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Antigua Persia

Arqueros persas mshamma (CC BY)

Persia (aproximadamente en el actual Irán) es una de las regiones


habitadas más antiguas del mundo. Los yacimientos arqueológicos
del país demuestran que la población humana se remonta 100 000
años atrás, al Paleolítico, con asentamientos semipermanentes
(probablemente grupos de caza) establecidos antes del 10 000 a.C.

El antiguo reino de Elam, situado en esta zona, fue uno de los más
avanzados de su época (su asentamiento más antiguo, el yacimiento
arqueológico de Chogha Bonut, data alrededor del 7200 a.C.) antes de
que los sumerios conquistaron primero algunas partes, para ser
nalmente absorbido por los asirios y luego por los medos. Al Imperio
medo (678-550 a.C.) le siguió una de las mayores entidades políticas y
sociales del mundo antiguo, el Imperio persa aqueménida (550-330
a.C.), conquistado por Alejandro Magno y posteriormente sustituido
por el Imperio seléucida (312-63 a.C.), Partia (247 a.C.-24 a.C.) y el
Imperio sasánida (224-651 a.C.) sucesivamente. El Imperio sasánida
fue el último de los gobiernos persas que mantuvo la región antes de
la conquista árabe musulmana del siglo VII d. C.

Historia temprana

Los hallazgos arqueológicos, al igual que los asentamientos


estacionales y las herramientas de los neandertales, permiten seguir el
desarrollo humano en la región desde el Paleolítico hasta el Neolítico y
el Calcolítico. La ciudad de Susa (actual Susa), que más tarde pasaría
a formar parte de Elam y luego de Persia, se fundó en el año 4395 a.C.,
lo que la convierte en una de las más antiguas del mundo. Aunque
Susa se equipara a menudo con Elam, son entidades políticas
diferentes, Susa se fundó incluso antes del periodo protoelamita (c.
3200-2700 a.C.), aunque fue contemporánea de la cultura elamita.

Se cree que las tribus arias emigraron a la región en algún momento


antes del tercer milenio a.C. y el país pasara a denominarse
posteriormente Ariana e Irán, la tierra de los arios. El término "ario"
debe entenderse, según la antigua lengua iraní del avestán, como
"noble", "civilizado" u "hombre libre", y designa a personas de cierta
clase social, no tiene nada que ver con la raza (ni con los caucásicos),
se re ere a los indoiraníes que se aplicaron el término a sí mismos en
las obras religiosas conocidas como el Avesta. El término "ario",
interpretado como una referencia a la raza caucásica, no se aplicó
hasta el siglo XIX. El erudito Kaveh Farrokh cita al arqueólogo J.P.
Mallory al señalar:

Como denominación étnica, la palabra [aria] se limita a los


indoiranios, y de forma más precisa a estos últimos, de donde surge
el aún vigente nombre del país Irán. (Sombras, 17)

Estas tribus arias estaban formadas por diversos pueblos que se


conocerían como alanos, bactrianos, medos, partos y persas, entre
otros. Trajeron consigo una religión politeísta estrechamente
relacionada con el pensamiento védico de los indoarios, pueblos que
se asentarían en el norte de la India, y que se caracterizaba por el
dualismo y la veneración del fuego como encarnación de lo divino.
Esta primitiva religión iraní tenía al dios Ahura Mazda como ser
supremo, con deidades como Mithra (dios del sol/dios de los pactos),
Hvar Khsata (dios del sol) y Anahita (diosa de la fertilidad, la salud, el
agua y la sabiduría), entre otras, que formaban el resto del panteón.

LOS PERSAS SE ASENTARON SOBRE TODO EN LA MESETA IRANÍ,


HACIA EL PRIMER MILENIO A.C.
En algún momento entre el 1500 y el 1000 a.C., el visionario persa
Zoroastro (también conocido como Zaratustra) hizo pública una
revelación divina de Ahura Mazda, en la que se reconocía que el
propósito de la vida humana era la elección de un bando en una lucha
eterna entre la deidad suprema de la justicia y el orden y su adversario
Angra Mainiu, dios de la discordia y la lucha. Los humanos se
de nirían por el lado que elegían para actuar. Las enseñanzas de
Zoroastro constituyeron los cimientos de la religión del zoroastrismo,
adoptada más tarde por los imperios persas y conformaría su cultura.

Los persas se asentaron principalmente en la meseta iraní y se


establecieron en el primer milenio a. C. Los medos se unieron bajo un
único jefe llamado Dayukku (conocido por los griegos como Deioces,
que gobernó del 727 al 675 a.C.) y fundaron su estado en Ecbatana. El
nieto de Dayukku, Ciaxares (que gobernó del 625 al 585 a.C.),
extendería el territorio medo hasta el actual Azerbaiyán. A nales del
siglo VIII a.C., bajo su rey Aquemenes, los persas consolidaron su
control de la región centro occidental de los montes Bakhityari con su
capital en Anshan.

Por aquel entonces los elamitas ya estaban establecidos en esta zona


y, muy probablemente, eran el pueblo indígena. Los persas, bajo su rey
Teispes (hijo de Aquemenes, que gobernó del 675 al 640 a.C.), se
establecieron al este de Elam, en el territorio conocido como Persis (o
Farsa, la actual Fars), lo que daría a la tribu el nombre con el que se la
conoce. Más tarde extendieron su control de la región al territorio
elamita, se casaron con los elamitas y absorbieron su cultura. En algún
momento antes del 640 a.C., Teispes dividió el reino entre sus hijos
Ciro I (que gobernó del 625 al 600 a.C.) y Ariamenes. Ciro gobernó el
reino del norte desde Anshan y Ariamenes gobernó en el sur. Bajo el
gobierno de Cambises I (del 580 al 559 a.C.) ambos reinos se unieron
bajo el gobierno de Anshan.

Mapa de Elam Dbachmann (GNU FDL)

Los medos eran la potencia dominante en la región y el reino de los


persas era un pequeño estado vasallo. Esta situación se invertiría tras
la caída del Imperio asirio en el año 612 a.C., acelerada por las
campañas de medos y babilonios que lideraron una coalición de otros
contra el debilitado estado asirio. Los medos mantuvieron al principio
el control hasta que fueron derrocados por el hijo de Cambises I de
Persia y nieto de Astiages de Media (que gobernó del 585 al 550 a.C.),
Ciro II (también conocido como Ciro el Grande, (hacia 550-530 a.C.)
que fundó el Imperio aqueménida.

El Imperio aqueménida

Ciro II derrocó a Astiages de Media hacia el año 550 a.C. y comenzó


una campaña sistemática para someter a otros principados a su
control. Conquistó el rico reino de Lidia en el 546 a.C., Elam (Susiana)
en el 540 a.C. y Babilonia en el 539 a.C. Al nal de su reinado, Ciro II
había establecido un imperio que se extendía desde la actual región de
Siria, pasando por Turquía, hasta las fronteras de la India. Era el
Imperio aqueménida, llamado así por el antepasado de Ciro II,
Aquemenes.

Ciro II es único entre los conquistadores de la antigüedad por su visión


y política humanitaria, así como por el fomento de las innovaciones
tecnológicas. Gran parte de las tierras que conquistó carecían de un
suministro adecuado de agua, por lo que hizo que sus ingenieros
recuperaran un antiguo método de extracción de agua subterránea
conocido como qanat, un canal inclinado excavado en la tierra con
pozos verticales a intervalos hasta el canal que llevaban el agua hasta
el nivel del suelo. Aunque a menudo se atribuye a Ciro II la invención
del sistema de qanats, Sargón II de Asiria (que gobernó del 722 al 705
a.C.) lo menciona en la inscripción que describe su campaña de Urartu
en el 714 a.C. Sargón II describe el uso de qanats en torno a la ciudad
de Ulhu, en el oeste de Irán, que creó campos fértiles lejos de cualquier
río. Al parecer, Ciro II desarrolló el qanat en una zona mucho más
extensa, pero fue un invento persa anterior, al igual que el yakhchal,
grandes neveras abovedadas que fabricaban y conservaban hielo, los
primeros refrigeradores, cuyo uso también fomentó.

Mapa del Imperio aqueménida Fabienkhan (CC BY-SA)

Los esfuerzos humanitarios de Ciro II son bien conocidos a través del


Cilindro de Ciro, un registro de sus políticas y la proclamación de su
visión de que todos bajo su reinado debían ser libres de vivir como
quisieran siempre que lo hicieran en acuerdo pací co con los demás.
Después de conquistar Babilonia, permitió a los judíos (que habían
sido expulsados de su patria por el rey Nabucodonosor [que reinó del
605 al 562 a.C.] en el llamado Cautiverio Babilónico) regresar a Judá e
incluso les proporcionó fondos para reconstruir su templo. Los lidios
siguieron adorando a su diosa Cibeles, y otras etnias también a sus
propias deidades. Todo lo que Ciro II pedía era que los ciudadanos de
su imperio vivieran en paz unos con otros, sirvieran en sus ejércitos y
pagaran sus impuestos.

Para mantener un entorno estable, instituyó una jerarquía


gubernamental en la que él se situaba en la cúspide, rodeado de
asesores que transmitían sus decretos a los secretarios, quienes a su
vez los comunicaban a los gobernadores regionales (sátrapas) de
cada provincia (satrapía). Estos gobernadores solo tenían autoridad
sobre los asuntos burocráticos/administrativos, mientras que un
comandante militar en la misma región supervisaba los asuntos
militares/policiales. Al dividir las responsabilidades de gobierno en
cada satrapía, Ciro II reducía las posibilidades de que algún
funcionario amasara su ciente dinero y poder para intentar un golpe
de estado.

Los decretos de Ciro II (y cualquier otra noticia) viajaban a través de


una red de carreteras que unían las principales ciudades. La más
famosa de ellas sería la Vía Real (posteriormente establecida por
Darío I) que iba de Susa a Sardis. Los mensajeros salían de una ciudad
y encontraban una torre de vigilancia y una estación de descanso en
dos días, donde se le daba comida, bebida, una cama y se le
proporcionaba un nuevo caballo para viajar a la siguiente. El sistema
postal persa fue considerado por Heródoto una maravilla de su época
y se convirtió en el modelo de sistemas similares posteriores.

El Cilindro de Ciro Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Ciro fundó una nueva ciudad como capital, Pasargada, y se desplazó


entre otras tres ciudades que también sirvieron como centros
administrativos: Babilonia, Ecbatana y Susa. El Camino Real conectaba
estas ciudades y otras para que el rey estuviera constantemente
informado de los asuntos de estado. Ciro era a cionado a la jardinería
e hizo uso del sistema de qanat para crear elaborados jardines
conocidos como pairi-daeza (origen de la palabra y el concepto de
paraíso). Se dice que todos los días pasaba todo el tiempo posible en
sus jardines, al tiempo que gestionaba y ampliaba su imperio.

Ciro murió en el año 530 a.C., posiblemente en batalla, y le sucedió su


hijo Cambises II (r. 530-522 a.C.), que extendió el dominio persa a
Egipto. Los estudiosos siguen debatiendo la identidad de su sucesor,
ya que podría tratarse de su hermano Bardiya o de un usurpador medo
llamado Gaumata que tomó el control del imperio en el 522 a.C. Se
dice que Cambises II asesinó a su hermano y que Gaumata asumió la
identidad de Bardiya mientras Cambises II hacía campaña en Egipto.
En cualquier caso, un primo lejano de los hermanos asesinó a este
gobernante en el 522 a.C. y tomó el nombre regio de Darío I (también
conocido como Darío el Grande, que gobernó del 522 al 486 a.C.).
Darío el Grande extendería aún más el imperio e iniciaría algunos de
sus proyectos de construcción más famosos, como la gran ciudad de
Persépolis, que se convirtió en una de las capitales del imperio.

DARÍO EMPRENDIÓ UNA INVASIÓN a GRECIA QUE SERÍA detenida EN


LA BATALLA DE MARATÓN EN EL 490 A.C.
Aunque Darío I continuó con la política de tolerancia y legislación
humanitaria de Ciro II, durante su reinado estallaron disturbios, lo cual
no era raro, ya que las provincias solían rebelarse tras la muerte de un
monarca, remontándose al imperio acadio de Sargón el Grande en
Mesopotamia (que gobernó del 2334 al 2279 a.C.). Las colonias
griegas jónicas de Asia Menor hicieron lo propio contando además
con el apoyo de Atenas, con lo que Darío lanzó una invasión a Grecia,
detenida en la batalla de Maratón en el año 490 a.C.

Tras la muerte de Darío I, le sucedió su hijo Jerjes I (que gobernó del


486 al 465 a.C.), de quien se dice que reunió el mayor ejército de la
historia hasta ese momento para su infructuosa invasión de Grecia en
el 480 a.C. Después, Jerjes I se ocupó de proyectos de construcción,
sobre todo de la ampliación de Persépolis, al igual que sus sucesores.
El Imperio aqueménida se mantuvo estable bajo los gobernantes
posteriores hasta ser conquistado por Alejandro Magno durante el
reinado de Darío III (336-330 a.C.). Darío III fue asesinado por su
con dente y guardaespaldas Bessus, que se autoproclamó Artajerjes
V (y gobernó del 330 al 329 a.C.), pero poco después fue ejecutado por
Alejandro, que a su vez se autoproclamó sucesor de Darío y a menudo
se le considera el último monarca del Imperio aqueménida.

Los Imperios seléucida y parto

Tras la muerte de Alejandro en el 323 a.C., su imperio se dividió entre


sus generales. Uno de ellos, Seleuco I Nicator (que gobernó del 305 al
281 a.C.), se hizo con Asia Central y Mesopotamia, por lo que ganó
territorio y fundó el Imperio seleúcida, y helenizó la región. Seleuco I
mantuvo el modelo de gobierno persa y la tolerancia religiosa, pero
llenó los altos cargos administrativos con griegos. Aunque griegos y
persas se casaron entre sí, el Imperio seleúcida favoreció a los griegos
y el griego se convirtió en la lengua de la corte. Seleuco I comenzó su
reinado al detener rebeliones en algunas zonas y conquistar otras,
pero siempre mantuvo la política gubernamental persa que tan bien
había funcionado en el pasado.

Aunque sus sucesores inmediatos siguieron esta misma práctica,


algunas regiones se rebelaron y, como en el caso de Partia y Bactria,
llegaron a separarse. En el año 247 a.C., Arsaces I de Partia (que
gobernó del 247 al 217 a.C.) estableció un reino independiente que se
convertiría en el Imperio parto. El rey seléucida Antíoco III (el Grande,
que reinó del 223 al 187 a.C.) retomaría Partia brevemente alrededor
del 209 a.C., pero Partia estaba en alza y se quitó de encima el
dominio seléucida.

Imperio seléucida 200 a.C. Thomas Lessman (CC BY-SA)

Antíoco III, el último rey seléucida de facto, reconquistó y expandió el


imperio seléucida, pero su derrota por Roma en la batalla de Magnesia
en 190 a.C. y la Paz de Apamea (188 a.C.) supusieron importantes
pérdidas, reduciendo el imperio a menos de la mitad de su tamaño.
Poco después, el rey parto Fraates (que reinó del 176 al 171 a.C.)
aprovechó la derrota seléucida y expandió el control parto a las
antiguas regiones seléucidas. Su sucesor, Mitrídates I (que reinó del
171 al 132 a.C.), consolidaría estas regiones y expandiría aún más el
Imperio parto.

Partia siguió creciendo mientras el Imperio seléucida se reducía. El rey


seléucida Antíoco IV Epífanes (que reinó del 175 al 164 a.C.) se centró
por completo en sus propios intereses y sus sucesores continuarían
con este patrón. Los seléucidas quedaron nalmente reducidos a un
pequeño reino tapón en Siria tras su derrota por el general romano
Pompeyo el Grande (c. 106-48 a.C.), mientras que, por aquel entonces
(63 a.C.), el Imperio parto estaba en su apogeo tras el reinado de
Mitrídates II (124-88 a.C.), que había expandido aún más el imperio.

Arquero parto The British Museum (Copyright)

Los partos redujeron la amenaza de rebelión en las provincias


reduciendo el tamaño de las satrapías (ahora llamadas eparquías) y
permitiendo que los reyes de las regiones conquistadas mantuvieran
sus posiciones con todos los derechos y privilegios. Estos reyes
pagaban tributos al imperio, lo que enriquecía el tesoro parto, mientras
mantenían la paz simplemente porque les convenía. La estabilidad
resultante permitió que orecieran el arte y la arquitectura partos,
mezcla perfecta de culturas persa y helenística, mientras que el
próspero comercio enriqueció aún más al imperio.

El ejército parto era la fuerza de combate más e caz de la época,


principalmente gracias a su caballería y a la perfección de una técnica
conocida como el tiro parto, caracterizada por arqueros montados
que, ngiendo una retirada, se volvían y disparaban contra los
adversarios que avanzaban. Esta táctica de la guerra parta fue una
completa sorpresa y resultó bastante e caz incluso después de que
las fuerzas contrarias se dieran cuenta de ella. Los partos bajo el
mando de Orodes II (que reinó del 57 al 37 a.C.) derrotaron fácilmente
al triunviro Craso de Roma en la batalla de Carras en el año 53 a.C., lo
mataron, y más tarde derrotaron a Marco Antonio en el 36 a.C., por lo
que dieron dos duros golpes al poderío y la moral del ejército romano.

El Imperio sasánida

Aun así, el poder de Roma estaba en alza como imperio fundado por
Augusto (que gobernó del 27 a.C. al 14 d.C.) y en el año 165 d.C. el
Imperio parto se había visto gravemente debilitado por las campañas
romanas. El último rey parto, Artabano IV (que reinó del 213 al 224
d.C.) fue derrocado por su vasallo Ardashir I (que reinó del 224 al 240
d.C.), descendiente de Darío III y miembro de la casa real persa.
Ardashir I se preocupó principalmente de construir un reino estable
basado en los preceptos del zoroastrismo y de mantenerlo a salvo de
la guerra y la in uencia romana. Para ello, nombró a su hijo Sapor I
(que reinó del 240 al 270 d.C.) corregente en el año 240 d.C. Cuando
Ardashir I murió un año después, Sapor I se convirtió en rey de reyes e
inició una serie de campañas militares para ampliar su territorio y
proteger sus fronteras.

Sapor I era un zoroastriano devoto pero se adhirió a una política de


tolerancia religiosa en consonancia con la práctica del Imperio
Aqueménida.
Sapor I era un zoroastriano devoto como su padre, pero se adhirió a
una política de tolerancia religiosa en consonancia con la práctica del
Imperio aqueménida. Los judíos, cristianos y miembros de otras
confesiones religiosas eran libres de practicar sus creencias, construir
casas de culto y participar en el gobierno. El visionario religioso Mani
(216-274 d.C.), fundador del maniqueísmo, fue huésped de la corte de
Sapor I.

Sapor I fue un administrador tan hábil que dirigió su nuevo imperio de


forma e ciente desde la capital de Cesifonte (antes sede del Imperio
parto), y encargó numerosos proyectos de construcción. Inició la
innovación arquitectónica de la entrada abovedada y el minarete, al
tiempo que recuperó el uso del qanat (que los partos habían
descuidado) y el yakhchal, así como las torres de viento (también
conocidas como captadores de viento), originalmente un invento
egipcio, para ventilar y refrigerar los edi cios. Es posible que también
encargara el impresionante arco de Taq Kasra, aún en pie, en
Cesifonte, aunque algunos estudiosos lo atribuyen al posterior
monarca Cosroes I.

Su visión zoroastriana lo presentaba a él y a los sasánidas como las


fuerzas de la luz, al servicio del gran dios Ahura Mazda, contra las
fuerzas de la oscuridad y el desorden personi cadas por Roma. Las
campañas de Sapor I contra Roma tuvieron un éxito casi universal,
hasta el punto de capturar al emperador romano Valeriano (que reinó
del 253 al 260 d.C.) y utilizarlo como siervo personal y escabel. Se veía
a sí mismo como un rey guerrero y estuvo a la altura de esa visión,
aprovechando al máximo la debilidad de Roma durante la crisis del
siglo III (235-284 d.C.) para ampliar su imperio.

Derrota de Valeriano por Sapor Marie-Lan Nguyen (CC BY-SA)

Sapor I sentó las bases del Imperio sasánida que sus sucesores
construirían y el más grande de ellos fue Cosroes I (también conocido
como Anushirvan el Justo, que reinó del 531 al 579 d. C.). Cosroes I
reformó las leyes scales para que fueran más equitativas, dividió el
imperio en cuatro secciones, cada una bajo la defensa de su propio
general para responder rápidamente a las amenazas externas o
internas, aseguró sus fronteras con rmeza y elevó la importancia de
la educación. La Academia de Gondishapur, fundada por Cosroes I, fue
la principal universidad y centro médico de su época, con un cuerpo
docente formado por eruditos procedentes de la India, China, Grecia y
otros lugares.

Cosroes I continuó con las políticas de tolerancia e inclusión religiosa,


así como con la antigua antipatía persa hacia la esclavitud. Los
prisioneros de guerra tomados por el Imperio romano se convertían en
esclavos, los tomados por el Imperio sasánido lo hacían en sirvientes
pagados. Era ilegal golpear o herir a un siervo, independientemente de
su clase social, por lo que la vida de un "esclavo" bajo el Imperio
sasánida era mucho mejor que la de los esclavos en cualquier otro
lugar.

El Imperio sasánida se considera el punto álgido del dominio y la


cultura persa en la antigüedad.
El Imperio sasánida se considera la cumbre del dominio y la cultura
persa en la antigüedad, ya que, basado en los mejores aspectos del
Imperio aqueménida, los mejoró. El Imperio sasánida, como la
mayoría, o más bien como el resto, decayó por culpa de la debilidad de
sus gobernantes que tomaron malas decisiones, la corrupción del
clero y el azote de la peste en los años 627-628 d.C. Apenas estaba en
plena forma cuando fue conquistada por los árabes musulmanes en el
siglo VII d.C. Aun así, las innovaciones tecnológicas, arquitectónicas y
religiosas persas llegarían a informar la cultura de los conquistadores
y su religión. La alta civilización de la antigua Persia continúa en la
actualidad con vínculos directos e ininterrumpidos con su pasado a
través de la cultura iraní.

Aunque el Irán actual corresponde al corazón de la antigua Persia, la


República Islámica de Irán es una entidad multicultural. Decir que uno
es iraní es declarar su nacionalidad, mientras que decir que uno es
persa es de nir su etnia; no son lo mismo. Aun así, la herencia
multicultural de Irán es heredera directa del paradigma de los grandes
imperios persas del pasado, que contaban con multitud de diferentes
etnias que vivían bajo la bandera persa, y ese pasado se re eja en el
carácter diverso y acogedor de la sociedad iraní en la actualidad.

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