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J DERRIDA La Bestia y El Soberano Vol 2
J DERRIDA La Bestia y El Soberano Vol 2
1. M. Heidegger: Die Frage nach dem Ding. Zu Kants Lehre von den
Transzendentalen Grundsatzen, Tübingen, Max Niemeyer, Verlag, 1962;
Qu'est ce qu'une chose?, trad. fr. de J. Reboul y J. Taminiaux, París, Galli-
mard, 1971 [trad. cast. de J. M. García Gómez del Valle, La pregunta por
la cosa. Sobre la doctrina de los principios trascendentales de Kant, Gero-
na, Palamedes, 2009]. Jacques Derrida traduce aquí más literalmente el título
[que la edición francesa] (n. de e. fr.).
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pregunta por la cosa, en 1951, después en 1954, en Vortrage und dad relación de causa a efecto. «Das Ding ist nicht "in" der Nahe,
Aufsatze, traducido en francés en Essais et Conférences. 2 En La cosa, als ~ei diese ein Behalter. Nahe waltet im Nahern als das Dingen
ese texto publicado con anterioridad pues, pero escrito posterior- des Dinges». 6 La proximidad no se opone al aleja~iento, la pr~xi-
mente a La pregunta por la cosa -lo apunto de pasada-, encontra- midad -escribe Heidegger en un pasaje que les deJO reconstrmr a
rán cuatro o cinco ... cosas más directamente vinculadas a nuestros ustedes- «conserva», «guarda» (wahrt) el alejamiento ( «Nahe wahrt
intereses presentes. Por lo demás, puesto que la muerte, la melancolía die Ferne. Ferne wahrend, west die Nahe in ihrem Nahern»: «La
y el duelo son los que nos preocupan en este momento, así como el proximidad conserva el alejamiento. Al conse:var _el aleja_~iento, la
morir estando vivo, podemos leer La cosa como un gran texto sobre proximidad es [west, en el sentido cuasi act~vo, mtra,~sit_ivamente
la muerte, sobre la mortalidad del Dasein, en contraposición a una a- activo y enérgico, un poco como waltet ("realiza su ser , dice la tra-
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mortalidad, si no a una inmortalidad de la bestia. ducción [francesa])] en su acercamiento, acercándose» ).
1. Por una parte, la cosa (por lo menos en tres o cuatro lenguas: 3. Además, leerán ustedes ahí una sentencia sublime del Maestro
el griego, el latín, el alemán y el inglés) no carece de relación con la Eckhart -basándose en Dionisia Areopagita-, cita destinada a recordar
posibilidad de hablar, de discutir, de debatir en público en torno a un que cosa puede significar cosa en general, lo que ~ea o quienquiera que
litigio: la cosa no es solamente aquello de lo que se habla sino tam- sea, todo lo que es, desde la piedra hasta la bestia, el hombre, el alma
bién aquello que no es(tá) necesariamente mudo ni carece de palabra: y Dios. Esta cita nos importa aquí porque en ella se trata del amor,
la cosa causa y hace cosetear. Y pasa lo mismo con Ding, thing, cau- ciertamente, pero de un amor que se apropia de aquello que_ ama para
sa, cosa, chose, etc. convertirlo en la cosa que éste ama. El Maestro Eckhart dice en ale-
2. Además, en este texto resuena la pregunta «¿qué es la proxi- mán antiguo: « diu minne ist der natur, daz si den menschen wandelt
midad?» (Wie steht es mit der Nahe?), 3 que nos ha tenido muy ocu- in die dinc, die er minnet (el amor es de naturaleza tal que tran~forma
pados4 y que todavía lo seguirá haciendo. Heidegger responde a esta al hombre en las cosas que éste ama). 8 Nos preguntaremos si, en la
pregunta con amplios desarrollos que podrían reunirse en una frase muerte y en el duelo, no ocurre lo mismo que en el amor, y si amar
que cito porque la palabra walten vuelve a aparecer en ella: «La entonces no quiere decir amar para tornar amable nuestra cosa, hasta
cosa no está "en" la proximidad como si esta última fuese un recep- el punto de disponer de ella, de que queramos comérnosla, bebérnosla
táculo. La proximidad reina (waltet) en el acercamiento, en cuanto viva conservarla dentro de nosotros, enterr-arla o quemarla para guar-
que ella es la reunión debida a la cosa [el "cosificar" o el "causar" dad~ muerta-viva dentro de nosotros o muy cerca de nosotros, que
de la cosa, als das Dingen des Dinges]». 5 Por consiguiente, la proxi- también puede ser muy lejos de nosotros. Por doquier. ,, .
midad reina, domina, se impone, acontece, surge, se produce, pre- 4. Después encontrarían ustedes, de nuevo con el recurso al lexico
valece (waltet) como cosa, como el movimiento del devenir-cosa de del walten o durchwalten, de una forma todavía más firme Y tajante,
la cosa, als das Dingen des Dinges, como la causación de la cosa, si la afirmación del seminario de 1929-1930 según la cual el hombre es
quieren ustedes entender causación de una forma distinta de causali- el único que muere, mientras que el animal perece o fin(aliz)a. ~sen el
famoso pasaje sobre la Cuaternidad (Geviert), la tierra y el cielo, los
divinos y los mortales, siendo la tierra -recordémoslo antes de hablar
del entierro- aquello que, al permanecer, porta (die bauend Trage~de),
2. M. Heidegger: «Das Ding», en Vortrage und Aufsatze, Pfullingen, Gün- reuniéndolos, el agua y la piedra, lo que crece (la planta) Y el ammal
10
ther Neske Verlag, 1954, pp. 157-179; « La chose », en Essais et Conféren- (Gewasser und Gestein, Gewachs und Getier). 9 (Comentar el Ge-.)
ces, trad. fr. A. Préau, París, Gallimard, 1958, pp. 194-218 (trad. cast. de E.
Barjau, Conferencias y artículos, Barcelona, Ediciones del Serbal, 2001, 2n
ed. revisada, pp. 121-137].
3. Ibid., p. 158 [trad. cast., p. 121]. 6. Ibid.
4. Véase supra, «Tercera sesión. 22 de enero de 2003», p. 93 y «Cuarta 7. lbid. (traducción ffrancesa] modificada por Jacques Derrida) (n. de e. fr.).
sesión. 29 de enero de 2003», p. 137-8 (n. de e. fr.). 8. Mae tro Eckhart, citado por M. Heidegger en ibid., p. 169 [trad. cast.,
5. M. Heidegger: «Das Ding», en Vortrdge und Aufsi:itze, op. cit., p. 170 p. 1291 (n. de . fr.).
[trad. cast., p. 130]. Durante la esión, Ja qu s D rrid,1 ,lll.H.i : « E la osa la
que torna p ible la proximidad» (n. de: . r.). ,i~
9. M. l k1dl'ggu: «l as Ding», o¡,. cit., p. 170 ltr d. ca t., p. 1311.
1O. J u, .111 1 l, t· io11, la qm•s Derrida nn:idt; , Gctt 1 rr, el onjunto del
Quinta s,• ion. ,/,• /elnwo de 200.3 1 .,s
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ha ta el punto de constituir un ecreto del ser mismo 13 (als das Geheim-
Por con iguiente, en l'Stc famoso pa aje obre el Geviert, a propo
nis des Seins selbst). En cuanto relicario (Schrein) de la nada, la muerte
sito de los mortales, Heidegger e cribe:
cobija dentro de sí la esencia del ser, lo esenciante del ser (das Wesen~e
des Seins).14 La muerte es, por consiguiente, el cobijo del ser (das Gebtrg
Los mortales son los hombres (Die Sterblichen sind die Menschen). des Seins). A los mortales les damos el nombre de mortales no porque
Se los denomina mortales porque pueden morir [y la palabra importan su vida terrenal acabe (endet) sino porque pueden la muerte en cuanto
te aquí es tanto «poder», konnen, ser capaz de, como «morir»: weil sie muerte (weil sie den Tod als Tod vermogen) [ ... ]. Ellos son [los mortales]
sterben konnen]. Morir significa: ser capaz de la muerte en cuanto muerte la relación de ente [relación que es, que «se cumple», dice la traducción
[y aquí, de nuevo, lo que importa es tanto el poder, Vermogen, como el [francesa] para wesende] con el ser en cuanto ser (Sie sind das wesende
poder en cuanto poder del «en cuanto tal», el ser capaz del «en cuanto
Verhéiltnis zum Sein als Sein). 15
tal», de la muerte en cuanto tal, poder, facultad, aptitud que les serán
negadas dentro de un momento al animal: Sterben heisst: den Tod als Tod
vermogen]. El hombre es el único que muere (Nur der Mensch stirbt). El
Como ven ustedes, lo que aquí más se acentúa es que la muerte
animal perece (Das Tier verendet). [Es, literalmente, lo que él decía veinte •n cuanto tal, el acceso, la relación con la muerte en cuanto tal es
años antes en el seminario]. La muerte como muerte, él (el animal] no la un poder (Konnen, Vermogen). Semejante poder, semejante potencia,
tiene ni ante sí ni tras de sí (Es hat den Tod als Tod weder vor sich noch define al mortal, al hombre como mortal, y ese poder del como tal,
hinter sich). 11 del «en cuanto tal», ese poder de acceder al como tal de la muerte
(es decir:' de la nada como tal) no es sino la relación· con la diferencia
d 16 ·
[Esta frase cuenta más que como una simple explicitación; precisa ontológica, por lo tanto con el ser en cuanto ser. Sm ese po er, sm
que el «en cuanto tal» de la muerte supone que se tenga la muerte la fuerza de ese poder del «en cuanto tal», de la muerte en cuanto
ante sí y tras de sí, que se la vea venir anticipándola en el ser zum
Tode, pero asimismo que se la retenga y se la recuerde en el duelo, la
sepultura, en la memoria que se conserva, otras tantas posibilidades,
otros tantos poderes que Heidegger niega sin el menor matiz a lo que el ser y el ente, que pasa por la nada, que está guardada en esa Arca que es la
denomina de un modo muy homogéneo Das Tier en general, el ani- muerte. Es la muerte la que conserva al ser del ente» (n. de e. fr.).
13. Durante la sesión, Jacques Derrida añade: «En la muerte es donde
mal en general]. Y, tras haber dicho eso de la muerte, de la muerte
está el secreto del ser mismo, la diferencia entre el ser y el ente» (n. de e. fr.).
reservada, en resumidas cuentas, al hombre que es el único que tiene 14. Durante la sesión, Jacques Derrida añade: «Lo esenciante, el ser es
el poder de morir, Heidegger llama a la muerte el relicario de la nada en el sentido en que, otra vez aquí, no puede decirse activo, pues cuando se
de la nada (des Nichts), el cofre (Schrein), no dice el ataúd, sino el dice activo estamos en la oposición activo/pasivo, enérgeialdynamis, etc., Y ya
lugar en donde se deposita lo que no tiene precio, y permanece y ha estamos en otra dirección. Pero ya ven ustedes perfectamente que <¿west?>,
de permanecer (la traducción [francesa] dice el «Arca»): Wesen, etc., señalan una modalidad del ser que no es simplemente la del ente,
estática. El ser se produce como ser» (n. de e. fr.).
La muerte es el Arca de la Nada (Der Tod ist der Schrein des Nichts), 15. M. Heidegger: «Das Ding», en Vortréige und Aufséitze, op. cit., p.
a saber -añade Heidegger-, de aquello que, en todos los aspectos, no es 171 [trad. cast., p. 131] (es Jacques Derrida quien subraya «es») (traducción
un simple ente [por lo tanto, una simple cosa] sino que, no obstante, es,12 [francesa] modificada por Jacques Derrida). Durante la sesión, J~cques De~:i-
da añade al final de su lectura de la cita: « Ya ven ustedes, aqm, la relac1on
entre la experiencia de la muerte como tal, reservada al hombre, y la cuestión
agua, Gestein, la piedra en general, el conjunto de todo lo que es pétreo, del ser la diferencia entre el ser y el ente. Es lo mismo ser mortal que ser
capaz de plantear la pregunta "¿qué es el ser del ente?" o "¿qué es la cosei-
G~wéichs, todo lo que crece, el conjunto de lo que crece y Getier, el conjunto
ammal». En la línea siguiente, añade de nuevo acerca del Geviert: «Lo impor- dad de la cosa?"» (n. de e. fr.).
tante es Ge, la reunión» (n. de e. fr.).
16. Durante la sesión, Jacques Derrida añade: «¿Qué quiere decir "poder"
11. M. Heidegger: «Das Ding», en Vortréige und Aufséitze, op. cit., p. 171 aquí? Incluso la palabra "poder" (Konnen, Vermogen), lejos de proporci~nar-
nos la llave de una puerta que tendría acceso al ser del ente, ese poder mismo
[tra~. _cast., p. 131] (es Jacques Derrida quien subraya) (traducción [francesa]
es definido por el ser del ente. El poder, aquí, ese poder singular, aparece
mod1f1cada por Jacques Derrida) (n. de e. fr.).
12. Durante la sesión, Jacques Derrida añade: «La nada es sin ser un ente como poder desde la experiencia de la diferencia entre el ser y el ente» (n. de
sin ser cosa alguna, y ese ser de la nada, por consiguiente, esa diferencia entr; e. fr.).
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tal, no habría relación con el «en cuanto tal», por consiguiente con riencia vivida de un ser vivo] .19 Los seres vivos racionales deben, ante
el ser en cuanto ser, al no ser el ser en cuanto ser un «en cuanto tal» todo, devenir mortales [y Heidegger subraya «werden», devenir: Die ver-
entre otros sino la posibilidad del «en cuanto tal» en general; por- nünftigen Lebewesen müssen erst zu Sterblichen werden]. 2º [Insistir en la
que, aquí, se trata del ser en cuanto ser y no del ente en cuanto ente. palabra Erleben: crítica implícita a la fenomenología de Husserl: filosofía
Aquello que pasa por la nada, el no-ente y, por consiguiente, la muer- - metafísica - de la vida: desarrollar.]
te, en cuanto tal. Y esta diferencia entre el ente y el ser, esta diferencia
ontológica que, al portar el «en cuanto tal», se dirá -en el texto cuya Dicho de otro modo, los hombres son, sin duda, animales raciona-
lectura todavía difiero, Identidad y diferencia-, [se dirá] que adviene les, pero tienen, para ser dignos de su esencia de hombre, del nombre
mediante un walten: es siempre la fuerza de esa misma palabra que de hombre y del ser del hombre en cuanto que es capaz de acceder al
dice una fuerza, un poder, un dominio, incluso una soberanía no com- ser en cuanto tal, tienen que devenir no sólo seres vivos racionales,
parable con ninguna otra 17 - de ahí la dificultad que experimentamos animales dotados de razón y que, en cuanto animales, no mueren, sino
para pensarla, para determinarla y, por supuesto, para traducirla.18 que también tienen que devenir mortales, tienen, no ya que «apren-
Por lo demás, en el mismo pasaje que estamos leyendo, en La der a morir», como dice la tradición desde Platón, definiendo así la
cosa, y justo después de lo que acabo de comentar, el léxico del wal- tarea filosófica como epiméleia toú thánatou (ejercicio o disciplina de
ten, en verdad el durchwalten, surge pero precisamente para decir preparación para la muerte), sino que devenir mortales. Tienen, más
aquello que, en la metafísica, desgraciadamente, ha prevalecido, a allá del animal racional que somos y que, en cuanto animal, no mue-
saber, la definición del hombre no como el mortal que encuentra su re, tienen, tenemos que devenir mortales. Ésta es la gran lección que
ser en el cobijo del ser, el mortal guardián del ser, sino como un ani- han de entender los sordos que, como yo, siguen tratando de aprender
mal, un animal racional, un ser vivo animal en el que la razón habría a devenir o inmortales o a-mortales, como las bestias en resumidas
simplemente penetrado, al que la razón habría simplemente goberna- cuentas. ¡Ah, si pudiésemos seguir siendo unas bestias! A menos que,
do, dominado (durchwaltet), pero sin cambiar nada en la restringida contrariamente a lo que dice Heidegger, sigamos siendo unas bestias
determinación del hombre como animal, como ser vivo, precisamente que no tienen el poder de morir, a las que la muerte en cuanto tal no se
cuando hay que definir al hombre no como ser vivo, sino como mor- les aparece nunca, dado que morir sigue siendo -como con frecuencia
tal. Esta crítica del gran cq_ncepto metafísico del animal rationale y dl' se lamenta Blanchot- imposible, desgraciadamente. No -insiste Heide-
la animalitas del hombré se encontraba ya en la Carta sobre el huma-
nismo. Aquí está el párrafo, va inmediatamente después de la fras ·
sobre los mortales que son la relación con el ser en cuanto ser:
19. Durante la sesión, J acques Derrida añade: «Y eso es lo que Heidegger
querría, digamos, deconstruir: la determinación del hombre, en primer lugar,
La metafísica, por el contrario, se representa [no es sino una repre en
wmo un ser vivo y no como un mortal. A partir de la vida y del vivir -y,
tación, una Vorstellung: Die Metaphysik dagegen stellt den Menschen als
,tquí, es Leben und Erleben, y yo leo en esta frase una crítica implícita, una
animat als Lebewesen vor] [la metafísica, por el contrario, se represent.11
rl'serva implícita hacia, muy especialmente, Husserl y la fenomenología que
al hombre como animal, como ser vivo. Incluso cuando la ratio penetr,
d1.·termina su absoluto fenomenológico como Erlebnis, como vida, vida tras-
y gobierna [durchwaltet: llena de fuerza, por fuerza, atraviesa con fuerza 1
l ·ndental-; Leben und Erleben, si Heidegger añade und Erleben es porque lo
la anima/itas, el ser hombre (Menschsein) permanece (bleibt) determinado
que le ronda en la cabeza, porque a aquello que apunta de forma crítica es a
a partir de la vida y del vivir [Leben und Erleben: por consiguiente, expt·
l.1 determinación del ser como vida, a lo absoluto humano como ser vivo y,
riencia; Erlebnis como experiencia, pero, como su nombre indica, ex¡w
por lo tanto, a la fenomenología como filosofía de la vida, como vida trascen-
dl ntal. Lo cual es algo que yo traté de cuestionar asimismo hace ya mucho
11t·mpo». Véase J. Derrida: La Voix et le phénomene. Introduction au pro-
/,1,,,ne du signe dans la phénoménologie de Husserl, París, PUF, Y ed., 1976,
17. Durante la sesión, Jacques Derrida añade: «No es la soberanía d 11 tJ ltrad. cast. de P. Peñalver, La voz y el fenómeno, Valencia, Pre-Textos,
Dios, no es la soberanía de un rey, de un jefe de Estado, es una soberanía 1111 l 1)85, pp. 46-47] (n. de e. fr.).
soberana que cualquier soberanía» (n. de e. fr.). 20. M. Heidegger: «Das Ding», en Vortrage und Aufsatze, op. cit., p. 177
18. Durante la sesión, Jacqu D ·rrid., :111, di: ,, Y lo que tnmbién rnt i111 111 1d. c1st., p. 1 11 (traducción Ifram; s.11 modificada por Jacques Derrida)
resa e la cadena ntre walten, ki>mw,,, 1 r11111 ,,•n (u. dt ·. fr.).
1,
( 1, d ·. fr.).
168 eminariu I a be ·tia y el o/Jera no ll (2002 2 00 ~) 1 9
gger-, habría que devenir mortal. Pero, en el fondo, ¿aca o e to no ·s lk·I sigui nt modo: , Son los lio111hH·s en cuanto que on mortales los
un poco lo mismo? Vivir la muerte más allá de la vida, vivir a mu rtt.\ qu en primer lugar obti n n, habitando en él, el mundo en cuanto
morir estando vivo, etc. Quizá sea el mismo círculo. 111undo (die Welt als Welt) ». 23 Las últimas palabras de La cosa tienen
5. ¿Qué es el círculo? Si ahora, siempre durante la lectura de L, una forma proverbial que el propio Heidegger comenta en una nota:
cosa, intentan ustedes seguir, reunir, coleccionar, encadenar las vu ·I- , Nur was aus Welt gering, wird einmal Ding». 24 Aquello que con
tas y revueltas circulares que habíamos empezado a analizar (Zirkel. pequeñez, con modestia, nace del mundo y por él, solamente eso se
Kreis, Ring, Umring), tanto si se trata de círculos en cuanto circmto wnvierte algún día en una cosa. Lean la nota con la que Heidegger se
metodológico como de la cerrazón del animal en su Benommenheit traduce a sí mismo y explicita aquí su pensamiento.
van a encontrar aquí otro círculo, otra serie de círculos, como anillos Final de la vuelta o del rodeo anunciados. La pregunta inicial nos
de la alianza. Y eso pasa a través del trabajo o del juego (pues, ju ta - l'Sta ba esperando, ahora retorna.
mente, se trata aquí del juego del mundo), del trabajo y del juego de
la lengua en torno a Reigen, Ring y Gering. Habría que releer muy dt ¿Qué es el otro -los otros- en el momento en que se trata de res-
cerca, con la lupa de traducciones imposibles, las tres o cuatro últi - ponder a la necesidad de hacer de mí alguna cosa, de hacer de mí
mas páginas de La cosa. En conjunto, y por decirlo de una formn .dguna cosa o su cosa en el momento en que -como dice la gente- yo
general, Heidegger reflexiona acerca de la unidad de la Cuaternidad, haya partido, es decir, muerto, pasado, pasado a mejor vida, es decir,
Die Einheit der Vierung (la tierra, el cielo, los mortales y los divinos). rnando esté separado en la lejanía del paso o del tránsito (weg, fort,
Ese ser-uno de la Cuadratura es justamente el mundo en cuanto que passed away), cuando ya no esté aquí, da, cuando esté, con toda pro-
se mundea o se mundaniza o se mundializa (weltet). El mundo es el babilidad, totalmente sin defensa, desarmado, entre sus manos, es
cuatro en uno 21 de la tierra, del cielo, de los mortales y de los divinos. decir, como suele decirse, por así decirlo, muerto?
Y ése es el juego de espejo del mundo, das Spiegel-Spiel del mundo ¿Cómo y a qué procederán ellos en el tiempo que siga al deceso?
como corro del acontecimiento o de aquello que aparece apropián- Expirar, proceder, retroceder, se trata en efecto de una andadura, de
dose (Reigen des Ereignens). El mundo no es lo que rodea el cuatro, un camino, de un movimiento que está en camino, camino de partida
los Cuatro como un anillo o una sortija (Reif). Ese corro (Reigen) t.·s o camino de retorno; se trata en efecto de progreso o de regresión,
el anillo (Ring) que se enrolla sobre sí mismo (der ringt) jugando en o de digresión, de proceso, de procesión, de procedimiento, de pro-
cuanto espejo (als das Spiegeln spielt). Ese estar reunido del juego dd cesamiento, de dispositivos ya, por consiguiente, a la vez técnicos y
mundo, como juego del espejo que se enrolla, es la vuelta envolvent jurídicos que, por su parte, han abandonado lo que se denomina en
(das Gering). Los Cuatro (los mortales, los divinos, el cielo y la tierra) entido corriente y tardío la naturaleza. Ya nos encontramos o bien
se reúnen, flexibles, plegándose al juego del espejo. en la oposición de nómos, téchne, thésis a la physis en sentido tardío
Ahora bien, y aquí tenemos una vez más el elogio tradicional, des y derivado, o bien en esa différance (con a) de la physis originaria que
de Hegel, de la fortuna de la lengua alemana: «Flexible, maleable, adopta las formas de la ley, de la tesis, de la técnica, del derecho, etc.
dúctil, dócil, fácil, se dicen en alemán antiguo ring y gering». 22 Dejo Observen bien que, en la pregunta con la que hemos abierto esta
que ustedes lean, en dos lenguas, las tres páginas que vienen a conti esión, en el encadenamiento de semejante pregunta, en el orden o la
nuación y que ponen en marcha, hasta el vértigo, todos los recursos intaxis de semejante pregunta, todo se altera en el orden mismo. Pues,
de este idioma. Tras haber puesto muchos ejemplos de las cosas módi al preguntar «¿qué es el otro? ¿Qué es lo que el otro o los otros van a
caso modestas (Geringen), entre las cuales se encuentran algunas bes- hacer de mí cuando, tras el paso de alejamiento del tránsito, tras ese
tias como la garza y el ciervo, el caballo y el toro, Heidegger concluy paso, cuando yo sea pasado, cuando yo haya pasado, cuando haya
21. En el texto mecanografiado: «El mundo es el cuatro». Lo restablece- 23. Ibid., p. 181 [trad. cast., p. 134] (traducción [francesa] modificada
mos a partir de la grabación de la sesión (n. de e. fr.). por Jacques Derrida) (n. de e. fr.).
22. M. Heidegger: «Das Ding», en Vortrdge und Aufsatze, op. cit., p. 17 24. Ibid. El texto alemán no incluye ninguna nota; en la traducción fran-
[trad. cast., p. 133] (traducción [francesa] modificada por Jacques Derrida) cesa, el traductor cita en nota una explicitación que da Heidegger (n. de e.
(n. de e. fr.). fr.).
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partido, fallecido, cuando me haya alejado, cuando haya desaparc ¡. Pong mo ahora, como hip<'>tcsis o de forma ficticia, que yo diga
do, cuando esté totalmente sin defensa, desarmado, entre sus manos, lo siguiente. i digo: «Robín on ru oe ha sido en efecto "enterrado
es decir, como suele decirse, por así decirlo, muerto?», ya he pr su- vivo" (buried alive), ha ido en efecto "engullido vivo" (swalllow'd
puesto, sin saber nada de lo que quiere decir «muerto» en el sintagm. 1 11 ¡, alive) », ustedes no me creerían.
«cuando yo haya etc. muerto», [ya he presupuesto] una pre-definición «¿Pero qué está contando otra vez? -se preguntarían ustedes-. ¡Es
de la muerte, del estar-muerto, a saber, que estar muerto, antes de qu · mentira! ¡Lo que cuenta es mentira! Este profesor no dice la verdad,
rer decir cualquier otra cosa, significa, para mí, estar entregado, en lu 110 respeta en modo alguno la verdad. No sólo añade a su programa
que queda de mí, así como en todos mis restos, estar expuesto o entre.· de filosofía, codo a codo, una agradable ficción de un literato inglés
gado sin defensa posible, una vez desarmado totalmente, al otro. A lo~ del siglo XVIII y el seminario más serio del mundo de un gran pen-
otros. Y por poco que yo sepa acerca de lo que quiere decir la alteri "ador alemán de este siglo sobre el mundo y el hombre, no sólo lo
dad del otro o de los otros, he tenido que presuponer en efecto que el mezcla todo, contamina el uno con el otro, sino que, de pronto, nos
otro, los otros son precisamente aquellos que siempre pueden morir cuenta tonterías cuando nos declara en voz alta, como si nos anuncia-
d~spués de mí, sobrevivirme y disponer así de lo que queda de mí, d · se una información en el telediario de la noche de la CNN al consul-
mis restos. ¿Qué son los otros? Aquellos y aquellas que pueden sobre tar una noticia: "Acabamos de enterarnos de que Robinson Crusoe
vivirme. Por eso, a propósito, he formulado mi pregunta de la siguien- ha sido en efecto, según sus propias palabras, 'enterrado vivo' (buried
te manera: «¿Qué es el otro? ¿Qué es lo que el otro o los otros van a alive), ha sido en efecto, como él mismo había previsto, 'engullido
hacer de mí cuando yo haya partido, fallecido, cuando esté totalmente vivo' (swallow'd up alive)".
sin defensa, desarmado, entre sus manos, es decir, como suele decirse, Pero no es verdad, objetarían ustedes con firmeza, de nuevo se tra-
por así decirlo, muerto?», y he comenzado así mi frase con «¿qué es ta de una desinformación, eso no es lo que la historia cuenta, ése no
el otro?», anticipando la respuesta a esa pregunta misma que yo había es el relato que hemos leído, eso no es lo que millones de personas
seccionado de ese modo ( «¿qué es el otro?», después «¿qué harán lo han leído y leerán en todas las lenguas, ése no es el relato publicado,
otros de mí?», pues algo harán de mí): pues bien (respuesta), el otro e , Robinson Crusoe, el relato identificable e idéntico a sí mismo que,
el otro es, los otros son aquellos y aquellas ante los cuales y las cuale por lo demás, tiene depósito legal y que todo el mundo puede consul-
yo estoy desarmado, sin defensa, el otro es aquel que siempre podría, tar en la Biblioteca. Británica, en la Biblioteca Nacional de Francia y
un buen día, hacer de mí y de mis restos alguna cosa, una cosa, su en la Biblioteca del Congreso, y del que pueden dar testimonio millo-
cosa, cualesquiera que sean el respeto o la pompa, por vocación fúne- nes de lectores, eso no es así, no es verdad, Robinson Crusoe no fue
bre, con los que trate esa cosa singular que se llaman mis restos. El enterrado vivo, no fue engullido vivo, tan sólo habló de eso y tan sólo
otro se me aparece como otro en cuanto tal, en cuanto aquel, aquella tuvo miedo de eso. De hecho, como sabemos, volvió de su isla vivito
o aquellos que pueden sobrevivirme, sobrevivir a mi deceso y proceder y coleando, en plena forma, más vivo al abordar las costas de Inglate-
entonces como les parezca, soberanamente, y soberanamente disponer rra que algunos cosmonautas al volver de la atmósfera».
del porvenir de mis restos, si los hay.
A lo cual, sin dejarme intimidar por ese consenso y haciéndoles
Esto es lo que querría decir, lo que siempre habría querido decir, la frente a ustedes, si es que todavía no me han matado, yo respondería
palabra «otro».
con insistencia: «Que sí, que sí, ése es en efecto el relato, el relato
Pero disponer de mis restos es algo que se puede hacer antes inclu- mismo, no lo que él cuenta sin duda, ahí quizá tengan ustedes razón,
so de que yo esté total, clara y distintamente muerto, es decir, que el a pesar de que, no obstante, Robinson, en el relato, se ve, como con
otro, los otros, son también lo que puede no esperar a que yo esté alucinaciones, léanlo bien, se ve así de antemano (y por eso habla tan-
muerto para hacerlo, para disponer de mis restos: el otro puede ente- to de eso), ve que se acerca el momento, se ve de antemano enterrado
25
rrarme vivo, comerme o engullirme vivo, quemarme vivo, etc. Puede vivo o engullido vivo».
matarme estando yo vivo y ejercer así su soberanía.
«No -dirán ustedes-, no el momento en que será enterrado o
engullido vivo, sino el momento en que sería de ese modo enterrado
o engullido vivo, cuando corre el riesgo de ser enterrado vivo. Tie-
25. Durante la sesión, Jacques Derrida añade: «Literal o figuradamente» ne miedo de lo que bien podría ocurrirle y que no le ha ocurrido.
(n. de e. fr.).
No es un futuro de indicativo sino un condicional, él bien podría ser
172 emmario La be~tia y el soberano /1 (2002 003) /1 • /1/11 N 11dt• ()()~ 17 1
e?terrado o engullido totalmente vivo, tiembla pensando en eso, por .d r lato 1111 ·nw, po, qlll u.111 lo ligo, cuand. pronun io «Robinson
eJemplo, cuando el temblor de tierra, y hace lo que sea para que lo C rn o », allí dondl' no wn las ·orrnlla entre las cuales dejo en sus-
que ve venir no le ocurra. Para que su fantasma, si quieren llamarlo p ·n o e te nombre propio o la cur ivas con las que lo inclino, cuan-
así, siga siendo un fantasma y no se cumpla». do pronuncio «Robinson Crusoe», nombro de esta forma el relato,
«A menos -replicaría-yo 26 entonces-, a menos que la diferencia m refiero al relato (el relato es mi referencia y mi referente). Al nom-
entre el condicional y el indicativo, la diferencia entre el condicio hrar entonces el relato, llamo al relato por su nombre, que es nuestro
nal, el futuro y el presente o el pretérito del indicativo no sean sino 1111ico referente común aquí (no hay ningún Robinson Crusoe aparte
modalidades temporales, modalizaciones en la superficie de la feno d l libro), y este nombre-título, este título que es dos veces un nom-
menalidad o de la representación conscientes y que cuentan poco con hr propio (lo mismo que Hamlet, René, Ana Karenina o Bartleby
respecto al contenido fantasmático que, por su parte, le ocurre, le ha ,·l escribiente, etc.), pues todo título es un nombre propio y, cuando
ocurrido efectivamente, a Robinson; a menos -diría yo de nuevo- qm 1111 título tiene la forma del nombre propio, es dos veces un nombre
Robinson Crusoe haya hecho lo que sea para que, a pesar de su terror pr pio, dos veces: el mismo nombre propio y otro nombre propio, el
o a través de él, su deseo no hable y a menos que le haya ocurrido lo nombre propio como título y el nombre propio nombrado por el títu-
que él quería que no le ocurriese. Como si el núcleo noemático del lo todo eso en un solo nombre con dos cabezas o con dos funciones
fantasma, en cierto modo (ser enterrado o engullido vivo), le hubiest '
, ·ferenciales. Aquí, el nombre propio es el homónimo, es el mismo
ocurrido de todas formas, ocurrido irreversiblemente, ocurrido vir que el nombre del personaje del relato y del narrador del relato, de la
tual pero irreversiblemente, y como si los modos en que se presentan l onfesión cuasi autobiográfica, etc. El relato titulado Robinson Cru-
ese núcleo noemático, sus modalidades o sus modificaciones (presentt oe y, dentro de él, el personaje y el narrador, el autor del diario y el
o futuro, indicativo o condicional, percepción o alucinación, realidad personaje que el autor del diario autobiográfico pone en escena son,
o ficción) siguiesen siendo -en cuanto modificaciones o cualidades 1odos ellos, diferentes, distintos entre sí, pero todos ellos son nom-
secundarias, relativamente secundarias- justamente externas, epifeno- brados con el mismo nombre «Robinson Crusoe» y, en cuanto tales,
menales. Tiene, pues, miedo de morir estando vivo, se ve ya en e a iodos ellos son muertos vivientes, 28 son enterrados y engullidos total-
situación: es enterrado o engullido vivo, él lo habrá querido así. No 111ente vivos con regularidad. Pero, evidentemente, dado que morir
había que pensar en eso. Pues, por añadidura, y arriesgando un paso 1·stando vivo, en presente, no puede presentarse nunca de un modo
más en la provocación, me atrevo a sostener, esta vez en indicativo, 1· ctivo; dado que no se puede presentemente estar muerto, morir y
que eso le ocurrió en efecto».
Vl: rse morir, morir estando vivo; dado que no se puede estar a la vez
«¿Ah, sí? ¿Cómo es eso? -dirían ustedes-.» vivo y muerto, el morir estando vivo no puede ser sino una virtuali-
27
« Pues bien, adoptando otra vía y de acuerdo con otra necesi d,1d fantasmática, una ficción, si quieren ustedes, pero esa virtualidad
dad además de la de ese puro contenido fantasmático, antes de cual- l 1c.:ticia o fantasmática no disminuye en modo alguno la omnipotencia
quier modalidad temporal, y puesto que tanto interés tienen ustedes d ctiva de lo que se presenta así al fantasma, omnipotencia que ya no
en hablar del relato y en tener en cuenta el relato ficticio, en tener lo abandona, no lo abandona nunca, y organiza y rige el todo de lo
en cuenta ese informe ficticio que es el relato, ese relato que es a la que denominamos la vida y la muerte, la vida la muerte. Esa potencia
vez o sucesivamente un diario, un diario de viaje, una confesión, una dt· la omnipotencia pertenece a un más allá de la oposición entre ser o
ficción de autobiografía, un tratado de antropología, un aprendizaj 110 er, vida y muerte, realidad y ficción o virtualidad fantasmática.
de la plegaria cristiana y, por encima de todo, abarcando todo eso, un ¿Qué quiere decir eso? Ya han comprendido que un libro y, de una
acontecimiento literario en una lengua nacional de Europa, manten 111anera todavía más contundente, un libro cuyo texto es una ficción
go que eso le ocurrió, el morir estando vivo, a «Robinson Crusoe>,, 1 11 primera persona, que inserta en el relato vivo las citas, los insertos,
tamos qué es eso tan específico, tan punzante y tan único que nos tragado o ,devorado vivo.. Crusoe el libro esta vez, puede y debe
ocurre en la organización procedimental de la muerte como supervi Despues, porque Robinson t' do de antropología o de etno-
. . leído como un corto tra a 11
vencía, como tratamiento, por parte de la familia y/o del Estado, d 1 asimismo ser h . d. d y le doy las gracias por e o,
cuerpo así llamado muerto, de lo que llamamos un cadáver, no sól logía. Un artículo qu~ ~e a m ica ; o, esa dimensión de «tratado
. C mtesse31 msiste con razon en ; l d
en el horizonte de las religiones o de las filosofías o de las ideología el amigo o ; ·1 d 1 si lo XVIII. Se trata de un arucu o e
que, todas ellas, presuponen, lejos de tornarla simplemente posible, de antropologia » al estl o e d g d 1 Otro en Robinson Crusoe »,
esa estructura universal de la supervivencia que acabo de evocar, sino Francis Affergan, :<Los marca o;;: ; modernes.32 En apoyo de esta
también en el funeral3° mismo, en la forma organizada, en el dispo- publicado en un ?u~e.ro de Les odrí~n citar en efecto mil pasajes de
sitivo jurídico y el conjunto de procedimientos técnicos mediante lo observación tan 1ust1ficada, se p t cita esas cuantas líneas que
cuales nosotros, como comunidad, familia, nación, Estado, humani- Robinson Crusoe. Affergand pc;a:~/1: ~obinson Crusoe, que siem-
dad, entregamos el cadáver a su porvenir, preparamos el porvenir de se encuentran en la Segun ad 1 ben como una suerte de largo
un cadáver y nos preparamos nosotros mismos, lo mismo que se dice
h
pre se a co
nsiderado uste es o sa
' . 1 f 1 de' sus aventuras en 1a is. 1a. Se
que se prepara un cadáver. preámbulo o de post-scridtum a if a bra titulada Robinson Crusoe
Como recordarán, yo esperaba, les había prometido, me había está de acuerdo .en consi. e~~r que
está, en lo esencial, constltm a por
1:
~rimera Parte. Pétrus Borel, por
francés están reunidas en un
prometido hablar hoy de eso, y en la dirección de esa fantasmática
del morir estando vivo o del morir estando muerto, de lo que ocurre su lado, tradujo las dos dartes J~e~l e;exto int~gral» en la Biblioteca
cuando la gente, entre nosotros, en Occidente, como suele decirse,
duda todavía, cada vez más, o dilucida cada vez más entre las dos
solo volumen y presenta asco .
Marabout de donde cito el pasa)~ que,
Está en la página 558 del セクエ@
r
su vez cita Francis Affergan.
la Bibliotheque Marabout
ifrgra n;n Robinson Crusoe recuerda
únicas posibilidades que se le ofrecen y ante las cuales sigue siendo
libre (esto es algo reciente, extraño en la superficie y en la historia (trad. cast., p. 252 de la Editona; dumle i~la y mantiene un discurso
. . ch· mucho espues e a '
de la tierra humana) [dos posibilidades, pues]: la inhumación y la su viaJe a ma, . b . d d como apunta justamente
1 h · que mcum e sm u a, . .
acerca d e os c mos
incineración, mientras que, en otras culturas, se ha optado de forma
global y estable, todavía muy ampliamente duradera, por la una o
;
Affergan, a la antropologia c~m~ar~uv; aproximación deliberada-1:
. ( subrayo esa comparauvi-
33. M. Heidegger: Die Grundbegriffe .. . , op. cit., p. 260 y ss. [trad. cast.,
p. 225 y ss.].
34. D. Defoe: Robinson Crusoé, trad. fr. de P. Borel, ilustraciones de
¡/ f, /111'/() tit' ()() J 181
18 Semmarm I 1 bestia el oberano JI (2002 200 3)
Ante de abordar uno de mis principales propósitos de h y, no ,e ·r d ningun, m l1l 1, 11 llo, Com i t d a g nt upi
quiero dejar de recordar que Robinson Crusoe, aunque sea a í pr a JU quier d cir u t·t·1. Rol i11son ~r.u . no ~be, l.o c~~fiesa, per~ e
de esos fantasmas (ser enterrado o engullido vivo, estar atemorizado d·i muy bien u nta d ¡u· su p nencia, su imagmac10n, sus suenos
por la huella fantasmática de un paso en la arena, etc.), es -tantc lo mpujarían en efect a reer en eso, aunque tenga ~ue creer セオ@ no
como hombre realista cuanto como cristiano confeso- alguien a qui n hay que creer en eso. Leo un pasaje en donde se dedica a descnbu la
le gustaría instalarse en la sensatez y en el sentido común, en la nega n talgia y la melancolía que lo trabajan, como _una enferme~ad, Y
ción testaruda de lo espectral y de lo fantasmático. Pero, asimismo, 1 empujan a imaginarse de vuelta esta vez a su isla: no a su isla_ en
es alguien que no puede hacerlo y que debe de ese modo dejar en Inglaterra, sino de vuelta de Inglaterra a su isla desafortunada, su isla
suspenso el asunto en el momento de su confesión. Es alguien qu d la desesperanza.
se mantiene entre la creencia y la incredulidad, puesto que paradó
jicamente la creencia en los fantasmas va en contra de su creencia Ninguna de esas cosas, sin embargo fdice]. tuvo ef~ct~ so~:e mí o al
menos no el suficiente como para ahogar la violenta mclmac10n que yo
cristiana, y a su vez su creencia misma queda, incrédula, suspendida
tenía de recorrer de nuevo el mundo, inclinación que era inherente a mí
de los fantasmas espectrales y de los fantasmas (de los phantásmata, como una enfermedad crónica [por consiguiente, su nostalgia melancó-
palabra que quiere decir en griego a la vez el producto de la imagina- lica es «dia nóson», patológica, hubiese dicho Aristóteles, como rec~er-
ción o el fantasma y el reaparecido), puesto que su creencia perma dan ustedes citado por Heidegger: día nóson y no dia physin: patológica,
nece invencible frente a la sensatez [Robinson Crusoe es alguien que enfermiza/ no natural ni normal]. Ver mi nueva plantación en la isla Y 1~
está entre la creencia en los fantasmas espectrales y los fantasmas] y colonia que allí dejé era el deseo que rondaba más incesantemente por mi
a la denegación, la denegación de alguien que no dejaría de decirles cabeza. Con eso soñaba toda la noche y mi imaginación se mecía durante
tirándoles de la manga, «saben, no me engañen, a mí, que tengo gran todo el día. 36
sentido común, no creo en los fantasmas, ni en los espectros, ni en
los reaparecidos, ni en las apariciones, de ninguna manera, en abso- Más adelante: <<hablaba de eso -dice- durante mi sueño .... ». Se
luto, no vayan a creer». Y hemos aprendido a comprender, hemos trata, pues, de un fantasma tan poderoso, en sus efectos, que lo hace
aprendido y comprendido cómo no dejarnos aprehender y que, cuan- , ctuar y hablar, de una forma cuasi sonámbula. .
do alguien nos dice: «No vayan ustedes a creer que ... » es, en efec- Porque, ya lo han escuchado muy bien, Robinson Crusoe dice que
to, el momento de creer justamente que ... , sobre todo si esa persona nada ha tenido un «efecto» lo suficientemente poderoso como para
insiste y nos dice: «No vayan a creer, sobre todo, que yo creo en ... », refrenar su deseo su nostalgia, su melancolía, sus sueños diurnos Y
entonces podemos creer que, muy probablemente, esa persona cree nocturnos. Por c;nsiguiente, el fantasma es efectivamente más efecti-
y espera en efecto que vamos a creer que ella cree en lo que le gus- vo, más poderoso, es en efecto más _poderoso que 1~ ,que se le contra-
taría no creer, pero en lo que 35 él o ella cree, en el momento mismo pone, digamos, la sensatez y la realidad, la percepc10n ~e lo r.eal, _e,tc.
de dejar su juicio en suspenso con un «en el fondo, no sé ... ». No sé La percepción de lo real tiene menos poder que esa cuasi-alucma~10n,
-dice-. ¿Qué hacemos cuando decimos «no sé» ante un fantasma o la cual es, por lo tanto, más real, más efectiva para él, en su realidad
un reaparecido? Con ese espíritu, o lo más cerca de esos espíritus, lee- psíquica, que lo que se le contrapone con el nombre o en nombre de
ré y los invitaré a releer el mismísimo comienzo de la Segunda Parte un principio de realidad.
de Robinson Crusoe, en donde éste confiesa que no sabe si debe creer Con ese espíritu habla de los espíritus y evoca el discurso usual
o no creer en los espectros, si debe creer o no creer a la gente sensata y tan sensato sobre los fantasmas, los espectros セ@ los ~eapare~idos.
que dice que no cree en absoluto en ellos y que sobre todo no hay que Termina diciendo: «No sé». No sabe, pero está baJO la mfluencia del
fantasma eficaz, poderoso, y lo dice. Decir «no sé» con respecto al
fantasma y al reaparecido es la única manera de tenerlos en cuenta
por su propio poder efectivo. Si yo dijese «sé», «estoy seguro Y ten-
Grandville, Verviers (Bélgica), Bibliotheque Marabout, 1977, pp. 558-560
[trad. cast. de J. Cortázar, Vida y extrañas y sorprendentes aventuras de
Robinson Crusoe escritas por él mismo, Barcelona, Lumen, 1975, vol. 11, pp.
252-253]. 36. D. Defoe: Robinson Crusoé, op. cit., p. 328 (Bibliotheque Marabout)
35. En el texto mecanografiado:« a qui» [«en quien»] (n. de e. fr.). [trad. cast., pp. 9-10 (Editorial Lumen)] (n. de e. fr.).
18 1
, /t /1 /111 I II i/1• ()() J
12 •mmarw La h • tia y el s berano JI (2002 2 03)
h,ty qu d u 1 1 , :-. ,1 ' I e<n · ituy n fanta ía que lo
go certeza», clara y distintamente, no sólo de que me af ctan fant,1
¡ ·n n pr o. ' o otros, l ·m ·nt d e o otro , puede ser tanto
mas espectr~les sino de que los hay realmente fuera de mí, haría ¡w 1
lo má tro como lo m ·n tr . Ahora bien, 38 cuanto más otro es
la espectrahdad se disolviese de inmediato, denegaría sin tard nz, 1
·l otro, menos otro e . Y, al revés, cuanto menos otro es, m~s otro
con~radiría a priori precisamente aquello mismo que digo. No pu do
s. Cuanto más otro, menos es el otro; cuanto menos otro, mas es el
decir «estoy seguro y sé» que hay ahí espectro sin decir lo contr no
Y sin conjurar al espectro. El «no sé» es, pues, la modalidad mi ma otro.
d~ la experiencia de lo espectral y, por lo demás, de la huella supervi ¿Qué quiere decir eso? .
El temblor de tierra o la tempestad que me entierran o me engu-
viente en general. Robinson Crusoe dirá: «[ ... ] no sé todavía a e ta
n vivo es una especie de otro, ¿verdad?, una especie de elemei:ito
horas si hay apariciones reales, espectros, gente que pasea despué clt
terno y ajeno; en segundo lugar, la bestia feroz que me devora v~vo
su muerte, etc.». Cito:
también otra especie de otro, un ser vivo como yo, pero muy dife-
1 nte de mí; en tercer lugar, el caníbal, finalmente, que me de.vo~a
Con frecuencia he oído decir a personas con mucho sentido que todo
l~s. rumores acreditados en el mundo acerca de los espectros y las reap.1 ería una tercera especie de otro, un ser vivo como yo, ~ero asimis-
~1c1~?es se deben a la fuerza de la imaginación y al poderoso efecto de 11 mo un hombre como yo. Aquí tenemos, pues, tres especies de otros
1lus1on sobre nuestros espíritus; que no hay ni reaparecidos, ni fantasm, s ¿verdad? Pero la tierra y el mar son lo más lejano y más diferen~e de
errabu~dos, ni nada semejante; que, a fuerza de repasar apasionadamen mí, lo más otro; sin embargo, no son tan otros co~o los seres vivos,
te la vida y las costumbres de nuestros amigos que ya no están, nos lo!-. las bestias feroces que amenazan con devorarme vivo y que, estando
representamos tan bien que nos resulta posible en circunstancias extra r más próximas a mí, siendo menos diferentes de mí qu~ el mar Y la
<linarias figurarnos que los vemos, que les hablamos y que recibimos sus tierra, que los elementos sin vida que son el mar y la tierra, son no
respuestas, cuando, en el fondo de todo eso, no hay sino sombra y vapor. obstante más otros que el mar y la tierra. En cuanto a los h~manos
- Y, por eso, es algo muy incomprensible. caníbales y salvajes que amenazan también con devorarme vivo, son
Por mi parte, no sé todavía a estas horas si hay apariciones reale ,
todavía más próximos a mí, menos diferentes de mí que el mar~ la
espectros, gente que pasea después de su muerte, o si en todas las historias
de este tip~ ~ue nos cuentan no hay nada que no sea el producto de vapo
tierra y las bestias pero, debido a esa proximidad q~e los c~nvier-
r~s, de esp1r_1t_us e~fer~?s y de i_m aginaciones extraviadas; pero lo que , te casi en semejantes son todavía más otros. Su altendad esta tanto
se es que m1 1magmac10n trabajaba con tanta intensidad y me sumía en más marcada cuanto' menos marcada es. Y los salvajes caníb~les, de
un exceso tal de vapores -o como se lo quiera llamar- que con frecuencia los que se habla por doquier en el libro, llevan hasta el paroxismo la
yo creía estar en esos mismos lugares, en mi viejo castillo tras los árbole amenaza general de ser matado y comido vivo. Si hay otro al_que se
Y veía a mi primer español, al padre de Viernes y a los infames marine, me entrega cuando muero estando vivo, ése es, por excelencia -:-por
ros que había dejado en la isla. Me figuraba incluso que les hablaba; y, así decirlo-, aquel que llamo mi semejante, el otro mortal, el ca;1ibal:
a pesar d~ estar completamente despierto, los miraba fijamente como si no sólo el ser vivo carnívoro (la bestia), sino el hombre antropofago,
ellos hubiesen estado en persona delante de mí. Con frecuencia llegué a el caníbal. Por doquier se habla de esa entre-devora~ión d~ los caní-
asustarme a mí mismo con los objetos que mi cerebro daba a luz. - Una bales. Si tuviésemos tiempo, podríamos citar y analizar mil casos ~n
vez, mientras yo dormía, el primer español y el padre de Viernes me des-
los que eso aparece. Por eso -y así leeremos una ve~ más ~l prefac10,
cribieron con tanta viveza la alevosía de los tres corsarios marineros que
fue una maravilla. Me contaban [... ].37
el último, el ante-penúltimo prefacio a lo que quena decirles acerca
de la comparación entre esos dos modos de ser-entregado al otro, dos
Ahora, para apuntar muy bien que «morir estando vivo» ser ente- modos incomparables y que, sin embargo, hay que comparar como
rrado o engullido «alive», es en efecto, para Robinson, se; entrega- el único par de elecciones que, hoy en día, entr~ nosotros nos 、セ@ o
nos dejan: ser inhumado o ser incinerado, el entierro y la c~emacion.
do, en_ su cuerpo, sin defensa, al otro, creo que hay que estar atentos
A la punta hiperbólica, al exceso absoluto de ese ser-comido por el
a la diferenciación jerárquica de esos otros que tienen a Robinson,
38. Durante la sesión, Jacques Derrida precisa: «Ahora bien, aporía» (n.
37. D. Defoe: Robinson Crusoé, op. cit, pp. 328-329 (Bibliotheque Mara-
bout) [trad. cast., p. 10 (Editorial Lumen)] (n. de e. fr.). de e. fr.).
18 S
184 Sc111i11ariu I ,, ¡,,.._,;,, v el o/)(·1,11w 11 ( >()()' >()() l) d •'"'"'''''el,• 2001
pófago, es menos humano y menos mi semejante y, por con iguiente, o la muerta hny.1 d cidido olll 1:111.1111 ntt·, en vida, acerca de la uerte
más otro que el inglés cristiano no caníbal y compatriota de Robin 0 11 de su cadáver p r venir, d ·j.111do un t-. tamento, una última volun-
(qued~ndo por probar dos cosas: en primer lugar, la pureza o la pre tad, una voluntad, a wr/1. Pero ese te tamento sólo tendrá fuerza de
sunta mocencia del cristianismo en lo que se refiere a la pulsión o a la ll'y i un tercero, el Estado o una fuerza coercitiva institucional, lo
tentación antropófaga en la Cena eucarística o transustancial cuando ,tvala y puede obligar a los herederos a atenerse a esas instrucciones.
Cristo ofrece su corpus para ser comido y bebido como pa~ y vino, Fs evidente que la soberanía efectiva del muerto encuentra ahí, con
carne y sangre, en su recuerdo (hoc est meum corpus, etc.), y, des- es tercero, un límite, y es incluso en función de ese límite, que sirve
pués, que los ingleses son inocentes de todo canibalismo (recuerden ·ntonces de criterio último, como se juzga acerca de lo que se lla-
ustedes lo que al respecto dice un Rousseau vegetariano en el Emi ma el estado de muerte. Un muerto es alguien que no puede poner
. 47
lto, d ·
cuan o acusa a los mgleses de ser tan cruelmente carnívoros ·1 mismo en funcionamiento una decisión cualquiera que concierna
que cabe preguntarse si Rousseau no sospecha que éstos son secre- .ti porvenir de su cadáver. El muerto no dispone ya de su cadáver, ya
ta e inconscientemente antropófagos; probablemente como todos los no hay habeas corpus. El habeas corpus, al menos, no es un habeas
que comen carne. ¿Acaso todo hombre carnívoro no es secretament , orpse, suponiendo que lo haya habido alguna vez. El habeas corpus
antropófago, con una antropofagia que sólo se evita con el rodeo cJ oncierne al cuerpo vivo y no al corpse, al cadáver. Suponiendo -repi-
una represión?)).
to- que haya habido alguna vez habeas corpus para el cuerpo vivo.
Pues, como adivinan ustedes, creo que ese habeas corpus no habrá
. Bueno. ~ig~ bueno no ya para relamerme el hocico ni para anun- 1.·xistido nunca y que su emergencia legal, por importante que sea, no
ciar un menu, smo porque, por fin, abordo los dos double binds auto- d ·signa sino una forma de tener en cuenta o de gestionar los efectos
in~unitarios q~e constituyen las dos únicas elecciones que se nos per- d la heteronomía y de un non habeas corpus irreductible. Y el non
miten hoy en dia para responder al fantasma del morir-estando-vivo: habeas corpse, en el momento de la muerte, manifiesta la verdad de
la inhumación y la incineración.
t'Se non habeas corpus en vida del susodicho cuerpo.
Problema de soberanía, en primer lugar, y quizá ni eso. El habeas Ahora, con el fin de esbozar -desde el punto de vista limitado
corpus -si se conoce algo del idioma y de la historia jurídica que vin- y determinado que es aquí el nuestro, a saber, el fantasma del muer-
culan este concepto y esta ley con Inglaterra-, el habeas corpus otor- to viviente- un análisis comparativo de los dos modos de gestión del
ga una suerte de soberanía de propietario sobre el cuerpo vivo propio l adáver que nos resultan accesibles, en Occidente, en este momento
de cada cual. Yo detento la propiedad de mi cuerpo propio: ése es preciso de la historia de las sepulturas, yo tendría que privilegiar una
el habeas corp_us q~e la ley garantiza: que puedes tener, que tengas, v z más, al tiempo que explico por qué, la contradicción o la apo-
tu cuerpo. De10 deliberadamente de lado todos los inmensos y temi- ría autoinmunitaria en la que fatídicamente queda presa esa última
bles problemas, antiguos e inéditos, que esta presunta soberanía del voluntad, ese «will», allí donde se trataría de intentar elegir sobera-
h_~beas corpus plantea en lo que concierne al nacimiento, la concep- namente, de dictar soberana y dictatorialmente su conducta a supervi-
ci~n. o el con~rol de los nacimientos, la medicina, la experimentación, vientes que, por su parte, se convierten en los soberanos efectivos. De
el m1erto de organos, etc., para limitarme al tratamiento de la muerte. modo que ese will, esa última voluntad está de hecho ligada a priori
No _habla_ré s~quiera de los problemas específicos de la autopsia, de por un double bind o un doble constreñimiento, una obligación doble
las mvestigac10nes sobre el ADN, etc. Me limitaré a la decisión a la y contradictoria.
elección, a la alternativa entre enterrar o incinerar, y a su relació~ con ¿Cuál?
el fantasma del muerto viviente.
Ahí es donde comenzamos. Y, en cada opción, vamos a encontrar-
Es muy posible de derecho, y es frecuente de hecho, que el muerto nos con el double bind autoinmunitario que trabaja al ser vivo o al
moribundo en todas partes donde éste actúa por medio del fantas-
ma del muerto viviente. Partimos de la situación o de la hipótesis en
47._J. J. Rousseau: Émile ou De l'éducation, pp. 196-197 [trad. cast., p. donde hay apariencia de elección ¿verdad?, es decir, de una situación,
222], citado por J. Derrida en « Premiere seánce. Le 12 décembre 2001 » en frecuente hoy en día en nuestra sociedad, en la que ni la religión ni
Séminaire La bete et le souverain. Volume I, op. cit., p. 45 [trad. cast., p. 421 el Estado nos imponen esto o aquello, la incineración o la inhuma-
(n. de e. fr.).
l ión, aunque nos impongan elegir entre las dos. Pues dense cuenta
1 O Semi11a, io I i1 l>,·~ti,t · el ol,era110 1/ ()002 200 l) l lJ I
de que todavía quedan mucho otro con treñimiento e tata! s: 110 rnu rto y no como mu •1 to qm { st.1 vivo. En la c munidad judía
podemos enterrarnos ni incineramos en nuestra ca a (ni iquiera, d, dl' Arg lia en d nd 'i •11ti n ·1, por upu sto, in ataúd, en la tierra
derecho, en otro lugar), ni tampoco a nuestros amigos los animal ·s, mi ma, dentro de un ·udario que con frecuencia, para los hombres,
cuando aquellos 48 a los que se denomina animales forman parte d lo e u talith, pues bien, para asegurarse de que no se entierra a un ser
que llamamos los «nuestros», los «míos». Tampoco podemos torna, vivo, se taponan todos los orificios y se deposita el cuerpo encima de
la decisión de que vamos a enterrar o ahogar o quemar el cadá v .,.. unas baldosas heladas durante el tiempo suficiente para que la rigi-
en cualquier lugar, ni de que lo vamos a cortar en trozos para dar dez, el rigor mortis, confirme, más allá de toda duda razonable, la
le un poco de él a cada uno de los suyos, ni tomar la decisión d · atestiguación legal o médica del fallecimiento, en la cual finalmente
comérnoslo, ni de conservarlo en casa, embalsamado o no, etc. La no se tiene una confianza absoluta.
alterna_tiv_a sigue siendo muy estricta: inhumar o incinerar según los Lo que nos quedaría por saber -y ésta será una de nuestras pre-
proce~11;11entos controla_bles por la sociedad civil, por el Estado y po, guntas- es si, en el fondo, detrás o en el inconsciente de la cultura
su pohcia, por corporaciones profesionales habilitadas por el Estado, funeraria, cualesquiera que sean los ritos, el salvajismo del incons-
etc. No tenemos derecho a hacer desaparecer un cadáver, y no hay ciente no sigue operando con la crueldad que parece temer Robinson
derecho alguno a la desaparición. Aquel o aquella que denominamos cuando tiene miedo de morir estando vivo como una bestia.
a veces, mediante un eufemismo enternecedor, el desaparecido o la Bueno.
desaparecida no debe desaparecer en ningún caso sin dejar huella -y Primera elección. La primera elección que todavía es más frecuente
de esas huellas, de esos restos, de esos despojos mortales es de lo que •ntre nosotros, como ustedes saben, es, estadísticamente, la inhuma-
ahora _v~~os a habl~r:-, Si alguien desaparece por sí mismo, por ejem ción. Si alguien piensa decidir sobre ello libre y soberanamente para sí
plo ~mc1dandose y t1randose desde el puente de Mirabeau, pues bien, mismo, es decir, si, sin inercia, tras haber sopesado los pros y los con-
la cmdad, el Estado y la familia tienen el deber de reapropiarse el tras, y haber considerado las dos únicas posibilidades que les restan a
cuerpo y de decidir dar una sepultura así llamada normal, conform los restos, la incineración y la inhumación, si él o ella eligen el ente-
a las leyes de la ciudad, a la constitución de la pólis. Se sabe desde rramiento libremente, como suele decirse, soberanamente ¿por qué
hace tie~po que la pólis, la ciudad, la ley de la ciudad, la política no erá? ¿Por qué el enterramiento? ¿Con vistas a qué? ¿Para responder
s~ const1tuye_n _nunca, en la historia de esta cosa, la pólis y la política, a qué deseo y a qué motivación? Sería mejor decir o precisar: ¿con
sm una admm1stración central de los funerales. En el fondo, cuando vistas a quién? ¿Para responder al deseo y la motivación de quién?
Robinson tiene miedo de ser engullido o enterrado vivo tiene meno Ahí es donde vamos a ver anudarse el primer double bind. Por
miedo de morir que de morir sin sepultura, sin el rito so~ial mediante recordar, a modo de precaución metodológica, en el orden del camino
e~ cual ~e entierra o se hace desaparecer, conservándolo, al desapare- que hay que seguir, un axioma muy corriente pero poco discutible,
c1d~. T1en~ miedo del _salv~jismo presocial y preinstitucional que lo pues bien, es evidente que la decisión al respecto (la inhumación antes
hana monr estando vivo sm funerales, de cualquier tipo que éstos que la incineración) no puede ser sino la decisión de un ser vivo y no
sean. Tiene miedo de morir como una bestia, en resumidas cuentas, si la de un muerto (¿qué sería la decisión de un muerto? ¿acaso no es
es que la bestia es, como tanta gente supone, como lo supone Robin- imposible? ¿acaso el concepto de decisión no implica al menos la vida
son, como lo supone Heidegger, un ser vivo que muere sin funerales y el ser vivo que dispone de un porvenir? De ahí el «¿con vistas a qué
Y sin duelo. En el fondo, los funerales son los que están destinados y a quién?»), pues bien, habrá que examinar esa decisión, ya sea des-
por los ~eres vivos, los nuestros, la familia, la sociedad, el Estado: de el punto de vista de los seres vivos supervivientes, de los herederos,
a garant!z~r que e~ muerto está_ bien muerto y que no volverá, que ya sea del de aquel o aquella que da instrucciones en el momento en
no habra sido asesmado, es decir, tratado como un muerto viviente. que va a morir aunque todavía no ha «partido» y sólo puede, por
Robinson acepta morir, pero no quiere ser asesinado, condenado a consiguiente, especular sobre su propia muerte a partir de la imagina-
muerte ,si°: juicio. Y quiere estar seguro, como los supervivientes, de ción o del fantasma del muerto viviente, en el límite del muerto que
que esta bien muerto, sin posible vuelta atrás, como muerto que está vive lo suficiente para verse morir y enterrar y que -para parodiar la
literalidad de lo que decía Robinson Crusoe en un pasaje que a pro-
pósito elegí leer hace un rato- se imagina paseando todavía después
48. En el texto mecanografiado: « ce » [«aquello»] (n. de e. fr.). de su muerte para ver lo que ocurre, para que todavía le afecte, para
192 eminario La b tia y el oberan JI (2002 -20 )
gozar o s~frir con ello ( «No sé todavía a estas horas -decía Robin ,011
Crusoe- s1 hay apariciones reales, espectros, gente que pasea de pu , s sión
de su muerte»).
12 de br ro de 2003
?esde el punto de vista del fantasma del muerto superviviente
¿cuales ~ue~en se: por consiguiente, tanto para la inhumación c m,;
para la mc~neraci?n, las ve?tajas o los beneficios calculables, lo'i
goces t~d~via previstos? ¿Cuales son, por el contrario, los perjuicio
los _sufrimientos que se temen? ¿En qué los dos contrarios están indi
~ociable Y aporéticamente afectados el uno por el otro, contaminados
mfes:ados el uno ~or el otro, quedando podrida de antemano la e O '
nomia del ~oce, digamos -más sobriamente- acabada y amenazad ,
en sus prop10s adentros, por la economía del sufrimiento? Ésta es I.t
~orma d~ _la pregunta que ahora me gustaría articular tanto para la
mhumac10n como para la incineración.
Es in~til que les diga, para nuestro común alivio, que estas pr
~untas sien:i-pre son preguntas que podemos hacer esperar. El may r ¡Ánimo! ¡Ánimo, pues! Hay que tener agallas, corazón, y cora-
tiempo posible.
l para pensar, contrariamente a lo que muchos estarían tentados de
Pero, por lo menos, hasta la próxima semana. creer. Por ejemplo, para pensar el muerto-vivo. Ya se esté a favor o en
ontra, ya se acepte o no su posibilidad -o su imposibilidad-, hay que
tener coraje para pensar eso.
Muchos se imaginan que para pensar, para pensar por ejemplo
eso, basta en resumidas cuentas con pensar, es decir -se imaginan-,
on imaginarse, con representarse algo, con tener una idea, con espe-
cular dentro de su cabeza con palabras e imágenes, y que no sólo no
e corre ningún peligro que requiera tener coraje, sino que el simple
pensamiento resulta incluso un poco cobarde, pues eso se parece a
a retirada a los adentros de sí, a esa huida a una isla, a ese refugio
buscado en la especulación vacía, en la representación o en las imáge-
nes interiores, en el ejercicio verbal, en las palabras, en las hipótesis
de despacho, meditando al calor de una estufa, como decía Descartes,
te.
No, los que se hacen ilusiones de este tipo no piensan eso, no han
comenzado todavía a pensar aquello a lo que compromete eso que se
llama pensar, y que exige no sólo tener coraje, sino el coraje mismo,
y nos hace incluso pensar lo que deberían querer decir las palabras
«corazón» o «coraje». Hay que pensar el coraje a partir del pensa-
miento y no a la inversa. Hay que tener coraje para pensar en general
- aunque sólo sea el coraje de su miedo.
Aunque sólo sea el coraje de su miedo. ¿Cómo entender eso, el
coraje de su miedo? Porque así como el perdón sólo puede perdo-
nar lo imperdonable -lo cual parece a la vez imposible y prescripto
por el concepto mismo de perdón-, así también el coraje sólo puede
er el coraje de un miedo. Si soy valiente porque no tengo miedo, no