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Las vidrieras tenían un valor decorativo, didáctico, estructural y simbólico.

Gracias a Abad
Suger se estableció Dios es luz. Las vidrieras ayudaban a pasar de lo mundano hacia el cielo
rodeado de Dios, donde la luz era manifestación de lo sagrado “Dionisio el Areopagita, se
esforzó por conciliar esta filosofía con los conceptos expuestos en el Evangelio de San Juan. A
través de sus escritos, los principios neoplatónicos ejercieron enorme influencia tanto sobre el
mundo bizantino como sobre el occidente medieval.” (Tomasini, 2015, pág 4). La arquitectura
antes vista era un limitante para esta nueva idea, por ello se crearon cambios para incorporar
las vidrieras y generar espacios altamente iluminados. Se uso arcos apuntados para la mejora
de transmisión de pesos, la bóveda de crucería repartía las cargas a pilares circulares, los
contrafuertes ayudaron con la función de carga a los muros y se añadieron las tracerías que no
solo buscaban ser soporte para los vitrales sino aportar un valor estético.

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