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H abía una vez en un pueblito llamado San Andrés, un niño

llamado Leopoldo que vivía con sus padres y su hermanita


Dorotea. A Leopoldo su hermanita le llamaba Polo y a Dorotea su
hermano y sus papás le decían de cariño Dora. La familia vivía con sus
padres en una casa que estaba situada en las orillas del pueblo, cerca
de un río a cuyas orillas había árboles pequeños y grandes, los árboles
pequeños eran muy jóvenes y se podían abarcar con las manos, en
cambio los árboles grandes tenían un tronco grueso, tan grueso que
se requerían varios niños tomados de la mano para rodearlos, estos
árboles grandes veían desde arriba a los pequeños como los papás ven
a su hijos jugar en el campo y cuando hacía aire los pequeños árboles
se movían como asustados por el viento y los árboles grandes sólo
movían sus ramas más pequeñas y parecía que el viento les decía
“Buenas tardes señor árbol” al pasar a su lado.

L a orilla del río estaba llena de pasto verde claro que parecía una
alfombra tendida y también había zacate que era verde oscuro,
cuando soplaba el viento, el pasto no se movía porque estaba pegado
al suelo y en cambio el zacate que era alto se inclinaba cuando oía
venir al viento y tan pronto pasaba el viento el zacate se levantaba
muy orgullosos de haber resistido el paso de un señor viento tan
fuerte.
C uando llegaba la primavera toda la vegetación se
volvía más verde y el campo se llenaba
de flores de muchos colores, flores
amarillas, flores rojas, flores rosas,
flores azules y de otros colores que
parecían pintadas por alguien que
jugaba con crayolas, como las que usan las niñas en la escuela, las
flores podían ser grandes como un girasol, medianas como una rosa y
también tan pequeñitas que se escondían entre las piedras y plantas,
había que buscarlas agachándose, abriendo muy bien los ojos
y teniendo cuidado de no pisarlas.

L os niños vivían muy felices con sus papás en su pequeña casa


cerca del río y todas las tardes salían al campo a jugar, pero
hacían caso de las recomendaciones de su mamá de que no se
metieran al río ya que eran muy pequeños y aún no sabían nadar en
el río, algunas tardes se juntaban con otros niños que vivían cerca y
jugaban, unas veces eran más niños que niñas y
jugaban al béisbol, al columpio, a las carreras
con ventaja para las niñas; otras veces se
juntaban más niñas que niños y entonces
jugaban a brincar el avión, a saltar la cuerda o
al voleibol. En ocasiones veces se reunían sólo
niñas y jugaban a las muñecas o a la comidita,
otras veces eran sólo niños y jugaban al futbol o a
las carreras para saber quien corría más rápido, claro sin ventaja
para nadie puesto que todos eran niños..

A
lgunas veces en los fines de semana,
cuando papá no trabajaba, toda la familia
salía a recorrer el río y llegaban hasta la
cascada que se localizaba río arriba, si hacía
calor y traían traje de baño se quitaban la
ropa, se metían con cuidado a la cascada y se
bañaban como si fuera una regadera, si no traían traje de baño, sólo
se quitaban los zapatos y también se bañaban en la cascada. Después
del baño descansaban en la orilla y desde lejos observaban el campo
que se veía a lo lejos, miraban a los animales que pastaban, algunas
veces eran vacas, otras veces caballos, borregos, y de vez en cuando
algún toro, también se veían perros pero estos no comían pasto sólo
correteaban a las vacas y a los borregos, con los toros no se metían
porque los toros son de pocas pulgas y se molestaban si se les
acercaban los perros y los ahuyentaban con sus cuernos. Los
hermanos también llegaban a ver que saltaba algún conejo entre las
piedras que estaban cerca del camino.

D urante las vacaciones todo era jugar hasta cansarse y descansar


para volver a jugar. Al terminar las vacaciones volvían a la
escuela, desde luego la hermanita como era menor iba unos grados
después de su hermano. La mamá los llevaba a la escuela al pueblo
cercano todas las mañanas.

U n día la maestra de Dorotea le dejó de tarea que dibujara con


colores un paisaje con su animal favorito. Al llegar a casa la niña
hizo la tarea y se la mostró a su mamá “Ya hice la tarea” dijo
Dorotea. La mamá vio la tarea y dijo “Muy bien guárdala en la
mochila para mañana”.

A
l siguiente día la maestra revisó las tareas de todos sus alumnos
y los felicitó porque sus dibujos estaban muy bien hechos. Lo que
sorprendió a la maestra fue el dibujo de Dorotea y le dijo “Dorotea tu
dibujo está muy bien, pusiste flores, casas, pero dibujaste un perro
color verde, los perros no son verdes”, la niña se sorprendió y dijo
“Maestra cerca de mi casa hay un perro verde”, la maestra no le
creyó y le indicó que los perros son negros,
blancos, cafés o manchados pero no verdes. La
niña Dorotea se puso muy triste porque los niños
se burlaron de ella porque había dibujado un
perro verde.
A l salir de la escuela le dijo a su hermano “Hermano Polo la
maestra me dijo que los perros no son verdes, pero nosotros
conocemos uno y no me cree”, entonces el hermano, como era el
mayor debía ayudar a la hermana menor cuando tenía problemas y
este era un gran problema, le dijo a su hermanita “Regresemos para
hablar con tu maestra”, rápidamente regresaron y alcanzaron a la
maestra de Dorotea antes de que saliera y el hermano mayor le dijo
“Maestra usted le dijo a mi hermana Dora que no existen los perros
verdes pero cerca de nuestra casa hay uno”, la maestra repitió lo que
ya le había dicho a la hermanita acerca del color de los perros que
son negros, blancos cafés o manchados, pero el hermano mayor
insistió “Maestra si usted no cree, le pido que permita a los
compañeros de mi hermanita que vayan a mi casa el próximo sábado
que no hay clase para que conozcan al perro verde”. La maestra
sonrió y dijo “Muy bien le pediré permiso a los papás para que el
sábado vayan a tu casa a conocer al perro verde”.

A l llegar el sábado el hermano y la hermanita se levantaron para


prepararse para la visita, papá y mamá se sorprendieron al verlos
tan temprano y preguntaron “Seguramente se preparan por tus
compañeros Dora, y a que se debe que vengan todos a visitarte”, la
hermanita les explicó que la visita era porque los compañeros no
conocían al perro verde, el papá sonrió y les dijo “Cuando vengan tus
compañeros llévalos a conocer al perro verde y pregunten a su dueño,
por qué es de ese color su perro”.

A
l poco rato empezaron a llegar los compañeros de
Dorotea y en cuanto se reunieron todos fueron a
buscar al perro verde. Empezaron a caminar por el
pueblo y encontraron varios perros pero eran de otro
color, tardaron un buen rato en encontrar al perro
verde ya que estaba en el campo corriendo entre las
vacas y los borregos. Al ver al perro verde todos los
compañeros se sorprendieron, un niño dijo que era un
perro marciano porque en su libro de cuentos los marcianos son
verdes. Los hermanos muy orgullosos llamaron al perro que era un
perro muy manso y permitieron que los compañeros lo tocaran. Todos
los compañeros estuvieron de acuerdo en decirle a la maestra que
por fin habían conocido un perro verde.

D espués de que los compañeros conocieron al perro verde,


quisieron preguntar al dueño del perro por qué su perro era
verde. Regresaron al pueblo y llegaron a la casa del dueño, el señor
era muy amable y les explicó lo siguiente: “Mi perro antes era café
pero un día decidí pintar mi casa de color verde, cuando la estaba
pintando puse una cubeta de pintura en la mesa y mi perro que es
muy juguetón se echó encima la cubeta de pintura y desde entonces
es verde como mi casa”. Todos los niños y los hermanos rieron y
rieron hasta cansarse por lo que le sucedió al perro por juguetón, y el
señor les dijo “Tengan cuidado cuando sus papás pinten su casa ya
que si les cae pintura pueden convertirse en niños verdes”.

Y colorín colorado aquí se acaba el cuento de Dora y el perro verde.


Este cuento fue escrito para la Nieta Julia Andrea por el Abuelo Arnulfo. 2006

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