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LAS SEIS “C” PARA UNA BUENA COMUNICACIÓN CON MIS

HIJOS

Introducción
A. Como padres cristianos, amamos a nuestros hijos y nuestro deseo
es que sirvan al Señor, pero el obstáculo mas grande que encontramos
para cumplir este propósito es la mala comunicación.
B. Esta mala comunicación es el principal impedimento para que les
demos un buen testimonio de nuestro Dios y como consecuencia
terminan alejándose de Señor.

C. Debido a la gravedad del asunto la pregunta es ¿Cómo podemos


mantener abierta la puerta de la comunicación para que no
abandonen nuestra fe cristiana?
D. Para responder a esto, vamos a enlazar seis palabras que
comienzan con la letra “c”. Que son:

I. CORAZÓN.
Nuestra comunicación debe enfocar el corazón.
A. Cuando la biblia habla del corazón se refiere a la mente, los
pensamientos, los sentimientos y al intelecto en general.
B. La gran mayoría de padres no conocemos lo que hay en el
corazón de nuestros hijos.
C. Cuando hablamos con ellos, nos mantenemos en un nivel
superficial que enfoca solamente su conducta. Por ello, no
sabemos lo que opinan, sienten o sueñan.

D. Sin esta premisa:


1. No sabremos lo hay en ellos.
2. No podremos aplicar las verdades bíblicas a sus necesidades
específicas.
3. No lograremos un cambio duradero en ellos.
E. Llegar al corazón es sumamente importante porque la conducta de
nuestros hijos fluye de su corazón
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana
la vida. Pr 4:23

Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos.
Pr 23:26

F. El primer objetivo de la comunicación con nuestros hijos no es


decirles lo que nosotros opinamos sino descubrir lo que hay en
sus corazones.
¿Cómo logramos descubrir lo que hay en ellos? Eso nos lleva a la segunda “c”.

CURIOSIDAD.
Debemos sentir curiosidad por saber lo que hay en ellos.

A. La curiosidad es un comportamiento inquisitivo emocional en los seres


humanos, engendra a la exploración, la investigación, y el aprendizaje;
ella nos impulsa a buscar información.
B. La curiosidad se puede aplicar positivamente en cualquier área de la
vida. Ser curioso puede incluso fomentar nuestras relaciones. Preguntarnos
cómo otras personas ven la vida, o realmente interesarnos por lo que han
experimentado y lo que piensan, puede ayudarnos a hacer amigos y
fortalecer relaciones.
C. Muchos asumimos que conocemos perfectamente a nuestros hijos
porque se han criado toda su vida con nosotros.
D. Por esta causa no sentimos curiosidad por la vida interna de
nuestros hijos.
E. No mostramos curiosidad por saber, qué sienten, qué opinan, qué
desean, qué están pensando y sufriendo.
1. Cuando hablamos con ellos, queremos ir “directo al grano”, y no nos
interesamos en ellos.

F. Esta actitud les expresa que no son importantes para nosotros.


Cuando una persona nos importa, nos damos el tiempo de escucharle y
hacerle preguntas.
G. Este interés hace que la persona se sienta valorada y le motiva a
compartir lo que hay en su corazón.

H. ¿Cómo les mostramos interés y curiosidad?


1. Haciéndoles muchas preguntas y escuchando sus respuestas.
2. Es un concepto tan simple que muchas veces lo olvidamos, pero la
comunicación verdadera es un diálogo y no un monólogo.
3. Cuando dejo de monopolizar la conversación y la convierto en un
diálogo interactivo, les doy la oportunidad de que hablen sobre los temas
que a ellos les importan.
I. Cuando mostremos una curiosidad sincera por la vida de nuestros
hijos, se sentirán amados e importantes. Entonces, abrirán la
puerta de sus corazones, y podremos ver cuáles son las luchas, tristezas,
dolores, y deseos que tienen.

“Las intenciones secretas son como aguas profundas, pero el que


es inteligente sabe descubrirlas” (Pr. 20:5DHH).

J. Por supuesto, si les demostramos interés a nuestros hijos en una


ocasión, no resultará en una comunicación profunda de inmediato.
Para lograr algo, tenemos que tener una comunicación…
II. CONSTANCIA.
La buena comunicación requiere constancia.

Muchos nos damos por vencidos en los primeros intentos de hablar con
alguno de nuestros hijos, recordemos que la comunicación saludable no
se desarrolla en un momento.
A. Hoy existen muchos obstáculos para una buena comunicación, por
este motivo es esencial que cultivemos un ambiente de comunicación
constante con ellos.

B. La comunicación debe ser constante en dos sentidos:


1. Todo tiempo:
a. Por ejemplo, si me acerco para hablar con mi hijo sobre su novia, pero
no he tenido una conversación significativa con mi hijo en seis meses, no
me va a ir muy bien.
b. Quizás mi hijo quería comentarme sobre su tarea, hablarme de un
profesor que no le gusta, o preguntarme por un celular que quiere
comprar, pero yo no tuve tiempo para hablar con él.
c. ¿Qué le expresé? Que no es importante para mí. Que no me
interesan sus cosas.
d. Ahora, cuando quiero que mi hijo me cuente sobre uno de los temas
más íntimos (temas sentimentales), no se va a abrir. Porque llevo meses
manifestándole que no tengo tiempo para él, que sus intereses no son
importantes para mí.
e. Por ello, la comunicación tiene que ser constante

“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;


y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa,
y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”. (Dt.
6:6-7).

2. Todo tema:
a. En las conversaciones con mis hijos, no deben existir temas
tabúes. (temas sexuales o de cosas como la homosexualidad).
b. Cuando surgen estos temas, muchos respondemos: “Eso es sucio. Es
malo. De eso no se habla en esta casa”. Nuestros hijos, entonces,
entienden que no pueden preguntar sobre esos temas en casa.
c. ¿Su interés en esos temas desaparecerá con esa conversación?
¡Por supuesto que no! hablarán de esos temas con sus amigos, quienes
no les ayudarán a desarrollar una perspectiva madura y bíblica.
d. Cuando nos quejamos de sus ideas erróneas, debemos recordar que
nosotros los obligamos a hablar de esos temas con sus amigos porque
cerramos la puerta de la comunicación.
e. También, tenemos que recordar que las conversaciones
provechosas con nuestros hijos no se programan. Tenemos que pasar
tiempo con ellos.

3. La buena comunicación se cultiva y crece lentamente.


Como padres, no debemos darnos por vencidos muy pronto.
Sigamos intentándolo, sin presionarlos. Si no funciona, persistamos
tiernamente. En algún momento, la puerta al corazón de nuestros hijos se
abrirá.

COMPASIÓN
Debemos tener una actitud compasiva hacia nuestros hijos.
A. Muchas veces les hablamos a nuestros hijos con demasiada dureza
o con enojo.
B. Esas actitudes no invitan a nuestros hijos a abrir la puerta de su corazón
y no deberían de caracterizarnos, ya que, en la Biblia, la compasión es una
de las cualidades más notorias en el trato padre- hijo:

Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová


de los que le temen” (Sal. 103:13).

1. Este concepto es similar a piedad, misericordia, conmiseración, pesar,


pena.
2. La compasión bíblica es la que actúa para ofrecer soluciones reales
y suficientes.
C. Nuestro Padre celestial tiene compasión con nosotros, y nosotros,
como padres cristianos, debemos demostrar compasión con nuestros
hijos.
D. Es común que, con los miembros de nuestra familia, usemos un tono
de voz totalmente diferente al que usamos cuando hablamos con las
demás personas.

E. Estas actitudes negativas


1. Provocan un cortocircuito en la comunicación.
2. Generan una disonancia mental en nuestros hijos que les
dificulta escuchar lo que les estamos diciendo.

F. Al comparar las conversaciones que tienen con sus amigos con las que
tienen con nosotros, se darán cuenta que sus amigos “los aman”, que los
escuchan sin reproches ni ira. Por ello, irán a buscar a sus amigos, a su
novio o novia, y a ellos les contarán sus pensamientos íntimos, mientras
que a nosotros no, porque no les hemos tratado con compasión.
G. A veces, pensamos que el pecado o la desobediencia de nuestros
hijos justifican nuestro enojo o dureza. Pensamos que debemos tratarlos
ásperamente para que no vuelvan a cometer el pecado.
a. Pero la dureza solamente los aleja más de nosotros. Les llena de
rencor y amargura. Aun cuando han pecado, debemos evidenciar
compasión y ternura.
b. El afirmar que debemos sentir compasión por nuestros hijos no
significa que perdemos nuestro rol de autoridad en sus vidas. También
debemos corregir a nuestros hijos.

I I. CORRECCIÓN.
I Tenemos que aprender a corregir a nuestros hijos
bíblicamente.
A. Nuestro mundo moderno nos presiona a dejar de corregir a nuestros
hijos. Enfatiza los derechos de los niños e insiste en que dañamos su
autoestima si no les dejamos hacer lo que bien les parezca.
B. Pero la palabra de Dios nos manda a corregir e instruir a
nuestros hijos como evidencia de nuestro amor

Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que


recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a
hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
(He. 12:6-7).

Si amas a tus hijos, los debes corregir. Curiosamente, cuando corriges


bíblicamente a tus hijos, se sentirán amados.
C. La corrección bíblica abarca la disciplina con la vara

La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara


de la corrección la alejará de él. (Pr. 22:15)

No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara,


no morirá. Lo castigarás con vara, Y librarás su alma del Seol. Pr.
23:13-14)
D. La palabra griega que se traduce como “disciplina” en Hebreos 12:5-
11 es la misma que da origen a la palabra “pedagogía” en español.
1. Así que, al igual que un profesor usa una multitud de técnicas
educativas con el fin de instruir a sus alumnos, así también los padres
debemos usar una variedad de técnicas para corregir a nuestros hijos a
fin de que lleguen a la madurez.
E. Podemos definir la “disciplina” como la instrucción, enseñanza,
motivación, corrección y disciplina física que se invierten en la
formación de un niño para desarrollar en él los hábitos, los valores y
el carácter que le puedan llevar a la madurez.
F. La disciplina bíblica abarca dos aspectos. La instructiva y la
correctiva
1. Cuando los corregimos, debe hacerlo con compasión, no con enojo.
2. Aunque nuestra sociedad no esté de acuerdo, el padre cristiano no
debe abandonar su posición de autoridad, disciplinando a sus hijos.

G. Debemos recordar que, como padres cristianos, debemos ir más allá del
castigo físico. Debemos hablar, repetir, instruir, conversar, llorar, orar,
dialogar, advertir… todo esto es parte de la corrección.
H. Ahora bien, toda la comunicación del mundo no servirá para lograr un
cambio interno en nuestros hijos si nuestra comunicación no es…

I . CRISTO-CÉNTRICA.
V
A. la Biblia nos explica dónde encontramos la motivación para
perseverar en la vida cristiana

“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el


cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz,
menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de
Dios”. Hebreos 12:2

B. Si queremos lograr un cambio real, tenemos que dirigir su


corazón a Cristo.
C. Solo entonces ellos encontrarán la motivación para dejar a un lado
sus malas amistades, sus pasiones terrenales, y su novio inconverso etc.
D. Solamente Cristo es lo suficientemente poderoso como para
transformar sus corazones y cambiar sus prioridades.

E. Como padres, nuestro máximo objetivo en la comunicación


es enamorarlos de Cristo. Para lograrlo, debemos exaltar las
virtudes de Cristo ante ellos.

1. Háblales mucho de Cristo. No les hables solamente de su futuro, de lo


que es “bueno” o “malo”, ni de las consecuencias. Hablemos mucho más
de Cristo. Hagamos que sus ojos vean cuán hermoso es Cristo.

Conclusión:

1. ¿Por qué queremos tener una buena comunicación con nuestros hijos?
a. ¿Para tener influencia sobre ellos? ¿Para sentirnos buenos
padres? ¿Para lograr que se porten bien?
2. No, queremos tener buena comunicación con ellos porque
entendemos lo que nos enseña Asaf en el Salmo 78: para que la
generación siguiente no abandone a Dios, la generación
presente tiene que dar testimonio de un Dios alucinante.
3. Y eso implica contarles a nuestros hijos todas las maravillas de Dios.
Hacer que alucinen con Dios. Compartir este testimonio requiere que
tengamos comunicación con nuestros hijos.

4. ¿Cómo es esa comunicación?


5. Una comunicación dirigida a
su corazón, con curiosidad sincera, caracterizada por
la constancia y compasión, dándoles corrección e instrucción, y
que, sobre todo, es Cristo-céntrica, porque en Cristo tenemos la mayor
revelación de nuestro Dios alucinante.

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