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nos permite interpretar y comprender el mundo que nos rodea a través de nuestros sentidos. A
continuación, se presentarán cinco ejemplos de percepción:
1.
Ejm
Ejm
1.
o Escuchar música puede evocar recuerdos, reducir el estrés y mejorar el bienestar
mental.
Cuando escuchamos sonidos, las ondas sonoras viajan del oído externo, a través del oído medio
hasta el oído interno, donde las vibraciones estimulan a miles de diminutas células ciliadas. Las
células ciliadas del oído interno envían impulsos eléctricos a los nervios auditivos que conectan
con el centro auditivo del cerebro, donde los impulsos eléctricos se perciben como sonidos. El
cerebro convierte estos impulsos en sonidos que podemos reconocer y comprender.
El cerebro convierte los impulsos que recibe a través del oído en sonidos que podemos entender.
Asimismo, el cerebro discrimina los sonidos relevantes del ruido de fondo y amplifica el el
volumen de nuestra propia voz. Por último, investigaciones recientes indican que el cerebro
también tiene un papel fundamental en relación con el tinnitus.
Asimismo, el cerebro se activa para discriminar los sonidos relevantes del ruido de fondo.
Nuestro cerebro puede filtrar los sonidos no deseados para que nos podamos concentrar en lo
que estamos escuchando. Algunos estudios indican que la actividad cerebral es mayor en el
hemisferio izquierdo del cerebro cuando se trata de discriminar los sonidos del ruido. Es decir,
la capacidad de concentrar la audición en un hablante o sonido e ignorar lo irrelevante, o “efecto
cocktail party”, tiene lugar en la parte izquierda de nuestro cerebro.
Varios estudios grandes han demostrado que las personas que sufren
algún grado de pérdida de la audición, incluso en la mediana edad,
tienen más riesgo de desarrollar demencia al pasar la vida.
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De ahí que la comida sea mucho más que el sabor en boca, puesto que antes
de nada entra por los ojos. La percibimos por la vista, nos huele bien o mal a
través del olfato y ya solo estos dos factores pueden determinar que nuestro
cerebro procese esa información y la rechace o que se muera de ganas por
pegarle un bocado. Entonces, influirá tanto el sabor como la textura y
el sonido. No podemos olvidar las sensaciones que nos provoca esa comida
crujiente o la suavidad de esa crema sin grumos.
Pero todo eso funciona así cuando prestamos atención a lo que comemos.
Como en todas las facetas de nuestra vida, si
nuestro cerebro está concentrado en algo lo asimila e interpreta mejor. Por
ello, esa percepción del gusto está sujeta a modificaciones y cambia según el
estado en que nos encontremos.
Por ejemplo, cuando estás en una comida o cena de trabajo y los nervios te
acucian, no disfrutarás de la comida ni la percibirás en su justa medida, puesto
que tu cabeza estará centrada en otra cosa. De igual modo, cuando pasamos
un proceso de duelo, es habitual que comamos lo que comamos los alimentos
no nos sepan a nada e incluso nuestros favoritos no nos provoquen el mismo
placer que solían hacer.
Además, nuestro cerebro influye tanto en lo que comemos como en la
cantidad que ingerimos. Y es que en él está el centro regulador del apetito.
Por ello, es el que nos avisa si necesitamos comer porque hemos quemado ya
todas las calorías que hemos consumido y es el que nos envía esa sensación
de saciedad para que nos detengamos porque en caso contrario comeríamos
de más.
Pero no solo eso, el cerebro también nos avisa de qué es lo que quiere comer y
qué sabores prefiere en determinado momento, porque determinadas
sustancias lo activan de distintas formas. Esto conlleva algunos riesgos, puesto
que puede producirse una adicción a ciertas comidas. Ejemplo de ello son
los hidratos de carbono refinados, que incrementan en el cerebro la
dopamina, la serotonina, las endorfinas y los opioides, que provocan efectos
placenteros y sedantes, así que si te excedes en su consumo, estarás
provocando que el cerebro cada vez te pida más, con un considerable riesgo
para tu salud.
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Las partículas aromáticas en el aire llegan a las fosas nasales y se disuelven en las
mucosidades.
Las células olfatorias en la nariz detectan los olores y transmiten la información
al bulbo olfatorio (centro de procesamiento de olores).
El sistema límbico está asociado a las emociones y conecta los olores con recuerdos y
sensaciones.
El olfato es el único sentido que tiene vía directa hacia las áreas del
cerebro implicadas en la memoria y las emociones.
El sentido del olfato es, sin duda, nuestro mayor aliado para hacer frente al mundo
que nos rodea. Nos sirve para relacionarnos con el medio. Los olores nos alertan,
nos hacen huir o atacar, nos conectan con momentos de nuestro pasado y nos
hacen revivir sentimientos y emociones. Cuando nacemos, lo primero que
hacemos es seguir el rastro de la leche materna. Y, gracias a él, somos capaces de
relajarnos solo con oler a nuestra madre. Así pues, podemos afirmar que el olfato
es un sentido intrínsicamente relacionado con el instinto de supervivencia.
Una vez los recuperamos, recobramos el apetito y nos sentimos más positivos y
con energía renovadas. Pues los olores son capaces de activar todas las
regiones emocionales del cerebro;
AROMACOLOGÍA
Concepto basado en datos científicos y sistemáticos, en
condiciones controladas
Establece los efectos de los aromas en el comportamiento
humano, a través de experimentos científicos reproducibles
Abarca solamente los efectos en el cerebro de los estímulos
olfativos
Combina aromas naturales y sintéticos
AROMATERAPIA
Concepto basado en el uso tradicional de aceites esenciales y
hierbas
Establece los efectos terapéuticos basados en el uso ancestral
Introduce los aceites esenciales en vías sanguíneas por
ingestión, absorción de la piel, vaporizaciones o compresas
Solo usa ingredientes naturales, imposible de sintetizar en el
laboratorio
En conclusión, la percepción es un proceso complejo que nos permite interactuar con nuestro
entorno a través de nuestros sentidos, permitiéndonos interpretar y comprender el mundo que
nos rodea de manera significativa.
NOTAS :