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CUMBRE DE LA TIERRA (1992)

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (popularmente


conocida como la Cumbre de la Tierra), un total de 172 gobiernos aprobaron un ambicioso programa
de acción para el desarrollo sostenible global: la Agenda 21. Se trataba de un conjunto de
actuaciones específicas para detener la degradación ambiental del planeta, tanto a escala global
como local, y promover la recuperación del entorno natural y el bienestar humano.

Fue en la Cumbre de la Tierra donde se definió el concepto de desarrollo sostenible: “El tipo de
desarrollo que satisface las necesidades de la generación actual sin comprometer la capacidad de
las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.

Fue también aquí cuando nacieron las COP, es decir, las Conferencias de las Partes, cuya edición
número 26 se celebra ahora en Glasgow. En la Cumbre de la Tierra se aprobó la Convención Marco
sobre el Cambio Climático, que incluye una Conferencia de las Partes para ir siguiendo y
actualizando las estrategias relativas al clima. Ya se han celebrado 25 hasta ahora, pero muchas de
ellas apenas lograron avances. También surgió entonces el Convenio sobre Biodiversidad Biológica,
cuya Conferencia de las Partes se reúne también anualmente.

La Cumbre de la Tierra tiene en cuenta las cuestiones relacionadas con la salud, la vivienda, la
contaminación del aire, la gestión de los mares, bosques y montañas, la desertificación, la gestión de
los recursos hídricos y el saneamiento, la gestión de la agricultura, la gestión de residuos.
Sin embargo, también hay que decirlo: la mayoría de estos convenios no tuvieron carácter
vinculante, o sea, no se creó un marco legal que obligara a los países o partes a cumplirlos. Es por
esto, en parte, que luego de transcurridos casi treinta años, la mayoría de las metas no se ha
alcanzado.

1. La Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo

Se compone de 27 principios. Básicamente es una reafirmación de los 26 Principios de la


Declaración de Estocolmo, equiparable con la Declaración de los Derechos Humanos, orientada
hacia la normalización de las relaciones de los seres humanos con el medio ambiente. Fue
establecida en la Primera Cumbre de la Tierra, también conocida como «Conferencia de Naciones
Unidas sobre el Medio Humano», organizada en 1972 por iniciativa de Suecia, en conjunto con la
ONU.

2. La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático

Uno de los logros más destacados de la Cumbre de Río fue el establecimiento de la Convención
Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC),que entró en vigor en marzo de
1994, con la premisa de reforzar la conciencia pública a escala mundial sobre los problemas
relativos al cambio climático. Entre los objetivos de la CMNUCC se destaca la necesidad de
estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera para impedir
riesgos en el sistema climático.
3. La creación de las COP, conferencias climáticas anuales

Se acordó la creación de la COP, Conferencia de las Partes, como el órgano supremo de la


CMNUCC y la asociación de todos los países y partes que la conforman. Ya no habría que esperar
diez o veinte años para la siguiente reunión climática, puesto que se decidió que la realización de la
COP sería anual, lo cual se ha cumplido al pie de la letra. En las COP intervienen expertos en
medioambiente, ministros, jefes de estado y organizaciones no gubernamentales.

La última COP fue la COP25 organizada por Chile en 2019 y efectuada en Madrid. La próxima será
la COP26, que se realizará en Glasgow a finales de 2020. Se espera que en la ciudad escocesa se
active el Acuerdo de París.

4. Declaración de principios relativos a los bosques.

La Declaración de principios para la ordenación sostenible de los bosques, aunque no tiene fuerza
jurídica vinculante, dispone: «Todos los países, en especial los países desarrollados, deberían
esforzarse por reverdecer la Tierra mediante la reforestación y la conservación forestal; que los
Estados tienen derecho a desarrollar sus bosques conforme a sus necesidades socioeconómicas, y
que deben aportarse a los países en desarrollo recursos financieros destinados concretamente a
establecer programas de conservación forestal con miras a promover una política económica y social
de sustitución».

5. Convención de la lucha contra la desertificación.

En la Cumbre de Río se trató el problema de la desertificación, que desde hace tiempo viene
tomando características alarmantes. En Río se adelantó acerca de cómo hacer frente al problema y
se apoyó un nuevo enfoque integrado sobre el mismo. Entró en vigor el 26 de diciembre de 1996”. El
extenso documento de la ONU, «Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la
desertificación en los países afectados por la sequía grave o la desertificación, en particular en
África«, consta de 6 partes, 40 artículos y decenas de secciones y numerales.

6. Convenio sobre la Diversidad Biológica.

El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) es un tratado internacional jurídicamente vinculante


con tres objetivos principales: «la conservación de la diversidad biológica, la utilización sostenible de
sus componentes y la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la
utilización de los recursos genéticos. Su objetivo general es promover medidas que conduzcan a un
futuro sostenible».

7. El Programa 21. Plan de acción mundial para promover el desarrollo sostenible.

El Programa 21, también conocido como Agenda 21, contiene más de 2.500 recomendaciones
prácticas. En él se abordan los problemas más urgentes. «Su objetivo es preparar al mundo para los
retos del próximo siglo. Incluye propuestas concretas en cuestiones sociales y económicas, como la
lucha contra la pobreza, la evolución de los modelos de producción y consumo, la dinámica
demográfica, la conservación y ordenación de nuestros recursos naturales, la protección de la
atmósfera, los océanos y la diversidad biológica, la prevención de la deforestación y el fomento de la
agricultura sostenible.»

Críticas a la Cumbre de Río

En un largo artículo titulado «El discreto encanto de la cumbre de la Tierra. Evaluación impresionista
de Río92» escrito luego de la Cumbre por Roberto Guimaraes, el politólogo brasileño, investigador
de la División de Desarrollo Social de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América
Latina y el Caribe (CEPAL), indica:

«En términos generales, todos los acuerdos adoptados en la Río-92 produjeron más frustración que
satisfacción entre los observadores. La convención sobre cambios climáticos, por ejemplo, era el
documento más esperado de la conferencia; y no sin motivo, puesto que la convención había sido
originalmente formulada para eliminar, o por lo menos frenar, los procesos que contribuyen al
incremento de las temperaturas promedio de la atmósfera y el aumento del nivel de los océanos,
evitando así los impactos negativos para la agricultura y las áreas costeras. Las altas expectativas
respecto de esa convención sólo son comparables con el nivel de frustración generalizada con que
ha sido recibido el texto final. Constituye, de hecho, el más grande fracaso de Río. Su texto se ha
visto tan «aguado» en las discusiones previas, que el documento finalmente aprobado perdió mucha
de su fuerza original, y se asemeja más a una simple declaración de intenciones. En lugar de
adoptar medidas urgentes en esa área, el texto actual tan solo «recomienda» la estabilización de las
emisiones de dióxido de carbono (CO2) a los niveles existentes en 1990. Aun así, no fija plazos para
que tal estabilización se haga efectiva.»

Otras pruebas de que los compromisos adquiridos en las conferencias climáticas no se cumplen

El incremento constante de la temperatura mundial

Las PPM, partes por millón de dióxido de carbono, presentes en la atmósfera desde hace cientos de
millones de años, han producido el efecto invernadero natural de la Tierra, característica que ha
permitido la vida en nuestro planeta, debido a su cualidad de mantener una temperatura bastante
constante. Pero las emisiones de CO2 antropogénicas aumentan la cantidad de PPM en la
atmósfera de un modo no natural, incrementando el calentamiento global y su efecto el cambio
climático. Solo en este siglo XXI la temperatura mundial ha marcado 17 récords por esta causa.

El continuo aumento de las PPM en la atmósfera

Las PPM en la atmósfera no han cesado de crecer en casi tres siglos y en especial desde la
finalización de la Segunda Guerra Mundial.

En 1750, a inicios de la Revolución Industrial, se contabilizaban en 280 PPM. Cuando transcurría la


Conferencia de Estocolmo, en 1972, se encontraban en 330 PPM. Veinte años después, durante la
Cumbre de Río-92 ya había alcanzado 360 PPM. La marca psicológica de 400 PPM se rompió en
2016 y desde entonces ha subido a 415 PPM, cifra del 19 de mayo de 2019, proporcionada por
Observatorio de Mauna Loa, con sede en Hawái. Incrementos como éstos no habían sucedido en la
Tierra desde hace millones de años. Mientras las PPM sigan aumentando la temperatura también lo
hará.

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