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Estado contemporáneo
Hoy en día, se habla de una colaboración armoniosa entre los órganos del gobierno, lo
que implica relaciones de cooperación y coordinación. Además, existen funciones
legislativas y de asignación excepcionales al ejecutivo para hacer frente a situaciones
anormales que amenacen la estabilidad del estado (como el estado de emergencia o de
sitio). La función principal del legislativo no se limita estrictamente a promulgar leyes,
sino que en muchos casos se le asignan funciones judiciales para juzgar a altos
dignatarios del Estado.
John Locke expresó su opinión sobre la misión del poder legislativo: El objetivo
supremo de las personas que viven en sociedad es disfrutar de sus bienes en paz y
tranquilidad, y las normas establecidas para vivir en sociedad son el instrumento para
alcanzar este objetivo. Por lo tanto, la primera ley de cualquier sociedad política debe
ser aquella que determine el poder legislativo para proteger a la comunidad y sus
miembros.
Montesquieu definió tres tipos de gobiernos ideales: el gobierno republicano, que puede
ser aristocrático o democrático, basado en la virtud ciudadana; el gobierno monárquico,
dotado de una constitución, basado en el honor; y el gobierno despótico, sin ninguna ley
que lo limite, basado en el miedo. Montesquieu, un gran defensor del sistema
parlamentario inglés, consideraba que la democracia con una constitución liberal era la
mejor forma política para garantizar la libertad política. Para garantizar completamente
la libertad, Montesquieu elaboró su doctrina de la separación de poderes, que hoy en día
es un elemento esencial de las democracias modernas. Debe haber independencia y
soberanía entre los tres poderes.
Los parlamentos no solo son centros de creación normativa, sino también agentes de
control popular sobre los otros órganos. El control parlamentario confirma la acción del
gobierno en sus presupuestos jurídico-constitucionales (objetivos constitucionales y
directrices políticas del Parlamento), lo que implica que el gobierno asume su
responsabilidad política ante el Parlamento y que existen mecanismos para exigir esta
responsabilidad.
Las relaciones de control entre los órganos estatales tienen como objetivo evitar los
excesos de poder; de esta manera, puede haber una colaboración armoniosa entre las
ramas del poder: cooperación y coordinación interinstitucional.
El control legislativo sobre el ejecutivo es el modelo de controles de naturaleza política
que requiere herramientas de regulación que garanticen el equilibrio de poderes. Sin
embargo, ya sea en un régimen presidencial o parlamentario, es al órgano ejecutivo al
que le corresponde la dirección del Estado. Por lo tanto, es el congreso, representante de
la comunidad, cuyo papel principal es legislar, el que ejerce el contrapeso frente a la
actividad del ejecutivo.
La organización legislativa se compone de una o dos cámaras, independientemente del
régimen (presidencial o parlamentario). En países de pequeña superficie, generalmente
existe una sola cámara (como en Israel, Nueva Zelanda, Noruega, Dinamarca y
Ecuador).
El bicameralismo es el sistema más común en el mundo. En los estados unitarios, la
cámara alta (como la Cámara de los Lores en Inglaterra) está legitimada por la tradición
y la razón. Esta cámara asegura la representación de las regiones que conforman el
Estado.
En la mayoría de los estados unitarios, la cámara alta no tiene la facultad de oponerse
indefinidamente a las medidas votadas por la cámara baja, especialmente cuando esta
última cuenta con el respaldo del gobierno, como es el caso en Francia, por ejemplo. Sin
embargo, en los estados federales, el senado tiene la capacidad de bloquear los
proyectos que se le presentan. Esto ocurre en países como Estados Unidos y Australia.
En las democracias parlamentarias, el control parlamentario es de naturaleza política; se
realiza simultáneamente con todas las actividades del parlamento, prestando especial
atención a las minorías para supervisar la acción general del gobierno.
En las democracias presidenciales, es el congreso el que supervisa el trabajo del
ejecutivo: convoca a los miembros del gobierno, organiza debates sobre su trabajo, pero
no tiene a su disposición las mismas herramientas que el parlamento en las democracias
parlamentarias. La moción de censura o la elección de un nuevo gabinete no son
posibles.
Los parlamentarios o congresistas en las democracias contemporáneas tienen una
estructura funcional compleja. El trabajo legislativo se lleva a cabo en "comisiones".
Los desarrollos doctrinarios de Kelsen sobre la división de poderes
Se asemejan mucho al concepto de separación de poderes existente en los estados
actuales. El autor vienés afirmaba que la revisión judicial de la legislación constituía
una clara violación al principio de separación de poderes. Este principio es la base de la
constitución norteamericana y se considera uno de los elementos específicos de la
democracia. La Corte Suprema de los Estados Unidos lo definió de la siguiente manera:
"Todos los poderes instituidos por el gobierno, ya sea a nivel estatal o nacional, deben
dividirse en tres grandes departamentos: ejecutivo, legislativo y judicial; las funciones
propias de cada uno deben ser ejercidas por cuerpos distintos de servidores públicos, y
la perfección del sistema exige que las líneas que los separan y dividen estén definidas
clara y precisamente".
El concepto de separación de poderes designa un principio de organización política que
presupone que los poderes en cuestión están determinados como funciones coordinadas
del Estado y que es posible definir las tareas que separan las funciones entre sí.
Kelsen sostiene que no hay tres funciones fundamentales del Estado, sino dos: la
creación y aplicación de la ley, y estas funciones no están coordinadas sino
subordinadas y superordinadas.
Sin embargo, es muy difícil definir las líneas que diferencian estos poderes. En efecto,
la distinción entre la creación y aplicación de las leyes es relativa, ya que la mayoría de
los actos del estado cubren ambos aspectos de la ley al mismo tiempo.
Análisis realizados en varios países sobre las ramas del poder público han llevado a esta
constatación: es imposible atribuir estas dos funciones a dos órganos y también es
imposible que un solo órgano las asuma al mismo tiempo.
Estos fenómenos son comunes en las normas constitucionales de varios países
latinoamericanos, en los cuales el ejecutivo administra y crea normas, el legislativo
legisla y juzga a los altos funcionarios, y la rama judicial juzga y también crea normas
para regular los procedimientos judiciales.