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C AP ÍTULO 1

¿Qué es la
literatura?

Ilustración de Brenda Queirolo

Etimológicamente la palabra literatura deriva del latín "litterae",


que significa letra o escritura. Esto nos aproxima a su definición: la literatura es
el arte que utiliza la palabra como medio de expresión porque la palabra es su
materia prima.
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Tomando un concepto más general y de fondo, diremos que la
LENGUA Y LITERATURA 1 · PRIMERA PARTE

literatura es una práctica humana, una construcción social de naturaleza


artística. Es por lo tanto un hecho, la manifestación de un pueblo que refleja su
cultura.
Cuando hablamos de literatura, hacemos referencia a un tipo de
expresión artística que se fundamenta, principalmente, en el uso del lenguaje
oral y el lenguaje escrito. En este sentido, el autor de las obras literarias usa la
palabra como el medio que le servirá para la expresión de un sentimiento, sueño,
deseo, idea, acontecimiento o experiencia, que bien puede ser real o ficticia.
LENGUA Y LITERATURA 1 · PRIMERA PARTE CAPÍTULO 1: ¿QUÉ ES LA LITERATURA? 5

Géneros literarios
La literatura se clasifica en tres grandes géneros literarios:

Género Características

!! Tiene un narrador

!! Marco: personaje, tiempo y lugar.


Narrativo
!! Suceso: situación inicial, complicación y resolución.

!! Generalmente, predominan los verbos en pasado

!! Vocablo griego que significa acción representación.

Dramático !! Tiene acotaciones teatrales porque está escrito para ser representado.

!! El nombre del personaje está delante del parlamento.

!! Predomina la adjetivación.

Lírico !! Hay un YO y TÚ LÍRICOS.

!! No avanza en la información.

Ilustración de
Avril Tapia Soto

ESCUELAS TÉCNICAS RAGGIO


6 CAPÍTULO 1: ¿QUÉ ES LA LITERATURA? LENGUA Y LITERATURA 1 · PRIMERA PARTE

Actividad 1

Leer los siguientes textos y determinar a qué género literario pertenecen y


por qué.

Ahuyentemos el tiempo, amor...

Ahuyentemos el tiempo, amor,


que ya no exista;
esos minutos largos que desfilan pesados
cuando no estás conmigo
y estás en todas partes
sin estar pero estando.
Me dolés en el cuerpo,
me acariciás el pelo
y no estás
y estás cerca,
te siento levantarte
desde el aire llenarme
pero estoy sola, amor,
y este estarte viendo
sin que estés,
me hace sentirme a veces
como una leona herida,
me retuerzo
doy vueltas
te busco
y no estás
y estás
allí
tan cerca

##Autora: Gioconda Belli

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LENGUA Y LITERATURA 1 · PRIMERA PARTE CAPÍTULO 1: ¿QUÉ ES LA LITERATURA? 7

El veneno de la Moriana

Madrugaba don Alonso


a poco del sol salido;
convidando va a su boda
a los parientes y amigos;
a la puerta de Moriana
sofrenaba su rocino:
—Buenos días, Moriana.
—Don Alonso, bien venido.
—Vengo a brindarte, Moriana,
para mi boda el domingo.
—Esas bodas, don Alonso,
debieran de ser conmigo;
pero ya que no lo sean,
igual el convite estimo,
y en prueba de la amistad
beberás del fresco vino,
el que solías beber
dentro mi cuarto florido.
Moriana, muy ligera
en su cuarto se ha metido;
tres onzas de solimán
con el acero han molido,
de la víbora los ojos,
sangre de un alacrán vivo:
—Bebe, bebe, don Alonso,
bebe de este fresco vino.
—Bebe primero, Moriana,
que así está puesto en estilo.
Ilustración de
Levantó el vaso Moriana,
Paloma Romero Medina
lo puso en sus labios finos;
los dientes tiene menudos,
gota adentro no ha vertido.
Don Alonso, como es mozo,
maldita gota ha perdido.
—¿Qué me diste, Moriana,
¿qué me diste en este vino?
¡Las riendas tengo en la mano
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8 CAPÍTULO 1: ¿QUÉ ES LA LITERATURA? LENGUA Y LITERATURA 1 · PRIMERA PARTE

y no veo a mi rocino!
—Vuelve a casa, don Alonso,
que el día ya va corrido
y se celará tu esposa
si quedas acá conmigo.
—¿Qué me diste, Moriana,
que pierdo todo el sentido?
¡Sáname de este veneno,
yo me he de casar contigo!
—No puede ser, don Alonso,
que el corazón te ha partido.
—¡Desdichada de mi madre
que ya no me verá vivo!
—Más desdichada la mía
desde que te hube conocido.
—Más desdichada la mía
desde que te hube conocido.

##Texto anónimo

Residuos

Un hombre y una mujer se encuentran en el palier cada uno con su bolsa de residuos.
Es la primera vez que se hablan.
—Buen día.
—Buen día.
—Usted es del 610.
—Y usted del 612.
—Sí.
—Todavía no lo conocía personalmente...
—Ajá...
—Disculpe mi indiscreción, pero he visto sus bolsas de residuos...
—¿Mi qué?
—Sus residuos.
—Ah...
—Noté que nunca es mucho. Su familia debe ser chica...
—La verdad, soy solo yo.
—Mmmm. Vi también que usa mucha comida en lata.

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LENGUA Y LITERATURA 1 · PRIMERA PARTE CAPÍTULO 1: ¿QUÉ ES LA LITERATURA? 9

—Es que tengo que hacerme la comida. Y como no sé cocinar...


—Entiendo.
—Usted también...
—Tratame de vos.
—Vos también, perdoná mi indiscreción, pero vi algunos restos de comida en tus
bolsas. Champiñones, cosas por el estilo...
—Es que me gusta mucho cocinar. Hacer platos diferentes. Pero como vivo sola,
a veces sobra...
—¿Usted... vos no tenés familia?
—Tengo, pero no aquí.
—En Espíritu Santo.
—¿Cómo sabés?
—Vi unos sobres en la basura. De Espíritu Santo.
—Sí. Mamá escribe todas las semanas.
—¿Ella es maestra?
—¡Qué increíble! ¿Cómo fue que adivinaste?
—Por la letra en el sobre. Me pareció letra de maestra.
—Usted no recibe muchas cartas. A juzgar por sus residuos…
—Y…no.
—El otro día tenía un telegrama abollado.
—Sí.
—¿Malas noticias?

Ilustración de
Avril Tapia Soto

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10 CAPÍTULO 1: ¿QUÉ ES LA LITERATURA? LENGUA Y LITERATURA 1 · PRIMERA PARTE

—Mi padre. Murió.


—Lo siento mucho.
—Ya estaba muy viejito. Allá en el Sur. Hace tiempo que no nos veíamos.
—¿Fue por eso que volviste a fumar?
—¿Cómo sabés?
—De un día para otro comenzaron a aparecer en tu basura etiquetas de cigarrillos.
—Es cierto. Pero conseguí dejar otra vez.
—Yo, gracias a Dios, nunca fumé.
—Ya sé. Pero he visto frasquitos de pastillas en tu basura...
—Tranquilizantes. Fue una etapa. Ya pasó.
—¿Te peleaste con tu novio, no es cierto?
—¿Eso también lo descubriste en la basura?
—Primero el ramo de flores con la tarjeta, arrojado afuera. Después, muchos pa-
ñuelos de papel.
—Sí, lloré bastante, pero ya pasó.
—Pero hoy todavía veo unos pañuelitos...
—Es que estoy un poco resfriada.
—Ah.
—Muchas veces veo revistas de palabras cruzadas en tus bolsas.
—Sí..., es que…me quedo mucho en casa. No salgo mucho, sabés.
—¿Novia?
—No.
—Pero hace algunos días había una foto de una mujer en tus bolsas. Y muy bonita.
—Estuve limpiando unos cajones. Cosas viejas.
—Pero no rompiste la foto. Eso significa que, en el fondo, querés que ella vuelva.
—¡Vos estás analizando mis residuos!
—No puedo negar que me interesaron.
—Qué gracioso. Cuando examiné tus bolsas, pensé que me gustaría conocerte.
Creo que fue por la poesía.
—¡No! ¿Vos viste mis poemas?
—Los vi y me gustaron mucho.
—¡Pero son malísimos!
—Si realmente creyeras que son malos, los habrías roto. Solamente estaban
doblados.
—Si hubiera sabido que los ibas a leer...
—No me los quedé porque, a fin de cuentas, estaría robando. A ver, no sé; lo que
alguien tira a la basura ¿sigue siendo de su propiedad?
—Creo que no. La basura es de dominio público.

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LENGUA Y LITERATURA 1 · PRIMERA PARTE CAPÍTULO 1: ¿QUÉ ES LA LITERATURA? 11

—Tenés razón. A través de la basura, lo particular se hace público. Lo que sobra de


nuestra vida privada se integra con las sobras de los otros. Es comunitario, es nuestra
parte más social. ¿Será así?
—Bueno, ya estás profundizando demasiado en el tema de la basura. Creo que...
—Ayer, en tus residuos... MÁS PARA LEER
—¿Qué?
Para seguir leyendo,
—¿Me equivoco o eran cáscaras de camarones?
cliqueá en la manito
—Acertaste. Compré unos camarones grandes y los pelé.
o escaneá el código.
—¡Me encantan los camarones!
—Los pelé, pero todavía no los comí. Quizás podríamos… XXBiografía de
—¿Cenar juntos? Luis Veríssimo
—Claro.
—No quiero darte trabajo.
—No es ningún trabajo.
—Se te va a ensuciar la cocina.
—no es nada. En seguida se limpia todo y se tiran los restos.
—¿En tu bolsa o en la mía?

##Autor: Luis F. Veríssimo

Espejito, espejito

(La Reina Mala del cuento de Blancanieves está sentada frente al espejo al que suele
consultar.)

REINA MALA. Espejito, espejito, ¿quién es más linda que yo? (Espera.) ¿Quién? (Enfure-
ciéndose.) ¿Quién? (Furiosa.) ¡Ah, estoy harta! Hace dos años que estamos en esto
y mi paciencia llegó al límite. Voy a repetirte la pregunta y quiero que me respon-
das con total claridad. En voz bien alta, modulando correctamente las palabras...
Bien. (Infantil.) Espejito, espejito, ¿quién es más linda que yo? (Larga espera. Luego
furia.) ¡Pero será posible! ¡Si se murió! ¡Blancanieves se murió! ¡La enterraron los
enanos! (Escucha.) ¿Qué? ¿Qué Príncipe Azul? ¡No, si tenía que ser ese infeliz! ¿Y
dónde viven? ¿Y eso por dónde es? Ah, ¡pero si es lejísimo! Yo no voy a ir otra vez
disfrazada de anciana como una idiota, haciéndome la vendedora de manzanas...
No, no y no. No, te estoy diciendo. Cuando digo que no es no. Es que no sabes todo
lo que me pasó en el camino la otra vez. Como los pícaros me veían tan vieja y
achacosa, me robaban manzanas envenenadas de la canasta... ¡Envenené a medio
Reino! Al carretero, a los ladrones del monte, a un pájaro carpintero que se hizo el

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12 CAPÍTULO 1: ¿QUÉ ES LA LITERATURA? LENGUA Y LITERATURA 1 · PRIMERA PARTE

gracioso y me picoteó la fruta... ¡Todos esos esfuer-


zos para que me digas que fue ese tarado y la des-
pertó con un beso! ¡Con un beso, si es de no creer!
¿Qué necesidad tiene él de andar besuqueándose
con cuanto cadáver encuentra en el camino? (Un
tiempo.) No, ya sé. ¡Te estoy diciendo que no vol-
veré! ¡No! (Escucha.) ¿Cómo que ella también?
No comprendo. ¿Cómo que te pagará mejor suel-
do? (Furiosa.) ¿De qué demonios estás hablando,
Espejito? (Escucha.) ¿Te vas? ¿Te vas al Palacio de
Blancanieves? De modo que me abandonas. (Furia
helada.) Muy bien. No, no, me parece bien. Yo es-
toy a favor del libre mercado. Ahí está el paño de
limpieza que te pertenece y el jabón de lavado del
azogue, puedes llevártelo, a ver si ella te friega me-
jor que yo... (Camina en dirección contraria al espejo,
luego se vuelve, bruscamente lo toma y lo lanza con-
tra el piso; luego le salta encima y lo pisotea en un
arrebato de rabia.) ¡Ahí tienes! ¡Traidor! (Ella busca
una capa negra que le llega hasta los pies y una ca-
nasta.) Bueno, ahí vamos otra vez a venderle a esta
tonta las benditas manzanas..., qué paciencia hay
que tener por la belleza...
Ilustración de Paloma (Apagón.)
Romero Medina
##Texto: Patricia Suárez

Actividad 2

Luego de la lectura de los textos anteriores, responder las siguientes


preguntas:

a. ¿De qué tratan los textos?


b. ¿Cuál es la diferencia entre ellos?
c. ¿Qué aspectos de la época en que fueron escritos se pueden observar?
d. ¿Qué refleja la frase: “como una leona herida”? ¿Cómo se llama ese recurso?

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LENGUA Y LITERATURA 1 · PRIMERA PARTE CAPÍTULO 1: ¿QUÉ ES LA LITERATURA? 13

Tipos textuales
Pueden denominarse también como tramas, superestructuras, textos base, etcétera.
Existe una clasificación más amplia, pero para la escuela secundaria se seleccionan
cinco tipos:

Tipo textual Características Se encuentra en...

Narrativo Cuenta una historia, por eso Novela, cuento, mito, leyenda,
tiene un narrador. Podemos crónica policial, anécdota.
distinguir un marco y suceso.

Descriptivo Presenta las cualidades o detalles Aviso clasificado, retrato,


de un objeto, persona, idea, diccionario, poesía lírica.
etcétera.

Expositivo- Desarrolla un tema puntual, Clase, manual de Historia, folleto


Explicativo pormenorizadamente. Responde explicativo, noticia científica.
a una pregunta autoformulada o
heteroformulada. Predomina el
tiempo presente.

Dialogal Hay intercalación de voces. Conversación, entrevista, obra de


teatro, chat.

Argumentativo Intenta convencer mediante Propaganda, publicidad, libros de


argumentos. investigación.

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14 CAPÍTULO 1: ¿QUÉ ES LA LITERATURA? LENGUA Y LITERATURA 1 · PRIMERA PARTE

Otro tipo muy enseñado en la primaria es el INSTRUCTIVO como las recetas de cocina
o los manuales que traen los electrodomésticos.

RECETA DE DULCE DE LECHE 3. Volver al fuego mínimo por 3 horas.


INGREDIENTES Agregar canicas o un plato para que
• Leche entera: 1 litro con el hervor haga el efecto de re-
• Esencia de vainilla: 1 cdta. volver constantemente. Para saber
• Azúcar: 250 cc. cuándo está hecho, poner en un
• Bicarbonato de sodio: 1 cdta. plato un poco y si no se une al pasar
• Manteca: 1 cda. el dedo está listo.
4. Retirar del fuego y mezclar con la
manteca para que le dé brillo.

PREPARACIÓN
1. Mezclar la leche tibia con el azúcar y
la esencia de vainilla.
2. Agregar el bicarbonato luego del
primer hervor retirando la olla del
fuego. Mezclar.

Actividad 3

Luego de la lectura del texto anterior, responder lo siguiente: ¿qué tipo


textual predomina? ¿Por qué?

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LENGUA Y LITERATURA 1 · PRIMERA PARTE CAPÍTULO 1: ¿QUÉ ES LA LITERATURA? 15

Actividad 4

Unir con flechas:

1. ¿Todas las arañas son peligrosas


para los hombres? Pues bien, la mayoría
de las arañas no son peligrosas para los
hombres. Incluso las temidas tarántulas
no provocan mucho más que una infla- Predomina el tipo textual narrativo.
mación en el lugar en el que pican, aun-
que puede ser un problema para los más
chicos o para la gente que está enferma.
Las que sí son realmente peligrosas para
todo el mundo son la viuda negra y el
monje dorado. Son reconocibles porque
tienen en el abdomen una mancha na-
ranja, con forma de reloj de arena, y una
mancha dorada, con forma de violín, res-
pectivamente.

Predomina el tipo textual descriptivo.

2. Las arañas son los miembros más


conocidos del grupo de los arácnidos pul-
monados. Son artrópodos, como los in-
sectos. Poseen cuatro pares patas. Su ab-
domen abultado segrega un hilo sedoso.

3. Jack estaba en su laboratorio inves-


tigando las arañas cuando, de pronto, un
extraño ruido lo desconcertó y se disper- Predomina el tipo textual expositivo-
só. Una de las arañas logró liberarse de su explicativo.
trampa química y lo atacó, dejándole una
marca que jamás podría olvidar.

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16 CAPÍTULO 1: ¿QUÉ ES LA LITERATURA? LENGUA Y LITERATURA 1 · PRIMERA PARTE

Actividad 5

Leer el texto de Rosa Montero y explicar a qué tipo textual pertenece.

Nosotras y ellos

El lenguaje, sobre todo el lenguaje, he aquí el abismo fundamental que nos separa.
Porque nosotras hablamos demasiado y ellos hablan muy poco. Porque ellos ja-
más dicen lo que nosotras queremos oír, y lo que nosotras decimos les abruma. Por-
que nosotras necesitamos poner en palabras nuestros sentimientos y ellos no saben
nombrar nunca lo que sienten. Porque a ellos les aterra hablar de sus emociones, y a
nosotras nos espanta no poder compartir nuestras emociones verbalmente. Porque
lo que ellos dicen no es lo que nosotras escuchamos, y lo que ellos escuchan no es lo
que nosotras hemos dicho. Por todos estos malentendidos y muchos otros, la comu-
nicación entre sexos es un perpetuo desencuentro.

##Autora: Rosa Montero

Ilustración de
Avril Tapia Soto

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El vestido de terciopelo

Por Silvina Ocampo

Sudando, secándonos la frente con pañuelos, que humedecimos en la fuente de la


Recoleta, llegamos a esa casa, con jardín, de la calle Ayacucho. ¡Qué risa!
Subimos en el ascensor al cuarto piso. Yo estaba malhumorada, porque no quería salir,
pues mi vestido estaba sucio y pensaba dedicar la tarde a lavar y a planchar la colcha de mi camita.
Tocamos el timbre, nos abrieron la puerta y entramos. Casilda y yo, en la casa, con el paquete.
Casilda es modista. Vivimos en Burzaco y nuestros viajes a la capital la enferman, sobre todo
cuando tenemos que ir al barrio norte, que queda tan a trasmano. De inmediato Casilda pidió un
vaso de agua a la sirvienta para tomar la aspirina que llevaba en el monedero. La aspirina cayó al
suelo con vaso y monedero. ¡Qué risa!
Subimos una escalera alfombrada (olía a naftalina), precedidas por la sirvienta, que nos
hizo pasar al dormitorio de la señora Cornelia Catalpina, cuyo nombre fue un martirio para mi
memoria. El dormitorio era todo rojo, con cortinajes blancos y había espejos con marcos dorados.
Durante un siglo esperamos que la señora llegara del cuarto contiguo, donde la oíamos hacer
gárgaras y discutir con voces diferentes. Entró su perfume y después de unos instantes, ella con
otro perfume. Quejándose, nos saludó:
–¡Qué suerte tienen ustedes de vivir en las afueras de Buenos Aires! Allí no hay hollín, por
lo menos. Habrá perros rabiosos y quema de basuras... Miren la colcha de mi cama. ¿Ustedes
creen que es gris? No. Es blanca. Un campo de nieve –me tomó del mentón y agregó–: No te
preocupan estas cosas. ¡Qué edad feliz! Ocho años tienes, ¿verdad? –y dirigiéndose a Casilda,
agregó–: ¿Por qué no le coloca una piedra sobre la cabeza para que no crezca? De la edad de
nuestros hijos depende nuestra juventud.
Todo el mundo creía que mi amiga Casilda era mi mamá. ¡Qué risa!

–Señora, ¿quiere probarse? –dijo Casilda, abriendo el paquete que estaba prendido con
alfileres. Me ordenó: –Alcanza de mi cartera los alfileres.

–¡Probarse! ¡Es mi tortura! ¡Si alguien se probara los vestidos por mí, qué feliz sería! Me
cansa tanto.

La señora se desvistió y Casilda trató de ponerle el vestido de terciopelo.

–¿Para cuándo el viaje, señora? –le dijo para distraerla.

La señora no podía contestar. El vestido no pasaba por sus hombros: algo lo detenía en el
cuello. ¡Qué risa!

–El terciopelo se pega mucho, señora, y hoy hace calor. Pongámosle un poquito de talco.

–Sáquemelo, que me asfixio –exclamó la señora.


Casilda le quitó el vestido y la señora se sentó sobre el sillón, a punto de desvanecerse.

–¿Para cuándo será el viaje, señora? –volvió a preguntar Casilda para distraerla.

–Me iré en cualquier momento. Hoy día, con los aviones, uno se va cuando quiere. El
vestido tendrá que estar listo. Pensar que allí hay nieve. Todo es blanco, limpio y brillante.

–Se va a París, ¿no?

–Iré también a Italia.

–¿Vuelve a probarse el vestido, señora? En seguida terminamos.

La señora asintió dando un suspiro.

–Levante los dos brazos para que pasemos primero las dos mangas –dijo Casilda, tomando
el vestido y poniéndoselo de nuevo.

Durante algunos segundos Casilda trató inútilmente de bajar la falda, para que resbalara
sobre las caderas de la señora. Yo la ayudaba lo mejor que podía. Finalmente consiguió ponerle el
vestido. Durante unos instantes la señora descansó extenuada, sobre el sillón; luego se puso de
pie para mirarse en el espejo. ¡El vestido era precioso y complicado! Un dragón bordado de
lentejuelas negras brillaba sobre el lado izquierdo de la bata. Casilda se arrodilló, mirándola en el
espejo, y le redondeó el ruedo de la falda. Luego se puso de pie y comenzó a colocar alfileres en
los dobleces de la bata, en el cuello, en las mangas. Yo tocaba el terciopelo: era áspero cuando
pasaba la mano para un lado y suave cuando la pasaba para el otro. El contacto de la felpa hacía
rechinar mis dientes. Los alfileres caían sobre el piso de madera y yo los recogía religiosamente
uno por uno. ¡Qué risa!

–¡Qué vestido! Creo que no hay otro modelo tan precioso en todo Buenos Aires –dijo
Casilda, dejando caer un alfiler que tenía entre sus dientes–-. ¿No le agrada, señora?

–Muchísimo. El terciopelo es el género que más me gusta. Los géneros son como las flores:
uno tiene sus preferencias. Yo comparo el terciopelo a los nardos.

–¿Le gusta el nardo? Es tan triste –protestó Casilda.

–El nardo es mi flor preferida, y sin embargo me hace daño. Cuando aspiro su olor me
descompongo. El terciopelo hace rechinar mis dientes, me eriza, como me erizaban los guantes de
hilo en la infancia y, sin embargo, para mí no hay en el mundo otro género comparable. Sentir su
suavidad en mi mano me atrae aunque a veces me repugne. ¡Qué mujer está mejor vestida que
aquella que se viste de terciopelo negro! Ni un cuello de puntilla le hace falta, ni un collar de
perlas; todo estaría de más. El terciopelo se basta a sí mismo. Es suntuoso y es sobrio.
Cuando terminó de hablar, la señora respiraba con dificultad. El dragón también. Casilda tomó un
diario que estaba sobre una mesa y la abanicó, pero la señora la detuvo, pidiéndole que no le
echara aire, porque el aire le hacía mal. ¡Qué risa!

En la calle oí gritos de los vendedores ambulantes. ¿Qué vendían? ¿Frutas, helados, tal vez? El
silbato del afilador y el tilín del barquillero recorrían también la calle. No corrí a la ventana, para
curiosear, como otras veces. No me cansaba de contemplar las pruebas de este vestido con un
dragón de lentejuelas. La señora volvió a ponerse de pie y se detuvo de nuevo frente al espejo
tambaleando. El dragón de lentejuelas también tambaleó. El vestido ya no tenía casi ningún
defecto, sólo un imperceptible frunce debajo de los dos brazos. Casilda volvió a tomar los alfileres
para colocarlos peligrosamente en aquellas arrugas de género sobrenatural, que sobraban.

–Cuando seas grande –me dijo la señora– te gustará llevar un vestido de terciopelo, ¿no es cierto?

–Sí –respondí, y sentí que el terciopelo de ese vestido me estrangulaba el cuello con manos
enguantadas. ¡Qué risa!

–Ahora me quitaré el vestido –dijo la señora.

Casilda la ayudó a quitárselo tomándolo del ruedo de la falda con las dos manos. Forcejeó
inútilmente durante algunos segundos, hasta que volvió a acomodarle el vestido.

–Tendré que dormir con él –dijo la señora, frente al espejo, mirando su rostro pálido y el dragón
que temblaba sobre los latidos de su corazón–. Es maravilloso el terciopelo, pero pesa –llevó la
mano a la frente–. Es una cárcel. ¿Cómo salir? Deberían hacerse vestidos de telas inmateriales
como el aire, la luz o el agua.

–Yo le aconsejé la seda natural –protestó Casilda.

La señora cayó al suelo y el dragón se retorció. Casilda se inclinó sobre su cuerpo hasta que el
dragón quedó inmóvil. Acaricié de nuevo el terciopelo que parecía un animal. Casilda dijo
melancólicamente:

–Ha muerto. ¡Me costó tanto hacer este vestido! ¡Me costó tanto, tanto!

–¡Qué risa!

(de La furia, 1959)

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