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Un tejido es un conjunto de células, muy cercanas entre sí, que se organizan para realizar una o
más funciones específicas.
Existen cuatro tipos básicos de tejidos, definidos de acuerdo a su morfología y función: tejido
epitelial, tejido conectivo (conjuntivo), tejido muscular y tejido nervioso.
El tejido nervioso transmite e integra la información dentro de los sistemas nerviosos central y
periférico.
Si tuvieras que adivinar, aproximadamente ¿cuántas células crees que tenemos en nuestro
cuerpo? ¿Cinco millones? No, más. ¿Cien millones? No, aún más. Qué tal ¿tres mil millones?
Todavía más. Mmmm. ¿Quinientos mil millones? Es un número probable, ¿no? En realidad,
este sigue siendo un número muy pequeño, ya que son alrededor de ¡treinta y dos billones de
células en nuestro cuerpo! Así es, me escuchaste bien, TREINTA Y DOS MILLONES DE
MILLONES; y para acabar de ajustar, nuestro cuerpo produce en promedio más de mil millones
de células nuevas cada hora que son necesarias para crecer y reemplazar las células muertas o
perdidas.
A pesar de que hay tantas células en nuestro cuerpo, los treinta y dos billones de células
trabajan juntas magníficamente para alcanzar un objetivo en común, y este objetivo es la
homeostasis. El proceso de mantenimiento y regulación de nuestro cuerpo para asegurar
estabilidad y consistencia de nuestra condición interna mientras nos ocupamos de los cambios
externos.
Entre los treinta y dos billones de células, tenemos aproximadamente doscientos tipos de
células diferentes, cada cual especializado para la función que cumplen en nuestro cuerpo.
Grupos de células parecidas trabajan juntas para realizar su función designada y, al hacer esto,
forman tejidos que son en esencia la estructura misma de nuestro cuerpo que nos sostiene, nos
da forma, y... ¿Te resulta abrumador todo esto? ¡Calma! No es tan complicado como parece.
Dentro de poco, todo tendrá sentido. Confía en mí.
• Tejido epitelial, que reviste el interior y el exterior del cuerpo brindándonos cobertura y
protección; tejido muscular que, por supuesto, nos proporciona los medios para
movernos y habilidad.
• Tejido conectivo, que soporta todo nuestro cuerpo y evita que nos veamos como una
masa gelatinosa gigante.
• Tejido nervioso, que nuestro cuerpo utiliza para comunicarse y controlar las funciones
corporales.
Antes de empezar a explorar los cuatro tipos de tejidos principales, primero
familiaricémonos con las fotografías de células y tejidos a través del microscopio,
también llamadas micrografías.
El tejido epitelial, también conocido como epitelio, se compone de capas de células que
se dividen en dos grupos. El primero es el tejido epitelial propiamente dicho, también
llamado epitelio de revestimiento, dado que recubre la superficie externa o reviste las
superficies internas de la mayoría de órganos. Ejemplos de este tejido son: el epitelio
epidérmico, en tu piel, o el epitelio respiratorio, que reviste tu tráquea y bronquios.
Las células epiteliales viven en contacto directo una con la otra, esto significa que hay
poco espacio intercelular entre ellas. También son avasculares, o sea que no tienen un
suministro sanguíneo directo, en lugar de esto, reciben su nutrición del tejido conectivo
que las rodea.
La forma y disposición de las células epiteliales son las que típicamente determinan el
nombre de cada tejido epitelial. Por ejemplo, podemos tener epitelio cúbico simple,
escamoso simple, columnar simple, cúbico estratificado, escamoso estratificado, y
columnar estratificado. Hay muchos tejidos epiteliales que mencionaremos así que
presta atención y no olvides tomar notas.
El epitelio cúbico simple reviste pequeños túbulos, conductos, y glándulas por todo el
cuerpo. Su función principal es la secreción y absorción. En esta micrografía de un corte
transversal del riñón, podemos ver epitelio cúbico simple revistiendo uno de los tantos
túbulos colectores del riñón responsables de concentrar la orina.
El epitelio cúbico estratificado tiene las mismas funciones, pero es menos común.
Podemos encontrarlo principalmente en conductos de glándulas sudoríparas o
revistiendo túbulos más grandes.
El epitelio escamoso simple crea una barrera selectiva para la difusión de pequeñas
moléculas. Por esto podemos encontrarlo casi en cualquier lugar donde ocurre la
difusión, como revistiendo los alvéolos y vasos sanguíneos. En esta micrografía,
podemos verlo justo aquí formando la capa más interna de la pared arterial, llamada
túnica íntima.
Por otro lado, el epitelio columnar estratificado no es tan común. Este epitelio tiene las
mismas funciones y podemos encontrarlo en ciertas glándulas exocrinas grandes, como
podemos ver aquí en un gran conducto de la glándula salival sublingual, y en la unión
anorrectal. El tejido pseudoestratificado a veces puede ser confundido con el epitelio
columnar estratificado porque una sola capa de células puede parecer estratificada. Este
tejido tan común se llama apropiadamente epitelio columnar pseudoestratificado.
Podemos encontrarlo principalmente revistiendo el tracto respiratorio, y tiene las mismas
funciones que el epitelio columnar simple.
El último tejido epitelial que veremos hoy nos lleva devuelta a la primera micrografía, un
corte transversal del uréter. Este tejido se llama epitelio de transición y es único. Está
formado por células estratificadas que pueden parecer tanto escamosas como cúbicas.
Por ejemplo, cuando la orina pasa a través de uréter, la fuerza ejercida dilata el lumen
del conducto, que a su vez aplana las células cúbicas y las vuelve escamosas.
En esta micrografía el lumen no está dilatado, y por esto la mayoría de las células
parecen cuboidales. Este tejido también se conoce como urotelio debido a que se
encuentra exclusivamente en los uréteres y partes de la vejiga y uretra; y su función es
dilatar los tejidos que almacenan y conducen la orina.
Algunas veces encontrarás que llaman “lámina basal” a la membrana basal, sin
embargo, es importante notar que la lámina basal es en realidad solo una de las capas
que componen la membrana basal y no son términos intercambiables. La membrana
basal equivale a la lámina basal más la lámina propia.
¡Muy bien! Ahora que hemos aprendido sobre el tejido epitelial, continuemos con el
tejido conectivo.
Lo único que conecta todos los tipos de tejido conectivo es su origen. Así es, todos los
tejidos conectivos surgen del mismo tejido multipotencial conocido como mesénquima,
un tejido embrionario líquido y poco organizado que será el precursor de todos los
tejidos conectivos del humano adulto.
Al comparar el tejido epitelial con el conectivo, encontramos que una gran diferencia
entre ellos es la abundancia relativa de este material extracelular y fibras en el tejido
conectivo, pero menos células por volumen.
La función principal del tejido conectivo es brindar estructura y soporte al igual que
conectar o unir los tejidos, como sugiere su nombre. También provee protección a
nuestro cuerpo así como aislamiento a nuestros otros tejidos y órganos; y algunos
incluso cumplen un papel en el almacenamiento de energía y sistema de transporte. Y
claro, como hay tantos tipos de tejidos conectivos diferentes, igualmente hay muchos
tipos de células diferentes, específicas para cada tipo de tejido conectivo. Aún así, estas
células tienen algunas características en común, y generalmente se pueden dividir en
dos en dos tipos principales, células de tejido conectivo inmaduras y maduras.
Las células inmaduras son bastante fáciles de reconocer por su nombre, ya que
terminan con el sufijo blasto, por ejemplo, fibroblastos en el tejido conectivo propiamente
dicho, condroblastos en el cartílago, osteoblastos en el hueso, lipoblastos en los tejidos
adiposos, e incluso hemocitoblastos en tu sangre.
Entre sus tantas funciones está la de secretar sustancia fundamental y fibras necesarias
para formar su tejido conectivo específico. Una vez hayan terminado su trabajo
produciendo la matriz extracelular, entre otras cosas, se convierten a células maduras,
que tienden a ser menos activas y en ocasiones se describen como en reposo. Cuando
esto ocurre, el nombre de la célula pierde el sufijo blasto y se intercambia por cito. Así
que nuestros fibroblastos se convierten en fibrocitos, nuestros condroblastos en
condrocitos, nuestros osteoblastos en osteocitos, etcétera.
Estas son las células que componen y mantienen tu sangre, ligamentos, cartílagos y
huesos; y básicamente todo lo que te mantiene y soporta e impiden que te veas como
una porción gigante de gelatina.
Y esto no es todo en cuanto a los tipos de células de tejido conectivo. Hay otra clase de
tipos de células que no están relacionadas con la formación de tejido conectivo, en su
lugar trabajan para protegerte de...pues en realidad de todo. Estas son tus células del
sistema inmune, tales como los macrófagos, neutrófilos, eosinófilos, monocitos,
linfocitos, ¡y la lista continúa! Estos amigos son como el ejército, la marina, las fuerzas
especiales y el FBI de tu cuerpo todos juntos patrullando tus tejidos conectivos,
luchando contra invasores y amenazas externas.
Miremos un poco más de cerca algunos de los diferentes tipos de tejido conectivo.
Hay tres grandes grupos de tejido conectivo según el tipo de matriz extracelular, tejidos
con matrices líquidas, semisólidas, y sólidas. Dijimos que uno de los tipos de tejido
conectivo son aquellos con matrices líquidas, y uno de ellos es muy importante, clave
para nuestro sistema cardiovascular, la sangre.
Los glóbulos rojos no tienen esta tinción morada oscura que vemos en los leucocitos ya
que son anucleadas, esto significa que no tienen núcleo. Y en esta imagen, los
pequeños puntos morados, como este de aquí, son plaquetas, que ayudan en la
formación de coágulos. Como mencionamos anteriormente, hay algunos tipos de tejido
conectivo con matrices semisólidas, a los que comúnmente se les denomina tejido
conectivo propiamente dicho.
Y al primero de estos tejidos lo llamaremos tejido conectivo laxo. Este tipo de tejido
puede encontrarse de tres formas principales, la primera se conoce como tejido areolar.
El tejido areolar se encuentra por todo el cuerpo. Frecuentemente se encuentra profundo
a la membrana basal del epitelio y contiene una red de colágeno y fibras de elastina lo
que lo hace bastante flexible. El tejido conectivo laxo también es el sitio de intercambio
rápido de líquidos y gases entre tejidos.
El segundo tipo de tejido conectivo laxo se conoce como tejido conectivo reticular, que
actúa casi como un armazón en ciertos tejidos proporcionándole a otros tipos de células
un hogar para madurar o desarrollarse. Y encontrarás al tejido conectivo reticular en
lugares como tus ganglios linfáticos, tu bazo, y médula ósea.
El último tipo de tejido conectivo laxo es el tejido adiposo, que para tí y para mí, es
conocido como tejido graso. Este es un tipo de tejido único, ya que a diferencia de los
demás, no tiene mucho material extracelular, en cambio se compone en su mayoría por
células. El tejido adiposo típicamente se encuentra rodeando órganos u otras
estructuras, y está formado por células grasas llamadas adipocitos. Lo podemos
encontrar por todo el cuerpo, incluso subcutáneo.
Si bien la presencia excesiva de tejido adiposo puede dañar tu salud, este tejido en
cantidades adecuadas es extremadamente importante en nuestro cuerpo, ya que nos
aísla, protegiéndonos de la pérdida de calor excesiva. También protege nuestros
órganos, como el corazón y los riñones. Y finalmente, y quizás lo más importante, la
grasa es nuestro tanque de combustible, una reserva calórica que mantiene nuestros
cuerpos funcionando durante períodos prolongados de ayuno.
Durante la fijación y tinción, la grasa dentro de los adipocitos se retira dando la impresión
de que están vacíos con el núcleo en la periferia y, como puedes ver, le da una forma de
anillo característica en los cortes histológicos.
El primer subtipo es el tejido conectivo denso regular, que puedes ver en la imagen. Este
tipo de tejido contiene más colágeno que elastina, y presenta sus fibras de manera
organizada
o regular, otorgándole mucha resistencia. Y forma tejidos fuertes, como ligamentos y
tendones, como el que ves aquí.
El segundo tipo de tejido conectivo denso es el tejido conectivo denso irregular. Este
tejido se encuentra por ejemplo en la dermis de la piel. Puedes ver que tiene una
disposición más desorganizada comparada con los tejidos tendinosos y ligamentosos. El
último tipo de tejido conectivo denso se conoce como tejido conectivo elástico, el cual,
fiel a su nombre, está lleno de fibras elásticas que le permiten deformarse y volver a su
forma original. Un ejemplo perfecto de tejido conectivo elástico los encontramos en tus
grandes arterias elásticas, como la que vemos en esta micrografía.
Siguiendo con unos ejemplos de tejido conectivo de matriz sólida, tenemos primero al
cartílago. Y una vez más podemos identificar varios subtipos en esta categoría de tejido
conectivo. El cartílago hialino es el tipo de cartílago más común en nuestros cuerpos, y
podemos encontrarlo en las superficies articulares de los huesos, en los cartílagos
costales, y rodeando la tráquea. En esta micrografía, podemos ver a la tráquea con
cartílago hialino visible en la sección teñida de morado en forma de U; y es este cartílago
hialino el responsable de darle rigidez a la tráquea y evitar su colapso.
Otros tipos de cartílago incluyen el cartílago elástico, que encontramos en las orejas; el
fibrocartílago, que encontramos en los discos intervertebrales y en la sínfisis del pubis; y
el cartílago epifisario, que compone las placas de crecimiento. Sin importar el tipo de
cartílago, recuerda que las células que residen en estos tejidos se llaman condroblastos
en el cartílago en crecimiento y condrocitos en el cartílago maduro.
Otro tipo de tejido conectivo de matriz sólida es el hueso, y es una forma de tejido
conectivo calcificado. Proporciona soporte y protección a los tejidos blandos, y es el
tejido que forma al sistema esquelético. El tejido óseo existe principalmente en dos
formas. El hueso compacto o cortical, es un tejido altamente organizado y denso, que
contiene osteonas, o sistemas de Havers, como esta de aquí. Cada una tiene a su vez
un canal central rodeado de laminillas concéntricas. Dentro de estas laminillas
encontramos a los osteocitos, que son células óseas en reposo.
El otro tipo de hueso se conoce como hueso esponjoso o trabecular, el cual es poroso y
no tan denso como el hueso compacto. Típicamente lo encontramos en las cabezas de
los huesos largos o en el centro de los huesos planos. Está formado por pequeños
pilares de hueso llamados trabéculas; y los poros o espacios entre estas trabéculas es
donde los huesos producen y almacenan la médula ósea.
El tejido muscular es exactamente lo que estás pensando. Así es, es ese tejido rojo y
carnoso que brinda movimiento a muchos de nuestros órganos internos al igual que a
nuestro cuerpo como tal. El tejido muscular es particularmente único porque es capaz de
convertir la energía química que obtenemos de nuestra dieta a energía mecánica, y
gracias a esto, podemos levantar objetos, correr y abrazar a quienes queremos.
Las células que componen los músculos usualmente son alargadas y capaces de
contraerse. Esto se debe a unas proteínas especiales conocidas como filamentos de
actina y miosina, que son los caballos de fuerza de nuestro tejido muscular. Existen tres
tipos de músculos, el músculo cardíaco, el tejido muscular liso o involuntario, y el tejido
muscular esquelético o voluntario.
El último tipo de tejido muscular que veremos es el músculo liso, también conocido como
músculo visceral. Este se encuentra rodeando las arterias y los órganos tubulares del
tracto digestivo, urinario y reproductivo. Las células de músculo liso tienen un solo
núcleo central y están conectadas entre ellas por medio de uniones gap, o
comunicantes, que les permiten comunicarse entre sí. Estas células son fusiformes, es
decir, tienen una forma similar a un balón de rugby alargado y sus filamentos de actina y
miosina tienen una disposición aleatoria, dándole a las células de músculo liso una
apariencia lisa, no estriada, en comparación con los dos tipos de músculos que ya
vimos.
Del mismo modo que el músculo cardíaco, el músculo liso es involuntario. Esto es
conveniente ya que significa que no tienes que pensar en empujar esa hamburguesa
que comiste en el almuerzo a través de tus nueve metros de tracto digestivo. Solo entra
por un lado y sale por el otro en un par de horas gracias a tu músculo liso.
El último tejido que aprenderemos hoy es el tejido nervioso, y este por supuesto es el
que compone el sistema nervioso. El sistema nervioso puede dividirse en dos, el sistema
nervioso central, el cual podrías encontrar abreviado como SNC, compuesto por el
encéfalo y la médula espinal; y el sistema nervioso periférico, que abreviamos como
SNP, compuesto por los nervios y ganglios que transmiten señales desde y hacia el
sistema nervioso central y el resto del cuerpo. Las células del tejido nervioso se llaman
neuronas. Las neuronas que transmiten señales desde el sistema nervioso central hacia
el cuerpo se llaman neuronas eferentes o neuronas motoras, mientras que aquellas que
transmiten señales desde el cuerpo hacia el sistema nervioso central se llaman
neuronas aferentes o sensoriales.
Las neuronas existen en formas y tamaños diferentes, claro, sin embargo, independiente
de su morfología, todas comparten las siguientes tres características. Todas tienen un
cuerpo celular, que es el centro de control de la célula y contiene el núcleo. Todas tienen
dendritas, que son estas estructuras en forma de ramas que se comunican con otras
neuronas. Y finalmente, todas tienen un axón, como este, que es una vía de transmisión
para las señales eléctricas, y que puede hacer sinapsis con otra neurona o directamente
con su objetivo.
¡Y eso es todo! Te he dado una introducción básica de los cuatro tejidos del cuerpo, y ya
estás rumbo a convertirte en todo un profesional de la histología.
¿Recuerdas los cuatro tipos de tejido que vimos hoy? Estos fueron el tejido epitelial, que
vimos que se divide en dos clasificaciones principales, el tejido epitelial propiamente
dicho o de revestimiento, que reviste las superficies internas y externas de nuestros
órganos; y el epitelio glandular, que forma los conductos y partes secretoras de muchas
glándulas en nuestro cuerpo.
La siguiente parada fue el tejido conectivo. Vimos que puede agruparse en las
siguientes clasificaciones: el tejido conectivo dentro de una matriz líquida, como la
sangre o la linfa; el tejido conectivo dentro de una matriz semisólida, como por ejemplo
el tejido conectivo areolar laxo o el fibroso denso; y finalmente, el tejido conectivo dentro
de una matriz sólida, como los huesos o cartílagos.
Y para concluir, terminamos con el tejido nervioso. Esta vez mencionamos dos tipos de
células principales que componen este tejido. Estas fueron las neuronas o células
nerviosas, que transmiten impulsos eléctricos; y las células gliales, que soportan,
mantienen y protegen a las neuronas.
¡Y lo logramos! Espero que hayas disfrutado aprender sobre los cuatro tipos principales
de tejidos en nuestro cuerpo. ¡Hasta la próxima semana!