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El dengue es una enfermedad viral transmitida por mosquitos que ha cobrado relevancia a nivel mundial.

Causada por cuatro serotipos del virus del dengue (DENV-1, 2, 3, 4), esta patología oscila entre una
infección asintomática o leve similar a la gripe y una forma potencialmente mortal conocida como fiebre
hemorrágica del dengue o síndrome de choque por dengue. Los principales vectores de transmisión son
los mosquitos Aedes aegypti y, en menor medida, Aedes albopictus.

La incidencia del dengue ha aumentado drásticamente en las últimas décadas. Se estima que 2.5 mil
millones de personas están en riesgo de contraer la enfermedad, lo que la convierte en un importante
problema de salud pública a nivel internacional. Sin embargo, la verdadera cantidad de casos de dengue
se subestima, ya que la mayoría de los pacientes infectados son asintomáticos o presentan una
enfermedad leve y autolimitada. Muchos de ellos son erróneamente diagnosticados con otras
enfermedades febriles. El dengue se propaga principalmente a través de la picadura de mosquitos
infectados. Los síntomas iniciales suelen ser fiebre, dolor de cabeza y dolores musculares. En algunos
casos, la enfermedad puede evolucionar hacia formas más graves, como la fiebre hemorrágica del
dengue o el síndrome de choque por dengue. Estas complicaciones pueden ser mortales y requieren
atención médica urgente.

El manejo temprano del dengue implica medidas de apoyo, como la hidratación adecuada y el control de
la fiebre. No existe un tratamiento específico antiviral, pero la detección temprana y la atención médica
adecuada pueden marcar la diferencia en el pronóstico. Además, la prevención es fundamental: eliminar
criaderos de mosquitos, usar repelentes y protegerse de las picaduras son estrategias clave para reducir
la propagación del dengue.El dengue ejerce una presión significativa sobre los sistemas de salud en áreas
endémicas. La carga de casos, hospitalizaciones y recursos necesarios para el manejo de la enfermedad
afecta la infraestructura sanitaria. La vigilancia epidemiológica, la educación pública y la investigación
son esenciales para comprender y combatir eficazmente esta enfermedad.

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