¿Hasta qué punto este hermanito vendrá a nuestro encuentro?

¿Hasta qué punto podremos ir a su

encuentro? Estas preguntas surgen al final de un cortometraje llamado Mi hermanito de la Luna
(Philibert 2008) donde una niña francesa narra y describe la vida de su hermano con autismo. De
acuerdo con el DSM-V el Trastorno del Espectro Autista (TEA) – antes identificado como parte
del Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) – se va a caracterizar cómo: “la dificultad
persistente en el desarrollo del proceso de socialización (interacción social y comunicación
social), junto con un patrón restringido de conductas e intereses, dentro de lo cual se incluyen
restricciones sensoriales.” Al igual, personas dentro del espectro puede que tengan déficits en el
desarrollo del lenguaje, algo que va a afectar al niño o a la niña de manera negativa en su vida
diaria; siendo esto último parte de los criterios para el diagnóstico de TEA. En las últimas
décadas, los diagnósticos de TEA han aumentado exponencialmente según la ISEP donde en la
década de los 90’ 1 de cada 2500 nacimientos tenía autismo; en 2008 un estudio demostró que 1
de cada 88 nacimientos eran de niños y niñas con autismo, sin embargo, esto no supone que los
casos han incrementado, sino más bien, es que se han expandido los criterios de diagnóstico y
recientemente se han incorporado otros trastornos al TEA dadas sus similitudes. ¿Qué causa que
una persona nazca dentro del TEA? Esta pregunta todavía no tiene una respuesta aceptada
mundialmente ya que de desconoce cuales son las causas del TEA.

En este ensayo no me adentraré a las diferentes opiniones en cuanto si las causas tienen un factor
genético, ambiental, de estilo de vida de los padres, o alguna combinación. Me centraré en la
importancia de una intervención temprana en los casos de autismo infantil, a través de la
enseñanza de habilidades sociales para que las personas dentro del TEA puedan independizarse,
dentro de sus capacidades, y lograr llevar una vida lo más “normal” posible. Vygotsky menciona
la importancia imprescindible de la interacción social para un buen desarrollo infantil, el
lenguaje lo menciona como una herramienta que sirve de mediador dentro de las interacciones
con otros. ¿Qué pasa, sin embargo, cuando un niño o niña no tiene las capacidades de utilizar
esta herramienta? O más allá, ¿Cuándo no logramos comprender las acciones no-verbales de los
otros? Estos déficits puede que no solo impidan a un desarrollo sano, sino que también va a
alienar a la gente dentro del TEA de sus compañeros, esto puede suscitar sentimientos de
ansiedad o depresión en los niños y niñas dentro del TEA, y/o que sean víctimas de “bullying”
por parte de los demás niños y niñas. ¿Cómo, entonces, se podrían solucionar estas situaciones?
De varias formas: una es darles a los cuidadores del niño o niña las herramientas y habilidades
para que se enseñen habilidades básicas de comunicación: contacto visual, reciprocidad socio-
emocional, etc. Otra sería, en conjunto con la intervención en casa, un acompañamiento por parte
de especialistas – tanto dentro como fuera de la escuela – que les sirva de andamio a estas
personas para que puedan desarrollar y practicar estas habilidades sociales en entornos que
promuevan su uso. Es importante mencionar que cualquier intervención sea de forma
personalizada hacia las necesidades específicas de la persona dentro del TEA, y no un programa
generalizado, para que así el niño o la niña puedan aprender, y desarrollarse dentro de sus
propias capacidades y así identificar apropiadamente sus respectivas Zonas de Desarrollo
Próximo (ZDP) y que - ya sean sus cuidadores, maestros o los propios especialistas – sirvan de
andamio y guía para que puedan desarrollarse dentro de sus ZDP.

Un estudio realizado en Sudáfrica, observó a tres diferentes maestras y maestros enfocados en la

enseñanza de los primeros tres grados de primaria, donde estudiantes con TEA son incluidos
activamente en las clases junto con sus demás compañeros. Las dos maestras y el maestro
involucrados fueron entrevistados y dos de ellos fueron observados en clase para analizar como
utilizan su clase para enseñarles a sus estudiantes habilidades sociales, tanto a las personas con
TEA cómo a los demás niños “neurotípicos”. El enfoque del estudio fue en cuatro áreas: la
habilidad de compartir, independencia, conducta socialmente aceptada y autoestima; mediante el
uso de diferentes estrategias las maestras incorporaron mediadores visuales, juego estructurado,
historias y trabajo en grupo para facilitar el aprendizaje y la adquisición de diferentes habilidades
sociales en sus estudiantes, pero particularmente para aquellos con TEA. Por ejemplo, para
ayudar a desarrollar la habilidad de compartir, una maestra utilizó una historia acerca de cómo
una niña le quita la paleta a su amiga sin pedirle permiso. Al terminar, actuó la historia utilizando
a un estudiante como modelo. Después le pregunto a cada estudiante que era lo que estaría
sintiendo la niña a la que le quitaron la paleta y porque tendría tales sentimientos. Una vez
terminada esta parte, les dejó que actuarán la situación en parejas – fomentando la independencia
de poder resolver encuentros sociales por ellos mismos – y para concluir con la actividad
tuvieron una discusión acerca de si este comportamiento era aceptable o no. Al dejar que cada
niño y niña pudiera expresar sus opiniones y sentimientos, logra también elevar la autoestima de
cada estudiante y a su vez, sus capacidades de autorreflexión, algo que para gente con TEA le es
muy difícil. Durante la entrevista, la maestra mencionó que, a través de los trabajos en grupo, y
al usar a los compañeros “neurotípicos” como andamio para los que tienen TEA, la habilidad de
compartir mejoró bastante en el transcurso del año. Algo que no hubiera sido posible sin una
inclusión y un acercamiento social para resolver los déficits en las habilidades sociales como la
de compartir.

De acuerdo a un análisis realizado por la Universidad de Salamanca, España, de varios

programas de intervención temprana en casos de autismo infantil, la mayoría de casos que
obtuvieron resultados positivos en cuanto al desarrollo de habilidades sociales en menores con
TEA fueron los que habían involucrado a los cuidadores de una manera activa y conjunta con
especialistas. Siempre y cuando, se les haya dado una capacitación a los cuidadores por parte de
los especialistas para trabajar en casa el desarrollo de habilidades específicas a cada menor.
Ahora bien, ¿hasta que punto vendrán a nuestro encuentro? Y ¿hasta que punto iremos al suyo?
Pues eso va a depender de nosotros; no es que las personas con TEA no puedan desarrollar
habilidades sociales, sino que van a requerir de una intervención temprana, personalizada y
colaborativa más allá de lo que requieren las personas “neurotípicas”, pero que, a fin de cuentas,
no se diferencia por mucho del proceso que llevamos aquellos y aquellas fuera del Espectro
Autista.
Bejarano Martín, Á. (2019). Intervención Temprana en Menores con Trastorno del Espectro

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Trastorno, E., & Autista, D. (n.d.). TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA.

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