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Poema

Mi Familia
Familia… seremos siempre Familia
Para vivir nuestros afligíos
Y tendremos, así como vestigios
al sol, al viento, a la noche y vigilia.

Viajaremos en un mundo diferente


para buscar con todo mi empeño
¡y seremos como persona determinante!
¡Que cabalga buscando un decidido sueño!

Familia siempre sobre todas las cosas


Como van unidas las ramas y hojas
sin que importe distancia ni el momento
Tú serás mi lluvia… yo tal vez viento.

Así seguiremos como no lo hacen todos,


buscando entre nuestros sueños locos
y si algo pasara ¡Escucha y reconcilia!
Por todos los tiempos… seremos Familia.

Cuento
Risolandia
En una pequeña ciudad llamada Risolandia donde en ella no se escuchaba
llanto, tristeza o dolor alguno.
Se murmuraba que había una joven, la cual vivía sumida en una gran tristeza y
dolor por algo que a ella le había sucedido en su infancia. Esta joven tenía 16
años y se llamaba Azul ya que sus padres habían elegido el nombre Azul por
el color de sus ojos azules como el cielo y el agua del mar. Azul vivía sola ya
que sus padres habían muerto hace mucho tiempo, ella vivía en una pequeña
casa alejada de la ciudad; casi nadie en Risolandia la conocía ya que la
mayoría del tiempo Azul se la pasaba encerrada en su pequeña y misteriosa
casa sin tener contacto alguno con las demás personas.
Sin embargo, una de las personas que la conocía era un viejo pintor llamado
Joaquín que vagaba de vez en cuando a las afueras de la ciudad. Una tarde el
pintor escuchó a dos personas decir que en Risolandia no había persona alguna
que sufra tristeza o dolor. A lo que el viejo pintor les respondió:
-Yo les aseguro que aquí vive una hermosa joven a orillas de la ciudad llamada
Azul. Ella puede ser la tristeza, la soledad y el dolor que ustedes aseguran que
no existe en Risolandia.
Y así era, Azul tenía rencor y tristeza en su alma ya que hace 9 años ella había
sido testigo del brutal asesinato de sus padres. Ellos habían sido asesinados en
la ciudad donde anteriormente habitaban llamada Crotolandia, en la cual no
existía el derecho al libre pensamiento y en el que se tenía que hacer lo que el
Rey ordenara. El rey Crotoro era un hombre malo y frívolo con el que los
padres de Azul nunca estuvieron de acuerdo con las reglas que impartía, en
una ocasión le dijeron al Rey:
-Cada una de las personas que habitamos aquí somos libres y tenemos derecho
de pensar y hacer lo que queramos, por supuesto, pensando en las
consecuencias.
En ese momento fue cuando el rey Crotoro dio la orden para que Don Arturo y
Doña Aurora fueran decapitados ahí mismo por faltar al reglamento del Rey.
Don Arturo y Doña Aurora fueron asesinados frente a los ojos inocentes de su
hija Azul, la cual, en ese entonces solo tenía 7 años, una edad en la que todo se
aprende y nada se olvida.
Azul al ver la gran maldad del Rey ante sus padres, decidió huir de
Crotolandia para siempre. Fue así como llegó a la ciudad de Risolandia, al
poco tiempo de su llegada tuvo que arreglárselas para sobrevivir. Al principio
empezó a trabajar como asistente en el taller del pintor Joaquín, por esa razón
el pintor conocía a la pequeña. Azul le contó todo lo que había visto en
Crotolandia, entonces fue así como Joaquín decidió aceptarla como su
asistente para pintar cuadros.
Después de un tiempo Azul decidió dejar de trabajar en el taller del viejo
Joaquín para irse a trabajar a la panadería, ya que desde pequeña le encantaba
hornear pan y decorar pasteles con su madre. Así fue como se puso a trabajar
en la panadería de la ciudad llamada “Dulces Risas”. Azul era bastante
eficiente en su trabajo, entraba a las 7 de la mañana y salía a las 5 de tarde, de
ahí se iba a su casa y nadie más la veía.
Azul siempre trataba de mantener la cabeza ocupada para no pensar en lo sola
que sentía en aquella casa apartada de la ciudad. Lo que Azul no sabia era que
en Risolandia había muchas personas interesadas en conocerla ya que Joaquín
les había platicado de su historia y todos querían entablar amistad con ella.
En la ciudad la gente la veía, pero no estaban seguros de que fuera ella ya que
por lo único con la que la identificaban era por sus ojos azules. Las personas
en la calle la saludaban y le sonreían a manera de que ella se sintiera bien y
empezara a abrirse poco a poco. Un día el viejo Joaquín decidió visitarla para
decirle que afuera había personas buenas y agradables las cuales estaban
dispuestas a aceptarla. Una vez en la entrada de la casa, el viejo pintor tocó la
puerta, después de un rato se escuchó la vos apenas audible de Azul.
- ¿Quién es?
Joaquín muy amablemente le respondió:
-Soy yo pequeña, el viejo Joaquín. Quería saber si me permites hablar contigo
un momento.
Azul muy despacio y tímidamente abrió la puerta y le indicó al hombre que
tomara asiento. Joaquín entró a la pequeña casa, se sentó en una pequeña y
polvorienta silla que Azul tenía en el comedor.
-Hija, como sabes, soy una de las pocas personas que te conoce aquí en la
ciudad. Y como ya debiste de haberte dado cuenta, aquí en Risolandia solo
reina la felicidad, la alegría y las risas; sé que para ti es muy difícil adaptarte
teniendo en cuenta todo lo que tuviste que pasar antes de llegar a esta ciudad.
Al ver que Azul no respondía, Joaquín prosiguió.
-Hay muchas personas interesadas en conocerte ya que saben todo lo que
pasaste, esas personas me pidieron de favor que hablara contigo para que
salgas más y conozcas a las personas que viven acá. También para que así
puedas entablar amistad y no estar tan sola en esta casa.
Después de un rato de sopesar las palabras de Don Joaquín, Azul le respondió:
-Como usted sabe Don Joaquín, mi corazón está lleno de rencor y tristeza por
lo que injustamente les sucedió a mis padres. Por esa razón yo me niego a ser
feliz, no tengo a ninguna persona por la cual sonreír o ponerme feliz.
Don Joaquín levantándose de la silla le dijo:
-Pero pequeña Azul, me tienes a mi y a las personas de esta ciudad. Se que hay
un rencor y tristeza muy profundos en tu corazón, pero si nos dejas conocerte
más, podemos ayudarte a cambiar y demostrarte que no todas las personas
tienen maldad.
-Tiene razón, soy consiente de que ellos no tienen la culpa de lo que me pasa y
que solo quieren ayudarme. Pero dígame, ¿cómo puedo empezar mi proceso
de ser una persona más sociable y amigable?
Joaquín le contesto:
-Yo y los demás te ayudaremos, solo con que salgas a pasear por el parque,
por el mercado o simplemente por las calles; le sonrías a los demás y los
saludes. Así lograras que los demás se fijen en ti y empiecen acercarse a ti
para hablar.
Azul lo cumplió, al día siguiente salió a pasear por las calles de Risolandia, a
sonreírle al mundo y tratar de entender lo maravilloso que es tener buenos
amigos. Con el tiempo Azul comprendió que no todo el mundo es malo, que
existe la bondad y la alegría, también comprendió que se puede salir adelante
a pesar de lo difícil que puede golpear la vida.

Fin.

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