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La injerencia extranjera en las elecciones en México

La injerencia extranjera en las elecciones en México


Como una respuesta a las crecientes desigualdades, al agravamiento de la
pobreza y el atraso de nuestros países provocado todo ello por la crisis
estructural del capitalismo de las últimas décadas del siglo XX y la
introducción de las políticas neoliberales y sus efectos nocivos en los
pueblos, entre 1999 y 2011 en América Latina y el Caribe surgieron
gobiernos progresistas. En diversos países como Venezuela, Brasil,
Argentina, República Dominicana, Panamá, Uruguay, Bolivia, Honduras,
Ecuador, Paraguay, Guatemala, El Salvador y Perú, se instauran gobiernos
que intentan una política a favor de sus pueblos y por la soberanía. Con
excepción de Venezuela ─sometida actualmente a despojos y bloqueo por
el imperialismo─, esos gobiernos fueron derrotados por la derecha, siendo
la mayoría de ellos derribados mediante golpes de estado, utilizando
instrumentos judiciales o legislativos. Se desarrolla entonces una segunda
ola de guerra sucia, en ocasiones con intervención de las fuerzas armadas
(Bolivia en 2019),
En algunos de aquellos países la derrota ocurrió en buena parte como
consecuencia del desdén o incapacidad de los partidos en el gobierno para
lograr su vinculación con las organizaciones populares y para convertir las
alianzas electorales en movimientos políticos en torno a la unidad del
pueblo. En todos los casos la regresión en contra de los movimientos
populares progresistas ocurrió con el apoyo de la derecha internacional,
agencias del gobierno de Estados Unidos y el beneplácito o la intromisión
de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Un segundo momento de impulso al triunfo de gobiernos progresistas se
da en 2018 con el triunfo electoral en México de Andrés Manuel López
Obrador. En Argentina (2019-2023), un amplio movimiento triunfa sobre la
derecha pero el nuevo gobierno queda financieramente atrapado, sujeto a
fuertes presiones por el Fondo Monetario Internacional, que representaron
serios obstáculos y dieron paso en 2023 al ascenso de la derecha
extremista al gobierno; En Perú (2021), el movimiento indígena y popular
triunfa pero su gobierno pronto es depuesto por un golpe de Estado
legislativo; en Honduras (2022), un movimiento popular triunfa con el
ascenso de Xiomara Castro; en Chile (2022), un movimiento progresista
llega al gobierno, sin embargo su triunfo es limitado por la mayoría que
ejerce la derecha en el Congreso; nuevamente en Bolivia (2022) y, por
primera vez, en Colombia (2022) se producen triunfos históricos; en Brasil
regresan las fuerzas progresistas nuevamente con Lula a la cabeza (2022);

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La injerencia extranjera en las elecciones en México

y en Guatemala por fin logra un triunfo electoral un amplio frente progresista


(2024).
Como ha ocurrido siempre, la derecha internacional, algunas
dependencias de gobierno de países imperialistas y sus aliados, y
organismos internacionales subordinados al imperialismo y al capital, unen
esfuerzos para frenar y eliminar en nuestros países todo intento de ejercicio
soberano. Aprovechan al máximo los errores de los gobiernos progresistas y de
izquierda, así como la falta de organización y unidad de las fuerzas populares.

Preservar y profundizar el proceso de transformación que


impulsa el pueblo de México, esencial para toda Nuestra
América
En México, después de 36 años de seis gobiernos neoliberales
consecutivos ─tres de ellos producto de guerra sucia e incuestionables
fraudes electorales─, en julio de 2018 el pueblo rechaza la devastación del
país y la precarización de las condiciones de vida y trabajo que habían
generado las políticas neoliberales y votó por Andrés Manuel López
Obrador, quien en las dos elecciones previas había padecido fraudes
electorales mediante una costosa guerra sucia y el control de todas las
instituciones mediáticas y electorales por parte de la oligarquía y la derecha
beneficiaria de las amplias políticas de corrupción auspiciadas desde los
gobiernos neoliberales.
Ahora, en el último año del actual gobierno, sometido desde su inicio a
campañas de descrédito, y de cara a la elección federal (poderes Ejecutivo
y Legislativo), la derecha, sin propuesta política y económica clara y
coherente, despliega su propaganda con base en mentiras,
descalificaciones, denostación, odio y engaños, en un intento por dañar la
figura y el prestigio del presidente López Obrador y disminuir la intención de
voto claramente favorable ahora a la candidata Claudia Sheinbaum que se
propone continuar con el proceso de transformación de nuestro país.
Sin embargo, para evitar el triunfo de las fuerzas populares y que la
transformación en marcha se profundice, ahora es evidente una descarada
injerencia extranjera de la derecha y el imperialismo en el proceso electoral
en México. Muestra de ello:
• El abierto financiamiento de la USAID a organismos de la supuesta
sociedad civil, tal como, entre otros, Mexicanos Contra la Corrupción.

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La injerencia extranjera en las elecciones en México

• La campaña de descrédito, orquestada por el periódico


norteamericano The New York Times, la DEA y la agencia de
«periodismo de investigación» ProPublica, en la que se vincula al
Presidente con organizaciones de narcotraficantes, utilizando rumores
y acusaciones sin fundamento, vínculo que han empleado para
descalificar a la candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia.
• El apoyo al frustrado precandidato de la ultraderecha local, Eduardo
Verástegui, por parte de la derecha internacional (Trump, Bolsonaro,
Milei, Aznar).
• En el contexto de la campaña electoral en Estados Unidos, políticos
norteamericanos han emitido declaraciones injerencistas y ofensivas a
nuestro país sobre temas de migración y narcotráfico, declaraciones
que la derecha local ha utilizado en su campaña contra el gobierno y
la candidata de Morena, Partido del Trabajo y Partido Verde Ecologista
de México.
• La acción de grupos monopólicos con intereses en nuestro país, sobre
todo en áreas como la energía (petróleo y electricidad) y los
agroquímicos, entre otros, con sus cabilderos y abogados para influir
en decisiones del Congreso y de la Suprema Corte de Justicia, en
contra de intereses de la nación.
• La guerra sucia que mediante cientos de miles de mensajes en redes
sociales se despliega contra el presidente López Obrador y la
candidata Claudia Sheinbaum Pardo, orquestada por la derechista
Atlas Network.
• El cobijo en el Instituto México, del Centro Wilson, en Washington, a la
candidata Xóchitl Gálvez, ante quienes fue a criticar al gobierno de
México.
• La presencia de la diputada española Cayetana Álvarez de Toledo y
Peralta-Ramos, del Partido Popular, invitada por el oligarca Ricardo
Salinas Pliego a un foro en Puebla, en el que criticó al presidente
López Obrador y a su gobierno, en franco apoyo a la candidata de la
derecha a la presidencia del país.
• El abierto ofrecimiento de Vox, partido de la ultraderecha española,
para asesorar a la candidata Xóchitl Gálvez y a formar liderazgos
políticos con integrantes de la oposición.

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La injerencia extranjera en las elecciones en México

Entre los organismos extranjeros conocidos por su injerencismo podrían


citarse:
• La Agencia Central de Inteligencia (CIA, Estados Unidos)
• La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional
(USAID).
• La Fundación Nacional para la Democracia (NED, Estados Unidos).
• El Instituto Nacional Demócrata (NDI, Estados Unidos).
• El Instituto Republicano Internacional (IRI, Estados Unidos).
• La Administración de Control de Drogas (DEA, Estados Unidos).
• La Fundación Internacional para la Libertad (dirigida por Mario Vargas
Llosa).
• El Foro de Madrid (ultraderecha), con relevante peso del partido
español Vox.
• La Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), organización
de personajes de la ultraderecha latinoamericana y estadounidense,
también con presencia de Vox y del IRI.
• El Centro Wilson (Wilson Center).
• Atlas Network (Estados Unidos), organización de derecha, dedicada a
la promoción de la libre empresa y la libertad del mercado, vinculada
al Departamento de Justicia de Estados Unidos y con ramificaciones
en varios países de Latinoamérica.
• La OEA, identificada con los intereses de Estados Unidos y los
sectores conservadores.
Todos, de manera aislada o coordinada, apoyan a la oposición de
derecha y están atentos al desarrollo del proceso electoral mexicano, en
busca de que no se afecten sus intereses. No obstante, cuando los
intereses en juego son muy importantes, no dudan en articularse y actuar
bajo la dirección, casi siempre de manera encubierta, de altas instancias del
gobierno de Estados Unidos
Los objetivos de la derecha son compatibles con los del imperialismo, de
ahí la vinculación de sus cúpulas con el capital monopolista local y
extranjero, con la oligarquía internacional y gobiernos de países
imperialistas. A esa vinculación, subordinada en muchos aspectos, obedece

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su actividad política, enfocada a facilitar el dominio de las potencias


imperialistas sobre nuestros pueblos.
En México avanza el proyecto para continuar con las transformaciones
que hagan de nuestro país uno menos desigual, injusto e inequitativo, lo
que necesariamente afecta intereses de las oligarquías local, extranjera y
de la alta burguesía. Como ese proyecto goza de amplio apoyo popular, en
la estrategia del imperialismo y la derecha internacional se ha convertido en
prioridad impedir su avance y, a la vez, terminar con el mal ejemplo.
Habría que considerar, también, que en aspectos económicos y
geopolíticos, el crecimiento de la inversión extranjera y las importaciones de
origen chino tanto en México como en otros países de Nuestra América,
situación que el imperialismo norteamericano, en su delirio de potencia
hegemónica, considera una amenaza a su seguridad nacional. Ello
constituye parte importante de la estrategia imperialista para derrocar o
evitar el ascenso de gobiernos progresistas, particularmente en la zona que
ha considerado como su «patio trasero».
Merece también consideración la campaña de Estados Unidos por
desacreditar a Rusia, y de paso al gobierno de México. En este sentido, se
difundió el rumor de que el personal diplomático adscrito a la embajada rusa
era superior al de la norteamericana; sin embargo, información actualizada
de la Secretaría de Relaciones Exteriores desmontó esa mentira (Estados
Unidos: 722; Rusia: 85).
El objetivo es ─en el caso de Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, y
de manera general del imperialismo─ imponer una visión de la realidad y su
concepto de democracia, que les permita defender sus intereses y disponer
de las riquezas naturales de nuestro país; en el caso de la ultraderecha, con
escaso arraigo, generar simpatía entre la población para crear condiciones
en las que puedan aspirar a la dirección del país e imponer su doctrina.
La derecha y sus patrocinadores ─internos y externos─ apuestan a evitar
que las fuerzas progresistas alcancen la mayoría calificada en las cámaras
legislativas para, desde ahí, obstaculizar las transformaciones que afecten
sus intereses y a acumular fuerzas para la siguiente elección.
Por ello, en la defensa de nuestra soberanía e independencia, conviene
tener la más amplia comprensión del funcionamiento del capitalismo,
especialmente en su fase imperialista, los métodos que utiliza para
confundir y dividir a los pueblos y estar siempre preparados para enfrentar
la permanente guerra ideológica-mediática con la que el imperialismo

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intenta imponer su visión distorsionada de la realidad y aplicar las medidas


que le permitan reproducir las condiciones necesarias para mantener su
dominio. Al mismo tiempo, es imprescindible redoblar las tareas
encaminadas a resaltar la participación y unidad del pueblo para hacer
frente a la injerencia extranjera en los momentos más candentes de la
historia. Como ha ocurrido siempre, la derecha internacional, algunas
dependencias de gobierno de países imperialistas y sus aliados, y
organismos internacionales subordinados al imperialismo y al capital, unen
esfuerzos para frenar y eliminar en nuestros países todo intento de ejercicio
soberano. Aprovechan al máximo los errores de los gobiernos progresistas y de
izquierda, así como la falta de organización y unidad de las fuerzas populares.

Por un México con Justicia, Libre y Soberano

Alfonso Díaz Rey; Agustin Ramírez Abundiz; Gastón Martínez Rivera;


Magdalena Galindo; Carmen Galindo; Cecilia Madero Muñoz; Ignacio López
Amezcua; Fernando Ruiz; Ana Francisca Palomera; Eduardo Ocampo;
Sandra Céspedes Cruz; Leopoldo Ruiz; Miguel Ocampo; Juana Martínez;
Rosa Escalera; Moises García; Manuel De la Torre; Leticia Martínez;
Lorena Cifuentes Ocegueda … y cincuenta firmas más

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