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Digitized by the Internet Archive
in2011
http://www.archive.org/details/losdiezmandamienOOgood
LOS DIEZ MANDAMIENTOS
JANE GOODALL
MARC BEKOFF
LOS DIEZ
MANDAMIENTOS
para compartir el planeta con
los animales que amamos
Barcelona
PAIDÓS
• Buenos Aires • México
^1
The Ten Trusts. What We Must Do to Care
Título original:
Originalmente publicado en inglés, en 2002, por Harper San Francisco, a división of
HarperCollins Publishers, Nueva York
Publicado con permiso de HarperCollins Publishers, Inc.
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las
sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o
procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares
de ella mediante alquiler o préstamo públicos.
http://www.paidos.com
ISBN: 84-493-1433-X
Depósito legal: B-34. 08 1-2003
Jane Goodall
Marc Bekoff
Sumario
Agradecimientos 11
Introducción 13
Tierra 97
Sexto mandamiento: Valorar y ayudar a conservar los sonidos de
la naturaleza 115
Séptimo mandamiento: Evitar hacer daño a cualquier forma de
vida para poder aprender de ella 127
Octavo mandamiento: Mantener con valentía nuestras convic-
ciones 137
Noveno mandamiento: Elogiar y ayudar a los que trabajan en fa-
Fuentes 197
Agradecimientos
placer trabajar con Liz Perle, nuestra editora en Harper San Francis-
co. Anne Connolly y Terri Leonard, también de Harper San Francisco,
fueron unas intermediarias formidables, siempre dispuestas a ayudar.
Y, por supuesto, Mary Lewis, que siempre estuvo dispuesta a ayudar, lo-
calizando a Jane, informando a Marc de dónde se encontraba Jane y
cuándo podría hablar con ella, avisándole de cuándo eran necesarios
más calentadores de agua, enviando mensajes de correo electrónico
con la información pertinente y proporcionándole numerosos mo-
mentos de esparcimiento.
Introducción
recio para siempre. La gente reaccionó ante este hecho con un grado
de asombro mucho mayor que el que había mostrado nunca ante los
cientos de miles de especies menos llamativas que se habían extingui-
do en este siglo.
Marc comenzó a soñar con un futuro en el que tanto los científicos
como los que no lo son pudieran unirse para conseguir el mismo objeti-
vo: crear un mundo en el que las personas respeten y vivan en armonía
con la naturaleza, en el que sus pisadas dejen menos huellas al pasar por
la vida. Un mundo en el que la desesperación que provoca
la pobreza y
el hambre sean cosas del pasado y en que haya una distribución equi-
el
tativa de los recursos necesarios para poder llevar una buena vida. Un
mundo, sobre todo, en el que los humanos pudieran vivir en paz unos
con otros, con los animales y la naturaleza. Estos eran, en realidad, los
temas sobre los que los dos habíamos hablado tanto y sobre los que nos
habíamos estado mandando innumerables faxes en los años anteriores.
Los mantras que obsesionaban a Marc consistían en una serie de pasos
que todos, como administradores del planeta, deberíamos utilizar en
nuestra vida para conservarlo y protegerlo. Describían cómo podríamos
convertirnos en mejores habitantes de la Tierra y en seres más compasi-
vos. Me preguntó si quería sumarme a su iniciativa y publicamos en el
cambio de siglo los mantras resultantes en el periódico Boulder Daily
Camera. El siguiente paso era un libro como éste, en el que poder de-
sarrollar las ideas que había detrás de esos mantras, que empezamos a
considerar como «mandamientos», puesto que es a nosotros a quien se
ha confiado el cuidado de animales y espacios a los que amamos.
El tema principal de los mandamientos es la importancia y valor
del individuo, tema sobre el que he hablado y escrito desde que co-
mencé a estudiar a los chimpancés en 1960. Me refiero no sólo al ser
humano como individuo, sino también al ser animal como individuo.
(Nosotros, por supuesto, también somos animales, pero solemos utüizar
la palabra «animal» cotidianamente para referirnos a los seres anima-
un cerebro más sofisticado, pero esto no implica que los animales sean
meras máquinas que marchan al ritmo que marcan los «instintos» o
«impulsos» innatos; son capaces de tomar decisiones y cambiar de
rumbo según lo necesiten. Una vez que aceptemos esto, desarrollare-
INTRODUCCIÓN 15
con ella, nuevas preocupaciones éticas sobre el trato cruel que nor-
malmente les damos.
Cuando tenía 26 años, Louis Leakey me mandó a la selva a estudiar
chimpancés sin ningún tipo de experiencia científica y sin haber ido a
la universidad. Pretendía conseguir observaciones realizadas por una
cia los animales que estudiaba. Con el paso de los años, se fue sintien-
do cada vez más afectado por algunos de los métodos y actitudes que
utilizaban muchos de sus colegas etólogos y psicólogos. Fue su cola-
boración con el filósofo Dale Jamieson lo que al final hizo que nos en-
contráramos en el mismo barco, defendiendo una actitud científica
más compasiva.
Los dos hemos sido objeto de innumerables críticas por considerar
a los animales como individuos, porque creemos que es posible mos-
trar empatia por los seres que estudiamos sin separarnos de la objeti-
vidad científica. Pensamos que, además de la cabeza, se debería utili-
zar el corazón, puesto que tratar a los animales como seres que sienten
y, a menudo, comprenden no tiene nada de anticientífico. Es un hecho
para guiar a su amigo hasta la calle. «Fue entonces cuando estuve segu-
ro —dijo el señor Rivera —
de que me quería tanto como yo le quería a
él.» La pesadilla del descenso les llevó una hora y salieron del edificio
ocurren todo el tiempo, por lo que no es muy útil adoptar una visión
romántica de la vida de los animales salvajes. En la naturaleza prima
en muchos sentidos «la ley del más fuerte», aunque la mayoría de las
veces nosotros no seamos testigos del sufrimiento.
No obstante, en esta ocasión Hugo y yo nos sentimos de algún modo
implicados personalmente en este drama, así que fuimos a buscar al
da. Le respondí que dejaríamos de todas formas el cuerpo para las hie-
nas. Nada, no hubo forma de hacerle cambiar de opinión. Sin embargo,
en diferentes ocasiones ese mismo año había dado permiso a un cientí-
fico para que disparara a numerosos ñus con el objetivo de examinar el
contenido de sus intestinos, y a otro para que capturase buitres y les in-
yectara el virus del ántrax con el fin de comprobar si se les podía conta-
giar de forma artificial una enfermedad que parecían inmunes. Un
a la
tercer investigador consiguió permiso para volar sobre manadas de ele-
fantes, causándoles un gran estrés, para marcarlos tirándoles en la es-
palda litros de pintura. El mensaje estaba claro: no hay problema en «in-
terferir» en nombre de la ciencia siempre que se haga guiado por la
razón. Sin embargo, la compasión, mensajera del corazón, no tenía voz,
Pero el mundo está cambiando, somos cada vez más conscientes
del daño que infligimos a la naturaleza que nos rodea, y esta toma de
conciencia está extendiéndose a la ciencia, a los corazones y mentes
del público en general y a la legislación —
cada año se aprueban más
leyes de protección animal y del medio ambiente —
Sin embargo, para
.
tema.» Bueno, eso era algo que yo ya sabía, por lo que la tranquilicé
diciendo que no había ningún problema y tradujo mi siguiente mensa-
je: «¿Saben?, en América y en Europa la gente piensa que los chinos y
los coreanos son muy crueles porque se comen a los perros». En este
momento hubo un murmullo y todos los rostros que había frente a mí
mostraban tensión y dureza. «Bien, tanto en América como en Europa
la gente se come a los cerdos, animales exactamente igual de inteli-
gentes que los perros. Pueden hacerse amigos de las personas, igual
que los perros. No creo que sea peor, desde un punto de vista ético,
comer perros que comer cerdos. Si nos comemos cualquier tipo de
animal, lo más importante es cómo los tratamos mientras están vivos y
si los matamos de forma compasiva o no.»
una cabra. Según que yo había dicho el día anterior, ¿pensaba que
lo
esto estaba bien? Al principio pensé que la intención de esta pregunta
era llevarnos a un debate sobre el hecho de que los humanos tienen
alma y, por tanto, pertenecen a una categoría distinta a los animales.
Sin embargo, me di cuenta de que su interés por conocer mi opinión
era genuino. Les dije que mi papel era sólo compartir mis creencias
sobre la verdadera naturaleza de los animales y que la respuesta a su
pregunta estaba entre ellos y Dios. Asintieron y se alejaron aparente-
mente satisfechos.
Se está causando un gran daño al medio ambiente y, por lo tanto, a
los animales, en nombre del «progreso», para conseguir aumentar los
beneficios económicos de los que ya son ricos y tienen más de lo que ne-
cesitan, pero aún quieren más. Mientras tanto, la población humana cre-
ce a un ritmo vertiginoso y exige cada vez más de
menguantes recur-
los
sos naturales. Actualmente, somos más de 6.000 millones de seres
humanos en el planeta. En algunas áreas, el medio ambiente se está vien-
do dañado por aquellos que son desesperadamente pobres y luchan por
vivir en zonas en las que la tierra ya no puede producir lo necesario de-
bido al aumento de la población. Como no pueden permitirse comprar
comida en otros lugares, cortan árboles para hacer sitio y poder culti-
var la tierra, construir una casa y tener ganado. Cazan animales salvajes
22 LOS DIEZ MANDAMIENTOS
crueldad hacia los animales, en todos ellos podemos hacer mucho in-
dividualmente para cambiar el statu quo. A
medida que avance en la
lectura del libro, esto estará cada vez más claro. Hay tantas cosas que
cambiar que a veces sólo con pensar en la ignorancia y crueldad que nos
rodea nos deprimimos. Por eso, también hemos resaltado algunas de
las muchas cosas maravillosas que están ocurriendo y a algunas perso-
nas que han servido de estímulo y que trabajan juntas o por separado
para conseguir cambios.
Describiremos programa para jóvenes del Instituto Jane Goodall
el
Jane Goodall
PRIMER MANDAMIENTO
Celebrar que somos parte
del reino animal
nos tendiera una mano desde el otro lado del abismo. La pregunta im-
plícita en ese gesto sería: «¿Me admitirás como "pariente" tuyo?». Si
te atrevieras entonces a mirarle a los ojos y cogerle de la mano, se da-
ría la vuelta hacia los otros seres animales y de nuevo hacia ti para pre-
guntarte: «¿Y ellos qué? ¿No cuentan también?». Lo cierto es que los
grandes simios son tan parecidos a nosotros en tantos aspectos que sir-
ven como embajadores del resto de los maravillosos animales con los
que compartimos el planeta.
Pero, aunque seamos animales, somos seres claramente únicos. No
se trata sólo de que tengamos un cerebro grande y complejo, sino de
que en algún momento de nuestro pasado evolutivo desarrollamos un
lenguaje hablado muy sofisticado. Otros animales con cerebros com-
plejos tienen patrones de comunicación también complejos, sobre
todo las ballenas, los delfines, los elefantes, los monos y los grandes si-
mios. Los chimpancés, bonobos y gorilas muestran incluso la misma
falta de simetría que los seres humanos en una región concreta del ce-
rebro (el área de Broca), que es fundamental para la producción del
habla. Tanto en los humanos como en estos tres grandes simios, el área
de Broca es más grande en el hemisferio cerebral izquierdo que en el
derecho. Sin embargo, estos simios no son capaces, por lo que sabe-
mos hasta ahora, de discutir acerca del lejano pasado, hacer planes
conjuntos para el futuro, hablar a sus hijos de cosas o sucesos que no
están presentes, generar una idea y darle vueltas para que pueda cre-
cer y cambiar de acuerdo con la sabiduría colectiva del grupo o pre-
guntarse por qué están aquí. Sospechamos que tampoco se preocupan
de si tenemos o no alma. No obstante, nuestro parentesco con el mun-
do animal es, en muchos sentidos, impresionante, sobre todo con los
mamíferos. Y todavía lo es más en el caso de los chimpancés y los otros
grandes simios.
Compartimos aproximadamente un 98,7 % de nuestros genes con
los chimpancés, un 97,7 con los gorilas y un 96,4 con los orangutanes.
Si se da el caso de que los tipos de sangre coinciden, podríamos inclu-
so recibir una transfusión sanguínea deun chimpancé. Pueden conta-
forma experimental con las mismas enferme-
giarse o ser infectados de
dades que nosotros. Existen sorprendentes semejanzas en la estructura
del cerebro y en el sistema nervioso central de simios y humanos, al
igual que en su conducta social y capacidades cognitivas. De hecho,
tanto los chimpancés como los otros grandes simios demuestran tener
muchas habilidades que pensábamos que eran exclusivamente huma-
nas. Se comunican por medio de llamadas distintas, así como por pos-
PRIMER MANDAMIENTO 21
dormía. Más tarde, mientras iba moviéndose de una zona a otra con su
grupo, se paró y arrancó la corteza de un árbol mjonso, mordisqueó el
endocarpo y se bebió el líquido del interior. Al día siguiente ya comía
como todos los demás: jengibre, higos y hierba. Un colaborador local de
Huffman, Mohammed Kalunde, guarda oficial de la reserva de caza del
parque y curandero conocedor de las plantas, le dijo que el mjonso tenía
propiedades medicinales. Las gentes del poblado de donde provenía Ka-
lunde, los watongwe, así como millones de personas de África, utilizan
la planta para curar trastornos gastrointestinales como la malaria, las in-
fecciones por parásitos y los dolores de estómago. Huffman también ha
PRIMER MANDAMIENTO 29
por los chimpancés tenían la parte inferior peluda, algo que explicaba su
función, ya que, a medida que las hojas pasaban por el intestino de los
chimpancés, los gusanos se quedaban pegados en los pelos y los arrastra-
ban hasta ser excretados. Huffman comprobó además que en las heces de
los chimpancés había gusanos vivos entrelazados en los pelos de las ho-
Emociones animales
El miedo
Todos los animales que tienen cerebros complejos pueden sentir mie-
do, puesto que «sentir miedo» tiene que ver con la propia supervivencia
del individuo. En la naturaleza, no suelen existir segundas oportunida-
des —un animal debe realizar la acción correcta la primera vez que se en-
frenta a una situación peligrosa (ya sea un depredador o el intento de un
extraño de causarle algún daño) — Eos
. aníjnales, por lo general, cuando
se sienten asustados, se encogen, echan a correr o deciden enfrentarse di-
rectamente al peligro. Algunos, como las zarigüeyas, se quedan comple-
tamente inmóviles en el sitio para pasar desapercibidas, preparadas para
lo que pueda ocurrir. Eos elefantes huérfanos que han visto cómo mata-
30 LOS DIEZ MANDAMIENTOS
ron a sus madres con frecuencia se despiertan gritando, y los perros ca-
llejeros que son adoptados también tienen pesadillas y gritan en sueños.
A menudo se dice que los animales, incluidos los humanos, segregan
un fuerte olor cuando tienen miedo, un olor que los otros individuos
pueden detectar. ]ethro, mi compañero, es un perro enorme, mezcla de
pastor alemán y rottweiler, al que le gusta ir al veterinario, sobre todo
para que le traten con acupuntura su dolorido codo. Pero cuando el perro
que acaba de salir de la sala de consulta ha pasado miedo, Jethro se mues-
tra dubitativo —
en lugar de mover el rabo de un lado a otro, tirando to-
das las cosas que hay encima de la mesa, y mantener las orejas hacia ade-
lante y alerta, mete el rabo entre las piernas y echa las orejas hacia atrás —
E/ olor a miedo se comunica a través de una secreción glandular produ-
cida por la glándula anal del cliente canino anterior. Las ratas a las que
se ha expuesto a la presencia de gatos muestran respliestas de miedo ante
la mera exposición al olor de un felino, ha evolución —
la selección na-
La alegría de jugar
nudo con sus crías, aunque algunas lo hacen más que otras. La vieja
chimpancé Fio de Gombe a veces encontraba los juegos de sus hijos
completamente irresistibles. Un día toda su familia el macho adulto —
Faben, adolescente Figan y la joven hembra Fifi
el empezó a dar —
vueltas alrededor de un árbol cerca de donde ella estaba, riéndose y
agarrándose unos a otros de los tobillos. Fio estaba ya mayor, tenía los
dientes gastados hasta las encías, pero a pesar de ello no pudo resistir
Tanzania provienen de las noches iluminadas por la luna en las que las
que hacen cosas que les hacen parecer poco dignos y desear que nadie
les estuviese mirando.
Recuerdo un episodio que ocurrió con un chimpancé de Gombe
llamado Freud, hijo mayor de Fifi. Cuando él tenía cinco años y me-
dio, el hermano de Fifi, Figan, era el macho alfa de la comunidad y
para Freud este poderoso tío suyo era su héroe. Un día, mientras Fifi
espulgaba a Figan durante la siesta del mediodía, Freud trepó por un
delgado tallo de una planta de banano silvestre. Cuando llegó a la
copa llena de hojas empezó a balancearse de forma salvaje de atrás ha-
cia adelante, del mismo modo que lo hacía Figan durante sus impre-
sionantes ostentaciones en las copas de los árboles. Si Freud hubiera
sido un niño, habríamos dicho que estaba intentando destacar. De re-
pente, la rama se rompió y Freud se cayó, aterrizando muy cerca de
donde yo me encontraba. No estaba herido, pero al ver su cabeza
emerger de la alta hierba, me di cuenta de que estaba mirando hacia
donde se encontraba Figan. ¿Le había visto su héroe? Si lo hizo, no
reaccionó y siguió siendo espulgado por Fifi. Freud entonces se fue
muy silencioso a trepar a otro árbol y comenzó a comer.
Marc Hauser, de la Universidad de Harvard, observó a un macho de
macaco rhesus que parecía sentir lo que podríamos llamar vergüenza.
Después de aparearse con una hembra, el macaco se alejó pavoneándose
y cayó accidentalmente en una zanja. Rápidamente se levantó y miró a
su alrededor Después de asegurarse de que ningún otro mono le había
PRIMER MANDAMIENTO 33
Ira e irritación
ra. Estaba claro que cuando ella le vio acercarse decidió utilizar su
con ellas y rodaban una hacia la otra. Entrelazaban ambos pares de aletas
brevemente, como en un abrazo, para después girar hacia arriba y perma-
necer una al lado de la otra. Después se alejaban nadando juntas, tocán-
dose, saliendo a la superficie y hundiéndose a la vez. Würsig siguió a las
dos ballenas durante una hora, en la que continuaron su viaje íntimo.
Piensa que Aphro y Butch se sintieron poderosamente atraídas la una por
la otra y tuvieron por lo menos una «sensación de bienestar» mientras se
alejaban, por lo que se pregunta: «¿No podría tratarse de amor entre cetá-
ceos?».
PRIMER MANDAMIENTO 35
males, señaló que «el peculiar proceso de enamoramiento del ganso silves-
sobre los cuervos: «Como los cuervos tienen parejas a largo plazo, sospecho
que deben enamorarse como nosotros, simplemente porque se necesita
cierta recompensa interna para mantener un vínculo de pareja duradero».
Heinrich ha estudiado y vivido con cuervos durante muchos años y conoce
muy bien a estas aves. Los padres y madres cuervos deben cooperar para
poder cazar presas para sus pequeños. Durante permanecen cerca
el día
uno del otro, duermen juntos y emiten vocalizaciones suaves. Además,
juegan entre ellos, se acicalan las plumas y comparten comida. Durante el
cortejo se alimentan mutuamente sujetándose con suavidad el pico.
En Tezpur, India, un grupo de cien macacos rhesus detuvo el tráfico
después de que una cría fuera atropellada por un coche. Los monos rodea-
ron al pequeño herido, que tenía las piernas rotas y permanecía tumbado
en la carretera sin poder moverse, bloqueando el tráfico. Un funcionario
del gobierno comentó que los monos parecían enfadados y un tendero lo-
cal dijo: «Era todo muy emotivo... Algunos monos le daban masajes en
las piernas al pequeño. Al final se marcharon llevándose al herido».
ben los mismos síntomas clínicos de depresión que los huérfanos hu-
manos: adoptan una postura encorvada, se abrazan a sí mismos, se
36 LOS DIEZ MANDAMIENTOS
siguió flotando sin moverse durante un rato por debajo del cuerpo
inerte, para a continuación elevarse y abrazarlo con sus enormes aletas
pectorales. Permaneció allí flotando durante cinco horas, abrazando a
su compañero muerto. El investigador le puso al vídeo el título de «El
más grande amor».
Las aves, del mismo modo que pueden amar, también pueden sentir
pena por la muerte de un congénere. Lorenz escribió: «Un ganso salvaje
PRIMER MANDAMIENTO 37
y fue enterrado cerca de su amo. Un año más tarde se erigió una estatua y
una fuente en su honor cerca de la entrada del cementerio.
Michelle Rivera, autora del libro Hospice Hounds, cuenta la histo-
ria de Sabrina, una doberman pinscher de 9 años que sufrió una gran de-
presión cuando el que había sido su dueño durante todo ese tiempo mu-
rió. Los síntomas aparecieron de inmediato. Sabrina permanecía apática
en su caja con los ojos cerrados. Los esfuerzos por alimentarla se convir-
tieron en proezas, puesto que un empleado de la perrera tras otro inten-
taron diferentes métodos para obligarla a comer. Le dieron mucho líqui-
do y un alimento muy sabroso, alto en calorías y muy nutritivo, pero no
reaccionó. Permaneció tumbada en su jaula, mientras los preocupados
médicos y veterinarios discutían sobre su futuro. Al final, la presidenta
de la empresa local Doberman Rescue, Nancy Armstrong, decidió que-
dársela y se recuperó después de que la sometiera a cuidados especiales.
Una vez restablecida y recuperada de su profunda aflicción, Sabrina vivió
tres años más con Nancy hasta que murió por causas naturales.
Otro caso es el de Pepsi, un schnauzer enano que el veterinario Marty
Becker regaló a su padre. Marty había ayudado en el parto de Pepsi y lo
conocía bien. Fue el más pequeño de
carnada y Marty tuvo que revivir-
la
gíó al lugar donde el padre de Marty había muerto y se quedó allí parado,
rígido como una estatua. Marty cogió a Pepsi en brazos y éste pasó de es-
tar rígido a ser un peso muerto, emitiendo un gemido de dolor. Marty lo
colocó en la cama de su padre y Pepsi se quedó inmediatamente dormido.
Marty supo por su madre que Pepsi no había bajado al sótano en diez
años porque le daban miedo los escalones. Se preguntó cuál era la posible
conexión de todo esto, ¿había bajado el perro para despedirse? Nunca se
recuperó de la muerte de su compañero. Murió lentamente, débil y retraí-
Amistades insólitas
Además de la amistad que existe entre los animales y los seres hu-
manos, podemos encontrar muchos ejemplos de relaciones cercanas y
duraderas entre miembros de distintas especies. Es común observar
relaciones de amistad entre animales domésticos que viven en la mis-
ma campo. Conocí a una perra que empezó a producir
casa, granja o
leche cuando apareció en la casa una minúscula gata huérfana; la rela-
ción entre ellas de adultas era una delicia, jugaban juntas como si fue-
ran dos perros. James Herriot describe una relación encantadora que
surgió entre un desaliñado gatito y un cerdo. O esa otra historia de una
perra salvaje que viajó durante varias semanas con un grupo de monos
tota, transportando a una cría de mono colgada de la tripa.
Pero entre las amistades insólitas la más extraña es, sin duda, la del
perro Chino y el pez Falstaff. Chino es un golden retriever de 9 años
que vive con Mary y Dan Heath en Medford, Oregón, y Falstaff es una
carpa de 38 cm. Se han visto de forma regular durante los últimos seis
años en la orilla de una charca en la que vive Falstaff. Cada día, cuan-
do Chino llega a la charca, Falstaff nada hasta la superficie, le saluda y
le mordisquea las patas. Lo hace varias veces hasta que el perro la mira
repitieron los juegos entre el oso y alguno de los perros. Cuando volvió a
formarse el hielo, el oso pudo partir hacia su territorio de caza invernal.
Nadie sabe con seguridad por qué jugaron, pero estaba claro que disfru-
taron de sus juegos.
Resulta obvio que existen asociaciones entre animales en las que am-
bas partes se benefician. A la larga uno recoge lo que siembra. Si damos
cariño, recibimos cariño y en este ciclo de dar y recibir se genera cons-
tantemente más amor para ser compartido con todos los seres vivos.
Es más fácil compartir estos sentimientos de estrecha conexión con
otros animales cuando reconocemos y sabemos apreciar que nosotros
también formamos parte del reino animal. Existe un límite en el grado
de alienación que podemos soportar con respecto a miembros de nuestra
misma especie y, cuando éste se supera, se produce un efecto rebote y sur-
ge la reconciliación y una nueva conexión. Quizá los humanos veamos a
los animales como seres que tienen cualidades que nosotros ya hemos
perdido — anhelamos su presencia, la pureza de sus emociones, sus ganas
de vivir — .Celebremos que somos parte del reino animal.
SEGUNDO MANDAMIENTO
Respetar todas las formas de vida
y todas sus riquezas, incluidos los animales, fueron creados para nues-
tro beneficio. La ciencia occidental se ha ido distanciando gradual-
mente de la religión, sobre todo debido al surgimiento de la teoría de
la evolución de Charles Darwin, pero la confianza en la superioridad
de los seres humanos ha permanecido.
Nuestra dominación sobre el resto de los animales es completa-
mente absoluta. No sólo podemos matarlos en estado salvaje y destruir
sus hogares, sino que también podemos ejercer un total control sobre
ellos, incluidos los de mayor tamaño. Sabemos cómo utilizar el dolor
42 LOS DIEZ MANDAMIENTOS
ciones de los chimpancés fue, sin embargo, el peor de mis pecados an-
tropomórficos. Por suerte, tuve un maestro maravilloso durante mi ju-
ventud que me enseñó comportamiento animal —
mi perro, Rusty —
por lo que hice caso omiso de las amonestaciones de la ciencia. Ac-
tualmente, aunque todavía existen pequeñas parcelas de resistencia, la
mayoría de los biólogos de campo ponen nombre a los animales que
estudian una vez que son capaces de reconocerlos individualmente.
Existen estudios sobre diferencias de personalidad entre individuos de
la misma especie, y estudiar las emociones animales es un área de in-
vestigación científica perfectamente legítima.
Speedo el gato
PORKY Y PHOENIX
viduos como nosotros, cada uno con su propia vida llena de alegría,
tristeza, miedo, desesperación y amor.
* El fotógrafo del National Geographic Greg Marshall inventó este sofisticado sistema, al que
puso el nombre de critter-cam. Consiste en colocar una pequeña cámara que se dirige por control re-
moto en la espalda de algún mamífero marino, en un nido, una madriguera o cualquier lugar en el
que sea difícil observar la vida salvaje. Actualmente existen en Internet sitios web en los que los visi-
tantes virtuales pueden ver imágenes en tiempo real de lo que hacen los habitantes de un parque na-
tural o un zoológico. ,
50 LOS DIEZ MANDAMIENTOS
uno por uno para que el fotógrafo hiciera todas las fotos necesarias
hasta conseguir las tomas deseadas. No recuerdo cuántos babuinos so-
brevivieron, pero sí el extremo en el rostro de uno de ellos, un
terror
viejo macho desdentado que salió volando por los aires cuando el leo-
pardo se lanzó sobre él. Esa fotografía ganó un gran premio interna-
cional. En estos tiempos, en los que los costes de los proyectos y la
competición cada vez son más elevados, es difícil conseguir financia-
ción para el tiempo que dura el trabajo de campo si se quiere hacer un
buen documental sobre comportamiento animal; por tanto, resulta fá-
cil explicar por qué se alquilan a veces animales cautivos y adiestrados.
venes y saludables, pero ¿qué ocurre cuando se hacen viejos? Las gran-
jas de caza de este tipo se convierten en grandes negocios, puesto que
ticos de vida salvaje y los acuarios. Si estas instituciones cumplen con los
requisitos de la AZA, se les permite continuar su actividad y se les da la
autorización. Desgraciadamente, en Estados Unidos existen unos dos-
cientos zoos, parques temáticos de «vida salvaje» y acuarios autorizados,
además de casi dos mil zoos que no tienen la autorización de la AZA. En
Europa existe una tendencia similar: son muchos más de 280, el número
de zoos autorizados, los zoos sin autorización.
Muchos de los zoos sin autorización son sitios horribles para vivir,
aunque incluso entre los que tienen autorización existen grandes varia-
ciones en cuanto a su calidad. Muchas de las instalaciones de los zoos se
han quedado anticuadas y algunos expertos en zoológicos piensan que
sólo un tercio de ellas podrían describirse como «enriquecidas» o «natu-
ralistas». Cierto director de zoológico dice que le gustaría poder cambiar
Está claro que los animales pierden libertad y privacidad en los zoos.
Sin embargo, después de que Ryma, una jirafa muy querida por todos,
muriera en el zoo nacional del Instituto Smithsonian, el director del centro
dijo que no podía mostrar médico de Ryma a los que que-
el expediente
rían investigar la causa de su muerte porque al hacerlo «violaría los dere-
chos del animal a la privacidad y supondría una intrusión en las relacio-
nes entre el cuidador y el animal»; según él, ésta era una relación similar
52 LOS DIEZ MANDAMIENTOS
brero, y por fin le enviaron de vuelta con su madre. Las permisivas regula-
ciones de la AZA siguen permitiendo que los elefantes y otros animales
sean trasladados de un lado a otro para obtener beneficios económicos.
Los animales tampoco están siempre seguros en los zoos; y si no es-
tán seguros allí, bajo el cuidado humano, mi pregunta es: ¿dónde lo van
«populares», como los elefantes o los osos polares. Este desafortunado in-
Gail Eisnitz, autor del libro Slaughterhouse: The Shocking Story ofGreed,
Neglect and Inhumane Treatment Inside the U.S. Meat Industry, y la
Humane Farming Association (HFA) [Asociación humanitaria de
granjeros] de California han obtenido impresionantes pruebas de mal-
tratos espantosos en el sistema de manejo de los IBP (antiguos proce-
sadores de ternera de lowa) del Estado de Washington. Estas pruebas
ponen de manifiesto el maltrato ilegal y tortuoso, el despellejamiento
y eldesmembramiento de vacas vivas en el caso de crueldad más gra-
ve recopilado contra un matadero estadounidense conocido. Casi dos
docenas de trabajadores de la fábrica hicieron declaraciones juradas, y
existen vídeos grabados con cámaras ocultas que muestran la crueldad
del caso.
Las condiciones en las granjas de cría intensiva son tan horribles que
muchos animales mueren por enfermedad o a causa de alguna herida an-
tes de llegar siquiera al matadero. Unos 2, 7 millones de terneros no lle-
gan a cumplir el mes de edad. Se ha estimado que las pérdidas de ganado
a causa de enfermedades suman 17.000 millones de dólares al año. Estos
son los costes en dólares, pero no podemos medir los costes en dolor y su-
frimiento animal.
Por suerte no son sólo los defensores de los animales los que están in-
volucrados en la lucha por conseguir mejorar las miserables vidas de los
SUNDANCE Y BUTCH
que no les capturaran durante ocho días. La historia ocupó los titula-
res de los periódicos y cautivó el corazón de los británicos. Mientras
iban pasando los días y la pareja permanecía en el bosque, hubo cier-
to frenesí de atención por parte de los medios de comunicación. Los
cerdos se llamaban Sundance y Butch. Al investigar su pasado, la his-
toria reveló que eran cerdos utilizados en la experimentación, mezcla
de jabalíes y cerdos de raza Tamworth, que habían sido siempre esca-
pistas. En su octavo día de libertad el periódico Daily Mail se los com-
pró al dueño y mandó una brigada de rescate especial. La búsqueda se
produjo durante toda la noche bajo la incesante lluvia. También parti-
cipó la policía, un veterinario, miembros de la Royal Society for the
Prevention of Cruelty to Animáis (RSPCA) [Real Sociedad para la Pre-
vención de la Crueldad con Animales], un cócker spaniel, un perro de
caza mestizo y los medios de comunicación.
En el momento álgido estaban presentes ciento cincuenta fotógra-
fos y cámaras de televisión de los principales canales británicos, perio-
distas y algunos medios de comunicación europeos, norteamericanos
Llevar pieles
tes en las trampas que les sujetan las patas, en los lazos que van estre-
chándose en sus cuellos a medida que luchan por liberarse, o en los ce-
pos que les desgarran el cuerpo y pueden romperles el cuello o la es-
palda. Los castores se quedan a menudo atrapados en el agua y
terminan ahogándose. En Estados Unidos no existen leyes que regulen
la matanza de animales en las trampas, así que los tramperos pueden
las que hemos descrito en las granjas de cría intensiva para obtener carne,
ha industria peletera ha repartido una serie de directrices para tratar a los
animales de granja, pero su uso es voluntario y no se supervisa ninguna
granja peletera. En ellas se mata a los animales de formas distintas: a ve-
ces los golpean en la cabeza, los dejan suspendidos, colgando por la nariz,
o sangran hasta morir. Otras veces son gaseados o les ponen una inyección
letal. A los visones los matan con un golpe seco en el cuello; al igual que
las vacas y los cerdos sienten pánico cuando los llevan al matadero, los vi-
sones sienten lo mismo cuando los sacan de sus jaulas; chillan, se orinan,
defecan y luchan desesperadamente por escapar
Los defensores de los derechos de los animales han luchado dura-
mente y durante mucho tiempo para que la gente tome conciencia del
sufrimiento que rodea la fabricación de abrigos de piel. Algunos de los
anuncios más emotivos que han utilizado incluyen uno en el que el
abrigo de piel de la modelo sangraba por detrás mientras andaba y
otro en el que una actriz, al preferir aparecer desnuda en lugar de con
un abrigo de pieles durante un desfile, conmocionó e hizo las delicias
del público. Durante un tiempo la gente respondió y las ventas de pie-
les disminuyeron en los años ochenta y noventa. Pero, a medida que
frío,excepto entre las tribus indígenas del lejano norte. Para el resto
de nosotros pueden ser igual de eficaces las prendas sintéticas.
Si los diseñadores de moda, modelos y aquellos que compran pieles
tuvieran que ver a un animal forcejeando con las mandíbulas de hierro
de un cepo que pata o la brutal matanza y despellejamiento
le sujeta la
de Carolina del Norte, donde los científicos utilizan unos 230.000 ani-
males para que fue quien introdujo el proyecto de ley,
la investigación),
gatos (98,3 %) y
también con ratas (73,9 %) y aves (67,9 %).
Sólo en Estados Unidos se estima que se utilizan más de 70 millones
de animales al año en investigaciones y que cada tres segundos muere
un animal, a menudo con dolor y miedo. No existe consenso sobre las
formas en las que de investigación son evaluados en las
los protocolos
distintas universidades norteamericanas por los Institutional Animal
Care and Use Committees (lACUC) [Comités institucionales de cuida-
do y uso de animales]. Algunos proyectos aprobados en una universidad
no lo son en otra. En el Reino Unido, según un informe publicado en el
sean admitidos en la —
Comunidad de Iguales defienden que ciertos de-
rechos básicos de los humanos que {teóricamente) pueden hacerse respe-
tar por ley sean otorgados a los grandes simios: el derecho a la vida, la
protección de la libertad individual y la prohibición de la tortura — . En
otras palabras, los grandes simios deberían tener un estatus moral igual
al de los humanos y deberían tratarse igual que éstos ante la ley como in-
dividuos que son. Siete años después, Steven Wise, uno de los muchos
abogados defensores de los derechos animales, publicó el libro Rattling
the Cage, en el que presentaba pruebas irrefutables sobre por qué debe-
ría otorgarse a los chimpancés derechos legales: por su compleja vida so-
cial, sus habilidades intelectuales, emociones similares a las de los hu-
manos y su capacidad para sentir dolor físico y mental.
Una posible pregunta que se nos puede ocurrir
es: ¿para qué am-
dre coyote que acababa de dar a luz una camada de cachorros, como las
dos primaveras anteriores. Imaginé que si encontraba a Sally me condu-
ciría hasta su madriguera. Quería saber cuántos cachorros había tenido y
forma muy directa. Yo estaba confundido, pero no por el miedo, sino por
el asombro que causaba la fuerza de su presencia. «¿ Qué estás haciendo
aquí? Aléjate de mis crías», parecía decir. Continuó mirándome fija-
mente y nuestros ojos se quedaron fijos unos en los otros durante lo que
pareció un lapso de tiempo interminable Fui yo el que bajé la mirada,
.
nos tienen cinco dedos en los pies, cuatro, tres, dos o, incluso, uno en
cada pie, mientras que otros planean sin ninguna pata visible. Los ani-
males duermen en la superficie del suelo, en madrigueras, en agujeros
en los árboles, en cuevas, en nidos muy elaborados, bajo el agua o, in-
cluso, mecidos por las corrientes de aire.
Los animales han desarrollado una enorme variedad de herramien-
tas, armas y otras estructuras que les permiten cazar, preparar y comer
todo esos peces que escupen gotas de agua a los insectos que vuelan
cerca para conseguir derribarlos en el agua. Hay un tipo de araña que
teje alrededor de su propia cabeza un fino hilo de seda con una gota
de pegamento al final para atrapar a las moscas como un pequeño —
vaquero haría con su lazo —
Hay predadores que dejan sin sentido a
.
frágil, migran —
la mayoría de nosotros hemos oído hablar de las mi-
mos algún ejemplo de esos alucinantes viajes que han emprendido pe-
rros y gatos para volver a sus antiguos hogares.
La comunicación animal
Lo que más me fascina son las múltiples formas que tienen los ani-
males de comunicarse entre sí. Entre ellas se encuentran amplísimos
repertorios de vocalizaciones, que van desde los magníficos cantos al
nosotras. Una de las primeras cosas que dijo cuando Aimee me pre-
sentó fue: «Tiene un chimpancé». Aimee estaba encantada porque
había estado enseñándole al loro fotos mías con los chimpancés. La
palabra «chimpancé» ocupaba puesto 701 en su vocabulario ¡y ésta
el
segundo sobre contiene una foto de un hombre que habla por un telé-
fono móvil. «Qué está haciendo al teléfono», dice N'kisi dos veces.
Está claro que se ha abierto ante nosotros un campo nuevo y emo-
cionante de investigación. Los logros de N'kisi son increíbles, pero se-
rán recibidos con un despectivo escepticismo por parte de los científi-
TERCER MANDAMIENTO 69
de vigilancia que pueda registrar con exactitud todo que dice y hace
lo
N'kisi. Entonces, quizás algunos de los escépticos serán más humildes
al juzgar. Cuando pienso en las extraordinarias capacidades de N'kisi,
que a los gusanos de tierra no les gusta que los pisen y, como Albert
Schweitzer o san Francisco de Asís, podemos rescatarlos si los vemos
en un camino de paso. Cualquiera que haya compartido su vida con un
perro, un un conejo, un caballo, un canario o cualquier otro ani-
gato,
mal se habrá podido hacer una idea acertada de cómo ven o sienten el
mundo que les rodea, siempre que les haya tratado como compañeros,
como individuos que poseen su propia personalidad, gustos, aversio-
nes, y no como objetos que se poseen, que nos pertenecen y a los que
dominamos.
Este mandamiento, por tanto, nos alienta a abrir los ojos y la men-
te para tratar a los animales como creemos que sería mejor tratarlos en
sus propios mundos. Si todos viviésemos según este mandamiento, el
mundo sería un lugar maravilloso, porque millones de seres humanos
y animales no tendrían que soportar tantas miserias y sufrimientos. Ve-
ríamos a los animales como maestros, no como cosas u objetos inani-
mados, y los trataríamos según merecen. No permitiríamos que tuvie-
ran lugar las acciones brutales e indescriptibles que ocurren contra
ellos constantemente por todo el mundo.
Es muy importante darse cuenta de que la vida de cada individuo
cuenta en el diseño divino. La mayor parte de las personas cree en su
fuero interno que esto es verdad, pero apartan este pensamiento de
sus mentes y viven en constante negación. La enorme maquinaria de la
publicidad, los carteles de anuncios, la decoración de los escaparates,
aseguran que el público no se vea confrontado con las consecuencias
de sus hábitos de comer carne, sus elecciones de compra y su modo de
vida.Una respuesta típica de alguien al que le intentas explicar lo que
ocurre dentro de una granja de cría intensiva, de un matadero, de un
laboratorio de investigación médica o de algún otro lugar donde los
animales sufren es: «No quiero oír más, odio la crueldad», o «Me en-
cantan los animales, soy demasiado sensible para oír este tipo de co-
sas». Además, tienen miedo de que les hagamos sentirse culpables.
Otra respuesta que oigo a menudo es: «Pero a esos animales los crían
precisamente para servir como comida, para la investigación o lo que
sea». En otras palabras, no son como los animales «reales». Estas perso-
nas en cierta forma tienen razón, porque los animales criados en la
miseria de minúsculas jaulas solitarias, o en condiciones de horrible
hacinamiento, nunca tienen la oportunidad de vivir como individuos
normales de su especie. Pero, desgraciadamente, estos animales esclavos
siguen naciendo con capacidad intacta para sentir dolor, frustración y
la
miedo; igual que los esclavos humanos que nacían en las plantaciones.
TERCER MANDAMIENTO 71
Cuando leemos información sobre las circunstancias en las que son tra-
cargas a las que no pudo escapar nunca porque estaba atado con un arnés
pavloviano, dejará pronto de correr y se quedará en silencio hasta que la
paradores se van a casa. Llaman a sus clientes cuando los perros em-
piezan a puesto que han sido rigurosamente entrenados para
aullar,
cazar pumas y sólo pumas. A veces el cliente tarda un día o dos en lle-
gar, por lo que el puma —
y los hambrientos perros —
deben esperar.
En algunas ocasiones el cliente quiere hacer lo típicamente «deporti-
vo» y va a caballo hasta el lugar de caza, pero lo normal es que le lle-
ven en un todoterreno o en una moto de nieve. Una vez en el lugar,
mata al puma con un rifle —
o para ser más «hombre» con una pistola
o con arco y flecha.
Esa película fue filmada por Cara Blessley Lowe, después de con-
vencer a un preparador para que la llevara a una cacería. No consigo
borrar las imágenes de mi mente. Cinco perros se encontraban en la
base de un árbol aullando, lanzándose hacia el tronco, deseando que
empezara la acción después de tanto tiempo de espera. En lo alto del
árbol, tan alto como podía, se encontraba el puma agachado petrifi- —
cado de miedo —
con un delgado hilo de saliva cayendo de los labios.
,
«otros» como presas. Las hienas también forman peleas territoriales bru-
tales, muy similares a las de los chimpancés.
El hecho de que otros animales puedan ser extremadamente agre-
sivos y humanos y chimpancés posiblemente compartiésemos
que los
un ancestro común hace cinco o seis millones de años sugiere que he-
mos heredado esta predisposición agresiva de nuestro pasado, pero
no puede servirnos de excusa para justificar nuestra cruel conducta
del presente. Hemos desarrollado un cerebro más sofisticado y somos
capaces de entender el sufrimiento en los otros. De hecho, a pesar de
la terrible imagen de la humanidad que pintan diariamente los me-
dios de comunicación sensacionalistas, a la mayoría de la gente les
suelen gustar los animales, demuestran conductas más cariñosas y
maternales que agresivas, y se llevan razonablemente bien unos con
otros.
74 LOS DIEZ MANDAMIENTOS
cómo hacerte entender que quería que le rascaras la tripa o las orejas.
También era bullicioso y con sus aullidos conquistaba el corazón de todos.
Tika era más tranquila y discreta. Si alguien intentaba rascarle la barriga
o las orejas, Kobuk se abría paso a empujones para meterse en medio.
Tika sabía que no podía comer de su plato hasta que Kobuk estuviese le-
con los ojos muy abiertos, esperando algún elogio por haber sido tan ama-
ble con la coneja. Estaba muy orgulloso de sí mismo, he di una palmadi-
ta en la cabeza, le rasqué la barriga y dije «buen chico». Eso le gustó.
tó comer. Todo este tiempo Jethro se quedó detrás de mí, jadeando, mo-
jándome el hombro con su saliva y observando cada uno de mis movi-
mientos. Pensé que intentaría arrebatarme a Bunny o la comida que le
había puesto, pero no, se quedó allí de pie, fascinado por la pequeña bola
de pelo que intentaba orientarse en su nuevo hogar.
TERCER MANDAMIENTO 77
Cuando tuve que dejar la casa sola, llamé al perro para que viniera
conmigo, pero no quiso. Suele venir inmediatamente, sobre todo si le
mató al bebé orix mientras la leona dormía la siesta y el personal del par-
que Samburu informó de que ésta se había enfadado con el macho. Un
experto naturalista, llamado Vincent Kapeen, señaló que era posible que
la leona hubiera adoptado a la cría porque había perdido a su manada y
se sentía sola. Pocas semanas más tarde la misma leona adoptó a otro
orix joven y también permitió que su madre le amamantara. Llegó a
adoptar a un tercero varias semanas después.
También conocemos el caso de Mooney, un caballo andaluz pura-
sangre que se quedó atrapado en el barro hasta el cuello después de
haberse caído al río. De no haber sido por los incesantes rebuznos de la
burra Tricia, que alertaron al dueño, el caballo hubiera muerto con toda
seguridad. Tricia había sido su amiga durante veintitrés años. Al final,
los bomberos consiguieron rescatar al caballo después de una dura
lucha.
Tara oyó sus gritos y corrió hacia allí, pero también cayó al agua. Mien-
tras intentaban mantenerse a flote en el agua helada, apareció Tiree.
Aullando muy alto se agachó y, arrastrándose sobre su estómago, con-
siguió acercarse a ellos. Gilchrist le agarró del collar y esto permitió a
Tara trepar por la espalda del hombre y salir del agua. Una vez fuera,
Tara se agachó también al lado de Tiree, de modo que Gilchrist pudo
agarrar a ambos perros con las dos manos. Una vez colgado, los dos
retrocedieron clavando las uñas en el hielo y arrastraron sus 90 kg fue-
ra del agua. «Arriesgaron su vida para salvarme», dijo después.
En un cálido día de verano el pequeño Sean Harry, de 2 años, esta-
ba jugando entre los árboles de pacana del jardín de su abuela cuando,
de repente, empezó a gritar de terror. Haven, el chihuahua de su abue-
la, corrió hacia él y agarró la serpiente mocasín acuática de casi un me-
tro de largo que colgaba del fondillo de sus vaqueros. El perro puso
las patas encima de las piernas de Sean y zarandeó a la serpiente hasta
que ésta se soltó del pantalón. Por suerte, el reptil ya había tenido bas-
tante y se deslizó lejos de allí. Los pantalones de Sean estaban cubier-
tos de veneno, pero éste no le había alcanzado —
si la serpiente le hu-
cho, existen muchas personas con historias parecidas que creen firmemen-
te que los perros que acudieron en su ayuda apareciendo de la nada eran
sus ángeles de la guarda: como la niña que se perdió una noche en la nie-
ve, el hombre que se cayó en un lugar remoto y se rompió las piernas y la
niño (que volvió pronto en sí). Las mangueras de agua que se habían
con hembras, una de las cuales tuvo un hijo suyo. Cuando contra-
tres
taron a Marc Gusano para que los cuidara le advirtieron que se man-
tuviera siempre alejado de los chimpancés: «Odian a las personas e in-
tentarán matarte».
A lo largo de las siguientes semanas Marc fue dándose cuenta de lo
humanas que parecían sus conductas, de cómo se abrazaban unos a otros
dando gritos de alegría cuando él se acercaba con la comida y de cómo
Oíd Man protegía a su pequeño hijo. Marc pensór «¿Cómo voy a ocu-
parme de estos maravillosos animales si no tengo relación con ellos?».
Así, fue acercándose cada vez más a la isla en su pequeño barco. Un día
Oíd Man cogió un plátano de su mano. Otro, Marc se atrevió a desem-
barcar en la isla. En una ocasión se atrevió incluso a espulgar a Oíd Man
y éste le espulgó a él a cambio. Otro día jugaron. Algunas semanas des-
pués, Marc se resbaló en el barro y asustó sin querer a la cría, que gritó.
Inmediatamente, la madre corrió hacia ellos y mordió a Marc en el cue-
llo. Las otras dos hembras también fueron a ayudarla —
una mordió a
Marc en la pierna y la otra en la muñeca —
De repente, Marc vio a Oíd
.
Man precipitándose hacia ellos con el pelo erizado y cara de furia, para
proteger a su precioso bebé, pensó Marc. Sin embargo, el chimpancé le
quitó de encima a las hembras y no permitió que se acercaran a su amigo
humano mientras éste se arrastraba hasta su barco para ponerse a salvo.
Para mí esta historia es muy simbólica, porque Oíd Man era un
chimpancé que había sufrido horribles maltratos por parte de los hu-
manos y, aun así, prestó ayuda a un amigo humano en un momento en
que realmente lo necesitaba. Por tanto, nosotros, los humanos, con
nuestros sofisticados cerebros y nuestra gran capacidad de entender el
sufrimiento, deberíamos también ser capaces de ayudar a esos anima-
les que tanto nos necesitan.
También otros animales, como los gatos y los delfines, pueden resultar
muy beneficiosos. Los pacientes con trastornos mentales se calman si
se sientan a mirar los peces de un acuario. Y la mayoría de nosotros
hemos experimentado la paz que nos inspira pasar un rato entre árbo-
les y flores en una colina, jardín o bosque, sobre todo si los pájaros es-
hóspito ambiente del centro, has personas sin hogar también establecen
fuertes vínculos con los perros. En el Union Cospel Ministry de Seattle,
en Washington, el doctor Stanley Coe organizó la Doney Memorial Pet
Clinic, para cuidar a las mascotas de las personas sin hogar Para muchas
de estas personas sus animales de compañía son los únicos amigos que
84 LOS DIEZ MANDAMIENTOS
criatura». Eos cuidadores y pacientes dicen que los animales son «segu-
ros» y ofrecen relajación, amistad y «un montón de cariño» a la gente
que lo necesita. Michelle Rivera cuenta muchas historias enternecedoras
en su libro Hospice Hounds, que comienza con el propio relato de Mi-
chelle sobre la enfermedad de su madre y su petición de un perro que le
hiciera compañía. En su lecho de muerte la madre de Michelle, Katheri-
TERCER MANDAMIENTO 83
ne, decía: «Necesito ver a un perro, necesito ver una cola moverse». Vero
las circunstancias eran tales que no había ningún perro en la familia,
porque Katherine había estado viviendo en una residencia de ancianos
que no permitía la entrada de perros. Cuando ya estaba en una situación
terminal, se mudó a vivir con Michelle, pero su hija y su familia no te-
nían perro puesto que no les quedaba tiempo ni de día ni de noche para
ocuparse adecuadamente del animal. Poco después, Michelle dejó de tra-
a visitar a mis padres, mi padre llamó a su amiga Ginger (que había per-
dido a su marido recientemente) para que me enseñara su nuevo tesoro,
un caniche tamaño mini al que no me sorprendió que llamaran Tiny
[«minúsculo»] ¡Lo llevaba dentro de la camisa! Tiny, al que Ginger ado-
.
peto por los animales, que han crecido en estrecho contacto con algún ser
vivo, tienden a ser amables, cariñosos y compasivos con los animales
cuando son adultos. En el caso de niños de un hogar aparentemente nor-
mal que se muestran extremadamente crueles con los animales, esta ac-
titud puede indicar que sufren algún problema psicológico serio. Cuando
ha sido posible rastrear la infancia de asesinos en serie o psicópatas, se ha
descubierto que tenían un pasado repleto de casos de horrible crueldad
con los animales. Por tanto, pueden utilizarse las relaciones que los ni-
ños establecen con los animales para enseñarles a tener compasión y ser
amables o, por el contrario, si estas cualidades están ausentes pueden ser-
vir como indicadores de maltrato a los animales y problemas psicológicos
potenciales.
En mi caso, me siento afortunada de haber tenido una madre muy
sabia que me brindó todo su apoyo, alimentó mi temprana pasión por
todas las formas vivientes y me permitió rodearme de animales vario-
pintos. Cuando tenía sólo 16 meses vino a darme las buenas noches y
me encontró mirando, completamente extasiada, algo que había sobre
la almohada. Al acercarse, vio una pequeña colección de serpenteantes
88 LOS DIEZ MANDAMIENTOS
visoria entre los humanos y el resto de los animales. Esto nos llevó a
hablar sobre cómo comprender a otros tipos sorprendentes de anima-
les;hablamos de elefantes y de su matanza selectiva y de las condicio-
nes en que tenían que vivir los pollos y cabras del mercado. Los esco-
lares querían hacer algo al respecto.
Decidimos, pues, constituir grupos dentro de las escuelas. Nos lla-
maríamos Roots & Shoots [Raíces y Retoños], un nombre que simbo-
liza el poder de juventud cuando está informada y tiene poder para
la
actuar. Las raíces tienen una base firme y los retoños parecen peque-
ños y endebles, pero para poder alcanzar la luz llegan a veces a infil-
trarse a través de muros de ladrillo. Imaginen que los muros de ladrillo
fueran todos los problemas que los humanos hemos provocado al pla-
neta—destrucción del medio, polución, modificación genética de ali-
yectos que generan respeto y compasión por los animales y las perso-
nas. Estos incluyen hacerse responsables de los animales con los que
comparten sus hogares, ayudar a animales heridos, trabajar en centros
de rehabilitación, rescatar perros y gatos de albergues para animales
abandonados y aprender más sobre los animales domésticos y salvajes.
Algunas residencias de ancianos y albergues para animales abando-
nados permiten que los niños de Roots & Shoots lleven animales de vi-
sita. La Universidad de Colorado organiza un baile anual para ancianos
Roots & Shoots. Siempre empezamos dando todos un grito típico de chim-
pancé, el llamado ¡«aullido entrecortado»! Un estudiante se dedicó a pa-
sear y limpiar los desperdicios de un perro que vive con su vecino, que es
un señor mayor, lo que implica que estaba cumpliendo los tres requisitos
de los programas —
ayudaba a un animal, a una persona y mantenía lim-
pio el medio ambiente —
Los estudiantes también pueden aprender unos
.
de otros. Una niña llevó a un hámster a una de las clases. Uno de sus com-
pañeros lo agarró para decirle «hola». Sólo quería ser simpático, pero el
animal retrocedió encogiéndose de miedo y se volvió tímido, en lugar de
mostrarse como normalmente era. Esto provocó una discusión sobre la im-
portancia de tratar a todos los animales con respeto. Cuando, un poco más
tarde, una de las estudiantes fue a clase con su perro, los otros se recorda-
ron unos a otros que había que evitar «imponerse al perro», debían dejar
que él se acercara a ellos cuando le apeteciera.
vavidas y uno de los cuatro tiene que desaparecer, hay que tirarlo por la
mal tiene menos que perder porque sus familiares y amigos no le echarán
tanto de menos como los del humano.
Pueden introducirse también algunas variaciones y los resultados
dan lugar a discusiones muy atractivas y esclarecedoras. Por ejemplo,
podemos suponer que dos de los humanos son personas jóvenes saluda-
bles, y la otra es una persona mayor, ciega, sorda, que no se puede mo-
Otras actividades en las que han participado los niños de los progra-
&
mas Roots Shoots de Norteamérica y del resto del mundo incluyen re-
llenar los espacios en blanco de las siguientes frases y hacer un dibujo
ilustrativo: «Mi sueño es » y «Me siento agradecido por ».
Fue Ellen Bilek, una profesora de Boulder, Colorado, quien puso en mar-
cha este proyecto con niños del parvulario.
CUARTO MANDAMIENTO 95
recido, aunque todavía queda algún bisonte vivo. Todo tipo de especies
menos conocidas han desaparecido para siempre por nuestra causa.
En los bosques tropicales desaparecen una miríada de especies de in-
sectos y plantas durante la tala de árboles, para no volver nunca. Mu-
chos es posible que se extingan antes de haberles puesto siquiera nom-
bre. Y hace poco se ha extinguido para siempre el colobo de Miss
Waldron de los bosques de África Occidental. En unos diez o veinte
años es posible que los grandes simios de África y Asia hayan sido ex-
terminados, con excepción de unos cuantos grupos pequeños que vi-
ven en las áreas protegidas. De hecho, puede que estemos ante el co-
mienzo de la extinción de muchos mamíferos y aves conocidos, así
como ante la extinción continuada de cientos de formas de vida poco
conocidas. Estamos completamente de acuerdo con el catedrático E.
O. Wilson, que cree que esta destrucción de la biodiversidad es uno de
los crímenes que las generaciones futuras nunca nos perdonarán.
A pesar de esto, el número de humanos sigue creciendo. El 12 de octu-
bre de 1999 se declaró oficialmente que la población mundial había alcan-
zado los 6.000 millones, el doble que la de 1960. Se estima que la población
mundial aumentará 3 .000 millones en los próximos cincuenta años. El bió-
logo ÍAichaelMcKinney descubrió que existe una correlación positiva entre
el tamaño de la población humana y la amenaza al número de aves y ma-
animales que las habitan, los gobiernos y el sector privado han estable-
cido parques nacionales y refugios. Debemos estar eternamente agra-
decidos a aquellos que han tenido la previsión de separar grandes ex-
tensiones de tierra para las generaciones futuras —en algunos lugares,
fuera de los límites de estos parques y reservas queda ya muy poco de
las tierras salvajes originales debido al crecimiento de la población hu-
mana y al «desarrollo» —
Pero incluso los animales que viven dentro
.
La caza
vez más en el habitat de los ciervos, éstos y las personas van teniendo
más problemas. Los ciervos representan un peligro para la gente que
conduce de noche por la carretera y son vistos como una plaga porque
se comen las plantas que la gente cultiva en sus patios y jardines. Por
supuesto, si lo miramos desde el punto de vista del ciervo, lo que son
una peste en realidad son las personas, que han destruido su alimento
natural, y los coches, que representan un peligro. En cualquier caso, la
solución consagrada en Estados Unidos, y también en otras partes del
mundo, ha sido la emisión de permisos de caza. Esto reduce el núme-
ro de ciervos, a la vez que aumenta los ingresos de las autoridades que
emiten las licencias.
Los argumentos en contra de la caza tienen más empuje cuando
provienen de los propios cazadores —
personas que se han vuelto en
contra de lo que llaman deporte —
Durante años Tom Mangelsen, un
.
en libertad a los ciervos, que parecían estar muertos, y les dice que ahora
estarán seguros. Los ciervos se alejan dando saltos.
Los DEPREDADORES
Una de las causas del aumento del número de ciervos es que los de-
6.200 zorros, 339 pumas y 17} lobos. Utilizan trampas con cepos, lazos,
venenos, explosivos y disparan con rifles desde el aire, formas de matar
que causan mucho sufrimiento y dolor. Durante ese período, cuando se
QUINTO MANDAMIENTO 103
dinero vendiendo cada vez más permisos de caza a los cazadores que ayu-
dan a «controlarlos».
Se ha perseguido con gran ahínco a los lobos durante muchos años
en campañas destinadas a exterminarlos por completo. En muchas
partes de su territorio han desaparecido. Les disparaban desde los co-
ches o helicópteros, caían en trampas o eran envenenados. Se les acu-
saba de matar al ganado y por ser criaturas peligrosas para
se les temía
la vida humana. Estos supuestos «crímenes» contra humanos también
se atribuyeron a los pumas. Sin embargo, no existe ningún caso regis-
trado de lobos que hayan matado a humanos en Estados Unidos y el
único ataque fue causado por un individuo que tenía la rabia. Existen
muy pocos casos registrados de pumas que hayan atacado a la gente.
Desde 1890 han muerto un total de diecisiete personas a manos de un
puma, de las cuales siete murieron en los últimos diez años —a medi-
da que la gente se internaba más y más en el territorio del puma —Los.
sobre todo con las mujeres, que han comprendido que su futuro está
en peligro por la caza indiscriminada. Estamos intentando persuadir a
las compañías madereras para que incorporen la protección de los ani-
males a sus códigos de conducta, que ahora sólo se ocupan de la sos-
tenibilidad de los árboles en las selvas. Esperamos convencer a las em-
presas de la cuenca del Congo y de África Occidental de que prohiban
la caza ilegal dentro de sus concesiones, que impidan el transporte ile-
la extracción deun mineral llamado coltan, fuente del tántalo que se uti-
liza para revestir muchos aparatos electrónicos, como los teléfonos móvi-
les y los ordenadores. El coltan se puede extraer fácilmente con una pala,
cayó al suelo. Presa del pánico, luchó por liberarse, pero las mandíbulas
de la trampa se hundieron aún más en la carne de su pierna causándole
una herida profunda que le iba a impedir caminar con facilidad. Después
de todo, era un lince con suerte, porque no se rompió la pata. Los huma-
nos que había por allí se acercaron y le dispararon un dardo tranquilizan-
te para que se calmara. Después le pusieron un collar con una radio en el
Así fue como empezó el largo viaje de Lucy hacia el suroeste de Colo-
rado, donde fue retenida durante unas cuantas semanas antes de ser pues-
ta de nuevo en libertad junto a otros linces capturados. El suroeste de Co-
Especies exóticas
¿Intervención o ayuda?
cia el interior del valle del Rift, pero incluso en esa época yo intentaba
tratar a los chimpancés por razones puramente humanitarias cuando
me era posible, porque siempre he tratado de ayudar a cualquier animal
que sufría. Los humanos interferimos de tal forma en la vida de millones
de animales, les causamos tanto daño, que lo menos que podemos hacer
es ayudarles cuando está en nuestra mano — siempre que estemos segu-
ros de que nuestra ayuda no supondrá ningún problema para ellos —
Por ejemplo, en una ocasión se anestesió a perros salvajes para ser vacu-
nados contra el moquillo y esto resultó tan perjudicial para los perros
que podía haber llegado a afectar a su sistema inmunológico, provocan-
do que fueran mucho más vulnerables ante otras enfermedades.
La Carta de la Tierra
Primavera silenciosa
de los sonidos más hermosos y evocadores que he oído, y eso que sólo
he oído los cantos grabados. Gracias a los que han estado estudiando a
estas sorprendentes criaturas, ahora sabemos que el canto de las balle-
nas jorobadas es un canto completo, real, con secuencias ordenadas
que se repiten, al igual que el canto de un ave. Las ballenas cambian
continuamente sus cantos y reinventan notas. Lo más sorprendente es
que cuando las ballenas jorobadas de Hawai cambian los patrones de
sus cantos, otras ballenas de la misma especie que se encuentran tan le-
jos como en las Azores realizan exactamente las mismas adaptaciones.
Envenenar la Tierra
pecies de aves marinas afectadas, sólo cuatro han mostrado una leve re-
cuperación después de la marea negra, pero nueve, entre las que se en-
contraban cormoranes, somormujos, charranes, araos y varias especies de
gaviota, no dieron signos de mejora. Tampoco los investigadores consi-
guen ponerse de acuerdo; algunos dicen que sólo hay una especie en re-
cuperación. El petróleo sigue dañando la vida salvaje: las nutrias mari-
nas sufren daños en el hígado y los intestinos de los patos arlequín están
llenos de hidrocarburos. Sin embargo, Exxon, la compañía culpable de
los vertidos, mantiene: «El medio ambiente en el estrecho de Prince Wi-
lliam está sano, lleno de vida y fortalecido».
go plazo que investigan las complejas redes naturales que no resultan obvias
a primera vista. Crooks y Soulé descubrieron que la diversidad de estas pe-
queñas aves de matorral, el número de especies presentes, era mayor en áre-
as en las que los coyotes estaban presentes o eran abundantes. Los coyotes
matan a los gatos domésticos en los lugares en los que conviven. Los gatos
domésticos, las zarigüeyas y los mapaches evitaban a los coyotes intentando
no pasar por áreas en las que éstos eran más activos. Fueron estas interac-
ciones entre coyotes, gatos y aves las que probablemente tuvieron el mayor
impacto en el descenso y la extinción de las aves de matorral.
A diferencia de los depredadores salvajes, los gatos domésticos cazan
por diversión; matan a los pájaros aunque no tengan hambre. Un 32 %
de los residentes alrededor del área de San Diego, donde Crooks y Soulé
realizaron su estudio, tenían gatos. Un 84 % de estos gatos llevaba a
casa pájaros muertos. Los dueños informaron de que cada gato que caza-
ba volvía con una media anual de veinticuatro roedores, quince pájaros
y diecisiete lagartijas {una gran cantidad de víctimas).
122 LOS DIEZ MANDAMIENTOS
animales, con una prosa muy gráfica: «Imaginen que estuviesen escu-
chando una gran sinfonía [...] la llamada fuerte y sonora de las trom-
petas, el estremecedor canto de los violonchelos, las exuberantes y
aterciopeladas melodías del violín, las eufónicas voces del oboe y el
clarinete y los golpes sordos y apagados de los timbales. A continua-
ción, imaginen que los primeros violines fueran silenciados, después
las violas, las trompas de llaves y las flautas acalladas, hasta que sólo
quedaran los monótonos golpes sordos de los timbales. Eso es lo que
los humanos estamos haciendo con la gran sinfonía que conforma la
naturaleza [...] Estamos silenciando los cantos de la vida salvaje, cuer-
san todo lo que está en su camino en el suelo de los océanos, los ex-
plosivos submarinos para aturdir a los peces y los venenos —
que tie- ,
cautividad fueron fructíferos, y ahora esta preciosa ave rapaz puede ser
vista surcando los cielos en muchos lugares donde se había extinguido.
Durante el año 2000 visité uno de los dos programas de cría en
cautividad que se establecieron en 1987 para salvar al cóndor califor-
niano. En esa época sólo quedaban diecisiete individuos de esta mag-
nífica ave en estado salvaje. Un grupo de biólogos se propuso salvar a
la especie y empezaron un controvertido proyecto —
considerado por
muchos como una enorme pérdida de dinero, puesto que la mayoría
de la gente pensaba que estaba destinado a fracasar —
en el que apre-
saron a los cóndores que quedaban y establecieron dos grupos de cría.
A muy pocas personas se les permite visitar a estos cóndores en los
zoos de Los Angeles y San Diego, por lo que me sentí muy afortunada
mientras observaba a través de un espejo unidireccional a una de las
hembras en su instalación de vuelo y tuve una sensación abrumadora
cuando la vi extender sus alas de dos metros y medio de envergadura.
¡Qué visión más increíble! Y qué éxito después de todo, puesto que
actualmente existen cuarenta y seis cóndores liberados que vuelan en
cuatro lugares de suelta distintos de California y Arizona. Las sombras
de esas magníficas alas de dos metros y medio se mueven de nuevo por
esos antiguos territorios del cóndor californiano gracias a ese peque-
ño, pero resuelto, grupo de albaceas. Ahora, junto a los que se criaron
en cautividad, se ha soltado a dos de los diecisiete cóndores originales,
para que vuelen libres y compartan con los más jóvenes la antigua ma-
jestuosidad del cóndor salvaje. El 1 de febrero del año 2001 había un
total de 161 cóndores, de los cuales 1 15 todavía estaban en cautividad.
En febrero de 2002 se encontró un huevo de cóndor en el sur de Cali-
fornia. Era sólo el tercer huevo descubierto de un cóndor nacido y
criado en cautividad y después puesto en libertad. En abril de 2002 se
vio al primer poUuelo de cóndor concebido y nacido en estado salva-
je. Estos son sólo los primeros pasos hacia una meta que consiste en
vaje por una pareja como padres adoptivos. Como resultado de este y
otros esfuerzos, la población de cernícalos se ha duplicado cada año y
ahora hay unos ochocientos en las islas Mauricio.
Hace veinticinco años sólo quedaban trece ciervos sika de Taiwan y
todos estaban en varios zoológicos del sureste de Asia. Una vez más, la
cría en cautividad funcionó. Ahora existen dos manadas con más de trein-
vaje: el aullido de los lobos. Al igual que todos los otros sonidos de la
naturaleza, tan variados y diversos como los increíbles seres que los
producen: el canto de los gibones, la llamada a larga distancia del ma-
cho orangután, el sobrecogedor rugido de los monos aulladores, los
emocionantes aullidos de los coyotes y chacales, los alaridos de las hie-
nas, los cantos de los coristas alados y las sinfonías cautivadoras bajo
el agua de las ballenas y delfines. Además de todos los otros gruñidos,
maullidos y las múltiples voces de los insec-
trinos, ladridos, chillidos,
tos del mundo. El susurro del viento a través de las hojas de los bos-
ques, los sonidos y cantos de la naturaleza. ¿Podrán las futuras gene-
raciones perdonarnos permitimos que estas vofes se apaguen para
si
Educación
bles, pero si les obligan en clase a seccionar a una criatura que antes
estaba viva, la siguiente vez les resultará más fácil. Hasta hace poco era
común que se obligara a los estudiantes a matar a las ranas quitándo-
les la espina dorsal para después disecarlas, lo que se llamaba «vaciar-
mucho más por los animales al descubrir lo intrincados que son los or-
ganismos que analizan, otros pierden cierto respeto por el milagro de
la vida. Además, al margen de los efectos dañinos que pueda tener so-
bre las actitudes de los niños hacia los animales, su utilización con in-
tenciones educativas se ha convertido en una gran industria que está
generando enormes beneficios. Sólo en Estados Unidos se matan al
año individuos de unas 170 especies para la educación, entre los que
se incluye por lo menos a 10 millones de vertebrados. Se ha estimado
que aproximadamente un 90 %
de los animales que se utilizan en las
disecciones, incluidas las ranas, tortugas y peces, se capturaron en es-
tado salvaje.
¿Hay algo que pueda hacerse? A medida que el movimiento en fa-
y divertidas, sobre todo cuando sabemos que los animales que vemos
disecados murieron en zoológicos o fueron recogidos en accidentes de
tráfico, en lugar de haber sido criados para esas exposiciones. Sin em-
bargo, nunca olvidaré la primera vez que me adentré en los interiores
de un museo de historia natural en Nairobi, Kenia. Le hice una pre-
gunta sobre un pájaro a un ornitólogo que había allí y me llevó dentro
a ver la colección. No podía creer lo que estaba viendo —
un cajón tras
otro de aves muertas, disecadas, embalsamadas, puestas en fila con los
picos en paralelo con fondo del cajón, las patas extendidas junto a
el
trampas de redes muy finas que colocan los ornitólogos en los lugares
de paso para atrapar aves de bosques. Podía imaginar el pánico cre-
ciente al luchar por liberarse, los latidos del minúsculo corazón al ver
acercarse al temido humano. Y, después, el chasquido de la vértebra
del cuello. Una vida más sacrificada en aras de la ciencia. Ya no estaba
interesada en que me contestara a la pregunta que le había hecho.
con las de estudiantes del mismo grupo que habían practicado con perros
y gatos, la actuación de los dos grupos fue igual de buena. En un estudio
llevado a cabo con 110 estudiantes de medicina, éstos calificaron las de-
mostraciones realizadas con ordenador como mejores para aprender so-
SÉPTIMO MAiNDAMIENTO 131
bre fisiología cardiovascular que las que utilizaban perros. Richard Sam-
sel y sus colegas de la Universidad de Chicago se encontraron con que los
estudiantes de medicina de primer curso calificaron como positivas para
el aprendizaje de fisiología cardiovascular tanto las demostraciones con
ordenadores como que utilizaban animales, aunque las sesiones basa-
las
ma parecida y para que nuestra imagen ante ellos fuera también similar.
Con el tiempo se adaptaron a nuestra presencia y ya no se mostraban tan
asustadizos como al principio del estudio. Los datos que recogimos esta-
ban menos contaminados por nuestra presencia y eran más representati-
vos de la conducta natural de estos fascinantes e incansables animales,
unos de mayores tramposos del mundo natural.
los
existen muchas formas de aprender sobre los animales sin necesidad
de hacerles daño. Por ejemplo, cuando los investigadores quieren recopi-
lar información sobre un tema como la paternidad, no es necesario mani-
pular a los individuos para extraerles sangre, sino que se pueden obtener
los perfiles del ADN a partir de muestras de pelos o^de heces. Este méto-
do ha sido utilizado con éxito en chimpancés salvajes y en otros animales.
Otros métodos de recolección de datos son mucho más nocivos para
los animales. Por ejemplo, los investigadores que intentaban documen-
tar la frecuencia de pérdida de huevos en la curruca de cara blanca visi-
taban determinados nidos de estas aves todos los días. Estas visitas te-
nían siempre un efecto nocivo en las aves, puesto que en esos censos
perdían más huevos a causa de la depredación y salían menos polluelos
del cascarón que en otros en los que se visitaban los nidos sólo una vez al
final del típico período de incubación. También los censos de poblaciones
en que los investigadores intentan recopilar información sobre el nú-
los
mero de machos y hembras que viven en determinadas áreas, sus patro-
nes de movimiento y el tamaño global de las poblaciones, pueden resul-
tar muy perturbadores para las aves. Un ejemplo de esto ocurrió con un
censo de pingüinos Adelia en el que los investigadores no sólo se acerca-
ban a la colonia, sino que volaban con una avioneta sobre las aves. Los
pingüinos mostraron profundos cambios de conducta, que incluían des-
viaciones en el rumbo directo de vuelta al nido y un aumento en el
abandono de nidos. Los efectos globales produjeron un descenso del 13
% de individuos en la colonia.
Para algunas especies lo que resulta más perturbador todavía es la
colocación de collares de radio. Para ello se debe atrapar a los indivi-
duos o dispararles desde un coche o helicóptero con un rifle con el
que duerme; después se les pone un collar que emite una señal
se les
única que permite que ese individuo sea localizado desde muy lejos.
Con este método se ha recopilado mucha información extremadamen-
te útil, sobre todo para determinar el territorio y los movimientos de
animales tímidos o nocturnos como los jaguares, los pumas y los tigres.
Pero hecho de que los que realizan este trabajo son nor-
a pesar del
malmente investigadores muy preocupados por el bienestar de los ani-
SÉPTIMO MANDAMIENTO 133
ECOTURISMO
Son muchas las personas que tienen tantas ganas de saber más cosas
sobre los animales en persona que viajan a zonas salvajes para intentar
verlos, observarlos, fotografiarlos o filmarlos. Al hacer esto, pueden
afectar a las vidas de los animales de forma totalmente involuntaria.
134 LOS DIEZ MANDAMIENTOS
los tutsis querían conservar a los gorilas para sacar de ellos futuras ga-
nancias.
Por supuesto que es triste tener que dar un valor monetario a las
áreas salvajes y a las especies animales, pero hasta que las naciones ricas
acepten pagar una especie de tasa de «alquiler» por estos enormes te-
Perforaciones en Alaska
bles delmundo, lo que constituirá una gran pérdida para todos los seres
humanos. Berger y sus colegas también señalan que si seguimos destro-
zando ecosistemas intactos, los investigadores del futuro no podrán ha-
cer comparaciones entre ecosistemas naturales intactos y aquellos que los
humanos han alterado para evaluar el impacto de nuestras intrusiones.
Básicamente, la naturaleza «real» desaparecerá para siempre.
Se sabe muy poco sobre este ecosistema intacto del ANWR y los ex-
pertos advierten sobre el cuidado que hay que tener en la manipulación
de cualquier ecosistema hasta que se tenga información básica sobre las
relaciones existentes entre los animales que habitan en él y la forma en
que las distintas comunidades de plantas y anímale f dependen unas de
otras. El objetivo principal de los biólogos conservacionistas es mantener
tan prístino.
Es muy importante que seamos conscientes de que los hidrocarbu-
ros no son un recurso ilimitado y de que existen cada vez más tecno-
logías nuevas que ofrecen alternativas al petróleo. Conozco a mucha
gente que ya utiliza coches eléctricos o mixtos, que funcionan con cé-
lulas de combustible y otro tipo de motores alternativos. Puede que en
un principio resulten más caros, pero mantenerlos es más barato. Ade-
más, cuanta más gente los compre, más rápido bajarán sus precios.
Pero, ¿cuántas personas para las que el precio no es un obstáculo es-
tarían dispuestas a comprar un vehículo así? Tristemente, hasta ahora
muy pocas. Al margen de estos coches, existen numerosas formas en
las que podemos ahorrar combustible y otras formas de energía, algu-
nas muy simples.
Después de los ataques al World Trade Center y al Pentágono, co-
menzó una cruzada contra el terrorismo que ha proporcionado una
excusa para los que desean explotar lugares como el refugio ártico de
Alaska —
se necesita combustible para el esfuerzo que supone la gue-
OCTAVO MANDAMIENTO 141
rra —Por eso, parecería poco patriótico protestar contra las prospec-
.
tras que cuando alguien daña un objeto creado por Dios, a nadie pa-
rece importarle y es considerado como «progreso».
lizado para matar las malas hierbas) o que fabrique su propio pesticida
interno.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos, que fomenta los
cultivos transgénicos, defiendeque éstos producen mayores cosechas, ne-
cesarias para alimentar a la creciente población mundial. Mantienen ade-
más que este tipo de cultivo necesita menos pesticidas y que
herbicidas, lo
significa que habrá menos productos químicos en el medio ambiente.
Vero a los que mantienen una postura crítica les preocupa que no haya es-
tudios a largo plazo de este tipo de tecnología. También están preocupa-
dos porque los insectos se vuelvan resistentes a los pesticidas fabricados
por las propias plantas y porque la ingeniería genéti€a pueda causar mu-
taciones no esperadas que produzcan toxinas o alérgenos peligrosos para
el ser humano. Una vez que se han introducido en el medio, es imposible
contenerlos o retirarlos; sus efectos son básicamente irreversibles.
A pesar de que la seguridad de los alimentos transgénicos está siendo
continuamente cuestionada por científicos, gobiernos y consumidores de
todo el mundo, este tipo de alimentos está ganando cada vez más acepta-
ción entre los productores. En 1996 menos de un 10 %
de la soja y el
maíz cultivados en Estados Unidos había sido modificado genéticamen-
te. Sin embargo, en dos años, un 33 %
del maíz y un 40% de la soja pro-
ceden de tipos modificados genéticamente. En el mundo existen unos 40
millones de hectáreas de cultivos transgénicos, que incluyen el algodón y
la soja. Otros organismos manipulados genéticamente son la cañóla, la li-
mentos fritos, yogurt, helado, leche en polvo para bebés, margarina, pro-
teína en polvo, salsas, queso de soja, salsa de soja, tamari, perritos de
tofu, hamburguesas vegetales, salchichas, champú, gel de baño, cosméticos
y vitamina E. Los productos biofarmacéuticos transgénicos incluyen an-
titrombina III, angiotensina, insulina y prolactina.
Creo que los alimentos manipulados genéticamente representan
una de las tecnologías más peligrosas que estamos introduciendo en el
siglo XXL Realmente parece que se está fraguando algo siniestro. Es
frecuente que un producto aparezca en los medios de comunicación
perjudicando a las enormes multinacionales, como la patata Monsan-
to, para después desaparecer simplemente del mapa. En el Reino Uni-
OCTAVO MANDAMIENTO 143
vos «normales». Esto provocaría que las granjas con cultivos orgánicos
en ese territorio perdieran su certificado de calidad. Existen pruebas
de que los gusanos de la mariposa Monarca murieron después de co-
mer las hojas que habían sido contaminadas con polen procedente de
maíz genéticamente manipulado. En 2001 algunas personas desarro-
llaron peligrosas alergias aparentemente causadas por comer maíz al-
terado genéticamente, que había sido producido como alimento para
animales. ¿Cuáles serán los efectos acumulables a largo plazo por ali-
mentar a los animales con ese tipo de comida, tanto para ellos como
para los humanos que los comen?
También existen problemas con los medicamentos manipulados ge-
néticamente, como la humulina {insulina humana). Se ha descubierto
que nunca se llegaron a terminar las pruebas clínicas y que en 199^ la
humulina era el octavo medicamento que más efectos nocivos causaba en
Estados Unidos. En Canadá existen diferentes tipos de insulina de ADNr
144 LOS DIEZ MANDAMIENTOS
has mujeres podrían ayudar a prevenir una gran parte del sufrimien-
to equino si se negasen a comprar Premarin, un sustituto del estrógeno
utilizado mundialmente que contiene la orina de yeguas embarazadas. El
Premarin se utiliza en las terapias a base de estrógenos para reducir los
síntomas de la menopausia y las probabilidades de ataques cardíacos, y
cuanto más concentrada sea su orina más valor tiene. A las que tienen
heridas supurantes no les dan antibióticos porque podrían contaminar la
carne, especialmente si esa carne ha sido producida con varios tipos de hor-
monas y antibióticos, o es carne procedente de animales estresados antes
de ser sacrificados. Además, las heces de los animales suelen ser el origen
de la salmonela, y las aves de corral y la carne roja constituyen focos de
contaminación de la bacteria Escherichia coli. Los Center for Disease
Control (CDC) [Centros para el Control de Enfermedades] estiman que
en Estados Unidos existen anualmente unos 76 millones de casos de en-
fermedades originadas por la comida asociados al consumo de productos
animales. El experto en nutrición Colin Campbell descubrió en su estudio
sobre los hábitos de alimentación de la China continental que la dieta baja
primaria en Estados Unidos sustituye la carne en los menús del colegio por
proteínas vegetales, bajas en colesterol.
Debido a la crueldad con los animales que conlleva el hecho de comer
carne, mucha gente ha decidido reducir o eliminar su consumo. Intentan
reducir elnúmero de hamburguesas y otros productos animales de cinco
a dos por semana durante el primer mes, después de dos a una al mes, y
luego una cada dos meses, hasta que eliminan la carne de su dieta por
completo. Esta práctica podría también servir para ayudar a alimentar a
otros humanos que están muriendo de hambre.
Como dice Marc, convertirse en vegetariano o simplemente redu-
cir el consumo de carne ayudará a aliviar el sufrimiento animal, ayu-
dará a alimentar a las personas hambrientas y beneficiará nuestra sa-
lud. Ervin Laszlow, en su nuevo libro Macroshift, proporciona algunos
datos estadísticos escalofriantes sobre el consumo de carne. El consu-
la causa que han colaborado con los anteriores y que también realizan
humanas las que cuentan, sino también las del resto de los animales.
Este es el principal mensaje que intento transmitir en mis conferencias
por el mundo, en las aulas universitarias y en mis libros. Cuanto más
viajo, más leo y más gente conozco, más confianza tengo en el gran po-
tencial que existe en cada ser humano. Confío en esas personas que se
enfrentan a objetivos aparentemente imposibles y nunca desesperan, a
pesar de los reveses y críticas que puedan sufrir, hasta que los consi-
guen; confío también en los que han vivido vidas que sirven de moti-
vación e inspiración para otros.
cida contra animales de todo tipo. Fue ella quien perfeccionó el arte
de establecer grupos de presión en Washington D.C (Capítol Hill).
Juntas visitamos amuchos legisladores a lo largo de los años, con una
buena proporción de éxitos. Otra mujer extraordinaria es la doctora
Shirley McGreal, fundadora y presidenta de la International Primate
Protection League (IPPL) [Liga internacional para la protección de
156 LOS DIEZ MANDAMIErs'TOS
base de su pene con dos bandas de metal y aplicarle una descarga eléc-
trica que le provocará la eyaculación. La razón por la que se utiliza
NOVENO MANDAMIENTO 157
encontraba el laboratorio.
Existen millones de monos y de otros seres con capacidad de sen-
tir que participan en toda una serie de experimentos que, desde el
punto de vista del animal, constituyen torturas. Y existen cientos de
seres humanos que están intentando hacer algo para ayudarles. El pro-
pio Marc, junto a otros activistas locales, ha desempeñado un impor-
tante papel en este aspecto. Fue precisamente su postura abiertamen-
te crítica acerca del uso innecesario de perros para la formación de los
estudiantes de medicina la que provocó que cada vez más estudiantes
optaran por no participar en laboratorios de fisiología en los que se
«sacrifica» a perros —
una forma más suave de decir que se matan —
En la facultad de medicina de la Universidad de Colorado (donde
Marc es catedrático en el campus de Boulder) ha aumentado en un
plazo de cuatro años de dos a más de cuarenta el número de estudian-
tes que eligen alternativas que no incluyen el uso de animales y son
científicamente válidas y aceptables desde el punto de vista educativo.
Se necesita un alto grado de valentía para enfrentarse a la organización
que te contrata y, entre sus muchos logros, Marc puede sentirse muy
orgulloso de éste. Por suerte, existen muchas personas en diferentes
partes del mundo que están dispuestas a arriesgar sus empleos y algu-
nas veces sus propias vidas para denunciar maltratos de todo tipo.
Hace poco se ha constituido una nueva organización, el Laboratory
Primate Advocay Group (LPAG) [Grupo de apoyo a los primates utili-
Cada vez hay más gente que utiliza su profesión para intentar cam-
biar las cosas. El médico Neal Barnard constituyó el Physicians Com-
mittee for Responsible Medicine (PCRM) [Comité de médicos por una
medicina responsable]; el veterinario Nedim Buyukmihci fundó la Asso-
ciation ofVeterinarians for Animal Rights (AVAR) [Asociación de vete-
rinarios a favor de los derechos de los animales] y el psicólogo Kenneth
Shapiro fundó Psychologistsfor the Et bical Treatment of Animáis (PsyE-
TA) [Psicólogos a favor del trato ético de los animales]. Estas tres orga-
nizaciones han sido fundamentales para aumentar el grado de concien-
ciación sobre las muchas formas en las que se utiliza a los animales en la
investigación médica y en la educación, que además de causarles sufri-
miento son innecesarias e, incluso, engañosas. El médico Ray Greek y su
esposa veterinaria, lean Swindle Greek, han escrito un libro llamado Sa-
cred Cows and Golden Geese, que trata sobre los múltiples mitos que
existen en torno a la supuesta importancia de los «modelos» animales
para el estudio de las enfermedades humanas. Kenneth Shapiro, en su li-
bro Animal Models of Human Psychology, también escribe sobre la fal-
ta de éxito de los modelos animales en la investigación psicológica, sobre
todo en el tratamiento de trastornos relacionados con la alimentación.
Andrew Knight, un veterinario de Australia, ha trabajado incansable-
mente para introducir una educación humanitaria en los planes de estu-
dio de las facultades de veterinaria.
Varios filósofos han levantado la voz a favor de los animales. El
australiano Peter Singer escribió Liberación animal, un libro que des-
cribe con gran detalle el maltrato sufrido por los animales en las in-
vestigaciones médicas y las granjas de cría intensiva, y donde se pro-
pone que se incluya a todos los seres vivos capaces de sentir en nuestro
«círculo de compasión». Fue precisamente este libro, publicado por
primera vez en 1975, el que influyó tanto en que personas como yo nos
convirtiéramos al vegetarianismo. Más recientemente, Peter Singer y
Paola Cavalieri comenzaron el Proyecto Gran Simio, del que ya he ha-
rinaria y después pasó a estudiar el tema del maltrato que reciben los
animales en los laboratorios de investigación biomédica y en la indus-
tria alimentaria. Mary Midgley ha escrito numerosos libros en los que
expone los argumentos filosóficos que apoyan el trato humanitario a
NOVENO MANDAMIENTO 159
ban de forma horrible. Las leyes sobre crueldad con los animales son
muy débiles y rara vez se cumplen. Tanto ella como sus colaboradores
no sólo se preocupan por los perros rescatados de la calle, sino que
también trabajan a tiempo completo para financiar sus esfuerzos. Le
di la dirección de correo electrónico de Marc y éste le ofreció su ayu-
da y un montón de ánimo. Nos gustaría poder hacer más.
162 LOS DIEZ MANDAMIENTOS
vido para dar coraje a otros que querían ayudar. Pocos años después Ca-
role Noon ha fundado y dirige el Center for Captive Chimpanzee Care
de Florida, un santuario que aloja a los llamados chimpancés de las
Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, que fueron utilizados en los progra-
mas espaciales. Las fuerzas aéreas han estado prestando estos chimpan-
cés a varios laboratorios de investigación, entre los que se encuentra la
Fundación Coulston de Nuevo México —
el establecimiento que más
cámara en una ocasión y tuvo que pasar varias noches en la cárcel. Mi-
chael Fay ha arriesgado también su vida para conseguir salvar el bos-
que paradisíaco de Endoke. Hace poco recorrió unos 3.200 km atra-
NOVENO MANDAMIENTO 165
que quiera ser calificada de orgánica debe cumplir con ciertas regula-
ciones que prohiben, entre otras cosas, el uso de la biotecnología y las
radiaciones.
Algunas personas han luchado durante mucho tiempo duramente
y con éxito en varios temas conservacionistas. Una de ellas fue la di-
funta Margaret Owings. En 1970 me hospedé en su casa, construida
en lo alto de los acantilados sobre el océano Pacífico, muy cerca de Big
Sur, California. Desde la ventana de su sala de estar miré la escarpada
NOVENO MANDAMIENTO 167
enseñó dónde nadaban las nutrias. Había realizado campañas para pro-
tegerlas del rencor de los pescadores de orejas marinas —que las cul-
paban de la desaparición de sus poblaciones, en lugar de culpar a la so-
breexplotación pesquera — A pesar de que Margaret era artista y
.
A Margaret Owings, con el cariño que sentía por las secuoyas, le hu-
biese gustado conocer a Julia Butterfly Hill, que el 10 de diciembre de
1991 se subió a una secuoya de la costa californiana de 54 m y le puso el
nombre de Luna. Su objetivo era evitar la destrucción y tala de ese árbol
y del bosque en el que había vivido durante un milenio. Julia descendió
de Luna el 19 de diciembre de 1999. Durante los dos años que pasó allí
arriba, atrajo la atención de todo el mundo a causa de su acción no vio-
lenta en defensa del bosque de secuoyas. Sirvió de inspiración a miles de
personas. Sus acciones la convirtieron en la persona más joven del Eco-
logy Hall ofFame [Pasillo de los famosos de la ecología] y más tarde es-
algunos temas que denunció no eran muy bien vistos por el gobierno.
John Haré es un hombre muy inglés. Durante el tiempo que pasó
realizando servicios en el extranjero desarrolló cierto gusto por la
aventura, por lo que no dudó en apuntarse, en cuanto tuvo la oportu-
nidad, a una expedición al desierto de Lop Nur en China, uno de los
más duros del mundo. Allí sobrevivió a todo tipo de peligros y tam-
bién se vio totalmente absorbido por la causa en defensa de los últi-
mos camellos bactrianos salvajes (los que tienen dos jorobas). En Chi-
na sólo quedan unos 260 en estado salvaje y existe otra población un
poco más grande en los desiertos cercanos de Mongolia. Estos came-
llos son muy diferentes genéticamente de los camellos bactrianos do-
NOVENO MANDAMIENTO 169
No un movimiento, crear un
es estrictamente necesario instigar
parque nacional o influir en un gobierno para cambiar las cosas. Cuan-
do mi madre tenía unos setenta y pico años, solía ir a comprar a uno de
los grandes supermercados de Bournemouth en el Reino Unido. Un
día fue a comprar huevos y buscó algún cartel donde dijera «Huevos
de gallinas de corral». No pudo encontrarlo, así que se acercó a una jo-
ven empleada y le preguntó si tenían ese tipo de huevos. «¿Qué es un
huevo de gallina de corral?», quiso saber la dependienta. Así que mi
madre le explicó que era un huevo puesto por una gallina que pudiese
moverse libremente y escarbar en el suelo. «¿Acaso no hacen eso todas
las gallinas?», preguntó perpleja la chica. Ella le explicó entonces lo
que eran las jaulas en batería en las granjas de cría intensiva, cómo les
cortaban el pico, cómo éstos sangraban y cómo a veces les recortaban
el final del hueso de las garras para que las uñas no crecieran y se en-
redaran en los hierros de las jaulas donde vivían. La chica se quedó ho-
rrorizada y un pequeño grupo de clientes fue rodeándolas para escu-
char la historia. El encargado al final apareció para preguntar lo que
pasaba y condujo a mi madre a un despacho en la parte trasera de la
tienda. Allí repitió toda la historia. A la semana siguiente y desde —
entonces todos los días — pudo comprar huevos de gallinas de corral.
Después hizo lo mismo en el supermercado de la cadena Sainsbury.
Como hombre joven con ganas de ver mundo que era, Jon Stoc-
king buscó trabajo en un barco de pesca de atunes. Fue antes de que
lamayoría de la gente se diese cuenta de que muchos delfines morían
en las redes de pesca. Una tarde, mientras recogían las redes, Jon miró
debajo de la baranda y vio a una cría de delfín que estaba siendo aplas-
170 LOS DIEZ MANDAMIENTOS
tada contra uno de los lados del barco. Justo al lado de ella había un
delfín adulto, probablemente la madre. Parecía mirarle pidiéndole
ayuda. Saltó alagua, entre una enorme masa de atunes aterrorizados,
delfines y tiburones. De alguna forma consiguió levantar a la cría de
delfín por encima de la red y ponerla a salvo. Después tuvo que luchar
para salvar a la madre. Al ver a ambos nadar hacia la puesta de sol de
repente se dio cuenta de que había siete u ocho delfines atrapados, de
modo que cortó la red con su navaja y liberó a todos los atunes y a los
delfines. ¡Perdió el trabajo!
Pero este incidente le dejó hechizado. Se dio cuenta de cuántos
otros seres preciosos estaban en peligro, por lo que al final encontró
una forma de hacer algo al respecto personalmente. Consiguió otro
trabajo en un barco con destino a Bélgica, donde aprendería a hacer el
mejor chocolate. Creó su propia empresa, la Endangered Species Cho-
colate Company [Compañía de Chocolate Especies en Peligro de Ex-
tinción]. Actualmente dona por lo menos un 10 % de los beneficios,
antes de descontar impuestos, a una organización que trabaja para sal-
var a los animales que aparecen representados en los envoltorios del
chocolate.
Existen miles de proyectos relativamente pequeños en el mundo,
iniciados por individuos que se preocupan, que poseen una gran de-
terminación que a veces les lleva a tener éxito. En ciertas partes de In-
glaterra durante la época del desove de los sapos cientos de ellos mue-
ren cuando cruzan carreteras de mucha afluencia para llegar a sus
lugares de cría habituales. A alguien se le ocurrió la idea de crear una
serie de túneles por debajo de las carreteras y cada año, durante la
época de cría, docenas de voluntarios se ofrecen a trabajar guiando a
los sapos hacia los túneles —
y asegurándose después de que vuelven
sanos y salvos una vez que han puesto los huevos —
También existen
.
túneles para los ponis y los ciervos nativos bajo las principales carrete-
ras que atraviesan Bosque Nuevo. Fueron construidos cuando se
el
pusieron vallas para evitar que los ponis se acercaran a las carreteras y
murieran atropellados —
eran vallas que además no les permitían ir a
sus habituales prados de pasto —
Esto ocurrió sólo cuando un peque-
.
nido grandes repercusiones. Cuantas más historias que han tenido éxi-
to oigamos, más motivados nos sentiremos para ayudar. Cada voz, por
muy sola que esté, cuenta. Es importante actuar.
En el mundo posterior al 11 de septiembre los animales y las cau-
sasmedioambientales necesitan nuestra ayuda más que nunca, no son
menos importantes sólo porque las necesidades humanas sean tan
grandes. Por eso resulta crucial que las personas famosas del mundo
del teatro, el cine o la televisión ayuden en alguna causa ambiental o
animal. Estrellas de la música pop como Bono, sir Paul McCartney y
La globalización
nantial local. Realizaron una investigación sobre los efectos que ten-
dría en la ecología y fauna silvestre río abajo, los compararon con la
cantidad de puestos de trabajo que se crearían y presentaron una de-
nuncia de tanto peso contra Perrier que se interrumpieron todos los
planes y todavía está pendiente un estudio de evaluación del impacto
ambiental.
Todos grupos intentan crear o mantener los senderos naturales.
los
Un grupo de colegiales está intentando que su comunidad tome con-
ciencia de los peligros que implica la polución del agua para la vida
salvaje. Otro les explica el peligro que supone para la fauna los globos
hinchados con helio — los peces grandes y algunos mamíferos marinos
se tragan los globos desinflados que terminan en el océano y sufren
muertes agonizantes — Otros grupos luchan para que desaparezcan
.
los que las explotaron sin que pudieran moverse. Miles de niños están
aprendiendo cómo cuidar a perros y gatos, conejillos de indias, pollos,
conejos y vacas. Grupos de Norteamérica, Europa, China, Singapur,
Tailandia, Corea del Sur, México y El Congo están diseñando y po-
niendo en funcionamiento, junto a cuidadores de sus zoológicos loca-
les, ideas para aliviar el terrible aburrimiento que supone la vida en
una jaula. Aprender sobre lo que hacen los animales en estado salvaje,
realizar sesiones de observación en zoos y discutir sobre cómo creen
que se sienten los animales suponen importantes lecciones.
Cientos de grupos están organizando eventos para recaudar fondos
en nombre de una gran variedad de causas relativas a la protección
animal. Cientos de animales han sido «adoptados», incluyendo a mu-
chos de los chimpancés de nuestros santuarios del Instituto Jane Goo-
dall. La sobrina de Marc, Nicole Morse, que vive en Weybridge, en
Vermont, hace clips para el pelo con piezas de muñecas bordadas con
cuentas pegadas en pasadores de colores para venderlos en las tiendas
locales. Las ganancias se utilizan en la custodia de chimpancés del Ins-
tituto Jane Goodall.
Varios miembros han pedido a sus amigos que hagan donaciones
de dinero para los proyectos de chimpancés del Instituto en lugar de
regalos de cumpleaños. Una niña llamada India comenzó a ahorrar di-
nero para ayudar a nuestros chimpancés cuando tenía cinco años.
Cuatro de sus amigos también ayudaron y, al ahorrar y pedir a sus pa-
dres y otros adultos que igualaran sus donaciones, fueron capaces de
ofrecerme cheques de más de 2.000 dólares cuando India cumplió los
siete. (Ha decidido quedarse algún dinero en reserva ¡para utilizarlo
Esa misma noche el vídeo fue emitido por todos los canales televi-
sivos de Norteamérica. El director del Instituto Jane Goodall lo vio y
llamó a Rick. «Fue un comportamiento realmente valiente el suyo.
¿Qué le llevó a hacerlo?»
«Verá — le respondió Rick — , le miré a los ojos y era como si mira-
ra a los ojos de un hombre; el mensaje que me comunicó fue: ¿no hay
nadie que vaya a ayudarme?»
Hevisto esa misma petición de ayuda en los ojos de tantas criatu-
ras que sufrían: una cría de chimpancé huérfana que estaba en venta
en un mercado africano; un chimpancé adulto mirándome desde su
jaula esterilizada de 1,50 x 1,50 en un laboratorio de investigaciones
médicas; una perra demacrada y muerta de hambre, abandonada por
su dueño en una playa de Dar es Salaam; un elefante encadenado al
suelo de cemento por una pata delantera y otra trasera. También he
visto esta mirada en los ojos de los niños de la calle que han presen-
ciado cómo mataban a sus familias en la «limpieza étnica» de Burun-
di. En todas partes y por todo el mundo existen individuos que sufren
compensas por matar coyotes en Utah, a pesar de que uno llamado Cop-
per se convirtió en una de las mascotas de los juegos; para matarlos utilizan
todo tipo de métodos horribles como dispararles desde el aire, envene-
trampas y lazos. Sólo se les perdonó la vida temporal-
narles, o ponerles
mente debido a que por razones de seguridad no permitieron sobrevolar
su habitat durante los Juegos Olímpicos.
186 LOS DIEZ MANDAMIENTOS
boles! Puedo ver las montañas desde otras habitaciones, pero ver y percibir
la presencia de este árbol me hace sentir bien —me hace sonreír — , me ayu-
da a apreciar toda la naturaleza.» A menudo me siento y simplemente miro
el «árbol» preguntándome qué estará sintiendo.
LOS DIEZ MANDAMIENTOS
Los árboles son seres maravillosos que proporcionan todo tipo de co-
modidades para muchos animales. Los buscan para utilizarlos de hogar o
refugio, pero como contamos en otro capítulo no siempre son refugios se-
guros. Jane ha contado el horror que sintió al ver a un puma acorralado
en un árbol al que mataron de un tiro en Wyoming. Como he elegido vi-
vir en el territorio del puma, he tenido varios encuentros con ellos. Una
vez, en una noche muy oscura y estrellada, salí del coche para saludar al
pastor alemán de mi vecino, Lolo, y me di cuenta al oírle ladrar detrás de
mí de que ¡estaba saludando a un gran macho de puma que acababa de
matar a un zorro rojo al lado de mi casal Hace unos pocos años casi me
doy de bruces con otro mientras caminaba por la carretera para decirle a
mi vecino que había un puma por nuestra zona y que ¡tuviera cuidado con
sus hijos y el perro! Desde entonces, lo único que he hecho es cambiar mis
costumbres, para poder convivir con estas magníficas bestias pumas,—
osos negros, coyotes, zorros rojos, ciervos y muchas especies de aves e in-
sectos — que me han permitido vivir en su territorio. Ahora voy de ex-
cursión con mi compañero canino, Jethro, con un spray antiosos y una
linterna; a menudo le pongo al collar de ]ethro una luz roja y un casca-
bel, simples ajustes.
No debemos olvidar que la mayoría de las veces somos nosotros los
intrusos en el territorio de los animales, no ellos. Y muchos animales su-
fren cada día alguno de nuestros desastres. En cierto sentido, la Tierra
forma parte de una especie de «experimento» no controlado en el que
cada uno de nosotros tiene su papel. En mayo de 2001 Jane y yo estába-
mos sentados en la terraza de un café parisino (habíamos asistido a un
encuentro del Science and the Spiritual Quest II) cuando vimos a una pa-
loma que cojeaba porque tenía una pata enredada en un trozo de alam-
bre. Intentamos cogerla, pero huyó de nosotros. No pudimos hacer nada
más que lamentar la situación de este pobre pájaro. Muchas aves se en-
ganchan la cabeza con los plásticos que envuelven las botellas y otros
animales también sufren a causa de la basura que la gente deja tirada en
laszonas de acampada, mares, ríos y lagos. No son sólo los propios seres
humanos los que estamos por todas partes, sino también la basura que
producimos. Algunos, aunque seguro que no todos, tenemos simplemen-
te demasiadas «cosas».
No estamos solos en el planeta, aunque a veces nos comportemos
como si lo estuviésemos. Nuestros grandes cerebros, de evolución lenta,
deben enfrentarse a nuevos y cambiantes entornos socioculturales, y és-
tos son los que de alguna forma nos mantienen en contacto con la natu-
raleza, aunque también nos alejan de ella; es esta alienación la que pro-
CODA 189
voca los desenfrenados abusos a los que sometemos al planeta. Nos en-
frentamos constantemente con decisiones difíciles que debemos tomar y
a menudo con elecciones atroces que tienen consecuencias a corto y lar-
go plazo. Pero debemos observar los efectos globales que tienen nuestras
mos cambiar nuestras conductas ya. Necesitamos a los animales y nos en-
cariñamos con ellos porque son seres que sienten, no porque sean
«objetos» insensibles. No obstante, incluso los animales cuya capacidad
de experimentar dolor o sufrimiento no se conoce, merecen nuestro res-
que el polvo del desierto del Sahara cruza volando el océano Atlántico y
aparece en el Caribe y en Estados Unidos. Este polvo arrastra minúscu-
los microbios que sobreviven al viaje de siete días. Las bacterias, hongos
y virus son transportadas por encima del océano y llegan a lugares que se
encuentran a miles de kilómetros de distancia. Como consecuencia,
aumenta el riesgo de que existan enfermedades respiratorias. Un estudio
descubrió que en un día polvoriento cualquiera existen una media de
1^8 bacterias y 213 virus en un litro de aire, mientras que en un día cla-
ro sin viento sólo hayuna media de IS bacterias y 18 virus en el mismo
volumen de aire.
ta de golosinas que habla», que permite a los dueños grabar sus voces en
ella y llenarla de comida para dejársela a perros y gatos que se quedan so-
los durante mucho tiempo. Este sencillo juguete alivia la ansiedad por
separación que sufren muchas mascotas domésticas cuando se las deja so-
las en casa.El alcalde de Cincinnati, en Ohio, ha entregado recientemen-
te la llave de la ciudad a una vaca que consiguió escaparse de un matade-
También está Zivvy Epstein, que adora las selvas y quiere pasar el res-
Como fui niño durante los años sesenta soy un soñador con pocos lí-
mites. Le pido a la gente con la que me relaciono que imaginen que llevan
una maleta llena de valor, compasión y esperanza y que, como se recibe lo
que uno da, ese cargamento de valor, compasión y esperanza nunca se les
agotará. Es fácil que nuestro espíritu y nuestra alma se erosionen por las
cosas «malas» que ocurren a nuestro alrededor. Farece como si fuésemos
adictos a la destrucción de los animales y paisajes a los que más queremos.
Pero cada día ocurren muchas, muchas cosas buenas en todo el mundo
que pueden encender nuestro espíritu e impulsarnos a actuar.
Jane y yo esperamos haberos inspirado para que actuéis —para que
hagáis algo, cualquier cosa — para conseguir que un mundo me-
éste sea
jor. Como señaló Margaret Mead: «No dudéis nunca de que un pequeño
demasiado tarde para hacer algo, aunque sólo sea un minuto, o 10 se-
gundos al día, esto puede suponer una diferencia. Hable con amigos y
con familiares cuando tenga un descanso, mientras da un paseo, o «sale
a dar una vuelta por ahí». Apague las luces, intente que sus duchas sean
más cortas, camine en lugar de coger el coche, recicle y salude a otros pa-
seantes. Escriba cartas a los medios de comunicación locales. Por muy poco
que sea lo que cada uno podamos ofrecer, contribuirá igualmente a conse-
guir grandes soluciones. El más mínimo murmullo —
una pequeña agita-
ción — puede extenderse rápidamente. Aunque sólo tenga tiempo para
ayudar a un único individuo, marcará la diferencia. Se cree que las balle-
nas francas australes podrían sobrevivir si se salva una sola o unas pocas
hembras cada año —
una ballena marca la diferencia.
Debe tener también recursos, utilizar los datos científicos disponi-
bles, el sentido común y las anécdotas para evaluar la información que le
talidad, espíritu yalma que nos mantiene en la lucha por conseguir que
éste sea un mundo mejor se extinguirán. Vor fortuna, tengo la impresión,
y otros están de acuerdo conmigo, de que existen cada vez más estudian-
tes y personas en general interesadas en temas éticos, y de que existe una
tendencia progresiva a preocuparse más y hacer más cosas por los anima-
les, los humanos y el planeta. Me sorprende ver que si ahora hago una
ésta puede extenderse rápida y ampliamente entre todas las gentes, ha paz
y la reconciliación están en el primer lugar del orden del día de muchos lí-
deres mundiales. En abril de 2002 Kofi Annan, secretario general de Na-
ciones Unidas, nombró a ]ane «Mensajera de la Paz». A mí me invitaron
a dar una conferencia en un encuentro sobre el «El camino hacia el cono-
cimiento de la naturaleza», convocado por el Dalai Lama, como parte de
su Kalachakra de 2002 por la paz mundial. La paz y la calma (y la felici-
dad personal, como recalcó el Dalai Lama) son necesarias para acercar a
196 LOS DIEZ MANDAMIENTOS
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«Los diez mandamientos constituye una maravillosa mezcla
de información científica y ética que merece la máxima
atención del público lector. Goodall y Bekoff forman un
equipo admirable.»
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