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JANEGOODALL& MARC BEKOFF

LOS DÍEZ MANDAMIENTOS


PARA COMPARTIR EL PLANETA CON LOS ANIMALES QUE AMAMOS
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in2011

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LOS DIEZ MANDAMIENTOS
JANE GOODALL
MARC BEKOFF

LOS DIEZ
MANDAMIENTOS
para compartir el planeta con
los animales que amamos

Barcelona
PAIDÓS
• Buenos Aires • México
^1
The Ten Trusts. What We Must Do to Care
Título original:
Originalmente publicado en inglés, en 2002, por Harper San Francisco, a división of
HarperCollins Publishers, Nueva York
Publicado con permiso de HarperCollins Publishers, Inc.

Traducción de Patricia Teixidor

Cubierta de Mario Eskenazi

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las
sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o
procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares
de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

© 2002 by Jane Goodall and Marc Bekoff


© 2003 de la traducción, Patricia Teixidor
© 2003 de todas las ediciones en castellano.
Ediciones Paidós Ibérica, S. A.,
Mariano Cubí, 92 08021 Barcelona
-

http://www.paidos.com

ISBN: 84-493-1433-X
Depósito legal: B-34. 08 1-2003

Impreso en Gráfiques 92, S.A.


Av Can Sucarrats, 91-08191 Rubí (Barcelona)

Impreso en España - Printed in Spain


Dedico este libro a la memoria de aquellos que me ense-
ñaron a respetar y amar la naturaleza: Vanne, mi madre,
maestra, modelo a seguir y mejor amiga durante sesenta y
seis años de mi vida; David Greybeard, Fio y los otros chim-
pancés de Gombe; y Rusty, maravilloso compañero y guia en
mi niñez.

Jane Goodall

Dedico este libro a mi madre, Bea trice, que para mí en-


globa todo lo bueno del mundo y que adornó generosamen-
te mi vida con paz, calor, compasión, respeto y abundante
amor.
Me siento profundamente agradecido hacia todos los ex-
traordinarios seres perrunos con los que he compartido mi
vida y hacia los animales salvajes que he podido conocer en
mi camino, formidables individuos que han enriquecido mi
vida desinteresadamente al hacerme partícipe del espíritu,
magia y esencia de su ser Doy las gracias deforma especial a
Jethro...

Marc Bekoff
Sumario

Agradecimientos 11
Introducción 13

Primer mandamiento: Celebrar que somos parte del reino animal 25


Segundo mandamiento: Respetar todas las formas de vida .... 41
Tercer mandamiento: Tener lamente abierta hacia los animales

y aprender de ellos con humildad 65


Cuarto mandamiento: Enseñar a nuestros hijos a respetar y amar
la naturaleza 87
Quinto mandamiento: Administrar con sabiduría la vida en la

Tierra 97
Sexto mandamiento: Valorar y ayudar a conservar los sonidos de
la naturaleza 115
Séptimo mandamiento: Evitar hacer daño a cualquier forma de
vida para poder aprender de ella 127
Octavo mandamiento: Mantener con valentía nuestras convic-
ciones 137
Noveno mandamiento: Elogiar y ayudar a los que trabajan en fa-

vor de los animales y de la naturaleza 153


Décimo mandamiento: Actuar sabiendo que no estamos solos y
vivir con esperanza 173

Coda: Después de lo dicho y hecho, permanecer en silencio es


una traición 185

Fuentes 197
Agradecimientos

Hay muchas personas que nos ayudaron a encontrar información


y también participaron en debates sobre algunos de los temas que he-
mos escrito. Aunque es imposible recordarlas a todas, aquellas que
nos proporcionaron información extremadamente difícil de encontrar
o que hicieron más de lo que estaba en sus manos son: Chris Heyde,
Koen Margodt, Tony Smith, Marty Becker, David Barón, Jim Willis
(que con su mujer, Nicole Valentín -Willis, dirige el Trust Santuario de
Tiergarten), Matt Rossell, Dale Peterson, Joan Kleypas, Aimee Mor-
gana, Brenda Peterson, Tom Mangelsen, Cara Blessley Lowe, Tom
Ranker, Gary McAvoy, Jessica Almy y Gail Eisnitz. Damos así mismo
las gracias a nuestro agente, Jonathan Lazear, y a sus encantadoras co-
laboradoras: Christi Cárdenas, Julie Mayo y Tanya Cromley, por su
ayuda en el lanzamiento de este proyecto y en mantenerlo a flote. Julie
Mayo redactó milagrosamente el penúltimo borrador del manuscrito a

partir de un collage de anotaciones superpuestas. Mié Horiuchi, en-


cargada de la coordinación de comunicaciones del Instituto Jane Goo-
dall, siempre estuvo allí para proporcionar apoyo logístico, y fue un

placer trabajar con Liz Perle, nuestra editora en Harper San Francis-
co. Anne Connolly y Terri Leonard, también de Harper San Francisco,
fueron unas intermediarias formidables, siempre dispuestas a ayudar.
Y, por supuesto, Mary Lewis, que siempre estuvo dispuesta a ayudar, lo-
calizando a Jane, informando a Marc de dónde se encontraba Jane y
cuándo podría hablar con ella, avisándole de cuándo eran necesarios
más calentadores de agua, enviando mensajes de correo electrónico
con la información pertinente y proporcionándole numerosos mo-
mentos de esparcimiento.
Introducción

Este libro, que he escrito en colaboración con mi colega y amigo


Marc Bekoff, es un intento conjunto de conseguir tanto una conexión
más estrecha con el mundo natural como actitudes más éticas hacia to-
das las criaturas que constituyen la multitud de especies con que
las

los seres humanos compartimos este planeta. Intentaremos demostrar


que si enseñamos a nuestros hijos y a todas las personas a sentir com-
pasión por otros animales y a respetar los lugares en los que habitan,
conseguiremos que el mundo sea un lugar más seguro y tolerante. Lo
hemos escrito para los que tienen esperanza en el futuro y en el de sus
hijos y nietos. Creemos que sólo si entendemos lo que nos rodea, po-
dremos preocuparnos por ello, y sólo si algo nos preocupa lo suficien-
te, estaremos dispuestos a ayudar. Además pensamos que si no nos

unimos para prevenir que la frágil salud de nuestro precioso planeta se


deteriore aún más, cualquier esfuerzo para un futuro mejor será en
vano, puesto que hemos llegado a un punto crítico en la historia.
El libro se basa en una serie de mantras que se le ocurrieron a
Marc en noviembre de 1999 durante una excursión con su compañero
canino Jethro. Por mucho que disfrutara del paisaje montañoso de
Boulder, Colorado, donde vive y da clases, no pudo evitar meditar so-
bre los problemas que atormentan a todos los que se preocupan por el
medio ambiente y el futuro de la vida en la Tierra. En vísperas de un
nuevo año, un nuevo siglo y un nuevo milenio, Marc pensó en todas
las cosas que van mal en el mundo: la polución, la destrucción del ha-

bitat, la extinción global de especies en distintas partes del mundo.


Por primera vez en años un primate fue declarado ofi-
casi trescientos
cialmente extinto en año 2000; el colobo de Miss Waldron, un mono
el

de gran colorido que habita los bosques lluviosos de Ghana, desapa-


14 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

recio para siempre. La gente reaccionó ante este hecho con un grado
de asombro mucho mayor que el que había mostrado nunca ante los
cientos de miles de especies menos llamativas que se habían extingui-
do en este siglo.
Marc comenzó a soñar con un futuro en el que tanto los científicos
como los que no lo son pudieran unirse para conseguir el mismo objeti-
vo: crear un mundo en el que las personas respeten y vivan en armonía
con la naturaleza, en el que sus pisadas dejen menos huellas al pasar por
la vida. Un mundo en el que la desesperación que provoca
la pobreza y

el hambre sean cosas del pasado y en que haya una distribución equi-
el

tativa de los recursos necesarios para poder llevar una buena vida. Un
mundo, sobre todo, en el que los humanos pudieran vivir en paz unos
con otros, con los animales y la naturaleza. Estos eran, en realidad, los
temas sobre los que los dos habíamos hablado tanto y sobre los que nos
habíamos estado mandando innumerables faxes en los años anteriores.
Los mantras que obsesionaban a Marc consistían en una serie de pasos
que todos, como administradores del planeta, deberíamos utilizar en
nuestra vida para conservarlo y protegerlo. Describían cómo podríamos
convertirnos en mejores habitantes de la Tierra y en seres más compasi-
vos. Me preguntó si quería sumarme a su iniciativa y publicamos en el
cambio de siglo los mantras resultantes en el periódico Boulder Daily
Camera. El siguiente paso era un libro como éste, en el que poder de-
sarrollar las ideas que había detrás de esos mantras, que empezamos a
considerar como «mandamientos», puesto que es a nosotros a quien se
ha confiado el cuidado de animales y espacios a los que amamos.
El tema principal de los mandamientos es la importancia y valor
del individuo, tema sobre el que he hablado y escrito desde que co-
mencé a estudiar a los chimpancés en 1960. Me refiero no sólo al ser
humano como individuo, sino también al ser animal como individuo.
(Nosotros, por supuesto, también somos animales, pero solemos utüizar
la palabra «animal» cotidianamente para referirnos a los seres anima-

les no humanos.) Defendemos que muchos animales y, sobre todo, los

que cuentan con un cerebro y sistema nervioso central complejos, tie-


nen su propia idiosincrasia, emociones y capacidades para resolver los
problemas que se van encontrando en su mundo. En lo que respecta a
la resolución de problemas intelectuales, los humanos contamos con

un cerebro más sofisticado, pero esto no implica que los animales sean
meras máquinas que marchan al ritmo que marcan los «instintos» o
«impulsos» innatos; son capaces de tomar decisiones y cambiar de
rumbo según lo necesiten. Una vez que aceptemos esto, desarrollare-
INTRODUCCIÓN 15

mos una nueva forma de respeto hacia estos compañeros de viaje y,

con ella, nuevas preocupaciones éticas sobre el trato cruel que nor-
malmente les damos.
Cuando tenía 26 años, Louis Leakey me mandó a la selva a estudiar
chimpancés sin ningún tipo de experiencia científica y sin haber ido a
la universidad. Pretendía conseguir observaciones realizadas por una

mente ingenua, inmune al pensamiento reduccionista que existía entre


los etólogos de la época. Al principio, la mayoría de los científicos puso
en duda mis observaciones por considerarlas meras anécdotas y poco
científicas, especialmente cuando publiqué un artículo en el National
Geographic. Por aquellos tiempos estaba mal considerado, sobre todo
en Europa, que una científica publicara cualquier trabajo en la prensa
popular. Fui tachada de «chica de portada del Geographic». Sin em-
bargo, como mi único objetivo era descubrir los secretos de la vida
social de los chimpancés y ya había aprendido mucho sobre el com-
portamiento animal gracias a mi perro Rusty, no me preocuparon las
críticas. Con el tiempo conseguí obtener el título de doctora en etolo-

gía en la Universidad de Cambridge, que me ayudó a introducir mis


controvertidas ideas y metodología en la corriente científica principal;
después de todo, parecía que la compasión y la ciencia no estaban tan
reñidas.
Marc tuvo un comienzo más convencional en el mundo científico
que el mío, pero también se empapó de una profunda compasión ha-

cia los animales que estudiaba. Con el paso de los años, se fue sintien-
do cada vez más afectado por algunos de los métodos y actitudes que
utilizaban muchos de sus colegas etólogos y psicólogos. Fue su cola-
boración con el filósofo Dale Jamieson lo que al final hizo que nos en-
contráramos en el mismo barco, defendiendo una actitud científica
más compasiva.
Los dos hemos sido objeto de innumerables críticas por considerar
a los animales como individuos, porque creemos que es posible mos-
trar empatia por los seres que estudiamos sin separarnos de la objeti-
vidad científica. Pensamos que, además de la cabeza, se debería utili-
zar el corazón, puesto que tratar a los animales como seres que sienten
y, a menudo, comprenden no tiene nada de anticientífico. Es un hecho

aceptado que los procesos fisiológicos y la anatomía del cerebro y del


sistema nervioso central son marcadamente similares en los monos
del Viejo Mundo, los grandes simios y los humanos. Por lo tanto, existe
una preocupante falta de lógica en la creencia de que, mientras el es-
tado «clínico depresivo» puede ser similar en un humano y un mono,
16 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

sólo el humano es capaz de sentir una emoción tal como la tristeza o la

desesperación. En realidad, resulta mucho más lógico suponer que po-


siblemente las similitudes en la biología, el cerebro y el resto del siste-

ma nervioso conllevan un repertorio emocional parecido en humanos


y animales, y especialmente en humanos y simios antropoides. Cuando
un bebé de simio se comporta del mismo modo que un bebé humano,
que describimos como triste o alegre, ¿cómo puede probar un escép-
tico que la cría de chimpancé no se está sintiendo triste o alegre?
Uno de los objetivos más importantes que nos planteamos al escri-
bir este libro fue demostrar que los seres humanos formamos parte del
maravilloso reino animal y de la naturaleza, que no estamos separados
de ellos. Todos compartimos ese misterioso elixir que es la vida. Nos
gustaría plantear varias preguntas teóricas, y nuestra forma de respon-
derlas estará determinada no sólo por nuestro modo de ver a los ani-
males en el orden mundial, sino también por nuestra forma de vernos
a nosotros mismos en él.
Cuando preguntamos a la gente si arriesgaría su vida para rescatar
a un niño que se está ahogando, la mayoría contesta que sí. ¿Se tiraría
al helado mar, con las olas batiendo en las rocas, para salvar a su hijo?

Por supuesto. ¿Y si el hijo fuera de otro, el de su enemigo o un niño en


estado vegetativo sin ninguna esperanza clínica de recuperarse? La
mayoría de las personas insisten en que en todos estos casos arriesga-
rían su vida —aunque, a menos que nos veamos realmente ante una si-
tuación así, nunca podremos estar seguros —
Sin embargo, sabemos
.

que lo que se espera de nosotros es que nos lancemos al rescate.


Pero supongamos que es su perro, o cualquier otro perro, el que se
está ahogando, ¿se tiraría entonces a salvarlo? Muchas personas arries-

gan la vida — y a veces la pierden —


en situaciones como ésta. La gen-
te que arriesga su vida para salvar a un animal no siempre está bien vista.
A veces los describen con desprecio como sentimentales e insensatos
puesto que, después de todo, al arriesgar sus vidas puede que necesi-
ten que otros, a su vez, los rescaten, poniendo así la vida de estos últi-
mos en peligro. ¿Qué piensa de todo esto?
Supongamos que su madre, su hijo o algún otro ser querido estu-
viera muriéndose y pudiera ser curado utilizando cierto tipo de expe-
rimentación con animales —
sacrificando, por ejemplo, a un chimpan-
cé o a un perro — ¿Cuánta pena sentiría por el sufrimiento infligido al
.

animal experimental? ¿Pensaría siquiera en ello? Supongamos que su


hijo se encuentra en un estado vegetativo y podría mantenerse con
vida si se sacrificara a su perro, que ha sido su amigo más cercano a lo
INTRODUCCIÓN 17

largo de interminables horas mientras cuidaba y veía agonizar a su


hijo. Si éstas fuesen decisiones que usted pudiera tomar dentro de los
márgenes de la ley, ¿qué decidiría? ¿Estaría su decisión influida por lo
que los otros piensen de usted? Son preguntas difíciles, pero vale la
pena hacer el ejercicio mental de intentar imaginar cómo se sentiría y
actuaría uno y, sobre todo, por qué, y cómo responderíamos a las crí-
ticas que nos hicieran si tomásemos una u otra posición en un debate
como éste.

Los perros no dudan nunca a la hora de arriesgar la vida para res-


catar a sus compañeros humanos. Después de la destrucción del
World Trade Center, los perros de rescate trabajaron incansablemente
y con gran coraje en la zona cero junto con sus valientes adiestradores.
Uno de estos perros, Servus, pastor belga Malinois de 9 años, cayó a
una distancia de 4,50 m bajo un montón de polvo. Consiguieron sa-
carlo y estaba casi asfixiado. Cuando se hubo recuperado, su adiestra-
dor, Chris Christiensen, intentó llevárselo a casa a descansar, pero para
su sorpresa Servus se negó a subir al coche. «Se quedó allí mirándo-
me», dijo Chris. Al final, ese día acabaron trabajando siete horas más.
Muchos otros perros trabajaron hasta casi desfallecer y necesitaron
tratamiento veterinario antes de poder continuar.Uno de ellos murió.
Omar Eduardo Rivera se encontraba trabajando en su despacho en
el piso 71 de la cuando el avión secuestrado chocó contra
torre norte
el edificio, veinticinco pisos por encima de él. El señor Rivera es ciego
momento tumbado a sus pies.
y su perro lazarillo, Salty, estaba en ese
El señor Rivera contó: «Me levanté y pude oír cómo caían y volaban
trozos de cristal. Sentí cómo el humo llenaba mis pulmones y cómo el
calor iba volviéndose insoportable». Por supuesto, todo estaba oscuro
como la boca de un lobo en su mundo sin vista. Sabía que no podía
ponerse a correr escaleras abajo debido a la confusión causada por los
gritos, chillidos y pasos presurosos. Pensó que se resignaría a morir,
pero esperaba que Salty pudiera escapar. «Le desaté, le acaricié la ca-
beza, le empujé y le ordené que se fuera.» Durante varios minutos el
señor Rivera se las arregló solo en el caos reinante, pero de repente sin-
tió un empujón familiar a la altura de las rodillas. Salty había vuelto

para guiar a su amigo hasta la calle. «Fue entonces cuando estuve segu-
ro —dijo el señor Rivera —
de que me quería tanto como yo le quería a
él.» La pesadilla del descenso les llevó una hora y salieron del edificio

justo antes de que se desplomara.


Los perros, como muchos otros animales, no muestran ningún
tipo de ambigüedad a la hora de ayudar a sus amigos humanos. Sin
18 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

embargo, nuestros actos hacia los animales se ven a veces limitados


por el miedo a lo que piensen los demás de nosotros. Por ejemplo, el
señor Hoover, cuya casa sufrió varios daños y fue acordonada después
de que el cuarto avión secuestrado se estrellara en Pensilvania, estaba
muy preocupado por la suerte de su gata Woodie. No sabía si estaba he-
rida, o incluso viva, pero en medio de aquel desastre humano pensó
que no sería muy apropiado preguntar por un gato. Confió sus temores
a sus padres, que pidieron permiso para ir a la casa a buscar al gato.
Aunque el permiso fue denegado, un policía estatal accedió a ir con
una bolsa de comida para gatos. Woodie sobrevivió después de que los
trabajadores encargados de los rescates (sin que Hoover lo supiera) le
dieran de beber, la alimentaran y la cuidaran con gran alegría por po-
der ocuparse de una vida en medio de tanta muerte.
En este moderno mundo humanos estamos confusos
occidental los
respecto a nuestra forma de pensar sobre los animales. La mayoría de la
gente quiere a los animales con los que comparte su hogar, pero parece
incapaz de dar el salto emocional e intelectual que va desde su mascota
a otros animales con los que no tiene una relación directa. Un cazador,
por ejemplo, es capaz de colmar de afecto a un cervatillo que ha resca-
tado, tratarlo como si fuera parte de su familia y, aun así, salir al campo

y matar de un tiro, sin ningún remordimiento, a un ciervo de la misma


especie. Un científico que, detrás de la puerta de su laboratorio, causa
un un perro cualquiera, llega a su casa y trata al
terrible sufrimiento a
suyo como a un compañero cercano, haciendo alarde de su inteligencia
y llegando a decir cosas como: «Entiende cada palabra que digo». Cien-
tos de personas observan las gracias de los pájaros en las mesitas de jar-
dín en las que colocan comida, les alimentan a lo largo del invierno, les
proporcionan cajas-nido en primavera y, sin embargo, nunca piensan en
las gallinas domésticas, en los pavos o en los patos que soportan las con-

diciones estremecedoras de las granjas de cría intensiva, donde viven tan


apiñados que no pueden siquiera extender las alas, posarse, ni hacer
ninguna de las cosas que hacen de la vida salvaje de las aves algo tan ale-
gre. Miles de personas que dicen «querer» a los animales se sientan en
una mesa una o dos veces al día para disfrutar de la carne de seres que
han sido privados por completo de aquello por lo que vale la pena vivir,
que han soportado un terrible sufrimiento, el terror de los mataderos
—y el —
antes de dejar su miserable mun-
largo viaje hasta llegar a ellos
do, para una muerte, con demasiada frecuencia, dolorosa.
al final sufrir

En cierta ocasión, cuando mi ex marido Hugo van Lawick y yo


vivíamos y filmábamos en el Serengeti, nos encontramos una gacela
INTRODUCCIÓN 19

Thompson intentando dar a luz. La observamos durante más de dos


horas, hasta que nos dimos cuenta de que la cría estaba situada en una
posición de nalgas. Me imaginé la caída de la noche, las hienas acer-
cándose y los patéticos gritos de la hembra cuando mordieran a su
cría. Cosas como ésta forman, por supuesto, parte de la naturaleza y

ocurren todo el tiempo, por lo que no es muy útil adoptar una visión
romántica de la vida de los animales salvajes. En la naturaleza prima
en muchos sentidos «la ley del más fuerte», aunque la mayoría de las
veces nosotros no seamos testigos del sufrimiento.
No obstante, en esta ocasión Hugo y yo nos sentimos de algún modo
implicados personalmente en este drama, así que fuimos a buscar al

guarda del parque con la esperanza de que pusiera fin al sufrimiento


con su rifle. Pero nos dijo que no, el sistema en el parque era «no inter-
ferir con la naturaleza». No estaría bien privar a las hienas de una comi-

da. Le respondí que dejaríamos de todas formas el cuerpo para las hie-
nas. Nada, no hubo forma de hacerle cambiar de opinión. Sin embargo,
en diferentes ocasiones ese mismo año había dado permiso a un cientí-
fico para que disparara a numerosos ñus con el objetivo de examinar el
contenido de sus intestinos, y a otro para que capturase buitres y les in-
yectara el virus del ántrax con el fin de comprobar si se les podía conta-
giar de forma artificial una enfermedad que parecían inmunes. Un
a la
tercer investigador consiguió permiso para volar sobre manadas de ele-
fantes, causándoles un gran estrés, para marcarlos tirándoles en la es-
palda litros de pintura. El mensaje estaba claro: no hay problema en «in-
terferir» en nombre de la ciencia siempre que se haga guiado por la
razón. Sin embargo, la compasión, mensajera del corazón, no tenía voz,
Pero el mundo está cambiando, somos cada vez más conscientes
del daño que infligimos a la naturaleza que nos rodea, y esta toma de
conciencia está extendiéndose a la ciencia, a los corazones y mentes
del público en general y a la legislación —
cada año se aprueban más
leyes de protección animal y del medio ambiente —
Sin embargo, para
.

muchas especies esta nueva comprensión ha llegado demasiado tarde,


han desaparecido. Para miles de individuos que sufren, el ritmo de
cambio ha sido demasiado lento, pero gracias a la introducción de nue-
vas medidas estamos reemplazando gradualmente la crueldad por la
compasión y creando un mundo en el que los humanos puedan vivir
en paz y armonía con la naturaleza.
Tanto Marc como yo sabemos que Roma no se construyó en un día.
También nos damos cuenta de que el cambio debe venir desde dentro.
Con demasiada frecuencia, vemos cómo los defensores de los derechos
20 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

animales apasionados y bienintencionados insultan a aquellos a los


que intentan convencer de que cambien su modo de pensar. Al obser-
var este tipo de interacción nos damos cuenta fácilmente de que en
poco tiempo de ambas posturas han dejado de escu-
los defensores
charse los unos a los otros. Cada uno está demasiado ocupado idean-
do una nueva defensa o un nuevo ataque. Este ejercicio no hace sino
endurecer las actitudes originales de ambos.
Me recuerda a un suceso que tuvo lugar durante mi primera visita
a Corea del Sur hace unos cinco años. Di una rueda de prensa, con
una gran afluencia de público, y me facilitaron una traductora, una jo-
ven coreana que estaba muy interesada en los animales. En un mo-
mento determinado saqué a relucir el tema de la costumbre coreana de
comer carne de perro. La traductora se puso bastante pálida. «No
creo que deba hablar de esto dijo — — Somos muy sensibles a este
.

tema.» Bueno, eso era algo que yo ya sabía, por lo que la tranquilicé
diciendo que no había ningún problema y tradujo mi siguiente mensa-
je: «¿Saben?, en América y en Europa la gente piensa que los chinos y

los coreanos son muy crueles porque se comen a los perros». En este
momento hubo un murmullo y todos los rostros que había frente a mí
mostraban tensión y dureza. «Bien, tanto en América como en Europa
la gente se come a los cerdos, animales exactamente igual de inteli-

gentes que los perros. Pueden hacerse amigos de las personas, igual
que los perros. No creo que sea peor, desde un punto de vista ético,
comer perros que comer cerdos. Si nos comemos cualquier tipo de
animal, lo más importante es cómo los tratamos mientras están vivos y
si los matamos de forma compasiva o no.»

La audiencia coreana no sólo se relajó, sino que empezó un anima-


do debate sobre sí misma que me tradujo mi ahora sonriente y aliviada
intérprete. Por un lado, algunos de los periodistas querían que supiera
que ellos también tenían perros en sus casas y no se los comían. Un
hombre me dijo que había visto algunos perros fuera de un restaurante
apiñados y en muy malas condiciones y creía que eso no estaba bien.
Otros se mostraron de acuerdo con él. Alguien mencionó que debía
existir alguna ley anticrueldad. Realmente tuve la impresión de que esta
discusión podría haber despertado nuevas formas de pensar sobre el

tema. Todo basaba en la premisa de que los que habitan casas de


se
cristal no deberían tirar piedras —
o, como decimos en Tanzania, «las
personas que viven en casas de paja no deberían encender fogatas».
Es importante darse cuenta de que mucha gente se comporta de
forma cruel por ignorancia, porque no conocen la verdadera naturale-
INTRODUCCIÓN 21

za de los animales,porque no piensan en las consecuencias que tienen


sus acciones o porque se ponen una venda en los ojos, sin querer ver el
sufrimiento que causan o perpetuándolo, sin admitirlo siquiera. Es
como los que trabajan en laboratorios de investigación médica, que
creen que el sufrimiento que infligen a los animales está justificado e
intentan no pensar en ello. A veces, si las personas se pararan simple-
mente a pensar en lo que hacen, habría un increíble cambio de senti-
mientos.
En me invitaron a participar en la Cumbre del Mi-
cierta ocasión,
lenio por la Paz, a laque asistieron los líderes espirituales y religiosos
de Naciones Unidas —
más de mil delegados de cien países, represen-
tantes de casi todas las principales tradiciones religiosas y espiritua-
les — . Yo estaba allí para dar voz
«naciones animales» y tenía sólo
a las
ocho minutos para compartir mis creencias sobre el hecho de que mu-
chos animales tienen su propia personalidad, mente y sentimientos, y
de que sus vidas individuales ocupan un lugar en el diseño divino. Al
día siguiente, dos obispos africanos católicos se acercaron a mí y me
contaron que cuando estaban enfermos solían pedir consejo a sus cu-
randeros locales, quienes les recomendaban sacrificar una gallina o

una cabra. Según que yo había dicho el día anterior, ¿pensaba que
lo
esto estaba bien? Al principio pensé que la intención de esta pregunta
era llevarnos a un debate sobre el hecho de que los humanos tienen
alma y, por tanto, pertenecen a una categoría distinta a los animales.
Sin embargo, me di cuenta de que su interés por conocer mi opinión
era genuino. Les dije que mi papel era sólo compartir mis creencias
sobre la verdadera naturaleza de los animales y que la respuesta a su
pregunta estaba entre ellos y Dios. Asintieron y se alejaron aparente-
mente satisfechos.
Se está causando un gran daño al medio ambiente y, por lo tanto, a
los animales, en nombre del «progreso», para conseguir aumentar los
beneficios económicos de los que ya son ricos y tienen más de lo que ne-
cesitan, pero aún quieren más. Mientras tanto, la población humana cre-
ce a un ritmo vertiginoso y exige cada vez más de
menguantes recur-
los
sos naturales. Actualmente, somos más de 6.000 millones de seres
humanos en el planeta. En algunas áreas, el medio ambiente se está vien-
do dañado por aquellos que son desesperadamente pobres y luchan por
vivir en zonas en las que la tierra ya no puede producir lo necesario de-
bido al aumento de la población. Como no pueden permitirse comprar
comida en otros lugares, cortan árboles para hacer sitio y poder culti-
var la tierra, construir una casa y tener ganado. Cazan animales salvajes
22 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

—con disparos, trampas y lazos — para comérselos, pero los cazadores


furtivos también los utilizan para conseguir un dinero extra vendiéndo-
los a cualquiera que los compre enteros o troceados. En algunas partes
del mundo en vías de desarrollo los líderes sin escrúpulos de gobiernos
corruptos se embolsan grandes sumas de dinero, que suelen ir a parar a
cuentas de bancos privados, gracias a los arrendamientos de enormes
áreas de bosque tropical virgen a compañías madereras extranjeras. A
veces, estas compañías carecen igualmente de escrúpulos y practican la
tala indiscriminada de árboles, desnudando el bosque y destruyendo há-

bitats enteros. Como consecuencia, se están extendiendo en el trópico


los desiertos y cada vez son más frecuentes y graves las sequías e inun-
daciones. De hecho, las inundaciones causadas por el aumento de la de-
forestación se han convertido en un enorme problema en todo el mun-
do, desde Canadá pasando por China y Bangladesh hasta Mozambique.
Es casi seguro que la acumulación de «gases por el efecto inverna-
dero», especialmente por la quema de hidrocarburos, está contribu-

yendo de cambios perceptibles en el clima del planeta.


a la aparición
Esto, a su vez, afecta a todo un conjunto de animales. Por ejemplo, lan
Sterling, un científico que trabaja para el Canadian Wildlife Service,
descubrió que el aumento de la temperatura del aire en primavera en el
ártico euroasiático y en la parte occidental de la Bahía de Hudson pa-
rece amenazar a la población de osos polares. Los osos polares cazan
focas, y para ello las esperan en agujeros formados en la capa de hielo
hasta que salen a respirar y tomar el sol. Cuando el hielo se rompe, los
osos ya no pueden cazar y viven hasta el invierno sobre todo de la gra-
sa acumulada. Ahora el hielo se está rompiendo dos semanas antes que
hace sólo veinte años, y por ello los osos sobreviven en condiciones
cada vez peores y su tasa de natalidad ha disminuido drásticamente.
Una investigación reciente realizada por geólogos, expertos en gla-
ciares y otros estudiosos del hielo antartico llegó a la conclusión de que
existe un 20 % de posibilidades de que la capa de hielo del oeste an-
tartico se derrita a causa del calentamiento global —esto aumentaría
los niveles del agua del mar en 4,87 m, con consecuencias globales enor-
mes — . No consigo olvidar las estremecedoras palabras de Angaangag
Lybetta, el líder de la nación esquimal de Groenlandia. En agosto del
año 2000 envió el siguiente mensaje a un grupo de miles de líderes reli-

giosos y espirituales congregados en el salón de celebraciones de Na-


ciones Unidas: «En el norte cada día sentimos todo lo que hacéis allí

abajo. En el norte el hielo se derrite. ¿Qué se necesita para derretir el


hielo que envuelve al corazón humano?».
INTRODUCCIÓN 23

Los diez mandamientos que se exponen en este libro están desti-


nados no sólo a «derretir el hielo» de nuestros corazones. Si los pone-
mos en práctica en nuestra vida diaria, cambiarán nuestro punto de
vista y nuestro modo de vivir en el planeta. Son simples y, sin embar-
go, profundos. En conjunto, tratan de cómo vivir respetando cualquier
forma de vida, y subrayan nuestras responsabilidades como guardia-
nes del mundo natural. En las siguientes páginas, Marc y yo discutire-
mos muchos aspectos distintos sobre nuestra relación con los anima-
les y la naturaleza. Aunque describimos numerosos casos de gran

crueldad hacia los animales, en todos ellos podemos hacer mucho in-
dividualmente para cambiar el statu quo. A
medida que avance en la
lectura del libro, esto estará cada vez más claro. Hay tantas cosas que
cambiar que a veces sólo con pensar en la ignorancia y crueldad que nos
rodea nos deprimimos. Por eso, también hemos resaltado algunas de
las muchas cosas maravillosas que están ocurriendo y a algunas perso-
nas que han servido de estímulo y que trabajan juntas o por separado
para conseguir cambios.
Describiremos programa para jóvenes del Instituto Jane Goodall
el

(JGI, en sus Roots & Shoots, que actualmente involu-


siglas inglesas),
cra a cientos de miles de jóvenes, desde niños de primaria hasta uni-
versitarios, en actividades diseñadas para hacer que el mundo sea un
lugar mejor para los animales, para la comunidad humana y para el
medio ambiente que todos compartimos. Tenemos la esperanza de que
cada una de las personas que lean este libro se dé cuenta de lo impor-
tante que es que cada uno de nosotros ponga su grano de arena, para
poder acercarnos cada vez más a un mundo en el que la crueldad y el
odio sean reemplazados por la compasión y el amor.
Como todo cambio implica un diálogo, hemos escrito este libro a
dos voces: la mía aparece en una tipografía normal y la de Marc en cur-
siva.

Jane Goodall
PRIMER MANDAMIENTO
Celebrar que somos parte
del reino animal

En nuestro primer mandamiento hablaremos sobre algunas de las

muchas similitudes —biológicas, emocionales e intelectuales — que


demuestran claramente la continuidad evolutiva no sólo en las estruc-
turas físicas, sino también en la conducta. Para los que no crean en la
teoría de la evolución, hemos recogido un cúmulo de anécdotas que
les proporcionarán pruebas convincentes de las muchas semejanzas

que existen entre la conducta humana y la animal. Podemos sentirnos


orgullosos de formar parte del reino animal.
A lo largo de la historia los sabios siempre han sabido que formá-
bamos parte del reino animal. Los nativos americanos y muchos otros
pueblos indígenas del mundo aceptan esta relación con sus hermanos
y hermanas, tanto si caminan a cuatro patas, como si tienen alas o ale-
tas. San Francisco de Asís también describió a los animales como her-

manos y hermanas, tratándolos con suma ternura y veneración; resca-


tó a muchas criaturas, desde conejos y corderos destinados a ser
sacrificados hasta gusanos que cruzaban los caminos. Se identificaba
con ellos en sermones dedicados a animales como aves y peces. El líder
espiritual de la Primera Nación, el jefe indio Dan George, recomenda-
ba a su gente: «Si habláis a los animales, ellos hablarán con vosotros y
podréis llegar a conoceros. Si no les habláis, nunca les conoceréis y lo
que no se conoce se teme. Lo que se teme se destruye».
Millones de personas no se dan cuenta de lo estrecha que es la co-
nexión existente entre los humanos y el resto del reino animal; no se
dan cuenta de que también nosotros somos animales. En lugar de ello,
perciben una realidad falsa en la que los humanos se colocan en un ex-
tremo del abismo insalvable y el resto del reino animal en el otro. Ima-
ginen que un chimpancé, tan parecido a nosotros en muchos sentidos.
26 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

nos tendiera una mano desde el otro lado del abismo. La pregunta im-
plícita en ese gesto sería: «¿Me admitirás como "pariente" tuyo?». Si
te atrevieras entonces a mirarle a los ojos y cogerle de la mano, se da-
ría la vuelta hacia los otros seres animales y de nuevo hacia ti para pre-
guntarte: «¿Y ellos qué? ¿No cuentan también?». Lo cierto es que los
grandes simios son tan parecidos a nosotros en tantos aspectos que sir-
ven como embajadores del resto de los maravillosos animales con los
que compartimos el planeta.
Pero, aunque seamos animales, somos seres claramente únicos. No
se trata sólo de que tengamos un cerebro grande y complejo, sino de
que en algún momento de nuestro pasado evolutivo desarrollamos un
lenguaje hablado muy sofisticado. Otros animales con cerebros com-
plejos tienen patrones de comunicación también complejos, sobre
todo las ballenas, los delfines, los elefantes, los monos y los grandes si-
mios. Los chimpancés, bonobos y gorilas muestran incluso la misma
falta de simetría que los seres humanos en una región concreta del ce-
rebro (el área de Broca), que es fundamental para la producción del
habla. Tanto en los humanos como en estos tres grandes simios, el área
de Broca es más grande en el hemisferio cerebral izquierdo que en el
derecho. Sin embargo, estos simios no son capaces, por lo que sabe-
mos hasta ahora, de discutir acerca del lejano pasado, hacer planes
conjuntos para el futuro, hablar a sus hijos de cosas o sucesos que no
están presentes, generar una idea y darle vueltas para que pueda cre-
cer y cambiar de acuerdo con la sabiduría colectiva del grupo o pre-
guntarse por qué están aquí. Sospechamos que tampoco se preocupan
de si tenemos o no alma. No obstante, nuestro parentesco con el mun-
do animal es, en muchos sentidos, impresionante, sobre todo con los
mamíferos. Y todavía lo es más en el caso de los chimpancés y los otros
grandes simios.
Compartimos aproximadamente un 98,7 % de nuestros genes con
los chimpancés, un 97,7 con los gorilas y un 96,4 con los orangutanes.
Si se da el caso de que los tipos de sangre coinciden, podríamos inclu-
so recibir una transfusión sanguínea deun chimpancé. Pueden conta-
forma experimental con las mismas enferme-
giarse o ser infectados de
dades que nosotros. Existen sorprendentes semejanzas en la estructura
del cerebro y en el sistema nervioso central de simios y humanos, al
igual que en su conducta social y capacidades cognitivas. De hecho,
tanto los chimpancés como los otros grandes simios demuestran tener
muchas habilidades que pensábamos que eran exclusivamente huma-
nas. Se comunican por medio de llamadas distintas, así como por pos-
PRIMER MANDAMIENTO 21

turas y gestos como besar, abrazar, coger de la mano, hacer cosquillas,


pavonearse, lanzarse contra otros, amenazar con el puño, pegar puñe-
tazos, etc. Son capaces de sentir compasión y de comportarse de modo
altruista, pero, como nosotros, tienen también un lado oscuro en su na-
turaleza y pueden mostrar verdadera brutalidad, incluso algunos chim-
pancés llegan a organizar una especie de guerras primitivas. pesar de A
no haber desarrollado un lenguaje hablado como el nuestro (y no po-
der aprender a hablar a causa de las diferencias anatómicas en su larin-
ge), cuentan con capacidades cognitivas que les permiten aprender (en
cautividad) una variedad de lenguajes humanos, como el Lenguaje de
Signos Norteamericano. Pueden realizar abstracciones, generalizar y
utilizar símbolos cuando se comunican unos con otros; algunos indivi-

duos cautivos disfrutan dibujando y pintando.


A principios de los años sesenta, Desmond Morris llevó a cabo un
estudio sobre el arte de los chimpancés y, como una especie de broma,
convenció a una galería de arte de Londres para que expusiera dos
cuadros firmados por un «artista desconocido». Varios críticos, que
dedicaron mucho tiempo a interpretar el significado de estas obras, se
sintieron algo abochornados al descubrir la verdadera identidad de los
¡desconocidos artistas!
Por otro lado, gracias a algunos estudios a largo plazo realizados
con diferentes poblaciones de chimpancés en distintas partes de Áfri-
ca, ahora sabemos que existen diferencias en ciertos comportamien-

tos, como en el uso de herramientas, que parecen transmitirse de una

generación a otra por medio de la observación y la imitación una de —


las definiciones de cultura —
Esta variación cultural no se da sólo en
.

los chimpancés. En un grupo de macacos japoneses que viven en la isla


de Koshima, una joven hembra, llamada Imo, descubrió que podía
quitarle la arena a los boniatos lavándolos en el agua del mar. Otros
individuos jóvenes la imitaron y sus madres siguieron su ejemplo has-
ta que, con el tiempo, toda la tropa de monos había adoptado esta útil

conducta. Posteriormente, Imo aprendió a tirar al mar el maíz que so-


lían dejarles esparcido por la playa. La arena entonces se hundía y ella
podía ir cogiendo los granos limpios en la superficie del agua. (Quizás
hacía esto porque le gustaba el sabor salado.) Esta conducta fue in-

corporada gradualmente en el repertorio de todo el grupo; la primera


persona en describirla fue Shunzo Kawamura en 1954 en un artículo
publicado en japonés.
El experto en temas David Haberman escribió un diverti-
religiosos
do informe sobre la propagación de una nueva conducta aprendida en
28 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

una tropa de macacos rhesus. Estudió un grupo de monos que habitaba


en el templo de una ciudad llamada brindaban, a unos cuantos kilóme-
tros al sur de Delhi. Estos monos, protegidos por el gobierno, viven en
grupos muy grandes en los que la competencia por la comida es feroz. A
principios de los años noventa unmono descubrió de forma accidental
que cuando «robaba» un par de gafas de algún humano, éste le recom-
pensaba con comida {plátanos o garbanzos secos) para que se las devol-
viera. Esto ocurrió una y otra vez, hasta que la conducta se extendió y
pronto muchos otros monos del grupo aprendieron esta nueva forma de
ganarse la vida. Los habitantes del pueblo comenzaron a su vez a quitar-
se las gafas en presencia de los monos y éstos fueron lo suficientemente
ingeniosos como para practicar su nueva costumbre con los despreveni-
dos visitantes.
Este tipo de tradiciones conductuales únicas en determinadas po-
blaciones o grupos se encuentran en muchos otros animales que no
son primates. Por ejemplo, las hembras de las oreas pasan años ense-
ñando a sus crías a cazar focas elefante según los métodos tradiciona-
les del grupo. De hecho, los investigadores han compilado una lista de
casi veinte patrones conductuales de delfines y ballenas que están in-
fluidos por la tradición local y muestran variaciones culturales. Las
madres de algunas hembras de leopardo enseñan a sus hijas el peligro-
so arte de cazar y comerse puerco espines, y éstas, a su vez, transmiten
esta habilidad a sus cachorros. Sin embargo, la mayoría de los leopar-
dos macho no se atreven a vérselas con una presa tan peligrosa.
Eos chimpancés son expertos farmacéuticos. Practican la automedi-
cación, o zoofarmacología, comiendo plantas que los curan de enferme-
dades estomacales. Michael Huffman, que trabaja para el Instituto de In-
vestigación sobre Primates de la Universidad de Kyoto, observó con
detenimiento en cierta ocasión a una hembra de chimpancé salvaje,
Chausiku, que parecía estar enferma. Mientras los otros comían, ella

dormía. Más tarde, mientras iba moviéndose de una zona a otra con su
grupo, se paró y arrancó la corteza de un árbol mjonso, mordisqueó el
endocarpo y se bebió el líquido del interior. Al día siguiente ya comía
como todos los demás: jengibre, higos y hierba. Un colaborador local de
Huffman, Mohammed Kalunde, guarda oficial de la reserva de caza del
parque y curandero conocedor de las plantas, le dijo que el mjonso tenía
propiedades medicinales. Las gentes del poblado de donde provenía Ka-
lunde, los watongwe, así como millones de personas de África, utilizan
la planta para curar trastornos gastrointestinales como la malaria, las in-
fecciones por parásitos y los dolores de estómago. Huffman también ha
PRIMER MANDAMIENTO 29

sugerido una fascinante teoría sobre la conducta de tragar hojas, llama-


da «teoría del Velero». Se dio cuenta de que muchas de las hojas utilizadas

por los chimpancés tenían la parte inferior peluda, algo que explicaba su
función, ya que, a medida que las hojas pasaban por el intestino de los
chimpancés, los gusanos se quedaban pegados en los pelos y los arrastra-
ban hasta ser excretados. Huffman comprobó además que en las heces de
los chimpancés había gusanos vivos entrelazados en los pelos de las ho-

jas que habían pasado a través del intestino.

Emociones animales

Además de los humanos, muchos otros animales pueden sentir


emociones parecidas, y quizás idénticas, a las que conocemos como
miedo, euforia, alegría, vergüenza, rencor, celos, furia, ira, amor, pla-
cer, compasión, respeto, alivio, asco, tristeza, desesperación y pena.

De hecho, son las propias emociones compartidas, sus formas de ex-


presión y unas estructuras fisiológicas y anatómicas similares las que
realmente hacen desaparecer las fronteras entre nosotros y ellos.
Ya no es útil preguntarse si los animales pueden experimentar emo-
ciones, sino por qué éstas evolucionaron y cuál es su función. El estudio
de las emociones en los animales, así como el de otros patrones conduc-
tuales, consiste en mezclar cuidadosamente los relatos anecdóticos, el
sentido común y los datos empíricos «puros y duros». No debemos pres-
cindir de ninguno de ellos, a pesar de la negación de los escépticos a dar
importancia a las buenas historias sobre animales.

El miedo

Todos los animales que tienen cerebros complejos pueden sentir mie-
do, puesto que «sentir miedo» tiene que ver con la propia supervivencia
del individuo. En la naturaleza, no suelen existir segundas oportunida-
des —un animal debe realizar la acción correcta la primera vez que se en-
frenta a una situación peligrosa (ya sea un depredador o el intento de un
extraño de causarle algún daño) — Eos
. aníjnales, por lo general, cuando
se sienten asustados, se encogen, echan a correr o deciden enfrentarse di-
rectamente al peligro. Algunos, como las zarigüeyas, se quedan comple-
tamente inmóviles en el sitio para pasar desapercibidas, preparadas para
lo que pueda ocurrir. Eos elefantes huérfanos que han visto cómo mata-
30 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

ron a sus madres con frecuencia se despiertan gritando, y los perros ca-
llejeros que son adoptados también tienen pesadillas y gritan en sueños.
A menudo se dice que los animales, incluidos los humanos, segregan
un fuerte olor cuando tienen miedo, un olor que los otros individuos
pueden detectar. ]ethro, mi compañero, es un perro enorme, mezcla de
pastor alemán y rottweiler, al que le gusta ir al veterinario, sobre todo
para que le traten con acupuntura su dolorido codo. Pero cuando el perro
que acaba de salir de la sala de consulta ha pasado miedo, Jethro se mues-
tra dubitativo —
en lugar de mover el rabo de un lado a otro, tirando to-
das las cosas que hay encima de la mesa, y mantener las orejas hacia ade-
lante y alerta, mete el rabo entre las piernas y echa las orejas hacia atrás —
E/ olor a miedo se comunica a través de una secreción glandular produ-
cida por la glándula anal del cliente canino anterior. Las ratas a las que
se ha expuesto a la presencia de gatos muestran respliestas de miedo ante
la mera exposición al olor de un felino, ha evolución —
la selección na-

tural — ha producido reacciones innatas que resultan cruciales para la su-


pervivencia del individuo. Cuando un animal se enfrenta a un estímulo
peligroso, no debería tener posibilidad alguna de equivocarse.

La alegría de jugar

El juego social es una actividad que muchos animales disfrutan enor-


memente. Los chimpancés jóvenes y otros animales a los que se hicieron
pruebas en un laboratorio preferían jugar en vez de comer, siempre que
no estuvieran realmente hambrientos. El juego parece ser una conducta
reconfortante en sí misma, que se realiza puramente por el placer que
proporciona. Cuando los individuos se meten de lleno en el juego, no pa-
rece que persigan una meta concreta; sólo desean jugar. Sin embargo, el
juego es importante para el desarrollo físico, social, neurológico y cogni-
tivo, y puede servir también para preparar a los animales ante situaciones

inesperadas. Platón proponía en sus Diálogos la creación de santuarios


locales de juego para los niños de cada pueblo, áreas en las que retozar y
divertirse que se asemejan a los modernos parques para pasear a nuestros
amigos caninos. Así de importante es el juego tanto para nosotros como
para el bienestar de otros animales.
Existe una sensación de libertad increíble en el discurrir del juego.
Todo lo que se hace mientras se juega parece divertido, y seguramente lo

es. Muchas de las mismas sustancias químicas asociadas con la alegría en


los humanos aumentan en los animales cuando éstos están jugando. Las
PRIMER MANDAMIENTO 31

ratas muestran un aumento en los niveles de dopamina cuando preven la

oportunidad de jugar Además, también se ríen si se les hace cosquillas.


Los animales buscan el juego sin descanso y, cuando un compañero
potencial parece no estar interesado en una invitación a jugar, suelen
buscar a otro individuo. En el caso de que todos los posibles compañeros
de juego rechacen la invitación, los animales juegan con objetos o persi-
guen su propia cola. El estado de ánimo juguetón es también contagioso;
a veces, al ver jugar a otros animales, algunos individuos se sienten esti-
mulados. Los animales quieren jugar porque es divertido. Los alces cor-
ren por los campos nevados, pegando saltos en el aire, retorciendo el
cuerpo en sus vuelos, parándose, tomando aire y repitiéndolos una y otra
vez. Los bisontes se persiguen unos a otros y juegan a saltar sobre el hie-
lo y deslizarse por él bramando «guaaa» con excitación. Los chimpancés
a veces dan vueltas sobre sí mismos, llegando a convertirse en volteretas
cuando juegan solos o con amigos.
Muchos animales sólo juegan cuando son jóvenes, pero los grandes
simios, los perros, las ballenas, los delfines, los loros y los cuervos, en-
tre otros, siguen jugando con regularidad también de adultos — igual
que nosotros los humanos —Las chimpancés hembras juegan a me-
.

nudo con sus crías, aunque algunas lo hacen más que otras. La vieja
chimpancé Fio de Gombe a veces encontraba los juegos de sus hijos
completamente irresistibles. Un día toda su familia el macho adulto —
Faben, adolescente Figan y la joven hembra Fifi
el empezó a dar —
vueltas alrededor de un árbol cerca de donde ella estaba, riéndose y
agarrándose unos a otros de los tobillos. Fio estaba ya mayor, tenía los
dientes gastados hasta las encías, pero a pesar de ello no pudo resistir

la tentación de sumarse al juego y agarrar los tobillos de sus jugueto-


nes familiares; así, después de algunos minutos, se levantó y se unió al
juego con su cría Flint colgada de la tripa. Mis recuerdos más queridos
de la época enque estudiaba a las hienas en el cráter Ngorongoro en
la

Tanzania provienen de las noches iluminadas por la luna en las que las

grandes hembras volvían, después de una caza con éxito, a la guarida


en la que se encontraban jugando todos los cachorros. En ese momen-
to, las hembras dominantes se unían a los juegos de persecución de los

jóvenes, con sus enormes estómagos rozando la plateada hierba.


Cuando los policías se enfrentan a una situación tensa o están a
punto de arrestar a alguien, a veces utilizan el humor para disipar la
tensión, hacen un chiste para que pueda surgir la risa. Los animales,
en algunas ocasiones, hacen lo mismo. Black Knight, un chimpancé
que vivía en el zoo de Florida, solía mostrarse muy juguetón cada vez
32 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

que el macho alfa o dominante se preparaba para realizar una ostenta-


ción agresiva de fuerza. Estas ostentaciones solían acabar con un bre-
ve ataque, pero Black Knight, dándose cuenta de que a su superior co-
menzaba a erizársele el pelaje, mostraba un furioso ceño fruncido y
una mirada jactanciosa, y corría hacia él colocándose enfrente en posi-
ción bípeda, mientras se balanceaba de un lado a otro entre risas. Este
truco solía funcionar y lo que había comenzado como una conducta
agresiva terminaba en juego.

Vergüenza: yo no he sido ¿no?

¿Pueden los animales sentirse realmente avergonzados? Solemos


sentir vergüenza cuando hacemos o decimos algo que desearíamos fer-

vientemente no haber hecho o dicho, o cuando alguien nos dice algo


que nos hace sentirnos ridículos. Cuando se sienten avergonzados, los
animales no se ponen rojos, pero existen desde luego ocasiones en las

que hacen cosas que les hacen parecer poco dignos y desear que nadie
les estuviese mirando.
Recuerdo un episodio que ocurrió con un chimpancé de Gombe
llamado Freud, hijo mayor de Fifi. Cuando él tenía cinco años y me-
dio, el hermano de Fifi, Figan, era el macho alfa de la comunidad y
para Freud este poderoso tío suyo era su héroe. Un día, mientras Fifi
espulgaba a Figan durante la siesta del mediodía, Freud trepó por un
delgado tallo de una planta de banano silvestre. Cuando llegó a la
copa llena de hojas empezó a balancearse de forma salvaje de atrás ha-
cia adelante, del mismo modo que lo hacía Figan durante sus impre-
sionantes ostentaciones en las copas de los árboles. Si Freud hubiera
sido un niño, habríamos dicho que estaba intentando destacar. De re-
pente, la rama se rompió y Freud se cayó, aterrizando muy cerca de
donde yo me encontraba. No estaba herido, pero al ver su cabeza
emerger de la alta hierba, me di cuenta de que estaba mirando hacia
donde se encontraba Figan. ¿Le había visto su héroe? Si lo hizo, no
reaccionó y siguió siendo espulgado por Fifi. Freud entonces se fue
muy silencioso a trepar a otro árbol y comenzó a comer.
Marc Hauser, de la Universidad de Harvard, observó a un macho de
macaco rhesus que parecía sentir lo que podríamos llamar vergüenza.
Después de aparearse con una hembra, el macaco se alejó pavoneándose
y cayó accidentalmente en una zanja. Rápidamente se levantó y miró a
su alrededor Después de asegurarse de que ningún otro mono le había
PRIMER MANDAMIENTO 33

visto tropezar, se alejó con la espalda recta, la cabeza y la cola en alto,


como si no hubiese pasado nada.
Cuando estudio los episodios de juego analizo las cintas de video ob-
servando cada plano, para ver los detalles de estos traviesos encuentros
que tienen lugar con increíble rapidez, hos participantes realizan una mi-
ríada de acciones durante el juego: se agachan, se muerden, se dan golpes
de cadera, se agarran con la un lado pero van hacia
boca, fingen ir hacia
otro e intercambian toda una movimien-
serie de expresiones faciales y
tos oculares. Me sorprende la cantidad de veces que puedo ver una se-
cuencia concreta y encontrar siempre algo que no había visto antes. En
una secuencia de juego observada unas veinte veces entre Sasha, una pe-
rra alaska malamute bastante grande {algunos dirían que incluso obesa),

y su amigo Woody, un ágil y esbelto chucho que la visitaba a diario, me


di cuenta de que Sasha había hecho una mueca de dolor después de que
Woody la mordiera en el labio. Siguió jugando un rato y después se dio
la vuelta para chuparse la herida moviendo todavía la cola y mantenien-

do su cara de juego. Constantemente, miraba por encima del hombro


para ver si Woody la observaba y, cuando éste se daba la vuelta, giraba la
cabeza a un lado, volvía a lamerse el labio y se lanzaba contra él como si
no hubiera pasado nada. El juego de lucha continuó, pero no hubo más
mordiscos. Una vez que terminaron de jugar, Sasha se tumbó, se rascó
una oreja y se durmió. Un poco más tarde ese mismo día, después de que
Woody se hubiera marchado ya, vi que Sasha se chupaba el labio y se es-
tremecía de dolor. Cuando me acerqué a ella me di cuenta de que tenía
un profundo corte en el labio, a pesar de no haber permitido de ningún
modo que Woody se diera cuenta de ello. Por ese día había tenido bas-
tantes juegos, por lo que, cuando su colega Khartoum se acercó por el ca-
mino para su sesión diaria de ejercicio, no quiso jugar.

Ira e irritación

Aunque loschimpancés adultos pueden mostrarse increíblemente


tolerantes con los jóvenes, algunas veces se enfadan. En una ocasión,
mientras observaba a dos chimpancés adolescentes comiendo, Evered,
que era un poco mayor y más fuerte, atacó de repente a la joven Pooch
y le quitó todos los plátanos. Pooch gritó con fuerza, pero las cosas se
calmaron rápidamente y los dos se sentaron uno al lado del otro a co-
mer. Para mi sorpresa, Pooch comenzó a gritar con furia súbitamente,
se acercó a Evered y le pegó salvajemente. Miré hacia arriba y vi al vie-
34 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

jo macho Huxley observando Huxley se había convertido en


la escena.
el guardián de la joven Pooch, después de que la madre de ésta murie-

ra. Estaba claro que cuando ella le vio acercarse decidió utilizar su

ayuda para castigar a Evered. Sin embargo, Huxley evaluó la situa-


ción, corrió hacia los dos, les golpeó (aparentemente por igual), y se
restableció la paz.
En otra ocasión, Freud, el hijo de Fifi, que tenía por entonces poco
más de 5 años, trepó por un árbol hasta colocarse encima de un ba-
buino macho de gran tamaño que estaba sentado en el suelo. Se colgó
de una rama baja y comenzó a provocar al babuino dando patadas al
aire encima de su cabeza. Después de un rato, el papión se enfadó, se
puso de pie, emitió un rugido terminado en ladrido y golpeó al moles-
to chimpancé. Freud gritó, provocando que su madre Fifi, que estaba
sentada cerca de con su recién nacido, acudiera en su defensa, la-
allí

drando y golpeando al babuino. Las cosas se calmaron rápidamente.


Durante unos minutos Freud permaneció sentado junto a su madre,
pero después volvió a trepar al árbol a molestar al babuino; toda la se-

cuencia se repitió. No podía dar cuando vi que Freud persistía


crédito
en molestar al babuino. Esta vez, cuando el babuino se lanzó contra
Freud, Fifi corrió hacia ellos y golpeó con ira a su hijo, que gritó con
fuerza, se alejó corriendo y, al final, se puso a comer profundamente
arrepentido.

Amor, tristeza y pena

En muchos animales encontramos ejemplos de lazos estrechos y dura-


deros que pueden describirse como amor. Bernd Würsig observó el cortejo
en la ballena franca austral de la Península de Valdés, en Argentina. Du-
rante el cortejo, Aphro (hembra) y Butch (macho) se tocaban continua-
mente empezaban a realizar un lento movimiento de caricias
las aletas,

con ellas y rodaban una hacia la otra. Entrelazaban ambos pares de aletas
brevemente, como en un abrazo, para después girar hacia arriba y perma-
necer una al lado de la otra. Después se alejaban nadando juntas, tocán-
dose, saliendo a la superficie y hundiéndose a la vez. Würsig siguió a las
dos ballenas durante una hora, en la que continuaron su viaje íntimo.
Piensa que Aphro y Butch se sintieron poderosamente atraídas la una por
la otra y tuvieron por lo menos una «sensación de bienestar» mientras se

alejaban, por lo que se pregunta: «¿No podría tratarse de amor entre cetá-
ceos?».
PRIMER MANDAMIENTO 35

El amor también abunda en madres y sus pe-


las relaciones entre las

queños. En Tailandia una madre elefanta de 23 años llamada Pang Soi


Thong se quedó atascada en el barro después de rescatar a su cría, Lam-
yai. La elefanta había conseguido soltarse de la soga que la mantenía ata-
da para rescatar a su hija que había quedado presa en el barro y gritaba.
Cuando la madre también se atascó, Lamyai la ayudó y consiguió resca-
tarla con la ayuda de los habitantes locales. El veterinario que presenció

la escena, Alongkorn Mahannop, exclamó: «La madre se encuentra a sal-


vo, lo ha conseguido gracias al poder del amor».
Las aves también son capaces de «enamorarse». Konrad Lorenz, gana-
dor del premio Nobel por su trabajo sobre el comportamiento de los ani-

males, señaló que «el peculiar proceso de enamoramiento del ganso silves-

tre se parece en muchos sentidos al humano». Después de emparejarse,


machos y hembras se vuelcan fervientemente el uno sobre el otro. Ocurre
lo mismo en muchas otras especies de aves, como comenta Bernd Heinrich

sobre los cuervos: «Como los cuervos tienen parejas a largo plazo, sospecho
que deben enamorarse como nosotros, simplemente porque se necesita
cierta recompensa interna para mantener un vínculo de pareja duradero».
Heinrich ha estudiado y vivido con cuervos durante muchos años y conoce
muy bien a estas aves. Los padres y madres cuervos deben cooperar para
poder cazar presas para sus pequeños. Durante permanecen cerca
el día
uno del otro, duermen juntos y emiten vocalizaciones suaves. Además,
juegan entre ellos, se acicalan las plumas y comparten comida. Durante el
cortejo se alimentan mutuamente sujetándose con suavidad el pico.
En Tezpur, India, un grupo de cien macacos rhesus detuvo el tráfico
después de que una cría fuera atropellada por un coche. Los monos rodea-
ron al pequeño herido, que tenía las piernas rotas y permanecía tumbado
en la carretera sin poder moverse, bloqueando el tráfico. Un funcionario
del gobierno comentó que los monos parecían enfadados y un tendero lo-
cal dijo: «Era todo muy emotivo... Algunos monos le daban masajes en
las piernas al pequeño. Al final se marcharon llevándose al herido».

Muchos animales se deprimen y encierran en sí mismos cuando


pierden a un compañero cercano. La intensidad de la depresión o la
pena depende, en realidad, de la fuerza del vínculo que exista entre
los dos o del grado de dependencia. El vínculo que existe entre una
madre chimpancé y su cría es parecido al que tienen las madres hu-
manas y sus hijos —
en otras palabras, es similar a lo que llamamos
amor — Los chimpancés jóvenes que han perdido a su madre exhi-
.

ben los mismos síntomas clínicos de depresión que los huérfanos hu-
manos: adoptan una postura encorvada, se abrazan a sí mismos, se
36 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

balancean de atrás hacia adelante y se mantienen alejados del contac-


to social con los compañeros de su edad.
Nunca olvidaré los días posteriores a la muerte de la vieja matriar-
ca Fio, cuando observamos a su hijo Flint sumirse cada vez más en la
depresión y la pena. Tres días después de su muerte tuvo lugar un in-
cidente de lo más conmovedor. Observé a Flint trepar despacio a lo
alto de un árbol que había cerca del lugar donde murió su madre. Fue
recorriendo una de las ramas y se paró para mirar hacia un nido de
chimpancé vacío. Al cabo de aproximadamente un minuto, se dio la
vuelta y bajó muy despacio al suelo, donde permaneció con los ojos
muy abiertos, sin expresión ni luz alguna. Ése era el nido que había
compartido con su madre unos pocos días antes de que muriera. A
medida que pasaba el tiempo, Flint se volvía cada vez más letárgico,
dejó de comer, no mostraba ningún interés por los otros chimpancés y
acabó enfermando debido a la debilidad de su sistema inmunológico.
La última vez que lo vi estaba demacrado y con los ojos hundidos, de-
primido y enfermo. Su último paseo, muy corto, lo hizo al mismo sitio
donde murió Fio, en la orilla de las claras aguas del río Kakombe. Se
quedó allí unas cuantas horas, sin moverse, mirando fijamente al agua.
Después se arrastró unos cuantos metros, se desplomó y no volvió a
moverse nunca. Creo que murió de pena.
La intensidad del vínculo amoroso existente entre las ballenas es
tan fuerte que cuando éste se rompe suponemos que la pena es de una
intensidad equivalente. Brenda Peterson describe un vídeo, grabado
por un respetado investigador de ballenas, que recogía una interacción
extraordinariamente conmovedora entre dos ballenas jorobadas. La
embarcación de los investigadores encontró el cuerpo de una ballena
macho muerta flotando en el agua. Cuando uno de los científicos se
preparaba para examinarlo con la intención de buscar la causa de su
muerte, una segunda ballena se sumergió por debajo del cuerpo y lo
empujó hacia la superficie. Una y otra vez la ballena repitió esta tácti-
ca —es lo que hace una ballena madre para ayudar a su cría a respirar
por primera vez — Después, la ballena que había llegado a la escena
.

siguió flotando sin moverse durante un rato por debajo del cuerpo
inerte, para a continuación elevarse y abrazarlo con sus enormes aletas
pectorales. Permaneció allí flotando durante cinco horas, abrazando a
su compañero muerto. El investigador le puso al vídeo el título de «El
más grande amor».
Las aves, del mismo modo que pueden amar, también pueden sentir
pena por la muerte de un congénere. Lorenz escribió: «Un ganso salvaje
PRIMER MANDAMIENTO 37

que haya perdido a su compañera mostrará los mismos síntomas que


John Bowlby ha descrito en los niños humanos en su famoso libro Infant
Grief: ojos profundamente hundidos, una expresión general de abati-
miento, cabizbajos». Los humanos se aprovechan a menudo de la lealtad
entre las parejas de gansos o patos y así, después de matar de un tiro a
uno de los dos, los cazadores esperan cerca del cuerpo, seguros de que la
pareja volverá. Esto también ocurre con otros animales. Rick Bass, en su
libro The New Wolves, describe cómo el famoso naturalista Ernest
Thompson Seton se aprovechó de la profunda pena que sentía Lobo, un
afligido macho. El cuerpo de la compañera de Lobo, Blanca, fue arras-
trado dentro de la zona donde habían colocado las trampas para esparcir
su rastro. Cuando Lobo volvió a la zona buscando a su querida Blanca,
cayó en una trampa, fue torturado y acabó muriendo. Seton y algunos de
sus amigos habían matado a Blanca mucho antes. La cogieron con un
lazo y después consiguieron «acabar con ella haciendo que sus caballos ti-

raran de la cuerda en direcciones opuestas "hasta que la sangre le brotó


por la boca"». Seton y sus amigos se regocijaron por la carnicería que co-
metieron con Blanca antes de torturar a Lobo.
Existen incontables anécdotas sobre la desolada aflicción que
sienten los perros y gatos cuando pierden a un compañero animal
muy querido. De hecho, la American Society for the Prevention of
Cruelty to Animáis (ASPCA) [Sociedad Americana para la Preven-
ción de laCrueldad con los Animales], en respuesta a la preocupa-
ción mostrada por los humanos sobre la profunda pena que sienten
sus perros y gatos cuando pierden a un compañero animal, llevó a
cabo un estudio para determinar los cambios de comportamiento aso-
ciados a tal pérdida. Los perros y gatos afligidos muestran cambios
signifícativos en sus hábitos de sueño y alimentación; dos gatos, por
ejemplo, se negaron a comer hasta que, a pesar de los intentos para
obligarlos a ingerir alimento, se quedaron tan débiles que tuvieron
que ser sacrifícados. Los perros y gatos afligidos muestran también
cambios en la confianza que tienen en sí mismos y en la cantidad de
cariño que necesitan después de la pérdida. En ambos casos, más de
un tercio de los animales pedían más cariño cuando estaban tristes.
Por suerte, la mayor parte de los cambios de conducta que se dan en
estos animales afligidos a causa de la muerte de algún amigo cercano
se resuelven en el plazo de uno a seis meses. Sin embargo, no puede
negarse la intensidad de esta pena.
La devoción, lealtad y cariño que puede surgir entre los humanos
y los perros es algo legendario. Cualquiera de nosotros que haya teni-
LOS DIEZ MANDAMIENTOS

do de compartir su vida con algún perro y ganarse su cariño


la suerte

estará familiarizado con la terrible aprensión que sienten cuando em-


pezamos a hacer las maletas. Mi propio perro, Wiski-Biski, es capaz de
dormir encima de mi maleta, ya terminada de hacer y lista en el vestí-
bulo. Una vez se me olvidó cerrar la cremallera y se dedicó a sacar toda
mi ropa para poder acurrucarse dentro. Suele dejar de comer y negar-
se a salir a pasear un par de días después de mi partida, pero creo que
siempre ha sabido, en su fuero interno, que volvería. A mi retorno su
bienvenida es algo casi abrumador, una demostración de pura alegría.
Es posible que una de las historias más famosas de penas perrunas sea
la de Greyfriars Bobby. Hacia 18 W John Gray era policía en Edim-
(Jock)
burgo y tenía un skye terrier llamado Bobby. John murió en 1838 de tu-
berculosis y fue enterrado en el cementerio Greyfriars^Kirk. Después del
entierro, Bobby fue a la tumba y permaneció junto a ella durante catorce
años, a pesar de todos los intentos que se hicieron para que se fuera de
allí. Visitaba incluso el restaurante en el que él y Gray almorzaban juntos

y, después de comer algo, volvía junto a la tumba. Bobby falleció en 1872

y fue enterrado cerca de su amo. Un año más tarde se erigió una estatua y
una fuente en su honor cerca de la entrada del cementerio.
Michelle Rivera, autora del libro Hospice Hounds, cuenta la histo-
ria de Sabrina, una doberman pinscher de 9 años que sufrió una gran de-

presión cuando el que había sido su dueño durante todo ese tiempo mu-
rió. Los síntomas aparecieron de inmediato. Sabrina permanecía apática

en su caja con los ojos cerrados. Los esfuerzos por alimentarla se convir-
tieron en proezas, puesto que un empleado de la perrera tras otro inten-
taron diferentes métodos para obligarla a comer. Le dieron mucho líqui-
do y un alimento muy sabroso, alto en calorías y muy nutritivo, pero no
reaccionó. Permaneció tumbada en su jaula, mientras los preocupados
médicos y veterinarios discutían sobre su futuro. Al final, la presidenta
de la empresa local Doberman Rescue, Nancy Armstrong, decidió que-
dársela y se recuperó después de que la sometiera a cuidados especiales.
Una vez restablecida y recuperada de su profunda aflicción, Sabrina vivió
tres años más con Nancy hasta que murió por causas naturales.
Otro caso es el de Pepsi, un schnauzer enano que el veterinario Marty
Becker regaló a su padre. Marty había ayudado en el parto de Pepsi y lo
conocía bien. Fue el más pequeño de
carnada y Marty tuvo que revivir-
la

lo porque no respiraba cuando nació. Pepsi se convirtió en el mejor ami-

go de su padre, compartiendo comida, silla y cama hasta que éste se suici-


dó, poco después de cumplir 80 años. Una vez que la familia, los amigos y
la policía abandonaron la casa, Pepsi bajó corriendo las escaleras, se diri-
PRIMER MANDAMIENTO 39

gíó al lugar donde el padre de Marty había muerto y se quedó allí parado,
rígido como una estatua. Marty cogió a Pepsi en brazos y éste pasó de es-
tar rígido a ser un peso muerto, emitiendo un gemido de dolor. Marty lo
colocó en la cama de su padre y Pepsi se quedó inmediatamente dormido.
Marty supo por su madre que Pepsi no había bajado al sótano en diez
años porque le daban miedo los escalones. Se preguntó cuál era la posible
conexión de todo esto, ¿había bajado el perro para despedirse? Nunca se
recuperó de la muerte de su compañero. Murió lentamente, débil y retraí-

do.Cuando Marty enterró a Pepsi, todo quedó claro —


había muerto de
pena porque el humano al que se sentía tan unido y fiel ya no estaba para
hacerle compañía.

Amistades insólitas

Además de la amistad que existe entre los animales y los seres hu-
manos, podemos encontrar muchos ejemplos de relaciones cercanas y
duraderas entre miembros de distintas especies. Es común observar
relaciones de amistad entre animales domésticos que viven en la mis-
ma campo. Conocí a una perra que empezó a producir
casa, granja o
leche cuando apareció en la casa una minúscula gata huérfana; la rela-

ción entre ellas de adultas era una delicia, jugaban juntas como si fue-
ran dos perros. James Herriot describe una relación encantadora que
surgió entre un desaliñado gatito y un cerdo. O esa otra historia de una
perra salvaje que viajó durante varias semanas con un grupo de monos
tota, transportando a una cría de mono colgada de la tripa.
Pero entre las amistades insólitas la más extraña es, sin duda, la del
perro Chino y el pez Falstaff. Chino es un golden retriever de 9 años
que vive con Mary y Dan Heath en Medford, Oregón, y Falstaff es una
carpa de 38 cm. Se han visto de forma regular durante los últimos seis
años en la orilla de una charca en la que vive Falstaff. Cada día, cuan-
do Chino llega a la charca, Falstaff nada hasta la superficie, le saluda y
le mordisquea las patas. Lo hace varias veces hasta que el perro la mira

con una expresión de fascinación en el rostro. Tienen una amistad ex-


traordinaria y simpática. Cuando los Heath decidieron trasladarse de
casa, construyeron una nueva charca artificial para que la carpa pu-
diera unirse a ellos en su nuevo hogar.
Dave Siddon es el propietario y director de Wildlife Images, un
centro de rehabilitación de vida silvestre situado en Grants Pass, Ore-
gón. En 1995 alguien tiró por encima de la valla cuatro gatitos muertos
40 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

de hambre. Capturaron a tres, pero el cuarto, al que llamaron Cat, es-


capó. Pocos días después, Dave observó con horror que el gatito se ha-
bía metido entre las rejas de la instalación de un oso grizzly huérfano
de 5 años llamado Griz que había llegado al centro, procedente de
Montana, después de que su madre y su hermana fueran atropelladas
por un tren. Cat fue directo hacia Griz, que estaba cenando. Entonces,
ante los ojos atónitos de Dave, el oso de 254 kg «arrancó un pequeño
trozo de pollo, y lo tiró al lado de su pata; el gatito se acercó y se lo co-
mió». Después de esto, los dos huérfanos se hicieron muy buenos ami-
gos; comían, dormían y jugaban juntos y Cat no dejaba que ningún
humano ser acercara a él si Griz no estaba presente para protegerle.
En el ejemplar de diciembre de 1994 de la revista National Geo-
graphic hay una historia preciosa y unas magníficas fotografías de un oso
polar de 454 kg jugando con un perro esquimal canadiense en Churchill,
Canadá. El perro, llamado Hudson, se acercó al oso moviendo la cola con
una especie de sonrisa canina y se agachó como invitándole a jugar. El
oso respondió y empezaron a luchar jugando. Después de unos minutos,
Hudson y el oso se abrazaron y el oso se tumbó a descansar porque había
subido demasiado su temperatura corporal. Durante toda semana se
la

repitieron los juegos entre el oso y alguno de los perros. Cuando volvió a
formarse el hielo, el oso pudo partir hacia su territorio de caza invernal.
Nadie sabe con seguridad por qué jugaron, pero estaba claro que disfru-
taron de sus juegos.
Resulta obvio que existen asociaciones entre animales en las que am-
bas partes se benefician. A la larga uno recoge lo que siembra. Si damos
cariño, recibimos cariño y en este ciclo de dar y recibir se genera cons-
tantemente más amor para ser compartido con todos los seres vivos.
Es más fácil compartir estos sentimientos de estrecha conexión con
otros animales cuando reconocemos y sabemos apreciar que nosotros
también formamos parte del reino animal. Existe un límite en el grado
de alienación que podemos soportar con respecto a miembros de nuestra
misma especie y, cuando éste se supera, se produce un efecto rebote y sur-
ge la reconciliación y una nueva conexión. Quizá los humanos veamos a
los animales como seres que tienen cualidades que nosotros ya hemos
perdido — anhelamos su presencia, la pureza de sus emociones, sus ganas
de vivir — .Celebremos que somos parte del reino animal.
SEGUNDO MANDAMIENTO
Respetar todas las formas de vida

En segundo mandamiento destacaremos el valor que tiene cada


el

animal, planta o árbol en la intrincada red que forma la vida. Cada


criatura viviente merece nuestro respeto.
Cada ser vivo tiene su propia chispa de vida. Los humanos tende-
mos a mirar el mundo que nos rodea intentando categorizarlo, sim-
plificando así la maravillosa y diversa colección de formas vivientes.
Tenemos cerebros grandes y altamente desarrollados, con impresio-
nantes capacidades para el pensamiento racional y abstracto. Tenemos
también un modo muy sofisticado de comunicarnos unos con otros
mediante palabras. Y todo esto ha llevado al mundo occidental a creer
que los humanos se yerguen en un glorioso pedestal respecto al reino
animal. Hemos colocado a los grandes simios en el siguiente escalón,
luego a los monos, cetáceos, perros, etcétera, hasta llegar a los insec-
tos,moluscos y esponjas. Lo peor de esta forma de pensar es la firme
creencia de que somos superiores al resto del mundo animal. Hemos
sido capaces de dominar a otras formas de vida con nuestros grandes
cerebros y avanzada tecnología. Todas aquellas personas educadas en
el sistema de pensamiento judeocristiano dan por hecho que la Tierra

y todas sus riquezas, incluidos los animales, fueron creados para nues-
tro beneficio. La ciencia occidental se ha ido distanciando gradual-
mente de la religión, sobre todo debido al surgimiento de la teoría de
la evolución de Charles Darwin, pero la confianza en la superioridad
de los seres humanos ha permanecido.
Nuestra dominación sobre el resto de los animales es completa-
mente absoluta. No sólo podemos matarlos en estado salvaje y destruir
sus hogares, sino que también podemos ejercer un total control sobre
ellos, incluidos los de mayor tamaño. Sabemos cómo utilizar el dolor
42 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

para someter y controlar. Todavía existen toros, cerdos y camellos con


anillos de acero atravesados en la nariz. Hay picanas para infligir al ga-
nado crueles pinchazos de dolorque atraviesan cuerpos cautivos y re-
beldes. Hay con anestesia para capturar, látigos y espuelas para
rifles

golpear y aguijonear y, en último caso, pistolas que matan.


Obligamos a las «bestias de carga» —
caballos, burros, muías, ca-
mellos, yaks y elefantes —
a llevarnos junto con nuestros enseres o a
arrastrarnos. Hemos obligado a caballos, perros, e incluso a delfines,
a tomar parte en nuestras terribles guerras —
y en tiempos antiguos,
como sabemos bien por Aníbal, también se utilizaban elefantes en las
batallas — A los monos capuchinos les separan de sus madres, les qui-
.

tan los dientes y les someten a un duro adiestramiento con el objetivo


de convertirlos en «manos auxiliares» de los parapléjicos. En nuestros
laboratorios de investigación se utilizan millones de animales, desde ra-
tas a chimpancés, para probar en ellos ciertos medicamentos o vacunas,
estudiar determinadas enfermedades, aprender sobre los efectos de los
viajes espaciales o, simplemente, para descubrir cómo funcionan por
dentro. Realizamos disecciones con ellos para enseñar a nuestros jóve-
nes. Los enjaulamos en nuestros zoológicos y los disecamos para po-
nerlos en los museos. Los adiestramos, con técnicas a menudo muy crue-
les, para que puedan servirnos de entretenimiento. Los criamos en
condiciones incalificables de cautiverio para alimentar nuestras cada
vez más grandes poblaciones.

Poner nombre a los animales

Cuando en 1961 llegué por primera vez a la Universidad de Cam-


bridge para hacer un doctorado en etología, no tenía ningún título de
licenciada,no había ido a la universidad y había muchas cosas sobre el
comportamiento de los animales que desconocía. Nadie me había en-
señado, por ejemplo, que no era correcto poner nombres a los sujetos
de estudio —
era considerado más científico asignarles números Me — .

quedé muda de asombro cuando me enteré de esto. Para empezar,


nunca había considerado a los chimpancés como «sujetos de estudio»,
sino como individuos, cada uno con su propia personalidad. Estaba
aprendiendo de ellos, no sólo sobre ellos. A un nivel más práctico,
¡nunca hubiera sido capaz de recordar quién era quién si sólo hubie-
ran sido números! Gracias al hecho de ponerles nombres muchos de
los chimpancés de Gombe actualmente son conocidos por una gran
SEGUNDO MANDAMIENTO 43

variedad de gente en todo el mundo, sobre todo por su aparición en la

revista y en los documentales del National Geographic. Durante mi pri-


mera visita a Corea del Sur una joven se acercó a mí por la calle y me
preguntó: «({Cómo está Fifi?». Por alguna razón, nunca la hubiera
imaginado preguntando «^^Cómo está el número 17?».
En Cambridge también me regañaron por otorgar personalidades
a los diferentes chimpancés, ¡como si me hubiera inventado de la nada
las intensas y únicas características de los miembros de la comunidad

de Kasakela! Me dijeron que sólo los humanos teníamos personalida-


des distintas y que no debería haber hablado sobre las mentes de los
chimpancés —sólo los humanos, según los científicos, son capaces de
tener pensamientos racionales —
El hecho de hablar sobre las emo-
.

ciones de los chimpancés fue, sin embargo, el peor de mis pecados an-
tropomórficos. Por suerte, tuve un maestro maravilloso durante mi ju-
ventud que me enseñó comportamiento animal —
mi perro, Rusty —
por lo que hice caso omiso de las amonestaciones de la ciencia. Ac-
tualmente, aunque todavía existen pequeñas parcelas de resistencia, la
mayoría de los biólogos de campo ponen nombre a los animales que
estudian una vez que son capaces de reconocerlos individualmente.
Existen estudios sobre diferencias de personalidad entre individuos de
la misma especie, y estudiar las emociones animales es un área de in-
vestigación científica perfectamente legítima.

Speedo el gato

Cuando empecé a realizar investigaciones sobre neurohiología y con-


ducta, intentando descubrir la forma en que los gatos procesaban la in-

formación visual, no tenía ni idea de dónde me estaba metiendo. Me de-


dicaba a enseñar a los gatos con los que trabajaba a discriminar entre
diferentes patrones visuales, para lo cual les recompensaba con comida
cuando daban la respuesta correcta. Cada gato tenía su forma particular
de aprender, algunos lo hacían despacio, otros rápido, y también existían
los que nunca llegaban a aprenderlo. En secreto puse nombres a los ga-
tos a medida que avanzaban por el laberinto, prestando especial atención
a sus personalidades y capacidades de aprendizaje. Recuerdo a Speedo
mirándome cuando lo levanté de su pequeño cajón, lo anestesié y proce-
dí a quitarle una sección del córtex visual del cerebro. Cuando sucumbió
a la anestesia sus ojos me miraron como preguntándome «¿Qué estás ha-
ciendo?». Su mirada se me ha quedado grabada en el corazón.
LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Fui capaz de seguir trabajando en esta investigación durante un


corto período de tiempo: adiestrar a un gato para que realice una de-
terminada tarea, quitarle parte del cerebro y ver si conseguía recordar
la tarea al recuperarse de la operación. Pero cuando llegó el momento

de eutanasiar a los gatos {sacrificarlos, matarlos con un mínimo de do-


lor, estrés y miedo) para verificar que el daño que les había producido

estaba localizado en el área correcta del cerebro, todo se detuvo de re-


pente. Muy a mi pesar sacrifiqué a cuatro gatos y Speedo fue el último
de ellos. Cuando fui a coger a Speedo en la que iba a ser su última sa-
lida de la jaula, su valentía desapareció como si supiera que éste iba a
ser el último trayecto. Su audacia y bravuconería se derritieron cuando
lo cogí y se me llenaron los ojos de lágrimas. No dejó de clavar en mí
su penetrante mirada y me rompió el corazón tener que matarle. Oja-
lá me lo hubiera llevado a casa. No he podido olvidar sus ojos inque-
brantables —
transmitían todo el dolor e indignidad por los que había
pasado.
De modo que abandoné esta comencé otra en la que
investigación y
no sólo permitían poner nombre a los animales, sino que te animaban a
ello. Después seguí en varios programas de investigación, entre los que

había uno sobre el estudio de los pingüinos Adelia de la Antártida, en el


que puse nombres a todos esos payasos; otros tuvieron que ver con coyo-
tes y varias especies de aves, ha costumbre de dar un nombre a cada in-
dividuo que estudiaba se convirtió en algo tan rutinario como desayunar
antes de salir al campo.
Salir a caminar por zonas salvajes para aprender cosas sobre la vida
de los animales en su habitat natural, actividad que comenzó después
de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió durante los años sesenta
en una súbita pasión de los investigadores. Esto obligó a los científicos
a cambiar su actitud hacia los animales. Los estudios sobre chimpan-
cés, gorilas,orangutanes, lobos, coyotes y ballenas revelaron que estos
seres vivían en sociedades extremadamente complejas y eran, por su-
puesto, capaces de pensar y sentir. Se demostró que el enfoque meca-
nicista y reduccionista según el cual toda la conducta animal, aunque
parezca humana, está dirigida por estímulos y respuestas, era erróneo.
Surgió una nueva filosofía al ser cada vez más el número de científicos
que se dieron cuenta de que los animales con cerebros complejos son
capaces, igual que nosotros, de experimentar dolor y terror, satisfac-
ción y alegría, y todo el espectro de emociones posibles. Los científi-
cos comenzaron a admitir que muchas especies animales tienen real-
mente sus personalidades únicas y sus propias historias vitales.
SEGUNDO MANDAMIENTO 45

Hoy en día la ciencia está empezandoa «demostrar» lo que la ma-


yoría de la gente siempre ha intuido: que nosotros los humanos no so-
mos los únicos seres que piensan y sienten del planeta. Esto implica
una nueva forma de respeto hacia esos otros extraordinarios animales
que son nuestros compañeros de viaje en la vida. El propio Charles
Darwin dijo: «El amor por todas las criaturas vivientes es el rasgo más
noble del hombre».

PORKY Y PHOENIX

Cuando un animal ha sido identificado y se le ha dado un nombre


tiene lugar un cambio inmediato en la forma en que lo percibimos. Un
dramático ejemplo de esto ocurrió durante la terrible matanza selecti-

va a que obligó el gobierno británico en el reciente brote de fiebre


la

aftosa. En uno de los periódicos nacionales, a finales de abril de 2001,


se podía leer el siguiente titular: «Alegría porque Porky vive para gru-
ñir un día más». Porky es un cerdo vietnamita barrigón que vivía con
un grupo de jubilados. Estos amigos, que le adoraban, lo mantuvieron
encerrado dentro del edificio y prohibieron la entrada a los hombres
enviados para matarlo.
Porky, además, no fueel único; también estaba Phoenix, un terne-

ro blanco que se encontró vivo junto a su madre muerta cinco días


al

después de que todo el rebaño hubiera sido sacrificado. Salió en la ca-


becera de las noticias durante varios días y el Ministerio de Agricultu-
ra, responsable de la matanza, fue inundado de cartas que exigían que

se salvase a Phoenix. Incluso el primer ministro Tony Blair se sumó a


la petición popular.
La presión del público salvó las vidas de Porky y de Phoenix. A pe-
sar de que millones de vacas y cerdos fueron sacrificados y de que la
gente estaba horrorizada por el montón de muertos, no les llegó tan
hondo como la causa de Porky y Phoenix: eran especiales porque te-
nían un nombre y habían sido reconocidos como individuos con sen-
timientos. La mayoría de las veces la matanza de animales para obten-
ción de comida ocurre a puerta cerrada. No solemos pensar en los
seres individuales que están siendo exterminados, normalmente de
forma horrible, para que podamos tener carne en la mesa. Ni siquiera
hablamos de comer vacas o cerdos, sino carne asada, ternera, jamón o
tocino. Por eso son importantes las historias como la de Porky y Phoe-
nix: nos acercan el hecho de que los animales son, por supuesto, indi-
46 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

viduos como nosotros, cada uno con su propia vida llena de alegría,
tristeza, miedo, desesperación y amor.

Entretenimiento con animales

Al público general siempre le ha gustado ver actuaciones en vivo


con animales. En la antigüedad el motivo solía ser el hombre contra la
bestia. Los gladiadores luchaban con fieros animales salvajes en la pis-
ta de los circos romanos. La gente se apiñaba para ver cómo tiraban a
los cristianos a los leones. Las corridas de toros son increíblemente
populares en España. Los rodeos, con las sacudidas de los potros y
otras exhibiciones de las habilidades de los vaqueros, atraen a grandes
muchedumbres en Estados Unidos. Las proezas dfe los animales en los
circos siempre han sido muy populares —
elefantes que sostienen todo
su peso en la cabeza, osos que bailan, tigres que saltan a través de aros
ardientes y domadores que meten la cabeza en la boca de los leones —
Muchos zoológicos del mundo ofrecen exhibiciones de animales en las
que utilizan pingüinos, loros, aves rapaces, delfines y muchas otras es-
pecies. Los animales adiestrados también suelen utilizarse en las pe-
lículas y anuncios de la televisión y las revistas.
A menudo la forma en que los animales son adiestrados para el cir-
co y para otros tipos de actuaciones en vivo es de una crueldad espan-
tosa. La crueldad tiene lugar por detrás del escenario, sobre todo du-
rante el entrenamiento. Se han registrado incidentes en los que jóvenes
chimpancés fueron golpeados en la cabeza regularmente con barras de
hierro para que tuvieran miedo del entrenador y en el momento de la
actuación en público le obedecieran de forma instantánea. Algunos de
ellos murieron a causa de una fractura de cráneo. El orangután Clyde,
que aparecía en la película Duro de pelar (1978), no pudo participar en
la publicidad promocional porque al parecer su entrenador al final de

la película le golpeó hasta la muerte. Utilizaron al orangután suplente

Dallas como modelo en las fotos. También existen pruebas sobre un


caso serio de maltrato de chimpancés durante el rodaje de la película
Proyecto X. Mary Chipperfield, hija del fundador de una de las fami-
lias más antiguas del circo, fue llevada a los tribunales a causa del atroz
maltrato que infligió a un chimpancé de dos años que, comprensible-
mente, no quería meterse en una caja minúscula, sombría, solitaria y
fría cada tarde a las cuatro en punto. Por la misma época, se grabó en

vídeo, en secreto, al cuidador de los Chipperfield que estaba a cargo


SEGUNDO MANDAMIENTO 47

de los elefantes; el vídeo mostraba cómo una hembra encadenada era


golpeada cerca de los ojos y en la base de su sensible trompa con una
barra de hierro. Le pegó con tanta fuerza que la barra se rompió. ¿Qué
había hecho mal? Había tirado accidentalmente su cubo de agua. El
cuidador terminó en la cárcel.

Nosotros, el público, podemos cambiar esto. Tenemos que empe-


zar por respetar cualquier forma de vida. Recuerdo una vez que hablé
ante una audiencia de ochocientos escolares de 12 a 14 años, habitan-
tes de la zona centro-sur de Los Angeles. Ante mi sorpresa, muchos se
mostraron consternados al conocer la forma en que los chimpancés
son adiestrados para actuar en circos. Comprendieron por qué no está
bien vestirlos con ropa ridiculizándolos. Les pregunté qué podrían ha-
cer para ayudar. Muchos levantaron la mano y dijeron que no irían a
ningún circo que tuviera chimpancés; apagarían la televisión; escribi-
rían cartas. Como resultado de la preocupación pública expresada de
formas similares a éstas, varias ciudades han prohibido los circos que
realizan actuaciones con animales exóticos. La India impuso una
prohibición en todo el país en el año 2000 y Río de Janeiro en 2001.
El Circo del Sol ha puesto en marcha espléndidos espectáculos en
los que no aparece ningún tipo de animal. El canal televisivo Chimp
Channel («El eslabón perdido de la televisión») mostraba a jóvenes
chimpancés disfrazados a los que se enseñaba gestos humanos. Duró
muy poco tiempo a causa de las numerosas cartas y correos electróni-
cos recibidos que reflejaban el enfado y preocupación producidos por
la serie— muchas de ellas procedentes de nuestros grupos Roots &
Shoots [Raíces y retoños] de todo el país.
En Estados Unidos dieciséis senadores y cincuenta y cinco miembros
de la cámara de representantes exigieron una acción federal rápida para
salvar a los siete osos polares, propiedad del circo de los Hermanos Suá-
rez de gira en Puerto Rico, por soportar altísimas temperaturas. Mante-
nían a los osos encerrados en cuartos estrechos a temperaturas de hasta
37 °C. Desgraciadamente, a principios de marzo de 2002, un juez absol-
vió al dueño del circo de los cargos que se le imputaban y los osos toda-
vía representan un número de diez minutos nueve veces por semana.
Vero lo positivo de esta historia es que poco después de este juicio Alas-
ka, una de las osas maltratadas, fue incautada por los funcionarios nor-
teamericanos encargados de la fauna salvaje, que la trasladaron al zoo de
Baltimore.
Cada vez se crean más santuarios para acoger a los animales que ya
no trabajan para la industria del espectáculo. En Hohenwald, Tennessee,
48 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

el santuario de elefantes sirve de hogar a muchos elefantes maltratados.


Cuando Shirley fue llevada al santuario a la edad de ^2 años la pusieron
en un establo junto a la elefanta Jenny, que tenía 30. Tan pronto como se
encontraron, empezaron a mostrar signos de una gran alegría. Se acari-
ciaron con la trompa emitiendo profundos rugidos que provenían de sus
estómagos y permanecieron juntas, negándose a alejarse la una de la
otra. De hecho, Jenny intentó meterse en el establo de Shirley. Al inves-

tigar los orígenes de ambas, se demostró que habían vivido juntas en el


mismo circo 22 años antes, cuando ]enny sólo tenía ocho. Dada la pro-
verbial memoria de los elefantes, no era sorprendente que se acordaran,
aunque lo que resultó tan conmovedor fue el milagro de su reencuentro.
Actualmente siguen siendo muy amigas y nunca se separan.
Piensen en el sufrimiento mental que experimentaron estas elefan-
tas cuando, sin una consideración mayor que la que se tiene por dos
«objetos», fueron separadas y desterradas a diferentes partes del país.
Esto es,por supuesto, lo que solíamos hacer a los esclavos humanos
(actualmente en muchos países en vías de desarrollo se comercia con
miles de niños, sobre todo en la industria del sexo).
Los delfines tienen grandes cerebros y el mismo tipo de necesida-
des sociales que los elefantes. También son capturados y alejados de la
libertad de los océanos para enviarlos a soportar vidas apiñadas, esté-
riles y míseras en los llamados parques oceanógraficos. Yo los llamaría

mejor «cárceles acuáticas».


huna era un delfín mular. Fue capturada junto a siete delfines más en
la Bahía Magdalena, en la costa pacífica de Baja California, México. Los

delfines fueron transportados en un camión hasta una pequeña instala-


ción en el delfinario de ha Paz, para que se convirtieran en atracción tu-
rística, huna llegó en un cajón de embalaje de madera, exhausta, aterro-

rizada y encharcada en su propia sangre. Tanto ella como sus amigos


fueron instalados en un espacio estrecho en el que el nivel del agua sólo
alcanzaba 43 cm. Murió, y su muerte provocó una moratoria en México
contra la captura de delfines en aguas nacionales, ha ecologista mexica-
na Yolanda Alaniz organizó el Proyecto huna para intentar cerrar el cen-
tro de ha Paz y que el ministro mexicano de medio ambiente Víctor
hichtinger introdujera una legislación de emergencia que asegurara que
ningún otro mamífero marino correría la misma suerte que huna y sus
compañeros. En marzo de 2002 el delfinario fue cerrado.
ha historia de Keiko, estrella de la película Liberad a Willy, es de-
masiado conocida para repetirla aquí. Aunque esta orea todavía no nada
en libertad, se ha realizado un esfuerzo enorme y conmovedor para res-
SEGUNDO MANDAMIENTO 49

catarla de suminúscula piscina y volver a introducirla en las aguas de


donde vino. No siempre somos crueles y, cuanto más entendemos lo que
nos rodea, más compasivos y cariñosos nos volvemos.

Documentales sobre historia natural y fotografía


de la naturaleza salvaje

Los documentales sobre historia natural y las fotografías de anima-


les salvajes tienen mucha aceptación entre el público. Existe un con-
junto de realizadores y fotógrafos de la vida natural profesionales (y
también aficionados) cuyos trabajos resultan realmente deslumbrantes:
cada plano, cada toma, representan horas, semanas, meses e incluso
años de paciente observación en áreas salvajes. Conozco personalmen-
te a algunos de ellos: Hugo van Lawick (con el que estuve casada), Mi-
chael Nichols, Michio Hoshino y Tom Mangelsen. Su trabajo se basa en
querer y conocer a los animales y los lugares que habitan. Sin embargo,
existen otros que no muestran ningún respeto por los animales. En una
ocasión un equipo de filmación compró un bebé foca a un cazador
inuit porque quería rodar una escena sobre un cachorro que había per-
dido a su madre. Rodaron la escena sobre el hielo y dejaron allí a la foca
para que encontrara una muerte segura. Otro equipo de filmación in-
tentó mostrar cómo se comportan las focas y los tiburones en el mundo
submarino instalándoles pequeñas cámaras digitales conocidas como
critter-cams." Resulta absurdo pensar que el estrés al que se ven some-
tidos los animales permitirá que se comporten de forma natural. Varios
tiburones murieron durante el proceso.
Algo especialmente espantoso son las «granjas de caza», en las que
alquilan a los animales para que los fotografíen o graben; son lugares
en los que se puede contratar a animales adiestrados para hacer pri-
meros planos de conductas «naturales». Una famosa secuencia mos-
traba a un leopardo alquilado «cazando» un babuino. Para conseguir
estas fotos, que aparecieron en la revista Life, utilizaron a ocho babui-
nos distintos. Los monos se lanzaban literalmente contra el leopardo

* El fotógrafo del National Geographic Greg Marshall inventó este sofisticado sistema, al que
puso el nombre de critter-cam. Consiste en colocar una pequeña cámara que se dirige por control re-

moto en la espalda de algún mamífero marino, en un nido, una madriguera o cualquier lugar en el

que sea difícil observar la vida salvaje. Actualmente existen en Internet sitios web en los que los visi-

tantes virtuales pueden ver imágenes en tiempo real de lo que hacen los habitantes de un parque na-
tural o un zoológico. ,
50 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

uno por uno para que el fotógrafo hiciera todas las fotos necesarias
hasta conseguir las tomas deseadas. No recuerdo cuántos babuinos so-
brevivieron, pero sí el extremo en el rostro de uno de ellos, un
terror
viejo macho desdentado que salió volando por los aires cuando el leo-
pardo se lanzó sobre él. Esa fotografía ganó un gran premio interna-
cional. En estos tiempos, en los que los costes de los proyectos y la
competición cada vez son más elevados, es difícil conseguir financia-
ción para el tiempo que dura el trabajo de campo si se quiere hacer un
buen documental sobre comportamiento animal; por tanto, resulta fá-
cil explicar por qué se alquilan a veces animales cautivos y adiestrados.

Pero no es ético. En primer lugar, se está engañando al público, que


cree que está viendo a animales salvajes y libres. En segundo lugar, este
material, obtenido de la manera más fácil, compromete la profesión de
los genuinos realizadores y fotógrafos de la naturaleza salvaje. Por úl-
timo, las condiciones en las que algunas veces tienen a los animales son
muy malas.
Tom Mangelsen fue a echar un vistazo a una granja de caza cercana
a Bozeman, Montana. Era peor de lo que había imaginado. Carcayús,
lobos, linces, coyotes, osos grizzly y otros animales deambulaban neu-
róticamente de un lado a otro en jaulas situadas bajo el ardiente sol. Es-
tas jaulas tenían un tamaño de 1,52 x 1,52 x 3,04 m, barras de hierro y
suelos y techos de acero. Otro fotógrafo denunció que un puma, que
no se había comportado adecuadamente, fue arrastrado por el bosque
con una cadena alrededor del cuello para «enseñarle una lección».
Otro puma murió por envenenamiento con plomo porque su comida
incluía ardillas a las que habían matado con un rifle de 22 mm. Nor-
malmente, los fotógrafos y realizadores quieren tomas de animales jó-

venes y saludables, pero ¿qué ocurre cuando se hacen viejos? Las gran-
jas de caza de este tipo se convierten en grandes negocios, puesto que

ayudan a los clientes a ahorrar dinero y a los dueños a ganarlo a expen-


sas de los animales. Pat Derby, presidente de la Performing Animal
Welfare Society [Sociedad para el Bienestar de los Animales Actores],
que dirige santuarios para animales retirados y abandonados, cree que
la actitud típica de «lo fundamental es el dinero» es la que hace impo-

sible cuidar adecuadamente a los animales. No se les respeta.


No obstante,esto no quita que los documentales sobre historia na-
tural hayan servido de mucho para educar a la gente sobre el tema del
comportamiento animal. Además, muchos de estos documentales tam-
bién muestran las amenazas a las que se ven sometidos estos animales
y sus entornos, así como los heroicos esfuerzos de las personas que es-
SEGUNDO MANDAMIENTO 51

tan intentando protegerlos y conservarlos. Mucha gente no tiene la


oportunidad o el deseo de visitar los lugares realmente salvajes del
mundo. National Geographic, Discovery, PBS en Norteamérica, Sur-
vival Anglia y la BBC Wildlife en el Reino Unido, así como muchos
otros canales en otros países, introducen las vidas de animales salvajes
en las salas de estar del mundo. La mayor parte de los equipos de fil-
mación están formados por personas realmente entusiastas y cuidado-
sas que para conseguir su material deben llevar a hombros un equipo
pesado en condiciones duras y a veces entornos peligrosos.

Algunos aspectos sobre la gestión de los zoológicos

En Estados Unidos, la Asociación Americana de Zoos y Acuarios


(AZA) es la responsable de inspeccionar los zoológicos, los parques temá-

ticos de vida salvaje y los acuarios. Si estas instituciones cumplen con los
requisitos de la AZA, se les permite continuar su actividad y se les da la
autorización. Desgraciadamente, en Estados Unidos existen unos dos-
cientos zoos, parques temáticos de «vida salvaje» y acuarios autorizados,
además de casi dos mil zoos que no tienen la autorización de la AZA. En
Europa existe una tendencia similar: son muchos más de 280, el número
de zoos autorizados, los zoos sin autorización.
Muchos de los zoos sin autorización son sitios horribles para vivir,

aunque incluso entre los que tienen autorización existen grandes varia-
ciones en cuanto a su calidad. Muchas de las instalaciones de los zoos se
han quedado anticuadas y algunos expertos en zoológicos piensan que
sólo un tercio de ellas podrían describirse como «enriquecidas» o «natu-
ralistas». Cierto director de zoológico dice que le gustaría poder cambiar

el 9^ % de las instalaciones que ha visto en su vida. Algunos zoos toda-


vía siguen consiguiendo animales que proceden del tráfico ilegal, el
«submundo animal». En 199^ la encuesta Roper informó de que al
70 % de los norteamericanos les preocupaba el bienestar de los animales
en los zoos. Tenían razones para ello.

Está claro que los animales pierden libertad y privacidad en los zoos.
Sin embargo, después de que Ryma, una jirafa muy querida por todos,
muriera en el zoo nacional del Instituto Smithsonian, el director del centro
dijo que no podía mostrar médico de Ryma a los que que-
el expediente
rían investigar la causa de su muerte porque al hacerlo «violaría los dere-
chos del animal a la privacidad y supondría una intrusión en las relacio-

nes entre el cuidador y el animal»; según él, ésta era una relación similar
52 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

a la confidencialidad existente entre un paciente humano y su médico.


Esta curiosa y controvertida táctica fue puesta en duda por mucha gente.
Los tribunales de justicia no reconocen el derecho a la privacidad en los
animales. Y, en caso de que los animales tengan un «derecho a la privaci-
dad», ¿por qué se les exhibe sin su consentimiento para que todos los vea-
mos mientras comen, se bañan, se cortejan, se aparean o duermen? ¿Po-
dría un animal acceder alguna vez a que se revelaran sus datos médicos?
¿Podría sentirse ofendido si se revelaran sus datos médicos? Si los ani-
males tienen derecho a la privacidad, ¿por qué entonces no tienen dere-
cho a ser libres? Estas difíciles y conflictivas preguntas merecen una seria
consideración porque sacan a la luz temas importantes sobre las capacida-

des cognitivas, emocionales, morales y la posición legal de los animales.


A pesar de que algunos zoológicos están luchando por conseguir pre-
servar animales en peligro de extinción, incluso en los mejores zoos se
trata a veces a los animales como mercancías. Por ejemplo el zoo de Den-
ver, la primavera de 2001 tuvo una serie de accidentes trá-
Colorado, en
gicosque podían haberse evitado fácilmente y que se produjeron a causa
de un traslado de elefantes de un lado a otro de la instalación. Mimi, la
gran matriarca del grupo, embistió a su amiga Candy, de mayor edad y
más frágil que ella. Candy resultó tan gravemente herida que tuvo que
no contaba con las grúas adecuadas para trasladar
ser sacrificada (el zoo
elefantes grandes). Mimi se
había mostrado furiosa en otras ocasiones,
después de que sacaran a su compañera Dolly para llevársela de «luna de
miel» (término utilizado por el zoo cuando mandan a Dolly a otro zoo
para que se reproduzca). Durante esa época trasladaron a Hope y a Ami-
go, dos elefantes nuevos, a la instalación contigua a la de Mimi. A ella
no le gustó, pero nadie le prestó la menor atención. Como consecuencia
de este malestar social, Hope se desbocó por el zoo en junio de 2001; por
suerte el paquidermo de 2. 722 kg no causó ningún daño grave a nadie, ni
a sí misma.
Amigo había sido separado de su madre al cumplir 2 años y medio. En
estado salvaje esta separación nunca tendría lugar de forma natural. Las
elefantas son madres abnegadas y Amigo se habría quedado en casa con la
suya. Durante una entrevista de una emisora de radio de noticias locales
en la que participé mencioné que Amigo había sido separado a la fuerza de
su madre. La representante del zoo respondió: «Amigo nunca fue separa-
do a la fuerza de su madre. Vive en la misma manada que ella, pero ahora
nos está visitando en el zoo de Denver durante sólo tres meses». Me pre-
gunté si podía estar a la Denver El 2 de septiembre
vez con su madre y en
el zoo hizo una fiesta de cumpleaños para Amigo, con un pastel y un som-
SEGUNDO MANDAMIENTO 53

brero, y por fin le enviaron de vuelta con su madre. Las permisivas regula-
ciones de la AZA siguen permitiendo que los elefantes y otros animales
sean trasladados de un lado a otro para obtener beneficios económicos.
Los animales tampoco están siempre seguros en los zoos; y si no es-
tán seguros allí, bajo el cuidado humano, mi pregunta es: ¿dónde lo van

a estar? En octubre de 2001, también en el zoo de Denver, un macho de


oso negro asiático llamado Moktan mató a la que había sido su compa-
ñera de jaula durante mucho tiempo, Sherpa. Fue una lucha horrible en
la que Sherpa acabó con la garganta rota y una pierna aplastada. Habían
dejado juntos a Moktan y Sherpa en la misma jaula a pesar de que antes

habían ocurrido muchas confrontaciones entre ellos — treinta y seis peleas


en los diez meses previos — . El zoo decidió no darle publicidad al inci-
dente, alegando que sólo informan sobre las muertes si los animales son

«populares», como los elefantes o los osos polares. Este desafortunado in-

cidente fue descubierto en el registro público compilado por el Departa-


mento de Agricultura de Estados Unidos, agencia que se encarga de in-
vestigar tales hechos. Multaron al zoo de Denver con una multa de sólo
700 dólares por su negligencia.

Granjas de cría intensiva

Somos una cultura básicamente carnívora. Basándonos en las prue-


bas que constituyen las herramientas de piedra descubiertas junto a
de humanos prehistóricos, parece probable que ha-
los restos fósiles
yamos cazado animales para comérnoslos desde el principio de nues-
tra existencia. Todavía existen hoy sociedades de cazadores-recolectores
cuyos estilos de vida son posiblemente similares a los de los primeros
humanos. Todos cazan —
y todos respetan a los seres que matan re- —
zando una oración de agradecimiento al espíritu del animal que dio su
vida para que ellos tuviesen comida. En nuestra cultura moderna he-
mos perdido por completo ese respeto por cada vida individual. Me
educaron para que rezara antes de cada comida, para que diera las gra-
cias por los alimentos que iba a comerme, pero era a Dios a quien le
dábamos las gracias. No teníamos ningún sentimiento de gratitud ha-
cia los animales a los que habíamos quitado la vida.
Anualmente se llevan a cabo matanzas de millones de animales en
todo el mundo desarrollado. Sólo en Estados Unidos las cifras son esca-
lofriantes: cada año se sacrifican por lo menos 93 millones de cerdos, 37 mi-
llones de vacas, 24 millones de patos, 2 millones de terneros, 6 millones
54 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

de caballos, cabras y ovejas, y casi 10.000 de pollos y pavos. En 2001 se


sacrificaron más de 3^000 caballos en Estados Unidos para cubrir las de-
mandas de consumo en el extranjero. Se ha estimado que cada segundo
se sacrifican230 animales. El norteamericano medio consume aproxi-
madamente 2.400 animales durante su vida, ha industria agropecuaria
se ha convertido en lo que Michael W. Fox, uno de los mayores expertos
en bioética de la Humane Society of the United States, llama una «má-
quina exterminadora» que comete acciones violentas cada segundo de
cada día. Vero lo que hace que todo esto sea tan espantoso son las condi-
ciones en las que se mantiene a estos animales —resultado directo de
nuestra violación del Segundo mandamiento.
No sólo se trata de los millones de vidas que utilizamos para servirnos
de comida, sino que también está el problema de las enormes cantidades
de desechos que van asociados a la producción de carne. Los investigado-
res de la Universidad Estatal de Colorado en Fort Collins, Colorado, han
estimado que una ternera de unos 450 kg produce unos 27 kgde estiércol
crudo al día, unas 10 t anuales. Una vaca lechera produce unos 37 kgde
estiércol diarios, por cada 430 kg de pollo se producen aproximadamente
36 kg y de los cerdos se obtienen unos 28,3 kg. En total, los ani-
diarios,

males en Estados Unidos producen más de 1.800 millones de toneladas


de desechos al año, que son filtrados en ríos, lagos y reservas de agua. Es

casi diez veces la cantidad de desechos producidos por los humanos.


El ganado vacuno suele criarse en «pastizales», en los que los ani-
males se arremolinan en pequeños corrales llenos de barro duro, hú-
medo o seco bajo elLas vacas lecheras permanecen
ardiente sol. ata-
das normalmente en establos en largas filas todo el día, día tras día.
Seres tan inteligentes como los cerdos permanecen apiñados cuando
son jóvenes en espacios minúsculos y pestilentes, y después los encierran
en establos estrechos en los que a veces no pueden moverse a causa de las

«argollas de camadas» que impiden a las cerdas aplastar accidentalmen-


te a las crías (algo que nunca harían en condiciones normales). Los ter-
neros que van a servir como filetes se crían en pequeñas jaulas de 70 cm
de ancho durante las dieciséis o dieciocho semanas que dura su corta
vida. No pueden correr nunca, ni mucho menos retozar o brincar, ni
siquiera pueden tumbarse cómodamente. Les alimentan con una dieta
líquida dos veces al día. Antes de sacrificarlos, no les permiten ingerir
nada que contenga hierro, con lo que llegan a niveles por debajo de lo
normal y tienen anemia; esta falta de hierro es la causante del color pá-
lido o blanco de la carne y es precisamente esta palidez el factor esen-
cial para tasar y evaluar la carcasa.
SEGUNDO MANDAMIENTO 55

Las aves de corral y los huevos son en la actualidad la comida más


abundante y menos cara de todos los productos animales debido al desa-
rrollo de una industria grotescamente ingente dedicada a su producción,
has gallinas ponedoras viven en unas jaulas menudas, apiladas una al
lado de otra, que les impiden expresar casi cualquier conducta normal,
como revolcarse en el polvo, posarse o anidar, o siquiera estirar completa-
mente las alas. Con frecuencia les recortan el pico para evitar que se cau-
sen heridas y evitar la mortalidad asociada a las conductas de arrancarse
lasplumas y el canibalismo. Se les quita casi la mitad del pico utilizando
una cuchilla al rojo vivo cauterizada o un filo de precisión. Se cree que el
recorte del pico les causa un dolor intenso y de larga duración. Las aves
confinadas en jaulas suelen desarrollar osteoporosis (debilitamiento de
los huesos) debido a la falta de ejercicio y la deficiencia de calcio provoca-
da por la alta tasa de puesta — actualmente se ha conseguido que pongan
trescientos huevos al año, de que ponían en 192^
los ciento setenta —
Casi un 25 % de las gallinas acaban con algún hueso roto cuando las

trasladan de sus jaulas a la planta de procesamiento.


Es común que se engorde a los animales destinados al consumo
humano mediante distintas hormonas y antibióticos. Los pollos, en lu-
gar de alcanzar el peso al que se venden en el mercado en dieciséis se-
manas como antes, lo hacen en seis. En México existe una preocupan-
te incidencia de niñas de 5 años que desarrollan pechos a causa de un
excesivo uso de hormonas en la crianza de las gallinas. La tecnología

de la ingeniería genética también ha sido utilizada para producir ani-


males de mayor tamaño y más «carnosos». Las vacas lecheras a las que
se estimula mediante la hormona bovina de crecimiento pueden pro-
ducir hasta 450 1 de leche al día, unas diez veces más de su rendimien-
to normal. Sufren frecuentes infecciones en las ubres, y se ha realizado
una estimación que demuestra que casi toda la leche está contaminada
de pus. Cuando se les administran antibióticos, éstos pueden transmi-
tirse a los humanos por medio de la leche.

Los animales de producción intensiva que sirven de comida sufren


física y emocionalmente durante toda su vida, y la matanza que tiene
lugar al final, antes de que llegue el alivio de la muerte, es a veces la
peor tortura. A veces, gallinas y pavos completamente conscientes son
electrocutados, escaldados y ahogados en baños de agua electrificada
para prepararlos para la venta. Los polluelos macho de un día que no
sirven se tiran en bolsas de plástico donde mueren ahogados. Se supo-
ne que debería dejarse aturdidos a los cerdos y al ganado antes de col-
garlos en fila por las patas traseras cabeza abajo hasta que mueren.
56 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Gail Eisnitz, autor del libro Slaughterhouse: The Shocking Story ofGreed,
Neglect and Inhumane Treatment Inside the U.S. Meat Industry, y la
Humane Farming Association (HFA) [Asociación humanitaria de
granjeros] de California han obtenido impresionantes pruebas de mal-
tratos espantosos en el sistema de manejo de los IBP (antiguos proce-
sadores de ternera de lowa) del Estado de Washington. Estas pruebas
ponen de manifiesto el maltrato ilegal y tortuoso, el despellejamiento
y eldesmembramiento de vacas vivas en el caso de crueldad más gra-
ve recopilado contra un matadero estadounidense conocido. Casi dos
docenas de trabajadores de la fábrica hicieron declaraciones juradas, y
existen vídeos grabados con cámaras ocultas que muestran la crueldad
del caso.
Las condiciones en las granjas de cría intensiva son tan horribles que
muchos animales mueren por enfermedad o a causa de alguna herida an-
tes de llegar siquiera al matadero. Unos 2, 7 millones de terneros no lle-
gan a cumplir el mes de edad. Se ha estimado que las pérdidas de ganado
a causa de enfermedades suman 17.000 millones de dólares al año. Estos
son los costes en dólares, pero no podemos medir los costes en dolor y su-
frimiento animal.
Por suerte no son sólo los defensores de los animales los que están in-
volucrados en la lucha por conseguir mejorar las miserables vidas de los

animales que terminan en los mataderos. En una conferencia ante el Se-


nado de Estados Unidos en julio de 2001 que sentó precedente, el sena-
dor Robert Byrd (demócrata del oeste de Virginia) clamó contra la crueldad
desenfrenada, bárbara e institucionalizada que se inflige a los animales.
El senador Byrd condenó las extendidas violaciones de la Humane
Slaughter Act [Ley sobre el sacrificio humanitario de animales] y pidió
al Departamento de Agricultura que terminara con la crueldad en los
mataderos. Como presidente de la Comisión de Fondos del Senado pidió
un extra de tres millones de dólares para conseguir la aplicación de la
Ley de Bienestar Animal y la Ley de Matanza Humanitaria. También se-
ñaló que los animales sufren dolor e hizo una petición para que «se res-
pete cualquier forma de vida.[-J y para que exista un tratamiento hu-
manitario de todos los seres».

SUNDANCE Y BUTCH

En enero de 1998 escaparon dos cerdos de un matadero de


se
Wiltshire, Reino Unido, que cruzaron un río nadando y consiguieron
SEGUNDO MANDAMIENTO 57

que no les capturaran durante ocho días. La historia ocupó los titula-
res de los periódicos y cautivó el corazón de los británicos. Mientras
iban pasando los días y la pareja permanecía en el bosque, hubo cier-
to frenesí de atención por parte de los medios de comunicación. Los
cerdos se llamaban Sundance y Butch. Al investigar su pasado, la his-
toria reveló que eran cerdos utilizados en la experimentación, mezcla
de jabalíes y cerdos de raza Tamworth, que habían sido siempre esca-
pistas. En su octavo día de libertad el periódico Daily Mail se los com-
pró al dueño y mandó una brigada de rescate especial. La búsqueda se
produjo durante toda la noche bajo la incesante lluvia. También parti-
cipó la policía, un veterinario, miembros de la Royal Society for the
Prevention of Cruelty to Animáis (RSPCA) [Real Sociedad para la Pre-
vención de la Crueldad con Animales], un cócker spaniel, un perro de
caza mestizo y los medios de comunicación.
En el momento álgido estaban presentes ciento cincuenta fotógra-
fos y cámaras de televisión de los principales canales británicos, perio-
distas y algunos medios de comunicación europeos, norteamericanos

y japoneses. También se había congregado en el lugar una muchedum-


bre de lugareños. Para capturar a la hembra Butch se utilizó comida.
Después de que el macho Sundance atravesara el círculo de admira-
dores y se escondiera en la densa vegetación, consiguieron sacarlo de
su escondrijo y que saliera a terreno abierto para dispararle un tran-
quilizante. Dos días más tarde una reserva de animales
los enviaron a
para que vivieran en paz. Al margen del drama, la historia de Butch y

Sundance instigó una oleada de interés por el vegetarianismo. «Una de


las cosas más bonitas de los británicos es que no resulta nada difícil

crearles remordimientos», dijo el representante de la Sociedad Vege-


tariana. «Casi toda la población apoyaba a estos dos cerdos y la gente
también estableció conexiones con el hecho de comer carne.» Con esto
me refiero al jamón, el beicon, el tocino, es decir, la carne de cerdo.

Llevar pieles

Los seres humanos siempre han usado pieles de animales para


mantenerse calientes o como adorno. De hecho, tribus como los inuit
consiguieron invadir las inmensidades heladas del norte gracias a la
utilización de pieles de animales árticos. Desgraciadamente, después
se puso de moda usar pieles en el mundo occidental adinerado. Mu-
chos animales son cazados por su piel y sufren por ello horribles muer-
38 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

tes en las trampas que les sujetan las patas, en los lazos que van estre-
chándose en sus cuellos a medida que luchan por liberarse, o en los ce-
pos que les desgarran el cuerpo y pueden romperles el cuello o la es-
palda. Los castores se quedan a menudo atrapados en el agua y
terminan ahogándose. En Estados Unidos no existen leyes que regulen
la matanza de animales en las trampas, así que los tramperos pueden

matarlos de la forma que quieran. Las trampas también causan un su-


frimiento adicional a los perros y gatos cuando caen en ellas acciden-
talmente.
Se crían animales de muchos tipos en granjas, incluidos perros y gatos,
para utilizar sus pieles, y las condiciones en las que viven son similares a

las que hemos descrito en las granjas de cría intensiva para obtener carne,
ha industria peletera ha repartido una serie de directrices para tratar a los
animales de granja, pero su uso es voluntario y no se supervisa ninguna
granja peletera. En ellas se mata a los animales de formas distintas: a ve-
ces los golpean en la cabeza, los dejan suspendidos, colgando por la nariz,
o sangran hasta morir. Otras veces son gaseados o les ponen una inyección
letal. A los visones los matan con un golpe seco en el cuello; al igual que

las vacas y los cerdos sienten pánico cuando los llevan al matadero, los vi-

sones sienten lo mismo cuando los sacan de sus jaulas; chillan, se orinan,
defecan y luchan desesperadamente por escapar
Los defensores de los derechos de los animales han luchado dura-
mente y durante mucho tiempo para que la gente tome conciencia del
sufrimiento que rodea la fabricación de abrigos de piel. Algunos de los
anuncios más emotivos que han utilizado incluyen uno en el que el
abrigo de piel de la modelo sangraba por detrás mientras andaba y
otro en el que una actriz, al preferir aparecer desnuda en lugar de con
un abrigo de pieles durante un desfile, conmocionó e hizo las delicias
del público. Durante un tiempo la gente respondió y las ventas de pie-
les disminuyeron en los años ochenta y noventa. Pero, a medida que

nos acercamos al siglo XXI, el Consejo Norteamericano de Informa-


ción Peletera ha informado sobre la recuperación de la industria —en
el año 2000, las ventas de abrigos de pieles fueron de 1.680 millones

de dólares, un 20 % más que el año anterior — .Esto implica que en


sólo un año en Estados Unidos se mataron entre 7 y 8 millones de ani-
males por su piel. En el resto del mundo nos hemos informado de que
existen 28 millones de animales en granjas de cría intensivas y 7,6 mi-
llones mueren en trampas para obtener su piel. Sin embargo, no tene-
mos ninguna necesidad de utilizar abrigos de pieles. Ya han pasado los
días en los que las personas necesitaban usar pieles para sobrevivir al
SEGUNDO MANDAMIENTO 59

frío,excepto entre las tribus indígenas del lejano norte. Para el resto
de nosotros pueden ser igual de eficaces las prendas sintéticas.
Si los diseñadores de moda, modelos y aquellos que compran pieles
tuvieran que ver a un animal forcejeando con las mandíbulas de hierro
de un cepo que pata o la brutal matanza y despellejamiento
le sujeta la

de los animales en granjas, si tuvieran que oír sus lamentos, me pre-


gunto si cambiarían algo las cosas. ¿Cuántos se estremecerían, se darían
la vuelta y se quejarían diciendo que son personas sensibles que no pue-
den soportar pensar sobre esas cosas y seguirían viendo los desfiles de
modelos, comprarían abrigos y los utilizarían?
Existen, sin embargo, señales esperanzadoras. Unos setenta países de
todo el mundo (entre los que no está Estados Unidos) han prohibido el
uso de cepos y veinte han prohibido utilizar cualquier tipo de trampa. La
cría intensiva de zorros se ha prohibido en Holanda y en Italia ya no se
permite el uso y la venta de piel de perros y gatos, has granjas intensivas
para la obtención de pieles han sido prohibidas en el Reino Unido, y en
algunos clubs selectos de Nueva York no se permite entrar a personas
que lleven abrigos de pieles.

La experimentación con animales

Según un estudio del Departamento de Agricultura de Estados Uni-


dos en 1996 fueron utilizados 1,3 millones de animales en investigacio-
nes experimentales, de los cuales 52.000 eran primates no humanos
(unos 2.000 chimpancés), 82.000 eran perros, 26.000 gatos, 246.000
hámsteres y 339.000 conejos. Estas cifras no incluyen las decenas de mi-
llones de ratas, ratones y aves —
un 93 %
de los animales utilizados en
experimentación — que no cuentan con ninguna protección durante los
experimentos y tampoco se espera que la vayan a tener pronto. En febre-
ro de 2002 el Senado de Estados Unidos votó para que se continuara ex-
cluyendo a las ratas, ratones y aves de cualquier protección existente en
la Ley Federal de Bienestar Animal. Jesse Helms (senador republicano

de Carolina del Norte, donde los científicos utilizan unos 230.000 ani-
males para que fue quien introdujo el proyecto de ley,
la investigación),

señaló que «a cualquier roedor le iría mucho peor si no viviera toda su


vida en laboratorios de investigación». Además pensaba que, al excluir a
este tipo de animales de cualquier protección, los investigadores biomé-
dicos no tendrían que soportar las «habituales travesuras» de los llama-
dos «defensores de los derechos animales».
60 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

No obstante, es importante señalar que, en una encuesta reciente rea-


lizada por Plous y Harold Herzog, una gran parte de
los psicólogos Scott
los propios investigadores eran partidarios de que existiera una regula-
ción federal de los estudios realizados no sólo con primates no humanos
{un 99, 7 % estaban a favor de sino con perros (98, 6 %),
la regulación),

gatos (98,3 %) y
también con ratas (73,9 %) y aves (67,9 %).
Sólo en Estados Unidos se estima que se utilizan más de 70 millones
de animales al año en investigaciones y que cada tres segundos muere
un animal, a menudo con dolor y miedo. No existe consenso sobre las
formas en las que de investigación son evaluados en las
los protocolos
distintas universidades norteamericanas por los Institutional Animal
Care and Use Committees (lACUC) [Comités institucionales de cuida-
do y uso de animales]. Algunos proyectos aprobados en una universidad
no lo son en otra. En el Reino Unido, según un informe publicado en el

periódico Sunday Independent, se sacrificaron más de 6,3 millones de


ratones, 2,4 millones de ratas y 1.000 perros porque no eran necesarios
para las investigaciones después de haber sido criados para ellas. Mu-
chos pasaron toda la vida en espera de que les dieran un uso, hasta que
fueron calificados como «inútiles» y los mataron.
El ejército norteamericano mata una media de cinco primates no hu-
manos al día en sus laboratorios y estas cifras van en aumento. En 1997
fueron utilizados aproximadamente 1.300 animales y en 1999 1.877.
Los experimentos militares someten a los animales, entre otras cosas, a
armas químicas, radiaciones ionizadas, rayos microondas de alta
láser y
potencia. Muchos de estos procedimientos son extremadamente perjudi-
ciales y dolorosos y, según el Departamento de Agricultura, los militares
realizan más experimentos sin ningún tipo de medicación contra el dolor
que ningún otro laboratorio de investigación un 9 —
de los animales%
no recibe ninguna medicación que palie el dolor —
En los treinta y cua-
.

tro laboratorios dirigidos por el Departamento de Defensa, aproximada-


mente una quinta parte de todos los animales son utilizados en experi-
mentos dolorosos sin anestesia. En 1999 ese departamento utilizó más
de 327.000 animales, lo que representa un aumento del 12 % respecto al
año anterior. Seguramente, con los nuevos miedos provocados por la gue-
rra química y biológica estos números aumentarán bruscamente.
Estados Unidos no es el único país que practica la vivisección. Es
difícil encontrar las cifras exactas en este sentido, porque en muchos

países no recopilan datos de forma rigurosa. Algunos ejemplos son: en


1991 Japón utilizó 12.236.000 animales; Francia, 3.646.000 y Grecia,
25.000.En 1994 Suecia utilizó 352.000 animales. Es bueno saber que
SEGUNDO MANDAMIENTO 61

existe mucha gente involucrada en miles de campañas para mejorar las


condiciones en que viven los animales de laboratorio y para conseguir
eliminar del todoel uso de animales vivos. Si por lo menos los pione-

ros de la vivisección hubiesen admitido que los animales tienen capa-


cidad para sentir dolor y sufrir, esta enorme industria que constituye la
investigación con animales (que es una industria multimillonaria en
todo el mundo con miles de individuos que están ganando grandes
cantidades de dinero) quizá nunca se hubiera desarrollado tanto. El
hecho de que siga funcionando, a pesar de lo mucho que hemos
aprendido sobre la naturaleza de los animales, constituye una triste
crítica contra la humanidad.
Por fortuna, están desarrollándose todo el tiempo nuevas alterna-
tivas a la utilización de animales vivos. Los defensores de la experi-
mentación animal suelen decir que, desgraciadamente, siempre será
necesario utilizar algún tipo de animal, pero que se hará todo lo que se
pueda para utilizar la menor cantidad de ellos y se les tratará de la for-
ma más humanitaria posible. Sin embargo, lo que necesitamos es una
nueva disposición mental: admitamos que lo que hacemos no es ético
y utilicemos nuestros poderosos cerebros para encontrar cuanto antes
formas de investigar que eliminen el uso de animales vivos. En defini-
tiva, lo que ayudaría es tener más dinero para desarrollar alternativas

y unos cuantos premios Nobel menos.


Las personas que no se dedican a la investigación cada vez se preocu-
pan más por la experimentación con animales. Una encuesta reciente
muestra que un 75 % de los entrevistados en Estados Unidos no estaban
de acuerdo con los experimentos que someten a los animales a un gran
dolor y angustia, y que un 60 % se oponen a los que causan dolor y an-
gustia leves. Estos resultados coinciden con las encuestas realizadas en el
Reino Unido. Cada vez más científicos estadounidenses oponen a las
se
investigaciones que causan dolor y muerte a los animales — un 30
casi %
de los profesores y estudiantes de psicología declinaron su apoyo a inves-
tigaciones que causaban dolor y muerte a los animales.

La concesión de derechos a los grandes simios

En 1993 se publicó El proyecto gran simio: la igualdad más allá de


lahumanidad, que a su vez sirvió de plataforma para comenzar un pro-
yecto conocido como el Proyecto Gran Simio (PGS) [Great Ape Project
(GAP)]. El PGS está luchando para conseguir que los grandes simios
62 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

sean admitidos en la —
Comunidad de Iguales defienden que ciertos de-
rechos básicos de los humanos que {teóricamente) pueden hacerse respe-
tar por ley sean otorgados a los grandes simios: el derecho a la vida, la
protección de la libertad individual y la prohibición de la tortura — . En
otras palabras, los grandes simios deberían tener un estatus moral igual
al de los humanos y deberían tratarse igual que éstos ante la ley como in-
dividuos que son. Siete años después, Steven Wise, uno de los muchos
abogados defensores de los derechos animales, publicó el libro Rattling
the Cage, en el que presentaba pruebas irrefutables sobre por qué debe-
ría otorgarse a los chimpancés derechos legales: por su compleja vida so-
cial, sus habilidades intelectuales, emociones similares a las de los hu-
manos y su capacidad para sentir dolor físico y mental.
Una posible pregunta que se nos puede ocurrir
es: ¿para qué am-

pliar cualquier tipo de derecho a los grandes simios si existen tantos


abusos horribles de los derechos humanos en todo el mundo? ¿Por
qué no alentamos simplemente a aquellos a los que les importa para
que se comporten de forma más responsable? Pienso que el aspecto le-
gal ayuda mucho. Mucha gente se queda estupefacta cuando se entera
de que abogados de firmas muy respetadas están trabajando sin cobrar
en cuestiones concernientes a los derechos de los animales ¡debe —
haber algo en esto después de todo! —
De este modo cada vez más
.

gente se ha visto empujada a pensar de forma distinta. Quizás esto


haya desempeñado algún papel para conseguir apoyo en la aprobación
de dos importantes proyectos de ley en el año 2000 (uno en la Cámara
de los Representantes de Estados Unidos y otro en el Senado): la Ley
de Conservación de los Grandes Simios y la Ley de Mejora de la Sa-
lud, Mantenimiento y Protección de los Chimpancés (ley de los chim-
pancés). La primera asigna cierta cantidad de dinero al presupuesto
para la conservación de los grandes simios en estado salvaje, y la se-
gunda trata sobre el compromiso del gobierno de Estados Unidos para
crear santuarios en los que puedan retirarse los chimpancés utilizados
en investigaciones biomédicas. Aunque todavía queda mucho trabajo
por hacer para conseguir una mayor protección para los chimpancés
un comienzo muy necesario.
utilizados en la investigación, es
¿Por qué esta obsesión con los grandes simios? ¿Es que los otros
animales no importan? Por supuesto que sí, pero los grandes simios, al
ser nuestros parientes vivos más cercanos y al compartir con nosotros
muchas características biológicas, cognitivas y emocionales, constitu-
yen el mejor punto de partida en la demostración de que no existe una
línea divisoria clara entre los humanos y el resto del reino animal, por
SEGUNDO MANDAMIENTO 63

lo menos desde el punto de vista científico o lógico. Desde una pers-


pectiva emocional, sólo hace falta mirar a los ojos de un chimpancé
para darse cuenta de forma intuitiva de que estamos mirando dentro
de la mente de un ser que piensa y siente. Cuanto más aprendemos so-
bre su conducta, sobre todo cualidades como la compasión y el altruis-

mo, más obligados estamos a intentar protegerlos de la explotación hu-


mana. Una vez que los simios nos hayan ayudado a entender que no
existe una división clara entre los humanos y el reino animal, respeta-
remos de forma distinta a todas las increíbles criaturas con las que
compartimos este planeta.
David Greybeard fue el primer chimpancé que aprendió a confiar
en esa extraña simia blanca que había invadido su mundo. Después de
casi un año, me permitió seguirle por el bosque. Un día, después de
una dura persecución a través de una maraña de ramas espinosas, me
lo encontré sentado como si estuviera esperándome. Quizás eso era lo
que estaba haciendo. Al sentarme junto a él vi el fruto maduro y rojo
de una nuez de palma en el suelo. La cogí y extendí la mano hacia Da-
vid con la nuez. Miró hacia otro lado. Acerqué mi mano todavía más y
él se dio la vuelta, me miró directamente a los ojos, cogió la nuez y la

volvió a dejar caer para, a continuación, apretar muy suavemente mi


mano con los dedos. Esta es la forma que tienen los chimpancés de
tranquilizarse unos a otros. Su mensaje estaba claro: no quería la nuez,
pero había entendido que yo no tenía malas intenciones. Me había co-
municado con David en un antiguo lenguaje que antecedía a las pala-
bras, un lenguaje que tanto los humanos como los chimpancés había-
mos heredado de algún antepasado común que caminaba por la tierra
hace millones de años. David Greybeard se fue hace mucho tiempo de
este mundo, pero he honrado su confianza durante todos estos años
después de su muerte.
A principios de junio de 1978 caminaba entre la artemisa por Black-
tail Butte, justo al sur de Jackson, Wyoming, buscando a Sally, una ma-

dre coyote que acababa de dar a luz una camada de cachorros, como las
dos primaveras anteriores. Imaginé que si encontraba a Sally me condu-
ciría hasta su madriguera. Quería saber cuántos cachorros había tenido y

tomar datos sobre su desarrollo social, el juego y la conducta maternal.


Encontré la madriguera y, a medida que me acercaba a ella, sentí esa tí-
pica presencia de otro animal. No había visto, oído u olido acercarse a
Sally, ni a otro coyote, pero tenía la impresión de que había alguien allí.

Entonces escuché un suave ladrido, me di la vuelta y vi a Sally mirándo-


me desde unos diez metros. Estaba de pie, muy tiesa, con las orejas le-
64 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

yantadas, la cabeza ladeada; volvió a ladrar y me miró directamente con


el ceño fruncido y una mirada intensa e inquebrantable. Conectamos de

forma muy directa. Yo estaba confundido, pero no por el miedo, sino por
el asombro que causaba la fuerza de su presencia. «¿ Qué estás haciendo
aquí? Aléjate de mis crías», parecía decir. Continuó mirándome fija-
mente y nuestros ojos se quedaron fijos unos en los otros durante lo que
pareció un lapso de tiempo interminable Fui yo el que bajé la mirada,
.

caminé despacio hacia atrás y me sentí mal por haberme entrometido en


su lugar sagrado. A partir de ese día, tanto mi equipo de investigadores
como yo nos mantuvimos alejados de las madrigueras hasta que los ca-
chorros salieron y caminaron por su cuenta. En el futuro Sally nos pres-
tó poca o ninguna atención.
Estamos empezando a aprender que cada animal^ tiene su propia vida
y ocupa su propio espacio y papel en este mundo. Si cada vez que trata-
mos con el mundo animal nos comportamos con cuidado, de forma com-
pasiva y honramos y respetamos sus vidas, nuestras actitudes cambiarán.
Cualquier forma de vida se convertirá en algo sagrado y tendremos más
cuidado al tratarla.
TERCER MANDAMIENTO
Tener la mente abierta hacia los animales
y aprender de ellos con humildad

En el tercer mandamiento demostraremos que, además de llenar


nuestra vida con su alegría y cariño, los animales son capaces de con-
solarnos y ayudar a curarnos. Si consiguiéramos aceptarlos como sim-
ples compañeros, en lugar de tratarlos como esclavos a los que debe-
mos necesariamente dominar, podríamos aprender mucho de ellos y
de sus vidas.
Fue un libro que leí durante mi infancia, The Miracle ofLife, el que
me abrió los ojos a las maravillas de la naturaleza, a la ingente diversi-

dad de vida en la Tierra, a las interminables adaptaciones en las con-


ductas y estructuras existentes en el reino animal. Los animales se han
adaptado a vivir en condiciones de calor, frío y altitud extremas. Los
encontramos en las profundidades del mar, en lo alto de las montañas,
en la ardiente arena del desierto y vagando por las inmensidades po-
lares.

A lo largo de la evolución algunas aletas fueron convirtiéndose gra-


dualmente en manos, éstas se convirtieron en miembros rugosos o en
alas plumadas; más tarde estas alas volvieron a convertirse en aletas
para que sus propietarios pudieran retornar a la vida en el medio acuá-
tico. Algunos animales andan con cien pies, otros sólo con dos. Algu-

nos tienen cinco dedos en los pies, cuatro, tres, dos o, incluso, uno en
cada pie, mientras que otros planean sin ninguna pata visible. Los ani-
males duermen en la superficie del suelo, en madrigueras, en agujeros
en los árboles, en cuevas, en nidos muy elaborados, bajo el agua o, in-
cluso, mecidos por las corrientes de aire.
Los animales han desarrollado una enorme variedad de herramien-
tas, armas y otras estructuras que les permiten cazar, preparar y comer

los distintos ingredientes de sus variados menús. Me fascinan sobre


66 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

todo esos peces que escupen gotas de agua a los insectos que vuelan
cerca para conseguir derribarlos en el agua. Hay un tipo de araña que
teje alrededor de su propia cabeza un fino hilo de seda con una gota
de pegamento al final para atrapar a las moscas como un pequeño —
vaquero haría con su lazo —
Hay predadores que dejan sin sentido a
.

sus presas dándoles descargas eléctricas, mordeduras venenosas, cor-


ren como el viento o esperan pacientemente camuflados, mimetizán-
dose con su medio. Y, por supuesto, están las presas que también han
desarrollado adaptaciones muy variadas para evitar convertirse en ali-
mento para los cazadores.
Podría seguir contando ejemplos nunca al final de la di-
sin llegar
versidad de animales, estructuras o hábitats. Cuanto más vivo y más
aprendo, más me asombro de lo que veo. ¿Qué puede resultar más ex-
traordinario que las migraciones de las aves y peces, o incluso de los
insectos? Jóvenes animales que emprenden largos viajes durante miles
de kilómetros desde sus lugares de nacimiento a los habituales territo-
rios de alimentación, encontrando el camino con la ayuda de las estre-
llas y los campos magnéticos. Incluso las mariposas, de apariencia tan

frágil, migran —
la mayoría de nosotros hemos oído hablar de las mi-

graciones de las mariposas monarcas, que vuelven ^empre a los mis-


mos lugares de descanso cada año, aunque cada grupo se encuentre
tres generaciones atrás de los anteriores visitantes Todos conoce- — .

mos algún ejemplo de esos alucinantes viajes que han emprendido pe-
rros y gatos para volver a sus antiguos hogares.

La comunicación animal

Lo que más me fascina son las múltiples formas que tienen los ani-
males de comunicarse entre sí. Entre ellas se encuentran amplísimos
repertorios de vocalizaciones, que van desde los magníficos cantos al

más estridente graznido o los sonidos producidos de otras formas,


como por medio de la vibración de membranas, frotando las patas en-
tre sí, el Luego están los
tamborileo en los troncos de los árboles, etc.

gestos y expresiones corporales: las que nos resultan más familiares,


como el repertorio de los grandes simios y monos tan parecido al hu-
mano, los movimientos de cola de los perros y gatos (que deben ser in-
terpretados de forma completamente distinta en las dos especies), o
las extraordinarias posturas de algunas aves durante el cortejo. Tam-
poco debemos olvidar la comunicación olfativa, la producción de aro-
TERCER MANDAMIENTO 67

mas segregados por distintas glándulas que se dejan esparcidos en dife-


rentes puntos para marcar el territorio. Algunas hembras envían señales
olorosas que pueden atraer a machos que se encuentran a kilómetros de
distancia de ellas. Las feromonas son señales químicas indicadoras del
estado reproductivo de un animal. Algo más exótico todavía son los
increíbles movimientos del baile de las abejas que indican a las otras
abejas la distancia a la que se encuentra el alimento de la colmena y la
dirección exacta en la que tendrían que volar. Las luciérnagas hembra
encienden pequeñas luces y algunos peces brillan misteriosamente
con una extraña fosforescencia en el oscuro y frío mundo de las pro-
fundidades, en las que hasta hace poco se pensaba que no podía exis-
tir vida.
Las proezas de los animales llegan a ser abrumadoras. De hecho,
muchas de las innovaciones humanas puede que se hayan aprendido a

partir de la observación de los animales. Los pájaros tejedores llevaban


mucho tiempo elaborando sus intrincados nidos antes de que la gente
empezara a tejer sus cestos. El primer ser humano que dio forma a una
vasija de barro pudo sin duda haberse inspirado en la meticulosa labor
y elegante forma del nido de arcilla de la avispa, o quizá del avión co-
mún o algunos otros pájaros que construyen sus nidos con barro.
También parece que algunos animales tienen una extraña capaci-
dad predictiva. En China se sabe desde hace mucho tiempo que los
animales son capaces de predecir los terremotos. Algunos perros y ga-
tos pueden predecir con exactitud el comienzo de un ataque en perso-
nas epilépticas. El científico Rupert Sheldrake ha investigado miles de
historias sobre animales — en su mayoría perros — que parecían saber
con gran precisión la hora en que sus dueños volvían a casa.

Conversaciones con N'kisi

En enero de 2002 conocí a N'kisi, un loro gris africano criado en


cautividad, que vive con Aimee Morgana y algunos otros pájaros. Ha-
bía oído que N'kisi podía mantener conversaciones y, lo más sorpren-
dente, que era capaz de comunicarse telepáticamente con Aimee. Pasé
una hora y media escuchando cómo Aimee me contaba cosas sobre su
loro, mientras éste hablaba principalmente solo, aunque también lo
hacía con nosotras. Su jaula —de la que puede salir y entrar cuando
quiera —está situada en alto para que pueda sentir que domina a los
humanos. Unas cuantas veces voló hacia donde estábamos y se unió a
68 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

nosotras. Una de las primeras cosas que dijo cuando Aimee me pre-
sentó fue: «Tiene un chimpancé». Aimee estaba encantada porque
había estado enseñándole al loro fotos mías con los chimpancés. La
palabra «chimpancé» ocupaba puesto 701 en su vocabulario ¡y ésta
el

era la primera vez que Durante mi visita hice una llamada de


la decía!

saludo típica de los chimpancés, un aullido entrecortado. N'kisi se


quedó fascinado y, seis semanas después, Aimee me contó que el loro
emitía aullidos entrecortados varias veces al día, mientras hacía co-
mentarios como: «Esto es un chimpancé, suena como Jane». Parece que
suele hablar de experiencias importantes para él meses después de
que hayan ocurrido.
Aimee lleva un diario detallado y compartió conmigo algunas anéc-
dotas. Ella fabrica joyas exquisitas y un día se le*rompióuna cadena
especialmente bonita que llevaba puesta. Mientras recogía las cuentas,
pensó en la lástima que le producía que se hubiera roto el collar que
acababa de terminar. Entonces, N'kisi dijo con un tono comprensivo:
«Oh no, has roto tu collar nuevo». En otra ocasión, Aimee le enseñó al
loro algunas pequeñas velas que había comprado y éste dijo: «Mira las
pequeñas velas», «Mira el pequeño insecto». Una de las velas tenía
una imagen de una araña como celebración de Halloween.
Durante mi visita el loro no paraba de decir: «Muéstrale el psi».
«Psi» es la palabra que él utiliza para referirse a la telepatía o a los fenó-
menos psíquicos. Así que acabé viendo un vídeo de un experimento di-
señado por Rupert Sheldrake y Aimee. En él Aimee se encuentra en una
habitación en el piso de abajo con la puerta cerrada y una cámara de ví-
deo (la número 1), que muestra todas sus acciones. N'kisi está solo en el
piso de arriba dentro de su jaula, con una segunda cámara (la número 2),
sincronizada con la de Aimee, a cuya presencia se ha acostumbrado.
Las dos imágenes de Aimee y N'kisi aparecen a la vez en una imagen di-
vidida que vemos en nuestra pantalla. La cámara 1 muestra a Aimee
abriendo un sobre sellado en el que una persona imparcial ha colocado
una foto con algunas flores, que ahora ella ve por primera vez. Aimee
mira la foto y casi a la vez N'kisi empieza a hablar: «Tienes que ir a co-
ger la cámara y poner las flores ahora... Ve a poner las fotos de flores
ahí... Tengo que poner la foto, flor... Mira las pequeñas flores, sí...». Un

segundo sobre contiene una foto de un hombre que habla por un telé-
fono móvil. «Qué está haciendo al teléfono», dice N'kisi dos veces.
Está claro que se ha abierto ante nosotros un campo nuevo y emo-
cionante de investigación. Los logros de N'kisi son increíbles, pero se-
rán recibidos con un despectivo escepticismo por parte de los científi-
TERCER MANDAMIENTO 69

eos de la corriente principal —


igual que ha ocurrido con muchos de
losexperimentos de Rupert en los que estudiaba a los perros y a sus
dueños —Aimee está buscando financiación para instalar un sistema
.

de vigilancia que pueda registrar con exactitud todo que dice y hace
lo
N'kisi. Entonces, quizás algunos de los escépticos serán más humildes
al juzgar. Cuando pienso en las extraordinarias capacidades de N'kisi,

no puedo evitar pensar en los miles y miles de loros de todo el mundo,


cautivos y solos, que se encuentran encarcelados en pequeñas jaulas en
las que no pueden ni estirar las alas. Tenemos que abrir los ojos y va-

lorar a cada animal por lo que es y por quién es.


¡Qué increíbles son los habitantes de estos mundos animales que
nos rodean! Incluso las conductas complejas dominadas sólo por el
instinto —cuando son innatas o programadas genéticamente son—
maravillosas. Pero además cuando admitimos que muchas especies de
animales, algunos mamíferos y aves, tienen su propia personalidad,
mente y sentimientos, recibimos una lección de humildad. Y cuando
aceptamos que incluso los que tienen un cerebro menos desarrollado
posiblemente puedan experimentar dolor o, por lo menos, sensaciones
desagradables, es cuando empezamos a pensar de otra manera sobre
nuestra relación con ellos. En este caso, no sólo nos darán una lección
de humildad, sino que nos sentiremos avergonzados porque nuestra
desconsiderada ignorancia ha provocado demasiada crueldad.

¿Qué se siente al ser otro animal?

Al formular este mandamiento les sugerimos que se imaginen qué


sentirían al vivir como un simio, un perro, un delfín, un murciélago, una
paloma (o, incluso, un gusano o una tijereta). He dicho tijereta simple-
mente para hacer que amplíe al máximo su imaginación y quizá sonría al
pensar en ello; un científico alemán acaba de descubrir que las tijeretas
poseen dos p^n^s funcionales. El mundo sensorial de muchos animales
no sólo es rico, sino que es muy distinto al nuestro. Algunos animales,
como los perros y los cerdos, dependen completamente de su sentido
del olfato. Los murciélagos y delfines utilizan la ecolocación. Otros,
como las águilas, buitres y babuinos, tienen un increíble sentido de la

vista. Sus capacidades sensoriales pueden ser infinitamente superiores a


¿Puede usted oír el silbido de un adiestrador de perros?
las nuestras.

Cuanto menos parecido a nosotros es un animal, más difícil resulta


imaginarnos cómo sería vivir en su mundo. Pero sí podemos suponer
70 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

que a los gusanos de tierra no les gusta que los pisen y, como Albert
Schweitzer o san Francisco de Asís, podemos rescatarlos si los vemos
en un camino de paso. Cualquiera que haya compartido su vida con un
perro, un un conejo, un caballo, un canario o cualquier otro ani-
gato,
mal se habrá podido hacer una idea acertada de cómo ven o sienten el
mundo que les rodea, siempre que les haya tratado como compañeros,
como individuos que poseen su propia personalidad, gustos, aversio-
nes, y no como objetos que se poseen, que nos pertenecen y a los que
dominamos.
Este mandamiento, por tanto, nos alienta a abrir los ojos y la men-
te para tratar a los animales como creemos que sería mejor tratarlos en
sus propios mundos. Si todos viviésemos según este mandamiento, el
mundo sería un lugar maravilloso, porque millones de seres humanos
y animales no tendrían que soportar tantas miserias y sufrimientos. Ve-
ríamos a los animales como maestros, no como cosas u objetos inani-
mados, y los trataríamos según merecen. No permitiríamos que tuvie-
ran lugar las acciones brutales e indescriptibles que ocurren contra
ellos constantemente por todo el mundo.
Es muy importante darse cuenta de que la vida de cada individuo
cuenta en el diseño divino. La mayor parte de las personas cree en su
fuero interno que esto es verdad, pero apartan este pensamiento de
sus mentes y viven en constante negación. La enorme maquinaria de la
publicidad, los carteles de anuncios, la decoración de los escaparates,
aseguran que el público no se vea confrontado con las consecuencias
de sus hábitos de comer carne, sus elecciones de compra y su modo de
vida.Una respuesta típica de alguien al que le intentas explicar lo que
ocurre dentro de una granja de cría intensiva, de un matadero, de un
laboratorio de investigación médica o de algún otro lugar donde los
animales sufren es: «No quiero oír más, odio la crueldad», o «Me en-
cantan los animales, soy demasiado sensible para oír este tipo de co-
sas». Además, tienen miedo de que les hagamos sentirse culpables.
Otra respuesta que oigo a menudo es: «Pero a esos animales los crían
precisamente para servir como comida, para la investigación o lo que
sea». En otras palabras, no son como los animales «reales». Estas perso-
nas en cierta forma tienen razón, porque los animales criados en la
miseria de minúsculas jaulas solitarias, o en condiciones de horrible
hacinamiento, nunca tienen la oportunidad de vivir como individuos
normales de su especie. Pero, desgraciadamente, estos animales esclavos
siguen naciendo con capacidad intacta para sentir dolor, frustración y
la

miedo; igual que los esclavos humanos que nacían en las plantaciones.
TERCER MANDAMIENTO 71

Cuando leemos información sobre las circunstancias en las que son tra-

tados los animales sentimos una profunda vergüenza de la especie huma-


na. A continuación, describiré dos proyectos de investigación. El primero
tiene que ver con la utilización de perros en estudios sobre indefensión
aprendida, un tipo de estudios que no han resultado muy útiles para avan-
zar en el tema de la depresión en humanos, precisamente una de las razo-
nes por las que fueron llevados a cabo. El segundo tiene que ver con el uso
de monos en investigaciones sobre la radiación. Juzgue usted mismo.
«Cuando un perro normal, sin experiencia, recibe adiestramiento en
una pruebas de escape y evitación, suele ocurrir el si-
caja lanzadera en
guiente comportamiento: al comenzar la descarga eléctrica, el perro corre
como loco, defeca, se orina y aulla hasta que consigue saltar la barrera y
escapar así a la descarga [...] Sin embargo, un perro que ha recibido des-

cargas a las que no pudo escapar nunca porque estaba atado con un arnés
pavloviano, dejará pronto de correr y se quedará en silencio hasta que la

descarga termine [...]. Parece (sic) "rendirse" y "aceptar la descarga" pa-


sivamente.»
«En una serie de pruebas se sometió a los animales, que no estaban
anestesiados, a dosis letales de radiación y después se les forzó mediante
descargas eléctricas a correr por una rueda hasta que se desplomaron.
Antes de morir, los monos sufrieron los efectos predecibles de una radia-
ción excesiva, incluidos vómitos y diarrea. Después de admitir todo esto,
el representante de la DNA (Defense Nuclear Agency [Agencia de De-
fensa Nuclear]) comentó: "Por lo que nosotros sabemos, los animales no
sufren ningún dolor" .»
A mí me parece que lo que este representante «sabe» es meramente
un deseo bien intencionado, influido quizá por una conciencia culpable.
¿Cómo creen que se sentían los perros y monos en esos mundos incom-
prensibles, brutales e implacables en los que se encontraban? Intenten
imaginar cómo se sentiría si hubiera estado en su lugar, si hubiera sido la

víctima involuntaria de un maltrato tal.

Hace pocos meses vi una secuencia de una película sobre la caza de


un puma. No sabía que fuera legal cazar pumas o gatos monteses con
perros. El fotógrafo de la naturaleza Tom Mangelsen me contó cómo
los llamados outfitters (preparadores) hacen dinero con esto. Colocan
a los perros unos collares especialmente diseñados para emitir señales
en cuanto los canes empiezan a aullar, es decir, una vez que encuen-
tran a su presa y la persiguen hasta que se sube a un árbol. Después de
hacer que sus perros sigan un rastro en un camino —
las mejores con-
diciones para el rastreo tienen lugar después de una nevada los pre- — ,
72 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

paradores se van a casa. Llaman a sus clientes cuando los perros em-
piezan a puesto que han sido rigurosamente entrenados para
aullar,
cazar pumas y sólo pumas. A veces el cliente tarda un día o dos en lle-
gar, por lo que el puma —
y los hambrientos perros —
deben esperar.
En algunas ocasiones el cliente quiere hacer lo típicamente «deporti-
vo» y va a caballo hasta el lugar de caza, pero lo normal es que le lle-
ven en un todoterreno o en una moto de nieve. Una vez en el lugar,
mata al puma con un rifle —
o para ser más «hombre» con una pistola
o con arco y flecha.
Esa película fue filmada por Cara Blessley Lowe, después de con-
vencer a un preparador para que la llevara a una cacería. No consigo
borrar las imágenes de mi mente. Cinco perros se encontraban en la
base de un árbol aullando, lanzándose hacia el tronco, deseando que
empezara la acción después de tanto tiempo de espera. En lo alto del
árbol, tan alto como podía, se encontraba el puma agachado petrifi- —
cado de miedo —
con un delgado hilo de saliva cayendo de los labios.
,

Con un movimiento lento y agonizante conseguía cambiar levemente


el peso de lado. Sus preciosos ojos felinos estaban muy abiertos y lle-

nos de miedo. «Cuando todo esto termine —


dice el preparador (refi-
riéndose al tiroteo y a la taxidermia) — —
, esto es decir, la belleza del
puma — durará siempre.» De repente, el rifle dispara de un golpe y el

puma se desploma en el suelo. Sólo su cuerpo permanece.


Cuando estudié coyotes en Wyoming viví en un rancho propiedad de
uno de estos preparadores, ha gente, y sobre todo los hombres, están dis-
puestos a pagarles hasta 2.000 dólares por poder matar a un oso negro.
Muchas de estas personas no suelen estar en forma a causa de la obesidad
y no pueden seguir al preparador por el bosque. Además, suelen ser torpes, y
los osos pueden escaparse fácilmente al oír acercarse a los cazadores. Por

tanto, a menudo consiguen realizar sus sueños disparando a un oso «ceba-


do», que se alimenta en un basurero; los preparadores desprecian este pro-
ceder, pero estos hombres les pagan una fortuna y no están dispuestos a
volver a casa sin su trofeo y algún cuento chino que contar a sus amigos.
¿Cómo que los humanos podamos llegar a ser tan bru-
es posible
tales, despiadados y aparentemente insensibles con los animales a pe-

sar de nuestros grandes cerebros y nuestra capacidad de sentir empa-


tia y amor? ¿Es que somos verdaderamente así de crueles? ¿O se debe

a que no entendemos el mundo en el que viven los animales a los que


atormentamos?
Algo que debe quedar claro es que los animales también pueden
ser, y con frecuencia lo son, brutales y salvajes entre sí. La muerte que
TERCER MANDAMIENTO 73

los predadores infligen a sus presas puede ser interminable y horrible


de presenciar. Cuando observaba cómo cazaban los perros salvajes y
las hienas en el Serengeti, me consolaba pensando que la víctima esta-

ba con toda seguridad en tal estado de conmoción que sentía muy


casi
poco o nada de lo que le sucedía. Pero, por muy espantosos que sean
los actos predatorios, son conductas dictadas por una fuerte necesidad
de supervivencia y esta misma necesidad es la que ha caracterizado la
relación entre humanos y animales durante la mayor parte del tiempo
que llevamos en la Tierra. Qué diferente resulta la imagen de un caza-
dor prehistórico, armado tan sólo con su arco, flechas y lanza, ace-
chando a su presa, rodeado de poderosos carnívoros. Hoy en día, la
tecnología moderna nos permite controlar, dominar, torturar o matar
a los animales más poderosos, así como provocar torturas innombra-
bles y emprender guerras unos con otros.
Sin embargo, también los animales tienen algunas conductas seme-
jantes a las guerras primitivas. Los chimpancés, por ejemplo, son capa-
ces de atacar a miembros de comunidades vecinas de forma tan salvaje
que las víctimas acaban muriendo a causa de las heridas. Los chimpan-
cés han llegado incluso a desarrollar un concepto de quién es «del gru-
po o de fuera», de modo que someten a los «otros» a un tipo de agresión
apenas visto en las peleas entre miembros de la misma comunidad do- —
blándoles los miembros del cuerpo como si intentaran rompérselos, ras-
gándoles la piel y bebiéndose su sangre —
Es como si trataran a esos
.

«otros» como presas. Las hienas también forman peleas territoriales bru-
tales, muy similares a las de los chimpancés.
El hecho de que otros animales puedan ser extremadamente agre-
sivos y humanos y chimpancés posiblemente compartiésemos
que los
un ancestro común hace cinco o seis millones de años sugiere que he-
mos heredado esta predisposición agresiva de nuestro pasado, pero
no puede servirnos de excusa para justificar nuestra cruel conducta
del presente. Hemos desarrollado un cerebro más sofisticado y somos
capaces de entender el sufrimiento en los otros. De hecho, a pesar de
la terrible imagen de la humanidad que pintan diariamente los me-
dios de comunicación sensacionalistas, a la mayoría de la gente les
suelen gustar los animales, demuestran conductas más cariñosas y
maternales que agresivas, y se llevan razonablemente bien unos con
otros.
74 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Animales que se preocupan por sus congéneres

En la sociedad de los chimpancés, las relaciones familiares son muy


estrechas y duraderas. Las madres corren en defensa no sólo de sus
crías e hijos jóvenes, sino que también intentan ayudar a sus hijos e hi-
jas adultos.Los hijos con frecuencia ayudan a sus madres, y los herma-
nos se apoyan entre sí. Si una cría se queda huérfana, la cuidarán no
sólo sus hermanas mayores, sino también sus hermanos. De este modo,
siempre que pequeño sea capaz de sobrevivir sin la leche materna se
el

salvará. Uno de los ejemplos más conmovedores es el de la historia de


Mel, que perdió a su madre cuando tenía 3 años. No tenía hermanos,
pero para nuestra sorpresa fue adoptado por un macho de 12 años lla-
mado Spindle, que no tenía ningún parentesco con él, ni tampoco ha-
bía pasado tiempo con él y su madre. Sin embargo, Spindle llevaba a
cuestas a Mel de un sitio a otro, compartía con él su comida y lo metía
en su nido cada noche. En una ocasión corrió incluso a salvarle cuan-
do se acercó demasiado unos machos adultos que estaban empezan-
a
do a ponerse nerviosos y se arriesgaba a que éstos le arrastraran o uti-
lizaran como arma arrojadiza —
en lugar de una rama o roca durante—
las exhibiciones de carga. Spindle le salvó la vida.

También existen muchos relatos sobre chimpancés cautivos que


arriesgan la vida para intentar salvar a algún compañero que se ha caí-
do al agua del foso que rodea sus instalaciones (los chimpancés no sa-
ben nadar). Durante un enfrentamiento agresivo entre tres machos,
uno de ellos intentó escapar corriendo metiéndose en la parte del foso
con agua que no cubre, pero al llegar allí se quedó enredado en unas
hierbas. Cuantos más esfuerzos hacía por liberarse, más enredado es-
taba. Sorprendentemente, sus hasta entonces agresores corrieron en
su ayuda para intentar rescatarle, tirando en vano de sus brazos. En
otra ocasión, un macho adulto se cayó al agua y perdió la vida mientras
intentaba rescatar a una cría que se estaba ahogando.
Existen muchas historias desgarradoras y conmovedoras como és-
tas que nos permiten hacernos una idea de cómo los animales se cuidan
unos a otros, y nos cuidan. Son historias importantes porque aportan
más pruebas para los que siempre están intentando subestimar la im-
portancia de la vida de los animales como individuos.
Dos preciosos perros alaska malamute, Tika y su compañero de toda
la vida Kobuk, habían sacado adelante jurttos a ocho carnadas de cacho-

rros y ahora disfrutaban de unos años de retiro. Kobuk era encantador y


estaba lleno de energía, siempre quería que le prestaran atención. Sabía
TERCER MANDAMIENTO 75

cómo hacerte entender que quería que le rascaras la tripa o las orejas.
También era bullicioso y con sus aullidos conquistaba el corazón de todos.
Tika era más tranquila y discreta. Si alguien intentaba rascarle la barriga
o las orejas, Kobuk se abría paso a empujones para meterse en medio.
Tika sabía que no podía comer de su plato hasta que Kobuk estuviese le-

jos. Si se metía en su camino cuando éste iba hacia la puerta, cargaba


contra ella, tirándola al suelo. A lo largo de los años que pasaron juntos
Tika y Kobuk aprendieron a reconciliar sus diferencias.
Pero un día las cosas cambiaron: a Tika le salió un bulto en la pata
que diagnosticaron como un tumor maligno. La conducta de Kobuk a
partir de entonces cambió, se volviómanso y nunca dejaba a Tika sola.
Después de que le tuvieran que amputar la pierna y no pudiera apenas
moverse, Kobuk se preocupó por ella. Dejó de darle empujones y no le
importaba siquiera que la dejaran subirse a la cama sin que él pudiera
hacerlo.
Unas dos semanas después de la operación de Tika, Kobuk despertó
a su compañera humana, Anne, en mitad de la noche, del mismo modo
que lo hacía cuando necesitaba salir fuera. Tika estaba en otra habitación
y Kobuk corrió hacia ella. Anne despertó a
Tika y los sacó fuera, pero, al
tumbarse ellos en el césped, se dio cuenta de que Tika gemía suavemen-
te. Vio que la un tamaño enorme y que estaba
barriga de la perra tenía
inflamada. Tika estaba en estado de shock, por lo que Anne la llevó co-
rriendo a la clínica de animales de urgencias de Boulder. El veterinario
la operó y pudo salvarle la vida.

Si Kobuk no hubiera avisado a Anne, casi seguro que Tika hubiera


muerto. Se recuperó y, a medida que estaba mejor, Kobuk volvió a ser el
perro dominante de siempre, aunque ella andará con tres patas. Ahora
Anne sabía que Kobuk siempre estaría allí para ayudar a Tika si ésta lo
necesitaba. Tika lo había sabido desde el principio, eran dos perros que
se querían y hacían lo que debían el uno por el otro.
Algunos científicos han intentado explicar los actos de valentía y
autosacrificio de los animales mediante dos teorías. La primera es la
selección parental, según la cual el animal que ayuda siempre es un pa-
riente de aquel al que ayuda. Los dos comparten cierta proporción de
genes, y el que ayuda lo hace para asegurarse la supervivencia de par-
te de sus genes. La segunda teoría, el altruismo recíproco, se utiliza
para explicar por qué algunos animales ayudan a otros con los que no
están emparentados —
el que ayuda actúa con la «expectativa» de que

le ayuden a su vez en otra ocasión —


«Tú me rascas la espalda y yo te
.

la rasco a ti.» Por tanto, se dice que incluso la conducta en apariencia


76 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

más noble determinada biológicamente por los genes egoístas del


está
que ayuda. Aunque las dos teorías, la selección parental y el altruismo
recíproco, hayan desempeñado sin duda un papel fundamental en la
evolución de las conductas altruistas, parece que no son sólo los hu-
manos los que han ido un paso más allá. Recuerden al perro guía del
World Trade Center que, después de haber sido liberado, volvió para
salvar a sucompañero humano. ¿Puede explicar alguna de estas dos
teoríasun acto de compasión y cariño como éste? Debemos ampliar
nuestra forma de ver a nuestros animales.

Jethro, un conejo y un pájaro

Jethro, el perro que ha sido mi compañero durante más de diez años,


es un animal discreto, manso y obediente. Nunca ha perseguido a los ani-
males que viven alrededor de mi casa de la montaña y le encanta salir a
observar a sus amigos. En dos ocasiones se molestó en ayudar a dos pe-
queños animales que lo necesitaban. No podemos saber si Jethro espera-
ba algo a cambio de su amabilidad, aunque parece improbable.
Un día, cuando Jethro tenía unos 2 años, oí sus pasos en el porche. En
lugar de gemir como hace normalmente cuando quiere entrar en casa, se
quedó sentado. Vi a través de la puerta de cristal que llevaba algo peludo
en la boca. Mi primera reacción fue pensar: «¡Oh, no!, ha matado a un
pájaro». Pero cuando abrí la puerta dejó caer a mis pies un conejo muy pe-
queño cubierto de saliva que todavía se movía. No tenía ninguna herida
visible. Sólo era un amasijo de pelo que necesitaba calor, comida y cariño.

La llamé Bunny. Imaginé que su madre había desaparecido, posiblemen-


te en las fauces de un coyote, un zorro o un gato montes. Jethro me miró

con los ojos muy abiertos, esperando algún elogio por haber sido tan ama-
ble con la coneja. Estaba muy orgulloso de sí mismo, he di una palmadi-
ta en la cabeza, le rasqué la barriga y dije «buen chico». Eso le gustó.

Cuando levanté a Bunny, mi perro se puso muy nervioso, intentó


quitármela de las manos, gimió y me siguió mientras cogía una caja y
una manta. Coloqué a Bunny con cuidado en la caja y, después de un
rato, le puse agua, zanahorias machacadas, apio y lechuga que ella inten-

tó comer. Todo este tiempo Jethro se quedó detrás de mí, jadeando, mo-
jándome el hombro con su saliva y observando cada uno de mis movi-
mientos. Pensé que intentaría arrebatarme a Bunny o la comida que le
había puesto, pero no, se quedó allí de pie, fascinado por la pequeña bola
de pelo que intentaba orientarse en su nuevo hogar.
TERCER MANDAMIENTO 77

Cuando tuve que dejar la casa sola, llamé al perro para que viniera
conmigo, pero no quiso. Suele venir inmediatamente, sobre todo si le

ofrezco un hueso, pero entonces se quedó pegado a la caja durante horas.


Al intentar que fuera al sitio donde suele dormir, se negó. Confié en que
no haría nada malo a Bunny —y así fue— en las dos semanas durante
las cuales la cuidé para restablecer su salud. La había adoptado, era su

amiga y quería asegurarse de que nadie le haría ningún daño.


Vor fin llegó el día en que decidí volver a soltar a Bunny en el bos-
que. Jethro y yo caminamos hacia un lado de la casa, donde la saqué de
la caja y vi cómo se iba abriendo camino hasta un montón de madera.

Era muy cautelosa, sus sentidos se llenaban de nuevas visiones, sonidos


y olores. Se quedó en el montón de madera durante una hora, hasta que
decidió con valentía empezar una nueva vida como una coneja adulta.
]ethro permaneció tumbado donde estaba y presenció todo lo que ocu-
rrió. Nunca apartó la vista de Bunny, ni intentó morderla.

Bunny se había convertido en la amiga de ]ethro y él esperaba poder


volver a verla. Ahora cada vez que algún conejo se acerca a casa, el perro
lo mira con atención, quizá preguntándose si se trata de Bunny. Se in-
tenta acercar todo lo que puede a ellos, pero nunca les persigue.
A ]ethro le encantan todos los animales. Nueve años después de co-
nocer a Bunny y tratarla con tanta amabilidad, vino corriendo hacia mí
con otro animal en la boca empapado en saliva. Me pregunté si sería otro
conejo. Le pedí que me lo diera y lo hizo. Esta vez la bola mojada era un
pequeño pájaro que se había estrellado contra una ventana; se había que-
dado sin sentido y sólo necesitaba recuperarse. Lo sujeté en las manos
durante unos minutos, mientras ]ethro vigilaba cada uno de mis movi-
mientos. Cuando pensé que ya estaba listo para volver a volar, lo coloqué
en la barandilla del porche. El perro se acercó a él, lo olisqueó, dio un
paso atrás y observó cómo se alejaba volando.
Así, ]ethro salvó a dos animales de la muerte, aunque podía haberlos
engullido sin ningún esfuerzo. Vero no le haces eso a un amigo, aunque
nunca pueda pagarte el favor en el futuro.

Especies distintas que se ayudan entre sí

Existen muchas otras historias reales sobre animales que ayudan a


individuos de otras especies.Una vez Hugo y yo vimos en el Serenge-
ti formar un círculo alrededor de una garza real, que
a varios pelícanos
había sido atacada por una gran ave rapaz y obligada a permanecer en
78 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

el centro de un pequeño lago. El ave rapaz bajaba en picado repetidas


veces para intentar recuperar a su víctima del agua, pero los pelícanos
extendían sus enormes alas y la ahuyentaban. Al final la rapaz se dio
por vencida. Remamos hasta donde estaba la garza, la rescatamos del
agua y, al poco tiempo, se recuperó y se alejó volando,
A veces ios depredadores y las presas se hacen amigos. En el Parque
Nacional Samburu de Kenia se dio el caso de una leona adulta que adop-
tó a una cría de orix y no sólo le dio cariño y atenciones, sino que llegó a
permitir que la madre orix la amamantara. Después, un león macho

mató al bebé orix mientras la leona dormía la siesta y el personal del par-
que Samburu informó de que ésta se había enfadado con el macho. Un
experto naturalista, llamado Vincent Kapeen, señaló que era posible que
la leona hubiera adoptado a la cría porque había perdido a su manada y

se sentía sola. Pocas semanas más tarde la misma leona adoptó a otro
orix joven y también permitió que su madre le amamantara. Llegó a
adoptar a un tercero varias semanas después.
También conocemos el caso de Mooney, un caballo andaluz pura-
sangre que se quedó atrapado en el barro hasta el cuello después de
haberse caído al río. De no haber sido por los incesantes rebuznos de la
burra Tricia, que alertaron al dueño, el caballo hubiera muerto con toda
seguridad. Tricia había sido su amiga durante veintitrés años. Al final,
los bomberos consiguieron rescatar al caballo después de una dura
lucha.

Animales que ayudan a los humanos

Existen miles de historias que cuentan cómo algún perro ha rescata-


do a miembros de su familia humana o, incluso, a extraños. Un perro ca-
llejero tuvo el mérito de salvar la vida de un bebé que casi muere conge-
lado en Rumania. En Portugal varios perros consiguieron mantener con
vida a un niño de J años tumbándose encima de él en una noche lluvio-
sa y de mucho viento en las montañas. En Chile, un niño de 10 años con-
vivió con perros callejeros en una cueva, después de haber sido abando-
nado por sus padres.
También hay unas cuantas historias asombrosas sobre perros héroes
que han salvado a sus compañeros humanos de una muerte segura o
de sufrir serios daños. Un helado día de invierno, Jim Gilchrist, de 61
años, salió a pasear a sus dos perros, un rottweiler llamado Tara y un
golden retriever llamado Tiree. Decidió volver a casa cruzando un lago
TERCER MANDAMIENTO 79

helado y, de repente, el hielo se quebró bajo sus pies y cayó al agua.

Tara oyó sus gritos y corrió hacia allí, pero también cayó al agua. Mien-
tras intentaban mantenerse a flote en el agua helada, apareció Tiree.
Aullando muy alto se agachó y, arrastrándose sobre su estómago, con-
siguió acercarse a ellos. Gilchrist le agarró del collar y esto permitió a
Tara trepar por la espalda del hombre y salir del agua. Una vez fuera,
Tara se agachó también al lado de Tiree, de modo que Gilchrist pudo
agarrar a ambos perros con las dos manos. Una vez colgado, los dos
retrocedieron clavando las uñas en el hielo y arrastraron sus 90 kg fue-
ra del agua. «Arriesgaron su vida para salvarme», dijo después.
En un cálido día de verano el pequeño Sean Harry, de 2 años, esta-
ba jugando entre los árboles de pacana del jardín de su abuela cuando,
de repente, empezó a gritar de terror. Haven, el chihuahua de su abue-
la, corrió hacia él y agarró la serpiente mocasín acuática de casi un me-

tro de largo que colgaba del fondillo de sus vaqueros. El perro puso
las patas encima de las piernas de Sean y zarandeó a la serpiente hasta

que ésta se soltó del pantalón. Por suerte, el reptil ya había tenido bas-
tante y se deslizó lejos de allí. Los pantalones de Sean estaban cubier-
tos de veneno, pero éste no le había alcanzado —
si la serpiente le hu-

biera mordido el veneno le hubiese matado, igual que a Haven,


En el otro extremo del mundo, en Tanzania, a un amigo mío lla-
mado Dimitri Mantheatis también le salvó de una mordedura de ser-
piente su perro. Ocurrió cuando fue al garaje a coger el coche. Le ex-
trañó oír un siseo y pensó que era una rueda pinchada. Al agacharse
para investigar, su perro Terry gruñó y se tiró hacia él. Empujó al pe-
rro a un lado para volver a agacharse y mirar debajo del coche. Esta
vez Terry casi le tiró de un empujón y se puso a ladrar como un loco.
Al darse cuenta de que estaba pasando algo raro, Dimitri dio un paso
atrás y encendió la linterna. Debajo del coche había una víbora escu-
pidora enroscada, una serpiente cuyo veneno resulta letal.
Norman es un labrador de color amarillento, he encanta pasear con su
familia humana por la orilla del río y normalmente se queda cerca de
ellos. Vero un día escuchó los gritos de dos niños y se fue corriendo hacia

donde estaban. Lisa, de 13 años, y su hermano ]oey, de 12, se habían que-


dado atrapados en la fuerte corriente del río. Joey había conseguido nadar
hasta la orilla, pero su hermana luchaba angustiada por salir con todas sus
fuerzas sin conseguir avanzar Norman se tiró al agua y nadó directamen-
te hacia Lisa. Al llegar a su lado, ella se agarró a su cola y nadaron juntos
hasta ponerse a salvo. La foto de Norman ocupa un lugar privilegiado en
la pared del dormitorio de Lisa. Para ella es su ángel de la guarda. De he-
80 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

cho, existen muchas personas con historias parecidas que creen firmemen-
te que los perros que acudieron en su ayuda apareciendo de la nada eran

sus ángeles de la guarda: como la niña que se perdió una noche en la nie-
ve, el hombre que se cayó en un lugar remoto y se rompió las piernas y la

mujer que se encontró sola en un callejón oscuro frente a tres jovenzuelos.


También hay otros animales que han salvado alguna vez a humanos.
Los delfines de distintas especies rescatan muy a menudo a personas
que se encuentran en situaciones difíciles. Es frecuente que en estos res-
cates ahuyenten a algún tiburón que esté atacando a su víctima. Los del-
fines también ayudan a veces a personas heridas a mantenerse en la su-
perficie y los van empujando suavemente hacia la orilla. Existe incluso
una historia de una osa que cuidó a un niño pequeño de 16 meses que
apareció sano y salvo en una osera de la provincia de Loreston, en Irán.
LuLu era una cerda barrigona que vivía con Jo Ann en un chalet
cercano a la carretera. Un día la cerda hizo algo que nunca antes había
hecho: saltó la valla del final de la parcela y se plantó en medio de la
carretera. Un motorista que pasaba por allí vio cómo varios coches vi-
raban bruscamente para no atropellarla, por lo que paró y fue a ver
qué ocurría. Cuando lo vio, LuLu se levantó enseguida, caminó hacia
la valla, se paró y le miró. El hombre, intrigado, la siguió y se encontró

a Jo Ann en el suelo; había sufrido un ataque al corazón. Llamó rápi-


damente a una ambulancia. El doctor dijo que si la ayuda hubiera tar-
dado un poco más. Jo Ann habría sufrido con toda seguridad una le-
sión permanente.
Los gatos también se han comportado alguna vez como héroes.
Bernita se encontraba leyendo en el salón de su casa y su hija de seis
semanas, Stacey, estaba durmiendo en la cuna en la habitación conti-
gua. Su gato, Midnight, empezó entonces a comportarse de forma ex-
traña, saltando varias veces en el regazo de Bernita y golpeándola en
las piernas. Bernita lo empujó, pero él siguió insistiendo. Luego se fue

de la habitación y Bernita le oyó a través del intercomunicador del


bebé gimiendo y gruñendo. Asustada, Bernita corrió a la habitación
del bebé, en la que encontró al desesperado gato subido a un armario
maullando y mirando fijamente al bebé: estaba azul y tenía dificultades
para respirar. De no haber sido por su gato, Stacey hubiera muerto
como otros bebés en la cuna.
Otra historia real trata sobre una rata mascota llamada Whiskers
que dormía en la cocina con el perro de la familia Smith. Una noche,
mientras la casa empezaba a llenarse de humo y el perro seguía dur-
miendo plácidamente en la cocina, Whiskers subió al piso de arriba.
TERCER MANDAMIENTO 81

La señora Smith le oyó rascar y arañar en la puerta de la habitación de


su hija. Después hizo lo mismo en su propia habitación, dando chilli-
dos. Como no podía seguir aguantando estos ruidos, se levantó, fue a
la puerta y olió el humo. Despertó rápidamente a su marido y a su hija

y todos pudieron salir de la casa a tiempo y llamar a los bomberos. Por


supuesto, se llevaron a los animales con ellos.
Daisy, una vaca lechera, mantiene una relación muy estrecha con
su granjero, Donald Mottram. Se acerca a él cuando la llama y consi-
gue que la siga toda la manada. Un día un nuevo toro recién llegado
atacó salvajemente al granjero. Donald cayó al suelo con el toro cor-
neándole y pisándole la espalda y los hombros, y entonces se desmayó.
Cuando volvió en sí, Daisy, que debía haber oído sus gritos, estaba allí
con elresto del rebaño. Habían formado un círculo protector alrede-
dor de él. El furioso toro estaba cerca de allí y, aunque seguía inten-
tando acercarse a él, las vacas le ahuyentaban. Mantuvieron el anillo a
su alrededor mientras él se arrastraba hasta la casa. Cuando le pre-
gunté por qué pensaba que las vacas le habían protegido, me dijo: «He
tratado a estos animales bastante bien y a cambio me han cuidado. La
gente dice que soy demasiado blando, pero creo que uno recoge lo que
siembra».
Nuestros parientes los primates también han salvado algunas vidas
humanas. Una hembra de gorila de llanura occidental de 8 años apa-
reció en los titulares cuando rescató a un niño de 3, que se había caído
dentro de su instalación desde una altura de más de 5 m en el zoo de
Brookfield, en Chicago. La gorila, de nombre Binti Jua, que significa
«Hija del sol» en kiswahili, se acercó al niño que estaba inconsciente y
lo tocó con cuidado. Después lo levantó suavemente del suelo de ce-
mento y, pese a llevar a su cría sobre la espalda, acurrucó al niño hu-
mano en uno de sus brazos y se lo llevó hacia la puerta de las habita-
ciones interiores donde duermen los gorilas. Una vez allí, se sentó
tranquilamente hasta que oyó a uno de los cuidadores detrás de la
puerta. Entonces, se alejó, permitiendo que el cuidador recuperara al

niño (que volvió pronto en sí). Las mangueras de agua que se habían

preparado para mantener alejados a los otros gorilas —


que parecían
agitados —
no fueron necesarias. Un macho adulto del zoo de Jersey
también salvó a un niño que se había caído dentro de su instalación y
no permitió que los otros gorilas se acercaran.
El chimpancé Oíd Man [«viejo»] (al que se puso este nombre
cuando era un bebé debido a que las crías de chimpancés parecen
realmente viejas) fue enviado desde África a Norteamérica en barco
82 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

cuando tenía 2 años. Lo tuvieron que separar a la fuerza del cuerpo de


su agonizante madre. Durante los siguientes diez años de su vida vivió
en una jaula típica de 1,50 x 1,50 m y lo utilizaron en investigaciones
sobre el cáncer. Tuvo suerte de que a los 12 años decidieran retirarlo a
una rodeada de un foso con agua en el zoo de Florida. Allí vivía
isla

con hembras, una de las cuales tuvo un hijo suyo. Cuando contra-
tres
taron a Marc Gusano para que los cuidara le advirtieron que se man-
tuviera siempre alejado de los chimpancés: «Odian a las personas e in-
tentarán matarte».
A lo largo de las siguientes semanas Marc fue dándose cuenta de lo
humanas que parecían sus conductas, de cómo se abrazaban unos a otros
dando gritos de alegría cuando él se acercaba con la comida y de cómo
Oíd Man protegía a su pequeño hijo. Marc pensór «¿Cómo voy a ocu-
parme de estos maravillosos animales si no tengo relación con ellos?».
Así, fue acercándose cada vez más a la isla en su pequeño barco. Un día
Oíd Man cogió un plátano de su mano. Otro, Marc se atrevió a desem-
barcar en la isla. En una ocasión se atrevió incluso a espulgar a Oíd Man
y éste le espulgó a él a cambio. Otro día jugaron. Algunas semanas des-
pués, Marc se resbaló en el barro y asustó sin querer a la cría, que gritó.
Inmediatamente, la madre corrió hacia ellos y mordió a Marc en el cue-
llo. Las otras dos hembras también fueron a ayudarla —
una mordió a
Marc en la pierna y la otra en la muñeca —
De repente, Marc vio a Oíd
.

Man precipitándose hacia ellos con el pelo erizado y cara de furia, para
proteger a su precioso bebé, pensó Marc. Sin embargo, el chimpancé le
quitó de encima a las hembras y no permitió que se acercaran a su amigo
humano mientras éste se arrastraba hasta su barco para ponerse a salvo.
Para mí esta historia es muy simbólica, porque Oíd Man era un
chimpancé que había sufrido horribles maltratos por parte de los hu-
manos y, aun así, prestó ayuda a un amigo humano en un momento en
que realmente lo necesitaba. Por tanto, nosotros, los humanos, con
nuestros sofisticados cerebros y nuestra gran capacidad de entender el
sufrimiento, deberíamos también ser capaces de ayudar a esos anima-
les que tanto nos necesitan.

Efectos curativos de los animales y de la naturaleza

Por último, llegamos al poder curativo que tiene relacionarnos con


animales. Los perros, en particular, proporcionan muchos beneficios
terapéuticos para las personas ancianas, enfermas y desequilibradas.
TERCER MANDAMIENTO 83

También otros animales, como los gatos y los delfines, pueden resultar
muy beneficiosos. Los pacientes con trastornos mentales se calman si
se sientan a mirar los peces de un acuario. Y la mayoría de nosotros
hemos experimentado la paz que nos inspira pasar un rato entre árbo-
les y flores en una colina, jardín o bosque, sobre todo si los pájaros es-

tán cantando. Tenemos una necesidad psicológica profunda de estar


conectados a la naturaleza y a los animales. Como dijo Anatole Fran-
ce: «Una parte del alma de una persona permanece dormida hasta que
uno no ha querido a un animal».
He recibido muchas cartas de personas de diferentes lugares del
mundo que, gracias a que establecieron un estrecho vínculo con algún
animal, han sobrevivido a infancias repletas de maltratos horribles.
Una niña que había sido objeto de abusos sexuales noche tras noche,
solía bajar sigilosamente al sótano con mucho miedo y dolorida, para
llorar y dormir abrazada a su perro. Un
día su padre la descubrió y
mató al perro. Ella quiso quitarse la vida, me dijo, pero de vuelta a

casa desde el colegio pasó por un campo en el que había un rebaño de


vacas y una de ellas terminó dejando que se acercara. Fue todos los
días a verlas, hasta que se acostumbraron tanto que la dejaban acer-
carse mientras rumiaban y ella las abrazaba para relajarse. Con esas va-
cas su torturado espíritu descansaba.
Otra historia extraordinaria es la de Misha, que después de escapar
con 13 años de una casa en Bélgica (los nazis se habían llevado a sus
padres) a comienzos de la Segunda Guerra Mundial, caminó miles de
kilómetros por los bosques en la Europa ocupada. Estableció lazos es-
trechos con varios perros sin hogar, y los lobos la aceptaron en dos
ocasiones —
una fue aceptada por una pareja (hasta que el macho mu-
rió de un disparo) durante un breve período y otra por una manada
durante varios meses en los que le permitieron incluso comer de su co-
mida.
En un centro penitenciario del condado de Goochland, en Virginia,
se permite a los internos que adiestren a perros con la ayuda de una or-
ganización local llamada Save Our Shelters. Los internos dicen que los
perros se convierten en su familia, comparten su comida y juguetes con
ellos. También destacan que los perros llevan algo de humanidad al in-

hóspito ambiente del centro, has personas sin hogar también establecen
fuertes vínculos con los perros. En el Union Cospel Ministry de Seattle,
en Washington, el doctor Stanley Coe organizó la Doney Memorial Pet
Clinic, para cuidar a las mascotas de las personas sin hogar Para muchas
de estas personas sus animales de compañía son los únicos amigos que
84 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

El señor Wright decía sobre su mascota: «Ella


tienen. es mi mejor amiga
y compañera [...] Sé que no me traicionaría como lo han hecho los
otros».
Durante su intervención sobre los mataderos (segundo mandamien-
to) en el Senado norteamericano el senador Byrd también habló de la
importancia que tienen para nuestro bienestar los animales de compa-
ñía — nuestros «generosos amigos» —
Se sabe que los perros pueden
.

ayudar a reducir el estrés en niños y adultos. Un grupo de Atlanta lla-


mado Dreamworkers que utiliza animales en sus terapias no da abasto
con la cantidad de peticiones de animales realizadas por humanos que los
necesitan. De hecho, existe una relación recíproca. El hecho de tocar y
acariciar a un perro tiene un efecto calmante tanto para el humano como
para el perro. Marty Becker ha escrito un libro maravilloso titulado The
Healing Power of Pets, que demuestra cómo pueden hacer las mascotas
que la gente se sienta bien físicamente y esté contenta pueden ayudar —
a sanar a las personas enfermas y solitarias de los hospitales y las resi-
dencias de ancianos.
En su libro Kindred Spirits: How the remarkable bond between
humans and animáis can change the way we live, el veterinario holísti-
co Alien Schoen señala catorce maneras en las que la relación de un ani-
mal y un humano puede reducir el estrés. Algunas de ellas son: la reduc-
ción en la presión sanguínea, el aumento de autoestima en niños y
la

adolescentes, el aumento de la tasa de supervivencia en víctimas de ata-


ques cardíacos, la mejora de la vida de los ancianos, la ayuda en el desa-
rrollo de actitudes más humanitarias en los niños, un sentimiento de ma-
yor estabilidad emocional en niños adoptados, la reducción de la demanda
de médicos entre pacientes con seguro médico para tratar problemas que
no son realmente serios y la disminución de los sentimientos de soledad
en los preadolescentes. Elevar alguna mascota al lugar de trabajo puede
reducir el estrés, mejorar la satisfacción con el trabajo, fomentar las in-
teracciones sociales yaumentar las productividad.
Además de los perros, también los gatos, las llamas y los delfines
ayudan a tratar casos de personas que sufren alguna enfermedad termi-
nal, dolores y demencia grave, al proporcionarles «el consuelo de una

criatura». Eos cuidadores y pacientes dicen que los animales son «segu-
ros» y ofrecen relajación, amistad y «un montón de cariño» a la gente
que lo necesita. Michelle Rivera cuenta muchas historias enternecedoras
en su libro Hospice Hounds, que comienza con el propio relato de Mi-
chelle sobre la enfermedad de su madre y su petición de un perro que le
hiciera compañía. En su lecho de muerte la madre de Michelle, Katheri-
TERCER MANDAMIENTO 83

ne, decía: «Necesito ver a un perro, necesito ver una cola moverse». Vero
las circunstancias eran tales que no había ningún perro en la familia,
porque Katherine había estado viviendo en una residencia de ancianos
que no permitía la entrada de perros. Cuando ya estaba en una situación
terminal, se mudó a vivir con Michelle, pero su hija y su familia no te-
nían perro puesto que no les quedaba tiempo ni de día ni de noche para
ocuparse adecuadamente del animal. Poco después, Michelle dejó de tra-

bajar para quedarse en casa y cuidar de Katherine, por lo que ya pudo


meter un perro en sus vidas. Tyrone se unió así a la familia y estuvo pre-
sente junto al gato Sable cuando Katherine murió. Su deseo se cumplió,
puesto que sus dos amados compañeros y sanadores le hicieron compañía
junto a la cama, dándole el apoyo que necesitaba.

Mi madre Beatrice sufre demencia senil. Cuando en cierta ocasión fui

a visitar a mis padres, mi padre llamó a su amiga Ginger (que había per-
dido a su marido recientemente) para que me enseñara su nuevo tesoro,
un caniche tamaño mini al que no me sorprendió que llamaran Tiny
[«minúsculo»] ¡Lo llevaba dentro de la camisa! Tiny, al que Ginger ado-
.

raba y mimaba, también mimaba y adoraba a Ginger, y supuso para su


vida una gran alegría en ausencia de su marido. Desgraciadamente, tuvo
que mudarse de casa porque las leyes impuestas por la asociación de pro-
pietarios prohibían los perros. Puedo garantizarles que este maravilloso

y pequeño perro ocasionaba muchos menos problemas que la mayoría de


los vecinos de Ginger y, a pesar de ello, tuvo que cambiarse de casa por-

que no permitían tener perros. Lo que me resultó más interesante fue


que mi madre, a quien de joven le había mordido un perro y siempre les
tuvo miedo, también dio la bienvenida a Tiny como si fuera un amigo
que le reconfortara. Llegó incluso a dejar que se sentara en su regazo, y
esbozaba una sonrisa de oreja a oreja cuando se le metía en la manta y en
el corazón.
¿Por qué los perros son tan buenos terapeutas? Si permitimos a los
perros entrar en nuestra vida, despertarán con facilidad nuestros sentidos,
nuestra alma y espíritu. Junto a otros seres animales nos ofrecen además
un respeto puro y sin filtros, humildad, compasión, confianza y cariño.
Tenemos mucho que aprender de ellos.
CUARTO MANDAMIENTO
Enseñar a nuestros hijos a respetar
y amar la naturaleza

El cuarto mandamiento tiene que ver con la necesidad de facilitar

a nuestros hijos a medida que van creciendo experiencias adecuadas,


puesto que las actitudes de los niños hacia los animales son moldeadas
por lo que aprenden de los que les rodean, de aquellos a los que quie-
ren y admiran. Resulta fundamental criar adecuadamente a las nuevas
generaciones de jóvenes, que serán las que tengan que ocuparse de
cuidar la naturaleza y ayudar a paliar los daños que todos hemos cau-
sado.
Los niños que se han criado en una familia cariñosa que muestra res-

peto por los animales, que han crecido en estrecho contacto con algún ser
vivo, tienden a ser amables, cariñosos y compasivos con los animales
cuando son adultos. En el caso de niños de un hogar aparentemente nor-
mal que se muestran extremadamente crueles con los animales, esta ac-
titud puede indicar que sufren algún problema psicológico serio. Cuando
ha sido posible rastrear la infancia de asesinos en serie o psicópatas, se ha
descubierto que tenían un pasado repleto de casos de horrible crueldad
con los animales. Por tanto, pueden utilizarse las relaciones que los ni-
ños establecen con los animales para enseñarles a tener compasión y ser
amables o, por el contrario, si estas cualidades están ausentes pueden ser-
vir como indicadores de maltrato a los animales y problemas psicológicos
potenciales.
En mi caso, me siento afortunada de haber tenido una madre muy
sabia que me brindó todo su apoyo, alimentó mi temprana pasión por
todas las formas vivientes y me permitió rodearme de animales vario-
pintos. Cuando tenía sólo 16 meses vino a darme las buenas noches y
me encontró mirando, completamente extasiada, algo que había sobre
la almohada. Al acercarse, vio una pequeña colección de serpenteantes
88 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

gusanos de tierra. En lugar de regañarme, me dijo con voz suave que


iban a morir si no estaban en contacto con la tierra. Los junté todos rá-
pidamente y los llevé con pasos inseguros hasta el jardín. Incluso cuan-
do vivíamos en un pequeño apartamento de Londres, compartíamos el
espacio con un fantástico perro, un buU terrier llamado Peggy. Más tar-
de, nos mudamos a una casa cerca del mar en la que teníamos nuestro
propio jardín, en el que mi hermana y yo cuidábamos de varios gatos,
perros y conejillos de indias, a los que sacábamos a pasear con un arnés,
un canario que sólo entraba en su jaula para comer o dormir, un háms-
ter que hizo su nido en la tapicería de un sillón orejero y todo tipo de
criaturas que nunca metíamos en jaulas.
Fui aprendiendo de la naturaleza puesto que pasaba todo el tiem-
po libre fuera de casa. Cuando tenía cuatro años nos fuimos de vaca-
ciones a una granja en la que ayudé a recoger los huevos de las gallinas.
Por aquel entonces no existían las crueles granjas de cría intensiva. No
conseguía descubrir de dónde venían los huevos, cómo podía existir
un agujero de tal tamaño, así que decidí esconderme en uno de los ga-
llineros para averiguarlo. Estuve allí cuatro horas. Una vez más mi ma-
dre, a pesar de lo preocupada que estaba (la familia había llamado a la
policía), cuando me vio acercarme con gran excitación a la casa, espe-
ró a que me sentara y escuchó mi maravillosa historia sobre cómo po-
nen huevos las gallinas. También aprendí mucho de los libros sobre
animales que mi madre me consiguió. Leí incontables historias sobre
animales, desde la del doctor Doolittle hasta las de Tarzán y Mowgli.
Uno de mis libros favoritos (que conseguimos gratis gracias a que mi
madre fue guardando los cupones de algo parecido a los paquetes de
sopa instantánea) era The Miracle ofLife. Como mencioné antes, era
un libro con mucho texto e ilustrado con fotografías en blanco y negro
y dibujos, que trataba sobre temas tan diversos como el camuflaje,
«múltiples lenguas para múltiples funciones», los insectos nocivos y la
historia de la medicina. Era un libro dirigido a los adultos, pero a mí
me encantaba, estimulaba mi curiosidad y deseo de saber más y más
sobre el mundo natural.
Según mis padres, desarrollé las ideas que tengo sobre «tener en
cuenta a los animales» en una época temprana. «Tener en cuenta a los
animales» significa dos cosas: en primer lugar, se refiere a preocuparse
por otros seres, respetarlos por lo que son, apreciar su propia visión del
mundo y preguntarse qué sienten y cómo lo sienten. En segundo lugar,
tiene que ver con el hecho de que muchos animales cuentan con mentes
muy activas y atentas.
CUARTO MANDAMIENTO 89

No me crié en el campo, ni tampoco rodeado de animales. De joven


tuve peces de colores y siempre me preguntaba cómo se sentirían vivien-
do en un acuario. Siempre tuve una especie de lo que Rachel Carson lla-

mó «sensación de asombro», una insaciable curiosidad por el mundo que


me rodeaba. Mi hogar rebosaba compasión y amor. Mis padres me han
dicho que siempre quería saber lo que los animales pensaban y sentían.
Recuerdan que cuando tenía unos 4 años me enfadé con un hombre por
pegar a sus perros y le grité ¡y el hombre acabó persiguiendo a mi padre!
Mi padre también recuerda el día en que, mientras estábamos en un via-
je de esquí en Pensilvania y yo sólo tenía 3 años, un zorro rojo cruzó por
el camino en el que nos abríamos paso y me sentí completamente trans-

portado por la belleza del animal. Me puse enseguida a hacer preguntas


sobre el lugar donde vivía el zorro y si era o no feliz. Todas las interaccio-
nes que he tenido con animales me han ayudado un estrecho
a establecer
vínculo con ellos, y todas han tenido que ver con el cariño, ninguna con
hacerles daño. El hecho de que la compasión engendra compasión es ob-
vio. Muchos años después abandoné dos cursos de posgrado porque no

quise hacer daño o «sacrificar» (matar) a un animal como parte de mi


educación.
Tanto Marc como yo hemos tenido mucha suerte porque existen
millones de niños cuyos padres nunca han sido comprensivos y otros
muchos millones que han nacido en la más absoluta pobreza, con po-
cas o ninguna posibilidad para explorar el mundo natural. También
están los que han nacido en culturas que no tienen ninguna considera-
ción por la vida animal, ni por la humana. ¿Cómo enseñar a esos niños
la belleza y misterio que existe en la naturaleza? En el mundo desarro-

llado existen algunas organizaciones que se dedican a llevar a la natu-


raleza a grupos de chicos urbanos fuera de su jungla de cemento. Pero
sólo una ínfima porción de la juventud tiene este privilegio. En el
mundo en vías de desarrollo existen organizaciones conservacionistas
que llevan autobuses repletos de niños a los parques nacionales o a
otras áreas de vida salvaje. Sin embargo, los niños que viven en las zo-
nas rurales pobres casi nunca cuentan con oportunidades de este tipo.
¿Qué podemos hacer al respecto?
Una forma de poner en contacto con los
a los niños desfavorecidos
animales es llevar a éstos a las escuelas. Hubo un
tiempo en el que es-
taba en contra de esta idea porque me parecía un modo de explotar a
los animales. Pero, después de ver con mis propios ojos el increíble
efecto y consecuencias que tiene para la vida de un niño conocer a un
animal, pienso de forma distinta. Por descontado que el programa
90 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

debe estar muy bien


organizado y se debe proteger a los animales de
cualquier daño. Además, algunos animales no resultan apropiados para
participar en él. Los que sirven como mejores representantes del reino
animal son los animales domésticos y aquellos salvajes que sean tran-
quilos, los que no puedan ser reintroducidos en su habitat natural y es-
tén acostumbrados a las personas. Vale la pena ver cómo los ojos de un
niño se llenan de asombro.
Miles de niños de todo el mundo nacen en el seno de familias dis-
funcionales, encarcelados en un mundo repleto de drogas, alcoholis-
mo y violencia,un mundo en el que suele haber mucha crueldad con
los animales. Lo que
resulta más trágico es que,..aunque los niños son
capaces de aprender con mucha facilidad a cuidarlos y quererlos,
aprenden igualmente de los que les rodean a temerlos, odiarlos o des-
preciarlos. Niños como estos últimos serán capaces de pegarle una pa-
tada a un perro o torturar a un gato y reírse de su sufrimiento, puesto
que ellos han sido tratados con frecuencia de igual modo.
Resulta muy esperanzador descubrir que en este mundo tan deses-
perado son a veces los propios animales los que pueden ayudar a sanar
y enseñar a querer. Peter (nombre falso) era un niño de 12 años de una
zona urbana deprimida del Estado de Nueva York. Había sido decla-
rado culpable de muchos delitos violentos, incluido un reciente asalto
con intento de asesinato. En un último intento por rehabilitarlo, lo
mandaron a la granja Green Chimneys, un refugio residencial funda-
do hace cincuenta y cinco años por Sam Ross con la intención de aco-
ger a chicos violentos, que han pasado una y otra vez por tribunales de
menores. Como a todos los recién llegados, a Peter le pidieron que eli-
giera un animal de entre una lista de los animales de granja que allí vi-
vían: cerdos, caballos, conejillos de indias; éste sería su compañero es-
pecial, al que tendría que cuidar durante su estancia. Normalmente,
estos chicos semuestran hostiles hacia los animales y les insultan, aun-
que no se les permite que les hagan daño. Después de aproximada-
mente una semana, el niño se da cuenta de que ha encontrado un amigo

muy especial un amigo que nunca hablará mal de él, ni le traiciona-
rá— Entonces comienza la rehabilitación, el niño está preparado para
.

relacionarse con otro niño y, poco a poco, irá integrándose en la vida


de la residencia Green Chimneys,
Sin embargo, Peter no quiso elegir a un animal, «No importa, no
me gustan los animales», dijo.
Los miembros del personal hablaron entre sí y le dijeron: «Pensa-
mos que te va a gustar mucho un conejo especial que tenemos».
CUARTO MANDAMIENTO 91

Peter les miró inexpresivo: «No sé lo que es un conejo».


Esto abre una puerta a nuevas experiencias para un niño así. Tenía
12 años y no nada sobre conejos, nadie le había leído la historia
sabía
de Perico, el conejo, nadie le había enseñado a leer la C de conejito en
su libro de escritura del parvulario, ni había visto imágenes de campos
verdes o conejos pastando y jugando bajo el sol del amanecer. Nunca
había ido al campo a pasear. Por eso dijo: «No sé lo que es un conejo».
Sacaron a una gran coneja blanca que había pasado por lo mismo
muchas veces, tenía experiencia y era muy dócil. Se quedó sentada en
el banco en el que la dejaron, mientras acercaban al chico. Su mentor

acarició a la coneja un rato y le sugirió que hiciera lo mismo. El chico


comenzó a tocarla muy despacio. Estaba muy quieto y los adultos
presentes retrocedieron al darse cuenta de que estaba ocurriendo
algo especial. Permaneció allí durante varios minutos, dándoles la es-
palda mientras acariciaba al animal. Vieron cómo se frotaba los ojos.
Después, se dio la vuelta lentamente y les miró inexpresivo e impene-
trable.
«Bueno, no le hecho ningún daño, ¿no?», dijo. Su pasado estaba
repleto de experiencias en las que había sido maltratado por aquellos
que eran más fuertes que él y se resarcía haciendo a su vez daño a los que
eran más débiles. Ese encuentro con un conejo fue su primera expe-
riencia para empezar a mirar la vida de forma diferente, su trampolín
hacia un futuro más esperanzados
Cuando estoy con niños pequeños y, sobre todo, con mis tres nie-
tos y mis dos sobrinos, siento una tristeza especial. Hemos destruido
y contaminado gran parte del planeta en los más de sesenta años que
llevo viva. Desde que era una niña pequeña han desparecido para
siempre muchas especies de animales y plantas. Es fundamental que
los niños de hoy aprendan a cuidar mejor que nosotros lo que tienen.
Por esta razón decidí crear el programa Roots & Shoots dentro del
Instituto Jane Goodall, para ayudar a los niños a entender la verda-
dera naturaleza de los animales y las distintas formas de conservarla.
Todo comenzó en febrero de 1991 en la terraza de mi casa de Dar
es Salaam, en Tanzania. Unos dieciséis niños tanzanos de enseñanza
secundaria, procedentes de nueve escuelas distintas, se reunieron con-
migo para hablar sobre comportamiento animal y medio ambiente.
Hablamos sobre los chimpancés, sus diferentes personalidades, sus ca-
pacidades intelectuales, sus emociones, sus ricas vidas familiares y sus
estrategias políticas. Los escolares estaban fascinados. De repente, se
dieron cuenta de que, después de todo, no existía una rígida línea di-
92 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

visoria entre los humanos y el resto de los animales. Esto nos llevó a
hablar sobre cómo comprender a otros tipos sorprendentes de anima-
les;hablamos de elefantes y de su matanza selectiva y de las condicio-
nes en que tenían que vivir los pollos y cabras del mercado. Los esco-
lares querían hacer algo al respecto.
Decidimos, pues, constituir grupos dentro de las escuelas. Nos lla-
maríamos Roots & Shoots [Raíces y Retoños], un nombre que simbo-
liza el poder de juventud cuando está informada y tiene poder para
la

actuar. Las raíces tienen una base firme y los retoños parecen peque-
ños y endebles, pero para poder alcanzar la luz llegan a veces a infil-
trarse a través de muros de ladrillo. Imaginen que los muros de ladrillo
fueran todos los problemas que los humanos hemos provocado al pla-
neta—destrucción del medio, polución, modificación genética de ali-

mentos, crueldad, crímenes y guerras — Cientos de miles de


codicia, .

raícesy retoños en mundo — juventud — pueden conseguir


el la abrir-
se paso y crearun mundo mejor. Empezamos siendo un grupo forma-
do por chicos de 16 a 18 años, y ahora estos grupos se han extendido a
más de sesenta países con unos cuatro mil grupos activos de chicos y
chicas que estudian desde primaria hasta niveles universitarios.
Cada grupo elige como mínimo un proyecto práctico que cumpla
tres requisitos: demostrar la capacidad de cuidar y preocuparse por los
animales (incluyendo a los animales domésticos), cuidar comunidad la

humana y cuidar del medio ambiente que todos compartimos. Lo que


deciden hacer depende de los problemas locales de cada grupo, la
edad de los niños, si son del centro de la ciudad o de zonas rurales, o
la parte del globo en la que vivan. La filosofía que se pretende seguir

es sutil: las herramientas para el cambio y el respeto de cualquier for-


ma de vida son el conocimiento, la comprensión, el trabajo duro, la
persistencia, el cariño y la compasión.
Los estudiantes integrantes de programas de Roots & Shoots de todo
el mundo han participado activamente en una gran variedad de pro-

yectos que generan respeto y compasión por los animales y las perso-
nas. Estos incluyen hacerse responsables de los animales con los que
comparten sus hogares, ayudar a animales heridos, trabajar en centros
de rehabilitación, rescatar perros y gatos de albergues para animales
abandonados y aprender más sobre los animales domésticos y salvajes.
Algunas residencias de ancianos y albergues para animales abando-
nados permiten que los niños de Roots & Shoots lleven animales de vi-
sita. La Universidad de Colorado organiza un baile anual para ancianos

en una residencia de la ciudad de Boulder, como parte de un programa de


CUARTO MANDAMIENTO 93

Roots & Shoots. Siempre empezamos dando todos un grito típico de chim-
pancé, el llamado ¡«aullido entrecortado»! Un estudiante se dedicó a pa-
sear y limpiar los desperdicios de un perro que vive con su vecino, que es
un señor mayor, lo que implica que estaba cumpliendo los tres requisitos
de los programas —
ayudaba a un animal, a una persona y mantenía lim-
pio el medio ambiente —
Los estudiantes también pueden aprender unos
.

de otros. Una niña llevó a un hámster a una de las clases. Uno de sus com-
pañeros lo agarró para decirle «hola». Sólo quería ser simpático, pero el
animal retrocedió encogiéndose de miedo y se volvió tímido, en lugar de
mostrarse como normalmente era. Esto provocó una discusión sobre la im-
portancia de tratar a todos los animales con respeto. Cuando, un poco más
tarde, una de las estudiantes fue a clase con su perro, los otros se recorda-
ron unos a otros que había que evitar «imponerse al perro», debían dejar
que él se acercara a ellos cuando le apeteciera.

El perro en el bote salvavidas

Todas las personas que han trabajado en alguno de los programas de


Roots & Shoots se han sorprendido de la forma en que los jóvenes desa-
rrollan actitudes muy sofisticadas sobre las relaciones entre los humanos
y los animales al cumplir 4 o 5 años. Un experimento imaginario en el
que participaron estudiantes de primaria dentro de un programa de Roots
& Shoots en Boulder se llamaba «El perro en el bote salvavidas». Se tra-
ta de un ejercicio en el que hay tres humanos y un perro en un bote sal-

vavidas y uno de los cuatro tiene que desaparecer, hay que tirarlo por la

borda porque el bote no puede llevar a todos. Cuando se discute sobre


qué hacer en esta situación, generalmente la mayoría de la gente admite
a regañadientes que, siendo asilas cosas, el perro sería el que tendría que
desaparecer del barco. Los argumentos van en la línea de que cualquier
humano sufrirá más que un perro borda y que el ani-
si se le tira por la

mal tiene menos que perder porque sus familiares y amigos no le echarán
tanto de menos como los del humano.
Pueden introducirse también algunas variaciones y los resultados
dan lugar a discusiones muy atractivas y esclarecedoras. Por ejemplo,
podemos suponer que dos de los humanos son personas jóvenes saluda-
bles, y la otra es una persona mayor, ciega, sorda, que no se puede mo-

ver, no tiene familia ni amigos y lo más probable es que fallezca en una

semana. El perro es un cachorro sano. Los estudiantes admitieron que


esta situación es difícil y que, quizá, sólo quizá, la persona mayor debe-
94 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

ría sacrificarseporque ya ha vivido su vida, no la van a echar de menos


y no tiene mucho futuro por delante. El hecho de plantearse que es po-
sible que la persona mayor tenga menos que perder que los otros huma-
nos o que el perro constituye un tipo de pensamiento muy sofisticado.
Todos los estudiantes estaban de acuerdo en que esta forma de pensar
no implicaba menospreciar al anciano. Sin embargo, al final, casi todo
el mundo admite a regañadientes que, independientemente de la edad
de los humanos o de otras características individuales, el perro es que el
tiene que irse.
En estos ejercicios el nivel de discusión es siempre muy estimulante,
puesto que incluye una consideración sobre la calidad de la vida, su va-
lor, la longevidad, lo que supone la pérdida de alguien para la familia y

amigos del que desaparece. Vero lo más estimulante es que, antes de


pensar en soluciones alternativas, los estudiantes quieren encontrar una
fórmula para no tener que tirar a nadie por la borda. «¿Por qué hay que
tirar a alguien por la borda?», preguntaron. Cuando les dijeron que en
este experimento imaginario era necesario que eligieran a uno manifes-
taron su desacuerdo: «No lo haremos». Según ellos esto no era acepta-
ble y aquí se terminaba la historia. Estas son las personas en cuyas ma-
nos nuestro futuro estaría en lugar seguro. Algunas ideas sugeridas para
poder salvar a los cuatro individuos del barco incluían: que el perro na-
dara al lado del barco y el resto le alimentara mientras tanto; que se qui-
taran los zapatos todos y se turnaran para nadar y permanecer dentro
del barco alternativamente; que se desprendieran de todo lo innecesario
para reducir peso y masa dentro del marco; que cortaran el barco en dos
para convertirlo en dos lanchas. Todos los estudiantes pensaban que,
aun en el caso de que el perro tuviera que marcharse, tendría más posi-
bilidades de sobrevivir porque los humanos podrían hacer más para sal-
varle de algún modo que a la inversa. Un razonamiento realmente ela-
borado.

«Mi sueño es», «Me siento agradecido por»

Otras actividades en las que han participado los niños de los progra-

&
mas Roots Shoots de Norteamérica y del resto del mundo incluyen re-
llenar los espacios en blanco de las siguientes frases y hacer un dibujo
ilustrativo: «Mi sueño es » y «Me siento agradecido por ».

Fue Ellen Bilek, una profesora de Boulder, Colorado, quien puso en mar-
cha este proyecto con niños del parvulario.
CUARTO MANDAMIENTO 95

Las respuestas demuestran una clara preocupación y respeto por los


animales, las personas y el medio ambiente que todos compartimos. Al-
gunos ejemplos: «Mi sueños es que haya suficiente comida para que to-
dos los animales se alimenten». «Mi sueño es que a mi hermana no le
pase nada malo.» «Mi sueño es que mi abuela no esté triste por la muer-
te de sus dos hermanos.» «Mi sueño es que todas las personas tengan un
lugar donde guarecerse.» «Mi sueño es conocer a Nelson Mándela.» «Me
siento agradecido por mi cuenco de frutas y por tener una casa.» «Me sien-
to agradecido por vivir en la Madre Tierra.» «Me siento agradecido por
los bosques y los animales.» «Me siento agradecido por tener una fami-
lia.» «Me siento agradecido porque existen las aves y el amor.» «Me sien-

to agradecido por poder dar.» La última frase iba acompañada de un di-


bujo en el que el propio niño del jardín de infancia le daba un bocadillo
a una persona sin hogar.
Muchos niños creen que sus sueños y las cosas por las que se sienten
agradecidos son como mandamientos que no deberían ser quebrantados.
No está bien no compartir comida con aquellos que lo necesitan, ni per-

mitir el maltrato de animales, ni tirar basuras, ni ensuciar de otras for-


mas el medio ambiente.

Sembrar semillas de respeto, compasión, empatía y amor

En una la naturalista y escritora Brenda Pe-


encuesta realizada por
terson se descubrió que el 80 % de los sueños de los niños se centran en
animales, mientras que sólo un 20 %
de los sueños de los adultos los in-
cluyen. Ella sugiere que quizá no sólo deberíamos despertar a la gente so-
bre su forma de relacionarse con los animales, sino también devolverles
el patrimonio de sus sueños originales. No hay duda alguna de que la vi-
talidad de los niños y sus compromisos personales y vitales están moti-
vados por la compasión y el cariño, algo que hará que este mundo sea un
mundo mejor para todos.
Enseñemos a nuestros hijos a respetar la naturaleza.
QUINTO MANDAMIENTO
Administrar con sabiduría
la vida en la Tierra

En este quinto mandamiento abogamos por una gestión más com-


pasiva y cuidadosa de la Tierra, señalando posibles formas que cada
uno de nosotros puede poner en práctica para intentar vivir en armo-
que nuestras huellas desde que nacemos hasta
nía con la naturaleza y
que morimos sean más livianas. Mientras los humanos nos dedicamos
a nuestros quehaceres diarios, debemos recordar cómo nuestras ac-
ciones pueden afectar a otros animales para los que el planeta Tierra
también es su hogar.
Hemos sido capaces de dominar a todas las demás formas de vida
gracias a nuestros grandes cerebros y nuestra avanzada tecnología. Para
todos los educados bajo el sistema de creencias judeocristiano esto es
algo que se da por sentado, puesto que «¿acaso Dios no dio al hombre
el poder de dominio sobre todos los peces del mar, las aves del aire, el
ganado, toda la tierra que se arrastra sobre ella?». Sin
y cada criatura
embargo, muchos estudiosos del hebreo creen que la palabra «domi-
nio» es una traducción equivocada de la palabra original hebrea v'yir-
du, que significa «mandar», referida a un rey sabio que manda a sus
subditos con un poder instructivo. Sólo hay que fijarse en el terrible
daño que hemos infligido al planeta, al medio ambiente y a todos los
seres vivientes, para darse cuenta de que hemos desobedecido las ins-
trucciones planteadas en Génesis 1,26. No hemos sido custodios jui-
ciosos, sino que hemos utilizado la fuerza cuando la hemos necesitado
para imponer nuestra voluntad sobre la naturaleza y sobre todos los
seres menos fuertes que nosotros (incluidos los otros humanos).
98 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Las consecuencias de la superpoblación humana

Como resultado de la codicia y arrogancia materialistas de los occi-


dentales por un lado, y la pobreza y desesperación por el otro, no nos es-
tamos ocupando del planeta Tierra y de sus habitantes como lo harían
unos buenos albaceas. En su lugar, hemos despojado al planeta como
desconsiderados conquistadores. Los humanos se han adaptado a vivir
en casi cualquier tipo de medio, desde las grandes alturas montañosas a
las vaporosas junglas o las llanuras abiertas. Adaptaciones que hubieran

tardado millones de años en adquirirse a través de la evolución física se


han desarrollado en sólo unos cuantos años gracias a la evolución cultu-
ral y tecnológica. Cuando la naturaleza salvaje de un lugar o los anima-

les que lo habitaban se interponían, no hemos tenido piedad alguna a la

hora de tirar abajo, matar, expulsar, esclavizar y domesticar. Y el núme-


ro de seres humanos ha seguido creciendo mientras tanto.
Como consecuencia de este crecimiento de la población humana,
de la caza, de la destrucción del medio ambiente y la contaminación,
el número de especies animales ha ido decreciendo y sus poblaciones

mermando hasta llegar a la extinción. Por supuesto que han existido


animales que se extinguieron en tiempos prehistóricos por otras razo-
nes que no fueron causadas por los seres humanos. No somos respon-
sables de la extinción de los dinosaurios, que perecieron hace unos
65 millones de años, junto con un 70 %
de todas las especies que exis-
tían entonces sobre la Tierra, mucho antes de que hubieran aparecido
los humanos. Se cree que la causa de su extinción fue un dramático
cambio climático provocado por un asteroide o por la actividad de un
volcán.
Pero en los últimos cien años los humanos han sido la causa de incal-
culables pérdidas de animales. Las tasas de extinción global son las más
altas desde los últimos 63 millones de años y muchas extinciones pasan
desapercibidas. La tasa natural de extinción es de una especie al año por
cada millón de especies que existen. Las extinciones provocadas por hu-
manos son de entre cien y mil especies al año por cada millón de especies.
Cada año nace una nueva especie por cada millón que existe. Si hace us-
ted los cálculos matemáticos adecuados, se dará cuenta de que ésta no es
en absoluto una buena situación, puesto que nacen muchas menos espe-
cies nuevas que las que se extinguen a causa de las actividades humanas.
En los últimos cinco casos de extinciones llevó unos diez años resti-
tuir la biodiversidad —ahora es posible que no haya vuelta atrás debido
al aumento de la tasa de extinción — . Los humanos han alterado clara-
QUINTO MANDAMIENTO 99

mente el futuro de la evolución biológica. Sólo en Norteamérica existen


unas 233 especies animales amenazadas por la contaminación, la usur-
pación de su habitat por parte de los humanos y las formas agresivas de
cultivo. En Puget Sound, en el Estado de Washington, las imágenes to-
madas por los satélites muestran un 40 % de pérdida en la cobertura
boscosa durante los últimos veinte años, una cobertura que habría ab-
sorbido unos 16 millones de kilos al año de productos contaminantes del
aire. Hay que señalar que Estados Unidos invirtió unos 100.000 millo-

nes de dólares en problemas de salud relacionados con la polución del


aire durante esta misma época.
El dedo fue utilizado como alimento hasta que se extinguió. Las
palomas pasajeras, que antes surcaban el cielo en enormes bandadas
que oscurecían el cielo a su paso durante más de una hora, fueron ca-
zadas hasta que no quedó ni una viva. Manadas gigantescas de bison-
tes, que una vez cubrieron las praderas como una manta, han desapa-

recido, aunque todavía queda algún bisonte vivo. Todo tipo de especies
menos conocidas han desaparecido para siempre por nuestra causa.
En los bosques tropicales desaparecen una miríada de especies de in-
sectos y plantas durante la tala de árboles, para no volver nunca. Mu-
chos es posible que se extingan antes de haberles puesto siquiera nom-
bre. Y hace poco se ha extinguido para siempre el colobo de Miss
Waldron de los bosques de África Occidental. En unos diez o veinte
años es posible que los grandes simios de África y Asia hayan sido ex-
terminados, con excepción de unos cuantos grupos pequeños que vi-
ven en las áreas protegidas. De hecho, puede que estemos ante el co-
mienzo de la extinción de muchos mamíferos y aves conocidos, así
como ante la extinción continuada de cientos de formas de vida poco
conocidas. Estamos completamente de acuerdo con el catedrático E.
O. Wilson, que cree que esta destrucción de la biodiversidad es uno de
los crímenes que las generaciones futuras nunca nos perdonarán.
A pesar de esto, el número de humanos sigue creciendo. El 12 de octu-
bre de 1999 se declaró oficialmente que la población mundial había alcan-
zado los 6.000 millones, el doble que la de 1960. Se estima que la población
mundial aumentará 3 .000 millones en los próximos cincuenta años. El bió-
logo ÍAichaelMcKinney descubrió que existe una correlación positiva entre
el tamaño de la población humana y la amenaza al número de aves y ma-

míferos de Idsnaciones continentales {no de las islas), y que los mamíferos


sufren más pérdidas que las aves durante los primeros impactos humanos.
Sus datos son conviritentes — se analizaron 149 naciones en el caso de los
mamíferos y 134 en el de las aves — Pero
. los peces también tienen proble-
100 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

mas debido a la fuerte explotación humana. En Norteamérica los peces


corren mucho más peligro (ocho veces más) que los mamíferos o las aves.

Refugios de vida silvestre y parques nacionales

A medida que las personas de todo el mundo se han dado cuenta


de realidad de la desaparición de las áreas de vida silvestre y de los
la

animales que las habitan, los gobiernos y el sector privado han estable-
cido parques nacionales y refugios. Debemos estar eternamente agra-
decidos a aquellos que han tenido la previsión de separar grandes ex-
tensiones de tierra para las generaciones futuras —en algunos lugares,
fuera de los límites de estos parques y reservas queda ya muy poco de
las tierras salvajes originales debido al crecimiento de la población hu-

mana y al «desarrollo» —
Pero incluso los animales que viven dentro
.

de los llamados refugios de vida silvestre están sometidos constante-


mente a la intromisión humana. En Estados Unidos la caza está per-
mitida en algunos refugios nacionales de vida silvestre. La caza furtiva
también está muy extendida por el mundo. Los cazadores furtivos
pueden ser de dos tipos: personas pobres y hambrientas que intentan
sobrevivir como pueden de la tierra tal y como lo han hecho durante
cientos de años, o individuos sin escrúpulos que intentan sacar gran
provecho de la venta del marfil, las pieles o ciertas partes del cuerpo
de algunos animales. Debido a la falta de medios, a los oficiales co-
rruptos y al malestar político —
que puede convertirse en una auténti-
ca guerra —a veces resulta extremadamente difícil hacer cumplir las
,

leyes de protección de la fauna salvaje.


Otro problema surge cuando en un parque la población de cierta
especie llega a ser demasiado grande para la capacidad de carga del
área elegida —
ya sea por la reproducción natural o, como en el caso de
los elefantes de África, porque los grupos se trasladan desde el exterior
del parque a áreas «seguras» —
En este caso, los animales comienzan a
.

destrozar gradualmente el medio. Algunos creen que entonces es nece-


sario empezar a «gestionar» a los animales, lo que suele significar ma-
tarlos —
lo llaman «matanza selectiva» porque suena menos duro A — .

veces, sin embargo, es realmente cruel. Las imágenes que he visto de la


matanza de toda una manada de elefantes —
excepto de los pequeños
que pueden vendidos a zoológicos
ser —
es casi el espectáculo más an-
gustioso de fauna salvaje que he visto nunca. El miedo, el coraje de los
individuos que se acercan a los rifles en un vano intento por proteger a
QUINTO MANDAMIENTO 101

las hembras y crías, la desesperación de los jóvenes cuando se amonto-


nan, desconcertados y aterrorizados, junto a los cuerpos de sus madres
muertas. Tiene que haber una forma mejor de solucionar todo esto.

La caza

Los temas relacionados con el control de la vida silvestre no se li-


mitan a problemas que tienen lugar dentro de los parques nacionales.
En muchas partes del mundo, por ejemplo, las poblaciones de ciervos
se han convertido en un problema debido a la progresiva reducción de
las áreas naturales. A medida que el crecimiento humano penetra cada

vez más en el habitat de los ciervos, éstos y las personas van teniendo
más problemas. Los ciervos representan un peligro para la gente que
conduce de noche por la carretera y son vistos como una plaga porque
se comen las plantas que la gente cultiva en sus patios y jardines. Por
supuesto, si lo miramos desde el punto de vista del ciervo, lo que son
una peste en realidad son las personas, que han destruido su alimento
natural, y los coches, que representan un peligro. En cualquier caso, la
solución consagrada en Estados Unidos, y también en otras partes del
mundo, ha sido la emisión de permisos de caza. Esto reduce el núme-
ro de ciervos, a la vez que aumenta los ingresos de las autoridades que
emiten las licencias.
Los argumentos en contra de la caza tienen más empuje cuando
provienen de los propios cazadores —
personas que se han vuelto en
contra de lo que llaman deporte —
Durante años Tom Mangelsen, un
.

conocido fotógrafo de la naturaleza y cineasta, fue «uno de los grandes


defensores» de la caza, y siempre tenía argumentos sobre sus méritos:
la necesidad de gestionar la vida salvaje y lo útil que resultaba la caza

para ello. Los excedentes de población, decía, proporcionaban ingre-


sos «acumulables» que ayudaban a disponer de una cantidad de dine-
ro suficiente para invertir en la protección de otros animales. «Ahora
— dice Tom — estos argumentos me hacen reír.» De hecho, es cierto
que los refugios de vida silvestre se mantienen en parte gracias al di-
nero de los cazadores, pero resulta irónico que para muchos animales
no constituyan en absoluto un refugio. Son territorios de sacrificio en
los que innumerables aves y mamíferos, mcluidos los trompeteros y
cisnes chicos, caen bajo las balas de los cazadores.
Hace poco, cuando estaba de visita en Vermont, me encontré en
medio de una acalorada discusión sobre los beneficios de cazar con
102 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

arco y flechas. Me crié oyendo los Robin Hood y su ban-


relatos sobre
da de forajidos que vivían de la tierra, robando a los ricos para ali-
mentar a los pobres. Las habilidades de Robin Hood con el arco y la
flecha eran legendarias. Actualmente, se considera que la caza con
arco es más «deportiva» que utilizar un rifle, aunque en la práctica es
una de las formas más crueles y burdas de matar a un animal. Hay muy
pocos cazadores que puedan compararse con Robin Hood en este arte,
y son éstos los únicos que consiguen matar a sus presas rápida y lim-
piamente. En Vermont, según el informe de Merritt Clifton, editor de
Animal People, cada año los cazadores con arco hieren a tres mil cier-
vos que luego no consiguen encontrar. En Texas ejllinois, los cazado-
res con arco dejan a un ciervo herido por cada uno que matan y recu-
peran. Por el contrario, los cazadores con rifle dejan uno o dos ciervos
heridos por cada dieciocho o diecinueve que matan. En su libro The
Bowhunting Alternative, Adrián Benke señala que existe una tasa de
50 % de animales tullidos entre las víctimas de la caza con arco y fle-
cha. Cualquiera que sea la forma en que son heridos, una bala o una
flecha, los ciervos que no son encontrados sufren durante días antes
de morir de una infección o desangrados.
En Estados Unidos la caza de ciervos ha encontrado la forma de lle-
gar a la televisión nacional. Recientemente la marca de vehículos todo
terreno Jeep ha realizado un anuncio anticaza que ha obtenido un gran
apoyo por parte de los grupos de protección animal. En este anuncio apa-
rece un Jeep con dos ciervos en el techo. Cuando el conductor llega a una
zona en la que se puede ver un letrero que dice «Prohibido cazar», deja

en libertad a los ciervos, que parecían estar muertos, y les dice que ahora
estarán seguros. Los ciervos se alejan dando saltos.

Los DEPREDADORES

Una de las causas del aumento del número de ciervos es que los de-

predadores naturales han sido eliminados sistemáticamente. Los Wildlife


Services (anteriormente llamados Animal Damage Control), una subdivi-
sión del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, son responsa-
bles de la matanza de cientos de miles de animales («bichos», los llaman
ellos), entre los que incluyen sólo en el año 1999: más de 85.000 coyotes,

6.200 zorros, 339 pumas y 17} lobos. Utilizan trampas con cepos, lazos,
venenos, explosivos y disparan con rifles desde el aire, formas de matar
que causan mucho sufrimiento y dolor. Durante ese período, cuando se
QUINTO MANDAMIENTO 103

mató de forma inhumana a más de 96.000 depredadores en nombre del


control y gestión de la vida salvaje, sólo un I % de las pérdidas en el ga-
nado fueron causadas realmente por depredadores — el 99 % se debió a
enfermedades, exposición al mal tiempo, infecciones, inanición, deshi-
dratación y muerte al nacer —Además de los muchos depredadores a los
.

que se pretende matar, también resultan inevitablemente heridos otros


animales, incluidos muchos perros y gatos domésticos. A pesar de ello,
los departamentos de vida silvestre de muchos Estados continúan persi-
guiendo a los depredadores y, como consecuencia, aumentan los anima-
les, como los ciervos, que son presas y los mismos departamentos ganan

dinero vendiendo cada vez más permisos de caza a los cazadores que ayu-
dan a «controlarlos».
Se ha perseguido con gran ahínco a los lobos durante muchos años
en campañas destinadas a exterminarlos por completo. En muchas
partes de su territorio han desaparecido. Les disparaban desde los co-
ches o helicópteros, caían en trampas o eran envenenados. Se les acu-
saba de matar al ganado y por ser criaturas peligrosas para
se les temía
la vida humana. Estos supuestos «crímenes» contra humanos también
se atribuyeron a los pumas. Sin embargo, no existe ningún caso regis-
trado de lobos que hayan matado a humanos en Estados Unidos y el
único ataque fue causado por un individuo que tenía la rabia. Existen
muy pocos casos registrados de pumas que hayan atacado a la gente.
Desde 1890 han muerto un total de diecisiete personas a manos de un
puma, de las cuales siete murieron en los últimos diez años —a medi-
da que la gente se internaba más y más en el territorio del puma —Los.

ataques de perros domésticos son mucho más comunes.


En Wyoming un cazador puede comprarse un permiso para matar
I a un puma por sólo 30 dólares. Según un estudio que los propios fun-
cionarios del servicio de caza y pesca de Wyoming clasificaron de poco
riguroso, el número de pumas cazados al año había aumentado en el
año 2001 de dos a veinte. En Wyoming existe una época de caza que
dura seis meses y es ilegal matar a una hembra con cachorros, al igual
que lo es matar a cachorros de menos de un año de edad. Sin embargo,
durante la temporada de caza existe un 75 %de posibilidades de que
una hembra tenga cachorros y, si no están con ella, será porque tienen
menos de 4 meses de vida. Por tanto, hay bastantes probabilidades de
que si dispara a una hembra el cazador esté teóricamente infringiendo
la ley, puesto que sus pequeños cachorros acabarán muriendo.

El único Estado en el que los pumas están completamente protegi-


dos es California, gracias a los esfuerzos que en su día realizó Marga-
104 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

ret Owings. En Texas no existe ninguna ley al respecto; los pumas y


sus pequeños cachorros pueden matarse en cualquier época del año y de
cualquier forma. Pueden utilizarse perros, coches, rifles o arcos y fle-

chas; cazarlos con trampas o envenenarlos. Más del 70 % del territo-


rio de Texas es terreno privado, lo que pone las cosas difíciles a los que
luchan para conseguir leyes que regulen formas de caza más humani-
tarias. En Colorado está permitido cazar pumas con perros y en el año

2001 el Estado de Washington levantó la prohibición de cazar pumas


con perros por segundo año consecutivo. En Oregón un grupo de
científicos del departamento de vida silvestre y pesca están planeando
matar por lo menos treinta pumas para «estudiar»,sus hábitos alimen-
tarios, para determinar si la predación, una nutrición deficiente o am-
bas cosas a la vez son las responsables de la disminución de la pobla-
ción de alces en el estado.
Esperemos que, a medida que el público vaya tomando conciencia,
los lobos, osos y pumas, junto a los coyotes y linces, se respetarán más
debido al importante papel que desempeñan en el ecosistema, y serán
percibidos como regalos preciados que hay que conservar para las fu-
turas generaciones —
no como meros «objetos» que hay que extermi-
nar o intercambiar por el dinero de los cazadores.

El sacrificio de animales por las partes del cuerpo

Una de las más grandes tragedias, que iguala a la matanza de ele-

fantes por sus colmillos, de rinocerontes por sus cuernos y de inconta-


bles animales por su piel, es la despiadada caza del antílope tibetano.
Para su desgracia tienen una piel lanosa con la que se pueden tejer
chales conocidos como shahtoosh. Se hacen con un vellón muy fino, y
se han matado cientos de miles de antílopes para satisfacer la deman-
da. Cada antílope produce sólo unos 150 g de lana, por lo que hay que
matar a muchos para hacer un solo chai. Ese chai puede venderse en
Nueva York, Londres o París por miles de dólares. Por esta razón, los
antílopes tibetanos que se encuentran sólo en las altas montañas del
Tibet y remota región hindú de Ladakh son cruelmente cazados por
la

furtivos, a pesarde estar protegidos por las leyes locales e internacio-


nales. Existen descripciones desgarradoras de la catástrofe: cuarenta o
cincuenta cuerpos despellejados y sangrientos tirados en la nieve y
unos veinte cervatos buscando desesperadamente a sus madres. Estos
preciosos antílopes están al borde de la extinción.
QUINTO MANDAMIENTO 105

Resulta también trágico que este comercio ilegal de shahtoosh esté


contribuyendo a la extinción del tigre. Ciertas partes del cuerpo del ti-

gre, como los huesos, abastecen el mercado internacional para elabo-


rar ciertosmedicamentos tradicionales chinos, coreanos y japoneses.
Muchos de estos productos ilegales llegan a China vía Tibet, donde los
intermediarios los cambian por shahtoosh, que pueden vender cuando
vuelven a la India. Desde la India los exportan ilegalmente a los países
ricos consumidores.

El comercio de carne de animales salvajes

Los chimpancés son diestros cazadores, pero la carne no constitu-


ye másdel 2 %
de su dieta. Parece probable que la caza y matanza de
animales salvajes para comer su carne haya formado parte de la forma
de vida tradicional de los humanos desde el principio de los tiempos.
Hasta hace relativamente poco, la caza para subsistir no constituía una
gran amenaza para las poblaciones de animales salvajes, pero a medi-
da que las poblaciones humanas crecieron, el número de animales ca-
zados con rifles y trampas aumentó. Aun así, desde principios del si-
glo XX las mayores amenazas a la vida salvaje mundial han sido los
proyectos de exterminio (como los intentos por eliminar a los lobos de
grandes áreas de Norteamérica y Europa); la caza como «deporte»; el
com.ercio de animales vivos para los zoos, circos y tiendas de animales
exóticos (las aves exóticas, los reptiles y los peces procedentes de los
arrecifes de coral sufren una mortalidad de más del 80 sólo duran- %
te el transporte), y la investigación médica. También, por supuesto, el
comercio de marfil, los cuernos de rinocerontes y diferentes partes de
animales destinadas a fines supuestamente médicos.
Hoy en día, entrando en el siglo xxi, la situación es desalentadora,
y son la caza comercial, la destrucción del habitat de las especies salva-
jes y la venta de animales por su carne —
el comercio de carne sal-

vaje — que amenaza con exterminar a muchos animales de Asia, el


lo
neotrópico y toda África. En la gran cuenca del Congo, en África Cen-
tral, última fortaleza de los grandes simios africanos, las compañías

madereras (ninguna africana) y, en menor medida, las compañías mi-


neras, han construido carreteras que van al corazón de las antes inac-
cesibles selvas. Esto hace que las selvas estén abiertas a los asentamien-
tos, a la tala de árboles para conseguir carbón y leña, a la colocación de

lazos y, lo peor de todo, a la entrada de cazadores.


106 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Los camiones entran por esas carreteras transportando cazadores


para llevarlos a profundidad de la selva, donde acampan unos días,
la

disparan a cualquier animal, que puede ser un elefante, un gorila, un


chimpancé o grandes aves y roedores, secan la carne al sol o la ahuman
y vuelven a la ciudad con ella. Este comercio no es para alimentar a
personas hambrientas, sino para atender las preferencias culturales de
muchas personas de la ciudad a las que les gusta la carne de animales
salvajes. En la ciudad un trozo de chimpancé o de antílope se venderá
más caro que un trozo del mismo tamaño de carne de vaca o pollo.
Además, se paga a las tribus de pigmeos, que han vivido en armonía
con los bosques durante cientos de años, para que racen animales para
los dos mil empleados de las madereras y sus familias. Nada en este ne-
gocio puede resultar sostenible y los indígenas sufrirán terriblemente
cuando los madereros se vayan.
Si no se realiza un esfuerzo organizado para controlar este comer-
cio de carne salvaje, todas las especies de grandes simios y muchas
otras de lo que queda de las selvas de África Central y Occidental se
extinguirán en los próximos diez o quince años. Hace relativamente
poco me di cuenta de la magnitud del complejo problema —
el grado

en que muchas de las economías de estos países ahora dependen de la


venta de carne salvaje, la dificultad de controlar este negocio y refor-
que suelen ser políticamente inestables, en los
zar las leyes de países
que hay luchas y en que la corrupción está presente en diferentes
los
ámbitos — Existen problemas similares en Asia y América Latina.
.

No hay respuestas fáciles y, sin embargo, debemos encontrar un


modo de proteger estas maravillosas selvas, animales y también el fu-
turo de las gentes cuyas tierras y formas de vida se encuentran tan
amenazadas. Debemos dar pasos atrevidos e imaginativos y debemos
actuar ahora. Algunos grupos conservacionistas y de protección del
medio ambiente, como la Wildlife Conservation Society [Sociedad
para la conservación de la vida salvaje] y el Instituto Jane Goodall
(JGI), han puesto en marcha programas para afrontar la situación.
Nuestro proyecto de la cuenca del Congo investiga diferentes formas
para proporcionar fuentes alternativas de proteínas a los habitantes de
los pueblos y a los campamentos de madereros —
por ejemplo, cons-
truir granjas de animales de caza Los—cazadores
. necesitarán otras
formas alternativas de ganar dinero. Las personas que viven en las ciu-
dades necesitan ser educadas para poder entender que la actual con-
ducta de comer carne no es sostenible. El proyecto trabaja con caza-
dores locales y con los que venden carne salvaje en los mercados, pero
QUINTO MANDAMIENTO 107

sobre todo con las mujeres, que han comprendido que su futuro está
en peligro por la caza indiscriminada. Estamos intentando persuadir a
las compañías madereras para que incorporen la protección de los ani-
males a sus códigos de conducta, que ahora sólo se ocupan de la sos-
tenibilidad de los árboles en las selvas. Esperamos convencer a las em-
presas de la cuenca del Congo y de África Occidental de que prohiban
la caza ilegal dentro de sus concesiones, que impidan el transporte ile-

gal de carne de animales salvajes por sus carreteras y que proporcio-


nen fuentes de proteínas alternativas a los trabajadores y sus familias.
Estamos hablando con los gobiernos y habitantes locales sobre la
amenaza que supone la caza de animales salvajes para la fauna y la sa-
lud de la selva de la que depende su futuro. Nos hemos comprometi-
do a aumentar el grado de concienciación y entendimiento de esta cri-
sis y trabajamos sobre el terreno para conseguir nuestro objetivo con

otras organizaciones no gubernamentales. Es necesario persuadir a los


gobiernos africanos de que mejoren y refuercen sus leyes sobre la vida
salvaje. Y, conjuntamente, los gobiernos del mundo desarrollado y las
organizaciones internacionales como el Banco Mundial deben encon-
trar formas de asegurar que ayuda a los países africanos y las inver-
la

siones procedentes del extranjero dependan de políticas de conserva-


ción sólidas. El Instituto Jane Goodall está participando en el programa
de desarrollo de Naciones Unidas que se encarga de este tema.
Por último, Christina EUis, del Instituto Jane Goodall, está coordi-
nando una guía dirigida a aumentar la conciencia de los consumidores
de Norteamérica y Europa para que realicen compras bien fundadas,
que ayuden a reducir la contribución indirecta a la crisis surgida en re-
lación con la vida salvaje que existe en África. Un ejemplo de una com-
pañía que se ocupa de este tema directamente es la Rescued Wood
Bowl Company [La compañía de rescate de madera] en Fort Collins,
Colorado, que utiliza exclusivamente madera recuperada y reciclada.
Joan Roney y su grupo de entregados voluntarios de Rainforest Relief
[Ayuda para el bosque lluvioso] pretenden reducir el uso de madera y
fomentar la utilización de materiales alternativos, como los plásticos
reciclados, el bambú y materiales de maderas certificadas.

El coltan y los teléfonos móviles

Las conexiones entre la utilización de los recursos y la aniquilación


» de poblaciones animales no son siempre patentes. Consideren el caso de
108 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

la extracción deun mineral llamado coltan, fuente del tántalo que se uti-
liza para revestir muchos aparatos electrónicos, como los teléfonos móvi-

les y los ordenadores. El coltan se puede extraer fácilmente con una pala,

y existen minas en el Parque Nacional Kahuzi-Biega, en la República


Democrática del Congo. Como resultado de esto, los gorilas de llanura
oriental que se encuentran en peligro de extinción han sufrido una re-
ducción del 50 %
en sus poblaciones durante los últimos años y los ele-
fantes casi han desaparecido por completo. Existen otros materiales con
los que pueden hacerse los teléfonos móviles. Los usuarios de estos telé-
fonos pueden contribuir negándose a comprar un teléfono fabricado con
este material. De hecho, Naciones Unidas anima a la gente a boicotear a
las empresas que utilicen coltan extraído ilegalmente. Si no compramos

sus productos, no seguirán fabricando estos aparatos.

Los PROGRAMAS DE REINTRODUCCIÓN

En muchas partes del mundo la gente está intentando reintroducir


animales en áreas en las que antes existían. Uno de los programas más co-
nocidos y de mayor éxito es la reintroducción de lobos en el Parque Na-
cional de Yellowstone. La primera vez que se presentó el proyecto hubo
una gran oposición, pero el proceso fue cuidadosamente planeado para
tener en cuenta los intereses de rancheros, granjeros y turistas — y, lo más
importante, las necesidades de los lobos — . Al principio, las reintroduc-

ciones tuvieron lugar sin complicaciones, a excepción de ciertos granjeros


enfadados que mataron a algunos lobos. Actualmente, los lobos se repro-
ducen sin problemas y vuelven a tener el papel consagrado de depredado-
res en el ecosistema de Yellowstone, consiguiendo que las poblaciones de
sus presas sean estables. Los investigadores ahora están estudiando el ha-
bitat de Valais, en Suiza, para comprobar si los lobos europeos podrían so-

brevivir en sus antiguos territorios de caza. Es muy importante realizar


este tipo de investigación preliminar, puesto que sin esta información los

proyectos de reintroducción están destinados al fracaso.


La historia de Lucy es un ejemplo de lo que puede ir mal cuando in-
tentamos redecorar sin criterios la naturaleza. Lucy, una hembra adulta
de lince canadiense, vivía en el norte de la Columbia Británica cuando su
vida, de repente, cambió. Una fría mañana de invierno salió a cazar Po-
dría haber encontrado una pareja, pero justo ese día, mientras intentaba
evitar a los humanos que habían invadido su territorio, cayó en una tram-
pa. Se cerró con un ruido seco atrapando su pata delantera izquierda y
QUINTO MANDAMIENTO 109

cayó al suelo. Presa del pánico, luchó por liberarse, pero las mandíbulas
de la trampa se hundieron aún más en la carne de su pierna causándole

una herida profunda que le iba a impedir caminar con facilidad. Después
de todo, era un lince con suerte, porque no se rompió la pata. Los huma-
nos que había por allí se acercaron y le dispararon un dardo tranquilizan-
te para que se calmara. Después le pusieron un collar con una radio en el

cuello, la metieron en una caja y se la llevaron en un camión.

Así fue como empezó el largo viaje de Lucy hacia el suroeste de Colo-
rado, donde fue retenida durante unas cuantas semanas antes de ser pues-
ta de nuevo en libertad junto a otros linces capturados. El suroeste de Co-

lorado es un habitat de escasa importancia para el lince, puesto que su


comida preferida, las liebres nivales, son escasas. De hecho, Lucy murió
de hambre cinco días después de haber sido soltada, al igual que tres de
los otros linces que soltaron. Estos individuos habían conseguido sobre-
vivir en sus hogares de la Columbia Británica para ahora morir en un in-
tento de los humanos por restaurar un ecosistema que no contaba con su-
ficientes recursos alimenticios. Esto ya se sabía antes de que empezara el
proyecto de reintroducción. Muchos otros linces también pasaron por
muertes difíciles después de haber sido trasladados desde la Columbia Bri-
tánica a Colorado, y en marzo de 2002 por lo menos cuarenta de los no-
venta y seis linces reintroducidos habían muerto (nueve murieron de ham-
bre, cinco de un tiro y otros cinco atropellados por un coche). Ninguno ha
criado, lo que representa un fracaso para el futuro del lince en Colorado.

Especies exóticas

Un problema especialmente preocupante que los humanos hemos


causado es el traslado de animales y plantas a partes del mundo adon-
de no pertenecen. Estamos familiarizados con la devastación que estos
trasladoshan causado en especies locales. Algunas veces ha ocurrido
de forma accidental, como cuando los barcos de comerciantes dejaban
atrás a ratas y gatos, o cuando los cerdos domésticos se escaparon y
terminaron adaptándose a la vida salvaje. Pero muchas otras veces han
sido actos deliberados. La gente quería llevarse una muestra de su
«patria» cuando emigraba a países desconocidos — así es como el go-
rrión europeo llegó por primera vez a Norteamérica — . Algo más fre-
cuente eran lasnuevas especies introducidas para solucionar algún
problema — como cuando las mangostas se introdujeron en las islas
Vírgenes para que mataran a las serpientes — . Colonizaron rápidamen-
lio LOS DIEZ MANDAMIENTOS

te lazona y empezaron a alimentarse de los huevos de todas las aves


que anidaban en el suelo, lo que tuvo resultados devastadores. En Aus-
tralia introdujeron zorros para que los hombres pudieran lucir sus cha-
quetas rojas y cazarlos montando a caballo, acompañados de sus perros.
Ahora los zorros representan un grave peligro para las poblaciones de
algunas de las especiesmás pequeñas de marsupiales.
Los ecosistemas isleños son extremadamente vulnerables a la pre-
sencia de especies exóticas. En las islas del golfo de California la in-
troducción de cerdos salvajes facilitó a las águilas reales la coloniza-
ción de estas islas, porque las crías de los cerdos representan una
abundante fuente de comida. Pero las águilas también eran depreda-
dores de los zorros de las islas y pusieron al borde de la extinción a
este carnívoro endémico. Como consecuencia de la disminución del
número de zorros, aumentó la población de mofetas. Por tanto, los
cerdos como especie exótica introducida en las islas llevaron a la reor-
ganización de la red de alimentación y a que un depredador nativo se
convirtiera en presa. •

En otro caso, se introdujeron peces predadores en algunos lagos


africanos para reducir el número de predadores de menor tamaño que
estaban afectando negativamente a las poblaciones de peces, ya de por

sí diezmadas por sobreexplotación pesquera. Los predadores de gran


tamaño se comieron a los de menor tamaño, para después seguir co-
miéndose todo lo que encontraban a su paso. Cuando no tuvieron nada
más que comer, murieron.
Cuervos de la India fueron importados a Zanzíbar para que lim-
piaran los restos de grandes banquetes celebrados al aire libre. Se con-
virtieron rápidamente en un fastidio y comenzaron a volar sobre las
cabezas de los invitados mientras éstos comían. Las autoridades inten-
taron deshacerse de ellos, pero no sólo era imposible, sino que algunos
de estos pájaros consiguieron viajar 72 km hasta Tanzania. Durante los
años setenta vi por primera vez a este nuevo pájaro que se parecía bas-
tante a una grajilla y me pregunté qué podía ser. De repente, aumenta-
ron a una velocidad terrorífica. En muy pocos años las poblaciones de
aves locales se habían reducido drásticamente a lo largo de toda la cos-
ta. Los cuervos pintos que habían saludado cada mañana la salida del

sol con sus estridentes llamadas durante cientos de años no podían


competir con estos extraños cuervos, de menor tamaño pero más vis-
tosos. Hoy en día han desaparecido junto a casi todas las demás espe-
cies nativas,cuyos huevos y polluelos han sido despiadadamente de-
vorados. El gobierno ofreció una recompensa a quien capturara a los
QUINTO MANDAMIENTO 111

invasores hindúes, y fueron apareciendo cada vez más trampas para


cuervos en los patios. Su número ha seguido en aumento.
Cuando estuve en Buffalo, Nueva York, me dijeron que la planta
Salicaria se había extendido por las cunetas, riachuelos y las frágiles
tierras pantanosas. Como tiene una flor violeta muy bonita también se
comercializa como planta de jardín y en condiciones de humedad ade-
cuadas puede llegar a ocupar un jardín entero. Las tiendas de plantas
siguen vendiéndola porque está muy de moda, pero el hecho es que
está asfixiando grandes zonas de flora nativa, y sigue extendiéndose.
Existen literalmente cientos de historias similares a ésta en casi todas
las partes del mundo.

¿Intervención o ayuda?

Durante nuestro estudio a largo plazo de Gombe, que comenzó en


1960, hemos curado o intentado curar a muchos chimpancés y babuinos
enfermos. Administrábamos de forma rutinaria antibióticos cuando los
chimpancés o babuinos que estudiábamos desarrollaban alguna infec-
ción grave y, cuando pensábamos que era necesario, les dábamos un tra-
tamiento para desparasitarlos. En 1966 comenzó una epidemia entre los
chimpancés del parque, algo que parecía casi con toda seguridad polio.
En cuanto nos dimos cuenta de lo que estaba ocurriendo, compramos
varias vacunas de administración oral y empezamos a tratar durante tres
semanas a todos los chimpancés, dándoles algunas gotas dentro de los
plátanos. En otra ocasión, la hembra adulta Gilka desarrolló una extraña
infección causada por un hongo que hizo que su nariz, el arco supraciliar
y los párpados se le hincharan y tuviera una apariencia grotesca. La anes-
tesiamos, realizamos una biopsia y después le administramos una medi-
cina que ayudara a reducir la horrible hinchazón. Cuando Gobün desa-
rrolló dos abscesos en el escroto, un veterinario le lanzó un dardo con
anestesia, abrió con lanceta las heridas y le administró una gran dosis de
antibióticos. A Loretta también la anestesiamos una vez porque nos la
encontramos con un lazo de furtivo clavado en una mano. La tenía tan
gangrenada que fue necesario amputarla. Cuando los babuinos de Gom-
be se contagiaron de una enfermedad venérea parecida a la sífilis, nos ad-
virtieron de que sólo una enorme dosis de penicilina podría curar los sín-
tomas. Pusimos en marcha toda una operación veterinaria en la que los
babuinos de tres tropas (unos ciento cincuenta animales) fueron aneste-
siados y tratados con penicilina (sin que ninguno perdiera la vida).
112 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

En cada conferencia que imparto siempre hay alguien que me hace


una pregunta sobre este tipo de intervención. Por un lado, están los
que piensan que no «deberíamos interferir en absoluto con la natura-
leza». Pero yo creo que ya hemos interferido mucho y que muchos de
los problemas que estamos tratando no habrían ocurrido nunca si los
chimpancés y los babuinos no vivieran tan cerca de los humanos. Ade-
más, otro argumento es que la vida de cada chimpancé es muy valiosa
simplemente desde el punto de vista genético, puesto que sólo quedan
ciento veinte chimpancés en el parque y ahora se han quedado aisla-
dos de los restantes grupos de fuera. En los viejos tiempos las hembras
de Gombe se trasladaban a otras comunidades que se encontraban
fuera del parque, pero hoy los escasos 78 km^ del Parque Nacional de
Gombe están rodeados de tierras de pasto de las que han desapareci-
do por completo los bosques — y los chimpancés.
Los veterinarios residentes viven de forma permanente en muchos
de los lugares en los que se están estudiando grandes simios, incluyen-
do Gombe. Los chimpancés, bonobos y gorilas están expuestos al con-
tagio de enfermedades humanas y todos ellos se encuentran en peligro
de extinción, por lo que cada individuo resulta muy valioso porque su
pérdida puede disminuir la reserva genética. Pero cuando en los inicios
de los años sesenta comencé mis observaciones esto no era así. El habi-
tat de los chimpancés se extendía por la orilla del lago Tanganika y ha-

cia el interior del valle del Rift, pero incluso en esa época yo intentaba
tratar a los chimpancés por razones puramente humanitarias cuando
me era posible, porque siempre he tratado de ayudar a cualquier animal
que sufría. Los humanos interferimos de tal forma en la vida de millones
de animales, les causamos tanto daño, que lo menos que podemos hacer
es ayudarles cuando está en nuestra mano — siempre que estemos segu-
ros de que nuestra ayuda no supondrá ningún problema para ellos —
Por ejemplo, en una ocasión se anestesió a perros salvajes para ser vacu-
nados contra el moquillo y esto resultó tan perjudicial para los perros
que podía haber llegado a afectar a su sistema inmunológico, provocan-
do que fueran mucho más vulnerables ante otras enfermedades.

La Carta de la Tierra

Durante los últimos veinte años se han constituido muchas organiza-


ciones formadas por grupos de individuos a los que les preocupa mucho
el futuro de nuestro precioso planeta.
QUINTO MANDAMIENTO 113

La Carta de la Tierra es un buen ejemplo de organización interna-


cional dedicada a apoyar esfuerzos globales para conseguir administrar
la vida en la Tierra de forma sabia. La carta establece los principios fun-
damentales del desarrollo sostenible. Según su web, «el borrador
sitio

de una Carta de la Tierra formaba parte de temas inacabados de la


los
Cumbre de Río sobre la Tierra en 1992. En 1994 Maurice Strong, se-
cretario general de la Cumbre de la Tierra, presidente del Consejo de la

Tierra y Mijail Gorbachev, presidente de Cruz Roja Internacional, lan-


zaron una nueva iniciativa de Carta de la Tierra con el apoyo del go-
bierno holandés. Se formó una Comisión de la Carta de la Tierra en
1997 para supervisar el proyecto y se estableció la secretaría en el Con-
sejo de la Tierra en Costa Rica [...] La nueva fase de esta iniciativa co-
menzó con la presentación oficial el 29 de junio de 2000 de la Carta de
la Tierra en el Talado dela Taz de La Haya. La misión de la iniciativa

es establecer unos cimientos éticos sólidos para la sociedad global emer-


gente y ayudar a construir un mundo sostenible basado en el respeto a
la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y

una cultura pacífica».


Mediante nuestros actos como custodios del planeta y la reflexión
sobre nuestra forma de vida y las exigencias que estamos imponiendo
a sus recursos naturales, podemos ayudar a hacer que éste sea un mun-
do mejor para todos los seres humanos. Nosotros mismos nos sentire-
mos mejor, menos culpables. Hay mucho por hacer, cada uno a su ma-
nera. No debemos perder la esperanza, no debemos rendirnos. Por
encima de todo, debemos compartir lo que hemos aprendido, alentar
a nuestros conocidos a que participen en esta tarea vital que es admi-
nistrar el planeta.
Sin embargo, el tiempo se acaba y debemos acelerar nuestros es-
fuerzos si no queremos que sea demasiado tarde.
SEXTO MANDAMIENTO
Valorar y ayudar a conservar
los sonidos de la naturaleza

El sexto mandamiento hace referencia al enorme daño que hemos


causado a la compleja red que forma la vida en la Tierra. Numerosas
voces hermosas han sido silenciadas en distintos lugares. No podemos
devolver la vida a los seres que ya se han extinguido, pero sí trabajar
con más ahínco para reducir la contaminación, ser menos destructivos
y preservar toda la belleza que queda viva.

Primavera silenciosa

En 1962 Rachel Carson publicó Primavera silenciosa, un libro en el


que predijo que cada vez más fauna salvaje iba a desaparecer de nues-
tros campos y jardines a causa de los pesticidas, los fertilizantes quí-
micos y otros productos similares. Hoy en día la historia del DDT y
sus devastadores efectos a largo plazo es bien conocida. Todas las per-
sonas son, hasta cierto punto, conscientes de que los insecticidas, los
productos químicos sintéticos de todo tipo, los residuos industriales y
agrícolas, y toda una variedad de productos farmacéuticos están enve-
nenando progresivamente la tierra, el agua y el aire. Pero, al principio
de los años sesenta, Rachel Carson se enfrentaba prácticamente sola a
todo esto y luchaba para que la creyeran. Llevó a cabo múltiples prue-
bas y libró una guerra contra los gigantes de la industria de los pesti-
cidas que todavía persiste; éstos intentaron en repetidas ocasiones de-
sacreditar su trabajo, tachándolo de poco científico y poco riguroso.
A pesar de que se ha comprobado una y otra vez que Carson tenía
razón, seguimos vertiendo nuevas sustancias químicas sintéticas en
nuestro entorno sin poder predecir cuáles serán sus efectos a largo
116 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

plazo. No es sólo la vida salvaje la que los sufre; los


que vivimos en na-
ciones industrializadas tenemos en nuestros cuerpos unos cincuenta
productos químicos que hace medio siglo no estaban ahí. Cada vez hay
más gente que vive en áreas muy contaminadas y se queja del aumento
de casos de cáncer, sobre todo de leucemia infantil y asma. En algunas
partes de Europa del este y en muchos lugares del mundo desarrolla-
do esta situación es especialmente grave.
Rachel Carson fue la primera en dar la alarma y, aunque obró de
acuerdo con su conciencia, tuvo que librar una dura batalla hasta con-
seguir transmitir el mensaje que deseaba. Los gobiernos e industrias, a
las que sólo les interesa hacer dinero fácil, intentaron ocultar sus des-

cubrimientos y, a pesar de que su libro tuvo un enorme impacto en


todo el mundo, mucha gente no quiso escucharla. Tampoco quieren
hacerlo hoy, porque los humanos queremos dominar la naturaleza,
mantenernos alejados de los asquerosos bichos, impedir que los gusa-
nos mordisqueen las flores y hojas y disfrutar de un jardín aséptica-
mente limpio. Por eso, la primavera está más silenciosa, y lo estará
cada día más.
En la ciudad costera donde me crié en Inglaterra solía despertarme
a las cuatro de la mañana a causa del coro formado por los alados in-
térpretes que saludaban al día con cantos fuertes y magníficos. Había
tantos pájaros que cuando cantaban todos era difícil distinguir las vo-
ces de las diferentes especies. Ahora sólo es un tenue recuerdo de su
gloria pasada, hay menos especies y menos individuos. Por la tarde so-
lía escuchar los olfateos y refriegas de los erizos en las hojas, pero ya

no están. Los numerosos insectos de mi infancia se encuentran ahora


representados sólo por los supervivientes más fuertes. Y esto ocurre
en nuestra casa, que está situada en un área residencial de una ciudad
costera, mientras que en las zonas industriales del mundo las voces de
los animales han sido silenciadas desde hace mucho por el clamor de
las máquinas y el rugido del tráfico.
En mi querida África, a medida que las poblaciones humanas cre-
cen, talan las selvas, se extienden los desiertos y matan o acorralan a los
animales en áreas cada vez más pequeñas, desaparecen las voces de la

naturaleza en algunos lugares a una velocidad terrorífica. Durante un


viajeque hicimos a Congo-Brazzaville paramos el coche cuando nos
adentramos en la selva. Aproveché para irme sola a caminar, introdu-
ciéndome cada vez más en un bosque de árboles gigantes y me paré
cuando ya no podía oír el sonido de las voces de mis compañeros. Sin
embargo, no me encontraba cómoda, algo iba mal, ¿qué podía ser? De
SEXTO MANDAMIENTO 117

repente, me di cuenta de lo que era: había un silencio total, no podía


oír aningún pájaro, ninguno de esos crujidos de hojas mientras buscan
comida entre las hojas muertas o los zumbidos de las alas al revolotear
entre las ramas. No había ladridos de antílopes, ni las típicas llamadas
de las tropas de monos. Sólo los sonidos de los insectos rompían el pro-
fundo silencio de ese día sin viento. Todo allí había sido cazado y de-
vorado.
Me entraron muchas ganas de estar en Gombe, sentada por la ma-
ñana temprano en lo alto de ese pico tan especial, escuchando los
aullidos entrecortados matutinos de los chimpancés, que van aumen-
tando de volumen a medida que anuncian su presencia al mundo, cada
uno con una voz distintiva. Con frecuencia sus llamadas son contesta-
das por un coro de turacos, unas aves con grandes y oscuras crestas, de
color rojo brillante bajo las alas y círculos de un amarillo vivo alrede-
dor de los ojos. También se oyen los gruñidos y ladridos sofocados de
los babuinos y los trinos de ciertos grupos de monos de cola roja o co-
lobos rojos, similares a los de los pájaros. Lo mejor es estar allí al atar-
decer para escuchar los aullidos de los chimpancés, los que suenan
más musicales de todo su repertorio de sonidos. Empieza siempre uno
de los grupos, cada chimpancé llamando desde su nido a los otros al fi-
nal del día, con los estómagos llenos, contentos con la vida. Se escucha
primero una respuesta al otro lado del valle, hacia el sur, y después
más y más aullidos en lo alto de las montañas hacia el este. Un bosque
paradisíaco. Pienso en todo esto y me dispongo a volver tristemente
sobre mis pasos hacia el coche con los ojos llenos de lágrimas.
Solía haber elefantes en esa parte del Congo, pero hace tiempo que
los cazaron hasta extinguirlos. La bióloga Katy Payne fue la primera
en descubrir que los elefantes tienen su propio lenguaje infrasónico,
que no puede percibir el oído humano, voces como las de las balle-
nas que permiten a las manadas de elefantes comunicarse a través de
grandes distancias. Tienen también esos bramidos salvajes — para mí
uno de los sonidos más excitantes del campo africano, junto al escalo-
friante y majestuoso rugido del león, que va disminuyendo poco a
poco, hasta convertirse en una serie de gruñidos cortos y el silencio de
nuevo, mientras todos los demás animales permanecen callados, como
si escucharan — .Después está la risa histérica y los alaridos de tono
bajo de la hiena moteada. Pero ahora estos sonidos están desapare-
ciendo uno por uno de África.
No es sólo tierra adentro donde hemos silenciado los sonidos de la
naturaleza. Katy Payne, que estudió también a las ballenas junto con su
118 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

marido Roger, escribió que el mundo «está perdiendo voces profundas


—y algunos de los sonidos más ricos que se han escuchado son los can-
tos de las ballenas
». — El canto de
la ballena jorobada es realmente uno

de los sonidos más hermosos y evocadores que he oído, y eso que sólo
he oído los cantos grabados. Gracias a los que han estado estudiando a
estas sorprendentes criaturas, ahora sabemos que el canto de las balle-
nas jorobadas es un canto completo, real, con secuencias ordenadas
que se repiten, al igual que el canto de un ave. Las ballenas cambian
continuamente sus cantos y reinventan notas. Lo más sorprendente es
que cuando las ballenas jorobadas de Hawai cambian los patrones de
sus cantos, otras ballenas de la misma especie que se encuentran tan le-
jos como en las Azores realizan exactamente las mismas adaptaciones.

Envenenar la Tierra

En 1947, cuando Thor Heyerdahl viajó en su balsa, la Kon Tiki,


desde Sudamérica hasta Polinesia, le sorprendió encontrar señales de
contaminación humanas —
un poco de petróleo —
en las zonas más re-
motas del Océano Pacífico. Hoy existe una gran polución en los siete
mares y estamos envenenando a los peces y al placton del que se ali-
mentan ballenas y delfines. Los niveles de polución industrial en la vía
marítima de Saint Lawrence son tan altos que las autoridades de Que-
bec han decidido calificar a todas las ballenas belugas como «tóxicas»,
para que cuando mueran y el mar las arrastre a la costa sean obligato-
riamente enterradas como residuos peligrosos. Esto ha ocurrido por-
que empresas como la General Motors, Reynolds Metal y ALCOA lle-
van décadas arrojando metales pesados, PCB (bifenilos policlorados)
y otras sustancias contaminantes al río Saint Lawrence. Los PCB son
los causantes del cáncer de vejiga, de la dermatitis parecida al herpes,
de las úlceras gástricas y de los tumores en las ballenas beluga un —
50 %de las crías muere a causa de las toxinas de la leche —
Estas bue- .

nas madres están dándoles a sus amados cachorros leche envenenada


y, a causa de su profunda pena, arrastran a los pequeños cuerpos iner-

tes hasta que se pudren.


Las oreas que hay en las costas del Estado de Washington y en la
Columbia Británica están todavía más contaminadas, sus cuerpos es-
tán saturados de los PCB tóxicos que hay en el agua. El uso de estas
sustancias químicas está prohibido en Canadá y Estados Unidos desde
los años setenta, pero el mar sigue contaminado y los PCB siguen ca-
SEXTO MANDAMIENTO 119

yendo a las aguas del mundo, procedentes de las naciones industriali-


zadas. Una hembra de orea a la que una prueba en mayo de
se realizó
2002 dio niveles de PCB cuatro veces superiores a los de cualquier
prueba realizada con un mamífero marino. De nuevo, no son sólo los
animales los que sufren, las mujeres inuit tienen prohibido amamantar
a sus bebés porque su leche está contaminada. En el río Saint Lawren-
ce los peces son tan tóxicos que las mujeres embarazadas y los niños
no pueden comerlos. (En ese caso, ¡no creo que para los hombres sea
tampoco muy bueno!) En todos los lugares industrializados del mun-
do ocurre lo mismo.
La recuperación después del famoso derrame de petróleo de 1989 en
el estrecho Prince William en Alaska es muy lenta. De las diecisiete es-

pecies de aves marinas afectadas, sólo cuatro han mostrado una leve re-
cuperación después de la marea negra, pero nueve, entre las que se en-
contraban cormoranes, somormujos, charranes, araos y varias especies de
gaviota, no dieron signos de mejora. Tampoco los investigadores consi-
guen ponerse de acuerdo; algunos dicen que sólo hay una especie en re-
cuperación. El petróleo sigue dañando la vida salvaje: las nutrias mari-
nas sufren daños en el hígado y los intestinos de los patos arlequín están
llenos de hidrocarburos. Sin embargo, Exxon, la compañía culpable de
los vertidos, mantiene: «El medio ambiente en el estrecho de Prince Wi-
lliam está sano, lleno de vida y fortalecido».

Las consecuencias de los sonares de baja frecuencia

Existe otro peligro diferente que acecha a la vida marina. En 1998


la Marina estadounidense realizó la primera de una serie de pruebas
con sonares de baja frecuencia que perjudicaron a las ballenas joroba-
das durante su época de cría en las costas de Hawai. La doctora Mar-
sha Green, que ha pasado toda su vida estudiando a estas ballenas,
dijo acerca de este tema: «La guerra fría ha terminado en el mundo te-
rrestre, pero en los océanos acaba de comenzar [...] Los sonares que la
Marina está planeando utilizar —
con un nivel de intensidad sonora de
hasta 235 decibelios —en los océanos de todo el mundo provocan una
onda sonora que es 100.000 millones de veces más potente que el rui-
doso motor de una lancha, un nivel que puede ensordecer y matar no
sólo a las ballenas, sino a otras formas de vida marina». Tanto los hu-
manos como las ballenas son vulnerables al volumen de cualquier so-
nido y a su energía, presión y vibración. Por debajo del agua el sonar
120 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

de baja frecuencia puede llegar a romper los tejidos de las ballenas y


humanos, causándoles hemorragias internas. La doctora Lindy Weil-
gart lleva diecisiete años estudiando la comunicación de las ballenas y
cree que estas pruebas podrían alterar las capacidades auditivas de és-
tas y de otros animales marinos que haya en un radio de 28 km, lo que
puede causarles profundos trastornos de comportamiento en un área
todavía mayor.
En marzo del año 2000 unas de distintas especies
dieciséis ballenas
encallaron en las islas Bahamas justo en la época en la que la Marina
estaba realizando la mayor parte de las pruebas con sonares. Las au-
topsias demostraron que había sangre en los ojos-y en el cerebro de las
ballenas y lesiones causadas por la explosión de los pulmones. Por pri-
mera vez los medios de comunicación cubrieron adecuadamente la no-
ticia y algunas de las asociaciones protectoras de animales más influ-

yentes escribieron cartas de protesta a la Marina y al servicio de pesca


nacional, que era quien había concedido los permisos. En ellas mani-
festaban que las pruebas violaban directamente las leyes de protección
de los mamíferos marinos y de las especies en peligro de extinción. Al
principio, la Marina ignoró estas protestas, realizó una corta investi-
gación y anunció que el encallamiento masivo había sido «una coinci-
dencia». Continuó con sus planes para realizar más pruebas en las cos-
tas de Nueva Jersey y en el Mediterráneo, en medio de una creciente
furia internacional. En diciembre de 2001 la Marina admitió que sus
pruebas con sonares eran la explicación más plausible de la muerte de
las ballenas.
Incluso en los lugares donde no existen pruebas con sonares la glo-

riosa música submarina está siendo progresivamente ahogada por los


millones de lanchas motoras que navegan por los mares debido al co-
mercio, el ocio o las maniobras militares. En la cacofonía del sonido,
los cantos de las ballenas (las pocas que quedan) son como la música
selecta de un cuarteto de cuerda en medio de cientos de taladradoras.

La fragilidad de las redes naturales

Uno de los casos más escalofriantes apareció publicado en el New


York Times en enero de 1999. El titular decía: «Una misteriosa lágrima
en la red que conforma la vida» y el artículo informaba de que la so-

breexplotación pesquera y los cambios climáticos han llevado a la caí-


da de las poblaciones de arenques y abadejos. Esto, a su vez, ha pro-
SEXTO MANDAMIENTO 121

vocado una pronunciada disminución en las poblaciones de leones


marinos y focas que se alimentan de estos peces. Los leones marinos y
las focas son especies importantes en la dieta de las oreas, que ahora
tienen que cazar otro tipo de presa, las nutrias marinas, que habitan en
aguas mucho menos profundas que aquellas a las que las oreas están
acostumbradas. Este hecho creó un dramático descenso del 90 % en el
número de nutrias y en algunos lugares desaparecieron por completo.
Los bosques de algas marinas, donde habitan las nutrias, están sien-
do afectados por un repentino aumento masivo de erizos de mar, uno
de los alimentos favoritos de aquéllas, pero depredadores de las algas.
La devastación de estos bosques de algas afecta a muchas de las formas
de vida marina que dependen de ellos. Los mejillones, los peces, los pa-
tos, las gaviotas y los pigargos se vieron afectados, como la población
de nutrias marinas, que ya iba en descenso, los leones marinos y las or-
eas. Además de esta cadena de desastres, la vida marina debe luchar
con la contaminación industrial y las pruebas militares con sonares.
Kevin Crooks y Michael Soulé tienen otra historia desoladora que con-
tar acerca de las complejas interrelaciones que pueden ocurrir, pero esta
vez tiene que ver con depredadores como los coyotes, los gatos domésticos,
las zarigüeyas y los mapaches, y sus presas más comunes, que suelen ser las

siguientes aves de matorral: colín de California, chochín, toqui, chochín de


Bewick, cuitlacoche californiano, correcaminos californiano, saltaparedes
de los cactus y perlita californiana, que vivían cerca de San Diego. Su in-

vestigación es un ejemplo de la importancia que tienen los proyectos a lar-

go plazo que investigan las complejas redes naturales que no resultan obvias
a primera vista. Crooks y Soulé descubrieron que la diversidad de estas pe-
queñas aves de matorral, el número de especies presentes, era mayor en áre-
as en las que los coyotes estaban presentes o eran abundantes. Los coyotes
matan a los gatos domésticos en los lugares en los que conviven. Los gatos
domésticos, las zarigüeyas y los mapaches evitaban a los coyotes intentando
no pasar por áreas en las que éstos eran más activos. Fueron estas interac-
ciones entre coyotes, gatos y aves las que probablemente tuvieron el mayor
impacto en el descenso y la extinción de las aves de matorral.
A diferencia de los depredadores salvajes, los gatos domésticos cazan
por diversión; matan a los pájaros aunque no tengan hambre. Un 32 %
de los residentes alrededor del área de San Diego, donde Crooks y Soulé
realizaron su estudio, tenían gatos. Un 84 % de estos gatos llevaba a
casa pájaros muertos. Los dueños informaron de que cada gato que caza-
ba volvía con una media anual de veinticuatro roedores, quince pájaros
y diecisiete lagartijas {una gran cantidad de víctimas).
122 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Crooks y Soulé descubrieron que el nivel de depredación sobre las aves


parecía insostenible y que muchas especies no iban a poder sobrevivir si se-
guían desapareciendo a ese ritmo sus individuos. Incluso un ligero aumen-
to de la predación puede hacer que las especies de presa nativas, sobre todo
las más escasas, se extingan rápidamente, has extinciones de aves que crían
en los matorrales son frecuentes y rápidas. En estas áreas han tenido lugar
por lo menos setenta y cinco extinciones locales en el último siglo.
La explicación de lo ocurrido es que la desaparición del carnívoro
más importante, el coyote, provocó un aumento en el número y la activi-
dad de los depredadores de aves. La estructura de la comunidad ecológi-
ca en la que todos estos animales viven también s» ve influida por el de-
sarrollo, que crea pequeños parches de tierra entre los que es difícil o
imposible viajar.

Existen muchos otros ejemplos. En Estados Unidos los humedales


hospedan a casi la mitad de todas las especies que se encuentran en peli-
gro de extinción y,aun así, son áreas que siguen desapareciendo a una
velocidad alarmante. Unas 36.423 hectáreas de zonas húmedas no fede-
rales desaparecieron entre 1982 y 1992. Afortunadamente, una encuesta
reciente realizada por la Universidad de Denver demostró que el 64 %
de los entrevistados pensaba que era «importante» proteger las áreas
pantanosas y el 27 %
creía que tenía «cierta importancia».
Hemos compartido algunos de los catastróficos ejemplos de los re-
sultados devastadores que pueden ocurrir cuando alteramos una par-
te de la compleja red que conforma la vida. Actualmente, la estamos
alterando de muchísimas formas diferentes en todo el mundo. Brian
Vincent, un elocuente portavoz del movimiento conservacionista, ha
descrito el impacto que los humanos hemos causado en la naturaleza,
la escalofriante velocidad a la que se están extinguiendo las especies

animales, con una prosa muy gráfica: «Imaginen que estuviesen escu-
chando una gran sinfonía [...] la llamada fuerte y sonora de las trom-
petas, el estremecedor canto de los violonchelos, las exuberantes y
aterciopeladas melodías del violín, las eufónicas voces del oboe y el
clarinete y los golpes sordos y apagados de los timbales. A continua-
ción, imaginen que los primeros violines fueran silenciados, después
las violas, las trompas de llaves y las flautas acalladas, hasta que sólo
quedaran los monótonos golpes sordos de los timbales. Eso es lo que
los humanos estamos haciendo con la gran sinfonía que conforma la
naturaleza [...] Estamos silenciando los cantos de la vida salvaje, cuer-

da a cuerda, instrumento a instrumento, nota a nota, hasta que sólo


permanezca el puro eco de lo que una vez fue la música de la vida».
SEXTO MANDAMIENTO 123

¿Hay algo que podamos hacer? ¡Por supuesto! La naturaleza per-


dona con mucha facilidad, es increíblemente resistente. Si le damos un
poco de tiempo y algo de ayuda, algunas de las áreas que devastamos
pueden volver a estar limpias y hermosas. Los ríos y lagos que hemos
contaminado por completo pueden limpiarse. Es costoso, pero puede
— y por supuesto debe —
hacerse. Durante un tiempo, el río Erie esta-
ba tan contaminado de petróleo que corría el peligro de incendiarse.
Otro río, el Cuyahoga, se incendió y el fuego duró varios días. ¡Un río
en llamas! Sin embargo, estas masas de agua, al igual que el río Poto-
mac en Washington D.C., el Támesis en Inglaterra y muchos otros,
han sido depurados de casi todo el veneno que había en ellos y ahora
se pueden comer sin peligro los peces que los habitan. Las zonas que
se han convertido en desiertos y presentan las cicatrices de la erosión
causada por la tala de árboles pueden también ser restauradas, los ár-
boles crecerán si reciben la nutrición adecuada y volverá a haber som-
bra para guarecerse del sol ardiente. Incluso la tierra contaminada con
residuos nucleares puede volver a estar limpia —
la tecnología está ahí,

pero los gobiernos son reticentes a gastar el dinero necesario.


Los de coral están considerados por muchos científicos
arrecifes
como los ecosistemas en mayor peligro de la Tierra. Además de las
muchas variables medioambientales (cambios en la temperatura y
química del agua) que destruyen los arrecifes de coral, también están
la pesca excesiva y destructiva —
el uso de redes de arrastre que arra-

san todo lo que está en su camino en el suelo de los océanos, los ex-
plosivos submarinos para aturdir a los peces y los venenos —
que tie- ,

nen el mismo efecto. En la parte nororiental del Océano Atlántico un


conjunto de arrecifes de 450 años de antigüedad sufren erosiones que
llegan a medir 4 km y son consecuencia de la pesca mayor. Sin em-
bargo, con la adecuada protección los arrecifes coralinos volverían a
crecer con todo su esplendor mucho más rápido de lo que cualquiera
hubiese sospechado.

Los PROGRAMAS DE CRÍA EN CAUTIVIDAD

Las especies animales que se encuentran justo al límite de la extin-

ción pueden protagonizar un sorprendente retorno si se protegen en


estado salvaje y se realizan los adecuados esfuerzos de cría en cautivi-
dad. Hasta hace pocos años el halcón peregrino era una especie en pe-
ligro de extinción en Norteamérica, pero los esfuerzos por criarlo en
124 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

cautividad fueron fructíferos, y ahora esta preciosa ave rapaz puede ser
vista surcando los cielos en muchos lugares donde se había extinguido.
Durante el año 2000 visité uno de los dos programas de cría en
cautividad que se establecieron en 1987 para salvar al cóndor califor-
niano. En esa época sólo quedaban diecisiete individuos de esta mag-
nífica ave en estado salvaje. Un grupo de biólogos se propuso salvar a
la especie y empezaron un controvertido proyecto —
considerado por
muchos como una enorme pérdida de dinero, puesto que la mayoría
de la gente pensaba que estaba destinado a fracasar —
en el que apre-
saron a los cóndores que quedaban y establecieron dos grupos de cría.
A muy pocas personas se les permite visitar a estos cóndores en los
zoos de Los Angeles y San Diego, por lo que me sentí muy afortunada
mientras observaba a través de un espejo unidireccional a una de las
hembras en su instalación de vuelo y tuve una sensación abrumadora
cuando la vi extender sus alas de dos metros y medio de envergadura.
¡Qué visión más increíble! Y qué éxito después de todo, puesto que
actualmente existen cuarenta y seis cóndores liberados que vuelan en
cuatro lugares de suelta distintos de California y Arizona. Las sombras
de esas magníficas alas de dos metros y medio se mueven de nuevo por
esos antiguos territorios del cóndor californiano gracias a ese peque-
ño, pero resuelto, grupo de albaceas. Ahora, junto a los que se criaron
en cautividad, se ha soltado a dos de los diecisiete cóndores originales,
para que vuelen libres y compartan con los más jóvenes la antigua ma-
jestuosidad del cóndor salvaje. El 1 de febrero del año 2001 había un
total de 161 cóndores, de los cuales 1 15 todavía estaban en cautividad.
En febrero de 2002 se encontró un huevo de cóndor en el sur de Cali-
fornia. Era sólo el tercer huevo descubierto de un cóndor nacido y
criado en cautividad y después puesto en libertad. En abril de 2002 se
vio al primer poUuelo de cóndor concebido y nacido en estado salva-
je. Estos son sólo los primeros pasos hacia una meta que consiste en

aumentar el número de cóndores mediante la cría en estado salvaje.


Hay muchas otras historias conmovedoras. El DDT utilizado para
erradicar la malaria y controlar las plagas en la agricultura fue en parte
responsable de la casi total eliminación del cernícalo de las islas Mauri-
cio. ]unto a predación y a la destrucción de su habitat, el número de
la

cernícalos disminuyó drásticamente con sólo dos parejas reproductoras


en 1973. Los científicos que trabajaban en el Santuario Gerald Durrell
de Fauna Endémica de las islas Mauricio realizaron con éxito numerosos
esfuerzos de recuperación que incluían coger huevos de cernícalos de los
nidos en estado salvaje, permitir que estos huevos se incubaran en cauti-
SEXTO MANDAMIENTO 125

vidad, criar a los polluelos en cautividad y después devolverlos al estado


salvaje con dos semanas de edad, para que fueran criados en estado sal-

vaje por una pareja como padres adoptivos. Como resultado de este y
otros esfuerzos, la población de cernícalos se ha duplicado cada año y
ahora hay unos ochocientos en las islas Mauricio.
Hace veinticinco años sólo quedaban trece ciervos sika de Taiwan y
todos estaban en varios zoológicos del sureste de Asia. Una vez más, la

cría en cautividad funcionó. Ahora existen dos manadas con más de trein-

ta individuos cada una en dos grandes parques nacionales de Taiwan.


Hay muchas otras especies animales a las que se está intentando recu-
perar, por eso tengo esperanzas. Cuanta más gente se informe sobre el
daño que hemos causado y sobre el increíble milagro que constituye la
vida en la Tierra, habrá más personas a las que les preocupe y estén dis-
puestas a ayudar en la lucha para salvar lo que queda vivo.
Un incidente que se relata en el libro de Brenda Peterson, Build
Me an Ark, está pidiendo a gritos ser mencionado aquí. Ocurrió en un
encuentro convocado para intentar convencer a un grupo de granjeros
locales de que prestaran su apoyo a un plan para reintroducir lobos en
el Noroeste. Se llevó como representantes a dos lobos de un programa

de rescate. Habían nacido en cautividad, pero no estaban domestica-


dos. Una de las rancheras se mostraba especialmente preocupada por
su ganado si los lobos volvían y parecía reticente a creer que la com-
pensarían económicamente por las pérdidas. De hecho, estaba bastan-
te en contra de la reintroducción.
Merlín, el gran lobo macho de pelaje negro, fue el primero en acer-
carse a los presentes, que estaban sentados en el suelo. Se paraba para
olisquear a algunos e ignoraba a otros. De repente, se dirigió hacia la
mujer del rancho y se quedó frente a ella, mirándola a los ojos. Ines-
peradamente, se tumbó a su lado un rato. Ella se quedó sentada sin
moverse, mientras el lobo la miraba a los ojos. «Realmente tiene algo»,
dijo. «Tiene una forma de mirar que hace que te llegue al corazón, ¿no
creen?» Estuvo algunos minutos tumbado y después se levantó, la olió
y apoyó la frente en la de ella.
No podemos preocuparnos realmente por los animales si los teme-
mos o no sabemos nada acerca de aquellos que nos piden que salvemos.
Y si no nos preocupan algo, no les ayudaremos. Sólo cuando exista un
número suficiente de personas dispuestas a ayudar, podremos asegu-
rar que la música de los lobos perdurará en el futuro para que nuestros
bisnietos puedan estar de pie a la luz de la luna y escuchar ese sonido
embelesador, inextricablemente unido a nuestra percepción de lo sal-
126 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

vaje: el aullido de los lobos. Al igual que todos los otros sonidos de la
naturaleza, tan variados y diversos como los increíbles seres que los
producen: el canto de los gibones, la llamada a larga distancia del ma-
cho orangután, el sobrecogedor rugido de los monos aulladores, los
emocionantes aullidos de los coyotes y chacales, los alaridos de las hie-
nas, los cantos de los coristas alados y las sinfonías cautivadoras bajo
el agua de las ballenas y delfines. Además de todos los otros gruñidos,
maullidos y las múltiples voces de los insec-
trinos, ladridos, chillidos,
tos del mundo. El susurro del viento a través de las hojas de los bos-
ques, los sonidos y cantos de la naturaleza. ¿Podrán las futuras gene-
raciones perdonarnos permitimos que estas vofes se apaguen para
si

siempre y sólo se conserven en una cinta magnetofónica?


SÉPTIMO MANDAMIENTO
Evitar hacer daño a cualquier forma de
vida para poder aprender de ella

En este séptimo mandamiento hablaremos de distintas formas de


aprender sobre la vida de los animales y los lugares donde viven. Los
seres humanos somos extremadamente curiosos y esta curiosidad pue-
de proporcionarnos en algunas ocasiones conocimientos fascinantes
sobre los animales, aunque también puede resultar muy invasiva e, in-
cluso, destructiva. Debemos enfatizar que la moderación y la conside-
ración son necesarias a la hora de estudiar a los seres vivos y los hábi-
tats en los que viven.

Aprender sobre los animales de forma cuidadosa

Hay muchas maneras de aprender sobre los seres vivos. Podemos


leer libros acerca de una determinada especie y hacer preguntas; po-
demos observar en silencio, escribir todo lo que vemos y analizar des-
pués estos datos, lo cual normalmente suscita nuevas preguntas que
nos obligan a volver a nuestras observaciones. O podemos dirigirnos
hacia el camino del conocimiento de una forma mucho más invasiva.
El etólogo y premio Nobel Niko Tinbergen estudió la conducta de
anidamiento de las gaviotas sustituyendo los huevos de sus nidos por
otros de diferentes tamaños para observar su conducta posterior. Kon-
rad Lorenz, que compartió el Nobel con Tinbergen y Karl von Frisch
(famoso por sus estudios sobre el lenguaje de las abejas), cogía aves
salvajes y las llevaba a su casa para estudiar su conducta en una jaula.
Charles Carpenter observó a los gibones en estado salvaje y después
mató con un rifle a todos los miembros de una familia para saber cuál
era la edad y el sexo de cada uno de ellos. Actualmente muchos biólo-
128 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

gos utilizan para anestesiar a sus animales de estudio y poder co-


rifles

locarles collares con radios para seguir sus movimientos, o técnicas de


telemetría para medir su tasa cardiaca y otras medidas fisiológicas. Los
estudiantes de biología asisten a clases sobre el funcionamiento de

los sistemas vivientes mediante la disección de animales muertos. En los


laboratorios científicos que están intentando responder a toda una va-
riedad de preguntas, de las cuales algunas resultan relevantes para
ciertas líneas de investigación destinadas a mejorar (o en el caso de las
guerras químicas y biológicas destruir) la salud humana y otras sim-
plemente buscan la adquisición de conocimiento por sí mismo, some-
ten a animales de todo tipo a una serie de protocolos de investigación
horribles y en su mayoría profundamente crueles.

Educación

Como hemos visto anteriormente, la actitud de los niños hacia los


animales está modelada por sus experiencias tempranas y por las figu-
ras importantes que haya habido en sus vidas. En el colegio suelen
aprender a partir de los libros, las películas y, cada vez más, de Inter-
net. Los que tienen suerte hacen excursiones para poder ver a los ani-
males en su habitat natural o, algunas veces, llevan a los propios anima-
donde toda una clase podrá cuidar a uno. Son todos
les a los colegios,

métodos de enseñanza que pueden generar una sensación de asombro


en el niño.
Pero en el caso de los estudiantes de biología, suelen aprender so-
bre la vida mediante la manipulación de animales muertos. Suele ocu-
rrir que las disecciones resultan repulsivas para algunos niños sensi-

bles, pero si les obligan en clase a seccionar a una criatura que antes
estaba viva, la siguiente vez les resultará más fácil. Hasta hace poco era
común que se obligara a los estudiantes a matar a las ranas quitándo-
les la espina dorsal para después disecarlas, lo que se llamaba «vaciar-

las». Esta práctica se sigue realizando en Estados Unidos y es común


en muchos otros países. Una vez que un niño mata al ser más simple
— a un gusano —
será después más fácil que mate a otros más comple-
jos. Así, jóvenes antes sensibles se van endureciendo, «todas las penas

ahogadas por la costumbre de los hechos terribles».


Por otra parte, los niños se quedan con el mensaje implícito de que
es aceptable explotar a los animales para su educación y que la explo-
tación del más débil es lo normal. Aunque algunos niños se interesan
SÉPTIMO MANDAMIENTO 129

mucho más por los animales al descubrir lo intrincados que son los or-
ganismos que analizan, otros pierden cierto respeto por el milagro de
la vida. Además, al margen de los efectos dañinos que pueda tener so-
bre las actitudes de los niños hacia los animales, su utilización con in-
tenciones educativas se ha convertido en una gran industria que está
generando enormes beneficios. Sólo en Estados Unidos se matan al
año individuos de unas 170 especies para la educación, entre los que
se incluye por lo menos a 10 millones de vertebrados. Se ha estimado
que aproximadamente un 90 %
de los animales que se utilizan en las
disecciones, incluidas las ranas, tortugas y peces, se capturaron en es-
tado salvaje.
¿Hay algo que pueda hacerse? A medida que el movimiento en fa-

vor de los derechos de los animales ha ido cuajando en Norteamérica,


más y más niños se han sentido incómodos por las disecciones, hasta el
punto de que una de ellas, Jennifer Graham, se negó a practicarlas. Le
dijeron que no podría examinarse para la asignatura de biología, aun-
que demostrase tener un conocimiento en la materia tan satisfactorio
como el de sus compañeros de clase. Se publicaron artículos sobre el
tema en el periódico local y la Humane Society of the United States
(HSUS) decidió apoyar su causa. La ayudaron a enfrentarse a las auto-
ridades del colegio en los tribunales y ganaron el caso. Esta victoria
fue un hito y abrió el camino para que otros defendieran su derecho a
no realizar disecciones de seres vivos que habían muerto para ser des-
tinados exclusivamente a ese fin.

Las museos de historia natural pueden ser instructivas


visitas a los

y divertidas, sobre todo cuando sabemos que los animales que vemos
disecados murieron en zoológicos o fueron recogidos en accidentes de
tráfico, en lugar de haber sido criados para esas exposiciones. Sin em-
bargo, nunca olvidaré la primera vez que me adentré en los interiores
de un museo de historia natural en Nairobi, Kenia. Le hice una pre-
gunta sobre un pájaro a un ornitólogo que había allí y me llevó dentro
a ver la colección. No podía creer lo que estaba viendo —
un cajón tras
otro de aves muertas, disecadas, embalsamadas, puestas en fila con los
picos en paralelo con fondo del cajón, las patas extendidas junto a
el

sus colas — . En uno de los


cajones había por lo menos veinte ejempla-
res de una única especie de ave cantora, todos oliendo a humedad y a
conservantes, con pequeñas tarjetas identificativas atadas a las patas.
Y esto se repetía en todos los cajones de las aves más pequeñas. Cerré
los ojos. Podía imaginar perfectamente el miedo que siente uno de es-
tos pájaros cuando se enreda en una de las «redes de niebla», esas
130 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

trampas de redes muy finas que colocan los ornitólogos en los lugares
de paso para atrapar aves de bosques. Podía imaginar el pánico cre-
ciente al luchar por liberarse, los latidos del minúsculo corazón al ver
acercarse al temido humano. Y, después, el chasquido de la vértebra
del cuello. Una vida más sacrificada en aras de la ciencia. Ya no estaba
interesada en que me contestara a la pregunta que le había hecho.

Alternativas humanitarias al uso de animales

Existen muchas otras formas de aprender biología animal menos des-


tructivas para la vida, alternativas que no utilizan animales, tan instruc-
tivas como la disección, mejores y menos costosas. Jonathan Baleóme, en
su libro The Use of Animáis in Higher Education, resume los costes que
suponen métodos alternativos en comparación con la utilización de
los
animales disecados. En el caso de los gatos, los materiales alternativos
reutilizables {un modelo anatómico, un vídeo sobre una disección y el
propio aparato de vídeo) cuestan unos 1.86^ dólares, mientras que utili-
zar ejemplares reales de gato cuesta entre 5.000 y 8.300 dólares. Un CD-
ROM con una de las comunes disecciones de fetos de cerdos cuesta unos
20 que un único ejemplar de feto de cerdo cuesta 24.
dólares, mientras
Este autor también comparó la efectividad educativa de diferentes al-
ternativas, como un programa de ordenador o el uso de modelos. Sus re-
sultados demuestran que los métodos alternativos son igual de buenos,
si no mejores, para conseguir las metas educacionales propuestas. En el

caso de estudiantes universitarios, tanto los de veterinaria como los de


medicina adquirían conocimientos semejantes o una destreza quirúrgica
equivalente utilizando métodos alternativos. En cualquier caso la efica-

cia educacional de los modelos no animales no era nunca menor, por lo


que la calidad de la educación no se veía comprometida.

Por ejemplo, en un estudio realizado con 2.913 estudiantes de biolo-


gía de primer curso, los resultados de los exámenes de 308 estudiantes
que habían trabajado con modelos de ratas fueron los mismos que los de
los 2.603 que diseccionaron ratas reales. Además, cuando se compararon
las habilidades quirúrgicas de 36 estudiantes de tercer curso de veterina-

ria, que habían practicado con modelos de órganos de tejidos blandos,

con las de estudiantes del mismo grupo que habían practicado con perros
y gatos, la actuación de los dos grupos fue igual de buena. En un estudio
llevado a cabo con 110 estudiantes de medicina, éstos calificaron las de-
mostraciones realizadas con ordenador como mejores para aprender so-
SÉPTIMO MAiNDAMIENTO 131

bre fisiología cardiovascular que las que utilizaban perros. Richard Sam-
sel y sus colegas de la Universidad de Chicago se encontraron con que los
estudiantes de medicina de primer curso calificaron como positivas para
el aprendizaje de fisiología cardiovascular tanto las demostraciones con
ordenadores como que utilizaban animales, aunque las sesiones basa-
las

das en el uso del ordenador recibieron puntuaciones más altas, ha ciru-


gía virtual ha demostrado ser una alternativa eficaz. Por ejemplo, en la
universidad canadiense de Calgary las imágenes de realidad virtual ayu-
dan a eliminar la utilización de animales de laboratorio y los cadáveres
en las prácticas y las investigaciones.
Muchos colegios médicos han terminado admitiendo que la expe-
riencia «práctica» no es necesaria en ciertas asignaturas de la carrera. Ac-
tualmente, 90 de las 126 facultades de medicina norteamericanas (un
71 %), incluidas instituciones tan prestigiosas como Harvard, Yale, Co-
lumbia, Duke y Stanford, no utilizan animales vivos en los laboratorios
para entrenar a los estudiantes de medicina. Estos pueden elegir alter-
nativas que no implican el uso de animales o decidir no trabajar en de-
terminados laboratorios si utilizan animales (a pesar de que no existan
otras opciones en las 12^ facultades médicas de Estados Unidos, excep-
tuando la Uniformed Services University of Health Sciences [Universi-
dad uniformada de servicios para las ciencias de la salud]). En las facul-

tades de veterinaria se están desarrollando tendencias similares y han


desaparecido las prácticas de cirugía en laboratorios que sacrifican ani-
males. En una encuesta realizada en 2001, en la que participó un 40 %
de 83 facultades de veterinaria autorizadas, casi la mitad no utilizaba
las

protocolos invasivos o terminales en sus planes de estudio.


Existen otras formas de hacer daño a los animales que se producen
cuando intentamos saber más sobre ellos, aunque no sea de forma inten-
cionada. Los biólogos, con nuestra mera presencia, podemos influir en
los patrones de movimiento, las costumbres alimenticias e, incluso, en la
composición de los grupos de animales que estudiamos.
En un estudio a largo plazo sobre coyotes que llevé a cabo con Mi-
chael Wells y numerosos estudiantes en el parque nacional Grand Tetón,
en Jackson, Wyoming, tuvimos mucho cuidado con la forma en que nues-
tra presencia conducta y el bienestar de los animales
podía influir en la

que estábamos observando. Descubrimos que las cámaras brillantes y los


telescopios de observación inquietaban a los animales, por lo que pinta-
mos de un negro mate los cuerpos de las cámaras y los telescopios para
que no reflejasen la luz. Además, cuando visitábamos las madrigueras de
los coyotes llevábamos siem.pre la misma ropa para oler siempre de for-
132 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

ma parecida y para que nuestra imagen ante ellos fuera también similar.
Con el tiempo se adaptaron a nuestra presencia y ya no se mostraban tan
asustadizos como al principio del estudio. Los datos que recogimos esta-
ban menos contaminados por nuestra presencia y eran más representati-
vos de la conducta natural de estos fascinantes e incansables animales,
unos de mayores tramposos del mundo natural.
los
existen muchas formas de aprender sobre los animales sin necesidad
de hacerles daño. Por ejemplo, cuando los investigadores quieren recopi-
lar información sobre un tema como la paternidad, no es necesario mani-
pular a los individuos para extraerles sangre, sino que se pueden obtener
los perfiles del ADN a partir de muestras de pelos o^de heces. Este méto-
do ha sido utilizado con éxito en chimpancés salvajes y en otros animales.
Otros métodos de recolección de datos son mucho más nocivos para
los animales. Por ejemplo, los investigadores que intentaban documen-
tar la frecuencia de pérdida de huevos en la curruca de cara blanca visi-

taban determinados nidos de estas aves todos los días. Estas visitas te-

nían siempre un efecto nocivo en las aves, puesto que en esos censos
perdían más huevos a causa de la depredación y salían menos polluelos
del cascarón que en otros en los que se visitaban los nidos sólo una vez al
final del típico período de incubación. También los censos de poblaciones
en que los investigadores intentan recopilar información sobre el nú-
los
mero de machos y hembras que viven en determinadas áreas, sus patro-
nes de movimiento y el tamaño global de las poblaciones, pueden resul-
tar muy perturbadores para las aves. Un ejemplo de esto ocurrió con un
censo de pingüinos Adelia en el que los investigadores no sólo se acerca-
ban a la colonia, sino que volaban con una avioneta sobre las aves. Los
pingüinos mostraron profundos cambios de conducta, que incluían des-
viaciones en el rumbo directo de vuelta al nido y un aumento en el
abandono de nidos. Los efectos globales produjeron un descenso del 13
% de individuos en la colonia.
Para algunas especies lo que resulta más perturbador todavía es la
colocación de collares de radio. Para ello se debe atrapar a los indivi-
duos o dispararles desde un coche o helicóptero con un rifle con el
que duerme; después se les pone un collar que emite una señal
se les
única que permite que ese individuo sea localizado desde muy lejos.
Con este método se ha recopilado mucha información extremadamen-
te útil, sobre todo para determinar el territorio y los movimientos de
animales tímidos o nocturnos como los jaguares, los pumas y los tigres.
Pero hecho de que los que realizan este trabajo son nor-
a pesar del
malmente investigadores muy preocupados por el bienestar de los ani-
SÉPTIMO MANDAMIENTO 133

males, suelen ocurrir accidentes. Durante la primavera de 2001 mu-


rieron tres lobos en el Parque Nacional de Denali, en Alaska, después
de que se les disparase con un dardo anestésico. Por otro lado, todo el

proceso, y especialmente cuando se trata de disparar a lobos, osos y


otros animales desde helicópteros, resulta muy estresante.
Un investigador que estaba estudiando hienas en el cráter de Ngo-
rongoro en Tanzania dejó puestos los radio-collares a los animales al
terminar su trabajo de campo. Cuando Hugo y yo, unos años después,
empezamos a observar a las hienas en ese mismo lugar, descubrimos a
un macho adulto al que obviamente le habían puesto un collar de jo-
ven y tuvimos que encontrar a alguien que pudiera dormirlo para po-
der quitarle el collar, que estaba tan apretado que casi no podía tragar.
Esto demuestra una inaceptable falta de interés por el bienestar de los
animales como individuos. Algunos investigadores duermen a los ani-
males para después marcarlos y poder identificarlos posteriormente.
Un científico colocó etiquetas de colores en las orejas de los leones que
estaba estudiando. Me quedé horrorizada cuando las vi: eran tan gran-
des y llamativas (para que el científico pudiera identificarlas con facili-
dad) que seguramente interferían en el éxito de los leones al cazar. Las
presas de los leones detectan rápidamente cualquier cosa anormal en
su campo de visión.
El hecho de que existan tantos científicos que manipulan a los ani-
males con justificaciones diversas y en contextos distintos de formas que
personas ajenas al mundo científico no tolerarían es algo muy preocu-
pante. Con demasiada frecuencia se utilizan procedimientos que no be-
nefician en absoluto a los animales, con el objetivo deque los investiga-
dores consigan material sobre el que una tesis doctoral, un
escribir
artículo científico o un libro. No obstante, a medida que más científicos
admiten que los animales tienen sentimientos y se permiten a sí mismos
sentir empatia por sus sujetos de estudio, hay más esperanzas de que
empiecen a cuestionarse si son realmente necesarios los métodos estre-
santes e invasivos, si no existen mejores formas de hacer las cosas.

ECOTURISMO

Son muchas las personas que tienen tantas ganas de saber más cosas
sobre los animales en persona que viajan a zonas salvajes para intentar
verlos, observarlos, fotografiarlos o filmarlos. Al hacer esto, pueden
afectar a las vidas de los animales de forma totalmente involuntaria.
134 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Por ejemplo, las sustancias contaminantes de los motores fuera borda


pueden tener efectos devastadores sobre los peces y otros seres que
habitan en los océanos, lagos y ríos. La peor contaminación de todas
es el ruido que provoca su intrusión en el mundo submarino antes si-
lencioso. Los manatíes, esos gigantes lentos y bondadosos, sufren te-
rribles heridas provocadas por las colisiones con los motores fuera
borda. Pude comprobar esto con mis propios ojos en un maravilloso
santuario que visité en Florida.
Mucha gente pasa las vacaciones viajando a refugios de vida silves-
tre en diferentes partes del mundo y, en muchos de estos lugares, los
animales están tan acostumbrados a las personas q^e los coches pue-
den acercarse mucho sin que esto parezca molestarles. En los grandes
parques nacionales y reservas de caza del este y sur de África los visi-
tantes pueden conducir todo el día a través de llanuras repletas de ma-
nadas de animales, observar a los leones o a los perros salvajes cazan-
do, y ver la puesta de sol en una poza de agua donde los elefantes
acuden a beber y jugar. Durante años estos turistas han llevado divisas
a los países que más las necesitaban. No obstante, se han realizado va-
rios estudios sobre el impacto del turismo en los territorios y en los
animales; en lugares donde acuden demasiadas personas y se permite
entrar a demasiados coches los investigadores descubrieron que se ha-
bían causado considerables trastornos. Por ejemplo, el hecho de per-
mitir la conducción en algunas carreteras resultaba dañino para algunos
También el turismo en los bosques donde habitan
hábitats frágiles.
chimpancés, gorilas y orangutanes supone una amenaza para ellos,
puesto que todos ellos son muy susceptibles a las enfermedades con-
tagiosas humanas, y los extranjeros pueden portar bacterias y virus
contra los que los grandes simios no están inmunizados.
Sin embargo, aunque es cierto que el turismo es una espada de do-
ble filo, parece que, en general, si el número de visitantes y su com-
portamiento está estrictamente controlado, los beneficios superan los
costes. De hecho, antes del terrible genocidio de Ruanda, el turismo
que acudía allí a ver gorilas era la segunda fuente de ingresos del país
y mucha gente cree que esto fue lo que salvó a los gorilas. De este
modo, aunque de ambos bandos se encontraban en el
los ejércitos
parque nacional de los Virunga, hecho famoso por primera vez por
Dian Fossey (cuyo libro Gorilas en la niebla proporciona una des-
cripción detallada de su dedicación a los gorilas y de su investigación
a largo plazo), no molestaron a los gorilas, aunque sí mataron a otros
animales salvajes para comérselos. Parece que tanto los hutus como
SÉPTIMO MANDAMIENTO 135

los tutsis querían conservar a los gorilas para sacar de ellos futuras ga-
nancias.
Por supuesto que es triste tener que dar un valor monetario a las
áreas salvajes y a las especies animales, pero hasta que las naciones ricas
acepten pagar una especie de tasa de «alquiler» por estos enormes te-

rritorios, los gobiernos de los países en desarrollo seguirán explotan-


do sus recursos naturales de mejor forma que puedan
la —
concediendo
permisos para la extracción del petróleo, la madera, las minas o abrien-
do las puertas al desarrollo desatado —
Después de todo, está pasan-
.

do incluso en los parques nacionales norteamericanos, creados para


conservar el mundo natural. La presencia de visitantes auténticamen-
te interesados debería ayudar a cambiar las cosas.

He hablado con muchísimas personas para las que sus primeras


experiencias en un área silvestre en la que pudieron encontrarse cara
a cara con un animal salvaje cambiaron sus vidas. Ya no pueden seguir
pensando lo mismo sobre los animales que viven en cautiverio. No
pueden volver a leer informaciones sobre la destrucción del mundo
natural sin que algo dentro de ellos les duela a causa del sufrimiento
de los animales que viven allí.
Hace poco visité el parque nacional de Yellowstone por primera
vez junto a Tom Mangelsen, que me hizo de guía, y gracias a él vi mis
primeros osos salvajes; un grizzly que se cruzó de repente en la ca-
rretera tan cerca que podía haberlo tocado y una osa negra con sus
dos oseznos. Fue maravilloso. Lo que realmente me impresionó más
fue ver a tanta gente de diferentes partes de Estados Unidos que ha-
bían ido allí de vacaciones. A pesar de que por la tarde hacía frío, allí
estaban ellos, con sus anoraks, prismáticos y telescopios, intentando
y, sobre todo, a los lobos reintroducidos. Nos conta-
ver a un grizzly
ron que cada mañana temprano iban allí, al igual que al atardecer,
que era cuando había más posibilidades de ver a un oso o a un lobo.
Todos los días de sus preciadas vacaciones. En su mayoría no eran
biólogos, sino personas a las que les interesan los animales y quieren
aprender más sobre ellos. Éste es el tipo de gente que ayudará a cum-
séptimo mandamiento, que intentará que sus pisadas sean lo
plir el
más tenues posibles y que enseñarán a sus hijos a respetar cualquier
forma de vida.
Al dejar huellas más tenues no sólo nos aseguramos de que las gene-
raciones futuras disfrutarán de lo mismo que hemos disfrutado nosotros,
sino también de que los animales se comportarán como son, y no como
objetos cuya conducta ha sido alterada por nuestra presencia, ha alegría
136 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

será más intensa y pura cuando comprendamos y sepamos apreciar lo que


significa ser otro animal y cuando permitamos que nuestros parientes
animales nos muestren lo que significa vivir en su mundo. Cuanto más
puros sean los detalles, mayor será el asombro y el misterio. No es nece-
sario dañar o alterar la vida para aprender sobre ella.
OCTAVO MANDAMIENTO
Mantener con valentía
nuestras convicciones

En el octavo mandamiento mostramos cómo hacer que las cosas


cambien expresando resueltamente lo que nos preocupa, defendiendo
nuestras creencias y actuando. Una vez que haya un número suficien-
te de personas dispuestas a actuar, podremos conseguir cambios que
beneficien a todos los animales y a la Tierra.

Ser consecuentes con lo que decimos

Cada día de vida es una prueba. ¿Somos realmente consecuentes


con lo que decimos? ¿Ponemos en práctica lo que predicamos? ¿Pen-
samos alguna vez en las huellas que dejamos a nuestro paso por la
vida? Y, sobre todo, ¿tenemos el valor de defender lo que creemos
cuando los otros se ríen de nosotros o cuando nos amenazan? Si nos
preocupa de verdad el mundo natural y el bienestar de los animales,
debemos estar dispuestos a afrontar los desafíos que aparezcan en el
camino, ya sean grandes o pequeños. Debemos defender nuestras
creencias y, por encima de todo, ponerlas en práctica. No podemos de-
sesperarnos, sino vivir con confianza en el futuro.
Una gran parte de la destrucción y contaminación del mundo se
debe a razones absurdas, a la falta de educación y entendimiento.
«Sólo cuando entendemos algo podemos preocuparnos por ello.»
Pero la otra parte ha ocurrido de forma deliberada. Las empresas y
los gobiernos realizan y apoyan acciones sabiendo muy bien cuáles se-
rán sus consecuencias porque quieren ganar poder político, o por los
beneficios económicos o corporativos que les reporta. A medida que
la sociedad va tomando conciencia de esos planes, va aumentando la
138 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

esperanza de poder presionar a los gigantes de la industria y el co-


mercio, así como de cambiar la voluntad política. Hay tres formas de
demostrar con palabras y actos que esto nos preocupa. En primer lu-
gar, podemos protestar por medio de la difusión de información, par-
ticipando en manifestaciones pacíficas (que después de lo ocurrido en
los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 serán más difíci-
les) y escribiendo cartas. Segundo, podemos negarnos a comprar pro-

ductos de empresas con una mala política medioambiental o poco hu-


manitaria, y podemos negarnos a ver programas de entretenimiento
que incluyan cualquier forma de explotación cruel. Por último, y qui-
zá la más importante, podemos intentar vivir nuestra vida como indi-
viduos dejando las mínimas huellas —haciendo todas esas pequeñas
cosas que pueden hacerse para ahorrar agua y energía, reciclando y
reutilizando, intentando no contaminar el mundo que todos compar-
timos.
Con frecuencia, antes de que la sociedad sea consciente de ciertos
temas, hay personas que saben perfectamente lo que está sucediendo
pero no hacen nada. Sin embargo, siempre hay otros que levantarán la
voz pase lo que pase, que se negarán a permanecer en silencio a pesar
de las amenazas de muerte que reciban. Como hemos visto en otro ca-
pítulo, Rachel Carson fue amenazada con un juicio por algunos gigan-
tes petroquímicos si se atrevía a publicar su libro Primavera silenciosa.
Ella sabía que sus datos científicos eran exactos y por eso siguió ade-
lante y lo publicó; su impacto fue extraordinario, provocó el comien-
zo de nuevas investigaciones sobre los efectos de los pesticidas en la
comida, en el agua subterránea y en la vida salvaje mundial. Rachel
Carson fue la que abrió el camino.
Hoy en día, muchos de los proyectos que planean ciertas industrias
conchabadas con los gobiernos salen a la luz y el público termina por
enterarse, tanto usted como yo. ¿Nos atreveremos a ponernos de pie y
hacer que nuestra voz se oiga? ¿Protestaremos contra la destrucción
medioambiental o la crueldad una vez que nos hayan informado sobre
el tema? ¿Decidiremos comprar productos fabricados por empresas

con escrúpulos, aunque cuesten unos cuantos céntimos más? ¿Boicote-


aremos los productos elaborados por empresas que no tienen en cuen-
ta el bienestar de los animales con los que compartimos este planeta?
¿Boicotearemos las actividades de ocio que supongan un daño física-
mente para los animales o para su imagen? ¿Somos realmente capaces
de mantener con valentía nuestras convicciones?
OCTAVO MANDAMIENTO 139

Perforaciones en Alaska

Mientras escribimos este libro, el futuro de uno de los territorios


de Estados Unidos que todavía no ha perdido su belleza natural está
pendiente de un hilo. El Artic National Wildlife Refuge (ANWR) [Re-
fugio nacional ártico de vida salvaje] es una magnífica área de 77.000 km^
situada en el noreste de Alaska. A la administración Bush le gustaría
perforar allí para buscar petróleo. Lo cierto es que aquellos que pien-
sen que el término «refugio» implica un puerto seguro deberían re-
planteárselo. En lo que se refiere a refugios de vida salvaje, el término
significa tan poco para algunos como para los militares hutu de Bu-
rundi que masacraron a mujeres y niños tutsi que se habían refugiado
en una iglesia. Después de todo, en Estados Unidos se acaban de abrir
a la caza más de trescientos «refugios de vida silvestre».
Cuando visité Cape Cod (Massachusetts) en marzo de 2002 para dar
clases a sus habitantes sobre la conducta de los coyotes y contarles cómo
convivir con esos animales a los que algunos de ellos tachan de un «fas-
tidio», visité el Refugio nacional de vida salvaje de Monomoy. En la en-
trada hay un cartel que dice que hay que proteger a los coyotes de per-
turbaciones humanas; poco después me di cuenta de que esto no se
cumplía exactamente. A mediados de abril de 2002 un tirador de prime-
ra contratado por el refugio mató
nueve cachorros de coyote dentro del
a
límite del refugio y obligó a huir de la madriguera a un décimo, que des-
pués murió en cautividad. Hasta la fecha, en este llamado refugio han
matado a treinta y cuatro coyotes. Estoy seguro de que matar animales es
una clara forma de perturbación humana.
El Ártico sirve de refugio a muchas especies animales, como los osos
polares, el oso grizzly, el carnero de Dalí, el lobo, el glotón o carcallú, el
lince, el puercoespín, el caribú, el águila real y treinta especies de aves

marinas. Se ha debatido bastante sobre la posibilidad de realizar pros-


pecciones en los 6.000 km^ de las llanuras costeras de la reserva para ex-
traer productos derivados del petróleo que sirvan para mantener nuestro
estilo de vida consumista. Joel Berger, biólogo y uno de los líderes con-
servacionistas mundiales, analizó la situación en el AHWK para deter-
minar si deberíamos siquiera considerar la posibilidad de explotar esta
área virgen, uno de los ecosistemas más importantes del mundo todavía
intactos. Tanto él como muchos que no conocen
otros expertos admiten
los efectos que tendrá la prospección, pero no dudan de que existirán mu-
chas influencias negativas en la vida de los animales que viven allí. Se
ocasionará un daño irreparable a uno de los tesoros naturales más increí-
140 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

bles delmundo, lo que constituirá una gran pérdida para todos los seres
humanos. Berger y sus colegas también señalan que si seguimos destro-
zando ecosistemas intactos, los investigadores del futuro no podrán ha-
cer comparaciones entre ecosistemas naturales intactos y aquellos que los
humanos han alterado para evaluar el impacto de nuestras intrusiones.
Básicamente, la naturaleza «real» desaparecerá para siempre.
Se sabe muy poco sobre este ecosistema intacto del ANWR y los ex-
pertos advierten sobre el cuidado que hay que tener en la manipulación
de cualquier ecosistema hasta que se tenga información básica sobre las
relaciones existentes entre los animales que habitan en él y la forma en
que las distintas comunidades de plantas y anímale f dependen unas de
otras. El objetivo principal de los biólogos conservacionistas es mantener

la integridad biológica del ANWR y de otros ecosistemas, aunque esto


signifique que algunos de nosotros tengamos que cambiar ligeramente
nuestro estilo de vida y usar menos energía. Algunos miembros republi-
canos del Congreso llegaron al extremo de intentar asociar la perforación
del ANWR con un proyecto de ley inconexo para aumentar las pensiones
de jubilación de los trabajadores del ferrocarril; la votación fracasó el 3
de diciembre de 2001. En abril de 2002
Senado de Estados Unidos
el
volvió a rechazar un plan para perforar en el ANWR.
Por el momento, la
comunidad defensora del medio ambiente norteamericana puede felici-
tarse por haber parado otro plan energético mal concebido. Me resulta
difícil imaginar cómo se nos puede siquiera ocurrir arruinar un habitat

tan prístino.
Es muy importante que seamos conscientes de que los hidrocarbu-
ros no son un recurso ilimitado y de que existen cada vez más tecno-
logías nuevas que ofrecen alternativas al petróleo. Conozco a mucha
gente que ya utiliza coches eléctricos o mixtos, que funcionan con cé-
lulas de combustible y otro tipo de motores alternativos. Puede que en
un principio resulten más caros, pero mantenerlos es más barato. Ade-
más, cuanta más gente los compre, más rápido bajarán sus precios.
Pero, ¿cuántas personas para las que el precio no es un obstáculo es-
tarían dispuestas a comprar un vehículo así? Tristemente, hasta ahora
muy pocas. Al margen de estos coches, existen numerosas formas en
las que podemos ahorrar combustible y otras formas de energía, algu-
nas muy simples.
Después de los ataques al World Trade Center y al Pentágono, co-
menzó una cruzada contra el terrorismo que ha proporcionado una
excusa para los que desean explotar lugares como el refugio ártico de
Alaska —
se necesita combustible para el esfuerzo que supone la gue-
OCTAVO MANDAMIENTO 141

rra —Por eso, parecería poco patriótico protestar contra las prospec-
.

ciones en búsqueda de petróleo en las áreas salvajes. De hecho, muchos


norteamericanos tienen miedo de mostrar su preocupación por el me-
dio ambiente o por temas relacionados con los animales cuando pien-
san en el sufrimiento humano. Creo que esta postura es completamen-
te equivocada, y que ahora es más importante que nunca continuar
luchando por estos temas. Si permitimos que la frágil salud de nuestro
planeta siga siendo destruida, estaremos otorgando al final una nueva
victoria a los terroristas —
porque perjudicará, quizá para siempre, la
calidad de vida de nuestros nietos y la de los nietos de éstos.
Otra forma de ver todo este asunto es que, a medida que las perso-
nas y sus máquinas se introducen en áreas salvajes como el refugio del
Ártico, van destruyendo los hogares de los animales que allí habitan,
los atemorizan y matan. Desde el punto de vista de los animales, ¿no
es esto equivalente a un ataque terrorista? Creo que todo lo que está
pasando en el mundo es muy inquietante. Se puede aplicar a numero-
sas actividades humanas: a la tala de madera, la minería, el desarrollo,
la construcción de carreteras, la construcción de embalses... la lista es

interminable. En una ocasión Mahatma Gandhi se preguntaba por


qué cuando alguien daña un objeto hecho por un humano, como un edi-
ficio o una obra de arte, el acto se describe como «vandalismo», mien-

tras que cuando alguien daña un objeto creado por Dios, a nadie pa-
rece importarle y es considerado como «progreso».

Alimentos y medicinas manipulados genéticamente

Una de mayores agresiones a los procesos naturales es la indus-


las
tria en expansión de los alimentos transgénicos, también llamados «ali-

I mentos Frankestein». Los científicos japoneses han llegado a implantar


genes de espinacas en cerdos, y afirman que han producido así animales
más saludables. Se sabe muy poco sobre los peligros potenciales de este
tipo de alimentos para la salud humana, y tampoco conocemos los efec-
tos de la ingeniería genética en los procesos naturales. Los cultivos
transgénicos se crean cuando los científicos cogen genes de un determi-
nado organismo y los implantan en otro. Esos genes implantados pue-
den proceder de una especie completamente distinta a la del organismo
anfitrión. Así, los científicos pueden insertar un gen de un animal o bac-
teria en un vegetal. En muchos casos, la implantación del gen permite
que la planta se haga resistente a un herbicida en particular (agente uti-
142 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

lizado para matar las malas hierbas) o que fabrique su propio pesticida
interno.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos, que fomenta los
cultivos transgénicos, defiendeque éstos producen mayores cosechas, ne-
cesarias para alimentar a la creciente población mundial. Mantienen ade-
más que este tipo de cultivo necesita menos pesticidas y que
herbicidas, lo
significa que habrá menos productos químicos en el medio ambiente.
Vero a los que mantienen una postura crítica les preocupa que no haya es-
tudios a largo plazo de este tipo de tecnología. También están preocupa-
dos porque los insectos se vuelvan resistentes a los pesticidas fabricados
por las propias plantas y porque la ingeniería genéti€a pueda causar mu-
taciones no esperadas que produzcan toxinas o alérgenos peligrosos para
el ser humano. Una vez que se han introducido en el medio, es imposible
contenerlos o retirarlos; sus efectos son básicamente irreversibles.
A pesar de que la seguridad de los alimentos transgénicos está siendo
continuamente cuestionada por científicos, gobiernos y consumidores de
todo el mundo, este tipo de alimentos está ganando cada vez más acepta-
ción entre los productores. En 1996 menos de un 10 %
de la soja y el
maíz cultivados en Estados Unidos había sido modificado genéticamen-
te. Sin embargo, en dos años, un 33 %
del maíz y un 40% de la soja pro-
ceden de tipos modificados genéticamente. En el mundo existen unos 40
millones de hectáreas de cultivos transgénicos, que incluyen el algodón y
la soja. Otros organismos manipulados genéticamente son la cañóla, la li-

naza, la papaya, la patata, el tomate, el pimiento, la calabaza, el radicchio,


las enzimas, los productos lácteos y el pienso para mascotas. La soja es la
fuente de la harina de soja, el aceite de soja y la leticina, y la proteína de

soja puede ser aislada y concentrada. La soja y sus derivados se encuen-


tran en un 60 %
de los alimentos procesados: pan, dulces, cereales, patatas
fritas, chocolate, galletas dulces y saladas, harina enriquecida, pasta, ali-

mentos fritos, yogurt, helado, leche en polvo para bebés, margarina, pro-
teína en polvo, salsas, queso de soja, salsa de soja, tamari, perritos de
tofu, hamburguesas vegetales, salchichas, champú, gel de baño, cosméticos
y vitamina E. Los productos biofarmacéuticos transgénicos incluyen an-
titrombina III, angiotensina, insulina y prolactina.
Creo que los alimentos manipulados genéticamente representan
una de las tecnologías más peligrosas que estamos introduciendo en el
siglo XXL Realmente parece que se está fraguando algo siniestro. Es
frecuente que un producto aparezca en los medios de comunicación
perjudicando a las enormes multinacionales, como la patata Monsan-
to, para después desaparecer simplemente del mapa. En el Reino Uni-
OCTAVO MANDAMIENTO 143

do, por ejemplo, un científico polaco que trabajaba para el gobierno


publicó los resultados de sus investigaciones sobre esta patata genéti-
camente alterada. En ellos contaba cómo las ratas alimentadas con pa-
tatas Monsanto habían sufrido varios problemas fisiológicos, entre los
que se incluían la reducción de los tejidos cerebrales y el daño causa-
do a otros órganos internos. Un par de días después apareció en tele-
visión diciendo que sus experimentos tenían algunos fallos y que sus
datos estaban equivocados. Después de esto dimitió.
Casi un año más tarde, sintonicé por casualidad el canal interna-
cional de la BBC y escuché las noticias de un reportaje sobre ese mismo
científico. Decía que varios científicos de diferentes países europeos
habían repetido su investigación sobre las patatas y las ratas y habían
obtenido los mismos resultados. Desde entonces, no he vuelto a oír
nada sobre el tema. Poco después de esta historia apareció otro pe-
queño reportaje en el Daily Telegraph del Reino Unido. Era sobre unos
cultivos con semillas de soja manipuladas genéticamente en el sur de
Francia. Cuando estas plantas florecían, eran visitadas por cientos de
abejas que después morían también a cientos. Los biólogos investiga-
ron estas muertes (puesto que afectaban directamente a la industria
apicultora) y llegaron a la conclusión de que algo, probablemente el
polen, había dañado el sistema nervioso de las abejas de forma que no
podían encontrar el camino de vuelta a casa.
Lo que era todavía más preocupante es que las abejas, que a veces
llegan a volar hasta 3 km desde la colmena para buscar comida, llevan
el polen de las plantas alteradas, por lo que pueden así fecundar culti-

vos «normales». Esto provocaría que las granjas con cultivos orgánicos
en ese territorio perdieran su certificado de calidad. Existen pruebas
de que los gusanos de la mariposa Monarca murieron después de co-
mer las hojas que habían sido contaminadas con polen procedente de
maíz genéticamente manipulado. En 2001 algunas personas desarro-
llaron peligrosas alergias aparentemente causadas por comer maíz al-
terado genéticamente, que había sido producido como alimento para
animales. ¿Cuáles serán los efectos acumulables a largo plazo por ali-

mentar a los animales con ese tipo de comida, tanto para ellos como
para los humanos que los comen?
También existen problemas con los medicamentos manipulados ge-
néticamente, como la humulina {insulina humana). Se ha descubierto
que nunca se llegaron a terminar las pruebas clínicas y que en 199^ la
humulina era el octavo medicamento que más efectos nocivos causaba en
Estados Unidos. En Canadá existen diferentes tipos de insulina de ADNr
144 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

responsables de más de 4W casos de reacciones adversas a los medica-


mentos, incluidas ocho muertes asociadas con la utilización de insulina
sintética.
Se ha utilizado la clonación para producir lo que algunos investiga-
dores llaman «super» animales (e incluso «mascotas sustitutas», a pesar
de que hay millones de animales esperando ser adoptados en las perre-
ras). Lo cierto es que los resultados de los experimentos de clonación con
manipulaciones genéticas son muy variados y controvertidos, puesto que
los científicos no se ponen de acuerdo en si la clonación ha tenido o ten-
drá éxito; los peligros que conlleva su mal uso son abrumadores y angus-
tiantes. Dolly, la primera oveja clonada, sufrió de envejecimiento pre-
maturo, quizá porque sus células provenían de una oveja anciana, pero
seis vaquillas clonadas mostraron signos de ser más jóvenes de lo que
realmente eran. ¿Existe una fuente de la juventud a la vista y es real-
mente beneficiosa?
Los investigadores japoneses descubrieron que los ratones clonados
solían morir cuando eran todavía jóvenes debido a fallos producidos en
el hígado y a neumonías. Un intento de clonar a un buey salvaje en peli-
gro de extinción, el gaur, fracasó cuando la cría Noah murió de una in-
fección bacteriológica intestinal 48 horas después de nacer. Existen pla-
nes para clonar pandas gigantes y seres humanos. ¿Pero cuál es el fin?
¿Es la clonación la panacea que hemos estado esperando, el elixir que
convertirá al mundo en un lugar mejor, o es simplemente otro ejemplo
del enloquecimiento de la ciencia? Estoy seguro de que no sabemos lo
suficiente sobre los efectos a largo plazo de la clonación como para que
los investigadores intenten clonar sin sentido esto o lo de más allá.
Entonces, ¿hay algo que podamos hacer al respecto? Por supues-
to. Nosotros somos los consumidores y podemos negarnos a comprar

productos que creemos que han sido creados de forma irresponsable.


En muchos países europeos los consumidores están ganando la guerra
contra los alimentos manipulados genéticamente. En el Reino Unido
las tiendas están obligadas a incluir una lista en la etiqueta de cada

producto con todos los ingredientes manipulados genéticamente (aun-


que a veces esto es imposible). Los granjeros ya no pueden plantar cul-
tivos modificados genéticamente. Todo un cargamento de semillas ya
plantadas que habían sido mezcladas con semillas transgénicas fueron
desenterradas y los granjeros recibieron por ello una compensación del
gobierno. La mayoría de pruebas científicas que tienen lugar fuera
de los laboratorios autorizados están prohibidas como consecuencia de
las protestas ocurridas en Francia, Alemania y Reino Unido, en las que
OCTAVO MANDAMIENTO 145

los manifestantes arrancaron de los campos las cosechas transgénicas.


Estos manifestantes estaban dispuestos a ir a la cárcel por defender sus
creencias sobre el peligro de los alimentos transgénicos. En la India los
manifestantes arrancaron de los campos el arroz transgénico, proce-
dente de las llamadas semillas terminales (porque las plantas que las
producen no pueden producir por sí mismas semillas fértiles). Japón
se muestra inflexible ante la idea de introducir alimentos manipulados
genéticamente. La presión pública funciona.
En Estados Unidos la sociedad se ha dado cuenta por fin de los peli-
gros que suponen los alimentos transgénicos. Las marcas de alimentos
Hershey y M M
& Mars han pedido a los agricultores que no utilicen re-
molacha transgénica, no porque duden de la tecnología {por lo menos en
público), sino porque muchos consumidores se niegan a aceptar los ali-
mentos con esos ingredientes. De hecho, como respuesta a la preocupación
pública, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos ha invertido
millones de dólares en volver a comprar semillas de maíz transgénico
para sacarlo de la cadena alimenticia.

Medicinas, sufrimiento animal y alternativas humanitarias

has mujeres podrían ayudar a prevenir una gran parte del sufrimien-
to equino si se negasen a comprar Premarin, un sustituto del estrógeno
utilizado mundialmente que contiene la orina de yeguas embarazadas. El
Premarin se utiliza en las terapias a base de estrógenos para reducir los
síntomas de la menopausia y las probabilidades de ataques cardíacos, y

también se receta a mujeres a las que han realizado una histerectomía,


para evitar los riesgos de osteoporosis (huesos quebradizos). Sin embar-
go, se ha demostrado que la terapia con estrógenos aumenta un 70 los %
riesgos de contraer cáncer de mama después de nueve años de uso, y que
las probabilidades de tener cáncer de endometrio eran ^, 6 veces superio-
res cuando el uso de estrógenos superaba los siete años.
Algunos de los datos conocidos sobre la producción de Premarin no
se han estudiado afondo. Las yeguas preñadas permanecen de seis a sie-
te meses en minúsculos establos en los que no pueden apenas moverse.
Sufren agarrotamientos en las articulaciones y anormalidades en los
miembros inferiores como consecuencia de tener que estar constante-
mente de pie y sin hacer casi ejercicio. Esto es debido a que se ven obli-
gadas a llevar a todas horas unas bolsas de goma para recoger la orina, lo
que les impide tumbarse cómodamente. No se les da mucha agua porque
146 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

cuanto más concentrada sea su orina más valor tiene. A las que tienen
heridas supurantes no les dan antibióticos porque podrían contaminar la

orina. En estas granjas de producción de Premarin nacen aproximada-


mente 70.000 potros, de los cuales 30.000 pasan a ocupar el lugar de sus
madres y 40.000 son vendidos a las fábricas de alimentos y a mataderos
donde los convierten en carne de caballo. Tampoco permiten a los potros
estar con sus madres y que éstas les amamanten durante más de tres o
cuatro meses (el período normal es de seis). En un extracto de las anota-
ciones diarias de un inspector de granjas uno de los granjeros decía: «Al-
gunas veces una yegua se ponía desagradable e intentaba darte una coz o
morderte porque estaba harta de estar de pie durante tantos meses...
Cuando esto ocurría, teníamos que darle un golpe en la nariz para man-
tenerla a raya».
Vara evitar que continúe el maltrato de yeguas para la producción de
Vremarin, pueden utilizarse medicamentos sintéticos alternativos como el
Estradiol, Estropipate o Estrone. En California, gracias al gran esfuerzo de
Cathleen Doyle, del Consejo Equino de este Estado, al frente de la Cam-
paña Salvar a los Caballos, se ha aprobado la Proposición 6, una legisla-
ción decisiva que prohibe el sacrificio de caballos en el estado. En Califor-
nia las granjas productoras de Premarin están prohibidas. En Peachland,
Canadá, Ray Kellosalmi, un médico y cirujano, dirige junto a su mujer No-
reen Nawrocki un santuario de potros cuyas vidas han sido arruinadas por
la alano y no reciben
industria del Premarin. Gastan unos 10.000 dólares
ayuda gratuita de veterinarios, herradores ni proveedores de comida para
caballos. Ellos mismos plantan su heno y sus manzanas.
Millones de animales — perros, gatos, ratas, ratones, conejillos de in-
dias y conejos — son utilizados para probar no sólo medicamentos, sino
también productos cosméticos no imprescindibles, como los desodorantes,
champús, jabones y el maquillaje de ojos, has pruebas con dosis letales in-
tentan medir la toxicidad o el daño potencial de estos productos en anima-
Los animales reciben una única dosis de prueba administrada por
les vivos.

vía oral o intravenosa, medianteun tubo en el estómago, inhalando polvos


o un espray, o aplicándosela directamente en la piel, ha dosis por la cual
muere un 50 %
de los animales se llama Dosis hetal 50 (Dh50), y la dosis
porla que muere el 100 %
es la DhlOO. Muchos animales se ponen enfer-
mos y sufren mucho, tienen convulsiones, ataques, calambres musculares,
dolor abdominal, parálisis y sangran por los oídos, ojos, nariz y recto. Si
mueren demasiados animales o muy pocos, las pruebas deben ser repetidas.
Además de lo inhumanas que resultan estas pruebas, los resultados
sólo son válidos para las condiciones en las que se usaron, por lo que no
OCTAVO MANDAMIENTO 147

pueden generalizarse entre especies, ni entre machos y hembras de la


misma especie, ha dosis DL30 se utiliza a menudo para estimar cuál se-
rta la dosis segura para utilizar un determinado producto con humanos.

Por ejemplo, el paraquat fue introducido como herbicida en 1960. Como


la dosis DLW para ratas era de 120 mg por kilo de peso, se pensó que los

humanos expuestos a unos cuantos miligramos de paraquat no tendrían


problemas. Sin embargo, doce años más tarde morían más de cuatrocien-
tas personas por haber estado expuestas a este producto, y se estimó que la
DL30 era mucho más pequeña para ellos, unos 4 mg por kilo de peso. Ade-
más, en Estados Unidos más de 100.000 personas mueren anualmente a
causa de los efectos secundarios de las medicinas probadas con animales;
una persona es hospitalizada cada 14 segundos por estas causas; uno de
cada siete pacientes del hospital está allí debido a los efectos adversos de
medicamentos probados en animales. Por último, muchos productos no
pueden comercializarse porque las pruebas no son válidas, aunque los
animales sufran de igual modo.

El test Draize en los ojos del conejo

hos conejos son unos animales maravillosos. Cualquiera que haya


convivido con estos seres peludos sabe lo encantadores que pueden llegar
a ser y lo divertido que resulta observarles en sus rituales diarios. Sin em-
bargo, llevamos mucho tiempo utilizando a estos animales para probar
cosméticos.
El test Draize para las irritaciones de los ojos recibe su nombre del
científico de la Federal Drug Administration (FDA), John Draize, que
fue quien normalizó en 1944 el sistema de puntuaciones de un test pree-
xistente sobre la irritación de los ojos. En este test se coloca una sustan-
cia líquida o sólida en el ojo de cada sujeto de un grupo de conejos. Se ob-
servan y registran los cambios en la córnea, la membrana conjuntiva y el
iris. Se exploran los ojos de los conejos cada 24, 48 y 72 horas, y a los
cuatro y siete días, para comprobar si ha habido heridas y cuál es el po-
tencial de recuperación. El test Draize es muy
doloroso y los conejos su-
fren mucho. Fueron las protestas de los consumidores contra el uso ex-
tendido del test Draize las que provocaron el momento ideal para el
desarrollo de otras alternativas a las pruebas con animales. La campaña
contra el test Draize del defensor de los animales Henry un
Spira desató
creciente movimiento contra el hecho de provocar cualquier malestar a
los animales. En 1981 la industria cosmética concedió un millón de dó-
148 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

lares a la Escuela ]ohn Hopkins de higiene y salud pública para estable-


cer el Centerfor Alternatives to Animal Tesíing (CAAT) [Centro de prue-
bas alternativas al uso de animales].

Pruebas con contaminantes medioambientales

También se utilizan muchos animales para evaluar las consecuencias


de los contaminantes medioambientales utilizados en las investigaciones
toxicológicas, venenos que causan cáncer, defectos en el nacimiento y mu-
chas otras enfermedades. Entre los agentes tóxicos'se encuentran el tri-

cloroetileno (TCE), utilizado en las especias, como


anestésico general y
para descafeinar el café; el lindano y el diclorodifeniltricloroetano (DDT),
dos pesticidas, y el dietilstilbestrol, un producto químico que promueve el
crecimiento del ganado y las aves de corral. El tema principal del libro
Primavera silenciosa de Rachel Carson era la increíble influencia negati-
va que tiene el DDT en la vida salvaje y en el medio ambiente.
Lo que la utilización de animales para estudiar las sustan-
cierto es
cias tóxicas que afectan al medio ambiente suele producir resultados muy
cuestionables. En muchos casos los datos procedentes de animales no se
pueden aplicar a los humanos de forma directa y los métodos utilizados
no son adecuados para establecer conclusiones significativas sobre cómo
afectan los contaminantes a los humanos. Existen numerosos problemas
técnicos y científicos asociados a la utilización de animales para hacer
humanas ante ciertos medicamentos y
predicciones sobre las respuestas
productos químicos medioambientales; muchos de estos problemas tie-
nen que ver con el escaso progreso científico alcanzado en ayudar a los
seres humanos a combatir los efectos negativos de las sustancias tóxicas
que existen en el medio, has principales críticas a la utilización de ani-
males para probar los efectos de productos químicos potencialmente pe-
ligrosos para los humanos se centran en las grandes dosis de veneno que
les dan y en el hecho de que las sustancias no suelen ser administradas a

los animales de la misma forma en que las absorberían los humanos. En


algunos estudios se ha llegado a alimentar a los animales con tintes para
el pelo. A pesar de que algunas pruebas realizadas con animales mues-
tran claramente los efectos negativos de los productos sobre éstos, se han
ignorado los resultados y la industria química ha seguido creciendo en
lugar de disminuir.
Existen alternativas a la realización de pruebas de contaminantes
medioambientales con animales, como pueden ser las células huma-
OCTAVO MANDAMIENTO 149

ñas, los tejidos vivos humanos, los modelos basados en ordenadores y


los estudios con voluntarios humanos. Algunos científicos de prestigio
creen que la utilización de animales en las pruebas toxicológicas se
debe a los precedentes históricos, y no a la realización de una evalua-
ción cuidadosa sobre la utilidad de los modelos animales. Philip Abel-
son, un famoso científico norteamericano, antiguo editor de la presti-
giosa revista Science, afirmó en cierta ocasión: «Los test cancerígenos
estándar que utilizan roedores representan un vestigio de la ignoran-
cia de décadas pasadas cada vez más en desuso». Lo cierto es que es-
tas pruebas no funcionan y deberían ser interrumpidas.

De vacas, grano y hambrunas

Criar animales para el consumo humano requiere una gran cantidad


de comida y agua para que crezcan, así como una gran cantidad de terre-
no donde tenerlos y en el que poder plantar el grano del que se alimen-
tan. Por ejemplo, para alimentar a un humano carnívoro durante un año
se necesitan aproximadamente entre ocho y nueve piezas de ganado.
Cada vaca necesita 0,40 hectáreas de pastos verdes, ya sea de trigo o de
soja, al año. Por tanto, se necesitan unas 3,64 hectáreas de pastos al año

para conseguir la cantidad de carne que come una persona, en lugar de


0,20 hectáreas que serían necesarias si comiéramos directamente plantas.
La cantidad de grano necesario para proporcionar carne a una sola per-
sona sería suficiente para alimentar a unas veinte personas al año. En
Estados Unidos el ganado come una cantidad de grano y de soja sufi-
ciente para alimentar a más de mil millones de personas. Se necesitan
aproximadamente 7,23 kg de grano para conseguir 450 g de carne. Una
reducción en el consumo de carne del 10 %permitiría que hubiese 11
millones más de toneladas de grano para el consumo humano. Este gra-
no podría servir para alimentar a todos los seres humanos que mueren de
hambre cada año, ¡unos 60 millones de personas.' Además, se necesitan
unos 100.000 litros de agua para producir 920 g de carne, mientras que
920 g de trigo sólo requieren unos 434 I de agua.

El VEGETARIANISMO: UNA ALTERNATIVA AL SACRIFICIO DE ANIMALES

Existen muchas alternativas para las personas que deciden no comer


carne. Las dietas vegetarianas son mucho más sanas que las que contienen
150 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

carne, especialmente si esa carne ha sido producida con varios tipos de hor-
monas y antibióticos, o es carne procedente de animales estresados antes
de ser sacrificados. Además, las heces de los animales suelen ser el origen
de la salmonela, y las aves de corral y la carne roja constituyen focos de
contaminación de la bacteria Escherichia coli. Los Center for Disease
Control (CDC) [Centros para el Control de Enfermedades] estiman que
en Estados Unidos existen anualmente unos 76 millones de casos de en-
fermedades originadas por la comida asociados al consumo de productos
animales. El experto en nutrición Colin Campbell descubrió en su estudio
sobre los hábitos de alimentación de la China continental que la dieta baja

en grasas (un 10 o 20% del total de calorías), basada en el consumo de ve-


getales, podría disminuir significativamente en los países occidentales la

incidencia de enfermedades degenerativas crónicas como varios tipos de


cáncer o los trastornos cardíacos. Sin embargo, según los datos del Physi-
cians Committee for Responsible Medicine (PCRM) [Comité de Médicos
para Medicina Responsable], sólo uno de cada doce niños de enseñanza
la

primaria en Estados Unidos sustituye la carne en los menús del colegio por
proteínas vegetales, bajas en colesterol.
Debido a la crueldad con los animales que conlleva el hecho de comer
carne, mucha gente ha decidido reducir o eliminar su consumo. Intentan
reducir elnúmero de hamburguesas y otros productos animales de cinco
a dos por semana durante el primer mes, después de dos a una al mes, y
luego una cada dos meses, hasta que eliminan la carne de su dieta por
completo. Esta práctica podría también servir para ayudar a alimentar a
otros humanos que están muriendo de hambre.
Como dice Marc, convertirse en vegetariano o simplemente redu-
cir el consumo de carne ayudará a aliviar el sufrimiento animal, ayu-
dará a alimentar a las personas hambrientas y beneficiará nuestra sa-
lud. Ervin Laszlow, en su nuevo libro Macroshift, proporciona algunos
datos estadísticos escalofriantes sobre el consumo de carne. El consu-

mo de carne mundial pasó de 40 millones de toneladas en 1950 a 196


millones en 1999. Como ya hemos dicho, alimentar al ganado con gra-
no es despilfarrar —
la energía calórica de la carne sólo representa la

séptima parte de la energía del grano con el que se alimenta a la vaca —


Así, al convertir el grano en carne se gasta la séptima parte del valor
nutricional del producto agrícola del planeta. A este respecto Laszlow
sugiere que «una dieta basada en un consumo excesivo de carne no
sólo no es sana, sino que resulta inmoral; satisface los gustos persona-
les a expensas de mermar los recursos esenciales para alimentar a toda
la población humana».
OCTAVO MANDAMIENTO 151

i La reducción del consumo de carne también beneficiará la salud


del planeta. A medida que las sociedades consumistas del mundo de-

manden más carne, se destruirán más áreas salvajes bien para utili-
zarlas como campos de pasto para el ganado o para plantar grano y
alimentarlo en enormes terrenos —
Los bosques lluviosos de Brasil y
.

de otros países de América Central y del Sur han sido horriblemente


devastados debido a la conducta carnívora derrochadora de un por-
centaje relativamente pequeño de la población mundial. Sin embargo,
¿cuánta gente que protesta contra la destrucción de nuestros bosques
se para en una estación de servicio para comerse una hamburguesa?
Los cambios de actitud más importantes no ocurren rápido. Nos
guste o no, vivimos en un mundo en el que grandes cantidades de gen-
te comen carne (carne roja, pollo y pescado). En mi caso, fui carnívo-
ra hasta que leí el libro de Peter Singer Liberación animal y supe por
primera vez que existían granjas de cría intensiva, jaulas para terneros,
instalaciones donde colocan a los animales en batería, etc. Dejé de co-
mer carne hace más de veinte años y creo que gran parte de mi energía
y buena salud se deben al hecho de haber tomado esa decisión, a pesar
de que fue motivada por razones puramente éticas. Pero los que co-
men carne pueden, no obstante, aliviar el sufrimiento animal com-
prando productos orgánicos procedentes de animales que viven en
condiciones de libertad. Es cierto que no son fáciles de encontrar y
cuestan más caros, pero a cambio tenemos la satisfacción de saber que
el animal que dio su vida para alimentar la nuestra ha tenido una vida

razonable. (Además, nos sentiremos seguros de que esa carne no tiene


antibióticos, ni hormonas que puedan contaminarla, como ocurre en
las granjas de cría intensiva.) Los huevos de gallinas de corral cada vez

son más fáciles de conseguir.


Laszlow también señala que el hecho de cultivar tabaco para su ex-
portación está robando a millones de personas pobres su tierra fértil,

en laque podrían cultivar cereales y vegetales. En tanto en cuanto


exista un mercado para la venta de tabaco —
y en esto Norteamérica
ha desempeñado un buen papel, puesto que ha reducido significativa-
mente el consumo —muchos agricultores seguirán plantándolo. Y el
cultivo de tabaco es muy dañino para el medio ambiente —
en Tanza-
nia ha causado la destrucción masiva de bosques y selvas —
La reduc-
.

ción del consumo de carne y de tabaco redundará en un mejor uso de


la tierra, que permitirá a millones de personas alimentarse sin destruir
más áreas salvajes ni fabricar más alimentos transgénicos. Además, su-
pondrá grandes beneficios para la salud humana.
152 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Es fácil deprimirse cuando se piensa en los terribles problemas me-


dioambientales y humanitarios a los que nos enfrentamos al comienzo
del siglo XXI: el poder horripilante de las grandes multinacionales, el
despilfarro implícito en el estilo de vida consumista, la irracional des-
trucción del mundo con los animales y
natural, la increíble crueldad
también con los seres humanos. Sin embargo, todavía hay esperanzas.
Expresando en voz alta y persistentemente nuestras preocupaciones,
defendiendo nuestras creencias y actuando podemos cambiar las co-
sas. Una vez que un grupo lo suficientemente grande de personas en-

tienda cuáles son las apuestas y crean realmente en sí mismos, pueden


conseguir maravillas. Podemos elegir de forma ética lo que queremos
y no queremos comprar. Y en nuestra sociedad de consumo estas elec-
ciones individuales asumidas colectivamente pueden cambiar los ne-
gocios más rápido que las leyes. No tenemos que comprar necesaria-
mente cosméticos o productos para la casa que hayan sido probados
en animales, al igual que no estamos obligados a comprar productos
hechos a base del esfuerzo de niños esclavos o en fábricas donde se ex-
plota al obrero. Sigamos insistiendo en el uso de alimentos orgánicos
— que serán mejores para nuestra salud y nos ayudarán a mantener los
pesticidas y fertilizantes químicos fuera de la cadena alimenticia, en
beneficio de los insectos, las aves y otros animales salvajes —
Por últi-
.

mo, hay varios modelos de personas que pueden servirnos de inspira-


ción, que demuestran una y otra vez que la acción de un solo individuo
puede marcar la diferencia. Éste será precisamente el tema de nuestro
noveno mandamiento.
NOVENO MANDAMIENTO
Elogiar y ayudar a los que trabajan
en favor de los animales
y de la naturaleza

Este capítulo contiene algunas historias sobre personas que a tra-

vés de su dedicación y de su trabajo, y gracias a su amor por los ani-


males y la naturaleza, han ayudado a cambiar las cosas. Es fundamental
que agradezcamos sus esfuerzos. Hay otros individuos dedicados a
les

la causa que han colaborado con los anteriores y que también realizan

un trabajo importante, aunque puedan pasar más desapercibidos. Tam-


bién debemos rendirles honores.
Me he pasado la mayor parte de mi vida adulta dedicándome a lla-
mar la atención sobre la importancia que tiene cada individuo de cual-
quier especie. Creo que cada uno de nosotros desempeña un papel signi-
ficativo enesquema del mundo y que no son sólo las vidas individuales
el

humanas las que cuentan, sino también las del resto de los animales.
Este es el principal mensaje que intento transmitir en mis conferencias
por el mundo, en las aulas universitarias y en mis libros. Cuanto más
viajo, más leo y más gente conozco, más confianza tengo en el gran po-
tencial que existe en cada ser humano. Confío en esas personas que se
enfrentan a objetivos aparentemente imposibles y nunca desesperan, a
pesar de los reveses y críticas que puedan sufrir, hasta que los consi-
guen; confío también en los que han vivido vidas que sirven de moti-
vación e inspiración para otros.

Almas afines, guardianes y sanadores

Roger Fouts, un psicólogo que junto a su esposa Debbi ha estudiado


afondo la comunicación entre los seres humanos y chimpancés con iden-
tidad propia, entre los que se incluye a la famosa Washoe, escribió hace
154 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

poco un libro maravilloso llamado Primos hermanos. En élFouts, al que


siempre le han preocupado profundamente los animales, sostiene que
cuando alguien se interesa por ellos y actúa para favorecer su bienestar,
está comportándose más como un sanador que como un activista. Señala
además un punto importante: actuar en nombre de los animales no sólo
es bueno para ellos y para la Tierra, sino que también resulta beneficio-
so para nuestro espíritu y nos hace sentir bien con nosotros mismos. El
hecho de sentir que estamos ayudando a los animales y a la Tierra, que
estamos sanando nuestras heridas y las de otros, ha motivado a mucha
gente a posicionarse y conseguir logros increíbles a pesar de las grandes
*
resistencias que a veces encuentran en su camino.
En el campo de la protección animal y medioambiental existen lite-
ralmente miles de personas en el mundo que dedican su vida (algunas

veces arriesgándola) a ayudar a los animales y al medio ambiente. Sus


esfuerzos cubren una gran variedad de aspectos: incansables sesiones
en grupos de presión para conseguir la aprobación de leyes contra la

crueldad animal o sobre la conservación de especies; organizar o parti-


cipar en manifestaciones; denunciar los hechos y formar grupos de in-
terés; construir centros de rescate para especies tan diversas como las

aves de corral, o los elefantes maltratados. Los centros de rescate y re-


abundan cada vez más a medida que
habilitación la gente se siente más
comprometida e intenta actuar por sí misma para aliviar el sufrimiento.

Existen en casi todo el mundo organizaciones cuyo objetivo es reforzar


las leyes de protección animal y medioambiental.
Algunos proyectos comienzan cuando se rescata a un animal un —
pájaro o un perro heridos en la carretera —
y después otro y otro más,
hasta que ya no hay vuelta atrás. Ese primer animal es el que realmen-
te marca la diferencia. Con frecuencia la operación se lleva a cabo con
un presupuesto mínimo y, a medida que va haciéndose más grande,
también crece la búsqueda desesperada de distintas fuentes de finan-
ciación. No obstante, siempre hay voluntarios deseosos de ayudar no
sólo a cuidar a los animales, sino también a buscar financiación y rea-
lizar el trabajo de oficina. Existen también numerosas personas que re-

cogen animales abandonados, maltratados y los llevan a su casa, para


convertirse prácticamente en sus esclavos. Existen muchas historias
conmovedoras sobre personas mayores que se gastan todo lo que pue-
den en sus grandes familias de perros o gatos rescatados.
En Estados Unidos fue Henry Bergh el que con su energía y dedi-
cación fundó en 1866 la American Society for the Prevention of Cruelty
to Animáis (ASPCA), actualmente una de las mayores sociedades hu-
NOVENO MANDAMIENTO 155

manitarias. Bergh se quedó especialmente impresionado por el trato


que recibían los caballos en Nueva York, y el primer caso que llevó a
juicio su nueva sociedad fue el de un taxista que pegaba a su caballo
con el radio de una de las ruedas del carruaje mientras éste yacía en el
suelo. Ganaron el caso. Bergh también luchó para mejorar las condicio-
nes en que se encontraban los animales de las granjas, los circos u otros
entornos en los que eran explotados. Un dato complementario, general-
mente desconocido, es que además se sentía preocupado por la cruel-
dad con los niños, y que fueron precisamente las leyes contra la crueldad
animal las que le inspiraron para llevar a juicio un caso de extrema cruel-
dad contra un niño. Ganó el caso y esto facilitó la constitución de las
primeras leyes en este sentido.
Henry Spira comenzó su carrera en defensa de los animales en 1976
llamando la atención sobre los experimentos acerca de la conducta sexual
de los gatos que estaban realizándose en el Museo
Americano de Historia
Natural; consiguió pararlos en 1977. Más tarde, en un dramático anuncio
de una página entera publicado por el New York Times el 15 de abril de
1980, Spira abrió los ojos del mundo al hecho de que las empresas de cos-
méticos estaban cegando y envenenando a los animales para probar los in-
gredientes de lápices de labios, lociones de afeitado, sombra de ojos y pro-
ductos similares. En el anuncio preguntaba: «¿Cuántos conejos necesita
cegar Revlon en nombre de la belleza?». Spira se centró en criticar el test
Draize y el DL50, que describí en el capítulo dedicado al octavo manda-
miento. Estimuladas por los esfuerzos incansables y desinteresados de
Spira y sus colaboradores, las campañas contra el uso de animales en las
pruebas desempeñaron un papel fundamental para obligar a los hospita-
les, universidades y laboratorios públicos a que estableciesen comités de

evaluación que aseguraran que en los experimentos se utilizaran en la me-


dida de lo posible alternativas a animales vivos, como los cultivos en tu-

bos de ensayo, y que no se maltratara innecesariamente a los animales en


aquellos casos en los que no había más remedio que utilizarlos.
Christine Stevens fundó el Animal Welfare Institute [Instituto para
el bienestar animal] en 1951. Ha trabajado incansablemente en una
variedad de temas relacionados con conservación y la crueldad ejer-
la

cida contra animales de todo tipo. Fue ella quien perfeccionó el arte
de establecer grupos de presión en Washington D.C (Capítol Hill).
Juntas visitamos amuchos legisladores a lo largo de los años, con una
buena proporción de éxitos. Otra mujer extraordinaria es la doctora
Shirley McGreal, fundadora y presidenta de la International Primate
Protection League (IPPL) [Liga internacional para la protección de
156 LOS DIEZ MANDAMIErs'TOS

los primates] . No tiene ningún miedo de enfrentarse a cualquiera que


sea culpable de ser cruel con los primates o que viole las leyes interna-
cionales sobre su captura y transporte en barco a cualquier lugar del
mundo. Shirley hizo frente a IMUNO, un gigante farmacéutico austría-
co que tenía a primates en condiciones horrendas. Al igual que la mayo-
ría de la gente que se atrevió a criticarles, Shirley fue demandada y lo
perdió todo. Pero a pesar de esto siguió adelante, trabajando tan incan-
sablemente como siempre. Miles de primates están en deuda con ella.

La importancia de todo tipo de activismo *

Muchas veces no resulta fácil obtener pruebas de la crueldad que


suele tener lugar detrás de las puertas de los establecimientos dedica-
dos a la investigación médica. Alex Pacheco buscó un puesto de tra-

bajo que le sirviera de tapadera en un laboratorio de investigaciones

médicas en Silver Spring, Maryland, para intentar obtener informa-


ción sobre presuntos maltratos a primates. Después de dos años de
trabajo, consiguió suficientes pruebas en unas secuencias de vídeo que
grabó en secreto. Recuerdo la profunda impresión que me causó ver
estas imágenes después de dar una de mis clases cuando todavía era
novata en este tipo de asuntos. También causó una impresión parecida
en aquellos que le convencieron de que denunciara al laboratorio. Alex
decidió crear People for the Ethical Treatment of Animáis (PETA)
[Personas a favor de un trato ético para los animales] junto con Ingrid
Newkirk. Actualmente, PETA es el grupo más grande en defensa de
los derechos animales de Norteamérica.
Más recientemente, Matt Rossell aceptó un trabajo en el Oregon
Regional Primate Research Center (ORPRC) [Centro regional de Ore-
gon para la investigación sobre primates], con la esperanza de obtener
pruebas similares que confirmaran la violación de las leyes federales
sobre bienestar animal. En ese laboratorio viven aproximadamente un
millar de monos, muchos de los cuales están confinados en jaulas mi-
núsculas y sucias (no mucho más grandes de 1,21 m^). Entre otras ac-
tividades crueles, Matt pudo obtener pruebas sobre el horror que su-
pone la electroeyaculación. Esta técnica (utilizada por la Gestapo
durante la tortura de prisioneros) incluye atar fuertemente a un mono
adulto sin anestesia a una que no puede moverse, envolver la
silla en la

base de su pene con dos bandas de metal y aplicarle una descarga eléc-
trica que le provocará la eyaculación. La razón por la que se utiliza
NOVENO MANDAMIENTO 157

este procedimiento es para adquirir muestras de semen. El mono al


que grabó en secreto (el número 14.609, llamado Jaws («mandíbulas»)
porque uno de sus cuidadores le enseñó a morder los barrotes de la
jaula) había pasado ya por ese proceso 241 veces entre 1991 y media-
dos de marzo de 2000, sin contar las ocasiones en que se le había so-
metido a más de una descarga para conseguir la muestra de semen. No
es nada de extrañar que el mono intentara escapar desesperadamente
a esta terrible experiencia. Como resultado del valiente trabajo reali-

zado por Matt en secreto, procedimiento fue prohibido y además el


el

veterinario dimitió, a la vez que algunos científicos que trabajaban en


el centro hacían comentarios críticos sobre las condiciones en que se

encontraba el laboratorio.
Existen millones de monos y de otros seres con capacidad de sen-
tir que participan en toda una serie de experimentos que, desde el
punto de vista del animal, constituyen torturas. Y existen cientos de
seres humanos que están intentando hacer algo para ayudarles. El pro-
pio Marc, junto a otros activistas locales, ha desempeñado un impor-
tante papel en este aspecto. Fue precisamente su postura abiertamen-
te crítica acerca del uso innecesario de perros para la formación de los
estudiantes de medicina la que provocó que cada vez más estudiantes
optaran por no participar en laboratorios de fisiología en los que se
«sacrifica» a perros —
una forma más suave de decir que se matan —
En la facultad de medicina de la Universidad de Colorado (donde
Marc es catedrático en el campus de Boulder) ha aumentado en un
plazo de cuatro años de dos a más de cuarenta el número de estudian-
tes que eligen alternativas que no incluyen el uso de animales y son
científicamente válidas y aceptables desde el punto de vista educativo.
Se necesita un alto grado de valentía para enfrentarse a la organización
que te contrata y, entre sus muchos logros, Marc puede sentirse muy
orgulloso de éste. Por suerte, existen muchas personas en diferentes
partes del mundo que están dispuestas a arriesgar sus empleos y algu-
nas veces sus propias vidas para denunciar maltratos de todo tipo.
Hace poco se ha constituido una nueva organización, el Laboratory
Primate Advocay Group (LPAG) [Grupo de apoyo a los primates utili-

zados en los laboratorios] para llamar la atención y protestar contra la

utilización cruel e innecesaria de los primates en experimentos. Esta or-


ganización será especialmente efectiva en el futuro porque está formada
por personas que antes trabajaban en laboratorios, que conocen muy
bien el tipo de maltratos que se producen: pueden hablar con experiencias
de primera mano.
158 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Cada vez hay más gente que utiliza su profesión para intentar cam-
biar las cosas. El médico Neal Barnard constituyó el Physicians Com-
mittee for Responsible Medicine (PCRM) [Comité de médicos por una
medicina responsable]; el veterinario Nedim Buyukmihci fundó la Asso-
ciation ofVeterinarians for Animal Rights (AVAR) [Asociación de vete-
rinarios a favor de los derechos de los animales] y el psicólogo Kenneth
Shapiro fundó Psychologistsfor the Et bical Treatment of Animáis (PsyE-
TA) [Psicólogos a favor del trato ético de los animales]. Estas tres orga-
nizaciones han sido fundamentales para aumentar el grado de concien-
ciación sobre las muchas formas en las que se utiliza a los animales en la
investigación médica y en la educación, que además de causarles sufri-
miento son innecesarias e, incluso, engañosas. El médico Ray Greek y su
esposa veterinaria, lean Swindle Greek, han escrito un libro llamado Sa-
cred Cows and Golden Geese, que trata sobre los múltiples mitos que
existen en torno a la supuesta importancia de los «modelos» animales
para el estudio de las enfermedades humanas. Kenneth Shapiro, en su li-
bro Animal Models of Human Psychology, también escribe sobre la fal-
ta de éxito de los modelos animales en la investigación psicológica, sobre
todo en el tratamiento de trastornos relacionados con la alimentación.
Andrew Knight, un veterinario de Australia, ha trabajado incansable-
mente para introducir una educación humanitaria en los planes de estu-
dio de las facultades de veterinaria.
Varios filósofos han levantado la voz a favor de los animales. El
australiano Peter Singer escribió Liberación animal, un libro que des-
cribe con gran detalle el maltrato sufrido por los animales en las in-
vestigaciones médicas y las granjas de cría intensiva, y donde se pro-
pone que se incluya a todos los seres vivos capaces de sentir en nuestro
«círculo de compasión». Fue precisamente este libro, publicado por
primera vez en 1975, el que influyó tanto en que personas como yo nos
convirtiéramos al vegetarianismo. Más recientemente, Peter Singer y
Paola Cavalieri comenzaron el Proyecto Gran Simio, del que ya he ha-

blado en nuestro segundo mandamiento. El filósofo norteamericano


Bernard Rollin se quedó impresionado al ver cuántos jóvenes que em-
pezaban la com-
carrera de veterinaria siendo personas preocupadas y
pasivas se iban convirtiendo poco en crueles e insensibles. Fue
poco a
él quien promovió el primer curso sobre ética en una facultad de vete-

rinaria y después pasó a estudiar el tema del maltrato que reciben los
animales en los laboratorios de investigación biomédica y en la indus-
tria alimentaria. Mary Midgley ha escrito numerosos libros en los que
expone los argumentos filosóficos que apoyan el trato humanitario a
NOVENO MANDAMIENTO 159

los animales.Otros dos filósofos norteamericanos, Tom Regan (autor


del libroThe Case for Animal Rights) y Dale Jamieson (con el que
Marc ha trabajado), han realizado escritos que han favorecido los cam-
bios en las actitudes de la gente sobre el estatus moral de los animales.
Entre los profesionales que han comenzado a dedicarse al tema de
los derechos de los animales se encuentran los abogados, algunos de los
cuales están dedicando una parte considerable de su tiempo a trabajar
gratis en estos casos. Gary Francione, fundador del Rutgers University
Animal Rights Law Center [Centro de derechos de los animales de la
Universidad de Rutgers], y Steven Wise, autor de Rattling the Cage, se
encuentran entre los abogados que han dedicado una gran parte de
sus carreras a la causa animal, y sus libros han llamado la atención so-
bre muchos y complejos temas legales que tienen que ver con la forma
en que los humanos tratan a los animales. También existen cada vez
más facultades de derecho que ofrecen cursos sobre derecho animal.
Una vez que alguien comienza a trabajar en alguna causa animal,
suele continuar haciéndolo toda su vida. Carol Johnson, confinada a una
sillade ruedas, prosigue su actividad en una residencia de ancianos en la
que empezó una serie de seminarios semanales para discutir en grupo
distintos temas con otros residentes. Hope Sawyer Buyukmihci fundó el
Unexpected Wildlife Refuge [Refugio inesperado de fauna salvaje], que
cuenta con un terreno de 216 hectáreas en el sur de Nueva Jersey; se de-
dicaba a cuidar animales, especialmente castores, y continuó trabajando
hasta que murió a los 88 años. Rita Anderson, una señora de Boulder,
Colorado, que además es abuela, descubrió una nueva vocación en el tra-
bajo que empezó a realizar en campañas para fortalecer el estatus legal de
los animales. Sus nietos también son activistas a favor de los derechos de los
animales.
Gretchen Wyler, antes actriz y comprometida luchadora por los ani-
males desde 1966, fundó el Trust Arca, una compañía dedicada a com-
batir la crueldad con animales en la industria del entretenimiento y con-
seguir que los principales medios de comunicación cubrieran los temas
sobre animales de forma positiva. Se ha convertido en una fuerza inter-
nacional de vital importancia para conseguir reformas en el bienestar
animal. Sus premios Génesis son los únicos que se conceden a los medios
de comunicación y a las artes sobre temas animales. Se conceden a desta-
cados individuos de la comunidad artística y de los medios que hayan tra-
tado temas de derecho y bienestar animal con coraje, sentido artístico e
integridad. El eslogan del Trust Arca está en consonancia con su princi-
pal interés: «La crueldad no puede escapar a la luz ptiblica».
160 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

EllyMaynard ha desempeñado un papel crucial desde su casa de Tau-


ranga, Nueva Zelanda, en el comienzo de lo que se ha convertido en un mo-
vimiento de ámbito mundial para prevenir la matanza brutal de perros san
Bernardo {y otros) para el consumo humano. Vara ella todo empezó al leer
sobre el sacrificio de perros para su consumo. Puso una demanda, la paseó

por de Tauranga y envió mensajes a diferentes organizaciones de


las calles

protección animal. Sólo en la primera semana recibió quinientas respuestas.


He tenido el placer de trabajar con ella y su entusiasmo es contagioso, su
energía ilimitada. Las palabras «no» y «no puede hacerse» simplemente no
existen en su vocabulario. Elly y sus colaboradores han conseguido llamar
la atención de muchos líderes del mundo y lo que comenzó como un movi-
miento local en una pequeña ciudad «por allí ahajo» se ha ido esparciendo
a unos cuarenta y cinco países. Unos 43 millones de personas firmaron la

demanda que Elly había interpuesto y el Tribunal internacional de justicia


para los derechos de los animales de Ginebra ha aceptado su denuncia con-
tra China por la importación y cría de perros para utilizarlos como alimen-
to. Muchos perros se encuentran en una situación mejor gracias a los es-

fuerzos de Elly y otros. Ahora es presidenta del Trust benéfico de Phoenix.


Siempre hay algo que hacer para ayudar a los animales.

Uno por uno

No siempre es posible saber qué influencia tendrán nuestras ac-


ciones o palabras en otras personas. Hace unos pocos años, durante
uno de mis interminables viajes para dar conferencias, hablé en Kala-
mazoo, Michigan. Durante la ""onferencia describí algo que acababa
de presenciar en Kigoma, Tanzania. Había visto cómo un grupo de ni-
ños pequeños atormentaban a un cachorro. Fui a amonestarles y un
amigo europeo me dijo que perdía el tiempo. «Esto mismo pasa por
toda Tanzania», me dijo. Pero esto está pasando ahora mismo, aquí,
delante de mí. Pregunté a los niños si a ellos les gustaría que les trata-

ran como No. ¿Pensaban acaso que al cachorro le


ellos al cachorro.
gustaba? No. Entonces, ¿por qué lo hacían? No lo sabían. «Vuestro
cachorro está en buenas condiciones de salud, os gusta, ¿no?», les dije.
Admitieron que sí. Por tanto, les hablé de nuestro programa Roots &
Shoots y les pregunté si les gustaría ayudarnos. Se alejaron muy emo-
cionados llevándose con ellos al cachorro.
Dos años después se acercó a mí en una conferencia en Shangai
una de las participantes, que estaba muy nerviosa por conocerme. Me
NOVENO MANDAMIENTO 161

contó que le habían asignado un trabajo en una escuela de Bombay y


que después de los dos primeros trimestres estaba casi dispuesta a re-
nunciar. «No podía soportar la grave situación de los perros calleje-
ros», me dijo. «Estaban por todas partes, sarnosos, enfermos y ham-
brientos.» Por casualidad su ciudad natal era Kalamazoo, y cuando
volvió de permiso le confesó a un viejo amigo veterinario lo que le ha-
bía ocurrido. Éste había asistido a alguna de mis conferencias y le con-
tó la historia de los niños y el cachorro. «¿Por qué no vuelves y em-
piezas con los perros uno por uno?», le dijo. Eso fue lo que hizo.
Recogió a uno, lo bañó, le vacunó y esterilizó. Después le buscó una
casa de acogida. Una vez hecho esto, continuó el proceso desde el
principio con otro perro y así sucesivamente. Una de sus amigas deci-
dió hacer lo mismo y otra más se unió a ellas. Entre las tres crearon un
albergue de acogida y gradualmente, de forma imperceptible al prin-
cipio, empezaron a notar la diferencia. Los perros callejeros desapare-
cían de las calles. Uno por uno.
En Pekín visité un albergue de acogida para perros y gatos increíble.
Fue fundado por una extraordinaria mujer china llamada Zhang Lu-
ping, que ahora lo lleva con la ayuda de sus dedicados voluntarios se —
turnan para dormir allí y que no haya ningún animal que se sienta
solo— .No existe ni la política del sacrificio de animales ni «perreras»
en el sentido convencional, sino espacios abiertos con árboles y hierba
para que los perros puedan sentirse libres y jugar (en recintos separa-
dos). Fue durante una visita organizada por el Instituto Jane Goodall de
China y estuve con un grupo de colegiales que estaban aprendiendo
cómo acicalar y querer a los perros. Fue maravilloso ver cómo perros y
niños se intercambiaban cariño en un país en el que la gente suele co-
merse a estos animales. En el campus de Taiwan los estudiantes abrieron
un albergue de acogida similar, con árboles y espacios abiertos.
Marc y yo recibimos infinidad de peticiones de ayuda por parte de
gente que lucha para cambiar las cosas en su comunidad de residencia.
Es el caso de Renee Andrako, que me llamó desesperada desde Idaho,
Estaba haciendo todo lo que podía para mejorar la grave situación en
la que se encontraban los perros de su vecindario, a los que maltrata-

ban de forma horrible. Las leyes sobre crueldad con los animales son
muy débiles y rara vez se cumplen. Tanto ella como sus colaboradores
no sólo se preocupan por los perros rescatados de la calle, sino que
también trabajan a tiempo completo para financiar sus esfuerzos. Le
di la dirección de correo electrónico de Marc y éste le ofreció su ayu-
da y un montón de ánimo. Nos gustaría poder hacer más.
162 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Santuarios para animales

A menudo las personas que dedican sus vidas a la mejora de la vida de


los animales nos sirven de gran inspiración. Muchos santuarios en distin-
tas partes del mundo se preocupan por los animales de granja que necesi-
tan ayuda. En 1996 Deanna Krantz fundó el India Project for Animáis
and Nature [Proyecto para los animales y la naturaleza de la India]
(IPAN), en el sur de ese país. Su objetivo es proteger a los animales loca-
les, incluyendo a burros, perros, gatos, ponis, búfalos acuáticos, vacas,
ovejas, cabras, conejos y animales salvajes huérfanos. Este proyecto fun-
ciona junto con el Refugio de animales de la granja tíill View, un hogar
para más de 200 animales abandonados, maltratados y heridos. Michael
W. Fox, un experto en bioética de la Humane Society of the United Sta-
tes, dellPAN. Krantz y Fox han afron-
es el veterinario y asesor principal
tado y superado numerosas frustraciones y peligros. Otro destacable pro-
yecto en la India es el Wildlife Trust, fundado en 1998, en el cual los
elefantes a los que se obliga a trabajar pueden recibir cuidados gratis y los
veterinarios locales y los conductores de elefantes aprenden cómo cuidar
de su salud y manejo. Carol Buckley y sus empleados proporcionan un ho-
gar a los elefantes en el Santuario para elefantes de Hohenwald, Tennes-
see. Su objetivo es devolver a estos animales lo que se les arrebató cuando
se les sacó de sus medios naturales y se les alejó de su familia.
Gloria Grow y Richard Alien establecieron un refugio para animales
de granja alrededor de su casa cerca de Montreal, Canadá. Después em-
pezaron a obsesionarse por la grave situación en que se encontraban los
chimpancés utilizados en investigaciones médicas, por lo que constru-
yeron un santuario para quince de los trescientos chimpancés retirados
de la colonia del Laboratory for Experimental Medicine and Surgery in
Primates (LEMSIP) [Laboratorio experimental de medicina y cirugía
de primates] Fue una tarea ingente que terminaron con éxito y ha ser-
.

vido para dar coraje a otros que querían ayudar. Pocos años después Ca-
role Noon ha fundado y dirige el Center for Captive Chimpanzee Care
de Florida, un santuario que aloja a los llamados chimpancés de las
Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, que fueron utilizados en los progra-
mas espaciales. Las fuerzas aéreas han estado prestando estos chimpan-
cés a varios laboratorios de investigación, entre los que se encuentra la
Fundación Coulston de Nuevo México —
el establecimiento que más

denuncias de maltrato animal ha recibido —


Patti Regan construyó otro
.

santuario para alojar al creciente número de chimpancés y orangutanes


que ya no quiere la industria de las mascotas y el entretenimiento.
NOVENO MANDAMIENTO 163

En elReino Unido Jim Cronin fundó el Monkey World Ape Res-


cue Center [Centro de rescate para simios Monkey World], que ahora
dirige junto a su esposa Alison. El objetivo original de este centro era
proporcionar un hogar permanente a las crías de chimpancés llevadas
de contrabando desde África Occidental a España para ser utilizadas
como peones de los fotógrafos en los centros turísticos. Jim trabajó
con una pareja británica que vivía en España, los Templar, y con la
ayuda de la policía consiguieron parar el tráfico ilegal de chimpancés;
las agencias turísticas también colaboraron avisando a los turistas de la
existencia de esta despreciable actividad en la que los fotógrafos no
sólo utilizaban chimpancés, sino también cachorros de león y de otros
animales a los que trataban con gran crueldad. Monkey World ha res-
catado chimpancés y orangutanes de muchas partes del mundo. Por
otro lado, tenemos los incansables esfuerzos conservacionistas de Bi-
ruté Galdikas, que ha trabajado durante décadas para poner fin a la
aniquilación de las poblaciones de orangutanes a causa de la pérdida
de habitat que ocasiona la tala de madera, las minas y el comercio ile-
gal de animales. Del mismo modo, Willie Smitts ha creado la Estación
Forestal de Wanariset en Indonesia para cuidar a crías de orangután y
enseñarles a sobrevivir en estado salvaje para que puedan ser reintro-
ducidos en su habitat.

En África existen literalmente cientos de simios huérfanos chim-
pancés, gorilas, bonobos — así como animales de muchas otras espe-
,

cies. Esta desesperada situación es el resultado del comercio de carne

de animales salvajes. Matan a las madres para que su carne sirva de


alimento, pero como la de las crías es escasa las venden en el merca-
do local. Como esto es ilegal, se puede persuadir a las autoridades de
que confisquen a estos pequeños, aunque alguien tiene que cuidarlos.
Normalmente se encuentran en un estado físico penoso, malnutridos,
con heridas y traumatizados. Incluso en los casos en los que se les ha
devuelto la salud, no pueden volver a soltarse en la selva —
probable-
mente habrá que cuidarlos el resto de sus largas vidas — .Un grupo de
personas con una extraordinaria dedicación está trabajando para
aumentar el número de santuarios para simios existentes en varios paí-
ses africanos. Los primeros fueron Dave y Sheila Siddle, que crearon
con sus propios fondos un santuario en su finca de ganado de Zambia.
Todo empezó con la llegada a la casa de una minúscula cría de chim-
pancé muy malherida, que había sido confiscada a un cazador que la
trajo desde lo que era entonces El Zaire. En el año 2001 esta pareja
cuidaba a ochenta y cinco chimpancés.
164 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Uno de los principales problemas de trabajar en África, mucho


más importante que la falta de infraestructuras, los gastos y la corrup-
que se corre. El santuario del Instituto Jane Goodall
ción, es el peligro
de mayor tamaño, Tchimpounga, se encuentra en la actual República
del Congo, un país que ha sufrido nueve años de guerra civil. Nuestra
directora de proyectos, Graziella, se ha encontrado en varias ocasiones
en situaciones potencialmente peligrosas para su vida, como los en-
frentamientos con guerrilleros armados. Le han gritado, amenazado y
una vez la echaron de su casa. Pero sigue allí, dedicada a la enorme ta-
rea que supone cuidar a un centenar de chimpancés huérfanos.
Bela Amarasekaran y su mujer arriesgaron su vida en incontables
ocasiones durante la cruenta guerra civil de Sierra Leona, permanecien-
do en Freetown para cuidar a las crías de chimpancés que habían llega-
do al nuevo santuario creado por ellos antes de que estallara la guerra.
Betsy Brodman, que trabajaba en la colonia de chimpancés propiedad
del New York Blood Center, se quedó con su marido en la entonces de-
vastada por la guerra Liberia, internándose en la peligrosa ciudad para
buscar comida para los chimpancés. Después de ver cómo su marido fa-
llecíade un disparo mientras pedía clemencia de rodillas ante un grupo
de soldados rebeldes, la convencieron de que se marchara de allí. Pero
al poco tiempo volvió para seguir cuidando de los chimpancés.

Alex Peal también arriesgó la vida durante la guerra civil en Libe-


ria.Era director de parques nacionales cuando comenzaron las luchas.
Consiguió salvar a su familia sacándola del país, pero volvió para in-
tentar continuar su trabajo. Las tropas rebeldes lo capturaron, pero le
soltaron gracias a las incesantes peticiones de la comunidad conserva-
cionista internacional —
Charles Taylor intervino personalmente Al — .

final consiguió volver a Estados Unidos, donde trabajó en varios temas


relacionados con la conservación, hasta que pudo volver a Liberia.
Otra persona que se ha encontrado en peligro en África en muchas
ocasiones ha sido el fotógrafo suizo Karl Ammann. Gracias a sus es-
fuerzos consiguió llamar la atención mundial acerca del comercio de
carne salvaje, que supone conservacionista de mayor urgencia
la crisis

en nuestros tiempos. Lo consiguió viajando a los lugares más peligro-


sos, haciendo fotos que podrían comprometer a los empleados de em-
presas madereras, a funcionarios del gobierno y a cazadores todos —
ellos implicados en actividades ilegales Por —
suerte, sólo
. perdió la

cámara en una ocasión y tuvo que pasar varias noches en la cárcel. Mi-
chael Fay ha arriesgado también su vida para conseguir salvar el bos-
que paradisíaco de Endoke. Hace poco recorrió unos 3.200 km atra-
NOVENO MANDAMIENTO 165

vesando África Central para comprobar por sí mismo el estado en que


se encontraban los bosques y su fauna. Richard Leakey, hijo de mi
mentor Louis, ha pasado también por distintos peligros en sus esfuer-
zos por proteger a su amada Kenia. Como director de los Wildlife Ser-
vices de este país amenazó con gran valor a los funcionarios corruptos
de muchos departamentos del gobierno y sacó a la luz actividades ile-
gales realizadas por algunos de los más veteranos. Gracias a Richard la
población de elefantes de Kenia se ha recuperado, después de haber
sido casi exterminada por los furtivos.
No sólo en África existen personas que han seguido ayudando a los
animales a pesar de los disturbios civiles y la guerra. Otro ejemplo de es-
tas características nos viene de Afganistán, donde en el zoo de Kabul su
director, Sheraga Omar, y unos cuantos cuidadores consiguieron mante-
ner a los animales con vida durante los duros años del régimen talibán.
Cuando se le preguntó por qué se habían arriesgado, Omar simplemente
contestó: «No podíamos dejar que estos animales murieran». El animal
más famoso del zoo y que más tiempo había pasado allí (veintitrés años)
era el león Marjan, que murió en enero de 2002. Marjan llegó incluso a
sobrevivir a un ataque con granadas en el que perdió un ojo y parte de la
mandíbula. Otros animales del zoo de Kabul también han estado en el
punto de mira y la situación también es peligrosa para los humanos. Una
elefanta de 23 años fue alcanzada por una granada lanzada por un cohe-
te y murió. Sobre las horribles condiciones en las que se encuentra el zoo
Omar dice: «Tenemos esperanza... dependemos de nuestra fe».

Enfrentarse a las grandes organizaciones

En estos días de granjas o fábricas de cría intensiva existe un crecien-


te número de personas que están intentando ayudar a las vacas, cerdos,
aves de corral y otros animales que sirven de alimento y sufren tanto por
ello. Durante los años ochenta Henry Spira se centró en estos temas. Tra-
bajó con los productores de carne, intentando persuadirlos de que reduje-
ran el sufrimiento animal. También trabajó con algunas multinacionales
—como McDonald's— que mantuviesen unos estánda-
insistiéndoles en
res aceptables en la cría las operaciones que les pro-
de animales durante
porcionaban la carne. Consiguió algunos avances, pero aún queda mucho
camino por delante. Los pioneros en el diseño de instalaciones para cer-
dos con condiciones más humanitarias fueron el catedrático David Woo-
druff de la Universidad de Edimburgo, y su alumno Alex Stolba, que ha
166 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

continuado con sus trabajos en la Universidad de Zúrich. En Australia


Patty Mark ha fundado y dirige Liberación Animal Victoria; actualmente
está luchando para ilegalizar el uso de jaulas en batería para aves de cor-
ral.Podríamos seguir y seguir nombrando a personas que no sólo se preo-
cupan, sino que dedican su trabajo a cambiar las cosas.
Quizá la tarea más abrumadora para los que quieren cambiar la ac-
tual situación es pensar en enfrentarse a algunos de los gigantes de la in-
dustria. En el sexto mandamiento describimos la gran determinación de
Rachel Carson al enfrentarse a las empresas petroquímicas. En un extraor-
dinario acto de desafío, dos británicos llamados Helen Steel, jardinera, y
Dave Morris, cartero, decidieron denunciar a la empresa McDonald's. El
caso fue conocido como caso McLibel y fue uno de los juicios más largos
de El 19 de junio de 1997 se dictaminó que Helen y Dave no
la historia.

habían probado sus alegatos contra McDonald's, concernientes a la des-


trucción de los bosques lluviosos, las enfermedades cardíacas y el cán-
cer, el envenenamiento y las hambrunas en el Tercer Mundo, además

de las malas condiciones laborales. Sin embargo, sí consiguieron probar


que McDonald's «explotaba a los niños» en sus campañas publicitarias, que
anunciaba falsamente que la comida que vendía era nutritiva, que supo-
nía un riesgo para la salud a largo plazo para sus clientes más regulares y
que era «responsable» de una serie de actos de crueldad contra los ani-
males. El ^ de enero de 1999 McDonald's aceptó que «las conclusiones»
del proceso judicial eran correctas.
Otra importante victoria contra el Departamento de Agricultura
de Estados Unidos la ganó J. J. Haapala, un agricultor de semillas or-
gánicas y director de educación en Cultivos Oregón. Todo comenzó
cuando el Departamento de Agricultura intentó cambiar las condicio-
nes para cultivar alimentos orgánicos. Se propuso utilizar en las gran-
jas orgánicas productos transgénicos, pesticidas y fertilizantes proce-

dentes de aguas residuales. Me acuerdo perfectamente del horror que


sentí cuando me enteré de esto —
escribí una carta personal al minis-
tro de Agricultura —
La campaña tuvo éxito y ahora cualquier granja
.

que quiera ser calificada de orgánica debe cumplir con ciertas regula-
ciones que prohiben, entre otras cosas, el uso de la biotecnología y las
radiaciones.
Algunas personas han luchado durante mucho tiempo duramente
y con éxito en varios temas conservacionistas. Una de ellas fue la di-
funta Margaret Owings. En 1970 me hospedé en su casa, construida
en lo alto de los acantilados sobre el océano Pacífico, muy cerca de Big
Sur, California. Desde la ventana de su sala de estar miré la escarpada
NOVENO MANDAMIENTO 167

línea de costa que todavía conservaba su belleza natural (si no se había


convertido en otro Malibú era gracias a los esfuerzos de búsqueda de
fondos y creación de grupos de presión de Margaret y su difunto mari-
do, Nat). Comenzaron este sorprendente proyecto conservacionista
mucho antes de que elmovimiento medioambiental empezara. Fueron
precisamente la voz y persistencia de Margaret las que evitaron que los
bosques primarios de secuoyas fuesen asfaltados. Luchó para evitar
que la serpenteante carretera de la costa Pacífica — por la que conduje
ese día— fuese volada y convertida en una autopista de cuatro carriles.
Pero quizá sea más conocida por sus esfuerzos para salvar a las nu-
trias de California. Mientras pasábamos un rato juntas en su casa, me

enseñó dónde nadaban las nutrias. Había realizado campañas para pro-
tegerlas del rencor de los pescadores de orejas marinas —que las cul-
paban de la desaparición de sus poblaciones, en lugar de culpar a la so-
breexplotación pesquera — A pesar de que Margaret era artista y
.

escritora, y no bióloga, en 1966 creó Friends of the Sea Otter [Amigos


de la nutria], y con la ayuda de un pequeño grupo de voluntarios y el
apoyo de los medios de comunicación, consiguió construir una imagen
pública de estos encantadores animales, como seres que se balancean
en el mar sobre sus espaldas, flotando entre los bosques de quelpo, y
utilizan piedras como herramientas (que mantienen debajo del brazo
cuando se zambullen) para abrir orejas marinas y otros mariscos que
colocan sobre sus estómagos. De repente, las nutrias se habían conver-
tido en los animales preferidos del público, que era capaz de recorrer
largas distancias para verlas. Gracias a todos sus esfuerzos se aprobó
una legislación que convertía en ilegal dispararles, por lo que la nutria
de estos mares consiguió recuperarse de una cercana extinción.
Ya en 1962 Margaret había desviado su atención hacia la protección
del puma o león de montaña. Todo empezó cuando un día oyó un dis-
paro y cuando fue a investigar se encontró a un hombre joven que posa-
ba para hacerse una foto con el pie encima de un puma muerto. En 1989
su campaña consiguió que el Estado de California hiciera algo sin pre-
cedentes: votaron para prohibir para siempre la caza de pumas y crea-
ron una serie de medidas fiscales para proteger sus distintos hábitats.
Margaret Owings fue el mejor ejemplo del «poder de una sola per-
sona». El anterior senador del Estado, Fred Farr, dijo de ella: «De no
haber sido por ella. California se habría despertado mucho más tar-
de». Justo antes de morir le preguntaron cómo le gustaría ser recorda-
da y, después de mucho pensar, contestó: «Como alguien a quien le
preocupaban las cosas».
168 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

A Margaret Owings, con el cariño que sentía por las secuoyas, le hu-
biese gustado conocer a Julia Butterfly Hill, que el 10 de diciembre de
1991 se subió a una secuoya de la costa californiana de 54 m y le puso el
nombre de Luna. Su objetivo era evitar la destrucción y tala de ese árbol
y del bosque en el que había vivido durante un milenio. Julia descendió
de Luna el 19 de diciembre de 1999. Durante los dos años que pasó allí
arriba, atrajo la atención de todo el mundo a causa de su acción no vio-
lenta en defensa del bosque de secuoyas. Sirvió de inspiración a miles de
personas. Sus acciones la convirtieron en la persona más joven del Eco-
logy Hall ofFame [Pasillo de los famosos de la ecología] y más tarde es-

tableció la Circle ofLife Foundation [Fundación del círculo de la vida],


que promueve esfuerzos para proteger y restaurar el planeta Tierra.
El señor Lian Congjie es un catedrático de historia retirado en Pe-
kín que siente gran pasión por la naturaleza. Fundó una organización
llamada Amigos de la Naturaleza, que desempeñó un papel funda-
mental al aumentar la conciencia del público mucho antes de que los
recientes desastres medioambientales —
las tormentas de polvo y las
inundaciones —
llegasen a oídos de los principales medios de comuni-
cación chinos. Los Amigos de la Naturaleza producen información es-
crita y cintas de vídeo sobre una larga lista de temas de historia natu-
ral y han servido como base del movimiento en defensa del medio

ambiente de China. Fue Lian quien consiguió llamar la atención del


resto del mundo sobre la causa del antílope tibetano. La última vez
que le vi, uno de sus mejores amigos había sido asesinado por los fur-
tivos debido a sus valientes esfuerzos para detener las matanzas de an-
tílopes. Existen organizaciones chinas como Amigos de la Naturaleza,
pero son pocas y están muy lejos unas de otras, por lo que sólo alguien
con una enorme dedicación y una gran perseverancia ha podido crear-
las y sostenerlas. Ha necesitado mucha valentía también, puesto que

algunos temas que denunció no eran muy bien vistos por el gobierno.
John Haré es un hombre muy inglés. Durante el tiempo que pasó
realizando servicios en el extranjero desarrolló cierto gusto por la
aventura, por lo que no dudó en apuntarse, en cuanto tuvo la oportu-
nidad, a una expedición al desierto de Lop Nur en China, uno de los
más duros del mundo. Allí sobrevivió a todo tipo de peligros y tam-
bién se vio totalmente absorbido por la causa en defensa de los últi-
mos camellos bactrianos salvajes (los que tienen dos jorobas). En Chi-
na sólo quedan unos 260 en estado salvaje y existe otra población un
poco más grande en los desiertos cercanos de Mongolia. Estos came-
llos son muy diferentes genéticamente de los camellos bactrianos do-
NOVENO MANDAMIENTO 169

mésticos. Con extraordinaria persistencia John consiguió financiación


para realizar una serie de expediciones. En una de éstas él y un pe-
queño grupo viajaron por el hostil desierto en camellos domésticos
para censar la ruta migratoria de los camellos salvajes. Sorprendente-
mente, fue capaz de convencer gobierno central y local de que acce-
al

diesen a crear un santuario de camellos en Lop Nur, uno de los par-


ques nacionales de mayor tamaño y, lo que es más, acaba de supervisar
la firma del primer acuerdo conjunto en un tema conservacionista en-
tre los gobiernos de China y Mongolia. Ahora los camellos serán pro-
tegidos en ambos lados de la frontera entre los dos países.

Otros activistas inspiradores

No un movimiento, crear un
es estrictamente necesario instigar
parque nacional o influir en un gobierno para cambiar las cosas. Cuan-
do mi madre tenía unos setenta y pico años, solía ir a comprar a uno de
los grandes supermercados de Bournemouth en el Reino Unido. Un
día fue a comprar huevos y buscó algún cartel donde dijera «Huevos
de gallinas de corral». No pudo encontrarlo, así que se acercó a una jo-
ven empleada y le preguntó si tenían ese tipo de huevos. «¿Qué es un
huevo de gallina de corral?», quiso saber la dependienta. Así que mi
madre le explicó que era un huevo puesto por una gallina que pudiese
moverse libremente y escarbar en el suelo. «¿Acaso no hacen eso todas
las gallinas?», preguntó perpleja la chica. Ella le explicó entonces lo
que eran las jaulas en batería en las granjas de cría intensiva, cómo les
cortaban el pico, cómo éstos sangraban y cómo a veces les recortaban
el final del hueso de las garras para que las uñas no crecieran y se en-

redaran en los hierros de las jaulas donde vivían. La chica se quedó ho-
rrorizada y un pequeño grupo de clientes fue rodeándolas para escu-
char la historia. El encargado al final apareció para preguntar lo que
pasaba y condujo a mi madre a un despacho en la parte trasera de la
tienda. Allí repitió toda la historia. A la semana siguiente y desde —
entonces todos los días — pudo comprar huevos de gallinas de corral.
Después hizo lo mismo en el supermercado de la cadena Sainsbury.
Como hombre joven con ganas de ver mundo que era, Jon Stoc-
king buscó trabajo en un barco de pesca de atunes. Fue antes de que
lamayoría de la gente se diese cuenta de que muchos delfines morían
en las redes de pesca. Una tarde, mientras recogían las redes, Jon miró
debajo de la baranda y vio a una cría de delfín que estaba siendo aplas-
170 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

tada contra uno de los lados del barco. Justo al lado de ella había un
delfín adulto, probablemente la madre. Parecía mirarle pidiéndole
ayuda. Saltó alagua, entre una enorme masa de atunes aterrorizados,
delfines y tiburones. De alguna forma consiguió levantar a la cría de
delfín por encima de la red y ponerla a salvo. Después tuvo que luchar
para salvar a la madre. Al ver a ambos nadar hacia la puesta de sol de
repente se dio cuenta de que había siete u ocho delfines atrapados, de
modo que cortó la red con su navaja y liberó a todos los atunes y a los
delfines. ¡Perdió el trabajo!
Pero este incidente le dejó hechizado. Se dio cuenta de cuántos
otros seres preciosos estaban en peligro, por lo que al final encontró
una forma de hacer algo al respecto personalmente. Consiguió otro
trabajo en un barco con destino a Bélgica, donde aprendería a hacer el
mejor chocolate. Creó su propia empresa, la Endangered Species Cho-
colate Company [Compañía de Chocolate Especies en Peligro de Ex-
tinción]. Actualmente dona por lo menos un 10 % de los beneficios,
antes de descontar impuestos, a una organización que trabaja para sal-
var a los animales que aparecen representados en los envoltorios del
chocolate.
Existen miles de proyectos relativamente pequeños en el mundo,
iniciados por individuos que se preocupan, que poseen una gran de-
terminación que a veces les lleva a tener éxito. En ciertas partes de In-

glaterra durante la época del desove de los sapos cientos de ellos mue-
ren cuando cruzan carreteras de mucha afluencia para llegar a sus
lugares de cría habituales. A alguien se le ocurrió la idea de crear una
serie de túneles por debajo de las carreteras y cada año, durante la
época de cría, docenas de voluntarios se ofrecen a trabajar guiando a
los sapos hacia los túneles —
y asegurándose después de que vuelven
sanos y salvos una vez que han puesto los huevos —
También existen
.

túneles para los ponis y los ciervos nativos bajo las principales carrete-
ras que atraviesan Bosque Nuevo. Fueron construidos cuando se
el

pusieron vallas para evitar que los ponis se acercaran a las carreteras y
murieran atropellados —
eran vallas que además no les permitían ir a
sus habituales prados de pasto —
Esto ocurrió sólo cuando un peque-
.

ño grupo concienció a otros, escribió cartas y consiguió juntar dinero.


En Kenia una bióloga se dio cuenta de que los colobos rojos que
estudiaba estaban muriendo atropellados cuando bajaban de los árbo-
les para cruzar una nueva carretera. Así que consiguió reunir dinero
para construir puentes de cuerda por encima de la carretera. Tuvieron
éxito inmediatamente y fueron utilizados también por otras especies
NOVENO MANDAMIENTO 171

de monos. En el parque nacional Banff de Canadá se descubrió que


muchos animales utilizaban los túneles construidos por debajo de las
principales carreteras de acceso para los turistas. Sin embargo, a las ove-
jas «bighorn» les aterrorizaba pasar por ellos, aunque fuera una distan-

cia corta. Cuando se construyeron por encima de la carretera puentes


vertiginosamente altos y de apariencia peligrosa, las ovejas cruzaban
con total confianza. Recientemente se han atado puentes de cuerda so-
bre las carreteras en algunas partes de Inglaterra para proteger a los li-
rones, en peligro de extinción. Si más gente formara grupos de presión
para construir túneles y puentes, cambiarían las cosas para todos los
animales salvajes cuyos antiguos caminos de paso se han visto seccio-
nados por las imparables carreteras. En algunas zonas el número de
atropellos sólo disminuye cuando la mayoría de animales que viven allí
han muerto. Sólo algunas especies consiguen sobrevivir a las carrete-
ras y desarrollar un buen sentido de la orientación para evitarlas.
Construir un túnel o un puente es una especie de solución inter-
media. No puede uno deshacerse de la carretera y se busca otra solu-
ción, no tan buena pero mejor que nada. Uno de los arreglos más ima-
ginativos fue el invento de la señora Ing, directora de la Rapid Transit
Company de Taipei, en Taiwan. Cuando ya estaban en marcha los pla-
nes para la construcción de una línea de ferrocarril que uniese el nor-
te y el sur de la isla, se descubrió que la ruta planeada destruiría por
completo el territorio de cría más grande de los faisanes jacana — con-
siderados por muchos taiwaneses como el ave nacional — .Estas aves
crían en zonas húmedas, que solían abundar, pero hoy muchas de ellas
han sido drenadas, tanto en Taiwán como en otros lugares, por lo que
ha habido un grave descenso en el número de jacanas en los últimos
quince años. Los ornitólogos locales, angustiados por las desastrosas
consecuencias que iba a tener el desarrollo del nuevo sistema de trán-
sito rápido, se pusieron en contacto con científicos de distintas partes
del mundo implicados en temas conservacionistas. La compañía volvió
a comenzar de nuevo, buscando una ruta alternativa, pero no la en-
contraron. Por tanto la señora Ing decidió que, si no podían cambiar
la vía férrea, ¡cambiarían el territorio de cría de las jacanas! Compra-

ron grandes terrenos que habían sido desecados, volvieron a llevar


agua a ellos y consiguieron que volvieran las zonas húmedas. Planta-
ron en la gran extensión de aguas poco profundas castaños de agua y
todo el mundo esperó a ver qué ocurría.
Visité el lugar justo después de la primera estación de cría y había
un ambiente de júbilo — habían criado más parejas en el nuevo refugio
172 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

que en las antiguas tierras de cría y habían eclosionado más pollue-


los —Se organizó una visita del presidente para que coincidiera con
.

mi estancia en Taiwan, de forma que después de hablar con los medios


observamos con prismáticos a las elegantes aves de largas patas mien-
tras comían en sus nuevos pastos, un ejemplo perfecto de un triunfo.
La parte irónica de todo esto es que de no haber sido por los planes
para construir en su habitat, éste habría ido disminuyen-
el ferrocarril

do poco a poco a medida que más


tierras estaban siendo drenadas.
Esto llevaba haciéndose durante años y posiblemente nadie se habría
dado cuenta hasta que hubiese sido demasiado tarde.

Seguir hacia adelante

Hemos descrito el trabajo de algunas personas muy motivadas


cuya labor nos sirve de inspiración, individuos cuyos esfuerzos están
consiguiendo que éste sea un mundo mejor para todos los seres vivos.
Muchos de ellos se centran en temas locales, aunque su trabajo ha te-

nido grandes repercusiones. Cuantas más historias que han tenido éxi-
to oigamos, más motivados nos sentiremos para ayudar. Cada voz, por
muy sola que esté, cuenta. Es importante actuar.
En el mundo posterior al 11 de septiembre los animales y las cau-
sasmedioambientales necesitan nuestra ayuda más que nunca, no son
menos importantes sólo porque las necesidades humanas sean tan
grandes. Por eso resulta crucial que las personas famosas del mundo
del teatro, el cine o la televisión ayuden en alguna causa ambiental o
animal. Estrellas de la música pop como Bono, sir Paul McCartney y

Sting, productores de televisión como David Attenborough y estrellas


de cine como Alee Baldwin, Kim Basinger, Candice Bergen, Pierce
Brosnan, John Cleese, James Cromwell, Harrison Ford, Whoopi
Goldberg, Angelina Jolie, Robert Redford y Alicia Silverstone prestan
sus nombres en campañas de obtención de fondos, así como sus voces,
para las causas en las que creen. De esta forma, aumenta el grado de
concienciación de la gente, ayudan a cambiar las cosas.
Debemos muy llamativo que sea el trabajo
recordar una cosa: por
de un líder que de inspiración, no conseguirá mucho si no se une
sirve
a sus esfuerzos una buena cuadrilla de personas dedicadas a la causa.
Si nos unimos podemos hacer que cambie algo, podemos marcar la di-
ferencia. Este es el tema de nuestro último mandamiento.
DÉCIMO MANDAMIENTO
Actuar sabiendo que no estamos
solos y vivir con esperanza

El décimo y último mandamiento es quizás el más importante de


todos porque nos recuerda que cada acción que realicemos, por muy
pequeña que sea, para hacer del mundo un lugar mejor cuenta y me-
rece la pena. Puesto que hay millones de personas que piensan como
nosotros, cada vez que uno ponga su grano de arena el resultado glo-
bal supondrá un enorme cambio en la dirección correcta.
Con frecuencia, decimos de boquilla que las acciones individuales
son muy importantes, pero a veces resulta muy difícil creer realmente
que nuestros comportamientos pueden cambiar las cosas. Queremos
ver cambios en el mundo, intentar vivir en armonía con la naturaleza;

sabemos perfectamente cómo podríamos ayudar para hacer del mun-


do un lugar mejor tanto para los animales como para los humanos,
pero nos sentimos pequeños e insignificantes en un mundo de más de
6.000 millones de personas. ¿Cómo pueden realmente las acciones
de una única persona cambiar algo en este mundo egoísta, falto de
compasión e insensible que nos rodea? Después de todo, no somos
más que minúsculas piezas del engranaje de una enorme maquinaria
— una maquinaria que está poco a poco destruyendo todo lo que ama-
mos, parte por parte —
Así, nos hundimos en la apatía y no hacemos
.

nada. Pero todavía hay esperanza, todavía tenemos la oportunidad de


darle la vuelta a las cosas, si un número suficientemente importante
de personas entiende la importancia de nuestras acciones. Y debemos
actuar... y actuar ahora, con esperanza renovada, sabiendo que no es-
tamos solos en la tarea de ayudar, que formamos parte de un grupo
creciente de personas con determinación que pueden tener éxito si se
juntan. ¿Cómo desembarazarnos de esta apatía? La esperanza provie-
ne de saber que no estamos solos en nuestra cruzada, que formamos
174 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

parte de una minoría creciente que puede realmente conseguir que el

mundo sea un lugar mejor.

La globalización

Ciertos aspectos de la globalización hacen que se me encoja el co-


razón: la despiadada explotación de los pobres, el «robo» por parte de
los ricos de ganancias recogidas con el sudor de la frente de los
las

campesinos; expansión de los estilos de vida materialistas occiden-


la

tales; la insistencia en que lo único importante es ser rico y disfrutar de

un elevado nivel de vida, y la erosión gradual de la diversidad cultural


en el mundo. Y la hipocresía. Con todo esto se me encoge el corazón,
pero la globalización también tiene cosas buenas. Hay empresas que
respetan las culturas de los países en los que trabajan, que compensan
de manera justa a sus trabajadores y mejoran sus vidas construyéndo-
les hospitales y colegios. Y, lo mejor de todo, es que existen nuevas
vías de comunicación que están uniendo poco a poco a los ciudadanos
de todo el mundo. De repente, las personas que están luchando en
grupos minúsculos para intentar mejorar el mundo que les rodea se
ponen en contacto con personas de otros lugares que están intentando
hacer lo mismo. De repente se dan cuenta de que juntos pueden ejer-
cer un gran impacto, y una vez que se percibe que un proyecto va a te-
ner éxito, consigue muchos más adeptos.
En Europa del Este y algunos países en vías de desarrollo están
surgiendo pequeños grupos de gente que intenta mejorar la vida de los
animales, introducir nuevas leyes para protegerlos, fortalecer las regu-
laciones existentes contra los cazadores furtivos, etc. Y ahora tienen,
por primera vez, la posibilidad de comunicarse con personas de dife-
rentes partes del mundo que sienten como ellos. Pueden intercambiar
información y experiencias, obtener apoyo y, a veces, incluso ayuda
económica. De pronto, las cosas ya no parecen tan grises. Es un hecho
que los nuevos canales de información abren toda una serie de nuevas
posibilidades para colaborar en la consecución de un cambio.
Marc y yo, como muchos como medio para
otros, utilizamos Internet
conseguir apoyo en favor de nuestra causa. Hace mucho tiempo, cuando
todavía estaba haciendo el doctorado en la Universidad de Cambridge,
me quedé asombrada por la dureza del trato que algunos etólogos dan a
los animales para descubrir su forma de funcionar. Cuanto más leía sobre
el tipo de investigaciones que se realizaban en los laboratorios del mun-
DÉCIMO MANDAMIENTO 175

do, menos ganas tenía de ser científica. En nombre de la ciencia se deja-


ba sordos a los pájaros, se ataba a los monos a sillas en las que no se po-
dían mover —algunas veces durante días enteros — con electrodos inser-
tados en el cerebro, se cosía los párpados a gatitos, se separaba a crías de
monos de sus madres para criarlos aislados, los perros eran sometidos a
descargas eléctricas, se dejaba morir de hambre a las aves para ver cuán-
to tiempo resistirían sin las ratas a nadar hasta que
comida, se obligaba a
se ahogaban para averiguar cuánto tiempo duraban (la lista es intermi-
nable). A lo largo de los años se han ido formando organizaciones de
científicos que pretenden proteger a los animales explotados en su disci-
plina, pero por aquel entonces los etólogos no estaban representados por
ninguna. No encontraba a nadie que estuviese interesado en constituir
una organización de este tipo, hasta que conocí a Marc.

Etólogos por un trato ético a los animales

En junio del año 2000 Jane y yo constituimos la organización inter-


nacional Ethologists for the Ethical Treatment of Animáis /Citizens for
Responsible Animal Behavior Studies (EETA/CRABS) [Etólogos por un
trato ético a los animales /Ciudadanos a favor de los estudios responsa-
bles sobre comportamiento animal]. Al principio, el grupo se llamaba
simplemente «Etólogos por un trato ético a los animales», pero hubo
tanto interés por parte de profesores, abogados, estudiantes, veterinarios,
gestores del medio ambiente, consultores sobre comportamiento y otros,
que añadimos la segunda parte, «Ciudadanos a favor de los estudios res-
ponsables sobre comportamiento animal».
Nuestra intención es desarrollar y mantener los niveles éticos más
elevados posibles en las investigaciones comparativas etológicas realiza-
das tanto en el campo como en el laboratorio. Se anima a la gente a uti-

últimos avances de las investigaciones sobre etología cognitiva y


lizar los
conciencia animal para fomentar debates y discusiones sobre las implica-
ciones prácticas de los datos disponibles y para seguir desarrollando nue-
vas normas de conducta. Al unir a personas de varias disciplinas y con
distintos bagajes e intereses, pero con perspectivas compartidas, para tra-
bajar en común, conseguimos aumentar el grado de concienciación y fo-
mentar la comunicación; de esta forma conseguiremos que las investiga-

ciones etológicas se realicen de forma más ética y responsable, y que se


desarrollen e implementen alternativas a los métodos invasivos usados
normalmente.
176 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Una estudiante de doctorado ya ha cambiado su investigación para


que sea más humanitaria, y hemos llamado la atención y amonestado a
personas que ponían en práctica varios tipos de maltrato animal. Tam-
bién hemos cuestionado los proyectos en los que los investigadores crían
a chimpancés como si fueran niños, puesto que no tiene mucho sentido
repetir estudios que ya se han realizado antes. Gracias a nuestra organi-
zación se darán a conocer lo antes posible los métodos alternativos que
se han aprobado. Sabemos que las investigaciones etológicas van a conti-
nuar en el futuro, y creemos por ello que debemos ser responsables de la
forma en que estudiamos a los animales. A medida que aprendamos más
sobre las vidas cognitivas y emocionales de otros seres, y que esta infor-
mación sea compartida más ampliamente, se abrirán nuevas ventanas a
sus vidas, con una comprensión más profunda de sus mentes y emociones
que nos ayudará a su vez a desarrollar métodos más éticos y no invasivos.
Miles de personas han visitado el sitio web de EETA/CRABS. De
repente, una estudiante que nos escribe porque tiene un problema ético
se da cuenta de que no está sola. Hay otros que sienten lo mismo en mu-
chos países distintos. Hay en algún lugar un profesor al que le ha surgi-
do la misma duda que a ella y que ha encontrado una solución. Los pro-
blemas — y las soluciones — pueden compartirse. Cada voz añade una
nueva nota de determinación; la indefensión se convierte así en espe-
ranza.

Cambiar las cosas: la importancia de los niños

Durante mis viajes alrededor del mundo me encuentro continua-


mente con gente joven, sobre todo universitarios, que se sienten re-
sentidos cuando piensan en el futuro; creen que lo hemos puesto en
peligro. Tienen razón. Cuando pienso en cómo era el mundo cuando
nací en 1934 y cómo es el mundo en el que han nacido mis nietos, me
siento avergonzada. Se han dañado tantas cosas, algunas de ellas de
forma irrevocable. Se han extinguido tantas especies, lo que significa,
por supuesto, que se han ido para siempre.
Algunos de estos jóvenes se han empezado a enfadar y esto ha lle-
vado a veces a actitudes violentas; han desarrollado actitudes típicas
tales como «no le importa nada», «dejadnos comer, beber y ser felices,
porque nos vamos a morir mañana»; el tipo de actitud que condujo a
las fiestas salvajes de Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial.
Otros jóvenes se han encerrado en sí mismos y se han vuelto apáticos.
DÉCIMO MANDAMIENTO 177

Algunos están muy deprimidos. Fue precisamente esta punzante preo-


cupación por la juventud la que me llevó a crear en 1991 el programa
Roots & Shoots. Como mencioné en los anteriores mandamientos, es
el nombre que simboliza el poder, a menudo oculto, de la gente joven:

el poder para curar al planeta, para vencer lenta pero inexorablemen-

te todos los obstáculos que se presenten para conseguir un futuro más


brillante.
En todos los lugares del mundo donde hay un programa de Roots
& Shoots sus miembros aprenden cada vez más sobre los animales y el
mundo natural. Una de las razones que me motivó a crear este progra-
ma fue mi consternación al descubrir que los estudiantes tanzanos de
enseñanza secundaria no aprendían nada sobre los animales salvajes
que hacen de su país un destino tan visitado por los turistas de otros
países, a pesar de estar ávidos de conocimientos sobre estos temas. En
todo el mundo pasa lo mismo: los niños quieren aprender cosas sobre
los animales y la naturaleza. Realmente es algo universal. La tragedia
es que hay muchos niños que nacen en esas cada vez más abundantes
áreas urbanas que ya no están conectados de ningún modo a la natu-
raleza, que están condenados a pasar su infancia rodeados de asfalto y
acero. Y es igual de malo en los lugares en los que la deforestación y la
pobreza marchitan las vidas de los niños y empobrecen sus mentes.
Sin embargo, cuando podemos ayudar a la gente joven a entender los
problemas que les rodean y les sugerimos acciones sencillas para me-
jorar la situación, comenzamos a ver un cambio en sus actitudes.
Nuestro programa trata sobre la construcción de la autoestima en los
niños, darles poder para trabajar unidos y conseguir que el mundo sea
un lugar mejor.
Lo que representa la esperanza del futuro es la energía y entusiasmo
de los jóvenes, el amor por la vida que hay en cada uno de sus corazo-
nes, a pesar de que permanezca latente durante un tiempo, un futuro
que incluye también a las especies más amenazadas. Dos grupos de
Roots & Shoots de Pekín han recibido información sobre los delfines
de río que se encuentran a punto de extinguirse —
sólo quedan veinte
individuos —Los niños están recaudando dinero para contribuir al de-
.

sesperado proyecto de rescate. Otro grupo también recauda fondos


para ayudar a salvar a los veinte zorros grises de las islas del sudeste de
California, concienciando a la gente yluchando para salvarlos.
Otro grupo intenta ayudar a salvar al leopardo de las nieves del Hi-
malaya, recaudando fondos para construir vallas que protejan a las
ovejas del peligro de la caza nocturna de los leopardos, para que los
178 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

granjeros no les disparen. Por todas partes se pueden encontrar gru-


pos que restauran algún habitat, limpian ríos, construyen cajas nido
para todo tipo de aves, incluso para lechuzas, murciélagos y abejas so-
litarias; colocan comederos y cuelgan bolsas llenas de materiales para

construir nidos, observan todo y aprenden.


En Alemania existe un grupo que trabaja para proteger a los rato-
nes de campo que viven en las tierras de labranza. Los ratones están
siendo envenenados por los granjeros porque dañan los cultivos. El
grupo de Roots & Shoots ha realizado observaciones de los ratones y ha
descubierto que causan muchos menos daños de los que se creía. Han
empezado a protestar contra los envenenamientos porque están afec-
tando a las aves rapaces y a otros predadores naturales de ios ratones.
Un grupo de Chicago se enteró de que se había puesto en marcha
la construcción de una fábrica de embotellamiento del agua de un ma-

nantial local. Realizaron una investigación sobre los efectos que ten-
dría en la ecología y fauna silvestre río abajo, los compararon con la
cantidad de puestos de trabajo que se crearían y presentaron una de-
nuncia de tanto peso contra Perrier que se interrumpieron todos los
planes y todavía está pendiente un estudio de evaluación del impacto
ambiental.
Todos grupos intentan crear o mantener los senderos naturales.
los
Un grupo de colegiales está intentando que su comunidad tome con-
ciencia de los peligros que implica la polución del agua para la vida
salvaje. Otro les explica el peligro que supone para la fauna los globos
hinchados con helio — los peces grandes y algunos mamíferos marinos
se tragan los globos desinflados que terminan en el océano y sufren
muertes agonizantes — Otros grupos luchan para que desaparezcan
.

los envoltorios de plástico que envuelven nuestros paquetes de cerve-


zas o bebidas sin alcohol. Algunos conciencian a la gente sobre la ne-
cesidad de cortar los plásticos antes de tirarlos para evitar que muchos
animales enreden sus cuellos en ellos y mueran estrangulados. Un gru-
po de Japón está prestando una valiosa ayuda voluntaria en uno de los
pocos refugios para animales que existe en el país.
En todos los lugares existen niños que ayudan en los centros de re-
habilitación. Muchos grupos realizan trabajos voluntarios cuidando
animales de centros de acogida y ayudan a encontrar nuevos hogares a
los perros abandonados. Un grupo de Tanzania está investigando so-
bre las condiciones en que se encuentran las cabras y pollos de los
mercados locales. Otro en Norteamérica trabaja con caballos maltra-
tados; en el Reino Unido están estudiando una rehabilitación gradual
DÉCIMO MANDAMIENTO 179

de las gallinas rescatadas, sin plumas, procedentes de una granja de


cría intensiva en que vivían en jaulas en batería, después de años en
la

los que las explotaron sin que pudieran moverse. Miles de niños están
aprendiendo cómo cuidar a perros y gatos, conejillos de indias, pollos,
conejos y vacas. Grupos de Norteamérica, Europa, China, Singapur,
Tailandia, Corea del Sur, México y El Congo están diseñando y po-
niendo en funcionamiento, junto a cuidadores de sus zoológicos loca-
les, ideas para aliviar el terrible aburrimiento que supone la vida en

una jaula. Aprender sobre lo que hacen los animales en estado salvaje,
realizar sesiones de observación en zoos y discutir sobre cómo creen
que se sienten los animales suponen importantes lecciones.
Cientos de grupos están organizando eventos para recaudar fondos
en nombre de una gran variedad de causas relativas a la protección
animal. Cientos de animales han sido «adoptados», incluyendo a mu-
chos de los chimpancés de nuestros santuarios del Instituto Jane Goo-
dall. La sobrina de Marc, Nicole Morse, que vive en Weybridge, en

Vermont, hace clips para el pelo con piezas de muñecas bordadas con
cuentas pegadas en pasadores de colores para venderlos en las tiendas
locales. Las ganancias se utilizan en la custodia de chimpancés del Ins-
tituto Jane Goodall.
Varios miembros han pedido a sus amigos que hagan donaciones
de dinero para los proyectos de chimpancés del Instituto en lugar de
regalos de cumpleaños. Una niña llamada India comenzó a ahorrar di-
nero para ayudar a nuestros chimpancés cuando tenía cinco años.
Cuatro de sus amigos también ayudaron y, al ahorrar y pedir a sus pa-
dres y otros adultos que igualaran sus donaciones, fueron capaces de
ofrecerme cheques de más de 2.000 dólares cuando India cumplió los
siete. (Ha decidido quedarse algún dinero en reserva ¡para utilizarlo

en el futuro para obtener más!) Por supuesto que un solo individuo


puede cambiar las cosas.
Uno de los grupos se manifestó pacíficamente contra una serie de ex-
perimentos médicos especialmente crueles (e innecesarios), que implica-
ban la utilización de macacos rhesus. Miembros del grupo Roots & Shoots
de Boulder, Colorado, están trabajando para conseguir que la asamblea
legislativa del astado apruebe una enmienda que requeriría que los cole-
gios públicos facilitasen alternativas a la vivisección que no implicasen el
uso de animales. Los miembros de otro de los grupos protestaron contra
un envenenamiento planeado de perritos de las praderas en los campus
de cinco universidades del condado de Boulder. Además, se ofrecieron
voluntarios para ayudar a trasladar a estos maravillosos y amistosos roe-
180 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

dores a un lugar seguro donde nadie pudiera matarlos. Existen cientos de


grupos que escriben cartas y forman grupos de presión a favor o en con-
tra de una infinita serie de causas.
Algunos de los jóvenes que forman parte activa de Roots & Shoots
son extraordinarios. Caitlin Alegre pasó todo un fin de semana cuan-
do tenía nueve años escribiendo avisos que informaban a la gente de
que no debían comprar productos de la marca Proctor & Gamble por-
que habían sido probados con animales. Caitlin fue a poner en marcha
uno de los grupos en el colegio Northern Lights de Oakland, Califor-
nia, que entre otros proyectos investigaba toda una variedad de pro-
ductos y aconsejaba a los padres y amigos sobre cuales debían y no de-
bían comprar. Ella y algunos de sus amigos formaron después un
grupo de música llamado las Envirochicks [Las chicas del medio am-
biente]. Componen música y escriben letras sobre los animales y el
medio ambiente. Actualmente ya son profesionales y envían mensajes
muy inspiradores sobre las formas de ayudar al planeta.
Lisa Thomas es otra persona increíble. Después de una de mis
conferencias en Johannesburgo, tomó la determinación de empezar
un programa Roots & Shoots en su colegio, pero se encontró con un
muro de resistencia por parte del personal y con la falta de entusias-
mo de sus compañeros. Mientras intentaba abrirse paso entre estos
obstáculos, decidió empezar a hacer algo sola. Cerca de su casa hay
una perrera para perros callejeros, que representan un gran problema
en Suráfrica. Una vez por semana sacrifican a los perros que no han
sido reclamados por nadie. Lisa, que tiene sólo 15 años, se sentía an-
gustiada con sólo pensar en todos esos perros, algunos de los cuales
provenían de hogares en los que habían sido cuidados y queridos,
para después ser encerrados en esas jaulas pequeñas, malolientes,
abandonados y con el corazón hecho trizas. Decidió que intentaría
darles un poco de cariño al final de sus vidas, por lo que una vez a la
semana va a la perrera y pasa por lo menos 10 minutos con cada pe-
rro destinado a morir. La fuerza moral de esta joven es realmente in-
creíble— no creo que pudiera hacer lo mismo, semana tras semana.
Roots & Shoots tiene una filosofía moderada que evita cualquier
forma de violencia, puesto que considera que las herramientas para el
cambio son el conocimiento, la comprensión, el trabajo duro, la per-
sistencia, el cariño y la compasión que nos hace respetar cualquier for-
ma de vida. En esta época de rápida globalización es muy importante,
sobre todo después de los espantosos acontecimientos del 11 de sep-
tiembre, que los niños aprendan a entender y respetar a los individuos
DÉCIMO MANDAMIENTO 181

de diferentes culturas, grupos étnicos, religiones, niveles socioeconó-


micos y naciones.
Un importante componente de los programas Roots & Shoots son
las Partnerships in Understanding [Asociaciones para el entendi-

miento], que unen a grupos de todo el mundo. Les ayudan a darse


cuenta de que no están solos, por muy lejos que se encuentre el lugar
donde viven. Suscompañeros de grupo sienten igual que ellos, les
preocupan las mismas cosas y tienen la misma determinación para
cambiar el mundo. Es muy importante que nos aseguremos de que la
gente joven todavía tiene esperanzas en el futuro, que desarrollan cier-
ta confianza en sí mismos, cierto respeto por ellos mismos y por los de-

más, ya sean seres humanos o seres vivos. Marc y yo creemos fervien-


temente que la comprensión y respeto por los animales puede ser un
ingrediente fundamental en la construcción de un ser humano cariño-
so y cuidadoso.
Todas estas actividades están ayudando a cambiar actitudes, no
sólo las de los niños, sino también las de sus familias y profesores. Si
añadimos a esto los miles y miles de niños del mundo que están traba-
jando en proyectos similares que no pertenecen al programa Roots &
Shoots,podemos sentirnos todavía más optimistas respecto al futuro.
Lo bueno de Internet es que los une a todos ellos, les permite expre-
sarse, constituyeuna plataforma de lanzamiento de ideas y una audiencia
que escuche sus esperanzas y miedos, un modo de compartir excitación
o desilusión. Los niños aprenden a ser compasivos y respetuosos, a en-
frentarse de forma elegante pero firme con los obstáculos. Aprenden a
no rendirse nunca.

La importancia de ser siempre positivo y optimista:


EL PODER de los OJOS

La gente suele preguntarnos cómo conseguimos mantener una ac-


titud positiva a pesar de los terribles acontecimientos que están ocu-
rriendo en elmundo. Siempre les decimos que nuestra fuente de ins-
piración y ánimo reside en los encuentros con los grupos de Roots &
Shoots, llenos de orgullo por sus logros, sus ojos brillantes, conscien-
tesde que han hecho algo para cambiar las cosas en su comunidad.
Además, saben que forman parte de una familia mundial de gente jo-
ven preocupada, compasiva y dedicada a la misma causa. Son los ciu-
dadanos del mañana, listos para trabajar duro para conservar lo que
182 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

queda, restaurar lo que puedan y vivir en armonía con la naturaleza es-


tén donde estén.
Hay una historia que he contado muchas veces, pero que debo
contar de nuevo porque simboliza todo aquello que Marc y yo inten-
tamos decir cuando hablamos sobre las relaciones entre los seres hu-
manos y los animales. Es sobre un chimpancé llamado Jojo, que nació
en África. Cuando tenía sólo 2 años, mataron a su madre de un dispa-
ro y lo separaron a la fuerza de su cuerpo sanguinolento para llevarlo
en barco a Norteamérica. Durante muchos años vivió solo en una pe-
queña jaula desprovista de todo. Con el tiempo se consiguió recaudar
dinero para construir una gran instalación, rodeada de un foso con
agua (porque los chimpancés no saben nadar). Se compraron otros
diecinueve chimpancés, se juntaron para que se conocieran y los sol-
taron a todos en la instalación.
Un día uno de los otros machos se enfrentó a JoJo y éste saltó al agua
huyendo. Consiguió gatear hasta la valla destinada a evitar que los chim-
pancés se ahoguen en las aguas profundas del otro lado. JoJo salió a la
superficie tres veces, respirando con dificultad, y después desapareció.
En el otro lado del foso se encontraba un pequeño grupo de gente. Un
cuidador salió corriendo a buscar una pértiga larga. Por suerte para
JoJo, un visitante llamado Rick Swope estaba allí con su familia. Les lle-
va siempre un día al año. Rick no dudó en saltar al foso y nadó hasta
donde se había hundido JoJo, palpó con el brazo bajo el agua hasta que
tocó su cuerpo inerte, levantó el peso muerto y se lo puso sobre el hom-
bro. Salió arrastrándose hasta la valla y empujó a JoJo a la orilla de la
instalación para después volver a donde le esperaba su familia.
De repente, los espectadores humanos comenzaron a gritar a Rick,
diciéndole que se diera prisa. Desde donde se encontraban podían ver
a tres de los machos más grandes moviéndose hacia él, con el pelo eri-
zado. Al mismo tiempo, el cuerpo de JoJo se estaba volviendo a escu-

rrir haciaagua porque la orilla estaba demasiado empinada. Una


el

mujer que estaba allí grabó todo con su cámara de vídeo. En él se ve a


Rick de pie junto a la valla, mirando hacia donde está su familia, luego
hacia los tres machos que se acercan y, por último, hacia JoJo que vuel-

ve a desaparecer en el agua. Durante unos segundos Rick no se mueve,


pero después vuelve sobre sus pasos, arrastra de nuevo a JoJo a tierra
firme y espera, sin hacer caso de los frenéticos gritos de sus familiares,
hasta que JoJo consigue agarrarse a un montón de ramas e izarse has-
ta un lugar donde el suelo está plano. Rick consigue saltar al otro lado
de la valla justo a tiempo.
DÉCIMO MANDAMIENTO 183

Esa misma noche el vídeo fue emitido por todos los canales televi-
sivos de Norteamérica. El director del Instituto Jane Goodall lo vio y
llamó a Rick. «Fue un comportamiento realmente valiente el suyo.
¿Qué le llevó a hacerlo?»
«Verá — le respondió Rick — , le miré a los ojos y era como si mira-
ra a los ojos de un hombre; el mensaje que me comunicó fue: ¿no hay
nadie que vaya a ayudarme?»
Hevisto esa misma petición de ayuda en los ojos de tantas criatu-
ras que sufrían: una cría de chimpancé huérfana que estaba en venta
en un mercado africano; un chimpancé adulto mirándome desde su
jaula esterilizada de 1,50 x 1,50 en un laboratorio de investigaciones
médicas; una perra demacrada y muerta de hambre, abandonada por
su dueño en una playa de Dar es Salaam; un elefante encadenado al
suelo de cemento por una pata delantera y otra trasera. También he
visto esta mirada en los ojos de los niños de la calle que han presen-
ciado cómo mataban a sus familias en la «limpieza étnica» de Burun-
di. En todas partes y por todo el mundo existen individuos que sufren

y nos miran con ojos suplicantes, pidiéndonos ayuda.


Si nos atrevemos a mirar esos ojos, sentiremos su sufrimiento en
nuestros corazones. Cada vez más gente ha visto esa súplica y la ha
sentido en su corazón. Existe en todo el mundo un despertar de la
comprensión y la compasión, una comprensión que nos hace querer
ayudar a los animales que sufren en sus territorios cada vez más esca-
sos. Esto abarca también a los seres humanos hambrientos, enfermos

y desesperados, personas que están muriéndose de hambre mientras


algunos afortunados como nosotros —
cualquiera que pueda comprar
este libro —
tienen mucho más de lo que necesitan. Si les ayudamos
uno a uno, a los animales que sufren, a los humanos desesperados, jun-
tos podemos aliviar gran parte del hambre, miedo y dolor que existen
en el mundo. Juntos podemos cambiarlo, reemplazando gradualmen-
te el miedo y el odio por la compasión y el cariño. Cariño para todos
los seres vivientes.
CODA
Después de lo dicho y hecho, permanecer
en silencio es una traición

Es la una de la tarde en Boulder y las nueve de la noche en Bour-


nemouth, donde ]ane puede permitirse unos días de «descanso» en
casa. «Descanso» significa trabajar sólo unas 18 horas diarias. La llamo
por teléfono y le pregunto cómo está. Me dice que está cansada. Jane
fue invitada como representante del medio ambiente a los Juegos
Olímpicos de invierno de Salt Lake City, en Utah, y tuvo que rechazar
la oferta porque se enteró de que iban a hacer un rodeo —
como ejem-
plo de cultura norteamericana, una forma de celebrar «el entendimien-
to mutuo, la tolerancia y la fraternidad en todo el mundo» Fueron— .

nombrados cuarenta vaqueros de Estados Unidos y cuarenta de Cana-


dá para competir por 140.000 dólares en premios, mientras que los au-
ténticos atletas olímpicos no reciben ningún dinero por participar en
los juegos.
¿Tolerancia y entendimiento para quién?, me pregunto yo. Los rode-
os pueden ser eventos increíblemente inhumanos — se estimula a los ca-
ballos con pinchazos eléctricos, les retuercen la cola y ciñen los testículos
para hacerlos corcovear — , y en algunos los niños participan «montando
corderos» como aprendizaje para sus futuros rodeos. Los animales acaban
con varios huesos rotos, cojeras y quemaduras, además de ser estrangula-
dos por las cuerdas que les atan alrededor del cuello. Por si fuera poco,
como si necesitáramos más noticias descorazonadoras, todavía se dan re-

compensas por matar coyotes en Utah, a pesar de que uno llamado Cop-
per se convirtió en una de las mascotas de los juegos; para matarlos utilizan
todo tipo de métodos horribles como dispararles desde el aire, envene-
trampas y lazos. Sólo se les perdonó la vida temporal-
narles, o ponerles
mente debido a que por razones de seguridad no permitieron sobrevolar
su habitat durante los Juegos Olímpicos.
186 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Las otras mascotas olímpicas, una liebre nival llamada Powder y un


oso negro de nombre Coal, también son animales perseguidos en Utah.
Como he estudiado a los coyotes durante más de treinta años, podía ayu-
dar a ]ane en esto. A las cinco de la mañana del día siguiente le mandé
por fax alguna información sobre el rodeo olímpico, incluía una estu-
penda carta escrita por un patinador que había ganado la medalla de oro
anteriormente, Scott Hamilton, junto a un artículo mío que había escri-
to recientemente sobre los coyotes, esos astutos, incansables y juguetones
animales que han sido capaces de sobrevivir a los implacables ataques hu-
manos. Vero nuestras peticiones al comité olímpico para impedir el rodeo
cayeron en oídos sordos. Desgraciadamente, también existen otras for-
mas de «rodeo». En un encuentro de la Performing Animal Welfare So-
ciety (PAWS) [Sociedad para el bienestar de los animales amaestrados]
que tuvo lugar en mayo de 2002 vi un vídeo de un hombre que hacía surf
en el lomo de un delfín cautivo —
qué poco digno tanto para el delfín
como para el hombre.
Algunas personas me han preguntado cómo se escribió este libro. Co-
mencé a escribir el primer borrador el 20 de abril de 2001, el día que mi
madre, Beatrice, cumplía 81 años. Elegí ese día en honor a una ma- ella,

dre extraordinaria. Disfruté mucho escribiéndolo, pero también supuso


un arduo trabajo. Encontrar buenas historias e intercalarlas con datos
científicos relevantes fue todo un reto. Al mismo tiempo que yo hacía
esto, jane se ocupaba de los mandamientos, desarrollándolos con sus pro-

fundas preocupaciones y la sabiduría de su experiencia y sus conocimientos


sobre el comportamiento de los animales. Huelga decir que hubo incon-
punta a punta del mundo).
tables llamadas y faxes transatlánticos (y de
Con frecuencia llamaba a jane cuando estaba rodeada (pero no derrota-
da) por montañas de papeles que cortaba y pegaba en el manuscrito (que
después yo me encargaba de mecanografiar). Es asombroso con qué fre-
cuencia jane y yo estábamos trabajando en el mismo mandamiento y ¡se
nos ocurrían las mismas cosas! Recuerdo dos ocasiones en las que nos en-
viamos faxes que contenían el mismo material. Una vez, mientras está-
bamos hablando sobre el número de zoológicos autorizados en Europa,
recibí un mensaje de correo electrónico de nuestro amigo belga Koen
Margodt, al que le había pedido esta información, y en el que me daba
todos los detalles. Éste fue sólo un caso de sincronización de los muchos
que surgieron e iluminaron el camino. Pero, mirándolas en perspectiva,
estas coincidencias no son tan sorprendentes, puesto que jane y yo com-
partimos un profundo compromiso para conseguir que la Tierra sea un
lugar mejor para todos.
CODA 187

Suele ocurrir que Jane y yo nos comuniquemos a horas un tanto ex-


trañas —por la mañana muy temprano para mí y muy tarde por la noche
para ella — El I de febrero del año 2002 llamé por teléfono a jane para
.

contarle lo que estaba ocurriendo con IBP (antiguos procesadores de ter-

nera de lowa, véase el segundo mandamiento) y el uso indebido que se


estaba dando al dinero que el senador Robert Byrd había asignado para
reforzar la Humane Slaughter Act. Gail Eisnitz, autora de Slaughter-
house, la aclamada revelación de la industria de la carne, junto a Kathy
Liss y Chris Heyde, del Animal Welfare Institute, y otras personas im-
plicadas en la causa de la Humane Farming Association, necesitaban
ayuda, por lo que Jane y yo les íbamos a echar una mano. En medio de
todo lo que estaba ocurriendo. Jane llamó al senador Byrd y le escribió
una carta apoyando todos sus esfuerzos para conseguir una importante
reforma en el trato a los animales condenados en los mataderos. En fe-
brero de 2002 el senador Byrd tuvo una reunión con la Subcomisión de
Fondos Agrícolas y le preguntó a la ministra de Agricultura Ann Vene-
man sobre la matanza inhumana de millones de animales. Ella no fue ca-
paz de responder a cuestiones tan sencillas como las concernientes a la

numerosas violaciones de la Humane Slaughter Act, al nú-


existencia de
mero de mataderos de Estados Unidos y a cómo se habían invertido los
tres millones de dólares destinados a mejorar el bienestar de los animales
de los mataderos. El senador dijo a los miembros del comité: «Si sigo vivo
dentro de un año, volveré y quiero que estéis preparados para responder a
estas preguntas. Estos animales no pueden hablar por sí mismos».
También me enteré de que los mataderos de Estados Unidos ganan
aproximadamente un 30 % de sus beneficios vendiendo pieles de ani-
males a las curtidurías, y que la higa nacional de fútbol en Norteaméri-
ca utiliza más de 12.000 vacas para hacer balones. La gente que vive cer-
ca de las curtidurías sufre en mayor medida leucemia y cáncer testicular
que los que no viven cerca de esas fábricas.
Vivo en las montañas cercanas a Boulder y amo el lugar porque soy un
«biofílico» —
un amante de la naturaleza —
de corazón. Hace unos años
hice que me instalaran una ventana por la que podía ver un magnífico ejem-
plar de pino ponderosa. Cuando le pedí a un amigo carpintero que la hicie-
ra, no podía creerlo: «Lo único que vas a poder ver es el maldito árbol», me

dijo. ¡Como si no lo supiera! «Lo sé —


le respondí —
¡me encantan los ár-
>

boles! Puedo ver las montañas desde otras habitaciones, pero ver y percibir
la presencia de este árbol me hace sentir bien —me hace sonreír — , me ayu-
da a apreciar toda la naturaleza.» A menudo me siento y simplemente miro
el «árbol» preguntándome qué estará sintiendo.
LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Los árboles son seres maravillosos que proporcionan todo tipo de co-
modidades para muchos animales. Los buscan para utilizarlos de hogar o
refugio, pero como contamos en otro capítulo no siempre son refugios se-
guros. Jane ha contado el horror que sintió al ver a un puma acorralado
en un árbol al que mataron de un tiro en Wyoming. Como he elegido vi-
vir en el territorio del puma, he tenido varios encuentros con ellos. Una
vez, en una noche muy oscura y estrellada, salí del coche para saludar al
pastor alemán de mi vecino, Lolo, y me di cuenta al oírle ladrar detrás de
mí de que ¡estaba saludando a un gran macho de puma que acababa de
matar a un zorro rojo al lado de mi casal Hace unos pocos años casi me
doy de bruces con otro mientras caminaba por la carretera para decirle a
mi vecino que había un puma por nuestra zona y que ¡tuviera cuidado con
sus hijos y el perro! Desde entonces, lo único que he hecho es cambiar mis
costumbres, para poder convivir con estas magníficas bestias pumas,—
osos negros, coyotes, zorros rojos, ciervos y muchas especies de aves e in-
sectos — que me han permitido vivir en su territorio. Ahora voy de ex-
cursión con mi compañero canino, Jethro, con un spray antiosos y una
linterna; a menudo le pongo al collar de ]ethro una luz roja y un casca-
bel, simples ajustes.
No debemos olvidar que la mayoría de las veces somos nosotros los
intrusos en el territorio de los animales, no ellos. Y muchos animales su-
fren cada día alguno de nuestros desastres. En cierto sentido, la Tierra
forma parte de una especie de «experimento» no controlado en el que
cada uno de nosotros tiene su papel. En mayo de 2001 Jane y yo estába-
mos sentados en la terraza de un café parisino (habíamos asistido a un
encuentro del Science and the Spiritual Quest II) cuando vimos a una pa-
loma que cojeaba porque tenía una pata enredada en un trozo de alam-
bre. Intentamos cogerla, pero huyó de nosotros. No pudimos hacer nada

más que lamentar la situación de este pobre pájaro. Muchas aves se en-
ganchan la cabeza con los plásticos que envuelven las botellas y otros
animales también sufren a causa de la basura que la gente deja tirada en
laszonas de acampada, mares, ríos y lagos. No son sólo los propios seres
humanos los que estamos por todas partes, sino también la basura que
producimos. Algunos, aunque seguro que no todos, tenemos simplemen-
te demasiadas «cosas».
No estamos solos en el planeta, aunque a veces nos comportemos
como si lo estuviésemos. Nuestros grandes cerebros, de evolución lenta,
deben enfrentarse a nuevos y cambiantes entornos socioculturales, y és-
tos son los que de alguna forma nos mantienen en contacto con la natu-
raleza, aunque también nos alejan de ella; es esta alienación la que pro-
CODA 189

voca los desenfrenados abusos a los que sometemos al planeta. Nos en-
frentamos constantemente con decisiones difíciles que debemos tomar y
a menudo con elecciones atroces que tienen consecuencias a corto y lar-
go plazo. Pero debemos observar los efectos globales que tienen nuestras

actividades, porque nuestra influencia no resulta siempre evidente, ni si-


quiera a corto plazo. Por ejemplo, el calentamiento global parece estar te-
niendo un impacto en el número de primates que habita en Etiopía. Un
aumento en la temperatura hace que haya menos hierba y menos cultivos
en los que los babuinos gelada se alimentan, por lo que se teme que sus
poblaciones disminuyan. Además de causar una disminución en la canti-
dad de babuinos gelada, las sequías también reducen las conductas de
juego entre los individuos jóvenes y esta falta de juego puede tener ma-
yores consecuencias en conducta y organización social de los adultos.
la

Además de una gran variedad de mamíferos, las aves también sufren


lasconsecuencias del calentamiento climático y del retroceso hacia el
norte de la masa de hielo polar. Se necesitan estudios a largo plazo que
muestren los efectos de los cambios climáticos, ha investigación que
George Divoky ha realizado durante tres décadas en la isla Cooper del
Ártico ha demostrado que un ave marina del tamaño de una paloma, el
arao aliblanco, ha sufrido las consecuencias de que el límite de las masas
de hielo se desplace lejos de la costa y retroceda hacia el norte, porque al
no poder alcanzar los bordes del hielo, mueren, ha extensión de hielo en
el océano Ártico disminuyó un 3 %
cada década en el período que va de
1978 a 1996, y el hielo de los mares del Norte ha disminuido un 30 %
durante los últimos ciento treinta años. Se predice que el hielo existente
en el verano del océano Ártico puede llegar a retroceder un 60 %
a me-
dida que se duplica el dióxido de carbono.
El maltrato y la matanza de animales continúan, pero debemos hacer
que se oigan nuestras protestas. A veces, cuando pienso en lo que algu-
nas personas hacen a los animales, desearía que éstos no fueran los seres
maravillosos y mágicos que son. Pero la realidad es que muchos anima-
les siguen sufriendo explotaciones brutales e intenso dolor, y que debe-

mos cambiar nuestras conductas ya. Necesitamos a los animales y nos en-
cariñamos con ellos porque son seres que sienten, no porque sean
«objetos» insensibles. No obstante, incluso los animales cuya capacidad
de experimentar dolor o sufrimiento no se conoce, merecen nuestro res-

peto y consideración para que sus vidas no se vean en peligro a causa de


nuestros comportamientos egoístas. No debemos tener miedo de que nos
tachen de sentimentales o disculparnos por ser idealistas. Quizá parezca
inútil por el momento, pero cuanta más y más gente se oponga al mal-
190 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

trato animal y a la explotación de nuestro entorno, más se beneficiarán

nuestros hijos. Debemos mantener la esperanza de que si construimos una


ética universal de valentía, respeto, preocupación, afecto, compasión y ca-

riño, conseguiremos cambiar aunque no veamos los resulta-


la situación

dos positivos de nuestros esfuerzos. Debemos apartar a un lado las frus-


traciones y los insultos personales, puesto que las recompensas tangibles
no suelen aparecer inmediatamente después del activismo en favor de los
animales y de la Tierra.

También debemos confiar profundamente en que la voz y las acciones


de cada individuo aislado cuentan, porque es así. Martin Luther King jú-
nior dijo en cierta ocasión: «Llega un momento en que el silencio es una
traición». Tenía razón —
el silencio y la indiferencia pueden resultar
mortales para nuestros amigos animales y para el planeta.
Existe un viejo dicho: «Después de que todo se haya dicho y hecho,
quedará mucho más por hacer que por decir». Aunque esto es cierto en el
caso de nuestras relaciones con los animales, la comunidad humana y la
Tierra, y es una de las muchas razones por las que hemos escrito este li-
bro, realmente hemos avanzado en nuestros intentos de hacer del mun-
do un lugar mejor, un mundo más compasivo en el que abunden el afec-
to y la capacidad de compartir. Al «preocuparnos por los animales» y
«preocuparnos por la Tierra», muchos animales, personas y entornos se
encuentran mejor de lo que lo estarían sin la armonía ética que se obtie-
ne al unir respeto, afecto, compasión, humildad, gracia y amor. Al cuidar
a algún ser o cosa, a cualquier ser o cosa, uno puede contagiarse y cuidar a
todo el mundo y a cada cosa. Si nos centramos en el misterio presente en
los otros animales y en el planeta en general, puede que nuestra tenden-
cia a destruirlos disminuya.
Si nos permitimos sentir la presencia de otros animales, sentir el lu-
gar que ocupan en nuestros corazones, nos llenaremos de alegría y paz,
fomentaremos nuestro desarrollo espiritual y un sentimiento de unidad.
Y esta felicidad, esta sensación de dicha, permitirá a la Tierra, a las ma-
sas acuáticas, al aire, a los animales y a las personas fundirse en un tapiz
sin costuras, una cálida manta de afecto y compasión, en la que cada in-

dividuo cuenta y puede marcar la diferencia. La interconexión entre los


individuos de una comunidad implica que lo que uno hace afecta a todos
los demás — que ocurre en Nueva York influye sobre lo que ocurre en
lo
el otro lado del mundo, en Pekín y en muchos otros lugares distintos.
Recientemente leí un informe en el que se llamaba la atención sobre
el alto grado de interconexión existente entre todos nosotros. Los cientí-
ficos de un determinado estudio geológico norteamericano descubrieron
CODA 191

que el polvo del desierto del Sahara cruza volando el océano Atlántico y
aparece en el Caribe y en Estados Unidos. Este polvo arrastra minúscu-
los microbios que sobreviven al viaje de siete días. Las bacterias, hongos

y virus son transportadas por encima del océano y llegan a lugares que se
encuentran a miles de kilómetros de distancia. Como consecuencia,
aumenta el riesgo de que existan enfermedades respiratorias. Un estudio
descubrió que en un día polvoriento cualquiera existen una media de
1^8 bacterias y 213 virus en un litro de aire, mientras que en un día cla-
ro sin viento sólo hayuna media de IS bacterias y 18 virus en el mismo
volumen de aire.

En 1963 el presidente John F. Kennedy dijo las siguientes palabras,


que siguen siendo válidas hoy: «Porque en el análisis final, nuestro
nexo común básico es que todos habitamos en este pequeño planeta. To-
dos respiramos el mismo aire. A todos nos preocupa el futuro de nues-
tros hijos y todos somos mortales». Somos la comunidad del planeta
Tierra — sólo tenemos una Tierra —
y necesitamos a la comunidad más
que nunca.
Mientras escribo estas breves conclusiones y me veo cansado —
de los
largos días de investigación sobre los horribles maltratos a los animales
por todas partes y del incesante daño que humanas causan
las actividades

al medio ambiente — siento como un mensaje de


si resucitara al recibir

correo electrónico en el que me cuentan que un grupo de más de dos-


cientas mujeres indias nahua del estado mexicano de Puebla han puesto
en marcha un maravilloso programa medioambiental que incluye la ges-

tión de un hotel, una tienda de productos un invernadero de


naturales,
plantas medicinales y una tienda de artesanía en que producen papel
la

reciclado y productos de limpieza biodegradables. Y las buenas noticias


continúan. En mayo de 2002 Alemania se convirtió en el primer país
europeo que votaba a favor de garantizar derechos constitucionales a los
animales. México se convirtió en el mayor santuario nacional de ballenas
al firmar un acuerdo para proteger a estos mamíferos marinos en sus
aguas, un área de unos 2J9 millones de kilómetros cuadrados. En la In-
dia el recientemente creado Instituto Nacional de Bienestar Animal ofre-
ce una licenciatura en bienestar animal. Hace poco un pescador japonés
se negó a matar delfines porque «lloraban cuando estaban a punto de
morir [...] No puedo matar a un ser con lágrimas en los ojos». En en-
cuestas realizadas a más de 1.300 personas en Europa y Estados Unidos,
entre un 70 y un 90 % dijeron en sus respuestas que «reconocían el de-
recho de la naturaleza a existir, aunque no resulte útil de ningún modo
para los humanos». Se ha fabricado un nuevo juguete llamado «La pelo-
192 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

ta de golosinas que habla», que permite a los dueños grabar sus voces en
ella y llenarla de comida para dejársela a perros y gatos que se quedan so-
los durante mucho tiempo. Este sencillo juguete alivia la ansiedad por
separación que sufren muchas mascotas domésticas cuando se las deja so-
las en casa.El alcalde de Cincinnati, en Ohio, ha entregado recientemen-
te la llave de la ciudad a una vaca que consiguió escaparse de un matade-

ro local, en lugar de devolverla allí para una muerte segura y dolorosa.


Los laboratorios Charles River, un importante proveedor de millones de
animales de laboratorio, ha reducido la parte de su negocio que depen-
de de los animales de un 80 a un 40 %
desde 1997. Y en abril de 2002
la empresa más importante del mundo de brokers en Internet, Charles

Schwab, rompió sus relaciones con Huntington Life Sciences, un labora-


torio conocido por utilizar la vivisección de animales. Durante la misma
época la prestigiosa revista científica Nature pidió que se les mandaran
más estudios de investigación sobre la naturaleza del sufrimiento animal
y sobre cognición animal. Aunque todavía queda mucho por hacer y la
precaución debe moderar el optimismo excesivo, es un comienzo promete-
dor para eliminar la explotación de los animales, y debemos seguir ejer-
ciendo presión para asegurar la continuidad de esta tendencia.
En abril de 2002 fui a Vancouver a dar una conferencia ante los
miembros de la British Columbia Society for the Prevention ofCruelty
to Animáis (BCSPCA) [Sociedad para la Prevención de la Crueldad con
Animales de la Columbia Británica], un grupo de personas increíbles
que trabajan incansablemente para ayudar a animales de todo tipo. La
conferencia era sobre la importancia del juego para el bienestar de los
animales. Me quedé helado cuando me contaron la historia de Kevin An-
derson, un joven de 29 años que dos meses antes paró su coche mientras
conducía en una noche lluviosa en Crescent Beach (Columbia Británica)
para rescatar a un perro de Después de salir y recoger al pe-
la carretera.

rro, un coche que pasaba le golpeó y murió —


el perro sobrevivió La — .

BCSPCA le concedió a Kevin la medalla postuma al heroísmo. Tuve el


honor de conocer a la familia de Kevin, un grupo de seres afligidos pero
encantadores, que se sentían muy orgullosos de Kevin y del extraordina-
rio hombre que había sido, cuyo legado sigue perviviendo. Una señal de
coraje y auténtico heroísmo ocurre en los casos en que uno actúa y pasa
desapercibido. Kevin fue realmente un héroe lleno de coraje para el que
elhecho de mostrarse amable tenía prioridad sobre cualquier otra cosa.
Ojalá le hubiese conocido. El mundo sería un lugar mucho mejor si hu-
biera más gente como él, que actuara de manera altruista a favor de los
animales.
CODA 193

También está Zivvy Epstein, que adora las selvas y quiere pasar el res-

to de su vida intentando salvarlas. Zivvy forma parte del programa Roots


& Shoots que ayudé a organizar junto a Addie Rocchio y Stacey Selcho en
el Museo Collage de los Niños de Boulder En su séptimo cumpleaños
Zivvy acumuló 442 dólares, en lugar de regalos, y donó este dinero a
Rainforest Alliance [Alianza para los bosques]. Los estudiantes de los co-
legios públicos de Toronto, Ohio, han hecho un maravilloso libro de poe-
mas, artículos y dibujos como tributo al 11 de septiembre de 2001.
Los niños son paladines incansables de la bondad y la paz, al igual
que otros grupos, como las personas mayores, o incluso los presos, que
suelen ser «descartados». Sin embargo, son individuos con esperanzas y
sueños. He trabajado en la residencia para ancianos Golden West, en la
que están deseosos de compartir sus puntos de vista sobre los animales,
sobre las personas y sobre el medio ambiente. Muchos ancianos tienen
una vitalidad contagiosa y se animan y sienten poderosos cuando otros
les escuchan y toman en serio su opinión. Lo mismo ocurre con los pre-
sos. Mi trabajo en la cárcel del condado de Boulder me inspira y me lle-
na de energía. Me siento mejor persona al poder relacionarme con ancia-
nos y presos que me enriquecen; estoy seguro de que aprendo tanto de
ellos como ellos de mí.

Seamos éticos, no avestruces

Como fui niño durante los años sesenta soy un soñador con pocos lí-

mites. Le pido a la gente con la que me relaciono que imaginen que llevan
una maleta llena de valor, compasión y esperanza y que, como se recibe lo
que uno da, ese cargamento de valor, compasión y esperanza nunca se les
agotará. Es fácil que nuestro espíritu y nuestra alma se erosionen por las
cosas «malas» que ocurren a nuestro alrededor. Farece como si fuésemos
adictos a la destrucción de los animales y paisajes a los que más queremos.
Pero cada día ocurren muchas, muchas cosas buenas en todo el mundo
que pueden encender nuestro espíritu e impulsarnos a actuar.
Jane y yo esperamos haberos inspirado para que actuéis —para que
hagáis algo, cualquier cosa — para conseguir que un mundo me-
éste sea
jor. Como señaló Margaret Mead: «No dudéis nunca de que un pequeño

grupo de ciudadanos atentos y concienciados pueden cambiar el mundo.


De hecho, es lo único que ha conseguido cambiarlo». Es importante cen-
trar los esfuerzos en algo y no dejar que los que se oponen a nosotros des-
víen nuestra atención. Es una pérdida de tiempo y energía luchar contra
194 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Oponentes que siempre terminan ganando si consiguen desviar nuestra


atención hacia ellos, en lugar de hacia los temas importantes. Nunca es

demasiado tarde para hacer algo, aunque sólo sea un minuto, o 10 se-
gundos al día, esto puede suponer una diferencia. Hable con amigos y
con familiares cuando tenga un descanso, mientras da un paseo, o «sale
a dar una vuelta por ahí». Apague las luces, intente que sus duchas sean
más cortas, camine en lugar de coger el coche, recicle y salude a otros pa-
seantes. Escriba cartas a los medios de comunicación locales. Por muy poco
que sea lo que cada uno podamos ofrecer, contribuirá igualmente a conse-
guir grandes soluciones. El más mínimo murmullo —
una pequeña agita-
ción — puede extenderse rápidamente. Aunque sólo tenga tiempo para
ayudar a un único individuo, marcará la diferencia. Se cree que las balle-
nas francas australes podrían sobrevivir si se salva una sola o unas pocas
hembras cada año —
una ballena marca la diferencia.
Debe tener también recursos, utilizar los datos científicos disponi-
bles, el sentido común y las anécdotas para evaluar la información que le

llega y tomar decisiones sobre lo que debe hacer en determinadas situa-


ciones. En este mundo de alta tecnología existen innumerables fuentes
disponibles casi de inmediato. Por ejemplo, jane me habló sobre una
planta introducida que estaba invadiendo Buffalo, en el Estado de Nue-
va York, pero no podía acordarse de su nombre. Llamé a una casa de hos-
pedaje de Buffalo, puesto que imaginé que las personas que viven del tu-
rismo podrían saber algo sobre los problemas ecológicos locales y ¡así
fue! Me contaron que el nombre de la planta era salicaria {véase nuestro
quinto mandamiento) y que mucha gente estaba empezando a preocu-
parse por esta planta invasora que estaba usurpando el terreno a las plan-
de muchas regiones. Mi sensación de desesperación inicial fue
tas nativas
reemplazada por una de esperanza. Creo que algunas personas se desani-
man y pierden la esperanza porque no conocen bien los hechos; después
de hablar con algunos de mis colegas sobre este y otros problemas que
pensé eran insalvables, descubrí que podrían tratarse si la gente supiera
realmente lo que está ocurriendo. En caso de no estar seguros, creo que
es mejor errar favoreciendo a los animales y ala naturaleza.
Los innumerables problemas que nos rodean actualmente no desapa-
recerán si escondemos la cabeza en la arena como las avestruces. La si-
tuación sólo empeorará. Será muy difícil conseguir que los humanos y los
animales (y la naturaleza) ganen siempre en el laberinto de conflictos y
confusión reinantes, pero nunca deberíamos dejar de intentarlo. Si no lo
hacemos, me temo que tanto nosotros como nuestros hijos, sus hijos, y
otros animales y la naturaleza como un todo, saldrán perdiendo, y la vi-
CODA 195

talidad, espíritu yalma que nos mantiene en la lucha por conseguir que
éste sea un mundo mejor se extinguirán. Vor fortuna, tengo la impresión,
y otros están de acuerdo conmigo, de que existen cada vez más estudian-
tes y personas en general interesadas en temas éticos, y de que existe una
tendencia progresiva a preocuparse más y hacer más cosas por los anima-
les, los humanos y el planeta. Me sorprende ver que si ahora hago una

búsqueda en Internet de las palabras «protección animal», «conserva-


ción» o «biodiversidad» surgen cientos de miles de «resultados».
Vero ¿queremos realmente vivir en armonía con la naturaleza? ¿So-
mos realmente como creemos que somos? Son preguntas muy simples,
pero muy estimulantes. Si contestamos con un sí a una o a ambas, lo cual
no sólo es políticamente correcto sino también ética y ecológicamente,
estamos obligados a seguir adelante con agradecimiento, humildad, res-

peto, compasión y amor. En nuestras interacciones con los animales y la


Tierra deberemos reemplazar el «sin sentido» por la «razón». No perde-
remos nada y ganaremos mucho. No existen límites a la generosidad o la
amabilidad.
Seguro que nos sentiremos mejor con nosotros mismos si sabemos en
lo profundo de nuestros corazones que lo hicimos lo mejor que pudimos
y que tuvimos en cuenta el bienestar de los magníficos animales con los
que compartimos el planeta, los mágicos y misteriosos seres que enrique-
cen nuestras vidas sin esperar nada a cambio, que las hacen más emocio-
nantes, más alegres que si ellos no estuviesen presentes. ¿No se siente
uno mejor al saber que existen animales «ahí fuera» a los que hemos
ayudado, aunque no podamos verlos? ¿No se siente uno mejor al saber
que hizo algo por ayudar al planeta, aunque no pueda ver los frutos de su
labor? Al intentar restaurar la naturaleza, podemos restaurarnos a noso-
tros mismos, nuestras psiques que han sido fragmentadas a causa de
nuestra alienación de los animales y de lo natural. A menudo buscamos
ayuda en la naturaleza cuando nos sentimos decaídos. Necesitamos a los
animales, a la naturaleza y ala vida salvaje.
Necesitamos hacer Ocuparnos de otros nos proporciona paz, y
la paz.

ésta puede extenderse rápida y ampliamente entre todas las gentes, ha paz

y la reconciliación están en el primer lugar del orden del día de muchos lí-
deres mundiales. En abril de 2002 Kofi Annan, secretario general de Na-
ciones Unidas, nombró a ]ane «Mensajera de la Paz». A mí me invitaron
a dar una conferencia en un encuentro sobre el «El camino hacia el cono-
cimiento de la naturaleza», convocado por el Dalai Lama, como parte de
su Kalachakra de 2002 por la paz mundial. La paz y la calma (y la felici-
dad personal, como recalcó el Dalai Lama) son necesarias para acercar a
196 LOS DIEZ MANDAMIENTOS

todos los individuos a una comunidad en la que las diferencias se dejen a


un lado para conseguir el objetivo común de hacer de éste un mundo me-
jor para todos los seres que lo habitan.
No desviemos nunca los ojos de la mirada de los animales que nos ne-
cesitan y a los que nosotros necesitamos de igual modo o incluso más. La
vida sin nuestros amigos animales sería solitaria y miserable. En el gran
orden de las cosas los individuos reciben lo que dan. Si se reparte amor a
raudales, será igualmente devuelto. No hay necesidad de temer que se va-
potente y regenerador sentimiento de cariño que puede servir con-
cíe ese
tinuamente como poderoso estimulante para generar compasión, respeto
y más cariño para todas las formas vivientes. Cada individuo desempeña
un papel esencial y su espíritu y cariño están entrelazados con el espíritu

y cariño de otros. Estas interrelaciones emergentes que están por encima


de los individuos fomentan un sentido de unidad. Estas interrelaciones
pueden funcionar armónicamente para conseguir que éste sea un mundo
mejor y más compasivo para todos los seres. Debemos caminar atentos a
nuestros descendientes y no dejarles una estela de destrucción tumultuo-
sa, desenfrenada y egoísta.
Al preocuparnos por los animales nos preocupamos por nosotros mis-
mos. Necesitamos transformaciones personales que nos sirvan para cam-
biar las cosas. Debemos a las generaciones futuras el sobrepasar el pre-
sente, compartir los sueños de un mundo mejor, dejar pisadas más
sutiles,movernos cautelosamente, con moderación. Cuando destruimos
el planeta estamos destruyéndonos unos a otros. Todos podemos ser so-
ñadores y hacedores. Nos lo debemos a nosotros mismos y a los otros ani-
males, con los que podemos hacer, desagraciadamente, lo que nos venga
en gana. Nos lo debemos para no olvidarnos del poder del amor. Como
mamíferos de cerebros grandes, poderosos, omnipresentes y supuesta-
mente omniscientes que somos, representamos a los seres más poderosos
sobre la Tierra. Realmente somos así de poderosos, y ese «así» conlleva
innumerables y asombrosas responsabilidades de ser seres humanos éti-

cos. No podemos ser menos.

Marc Bekoff
Fuentes

A continuación se sugieren algunas lecturas y sitios web que utili-


zamos como fuentes para nuestro libro. Esta lista no pretende ser ex-
haustiva; pueden encontrarse otros ensayos y sitios web en las seccio-

nes de referencia de estos recursos.

Libros y artículos

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(Los datos sobre los efectos de la pérdida de masa forestal alrededor de
Puget Sound incluidos en el quinto mandamiento proceden de este vídeo.)

Sitios web

La edición alemana de Strolling with Our Kin" {Das unnótige Leiden


der Tiere, publicada por Herder Spektrum) contiene información sobre

* Hay una edición en español que acaba de publicarse cuyo título es Nosotros, los animales, Ma-
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Animal Net Directory, accesible en <www.worldanimalnet.org>, es la
base de datos más extensa de Asociaciones defensoras de los animales,
con más de trece mil entradas y de seis mil enlaces con otros sitios web.

Alive: <www.jca.apc.org/alive/> (Japón)

Alternativas al uso de animales: véanse, por ejemplo,


<www.mindlab.msu.edu>;
<www.enviroweb.org/avar>; <www.aavs.org>; <www.hsus.org>;
<www.pcrm.org/issues/Animal_Experimentation_Issues/colle-
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Animal Responsibility Cyprus: <www.geocities.com/RainForest/1862/>

Animáis' Agenda magazine, donde puede encontrarse abundante in-


formación sobre grupos de protección animal en todo el mundo:
<www.animalsagenda.org>

Animal Welfare Institute (AWI): <www.awionline.org>

Ark Trust: <www.arktrust.org>

Arrecifes de coral: véase


<www.aims.gov.au/pages/research/coralbleaching/scr2000/scr-
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Asian Animal Protection Network: <www.aapn.org>

Born Free Foundation: <www.bornfree.org. UK>


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Caso McLibel: véanse <www.mcspotlight.org/case/tnal/verdict/in-


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Center for Captive Chimpanzee Care and Kids for Chimps:


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Earth Charter (Carta de la Tierra): <www.earthcharter.org/aboutus/>

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«Los diez mandamientos constituye una maravillosa mezcla
de información científica y ética que merece la máxima
atención del público lector. Goodall y Bekoff forman un
equipo admirable.»

Peter Singer, autor de Liberación animal

«Los diez mandamientos establece un maravilloso paradigma


para nuestro viaje hacia elcorazón del siglo XXI. Léalo y
así podrá contribuir a la curación de nuestro planeta.»

Alien M. Schoen, autor de Kindred Spirits: f-low ttie

Remarl<able Bond Between i-lumans & Animáis Can Cliange


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