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estela .del Walten, al origen de la diferencia ntr •I s r y el ente, que


orgamza -como bien han visto ustedes- toda esta problemática. u1n a ión
, ~o he tenido tiempo para ello, espero y prometo que será para la 5 de febrero de 2003
prox1ma vez, nada mas comenzar la sesión.

¿Qué es una cosa?


¿Qué es el otro?
¿Qué es el otro cuando se trata de hacer, de mí, qué? Alguna cosa.
¿Qué es el otro cuando se dedica a hacer de mí una cosa? ¿Tal cosa,
por ejemplo, una cosa que sea, como un cadáver, a la vez una cosa y
una cosa distinta de una cosa?
¿Qué es una cosa?
¿Qué es el otro?
Dejando que estas preguntas esperen un momento, quedando en
suspenso el tiempo que dura un rodeo, los invito naturalmente a leer
o releer los dos grandes textos de Heidegger sobre la cosa, comenzan-
do por Die Frage nach dem Ding. Zu Kants Lehre von den Transzen-
dentalen Grundsatzen, traducido en 1971, en Gallimard, con el título
La Question de la chose por Jean Reboul y Jacques Taminiaux. 1 Aho-
ra bien, esta obra publicada en 1962 corresponde a un curso impar-
tido en la Universidad de Friburgo durante el semestre de invierno
de 1935-1936. Por consiguiente, es más o menos contemporánea de
la Introducción a la metafísica. Y, luego, lean, relean también, Das
Ding, La cosa, más tardía en su origen pero publicada antes que La

1. M. Heidegger: Die Frage nach dem Ding. Zu Kants Lehre von den
Transzendentalen Grundsatzen, Tübingen, Max Niemeyer, Verlag, 1962;
Qu'est ce qu'une chose?, trad. fr. de J. Reboul y J. Taminiaux, París, Galli-
mard, 1971 [trad. cast. de J. M. García Gómez del Valle, La pregunta por
la cosa. Sobre la doctrina de los principios trascendentales de Kant, Gero-
na, Palamedes, 2009]. Jacques Derrida traduce aquí más literalmente el título
[que la edición francesa] (n. de e. fr.).
Quinta sesión. 5 de febrero de 2003 163
162 Seminario La bestia y el soberano II (2002-2003)

pregunta por la cosa, en 1951, después en 1954, en Vortrage und dad relación de causa a efecto. «Das Ding ist nicht "in" der Nahe,
Aufsatze, traducido en francés en Essais et Conférences. 2 En La cosa, als ~ei diese ein Behalter. Nahe waltet im Nahern als das Dingen
ese texto publicado con anterioridad pues, pero escrito posterior- des Dinges». 6 La proximidad no se opone al aleja~iento, la pr~xi-
mente a La pregunta por la cosa -lo apunto de pasada-, encontra- midad -escribe Heidegger en un pasaje que les deJO reconstrmr a
rán cuatro o cinco ... cosas más directamente vinculadas a nuestros ustedes- «conserva», «guarda» (wahrt) el alejamiento ( «Nahe wahrt
intereses presentes. Por lo demás, puesto que la muerte, la melancolía die Ferne. Ferne wahrend, west die Nahe in ihrem Nahern»: «La
y el duelo son los que nos preocupan en este momento, así como el proximidad conserva el alejamiento. Al conse:var _el aleja_~iento, la
morir estando vivo, podemos leer La cosa como un gran texto sobre proximidad es [west, en el sentido cuasi act~vo, mtra,~sit_ivamente
la muerte, sobre la mortalidad del Dasein, en contraposición a una a- activo y enérgico, un poco como waltet ("realiza su ser , dice la tra-
7
mortalidad, si no a una inmortalidad de la bestia. ducción [francesa])] en su acercamiento, acercándose» ).
1. Por una parte, la cosa (por lo menos en tres o cuatro lenguas: 3. Además, leerán ustedes ahí una sentencia sublime del Maestro
el griego, el latín, el alemán y el inglés) no carece de relación con la Eckhart -basándose en Dionisia Areopagita-, cita destinada a recordar
posibilidad de hablar, de discutir, de debatir en público en torno a un que cosa puede significar cosa en general, lo que ~ea o quienquiera que
litigio: la cosa no es solamente aquello de lo que se habla sino tam- sea, todo lo que es, desde la piedra hasta la bestia, el hombre, el alma
bién aquello que no es(tá) necesariamente mudo ni carece de palabra: y Dios. Esta cita nos importa aquí porque en ella se trata del amor,
la cosa causa y hace cosetear. Y pasa lo mismo con Ding, thing, cau- ciertamente, pero de un amor que se apropia de aquello que_ ama para
sa, cosa, chose, etc. convertirlo en la cosa que éste ama. El Maestro Eckhart dice en ale-
2. Además, en este texto resuena la pregunta «¿qué es la proxi- mán antiguo: « diu minne ist der natur, daz si den menschen wandelt
midad?» (Wie steht es mit der Nahe?), 3 que nos ha tenido muy ocu- in die dinc, die er minnet (el amor es de naturaleza tal que tran~forma
pados4 y que todavía lo seguirá haciendo. Heidegger responde a esta al hombre en las cosas que éste ama). 8 Nos preguntaremos si, en la
pregunta con amplios desarrollos que podrían reunirse en una frase muerte y en el duelo, no ocurre lo mismo que en el amor, y si amar
que cito porque la palabra walten vuelve a aparecer en ella: «La entonces no quiere decir amar para tornar amable nuestra cosa, hasta
cosa no está "en" la proximidad como si esta última fuese un recep- el punto de disponer de ella, de que queramos comérnosla, bebérnosla
táculo. La proximidad reina (waltet) en el acercamiento, en cuanto viva conservarla dentro de nosotros, enterr-arla o quemarla para guar-
que ella es la reunión debida a la cosa [el "cosificar" o el "causar" dad~ muerta-viva dentro de nosotros o muy cerca de nosotros, que
de la cosa, als das Dingen des Dinges]». 5 Por consiguiente, la proxi- también puede ser muy lejos de nosotros. Por doquier. ,, .
midad reina, domina, se impone, acontece, surge, se produce, pre- 4. Después encontrarían ustedes, de nuevo con el recurso al lexico
valece (waltet) como cosa, como el movimiento del devenir-cosa de del walten o durchwalten, de una forma todavía más firme Y tajante,
la cosa, als das Dingen des Dinges, como la causación de la cosa, si la afirmación del seminario de 1929-1930 según la cual el hombre es
quieren ustedes entender causación de una forma distinta de causali- el único que muere, mientras que el animal perece o fin(aliz)a. ~sen el
famoso pasaje sobre la Cuaternidad (Geviert), la tierra y el cielo, los
divinos y los mortales, siendo la tierra -recordémoslo antes de hablar
del entierro- aquello que, al permanecer, porta (die bauend Trage~de),
2. M. Heidegger: «Das Ding», en Vortrage und Aufsatze, Pfullingen, Gün- reuniéndolos, el agua y la piedra, lo que crece (la planta) Y el ammal
10
ther Neske Verlag, 1954, pp. 157-179; « La chose », en Essais et Conféren- (Gewasser und Gestein, Gewachs und Getier). 9 (Comentar el Ge-.)
ces, trad. fr. A. Préau, París, Gallimard, 1958, pp. 194-218 (trad. cast. de E.
Barjau, Conferencias y artículos, Barcelona, Ediciones del Serbal, 2001, 2n
ed. revisada, pp. 121-137].
3. Ibid., p. 158 [trad. cast., p. 121]. 6. Ibid.
4. Véase supra, «Tercera sesión. 22 de enero de 2003», p. 93 y «Cuarta 7. lbid. (traducción ffrancesa] modificada por Jacques Derrida) (n. de e. fr.).
sesión. 29 de enero de 2003», p. 137-8 (n. de e. fr.). 8. Mae tro Eckhart, citado por M. Heidegger en ibid., p. 169 [trad. cast.,
5. M. Heidegger: «Das Ding», en Vortrdge und Aufsi:itze, op. cit., p. 170 p. 1291 (n. de . fr.).
[trad. cast., p. 130]. Durante la esión, Ja qu s D rrid,1 ,lll.H.i : « E la osa la
que torna p ible la proximidad» (n. de: . r.). ,i~
9. M. l k1dl'ggu: «l as Ding», o¡,. cit., p. 170 ltr d. ca t., p. 1311.
1O. J u, .111 1 l, t· io11, la qm•s Derrida nn:idt; , Gctt 1 rr, el onjunto del
Quinta s,• ion. ,/,• /elnwo de 200.3 1 .,s
164 Sc111i11,1ti11 I ,1 /,, ti,1 v ,,¡. ob,•r,1110 11 ( 00 200 ~)
ha ta el punto de constituir un ecreto del ser mismo 13 (als das Geheim-
Por con iguiente, en l'Stc famoso pa aje obre el Geviert, a propo
nis des Seins selbst). En cuanto relicario (Schrein) de la nada, la muerte
sito de los mortales, Heidegger e cribe:
cobija dentro de sí la esencia del ser, lo esenciante del ser (das Wesen~e
des Seins).14 La muerte es, por consiguiente, el cobijo del ser (das Gebtrg
Los mortales son los hombres (Die Sterblichen sind die Menschen). des Seins). A los mortales les damos el nombre de mortales no porque
Se los denomina mortales porque pueden morir [y la palabra importan su vida terrenal acabe (endet) sino porque pueden la muerte en cuanto
te aquí es tanto «poder», konnen, ser capaz de, como «morir»: weil sie muerte (weil sie den Tod als Tod vermogen) [ ... ]. Ellos son [los mortales]
sterben konnen]. Morir significa: ser capaz de la muerte en cuanto muerte la relación de ente [relación que es, que «se cumple», dice la traducción
[y aquí, de nuevo, lo que importa es tanto el poder, Vermogen, como el [francesa] para wesende] con el ser en cuanto ser (Sie sind das wesende
poder en cuanto poder del «en cuanto tal», el ser capaz del «en cuanto
Verhéiltnis zum Sein als Sein). 15
tal», de la muerte en cuanto tal, poder, facultad, aptitud que les serán
negadas dentro de un momento al animal: Sterben heisst: den Tod als Tod
vermogen]. El hombre es el único que muere (Nur der Mensch stirbt). El
Como ven ustedes, lo que aquí más se acentúa es que la muerte
animal perece (Das Tier verendet). [Es, literalmente, lo que él decía veinte •n cuanto tal, el acceso, la relación con la muerte en cuanto tal es
años antes en el seminario]. La muerte como muerte, él (el animal] no la un poder (Konnen, Vermogen). Semejante poder, semejante potencia,
tiene ni ante sí ni tras de sí (Es hat den Tod als Tod weder vor sich noch define al mortal, al hombre como mortal, y ese poder del como tal,
hinter sich). 11 del «en cuanto tal», ese poder de acceder al como tal de la muerte
(es decir:' de la nada como tal) no es sino la relación· con la diferencia
d 16 ·
[Esta frase cuenta más que como una simple explicitación; precisa ontológica, por lo tanto con el ser en cuanto ser. Sm ese po er, sm
que el «en cuanto tal» de la muerte supone que se tenga la muerte la fuerza de ese poder del «en cuanto tal», de la muerte en cuanto
ante sí y tras de sí, que se la vea venir anticipándola en el ser zum
Tode, pero asimismo que se la retenga y se la recuerde en el duelo, la
sepultura, en la memoria que se conserva, otras tantas posibilidades,
otros tantos poderes que Heidegger niega sin el menor matiz a lo que el ser y el ente, que pasa por la nada, que está guardada en esa Arca que es la
denomina de un modo muy homogéneo Das Tier en general, el ani- muerte. Es la muerte la que conserva al ser del ente» (n. de e. fr.).
13. Durante la sesión, Jacques Derrida añade: «En la muerte es donde
mal en general]. Y, tras haber dicho eso de la muerte, de la muerte
está el secreto del ser mismo, la diferencia entre el ser y el ente» (n. de e. fr.).
reservada, en resumidas cuentas, al hombre que es el único que tiene 14. Durante la sesión, Jacques Derrida añade: «Lo esenciante, el ser es
el poder de morir, Heidegger llama a la muerte el relicario de la nada en el sentido en que, otra vez aquí, no puede decirse activo, pues cuando se
de la nada (des Nichts), el cofre (Schrein), no dice el ataúd, sino el dice activo estamos en la oposición activo/pasivo, enérgeialdynamis, etc., Y ya
lugar en donde se deposita lo que no tiene precio, y permanece y ha estamos en otra dirección. Pero ya ven ustedes perfectamente que <¿west?>,
de permanecer (la traducción [francesa] dice el «Arca»): Wesen, etc., señalan una modalidad del ser que no es simplemente la del ente,
estática. El ser se produce como ser» (n. de e. fr.).
La muerte es el Arca de la Nada (Der Tod ist der Schrein des Nichts), 15. M. Heidegger: «Das Ding», en Vortréige und Aufséitze, op. cit., p.
a saber -añade Heidegger-, de aquello que, en todos los aspectos, no es 171 [trad. cast., p. 131] (es Jacques Derrida quien subraya «es») (traducción
un simple ente [por lo tanto, una simple cosa] sino que, no obstante, es,12 [francesa] modificada por Jacques Derrida). Durante la sesión, J~cques De~:i-
da añade al final de su lectura de la cita: « Ya ven ustedes, aqm, la relac1on
entre la experiencia de la muerte como tal, reservada al hombre, y la cuestión
agua, Gestein, la piedra en general, el conjunto de todo lo que es pétreo, del ser la diferencia entre el ser y el ente. Es lo mismo ser mortal que ser
capaz de plantear la pregunta "¿qué es el ser del ente?" o "¿qué es la cosei-
G~wéichs, todo lo que crece, el conjunto de lo que crece y Getier, el conjunto
ammal». En la línea siguiente, añade de nuevo acerca del Geviert: «Lo impor- dad de la cosa?"» (n. de e. fr.).
tante es Ge, la reunión» (n. de e. fr.).
16. Durante la sesión, Jacques Derrida añade: «¿Qué quiere decir "poder"
11. M. Heidegger: «Das Ding», en Vortréige und Aufséitze, op. cit., p. 171 aquí? Incluso la palabra "poder" (Konnen, Vermogen), lejos de proporci~nar-
nos la llave de una puerta que tendría acceso al ser del ente, ese poder mismo
[tra~. _cast., p. 131] (es Jacques Derrida quien subraya) (traducción [francesa]
es definido por el ser del ente. El poder, aquí, ese poder singular, aparece
mod1f1cada por Jacques Derrida) (n. de e. fr.).
12. Durante la sesión, Jacques Derrida añade: «La nada es sin ser un ente como poder desde la experiencia de la diferencia entre el ser y el ente» (n. de
sin ser cosa alguna, y ese ser de la nada, por consiguiente, esa diferencia entr; e. fr.).
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tal, no habría relación con el «en cuanto tal», por consiguiente con riencia vivida de un ser vivo] .19 Los seres vivos racionales deben, ante
el ser en cuanto ser, al no ser el ser en cuanto ser un «en cuanto tal» todo, devenir mortales [y Heidegger subraya «werden», devenir: Die ver-
entre otros sino la posibilidad del «en cuanto tal» en general; por- nünftigen Lebewesen müssen erst zu Sterblichen werden]. 2º [Insistir en la
que, aquí, se trata del ser en cuanto ser y no del ente en cuanto ente. palabra Erleben: crítica implícita a la fenomenología de Husserl: filosofía
Aquello que pasa por la nada, el no-ente y, por consiguiente, la muer- - metafísica - de la vida: desarrollar.]
te, en cuanto tal. Y esta diferencia entre el ente y el ser, esta diferencia
ontológica que, al portar el «en cuanto tal», se dirá -en el texto cuya Dicho de otro modo, los hombres son, sin duda, animales raciona-
lectura todavía difiero, Identidad y diferencia-, [se dirá] que adviene les, pero tienen, para ser dignos de su esencia de hombre, del nombre
mediante un walten: es siempre la fuerza de esa misma palabra que de hombre y del ser del hombre en cuanto que es capaz de acceder al
dice una fuerza, un poder, un dominio, incluso una soberanía no com- ser en cuanto tal, tienen que devenir no sólo seres vivos racionales,
parable con ninguna otra 17 - de ahí la dificultad que experimentamos animales dotados de razón y que, en cuanto animales, no mueren, sino
para pensarla, para determinarla y, por supuesto, para traducirla.18 que también tienen que devenir mortales, tienen, no ya que «apren-
Por lo demás, en el mismo pasaje que estamos leyendo, en La der a morir», como dice la tradición desde Platón, definiendo así la
cosa, y justo después de lo que acabo de comentar, el léxico del wal- tarea filosófica como epiméleia toú thánatou (ejercicio o disciplina de
ten, en verdad el durchwalten, surge pero precisamente para decir preparación para la muerte), sino que devenir mortales. Tienen, más
aquello que, en la metafísica, desgraciadamente, ha prevalecido, a allá del animal racional que somos y que, en cuanto animal, no mue-
saber, la definición del hombre no como el mortal que encuentra su re, tienen, tenemos que devenir mortales. Ésta es la gran lección que
ser en el cobijo del ser, el mortal guardián del ser, sino como un ani- han de entender los sordos que, como yo, siguen tratando de aprender
mal, un animal racional, un ser vivo animal en el que la razón habría a devenir o inmortales o a-mortales, como las bestias en resumidas
simplemente penetrado, al que la razón habría simplemente goberna- cuentas. ¡Ah, si pudiésemos seguir siendo unas bestias! A menos que,
do, dominado (durchwaltet), pero sin cambiar nada en la restringida contrariamente a lo que dice Heidegger, sigamos siendo unas bestias
determinación del hombre como animal, como ser vivo, precisamente que no tienen el poder de morir, a las que la muerte en cuanto tal no se
cuando hay que definir al hombre no como ser vivo, sino como mor- les aparece nunca, dado que morir sigue siendo -como con frecuencia
tal. Esta crítica del gran cq_ncepto metafísico del animal rationale y dl' se lamenta Blanchot- imposible, desgraciadamente. No -insiste Heide-
la animalitas del hombré se encontraba ya en la Carta sobre el huma-
nismo. Aquí está el párrafo, va inmediatamente después de la fras ·
sobre los mortales que son la relación con el ser en cuanto ser:
19. Durante la sesión, J acques Derrida añade: «Y eso es lo que Heidegger
querría, digamos, deconstruir: la determinación del hombre, en primer lugar,
La metafísica, por el contrario, se representa [no es sino una repre en
wmo un ser vivo y no como un mortal. A partir de la vida y del vivir -y,
tación, una Vorstellung: Die Metaphysik dagegen stellt den Menschen als
,tquí, es Leben und Erleben, y yo leo en esta frase una crítica implícita, una
animat als Lebewesen vor] [la metafísica, por el contrario, se represent.11
rl'serva implícita hacia, muy especialmente, Husserl y la fenomenología que
al hombre como animal, como ser vivo. Incluso cuando la ratio penetr,
d1.·termina su absoluto fenomenológico como Erlebnis, como vida, vida tras-
y gobierna [durchwaltet: llena de fuerza, por fuerza, atraviesa con fuerza 1
l ·ndental-; Leben und Erleben, si Heidegger añade und Erleben es porque lo
la anima/itas, el ser hombre (Menschsein) permanece (bleibt) determinado
que le ronda en la cabeza, porque a aquello que apunta de forma crítica es a
a partir de la vida y del vivir [Leben und Erleben: por consiguiente, expt·
l.1 determinación del ser como vida, a lo absoluto humano como ser vivo y,
riencia; Erlebnis como experiencia, pero, como su nombre indica, ex¡w
por lo tanto, a la fenomenología como filosofía de la vida, como vida trascen-
dl ntal. Lo cual es algo que yo traté de cuestionar asimismo hace ya mucho
11t·mpo». Véase J. Derrida: La Voix et le phénomene. Introduction au pro-
/,1,,,ne du signe dans la phénoménologie de Husserl, París, PUF, Y ed., 1976,
17. Durante la sesión, Jacques Derrida añade: «No es la soberanía d 11 tJ ltrad. cast. de P. Peñalver, La voz y el fenómeno, Valencia, Pre-Textos,
Dios, no es la soberanía de un rey, de un jefe de Estado, es una soberanía 1111 l 1)85, pp. 46-47] (n. de e. fr.).
soberana que cualquier soberanía» (n. de e. fr.). 20. M. Heidegger: «Das Ding», en Vortrage und Aufsatze, op. cit., p. 177
18. Durante la sesión, Jacqu D ·rrid., :111, di: ,, Y lo que tnmbién rnt i111 111 1d. c1st., p. 1 11 (traducción Ifram; s.11 modificada por Jacques Derrida)
resa e la cadena ntre walten, ki>mw,,, 1 r11111 ,,•n (u. dt ·. fr.).
1,
( 1, d ·. fr.).
168 eminariu I a be ·tia y el o/Jera no ll (2002 2 00 ~) 1 9

gger-, habría que devenir mortal. Pero, en el fondo, ¿aca o e to no ·s lk·I sigui nt modo: , Son los lio111hH·s en cuanto que on mortales los
un poco lo mismo? Vivir la muerte más allá de la vida, vivir a mu rtt.\ qu en primer lugar obti n n, habitando en él, el mundo en cuanto
morir estando vivo, etc. Quizá sea el mismo círculo. 111undo (die Welt als Welt) ». 23 Las últimas palabras de La cosa tienen
5. ¿Qué es el círculo? Si ahora, siempre durante la lectura de L, una forma proverbial que el propio Heidegger comenta en una nota:
cosa, intentan ustedes seguir, reunir, coleccionar, encadenar las vu ·I- , Nur was aus Welt gering, wird einmal Ding». 24 Aquello que con
tas y revueltas circulares que habíamos empezado a analizar (Zirkel. pequeñez, con modestia, nace del mundo y por él, solamente eso se
Kreis, Ring, Umring), tanto si se trata de círculos en cuanto circmto wnvierte algún día en una cosa. Lean la nota con la que Heidegger se
metodológico como de la cerrazón del animal en su Benommenheit traduce a sí mismo y explicita aquí su pensamiento.
van a encontrar aquí otro círculo, otra serie de círculos, como anillos Final de la vuelta o del rodeo anunciados. La pregunta inicial nos
de la alianza. Y eso pasa a través del trabajo o del juego (pues, ju ta - l'Sta ba esperando, ahora retorna.
mente, se trata aquí del juego del mundo), del trabajo y del juego de
la lengua en torno a Reigen, Ring y Gering. Habría que releer muy dt ¿Qué es el otro -los otros- en el momento en que se trata de res-
cerca, con la lupa de traducciones imposibles, las tres o cuatro últi - ponder a la necesidad de hacer de mí alguna cosa, de hacer de mí
mas páginas de La cosa. En conjunto, y por decirlo de una formn .dguna cosa o su cosa en el momento en que -como dice la gente- yo
general, Heidegger reflexiona acerca de la unidad de la Cuaternidad, haya partido, es decir, muerto, pasado, pasado a mejor vida, es decir,
Die Einheit der Vierung (la tierra, el cielo, los mortales y los divinos). rnando esté separado en la lejanía del paso o del tránsito (weg, fort,
Ese ser-uno de la Cuadratura es justamente el mundo en cuanto que passed away), cuando ya no esté aquí, da, cuando esté, con toda pro-
se mundea o se mundaniza o se mundializa (weltet). El mundo es el babilidad, totalmente sin defensa, desarmado, entre sus manos, es
cuatro en uno 21 de la tierra, del cielo, de los mortales y de los divinos. decir, como suele decirse, por así decirlo, muerto?
Y ése es el juego de espejo del mundo, das Spiegel-Spiel del mundo ¿Cómo y a qué procederán ellos en el tiempo que siga al deceso?
como corro del acontecimiento o de aquello que aparece apropián- Expirar, proceder, retroceder, se trata en efecto de una andadura, de
dose (Reigen des Ereignens). El mundo no es lo que rodea el cuatro, un camino, de un movimiento que está en camino, camino de partida
los Cuatro como un anillo o una sortija (Reif). Ese corro (Reigen) t.·s o camino de retorno; se trata en efecto de progreso o de regresión,
el anillo (Ring) que se enrolla sobre sí mismo (der ringt) jugando en o de digresión, de proceso, de procesión, de procedimiento, de pro-
cuanto espejo (als das Spiegeln spielt). Ese estar reunido del juego dd cesamiento, de dispositivos ya, por consiguiente, a la vez técnicos y
mundo, como juego del espejo que se enrolla, es la vuelta envolvent jurídicos que, por su parte, han abandonado lo que se denomina en
(das Gering). Los Cuatro (los mortales, los divinos, el cielo y la tierra) entido corriente y tardío la naturaleza. Ya nos encontramos o bien
se reúnen, flexibles, plegándose al juego del espejo. en la oposición de nómos, téchne, thésis a la physis en sentido tardío
Ahora bien, y aquí tenemos una vez más el elogio tradicional, des y derivado, o bien en esa différance (con a) de la physis originaria que
de Hegel, de la fortuna de la lengua alemana: «Flexible, maleable, adopta las formas de la ley, de la tesis, de la técnica, del derecho, etc.
dúctil, dócil, fácil, se dicen en alemán antiguo ring y gering». 22 Dejo Observen bien que, en la pregunta con la que hemos abierto esta
que ustedes lean, en dos lenguas, las tres páginas que vienen a conti esión, en el encadenamiento de semejante pregunta, en el orden o la
nuación y que ponen en marcha, hasta el vértigo, todos los recursos intaxis de semejante pregunta, todo se altera en el orden mismo. Pues,
de este idioma. Tras haber puesto muchos ejemplos de las cosas módi al preguntar «¿qué es el otro? ¿Qué es lo que el otro o los otros van a
caso modestas (Geringen), entre las cuales se encuentran algunas bes- hacer de mí cuando, tras el paso de alejamiento del tránsito, tras ese
tias como la garza y el ciervo, el caballo y el toro, Heidegger concluy paso, cuando yo sea pasado, cuando yo haya pasado, cuando haya

21. En el texto mecanografiado: «El mundo es el cuatro». Lo restablece- 23. Ibid., p. 181 [trad. cast., p. 134] (traducción [francesa] modificada
mos a partir de la grabación de la sesión (n. de e. fr.). por Jacques Derrida) (n. de e. fr.).
22. M. Heidegger: «Das Ding», en Vortrdge und Aufsatze, op. cit., p. 17 24. Ibid. El texto alemán no incluye ninguna nota; en la traducción fran-
[trad. cast., p. 133] (traducción [francesa] modificada por Jacques Derrida) cesa, el traductor cita en nota una explicitación que da Heidegger (n. de e.
(n. de e. fr.). fr.).
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partido, fallecido, cuando me haya alejado, cuando haya desaparc ¡. Pong mo ahora, como hip<'>tcsis o de forma ficticia, que yo diga
do, cuando esté totalmente sin defensa, desarmado, entre sus manos, lo siguiente. i digo: «Robín on ru oe ha sido en efecto "enterrado
es decir, como suele decirse, por así decirlo, muerto?», ya he pr su- vivo" (buried alive), ha ido en efecto "engullido vivo" (swalllow'd
puesto, sin saber nada de lo que quiere decir «muerto» en el sintagm. 1 11 ¡, alive) », ustedes no me creerían.
«cuando yo haya etc. muerto», [ya he presupuesto] una pre-definición «¿Pero qué está contando otra vez? -se preguntarían ustedes-. ¡Es
de la muerte, del estar-muerto, a saber, que estar muerto, antes de qu · mentira! ¡Lo que cuenta es mentira! Este profesor no dice la verdad,
rer decir cualquier otra cosa, significa, para mí, estar entregado, en lu 110 respeta en modo alguno la verdad. No sólo añade a su programa
que queda de mí, así como en todos mis restos, estar expuesto o entre.· de filosofía, codo a codo, una agradable ficción de un literato inglés
gado sin defensa posible, una vez desarmado totalmente, al otro. A lo~ del siglo XVIII y el seminario más serio del mundo de un gran pen-
otros. Y por poco que yo sepa acerca de lo que quiere decir la alteri "ador alemán de este siglo sobre el mundo y el hombre, no sólo lo
dad del otro o de los otros, he tenido que presuponer en efecto que el mezcla todo, contamina el uno con el otro, sino que, de pronto, nos
otro, los otros son precisamente aquellos que siempre pueden morir cuenta tonterías cuando nos declara en voz alta, como si nos anuncia-
d~spués de mí, sobrevivirme y disponer así de lo que queda de mí, d · se una información en el telediario de la noche de la CNN al consul-
mis restos. ¿Qué son los otros? Aquellos y aquellas que pueden sobre tar una noticia: "Acabamos de enterarnos de que Robinson Crusoe
vivirme. Por eso, a propósito, he formulado mi pregunta de la siguien- ha sido en efecto, según sus propias palabras, 'enterrado vivo' (buried
te manera: «¿Qué es el otro? ¿Qué es lo que el otro o los otros van a alive), ha sido en efecto, como él mismo había previsto, 'engullido
hacer de mí cuando yo haya partido, fallecido, cuando esté totalmente vivo' (swallow'd up alive)".
sin defensa, desarmado, entre sus manos, es decir, como suele decirse, Pero no es verdad, objetarían ustedes con firmeza, de nuevo se tra-
por así decirlo, muerto?», y he comenzado así mi frase con «¿qué es ta de una desinformación, eso no es lo que la historia cuenta, ése no
el otro?», anticipando la respuesta a esa pregunta misma que yo había es el relato que hemos leído, eso no es lo que millones de personas
seccionado de ese modo ( «¿qué es el otro?», después «¿qué harán lo han leído y leerán en todas las lenguas, ése no es el relato publicado,
otros de mí?», pues algo harán de mí): pues bien (respuesta), el otro e , Robinson Crusoe, el relato identificable e idéntico a sí mismo que,
el otro es, los otros son aquellos y aquellas ante los cuales y las cuale por lo demás, tiene depósito legal y que todo el mundo puede consul-
yo estoy desarmado, sin defensa, el otro es aquel que siempre podría, tar en la Biblioteca. Británica, en la Biblioteca Nacional de Francia y
un buen día, hacer de mí y de mis restos alguna cosa, una cosa, su en la Biblioteca del Congreso, y del que pueden dar testimonio millo-
cosa, cualesquiera que sean el respeto o la pompa, por vocación fúne- nes de lectores, eso no es así, no es verdad, Robinson Crusoe no fue
bre, con los que trate esa cosa singular que se llaman mis restos. El enterrado vivo, no fue engullido vivo, tan sólo habló de eso y tan sólo
otro se me aparece como otro en cuanto tal, en cuanto aquel, aquella tuvo miedo de eso. De hecho, como sabemos, volvió de su isla vivito
o aquellos que pueden sobrevivirme, sobrevivir a mi deceso y proceder y coleando, en plena forma, más vivo al abordar las costas de Inglate-
entonces como les parezca, soberanamente, y soberanamente disponer rra que algunos cosmonautas al volver de la atmósfera».
del porvenir de mis restos, si los hay.
A lo cual, sin dejarme intimidar por ese consenso y haciéndoles
Esto es lo que querría decir, lo que siempre habría querido decir, la frente a ustedes, si es que todavía no me han matado, yo respondería
palabra «otro».
con insistencia: «Que sí, que sí, ése es en efecto el relato, el relato
Pero disponer de mis restos es algo que se puede hacer antes inclu- mismo, no lo que él cuenta sin duda, ahí quizá tengan ustedes razón,
so de que yo esté total, clara y distintamente muerto, es decir, que el a pesar de que, no obstante, Robinson, en el relato, se ve, como con
otro, los otros, son también lo que puede no esperar a que yo esté alucinaciones, léanlo bien, se ve así de antemano (y por eso habla tan-
muerto para hacerlo, para disponer de mis restos: el otro puede ente- to de eso), ve que se acerca el momento, se ve de antemano enterrado
25
rrarme vivo, comerme o engullirme vivo, quemarme vivo, etc. Puede vivo o engullido vivo».
matarme estando yo vivo y ejercer así su soberanía.
«No -dirán ustedes-, no el momento en que será enterrado o
engullido vivo, sino el momento en que sería de ese modo enterrado
o engullido vivo, cuando corre el riesgo de ser enterrado vivo. Tie-
25. Durante la sesión, Jacques Derrida añade: «Literal o figuradamente» ne miedo de lo que bien podría ocurrirle y que no le ha ocurrido.
(n. de e. fr.).
No es un futuro de indicativo sino un condicional, él bien podría ser
172 emmario La be~tia y el soberano /1 (2002 003) /1 • /1/11 N 11dt• ()()~ 17 1

e?terrado o engullido totalmente vivo, tiembla pensando en eso, por .d r lato 1111 ·nw, po, qlll u.111 lo ligo, cuand. pronun io «Robinson
eJemplo, cuando el temblor de tierra, y hace lo que sea para que lo C rn o », allí dondl' no wn las ·orrnlla entre las cuales dejo en sus-
que ve venir no le ocurra. Para que su fantasma, si quieren llamarlo p ·n o e te nombre propio o la cur ivas con las que lo inclino, cuan-
así, siga siendo un fantasma y no se cumpla». do pronuncio «Robinson Crusoe», nombro de esta forma el relato,
«A menos -replicaría-yo 26 entonces-, a menos que la diferencia m refiero al relato (el relato es mi referencia y mi referente). Al nom-
entre el condicional y el indicativo, la diferencia entre el condicio hrar entonces el relato, llamo al relato por su nombre, que es nuestro
nal, el futuro y el presente o el pretérito del indicativo no sean sino 1111ico referente común aquí (no hay ningún Robinson Crusoe aparte
modalidades temporales, modalizaciones en la superficie de la feno d l libro), y este nombre-título, este título que es dos veces un nom-
menalidad o de la representación conscientes y que cuentan poco con hr propio (lo mismo que Hamlet, René, Ana Karenina o Bartleby
respecto al contenido fantasmático que, por su parte, le ocurre, le ha ,·l escribiente, etc.), pues todo título es un nombre propio y, cuando
ocurrido efectivamente, a Robinson; a menos -diría yo de nuevo- qm 1111 título tiene la forma del nombre propio, es dos veces un nombre
Robinson Crusoe haya hecho lo que sea para que, a pesar de su terror pr pio, dos veces: el mismo nombre propio y otro nombre propio, el
o a través de él, su deseo no hable y a menos que le haya ocurrido lo nombre propio como título y el nombre propio nombrado por el títu-
que él quería que no le ocurriese. Como si el núcleo noemático del lo todo eso en un solo nombre con dos cabezas o con dos funciones
fantasma, en cierto modo (ser enterrado o engullido vivo), le hubiest '
, ·ferenciales. Aquí, el nombre propio es el homónimo, es el mismo
ocurrido de todas formas, ocurrido irreversiblemente, ocurrido vir que el nombre del personaje del relato y del narrador del relato, de la
tual pero irreversiblemente, y como si los modos en que se presentan l onfesión cuasi autobiográfica, etc. El relato titulado Robinson Cru-
ese núcleo noemático, sus modalidades o sus modificaciones (presentt oe y, dentro de él, el personaje y el narrador, el autor del diario y el
o futuro, indicativo o condicional, percepción o alucinación, realidad personaje que el autor del diario autobiográfico pone en escena son,
o ficción) siguiesen siendo -en cuanto modificaciones o cualidades 1odos ellos, diferentes, distintos entre sí, pero todos ellos son nom-
secundarias, relativamente secundarias- justamente externas, epifeno- brados con el mismo nombre «Robinson Crusoe» y, en cuanto tales,
menales. Tiene, pues, miedo de morir estando vivo, se ve ya en e a iodos ellos son muertos vivientes, 28 son enterrados y engullidos total-
situación: es enterrado o engullido vivo, él lo habrá querido así. No 111ente vivos con regularidad. Pero, evidentemente, dado que morir
había que pensar en eso. Pues, por añadidura, y arriesgando un paso 1·stando vivo, en presente, no puede presentarse nunca de un modo
más en la provocación, me atrevo a sostener, esta vez en indicativo, 1· ctivo; dado que no se puede presentemente estar muerto, morir y
que eso le ocurrió en efecto».
Vl: rse morir, morir estando vivo; dado que no se puede estar a la vez
«¿Ah, sí? ¿Cómo es eso? -dirían ustedes-.» vivo y muerto, el morir estando vivo no puede ser sino una virtuali-
27
« Pues bien, adoptando otra vía y de acuerdo con otra necesi d,1d fantasmática, una ficción, si quieren ustedes, pero esa virtualidad
dad además de la de ese puro contenido fantasmático, antes de cual- l 1c.:ticia o fantasmática no disminuye en modo alguno la omnipotencia
quier modalidad temporal, y puesto que tanto interés tienen ustedes d ctiva de lo que se presenta así al fantasma, omnipotencia que ya no
en hablar del relato y en tener en cuenta el relato ficticio, en tener lo abandona, no lo abandona nunca, y organiza y rige el todo de lo
en cuenta ese informe ficticio que es el relato, ese relato que es a la que denominamos la vida y la muerte, la vida la muerte. Esa potencia
vez o sucesivamente un diario, un diario de viaje, una confesión, una dt· la omnipotencia pertenece a un más allá de la oposición entre ser o
ficción de autobiografía, un tratado de antropología, un aprendizaj 110 er, vida y muerte, realidad y ficción o virtualidad fantasmática.
de la plegaria cristiana y, por encima de todo, abarcando todo eso, un ¿Qué quiere decir eso? Ya han comprendido que un libro y, de una
acontecimiento literario en una lengua nacional de Europa, manten 111anera todavía más contundente, un libro cuyo texto es una ficción
go que eso le ocurrió, el morir estando vivo, a «Robinson Crusoe>,, 1 11 primera persona, que inserta en el relato vivo las citas, los insertos,

l.1s inscripciones de un diario que habla en primera persona, etc., un


lrhro semejante está a la vez muerto y vivo o, si prefieren, ni muerto
26. Así en el texto mecanografiado: «répliquerai-je» (n. de e. fr.).
27. La comilla que se abre aquí no se cierra en el texto mecanografiado,
A partir de aquí, hemos conservado las comillas latinas para lo que queda <l 28. En adelante, Jacques Derrida ortografiará de distintas maneras esta
la sesión (n. de e. fr.).
presión: «morts vivants» (n. de e. fr.).
174
emmarto La bestia y el soberano lJ (2002 2003)
/,• /e/,, No dt' JOO 3
ni vivo; y todo lo que ha podido desear no sólo Defoe sino dentro
de Robinson Crusoe, el propio Robinson Crusoe, tanto el R~bin on ton el n m red· 11111 , te o ll I monr (T'o d, terben), como la muerte
Crusoe que habla como el que lleva un diario, todo lo que todos ell s propiamente dicha ·n 1..ontr.1po ·ición a cierta vida propiamente dicha.
-:-Y ya s~:m.numerosos- han podido desear es que el libro -y, dentro de JWo comienza por la pervivencia. Y ahí es donde hay algo otro que
el, el d1ano- !os sobreviva: sobreviva a Defoe, sobreviva al personaJc di pone de mí, ahí es donde todo yo está sin defensa. E~o es el yo, es?
llamado. Robmson Crusoe. Ahora bien, esa pervivencia, gracias a fa e lo que yo soy, lo que el yo es, tanto si estoy co1:10 si no es~oy ah1.
cual el libro que lleva ese título ha llegado hasta nosotros ha sido El otro, los otros, es aquello mismo que me sobrevive,,.que :sta llama-
leído Y_ será leído,_ interpretado, enseñado, salvado, traducido, reim- Jo a sobrevivirme y que yo llamo el otro en cuanto e! esta ll~n:iado,
preso, ilustrado, filmado, mantenido en vida por millones de herede de antemano, a sobrevivirme, y es e~t~ucturalme~te m1 s~pe~v1v1e,.nte.
ros, esa pervivencia es en efecto la de un muerto viviente. Lo mismo, No mi superviviente, sino el superviviente de mi, el al/a mas alla de
por lo demás, que cualquier huella, en el sentido que le doy a esta mi vida. lºb
palabra Y a este concepto, un libro es un muerto viviente enterrado Lo mismo que toda huella, un libro, la supervivenc~a. de un i ro,
vivo Y engullido vivo. Y la maquinación de esa máquina' origen de desde su primer momento, es una máquina muerta-viviente, super-
toda téchne, así como, dentro de ella, la de todo torno, de ;oda torna, viviente, el cuerpo de una cosa enterrada en una biblioteca,. en una
de todo re-torno, de toda rueda, es que cada vez que trazamos una librería, en panteones, en urnas, ahogada en la~ olas mundiales de
~uella, cada vez que se deja una huella, por singular que sea, y antes una Web, etc., pero una cosa muerta que resucita cada vez que un
mcluso de ~ue tracemos activa o deliberadamente una huella gestual, oplo de lectura viva, cada vez que el soplo ~el otro o el otro sop_lo,
verbal, escnta u otra, pues bien, esa maquinalidad confía virtualmen- cada vez que una intencionalidad apunta hacia ella セ@ hace que reviva
te la huel~a a la per-vivencia en la cual la oposición entre lo vivo y lo animándola, como si fuese -diría el Husserl de El origen de ~a geom~-
~merto pierde y debe perder toda pertinencia, todo filo cortante. El tría- una «geistige Leiblichkeit», 29 un cuerpo, una corporah_dad ~sp1-
libro vive de su buena muerte. Eso es asimismo la finitud, la fortuna ritual un cuerpo propio (Leib y no Korper), un cuerpo propi? amma-
セ@ 1~ amen_a~a de la finitud, esa alianza de lo muerto y de lo vivo. Esa do, a~tivado, atravesado, traspasado de espiritu_alidad intenc10nal.
fmitud, dma yo, es supervivencia. Supervivencia en un sentido de la Esa supervivencia es encentada desde la pnmera huel~a que pre-
supervivencia que ~o.:s ni la vida ?i la muerte pura y simple, ni pen- suntamente engendra la escritura de un libro. Desde el pnmer sop~o,
sable desde la opos1c10n entre la vida y la muerte, una supervivencia ese archivo como supervivencia está en marcha. Pero, una ve~ mas,
que~~ está, pese a la gramática aparente de la formación de la pala- eso no vale sólo para los libros o para la escritura o ~l arch1v? en
bra__ (uberlebe~ o fortleb~n, living on o to survive, survival) [<que> no sentido corriente, sino para todo aquello con lo qu~. esta entret~)ldo,
est~]__Por enct~a de la vida, lo mismo que del soberano (superanus), de arriba abajo, el tejido de la existencia viva. Te~~do de pervi:en-
q~iza por encima de todo, una supervivencia que no está más viva cia como muerte en la vida o vida en la muerte, te)ldo que no viene
m, por lo demás, menos viva que la vida, ni más ni menos muerta a r~vestir una existencia más originaria, una vida o un cuerpo o ~n
q~e la muert~, una supervivencia que no se pliega ni al comparativo alma que existirían, desnudos, bajo esas ropas. P~es, por el contr~no,
m ª! super~at1vo, una_ supe_rvivencia o un sobrevivir (aunque prefiero aquéllos están prendidos, de antemano sorprendi?os, comprend1d~s,
vestidos, viven y mueren, viven a muerte como lo mdes_enredable mis-
la via media «supervivencia» a la voz activa del infinitivo activo de
sobr~vivir o al ~usta1:1tivo sustancializante del término survie [pervi- mo de ese tejido. Desde el fondo sin fondo de esa cuas1-trascendenta-
vencz~] ), supervivencia cuyo super carece de superioridad, de altura, lidad del vivir a muerte o de la muerte como super-vivencia, se puede
de altitud o alteza, por consiguiente de supremacía y de soberanía. decir, por una parte, que «Robinson Crusoe», el nombre _del persona-
No añade un _plus a la vida, de la misma manera que tampoco se lo je y el nombre del libro, han sido, de acuerdo con un pnmer deseo o
resta, de la mISma manera que no se lo resta a la muerte ineludible una última voluntad aterrada, de acuerdo con un deseo y una volun-
0
que no atenúa su rigor, su necesidad, lo que podría denominarse sin
p_ens~r todavía en el cadáver ni en su rigidez erigida, el rigor mo,rtis,
si_ q~ieren ustedes. No, la supervivencia de la que hablo es otra cosa 29. Véase E. Husserl: L'Origine de la géométrie, trad. fr. e introducción
distmta de la vida la muerte; es un fondo sin fondo a partir del cual de Jacques Derrida, 2ª ed. revisada, París, PUF, 19~4, pp. 85-86 [trad: cast.
se recortan, se identifican, se oponen lo que creemos poder identificar de V. Waksman y D. Cohen, Introducción a «El origen de la geometria» de
Husserl, Buenos Aires, Manantial, 2000, p. 86].
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,,,,,. , /1 ¡,./,,,•,ud,• ()()J
177
17 S minario 1 , In• fl 1 y l soberano 11 (2002 200 3)
d. L m nt ri br argado n pl~z
tad atestiguadas por ese libro, por todos los Robinson Crus e n su pomp· tipo de funerales, de exeqmas y
homonimia o metonimia, [han sido todos ellos] enterrados o ah g. LO t , l pu
dos vivos; pero asimismo, por otra parte -y llego ahora a ello, ni d pompa fúnebre. .; . entar decir algo más al respecto
como lo anuncié-, podemos y debemos, debemos poder, en la est la, Planteo esta cuest10n y VO''! a m~ 1 menos por dos tipos de
·n la estela o el Wake de Robmson rusoe a
en la herencia, es decir, en la lectura reanimadora y como la experi n
cia reanimada, despierta, de la lectura misma de esa psico-antropol razones. ; . en Robinson Cru-
gía de las culturas y de las civilizaciones proyectada por Defoe y p 1 En primer lugar, lo repito rapi~am~:~i~~;;u~;usoe el personaje,
Robinson Crusoe, podemos deber y debemos poder preguntarno lo
que le ocurre hoy en día a una cultura como la nuestra, quiero decir
en la presente modernidad de una Europa greco-abrahámica, pregun
soe, en el libro que lleva ese nom ~e,
stá obsesionado ~nte ~a peSrspec~va
nterrado o engullido vivo. e ve e an
~::a:
ir estand~ vivo, de ser
enterrado o engullido,

tamos qué es eso tan específico, tan punzante y tan único que nos tragado o ,devorado vivo.. Crusoe el libro esta vez, puede y debe
ocurre en la organización procedimental de la muerte como supervi Despues, porque Robinson t' do de antropología o de etno-
. . leído como un corto tra a 11
vencía, como tratamiento, por parte de la familia y/o del Estado, d 1 asimismo ser h . d. d y le doy las gracias por e o,
cuerpo así llamado muerto, de lo que llamamos un cadáver, no sól logía. Un artículo qu~ ~e a m ica ; o, esa dimensión de «tratado
. C mtesse31 msiste con razon en ; l d
en el horizonte de las religiones o de las filosofías o de las ideología el amigo o ; ·1 d 1 si lo XVIII. Se trata de un arucu o e
que, todas ellas, presuponen, lejos de tornarla simplemente posible, de antropologia » al estl o e d g d 1 Otro en Robinson Crusoe »,
esa estructura universal de la supervivencia que acabo de evocar, sino Francis Affergan, :<Los marca o;;: ; modernes.32 En apoyo de esta
también en el funeral3° mismo, en la forma organizada, en el dispo- publicado en un ?u~e.ro de Les odrí~n citar en efecto mil pasajes de
sitivo jurídico y el conjunto de procedimientos técnicos mediante lo observación tan 1ust1ficada, se p t cita esas cuantas líneas que
cuales nosotros, como comunidad, familia, nación, Estado, humani- Robinson Crusoe. Affergand pc;a:~/1: ~obinson Crusoe, que siem-
dad, entregamos el cadáver a su porvenir, preparamos el porvenir de se encuentran en la Segun ad 1 ben como una suerte de largo
un cadáver y nos preparamos nosotros mismos, lo mismo que se dice
h
pre se a co
nsiderado uste es o sa
' . 1 f 1 de' sus aventuras en 1a is. 1a. Se
que se prepara un cadáver. preámbulo o de post-scridtum a if a bra titulada Robinson Crusoe
Como recordarán, yo esperaba, les había prometido, me había está de acuerdo .en consi. e~~r que
está, en lo esencial, constltm a por
1:
~rimera Parte. Pétrus Borel, por
francés están reunidas en un
prometido hablar hoy de eso, y en la dirección de esa fantasmática
del morir estando vivo o del morir estando muerto, de lo que ocurre su lado, tradujo las dos dartes J~e~l e;exto int~gral» en la Biblioteca
cuando la gente, entre nosotros, en Occidente, como suele decirse,
duda todavía, cada vez más, o dilucida cada vez más entre las dos
solo volumen y presenta asco .
Marabout de donde cito el pasa)~ que,
Está en la página 558 del セクエ@
r
su vez cita Francis Affergan.
la Bibliotheque Marabout
ifrgra n;n Robinson Crusoe recuerda
únicas posibilidades que se le ofrecen y ante las cuales sigue siendo
libre (esto es algo reciente, extraño en la superficie y en la historia (trad. cast., p. 252 de la Editona; dumle i~la y mantiene un discurso
. . ch· mucho espues e a '
de la tierra humana) [dos posibilidades, pues]: la inhumación y la su viaJe a ma, . b . d d como apunta justamente
1 h · que mcum e sm u a, . .
acerca d e os c mos
incineración, mientras que, en otras culturas, se ha optado de forma
global y estable, todavía muy ampliamente duradera, por la una o
;
Affergan, a la antropologia c~m~ar~uv; aproximación deliberada-1:
. ( subrayo esa comparauvi-

dad porque .de esta índo~e sdera asi:i;:7 («comparativa»' «vergleichen-


por la otra, por una con la intransigente exclusión de la otra. Hoy
en día, entre nosotros, se duda, como bien saben, cada vez hay más mente asumida y denomina a com
gente, más familias, más comunidades que dudan o que no llegan a
decidirse, mientras que el Estado, que siempre detenta la carga y la
prerrogativa de eso, tolera -lo cual es algo nuevo- y llega incluso a
31. Georges Comtesse, participante en el seminario de Jacques Derrida (n.
hacer que sea posible institucionalmente, en la organización misma
de e. fr.). d l'Autre dans Robinson Crusoé. Con-
32. F. Affergan: « Les ma~queu;s .e de l'altérité » en Les Temps moder-
30. Jacques Derrida escribe casi siempre esta palabra ( «funéraille ») en sin- tribution a la genese de l'~nt t;~~f~p 22-45 (n. d~ e. fr.).
nes, 44º año, nº 507, octu re e ' .
gular en el texto mecanografiado (n. de e. fr.).
178 S<'111i1111riu 1 a !Jt tii1
1 1 el ,11/)(•ra11u // ( J()() .J 2 00 l)
>11 i 11t,1 t 1,m. ti, /cl11t 10 de J()() i 17(.
3
de» )~ po~ _Heidegg r cuan<lo propon comparar - e ta erá la palabra s 11 pa ís, y es e.Ir ah í c.l dond e, vt· t d.1dt·1,1m nte, proviene la ventajosa face-
qu~ el utiliza- la relación con el mundo de la piedra (weltlos), d ·I t.1 bajo la qu e no s mul'stran su esplendor y su poderío: dicho de otro
ammal (weltarm) Y, dentro de lo que entonces sigue siendo tambicn mo<lo, eso en sí mi smo no e nada en absoluto; porque lo mismo que he
u~a suerte de ~ntropología fundamental, del Dasein humano (welt dicho de us navíos e puede decir de sus tropas y de sus ejércitos; todas
bildend)); un discurso, pues, el de Robinson Crusoe, que incumbe i11 l.1 fu erzas de su Imperio, aunque puedan poner en campaña a dos millo-
duda a la antropología o la etnología comparativa pero asimismo lo n de hombres, no valdrían, nada más y nada menos, sino para arruinar
van ª. oír ustedes, a aquello de lo que Affergan no 'dice nada: al et~o el país y para reducirlos a ellos mismos a la hambruna. Si tuviesen que
centn_s~o o al eurocentrismo más arrogante y grandilocuentemente sitiar una ciudad fortificada de Flandes o que combatir contra un ejérci-
to disciplinado, cualquier infantería de línea de coraceros alemanes o de
colomalista o «British Empire», anunciando así el vínculo duradero
gendarmes franceses derrotaría a toda su caballería; un millón de sus sol-
Y _turbulento entre la etnología, como disciplina científica, el etnocen
dados de infantería no podrían aguantar ante un cuerpo de nuestra infan-
tns~o -a vec~s su_blimado co? ~onceptos de tipo universalizante-, y tería puesto en fila para combatir y apostado de forma que no pudiera ser
la mas cruel historia del colomalismo y de los imperialismos: rodeado, aunque fuesen veinte contra uno: es más, yo no estaría fanfarro-
neando si dijese que treinta mil hombres de infantería alemana o inglesa y
_Pero, cuando procedo a comparar los miserables pueblos de esas diez mil caballos franceses se cepillarían a todas las fuerzas de China. [... ]
reg10nes con_los pueblos de nuestras regiones, sus edificios, sus costum- Por eso, confieso que me resultó muy extraño, cuando volví a Inglaterra,
bres, su gobierno, su religión, sus riquezas y su esplendor -como dicen escuchar a mis compatriotas soltar tan bellas patrañas acerca de la poten-
algunos-, confieso que todo eso me parece que no merece la pena ser cia, las riquezas, la gloria, la magnificencia y el comercio de los chinos
no~brado, que no merece el tiempo que me llevaría describirlo y que per- que no son -lo he visto, lo sé- sino un despreciable rebaño de esclavos
denan en leerlo aquellos que vengan después de mí. ignorantes y sórdidos que están sometidos a un gobierno muy digno de
Hay q~e subrayar que_nos quedamos boquiabiertos ante la grandeza, mandar a semejante pueblo; y, en una palabra, pues ahora estoy total-
la opulencia, las ceremomas, el boato, el gobierno las manufacturas el mente lanzado fuera de mi asunto, y, en una palabra -decía-, si Moscovia
comercio y la conducta de esos pueblos, no porqu; esas cosas merez~an no estuviese a una distancia tan enorme, si el imperio moscovita no fuese
retener nuestra admiración ni siquiera nuestras miradas sino solamen- una pandilla de esclavos casi tan zafios, tan débiles, tan mal gobernados
te por~ue, tan imbu~dos estamos de la idea primitiva qu; tenemos de la como los propios chinos, el zar de Moscovia podría con toda facilidad
b~rbane de esas reg10nes, de la zafiedad y de la ignorancia que en ellas echarlos a todos de su región y someterlos en una sola campaña. Si el zar,
reman, que no esperamos encontrar ahí nada tan adelantado. que -por lo que oigo decir- se está convirtiendo en un gran príncipe y está
. Dicho de o~ro modo, ¿qué son sus edificios comparados con los pala- empezando a mostrarse formidable en el mundo, se hubiese puesto de este
c10s Y los castillos reales de Europa? ¿Qué es su comercio al lado del lado en lugar de combatir contra los belicosos suecos -en esa empresa,
com~rcio universal de Inglaterra, de Holanda, de Francia y de España? ninguna de las potencias europeas lo hubiese envidiado ni puesto trabas-,
¿Que son ~us ciudades comparadas con las nuestras en lo que se refiere a hoy en día sería emperador de China en lugar de haber sido vencido por
la opulencia, la fuerza, el fasto de los trajes, el lujo de los mobiliarios la el rey de Suecia en Narva, donde los suecos no eran ni uno contra seis. De
variedad infinita? ¿Qué son sus puertos salpicados de unos cuantos jun~os la misma manera que los chinos son inferiores a nosotros en fuerza, en
Y de unas cuantas barcas comparados con nuestra navegación, nuestras magnificencia, en navegación, en comercio y en agricultura, así también
f~otas mercantes, con nuestra poderosa y formidable armada? Nuestra son inferiores a nosotros en saber, en habilidad en las ciencias; tienen glo-
cm~ad de Lond~es t~ene más comercio que todo su poderoso Imperio. Un bos y esferas y un barniz de matemáticas; pero en cuanto se examinan sus
nav10 ?:
guerra mgles, holandés o francés, de ochenta cañones, vencería y conocimientos [ ... ] ¡los más juiciosos de sus sabios son cortos de vista!
dest~uma todas las fu~rzas navales de los chinos. La grandeza de su opu- No saben nada del movimiento de los cuerpos celestes y son tan burda y
l~ncia Y de su c~merc10, el poderío de su gobierno, la fuerza de sus ejér- absurdamente ignorantes que, cuando el Sol se eclipsa, se imaginan que es
citos nos maravillan porque -como ya he dicho-, acostumbrados como atacado por un dragón enorme que quiere llevárselo, y se ponen a organi-
estamos a conside:arlos como una nación bárbara de paganos y más 0 zar jaleo con todos los tambores y todos los calderos del país para espan-
menos como salva1es, no esperamos encontrarnos con nada semejante en tar y expulsar al monstruo, lo mismo que nosotros hacemos para atraer a
un enjambre de abejas. 34

33. M. Heidegger: Die Grundbegriffe .. . , op. cit., p. 260 y ss. [trad. cast.,
p. 225 y ss.].
34. D. Defoe: Robinson Crusoé, trad. fr. de P. Borel, ilustraciones de
¡/ f, /111'/() tit' ()() J 181
18 Semmarm I 1 bestia el oberano JI (2002 200 3)

Ante de abordar uno de mis principales propósitos de h y, no ,e ·r d ningun, m l1l 1, 11 llo, Com i t d a g nt upi
quiero dejar de recordar que Robinson Crusoe, aunque sea a í pr a JU quier d cir u t·t·1. Rol i11son ~r.u . no ~be, l.o c~~fiesa, per~ e
de esos fantasmas (ser enterrado o engullido vivo, estar atemorizado d·i muy bien u nta d ¡u· su p nencia, su imagmac10n, sus suenos
por la huella fantasmática de un paso en la arena, etc.), es -tantc lo mpujarían en efect a reer en eso, aunque tenga ~ue creer セオ@ no
como hombre realista cuanto como cristiano confeso- alguien a qui n hay que creer en eso. Leo un pasaje en donde se dedica a descnbu la
le gustaría instalarse en la sensatez y en el sentido común, en la nega n talgia y la melancolía que lo trabajan, como _una enferme~ad, Y
ción testaruda de lo espectral y de lo fantasmático. Pero, asimismo, 1 empujan a imaginarse de vuelta esta vez a su isla: no a su isla_ en
es alguien que no puede hacerlo y que debe de ese modo dejar en Inglaterra, sino de vuelta de Inglaterra a su isla desafortunada, su isla
suspenso el asunto en el momento de su confesión. Es alguien qu d la desesperanza.
se mantiene entre la creencia y la incredulidad, puesto que paradó
jicamente la creencia en los fantasmas va en contra de su creencia Ninguna de esas cosas, sin embargo fdice]. tuvo ef~ct~ so~:e mí o al
menos no el suficiente como para ahogar la violenta mclmac10n que yo
cristiana, y a su vez su creencia misma queda, incrédula, suspendida
tenía de recorrer de nuevo el mundo, inclinación que era inherente a mí
de los fantasmas espectrales y de los fantasmas (de los phantásmata, como una enfermedad crónica [por consiguiente, su nostalgia melancó-
palabra que quiere decir en griego a la vez el producto de la imagina- lica es «dia nóson», patológica, hubiese dicho Aristóteles, como rec~er-
ción o el fantasma y el reaparecido), puesto que su creencia perma dan ustedes citado por Heidegger: día nóson y no dia physin: patológica,
nece invencible frente a la sensatez [Robinson Crusoe es alguien que enfermiza/ no natural ni normal]. Ver mi nueva plantación en la isla Y 1~
está entre la creencia en los fantasmas espectrales y los fantasmas] y colonia que allí dejé era el deseo que rondaba más incesantemente por mi
a la denegación, la denegación de alguien que no dejaría de decirles cabeza. Con eso soñaba toda la noche y mi imaginación se mecía durante
tirándoles de la manga, «saben, no me engañen, a mí, que tengo gran todo el día. 36
sentido común, no creo en los fantasmas, ni en los espectros, ni en
los reaparecidos, ni en las apariciones, de ninguna manera, en abso- Más adelante: <<hablaba de eso -dice- durante mi sueño .... ». Se
luto, no vayan a creer». Y hemos aprendido a comprender, hemos trata, pues, de un fantasma tan poderoso, en sus efectos, que lo hace
aprendido y comprendido cómo no dejarnos aprehender y que, cuan- , ctuar y hablar, de una forma cuasi sonámbula. .
do alguien nos dice: «No vayan ustedes a creer que ... » es, en efec- Porque, ya lo han escuchado muy bien, Robinson Crusoe dice que
to, el momento de creer justamente que ... , sobre todo si esa persona nada ha tenido un «efecto» lo suficientemente poderoso como para
insiste y nos dice: «No vayan a creer, sobre todo, que yo creo en ... », refrenar su deseo su nostalgia, su melancolía, sus sueños diurnos Y
entonces podemos creer que, muy probablemente, esa persona cree nocturnos. Por c;nsiguiente, el fantasma es efectivamente más efecti-
y espera en efecto que vamos a creer que ella cree en lo que le gus- vo, más poderoso, es en efecto más _poderoso que 1~ ,que se le contra-
taría no creer, pero en lo que 35 él o ella cree, en el momento mismo pone, digamos, la sensatez y la realidad, la percepc10n ~e lo r.eal, _e,tc.
de dejar su juicio en suspenso con un «en el fondo, no sé ... ». No sé La percepción de lo real tiene menos poder que esa cuasi-alucma~10n,
-dice-. ¿Qué hacemos cuando decimos «no sé» ante un fantasma o la cual es, por lo tanto, más real, más efectiva para él, en su realidad
un reaparecido? Con ese espíritu, o lo más cerca de esos espíritus, lee- psíquica, que lo que se le contrapone con el nombre o en nombre de
ré y los invitaré a releer el mismísimo comienzo de la Segunda Parte un principio de realidad.
de Robinson Crusoe, en donde éste confiesa que no sabe si debe creer Con ese espíritu habla de los espíritus y evoca el discurso usual
o no creer en los espectros, si debe creer o no creer a la gente sensata y tan sensato sobre los fantasmas, los espectros セ@ los ~eapare~idos.
que dice que no cree en absoluto en ellos y que sobre todo no hay que Termina diciendo: «No sé». No sabe, pero está baJO la mfluencia del
fantasma eficaz, poderoso, y lo dice. Decir «no sé» con respecto al
fantasma y al reaparecido es la única manera de tenerlos en cuenta
por su propio poder efectivo. Si yo dijese «sé», «estoy seguro Y ten-
Grandville, Verviers (Bélgica), Bibliotheque Marabout, 1977, pp. 558-560
[trad. cast. de J. Cortázar, Vida y extrañas y sorprendentes aventuras de
Robinson Crusoe escritas por él mismo, Barcelona, Lumen, 1975, vol. 11, pp.
252-253]. 36. D. Defoe: Robinson Crusoé, op. cit., p. 328 (Bibliotheque Marabout)
35. En el texto mecanografiado:« a qui» [«en quien»] (n. de e. fr.). [trad. cast., pp. 9-10 (Editorial Lumen)] (n. de e. fr.).
18 1
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12 •mmarw La h • tia y el s berano JI (2002 2 03)
h,ty qu d u 1 1 , :-. ,1 ' I e<n · ituy n fanta ía que lo
go certeza», clara y distintamente, no sólo de que me af ctan fant,1
¡ ·n n pr o. ' o otros, l ·m ·nt d e o otro , puede ser tanto
mas espectr~les sino de que los hay realmente fuera de mí, haría ¡w 1
lo má tro como lo m ·n tr . Ahora bien, 38 cuanto más otro es
la espectrahdad se disolviese de inmediato, denegaría sin tard nz, 1
·l otro, menos otro e . Y, al revés, cuanto menos otro es, m~s otro
con~radiría a priori precisamente aquello mismo que digo. No pu do
s. Cuanto más otro, menos es el otro; cuanto menos otro, mas es el
decir «estoy seguro y sé» que hay ahí espectro sin decir lo contr no
Y sin conjurar al espectro. El «no sé» es, pues, la modalidad mi ma otro.
d~ la experiencia de lo espectral y, por lo demás, de la huella supervi ¿Qué quiere decir eso? .
El temblor de tierra o la tempestad que me entierran o me engu-
viente en general. Robinson Crusoe dirá: «[ ... ] no sé todavía a e ta
n vivo es una especie de otro, ¿verdad?, una especie de elemei:ito
horas si hay apariciones reales, espectros, gente que pasea despué clt
terno y ajeno; en segundo lugar, la bestia feroz que me devora v~vo
su muerte, etc.». Cito:
también otra especie de otro, un ser vivo como yo, pero muy dife-
1 nte de mí; en tercer lugar, el caníbal, finalmente, que me de.vo~a
Con frecuencia he oído decir a personas con mucho sentido que todo
l~s. rumores acreditados en el mundo acerca de los espectros y las reap.1 ería una tercera especie de otro, un ser vivo como yo, ~ero asimis-
~1c1~?es se deben a la fuerza de la imaginación y al poderoso efecto de 11 mo un hombre como yo. Aquí tenemos, pues, tres especies de otros
1lus1on sobre nuestros espíritus; que no hay ni reaparecidos, ni fantasm, s ¿verdad? Pero la tierra y el mar son lo más lejano y más diferen~e de
errabu~dos, ni nada semejante; que, a fuerza de repasar apasionadamen mí, lo más otro; sin embargo, no son tan otros co~o los seres vivos,
te la vida y las costumbres de nuestros amigos que ya no están, nos lo!-. las bestias feroces que amenazan con devorarme vivo y que, estando
representamos tan bien que nos resulta posible en circunstancias extra r más próximas a mí, siendo menos diferentes de mí qu~ el mar Y la
<linarias figurarnos que los vemos, que les hablamos y que recibimos sus tierra, que los elementos sin vida que son el mar y la tierra, son no
respuestas, cuando, en el fondo de todo eso, no hay sino sombra y vapor. obstante más otros que el mar y la tierra. En cuanto a los h~manos
- Y, por eso, es algo muy incomprensible. caníbales y salvajes que amenazan también con devorarme vivo, son
Por mi parte, no sé todavía a estas horas si hay apariciones reale ,
todavía más próximos a mí, menos diferentes de mí que el mar~ la
espectros, gente que pasea después de su muerte, o si en todas las historias
de este tip~ ~ue nos cuentan no hay nada que no sea el producto de vapo
tierra y las bestias pero, debido a esa proximidad q~e los c~nvier-
r~s, de esp1r_1t_us e~fer~?s y de i_m aginaciones extraviadas; pero lo que , te casi en semejantes son todavía más otros. Su altendad esta tanto
se es que m1 1magmac10n trabajaba con tanta intensidad y me sumía en más marcada cuanto' menos marcada es. Y los salvajes caníb~les, de
un exceso tal de vapores -o como se lo quiera llamar- que con frecuencia los que se habla por doquier en el libro, llevan hasta el paroxismo la
yo creía estar en esos mismos lugares, en mi viejo castillo tras los árbole amenaza general de ser matado y comido vivo. Si hay otro al_que se
Y veía a mi primer español, al padre de Viernes y a los infames marine, me entrega cuando muero estando vivo, ése es, por excelencia -:-por
ros que había dejado en la isla. Me figuraba incluso que les hablaba; y, así decirlo-, aquel que llamo mi semejante, el otro mortal, el ca;1ibal:
a pesar d~ estar completamente despierto, los miraba fijamente como si no sólo el ser vivo carnívoro (la bestia), sino el hombre antropofago,
ellos hubiesen estado en persona delante de mí. Con frecuencia llegué a el caníbal. Por doquier se habla de esa entre-devora~ión d~ los caní-
asustarme a mí mismo con los objetos que mi cerebro daba a luz. - Una bales. Si tuviésemos tiempo, podríamos citar y analizar mil casos ~n
vez, mientras yo dormía, el primer español y el padre de Viernes me des-
los que eso aparece. Por eso -y así leeremos una ve~ más ~l prefac10,
cribieron con tanta viveza la alevosía de los tres corsarios marineros que
fue una maravilla. Me contaban [... ].37
el último, el ante-penúltimo prefacio a lo que quena decirles acerca
de la comparación entre esos dos modos de ser-entregado al otro, dos
Ahora, para apuntar muy bien que «morir estando vivo» ser ente- modos incomparables y que, sin embargo, hay que comparar como
rrado o engullido «alive», es en efecto, para Robinson, se; entrega- el único par de elecciones que, hoy en día, entr~ nosotros nos 、セ@ o
nos dejan: ser inhumado o ser incinerado, el entierro y la c~emacion.
do, en_ su cuerpo, sin defensa, al otro, creo que hay que estar atentos
A la punta hiperbólica, al exceso absoluto de ese ser-comido por el
a la diferenciación jerárquica de esos otros que tienen a Robinson,

38. Durante la sesión, Jacques Derrida precisa: «Ahora bien, aporía» (n.
37. D. Defoe: Robinson Crusoé, op. cit, pp. 328-329 (Bibliotheque Mara-
bout) [trad. cast., p. 10 (Editorial Lumen)] (n. de e. fr.). de e. fr.).
18 S
184 Sc111i11ariu I ,, ¡,,.._,;,, v el o/)(·1,11w 11 ( >()()' >()() l) d •'"'"'''''el,• 2001

otro, de s r enterrado, por consiguiente, o engullido vivo por el otro, 1


.,hl , pa. aj,· ·n los qll(.' Rohi11'. ot1 Cru habla del canibalismo Y de
a saber, ser comido por caníbales antes que por bestias feroce o poi los salvaje , van ust d a re onoccr dos rasgos.
el mar o por la tierra, Robinson Crusoe lo llama -cito la traduccio11
[francesa]- «la más espantosa de las suertes», y el inglés dice: «t i)(· 1. Por una parte, allí donde Robinson Crusoe habla de la inh~ma-
worst kind of Destruction». 39 Cito el inglés, «the worst kind of De, 11iJad de esos caníbales que podrían devorarlo, no habla de su mhu-
truction», para que escuchen la consonancia con la autodestrucción manidad bestial sino en la medida en que, precisamente, son hombres
de aquel que se presenta, como recuerdan ustedes, como el destroyer , como él reconoce, son semejantes, tanto más otros e inhumanos
of himself ( «But I that was born to be my own Destroyer, could n<, uanto que son semejantes (recuerden lo que decíamos acerca de_ ese
more resist the Offer than I could restrain [... J», 40 etc.). Porque aquí, ·oncepto de semejante el año pasado). 42 El discurso sobre el camba-
lo peor, en el canibalismo, es que la gente se come a seres de su propia lismo incumbe a la antropología o la etnología, en Robinson Crusoe,
especie y, por consiguiente, en cierto modo, se auto-destruye, dando mientras que las frases sobre los animales que entrañan el riesgo de
muerte, muerte viviente, a su propia especie, a su propia filiación. Es, rnmerme incumben a la zoología, y el discurso sobre el temblor de
1 •rra O las tempestades incumbe a la geografía o la geología o la físi-
literalmente, «the worst kind of Destruction», porque el canibalismo 1
t a. Robinson Crusoe no diría de las bestias feroces que son inhuma-
consiste en devorar a su propia especie, y Defoe lo escribirá, con la
misma palabra, como sin prestar atención, tras unas líneas de interva- nas, de una crueldad inhumana. En el mismo momento en ~ue apunta
lo, «to devour its own kind». 41 Vemos aquí manos a la obra -a través 1:1 diferencia infinita entre esos caníbales y los europeos -mcluso los
de esa extraordinaria palabra que es especie o kind- ese proceso auto- t•tnólogos-, y su inhumanidad, reconoce su humanidad; aquéllos _son
inmunitario de autodestrucción y de double bind autoinmunitario del otros como semejantes, más otros que los otros porque son seme1an-
1 ·s. Y esos semejantes son semejantes en cuanto criaturas. La palabra
que tendremos varios ejemplos más adelante, cuando abordemos por
fin la gran y última cuestión de la elección entre incineración o inhu- criaturas si la tomamos en serio y si remite a criaturas del mismo
mación, en manos del otro, mi presunto semejante: los míos, como i:reador, del mismo padre, es una palabra que la traducción francesa
suele decirse. Han observado ustedes que cuando, en nuestra lengua, no debería haber omitido cuando traduce al menos una vez «wret-
decimos «los míos», designamos casi siempre a aquellos a los que no ched Creatures»43 por «salvajes», allí donde Defoe escribe «these
44
poseemos en absoluto y que, en verdad, nos poseen desde el momen- wretched Creatures, I mean, the Savages».
to en que son ellos los que, por privilegio, tendrán la tarea, la res-
ponsabilidad, el poder de hacer alguna cosa de nosotros, de hacer de 2. En segundo lugar, el canibalismo mismo es inhumano y cruel
nosotros lo que quieran tras nuestra muerte, decidiendo, tras «your porque consiste -lo cual las propias bestias no hacen nunca,, al menos
lifetime» (como se dice educadamente en inglés), meternos en la tierra lo que se dice- en comer, en devorar, en tomar dentro de s1, ,estando
o quemarnos. (Cuando un archivista o un bibliotecario norteamerica- vivos a seres de la misma especie que ellos (the same kind). Esa es la
no quiere hablarnos de lo que, a nuestra muerte, les ocurrirá a nues- peor ~rueldad de esos otros más otros que cualquier otro debido a que
tros papeles y a nuestros restos, a nuestro archivo, y de la cuestión se comen al mismo. Éste es un esquema cuya generalidad no parece
de saber si los nuestros podrán decidir acerca de eso, no dice «a su contar con ninguna excepción. Cuando se habla de la inhumanidad
muerte» o «después de su muerte», sino que dice educada, púdica y de aquellos que cometen crímenes contra la humanidad, se habla de
cortésmente, como en los funeral homes, entre el hoyo y el bollo, el
bollo que, por lo demás, no hay, [dice] after your lifetime).
En esas cuantas líneas que voy a leer y que elijo entre los innume- 42. Véase J. Derrida: << Quatrieme séance. Le 23 janvier 2002 », en Sémi-
naire La béte et le souverain. Volume I, op. cit., pp. 141-187 [trad. cast., PP·
127-168] (n. de e. fr.).
39. D. Defoe: Robinson Crusoe, op. cit, p. 181 (Random House, The 43. Durante la sesión, Jacques Derrida traduce: «Criaturas condenadas,
Modern Library) [trad. cast., p. 240 (a partir de aquí, se vuelve a citar siem- malévolas» (n. de e. fr.). .
44. D. Defoe: Robinson Crusoe, p. 182 [trad. cast., p. 240]: «Estas consi-
pre por Alianza editorial] (n. de e. fr.).
40. Ibid, p. 37 [trad. cast., p. 55]. deraciones me llevaron a reflexionar acerca de la naturaleza de esos salvajes
41. Ibid., p. 182 [trad. cast., p. 240]. ¡... ]» (trad. fr., p. 328 de la editorial Gallimard) (n. de e. fr.).
187
186 Seminario Lti bt' lllt el soberano 11 (2002 200 l)
. ti 1 11111 1 ti, t01nr a cr a d · l,l naturn -
F l'l~ c.onsidt•t :1 101H 11u ', tl • . ,
quienes todavía pertenecen lo suficiente a la especie humana (p r dt 11 1 , d esos ·1\v·tjl. (l/1,· l' 11•11•/1 ¡n•, ¡ ·,ea1ur e·)
" ' · s
y a xanun r e m
(/
r,
el título de Robert Antelme) 45 como para ser culpables de crímcm i:.z, · ' 1 1 D'I dor de coda la cosas t ,e
po ·ible que, n estl mu11do, t ,, HO pen a d .
contra la humanidad, para degradarse y mostrarse indignos del no111
bre de hombre y de la dignidad humana. Haber perdido la dignidad
wise Governour of all. /'/Jings) hub1
turas a una inhumanidad tal, p r encima e
~ban;or:t:t:l~~~~a~i:m~
.
(~:1:n
cie
humana por ser inhumano está solamente reservado a los seres hum., Rrutality it sel(), que llegan hasta a devorarse dentro d~ su. propia espe l -
nos; en modo alguno al mar, a la tierra o a la bestia. O a los dios . ·t wn k•nd} Pero como eso no conduc1a smo a especu a
(as to d evour i s o • · , l d l d
No se dirá ni de las bestias ni de Dios que son inhumanos. Los
humanos son los únicos que son llamados inhumanos. No se har ,
comparecer ante ningún tribunal, en principio, ni al mar, ni a la tiew,.
:'i~~:~,
. vanas or el momento, me puse a buscar en que ugar e mu~ o
esos de;graciados; a qué distancia estt~ª lad costa de 1~ :~; セョ。A@
por qué se aventuraban de ese modo t~n eJOS de s~ ca~:, mis cosas de
ni a lo que se denomina el animal, ni a Dios, para ser acusado ahí d
inhumanidad ni de crimen contra la humanidad, aunque hayan sido l.,
:::;:a'~:í::tdie~: ~~,: :nn~o~~t~~n~:s~;~; ;ga: :,:~[. ellos del mismo
modo que ellos venían a mí. . . d
ocasión, incluso el agente de la muerte de millones de seres humanos. No me inquieté en absoluto de lo que haría conmigo IIllS~O ~uan o
Desde el momento en que la acusación de crimen contra la humanidíHI lo lograse de lo que me ocurriría si caía en manos de los salvaJeS (mto the
no puede ser vertida contra ningún ser vivo ahumano (bestia o Dios), Hands of 'the Savages) [ · · · ] ·46
sino solamente contra lo presuntamente humano, el crimen contra l.,
humanidad es un crimen cometido por una parte de la humanidad Robinson temía, pues, por encima de todo ser enterrad? vivo o
contra una parte de la humanidad, o contra la esencia de la humani · p no es lo mismo ser
l'n ullido vivo, tragado, arrastra d o vivo. er O d
dad, o contra la dignidad humana; es, por consiguiente, un crimen <ll' en~errado o engullido vivo en la tierra y/o en el mar fue ser ~e~ora o
estructura sui-cidaria y auto-inumune. Y, dado que todo crimen, que..· vivo por bestias o por caníbales. En el primer cas~, セ@ otr(~' e. e emenl
toda culpabilidad supone la libertad y, por consiguiente, la soberanía to de lo otro es algo no-vivo, algo inanimado anommo a tierra o _e
del criminal acusado, es en el seno de esa soberanía donde el re-torno
suicidario y auto inmune presuntamente opera. (Leer y comentar.) :::r~i: u~~:,;r:~~~¡~ª:º;t"~:~;~a~~ Zセ@ ;!v~; ~:t~::,ziau~e~;r;':¡
caníbal tienen en común -y eso nos conduce hacia el mismo ceme~te-
Después de que esos pensamientos me hubiesen distraído durant rio aq~el en el que se entierra y aquel en el que se qu~ma, el del ~ere-
algún tiempo, terminé reflexionando seriamente acerca de los peligros La~haise por ejemplo, que también tiene su crematorio- es que e s:r-
reales que yo había corrido durante tantos años en esa misma isla por ln entregad~ al otro es un ser-entregado a lo semejante, c~n la p~quena
que me paseaba con la mayor seguridad, con toda la tranquilidad posible,
cuando quizá no había más que la punta de una colina, un árbol o las
alvedad de que esa situación, el paradigma de ~sa robmsona f:r~ t;
primeras sombras de la noche entre yo y la más espantosa de todas la terror fascinado o ese deseo aterrorizado de R~bmson ª!optan -
suertes (the worst kind of Destruction), la de caer en manos de los salva- de una ·erar uía de los semejantes. La bestia devora ora ~s seme
jes, de los caníbales, que se habrían apoderado de mí con la misma inten- ¡::te a su Jíctim; en cuanto ser vivo (en contrap~sición a la \ierra .,(:i
ción con la que yo lo hacía de una cabra o de una tortuga, y no habrían al mar): el devorador y el devorado s~n seres vivos; ~ero e _cam -
pensado que estaban cometiendo un crimen al matarme y al devorarme antropófago es más semejante a su víctima que la bestia, prec1sa~~n
más de lo que lo pensaba yo al comerme una paloma o un chorlito. Yo te porque es un antropoide (sólo un antr~poide pue~e ~er antrop~i:~
sería injustamente mi propio detractor si dijese que no le di sinceramente o) El caníbal es por lo tanto, más seme1ante a su victima yltabm .
las gracias a mi divino Conservador (to my great Preserver) por todas las g . ' d.,.. ., tro más otro que a estia.
por consiguiente, para OJlcamente, mas o ' . t
veces desconocidas en que me puso a salvo y que, con la mayor humildad, Pero es menos semejante precisamente porque se comeha su seme1an e
confesé que le debía a su más particular protección, sin la cual yo habría . h al ser un ser umano antro-
y se convierte pues en m umano; porque,
caído inevitablemente en esas manos despiadadas.

·t p 181-182 [trad. cast., PP·


46 D Defoe: Robinson Crusoe, op. et ., p . . , .
45. R. Antelme: L'Espece humaine, ed. revisada y corregida, París, Galli- · · . , . d t asaJe estan transcnptas a
239-240]. Las citas en mgles mserta as en es e p
mard, 1957 [trad. cast. de T. Richelet, La especie humana, Madrid, Arena
partir de la grabación de la sesión (n. de e. fr.).
Libros, 2001] (n. de e. fr.).
188 Seminario La bestia y el soberanu // (2002 200 J) 189

pófago, es menos humano y menos mi semejante y, por con iguiente, o la muerta hny.1 d cidido olll 1:111.1111 ntt·, en vida, acerca de la uerte
más otro que el inglés cristiano no caníbal y compatriota de Robin 0 11 de su cadáver p r venir, d ·j.111do un t-. tamento, una última volun-
(qued~ndo por probar dos cosas: en primer lugar, la pureza o la pre tad, una voluntad, a wr/1. Pero ese te tamento sólo tendrá fuerza de
sunta mocencia del cristianismo en lo que se refiere a la pulsión o a la ll'y i un tercero, el Estado o una fuerza coercitiva institucional, lo
tentación antropófaga en la Cena eucarística o transustancial cuando ,tvala y puede obligar a los herederos a atenerse a esas instrucciones.
Cristo ofrece su corpus para ser comido y bebido como pa~ y vino, Fs evidente que la soberanía efectiva del muerto encuentra ahí, con
carne y sangre, en su recuerdo (hoc est meum corpus, etc.), y, des- es tercero, un límite, y es incluso en función de ese límite, que sirve
pués, que los ingleses son inocentes de todo canibalismo (recuerden ·ntonces de criterio último, como se juzga acerca de lo que se lla-
ustedes lo que al respecto dice un Rousseau vegetariano en el Emi ma el estado de muerte. Un muerto es alguien que no puede poner
. 47
lto, d ·
cuan o acusa a los mgleses de ser tan cruelmente carnívoros ·1 mismo en funcionamiento una decisión cualquiera que concierna
que cabe preguntarse si Rousseau no sospecha que éstos son secre- .ti porvenir de su cadáver. El muerto no dispone ya de su cadáver, ya
ta e inconscientemente antropófagos; probablemente como todos los no hay habeas corpus. El habeas corpus, al menos, no es un habeas
que comen carne. ¿Acaso todo hombre carnívoro no es secretament , orpse, suponiendo que lo haya habido alguna vez. El habeas corpus
antropófago, con una antropofagia que sólo se evita con el rodeo cJ oncierne al cuerpo vivo y no al corpse, al cadáver. Suponiendo -repi-
una represión?)).
to- que haya habido alguna vez habeas corpus para el cuerpo vivo.
Pues, como adivinan ustedes, creo que ese habeas corpus no habrá
. Bueno. ~ig~ bueno no ya para relamerme el hocico ni para anun- 1.·xistido nunca y que su emergencia legal, por importante que sea, no
ciar un menu, smo porque, por fin, abordo los dos double binds auto- d ·signa sino una forma de tener en cuenta o de gestionar los efectos
in~unitarios q~e constituyen las dos únicas elecciones que se nos per- d la heteronomía y de un non habeas corpus irreductible. Y el non
miten hoy en dia para responder al fantasma del morir-estando-vivo: habeas corpse, en el momento de la muerte, manifiesta la verdad de
la inhumación y la incineración.
t'Se non habeas corpus en vida del susodicho cuerpo.
Problema de soberanía, en primer lugar, y quizá ni eso. El habeas Ahora, con el fin de esbozar -desde el punto de vista limitado
corpus -si se conoce algo del idioma y de la historia jurídica que vin- y determinado que es aquí el nuestro, a saber, el fantasma del muer-
culan este concepto y esta ley con Inglaterra-, el habeas corpus otor- to viviente- un análisis comparativo de los dos modos de gestión del
ga una suerte de soberanía de propietario sobre el cuerpo vivo propio l adáver que nos resultan accesibles, en Occidente, en este momento
de cada cual. Yo detento la propiedad de mi cuerpo propio: ése es preciso de la historia de las sepulturas, yo tendría que privilegiar una
el habeas corp_us q~e la ley garantiza: que puedes tener, que tengas, v z más, al tiempo que explico por qué, la contradicción o la apo-
tu cuerpo. De10 deliberadamente de lado todos los inmensos y temi- ría autoinmunitaria en la que fatídicamente queda presa esa última
bles problemas, antiguos e inéditos, que esta presunta soberanía del voluntad, ese «will», allí donde se trataría de intentar elegir sobera-
h_~beas corpus plantea en lo que concierne al nacimiento, la concep- namente, de dictar soberana y dictatorialmente su conducta a supervi-
ci~n. o el con~rol de los nacimientos, la medicina, la experimentación, vientes que, por su parte, se convierten en los soberanos efectivos. De
el m1erto de organos, etc., para limitarme al tratamiento de la muerte. modo que ese will, esa última voluntad está de hecho ligada a priori
No _habla_ré s~quiera de los problemas específicos de la autopsia, de por un double bind o un doble constreñimiento, una obligación doble
las mvestigac10nes sobre el ADN, etc. Me limitaré a la decisión a la y contradictoria.
elección, a la alternativa entre enterrar o incinerar, y a su relació~ con ¿Cuál?
el fantasma del muerto viviente.
Ahí es donde comenzamos. Y, en cada opción, vamos a encontrar-
Es muy posible de derecho, y es frecuente de hecho, que el muerto nos con el double bind autoinmunitario que trabaja al ser vivo o al
moribundo en todas partes donde éste actúa por medio del fantas-
ma del muerto viviente. Partimos de la situación o de la hipótesis en
47._J. J. Rousseau: Émile ou De l'éducation, pp. 196-197 [trad. cast., p. donde hay apariencia de elección ¿verdad?, es decir, de una situación,
222], citado por J. Derrida en « Premiere seánce. Le 12 décembre 2001 » en frecuente hoy en día en nuestra sociedad, en la que ni la religión ni
Séminaire La bete et le souverain. Volume I, op. cit., p. 45 [trad. cast., p. 421 el Estado nos imponen esto o aquello, la incineración o la inhuma-
(n. de e. fr.).
l ión, aunque nos impongan elegir entre las dos. Pues dense cuenta
1 O Semi11a, io I i1 l>,·~ti,t · el ol,era110 1/ ()002 200 l) l lJ I

de que todavía quedan mucho otro con treñimiento e tata! s: 110 rnu rto y no como mu •1 to qm { st.1 vivo. En la c munidad judía
podemos enterrarnos ni incineramos en nuestra ca a (ni iquiera, d, dl' Arg lia en d nd 'i •11ti n ·1, por upu sto, in ataúd, en la tierra
derecho, en otro lugar), ni tampoco a nuestros amigos los animal ·s, mi ma, dentro de un ·udario que con frecuencia, para los hombres,
cuando aquellos 48 a los que se denomina animales forman parte d lo e u talith, pues bien, para asegurarse de que no se entierra a un ser
que llamamos los «nuestros», los «míos». Tampoco podemos torna, vivo, se taponan todos los orificios y se deposita el cuerpo encima de
la decisión de que vamos a enterrar o ahogar o quemar el cadá v .,.. unas baldosas heladas durante el tiempo suficiente para que la rigi-
en cualquier lugar, ni de que lo vamos a cortar en trozos para dar dez, el rigor mortis, confirme, más allá de toda duda razonable, la
le un poco de él a cada uno de los suyos, ni tomar la decisión d · atestiguación legal o médica del fallecimiento, en la cual finalmente
comérnoslo, ni de conservarlo en casa, embalsamado o no, etc. La no se tiene una confianza absoluta.
alterna_tiv_a sigue siendo muy estricta: inhumar o incinerar según los Lo que nos quedaría por saber -y ésta será una de nuestras pre-
proce~11;11entos controla_bles por la sociedad civil, por el Estado y po, guntas- es si, en el fondo, detrás o en el inconsciente de la cultura
su pohcia, por corporaciones profesionales habilitadas por el Estado, funeraria, cualesquiera que sean los ritos, el salvajismo del incons-
etc. No tenemos derecho a hacer desaparecer un cadáver, y no hay ciente no sigue operando con la crueldad que parece temer Robinson
derecho alguno a la desaparición. Aquel o aquella que denominamos cuando tiene miedo de morir estando vivo como una bestia.
a veces, mediante un eufemismo enternecedor, el desaparecido o la Bueno.
desaparecida no debe desaparecer en ningún caso sin dejar huella -y Primera elección. La primera elección que todavía es más frecuente
de esas huellas, de esos restos, de esos despojos mortales es de lo que •ntre nosotros, como ustedes saben, es, estadísticamente, la inhuma-
ahora _v~~os a habl~r:-, Si alguien desaparece por sí mismo, por ejem ción. Si alguien piensa decidir sobre ello libre y soberanamente para sí
plo ~mc1dandose y t1randose desde el puente de Mirabeau, pues bien, mismo, es decir, si, sin inercia, tras haber sopesado los pros y los con-
la cmdad, el Estado y la familia tienen el deber de reapropiarse el tras, y haber considerado las dos únicas posibilidades que les restan a
cuerpo y de decidir dar una sepultura así llamada normal, conform los restos, la incineración y la inhumación, si él o ella eligen el ente-
a las leyes de la ciudad, a la constitución de la pólis. Se sabe desde rramiento libremente, como suele decirse, soberanamente ¿por qué
hace tie~po que la pólis, la ciudad, la ley de la ciudad, la política no erá? ¿Por qué el enterramiento? ¿Con vistas a qué? ¿Para responder
s~ const1tuye_n _nunca, en la historia de esta cosa, la pólis y la política, a qué deseo y a qué motivación? Sería mejor decir o precisar: ¿con
sm una admm1stración central de los funerales. En el fondo, cuando vistas a quién? ¿Para responder al deseo y la motivación de quién?
Robinson tiene miedo de ser engullido o enterrado vivo tiene meno Ahí es donde vamos a ver anudarse el primer double bind. Por
miedo de morir que de morir sin sepultura, sin el rito so~ial mediante recordar, a modo de precaución metodológica, en el orden del camino
e~ cual ~e entierra o se hace desaparecer, conservándolo, al desapare- que hay que seguir, un axioma muy corriente pero poco discutible,
c1d~. T1en~ miedo del _salv~jismo presocial y preinstitucional que lo pues bien, es evidente que la decisión al respecto (la inhumación antes
hana monr estando vivo sm funerales, de cualquier tipo que éstos que la incineración) no puede ser sino la decisión de un ser vivo y no
sean. Tiene miedo de morir como una bestia, en resumidas cuentas, si la de un muerto (¿qué sería la decisión de un muerto? ¿acaso no es
es que la bestia es, como tanta gente supone, como lo supone Robin- imposible? ¿acaso el concepto de decisión no implica al menos la vida
son, como lo supone Heidegger, un ser vivo que muere sin funerales y el ser vivo que dispone de un porvenir? De ahí el «¿con vistas a qué
Y sin duelo. En el fondo, los funerales son los que están destinados y a quién?»), pues bien, habrá que examinar esa decisión, ya sea des-
por los ~eres vivos, los nuestros, la familia, la sociedad, el Estado: de el punto de vista de los seres vivos supervivientes, de los herederos,
a garant!z~r que e~ muerto está_ bien muerto y que no volverá, que ya sea del de aquel o aquella que da instrucciones en el momento en
no habra sido asesmado, es decir, tratado como un muerto viviente. que va a morir aunque todavía no ha «partido» y sólo puede, por
Robinson acepta morir, pero no quiere ser asesinado, condenado a consiguiente, especular sobre su propia muerte a partir de la imagina-
muerte ,si°: juicio. Y quiere estar seguro, como los supervivientes, de ción o del fantasma del muerto viviente, en el límite del muerto que
que esta bien muerto, sin posible vuelta atrás, como muerto que está vive lo suficiente para verse morir y enterrar y que -para parodiar la
literalidad de lo que decía Robinson Crusoe en un pasaje que a pro-
pósito elegí leer hace un rato- se imagina paseando todavía después
48. En el texto mecanografiado: « ce » [«aquello»] (n. de e. fr.). de su muerte para ver lo que ocurre, para que todavía le afecte, para
192 eminario La b tia y el oberan JI (2002 -20 )

gozar o s~frir con ello ( «No sé todavía a estas horas -decía Robin ,011
Crusoe- s1 hay apariciones reales, espectros, gente que pasea de pu , s sión
de su muerte»).
12 de br ro de 2003
?esde el punto de vista del fantasma del muerto superviviente
¿cuales ~ue~en se: por consiguiente, tanto para la inhumación c m,;
para la mc~neraci?n, las ve?tajas o los beneficios calculables, lo'i
goces t~d~via previstos? ¿Cuales son, por el contrario, los perjuicio
los _sufrimientos que se temen? ¿En qué los dos contrarios están indi
~ociable Y aporéticamente afectados el uno por el otro, contaminados
mfes:ados el uno ~or el otro, quedando podrida de antemano la e O '
nomia del ~oce, digamos -más sobriamente- acabada y amenazad ,
en sus prop10s adentros, por la economía del sufrimiento? Ésta es I.t
~orma d~ _la pregunta que ahora me gustaría articular tanto para la
mhumac10n como para la incineración.
Es in~til que les diga, para nuestro común alivio, que estas pr
~untas sien:i-pre son preguntas que podemos hacer esperar. El may r ¡Ánimo! ¡Ánimo, pues! Hay que tener agallas, corazón, y cora-
tiempo posible.
l para pensar, contrariamente a lo que muchos estarían tentados de
Pero, por lo menos, hasta la próxima semana. creer. Por ejemplo, para pensar el muerto-vivo. Ya se esté a favor o en
ontra, ya se acepte o no su posibilidad -o su imposibilidad-, hay que
tener coraje para pensar eso.
Muchos se imaginan que para pensar, para pensar por ejemplo
eso, basta en resumidas cuentas con pensar, es decir -se imaginan-,
on imaginarse, con representarse algo, con tener una idea, con espe-
cular dentro de su cabeza con palabras e imágenes, y que no sólo no
e corre ningún peligro que requiera tener coraje, sino que el simple
pensamiento resulta incluso un poco cobarde, pues eso se parece a
a retirada a los adentros de sí, a esa huida a una isla, a ese refugio
buscado en la especulación vacía, en la representación o en las imáge-
nes interiores, en el ejercicio verbal, en las palabras, en las hipótesis
de despacho, meditando al calor de una estufa, como decía Descartes,
te.
No, los que se hacen ilusiones de este tipo no piensan eso, no han
comenzado todavía a pensar aquello a lo que compromete eso que se
llama pensar, y que exige no sólo tener coraje, sino el coraje mismo,
y nos hace incluso pensar lo que deberían querer decir las palabras
«corazón» o «coraje». Hay que pensar el coraje a partir del pensa-
miento y no a la inversa. Hay que tener coraje para pensar en general
- aunque sólo sea el coraje de su miedo.
Aunque sólo sea el coraje de su miedo. ¿Cómo entender eso, el
coraje de su miedo? Porque así como el perdón sólo puede perdo-
nar lo imperdonable -lo cual parece a la vez imposible y prescripto
por el concepto mismo de perdón-, así también el coraje sólo puede
er el coraje de un miedo. Si soy valiente porque no tengo miedo, no

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