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L A L I B E R T A D COMERCIAL D E 1809
La situación económica del Virreinato
rioplatense se presentaba sumamente
critica a principios del siglo XIX. Habían
aumentado los gastos destinados al
mantenimiento del aparato militar, mientras
los recursos se mantenían estancados El
virrey Gsneros resolvió entonces reducir
aquellos. • '
Los enonnes gastos a que las pasadas ocurrencias preci-
saron han agotado de tal modo los fondos del real erario,
que apurados todos sus recursos sin poder cubrir las aten-
ciones más necesarias, resulta un déficit considerable, que
aumentando diariamente amenaza una terminación de las
más fatales consecuencias. Este lastimoso estado obligó a
mi antecesor a la formación de una Junta mixta, encomen-
dando al celo de sus vocales la coordinación de un nuevo
'plan, que aumentando los ingresos restituyese el equilibrio
adoptado podría haber tenido en la mejora de las rentas, ramos hacerlo, no sería sin aventurar algún acto violento o
debilitándose, con su notoria quiebra los medios efectivos de hostilidad, sin duda más pernicioso a nuestros intereses
con que únicamente puede sostener el gobierno vuestra se- que su comercio, porque comprometería la amistad, buena
guridad. armonía y alianza con una nación poderosa que por sus ex-
Los riesgos a que está expuesto un Estado cuando sus traordinarios sacrificios en favor de nuestra independencia
rentas públicas se destruyen son la medida por donde debéis merece (. . .) tan particulares atenciones y miramientos. Y
graduar la amargura de mi corazón al verme encargado de en segundo lugar la denegación del permiso, lejos de con-
vuestro gobierno, y sin ios verdaderos recursos que única- seguir elfinque se propuso nuestro sistema legislativo, ven-
mente pueden asegurar vuestra felicidad; no he podido dría a causar un efecto enteramente contrario, que sería
soportar la funesta idea de ser un triste espectador de males, franquear la puerta al contrabando inevitable siempre que
que sin fondos en elerario no pueden remediarse y creo no los buques extranjeros permanezcan a la vista de nuestras
se os oculten las laboriosas tareas que consagro a esta costas, por la facilidad con que el interés, a quien no hay
importante materia, y la constancia con que sacrificó a su barreras que contengan, puede burlar las más escrupulosas
buen éxito consideraciones que en otras circunstancias me medidas de vigilancia (. . .) Pero como la materia es de tan-
serían muy respetables. Todos mis esfuerzos se dirigen a ta gravedad, que no bastan a decidirme las razones de con-
aumentar los ingresos del erario, sin sujetaros a nuevas pen- veniencia pública, ni el ejemplo de lo practicado en la go-
siones, y conciliar el fomento de la Real Hacienda con el de bernación de Caracas donde la nación inglesa disfruta de un
vuestra común prosperidad (...) comercio franco, he creído conveniente oír el parecer de
V.S. en Junta General de Comercio (. ..)
En: Impresos raros e interesantes, págs. 268-269.
Cit, por Molinari, La Representación de ios Ha
dados .. págs. 223-224.
En esas circunstancias se presentó la petición de
los comerciantes ingleses Juan Dillon y John
Thevaite para poder desembarcar sus mercaderías El sindico del Consulado, Martin Gregorio Yáñiz,
en el puerto de Buenos Aires. Cisneros resolvió expuso su posición, adversa a la autorización a
consultar al Cabildo y al Consulado de la ciudad. través de dos oficios presentados el 31 de
agosto y el 4 de setiembre de 1809^
En este grave conflicto se me ha presentado por dos co-
merciantes ingleses un memorial, de que acompaño copia, Discurramos ahora sobre lo perjudicial que seri'an estas
reducido a implorar permiso por vía de gracia y protección concepciones u otras parecidas a ellas al comercio, agri-
para vender en esta capital el cargamento-de efectos de lí- cultura, fábricas, etc.. . El síndico está firmemente persua-
cito comercio que conducen a bordo (...) dido no solo de que sería perjudicial, si no de una total rui-
La solicitud y oferta con que intentan apoyarla, serían na. ¿En qué vendrían a parar nuestros comerciantes si se
en otras circunstancias acreedoras a una seria repulsa, y aun permite el comercio franco a los ingleses? Esta es una pre-
a las vigorosas medidas que para eludirlas tienen prevenidas gunta que para su solución se necesita de poca retórica; aun
las leyes de estos dominios; pero en las actuales varias consi- cuando nuestras provincias se hallasen absolutamente ex-
deraciones políticas obligan a suspenderlas. En primer lugar haustas de todo género extranjero, se vería al poco tiempo
no es posible (. . .) obligar a los diferentes buques extranje- tan completamente abundante, que causaría nausea, y su
ros fondeados hace tiempo en las iiunediaciones de esta ca- decadencia, inevitable; ahora bien, si esto sucedería irremi-
pital, a que salgan del Río de la Plata; y aun cuando pudié- siblemente sobre una escasez suma de géneros, ¿qué será

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ahora que todas las tiendas y almacenes, tanto de estas pro-
vincias como las del Perú, están enteramente abarrotadas?
\ pueden dar más baratos, y por consiguiente arruinarán ente-
Nadie ignora esta verdad, y con ella de que nuestros tende- ramente nuestras fábricas y reducirán a la indigencia a una
ros, centro donde vienen a parar las ventas para que vendan multitud innumerable de hombres y mujeres que se mantie-
y surtan a los pueblos, se hallan con dos o tres tantos de gé- ne con sus hilados y tejidos; de forma que por donde quiera
neros más que su principal, y por consiguiente, con la fran- que se mire no se verá más que desolación y miseria (. . .)
quicia de introducir géneros los extranjeros, declinarán tan- Todavía no para en lo expuesto. El síndico sabe que la
to los precios, que no sólo les promete una pérdida total de ( plebe desea con ansia este tráfico porque de él resultaría
sus principales, además las existencias no han de alcanzar j comprar los géneros más baratos que los haría felices; Mise-
para pagar a sus acreedores (. . .) Tiremos la barra más ade- rable y desdichada opinión que sólo puede tener entrada en
lante; ya dejamos nuestros tenderos fundidos y quebrados. la ignorancia. Si la felicidad de un pueblo, reino o provin-
Las introducciones no serán todas en un día; es muy natu- cia, consistiera en la baratura de los géneros, pudiera tener
ral que se sucedan las unas a las otras. Supongamos que ma- lugar esta idea, pero según dice el señor secretario pruden-
ñana entra un millón de pesos, y que con esta introducción temente en su precitada memoria, es un error creer que la
baje la plaza un 25%; se compran a este respecto comprado- baratura sea benéfica a la patria. No lo es efectivamente
res, y ¿para qué? cuando esta proceda de la ruina del comercio y la razón es
Para que dentro de otros pocos días vengan más millones clara; porque cuando no florece el comercio cesan las obras
y bajen recíprocos 25% que les arruinen a los incautos que y en falta de estas se suspenden los jornales, y por lo mis-
principiaron a comprar, y aun los que les sucedan; no nos mo, ¿que se adelantará conque no cueste más que dos lo
cansemos señores, este es un mal tan palpable que no hay que antes valía cuatro, si no se gana uno? Los ingleses no
remedio humano que lo repare ni que lo contenga, porque traerán casas hechas porque no caben en sus buques, pero
una vez rotos los diques, sola la misericordia de Dios podrá traerán botas, zapatos, ropa hecha, clavos, cerraduras,
atajarlos; en balde será poner reglas y condiciones, porque alcayatas, rejas, argollas, frenos, espuelas, estribos, y hasta
ninguna se ha de cumplir, pues cuando los extranjeros no mucha parte de carpintería, y ¿qué les queda entonces a
encuentran comerciantes a quien vender, ellos mismos serán nuestros artesanos? Fácil es de presagiar y digámoslo de una
los tenderos que menudeen, o encontrarán nacionales que la vez que solo les quedarán ojos para llorar su desventura y
misma miseria les ponga en la dura necesidad de hacerles miseria maldiciendo a los autores que la han acarreado (. ..)
sombra por un peckzo de pan, y al fin directa o indirecta-
mente se llevarán no solo todo el numerario sino que existi- Cit. por MoÜnari, La Representación. . .,
rán con mucha abundancia los géneros para ir limpiando to-
do lo que en muchos afios nos puede venir de nuestras ricas uuO i; 225-237. 'u e.¡ji JiUVU-K o^i
minas; ¡qué catástrofe de males! Y, ¿será posible que se en-
cuentren comerciantes que piensen ser benéfico al comer-
cio? (...) El Consulado no aceptó el criterio del síndico y
Sería temeridad querer equilibrar la industria americana otorgó su venia para autorizar el comercio con los
con la inglesa, estos sagaces maquinistas nos han traído ya ingleses, aunque con una serie de
ponchos que es un principal ramo de la industria cordobesa condicionamientos.
y santiagueña, y también se le ha asegurado al síndico que
han traído estribos en palo dado vuelta a uso del país, sus Pero no habiendo hecho lugar a las reflexiones del refe-
lanas y algodones que a más de ser superiores a nuestros pa- rido síndico, por cuanto ante la ley suprema del estado que
ñetes, zapallangas, bayetones y lienzos de Cochabamba, los es la salvación de la patria deben callar todas las disposi-
ciones que en circunstancias tranquilas se dictaron (. . .)
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tratando por otra parte de evitar toda contribución direc- 9o Que tampoco estos apoderados deberán tener com-
ta y préstamos forzados, que además de no prestar lo nece- pañía con otros españoles ni introducir estas nego-
sario para las atenciones urgentísimas del erario, solo servi- ciaciones en el todo, ni en la más mínima parte a
rían para exasperar los ánimos; conociendo por último que las provincias del Virreinato, so pena de incurrir
de abrir la puerta al comercio de estas provincias, de ningún en deUto; no solamente haciéndolo en su cabeza,
modo puede perjudicarse el de la metrópoli (que ocupada pero aun valiéndose de otros, serán penados en
en repeler al enemigo y sostener su independencia, no es las mismas multas señaladas en el artículo prece-
posible que atienda a los ramos que son necesarios en estos dente, aplicadas al Real Consulado.
países) y, cuando más, podrá resultar una menor ganancia 100 Que a las condiciones comprendidas en los artícu-
a algún comerciante que de Cádiz, u otro de los puertos los antecedentes se deban sujetar a todos los
libres se anime a remitir alguna expedición, se ha fijado para extranjeros residentes en esta; y que las negocia-
informar a V.E. y corresponder a sus justas miras en los ciones que actualmente poseen las pasen en el
puntos siguientes que presenta a V.E.: .'P término de un mes a manos de apoderados espa-
10 Que los ingleses que han solicitado permiso, y los ñoles, so pena de que eji caso contrario serán
demás buques de la propia Nación surtos en el expulsados en el mes siguiente o según tuviere
amarradero, presenten los manifiestos fieles de sus <i por conveniente V.E.
cargamentos de lícito comercio que contienen. i l i o Que esta admisión al comercio solo será basti-
2o Que nombren apoderados españoles, individuos t« mentos ingleses por el término de dos años, dando
matriculados por este Real Consulado, para que cuenta al Rey N.S. y en su real nombre a la Supre-
con relación a estos negocios se entiendan con el ma Junta Central; a fin de que enterado S.M. de
superior gobierno, e- igualmente que con el recibo esta previa determinación ordene y mande lo que
de ropas, ventas, cobranzas y embarque del pro- fuere de su soberano agrado...
ducido, mediante al que los extranjeros no deben Estas condiciones Sor. Exmo. han parecido a este Real
tratar ni contratar en estos dominios. Consulado las más conformes para evitar los males que
30 Que se formen aranceles de los valores de los gé- traería permitir un comercio franco a los ingleses, conci-
( ñeros al precio corriente de la plaza por mayor, y liando con ellas conseguir el alivio de las necesidades del
que sobre él se arreglen los derechos; teniendo Estado y evitar la permanencia de los extranjeros en estos
consideración al recargar los géneros finos y de dominios...
lujo y aliviar los ordinarios; prohibiendo toda
ropa hecha, muebles, coches, etc. Cit por Molinari, La Representación. . .,
40 Que estos productos deben retomar las dos terce- , - 239-242.
ras partes en cueros al pelo, y la tercia restante en
distintos frutos del país que les acomode, con el
bien entendido que si parte de este residuo preten- Bl representante del Real Consulado de Cddiz,
diesen llevar en plata u oro, ha de ser pagando los Miguel Fernández de Agüero, refutó las
derechos de embarque (...) argumentaciones favorables del Consulado y el
80 Que los apoderados españoles no puedan menu- Cabildo, destacando los serios perjuicios que •„•,,.
dear ni hacer baratillos de estas negociaciones, ni traería a la vida económica de la región la
vender, sino indispensablemente por tercios, pa- liberación de su comercio. i ' :w - .(^.íí^^jr '.I :
cas, cajones, barricas, etc., so pena de 500 pesos de ; K

' multa por la primera contravención, por la segun- Pero porque regularmente hace menos impresión el
da mil, y separado de la carrera mercantil.
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contexto desnudo de la ley que la atención a los daños numerosas familias? ¿Qué lucro podrán sacar de sus arte-
que puede causarnos su infracción, voy a detallar algunos factos a la par de los que nos traerán los ingleses en canti-
de los más principales que sufriríamos necesariamente si dad seguramente mayor a la necesaria para el consumo?
V.E. adhiriendo a las ideas de este R. Consulado y Exmo. Buen pago es el que recibirán estos infeUces después que
Cabildo permitiese la entrada a los buques y efectos ingle- con las armas en las manos y derrame de su sangre, acaso
ses en los puertos de su mando. En primer lugar, esta pro- han sido a quienes singularmente hemos merecido la recon-
videncia consumaría la ruina del comercio nacional y parti- quista de esta capital, defensa y conservación de la tierra.
cularmente del de Cádiz, cuyo fomento es de tanto interés Es voz demasiado común que entre los buques que tenemos
a la Nación. A más de esto, acabaría con las últimas reU- a nuestra vista, uno solo tiene a su bordo diecinueve mil
quias de nuestra marina mercantil, que después de tantos pares de botas sin contar con las demás de esta especie y
afios de continua guerra empezaba ahora a respirar. de toda clase de zapatos hechos que casi nunca faltan en
Nuestras fábricas, cuyo estado no es ciertamente el de las negociaciones inglesas ¡Qué golpe, este. Señor Exmo.,
mayor prosperidad, recibirían con esto el último golpe que para el gremio de zapateros y de curtidores de toda es-
será sin duda irreparable. Las artes, la industria, y aun la pecie de cueros o pieles! Llegará el caso en que para sos-
agricultura misma en estos dominios, llegarían al último tener a sus respectivas obligaciones se echen a mendigar
estado de desprecio y abandono. Muchas de nuestras pro- cuando no sea a robar lo necesario para su propia manuten-
vincias se arruinarían necesariamente resultando acaso de ción. La misma suerte espera sin duda a todos los demás
aquí desunión y rivaüdad entre ellas ( . . . ) Y últimamente. artesanos. El herrero cesará en su labor pues que no puede
Señor Exmo., concedido a los ingleses el comercio con estas competir ni en el lujo, ni en el bajo precio con la ferretería
Américas, es muy de temer que a la vuelta de pocos afios de toda especie que nos traen los ingleses. Hasta el lomillero
veamos rotos los vínculos que nos unen con la península, que en su clase es un artesano peculiar de estos países,
española y separados del suave gobierno de nuestro legítimo tendrá que buscar otro ejercicio porque ya los ingleses nos
soberano estos ricos dominios, a que tanto interés ha mani- traen lomillos idénticos a los del uso de la tierra. En una
festado en estos últimos tiempos la extranjera codicia (. ..). palabra todo arte y todo ramo de industria queda sin recur-
Volvamos ahora los ojos a nuestras provincias, especial- so perdido en estos dominios, y de consiguiente arruinados
mente a las de mando de V.E. . . No puede oírse sin asom- de un modo que no podrá jamás sentirse bastantemente,
bro, Señor Exmo., que con el conocimiento del actual esta- tantos brazos útiles como se ocupan de estos diferentes
do de nuestras ciudades en América se haya opinado para ejercicios (. . .)
la libertad del comercio extranjero; pues a nada que se Pero el mal más sensible y qué tocamos más de cerca
hubiera reflexionado la materia se habría visto palpablemen- es el que van a sufrir muchas de nuestras provincias inte-
te que con semejante proyecto las artes, la industria y aún riores que con la entrada de efectos ingleses en estos puer-
la agricultura misma, llegarán al último estado de desprecio tos van a experimentar una ruina inevitable, y a encenderse
y abandono. No hablemos ahora de las diferentes fábricas acaso entre ellas el fuego de la división y rivalidad, cabal-
de géneros ordinarios que tenemos en nuestras provincias mente en un tiempo en que conviene estrechar más los
interiores, pues que de ellas trataremos acaso después con vínculos y relaciones que las unen. Esta sola consideración
más oportunidad. ¿Qué sería del infeliz artesano digno en basta, señor Exmo., para decidir a cualquier hombre des-
todos tiempos de la protección de un gobierno ilustrado? preocupado sobre lo que más nos conviene en el particular.
¿No es verdad que se verían en la necesidad de cerrar sus Y si no reflexiónese qué será de la provincia de Cochabam-
tiendas y abandonar para siempre sus talleres el zapatero, ba si se abarrotan estas ciudades de toda clase de efectos
eí herrero, el carpintero y tanta multitud de artesanos que ingleses. Esta provincia es de las más industriosas que tene-
con el sudor de su rostro sostienen con honradez muchas mos, cuya principal y acaso única riqueza consiste en sus

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hilados y tejidos con los cuales abastecen este reino y el de Con el fin de echar por tierra los argumentos
Chile. ¿Qué salida les darán, o a qué precio podrán venderlo contrarios a la liberalización comercial, y para
a la par de las manufacturas inglesas que se introduzcan, plantear las necesidades y exigencias de los
bien sea a consecuencia del permiso o clandestinamente a hacendados y agricultores rioplatenses, Mariano
la sombra de él? Si en el día con solo las que se han introdu- Moreno se dirigió al virrey Cisneros como
cido de contrabando y algún particular permiso, ha bajado representante de dicho grupo.
tanto su precio, ¿qué deberán esperar cuando empiece a
recabar en nuestros puertos la multitud de expediciones que (. . .) Hallándose agotados los fondos y recursos de la
vengan a disfrutar de la franquicia? ¿Qué recurso les queda- Real Hacienda por los enormes gastos que ha sufrido, se
rá a los que sostienen todas aquellas fábricas? Ningún otro encontró V.E. al ingreso de su gobierno sin medios efec-
se descubre que el de abandonarlas para siempre, poner fue- tivos para sostener nuestra seguridad. En tan triste situa-
go a sus telares y quedar reducidas a la mayor indigencia, ción no se presentó otro arbitrio que el otorgamiento de un
acaso más de sesenta mil almas que se ocupan con honor en permiso a los mercaderes ingleses, para que introduciendo
este ejercicio (.. .)• en esta ciudad sus negociaciones, puedan exportar los
En efecto. Señor Exmo., yo no sé cómo pueda alguno frutos del país, dando alguna actividad a nuestro decadente
figurarse que con la libre entrada de los efectos ingleses y comercio, con los crecidos ingresos que deben producir al
derechos que deberán pagar engrosará este erario hasta el erario los derechos de este doble giro: y aunque en la supe-
punto de cubrir el déficit en que se halla y las atenciones rior autoridad de V.E. residen sobradas facultades para la
del Virreinato, socorros a España; me parece que a poco ejecución de aquellas medidas, que necesidades públicas
que se discurra se manifiesta que este es un lastimoso error. hacen indispensables, deseoso de asegurar el acierto por
Abra V.E. las puertas al comercio extranjero, póngase todas conocimientos de la provincia, que a los principios de un
las trabas que sean imaginables, apúrense para cuidar de su gobierno no pueden adquirirse con bastante exactitud, se
cumplimiento todos los resortes del celo y vigilancia del dignó V.E. consultar sobre el asunto al Excmo. Cabildo de
gobierno. ¿Qué sucederá? Entrarán muchos millones de esta Ciudad, y al Tribunal del Real Consulado.
pesos en manufacturas y artefactos (. . .). Todos ellos se La notoria justificación de V.E. no es compatible con un
expenderán en esta y otras plazas del reino. ¿Y su produc- total ohfido de los hacendados y labradores, en quienes
to? No lo retomarán en frutos, aun cuando con esta condi- debía refluir principaknente el resultado de cualesquiera
ción se les permita la entrada, pues necesitando muchos bu- resolución: se olvidaron sus personas, porque se creyeron
ques vacíos que no tienen, para llevar el de un solo carga- representadas en las dos corporaciones, a que se consultaba;
mento viene a resultar aquella condición imposible, y de no se les emplazó a que defendieran sus derechos, porque se
consiguiente no debe esperar el gobierno que la cumplan consideraron sostenidos por los cuerpos a quienes tocaba su
(. . .) Vendrá a resultar que el producido de sus negociacio- defensa (...)
nes lo sacarán en plata y oro a pesar de las más escrupulo- (. . .) Apenas se publicó el oficio de V.E. cuando se
sas medidas que puedan tomarse para impedirlo; y antes manifestó igualmente el descontento y enojo de algunos
de mucho tiempo veremos, con dolor, agotado todo nuesUo comerciantes de esta ciudad. Grupos de tenderos formaban
numerario como ha sucedido en las colonias del Brasil, y por todas partes murmuraciones y quejas; el triste interés
obligados como aquellas a adoptar el triste y desesperado de sus clandestinas negociaciones les hacía revestir formas
recurso de sellar moneda provincial. diferentes, que desmentidas por su anterior conducta desva-
necían el ardiente empeño con que se sostenían. Unas veces
Cit. por Mohnari, La Representación. . ., págs. deploraban en corrillos el golpe mortal que semejante reso-
249-275. lución inferiría a los intereses y derechos de la metrópoli.
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A la conveniencia de introducir efectos extranjeros
otras anunciaban la ruina de este país con la entera destruc- acompaña en igual grado la que recibirá el país por la ex-
ción de su comercio: los unos presagiaban las miserias en portación de sus frutos. Por fortuna, los que produce esta
que debía envolvemos la total exportación de nuestro nu- provincia son todos estimables, de segura extracción, y los
merario, y otros, revestidos de celo por el bien de unos gre- más de ellos en el día de absoluta necesidad ¡Con qué
mios que miran siempre con desprecio, lamentaban la suerte rapidez no se fomentaría nuestra agricultura, si abiertas las
de nuestros artesanos, afectando interesar en su causa la puertas a todos los frutos exportables, contase el labrador
santidad de la religión y pureza de nuestras costumbres. con la seguridad de una venta lucrathra! Los que ahora
El acaloramiento con que se propagaban tan desconcer- emprenden tímidamente una labranza por la incertidumbre
tadas ideas alarmó a aquellos hacendados, que el abati- de las ventas trabajarán entonces con el tesón que inspira la
miento de sus frutos obliga a frecuentar los zaguanes de certeza de la ganancia, y conservada siempre la estimación
los comerciantes poderosos. La costumbre de vivir misera- del fruto por el vacío que deja su exportación, se afirmarían
bles y desatendidos no había enervado la nobleza de sus sobre cálculos fundados labranzas costosas, que a un mismo
sentimientos; ellos resolvieron sostener con energía una tiempo produjesen la riqueza de los cultivadores, y cuantio-
causa, que interesaba igualmente sus derechos que los de sos ingresos al real erario.
la corona, y despreciando el arbitrio rastrero de murmura- Estas campañas producen anualmente un millón de
ciones y hablillas con que únicamente se sostienen las cueros sin las demás pieles, granos, y sebo, que son tan apre-
pretensiones indecentes, me confirieron sus poderes, para ciables al comerciante extranjero: llenas todas nuestras
que presentándome ante V.E. reclamase el bien de la barracas sin oportunidad para una activa exportación, ha
patria con demostraciones propias de la magestad del foro resultado un residuo ingente, que ocupando los capitales
y dignidad de la materia. de nuestros comerciantes los imposibilita o retrae de nuevas
(. . .) Los que creen la abundancia de efectos extranjeros compras; y no pudiendo estas fijarse en un buen precio para
como un mal para el país, ignoran seguramente los prime- el hacendado que vende, si no es a medida que ia continua-
ros principios de la economía de los estados. Nada es más da exportación hace escasear el fruto, o aumenta el número
ventajoso para una provincia que la suma abundancia de los de los concurrentes que lo compran, decae precisamente al
efectos que ella no produce, pues envilecidos entonces ba- lastimoso estado en que hoy se halla, desfalleciendo el agri-
jan de precio, resultando una baratura útil al consumidor y cultor hasta abandonar un trabajo, que no le indemniza los
que solamente puede perjudicar a los introductores. Que afanes y gastos que le cuesta.
una excesiva introducción de paños ingleses hiciese abundar A la libertad de exportar sucederá un giro rápido, que
este renglón, a términos de no poderse consumir en mucho poniendo en movimiento los frutos estancados hará entrar
tiempo; ¿qué resultaría de aquí? El comercio buscaría el en valor los nuevos productos, y aumentándose las labores
equilibrio de la circulación por otros ramos, envilecido el por las ventajosas ganancias que la concurrencia de extrac-
género no podría venderse sino a precios muy bajos, deteni- tores debe proporcionar, florecerá la agricultura y resal-
do el introductor lo sacrificaría para reparar con nuevas tará la circulación consiguiente a la riqueza del gremio, que
especulaciones el error de la primera, y el consumidor com- sostiene el giro principal y privativo de la provincia. ¿Quién
praría entonces por tres pesos lo que ahora compra por no ha visto el nuevo vigor que toma la labranza, cuando
ocho. Fijando los términos de la cuestión por el resultado después de larga guerra sucede una paz que facilita la expor-
que necesariamente debe tener, ¿podría nadie dudar de tación impedida antes por el temor del enemigo? Solamente
que sea conveniente al país que sus habitantes compren por el nuevo plan nos hará gustar estos felices momentos, que
tres pesos un paño que antes valía ocho, o que se hagan dos la paz con la Gran Bretaña no nos proporcionó por las tris-
pares de calzones con el dinero que antes costeaba un solo tes ocurrencias que desde entonces han afligido y arruinado
par? el comercio de nuestra metrópoli. (...)
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(...) Mis instituyentes se guardarían de anticipar el juicio hacendado precisamente, reservándose el apoderado de este
de V.E., prefijando arreglos que son propios de esta superio- gremio pasar a V.E. una lista de los principales hacendados
ridad: pero reduciendo la materia a las relaciones que tiene sobre quienes puede recaer el nombramiento que deberá
con el fomento de la agricultura, hacen a V.E. la siguiente también practicarse para la plaza de Montevideo. (. . .)
súplica:
Primera: Que la admisión del franco comercio se extien- Moreno, M., Representación que el apoderad
da al determinado término de dos años, reservando su con-
tinuación al juicio soberano de la Suprema Junta con arre-
glo al resultado del nuevo plan.
Segunda; Que las negociaciones inglesas se expendan pre-
cisamente por medio de españoles, bajo los derechos de
comisión, o recíprocos pactos que libremente estipulasen.
Tercera: Que cualquiera persona por el solo hecho de ser
natural del reino esté facultada para estas consignaciones,
siéndole libre la elección de cualquier medio para ejecutar
las ventas, como así mismo remitir a las provincias las nego-
ciaciones que le acomodasen.
Cuarta: Que en la introducción de los efectos paguen los
derechos en la misma forma y cantidad que para los permi-
sos particulares que se han introducido.
Quinta: Que todo introductor esté obligado a exportar la
mitad de los valores importados en frutos del país: siendo
responsables al cumplimiento de esta obligación los consig-
natarios españoles a cuyo cargo giran las expediciones.
Sexta: Que los frutos del país, plata, y demás que se
exportasen paguen los mismos derechos establecidos para
las extracciones que se practican en buques extranjeros por
producto de negros; sin que se extienda en modo alguno
esta asignación por el notable embarazo que resultaría a las
exportaciones con perjuicio de la agricultura, a cuyo fo- Ai. o
mento debe convertirse la principal atención.
Séptima: Que los lienzos ordinarios de algodón que en
adelante puedan entorpecer o debilitar el expendio de los
tucuyos de Cochabamba y demás, fábricas de las provincias
interiores, que son desconocidos hasta ahora entre las
manufacturas inglesas, paguen un vebte por ciento además
de los derechos del círculo» para equilibrar de este modo su
concurrencia.
Que de los dos sujetos que se elijan por esta superiori-
dad para veedores e interventores en los reconocimientos de
los géneros, y demás concerniente al nuevo arreglo, sea uno
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