año 1954, pero, pronto, los hechos des-
mentirían esa primera impresión y dichos movimientos terminarían sumándose a la
lucha de los partidos tradicionales por derrocar al dictador.55
Todo inicia el 8 de junio del mismo año de la posesión de Rojas Pinilla. Como
era costumbre, los estudiantes salían a las calles a conmemorar los hechos ocurri-
dos un día como ese, pero de 1929, cuando los abusos policiales en el marco de una
manifestación acabaron con la vida de Gonzalo Bravo Pérez, uno de los primeros
estudiantes asesinados por la Fuerza Pública en Colombia. En medio de las activi-
dades culturales propuestas para tal fin en la un, la comunidad universitaria se vio
sorprendida con una orden de desalojo. Los estudiantes, ante la indignación de no
poder realizar el ejercicio de memoria, cosa que era ya casi un ritual, se opusieron
férreamente ante dicha medida, por lo cual varios de ellos, entre los cuales estaba el
estudiante de medicina y filosofía Uriel Gutiérrez, decidieron bloquear el paso a la
Ciudad Blanca con un alambre de púas por la entrada de la calle 26. En el acto, un tiro
fulminante impactó en la cabeza de Uriel y ocasionó su muerte. Lo mataron con ape-
nas 24 años, convirtiéndose en el segundo estudiante de la un asesinado a manos de
la Fuerza Pública.
El 9 de junio, un día después de los fatídicos hechos, la rabia, la tristeza y la indig-
nación fueron los sentimientos que movilizaron a más de 3.000 estudiantes, tanto
de universidades públicas como privadas, que clamaban justicia por este asesinato.
Así, la jornada comenzó en la Ciudad Universitaria, donde inició la marcha hacia el
entonces palacio presidencial después de un sentido homenaje al estudiante caído. A
la altura de la carrera 7, entre la calle 13 y la 14, donde actualmente se sitúa el Edificio
Murillo Toro, tras haber sido retenidos y obligados a esperar que se les permitiera el
paso, las tropas del Batallón Colombia, que se estaban preparando para ir a la guerra
en Corea, dispararon a diestra y siniestra contra los estudiantes, en detrimento de sus
derechos y atentando contra su vida.56 Fueron 10 estudiantes más los que resultaron
asesinados por la Fuerza Pública, entre ellos: Álvaro Gutiérrez Góngora, Hugo León
Velásquez y Hernando Morales Sánchez, estudiantes de Medicina; José Carlos Gri-
sales y Elmo Gómez Lucinch, estudiantes de Economía; Hernando López Ospina,
estudiante de Veterinaria; Jaime Moore Ramírez, estudiante de Química; y Rafael
Chaves Matallana, estudiante de bachillerato del Colegio Virrey Solís.57

35
Reventando silencios

Hasta los sucesos del 8 y 9 de junio de 1954, el contacto de los estudiantes univer-
sitarios con la realidad política y social había estado mediada por el bipartidismo que
predominaba en ese momento en el país y que pretendía manejar la Universidad como
botín de guerra. La representación estudiantil había tratado de ser hegemonizada por
la oficialista Federación Universitaria Colombiana (fuc), constituida el 9 de abril de
1953, gracias a la iniciativa de sectores de la iglesia y el gobierno conservador de
Laureano Gómez.58 Sin embargo, es a partir del mismo día en que asesinan a Uriel
que nace otra organización estudiantil gracias a la instauración de un comité provi-
sional: la Federación de Estudiantes de Colombia (fec).59 Dicha organización surge
con el ánimo de «congregar a todos los sectores estudiantiles del país para la defensa
y representación de sus legítimos intereses y para luchar incansablemente por el pro-
greso y dignificación de las instituciones universitarias y culturales del país».60

Desde entonces, las movilizaciones y acciones contundentes por parte de los


estudiantes aumentaron de manera significativa. Tal como recuerda Mauricio Archila,
de 43 registros que recolectó de las luchas del movimiento estudiantil desde 1946
hasta 1957, solo en este último año, se registraron 11 acciones sociales contenciosas.61

Con el fin de acabar con la dictadura, se propuso un paro nacional en 1957 que contó
con la participación no solo del estudiantado, sino de muchos otros sectores sociales.
Así, para mayo de ese año se acrecentaron las tensiones con el gobierno de turno, lo
que dejó como saldo, entre el 4 y el 10 del mismo mes, la caída de Ernesto Aparicio
Concha y Pedro Julián Tamayo en Bogotá; Jorge Chica Restrepo y Guillermo Bedoya
Bedoya en Manizales; Hernán Mejía Correa y Alfonso Pérez Yepes en Medellín;
y José Ramón Caicedo, Antonio José́ Camacho, Víctor Ramírez y Reinaldo Esco-
bar en Cali.62 Finalmente, como resultado de la presión ejercida hacia el dictador, su
gobierno se vio obligado a entregar el poder a la Junta de Transición Militar.63
Como gesto de agradecimiento a la activa participación de los estudiantes en el
derrocamiento de la dictadura, la Junta de Transición Militar decidió entregar el
terreno para la posterior construcción de las Residencias 10 de Mayo, ubicadas en el
Centro Urbano Antonio Nariño.64 La siguiente es la consigna de la entrada, que aún
hoy en día puede apreciarse, y refleja el sentimiento hacia el movimiento estudiantil
por parte de los militares y los partidos tradicionales en esa época:

A LOS ESTUDIANTES DE TODOS LOS TIEMPOS QUE HAN LUCHADO


POR LA LIBERTAD DE COLOMBIA.

En memoria de los estudiantes que cayeron y lucharon en las jornadas de mayo


de 1957 se creó la institución que va a dar albergue a los universitarios en este
edificio, para que tengan presente el recuerdo de los que no vacilaron en dar su

36
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

vida antes que someterse a la tiranía y para que sigan su ejemplo cuando quiera
que la libertad esté en peligro.

El periodo culmina con una serie de protestas contra algunas autoridades universi-
tarias heredadas de la dictadura y con la realización del Primer Congreso Nacional
Estudiantil en junio de 1957, en el que se enfrentaron tanto la fec como la fuc y dejó
como resultado la salida de esta última y la constitución de la Unión Nacional de
Estudiantes Colombianos (unec), que rechazó cualquier herencia de las organizacio-
nes anteriores. La unec se originó teniendo como principios: la libertad de enseñanza
y de investigaciones científicas, la autonomía universitaria, la oposición al milita-
rismo y la dictadura, además de la organización de actividades estudiantiles con la
abstención de fines políticos y religiosos.65

Coincidiendo con el inicio en 1958 del Frente Nacional, la unec dio un giro hacia la
izquierda revolucionaria. En su interior fueron ganando influencia expresiones políti-
cas como el Movimiento Revolucionario Liberal (mrl), escisión del Partido Liberal,
y la Juventud Comunista Colombiana (juco), que había sido fundada en 1951 bajo la
clandestinidad como consecuencia de la ilegalidad que por entonces tenía el Partido
Comunista Colombiano (pcc).66 La ruptura con el bipartidismo se convirtió así en
ruptura contra el sistema político en general, un giro que fue resistido por otros sec-
tores estudiantiles, sobre todo provenientes de la un, quienes a través del periódico
estudiantil Fuego —órgano del Consejo Superior Estudiantil (cse)— insistieron en la
primacía de los objetivos gremiales. De ahí en adelante, la unec entraría en una pro-
funda crisis, en parte debido a serios problemas de representatividad.67
A las disputas nacionales que ya influían en el movimiento estudiantil se sumaron
los conflictos internacionales que enfrentaban a proyectos armados revolucionarios
con gobiernos dictatoriales. Es así como, en la primera mitad de 1959, comienza a
surgir un entusiasmo provocado por la Revolución Cubana en contra de la dictadura
de Fulgencio Batista. Militantes de organizaciones como Antonio Larrota, impulsa-
ron mítines y protestas en apoyo a dicha causa. Fue este mismo dirigente de la unec
quien, posteriormente, en apoyo a las protestas en contra de alzas en el transporte,
junto a otros estudiantes, empleados y obreros de la ciudad, impulsarían la creación
del Movimiento Obrero Estudiantil Colombiano (moec) con el cual se afianzaría la
actividad política de inclinación revolucionaria en el sector estudiantil.
A partir de esta fecha inició un proceso de distanciamiento con el Frente Nacional,
que en un principio consideró como héroe al movimiento estudiantil por su papel en
la caída de la dictadura. Pero, debido a la articulación de este con paros cívicos a lo
largo de los años 60, los diferentes mandatos presidenciales de la época cambiaron
su percepción. Lo cierto es que la llegada de discursos marxistas y populares a los
centros universitarios no fue bien recibida por parte del Gobierno, estos generaron

37
Reventando silencios

en los estudiantes «un fortalecimiento del proceso insurreccional inspirado por la


Revolución Cubana y las figuras del Che Guevara y Camilo Torres Restrepo»68 que a
la postre conduciría a que los medios de comunicación consideraran al estudiantado y
sus organizaciones como un problema.
Durante los dos primeros años de la década de los 60, la ruptura entre Gobierno
y estudiantes se hizo más profunda, el movimiento estudiantil tomaría nuevas for-
mas de protesta. Entre paros y huelgas a nivel distrital y nacional, hicieron sentir sus
inconformidades. El aumento del ingreso de nuevos estudiantes a la educación supe-
rior también dio paso a nuevas disputas por un mejor bienestar universitario. Los
enfrentamientos entre la Policía y los estudiantes fueron cada vez más frecuentes, lo
que generó múltiples detenciones y cancelaciones de matrículas, como fue el caso de
la Universidad de Medellín (UdeM) que expulsó a 43 estudiantes acusados de «vio-
lar la disciplina universitaria».69 Así mismo, en la un de Bogotá, a 5 estudiantes se les
acusó de «graves actos de indisciplina».70 De igual manera, también se registraron
asesinatos de estudiantes como el de Jaime Urdinola a finales de 1962 por parte de un
uniformado de la Policía.71
Para el año de 1963 comienza un nuevo proceso a nivel organizativo, nace la
Federación de Estudiantes Universitarios del Distrito (feud) durante el Primer Con-
greso Distrital Universitario. Posteriormente, esta misma organización generaría la
base para que durante el Congreso Nacional Estudiantil, que albergó diferentes orga-
nizaciones, se creara la Federación Universitaria Nacional (fun), la cual sería uno
de los referentes gremiales más importantes de la historia del movimiento estudian-
til. Esta asociación tomó como objetivos las luchas propugnadas los años anteriores,
como la mejora del bienestar universitario, la libertad de cátedra, la autonomía uni-
versitaria y la libre elección de representantes estudiantiles, además del mejoramiento
de los pensum para poder tener unos más cercanos a la realidad social del país.72
De esta manera, la fun comenzó a caracterizarse por su alta politización, al igual
que el movimiento estudiantil desde un plano general; en esta organización confluían
militantes de la juco, mrl, moec, jupa (expresión juvenil del moir)73 y otras líneas
de izquierda que también comenzarían a simpatizar con discursos a favor de la lucha
armada, de grupos como el Ejército de Liberación Nacional (eln), aunque «hubo
presencia de otros sectores como los llamados “Nacionalistas” y la Democracia Cris-
tiana, e incluso hubo expresiones de incipientes grupos maoístas, que al parecer se
oponían internamente a las directrices de la fun».74
Esta interacción de organizaciones políticas fue ubicando al conjunto del estudiantado
como parte del enemigo político, dando marco a un contexto en el que comienzan a
generarse persecuciones a simpatizantes y militantes de las diferentes organizacio-
nes estudiantiles, así como una fuerte represión a las movilizaciones convocadas
por la fun en apoyo a paros que se gestaban en diferentes universidades. La prensa

38
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

empezaba a estigmatizar al estudiantado, responsabilizando a estudiantes, incluso, de


la detonación de bombas caseras en Bogotá.
Posteriormente, uno de los hechos que marcaría una mayor represión se daría a
finales de 1964, cuando fue retenido por los estudiantes, durante una conferencia,
el candidato presidencial Carlos Lleras Restrepo en el edificio de Derecho de la un.
Este suceso sentaría las bases de los futuros enfrentamientos entre el estudiantado y
su futuro Gobierno.
Para 1965, Camilo Torres, quien ya venía trabajando con el estudiantado a través
del Movimiento Universitario de Promoción Cultural (muniproc), el cual buscaba
que los estudiantes y profesionales se acercaran a la realidad social del país, lidera
la creación del Frente Unido (fu), a través del cual trató de cohesionar a las distin-
tas corrientes de izquierda a favor de los levantamientos populares. De esta manera,
Camilo pretendía que el ejercicio revolucionario pasara de lo teórico a lo práctico, ya
que veía en el movimiento estudiantil un inconformismo pasivo, que no actuaba y que
debía pasar a los hechos: trabajar con y por las clases populares. Dicho llamamiento
generaría un ideal de compromiso militante, surgiendo públicamente comunicaciones
en apoyo a los movimientos armados del país. Fue así como en el último Congreso
Nacional Estudiantil de la fun fueron nombrados presidentes honorarios Julio Cesar
Cortés, Jaime Arenas y Camilo Torres siendo estos tres integrantes del eln.75
Camilo, de esta manera, se convirtió en la representación del ideal del militante
revolucionario de la época. Uno de sus mensajes en los periódicos del fu consignaba
sus pensamientos sobre el momento que pasaba el estudiantado y señalaba la forma
como debería actuar:

La crisis económica y política se está haciendo sentir con todo el rigor sobre los
obreros y los campesinos. El estudiante, generalmente aislado de estos, puede
creer que basta una actitud revolucionaria superficial o puramente especulativa.
Esa misma falta de contacto puede hacer que el estudiante traicione su vocación
histórica; que, cuando el país le exige una entrega total, el estudiante continúe
con palabrería y buenas intenciones, nada más… Es necesario que la convicción
revolucionaria del estudiante lo lleve a un compromiso real, hasta las últimas
consecuencias.76

A pesar de la muerte en combate de Camilo Torres y la disolución del Frente Unido


hacia 1966, sus ideales fueron mantenidos a través de los Comandos Camilistas, los
cuales tuvieron entre sus filas a militantes que posteriormente ocuparían cargos impor-
tantes dentro de la un, como Ricardo Mosquera Mesa, estudiante de Economía, y Dolly
Montoya de Química Farmacéutica (actual rectora de la un).77
A lo largo de 1966, la presidencia de Carlos Lleras se negó a negociar con el
movimiento estudiantil por los paros convocados por la fun a nivel nacional. Esto a su

39
Reventando silencios

vez provocó discordias dentro de la organización, la cual venía fragmentándose por las
luchas internas entre las diferentes líneas discursivas.
A finales de este mismo año se produciría el golpe final para la fun. Durante la inau-
guración del Instituto Agropecuario Colombiano (ica), el presidente Lleras, junto a su
mayor beneficiario John Rockefeller, fueron abucheados y retenidos. Este suceso ter-
minaría en un rescate militar «con 76 estudiantes que fueron detenidos, 3 de los cuales
serían condenados en un consejo de guerra».78 Dicho enfrentamiento estaría envuelto
dentro de las protestas y manifestaciones dadas por la presencia de fundaciones extran-
jeras dentro de la un y las cuales respondían a una lucha antiimperialismo “yanqui”.
Por lo anterior y mediante los Decretos 2686, 2687 y 2688, los cuales dejaban
sin medios de comunicación, formación política y participación en los estamentos
estudiantiles a dicha organización, se produjo su desarticulación.79 Posteriormente,
las represiones continuarían y en junio de 1967 al menos 1.500 soldados ocuparon la
Ciudad Universitaria, junto a tanques y carros blindados, lo que generaría la detención
de 600 estudiantes y vacaciones adelantadas para ese semestre.80
A partir de ese año, y sin una cabeza principal que dirigiera el movimiento estudian-
til, surgirían propuestas organizativas locales tales como Testimonio, de la Facultad
de Derecho, y Mural del Pueblo, entre los estudiantes de Antropología,81 y otras más
amplias, como el Frente de Estudios Sociales (fes), todas de tendencias maoístas.
Posteriormente, activistas de algunas de estas organizaciones, junto a otras como la
juco, seguirían promoviendo la lucha contra el financiamiento “yanqui” y, de igual
forma, en 1969 harían parte importante de los paros y movilizaciones que provo-
caron el cierre de la Universidad en ese año. Dichos sucesos también desencadenaron
una serie de persecuciones a militantes de organizaciones políticas y estudiantiles,
como el caso de Rómulo Carvalho, responsable de la estructura urbana en Bogotá
del eln y un líder estudiantil dentro de la un, ejecutado extrajudicialmente por parte
del Ejército alegando un intento de fuga.82 Su sepelio fue acompañado por miles de
estudiantes, mientras el carro fúnebre era cubierto por una bandera de la organización
guerrillera, lo que evidencia el grado de politización estudiantil para la época.
Desde 1966 hasta 1970, la Universidad estuvo cerrada aproximadamente 200 días,
junto a otras universidades públicas como la Universidad Pedagógica Nacional, la
Pedagógica y Tecnológica de Colombia y las universidades de Caldas, Cauca y Cór-
doba. La cantidad de días que estuvo paralizada la Universidad varió por año de la
siguiente manera:83

40
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

Días de paro Año


66 1966
75 1967
21 1968
93 1969
22 1970
Tabla n.°4. Días de paro desde 1966 hasta 1970 en la un. Elaboración propia.

Asimismo, los paros y movilizaciones de 1970, luego de la apertura de la un, fueron


de los más álgidos de su época; algunos estudiantes recuerdan esos momentos así:

Cuando llegué a la Nacional todavía se contaban anécdotas de las marchas de


protesta del primer semestre de 1970 exigiendo la reapertura de la Universidad,
que repercutieron hasta Medellín, Cali y Bucaramanga. Quien hubiera parti-
cipado en ellas poseía el curriculum suficiente para figurar en el catálogo de
revolucionarios de la Universidad.84

De esta manera termina una década en la cual el movimiento estudiantil toma un rol
antagónico para el Gobierno, el cual lo enfrenta con represión armada, con todo el
aparato estatal para limitar el accionar de este y su influencia en el panorama social del
país.
Si la década de los años 60 significó el cambio del relacionamiento entre el movimiento
estudiantil y las élites políticas bipartidistas, los años 70 terminaron por profundizar
la politización y radicalización del estudiantado y, con ello, el reforzamiento del
encasillamiento como parte del enemigo interno a sus expresiones organizadas y de
movilización. De hecho, esta década concluiría con el movimiento estudiantil como uno
de los sectores más golpeados por la represión estatal desatada por el Estatuto de Segu-
ridad Nacional, erigido sobre las nociones de la Doctrina de Seguridad Nacional.
El fraude electoral, que llevó a la presidencia a Misael Pastrana en 1970, derrumbó
las esperanzas de millones de colombianos que veían en la Alianza Nacional Popular
(anapo), y en el general Rojas Pinilla, la posibilidad de alcanzar el poder y reafirmó
en muchos sectores de la izquierda la idea de un cierre político que no dejaba otra
alternativa que la vía armada para llegar a la Casa de Nariño. Estas valoraciones se
reforzaron con los sucesos de septiembre de 1973 en Chile, donde los militares y la
cia derrocaron al gobierno de Salvador Allende, que había llegado al palacio de La
Moneda a través de las urnas. La conjugación de estas valoraciones políticas marcó
a una generación que, a finales de la década, veía triunfar armas en mano a los san-
dinistas en Nicaragua, lo que sin duda afianzaba la posibilidad de una revolución
armada en Colombia.

41
Reventando silencios

Parte de esa generación estaba formándose en las universidades colombianas que,


por aquellos momentos, albergaban a quienes años más tarde terminarían dirigiendo
varias de las principales organizaciones de la izquierda. La un fue en particular un
espacio de ebullición de liderazgos políticos, entre la segunda mitad de los 60 y
la década de los años 70. Por su campus y movimiento estudiantil pasaron Álvaro
Fayad, Carlos Pizarro, Vera Grabe y María Eugenia Vásquez, posteriores coman-
dantes y dirigentes del Movimiento 19 de abril (M-19), incluso el propio Bateman,
principal comandante de esa guerrilla, estuvo cerca a Camilo Torres cuando mili-
taba en la juco85; también pasaron por allí Jesús Emilio Carvajalino (Andrés París) y
Guillermo León Sáenz (Alfonso Cano), quienes integrarían posteriormente la coman-
dancia de las farc, Cano incluso llegaría a ser el primer comandante de esa guerrilla,
tras la muerte de Manuel Marulanda. Otros estudiantes de la Nacional que terminarían
liderando la izquierda fueron Jaime Caycedo, hoy secretario general del pcc; Marcelo
Torres, por muchos años dirigente nacional del moir; y otros dirigentes estudiantiles
que integraron el eln como Julio César Cortés, que sería luego asesinado por sus
propios compañeros bajo las órdenes de Fabio Vázquez. Estos, entre otras decenas de
militantes, lideraron el movimiento estudiantil de la Nacional en los años 70.
Estos liderazgos son evidencia de la idea de la Universidad como un espacio de for-
mación de cuadros políticos para la revolución que alimentó al movimiento estudiantil
de la época. Pero también lo son de las diversas corrientes y organizaciones políticas
que hacían presencia en su interior, lo que, a su vez, llevó a hacer de la cotidianidad
universitaria un escenario de profundo debate y agitación política.
El paro nacional estudiantil de 1971, la mayor movilización estudiantil de la segunda
mitad del siglo xx, logró poner sobre la mesa el debate de la autonomía universitaria,
la libertad de cátedra y el rol de los diferentes estamentos en el gobierno universi-
tario, movilizando en torno a estas demandas a prácticamente todas las universidades
públicas y a varias de las universidades privadas del país; este paro suscitó fuertes
movilizaciones y debates al interior de la un. Las manifestaciones de febrero en Cali
contra el Plan Básico, que fueron respondidas por la Fuerza Pública con la masacre
de 30 estudiantes, provocaron la movilización y entrada en paro de muchas universi-
dades; la Nacional lo hizo el 24 de marzo, cuando a la declaratoria de paro se sumó la
expulsión del rector Diego López (1971) del campus y la toma de la rectoría por parte
de los estudiantes. Su permanencia allí se extendió por varias semanas, en concordan-
cia con la declaratoria de la Asamblea que decretó a la Universidad «bajo control del
estudiantado revolucionario», y estuvo garantizada por el saqueo de las bodegas de la
Cafetería Central y el sacrificio de una novilla de la Facultad de Veterinaria.86

42
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

Imagen 1. Enfrentamientos entre estudiantes y la fuerza pública con motivo del paro de
1971. (El Espectador)

A pesar de las divisiones al interior del movimiento estudiantil expresadas en la


construcción del Programa Máximo y el Programa Mínimo, en el iv Encuentro
Nacional que sesionó en Palmira, el paro conquistó, entre otras, la constitución del
cogobierno universitario para la un y la Universidad de Antioquia. Este se hizo oficial
bajo el Decreto presidencial 2070 del 23 de octubre de 1971. Sin embargo, su existen-
cia apenas duró unos meses, pues en mayo del año siguiente, bajo los Decretos 856 y
886, fueron disueltos los dos cogobiernos y fue restaurado el Decreto 1259, contra el
cual había luchado el paro nacional.
La propia existencia del cogobierno87 reflejó las características del movimiento
estudiantil en la Nacional. Mientras la jupa y la juco presentaron sus listas a las
elecciones del Consejo Superior, otros sectores políticos como los Camilistas, los
Trotskistas, las Ligas Marxistas, los denominados independientes y otros sectores,
no solo rechazaron las elecciones, sino que sabotearon su instalación en noviembre, a
la que había asistido el propio Ministro de Educación Luis Carlos Galán, quien tuvo

43
Reventando silencios

que salir del campus en una jaula de la Policía, pues su carro fue quemado por los
estudiantes.
La eterna discusión de la izquierda colombiana entre reforma y revolución tuvo su
capítulo en la Nacional de los años 70, a propósito del cogobierno, cuyas eleccio-
nes arrojaron finalmente como apabullantes ganadores a la jupa. Mientras que, en
los profesores, cada una de las dos listas obtuvo un puesto: los profesores y posterio-
res rectores de la Universidad, Víctor Manuel Moncayo y Fernando Sánchez Torres,
elegidos respectivamente por las listas de Los Claustros de profesores de inclinación
de izquierda y la lista de los independientes representaron al cuerpo docente ante el
csu.88
Por su parte, las directivas y la Fuerza Pública también desempeñaron un papel
importante en los vaivenes políticos del movimiento estudiantil. El 7 de abril de 1972,
las Fuerzas Militares y de Policía ingresaron violentamente a las Residencias Feme-
ninas ultrajando y torturando a las estudiantes, en lo que significó una fuerte tensión
entre directivas y uniformados, quienes exigían a la rectoría mayor firmeza en el con-
trol de los estudiantes,89 mientras el rector Jorge Arias de Greiff rechazó el actuar
oficial y presentó su renuncia como protesta ante los hechos. En esta tensión, también
terciaron los estudiantes quienes se enfrentaron días después a la Fuerza Pública en
un acto de auténtico desagravio por la violación a los derechos humanos presentados
en contra de sus compañeras. Carlos Raúl Gutiérrez, estudiante de la época presente
en los sucesos, lo rememora así:

Ese día sí estábamos muy berracos, había gente que llevaba mochilas llenas de
molotov para la marcha, nosotros no salimos a reclamar esa agresión sino a los
dos días, porque los que sabían armar molotov se pusieron a armarlas, las es-
condían en las alcantarillas de la Universidad toda la noche para sacarlas al día
siguiente. La gente se organizó y en el barrio que queda por detrás de la capilla
empezaron a provocar a la Policía y la Policía se fue pa’l barrio y le armaron un
círculo de gasolina a los policías, como a 20, y con una molotov les prendieron
candela y los levantaron a piedra ahí encerrados, les dieron muy duro, y así por
todas partes se fueron armando ese tipo de cosas, todo el mundo estaba en plan
de venganza, al final llegó la caballería por ese barrio detrás de la capilla, y es-
tos empezaban a hacerles frente para que entraran por ese prado hacia la Torre
Administrativa, que ahora es Enfermería. Había muchos árboles allí y eran
como las 6:30 y ya estaba oscuro, entonces todo el mundo pasaba corriendo ha-
cia la rectoría y los de la caballería venían en bloque a cascarles, pero de árbol a
árbol había amarrado alambre, entonces les daba el alambre y caían al piso, ya
lo tenían todo preparado, le fue muy mal esa vez a la Policía.90

Para noviembre del año 72, el nuevo rector, Luis Duque Gómez (1972-1974), cerró
parcialmente las residencias estudiantiles por ocho meses, debido a que ya eran con-
sideradas un foco de agitación violenta, luego del ataque en las residencias Camilo

44
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

Torres al estudiante de Derecho Jaime Avendaño, quien lideraba un movimiento anti-


comunista. A esto se sumó la suspensión de las carreras de Sociología, Economía y
Antropología, la expulsión de algunos estudiantes y de profesores como Manuel Tru-
jillo, Hésper Pérez, Rubén Sierra, Alfredo Sarmiento, Antonio García Nossa, Víctor
Manuel Moncayo, Salomón Kalmanovitz, Rafael Corredor y Jaime Caycedo. Todos
docentes considerados de izquierda.
Dos años más tarde, bajo la presidencia de Alfonso López Michelsen, llegaría a la
rectoría Luis Carlos Pérez (1974-1975), cuya gestión fue considerada el experimento
marxista en la un, quien luego de Gerardo Molina (1944-1948) se constituyó como
el segundo marxista en conducir el primer centro educativo del país. Pérez recibió el
apoyo de la juco, pero el rechazo de las demás corrientes estudiantiles, reintegró a
estudiantes y profesores expulsados, defendió el Bienestar Estudiantil, amplió cupos,
promovió libertades a la organización estudiantil91 e, incluso, apoyó junto al decano
de Medicina, Guillermo Ferguson, la toma por parte de los estudiantes del Hospital
de la Hortúa de 1975, que exigía el traspaso administrativo del mismo a la Universi-
dad Nacional, lo que le valió su destitución por parte del Presidente de la República.
Ante la falta de financiación del Hospital San Juan de Dios, donde hacían prácticas
los estudiantes de medicina, había un común acuerdo entre directivas universita-
rias y estudiantes: para lograr mejores recursos, se debía presionar externamente al
Gobierno, no bastaba un paro en la Universidad, por lo que la salida estudiantil fue la
toma de las instalaciones hospitalarias. La toma inició el martes 27 de mayo y duró
tres días, hasta el jueves 29 en la noche cuando los estudiantes fueron desalojados
violentamente. A esta toma acudió el propio Decano de la Facultad, quien no solo
brindó su respaldo, sino que acompañó y sirvió de garante en las negociaciones. Un
líder estudiantil de la época que participó de esta acción lo recuerda así:

Nos pusimos de acuerdo y armamos una manifestación para el centro. Hici-


mos dos bloques, por primera vez hicimos dos marchas. Un bloque se fue en
una marcha para el centro y los demás nos fuimos en bus, nosotros ya tenía-
mos nuestros grupos de estudiantes, «esta brigada se encarga de tal cosa, esta se
encarga de tal otra, estos cuidan a los pacientes, estos buscan la comida, estos
hacen el aseo, estos cuidan la periferia del hospital […]», nosotros ya teníamos
todo organizado para tomarnos el hospital, llegamos en bus, no llegamos en la
marcha.

Entramos al hospital como cualquiera, como todos los días íbamos, y ya dentro
nos organizamos, después llegó la marcha y nosotros declaramos desde adentro
que nos tomamos el hospital, la marcha llegó a apoyarnos y algunos de los de la
marcha venían a ayudarnos a dirigir el movimiento, entonces a esos los dejamos

45
Reventando silencios

entrar, pero al grueso de la marcha no lo dejamos, si no se nos hubiera vuelto


una locura esa toma.

Éramos como 300, eso lo supimos cuando salimos de la cana. Como al lado
quedaba el barrio Policarpa y nosotros teníamos que garantizar la comida, le
dábamos comida a los pacientes, pero esa comida estaba adentro, era el merca-
do del hospital, pero nosotros no comíamos del mercado del hospital, comíamos
nuestra comida que nos la mandaban de la cafetería central, los de Cooperación
Estudiantil,92 entonces la única forma de poder entrar y salir algunas personas
de los que estábamos en la toma, fue esa pantomima que se hizo de una fiesta
en una casa del barrio que duró tres días, entonces habían compañeros que en-
traban y salían por ahí.

En el acuerdo habíamos acordado sobre la financiación, que la administración


del hospital cambiaba y que entraba a financiar la Alcaldía de Bogotá, la Gober-
nación de Cundinamarca y el Ministerio de Educación, todo estaba estipulado,
quién lo iba a hacer, quién nombraba al gerente y todo eso, lo cual resultó pura
paja, no cumplieron nada, nada es nada y a nosotros nos llevaron pa’ la cárcel.93

Con el acuerdo alcanzado ese jueves entre el Gobernador de Cundinamarca, Her-


nando Zuleta Holguín, los ministros de Salud y Educación y el rector Pérez, la
Beneficencia de Cundinamarca se comprometía a que la mayoría de la junta directiva
del Hospital serían miembros de la un y aseguraba mejores fuentes de financiación
para su funcionamiento si los estudiantes desalojaban las instalaciones. Esa noche,
cuando los estudiantes se alistaban para salir, la Policía Militar y el Ejército ingre-
saron a la fuerza y detuvieron a 358 personas, médicos residentes, estudiantes y al
propio decano Ferguson, quienes fueron retenidos hasta el 1 de junio en las instala-
ciones del das.94 Varios de los estudiantes fueron sometidos a torturas y tratos crueles
en las dependencias de este cuerpo de inteligencia, como lo recuerda José Ignacio
Benavides, uno de los médicos en formación que fueron retenidos en el Hospital.95
La semana siguiente, los estudiantes continuaron la huelga y convocaron un paro al
que se sumó la Universidad Nacional en sus diferentes sedes y otras universidades
del país. El lunes 2 de junio comenzó un paro nacional de médicos residentes e inter-
nos y el martes 3 de junio casi el 80% de los centros de salud del país se paralizaron,
en Bogotá salieron más de 80.000 personas a las calles en una multitudinaria marcha
desde la Ciudad Universitaria hasta la Plaza de Bolívar. Ese mismo día, el gabinete de
López Michelsen anunció la destitución del rector.96
Luego de una semana de movilización nacional y un paro que se prolongó por varias
semanas, el 23 de junio los estudiantes de la un regresaron a clase.97 A pesar de que
el presidente López había anunciado que respetaría el acuerdo con los estudiantes, lo

46
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

incumple, tal como lo recuerda Gutiérrez, y el traspaso administrativo del Hospital a


la un nunca ocurre.
El año 76 fue decisivo frente al desarrollo del movimiento estudiantil y las dinámi-
cas de la un. Las expresiones organizadas del estudiantado que, a pesar de sus debates
y diferencias políticas, buscaban la construcción de un proyecto de Universidad para
las mayorías del país, intentaban ganar cada vez más espacio político para ese pro-
yecto al interior del campus, pero se enfrentaban al progresivo recrudecimiento de
la represión institucional y estatal. Bajo ese propósito común se juntaban las orga-
nizaciones políticas, Cooperación Estudiantil, las Colonias estudiantiles y otros tres
fenómenos del movimiento estudiantil conocidos como las Brigadas, los Combos y
La Plaga.
Las Brigadas de choque fueron grupos de acción cuyas dinámicas oscilaban entre la
ejecución de acciones con cierto grado de operatividad, la confrontación violenta con
la Fuerza Disponible de la Policía, el intento de brindar seguridad a manifestaciones
estudiantiles, el debate político en asambleas, ser fuerza de choque contra otras orga-
nizaciones políticas e incluso la formación política e ideológica de sus integrantes.
Las Brigadas no eran un comando urbano de las guerrillas, pues como son recordadas
por uno de sus integrantes «ahí había compas comprometidos, otros sin compromiso
y hasta tiras».98 Estas se fueron constituyendo de acuerdo a las diferentes corrientes
políticas al interior de las universidades públicas bogotanas, así, la corriente Posa-
dista, del Bloque Socialista, tenía la Espartaco, el Partido Comunista la Víctor Jara,
el moir las Brigadas del Pueblo y la Son del Pueblo, los trotskistas la Bakunin y
luego la Llamarada, por su parte la Che Guevara, la Alexis Omaña, la Camilo Torres
y la José Antonio Galán estaban integradas, entre otros, por personas de las tenden-
cias Marxista-Leninista (ml) y camilista.
Hacia 1979, la Brigada Galán se desintegraría debido a la militancia política de algu-
nos de sus integrantes con el eln y el sector ml del epl, mientras otros miembros
cercanos al Pedro León Arboleda (pla)99 y al camilismo conformarían la Patricio
Silva.100 Antonio Manrique, uno de los integrantes de los Combos, lo rememora así:

Ahora lo miro así, había una crisis de organización estudiantil muy grave, no
había nada que nos cohesionara, estaba solamente Cooperación, la juco y otras.
Pero a nosotros no nos importaba eso, fuimos medio anarcos en ese sentido.
Digamos, una persona como yo no quería pertenecer a nada. No sé los demás
compañeros, pero éramos anarcos en ese aspecto, no nos dejábamos organizar,
éramos espontáneos, nos organizábamos por grupos de manera espontánea que
terminaron llamándose Combos, había Combos que se ponían nombre.101

47
Reventando silencios

Por su parte, La Plaga era percibida de la siguiente manera:

No era una organización: así llamaban a un sector amplio del estudiantado


casi todo de provincia, sin compromiso político con los grupos de izquierda,
cuyo común denominador eran la beligerancia y el amor al tropel. Tirar piedra
y pelear eran sus pasiones. Uno de los Combos más duros de la Plaga lo inte-
graban Salsa, Cuero, Rata, El Chato, Papapicha y El Camello, hombres sin ley.
El común de los estudiantes les tenía miedo y las muchachas ni se acercaban,
ellos gozaban con su fama de malos. Con la extrema izquierda eran solidarios.
Conmigo fueron siempre muy especiales, me consideraban del Combo y me
cuidaban.102

En el año 76 se dieron dos sucesos fundamentales en la Nacional: el derribamiento


de la estatua de Francisco de Paula Santander, ubicada en la plaza central que llevaba
su nombre, y el desalojo de las residencias estudiantiles. La disputa simbólica de los
espacios de la Universidad tuvo un capítulo importante con el nombramiento de la
Plaza Che Guevara, pues tras ello, hubo una disputa por borrar del imaginario uni-
versitario el nombre de Plaza Central Francisco de Paula Santander y posicionar el de
Plaza Che. El 8 de octubre de 1976, en la novena conmemoración del día del guerri-
llero heroico y a modo de revancha por un ingreso violento de la Policía al campus el
día anterior, que terminó con la destrucción y hurto de una placa en homenaje al Che
Guevara puesta recientemente por los estudiantes, estos destronaron al héroe inde-
pendentista para reafirmar la figura del mártir y héroe revolucionario argentino. Así lo
recuerdan estudiantes presentes en la plaza durante esa jornada:

Se armó un mitin ahí al pie de la estatua, yo recuerdo bien quién lo dirigió, era
un dirigente de los comandos Camilistas, él ya se murió entonces puedo decir
el nombre, se llamaba Napoleón, él fue el que dirigió eso. Le amarraron un lazo
y lo tumbaron y Napoleón dijo que a partir de ese día esa plaza no se llamaría
Santander sino Che Guevara.103

Tres carros fueron incendiados en la Universidad Nacional, al tiempo que un


grupo de estudiantes encapuchados robaba una grúa y la empleaba para derri-
bar y trasladar al puente de la calle 26 el busto de Francisco de Paula Santander
que se encontraba en la plaza central, donde fue colgado por varias horas hasta
que perdió́ la cabeza.104

El segundo suceso tuvo lugar ese mismo mes de octubre, luego de que una comi-
sión institucional presentara ante el Consejo Académico una valoración del estado
de las residencias estudiantiles. Según esta, los principales problemas estaban rela-
cionados con habitantes que no eran adjudicatarios, atracos al interior y alrededores,
hacinamiento, tráfico de estupefacientes y «casos de homosexualismo».105 Tras estas
valoraciones y sin mediar autorización del rector Luis Eduardo Mesa, el ministro

48
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

de educación, Hernando Durán, ordenó el allanamiento de las residencias por parte


del Ejército y el desalojo de 2.500 estudiantes,106 dejando un grupo importante de
estudiantes detenidos por varios días y por lo que la Universidad cerró casi por un
mes y las residencias estuvieron clausuradas durante seis años.107
Las tensiones y disputas por las residencias estudiantiles, que en 1976 desembocaron
en su desalojo violento, estuvieron recurrentemente mediadas por protestas estu-
diantiles y acciones desproporcionadas por parte de la Fuerza Pública; José Ignacio
Benavides, un residente de la unidad Camilo Torres, recuerda este conflicto de la
siguiente manera:

En otra oportunidad y cuando hubo también amenazas de cierre, en el año 76


también, habiendo instalado un campamento en el barrio El Recuerdo, estan-
do un colectivo de estudiantes durante un turno de lo que llamábamos guardia
para proteger el campamento en la mañana, en el filo del mediodía fuimos de-
salojados en esa oportunidad y fuimos detenidos y arrestados y recibimos una
sanción con detención carcelaria, un grupo de alrededor de siete estudiantes
fuimos golpeados y llevados a la cárcel La Modelo, hablo del año 76. De es-
tos eventos, idas y venidas, transcurrían sin cerrar las residencias de manera
definitiva, se dieron con alguna frecuencia hasta su cierre definitivo, que eso se
dio años después de mi egreso como médico de la Universidad.108

Con la llegada del liberal Julio César Turbay Ayala a la presidencia de la Repú-
blica en agosto de 1978, tomó fuerza la legitimación estatal de la represión a los
estudiantes. Al interior de la Universidad ya hacía carrera una respuesta privilegia-
damente represiva a las expresiones de protesta estudiantil, que ahora contaba con
el respaldo del Gobierno, el cual dispuso, a través del Estatuto de Seguridad Nacio-
nal, un fuerte engranaje institucional y militar para perseguir violentamente y sin el
respeto de mínimas garantías a los derechos humanos a los sectores disidentes de las
políticas oficiales.
De hecho, el 30 de mayo, una protesta estudiantil en varias universidades del país
para rechazar reformas económicas y el alza del transporte público, terminó en la
Nacional con el asesinato, por un disparo de la Policía, del estudiante de segundo
semestre de Química y Farmacia Patricio Silva Rúales. Frente al edificio viejo de
Ingeniería cayó muerto el joven proveniente de Ipiales, Nariño, cuyo cuerpo fue
trasladado por sus compañeros a las instalaciones de la Universidad Libre, en pleno
centro de Bogotá, desde donde exigieron justicia por el asesinato y retuvieron al rec-
tor, César Ordoñez Quintero, en medio de una toma multitudinaria. El funeral de

49
Reventando silencios

Patricio Silva se dio tres días después en medio de una inmensa manifestación estu-
diantil.109

Los años del gobierno Turbay estuvieron marcados por la creciente politización
estudiantil y el alza de la violencia, tanto en el ejercicio de la protesta como en
el tratamiento oficial hacia esta. El fortalecimiento del M-19 como guerrilla
urbana a finales de los años 70 y principios de los años 80 se reflejaba inclu-
so entre los estudiantes, donde la militancia de esta organización fue creciendo
y simpatizando con acciones como la toma de la Embajada de la Repúbli-
ca Dominicana en febrero de 1980, a solo unas cuadras de la Universidad; al
interior de la Nacional también tomaban fuerza organizaciones como Empuje-
mos y el fer-Sinpermiso, que intentaban superar el cansancio ante el discurso
marxista-leninista y los ladrillos110 como medio de transmisión de estas ideas
que imperaba en el movimiento estudiantil. Las dos organizaciones fueron una
apuesta por superar un lenguaje que no conmovía más allá de las militancias
políticas y por ensanchar el movimiento estudiantil a partir de la innovación en
los lenguajes, las estéticas y las dinámicas organizativas como la estrategia de
los grupos de trabajo antes que la militancia orgánica.111

Por su parte, la represión contra los estudiantes alcanzó sus picos más altos con el
Estatuto de Seguridad. Estudiantes acusados de pertenecer al pla fueron capturados
entre el 14 y el 26 de octubre de 1978 y sometidos a torturas durante sus detenciones.
El director de Medicina Legal para la época, el doctor Odilio Méndez Sandoval, en su
informe Tortura y Tratos Crueles, concluyó que tras el reconocimiento médico-legal
de 34 estudiantes detenidos en el segundo semestre de 1978 en la Cárcel Nacio-
nal Modelo, Buen Pastor, Brigada de Instrucciones Militares (bim) y los Batallones
Baraya y Ayacucho, 18 tenían «lesiones externas visibles de violencia», lesiones que
en su mayoría fueron producidas por «elementos contundentes» y algunas con ins-
trumentos punzantes; dos estudiantes presentaban «trastornos psicológicos» y a una
estudiante le formuló la «impresión diagnóstica de aborto». El galeno también con-
cluyó que la cronología de las lesiones coincidía con el tiempo de detención.112
Por ejemplo, el estudiante de viii semestre de Medicina, José Omar Escobar Toro,
«presentó escoriación y edemas a nivel del dorso de nariz. Escoriación en dedo medio
mano derecha. Escoriación en quinto dedo mano izquierda. Lesiones producidas por
objeto contundente. Se solicita radiografía de huesos propios de nariz, para descartar
fractura»,113 evidenciando los tratos crueles, inhumanos y degradantes a los que fue-
ron sometidos los detenidos.
La mayoría de los detenidos fueron absueltos luego de ser juzgados en Consejos
Verbales de Guerra.114 Y, aunque sus torturas suscitaron la creación de una Comi-
sión Accidental sobre Presuntas Violaciones a los Derechos Humanos en el Congreso
de la República y el conocimiento del caso por parte de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos (cidh) y de Amnistía Internacional en sus visitas al país, los

50
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

militares responsables de estas violaciones no fueron investigados y mucho menos


procesados judicial o disciplinariamente, pues fueron llevados ante un Tribunal Supe-
rior Militar que les garantizó la impunidad.
Estas detenciones y torturas fueron la primera aplicación masiva del Estatuto de
Seguridad Nacional promulgado en septiembre y que tuvo como centro la persecu-
ción de las diversas expresiones del considerado enemigo interno, que para este caso
se concentró en el estudiantado. Durante los cuatro años de su aplicación, entre 1978
y 1982, se cometerían por lo menos 204 violaciones a los derechos humanos del estu-
diantado colombiano,115 teniendo a 1978 como el año de mayor concentración de
estas, con 78 violaciones, dentro de las que se destacan, justamente, las torturas en
medio de detenciones, alcanzando la cifra de 61 casos. En este año se doblaron las
violaciones de derechos humanos de los estudiantes con respecto a 1977, cuando se
registraron 39 casos y estuvo por encima de los restantes años de aplicación del Esta-
tuto, pues 1979 experimentó 68 violaciones, 1980 tuvo 20, 1981 presentó 11 hechos y
finalmente en 1982 se registraron 27 hechos.
La estigmatización del estudiantado de la Nacional y la represión por parte de la
Fuerza Pública llegó a ser tan grande durante el gobierno Turbay y los años posterio-
res, que a pesar de que estudiar en esta Universidad representaba, quizá, uno de los
motivos de orgullo más grande para quienes lo hacían, incluso los mismos estudian-
tes temían ser reconocidos en ciertos espacios como estudiantes de la Universidad y
recurrían a diferentes estrategias para ocultarlo, tal como lo narran Elizabeth Díaz y
Jaime León, dos estudiantes de la época.

Uno escondía el carné de la Universidad porque en las requisas, que eran todo el
tiempo, y los allanamientos también todo el tiempo, era tenaz ser estudiante de
la universidad, era casi un delito, entonces uno lo escondía para evitar ser agre-
dido, o injustamente detenido o desaparecido.116

Por esos años fue recurrente la intervención violenta de militares y policías con-
tra manifestaciones estudiantiles. Una jornada emblemática se dio el 4 de junio de
1981, cuando cientos de estudiantes ocuparon por cerca de doce horas la Plaza Che
en rechazo al anunciado cierre preventivo del campus por la conmemoración del 8 y
9 de junio; estudiantes y facultades que no solían sumarse a las movilizaciones, como
Odontología, ese día lo hicieron. Así lo recuerdan algunos estudiantes presentes aquel
día en la Plaza:

Se armaron ollas comunitarias con agua de panela, todos traían comida de sus
casas o recuperada del Carulla, las muchachas de residencias colaboraron con
cobijas y con toallas. Se organizaron, eran como dos líneas de vigilancia, era
alrededor de la Universidad, como bordeando todo el perímetro y había otro
más cerquita, que eran los encargados de avisarnos cuando entraran la Policía o

51
Reventando silencios

el Ejército, para que estuviéramos preparados. Como a las 3 y media, por mucho
4 de la mañana, nos empezaron a avisar que habían llegado, entonces llegaron,
nos avisaron y se avisó a las personas sobre sentarnos en la Plaza Che, en el
piso… se hizo un silencio que yo todavía recuerdo, en este momento yo estoy
reviviendo, es un silencio impresionante, cuando Gabriel Quiñones, uno de los
autores de la escultura Amérika, empezó a tocar una flauta dulce y era un soni-
do muy melancólico.117

Imagen 2. Toma de la Plaza Che, 1981. (Nicolás Rudas, La violencia y sus resistencias en
la Universidad Nacional de Colombia, 2019)

La arremetida violenta de la Fuerza Pública impidió que la negociación que se


estaba dando entre comandantes de esta y algunos estudiantes de Cooperación Estu-
diantil, que impidieron que otros estudiantes golpearan a los uniformados, llegara a
buen término. Se pactó la salida en manifestación de los estudiantes por la calle 45,
que dejaron la Universidad entonando el Himno Nacional, pero al alcanzar la carrera
20, fueron nuevamente atacados por policías acompañados de jaulas y paneles que los

52
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

persiguieron hasta el entonces indesco (hoy Universidad Cooperativa de Colombia)


y la Universidad Javeriana, donde algunos se lograron resguardar, mientras observa-
ban cómo sus compañeros eran detenidos y subidos a las patrullas policiales. Pero
no todos los estudiantes lograron salir ordenadamente de la Universidad, muchos se
vieron envueltos en una arremetida violenta de gases y agresiones policiales que pro-
vocaron un momento caótico, como lo recuerda un líder estudiantil.

Eso fue bastante violento, uno era corriendo por donde pudiera, a mí me habían
prestado una cobija una muchacha de Boyacá de residencias y yo con la berra-
ca cobija corriendo porque yo era demasiado responsable y dije «no, yo tengo
que devolver esa puta cobija» y yo era corriendo y la gente se tropezaba con las
canecas que habíamos colocado con fuego entre la Biblioteca y el León para
controlar los gases.

El 4 y 5 de junio se llevaron muchos estudiantes, pero cuando cogían un es-


tudiante en esa época, me parece mucho narrarlo ahora, es que nos molían,
nos molían a bolillo, el estudiante era como el ser más despreciado, como si...
nos pegaban como al peor delincuente, así era el enfrentamiento, entonces ese
hecho de cómo muchos nos salvamos y la otra es que la Policía, ni siquiera es
como ahora, porque en esa época la Policía era extremadamente cruel.118

Este, como muchos conflictos universitarios, eran resueltos sin mayor mediación.
Las directivas universitarias en varias ocasiones actuaban de manera tajante e incon-
sulta, mientras los estudiantes optaban por las acciones directas para presionar el
debate político-académico. El nombramiento en 1979 del decano de la Facultad de
Derecho, Evelio Daza, es un ejemplo claro de ello. Desde un comienzo, su nom-
bramiento fue rechazado por un sector amplio de los estudiantes, pues su nombre
no figuraba en el sexteto propuesto por los profesores a las directivas,119 a lo que se
sumó un actuar represivo y amedrentador hacia los líderes estudiantiles por medio los
“llamados verbales” de la Decanatura, la expulsión del profesor Raúl Carvajalino y
las denuncias de corrupción en su contra que adelantaba la Coordinadora de Derecho.
Un grupo de estudiantes de la Coordinadora, debido a la poca diligencia de las direc-
tivas ante quienes habían denunciado las irregularidades en septiembre de 1981, el 6
de octubre se tomaron la Decanatura y la llenaron de pintas y mierda de vaca. A lo
que siguió una efectiva investigación por parte del csu que concluyó con la expul-
sión de los estudiantes Hernando Perdomo, Adolfo Rueda, Sara Alieth Vanegas, Jorge
Poveda Zuñiga, Jaime Sierra Avella, Milton Galvis y Álvaro Carreño, estudiantes de
Derecho. y miembros de la Coordinadora, y al estudiante de Economía Germán Sar-
miento.
La respuesta se dio un mes después, cuando el 25 de noviembre un grupo de estu-
diantes, bajo el lema “Pensar es un delito, por eso nos asilamos”, se tomaron la

53
Reventando silencios

Embajada de Francia para demandar el reintegro de sus compañeros y denunciar actos


de corrupción del entonces embajador colombiano en la Unión Soviética, Holmes
Trujillo,120 quien había gastado dos millones de pesos en telegramas para comunicar
su nombramiento. Algunos de los integrantes de la toma recuerdan esa acción de la
siguiente manera:

A cada uno nos dieron un rol para garantizar el ingreso al edificio, ubicado en
la calle 39 con carrera séptima, esa casona bonita que está todavía en la 39, más
todo el centro comercial que está detrás de la casona. Nos subimos al bus y el
bus hizo por la 13, por la séptima y por toda la séptima para el sur, paró el bus
en la séptima y ahí.

El bus se para en la esquina y quien comanda el operativo es Jaime, es elegido


Jaime de economía porque habla francés. El asunto es que había la necesidad
de que alguien bloqueara la puerta y supimos que ese día era el cumpleaños del
embajador, alguien averiguó que ese man cumplía años, entonces llevábamos
un gorro de un panadero, un delantal, todo y entonces yo llevaba el pastel. Salí
del bus con el pastel y el vestido de panadero, y dije «el señor embajador está
de cumpleaños y le mandan este pastel», «sí, cómo no, permítame un segundo»,
«no, pero mire, se me va a caer», «déjelo entrar que de pronto se le daña el pas-
tel al embajador». Entonces yo me entré y me paré ahí, y después se metieron
dos compañeros más y cogieron al guarda y lo inmovilizaron porque tenía arma,
cogieron al gendarme y le cogieron la pistola así… le pusieron como si le tor-
cieran el brazo y le pusieron algo atrás, pero no estaban armados, entonces el
man se quedó como «estos manes me van es a matar» y yo les decía, «que se
vengan, que se vengan», se bajaron y empezaron a meterse uno por uno, y no-
sotros con el pastel allá, y el asunto era que nadie quería como… con el pastel.
Yo me coloqué en la puerta para que todo el mundo pasara y entramos y empe-
zamos a cantar el Himno Nacional y, claro, salió otro «gendarme», había como
unos agregados militares, unos tipos grandísimos, como a pegarnos, a sacarnos
y eran «no, sálganse, sálganse» y decíamos que era una toma pacífica, que éra-
mos estudiantes, y empezamos a cantar las arengas de la Universidad Nacional,
y ya el hecho es que todo el grupo estaba adentro y ellos con la idea de sacarnos
del sitio, sacarnos por las buenas con las palabras, llamaron al embajador y Jai-
me empezó a hablar en francés con el embajador y le explicó el motivo, que uno
de esos puntos era la expulsión de 7 estudiantes de economía y de derecho.121

No se habían cumplido aún dos años de la toma de la Embajada de la República


Dominicana por el M-19, motivo por el cual esta acción estudiantil contó con una
amplia difusión mediática y política. Los estudiantes lograron presentar ante la opi-

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Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

nión pública sus demandas y regresar a la Universidad en un operativo tan llamativo


como el que les había permitido ocupar la Embajada:

Se colocó una ambulancia adelante, iba el bus y el plan perfecto era porque
cómo hacer que 30 estudiantes que si entraban a la Universidad iban a ser iden-
tificados, entonces me gustó que alguien se inventó que con las cobijas que nos
tapábamos hiciéramos capuchas y en las capuchas pusiéramos «un». Las cobi-
jas unas servían como ruanas y otras como capuchas, pero hicimos bastantes,
éramos como 13.

Llegamos a la Plaza Che y ahí hicimos muchas capuchas y ruanas y cada estudi-
ante que entraba al bus les poníamos capuchas y ruanas. Por un lado, entraban
sin nada y por el otro salían con capucha y con ruana. Entonces del bus salían
como 80 personas, pero era que por una puerta entraban y salían por la otra dis-
frazados. Los que estábamos comprometidos con el tema teníamos que salir e
inmediatamente encontrarnos afuera, yo tenía sitio con otro compañero pastu-
so ahí en la Olímpica «listo, todo bien, nos vemos», y salimos para la casa cada
uno.122

Imagen 3. Estudiantes hacen la v de la victoria con sus dedos tras la toma de la Embajada
Francesa. (Revista Isítome. Febrero-abril de 1982) Fondo documental Archivos del Búho.

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Reventando silencios

La radicalización del movimiento estudiantil tuvo en lo simbólico un espacio impor-


tante. Al renombramiento de la Plaza Che, que se concretó con el derribamiento de la
estatua de Santander en el año 76, los estudiantes agregaron la ya icónica imagen del
líder de la revolución cubana en la pared del Auditorio León de Greiff. Si bien hay
discusiones sobre la fecha exacta en la que por primera vez fue pintado el Che, pues
oscila entre 1978 y 1981, sí es claro que sus autores fueron los desaparecidos herma-
nos San Juan, como lo relata una de sus hermanas:

Ya mi hermano estaba estudiando en el 76…Alfredo estuvo en el desmonte,


él pintó el Che, la pintada se hizo en mi casa. La hicieron en cartón piedra,
hicieron todo el bosquejo de cada figura y después lo armaron, la sala de mi
casa era un poquito más grande que esto, ellos armaron todo, duraron como
dos días cortando con bisturí y cortando al Che, ¿cierto? y después lo armaron
completico. Después de armado lo enumeraron, lo cogieron en un carro y se lo
llevaron para la Nacional, no sé cómo lo hicieron, en todo caso cuando llegó Al-
fredo a la casa dijo: «fue un éxito». Y desde eso está, pero no sé si fue en el 78
o en el 79. Y desde ahí ustedes saben más que yo, que lo han borrado y lo han
vuelto a pintar, pero eso estuvo en el anonimato, como dicen, que no se sabía
quién lo había pintado hasta que ya se calmaran los ánimos, entonces mi herma-
na contó cómo lo habían hecho.123

A la creciente politización de izquierda del movimiento estudiantil se sumó el fuerte


ataque del que fue objeto en el marco del Estatuto de Seguridad, como ya lo hemos
presentado. Esta tensión tuvo un desenvolvimiento violento y fatal el 24 de mayo de
1982, cuando en un enfrentamiento en la entrada de la calle 26, entre estudiantes y
Policía, perdió la vida el estudiante de Ingeniería Civil y militante del fer-sp, Hugo
López Barrera. Los tradicionales tropeles alcanzaron, para finales de la década de los
años 70, niveles de confrontación muy violentos: el movimiento estudiantil ya recu-
rría a los explosivos artesanales y la Fuerza Pública reprimía las protestas con armas
de fuego; para los estudiantes de la época y algunas publicaciones estudiantiles, Hugo
López fue víctima de un disparo en el vientre proveniente de la Fuerza Pública, mien-
tras otras versiones sostienen que un explosivo artesanal de mediano poder, conocido
como miple, le estalló antes de tiempo, acabando con su vida.

56
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

Imagen 4. Fragmento del periódico Sinpermiso n.°3, septiembre de 1982. (Fondo


documental de Archivos del Búho)

57
Reventando silencios

En este punto, es importante enfatizar en el hecho de que muchas de las luchas


del movimiento estudiantil que hemos presentado aquí tuvieron y aún tienen como
objetivo la exigencia de las garantías mínimas para el acceso y permanencia de estu-
diantes de todas partes del país a la universidad pública. El reflejo de algunas luchas
desencadenó en la politización de las dinámicas creadas en un principio como meros
instrumentos institucionales operativos del Sistema de Bienestar. Una de las manifes-
taciones más interesantes de esto fue el servicio de Cooperación Estudiantil.

Cooperación Estudiantil: de servicio de Bienestar a organización


gremial y política de las Colonias

El ingreso de cientos de jóvenes de provincia a la un durante la década de los años


60, carentes de los recursos económicos necesarios para vivir en la capital del país,
conllevó, como lo hemos visto, al desarrollo de un importante Sistema de Bienestar
Universitario que se sustentaba en el servicio de alojamiento a través de las resi-
dencias estudiantiles y el servicio de alimentación, que garantizaba las tres comidas
diarias, a bajo costo y dentro del campus, por medio de sus dos cafeterías. Pero pro-
veer el alimento de manera simultánea a miles de estudiantes durante las horas del
desayuno, el almuerzo y la cena requería de decenas de personas que garantizaran en
los tres turnos el normal funcionamiento de las cafeterías; debido a esto, la Universi-
dad a través del Acta 12 del csu, emitida el 22 de abril de 1960, aprobó el Servicio de
Cooperación Estudiantil, que permitía el apoyo de decenas de estudiantes a las labo-
res logísticas del servicio de restaurante.124
Ocho años más tarde, bajo el Acuerdo 74 del 12 de junio de 1968, el csu, precedido
por el rector José Antonio Méndez Munévar (1968-1969), reglamentó este servicio
como “Beca Ocupacional”, en el que los estudiantes que lo integraban recibían a con-
traprestación 300 pesos mensuales en carnés especiales o tiqueteras para tomar la
alimentación. Es decir, por el servicio de por lo menos una hora al día o siete horas
semanales, los estudiantes que apoyaban el trabajo de las cafeterías recibían a cambio
la alimentación semanal.125
La selección de los estudiantes que integraban Cooperación Estudiantil estaba a
cargo de una Comisión compuesta por el director de la División de Bienestar Univer-
sitario, el jefe de la Sección de Bienestar Económico y dos representantes del servicio
de Cooperación Estudiantil, lo que significaba un ejercicio paritario entre los estu-
diantes y la administración universitaria. Según la norma, dicha selección se daba
de acuerdo con necesidades económicas, familiares y la situación académica de los
estudiantes postulados. A esta paridad política se sumaba la autonomía disciplinaria
y reglamentaria, pues el Acuerdo 74 permitía que Cooperación Estudiantil tuviese la

58
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

potestad de darse su propio reglamento y la forma y cantidad en que se compondría


su Junta Directiva.126
Los requisitos exigidos por la Universidad para hacer parte de Cooperación Estu-
diantil estaban centrados en la pertenencia a la misma como estudiante activo, la
proveniencia de una región distinta a Bogotá y tener un promedio académico igual
o superior a 3,5.127 En términos prácticos, los estudiantes que apoyaban los turnos de
restaurante debían velar por la preservación de las filas, pedir el carné y el tiquete de
comida al ingreso de la cafetería, distribuir los cubiertos y los jugos en las mesas, y
finalmente recibir las bandejas de quienes terminaban de comer. Así lo rememoran
Luis Higuera y Hugo Salamanca, líderes de Cooperación:

La cafetería era fundamental, porque se brindaba el servicio de desayuno, al-


muerzo y comida, a 3 pesos el desayuno, a 6 pesos el almuerzo y a 6 pesos
la comida. Las filas eran interminables, pero alrededor de la cafetería venía la
unión, los estudiantes de provincia coordinábamos el trabajo administrativo y
funcional de la cafetería o del restaurante.128

Uno tenía que en la Cafetería pedir tiquete, cuidar las colas, eran unos 3000,
4000 almuerzos que se vendían en el día, Cooperación Estudiantil nació porque
Bienestar Estudiantil le daba por atender 1 hora, 2 horas en el día, entonces se
hacían turnos. Por atender 1 hora o la hora y media, la Universidad le daba a uno
los tres golpes: el desayuno, el almuerzo y la comida.129

La atención de la cafetería antigua, ubicada en lo que hoy es el edificio de Diseño


Gráfico, y de la cafetería nueva, dispuesta en el actual Comedor Central, demandaba
el servicio de aproximadamente 30 estudiantes por turno, 15 en cada cafetería. Si se
tiene en cuenta que cada turno representa el servicio en una de las comidas diarias,
al día podrían ser unos 90 integrantes de Cooperación Estudiantil los que apoyaran
el servicio de restaurante. Según algunos de sus miembros, Cooperación agrupaba un
estimado de 120 estudiantes de provincia que se distribuían en los 3 turnos según sus
horarios de clase.130 El servicio de Cooperación resultó esencial no solo para el fun-
cionamiento de las cafeterías, sino para que en ocasiones muchos estudiantes que no
lograban reunir el dinero para comprar los tiquetes pudiesen alimentarse, como lo
recuerda Elizabeth Díaz, una estudiante de ese momento:

Los de Cooperación nos regalaban tiquetes a los que sabían que no teníamos ni
tres pesos para desayunar, ni seis pesos para almorzar, ni seis pesos para comer,
porque no había de dónde sacar para comer.131

59
Reventando silencios

La estructura organizativa de Cooperación Estudiantil estaba compuesta por una


Asamblea General anual y una Junta Directiva, que, según Hugo Salamanca, uno de
los presidentes que tuvo la organización, era elegida de la siguiente manera:

Para nombrar la junta de Cooperación Estudiantil se hacían asambleas y de las


asambleas se nombraban por Colonia y por movimiento. Ahí se daban los nom-
bres de los que eran líderes y que participaban más de la parte cultural y política,
de ahí se nombraban y se escogían en planchas. Las planchas se hacían práctica-
mente por Colonias, por ejemplo, la Colonia de Girardot, la Colonia tolimense,
y se elegía por voto. Las Colonias participaban mucho ahí, porque era el amigo,
era el grupo. Se nombraba su presidente, su vicepresidente, su tesorero y sus vo-
cales, la parte cultural y la parte política.132

Cooperación Estudiantil tenía su oficina en la cafetería vieja, que funcionó hasta el


ingreso de la Fuerza Pública en mayo de 1984, con lo cual sus archivos al parecer fue-
ron allanados y hoy se encuentran desaparecidos.
También, funcionaban sustentados sobre una de las principales características socio-
demográficas del estudiantado de la un por entonces: las Colonias estudiantiles. Los
miles de estudiantes que habían llegado provenientes de cientos de pueblos y muni-
cipios del país se agrupaban social, política y culturalmente en torno a su identidad
regional, haciendo de esta uno de sus principales ejes de esparcimiento, disfrute y
apropiación del campus.
Una de las obligaciones estipuladas por el Acuerdo 74, que regía a Cooperación
Estudiantil, orientaba que sus miembros debían «[d]enunciar al Bienestar o al Admi-
nistrador de Cafetería cualquier irregularidad en el servicio».133 Los estudiantes
agrupados en Cooperación se tomaron esta tarea tan en serio que procuraron que la
organización fuera un garante de los recursos públicos y que el funcionamiento de
la cafetería estuviera al servicio de los estudiantes. El testimonio de algunos de sus
líderes deja ver que su papel fue más allá de la denuncia institucional y que incluso
llegaron a hacer un ejercicio de veeduría a toda la cadena de abastecimiento, elabo-
ración y distribución de los alimentos proporcionados a la comunidad universitaria,
como lo recuerda uno de sus integrantes:

Nosotros casi fuimos independientes, cuando nos dimos cuenta nosotros prác-
ticamente manejábamos todo lo que era las cafeterías y también se manejaba
y se cuidaba mucho la inversión en la Universidad como por ejemplo los mer-
cados, porque todo se iba a traer a Abastos, entonces encontrábamos muchos
robos de la parte administrativa de la Universidad, como ahorita está pasando
en la parte de los alimentos para los niños.134 En la cafetería la gente compraba
de segunda y metían por precio de primera y a precios extravagantes. Entonces
nos tocó hacer grupos para ir a Abastos y estar presentes en las compras y en la
fiscalización de estos mercados.135

60
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

Cooperación terminó desempeñando un ejercicio de vigilancia y fiscalización del


funcionamiento de los restaurantes. Comisiones de integrantes de la organización
acompañaban en las madrugadas a los funcionarios de Bienestar Universitario encar-
gados de la compra de los alimentos en Abastos —la principal plaza de mercado de
Bogotá, ubicada al suroccidente de la ciudad— para garantizar la calidad y el costo
de los alimentos y verificar que estos eran los mismos que luego ingresaban al inven-
tario de la despensa para ser los ingredientes de la alimentación de la comunidad
universitaria. Este rol les permitió desempeñar, con gran reconocimiento dentro del
estudiantado, una función de vocería frente a las administraciones de la Universidad
con respecto al tema de Bienestar Universitario, llevando los reclamos y propuestas
de miles de estudiantes de la sede Bogotá a espacios decisorios. A la vez que fueron
un actor clave en la promoción del debate sobre el Bienestar ante toda la comunidad
universitaria.136
Ante este marco institucional y la clausura de la fun en 1966 por orden presiden-
cial, Cooperación Estudiantil pasó rápidamente de ser sólo un servicio del Sistema de
Bienestar de la Universidad a convertirse en la principal organización gremial de los
estudiantes en la sede Bogotá. La posibilidad de agrupar a decenas de jóvenes de las
provincias y la permanente agitación política que se vivía al interior de los centros
universitarios hizo de este colectivo uno de los principales piñones del movimiento
estudiantil en la un durante la década de los años 70 y la primera mitad de la década
de los años 80. Las asambleas de Cooperación que solían darse los domingos termi-
naban siendo decisivas para la convocatoria y desarrollo de las movilizaciones que se
preveían para el transcurso de la semana, pues, al contar con diferentes estudiantes
de distintas partes del país, lograba conectar con muchas de las Colonias conforma-
das entre estudiantes, lo que garantizaba cierto nivel de convocatoria y movilización.
Estas dinámicas llevaron a Cooperación a estar al frente de los debates y acciones
estudiantiles en torno al Bienestar Universitario, en especial, en lo concerniente a la
garantía de los sistemas de alimentación y residencia; elementos vitales para miles de
jóvenes de escasos recursos que no contaban con la posibilidad de que sus familias,
dentro o fuera de Bogotá, les pudiesen asegurar estos derechos.
Cooperación llegó a tener un rol muy importante en las dinámicas de movilización
y protesta del movimiento estudiantil. Acciones de altísimo impacto, como la toma
del Hospital de la Hortúa durante 3 días por parte de los estudiantes de Ciencias de
la Salud en 1975, fueron posibles, entre otras cosas, por la colaboración logística que
brindó esta organización, garantizando la alimentación de estudiantes que ocupaban
el Hospital.137
El liderazgo estudiantil que integraba Cooperación no solo estaba asociado a la mera
pertenencia a una Colonia, sino que era también la dinámica propia de las militan-
cias universitarias. Prácticamente la totalidad de quienes hacían parte de Cooperación

61
Reventando silencios

Estudiantil eran a su vez miembros de alguna organización política con presencia


entre el estudiantado de la un. Así lo recuerda Lucho Higuera:

Las dinámicas políticas eran complejas, y de eso no se escapaba el movimiento


estudiantil y menos Cooperación Estudiantil. La participación de los movimien-
tos legales e ilegales al interior de la Universidad Nacional era más que notoria.
Y, por supuesto, la participación de militancias políticas encabezadas por inte-
grantes de Cooperación era necesaria, permanente y vital.138

El propio ingreso a la organización estaba mediado por las inclinaciones políticas de


los estudiantes y por las condiciones materiales de su estancia en la Universidad. Para
José Ignacio Benavides uno de los “cooperarios” hacer parte de Cooperación respon-
día de igual forma a estos dos factores:

No era fácil acceder a ellos, primero porque eran unos cupos limitados, porque,
digamos, era suficiente un determinado número de personas y para acceder sí
había un filtro en donde se procuraba en lo posible que fuera gente afín, primero,
con carencias, que tuviera un perfil mínimo, y gente que tuviera un compromi-
so a nivel político, hablo en este caso una posición definida con una sensibilidad
social, una conciencia de su papel como estudiante más allá de las aulas.139

De hecho, con la presencia recurrente de militantes de izquierda en Cooperación, el


hacer parte de las dinámicas políticas y culturales promovidas por esta organización
se convirtió en casi un requisito para quienes aspiraban a ingresar a la misma. Esto
también garantizó que Cooperación Estudiantil desempeñara ese papel de dinamiza-
dor político entre los estudiantes de la Nacional.140
Cooperación se valió de dos espacios fundamentales en la cotidianidad de la Univer-
sidad para desarrollar un fuerte ejercicio político entre los estudiantes: la cafetería y
el Auditorio León de Greiff. En ambos, sus jóvenes integrantes promovieron el debate
político, la organización estudiantil y la solidaridad con una dinámica creciente a par-
tir del gobierno de Julio César Turbay Ayala: los presos políticos.
Por la cafetería podían circular diariamente a la hora del almuerzo unos 2.000 o
3.000 estudiantes, lo que sin duda la convertía en un espacio y momento propicio
para la agitación política. Era común que las organizaciones estudiantiles, entre ellas
Cooperación, aprovecharan esto para entregar un volante, una chapola, pronunciar un
discurso, informar sobre alguna movilización próxima o desarrollar campañas polí-
ticas. La dinámica en torno a la cafetería es recordada por Guillermo Martínez, un
trabajador de la Universidad:

Las cafeterías eran tan chéveres. Uno podía ir allí, desayunar, almorzar… y
esa era la época de cafeterías, hacer una fila allá de una hora y a veces hasta
avalanchas, pero el ir a la cafetería era gozarla. Evidentemente desayunar era…

62
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

porque allá no faltaba el que echaba un discurso, no faltaba el que se encontraba


con alguien y tenía una conversación amena, era como un buen punto de en-
cuentro: la cafetería.141

La cafetería también desempeñaba un papel importante en las preparaciones de las


movilizaciones o marchas de los estudiantes y gran parte de la disposición logística
para ello corría por cuenta de los integrantes de Cooperación. El segundo piso de la
cafetería central, por la facilidad de espacio, podía rápidamente convertirse, tras el
almuerzo, en un lugar de asambleas estudiantiles o de un taller para la próxima movi-
lización. Allí los estudiantes hacían sus murales, pancartas, pasacalles y chapolas.142
Pero, quizás una de las principales dinámicas políticas que Cooperación Estudiantil
propiciaba en el servicio de alimentación era la solidaridad entre estudiantes y pri-
sioneros políticos: su estrategia conocida como “jueves de solidaridad” o “jueves del
preso”, no solo les permitía a los estudiantes de la Nacional conectar con la realidad
de cientos de luchadores políticos encarcelados, sino hacer conciencia de la existen-
cia de la lucha armada en Colombia y, de paso, de las razones de esta. Dos líderes de
Cooperación recuerdan esta dinámica de la siguiente manera:

Cada sábado y cada domingo, tenían que ir 4 compañeros a visitar a los presos
políticos. Entonces se hacía el jueves de la solidaridad, que consistía en que se
colocaba a la entrada de las 2 cafeterías, tanto de la nueva como de la antigua,
unas bandejas y se colocaba: «solidaridad: jueves del preso», y la gente entra-
ba, compraba su tiquete y dejaba sus monedas, dejaba su peso ahí, esa plata se
recogía y en ese tiempo los grupos guerrilleros económicamente estaban mal,
no tenían plata, no tenía medios para enfrentar. Nosotros lo que hicimos fue re-
vivirles y darles plata a ellos para que se pudieran mover e impulsar. Esto ayudó
mucho a que estos grupos participaran y allí mismo entonces la gente iba y allí
se formaban.143

Los jueves era el «jueves de solidaridad» con los presos políticos, colocábamos
unas bandejas metálicas, de la misma con que el estudiante recibía su almuer-
zo, y acá colocábamos unos afiches recordando que era el jueves de solidaridad.
El estudiante pagaba los 6 pesos y arrojaba las monedas que quería apoyar en
solidaridad o los billetes. El viernes se colocaba en esta pared cuánto se re-
caudó, y el sábado íbamos a la cárcel Modelo, a la cárcel Picota o a la cárcel el
Buen Pastor a hacer la visita en solidaridad con los presos políticos, muchos de
ellos estudiantes, compañeros nuestros; el sábado era la visita masculina y el
domingo la visita femenina. Entonces en Cooperación Estudiantil, además del
trabajo logístico para que el restaurante funcionara, hacíamos el trabajo políti-
co en solidaridad con los presos políticos. Alrededor de la visita con los presos
políticos se generaban grupos de estudio, grupos de participación, grupos de in-
terés. Entonces este punto tan banal ahora y tan sin importancia, el ingreso a lo
que es hoy el comedor central, era el punto donde el estudiante estrato 0, 1 y

63
Reventando silencios

2 se desprendía de unas monedas en un gesto de profunda solidaridad con los


compañeros detenidos en las cárceles.144

Con el Estatuto de Seguridad decretado por el presidente Turbay la cantidad de


prisioneros en las cárceles aumentó considerablemente, muchos de estos eran estu-
diantes que pertenecían o eran acusados de pertenecer a grupos insurgentes. Por lo
que en torno al “jueves de solidaridad” se dio también el contacto físico y directo de
cientos de estudiantes de la un con decenas de guerrilleros y guerrilleras presas en
las cárceles bogotanas. Lo que evidentemente no podía repercutir en otra cosa que no
fuese la concientización, la formación e, incluso, la organización política de decenas
de estudiantes que concurrían sábados y domingos a las prisiones a llevar la soli-
daridad recolectada en la semana. Así lo recuerda Luis Higuera, líder estudiantil e
integrante de Cooperación:

Colombia estaba llena de presos políticos de las guerrillas y era muy interesante
ver cómo el sábado y el domingo las compañeras y los compañeros hacían lis-
ta para ir a visitarlos a las cárceles. A veces usted decía «yo voy el sábado» y
«no, ya el sábado no hay cupo, pueden entrar 10 personas y ya están inscritos».
Entonces usted decía «bueno, entonces el otro sábado» y pues iban a la visita
oficial de los presos en la cárcel y llevaban la solidaridad que no se reducía al
dinero, sino también conseguíamos libros y otras cosas.

Ir a visitar guerrilleros o estudiantes presos y sentir, comprender en esas char-


las en la cárcel por qué estaban presos o por qué llegaron a esas condiciones y el
porqué de yo, como estudiante, estoy llevando una bolsa llena de monedas. Pues
significaba mucho para muchos estudiantes de la época.145

El auditorio León de Greiff fue el otro espacio que Cooperación utilizó para pro-
mover la solidaridad estudiantil con los presos políticos y para generar debate y
encuentro cultural entre estudiantes. Gracias a acuerdos con las directivas, la organi-
zación podía manejar el auditorio, un día a la semana, para desarrollar presentaciones
de artistas nacionales e internacionales de paso por Bogotá y que congeniaban con
el movimiento estudiantil y social de la época. Este espacio era conocido como
“lunes de la solidaridad”146, donde también se recurría a bonos de solidaridad, de
muy bajo costo, para que los estudiantes ingresaran a las presentaciones. A través de
este mecanismo, por el principal auditorio de la Nacional pasaron, entre finales de la
década de los años 70 y la primera mitad de la década de los años 80, artistas como
el Grupo Aymara, de Bolivia, algunos grupos de la Nueva Trova Cubana, los Gaite-
ros de San Jacinto, el Teatro la Candelaria y el cantante Jorge Velosa.147 Una de las

64
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

presentaciones del músico carranguero dejó la siguiente anécdota, recordada por uno
de los estudiantes de Cooperación:

Jorge Velosa se presentó y nosotros lo organizamos. La gente cuando iba a ini-


ciar la programación el día del acto le pidieron que cantara La lora proletaria
y él no quiso, entonces no lo dejaron actuar, no pudo cantar ese día y el audi-
torio lleno y eso el hombre les pegó una vaciada y les dijo «los estudiantes son
estudiantes de la 45 y de la 26, no saben sino tirar piedra», no sé qué, y eso casi
lo sacan. A raíz de esto, eso fue como pa’ octubre, otra vez Jorge Velosa llegó a
nosotros a decirnos que por favor que le ayudáramos y nosotros programamos
el lanzamiento otra vez de Jorge Velosa para un 8 de diciembre y se hizo en la
Plaza Che.148

Los cineforos también fueron otro espacio propiciado por Cooperación, como lo
evidencia el siguiente bono de solidaridad que invitaba a la película El rincón de las
vírgenes en el cinema El Bosque:

Imagen 5. Bono de solidaridad del Servicio de Cooperación Estudiantil. (Fondo


documental de Archivos del Búho)

El trabajo político y el servicio de cafetería que desarrollaba Cooperación Estudiantil


tuvo institucionalmente un punto de inflexión muy importante cuando la adminis-
tración del entonces rector Ramsés Hakim Murad (1978-1980) tomó la decisión de
acabar con el Servicio de Cooperación Estudiantil a través del Acuerdo 24 de 1979
del csu, que derogaba el Acuerdo 74 de 1968, por el cual había sido reglamentado
dicho servicio. En sus tres artículos, el Acuerdo estipulaba derogar todas las disposi-
ciones administrativas que daban vida a Cooperación Estudiantil y otorgar el manejo
de la Cafetería de manera exclusiva a las directivas de la Universidad.149

65
Reventando silencios

Sin embargo, el funcionamiento de Cooperación Estudiantil, más allá de las dis-


posiciones administrativas, permaneció prácticamente intacto hasta los sucesos de
mayo de 1984. Así lo recuerdan dos de sus principales líderes, para quienes incluso
el Acuerdo 24 no tuvo consecuencias reales, sino que pasó casi desapercibido por los
integrantes de Cooperación, que siguieron prestando el servicio de apoyo en las dos
cafeterías. Para estos dos dirigentes estudiantiles, Cooperación Estudiantil funcionó
prácticamente de facto hasta 1984, cuando dejó de existir el servicio de cafetería,
gracias al importante reconocimiento que tenía en los estudiantes y dentro de los tra-
bajadores de cocina, restaurante y aseo, todos integrantes del sindicato universitario.
Por lo que los estudiantes de provincia, agrupados en Cooperación, mantuvieron el
servicio de alimentación diaria a contraprestación del servicio que prestaban durante
los tres turnos de alimentación.150
De hecho, Hugo Salamanca, presidente de Cooperación Estudiantil, lo fue cuando
en teoría el Acuerdo 24 de 1979 había acabado con esta. Su periodo como presidente
se dio tras el trágico suceso en el que perdió la vida Jorge Patiño, el 29 mayo de 1982,
por entonces presidente de Cooperación.151 Así lo recuerda uno de sus compañeros:

Jorge Patiño era el presidente de Cooperación Estudiantil. Para las épocas elec-
torales, Jorge Patiño muere en una explosión dentro de un vehículo en una
estación de gasolina en Villapinzón, camino a Chocontá. Al parecer en una ac-
ción que pretendía sabotear las estaciones satelitales de Chocontá que eran el
corazón de las comunicaciones del país en ese momento.152

Jorge Alberto Patiño, estudiante de Ingeniería, oriundo de Buga, Valle del Cauca y
militante del M-19, perdió la vida de manera instantánea junto a Luis Alfredo Lon-
doño, estudiante de Agronomía, cuando el carro en el que se transportaban explotó
en una estación de servicio en Villapinzón mientras lo tanqueaban. Henry Martí-
nez Pineda, quien resultó herido en el accidente, perdió la vida días después y Darío
Beltrán, estudiante de Ingeniería, resultó gravemente herido. Otros estudiantes de la
Universidad de Los Andes resultaron ilesos y fueron capturados horas después153.
Tras estos sucesos, los estudiantes agrupados en Cooperación renombraron la cafete-
ría central como Cafetería Jorge Patiño.

66
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

Imagen 6. Cafetería central, a un año de la muerte de Jorge Patiño, presidente de


Cooperación Estudiantil. (Archivo personal Hugo Salamanca - Fondo documental Archivos
del Búho)

Imagen 7. Cafetería central, poema y placa en homenaje a Jorge Patiño, presidente de


Cooperación Estudiantil. (Archivo personal Hugo Salamanca - Fondo documental Archivos
del Búho)

67
Reventando silencios

A raíz de la muerte de Jorge Patiño, Cooperación promovió la pintura de un mural


como homenaje a su vida que aún se conserva en el segundo piso de lo que es el
Comedor Central, donde hoy funcionan salones de la carrera de Arquitectura. El
artista que lo pintó fue un estudiante de Artes oriundo de Tumaco, Nariño, conocido
como “el negro Salas”, cuyo trabajo de grado estuvo centrado en el muralismo.154

Imagen 8. Mural en la Cafetería Central Jorge Patiño, hoy salón de arquitectura. (El
Rebelde)

Ser presidente de Cooperación era visto por los activistas estudiantiles como un
gran mérito, un reconocimiento al trabajo cotidiano de liderazgo.155 Pero también era
una responsabilidad política y organizativa al interior del movimiento estudiantil, así
como una puja importante entre movimientos políticos y Colonias dentro de Coope-
ración. Durante la década de los años 70 y la primera mitad de los años 80, el M-19
sería el movimiento que mayor representación tendría con respecto a los presidentes
de Cooperación. Por su parte, las provincias sí estuvieron diversamente representa-
das: Felipe Fernández, quien precedió a Jorge Patiño en la presidencia, es oriundo
de Tolima y estudiaba Ingeniería Mecánica; Hugo Salamanca, quien lo sucedió, es
nacido en Duitama, Boyacá y estudió Ingeniería Química. Ricardo Díaz nacido en
Girardot, Cundinamarca y estudiante de Derecho reemplazó a este último, y Jesús
León Patiño “Chucho”, proveniente de Nariño y estudiante de Odontología lo sucedió,

68
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

mientras que a este lo hizo el estudiante de Medicina Abel Sepúlveda Ramos, oriundo
de Neiva, Huila.
La muerte de Jorge Patiño dejó “quemada”, como se dice en el argot del movimiento
estudiantil, a Cooperación Estudiantil y la puso en la mira de los organismos de segu-
ridad del Estado y también de las estructuras paraestatales. La situación llegó a tal
punto que Chucho León sería torturado y asesinado el 9 de mayo de 1984 en Cali,
cuando era presidente de esa colectividad. Igualmente, un mes antes de la reaper-
tura de la un tras el cierre de un año como consecuencia de los sucesos violentos del
16 de mayo, en marzo de 1985 fue asesinado Manuel Francisco Rincón quien, según
el portal Vidas Silenciadas, ocupaba el cargo de presidente de Cooperación en ese
momento.156 Su cuerpo fue encontrado en Bogotá en una casa abandonada del barrio
Las Cruces.157
A pesar de las muertes y la persecución de algunos de sus líderes, Cooperación Estu-
diantil contribuyó a una de las acciones más importantes del movimiento estudiantil
de la un a principios de la década de los años 80: la toma de las residencias estudianti-
les, edificaciones que llevaban años sin ser utilizadas. Así lo recuerda un expresidente
de Cooperación:

Dijimos, bueno, nosotros sí tenemos residencias estudiantiles y llevaban 15


años, más de 20 años sin ser utilizadas y nadie daba respuesta, ni administrati-
vos, ni el rector, entonces a partir de Cooperación Estudiantil organizamos este
movimiento proresidencia.158

Ante la necesidad de muchos estudiantes de provincia de tener una residencia, que


se había acrecentado con el desalojo en 1976 de las mismas159, Cooperación fue una
de las principales organizaciones que promovió el debate sobre la responsabilidad
que tenía la Universidad de proporcionar un techo a sus estudiantes y asumió como
tarea organizativa la consecución de ese derecho; el cual finalmente sería conquistado
en 1982, a través de una vía de hecho con la participación activa de todas las Colonias
y organizaciones estudiantiles presentes en la Universidad. Cooperación Estudiantil
finalmente dejó de existir como consecuencia de la desestructuración tanto del movi-
miento estudiantil como de las dinámicas de las Colonias que trajo consigo el cierre
de casi un año de la Universidad y la consabida eliminación de los servicios de ali-
mentación y residencia del servicio de Bienestar Universitario tras los sucesos de
mayo del 84.

69
Reventando silencios

Notas al final

1. Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá, «Componente Patrimonial. Plano


General de la Ciudad Universitaria Arquitecto “Leopoldo Rother” 1939» (Bogotá: Universi-
dad Nacional de Colombia 2013), I.
2. Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá, «Componente Patrimonial. Plano
General de la Ciudad Universitaria Arquitecto “Leopoldo Rother” 1939».
3. Fernando Viviescas, «La Ciudad Universitaria en el origen de la arquitectura y el urba-
nismo en Colombia», un Periódico digital, diciembre 9, 2019, https://unperiodico.unal.edu.
co/pages/detail/la-ciudad-universitaria-en-el-origen-de-la-arquitectura-y-el-urbanismo-en-co-
lombia/.
4. Consejo Superior Universitario (csu), «Acuerdo 96, Acta 60 del 14 de agosto de 1940»
(Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1940), 96.
5. Consejo Superior Universitario (csu), «Acuerdo 146, Acta 62 del 19 de diciembre de
1944» (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1940), 1.
6. csu, «Acuerdo 21. Acta 7 del 10 de febrero de 1939» (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia 1939).
7. csu, «Acuerdo 90. Acta 61 del 18 de diciembre de 1962» (Bogotá: Universidad Nacional
de Colombia 1962).
8. «Aproximación historiográfica a la Corporación de Residencias Universitarias», Corpo-
ración Residencias Universitarias, recuperado el 25 de noviembre del 2020, https://www.cru.
org.co/assets/historia_cru.pdf.
9. «Aproximación historiográfica a la Corporación de Residencias Universitarias», 2.
10. Diana Marcela Rojas, «La alianza para el progreso de Colombia». Análisis Político 23,
núm. 70 (2010): 92.
11. Ley 65, 19 de diciembre de 1963. (Bogotá: Congreso de la República de Colombia,
1963), artículo 1-10.
12. Citado en: Romero, «El Reformador» un Periódico, noviembre 26, 2006.
13. José Félix Patiño, «Lanzamiento cátedra José Félix Patiño», 2015.
14. Universidad Nacional de Colombia, «Cátedra Patiño Restrepo» en Reforma Patiño 50
años, (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2015), 18-19.
15. Universidad Nacional de Colombia, Reforma Patiño 50 años, 25.
16. csu, «Acuerdo 59. Acta 12 del 25 de marzo de 1965» (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 1965).
17. Universidad Nacional de Colombia, Reforma Patiño 50 años, 9.
18. Universidad Nacional de Colombia, Reforma Patiño 50 años, 2.

70
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

19. Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá, «Plan Cuatrienal. Contratación»


(2013).
20. Cabe resaltar que las residencias, pese a que fueron entregadas en 1961, aún en el periodo
de Patiño continuaba su proceso de construcción.
21. Informe del Rector, «La Universidad en Cifras. 1961–1966. Vol. III» (Bogotá: Universi-
dad Nacional de Colombia 1968).
22. Valores incluidos para el primer semestre de cada año.
23. Informe del Rector, «La Universidad en Cifras», 106.
24. Informe del Rector, «La Universidad en Cifras», 60.
25. Informe del Rector, «La Universidad en Cifras», 105.
26. Informe del Rector, «La Universidad en Cifras», 106.
27. Informe del Rector, «La Universidad en Cifras», 106.
28. Informe del Rector, «La Universidad en Cifras», 127.
29. Informe del Rector, «La Universidad en Cifras», 125.
30. Universidad Nacional de Colombia, Reforma Patiño 50 años, 26.
31. Romero, «El Reformador», 3.
32. csu, «Acuerdo 51 de 1962» (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1962).
33. csu, «Acuerdo 234. Acta 43 del 14 de octubre de 1965» (Bogotá: Universidad Nacional
de Colombia, 1965).
34. csu, «Resolución 95. Acta 22 del 14 de mayo de 1969» (Bogotá: Universidad Nacional
de Colombia, 1969).
35. Oficina de Planeación, Boletín de Estadística 1970 (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 1972).
36. Las regiones presentadas en la estadística son: Antioquia, Atlántico, Bolívar, Boyacá,
Caldas, Cauca, Cesar, Chocó, Córdoba, Cundinamarca, Guajira, Huila, Magdalena, Meta,
Nariño, Norte de Santander, Santander, Quindío, Risaralda, Sucre, Tolima y Valle. Oficina de
Planeación, Boletín 1970, cuadro 9, 14.
37. Oficina de Planeación, Boletín, 14.
38. Oficina de Planeación, Boletín, 23.
39. Oficina de Planeación, Boletín, 33.
40. Oficina de Planeación, Boletín, 47.
41. «Aproximación historiográfica a la Corporación de Residencias Universitarias», 2.
42. csu, «Resolución 185. Acta 38 del 2 de noviembre de 1976» (Bogotá: Universidad
Nacional de Colombia, 1976).

71
Reventando silencios

43. csu, «Resolución 1. Acta 1 del 18 de enero de 1977» (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 1977).
44. Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá, «Componente Patrimonial. Plano
General de la Ciudad Universitaria Arquitecto “Leopoldo Rother” 1939» (Bogotá: Universi-
dad Nacional de Colombia, 1939), 25.
45. Taller Colectivo de Memoria (2019).
46. Oficina de Planeación, Boletín de Estadística 1976 (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 1977).
47. Valores incluidos para el primer semestre de cada año.
48. Oficina de Planeación, Boletín de Estadística 1977 (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 1978), 6.
49. José Joaquín Benavides, entrevista de Archivos del Búho y Giacomo Piasini, 2020.
50. «La “U” preferida por Bachilleres». El Espectador, enero 27, 1978.
51. Oficina de Planeación, Boletín de Estadística 1978 (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 1979), 5.
52. Frente Estudiantil Revolucionario Sinpermiso (fer-sp), «Conclusiones Primer Semina-
rio Nacional» (1979), 4
53. Oficina de Planeación, Boletín 1978, 21.
54. Oficina de Planeación, Boletín 1978, 35.
55. Mauricio Archila, «El movimiento estudiantil en Colombia. Una mirada histórica»,
Revista del Observatorio Social de América Latina xiii, núm. 31 (mayo 2012): 72-103.
56. Archila, «El movimiento estudiantil», 77.
57. Miguel Ángel Beltrán, «La Federación de Estudiantes Colombianos (fec) y las luchas
universitarias bajo la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla», Cardinalis 10 (2018):
16-40.
58. Beltrán, «La Federación de Estudiantes Colombianos», 20-23.
59. Beltrán, «La Federación de Estudiantes Colombianos», 23-24.
60. Francisco Leal Buitrago, «La frustración política de una generación. La universidad
colombiana y la formación de un movimiento estudiantil 1958–1967», Desarrollo y sociedad
6 (julio 1981): 299-325.
61. Archila, «El movimiento estudiantil», 77-78.
62. Gómez-Agudelo, J., «Ambos venimos de morir: Susurros acechantes del estudiante
caído» (Tesis doctoral, Universidad de Manizales, 2019).

72
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

63. Mario Peña Aguilera, «Caída de Rojas Pinilla: 10 de mayo de 1957», Red Cultural del
Banco de la República, accedido noviembre 30, 2020, https://www.banrepcultural.org/biblio-
teca-virtual/credencial-historia/numero-117/caida-de-rojas-pinilla-10-de-mayo-de-1957.
64. Cabe resaltar que dicha construcción, hasta el día de hoy, continúa inconclusa. Fuente:
Sebastián Flórez, «Entre la Soledad y el Recuerdo. Las memorias del Movimiento Estudiantil
sobre el 16 de mayo de 1984 en la Universidad Nacional de Colombia (1984–1991)» (Tesis de
maestría inédita, Universidad de la Plata).
65. Leal Buitrago, «La frustración política de una generación», 305.
66. Jaime Caycedo, «Los estudiantes y las crisis políticas», Documentos políticos (1979): 90.
67. Nicolás Rudas, «La violencia y sus resistencias en la Universidad Nacional de Colombia.
Seis décadas de revolución y democracia en el campus» (Universidad Nacional de Colombia,
2019), 73, 84, 85, 102.
68. Gómez-Agudelo, J., «Ambos venimos de morir», 36.
69. Leal Buitrago, «La frustración política de una generación».
70. Darío Villamizar Herrera, Las guerrillas en Colombia. Una historia desde los orígenes
hasta los confines (Bogotá: Penguin Random House, 2017).
71. Sebastián Flórez, «Entre la Soledad y el Recuerdo. Las memorias del Movimiento Estu-
diantil sobre el 16 de mayo de 1984 en la Universidad Nacional de Colombia (1984–1991)»
(Tesis de Maestría inédita, Universidad de la Plata).
72. Nicolás Rudas, «La violencia y sus resistencias en la Universidad Nacional de Colom-
bia».
73. Juventud Patriótica.
74. Nicolás Rudas, «La violencia y sus resistencias en la Universidad Nacional de Colom-
bia», 108.
75. Nicolás Rudas, «La violencia y sus resistencias en la Universidad Nacional de Colom-
bia», 114.
76. Camilo Torres, «Mensaje a los estudiantes», Periódico Frente Unido núm. 9, octubre 21,
1965, recuperado de: http://www.archivochile.com/Homenajes/camilo/d/H_doc_de_CT-0033.
pdf
77. Nicolás Rudas, «La violencia y sus resistencias en la Universidad Nacional de Colom-
bia».
78. El Tiempo, 5 de marzo de 1967.
79. Patricia Lara, Siembra vientos y recogerás tempestades. La historia del M-19, sus prota-
gonistas y sus destinos (Bogotá: Planeta, 2002).
80. Leal Buitrago, «La frustración política de una generación».

73
Reventando silencios

81. García y Rodríguez, «Entrevista a Luis Guillermo Vasco Uribe». Luguiva, http://www.
luguiva.net/articulos/detalle.aspx?id=60.
82. García y Rodríguez, «Entrevista a Luis Guillermo Vasco Uribe». Luguiva, http://www.
luguiva.net/articulos/detalle.aspx?id=60.
83. Cuadro realizado con base en los datos de: Rudas, «La violencia y sus resistencias en la
Universidad Nacional de Colombia».
84. María Eugenia Vázquez Perdomo, Escrito para no morir: bitácora de una militancia
(Bogotá, Alcaldía Mayor de Bogotá, 2000), 72.
85. Lara, Siembra vientos y recogerás tempestades.
86. Vázquez Perdomo, Escrito para no morir.
87. El cogobierno estaba conformado de la siguiente manera: 1. El ministro de educación
nacional o el rector de la universidad, quien lo presidía. 2. Dos decanos de las facultades de
Bogotá, elegidos por los decanos y directores de departamentos de esta sede. 3. Dos decanos
de las sedes Medellín, Manizales y Palmira, elegidos por los decanos y directores de departa-
mentos de esas sedes. 4. Dos profesores de la universidad, elegidos por la totalidad del cuerpo
docente. 5. Dos estudiantes con matrícula o registro vigentes, elegidos por los estudiantes 6.
Un exalumno de la universidad con su respectivo suplente, designado por los anteriores miem-
bros del Consejo. (Diario Oficial, 16 de noviembre de 1971). Tomado de Rudas, «La violencia
y las resistencias en la Universidad Nacional de Colombia», 128.
88. Nicolás Rudas, «La violencia y sus resistencias en la Universidad Nacional de Colom-
bia».
89. El Tiempo, 13 de abril de 1972.
90. Carlos Raúl Gutiérrez, entrevista de Archivos del Búho, 2019.
91. Nicolás Rudas, «La violencia y sus resistencias en la Universidad Nacional de Colom-
bia», 139.
92. Sobre esta experiencia en particular se refiere el siguiente apartado, dada su riqueza
política y gremial.
93. Gutiérrez, entrevista, 2019.
94. «En La Hortúa los pacientes se mueren con paro o sin paro», Cromos, 4 al 10 de junio,
1975, 86-87.
95. Benavides, entrevista, 2020.
96. «La U al rojo vivo», Cromos, 11 al 17 de junio, 1975, 4-5.
97. «Normalidad en la U», El Bogotano, 23 de junio, 1975, 3.
98. Gerardo Bazante, Los sueños no se mortajan con la muerte (Bogotá: Punto de encuen-
tro, 2019), 73.

74
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

99. Estructura político-militar surgida al interior del epl y que luego se constituyó como una
organización independiente.
100. En homenaje al estudiante Patricio Silva asesinado por el Ejército al interior del cam-
pus de la Nacional en 1978.
101. Antonio Manrique, entrevista de Archivos del Búho, 2019.
102. Vázquez Perdomo, Escrito para no morir, 90.
103. Gutiérrez, entrevista, 2019.
104. El Tiempo, «17 de octubre de 1976»; Nicolás Rudas, «La violencia y sus resistencias en
la Universidad Nacional de Colombia».
105. Consejo Académico, 14 de octubre de 1976, citado en Rudas, «La violencia y sus resis-
tencias en la Universidad Nacional de Colombia». El resaltado es nuestro y permite evidenciar
la manera estigmatizante con que se valoraba la situación de las residencias.140.
106. El Tiempo, 17 de octubre, 1976.
107. Benavides, entrevista, 2020.
108. Benavides, entrevista, 2020.
109. Luis Higuera, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
110. Así se conocía en el lenguaje estudiantil a los comunicados políticos cargados de teoría
marxista de algunas organizaciones.
111. Exintegrante del Grupo de Trabajo Trinchera, Taller.
112. Odilio Méndez, «Tortura y tratos crueles» (Bogotá: Comité de Solidaridad con los
Presos Políticos, 1980).
113. Jorge Villegas, El Libro negro de la represión 1950-1980 (Bogotá: Fundación para la
investigación y la cultura, 1980), 228.
114. Durante la aplicación de los diferentes Estados de Sitio los militares adquirieron la
potestad de juzgar a civiles, conllevando graves violaciones al derecho a la defensa de los pro-
cesados. Durante esta década decenas de estudiantes de la Nacional fueron condenados por
este mecanismo de la Justicia Penal Militar, acusados de pertenecer a grupos insurgentes o por
su participación en jornadas de protesta.
115. Cifras tomadas de la base de datos de Violaciones de Derechos Humanos Registradas
por el Movimiento Estudiantil del proyecto Archivos del Búho.
116. Elizabeth Díaz, entrevista de Archivos del Búho, 2015; Jaime León, entrevista de Archi-
vos del Búho, 2020.
117. Taller Colectivo de Memoria (2019).
118. Taller Colectivo de Memoria (2019).

75
Reventando silencios

119. «Historia de unos hechos ocurridos en la Universidad Nacional», Isítome núm. 3 (abril
1982).
120. Padre de Carlos Holmes Trujillo, ministro de Defensa del gobierno de Iván Duque entre
2019 y 2021.
121. Taller de memoria, 10 de octubre del 2019.
122. Taller Colectivo de Memoria (2019).
123. Taller Colectivo de Memoria (2019).
124. csu, «Acuerdo 74. Acta 27 de 12 de Junio de 1968» (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 1968).
125. csu, «Acuerdo 74. Acta 27 de 12 de Junio de 1968», 74.
126. Dicho reglamento debía ser avalado por la División de Bienestar y ratificado en una
resolución del csu: Acuerdo 74 de 1968.
127. Salamanca, entrevista, 2016.
128. Higuera, entrevista, 2015.
129. Hugo Salamanca, entrevista de Archivos del Búho, 2017.
130. 2do Taller Colectivo de Memoria (2019).
131. Díaz, 2do Taller Colectivo de Memoria (2019).
132. Salamanca, entrevista, 2017.
133. csu, «Acuerdo 74. Acta 27 de 12 de Junio de 1968».
134. Se refiere a las irregularidades de corrupción asociadas al Programa de Alimentación
Escolar (pae) que brinda actualmente alimentación a los estudiantes de los colegios públicos
de todo el país.
135. Salamanca, entrevista, 2016.
136. Conversación personal con Luis Higuera (Líder de Cooperación Estudiantil), abril de
2020.
137. Gutiérrez, entrevista, 2019.
138. Higuera, entrevista, 2015.
139. Benavides, entrevista, 2020.
140. Salamanca, entrevista, 2017.
141. Guillermo Martínez, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
142. Higuera, entrevista, 2015.
143. Salamanca, entrevista, 2016.
144. Higuera, entrevista, 2015.

76
Capítulo 1. De universidad blanca a universidad popular

145. Higuera, entrevista, 2015.


146. 2do Taller Colectivo de Memoria (2019).
147. Conversación personal con Hugo Salamanca (presidente de Cooperación Estudiantil),
abril 2020.
148. Salamanca, entrevista, 2017.
149. csu, «Acuerdo 24. Acta 9 de 6 de marzo de 1979» (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 1979).
150. Conversación personal con Hugo Salamanca, 2020.
151. Salamanca, entrevista, 2017.
152. Higuera, entrevista, 2015.
153. «Y eran estudiantes», Semana, julio 5, 1982, https://www.semana.com/economia/arti-
culo/eran-estudiantes/336-3.
154. Higuera, entrevista, 2015.
155. Higuera, entrevista, 2015.
156. «Manuel Francisco Rincón», Vidas Silenciadas, https://www.vidassilenciadas.org/
157. Sin embargo, varios de los miembros de Cooperación Estudiantil afirman desconocer el
caso de Manuel y sostienen que Chucho León fue el último presidente, pues tras el cierre del
16 de mayo no se volvió a desarrollar una asamblea de la organización.
158. Salamanca, entrevista, 2016.
159. Consejo Superior Universitario, «Resolución 185. Acta 38 del 2 de noviembre de 1976.
“Por el cual se suspende el programa de Residencias Estudiantiles».

77
CAPÍTULO 2
Las residencias universitarias:
símbolo de vida y resistencia
Adriana Yaneth Martínez Correales
Estudiante de Estudios Literarios y Física de la UN

Anamaría Ropero Barbosa


Estudiante de Filosofía de la UN

Nicolás Quinche Bustamante


Antropólogo de la UN
Antecedentes: desdicha para el movimiento estudiantil

E
n Colombia, 1982 fue uno de esos años llenos de altibajos para la
oposición política. Para empezar, este fue el año en que culminó el perio-
do de gobierno de Julio César Turbay Ayala, el cual se había caracterizado
por la represión y violencia ejercidas contra los sectores disidentes de la
política oficialista, a través del Estatuto de Seguridad Nacional, por el cual el sec-
tor estudiantil se vio altamente afectado. Esta situación dio un giro cuando Belisario
Betancur (1982-1986) llegó a la presidencia y, en contraste con el Gobierno prece-
dente, dirigió su mandato hacia un intento de negociación con las guerrillas del M-19,
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (farc) y el Ejército Popular de
Liberación (epl). Sin embargo, aunque el gobierno de Betancur implementó diver-
sas políticas para la consolidación de la paz, dicho intento falló más pronto de lo
esperado. Además, durante su mandato, un sector de la derecha —conformado, en-
tre otros actores, por miembros de la Fuerza Pública, grupos de autodefensa y grupos
paramilitares financiados por el narcotráfico— fortaleció sus acciones de persecución
contra las agrupaciones guerrilleras y la población civil, a quienes supuestamente
buscaban proteger. De este modo, ya más entrada la década, con el incremento de la
violencia política se rompió la posibilidad de un acuerdo de paz entre el Estado y los
movimientos insurgentes.

En estas circunstancias, el primer proceso de paz, si bien dio lugar a dinámicas


importantes y a soluciones parciales, pronto se debilitó, en la medida en que,
además de la ausencia de un consenso y un respaldo nacional, como lo anali-
za Francisco Leal Buitrago, fue progresivamente superado por el desarrollo de
las tendencias violentas sustentadas en el auge del narcotráfico, el desarrollo del
paramilitarismo y la oposición de las Fuerzas Armadas. Betancur, sin los aliados
ni el poder necesario, fue incapaz de implementar el cambio requerido para ob-
tener el éxito de un proceso de paz efectivo con las guerrillas.1

79
Reventando silencios

En ese contexto, el estudiantado también fue testigo y víctima de la gran ola de vio-
lencia que, desde años atrás, estaba azotando al país debido al fortalecimiento de las
organizaciones paramilitares que actuaban bajo el discurso de la autodefensa y la
contrainsurgencia, en el cual la universidad pública era percibida como foco de esa
oposición insurgente que debía mitigarse.

En realidad, el periodo de estudio enmarca un escenario de crisis institucional


del Estado en el que este se vio rebasado por la violencia heredada de décadas
anteriores. El Frente Nacional, que ya había llegado a su fin, generó una nueva
oleada de violencia pues «cerró las puertas a los terceros partidos, empobreció
la política colombiana, fortaleció la oposición de partidos como el mrl y la
anapo y fue una de las razones usadas para la justificación del surgimiento de
los grupos armados».2

El sector estudiantil fue uno de los más golpeados en su organización en este


escenario, pues, con el recrudecimiento de la violencia, la opinión pública fue
retirándole cada vez más su apoyo al relacionarlo con la lucha armada y ver de
manera crítica el uso del «tropel» como mecanismo de protesta muy recurrente
en estos años.3

Así, como respuesta a la gestación de ideales políticos de izquierda en el movi-


miento estudiantil y en consonancia con la estigmatización de este, constantemente
hubo agresiones por parte de las fuerzas estatales o entes externos. De acuerdo con
la «Base de datos de las Violaciones a los Derechos Humanos Registradas por el
Movimiento Estudiantil», en 1982 fueron registrados 27 casos a nivel nacional de
violaciones a los derechos humanos contra miembros de universidades, que incluyen
12 desapariciones forzadas, 1 detención y 14 homicidios.4 Entre estos casos, llaman
la atención la desaparición sistemática de 13 personas, en su mayoría estudiantes, a
los cuales posteriormente se les denominaría Colectivo 82, y el asesinato del profesor
y abogado Alberto Alava Montenegro.5 Este panorama nacional sería un antecedente
para los procesos organizativos que gestaba el movimiento estudiantil en respuesta a
la persecución de la cual estaba siendo víctima.
En la Universidad Nacional, sede Bogotá, el temor que estos hechos provocaron en
los estudiantes, sumado a las exigencias de garantías para el sostenimiento de quienes
venían desde distintas regiones del país, impulsaría, durante este mismo periodo, “la
recuperación” de las instalaciones residenciales que hacían parte del campus universi-
tario y que años antes la administración de la Universidad había clausurado. Este acto
les permitiría, en cierta medida, mantener la unidad del movimiento y enfrentar desde
su integridad los amedrentamientos del Estado. Cabe resaltar que las motivaciones
para muchos de los estudiantes de ese entonces eran diversas, pues en ocasiones men-

80
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia

cionan no saber nada sobre el Colectivo 82 y haber estado movidos exclusivamente


por las garantías del Bienestar Universitario.6
La ocupación de las residencias, adicionalmente, permitiría la manifestación de la
profunda diversidad política, social y cultural que existía dentro de la comunidad uni-
versitaria. La cotidianidad que a partir de allí se desarrolló, daría paso a un sinfín de
escenarios de inmenso valor para quienes hicieron parte de esta iniciativa y que, a su
parecer, iría más allá de los alcances meramente políticos, pues resultó en el estre-
chamiento de los lazos de solidaridad entre ellos y una oportunidad de crecimiento
personal. Por lo tanto, este momento no solo significó la respuesta a las fuerzas vio-
lentas ya mencionadas, sino también un abandono al temor y una motivación para
crear nuevas formas de comunidad al interior de la Ciudad Universitaria.

Caso Colectivo 82
Para empezar a entrar con detalle en el panorama anterior hay que aclarar que Colec-
tivo 82 es el nombre dado al conjunto de desapariciones que ocurrieron entre el 4 de
marzo y el 15 de septiembre de 1982: Pedro Pablo Silva Bejarano y Orlando García
Villamizar (4 de marzo), Samuel Humberto San Juan Arévalo y Alfredo Rafael San
Juan Arévalo (8 de marzo), Edgar Helmut García y Rodolfo Espitia (18 de agosto),
Gustavo Campos Guevara (23 de agosto), Hernando Ospina Rincón (11 de septiem-
bre), Rafael Guillermo Prado Useche (12 de septiembre), Edilbrando Joya y Francisco
Antonio Medina (13 de septiembre), Bernardo Heli Acosta Rojas y Manuel Darío
Acosta Rojas (15 de septiembre). En total fueron 13 los desaparecidos, quienes tenían
entre 21 y 39 años. Ocho de ellos eran estudiantes de la Universidad Nacional de
Colombia y de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas Santander. Los días
en que ocurrieron las desapariciones, las 13 personas fueron intervenidas por agentes
del F-2 que actuaban bajo las órdenes del entonces comandante Nacín Yanine Díaz,
por lo que se presenta a esta entidad estatal como presunta responsable del crimen.
Para mediados de los años 70, la transformación de los escenarios en los cuales el
conflicto armado tenía lugar terminó por desencadenar la concreción de nuevas moda-
lidades represivas que incluyeron la tortura y la desaparición por parte de actores
estatales y paraestatales, con el fin de frenar la creciente «amenaza subversiva».7 Las
guerrillas que, como el M-19, optaron por llevar la confrontación armada al entorno
urbano, gracias al inconformismo político que se manifiesta en estallidos sociales
—como el Paro Nacional de 1977—, fueron blanco de una respuesta estatal secun-
dada por organizaciones paraestatales, financiadas parcialmente por los carteles de
narcotráfico, que también estaban siendo atacados por las insurgencias mediante el
secuestro de sus integrantes o familiares.
Esta respuesta estatal incluyó, para 1978, la implementación del Estatuto de Segu-
ridad de Turbay Ayala, el cual obligó a las Fuerzas Militares a detener cualquier

81
Reventando silencios

expresión subversiva e incluyó el uso de prácticas como la tortura o la desaparición


sin que las víctimas tuviesen cómo apelar jurídicamente por estos actos. Prueba de
ello son las primeras desapariciones del Colectivo 82, ocurridas el 4 de marzo contra
Orlando García Villamizar y Pedro Pablo Silva, este último estudiante de la un, y que,
como lo determinó la Procuraduría General de la Nación, fueron efectuadas por agen-
tes del F-2 en colaboración con el grupo Muerte a Secuestradores (mas).8

Imagen 9. Los bonos de solidaridad, jornada nacional en honor a los estudiantes


desaparecidos. (Fondo documental de Archivos del Búho)

82
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia

A pesar de la información que hay al respecto, la mayoría de las familias de las


víctimas no han encontrado a sus seres queridos y, mucho menos, han obtenido jus-
ticia en el ámbito legal por parte del Estado. De hecho, sólo dos de los cuerpos de
los estudiantes asesinados fueron encontrados: Francisco Antonio Medina y Bernardo
Acosta. A las otras 11 víctimas nunca las volvieron a ver después de ser detenidas.9
Ante la incertidumbre de su paradero y las pocas respuestas por parte de las autorida-
des, los familiares de estos y otros desaparecidos unieron fuerzas en 1982 y fundaron
la Asociación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos (asfaddes). Esta organi-
zación, desde hace 39 años, lucha por la erradicación de crímenes de desaparición
forzada en Colombia y contra su impunidad. Hoy persiste en la búsqueda de los des-
aparecidos y exige el cumplimiento del derecho a conocer la verdad detrás de cada
caso, todo esto con el fin de lograr una reparación integral.
La hipótesis más fuertemente difundida sobre por qué los jóvenes del Caso 82 fueron
desaparecidos es la de su supuesta pertenencia o relación con organizaciones armadas
insurgentes. Se les asociaba particularmente con el Frente Revolucionario de Unidad
Popular (frup), presunto responsable del secuestro y asesinato de los hijos de 5, 6 y
7 años del narcotraficante Jader Álvarez, motivo por el cual este contrató agentes del
F-2 para desaparecer a los jóvenes. Fernando Sánchez Torres, rector de la Universi-
dad en ese momento, afirma lo siguiente sobre este caso:

En octubre de 1981, los menores -de muy pocos años- Zuleika, Yidit y Xioux
Álvarez fueron secuestrados en Bogotá. Estos eran hijos de un narcotrafican-
te que posteriormente sería condenado en Estado Unidos. Se rumoró que este
señor contrató gente para que se diera a la tarea de encontrar a sus hijos, lo cual
no lograron, pero sí dieron con la pista de los secuestradores. Al parecer era un
grupo de muchachos vinculados con uno de los movimientos «revolucionarios»;
entre ellos había estudiantes de la Universidad Nacional. Como después deduje
los jóvenes desaparecidos cayeron en manos de los «investigadores privados».
Nunca aparecieron. Alguna vez me dieron la versión de que habían sido monta-
dos en una avioneta y lanzados luego al vacío.10

Sin embargo, la información recopilada desde el momento del crimen hasta ahora
no permite entablar con certeza un vínculo entre los desaparecidos del Caso 82 y el
frup.11 Es cierto que en 1982 «había un fervor político dentro de la Universidad, esta-
ban casi todos los grupos políticos y militares […] estaba presente el epl, las farc,
Quintín Lame, M-19, elenos, entre otros. Había una fuerza social, se sentía y creía en
ella»,12 lo que generaba en los estudiantes un compromiso con la lucha social y polí-
tica. No obstante, aunque el secuestro de los niños Álvarez y su posterior retaliación
hacia el frup coinciden temporalmente con las desapariciones del colectivo, no es
posible afirmar que los 13 jóvenes fueran parte de esta u otra estructura armada, ni

83
Reventando silencios

que fuesen responsables del nefasto hecho. Por lo tanto, no es posible tampoco afir-
mar que este fuese el verdadero motivo de su desaparición.13
Los sucesos descritos anteriormente fueron solo la muestra de lo que sucedería pos-
teriormente en toda Colombia. Estas fueron las primeras desapariciones sistemáticas,
similares a las hechas por las dictaduras del Cono Sur, que anteceden y marcan el ini-
cio de los actos paramilitares y de represión estatal que más adelante golpearon al
país.

En el año 77 ocurre la primera desaparición forzada en Colombia, que es de


la compañera Omaira Montoya, desaparecida cuando estaba organizando el
paro cívico del 77. Es la primera figura que podemos decir históricamente que
desapareció por razones políticas de oposición. Luego en el año 82 se da la
desaparición de los 13 estudiantes. Como consecuencia real y verdadera de la
desaparición política de esos estudiantes es que se organiza al interior de la
Universidad la toma de las residencias para garantizar la seguridad de los es-
tudiantes.14

Asesinato de Alberto Alava Montenegro


A las desapariciones del Colectivo 82 se sumó la indignación generalizada por el
asesinato de Alberto Alava Montenegro, profesor de la Facultad de Economía y abo-
gado defensor de presos políticos, el 20 de agosto de 1982. Los sucesos ocurrieron
cerca de la casa del profesor Alava, quien cayó muerto al recibir dos impactos de bala
en su cráneo. Posteriormente fue llevado a la Universidad por sus estudiantes, en un
intento de asegurar que no sería robado su cadáver.
El profesor era muy reconocido por su labor pedagógica en la un y en la Univer-
sidad Libre, gracias a su compromiso con el fomento del pensamiento crítico. Su
trabajo como abogado defensor de presos políticos destacó durante el periodo en el
que la situación jurídica de civiles podía ser procesada por las Fuerzas Militares. Esto
trajo represalias para el docente, quien fue sometido a distintas detenciones por parte
de las autoridades militares. La más severa ocurrió en 1979.15

Alberto Alava Montenegro dedicó su vida a la formación de la juventud tra-


bajando como profesor de las universidades Libre y Nacional, convencido de
que no debía hacerlo de forma distinta a colocar a sus alumnos de cara a la
realidad del país, optando en el análisis por develar las contradicciones socia-
les existentes. Ello le valió la expulsión de la U. Libre y no pocos conflictos con
quienes en la Nacional se empeñan en cercenar la libertad de cátedra.16

Como respuesta al homicidio, los estudiantes se manifestaron para mostrar su


desacuerdo e indignación. El cuerpo del abogado fue velado en el Auditorio León
de Greiff y llevado al Cementerio Central para ser enterrado. El recorrido de la Uni-

84
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia

versidad al cementerio fue acompañado por una marcha de estudiantes, familiares y


colegas que lamentaban su muerte y afirmaban que desde 1975 no ocurría una marcha
tan grande en la ciudad.17 Durante esa manifestación, las personas pedían, a través de
consignas y pintas, acabar con la organización al margen de la ley mas, la cual, como
se denunció en el Congreso de la República, había amenazado de muerte en distintas
ocasiones al profesor Alava.18

Cuando secuestraron a Martha Nieves Ochoa, la hija del clan Ochoa, de los
narcos, ellos crearon el mas. Digamos que eso fue como los orígenes de los
paramilitares. A base de torturas ellos lograron confesiones e hicieron desapa-
riciones, torturas y asesinatos. Era como una cacería de brujas, cogían a más
personas y más personas y las iban matando, y se nombraron Muerte a Secues-
tradores (mas). Se cantaba esa arenga siempre, no por algo específico, siempre,
cualquier pedrea, marcha o cualquier concentración pues uno decía eso porque
era como que no les teníamos miedo, que no nos iban a asustar, no importaba
que nos siguieran matando no íbamos a parar. Por eso era «ni por el mas, ni por
el menos, ni por el putas retrocedemos».19

El mas fue una organización paramilitar creada y financiada por el clan Ochoa, reco-
nocidos narcotraficantes, a finales de 1981 en Medellín, tras el secuestro de Martha
Nieves Ochoa por parte del M-19. Esta organización cometía actos de secuestro, ase-
sinato y desapariciones, reclamando una justicia propia. De acuerdo con un informe
de la Procuraduría, esta estructura tenía dentro de sus integrantes a varios agentes del
Estado.20
Varias fueron las maneras que tuvieron los estudiantes para rendir un homenaje al
maestro tras su asesinato. Entre estas, destacan las publicaciones de revistas estu-
diantiles como Punto de partida e Isítome, que incluían desde poemas hasta artículos
completos en honor al docente:

¿Cuánto valor hace falta para asesinar a un profesor honrado? ¿Cuánto para
hacer desaparecer un estudiante? ¿Quién puede llamar por el nombre, sin aver-
gonzarse, al asesino de la dignidad humana? ¿Cómo recordar a Alberto Alava,
nuestro profesor, muerto de dos disparos por empeñarse en ser un hombre
libre?21

85
Reventando silencios

Ilustración 10. Nota dedicada a Alberto Alava, después de su asesinato, en el Boletín n.°24
del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos. (Fondo documental Archivos del Búho).

Como ya se dijo, las desapariciones del Colectivo 82 y el asesinato del profesor


Alberto Alava hacen parte de una oleada de violencias y actos represivos que se esta-
ban cometiendo en contra del movimiento estudiantil en el año de 1982. Es en medio
de este contexto que tiene cabida uno de los mayores actos de lucha y resistencia por
parte del movimiento estudiantil, al que los estudiantes denominaron: “la recupera-
ción” de las residencias universitarias.

La transformación de las residencias estudiantiles

La administración de la un, que había construido residencias estudiantiles en la sede


Bogotá de manera progresiva desde los años 40 hasta inicios de los 70 y con las que
lograba albergar cerca de 2.000 residentes, decidió cerrar estos espacios por medio de
la Resolución 185 del Consejo Superior Universitario (csu) emitida en 1976 por con-
siderarlos «focos subversivos».22 La decisión fue tomada como una medida de control

86
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia

público para enfrentar una problemática social, política y económica resultante de


la confrontación entre diversos actores políticos en el país. Sin embargo, según los
Boletines de Estadísticas de la Universidad, su desalojo fue paulatino y tardó hasta
1978 en llevarse a cabo por completo.23
Aunque en la un, sede Bogotá, aún quedaban residencias, su ocupación se redujo
en gran medida: pasaron de ofrecer aproximadamente 2000 cupos asignados en 1977
a 555 en 1982. De esta nueva asignación de cupos, 400 se destinaron a mujeres alo-
jadas en las Residencias Femeninas, 70 para parejas de las residencias de casados y
los 85 restantes eran personas que vivían en las Residencias 10 de mayo. De estas, 2
personas eran extranjeras, 44 eran de Bogotá y 509 venían de otros departamentos de
Colombia.24
Algo que también vale la pena resaltar es que las otras sedes de la Universidad
Nacional de Colombia, para 1982, también ofrecían alojamiento para los estudian-
tes. En la de Medellín, 99 personas, en la de Manizales, 131, y en la de Palmira, 52.

Recuperación de las residencias: la gran hazaña


Según los boletines estadísticos, las residencias sólo albergaban alrededor de un
3,5% de la comunidad universitaria.25 De acuerdo con algunas declaraciones de estu-
diantes de la época, eso no era suficiente para suplir las necesidades del total de la
población que necesitaba ese apoyo y que estaba viviendo por fuera de la Universidad
en precarias condiciones. Eso funcionó como impulso para generar una de las mayo-
res hazañas del movimiento estudiantil en la un: “la recuperación” de las residencias
abandonadas que, a pesar del mal estado provocado por el abandono de la rectoría
a raíz de la falta de presupuesto estatal,26 era una de las mayores oportunidades que
tenía el estudiantado de otras regiones para solucionar, parcialmente, los problemas
de habitar en la capital.
Para lograr esto, los estudiantes llevaron a cabo “la recuperación”. Dicho cometido
se consolidó gracias a los grupos denominados Combos —análogamente, conocidos
hoy como organizaciones estudiantiles integrantes del movimiento estudiantil—,27
los cuales se distribuyeron papeles específicos para facilitar la organización. Lo que
caracterizó este suceso fue la espontaneidad y la pluralidad política de quienes hicie-
ron parte. La mayoría de los relatos recuerdan los singulares nombres de los diferentes
Combos: los Anarcos, los Pastusos, los Palestinos,28 entre otros. Asimismo, destacó la
participación de Cooperación Estudiantil.
Ya con toda la organización previa, conscientes de la difícil situación que impulsaba
estos planes, lo único que hacía falta era una excusa que justificara lo que tenían pla-
neado:

87
Reventando silencios

Yo dije «hagamos esto» y el pretexto es que acababa de ganar las elecciones


Belisario y él tenía un lema de campaña que se llamaba «casa sin cuota inicial»,
entonces nosotros dijimos pues listo: residencias, casa sin cuota inicial y listo,
ese fue el lema. Fue hasta inteligente, como el presidente dice «casa sin cuota
inicial» entonces nosotros los estudiantes nos vamos a hacer una casa sin cuota
inicial y nos tomamos las residencias con ese lema del presidente.29

Así, el 21 de septiembre de 1982, cinco días después de haberse posesionado como


rector Fernando Sánchez Torres, los edificios desalojados y en desuso desde 1976
fueron ocupados por estudiantes. Hacia las 6:15 de la mañana sonaron algunos estalli-
dos de pólvora, señal para que los 13 Combos organizados empezaran a dirigirse a los
edificios que hoy funcionan como Unidad Administrativa de la Universidad y, como
lo habían planeado meses atrás, rompieron los candados oxidados que impedían el
ingreso y lograron abrir las puertas, cerradas por última vez 6 años atrás.

Ese día nos dividimos en varios grupos de acción, cada grupo como responsable,
y en determinado momento, como no había WhatsApp, sino que había pólvora
de los pueblos, por eso digo que éramos de provincia. Cuando sonó la pólvora
por el lado del estadio, era la señal de que debíamos irnos cada responsable del
grupo con su grupo a tomarnos las residencias.30

Imagen 11. Recuperación de las residencias estudiantiles en la un, 1982. (El Espectador,
tomada de Más luces que sombras, Álvaro Perea Chacín, 2007)

88
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia

El hecho de que el edificio Gorgona se encontrara fuera del campus universitario


desató un permanente estado de alarma ante la posible confrontación con el Ejército
y la Policía. Por ello, los Combos organizados para “la recuperación” se establecieron
en su mayoría por Colonias: la de los pastusos o la de los boyacenses, por ejem-
plo, se organizaron en un esquema de seguridad que cubría las 24 horas. La revista
Semana analizaba la situación en septiembre de 1982 y registró: «El forcejeo sigue, y
al momento de redactar esta nota, es previsible el desenlace».31
Esta situación se volvió tensionante debido a la alarmante posibilidad de una con-
frontación con la Fuerza Pública y las represalias que podrían ejecutarse contra
quienes habían realizado la ocupación. Esto hizo que aquellos estudiantes tuvieran
que mantener su rostro oculto de manera permanente al interior de los edificios y per-
manecer allí sin asistir a clase por varias semanas.

Los profesores a mí me ayudaron muchísimo. Si no, yo me hubiera tirado el se-


mestre. Mis compañeros por la reja me pasaban los apuntes para yo ir estudiando
lo que estaban viendo. Así fue más o menos un mes, no recuerdo bien.32

Este estado de alarma también generó incertidumbre y temor dentro de algunos


sectores del estudiantado que durante las primeras semanas desconfiaron de la posi-
bilidad de contar nuevamente con residencias universitarias, pero con el pasar de los
días, y al ver la estabilidad de “la recuperación”, decidieron mantenerse en este pro-
ceso.

Cuando logramos garantizar la estabilidad de las residencias durante el mes de


septiembre y octubre de este año, empezaron a aparecer estudiantes que dije-
ron: estos ya llevan dos meses sin pagar arriendo, yo como que también me voy
para allá.33

La temprana estabilidad lograda en las residencias se debió, en parte, al momento


escogido para realizar la recuperación, ya que el recién nombrado rector Fernando
Sánchez Torres, optó por cerrarse a la confrontación con el estudiantado y, en su
lugar, hizo un ejercicio de gobierno distinto al que se presumía que llevaría a cabo. Él
mismo lo corrobora en su texto “La verdad sobre las residencias”, en Testimonio de
una gestión rectoral 1982-1984, en el que adopta la versión dada por el periódico De
Frente que dice:

La comunidad universitaria toda y la misma prensa esperaban con ansiedad el


momento en que hicieran su aparición los camiones de la policía o del ejército
para repetir lo ocurrido cuando eran otros los actores. Solo el rector sabía que tal
cosa no iba a suceder. Y no iba a suceder porque una intervención armada sig-
nificaba iniciar una administración con la Universidad cerrada o militarizada, y
en sus planes no estaba ninguna de las dos opciones.34

89
Reventando silencios

Una vez tomadas las residencias, debieron adecuar los edificios de la Unidad Camilo
Torres y Gorgona para recibir cerca de 2.000 estudiantes. Allí fue central el aporte de
los trabajadores de la Universidad, quienes contribuyeron encendiendo las calderas
para suministrar agua caliente a todos los baños, además de arreglar las tuberías des-
gastadas por el óxido.35
Con la llegada masiva de estudiantes que esperaban dejar de pagar un arriendo, de
estudiantes de otras universidades de Bogotá36 e incluso sus familias y personas aje-
nas a la institución, los edificios de Gorgona y la Unidad Camilo Torres no dieron
abasto para tan alta demanda. Debieron entonces, durante el segundo semestre de
1983, después de haber estabilizado la toma de Gorgona y de ubicar a sus residentes,
adelantar la ocupación de las residencias Antonio Nariño, que posteriormente fue-
ron renombradas por los estudiantes en conmemoración del profesor Alberto Alava y
que, a diferencia de las primeras, se encontraban al interior del campus universitario,
en el edificio 214, donde ahora funciona el Departamento de Lingüística, cerca de la
entrada de la Universidad por la calle 26.
Cabe añadir que, a pesar de que la administración de Sánchez Torres durante este
periodo ya estaba adelantando el trabajo de adjudicación de las residencias, varios
estudiantes se alojaron allí por la fuerza antes de lo establecido, por lo que esta misma
señaló que dichos actos constituían una «ocupación atropellada e inconsulta por parte
de algunos estudiantes».37 Sin embargo, en la misma acta reiteró que la respuesta a
estas acciones sería pacífica y paulatina.

La negociación y el desalojo de Fernando Sánchez Torres


Ya con las residencias recuperadas, la administración de Sánchez Torres tomó la
decisión de iniciar un proceso de negociación para legalizar la permanencia de los
estudiantes. Después de varios acercamientos entre los estudiantes y algunas figuras
designadas por el csu, mediante el Acuerdo 46 del 1 de junio de 1983,38 se esta-
bleció que la dirección y administración de las residencias quedarían a cargo de un
comité directivo “temporal” integrado por el rector, el director de Bienestar, el direc-
tor de residencias, un profesor, un exalumno y tres estudiantes. Además, se reconoció
una “coordinadora estudiantil” para el manejo interno de las residencias. Este espa-
cio demostraba una de las más importantes ganancias del movimiento estudiantil:
lograr balancear, en un ejercicio de cogobierno universitario, la administración de los
espacios que existían en función del estudiantado, a la vez que conseguían mejores
condiciones para su permanencia en las residencias.
Sin embargo, la diversidad propia del estudiantado y de los ocupantes de las residen-
cias generó constantes tensiones en este proceso. Narra Antonio Manrique, uno de los

90
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia

entonces residentes, que al intentar dialogar con los ocupantes recibía rechazos per-
manentes:

Logré que nos reuniéramos como 10 o 12, éramos como la mitad, casi que
fue uno por torre, yo no me acuerdo dónde era que nos reuníamos y me dicen
«qué es lo que necesita», y yo «no, mano, pues la vaina de legalización de las
residencias», entonces «cómo así, no, nosotros no estamos interesados en eso,
esto no es problema de nosotros».39

Aún con esos debates constantes, las negociaciones avanzaron hasta que finalmente,
por medio del Acuerdo 32 del csu del 11 de abril de 1984, casi 10 meses después de
iniciadas las negociaciones, se reglamentó un acuerdo sobre el funcionamiento de
las residencias universitarias. Allí se establecieron comités para su adjudicación y
manejo, integrado por representantes de los estudiantes alojados, distribuidos entre
mujeres, solteros y casados para cada una de las funciones administrativas y así poder
participar de la gestión de estas, como ya venían haciéndolo en el comedor universi-
tario por medio de la figura de Cooperación Estudiantil.
Estos acuerdos estabilizaron la permanencia de quienes ya llevaban casi dos años
residiendo en Gorgona, pero también implicó la toma de grandes decisiones, sobre
todo en cuanto a la logística de la formalización ante la Universidad, como lo descri-
ben quienes allí estaban. Fernando Sánchez Torres, en un comunicado emitido el 2
de abril de 1984,40 solicitó a los residentes un desalojo temporal de las instalaciones
para que la administración pudiera «reordenarlas» del 9 al 22 de abril, como parte del
acuerdo establecido para la legalización de estas. Sobre esto, Luis Higuera, uno de los
negociadores cuenta que:

Cuando los estudiantes representantes decimos que vamos a desocupar las


residencias estudiantiles, algunos grupos radicales o no tan radicales, incluso
nos amenazan de muerte porque si desocupamos las residencias y no nos las
devuelven a los ocho días, van a quedar 2.000 estudiantes sin donde vivir. Fi-
nalmente, la asamblea decidió aceptar desocupar las residencias estudiantiles,
y nos fuimos en marcha por las calles hasta un barrio que queda en la carre-
ra décima con calle segunda sur, que es un barrio popular en la construcción
de recuperación de espacio público en este país, es un barrio que construyó el
Partido Comunista Colombiano, que se llama el barrio Policarpa Salavarrie-
ta. En ese barrio nos quedamos a vivir esa semana, por supuesto que nosotros
los representantes no dormimos toda la semana, pensando en que pasada la
semana volviéramos aquí y no nos entregaran las residencias. Pero Fernando
Sánchez, el rector, es un hombre de palabra, y cuando volvimos, en las Resi-
dencias Femeninas tenían organizadas mesas, como cuando uno se va a inscribir
a un evento, con las letras iniciales de los apellidos, con las cámaras fotográfi-
cas especiales para el carné. Y llegamos el día del compromiso, los estudiantes
que recuperamos las residencias fuimos carnetizados, diciendo en qué edificio

91
Reventando silencios

vivíamos y en qué habitación. Nos entregaron la llave, y oficialmente ese día el


gobierno en una concesión aceptó y legalizó lo que habíamos hecho nuestro.41

La nueva vida en las residencias estudiantiles: cultura, comunidad y


organización política
Y así, cumplido el plazo, Sánchez Torres reabrió las puertas de las residencias a
quienes con tantas ansias esperaban poder alojarse en el lugar que habían recuperado
desde el trabajo y la organización estudiantil. La recuperación de las residencias es la
viva imagen de un movimiento estudiantil afanado por las necesidades de quienes lo
conformaban, no solo a nivel individual, sino también a nivel colectivo.
Los grupos políticos que se habían conformado, ya bastante tiempo antes de la toma,
veían a la Nacional como un escenario revestido del cotidiano que se vivía a nivel
nacional. Las residencias y las cafeterías eran lugares donde no se daba una sim-
ple convergencia estudiantil, sino que eran espacios valiosísimos para quienes en esa
época hacían parte de procesos de organización y formación política. Algo muy des-
tacable, por tanto, es que esta recuperación significaba no solo una oportunidad para
los estudiantes de región, sino también una puerta de acceso a nuevos procesos de
renovación y construcción social, pues «en los estudiantes lo que prima, además de
la capacidad organizativa, es la necesidad de organización política en un país convul-
sionado donde el derecho a participar es nugatorio, nulo, no es permitido».42 Ver la
realidad política y tener la capacidad de darse a la tarea de buscar formas de recons-
trucción, dentro de los espacios de convivencia que compartían día tras día, fue algo
que aprovechó un sector de los estudiantes desde el mismo momento en que entraron
nuevamente en uso las residencias.
La convivencia estaba de la mano con la solidaridad emergente de la escasez de
recursos que existía en la mayoría del estudiantado. Antonio Manrique recuerda:
«Yo me acuerdo esas reuniones de la época, reuniones muy sanas porque no tenía-
mos con qué comprar, hacíamos reuniones de solo tinto».43 Los Combos se apoyaron
en espacios como los salones que brindaba la Universidad dentro de las residencias,
adicionales a los que ya existían dentro del campus, lo que viabilizó aún más el sos-
tenimiento de estos. Las reuniones, por tales motivos, se daban con frecuencia. Las
dificultades económicas individuales y colectivas se vieron subsanadas, de cierta
manera, tanto por las expresiones de solidaridad de los residentes mismos con sus
compañeros, como por los nuevos espacios a los que podían acceder. También es
importante resaltar que, en la construcción de tal desarrollo político, las actividades
culturales y deportivas fueron imprescindibles.
La organización política también influyó en la distribución de las residencias. Estas
se dividieron en dos partes: por un lado, la Unidad Camilo Torres, 24 torres numera-
das por bloques y, por el otro, el Gorgona. Unos bloques, aquellos con habitaciones

92
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia

más grandes, que contaban con baño propio y un balcón, se asignaron a los casa-
dos, parejas de estudiantes que tenían hijos. Los pisos del Gorgona se dividieron por
Colonias o Combos, como les llamaron. El segundo y tercer piso para los vallunos, el
último para los anarcos. Allí, algunas de las habitaciones eran para uso individual y
otras, en su mayoría, colectivas.44

Imagen 12. Habitación de las Residencias Femeninas, década de los 80. (Archivo personal
de Elizabeth Díaz - Fondo documental de Archivos del Búho)

A partir de ese momento, las residencias se hicieron mixtas, ya que las Femeninas no
lograban dar abasto a la gran cantidad de personas que necesitaban vivienda. Incluso,
hubo mujeres que abandonaron su habitación para trasladarse a Gorgona, pues allí
podían convivir con su pareja, sus hijos y familia.
Las Residencias Femeninas quedaban en el edificio hoy llamado Manuel Ancízar.
Originalmente, vivían mujeres estudiantes en habitaciones acopladas para una o tres
personas, tenían salas comunes, como la de lavado, y su organización estaba regida

93
Reventando silencios

por las reglas impuestas por la Universidad. Así lo recuerda Pilar Bazurto, habitante
de las Residencias Femeninas:

Uno entraba y al principio tenía que mostrar un carné, pero ya el portero lo


iba reconociendo a uno. Dentro de las mismas residencias había unas máqui-
nas de costura que estaban dañadas; había unos lavaderos, uno generalmente
aprovechaba los momentos libres, lavaba y se quedaba cuidando la ropa porque
se podía perder. Había unas salas para estudiar, había una sala de televisión. Los
baños no estaban dentro de cada pieza, sino al final de cada pasillo, no había
en las piezas entonces uno se levantaba, no había agua caliente, todo era agua
fría. Había una cancha de basquetbol y también había chicas que se levantaban
y hacían ejercicio.45

Dentro de los parámetros que establecía la institución para el funcionamiento de


las residencias se encontraba la prohibición del ingreso de personas ajenas a las que
vivían allí, principalmente el de los hombres. Sin embargo, esto no parecía ser un
impedimento para las estudiantes:

De cuando en cuando hacían alguna actividad, entonces presentaban alguna


película o fogata y ahí permitían entrar a los hombres. Pero uno entraba a los
hombres, porque se convertía en un reto de ver cómo eran las residencias allá
dentro. Entonces uno aprovechaba como tipo 10 u 11 de la noche y alguien se
ponía ruana y entraba, ¿cómo se iban a dar cuenta con una ruana? Y entonces
había de todo, había chicas muy conservadoras y empezaban a aparecer al otro
día letreros «hemos visto por los pasillos hombres», cosas así.46

La reocupación implicó grandes oportunidades que en el primer periodo de funcio-


namiento de residencias eran inaccesibles. Por ejemplo, la posibilidad de alojamiento
para los hijos de madres y padres que estudiaban en la Universidad, pero vivían lejos
de sus familias. Esta era la situación de una estudiante que se alojaba en las Resi-
dencias Femeninas —que seguían en funcionamiento en dicho periodo— y no le era
permitido que su bebé viviera con ella.47 Casos como este llevaron a que se adoptara
ese carácter mixto, el cual también dio paso a que dentro de las residencias se for-
maran familias y se llegaran a alojar más de cien niños y niñas, hijos de estudiantes,
quienes debieron distribuir su tiempo entre estudiar, hacer actividad política y man-
tener un hogar.
Dada esta situación, la solidaridad y la organización se fomentaba de diferentes
maneras. Tal es el caso de una pareja que organizaba horarios comunes de guardería,
en la que llevaban a su hijo y a todos los niños y niñas residentes a jugar al parque o
a hacer actividades.48 Esto fue algo que Fernando Sánchez Torres tuvo presente tam-
bién, pues aportó con su propio dinero al fomento de actividades, como un día de los

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Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia

niños en el que se organizó un evento para disfrazar a cada niño y darles regalos, un
acto que fue muy significativo para ellos.49

Imagen 13. Niños en las residencias. (Fondo documental de Archivos del Búho)

Así como las guarderías, en el edificio Uriel Gutiérrez se consolidó un programa de


aseo por habitación y por piso que consistía en que cada fin de semana se elegían dos
habitaciones para asear los baños colectivos y el conjunto del piso. Se trataba de un
calendario que se programaba mes a mes.
Estas dinámicas de organización llevaron a que, en determinado momento, las per-
sonas se llamaran entre sí por el número de la habitación, la región o la carrera: la
compañera de la 323, el de la 319, la habitación del costeño, el de odontología, el
geólogo. Viviendo allí la gente empezó a conocerse. Estas solidaridades, que emer-
gieron de la vida en residencias, trascendieron el carácter meramente estudiantil de
las relaciones entre sus huéspedes y adquirieron cada vez más matices políticos y
socioculturales.
La organización de pisos y bloques por Colonias propició un ambiente de integra-
ción dentro de la Universidad. Cada Colonia trataba de hacer eventos culturales:
había quienes proyectaban películas, quienes hacían fiestas, conciertos con grupos
de música colombianos y hasta torneos de baile, con la intención al mismo tiempo

95
Reventando silencios

de hacer del estudiantado un sujeto activo en la política nacional. En efecto, estos


encuentros tenían en sus ejes los principios del apoyo mutuo y la construcción de una
sociedad más equitativa, algo que acordaban también en espacios de esta índole.

También eran muy frecuentes los cineclubs. Había un movimiento de Colonias


que nos reuníamos, entonces estaba la Colonia opita, estaba la de Boyacá, pero
no me acuerdo como se llamaba, pero tenía una Colonia muy fuerte, estaba la
de los pastusos. Entonces cada Colonia trataba de hacer algo cultural, había
quienes proyectaban películas, quienes hacían fiestas, pero era también muy
política, no era solo cultura era también política la cosa.50

Esta lógica regional llegó incluso a salir de la Universidad a otros escenarios del país.
En varias oportunidades, cuando cerraban la Universidad, los estudiantes se seguían
reuniendo en sus regiones de la misma manera en que lo hacían por Colonias dentro
de la Universidad, con el ánimo de seguir impulsando la dinámica política y cultural.

Imagen 14. Mural realizado por los estudiantes de provincia en Duitama, 1984. (Archivo
personal de Hugo Salamanca - Fondo documental Archivos del Búho. )

También los Combos gestionaban grupos de estudio que les permitían a los estu-
diantes adelantar o complementar sus estudios e incluso aprender sobre cosas que
eran de interés común. Según un residente, en los pasillos se observaban carteles

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Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia

pegados con el aviso de «¿Tiene problemas con estadísticas? Vaya al salón doscien-
tos tal, de tal edificio», por lo que afirma que se sentía un ambiente muy acogedor.51
Tanto era el ambiente cultural, que los estudiantes no solo se apropiaron de las resi-
dencias, sino también de múltiples espacios aledaños a la Universidad como “el
castillo” por la entrada de la 26 o “el hueco” por la 45. Lugares donde, después de
clase, se reunían para hacer concursos de baile y luego salir juntos hacia las residen-
cias.52 Así lo recuerda Luis Higuera:

No teníamos plata con que emborracharnos, los del piso, los del ala nuestra no
teníamos pa’ nada, pero buscábamos la ocasión y la manera. Por ejemplo, la úl-
tima semana de diciembre, cada facultad hacía una fiesta de despedida y, una
vez íbamos un par de pendejitos pa’ residencias cuando dice «muchachos, ven-
gan» y fuimos hasta allá y una olla llena de cerveza, «si la quieren, llévesela»,
nos fuimos y qué problema para encontrar una olla grande, nos fuimos cada uno
con una olleta, una jarra, y todos así para que no se nos cayera la cerveza, ese
fue el día que hicimos una fiesta, pero allá se quedó la mayoría porque no tuvi-
mos cómo llevarla. No era tan frecuentes, pero se hacían cosas para vivir y no
estar muertos.53

Estos eventos, junto con los que realizaba la Universidad, hacían una agenda cultu-
ral completa para quienes vivían en residencias y tenían la oportunidad de disfrutar.
Todos los sábados, sin falta, sobre las tres y media de la tarde, estudiantes de Gorgona
y Femeninas se dirigían al auditorio León de Greiff para escuchar a la Orquesta Filar-
mónica de Bogotá, dirigida por el maestro búlgaro Dimitar Manolov.

A pesar de que los conciertos eran cada ocho días en Bogotá, es importante re-
cordarlo porque la música de cámara era algo a lo que la gente popular solamente
tenía acceso si era estudiante de la Universidad Nacional. Solo así teníamos la
posibilidad de acceder a esos conciertos del auditorio León de Greiff, de lo con-
trario ¿un estudiante de provincia cómo iba a pagar un concierto? Ir al Teatro
Colón para escuchar música de cámara era inaccesible.54

Sobre los eventos culturales recuerda Elizabeth Díaz, una residente:

En el auditorio León de Greiff se hizo un rumbononón con los Carrangueros


de Ráquira y los Gaiteros de San Jacinto. Resulta que unos estudiantes tenían
una revista cultural llamada Punto de Partida, en la que participaban poetas, fo-
tógrafos, ensayistas y caricaturistas. Cada vez que se iba a lanzar un número de
la revista se hacía una fiesta grande, una de ellas se realizó en el León de Greiff
y fue todo un acontecimiento, estuvo buenísimo. Ese día, no cabía un alma,
bailamos y se formaron nubes de marihuana. A raíz de eso nunca más volvieron
a prestarle a los estudiantes el auditorio para ese tipo de eventos, solamente
quedó para la sinfónica, para espectáculos más formales.55

97
Reventando silencios

Los diferentes rasgos culturales, dados por la diversidad de los estudiantes, también
les permitió solventar problemas generados por la falta de recursos de la mayoría de
los que vivían en las residencias, pues, al venir la mayoría de zonas rurales, muchos
de ellos no tenían cómo costear una alimentación fuera de la que ofrecía la cafetería
central. Un ejemplo de esto es la siguiente anécdota que recuerda Hugo Guanumen:

Cuando estábamos viviendo en las residencias, la gente se dio cuenta que en las
noches la policía dejaba solo el lote y un día dijeron: ¡bueno, vamos para la fin-
ca, vamos a ordeñar las vacas! Los estudiantes se organizaron, se calzaron sus
botas pantaneras, sus ruanas, su sombrero y se fueron a ordeñar las vacas. Saca-
ron la leche y le repartieron a todo el mundo por un par de semanas. Por sentido
social y colectivo, primero se repartía a los casados que vivían con niños, luego
a los que tenían una cocineta en la misma pieza y hacían su desayuno y almuer-
zo y hasta quedaba para repartirse a otros bloques de residencias.

Como a los 20 días, cerraron por varios días la cafetería de la Universidad, en-
tonces los estudiantes de provincia no tenían dónde comer, y en esa situación,
por los pisos empezó a correr la propuesta de ir a la finca a buscar comida. Se
organizaron grupos de 3 o 4 estudiantes y primero fueron por una oveja y la
sacrificaron para utilizar la carne, cuando se acabó la carne de la oveja, se dieron
cuenta que una oveja era muy pequeñita para alimentar tantos estudiantes, en-
tonces hubo que acudir a una vaca.

La vaca se llevó a uno de los bloques del edificio Camilo Torres y tuvo que
subir hasta el último piso por todas las escaleras, viva, ella muy obediente, subió
hasta el quinto piso y allá se sacrificó, y con esa res se alimentó al estudiantado
tal vez por una semana. Ese día comenzaba el fin de semana, era puente y había
carne a la llanera pa’ todo el mundo. A raíz de eso, la gente se reunió a tocar, a
compartir y a hacer diferentes actos políticos. Después se supo que el ganado
estaba enfermo y lo tenían era en cuarentena.56

Con lo anterior se puede ver que en las residencias no solo se manifestaban actos de
protesta, sino también de solidaridad. Es por ello por lo que, con su recuperación, la
actividad y la movilización estudiantil aumentaron, siendo estas uno de sus mayores
puntos de gestación.57
El carácter político de la toma de las residencias, así como de todas las acciones a
título del movimiento estudiantil, caracterizaron a estos años en los que la Universi-
dad se llenó de vida. Un ejemplo de esa unión cultural y política fue la instalación de
cruces que se llevó a cabo en la llamada Playita, con el fin de simular un cementerio o
camposanto, en conmemoración de todos los desaparecidos.

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Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia

Un día, un movimiento plantó cerca de la Plaza Che decenas de cruces,


denunciando las detenciones-desapariciones forzadas de estudiantes de la Uni-
versidad, parecía un cementerio. Duró como dos días, hasta que las directivas lo
quitaron. Otro día para iniciar una marcha algún Combo se subió a la punta de la
torre donde funcionaba la rectoría de la Universidad y desplegaron desde el últi-
mo piso una corbata de papel grandísima, visibilizando la desfinanciación. Con
esa acción se llamó la atención de los estudiantes, se empezó a llamar a los es-
tudiantes a la marcha con arengas en la Plaza.58

Imagen 15. Simulación del cementerio o camposanto que llevaron a cabo estudiantes de la
un en conmemoración de quienes habían sido asesinados o desaparecidos. (Fondo Archivos
del Búho. Archivo personal de Hugo Salamanca)

En buena medida, estos procesos socioculturales y políticos se dieron gracias a las


diversas experiencias de vida de los estudiantes que los llevaron a cabo, pues había
desde personas de ciudad hasta campesinos que llegaban de los más recónditos luga-
res del país, lo cual ofrecía una enriquecedora variedad de perspectivas a los procesos
organizativos gestados al interior de la Universidad.59 Sin embargo, esta no era la
única fuente de enriquecimiento, pues el panorama político y social del país entero

99
Reventando silencios

también influenciaba directamente las dinámicas adoptadas por la comunidad univer-


sitaria. Un ejemplo de ello es la Amnistía del 82, que no solo se vivió a gran escala,
sino también en pequeños procesos dentro de la un.

Amnistía del 82
Este proceso de amnistía inició, a nivel nacional, con los diálogos de paz que
emprendió el presidente Belisario Betancur con las guerrillas, de los cuales resultó la
firma del Acuerdo de la Uribe con el que se buscaba el cese al fuego bilateral. Estos
diálogos fueron apoyados por la aprobación de la Ley 35 del 20 noviembre de 1982,
la cual daba la amnistía a los presos políticos que eran miembros de alguna de las gue-
rrillas, confiriéndoles nuevamente su libertad. Esto también permitió, posteriormente,
la creación de partidos políticos como la Unión Patriótica (up), A Luchar y Alianza
Democrática M-19, como inicio de una apertura democrática.60
Fue a partir de ese momento que el presidente inició diálogos de paz, principal-
mente con el M-19 y las farc-ep. Pero estos fracasaron por la forma en que había sido
formulada la amnistía legalmente, ya que, aunque en un principio no exigía la desmo-
vilización obligatoria de los integrantes de los movimientos insurgentes, en el artículo
7 aumentaba la pena dada por el porte ilegal de armas. Esto último era visto como un
obstáculo por los grupos guerrilleros, pues se sentían presionados por el Estado; lo
veían como una herramienta de control y no de consolidación de paz. Esto, sumado
a la oposición en contra de la firma de los acuerdos de paz generada por los narcotra-
ficantes, paramilitares y las Fuerzas Armadas que consideraban inviable la decisión
del presidente, debido a la posible concesión de un lugar en las urnas para los grupos
insurgentes,61 ocasionó el cese de los diálogos y un retorno en 1985 al estado de gue-
rra anterior.62
La amnistía también llegó a verse reflejada en el ámbito académico. En el marco del
reintegro de los exmilitantes a la sociedad, el rector Fernando Sánchez Torres permi-
tió el reingreso y la entrada a la Ciudad Universitaria de estudiantes que pertenecieron
a estos movimientos, como apoyo al proceso social y al intento de paz y reparación
que fomentaba la amnistía.

Con el fin de generar las condiciones favorables para aplicar la amnistía políti-
ca a estudiantes y su vinculación a la Universidad, se definieron los criterios que
permiten estudiar solicitudes remitidas por quienes se han acogido a la Ley 35
de 1982. A 10 de junio de 1983 el Consejo Superior ha autorizado 17 reintegros
y 8 ingresos distribuidos en las diferentes Facultades de la Universidad. El cupo
total dispuesto por la Universidad para estos estudiantes corresponde al 5% del
total de cupos para todas las carreras, que equivale a 180 plazas.63

100
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia

De este modo, la actividad política de la Universidad no solo se vio influenciada


por la recuperación de las residencias, sino también por el reintegro de las personas
cobijadas por la amnistía. Esto, por consiguiente, se sumó a las diversas expresiones
culturales y políticas dentro del movimiento estudiantil que ya se mencionaron.
También, durante 1983, ocurrió un enfrentamiento determinante para la situación
política del momento en la Universidad. En el marco de una conmemoración, el 7
de octubre de ese año, el choque entre la Fuerza Pública y los estudiantes mostró un
uso atípico de la violencia. Primero, por parte la entidad estatal y, luego, por parte la
comunidad estudiantil, lo cual tuvo consecuencias nefastas.

Algunos estudiantes determinaron conmemorar el “Día del Guerrillero


Heroico”, es decir, un aniversario más de la muerte del Che Guevara, conmem-
oración que terminó en un trágico enfrentamiento entre manifestantes y Fuerza
Disponible. Hubo heridos y detenidos, pero lo más lamentable fue la muerte de
Yesid González Perales, alumno de la Facultad de Artes. La tensión surgida por
estos hechos amenazó con desatar una crisis interna de graves consecuencias.
Se decidió entonces convocar a la comunidad universitaria a hacer acto de pres-
encia como rechazo a la violencia, y como voluntad de transcurrir en paz.64

Esa paz a la que invitó el rector de la Universidad no duró mucho tiempo, pues este
tropel vaticinó lo que pasaría poco tiempo después, el 16 de mayo de 1984; el 7 de
octubre fue el primer tropel en el que tanto la Fuerza Pública como algunos estudian-
tes utilizaron armas de fuego durante el enfrentamiento.

Bueno, pues yo estuve cerca y algo que me impresionó, por decirlo así, fue la
frialdad de la policía para disparar, para matar, porque realmente parecía que
solo buscaban eso, ver cómo caían compañeros heridos y seguían disparando,
luego los disparos de los compañeros… después uno se pregunta si valió la
pena, si existía justificación de parte y parte. A nivel de la policía no existía jus-
tificación para que disparara. A nivel de los estudiantes uno se cuestiona, o yo
me cuestioné, qué pasa, qué está pasando con nosotros.65

Fuentes de prensa como el diario La Patria66 afirmaron que dichos enfrentamien-


tos habían sido provocados por guerrilleros del eln, de acuerdo con un informe del
comando de la policía de Bogotá en el que también se registraban 4 agentes de la poli-
cía que habían sido heridos por impactos de bala con subametralladoras y revólveres.
La nota también destaca que fueron 11 heridos entre los que se encontraban tanto
civiles como policías, pero hace énfasis exclusivamente sobre los perjuicios hacia la
Fuerza Pública, omitiendo completamente el asesinato de González y los daños cau-
sados a otros estudiantes. Esta nota, cabe mencionar, destaca el trabajo de la policía
en su labor de contención de los disturbios, pero esquiva los abusos cometidos por la
misma hacia los estudiantes, también con armas de fuego.

101
Reventando silencios

De ese modo, el 7 de octubre de 1983, la un volvió a sacudir al país por un incre-


mento en la forma y la severidad de la confrontación violenta.67 Pero, principalmente,
porque ese día el nombre “Yesid González Perales” tuvo que añadirse a la lista de
estudiantes y líderes asesinados, que desde hace décadas ha venido elaborando el país
en silencio.

El fin del gran logro


Este ambiente dentro de la Universidad, junto con la recuperación de las residencias,
obtuvo una desfavorable mirada por parte de la opinión pública sobre la un, además
de acentuar aquellas percepciones que ya tenía acerca de lo que ocurría dentro de la
institución. Los medios empezaron a centrar su atención en las residencias, presentán-
dolas como un foco subversivo y donde, además, se cometían delitos en su mayoría
relacionados con el narcotráfico.
Si bien las residencias contaban con una composición política diversa, durante ese
momento la estigmatización, en muchos casos, superó lo que estos mismos podían
prever, principalmente por la presencia de insurgencias. Se llegó al extremo de difun-
dir, incluso, un presunto caso de asesinato y descuartizamiento de un estudiante por
parte de estas, el cual la Procuraduría desmintió mediante un informe sobre las resi-
dencias universitarias que fue publicado en el periódico De Frente.68
En este periodo, en las residencias todo estaba delimitado e influenciado por las
colectividades. La mayor parte de su organización interna dependía de ellas y eran
estas, a su vez, la herramienta más grande que encontraban para solucionar sus con-
flictos y problemáticas.
Debido a estas situaciones, dentro de las residencias se inició un debate álgido sobre
las normas. Algunas personas que vivieron en ellas recuerdan frases como «usted
quién es para poner normas o para decir qué puedo o no hacer».69 Aun así, lograron
llegar a una serie de acuerdos internos entre los estudiantes que se alojaban allí frente
al uso, el orden y la limpieza de las residencias. Esta reglamentación estuvo mar-
cada por libertades que, de haber sido reguladas por la Universidad, no hubiesen sido
posibles. Por ejemplo, algunos estudiantes encontraron en las residencias su sustento
propio. Así, un Combo se organizó e instaló un supermercado en el primer piso y ven-
dían elementos de la canasta básica: pan, huevos, leche, cigarrillos, fósforos, todo lo
que se necesitaba en la cotidianidad, a falta de cualquier tienda en las cercanías del
Gorgona.70 También acordaron que cualquier residente podría darle alojamiento a sus
hermanos o familiares de hasta tercer grado de consanguinidad.71

102
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia

Sin embargo, la situación empezaba a salirse de control. Según los relatos de estu-
diantes de la época,

Al principio sí había control, no entraba nadie sin recomendación, pero luego se


volvió como tierra de nadie y tierra de todos, entraba gente que no era estudi-
ante, vivía gente que no era estudiante, empezó la gente a emparejarse y a tener
hijos y niños y niños.72

La desorganización también trajo la presencia de una organización conocida como


Muerte a Pepos (map), también distinguida como mape, que se dedicó a perseguir,
castigar y expulsar a expendedores de drogas que se alojaban y reclamaban control
del lugar. Esta persecución desencadenó la muerte del estudiante Julio César Barrera
Castro, de Medicina Veterinaria, quien, al querer huir de ellos, intentó fugarse por una
ventana y cayó desde el cuarto piso en horas de la madrugada.73
Y, pese a esta situación, el microtráfico y el crecimiento de la drogadicción solo fue-
ron en ascenso durante el periodo en el que tuvieron vigencia las residencias después
de la toma.

Por las responsabilidades que yo tenía como representante estudiantil en esos


momentos, debo decirlo también en estos instantes, que los estudiantes no
teníamos tampoco la capacidad operativa de impedir la intrusión de elemen-
tos extraños. Hicimos varios ejercicios contra la delincuencia juvenil, contra la
intromisión del narcotráfico o microtráfico al interior de las residencias, pero
son fenómenos sobre los que no asumo responsabilidad, pero sí asumo que
existieron como existen hoy.74

La ausencia de unos límites claros permitió la entrada de agentes nocivos y peli-


grosos. Es imposible negar que los aspectos negativos subyacentes a este escenario
desbordaban la capacidad de manejo de los estudiantes, a pesar de que sus esfuerzos
habían traído muchas oportunidades para ellos. Inclusive se llevaban a cabo saqueos y
no existía un ente protector de los derechos que los mismos residentes exigían:

Un evento absolutamente absurdo: se metieron a unos apartamentos en la Uni-


versidad, los drogadictos, estudiantes, robaron chaquetas, planchas y el cuento
es que estaban expropiando que porque había gente que tenía muchas cosas, ese
pretexto para después ir y vender esas cosas por dos pesos para tener plata para
droga y el cuento de ellos era que expropiaban a la gente misma de la Univer-
sidad. Cómo sería la crisis que hacían eso y había gente que les daba la razón.75

Las dificultades internas con respecto al orden y la seguridad a las que se enfrentaban
los estudiantes propiciaban la persecución de líderes estudiantiles, como es el caso de
Chucho León, líder con mucha influencia en ese momento, o a quienes conformaban
Cooperación Estudiantil, organización que estaba bajo su liderazgo. Esto también

103
Reventando silencios

llevó a que, bajo el juicio de la sociedad, se estigmatizara más a la Universidad, ya


que era vista como cuna de agremiaciones políticas de izquierda lideradas por estu-
diantes de provincia, a quienes también se les relacionaba con una presencia de la
guerrilla en la Universidad. Todo esto tan solo lograba, a los ojos del país, legitimar
los abusos del poder.
Ahora, los estudiantes tenían un esquema de seguridad que respondía a los constan-
tes intentos de ingreso de la Policía. En uno de estos escenarios, incluso, fue detenida
una persona que había salido junto a más de 200 estudiantes a un enfrentamiento vio-
lento en una de las muchas noches en las que la Fuerza Pública arremetía contra los
residentes. Luis Higuera cuenta que eran 15 policías y que algunos estaban armados
con revólver. En un momento, perdió el respaldo de sus compañeros y uno de los poli-
cías lo tomó de escudo apuntándole con el arma, de modo que los demás no podían
socorrerlo. El policía lo golpeó por las rodillas, lo arrastró y lo maltrató, mientras dis-
paraba arbitrariamente hacia los otros estudiantes. Fue hasta que su arma se quedó
sin balas que pudo defenderse y sus compañeros acudir en su ayuda. Luis cuenta que

Las camas tenían un larguero que era una varilla metálica, y nos armamos
de varillas y salimos a ver esto que estaba lleno de policías y el comandan-
te del operativo estaba disparando con su revólver, pero digamos eran unos 15
policías, y creo que salimos por ahí unos 200 estudiantes, todos al tiempo, to-
dos con una varilla que nos defendía y nos botamos a repeler el ataque de la
policía. Esta portería no existía y esa reja tampoco, la policía corre hacía allá,
otros corren hacia allá, y entonces un policía se queda detrás de un poste de es-
tos, quedó como solo, entonces un compañero mío, que se llama Hugo, y yo,
nos venimos a capturar a ese policía porque en esos enfrentamientos la compen-
sación de fuerzas era muy equilibrada, aunque ellos tenían las armas, nosotros
éramos muchos más.76

Las residencias representaban la materialización de un proyecto que había planeado


el movimiento estudiantil en aras de ampliar los derechos del estudiantado, pero todo
se había complicado con las múltiples situaciones que cada vez oscurecían más el
panorama. Las residencias se convirtieron en un problema, no solo por la imposibili-
dad de ejercer algún tipo de control sobre las 2.000 personas que las habitaban, sino
también porque generaban una situación de vulnerabilidad constante ante los diferen-
tes amedrentamientos que el Estado, las organizaciones de derecha y los grupos al
margen de la ley les infligían.77 Personas inocentes estaban manchadas con la imagen
de la delincuencia y el terrorismo que se desarrollaba incontrolablemente al interior
de los alojamientos, lo que hacía incluso más inviable la movilización social y las
garantías de seguridad que exigía el estudiantado.
Todos estos factores les hicieron llegar a la conclusión de que debían hacer algo. Lo
que estaba ocurriendo se les salía de las manos, porque era el reflejo de una proble-

104
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia

mática que se extendía por todo el territorio nacional: «La universidad pública hoy
también y de manera permanente ha sido escenario de diferentes condiciones delin-
cuenciales ajenas a la universidad».78
Por todos los inconvenientes internos de las residencias y el peligro que representa-
ban para el gobierno de turno como foco subversivo, era claro que su permanencia se
acercaba a su fin. Es por eso por lo que la excusa perfecta para dar fin a los problemas
que significaban las residencias —que eran el único escenario donde se había dado
un cogobierno estudiantil en la un— emerge cuando estalla uno de los sucesos más
oscuros en la historia del movimiento estudiantil: el 16 de mayo de 1984.

105
Reventando silencios

Notas al final

1. Álvaro Villarraga Sarmiento, Biblioteca de la Paz 1980-2013. Los procesos de paz en


Colombia, 1982-2014 (Documento resumen) (Bogotá: Fundación Cultura Democrática,
2015), 35.
2. Miguel Ángel Urrego y Verónica Oikión Solano, Violencia y sociedad. Un hito en la his-
toria de las izquierdas en América Latina (2010). Citado por Pilar Adriana Rey Hernández,
«Luchas estudiantiles en Bogotá: 1980-1991», Ciudad Pazando 6, núm. 2 (diciembre 2013):
66.
3. Rey Hernández, «Luchas estudiantiles en Bogotá», 66.
4. Archivos del Búho y Corporación de Estudios Sociales y Culturales de la Memoria
(cesycme), «Base de datos de las Violaciones a los Derechos Humanos Registradas por el
Movimiento Estudiantil» (entregada a la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, junio
de 2020).
5. Frank Molano Camargo y Jymy Forero Hidalgo, «El caso del Colectivo 82. Una historia
entre la memoria y el olvido, la rebelión y la represión», ACHSC 47, núm, 2 (diciembre 2020):
88.
6. Antonio Manrique y Elizabeth Díaz, entrevista de Archivos del Búho, 2019.
7. Molano Camargo y Forero Hidalgo, «El caso del Colectivo 82», 85-111.
8. «Liga Colombiana por los Derechos y la Liberación de los Pueblos», en El camino de la
niebla y la desaparición forzada en Colombia, ed. Liga Colombiana por los Derechos y la
Liberación de los Pueblos; Colectivo de abogados José Alvear Restrepo (Bogotá: Liga Colom-
biana por los Derechos y la Liberación de los Pueblos, 1988).
9. Molano Camargo y Forero Hidalgo, «El caso del Colectivo 82», 104-5.
10. Fernando Sánchez Torres, «Honor y dolor de haber sido rector», en Recuerdos dispersos
(Bogotá: Giro Editores, 2004), 229.
11. Molano Camargo y Forero Hidalgo, «El caso del Colectivo 82», 85-111.
12. Taller Colectivo de Memoria (2019). Organizado por Archivos del Búho, 19 de octubre
de 2019.
13. Molano Camargo y Forero Hidalgo, «El caso del Colectivo 82», 100-102.
14. Luis Higuera, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
15. «Juicio colectivo en Bogotá», Amnesty International, julio 1979, 2, https://www.amnesty.
org/es/documents/nws21/019/1979/es/.
16. «Rabia y dolor por el maestro y compañero», Comité de Solidaridad con los Presos Polí-
ticos, Boletín 24 (Bogotá: Comité de Solidaridad con los Presos Políticos), 16-17.
17. «Universidad a distancia... y muerte a domicilio», Voz Proletaria, agosto 26, 1982.

106
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia

18. Guido Bonilla Pardo, Justicia para la justicia. Violencia contra jueces y abogados en
Colombia: 1979-1991 (Bogotá: Comisión Andina de Juristas Seccional Colombiana, 1992),
63.
19. Taller Colectivo de Memoria (2019).
20. Fernando Landazábal, «Esperamos que sea la última amnistía», El Tiempo, octubre 31,
1982.
21. «Editorial», Isítome 4 (noviembre 1982): 1.
22. Aunque en la resolución 185 del csu del 2 de noviembre de 1976, «Por el cual se sus-
pende el programa de residencias estudiantiles», no se expliciten razones para tomar dicha
decisión, la prensa registró señalamientos de las propias directivas de la Universidad tildán-
dole como tal.
23. Oficina de Planeación, Boletín de Estadística 1977 (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 1978), 21-25.
24. Oficina de Planeación, Boletín de Estadística 1977 (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia, 1978), 21-25.
25. Oficina de Planeación, Boletín 1982, 8-11; 38; 84.
26. Jairo Ramírez, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
27. Los Combos eran grupos que tenían las más diversas formas de organización dentro del
movimiento estudiantil, en las cuales integraban el deporte, la cultura y lo educativo con lo
político.
28. El nombre con el que se conocía a esta Colonia ponía de manifiesto uno de los temas
puestos en la agenda de debate del movimiento estudiantil, dejando ver algunos de sus inte-
reses políticos y culturales: «Los estudiantes de la Nacional, sobre todo de la universidad
pública, tienen mucha cercanía con el proceso, con el conflicto árabe, palestino e israelí más
concretamente y había evidentemente una posición muy clara a favor de la causa palestina,
entonces no sé por qué relacionaban lo del Líbano, Tolima, con Palestina, que son dos paí-
ses muy diferentes, pero los estudiantes los relacionaban así, si es de Líbano les sonaba como
árabe y palestino» (Ramírez, entrevista, 2015).
29. Manrique, entrevista, 2019.
30. Higuera, entrevista, 2015.
31. «Los die del patíbulo», Semana, abril 10, 1989, https://www.semana.com/nacion/arti-
culo/los-nueve-del-patibulo/11526-3.
32. Elizabeth Díaz, entrevista de Archivos del Búho, 2017.
33. Cuando logramos garantizar la estabilidad de las residencias durante el mes de septiem-
bre y octubre de este año, empezaron a aparecer estudiantes que dijeron: estos ya llevan dos
meses sin pagar arriendo, yo como que también me voy para allá.

107
Reventando silencios

34. Este apartado es un fragmento de una de las noticias del periódico De Frente que Fer-
nando Sánchez Torres incluye como parte de su libro y retroalimenta desde su perspectiva.
Fernando Sánchez Torres, «La verdad sobre las residencias», Testimonio de una gestión recto-
ral 1982-1984 (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1984).
35. Higuera, entrevista, 2015.
36. Así lo afirma Sánchez Torres en su texto «La verdad sobre las residencias»: «Como con-
secuencia de ello, y a manera de anécdota, refiero que el rector de una universidad pública de
Bogotá me solicitó, por escrito, que permitiera a 50 estudiantes de su institución continuar
usufructuando las residencias de la Universidad»
37. Fernando Sánchez Torres, «A la comunidad universitaria», mayo 2, 1983. En: Testimonio
de una gestión rectoral. 1982-1984. Por Fernando Sánchez Torres. Pp. 70-71.
38. Sánchez Torres, «La verdad sobre las residencias».
39. Manrique y Díaz, entrevista, 2019.
40. «Manifiesto a la comunidad universitaria», abril 2, 1984. En: Testimonio de una gestión
rectoral. 1982-1984. Por Fernando Sánchez Torres. Pp. 70-71.
41. Higuera, entrevista, 2015.
42. Higuera, entrevista, 2015.
43. Manrique y Díaz, entrevista, 2019.
44. Higuera, entrevista, 2015.
45. Pilar Bazurto, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
46. Bazurto, entrevista, 2015
47. Taller de Exactivistas Estudiantiles de la Universidad Nacional (Décadas 70, 80 y 90),
septiembre de 2017.
48. Díaz, entrevista, 2017.
49. Díaz, entrevista, 2019.
50. Díaz, entrevista, 2019.
51. Higuera, entrevista, 2015.
52. Manrique y Díaz, entrevista, 2019.
53. Higuera, entrevista, 2015.
54. Hugo Salamanca, entrevista de Archivos del Búho, 2017.
55. Bazurto, entrevista, 2015.
56. Hugo Guanumen, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
57. Segundo Taller Colectivo de Memoria (2019). Organizado por Archivos del Búho, 26 de
octubre de 2019.

108
Capítulo 2. Las residencias universitarias: símbolo de vida y resistencia

58. Higuera, entrevista, 2015.


59. Higuera, entrevista, 2015.
60. Natalia Castañeda Chaparro, «Amnistía e indulto en Colombia: 1965-2012» (Tesis de
pregrado, Universidad Nacional de Colombia, 2012), 61.
61. Castañeda Chaparro, «Amnistía e indulto», 82-83.
62. «Siglo XX», en Cuadernos del Centro de Pensamiento (7). Amnistías, indultos y perdo-
nes. Entre la insurrección comunera y las conversaciones de La Habana (Bogotá: Universidad
Sergio Arboleda, 2014), 31-37.
63. Fernando Sánchez Torres, Testimonio de una gestión rectoral (1982-1984) (Bogotá: Uni-
versidad Nacional de Colombia, 1984), 44.
64. Sánchez Torres, «Honor y dolor de haber sido rector», 233.
65. «La universidad en cuestión. Un hecho…varias versiones», De Frente, octubre 20, 1983,
2.
66. «Comandos del e.l.n. en disturbios de la u.n.», La Patria, octubre 9,1983. Recuperado
de Álvaro Perea, Más luces que sombras (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2007)
67. «La universidad en cuestión», 2.
68. «La Procuraduría entrega informe sobre las residencias», De Frente, mayo 23,1984, 1-2.
69. Manrique, entrevista, 2019.
70. Salamanca, entrevista, 2017.
71. Díaz, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
72. Carlos Raúl Gutiérrez, entrevista de Archivos del Búho, 2019.
73. «La Procuraduría entrega informe sobre las residencias», 1-2.
74. Higuera, entrevista, 2015.
75. Manrique y Díaz, entrevista, 2019.
76. Higuera, entrevista, 2015.
77. Segundo Taller Colectivo de Memoria (2019).
78. Higuera, entrevista, 2015.

109
CAPÍTULO 3
Mayo de sol y lluvia: 1984 y los
hechos del 16 de mayo en la UN

Carolina Gómez Pulido


Estudiante de Sociología y Estudios Literarios de la UN

Juan Sebastián Flórez Herrera


Historiador de la UN e investigador de la CESYCME
E
n agosto de 1982 inició el periodo de gobierno del presidente Belisario
Betancur Cuartas. La fase final de su campaña y el despliegue político de su
gobierno fueron procesos marcados por la promesa de buscar alternativas a
la guerra a partir de negociaciones de paz con las organizaciones insurgentes. Paradó-
jicamente, durante el tiempo que duró su mandato (1982-1986), el conflicto armado
en Colombia inició un proceso de escalamiento en los niveles de confrontación, hubo
una proliferación de actores armados y el país atravesó puntos álgidos de nuestra
experiencia de guerra como pueblo, en los que está gravemente comprometida la
responsabilidad del Gobierno y de las instituciones del Estado. Entre estos, claro, los
acontecimientos violentos del 16 de mayo de 1984 en la Universidad Nacional (un),
sede Bogotá.

El Gobierno de Betancur entre la guerra y la paz

El 19 de septiembre de 1982, en pleno comienzo de su mandato, Betancur conformó


la Comisión de Paz Asesora del Gobierno por medio del decreto 2711, a partir de la
cual se establecieron acercamientos con las organizaciones armadas que, de manera
dispar, atendieron a las negociaciones. Entre estas estuvieron las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (farc – ep), el Movimiento 19 de
abril (M-19), el Ejército Popular de Liberación (epl) y Autodefensa Obrera (ado).1
Dos meses después, el Gobierno dio paso a una de las iniciativas más polémicas y
determinantes para el curso de las negociaciones de paz en Colombia. En la madru-
gada del 19 de noviembre entró en vigencia la Ley 35 de 1982 «por la cual se decreta
una amnistía y se dictan normas tendientes al restablecimiento y preservación de
la paz». En el artículo primero la norma ordenó conceder «amnistía general a los
autores, cómplices o encubridores de hechos constitutivos de delitos políticos».2 Esta
amnistía fue acogida por cientos de guerrilleros, algunos salieron de las cárceles y
otros dejaron las organizaciones armadas. Según información entregada a la prensa

111
Reventando silencios

por el general Miguel Vega Uribe, salieron de los centros de reclusión 375 guerrilleros
de las farc-ep, Ejército de Liberación Nacional (eln), epl, el Comando Pedro León
Arboleda (pla),3 ado y M-19.4
Tanto los avances de la Comisión de Paz Asesora, como la reciente amnistía, sin
duda generaron importantes esperanzas en la posibilidad de la construcción de paz.
La periodista Laura Restrepo, parte de la Comisión, retrató el optimismo de su propia
experiencia de la siguiente manera:

Durante doce extraordinarios meses fue tal el estado de exaltación que se


apoderó de nosotros, que no volvimos a comer ni a dormir. Corría 1984 y
Colombia iniciaba, por primera vez en la historia de América Latina, una nego-
ciación de paz entre el gobierno y las guerrillas insurgentes. […] A todos los que
de una manera u otra participamos en el proceso nos embargaba la exuberante
sensación de que, después de decenios de violencia en nuestra patria, la paz es-
taba por fin al alcance de la mano.5

Los primeros resultados de la negociación se dieron a conocer el 28 de marzo de


1984 con la firma de los Acuerdos de la Uribe alcanzados entre el Gobierno y las
farc-ep. En estos, se definió el 28 de mayo como fecha de inicio de un histórico cese
de las hostilidades entre las partes. Además, se incluyeron medidas tendientes a una
apertura política, antesala para que el 28 de mayo de 1985, un año después de ini-
ciada la tregua, se presentara la Unión Patriótica (up) como un movimiento político
abanderado de la paz. Este fue resultado de una amplia confluencia conformada por
algunos guerrilleros de las farc-ep, destacados para la acción política legal, el Par-
tido Comunista, sectores liberales, una facción de ado que atendió a los diálogos con
el Gobierno, entre otros procesos políticos y sociales de orden regional y nacional.
En el caso del epl y el M-19, estas dos organizaciones construyeron importantes
escenarios de unidad que estuvieron presentes durante el resto de sus historias hasta
los procesos de negociación y desarme a inicios de los años 90. Públicamente, con
el inicio de las conversaciones, ambas organizaciones se mostraron reacias a la tre-
gua. Así lo demuestra la toma de Florencia por parte del M-19 el 13 de marzo de
1984, una de las acciones militares más importantes llevadas a cabo por el Frente Sur
de esta organización. Algunos días antes, en un comunicado público, Iván Marino
Ospina y Álvaro Fayad, sus máximos dirigentes, descartaron negociar en medio de
las confrontaciones y señalaron lo siguiente: «nosotros planteamos que esto tiene que
solucionarse ya es por la vía armada. No aceptamos treguas que en la práctica signi-
fica desmontar o autocercar a nuestro “Frente”».6
Con el avance de los acercamientos, un mes después, la prensa registró: «epl y
M-19 se unieron [...] [y] reiteran la necesidad de realizar un cese al fuego preliminar
a un diálogo nacional».7 En este contexto, el epl propuso, por medio de su dirigente

112
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

Oscar William Calvo, por primera vez en el marco de las negociaciones, el desarro-
llo de una Asamblea Nacional Constituyente como alternativa de paz, proceso que
solo sería posible años después y que daría como resultado la Constitución de 1991. A
mediados de agosto de 1984, estos acercamientos derivaron en el inicio de una tregua
de las dos organizaciones guerrilleras y el Gobierno de Betancur.
En cuanto al eln, esta organización mantuvo una distancia crítica frente a la
negociación propuesta por el gobierno. A nivel interno, pasaba por un proceso de
reestructuración tras la crisis que vivió durante casi toda la década de los años 70,
tiempo durante el cual tuvo sus picos más importantes con la operación Anorí en
1973, la captura de la mayor parte de su estructura urbana en Bogotá en febrero de
1977 y el desmonte unilateral del Frente Central ordenado por uno de los comandan-
tes en 1978. Esta crisis, entre otras consecuencias, implicó que el eln tuviera una
frágil unidad para afrontar el momento político que atravesaba el país. Hecho que
quedó en evidencia con el secuestro en Bogotá de Jaime Betancur Cuartas, hermano
del presidente, en noviembre de 1983, por el sector “16 de marzo” de esta organiza-
ción, pese a que esta acción había sido desautorizada por la Dirección Nacional.8
A pesar de todos los esfuerzos que derivaron en los anteriores resultados, una serie
de hechos matizaron la verdadera voluntad de paz del Gobierno y la unidad de las ins-
tituciones del Estado para afrontar dicho camino. En primer lugar, pese al intento de
distinguirse del mandato de Julio César Turbay Ayala, Betancur mantuvo en espacios
de poder a figuras importantes de la represión del Estatuto de Seguridad. Vale la pena
señalar el caso del general Miguel Vega Uribe, comandante desde 1979 de la Brigada
de Institutos Militares (bim) de Bogotá, responsable de torturas y desapariciones for-
zadas practicadas por los oficiales bajo su mando. Este general, como muchos otros
responsables de graves violaciones a los Derechos Humanos, no sólo continuó en
funciones, sino que fue ascendido al Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y poste-
riormente fue Ministro de Defensa entre 1984 y 1986.9
Como resultado de la continuidad, tanto de los responsables como de las prácticas de
represión, los primeros meses de gobierno estuvieron empañados por graves hechos
de violencia en los que se ve comprometida la responsabilidad del Estado: «en dos
meses, desde el día en que asumió la presidencia y hasta el 8 de octubre de ese 1982,
ya se contabilizaban 75 asesinatos y 23 desapariciones con motivación política».10
Si bien la amnistía fue uno de los más importantes gestos de paz del Gobierno, según
un informe de Amnistía Internacional de 1988, una parte importante de los guerrille-
ros amnistiados fueron asesinados, desaparecidos o forzados al exilio.11 En el mismo
sentido, según información del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos
Humanos (cpdh), los asesinatos políticos perpetrados por fuerzas del Estado y gru-
pos paramilitares pasaron de 525 en 1982 y 594 en 1983, a 630 en 1985 y llegaron a
doblarse en 1986, alcanzando 1387 casos registrados.12

113
Reventando silencios

Esta violencia creciente fue auspiciada, entre otros factores, por la aparición en 1982
de grupos como Muerte a Secuestradores (mas), una organización paraestatal finan-
ciada por el narcotráfico, responsable de graves violaciones a los Derechos Humanos
en la que se probó la participación de miembros de las Fuerzas Armadas. En febrero
de 1983, el procurador Carlos Jiménez Gómez hizo pública una investigación en la
que se acusaba a «163 personas de pertenecer al mas, entre quienes estaban 59 mili-
tares activos y con mando».13 Pese a esto, el propio Betancur desautorizó la labor del
procurador y libró de responsabilidad a los militares asegurando que «las Fuerzas
Armadas no utilizan fuerzas paramilitares, ni las necesitan. Su disciplina castrense
está lejos de apelar a medios que no se ajusten a la Constitución de la que son los
mejores guardianes».14
Con el manto de impunidad que derivó de lo anterior, los acercamientos con las
insurgencias se vieron constantemente amenazados por la acción de organismos del
Estado y las nacientes estructuras paramilitares. Numerosos atentados y asesinatos se
dieron contra las organizaciones que sostenían acercamientos con el Gobierno, lo que
hizo que las treguas firmadas con las guerrillas se mantuvieran en todo momento en
altas tensiones y se caracterizaran por su permanente fragilidad.
En el caso del M-19, durante el inicio de la tregua en el mes de agosto de 1984, fue
asesinado el comandante Carlos Toledo Plata,15 quien había pasado a la acción legal
y abierta con motivo de las negociaciones. Este fue apenas el inicio de una serie de
asesinatos ocurridos entre la firma de la tregua y el fin del gobierno de Betancur,
que dejaron gravemente debilitado al M-19 y marcaron un obligado recambio en sus
liderazgos. Entre estos se cuentan los asesinatos de los comandantes Iván Marino
Ospina, en agosto de 1985, Álvaro Fayad, Israel Santamaría y Gustavo Arias Lon-
doño “Boris”,16 ocurridos en enfrentamientos durante 1986, además de la muerte,
tras la Toma del Palacio de Justicia en noviembre de 1985, de los dirigentes Andrés
Almarales, Luis Otero y Alfonso Jacquin.17 A todo lo anterior se suma el atentado per-
petrado contra Carlos Pizarro en el municipio de Florida (Valle del Cauca), cuando
este se dirigía a firmar los acuerdos de Corinto en agosto de 1984; el cerco de Yaru-
males desplegado por el Ejército contra el Frente Sur entre diciembre de 1984 y enero
de 1985; y el atentado dirigido contra el Estado Mayor de Milicias el 23 de mayo de
1985, en el que resultaron heridos: Antonio Navarro Wolff, María Eugenia Vázquez,
Alberto Caicedo, Carlos Alonso Lucio, Álvaro Alvarado y Eduardo Chávez.18 Este
último acontecimiento marcaría el final de la tregua con el M-19.
Por su parte, la tregua con el epl duró alrededor de un año y tres meses, siendo
vigente entre el 24 de agosto de 1984 y el 20 de noviembre de 1985. En medio de
las tensiones propias del momento y acciones militares de esta guerrilla en el Urabá,
fueron asesinados Oscar William Calvo y los dirigentes de la Juventud Revolucio-
naria Alejandro Arcila y Ángela Trujillo. Calvo era el principal dirigente del Partido

114
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

Comunista de Colombia - Marxista Leninista (pcc-ml) y comandante del epl. Para


el momento de su muerte había sido destacado por su organización como un vocero
público para las negociaciones ante el gobierno.
Otro factor que se sumó a este escenario fue la violencia narcotraficante que se
oponía a los tratados de extradición promovidos por el Gobierno. Entre múltiples ase-
sinatos y atentados, vale la pena señalar el crimen cometido el 30 de abril de 1984
contra el ministro Rodrigo Lara. Este trágico hecho es paradigmático para el periodo
estudiado, no sólo porque la violencia del narcotráfico acabó con la vida de un miem-
bro del alto gobierno, sino porque fue la principal razón para la implementación de un
Estado de Sitio que duraría desde los primeros días de mayo de 1984 hasta la firma de
la Constitución de 1991. Aunque el gobierno presentó esta medida como una acción
dirigida contra el narcotráfico, bajo el Estado de Sitio se prohibieron las manifesta-
ciones públicas, las concentraciones estudiantiles y laborales y cualquier espectáculo
público que pudiera afectar «el normal desarrollo de las actividades ciudadanas».19
Como en el caso del eln, otras guerrillas se opusieron abiertamente al desarrollo
de los diálogos y al gobierno de Betancur. En Bogotá, durante los primeros días de
marzo de 1984, el comando pla desarrolló una serie de acciones entre las que se des-
taca la explosión de una bomba de bajo poder en las instalaciones del Ministerio de
Relaciones Exteriores. Horas después de ocurrido el atentado, «una llamada anónima
atribuyó el hecho al pla al tiempo que dejaron un comunicado a través del cual recha-
zaban el diálogo, la tregua y las elecciones del imperialismo y la oligarquía».20
Acciones como la anterior, la toma de Florencia del 14 de marzo por parte del M-19
y el asesinato de Rodrigo Lara el 30 de abril; o la amnistía, la creación de la Comi-
sión de Paz, la firma de los acuerdos de la Uribe el 28 de marzo y los acercamientos
con el M-19, ado y el epl, entre otros procesos, son todas muestras del complejo
contexto social y las disputas que definen el primer semestre de 1984. Asimismo, per-
miten señalar que la paz propuesta por Betancur fue un discurso y un proyecto que
estuvo lejos de lograr unanimidad y, al contrario, generó importantes esfuerzos, tanto
a favor como en contra, al interior de las instituciones del Estado y el propio movi-
miento guerrillero.
En el ámbito universitario, la un, como el país, era un escenario de álgidas dispu-
tas. Por un lado, Fernando Sánchez Torres, reconocido médico conservador, había
sido elegido rector en septiembre de 1982, apenas un mes después de iniciado el
gobierno de Betancur. Sánchez dedicó gran parte de los esfuerzos de su gestión a pro-
piciar escenarios de diálogo ante los conflictos universitarios, diferenciándose de esta
manera con gran parte de sus predecesores y sucesores. Fue fiel opositor a los cie-
rres constantes que vivía la Universidad y a la militarización de esta, pese a la tensión
general que ambientó el proceso de recuperación y posterior regularización de las
residencias universitarias. Al mismo tiempo, su gestión estuvo marcada como uno de

115
Reventando silencios

los periodos de mayor violencia en la un. A partir de una lista de elaboración propia,
identificamos 6 casos entre asesinatos y desapariciones de estudiantes cometidos en
los 21 meses que duró la gestión de Sánchez Torres. Estos hacen parte de los 18 casos
identificados durante el gobierno de Betancur entre agosto de 1982 y noviembre de
1985: en promedio, un caso cada dos meses.21
Al respecto de la situación de la un, Medófilo Medina planteó en un artículo publi-
cado en el periódico universitario De Frente:

La Historia de la Universidad Nacional en los últimos 7 años permite afir-


mar que básicamente existen dos modelos de dirección en la Universidad. El
primero está asociado al régimen vertical, al ejercicio invariable del principio
de autoridad en el manejo de situaciones conflictivas. El segundo, remite a los
procedimientos del diálogo y la participación en lo que respecta a las relaciones
entre la comunidad universitaria y las directivas y a la metodología de la dis-
cusión y persuasión en lo tocante a las relaciones entre los estamentos y en el
interior de estos. El primer modelo tropieza con una insuperable dificultad: en
la medida en que la Universidad no tiene, como institución, los mecanismos
coercitivos en que se respaldan las formas autoritarias, se ve obligada a acudir
al concurso de las agencias del Estado que tienen el encargo de administrar la
represión. Estas actúan, pero de paso invalidan en su acción la idea misma de
Universidad. Como el dilema parece ser inexorable, no puede denigrarse de las
políticas de diálogo sin avanzar simultáneamente por el camino inverso que,
en términos concretos, conduce a los cierres breves y prolongados y a la mili-
tarización recurrente.22

Esta dualidad operaba en la realidad de formas complejas, sobre todo si se tiene en


cuenta el contexto social de exacerbación de la violencia en el que se desenvolvía el
país en la primera mitad de los años 80 y la influencia que esto tuvo en la Universi-
dad. En este caso, como en otros escenarios de luchas sociales, el conflicto armado
llegó a tener vasos comunicantes con disputas propias de la Universidad, a partir de
los cuales los actores armados intervinieron en el devenir de los acontecimientos. Los
crímenes cometidos contra estudiantes, antes mencionados, dan plena cuenta de esto,
no obstante, no solamente intervinieron los grupos armados de carácter estatal o para-
militar.
Las organizaciones guerrilleras, principalmente el eln23 y el M-19,24 habían hecho
presencia desde sus orígenes al interior de la un.25 Con el recrudecimiento de la gue-
rra que vivió el país, por lo menos desde 1982, la intensidad de la actividad política
y armada de las guerrillas dentro de la Universidad aumentó progresivamente. Para
1984, al interior de la Universidad Nacional tenían presencia, además de estas dos
organizaciones, el Frente Ricardo Franco26, el pla, ado, epl y las farc-ep.

116
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

Como muestra de estas presencias, el 15 de febrero de 1984, en medio de la


conmemoración de la muerte de Camilo Torres en inmediaciones de la un, se presen-
taron fuertes disturbios que derivaron en la quema de 3 vehículos y el incendio de una
estación de gasolina cercana a la Nacional.27 Durante estos acontecimientos, la prensa
registró la presencia de militantes y banderas del eln.28
El propio rector Sánchez Torres cuenta en sus memorias que fue objeto de amenazas
por parte de esta misma guerrilla:

El sobre estaba escrito a mano y registraba mi nombre. Cuando lo abrí, el temor


de todos los días se acrecentó pues en el ángulo superior derecho del papel es-
taba la bandera del eln, movimiento que desde sus orígenes ha tenido mucho
que ver con la Universidad Nacional. Luego de un discurso contra el gobierno y
el imperialismo “yanqui” terminaba el mensaje en los siguientes párrafos: ‘No-
sotros, el Ejército de Liberación Nacional, apoyamos a los sectores estudiantiles
y obreros de la Universidad en sus luchas. Como es de público conocimiento
que el señor Fernando Sánchez Torres, rector de la Universidad es el repre-
sentante directo del gobierno en este atropello, vejaciones, robos, apresados,
desapariciones y muertes, deberá responder con su propia vida sobre las conse-
cuencias que produzca la acción represiva en la Universidad.29

Esta presencia de las organizaciones armadas se expresó de múltiples formas. Más


allá de las versiones que la describen como la “infiltración guerrillera en la Univer-
sidad”, que aplanan y no permiten comprender la variedad de matices que implicó
este fenómeno, la realidad es que estas organizaciones, ante un contexto marcado por
los asesinatos y las desapariciones forzadas a opositores, se presentaron como una
opción de participación política para decenas de jóvenes que combinaban estudio,
movilización estudiantil y actividad político-militar como parte de un todo complejo.
Durante el mes de marzo de 1984 esta complejidad se hizo evidente en un escenario
de alta movilización estudiantil, represión estatal y actividad guerrillera. Por un lado,
el movimiento estudiantil se enfrentó a la Policía los días 1, 5 y 7 de marzo, por lo que
la un fue cerrada por 3 días.30 El estudiantado, además, participó de una movilización
convocada por organizaciones obreras el 28 de marzo, que derivó en fuertes distur-
bios en los que «un total de 60 personas fueron detenidas durante los incidentes, entre
ellas 10 mujeres, la mayoría estudiantes de la Nacional».31
Por motivo de las detenciones durante esta movilización, y algunas expulsiones de
estudiantes de la Universidad Nacional y la Universidad Distrital, el día 29 de marzo
estudiantes de ambas instituciones se tomaron la iglesia de Lourdes, reteniendo a 30
personas en su interior.32 Hacia las 4:30 de la mañana del día 30, la Policía ingresó a la
fuerza al templo arrojando gases lacrimógenos. Como respuesta a esto, algunos estu-
diantes irrumpieron encapuchados en las instalaciones de la Radio Cadena Nacional
(rcn).33 Este mismo día, en rechazo de estos hechos, se presentó una movilización

117
Reventando silencios

estudiantil hacia la Gobernación de Cundinamarca que terminó en enfrentamientos


con la Fuerza Pública y un saldo de 40 heridos34 y 35 detenidos, 4 de ellos estu-
diantes.35 Todas estas acciones, si bien fueron desarrolladas en algunos casos por
estudiantes encapuchados, hicieron parte de los repertorios y agendas de lucha de
carácter sectorial. Resultado de estos acontecimientos, solamente en el mes de marzo
fueron quemados 3 buses en medio de enfrentamientos y otro más fue atacado a pie-
dra.
Entre tanto, en la Universidad, miembros del M-19 desarrollaron dos acciones de
apoyo a los combates que adelantaba esta guerrilla en el Caquetá: el 17 de marzo que-
maron dos buses en protesta por la muerte en combate de 4 estudiantes de la un en la
toma de Florencia; y el 31 de marzo, en medio de una asamblea estudiantil, un guerri-
llero del M-19 irrumpió armado en el auditorio León de Greiff e invitó a los presentes
a apoyar las acciones de esta guerrilla en la misma toma que se desarrollaba en el sur
del país.36
En medio de estas acciones, el 22 de marzo se adelantó al interior de la Universi-
dad una Mesa Redonda convocada por el Comité Amplio de Profesores, el Consejo
de Representantes y el Comité aspu-un llamada “Aproximación a la crisis de la
Universidad”. Los ponentes fueron el estudiante Wilson Hernando Ladino y los pro-
fesores Antanas Mockus, Alfredo Rubiano, Rodrigo Alzate y Medófilo Medina, este
último moderó la discusión. El evento se desarrolló en el auditorio Camilo Torres de
la Facultad de Derecho, y allí, mientras los ponentes deliberaron críticamente sobre
la violencia, una pinta en la pared dejaba en evidencia otra posición al respecto: “Un
pueblo con hambre no vota. Se organiza, arma y lucha”.37

Imagen 16. Consigna pintada en la pared durante el encuentro «Aproximación a la crisis de


la Universidad». (De Frente, abril 2, 1984, 2)

118
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

A inicios del mes de abril, el Rector Sánchez Torres instó a los estudiantes a desocu-
par las residencias voluntariamente antes del día 11, pretendiendo con esto avanzar
en la regularización de su situación, carnetizar a los residentes y desalojar a quienes
no fueran estudiantes activos. Para el rector, esta salida era la alternativa a la posibi-
lidad de un desalojo violento promovido por miembros de la Fuerza Pública, pues
según sus propias palabras «los altos mandos militares eran partidarios de tomar-
las a la fuerza, para lo cual tenían previsto un plan que no llevaría más de cinco
minutos».38 Por su parte, la discusión entre los estudiantes fue bastante álgida, pues
algunos sectores desconfiaban de las verdaderas intenciones del rector, mientras que
otros valoraban positivamente la oportunidad de regularizar su situación. Como parte
de la discusión, el 6 de abril un grupo de 25 estudiantes ocupó las instalaciones de la
Cruz Roja exigiendo garantías ante la petición de la administración universitaria.39 En
este contexto de dudas y tensiones, finalmente los residentes desalojaron voluntaria-
mente los edificios en el plazo propuesto por la rectoría. Algunos fueron alojados en
las instalaciones de la Cruz Roja, los casados en el Instituto Nacional de Educación
Media (inem) de Kennedy,40 mientras que otros marcharon con sus pertenencias hasta
el barrio Policarpa, donde permanecieron una semana.41
El desalojo fue un paso adelante de cara a una salida pacífica a la situación. El
mismo 11 de abril, que había sido puesto como fecha límite por la administración, fue
publicado el Acuerdo 32 de 1984, por medio del cual se definieron las características
de la regularización de las residencias y sus organismos de administración, supervi-
sión y control. En cumplimiento de lo acordado, una semana después los estudiantes
recibieron la llave y el carné que acreditaba oficialmente la asignación de las habi-
taciones. Después de 8 años del cierre de las residencias en 1976 y tras 19 meses de
ocupación, la un nuevamente garantizaría un lugar de vivienda para los estudiantes
que así lo requerían.
Pese a que lo anterior implicaba una importante posibilidad de atenuar los conflic-
tos dentro de la comunidad universitaria, la exacerbación de la violencia al interior
de la un y el contexto nacional conllevaron a que las medidas no se pudieran llevar a
cabo. Los asesinatos de Chucho León y Jesús Armando Muñoz son un trágico testi-
monio de ello.

Chucho León

Jesús Humberto León Patiño, Chucho, fue un joven pastuso estudiante de la un.
Hizo su bachillerato en el inem de la capital nariñense y, según recuerda su amigo
y vecino José Ignacio Benavides (Nacho), fue admitido en la Universidad Nacional
para cursar la carrera de Biología a mediados de 1977: «me comunica, debió ser vía
telefónica, de su viaje a Bogotá para iniciar sus estudios en la Nacional. Recuerdo y lo

119
Reventando silencios

tengo muy claro, debió ser a mediados del año 77, recogiendo a Chucho en la estación
de Expreso Bolivariano junto a la estación de la sabana en la Avenida Jiménez».42
Nacho era estudiante de últimos semestres de Medicina y vivía en los apartamentos
de casados del edificio Uriel Gutiérrez junto a su pareja e hijo. Allí hicieron un lugar a
Chucho, con quien convivieron entre los años 1977 y 1979, hasta que Nacho viajó al
sur del país a hacer su servicio social de internado médico.
Alrededor del año 1981, Chucho hizo el traspaso para la carrera de Odontología, en
la que alcanzó a estudiar 6 semestres. Es también a partir de este año que empezó a
vivir con su hermano Jaime, quien llegó a Bogotá desde Pasto en agosto para iniciar
sus estudios en la carrera de Medicina. Ambos se vincularon a Cooperación Estudian-
til y participaron en la recuperación de las residencias universitarias que inició en
septiembre de 1982. Cuando las habitaciones fueron llenándose, los hermanos León
ocuparon la número 316 en el tercer piso del ala sur del edificio Uriel Gutiérrez.
Allí se hicieron vecinos de Antonio Manrique (Toño) y Elizabeth Díaz; y, dentro de
Cooperación, compartieron activismo con personas como Hugo Salamanca y Luis
Higuera (Lucho).
Todos ellos recuerdan que Chucho era una persona solidaria y comprometida con las
luchas de los estudiantes. De su personalidad destacan la escucha atenta y el hablar
pausado. Cuidaba su presentación personal y los espacios que ocupaba: «era un tipo
muy serio, siempre andaba muy bien presentado»,43 recuerda Toño, a lo que suma
Lucho que «era amigo de los gabanes largos». Su amiga Elizabeth recuerda que, pese
a que «las habitaciones eran en vinisol oscuro, la habitación de ellos era iluminada,
aseada, siempre la enceraban, eran súper organizados».44 Nacho trae a la memoria
especialmente el cariño de vecinos que le expresaba su familia: «mi madre le tuvo
mucho afecto a Chucho por esa forma de expresar sus sentimientos, él era muy bon-
dadoso, una persona muy sociable, muy dada a relacionarse y a dejarse querer, por su
desinterés y su particular forma de ser».45
Chucho se destacó como activista universitario dentro de Cooperación Estudiantil y,
por su liderazgo, para 1984 se había convertido en el presidente de este proceso. Así,
pasó a la historia como la última persona que ocupó el cargo,46 pues con el cierre defi-
nitivo de las residencias y el comedor universitario tras los acontecimientos violentos
del 16 de mayo y las reformas administrativas que le siguieron, Cooperación Estu-
diantil dejó de existir.

120
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

Imagen 17. Chucho León en febrero de 1983. (Blog Memoria y Palabra, mayo 17, 2012)

121
Reventando silencios

Además de Cooperación, su hermano Jaime cuenta que ellos hacían parte de otros
procesos dentro de la Universidad: «muchas de las cosas que hacíamos no obede-
cían directamente a la actividad de Cooperación, sino más bien al trabajo de uno
en otras áreas o en otros sectores».47 Entre estas se destacan las luchas al interior
de la Facultad de Odontología, como lo muestra la periodista Ligia Riveros48 de la
revista Cromos, quien, cubriendo los acontecimientos del 16 de mayo, señaló que
Chucho «formó parte de la Coordinadora del Movimiento Estudiantil de su facultad
que denunció un millonario peculado».49 Además, colaboró con el sindicato de tra-
bajadores de la Universidad, especialmente con los trabajadores de la cafetería, para
los que realizaba comunicados y pancartas, razón por la cual algunos trabajadores y
compañeros de Cooperación le decían afectuosamente “panfleto”.50 Con relación a
su perspectiva política, Nacho recuerda que «su postura era una postura democrática,
alternativa, de avanzada, muy comprometida en lo social».51 Si bien algunas perso-
nas que lo conocieron no pueden señalar algún tipo de militancia particular, otras
personas entrevistadas en el marco de esta investigación afirman que Chucho habría
militado políticamente con el M-19.
A principios de mayo de 1984, Chucho viajó a la ciudad de Cali para realizar trámi-
tes de tipo gremial, según su hermano:

Alguna información pudo haberse filtrado, porque él desaparece y es torturado,


pero normalmente nadie sabía de esos viajes, entonces pensamos que hubo in-
formación recopilada y había un seguimiento específico para que el aparato del
Estado hubiese hecho eso.

Contra Chucho nunca hubo amenazas, a raíz de todos los allanamientos que
existían en ese momento uno trataba de cambiar muchas rutinas en la vida
cotidiana, era como por no dar papaya, estaba uno muy vigilante de personas
extrañas o ajenas a la Universidad.52

La misma perspectiva respecto a la infiltración de agentes en la Universidad tiene


Héctor Rojas, compañero de Chucho, quien en una tertulia del colectivo Punto de
Partida señaló que «el grupo estaba siendo infiltrado por un agente del B-2, que cono-
cía mucho a Chucho y que fue después de los que incluso estuvo en el 16 de mayo».53
Por su cercanía con amplios sectores del estudiantado, así como por las caracterís-
ticas atroces del crimen cometido en su contra, la noticia de su desaparición, tortura
y asesinato estremeció a la Universidad y particularmente a quienes, como él, habi-
taban las residencias universitarias. En un comunicado publicado el 14 de mayo, sus
compañeros describen los hechos de la siguiente manera:

El compañero desapareció aproximadamente a las 9:10 p.m. el miércoles 9 de


mayo. El cadáver fue encontrado en un mangón aledaño de la Universidad del

122
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

Valle, sitio por demás alejado aproximadamente 10 km del lugar a donde se


dirigía. El jueves 10 de mayo a las 11 a.m. las autoridades que realizaron el le-
vantamiento del cadáver determinaron que el asesinato no fue llevado a cabo en
el sitio donde fue encontrado el cadáver. Se le practicó la necropsia en la morgue
del hospital universitario donde simplemente se describen las características de
las heridas mortales, pasando por alto si las balas se encontraban en la cabeza
del compañero y el calibre de estas. El cadáver del compañero fue reconoci-
do por sus familiares en la tarde del jueves y trasladado a Pasto en la noche del
viernes.

Conociendo la trayectoria del compañero y lo oscuro de los hechos se dispuso


con autorización de la familia, hacer un reconocimiento posterior del cadáver
encabezado por un médico egresado residente en Pasto. Los hallazgos confir-
maron que en el transcurso de la desaparición del compañero hasta las 12 de
la noche (hora aproximada de la muerte) fue vilmente torturado en diferentes
partes del cuerpo con objetos cortopunzantes, cigarrillos encendidos, además
estuvo amarrado en una pierna y amordazado. Como lo prueba el acta forense
expedida.54

El médico egresado que practicó el segundo reconocimiento al cadáver de Chucho


en la ciudad de Pasto fue su propio amigo Nacho:

Estando ya en la sala de velación acá, y eso debió ser el 11 de mayo proba-


blemente, dada mi cercanía a su familia y al reconocimiento previo que había
hecho Efraín55 y alguno de sus hermanos del cadáver, y frente a las dudas que
suscitaba el primer dictamen expedido de medicina legal, se me pide que haga
un reconocimiento del cadáver. En efecto, procedo a realizar esa experticia y la
hago en la propia sala de velación.56

La Publicación 16 de mayo (P16m)57 reprodujo el acta forense expedida por Nacho


tras este reconocimiento, donde se destacan las omisiones de los profesionales foren-
ses de Cali sobre la tortura que sufrió Chucho: «Aunque las lesiones ocasionadas
por arma de fuego fueron de carácter necesariamente mortal, hay suficientes eviden-
cias, inexplicablemente omitidas por el legista de turno, que indican a todas luces
que el occiso fue sometido previamente a otro tipo de excesos corporales».58 Nacho
comprobó que, tras haber sido torturado, Chucho fue asesinado por heridas que «sin
duda alguna fueron realizadas a quemarropa, a una distancia inferior a un metro, por
cuanto presentaban quemaduras, un tatuaje que es propio de ese tipo de lesiones».59
Así mismo, señala que un tiempo después de este reconocimiento fue llamado por
la Fiscalía, «a que hiciera claridad sobre esto. Me ratifique en lo que yo estoy expre-
sando, lamentablemente, entiendo, esto nunca tuvo un desarrollo».60

123
Reventando silencios

Jaime León se encontraba en Bogotá cuando se enteró del viaje de Chucho a Cali:

En ese momento uno de mis hermanos que vive en Cali tenía una moto, Chucho
se la pide a mi hermano para hacer un trámite y ahí es cuando nunca volvió. En
ese tiempo se tenía como costumbre llamar a las clínicas y llamar a la Policía,
uno lo hacía frecuentemente, después de que no llega en las horas de la noche
se llamó a la Policía y se llamó a los hospitales y cero información, hasta el otro
día en la madrugada es que encuentran el cadáver. Me informan y ahí es cuando
ya me desplazo hasta Pasto para el entierro.61

Jaime también recuerda las irregularidades en el informe que le entregaron a su fami-


lia del levantamiento realizado en la ciudad de Cali; además, plantea que el hallazgo
de Chucho fue reportado en un cañaduzal cerca de la Universidad del Valle, un lugar
donde no era tan fácil encontrarlo y, sin embargo, «en ningún momento describen en
el reporte cómo lo encontraron ni por qué llegaron a él».62
El entierro de Chucho fue el 12 de mayo en Pasto, estuvieron presentes sus 10 her-
manos, algunos de los cuales, como Jaime, no residían en esa ciudad. Así mismo,
Nacho recuerda que «la noticia se conoció y hubo un acompañamiento de los estu-
diantes el día de su funeral. Una comitiva de Bogotá, un grupo de los compañeros de
Cooperación Estudiantil y algunos compañeros de su carrera, de su programa, estu-
vieron acompañando». 63
Dos días después, el 14 de mayo, Jaime estaba de regreso en Bogotá y se reunió con
algunos de sus compañeros de Cooperación Estudiantil. Hicieron algunas declaracio-
nes sobre lo ocurrido y planearon el homenaje político en la Plaza Che para el 16 de
mayo.

Imagen 18. Comunicado de denuncia del crimen contra Chucho León e invitación a su
homenaje el 16 de mayo. (Fondo documental de Archivos del Búho)

124
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

Luis Armando Muñoz González

Imagen 19. Luis Armando Muñoz González junto con su esposa e hijas el 5 de mayo de
1984. (Fabio Cárdenas, El Tiempo, mayo 16, 1984, 14)

La semana siguiente al crimen cometido contra Chucho León, el 14 de mayo de


1984, se cometió otro asesinato contra un miembro de la Universidad Nacional. El
médico Luis Armando Muñoz González, director de la carrera de Medicina de la un,
fue asesinado y su cadáver se encontró abandonado en un barrio al sur de Bogotá.
Según registró la revista Cromos «los asesinos lo secuestraron a la salida de su con-
sultorio, en la carrera séptima con calle 82, en los edificios San José».64
Muñoz González fue un público defensor de la regularización de las residencias
tomadas y, según fuentes de prensa y algunos testimonios, su crimen podría haber
estado relacionado con la expulsión de personas dedicadas a la venta de droga en
las residencias universitarias. Era una persona muy cercana al rector Sánchez Torres,
quien antes de ocupar este cargo perteneció, como Muñoz, a las directivas de la Facul-
tad de Medicina.
Sánchez Torres asumió este crimen como una afrenta cometida contra sí mismo. En
sus memorias deja ver parte del impacto que le produjo el hecho: «decidieron herirme
en lo más hondo acabando con la vida de alguien muy cercano a mi afecto. Y lo logra-
ron: con su muerte me causaron un dolor inenarrable, profundo».65

125
Reventando silencios

16 de mayo

Imagen 20. Portería de la Ciudad Universitaria sobre la calle 26. (Archivo personal de
Elizabeth Díaz - Fondo Documental Archivos del Búho)

Imagen 21. Mural en homenaje a Chucho León. (Publicación 16 de mayo, julio 1, 1984, 2)

126
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

En el marco de la compleja situación política nacional y tras las muertes de Chucho


León y el médico Luis Armando Muñoz González que enlutaron a la Universidad, los
estudiantes se reunieron el 16 de mayo para rendir homenaje a su compañero y a las
demás víctimas de la un que por ese tiempo dejaba el conflicto colombiano. La invi-
tación que circuló públicamente convocó a un acto político por el derecho a la vida
«en honor al compañero en la plaza Che de la Universidad Nacional en el que denun-
ciemos su asesinato, exijamos la investigación por parte de la Procuraduría, al igual
que el pronunciamiento de las directivas sobre este hecho violento».66
Desde tempranas horas, activistas de Cooperación Estudiantil, compañeros y ami-
gos de Chucho prepararon pancartas y dejaron un poema y una flor en las mesas del
comedor universitario.67

Desde muy temprano nos levantamos, fuimos a desayunar a [la] cafetería. Los
estudiantes estaban muy acongojados porque era de su grupo. En las mesas
había una rosa y una poesía en un vasito. Había mucha tristeza, ¿no? Y salimos
de ahí y se empezaron a hacer marchas al interior de la Universidad. Íbamos por
las facultades y la gente se iba sumando, se agitó toda la mañana.68

El inicio del acto político y cultural se había acordado para las 10 de la mañana.
A partir de este momento se empezaron a diferenciar las distintas posiciones de los
estudiantes al participar de la jornada. El punto de partida para comprenderlas es
asumir que ante un evento masivo de este tipo no todas las personas compartían las
mismas motivaciones, el mismo grado de compromiso, ni manejaban la misma infor-
mación respecto a lo que estaba pasando. Algunos estaban preparados para un tropel
de altas proporciones, mientras que otros se dirigían a clases y preparaban parciales.
Por ejemplo, a la hora del almuerzo, Claudia Rodríguez, estudiante de enfermería, se
encontraba con su grupo de amigos en la cafetería:

Ese día el ambiente estaba inquieto, decían que iba a haber pedrea, que iba a
haber fogata, que así decían cuando iban a coger algún bus o algo para que-
marlo. Estábamos en la fila y botaron del segundo piso de la cafetería unos
panfletos, unos papeles, yo me acuerdo que sí vi algo que decía «M-19» o
«eln», era un panfleto de las guerrillas y estaban haciendo un proyecto de
unificar una guerrilla latinoamericana, algo así. Había un chico que estaba en
mi grupo y él me estaba coqueteando, él me dijo «ay, oye, ¿tú sabes hacer un
avioncito?», y yo le dije «no, yo no sé hacer avioncitos», pues él muy querido
me enseñó a hacer el avioncito, cogió un panfleto, me enseñó y yo dije, bueno,
lo voy a guardar en mi agenda para poder después practicar. Así fue y dijimos
«no, esto está como maluco, nosotros tenemos exposición», salimos por la 53,
fuimos a la casa de una compañera. Yo en ese momento no sabía ni quién era
Chucho ni qué era el movimiento estudiantil ni nada de eso.69

127
Reventando silencios

Si bien la convocatoria llamó a un acto político y cultural, era habitual que gran
parte de los actos de denuncia en la Universidad durante esta época terminaran en
enfrentamientos con la Policía. Esto fue previsto por un sector de los estudiantes y,
como se verá más adelante, también por la Fuerza Pública. Pilar Bazurto plantea que
a raíz de la muerte de Chucho «se fue gestando la protesta, sabíamos que el 16 de
mayo iba a haber una pedrea, pero no sabíamos cuál era la magnitud de lo que esta-
ban preparando al otro lado».70
Tanto la Policía como miembros de algunas organizaciones armadas que hacían pre-
sencia en la Universidad se prepararon para una confrontación de gran intensidad. En
esta participaron miembros del M-19, el eln y el epl. Uno de ellos asegura que en el
desarrollo de la confrontación estaban «dispuestos en parejas de guerrilleros y mien-
tras uno [combatía], el otro lo [protegía]».71 Según el mismo relato, la intervención de
los grupos armados durante la jornada buscaba «evitar que [masacraran] a los estu-
diantes». Esta motivación se puso en juego con otras que se manifestaron con rabia y
violencia por la muerte de su compañero.
Por el lado de la Fuerza Pública, en los hechos de ese día la prensa72 registró la
presencia del escuadrón motorizado y la fuerza disponible de la Policía Nacional,
apoyadas por el Grupo de Operaciones Especiales de Seguridad (goes)73 y miembros
del Departamento del F-2 de la Dirección de Policía Judicial e Investigación (dijin).74
Estos últimos participaron en los operativos vestidos de civil. Venían desarrollando
tareas de inteligencia dentro de la Universidad, y particularmente en las residencias
universitarias, desde meses antes de los acontecimientos.75
Pese a que la jornada durante la mañana se desenvolvió en la Plaza Che de forma
pacífica, «en instantes en que los estudiantes llevaban a cabo su protesta, irrumpió en
la Plaza Che Guevara un grupo de encapuchados a bordo del bus de la empresa dis-
trital de transportes, con número de orden interno 1152 y distinguido con la matrícula
A0 68-50».76 Tras tomar el vehículo en la carrera 30 y llevarlo a la Plaza Che, los estu-
diantes encapuchados le prendieron fuego, según la P16m, como un acto de protesta
contra crímenes como el cometido contra Chucho León y en contra del programa de
Transporte Sin Subsidios (tss) que afectaba al transporte público de la ciudad.

128
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

Imagen 22. Bus quemado en la Plaza Che Guevara. (Lelio Pinzón, El Tiempo, mayo 17,
1984, 18A)

Imagen 23. Las llamas consumen un bus en la Plaza Che Guevara. (El Bogotano, mayo 17,
1984, 10)

129
Reventando silencios

La confrontación inició en la carrera 30 y rápidamente se extendió a la calle 26,


donde un grupo de estudiantes intentó tomar otro vehículo, pero se los impidió la
acción de la Fuerza Pública. A partir de este punto, estudiantes y uniformados, de
manera diferenciada y desigual, desplegaron sus capacidades para la violencia lleván-
dola más allá de los límites conocidos en los tropeles universitarios.
Sobre las 2 de la tarde, Toño se encontraba en la pedrea, recuerda que en la entrada
de la calle 26 «había un grupo de Policías grande, detrás de la pared con la que se
cubrían. No tan lejos había una jaula77 y en una calle que volteaba para el castillo78
había otra jaula, la mayoría de la gente estaba hacia Lingüística y hacia las Residen-
cias Femeninas».79 Él se encontraba cerca de la entrada escondiéndose detrás de los
árboles para protegerse de los gases. Sin embargo, de un momento a otro se pasó de
gases lacrimógenos a disparos y Toño sintió que le hicieron dos tiros: «me di cuenta
de que me querían matar y ahí empecé a tener mucho cuidado».

Imagen 24. Policía en la entrada de la calle 26. (El Bogotano, mayo 17, 1984, 8 y 9)

Jairo, quien era estudiante de Filosofía en ese entonces, recuerda que los disparos
en ese momento no venían únicamente de los policías, vio a 3 jóvenes avanzar hacia

130
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

la reja y desde ahí disparar: «Yo creo que los policías ni se dieron cuenta, cuando ya
sintieron que estaban siendo atacados con armas, inclusive hubo unos que se les acer-
caron con miples,80 en un momento ya la cosa se puso tan caliente que un miple de
esos lo tiraron y alcanzó a elevar a los policías».81 Jairo precisa que no es posible decir
de qué lado comenzó el fuego, pero afirma que del interior de la Universidad hubo
respuesta.
En medio de este enfrentamiento apareció un personaje conocido por los estudiantes
de la época como “El español”. Jairo lo recuerda de esta forma:

Era un señor que había llegado de Venezuela a conocer Colombia y se vinculó a


la Nacional porque encontró amigos allá, llevaba quizás un mes en la Universi-
dad, asistía a conferencias, compartía con los estudiantes y ese día él estaba en
la multitud de la pedrea, observando como un extranjero curioso.

Toño lo recuerda como «un tipo alto, grande y corpulento» que se metió en el enfren-
tamiento:

Yo le dije «están disparando, tenga cuidado», pero él se metió y le pegaron un


balazo. Casi al instante les tiran a los policías una bomba82 y eso estalló su-
premamente duro y yo vi que los policías salieron pa’ los lados, yo vi cómo
salieron echados de pa’ tras y ahí empezó el mierdero. El español estaba ahí ti-
rado en el piso como a 15 o 20 metros de la reja, conmigo había otro muchacho
que no sé quién era y vimos al español ahí tirado, todavía no estaba pasando
nada, los policías estaban en el suelo y dijimos «saquemos a este man» y em-
pezamos a jalarlo a un edificio chiquito, el de Ciencias Económicas, ese man
gritaba, nosotros lo cogimos cada uno de una pierna y empezó el tiroteo y no-
sotros «¡rápido!». Llegamos y nos cerraron la puerta del edificio, eso estaba
lleno de gente encerrada y nosotros dejamos a ese man ahí y nos fuimos.83

La explosión que precedió a la entrada de la Policía a la Ciudad Universitaria fue


registrada por El Bogotano de esta forma: «Un escuadrón de agentes de la Policía
que se encontraba en la malla que da sobre la calle 26 fue atacado con una bomba de
alto poder explosivo».84 Posteriormente, este periódico presenta una fotografía de un
encapuchado, que coincide con la descripción de “El español”, cuando está siendo
trasladado al hospital después de recibir un disparo en el abdomen.

131
Reventando silencios

Imagen 25. «El español» herido en el abdomen por arma de fuego. (El Bogotano, mayo 17,
1984, 9)

Esta misma fotografía es recogida por estudiantes para la P16m que, además, recons-
truyó el suceso de esta forma:

Los tiros se siguen escuchando, en la entrada un grupo de estudiantes lanza pie-


dras contra el piquete de disponible que había disparado. Vuelven a disparar,
la gente se tira al piso «veo un policía guardando un revólver plateado en la
cintura, ellos ganan la malla y siguen disparando indiscriminadamente, al lado
izquierdo un compañero se acerca a la malla, se escucha un disparo, el compa
cae al piso, al voltearse veo que emana sangre de su estómago, unos muchachos
lo alzan de pies y manos».85

132
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

Imagen 26. Momento en el que la policía motorizada entra a la Ciudad Universitaria. (El
Bogotano, mayo 17, 1984)

Después de este suceso, Toño se dirige a la entrada de la cafetería vieja desde donde
observa el momento en el que la jaula empezó a golpear la reja, «hasta que la tumbó
y se metió. Por los lados del carro, como los señores de la basura que se suben a los
lados, un man empezó a disparar». Detrás de esta ingresó el escuadrón de motoriza-
dos: «entra automáticamente disparando con revólveres y ametralladoras [...] en un
número aproximadamente de 10. Por la calle 45 entra otro grupo, impidiendo la salida
de estudiantes».86 La presencia de ametralladoras como una de las armas de ataque
del escuadrón motorizado también fue registrada por El Tiempo.87
Allí mismo, en la entrada de la cafetería vieja, se encontraba Elizabeth Díaz obser-
vando la pedrea:

estábamos asustados, preocupados, asombrados y rabiosos porque eso sucediera,


cuando de un momento a otro dispararon, cerca de mí estaba un muchacho que
se llamaba Mauricio y cuando dispararon a Mauricio le entró un proyectil y le
atravesó el brazo, él estaba sangrando…y en ese momento empezaron a entrar
en motos, nosotros empezamos a correr.88

Cuando la Policía entró, el fuego cruzado terminó rápidamente, pues las capacida-
des para la violencia de los estudiantes fueron ampliamente superadas: «por más que
uno tuviera un revólver, qué hacía uno con un revólver frente a eso»,89 la única salida

133
Reventando silencios

y reacción posible fue escapar y salir de la Universidad o esconderse. Así lo recuerda


Hugo Guanumen, un estudiante de la época:

Cuando ellos entraron disparando eso fue una vaina bestial, fue cosa de segun-
dos. Yo me metí en las residencias Alberto Alava, subí como al cuarto o quinto
piso y en la primera puerta que encontré abierta, que pude abrir, me metí ahí con
algunos otros compañeros que no nos conocíamos.90

En ese mismo edificio entraron Elizabeth y Mauricio y subieron al segundo piso


buscando donde esconderse: «entramos a un cuarto y había un muchacho ahí, un
muchacho muy asustado porque pensó que nosotros éramos la policía o el ejército,
entramos y cerramos, y desde ahí empezamos a ver a todos los muchachos que les
dispararon».91 Cuando vieron que ya no había nadie, Elizabeth salió del cuarto y entró
a los baños del segundo piso:

Los baños tenían unas ventanas largas, desde ahí nos subimos al sanitario, traté
de tomar las fotos mirando hacia residencias, “la flecha” no existía y los árbo-
les no estaban tan grandes entonces podíamos mirar todo, vi las motos subiendo
las escaleras y entrando al edificio de Sociología y a todo el mundo corriendo,
tratando de salir por todo lado, desde la ventana de ahí podíamos ver lo que es-
taba sucediendo.92

El miedo se extendió en segundos a todas las personas, no sólo a las que habían
estado presentes en la protesta, como el caso de Esperanza Martínez que para el
momento cursaba segundo semestre de Trabajo Social:

Yo salí de la Facultad de Ciencias Humanas y escuché de otros compañeros que


se había entrado la Policía y que venían en motos y, con ese rumor, mi reacción,
igual que la de muchos otros compañeros, fue salir corriendo. Atravesé la 26,
por ese lado salieron muchos a correr, sálvese quien pueda y escaparnos de la
Universidad porque era el temor que si nos llegaban a coger nos iba a pasar
algo.93

Toño corrió hasta la 53 y logró salir por allá. Por su parte, Luz Mila Rincón, estu-
diante de Nutrición, se encontraba en ese momento en la esquina de la Biblioteca
Central:

Cuando escuchamos los impactos empezamos a movernos, pero no entendimos


la magnitud de lo que estaba pasando. Empezamos a caminar y veíamos que la
gente corría. Con el grupo que yo estaba llegamos a la Facultad de Medicina y
ahí cerramos las puertas, pero de arriba nos avisaron «vienen compañeros». En-
tonces abrimos y ellos entraron, entró uno que venía horrorizado y decía, «yo
estoy herido, estoy herido» y se desmayó, pero no, lo revisamos y afortunada-

134
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

mente estaba bien. Él alcanzó a entrar, pero algunos no lo lograban, nos tocaba
entrarlos y cerrar las puertas.94

Imagen 27. Policía en los anexos de Medicina. (Publicación 16 de mayo, julio 1, 1984, 5)

Ese mismo ambiente se vivió en varias facultades. La gente trató de esconderse, pero
los policías y miembros de los grupos de seguridad también entraron a los edificios:

Yo alcanzo y entro al edificio que era una residencia estudiantil, vienen los mo-
torizados, no sé quiénes eran, pero venían pegando, pateando, disparando. Yo
me acuerdo que el portero nos cogió como a 3 o 4 personas y nos metió por allá
debajo de un escritorio y nos cerró. Creo que era el cuartico donde él tenía la
estufita, donde comía algo. Después yo siento y escucho que entra la Policía,
patea y se oyen gritos de «no me coja», «no me arrastre», empezaron a entrar a
todas esas piezas, abrían y cogían a todas las personas que estaban ahí y se las
llevaban. Me acuerdo de que el policía le pregunta al portero «¿ahí qué tiene?»,
él le dice «no, ahí no hay nadie, es mi cuarto» y estábamos nosotros, mejor di-
cho, nos salvamos de esa. Yo me salgo de ahí y a duras penas alcanzo a llegar
a la Facultad de Odontología y me meto. La cosa estaba cada vez peor, había
disparos, yo estaba en un cuarto de la Facultad en un segundo o un tercer piso,
donde yo miraba hacia el otro lado las Residencias Femeninas.95

El temor que sintieron los estudiantes mientras huían se acrecentaba en cada segundo,
como lo describe Esperanza: «Eso fue lo que yo sentí, miedo, miedo y el temor de
que me fueran a coger porque dijeran “es estudiante de la Universidad Nacional”».96

135
Reventando silencios

Además, según cuenta Elizabeth, «uno pensaba que lo iban a matar, era la inminen-
cia de la muerte».97
Los afectados no fueron sólo los estudiantes que se encontraban en el enfrenta-
miento en la entrada de la 26 o cerca de este. La P16m recogió algunos registros sobre
estudiantes heridos a bala, quienes, a diferencia de lo que le ocurrió a “el español”,
no fueron heridos durante el enfrentamiento sino cuando la Fuerza Pública entró a
la Universidad. Uno de los testimonios afirma que «un compañero de camisa verde
corre, un policía le dispara una, otra vez, no le da, vuelve a dispararle una y otra vez
como tirando al blanco, hasta que el compañero cae».98 En esta misma publicación,
otro testigo afirma que vio cómo a un estudiante,

lo agarraron a bolillazos y patadas por todas partes del cuerpo, luego de esto lo
cogieron por la parte trasera de la pretina del pantalón y lo levantaron sin que
el muchacho reaccionara, mientras tanto por la avenida venía un civil negro
que vestía chaqueta terracota y bluyin junto a otros uniformados y éste sacó un
revólver o pistola y se le acercó al muchacho que estaba caído en el césped y le
disparó.99

Imagen 28. Un grupo de estudiantes carga a un herido de bala. (El Bogotano, mayo 17,
1984, 3)

Uno de los estudiantes heridos por las balas de la Fuerza Pública fue Yesid Bazurto.
Ese día, Yesid se había encontrado con su hermana Pilar en la Universidad, ellos eran

136
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

de Neiva y Pilar era estudiante de Odontología desde hacía 3 años. Yesid tenía 20
años para la fecha y acababa de ser admitido en la carrera de Zootecnia. Ese día se
encontraba en la 26 cuando comenzó la protesta.

[Yesid] En ese fragor se calientan los ánimos y yo empecé a responder con pie-
dras. Cuando se viene la motorizada y yo arranco a correr, volteo a mirar y me
entra una bala a la altura del mentón, empiezo a sangrar muchísimo y a correr
hacia las Residencias Femeninas. Cuando me doy cuenta, me faltan las fuer-
zas, me alcanza la Policía y ya en el piso se acerca un agente, me coloca las
botas en el pecho, saca un revólver y me dispara. Yo siento un fogonazo a la
altura de mi pómulo derecho y allí se queda un plomo del disparo que él me
hace. Inmediatamente, como era tanta la sangre que tenía a la altura de la cara,
producto del otro disparo que me había ingresado a la altura del mentón, me
hago el muerto, el policía cree que estoy muerto, me dejan ahí tirado, yo es-
cucho disparos, siguen disparando, siguen arremetiendo contra el movimiento
estudiantil, contra los estudiantes.
[Pilar] Con mi hermano quedamos de encontrarnos en la entrada de la 26 en las
residencias estudiantiles. Yo llegué ahí, busqué a mi hermano, no lo veo y ya
viene la Policía detrás de uno. Después de que me escondo en la Facultad de
Odontología veo a alguien que lo tienen en el piso y le están pegando, lo iban
a matar, cogen y le dan con una cacha y le pegan en la mano, después coge el
revólver y le disparan en la cabeza. Yo no sé, en un momento me doy cuenta de
que es mi hermano y empiezo a gritar histérica: «¡mi hermano, mi hermano!».
A mí alguien me coge y me pega y ya de pasar de la histeria quedo quieta, yo
ya no sé qué hacer.
[Yesid] Siento que me cogen entre dos Policías y me tiran a un sitio donde cai-
go y hay como unos 10 estudiantes más, muertos. Cuando caigo se me sale una
queja y ellos se percatan de que yo continúo vivo y se vienen adonde estoy, me
empiezan a golpear con bolillos, con todo, y los policías que entran pasan por
encima mío, yo no reacciono, sigo haciéndome el muerto, por cosas del Eterno
sé que estoy vivo, que continúo vivo, que me faltan las fuerzas, pero que no me
podía desmayar porque tenía muchos sueños, muchas esperanzas que realizar
fundamentalmente para sacar a mi familia, a mis hermanos, a mi madre y a mi
padre de muchas necesidades que en ese momento teníamos, como cualquier es-
tudiante de provincia.
[Pilar] Pasa el tiempo y no nos dejaban salir de ahí de la Facultad porque era
muy peligroso, y a mí no me dejaban seguir viendo. Yo vi cuando le pegaron, yo
digo «mi hermano está muerto».
[Yesid] Pasa más o menos una hora y yo creo que caen ahí unos cuerpos más.
Cuando yo escucho que no hay nadie me paro y en ese momento observo
que hay un charco de sangre a mi alrededor, veo muchos cuerpos a mi lado
aparentemente muertos, yo soy el único que me paro y casi me desvanezco
porque había perdido mucha sangre. En ese momento viene un Renault 4, jamás

137
Reventando silencios

se me olvidará la marca y el color, un Renault 4 de color naranja. Yo me le tiro


a ese carro, el carro para, me recoge, eran dos estudiantes de Arquitectura, me
montan al carro y empezamos a dar vueltas alrededor de la Universidad, salimos
por la calle 53 y me llevan a una clínica.
[Pilar] No sé si pasa una hora u hora y media y ya nos dejan salir, yo quedo
como en shock. Yo digo «mi hermano está muerto, entonces debo ir a buscar a
mi hermano».
[Yesid] En esa clínica no me querían recibir, yo me estaba desangrando, estos
dos muchachos del carro Renault 4 no me abandonan y en el momento en que
vamos a salir de allí llega el dueño de la clínica, él es de la misma ciudad en que
yo nací, ve mi número de cédula y la ciudad y le ordena a la gente que me ten-
gan allí que él va a asumir todos los gastos de mi estadía. Además de eso, les
ordena que me metan en un cuarto especial que tienen.
[Elizabeth] Cuando salí de las Alberto Alava me fui a Residencias Femeninas a
ver qué más había pasado, allí me encontré con mi amiga Pilar que estaba muy
angustiada porque había visto cómo le disparaban a su hermano, entonces sali-
mos a buscarlo en las clínicas.
[Pilar] Me fui hasta la Hortúa a ver si había algún herido o muerto, y no, ahí
no había nada. Me fui como a 3 hospitales más preguntando con Elizabeth, ella
me acompañaba, preguntamos y definitivamente nadie da razón de mi hermano
hasta las 6 de la tarde que llaman a mi tía y le dicen que mi hermano está en una
clínica como en la 33 cerca a la Caracas. Entonces vamos y lo encuentro vuel-
to nada, irreconocible. Ahí es donde me entero que tiene dos tiros, no se muere
porque no le tocaba. Nos explican otros muchachos después que hay que dejar
a alguien cuidándolo porque la Policía después hace rondas por los hospitales
y se lleva los heridos, o sea, para no dejar testigos, entonces se queda mi ami-
ga Elizabeth.
[Elizabeth] Al día siguiente como a las 3-4 de la mañana sonaron unos golpes,
él estaba con suero en el hospital, la enfermera se puso furiosa y les dijo a los
policías que ahí no había nadie. La Policía estaba buscando a todos los heridos
y sacándolos de los hospitales.100

138
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

Imagen 29. Radiografía de Yesid, la marca blanca es un proyectil. (Cromos, mayo 22,
1984, 105)

Imagen 30. Yesid herido por los impactos de bala de la policía. (Cromos, mayo 22, 1984,
105)

139
Reventando silencios

La descripción de las heridas que sufrió Yesid, la copia de una de sus radiografías en
la que se ve la herida de bala en el pómulo y una fotografía suya en la cual se le ve la
herida en el brazo fueron recopilados por la periodista Ligia Riveros en una publica-
ción de la revista Cromos la semana posterior a los acontecimientos. La información
de esta fuente y el propio testimonio de Yesid y Pilar que reprodujimos anteriormente
dejan en evidencia que la intención de los policías que le dispararon, cuando ya se
encontraba en el piso herido, no fue otra que acabar con su vida. A él lo salvó el auto-
móvil que lo llevó hasta una clínica donde la Policía no pudo dar con él y en donde
habló con la periodista, a quien le afirmó que «otros estudiantes no tuvieron la misma
suerte».101 La misma revista Cromos presentó un caso similar al de Yesid sobre el cual
no ha sido posible encontrar más información:

Hacia las 3 de la tarde un profesor vio cuando dos estudiantes que corrían en me-
dio del pánico general para buscar un sitio donde protegerse, fueron perseguidos
por un piquete de uniformados y 3 civiles quienes disparaban a quemarropa.
Uno de ellos se detuvo con las manos en alto y fue aprehendido de inmediato y
golpeado brutalmente. Luego lo obligaron a cargar el cuerpo de su compañero
abaleado hacia la jaula, a punta de bolillo [...] Esto lo presenciaron unas 50 per-
sonas que se encontraban escondidas en el edificio de sociología.102

Imagen 31. Tres agentes de la Fuerza Disponible golpean a un estudiante y lo arrastran.


(Cromos, mayo 22, 1984, 102-3)

140
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

Esta violencia ejercida contra los estudiantes también la observó Claudia Rodríguez
con un grupo de estudiantes desde el quinto piso del edificio de la Facultad de Medi-
cina. Claudia había regresado a la Universidad antes de las dos de la tarde para ir
a clase, cuando entró al edificio no sabía lo que estaba pasando en la 26 ni la mag-
nitud de lo que ocurriría. Ella junto con sus compañeros, y por indicación de unos
profesores, se escondieron en el auditorio del quinto piso cuyo ventanal daba hacia
las Residencias Femeninas, el jardín de Freud, la Facultad de Ciencias Humanas y la
calle 26:

Nosotros empezamos a ver cuando entró la Policía, entraban motos. Yo vi sacar


a muchachas de las Residencias Femeninas y vimos dos o tres que las llevaban
de una mano en la moto, una de las chicas estaba como desmayada y la arras-
traban por el pasto. Nosotros gritábamos que las soltaran, había mucho policía
armado y ellos nos disparaban hacia el quinto piso, ahí nosotros nos tiramos al
piso, nos asustamos muchísimo. Se oían muchas ráfagas como de ametrallado-
ra, yo no sé qué serían, se oían muchos disparos, se oían como bombas, muchos
muchachos iban corriendo y las motos iban detrás de ellos, gente de la Fuerza
Disponible.103

En ese mismo edificio, pero en el primer piso, continuaba escondida Luz Mila junto
con sus compañeros. Ella recuerda que veía cómo los policías «con las armas pasaban
mirando quien estaba en las ventanas. Veíamos las motos como llevaban a los com-
pañeros adelante y ellos atrás, empujándolos con las motos les pasaban por encima».
A Medicina llegó a refugiarse gente que estaba en Química y cerca de las residencias,
quienes le contaron que los policías «se metieron a residencias con motos y entraron
a reventar».104
Los destrozos causados por la Policía quedaron registrados en fotografías publi-
cadas por El Bogotano, El Tiempo y la revista Cromos. En estas publicaciones se
recogen testimonios sobre lo ocurrido en los espacios que quedaron marcados por
el paso de la Fuerza Pública: «en las paredes de los salones fueron encontrados plo-
mos y en un vidrio se observa el paso de un proyectil».105 Además de las facultades,
el periódico El Bogotano también relata que «los atemorizados estudiantes en su afán
por salir ilesos en la cruenta acción se refugiaron en las Residencias Femeninas y en
las Alberto Alava, hasta donde llegaron los representantes de la ley, causando destro-
zos en puertas, ventanas y baños».106 Cuando entraron a las residencias Alberto Alava,
hecho que se evidencia en la Imagen 33, «destruyeron todo el primer piso. Entraron,
según el estruendo que se oía, destruyendo todo, puertas, objetos, y sacando a bolilla-
zos a quienes encontraron a su paso en aquellas piezas».107

141
Reventando silencios

Imagen 32. Policías en las inmediaciones de las Residencias Femeninas. (Cromos, mayo
22, 1984, 106)

Las Residencias Femeninas tampoco se salvaron, allá «llegaron los disponibles, los
motorizados y los de civil amenazando con sus revólveres a los vigilantes y destru-
yendo todo».108 En la minuta de los celadores, Ángel Antonio Díaz, quien estaba esa
tarde trabajando en el edificio, dejó registrado lo siguiente:

A las 2:30 la fuerza pública destruyó los vidrios [...] Fuimos amenazados por la
patrulla motorizada porque nos negamos a abrir la puerta principal. La abrieron
con la violencia de las motos; seguidamente entraron un grupo de Policías de
civil con pistolas, nos ofendieron de palabra y nos amenazaron. Se repartieron
los pisos y sacaron a las residentes que encontraron y se las llevaron [...] esto
duró como una hora.109

Cuando la prensa cubrió lo acontecido en la Universidad, destacó que encontraron


«cada habitación con señales de haber sido abierta a patadas. Parece una devasta-
ción: lavamanos partidos en dos, bibliotecas desmanteladas, televisores con pantallas
vueltas añicos, grabadoras y radios destruidos»,110 lo cual quedó registrado en varias
fotografías.

142
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

Imagen 33. Habitación destruida. (El Tiempo, mayo 18, 1984, 3A)

Imagen 34. «La hija de uno de los estudiantes observa desde los ventanales destruidos por
la acción de los policías». (Cromos, mayo 22, 1984, 106)

143
Reventando silencios

La revista Cromos también describe que desde el día siguiente a los destrozos «Algu-
nos estudiantes, martillo en mano, comienzan la reconstrucción. Mientras tanto, en
las residencias femeninas, 5 mamás abrazan a sus hijos para pasarlos sin peligro por
el corredor con sus ventanales destrozados a punta de bolillo».111 Esa reconstrucción
inmediata se explica teniendo en cuenta que muchos estudiantes no tenían a donde ir,
en las residencias estaba todo lo que tenían en Bogotá, algunos incluso vivían allí con
sus familias e hijos. Además, también queda claro que estos destrozos en estos luga-
res no fueron un efecto colateral de los enfrentamientos de la 26, sino resultado de la
acción directa de la Policía.
Con el avance de los uniformados al interior de la Ciudad Universitaria, y su acción
sobre estudiantes y edificios, la Universidad quedó sola y desmantelada. Quienes no
fueron sacados a la fuerza se escondieron y fueron saliendo poco a poco, como agen-
tes de una misión secreta, en una odisea por la vida, en la que el premio mayor era
no ser visto entre los muros y los árboles que iban perdiendo su color al caer la tarde.
Hugo Salamanca recuerda que llegó por la tarde a la Universidad:

Yo llegué a la Nacional sabiendo que había pedrea y toda esa cosa, entramos
por la 50, abajo por donde queda el ica, eso estaba solo, llegamos con mi seño-
ra hasta la Plaza Che y habían quemado dos buses, nosotros dimos la vuelta y
pasando por Sociología, por Ciencias Humanas, nos llamó la gente, «ojo que es-
tán cogiendo a la gente y la están desapareciendo, vengan para acá», y nosotros
entramos y la gente estaba asustada, eso eran grupos de estudiantes que se orga-
nizaban para poder salir, tenían que salir en grupos de 6 o 7 personas y salir por
el lado de la iglesia a la 26, era la única que le daba la Policía a uno para salir.112

Así también lo cuenta Victoria Mesa, estudiante de Odontología que vivía en Resi-
dencias Femeninas:

Nosotros entramos, me acuerdo mucho, por el ica y eran como las 3:30 de la
tarde, estaba muy solo y nadie me dijo que no podía entrar. Yo venía para mi
habitación, para la residencia. Cuando pasamos por Ciencias Humanas nos
llamaron los celadores y nos dijeron que cómo se nos ocurría estar afuera,
que había habido una pedrea, que había mucha policía, que nos entráramos.
Entonces entramos a Ciencias Humanas y allí me enteré que había estado muy
duro, terrible. Vi varios estudiantes de Ciencias Humanas con la camiseta lle-
na de sangre, les pregunté que qué había pasado. Dijeron que había una pedrea
muy fuerte, que se había entrado la Policía.113

En la Universidad quedaron múltiples evidencias de lo sucedido: las balas quedaron


en las paredes, los vidrios rotos, los pisos llenos de charcos de sangre como se ve en la
foto del interior de las Residencias Alberto Alava publicada por Cromos. Así como de
la que fue testigo el propio Fernando Sánchez Torres, según lo registró El Bogotano:

144
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

«En la Facultad de Medicina, el mismo rector pudo constatar las huellas ensangren-
tadas de un pie, que quedaron como mudos testigos del pánico vivido en los predios
universitarios durante la tarde del miércoles. Las huellas son verdaderamente patéti-
cas y reflejan el paso de un herido, por el pasillo, en un solo pie; antes de caer o ser
arrastrado».114 Justo en el edificio donde se encontraba Luz Mila, quien también lo
recuerda:

Estuvimos escondidos como 1 hora o 2 horas, pero nos parecía a nosotros que
había sido una eternidad. Cuando ya no escuchábamos disparos ni veíamos
Policías, salimos. Anteriormente en Medicina, por detrás, habían construido
unos salones. Ahí recibíamos clases las de Nutrición y algunas de terapias, y eso
no tenía comunicación por dentro con Medicina, se entraba por fuera, por de-
trás. Nos fuimos a los anexos… el charco de sangre era aterrador… sangre…
Bueno, era algo escalofriante.115

Imagen 35. Charco de sangre en las Residencias Alberto Alava. (Cromos, mayo 22, 1984,
105)

145
Reventando silencios

De la Universidad a la cárcel: el camino de la tortura y la


criminalización

Como a las 5:30 de la tarde nos dejaron salir por el lado de la capilla para salir
a la 26 con 37. Salimos un grupo como de unas 20 personas, venían varios pro-
fesores, secretarias y varios estudiantes. Cuando salimos, ya cuando estábamos
fuera, de un momento a otro apareció un grupo como de tres señores; ya eran
señores, estaban vestidos de civil y a los estudiantes nos encañonaron. A mí me
colocaron un revólver en la cabeza, un compañero que iba conmigo apenas vio
eso salió corriendo y le dispararon. A mí me llevaron a la 26 con otro estudiante,
a él le dieron durísimo, me acuerdo tanto que llevaba la camiseta con sangre, y
cuando vi que me iban a subir a la jaula de la policía yo metí un grito durísimo,
le dije «por favor, no me lleve, no me lleve» y había un.... yo creo que era un
policía vestido de civil que gritaba «sí, sí, llévela, yo la vi que ella estaba echan-
do piedra, yo la vi» y me decía muchas groserías, de todo. Y había no sé quién
era, creo que era un teniente que me quitó el bolso, me tiró todo al piso, revisó
todos mis útiles y sacó mi carné, me lo entregó y le dijo al teniente «suéltela»
pero no le hizo caso, me subió a la jaula y cuando estaba dentro le gritó «le dije
que la soltara». Y pues yo no sé, un milagro de Dios me salvó o sino yo no sé
qué habría sido de mi vida. Ese día pasaron cosas muy horribles, eso fue lo que
me pasó a mí, pero adentro pasaron cosas terribles.116

Este es el relato de Victoria, quien se libró de ser retenida por la Fuerza Pública
ese día. Después de eso, se escondió en los alrededores de la Universidad hasta que,
pasadas las 11 de la noche, le fue permitido entrar escoltada por la Policía a sacar
sus pertenencias de su habitación en las Residencias Femeninas. Sin embargo, hubo
muchos estudiantes que no tuvieron la misma suerte, a quienes sacaron de la Univer-
sidad y se llevaron en las jaulas para judicializarlos.
Según un comunicado del comando del Departamento de Policía de Bogotá, fue-
ron 68 detenidos durante la jornada.117 Sobre este total, El Espectador118 y El Tiempo
publicaron los nombres de 16 de ellos en sus ediciones del 17 de mayo:
1. Oliverio Álvarez de la Hoz 9. Nubia Cecilia Montoya Morales
2. María Eugenia Bastidas Mora 10. Jacqueline Murcia Bonilla
3. Aura Rosa Burgos Bacca 11. José Alberto Mutis Rojas
4. William Alberto Carrillo Leal 12. Carlos Alberto Piedrahíta Angarita
5. Abraham Fernández Ávila 13. Mónica Prieto
6. María Teresa García Reyes 14. Carlos Rivera Bello
7. Jesús Augusto Gutiérrez Prada 15. Marco Darío Márquez
8. Fabio Alberto Ibáñez Ruiz 16. José Antonio Ariza

146
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

Imagen 36. Algunos de los detenidos en la Ciudad Universitaria. (El Espectador, mayo 17,
1984, 11A)

El 17 de mayo, algunos detenidos fueron liberados de la Estación de Policía, otros


fueron trasladados a la Cárcel Distrital y otros a la Cárcel La Modelo. El Tiempo, en
su edición del 18 de mayo, afirmaba que fueron 76 detenidos, no 68, 13 de los cuales
fueron liberados el día anterior «bajo la disposición de presentarse cada tercer día a
oficiales de la Sexta Estación de Policía».119 Sin embargo, sólo escriben los nombres
de 11 de ellos, José Alberto Mutis Rojas (11) y 10 más:
17. Luz Dary Baquero Morales 22. Leonardo Otálora Cotrina
18. Jorge Enrique Bermúdez Parra 23. Ernesto Puertas Bellapianes
19. William Diaz Alarcón 24. Claudia Sánchez
20. Francisco Javier Mariño Galindo 25. Silvio Augusto Uchima Meneses
21. Gabriel Nuñez Solis 26. Marco Tulio Urbano Ordoñez

Desde la Cárcel Distrital, los detenidos hicieron una declaración pública el 19 de


mayo120 en la que mencionaban que allí se encontraban 70 detenidos y especifican que
eran 61 hombres y 9 mujeres. El día anterior, El Tiempo había publicado el listado
de los estudiantes recluidos en la Cárcel Distrital121, que contiene 63 nombres, 10 que
habían aparecido en la lista inicial de 16 estudiantes detenidos y 53 más:

147
Reventando silencios

27. Gilberto Acevedo Gallo 54. Lisímaco Ovalle


28. José Antonio Acosta 55. Oscar Páez Velazco
29. Carlos Alberto Cabrera 56. José Felipe Pardo Pardo
30. Ommine Barrero Chaparro 57. Luis Fernando Patiño Álvarez
31. Hugo Bazante Caldas 58. Adán Alberto Ramírez Santos
32. Jonny Bernal Rodríguez 59. Carlos Julio Reyes Muñoz
33. Álvaro Mauricio Bravo Guzmán 60. Jader Alberto Rico Álvarez
34. Miguel Arturo Burgos López 61. José Rivera Cuervo
35. Samuel Bustamante 62. Claudia Rodríguez
36. Hernán Alonso Castañeda 63. Ricardo Rodríguez Ospina
Hernández
37. Luis Alberto Corredor Castro 64. Germán Augusto Rojas Romero
38. Luis Carlos González Ávila 65. Carlos Eduardo Salazar
39. Héctor Hernán González Osorio 66. Luis Emiro Salgado Lora
40. José Daniel Granada Montes 67. Tulio Roberto Sanabria Solano
41. Alberto Hurtado Rojas 68. Jaime Humberto Talero Tovar
42. Ángel Gabriel Jiménez 69. Marta Tenatia Alviro
43. Omar de Jesús López Mejía 70. Leonel Roberto Torres Arias
44. Juan Carlos Lozada Barrios 71. Roberto Valdemar Angulo
45. Pedro Julio Mahecha Ávila 72. Carlos Vargas Hernández
46. Luis Eduardo Montaño Rodríguez 73. Benedicto Velazco Sepúlveda
47. Ricardo Muñetón Morales 74. Pablo José Villa
48. Harold Fernando Mosquera Ortiz 75. Arturo Ernesto Villanueva Garrido
49. Víctor Hugo Muñoz Arteaga 76. José Gabriel Rodríguez León
50. Oscar Alberto Navas Olivares 77. Samuel Leo Linares
51. Pablo Nieto Rojas 78. Jorge Eliécer Avella Oñate
52. Luis Eduardo Ocampo Hoyos 79. Jesús Abello López
53. Carlos Oseas Covaleda

Posteriormente, en esta misma edición del 18 de mayo, El Tiempo mencionó a 3


detenidos que fueron llevados a la cárcel la Modelo: William Alberto Carrillo Leal
(cuarto en la lista), Jesús Augusto Gutiérrez Prada (séptimo en la lista) y José Armando
Moreno García o René Ramos Suárez. Sobre este último, El Tiempo mencionó: «en
su poder le fueron decomisadas dos cédulas de ciudadanía. Tenía dos entradas al
penal, una por alteración del orden público y otra por falsedad de documentos».122 No

148
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

obstante, esta es la única fuente que lo menciona, no existe más información sobre él
en otros periódicos, en los comunicados de los estudiantes, ni en los testimonios.
De estos 79 detenidos123 en los acontecimientos del 16 de mayo hay 10 mujeres y 69
hombres. Y, aunque la prensa los presentó como estudiantes universitarios, dentro de
los detenidos se encontraban también trabajadores, estudiantes de colegio y profeso-
res124, además de personas sin ningún vínculo con la Universidad. Entre estos, es de
resaltar el caso de Felipe Pardo, profesor de lingüística detenido durante la jornada.
Estas detenciones ocurrieron en varias partes de la un: «Luego de llevarse a nues-
tros compañeros asesinados, empieza la persecución por toda la Universidad y es en
este momento cuando se producen las detenciones, mucho después de los hechos y
muy lejos del lugar donde se produjeron éstos».125 Lo que le pasó a Victoria ocurrió
en varias salidas del campus y fue visto por varios testigos. Unos de ellos son 10 tra-
bajadores del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, quienes relataron que entre las
2:30 y las 3:30 pm:

En vista de que se escuchaban disparos en el interior de la Universidad, des-


de las ventanas del Instituto vimos a un grupo de estudiantes desprovistos
de capuchas que se disponían a abandonar los predios de la Universidad por
la puerta de la calle 47. Cuando ya ganaban la puerta, fueron arremetidos a
bala por un grupo de uniformados de negro y Policías antimotín que golpea-
ban indiscriminadamente a todas las personas que se encontraban presentes,
luego fueron conducidos a unos carros por los uniformados de negro. La Policía
antimotín penetró a la Universidad.126

En la salida de la calle 53 también se quedó la Policía y realizó capturas a los estu-


diantes que salían. Este fue el caso de Claudia, quien se quedó en el quinto piso de
Medicina con sus amigos, más o menos hasta las 5 de la tarde, cuando les dijeron que
habían ordenado el desalojo:

Los profesores que estaban fuera nos dijeron que nos teníamos que ir y la seño-
ra Marina de Ramírez nos dijo que le diéramos el carné porque era un peligro
andar con el carné, nosotros le entregamos el carné a ella y salimos, decían que
saliéramos rápido, en ese momento yo ya no vi Policía por ahí, pero sí la gente
de la Universidad, los vigilantes, nos decían que teníamos que desalojar. Cuan-
do llegamos a la puerta de la 53 había mucha Policía, había motorizados súper
armados, y nos pusieron a todos los que salimos contra la malla, en esa malla
que da al Icontec, nos revisaron y nos esculcaron las maletas, un policía cogió
mi agenda y la abrió y él sacó el avioncito, les mostró a los otros y dijo «esta
se queda». Un chico que se llamaba Mauricio, que era de ingeniería, él tenía un
botoncito negro como símbolo de luto por la muerte de Chucho y a él también lo
dejaron, a él y a mí nos dejaron aparte. A los otros les dijeron «váyanse» y ellos

149
Reventando silencios

«¿cómo así?, no la vayan a dejar que ella no ha hecho nada», y ellos «no, se que-
da acá» y me rodearon los policías y los otros se tuvieron que ir.127

Imagen 37. Detenida es conducida hacia una patrulla por agentes de la Policía. (Lelio
Pinzón, El Tiempo, 17 de mayo de 1984, 18A)

150
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

Al interior de la Universidad se destacan las Residencias Femeninas como uno


de los epicentros de las capturas y la criminalización. El celador del edificio anotó
en la minuta que después de que entró la Policía hizo «un recorrido minucioso en
todos los pisos, encontrando las siguientes habitaciones, donde rompieron las chapas:
2069-2067-2018-3038-2034-2033».128 Estas habitaciones no eran contiguas, algunas
estaban en el segundo piso y otras en el tercero, lo que indica que la Fuerza Pública
buscaba personas específicas en esos lugares. Esto también lo afirma Luz Mila, quien
además especifica que algunos celadores fueron cómplices de los señalamientos: «los
policías entraron a buscar líderes, algunos celadores señalaban compañeras, habita-
ciones de compañeras que también se estaban perfilando como lideresas y que eran
reconocidas. A ellas se las llevaron».129 Las y los líderes estudiantiles eran estigmati-
zados por la Policía, esto también lo demuestra la forma como fueron retenidas:

[…]cuatro individuos de civil, uno de ellos con sudadera azul, todos armados,
nos detuvieron, diciéndonos que los acompañáramos y que no opusiéramos re-
sistencia, de lo contrario disparaban. Mientras salíamos con ellos, golpeaban las
puertas amenazando con tumbarlas, en respuesta a lo cual las residentes salían y
eran detenidas en igual forma, reuniéndonos más de 10 residentes. En ese mo-
mento llegó otro hombre de civil con chaqueta gris, que también venía armado,
y en actitud agresiva amenazó diciendo: «si han matado, pues nosotros también
matamos.130

Esto último da cuenta de que la Policía trataba a las estudiantes que vivían en resi-
dencias como combatientes, eran consideradas por la inteligencia policial como
insurgentes en medio de una batalla violenta: «ya llegando al tercer piso… se nos
aparecieron unos tipos armados por la espalda, diciendo más o menos esto: “alto, el
que corra le disparamos”».131 Esto implicó una criminalización que se materializó en
medio de las amenazas y los allanamientos:

A una compañera de Duitama, pues a todos nos allanaron las habitaciones, pero
a ella apenas le abrieron la puerta le colocaron una capucha que decía eln, le
colocaron armas y bombas, y le tomaron foto como si ella hubiese tenido todo
eso ahí.132

Desde el comienzo, el objetivo fue incriminar; los policías iban preparados para
hacer montajes judiciales a las estudiantes. Así le ocurrió a María Teresa García, una
líder estudiantil que había sido la negociadora por parte de las mujeres residentes para
la regularización de las residencias firmada ese mismo año, en el mes de abril. Ella,
como lo aseguran dos de sus compañeras de residencias para la P16m «creyendo que
la situación se había normalizado, salió de nuestra habitación...en el momento de salir
no portaba nada en las manos e iba plenamente identificable SIN capucha»133; sin
embargo, fue retenida. Ella, junto con sus compañeras y los otros capturados, fueron

151
Reventando silencios

presentados con capuchas ante la prensa, capuchas que les pusieron amenazándolos
con pistolas.134 Esta acción de encapucharlos era necesaria para poderlos judiciali-
zar, ya que en ese momento estaba vigente el decreto 1041 de 1984 expedido bajo el
Estado de Sitio vigente y que dictaba:

Artículo 1º Incurren en contravención y arresto inconmutable hasta por un (1)


año, sin perjuicio de la acción penal a que hubiere lugar, las personas que:

a) Sin justificación porten o usen máscaras o capuchas o mallas o antifaces o


cualquier otro elemento o ingrediente que sirva para ocultar o dificultar la ver-
dadera identidad.

La detención arbitraria y el obligarles a encapucharse no fueron los únicos tratos


crueles que recibieron: todo el camino de la Universidad a la Estación vi de la Policía,
ubicada en la Avenida Caracas con calle sexta, también llamada Estación 100, donde
estaban las oficinas del F-2 y los calabozos donde varios pasaron la noche, y al día
siguiente a la Cárcel Distrital, estuvo lleno de maltratos y abusos de poder. Cuando
a las muchachas las sacaron de residencias «de inmediato las introdujeron a la jaula
que se encontraba estacionada, empezando a golpearlas inmisericordemente».135 En
el caso de Claudia, quien fue trasladada primero en motocicleta y luego sí en camión
hasta la Estación de Policía:

En ese momento me subieron a mí a una moto y al otro chico lo subieron tam-


bién a una moto, yo estaba tranquila porque dije «yo no he hecho nada, a mí no
me va a pasar nada porque yo no tengo nada, ¿qué me pueden hacer?», entonces
estaba muy tranquila. Nos subieron a una moto a cada uno, nos pusieron atrás
y esa moto subió por la 53 y cogió por la 30 hacia el Campín, ahí en el Campín
pararon donde hay como una estación de Policía y nos pidieron plata, nos dije-
ron: «chinos, denos plata y los dejamos ir» y yo tenía como 250 pesos, que era
lo que valía el bus en ese entonces, no tenía más plata. Nos volvieron a subir a
la moto, íbamos las dos motos en las que íbamos nosotros y otra moto más, su-
bimos por la 53 y cogió la Caracas y en la Caracas con 45 había un paradero de
bus y ahí estaba un muchacho esperando la buseta. Los Policías pararon al lado
del muchacho y le dijeron que quién era él, y él dijo «voy para mi casa», el chi-
co era un estudiante de la Pedagógica y lo subieron en la tercera moto.136

En el primer comunicado que sacaron los detenidos en la Cárcel Distrital, denuncia-


ban que «Los estudiantes aquí recluidos y un profesor de lingüística, en su mayoría
fuimos detenidos fuera de los predios de la Universidad, otros fuimos sacados a bala
de las facultades y de las residencias, posteriormente fuimos conducidos a la Estación

152
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

a punta de bolillo y culata».137 Y, en el segundo comunicado, firmado el 19 de mayo,


contaban que:

Todos fuimos salvajemente golpeados desde el momento de nuestra detención


por elementos de la Policía Nacional, goes, F2 y demás organismos de seguri-
dad. Fue tanta la tortura que muchos de nuestros compañeros están gravemente
heridos, manteniéndonos todos en una constante debilidad física, incluyendo
fractura de costillas y varias heridas muy delicadas en la cabeza.

De las compañeras nos consta que están muy golpeadas y torturadas, casi todas
tienen el rostro desfigurado, ellas se encuentran en otro pabellón de la Cárcel
Distrital.

Desde que nos introdujeron a los carros fuimos víctimas de patadas, bolillo,
escupidas, además de imputarnos de pertenecer a organizaciones guerrille-
ras; hasta se llegó a afirmar que muchos de nosotros teníamos vinculaciones
familiares con personas implicadas con la subversión; esto para comprometer-
nos públicamente y justificar nuestra permanencia en la cárcel.138

Estas acusaciones verbales también se las hicieron a Claudia en repetidas ocasiones.


Cuando recogieron al muchacho sobre la Caracas, los llevaron en las motocicletas
hasta la calle 45 con 30. Allí los subieron a un camión donde les pegaron con bolillo,
y a ellos 2 con otros 5 capturados los dejaron en un rincón aparte: «nos dejaron a los
7 todo el tiempo aparte, nosotros éramos supremamente peligrosos según ellos».139 Y
por estar entre esos 7, a los oficiales les dieron la orden de que pararan en otra esta-
ción primero:

El camión nos llevó y paró en una estación de Policía que queda cerca de donde
ahora es la Contraloría, por la 26 llegando a la Universidad, bajando, en ese
entonces era el edificio de la Lotería de Bogotá, como a una cuadra hay una
estación de Policía. Había, a mí concepto, altos mandos de la Policía porque
tenían uniformes diferentes, tenían unas correas cafés que les cruzaban en x,
tenían un cinturón y tenían botas largas de caña alta cafés. A mí me bajaron ahí,
a los dos muchachos y a otras tres personas, y ahí me asusté mucho porque yo
veía un montón de Policías y uno de ellos tenía una manopla, una de esas que
son metálicas, se la puso en los dedos y él me miró a mí y levantó la mano como
para darme un puño, y el muchacho que venía detrás mío, Mauricio, dijo «no
le pegue», eso pegó un grito y yo cerré los ojos y dije «no, me pegó», yo sentí
cuando soplo la mano al lado mío y le pegó al muchacho y le rompió la cara. En
ese momento dijeron que no, que ahí no, que nos fuéramos, que nos llevaran a
todos para la Sexta, para la Estación 100, en ese momento fue cuando a mí más
me pegaron, me dieron una garrotera, me pegaron muchísimo con las culatas de
las armas que tienen, las largas que no sé cómo se llaman, y con los bolillos, me

153
Reventando silencios

pegaron muchísimo en la espalda, en la cola, en las piernas… y bueno, ahí me


subieron, me tiraron otra vez al camión y ahí nos fuimos a la Estación 100.140

Mientras tanto, el grueso de los detenidos ya se encontraba en la Sexta Estación


donde, luego de recibir golpizas al interior de las jaulas en que los transportaron:

[…]fuimos recibidos por una «calle de honor» de patadas, bolillo que venían de
parte de cientos de Policías que conformaban dicha calle. Se nos hizo acostar
desde las 4 de la tarde hasta las 9 p.m. todos con la boca abajo y las manos a la
espalda hasta cuando fuimos reseñados, allí se nos decía que nosotros por ser
una partida de guerrilleros se nos iba a torturar y también que nos iban a matar,
las mujeres fueron objeto de las más bajas depravaciones y se les amenazaba de
violación.141

Claudia llegó a la Estación sobre las 6 de la tarde:

Yo entro y veo a mucha gente, era un patio enorme lleno de personas boca aba-
jo, yo pensé que eran muertos, me asusté mucho y a nosotros 7, que éramos
los más peligrosos de ese camión, según ellos, nos dejaron aparte, cerca de una
oficina, no quedamos en el patio grande. En ese patio yo vi sangre, vi mucha
sangre, a gente acostada sobre sangre.142

Imagen 38. Detenidos en la Estación Sexta de Policía. (Publicación 16 de mayo, julio de


1984, 10)

154
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

Esta imagen del patio que describen, tanto el comunicado como el testimonio de
Claudia, fue divulgada por la P16m. Claudia permaneció aparte también acostada
boca abajo, aguantando los insultos y golpes de los agentes de la estación. Las demás
personas capturadas permanecieron en el patio hasta que varios de ellos fueron presen-
tados por la Policía a la prensa, «amenazándolos que si no lo hacían los mataban».143

[Claudia] Esa noche nos tomaron datos y después nos pasaron a un calabozo y
se referían a mí como que yo era una jefe de una célula guerrillera del M-19,
claro, yo llegué allá con todo. Dentro del grupo de 7 había una chica que era
de lenguas, que se llamaba Marta, y otras dos chicas, a nosotros nos separaron
hombres y mujeres, a las chicas nos llevaron a un calabozo muy pequeñito y
cuando entramos allá había una de las muchachas que estaba supremamente
golpeada, ella estaba con su cara casi que desfigurada, los ojos inflamados, tenía
golpes en todo lado de su cuerpo, se llamaba Deisy, sé que ella estudiaba Psi-
cología y ella nos contó que la cogieron en las Residencias Femeninas y por eso
estaba tan golpeada, ella estuvo muy mal esa noche, nunca la vio un médico,
tratamos de mantenerla entre las pocas que sabíamos.

Esa noche fue tenaz porque pensamos que quién sabe qué más nos iban a hacer,
nosotros pensábamos en violaciones, un montón de cosas porque obviamente
estábamos expuestas, afortunadamente no pasó nada, pero sí fue una cosa que
ellos decían y decían cosas y «les vamos a hacer…», estábamos muertas del
pánico. Escuchamos cómo a los muchachos los sacaban, los golpeaban, no-
sotros estábamos como atrás de un, no sé cómo ubicar, pero nosotros podíamos
ver hacia un patio grande, ahí sacaron los muchachos a la media noche, a unos
los hicieron masturbarse y nos decían a nosotras cosas, que teníamos que mirar-
los, bueno, una cantidad de cosas bárbaras y después cogían una manguera con
agua fría y les echaban a todos, los bañaron, era la madrugada. Escuchábamos
cómo los de la Fuerza Disponible les decían a los muchachos de la policía «todo
esto les pasa por los hijueputas de la Nacional» así les decían a los policías, «por
eso es que hay que acabar con todos esos hijueputas de la Nacional», decían a
cada rato los muchachos que, finalmente, también son víctimas.144

155
Reventando silencios

Imagen 39. Estudiantes en la Estación 100. (Fabio Cárdenas, El Tiempo, mayo 17, 1984, 1)

Al día siguiente, sobre las 9:30 de la mañana, los agentes realizaron el proceso de
“reconocimiento”:

[…]éramos pasados uno por uno por los oficiales que nos mostraban a los agen-
tes dizque para ver quién nos reconocía y de estos salían 3 o 4 agentes que nos
señalaban, a los cuales nunca habíamos visto y a quienes éramos entregados
como si fuéramos una presa para devorar. Inmediatamente éramos golpeados
brutalmente con cadenas, bolillos, patadas, puños, los agentes nos cacheteaban
y pellizcaban, todo esto, nos lo hicieron en la capilla de la Estación, «lugar sa-
grado», además se nos amenazaba la vida y que íbamos a ser llevados todos a
la Brigada Militar.145

Además de estas denuncias hechas por los estudiantes, el 17 de mayo El Bogotano


también denunció que algunos retenidos fueron golpeados y llevados a la Sexta Esta-
ción de Policía, «donde se les interrogó en forma severa».146 Las torturas específicas
que sufrieron algunas personas también salieron a la luz: «a una compañera se la
habían llevado y permaneció toda la noche desnuda en un bloque de hielo. Al otro
día cuando la levantaron estaba toda quemada».147 En la P16m se presentó un informe
sobre las lesiones de algunos de los detenidos en la Cárcel Distrital, la mayoría con
traumatismos en todo el cuerpo, quemaduras de cigarrillo, contusiones y hematomas

156
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

causadas por bolillo y patadas. Otros incluso presentaban luxaciones y fracturas. En


este reporte se mencionan a 22 hombres, 21 de los cuales aparecen también en la lista
de detenidos y uno no:
80. Hernán William León Rodríguez
También se da el reconocimiento de las heridas de 9 mujeres, 8 de las cuales se
encuentran en la lista de detenidos de la prensa y una no:
81. Disney Barragán
El comunicado a manera de denuncia que acompañaba este reporte lo escribieron los
detenidos que fueron trasladados el jueves 17 de mayo en la noche a la Cárcel Dis-
trital. Allí también describían que cuando llegaron, a la cárcel para algunos hubo «un
cambio positivo en el trato»:

[Claudia] A nosotros nunca nos notificaron oficialmente. Llegamos allá 7 mu-


jeres y creo que noventa y tantos hombres, nos llevaron con sirenas, con motos,
mejor dicho, supremamente peligrosa esta gente. Llegamos allá a la Cárcel Dis-
trital y fue el momento de pánico para mí terrible, porque yo vi esa puerta verde
enorme, esa pared altísima, esas garitas… nos abrieron una puerta pequeña, nos
entraron a las mujeres a un lado los hombres al otro lado, yo tenía mucho mie-
do. Ahí nos hicieron quitar relojes, todo lo que teníamos, aretes, nos los dejaron
en un lado ahí en un escritorio y nos formaron a las 7, nosotras estábamos muer-
tas del susto de que nos fueran a hacer algo, pero tampoco, afortunadamente no
nos pasó nada ahí, ya ahí todo fue lo psicológico que llevábamos nosotros en
nuestro corazón y en nuestra mente y a partir de ese momento fui solo lágrimas
durante 15 días, lloré todo el tiempo, o sea, yo lloraba al desayuno, al almuer-
zo, a la comida, estaba muy asustada y ahí ya me di cuenta que de verdad no
me iban a soltar, eso estaba grave y yo me asusté muchísimo. Esa noche pasa-
mos por unos pasillos que tenían rejas a lado y lado y había gente de todo tipo,
terrible, y sacaban las manos así como en las películas de terror, como a coger-
nos, a tocarnos, y bueno ya salimos al otro lado de ese pasillo y había un espacio
grande que tenían una rejita pequeña, una ventana pequeña en la parte de arriba,
y allá estuvimos, nos hicieron ir a otras celdas, por allá a otros cuartos, a bajar
unos colchones terribles, que no se pueden imaginar, pero pues nos tocó aco-
modarnos, y todo lo que nosotros teníamos, ruanas, abrigos, sacos, los pusimos
encima y así dormimos, dormimos como 7 personas en tres colchones.148

Al día siguiente, los detenidos fueron llevados a una valoración médica de la que
salió el reporte que reprodujo la P16m. En los días siguientes, los detenidos fueron
llevados uno por uno a indagatoria y les dijeron que la orden era mantenerlos 15 días
allá. En esas dos semanas recibieron visita de sus padres y, desde afuera, sus fami-
liares y compañeros estuvieron pendientes de enviarles comida y los elementos que
necesitaban. Además, estuvieron afuera de la cárcel esperando por su salida desde el

157
Reventando silencios

28 de mayo, cuando liberaron a los primeros detenidos, hasta el 30 de mayo, cuando


Claudia fue liberada entre los últimos que dejaron salir.
El hecho de que los detenidos en la Cárcel Distrital fueran finalmente liberados es
una muestra de que no existían pruebas en su contra, precisamente porque la mayo-
ría de los capturados fueron estudiantes ajenos a los hechos y al enfrentamiento que
ocurrió en la Universidad. Los únicos condenados por los sucesos de ese día fueron
William Carrillo Leal y Jesús Augusto Gutiérrez.

Mapa 2. Detenciones en la Universidad Nacional el 16 de mayo de 1984. Archivos del


búho, elaborado por Carolina Gómez Pulido, abril de 2021

Los casos de William y Augusto

Augusto Gutiérrez era un estudiante de Geología, no tuvo ninguna participación en


los hechos violentos y fue detenido cuando llegaba a la Universidad por la entrada de
la calle 45. Por su parte, William Carrillo, quien participó en los eventos como miem-
bro de una organización armada, cuenta en su tesis de pregrado de la Universidad
Nacional su experiencia de la siguiente forma:

158
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

En el momento de mi detención hago parte de un equipo militar de la or-


ganización y para ese día integro el grupo de choque destinado a evitar que
masacren a los estudiantes de la Universidad Nacional, misión que creo lo-
gramos porque cuando los miembros de los organismos de seguridad del Estado
se toman la Universidad nuestro grupo los enfrenta y los detiene, situación que
los estudiantes aprovechan para retirarse o protegerse.149

A ambos los detuvieron dentro de la Universidad, primero a William sobre las 3


de la tarde y después a Augusto sobre las 4. Sin embargo, «esa noche en la tv y en
la Radio y al día siguiente en la prensa se dijo que los habían detenido en el mismo
sitio y momento»150, así lo denunciaron sus familiares en un comunicado al respecto.
Por su parte, William cuenta que en el momento de su detención lo sacaron de la
Universidad y lo transportaron en una camioneta Van, en la que escuchó que los ofi-
ciales debatían sobre qué hacer con él, ya que lo vieron disparando un arma. Entre las
opciones que se barajaron estuvo su desaparición. Lo llevaron a la Estación vi de la
Policía, donde lo interrogaron151 y torturaron, mediante golpes y quemaduras de ciga-
rrillo, también lo hirieron con un arma blanca hasta perforarle un pulmón. Producto
de esto, los agentes consiguieron la información de su lugar de residencia y de miem-
bros de su familia, e inmediatamente allanaron las casas de su tía y de su exesposa e
hija152; además, con las torturas trataron de que reconociera su militancia en alguna
organización insurgente. En algún momento durante el interrogatorio y las torturas,
los agentes le permitieron ir al baño en la Estación de Policía donde se dio cuenta que
aún tenía las municiones de su arma en el bolsillo, pues, paradójicamente, los agen-
tes se concentraron en la tortura y no lo requisaron en detalle. Al percatarse arrojó la
munición al inodoro.
Por su parte, Augusto también fue detenido y «brutalmente golpeado»:

[…]fue llevado a una patrulla, donde se encontraban otros compañeros, ahí


lo torturaron apagándole cigarrillos en los brazos y piernas, hicieron que se
acostara en el piso, dándole patadas y golpes en todo el cuerpo y presionando su
cara contra el suelo, a consecuencia de esto empezó a sangrar por boca y nariz y
también le causaron heridas en la cabeza.153

Augusto también fue llevado a la Estación vi, donde fue interrogado mediante tortu-
ras y acusado de haber utilizado un arma de fuego que nunca apareció como prueba
en el proceso en su contra, porque no existió. Al igual que en el caso de William, la
casa de su familia también fue allanada. Las municiones antes arrojadas al inodoro
fueron utilizadas para inculpar a Augusto, por esto, cuando sobre las 9 de la noche los
presentaron a la prensa, los oficiales aseguraron que fueron capturados juntos.

159
Reventando silencios

Imagen 40. William sujetando un arma y Augusto sujetando municiones entre sus manos.
(El Espectador, mayo 17, 1984, 11A)

Imagen 41. William Carrillo y Augusto Gutiérrez. (El Tiempo, mayo 17, 1984, 18A)

160
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

En la Imagen 41 quedó registrado el gesto de dolor de William, evidentemente cau-


sado por las torturas, y en ambas se ve la pistola Star 9mm sostenida por él y los
cartuchos del arma que obligaron a Augusto a sostener. Después de este registro
hecho por los periodistas, continuaron las torturas en contra de ambos hasta pasada la
media noche154, cuando los trasladaron a una celda en la Estación 100 con otros de los
detenidos en la Universidad.
Al día siguiente fueron llevados a dependencias del B-2 en la Brigada de Institutos
Militares (bim).155 Los otros detenidos denunciaron este traslado en un comunicado156,
por temor a que allí los siguieran torturando o los desaparecieran. Sin embargo, fue-
ron rechazados por la bim157, no prosiguieron con las torturas y los llevaron esa misma
tarde del 17 de mayo a la Cárcel Nacional Modelo, quedando a disposición de un Juez
Penal Militar158, quien los juzgaría según las normas del Estado de Sitio vigente. Por
las torturas que sufrieron, ambos pasaron su primer mes en la Modelo en sanidad,
hospitalizados.159 Al concluir el juicio en su contra fueron condenados por porte ilegal
de armas, Augusto a un año y medio de arresto y William a dos.160 Por motivos que
hasta el día de hoy son desconocidos, Augusto fue asesinado en febrero de 1986, poco
tiempo después de haber salido de la cárcel. Al respecto, el suplemento Informativo
n.°1 del periódico Indi-Gestión, producido por los estudiantes de Ciencias Económi-
cas, señala que Augusto estuvo días desaparecido: «“salió del trabajo y no volvió a
aparecer”. El 11 de feb. fue hallado asesinado».161
Por su parte, William relata que para él llegar a la prisión:

[…]se convierte en una esperanza de vida frente a la amenaza de muerte a


manos de los verdugos de hacha y capirote de los organismos de seguridad del
Estado; en esos momentos la cárcel para mí es otra cosa, es la posibilidad de se-
guir con vida y de liberarme de las torturas y amenazas de desaparición forzada
o de asesinato.162

Este temor acompañó a todos los detenidos, como lo manifiestan los que llegan a
la Cárcel Distrital, quienes en su segundo comunicado afirman: «desconocemos la
suerte de varios compañeros que fueron vistos heridos de bala en los predios de la
Universidad, pues con nosotros no se encuentra ningún herido de bala».163 Los testi-
gos de los acontecimientos, los familiares y quienes se dieron a la tarea de conseguir
información para denunciar lo ocurrido, compartieron esta preocupación sobre el
paradero de los heridos y detenidos y se prendieron alarmas sobre posibles desapari-
ciones forzadas. La información fragmentada que circuló implicó que los estudiantes
no pudieran saber a ciencia cierta quiénes habían sido llevados por la Fuerza Pública
utilizando mecanismos legales y quiénes no. Por esto, se registraron algunas denun-
cias sobre desaparecidos en la prensa y en la P16m.

161
Reventando silencios

En este sentido, El Bogotano, en su edición del 17 de mayo, señaló:

Anoche se reunieron en el comando del departamento de Policía de Bogotá, el


titular de la cartera de defensa general Miguel Vega Uribe, el director nacional
de la Policía Víctor Alberto Delgado Mallarino, y el general Vargas Villegas con
el fin de analizar la situación, y establecer el paradero de las estudiantes María
Cecilia Montoya y María Eugenia Bastidas, quienes fueron dadas por desapa-
recidas.164

Pese al temor por su posible desaparición, ambas aparecen en la lista de 82 deteni-


dos que elaboramos en esta investigación con la información publicada por diferentes
fuentes. Al día siguiente, el mismo periódico publicó 6 nombres de estudiantes posi-
blemente desaparecidos: «Juan Carlos Lozano, Lisímaco Ovalle, Samuel León, Carlos
Julio Reyes, Nubia Cecilia Montoya y Clara Inés Díaz»165, cinco de ellos aparecen en
la lista de detenidos, mientras que sobre Clara Inés Díaz no hay ninguna información
adicional que confirme o desmienta esta denuncia.

El papel de los medios

Los medios de comunicación registraron los hechos desde diferentes puntos de vista.
Lo referenciado en algunos de ellos principalmente hizo eco de las declaraciones ofi-
ciales, mientras que otros interpelaron la versión de las autoridades y presentaron
información denunciada por los estudiantes y docentes.
En el primer caso, medios como El Tiempo y El Espectador replicaron las declara-
ciones del comandante del Departamento de Policía de Bogotá, el general José Luis
Vargas Villegas, quien «negó las versiones de varios testigos que aseguran haber
visto ingresar a los predios de la Ciudad Universitaria a varios grupos de la escua-
dra motorizada de la Policía».166 Él mismo interpeló la versión de los universitarios
en declaraciones dadas a la revista Cromos cuando señaló: «Estoy seguro que algu-
nos periodistas, si son serios, estarían encantados de poder tomar fotografías de los
policías destruyendo las residencias. Yo quiero ver los muertos. Quiero los nombres
de los desaparecidos».167 En la misma dirección, Rafael Santos Calderón, bajo el seu-
dónimo de Ayatollah, por medio de un artículo de opinión publicado en El Tiempo,
desestimó las denuncias al expresar que, «al preguntarles [a estudiantes y profesores]
dónde estaban los muertos, cuáles eran los nombres de los presuntos desaparecidos,
se quedaban mudos. Han pasado más de 72 horas […] y aún no aparece el primer
muerto».168
En algunos casos, los medios no solo hicieron eco de las declaraciones oficiales,
sino que cumplieron un papel determinante en la producción de un relato estigma-
tizador y criminalizante respecto a los capturados. Claudia, una de las detenidas

162
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

arbitrariamente, recuerda al respecto de las horas que estuvo retenida en la Estación


Sexta:

Ahí había unos periodistas sentados en una escalerita, como de A3 creo que se
llamaba el noticiero, y ellos estaban esperando y en la parte a mi izquierda había
un saloncito y ahí había unos muchachos chicos y chicas de pie, unos estaban
muy golpeados, había unos Policías como tomando datos y había Policías ar-
mando capuchas. Las armaban, yo lo vi, cogían pedazos de tela, no sé de dónde
sacaban, con banderas del eln y con cosedora las armaban y les abrían los hue-
cos para los ojos. En el documental pude ver que ustedes tienen el periódico,
eso me puso los pelos de punta porque yo vi esa imagen en ese momento, cuan-
do los chicos los pararon, hay unos que tienen unas capuchas así todas chuecas,
re mal hechas… fueron las que hicieron ellos. A los muchachos, a unos, los
quemaban con cigarrillo en el abdomen para que se dejara poner la munición
que tenía en la mano el muchacho de la foto. En esa foto hay un muchacho con
una munición y hay otro muchacho con un arma y a ellos los quemaban con un
cigarrillo en el abdomen para que tuvieran las manos así y se dejaran tomar la
foto. Eso fue algo que a mí me marcó, yo decía «no puede ser», los periodistas
esperando a que los policías armaran todo el cuadro para que ellos pudieran fil-
mar, para que ellos pudieran tomar las fotos, me pareció terrible.169

El caso de William y Augusto, referenciado por Claudia al recordar que fueron dis-
puestos para las fotografías de los periodistas con un arma y la munición en la mano,
es paradigmático en este sentido. Ambos son presentados a la prensa después de haber
sido sometidos a graves torturas y su historia se presenta como prueba de la acción
armada de los estudiantes, en algunos periódicos fueron presentados con capucha y en
otros sin capucha, lo cual además pone en evidencia la construcción intencionada de
la imagen que circuló (Imágenes 40 y 41).
El Bogotano fue posiblemente el medio que registró de manera más cercana los
acontecimientos violentos, las fotografías que acompañaron los reportajes presentan
las actividades que se llevaron a cabo al interior de la Universidad desde la mañana
y, posteriormente, la entrada de la Policía por la calle 26. Además, este periódico
presentó la lista de posibles personas desaparecidas, referenciada anteriormente, e
interpeló al general Vargas Villegas al señalar que, aunque «desmiente la versión de
muertos […] en esta edición les presentamos fotos exclusivas de uno de los encapu-
chados muertos». La foto a la que se hace referencia registra con seguridad el caso de
«el español», herido en el estómago al inicio de la confrontación, y es acompañada
de un pie de foto que plantea: «Este encapuchado, herido de bala en el estómago, fue
fotografiado cuando era llevado a un hospital desconocido. Murió poco después».170
En el mismo sentido, el titular que abrió la edición del viernes 18 de mayo señalaba:
«Urgente! La verdad sobre lo ocurrido el miércoles en la U. Nacional: Hay estudian-

163
Reventando silencios

tes muertos! Estudiantes, profesores y dirigentes sindicales afirman que la Policía


recogió a los heridos y se los llevó con destino desconocido».171
Cromos, por su parte, a partir del trabajo de la periodista Ligia Riveros, recibió parte
de la información de los estudiantes y reprodujo esta junto a detalles cercanos de la
situación de los policías. Este medio además difundió la historia de Yesid Bazurto,
acompañada de fotografías y la radiografía que daban cuenta de las heridas por arma
de fuego que este había sufrido.

Cierre de la Universidad

Imagen 42. Comunicado del csu. (El Tiempo, mayo 18, 1984, 3A)

El día 17 de mayo, el csu decretó el cierre indefinido de la Universidad. A los pocos


días, el rector Fernando Sánchez Torres, que para el 16 de mayo se encontraba fuera
del país, regresó a Bogotá y decidió renunciar a su cargo. En su carta de renuncia, con
fecha del 22 de mayo172, manifestó:

Dado que la Universidad es frágil frente a la violencia y está inhibida para


discurrir en medio del lenguaje bronco de las bombas y de las pistolas,
sucumbieron, ante la mirada atónita de la comunidad inerme, los esfuerzos de
una administración que apenas estaba preparada para actuar en un ambiente
sosegado, académico.173

El cierre indefinido es el resultado de esta fragilidad. Días antes de radicar oficial-


mente su renuncia, Sánchez Torres comentó en una entrevista para El Tiempo que la
decisión de renunciar la tomó

164
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

no solo por los aspectos de carácter interno, sino que hay factores externos,
como el orden público del país, que inciden en la marcha de la Universidad. [...]
mientras no haya paz en el país no podrá haberla en la Universidad.174

Además, agregó: «no podemos mantener abierto un escenario en el que se refleje la


violencia que azota al resto del país».175 Sin embargo, la un nunca ha sido un escena-
rio que se limite a reflejar los conflictos nacionales, sino que los reproduce bajo sus
propias dinámicas. En este caso, bajo las de una generación de estudiantes compro-
metidos con la lucha por el bienestar, por las condiciones mínimas para que cualquier
persona, sin importar su origen ni condición social, ingresara a la universidad pública.
La renuncia de Sánchez da cuenta de que sus directrices administrativas, que
pretendían conciliar actores en tensión al interior de un espacio como la Ciudad Uni-
versitaria, y que habían alcanzado su punto más alto con la firma de los acuerdos
sobre las residencias en abril, no lograron su propósito. El ingreso de los agentes del
Estado, sin autorización del rector, quebrantó la autonomía universitaria que, lejos de
ser una frontera física, es la idea misma de que al interior de la Universidad se crea un
espacio de significación alrededor de una comunidad que lo habita de diferentes for-
mas. Una forma de habitar y de relacionarse que se desmanteló con el cierre y que,
como lo mostraremos en el siguiente capítulo, nunca volvió a ser la misma.
Al cierre de la Universidad y la renuncia de Sánchez Torres, aceptada en agosto de
ese año, los siguió el desalojo de las residencias estudiantiles y el inicio de un largo
proceso de reorganización administrativa. El cierre se prolongó hasta abril de 1985 y
ha sido el cierre más largo en la historia de la Universidad. Durante los días y meses
siguientes a lo ocurrido el 16 de mayo, el estudiantado fue fragmentado y desterri-
torializado. Un año después, cuando los estudiantes volvieron a habitar la un, no
existían vestigios territoriales que dieran cuenta de lo ocurrido.
La desterritorialización fue uno de los factores que dificultó la producción y cir-
culación de denuncias sobre los hechos del 16 de mayo y, en parte, determinó la
configuración de los diferentes relatos sobre lo sucedido que se han transmitido hasta
la actualidad. Muestra de ello es la elaboración de la Publicación 16 de mayo entre
julio y septiembre de 1984, un esfuerzo colectivo que juntó testimonios, fotografías
e información de la prensa con poemas, ilustraciones y otras narrativas propias de los
estudiantes, intentando establecer un relato unificado que hasta hoy sigue siendo la
principal fuente de consulta frente a este caso.

165
Reventando silencios

Conclusiones
El 16 de mayo de 1984 puede entenderse como un momento crítico en medio de un
contexto particularmente lleno de contradicciones. Las posiciones opuestas sobre la
situación de la Universidad y el país se extremaron a tal punto que la tensión terminó
en ruptura. Sin duda, este es uno de los acontecimientos más violentos protagoni-
zados en un entorno universitario en la historia del conflicto armado en Colombia.
Posiblemente es solo comparable con la masacre del 21 de febrero de 1971 en la ciu-
dad de Cali.
La Universidad fue escenario de un enfrentamiento en el que participaron estudian-
tes armados y desarmados y agentes de la Fuerza Pública. La presencia de miembros
de la insurgencia en los enfrentamientos sin duda fue uno de los factores que elevó los
niveles de confrontación; en su intervención utilizaron armamento convencional y no
convencional (como los miples), generando graves afectaciones a 22 miembros de la
Fuerza Pública y poniendo en riesgo a docentes, trabajadores, transeúntes e incluso
los estudiantes que decidieron participar en la protesta.
Ahora, la acción de la Fuerza Pública claramente anticipó esta presencia. Dispuso
4 fuerzas (Disponible, goes, Escuadrón Motorizado y F2), de manera planificada y
con una cadena de mando compleja. Su disposición estuvo ligada al hostigamiento
que habían vivido los residentes desde septiembre de 1982, cuando inició la recu-
peración de residencias, y a la infiltración de agentes de inteligencia al interior de la
Universidad, previo a los acontecimientos violentos. En el desarrollo operativo, su
intervención en ningún momento buscó prevenir la acción violenta de quienes par-
ticiparon armados, ni contener y reducir su capacidad, sino abiertamente arrasar sin
consideración de quienes se encontraban al interior de la Ciudad Universitaria y sus
alrededores.
Esta acción fue indiscriminada y de carácter desproporcionado. La resistencia de
estudiantes desarmados y fuerzas guerrilleras, que eran claramente inferiores en
número de personas, entrenamiento y armamento, fueron rápidamente vencidas, pese
a lo cual el operativo dispuesto por la Fuerza Pública continuó deteniendo masiva-
mente y de forma arbitraria.
Mucho se ha debatido respecto al saldo de los acontecimientos. Desde la posición de
quienes niegan las afectaciones, las denuncias han sido acusadas de falta de pruebas
y en esa medida han sido minorizadas y desestimadas. No obstante, como el presente
capítulo ha dado cuenta, gran parte de la información que corrobora lo denunciado cir-
culó de manera pública en documentos producidos por los estudiantes y en la prensa.
Esta información, leída junto a otras fuentes y enriquecida con el testimonio de 12
personas, nos permite hacer un aporte (aún incompleto) al respecto de las afectacio-
nes ocasionadas durante la jornada del 16 de mayo de 1984 y hechos relacionados:t

166
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

• 22 policías resultaron heridos como resultado de la acción violenta de los estu-


diantes, tres de ellos de gravedad. La mayor parte de estos fueron afectados
por un miple lanzado desde el interior de la Universidad.176 Aunque es a partir
de este momento que los policías ingresan a la Universidad, su actuación ocu-
rre fuera de los protocolos legales para la contención de este tipo de escenarios.

• 81 personas fueron detenidas, golpeadas, sometidas a tratos crueles, inhumanos


y degradantes, y en la mayoría de los casos torturadas, física y psicológicamente,
por agentes de la Fuerza Pública; 11 de estas fueron liberadas al día siguiente,
68 fueron retenidas en la Cárcel Distrital, hasta su liberación entre el 28 y 30 de
mayo, y 2 personas fueron llevadas a juicio por porte ilegal de armas, una de
ellas acusada falsamente.

• Las torturas y los tratos crueles a las que sometieron a las personas detenidas
fueron de distinto tipo. Por un lado, en el momento de la detención, el transporte
en vehículos oficiales y la llegada a la Sexta Estación de Policía, la generali-
dad fue que los detenidos fueran gravemente golpeados con puños y patadas y
mediante el uso de cadenas, bolillos, culatas y manoplas. Además, se registra-
ron quemaduras con cigarrillos encendidos y mojadas con mangueras durante
la madrugada. Por otro lado, las torturas dentro de la Sexta Estación de Policía
incluyeron violencia sexual y violencia basada en género: las mujeres fueron
constantemente amenazadas de violación; un grupo de estudiantes varones
fueron obligados a masturbarse, mientras que a las estudiantes mujeres se les
obligaba a presenciar este acto. Así mismo, como lo señala uno de los testimo-
nios, una estudiante padeció desnudez forzada y fue obligada a pasar la noche
sentada en un bloque de hielo.

• William Carrillo y Augusto Gutiérrez, quienes fueron condenados por porte ile-
gal de armas, fueron gravemente torturados hasta pasada la medianoche del 16
de mayo en la Sexta Estación. En el caso de William, la tortura incluyó el uso de
armas blancas con las que le perforaron un pulmón, comprometiendo su vida.
Por la gravedad de las heridas, fueron hospitalizados posteriormente.

• Según la prensa, resultaron heridos por lo menos 46 estudiantes.177 En la P16m


se presentaron testimonios de por lo menos 5 de estos heridos de bala por la
Policía. Sobre dos de estos heridos, “el español” y Yesid Bazurto, ha sido posi-
ble ampliar la información. En el primero de los casos, por la gravedad de la
herida de bala en su abdomen, El Bogotano señaló que esta persona habría
muerto tras su traslado al hospital de la Hortúa, no obstante, esta información
no ha podido ser corroborada. En el caso de Yesid Bazurto, el disparo que le

167
Reventando silencios

propinó un policía a la altura del pómulo, tras haber caído herido por otro dis-
paro en el mentón, evidentemente tenía una intención de letalidad. Según su
testimonio, habría víctimas aún sin identificar producto de estos acontecimien-
tos: «veo muchos cuerpos a mi lado aparentemente muertos, yo soy el único que
me paro y casi me desvanezco porque había perdido mucha sangre».178

• Los asesinatos de Jesús León (Chucho) y Luis Armando Muñoz el 9 y el 14 de


mayo, buscaron afectar el proceso de regularización de las residencias. Pese a
que al interior de la Universidad se logró llegar al Acuerdo 32 de 1984, con sus
muertes este esfuerzo se vino abajo y se marcó el antecedente más importante de
los hechos ocurridos la semana siguiente.

Los responsables directos de todas estas afectaciones no se han identificado. Nues-


tro equipo de trabajo ha solicitado información, por medio de derechos de petición,
sobre los hechos, sus afectaciones y posibles investigaciones al respecto por parte
de los entes de control. No recibimos información ni de la Policía, Fiscalía, el Con-
sejo Superior de la Judicatura ni Procuraduría. A pesar de esta negativa por parte de
las instituciones, la información recolectada de las múltiples fuentes utilizadas para
esta investigación nos permite afirmar que por la magnitud de los hechos y el nivel
de coordinación que requirieron las fuerzas estatales, es muy posible que estuvieran
comprometidas en ello altas jerarquías. El propio rector Sánchez Torres señaló que
había un plan que le habrían presentado altos mandos militares para intervenir en la
Universidad. En ese mes, el Ministro de Defensa encargado era el General Miguel
Vega Uribe179, el director de la Policía Nacional era el General Víctor Alberto Del-
gado Mallarino180 y el comandante de la Policía de Bogotá era el General José Luis
Vargas Villegas.181 En sus cargos, al tratarse de una operación de tan alto nivel, es
posible que supieran y aprobaran el despliegue efectuado y, como comandantes, son
los máximos responsables de la violación a la autonomía universitaria que se perpe-
tró ese día y del excesivo uso de la fuerza en contra de los estudiantes, profesores,
trabajadores y cualquier otro perjudicado que se encontraba ese día dentro de la Uni-
versidad, además de la destrucción de las instalaciones. También recae sobre ellos, y
sobre todos los miembros de la Fuerza Pública que participaron, la responsabilidad
de las violaciones de derechos humanos que se registraron en los hechos de este día.
Tanto por perpetuarlos directamente, como por encubrirlos y entorpecer el esclareci-
miento de las víctimas de los diferentes delitos cometidos.
La historia de la Universidad Nacional y de sus actores no ha sido en ningún
momento ajena a la realidad nacional, a sus directrices administrativas y a los princi-
pios que rigen el monopolio de la fuerza. El esclarecimiento de la verdad, una verdad
enriquecida por las memorias de los sujetos que le dan vida a este relato, es una
apuesta porque las luchas y las violencias que se han vivido y se viven aún al inte-

168
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

rior de la Universidad no sean nunca negadas. Su importancia es vigente no solo para


enriquecer un relato sobre el pasado, sino porque este día es un recuerdo vivo en las
personas que nos aportaron sus valiosos testimonios, y sus alegrías, esperanzas, dolo-
res y desilusiones son también las que acompañan a la comunidad de estudiantes que,
de generación en generación, se ha esforzado por mantener viva la memoria y que,
aun después de 37 años, se rehúsa a olvidar.

169
Reventando silencios

Notas al final

1. En 1984, y con motivo de la negociación, Autodefensa Obrera (ado) sufrió una fractura
entre el sector liderado por Carlos Efrén Agudelo junto con los hermanos Héctor y Adelaida
Abadía, quienes llegaron a un acuerdo de paz con el gobierno, y un sector que se mantuvo en
actividad hasta inicios de 1990. Para profundizar en este tema se recomienda revisar el tra-
bajo de Pulido, Reinoso y Garzón (2015): La rebelión del alicate. Un estudio de caso sobre la
organización Autodefensa Obrera.
2. Ley 35 de 1982 (Bogotá, Congreso de la República, 1982), artículo primero.
3. El Comando Pedro León Arboleda (pla) se constituyó inicialmente como Destacamento
Urbano del epl a mediados de los años 70. Sin embargo, poco tiempo después de su confor-
mación se escindió de dicha guerrilla y continuó existiendo de manera autónoma hasta la
segunda mitad de los años 80.
4. Darío Villamizar Herrera, Las guerrillas en Colombia: Una historia desde los orígenes
hasta los confines (Bogotá: Penguin Random House Grupo Editorial Colombia, 2017), 445.
5. Laura Restrepo, Historia de un entusiasmo, segunda edición (Bogotá: Norma, 1999), 11.
6. «M-19 declara otra vez la guerra!», El Bogotano, marzo 9, 1984, 13.
7. «epl y M-19 se unieron», El Bogotano, abril 9, 1984,5.
8. Carlos Medina Gallego, Ejército de Liberación Nacional (eln). Historia de las ideas polí-
ticas (1958-2018) (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia-Sede Bogotá Facultad de
Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, 2019).
9. Vega Uribe ha sido señalado de pertenecer, mientras estaba en su cargo de Comandante de
la bim, a la organización paramilitar Alianza Americana Anticomunista, conocida como Tri-
ple A, desde la cual ayudó a moldear «las formas represivas que llevaron a Colombia hacia el
terrorismo de Estado donde las criminales estructuras clandestinas y el paramilitarismo juga-
rían un papel importante» (Calvo Ospina, Colombia, laboratorio de embrujos, 2008, 137-138)
en el marco de una guerra contra la insurgencia armada. Uno de estos casos fue el de Olga
López Roldán sobre el cual, en junio de 1985, mientras Vega Uribe era Ministro de Defensa,
el Consejo de Estado falló a favor de López, condenando a la nación por las torturas que ella
sufrió durante su detención por la bim en enero de 1979, cuando fue acusada de participar en
el robo de armas al Cantón Norte perpetrado por la guerrilla del M-19. Esta fue la primera
vez que el Consejo de Estado falló sobre las acusaciones de torturas realizadas por el Estado
colombiano durante el gobierno de Turbay Ayala. Tras este fallo, la opinión pública, entre la
que resalta una crónica publicada por Ligia Riveros (ver nota 48), pidió la renuncia de Vega
Uribe a su cargo como ministro; sin embargo, esto no ocurrió, el General estuvo en el cargo
hasta el final del gobierno de Belisario Betancur y estuvo presente en noviembre de 1985 coor-
dinando, de mano del General Samudio Molina y otros comandantes del Ejército, la operación
militar en el Palacio de Justicia tras la toma por parte del M-19.
10. Hernando Calvo Ospina, Colombia, laboratorio de embrujos. Democracia y terrorismo
de Estado (Madrid: Foca, 2008), 144.

170
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

11. Citado en Calvo Ospina, Colombia, laboratorio de embrujos, 144.


12. Calvo Ospina, 64.
13. Calvo Ospina, 146.
14. Calvo Ospina, 144.
15. El 11 de agosto de 1984 se publicó un comunicado de los presos políticos de la Cárcel
Modelo sobre la muerte de Carlos Toledo Plata, en el que se destaca una mirada crítica a los
acuerdos: «No más guerrilleros (cuyo deber es luchar por los intereses del pueblo) desarmados
y atados por firmas y acuerdos hechos con un enemigo traicionero y asesino» (en «A la opi-
nión pública en general», Publicación 16 de mayo, septiembre de 1984, 15).
16. Junto a Iván Marino Ospina, los tres habían sido firmantes de la tregua. Además, Ospina y
Fayad habían protagonizado una reunión en Madrid (España) con el propio presidente Betan-
cur en octubre de 1983 como parte de los acercamientos.
17. A todo esto, debe sumarse la muerte de Bateman en un accidente aéreo ocurrido en abril
de 1983. Todos hechos que configuran un cambio abrupto en los liderazgos del M-19 en el
corto lapso de 1983 a 1986.
18. Esta información es tomada de Escrito para no morir: bitácora de una militancia (2000)
de María Eugenia Vásquez Perdomo y del blog oigahermanohermana.org.
19. Restrepo, Historia de un entusiasmo, 112.
20. «El pla rechaza las elecciones», El Bogotano, marzo 9, 1984, 7.
21. Para consultar esta lista véase el anexo 4.
22. Medófilo Medina, «Un balance», De Frente, diciembre 1, 1983, 4.
23. Tal vez el caso más conocido es el de Camilo Torres, vinculado al eln desde mayo de
1965. Además de este, en la misma guerrilla militaron algunos de los más importantes dirigen-
tes estudiantiles de la década como Galo Burbano, presidente de la fun en 1965, Julio Cesar
Cortez y Rómulo Carvalho. (Medina Gallego, Ejército de Liberación Nacional (eln). Historia
de las ideas políticas (1958-2018), 86).
24. El M-19 también tuvo una presencia importante en la Universidad durante los años 70
y algunos de sus dirigentes y fundadores como Álvaro Fayad, Luis Otero y María Eugenia
Vásquez compartieron años en la Ciudad Universitaria. (Villamizar Herrera, Las guerrillas
en Colombia: Una historia desde los orígenes hasta los confines. Bogotá: Penguin Random
House Grupo Editorial Colombia, 2017).
25. Desde los años 60, docentes, trabajadores y, sobre todo, estudiantes hicieron parte y
conformaron proyectos revolucionarios armados. Esto ha sido comúnmente usado para
estigmatizar al sector universitario, sin embargo, lejos de este interés, son bastantes las publi-
caciones que dan cuenta de las múltiples aristas de esta realidad. Véase, por ejemplo, el relato
de María Eugenia Vásquez sobre sus años en la un en Escrito para no morir: bitácora de una
militancia (2000); la crónica Ciudad blanca, ciudad fuego (2007) de Juan Sebastián Sala-
manca; Los sueños no se amortajan con la muerte (2018) de Bazante; las tesis de William

171
Reventando silencios

Carrillo, Desde mi celda. Tiempo y espacio en la cárcel colombiana. Una aproximación


etnográfica (2000), de Magaly Pinzón y Beatriz Sandoval, Descripción y análisis de los gru-
pos políticos que han hecho presencia en la Universidad Nacional en el periodo 1985-1991
(1992), y de Nicolás Rudas, La violencia y sus resistencias en la Universidad Nacional de
Colombia: Seis décadas de revolución y democracia en el campus (2019); o los trabajos de
investigación de Darío Villamizar y Carlos Medina Gallego.
26. El Frente Ricardo Franco fue una estructura escindida de las farc-ep en 1982. Su carác-
ter fue principalmente urbano, aunque establecieron estructuras de guerrilla rural en regiones
como el Cauca. Al mando de esta estructura estuvo Javier Delgado, quien lideraría la que se
conoció como la Masacre de Tacueyó en contra de sus propios compañeros. Véase al respecto:
https://rutasdelconflicto.com/masacres/tacueyo
27. Camándula, «Una semana caliente en Bogotá», Cromos, abril 3, 1984, 109.
28. El Espectador, febrero 16, 1984.
29. Fernando Sánchez Torres, «Honor y dolor de haber sido rector», en Recuerdos Dispersos
(Bogotá: Giro Editores, 2004), 241.
30. «Compleja situación interna de la Universidad», De Frente, marzo 15, 1984, 14.
31. «Mire su “paz” Señor Presidente...!», El Bogotano, marzo 29, 1984, 8.
32. «Veinte estudiantes y 30 rehenes en templo tomado», El Bogotano, marzo 30, 1984, 8.
33. «La toma de “Radio Sucesos de RCN”», El Bogotano, marzo 31, 1984, 9.
34. «Fue un 9 de abril “chiquito”!», El Bogotano, marzo 31, 1984, 10.
35. De Frente, abril 2, 1984.
36. «El M-19 armado en la Nacional», El Bogotano, abril 2, 1984, 4.
37. «Avanza el debate en la un», De Frente, abril 2, 1984
38. Fernando Sánchez Torres, «En honor a la verdad», en Notas históricas. Reflexiones sobre
la Universidad Nacional de Colombia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2017),
202.
39. «Estudiantes de la un se tomaron la Cruz Roja», El Bogotano, abril 6, 1984, 3.
40. «Los residentes casados serán alojados en el inem de Kennedy», El Bogotano, abril 11,
1984, 7.
41. 2do Taller Colectivo de Memoria (2019), organizado por Archivos del Búho, 26 de octu-
bre de 2019.
42. José Ignacio Benavides, entrevista de Archivos del Búho, diciembre de 2020.
43. Antonio Manrique, entrevista de Archivos del Búho, 2019.
44. Elizabeth Díaz, entrevista de Archivos del Búho a Antonio Manrique, 2019.
45. Benavides, entrevista, 2020.

172
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

46. Vale la pena señalar que, según información presentada por el proyecto Vidas Silenciadas,
Chucho pudo haber sido reemplazado como presidente por el estudiante Manuel Francisco
Rincón. Uno de los registros de dicho proyecto plantea lo siguiente: «El 6 de marzo de 1985
en Bogotá, D.E., en una vivienda abandonada del barrio Las Cruces, aparecen los cadáveres
del abogado LUIS ALFONSO LEAL VILLAMIZAR y del estudiante de sociología de la Uni-
versidad Nacional MANUEL FRANCISCO RINCÓN presidente de Cooperación Estudiantil.
Los cuerpos presentan señales de ráfagas de metralleta» (https://vidassilenciadas.org/victi-
mas/2557). Sin embargo, sobre este caso no ha podido encontrarse más información, incluso
preguntando a antiguos miembros de Cooperación Estudiantil. De hecho, Hugo Salamanca
señaló que era poco probable que hubiera un presidente después de Chucho León en tanto
Cooperación Estudiantil no se volvió a reunir tras los acontecimientos de mayo de 1984. No
obstante, consideramos importante destacar esta información para que pueda ser abordada en
futuras investigaciones.
47. Jaime León, entrevista de Archivos del Búho, junio de 2020.
48. Ligia Riveros fue una periodista que trabajó por casi una década en la revista Cromos.
Hizo reportajes sobre violaciones a los derechos humanos cometidas por el Estado durante el
Estatuto de Seguridad y cubrió importantes acontecimientos en el marco de los procesos de
paz a mediados de la década de los 80, entre otros trabajos. Por el alcance de su trabajo perio-
dístico, que le significó muchas amenazas, salió exiliada de Colombia en 1987 junto con su
familia.
49. Ligia Riveros, «A sangre y fuego contra la un», Cromos, mayo 22, 1984, 102.
50. León, entrevista, 2020.
51. Benavides, entrevista, 2020.
52. León, entrevista, 2020.
53. Héctor Rojas, en: Punto de Partida: Memorias de mayo 16 de 1984-Huella profunda en
la Universidad Nacional, 27-feb-2021. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=w-
qGocHsEMzE
54. «Denuncia a la opinión pública y a la comunidad universitaria en especial». Comunicado
de denuncia del crimen contra Chucho León e invitación a su homenaje el 16 de mayo. Archi-
vos del Búho.
55. Efraín León, hermano de Chucho.
56. Benavides, entrevista, 2020.
57. La Publicación 16 de mayo fue un esfuerzo colectivo por parte de los estudiantes por
recopilar y denunciar los hechos de ese día. Nos referiremos a ella como P16m para la edición
de julio de 1984 y como P16mII para la edición de septiembre de 1984.
58. «Acta forense del compañero Jesús Humberto León Patiño», Publicación 16 de mayo,
julio 1, 1984.
59. Benavides, entrevista, 2020.

173
Reventando silencios

60. Benavides, entrevista, 2020.


61. León, entrevista, 2020.
62. León, entrevista, 2020.
63. Benavides, entrevista.
64. Ligia Riveros, «A sangre y fuego contra la un», 103.
65. Sánchez Torres, «Honor y dolor de haber sido rector», 250.
66. «Compañero, hermano, amigo», Publicación 16 de mayo, julio 1, 1984, 3.
67. La Publicación 16 de mayo registra estos momentos de la siguiente forma: «Ese 16 ama-
neció triste, en los ojos llanto, en los pechos ira, al llegar a desayunar en cada mesa un poema
y una flor, el uno por la ira el otro por el llanto [...] Al salir de la cafetería una compañera me
abraza y llora: era su mejor amigo, hacía tan poco que habían hablado, cuantas cosas constru-
yeron, cuantas discusiones, cuantas sonrisas» (4).
68. Luz Mila Rincón, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
69. Claudia Rodríguez, entrevista de Archivos del Búho, 2020.
70. Pilar Bazurto, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
71. William Carrillo Leal, «Desde mi celda. Tiempo y espacio en la cárcel colombiana. Apro-
ximación etnográfica» (Tesis, Universidad Nacional de Colombia, 2000), 153, 154.
72. En Riveros, «A sangre y fuego contra la UN», 104 y «Bala para todo el mundo!», El
Bogotano, mayo 17, 1984, 9.
73. A mediados de los años 70 se creó el «Grupo de Operaciones Especiales de Seguridad
(goes) con la directiva permanente 2 de 1978 de la Dirección de Policía Nacional. Este grupo
dependía de la División de Información y Estadística Criminal de la Policía Judicial (dipec) y
su primera aparición mediática se dio con el operativo de retoma de la embajada de República
Dominicana que había sido tomada por el M-19» Políticas públicas y memoria (1940- 2008)
Seguridad, competitividad, movilidad y educación en Bogotá (Bogotá: Universidad Nacional
de Colombia. Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (iepri), 2011), 63.
74. En la década de los 70, el cuerpo de la Policía Nacional «se organizó en Dirección Gene-
ral y ramas Técnica y Administrativa. En la Rama Técnica se ubicaban la Subdirección, el
Estado Mayor de Planeación y la Inspección General. La planeación y operación de los ser-
vicios de Policía [...] estaban a cargo del Estado Mayor. Este además ejercía funciones en
otros campos y contaba con una organización en departamentos correspondiente a la del Ejér-
cito». En esta estructura el F-2 era el encargado de «Información, criminalidad y estadística»
(Llorente, citado en Políticas públicas y memoria (1940- 2008) Seguridad, competitividad,
movilidad y educación en Bogotá (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Instituto de
Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (iepri), 2011), 61. El F-2 fue parte de la Divi-
sión de Información, Policía Judicial y Estadística Criminal (dipec) hasta que con el Decreto
2137 de 1983, a través del cual se reorganizó la Policía Nacional, la dipec se convierte en una

174
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

Dirección y pasa a ser la Dirección de Policía Judicial e Investigación (dijin), actual Dirección
de Investigación Criminal e interpol, bajo la que operó el F-2 hasta su clausura.
75. Al respecto, Elizabeth recuerda a «un tipo que vendía arepas en Gorgona, cuando uno
terminaba de subir las escaleras se hacía ahí, era un flaco de pelo un poquito largo, ese tipo
era un tira y ese día estaba entregando gente, de él me acuerdo perfectamente y de una mujer
joven que era un poquito gruesita, bonita, se maquillaba, usaba minifalda y estaban los dos
entregando gente por el lado de residencias» en Entrevista a Jaime León (Estudiante de la un
durante la década de los 80).
76. «Bala para todo el mundo!», 8.
77. Tanquetas utilizadas por la Policía en medio de las protestas.
78. El Castillo era uno de los bares más famosos entre los universitarios y las universitarias.
Se ubicaba en la cuadra inmediatamente contigua a la salida de la calle 26, hoy totalmente
demolida y convertida en plazoleta tras las obras de Transmilenio entre los años 2009 y 2010.
79. Manrique, entrevista, 2020.
80. Los miples son artefactos explosivos de fabricación artesanal, en las que se introducen
los reactivos al interior de un tubo.
81. Jairo, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
82. Esta bomba es el mismo miple al que se refiere Jairo.
83. Manrique, entrevista, 2019.
84. «Bala para todo el mundo!», 8.
85. «La verdad de una masacre», Publicación 16 de mayo, julio 1, 1984, 4.
86. «La verdad de una masacre», 5.
87. «En los disturbios, los más graves en la historia de la u.n., hubo intercambio de disparos
entre agitadores y Policías y al parecer una patrulla en moto de los servicios secretos entró a
los predios de la Universidad disparando con una ametralladora.» («Indefinidamente cierran la
un», El Tiempo, mayo 18, 1984)
88. Elizabeth Díaz, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
89. Yuber Pacheco, 2do Taller Colectivo de Memoria (2019), 26 de octubre de 2019.
90. Hugo Guanumen, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
91. Díaz, entrevista, 2015.
92. Díaz, entrevista, 2019.
93. Lola Esperanza Martínez, entrevista de Archivos el Búho, 2015.
94. Rincón, entrevista, 2015.
95. Bazurto, entrevista, 2015.

175
Reventando silencios

96. Martínez, entrevista, 2015.


97. Elizabeth Díaz, 2do Taller Colectivo de Memoria (2019), 26 de octubre de 2019.
98. «La verdad de una masacre», 5.
99. «La verdad de una masacre», 5.
100. Este apartado corresponde a la unión de apartados de las entrevistas individuales hechas
a los hermanos Pilar y Yesid Bazurto y a su amiga Elizabeth Díaz. Pilar Bazurto, entrevista,
2015; Yesid Bazurto, entrevista de Archivos del Búho, 2019; Elizabeth Díaz, entrevista, 2019.
101. Riveros, «A sangre y fuego contra la un», 105.
102. Riveros, «A sangre y fuego», 106.
103. Rodríguez, entrevista, 2020.
104. Rincón, entrevista, 2015.
105. «Hemos sido derrotados por la violencia», El Bogotano, mayo 19, 1984.
106. «Bala para todo el mundo!», 9.
107. La P16m recopiló este y otros testimonios acompañados de nombre, cédula y lugar de
origen de diferentes testigos de ese día en la Universidad. «La verdad de una masacre», 6.
108. «La verdad de una masacre», 6.
109. «La verdad de una masacre», 6.
110. Riveros, «A sangre y fuego contra la un», 104.
111. Riveros, «A sangre y fuego», 104.
112. Hugo Salamanca, entrevista de Archivos del Búho, octubre de 2017.
113. Victoria Mesa, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
114. «Hemos sido derrotados por la violencia».
115. Rincón, entrevista, 2015.
116. Mesa, entrevista, 2015.
117. «Comunicado de la Policía», El Bogotano, mayo 17, 1984.
118. «Disturbios en la u.n.», El Espectador, mayo 17, 1984, sec. A, 11.
119. «Indefinidamente cierran la un», 3.
120. «Los detenidos... en un circo romano», Publicación 16 de mayo, julio 1, 1984, 9.
121. «Indefinidamente cierran la un», 3.
122. «Indefinidamente cierran la un», 1.
123. Algunos de los nombres de esta lista aparecen con variaciones en las diferentes fuentes
consultadas, para consultar estas variaciones revise el anexo 5 con toda la información.

176
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

124. «Los detenidos... en un circo romano», Publicación 16 de mayo, 1 de julio de 1984, 9.


125. «La verdad de una masacre», 5.
126. Antonio Hernández, siguen diez firmas con cédula, en «La verdad de una masacre», 7.
127. Rodríguez, entrevista, 2020. El avión de papel por el que se la llevaron era un panfleto
que ella había guardado en la cafetería.
128. «La verdad de una masacre», 6.
129. Rincón, entrevista, 2015.
130. «La verdad de una masacre», 7.
131. I. Durango en «La verdad de una masacre», 5.
132. Mesa, entrevista, 2015.
133. «La verdad de una masacre», 7.
134. «Los detenidos... en un circo romano», 9.
135. Pablo Flechas Velasco en «Los detenidos... en un circo romano», 7.
136. Rodríguez, entrevista, 2020.
137. «Los detenidos... en un circo romano», 9.
138. «Los detenidos... en un circo romano», 10.
139. Rodríguez, entrevista, 2020.
140. Rodríguez, entrevista, 2020.
141. «Los detenidos... en un circo romano», 10.
142. Rodríguez, entrevista, 2020.
143. «Los detenidos... en un circo romano», 10.
144. Rodríguez, entrevista, 2020.
145. «Los detenidos... en un circo romano», 10.
146. «Bala para todo el mundo!», 9.
147. Rincón, entrevista, 2015.
148. Rodríguez, entrevista, 2020.
149. Carrillo Leal, «Desde mi celda», 153-54.
150. «Comunicado», Publicación 16 de mayo, septiembre, 1984.
151. Carrillo Leal, «Desde mi celda», 138.
152. Carrillo Leal, «Desde mi celda», 142.
153. «Comunicado», Publicación 16 de mayo.

177
Reventando silencios

154. Carrillo Leal, «Desde mi celda», 145.


155. Carrillo Leal, «Desde mi celda», 147.
156. «Los detenidos... en un circo romano», 9.
157. Carrillo Leal, «Desde mi celda», 155.
158. «Disturbios en la u.n.», 11.
159. Carrillo Leal, «Desde mi celda», 149.
160. Carrillo Leal, «Desde mi celda», 175.
161. «Informativo N. 1», Periódico Indi-Gestión, núm 19.
162. Carrillo Leal, «Desde mi celda», 155.
163. «Los detenidos... en un circo romano», 10.
164. «Bala para todo el mundo!», 9.
165. «Indefinidamente cierran la un», 3.
166. «Disturbios en la u.n.». El Espectador, mayo 17, 1984, 11A.
167. Riveros, «A sangre y fuego contra la un», 105.
168. Ayatollah, «La UN: sin brújula, sin rumbo», El Tiempo, mayo 20, 1984, 5.
169. Rodríguez, entrevista, 2020.
170. «Bala para todo el mundo!», 9.
171. «Urgente! Hay estudiantes muertos». El Bogotano, mayo 18, 1984, 3.
172. La carta de renuncia es aceptada por Belisario Betancur hasta el 14 de agosto, por medio
del Decreto 1989 del Ministerio de Educación Nacional, a través del cual también nombra a
su sucesor Marco Palacios.
173. Fernando Sánchez Torres, «Carta de renuncia», en Testimonio de una gestión rectoral
(1982-1984) (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1984), 72-73.
174. Fernando Sánchez Torres para «Autoridades no podemos ser cómplices de actos violen-
tos», El Tiempo, mayo 19, 1984.
175. Sánchez Torres citado en «Autoridades no podemos ser cómplices de actos violentos».
176. Véase el anexo 6 para ver esta lista completa.
177. «Bala para todo el mundo!», 9.
178. Yesid Bazurto, entrevista.
179. En el momento de los hechos el Ministro de Defensa era el General Gustavo Matamo-
ros D’ Costa, quien estuvo en el cargo hasta su muerte en enero de 1985 y allí lo sucedió en
el cargo el General Miguel Vega Uribe (1931-1993). Para el 16 de mayo de 1984, Vega Uribe

178
Capítulo 3. Mayo de sol y lluvia: 1984 y los hechos del 16 de mayo en la un

era comandante de las Fuerzas Militares y estaba como Ministro de Defensa encargado (ver
nota 8).
180. Estuvo en el cargo de Director de la Policía hasta agosto de 1986, ha sido investigado
por su implicación en las muertes y desapariciones durante y después de la toma del Palacio de
Justicia, especialmente por las acusaciones que recibió por parte de Yesid Reyes, quien lo res-
ponsabiliza por retirar parte de la seguridad de su padre Alfonso Reyes Echandía, presidente
de la Corte Suprema de Justicia, días antes de la toma, y por encubrir las verdaderas circuns-
tancias en las que su padre fue asesinado. También ha sido acusado de encubrir nexos entre
organizaciones narcotraficantes y miembros de la Policía Nacional.
181. Seguía en el cargo de comandante durante la toma del Palacio de Justicia y ha sido
investigado por las decisiones que dificultaron la investigación sobre los responsables de algu-
nas muertes, debido a su ejecución del levantamiento en el lugar del crimen y por inhumar los
cadáveres de los 26 muertos en el Palacio al día siguiente de la retoma. Su hijo Jorge Luis Var-
gas Valencia fue director de la dijin.

179
CAPÍTULO 4
Y después de la tempestad, no
vino la calma: la Universidad
Nacional de Colombia tras el
cierre de mayo de 1984.
Rodrigo Torrejano Jiménez
Sociólogo de la UN e investigador de la CESYCME

Laura Félix García


Estudiante de Filosofía de la UN y defensora de DDHH
M
ás allá de los intentos de negociación de paz adelantados por el
gobierno de Betancur (1982-1986), sus fracasos o avances, este
periodo se caracterizó por un recorte significativo en política social.
En 1984, se reportó una reducción de los aportes al sistema de salud
del 8% al 4% y su cobertura efectiva quedó frenada indefinidamente en el 27% de
la población.1 En materia educativa, el Decreto 10022 del 24 de abril de ese año pre-
tendió la modernización de los programas curriculares de la educación básica y media
a través de la reglamentación del Decreto 088 de 1976, aunque, en términos de finan-
ciación, se presentó un descenso en los porcentajes públicos de inversión para todos
los niveles. Esta tendencia se mantuvo hasta 1992.
A partir de 1984, el gasto en educación como porcentaje del PIB comenzó a dis-
minuir como consecuencia, entre otras cosas, de los efectos recesivos que sobre
la economía colombiana generó la situación económica mundial a principios de
los ochenta, los problemas fiscales que se iniciaron en el gobierno del presiden-
te Turbay y el programa de ajuste fiscal que emprendió la administración del
presidente Betancur en 1983 para frenar el gasto público y reducir el déficit fis-
cal. El programa de ajuste fiscal incluía explícitamente el establecimiento de un
control al gasto corriente en educación pública que tuvo efectos sobre los indi-
cadores educativos.3

Además, para el Gobierno de Belisario Betancur la gobernabilidad fue un asunto


crítico. La incapacidad gubernamental para la ejecución de las reformas sociales pro-
metidas, el gran número de contrapesos en los escenarios de negociación de paz, la
ausencia de consenso nacional, así como la superación de la capacidad ejecutiva en
la toma de decisiones relacionadas con el orden público, generaron un escenario de
crisis institucional. Este panorama tuvo implicaciones directas en el desarrollo de las
elecciones presidenciales de 1986.
En mayo de ese año, en medio de una campaña que estuvo atravesada por ata-
ques sistemáticos a los movimientos políticos de izquierda por parte de miembros
de la Fuerza Pública y ejércitos privados al servicio del narcotráfico, fue elegido

181
Reventando silencios

el liberal Virgilio Barco. Esta administración rompió con la tradición de la reparti-


ción equitativa del poder, instaurada por el Frente Nacional, y adoptó el esquema de
gobierno-oposición.4
En lo relacionado con la Universidad Nacional, la agudización del conflicto armado
y la radicalización de sectores de la insurgencia, como respuesta al fracaso de las
negociaciones de paz, tuvieron repercusiones directas en las dinámicas de movili-
zación y organización social que se gestaban al interior del Campus Universitario e
involucraban a sus integrantes.5 Además, el incumplimiento de las reformas sociales
prometidas por el gobierno Betancur y el descenso constante de la inversión en edu-
cación implicó una transformación administrativa de la Universidad que tuvo efectos
en la composición de los programas académicos, la disposición de becas y progra-
mas de manutención estudiantil. Esto, sumado al cierre del campus en 1984, generó el
abandono de un sin número de estudiantes.
El siguiente apartado presenta el contexto universitario a raíz de los hechos del 16 de
mayo. También apunta al posicionamiento de elementos que permitan el análisis de
las transformaciones de la Universidad durante esta década.

Sánchez Torres y el debate sobre lo ocurrido el 16 de mayo

En el imaginario colectivo se instaló la idea de que Fernando Sánchez Torres tuvo


poca relación con los hechos ocurridos el 16 de mayo. Para algunos sectores de la
comunidad universitaria, como se plantea más adelante, la decisión sobre lo ocurrido
correspondió a una directriz superior al csu, por lo que el desenlace de la situación
fue resultado de una orden que superó la capacidad de manejo de la rectoría y, por
ende, habría implicado la renuncia inmediata del rector, disposición que se oficializó
en agosto de ese año.
Sobre esta misma base, Luis Higuera (estudiante de ingeniería en 1984 y líder estu-
diantil de la época) plantea que la renuncia de Sánchez Torres, tras la militarización y
cierre del campus, correspondió a una política estatal que superó la capacidad admi-
nistrativa de la rectoría. Por lo que se podría suponer una ruptura entre las autoridades
civiles con responsabilidad al interior de la Universidad y la Fuerza Pública, una
constante durante este periodo.

La Universidad fue totalmente militarizada y ahí, ese mismo día, Fernando


Sánchez Torres, el rector de la Universidad, renunció al cargo. Él lo había mani-
festado y lo cumplió, y lo debo decir también, sobre los hechos del 16 de mayo,
y sobre la intromisión de la Fuerza Pública de manera subrepticia y oscura en
la noche: la autoridad universitaria representada por Fernando Sánchez Torres
no tiene ninguna responsabilidad, fue una política de los órganos de represión

182
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

del Estado que determinaron que con ese día y en esa fecha se daría fin a lo que
nosotros llamábamos la toma y la recuperación de residencias universitarias.6

La idea relacionada con la poca responsabilidad del rector corresponde a dos fac-
tores. El primero hace referencia a la disposición de diálogo que Sánchez Torres
mantuvo a lo largo de su administración, dado que desde la recuperación de 1982
optó por mantener una política de diálogo que buscaba la reactivación de las residen-
cias universitarias y la puesta en marcha de mecanismos de corresponsabilidad para
el funcionamiento de estas. El segundo factor guarda relación con el rechazo mani-
fiesto, por parte de la rectoría, a las medidas de orden público al interior del campus.
Estos elementos, según estudiantes de la época, fueron el eje central de las razones
que motivaron la renuncia del rector, tal como se describe a continuación:

Yo creo que Fernando Sánchez Torres renuncia a la Universidad por eso, porque
él no quería que se cerraran las residencias, él creía en que se podía hacer un
proceso de reestructuración y que la Universidad podía tener espacios para los
estudiantes y él fue el que realmente le metió durísimo. Me imagino que en esas
discusiones que tuvieron que darse en el Consejo Superior él la perdió, pero él
fue un defensor previo. Las residencias se lograron sostener, porque el rector de
alguna manera dijo: «si ustedes se organizan, si ustedes ayudan a que ese estado
de bienestar funcione, cuentan conmigo». Y el hombre sí dijo: «yo prefiero irme
de la Universidad, prefiero renunciar a ser rector que ver la Universidad cerra-
da» y el hombre efectivamente fue el que renunció.7

Estos relatos coinciden en la identificación de contrapesos políticos e instituciona-


les que tuvieron impacto directo sobre las determinaciones que originaron los hechos
del 16 de mayo y la posterior renuncia del rector. Sin embargo, como se muestra
en el siguiente fragmento, Sánchez Torres responsabilizó a sectores del estudiantado
«como elemento inflamable» de lo ocurrido e insistió en que el uso de la violencia, al
interior del campus, suponía una contradicción con el espíritu de la Universidad; idea
que en esencia es cierta, pero cuya exposición no hace referencia alguna a la actua-
ción de la Fuerza Pública. Por el contrario, esta afirmación dejó algunos elementos
relacionados con una supuesta finalidad política por parte de grupos estudiantiles para
generar un «cambio de las costumbres sociales y políticas», lo que supone un claro
direccionamiento de las acusaciones:

Esta [refiriéndose a la Universidad Nacional] se ha visto obligada a suspender


la mayor parte de sus actividades académicas por la presencia de brotes de
violencia, ejecutados por personas insensatas que han querido utilizarla como
elemento inflamable para alcanzar fines políticos. Si convenimos en que la Uni-
versidad, por ser un lugar reflexivo y creador, es la negación de toda violencia,
tenemos que reconocer que quienes así han actuado no sólo han cometido una
equivocación sino también una torpeza. La tesis discutible de que la Universidad

183
Reventando silencios

pública debe ser el reflejo del país, en nada justifica un proceder que es una
franca contradicción política. Si lo que se busca es acelerar un cambio de las
costumbres sociales y políticas, no es precisamente a través de la inmolación de
la Universidad como va a lograrse.8

En ese sentido, la mención permanente a sectores, rasgos o posiciones ideológicas


del movimiento estudiantil como único responsable de lo acontecido, y la ausencia de
referencias a la Fuerza Pública y su accionar, junto con el desconocimiento del con-
texto de violaciones a los Derechos Humanos, en los que se enmarca el crimen contra
Chucho León Patiño, desequilibraron la balanza del análisis sobre lo ocurrido y deter-
minaron la postura de la administración de la Universidad tras el cierre. Esto tuvo un
impacto directo en el desarrollo de acciones posteriores por los distintos actores de la
comunidad universitaria.
Otro de los aspectos que llama la atención de la narrativa utilizada por Sánchez
Torres, durante los meses que siguieron al cierre de la Universidad, es el estableci-
miento de relaciones causales entre la autonomía universitaria, la libertad de cátedra,
la diversidad de pensamiento y la deliberación política, como génesis de los hechos
de mayo. En el siguiente fragmento del discurso pronunciado en la instalación del
foro sobre la violencia en Colombia,9 el rector asegura que la un se había convertido
en un instrumento «inflamable y arrojadizo» por efecto de la existencia de sectores
que no comulgaban con el sistema político existente:

En razón a que, en nuestra Universidad, y yo doy fe de lo que ocurre en la


Universidad Nacional, se permite el libre juego y posesión de ideas, no fal-
tan quienes quieran que la institución se convierta en un enemigo del Estado, o
mejor, del sistema de gobierno, y que se le declare la guerra por ser un obstácu-
lo para el advenimiento de un régimen político que cole sus aspiraciones. Son
éstos los que en su afán de cambio hacen de la Universidad un instrumento in-
flamable y arrojadizo.10

Sobre la base de esta línea argumentativa, la libre circulación de ideas convirtió a


la Universidad Nacional en una institución susceptible de ser utilizada para fines pri-
vados, lo que la ubicó en el lugar de la víctima. Además, la asociación a esta disputa
como parte de una guerra declarada contra el Estado, posicionó la idea de un sec-
tor que debía ser combatido. En este sentido, el rector aseguraría en agosto de 1984,
ad-portas de su salida, que «afortunadamente, quedan ya muy pocos de aquellos que
tenían como meta destruir la Universidad por considerarla el granero que surte de
cuadros directivos al sistema, lo alimenta y por eso lo perpetúa».11 Como si el cierre
hubiera implicado una “limpieza” del problema al interior del campus.
En esta misma vía y tras el cierre del campus, Sánchez Torres fue insistente en lla-
mar a la despolitización de la Universidad y, por ende, del movimiento estudiantil.

184
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

Para el rector, la resolución de los conflictos al interior del campus era posible a tra-
vés de la neutralidad de los estudiantes y de la superación de la polarización mediante
el posicionamiento de un punto medio entre «dos extremos». Esta idea reforzó el
imaginario de la rectoría de la un como una institución ajena a las dinámicas de con-
frontación que vivía el país y, además, insistía en ubicar el origen del problema en el
estudiantado y sus diversas posiciones políticas:

He llegado a creer que para nuestra Universidad sería muy útil, y para el país
también, que los que conforman el estamento estudiantil se colocaran en el
punto medio de estos dos extremos. De esa manera se evitarían los conflictos
violentos, se silenciarían las piedras, las bombas y las pistolas.12

Adicionalmente, el discurso de Sánchez Torres centró su cuestionamiento en las


contradicciones que implicaba la reivindicación de la violencia política, más no sobre
el uso desmedido de esta por parte de agentes del Estado, lo que constituye una mio-
pía analítica ante los hechos o expresa con claridad su posición política conservadora.
Además, en su informe de gestión correspondiente al periodo entre agosto de 1983 y
julio de 1984, el rector aseguró que las manifestaciones violentas de diversos actores
eran producto de una sociedad enferma o en crisis y que, aunque sus acciones se fun-
daran en justas reivindicaciones, siempre existirían altos efectos humanitarios:

La violencia, para utilizar términos muy de mi profesión, es uno de los sínto-


mas, el más escandaloso, por cierto, de una sociedad enferma. Tal manifestación
puede tener su origen en agentes diversos, siendo la injusticia social uno de
ellos, constituyéndose entonces en una expresión política, en un mecanismo de
protesta y de búsqueda de poder a la vez. Infortunadamente la violencia políti-
ca, ejercida en aras de un equilibrado bienestar general, suele acompañarse de
epifenómenos que riñen con caros principios humanitarios.13

En este fragmento se presentan distintas contradicciones con lo enunciado anterior-


mente. En esta ocasión, Fernando Sánchez Torres asumió el diálogo sobre la violencia
desde el contexto, es decir, reconoció que las raíces de la acción, cuando se funda en
principios políticos, pueden responder a una intención en el marco de una protesta o
en una búsqueda más amplia. Tal postura guarda relación con el discurso del gobierno
Betancur, desde el que se reconocía el carácter político de la violencia y la necesidad
de alcanzar una negociación política como estrategia para su terminación.
Sobre esta última idea, es preciso reconocer que el cierre de la Universidad implicó
un proceso de inmovilidad académica y social ante el país. El panorama nacional de
la presidencia de Belisario Betancur, el reconocimiento del estatus político de las
guerrillas y la apertura de escenarios para el diálogo asociados a la paz, no fueron
acompañados por la movilización estudiantil ni la reflexión de la comunidad univer-
sitaria en su conjunto, lo que pudo tener efectos en el posicionamiento de posturas

185
Reventando silencios

radicales asociadas a la necesidad de aumentar las contradicciones políticas en un


escenario de agudización del conflicto armado.
Al respecto, el rector aseguró que «propiciar el cierre de la Universidad es contri-
buir a descerebrar la nación».14 Esta expresión, en el contexto social y político de la
Colombia de 1984, da a entender que desde mayo la un quedó relegada del panorama
nacional de las negociaciones políticas. Además, la operatividad de grupos disidentes
dentro de las guerrillas que se encontraban en proceso de negociación o la radicaliza-
ción de militantes urbanos abonó el terreno para la existencia de dinámicas de guerra
en la ciudad con la participación de estudiantes, como se verá más adelante.

La Universidad entre el cierre de mayo y la salida de Sánchez


Torres

Posterior al cierre del 16 de mayo y previo a la llegada de Marco Palacios, hubo


un cese total de las actividades académicas15 al interior del campus. Por su parte,
las labores administrativas siguieron su curso: de acuerdo con el informe de gestión
83/84-1, la Universidad siguió ejecutando varias investigaciones, convenios interad-
ministrativos y reformas institucionales:

Actualmente se desarrollan en la Universidad unos trescientos proyectos de in-


vestigación que corresponden a líneas fundamentales de investigación básica
y aplicada, que cubren entre otras, las áreas de filosofía, estética, historia co-
lombiana, arqueología, antropología, sociología, geografía, diseño, vivienda y
alojamiento, planificación urbana, ecología, flora y fauna colombianas, físicas,
química, matemáticas, medicina oral, endocrinología, genética, inmunología,
pediatría, cardiología, rehabilitación, tecnología de alimentos, fitopatología,
farmacología, zootecnia.16

En cuanto a los convenios y contratos de asesoría de la Universidad, se reportaron en


julio de 1984 un total de 29 convenios firmados desde finales de 1983. Estos proce-
sos se adelantaron en beneficio de entidades públicas y privadas por la prestación de
asesorías en distintas unidades operativas.17 Además, posterior al cierre y bajo el argu-
mento de «la adecuación de los programas curriculares a las necesidades del medio
social»18 el csu avanzó en la evaluación, reestructuración y creación de programas
académicos.
Durante el primer semestre de 1984 el csu decretó, en Bogotá, la modificación de
los contenidos programáticos de la carrera Diseño Industrial19 y la reestructuración
de los planes de estudio de Farmacia, Derecho y Veterinaria. Esta última también
sufrió modificaciones en sus objetivos. Además, se aprobó el plan curricular de Arte

186
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

Dramático.20 En Medellín se creó el pregrado en Geología y el pregrado en Ingenie-


ría Geológica se reestructuró. Los posgrados fueron el epicentro de la reforma, ya que
se reestructuraron, reglamentaron y crearon nuevos programas de especialización y
maestría21 en todas las sedes.
En los casos de los departamentos de Biología y Filología e idiomas en Bogotá, el
primero fue modificado y el otro eliminado. Se creó el Departamento de Lingüística
y Literatura, Psicología sufrió modificaciones en las secciones académicas del pro-
grama curricular. En la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas se expidió el nuevo
régimen académico y se reestructuraron las unidades administrativas. La Facultad de
Medicina Veterinaria y Zootecnia fue modificada en su totalidad.22
Presupuestalmente, la Universidad en 1984 funcionó con un total de $7’356.912.999,
lo cual incluyó las apropiaciones del Presupuesto Nacional, los gastos de funciona-
miento, la inversión, los recursos propios y los rubros de fondos especiales.23 Tras
el cierre y posterior desalojo de las residencias universitarias, el csu determinó,
mediante la Resolución 203 del Acta 23-84, autorizar a la Dirección de Bienestar
Estudiantil a dar un aporte a los y las estudiantes residentes que comprobaran ante
la Unidad de Trabajo Social necesitar apoyo para trasladarse a sus lugares de ori-
gen. Ahora, no son claras las disposiciones de la administración saliente sobre las
edificaciones desalojadas durante ese año. Las definiciones de la clausura y la futura
transformación de esos espacios correspondieron al primer paquete de medidas de la
rectoría de Marco Palacios.
En definitiva, los hechos de mayo del 84 no solamente implicaron una transforma-
ción en la vida de las personas que habitaban o hacían parte de la un. Los discursos
que condenaron al movimiento estudiantil y a los estudiantes como responsables de la
violencia al interior del campus, la ausencia de referencia a los procedimientos de la
Fuerza Pública, el llamado a la despolitización y la inexistencia de contrapesos en el
escenario político, permitieron el posicionamiento de una serie de tendencias adminis-
trativas que estuvieron encaminadas a la consolidación de un nuevo modelo educativo
en función de la competencia académica y de la limitación de la participación. Ade-
más, la aparición de nuevas modalidades de becas y estímulos, la modificación de los
mecanismos de ingreso y el desmantelamiento del Sistema de Bienestar, marcaron el
devenir de la un durante las siguientes décadas. El Ministerio de Educación aceptaría
la renuncia de Fernando Sánchez Torres el 14 de agosto de 1984 y designaría al his-
toriador y abogado Marco Palacios Rozo como rector de la Universidad Nacional de
Colombia.

187
Reventando silencios

La Reforma Palacios

La llegada de Marco Palacios, en agosto de 1984, inició una temporada de reformas


administrativas generales para la un. Las nuevas disposiciones de la rectoría tenían
como finalidad imponer un nuevo modelo de bienestar universitario, la redistribución
de programas académicos bajo nuevas instancias burocráticas y consolidar un sistema
de participación controlado por la institución. Además, se pretendía dar salida a los
problemas de orden público del campus.

Apertura y cierre de la Universidad. Reformas institucionales


Desde su posesión, Palacios se presentó como el garante de la estabilidad política y
administrativa de la Universidad. En su diagnóstico inicial, estableció las prioridades
de su administración, entre las que se encontraba la resolución al problema de resi-
dencias y bienestar universitario. Al respecto, menciona que:

Lo primero que se hizo fue hacer un diagnóstico para ver en qué condiciones
se podía reabrir la Universidad, que yo encontré cerrada, para que se estabili-
zara y la Universidad funcionara como Universidad. La un era muy inestable,
en los 18 años antes de que yo me posesionara como rector, en agosto de 1984,
hubo 21 rectores en propiedad, y como 10 o 15 rectores encargados, algunos
encargados por más tiempo que rectores en propiedad. El diagnóstico es que
la Universidad estaba tomada por dentro, secuestrada por grupos que tenían su
poder en las residencias y en la cafetería central.24

En esta lectura, el rector entrante asocia el problema de orientación administrativa


a una visión inmediatista por parte de sus sucesores, quienes no lograron consolidar
respuestas a largo plazo para los problemas de orden público generados. Esto, según
Palacios, por las organizaciones estudiantiles que desarrollaban un trabajo alrededor
de los servicios de bienestar universitario, principalmente las residencias y cafeterías.
El plan de trabajo de la nueva rectoría consistió, inicialmente, en la conformación de
comisiones de trabajo para diagnosticar el estado de la Universidad en relación con
los temas de bienestar universitario, matriculas y funcionamientos administrativos,
entre otros. El resultado de este trabajo sirvió como sustento para las diversas refor-
mas administrativas firmadas por el csu entre agosto y diciembre de 1984. En general,
estas nuevas disposiciones pretendían estabilizar la situación de la un mediante la
pacificación de los conflictos y la exaltación del perfil investigativo de la institución.

188
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

En medio de este panorama, los estudiantes intentaron organizarse de diferentes


maneras. Por ejemplo, la juco realizó una propuesta en la que se hizo un llamado a
la organización del estudiantado para conformar un comité amplio para la apertura:

Ante esta situación el movimiento estudiantil procuró la organización de


un comité amplio por el cual se invitaba a los estudiantes a la discusión y
construcción de unas propuestas concretas para presentar a la Universidad a
propósito de la reapertura en miras de democratizar el principal centro docente
del país.25

Sin embargo, estos intentos organizativos no prosperaron, entre otras cosas, por
el cierre del campus y la ausencia de comunidad política. Ante este panorama, el
csu logró sacar adelante una serie de decisiones sin el contrapeso del movimiento
estudiantil.
Entre agosto de 1984 y abril de 1985, se aprobaron 17 acuerdos en el csu, por medio
de los cuales se crearon, reestructuraron o suprimieron departamentos y programas
curriculares tales como los de Lingüística, Filología y Zootecnia. Además, se rea-
lizaron reformas en programas de las facultades de Ciencias Económicas, Ciencias
Humanas, Ingeniería, Ciencias y Medicina. Las reformas se dieron buscando un enfo-
que investigativo en las diferentes áreas del conocimiento. Así lo determinó en su
momento la rectoría:

La docencia y la investigación tenían por objeto el análisis de los problemas


económicos, sociales y culturales del país, la generación de conocimientos
científicos y tecnológicos, y la promoción de los valores y expresiones cultura-
les en que se sustenta la nacionalidad colombiana.26

Este enfoque se introdujo dentro de las carreras, al mismo tiempo que se redujo el
número de materias y se estructuraron los currículos por ciclos, de manera que la Uni-
versidad pudiera utilizar con mayor eficiencia los recursos físicos, presupuestales y
docentes puestos a su disposición.
De acuerdo con algunas organizaciones estudiantiles, el problema de este enfoque
estaba relacionado con dos aspectos. Por un lado, como lo señala el Frente Estu-
diantil Revolucionario - Sinpermiso (fer-sp), «los contenidos de esta educación son
referidos a las necesidades inmediatas de la producción industrial, agrícola, minera
y energética; los campos humanísticos y sociales desaparecen».27 Por otro lado, el
enfoque se tradujo en la producción de «técnicos y no humanistas, ni teóricos, ni pro-
fesionales con conciencia social».28
La formación se enfocó en la investigación de los problemas inmediatos del país, de
modo que se presentaran soluciones coyunturales, carentes de crítica y que no reco-
nocían los contextos, actores y conflictos estructurales que se ubicaban detrás de esos

189
Reventando silencios

problemas. La Universidad se transformó con miras a ser una institución a la cual se


acude para validar proyectos que responden a algunas necesidades del país, pero que
no mide las afectaciones y las implicaciones que pueden tener.
Además, dentro del paquete de reformas implementadas en la rectoría de Marco
Palacios se realizaron cambios a la planta física a través del Plan de Remodelación
y Adecuación de Espacios Físicos de la Universidad, aprobado por el csu con el
Acuerdo 104 de diciembre 1984, en el cual se resuelve:

Autorizar al rector de la Universidad para negociar y suscribir un Crédito con


el Banco Popular para financiar la realización del Plan de «Remodelación y
Adecuación de Espacios Físicos» liberados por las Residencias Universitarias
Nariño, Santander, Femeninas y por la Cafetería Central hasta por un monto de
$200.000.000.29

Posterior a este acuerdo se aprobaron los acuerdos 4 y 5 en enero de 1985, en los


cuales se autorizaba al rector suscribir otro crédito (por valor de $260.000.000) que
financiara la realización del plan,30 y se garantizara dentro del presupuesto de los años
posteriores (de 1985 hasta 1988) un rubro que cubriera el pago de las cuotas del cré-
dito y de los intereses.31
Para el estudiantado, estos acuerdos resultaban problemáticos, en la medida en
la que se utilizaron los recursos de la Universidad y se recurrió al endeudamiento
para realizar la remodelación de espacios que antes hacían parte de los servicios de
Bienestar, con el fin de convertirlos en salones y oficinas administrativas, cuando este
dinero pudo ser invertido en otros fines como, por ejemplo, cubrir las necesidades de
los estudiantes que se beneficiaban con las residencias y cafeterías estudiantiles y que
ya no iban a contar más con este servicio. La organización estudiantil fer-sp así lo
denunció:

El rector Marco Palacios en una demostración de creatividad e imaginación y


sobre todo de su capacidad de lapidación de recursos se lanza a una ofensiva
«renovadora» de la Universidad: por aquí y por allá aparecen puentes, jardines,
parqueaderos.32

Además de la modificación de los espacios donde se prestaban los servicios de


bienestar, otro de los aspectos dentro de las reformas implementadas con la llegada
de Marco Palacios fue un cambio en la estructura general de la Universidad. En
diciembre de 1984, por medio del Acuerdo 100, se modificó el Estatuto General de
la Universidad contenido en el Acuerdo 124 de 1980, el cual estructura organizativa-
mente todos los organismos y entidades que hacen parte de la Universidad. Por medio

190
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

del Acuerdo 100, se modificó esta estructura, creando una instancia de bienestar
universitario denominada Comité de Asuntos de Bienestar de Sede,33 mediante el cual
se crearon puestos que no existían antes, como el cargo de Vicerrector de Bienestar.
A pesar del enfoque de la reforma de fortalecer la estructura orgánica de la Universi-
dad, incluyendo un área específica para Bienestar Universitario, esta se realizó sobre
una noción de bienestar diferente a la que existía antes del cierre. Esto se evidencia
con la modificación de los objetivos y facultades de bienestar universitario:

En la sede de Bogotá habrá un Comité de Asuntos de Bienestar Universitario


que propondrá las políticas generales tendientes a mejorar la calidad de la vida
universitaria y la comunicación entre los miembros de la comunidad, y evaluará
periódicamente los aspectos relativos al funcionamiento de los programas a
cargo de la Vice-Rectoría de Estudiantes y Bienestar Universitario que estaba
encargada de la asistencia económica, social, académica, cultural y deportes.34

El Sistema de Bienestar Universitario, antes conformado por los servicios de cafe-


terías estudiantiles y residencias universitarias, pasó a ser una instancia burocrática
enfocada en la promoción y desarrollo de actividades deportivas y culturales.35 Otor-
gaba algunas asistencias económicas a los estudiantes, de manera individual, según su
desempeño académico; al tiempo que establecía admisiones especiales y privilegios
para estudiantes que representaran a la Universidad en escenarios deportivos.36 Los
fondos destinados para las actividades deportivas fueron establecidos, posteriormente,
mediante el Acuerdo 14 de marzo de 1985 del csu, en el cual se determinó cancelar
el Fondo Especial para Servicios de Bienestar Universitario (fesbe), que manejaba e
integraba los dineros que correspondían a los servicios, mantenimiento y demás obje-
tos de gastos de cafeterías estudiantiles y residencias universitarias.37 Estos dineros
fueron destinados al Fondo Especial del Centro de Deportes y a la División de Asis-
tencia Social de la Vicerrectoría de Estudiantes y Bienestar Universitario.38

Préstamo-beca
La implementación de la nueva visión de la educación como servicio susceptible
de ser privatizado, se dio mediante la creación de los créditos educativos y présta-
mos, denominados beca, los cuales se crearon por medio del Acuerdo 100 del csu,
el cual resuelve que estos «reemplazan los sistemas de Cafeterías y Residencias uni-
versitarias en la Sede Bogotá».39 Esta estrategia se ofrecía a los y las estudiantes que
no contaban con los recursos suficientes para pagar la matrícula universitaria. Estas
acreencias podrían ser condonadas parcialmente según el rendimiento académico del
tomador.
Los préstamos beca se financiaban a través del Fondo Gonzalo Bravo Pérez, creado
por medio del Acuerdo 108 del csu, en diciembre de 1984, el cual estipulaba que los

191
Reventando silencios

préstamos estaban orientados a brindar una asistencia económica a los estudiantes.40


Este fondo contaba con 4 fuentes de financiación: los fondos directos y estipulados
por el Gobierno Nacional mediante el rubro especial préstamo-beca en el presu-
puesto asignado a la un; los dineros provenientes de la recuperación de cartera de los
préstamo-beca; las donaciones y legados; y todos aquellos recursos asignados por el
csu.41 Fue hasta finales de 1985 que el csu designó el monto de dinero que iba a des-
tinarse al programa de préstamo-beca, en el que se determinó también que «la cuantía
mínima para esta asistencia económica sería el 20% y la cuantía máxima el 100% del
salario mínimo legal vigente para el año de 1986»,42 el cual se establecía en $20.510
pesos colombianos.
Desde una mirada estudiantil, los préstamos se presentaban bajo una lógica política
encaminada a la autofinanciación de la educación:

[…]la Universidad presta de acuerdo con la capacidad financiera y las garantías


que presente el interesado. Pero su principal objetivo, además de avanzar en
el proceso de autofinanciación de la Universidad, era atar al estudiante, de
tal modo que su permanencia se vea supeditada a su rendimiento académico:
limitar con un obstáculo la posibilidad de que el estudiante se preocupe por algo
diferente a la academia.43

El problema alrededor de los préstamos-beca presentaba, según el fer-sp, tres incon-


venientes. Primero, la implementación de esta política que reforzaba la idea de la
educación como un servicio, librando al Estado de proporcionar los recursos necesa-
rios para su financiamiento. El segundo problema era que el rendimiento académico
con el que se evaluaba era el indicador de un sistema competitivo que se empezó a
implementar en el estudiantado, desconociendo la pluralidad de las realidades de los
estudiantes. Y, finalmente, la reducción del margen de acción del estudiantado a solo
realizar actividades que respondieran a los intereses de la academia.
Las repercusiones de este nuevo sistema de crédito y financiación, según algunos
estudiantes de la época, fueron que:

Mucha gente se fue endeudando para pagar ese préstamo-beca durante al menos
5 años, hubo mucha gente que incluso llevaron a los estrados judiciales por co-
bro jurídico debido a que no pagaban en los tiempos dados.44

Esto ocurría, porque el préstamo-beca significó para algunos estudiantes una doble
carga. Como esta política reemplazó las ayudas que algunos tenían antes del cierre,
debían buscar la manera de mantenerse en la ciudad y cubrir los gastos económicos

192
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

durante la carrera, a la vez que cumplían con la exigencia académica y asumían el


pago de la deuda:

Muchos estudiantes entraron en el mercado laboral por lo que ya no los vi-


mos cuando ingresamos a la Universidad. Cuando regresamos, muchos tuvieron
que conservar los oficios que se habían inventado. En el caso mío, yo busqué
qué hacer, y cuando regresé a la Universidad entonces ya me convertí no en
estudiante únicamente, sino en un estudiante trabajador.45

Por medio del Acuerdo 108 también se determinó que los préstamos-becas reem-
plazaran los servicios de residencias universitarias y cafeterías estudiantiles.46 Con
las residencias desalojadas y la Universidad cerrada, se determinó la cancelación de
estos derechos, los cuales beneficiaban, principalmente, a estudiantes provenientes
de región que desarrollaban sus estudios en Bogotá. Esta decisión, sumada con los
hechos de violencia del 16 de mayo, podría explicar la disminución de inscritos y
admitidos a la Universidad entre los años 1984 y 1985, como se observa en el boletín
estadístico de la Universidad: pasando de 23.125 inscritos y 2.243 admitidos para el
primer semestre de 198447 a 1.902 inscritos y 306 admitidos para el primer semestre
de 1985, en la sede Bogotá.48 En lo que tiene relación con el número de matrículas, se
presentó una reducción del 8%: de 16.537 a 15.268. Estos datos evidencian una dis-
minución de la población estudiantil entre el cierre y la apertura del campus.

Normalidad impuesta: cierres preventivos


En el discurso de la administración Palacios sobre el deber ser de la Universidad, se
logran identificar tres pilares: la democracia regulada, la excelencia académica y la
resolución de los conflictos políticos mediante la militarización del campus. Desde la
lectura del movimiento estudiantil, se asumió la reivindicación de la carga académica
como un motor de desmovilización del estudiantado y como una presión institucional
para desincentivar el encuentro cotidiano. Al respecto, el fer-sp afirmaba:

Que Marco Palacios aparezca levantando la bandera de la «excelencia académi-


ca» no resulta en absoluto casual, entiende que, en la perspectiva de retomar el
control sobre una institución afectada por una situación de crisis generadora de
conflictos, que cuestionan las estructuras de poder sobre las que se sostiene el
ordenamiento legal, la carga académica se puede convertir en un eficaz instru-
mento de desmovilización.49

La represión académica, denominación que le dio el movimiento estudiantil a la exi-


gencia de carga de materias y cursos, tenía la finalidad de imponer una normalidad
disciplinaria en todos los aspectos de la vida universitaria, que terminaría por afectar
los procesos organizativos del estudiantado.

193
Reventando silencios

Imagen 43. Abajo la represión académica (Archivos Central un)

Además de la carga académica como represión, la administración de la un imple-


mentó una estrategia de reacción conjunta con la Fuerza Pública para responder
ante cualquier evento que generara tensión política y social al interior del campus,
mediante el tratamiento de la situación como problema de orden público. Para el rec-
tor, «la Universidad no es extraterritorial y por ello no puede ser ajena a ninguna parte
del territorio nacional tiene, también aquí, su jurisdicción con la legalidad y la insti-
tucionalidad».50 Según esta lógica, era aceptable una respuesta militar a los conflictos
universitarios o a las reivindicaciones del estudiantado. En el siguiente relato, Pala-
cios reconoce el tono amenazante con que dio alcance a las discusiones al interior del
campus:

Yo convoqué, como rector, a los estudiantes por áreas, y les dije a los estudiantes,
si ustedes quieren tener Universidad tienen que entender que no va más esto, la
cafetería no va más, las residencias, y el ejército, incluso, no solo la policía,
puede entrar aquí si la situación de orden público se agrava.51

Esta postura representaba una vulneración a la autonomía universitaria y una política


de represión que atentaba contra los Derechos Humanos de la comunidad, teniendo
como precedente los hechos del 16 de mayo. Hugo Salamanca recuerda que «después
del año de cierre, la Universidad cambia, la Fuerza Pública estaba adentro, ya no nos
dejaban mover».52

194
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

Otro ejemplo de esta situación sucedió en 1988, cuando por orden de la rectoría se
tomó la medida de permitir la presencia de la policía dentro del campus. En un comu-
nicado de la rectoría se informó que: «la Fuerza Pública custodiará las vías peatonales
y vehiculares de acceso a la Ciudad Universitaria de Bogotá y el perímetro de esta,
como respuesta a la necesidad que experimentamos todos de proseguir las labores
académicas».53 Este hecho ocurrió después de una confrontación al interior del cam-
pus, en la que participaron sectores que no lograron ser identificados, como se relatará
más adelante.
En la misma vía de la política de dar continuidad a las clases y mantener la nor-
malidad académica, se decidió, en 1986, la contratación de un servicio de vigilancia
privada para reducir costos al no realizar contratación directa con la Universidad.54
Inicialmente, este servicio funcionaría por locaciones alrededor del campus y, progre-
sivamente, iría ingresando a él. Para los estudiantes, este proceso contractual hacía
parte de una estrategia de control de la actividad política del movimiento estudiantil y
de la vida al interior de la un:

La Universidad Nacional tiene el dudoso honor de estarse convirtiendo en un


campo de concentración en donde más allá de la malla, en los predios de la co-
munidad universitaria imponen su ley, el eficaz cuerpo de «celadores» quienes
vienen cumpliendo funciones de policía con atribuciones para detener, requisar,
amenazar, golpear y maltratar, interrogar y aún disparar contra los estudiantes.55

La vigilancia privada podía tener conocimiento de las actividades y eventos no ins-


titucionales que se desarrollaban al interior de la Universidad, de modo que pudieran
ser dispersados y no generaran conflictos y alteraciones a la continuidad de las clases.
Entre otras medidas implementadas con la intención de mantener la normalidad, se
realizaron cierres preventivos para impedir la convocatoria u ocurrencia de activida-
des extracurriculares al interior del campus.
En definitiva, bajo el objetivo de garantizar la normalidad académica, se controló y
evitó el desarrollo de actividades y eventos de carácter político. Esta estrategia admi-
nistrativa pretendía garantizar el funcionamiento de la Universidad y evitar desenlaces
complejos como los de mayo del 84, así como cierres prolongados del campus.

La falsa democracia y la burocratización de los escenarios de participación


Tras el cierre del campus, el Comité Directivo encargado del funcionamiento
y manejo de las residencias estudiantiles, que funcionó desde 1983,56 así como el
espacio de interlocución conformado por estudiantes y la coordinadora estudiantil,
desaparecieron. En su reemplazo, se creó una Vicerrectoría de Estudiantes y Bienes-
tar Universitario,57 dependiente de la Rectoría y a la cual se le adscribieron todas las
funciones del Centro de Servicios de Bienestar Estudiantil (cesbe),58 instancia creada

195
Reventando silencios

en 198259 y encargada de administrar todo lo concerniente al bienestar. Además, se


otorgaron funciones de regulación de la participación universitaria, mediante la crea-
ción de comités y dinámicas de representación por unidad académica.
Estas instancias conformaban órganos administrativos que hacían las veces de repre-
sentación estudiantil y limitaba la participación a mínimos escenarios de decisión.
Para sectores del movimiento estudiantil, esta estrategia de la rectoría fue entendida
como la institucionalización de los escenarios de deliberación de la comunidad uni-
versitaria, es decir, una medida retardataria y de corte antidemocrático.

Simultáneamente con su «diálogo de la inteligencia», el arrasamiento del


bienestar estudiantil, y la llamada «excelencia académica», las directivas han
pretendido ser los abanderados de la organización estudiantil. Pero una orga-
nización estudiantil que ellos llaman a institucionalizarse, a no salirse de la
normatividad y a «aunar esfuerzos» para luchar mancomunadamente con las
directivas por la Universidad. Nos proponen la participación en los exiguos es-
pacios que nos ubica la antidemocrática reforma postsecundaria, en organismos
donde los estudiantes no tienen ningún poder de decisión.60

Para garantizar la normalidad académica y avanzar en la despolitización de la


participación estudiantil, la rectoría perfeccionó una serie de protocolos para la regla-
mentación de las instancias de representación. Así, plantó un escenario de contrapeso
político real a las asambleas e iniciativas organizativas de sectores del movimiento
estudiantil. Este proceso de burocratización cerró espacios de diálogo y plantó una
falsa democracia universitaria.

El movimiento estudiantil de la un entre mayo de 1984 y 1988

Hay un consenso entre los relatos de quienes vivieron el 16 de mayo de 1984: la


Universidad Nacional de Colombia sufrió una transformación radical. El cese de las
actividades académicas y la imposibilidad de encuentro cotidiano de los estudiantes y
de las organizaciones estudiantiles, redujo la capacidad organizativa al interior de la
Universidad. Esto se vio reflejado en la ausencia de contrapesos ante la implementa-
ción de las reformas de la administración Palacios. Desde la perspectiva de Sánchez
Torres, el 16 de mayo permitió una limpieza de la un, hecho que fue aprovechado por
el rector entrante para iniciar una reforma basada en la institucionalización de la parti-
cipación y la macartización de la organización política al interior del campus.
Además, el contexto social y político que enfrentaba el país en 1984, animado por la
creciente politización del debate público generada por la difusión de los acuerdos de
paz de la Uribe, así como la inminente apertura de negociaciones con las otras gue-
rrillas,61 impulsó la creación de escenarios al interior de los movimientos sociales,

196
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

políticos y de izquierda. Estos, con el ánimo de valorar la coyuntura, posicionaron


distintos debates sobre la continuidad de la guerra, la paz y, en algunos casos, la agu-
dización de la confrontación hacia la radicalización de la lucha armada.
Para el movimiento estudiantil, las valoraciones fueron propiciadas por lo ocurrido
el 16 de mayo de 1984 e impulsaron el proceso de construcción de un referente orga-
nizativo que agrupara las distintas expresiones locales y regionales del estudiantado.62
Estos debates se desarrollaron sobre la base de la necesidad de esclarecimiento del
accionar de la Fuerza Pública hacia la Universidad, la denuncia de los hechos y la
visibilización de la represión.
Este contexto conllevó al replanteamiento de la organización estudiantil y a la retoma
de iniciativas de unidad gremial de carácter nacional, así como a la transformación de
algunas dinámicas de movilización y acción por parte de las organizaciones. Dicho
proceso terminaría en la radicalización de unos sectores y el apaciguamiento de otros.
El siguiente apartado pretende dar alcance a la descripción de estos procesos.

El cierre: valoraciones sobre lo ocurrido

Después del 16 de mayo, el terror logró dispersar y desmovilizar al estudian-


do de la un, pero también nos hizo reflexionar sobre las circunstancias por las
que atravesábamos. Reanimar el movimiento estudiantil se planteó como la
prioridad del momento para tratar de resistir la avalancha de medidas antidemo-
cráticas que se ciernen sobre la Universidad y la educación pública.63

Es innegable que el cierre de 1984 implicó un proceso de transformación de la Uni-


versidad. En el escenario político, las organizaciones estudiantiles y, en algunos
casos, sindicales, aunaron esfuerzos para superar la crisis generada por la actuación
de la Fuerza Pública. Buscaron generar espacios de reflexión, debate y construcción
con el objetivo de consolidar una plataforma de entendimiento que diera respuestas a
lo ocurrido y permitiera pensar el futuro de la un.
El primer documento, a propósito de lo acontecido, se publicó en la Universidad Dis-
trital el 18 de mayo. En esta oportunidad, los y las estudiantes realizaron un encuentro
de emergencia en la sede Macarena, «conmovidos ante los hechos ocurridos el 16 y
preocupados por las versiones distorsionadas que se han venido difundiendo en la
mayoría de los medios de comunicación».64 En el pronunciamiento se menciona la
masacre cometida por parte de la Fuerza Pública. Además, se denuncian muertes y
desapariciones: «El día en mención fueron detenidos un número indeterminado de
compañeros al encontrarse evacuando las instalaciones de la Universidad descono-
ciendo hasta el momento el paradero de varios de ellos».65 Desde este instante, las
organizaciones estudiantiles asumieron la tarea de visibilizar lo ocurrido mediante la
denuncia de la actuación del Estado al interior de la un.

197
Reventando silencios

En lo relacionado con la valoración de lo ocurrido, el llamamiento realizado en el


encuentro se hizo alrededor de la necesidad de instalación de un debate sobre las
implicaciones de la militarización de la Universidad. Este espacio debía contar con el
mayor número de participantes posibles y de diversos orígenes, además, se sostuvo
la pertinencia de la participación de medios de comunicación para hablarle de cara al
país. Sin duda, el pronunciamiento es la génesis de las reflexiones que aparecieron
durante 1984.

Realizar un debate público, de cara al país, que cuente con la participación del
cuerpo directivo de la institución, profesores, trabajadores y estudiantes, donde
se discuta la militarización de la Universidad, sus causas y efectos, proponemos
este tema para creer que ésta es la discusión real. En tal debate se hace necesario
que los medios de comunicación estén presentes cumpliendo ahora sí sus de-
beres de Información Objetiva, veraz e imparcial.66

En esta vía, los profesores del Departamento de Odontología Preventiva y Social


de la un67 publicaron uno de los primeros documentos que circuló a propósito de lo
acontecido en mayo. Algunas reflexiones sobre la Universidad en crisis fue reprodu-
cido en junio de 1984. En este texto se analizaban las relaciones del sistema educativo
nacional, la coyuntura económica regional y la situación de la un. Más allá de una
simple relación causal entre lo ocurrido y sus efectos, este documento fue un llamado
a encontrar las respuestas de lo sucedido mediante el establecimiento de elementos
de contexto que permitieran entender el accionar de la Fuerza Pública en el marco del
funcionamiento de la institucionalidad colombiana.
En la perspectiva de este documento, no pueden entenderse el desarrollo de los acon-
tecimientos, los repertorios utilizados y las formas de acción de quienes estuvieron
involucrados, aislados del momento político del país. Adicionalmente, la valora-
ción de los profesores del Departamento de Odontología sobre el estado del sistema
educativo universitario tiene una relación directa con los procesos de apertura, demo-
cratización y crecimiento de las universidades y la población estudiantil desde finales
de la década del 60:

En Colombia, como en el resto de América Latina, uno de los fenómenos edu-


cativos más importantes ha sido el crecimiento del sistema escolar (o expansión
de la matrícula), calificado de «explosivo» por su magnitud y por su velocidad.
Subyace en todo esto el principio de la democratización que está en la base del
tránsito entre dos polos: de la «educación-privilegio» a la «educación-derecho».
La igualdad de oportunidades preconizada como axioma de los procesos edu-
cativos en cambio y las funciones que a estos se les atribuyen como canales de
movilidad social, han hecho de la educación uno de los valores dominantes de
la sociedad.68

198
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

El crecimiento «explosivo» del sistema escolar tuvo implicaciones directas en el


funcionamiento de las universidades. La llegada de estudiantes de diversas regiones
y la posibilidad de construcción de sentido de comunidad e identidad a través de la
organización de Colonias estudiantiles, teniendo como epicentro las residencias uni-
versitarias, permitieron un proceso de politización de la Universidad. Esto se vería
reflejado en el aumento de escenarios de movilización, propuesta y protesta al interior
del campus, y guarda relación con la idea de que las dinámicas de la un eran reflejo
de lo que ocurría en el país.
Pero no solo las dinámicas de movilización eran resultado de la coyuntura nacio-
nal. De acuerdo con el documento, la organización del sistema educativo reproducía
y reflejaba la desigualdad que vivía el país, además de perpetuar las condiciones de
segregación, a través del mantenimiento de divisiones y estratificaciones sociales.
Estas fracturas al interior de la sociedad, origen de la violencia, permiten problemati-
zar la ocurrencia de hechos violentos en la Universidad como reflejo de los procesos
de exclusión que afrontaba la población colombiana.

Es evidente que las crisis universitarias, en este sentido, condensan y cristalizan


una crisis generalizada de todo el sistema educativo […] El sistema universitar-
io, abierto forzosamente por la presión de las clases medias, cerrado a las clases
populares y segmentado en favor de las clases altas, evidencia que la educación,
reproduce a su manera, la estratificación de la sociedad.69

Ante la complejidad del contexto y su correlación con la coyuntura nacional, este


documento planteó una crítica a los «grupos de acción y reivindicación al interior
de la Universidad» que, según la reflexión, reducían el análisis a la consecución de
condiciones de bienestar estudiantil representadas en residencias, cafeterías, servicios
médicos, entre otras. Desde la perspectiva de los docentes, estos elementos repre-
sentaban el facilismo discursivo compartido por distintas vertientes y posturas en
contradicción, aseguraban que el problema de la un iba más allá y tenía relación con
la necesidad de jerarquizar las prioridades de la Universidad para avanzar en la reso-
lución colectiva de un complejo panorama educativo, que se fundaba en el sistema de
la política pública en educación:

De una parte, el facilismo: ha sido una línea de conducta hasta el momento, un


híbrido de opiniones y conceptos, con oportunistas aproximaciones a facciones
o grupos con tal de hacer días, semanas y meses de dirección; para ello basta lo
visible con plena advertencia y consentimiento; el problema de la Universidad
es bienestar estudiantil, residencias, cafeterías, servicios médicos y cualesquiera
otras circunstancias adjetivas. […] Lo crucial, es una jerarquización unitaria y
sistematizada de lo que concreta las políticas y concepciones de Universidad. Es

199
Reventando silencios

la tarea difícil que se antepone a lo episódico y asegura continuidad en el tiempo


y el espacio, proceso en el cual, todos y cada uno tenemos una responsabilidad
insoslayable.70

Desde esta perspectiva, el deber de las organizaciones de la Universidad, y aquí no


se entiende si hace referencia a docentes o estudiantes, es la jerarquización de priori-
dades en la construcción de unidad como forma de garantizar procesos a largo plazo.
Este llamado completa la valoración construida por los profesores del Departamento
de Odontología Preventiva y Social, que contempla el entendimiento del contexto,
los orígenes de la violencia al interior de la un, y propone elementos para la organi-
zación.
En julio de 1984, salió la Publicación 16 de mayo (P16m), un periódico realizado
por distintas organizaciones estudiantiles y familiares de los y las detenidas en el
marco de lo ocurrido en la Universidad. Este es, tal vez, el primer ejercicio de memo-
ria y esclarecimiento que se produjo al interior de la un a propósito de lo acontecido.
Aunque el objetivo principal del documento no fue presentar valoraciones políticas
sobre los sucesos y sí aportar al esclarecimiento de lo ocurrido, hay elementos que
permiten identificar varias líneas generales de reflexión.
La primera enaltece la figura de la un como víctima de un accionar planificado del
Estado, presentando denuncias sobre la acción desmedida de la Fuerza Pública y una
serie de hechos individualizados a modo de constatación de lo ocurrido. Además, hay
una intención permanente por visibilizar las afectaciones generadas en el marco del
16 de mayo, ante un riesgo inminente de invisibilización y olvido.

[…] ¿hasta cuándo va a seguir siendo cómplice el Estado y sus instituciones


encubriendo y permitiendo que bajo el perenne Estado de Sitio las autori-
dades se extralimiten en sus funciones —la policía, el ejército y los organismos
paramilitares— realicen allanamientos, hostigamiento y persecuciones a todo
aquel que aparezca como estudiante de la Universidad Nacional?71

La segunda establece una conexión entre lo ocurrido en la Universidad y el pano-


rama político del país. Aunque esta idea coincide nominalmente con lo planteado
por los profesores de Odontología, en el documento de junio existen elementos dife-
renciales que ligan el problema de la Universidad en relación más estrecha con el
desarrollo de los escenarios y propósitos de paz que se vivían en ese momento. Según
el siguiente fragmento, el cierre y la posterior apertura de la un dependían de la forma
en que fueran desarrolladas las negociaciones con las guerrillas; un asunto no podría
estar desligado del otro. En la publicación se hizo referencia a una reflexión del rec-
tor Sánchez Torres sobre las conexiones entre la realidad nacional y la un, posturas

200
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

que podrían plantear una contradicción discursiva con la posición de la administra-


ción durante ese año.

Nuestro solidario rector, nostálgicamente ha dicho a la prensa oficial que la u.


es necesario cerrarla, y añade: «hay factores externos, como el orden público en
el país, que inciden en la marcha de la u.» y agrega: «Mientras no haya paz en
el país no podrá haberla en la u». Este es el argumento que hemos venido dan-
do los llamados subversivos de la u.n.; nuestro rector, paradójicamente recoge
nuestras palabras, pero cuidado, que más adelante añade: «No podemos man-
tener abierto un escenario en el que se refleja la violencia que azota al país».
Ante tal situación nos queda una deducción lógica; la u.n. no será abierta hasta
que haya paz en nuestro país o hasta que la Universidad no refleje la violencia
del país; ¿será esto posible?72

La tercera línea de valoración de lo ocurrido se centró en el debate a propósito de la


violencia y sus orígenes. Para los productores de la P16m, las acciones violentas al
interior de la Universidad fundaban sus causas en la actuación sistemática del Estado
contra estudiantes y tenía una condición de respuesta legítima ante los ataques de
la Fuerza Pública. Al respecto se menciona que «la violencia de la u.n. es causada,
además, porque muchos estudiantes son vilmente asesinados por el solo hecho de
pensar».73 Esta posición se sostenía sobre la base de la conexión entre la realidad del
campus con el país, idea recurrente en las valoraciones del momento.
En general, la publicación confrontó las posiciones de la administración de Sánchez
Torres e hizo un llamado a la reflexión y al encuentro en medio del cierre, «la situa-
ción actual de la Universidad indica que es necesario hacer un alto en el camino y
reflexionar, de manera amplia y democrática, sobre las diferentes variables que deter-
minan su comportamiento académico y extraacadémico».74 Esta propuesta estuvo
dirigida en la misma línea del comunicado del 18 de mayo y del documento de los
profesores de Odontología de junio. Además, fue más allá y convocó la realización de
un foro que permitiera el desarrollo de discusiones como antesala de un escenario de
proyección política del accionar del estudiantado y sus organizaciones.
El 2, 3 y 4 de agosto de ese mismo año, se llevó a cabo el Foro en Defensa de la Edu-
cación Pública, caso Universidad Nacional, en las instalaciones del León de Greiff de
la un. Este escenario constituyó el punto más significativo de los espacios destinados
para el debate y la reflexión a raíz de lo ocurrido en la un. Fundados en la necesidad
de proyectarse en el tiempo, el movimiento estudiantil, los trabajadores, docentes
y parte de las directivas salientes de la un se dieron cita bajo la siguiente premisa:
«consideramos que hemos tocado fondo y que debemos proyectarnos en la historia,
teniendo en cuenta el pasado, presente y futuro de la u y del país».75
En este escenario participaron miembros de las delegaciones de paz de las guerri-
llas en proceso de negociación, el exrector Sánchez Torres, el presidente del Comité

201
Reventando silencios

Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos Alfredo Vásquez Carrizosa y


otras figuras públicas de relevancia política como el general (r) José Joaquín Mata-
llana y Guillermo Hoyos. Una idea recurrente en las disertaciones presentadas por los
participantes fue el establecimiento de elementos que permitieran instaurar la relación
entre la situación de la Universidad y lo ocurrido con la crisis del país.
En su ponencia, Vásquez Carrizosa planteó que «la crisis de la Universidad es el
reflejo de otra crisis más general del Estado colombiano y el subproducto de la menta-
lidad de Estado de Sitio que ha prevalecido en los últimos treinta años»76 e insistió en
la imposibilidad de entender los hechos de mayo desligados de la crisis y de la frac-
tura del sistema político como producto de los procesos permanentes de reducción de
los derechos sociales y el aumento de la lógica militar. Además, reconoció que la doc-
trina imperante de la administración pública, en ese momento, era el resultado de los
aprendizajes de las excepcionalidades del Estado de Sitio, figura que fue mantenida
de forma permanente en Colombia desde el Frente Nacional.
Por su parte, Óscar William Calvo, ponente del foro y miembro del Partido Comu-
nista de Colombia - Marxista Leninista (pcc-ml),77 hizo un llamado a la politización
y radicalización del movimiento estudiantil en el marco de una guerra permanente
contra el imperialismo. Esta postura permite identificar el tipo de valoraciones de la
insurgencia sobre la Universidad y los movimientos que confluían en ella. Además,
reconocía al campus como un territorio de extensión de la lucha popular que se desa-
rrollaba en distintos frentes del país y ligaba lo ocurrido en su interior a las lógicas de
confrontación vividas a nivel nacional.
Desde una visión opuesta, el general (r) José Joaquín Matallana planteó que el
problema de la Universidad radicaba en la ausencia de claridades políticas del estu-
diantado y su deber ser. En esa vía, dirigió su reflexión al señalamiento de grupos
revolucionarios que no lograban diferenciar las condiciones de la lucha por la defensa
de la educación, de la revolución. En consecuencia, los hechos fueron el resultado de
la acción de «estudiantes encapuchados que disparaban sus armas sobre la policía que
acudió a los desórdenes».78 Tal afirmación, en perspectiva de las valoraciones, per-
mite identificar dos líneas de análisis. La primera guarda relación con el lugar de la
responsabilidad. Para Matallana, la Fuerza Pública reaccionó a la agresión por parte
de los estudiantes. Es decir, sostuvo que su accionar no estuvo ligado a un plan, como
lo denunciaba la P16m. La segunda línea está asociada a la idea de que las víctimas de
la jornada fueron el resultado de una confrontación armada y, por ende, no pueden ser
reconocidas como víctimas inocentes.
Apartándose sustancialmente del análisis de la situación interna y enmarcando su
intervención en la exaltación de la importancia del momento político, Guillermo
Hoyos defendió el carácter deliberativo de la un: «en la actual coyuntura los procesos
de paz y la Universidad se reclaman mutuamente […] de la misma manera que la U.

202
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

pública debe ser una pieza deliberante y activa en la búsqueda de la paz».79 Esta posi-
ción representó un llamado directo a la apertura del campus como la posibilidad de
aportar a los intentos de salida política al conflicto, sobre la base del argumento que
asocia los conflictos de la educación con la crisis del país. Por último, Hoyos reco-
noció que el espíritu de ese foro recogía la necesidad de pensarse la Universidad de
forma propositiva y creativa.80
En 1984, el Foro en Defensa de la Educación Pública, caso Universidad Nacional, se
constituyó como el escenario más significativo del encuentro, discusión y proyección
de las acciones del movimiento estudiantil ante la situación de la un y el panorama
nacional. Profundización de la democracia, comienzo de escenarios de diálogo, cese
de la represión, amnistía para quienes habían sido capturados por ser estudiantes o
militantes de organizaciones estudiantiles y la apertura del campus, fueron las exi-
gencias globales de este espacio. Como conclusión, se posicionó la idea de que la
resolución de la crisis del sistema educativo dependía del cambio del régimen polí-
tico colombiano.

No entendemos cómo el gobierno colombiano puede hablar de propósitos serios


y sinceros en pos de la paz, cuando mantiene inflexible su determinación de cer-
rar indefinidamente la Universidad… de parte de nosotros los estudiantes, han
existido las mejores manifestaciones de ánimo para enfrentar la crisis univer-
sitaria, muestra de ello fue la realización del Foro en Defensa de la Educación
Pública, caso Universidad Nacional; evento donde nos dimos cita Estudiantes,
Profesores y Trabajadores, para analizar seriamente los desbarajustes presu-
puestales, el abusivo desgobierno universitario o verdaderas causas del actual
cierre.81

Aunque Sánchez Torres fue ponente del foro, su reflexión se limitó a describir los
orígenes del cierre de la un y señaló a sectores del movimiento estudiantil de ser
responsables de lo ocurrido. Sobre la crisis de la Universidad, la posibilidad de rea-
pertura o el reinicio de escenarios de diálogo, guardó silencio. Doce días después de
su intervención, el Ministerio de Educación designó a Marco Palacios como nuevo
rector. Las valoraciones, los debates y las conclusiones de este encuentro no fueron
atendidas.
En diciembre de 1984, estudiantes de las carreras de Medicina, Enfermería y Odon-
tología realizaron el foro Situación actual y perspectivas del Hospital de la Hortúa.
En abril de 1985, tras 11 meses, el campus sería reabierto, la apertura originó una
serie de publicaciones y reflexiones de las organizaciones estudiantiles. Una de las
más significativas fue la tercera edición de la P16m. Esta publicación, a modo de
inducción al campus, enumeró las transformaciones territoriales y arquitectónicas que
habían sufrido los edificios y predios de la un durante el cierre y, mediante el cues-
tionamiento a la “Carta Universitaria”,82 se presentaron los principales interrogantes

203
Reventando silencios

a las reformas iniciadas por la administración Palacios desde agosto del año anterior.
El Bienestar Universitario, participación política, transformación territorial de la Uni-
versidad y crisis del hospital de la Hortúa, fueron parte del temario de reflexión:
• Bienestar universitario: para la publicación, el discurso modernizador de Pala-
cios al hablar sobre el bienestar no respondía a las necesidades o reivindicaciones
del movimiento estudiantil. Por el contrario, representaba el posicionamiento de
una lógica privatizadora de los derechos de cafetería, vivienda y manutención.
Lógica que también estaba representada en la puesta en marcha de la política
de préstamos-beca. Según la publicación, «los más opcionados para benefi-
cios académicos, son los que no tienen problemas de inestabilidad económica,
alimenticia, ni de vivienda».83 Además, la medida privilegiaba las lógicas de
competencia y la privatización de los recursos de bienestar.
• Participación: en lo que respectaba a los escenarios de participación, se resal-
taba que, aunque en la “Carta Universitaria” se convocara a la activación de los
diálogos desde los distintos estamentos, la reforma de Palacios pretendía la ins-
titucionalización de los ejercicios de agitación del movimiento estudiantil.
• Reforma del campus: la adecuación de los espacios de residencias para conver-
tirlos en oficinas o unidades administrativas fue presentada por la publicación
como un «atentado» contra la Universidad.
• Crisis del Hospital de la Hortúa: en lo relacionado con la Hortúa, el cues-
tionamiento giró alrededor de dos temas. Uno, la crisis de financiación para el
funcionamiento de las unidades médicas. Y dos, la atención de las clases popu-
lares, así como el inminente cierre de las instalaciones de no ser atendidas las
necesidades financieras.84
La publicación se enfocó, por un lado, en la denuncia del modelo Palacios de Uni-
versidad y su administración, compuesta, según la P16m, por el 98% de las directivas
pasadas85 y, por otro, en la presentación de elementos de análisis para la acción polí-
tica. Además, la editorial presentaba este esfuerzo comunicativo como un vocero
permanente del estudiantado y sus distintas expresiones; sin embargo, el periódico no
se volvió a imprimir.
En su momento, la reapertura implicó procesos de desencuentro y fractura de la
comunidad estudiantil. De acuerdo con Antonio Manrique, estudiante de la época,
el regreso a la Universidad implicó un silencio permanente y una relevancia sig-
nificativa del discurso de excelencia académica, en contraposición a la opción del
compromiso político. Este es el ejemplo más significativo de las afectaciones colecti-
vas de lo ocurrido en la un, la magnitud de la violencia ejercida por la Fuerza Pública

204
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

y la macartización de la organización que se vio reflejada en el temor al encuentro


entre estudiantes:

Nada, nadie hablaba de eso, por lo menos en Geología no se dio eso que yo re-
cuerde, que en la Universidad que dijeran «vamos a reunirnos», nada. Aún más,
yo llegué con una actitud diferente, yo como estudiante, yo llegué más dedica-
do a mi carrera porque yo tenía un serio conflicto, yo no sabía qué iba a hacer
hasta que descubrí que mi carrera era ser profesor, entonces dije «tengo que ter-
minar geología porque igual cualquier maricada que estudie no me va a gustar,
pero tengo que terminar algo».86

Aún entre el silencio y el miedo, existieron ejercicios de organización permanente.


En octubre de 1985, el Frente Estudiantil Revolucionario Sinpermiso (fer-sp) lanzó
la publicación El Rebelde. A través de este medio, la organización presentó una serie
de valoraciones sobre el estado de la un y lo ocurrido en el 84. Además, hizo un lla-
mado a la revisión de la estrategia del movimiento estudiantil y de los repertorios de
acción colectiva en un escenario poco favorable para las organizaciones. En cuanto
a la reflexión del momento, el fer-sp compartió la lectura realizada en la tercera edi-
ción de la P16m y reconoció que las reformas administrativas de Palacios eran la
materialización de un proyecto de Universidad basado en la eliminación de las con-
quistas sociales y políticas del estudiantado y un avance en el cierre de los escenarios
de participación y la privatización de los derechos colectivos, tal como se describe a
continuación.

En la un a partir del 16 de mayo hay un cambio en la correlación de fuer-


zas. La reapertura se ve marcada por las medidas represivas veladas (excelencia
académica) o abierta y en donde el estudiantado se encuentra con una serie de
hechos que le arrebatan todas las conquistas logradas en décadas de lucha. Los
métodos que impulsa el rector Marco Palacios tienden a copar todos los espa-
cios de la actividad estudiantil tratando con ello de despolitizar las diferentes
prácticas que habitualmente se desarrollan en la Universidad.87

En definitiva, este periodo se caracterizó por un llamado permanente a la reflexión


colectiva de lo acontecido. La principal valoración fue el hallazgo de elementos expli-
cativos que permitieron entender los hechos de mayo de 1984 como resultado del
panorama nacional que se debatía entre negociación, fracturas institucionales y agu-
dización del conflicto armado. Además, se lograron identificar acciones colectivas
para la unificación de reivindicaciones relacionadas con la defensa de la educación, la
superación de la crisis y, en algunos casos, la reconstrucción de la organización estu-
diantil.

205
Reventando silencios

Organización y reconstrucción
Tras el cierre del campus se iniciaron acciones de organización, movilización y agi-
tación. El pronunciamiento en el encuentro de emergencia de la Universidad Distrital,
el 18 de mayo, y la investigación, redacción y publicación de la P16m, en julio del
84, fueron el punto de partida para lo que vendría ese año: la toma a la embajada de
España y la convocatoria al Foro en Defensa de la Educación Pública, caso Universi-
dad Nacional.
El 14 de agosto de 1984, un grupo de estudiantes ocupó la sede de la embajada de
España bajo la consigna “estudiantes en exilio”. El centro de la acción fue la denuncia
de lo ocurrido en la Universidad, la exigencia de investigación sobre el accionar de la
Fuerza Pública, la suspensión de los consejos de guerra en el marco de la aplicación
de la Doctrina de Seguridad Nacional y las garantías para el movimiento estudiantil.
De igual manera, hizo alusión a los conflictos laborales del magisterio y a las caren-
cias en la prestación de los servicios públicos de los barrios populares de Bogotá.

LOS ESTUDIANTES COLOMBIANOS QUE OCUPAMOS ESTA


EMBAJADA EXIGIMOS AL SEÑOR PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA:

1. La suspensión de los consejos de guerra que les siguen a los estudiantes de


la u.n.
2. La reapertura inmediata de la u.n.
3. Que no haya sanciones, ni expulsiones, que cese la persecución política en
las universidades colombianas.
4. Que se abra una investigación por parte de la Procuraduría a los comandan-
tes de la policía, responsables de la masacre.
5. Solución al conflicto del magisterio colombiano, con base en el pliego de
fecode.
6. Que se suspenda el racionamiento de los servicios a los barrios del sur - ori-
ente y sur - occidente de Bogotá.
7. Que se publique en los diarios del país esta proclama y se den a conocer los
testimonios y fotografías como prueba de la acción criminal de los apara-
tos represivos.

¡¡CONTRA LA IGNORANCIA, LOS CRÍMENES Y LA OPRESIÓN!!,


¡¡¡VAMOS JUNTOS COMPAÑEROS!!! 88

El cierre de la Universidad también significó la ausencia del lugar de la política para


el movimiento estudiantil. En este sentido, las acciones de movilización se redujeron
considerablemente y tuvieron que buscarse otros escenarios que permitieran la visi-
bilización de agendas de agitación y reivindicación, como el caso de la embajada. En
lo que tiene relación con los puntos de la proclama, llama la atención la referencia
a situaciones externas a la coyuntura de la un, como el caso del magisterio y de los

206
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

servicios públicos. Estos elementos dan muestra de la vinculación que tenía el movi-
miento estudiantil con otras disputas políticas del panorama nacional.
De igual manera, se desarrollaron acciones de visibilización a nivel nacional. Según
el relato de Hugo Salamanca, algunos estudiantes que se encontraban participando
en el xix Congreso de la Asociación Colombiana de Ciencias Biológicas,89 llevado a
cabo en la ciudad de Bucaramanga, realizaron actos de agitación y denuncia sobre lo
ocurrido. Además, iniciaron una correría por varias universidades de la costa Caribe
con la misma intención.

Ese año nosotros los de Ingeniería, organizamos un movimiento de los


estudiantes de Ingeniería Química, hicimos un congreso en Bucaramanga y
recogimos a todas las universidades de la costa, de Antioquia, Santander y ahí
se gestó ese movimiento. Hasta fuimos a Cartagena, a Barranquilla, buscando,
haciendo las invitaciones y mostrando que estaba la Universidad cerrada. Estu-
vimos en Duitama, Tunja, eso dio pie para mucha organización también.90

Durante los primeros meses de cierre del campus, las acciones del movimiento estu-
diantil se centraron en la denuncia de lo ocurrido y en la visibilización del accionar
de la Fuerza Pública. Lo anterior en el marco de una coyuntura política nacional de
negociación entre el Estado y las insurgencias, con brotes de confrontación armada en
distintos lugares. En este contexto, es convocado el Seminario sobre la Violencia en
Colombia en junio de 1984 y el Foro en Defensa de la Educación Pública, caso Uni-
versidad Nacional, en agosto de ese mismo año.
Además de la visibilización sobre lo ocurrido, la organización, la construcción de
agendas comunes y la unidad fueron elementos centrales de este periodo y contrasta-
ron con la transformación de las dinámicas organizativas al interior de la un. Uno de
los casos más representativos fue el de Cooperación Estudiantil. De acuerdo con el
siguiente relato, el cierre de residencias, de cafeterías y el regreso de estudiantes pro-
venientes de las distintas regiones del país a sus lugares de origen implicó un proceso
de desarticulación y, aunque nominalmente Cooperación siguió existiendo, el espacio
de encuentro y acción colectiva que se había constituido como referente antes del 84,
se dispersó durante 1985.

Para después del 16 de mayo nos quitaron cafetería y al quitarnos cafetería,


Cooperación Estudiantil seguía en la parte de residencia, pero lo que era
el movimiento no se volvió a organizar. Entonces cada uno partió para sus
diferentes Colonias y sus diferentes grupos.91

En abril del 85, distintos grupos de trabajo, colectivos y expresiones políticas de


la un presentaron diversas propuestas de articulación para la comunidad estudian-
til. Ante las reformas anunciadas por la administración, Palacios creó Usuarios de

207
Reventando silencios

Bienestar Estudiantil (ube) como parte del proceso de reagrupación de quienes habían
vivido en las residencias y, en general, de quienes se veían directamente afectados
por el desmonte del Bienestar Universitario en la un. A la par, también se presentó la
Coordinadora de Grupos de Trabajo,92 que, de acuerdo con el comunicado de presen-
tación, planteaba la constitución de escenarios de discusión más allá del bienestar y
desde una perspectiva más amplia. Las temáticas de trabajaron fueron:

• La concepción de la escuela y el tipo de educación que recibimos, lo mismo


el papel que juega la Universidad en el aparato educativo.
• La democracia y la lucha por las libertades políticas dentro de la u.
• Las formas organizativas del estudiantado y sus formas de lucha, así como
su interrelación con otros sectores de la sociedad.93

Estos ejercicios de organización y reagrupación de las distintas expresiones del


movimiento estudiantil se reprodujeron en la convocatoria de espacios de encuen-
tro permanente en los departamentos y facultades de la un. Según la cartilla “Curso
de inducción”, producida por el fer-sp,94 entre 1985 y 1986 se desarrollaron distintos
espacios que permitieron la convocatoria del primer encuentro de Grupos de Trabajo:
el Seminario por la Universidad que Colombia Necesita, en Manizales, y el Cabildo
Nacional Juvenil por la vida, en Bogotá.

Imagen 44. Cabildo Nacional Juvenil. (Periódico Indi-Gestión núm. 19, fondo documental
de Archivos del Búho)

208
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

En septiembre de 1986, se realizó el Seminario por la Universidad que Colombia


Necesita en la ciudad de Manizales. Este encuentro fue convocado por la Federa-
ción de Estudiantes de la un y reunió a diferentes federaciones, asociaciones, comités
y grupos estudiantiles.95 Las jornadas de trabajo fueron desarrolladas a través de 8
comisiones: concepciones, reformas educativas, bienestar, presupuesto, aspectos
docentes, organización, cultura y perspectivas de la sede.
En el marco de estos acontecimientos, participó el exrector de la Universidad,
Fernando Sánchez Torres. Aunque se reconoce que aún representaba una interlocución
válida para sectores del estudiantado, su presencia implicó una serie de «manifesta-
ciones de rechazo […] muchos de los presentes rechazaron su asistencia conmovidos
y dolidos por los cruentos acontecimientos del 16 de mayo; en tanto otros proponían
minutos de silencio».96
Según la publicación Indi-Gestión, las principales diferencias estuvieron relaciona-
das con la concepción de la organización estudiantil: «el nivel de la discusión permitió
que se depusieran intereses políticos, gremiales, partidistas, grupistas e individuales,
dejando abierta a la discusión y profundización».97 Estos elementos del debate, así
como el empeño de sectores del movimiento estudiantil en proyectar acciones para la
unidad, fueron la base de la convocatoria del Cabildo Nacional Juvenil por la vida, en
octubre de 1986.
Del Cabildo se resalta el carácter amplio de la convocatoria, la incorporación de
la categoría “jóvenes” en el nombre del espacio, que permitió la inclusión de distin-
tas discusiones sobre el acontecer nacional y que incluyó la participación de diversas
expresiones del país. Las fracturas entre partidos y sectores políticos presentes en el
Seminario de Manizales se agudizaron; al respecto, el grupo de trabajo Indi-gestión
planteó que «las conclusiones y la declaración final fueron más el acuerdo a que
pudieron llegar las organizaciones políticas que el producto de la discusión».98 La
administración Palacios decidió interrumpir el desarrollo del encuentro mediante el
cierre preventivo del campus justificado en una serie de declaraciones «tendenciosas
y señaladoras». 99
La imposibilidad del consenso político y la imposición de lógicas partidistas en las
discusiones sobre la organización llevaron a que varios sectores del movimiento estu-
diantil plantearan que estos espacios fueron un rotundo fracaso. Al respecto, el fer-sp
sostuvo:

A pesar de los intentos de la administración por pacificar al estudiantado en


términos escolares quitando el derecho a la réplica, la crítica y cerrando espacio
pa’ [sic] la organización estudiantil. Los compas, de ese tiempo no se dejaron
y para 1986 se realizó el primer encuentro de grupos de trabajo el cual se con-
virtió en un rotundo fracaso, pero se convirtió junto con el seminario «por la
Universidad que Colombia necesita» realizado en la sede de Manizales de la un

209
Reventando silencios

y el cabildo nacional por la vida desarrollado en Bogotá, en un hilo conductor


para el último gran encuentro estudiantil el CHUCHO PEÑA «POR LA VIDA,
LA CULTURA Y LA DIGNIDAD».100

El Encuentro Nacional Estudiantil Chucho Peña101 fue convocado entre el 15 y el


17 de mayo de 1987 como conmemoración a los hechos del 84 y condensó todas las
expresiones organizativas que estaban activas en las distintas universidades del país.
Además, permitió la reorganización de los grupos de trabajo y los colectivos estu-
diantiles de la un y abrió los caminos para la proyección unitaria del movimiento
estudiantil a nivel nacional. Este espacio se convocó bajo la premisa de fortalecer la
organización y la movilización «para conquistar las reivindicaciones más sentidas del
sector, defender la educación pública y avanzar junto al pueblo hacia la construcción
de un futuro mejor».102
En la preparación de este espacio cumplieron un papel protagónico los diversos gru-
pos de trabajo de las universidades del país y algunas organizaciones políticas de la
época como el fer-sp, la Juventud Comunista (juco) y la Juventud Revolucionaria de
Colombia (jrc).103 Como resultado de las diferentes discusiones del Encuentro Nacio-
nal se creó el Comité de Unidad Estudiantil (cue)104:

[…]experiencia organizativa que era más una coordinación operativa entre las
organizaciones que ya estaban presentes en el sector, que una organización que
aportara en la construcción de organización gremial y amplia dentro del sector,
fortaleciendo y conformando proceso político dentro del mismo.105

El cue les permitió a los estudiantes asumir tareas políticas al interior del cam-
pus, manteniendo una conexión con la dinámica nacional y, en el caso de la un Sede
Bogotá, posibilitó la reconstrucción de escenarios para el encuentro, el debate y la
movilización, acciones que desde 1984 no eran posibles. Además, en septiembre de
1987 se realizó el Primer Plenario Nacional, en el que se compartieron los avances
de la organización del estudiantado y se proyectaron estrategias de articulación con el
movimiento político del país.

210
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

Imagen 45. Comité de Unidad Estudiantil. («Curso de inducción», fer-sp, fondo


documental de Archivos del Búho)

El Encuentro Nacional Chucho Peña, con su consigna “por la vida, la cultura y la


dignidad”, es uno de los referentes organizativos más importantes de la segunda mitad
de la década de los 80 y, hasta la fecha, sigue representando un punto transversal de la
historia del movimiento estudiantil colombiano. Además, este proceso de articulación
contribuyó al fortalecimiento de las dinámicas locales de trabajo de los distintos gru-
pos que hacían parte del movimiento estudiantil, lo que correspondió de forma directa
con los ejercicios de unidad de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, la
Central Unitaria de Trabajadores y la Organización Nacional Indígena de Colom-
bia, al igual que las articulaciones entre procesos políticos como A Luchar, la Unión
Patriótica y el Frente Popular.

Intentos de retoma de las residencias


Durante este periodo, las reivindicaciones sobre el bienestar universitario siguieron
estando presentes en las discusiones y acciones del movimiento estudiantil de la un.
Desde el cierre del campus y hasta 1993, se realizaron dos intentos de recuperación de
las residencias estudiantiles.
En 1984, se creó un movimiento de resistencia y de defensa de las residencias univer-
sitarias. De acuerdo con la P16m,106 los estudiantes fueron desalojados nuevamente el
10 de junio de ese año y desde allí se dirigieron hacia las inmediaciones de una de las
entradas peatonales del campus: «después del desalojo […] hemos ocupado predios
de la Universidad sobre la entrada de la calle 26».107 Esto hizo parte de las acciones
estudiantiles para visibilizar lo ocurrido tras la intervención de la Fuerza Pública. La
acción no generó mayores resultados y la coyuntura sobrepasó la intención de recupe-
rar las residencias. Durante 1985 y 1986 no se presentaron intentos de retoma.

211
Reventando silencios

En octubre de 1987, tuvo lugar la toma de las Residencias Alberto Alava para exigir
la reapertura de las Gorgona. La prensa registró el hecho como el intento de ocupa-
ción por parte de un grupo de encapuchados y de acuerdo con el periódico El Tiempo,
citado por Rudas,108 «tras unas breves negociaciones con el rector, con las actividades
académicas suspendidas, los ocupantes terminaron desalojando pacíficamente».109 En
esta ocasión, la administración Palacios presionó la salida de los ocupantes mediante
la figura del cierre preventivo del campus y el hostigamiento público con declara-
ciones que hacían referencia a los estudiantes como «fósiles, holgazanes, apaches,
bazuqueros o adolescentes atolondrados haciendo recreo»,110 el movimiento estudian-
til de la un valoró la acción como un fracaso.111
En 1988, se dio el cambio de la Torre Administrativa hacia el edificio Uriel Gutié-
rrez y la torre pasa a convertirse en la sede de Enfermería. Este proceso coincidió con
la profundización de la crisis de participación al interior de la Universidad. Para la
comunidad universitaria, la administración de Marco Palacios «hacía cambios al esta-
tuto de los trabajadores, sólo les comunicaba, no hubo nada de democracia en la toma
de sus decisiones».112
La ausencia de espacios de discusión en la Universidad, la postura política de
Palacios y su decisión irrestricta de no permitir alteraciones a la “normalidad aca-
démica”, desencadenó una serie de acciones por parte de grupos estudiantiles que
terminaron en protestas, militarización del campus y la radicalización de posiciones
al interior del movimiento estudiantil. Las residencias siguieron siendo una reivin-
dicación permanente, al punto que, en 1993, durante la administración de Antanas
Mockus, se presentó otro intento de retoma del edificio Alberto Alava. A través del
oficio n.°305 de ese año la rectoría ordenó el desalojo de los estudiantes que mante-
nían la ocupación.

Acciones violentas al interior del campus, 1985-1988


En continuidad con las valoraciones del movimiento estudiantil sobre las raí-
ces explicativas de los hechos de mayo, existen dos circunstancias, no excluyentes
entre sí, que permiten dar justificación a lo ocurrido. La primera tiene relación con la
coyuntura nacional y la segunda con la crisis estructural del sistema educativo. Para
ninguna de las dos circunstancias hubo mejoría de la situación y al interior del cam-
pus las confrontaciones violentas siguieron presentándose.
A propósito de lo anterior, en los documentos producidos por organizaciones
estudiantiles entre 1984 y 1988, se logran identificar menciones directas sobre la res-
ponsabilidad de la Fuerza Pública en el uso de la violencia al interior del campus.
Por su parte, la administración Palacios, bajo el argumento de la defensa de la nor-
malidad académica de la Universidad, aprobó la represión violenta de las protestas
del estudiantado y recurrió de forma permanente al señalamiento de grupos políticos

212
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

universitarios como responsables del uso de prácticas violentas. En este contexto, uno
de los hechos más significativos del periodo ocurrió en mayo de 1988.
Para esta investigación no fue posible establecer si ocurrieron hechos violentos al
interior del campus entre 1985 y 1986. En 1987, según el balance de la rectoría, se
presentaron 20 acciones «tales como incendio de buses, fabricación y colocación de
bombas de dinamita dentro de los predios, atentados contra la vida y seguridad de los
miembros del claustro, “toma” de instalaciones académicas y destrucción vandálica
de bienes de la Universidad».113 Sobre este inventario se puede resaltar que para la
administración Palacios las movilizaciones pacíficas, como el intento de toma de resi-
dencias, y el uso de la violencia eran equiparables.
Aunque es innegable la ocurrencia de hechos violentos al interior de la Universidad
durante estos años, entre los que se encuentran la instalación de un petardo en el auto-
móvil del profesor de Psicología Aristóbulo Pérez114 y la quema del carro del decano
de Ingeniería,115 los estudiantes hicieron un llamado permanente a la administración
para que no equiparara las acciones violentas con los repertorios de acción colectiva
del movimiento estudiantil, como las movilizaciones, los mítines y las tomas. Aún en
estas condiciones, Palacios siguió dando tratamiento militar a toda expresión política
en el campus.
En este contexto, una carta anónima titulada “Digamos la verdad sobre la Univer-
sidad nacional y la crisis desde el año 1980” presenta el escenario de desbalances
políticos que se presentaban al interior de la un durante estos años y que tuvieron
impactos en las dinámicas sociales de la comunidad universitaria:

Se puede avalar la protesta de los decanos, en el comunicado del 12 de agos-


to, sobre el terrorismo, como el caso de la quema del carro del Decano de
Ingeniería. Pero no se puede avalar que coloquen en la misma condición de
terrorismo, la protesta colectiva de los estudiantes, como la marcha interna y la
toma pacífica de las residencias administrativas o rectoría, así como la toma de
la facultad de enfermería, al igual que rechazamos y condenamos las afirma-
ciones públicas por la radio, la prensa y la televisión, por el señor vicerrector
(E) Jorge Mario Gómez…; en que expresa deliberadamente, que grupos arma-
dos y encapuchados, que proceden de la guerrilla o simplemente de grupos de
izquierda.116

La distancia entre la administración Palacios y los estudiantes se hizo aún más visible
durante 1988. En mayo de ese año, un grupo no identificado convocó a una conme-
moración de lo ocurrido en 1984 y, aunque varias organizaciones estudiantiles, bajo
la denominación Alianza Estudiantil por la un, hicieron un llamado previo al rechazo
de estas acciones violentas, la rectoría terminó acusando al movimiento estudiantil
sobre el desenlace de los hechos. Según el comunicado, publicado el 16 de mayo de
1988 y firmado por el fer-sp, el Frente Popular, ¡A Luchar!, el pcc, la up y la juco,

213
Reventando silencios

los hechos convocados, como conmemoración de lo ocurrido en esta fecha 4 años


atrás, eran resultado de la filtración de agentes externos a la Universidad y correspon-
dían a una estrategia sistemática en el marco de la guerra sucia contra el movimiento
estudiantil en un momento en que las amenazas, las campañas de desprestigio y los
señalamientos hacia la un no cesaban:

En la u.n ya se hacen cotidianas las amenazas de muerte a profesores, traba-


jadores y estudiantes; se adelantan campañas de desprestigio y señalamiento a
organizaciones políticas y estudiantiles; se evidencian los esfuerzos sistemáti-
cos de los inspiradores y ejecutores de los planes de exterminio por infiltrar el
movimiento estudiantil y apropiarse de sus banderas; como si fuera poco, pre-
tenden utilizar la conmemoración del 16 de Mayo para facilitar un golpe masivo
al movimiento estudiantil que hoy se reactiva, invitando a rendir un supuesto
«homenaje en la 45 o 26» a quienes cayeron víctimas del operativo realizado en
la un por la «Fuerza Pública» el 16 de mayo de 1984.117

Además, este comunicado rechazaba la convocatoria de acciones violentas en las


entradas de la Universidad118 y hacía un llamado a la construcción de la organiza-
ción estudiantil, específicamente el cue, así como el fortalecimiento de las agendas
de acción política producto del Encuentro Nacional Chucho Peña. De igual manera,
plantaba posición sobre las formas de conmemoración de lo ocurrido marcando dis-
tancia con el uso de la violencia e insistiendo en el trabajo gremial:

A nuestros compañeros caídos es necesario, y el mejor ¿homenaje? es avanzar


hacia la realización de los ideales por los cuales cayeron, hoy tenemos algunos
medios para esto: las conclusiones del encuentro Chucho Peña, que por cierto
fue una conmemoración al 16 de mayo, el cue, consejos estudiantiles, grupos de
trabajo, etc. Debemos pues, mediante la organización estudiantil aportar en la
construcción de nuestro sueño.119

En la misma vía, la Asociación Sindical de Profesores Universitarios (aspu) realizó


un pronunciamiento a propósito de lo ocurrido. En la declaración política se hacía
énfasis en la identificación de sectores estudiantiles al interior del movimiento estu-
diantil que habían asumido como propias las acciones de destrucción del campus.
De igual manera, se plantearon elementos sobre posibles vinculaciones con agentes
externos a la un y pertenecientes a organismos de inteligencia del Estado.

Desde el pasado año y con relativa frecuencia un pequeño grupo de exalta-


dos, de composición política, ideológica y moral heterogénea, no ha cesado en
provocar hechos bochornosos en los alrededores de la Universidad, los cuales
han comenzado con la destrucción de los muros universitarios, quema de ve-
hículos de transporte e intentos de asonada a la Estación de Servicios ubicada en
el cruce de las carreras treinta (30) y treinta y seis (36).120

214
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

Los hechos denunciados por las organizaciones estudiantiles e identificados por los
profesores como parte de una escalada de acciones violentas al interior de la Univer-
sidad, en medio de una estrategia de desprestigio y agresión contra el movimiento
estudiantil y el campus, terminaron por convertirse en un intento de enfrentamiento
armado entre un grupo no identificado y la Fuerza Pública.121 Según reposa en el
comunicado firmado por la Vicerrectoría de sede este fue el desenlace de la acción:

[…] lo que ocurrió fue una toma armada por parte de un grupo de individuos
cuyo número oscila entre 15 y 20, fuertemente armados, que, con gran arrogan-
cia y violencia desproporcionada, estuvieron en los predios de la Universidad
Nacional por más de media hora, entre la 1:15 y 1:45 p.m., haciendo salvas al
aire y destruyendo, ante la mirada atónita de los transeúntes, un bus que es-
tratégicamente ubicaron en el predio. Con ello esperaban un enfrentamiento
armado con la fuerza pública dentro del claustro, confiando que los estudiantes
curiosos sirvieran de carne de cañón en la tragedia. De acuerdo con el informe
de la Oficina de Vigilancia, se encontró «un artefacto explosivo armado dentro
de un tubo de PVC de una pulgada, con tapones de rosca laterales. Fue lleva-
do a los técnicos de explosivos y ellos determinaron que tenía una composición
de dinamita de 90% mezclada con nitroglicerina, en cantidad de más de una li-
bra y adicionada con unas cincuenta (50) esferas de acero. Aparentemente esta
bomba la prendieron con mecha lenta, pero ésta se salió y explotó por fuera, no
haciendo detonar el artefacto principal». Dicha bomba se arrojó a un vehículo
de la fuerza pública durante el enfrentamiento de ayer. El alarde, coordinación,
disciplina y experiencia armada del grupo de encapuchados indican, muy a las
claras, la necesidad que tiene el Alma Mater de protegerse o sea de proteger la
vida y la libertad de todos sus miembros y de defender el derecho a la enseñan-
za y a la investigación.122

Con este hecho, la Rectoría registró un total de 10 acciones violentas al interior del
campus durante 1988. Aun así, fue la acción de mayo la única que generó un cierre
preventivo de la Universidad y una reapertura en medio de la militarización. Ante lo
ocurrido, la administración mantuvo su posición política y continuó el direcciona-
miento de las acusaciones contra el movimiento estudiantil.

El giro de los ddhh, 1985-1988


La administración Palacios marcó una distancia permanente entre la rectoría y el
movimiento estudiantil. Por una parte, el discurso del rector estaba orientado de forma
continua a la identificación de los responsables de los desórdenes en la Universidad.
Por ende, ejerció control sobre las dinámicas de organización y cerró toda posibilidad
de participación a los diferentes estamentos de la comunidad universitaria. Las medi-
das de orden público en el campus contemplaban la restricción de las pintas,123 los
cierres preventivos y la militarización de las entradas.

215
Reventando silencios

Por su parte, el movimiento estudiantil se mantuvo en la labor de reconstrucción. Las


organizaciones hicieron un llamado permanente al fortalecimiento de las conclusio-
nes del encuentro nacional Chucho Peña, al rechazo de acciones violentas al interior
de la Universidad y a la denuncia del ataque sistemático de la Fuerza Pública; la vida
se convirtió en un principio fundamental. En este sentido, la necesidad de esclarecer
lo ocurrido y visibilizar la persecución sistemática contra la comunidad universitaria
llevó a que las banderas de la memoria se convirtieran en eje central de la acción polí-
tica, así como la agitación a través de la reivindicación de los estudiantes que habían
sido detenidos, desaparecidos, asesinados o torturados por el Estado colombiano.
Una expresión de este proceso fueron las campañas de solidaridad y agitación sobre
las memorias de los estudiantes o jóvenes del movimiento popular que habían sido
víctimas del “terrorismo de Estado”. Por ejemplo, el fer-sp realizó, entre 1985 y
1986, varios ejercicios de visibilización y acompañamiento a los detenidos por causa
de sus filiaciones políticas o por su vinculación con causas sociales.
Sin duda, el hecho central de las reivindicaciones fue el 16 de mayo. Para quienes
realizaron la labor conmemorativa, la fecha materializaba las diferencias entre dos
proyectos políticos que encarnaban las disputas por la vida y la muerte. De la misma
manera, en este proceso se fueron incorporando elementos discursivos acordes a la
coyuntura nacional y en relación con la violación y la defensa de los Derechos Huma-
nos.
En el siguiente fragmento, sustraído de un comunicado firmado por diferentes fuer-
zas políticas de la Universidad en mayo de 1988, a propósito de la conmemoración de
lo ocurrido en el 84, se puede identificar la inclusión de elementos discursivos sobre
los Derechos Humanos, la defensa de la vida y el futuro. Estos elementos dan cuenta
de una afirmación identitaria por parte del movimiento estudiantil ante el panorama
nacional y el desarrollo del conflicto armado:

Luchamos por la vida: ese monstruo, grande, que pisa fuerte, está dejando un
hedor a miedo y muerte en nuestra patria; deambula por campos y ciudades,
donde crece el amor a la vida, la soberanía y el bienestar, donde el pueblo se or-
ganiza y lucha para crear una nueva patria. Amnistía Internacional lo confirma;
el gobierno y sus fuerzas armadas instrumentan la violación de los Derechos
Humanos en Colombia.124

El posicionamiento de esta postura al interior de la Universidad coincidía con un


aumento de las victimizaciones hacia el movimiento social colombiano. La segunda
mitad de la década de los 80 significó un aumento de los niveles de victimización
contra la población civil como resultado de las disputas armadas que se desencade-
naron por efecto de las tensiones entre el cierre y la apertura del sistema político. De

216
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

acuerdo con Mauricio Romero, este proceso se sustentó en la confluencia de una serie
de procesos políticos:

[…] la combinación de negociaciones de paz con las farc de 1982 en adelante,


la elección de alcaldes con nuevos competidores por el poder local a partir de
1988 y el fracaso en los tratos con los otros grupos guerrilleros se reflejó en una
ola de violencia sin precedentes.125

El fracaso de los intentos de apertura democrática del sistema político, la respuesta


violenta de las élites, la ruptura de las negociaciones de paz con las diferentes guerri-
llas y el aumento de las victimizaciones contra la población civil que se encontraba
en medio del conflicto, terminaron por aportar elementos para que sectores del movi-
miento estudiantil radicalizaran su postura y su acción.

Radicalización y conflicto armado


No puede entenderse lo ocurrido en mayo de 1984 y sus consecuencias, al mar-
gen del contexto político colombiano. La radicalización de algunos sectores del
estudiando pertenecientes o afines a estructuras guerrilleras, así como el perfeccio-
namiento de la doctrina militar contrainsurgente, efecto del Estatuto de Seguridad126
y del posicionamiento estratégico de mandos militares formados en la Escuela de las
Américas,127 fueron elementos transversales de los acontecimientos de la vida política
universitaria del país durante los 80.
Además, el tratamiento militar de la protesta social y la imposición de la lógica del
mantenimiento del orden público fueron elementos permanentes de la política insti-
tucional para enfrentar los conflictos sociales en el país y la Universidad. Aunque la
presidencia de Betancur intentó mantener un espíritu de negociación, por lo menos en
lo discursivo, el ala más radical del partido de gobierno128 y de las Fuerzas Militares
se opusieron a los intentos de apertura democrática y paz. Esto se vio representado en
constantes acciones hacia los sectores políticos alternativos y de izquierda y en la vio-
lación sistemática de derechos humanos de estudiantes.
Según la base de datos Violaciones a los Derechos Humanos registradas por el Movi-
miento Estudiantil,129 producida por Archivos del Búho, desde 1983 hasta 1988 se
registraron un total de 69 hechos ocurridos en Bogotá, entre los cuales se encuentran
allanamientos, amenazas, detenciones, desapariciones forzadas, homicidios y tortu-
ras. El año con mayores niveles de registro es 1984,130 cuando se presentaron 43 casos
conexos de detención y tortura, 2 desapariciones forzadas, un caso de desaparición
conexa con homicidio y un caso de homicidio.

217
Reventando silencios

50 47

45
40
35
30
25
20
15
10 7
5 5 4
5 1
0
1983 1984 1985 1986 1987 1988

Gráfica 2. Violaciones a los Derechos Humanos Registradas por el Movimiento Estudiantil


(1983-1988), base de datos de Archivos del Búho. Elaboración propia.

El año 1985 es en el que se registra un mayor número de homicidios, seguido por


1988. El repertorio de violencia más utilizado por los actores armados fue la deten-
ción y la tortura. En lo que tiene relación con los presuntos responsables, el 78,3% de
las acciones fueron cometidas por miembros de la Fuerza Pública, el 20,3% no con-
tiene información y el 1,45% se encuentra bajo la categoría de “otros” y fue cometido
por sicarios.
Por su parte, el portal Vidas Silenciadas registra, para el periodo de tiempo 1984-
1988, un total de 40 casos relacionados con la violación de los Derechos Humanos
de personas relacionadas con las universidades públicas o privadas y que cuyo lugar
de ocurrencia fue Bogotá. Los repertorios registrados fueron desapariciones forzadas,
detenciones, homicidios y torturas.
12 11
10
10 9 9

2 1

0
1984 1985 1986 1987 1988

Gráfica 3. Violaciones a los Derechos Humanos registradas por el portal Vidas Silenciadas
(1984-1988). Elaboración propia, con información de victimizaciones contra personas

218
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

relacionadas con el sector educativo de la ciudad de Bogotá. Base de datos del portal Vidas
Silenciadas, información registrada entre mayo y junio de 2020.

Los repertorios de violencia con los mayores números en este registro son los homi-
cidios y las desapariciones forzadas. En la base de datos del portal Vidas Silenciadas se
menciona uno de los casos emblemáticos de la práctica de la desaparición en Colom-
bia. A saber, en 1987 en la localidad de Kennedy, en Bogotá, miembros de la Brigada
del Ejército Nacional, detuvieron y desaparecieron a Nydia Erika Bautista, quien se
retiró de la carrera de Sociología en la un tras el cierre de 1984 y había asumido su
trabajo político de forma más activa en la ciudad de Cali. En su paso por la Uni-
versidad, hizo parte del colectivo del periódico El Aquelarre y durante el 84 estuvo
vinculada con el sindicato del Instituto Nacional de Radio y Televisión (inravisión)131
En lo relacionado con el contexto nacional, Mauricio Romero plantea que

la rápida asociación de cualquier acción colectiva popular con la subversión


comunista y el manejo militar de huelgas y protestas […] [en] los ochenta au-
mentó el riesgo de estas acciones, casi equiparándolo con el de la rebelión
armada, y creando una zona de encuentros entre la acción colectiva popular y
la guerrillera.132

Esto permitió la construcción de discursos legitimadores de las acciones violen-


tas como forma de respuesta ante la represión estatal o la persecución sistemática.
Dichos elementos se vieron representados en la radicalización de sectores del movi-
miento estudiantil con filiación a organizaciones armadas. Esta época coincidía con
un momento de fervor de los grupos políticos y militares al interior del campus:

Antes del 86 había un fervor político porque dentro de la Universidad estaban


casi todos los grupos políticos y militares, había mucha gente organizada, en
Arauca reconocí mucha gente de la Universidad en los movimientos armados,
lo que pasó en esa época llevó a muchos estudiantes a un compromiso con el
movimiento social y con la lucha política.133

La fallida apertura del sistema político, la reacción violenta de sectores políticos


del país y la iniciativa militar por parte de ejércitos privados conllevó a la radicaliza-
ción de la política nacional y en ella, del estudiantado. Lo anterior, sumado al cierre
del campus durante 1984, fue el argumento perfecto para que miembros de organi-
zaciones estudiantiles afirmaran su filiación armada. De acuerdo con Elizabeth Díaz,
estudiante de la época, el desalojo de residencias y la cancelación de las actividades

219
Reventando silencios

académicas de la Universidad implicó un proceso de fortalecimiento de las militan-


cias armadas de algunos estudiantes:

Si uno mira en los periódicos a nivel nacional de la época de cierre de la


Universidad, muchísimos estudiantes de la Universidad Nacional y de otras uni-
versidades públicas, en la medida en que no había futuro, la gente ya no volvía
a su casa, no tenía dónde vivir y no tenía dónde estudiar porque la Universidad
estaba cerrada, se involucraba más en las militancias con los grupos arma-
dos. Además, terminaban asumiendo cosas para las que uno no está preparado
porque no era la formación del combatiente en el campo con una instrucción
militar, sino que era una instrucción militar de un fin de semana, utilizar un
arma o cosas de esas. Entonces muchos cayeron en operativos, presos, muertos,
de la Universidad del Valle, de la Nacional, es algo que fue a otro costo. El Es-
tado puede decir «no es culpa de nosotros, la gente se metió porque quiso», pero
fue un costo del cierre de la Universidad, porque la gente se involucró más y ter-
minó como carne de cañón, terminó muerta.134

Uno de los casos que representa esta idea, es el asalto a la antigua Bolsa de Valo-
res de Bogotá en agosto de 1984. De acuerdo con la revista Semana, un comando del
grupo del Comando Pedro León Arboleda (pla), disidencia del epl, conformado por
«cinco hombres y una mujer, armados con pistolas, subieron hasta el 5° piso del anti-
guo edificio de la Bolsa, amordazaron a los empleados de la firma Martínez, Guerra
y Gutiérrez».135 En este operativo murió un estudiante de Geología de la Universidad
identificado como “el llanero”.

M: el llanero tenía por ahí 19 años en el 82, él era flaquito.

E: Yesid pertenecía al pla y en un operativo político-militar de esa organización


se hizo un asalto a la bolsa de valores [agosto de 1984] en el centro de Bo-
gotá, a ellos los mataron y eso salió en uno de los periódicos vespertinos, no me
acuerdo si fue El Bogotano.136

Aunque se desconoce si en la acción participaron otros estudiantes de la Univer-


sidad, uno de los relatos recolectados por Archivos del Búho permite identificar la
vinculación de varias personas.

Ellos eran de la habitación al lado mío, con otro muchacho de Geología que era
del Huila, pero él estuvo con otro muchacho que sí era de Bogotá. Yo me enteré
de que lo habían matado porque fui por algo al centro y estaba en los periódicos
vespertinos; cuando yo veo una foto pequeñita y veo que era “el llanero”, me
acerco y veo que estaba la foto de él muerto.137

220
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

Otro hecho de proporciones similares ocurrió en septiembre de 1985 en la localidad


de San Cristóbal, en el suroriente de la ciudad de Bogotá. De acuerdo con los rela-
tos recolectados en uno de los talleres de memoria realizados por Archivos del Búho,
entre los barrios La Victoria y Guacamayas, en un operativo para recuperar una leche
para entregársela a la gente, murieron varios estudiantes.138 Esta acción fue realizada
por un comando del M-19 con el objetivo de recuperar un camión de leche y distri-
buirla entre la población civil. El operativo enfrentó una respuesta desmedida por
varias unidades de la Fuerza Pública y terminó con el asesinato de 11 personas, entre
los que se encontraba una docente, 8 estudiantes, entre los que los Archivos del Búho
registran 5 con vinculación a la un, y 2 obreros.139

El 30 de septiembre de 1985, un comando de jóvenes del movimiento 19 de


abril, m-19, en un operativo de redistribución de alimentos, tomó un camión
repartidor de leche en el barrio San Martín de Loba del sur oriente de Bo-
gotá y comenzó a repartir leche entre la población pobre del sector. Durante el
operativo, la zona fue acordonada por unas 500 unidades del Ejército, El “Das”,
la Policía y la Sijin en una operación conjunta.140

La Toma del Palacio de Justicia fue otro caso significativo para la ciudad, la Univer-
sidad y el movimiento estudiantil. Ocurrió entre los días 6 y 7 de noviembre de 1985
en el centro de Bogotá. En este hecho se encuentran varios elementos que permiten
entender el desarrollo de la confrontación armada durante la década de los 80. En pri-
mer lugar, el operativo realizado por el M-19 fue la manifestación bélica del fracaso
de las negociaciones de paz de Belisario Betancur. Además, la respuesta de la Fuerza
Pública, que seguía siendo desproporcionada y fuera de los límites del dih, fue la
demostración del colapso institucional y de la incapacidad del Gobierno por mante-
ner bajo su control los sectores de las Fuerzas Militares que reivindicaban una salida
militar a la guerra.
Aunque los efectos de esta acción han sido ampliamente estudiados en la bibliogra-
fía académica, sus impactos o relaciones con la un no se conocen. Solamente se ha
hecho hincapié en la vinculación de Luis Otero Cifuentes como estudiante de Antro-
pología y de Andrés Almarales, quien en algún momento de su vida realizó estudios
en la Facultad de Derecho de la Universidad.
A finales de 1985, inició uno de los episodios más dolorosos del conflicto armado
en Colombia. En las montañas del Cauca, específicamente en el corregimiento de
Tacueyo del municipio de Toribío, tuvo lugar la masacre de 125 personas a manos
de Fedro Rey “Javier Delgado”, y Hernando Pizarro Leóngomez, comandantes del
Frente Ricardo Franco,141 disidente de las farc-ep. Estos hechos ocurrieron entre fina-
les del 85 y enero del 86 y de acuerdo con los ejercicios de memoria realizados por
Archivos del Búho, allí fueron asesinados varios estudiantes de la un que tenían filia-

221
Reventando silencios

ción política con este grupo. Según el portal Rutas del Conflicto, la mayoría de las
víctimas eran jóvenes campesinos y universitarios:

Según las investigaciones judiciales, fueron asesinadas 125 personas, pero re-
portes de prensa de la época registraron 164 víctimas. La mayoría eran jóvenes
campesinos que habían ingresado recientemente a las filas de la columna Ri-
cardo Franco. Muchos también eran universitarios que fueron llamados por
“Delgado” hasta sus campamentos con el único propósito de ser asesinados.142

En noviembre de 1985, también fue asesinado, en las inmediaciones de la calle 42


con carrera 13 en la ciudad de Bogotá, Óscar William Calvo, miembro del pcc-ml y
referente de las luchas sindicales de la década del 70. A finales de 1984, había parti-
cipado como vocero de las organizaciones armadas en proceso de negociación en el
panel del Foro en Defensa de la Educación Pública, caso Universidad Nacional, orga-
nizado, entre otros, por la P16m. Este crimen de Estado representó el rompimiento de
la tregua por parte de la Fuerza Pública y el regreso a las operaciones militares del
epl.

Aunque quedó en la impunidad, los testimonios y las circunstancias existentes


revelaron el compromiso del Ejército en los hechos, la ausencia de garantías
desde el Gobierno para los voceros de las guerrillas en tregua, ataques con
responsabilidad oficial contra personas que participaban o apoyaban las gestio-
nes de paz.143

En marzo de 1986, en cercanías de la Ciudad Universitaria fue asesinado el coman-


dante guerrillero Álvaro Fayad el “turco”, quien había sido estudiante de Psicología
de la un y allí se había vinculado a la militancia de la juco. Posteriormente se unió
a las farc-ep, donde se conoció con Jaime Bateman y, finalmente, terminó vinculado
con el M-19. En el contexto de paz, este ataque fue asumido como parte del escala-
miento del conflicto armado de finales de la década de los 80 y se consolidó como el
antecedente más cercano de la ofensiva militar de la Fuerza Pública iniciada el 25 de
mayo de ese año contra dicha guerrilla.
Esta escalada violenta contra la paz y las insurgencias también cobró la vida del
dirigente guerrillero Jairo de Jesús Calvo, hermano de Óscar William y comandante
militar del epl, en donde era conocido como Ernesto Rojas. El 15 de febrero de 1987,
en la ciudad de Bogotá, fue detenido y torturado hasta la muerte por miembros de la
Fuerza Pública.
En septiembre de 1987, nació la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (cgsb) con
la participación del eln, las farc-ep, el Movimiento Armado Quintín Lame (maql), el
M-19, el epl y el Partido Revolucionario de los Trabajadores (prt). Este hecho mar-
caría el inicio de una serie de impulsos políticos para consolidar esfuerzos de paz

222
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

que, en un tiempo aproximado de 5 años, logró concretar la dejación de armas de,


por lo menos, la mitad de las guerrillas que participaron en la cgsb. En octubre de
ese mismo año, fue asesinado el profesor de la un y militante comunista Jaime Pardo
Leal, quién había sido candidato presidencial en las elecciones del 86 por la Unión
Patriótica (up).
El 13 de marzo de 1988, por primera vez en la historia de Colombia, se realiza-
ron las elecciones populares de alcaldes. En varias regiones del país, las coaliciones
de izquierda y los partidos políticos no tradicionales lograron diferentes cargos de
representación. Paradójicamente, este proceso de apertura democrática fue respon-
dido mediante un ataque violento por parte de élites locales con el apoyo de la Fuerza
Pública. Esta y otras razones se convirtieron en la base de la convocatoria al Paro
Cívico Nacional de octubre que exigía reformas sociales profundas para el país. En el
desenlace de la jornada varios estudiantes de la un fueron detenidos y al interior del
campus se convocaron asambleas y acciones de rechazo frente al proceder estatal en
el marco de las protestas.
En marzo de 1989, en el municipio de Tenjo, en la sabana de Bogotá, varios miem-
bros de un comando armado del epl que realizaban una acción de propaganda y
recuperación fueron asesinados por la Fuerza Pública y presentados como trofeo en
medio de un operativo televisado por todos los canales de la época. De acuerdo con la
Revista Semana, los cuerpos fueron transportados por dos helicópteros desde el lugar
de los hechos hasta la capital en una escena propia del teatro del horror:

A pesar de que la capacidad de asombro de los colombianos en materia de


hechos escabrosos parecía azotada, la imagen de cadáveres colgando de dos
helicópteros de la Policía Nacional, no tenía antecedentes en el país. Como
sacadas de la película Rambo, las tomas resultaban escalofriantes y alcanzaron
a indignar a más de un televidente.144

En esta acción fueron asesinados varios estudiantes de la un que habían tenido


relación con procesos organizativos. Al interior del campus se organizaron actos
culturales, entierros simbólicos y acciones de solidaridad con los familiares de los
estudiantes y egresados muertos.145 Este hecho, así como los otros, son reflejo per-
manente del desarrollo de la guerra en Colombia durante la década de los 80. Las
promesas de apertura democrática, las reformas prometidas y no cumplidas por el
gobierno Betancur, el fracaso de las negociaciones de paz y el aumento de los ataques
contra los sectores políticos no tradicionales y de izquierda, hicieron parte del proceso
de radicalización política del país que, sin duda, también afectó a la un.

223
Reventando silencios

Notas al final

1. «La Reforma de la Seguridad Social en Salud Colombia», Revista Salud Colombia, acce-
dido mayo 17, 2020, http://www.saludcolombia.com/actual/lareform.htm.
2. Publicado en el diario oficial 36615 del viernes 18 de mayo de 1984.
3. María Teresa Ramírez Giraldo y Juana Patricia Téllez Corredor, «La educación prima-
ria y secundaria en Colombia en el siglo xx» Revista del Banco de la República 79, núm. 940
(febrero 2006): 61, https://doi.org/10.32468/be.379.
4. Esquema de gobierno «inspirado en el modelo europeo que abre espacios al ejercicio de
la oposición, limitando, a su vez, el ejercicio del gobierno […] permite que los partidos ajenos
al gobierno puedan garantizar su independencia o contradecir al gobernante sin tenerse que
someter al rigor del llamado “desierto de la oposición”, que se caracteriza por ser de silencioso
aislamiento, penurias económicas y persecuciones oficiales», elmundo.com, «Del esquema
gobierno-oposición al Estatuto de la Oposición», 10 de julio de 2018, https://www.elmundo.
com/noticia/Del-esquema-gobierno-oposicion-al-Estatuto-de-la-Oposicion/373128.
5. «El 16 de mayo, fecha en la que la “Fuerza Pública” (goes, F-2, B-2, Policía) reprimiera
con ferocidad sin precedentes una protesta estudiantil, dejando como saldo un número inde-
terminado de muertos, heridos y detenidos, es el desenlace de una situación de crisis de la
política de diálogo y represión que se venía dando en la administración de Sánchez Torres en
consonancia con la política que al nivel nacional venia impulsando Betancur». fer-sp, «Curso
de inducción o programa de integración a la u.n», 1987, 5.
6. Luis Higuera, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
7. Hugo Guanumen, entrevista de Archivos del Búho, 2015.
8. Fernando Sánchez Torres, «Palabras anunciadas al instalar en el auditorio “León de Greiff”
el seminario sobre la violencia en Colombia», en Testimonio de una gestión rectoral (1982-
1984) (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1984), 74.
9. Este foro hizo parte de las iniciativas de intelectuales, docentes y miembros de la comu-
nidad académica nacional a propósito del contexto de Paz que se vivía en el gobierno de
Betancur en julio de 1984.
10. Sánchez Torres, «Palabras anunciadas al instalar en el auditorio “León de Greiff” el semi-
nario sobre la violencia en Colombia», 84.
11. Fernando Sánchez Torres, «Palabras del rector en la instalación del foro sobre la Uni-
versidad Pública», en Testimonio de una gestión rectoral (1982-1984) (Bogotá: Universidad
Nacional de Colombia, 1984), 84.
12. Sánchez Torres, «Palabras del rector», 86.
13. Sánchez Torres, «Palabras anunciadas al instalar el seminario sobre la violencia en
Colombia», 75

224
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

14. Sánchez Torres, «Palabras anunciadas al instalar el seminario sobre la violencia en


Colombia», 74
15. Las prácticas académicas de Medicina, Enfermería y Odontología siguieron funcionando
en el hospital de la Hortúa.
16. Fernando Sánchez Torres, «Informe del rector, correspondiente al periodo comprendido
entre agosto de 1983 y julio de 1984», en Testimonio de una gestión rectoral (1982-1984)
(Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1984), «Informe del rector», 78.
17. Sánchez Torres, «Informe del rector», 78.
18. Sánchez Torres, «Informe del rector», 76.
19. Facultad de Artes.
20. No se encontró información sobre el destino de este programa académico al interior de la
Universidad y la Facultad de Artes.
21. Sánchez Torres, «Informe del rector», 77.
22. Sánchez Torres, «Informe del rector», 79.
23. Sánchez Torres, «Informe del rector», 81.
24. Marco Palacios, entrevista de un Televisión, 2017.
25. «La juco propone: Construir comité por la apertura», Semanario Voz, 1984.
26. Rectoría, «Universidad Nacional de Colombia» (1985).
27. fer-sp, «Material Base Localidad», 5.
28. Higuera, entrevista, 2015.
29. Consejo Superior Universitario (csu), «Acta 52, Acuerdo Número 104 de 1984» (Bogotá:
Universidad Nacional de Colombia, 1984).
30. csu, «Acuerdo 04, Acta 02 de 1985» (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1985).
31. csu, «Acuerdo 05, Acta 02 de 1985» (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1985).
32. fer-sp, «Curso de Inducción».
33. csu, «Acuerdo Número 100 de 1984» (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia,
1984).
34. csu, «Acuerdo Número 100 de 1984», 100.
35. Este enfoque coincide con el informe de Atcon P, asesor de la unesco entre 1950 y 1970,
quien afirma que «las actividades culturales y deportivas deben convertirse en un instrumento
para despolitizar al estudiantado». La Universidad Latinoamericana, 1963.
36. csu, «Resolución 377 de 1984» (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1984).
37. Rectoría, «Resolución 483 de 1982» (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1982).

225
Reventando silencios

38. csu, «Acuerdo 14 de 1985» (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1985).


39. csu, «Acuerdo 100 de 1984» (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1985)
40. csu, «Acta 54, Acuerdo Número 108 de 1984» (Bogotá: Universidad Nacional de Colom-
bia, 1984), 10.
41. csu, «Acta 54, Acuerdo Número 108 de 1984», 10.
42. csu, «Acuerdo Número 97 de 1985» (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1985).
43. fer-sp, «Sobre la reapertura de la Universidad Nacional», 1987.
44. Higuera, entrevista, 2015.
45. Jaime Félix, entrevista de Archivos del Búho, 2019.
46. csu, «Acuerdo Número 100 de 1984», 100.
47. Oficina de Planeación, Boletín de Estadística 1984 (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia,1985).
48. Oficina de Planeación, Boletín de Estadística 1985 (Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia,1986).
49. fer-sp, «Sobre la reapertura de la Universidad Nacional».
50. fer-sp, «Curso de Inducción o Programa de Introducción a la un».
51. Marco Palacios, entrevista de un Televisión, 2017.
52. Hugo Salamanca, entrevista de Archivos del Búho, 2016.
53. Rectoría, «Comunicado Rectoría Universidad Nacional de Colombia» (Bogotá: Univer-
sidad Nacional de Colombia, 1988).
54. Vicerrectoría General, «Ventajas de la Vigilancia privada», 1986.
55. fer-sp, «Sobre la reapertura de la Universidad Nacional», 1.
56. Sánchez Torres, “En honor a la verdad”, en Notas históricas. Reflexiones sobre la Uni-
versidad Nacional de Colombia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2017).
57. csu, «Acuerdo Número 100 de 1984».
58. Consejo Superior Universitario, «Acuerdo Numero 97 de 1985».
59. fer-sp, «Sobre la reapertura de la Universidad Nacional».
60. fer-sp, «Curso de Inducción o Programa de Introducción a la un».
61. eln, epl, un sector de ado, maql, M-19.
62. Esta ha sido una necesidad permanente del movimiento estudiantil, desde la época del
Frente Nacional con la Federación Universitaria Colombiana, luego la Federación de Estu-
diantes de Colombia y la Unión Nacional de Estudiantes Colombianos. En la década del
sesenta, la Federación Universitaria Nacional.

226
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

63. fer-sp, «Curso de inducción o programa de integración a la u.n», 21.


64. Estudiantes Universidad Nacional, «Comunicado a la Opinión Pública», mayo 18, 1984,
1.
65. Estudiantes Universidad Nacional, «Comunicado», 1.
66. Estudiantes Universidad Nacional, «Comunicado», 2.
67. Facultad a la que Chucho León Patiño estaba vinculado como estudiante y representante
estudiantil, en el momento de su desaparición y posterior asesinato.
68. Profesores Departamento de Odontología Preventiva y Social, «Algunas reflexiones
sobre la Universidad en crisis», junio 21, 1984, 1.
69. Profesores Departamento de Odontología Preventiva y Social, «Algunas reflexiones», 2.
70. Profesores Departamento de Odontología Preventiva y Social, «Algunas reflexiones», 6.
71. «Denuncia a la opinión pública», Publicación 16 de mayo, julio, 1984, 1.
72. «Por qué el cierre de la un», Publicación 16 de mayo, julio, 1984, 12.
73. «Por qué el cierre de la un», 12.
74. «Informe de residencias», Publicación 16 de mayo, julio, 1984, 16.
75. «Instalación Foro Nacional por la Universidad Pública», Publicación 16 de mayo, sep-
tiembre, 1984, 2.
76. «Instalación Foro Nacional por la Universidad Pública», 3.
77. Órgano político del Ejército Popular de Liberación (epl).
78. «Instalación Foro Nacional por la Universidad Pública», 5.
79. «Instalación Foro Nacional por la Universidad Pública», 5
80. En este mismo sentido se pronunció el M-19 al interior de la un: «tengamos presente
que en un país donde el imperativo es la guerra sucia y la antidemocracia se hace necesario
preservar todos los espacios y entre ellos la U. Pública, abiertos, deliberantes; como lugares
de cuestionamiento, de razonamiento, generadores y aportadores de ideas, adoptando actitu-
des que necesariamente nos coloquen en el camino de la madurez y centren nuestra profunda
vocación de paz con justicia social», M-19, «Con los estudiantes mil combates contra la gue-
rra sucia y el estatuto antiterrorista», s. f., 2-3.
81. «Estudiantes en el exilio», Publicación 16 de mayo, septiembre, 1984, 16.
82. Publicación 16 de mayo, abril, 1985.
83. «Elementos de análisis», Publicación 16 de mayo, abril, 1985, 4.
84. «Las condiciones financieras para el Hospital de la Hortúa en 1985 son excesivamente
críticas: Para el presupuesto de 1985 hay un déficit calculado en $611’200.000 y para el Ins-
tituto Materno Infantil uno de $313´500.000. Es evidente entonces la situación crítica del
hospital, la cual de no solucionarse abocará en un cierre obligado, situación grave e injusta

227
Reventando silencios

dadas las características de la cobertura de este hospital universitario», Publicación 16 de


mayo, abril, 1985, 9.
85. «Las actuales directivas (2% diferentes a las anteriores [refiriéndose a la administración
de Sánchez Torres]) y sus disposiciones no pretenden otra cosa que reafirmar las [decisiones]
anteriores y consolidarlas», Publicación 16 de mayo, 2.
86. Antonio Manrique, entrevista de Archivos del Búho, 2019.
87. fer-sp, «La Política Educativa y la un», El Rebelde núm. 1, octubre 8, 1985, 13.
88. «Estudiantes en el exilio», Publicación 16 de mayo, septiembre, 1984, 16.
89. Entre octubre y noviembre de 1984.
90. Hugo Salamanca, entrevista, 2016.
91. Salamanca, entrevista, 2016.
92. «La coordinadora se encuentra integrada en los actuales momentos por compañeros de
los periódicos La Chispa de Artes, Diagnóstico de Ciencias de la Salud, Engranaje de ingenie-
ría mecánica, Corriente Alterna de Ingeniería Eléctrica, Indi-gestión de ciencias económicas,
la revista Antropos de antropología, el comité de solidaridad Centroamérica Libre (Calibre) y
de los grupos de trabajo de Veterinaria y Zootecnia e integración civil. Se caracteriza por ser
un espacio amplio de masas, como embrión de construcción de la Organización Estudiantil».
Coordinadora de Grupos de Trabajo de la un, «Para: Nuestros compañeros de la Universi-
dad», abril 15, 1985, 1.
93. Coordinadora de Grupos de Trabajo de la un, «Para: Nuestros compañeros de la Univer-
sidad», 2.
94. fer-sp, «Curso de inducción o programa de integración a la u.n».
95. «Del seminario de Manizales al cabildo nacional juvenil por la vida, Manifiesto Cultu-
ral», Indi-gestión núm. 19.
96. Vida Universitaria (1986) citado en Juan Sebastián Flórez, «Entre la soledad y el
recuerdo».
97. «Del seminario de Manizales al cabildo nacional juvenil».
98. «Del seminario de Manizales al cabildo nacional juvenil».
99. «Del seminario de Manizales al cabildo nacional juvenil».
100. Rebeldía Estudiantil Organizada, «Historia del Movimiento Estudiantil: Se prendió la
hoguera 70’s, 80’s y 90’s.», 2008, 9.
101. Poeta, actor, cantante, pedagogo y luchador, Jesús María “Chucho” Peña era una joven
promesa artística. Oriundo de Antioquia, se vinculó a grupos de teatro dentro de la Univer-
sidad. Después se radicó en Bucaramanga, invitado por el Grupo de Teatro El Duende. En
Santander se encontraba parte de su familia entre amigos, colectivos y trabajadores. Desapare-
cido por el Estado el 10 de abril de 1986.

228
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

102. Rebeldía Estudiantil Organizada, «Historia del Movimiento Estudiantil», 10.


103. Rebeldía Estudiantil Organizada, «Historia del Movimiento Estudiantil», 10.
104. «Miles de estudiantes colombianos aglutinados en grupos de trabajo, consejos estudian-
tiles, comités y coordinadoras, revistas y periódicos estudiantiles etc., confluyeron en mayo
pasado en el encuentro nacional estudiantil “Chucho Peña” y acordaron trabajar unificada-
mente por la reactivación del movimiento como base para construir la organización nacional
de los estudiantes colombianos. Con ese propósito se constituyó un organismo: El Comité de
Unidad Estudiantil». fer-sp, «Curso de inducción o programa de integración a la u.n», 22.
105. Rebeldía Estudiantil Organizada, «Historia del Movimiento Estudiantil», 10.
106. «Informe de residencias», Publicación 16 de mayo, julio 1, 1984, 16.
107. «Informe de residencias», 16.
108. Nicolás Rudas, «La violencia y sus resistencias en la Universidad Nacional de Colom-
bia: Seis décadas de revolución y democracia en el campus» (Tesis, Universidad Nacional de
Colombia, 2019).
109. El Tiempo, 7, 8 y 10 de octubre de 1987.
110. Rectoría un (1987) citado en Flórez, «Entre la soledad y el recuerdo».
111. «Lo que pasa es que hubo otra toma de residencias como en el 87 u 88, fue en lo último
de Marco Palacios, yo ya había salido de la Universidad, esa fue otra toma que fue un rotundo
fracaso. Yesid fue uno de los organizadores de eso» Manrique y Díaz, entrevista, 2019.
112. Participante Encuentro, Segundo Taller Colectivo de Memoria (2019), entrevistado por
Archivos del Búho, 26 de octubre de 2019.
113. Rectoría «Comunicado, Rectoría Universidad Nacional de Colombia», 1.
114. La Universidad nuevamente tuvo que ser clausurada, mientras el rector Palacios
manifestaba que tanto la toma, como los disturbios, como la fallida bomba, eran acciones
relacionadas entre sí (El Tiempo, 21 de noviembre de 1987) citado en Nicolás Rudas, «La vio-
lencia y sus resistencias en la Universidad Nacional de Colombia: Seis décadas de revolución
y democracia en el campus», 159.
115. Anónimo, «Digamos la verdad sobre la universidad nacional y la crisis desde el año
1980», agosto 16, 1989, 2.
116. «Digamos la verdad», 1.
117. fer-sp, Frente Popular, A Luchar, pcc, up, juco, «16 de mayo: A los caídos un homenaje
a la vida», mayo 16, 1988, 1.
118. «Por la forma como viene preparándose este “homenaje”, por su origen y objetivos,
estamos RECHAZANDO esta acción e invitamos a todos los compañeros a restarle su apoyo
y aislar estos actos provocadores», fer-sp, Frente Popular, A Luchar, pcc, up, juco, «16 de
mayo», 1-2.
119. fer-sp, Frente Popular, A Luchar, pcc, up, juco, «16 de mayo», 2.

229
Reventando silencios

120. aspu, «Comunicado a la comunidad universitaria y a la opinión pública», mayo 24,


1988, 1.
121. «Los atentados y amenazas a directivos y profesores no han sido sino nuevos pasos
a la escalada terrorista en contra de la Universidad, escalada que el día viernes 20 de mayo
tuvo una nueva modalidad, cuando abiertamente los violentos pretendieron generar dentro
de los predios universitarios, por fortuna sin éxito, un enfrentamiento armado con la Fuerza
Pública», aspu, «Comunicado a la comunidad universitaria», 1.
122. Rectoría, «Comunicado, Rectoría Universidad Nacional de Colombia», 1.
123. Grafitis.
124. fer-sp, Frente Popular, A Luchar, pcc, up, juco, «16 de mayo», 1.
125. Mauricio Romero, Paramilitares y autodefensas 1982-1993 (Bogotá: iepri, Universi-
dad Nacional de Colombia, 2003), 24.
126. Desde la Doctrina de Seguridad Nacional.
127. Se calcula que en la Escuela de las Américas (us Army School of the Américas. usarsa),
sin ser la única dedicada a tales propósitos, 100.000 militares latinoamericanos fueron forma-
dos allí, entre ellos, 4629 colombianos, solamente entre 1950-1970.
128. Partido Conservador.
129. Entregada por Archivos del Búho a la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad el
3 de julio de 2020.
130. La fuente de datos registrada en este apartado hace referencia a la revisión documental
del acervo de Archivos del Búho. Esto quiere decir que puede no representar en su totalidad la
ocurrencia de hechos violentos contra el Movimiento Estudiantil de esta época. Por ejemplo,
en el capítulo 3 de este libro se registraron más de 80 detenciones en el marco de los hechos
ocurridos el 16 de mayo y las fuentes de la base de datos sólo registran 47 para el año 1984.
131. «Nydia Erika Bautista», Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, agosto 30, 2019,
https://www.justiciaypazcolombia.com/nydia-erika-bautista-3/.
132. Mauricio Romero, Paramilitares y autodefensas 1982-1993, 16.
133. Taller Colectivo de Memoria (2019), entrevista de Archivos del Búho, octubre 19, 2019.
134. Manrique y Díaz, entrevista, 2019.
135. «Asalto a la Bolsa», Semana, agosto 27, 1984, https://www.semana.com/nacion/arti-
culo/asalto-la-bolsa/5583-3.
136. Manrique y Díaz, entrevista, 2019
137. Elizabeth Díaz, entrevista de Archivos del Búho, 2017.
138. Taller Colectivo de Memoria (2019).
139. «Las víctimas fueron: la docente, FRANCISCA IRENE RODRÍGUEZ MENDOZA, de
22 años, los estudiantes, MARTIN QUINTERO SANTANA, de 23 años, ARTURO RIBÓN

230
Capítulo 4. Y después de la tempestad, no vino la calma

AVILAN, de 27 años, YOLANDA GUZMAN ORTIZ, de 23 años, ISABEL CRISTINA


MUÑOZ DUARTE, de 23 años, JESÚS FERNANDO FAJARDO CIFUENTES, de 23 años,
JOSE ALBERTO AGUIRRE GUTIERREZ, de 19 años, HERNANDO CRUZ HERRERA,
de 23 años, y los trabajadores, LUIS ANTONIO HUERTAS PUERTO, de 23 años, JAVIER
BEJARANO, de 19 años, JOSÉ ALFONSO PORRAS GIL, de 19 años, mientras que Leo-
nardo Bejarano fue herido». «In Memoriam: Víctimas de la “Masacre en el Suroriente de
Bogotá” (30 de septiembre de 1985, Al punto, Arco iris, accedido el 11 de abril de 2020,
https://www.arcoiris.com.co/2014/10/in-memoriam-victimas-de-la-masacre-en-el-surorien-
te-de-bogota-30-de-septiembre-de-1985/.
140. «In Memoriam: Víctimas de la “Masacre en el Suroriente de Bogotá”».
141. Según el comunicado del Frente Ricardo Franco, fechado el 26 de diciembre de 1985.
Estos hechos fueron el resultado de una decisión individual por parte de Javier Delgado «Que
ante la magnitud de la labor desarrollada por el enemigo, era imprescindible consultar al secre-
tariado, o al Comité Ejecutivo sobre el procedimiento a seguir, cosa que no se hizo agravando
aún más esto el hecho que Javier Delgado decide someter a torturas a los capturados para
conseguir mayor información, llevando esto a que los enemigos descubiertos señalen como
cómplices suyos a una increíble cantidad de compañeros honestos que van siendo amarrados,
torturados y asesinados». Frente Ricardo Franco, «Pronunciamiento del Frente Ricardo Franco
ante los hechos de Tacueyó», diciembre 26, 1985, http://www.cedema.org/ver.php?id=7027.
142. «Tacueyo», Text, Rutas del Conflicto, octubre 2, 2019, https://rutasdelconflicto.com/
masacres/tacueyo.
143. Villarraga, Álvaro, «En memoria de Oscar William Calvo: vocero de paz y pionero de la
constituyente del 91», 2015, http://viva.org.co/cajavirtual/svc0473/articulo04.html.
144. «Los nueve del patíbulo», Semana, 10 de abril de 1989, https://www.semana.com/
nacion/articulo/los-nueve-del-patibulo/11526-3.
145. Sandoval y Pinzón (1992) citado por Flórez, «Entre la soledad y el recuerdo».

231
A MANERA DE
CONCLUSIÓN
L
a Universidad Nacional de Colombia, a lo largo de su historia, ha estado
enmarcada en las tensiones sociales, políticas y culturales del país. El proyecto
de Universidad que ha orientado su desarrollo ha sido el resultado de las per-
manentes disputas entre las apuestas de las directivas, los gobiernos nacionales y los
diferentes estamentos y sectores políticos al interior de la comunidad universitaria.
Las apuestas políticas de cada uno de esos actores han buscado construir una Univer-
sidad que se corresponda con su respectivo proyecto de país, lo cual ha conllevado el
desarrollo de una institución que ha tenido históricamente momentos más cercanos y
otros más distantes de su carácter social como la principal institución pública de edu-
cación superior de dimensión nacional de Colombia.
El proceso de fortalecimiento de las universidades públicas que se dio desde fina-
les de la década de los años 50 hasta finales de la siguiente década significó en la
Universidad Nacional una ampliación de la cobertura estudiantil, la reestructura-
ción académico-administrativa y la adecuación de la infraestructura del campus para
acoger a una importante cantidad de estudiantes provenientes de regiones distintas a
Bogotá. Gran parte de estos ajustes estarían contemplados en la Reforma Patiño, que
tuvo un destacado sustento en la consolidación de un Sistema de Bienestar Universi-
tario amplio y garante de los derechos de vivienda, alimentación y espacios culturales
de los estudiantes.
La llegada a la Universidad de estudiantes provenientes de barrios marginales de la
ciudad capital y de poblaciones distantes a Bogotá, conllevaron a la incorporación de
diversos sujetos a la comunidad universitaria. Campesinos, mujeres, indígenas, afro-
descendientes, hijos e hijas de trabajadores colombianos arribaron a la un con sus
propias identidades, necesidades y aspiraciones, forzando la transformación de una
universidad pensada para la élite nacional, en una universidad de carácter popular.
Sin embargo, este carácter no llegaría a consolidarse del todo, debido a dos circuns-
tancias fundamentales que influirían en la materialización de un sistema de bienestar
garantista y la aceptación de las corrientes políticas de sectores del estudiantado que
buscaban una transformación más profunda de la Universidad.

233
Reventando silencios

Por un lado, como se evidenció en el primer capítulo, durante la década de los 70 el


Sistema de Bienestar Universitario se enfrentó a un proceso de desfinanciación que
impidió su fortalecimiento y consolidación, y que, por lo tanto, no pudo ampliar la
cobertura de los servicios de alimentación y vivienda para el estudiantado que deman-
daba estos derechos. Por otro lado, la progresiva politización del estudiantado hacia
la izquierda fue llevando a que, de las pasadas reverencias y homenajes hechos a este
por los partidos tradicionales tras el derrocamiento de Rojas Pinilla, se pasara a una
enemistad profunda entre estudiantes y los gobiernos del Frente Nacional. Así fue
como el estudiantado de la Universidad Nacional pasó a ser considerado parte cons-
titutiva del enemigo interno que las élites económicas, el Estado colombiano y las
Fuerzas Militares buscaban eliminar del país.
Desde allí, el proceso de debilitamiento del Sistema de Bienestar y la persecución a
los estudiantes considerados integrantes o colaboradores de los grupos guerrilleros en
el país se fueron desarrollando paralelamente. De hecho, la recuperación de las resi-
dencias estudiantiles en 1982 por parte de los estudiantes hace parte del correlato de
sucesos de persecución y politización estudiantil; son destacables hechos como la
desaparición colectiva de manera forzada de varios estudiantes de las universidades
Nacional y Distrital en ese mismo año a manos de fuerzas de seguridad del Estado y
el fortalecimiento de procesos organizativos del estudiantado de la Colonias al inte-
rior de la Universidad Nacional como Cooperación Estudiantil.
De esta manera, el 16 de mayo de 1984, en la Universidad Nacional, como presen-
tamos en el capítulo 3, sintetiza la inviabilidad de un proyecto universitario garantista
de las condiciones de bienestar para el estudiantado y el enfrentamiento violento a
la radicalización política de los estudiantes. Es decir, este día tiene como contexto
un arraigo de derechos en la comunidad universitaria, que se habían venido conso-
lidando con el fortalecimiento del Sistema de Bienestar y la demanda estudiantil, la
politización de importantes sectores del estudiantado y la proximidad creciente de
dinámicas del conflicto armado en Bogotá y en la misma Ciudad Universitaria.
El 16 de mayo es, pues, un escenario de enfrentamientos violentos al interior del
campus de la Universidad Nacional entre estudiantes y fuerzas de seguridad del
Estado colombiano, que conllevaron un saldo aún indeterminado de heridos morta-
les, la detención de 81 personas mayoritariamente ajenas a los enfrentamientos de la
calle 26 y muchas de las cuales fueron sometidas a tratos crueles, inhumanos y degra-
dantes, por medio de torturas físicas y psicológicas, en las instalaciones de la Estación
100 de la Policía Nacional, ubicada en la calle 6 con Avenida Caracas. Estos hechos
también arrojaron el señalamiento y la estigmatización de por lo menos 16 estu-
diantes como miembros de grupos guerrilleros, al ser presentados ante la prensa con
capuchas fabricadas por los propios uniformados en un evidente montaje mediático.
Igualmente significó la conducción de algunos estudiantes a las cárceles de la ciudad:

234
A manera de conclusión

68 de los detenidos, 61 hombres y 7 mujeres a la Cárcel Distrital, donde permane-


cerán cerca de dos semanas, y 2 más, quienes serían recluidos en la Cárcel Modelo,
condenados por porte ilegal de armas, uno de ellos detenido al margen de los hechos
violentos ocurridos en el campus.
Como hemos presentado a lo largo de esta investigación, es claro que los continuos
sucesos de violencia contra el estudiantado organizado de la un sirvieron como pre-
cedente de los hechos de ese día, pues de otra forma no se podría explicar los actos
conmemorativos por el asesinato del presidente de Cooperación Estudiantil Jesús
“Chucho” León el 16 de mayo de 1984 en horas de la mañana. De igual forma, es evi-
dente que militantes estudiantiles de grupos insurgentes tuvieron participación en los
hechos de este fatídico día al intentar elevar la confrontación con la Policía, al recu-
rrir a explosivos artesanales e incluso a armas de fuego. Pero también lo es el uso de
la fuerza de manera planeada, coordinada, desproporcionada e injustificada por parte
de la Fuerza Pública contra los estudiantes que desarrollaban los actos de protesta en
la portería de la calle 26, pues es claro que en los hechos de ese día participaron por lo
menos 4 estructuras operativas (Fuerza Disponible, la Policía Motorizada, el goes y
el F-2) de las Fuerzas Militares y de Policía, así como agentes de inteligencia vestidos
de civil, y que el uso de la violencia tenía una intención letal contra los estudiantes
y un carácter destructivo contra las instalaciones de las residencias universitarias. Es
decir que de ninguna forma la violencia oficial respondía a condiciones de proporcio-
nalidad y disuasión de los estudiantes.
Por lo tanto, los hechos documentados en esta investigación han permitido esta-
blecer el recurso de la violencia por parte de los estudiantes que participaron de las
manifestaciones de protesta del 16 de mayo. Pero también la ocurrencia de graves
violaciones a los derechos humanos en los que incurrió la Fuerza Pública al reprimir
esas manifestaciones llevando a cabo hechos tan degradantes como detenciones arbi-
trarias, torturas, intentos de asesinatos y montajes judiciales.
Estos sucesos fueron acompañados institucionalmente por la renuncia del rector
Fernando Sánchez Torres, el cierre del campus por cerca de un año, la clausura de
los servicios de residencias y restaurante universitario. Así como la deserción de un
número indeterminado de estudiantes que no pudieron volver a la Universidad ante la
ausencia de un Sistema de Bienestar Universitario que garantizara su estadía o ante la
radicalización política que conllevó la decisión de ingresar a los grupos insurgentes,
dada la disolución de facto de la comunidad política en la que se desenvolvían coti-
dianamente.
La reapertura del campus en 1985 fue acompañada por profundas reformas ins-
titucionales, territoriales, sociales y políticas en la Ciudad Universitaria. El nuevo
rector, Marco Palacios, promovió un cambio estructural del Sistema de Bienestar que
significó el abandono de la garantía de derechos colectivos como la vivienda y la

235
Reventando silencios

alimentación, para pasar a la individualización de los mismos mediante mecanismos


como el préstamo-beca. Así, se descargaba a la Universidad de la responsabilidad
de garantizar condiciones de bienestar estudiantil que evitaran la deserción y permi-
tieran el arribo de personas provenientes de regiones y sectores marginales del país.
Esto, acompañado del posicionamiento de universidades regionales, generaría una
transformación en la composición demográfica de la comunidad universitaria dada la
reducción de estudiantes provenientes de regiones diferentes al centro del país, lo cual
tuvo como consecuencia el alejamiento, que se profundizó con el pasar de los años,
del proyecto de una universidad de carácter nacional al servicio de las mayorías y los
sectores populares.
Con respecto al tratamiento de los conflictos políticos al interior del campus, la
posición de Marco Palacios se basó en el señalamiento y la estigmatización del estu-
diantado. Lo que contribuyó a la intensificación de un panorama de conflictividad
interna en la Universidad, que hizo aún más difícil la participación estudiantil en los
debates políticos y académicos; participación que ya estaba altamente comprometida
tras la desaparición de espacios claves para la socialización y la organización estu-
diantil como las residencias y la cafetería central.
El panorama interno de la un tras la violencia contra el estudiantado, que tuvo sus
puntos más altos en los permanentes hostigamientos militares a las residencias, el
asesinato de Chucho León y los hechos del 16 de mayo, se fue definiendo por una
aceleración de las dinámicas neoliberales en el relacionamiento entre institución y
estudiantes, y por la radicalización política de algunos sectores del estudiantado que
veían cerrados los espacios de diálogo con la administración, presenciaban el fracaso
de los intentos de paz entre Gobierno nacional y algunos grupos guerrilleros, y recu-
rrían cada vez más frecuentemente a la violencia política con el recurso de explosivos
artesanales en sus repertorios de protesta. Este conjunto de dinámicas fue permitiendo
que la propia comunidad universitaria se fuera resquebrajando y su carácter se fuera
transformado, distanciándose cada vez más de su sentido de universidad pública y
receptora de personas de las clases bajas del país.
Abordar de manera crítica las dinámicas que rodean los hechos violentos del 16 de
mayo de 1984 en la Universidad Nacional y las transformaciones que estos supu-
sieron es una apuesta por contribuir en la comprensión de la relación del conflicto
armado colombiano y el desarrollo de las universidades en el país. Identificar la
mediación de la violencia en las transformaciones institucionales, políticas y socia-
les de los claustros académicos y por supuesto de sus estudiantes, sin duda aporta al
conocimiento de los diferentes roles desempeñados por las universidades públicas en
el conflicto armado y contribuye al fortalecimiento del debate social y académico de
la comunidad universitaria. Y, por supuesto, del movimiento estudiantil que conti-
núa desarrollando importantes ejercicios de memoria como parte de sus apuestas por

236
A manera de conclusión

fortalecer el carácter público y nacional de las universidades colombianas, en este


caso, del principal centro educativo del país: la Universidad Nacional.

237
Reventando silencios

LISTA DE TABLAS,
IMAGENES Y GRÁFICAS

Tabla n.°1. Relación estudiantes inscritos y matriculados en 1961 y 1966. Elabora-


ción propia.
Tabla n.°2. Comparativo de estudiantes, docentes y facultades en la década de los 60.
Elaboración propia.
Tabla n.°3. Relación inscritos y admitidos en 1976. Elaboración propia.
Tabla n.°4. Días de paro desde 1966 hasta 1970 en la un. Elaboración propia.
Imágen 1. Enfrentamientos entre estudiantes y la fuerza pública con motivo del paro
de 1971. (El Espectador)
Imágen 2. Toma de la Plaza Che, 1981. (Nicolás Rudas, La violencia y sus resisten-
cias en la Universidad Nacional de Colombia. 2019)
Imágen 3. Estudiantes hacen la v de la victoria con sus dedos tras la toma de la Emba-
jada Francesa. (Revista Isítome. Febrero-abril de 1982).
Imágen 4. Fragmento de la revista Sinpermiso n.°3, septiembre de 1982. (Fondo
documental de Archivos del Búho)
Imágen 5. Bono de solidaridad del Servicio de Cooperación Estudiantil. (Fondo
documental de Archivos del Búho)
Imágen 6. Cafetería central, a un año de la muerte de Jorge Patiño, presidente de
Cooperación Estudiantil. (Archivo personal Hugo Salamanca)
Imágen 7. Cafetería central, poema y placa en homenaje a Jorge Patiño, presidente de
Cooperación Estudiantil. (Archivo personal Hugo Salamanca)
Imágen 8. Mural en la Cafetería Central Jorge Patiño, hoy salón de arquitectura. (El
Rebelde)
Imágen 9. Los bonos de solidaridad, jornada nacional en honor a los estudiantes
desaparecidos. (Fondo documental de Archivos del Búho)

238
Lista de tablas, imagenes, gráficas y mapas

Imágen 10. Nota dedicada a Alberto Alava, después de su asesinato, en el Boletín


n.°24 del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos. (Fondo documental Archi-
vos del Búho).
Imágen 11. Recuperación de las residencias estudiantiles en la un, 1982. (El Especta-
dor, tomada de Más luces que sombras, Álvaro Perea Chacín, 2007)
Imágen 12. Habitación de las Residencias Femeninas, década de los 80. (Fondo docu-
mental de Archivos del Búho)
Imágen 13. Niños en las residencias. (Fondo documental de Archivos del Búho)
Imágen 14. Mural realizado por los estudiantes de provincia en Duitama, 1984.
(Fondo Archivos del Búho. Archivo personal Hugo Salamanca)
Imágen 15. Simulación del cementerio o camposanto que llevaron a cabo estudian-
tes de la UN en conmemoración a quienes habían sido asesinados o desaparecidos.
(Archivo personal de Hugo Salamanca)
Imágen 16. Consigna pintada en la pared durante el encuentro «Aproximación a la
crisis de la Universidad». (De Frente, 2 de abril de 1984, 2)
Imágen 17. Chucho León en febrero de 1983. (Blog Memoria y Palabra, mayo 17,
2012)
Imágen 18. Comunicado de denuncia del crimen contra Chucho León e invitación a
su homenaje el 16 de mayo. (Fondo documental de Archivos del Búho)
Imágen 19. Luis Armando Muñoz González junto con su esposa e hijas el 5 de mayo
de 1984. (Fabio Cárdenas, El Tiempo, mayo 16, 1984, 14)
Imágen 20. Portería de la Ciudad Universitaria sobre la calle 26. (Archivo personal
de Elizabeth Díaz )
Imágen 21. Mural en homenaje a Chucho León. (Publicación 16 de mayo, 1 de julio
de 1984, 2)
Imágen 22. Bus quemado en la Plaza Che Guevara. (Lelio Pinzón, El Tiempo, 17 de
mayo de 1984, 18A)
Imágen 23. Las llamas consumen un bus en la Plaza Che Guevara. (El Bogotano, 17
de mayo, 10)
Imágen 24. Policía en la entrada de la calle 26. (El Bogotano, 17 de mayo, 8 y 9)
Imágen 25. «El español» herido en el abdomen por arma de fuego. (El Bogotano, 17
de mayo de 1984, 9)
Imágen 26. Momento en el que la policía motorizada entra a la Ciudad Universitaria.
(El Bogotano, 17 de mayo de 1984)

239
Reventando silencios

Imágen 27. Policía en los anexos de Medicina. (Publicación 16 de mayo, 1 de julio de


1984, 5)
Imágen 28. Un grupo de estudiantes carga a un herido de bala. (El Bogotano, mayo
17, 1984, 3)
Imágen 29. Radiografía de Yesid, la marca blanca es un proyectil. (Cromos, mayo 22,
1984, 105)
Imágen 30. Yesid herido por los impactos de bala de la policía. (Cromos, mayo 22,
1984, 105)
Imágen 31. Tres agentes de la Fuerza Disponible golpean a un estudiante y lo arras-
tran. (Cromos, 22 mayo 22, 1984, 102-3)
Imágen 32. Policías en las inmediaciones de las Residencias Femeninas. (Cromos,
mayo 22, 1984, 106)
Imágen 33. Habitación destruida. (El Tiempo, mayo 18, 1984, 3A)
Imágen 34. «La hija de uno de los estudiantes observa desde los ventanales destrui-
dos por la acción de los policías». (Cromos, mayo 22, 1984, 106)
Imágen 35. Charco de sangre en las Residencias Alberto Alava. (Cromos, mayo 22,
1984, 105)
Imágen 36. Algunos de los detenidos en la Ciudad Universitaria. (El Espectador,
mayo 17, 1984, 11A)
Imágen 37. Detenida es conducida hacia una patrulla por agentes de la Policía. (Lelio
Pinzón, El Tiempo, 17 de mayo de 1984, 18A)
Imágen 38. Detenidos en la Estación Sexta de Policía. (Publicación 16 de mayo, julio
de 1984, 10)
Imágen 39. Estudiantes en la Estación 100. (Fabio Cárdenas, El Tiempo, mayo 17,
1984, 1)
Imágen 40. William sujetando un arma y Augusto sujetando municiones entre sus
manos. (El Espectador, mayo 17, 1984, 11A)
Imágen 41. William Carrillo y Augusto Gutiérrez. (El Tiempo, mayo 17, 1984,
18A)
Imágen 42. Comunicado del CSU. (El Tiempo, mayo 18, 1984, 3A)
Imágen 43. Cabildo Nacional Juvenil. (Periódico Indi-Gestión n.°19, fondo docu-
mental de Archivos del Búho)

240
Lista de tablas, imagenes, gráficas y mapas

Imágen 44. Comité de Unidad Estudiantil. («Curso de inducción», fer-sp, fondo


documental de Archivos del Búho)
Gráfica n.° 1. Violaciones a los ddhh registradas en los archivos del Movimiento
Estudiantil consultados por Archivos del Búho (1966-2001). Elaboración propia.
Gráfica n.° 2. Violaciones a los Derechos Humanos registradas por el Movimiento Estu-
diantil (1983-1988), base de datos de Archivos del Búho. Elaboración propia.
Gráfica n.° 3. Violaciones a los Derechos Humanos registradas por el portal Vidas
Silenciadas (1984-1988). Elaboración propia.
Mapa 1. La Ciudad Universitaria en 1984. Archivos del Búho, elaborado por Caro-
lina Gómez Pulido, abril de 2021
Mapa 2. Detenciones en la Universidad Nacional el 16 de mayo de 1984. Archivos
del búho, elaborado por Carolina Gómez Pulido, abril de 2021

241
Reventando silencios

SIGLAS

ADO: Autodefensas Obreras DIPEC: División de Información y


Estadística Criminal de la Policía
ANAPO: Alianza Nacional Popular
Judicial
ASFADDES: Asociación de Familiares
ELN: Ejército de Liberación Nacional
de Detenidos-Desaparecidos
EPL: Ejército Popular de Liberación
BIM: Brigada de Institutos Militares
FARC-EP: Fuerzas Armadas
CESBE: Centro de Servicios de
Revolucionarias de Colombia-Ejército
Bienestar Estudiantil
del Pueblo
CESYCME: Corporación de Estudios
FEC: Federación de Estudiantes de
Sociales y Culturales de la Memoria
Colombia
CGSB: Coordinadora Guerrillera
FES: Federación de Estudios Sociales
Simón Bolívar
FESBE: Fondo Especial para Servicios
CIA: Central de Inteligencia
de Bienestar Universitario
Americana
FER-SP: Frente Estudiantil
CIDH: Comisión Interamericana de
Revolucionario Sinpermiso
Derechos Humanos
FEUD: Federación de Estudiantes
CPDH: Comité Permanente por la
Universitarios del Distrito
Defensa de los Derechos Humanos
FU: Frente Unido
CRU: Corporación de Residencias
Universitarias FUC: Federación Universitaria
Colombiana
CSE: Consejo Superior Estudiantil
FUN: Federación Universitaria
CSU: Consejo Superior Universitario
Nacional
DIJIN: Dirección de Policía Judicial e
FRUP: Frente Revolucionario de
Investigación
Unidad Popular

242
Siglas

GOES: Grupo de Operaciones UNEC: Unión Nacional de Estudiantes


Especiales de Seguridad Colombianos
ICA: Instituto Agropecuario UP: Unión Patriótica
Colombiano
TSS: Transporte Sin Subsidios
JUCO: Juventud Comunista
Colombiana
JUPA: Juventud Patriótica
M-19: Movimiento 19 de Abril
MAQL: Movimiento Armado Quintín
Lame
MAP/MAPE: Muerte a Pepos
MAS: Muerte a Secuestradores
MOEC: Movimiento Obrero
Estudiantil Colombiano
MOIR: Movimiento Obrero
Independiente Revolucionario
MRL: Movimiento Revolucionario
Liberal
MUNIPROC: Movimiento
Universitario de Promoción Cultural
P16m: Publicación 16 de mayo
PLA: Comando Pedro León Arboleda
PCC: Partido Comunista Colombiano
PCC-ML: Partido Comunista de
Colombia-Marxista Leninista
PRT: Partido Revolucionario de los
Trabajadores
PSR: Partido Socialista Revolucionario
UdeM: Universidad de Medellín
UN: Universidad Nacional de
Colombia

243
Reventando silencios

ANEXOS

Anexo 1. Listado de rectores de la Universidad Nacional 1963


a 1990

Periodo Rector de la UN Presidente de Colombia


Hernando Morales Guillermo León Valencia
1963-1964
Molina
1964-1966 José Félix Patiño Guillermo León Valencia
Guillermo Rueda Mon- Carlos Alberto Lleras
1967
taña Restrepo
José Antonio Munévar Carlos Alberto Lleras
1968-1969
Restrepo
Enrique Carvajal Arjona Carlos Alberto Lleras
1969-1970
Restrepo
1970-1971 Mario Latorre Rueda Misael Pastrana Borrero
enero-abril 1971 Diego López Arango Misael Pastrana Borrero
Santiago Fonseca Misael Pastrana Borrero
1971-1972
Martínez
1972 Jorge Arias de Greiff Misael Pastrana Borrero
1972-1974 Luis Duque Gómez Misael Pastrana Borrero
Luis Carlos Pérez Vel- Alfonso López Michelsen
1974-1975
asco
Luis Eduardo Mesa Alfonso López Michelsen
1975-1976
Velásquez
1977-1978 Emilio Aljure Nasser Alfonso López Michelsen
1978-1980 Ramsés Hakim Murad Julio Cesar Turbay Ayala
1980-1982 Eduardo Brieval Bustillo Julio Cesar Turbay Ayala

244
Anexos

1982-1984 Fernando Sánchez TorresBelisario Betancur Cuartas


Marco Palacios Belisario Betancur Cuartas/
1984-1988
Virgilio Barco Vargas
1988-1990 Ricardo Mosquera Mesa Virgilio Barco Vargas

Anexo 2. Acuerdo 74 del CSU. 12 de junio de 1968. Por el cual


se reglamenta el servicio de Cooperación Estudiantil
ACUERDO 74
Acta 27 del 12 de Junio de 1968
Derogado por Acuerdo CSU 24 de 1979.
«Por el cual se reorganiza el servicio de cooperación»
EL CONSEJO SUPERIOR UNIVERSITARIO
En uso de sus Facultades legales, y
CONSIDERANDO:
Que la Comisión Administrativa en Acta 12 del 22 de Abril de 1960 aprobó el servicio de
cooperación Estudiantil.
Que es conveniente fomentar la participación estudiantil en los servicios actualmente rel-
acionados con su bienestar, y así, fomentar su sentido de responsabilidad.
ACUERDA:
ARTÍCULO 1. El servicio de cooperación Estudiantil estará formado por el número de
estudiantes necesarios para asegurar el correcto funcionamiento y utilización de las cafe-
terías en los turnos correspondientes a los servicios de comida.
ARTÍCULO 2. Se considera como beca ocupacional el pertenecer al servicio de coop-
eración y sus miembros se seleccionarán según las necesidades económicas, familiares y
situación académica, en la misma forma que se conceden los demás beneficios de Biene-
star Estudiantil.
ARTÍCULO 3. Las adjudicaciones se harán por una comisión compuesta por: el director
de la división de Bienestar Universitario, el Jefe de la Sección de Bienestar Económico y
dos representantes del servicio de Cooperación Estudiantil.
ARTÍCULO 4. Todo miembro del servicio de Cooperación deberá prestar sus servicios
por lo menos durante (1) hora diaria o (7) semanales y recibirá como contraprestación la
suma de $ 300 mensuales en carnets especiales o tiqueteras.

245
Reventando silencios

ARTÍCULO 5. El servicio de Cooperación estudiantil es autónomo en sus discipli nas


internas y se dará su propio reglamento que deberá ser ratificado por la división de Biene-
star y posteriormente por Resolución del Consejo Superior.
La División de Bienestar ratificara y hará cumplir las sanciones que la Junta Directiva del
Servicio de Cooperación acuerde, en el caso de faltas de sus miembros. En el reglamento
de que antes se habla se determinara el número de miembros de esta Junta y la manera de
designarlos.
PARÁGRAFO. En caso de excepcional gravedad el Director de Bienestar podrá expulsar
del servicio de Cooperación a uno de sus miembros después de permitirle presentar sus
descargos en presencia de uno de los miembros de la Junta Directiva.
ARTÍCULO 6. Son obligaciones de los miembros del servicio de Cooperación:
a) Controlar la entrada a los comedores, con el fin de evitar que personas ajenas a la
Universidad utilicen sus servicios, al mismo tiempo que guardar el orden en las
filas y hacer respetar el turno.
b) Entregar los cubiertos.
c) Denunciar al Bienestar o al Administrador de Cafetería cualquier irregularidad en
el servicio.
d) Prestar servicio de vigilancia en los mostradores y puertas de entrada y salida de
Cafetería.
e) Exigir, sin excepción de ninguna naturaleza, el Carnet o Documento de identifi-
cación Universitaria a las personas que utilicen el servicio.
f) Cooperar con la Administración de Cafetería en las medidas que esta tome para
mejorar el servicio.
g) Elegir anualmente la Junta Directiva, de que trata el Artículo 5, y asistir cumplida-
mente a las reuniones o asambleas citadas por esta.

ARTÍCULO 7. Son causales de incompatibilidad para pertenecer al servicio de coop-


eración Estudiantil:
a) Disfrutar de préstamos de alimentación o sostenimiento otorgado por la Universi-
dad.
b) Ejercer cualquier cargo Administrativo remunerado dentro de la Universidad.

ARTÍCULO 8. Este Acuerdo rige a partir de su promulgación.


COMUNÍQUESE Y CÚMPLASE
Dado en Santafé de Bogotá a los Doce (12) días del mes de Junio de 1968
ANDRES RESTREPO POSADA
Presidente
ANDRES SORIANO LLERAS
Secretario

246
Anexos

Anexo 3. Acuerdo 24 DE 1979. Acta 9 de 6 de marzo. Por el


cual se derogan los Acuerdos Números 74 de 1968 y 9 de 1978

ACUERDO 24 DE 1979
(Acta 9 de 6 de marzo)
«Por el cual se derogan los Acuerdos Números 74 de 1968 y 9 de 1978»
EL CONSEJO SUPERIOR UNIVERSITARIO
En uso de sus facultades legales,
ACUERDA:
ARTÍCULO 1. Derogar en todas sus partes los Acuerdos Números 74 de 1968, por el
cual se reorganiza el Servicio de Cooperación y el Número 9 de 1978, por el cual se modi-
fica el Acuerdo No. 74 de Junio 12 de 1968, sobre el Servicio de Cooperación Estudiantil.
ARTÍCULO 2. El manejo de la Cafetería la asumen las Directivas de la Universidad.
ARTÍCULO 3. Este Acuerdo rige a partir de la fecha, y deroga todas las disposiciones
que le sean contrarias.
COMUNÍQUESE Y CÚMPLASE
Dado en Bogotá D.C., a los 6 días del mes de marzo de 1979
RODRIGO LLOREDA CAICEDO
Presidente
GUILLERMO SICARD MONTEJO
Secretario

247
Reventando silencios

Anexo 4. Lista de estudiantes asesinados y desaparecidos en


la Universidad Nacional sede Bogotá durante el periodo de
gobierno Belisario Betancur (1982-1986)*

Caso Fecha Nombre Apellido Hecho


Desaparición
1 18/8/1982 Edgar Helmut García Villamizar
forzada
Desaparición
2 23/8/1982 Gustavo Campos Guevara
forzada
Rafael Desaparición
3 12/9/1982 Prado Useche
Guillermo forzada
Desaparición
4 13/9/1982 Edilbrando Joya Gómez
forzada
5 1982 Rafael Bejarano Asesinato
6 10/7/1983 Yesid González Asesinato
Jesús Asesinato,
7 9/05/1984 León Patiño
Humberto tortura
8 1/06/1984 William Mayorga Asesinato
9 8/27/1984 Yesid Parga Leal Asesinato
Manuel
10 6/03/1985 Rincón Asesinato
Francisco
11 30/09/1985 Martín Quintero Santana Asesinato
12 30/09/1985 Arturo Ribón Avilan Asesinato
13 30/09/1985 Yolanda Guzmán Ortiz Asesinato
Isabel
14 30/09/1985 Muñoz Duarte Asesinato
Cristina
Jesús
15 30/09/1985 Fajardo Cifuentes Asesinato
Fernando
16 30/09/1985 Jorge Alberto Aguirre Gutiérrez Asesinato
17 30/09/1985 Hernando Cruz Herrera Asesinato
18 11/02/1986 Augusto Gutiérrez Asesinato

* Este anexo es un extracto de la base Víctimas mortales de la Universidad Nacional


elaborada por Sebastián Flórez en su tesis de Maestría «Entre La Soledad y El Recuerdo. Las
memorias del Movimiento Estudiantil sobre el 16 de mayo de 1984 en la Universidad Nacio-
nal de Colombia (1984 – 1991)».

248
Anexos

Anexo 5. Lista de detenidos el 16 de mayo

n.° Apellidos Nombre Sexo Variaciones


Oliverio Alvarez de La Cruz
1 Álvarez de la Hoz Oliverio M
(El Tiempo, 17 de mayo, 18A)
María Anserma Basti-
María Euge-
2 Bastidas Mora F das Mora (El Tiempo, 17 de
nia
mayo, 18A)
Aura Rosa Burgos Vacca
3 Burgos Bacca Aura Rosa F
(Publicación 16 de mayo, 11)
William
4 Carrillo Leal M
Alberto
Abraham Fernández Avila
(El Tiempo, 17 de mayo,
18A) (El Espectador, 17 de
5 Fernández Ávila Abraham M mayo, 11A); Abrahan Fernán-
dez Avila/Abrahán Fernández
Avila (El Tiempo, 18 de
mayo, 3A)
María Teresa García Rojas
6 García Reyes María Teresa F
(El Tiempo, 17 de mayo, 18A)
José Augusto Gutiér-
Jesús
7 Gutiérrez Prada M rez Prada (El Tiempo, 17 de
Augusto
mayo, 18A)
8 Ibáñez Ruiz Fabio Alberto M
9 Montoya Morales Nubia Cecilia F
Jackeline Murcia Bonilla (El
10 Murcia Bonilla Jacqueline F Tiempo, 18 de mayo, 3A) y
(Publicación 16 de mayo, 11)
José Alberto Mutis Rosas
11 Mutis Rojas José Alberto M (El Espectador, 17 de mayo,
11A)
Piedrahíta Angar- Carlos
12 M
ita Alberto

249
Reventando silencios

Irma Mónica Prieto (El


Tiempo, 17 de mayo, 18A);
Irma Mónica Avila Prieto/
Mónica Prieto Avila (El
13 Prieto Mónica F Tiempo, 18 de mayo, 3A);
Irma Mónica Avila Prieto
(El Espectador, 17 de mayo,
11A); Mónica Prieto (Publi-
cación 16 de mayo, 11)
Bello Rivera Cárdenas (El
Tiempo, 17 de mayo, 18A);
14 Rivera Bello Carlos M Carlos Enrique Rivera Bello
(El Espectador, 17 de mayo,
11A)
Marco Darío Cárde-
nas Márquez (El Tiempo,
17 de mayo, 18A); Marco
Darío Márquez Cardona
15 Márquez Marco Darío M
(El Espectador, 17 de mayo,
11A)/Marcos Darío Márquez
Cardozo (El Tiempo, 18 de
mayo, 3A)
José Antonio Dervel Ariza
(El Tiempo, 17 de mayo,
18A); José Antonio Verbal
Ariza/Antonio José Ariza (El
16 Ariza José Antonio M
Tiempo, 18 de mayo, 3A);
José Antonio Verbel Ariza
(El Espectador, 17 de mayo,
11A)
17 Baquero Morales Luz Dary F
18 Bermúdez Parra Jorge Enrique M
19 Díaz Alarcón William M
Francisco
20 Mariño Galindo M
Javier
21 Núñez Solís Gabriel M
22 Otálora Cotrina Leonardo M

250
Anexos

Puertas Bellapi-
23 Ernesto M
anes
24 Sánchez Claudia F
Silvio
25 Uchima Meneses M
Augusto
26 Urbano Ordoñez Marco Tulio M
27 Acevedo Gallo Gilberto M
28 Acosta José Antonio M
29 Alberto Cabrera Carlos M
Barrero Chapar-
30 Ommine M
ron
Hugo Humberto Bazante
Caldas (El Tiempo, 18 de
31 Bazante Caldas Hugo M mayo, 3A); Hugo Norberto
Vasante Caldas (Publicación
16 de mayo, 11)
32 Bernal Rodríguez Jonny M
Alvaro Mauricio Bravo Guz-
Álvaro Mau- mán (El Tiempo, 18 de mayo,
33 Bravo Guzmán M
ricio 3A); Mauricio Bravo (Publi-
cación 16 de mayo, 10-11)
Miguel
34 Burgos López M
Arturo
Samuel Bustamante V. (El
Tiempo, 18 de mayo, 3A).
35 Bustamante Samuel M Vistor Samuel Bustamante
Bacca (Publicación 16 de
mayo, 10)
Castañeda Hernán
36 M
Hernández Alonso
37 Corredor Castro Luis Alberto M
38 González Ávila Luis Carlos M
Héctor
39 González Osorio M
Hernán
40 Granada Montes José Daniel M
41 Hurtado Rojas Alberto M

251
Reventando silencios

Ángel
42 Jiménez M
Gabriel
Omar de
43 López Mejía M
Jesús
44 Lozada Barrios Juan Carlos M
45 Mahecha Ávila Pedro Julio M
Montaño Rodrí-
46 Luis Eduardo M
guez
Ricardo
47 Morales M
Muñetón
Harold
48 Mosquera Ortiz M
Fernando
49 Muñoz Arteaga Víctor Hugo M
50 Navas Olivares Oscar Alberto M
51 Nieto Rojas Pablo M
52 Ocampo Hoyos Luis Eduardo M
53 Oseas Covalesa Carlos M
Licímaco Ovalle Téllez (El
54 Ovalle Lisímaco M
Tiempo, 18 de mayo, 3A)
55 Paéz Velazco Oscar M
56 Pardo Pardo José Felipe M
Luis Fer-
57 Patiño Álvarez M
nando
58 Ramírez Santos Adán Alberto M
59 Reyes Muñoz Carlos Julio M
60 Rico Álvarez Jader Alberto M
61 Rivera Cuervo José M
Claudia Lisber Rodríguez (El
62 Rodríguez Claudia F
Tiempo, 18 de mayo, 3A)
63 Rodríguez Ospina Ricardo M
Germán
64 Rojas Romero M
Augusto
Carlos
65 Salazar M
Eduardo
66 Salgado Lora Luis Emiro M

252
Anexos

Tulio
67 Sanabria Solano M
Roberto
Jaime
68 Talero Tovar M
Humberto
Martha Tenorio (Publi-
69 Tenatia Alviro Marta F
cación 16 de mayo, 9)
Leonel
70 Torres Arias M
Roberto
71 Valdemar Angulo Roberto M
72 Vargas Hernández Carlos M
Benedicto Velasco
Sepúlveda (El Tiempo, 18
Velazco
73 Benedicto M de mayo, 3A); Benedicto
Sepúlveda
Velazco Sepulveda (Publi-
cación 16 de mayo, 11)
74 Villa Pablo José M
Villanueva Arturo
75 M
Garrido Ernesto
José Gabriel Rodríguez
León (El Tiempo, 18 de
76 Rodríguez León José Gabriel M mayo, 3A); José Gabriel León
Rodríguez (Publicación 16 de
mayo, 11)
Samuel Leo Linares (El
Tiempo, 18 de mayo, 3A);
77 Leo Linares Samuel M
Samuel León (El Bogotano,
18 de mayo, 3)
Jorge Eliécer Amaya Oñate
(El Tiempo, 18 de mayo, 3A);
78 Oñate Jorge Eliecer M
Jorge Eliecer Avella Oñate
(Publicación 16 de mayo, 11)
Jesús Abello L. (El Tiempo,
18 de mayo, 3A); Jesús
79 Abello López Jesús M
Emilsen Avella López (Publi-
cación 16 de mayo, 11)
José Armando Moreno Gar-
- SI SI M
cía/René Ramos Suárez

253
Reventando silencios

Hernán
80 León Rodríguez M
William
81 Barragán Disney F

Anexo 6. Lista de oficiales de la policía heridos el 16 de mayo

n.° Apellido Nombre Variaciones Afectaciones


Por sus heridas fue
1 Arango Justiniano internado en la clínica de
la Policía
Herido por las esquirlas
2 Bustos Cruz José
de las bombas caseras
Por sus heridas fue
Pedro
3 Daza internado en la clínica de
Pablo
la Policía
Jorge Alfredo
Garavito Grillo
(El Espectador, Sufrió quemaduras en
Garavito 17 de mayo, 11A); una pierna con ácido,
4 Alfredo
Grillo José Alfredo Gar- internado en la clínica de
avito Grillo (El la Policía
Bogotano, 17 de
mayo, 9)
Abril
García Henao
(El Espectador,
Herida de bala, inter-
17 de mayo,
5 García Henao nado en la clínica de la
1A); Raúl García
Policía
Henao (El
Bogotano, 17 de
mayo, 9)
Por sus heridas fue
Luis
6 Gómez internado en la clínica de
Antonio
la Policía
Por sus heridas fue
González
7 Edgar internado en la clínica de
Larrota
la Policía

254
Anexos

Francisco
Javier Zam- Una bomba de fabri-
Gutiérrez Francisco
8 brano Gutiérrez cación casera le afectó el
Zambranov Javier
(El Tiempo, 17 de ojo izquierdo
mayo, 18A)
Carlos David
Igidio; Car- Herido con arma de
Carlos
9 Igidio los David (El fuego, internado en la
David
Bogotano, 17 de clínica de la Policía
mayo, 9)
Herido en el rostro por
Jorge
10 Jaramillo esquirlas de una bomba
Alfredo
casera
Herido por las esquirlas
11 Leal José Israel
de una bomba casera
Por sus heridas fue
12 Martínez Rodrigo internado en la clínica de
la Policía
Martínez Herido por las esquirlas
13 William
Rodríguez de una bomba casera
Dos heridas de bala
Ramírez en el abdomen y tórax,
14 Armando
Robayo internado en la clínica de
la policía
Por sus heridas fue
15 Rodríguez Martín internado en la clínica de
la Policía
Herida de bala, inter-
Segura Luis
16 nado en la clínica de la
Pedraza Enrique
policía
Herida de bala en el
cuello, internado en la
clínica de la Policía.
Víctor
17 Sierra Vargas Fallece a causa de estas
Julio
heridas el 3 de agosto
de ese mismo año (El
Espectador, 4 de agosto)

255
Reventando silencios

Herida de bala, inter-


Carlos
18 Sora nado en la clínica de la
Arias
policía
Herida de bala en el
19 Sora Rengifo Serafín tórax, internado en la
clínica de la Policía
Por sus heridas fue
20 Villarreal Segundo internado en la clínica de
la Policía
Fernando Rivera
Cruz (El Especta-
dor, 17 de mayo,
1A); Fernando Herida de bala en el
21 Rivera Cruz Rivas Cruz (El abdomen, internado en la
Bogotano, 17 de clínica de la Policía
mayo, 9). Ber-
nardo Rivera
(Cromos, 105)
Eduardo Quete
Ovalle (El
Espectador, 17
Herido por las esquirlas
22 Ovalle Eduardo de mayo, 1A);
de una bomba casera
Eduardo Ovalle
(El Bogotano, 17
de mayo, 9)

256
Anexos

257
Reventando silencios

BIBLIOGRAFÍA

Entrevistas
• Bazurto, Pilar (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista de
Archivos del Búho, 2015.
• Bazurto, Yesid (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista de
Archivos del Búho, noviembre 8, 2019.
• Benavides, José Ignacio (estudiante de la UN en la década de los 70). Entrevista
de Archivos del Búho y Giacomo Piasini, diciembre, 2020.
• Díaz, Elizabeth (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista de
Archivos del Búho, 2015.
• Díaz, Elizabeth (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista de
Archivos del Búho, 2017.
• Díaz, Elizabeth, Luis Higuera, Fidel Morales y Yuber Pacheco. Segundo Taller
Colectivo de Memoria (2019). Entrevista de Archivos del Búho, octubre 26,
2019.
• Díaz, Elizabeth, Jaime Félix, Luis Higuera, Patricia Jiménez, Fidel Antonio
Morales, Yuber Pacheco y María Teresa San Juan. Taller Colectivo de Memoria
(2019). Entrevista de Archivos del Búho, octubre 19, 2019.
• Félix, Jaime (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista de
Archivos del Búho, 2019.
• Guanumen, Hugo (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista
de Archivos del Búho, 2015.
• Gutiérrez, Carlos Raúl (estudiante de la UN durante la década de los 70).
Entrevista de Archivos del Búho, diciembre, 2019.
• Higuera, Luis (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista de
Archivos del Búho, 2015.

258
Bibliografía

• León, Jaime (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista de


Archivos del Búho, junio, 2020.
• Manrique, Antonio y Elizabeth Díaz. Entrevista de Archivos del Búho a Anto-
nio Manrique, 2019.
• Marco Palacios. Entrevista de UN Televisión, 2017.
• Martínez, Guillermo (trabajador de la UN durante la década de los 80). Entrevista
de Archivos del Búho, 2015.
• Mesa, Victoria (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista de
Archivos del Búho, 2015.
• Ramírez, Jairo (periodista y estudiante de la UN durante la década de los 80).
Entrevista de Archivos del Búho, 2015.
• Rincón, Luz Mila (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista
de Archivos del Búho, 2015.
• Rodríguez, Claudia (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista
de Archivos del Búho, junio 13, 2020.
• Rojas, Héctor (estudiante de la UN durante la década de los 80), en: Punto
de Partida: Memorias de mayo 16 de 1984-Huella profunda en la Univer-
sidad Nacional. 27-feb-2021. Disponible en: https://www.youtube.com/
watch?v=wqGocHsEMzE
• Salamanca, Hugo (estudiante de la UN durante la década de los 80). Entrevista
de Archivos del Búho, mayo 5, 2016.
• Salamanca, Hugo. Entrevista de Archivos del Búho, octubre, 2017.

Documentos Archivos del Búho

• «A la opinión pública en general». Publicación 16 de mayo, septiembre, 1984.


• «Acta forense del compañero Jesús Humberto León Patiño». Publicación 16 de
mayo, julio 1, 1984.
• Archivos del Búho y Corporación de Estudios Sociales y Culturales de la Memo-
ria (CESYCME). «Base de datos de las Violaciones a los Derechos Humanos
registradas por el Movimiento Estudiantil». Bogotá: Comisión de la Verdad,
junio, 2020.
• ASPU. «Comunicado a la comunidad universitaria y a la opinión pública»,
mayo 24, 1988.

259
Reventando silencios

• «Compañero, hermano, amigo». Publicación 16 de mayo, julio 1, 1984.


• «Comunicado». Publicación 16 de mayo, septiembre, 1984.
• Coordinadora de Grupos de Trabajo de la UN. «Para: Nuestros compañeros de
la Universidad», abril 15, 1985.
• «Del seminario de Manizales al cabildo nacional juvenil por la vida, Manifiesto
Cultural». Indi-gestión, núm. 19, s. f.
• «Denuncia a la opinión pública y a la comunidad universitaria en especial».
Comunicado de denuncia del crimen contra Chucho León e invitación a su
homenaje el 16 de mayo. Archivos del Búho.
• «Digamos la verdad sobre la universidad nacional y la crisis desde el año 1980»,
agosto16, 1989.
• Estudiantes Universidad Nacional. «Comunicado a la Opinión Pública», mayo
18, 1984. Acervo documental Archivos del Búho.
• FER-SP, Frente Popular, A Luchar, PCC, UP, JUCO. «16 de mayo: A los caídos
un homenaje a la vida», mayo 16, 1988.
• Frente Estudiantil Revolucionario-Sinpermiso (FER-SP). «Conclusiones Primer
Seminario Nacional», diciembre de 1979.
• ———. «Curso de inducción o programa de integración a la U.N», 1987.
• ———. «Material Base Localidad», s. f., 5.
• ———. «Sobre la reapertura de la Universidad Nacional», 1987.
• ———. «La Política Educativa y la UN». El Rebelde núm. 1, octubre 8, 1985.
• ———. «Curso de Inducción o Programa de Introducción a la UN», 1985.
«Informativo N. 1». Indi-Gestión núm. 19, s. f.
• Indi-gestión, núm. 17, s. f.
• «La verdad de una masacre». Publicación 16 de mayo, julio 1, 1984.
• «Los detenidos... en un circo romano». Publicación 16 de mayo, julio 1, 1984.
• «Manifiesto a la comunidad universitaria», abril 2, 1984.
• Méndez, Odilio. «Tortura y tratos crueles». Bogotá: Comité de Solidaridad con
los Presos Políticos, 1980.
• Profesores Departamento de Odontología Preventiva y Social. «Algunas
reflexiones sobre la Universidad en crisis», junio 21, 1984.
• Publicación 16 de mayo (No. 1), julio, 1984.
• Publicación 16 de mayo (No. 2), septiembre, 1984.
• Publicación 16 de mayo (No. 3), abril, 1985.
• «Rabia y dolor por el maestro y compañero», 16-17.

260
Bibliografía

• Rebeldía Estudiantil Organizada. «Historia del Movimiento Estudiantil: Se


prendió la hoguera 70’s, 80’s y 90’s.», 2008.

Prensa

Cromos
• Camándula. «Una semana caliente en Bogotá». Cromos, abril 3, 1984.
• «En la Hortúa los pacientes se mueren con paro o sin paro». Cromos, junio 4-10,
1975, 86-87.
• «La U al rojo vivo». Cromos, junio 11-17, 1975, 4-5.
• Riveros, Ligia. «A sangre y fuego contra la UN». Cromos, mayo 22, 1984.
De Frente:
• «Avanza el debate en la un». De Frente, abril 2, 1984.
• «Compleja situación interna de la Universidad». De Frente, marzo 15, 1984.
• De Frente, abril 2, 1984.
• «La universidad en cuestión. Un hecho…varias versiones». De Frente, octubre
20, 1983.
• «La Procuraduría entrega informe sobre las residencias». De Frente, mayo 23,
1984.
• Medina, Medófilo. «Un balance». De Frente, diciembre 1, 1983.
• Sánchez Torres, Fernando. «La verdad sobre las residencias». De Frente, 1983.
El Bogotano:
• «Bala para todo el mundo!». El Bogotano, mayo 17, 1984.
• «El M-19 armado en la Nacional». El Bogotano, abril 2, 1984.
• «El PLA rechaza las elecciones». El Bogotano, marzo 9, 1984.
• «Emboscada a Plomo. Policía en la UN». El Bogotano, mayo 17, 1984.
• «EPL y M-19 se unieron». El Bogotano, abril 9, 1984.
• «Estudiantes de la UN se tomaron la Cruz Roja». El Bogotano, abril 6, 1984.
• «Fue un 9 de abril “chiquito”!». El Bogotano, marzo 31, 1984.
• «Hemos sido derrotados por la violencia». El Bogotano, mayo 19, 1984.

261
Reventando silencios

• «La guerra en el centro de Bogotá. Lo más grave en años!». El Bogotano, mayo


17, 1984.
• «La toma de “Radio Sucesos de RCN”». El Bogotano, marzo 31, 1984.
• «Los residentes casados serán alojados en el INEM de Kennedy». El Bogotano,
abril 11, 1984.
• «M-19 declara otra vez la guerra!». El Bogotano, marzo 9, 1984.
• «Mire su “PAZ” Señor Presidente...!». El Bogotano, marzo 29, 1984.
• «Normalidad en la U». El Bogotano, junio 23, 1975, 3.
• «Veinte estudiantes y 30 rehenes en templo tomado». El Bogotano, marzo 30,
1984.
El Espectador:
• «Disturbios en la U.N.». El Espectador, mayo 17, 1984.
• El Espectador, febrero 16, 1984.
• «La “U” referida por Bachilleres». El Espectador, enero 27, 1978.
El Tiempo:
• «Asesinado profesor universitario». El Tiempo, mayo 16, 1984.
• «Autoridades no podemos ser cómplices de actos violentos». El Tiempo, mayo
19, 1984.
• El Tiempo, marzo 5, 1967.
• El Tiempo, abril 13, 1972.
• El Tiempo, octubre 17, 1976.
• «Indefinidamente cierran la UN». El Tiempo, mayo 18, 1984.
• Landazábal, Fernando. «Esperamos que sea la última amnistía». El Tiempo,
octubre 31, 1982.
• «Violentos choques en la U.N.». El Tiempo, mayo 17, 1984.
Semana
• «Asalto a la Bolsa». Semana, agosto 27, 1984. https://www.semana.com/nacion/
articulo/asalto-la-bolsa/5583-3
• «Los nueve del patíbulo». Semana, abril 10, 1989. https://www.semana.com/
nacion/articulo/los-nueve-del-patibulo/11526-3.

262
Bibliografía

• «Y eran estudiantes». Semana, julio 5, 1982. https://www.semana.com/econo-


mia/articulo/eran-estudiantes/336-3.
Otros
• «Comandos del E.L.N. en disturbios de la U.N.». La Patria, octubre 9, 1983.
• «Del esquema gobierno-oposición al Estatuto de la Oposición». El Mundo,
julio 10, 2018. https://www.elmundo.com/noticia/Del-esquema-gobierno-oposi-
cion-al-Estatuto-de-la-Oposicion/373128.
• «La JUCO propone: Construir comité por la apertura». Semanario Voz, 1984.
• «Universidad a distancia... y muerte a domicilio». Voz Proletaria, agosto 26,
1982.

Archivo Universidad Nacional de Colombia

• Consejo Superior Universitario. «Acta 01, Acuerdo Numero 02 de 1985».


Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, enero 23, 1985.
• ———. «Acta 52, Acuerdo Numero 104 de 1984», diciembre 12, 1984.
• ———. «Acta 54, Acuerdo Numero 108 de 1984», diciembre 19, 1984.
• ———. «Acuerdo 04, Acta 02 de 1985», 1985.
• ———. «Acuerdo 05, Acta 02 de 1985», 1985.
• ———. «Acuerdo 14 de 1985», 1985.
• ———. «Acuerdo 21. Acta 7», febrero 10, 1939.
• ———. «Acuerdo 24 de 1979, Acta 9» de 6 de marzo. http://www.legal.unal.
edu.co/rlunal/home/doc.jsp?d_i=64232&tmt=26745&subtm=.
• ———. «Acuerdo 45, Acta 12 de 1982», 1982.
• ———. «Acuerdo 51 de 1962», 1962.
• ———. «Acuerdo 59. Acta 12», marzo 25, 1965.
• ———. «Acuerdo 74. Acta 27», junio 12, 1968. http://www.legal.unal.edu.co/
rlunal/home/doc.jsp?d_i=61861#0.
• ———. «Acuerdo 96, acta 60», agosto 14, 1940.
• ———. «Acuerdo 97 de 1985», noviembre 6, 1985.

263
Reventando silencios

• ———. «Acuerdo 100 de 1984», diciembre 4, 1984. http://www.legal.unal.edu.


co/rlunal/home/avz.jsp.
• ———. «Acuerdo 234. Acta 43», octubre 14, 1965.
• ———. «Resolución 1. Acta 1», enero 18, 1977.
• ———. «Resolución 95. Acta 22», mayo 14, 1969.
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Tesis

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• Flórez, Sebastián. «Entre la soledad y el recuerdo. Las memorias del Movi-
miento Estudiantil sobre el 16 de mayo de 1984 en la Universidad Nacional de
Colombia (1984–1991)». Tesis de Maestría inédita, Universidad de la Plata.
• Gómez-Agudelo, J. «Ambos venimos de morir: Susurros acechantes del
estudiante caído». Tesis doctoral, Universidad de Manizales, 2019.
• Nicolás Rudas. «La violencia y sus resistencias en la Universidad Nacional de
Colombia: Seis décadas de revolución y democracia en el campus». Tesis, Uni-
versidad Nacional de Colombia, 2019.

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Reventando silencios

Libros

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• Bazante, Gerardo. Los sueños no se mortajan con la muerte. Bogotá: Punto de
encuentro, 2019.
• Calvo Ospina, Hernando. Colombia, laboratorio de embrujos. Democracia y
terrorismo de Estado. Madrid: Foca, 2008.
• Lara, Patricia. Siembra vientos y recogerás tempestades. La historia del M-19,
sus protagonistas y sus destinos. Bogotá: Planeta, 2002.
• Mauricio Romero. Paramilitares y autodefensas 1982-1993. Bogotá: IEPRI,
Universidad Nacional de Colombia, 2003.
• Medina Gallego, Carlos. Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las
ideas políticas (1958-2018). Bogotá: Universidad Nacional de Colombia-Sede
Bogotá Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, 2019.
• Perea Chacín, Álvaro. Más luces que sombras. Bogotá: Universidad Nacional
de Colombia, 2007.
• Restrepo, Laura. Historia de un entusiasmo. Segunda. Bogotá: Norma, 1999.
• Vázquez Perdomo, María Eugenia. Escrito para no morir: bitácora de una
militancia. Bogotá: Alcaldía Mayor de Bogotá, 2000.
• Villamizar Herrera, Darío. Las guerrillas en Colombia. Una historia desde los
orígenes hasta los confines. Bogotá: Penguin Random House Grupo Editorial
Colombia, 2017.
• Villegas, Jorge. El Libro negro de la represión 1950-1980. Bogotá: Fundación
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Artículos
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tural del Banco de la República, accedido noviembre 30, 2020, https://www.
banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-117/caida-de-
rojas-pinilla-10-de-mayo-de-1957.
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www.arcoiris.com.co/2014/10/in-memoriam-victimas-de-la-masacre-en-el-sur-
oriente-de-bogota-30-de-septiembre-de-1985/.
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• Molano Camargo, Frank, y Jymy Forero Hidalgo. «El caso del Colectivo 82.
Una historia entre la memoria y el olvido, la rebelión y la represión» Anuario
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com/acuerdos-del-cese-al-fuego-entre-1984-y-1986-con-las-farc-el-m-19-el-epl-y-
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tuyente del 91», 2015. http://viva.org.co/cajavirtual/svc0473/articulo04.html.
• Viviescas, Fernando. «La Ciudad Universitaria en el origen de la arquitectura y el
urbanismo en Colombia». UN Periódico, diciembre 9, 2019. http://unperiodico.unal.
edu.co/pages/detail/la-ciudad-universitaria-en-el-origen-de-la-arquitectura-y-el-ur-
banismo-en-colombia/

269
ALIANZAS

Los libros colectivos son el producto de un trabajo en comunidad, son la suma de las
voluntades y esfuerzos de muchos que no quieren otra cosa más que materializar bue-
nas ideas. Además de nuestros coeditores, a este enjambre se sumó:

La Corporación de Estudios Sociales y Culturales de la Memoria -CESYCME, es un


espacio de investigación en ciencias sociales desde una perspectiva crítica y compro-
metida con intención transformadora, emancipatoria y de producción de conocimiento
no extractivo. Nuestras acciones colectivas de investigación han estado enfocadas al
fortalecimiento comunitario, la incidencia territorial, la producción de narrativas con-
trahegemónicas, la construcción de memoria y la defensa de los Derechos Humanos
desde una perspectiva de cuidado y autocuidado.
Tienes este libro colectivo en tus manos gracias a los siguientes
coeditores que confiaron en Reventando Silencios, Memorias del 16
de Mayo de 1984 en la Universidad Nacional de Colombia cuando
apenas era una idea:

Coeditores 20. Sindy Cogua


21. Santiago Rojas Rivera
1. Lina Gaitán Mateus
22. Alejandro Ortiz
2. Juan Sebastián Torrejano Munevar
23. Jessica Orjuela
3. Juan Pablo Ramírez Díaz
24. Laura Catalina Giraldo Pedraza
4. Escuela popular Antorcha educativa
25. Lina María Urbina
5. Laura Daniela Cifuentes Quiroga
26. Roberto Sabogal
6. Martha Jiménez
27. Alejandra Silva
7. Mar y Luna Torrejano Jiménez
28. Joan Camilo Poveda Fajardo
8. Memorias Colombia,
29. Juan Manuel Carreño Martínez
Emprendimiento de Paz
30. Gloria Patricia Kalil Rincón
9. Brenda R y Toñita
31. Juan Gómez
10. Luz Marina Hache Contreras
32. Valeria Jiménez Borrero
11. Bruce David Ochoa Ocho
33. Gloria Elena Herrera Casilimas
12. Julián Rodríguez Suesca
34. Rene Hernández Toro
13. Jessica Wilches
35. Felipe Rozo
14. Gabriela Moreno.
36. Felipe Correal Díaz
15. Carlos Arenas
37. Daniel Salcedo
16. Estefanía Ospina
38. Daniela Gómez Pulido
17. Osaya García
39. Santiago Peña Aragón
18. Daniela Salgado Sanabria
40. María Piedad Quevedo
19. Angie Caterine Herrera Novoa
41. José Alejandro Delgado 70. Daniel Gutiérrez
42. Javier Benavides 71. Patricia Bustamante Bello
43. Omar Vera Ordoñez 72. Miguel Ángel Quinche
44. Esteban Moreno 73. Manuel Gómez Torrejano
45. Eliana Castiblanco 74. Luis Fernando Gómez Alba
46. Elizabeth Díaz Muñoz 75. Nelson Díaz Muñoz
47. Luisa Fernanda Gómez 76. Angela María Arévalo
48. Susan I Napo 77. Pedro Nathes
49. Patrick Ernesto Alfonso Caicedo 78. Flor Alba Arévalo
50. Johan Vega 79. Jaime Caballero
51. Andrés Felipe Ortega 80. Laura Tatiana Ávila Garzón
52. Ninfa Duarte 81. Juan Manuel Bañol
53. Carolina Ojeda Rincón 82. Angela Daniela Rojas
54. Anderson Javier González Guzmán 83. Dania Navarro
55. Juan Diego Arevalo Yazzo 84. Jairo Jurado
56. Nicolas Libbos 85. Aldo García Profesor de Ciencias
Sociales de la Secretaría de
57. Andrés Otero
Educación del Distrito-Bogotá
58. Lucas Montaña
86. Gabriel García Martínez
59. Sofía Valencia
87. David Felipe Rodas Rivera
60. Camila Fernández Hernández
88. Lenny Alejandra Romero Bello
61. Sebastián Sánchez
89. Esteban Díaz
62. Cristian Moreno
90. Valentina Pinzón Gómez
63. Alejandra Cortes Rojas
91. Adriana Salamanca
64. María Alejandra Urdinola
92. Laura Espitia Linares
65. Jenny Alejandra Romero González
93. Leonardo Suárez
66. Claudia Teresa Hernández Vásquez
94. Nury Alejandra Ricaurte Castro
67. Alexander Zuluaga Botero
95. Lorenzo Posada Villegas
68. Daniel Arturo Figueroa Vargas
96. Dannia Beltrán
69. Carlos Raúl Gutiérrez
97. Pavotai- Baderman 126. Juliana Robles Gómez
98. Oscar Alejandro Delgado Díaz 127. Camila Arévalo
99. Pablo Alberto León Velasco 128. Marcela Rico
100. David Andrés Rodríguez Reyes 129. María Alejandra Ordoñez
101. Cesar Augusto Montes 130. Johanna Torres Pedraza
102. Luis Miguel Ordosgoitia Abello 131. Wilson Torres “Piraña”
103. María Paula Cruz Salinas 132. Amanda Rincón Suarez
104. Camila Eliana 133. Juana Aponte Rincón
105. Edmon Castell Ginovart 134. Camila Andrea Aponte Rincón
106. Esteban Vanegas 135. Luis David Aponte Triviño
107. Sandra Amado 136. Jairo Antonio Morales Díaz
108. Yuri Jack Gómez 137. Mateo Guaira Van Gogh
109. María José Cuervo 138. Myriam Stella Fajardo Becerra
110. Iván Darío Cuervo 139. Diana paola Salamanca
111. Carlos Domínguez 140. Elba Victoria Mesa Rincón
112. Andrea González Guerra-Acero 141. Manuel Alejandro Garzón Correa
113. María Alejandra Pulido Fonseca 142. Hugo Ramírez Salamanca Conde
114. Adrián Quiñonez 143. Camila Galindo Martínez
115. Santiago Garcés Correa 144. Jeremías Crespo Vega
116. Iván Darío Herrera 145. Cindy González Garzón
117. Daniel Nieto 146. Aleida Murillo Gómez
118. Jarvin Galeano 147. Sebastián Isidro Espinosa
Martínez
119. Stefani Medina
148. Alexandra González Zapata
120. Oscar Ballesteros
149. Hemerson Mora Pamplona
121. Camila Guarnizo
150. Camila M. Cienfuegos
122. Paula Bernal
151. Rebeldía Estudiantil Organizada
123. Germán D. Rodríguez
152. Angela Navia
124. Juan Silva Serna
153. Gustavo Quintero
125. E. Mulford S
154. Holman Andrés Becerra 181. Sandra Bernal
Hernández
182. Sofía Galeano Torres
155. Familia Silva Ruales
183. Vannesa Xiomara Arciniegas
156. Mateo Quintero Díaz
157. Erik Arellana Bautista 184. Cesar Augusto González Ortiz
158. Cesar Augusto Huertas 185. Campo Elías Tavera Ortiz
159. Hendys Paola Guzmán Tenjo 186. Arnulfo Martínez Guerrero
160. Achiote Comunicaciones 187. Sandra Arroyave
161. Andrea Mora Manrique 188. Camilo Villamizar Hernández
162. Desaparicionforzada.com 189. Jonathan Cuesta
163. Adriana Serrano 190. Gloria Castro
164. Andrés Torrejano-Munevar 191. Faber Dávila
165. Luisa Fernanda Hernández 192. Jerónimo Dávila
Mercado
193. Matías Dávila
166. Melissa Ríos Sarmiento
194. Paola Pinzón Gómez
167. Alberto Santos Peñuela
195. Carlos Gilberto Donoso
168. Angélica Cruz Albarracín
169. Manuel Vargas 196. Julián Gómez Delgado
170. Laura Rincón Jurado 197. Angie Navarrete
171. Mauricio Arevalo 198. Kevin E. Fernández (Ern)
172. Ramón Hernández Lozada 199. William Acosta
173. Mónica Andrea Mesa 200. Sergio Moncada Ojara
174. Rocío Herrera 201. Gloria Otálora
175. Carolina Herrera 202. Liliana Delgadillo
176. Mercedes Herrera 203. Juan Carlos Gómez
177. Marta Herrera 204. Va Lentina
178. Berta Julia Torres 205. Gilberto Eduardo Vásquez Arias
179. Luchar y vencer 206. Estefanía Prieto Macia
180. Sandra Torres 207. Paola Velasco Rincón
208. Carlos Henao Téllez 233. Alejandro Zuluaga Saavedra
209. Diana Carolina Hernández 234. Esteban Roncancio Henao
Rivero
235. Medófilo Medina
210. Sebastián Joya Téllez
236. CASA DEL ARTE Y EL LIBRO:
211. Melva Rincón Suarez GUANENTÁ
212. Ricardo Aponte Rincón 237. Paola Andrea Silva Martínez
213. Dania Aguilar Suarez 238. Daniel Ortega
214. Juan Vásquez 239. Jonathan Miranda Guerrero
215. Diana María Bustamante Bello 240. Nicolas Medina
216. Karla del Pilar Trujillo Calderón 241. Carlos Morales Acosta
217. Julián Andrés Neira 242. David Alejandro Velásquez
218. Sandra Milena Zorio Labrador. 243. Gabriela Pedraza Garzón
Egresada de la Universidad
244. Andrés Felipe Ruiz Rueda
Nacional
245. María Fernanda Velandia Toro
219. Colectivo La Mariacano
246. Oriana L. Ballesteros
220. María del Carmen Álvarez
Domínguez 247. Juan Camilo Epe Narváez
221. Javier M. Romero M. 248. Esteban Clavijo
222. Jhon Alexander Rodríguez C. 249. Joel Sánchez
223. Frank Flórez Diego Flórez 250. Kelly Acuña
224. Dany Julián Flórez 251. Lina María Sánchez
225. Santiago Flórez 252. Lizeth Johanna Martínez
Correales
226. Juliana Flórez
253. Lina Margarita Espitia
227. Horacio Ortiz Peñuela
254. Valeria Muñoz Landinez
228. Sintraunicol
255. Natalia Alzate Girón
229. Juana Daniela Martínez
256. Juliana Martínez Castiblanco
230. Angela Marcela Martínez Duarte
257. Juan Mateo R
231. Mauricio Chavarro Pinzón,
antropólogo, egresado UN 258. Sergio Gutiérrez Ordóñez
232. Carolina Parra 259. Daniela Acosta Celis
260. Daniel Márquez Bocanegra 288. Lau Fj
261. Humberto Gómez Tenjo 289. Faber Andrés Dávila
262. Mónica Pulido Penagos 290. José María Perozo
263. Daniel Andrés Rincón Cruz 291. Luis Eduardo Cuervo
264. Manuela Bonilla Buitrago 292. Ana Isabel Jiménez Castro
265. Laura Patiño 293. Luis Alberto Higuera Malaver
266. María Paula Castañeda Betancur 294. Luis Fernando Rangel Blanco
267. Ángela Chiquillo 295. Maira Alejandra Sánchez
268. Colectivo Caramba y Zamba la 296. Juan Camilo Gutiérrez González
cosa
297. Catalina Rodriguez Parra
269. Christian Vanegas Torres
298. Rosa María Álvarez
270. María Camila Meneses
299. Luz Mila Rincón Suarez
271. Viviana Vásquez Gómez
300. Patricia Viveros Jurado
272. María Angelica Giraldo Ardila
301. Gloria Jurado Calvache
273. Claudia Gómez Tenjo
302. Fabio Viveros Q. E. P. D.
274. Viviana Vásquez Gómez
303. Hugo Quiroga Míriam Sanabria
275. Cesar Iván González Olaya
304. Abner Álvarez
276. Felipe Rozo
305. Valentina Galindo-Niño
277. Tatiana Pérez
306. Rosa Elvira Bello Nieto
278. Giovanna Pérez
307. Andrés Felipe Vallejo Londoño
279. Martha Gómez Tenjo
308. Magenta
280. Juan Pablo Abril Ronderos
309. Omar Adrián Villalobos Jiménez
281. Nedy Cristina Correales Martínez
310. Johan Armando Olivos González
282. JuanK
311. Gustavo Moreno
283. Daniela Blanco
312. Angelica María Rodriguez
284. Gloria Pérez
313. Valentina Quijana
285. Germán Castro
314. Angélica María Salgado
286. Felipe Rojas Barrera
315. Oscar Sarmiento Vargas
287. Elisa Lamas
316. Lina Marcela Pérez Arenas
317. Carolina Galindo Poblador 346. Sergio Alejandro Ariza
318. David Alejandro Roa 347. Diana Pachón
319. Santiago M. Dussán 348. Erika Dayana Romero Larrota
320. Alejandra Figueroa 349. Yolima Barbosa
321. Rafael R. Prada C. 350. Jorge Ropero
322. John Alexander Gómez Granados 351. Daniel Coral
323. Patricia Martínez Tamayo 352. Francisco Lara
324. Juane Giraldo 353. Katherine López Rojas
325. Jessenia Villamil 354. Julia Tapia Camacho
326. Héctor Andrés Hernández García 355. Cristian Camilo Pulido Avella
327. Andrés Felipe Peña 356. Daniel Andrés Sánchez
castellanos
328. Johan Baquero Rozo
357. Mónica Paredes
329. Sebastián Gómez Ángel
358. María J. Cadavid Mesa
330. @el_aristo_gato
359. Kory Minaya
331. Alejandra baha mon
360. Laura Palacio
332. Darli Cortes
361. Daniel Guzmán
333. Oscar Daniel Ramos Ríos
362. Natali Julio
334. Cristhian Jiménez
363. Carolina Triana
335. Daniel Leonardo Veloza
364. Andrés Felipe Diaz Rodriguez
336. Laura Isabel Jaimes Castaño
365. Juliana Duarte Ospina
337. Ricardo Agudelo Sedano
366. Astrid Stefanny Gil Barrera
338. Federico Castañeda Vargas
339. Ferney Ricardo Cortés Pineda
340. Alejandro Rivera Camero Donantes
341. Darío Indalecio Restrepo Botero
1. Mauricio Archila Neira
342. Rodrigo Torrejano Cárdenas
2. Claudia Patricia Sierra Pardo
343. Gregorio Torrejano Aldana
3. Andrés Chaves
344. Edgar Torrejano Cárdenas
4. Adriana Agudelo
345. Alejandro Díaz
5. Luis David Fajardo Cely, Ingeniero
químico UN
6. Corporación para la Educación
e Investigación Popular Instituto
Nacional Sindical -CEDINS-
Éste, el séptimo libro colectivo de Enjambre, se terminó de imprimir en
Bogotá el mes de mayo de 2021.
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libre y colectiva.

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