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El sexismo hostil se refiere a actitudes o comportamientos abiertamente negativos hacia un

género, como la creencia de que las mujeres son inherentemente inferiores a los hombres.
Por ejemplo, negarse a contratar a una mujer para un puesto de liderazgo basándose
únicamente en su género sería un ejemplo de sexismo hostil.

El sexismo benevolente implica actitudes que parecen positivas o protectoras hacia un


género, pero en realidad refuerzan estereotipos de género y mantienen la desigualdad. Por
ejemplo, elogiar a una mujer por ser “encantadora” o “dulce” mientras se espera que los
hombres sean fuertes y dominantes sería un ejemplo de sexismo benevolente.

La diferencia principal entre ellos es que el sexismo hostil es más abierto y evidente,
mientras que el sexismo benevolente puede ser más sutil y parecer positivo a primera vista,
pero aún así perpetúa la desigualdad de género.

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