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Las misiones son actividades de evangelización que se realizan en una comunidad urbana
o rural para que Jesucristo sea conocido y amado por todos y podamos formar una sola
familia en Él.
*Antes de partir a misión se realizará una Misa de envío como signo de comunión
con la Iglesia Evangelizadora que ora y acompaña a los misioneros en el proyecto
salvífico de Dios.
Envío Misionero
Dios, nuestro Padre, reveló y realizó su designio de salvar al mundo por medio de
su Hijo hecho hombre, Jesucristo, quien confió a su Iglesia la misión de anunciar
el Evangelio a todas las personas. Ustedes, desde la misión, no actuarán en nombre
propio, sino en nombre de la comunidad que los envía; tienen, por lo tanto, una
misión muy importante que cumplir: ser propagadores del mensaje de Jesús.
Cuando enseñen la Palabra de Dios a los demás, no olviden, dóciles al Espíritu,
escucharla ustedes y madurarla en su corazón. Que su vida sea siempre testimonio
de Jesús dentro de una comunidad cristiana.
- Bendición
Sacerdote:
“Oh Dios fuente de toda luz y origen de todo bien, que enviaste a tu Hijo único
para revelar a la humanidad el misterio escondido de tu Amor. Bendice
+
a estos hermanos nuestros, elegidos para comunicar el mensaje del Evangelio.
Concédeles que al meditar asiduamente tu Palabra, se sientan transformados por
ella y sepan anunciarla con toda fidelidad a sus hermanos. Por Jesucristo nuestro
Señor.
Amén.
SALMO INVITATORIO
Se dice la antífona
Se repite la antífona
CÁNTICO EVANGÉLICO
Se dice la antífona
Se repite la antífona
DOMINGO DE RAMOS
“LA PASIÓN DEL SEÑOR ” (ROJO)
El sentido fundamental de la
procesión es celebrar la entrada
mesiánica del Señor en su
triunfo pascual a través de la
muerte. La procesión no es solo
un recuerdo histórico sino una
solemne profesión de fe en que
la Cruz y la muerte de Cristo
son la victoria definitiva.
Ant. Inv. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió,
venid adorémosle. Salmo 66 pág. 4
HIMNO
SALMODIA
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Ant. 2: Con los ángeles y los niños, cantemos al triunfador de la muerte: "Hosanna
en el cielo."
Cántico (Dn 3, 52-57) – Que la creación entera alabe al Señor
Ant. 2: Con los ángeles y los niños, cantemos al triunfador de la muerte: "Hosanna
en el cielo."
Ant. 3: Bendito el que viene en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en las
alturas.
- Salmo 150 – Alabad al Señor
Ant. 3: Bendito el que viene en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en las
alturas.
RESPONSORIO BREVE
V. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
PRECES
Adoremos a Cristo, que al entrar en Jerusalén fue aclamado por las multitudes
como rey y mesías; acojámosle también nosotros con gozo, diciendo:
Bendito el que viene en nombre del Señor.
- Hosanna a ti, Hijo de David y rey eterno; hosana a ti, vencedor de la muerte y
del mal.
- Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entra así en la gloria, conduce
a tu Iglesia a la Pascua eterna.
- Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida, haz que los renacidos
en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol.
- Salvador nuestro, que viniste a salvar a los pecadores, conduce a tu reino a los
que en ti creen, esperan y te aman.
ORACIÓN
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Preparamos:
- Un lugar donde saldrá la procesión (puede ambientarse con palmas y listones o
telas rojos).
- Un joven o niño que represente a Jesús y pueda montar un burrito.
- Doce apóstoles que acompañan a Jesús.
Necesitamos:
- Palmas
- Agua bendita
- Ritual de Semana Santa o Misal
- Imagen de Jesús (que no sea crucifijo)
- Incensario
- Dos cirios o velas grandes
La realizan:
- El sacerdote, diácono, ministro o misionero
- La comunidad de fieles
Lectura:
- Evangelio:
Mateo 21, 1-11 (Ciclo A). Marcos 11, 1-10 (Ciclo B). Lucas 19, 28-40 (Ciclo C)
Cantos:
- Tú reinarás
- Qué viva mi Cristo
Necesitamos:
- Leccionario, Biblia o Misal
La realizan:
- El sacerdote, diácono, ministro o misionero
- La comunidad de fieles
- Monitor
- Lectores
Lecturas:
- Primera Isaías 50, 4-7
- Salmo 21
- Segunda Filipenses 2, 6-11
- Evangelio Mateo 26, 14-27, 66 (Ciclo A). Marcos 14, 1-15, 47 (Ciclo B).
Lucas 22, 14-23, 56 (Ciclo C).
Necesitamos:
- Altar dignamente vestido, con dos velas encendidas y con flores
- Hostias consagradas (en caso de no haber sacerdote)
Cantos:
- Eucarísticos
Objetivo:
Profundizar en el sentido cristiano del Domingo de la Pasión del Señor para
descubrir el compromiso que hacemos al acompañar a Cristo en la procesión
de palmas.
Oración:
Aumenta Padre la fe de los que tenemos en ti nuestra esperanza y concede a
quienes participamos en la Celebración de este Domingo de Ramos, en honor de
Cristo Victorioso, permanecer unidos a Él para dar frutos de buenas obras. Por
Jesucristo Nuestro Señor. Amén
Llevaron el burro, le echaron encima los mantos y Jesús montó en él. Muchos
extendían su manto en el camino y otros lo tapizaban con ramas cortadas en el
campo. Los que iban delante de Jesús y los que lo seguían iban gritando: ¡Hosanna!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el Reino que llega, el Reino
de nuestro padre David! ¡Hosanna en el cielo!
Palabra del Señor
Reflexión:
Las ideas centrales de este día son el triunfo de Cristo que hace su entrada en
Jerusalén y el anuncio de su Pasión.
Los ramos benditos nos recuerdan la victoria de Cristo, que la muerte en la Cruz
es camino de martirio y que Jesús destruyó y venció la muerte.
La procesión nos ayuda a vivir nuestra fe en que la Cruz y la muerte de Cristo son
una victoria. El color rojo simboliza la muerte de un mártir y la sangre derramada
por nuestra salvación.
Con el Domingo de Ramos se abre la Semana Santa y se nos regala una síntesis
de los grandes acontecimientos que viviremos en los siguientes días. Es también
el resumen de nuestra vida de cristianos, ya que salimos al encuentro de Cristo, lo
aclamamos como Rey y nos comprometemos a seguirle hasta la Cruz para obtener
la Resurrección.
Al tomar el Ramo en nuestras manos nos ponemos del lado de Cristo para imitarlo
en el servicio, en la humildad y en el sacrificio, comprometidos a caminar siempre
con su Cruz, dispuestos a correr su misma suerte.
La opción que Cristo hace triunfante en Jerusalén, donde le darán muerte, la tomó
para salvarnos porque nos ama: Jesús acepta morir libremente y por amor.
Actividad:
En grupos se responden las siguientes preguntas:
¿Cuál es el compromiso que asumimos al participar en la procesión de Ramos?
¿Cómo puedo responder al compromiso que Dios me pide?
Conclusión:
Se comparten las respuestas de las preguntas anteriores y se termina con una
oración.
Ant. Inv. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió,
venid adorémosle. Salmo 66 pág. 4
HIMNO
SALMODIA
De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.
Ant. 2: Ahora viene el juicio de este mundo; ahora el señor de este mundo va a
ser arrojado fuera.
Cántico (Sir 36, 1-7, 13-16) – Suplica a favor de la ciudad santa de Jerusalén
Ant. 2: Ahora viene el juicio de este mundo; ahora el señor de este mundo va a
ser arrojado fuera.
Ant. 3: Jesús, caudillo y consumador de la fe, sufrió con toda constancia la cruz,
pasando por encima de su ignominia; y está sentado a la diestra del trono de Dios.
Ant. 3: Jesús, caudillo y consumador de la fe, sufrió con toda constancia la cruz,
pasando por encima de su ignominia; y está sentado a la diestra del trono de Dios.
Yo como cordero manso, llevado al matadero, no sabía los planes homicidas que
contra mí planeaban: "Talemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra
de los vivos, que su nombre no se pronuncie más." Pero tú, Señor de los ejércitos,
juzgas rectamente, escudriñas las entrañas y el corazón; veré tu venganza contra
ellos, porque a ti he encomendado mi causa.
RESPONSORIO BREVE
PRECES
Acudamos a Cristo, nuestro Salvador, que nos redimió con su muerte y
resurrección, y digámosle:
- Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así a la gloria, conduce
a tu Iglesia a la Pascua eterna.
- Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del soldado, sana
nuestras heridas.
- Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol, de vida, haz que los renacidos
en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol.
Como Cristo nos enseñó, pidamos al Padre que perdone nuestros pecados,
diciendo: Padre nuestro.
ORACIÓN
Dios todopoderoso, mira la tranquilidad de nuestra naturaleza y, con la fuerza de
la pasión de tu Hijo, levanta nuestra esperanza. Por Jesucristo nuestro Señor.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Objetivo:
Tomar conciencia de la invitación que Jesús nos hace para amar como Él nos ama
y vivir plenamente los mandamientos en la libertad de los hijos de Dios.
Había una vez un pan: tierno, crujiente, de olor agradable y de aspecto apetitoso.
Una tarde, inesperadamente, se encontró rodeado de unos niños hambrientos
dirigidos por su profesor, también hambriento.
Cortado en trozos sintió que moría, pero al ser ávidamente apretado por las manos
de los niños hambrientos, experimentó una extraña alegría, de pronto se dio
cuenta que, triturado y desecho, no había muerto, se había transformado.
Aquella noche, el pan convertido en niño, vivió por primera vez su verdadera
existencia.
Había una vez un pan: tierno, apetitoso y crujiente. Una tarde, inesperadamente,
se encontró rodeado de niños hambrientos. Uno de ellos, al ver el pan, no pensó
en nada más, sacó su cuchillo y… el pan tuvo miedo y corrió a esconderse en las
sombras de la noche, en el fondo del bosque.
Pasó el tiempo, el pan que no quiso dejarse comer de unos niños hambrientos,
primero se empezó a enlamar y se hizo duro; luego se pudrió y desapareció
convertido en barro de la tierra.
Reconstruimos:
¿De qué nos habla la parábola? ¿Con cuál nos identificamos? ¿A qué nos invita?
Cuando vivimos sólo para nosotros no somos felices, necesitamos amar a los
demás compartiendo lo que somos y tenemos para que haya mejor vida para
todos.
La Palabra: Jn 15, 12
“Este es mi mandamiento, que se amen unos a otros como Yo los he amado”
Compartimos:
¿De qué nos habla la palabra de Dios? ¿Qué relación tiene con la parábola de los
panes? ¿A qué nos invita?
Hemos escuchado la invitación que Jesús nos hace en su Palabra, la de amarnos
como Él nos ama y compartir con los demás lo mejor de nosotros mismos, lo que
somos, lo que sabemos y lo que tenemos para permanecer unidos a Él.
Actuamos:
¿Qué necesitamos renovar en nosotros para amar a nuestros hermanos al estilo
de Jesús? ¿Cómo vamos a manifestar nuestro amor con nuestra familia,
compañeros de escuela, en nuestro trabajo, con nuestros vecinos?
Concluimos:
Agradecemos al Señor la invitación que nos hace a amar y le pedimos su gracia
para poder cumplirla. Expresamos de manera espontánea nuestra oración.
Cantamos:
Un mandamiento nuevo
Hazme un instrumento de tu paz
Ant. Inv. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió,
venid adorémosle. Salmo 66 pág. 4
HIMNO
SALMODIA
El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.
Los vivos, los vivos son quienes de alaba: como yo ahora.
El Padre enseñan a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3: Mi siervo justificará a muchos, porque cargó sobre sí los crímenes de ellos.
Ant. 3: Mi siervo justificará a muchos, porque cargó sobre sí los crímenes de ellos.
RESPONSORIO BREVE
Ant. Glorifícame Tú, Padre, con la gloria que tenía junto a ti, antes que el mundo
existiese.
PRECES
Acudamos a Cristo, nuestro Salvador, que nos redimió con su muerte y
resurrección, y digámosle:
- Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así a la gloria, conduce
a tu Iglesia a la Pascua eterna.
- Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del soldado, sana
nuestras heridas.
- Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol, de vida, haz que los renacidos
en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol.
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las
celebraciones de la pasión del Señor que alcancemos tu perdón. Por Jesucristo
nuestro Señor.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Objetivo:
Tomar conciencia hoy en la persona de Jesús crucificado que el verdadero amor es
sacrificio y entrega hasta dar la vida para que aceptemos seguir ese proyecto de
amor a favor de nuestros hermanos.
¿A quién salvó?
Era la reunión del Domingo por la noche de en grupo misionero en una iglesia de
la comunidad. Después de su servicio, el sacerdote de la iglesia se dirigió al grupo
y presentó a un orador invitado; se trataba de uno de sus amigos de la infancia,
entrado en años.
Mientras todos lo seguían con la mirada, el anciano ocupó el púlpito y comenzó a
contar esta historia:
“Un hombre junto con su hijo y un amigo de su hijo estaban navegando en un
velero a lo largo de la costa del pacífico, cuando una tormenta les impidió volver a
tierra firme. Las olas se encresparon a tal grado que el padre, a pesar de ser un
marinero de experiencia, no pudo mantener a flote la embarcación y las aguas del
océano arrastraron a los tres”. Al decir esto, el anciano miró a dos adolescentes
que por primera vez desde que inició la plática le estaban mostrando interés; y
siguió narrando:
“El padre logró agarrar una soga, pero luego tuvo que tomar la decisión más
terrible de su vida: escoger a cuál de los dos muchachos tirarle el otro extremo de
la cuerda. Tuvo sólo algunos segundos para decidir. El padre sabía que su hijo era
un buen cristiano, y también sabía que el amigo de su hijo no lo era. La agonía de
la decisión era mucho mayor que los embates de las olas”.
“Miró en dirección a su hijo y le gritó: ¡te quiero hijo mío! y le tiró la soga al amigo
de su hijo. En el tiempo que le tomó al amigo halar hasta el velero volcado en
campana, su hijo desapareció bajo los fuertes oleajes en la oscuridad de la noche.
Jamás lograron encontrar su cuerpo”.
Los dos adolescentes estaban escuchando con gran atención. Continuó el anciano:
“El padre sabía que su hijo pasaría la eternidad con Cristo, y no podía soportar el
hecho de que el amigo de su hijo no estuviera preparado para encontrarse con
Dios. Por eso sacrificó a su hijo. ¡Qué grande es el amor de Dios que lo impulsó a
hacer lo mismo por nosotros!”
Dicho esto, el anciano volvió a sentarse y hubo un tenso silencio. Pocos minutos
después de concluida la reunión, los dos adolescentes se encontraron con el
anciano. Uno de ellos le dijo amablemente: “esa fue una historia muy bonita, pero
a mí me cuesta trabajo creer que ese padre haya sacrificado la vida de su hijo con
la ilusión de que el otro muchacho algún día decidiera seguir a Cristo”.
“Tienes toda la razón”, le contestó el anciano mientras miraba su Biblia gastada
por el uso. Y mientras sonreía, miró fijamente a los jóvenes y les dijo: “pero esa
historia me ayuda a comprender lo difícil que debió haber sido para Dios entregar
a su hijo por mí. A mí también me costaría trabajo creerlo si no fuera porque el
amigo de ese hijo era yo”.
Reconstruimos:
¿De qué nos habla la narración? ¿Con cuál personaje te identificas? ¿A qué nos
invita esta lectura?
La Palabra:
No es solamente una historia, es una realidad. Es tan grande el amor de Dios
nuestro Padre que nos entrega a su Hijo para salvarnos (Jn 3, 16), el cual se hizo
obediente hasta la muerte y una muerte de Cruz (Fil 2,8).
Compartimos:
¿Cómo cumple Jesús la voluntad del Padre? ¿Cómo debemos colaborar con Cristo
en la salvación de nuestros hermanos?
Actuamos:
¿Qué compromisos voy a realizar para colaborar en la salvación de mis hermanos?
Concluimos:
Realizamos el siguiente acto de contrición como una oración en la que decimos a
Dios que nos arrepentimos de nuestros pecados. No tanto por el temor al castigo,
sino porque Él merece nuestro amor y porque estamos dispuestos a no volver a
pecar, a evitar lo que nos hace caer en pecado y a poner remedio al mal que hemos
hecho.
Cantamos:
Una vez más rezaré o algún canto penitencial.
Ant. Inv. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió,
venid adorémosle. Salmo 66 pág. 4
HIMNO
SALMODIA
Ant. 2: Si hemos muerto con Cristo, tenemos fe en que viviremos también con Él.
Ant. 2: Si hemos muerto con Cristo, tenemos fe en que viviremos también con Él.
Ant. 3: Cristo Jesús ha sido hecho por Dios para nosotros sabiduría, justicia,
santificación y redención.
Ant. 3: Cristo Jesús ha sido hecho por Dios para nosotros sabiduría, justicia,
santificación y redención.
RESPONSORIO BREVE
Ant. La sangre de Cristo, que por medio del Espíritu eterno se ofreció inmaculado
a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras muertas, para dar culto al Dios
vivo.
PRECES
Acudamos a Cristo, nuestro Salvador, que nos redimió con su muerte y
resurrección, y digámosle:
- Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entra así en la gloria, conduce
a tu Iglesia a la Pascua eterna.
- Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del soldado, sana
nuestras heridas.
- Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol, de vida, haz que los renacidos
en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol.
- Tú que, clavado en la cruz perdonaste al ladrón arrepentido, perdónanos también
a nosotros, pecadores.
Como Cristo nos enseñó, pidamos al Padre que perdone nuestros pecados,
diciendo:
Padre nuestro.
ORACIÓN
Dios nuestro que, para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo
muriera en la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por Jesucristo
nuestro Señor.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Objetivo:
Tomar conciencia de que Cristo, con su muerte y resurrección, nos liberó de la
muerte para que vivamos una vida nueva.
Había una vez un bellísimo y maravilloso jardín. Situado al oeste del país en medio
del gran reino. El señor de este jardín tenía el hábito de hacer un paseo cada día,
cuando el calor de la jornada era más fuerte.
Había en este jardín un bambú de aspecto noble. Era el más bello de todos los
árboles del jardín y el señor amaba a este bambú más que a todas las demás
plantas. Año tras año este bambú crecía y se hacía cada vez más bello y gracioso.
El bambú sabía bien que el señor lo amaba y él gozaba.
Un bello día, el señor muy preocupado, se acercó a su árbol amado y el árbol con
grandes veneraciones inclinó la cabeza. El señor le dijo: “querido bambú te
necesito”. Le pareció al bambú que había llegado su hora, el día para el cual había
nacido.
“Bambú”, la voz del señor era seria, “para usarte debo tirarte”, el bambú se asustó
mucho: “¿Cortarme señor? ¿A mí que me has hecho el árbol más bello de tu jardín?
¡No por favor no! úsame para tu gloria señor, pero por favor no me cortes”.
“Mi querido bambú” dijo el señor con voz aún más seria, “si no puedo cortarte no
te puedo usar”. En el jardín se hizo entonces un gran silencio. El viento no sopló
ya, los pájaros no cantaron más. Lentamente, muy lentamente el bambú inclinó
aún más su cabeza. Después susurró: “señor, si no puedes usarme sin cortarme,
haz conmigo lo que quieras y córtame”.
“Mi querido bambú”, dijo de nuevo el señor, “no sólo debo cortarte, sino también
cortarte las hojas y las ramas”. “¡oh señor!, dijo el bambú, “no me hagas esto,
déjame al menos las hojas y mis ramas”. Pero el señor le dijo: “si no puedo cortarte
no puedo usarte”.
Entonces el Sol se escondió y los pájaros ansiosos volaron. El bambú tembló y dijo
con voz apenas audible: “¡señor, córtame!”.
“Mi querido bambú, debo hacerte todavía más. Debo partirte en dos y arrancarte
el corazón. Si no puedo hacer esto no puedo usarte”. El bambú no pudo más y se
inclinó hasta el suelo.
Así, el señor del jardín tiró el bambú, cortó sus ramas, le quitó las hojas, lo partió
en dos y le arrancó el corazón. Después llevó el bambú a la fuente de agua fresca
vecina a sus campos áridos. Ahí, delicadamente, el señor dispuso al amado bambú
por tierra; un extremo del tronco lo unió a la fuente, el otro lo dirigió hacia su
campo árido.
La fuente daba agua, el agua se vaciaba sobre el campo que había esperado tanto.
Después se plantó el arroz, los días pasaron, la simiente creció y el tiempo de la
cosecha llegó. Así, el maravilloso bambú llegó a ser realmente una gran bendición
en toda su pobreza y humildad.
Cuando era todavía grande, bello y gracioso, vivía y crecía para sí mismo y amaba
la propia belleza. Al contrario, en su estado pobre y destruido había llegado a ser
un canal que el señor usaba para hacer fecundo su reino.
Reconstruimos:
¿De qué nos habla la narración? ¿Cuáles fueron los sentimientos y reacciones del
bambú? ¿En qué nos identificamos con el bambú? ¿A qué nos invita esta narración?
Hemos visto que para tener vida en nosotros y compartirla con los demás
necesitamos morir a nosotros mismos.
Si han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo, donde Cristo está
sentado a la derecha de Dios, piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra.
Porque ustedes están muertos y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando
se manifieste Cristo, que es vida de ustedes, entonces también ustedes aparecerán
con Él, llenos de gloria. Por lo tanto, hagan morir en ustedes todo lo terrenal: la
inmoralidad sexual, la impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y la
avaricia, que es una especie de idolatría. Por todo eso sobrevino la ira de Dios. Así
se comportaban también ustedes en otro tiempo, viviendo desordenadamente.
Pero ahora dejen todo eso: el enojo, la pasión, la maldad, los insultos y las palabras
indecentes.
Compartimos:
¿Qué significa vivir la vida nueva en Cristo?
Actuamos:
Como bautizados, ¿a qué nos invita el Señor? ¿Cómo voy a vivir mi vida nueva en
Cristo?
Concluimos:
Conviene renovar las promesas de nuestro bautismo para renunciar a Satanás y a
sus obras y así comprometernos a servir a Dios y a su Iglesia.
JUEVES SANTO
“INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA , EL SACERDOCIO Y EL
MANDAMIENTO DEL AMOR ” (BLANCO)
La última cena es la última vez que Jesús se reunió con sus doce apóstoles para
compartir con ellos el pan y el vino antes de su muerte, a este acto se le considera
como la introducción de la eucaristía, en la cual Cristo deja su cuerpo y sangre en
pan y vino.
Jesús lava los pies a sus discípulos, con la finalidad de dar un ejemplo de amor y
servicio a los demás. También el Jueves Santo levantamos un monumento, que es
la capilla o altar sagrado donde se reservamos el Cuerpo de Cristo.
Ant. Inv. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió,
venid adorémosle. Salmo 66 pág. 4
HIMNO
SALMODIA
Ant. 3: El Señor nos alimentó con flor de harina, nos sació con miel silvestre.
Ant. 3: El Señor nos alimentó con flor de harina, nos sació con miel silvestre.
RESPONSORIO BREVE
V. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
V. De entre toda raza, lengua, pueblo y nación.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
Ant. Con verdadero anhelo he deseado comer esta Pascua con ustedes antes de
padecer.
PRECES
- Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entra así en la gloria, conduce
a tu Iglesia a la Pascua eterna.
- Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del soldado, sana
nuestras heridas.
- Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol, de vida, haz que los renacidos
en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol.
- Tú que, clavado en la cruz perdonaste al ladrón arrepentido, perdónanos también
a nosotros, pecadores.
Como Cristo nos enseñó, pidamos al Padre que perdone nuestros pecados,
diciendo:
Padre nuestro.
ORACIÓN
Dios nuestro, digno, con toda justicia, de ser amado sobre todas las cosas, derrama
sobre nosotros los dones de tu gracia, para que la herencia celestial, que la muerte
de tu Hijo nos hace esperar confiadamente, logre ser alcanzada por nosotros en
virtud de su resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Nos hemos reunido para vivir juntos los momentos más importantes de la obra
redentora de Jesús. Meditaremos profundamente lo que Él nos dice con su Palabra
y lo que nos pide a cada uno de nosotros. Reviviremos el momento más importante
de la iglesia que es la comida que Jesús realizó con sus hermanos y donde se hizo
pan de vida. Jesús nos descubre su gran amor, nos da es un nuevo mandamiento,
se queda con nosotros en la Eucaristía y nos regala el sacramento del orden
sacerdotal. Preparemos nuestro corazón para vivir estos grandes misterios de
nuestra fe. Puestos de pie iniciamos con nuestro canto de entrada.
Necesitamos:
- Leccionario, Biblia o Misal
Lecturas:
- Primera Éxodo 12, 1-8. 11-14.
- Salmo 115
- Segunda 1 Corintios 11, 23-26.
- Evangelio Juan 13, 1-15.
Jesucristo nos dejó la Eucaristía para que nosotros podamos conocerle, adorarle,
alimentarnos de Él y alcanzar la salvación. La Eucaristía se continúa gracias al
orden sacerdotal con las palabras de Jesús “hagan esto en memoria mía”. El Señor
nos da un mandamiento de amor y de servicio para con todos los hermanos
viviendo profundamente la caridad. Nosotros debemos practicar el mandamiento
del amor y valorar como cristianos los sacramentos de la Eucaristía y el Orden
Sacerdotal.
LAVATORIO DE PIES
Preparamos:
- Agua
- Jabón
- Dos cubetas: una para el agua limpia y otra para ir vaciando el agua sucia
- Tina (donde puedan caber bien los pies de los apóstoles)
- Toalla (para secar los pies de los apóstoles)
- Doce apóstoles para lavar sus pies
Cantos:
- Si yo no tengo amor
- Donde hay caridad y amor
- Un mandamiento nuevo
Necesitamos:
- Altar dignamente vestido, con dos velas encendidas y con flores
- Hostias consagradas (en caso de no haber sacerdote)
Cantos:
- Eucarísticos
Preparamos:
- Un digno monumento adornado con flores y velas encendidas
- Incensario
- Ciriales o velas para acompañar el traslado
Cantos:
- Eucarísticos
De rodillas
ADORACIÓN
Guía: Cristo, Pan de vida, danos fuerza para caminar con firmeza hacia la
casa del Padre cumpliendo tu mandato misionero y anunciando con alegría
tu Reino. Padre nuestro…
Sentados
Guía: Señor Jesús, Dios de la vida, estamos aquí reunidos como familia
misionera, queremos adorarte, queremos permanecer en tu presencia,
queremos escucharte.
Todos: Que te alaben Señor todos los pueblos.
Coro 1: Jesús Resucitado, Tú estás entre nosotros que nos hemos reunido
para adorarte, por el amor que derramas en nuestros corazones.
Coro 2: Te alabamos por los colores, los sonidos y la alegría del continente
africano, donde la vida estalla en todas sus maravillas.
Coro 2: Te alabamos por todos los testigos del continente europeo, que han
donado su vida para llevar tu Evangelio a todos los pueblos.
Coro 1: Te alabamos por los tesoros de sabiduría que los pueblos de Oceanía
guardan en sus islas.
REFLEXIÓN
Lector 1: ¡Qué hermoso es ver correr sobre los montes al mensajero que
anuncia la paz, al mensajero que trae la buena nueva, que pregona la
salvación, que dice a Sión: "Tu Dios es Rey"! Escucha: Tus centinelas alzan
la voz y todos a una gritan alborozados, porque ven con sus propios ojos al
Señor, que retorna a Sión. Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de
Momento de silencio
Lector 2: Jesús se acercó a ellos y les habló así: “Me ha sido dado todo
poder en el cielo y en la tierra: vayan, pues, y hagan discípulos a todas las
gentes bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y
enseñándoles a guardar todo lo que Yo les he mandado. Y he aquí que yo
estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 18-20).
Momento de silencio
PETICIONES
3. Por el continente europeo, para que el Espíritu del Señor haga renacer la
experiencia profunda de la fe, el sentido de trascendencia, y la sensibilidad
para recobrar la memoria histórica del patrimonio espiritual con el que
cuentan. Dios te salve María…
6. Por todos nosotros que hemos escuchado el llamado a la misión, para que
vivamos respondiendo con generosidad, alegría y esperanza nuestro ser
discípulos y misioneros, colaborando con el proyecto del Reino de Dios en el
aquí y el ahora que nos toca vivir. Dios te salve María…
AGRADECIMIENTO
Coro 1: Jesús Eucaristía, pan partido para dar vida al mundo, gracias porque
nos has llamado a seguirte, porque nos invitas constantemente a escucharte,
a permanecer a tu lado, a compartir la vida contigo.
Coro 2: Jesús Eucaristía, pan partido para dar vida al mundo, gracias porque
nos llamas a la conversión, vigorizándonos para dejarlo todo e ir tras de Ti,
cambiando nuestra forma de pensar y de vivir, aceptando a los demás con
actitud abierta y positiva creando lazos de fraternidad.
Coro 1: Jesús Eucaristía, pan partido para dar vida al mundo, gracias porque
nos llamas a conocerte, amarte y servirte, porque nos acompañas a través
de la vida sacramental fortaleciendo nuestra conversión inicial.
Coro 2: Jesús Eucaristía, pan partido para dar vida al mundo, gracias porque
nos llamas a vivir en comunidad, participando de la vida de la Iglesia, en el
encuentro con los hermanos, en una vida fraterna y solidaria.
ORACIÓN DE CONCLUSIÓN
VIERNES SANTO
“PASIÓN Y MUERTE DEL SEÑOR” (ROJO)
Ant. Inv. A Cristo, Hijo de Dios, que nos redimió con su sangre preciosa, venid
adorémosle. Salmo 66 pág. 4
HIMNO
SALMODIA
Ant. 1: Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos
nosotros.
- Salmo 50 – Misericordia de Dios
Ant. 1: Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos
nosotros.
Ant. 2: Jesucristo nos ama y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre.
Ant. 2: Jesucristo nos ama y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre.
RESPONSORIO BREVE
PRECES
Adoremos a nuestro Redentor, que por nosotros y por todos los hombres quiso
morir y ser sepultado para resucitar de entre los muertos y supliquémosle,
diciendo:
Señor, ten piedad de nosotros.
Porque la muerte de Cristo nos ha hecho agradables a Dios, nos atrevemos a orar
al Padre, diciendo:
Padre nuestro.
ORACIÓN
Mira, Señor, con bondad a tu familia santa, por la cual Jesucristo nuestro Señor
aceptó el tormento de la cruz, entregándose a sus propios enemigos. Por Jesucristo
nuestro Señor.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
VIA CRUCIS
Guía: Queridos hermanos nos preparamos para iniciar la meditación del Vía Crucis,
acompañando al Señor en su camino de cruz, y lo hacemos desde la esperanza de
la Resurrección, desde el misterio Pascual que es el centro de nuestra fe. Como
discípulos del Resucitado, ofrecemos en este caminar nuestra propia vida, también
la vida de nuestra comunidad y de la sociedad mexicana; especialmente de los
adolescentes y jóvenes a quienes la Iglesia ha querido escuchar y acoger en este
tiempo misionero con especial predilección. Dispongámonos a vivir este recorrido
de cruz con especial recogimiento. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo.
Todos: Amén.
SEGUNDA ESTACIÓN JESÚS CARGA CON LA CRUZ (Jn 19, 6-7. 16-17)
TERCERA ESTACIÓN JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ (Mt 11, 28-30)
Lector 2: En medio del sendero doliente quisiste, Jesús, hablar a las mujeres,
excluidas ya en su tiempo. Vinieron a consolarte, y ellas hallaron en Ti consuelo.
Desde nuestra historia de caer y levantarnos, meditamos en silencio el camino de
Cruz del Señor. (Unos 10 seg. de silencio). Mujer, amando y acompañando en el
camino del dolor, como la madre que nunca pudo sepultar el cuerpo de su hijo o
que sufrió en silencio abandono, violencia y abuso, como las madres y esposas en
la incertidumbre afuera de una cárcel que ardió en llamas, como tantas mujeres
haciendo fila y consagrando su vida para acompañar la enfermedad de sus seres
queridos… No lloramos por Ti, Señor, lloramos por nuestra incapacidad de amar,
por nuestra indolente indiferencia al verte sufrir, caer, llorar y morir, sin
inmutarnos. (Unos 5 segundos de silencio).
Guía: Padre justo y compasivo, que en las santas mujeres de todos los tiempos
haces presente tu inagotable misericordia, suscita en nosotros un corazón puro y
enséñanos a perseverar en una caridad a toda prueba para servir a los más
humildes y necesitados de tu amor como permanentes misioneros de una Vida
nueva. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.
Todos: ¡Amén!
Lector 1: Después de clavar a Jesús en la cruz, los soldados tomaron sus vestidos
y los dividieron en cuatro partes, una para cada uno de ellos. En cuanto a la túnica,
tejida de una sola pieza de arriba abajo sin costura alguna, se dijeron: No la
rompamos, echémosla más bien a suerte, a ver a quién le toca. Así se cumplió la
Escritura que dice: “Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi túnica”. Esto es
lo que hicieron los soldados.
Lector 2: Se reparten tu ropa y la echan a suerte, desnudan el Cordero que quita
el pecado del mundo. La Cruz que recibe tu cuerpo humillado tejerá el hábito
nuevo, el de la dignidad del ser humano. Nosotros somos el cuerpo de Cristo. Ante
su desnudez, el silencio de nuestro corazón… (Unos 10 seg. de silencio). Hoy el
cuerpo desnudo se compra y vende en las calles, en la televisión e Internet, todavía
en nuestros tiempos se le tortura y flagela incluso en nombre de valores. Y los
pobres despojados, no solo de vestiduras… y los jóvenes despojados de su
esperanza y los niños despojados de su inocencia… Ante tu cuerpo desnudado para
darte muerte en Cruz, nos hacemos la pregunta por lo esencial de la vida y ante
la Cruz presentamos nuestra verdad ante Dios. (Unos 5 segundos de silencio).
Guía: Santo Dios, alfarero de la Vida, que en la gloriosa resurrección de tu Hijo
nos revistes con la plenitud de tu gracia, toma en tus manos nuestra vida, como
la arcilla hazla de nuevo y ayúdanos a ser instrumentos disponibles de tu amor. Te
lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Todos: ¡Amén!
A ti, Siervo humilde de Dios, se parezca siempre nuestra Iglesia. (Unos 5 segundos
de silencio).
Guía: Señor y Dios nuestro, que en la santa muerte de tu Hijo nos redimes y
reconcilias en la plenitud de tu amor, concede a esta familia creyente que peregrina
en este tiempo con el signo de la cruz alcanzar la morada eterna y contemplar tu
rostro. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.
Todos: ¡Amén!
El altar se encuentra desnudo por completo: sin cruz, sin candelabros, sin
manteles. A la hora convenida se reúnen todos en la capilla o templo. El sacerdote
o el diácono, si está presente, revestido de color rojo se dirige hacia el altar en
silencio, y hecha la debida reverencia, se postra rostro en tierra. Todos oran en
silencio, si es posible de rodillas, durante un espacio de tiempo. Después se dirige
hacia la sede, vuelto hacia el pueblo ya de pie, y dice la siguiente oración:
Sentados.
Necesitamos:
- Leccionario, Biblia o Misal
Lecturas:
- Primera Isaías 52, 13—53, 12.
- Salmo 30
- Segunda Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9.
- Evangelio Juan 18, 1-19, 42.
La Iglesia proclama la muerte de Jesús hasta que Él vuelva, nos enseña que fue
traspasado por nuestros delitos, pero que en su obediencia y confianza en el Padre,
se convierte en salvación eterna para toda la humanidad, siendo exaltado por Dios
sobre todas las cosas. Conmemoramos la Pasión y Muerte de nuestro Señor, pero
la Cruz no ha pasado. Cristo sufre hoy, la carne adolorida de Cristo son los pobres,
los humildes, los enfermos, los que están solos, los que no son amados, los que
sufren injusticia, los abandonados. La Cruz no es inútil, es salvación. Unámonos al
dolor de Jesús y abramos nuestro corazón al dolor de nuestros hermanos.
Recordemos que la Cruz no es el fin sino el camino hacia la Pascua.
Preparamos:
- Una Cruz cubierta con una tela roja.
- Dos cirios o velas que acompañan la Cruz.
Cantos:
- Pueblo mío
- Perdón oh Dios mío
- Saliendo del pretorio
- Hora de nona
Necesitamos:
- Mantel para vestir dignamente el Altar.
- Dos velas encendidas
- Hostias consagradas (en caso de no haber sacerdote)
Cantos:
- Eucarísticos
Reflexión: Desde su sufrimiento, Jesús nos da una lección suprema para que no
seamos duros para perdonar, fáciles para acusar, tercos guardando rencores y
malignos en búsqueda de venganza. Jesús nos muestra la plenitud del perdón, que
es inmediato, total, que busca una justificación para los ofensores y que se debe
interceder por ellos.
Uno de los malhechores que colgaba de la Cruz insultaba a Jesús diciendo: “¿No
que tú eres el Cristo? Sálvate y sálvanos”. Pero el otro lo reprendió diciéndole: “¿Ni
siquiera temes a Dios por estar sufriendo el mismo suplicio? Nosotros justamente
lo sufrimos y estamos recibiendo el justo castigo de lo que hicimos, pero este
ningún mal ha hecho”. Luego le dijo al Señor: “Jesús, acuérdate de mí cuando
llegues a tu Reino”. Jesús le respondió: “Yo te aseguro que hoy mismo estarás
conmigo en el Paraíso”.
Reflexión: Dos ladrones fueron ejecutados juntamente con Jesús. Para uno, el
mal ladrón, todo ha terminado y ha terminado mal. Con fatalismo absurdo renuncia
a la esperanza y todavía se burla de Jesús. Para el otro, el buen ladrón, persiste la
esperanza, siente dolor de sus culpas y manifiesta su anhelo de una eternidad feliz.
Para uno, impenitencia final, para otro, arrepentimiento y misericordia.
Oración: También nosotros queremos estar contigo Jesús en la vida eterna. Danos
la gracia de recorrer nuestro camino terrenal sin olvidarnos de ti. Ayúdanos a vivir
cristianamente para morir consolados. Por tu misericordiosa asistencia, que
podamos merecer escuchar de tus labios esas mismas palabras cuando llegue
nuestra muerte: “hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Sobre la tierra vino una oscuridad que duró desde la hora sexta hasta la hora nona.
Como a la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me
has abandonado?
Reflexión: Los sufrimientos más intensos no son los físicos, sino los morales, los
que desgarran el espíritu. Cristo los padeció por amor a nosotros, el aparente
abandono del Padre celestial y el real abandono de la humanidad.
Oración: Tú nunca nos abandonas, Señor, aunque así nos parezca a la hora del
dolor y del desconcierto. Tú nos has asegurado: “Yo estaré con ustedes todos los
días hasta el fin de los tiempos”. Haz que sintamos en nuestra vida la verdad de
tus promesas, consuela a los afligidos, acompaña a los que sufren soledad,
fortalece a los tristes, asiste a los enfermos, reanima a los que se sienten morir
bajo el peso de la tribulación.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo se había cumplido dijo: “tengo sed”.
Reflexión: Más intensa que su sed corporal es la sed de su Divino Corazón. Jesús
está sediento, sediento de nuestra correspondencia, sediento de nuestro amor y
de nuestra respuesta a sus anhelos de salvarnos.
Oración: ¡La fuente del amor está sedienta! haz que lo comprendamos, Señor,
que veamos en tu sed el anhelo que tienes de salvarnos y que saciemos esa sed
correspondiendo con buenas obras a tu gracia redentora.
Estaba por allí un vaso lleno de vinagre. acomodaron una esponja alrededor de la
punta de una vara de hisopo y después de empaparla en aquel vinagre, se la
llevaron a Jesús y se la dieron en la boca. Cuando Jesús bebió de aquel vinagre
dijo: “todo está cumplido”.
Reflexión: Lo hizo todo bien, cumplió hasta el final, llevó a cabo su misión hasta
sus últimas consecuencias. Cristo es el hombre perfecto, el cumplidor, el hombre
íntegro, el hombre de entereza, el hombre de Dios que nos ha enseñado a decirle
no a la cobardía, no a la mentira, no a la mediocridad, no a la inconstancia. Nos
ha enseñado a dar un sí total, incondicionado, con el cumplimiento hasta la muerte.
Entonces el velo del templo se rasgó por la mitad y gritando Jesús con fuerte voz,
exclamó: “Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu”. Y luego que dijo esto
expiró.
VIA MATRIS
La Santísima Virgen vuelve desde el sepulcro a su casa
Guía: En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén
DEDICATORIA A MARÍA
De tu voz aprenderemos
la fe, la esperanza,
el cántico triunfal de amor renacido
tras las tinieblas del sábado.
Lector: Aquí estuviste, Hijo mío, como la flor en su tallo. Flor deshojada,
sangrienta, en el dolor de mis brazos. Aquí cubrieron de mirra - ¡Ay, recuerdo de
los Magos! -, la púrpura de tus llagas, llagas que en mí se han quedado. Fina
sábana de nieve veló tu cuerpo adorado, y tu faz, mi sol, mi espejo, Se ocultó tras
un sudario. Benditos los que adivinan, tras la llaga del hermano, tu divino rostro
vivo que espera amor y cuidado.
Lector: Sobre la roca tendieron la cruz para desclavarlo. Yo les rogaba: - ¡Por
Dios, no le lastimen las manos! – Y estaban duras y frías, ellas que hicieron
milagros y, tantas veces, filiales, con amor me acariciaron. Manos de mi Dios,
heridas y, como sus pies, de mármol. Manos y pies de mi niño, por obediencia
entregados. Que si dejaron la Cruz es por ir apresurados a quitarte, pecador, de
tus miserias los clavos.
Lector: Sobre esta piedra, a los dados, la militar compañía se jugó la blanca túnica
por mis desvelos tejida. Del lino de mis amores virginales parecía, pero quedó con
su sangre, lumbre de azotes, teñida. Lo vi desnudo, inocente, mientras la plebe
reía. Total, entrega de Dios por su criatura caída. ¡Ay, si el pecado del mundo
Despojado en carne viva, pertinente se cubriera con la vergüenza divina…!
Lector: Y se fueron las mujeres que por mi Jesús lloraron. Las calles huelen a
miedo bajo el cielo encapotado. Si en el leño verde el fuego del furor rompió en
estragos, ¿Qué será en el leño seco por la plaga del pecado? ¿Mujeres que lloren?
¡No! Faltan en el mundo llantos viriles que reconozcan las veces que claudicaron.
¡Hombres del mundo, llorad mientras dura el Viernes Santo, porque sintáis el
consuelo de Cristo resucitado!
Lector: En esta tarde de llanto, en mi soledad más sola, es una luz de esperanza
recordar a la Verónica. El rostro que fue mi espejo, mi sol, se ocultaba en sombras
de sangre, sudor, salivas, polvo y divina congoja. Una mujer, como yo, valiente
rompió la tropa y enjugó la faz amada con la nieve de su toca. Pintado en sangre
quedó el rostro que me enamora y, pintado en mis pupilas, el llanto no me lo borra.
Hacia cualquiera que miro, la semejanza me asombra: todos los rostros del mundo
se le parecen ahora.
Lector: A Simón el Cirineo detuvieron los soldados. Sudor y polvo traía como
ofrenda de los campos. Mi Jesús era gavilla redentora de cansancio, y del peso de
su cruz tuvo a bien participarnos. Simón recibió el madero, primeramente, con
asco. Poquito a poco, el camino le floreció de entusiasmo. Porque ir junto a mi Hijo
en el sufrimiento humano, es hallar al fin la gloria, es a Él y a mí encontrarnos.
Lector: Era difícil seguir de cerca a Jesús atado. Unidos al dolor, lejos en el cuerpo
estábamos. Pero mi amor maternal se atrevió entre el populacho y pude mirar…,
Mirarme en los ojos de mi amado. Vivo aún de esa mirada, que retuvo el viril llanto
por no doblar la agonía deshojada en mi regazo. Mirada firme de amor, que sellara
el holocausto de nuestros dos corazones por ti, que estás escuchando.
Lector: Sobre sus hombros pusieron el leño de la victoria. Él, carpintero, sabía de
maderas olorosas. Y la levantó triunfante, como levanta a su esposa el amante
enamorado en la noche de sus bodas. ¿Aborrecerla o amarla? En esta vía dolorosa,
la cruz se clavó por siempre en mi corazón, muy honda. Cruz de Jesús y del
hombre, divina Cruz redentora, ligero yugo amoroso, ¡Puente que lleva a la Gloria!
Guía: Madre llena de dolores…
ÚLTIMO DESEO
Déjanos seguir contigo por el Viacrucis, Señora, de nuestra vida doliente, sin tu
amor más angustiosa. Podemos ser los Pilatos; los Cirineos, las Verónicas, los
ladrones, los soldados, los fariseos, las llorosas mujeres, el populacho voluble como
las olas; podremos ser Judas, Pedro… Tú sabes bien nuestra historia. Mas, eres
dulce refugio, Madre de Misericordia. Déjanos seguir contigo fieles hoy y hasta la
hora sorpresiva de la muerte. ¡Amén!
Dios te salve María… Gloria al Padre… (Canto)
SÁBADO SANTO
“LA SEPULTURA DEL SEÑOR” (ROJO)
Ant. Inv. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió,
venid adorémosle. Salmo 66 pág. 4
HIMNO
SALMODIA
Ant. 1: Harán llanto como llanto por el hijo único, porque siendo inocente fue
muerto el Señor.
- Salmo 63 – El deseo de Dios
Ant. 1: Harán llanto como llanto por el hijo único, porque siendo inocente fue
muerto el Señor.
Ant. 3: Estaba muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las
llaves de la muerte y del hades.
Ant. 3: Estaba muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las
llaves de la muerte y del hades.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz;
R. por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-
nombre".
Ant. Salvador del mundo, sálvanos, tú que con tu cruz y con tu sangre nos
redimiste, socórrenos, Dios nuestro.
PRECES
Adoremos a nuestro Redentor, que por nosotros y por todos los hombres quiso
morir y ser sepultado, para resucitar de entre los muertos, y supliquémosle,
diciendo:
- Nuevo Adán, que quisiste baja al reino de la muerte, para librar a cuantos, desde
el origen del mundo, estaban encarcelados, haz que todos los hombres, muertos
al pecado, escuchen tu voz y vivan.
- Cristo, Hijo de Dios vivo, que has querido que por el bautismo fuéramos
sepultados contigo en la muerte, haz que siguiéndote a ti caminemos también
nosotros en novedad de vida.
Movidos por el espíritu filial que Cristo nos mereció con su muerte, digamos al
Padre: Padre nuestro.
ORACIÓN
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
VIGILIA PASCUAL
La vigilia de esta noche es la más grande y noble de todas las solemnidades. Según
una tradición muy antigua, esta es una noche de vigilia en honor del Señor (Éx
12,42). Los fieles, llevando en la mano lámparas encendidas (Lc 12, 35-37), se
asemejan a quienes esperan el regreso de su Señor para qué, cuando Él vuelva,
los encuentre vigilantes y los haga sentar a su mesa.
Necesitamos:
- Una fogata fuera de la Iglesia o Capilla
- Una vela grande o Cirio
- Cinco clavos con incienso
- Base para colocar la vela o cirio
- Incensario
- Agua bendita
- Misal o Ritual de Semana Santa
- Lámpara
En esta vigilia, “madre de todas las vigilias”, se proponen nueve lecturas, siete del
antiguo testamento y dos del nuevo (epístola y Evangelio), que deben ser leídas
todas, siempre que sea posible. Donde lo pidan las circunstancias pastorales puede
reducirse el número de lecturas, teniéndose en cuenta que deben leerse por lo
menos tres del Antiguo Testamento, tomadas de la Ley y de los Profetas con sus
respectivos salmos responsoriales. Nunca se debe omitir la tercera lectura tomada
del capítulo 14 del Éxodo con su cántico.
Necesitamos:
- Leccionario, Biblia o Misal
- Lectores y salmistas
- Lámpara
Lecturas:
- Primera Gén 1, 1-2, 2 o Gén 1, 1. 26-31.
- Salmo 103 o 32.
- Segunda Gén 22, 1-18 o Gén 22, 1-2. 9-13. 15-18.
- Salmo 15
- Tercera Éx 14, 15-15, 1.
- Cántico Éxodo 15
- Cuarta Is 54, 5-14.
- Salmo 29
- Quinta Is 55, 1-11.
- Cántico Isaías 12.
- Sexta Bar 3, 9-15. 32-4, 4.
- Salmo 18.
- Séptima Ez 36, 16-28.
- Salmo 41 y 42 o Isaías 12 (cuando hay bautizos).
- Salmo 117
- Evangelio Mateo 28, 1-10 (Ciclo A), Marcos 16, 1-8 (Ciclo B), Lucas 24.1-12
(Ciclo C).
Preparamos:
- Un depósito que contenga suficiente agua para rociarla a la asamblea
- Una rama que no se deshoje
- Agua bendita (en caso de no haber sacerdote)
- Un lugar donde colocar la pila bautismal (si hay bautismos)
Canto:
- Bautízame Señor
Se siguen las indicaciones del Misal o Ritual de Semana Santa ya sea cuando hay
bautizos o cuando no. La renovación de las promesas bautismales si debe hacerse
en ambos casos. La liturgia bautismal termina con la aspersión del agua bendita,
mientras la asamblea canta.
Necesitamos:
- Altar dignamente vestido, con dos velas encendidas y con flores
- Hostias consagradas (en caso de no haber sacerdote)
Cantos:
- Eucarísticos
Todo prosigue como de ordinario.
DOMINGO DE PASCUA
“LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR” (BLANCO)
HIMNO
SALMODIA
RESPONSORIO BREVE
V. Este es el día en que actuó el Señor:
R. sea Él nuestra alegría y nuestro gozo.
PRECES
Oremos a Cristo, autor de la vida, a quien Dios resucitó de entre los muertos, quien
por su poder nos resucitará también a nosotros, y digámosle:
- Cristo, luz esplendorosa que brillas en las tinieblas, rey de la vida y Salvador de
los que han muerto, concédenos vivir hoy en tu alabanza.
- Señor Jesús, que anduviste los caminos de la pasión y de la cruz, concédenos
que, unidos a ti en el dolor y en la muerte, resucitemos también contigo.
- Hijo del Padre, maestro y hermano nuestro, Tú que has hecho de nosotros un
pueblo de reyes y sacerdotes, enséñanos a ofrecer con alegría nuestro sacrificio
de alabanza.
- Rey de la gloria, esperamos anhelantes el día de tu manifestación gloriosa, para
poder contemplar tu rostro y ser semejantes a ti.
Dirijámonos ahora al Padre con las palabras que el Espíritu del Señor Resucitado
pone en nuestra boca: Padre nuestro.
ORACIÓN
Dios nuestro, que en este día nos abriste las puertas de la vida por medio de tu
Hijo, vencedor de la muerte, concédenos a todos los que celebramos su gloriosa
resurrección que, por la nueva vida que tu Espíritu nos comunica, lleguemos
también nosotros a resucitar a la luz de la vida eterna. Por Jesucristo nuestro
Señor.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Rosario Misionero
Concluidos los cinco misterios se reza un Padre Nuestro y se continúa con las
siguientes oraciones:
● Dios te salve María Santísima, Hija de Dios Padre, Virgen purísima antes del
parto, en tus manos ponemos nuestra fe para que la ilumines, llena eres de
gracia...
● Dios te salve María Santísima, Madre de Dios Hijo, Virgen purísima en el parto,
en tus manos ponemos nuestra esperanza para que la alientes, llena eres de
gracia...
● Dios te salve María Santísima, Esposa de Dios Espíritu Santo, Virgen purísima
después del parto, en tus manos ponemos nuestra caridad para que la inflames en
el fuego de tu amor, llena eres de gracia...
● Dios te salve María Santísima, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa de
Dios Espíritu Santo, Templo Trono y Sagrario de la Santísima Trinidad, Virgen
concebida sin la culpa original.
● Dios te salve Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a Ti suspiramos gimiendo
y llorando en éste valle de lágrimas, ea pues Señora y abogada nuestra, vuelve a
nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este destierro muéstranos a
Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente!, ¡oh piadosa!, ¡oh, dulce siempre
Virgen María! / Ruega por nosotros Santa Madre de Dios para que seamos dignos
de alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
LETANÍAS MISIONERAS
Guía: Por las intenciones del Romano Pontífice: Padre nuestro... Dios te Salve
maría... Gloria al Padre…
Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todos los
peligros, oh, Virgen gloriosa y bendita. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de Nuestro
Señor Jesucristo. Amén.
Oración final
Padre bueno, compasivo y misericordioso, fuente de alegría, serenidad y de paz,
te damos gracias por el inmenso amor que nos tienes. Jesucristo, misionero del
Padre, con la mirada fija en Ti queremos seguir anunciando la Buena nueva de tu
Evangelio. Espíritu Santo, conságranos con tu unción para que con renovado
entusiasmo realicemos la misión evangelizadora de llevar la alegría de la bondad,
el perdón y la ternura a cada hermano. Que María nuestra madre, discípula y
misionera interceda por nosotros, nos acompañe en la tarea de ser contemplativos
en la historia, y comprometidos con el proyecto del Reino. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén. María, Reina de las Misiones, Ruega por nosotros.
ÁNGELUS