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Composición de la mezcla que

respiramos llamada aire.


El aire que respiramos se compone de una mezcla de nitrógeno y oxígeno, el más
importante para los seres vivos, pero también contiene gases nobles como el argón, neón,
criptón o helio además de dióxido de carbono y vapor de agua.
Lo hacemos sin pensar y se podría decir que es lo primero que hace un recién nacido
cuando llega al mundo. Nos referimos a respirar, una actividad básica y fundamental en
todo ser vivo. El aire que respiramos no tiene olor ni color, pero, aunque no lo veamos, está
compuesto por miles de partículas y gases diferentes que entran y salen de nuestro
organismo constantemente. Hay un dicho que promulga que somos lo que comemos.
Habría que añadir también que somos lo que respiramos. Y es que muchos de los problemas
respiratorios que padecen algunas personas son debidos a la mala calidad del aire que nos
rodea. Por eso es importante saber qué hay en al ambiente para ser conscientes de aquello
que respiramos.
El aire que nos rodea, el atmosférico, está compuesto de una mezcla de gases,
principalmente nitrógeno (N2), al 78%, y oxígeno (O2), al 21%. Pero también contiene un
grupo de gases nobles, al 1% (argón, neón, criptón y helio), dióxido de carbono (CO2), al
0,04% y vapor de agua, al 0,97%, aunque este varía constantemente. Este conjunto
conforma el aire tal y como lo conocemos.
Sin embargo, el aire que respiramos también contiene otro conjunto de elementos, la
mayoría fruto de la actividad humana, que son contaminantes y suponen un peligro para las
personas. Los más habituales son:

Monóxido de carbono: es un gas que no huele ni tiene color pero que es muy
contaminante. Se encuentra en el humo de la combustión de los automóviles, cocinas de gas
o aparatos de calefacción. Puede acumularse en estancias con una circulación de aire
deficiente.

Plomo: existe en forma de partículas finas presentes en el aire de zonas urbanas.


Proviene de muchas cosas, desde pilas o baterías hasta residuos industriales o incluso del
humo del tabaco.

Partículas en suspensión: son un conjunto de diminutos cuerpos sólidos de


tamaños diferentes que están dispersos en la atmósfera. Pueden ser generados por la
actividad humana como la quema de carbón, o de forma natural como por ejemplo la
actividad volcánica.

Benceno: es uno de los productos químicos más usados ya que lo encontramos en la


elaboración de resinas, plásticos, gomas, detergentes, etc. El humo del tabaco y la gasolina
también contienen benceno.

Metano: se trata de un gas de efecto invernadero que proviene sobre todo de la


emisión de combustibles fósiles, explotaciones agropecuarias y vertederos.

Dióxido de azufre: otro gas que se produce por la combustión de carburantes


fósiles como principalmente carbón y derivados del petróleo.

Arsénico: es una sustancia tóxica liberada tanto por ciertas actividades humanas
como de forma natural por la corteza terrestre.
Se calcula que aproximadamente un 90% de la población humana respira aire contaminado.
Según la Organización Mundial para la Salud (OMS), alrededor de siete millones de
personas mueren cada año por la exposición a la contaminación del aire, especialmente a
las conocidas como partículas finas o nanopartículas de menos de 2,5 micras de espesor
(100 veces más delgadas que un cabello humano). Ser conscientes de lo que respiramos
realmente y de los problemas para la salud que ello supone debería bastar para que
gobiernos e instituciones tomen medidas al respecto para disminuir la contaminación del
ambiente y, en consecuencia, hacer más respirable el aire que nos rodea.

¿Cuál es la composición del aire y su porcentaje?


La atmósfera es una capa de gases que rodea la Tierra, tiene un espesor de 500 km y una
composición prácticamente constante. El gas principal es el nitrógeno, que con 78 por
ciento del total; el oxígeno, 21 por ciento, y el resto está formado por gases como el helio y
el dióxido de carbono.

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