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Pereira

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Coordenadas: 4°48′51″N 75°41′40″O (mapa)


Para otros usos de este término, véase Pereira (desambiguación).
No debe confundirse con Pereyra.
Pereira
Municipio

Desde arriba y de izquierda a derecha: Panorámica, Bolívar desnudo, Iglesia San


Antonio María Claret, Edificio de Rentas Departamentales, Edificio del Ferrocarril.

Bandera

Escudo

Otros nombres: La Querendona, Trasnochadora y Morena,


La Ciudad sin Puertas,
La Perla del Otún,
La Ciudad Prodigio.
Himno: Himno de Pereira
Pereira ubicada en Colombia
Pereira
Pereira
Localización de Pereira en Colombia
Pereira ubicada en Risaralda
Pereira
Pereira
Localización de Pereira en Risaralda
Mapa
Wikimedia | © OpenStreetMap
Coordenadas 4°48′51″N 75°41′40″O
Entidad Municipio
• País Bandera de Colombia Colombia
• Departamento Bandera de Risaralda Risaralda
Alcalde Mauricio Salazar Peláez (2024-2027)
Subdivisiones 12 corregimientos
19 comunas1
Corregimientos
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Comunas
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Eventos históricos
• Fundación 30 de agosto de 18632
(160 años)
• Erección 2
Superficie
• Total 702 km²2
Altitud
• Media 1411 m s. n. m.
Clima Tropical monzónico Am
Ecuatorial de montaña Csbi
Población (2023)
• Total 481 768 hab.3
• Densidad 841,25 hab./km²
• Urbana 406 676 hab.
• Metropolitana 735 796 hab.
Gentilicio Pereirano, -a
Huso horario UTC -5
Patrono(a) San Antonio de Padua
Sitio web oficial
[editar datos en Wikidata]

Pereira es un municipio colombiano, capital del departamento de Risaralda. Es la


ciudad más poblada de la región del eje cafetero; integra el Área Metropolitana de
Centro Occidente junto con los municipios de Dosquebradas y La Virginia. Está
ubicada en la región centro-occidente del país, en el valle del río Otún en la
Cordillera Central de los Andes colombianos.

Como capital del departamento de Risaralda, Pereira alberga las sedes de la


Gobernación de Risaralda, la Asamblea Departamental, el Tribunal Departamental, el
Área Metropolitana y la Fiscalía General. También se asientan en ella numerosas
empresas públicas e instituciones y organismos del estado colombiano. Por estar en
el centro del Triángulo de Oro (Bogotá, Medellín y Cali), ha cobrado gran
relevancia, especialmente en el ámbito del comercio.
Toponimia

El nombre de la ciudad de Pereira fue designado por el apellido del abogado


Francisco Pereira Martínez, hombre cercano a la lucha independentista que había
expresado el deseo de fundar una ciudad en el terreno de su propiedad en la zona
que ocupaba la antigua Cartago. La Villa de Pereira fue nombrada en homenaje a él
después de su muerte.4

Pereira es conocida como «La querendona, trasnochadora y morena», «La ciudad sin
puertas» y «La perla del Otún».5
Historia

En estos territorios habitaban múltiples comunidades y cacicazgos, culturalmente


diversos. Durante la ocupación de los españoles no se lograron identificar las
diferencias culturales o lingüísticas, lo que implicó que a todas las comunidades y
cacicazgos que ocuparon la zona se les asignara el nombre de quimbayas.6

En investigaciones de las últimas décadas, de tipo históricas, etnohistóricas y


arqueológicas se ha ido aproximando a la identificación de dichos grupos, quiénes
eran, durante qué periodos ocuparon la zona y en qué área, así como las
características culturales que los identificaban. Uno de los más reconocidos es los
quimbayas, cacicazgo que ocupó esta zona durante el periodo de contacto, muy
reconocido por los múltiples mitos sobre oro quimbaya.7 Es importante aclarar que
no era la única sociedad que ocupó los territorios de Pereira, sino que era una de
las múltiples cacicazgos, que presentaban relaciones sociales jerárquicas,
sedentaria y basada en una economía agrícola (estos datos se encuentran en textos
de historiadores de la zona y de investigaciones arqueológicas).

Posterior a su llegada a territorios del norte del Valle, el Mariscal Jorge Robledo
solicita a la corona española fundar diversos municipios, pertenecientes
actualmente al norte del Valle, Caldas, Quindío y Risaralda. Para el año de 1540
llega a la zona y el 9 de agosto funda la ciudad de Cartago. Para finales del siglo
XVII la sociedad se traslada a los territorios donde actualmente se encuentra el
municipio de Cartago, en el departamento del Valle del Cauca, en márgenes del río
La Vieja. Los historiadores de la zona no han logrado identificar con claridad las
circunstancias o motivos por las que la sociedad realiza el abandono de la zona,
pero dentro de las teorías más aceptadas se encuentra razones políticas, económicas
y/o militares (por posibles luchas intertribales).

Sobre las escasas ruinas de la población española, cruzada por la vía que conducía
del Valle del Cauca a Medellín, a través de Manizales, ya habían construido sus
moradas un grupo de 20 familias antioqueñas cuando un puñado de vallecaucanos
apareció a fundar la población de Cartago La Vieja, hoy Pereira. No obstante que la
iniciativa formal de la fundación provino del grupo caucano, el surgimiento de
Pereira fue un capítulo más de la colonización antioqueña, y la contribución de
otros grupos sociales como el caucano, fue en sus comienzos relativamente escasa.

Tiempo después, con el ideal de revivir esta ciudad, que hasta entonces era una
zona con abundante vegetación, el 24 de agosto de 1863, el sacerdote Remigio
Antonio Cañarte y Jesús María Ormaza Niño, entre otros, regresaron a las ruinas de
la antigua Cartago, donde establecieron unas cuantas chozas que fueron bendecidas
el 30 de agosto del mismo año (1863).8

Durante 6 años se llamó Cartago Viejo, pero en 1869 la municipalidad de Cartago le


dio el nombre de Villa de Pereira, en honor al doctor Francisco Pereira Martínez,
quien en 1816 se refugió en la zona, junto con su hermano Manuel Pereira,9 tras la
derrota de las huestes patriotas de Simón Bolívar en la batalla de Cachirí y
manifestase tiempo después el deseo de que se estableciese una ciudad en dichos
predios.10

A partir de 1870 y sobre todo como resultado de las guerras civiles de 1876 y 1885,
la región recibió una nueva oleada de inmigrantes procedentes de Antioquia. Con la
circunstancia de que ahora se trataba de un elemento humano de condiciones sociales
y psicológicas diferentes. El grupo de 1863 y años siguientes había estado formado
por descuajadores de selva que solo aspiraban a tener una sola parcela; el segundo
grupo lo integraban hombres de mayores ambiciones y mayor capacidad empresarial.
Algunos de ellos estaban vinculados a capitales antioqueños que financiaban sus
actividades, que derribaban montañas y abrían haciendas ganaderas utilizando
peonadas y fuertes inversiones de capital.11

La llegada a la ciudad de un grupo de comerciantes y profesionales a fines de la


pasada centuria y comienzos de la presente, introdujo la educación como un nuevo
motivo de diferenciación social. Surgió ya un grupo que se hizo dirigente de las
actividades económicas, cívicas y políticas de la ciudad, gracias a un mayor grado
de cultural.

Durante las primeras décadas del siglo XX, 1910 y 1920, la ciudad vivió un
crecimiento de su economía, con actividades de comercio, ganadería y caficultura.
Esta última actividad, permitió que las élites locales acumularan capitales que
pudieron invertir en el desarrollo de nuevos proyectos empresariales y demás
dinámicas comerciales:

"El cultivo del café permitió la integración de la incipiente economía local


con el desarrollo regional y nacional, al pasar de la producción de autoconsumo o
de un intercambio mercantil simple y cerrado, a las formas de intercambio amplio de
bienes y servicios. La comercialización del café terminó por desatar la circulación
monetaria, pese a que algunos comerciantes y compradores de café emplearon sistemas
especulativos de trueque; la actividad general de intercambio cafetero se
desarrolló con moneda metálica".12

En 1917 llegó el Ferrocarril de Caldas a la ciudad, lo que incentivó su conexión


con el puerto de Buenaventura y facilitó el comercio con otras ciudades, otorgando
a Pereira la condición de polo de atracción comercial. Las décadas de los años
veinte y treinta implicaron un desarrollo económico significativo, así como el
surgimiento de las primeras industrias dedicadas a la elaboración de productos
esenciales para el día a día, tales como jabones, alimentos, vestimenta, vidrio,
licores, entre otros.13 De la década de los años veinte es la Sociedad de Mejoras
Públicas, institución que se encargó de liderar el civismo como un proyecto
ideológico y de control social, en procura de una ciudad ornamentada. El civismo
fue una ideología de las élites locales que se implementó mediante la propaganda
cívica en periódicos como El Diario -fundado por Emilio Correa- y algunas revistas,
además de las disposiciones oficiales de entidades como el Concejo Municipal, la
Alcaldía y la Cámara de Comercio, que penalizaban y reprochaban ciertos
comportamientos sociales.14 Investigaciones historiográficas recientes señalan lo
siguiente:

"El proyecto ideológico del civismo estaba cargado de fuertes concepciones


morales que trascendían de las virtudes individuales al celo colectivo a favor del
progreso material y espiritual-moral de la ciudad, que se difundía a través de
instituciones y medios tradicionales como la escuela y la prédica parroquial, así
como por las nuevas organizaciones cívicas y los nuevos medios de comunicación como
prensa y radio, con una doble connotación: por un lado, daba cuenta de la
distinción, el recato, el altruismo social y la visión progresista que se compartía
en las altas esferas de la sociedad –en una especie de relación horizontal entre
pares–; por otro lado, se trataba de llevar a cabo una labor educativa civilizadora
con miras a imponer una serie de valores y de prácticas al conjunto de una sociedad
en tránsito hacia la modernidad en un sentido vertical, uniforme y hegemónico,
sobre una población predominantemente campesina y con altos niveles de
analfabetismo".15

A pesar de ello, el proyecto del civismo no logró que desaparecieran las


desigualdades sociales que se manifestaron, con fuerza, desde los años cuarenta,
cuando la ciudad creció en su población, recibió migrantes de otras regiones y tuvo
que enfrentar un profundo desborde popular. Desde los años 40 se empieza a
presentar un mayor crecimiento poblacional que se refleja en la paulatina creación
de barrios, lo que empezó a hacer más evidentes los problemas de planeación urbana
en términos de servicios públicos, vías de transporte, instituciones educativas,
espacios para la recreación y, sobre todo, el problema de la vivienda urbana. Pero
los años 60 y 70 se incrementa la explosión demográfica que se había iniciado en
los años 50. De este modo, Pereira pasa de tener 115.342 mil habitantes en 1951 a
226.877 mil en 1973, acarreando la aparición de barrios legales a la par de un
sinnúmero de invasiones. Este es un periodo en el que se disparan los asentamientos
barriales. Se destacan durante estos años nombres como: Barrio Cuba (1961, ICT),
San Fernando (1967), Crucero de Cuba (1961), San Juan (1963), Galán (1967, ICT),
Jesús de la Buena Esperanza (1965), Villa Del Río (1979), El Plumón (1977),
Nacederos (1977), Sector de Pinares de San Martín (1975), entre otros muchos.16 Las
respuestas desde la administración municipal no fueron suficientes en aquellos años
para atender el problema urbano y de vivienda. Las acciones no fueron el resultado
de una adecuada planeación urbana, sino de una contingencia constante, es decir, de
pequeñas soluciones a los problemas que se hicieron más visibles, como lo muestra
un estudio financiado en 2014 por el Instituto de Cultura de Pereira:

Al iniciar los años 50 todavía las preocupaciones en el Concejo y la Alcaldía


no fueran los nuevos barrios, los asentamientos piratas, sino elementos más básicos
de la estética urbana como las fachadas de las casas del centro y los barrios
aledaños, o los andenes y jardines. Este tipo de adecuaciones eran ordenadas
y reglamentadas por el Concejo Municipal, quien además imponía el precio de la
multa a cada poblador por no cumplir en determinado lapso con dicha exigencia.
En parte, este tipo de acciones institucionales muestran que para la
administración pública los cambios no fueron inmediatos, y la percepción
sobre lo que era “problemático” empezando la década, aún estaba muy centrada en la
belleza del centro y el ornato de los parques. Tanto era así, que desde el Concejo
Municipal se continuaba legislando aun pensando en una ciudad que apenas crecía
en su centro urbano. El decreto No. 100 de agosto 4 de 1950 reglamentó
lo relativo a las construcciones de edificios, en él se delimitan los materiales,
las medidas de los muros, los anchos de las puertas, de las ventanas, la altura de
los pisos cuando podía haber un segundo; incluso una segunda parte del decreto
contempla que se urbanicen nuevas zonas de la ciudad con óptimas condiciones de
alcantarillado, acueducto, jardines y plan de arborización; su mayor
trascendencia radicó en dividir las urbanizaciones en residenciales y
obreras.17

En los años 50, en la época de "La violencia", período de lucha política


bipartidista en el país, Pereira se convirtió en un sitio de refugio de miles de
colombianos, cuadruplicando su población y creando un crisol nacional que cambió
para siempre su comunidad, condensando la vocación de ciudad plural que tendría en
adelante.18

En los últimos años, la ciudad ha logrado una identidad urbana y un crecimiento


significativo en su nivel cultural; la integración social y el nivel de educación
más alto y generalizado le están permitiendo a la ciudad un crecimiento sostenido,
no solo económico, sino también cultural.[cita requerida]

Pereira fue la ciudad donde tuvo lugar el último fusilamiento en Colombia: en


varias oportunidades la Corte salvó del último suplicio a menores de buena conducta
y en otras ocasiones los condenó; tal es el caso de David López, de 19 años, quien
fuera procesado por el asesinato de Ricardo Torres, el 30 de noviembre de 1888.
López agotó infructuosamente los recursos para salvar su vida; moriría en Pereira
el 26 de julio de 1890, después de indicarle al pelotón que le disparara directo al
corazón. David López fue fusilado en Pereira y pasó a ser el último fusilamiento
amparado por la ley en Colombia. 19

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