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EL DÍA DEL SEÑOR EN APOCALIPSIS 1:10

En Apocalipsis 1:10 dice: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí


detrás de mí una gran voz como de trompeta.” La expresión “día del Señor” ha
sido interpretada por algunos como una referencia al día del juicio, al que
también se le llama día del Señor (ἡμέρα Κυρίου -

heméra kuríou), que por cierto no es la misma expresión que aparece en


Apocalipsis 1:10. Otros interpretan el día del Señor en Apocalipsis 1:10 cómo
una referencia al primer día de la semana.

En el texto griego la expresión día del Señor en Apocalipsis 1:20 es κυριακῇ


ἡμέρᾳ (kuriakē heméra), que significa “el día perteneciente al Señor”. Una
expresión similar aparece en 1 Corintios 11:20 donde κυριακὸν δεῖπνον
(kuriakón deípon) se traduce como “cena del Señor”, o sea, es la cena que
pertenece al Señor.

La expresión día del Señor (κυριακῇ ἡμέρᾳ-kuriakē heméra) en Apocalipsis


1:10, no puede ser una referencia al día del juicio, sino al día que pertenece al
Señor, el día que él reclama como suyo. No puede ser una referencia al primer
día de la semana porque el único día del que Dios se proclamó dueño es el
Sábado (Isaías 58:13,14). Cristo se proclamó como el Señor, o dueño del
Sábado (Mateo 12:8) y no de otro día.

El evangelio de Juan se escribió en Éfeso, luego que Juan salió de la isla de


Patmos, donde escribió el libro de Apocalipsis. En Juan 20:1 Juan simplemente
llama al domingo “primer día de la semana” y no día del Señor (κυριακῇ ἡμέρᾳ
(kuriakē heméra), lo cual claramente indica que Apocalipsis 1:10 es una
referencia al Sábado y no al primer día de la semana.

El mensaje de la Biblia es claro.

Rafael Montesinos

DEL REINO DE LA GRACIA AL REINO DE


LA GLORIA
Jesús le dijo a sus seguidores que iba a resucitar su cuerpo (Juan 2:19-22).
Luego de su resurrección Jesús negó ser un espíritu desencarnado(Lucas
24:37-40). Lucas relata lo que ocurrió cuando Jesús resucitó y se apareció a
sus discípulos en el aposento alto. Veamos: "Entonces, espantados y
atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis
turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y
mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni
huesos, como veis que yo tengo."

En ese mismo cuerpo con el cual resucitó los discípulos le vieron ascender al
cielo. Veamos: "Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le
recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos
en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos
varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones
galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido
tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo."
(Hechos 1:9-11)

Pablo afirma que Cristo nuestro mediador intercede por nosotros ante el Padre
en forma humana tal y como ascendió al cielo. Veamos: "Porque hay un solo
Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1
Timoteo 2:5).

De ese Jesucristo hombre exaltado a la diestra del Padre, Pablo afirma lo


siguiente: "En él habita toda la plenitud de la Deidad corporalmente"
(Colosenses 2:9). Si en Jesús habita toda la plenitud de la Deidad, de la
cualidad divina o de la divinidad, entonces Jesucristo es Dios pleno al igual que
el Padre. Por tal razón el apóstol Juan afirma que el Verbo que existía junto a
Dios al principio, o sea, cuando todo dio comienzo, era Dios al igual que el
Padre. Cuando la tercera cláusula de Juan 1:1 afirma que el Verbo era Dios, lo
que dice es que lo era cualitativamente, o sea, lo que era Dios, lo era también
el Verbo.

Mientras Jesucristo hombre intercede por los hombres ante el Padre y mientras
sus enemigos aún no sean destruidos, él continuará sometido al Padre (1
Corintios 15:25-28). Este es el reino de la gracia. Es el reinado del Hijo (Daniel
7:14; 1 Corintios 15:25). Solo el Hijo reina hasta que los enemigos de Dios
sean puestos por estrado de sus pies, o sea, aniquilados.

Durante el reino de gracia el Padre continúa siendo el Dios y Padre de Jesús


(Juan 20:17). Jesucristo continúa siendo el canal mediante el cual se revela el
Padre. Al Padre nadie le ha visto jamás; el Hijo le ha dado a conocer (Juan
1:18). Una vez el plan de salvación sea finalmente consumado, Cristo le
someterá su reino al Padre y la Deidad volverá a reinar suprema y Dios será el
todo y en todos (1 Corintios 15:24, 28). El reino de gracia terminará y dará
comienzo el reino de gloria.
Ya no habrá un santuario o templo, pues su función habrá terminado
(Apocalipsis 21:22). No habrá necesidad de un sacerdote, o de un mediador.
Esa función del Mesías cesará. La sumisiòn del Hijo llegará a su fin y el Hijo se
sentará en su trono junto al Padre. Por tal razón en la Nueva Jerusalén estará
el trono de Dios y del Cordero (Apocalipsis 22:1). El Padre y el Cordero
compartirán el trono por toda la eternidad.

El mundo habrá vuelto a su condición paradisiaca original y la Deidad habrá


cumplido su gran cometido de salvar la raza caída. Los redimidos cantarán el
cántico de Moisés y del Cordero (Apocalipsis 15:3). "Y no habrá más maldición;
y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán
su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no
tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los
iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 22:3-5).

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