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La segunda tópica freudiana en el cine:

El cisne negro

Estudiante (s):
Paulina Sepúlveda B.

Santiago de Chile, 4 de septiembre de 2019


La segunda tópica freudiana en el cine:
El cisne negro

En el siguiente ensayo analizaremos la película “El cisne negro” de Darren Aronofsky (2010), en torno a
la segunda tópica freudiana, en donde Sigmund Freud considera a la mente del ser humano como un
aparato psíquico, el que posee tres instancias: yo, ello y superyó.

El Cisne Negro se basa en la historia de Nina Sayers, una bailarina clásica de la ciudad de Nueva York
que aspira a tener el rol principal en la obra “El lago de los cisnes”, por lo que es muy perfeccionista y
obsesiva con su práctica. Ella vive con su mamá quien fue bailarina clásica también y que dejó el ballet
porque quedó embarazada de Nina, posando todos sus sueños sin cumplir en su hija; madre controladora
que trata a Nina como una niña, una relación un tanto enfermiza, en donde podemos ver que Nina ya
siendo una mujer, su madre la arropa, la viste o desviste, le pone música para que se duerma y se sienta
en la habitación de ésta hasta que se duerma, la controla en su alimentación, en sus prácticas de ballet y
en todo lo que hace. Nina por otro lado es un tanto tímida, retraída, insegura, más niña que mujer, quiere
hacer su trabajo a la perfección y tener el control de lo que hace, por eso es que se obsesiona con ensayar.
En tanto su cuarto todo de rosa, con muñecos de peluche, muy infantil para su edad, podemos observar
que hasta el abrigo que lleva es rosa. Tiene ciertas conductas autodestructivas como trastorno de
alimentación, en donde podemos verla vomitar en varias oportunidades en la película y su deseo de comer
poco, también se infringe lesiones en su espalda rascándose compulsivamente con las uñas, las que de
tanto rascarse y herirse la espalda también se rompen hasta sangrar, esto sucede posteriormente a
situaciones que le producen un nivel alto de ansiedad.

Nina obtiene el papel principal de la obra y tiene que interpretar al cisne blanco, papel que ella
desempeña a la perfección, porque es delicado, suave, inocente como lo es ella, pero por otra parte
también tiene que interpretar al cisne negro, cuyo papel le ha sido muy difícil de realizar, ya que ella carece
de aquel lado más oscuro, sexy y atrevido. Surge una compañera que aquel rol más sensual lo desarrolla
muy bien y Nina se vuelve cada vez más insegura. Podemos observar su nerviosismo y miedo, no quiere
que nadie le quite su rol de protagonista y en la medida que avanza la trama podemos observar que
comienza a sufrir alucinaciones y comienza desde allí a convertirse en el cisne negro que tanto le costaba
interpretar.

Desde la segunda tópica Freudiana nos podemos dar cuenta, que Nina, en tanto yo, es esa adulta joven
amable, tímida, trabajadora, que tiene conflictos con su madre, que es sumamente perfeccionista y que
trata de luchar contra de sus conflictos internos. Claramente la relación que tiene ésta con su madre y su
historia de vida han conformado su yo. Desde sus alucinaciones y delirios, se aleja del sentido de la
realidad, el yo, que es la razón, pero debemos observar que hay “en el yo mismo algo que es también
inconciente, que se comporta exactamente como lo reprimido, vale decir, exterioriza efectos intensos sin
devenir a su vez conciente” (Freud, 1923, p. 19), y eso es lo que le sucede a Nina también en sus delirios,
expone todo lo que ella quisiera hacer y lograr, estos delirios se apoderan de lo que ella tiene oculto en su
inconsciente, lo que se manifiesta en estas alucinaciones que empiezan suavemente y terminan en algo
fuera de control. El yo de las personas que alucinan se aleja del mundo real y eso pasaría con Nina, su yo
entra en conflicto con la realidad externa.

El ello, por otra parte, “se manifiesta a través de los sueños, o a través de delirios, actos fallidos, o
somatizaciones” (Rammsy, 2019, p. 7); en el caso de Nina, el ello está personificado por el cisne negro,
todo aquello que ella no es, es en donde, inconscientemente, puede representar a la mujer sensual, sexual,
atrevida y segura que en la vida real no logra ser, pero lo hace a través de las alucinaciones. Debemos
decir que Nina confunde la fantasía con la realidad, perdiendo todo juicio de ésta, hay una evasión, una
huida, en donde ella elabora otra realidad para subsanar esta evasión y cómo lo hace, lo hace con sus
alucinaciones, en donde ella reemplaza aquella realidad, pero desde el ello, desde esa parte “totalmente
inconsciente, siendo almacén de los deseos y fantasías reprimidas” (Rammsy, 2019, p. 7). Podemos
observar que el mundo real de Nina empieza a ser dirigido y sostenido por el ello que suprime al yo de
ésta, hay una fragmentación del yo, éste no puede rearmarse, perdiendo contacto con el yo y superyó, en
este caso se puede entender que la protagonista padece de brotes psicóticos o de psicosis propiamente
tal que hacen que se evada de la realidad y se sumerja en las profundidades del ello.

Observamos en la película que Nina utiliza un mecanismo de defensa que es la represión, en donde ella
reprime todo aquello que la distancia de aquel ser delicado, inocente y amable. Hay procesos anímicos
que pueden significar repercusiones negativas en el diario vivir, entonces éstos se suprimen y quedan
alojados en el ello. “Llamamos represión (esfuerzo de desalojo} al estado en que ellas [representaciones]
se encontraban antes de que se las hiciera concientes, (…) lo reprimido es para nosotros el modelo de lo
inconciente” (Freud, 1923, p. 16-17), en donde los procesos anímicos como indicamos se restan de la
conciencia, del yo, por lo que todo lo reprimido es inconsciente y no se tiene noción de éste en la superficie
que es la realidad y el yo.

La entidad más alta en el ser humano, en cuanto a consciencia ética es “el ideal del yo o superyó, la
agencia representante {Representanz} de nuestro vínculo parental. Cuando niños pequeños, esas
entidades superiores nos eran notorias y familiares, las admirábamos y temíamos; más tarde, las acogimos
en el interior de nosotros mismos” (Freud, 1923, p. 37). El superyó de Nina, no lo observamos sólo por las
internalizaciones que ella debió hacer cuando niña, respecto a sus padres, lo podemos apreciar desde el
mandato de la madre, aun cuando la protagonista es una adulta, está sujeta a ser la hija obediente y
perfecta que su madre demanda, relación de apego que es patológica. Este superyó aparece en diversas
instancias como cuando, por ejemplo, Thomas, el director de la obra, le dice a Nina que se vaya a su casa
y que se masturbe, para que pueda sacar ese lado más oscuro, aquel lado que no tiene y que la
interpretación del cisne negro exige; ella en su pieza comienza a masturbarse y de pronto ve a su madre
sentada en una silla durmiendo, asustada deja de tocarse y se da vuelta y se tapa con las mantas.
Observamos que hay un terror a actuar desde sus deseos y desde su voluntad, ya que ésta está tomada y
doblegada por su madre, lo que la hace entrar en continuo conflicto y sentirse culpable, que es el resultado
de un superyó severo, en donde hay un mandato que debe cumplir, el ser buena hija y buena bailarina. La
culpa se ve reflejada en diversas situaciones, que su severo superyó la hace padecer como, por ejemplo,
cuando luego de besar a Thomas en la boca, con el objeto de seducirlo y así obtener el papel, entra a su
camarín y ve escrita la palabra prostituta en el espejo, palabra que seguramente ella escribió en medio de
sus alucinaciones.

En la escena final de la película podemos ver cómo da rienda suelta e interpreta al cisne negro, en una
alucinación en donde representa todo lo que demanda su interpretación, todo ella es ello, logra lo que, en
la realidad, donde se encuentra el yo, no pudo. Ella finalmente es el cisne negro. Esto luego de que en
una alucinación asesinara a Lily, ya que ésta última le quería usurpar el puesto del cisne negro y ella no lo
podía permitir, la apuñala, pero en su estado de total inconciencia de lo que hacía no se dio cuenta que se
había apuñalado ella misma y se da cuenta de su triste destino. Luego de su impecable y perfecta
interpretación, Nina debe volver al papel del cisne blanco, en donde éste se suicida, se arroja al vacío. Sus
últimas palabras fueron a Thomas, el director: “lo sentí, fue perfecto”, luego muere desangrada a causa
de la herida que se infligió. Por fin Nina pudo sentir la perfección en su interpretación, además de la
aprobación de toda la audiencia, de su madre que la estaba mirando en el público, de su director, sabía
que lo había logrado, pudo ser esa buena hija y esa buena bailarina que tanto se le había exigido, pero sin
ese ello que la desbordó puede que no lo hubiese logrado.

Como pudimos apreciar nos encontramos frente a una mujer que en su actuar cotidiano es más bien frágil,
sumisa, introvertida, insegura, un tanto infantil. Debido a su historia de vida y a una madre intrusiva,
controladora y manipuladora, ella presenta diversos problemas, como los mencionados anteriormente,
trastorno alimenticio, se inflige heridas en su espalda y uñas debido a la ansiedad que le provocan variadas
situaciones. Su mundo interno está en conflicto, lo que genera que de a poco empiece a desligarse de la
realidad, a alejarse de su yo y sumergirse en un ello que la tiene envuelta en alucinaciones, en las que ella
manifiesta todo lo que quisiera ser en la realidad y no puede por su personalidad y por un superyó severo
y castigador. Sus alucinaciones llegan a tal punto que terminan con su vida, se rompe el vínculo que hay
con el mundo real, el yo está tan fragmentado que el juicio de realidad se le hace imposible frenar las
alucinaciones.
Bibliografía

Freud, S. (1923). El yo y el ello. En Obras completas. Madrid: Biblioteca Nueva.

Freud, S. (1933). Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis. Obras completas Vol. XXII.
Amorrortu editores, Buenos Aires.

Rammsy, C. (2019). Psicoanálisis y sus comienzos. Apunte de clase unidad 1, Teoría psicoanalítica,
Universidad UNIACC.

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