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Santa soberbia

06 de junio de 2021
Tiempo de lectura: 4 minutos

Aunque su hermano Eliab lo tachó de soberbio,[1] yo más bien creo que David se
presentó a pelear contra Goliat por amor a su familia. Sabía que nadie más que el rey
podría exonerar a su padre de impuestos y que el único mandamiento con promesa
dice: “Honra a padre y madre y te irá bien y tus días serán largos sobre la Tierra”.

Según el diccionario, soberbia significa: “Sentimiento de superioridad frente a los


demás que provoca un trato distante despreciativo hacia ellos”, sin embargo, David
no despreció a nadie, todo lo contrario: a él lo despreció su hermano. La inseguridad
de Eliab se disfrazaba de supuesta humildad y moralidad, mientras que la seguridad
de David parecía soberbia, pero en realidad solo se trataba de un hombre seguro.

Para enfrentar a Goliat, Dios iba a usar al pastor de ovejas que luchaba contra osos y
leones. ¿Habrá sentido temor? Sí, quizá; pero también confiaba en que Jehová lo
protegería. Esto nos enseña que podremos hacer las cosas con todo y miedo, pero no
por miedo dejar de hacerlas. La confianza es una virtud. Aun cuando Saúl dudaba de
que el pastor de ovejas fuera capaz de matar a Goliat,[2] David alimentaba su
confianza poniéndola en Dios y en él mismo.[3]

Y es que David se alimentaba de los buenos recuerdos en los que fue victorioso. Las
personas, cuando tenemos una jornada agridulce, al final del día solo solemos
recordar lo malo que nos pasó, cuando ni siquiera Dios tiene malos recuerdos, pues
toma nuestros pecados y los echa en lo más profundo del mar,[4] deleitándose en el
perdón. Si Él actúa así, no podemos andar recriminándonos entre nosotros mismos
(ni a nosotros mismos) nuestras faltas, y más bien debemos seguir adelante.

Los israelitas también tenían buenos recuerdos. Habían presenciado el poder de un


Dios que los había liberado de Egipto y que abrió el Mar Rojo, pero cuarenta años
después seguían dudando y quejándose. A ellos, excepto a dos,[5] les pesaron más
sus pensamientos que la experiencia de haber presenciado las proezas de Jehová. Por
la falta de fe de los que sí tenían experiencia, al final fueron los más jóvenes —o
sea, los que no fueron testigo de aquellas proezas— quienes heredaron la tierra
prometida.[6]

Que los adultos tengamos mayor experiencia no garantiza que cuando nos
enfrentemos a un nuevo reto tengamos los pensamientos correctos. Dios tiene para
nosotros algo grande en el futuro, sin importar la edad que tengamos. Pablo también
tuvo experiencias buenas y malas, pero al final solo se quedó con lo bueno y por eso
no perdió la fe.[7] Su seguridad no venía de la experiencia (“sé vivir humildemente
y sé tener abundancia”), sino en su forma de pensar (“todo lo puedo en Cristo que
me fortalece”).

Todo lo que le pides a Dios en oraciones solo puedes provocarlo con tus palabras y
tus acciones. Esto es algo de hacer todos los días. Y si algo te saliera mal, no te
martirices recordándolo. Solo quédate con lo bueno. Y algo importante: ¡ámate! A
nadie puedes pedirle que tenga una imagen correcta de ti si ni siquiera tú mismo la
tienes. Y cuando por fin la tengas, quizá algunos te llamen arrogante o soberbio,
pero solo tú y Dios sabrán quién eres por dentro.

[1] 1 Samuel 17:28: Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos
hombres, se encendió en ira contra David y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿y
a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y
la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido.

[2] 1 Samuel 17:33: Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para
pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su
juventud.

[3] 1 Samuel 17:34-37: David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas
de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la
manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra
mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso,
tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha
provocado al ejército del Dios viviente. Añadió David: Jehová, que me ha librado
de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de
este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.

[4] Miqueas 7:18-19: ¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el
pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se
deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará
nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.

[5] Números 14:1-10: Entonces toda la congregación gritó, y dio voces; y el pueblo
lloró aquella noche. Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de
Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en
este desierto ojalá muriéramos! ¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer
a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería
mejor volvernos a Egipto? Y decían el uno al otro: Designemos un capitán, y
volvámonos a Egipto. Entonces Moisés y Aarón se postraron sobre sus rostros
delante de toda la multitud de la congregación de los hijos de Israel. Y Josué hijo de
Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra,
rompieron sus vestidos, y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel,
diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera
buena. Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la
entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra
Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como
pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis.
Entonces toda la multitud habló de apedrearlos.

[6] Deuteronomio 1:38-40: Josué hijo de Nun, el cual te sirve, él entrará allá;
anímale, porque él la hará heredar a Israel. Y vuestros niños, de los cuales dijisteis
que servirían de botín, y vuestros hijos que no saben hoy lo bueno ni lo malo, ellos
entrarán allá, y a ellos la daré, y ellos la heredarán. Pero vosotros volveos e id al
desierto, camino del Mar Rojo.

[7] Filipenses 4:11-13: No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a


contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener
abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para
tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece.

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