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¿Antes de perder la vista escribía a máquina o a mano?

Nunca logré aprender a escribir a máquina; escribía con lapicera, como soy muy haragán me
había convencido de que la caligrafía constituía el estilo. Cuando alguna letra me salía mal
copiaba todo lo anterior y me sentía Flaubert cuidando su estilo.
¿Fue distinto cuando empezó a dictar?
Ahí descubrí, como describiá Henry James, que dictar es una facilidad, uno se siente más
irresponsable; además, como la persona que está escribiendo no puede esperar
indefinidamente, uno se ve obligado a seguir dictando hasta que concluye.
¿Y luego corrige lo que dictó?
Bueno, lo que queda es algo bastante informe que hay que corregir después, es como un
borrador; queda lo fluHo, el pensam’entrt En camhio antes durante muchos años yo escribia
frase por frase, avanzaba línea por línea, y naturalmente el articulo carecía asi de continuidad,
porque cada línea era una especie de islote incomunicado. Emerson utilizaba el mismo
procedimiento; por eso uno puede leer varias páginas de Emerson llenas de sentencias
admirables, pero no puede leer todo el articulo, porque una frase no está preparada por la
anterior ni prepara la siguiente.Todo queda así como una serie de sentencias o aforismos.
Cuando uno está dictando no puede hacer eso; uno tiene que seguir adelante, como una
especie de jabalí que atropella.
Cuando usted dieta un cuento, ¿lo tiene ya totalmente pensado?
Conozco el principio y el final, conozco al personaje, sé lo que hará, lo que le acontecerá en
la primera página y en la última, que puede estar a seis, a Quince O acaso a veinte páginas de
distancia, poro todavía no sé lo que ocurre mientras tanto. Eso me va siendo revelado a
medida que dicto, y cuando no me es revelado tengo que inventarlo, y entonces no me sale
tan bien.
¿Todos los escritores escriben así?
No Todos. A algunos les basta con conocer el principio del cuento. Glasworthy dice en un
articulo que él escribía una frase cualquiera: digamos: “No se sintió tan feliz como había
esperado”: y que luego esa frase -decia él- ya presuponía un pasado y preparaba un futuro.
Por ejemplo, podemos suponer que no se sintió tan feliz como habia esperado porque salía de
la cárcel o porque una mujer le había dicho que si o por lo que fuera. Entonces después
escribía una segunda frase, y esta frase preparaba la siguiente, y así hasta terminar el cuento,
Un procedimiento bastante curioso.
Yo no estoy seguro de que Glaswortby dijera la verdad, me cuesta creer que alguien sea
capaz de seguir un camino tan laborioso y a la vez tan torpe como el que indicaba. Me parece
más natural imaginar, entrever una historia y luego buscar las circunstancias más favorables
para contarla. Además yo he leido cuentos de Glasworthy, algunos admirables, y pienso que
no puede haberlos escrito de ese modo. Yo creo que él queria escandalizar al lector con esas
aseveraciones o bien, como me parece más probable ahora, haya querido atacar a escritores
cuyos cuentos tienen un argumento demasiado visible, demasiado fabricado, porque sino no
se entiende. Haciendo una reducción al absurdo, es como si uno dijera: yo empiezo a escribir
la palabra “él” y después de la palabra “él” pienso si voy a poner “hombre” “ajedrez”,
“tintero” o “sillon”.
Y más absurdo todavia seria empezar por una letra. Uno empieza por B, y luego ve si pone
Burgos, Buenos Aires, Beatriz.

o Borges...
OBorges, en el más triste de lo casos.

¿La mecánica de la escritura que describió para sus cuentos vale para sus poemas?
Bueno, el estilo está dado por la primera frase, y creo que en la primera frase se nos revela
también si vamos a escribir un cuento o un poema. Hay frases que son evidentemente el
principio de un poema.
¿Puede dar un ejemplo?
Años atrás, cuando mi madre todavía vivía, yo estaba bañándome, sentía esa felicidad del
agua fresca, ese estado que se parece al sueño, y de pronto oi que estaba diciendo algo, y ese
algo, que no repetiré, era un primer verso, y luego otro. Ví que esos dos versos tenían un
tema, y que ese tema tenía forzosamente que ser un tema doloroso, porque era el tono que
exigía el poema. Entonces más o menos pude vislumbrar un poema que le dicté a mi madre
para no perderlo, y mi madre me dijo con una genuina alarma:
Pero Georgie, yo no sabía que estuvieras tan tiste, ¿por qué no me has dicho nada? Y yo le
dije: “No te he dicho nada porque no lo sabia” O, posiblemente, si recurrimos a la psicología
actual -pero prefiero no recurrir a ella- yo estaba subconscientemente triste y no me daba
cuenta. Lo notable es que yo no sabia que iba a pronunciar esa frase, cómo tampoco sabia
que estaba triste.
y sin embargo me salió ese póema desesperado, sino es desesperado es porque me ha salido
mal, lo cual es lo más probable.
Usted bromea.
No bromeo. Alguien me dijo que ese era el peor poema que yo había escrito en mi vida.
¿Y usted qué contestó?
Le dije que se quedara tranquilo, que tenía algunos mucho peores.
¿Se considera mejor conversador que escritor?
No sé, pero algunos escritores son inferiores a su obra, y a la vez otros muy superiores, por
ejemplo Macedonio Fernández. Tanto que yo no concibo que una persona lea a Macedonio
Fernández si no puede seguirlo con la memoria de la voz y de la cara.
¿Lugones era también muy diferente a su obra?
El simplemente dictaminaba, emitía fallos sin apelación, hablaba ex catedra. No
condescendía a la discusión o al diálogo. Intimidaba, era una especie de terrorista literario. El
empezaba rechazando cualquier opinión, luego inventaba razones! y las razones general-
mente no eran razones sino epigramas. Eran juicios por lo general desdeñosos, en todo caso
definitivos, y sobre todo inapelables.
¿Nunca hablaba de su obra?
No. siempre desviaba la conversación. Hablaba de (Borges engola un poco la voz) mi amigo
y maestro Rubén Darío Y Tenía el retrato de Rubén Dario. La gente lo admiraba y lo
respetaba, pero no creo que lo quisieran. Un poco parecido al caso de Groussac.

¿Tampoco era querido?


No creo que lo quisieran, lo cual no tiene nada que ver con sus méritos literarios. Groussac
debió ser un escritor de segundo orden en Francia. Sin embargo, Vino aqui y fue un maestro.
La lección de Groussac era la lección de Flauhert. Esa lección no a iba a dar en Francia, pero
la pudo dar aquí y fue muy importante para nosotros

¿Piensa que si se hubiera quedado en Francia hubiera sido monos importante como creador?
Tal vez. Yo creo que era una hombre inteligente, mordaz, pero sus cuentos y su novela son
pobres.

Usted ha dicho algo parecido de Almafuerte.


No. A mi me gusta más Almafuerte que Groussac. Era mejor persona, además. Era maestro
de escuela y vivía corrido por las autoridades porque no tenía título habilitante.

¿Y como poeta?
Bueno, yo creo que ha escrito los peores y los mejores versos de la literatura castellana. Pero
eso le pasa a todo el mundo, ¿no? Podríamos decir: como todo el mundo, él ha escrito los
peores y los mejores versos.

Entre esos artistas que como personas son superiores a su obra ¿usted incluida al pintor e
inventor Xul Solar?
Yo no soy un crítico de plástica, puedo decir no más lo que recuerdo de Xul Solar Era tan
inventivo que cada vez que le explicaba a uno algo, eso que explicaba ya era anticuado para
él. El le explicaba a usted el ajedrez que había inventado y lo iba cambiando a medida que lo
explicaba.

¿En su época era reconocido como un gran pintor?


Por algunos pocos. Era un hombre pobre. Con el primer sueldo que yo cobré en Crítica me
compré un cuadro de él. Creo que valía 150 pesos. “Le voy a hacer un precio de amigo me
dijo! y me cobró 100 pesos, y encima me regaló un cuadro mucho más grande. A mí me
molestaba que conociendo él a gente rica -era amigo de los González Garaño, de Victoria
Ocampo- nunca le ofrecieran ayuda económica. Creo que lo consideraban un loco lindo.

Qué destino.
Muy triste. Una vez llegó a casa de Victoria Ocampo y dijo: Ha muerto el adverbio; acabo de
oir a una persona que le dijo a otra:
que le vaya lindo. Y La observación era espléndida. Se usaba el adjetivo como si fuera un
adverbio: que le vaya lindo! en vez de lindamente, que es tan pesado. Habló así media hora
sobre lo que es el adverbio en español, sobre las ventajas de suprimirlo, etc.
Y al final la dueña de casa le preguntó: “Díganos, Xul Solar, ¿qué es un adverbio?” Es triste
¿no? ¡Cómo no se había dado cuenta después de media hora!

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