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El Risorgimento italiano.

Las revoluciones
liberales y la unidad de Italia.

Autores: Isaac Álvarez Pérez (02773227W), Martín Cartujo González (02799904E) y


Miguel Ángel Jorrín Gallo (71818342Z).
Resumen

En el presente trabajo se investiga el proceso de unificación italiano a lo largo del siglo


XIX, así como las diferentes corrientes ideológicas que en este influyeron y sus
antecedentes revolucionarios; desde las etapas más tempranas hasta la consumación de
antiguas estructuras. Se explica por tanto el despegue de una nación italiana deseosa de
un futuro más esperanzador basado en el sueño de una Italia unificada, fuerte y unida.
Gracias a monarcas y estadistas, conflictos y favores, Italia puede transformarse, pero ¿a
qué precio?

Palabras clave: Risorgimento, revolución, unidad, reino de Piamonte- Cerdeña,


Garibaldi.

Abstract

This paper investigates the process of Italian unificacation throughout the nineteenth
century, as well as the different ideological currents that influenced it and its
revolutionary antecedents; from the earliest stages to the consummation of ancient
structures. It therefore explains the take- off of an Italian nation desirous of more hopeful
fue true based on the dream of a unified, strong and united Italy. Thanks to monarchs and
statesmen, conflicts and favors, Italy can be transformed, but at what cost?

Key words: Risorgimento, revolution, unity, kingdom of Piedmont- Sardinia, Garibaldi.

2
Índice

Introducción. 4

Objetivos.

Desarrollo/ capítulos:

Capítulo 1. Antecedentes al nacionalismo en la península italiana. 5


1.1. ¿Qué ideales imperaron en Risorgimento de la nación italiana a
mediados del siglo XIX?
1.2. La construcción del ideal de Risorgimento y los actores 7
principales en su surgimiento.
13
1.3. Las revoluciones de 1820. 7
1.3.1. Revolución en Piamonte- Cerdeña. 14
1.3.2. Revolución en Nápoles.
1.4. Revoluciones de 1830.

Capítulo 2. La unificación italiana hacia mediados del siglo XIX. 15


2.1. Contexto.
2.2. Italia entre 1840 y 1859.
2.2.1. Guerra de Crimea (1854- 56). 19
2.2. 2. Congreso de París (1856).
2. 2. 3. La segunda guerra de independencia italiana y el
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favor de Napoleón III.

Capítulo 3. Las etapas finales de la unificación italiana (1859- 70) 21


3.1. Garibaldi y la unificación de las dos Sicilias.
3.2. La incorporación de Venecia (1866). 25
3.3. La incorporación de Roma (1871). 26

Conclusiones generales 28

Valoraciones personales. 29

Bibliografía. 30

3
Introducción.

La península itálica, estuvo dividida desde la caída del Imperio Romano de Occidente en
el ano 476 d.C hasta casi 14 siglos en los que el territorio estuvo dividido en repúblicas
aristocráticas, ducados u como estados dependientes de ciertas coronas extranjeras, y así
estuvo hasta el siglo XIX cuando se reunificaría de nuevo bajo la monarquía de los
Saboya. La unificación italiana, conocida como Risorgimento, fue el resultado de varias
guerras, revoluciones liberales, insurrecciones patrióticas, apuestas arriesgadas,
complejas tramas políticas, traiciones y algún golpe de suerte. Pero si bien se logró unir
geográficamente, Italia siguió siendo durante mucho tiempo un mosaico de territorios
diversos y a menudo enfrentados. En 1700, tras el inicio de la guerra de sucesión española,
el Reino de Cerdeña estuvo en disputa entre Habsburgo y Borbones hasta 1720, cuando
tras el tratado de La Haya fue entregado a la Casa de Saboya. Con la adquisición del
Reino de Cerdeña, la Casa de Saboya formó un reino federativo formado por territorios
como por el principado de Piamonte, el Ducado de Saboya, el condado de Niza y el Reino
de Cerdeña que, gracias a la importancia de su título, dio nombre a toda la federación.

A principios del siglo XIX, un ambicioso general francés convertido en emperador


mediante el poderío de las armas y la conquista de territorios había intentado unificar
Europa bajo su mandato. Napoleón Bonaparte, a pesar de sus éxitos, al final logró todo
lo contrario: despertar en muchos lugares el deseo de independencia. El odio y el
resentimiento contra la ocupación francesa y el posterior retorno al imperio austríaco caló
entre una parte de los intelectuales del norte itálico, principalmente lombardos y
piamonteses. Alimentados también por el movimiento romántico y el recuerdo lejano del
gran Imperio Romano, soñaban con pasar esas aspiraciones en hechos materiales
mediante un proceso unificador con una nueva Italia unida, heredera de las glorias del
pasado.

Objetivos.

A) Identificar las distintas fases y los pasos y el proceso que llevaron a la unificación
definitiva.

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B) Establecer una relación entre el proceso de insurrección y unificación italiana y el de
los países europeos contemporáneos a su momento.

C) Visualizar la entrada de la política italiana en el contexto del auge de las potencias


europeas.

D) Explorar los condicionantes y causas a nivel político y moral que llevaron a los reinos
de la península y las islas de Cerdeña y Sicilia a la unificación.

E) Organizar un breve apartado que nos contextualice en la realidad de la época y en la


situación propia de los instantes previos al comienzo de la unificación.

F) Explicar los ideales propios del Risorgimento.

Capítulo 1: ANTECEDENTES AL NACIONALISMO EN LA PENÍNSULA


ITALIANA.

1.1.El reinado de la casa de Saboya, La Marca de Napoleón y la toma de conciencia


de la necesidad de unidad

En 1792 Víctor Amadeo III de Saboya, un monarca de carácter conservador frente a los
ideales de la ilustración que estaban bañando al continente europeo, se alía con el Reino
de España, el Sacro Imperio Romano Germánico y el Reino de Prusia para hacer frente a
las embestidas de la Revolución francesa, declara la guerra a Francia en 1792
concretamente a la primera república francesa dado que el rey Luis XVI ya había sido
depuesto ese mismo año para ser posteriormente el 17 de enero de 1793, la convención
girondina y las presiones jacobinas y de los “sans culottes”lo condenaron a muerte por
una pequeña mayoría, acusándolo de «conspiración contra la libertad pública y la
seguridad general del Estado». El 21 de enero el rey francés fue ejecutado públicamente
en la guillotina. La situación en el interior francés se convirtió rápidamente en un conflicto
5
político que enfrento a las posiciones más conservadoras ilustradas y moderados liberales
e ilustrados contra las facciones extremistas de jacobinos y “Sans Culotte” mientras todas
las monarquías europeas lanzaban sus ejércitos contra la república francesa en la que un
joven general francés empezaba a lograr importantes victorias primeramente por la
convención jacobina y posteriormente para el directorio. En 1793 la Primera República
Francesa organiza una tentativa de invasión de la parte insular del Reino gracias a que
había mantenido en la zona consejeros y espías. La nobleza de la isla acepta la rebelión,
siguiendo la denegación de Víctor Amadeo III de reconocer los estatutos sardos.

El 28 de abril de 1794 los monarcas fueron depuestos tras un levantamiento republicano


liderado por el abogado de tendencia liberales, Giovanni Maria Angioy. En 1796 Víctor
Amadeo, fue derrotado humillantemente por Napoleón Bonaparte perdiendo sus
territorios en Piamonte, el Ducado de Saboya y el Condado de Niza.

Finalmente murió exiliado en 1796 pero consigue derrotar a los rebeldes cerca de Oristán.
El abogado Angioy tiene que buscar cobijo en Francia y la dinastía de los Saboya consigue
otra vez el control de la isla de Cerdeña durante algunos meses, realizando una durísima
represión contra los insurrectos.

El 10 de diciembre de 1798 se constituye en Turín la República de Piamonte, siendo


reconocida por los franceses que habían ocupado la ciudad. El 20 de junio de 1799,
aprovechando la estancia de Napoleón en Egipto, el ejercito absolutista austro-ruso
tomaron la ciudad de Turín y restauraron a Carlos Manuel IV de Cerdeña en el trono, pero
un año después, Francia vuelve a ocupar de nuevo la ciudad creando la llamada República
Subalpina.

El 11 de septiembre de 1802 el Piamonte fue anexionado a Francia y se suprime la


República Subalpina. Con la Restauración absolutista y con el Tratado de París del 30 de
mayo de 1814, la Casa de Saboya fue restaurada en su posición de poder y el 4 de enero
de 1815, la República Ligur fue anexionada al reino, para constituir un estado más grande
para hacer frente a Francia además a Víctor Manuel, le fue cedida la antigua República
de Génova, la que sería la sede de la armada sarda y a esto se le podemos añadir las
ambiciones de expansionismo hacia Lombardía, donde los sentimientos nacionalistas
tendentes a la unión territorial y antiaustríacos se estaban desarrollando, difundidos por

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la burguesía iluminista de los salones intelectuales de la ciudad, posteriormente entró en
tensiones con Austria que poseía los territorios de Lombardía , Véneto (Venecia) e Istria,
además los ducados de Parma , Módena y Toscana fueron regidos por archiduques
austríacos.

1.2.¿Qué ideales imperaron en el Risorgimento de la nación italiana a mediados del


siglo XIX?
La Ilustración fue un movimiento intelectual que se desarrolló en Europa durante el siglo
XVIII y que tuvo una importantísima influencia en la política, la economía, las ciencias,
el arte, la religión y otros aspectos de la cultura occidental. Los pensadores ilustrados se
preguntaban acerca del mundo que los rodeaba a través del uso de la razón, que era
considerada la luz que iluminaba el conocimiento y que podía terminar con la ignorancia.
Debido a que este movimiento tuvo lugar principalmente en el siglo XVIII, este siglo es
habitualmente llamado “el siglo de las luces”.

Según los filósofos ilustrados, todo conocimiento podía ser alcanzado por medio de la
razón, lo que entraba en conflicto con los dogmas religiosos y con los fundamentos
hereditarios de la autoridad política. Por influencia de la Ilustración se desencadenaron
procesos revolucionarios como la Independencia de los Estados Unidos (1776) y la
Revolución francesa (1789). En el caso italiano se desarrolló principalmente por las
manos de Cesare Beccaria un literato, filósofo, jurista y economista cuyas principales
influencias fueron los ilustrados franceses influencias principales fueron de John Locke,
Montesquieu, Claude-Adrien Helvétius y Étienne Bonnot de Condillac. Cesare Beccaria
fue uno de los más importantes inspiradores del movimiento de reforma del antiguo
derecho penal continental, un derecho caracterizado la Europa de la época por su extrema
crueldad, por su arbitrariedad y su falta de racionalidad. Es también un pilar
imprescindible para la comprensión de la vasta reforma ilustrada del siglo XVIII,
inspirada en las ideas de autonomía, emancipación y lucha contra el despotismo. También
cabe destacar el poder del republicanismo jacobinista que se exportó a la Italia de finales
del siglo XIX por las manos de Filippo Buonarroti.

El Romanticismo fue un movimiento cultural y político que se originó en la zona del ya


decadente Sacro Imperio Romano Germánico a finales del siglo XVIII, como una
reacción al racionalismo de la Ilustración y el Neoclasicismo. Exaltaba los sentimientos

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identitarios, culturales e históricas, el nacionalismo, el liberalismo, el patriotismo y el
clasicismo. Es el movimiento literario que precede y asiste a las revoluciones políticas de
1848 y las que la seguirán. Este movimiento puede considerarse representado por
Giuseppe Giusti, Francesco Domenico Guerrazzi, Vincenzo Gioberti, Cesare Balbo,
Alessandro Manzoni y Giacomo Leopardi.

El nacionalismo desarrollo y el mantenimiento de una identidad nacional basada en


características compartidas como la cultura, el idioma, la etnia, la religión, los objetivos
políticos o la creencia en un ancestro común. Por lo tanto, el nacionalismo busca mantener
la cultura nacional. A menudo también implica un sentimiento de orgullo por los logros
de la nación, y está estrechamente relacionado con el concepto de patriotismo. En algunos
casos, el nacionalismo se refirió a la creencia de que una nación debería poder controlar
el gobierno y todos los medios de producción. Como ideología, el nacionalismo pone a
una determinada nación como el único referente identitario, dentro de una comunidad
política; y parte de dos principios básicos con respecto a la relación entre la nación y el
Estado:

La soberanía nacional que mantendría que la nación es la única base legítima para el
Estado. Y la nacionalidad que mantendría que cada nación debe formar su propio Estado,
y que las fronteras del Estado deberían coincidir con las de la nación.

El liberalismo es una filosofía política, social y económica que, atendiendo a su vertiente


contemporánea, nace en la Ilustración durante el siglo XVIII. Dicha corriente nace y se
populariza entre la burguesía europea, como respuesta a determinadas corrientes que
estaban sembrando grandes problemas en la sociedad. Así, el liberalismo buscaba
eliminar aspectos tan destacables como la monarquía absoluta, la nobleza, la
confesionalidad del Estado y el derecho de los reyes. Para ello, los liberales promovían la
democracia representativa y el Estado de derecho.

De esta forma, el liberalismo nace como respuesta, también, a un mercantilismo cada vez
más presente, así como un proteccionismo que estaba sembrando tensiones entre los
distintos estados que mantenían el ideal del Colbertismo. Así, movimientos como la
revolución francesa o la estadounidense basaron sus principios en el liberalismo,
volviéndose contra un sistema que estaba instaurado. El caso liberal italiano se dio en

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dos ámbitos uno reconocido con la monarquía de la Saboya y otra reunida en el ámbito
del partido “joven Italia” formado el político Giuseppe Mazzini y con tendencia
nacionalista y republicana.

Las características principales del liberalismo podríamos destacar las siguientes:

A) La defensa de la libertad individual sobre todas las cosas.


B) Principio de igualdad ante la ley.
C) Defensa de la propiedad privada.
D) Libertad de culto religiosa.
E) División total de poderes.
F) Limitación del poder del Estado.
G) Defensa de la tolerancia.
H) Establecimiento de códigos civiles.

La Extrema izquierda histórica su entrada se realizó a mediados del siglo XIX abanderado
por el famoso militar Giuseppe María Garibaldi. El Extremo estaba formado por tres
grupos:
A) Los radicales, de ideas democráticas, aceptaron transitoriamente la monarquía
constitucional si permitía el sufragio universal.
B) Los republicanos, querían una República italiana, rechazaron cualquier colaboración
con el estado monárquico.
C) Los socialistas, que vieron el sufragio universal y la proclamación de la república como
un primer paso hacia una revolución social.

1.3.La construcción del ideal de Risorgimento y los actores principales en su


surgimiento.
A mediados del siglo XIX se encuentra en Italia, ya maduro el movimiento nacionalista
esa idea de nación a la que pertenecen todos los habitantes de la península italiana con la
misma lengua y costumbres va a cuajar poco a poco en el pueblo. El movimiento
nacionalista estará en conexión con el romanticismo, la labor literaria y la difusión de
panfletos es importante, contribuyen a difundir la idea de pertenencia a un colectivo y
exaltan los principios patrióticos.

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Será importante en este sentido la labor poética de Leopardi o la del novelista Manzoni
que en sus obras impulsan a los italianos a realizar el sueño de la unidad a la vez que
exaltan el “risorgimento” de la patria hija de los antiguos romanos y su imperio. Junto a
la labor literaria destaca la musical de Giuseppe Verdi, partidario de la unidad, que
escribió varios himnos nacionalistas y cuyo propio nombre es utilizado por los
revolucionarios (VERDI son las siglas de Víctor Manuel rey de Italia, en italiano). Il
Risorgimento es el nombre del movimiento fundado en 1847 por Cavour sin embargo hay
otras perspectivas políticas importantes.

Gioberti define la idea de nación italiana, para él existe una raza italiana unida por la
sangre, la religión y el idioma, la apelación al irracionalismo nacionalista no puede ser
más evidente, es el sentimiento sobre la razón. Desde el punto de vista político concibe
una monarquía confederal con el papa como cabeza y Carlos Alberto del Piamonte
como gobernante efectivo. Pero el papa Pío IX ya ha demostrado su oposición al
nacionalismo y al liberalismo. El futuro fracaso de la insurrección de 1848 hará que
Gioberti cambie de idea y que desde entonces sea partidario de que el Reino del Piamonte
sea el que lidere ese proceso de unificación.

Balbo será otro ideólogo crucial, para él la forma de gobierno era la República Federativa
debido a las peculiaridades de cada una de las regiones que deben integrar Italia.

Giuseppe Mazzini, un revolucionario, tiene otra visión de Italia, es el fundador del


movimiento nacionalista Joven Italia en 1831, tras el fracaso del levantamiento
carbonario de 1830. Mazzini aspira a una República Unitaria, sado que las monarquías
han mantenido la división de Italia. En 1848 lo encontramos en Roma dirigiendo la corta
República Romana.

El conde de Cavour diseña la unidad de Italia con la monarquía como forma de gobierno
en la figura del rey del Piamonte (como ya se verá en “Capítulo 2”, p. 17), su uso de la
política y sus dotes diplomáticas para atraerse a los distintos líderes italianos en el ámbito
de la política con las diversas potencias europeas harán que caiga en su persona el motor
de la unidad, la cual se realiza bajo sus ideas y programas.

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El personaje antagónico a Cavour es el revolucionario Garibaldi, que desarrollará la lucha
directa desde la cabeza de los ejércitos, la guerra, la conquista o toma de territorios y las
barricadas, arrastrando a las masas politizadas que habían tomado consciencia a través de
sus discursos a la lucha con su brillante oratoria, será partidario de la República como
forma de gobierno, aunque al final no tendrá más remedio que aceptar la monarquía y a
Cavour, su contribución en favor de la unidad será importantísima.

Cavour inicia desamortización eclesiástica y esto hace que reciba el apoyo de sector
anticlerical además este sí es partidario de la separación Iglesia-Estado, los católicos del
reino de Piamonte acabarían permitiéndolo. Realiza también la modernización del
ejercito debido a los errores de la guerra con Austria en el 48, este ejército modernizado
es más moderno y efectivo, pero todavía es incapaz para derrotar a Austria. (su papel será
más importante en el proceso de unificar italiana).

Esta idea de unidad empieza a extenderse entre todos los italianos, pero también en los
círculos diplomáticos extranjeros van tomando conciencia de esa aspiración que es bien
vista por ingleses y franceses mientras que los austriacos los miran con cierto miedo.

Importante sería, sin duda, la participación del rey de Piamonte Víctor Manuel II que
desde el principio respeta la Constitución liberal de su padre e inicia el proceso de
desamortización eclesiástica que le otorga el apoyo de sectores importantes dentro de las
elites liberales. Este monarca será el que apoye todas las acciones de Cavour y al terminar
la unidad será el primer rey de Italia.

En cuanto a las ideas o motivaciones a los actores o clases sociales que participan en el
ámbito económico, que lógicamente tiene intenciones liberales, que favorecen al
desarrollo de la unificación del territorio italiano, son aquellas que van unidas también a
la práctica, la rica burguesía del norte que ven en la unidad una necesidad económica, se
produciría así una unión de mercados y las condiciones ideales para desarrollar sin
inconvenientes una red de ferrocarriles para todo el país que integraría ese mercado. El
norte está experimentando un desarrollo industrial sin precedentes y tiene que dar salida
a esos productos. Precisamente Cavour, el cerebro frío y calculador de la unificación,
hace un estudio sobre los ferrocarriles del Piamonte y ve que si en el resto de Italia no
hay instalados ferrocarriles de nada servirían. Los comerciantes ven en la excesiva

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fragmentación política un fuerte impedimento para el desarrollo del librecambismo
elemento característico de la economía de mercado o capitalismo liberal.

Los ideales de unificación y o revolución también se expandieron a través de sociedades


secretas como los carbonarios, los adelfos y los neogüelfos.

Durante el dominio napoleónico, organizado y gobernado por el general francés Joaquín


Murat, cuñado del emperador francés Napoleón Bonaparte, se formó en los territorios
italianos un grupo secreto de resistencia, la Carbonería. Era una sociedad con ideales
mayoritariamente masónicos cuya principal meta, como el de todo ideal ligado a la
masonería, ya expandida por toda Europa, era combatir la intolerancia contra las
religiones, la monarquía absolutista y defender los ideales del liberalismo. Este grupo
masón lucho contra las tropas francesas porque estas estaban realizando un auténtico
expolio de obras de arte por toda Italia. Con la derrota de los invasores franceses, la
Carbonería se propuso como objetivo de la unificación política de Italia y de la
implantación de los ideales liberales. Los carbonarios estaban fundamentalmente
formados por personas de la mediana y pequeña burguesía de las diversas regiones
italianas.

En 1830, Giuseppe Mazzini entró en el grupo de los carbonarios, y fue encarcelado en


1831 por incitar a la rebelión al pueblo conta la monarquía, por lo que pasó a criticar a las
sociedades secretas masónicas, sus ritos pseudorreligiosos y su ineficiencia militar.
Mazzini paso de realizar críticas a las sociedades secretas a la acción política real y funda
la organización de la “Joven Italia”, una organización paramilitar cuyo objetivo era liberar
a Italia la invasión austríaca de los territorios del norte como Lombardía, Véneto
(Venecia) e Istria, Parma, Módena y Toscana y unificar el país por medio de la educación
política y toma de consciencia del pueblo y la formación de una República de corte
democrática.

La sociedad organizó grupos revolucionarios por toda la península. A este movimiento


democrático se oponían otras corrientes que también pretendían la unificación de Italia.

Unos eran los reformistas liberales monárquicos, contrarios a la violencia y que pedían la
unificación en torno al Reino de Piamonte-Cerdeña, en una forma de gobierno monarquía

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constitucional. Otro grupo contrario eran los neogüelfos, de tintes conservadores con
Vincenzo Gioberti a la cabeza, cuyo ideal era hacer de Italia una unión de Estados
federados regidos por el papa de Roma.

1.4. Revoluciones de 1820.

Imagen 1.
[Fuente: Wikipedia]

En 1820 se inició en Europa una oleada de liberalismo revolucionario que afectó sobre
todo al área del mediterráneo. La revolución empieza en España a causa del levantamiento
del coronel Rafael Riego. En aquel momento se encontraba en Las Cabezas de San Juan
junto con su ejército y se disponía a partir hacia América para sofocar los movimientos
independentistas coloniales se estaban produciendo. El primero de enero se sublevó
contra el rey, finalmente el pueblo se rebeló y Fernando VII decidió jurar la Constitución
de 1812. Pero Fernando VII era absolutista y consideraba que la separación de poderes
era una ofensa contra sus derechos, por lo que pidió auxilio al Sistema Metternich
(Quíntuple Alianza), que dio permiso a Francia para enviar un ejército llamado los Cien
Mil Hijos de San Luis bajo el mando del duque de Angulema. Lentamente, la revolución

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se fue extendiendo por Europa, llegando al Reino de Portugal, Grecia, diversos Estados
dentro de la órbita de la restauración absolutista italianos y Rusia.

1.4.1. La revolución de Piamonte- Cerdeña.


El líder revolucionario del Reino de Piamonte-Cerdeña era Santorre di Santarosa, quería
echar a los austríacos y unificar Italia bajo la Casa de Saboya. La revolución de Piamonte
comenzó en Alessandria, donde las tropas adoptaron la bandera tricolor (verde, blanco y
rojo) de la República Cisalpina de época de Napoleón. El regente del rey, actuando
mientras este estaba ausente, aprobó una nueva Constitución para calmar a los
revolucionarios, pero cuando el rey regresó anulo la Constitución y pidió auxilio a la
Santa Alianza finalmente el ejercito austriaco intervino en Italia y derroto al ejército
revolucionario de Santarosa.

1.4.2. La revolución en Nápoles.


En 1814 el movimiento masónico de la Carbonería organizo actividades revolucionarias
en el reino de Nápoles. En 1820 el grupo era tan poderoso como para invadir Nápoles con
una fuerza paramilitar.

Los revolucionarios en Nápoles siguieron el ejemplo español. Similar a lo realizado por


Riego un regimiento del ejército napolitano liderado por el general Guglielmo Pepe, un
carbonario, se rebeló y conquistó la región peninsular del reino, el rey Fernando I de las
dos Sicilias se vio obligado a jurar una nueva constitución que los grupos carbonarios
estaban redactando. Mientras tanto se utilizó de manera provisional la Constitución
española.

La revolución no contaba con un alto apoyo popular, esta fue aplastada bajo el ejercito
austríaco de la Santa Alianza. El rey anulo la Constitución y comenzó a perseguir y
reprimir a los revolucionarios. Los partidarios de la revolución en Nápoles fueron
forzados a marchar al exilio o ser fusilados.

1.5. Revoluciones de 1830.


En 1830 resurgió el sentimiento revolucionario para la unificación italiana. El ambicioso
duque de Módena, Francisco IV, quería convertirse en rey de gran parte del territorio
italiano aumentando su territorio. En el año 1826 Francisco alego su apoyo a aquellos

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grupos políticos que tendían a la unificación del territorio italiano. Esta declaración animo
a los revolucionarios de la región que comenzaron a organizarse.

En la revolución de julio de 1830, los revolucionarios franceses obligaron al rey a abdicar


y poniendo en el trono a Luis Felipe de Orleans, este juro a algunos revolucionarios
italianos, como Ciro Menotti, que Francia ayudaría a los revolucionarios italianos si el
ejercito austriaco les atacaba. Sin embargo, temiendo perder su trono, Luis Felipe decidió
no intervenir en la revolución de Menotti la cual no llegó a ocurrir porque en 1831 la
policía del papa les arresto junto con otros conspiradores.

Mientras tanto, surgieron otras insurrecciones en las legaciones papales de los territorios
de Bolonia, Ferrara, Rávena, Forlì, Ancona y Perugia. Los revolucionarios adoptaron la
bandera tricolor y formaron un gobierno provisional que proclama la creación de un
Estado italiano unificado.

La rebelión de Módena y la de las legaciones papales fueron la inspiración de una


insurrección en él ducado de Parma, donde también entraría en juego el uso de la bandera
tricolore. Tras esto, la duquesa María Luisa abandono la ciudad.

Las provincias rebeldes iniciaron planes para crear las provincias italianas unidas, pero el
papa Gregorio XVI pidió ayuda militar austríaca contra los rebeldes. La santa alianza
advirtió a Luis Felipe que Austria dejaría que continuasen los procesos insurreccionales
en Italia y que no se toleraba la intromisión francesa a favor de los revolucionarios. Luis
Felipe paralizo la ayuda militar y arrestó a los patriotas italianos que residían en la capital
francesa. En la primavera de 1831, un ejército del austríaco cruzó la península italiana,
destruyendo y aplastando uno por uno a todos los movimientos revolucionarios de cada
uno de los territorios españoles además se arrestó a cada uno a sus líderes, incluyendo a
Menotti.

Capítulo 2. La unificación italiana hacia mediados del siglo XIX.

2.1. Contexto.
Para poder entender el desarrollo de este segundo capítulo es necesario contextualizar,
mínimamente; el panorama general de la Italia del momento, el crecimiento de esta

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conciencia unificadora y su desarrollo en las diferentes etapas del proceso, desde 1848-
1861, aproximadamente.

Imagen 2. Unificación Italiana.


Fuente: Grenville, J. A. S.: La
Europa Remodelada 1848- 1878,
Madrid, Siglo XXI, 1987.

Sin ánimo de retroceder en exceso en el tiempo, el Congreso de Viena (1814- 15)


configura lo que será Italia hasta el proceso unificador, propiamente dicho. Italia, por
tanto, queda dividida en siete Estados: el reino de Piamonte y el reino lombardo- véneto
(este último bajo el dominio del Imperio de Austria); los ducados de Toscana, Parma y
Módena junto a los Estados Pontificios en el centro; el reino de las Dos Sicilias en el sur.
En vísperas de una revolución, los obstáculos para llevar a cabo una unificación (no
concebida en este momento) eran los austríacos, con su presencia en los ducados del
centro de la península, y los Estados Pontificios, pues el papa Pío IX estaba en contra de
ideales tales como el liberalismo o nacionalismo (estados que terminarán por incorporarse
a la Italia unificada con Víctor Manuel II). Teniendo en cuenta, desde una perspectiva
amplia, que había grandes diferencias políticas entre un territorio y otro, pudiendo ser el
reino de Piamonte la pieza que da origen al proceso de unificación.

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Por último, antes de comenzar con el desarrollo del segundo capítulo en su totalidad, es
necesario mencionar las dos fases en el proceso de unificación italiano, encarnadas en dos
tendencias políticas de muy distinto significado: primero, el resurgimiento revolucionario
o republicano democrático personificado en Mazzini; después, el resurgimiento
moderado o liberal monárquico personificado en el conde de Cavour1.

2. 2. Italia entre 1840 y 1859.


La gestación de la conciencia unificadora se produce entre los años treinta y comienzos
de los cuarenta, gracias al romanticismo italiano nacionalista de los poemas de Leopardi
y el deseo de unión de Manzoni. Como precedente, las revoluciones de 1820 y 1830
(véase en pp. 16-18 ). Ambas estuvieron impulsadas por una burguesía comercial e
industrial que deseaba eliminar barreras; reclamaban una unidad basada en libertades de
tipo económico. Ya en 1843, Gioberti habla sobre este mismo sentimiento de unión de la
misma sangre italiana entorno al papa y la existencia de una única raza: la italiana.
Grandes personajes que tendrán un papel fundamental en el proceso unificador, como:
Massimo D’Azeglio, Balbo, Garibaldi, Manin y los ya mencionados anteriormente.

En momentos anteriores a las revoluciones de 1948- 49, los Estados italianos no poseían
una estructura sólida, ni tampoco fuerzas que contrarrestaran el poder que tenía el Imperio
austríaco, ya que este tenía control en numerosos territorios como los ducados de Parma,
Módena y Toscana. El primer proyecto de unificación tiene que ver con la figura de
Mazzini y los revolucionarios, la idea de unión entre los italianos. Tenía los objetivos de
luchar contra el Imperio austríaco, ya que interfería en el proceso, y acabar con el papa.
Todo ello a través de la insurrección como único método. Junto a estas ideas mazzinianas,
existían otras corrientes en las que no me detendré. Algunas son el neogüelfismo
(Gioberti) y la independencia de Balbo y D’Azeglio. Lo verdaderamente importante es el
papel que juegan los reyes de Piamonte- Cerdeña en este proceso, siendo los que inicien
esta unidad italiana.

Estas revoluciones de 1848- 49 donde los príncipes tuvieron todo el protagonismo


fracasaron, desde el sur con las Dos Sicilias y Fernando II, pasando por revueltas en
Venecia( a causa de la caída de Metternich en Viena), Módena y Parma, hasta la guerra

1
ANTONIO EIRAS, Roel (1964): «La unificación italiana y la diplomacia europea», Estudios políticos,
nº133, p. 133.

17
que Carlos Alberto del Piamonte declaró a Austria. Carlos Alberto finalmente, en esta
guerra contra el Imperio austríaco, abdica en marzo de 1849. Victor Manuel II recupera
su hegemonía sobre Italia, así como su poder en los ducados y el reino lombardo- véneto.
La República de Mazzini fracasa en último lugar; a su vez las revoluciones. Si bien no
murieron los ideales de unión y lucha contra Austria. Se generan gritas en el sistema, que
no podrá resistir más ante el papel de Cavour, siendo Piamonte el eje central. Las
potencias europeas se verán involucradas en la “cuestión italiana”, ya sea Prusia, Francia
en apoyo italiano junto a Inglaterra; y la Austria solitaria que luchará por mantener sus
territorios ante una Italia heterogénea y convulsa.

El papel del reino de Piamonte- Cerdeña, como decía, es fundamental. Tras la derrota de
Carlos Alberto en 1849, Victor Manuel II toma las riendas hasta 1879 con la “excusa” de
haber implementado una Constitución liberal al reino en este mismo año. En cuanto al
Parlamento piamontés y sus fuerzas políticas, hay dos centros políticos claves: el centro-
izquierda de Rattazzi y el centro- derecha de D’Azeglio (los dos eran monárquicos
constitucionales). Entre estos gobiernos, y con una incipiente carrera política con Carlos
Alberto en 1848, Cavour pondrá en marcha según sus ideales de unidad italianos.

El pasado de Cavour se remonta a los años revolucionarios de 1848 y 1849, aunque su


ideología política en la década de los años treinta. Gracias al Statuto de Carlos Alberto
de Saboya, Cavour fue elegido diputado conservador de Turín. En 1850 formó parte del
gobierno de D’Azeglio, pese a que lo sustituyó en 1852 como primer ministro tras el
intento por parte de Cavour de generar un conflicto entre Aglezio y la oposición. Sin duda,
la jugada clave de Cavour fue la creación de la “Sociedad Nacional” en 1857, donde la
izquierda tendría protagonismo: Manin, Pallavicino y La Farina. Por supuesto que
Garibaldi cooperó profundamente con esta Sociedad Nacional, además de crear lazos
profundos con Cavour. Son dos los intereses de Cavour con esto. En primer lugar, Cavour
quiere influenciar a las clases populares de Piamonte, con la idea de que este territorio es
el único que puede hacer frente al Imperio austríaco y hacer realidad el sueño de la unidad.
El segundo objetivo de Cavour es internacionalizar la unidad italiana: tras la participación
en la guerra de Crimea (1854) con Francia e Inglaterra como aliados; insertar el problema
italiano en Europa, haciendo a todos los países partícipes del asunto por el Congreso de
Paris (1856); por último, buscar el favor de Napoleón III en su lucha contra el Imperio
austríaco. Estos tres puntos son los que desarrollaré a continuación.

18
2. 2. 1. Guerra de Crimea (1854- 56).
En esta guerra de Crimea y la Cuestión de Oriente, es interesante remarcar cuanto daño
hizo la revolución de 1848 en Viena, ya que Berlín (Metternich) se negó también a ofrecer
ayuda a Rusia. La gran jugada de Cavour de introducir al reino de Piamonte en el contexto
internacional viene ya desde que la declaración de guerra a Rusia. En este sentido, Cavour
quiere hacer ver a Austria que occidente es un lugar seguro ahora (teniendo en cuenta la
alianza occidental de Austria en diciembre 1954), y que Italia no llevará a cabo programas
agresivos contra el el imperio. Además, la intervención del pequeño reino de Piamonte en
el conflicto obligará al Imperio austríaco a intervenir en la guerra, y no permitir que Italia
se lleve lo mejor en el reparto de los vencedores. Lo que Cavour pretende a toda costa es
mantener la alianza austríaca, y las condiciones para entrar en la alianza no son aceptadas
en París ni en Londres, pues van en contra de los intereses de Austria. Por esta razón, en
enero de 1855, Piamonte se incorpora a la alianza occidental sin condiciones, algo
impensable.

Finalmente, Austria se niega a participar en el conflicto. Esto significa que Austria,


totalmente aislada y sin apoyo de Rusia, se mantedrá a la espera de los movimientos del
Piamonte (en aumento por su intervención en la guerra; se gana la confianza de las
portencias de occidente) y la creciente Francia en el Congreso de Paris.

2. 2. 2. Congreso de Paris (1856).


Gracias a los ingeniosos movimientos de Cavour, Piamonte mantiene una privilegiada
posción respecto a Austria. Además, pretende elevar esta cuestión italiana a la política
europea, llevar estos ideales o este problema italiano fuera de las fronteras, que la propia
Europa sea consciente de ello, utilizando la diplomacia.

Es importante cómo por primera vez el problema italiano es expuesto ante los países
europeos por un hombre de Estado, no por cualquier rebelde o revolucionario. Y el
constante argumento de Cavour: “sólo el Piamonte puede garantizar el difícil equilibrio
entre el orden, y la libertad en Italia, desarmando las exigencias de la revolución y
evitando su extensión y contagio a toda Europa”2.

2
Ibid., p. 140.

19
Inglaterra es consciente del problema italiano y su deseo es intervenir a causa de Francia.
Aún así decide mantenerse al margen y no arriesgarse a salir mal parado. Por otro lado,
Francia, que desea completar la separación entre Austria y Rusia, aprueba otra alianza
con Austria en abril de 1856. La potencia francesa no toma ningún tipo de iniciativa en
el asunto Austria- Piamonte.

Cavour, que deseaba desviar a Austria y enviarla lejos, contempla un ambiente


internacional que no ayudaba a la hora de tomar decisiones. Esto obligó a Cavour a
mantener un perfil bajo durante los tres años siguientes.

2. 2. 3. La segunda guerra de independendia italiana y el favor de Napoleón III.


Tras años de inactividad y de desasosiego por parte de los italianos, se produce en enero
de 1858 el atentado de Orsini contra Napoleón III. Ante esta situación, Cavour no puede
defraudar a los patriotas unitarios ni al conjunto del pueblo italiano. Este delicado
momento es el que marca un antes y después en el futuro de la península itálica. Cavour
actúa y prepara una entrevista secreta con Napoleón III en Pomblières, en julio de 1858.
Ambos están de acuerdo en expulsar a los austríacos de territorio italiano. La ayuda
francesa por parte de Napoleón no es gratuita: el Emperador apuesta por una Italia federal
de cuatro reinos, donde el papa es el eje central. En este sentido, existiría el reino de la
Alta Italia (el Piamonte, la Lombardia y el Véneto), el reino de la Italia Central (ducado
de Toscana, Parma y Módena); el papa mantedría su poder en Roma (otro reino). Por
último el reino de las Dos Sicilias (monarquía borbónica). Además de todo esto, los
territorios de Alta Saboya y Niza son cedidos a Francia; y la hija de Victor Manuel fue
casada con el príncipe José Carlos Napoleón.

El 28 de noviembre de 1859 se firmó la alianza entre Francia y los Saboya. Cavour


reorganiza a su tropa y crea una nueva unidad militar: Cazadores de los Alpes, dirigidos
por Garibaldi, que vuelve a la acción. Austria, que desconocía de la alianza entre
Napoleón III y Cavour, exigió a Turín el desarme de sus tropas. Cavour respondió con la
declaración de guerra el 23 de mayo de 1859. Rusia, Inglaterra y Prusia permanecen
neutrales.

20
Las tropas francesas y piamontesas (de Garibaldi) avanzaron con facilidad, consiguiendo
victorias en Montebello, Varese, Magenta y Solferino. Si es cierto que esta campaña
francesa se verá frenada por problemas internos y externos. La conquista francesa de
antiguos territorios austríacos no convence a la monarquía, pues no se quiere tener tal
hegemonía sobre Italia. Además, Napoleón III en los comienzos de su gobierno prometió
estabilidad a través de comportamientos pacíficos, algo que no se explica en este
conflicto.
Finalmente, en los preliminares de Villafranca de julio de 1859 y en La Paz de Zurich en
noviembre del mismo año, Lombardía pasa a dominio piamontés. Ya en marzo de 1860,
los territorios de Italia Central se integraron con Piamonte.

Capítulo 3: Las etapas finales de la unificación italiana (1859-70).

3.1. Garibaldi y la unificación de las Dos Sicilias.


Tras la guerra de 1859, Cavour entrega de forma clandestina, y en contra de todos aquellos
que no estaban de acuerdo con esta decisión, entre ellos el rey del Piamonte, cede
mediante un tratado, los territorios de Saboya y Niza a la Francia de Napoleón III, a
cambio del reconocimiento de los territorios ya anexionados.

Entre los contrarios a la decisión de Cavour, se encontraba Giuseppe Garibaldi, una


idealista que protagonizaría revoluciones en países de Latinoamérica tales como Uruguay
o Brasil, procedente de Niza, y que repudiaba que este territorio estuviera en manos de
Francia. Garibaldi pertenecía a la Sociedad Nacional Italiana, que defendía la idea de la
unificación definitiva de Italia. Esta sociedad era “apoyada” por Cavour, sin embargo,
Garibaldi estaba convencido de que sus intereses reales se identificaban más bien con la
visión egoísta de la expansión del Piamonte, y no había un interés verdadero en aquella
unificación.

En abril de ese año, hubo unas grandes revueltas campesinas en Sicilia con motivaciones
relacionadas con el descontento con los terratenientes, sin embargo, constantemente eran
frenadas por los borbones. Esto surge como oportunidad perfecta para que Garibaldi, con
sus ideales pro-unificación, ejerciera un liderazgo que condujera a estos campesinos a una
mayor expansión en su levantamiento y conducirlos hacia la libertad. Mazzini junto a sus

21
aliados realizó una planificación estratégica de cara a esta expansión, y Francesco Crispi
otorga en Sicilia instrucciones en el empleo de tecnología militar para la preparación.
Estos revolucionarios se plantearon el hecho de esquivar y eliminar todo tipo de vía
republicana e imponer la monarquía, pues consideraban que el rey Víctor Manuel II era
un verdadero patriota, pese a que, en un principio, los ideales de Garibaldi tendían a la
búsqueda de la república para reemplazar a la monarquía.

De cara a la expedición, llevada a cabo en mayo de 1860 y cuyo punto de partida fue
Sicilia, junto a Garibaldi partieron unos pocos de seguidores, concretamente la cifra de
1088, que se trataban de jóvenes aún estudiantes cuya experiencia con el empleo de armas
era escasa, y que acabarían denominándose como “Los Camisas Rojas”, o también
llamados los “garibaldinos”. Garibaldi lleva a cabo la declaración de monarca a Victor
Manuel. Con su avance, van consiguiendo progresivamente apartar y esquivar al ejército
borbón, y atraviesan el estrecho de Mesinahasta que consiguen llegar a la ciudad de
Palermo en junio, y contrario a la petición de Cavour de que retrocediese junto a los
Camisas Rojas hacia Sicilia, Garibaldi lo ignora entrando de una forma totalmente
solemne en Nápoles en septiembre.

Gran parte de la culpa del éxito en el avance de Garibaldi lo tiene la aportación de Crispi,
que ofreció a los campesinos grandes tierras y la disminución de sus impuestos, mientras
que a clase media se la ganó a través de la promesa de que conservar sus propiedades y
leyes de forma garantizada, y el orden. Este movimiento contaba además con el apoyo de
los británicos, que pretendía un equilibrio de poderes en el territorio europeo tras el triunfo
francés ante Austria y su posterior consolidación como potencia hegemónica del
continente. Gran Bretaña, que pretendía evitar esta situación, el hecho de existir una Italia
unificada podría servir de ayuda en cuanto a este tema.

Un hecho relevante, que a su vez es un factor, como los anteriores, que explican el éxito
de Garibaldi, es que este último era un modelo de esperanza para sus seguidores de lograr
así un mejor estilo de vida. Si los terratenientes conseguían su objetivo de librarse de los
borbones, y echando a Francisco II, último Borbón, podrían obtener la independencia del
Reino de Nápoles en la batalla de Volturno, último paso de los Camisas Rojas. Este último
rey Borbón de las Dos Sicilias habría huido hacia la fortaleza de Gaeta, y ya más tarde lo

22
haría hacia el territorio de los los Estados Pontificios. Además, las clases medias
provinciales podrían alcanzar un mayor control del gobierno territorial.

Hay sin embargo una gran parte de la población de los seguidores de Garibaldi que
realmente desconocía el objetivo real de este movimiento, no se sabía nada acerca de esa
idea de la unificación, lo que a la larga produjo una fuerte sensación de resignación.
Realmente Cavour no se opuso de manera pública o directa, siempre por miedo a las
represalias y la presión social de la población del Piamonte, así como el rey, quienes sí
que no veían con buenos ojos la intervención de Garibaldi. Su mayor temor sin embargo
residía en que se lograra tomar la ciudad sagrada de Roma, que conduciría a la tendencia
republicana, además del temor también porque esto condujera a la intervención de
cualquiera de las potencias extranjeras que tuvieran algún tipo de alianza religiosa con el
Papa. Napoleón III, además, con toda esta situación y mediante la presión social de su
país, se vería obligado a enviar expediciones a la península. Además, Cavour le llegó a
convencer con la idea de que en realidad Galibardi pretendía establecer una república en
el sur de Italia.

Cavour procuró, de distintas maneras, frenar el avance enemigo. Se las ingenió para que
su ejército pudiera emplear el uso de los fusiles “Enfield”. Además, envío a su almirante
Persano, que, pese a la búsqueda de encontrarse con el frente de Garibaldi, ni siquiera
logró encontrar su ubicación. Además, pretendió que, mediante su teniente, Giuseppe La
Farina, se llegara al punto de la anexión de Sicilia al Reino de Piamonte, pero que sin
embargo termina siendo otro fracaso más dentro de los planes de Cavour.
Sin embargo, no todo resultaba en un fracaso del conde, pues consiguió impedir que se
celebrara la creación de una constitución por parte de los demócratas en Nápoles, y
persuadió a Garibaldi para que se forme un plebiscito. En estas votaciones, se decidiría si
formar o no un único Estado unificado, uniendo a las Dos Sicilias con el Piamonte,
además de consolidar a Victor Manuel definitivamente como su monarca.

Finalmente, los resultados de las votaciones fueron sólidas, una muy aplastante diferencia
le otorgó el triunfo al “sí” de la unificación, consolidándose Victor Manuel bajo el título
de “rey de Italia por la gracia de Dios y la voluntad del pueblo” como el primer monarca
del Reino de Italia.

23
Sin embargo, aún había dos territorios aislados sin haber formado parte en ese momento
de esa unificación: el Véneto y los Estados Pontificios, la llamada “Cuestión romana”.
Cavour, tras convencer a Napoleón III de esa intención de Galibardi de establecer una
república, aprovecha y se adelanta a las intenciones de Garibaldi para su conquista, en un
sin embargo oculto apoyo hacia el libertador. De hecho, manda que se envíen a Nápoles
expediciones con el objetivo de derrocar a los Borbones en las proximidades de la
fortaleza de Gaeta.

De esta manera, Cavour convence entonces al rey Napoleón III de que desplazara a sus
tropas camino a Roma con el fin de impedir que Garibaldi llegara antes que ellos a Roma.
En septiembre, el ejército del Piamonte llega y captura el territorio de Las Marcas.
Es en esta zona donde las tropas piamontesas derrotaron a los soldados que servían al
Papa, concretamente en la localidad de Castelfidardo, cerca de la fortaleza de Ancona,
capturando los territorios de Umbría y Las Marcas, asesinando a todo aquel que se les
opusiera, en especial a los miembros del sacerdocio, y también a los del campesinado.

Tras estos hechos, Víctor Manuel se desplaza al sur. A finales de octubre, se encuentra
con Garibaldi al norte de las cercanías de la ciudad de Nápoles. En esa reunión, Garibaldi
le otorga al rey Víctor Manuel de Saboya su influencia en los territorios del sur, con un
gesto que se conocería como el “Apretón de manos de Teano”, imponiéndose así una
monarquía constitucional en enero de 1861, donde se forma un parlamento constitucional
en una obra conjunta por parte de cada uno de los reinos que le habían otorgado el voto
de aceptación a la anexión. Tras este inolvidable pacto, se formaría el Reino de Italia,
cuya capital estaría ocupada en la ciudad piamontesa de Turín a partir de marzo de ese
año.
Cavour poco tiempo después termina muriendo.

Sin embargo, en el ámbito externo internacional, no existía una respuesta militar que
pretendiera desafiar se esta forma las intenciones sobre estas acciones llevadas a cabo,
por distintas razones individuales:

-Francia: El rey Napoleón III en realidad sí que veía con buenos el hecho de la unificación
del país, consideraba pues que era el mejor de los destinos posibles en general.

24
-Inglaterra, que se mantuvo totalmente al margen de los acontecimientos transcurridos en
Italia.
-Rusia y Alemania, que, al no poseer un vínculo religioso con el Papado, no consideraron
la participación y conservaron si neutralidad.
-Austria, que, pese a que sí que intervenir entraba en sus planes, queriendo evitar que se
llevara a cabo la unificación, no pudo evitar verse atrapada por los países que eran
legitimistas.

Al final, el extranjero sólo respondió de forma diplomática, y de forma parcial, casos son
los de los países no tan potencias como los de España, Portugal, y Bélgica.

3.2. La incorporación de Venecia (1866).


Tras la formación del Estado de Italia, Venecia aún quedaba exenta de esa unificación. El
Piamonte esperaba la situación idónea para declararle la guerra a Austria y provocar la
situación perfecta para incluirse este territorio.

En octubre de 1865 el rey de Francia Napoleón III y el canciller alemán Otto von
Bismarck llevaron a cabo un acuerdo conjunto en el cual tomaron la decisión de que, si
había un enfrentamiento con Austria, el territorio veneciano debería pasar a las manos de
Italia, siempre y cuando esta última le declarase la guerra en el mismo momento que lo
hiciera Prusia.

Lo cierto es que Italia podía estar satisfecha, pues tenía la posesión de Venecia
prácticamente asegurada. Esto porque, además de por las condiciones del pacto anterior,
pues Austria, temerosa de su cercano enfrentamiento con Prusia, pacta a sí mismo con
Francia con el fin de obtener su neutralidad a cambio de otorgarle Venecia a Italia.

En esa guerra misma, y a pesar del hecho de las dos derrotas de Italia en Lissa, así como
en Custoza, fue inevitable la caída de Austria en Sadowa en Julio, que conllevó consigo
no solo el aislamiento del mundo germánico, sino también la inminente cesión final de
Venecia a la Italia.

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Hubo además un gran interés en el territorio de Trentino, que los lleva a pretender
continuar con su enfrentamiento contra Austria. Un hecho que Bismarck finalmente
rechaza.

Es en esto momento en el que única queda un solo territorio por unificar: Los Estados
Pontificios, donde se encontraba la ciudad de Roma, la ciudad sagrada cristiana, y que
pasaría a convertirse en la capital del reino.

3.3. La incorporación de Roma (1871)


El gran número de años que pasaron desde la anexión de Venecia y la posterior toma de
Roma se explican en base a la negativa por parte del Papa Pío IX sobre la propuesta de la
unificación. Además, los Estados Pontificios estaban apoyados por el ejército de
Napoleón III, pues había contraído matrimonio con una católica de convención, Eugenia
de Montijo lo que suponía un verdadero reto e impedimento para esta realización, era un
hecho que todo el ámbito cristiano de Europa se oponía a la idea de esta unificación.

Surgía entonces como principal opción y mejor vía, aunque no por ello sencilla, de
expulsar a los franceses de los territorios próximos a Roma. Se llevan a cabo por ello
varios intentos fracasados de acuerdos con Napoleón III en el que, a cambio de permitir
la ocupación de la ciudad, el Papa tendría garantizado el mantenimiento de los derechos
papales. Además, Garibaldi, por petición del rey italiano Victor Manuel, emprende
intentos de su unificación en los años 1862, y en el 1867, que sin embargo terminan siendo
un fracaso. En el primero de estos años mencionados, bajo el desafiante y agresivo lema
de “O Roma o muerte”, desde Catania emprenden una marcha hacia la ciudad Pontificia
cuyo final resultó en un fracaso debido a la intervención francesa. Cinco años después,
ya en 1867, se lleva a cabo un nuevo intento de tentativa en las proximidades del
municipio de Monterotondo, cuyo papel del ejército francés fue el de su consiguiente
victoria sobre Garibaldi por Mentana, en las proximidades de Roma por el nordeste de la
ciudad. Era necesario la intervención de algún país potencia europea, aunque fuera de
manera indirecta para obtener esa oportunidad deseada.

Tal fue el caso de la guerra franco-prusiana (1870-71) entre Napoleón III y el canciller
del II Reich alemán, termina con la batalla de Sedán en la que Francia cae derrotada. Este
estado de debilidad por parte de los franceses compromete a un retiro forzado de la ciudad

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de Roma. Sin desperdiciar esta oportunidad, Italia lleva a cabo su conquista el 20 de
noviembre enfrentándose a las defensas papales sin mayor complejidad ni dificultad por
la indefensión por parte de los soldados pontificios frente a la Puerta Pía.

Lo que sí que esto condujo fue a una serie de protestas por parte de los conjuntos católicos,
una pedregosa relación diplomática, y que gran parte de algunos de estos países toman la
decisión de retirar embajadas en el país, tales son los casos de España, Rusia, Austria, y
por supuesto, Francia, que volverían a trasladarse al lugar al poco tiempo después, siendo
la última de estas potencias España, que lo haría en 1865.

Con esto, el proceso de la unificación italiana llega finalmente a su fase final, y llega al
punto más semejante al actual. Además, en 1871, Roma pasa a convertirse en la capital
del nuevo y completo país, tras haberlo sido previamente durante un tiempo la ciudad de
Florencia. Una nación que, por ello se libraba de los lógicos conflictos ideológicos que
se produjeron por parte de los católicos que veían con muy malos ojos esta forma de
deshonrar a la Iglesia y al papado, que por tanto tiempo había obtenido unos privilegios
sagrados ahora apartados “por culpa” de los italianos. De hecho, el Papa, como venganza,
estableció la excomunión del gobierno italiano así como sus gobernantes y funcionarios,
y hasta el siglo siguiente no reconoció a Italia oficialmente como Estado propio, mientras
que ellos, en un concepto casi de austeridad, se trasladan a El Vaticano, proclamado
independiente en 1929, y pese a que en el tratado de Letrán ya se reconoce a la Italia por
la Iglesia, era innegable la desigualdad económica entre los territorios del norte y del sur,
vinculados al desarrollo industrial y urbano frente al ámbito rural y agrícola
respectivamente.

En el anteriormente llamado Tratado de Letrán, en 1929, el palacio de El Vaticano,


símbolo del cristianismo desde hacía siglos, obtiene su independencia del Estado de Italia.

Conclusiones generales.
A lo largo de la realización de este trabajo sobre la unificación Italia hemos sido testigos
de la creación de uno de los estados mediterráneos europeos más importantes a la hora de
entender diversos procesos o acontecimientos notables y convulsos del siglo XIX. Es
imposibles entender acontecimientos tan importantes como la política de alianzas previo,
durante y posterior a la conocida como “Gran Guerra” y la participación italiana en la

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primera guerra mundial en el bando de la Entente a cambio de interés territoriales y por
la rivalidad existente desde los inicios del siglo XIX con el Reino de Piamonte y Cerdeña
dominado por la dinastía real de los Saboya con el imperio austrohúngaro dominado por
dinastía imperial de la casa de los Hamburgo, el surgimiento, creación y difusión del
fascismo (El nombre fascismo proviene de “fasce” que significa “haz” y hace referencia
a un antiguo símbolo etrusco y posteriormente de la república romana que consistía en un
haz de varas atadas alrededor de una cabeza de hacha, y que significaba “la fuerza del
gobernante”. Mussolini empleaba el nombre “fasce” para dirigirse a su ejército) por las
manos del dictador italiano Benito Mussolini con su ideal ultra nacionalista, bélico e
imperialista que tenía como fin principal y único la construcción ideal de un nuevo y
poderoso Imperio Romano la participación italiana en la segundo guerra mundial aliada,
o mejor dicho de la mano con el tercer Reich alemán de Adolf Hitler y la posterior
descomposición de la monarquía de los saboya con la expulsión de Víctor Manuel III,
nieto del monarca que realizo la unificación del país, y el desarrollo del proceso que
derivo en la construcción de la actual república italiana.

También a través de la realización este trabajo podemos observar y entender los orígenes
del liberalismo en Italia se encuentran en la Derecha histórica, grupo parlamentario
formado por Camillo Benso, conde de Cavour en el Parlamento del Reino de Piamonte y
Cerdeña tras la revolución de 1848. El grupo era moderadamente conservador y apoyaba
el gobierno centralizado, el sufragio restringido, los impuestos regresivos y el libre
comercio frente al proteccionismo de épocas anteriores y el desarrollo del ferrocarril
italiano como medio fundamental tanto en el desarrollo de la unificación y la unión
comercial entre los ámbitos del interior al comercio marino. Este grupo político domino
política después de la unificación italiana en 1861, pero nunca formaron un partido,
basando su poder en el Sufragio censitario y el voto uninominal.

También a través de las investigaciones ideológicas sobre los elementos que componen
los ideales del llamado Resorgimiento hemos podido obtener una idea clara de cómo
funciona el nacionalismo liberal que en el caso italiano este afirma que los italianos son
los directos descendientes a nivel étnicos, cultural y lingüístico de los antiguos romanos
que habitaron y unificaron la península itálica y que en la antigüedad clásica conquistaron
y dominaron Europa durante siglos. Y al fuerte ideal nacionalista difundido y defendido
por lideres tan notables como Giuseppe Mazzini debemos sumar el potente o contundente
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discurso conseguido a través del romanticismo de mediados del siglo XIX tuvo una gran
influencia sobre este movimiento.

El nacionalismo italiano es un nacionalismo con un fuerte carácter centrípeto, es decir,


que pretende la unificación política de toda la península. También es un movimiento
irredentista, o al menos lo fue en sus inicios ya que actualmente no todos los nacionalistas
italianos son irredentistas. Este término se refiere a que la Suiza italiana, Niza, Malta,
Córcega, Fiume, Istría y Dalmacia son territorios que deben estar dentro del Estado
Italiano.

El nacionalismo italiano gano más poder otra vez desde la unificación durante la Primera
Guerra Mundial, dado a que los irredentistas reclamaban los territorios italianos que
quedaban bajo dominio del Imperio austrohúngaro y, posteriormente este reclamo se
mantuvo presente en la Italia fascista.

Valoraciones personales
La realización de este trabajo nos ha permitido adentrarnos de manera más profunda en
este proceso. El trabajo ha sido organizado correctamente a nuestro parecer, respetando
las cronologías y siguiendo un orden formal; con unos antecedentes que ayudan al lector
a introducirse al tema y un desarrollo no muy extenso con una selección precisa de la
información. A través de una revisión bibliográfica hemos conseguido condensar las
ideas, así como plasmar las tendencias del siglo XIX italiano.

Bibliografía.

Libros:
- Antonio Eiras, Roel (1964): «La unificación italiana y la diplomacia europea»,
Estudios políticos, nº133, p. 164- 180.

- Antonio Gramsci, Quaderno 19, Il Risorgimento italiano (1949). Turín,


Einaudi, 1977 (con introducción y comentarios de Corrado Viviani).

- Duggan, Christopher (2017). Historia de Italia.

29
- Fernando García Sanz. Italia y la perspectiva europea: de la «Europa de las
Naciones» a la CEE. Arbor CLXX, 669 (septiembre 2001), págs. 73-93.

- Francisco Carantoña Álvarez (1820). UNA REVOLUCIÓN MEDITERRÁNEA.


EL IMPACTO EN ESPAÑA DE LOS ACONTECIMIENTOS DE PORTUGAL,
ITALIA Y GRECIA. “Spagna contemporanea”, 2014, n. 46, pp. 21-40.

- Greenville, J. A. S (1987): La Europa Remodelada 1848-1878, Madrid, Siglo


XXI.

- Arisi Rota, Arianna (2021): Risorgimento: un viaje político y sentimental a la


unidad de Italia. Prensas de la Universidad de Zaragoza.

Tesis doctoral:

- Jiménez Núñez, Fernando (2015): La España Isabelina frente a la unidad


italiana (1859-1868) Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid.

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