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Nació en la ciudad de Guatemala, Guatemala, el 16 de agosto de 1956.

Estudió física en la Universidad del


Valle de Guatemala, astrofísica en la Universidad de Texas en Austin; y caos y sistemas complejos en la
Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela.

Fue profesor en varias universidades de Guatemala y México; asistente de enseñanza (T.A) y asistente de
investigación (R.A) en la Universidad de Texas, profesor de física y coordinador de la carrera de Física en la
Universidad Nacional Autónoma de Honduras, (UNAH), y profesor de ciencias naturales en la Universidad
Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM). Publicó artículos de investigación y de divulgación
científica en revistas nacionales e internacionales.

Fue miembro de la Sociedad Americana de Física, de la Sociedad Hondureña de Física, la Sociedad


Astronómica del Pacifico, y miembro individual de la Unión Astronómica Internacional.

Contribuyó de gran manera y de forma voluntaria, en los programas que se presentan en el Planetario del
Pequeño Sula de la ciudad de San Pedro Sula, Honduras. Un amplio y profundo conocimiento en astronomía,
un buen léxico y un gran sentido del humor, eran algunos de los ingredientes que el doctor Gustavo Ponce
aportaba a sus conferencias en el planetario: en el 2004, para el primer aniversario del planetario presento su
conferencia “La estrella que se ve de día”; en el 2005, para el acercamiento del planeta Marte con la Tierra,
coordinó y participo dando una charla en el evento “La Noche Marciana”. En el 2006 tras la degradación de
Plutón a planeta enano presento su conferencia “Los ocho planetas”, en el 2007, para el 4 aniversario del
planetario presentó “El Reino de las Nebulosas”. En el eclipse total de Luna del 20 de febrero del 2008,
presentó: “Cuando la Luna se sonroja”. En el marco del año mundial de astronomía, para el 2009 presentó “Y
Tiritan azules, los astros a lo lejos”. En el 2010, para el 7 aniversario presentó “Riesgos astronómicos para un
pequeño planeta”.

Era muy dedicado a su familia, vivió sus últimos días en Tegucigalpa, Honduras, con su esposa Waldina, sus
hijos Eduardo y Fernando, y su ahijada Saris Elena. Y cada vez que podía viajaba a visitar a sus padres y
hermanos en Guatemala. Pero no tenía planeado dejar a Honduras por lo menos en los próximos 500 años.

ponce, un astrofísico centroamericano (hondureño de madre salvadoreña y padre guatemalteco) nos visitó varias
veces a El Salvador. La última vez que nos vimos fue en el acto de clausura del Año Internacional de la
Astronomía realizado en el auditórium de Cancillería de la República, compartimos la mesa y dimos varios
discursos.
Ponce dio una ponencia sobre el universo, era un tipo brillante, con un humor como pocas personas, podía
contar chistes durante días sin repetir ninguno. Tiendo a pensar que ese tipo de personas no deben morir jóvenes
–apenas tenía 53 años, con décadas por delante- y que es una verdadera desgracia que en nuestra región
centroamericana donde hace tanta falta personajes como Ponce, que hagan ciencia, investiguen, eduquen y
promocionen el conocimiento se muera. Tomando en cuenta la buena cantidad de ciudadanos no tan honestos,
ni trabajadores y mucho menos interesados en el desarrollo de la nación que no mueren, me hace pensar que de
existir una justicia cósmica o divina, debe de estar de alguna forma invertida; la mejor gente muere, y lo más
triste muere gente joven, como dice la canción de Iron Maiden “Only the good die Young”
El Doctor Gustavo Ponce llegó al campo de la astrofísica impulsado por su compañero Fernando Quevedo.

Fue uno de los padres de la Sociedad Guatemalteca de Física, como uno de los pioneros del estudio de la física
en su país natal. Dedicó gran parte de su carrera al estudio de la teoría de Hawkings

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