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Sor Juana Inés de la Cruz (México, 1651-1695) fue una extraordinaria

escritora, autora de teatro, prosa y poesía. Su obra es una muestra


excelente de lo mejor de la literatura barroca, y expresa un sofisticado
pensamiento crítico sobre el amor, la tradición, la existencia y la religión.
Aborda también con audacia temas sociopolíticos como la discriminación
racial y las relaciones de género. Se puede considerar pionera del feminismo
en América, pues luchó por participar como igual en la esfera intelectual.
Varios de sus poemas denuncian cómo la figura femenina se construye
socialmente según el deseo y expectativas de una sociedad públicamente
gobernada por hombres. También es famosa su defensa apasionada del
derecho de las mujeres a educarse, especialmente en su carta titulada
“Respuesta a Sor Filotea de la Cruz” (1691).]

Sor Juana Inés de la Cruz nació en la hacienda de San Miguel


Nepantla,Estado de México, el 12 de noviembre de 1648. Su nombre, antes
de tomar el hábito, fue Juana de Asbaje y Ramírez ya que fue hija natural
de la criolla Isabel Ramírez de Santillana y el vizcaíno Pedro Manuel de
Asbaje.
Siendo pequeña, Sor Juana se crió con su abuelo materno Pedro Ramírez,
en la hacienda de Panoayan. Su genio se manifestó desde temprana edad:
habiendo estudiado apenas las primeras letras en Amecameca.

A los tres años Sor Juana ya sabía leer, a los siete pedía que la mandaran a
estudiar a la Universidad y a los ocho escribió una loa para la fiesta de
Corpus.

En 1656, a la muerte de su abuelo, su madre envió Sor Juana a la capital a


vivir a la casa de su hermana, María Ramírez, esposa del acaudalado Juan
de Mata.

Ahí Sor Juana Inésestudió latín “en veinte lecciones” con el bachiller
Martín de Olivas, bastándole solamente esas pocas para dominar esta
lengua, cosa que se demuestra en la maestría de varias de sus obras, sobre
todo en los villancicos, que contienen versos latinos.

Sor Juana cuenta en su “Carta respuesta a Sor Filotea de la Cruzleía”,


estudiaba mucho, y era tal su obstinación por aprender que llegó a recurrir
al método autocoercitivo de cortarse el cabello para poner como plazo que
le volviera a crecer, para haber aprendido ya algo que deseaba.

Sor Juana leyó mucho durante toda su vida tanto autores clásicos romanos y
griegos como españoles.

En 1664 Sor Juana ingresó a la corte como dama de compañía de la


virreina, Leonor María Carreto, marquesa de Mancera, a la que dedicó
algunos sonetos con el nombre de Laura. El virrey, admirado, hizo reunir a
cuarenta letrados de todas facultades para someterla a un examen sin igual
del cual, por supuesto, salió triunfante,dejando admirados a los sabios por
haber contestado con sabiduría toda pregunta, argumento y réplica que
estos le hicieran.

Harta de la vida cortesana, Sor Juana decidió entrar a un convento porque,


según ella misma dice, “para la total negación que tenía al matrimonio era
lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad de mi
salvación”. Primero entró al convento de San José de las Carmelitas
Descalzasen 1667 pero salió de ahí a los tres meses, por la severidad de la
regla y el rigor de la orden. Después ingresó a la mucho más flexible orden
de las jerónimas, en el convento de Santa Paula, donde por fin profesó el
24 de febrero de 1669.
En el convento, donde vivió lo que le quedaba de vida, Sor Juana Inés de la Cruz hizo oficios
de contadora y archivista pero, más que nada, se dedicó al estudio y a la escritura. Dentro de
su celda -que era individual y espaciosa- llegó a poseer más de 4,000 volúmenes, instrumentos
musicales, mapas y aparatos de medición y a tener conocimientos profundos en astronomía,
matemáticas, lengua, filosofía, mitología, historia, teología, música, pintura y cocina, por citar
solamente algunas de sus disciplinas favoritas.

Sor Juana Inés de la Cruz y su obra literaria


Famosa, aun dentro del claustro, Sor Juana constantemente era llamada
para escribir obras por encargo: en 1689 se le encargó hacer el Arco
Triunfal a la llegada a la capital de los Marqueses de la Laguna y Condes de
Paredes, obra que concluyó con éxito y que tituló Neptuno Alegórico.
Tres años después Sor Juana ganó dos premios en el certamen universitario
del Triunfo Parténico y constantemente se le encargaban villancicos para
las festividades religiosas, además de la importante cantidad de sonetos,
rondillas, décimas, silvas y liras que constantemente componía.
El primer libro publicado por Sor Juana Inés de la Cruz fue Inundación
Castálida, que reunió una buena parte de su obra poética y fue publicada
en Madrid, antes que en la Nueva España.
Durante mucho tiempo, Sor Juana no tuvo mayores problemas en su vida
conventual hasta que, como lo afirma Octavio Paz, escribió “una carta de
más”. Esa misiva se publicó con el largo título de Carta atenagórica de la
madre Juana Inés de la Cruz, religiosa profesa de velo y coro en el muy
religioso convento de San Jerónimo que imprime y dedica a la misma Sor
Philotea de la Cruz, su estudiosa aficionada en el convento de la Santísima
Trinidad de la Puebla de los Ángeles, y era una crítica a un sermón del
jesuita portugués Antonio de Vieyra, muy afamado teólogo de la época.
Esta crítica tuvonefastas consecuencias aun cuando su publicación corrió a
cargo de la citada sor Filotea, que no era otro que el obispo de Puebla,
Fernández de Santa Cruz, que, finalmente, termina por reconvenirla y
aconsejarle que se dedique a asuntos menos profanos y más santos. Todo el
asunto terminó en que Sor Juana fue obligada a deshacerse de su biblioteca,
sus instrumentos musicales y matemáticos y obligada a dedicarse
exclusivamente al convento.

Sor Juana murió el 17 de abril de 1695 contagiada de la epidemia que


azotó al convento de Santa Paula.

Ruta de Sor Juana por el Estado de México.


¡Descúbrela!
Sor Juana Inés de la Cruz nació en la hacienda de San Miguel
Nepantla, Estado de México, el 12 de noviembre de 1648. Su nombre,
antes de tomar el hábito, fue Juana de Asbaje y Ramírez ya que fue hija
natural de la criolla Isabel Ramírez de Santillana y el vizcaíno Pedro
Manuel de Asbaje.
Siendo pequeña, Sor Juana se crió con su abuelo materno Pedro Ramírez,
en la hacienda de Panoayan. Su genio se manifestó desde temprana edad:
habiendo estudiado apenas las primeras letras en Amecameca.
A los tres años Sor Juana ya sabía leer, a los siete pedía que la mandaran a
estudiar a la Universidad y a los ocho escribió una loa para la fiesta de
Corpus.

En 1656, a la muerte de su abuelo, su madre envió Sor Juana a la capital a


vivir a la casa de su hermana, María Ramírez, esposa del acaudalado Juan
de Mata.

Ahí Sor Juana Inésestudió latín “en veinte lecciones” con el bachiller
Martín de Olivas, bastándole solamente esas pocas para dominar esta
lengua, cosa que se demuestra en la maestría de varias de sus obras, sobre
todo en los villancicos, que contienen versos latinos.

Sor Juana cuenta en su “Carta respuesta a Sor Filotea de la Cruzleía”,


estudiaba mucho, y era tal su obstinación por aprender que llegó a recurrir
al método autocoercitivo de cortarse el cabello para poner como plazo que
le volviera a crecer, para haber aprendido ya algo que deseaba.

Sor Juanaleyó mucho durante toda su vida tanto autores clásicos romanos y
griegos como españoles.

En 1664 Sor Juana ingresó a la corte como dama de compañía de la


virreina, Leonor María Carreto, marquesa de Mancera, a la que dedicó
algunos sonetos con el nombre de Laura. El virrey, admirado, hizo reunir a
cuarenta letrados de todas facultades para someterla a un examen sin igual
del cual, por supuesto, salió triunfante,dejando admirados a los sabios por
haber contestado con sabiduría toda pregunta, argumento y réplica que
estos le hicieran.
Harta de la vida cortesana, Sor Juana decidió entrar a un convento porque,
según ella misma dice, “para la total negación que tenía al matrimonio era
lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad de mi
salvación”. Primero entró al convento de San José de las Carmelitas
Descalzasen 1667 pero salió de ahí a los tres meses, por la severidad de la
regla y el rigor de la orden. Después ingresó a la mucho más flexible orden
de las jerónimas, en el convento de Santa Paula, donde por fin profesó el
24 de febrero de 1669.
En el convento, donde vivió lo que le quedaba de vida, Sor Juana Inés de la
Cruz hizo oficios de contadora y archivista pero, más que nada, se dedicó al
estudio y a la escritura. Dentro de su celda -que era individual y espaciosa-
llegó a poseer más de 4,000 volúmenes, instrumentos musicales, mapas y
aparatos de medición y a tener conocimientos profundos en astronomía,
matemáticas, lengua, filosofía, mitología, historia, teología, música, pintura
y cocina, por citar solamente algunas de sus disciplinas favoritas.

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