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SINTAXIS 2022 (BORZI) PROF.

MARÍA SOLEDAD FUNES

EJERCICIOS DE PRÁCTICA (SUSTANTIVAS Y OTRAS)

Sueño de la mariposa, de Chuang Tzu

Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado
que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu.

El pobre Cocchino

El pobre Cocchino vivía en un pequeño rancho, con muy escasas pertenencias, y por lo
tanto no se tomaba la moelstia de poner llave por las noches.
Una vez, en medio de la noche, entró un ladrón y fue derecho a la habitación donde
Cocchino estaba durmiendo.
El ladrón, en la oscuridad, se puso a tantear con las manos en busca de algo que robar. Al
oírlo, Cocchino le dijo:
–Cuánto me alegraría que usted encontrara de noche lo que yo no logro encontrar de día.

Ludovico Domenichi (Piacenzia, 1915–Pisa, 1564)

Un neurocientífico explica cómo cambiar tu cerebro y tus emociones con un recurso


sencillo

En su último libro, Mariano Sigman incursiona en el poder que tienen las palabras
para cambiar el rumbo de nuestras vidas.

Por qué las palabras tienen poder

- ¿Cuál es el poder de las palabras? ¿Cómo pueden cambiar nuestra vida, nuestra mente
y nuestras emociones?

-El poder de las palabras es esencialmente el de construir narrativas, que son relatos que
nos hacemos sobre las cosas y sobre nosotros mismos, y que tienen mucha fuerza.
Justamente porque no son una descripción fotográfica de la realidad, sino que son una
interpretación, en la cual hay muchos matices que terminan siendo decisivos en las cosas
que hacemos, en las que no hacemos, y en cómo vivimos nuestra vida.
El ejemplo más clásico, con el que yo empiezo, tiene que ver con las cosas que uno se
dice sobre sí mismo, lo que uno puede ser o lo que uno no puede ser. Todo el mundo dice
"yo no sirvo para algo", sea el deporte, las matemáticas, o para tener la valentía de hacer
algo.
También pasa con las emociones. Por ejemplo, al decirse "yo no puedo estar tranquilo", una
persona decreta de alguna manera que su estado emocional siempre es un estado de alerta.
Y en general estas ideas no vienen de la nada, sino que están construidas en base a una
experiencia que uno tiene de uno mismo. Pero son sentencias mucho más fuertes que la
realidad. Siempre.
No es cierto que uno no pueda hacer nada de eso. Lo que sí es cierto es que en el momento
que decís "es imposible que haga esto", eso se convierte en una barrera definitiva para
poder hacerlo.

La abeja haragana

Cuando llegó el día, y salió el sol, porque el tiempo se había compuesto, la abejita voló y
lloró otra vez en silencio ante la puerta de la colmena hecha por el esfuerzo de la familia.
Las abejas de guardia la dejaron pasar sin decirle nada, porque comprendieron que la que
volvía no era la paseandera haragana, sino una abeja que había hecho en sólo una noche un
duro aprendizaje de la vida.
Así fue, en efecto. En adelante, ninguna como ella recogió tanto polen ni fabricó tanta miel.
Y cuando el otoño llegó, y llegó también el término de sus días, tuvo aún tiempo de dar una
última lección antes de morir a las jóvenes abejas que la rodeaban:
-No es nuestra inteligencia, sino nuestro trabajo quien nos hace tan fuertes. Yo usé una sola
vez mi inteligencia, y fue para salvar mi vida. No habría necesitado de ese esfuerzo, si
hubiera trabajado como todas. Me he cansado tanto volando de aquí para allá, como
trabajando. Lo que me faltaba era la noción del deber, que adquirí aquella noche. Trabajen,
compañeras, pensando que el fin a que tienden nuestros esfuerzos -la felicidad de todos- es
muy superior a la fatiga de cada uno. A esto los hombres llaman ideal, y tienen razón. No
hay otra filosofía en la vida de un hombre y de una abeja.
H. Quiroga

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