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Las revoluciones
liberales y la unidad de Italia.
Abstract
This paper investigates the process of Italian unificacation throughout the nineteenth
century, as well as the different ideological currents that influenced it and its
revolutionary antecedents; from the earliest stages to the consummation of ancient
structures. It therefore explains the take- off of an Italian nation desirous of more hopeful
fue true based on the dream of a unified, strong and united Italy. Thanks to monarchs and
statesmen, conflicts and favors, Italy can be transformed, but at what cost?
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Índice
Introducción. 4
Objetivos.
Desarrollo/ capítulos:
Conclusiones generales 28
Valoraciones personales. 29
Bibliografía. 30
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Introducción.
La península itálica, estuvo dividida desde la caída del Imperio Romano de Occidente en
el ano 476 d.C hasta casi 14 siglos en los que el territorio estuvo dividido en repúblicas
aristocráticas, ducados u como estados dependientes de ciertas coronas extranjeras, y así
estuvo hasta el siglo XIX cuando se reunificaría de nuevo bajo la monarquía de los
Saboya. La unificación italiana, conocida como Risorgimento, fue el resultado de varias
guerras, revoluciones liberales, insurrecciones patrióticas, apuestas arriesgadas,
complejas tramas políticas, traiciones y algún golpe de suerte. Pero si bien se logró unir
geográficamente, Italia siguió siendo durante mucho tiempo un mosaico de territorios
diversos y a menudo enfrentados. En 1700, tras el inicio de la guerra de sucesión española,
el Reino de Cerdeña estuvo en disputa entre Habsburgo y Borbones hasta 1720, cuando
tras el tratado de La Haya fue entregado a la Casa de Saboya. Con la adquisición del
Reino de Cerdeña, la Casa de Saboya formó un reino federativo formado por territorios
como por el principado de Piamonte, el Ducado de Saboya, el condado de Niza y el Reino
de Cerdeña que, gracias a la importancia de su título, dio nombre a toda la federación.
Objetivos.
A) Identificar las distintas fases y los pasos y el proceso que llevaron a la unificación
definitiva.
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B) Establecer una relación entre el proceso de insurrección y unificación italiana y el de
los países europeos contemporáneos a su momento.
D) Explorar los condicionantes y causas a nivel político y moral que llevaron a los reinos
de la península y las islas de Cerdeña y Sicilia a la unificación.
En 1792 Víctor Amadeo III de Saboya, un monarca de carácter conservador frente a los
ideales de la ilustración que estaban bañando al continente europeo, se alía con el Reino
de España, el Sacro Imperio Romano Germánico y el Reino de Prusia para hacer frente a
las embestidas de la Revolución francesa, declara la guerra a Francia en 1792
concretamente a la primera república francesa dado que el rey Luis XVI ya había sido
depuesto ese mismo año para ser posteriormente el 17 de enero de 1793, la convención
girondina y las presiones jacobinas y de los “sans culottes”lo condenaron a muerte por
una pequeña mayoría, acusándolo de «conspiración contra la libertad pública y la
seguridad general del Estado». El 21 de enero el rey francés fue ejecutado públicamente
en la guillotina. La situación en el interior francés se convirtió rápidamente en un conflicto
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político que enfrento a las posiciones más conservadoras ilustradas y moderados liberales
e ilustrados contra las facciones extremistas de jacobinos y “Sans Culotte” mientras todas
las monarquías europeas lanzaban sus ejércitos contra la república francesa en la que un
joven general francés empezaba a lograr importantes victorias primeramente por la
convención jacobina y posteriormente para el directorio. En 1793 la Primera República
Francesa organiza una tentativa de invasión de la parte insular del Reino gracias a que
había mantenido en la zona consejeros y espías. La nobleza de la isla acepta la rebelión,
siguiendo la denegación de Víctor Amadeo III de reconocer los estatutos sardos.
Finalmente murió exiliado en 1796 pero consigue derrotar a los rebeldes cerca de Oristán.
El abogado Angioy tiene que buscar cobijo en Francia y la dinastía de los Saboya consigue
otra vez el control de la isla de Cerdeña durante algunos meses, realizando una durísima
represión contra los insurrectos.
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la burguesía iluminista de los salones intelectuales de la ciudad, posteriormente entró en
tensiones con Austria que poseía los territorios de Lombardía , Véneto (Venecia) e Istria,
además los ducados de Parma , Módena y Toscana fueron regidos por archiduques
austríacos.
Según los filósofos ilustrados, todo conocimiento podía ser alcanzado por medio de la
razón, lo que entraba en conflicto con los dogmas religiosos y con los fundamentos
hereditarios de la autoridad política. Por influencia de la Ilustración se desencadenaron
procesos revolucionarios como la Independencia de los Estados Unidos (1776) y la
Revolución francesa (1789). En el caso italiano se desarrolló principalmente por las
manos de Cesare Beccaria un literato, filósofo, jurista y economista cuyas principales
influencias fueron los ilustrados franceses influencias principales fueron de John Locke,
Montesquieu, Claude-Adrien Helvétius y Étienne Bonnot de Condillac. Cesare Beccaria
fue uno de los más importantes inspiradores del movimiento de reforma del antiguo
derecho penal continental, un derecho caracterizado la Europa de la época por su extrema
crueldad, por su arbitrariedad y su falta de racionalidad. Es también un pilar
imprescindible para la comprensión de la vasta reforma ilustrada del siglo XVIII,
inspirada en las ideas de autonomía, emancipación y lucha contra el despotismo. También
cabe destacar el poder del republicanismo jacobinista que se exportó a la Italia de finales
del siglo XIX por las manos de Filippo Buonarroti.
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identitarios, culturales e históricas, el nacionalismo, el liberalismo, el patriotismo y el
clasicismo. Es el movimiento literario que precede y asiste a las revoluciones políticas de
1848 y las que la seguirán. Este movimiento puede considerarse representado por
Giuseppe Giusti, Francesco Domenico Guerrazzi, Vincenzo Gioberti, Cesare Balbo,
Alessandro Manzoni y Giacomo Leopardi.
La soberanía nacional que mantendría que la nación es la única base legítima para el
Estado. Y la nacionalidad que mantendría que cada nación debe formar su propio Estado,
y que las fronteras del Estado deberían coincidir con las de la nación.
De esta forma, el liberalismo nace como respuesta, también, a un mercantilismo cada vez
más presente, así como un proteccionismo que estaba sembrando tensiones entre los
distintos estados que mantenían el ideal del Colbertismo. Así, movimientos como la
revolución francesa o la estadounidense basaron sus principios en el liberalismo,
volviéndose contra un sistema que estaba instaurado. El caso liberal italiano se dio en
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dos ámbitos uno reconocido con la monarquía de la Saboya y otra reunida en el ámbito
del partido “joven Italia” formado el político Giuseppe Mazzini y con tendencia
nacionalista y republicana.
La Extrema izquierda histórica su entrada se realizó a mediados del siglo XIX abanderado
por el famoso militar Giuseppe María Garibaldi. El Extremo estaba formado por tres
grupos:
A) Los radicales, de ideas democráticas, aceptaron transitoriamente la monarquía
constitucional si permitía el sufragio universal.
B) Los republicanos, querían una República italiana, rechazaron cualquier colaboración
con el estado monárquico.
C) Los socialistas, que vieron el sufragio universal y la proclamación de la república como
un primer paso hacia una revolución social.
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Será importante en este sentido la labor poética de Leopardi o la del novelista Manzoni
que en sus obras impulsan a los italianos a realizar el sueño de la unidad a la vez que
exaltan el “risorgimento” de la patria hija de los antiguos romanos y su imperio. Junto a
la labor literaria destaca la musical de Giuseppe Verdi, partidario de la unidad, que
escribió varios himnos nacionalistas y cuyo propio nombre es utilizado por los
revolucionarios (VERDI son las siglas de Víctor Manuel rey de Italia, en italiano). Il
Risorgimento es el nombre del movimiento fundado en 1847 por Cavour sin embargo hay
otras perspectivas políticas importantes.
Gioberti define la idea de nación italiana, para él existe una raza italiana unida por la
sangre, la religión y el idioma, la apelación al irracionalismo nacionalista no puede ser
más evidente, es el sentimiento sobre la razón. Desde el punto de vista político concibe
una monarquía confederal con el papa como cabeza y Carlos Alberto del Piamonte
como gobernante efectivo. Pero el papa Pío IX ya ha demostrado su oposición al
nacionalismo y al liberalismo. El futuro fracaso de la insurrección de 1848 hará que
Gioberti cambie de idea y que desde entonces sea partidario de que el Reino del Piamonte
sea el que lidere ese proceso de unificación.
Balbo será otro ideólogo crucial, para él la forma de gobierno era la República Federativa
debido a las peculiaridades de cada una de las regiones que deben integrar Italia.
El conde de Cavour diseña la unidad de Italia con la monarquía como forma de gobierno
en la figura del rey del Piamonte (como ya se verá en “Capítulo 2”, p. 17), su uso de la
política y sus dotes diplomáticas para atraerse a los distintos líderes italianos en el ámbito
de la política con las diversas potencias europeas harán que caiga en su persona el motor
de la unidad, la cual se realiza bajo sus ideas y programas.
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El personaje antagónico a Cavour es el revolucionario Garibaldi, que desarrollará la lucha
directa desde la cabeza de los ejércitos, la guerra, la conquista o toma de territorios y las
barricadas, arrastrando a las masas politizadas que habían tomado consciencia a través de
sus discursos a la lucha con su brillante oratoria, será partidario de la República como
forma de gobierno, aunque al final no tendrá más remedio que aceptar la monarquía y a
Cavour, su contribución en favor de la unidad será importantísima.
Cavour inicia desamortización eclesiástica y esto hace que reciba el apoyo de sector
anticlerical además este sí es partidario de la separación Iglesia-Estado, los católicos del
reino de Piamonte acabarían permitiéndolo. Realiza también la modernización del
ejercito debido a los errores de la guerra con Austria en el 48, este ejército modernizado
es más moderno y efectivo, pero todavía es incapaz para derrotar a Austria. (su papel será
más importante en el proceso de unificar italiana).
Esta idea de unidad empieza a extenderse entre todos los italianos, pero también en los
círculos diplomáticos extranjeros van tomando conciencia de esa aspiración que es bien
vista por ingleses y franceses mientras que los austriacos los miran con cierto miedo.
Importante sería, sin duda, la participación del rey de Piamonte Víctor Manuel II que
desde el principio respeta la Constitución liberal de su padre e inicia el proceso de
desamortización eclesiástica que le otorga el apoyo de sectores importantes dentro de las
elites liberales. Este monarca será el que apoye todas las acciones de Cavour y al terminar
la unidad será el primer rey de Italia.
En cuanto a las ideas o motivaciones a los actores o clases sociales que participan en el
ámbito económico, que lógicamente tiene intenciones liberales, que favorecen al
desarrollo de la unificación del territorio italiano, son aquellas que van unidas también a
la práctica, la rica burguesía del norte que ven en la unidad una necesidad económica, se
produciría así una unión de mercados y las condiciones ideales para desarrollar sin
inconvenientes una red de ferrocarriles para todo el país que integraría ese mercado. El
norte está experimentando un desarrollo industrial sin precedentes y tiene que dar salida
a esos productos. Precisamente Cavour, el cerebro frío y calculador de la unificación,
hace un estudio sobre los ferrocarriles del Piamonte y ve que si en el resto de Italia no
hay instalados ferrocarriles de nada servirían. Los comerciantes ven en la excesiva
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fragmentación política un fuerte impedimento para el desarrollo del librecambismo
elemento característico de la economía de mercado o capitalismo liberal.
Unos eran los reformistas liberales monárquicos, contrarios a la violencia y que pedían la
unificación en torno al Reino de Piamonte-Cerdeña, en una forma de gobierno monarquía
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constitucional. Otro grupo contrario eran los neogüelfos, de tintes conservadores con
Vincenzo Gioberti a la cabeza, cuyo ideal era hacer de Italia una unión de Estados
federados regidos por el papa de Roma.
Imagen 1.
[Fuente: Wikipedia]
En 1820 se inició en Europa una oleada de liberalismo revolucionario que afectó sobre
todo al área del mediterráneo. La revolución empieza en España a causa del levantamiento
del coronel Rafael Riego. En aquel momento se encontraba en Las Cabezas de San Juan
junto con su ejército y se disponía a partir hacia América para sofocar los movimientos
independentistas coloniales se estaban produciendo. El primero de enero se sublevó
contra el rey, finalmente el pueblo se rebeló y Fernando VII decidió jurar la Constitución
de 1812. Pero Fernando VII era absolutista y consideraba que la separación de poderes
era una ofensa contra sus derechos, por lo que pidió auxilio al Sistema Metternich
(Quíntuple Alianza), que dio permiso a Francia para enviar un ejército llamado los Cien
Mil Hijos de San Luis bajo el mando del duque de Angulema. Lentamente, la revolución
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se fue extendiendo por Europa, llegando al Reino de Portugal, Grecia, diversos Estados
dentro de la órbita de la restauración absolutista italianos y Rusia.
La revolución no contaba con un alto apoyo popular, esta fue aplastada bajo el ejercito
austríaco de la Santa Alianza. El rey anulo la Constitución y comenzó a perseguir y
reprimir a los revolucionarios. Los partidarios de la revolución en Nápoles fueron
forzados a marchar al exilio o ser fusilados.
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grupos políticos que tendían a la unificación del territorio italiano. Esta declaración animo
a los revolucionarios de la región que comenzaron a organizarse.
Mientras tanto, surgieron otras insurrecciones en las legaciones papales de los territorios
de Bolonia, Ferrara, Rávena, Forlì, Ancona y Perugia. Los revolucionarios adoptaron la
bandera tricolor y formaron un gobierno provisional que proclama la creación de un
Estado italiano unificado.
Las provincias rebeldes iniciaron planes para crear las provincias italianas unidas, pero el
papa Gregorio XVI pidió ayuda militar austríaca contra los rebeldes. La santa alianza
advirtió a Luis Felipe que Austria dejaría que continuasen los procesos insurreccionales
en Italia y que no se toleraba la intromisión francesa a favor de los revolucionarios. Luis
Felipe paralizo la ayuda militar y arrestó a los patriotas italianos que residían en la capital
francesa. En la primavera de 1831, un ejército del austríaco cruzó la península italiana,
destruyendo y aplastando uno por uno a todos los movimientos revolucionarios de cada
uno de los territorios españoles además se arrestó a cada uno a sus líderes, incluyendo a
Menotti.
2.1. Contexto.
Para poder entender el desarrollo de este segundo capítulo es necesario contextualizar,
mínimamente; el panorama general de la Italia del momento, el crecimiento de esta
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conciencia unificadora y su desarrollo en las diferentes etapas del proceso, desde 1848-
1861, aproximadamente.
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Por último, antes de comenzar con el desarrollo del segundo capítulo en su totalidad, es
necesario mencionar las dos fases en el proceso de unificación italiano, encarnadas en dos
tendencias políticas de muy distinto significado: primero, el resurgimiento revolucionario
o republicano democrático personificado en Mazzini; después, el resurgimiento
moderado o liberal monárquico personificado en el conde de Cavour1.
En momentos anteriores a las revoluciones de 1948- 49, los Estados italianos no poseían
una estructura sólida, ni tampoco fuerzas que contrarrestaran el poder que tenía el Imperio
austríaco, ya que este tenía control en numerosos territorios como los ducados de Parma,
Módena y Toscana. El primer proyecto de unificación tiene que ver con la figura de
Mazzini y los revolucionarios, la idea de unión entre los italianos. Tenía los objetivos de
luchar contra el Imperio austríaco, ya que interfería en el proceso, y acabar con el papa.
Todo ello a través de la insurrección como único método. Junto a estas ideas mazzinianas,
existían otras corrientes en las que no me detendré. Algunas son el neogüelfismo
(Gioberti) y la independencia de Balbo y D’Azeglio. Lo verdaderamente importante es el
papel que juegan los reyes de Piamonte- Cerdeña en este proceso, siendo los que inicien
esta unidad italiana.
1
ANTONIO EIRAS, Roel (1964): «La unificación italiana y la diplomacia europea», Estudios políticos,
nº133, p. 133.
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que Carlos Alberto del Piamonte declaró a Austria. Carlos Alberto finalmente, en esta
guerra contra el Imperio austríaco, abdica en marzo de 1849. Victor Manuel II recupera
su hegemonía sobre Italia, así como su poder en los ducados y el reino lombardo- véneto.
La República de Mazzini fracasa en último lugar; a su vez las revoluciones. Si bien no
murieron los ideales de unión y lucha contra Austria. Se generan gritas en el sistema, que
no podrá resistir más ante el papel de Cavour, siendo Piamonte el eje central. Las
potencias europeas se verán involucradas en la “cuestión italiana”, ya sea Prusia, Francia
en apoyo italiano junto a Inglaterra; y la Austria solitaria que luchará por mantener sus
territorios ante una Italia heterogénea y convulsa.
El papel del reino de Piamonte- Cerdeña, como decía, es fundamental. Tras la derrota de
Carlos Alberto en 1849, Victor Manuel II toma las riendas hasta 1879 con la “excusa” de
haber implementado una Constitución liberal al reino en este mismo año. En cuanto al
Parlamento piamontés y sus fuerzas políticas, hay dos centros políticos claves: el centro-
izquierda de Rattazzi y el centro- derecha de D’Azeglio (los dos eran monárquicos
constitucionales). Entre estos gobiernos, y con una incipiente carrera política con Carlos
Alberto en 1848, Cavour pondrá en marcha según sus ideales de unidad italianos.
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2. 2. 1. Guerra de Crimea (1854- 56).
En esta guerra de Crimea y la Cuestión de Oriente, es interesante remarcar cuanto daño
hizo la revolución de 1848 en Viena, ya que Berlín (Metternich) se negó también a ofrecer
ayuda a Rusia. La gran jugada de Cavour de introducir al reino de Piamonte en el contexto
internacional viene ya desde que la declaración de guerra a Rusia. En este sentido, Cavour
quiere hacer ver a Austria que occidente es un lugar seguro ahora (teniendo en cuenta la
alianza occidental de Austria en diciembre 1954), y que Italia no llevará a cabo programas
agresivos contra el el imperio. Además, la intervención del pequeño reino de Piamonte en
el conflicto obligará al Imperio austríaco a intervenir en la guerra, y no permitir que Italia
se lleve lo mejor en el reparto de los vencedores. Lo que Cavour pretende a toda costa es
mantener la alianza austríaca, y las condiciones para entrar en la alianza no son aceptadas
en París ni en Londres, pues van en contra de los intereses de Austria. Por esta razón, en
enero de 1855, Piamonte se incorpora a la alianza occidental sin condiciones, algo
impensable.
Es importante cómo por primera vez el problema italiano es expuesto ante los países
europeos por un hombre de Estado, no por cualquier rebelde o revolucionario. Y el
constante argumento de Cavour: “sólo el Piamonte puede garantizar el difícil equilibrio
entre el orden, y la libertad en Italia, desarmando las exigencias de la revolución y
evitando su extensión y contagio a toda Europa”2.
2
Ibid., p. 140.
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Inglaterra es consciente del problema italiano y su deseo es intervenir a causa de Francia.
Aún así decide mantenerse al margen y no arriesgarse a salir mal parado. Por otro lado,
Francia, que desea completar la separación entre Austria y Rusia, aprueba otra alianza
con Austria en abril de 1856. La potencia francesa no toma ningún tipo de iniciativa en
el asunto Austria- Piamonte.
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Las tropas francesas y piamontesas (de Garibaldi) avanzaron con facilidad, consiguiendo
victorias en Montebello, Varese, Magenta y Solferino. Si es cierto que esta campaña
francesa se verá frenada por problemas internos y externos. La conquista francesa de
antiguos territorios austríacos no convence a la monarquía, pues no se quiere tener tal
hegemonía sobre Italia. Además, Napoleón III en los comienzos de su gobierno prometió
estabilidad a través de comportamientos pacíficos, algo que no se explica en este
conflicto.
Finalmente, en los preliminares de Villafranca de julio de 1859 y en La Paz de Zurich en
noviembre del mismo año, Lombardía pasa a dominio piamontés. Ya en marzo de 1860,
los territorios de Italia Central se integraron con Piamonte.
En abril de ese año, hubo unas grandes revueltas campesinas en Sicilia con motivaciones
relacionadas con el descontento con los terratenientes, sin embargo, constantemente eran
frenadas por los borbones. Esto surge como oportunidad perfecta para que Garibaldi, con
sus ideales pro-unificación, ejerciera un liderazgo que condujera a estos campesinos a una
mayor expansión en su levantamiento y conducirlos hacia la libertad. Mazzini junto a sus
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aliados realizó una planificación estratégica de cara a esta expansión, y Francesco Crispi
otorga en Sicilia instrucciones en el empleo de tecnología militar para la preparación.
Estos revolucionarios se plantearon el hecho de esquivar y eliminar todo tipo de vía
republicana e imponer la monarquía, pues consideraban que el rey Víctor Manuel II era
un verdadero patriota, pese a que, en un principio, los ideales de Garibaldi tendían a la
búsqueda de la república para reemplazar a la monarquía.
De cara a la expedición, llevada a cabo en mayo de 1860 y cuyo punto de partida fue
Sicilia, junto a Garibaldi partieron unos pocos de seguidores, concretamente la cifra de
1088, que se trataban de jóvenes aún estudiantes cuya experiencia con el empleo de armas
era escasa, y que acabarían denominándose como “Los Camisas Rojas”, o también
llamados los “garibaldinos”. Garibaldi lleva a cabo la declaración de monarca a Victor
Manuel. Con su avance, van consiguiendo progresivamente apartar y esquivar al ejército
borbón, y atraviesan el estrecho de Mesinahasta que consiguen llegar a la ciudad de
Palermo en junio, y contrario a la petición de Cavour de que retrocediese junto a los
Camisas Rojas hacia Sicilia, Garibaldi lo ignora entrando de una forma totalmente
solemne en Nápoles en septiembre.
Gran parte de la culpa del éxito en el avance de Garibaldi lo tiene la aportación de Crispi,
que ofreció a los campesinos grandes tierras y la disminución de sus impuestos, mientras
que a clase media se la ganó a través de la promesa de que conservar sus propiedades y
leyes de forma garantizada, y el orden. Este movimiento contaba además con el apoyo de
los británicos, que pretendía un equilibrio de poderes en el territorio europeo tras el triunfo
francés ante Austria y su posterior consolidación como potencia hegemónica del
continente. Gran Bretaña, que pretendía evitar esta situación, el hecho de existir una Italia
unificada podría servir de ayuda en cuanto a este tema.
Un hecho relevante, que a su vez es un factor, como los anteriores, que explican el éxito
de Garibaldi, es que este último era un modelo de esperanza para sus seguidores de lograr
así un mejor estilo de vida. Si los terratenientes conseguían su objetivo de librarse de los
borbones, y echando a Francisco II, último Borbón, podrían obtener la independencia del
Reino de Nápoles en la batalla de Volturno, último paso de los Camisas Rojas. Este último
rey Borbón de las Dos Sicilias habría huido hacia la fortaleza de Gaeta, y ya más tarde lo
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haría hacia el territorio de los los Estados Pontificios. Además, las clases medias
provinciales podrían alcanzar un mayor control del gobierno territorial.
Hay sin embargo una gran parte de la población de los seguidores de Garibaldi que
realmente desconocía el objetivo real de este movimiento, no se sabía nada acerca de esa
idea de la unificación, lo que a la larga produjo una fuerte sensación de resignación.
Realmente Cavour no se opuso de manera pública o directa, siempre por miedo a las
represalias y la presión social de la población del Piamonte, así como el rey, quienes sí
que no veían con buenos ojos la intervención de Garibaldi. Su mayor temor sin embargo
residía en que se lograra tomar la ciudad sagrada de Roma, que conduciría a la tendencia
republicana, además del temor también porque esto condujera a la intervención de
cualquiera de las potencias extranjeras que tuvieran algún tipo de alianza religiosa con el
Papa. Napoleón III, además, con toda esta situación y mediante la presión social de su
país, se vería obligado a enviar expediciones a la península. Además, Cavour le llegó a
convencer con la idea de que en realidad Galibardi pretendía establecer una república en
el sur de Italia.
Cavour procuró, de distintas maneras, frenar el avance enemigo. Se las ingenió para que
su ejército pudiera emplear el uso de los fusiles “Enfield”. Además, envío a su almirante
Persano, que, pese a la búsqueda de encontrarse con el frente de Garibaldi, ni siquiera
logró encontrar su ubicación. Además, pretendió que, mediante su teniente, Giuseppe La
Farina, se llegara al punto de la anexión de Sicilia al Reino de Piamonte, pero que sin
embargo termina siendo otro fracaso más dentro de los planes de Cavour.
Sin embargo, no todo resultaba en un fracaso del conde, pues consiguió impedir que se
celebrara la creación de una constitución por parte de los demócratas en Nápoles, y
persuadió a Garibaldi para que se forme un plebiscito. En estas votaciones, se decidiría si
formar o no un único Estado unificado, uniendo a las Dos Sicilias con el Piamonte,
además de consolidar a Victor Manuel definitivamente como su monarca.
Finalmente, los resultados de las votaciones fueron sólidas, una muy aplastante diferencia
le otorgó el triunfo al “sí” de la unificación, consolidándose Victor Manuel bajo el título
de “rey de Italia por la gracia de Dios y la voluntad del pueblo” como el primer monarca
del Reino de Italia.
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Sin embargo, aún había dos territorios aislados sin haber formado parte en ese momento
de esa unificación: el Véneto y los Estados Pontificios, la llamada “Cuestión romana”.
Cavour, tras convencer a Napoleón III de esa intención de Galibardi de establecer una
república, aprovecha y se adelanta a las intenciones de Garibaldi para su conquista, en un
sin embargo oculto apoyo hacia el libertador. De hecho, manda que se envíen a Nápoles
expediciones con el objetivo de derrocar a los Borbones en las proximidades de la
fortaleza de Gaeta.
De esta manera, Cavour convence entonces al rey Napoleón III de que desplazara a sus
tropas camino a Roma con el fin de impedir que Garibaldi llegara antes que ellos a Roma.
En septiembre, el ejército del Piamonte llega y captura el territorio de Las Marcas.
Es en esta zona donde las tropas piamontesas derrotaron a los soldados que servían al
Papa, concretamente en la localidad de Castelfidardo, cerca de la fortaleza de Ancona,
capturando los territorios de Umbría y Las Marcas, asesinando a todo aquel que se les
opusiera, en especial a los miembros del sacerdocio, y también a los del campesinado.
Tras estos hechos, Víctor Manuel se desplaza al sur. A finales de octubre, se encuentra
con Garibaldi al norte de las cercanías de la ciudad de Nápoles. En esa reunión, Garibaldi
le otorga al rey Víctor Manuel de Saboya su influencia en los territorios del sur, con un
gesto que se conocería como el “Apretón de manos de Teano”, imponiéndose así una
monarquía constitucional en enero de 1861, donde se forma un parlamento constitucional
en una obra conjunta por parte de cada uno de los reinos que le habían otorgado el voto
de aceptación a la anexión. Tras este inolvidable pacto, se formaría el Reino de Italia,
cuya capital estaría ocupada en la ciudad piamontesa de Turín a partir de marzo de ese
año.
Cavour poco tiempo después termina muriendo.
Sin embargo, en el ámbito externo internacional, no existía una respuesta militar que
pretendiera desafiar se esta forma las intenciones sobre estas acciones llevadas a cabo,
por distintas razones individuales:
-Francia: El rey Napoleón III en realidad sí que veía con buenos el hecho de la unificación
del país, consideraba pues que era el mejor de los destinos posibles en general.
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-Inglaterra, que se mantuvo totalmente al margen de los acontecimientos transcurridos en
Italia.
-Rusia y Alemania, que, al no poseer un vínculo religioso con el Papado, no consideraron
la participación y conservaron si neutralidad.
-Austria, que, pese a que sí que intervenir entraba en sus planes, queriendo evitar que se
llevara a cabo la unificación, no pudo evitar verse atrapada por los países que eran
legitimistas.
Al final, el extranjero sólo respondió de forma diplomática, y de forma parcial, casos son
los de los países no tan potencias como los de España, Portugal, y Bélgica.
En octubre de 1865 el rey de Francia Napoleón III y el canciller alemán Otto von
Bismarck llevaron a cabo un acuerdo conjunto en el cual tomaron la decisión de que, si
había un enfrentamiento con Austria, el territorio veneciano debería pasar a las manos de
Italia, siempre y cuando esta última le declarase la guerra en el mismo momento que lo
hiciera Prusia.
Lo cierto es que Italia podía estar satisfecha, pues tenía la posesión de Venecia
prácticamente asegurada. Esto porque, además de por las condiciones del pacto anterior,
pues Austria, temerosa de su cercano enfrentamiento con Prusia, pacta a sí mismo con
Francia con el fin de obtener su neutralidad a cambio de otorgarle Venecia a Italia.
En esa guerra misma, y a pesar del hecho de las dos derrotas de Italia en Lissa, así como
en Custoza, fue inevitable la caída de Austria en Sadowa en Julio, que conllevó consigo
no solo el aislamiento del mundo germánico, sino también la inminente cesión final de
Venecia a la Italia.
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Hubo además un gran interés en el territorio de Trentino, que los lleva a pretender
continuar con su enfrentamiento contra Austria. Un hecho que Bismarck finalmente
rechaza.
Es en esto momento en el que única queda un solo territorio por unificar: Los Estados
Pontificios, donde se encontraba la ciudad de Roma, la ciudad sagrada cristiana, y que
pasaría a convertirse en la capital del reino.
Surgía entonces como principal opción y mejor vía, aunque no por ello sencilla, de
expulsar a los franceses de los territorios próximos a Roma. Se llevan a cabo por ello
varios intentos fracasados de acuerdos con Napoleón III en el que, a cambio de permitir
la ocupación de la ciudad, el Papa tendría garantizado el mantenimiento de los derechos
papales. Además, Garibaldi, por petición del rey italiano Victor Manuel, emprende
intentos de su unificación en los años 1862, y en el 1867, que sin embargo terminan siendo
un fracaso. En el primero de estos años mencionados, bajo el desafiante y agresivo lema
de “O Roma o muerte”, desde Catania emprenden una marcha hacia la ciudad Pontificia
cuyo final resultó en un fracaso debido a la intervención francesa. Cinco años después,
ya en 1867, se lleva a cabo un nuevo intento de tentativa en las proximidades del
municipio de Monterotondo, cuyo papel del ejército francés fue el de su consiguiente
victoria sobre Garibaldi por Mentana, en las proximidades de Roma por el nordeste de la
ciudad. Era necesario la intervención de algún país potencia europea, aunque fuera de
manera indirecta para obtener esa oportunidad deseada.
Tal fue el caso de la guerra franco-prusiana (1870-71) entre Napoleón III y el canciller
del II Reich alemán, termina con la batalla de Sedán en la que Francia cae derrotada. Este
estado de debilidad por parte de los franceses compromete a un retiro forzado de la ciudad
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de Roma. Sin desperdiciar esta oportunidad, Italia lleva a cabo su conquista el 20 de
noviembre enfrentándose a las defensas papales sin mayor complejidad ni dificultad por
la indefensión por parte de los soldados pontificios frente a la Puerta Pía.
Lo que sí que esto condujo fue a una serie de protestas por parte de los conjuntos católicos,
una pedregosa relación diplomática, y que gran parte de algunos de estos países toman la
decisión de retirar embajadas en el país, tales son los casos de España, Rusia, Austria, y
por supuesto, Francia, que volverían a trasladarse al lugar al poco tiempo después, siendo
la última de estas potencias España, que lo haría en 1865.
Con esto, el proceso de la unificación italiana llega finalmente a su fase final, y llega al
punto más semejante al actual. Además, en 1871, Roma pasa a convertirse en la capital
del nuevo y completo país, tras haberlo sido previamente durante un tiempo la ciudad de
Florencia. Una nación que, por ello se libraba de los lógicos conflictos ideológicos que
se produjeron por parte de los católicos que veían con muy malos ojos esta forma de
deshonrar a la Iglesia y al papado, que por tanto tiempo había obtenido unos privilegios
sagrados ahora apartados “por culpa” de los italianos. De hecho, el Papa, como venganza,
estableció la excomunión del gobierno italiano así como sus gobernantes y funcionarios,
y hasta el siglo siguiente no reconoció a Italia oficialmente como Estado propio, mientras
que ellos, en un concepto casi de austeridad, se trasladan a El Vaticano, proclamado
independiente en 1929, y pese a que en el tratado de Letrán ya se reconoce a la Italia por
la Iglesia, era innegable la desigualdad económica entre los territorios del norte y del sur,
vinculados al desarrollo industrial y urbano frente al ámbito rural y agrícola
respectivamente.
Conclusiones generales.
A lo largo de la realización de este trabajo sobre la unificación Italia hemos sido testigos
de la creación de uno de los estados mediterráneos europeos más importantes a la hora de
entender diversos procesos o acontecimientos notables y convulsos del siglo XIX. Es
imposibles entender acontecimientos tan importantes como la política de alianzas previo,
durante y posterior a la conocida como “Gran Guerra” y la participación italiana en la
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primera guerra mundial en el bando de la Entente a cambio de interés territoriales y por
la rivalidad existente desde los inicios del siglo XIX con el Reino de Piamonte y Cerdeña
dominado por la dinastía real de los Saboya con el imperio austrohúngaro dominado por
dinastía imperial de la casa de los Hamburgo, el surgimiento, creación y difusión del
fascismo (El nombre fascismo proviene de “fasce” que significa “haz” y hace referencia
a un antiguo símbolo etrusco y posteriormente de la república romana que consistía en un
haz de varas atadas alrededor de una cabeza de hacha, y que significaba “la fuerza del
gobernante”. Mussolini empleaba el nombre “fasce” para dirigirse a su ejército) por las
manos del dictador italiano Benito Mussolini con su ideal ultra nacionalista, bélico e
imperialista que tenía como fin principal y único la construcción ideal de un nuevo y
poderoso Imperio Romano la participación italiana en la segundo guerra mundial aliada,
o mejor dicho de la mano con el tercer Reich alemán de Adolf Hitler y la posterior
descomposición de la monarquía de los saboya con la expulsión de Víctor Manuel III,
nieto del monarca que realizo la unificación del país, y el desarrollo del proceso que
derivo en la construcción de la actual república italiana.
También a través de la realización este trabajo podemos observar y entender los orígenes
del liberalismo en Italia se encuentran en la Derecha histórica, grupo parlamentario
formado por Camillo Benso, conde de Cavour en el Parlamento del Reino de Piamonte y
Cerdeña tras la revolución de 1848. El grupo era moderadamente conservador y apoyaba
el gobierno centralizado, el sufragio restringido, los impuestos regresivos y el libre
comercio frente al proteccionismo de épocas anteriores y el desarrollo del ferrocarril
italiano como medio fundamental tanto en el desarrollo de la unificación y la unión
comercial entre los ámbitos del interior al comercio marino. Este grupo político domino
política después de la unificación italiana en 1861, pero nunca formaron un partido,
basando su poder en el Sufragio censitario y el voto uninominal.
También a través de las investigaciones ideológicas sobre los elementos que componen
los ideales del llamado Resorgimiento hemos podido obtener una idea clara de cómo
funciona el nacionalismo liberal que en el caso italiano este afirma que los italianos son
los directos descendientes a nivel étnicos, cultural y lingüístico de los antiguos romanos
que habitaron y unificaron la península itálica y que en la antigüedad clásica conquistaron
y dominaron Europa durante siglos. Y al fuerte ideal nacionalista difundido y defendido
por lideres tan notables como Giuseppe Mazzini debemos sumar el potente o contundente
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discurso conseguido a través del romanticismo de mediados del siglo XIX tuvo una gran
influencia sobre este movimiento.
El nacionalismo italiano gano más poder otra vez desde la unificación durante la Primera
Guerra Mundial, dado a que los irredentistas reclamaban los territorios italianos que
quedaban bajo dominio del Imperio austrohúngaro y, posteriormente este reclamo se
mantuvo presente en la Italia fascista.
Valoraciones personales
La realización de este trabajo nos ha permitido adentrarnos de manera más profunda en
este proceso. El trabajo ha sido organizado correctamente a nuestro parecer, respetando
las cronologías y siguiendo un orden formal; con unos antecedentes que ayudan al lector
a introducirse al tema y un desarrollo no muy extenso con una selección precisa de la
información. A través de una revisión bibliográfica hemos conseguido condensar las
ideas, así como plasmar las tendencias del siglo XIX italiano.
Bibliografía.
Libros:
- Antonio Eiras, Roel (1964): «La unificación italiana y la diplomacia europea»,
Estudios políticos, nº133, p. 164- 180.
29
- Fernando García Sanz. Italia y la perspectiva europea: de la «Europa de las
Naciones» a la CEE. Arbor CLXX, 669 (septiembre 2001), págs. 73-93.
Tesis doctoral:
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