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Iztaccíhuatl, la mujer dormida

Cuentan las leyendas que Iztaccíhuatl era una princesa que se enamoró de
Popocatépetl, un guerrero que estaba al servicio de su padre. Éste, al
enterarse de que los jóvenes se amaban, envió a Popocatépetl a la guerra
con la promesa de que si vencía a los enemigos se podría desposar con su
hija.

Al regresar de la batalla, el joven supo que la princesa había muerto.


Decidió entonces llevar el cuerpo inerte de su amada a los montes e
implorar a los dioses por piedad; éstos, al ver su sufrimiento, decidieron
convertir a Iztaccíhuatl en un volcán inactivo, mientras que a Popocatépetl
lo convirtieron en uno activo que velaría a lo largo de los siglos a su amada.

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