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De igual manera, establece el deber que tienen los trabajadores “cumplir con las
obligaciones concretas de su puesto de trabajo” (art.5ª) y “observar las medidas de
seguridad e higiene que se adopten” (art. 5.b); reiterándose de nuevo esta obligación
en el artículo 19.2, cuando dice que “el trabajador está obligado a observar en su trabajo
las medidas legales y reglamentarias de seguridad e higiene”.
La Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL) pone de manifiesto una vez más, en
su artículo 14, “el derecho que tienen los trabajadores a una protección a una protección
eficaz en materia de seguridad y salud en el trabajo”, así como el “deber del empresario
de protección de los trabajadores frente a los riesgos laborales. Dicha protección deberá
llevarse a cabo, tal y como establece el artículo 15, conforme a una serie de principios.
▪ Evitar los riesgos: éste es el primer y gran principio de la acción preventiva. El
objetivo fundamental de la LPRL es evitar todos los riesgos y sólo cuando después
de adoptar medidas en ese sentido no sea posible su eliminación, será cuando
debamos recurrir a minimizarlos o controlarlos.
▪ Evaluar los riesgos: sólo cuando los riesgos no hayan podido evitarse, se debe
proceder a la evaluación de los que todavía existen, a fin de evitarlos o, al menos,
disminuir sus consecuencias.
▪ Combatir los riesgos en su origen: se considera prioritaria la actuación sobre el
foco u origen de generación del riesgo antes de que este pueda afectar a los
trabajadores.
▪ Adaptar el trabajo a la personas: la experiencia nos demuestra que aplicar
medidas de control de los riesgos sin tener en cuenta el propio entorno de
trabajo conduce normalmente a implantar sistemas ineficaces e insuficientes
para cumplir con los objetivos planteados. Al llevar a cabo la actividad preventiva
se debe tener en cuenta la necesidad de adaptar las exigencias de los puestos de
trabajo y de las propias taras a las capacidades o características de cada una de
las personas que van a ocupar dichos puestos de trabajo o desempeñar esas
tareas.
▪ Tener en cuenta la evolución de la técnica: la actualización e incorporación de
la tecnología en la empresa no sólo se debe realizar siguiendo criterios de mejora
productiva, sino que debe considerarse desde la reducción o eliminación de
determinados riesgos para la seguridad y salud de los trabajadores.
▪ Sustituir lo peligroso por lo que entrañe poco peligro: durante la evaluación de
riesgos se debe obtener toda la información sobre los equipos, métodos de
trabajo, sustancias peligrosas, etc con el fin de analizarla e identificar qué
elementos pueden ser sustituidos por otros que no entrañen peligro o cuya
peligrosidad sea menor. Obviamente, los nuevos equipos, productos químicos,
etc. tendrán que ser eficaces para el proceso productivo y no aportar riesgos
adicionales.
▪ Planificar la prevención: se trata de un principio básico de cualquier acción
preventiva. El empresario deberá no sólo adoptar medidas tendentes a eliminar
La protección colectiva es más eficaz, por lo que deberá usarse con carácter
prioritario. La utilización de equipos de protección individual debe ser el último
recurso a la hora de proteger a los trabajadores frente a los riesgos derivados del
trabajo.
Además de todo esto, la Ley establece toda una serie de obligaciones empresariales que
fácilmente podemos traducir en derechos de los trabajadores, destacando entre todos
ellos:
Por su parte, corresponde a los trabajadores velar, según sus posibilidades, por su
seguridad y su salud, así como por la de las demás personas afectadas a causa de sus