Está en la página 1de 1

Taller tic's

La cafetería
Roberto Antonio Camacho Rodríguez

—El incendio tuvo que ver con ello. Puesto que de todos modos no me cree, ¿por qué andar
con rodeos? Sucedió así. Aquella noche no dormí. Generalmente, cuando no puedo dormir, me
levanto y me preparo un té o intento leer un libro, pero esta vez algún poder me ordenó
vestirme y salir fuera. No podría explicarle cómo me atreví a caminar por Broadway a esas
horas. Debían de ser las dos o las tres. Me llegué hasta la cafetería pensando que tal vez abría
toda la noche. Intenté mirar adentro, pero una cortina tapaba el ventanal. En el interior había
una pálida luz. Probé la puerta giratoria y funcionó. Entré y presencié una escena que
recordaré hasta el último día de mi vida. Las mesas habían sido juntadas y a su alrededor se
sentaban unos hombres con batas blancas, como médicos o enfermeros, todos ellos con
esvásticas en las mangas. A la cabeza de la mesa se sentaba Hitler. Le ruego que me escuche
hasta el final —incluso una persona perturbada a veces merece ser escuchada—.Todos ellos
hablaban alemán. No me veían. Estaban ocupados con el Führer. Se hizo el silencio y él empezó
a hablar. Esa voz abominable que oí muchas veces en la radio. No capté exactamente lo que
dijo. Estaba demasiado aterrorizada para asimilarlo. De súbito, uno de sus esbirros volvió la
mirada hacia mí y saltó de la silla. Cómo salí de allí viva, no lo sabré nunca. Corrí con todas mis
fuerzas, y me temblaba todo el cuerpo. Cuando llegué a casa, me dije: «Esther, no estás bien de
la cabeza». Aún no me explico cómo sobreviví a esa noche. A la mañana siguiente, no fui
directamente al trabajo sino que pasé por la cafetería para ver si realmente seguía allí. Una
experiencia como esa le hace a uno dudar de sus propios sentidos. Cuando llegué, descubrí
que el lugar había sido arrasado por un incendio. Nada más verlo, supe que estaba relacionado
con lo que yo había presenciado. Los que se habían reunido allí quisieron borrar cualquier
rastro. Estos son los hechos, puros y llanos. No tengo motivo para inventar cosas tan
asombrosas.

Conectores logicos

Frases simples

Frases compuestas

También podría gustarte