- ¡Yo sabía que era raro un paseo en caja! - gruñó una.
- Estamos perdidas - susurró la otra. Unos perros callejeros se lanzaron furiosos sobre la caja. Ambas corrieron rápidamente hacia un gran árbol. - ¡Qué clase de bienvenida es esta! ¡Peludos maleducados! - les increpó una. Dos sombras aparecieron junto al árbol y los perros arrancaron. Casi sin aliento, ambas cerraron sus ojos esperando lo peor. Unas cálidas manos acariciaron a las gatitas. - ¡Mami, son dos! – gritó de felicidad la niña - ¡Dios me las mandó del cielo! La madre asintió. - Luna y Estrella se llamarán, porque de noche las encontré - dijo la niña sonriendo.