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General Motors (GM) ha entrado tarde, quizá demasiado, a este terreno, ya que Toyota comenzó a trabajar en

los automóviles híbridos a mediados del decenio de 1990. Su presidente, Richard Wagoner, cuenta con
experiencia financiera y pareció haber visto la luz alrededor de 2005: los precios del petróleo se salieron de
control, el calentamiento global se convirtió en una preocupación cada vez mayor y los requerimientos de la
economía del combustible condujeron a GM a un cambio; en realidad, GM trabajó hace algunos años en un
automóvil eléctrico experimental: el EV1, idea que fue eliminada y reemplazada por las camionetas SUV de
combustible pero muy rentables para la compañía. A mediados de 2000 quedó claro que debían ser amigables
con el medio ambiente o morir y GM optó por lo primero con un automóvil eléctrico revolucionario: el
Chevrolet Volt. La meta era ser verde; todo esto tendría que lograrse en 2011. ¿Funcionará? Ésta es la gran
pregunta debido a una gran variedad de inconvenientes: es costoso y puede aumentar el precio en 10 000
dólares por vehículo, es arriesgado porque se basa en una tecnología nueva que no se ha probado, es incierto
si habrá baterías de litio para la producción en masa y tampoco está claro si los clientes comprarán un
automóvil que cueste de 39 000 a 45 000 dólares cuando hay otras alternativas disponibles. La mayoría de sus
competidores están preparados para ofrecer automóviles de bajo consumo de combustible y emisiones de
carbono. Toyota ya tiene diversos híbridos en el mercado, principalmente su Prius; Honda apuesta su futuro a
los motores de diésel limpios y con bajo consumo de combustible, y Nissan, que emplea la tecnología híbrida
de Toyota, es otro competidor que quizás opte por un enfoque parecido al de GM. En Europa, BMW y
Mercedes también invirtieron en automóviles híbridos.

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