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1 Había en el país de Uz un hombre llamado Job. Era un hombre perfecto y recto, temeroso
de Dios y apartado del mal.
Su hacienda era de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes,
3
quinientas asnas y muchísimos criados. Era el hombre más importante de todos los
orientales.
Sus hijos celebraban banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban a llamar a
4
Y sucedía que una vez pasados los días de turno, Job los hacía venir y los santificaba. Se
5
Un día acudieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, y entre ellos vino
6
también Satanás.
—¿No te has fijado en mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y
recto, temeroso de Dios y apartado del mal?
12
Dijo Jehová a Satanás:
—Todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él.
15 de pronto nos asaltaron los sabeos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de
espada. Solamente escapé yo para darte la noticia.
—Fuego de Dios cayó del cielo y quemó a ovejas y a pastores, y los consumió. Solamente
escapé yo para darte la noticia.
—Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el
primogénito, 19 cuando un gran viento se levantó del lado del desierto y azotó las cuatro
esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron. Solamente escapé yo para
darte la noticia.
Entonces Job se levantó, rasgó su manto y se rasuró la cabeza; luego, postrado en tierra,
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adoró 21 y dijo:
—¿No te has fijado en mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y
recto, temeroso de Dios y apartado del mal? ¡Todavía mantiene su integridad, a pesar de
que tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa!
—Piel por piel, todo lo que el hombre tiene lo dará por su vida. 5 Pero extiende tu mano,
toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.
Salió entonces Satanás de la presencia de Jehová e hirió a Job con una llaga maligna
7
desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. 8 Y Job, sentado en medio de ceniza,
tomaba un trozo de tiesto y se rascaba con él.
10
Él le dijo:
—Como suele hablar cualquier mujer insensata, así has hablado. ¿Pues qué? ¿Recibiremos
de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?
Tres amigos de Job, Elifaz, el temanita, Bildad, el suhita, y Zofar, el naamatita, al enterarse
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de todo este mal que le había sobrevenido, llegaron cada uno de su tierra, habiendo
acordado venir juntos a condolerse con él y a consolarlo. 12 Estos, alzando los ojos desde
lejos, no lo reconocieron. Entonces lloraron a gritos, y rasgó cada cual su manto y
esparcieron polvo los tres sobre sus cabezas hacia el cielo. 13 Así permanecieron sentados
con él en tierra durante siete días y siete noches, y ninguno le decía una palabra, porque
veían que su dolor era muy grande.
3
«¡Perezca el día en que yo nací
y la noche en que se dijo: “Un varón ha sido concebido!”
4
Que aquel día se vuelva sombrío;
que no cuide de él Dios desde arriba
ni haya luz que sobre él resplandezca.
5
Cúbranlo tinieblas y sombra de muerte,
y repose sobre él nublado
que lo haga horrible como día tenebroso.
6
Apodérese de aquella noche la oscuridad;
no sea contada entre los días del año
ni entre en el número de los meses.
7
¡Ojalá fuera aquélla una noche solitaria,
que no hubiera canción alguna en ella!
8
Maldíganla los que maldicen el día,
los que se aprestan a despertar a Leviatán.
9
Oscurézcanse las estrellas del alba;
que en vano espere la luz
y no vea el parpadeo de la aurora,
10
por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba,
ni escondió de mis ojos la miseria.
11
»¿Por qué no morí yo en la matriz?
¿Por qué no expiré al salir del vientre?
12
¿Por qué me recibieron las rodillas
y unos pechos me dieron de mamar?
13
Ahora estaría yo muerto, y reposaría;
dormiría, y tendría descanso
14
junto a los reyes y consejeros de la tierra,
los que para sí reconstruyen las ruinas;
15
o junto a los príncipes que poseían el oro
y llenaban de plata sus casas.
16
¿Por qué no fui ocultado como un aborto,
como los niños que nunca vieron la luz?
17
Allí dejan de perturbar los malvados,
y allí descansan los que perdieron sus fuerzas.
18
Allí reposan también los cautivos
y ya no oyen la voz del capataz.
19
Allí están chicos y grandes;
y el esclavo, libre ya de su amo.
20
»¿Por qué darle luz al que sufre
y vida a los de ánimo amargado;
21
a los que esperan la muerte, y no les llega,
aunque la buscan más que a un tesoro;
22
a los que se alegrarían sobremanera
y se gozarían de hallar el sepulcro?
23
¿Por qué dar vida al hombre que ignora su camino,
al que Dios le cierra el paso?
24
Antes que mi pan, llega mi suspiro,
y mis gemidos corren como el agua;
25
porque me ha venido aquello que me espantaba,
me ha acontecido lo que yo temía.
26
¡No he tenido paz, tranquilidad ni reposo,
sino sólo turbación!»
16 Delante de mis ojos se detuvo un fantasma cuyo rostro no reconocí, y lo oí decir muy quedo:
17 “¿Será el mortal más justo que Dios? ¿Será el hombre más puro que el que lo hizo?
19 ¡mucho menos en aquellos que habitan en casas de barro cimentadas en el polvo, que serán
aplastadas como la polilla!
20 De la mañana a la tarde son destruidos, y se pierden para siempre sin haber quien repare en
ello.
y le encomendaría mi causa.
Él hace cosas grandes e inescrutables,
9
Job 7
7 ¿No es acaso la vida del hombre una lucha sobre la tierra,
y sus días como los días del jornalero?
Como el siervo suspira por la sombra
2
y ruegas al Todopoderoso;
si eres puro y recto,
6
¡despreciaría mi vida!
Una cosa me resta por decir:
22
y su terror no me espante.
Con todo, yo le hablaré sin temor,
35
2
«¿Las muchas palabras no habrán de tener respuesta?
El hombre que habla mucho, ¿será por ello justificado?
3
¿Harán tus falacias callar a los hombres?
¿Te burlarás, sin que nadie te avergüence?
4
Tú dices: “Mi doctrina es recta,
y yo soy puro delante de tus ojos.”
5
Mas ¡ah, quién diera que Dios hablara,
que abriera para ti sus labios
6
y te declarara los secretos de la sabiduría,
que son de doble valor que las riquezas!
Sabrías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece.
7
»¿Descubrirás tú los secretos de Dios?
¿Llegarás a la perfección del Todopoderoso?
8
Es más alta que los cielos: ¿qué harás?
Es más profunda que el seol: ¿cómo la conocerás?
9
En longitud sobrepasa a la tierra,
y es más ancha que el mar.
10
Si él pasa y aprisiona, y si llama a juicio,
¿quién podrá oponérsele?
11
Y si él conoce a los hombres vanos,
al ver asimismo la iniquidad, ¿no hará caso?
12
Pero un hombre vano será inteligente
cuando la cría del asno montés nazca hombre.
13
»Si tú dispones tu corazón,
y tiendes hacia Dios las manos;
14
si alguna iniquidad hay en tus manos, pero la apartas de ti,
y no consientes que en tu casa more la injusticia,
15
entonces levantarás tu rostro limpio de mancha,
serás fuerte y nada temerás.
16
Olvidarás tu miseria,
o te acordarás de ella como de aguas que pasaron.
17
La vida te será más clara que el mediodía;
aunque oscurezca, será como la mañana.
18
Tendrás confianza, porque hay esperanza;
mirarás alrededor y dormirás seguro.
19
Te acostarás y no habrá quien te espante;
y muchos suplicarán tu favor.
20
Pero los ojos de los malos se consumirán;
no encontrarán refugio,
y toda su esperanza será dar su último suspiro.»
2
«Ciertamente vosotros sois el pueblo,
y con vosotros morirá la sabiduría.
3
Pero yo también tengo entendimiento, lo mismo que vosotros;
¡no soy menos que vosotros!
¿Y quién habrá que no pueda decir otro tanto?
4
Yo soy uno de quien su amigo se mofa;
uno que invoca a Dios, y él le responde;
uno justo e íntegro que es escarnecido.
5
Aquel cuyos pies están a punto de resbalar
es como una lámpara despreciada
por el que se siente seguro.
6
Prosperan las casas de los ladrones
y viven seguros los que provocan a Dios,
que ha puesto en sus manos todo lo que tienen.
7
»Pregunta ahora a las bestias y ellas te enseñarán;
a las aves de los cielos, y ellas te lo mostrarán;
8
o habla a la tierra y ella te enseñará;
y los peces del mar te lo declararán también.
9
¿Cuál entre todos ellos no entiende
que la mano de Jehová lo hizo?
10
En su mano está el alma de todo viviente
y el hálito de todo el género humano.
11
»Ciertamente el oído distingue las palabras
y el paladar saborea las viandas.
12
En los ancianos está la ciencia
y en la mucha edad la inteligencia.
13
Pero con Dios están la sabiduría y el poder:
suyo es el consejo y la inteligencia.
14
Si él derriba, no hay quien edifique;
si encierra al hombre, no hay quien le abra.
15
Si detiene las aguas, todo se seca;
si las suelta, arrasan la tierra.
16
Con él están el poder y la sabiduría;
suyos son el que yerra y el que hace errar.
17
Lleva despojados de consejo a los consejeros
y entontece a los jueces.
18
Rompe las cadenas de los tiranos
y ata una soga a su cintura.
19
Lleva despojados a los sacerdotes
y trastorna a los poderosos.
20
Quita la palabra a los que hablan con seguridad
y priva de discernimiento a los ancianos.
21
Derrama desprecio sobre los príncipes
y desata el cinto de los fuertes.
22
Descubre las profundidades de las tinieblas
y saca a luz la sombra de muerte.
23
Multiplica las naciones y las destruye;
las dispersa y las vuelve a reunir.
24
Quita el entendimiento a los jefes del pueblo de la tierra,
los hace vagar como por un desierto en el que no hay camino,
25
y van a tientas, como en tinieblas, sin luz;
y los hace errar como borrachos.
2
«¿Responderá el sabio con vana sabiduría
y llenará su vientre de viento del este?
3
¿Disputará con palabras inútiles
y con razones sin provecho?
4
Tú también destruyes el temor a Dios,
y menoscabas la oración delante de él.
5
Por cuanto tu boca ha revelado tu iniquidad,
habiendo escogido el hablar con astucia,
6
tu propia boca te condenará, no yo;
y tus labios testificarán contra ti.
7
»¿Acaso naciste tú antes que Adán?
¿Fuiste formado antes que los collados?
8
¿Oíste tú acaso el secreto de Dios?
¿Está limitada a ti la sabiduría?
9
¿Qué sabes tú que nosotros no sepamos?
¿Qué entiendes tú que nosotros no entendamos?
10
Cabezas canas hay entre nosotros, y hombres muy ancianos,
mucho más avanzados en días que tu padre.
11
¿En tan poco tienes el consuelo que viene de Dios
y las amables palabras que se te dicen?
12
¿Por qué tu corazón te arrebata
y por qué guiñan tus ojos,
13
para que contra Dios vuelvas tu espíritu,
y lances tales palabras por tu boca?
14
¿Qué cosa es el hombre para que sea puro,
para que se justifique el nacido de mujer?
15
Dios en sus santos no confía,
y ni aun los cielos son puros delante de sus ojos;
16
¿cuánto menos el hombre, este ser abominable y vil
que bebe la iniquidad como agua?
17
»Escúchame, pues yo te voy a mostrar
y a contar lo que he visto,
18
lo que los sabios nos contaron
de sus padres, y no lo ocultaron:
19
que únicamente a ellos fue dada la tierra,
y que ningún extraño pasó por en medio de ellos.
20
Todos sus días, el impío es atormentado de dolor,
y el número de sus años le está escondido al violento.
21
Estruendos espantosos resuenan en sus oídos,
y en la prosperidad el asolador vendrá sobre él.
22
Él no cree que volverá de las tinieblas,
y está descubierto frente a la espada.
23
Vaga errante, tras el pan, diciendo: “¿Dónde está?”
Sabe que le está preparado el día de tinieblas.
24
Tribulación y angustia lo turban,
y se lanzan contra él como rey dispuesto para la batalla,
25
por cuanto él extendió su mano contra Dios
y se portó con soberbia contra el Todopoderoso.
26
Corrió contra él con el cuello erguido,
tras la espesa barrera de sus escudos.
27
Aunque la grasa cubra su rostro
y haga pliegues en sus costados,
28
habitará en ciudades asoladas,
en casas desiertas y en ruinas.
29
No prosperará, ni durarán sus riquezas,
ni extenderá sus bienes por la tierra.
30
No escapará de las tinieblas,
la llama secará sus ramas
y perecerá con el aliento de la boca de Dios.
31
No confíe el iluso en la vanidad,
porque ella será su recompensa.
32
Él será cortado antes de tiempo
y sus renuevos no reverdecerán.
33
Como la vid, perderá sus uvas antes de madurar,
y esparcirá su flor como el olivo.
34
Porque la reunión de los impíos será asolada
y el fuego consumirá la casa del que soborna.
35
Concibieron dolor, dieron a luz iniquidad
y en sus entrañas traman engaño.»
JOB 17
17 Mi aliento se agota, se acortan mis días
y me está preparado el sepulcro.
No hay conmigo sino burladores;
2
2
«¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma
y me moleréis con palabras?
3
Ya me habéis insultado diez veces,
¿no os avergonzáis de injuriarme?
4
Aun siendo verdad que yo haya errado,
sobre mí recaería mi error.
5
Pero si vosotros os jactáis contra mí,
y contra mí alegáis mi oprobio,
6
sabed ahora que Dios me ha derribado,
y me ha atrapado en su red.
7
Yo grito: “¡Agravio!”, pero no se me oye;
doy voces, pero no se me hace justicia.
8
Dios ha cercado con valla mi camino y no puedo pasar;
y sobre mis veredas ha tendido tinieblas.
9
Me ha despojado de mi gloria
y ha quitado la corona de mi cabeza.
10
Por todos lados me ha arruinado, y perezco;
ha hecho que pase mi esperanza como un árbol arrancado.
11
Hace arder contra mí su furor
y me tiene por uno de sus enemigos.
12
A una vienen sus ejércitos, se atrincheran contra mí,
y acampan en derredor de mi morada.
13
»Hace que de mí se alejen mis hermanos,
y que mis conocidos, como extraños, se aparten de mí.
14
Mis parientes se detienen;
mis conocidos me olvidan.
15
Los moradores de mi casa y mis criadas me tienen por extraño;
forastero soy yo ante sus ojos.
16
Llamo a mi siervo y no responde,
aun cuando con mi propia boca le suplico.
17
Mi aliento ha venido a ser extraño a mi mujer,
aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.
18
Incluso los muchachos me desprecian,
y al levantarme hablan contra mí.
19
Todos mis íntimos amigos me aborrecen;
los que yo amo se vuelven contra mí.
20
Mi piel y mi carne se han pegado a mis huesos,
y he escapado con sólo la piel de mis dientes.
21
¡Vosotros, mis amigos, tened compasión de mí!
¡Tened compasión de mí,
porque la mano de Dios me ha tocado!
22
¿Por qué vosotros me perseguís, lo mismo que Dios,
y ni aun de mi carne os saciáis?
23
»¡Quién diera ahora que mis palabras fueran escritas!
¡Quién diera que se escribiesen en un libro,
24
o que con cincel de hierro y con plomo
fueran esculpidas en piedra para siempre!
25
Pero yo sé que mi Redentor vive,
y que al fin se levantará sobre el polvo,
26
y que después de deshecha esta mi piel,
en mi carne he de ver a Dios.
27
Lo veré por mí mismo;
mis ojos lo verán, no los de otro.
Pero ahora mi corazón se consume dentro de mí.
28
»Deberíais decir: “¿Por qué lo perseguimos,
si la raíz de su situación está en él mismo?”
29
¡Temed vosotros delante de la espada,
porque sobreviene el furor de la espada a causa de las injusticias!
¡Sabed, pues, que hay un juicio!»
2
«Oíd atentamente mi palabra
y, al menos, dadme consuelo.
3
Toleradme, y yo hablaré;
y burlaos después que haya hablado.
4
¿Acaso me quejo yo de algún hombre?
¿Por qué mi espíritu no habrá de angustiarse?
5
Miradme, espantaos
y tapaos la boca con la mano.
6
Aun yo mismo me horrorizo al acordarme
y el temblor estremece mi cuerpo.
7
»¿Por qué viven los impíos
y envejecen, y aun crecen sus riquezas?
8
Su linaje se robustece ante su vista
y sus descendientes están delante de sus ojos.
9
Sus casas están libres de temor,
ningún azote de Dios viene sobre ellos.
10
Sus toros engendran sin fallar
y sus vacas paren sin que su cría se malogre.
11
Salen sus pequeñuelos como en manada,
sus hijos andan saltando.
12
Saltan al son del tamboril y de la cítara,
se regocijan al son de la flauta.
13
Pasan sus días en prosperidad
y en paz descienden al seol,
14
pese a que dicen a Dios: “Apártate
porque no queremos conocer tus caminos.
15
¿Quién es el Todopoderoso para que lo sirvamos?
¿De qué nos aprovechará que oremos a él?”
16
Pero el bien de ellos no está en sus propias manos.
¡Lejos esté de mí el consejo de los malvados!
17
»¡Cuántas veces apagada es la lámpara de los impíos
y sobre ellos viene su quebranto,
y Dios en su ira les reparte dolores!
18
Son como la paja delante del viento,
como el tamo que arrebata el torbellino.
19
¡Dios guarda su violencia para los hijos de ellos!
¡Él le dará su merecido, para que aprenda!
20
Verá con sus propios ojos su quebranto
y beberá de la ira del Todopoderoso.
21
¿Qué deleite tendrá él de su casa después de sí,
cuando se haya cortado la cuenta de sus meses?
22
¿Enseñará alguien a Dios sabiduría,
cuando es él quien juzga a los que están elevados?
23
Uno muere en la plenitud de su vigor,
del todo próspero y en paz;
24
sus vasijas están llenas de leche
y sus huesos rellenos de tuétano.
25
Otro, en cambio, muere con el ánimo amargado,
sin haber comido jamás con gusto.
26
Pero ambos por igual yacerán en el polvo,
cubiertos de gusanos.
27
»Yo conozco vuestros pensamientos
y lo que en vuestra imaginación forjáis contra mí.
28
Porque decís: “¿Qué hay de la casa del príncipe
y de la morada donde viven los malvados?”
29
¿No habéis preguntado a los que pasan por el camino?
¿No habéis conocido su respuesta,
30
que el malo es preservado en el día de la destrucción
y que estará a salvo en el día de la ira?
31
¿Quién le denunciará en su cara su camino?
Por lo que él hizo, ¿quién le dará su merecido?
32
¡Lo llevarán al cementerio
y velarán sobre su túmulo!
33
Los terrones del valle le serán dulces;
en pos de él desfila todo el mundo,
y antes de él, una muchedumbre incontable.
34
¡Cuán vano es el consuelo que me dais!
Vuestras respuestas son pura falacia.»
2
«¿Podrá el hombre ser de provecho a Dios?
Si acaso, sólo para sí mismo es provechoso el hombre sabio.
3
¿Le satisface al Omnipotente que tú seas justo?
¿Le aprovecha de algo que tú hagas perfectos tus caminos?
4
¿Acaso por tu piedad te castiga
o entra a juicio contigo?
5
Por cierto, tu maldad es grande
y tus iniquidades no tienen fin.
6
Sin razón tomabas prenda de tus hermanos
y despojabas de sus ropas a los desnudos.
7
No dabas de beber agua al cansado
y negaste el pan al hambriento.
8
¡Tú, el hombre pudiente que poseía la tierra,
el distinguido que habitaba en ella,
9
a las viudas enviabas vacías
y quebrabas los brazos de los huérfanos!
10
Por eso estás rodeado de lazos
y te turba un espanto repentino;
11
estás en tinieblas, de modo que no ves,
y te cubre un torrente de agua.
12
»¿No está Dios en lo alto de los cielos?
¡Mira lo encumbrado de las estrellas, cuán elevadas están!
13
Y tú has dicho: “¿Qué sabe Dios?
¿Cómo juzgará a través de la oscuridad?
14
Rodeado de nubes, no puede ver
mientras pasea por los bordes del cielo.”
15
¿Quieres tú acaso seguir la senda antigua,
la que siguieron los hombres perversos
16
que fueron cortados antes de tiempo,
cuyos cimientos se derramaron como un río?
17
Ellos decían a Dios: “¡Apártate de nosotros!”
¿Y qué les había hecho el Omnipotente?
18
Había colmado de bienes sus casas.
¡Lejos de mí sea el consejo de ellos!
19
Lo verán los justos y se gozarán,
y el inocente se burlará de ellos diciendo:
20
“¡Nuestros adversarios fueron destruidos
y el fuego consumió lo que de ellos había quedado!”
21
»Vuelve ahora en amistad con Dios y tendrás paz;
y la prosperidad vendrá a ti.
22
Toma ahora la Ley de su boca
y pon sus palabras en tu corazón.
23
Si te vuelves al Omnipotente, serás edificado
y alejarás de tu morada la aflicción.
24
Tendrás más oro que tierra:
como piedras de arroyo, oro de Ofir.
25
¡El Todopoderoso será tu oro
y tendrás plata en abundancia!
26
Entonces te deleitarás en el Omnipotente
y alzarás a Dios tu rostro.
27
Orarás a él y él te oirá;
y tú cumplirás tus votos.
28
Asimismo se realizará lo que tú determines,
y sobre tus caminos resplandecerá la luz.
29
Cuando ellos estén abatidos, dirás tú: “¡Sean enaltecidos!”
Entonces Dios salvará al de mirada humilde.
30
Él libertará al inocente;
por la pureza de tus manos será liberado.»
si al occidente, no lo descubro.
Si él muestra su poder en el norte, yo no lo veo;
9
ni tampoco lo veo si se oculta en el sur.
10
Mas él conoce mi camino:
si me prueba, saldré como el oro.
11
Mis pies han seguido sus pisadas;
permanecí en su camino, sin apartarme de él.
12
Nunca me separé del mandamiento de sus labios,
sino que guardé las palabras de su boca más que mi comida.
13
»Pero si él decide una cosa, ¿quién lo hará cambiar?
Lo que desea, lo realiza.
14
Él, pues, llevará a término lo que ha decidido en cuanto a mí,
y muchas cosas semejantes que tiene en su propósito.
15
Por eso, me espanto en su presencia;
cuando lo considero, tiemblo a causa de él.
16
Dios ha enervado mi corazón;
me ha aterrado el Omnipotente.
17
¿Por qué no fui aniquilado por las tinieblas?
¿Por qué no fue cubierto por la oscuridad mi rostro?
JOB 24
24 »Puesto que no son ocultos los tiempos al Todopoderoso,
¿por qué los que lo conocen no ven sus días?
Los malvados violan los linderos,
2
2
«El señorío y el temor están con él,
que hace la paz en las alturas.
3
¿No son incontables sus ejércitos?
¿Sobre quién no está su luz?
4
¿Cómo, pues, se justificará el hombre delante de Dios?
¿Cómo será puro el que nace de mujer?
5
Si ni aun la misma luna es resplandeciente
ni las estrellas son puras delante de sus ojos,
6
¿cuánto menos el hombre, ese gusano,
ese gusano que es el hijo de hombre?»
2
«¿En qué has ayudado al que no tiene fuerzas?
¿Cómo has protegido al brazo débil?
3
¿Qué has aconsejado al que está falto de ciencia?
¿Qué plenitud de inteligencia has manifestado?
4
¿A quién has dirigido tus palabras?
¿De quién es el espíritu que te inspira?
5
»Las sombras tiemblan en lo profundo,
los mares y cuanto en ellos mora.
6
El seol está descubierto delante de él
y el Abadón no tiene cobertura.
7
Él extiende el Norte sobre el vacío,
cuelga la tierra sobre la nada.
8
Encierra las aguas en sus nubes,
y las nubes no se rompen debajo de ellas.
9
Él encubre la faz de su trono
y sobre él extiende su nube.
10
Ha puesto límite a la superficie de las aguas,
hasta el confín de la luz y las tinieblas.
11
A su reprensión, las columnas del cielo
tiemblan y se espantan.
12
Él agita el mar con su poder
y con su entendimiento lo hiere en su arrogancia.
13
Su espíritu adorna los cielos;
su mano traspasó a la serpiente tortuosa.
14
¡Y estas cosas no son más que los bordes del camino,
apenas el leve susurro que oímos de él!
Pero el trueno de su poder, ¿quién podrá comprenderlo?»
2
«Escuchad, sabios, mis palabras;
y vosotros, doctos, prestadme atención.
3
Porque el oído prueba las palabras,
como el paladar saborea lo que uno come.
4
Escojamos para nosotros lo que es justo;
conozcamos entre nosotros lo que es bueno,
5
porque Job ha dicho: “Yo soy justo,
pero Dios me ha quitado mi derecho.
6
Y ahora ¿habré de mentir contra mi razón?
¡Dolorosa es mi herida, sin haber cometido transgresión!”
7
Pues bien, ¿qué hombre hay como Job,
que bebe el escarnio como agua,
8
que va en compañía de los inicuos
y anda con los hombres malos?
9
Porque ha dicho: “De nada le sirve al hombre
conformar su voluntad a Dios.”
10
»Por tanto, oídme vosotros, que sois varones inteligentes:
¡Lejos esté de Dios la impiedad,
del Omnipotente la iniquidad!
11
Porque él pagará al hombre según su obra,
y le retribuirá conforme a su conducta.
12
Sí, por cierto, Dios no hará injusticia;
el Omnipotente no pervertirá el derecho.
13
¿Quién visitó por él la tierra?
¿Quién puso en orden el mundo entero?
14
Si él pusiera sobre el hombre su corazón
y retirara su espíritu y su aliento,
15
todo ser humano perecería a un tiempo
y el hombre volvería al polvo.
16
»Si, pues, hay en ti entendimiento, oye esto;
escucha la voz de mis palabras.
17
¿Gobernará acaso el que aborrece juicio?
¿Condenarás tú al que es tan justo?
18
¿Se llamará “Perverso” al rey,
o “Impíos” a los príncipes?
19
Pues, ¿cuánto menos a aquel que no hace diferencia entre príncipes,
ni respeta más al rico que al pobre,
porque todos son obra de sus manos?
20
¡En un momento mueren, a medianoche!
Los pueblos se alborotan, y ellos pasan,
y sin mano de hombre es quitado el poderoso.
21
Porque los ojos de Dios están sobre los caminos del hombre,
y ve todos sus pasos.
22
No hay tinieblas ni sombra de muerte
donde se puedan esconder los que hacen el mal.
23
No carga, pues, él al hombre más de lo justo,
para que comparezca con Dios a juicio.
24
Él, sin indagación, quebranta a los fuertes
y pone a otros en su lugar.
25
Así hace notorias las obras de ellos;
los trastorna en la noche y son quebrantados.
26
Como a malos que son, los hiere
en lugar donde sean vistos,
27
por cuanto se han apartado de él
y no consideran ninguno de sus caminos,
28
sino que delante de él hacen venir el clamor del pobre,
y que oiga el clamor de los necesitados.
29
Si él da reposo, ¿quién inquietará?
Si esconde el rostro, ¿quién lo mirará?
Y esto es igual para una nación que para un hombre,
30
a fin de que no reine el hombre impío
para vejación del pueblo.
31
»De seguro conviene decirle a Dios:
“Ya he llevado el castigo; no volveré a ofender.
32
Enséñame tú lo que yo no veo;
y si hice mal, no lo haré más.”
33
Pero, ¿habrá de ser esto según tu parecer?
Él te retribuirá, no yo, tanto si rehúsas como si aceptas.
Si no es así, di tú lo que sepas.
34
Los hombres inteligentes dirán conmigo,
y también todo hombre sabio que me oiga:
35
“Job no habla con sabiduría;
sus palabras no tienen sentido.”
36
¡Yo deseo que Job sea ampliamente examinado,
a causa de sus respuestas semejantes a las de los hombres inicuos!
37
Porque a su pecado ha añadido rebeldía,
y bate palmas contra nosotros,
y contra Dios multiplica sus palabras.»
JOB 35
35 Prosiguió Eliú su razonamiento y dijo:
2
«Espérame un poco y yo te instruiré,
porque todavía tengo razones en defensa de Dios.
3
Traeré mi saber desde lejos
para atribuir justicia a mi Hacedor.
4
Porque de cierto no son mentira mis palabras:
¡Contigo está uno que es íntegro en sus conceptos!
5
»Dios es grande, pero no desestima a nadie.
Es poderosa la fuerza de su sabiduría.
6
No concede vida al impío,
pero a los afligidos otorga sus derechos.
7
No aparta sus ojos de los justos;
antes bien, con los reyes los sienta en trono y los exalta para siempre.
8
Aun si estuvieran sujetos con grillos,
aprisionados con cuerdas de aflicción,
9
él les daría a conocer las obras que hicieron
y cómo prevalecieron sus rebeliones.
10
Les despierta además los oídos a la corrección
y los exhorta a convertirse de la iniquidad.
11
Si ellos escuchan y le sirven,
acabarán sus días con bienestar
y sus años con dicha.
12
Pero si no escuchan, serán pasados a espada
y perecerán en su falta de sabiduría.
13
»Los hipócritas de corazón atesoran para sí la ira
y no clamarán cuando él los ate.
14
Fallecerá el alma de ellos en su juventud
y su vida entre los sodomitas.
15
Al pobre librará él de su pobreza;
en la aflicción despertará su oído.
16
Y también a ti te apartará de la boca de la angustia
a un lugar espacioso, libre de todo agobio,
y te preparará una mesa llena de manjares.
17
Mas tú te has llenado del juicio del impío,
en vez de sustentar el derecho y la justicia.
18
Por eso teme, no sea que él, en su ira, te quite con un golpe
que no puedas evitar ni aun pagando un gran rescate.
19
¿Acaso hará él aprecio del oro, de tus riquezas
o de todo gran poderío?
20
No anheles la noche,
cuando los pueblos desaparecen de su lugar.
21
Guárdate de volver a la iniquidad,
la cual escogiste más bien que la aflicción.
22
Dios es excelso en su poder;
¿Qué maestro es semejante a él?
23
¿Quién le ha trazado su camino?
¿Quién le dirá: “Eso lo has hecho mal”?
24
»Acuérdate de enaltecer su obra,
la cual los hombres contemplan.
25
Todos ellos la ven;
la mira el hombre desde lejos.
26
Dios es grande y nosotros no lo conocemos,
ni es posible seguir el curso de sus años.
27
Él atrae las gotas de agua
cuando el vapor se transforma en lluvia,
28
la que destilan las nubes,
y se vierte en raudales sobre los hombres.
29
¿Quién podrá comprender cómo se expanden las nubes
y el sonido atronador de su morada?
30
Sobre él extiende su luz
y cubre con ella las profundidades del mar.
31
Bien que por tales medios castiga a los pueblos,
también los sustenta con abundancia.
32
Con las nubes encubre la luz;
las interpone y le manda que no brille.
33
Con el trueno declara su indignación
y la tempestad proclama su ira contra la iniquidad
JOB 37
»Por eso también se estremece mi corazón
y salta de su sitio.
2
Oíd atentamente el fragor de su voz,
el estruendo que sale de su boca.
3
Por debajo de todos los cielos lo dirige,
y su luz alcanza los confines de la tierra.
4
Después de ella suena un bramido:
truena él con voz majestuosa.
Se oye el trueno, y no lo detiene.
5
Truena Dios maravillosamente con su voz.
Hace grandes cosas, que nosotros no entendemos.
6
Porque le dice a la nieve: “¡Cae sobre la tierra!”,
y también a la llovizna y a los aguaceros torrenciales.
7
Así hace que el hombre se retire,
para que todos los mortales reconozcan su obra.
8
Las fieras entran en sus guaridas
y permanecen en sus moradas.
9
Del sur viene el torbellino,
y el frío, de los vientos del norte.
10
Por el soplo de Dios llega el hielo
y la extensión de las aguas se congela.
11
Él llena de humedad la densa nube;
y con la luz desvanece la niebla.
12
Asimismo, conforme a sus designios, las nubes giran en derredor,
para hacer sobre la faz del mundo,
en la tierra, lo que él les mande.
13
Él las hará venir, unas veces como castigo,
otras a causa de la tierra
y otras por misericordia.
14
»Escucha esto, Job;
detente y considera las maravillas de Dios.
15
¿Sabes tú cómo Dios las pone en concierto
y hace resplandecer la luz de su nube?
16
¿Has conocido tú las diferencias de las nubes,
las maravillas del que es perfecto en sabiduría?
17
¿Por qué están calientes tus vestidos
cuando él sosiega la tierra con el viento del sur?
18
¿Extendiste tú con él los cielos,
firmes como un espejo fundido?
19
Muéstranos qué le hemos de decir,
porque nosotros no podemos ordenar las ideas a causa de la oscuridad.
20
¿Precisa él que le cuenten lo que yo digo,
o que le informen de lo que dice el hombre?
21
»Ahora no se puede mirar la luz resplandeciente de los cielos,
pero luego que pasa el viento y los limpia,
22
llega de la parte del norte la dorada claridad:
¡la terrible majestad que hay en Dios!
23
Él es el Todopoderoso, grande en poder, al cual no alcanzamos,
que a nadie oprime en juicio y en su gran justicia.
24
Lo temen por tanto los hombres,
pero él no estima a ninguno que en su propio corazón se cree sabio.»
2
«¿Quién es ése que oscurece el consejo
con palabras sin sabiduría?
3
Ahora cíñete la cintura como un hombre:
yo te preguntaré y tú me contestarás.
4
»¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
¡Házmelo saber, si tienes inteligencia!
5
¿Quién dispuso sus medidas, si es que lo sabes?
¿O quién tendió sobre ella la cuerda de medir?
6
¿Sobre qué están fundadas sus bases?
¿O quién puso su piedra angular,
7
cuando alababan juntas todas las estrellas del alba
y se regocijaban todos los hijos de Dios?
8
»¿Quién encerró con puertas el mar,
cuando se derramaba saliéndose de su seno,
9
cuando yo le puse nubes por vestidura
y oscuridad por faja?
10
Yo establecí para él los límites;
le puse puertas y cerrojo,
11
y dije: “Hasta aquí llegarás y no pasarás adelante;
ahí parará el orgullo de tus olas.”
12
¿Has dado órdenes a la mañana alguna vez en tu vida?
¿Le has mostrado al alba su lugar,
13
para que ocupe los confines de la tierra
y sean sacudidos de ella los malvados?
14
Ella cambia luego de aspecto como el barro bajo el sello,
y toma el aspecto de una vestidura;
15
mas la luz les es quitada a los malvados
y el brazo enaltecido es quebrantado.
16
»¿Has penetrado tú hasta las fuentes del mar
y has caminado escudriñando el abismo?
17
¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte
y has visto las puertas de la sombra de muerte?
18
¿Has considerado tú la extensión de la tierra?
¡Declara si sabes todo esto!
19
»¿Dónde está el camino que conduce a la morada de la luz?
¿Y dónde está el lugar de las tinieblas,
20
para que las lleves a sus límites
y conozcas las sendas de su casa?
21
¡Quizá tú lo sabes, puesto que entonces ya habías nacido
y es grande el número de tus días!
22
»¿Has penetrado tú hasta los depósitos de la nieve?
¿Has visto los depósitos del granizo,
23
que tengo reservados para el tiempo de angustia,
para el día de la guerra y de la batalla?
24
¿Por qué camino se difunde la luz
y se esparce el viento del este sobre la tierra?
25
»¿Quién le abrió un cauce al turbión
y un camino a los relámpagos y a los truenos,
26
haciendo llover sobre la tierra deshabitada,
sobre el desierto, donde no vive ningún ser humano,
27
para saciar la tierra desierta y sin cultivo
y para hacer que brote la tierna hierba?
28
»¿Tiene padre la lluvia?
¿Quién engendró las gotas del rocío?
29
¿De qué vientre salió el hielo?
Y la escarcha del cielo, ¿quién la dio a luz?
30
Las aguas se endurecen como piedra
y se congela la faz del abismo.
31
»¿Podrás tú anudar los lazos de las Pléyades?
¿Desatarás las ligaduras de Orión?
32
¿Haces salir a su tiempo las constelaciones de los cielos?
¿Guías a la Osa Mayor con sus hijos?
33
¿Conoces las leyes de los cielos?
¿Dispones tú su dominio en la tierra?
JOB 39
¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses?
¿Has mirado tú cuando las ciervas están pariendo?
2
¿Has contado tú los meses de su preñez
y sabes el tiempo cuando han de parir?
3
Se encorvan, hacen salir a sus hijos
y pasan sus dolores.
4
Sus hijos se robustecen y crecen con el pasto;
luego se van y ya no regresan.
5
»¿Quién dio libertad al asno montés?
¿Quién soltó sus ataduras?
6
Yo le di por casa el desierto,
puse su morada en lugares estériles.
7
Él se burla del bullicio de la ciudad
y no oye las voces del arriero.
8
En lo escondido de los montes está su pasto
y anda buscando toda cosa verde.
9
»¿Querrá el búfalo servirte a ti
o quedarse en tu pesebre?
10
¿Atarás tú al búfalo con coyunda para abrir el surco?
¿Irá en pos de ti labrando los valles?
11
¿Confiarás en él porque es grande su fuerza?
¿Le encomendarías tu labor?
12
¿Lo dejarías recoger el grano
y juntarlo en tu era?
13
»¿Le has dado tú al pavo real sus hermosas alas,
o sus alas y plumas al avestruz?
14
Éste desampara en la tierra sus huevos,
los calienta sobre el polvo
15
y olvida que el pie los puede pisar
y que una fiera del campo puede aplastarlos.
16
Es duro para con sus crías, como si no fueran suyas,
y no teme que su trabajo haya sido en vano,
17
porque Dios lo privó de sabiduría
y no le dio inteligencia.
18
Sin embargo, en cuanto se levanta para correr,
se burla del caballo y de su jinete.
19
»¿Le das tú su fuerza al caballo?
¿Cubres tú su cuello de crines ondulantes?
20
¿Lo harás temblar tú como a una langosta?
El resoplido de su nariz es formidable.
21
Escarba la tierra, se alegra en su fuerza
y sale al encuentro de las armas.
22
Hace burla del miedo; no teme
ni vuelve el rostro delante de la espada.
23
Sobre él resuenan la aljaba,
el hierro de la lanza y de la jabalina;
24
pero él, con ímpetu y furor, escarba la tierra
y no lo detiene ni el sonar de la trompeta;
25
más bien, en medio de los clarines parece decir: “¡Ea!”
Desde lejos huele la batalla,
el grito de los capitanes y el vocerío.
26
»¿Acaso por tu sabiduría vuela el gavilán
y extiende hacia el sur sus alas?
27
¿Se remonta el águila por tu mandato
y pone en alto su nido?
28
Ella habita y mora en la peña,
en la cumbre del peñasco y de la roca.
29
Desde allí acecha la presa
que sus ojos observan desde muy lejos.
30
Sus polluelos chupan la sangre;
donde haya cadáveres, allí está ella.»
JOB 40
Además respondió Jehová a Job y dijo:
7
«Ahora cíñete la cintura como un hombre:
yo te preguntaré y tú me contestarás.
8
¿Invalidarás tú también mi juicio?
¿Me condenarás a mí, para justificarte tú?
9
¿Tienes tú un brazo como el de Dios?
¿Truena tu voz como la suya?
10
»Adórnate ahora de majestad y alteza,
vístete de honra y hermosura.
11
Derrama el ardor de tu ira;
mira a todo altivo y abátelo.
12
Mira a todo soberbio y humíllalo,
y destruye a los impíos dondequiera que estén.
13
Entiérralos a todos en el polvo,
encierra sus rostros en la oscuridad.
14
Entonces yo también declararé
que tu diestra puede salvarte.
15
»Ahí está el behemot: yo lo creé, lo mismo que a ti.
Come hierba, como el buey.
16
Su fuerza está en sus lomos;
su vigor, en los músculos de su vientre.
17
Mueve su cola semejante al cedro,
y los nervios de sus muslos están entretejidos.
18
Sus huesos son fuertes como el bronce
y sus miembros como barras de hierro.
19
ȃl es el primero entre las obras de Dios,
y sólo el que lo hizo puede acercar a él la espada.
20
Ciertamente para él producen hierba los montes,
donde retozan las bestias del campo.
21
Se acuesta a la sombra
en lo oculto de las cañas y de los lugares húmedos.
22
Los árboles lo cubren con su sombra;
los sauces del arroyo lo rodean.
23
Aun cuando el río se salga de madre, él no se inmuta;
permanece tranquilo aunque todo un Jordán se estrelle contra su boca.
24
¿Quién podrá atraparlo mientras él vigila?
¿Quién le perforará la nariz?
JOB 41
¿Pescarás tú al leviatán con un anzuelo
o sujetándole la lengua con una cuerda?
2
¿Le pondrías una soga en las narices?
¿Perforarías con un garfio su quijada?
3
¿Multiplicará ruegos él delante de ti?
¿Te hablará con palabras lisonjeras?
4
¿Hará un pacto contigo
para que lo tomes por esclavo para siempre?
5
¿Jugarás con él como con un pájaro?
¿Lo atarás para tus niñas?
6
¿Harán banquete con él los compañeros?
¿Lo repartirán entre los mercaderes?
7
¿Cortarás tú con cuchillo su piel,
o con arpón de pescadores su cabeza?
8
Pon tu mano sobre él:
recordarás luego la lucha y no volverás a hacerlo.
9
En cuanto a él, toda esperanza queda burlada,
porque aun a su sola vista la gente se desmaya.
10
Y nadie hay tan osado que lo despierte;
¿quién podrá permanecer delante de mí?
11
Porque ¿quién me ha dado a mí primero, para que yo restituya?
¡Todo lo que hay debajo del cielo es mío!
12
»No guardaré silencio sobre sus miembros,
ni sobre sus fuerzas y la gracia de su disposición.
13
¿Quién levantará la cubierta que lo reviste?
¿Quién se acercará a su doble coraza?
14
¿Quién abrirá la puerta de sus fauces?
¡Las hileras de sus dientes espantan!
15
Su espalda está cubierta de fuertes escudos,
soldados estrechamente entre sí.
16
El uno se junta con el otro
de modo que el viento no pasa entre ellos.
17
Unido está el uno con el otro,
trabados entre sí, no se pueden separar.
18
Cuando estornuda, lanza relámpagos;
sus ojos son como los párpados del alba.
19
De su boca salen llamaradas;
centellas de fuego brotan de ella.
20
De sus narices sale humo,
como de una olla o caldero que hierve.
21
Su aliento enciende los carbones;
de su boca salen llamas.
22
En su cerviz está su fuerza,
y delante de él cunde el desaliento.
23
Aun las partes más tiernas de su carne están endurecidas,
son firmes en él, no se mueven.
24
Firme es como una piedra su corazón,
fuerte como la piedra de un molino.
25
Cuando se levanta, los fuertes tienen temor
y retroceden a causa de su desfallecimiento.
26
Aunque la espada lo alcance, no se le clavará;
ni tampoco la lanza, el dardo o la jabalina.
27
Para él, el hierro es como paja
y el bronce como madera podrida.
28
La saeta no lo hace huir
y las piedras de honda le son como paja.
29
Toda arma le es como hojarasca
y se burla del silbido de la jabalina.
30
Por debajo tiene escamas puntiagudas
que imprimen su huella en el barro.
31
Hace hervir como una olla las aguas profundas
y las vuelve como una olla de ungüento.
32
En pos de sí resplandece su estela,
hasta parecer cano el abismo.
33
No hay en la tierra quien se le asemeje;
es un animal hecho exento de temor.
34
Menosprecia toda arrogancia
y es rey sobre toda otra fiera.»
2
«Yo reconozco que todo lo puedes
y que no hay pensamiento que te sea oculto.
3
“¿Quién es el que, falto de entendimiento, oscurece el consejo?”
Así hablaba yo, y nada entendía;
eran cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía.
4
Escucha, te ruego, y hablaré.
Te preguntaré y tú me enseñarás.
5
De oídas te conocía,
mas ahora mis ojos te ven.
6
Por eso me aborrezco
y me arrepiento en polvo y ceniza».
Aconteció que después que habló Jehová estas palabras a Job, Jehová dijo a Elifaz, el
7
temanita: «Mi ira se ha encendido contra ti y tus dos compañeros, porque no habéis
hablado de mí lo recto, como mi siervo Job. 8 Ahora, pues, tomad siete becerros y siete
carneros, id a mi siervo Job y ofreced holocausto por vosotros. Mi siervo Job orará por
vosotros y yo de cierto lo atenderé para no trataros con afrenta por no haber hablado de
mí con rectitud, como mi siervo Job.»
Fueron, pues, Elifaz, el temanita, Bildad, el suhita, y Zofar, el naamatita, e hicieron como
9
Cuando Job hubo orado por sus amigos, Jehová le quitó la aflicción; y aumentó al doble
10
todas las cosas que habían sido de Job. 11 Todos sus hermanos, todas sus hermanas y
todos los que antes lo habían conocido vinieron a él y comieron pan con él en su casa. Se
condolieron de él, lo consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él y
cada uno le dio una moneda de plata y un anillo de oro.
Jehová bendijo el postrer estado de Job más que el primero, porque tuvo catorce mil
12
ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. 13 También tuvo siete hijos y tres
hijas. 14 A la primera le puso por nombre Jemima; a la segunda, Cesia, y a la tercera, Keren-
hapuc. 15 Y no había en toda la tierra mujeres tan hermosas como las hijas de Job, a las que
su padre dio herencia entre sus hermanos.
Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos y a los hijos de sus hijos,
16