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21 de Diciembre

Nuevamente sean todos bienvenidos a nuestra novena de


aguinaldos; ya estamos en el sexto día, nos vamos acercando
poco a poco a Navidad. Damos la bienvenida en partículas a los
hermanos que se unen a nosotros espiritualmente siguiendo con
devoción estas novenas por Radio Veraguas.
El episodio del evangelio que hoy escuchamos es el mismo que
fue leído ayer cuarto domingo de Adviento. Pero la Palabra de
Dios es una fuente inagotable de enseñanzas así que podemos
seguir reflexionando en el pasaje que hoy nuevamente hemos
leído.
El encuentro con Santa Isabel está a continuación del episodio
del anuncio que hace el Ángel Gabriel a María Santísima y que
escuchamos en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. En él
escuchamos el “sí” de la Virgen al Plan de Dios; el “sí” al
cumplimiento de la voluntad de Dios. La Virgen María dice “sí” a
Dios aunque no comprende del todo, aunque no sea fácil, aunque
esto signifique renunciar a una vida tranquila y cómoda. Con
esto entendemos que también nosotros estamos invitados a
confiar plenamente en Dios y a decir también nuestro sí a su
voluntad, que se nos da a conocer primeramente en los
mandamientos, pero también en la enseñanza de la Iglesia, en
nuestra conciencia, en el consejo de otros. Dios puede hablarnos
de muchas formas y de hecho así lo hace. Mucha gente piensa
que Dios no le habla, pero en realidad lo que sucede es que no
estamos dispuestos a escuchar lo que él nos dice, porque
tenemos mucho ruido fuera y dentro de nosotros. La Virgen
María es mujer de silencio, ella nos enseña a escuchar la Palabra
de Dios en la meditación y oración personal.
El evangelio nos presenta –por decirlo así– los primeros frutos de
ese “sí” de la Virgen. Ese primer fruto es el gozo, la paz, la
profunda alegría que produce el obedecer a Dios que es bueno y
quiere nuestro bien. «¡Bienaventurada tú, que has creído!» dice
Isabel a María; María ha creído y ha obedecido a Dios, por eso es
feliz. Es interesante comprobar que primera bienaventuranza que
se menciona en los evangelios está reservada a la Virgen María.
Ella es proclamada feliz por su actitud de total entrega a Dios y
de plena aceptación de su voluntad, que se manifiesta con ese
«sí» que pronunció en el momento de la Anunciación. Pero el
“sí” de la Virgen a Dios no tiene como fruto sólo la alegría de la
Virgen, sino que se transforma en alegría para todos lo que se
encuentran con ella; así es, Isabel, al escuchar el saludo de María
siente saltar en su vientre al niño que lleva en él. Salta de
alegría y con ello se llena del Espíritu también la madre.
Nosotros no somos felices cuando, llevados de placeres,
satisfacciones inmediatas, beneficios materiales… no hemos
sabido decir “sí” a Dios. Cuando decimos no a Dios con nuestras
acciones, nos invade la tristeza y no podemos hacer el bien a
nadie. Y decimos “no” a Dios cuando pecamos, cuando hacemos
lo que desagrada a sus ojos sabiendo y queriendo, cuando nos
hacemos daño a nosotros o a los demás. Todo pecado nos hace
daño y porque nos hace daño ofende a Dios, ya que somos imagen
de Dios, somos hijos de Dios y ningún padre puede sentirse
complacido cuando ve su hijo haciendo el mal.
Queridos hermanos aquí presentes y que nos siguen por Radio
Veraguas, ¡que toda la acción de nuestras comunidades se
inspiren siempre en este deseo de decir “sí” a Dios! Este sí a Dios
debemos concretarlo luego respondiendo a los desafíos y a las
dificultades que presenten en el cumplimiento de nuestros
deberes en el hogar, en el trabajo; nuestros deberes con Dios y
con los demás. No es fácil seguir las enseñanzas de Cristo,
muchas veces incluso estas enseñanzas aparecen poco lógicas
sobre todo a las personas que están sumergidas en las costumbres
y modas del momento. Es por eso que San Pablo nos habla de la
necesidad de renovar nuestra mente buscando lo que es bueno,
lo que agrada a Dios, lo perfecto y a no acomodarnos a la
mentalidad de este mundo que pasa.
Es necesario que comprendamos y tengamos la convicción
profunda de que el camino que conduce a la vida, a la plenitud,
a la felicidad, pasa necesariamente por la fe y obediencia a Dios
como lo hizo María Santísima. Y que sólo haciendo este camino
de sumisión a Dios en la renuncia a la vida según el mundo,
podemos ser verdaderos discípulos y misioneros de Cristo Jesús.
Ojalá sepamos llevar a los demás con nuestro testimonio y con
nuestras palabras el anuncio verdadero de la Navidad: ¡Nos ha
nacido el Salvador, Cristo Mesías el redentor! Es necesario llevar
esta buena nueva por todas partes en este tiempo. No podemos
encerrarnos en las paredes de nuestros temores, comodidad o
conveniencia; debemos estar dispuestos a ayudar a los demás a
encontrar a Cristo y a vivir con él y de él, a salir de toda forma
de autosuficiencia, de egoísmo y de falta de esperanza y a
edificar la Iglesia como una verdadera familia, hijos del único
Dios por quien se vive. Anunciemos y testimoniemos a todos y a
cada uno a Cristo y la alegría del Evangelio.
En la medida en que abramos nuestro corazón a Dios,
comprenderemos ese amor tan intenso que tiene Dios por todo
ser humano; por todo niño, joven, hombre, mujer, anciana o
anciano, enfermo o sano, libre o encarcelado… El amor de Dios
por nosotros es tan grande como el que puede tener un novio por
su novia. Esta es la imagen que precisamente usa el Cantar de
los Cantares en la primera lectura que hemos escuchado. La
novia del Cantar vive tiste y ansiosa por su amado y desea su
llegada, la percibe inmediatamente. El novio viene pronto, tiene
ansia de ver a la que ama de todo corazón. La primavera, las
flores, el canto de la tórtola… invitan a la perfecta unión en el
amor. El texto de los Cantares es rico en simbolismos y
enseñanzas y nos revela el amor apasionado que tiene Dios por
nosotros; un amor que nos busca, que sale a nuestro encuentro
en cada momento, que permanece fiel a pesar que de que no
correspondemos como debemos. Es por eso que cuando alguien –
como ha sido de hecho en el caso de todos los santos– descubre
de verdad el amor de Dios, eso mismo le impulsa a dar toda la
vida, a ponerla al servicio de Dios y de la Iglesia sea el oficio que
hagamos o donde estemos. Los santos han sido capaces de dar
incluso la vida porque descubrieron este amor y este es el amor
que la Navidad nos grita a su manera.

Para terminar hay en el evangelio también una mención que me


parece significativa para nuestros tiempos y que quisiera retomar
para ayudarnos a pensar. San Lucas menciona en el texto del
Evangelio que el niño saltó de alegría en el seno de Isabel al
momento de recibir el saludo de María. Este es un detalle
importante hoy día que tanto se atenta contra la vida del no
nacido; quiere decir que ya en el seno de Isabel ya hay una vida
humana, una persona, que siente, se alegra. ¡Qué importante es
que tomemos conciencia de que desde el momento de la
concepción ya hay una persona humana que merece todo el
respeto, atención y cuidado. Desde aquí comprendemos lo
terrible del aborto y lo importante que es luchar por defender la
vida de estos niños inocentes que no pueden defenderse de este
tipo de agresión violenta. Les quiero pedir que cuando alguien
les hable de querer abortar, hagan todo lo humanamente posible
para ayudar a esa persona a cambiar de parecer. Con el aborto
no sólo muere el niño, muere también la madre; los efectos
físicos y psicológicos en las madres que abortan son terribles.
El número de niños abortados en nuestro país amenaza crecer
con la introducción de fármacos, que tienen precisamente este
efecto. Es el caso de la píldora del día siguiente que ya han
anunciado que será introducida en año venidero a través del
sistema de salud como un medio para hacer frente a los
embarazos no queridos. Son terribles los efectos secundarios de
este fármaco en el cuerpo de la mujer, no sólo en el niño
concebido. Pero luego es también demostrable que lo único que
se logra con estas cosas es elevar los niveles de promiscuidad y
con ello extender más las ETS.
Qué importante es que los padres de familia se preocupen de
educar también a sus hijos en los valores morales y espirituales.
Padre no es sólo el que engendra, sino sobre todo el que educa.
Los padres Cristianos deben procurar con todo interés el enseñar
a sus hijos a conocer y amar a Dios y a hacer recto uso de su
sexualidad, la cual siempre deberá estar orientada al amor
auténtico y procreación dentro del matrimonio. Es lo que todos
prometemos cuando traemos a nuestros hijos pequeños a
bautizar.
¡Ojalá que la celebración de hoy, en la espera de la Navidad,
despierte en cada uno de nosotros el entusiasmo por amar la
vida, defenderla y promoverla con todos los medios! Este es el
mejor modo de celebrar la Navidad, compartiendo con todas las
personas de buena voluntad la alegría de la salvación, que el
Verbo encarnado trajo al mundo.

María, modelo de fe para todos los creyentes, nos ayude a


prepararnos a acoger dignamente al Señor que viene. Con Isabel
reconozcamos las maravillas que el Señor hizo en ella. «¡Bendita
tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!» . Jesús,
fruto bendito del seno de la Virgen María, bendiga a vuestras
familias, a los jóvenes, a los ancianos, a los enfermos y a las
personas solas. Él, que se hizo niño para salvar a la humanidad,
traiga a todos luz, esperanza y alegría. Amén.

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