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LITO ZOMBI, DETECTIVE DE SUEÑOS

por Franco Vaccarini

Mi nombre es Lito Zombi, soy detective privado y voy a hablarles de un caso extraordinario, un caso donde se mezcla la realidad con
los sueños. Antes que nada, es preciso mencionar que no soy un detective común. Soy tan poco común, que ni siquiera existo: yo
trabajo en las pesadillas de los demás y solo respiro (es una manera de decir) cuando sueñan conmigo. Mis clientes son de esa clase
de personas que se meten en líos apenas apoyan la cabeza en la almohada. Se pasan la noche volando, corriendo, escalando
montañas, perseguidos por orugas gigantes o cercados por el fuego. Entonces, es mi turno. El turno de Lito Zombi, detective de
sueños.
Mi tarea es convencer a los clientes de que están soñando, con argumentos contundentes y así obligarlos a despertarse. Al mismo
tiempo, investigo en los engranajes secretos que provocan los sueños; incluyendo la cena y las últimas impresiones del soñador. Es
un trabajo difícil. Un trabajo que solo puede hacer bien Lito Zombi, detective de sueños. Yo.
El caso del despertador de Sonia fue uno de los más alarmantes y resonantes de mi carrera.
Sonia, en su vida real, era una mujer soltera e independiente. Aceptó mis servicios mientras soñaba con un despertador invisible, que
la aturdía con su timbre. Le pregunté con quien había estado antes de acostarse y me respondió que con dos amigas.
-¿Qué cenaron? -continué.
-Qué le importa -me dijo Sonia.
-A mí no me importa nada. Pero puede ser útil para resolver el caso -le respondí.
Sonia tenía pocas pulgas. Sin dudas, estaba pasando una noche mala.
-Está bien. Comimos pizza a la calabresa.
-¿Qué cantidad?
-Una pizza cada una.
-¿Algún postre, además de la pizza? -insistí.
-Dos. Flan con crema y helado de chocolate. Un cuarto de helado de chocolate para cada una.
Fantástico. Sonia estaba sufriendo las pesadillas típicas de quien había comido demasiado, con ruidos y viajes al extremo del mundo.
Porque a la vez que escuchaba al despertador, se encontraba medio muerta de frío, en las montañas de Virunga, jugando con un par
de gorilas. Uno de los gorilas le arrojaba nueces. Este tipo de escenas son muy típicas en las pesadillas de los golosos. Siempre
aconsejo: menos chocolate, más ejercicio o terminarán en Virunga, saltando como los monos. Si lo sabré yo. Cómo no voy a saberlo:
soy Lito Zombi, el detective de sueños.
Sonia escuchaba al despertador, pero no podía encontrarlo. Se convenció de que el despertador necesitaba ayuda. Cada ¡riiinggg! era
como si dijera ¡socorro!, para la sensible imaginación de Sonia. Pocas cosas pueden ser más molestas que un despertador pidiendo
socorro mientras uno esquiva objetos arrojados por un grupo de gorilas. Lo sé muy bien, porque incluso para mí, para Lito Zombi,
detective de sueños, el caso no tenía explicación. ¿Qué lógica podía justificar la presencia de un despertador entre los gorilas de
Virunga? Aún en el mundo de las pesadillas, las cosas tienen un principio de coherencia.
Por más que busqué y busqué, no logré dar con el despertador que atormentaba a Sonia.
Entonces se me reveló la verdad, como un rayo.
-Sonia, usted no está soñando en su totalidad. ¿Me escucha, Sonia? Está sonando su despertador, el verdadero, el que tiene en la
mesa de luz.
-No lo creo. Estoy en el corazón del África. ¡Cuidado! ¡Aquel gorila ha tomado una roca!
-Sonia, todo lo que debe hacer es abrir los ojos y, en el futuro, comer con moderación. Así evitará pasar la noche en Virunga.
Ella, incrédula, estiró su mano hasta la mesa de luz y silenció el aparato.
Aliviada, Sonia me agradeció con una sonrisa, pero yo ya no estaba. Porque yo soy Lito Zombi, detective de sueños. Y ya no estaba,
porque Sonia se había despertado.
Uno de los gorilas me hizo un gesto de saludo, mientras nos desvanecíamos, a la espera de la próxima pesadilla.

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