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— N oponerme
lo entiendo —dice Catriel mirando
la lentilla marrón en su lugar.
como vuelvo a
Mi dulce Ald,
Hace dos días que no te veo y siento como mi corazón
se para, no quiere latir si no es por ti, si no es para ti. Me
han asegurado que estás bien así que puedo respirar
tranquilo, al menos por el momento.
Si estás leyendo esto es porque he decidido aceptar una
propuesta de una warlock que se ha encaprichado de mí.
Me ha propuesto ser su fuente por dos años. Acepto por ti,
no por mí. Porque a pesar de los días tan horribles que me
esperan y de las largas y odiosas sesiones para alimentarla,
al final regresaré a ti y podré darte la vida que te mereces.
Sé que se va a hacer eterno sin tus sonrisas, sin tus
besos, sin sentir el peso de tu cuerpo sobre el mío, pero por
favor, espérame y todo el sufrimiento que se avecina habrá
valido la pena.
Te amo y te amaré toda mi vida.
Milos
Voy a salir
No más fingir
No más servir
La noche es pa’ mí no es de otro
Te voy a colgar
Ya no hay vuelta atrás
Si me llamas, no respondo Tira porque te toca a ti perder
Que aquí ya se perdió tu game
Tiro porque me toca a mí otra vez
Solo con perderte ya gané
Esta vez fue Nero quien puso sus manos sobre mí.
Pa’ mala yo
Pa’ mala yo
Pa’ mala yo oh oh
Pa’ mala yo oh oh oh
Pa’ mala yo
Pa’ mala tú
Pa’ mala tú
Pa’ mala yo
Pa’ mala yo.
— V oy aDoy
llevarte a casa —me dice Duxlan con voz de mando.
un paso atrás.
—No, no lo harás. Ya sé que esta es tu manera de castigarme
por lo que crees que hice, bien, cumpliré mi castigo, pero cuando
traiga esa bola ante ti y gane, tendrás que darme lo que yo quiera.
Y dicho esto me lanzo contra la brecha y desaparezco. Estoy
exhausta, noto mi cuerpo cansado pero no voy a dejar de ganar, voy
a coger esa bola de energía y ganar esta estúpida cacería. Después
voy a recoger mis cosas y largarme con Catriel, estoy harta de esto.
De estar teniendo que justificar constantemente cada una de mis
acciones. Harta de que me castiguen por algo que no he hecho.
Veo a Milos aparecer detrás de mí sonriendo. Espero que Duxlan
no nos siga, no quiero verlo, no después de pasar la noche juntos y
acabar siendo despreciada de esta manera. Si no puede confiar en
mí, da igual todo lo que podamos sentir. No quiero una vida atada a
una explicación. Miro la brecha esperando que aparezca Duxlan, me
alegra que no lo haga, pero también me decepciona.
—No va a venir, los warlock tienen un muy mal momento
pasando por estas brechas —dice Milos contestando una pregunta
que no he hecho.
Me conoce muy bien.
—Mejor.
—¿Qué tal te encuentras? —me pregunta acercándose.
—No tan mal como para no ganar. Milos, debemos ganar, me lo
debes.
—¿Qué es lo que quieres pedir Ald?
—Mi libertad.
Sus ojos se amplían por la sorpresa y una gran sonrisa aparece
en su cara.
—¿Aceptarás irte conmigo?
—No, no quiero saber nada de ti ni nada de él, ni nada de nadie.
Quiero irme y ser yo por una vez en mi vida.
Me mira durante un segundo. Se acerca y me da un beso rápido
en los labios.
—Primero voy a ganar y luego te voy a convencer de que estar
juntos es lo correcto.
Y acto seguido sale de mi vista por una brecha que se acaba de
abrir frente a nosotros.
—Muy bonito —oigo detrás de mí.
Me giro y veo a Debra junto a la brecha por la que hemos llegado
Milos y yo. No tiene buena cara.
—¿Qué quieres? —le pregunto sin rodeos, tengo un bicho que
agarrar.
—Que desaparezcas para siempre de nuestras vidas querida.
—Entonces las dos queremos lo mismo.
—Si, pero las dos sabemos que Duxi te buscaría si
desaparecieras y tú acabarías volviendo con él. Así que he decidido
tomar cartas en el asunto.
—¿Es esta? —oigo la voz de un hombre tras de mí.
—Si, y por favor, intentar no dejarme marca, con ella haced lo
que queráis.
Me giro para mirarla porque no sé qué está pasando. Mala idea.
El tipo aprovecha para acercarse por detrás y agarrarme por la
cintura con un brazo y taparme la boca con la otra mano. Forcejeo lo
que puedo, mi cuerpo no está en su mejor momento.
—No te muevas —gruñe.
Y no sé si me lo dice a mí porque Debra se queda muy quieta. El
tipo cambia de posición su agarre para retenerme y callarme con el
mismo brazo. Con el otro veo su mano por delante de mí y una bola
de luz de color plateado formándose en su palma. Crece durante un
momento antes de lanzarla contra Debra. Grito aunque el sonido de
mi voz es amortiguado por la asquerosa mano del tipo que me
sujeta. La bola de luz alcanza a Debra en la cabeza y cae
desplomada contra el suelo.
—Tu turno —me dice al oído— dulces sueños.
Y antes de que pueda pensar en sus palabras todo se vuelve
negro.