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Reunimos aquí un conjunto de detalles cuya com­

prensión ayudará a la de la Poética misma. Han sido


reunidos la mayor parte de ellos pacientemente por los
eruditos, y representan algunos de ellos larga y perspicaz
labor filológica.
Los tornamos en su mayoría de la edición Guillaame
Budé de la Poética, hecha por J. Hardy (París. 1 9 3 2 ),
no sin tener en cuenta la edición publicada en la Loeb
Cíassical Library, por W . Hamilton Fyfe, 1939.

Estructura de la Poética
La Poética, tal como ha llegado hasta nosotros, está
evidentemente incompleta. Incluye, después de una in­
troducción general (1447 a - 1449 b ) , en que se formula
el plan general de la obra — estudiar rocías y cada una de
las especies de obras poéticas— : un estudio sobre la
tragedia (1449 b - 1459 a) y otro sobre la epopeya
(1459 a - 1462 b ).
La obra está incompleta, porque a) no llena el
programa fijado en el comienzo del capítulo 1; b) no
LVlí
se encuentra el estudio correspondiente a la comedia,
prometido al comienzo del capítulo VI; c) tampoco se
halla una exposición de los ><λ<κα o cosas de reír, que en
dos pasajes de la Retórica (1371 3 6 - 1419 b 6) se
dice formar parte de la Poética.
d) Además: nuestro texto termina con una fórmula
estereotipada, familiar a Aristóteles, que, en general, sir-
ve para resumir lo anterior y preparar lo siguiente. Com­
páranse aquí mismo los finales de 1454 a, 13 sqq.;
1459 a 15 sqq.; y 1462 b 15 sqq.
e) Al final del códice Riccardianus 46 — B en las
siglas de esta edición— , que representa, como se dirá,
una tradición independiente, se hallan algunas palabras
más que prometen un estudio sobre el iambo y la co~
media: Sk Ιάμβων καί κωμωδία*, tal como las lee Cario
Landi (Rivista di Phitologia Classica, 1925, pág. 551,
cf. edic. de J . Hardy [J. H.] pág. 75)* Aunque se las
suponga apócrifas demostrarían que desde mucho tiem­
po atrás se consideró la Poética como obra incompleta.
f) Además: el catálogo de las obras de Aristóteles
de Diógenes Laercio (v, i, 2 4 ), y que se remonta pro­
bablemente hasta Hermippo de Esmirna (200 a. C.)»
atribuye dos libros a la Poética.
Se admite, pues, generalmente que la Poética tal
como la poseemos no es más que el primer libro de la
obra completa. Y se supone que el segundo libro perdi­
do estaba centrado en la comedia, como el primero lo es­
tá en la tragedia.
En cuanto a las dudas acerca de la existencia de un
segundo libro, y que J . H. no tiene por suficientemente
cvm
fundadas, véase A. Philip Mac. Mahon, Harvard Studies
in Classical Philology, vol. XX. VIII, págs. 1-46.
El segundo libro de la Poética debió desaparecer
muy pronto, y para suplir esta laguna un gramático an­
tiguo compuso un mediocre tratado sobre la comedia,
conocido bajo el nombre de Tractatus coislianus. El es­
tudio más reciente sobre esta cuestión es el de Lañe
Cooper, An Aristotelian theory o f comedy. (Oxford
1924. J . H-, págs. 5-6.)

II

Estructura de la Poética, como apuntes para clase.


Si el plan general de la Poética puede parecer sen­
cillo y bien ordenado, los comentadores no dejan de
hallar pequeños detalles sospechosos y desconcertantes.
Enumero los más importantes:
a) La Poética es un curso que sobre esta materia dió
Aristóteles, y lo contrapone él mismo (1454 b 18) a los
«K&So/tcW λόγοι, a los tratados publicados ya oficialmen­
te, como el diálogo So&re /os Poetas.
b) Su forma no es tampoco la que se da a las obras
destinadas a la publicación: las digresiones, repeticiones,
paréntesis, dudas, producen la impresión de una expo­
sición oral y privada. Parece que esta exposición la hizo
Aristóteles más de una vez, añadiendo al esqueleto pri­
mitivo nuevas partes, sin tomarse Ja pena de rehacer el
todo para darle asi una forma sistemática y sin repeti­
ciones. Como dice W. Jaeger — Aristóteles, Berlín, 1923,
pág. 337 sqq.— , no intenta Aristóteles en esta obra,

C IX
tal como se nos ha conservado, más que la instrucción
de los oyentes.
Se ha propuesto la hipótesis, poco aceptable, de una
copia estenográfica, en términos nuestros, hecha de las
obras esotéricas o privadas por algunos de los oyentes
de Aristóteles. Véanse sobre este punto las atinadas ob­
servaciones de M. Médéric Dufour en su introducción a
la Retórica (págs. 1 7 -1 8 ). J . H. piensa que la redac­
ción de estas obras es de la mano misma de Aristóteles,
pero tiene por poco probable el que la redacción escrita
haya seguido, y no más bien precedido, a la exposición
oral.
_ *
c) En el capítulo 12, Aristóteles interrumpe el es­
tudio de la trama o argumento y hace la enumeración de
. las partes extensas de la tragedia. Muchos críticos, si­
guiendo a Ritter, han considerado este capítulo como
interpolado.
Presenta, es cierto, dificultades; por ejemplo, la de­
finición de stásimon. Con todo, cree J . H. que, excep­
tuada la última frase que pudiera muy bien ser apócrifa,
el capítulo es auténtico, aunque no fuera sino por el
paralelismo de las definiciones, la insistencia o W ... δλον
y la definición de ^oSos. (Cf. 1450 b 24 sqq. y 1450
b 31.)
El trozo es de Aristóteles, pero parece haber sido
añadido posteriormente.
d) El capítulo 16 tiene también las apariencias de
añadido. Aristóteles había hablado ya de la άναγνώ^ισι*
o reconocimiento en el capítulo 11. Qué es el recono­
cimiento, cuál es el tipo mejor, cuáles sus clases: habían
sido ya puntos estudiados en el capítulo 1 1, sin que se
halle indicación alguna de que posteriormente se trata-

cx
ría el mismo asunto una vez más. Y con todo se lo tra­
ta de nuevo en el 16, que no parece complemento del 11,
sino una refundición y profundización del mismo como
resultado de un estudio más detenido.
^Si hubiera formado parte de la redacción primitiva,
Aristóteles no hubiera repetido en el capítulo siguiente
lo del reconocimiento de Orestes en la obra de Pdliydos.
e) Puede parecer extraño que, formando el recono­
cimiento parte de la trama, Aristóteles lo estudie después
de los caracteres. Aristóteles enfoca la cuestión de los ca-
racteres desde el punto de vísta de lo verosímil (titeó?),
regla que se aplica por igual a caracteres y a la trama
y que domina la Poética entera. Pues bien; en el capí­
tulo 16 precisamente, Aristóteles enfoca la cuestión del
reconocimiento bajo este punto de vista, y en la verosi­
militud encuentra un principio de discriminación y de
apreciación.
f) El parangón entre tragedia y epopeya se halla
interrumpido por una exposición de los principios que
deben aplicarse en la crítica de los poetas (cap. 2 5 ).
Los problemas y soluciones que hallamos aquí pueden
pertenecer lo mismo a la Poética que a los. Άιτορήματα.
*Ομηρικά, (J . Η·, págS. 8-10-)

τπ

Lugar de la Poética en las obras de Aristóteles


En 343-344 Aristóteles, de edad de 41 años, fue
encargado de la educación de Alejandro. Educación que
debió comprender lo que se enseñaba a los griegos jó-
cxi
venes, y entre ello, y sin duda, en primer lugar, la lec­
tura de Homero y de los trágicos.
Según una tradición discutible Aristóteles revisó con
esta ocasión el texto de la litada, y es probable que los
Problemas Homéricos — véase el cap. 25 de la Poética y
los Aristot. fragm., edic. Rose, fragm. 142-179— sean
de esta época de su vida y por esta ocasión.
También a la tragedia había dedicado Aristóteles
detenidas consideraciones. Había publicado con el título
Victorias dionisíacas una recensión de las listas de los
vencedores en los juegos escénicos, y debemos a sus Di-
dascalias — cf. Arist. fragm., edic. Rose, fragm. 618-
630— , obra compuesta según los veredictos de los
jueces en tales juegos, lo más ajustado que sobre la
cronología de las obras dramáticas sabemos.
Por fin: hay que contar su diálogo «So£>re los Poetas,
del que se han conservado algunas líneas. (Ibid., fragm.
70-77, A. Rostagni, Rivista di filología e di instruc. clas-
sica, 1926, págs. 433-70; 1927, págs. 145-73.)
La erudición formaba, pues, uno de los fundamen­
tos de las teorías aristotélicas, lo mismo en política que
en poesía. Con todo, su teoría literaria, como lo hemos
visto larguísimamente en la Introducción filosófica , le
viene de sus propias teorías filosóficas y no de un estu­
dio directo de Homero y de los trágicos.
Compárese, por ejemplo, su definición de la trage­
dia (1 4 4 9 b 24 sqq.) y la que da Willamowitz: "una
tragedia ática es una composición, completa en sí mis­
ma, basada en leyenda heroica, tratada por un poeta en
estilo elevado para ser representada por un coro de ciu­
dadanos de Atenas y dos o tres actores, en el santuario
de Baco, como parte integrante del culto”.
CXII
La Poética, tal como la poseemos, supone un audi­
torio ateniense: en el cap. 3 (1448 a 31 ) se oponen a
'los megáricos de Sicilia "Jos de aquí
Parece que tuvo que ser compuesta durante la segun­
da estancia de Aristóteles en Atenas (3 3 5 -3 3 4 a 3 2 3 ).
En efecto: parece de suyo probable que compusiera
la Poética a continuación de las investigaciones que so­
bre las obras poéticas emprendió con ocasión de su pre-
ceptorado en Macedonia.
Además: el autor de la Poética está bien lejos de las
ideas de Platón. Platón condenaba la poesía en nombre
de la verdad y de la moral. En nombre de la verdad:
porque la poesía es imitación de lo que es ya de suyo
imitación, como lo es lo sensible respecto de lo inteligi­
ble, y la poesía es imitación de lo sensible. Por esto
llamaba a los poetas "manufactureros de fantasmas",
”fabricantes de ídolos”, δημιουργός φαντασμάτων. ( Repú­
blica, 598 A sqq.) En nombre de la moral: porque
muestra a los dioses y héroes sometidos a las pasiones
humanas.
Aristóteles, por el contrario, tomando de Platón pro­
bablemente la teoría de que los poetas son imitadores
(μίμηση, cf. lugar citado de la República de Platón),
atribuye a la obra de arte un valor purificatorio y pur­
gante de los excesos de las pasiones en cuanto reales.
Además: hace de la Poética un estado intermedio entre
Historia y Filosofía. (1451 b 5; 1460 b 18-21.)
Otro dato para el problema cronológico pudiera ser
el que la Retórica es posterior a la Poética, mencionada
no sólo en el libro III, de autenticidad dudosa, sino en
el I, de autenticidad asegurada. (Cf. Retórica, ΠΙ, 1405 a
5 y 1419 b 5 «pijrat.... cVrot? 77ípl ποιητικής; i, 13/2 a 1
¿kwpiarai w τοΐς ttcw ποιητικής.) Pero no consta sobre la
cxui
data exacta de la composición de la Retórica ; parece
ser posterior a la fundación del Liceo. ( J . HL, págs, 13-
16.)

rv

Sobre la significación de kátharsis

Aparte de lo que se dijo en la Introducción filosó­


fica (IV, 1)> nótense los datos siguientes: 1) la inter­
pretación patológica de que se habló en la Introducción
filosófica (IV, 1 ), basada en los textos de la Política
allí citados, no fué del todo desconocida por los comen­
tadores del Renacimiento (cf. V. Bywater, Journal o f
Philology, XXVII, pág. 267) ; pero se debe sobre todo
a dos filólogos del siglo pasado: Henri Weil y Jacob
Bernays, que, al mismo tiempo, mas independientemen­
te, la propusieron. La memoria de Weil fué presentada
al congreso de filólogos alemanes en Basilea, en 1847,
y se encuentra sustancialmente en sus Études sur le drame
antique, V edic., págs. 156-163.
El trabajo de Bernays, aparecido en las Memorias de
la Academia de Breslau, en 1857, ha sido reeimpreso en
Zweí Ahbandlungen ueber die aristotelische Theorie des
Drama, Berlín, 1880.
Antes de estos trabajos las interpretaciones han ido
por caminos los más divergentes. Beni, a finales del si­
glo xvi, contaba ya doce.
1. La mayor parte de los comentadores italianos de
la Poética, en especial Robortello, Vettori. Castelvetro,
no extendían la purificación a todas las pasiones, fuera
del terror y compasión; pero creían que familiarizándose
con los espectáculos que en el espectador despierten terror
CXIV
y conmiseración, se llega a una especie de inmunización
contra tales debilidades en la vida real.
2. Los teóricos franceses del siglo XVII, como Cha-
pelaín. Godeau, Scudéry. siguiendo al italiano Maggí
(M adius). sostuvieron que la kátharsis o purificación
consiste en librarse, mediante el entrenamiento en estas
dos pasiones de conmiseración y terror, de todas las de­
más en cuanto peligrosas: lujuria, cólera, orgullo . . .
Con todo, Racine, que leía la Poética en la edición
comentada de Petrus Victorius — además de haber él
mismo traducido varios pasajes; véase la edición Mes-
nard de las obras de Racine, tomo v, págs. 4 4 7 -4 8 9 — ,
escribió en el margen de su ejemplar que la tragedia
“excitant la terreur et la pitié, purge et tempére ces sortes
de passions. C’est á-dire quen émouvant ces passions elle
leur ote ce qu’elles ont d'excessif et de tíicieux et tes
raméne a un etat de modération conforme a la raison '
(pág. 4 7 7 ).
Pero, dejando aparte variaciones sobre el mismo te­
ma de purificación de pasiones, purgación de afectos, un
punto parecía asegurado; que en la kátharsis se halla la
justificación moral de la tragedia. Y así decía Corneille
que el espectáculo de la tragedia nos obliga a volver sobre
nosotros mismos y nos incita a "purger, modérer, recti-
fier et méme déraciner en nous la passion qui plonge ά
nos yeux dans le malheur les personnes que nous plai-
g n o n s ( Zéme. discours sur le poéme dramatique, cf. el
prefacio a Don Sanche d'Aragón y el de Attila; el exa­
men de Téodoric y el de Nicoméde.)
3. Durante el siglo XVIII, en Francia y en el ex­
tranjero. se trata esta cuestión con más ciencia y menos
imaginación.
CXV
Batteux — Les quatre Poétiques (París, 1771) —
busca ya la solución donde hay que buscarla, a saber:
en el pasaje citado del libro vm de la Política. Y así
escribe: "Pythagore est le premier quí a emprunté ce mot
a la médecine, car comme la médecine purge les corps en
corrigeant l'excés ou le otee des humeurs, la musique de
méme purge Váme en corrigeant, en ótant soit Vexcés
soit te více des a ffe c t io n s T rad u ce y comenta diligente­
mente el pasaje y concluye: "La tragédie nous donne la
terreur et la pitié que nous aimons et leur ote ce degré
excessif ou ce mélange d'horreur que nous n aimons pas.
Elle allége Vimpression ou la réduit au degré et a l’espéce
ou elle ríest plus quun plaisir sans mélange de peine,
χαραν αβλαβή, parce que, malgré Villusion du theátce, a
quelque degré qu*on la suppose, Vartifice perce et nous
consolé quand Vimage nous afflige, nous rassure quand
l'image nous effraie . . /'
Batteux nota muy bien que se aparta con esta su
interpretación de la usual, porque añade: "Mais que
deotent Veffet ou la fin marale de la tragédie quon
croyait indiquée par cette purgation des passions?"
Hacia el mismo tiempo, Lessíng, en Alemania, mos­
traba que la kátharsis no se refiere a las pasiones en gene­
ral, sino al temor y a la compasión, y a las pasiones
conexas con ellas. Y fundándose en la doctrina aristo­
télica de que una virtud es un término medio entre dos
vicios, hace consistir la purificación de las pasiones en
transformarlas en "disposiciones virtuosas”, es decir:
que la tragedia nos conduciría al grado jusfo de te­
mor y compasión. (Cf. La dramaturgie a Hambourg,
L X X V ÍI.)

4. Para el estado moderno de la cuestión véase,


además de la obra de J . Hardy que estamos fundamen-
cxvi
talmente extractando en este punto, la obra de Finsler:
Platón und die aristoteíische Poetik. Leipzig, 1900.
( J . H.. págs. 16-22.)
La interpretación que hemos propuesto en la Intro­
ducción filosófica (IV, 1 ), además de recoger estas ins­
piraciones, aporta otras fundadas especialmente en la
filosofía de Aristóteles.

T exto de la Poética

Parece que en la Antigüedad se difundió muy poco


el texto de la Poética. Ni se señala ningún comentario
ni apenas si se lo cita alguna vez.
Las ideas aristotélicas sobre la tragedia y la comedia
fueron transmitidas por gramáticos y críticos, mas pa­
rece que desde muy pronto cayó en olvido la Poética
misma.
Parece que ni Horacio mismo conoció la Poética en
su texto original; pero tenía ante los ojos la de un peri­
patético del siglo III a. C., el gramático Neoptolemo de
Paros. Congessit praecepta Neoptolemi, τον ττηptavov, de
arte poética non quidem omnia sed eminentissima (Por-
phyrion).
El segundo libro de la Poética había desaparecido ya
en el siglo vi. cuando el texto griego fué traducido al
siriaco, traducción que más tarde fué retraducida al árabe.
Con el Renacimiento la Poética entra en la fase
triunfal de su historia. Desde 1498 la traduce G. Valla.
La edición princeps aparece en 1508. en los Alda. Fué
seguida durante el siglo XVI por las ediciones de Pacius,
Madius, Robortellus. Petrus Víctorius.
CXVII

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