Nuevamente sean todos bienvenidos a nuestra novena de
aguinaldos; ya estamos en el sexto día, nos vamos acercando poco a poco a Navidad. Damos la bienvenida en partículas a los hermanos que se unen a nosotros espiritualmente siguiendo con devoción estas novenas por Radio Veraguas. El episodio del evangelio que hoy escuchamos es el mismo que fue leído ayer cuarto domingo de Adviento. Pero la Palabra de Dios es una fuente inagotable de enseñanzas así que podemos seguir reflexionando en el pasaje que hoy nuevamente hemos leído. El encuentro con Santa Isabel está a continuación del episodio del anuncio que hace el Ángel Gabriel a María Santísima y que escuchamos en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. En él escuchamos el “sí” de la Virgen al Plan de Dios; el “sí” al cumplimiento de la voluntad de Dios. La Virgen María dice “sí” a Dios aunque no comprende del todo, aunque no sea fácil, aunque esto signifique renunciar a una vida tranquila y cómoda. Con esto entendemos que también nosotros estamos invitados a confiar plenamente en Dios y a decir también nuestro sí a su voluntad, que se nos da a conocer primeramente en los mandamientos, pero también en la enseñanza de la Iglesia, en nuestra conciencia, en el consejo de otros. Dios puede hablarnos de muchas formas y de hecho así lo hace. Mucha gente piensa que Dios no le habla, pero en realidad lo que sucede es que no estamos dispuestos a escuchar lo que él nos dice, porque tenemos mucho ruido fuera y dentro de nosotros. La Virgen María es mujer de silencio, ella nos enseña a escuchar la Palabra de Dios en la meditación y oración personal. El evangelio nos presenta –por decirlo así– los primeros frutos de ese “sí” de la Virgen. Ese primer fruto es el gozo, la paz, la profunda alegría que produce el obedecer a Dios que es bueno y quiere nuestro bien. «¡Bienaventurada tú, que has creído!» dice Isabel a María; María ha creído y ha obedecido a Dios, por eso es feliz. Es interesante comprobar que primera bienaventuranza que se menciona en los evangelios está reservada a la Virgen María. Ella es proclamada feliz por su actitud de total entrega a Dios y de plena aceptación de su voluntad, que se manifiesta con ese «sí» que pronunció en el momento de la Anunciación. Pero el “sí” de la Virgen a Dios no tiene como fruto sólo la alegría de la Virgen, sino que se transforma en alegría para todos lo que se encuentran con ella; así es, Isabel, al escuchar el saludo de María siente saltar en su vientre al niño que lleva en él. Salta de alegría y con ello se llena del Espíritu también la madre. Nosotros no somos felices cuando, llevados de placeres, satisfacciones inmediatas, beneficios materiales… no hemos sabido decir “sí” a Dios. Cuando decimos no a Dios con nuestras acciones, nos invade la tristeza y no podemos hacer el bien a nadie. Y decimos “no” a Dios cuando pecamos, cuando hacemos lo que desagrada a sus ojos sabiendo y queriendo, cuando nos hacemos daño a nosotros o a los demás. Todo pecado nos hace daño y porque nos hace daño ofende a Dios, ya que somos imagen de Dios, somos hijos de Dios y ningún padre puede sentirse complacido cuando ve su hijo haciendo el mal. Queridos hermanos aquí presentes y que nos siguen por Radio Veraguas, ¡que toda la acción de nuestras comunidades se inspiren siempre en este deseo de decir “sí” a Dios! Este sí a Dios debemos concretarlo luego respondiendo a los desafíos y a las dificultades que presenten en el cumplimiento de nuestros deberes en el hogar, en el trabajo; nuestros deberes con Dios y con los demás. No es fácil seguir las enseñanzas de Cristo, muchas veces incluso estas enseñanzas aparecen poco lógicas sobre todo a las personas que están sumergidas en las costumbres y modas del momento. Es por eso que San Pablo nos habla de la necesidad de renovar nuestra mente buscando lo que es bueno, lo que agrada a Dios, lo perfecto y a no acomodarnos a la mentalidad de este mundo que pasa. Es necesario que comprendamos y tengamos la convicción profunda de que el camino que conduce a la vida, a la plenitud, a la felicidad, pasa necesariamente por la fe y obediencia a Dios como lo hizo María Santísima. Y que sólo haciendo este camino de sumisión a Dios en la renuncia a la vida según el mundo, podemos ser verdaderos discípulos y misioneros de Cristo Jesús. Ojalá sepamos llevar a los demás con nuestro testimonio y con nuestras palabras el anuncio verdadero de la Navidad: ¡Nos ha nacido el Salvador, Cristo Mesías el redentor! Es necesario llevar esta buena nueva por todas partes en este tiempo. No podemos encerrarnos en las paredes de nuestros temores, comodidad o conveniencia; debemos estar dispuestos a ayudar a los demás a encontrar a Cristo y a vivir con él y de él, a salir de toda forma de autosuficiencia, de egoísmo y de falta de esperanza y a edificar la Iglesia como una verdadera familia, hijos del único Dios por quien se vive. Anunciemos y testimoniemos a todos y a cada uno a Cristo y la alegría del Evangelio. En la medida en que abramos nuestro corazón a Dios, comprenderemos ese amor tan intenso que tiene Dios por todo ser humano; por todo niño, joven, hombre, mujer, anciana o anciano, enfermo o sano, libre o encarcelado… El amor de Dios por nosotros es tan grande como el que puede tener un novio por su novia. Esta es la imagen que precisamente usa el Cantar de los Cantares en la primera lectura que hemos escuchado. La novia del Cantar vive tiste y ansiosa por su amado y desea su llegada, la percibe inmediatamente. El novio viene pronto, tiene ansia de ver a la que ama de todo corazón. La primavera, las flores, el canto de la tórtola… invitan a la perfecta unión en el amor. El texto de los Cantares es rico en simbolismos y enseñanzas y nos revela el amor apasionado que tiene Dios por nosotros; un amor que nos busca, que sale a nuestro encuentro en cada momento, que permanece fiel a pesar que de que no correspondemos como debemos. Es por eso que cuando alguien – como ha sido de hecho en el caso de todos los santos– descubre de verdad el amor de Dios, eso mismo le impulsa a dar toda la vida, a ponerla al servicio de Dios y de la Iglesia sea el oficio que hagamos o donde estemos. Los santos han sido capaces de dar incluso la vida porque descubrieron este amor y este es el amor que la Navidad nos grita a su manera.
Para terminar hay en el evangelio también una mención que me
parece significativa para nuestros tiempos y que quisiera retomar para ayudarnos a pensar. San Lucas menciona en el texto del Evangelio que el niño saltó de alegría en el seno de Isabel al momento de recibir el saludo de María. Este es un detalle importante hoy día que tanto se atenta contra la vida del no nacido; quiere decir que ya en el seno de Isabel ya hay una vida humana, una persona, que siente, se alegra. ¡Qué importante es que tomemos conciencia de que desde el momento de la concepción ya hay una persona humana que merece todo el respeto, atención y cuidado. Desde aquí comprendemos lo terrible del aborto y lo importante que es luchar por defender la vida de estos niños inocentes que no pueden defenderse de este tipo de agresión violenta. Les quiero pedir que cuando alguien les hable de querer abortar, hagan todo lo humanamente posible para ayudar a esa persona a cambiar de parecer. Con el aborto no sólo muere el niño, muere también la madre; los efectos físicos y psicológicos en las madres que abortan son terribles. El número de niños abortados en nuestro país amenaza crecer con la introducción de fármacos, que tienen precisamente este efecto. Es el caso de la píldora del día siguiente que ya han anunciado que será introducida en año venidero a través del sistema de salud como un medio para hacer frente a los embarazos no queridos. Son terribles los efectos secundarios de este fármaco en el cuerpo de la mujer, no sólo en el niño concebido. Pero luego es también demostrable que lo único que se logra con estas cosas es elevar los niveles de promiscuidad y con ello extender más las ETS. Qué importante es que los padres de familia se preocupen de educar también a sus hijos en los valores morales y espirituales. Padre no es sólo el que engendra, sino sobre todo el que educa. Los padres Cristianos deben procurar con todo interés el enseñar a sus hijos a conocer y amar a Dios y a hacer recto uso de su sexualidad, la cual siempre deberá estar orientada al amor auténtico y procreación dentro del matrimonio. Es lo que todos prometemos cuando traemos a nuestros hijos pequeños a bautizar. ¡Ojalá que la celebración de hoy, en la espera de la Navidad, despierte en cada uno de nosotros el entusiasmo por amar la vida, defenderla y promoverla con todos los medios! Este es el mejor modo de celebrar la Navidad, compartiendo con todas las personas de buena voluntad la alegría de la salvación, que el Verbo encarnado trajo al mundo.
María, modelo de fe para todos los creyentes, nos ayude a
prepararnos a acoger dignamente al Señor que viene. Con Isabel reconozcamos las maravillas que el Señor hizo en ella. «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!» . Jesús, fruto bendito del seno de la Virgen María, bendiga a vuestras familias, a los jóvenes, a los ancianos, a los enfermos y a las personas solas. Él, que se hizo niño para salvar a la humanidad, traiga a todos luz, esperanza y alegría. Amén.